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Valor en kioscos $ 8 el periódico de lavaca julio 2011 / año 5 / número 46 Viejo verde Río Clarín: avanza la represa que desvia aguas a los campos de Soros&Aranda El enigma de Douglas Tompkins, terrateniente y ecologista. Entre Chile y Argentina acumula un millón de hectáreas estratégicas. Dice que su proyecto es salvarlas de la depredación capitalista y donarlas. Enemigo del modelo sojero y minero y fan del chamamé.

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Valor en kioscos $ 8

el periódico de lavacajulio 2011 / año 5 / número 46

Viejo verdeRío Clarín: avanza la represa que desvia aguas a los campos de Soros&Aranda

El enigma de Douglas Tompkins, terrateniente y ecologista. EntreChile y Argentina acumula un millón de hectáreas estratégicas. Dice que su proyecto es salvarlas de la depredación capitalista ydonarlas. Enemigo del modelo sojero y minero y fan del chamamé.

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Qué tiene un rico en la cabeza

DOUGLAS TOMPKINS, ECO TERRATENIENTE

ara entrar en la casa principalde esta estancia de DouglasTompkins, solicitan que unose quite cualquier calzadoque lo haya trasladado hasta

ese lugar ubicado en los Esteros del Iberá,a 20 kilómetros de Pellegrini y 120 kilóme-tros de Mercedes, en Corrientes, Argenti-na, Sudamérica, Planeta Tierra. El planetaestá habitado por humanos, insectos, zo-rros, burros y todas las demás especies co-nocidas, estén o no en vías de extinción.Según ciertas ideologías, teleteatros, reli-giones, sistemas morales y muchas pelícu-las, los humanos pueden clasificarse almenos en dos grandes subespecies:

a) Los buenos.b) Los malos. La imagen de Tompkins suele estar

identificada con el grupo b). La estancia se llama Rincón del Socorro,

11.579 hectáreas que forman parte de las138.140 hectáreas que Tompkins posee enel Iberá (siete veces el tamaño de la ciudadde Buenos Aires, o 150.000 manzanas).

Hay una antesala donde se dejan zapa-tos, zapatillas, chancletas y otros medios detransporte. También hay un estante consombreros, para cubrirse cuando en veranolas cosas se ponen a 40° o más, pero no ha-cen falta en este suave invierno del Iberá.

Tompkins es un norteamericano cosecha1943, nacido en Ohio, millonario, trasplanta-do a Chile y Argentina desde la década del90, donde se lo ha acusado de diversascuestiones:

Imperialista. Ecologista radical. Comprador de estancias para adueñarsey controlar no sólo los territorios sinotambién las reservas de agua dulce. Promotor y/o beneficiario de un proce-so de extranjerización de las tierras ypérdida de la soberanía nacional, conla excusa del ecologismo. Representante de la CIA (Central Intelli-gence Agency) en el continente. Empresario con oscuras intenciones. Agente de la creación de un nuevo Es-tado de Israel en la Patagonia.

Algunas críticas emanan delirio, otras resul-tan pertinentes. Lo que menos se conoce eslo que el propio Tompkins dice al respecto.Abriendo la puerta de la antesala de Rin-cón del Socorro, se pasa a un ambiente cá-lido y amplio (en Argentina se dice living-comedor) de unos 10 x 15, pero no comoesas inabarcables mansiones nativas quecombinan jarrones chinos, sillones france-ses, marfiles africanos, alfombras persas, re-lojes suizos y cuadros de 500.000 dólares.

Esto es diferente: blanco, madera y beige,ordenado sin obsesiones, nada pomposo ycon un adorno principal: grandes ventana-les que dan al campo, al horizonte. El cam-po fue comprado por Tompkins a la familiaBlaquier, propietaria del ingenio azucareroLedesma, inolvidablemente relacionadocon el apagón de 1976 en Jujuy, plena dicta-dura, que facilitó el secuestro y tortura de400 personas de las cuales 30 continúandesaparecidas. Por algún trastorno idiomá-tico o cerebral a familias como los Blaquier,socias de aquellos crímenes, se las conside-ra “clase alta”. Tompkins también le com-pró campos correntinos (100.000 hectáre-as) al argentino más rico, Gregorio PerezCompanc, en 15 millones de dólares.

Allí afuera, a través del ventanal, memira un carpincho. El roedor más grandede mundo, cuyo peso se calcula en las 3/4partes de un periodista de TV por cable.Aparece Douglas Tompkins, 68 años, flaco,canoso, tímido, en alpargatas de exclusivouso casero, pantalones blancos tal vez delino y un pulóver chileno de lana marcaPuma Verde de color ídem. Habla un cas-tellanou tipicou de gringou, con una nota-ble precisión, que de vez en cuando em-parchamos con mi inglés frankenstein.

Hay una cronista y un fotógrafo france-ses, del diario Le Figaro, tan en medias comonosotros, pero Tompkins ha dicho que pre-fiere hablar con MU, cosa que no deberíaexacerbar nacionalismos. Los franceses escu-

En la década del 90 llegó a la patagonia chilena y compró las mejores tie-rras. Luego, pasó a Argentina donde acumuló estancias en zonas estratégicas.Dice que su proyecto es conservar la biodiversidad y donar al Estado esastierras salvadas de la depredación del modelo extractivo. Se declara enemigodel monocultivo sojero y la minería. Y amante del chamamé. ¿Un excéntrico,un visionario o un gringo de última generación? Pasen y lean.

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chan. Nos sentamos en la mesa de maderareciclada del comedor, que a su vez está inte-grado a la cocina. En la casa trabaja una se-ñora, sólo un rato por día (es decir: no hay elhabitual ejército de sirvientes de la llamadasociedad pudiente). A unos metros hay unahuerta orgánica, y también una hostería connueve habitaciones. Tarifa por noche: 300dólares. Cada detalle tiene ese estilo bello yaustero que los Tompkins definen en su li-bro Land Ethics (Ética de la tierra) a partir detres conceptos: “natural, local, y orgánico”.

Ahora pasan unos ñandúes frente alventanal.

¿Cómo pararse frente a un caso comoel de Tompkins? ¿Qué rol juegan ideas so-bre nación, patria, soberanía y extranjeri-zación, mezcladas con otras como mine-ría, sojización y saqueo de recursos? Noestoy por responder a tal enigma, apenascomparto la perplejidad. Tal vez se trateno de creer sino de intentar entender, enun mundo en el cual confiar en ciertas en-telequias (clubes de fútbol, religiones, ide-ologías, medios, políticos, locutores, dis-cursos) cada vez más nos convierte enembriones de idiotas útiles. Comienzauna charla que no sé si brindará algunaspistas sobre Douglas Tompkins.

Los ñandúes se alejan de la ventana.

El traidor y la leche

sted es norteamericano, rico y terra-teniente. Todos elementos para queen Sudamérica uno lo considere una

persona sospechosa. (Tompkins mira hacia el campo) Claro. Pe-ro yo no tengo ningún CIA (así lo dijo) yademás estoy rechazado por mi clase.Estoy circulando como un free radical,un radical libre. La clase empresarial merechaza como un excéntrico, loco, sub-versivo, porque estoy contra la industria-lización, contra la guerra, contra la mine-ría, contra la sojización y la forestaciónpara celulosa, y todo este modelo econó-mico que va al abismo. Entonces uno velos poderes fácticos que cierran filas pa-ra mantener un monoblock de fuerza. Esesencialmente así: soy un traidor a esaclase, y por eso estoy out (fuera). Y tam-bién es difícil aceptarme para los activis-tas que luchan por otro paradigma por-que soy... sospechoso. Es entendible.Pero ya estoy acostumbrado. No veo có-mo puedo cambiar eso, sólo que veanqué es lo que realmente hago.

Una persona con mucho dinero, en la historiaargentina, siempre genera dudas. ¿Cómo hizosu fortuna?

Vendí mis empresas (The North Face,de prendas deportivas y de alpinismo,y la fábrica de ropa Esprit).

¿Valor? Fueron distintos momentos, pero habre-mos reunido un capital más o menos de700 millones de dólares. Y gastamos el99% de los ingresos de todo esto paranuestras actividades en estas esferas: con-servación de biodiversidad, conservaciónde tierras, activismo, restauración y agroe-cología. Y luego donamos al Estado. Poreso, ante todo, yo personalmente y Kristi-ne (su mujer) no somos megarricos, paranada, porque la gran mayoría de nuestrariqueza fue donada a fundaciones sinque tuviéramos fines de lucro. Son funda-ciones ambientales, conservacionistas.Aquí mismo en Corrientes hay una leyque llaman Ley Tompkins, para prohibira los extranjeros comprar campos, pero sehizo bajo una falsa premisa, porque eldestino que les damos es su donación co-mo Parque Nacional, como ya lo hicimosen Chile con el Parque Pumalín, y en laprovincia de Santa Cruz, con Monte León.Pero no somos ingenuos. Mucha genteagarra el micrófono y somos un blancofácil. Probablemente yo y mis colegas delas organizaciones antiglobalización he-mos hecho algo similar a veces, acusar aalguien por error o por estrategia. Yo pue-do perdonar si es estrategia, hablar delpolicía malo, ¿me entiende? Pero no esútil crear mala leche entre aliados.

¿Repatriando tierras?

ompkins fue montañista, lo cualhabla de un oficio de repecharcuestas, apoyarse en los obstáculos,

superar vértigos y planificar ascensos ydescensos, que tal vez sean un estilo de vi-da, o una técnica aplicable también con res-pecto a la ecología. Se reconoce como unode los fundadores del International ForumOn Globalization (IFOG): “Fue hace 20años, en mi casa de San Francisco. Allí in-ventamos la palabra globalización. Habíaactivistas de alto nivel. Luego vinieron lasgrandes manifestaciones en Seattle (EstadosUnidos), Génova (Italia), pero yo estabaperplejo, porque el movimiento antiglobali-zación para mí tiene cuatro aspectos: Justi-cia social, Feminismo, Paz y Ecología. Justi-cia social tiene varias subdivisiones, comotrabajo, salud, derechos humanos. Pero yoempecé a ver que siempre quedaba el dis-curso así: el hombre primero, la naturalezadespués. El discurso social marginó el dis-curso ecológico. Y yo vengo del lado ecoló-gico. Para mí la naturaleza está un pasitoantes, porque no puede haber justicia so-cial en un planeta muerto. Es importantísi-ma la justicia social, pero con el conceptode que la naturaleza es el corazón de la vi-da. Ahora veo que hay ideas así en Boliviay Ecuador, eso me da esperanza. Evo Mora-les es un ejemplo, súper inteligente. Mi otraqueja al movimiento antiglobalización esque es muy débil la crítica a la tecnología.No hay una crítica sistémica. Hay muchosespejitos de colores tecnológicos, pero creoque tenemos que pensar en otro tipo de so-ciedad, de agricultura, en repoblar la zonarural. Nadie habla de eso”.

Pero usted me está hablando de ecología ylo que se cuestiona es que se está quedan-do con las tierras, lo cual además implicaextranjerización...

Están disparando al blanco equivocado.Nosotros no nos quedamos con la tierra:estamos repatriando tierras a la Nación.O en realidad, a la ciudadanía en gene-ral, porque el patrimonio de un país per-tenece a todos los ciudadanos. Entonces,nuestra tenencia de tierra es provisoria.Temporaria. Por ejemplo, Monte León, enSanta Cruz, compramos en el año 2000.La fundación (Conservation Land Trust,creada por Tompkins) fue dueña de esecampo por tres o cuatro años, y lo donóal Estado Argentino. Hizo un puente parapasarlo del sector privado al público.Compramos al privado y donamos al Es-tado. Es algo realmente insólito, la genteno está acostumbrada, y piensan que esalgo sospechoso, contra la corriente.

¿Siempre ustedes hacen eso?Sí, para mí ésa es la filantropía. No que-remos morir con más de un par de dó-lares. ¿Qué vamos a hacer con platacuando estemos muertos?

Monte León es el primer Parque Nacionalcostero de Argentina. Son 66.800 hectáreasque Tompkins compró a la familia Braun yefectivamente donó a Parques Nacionalesen 2003. Un proyecto similar es el de la es-tancia El Rincón, 15.000 hectáreas junto alcerro San Lorenzo, contiguas al Parque Na-cional Perito Moreno. “En Chile, por un ra-to fuimos grandes terratenientes, pero do-namos 85.000 hectáreas para el ParqueCorcovado, junto a 210.000 del gobierno, ytambién donamos para el Parque Pumalín,que en total tiene 289.000 hectáreas. Los ul-tranacionalistas que están contra nosotrosno podían creerlo”.

Macchiavello de laboratorio

ompkins habla con entusiasmo. Siestá fingiendo, es un buen actor (osea, si en lugar de un ecologista,

como dice él, es un agente de poderestransnacionales). Trae una notebook y memuestra fotos que junto a su mujer Kristi-ne han ido tomando en cada viaje (ella,además, es la creadora de otra marca in-ternacional de ropa deportiva, Patagonia).

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Con las fotos arman afiches en inglés.Traducción: “Megacapitalismo en jaque ma-te” dice uno, con torres de alta tensión queson como un enjambre que atrapa al cielo.“Japón perdido” la tomó el mismo Tomp-kins. Muestra a un joven absorto mandandomensajitos de texto con ropa a la americanay zapatillones rojos, a metros de otro japo-nés que sube a una Ferrari blanca con un va-let que le cierra la puerta, y cinco palabras:“Status, Moda, Consumo, Gasto, Estupidez”.

Otra es correntina, con fotografía aéreadesde una de las avionetas de Tompkins:“Señor Macchiavello: su fin no justifica losmedios”, en referencia a la construcción de“un terraplén ilegal, de 22 kilómetros, la pe-or intervención en toda la historia de losEsteros del Iberá”. Todo producido por lahacienda San Eugenio, propiedad del cita-do Eduardo Macchiavelo a quien el afichedescribe como “gerente general de labora-torios Roemmers”. Denuncia que los pobla-dores perderán sus casas y su derecho a latierra, además del modo en que la obraafecta la biodiversidad.

Entre otros proyectos que movilizaron aTompkins de modo personal y/o apoyandoa grupos ecologistas correntinos se encuen-tran los de una latifundista francesa, Gilber-te Beaux, y el conocido proyecto de represaAyuí que asocia al especulador financieroGeorge Soros con José Antonio Aranda, subpope del Grupo Clarín (ver aparte). En Chi-le acompaña públicamente todos los movi-mientos y polémicas contra la construcciónde represas.

Madame Beaux, dama ochentañera, unade las reconocidamente más ricas de Fran-cia aunque instalada buena parte de sutiempo en estos pagos, se apoderó del cur-so de un río en su campo Rincón de Lunapara represarlo y regar 1.000 hectáras dearroz (debe recordarse que los ríos no sonde los magnates). No hubo estudio de im-pacto ambiental, hubo contaminación porlas consabidas fumigaciones, desmonte delbosque nativo, ausencia de permiso. En de-finitiva, una arrocera ilegal, denunciada porla organización Salvemos al Iberá. El go-bierno terminó multando a Madame en5.600 pesos. Salvemos al Iberá, de fluida re-lación con Tompkins, le pidió que hablaracon la francesa. “Pero fracasé totalmente.Creí que podía hacer avanzar sus ideas alambientalismo, pero no”.

Soja, minería y destrucción

ompkins, a través de otra fundación(Deep Ecology) editó un libro sobreminería: Plumbering Appalachia (Sa-

queando los Apalaches). El libro está hechocon la premisa de plantar dos árboles por ca-da uno que haya sido necesario para hacerel papel (pero es uno de esos libros carísi-mos y gigantescos). Las fotos muestran losefectos de la minería de carbón en los Apa-laches norteamericanos, y lo que cualquiervecino de la minería a cielo abierto argenti-na conoce: montañas rebanadas, explosio-nes, cráteres, tierra estéril, drenajes químicos,contaminación del agua y el aire, la exporta-ción de las riquezas (se ven los trenes carga-dos), la resistencia de las comunidades y larepresión a la cual son sometidas.

Las páginas tienen estos títulos: “Des-trucción”, “Devastación”, “Cocinando elplaneta”, “Destruyendo el futuro”. Exige laprohibición de la minería como única so-lución, y brinda una lista de comunidades,grupos y organizaciones que enfrentan elsaqueo, para que se las conozca y puedahacerse contacto con ellos.

Una de las fotos del libro se titula “Armasde destrucción masiva” y otra se puede en-tender en inglés: “Bombing Appalachia”, to-das con las explosiones, extracciones y des-trozos en las montañas. Explica Tompkins dedónde tomó el lenguaje bélico: “MientrasGeorge Bush ordenaba invadir y bombarde-ar Irak con el eslogan de buscar armas dedestrucción masiva que no existían, la verda-dera destrucción estaba ocurriendo en estasmontañas”. Globalización es también mine-ría a cielo abierto en el corazón del Imperio.

Tompkins cuenta que marchó contra lainvasión a Irak frente a la embajada de Esta-dos Unidos en Buenos Aires. “Estaba PinoSolanas, yo no lo conocía. Alto, canoso, tieneuna cara interesante. Me escuchó hablar y sedio cuenta de que yo soy norteamericano.Me dijo: ‘Estás en contra de tu propio país’. Yyo le dije: ‘Claro, estamos en contra de nues-tro propio gobierno’. Eso demuestra que has-ta él puede tener el concepto de que un nor-teamericano está a favor de la guerra de Irak.Pero yo lucho contra esas políticas de mi pa-ís, y voto por Internet. Me hace sentir un po-co mejor votar contra los pelotudos”.

Definición: “Para mí la soja es minería.La minería es insustentable por defini-ción, porque toma un recurso no renova-ble. Es destrucción. Y la soja produce unadegradación, están minando los sueloscon la agricultura industrial. En Entre Ríoses fenomenal, la erosión me enferma, yoestoy teniendo angustia por los suelos.Porque yo tengo el ojo de agricultor quetrata a toda costa de evitar la erosión. Hayagricultores que tiene ojos para la ganan-cia. Además de envenenar los suelos conagroquímicos, se están perdiendo los sue-los, perdiéndolos en el mar”.

Buenos Aires – Colonia, a pie

a teoría de Tompkins es que elavance de la erosión de las tierrasva acumulando sedimentos en el

Delta. “Dentro de 100 años se va a podercruzar caminando desde Buenos Aires aColonia. Eso con la erosión, pero ademásla soja se chupa nutrientes que se expor-tan, minerales, fertilidad, materia orgáni-ca. ¿Y con qué los reemplazamos? Con pe-tróleo en agroquímicos y fertilizantes. Unalocura, una catástrofe nacional”.

El ojo de agricultor se debe a lo siguien-te: de todas sus compras de campos, Tomp-kins destina un 10% a producción. En LandEthics (Ética de la tierra) Tompkins y su mu-jer explican: “Queremos demostrar buenasprácticas agrícolas, que además produzcanbeneficio social. En nuestras mentes, almenos, estos esfuerzos por una agriculturasustentable generan un bienestar públicoya que esas tierras obviamente seguiránexistiendo cuando nosotros ya no estemos,incluso con nuevos dueños”.

Del resto de las propiedades (el 90%), losTompkins ya han donado aproximadamen-te el 20% tanto en Chile como en Argentina,

un proceso que se han comprometido pú-blicamente que continuará a través del CLTincluso más allá de su muerte en un plazode 20 años, aseguran. En el Iberá calculanque el pasaje al dominio público de estasmás de 100.000 hectáreas se producirá deaquí a cinco años.

¿Ponen condiciones? Sí. Tiene la condición que es muy nor-mal, de que se dona como parque na-cional y quede así. El Estado no puedevenderlo ni usarlo con fines de lucro.Aquí en Corrientes ya se hizo, no soy elprimero. El Parque Nacional Mburucu-yá fue donado con esa premisa.

Troels Myndel Pedersen, efectivamente,fue un naturalista y botánico danés naci-do en 1916, vivió en la estancia Santa Tere-sa que su padre había comprado (15.000hectáreas), la donó en 1991 como parquenacional, y falleció en 2000.

Monocultivo vs. policultivo

ompkins tiene una evidente predi-lección por el campo Laguna Blan-ca, de Entre Ríos, 3.003 hectáreas.

Me muestra las fotos aéreas en la pantallade su notebook. Para un ser urbano, sólo seven franjas curvas de distintos colores.“Porque en lugar de monocultivo hacemospolicultivo”, dice Tompkins, que aseguraque Laguna Blanca llega a 65 produccionessimultáneamente, desde plantas aromáti-cas y medicinales hasta frutas, nueces ygranos, además de ovejas. “Tenemos noga-les, castaños, ciruelos, olivos, avellanas, hi-gos, almendras, lino, trigo, girasol. Es otroparadigma de agricultura, totalmente dis-tinto, y orgánico. Hay 7% de materia orgá-nica en nuestros suelos, nuestros vecinostienen menos del 3%. Tenemos soja, peroorgánica. Queremos demostrar que este ti-po de agricultura puede hacerse en una es-cala grande, y es sustentable”.

Su definición de una dinámica cultural:“El sistema capitalista vende espejitos decolores, chupa a la juventud de las zonasrurales a las zonas urbanas. Degradan laautoestima de la gente que vive en el cam-po, describiéndolos como atrasados y leja-nos a la modernidad. Se ve con la sojiza-ción en Argentina. Todos los grandesproductores están arrendando o compran-do los campos a los chicos y hay una con-centración de locos. La respuesta es redu-cir la compra de extranjeros. Pero no esése el problema. Con los grandes sojerosargentinos y el argumento nacionalista, elproblema sigue siendo la industrializacióny la escala de producción, y la fragmenta-ción y disolución del tejido social de lascomunidades rurales. Rompen ese tejidosocial”. Por primera vez en la charla Tomp-kis se pone enfático: “Aquí en San Ignaciohubo una ceremonia, con música y baila-rines folklóricos, que para mí... me vuelvoloco por esto. Para mí en el chamamé seve la gloria de vivir en el campo. Esos bai-larines están a nivel del Colón de BuenosAires y tienen todos entre 14 y 22 años.Mire... (dice mostrando orgulloso su propiafoto de una pareja bailando el chamamé).Por eso me gusta hablar de un ecolocalis-mo, que fortalezca el sentido de vivir en elcampo, la autoestima.”

Progreso y esgrima

ubo un segundo encuentro, peroantes pude recorrer el campo don-de uno pasa al lado de carpinchos

serenos. Me explican que cuando no haycaza ni muerte, los animales pierden elmiedo y ya no se alejan del bicho huma-no. Los zorros (aguará guazú) andan oron-dos, los coatíes los miran de reojo. Memuestran loros habladores, de quienesacaso desciende parte de la farándula me-diática privada y pública. Me explican quelos predadores son necesarios. En EstadosUnidos se descubrió que las matanzas delobos (que son malos: se comen a los her-

Tompkins practica esgrima con el di-rector de la escuela que tiene en suestancia Rincón del Socorro. En el cen-tro, junto a su avión privado. Todavíaestá de luto por los dos jóvenes em-pleados que murieron cuando cayóuno de sus aviones, en febrero de2010: el correntino Rodrigo Leconte (33)y el chileno Germán Huenchuan Vivar(25). Debajo, con su libro sobre la des-trucción de los Apalaches, un alegatocontra la minería a cielo abierto.

El estilo Tompkins incluye a sus estan-cias, todas decoradas a partir de tresconceptos: natural, local y orgánico. Te-las rústicas, teñidas con tintes vegeta-les, mucha madera y enormes venta-nales desde donde contemplar losbellos paisajes. Al verlos, parecieraque Tompkins compra paisajes de pos-tales. En una de sus casas de la pata-gonia chilena, la sala y la habitaciónde la planta alta estaban atravesadaspor un árbol: se negó a cortarlo.

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Usted habla de frenar el progreso, la indus-trialización. Aquí uno siente que esa etapa nisiquiera ha comenzado. ¿De qué viviría lagente si hoy mismo no hay trabajo suficiente?

No es algo dogmático, hay que pensaren corto y en largo plazo. Yo critico elmodelo. Y propongo buscar un cambiode paradigma, de concepto de progreso.Los políticos no piensan el largo plazo,porque su elección es por 4 ó 6 años.Sólo piensan ese corto plazo. Mi pro-puesta es cambiar la definición de pro-greso, calidad, desarrollo, mejorar la es-colaridad para que la gente puedacuestionar estos paradigmas. El capita-lismo es una tecnología económica conun fin único: acumular y buscar ganan-cias por sobre cualquier otra razón deser. Este megacapitalismo es irreforma-ble. Como lo es la agricultura indus-trial, forestal, la minería. Es un proble-ma sistémico, y por eso necesitamosescolaridad, preparación, universida-des, para entender a dónde estamos di-rigiendo a la humanidad, con este abis-mo de la crisis de extinción.”.

Cree que la palabra clave no es “revolu-ción” sino “transición” para sumar gente.“Argentina es un país bendecido por la na-turaleza, podemos hacer una reformaagraria para que en lugar de 100.000 gran-jas haya 500.000. Sin ninguna agriculturacorporativa o concentrada: familias, perso-nas naturales, que reconstruyan la vida”.

¿Qué es el poder? La habilidad de las personas y las so-ciedades de tener independencia e in-

bolizan una ecología turística, ajena, foto-gráfica, clase A, un espectáculo para ver, oun museo para visitar. Tompkins reflexio-na: “Yo estoy abierto a discutir si es o nouna buena idea. Yo intento comprar parapasar del sector privado al Estado, porquecreo que si mantenemos vivo al planeta ysus ecosistemas, el beneficio para la socie-dad es total. Y para su vida”.

Mucho antes que él, los pueblos origina-rios plantearon esa centralidad de la natu-raleza y de su relación con los territorios, loque les ha valido colonizaciones, conquis-tas e ingeniosos mecanismos genocidas delpasado y del presente. “Yo no compro terri-torios de pueblos originarios. Pero si se tra-ta de pueblos con una cosmovisión cultu-ral, ecocéntrica, tradicional, soy el primeroque levanta la mano para ponerlos en estaszonas, no importa si son parques naciona-les, porque si tienen ese modo de vida vana tener compatibilidad con todos los otrosseres que están allí. Si son indígenas asimi-lados que sólo quieren el territorio para ga-nar una tajada de la torta de la sociedadtecnoindustrial, no estoy de acuerdo. Peronada es fácil. La vida es imperfecta. No sécómo resolver estos problemas. Pero es fa-tal que se rompa esa cultura”.

Cree que el mundo pasa por lo que lla-ma “pico petróleo” (momento en que en-tramos en la ladera descendente del con-sumo petrolero que habría llegado a sumáximo) y que de aquí en más los actua-les niveles de “crecimiento” serán imposi-bles de sostener. “No hay nada a la vistaque sustituya al petróleo. Y sin petróleo lasociedad no podrá crecer. No vinieron losparaísos de la globalización. No vendrán”.

víboros e incluso a las abuelitas), provoca-ron un deterioro en los bosques por satu-ración de hervíboros (buenos y vegetaria-nos) que se comían todos los retoños delbosque. Aquí se planea la reintroduccióndel yaguareté, un leopardo bellísimo quesólo se puede ver en algunos zoológicos.

Otra recorrida fue por el propio Iberáen bote, a centímetros de unos yacarés,caimanes de facha medio temible, perodedicados al arte de estar al sol. Me di-cen que Iberá aporta un tercio de la fau-na total de Argentina. Hay venados delos pantanos, pájaros como el yabirú, elyetapa de collar, la monjita dominica, elchajá, el tordo amarillo, el cardenal ama-rillo, pasa un águila negra: salvo ángelesy aviones, cualquier cosa con alas. Y flo-res amarillas en las amapolas de aguaentre las que flotamos. Es otra órbita, enel bote lento. Navegar es preciso, es nece-sario. El silencio, el ambiente: estar ahídeja la rara sensación de haber llevado elalma a una terapia.

En Rincón del Socorro, Tompkins tam-bién se da tiempo para un deporte inespe-rado, la esgrima, con Javier Golbschtein,quien además dirige la pequeña escuelaque hay en la estancia para 14 chicos (cuo-ta de 300 pesos mensuales). Es un comba-te detrás de las máscaras: equilibrio, con-trol, amague, círculos pequeños dibujadosen el aire, metales que chocan, velocidadpara la estocada. En la casa donde nos ins-talaron hay libros de especies en vías deextinción, reptiles, pájaros y demás, y tam-bién ensayos como La Naturaleza Humana(diálogo de Noam Chomsky con MichelFoucault en la TV holandesa, 1971), Moder-nidad Líquida (Zygmun Bauman), ¿Es sólouna ilusión? (Ilia Prigonine), El Método (Ed-gar Morin), Microfísica del poder (Foucaultbis), ¿Qué es la filosofía? (Deleuze-Guatta-ri), novelas como El Hombre duplicado (Jo-sé Saramago) y los cuentos de Sin Plumas(Woody Allen). Vuelvo luego a encontrar-me con Tompkins, que tiene la notebookabierta. Al rato me sorprende con una es-tocada: “Hay que frenar el progreso”.

El arte de estar fritos

Creo que hay que frenar el progre-so, esta idea de desarrollo, que yollamo sobredesarrollo”. Aplicación

argentina: si definimos al país como “sub-desarrollado” nuestra conclusión es quedebe desarrollarse. Si es “sobredesarrolla-do” habrá que dedicarse a repartir y ges-tionar distinto. “Hay que revertir el tec-noindustrialismo para ir a una sociedadmás agraria. No digo volver a recolectoresy cazadores, pero sí tener descentraliza-ción, una escala más humana y ecolocalis-ta de la sociedad. Y mientras tanto no ma-tar lo salvaje, lo natural. Porque si sigueesta destrucción, estamos fritos. Para mí elprogreso no es cuánta industria hay, sinocuánta biodiversidad hay”.

Otra noción: “Usamos computadoras yteléfonos y tecnología para ampliar nues-tras luchas y difundirlas. Pero opino que lacomputadora y el celular están destruyen-do al mundo cuando son pura diversión,puro consumo insensato, porque aceleranla conversión de la naturaleza a la culturatecnoindustrial. Y se está creando una cri-sis de extinción. Es un capitalismo quenos pone en el abismo”.

Le cuento que no dejo de tener la sen-sación de que los parques nacionales sim-

terdependencia. El potencial de hacercosas para tu salud, tu bienestar y tu fu-turo. Por eso hacen falta relaciones máslocales, horizontales y no verticales, sa-lir de esta dinámica de megaciudades,como lo plantea Mike Davis. Y cambiarel lenguaje, como lo cambió el feminis-mo. Es algo que hay que aprender. Peroel poder... hay poder de imperios: elimperio de los sojeros, de los mineros,de lo tecnológico. Están vaciando elcontenido de la sociedad y la democra-cia, por la influencia de los lobbies em-presariales y las transnacionales. Noson de ningún lugar. Esos poderes vir-tuales no tienen lealtad a un lugar. Bus-can el mercado, los recursos, la ganan-cia. Son el abismo de la historia.

Se viene la noche y tengo el ecosistemacerebral revuelto. No sé cuáles son las in-tenciones de Tompkins. Esta mezcla de an-tiglobalización, chamamé y filantropía noes sencilla. Cuando era chico aprendí queen estos laberintos lo práctico es tomarlela palabra a las personas, ver qué hacen ycomprobar si hay coherencia. No sé si es-toy tan en medias como al principio, peroTompkins interrumpe mi navegar, y dice:“Hay que negarse a ser incorporados a es-te modelo, a este sistema de destrucción.Es difícil porque estamos adentro, hay quetrabajar, comer, criar a nuestros niños, co-sas prácticas y cotidianas. Pero tenemosque encontrar el modo. Me dirá, ¿por quéhace lo que hace? Yo sé que lo normal esestar preocupados por el presente, pero alfinal, lo que me pasa es que estoy preocu-pado por el futuro”.

Es un lugar común pensar que el modelo extractivo es una políti-ca imperial que afecta solo a los países del sur, mientras los delnorte acaparan roles de control y acumulación. El libro editadopor Tompkins hace repensar la cuestión: las fotos que tomó en los

Apalaches, la cordillera que va desde Nueva York hasta Alabama,demuestran que no sólo Bajo Alumbrera, con su minería a cieloabierto, destruye montañas. Tompkins utiliza en el título la mismapalabra que aquí gritan las asambleas ambientalistas: saqueo.

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