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Del 10 al 16 de abril de 2010. Núm. 2.702 · 4 e 124664 IGLESIA EN EL MUNDO EN VIVO Asís: peregrinos de la verdad y la paz Caza de insectos: acoso en las aulas a la fe Del 4 al 17 de diciembre de 2011. Núm. 1 • $60.00 • ISSN en trámite LIBERTAD RELIGIOSA Nueva Vida para México CARLOS AGUIAR RETES. Presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano “Seguir a Cristo para dignificar a la persona”

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Del 10 al 16 de abril de 2010. Núm. 2.702 · 4 e

124664

IGLESIA EN EL MUNDO

EN VIVO

Asís: peregrinos de la verdad y la paz

Caza de insectos: acoso

en las aulas a la fe

Del 4 al 17 de diciembre de 2011. Núm. 1 • $60.00 • ISSN en trámite

LIBERTAD RELIGIOSANueva Vida para México

CARLOS AGUIAR RETES. Presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano

“Seguir a Cristo para dignifi car a la persona”CARLOS AGUIAR RETES. Presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano

“Seguir a Cristo para dignifi car a la persona”001-01_PORTADA.indd 1 11/17/11 12:03 PM

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6 MARIO DE GASPERÍN 6 JUAN RUBIO15 FRANCISCO PORRAS 17 ANDRÉS GONZÁLEZ WATTY 21 LAURA JUÁREZ 43 FERNANDO PLIEGO

▶SUMARIO

92 Asamblea Plenaria de la CEMEducación integral en México donde la Iglesia tenga participación

En medio de una emergencia educativa y una crisis de valores humanos en la sociedad mexicana, los obispos buscan estrategias para participar en la formación integral de las nuevas generaciones. Pág. 14

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5Editorial

7La columna del director: Arrieros somos…Libertad religiosa en México: un derecho y una asignatura pendiente

8EntrevistaCarlos Aguiar Retes, Presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano y de Consejo Episcopal Latinoamericano

14Iglesia en MéxicoEl Papa Benedicto XVI podría visitar México la próxima primavera

23PLIEGOLa Iglesia y el clero en las independencias americanas Lucrecia Raquel Enríquez

32En vivoCaza de insectos: bullying religioso en las aulas

34Iglesia en el MundoLos líderes religiosos mundiales testimonian la fuerza de la religión para el bien

36América Latina“Si la Iglesia no es comunicación, no es Iglesia”. Congreso en Chile del CELAM

38Con acentoEn público y en privado

40ActualidadCuarta Muestra de Arte Iberoamericano, una joven visión del mundo actual

42CulturaPara evangelizar las culturas hoy: nuevos modos de ser Iglesia

46Libros

50Al vueloAlejandra Sosa, pintora y autora

4-17/12/2011 NÚMERO 1

Prácticas de esperanza en las cárcelesLa Iglesia, a través de la pastoral peniten-ciaria, desempeña un papel protagónico en los CERESOS a pesar de los abusos y las res-tricciones

El factor religioso es un medio de superviven-cia para los que ya han sido sentenciados. Pág. 20

Evangelización de las culturasEl diálogo con la cultura urbana exige apertura a la pluralidad. Pág. 42

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Colaboradores: Felipe de J. Monroy. Ricardo Nájera. Darío Menor. Mario de Gasperín. Lourdes Paz. Teresa Gómez. Fernando Men-doza. Sabás C. García. José Luis Celada. María Gómez. Miguel Ángel Malavia. Fran Otero. Juan Carlos Rodríguez. Maite López. Julio Sánchez. Alberto Iniesta. Fernando Pliego. Luis Arturo García. Laura Juárez. Andrés González Watty. Francisco Porras. María del Rosario González. Esther Pineda. Jaime Septién. Juan Carlos Guerrero. Paola Velasco. Eduardo Langagne.

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REVISTA VIDA NUEVA, AÑO 1, N° 1, diciembre 2011, es una publicación quince-nal editada por PPC Editorial, S.A. de C.V., con domicilio en Magdalena N° 211, Colonia Del Valle, Delegación Benito Juárez, México, D.F., C.P. 03100, Tel.: 10878400 ext. 438. Fax: 10878400 ext. 301. Lada sin costo: 01800 2008400, www.revistavidanueva.mx. Editor responsable Jorge Eugenio Tras-loheros Hernández, Reserva de Derechos al uso Exclusivo N° 04-2011-072509195700-102. ISSN en trámite. Certificado de licitud de título y contenido No.15348 de fecha 6 de octubre de 2011, otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Permiso SEPOMEX en trámite. Impresa en México por Editorial Impresora Apolo, S.A. de C.V., con domicilio en Centeno 150 local 6, Col. Granjas Esmeralda, Delegación Izta-palapa, México, Distrito Federal C.P. 09850. Tel. 5445-0470, este número se terminó de imprimir el 23 de noviembre de 2011 con un tiraje de 12, 000 ejemplares. Las fotografías y los artículos firmados que aparecen en Vida Nueva, así como las opiniones vertidas en estos, son responsabilidad exclusiva de los autores, no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación.

Queda estrictamente prohibida la repro-ducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autori-zación de PPC Editorial, S.A. de C.V.

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NUEVA EDICIÓN

Mi catecismo

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▶EDITORIAL

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Vida Nueva México: una voz en la Iglesia

Una experiencia periodística seria, llena de vida y siempre nueva

México se encuentra en serios problemas. Vivimos una crisis cuya más terrible expresión es la violencia que toma cuerpo

en la inseguridad y en el temor cotidiano. Se dice, con justa razón, que su raíz es de índole cultural porque hemos extraviado los valores que posibilitan la convivencia. Sin embargo, el problema es más profundo. Hemos perdido el aprecio por la persona. Los valores que guían nuestra existencia se nutren de lo que consideramos es el ser humano. Cuando reducimos a quienes debieran ser nuestro prójimo a simples objetos de uso y abuso, cuando degradamos a cada persona a categoría de simple cosa, entonces extraviamos nuestra humanidad y nuestra capacidad de asombro ante el Misterio que nos abarca.

La revista Vida Nueva México empieza su camino en medio de esta crisis y es portadora de buenas noticias. La esperanza es posible porque nuestra humanidad, a pesar de los pesares, permanece. Pero tampoco somos ingenuos. Sabemos que es necesario emprender una batalla cultural para recuperar a México y que ésta no será ni sencilla, ni de corto plazo.

En Vida Nueva comprendemos que uno de los graves problemas de nuestros días es la pérdida de la confianza en la razón: se le ha encerrado en el calabozo del relativismo. Hoy resulta difícil creer que ésta sea el don que nos permite re-lacionarnos vívidamente con el mundo. Por sospechar de la razón, hemos perdido

también la fe en nosotros mismos y en Dios porque, al final, todo se reduce a percep-ción e ideología.

No podemos, no debemos olvidar, que la realidad es el mapa de nuestra existencia y la razón, el don que nos permite ubicar-nos ante ella. Tampoco, que no basta con saber leer la realidad. Es necesario saber hacia dónde caminar. La fe, entonces, es la brújula que nos permite emprender el camino con dirección cierta. ¡Queremos liberar a la razón para que recupere su entrañable amistad con le fe y, juntas, en-sanchen los horizontes de nuestra humanidad!

Esta publicación tiene una estrategia de comu-nicación sencilla, como las alondras que inspi-raban a San Francisco. Queremos participar con decisión en el debate pú-blico, a través del diálogo, para la construc-ción del bien común. Queremos poner en contacto fe y razón, religión y cultura, a partir de los problemas que nos aquejan como sociedad. Frente a la estridencia de los medios y el griterío de la discusión pública, por llamarle de alguna manera, proponemos un discurso claro y amable, directo y firme para llegar a la gente que desea informarse verazmente y analizar de manera razonable y serena las realidades de México y del mundo, ante las cuales la Iglesia se enfrenta, responde y, sobre todo, propone.

Vida Nueva México no pretende ser la voz de la Iglesia. Quiere ser una voz en la Iglesia. Es una revista de laicos para creyentes, ateos y agnósticos por igual. Unimos nuestro esfuerzo al de Benedicto XVI, quien nos ha invitado a dar razones de nuestra esperanza, participando con entusiasmo en la cultura y en los debates que configuran nuestra vida pública. Somos católicos abiertos al diálogo que hacemos una revista con proyección a nivel global, porque universal es la vocación de la Igle-sia. Estamos en un camino, de largo aliento

y fuertes esperanzas, que nació hace cincuenta y tres años en España. Una experiencia periodística que hoy se hace realidad en México, desde México.

Invitamos a los católi-cos de a pie, a los laicos del común, a los ciuda-

danos de siempre a compartir nuestra pro-puesta. En el camino, por nuestra parte, nos sumamos a los obispos, religiosos, agentes de pastoral, hombres y mujeres de buena voluntad, creyentes, agnósticos y ateos, quienes cada día se esfuerzan por hacer de estas tierras una mejor casa para vivir y que, estamos ciertos, somos la mayoría.

En Vida Nueva México, unidos a nuestros colegas que hacen posible la revista desde distintos lugares del mundo, emprendemos el camino porque todos somos, como bien dijo Benedicto XVI en Asís, “peregrinos en búsqueda de la paz”.

Asís: un mensaje de esperanza

El Encuentro de Oración por la Paz y la Justicia, celebrado en Asís el pasado 27 de octubre, ha venido a poner de relieve

una idea eje en el pontificado de Joseph Ratzinger: la importancia de las reli-giones en el escenario de los pueblos y su contribución a la paz en momentos de violencia.

Benedicto XVI ha convocado a unos trescientos representantes de las reli-giones de todo el planeta, desde las más

antiguas a las más modernas, sin olvidar el mundo de los agnósticos. Y lo ha hecho en el 25 aniversario del en-cuentro que su predecesor, Juan Pablo II, realizara, con no pocos problemas en la misma Curia vaticana, en el mismo lugar, dando así forma al llamado “Espíritu de Asís”. De esta manera, este encuentro ha venido a ser una profundización de aquél y la respuesta ha sido satisfactoria.

En el acto de Asís ha sido la oración el nexo que ha unido a los represen-

tantes de las religiones. El miedo al sincretismo ha llegado por grupos ex-tremistas que, dentro de la Iglesia, ven en el acto una traición a la Verdad revelada. No son tiempos

para estas posturas en una Iglesia que ha de abrirse al mundo, siendo ante él, sacramento universal de salvación.

Desde la verdad y la apertura

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Se maravillaba Celso de que los cristianos, gente califi cada por

él como de baja ralea y entregados a la magia y a las supersticiones, afrontaran el martirio con tanta decisión y entusiasmo; y que su número, en vez de disminuir, se acrecentara a tal grado de convertirse en un posible peligro para el imperio. Eran, decía este platónico del siglo segundo, una “secta” dañina dentro del estado, razón que le llevó a escribir su Discurso verdadero para rebatir a los cristianos e invitarlos cínicamente a reintegrarse a la religión del imperio. Este escrito contiene, a pesar de su título, el mayor número de calumnias y objeciones que se hayan levantado contra el cristianismo, pero que se convirtieron en un acicate para hacer de la razón un aliado inseparable de la fe.

La obra de este pseudofi lósofo fue refutada por el gran Orígenes, padre de la exégesis y de la teología cristiana. Hombre

de alta cultura, le demuestra a su adversario que la fe de los sencillos es capaz de elevarse, junto con la razón, hasta la belleza del misterio, único capaz de recibir adoración y de cambiar la vida. Que la sangre de los mártires fuera semilla de cristianos no era entonces sólo una bella frase sino una

ferviente y estremecedora realidad; por eso, inquieto el decadente imperio, respondió por su vocero no querer más mártires sino apóstatas: “Que a los que desean ardientemente el martirio no se les conceda morir sino que se les exija renegar de su fe”, era la consigna diabólica de reciente invención.

No faltó el ingenio a los perseguidores para ampliar las cárceles e incrementar los tormentos, a los cuales el mismo Orígenes fue

sometido, aunque se le privó de “llegar a la perfección por el martirio”, como entonces se decía. Práctica muy socorrida fue en cambio la de hacer la vida pesada a los cristianos, negándoles la posibilidad real de participar en la vida social y política sin tener que renunciar a su fe en Jesucristo. Se sufría el

martirio ya no con la espada sino con el acoso diario. Es signifi cativo que el odio que lleva al tirano a eliminar a la víctima le obligue, por la fuerza de la verdad, a cambiar de método aunque no de intención. El esplendor de la verdad siempre termina triunfando sobre la irracionalidad de la pasión. Para el cristiano comenzará el reto igual o superior al martirio, que consiste en arriesgar y perder la vida en el testimonio diario de su fe, dentro de la reinante

adversidad.El vivir como si Dios no

existiera, el relativismo moral, el hacer de la fe asunto privado, el laicismo intransigente, lo políticamente correcto, y otros hechos y dichos similares, no son ahora más que manifestaciones de ese ambiente hostil a la fe católica y auténtica persecución silenciosa que produce no mártires cristianos sino apóstatas cotidianos. El católico necesitado de ejercer su profesión en instituciones públicas se encuentra con situaciones que violentan su conciencia y lastiman sus creencias. La libertad religiosa que se fi rma en los tratados y se estampa en los documentos se niega con hechos y exigencias contrarias a la fe y a la moral cristianas. Es esto una auténtica violación del derecho a vivir con libertad, tanto en público como en privado, en conformidad con la propia fe.

MARIO DE GASPERÍN GASPERÍN. Obispo Emérito de Querétaro

▶LA PUERTA DE LA FE

JUAN RUBIO. Director Vida Nueva España

Importancia de la Iglesia local

La Iglesia local tiene su importancia. Es en donde se concreta la Iglesia universal en toda su riqueza y variedad. Es donde el

cristiano nace, crece, vive y muere. La riqueza de esta iglesia se advierte en muchas y variadas actividades que van apareciendo en los calen-darios, así como en las numerosos planes de pastoral que se realizan. Sin embargo, en donde más se aprecia es en la riqueza de sus miembros: laicos, religiosos, miembros de asociaciones y movimientos, clero y obispos. Cada uno tiene algo que enseñar y no debiera ser echado en saco roto. La comunión se enriquece en la variedad, y una crítica sana, en diálogo fraterno, desde la verdad y la caridad, ayudaría mucho a las

Iglesias locales a crecer. Urge hoy en muchas de ellas la creación de esos espacios para el diálogo fraterno y enriquecedor. Los consejos diocesanos de pastoral, así como los consejos de presbiterio, se presentan como lugar especial para la sana comunión. Son laboratorios desde donde ir creando la Iglesia, aquí y ahora. No pueden ni deben convertirse en meros instru-mentos a los que el obispo informe de lo que tiene previsto llevar a cabo. En ellos, el pastor ha de aprender, orar, discernir y poner en pie todo lo que ayude a que la Iglesia sea “sacramento universal de salvación”.Otro aspecto importante que las Iglesias locales no deben abandonar es su diálogo con el mundo

contemporáneo, con la sociedad a la que han de evangelizar. Un diálogo abierto con el mundo, alejándonos de una pastoral de sacristía, vendrá muy bien a nuestras Iglesias, que han de conocer bien los escenarios de la Nueva Evangelización. El ardor y la valentía evangelizadora faltan en muchas instituciones diocesanas, excesiva-mente pendientes del pasado.Y siempre la caridad. Una Iglesia que no de-dique sus recursos, muchos o pocos, para dar de comer al hambriento, no cumple con sus objetivos más primarios. Es el termómetro de nuestra comunión eclesial: la participación y colaboración con los más pobres, el termómetro más efectivo de nuestro ser Iglesia.

Hoy como ayer

Se sufría el martirio ya no con la espada sino con el acoso diario

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La libertad religiosa corre grave peligro en el mundo.

Han aumentado las persecu-ciones abiertas que utilizan distintas formas de violen-cia; pero también las de baja intensidad que se valen del acoso cultural, jurídico y so-cial. Asimismo, nos dicen que los cristianos son quienes más sufren las persecuciones.

Benedicto XVI ha dicho que uno de los logros más importantes de la civilización es el Estado laico, entendido como un orden político que no favorece una religión en particular, pero que se com-promete decididamente con los derechos humanos, entre ellos, la libertad religiosa. Las religiones quedan, en efecto, libres de la tutela del aparato político y forman parte inte-gral de la sociedad civil que, por su natural diversidad, se desarrolla de mejor manera en ambientes democráticos y se fortalece por la presencia acti-va de los cuerpos intermedios de la sociedad, que son las organizaciones ciudadanas, entre las que se encuentran las Iglesias.

El derecho a la libertad reli-giosa favorece a las personas y a sus organizaciones religio-sas. En un verdadero Estado laico los ciudadanos son li-bres de profesar en público y en privado su religión, como de participar en el debate cul-tural aportando su fe y sus convicciones a la construcción del bien común.

En México, la libertad reli-giosa se encuentra bajo ase-dio. Es cierto que la persecu-ción abierta no está presente; pero sí la de baja intensidad con creciente virulencia. La

descalificación de quienes profesan alguna religión, en especial si es la católica, es cotidiana en los medios cul-turales y de comunicación. Se hace particularmente visible en los debates en torno a la vida y la dignidad de la per-sona que, por supuesto, no se reducen al tema del aborto. Se pretende descali� car a las religiones en el debate público bajo el argumento de que es impropio en un Estado laico argumentar sobre la base de una ética religiosa.

Esta a� rmación es un mo-numento al despropósito por dos razones, en principio. Primera, porque al excluir a un miembro o grupo, se atenta contra un principio de la convivencia democrá-tica que es la libre partici-pación en el debate público. Segundo, porque gran parte de la ética que orienta nues-tra convivencia cívica y que fundamenta nuestros marcos jurídicos, tiene su origen en la tradición judeocristiana. Bas-taría con enumerar los diez mandamientos y las obras de caridad. ¿Acaso no debemos exigir a los políticos que ha-blen con la verdad y respeten los derechos de las personas? ¿Debemos callar ante la injus-ticia social, el abandono de niños, el maltrato de mujeres y ancianos, la trata de perso-nas, la muerte de inocentes? ¿Debemos pasar indiferentes ante la injusticia? La libertad religiosa es un derecho que, en su aplicación y desarrollo, se traduce en grandes bienes para la sociedad, la cultura, la convivencia democrática y el desarrollo de la sociedad civil. Por el lado jurídico, el

orden constitucional mexi-cano favorece el desarrollo de la libertad religiosa en la medida en que es reconocida como derecho humano por el derecho internacional. Hay que perfeccionarlo, sin duda, pero ya no es limitativo.

No hay nada más razona-ble que la fe

Por el lado cultural, es claro que la ética religiosa forma parte del discurso cotidiano, incluso de quienes la atacan. La descali� cación del discurso religioso es, por lo menos, un desatino. En una democracia es perfectamente legítimo ex-presarse a través de la propia cultura, en este caso, religio-sa. Los hechos anteriores nos indican que la mayor limitan-

te son los atavismos y temores de quienes profesamos alguna religión. Mahatma Gandhi y Martin Luther King dejaron bien dicho que nadie es más esclavo que aquel que ha he-cho suyo el discurso de quien lo somete.

Estoy cierto de que México vive un buen momento para impulsar el ejercicio de la li-bertad religiosa y participar en el debate público con pro-puestas razonables, un diá-logo que busque la verdad, siempre en la caridad.

El viejo Chesterton recor-daba que se había hecho ca-tólico porque no había nada más razonable que la fe. Lo mismo pienso yo y tal es mi propuesta como director de la revista Vida Nueva México.

▶LA COLUMNA DEL DIRECTOR JORGE E. TRASLOSHEROSDirector Vida Nueva México

JORGE E. TRASLOSHEROSDirector Vida Nueva México

Libertad religiosa en México: un derecho y una asignatura pendiente

“ARRIEROS SOMOS…”

AFP

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▶ENTREVISTA

Carlos

AGUIARRETES

PRESIDENTE DE LA CONFERENCIA DEL EPISCOPADO MEXICANO Y DEL CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO. ARZOBISPO DE TLALNEPANTLA

TEXTO Y FOTOS: JORGE E. TRASLOSHEROS

“Hay que dar testimonio de la fe,

para que las razones de nuestra esperanza sean comprendidas”

Don Carlos Aguiar Retes es un hombre de son-risa sencilla y mirada inteligente, cuya firmeza de carácter, buen trato y excepcional cultura le han permitido dialogar con los más diversos actores culturales, sociales y políticos de dife-rentes latitudes.

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Un gesto lo pinta de cuerpo entero. El día anterior a que la Suprema Corte de

Justicia de la Nación de México decidiera sobre la constitucio-nalidad de la ley del aborto del Distrito Federal (2007), apa-reció en televisión por cadena nacional. Un acto insólito en un país acostumbrado a un laicismo agresivo. Le bastó un minuto para dejar bien sentada la posición de la Iglesia en el debate por la vida. Quedó claro que la Iglesia no se pelearía con las instituciones; pero tampoco se quedaría callada. Habló con firmeza, caridad y verdad.

Don Carlos me recibe en una salita, sobria y cómoda, en sus oficinas arzobispales, dentro del antiguo convento francis-cano del siglo XVI. A la mesa, el infaltable café. Alisto la gra-badora y, entre bromas, inicia la entrevista sobre la libertad religiosa, la democracia y el cambio de época en México.

Libertad religiosaDon Carlos, ¿qué es la liber-

tad religiosa?La libertad religiosa, o de

religión como la llamó en 1948 la Declaración de los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, sig-nifica no sólo la libertad de creer, que esa ya nos viene

por naturaleza, sino la liber-tad para que una persona o una autoridad no me presio-ne para abandonar mi fe, mis convicciones, ni tampoco me obligue a practicar alguna en específico. Implica que se me garantice mi derecho de pro-ceder, de manera privada y pú-blica, de manera individual o asociado con otras personas, a cumplir con fines específicos en beneficio de la comunidad. Un compromiso que, por ra-zones de fe, considero como respuesta al amor de Dios.

La Iglesia Católica se ha con-vertido en la campeona de la libertad religiosa y de ello hay abundante testimonio. Sin em-bargo, como es bien sabido, no siempre fue así. ¿Qué sucedió en la Iglesia?

No siempre fue así, eso es exacto. La evolución de la libertad religiosa viene a sentirse, a darse a conocer precisamente en un mundo plural como el nuestro. Dentro de la Iglesia hubo una profun-da revisión de sus posiciones desde finales del silgo XIX, que dieron fruto en el Concilio Va-ticano II y que el magisterio pontificio ha promovido con gran fuerza. Fue un proceso de purificación en la fe, como ha explicado el Papa Benedicto XVI, hasta alcanzar una posi-

ción muy acorde con la raíz misma del cristianismo. La intolerancia religiosa no es el modo original de proceder de la fe cristiana. Los primeros cristianos y los padres de la Iglesia fueron defensores de esta libertad convencidos de que la verdad tiene que mani-festarse por su propia fuerza. Es el testimonio de la verdad lo que mostrará siempre la autenticidad de la fe. La fe li-bera al hombre de sus miedos, de sus esclavitudes, de todos estos aspectos que a veces lo neutralizan para dar más de sí mismo y crecer humanamente.

¿Que hay en la religión ca-tólica que le permitió realizar este proceso de purificación?

La riqueza de la Iglesia Ca-tólica proviene de Jesucristo y de cuantos han seguido muy de cerca el estilo de vida al cual nos invita. Cristo es el cami-no, el modelo ejemplar, quien nos ayuda e inspira y quien ha logrado que muchos seres humanos a lo largo de la his-toria hayan podido construir una comunidad ejemplar. La Iglesia vive de esta riqueza y, al valorarla, ha mostrado a los demás que es posible seguir a Cristo para crecer y dignificar al ser humano. Esta

experiencia hace que la Iglesia desarrolle clara conciencia de que la fe debe ser vivida en libertad, como Cristo lo quiso, no imponiendo, sino dejando al Hombre que dé libremente su respuesta a la invitación de Dios.

Juego de la democraciaEn México parece existir

una persecución de baja in-tensidad. A nadie se le encar-cela por practicar su fe, pero sí se le reprueba en no pocos medios culturales y de comu-nicación. ¿Que puede hacer la Iglesia ante esta situación?

En México tuvimos la ex-periencia de una persecución directa, violenta, por el simple motivo de ser miembro de la Iglesia y el resultado fue nefas-to. No obstante, la Iglesia so-brevivió y se reforzó. Tenemos confirmado que, cuando una

CarlosAGUIAR RETES

“La intolerancia religiosa no es el modo original de proceder de la fe cristiana”

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persona da testimonio de la fe hasta la sangre, que es lo que llamamos martirio, hace que la fe crezca y se multiplique. Bien se dice que, “sangre de már-tires, semilla de cristianos”. Entonces no se pudo extirpar la religión como se hubiera querido. Ahora, quienes tienen prejuicios contra la religión y no se abren a una relación de diálogo buscan limitar el derecho de asociarnos e influir conforme con nuestras convic-ciones en el campo público y cultural.

Pero ese es el juego de la democracia...

Bueno, ese es el juego de la democracia, pero no quieren darle etiqueta de jugadora a la Iglesia Católica. Esta es una gran deficiencia en materia de libertad religiosa. No se ha realizado todavía el ajuste constitucional que la reforma en derechos humanos de mar-zo pasado dejó abierta. No se garantiza, en el marco jurídico, que los católicos se desenvuel-van dentro de la sociedad civil como sería natural en una de-mocracia.

En 1992 se hizo una impor-tante reforma constitucional en México ¿no quedó entonces reconocida la libertad religio-sa, especialmente de los ciu-dadanos?

Podemos decir que, aun con importantes limitaciones, la personalidad jurídica de las iglesias como asociaciones religiosas quedó garantizada con la reforma constitucional de 1992 y su reglamentación posterior; pero no mucho más. Hoy en día, cuando los obis-pos abogamos por la libertad religiosa, los políticos, en oca-siones, nos preguntan qué es-tamos buscando. Entonces hay que explicarles que queremos que todos los creyentes, ateos y agnósticos por igual ejerzan plenamente su libertad religio-sa. No se trata de un derecho

de las Iglesias solamente. Es el derecho de cada uno de los mexicanos. Garantizar la exis-tencia jurídica de las iglesias es importante; pero de ningu-na manera significa la plena vigencia del derecho humano a la libertad religiosa.

Con frecuencia leemos y es-cuchamos que la Iglesia aboga por la libertad religiosa tan sólo para defender sus dere-chos corporativos.

Lo que se busca con tales afirmaciones es descalificar el tema diciendo cosas que ge-neren dudas e incertidumbre para entorpecer el diálogo. La Iglesia sabe que, en la medida en que los fieles laicos gocen de su derecho, podremos te-ner una participación mayor en la resolución de muchos problemas sociales, porque es nuestro compromiso de fe. Se trata de ampliar los horizon-tes de la sociedad civil, no de restringir al Estado.

Cambio de épocaDon Carlos, quisiera que

abordáramos un tema crucial que usted, en sintonía con el Concilio Vaticano II, ha intro-ducido en las reflexiones de la Iglesia en México y en Améri-ca Latina. Un asunto cultural que marca nuestro tiempo, que conocemos como “cambio de época” y su relación con la libertad religiosa.

El cambio de época lo pode-mos entender como una crisis cultural directamente asociada con el rompimiento en el con-senso de los valores. La cultura es un estilo de vida dentro de la sociedad que se sostiene por un consenso de valores. Entonces, yo me comporto de acuerdo con estos valores y vivo en una cultura conforme con lo que he asimilado y acep-tado. Cuando está establecida una cultura es relativamente sencilla la transmisión de los valores porque pasan de una

generación a otra. Tienen sus dificultades, particularmente entre adolescentes y jóvenes, pues hay que adaptarse, hay que aprender a vivir dentro de esa cultura de modo que lleguen a entenderla para ser-virla y enriquecerla con nuevos planteamientos y experien- ▶ ▶

cias. Esto es lo normal en una cultura que se encuentra cla-ramente establecida.

Cuando se presenta un cambio de época, como el que vivimos, se experimenta con ambigüedad lo que realmen-te es un valor y lo que no lo es; se pierde claridad entre lo

“Los primeros cristianos y los padres de la Iglesia fueron defensores de la libertad convencidos de que la verdad se manifiesta por su propia fuerza”

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CarlosAGUIAR RETES

correcto y lo incorrecto, entre la acción buena y la mala por-que el consenso se rompe, se fractura, se cae en relativismos confusos. Ante esto, la trans-misión de los valores se vuel-ve más compleja. Los jóvenes son los que sufren de manera particular pues reciben de to-dos los campos una inmensa cantidad de información, pero no formación. Este es un reto enorme para la Iglesia. ¿Cómo ubicarnos ante este cambio de época quienes todavía, por la edad, recibimos una cultura, la aceptamos, la hicimos pro-pia, la entendemos, asumimos ese consenso de valores como valioso y pretendemos trans-mitirlo? ¿Cómo comunicar a las nuevas generaciones lo que es bueno, bello y justo, lo que se sustenta en la verdad? En el caso de la religión signifi-ca un reto mayúsculo para la transmisión misma de la fe. Algo que, sin duda, preocupa constantemente a los padres

de familia y, claro, a esta gran familia que es la Iglesia.

Hoy en día a los jóvenes no les bastan las palabras. La tra-dición, por bella que sea, no es suficiente para ellos. Viven una situación vulnerable pues son susceptibles de que se les imponga un cuerpo de ideas determinado por la ideología de moda. Pero la fe no opera así. La fe se transmite sobre todo por el testimonio que hace creíbles las palabras de quien las quiere explicar. Como en los primeros tiempos, hay que dar testimonio de nuestra fe, para que las razones de nues-tra esperanza sean compren-didas, principalmente por los jóvenes.

La libertad religiosa nos da la posibilidad de actuar de mejor manera en el amplísi-mo terreno de la cultura. Los jóvenes, por la vía testimonial, pueden descubrir que lo que han vivido y experimentado las personas de fe es el cami-

no adecuado para ser mejor ser humano. A partir del tes-timonio pueden comprender que la fe también tiene sus razones. Lo estamos viviendo en la iglesia católica en estos movimientos y asociaciones de tantos jóvenes que de repente encuentran a otro compañero, a otro grupo de compañeros que viven la solidaridad, que viven la fraternidad, que dan testimonio de que sí es posi-ble y que es hermoso estar en comunión de fe con otras per-sonas. Entonces los valores se viven y, desde esta vivencia, empiezan a descubrir la fe. En un ambiente de libertad reli-giosa este trabajo pastoral, que no solamente tiene que ver con los jóvenes, sino que se amplía a todas los aspectos de la vida de la Iglesia en la sociedad, se realiza en mejores condicio-nes. Hoy los grandes debates y los grandes retos están en la vida cotidiana, en la cultura de cada día, que es la que se afecta directamente cuando la libertad religiosa se restringe.

Hoy, en medio de un cambio de época, ser católico es una

decisión muy personal. El am-biente ayuda, sin duda alguna, pero ya no es suficiente. Estoy convencido de que el camino de la formación en la fe debe ser muy sólido y a partir de una experiencia de vida tam-bién muy consolidada.

Vivir con mayor convic-ción y dar testimonio

¿Podríamos decir que la libertad religiosa en la vida del cristiano implica la ca-pacidad, por decirlo así, de que el testimonio salga de las catacumbas y se exprese en la plaza pública?

Exactamente, así está per-fectamente definido. Por eso es que se le tiene miedo a la liber-tad religiosa, porque le daría un plus al testimonio, le daría una oportunidad a muchos que no conocen la belleza de la fe. Por ejemplo, se escucha lo que algunos dicen que somos; pero no nos permiten llegar a los medios para presentarnos por nosotros mismos, para entre-gar nuestras propuestas a la sociedad. Hablan de nosotros y nos entrevistan, pero no pode-

“No hay problema social que permanezca ajeno a la Iglesia porque está íntimamente entrelazada con la sociedad”

“Se trata de ampliar los horizontes de la sociedad civil, no de restringir al Estado”

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mos tener un medio de comu-nicación social como la radio o la televisión, no podemos tener un programa estricta-mente de cuestiones religiosas en televisión abierta. No es factible a menos que se cuente con un permiso especial, para lo cual hay que pasar trámites burocráticos que llevan mucho tiempo y hacen que uno se des-amine, cuando debiera de ser lo más fácil de hacer.

Al parecer hay aquí una contradicción. Dicen que la religión es muy aburrida, en-tonces no queda claro por qué restringir lo que nadie escu-charía.

(Franca carcajada). En efec-to, si fuera tan aburrida no ten-dríamos quién nos escuchara. Sin embargo, la experiencia de la Iglesia, es interesante decir-lo en estos tiempos de crisis cultural, indica que estamos creciendo en la intensidad del cristiano, en la convicción de quien vive la fe. A partir del Concilio Vaticano II se ha ma-nifestado un crecimiento en la conciencia de ser católico. Antes, hasta los años sesentas, teníamos un noventa y tantos

por ciento de católicos en el país, pero en parte por simple tradicionalismo. Hoy podemos decir que los católicos, cada vez en mayor número, viven con mayor convicción, no obs-tante las restricciones que en efecto existen a la libertad religiosa.

¿Qué tiene que ver con el desarrollo de nuestra demo-cracia y la solución de tan-tos problemas que aquejan a México?

Dar cauce a la libertad re-ligiosa implica, también, for-mar mejores ciudadanos. No es para beneficio de una jerarquía o de un grupo en especial, sino para dar mayor relevancia al gran aporte que las religiones dan a la sociedad. Los ciuda-danos que tienen mayor con-vicción en sus valores, tienen mayor participación cívica en sus compromisos sociales.

Es cierto que hubo tiempos en que a los católicos se nos orilló, se nos marginó, y que hoy existen intentos nada des-preciables para obligarnos a permanecer en las sacristías. Pero también es cierto que es tiempo de ejercer nuestro dere-

“En el juego de la democracia no quieren darle etiqueta de jugadora a la Iglesia Católica”

cho a la libertad religiosa para participar con entusiasmo en la construcción del bien co-mún. No hay problema social que permanezca ajeno a la Igle-sia, porque la fe nos impulsa a la solidaridad con nuestros hermanos y porque la Iglesia está íntimamente entrelazada con la sociedad. Los católicos tenemos un reto en lo inmedia-to y es aprender a participar en la sociedad civil, firmes en la fe, abiertos al diálogo, con pro-puestas bien articuladas. Los laicos tienen un gran campo de acción en nuestros días y así lo entendió el Concilio Vatica-no II y lo comprende el Santo Padre. Así lo reflexionamos en la reunión de los obispos lati-noamericanos en la ciudad bra-sileña de Aparecida en 2007 y así lo hemos comprendido los

obispos mexicanos en nuestras cartas pastorales del 2000 y del 2010, en que deliberamos sobre los retos que los católi-cos tenemos ante el cambio de siglo y el bicentenario de nuestra independencia. Jorge, la tarea es grande. Son tiempos de esperanza.

Al final del encuentro se que-dan muchas cosas pendientes y otras tantas en el tintero. De regreso a casa, mientras ba-tallo con el tránsito del peri-férico, atesoro la agradable sensación que deja conversar con un hombre que, sin falsos intelectualismos, habla desde el corazón y a partir de una larga experiencia pastoral que raya los cuarenta años. Una vocación que se expresa en una sonrisa, un buen café y un franco apre-tón de manos.

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▶IGLESIA EN MÉXICO

“Hacia una educación integral en México donde la Iglesia participe”

92 Asamblea Plenaria de la CEM

En la valoración del panorama educa-tivo del país, los obispos de México no dejan lugar a eufemismos: se vive

en crisis y se padece una emergencia ge-neralizada. Los efectos de este drama co-tidiano, donde los valores éticos y morales no son exitosamente transmitidos ni en las aulas ni en los hogares, se constatan a través de las crónicas periodísticas so-bre los incesantes crímenes humanos, de una violencia desbordada o la angustia y desesperanza de millones de jóvenes sin opciones educativas ni laborales. Frente a este horizonte, la Conferencia del Episco-pado Mexicano (CEM) señaló durante su 92 Asamblea Plenaria que “la Iglesia quiere ofrecer su palabra y su compromiso para mejorar el ámbito educativo”.

Los obispos reunidos en la Sede CEM, en el Estado de México, atendieron el análi-sis de especialistas en materia educativa

nacional, compartieron radiografías de los alcances y límites de la educación for-mal en el país y contrastaron diagnósticos sobre las opciones que la Iglesia quiere ofrecer para “formar personas sólidas, con capacidad de colaborar con los demás y de dar un sentido a su propia vida”.

“Se trata de una mirada a nuestra rea-lidad con todo su dramatismo, que nos muestra una sociedad mexicana profun-damente injusta en la participación de los bienes, los cursos y las oportunidades de realización y desarrollo. Esto se refleja de manera directa en la educación: las prime-ras víctimas son los jóvenes”, explicó mon-señor Alfonso Cortés Contreras, obispo de Cuernavaca y responsable de la Dimensión de Pastoral Educativa de la CEM.

En la asamblea, los obispos no se limita-ron a analizar la situación de la educación en el país, también plantearon “dar un

paso decidido a brindar a la sociedad una propuesta educativa desde nuestra visión de fe, y dar cumplimiento de nuestra mi-sión y testimonio del enorme aporte que es la riqueza de la evangelización para nuestros pueblos”.

Frente a esta propuesta no faltaron reacciones que señalaron que si la Igle-sia quiere participar en la educación en México violentaría la laicidad del Estado y violaría el artículo tercero constitucional que garantiza la educación pública y la sujeta a una irrestricta laicidad. Cortés Contreras explicó: “La Iglesia no pretende ir a dar clase a las escuelas; nosotros, los obispos, no vamos a pedir ir a dar clases a las escuelas; lo que nosotros pretendemos es cooperar, ayudar desde nuestra misión de pastores a que la educación en México sea integral”; asimismo, señaló que las escuelas deben preservar su carácter laico, “pero no deben ser antirreligiosas”.

Inclusión, el retoEn ese sentido, recordó las palabras del

Papa Benedicto XVI, quien ha apunta-do que los padres de familia tienen todo el derecho humano y natural para pedir educación religiosa para sus hijos aun en el sistema público de un Estado laico: “La educación debe entender a la perso-na humana integralmente y reconocer el derecho humano a la religión: en una educación democrática y en el verdadero concepto de la educación, esto [el derecho a la religión] debe ser un derecho humano reconocido, de tal manera que si los padres de familia piden educación religiosa para sus hijos, el Estado o una escuela, que debe ser laica, no debe ser antirreligiosa”. En este debate, el obispo auxiliar de Texcoco y secretario general de la CEM, monseñor Víctor René Rodríguez Gómez, rechazó ca-tegóricamente que el episcopado mexicano esté interesado en promover un cambio constitucional respecto a la educación laica en México: “Sabemos que tenemos una muy amplia tarea y responsabilidad que no se limita en cuanto a la enseñanza de religión y al sistema escolarizado sino que se refiere a una evangelización más amplia en todo el ámbito donde los mexi-canos nos desenvolvemos”, dijo.

Con todo, el obispo Rodríguez describió el camino con el cual los padres de familia podrían hacer realidad su derecho a que el Estado facilite la inclusión de la educación

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religiosa en las escuelas: “Vivimos en un país democrático en el que los padres de familia eligen a sus gobernantes y repre-sentantes; ellos reciben las propuestas de cambios de leyes o constitucionales, ellos las trabajan y ellos deben responder a las iniciativas de los electores”.

Y abundó: “La educación no se re� ere exclusivamente a la formal y escolarizada. Durante más de un siglo, en México se ha dado la instrucción religiosa en las parro-quias y en las familias, y esa es una de las grandes fortalezas de la Iglesia actual. El querer un cambio constitucional para que la Iglesia llegara a las aulas de la escuela o� cial a dar una clase de religión sería un gran bene� cio para los católicos pero habría que tener mucho cuidado con la diversidad de personas que estarían en las aulas. Nosotros no queremos imponer o avasallar por el número de católicos que somos sino ser muy respetuosos con un Estado laico, moderno y democrático, en el que nosotros sí reconocemos que cada persona tiene derecho a la libertad religiosa”.

Entonces, ¿qué aportar?En México, el 95% de los niños y jóve-

nes que estudian lo hacen en una escuela pública y sólo tres de cada cien de ellos está incorporado a algún colegio, univer-sidad o instituto de inspiración cristiana. En estos centros educativos, a decir del obispo Cortés Contreras, la Iglesia aporta grandes valores para la transformación social: “¿Qué es lo aporta la educación

católica? Aporta lo que tiene en sus manos que es Jesucristo, la visión concreta de la persona integral; estamos convencidos de que la persona humana tiene sembrada la semilla de la verdad, del bien y de la belleza. En esta educación promovemos que la persona aspire a tener una vida digna porque la injusticia, la violencia y la pobreza son frutos de las decisiones del corazón humano y allí es donde la Iglesia presta sus servicios, al corazón y a la inte-ligencia humana, a educar en la verdad, en el sentido trascendente de su relación con Dios. Eso prepara al ser humano para que tenga una relación sana y digna con la creación, con su entorno social, con su vida de ser humano y que sepa afrontar con dignidad el sufrimiento y la frustración”.

“Somos conscientes de que una autén-tica educación necesita, ante todo, esa cercanía y esa con� anza que nacen del amor, porque la vocación del educador sabe que para educar tiene que dar algo de sí mismo y que sólo así se puede ayu-dar a los demás a superar los egoísmos para poder, a su vez, ser capaces de vivir y compartir el auténtico amor en todos los ambientes humanos. Educar es también nuestra responsabilidad para salvaguar-dar y promover el gran patrimonio de fe y de cultura”, re� exionaron los obispos y concluyeron: “La crisis de esta sociedad es antropológica, del sentido del ser humano y de la vida. De tal manera que queremos contribuir en la educación y para esto se requiere diálogo entre las instituciones”.

FELIPE DE J. MONROY GONZÁLEZ

La reciente publicación de un documento del Consejo Ponti cio Justicia y Paz ha

vuelto a señalar la necesidad de la creación de una “autoridad pública mundial”.El problema del orden público supranacional y la autoridad ha estado presente de manera explícita en el pensamiento cristiano desde, por lo menos, el siglo XVI. Fray Francisco de Vitoria argumentaba la vinculación entre bienestar individual y la generación de (diríamos ahora) bienes públicos internacionales. Las naciones no deben tener como último referente de su actuar las decisiones soberanas del príncipe, sino la comunidad a la que pertenecen todos los pueblos. Sin embargo, dado que no existe una autoridad internacional formalmente constituida (un príncipe mundial), Vitoria proponía que el bien común supranacional se debe mantener por la acción virtuosa de cada uno de sus componentes. A esto le llamaríamos ahora “procesos de auto-organización”.La propuesta de Justicia y Paz reconoce las enormes di cultades de timonear procesos que dependen de actores que no reconocen autoridades jerárquicas sobre ellos, especialmente en materias nancieras. Como un modelo ideal de interacción, el mercado supone muy pocas restricciones para que la oferta y la demanda determinen los precios de los bienes, así como los � ujos de intercambio de capitales, personas y servicios. Sin embargo, las recientes intervenciones de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional en la crisis griega reconocen implícitamente la necesidad de mayor regulación en asuntos que, aunque parecen ser “internos”, tienen implicaciones mundiales. El hecho es que Grecia, un país con solamente 11 millones de habitantes, ha acumulado una deuda de 340 mil millones de euros que es impagable sin la ayuda de fondos públicos de otros países o instituciones. Esto, por sí solo, es un argumento a favor de reconsiderar la relación entre mercados y autoridades supranacionales.

Crisis y autoridad

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“EL VASO DE AGUA”

FRANCISCO [email protected]

AFP

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▶IGLESIA EN MÉXICO

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La Iglesia responde ante las sequías e inundaciones

Mientras que en algunos estados del norte del país, como Chihuahua, Coahuila, Durango, Zacatecas

y San Luis Potosí se registró una de las peores sequías de los últimos años; en otros, como Tabasco y Jalisco se registran precipitaciones pluviales extraordinarias.

Como sociedad sensible a estos fenó-menos, la Iglesia, al igual que otros orga-nismos, tomó cartas en el asunto ante la desgracia de nuestros iguales.

En el estado de Durango, el arzobispo Héctor González hizo un llamado el pa-sado mes de octubre a todos los fieles a sumarse a las distintas iniciativas que trabajaron y continúan trabajando para ayudar a las personas que ya sufren los estragos de la sequía.

Tan solo en Durango no se habían re-gistrado lluvias durante más de 280 días hasta octubre pasado, la peor sequía en 15 años, como lo confirmó Fernando Hernán-dez, presidente de Conagua en el Estado; el arzobispo González comentó al respecto que esto ha causado “un daño muy grave en la ganadería”. Por su parte, cifras de la Confederación Nacional Campesina reportaron que en la primera semana de noviembre han muerto más de 450 mil cabezas de ganado en los estados del norte del país, principalmente.

Para la agricultura y los trabajadores del campo también hay crisis, pues el 10.08% de la superficie estatal está destinada a la agricultura y el 80% de ésta es de temporal; la cosecha de más del 80% de los campesinos depende direc-tamente de la lluvia, comentó el arzobispo duranguense.

Destacó que hay una amenaza similar a lo que está sucediendo en el cono africano debido a la sequía, pues la situación ha traído consigo la escasez de producción de

frijol, maíz y forrajes, y la cosecha no al-canzará ni siquiera para el autoconsumo… los estragos de la sequía ya han causado desastre en el medio rural, lo peor estará por venir con la escalada de precios, que se reflejará en los bolsillos del ciudadano común, sobre todo con el alza de la ca-nasta básica; asimismo encomendó a la Pastoral Social Diocesana que establezca mecanismos que contribuyan a sensibili-zar a nuestra población ante el fenómeno latente de carestía extrema.

Cáritas: planes de prevención y emergencia

Del lado opuesto, en meses recientes y como cada año en la temporada inexacta de lluvias, se inundaron los estados de Tabasco y algunas zonas de Jalisco, por lo que desde julio pasado el obispo de Ta-basco, monseñor Gerardo de Jesús Rojas López, informó que la Iglesia Católica ya tenía un programa de prevención y acción en caso de inundaciones.

Debido a las contingencias de los últimos cuatro años, ahora a través de Cáritas, la Diócesis de Tabasco preparó un plan de emergencia para aplicarlo en todo el Es-tado. Semanas antes de la contingencia, quienes colaboran en dicha asociación participaron en el encuentro regional y nacional sobre cambio climático.

En los primeros 15 días de octubre llovió en Tabasco lo que debería llover en todo un mes, explicó Gilberto Segovia, vocero de la Conagua, lo que ocasionó el desbor-damiento de seis de los 10 ríos que hay en la entidad.

El 17 de octubre pasado, la Diócesis de Tabasco comunicó lo grave de la si-tuación, mencionó que todos los templos parroquiales, ermitas o áreas pertenecien-tes a la Diócesis se pusieron a disposi-ción para albergar a los damnificados; se exhortó a los fieles católicos a orar por la situación, además de pedirles su ayu-da efectiva (alimentos imperecederos o aportación económica) en las distintas localidades a través de las parroquias o de Cáritas Diocesana.

También hizo un corte informativo sobre los daños: la cifra de damnificados por inundaciones se incrementó a 294 mil 370 personas, en 16 de 17 municipios. Además, esta demarcación ya fue declara-da en emergencia al registrar 23 mil 215 personas afectadas de 78 comunidades, la mayoría en zonas de la periferia. Se cuenta con albergues y refugios temporales: 11 municipios con albergues, 143 refugios habilitados, 1,485 familias albergadas.

Durante su homilía dominical del 23 de octubre, el cardenal Norberto Rivera llamó a los fieles a solidarizarse con los damnificados afectados por las inunda-ciones en Tabasco y hacerles llegar toda la ayuda posible; recordó que la Iglesia tiene plena conciencia de que su tarea misionera está íntimamente ligada a la promoción humana.

Mencionó que para cumplir con esta tarea, la Iglesia Católica debe llevar obras concretas a los más necesitados, además de la Palabra, como lo ha hecho con los damnificados de estas catástrofes.

LOURDES PAZ

Parroquias y templos albergan damnificados

AFP

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Anuncian posible viaje de Benedicto XVI a MéxicoFederico Lombardi, portavoz vaticano, anunció que podría realizarse en la próxima primavera y podría incluir también a Cuba

¿Diálogos con quién…?

Muy probablemente los lectores se preguntarán qué signi ca el título de esta

columna. La referencia última está en la Biblia. Leviatán es mencionado como un monstruo marino en el libro de Job. Pero la historia no termina ahí. Thomas Hobbes, lósofo inglés, escribió y publicó en 1651 un libro fundacional para el pensamiento político occidental moderno llamado “El Leviatán”. Para Hobbes, el leviatán es una alegoría del gobierno y de lo público. El nombre de “leviatán” ha sido usado a partir de Hobbes como referencia al estado o a la comunidad política. Y esa es una de las razones que explica el título de esta columna.Sin embargo, a lo largo de estas colaboraciones no pretenderé hacer una explicación — ni menos aún una apología — del pensamiento de Hobbes. En realidad “diálogos con leviatán” quiere hacer un ejercicio de argumentación política desde el individual punto de vista de quien escribe. Más que ser una columna de actualidad o de coyuntura, este espacio busca razonar desde los fundamentos. Pensarnos como comunidad política desde la perspectiva de la ética ciudadana. En este ejercicio, la libertad religiosa tiene necesariamente un papel fundamental. En contraste con lo que muchos piensan, la dimensión religiosa juega un papel importante (y, a veces, esencial) en la discusión pública. Al mismo tiempo, es verdad que el papel de la fe en la plaza pública debe estar moderado por la libertad religiosa.Estas re� exiones se fundamentan también en la convicción de que los cristianos no somos — no debemos ser — ingenieros sociales. No buscamos “la sociedad perfecta” como si de una utopía se tratara. Las decisiones públicas tienen una naturaleza distinta a las que tomaríamos cada uno en particular. Al mismo tiempo, todos — y esto nos incluye a los creyentes — tenemos el derecho a exigir participar y ser escuchados en la discusión republicana: derecho a dialogar con leviatán.

“DIÁLOGOS CON LEVIATÁN”

ANDRÉS GONZÁLEZ [email protected]

“DIÁLOGOS CON LEVIATÁN”

ANDRÉS GONZÁLEZ WATTY

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Así lo había anunciado Vida Nueva en su número especial y así lo anunció Federico Lombardi, el sacerdote je-

suita que dirige la O� cina de Prensa de la Santa Sede.

La noticia causó revuelo inmediato en todo México. No era para menos.

Mons. Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y del Con-sejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), había adelantado a Vida Nueva que en su visita a la Santa Sede en octubre pasado le hicieron la invitación formal a Benedicto XVI para realizar un viaje a un país de habla hispana en América y así apoyar la misión continental de evangelización. “El Pontí� ce no quiso comprometerse, pero sí comentó que tendría muy en cuenta la invitación”, aseveró entonces Mons. Aguiar.

Ahora, el portavoz vaticano con� rmó la invitación y aseguró que se estudia la posibi-lidad para que el viaje se realice a México y a Cuba en la próxima primavera. “Se ha en-comendado a los nuncios en México y Cuba que informen a las más altas autoridades religiosas y civiles de los dos países de que el Papa está estudiando un proyecto concreto para realizar una visita respondiendo a las invitaciones recibidas”, informó.

Federico Lombardi comentó que en las próximas semanas se concretará el proyecto, y entonces “el Papa tomará la decisión � nal y la comunicará del modo y en el tiempo que considere más oportunos”. Aunque se prevé que el anuncio se realice el próximo 12 de diciembre, cuando el Sumo Pontí� ce presida la celebración en Roma de los festejos por el bicentenario de la independencia de países latinoamericanos. ¡La Virgen Morena de Guadalupe será la an� triona de tal anuncio!

El viaje tendría una doble � nalidad. En Cuba, presidiría la celebración del cuarto centenario del descubrimiento de la ima-gen de Nuestra Señora de la Caridad del

Cobre, la patrona de la isla. Mientras que “la expectación del pueblo mexicano es bien conocida. El Papa la tenía presente y está contento de poder responder por � n a ella. El Papa ha estado en Brasil, pero los países latinoamericanos de habla española deseaban un viaje para ellos y México es el más poblado de todos”, señaló el portavoz de la Santa Sede. Sin embargo, el periplo no tendría “muchas” etapas, sino “pocas y de gran valor simbólico y pastoral”.

El P. Lombardi prácticamente descartó una visita a la Ciudad de México, “tomando en cuenta su altitud” y la salud de Benedicto XVI, ya que entonces tendría 85 años de edad.

Rápido hicieron eco los rumores de que las ciudades para la visita serían Veracruz, Monterrey o alguna de Yucatán o el Bajío. El portavoz acalló voces: “Una de las cues-tiones que se afrontarán con prontitud es la de las alternativas mejores”, sin precisar cuáles.

De cualquier manera, el viaje causó emo-ción en los millones de católicos, mientras que otros, los menos, relacionaron la visita de tan distinguido huésped con las eleccio-nes presidenciales de 2012, pues el viaje se realizaría en plena campaña. ¡Esa manía enfermiza de relacionar cualquier evento religioso con la política!

FERNANDO MENDOZA J

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▶IGLESIA EN MÉXICO

Un obispo libre

“Quiero ser libre para servir a la Iglesia, llámame simplemente Ricardo”

El pasado 1 de noviembre, fiesta de To-dos los Santos, fue la Pascua de uno de los protagonistas de la Historia

eclesial reciente: Ricardo Watty Urquidi.Nacido en San Diego, California, el 16

de julio de 1938, en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Sus primeros años los vive en Tijuana, donde su madre María Dolores, socia de la Acción Católica lo llevaba con frecuencia al Seminario, atendido por los Misioneros del Espíritu Santo. Al perder el trabajo su padre, se trasladan a la Ciudad de México, donde los Misioneros “me cautivaron e ingresé en el Seminario Menor a los 13 años”. En 1956 pasa al noviciado; a partir de 1959 estudia Filosofía y Teología en la Casa del Altillo, Coyoacán. Son los años del Concilio, pero el “güero Watty”, aparte del estudio y el deporte, gustaba de la música. Tocaba la mandolina en “El quinteto”; su favorita: “Recuerdos de Ypacaraí”. Además, surge como un líder de cohesión: discretamente convocaba a sus hermanos. Fue algo que lo caracterizó siempre.

De 1962 a 1964 está en Alajuela, Costa Rica, como asistente en el Seminario. De ahí surge su gran cariño por los sacerdotes y el ser cercano en su trato, sin miedo a abordar las dificultades desde la verdad; siempre fraterno y amigo.

El 8 de junio de 1968 fue ordenado pres-bítero y pasa a ser formador del Seminario Menor en Quetzaltenango, Guatemala. En 1970 es nombrado formador del Noviciado de los Misioneros; dura poco, pues en esta época posconciliar de fuertes cambios, el joven padre Watty apelaba a la responsa-bilidad y libertad personal del formando, mientras que sus otros colaboradores, a la disciplina y la observancia.

De 1971 a 1975 es nombrado Párroco de Mexicaltzingo, Iztapalapa, D.F., parroquia en una zona urbana compleja, caótica y difícil. En el espíritu posconciliar organiza la comunidad promoviendo formas de participación laical y procesos forma-tivos y renovando la administración de

sacramentos. Este espíritu se extiende a las demás parroquias de la zona, donde se vuelve amigo, confidente y referente pastoral del clero del lugar, al punto que el Cardenal Miguel Darío Miranda lo nombra su Vicario Episcopal.

Formador, pastor y amigoEn 1975 vuelve a la formación, para

acompañar a los estudiantes de Teología de su congregación, trabajo nada fácil en esa época de inquietud, pelo largo, barbas y jeans. Los hoy sacerdotes que convivieron entonces con él lo califican como “formador, pastor y amigo”.

El inicio de la década de 1980 fue de efervescencia eclesial y social: eran los inicios de la época de Juan Pablo II y de la Conferencia de Puebla. Por petición expre-sa al Papa del Cardenal Ernesto Corripio Ahumada, es elegido Obispo Auxiliar y ordenado en la Basílica de Guadalupe (19 de julio, 1980). Apenas electo, asume una práctica que marcará su ministerio episcopal: “Mi prioridad son los sacerdotes y es lo primero que atiendo”. Vive en un modesto departamento, en el cual destina habitaciones para atender sacerdotes que quisieran descansar o platicar. Decía con frecuencia: “no busco cargos eclesiásticos, quiero ser libre para servir a la Iglesia, llámame simplemente Ricardo”.

En 1990 se erige la Diócesis de Nuevo Laredo y es nombrado su Obispo. Vuel-ve a la frontera, a una iglesia con una identidad por construir y con problemas serios con el narcotráfico y el tráfico de personas. Con su estilo fiel a la verdad, comenzó a acercarse a su clero, ganándolo con tesón y cercanía. Desempeñó un papel protagónico en la defensa de los derechos de los migrantes. Junto con otros obispos de México y Estados Unidos, participó en la redacción de la pastoral más completa que han emitido ambos episcopados sobre el tema: “Juntos en el camino de la espe-ranza, ya no somos extranjeros”. Por su actitud profética contra el crimen organi-

zado fue amenazado de muerte en varias ocasiones, pero eso nunca lo arredró.

En 2008 es enviado a la Diócesis de Tepic. Al tomar posesión dijo: “No po-demos permanecer como espectadores o meros admiradores de lo que está pa-sando, porque lo que está ocurriendo, lamentablemente, tiende a debilitar a la humanidad, a nuestros pueblos. No pode-mos quedarnos indiferentes ni al margen, dejándonos llevar por el desaliento o la desesperanza. La Iglesia está llamada a repensar profundamente y a relanzar con fidelidad y audacia su misión”.

Decía con gran dolor: “Hoy la iglesia está siendo herida por las miserias de algunos de sus sacerdotes”. En mayo de 2009, fue nombrado visitador apostólico para la Legión de Cristo, congregación mexicana fundada por Marcial Maciel (1941). Visitó 44 comunidades, entre-vistó a 360 religiosos y 100 personas vinculadas con la Legión. Al terminar la visita (mayo 2010) dijo con gran libertad sobre Maciel: “Vemos a una persona muy dañada y que hizo mucho daño; vemos a una persona inmoral, que no va acorde con el Evangelio, ni siquiera con la dig-nidad humana”. Y de la Legión de Cristo: “Necesitan ayuda, pero también actitud de cambio, de renovación, y la Iglesia les va a ayudar”.

¡Qué claro es entender el papel del obis-po con hombres como Ricardo Watty! Uno de los Padres de la Iglesia del inicio del siglo XXI.

LUIS ARTURO GARCÍA DÁVALOS, M.SP.S.

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La libertad religiosa ha quedado garantizada en nuestro orden constitucional

Desde la Revolución Mexicana se ha contado con tres marcos re-gulatorios en materia de liber-

tad religiosa. La Constitución de 1917, que dio cabida a una larga persecución; la reforma constitucional de 1992 que si bien incorporó el reconocimiento de las Iglesias, mantuvo el tutelaje del Esta-do, y la de marzo de 2011, que vendrá a ampliar de manera importante el ámbito del derecho a la libertad religiosa, aunque en este caso no de forma directa respecto de este derecho, pero de igual valor y efi-cacia jurídicos.

En síntesis, se estableció que todas las personas gozarán de los derechos huma-nos reconocidos en la Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección. Que las nor-mas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad con la Cons-titución y con los tratados internacionales de la materia favoreciendo la protección más amplia a las personas. Asimismo, se impone la obligación a las autoridades de promover, respetar y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, interde-pendencia, indivisibilidad y progresividad.

La protección más ampliaAdemás, se establece el principio pro

homine (pro persona), el cual se entiende como un criterio hermenéutico en virtud del cual se debe acudir a la norma más amplia o a la interpretación más extensi-va cuando se trata de reconocer derechos protegidos e, inversamente, a la norma o la interpretación más restringida cuan-do se trata de establecer limitaciones al ejercicio de los derechos o su suspensión extraordinaria.

Ahora habría que preguntarse cuáles serían las consecuencias de estas reformas respecto del derecho humano de libertad religiosa. Primero, que el referido derecho adquiere una amplitud mayor en su for-mulación y en su garantía de las que se en-cuentran establecidas en la Constitución. Esto quiere decir que, cualquier ciudadano o agrupación religiosa podrán exigir el res-peto y tutela del referido derecho conforme se consagra en los instrumentos interna-cionales celebrados por México como, por ejemplo, la Convención Americana de los Derechos Humanos o el Pacto internacional

de los Derechos Civiles y Políticos, cuyo ejercicio lo conciben en sus diversas dimen-siones: individual y colectivo, privado y público, mediante la celebración del culto, los ritos, la observancia, la enseñanza, la no discriminación y el derecho preferente de los padres de familia para escoger el tipo de educación que habrá de impartirse a sus hijos. También se impone al Estado la correlativa obligación de garantizar que los hijos reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con las propias convicciones de los padres.

De la reformas se desprende la obligación inexcusable de modificar las disposicio-nes correspondientes de la Constitución y de la legislación reglamentaria, para que estén en plena consonancia con las de los tratados internacionales sobre la materia suscritos por México. Pero aun suponiendo que no se realizaran dichas reformas, de cualquier forma se aplicarían las de los instrumentos internacionales que más favorecieran a las personas y a las comunidades religiosas.

La reforma constitucional sobre derechos humanos

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Las restricciones no establecidas en las normas internacionales deberán consi-derarse como derogadas tácitamente. Si se pretendiera aplicarlas, los ciudadanos podrán acudir al juicio de amparo para que se aplique la norma protectora del instrumento internacional. Hay que añadir que, también se ha expedido una nueva Ley de Amparo que establece la protección directa de los derechos humanos esta-blecidos en los tratados internacionales celebrados por México, que viene a supe-rar el amparo tradicional que solamente protegía los derechos consignados en la Constitución.

No obstante, sería conveniente que se procediera a la reforma de los artículos 130 y 24 constitucionales para evitar fu-turas confusiones; pero sobre todo, que los fieles de las distintas religiones en México procedan a vivir plenamente el derecho a la libertad religiosa que ha quedado garan-tizado en nuestro orden constitucional.

RAÚL GONZÁLEZ SCHMAL

UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA, SANTA FE

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▶IGLESIA EN MÉXICO

Prácticas de esperanza, asistencia para sentenciadosExisten cerca de 3,000 agentes de pastoral penitenciaria en todo el país

La pastoral penitenciaria se dirige a toda persona que se encuentra pri-vada de su libertad en cualquiera

de las etapas del proceso, desde la deten-ción hasta su reintegración a la sociedad, culpables o inocentes. “Enfrentamos la crisis del sistema penitenciario que no resocializa ni readapta a los internos y en muchos casos, promueve la organización criminal” han señalado los obispos.

Realidad carcelariaEn nuestro país, existe una población

aproximada de 200,000 personas reclui-das en 451 cárceles: el 95.13% son hom-bres y el 4.47% son mujeres. El 80% de esta población son menores de 30 años, de escasos recursos y escolaridad.

En los penales a nivel nacional encontra-mos sobrepoblación, corrupción, escuela de crimen, degradación, autogobierno, prostitución, abusos, pobreza, desempleo, tortura, violencia, autoritarismo, venta de drogas, explotación en mano de obra, violación de los derechos humanos, in-salubridad, falta de talleres técnicos, de estudios académicos (como preparatoria y algunas carreras universitarias), carencia espiritual, moral, internos abandonados, apáticos, familias que viven dentro de los penales, venta de espacios, y un escalo-friante etcétera.

Los estudios hechos sobre las prácti-cas religiosas en los centros carcelarios de México siguen siendo escasos y poco conocidos; sin embargo, existen investi-gaciones que empujan a ir más allá de la problemática de la estructura institucio-nal, a ir al comportamiento más humani-zado y sensibilizado que se caracteriza por una ideología, de un pensamiento y hasta

de un sentimiento tan profundo como es la creencia en ese ser supremo y divino. Esta religiosidad no puede quedarse fuera por el hecho de incurrir en una falta que merezca el castigo de la privación de la libertad, ya que en ese momento, paradó-jicamente, la mente y el cuerpo son dos elementos distintos, aunque éste haya sido

el instrumento material. El cuerpo que ha violado las normas y leyes, regidoras de la sociedad, deberá, según el caso, recibir la pena correspondiente. La mente, a la que jamás podrán quitar la libertad de pensamiento, puede refugiarse en la re-ligiosidad que � nalmente perdona todos los pecados.

La Iglesia desempeña un papel protagó-nico, ya que se mani� esta con indulgencia y con asistencia. La paternidad del Padre celestial no puede perderse. El interno representa para la iglesia una oportunidad para redimirlo, para mostrarle el amor y el perdón de Dios; enseñarle la palabra evangelizadora y guiarlo en el camino que lo conduzca al acercamiento de Jesús.

Sacerdotes, religiosas y religiosos, se-minaristas y laicos trabajan intensamente para atender a la mayoría de los presos, al menos una vez por semana, llevando para ellos apoyos de catequesis, oración, propuestas de conversión, asistencia legal, proyectos productivos, alimentos, medi-

AFP

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El tema educativo está en boca de todos: en los discursos de los políticos y en nuestras

conversaciones públicas y privadas. Los resultados de las evaluaciones gubernamentales de alumnos y maestros, así como el fenómeno de la violencia, en el que participan miles de jóvenes, nos indican que vivimos una verdadera emergencia educativa. En este contexto, también nuestros obispos se reunieron para tratar el tema a fondo y, entre otros aspectos, elaborar una propuesta para introducir la enseñanza religiosa en las escuelas públicas. ¿Qué aporta esta propuesta? En el debate actual sobre educación, dos factores acaparan la atención: expandir la cobertura y mejorar la calidad, medida como el desarrollo de habilidades matemáticas y verbales. Si bien ambos son importantísimos para el avance de nuestro país, es necesario recordar que educar implica, ante todo, formar personas con mayor conciencia de sí mismas, con certezas esenciales que les permitan enfrentar las circunstancias de la vida, amar y construir. Para ello, la educación necesita afrontar las preguntas últimas del joven sobre su identidad personal, el sentido de su vida y de la realidad, y proponerle una hipótesis de respuesta. En un Estado laico, es decir, verdaderamente respetuoso de la libertad y las diversas identidades culturales, proponer y comunicar esta hipótesis le corresponde a los padres y a las realidades comunitarias y religiosas que conviven en la sociedad. No debemos tener miedo a abrir espacios públicos para que esta transmisión y veri� cación personal acontezca dentro de la relación afectiva del joven con sus padres, maestros y compañeros. Por el contrario, la exclusión de las experiencias religiosas de la escuela – y de la esfera - pública lastima dos derechos fundamentales e indispensables para reconstruir nuestro tejido social: la libertad de educar y la libertad religiosa. Por lo anterior, es una aportación valiente y positiva de la Iglesia, educadora por vocación, al bien común de nuestra patria.

Educación religiosa y educación pública

“VENTANA ABIERTA”

LAURA JUÁ[email protected]

cinas y sobre todo esperanza. En muchas ocasiones, la cárcel signi� ca el desapego de la vida cotidiana, del “mundo de afue-ra”. El cambio de roles ante la sociedad, el acelerado o versátil proceso de rede� nición de la identidad religiosa, la inclusión y la misma exclusión de las expresiones de la fe pasan en el ámbito de la prisión de ser creyentes a muy creyentes o a no serlo.

Se han dado casos en los que se produ-cen auténticas conversiones religiosas que cambian sustancialmente la identidad de los internos a grado tal que se sienten renacer espiritualmente al estado sacro, al reencuentro de la devoción que le da signi� cado a la espera.

El factor religioso es un medio de super-vivencia para los que ya han sido senten-ciados. En la prisión se dan transformacio-nes que trascienden a la reelaboración de la identidad mística, la particularidad de las acciones y las formas de resistencia. Éste, a diferencia de los otros aspectos de cambio, intenta reconstruir la compa-tibilidad compleja y altamente coherente del pensamiento y acción; sin embargo, resulta muy difícil realizar, en espacios tan singulares, rituales que los acerquen o conduzcan a la benevolencia divina. La refundación de la identidad religiosa en personas recluidas se elabora a partir del desánimo de lo que era antes de ingresar en prisión; el encuentro con el Señor de-manda una interpretación distinta del

mundo, ese pequeño mundo en el que ahora habitan.

Se trata entonces de mirar más de cerca los comportamientos que revelan una carga religiosa, marcada, muchas veces, por el arrepentimiento o por la falta de la libertad física, o quizá también, por la ilusión y la esperanza puestas en ese ser misericordioso, de recobrar lo más pronto posible la libertad cortada.

Mujeres olvidadasLas mujeres, en particular, han sido

educadas más rigurosamente para cumplir el rol de “mujeres buenas y abnegadas”; son las que, socialmente hablando, deben dar un ejemplo en las manifestaciones de amor, de tolerancia, de con� anza, de per-dón y obediencia dentro de la familia que han formado. Salirse de todo este contexto signi� ca también quedarse fuera de la propia sociedad que ha contribuido para que este lineamiento se siga conservando.

Antes de ser apresadas, las mujeres que se encuentran en la cárcel debieron haber vivido una vida “normal”. La religión las mantiene solidarias y unidas a la Iglesia, en el pensamiento religioso albergan po-sibilidades distintas de llegar a Dios, de tener un acercamiento con Él por vías al-ternas. La constante tarea de estas mujeres se acentúa al sentirse abandonadas por sus seres queridos, ya que a diferencia de los hombres que cumplen una condena, sus familiares no las visitan ni conviven con su esposo e hijos.

Independientemente del género, raza, clase social y delito, los presos creyentes y devotos, practicantes de la fe, se ad-hieren con mayor énfasis al anhelado y esperado signo del perdón. La creencia y la con� anza depositadas en la divinidad son a� rmadas con sus peticiones y ruegos, con promesas y sacri� cios. Vivir la reli-giosidad dentro de una cárcel limita las prácticas, ya que se realizan en espacios extremadamente vigilados que controlan y restringen los rituales. El pensamiento religioso, libre de cadenas, se entrega fer-vorosamente a la ilusión, a la esperanza de retornar a su comunidad, con los seres que más ama, ya limpio y perdonado. Se abandona al amor de Dios sin complejos ni condiciones, ataduras y restricciones; pero sobre todo, se abandona a la compa-ñía sagrada y eterna; alivio de su soledad.

MARÍA DEL ROSARIO GONZÁLEZ

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PLIEGO

LUCRECIA RAQUEL ENRÍQUEZPontificia Universidad Católica de Chile

LA IGLESIA Y EL CLEROEN LAS INDEPENDENCIAS

AMERICANAS

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CONSIDERACIONES INTRODUCTORIAS

Publicar a fines de 2011 una nueva reflexión sobre un tema vinculado a los Bicentenarios de los países americanos parece no solo poco original, sino también de una insistencia un poco majadera. Sin embargo, no lo es tanto, porque el tema –o los temas– relacionados con la Iglesia, el clero, las monjas o la religión han sido poco abordados y, sobre todo, poco integrados a la visión política, económica, social, cultural e ideológica de lo ocurrido en América a partir de la coyuntura desencadenada por los acontecimientos de 1808 y 1810 en la Península. ¿Por qué? La respuesta es múltiple. Por un lado, porque la construcción de las historias nacionales durante el siglo XIX, sobre todo en su segunda mitad, tuvo como contexto los enfrentamientos ideológicos entre liberales y conservadores. En esa lucha ideológica, se le negó a la Iglesia un papel protagónico en 1810 por la posición marcadamente proespañola

reflexionando, en la Iglesia había múltiples autoridades con intereses a veces contrapuestos: el rey patrón, el Papa, los superiores de las órdenes religiosas, el obispo local, por nombrar las más importantes.

Por eso, creemos que preguntarse por “el papel de la Iglesia” en la independencia americana remite a un concepto centralizado de la misma que no era el que existía. La Iglesia como institución se construyó históricamente, y un momento clave de ese proceso tuvo lugar en la nueva relación entablada por los Estados independientes americanos y la Santa Sede en el siglo XIX.

Teniendo en cuenta estas consideraciones, nos parece más pertinente e interesante reflexionar sobre qué pasó con estos múltiples actores eclesiásticos en el contexto del cambio político, y hacerlo mirando al horizonte, hacia el siglo XIX, marcado por la construcción de nuevos Estados y de una Iglesia centralizada, cada vez más romana.

Además, estamos entrando en una nueva etapa del entendimiento de lo

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Cuando tocan ya a su fin las celebraciones por los Bicentenarios de los países americanos iniciadas en 2010, es la hora de los balances, pero también una nueva oportunidad para echar la vista atrás y recordar algunos de los episodios que contribuyeron a configurar la identidad nacional de los diferentes pueblos. Estas páginas quieren detenerse en uno de esos aspectos fundacionales: el papel de la Iglesia en los procesos de independencia y el protagonismo de los múltiples actores eclesiásticos en este contexto de cambio político. Las relaciones con la Santa Sede, la catolicidad de los nuevos Estados, los debates sobre el lugar de la Iglesia en los mismos o los primeros embates del liberalismo son algunos de los temas desarrollados en este estudio, una modesta aproximación a aquellos años que cambiaron la fisonomía de todo un continente.

Al hilo de los Bicentenariosy monárquica de gran parte del clero y la jerarquía eclesiástica. Por otro, cuando el historiador decide abordar el tema se encuentra con serios problemas para entenderlo en todas sus dimensiones, debido a la complejidad de los asuntos eclesiásticos. Por último, nos acercamos a la época con preguntas un tanto periodísticas, como: ¿cuál fue la posición de la Iglesia ante el cambio político? En el fondo, estamos preguntando cuál fue el papel de la Iglesia institucional, pensando en que se dio una instrucción uniforme para abordar la situación desde Roma o desde la jerarquía local, que hubo una posición oficial de la Iglesia frente al cambio político. Lejos de ser así, reinó la diversidad por ciertas características de la Iglesia de la época que hoy día nos cuesta entender. Mirando la Iglesia actual, o la del pasado reciente, atribuimos a la del pasado más lejano las características de “actor social” y de ser una institución gobernada desde un centro cuyos miembros obedecían a directrices de acción. Por el contrario, en la época sobre la cual estamos

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ocurrido en 1810 y los años siguientes en América. Las celebraciones de los Bicentenarios despertaron y renovaron en muchos países americanos el interés por los temas que se consideran fundacionales de la nación y, por ende, de la nacionalidad. Nos encontramos en plena etapa de publicación y circulación de nuevas interpretaciones; por eso, aún es temprano para intentar una nueva síntesis sobre cómo se han abordado e integrado a esos análisis los temas relativos a la religión, la Iglesia y los eclesiásticos. Sin embargo, con lo que ya se ha trabajado y lo que está apareciendo, creemos que es posible presentar las nuevas temáticas de estudio. En las celebraciones de los centenarios, la historiografía eclesiástica reivindicó el papel de la Iglesia y del clero en los procesos independentistas, se centró en sus aportes y protagonismos, ante la acusación por parte del liberalismo de que la posición proespañola de la Iglesia la había restado de la construcción del Estado nación.

Hoy día, aunque esta temática no ha desaparecido –y sin menospreciar su importancia–, se ha producido un desplazamiento hacia el entendimiento de otros aspectos poco considerados

por esa interpretación. Muchos de ellos eran más bien continuidades de la política religiosa monárquica, más específicamente borbónica. De ahí que los temas que más interesan son los relativos a la relación con la Santa Sede, la Inquisición, la reforma de las órdenes regulares, el patronato, el clero secular en la política, la relación jurisdiccional entre la Iglesia y los nuevos Estados independientes (republicanos o monárquicos), las discusiones en torno a las diversas definiciones de la catolicidad de los nuevos Estados, las doctrinas galicanas, los primeros embates de un temprano liberalismo, los debates en torno al lugar de la Iglesia en la república. Abordaremos cada uno de estos temas, por cierto,

profundamente interrelacionados, y trataremos de comparar sus diferentes interpretaciones en los contextos independentistas de cada Estado.

LA COYUNTURA DE 1808-1810: EL REY Y LA IGLESIA ROMANA

Las noticias de la prisión de Fernando VII, la llegada al trono de José Bonaparte y la formación de las Juntas de Gobierno en España llegaron a América rápidamente, y se recibieron de la misma forma que en la Península, es decir, provocando un movimiento social y político a favor del monarca cautivo y de condena al invasor francés. La misma recepción positiva tuvo la noticia de la formación de la Junta Central de Sevilla: América la apoyó decididamente, y se aceptó el envío de diputados para incorporarse a su seno. Sin embargo, todo cambió a partir del momento en que se supo que la Junta Central se había disuelto en enero de 1810. Al igual que en la Península, no se consideró al Consejo de Regencia como un órgano de gobierno representativo de toda la Monarquía, y menos de su pilar ultramarino. Muchos americanos habían llegado a la convicción de que el avance de Napoleón era imparable y que el colapso de la Monarquía era inminente. La respuesta fue inmediata, y comenzó la formación de Juntas en América a medida que llegaban las noticias de España: Caracas (19 de abril), Buenos Aires (25 de mayo), Nueva Granada (20 de julio), México y su insurgencia popular encabezada por el cura Miguel Hidalgo (16 de septiembre), Chile (18 de septiembre).

La relación de las Juntas de Gobierno, primero, y de los Estados independientes, después, con la Santa Sede fue particularmente compleja, no solo por tratarse de repúblicas independientes, sino por la situación de los Estados Pontificios en el contexto europeo. En 1810, el Papa era un prisionero de Napoleón Bonaparte, lo que implicaba una incomunicación de hecho de América con la Santa Sede en este nuevo contexto político. En realidad, la relación siempre había

ARGENTINA

EL SALVADOR

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es el que nos interesa destacar en este trabajo. ¿Era posible el gobierno de la Iglesia local sin el Papa romano, cabeza de la jurisdicción espiritual universal? ¿Cómo debía gobernarse la Iglesia si su patrón, el rey, estaba prisionero y no se reconocía como legítimo sucesor al Consejo de Regencia?

Las respuestas a estas preguntas estuvieron marcadas por la situación política local. Apareció con fuerza la teoría de la retroversión de la soberanía no solo aplicada al ámbito político, sino también al eclesiástico. En lo político se sostuvo que, desaparecido el monarca, la soberanía volvía al reino y sus representantes, quienes podían volver a elegir un nuevo soberano. Este fue el fundamento jurídico de la erección de Juntas de Gobierno. La teoría era más audaz aplicada a la Iglesia católica: si el Papa legítimo estaba prisionero, como el rey, el gobierno de la Iglesia volvía a los obispos. Este episcopalismo no era nuevo, había sido esgrimido en el pasado por diferentes corrientes de pensamiento como el neojansenismo, el galicanismo, el regalismo o el catolicismo ilustrado, en diferentes grados de profundidad y contextos. Particularmente el galicanismo, al afirmar el gobierno episcopal, acentuaba la oposición al Papa como cabeza de la Iglesia. En conjunto, estas corrientes se oponían al centralismo de la jurisdicción pontificia. En el pasado, en los momentos en que las relaciones entre la Santa Sede y los Estados pasaban por dificultades o por una situación de guerra, que impedía recurrir a la Curia romana, florecía el episcopalismo. Se justificaba así que los obispos recobraran sus facultades originarias y se propiciaba la creación de un episcopado nacional que aboliera la dependencia creada por las reservas pontificias. Hay que considerar que aún no se había definido el primado de jurisdicción papal con poder episcopal supremo sobre todos los miembros de la Iglesia, incluidos obispos, como ocurrió en 1870. En América, estas doctrinas episcopalistas, por el contexto en el que afloraron, parecen aportar una solución más que responder a una postura combativa contra la centralización romana y el Sumo Pontífice.

El problema del patronato eclesiástico se solucionó jurídicamente de una

Indias y, en el caso del Patriarca de Indias, solo obtuvo este título de manera honorífica. Por lo tanto, los privilegios papales a los monarcas españoles y la política regalista emprendida por ellos entrelazaron a la Corona y a la Iglesia de una manera única, tal como lo expresaba la fórmula que lo sintetizaba: la Iglesia está en el Estado y el Estado en la Iglesia, lo que generó un sistema de relaciones y de mutua invasión de áreas de competencia debido a los contornos imprecisos de las mismas.

¿Cuál era la situación en 1810? La prisión del Papa y del rey ponía a la Iglesia americana en una incomunicación de hecho, sin precedentes, con sus máximas autoridades. No se sabía, además, cuánto tiempo iba a durar este proceso ni menos cómo iba a terminar. Por eso, en América, en 1810, fue claro que había que buscar no solo una nueva legitimidad política, sino también religiosa. Este segundo aspecto, tan poco integrado por la historiografía actual a los estudios sobre este período,

estado mediada por Madrid, en virtud del patronato universal sobre la Iglesia en Indias. ¿De qué se trataba? De una concesión, un privilegio otorgado por el Papa a los Reyes Católicos, que le permitía al rey controlar la jurisdicción más poderosa después de la propia. El papa Julio II, por medio de la bula Universalis Ecclesiae (28 de julio de 1508), había concedido al rey Fernando el derecho de erección de las Iglesias magnas y, con ello, el patronato o derecho de presentación al Papa de la jerarquía eclesiástica a todos los beneficios eclesiásticos y a todos los lugares píos en América. Anteriormente, el papa Alejandro VI había donado al monarca español, por medio de la bula Inter Caetera (1493), las tierras descubiertas, concediéndole la exclusividad de la tarea de evangelización y ordenándole a la vez la selección y envío de personas adecuadas para llevarla a cabo. También el rey de España obtuvo del Papa la concesión de los diezmos en las zonas descubiertas a cambio de que el monarca dotara de todo lo necesario a la Iglesia.

Bajo el alero del patronato, se desarrolló en la Monarquía española una práctica regalista que incluyó el exequátur o pase regio, al que eran sometidas todas las bulas papales, con excepción de las dogmáticas o doctrinales. Como toda la relación entre la Santa Sede y América estaba mediada por Madrid, nunca se permitió la instalación de un nuncio en las

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manera bastante sencilla. En Chile, por ejemplo, se consideraba más legítima a la Junta local como representante del rey que al Consejo de Regencia, por lo cual le correspondía el patronato a la Junta. En Buenos Aires, se llegó a la misma conclusión, pero con otro fundamento. Se basaron en los principios jurídicos defendidos por los Borbones en el siglo XVIII, quienes sostenían que el patronato no era una concesión papal, sino una regalía mayestática, inherente a la soberanía. Por ello, una Junta de teólogos convocada con el fin de definir si le correspondía a la Junta de Gobierno el patronato, lo justificó con el mismo fundamento que los Borbones habían esgrimido con fuerza para impulsar, entre otras cosas, las reformas de la Iglesia en sus dominios y que los obispos locales recuperaran, en algunos períodos de tensión con la Santa Sede, los ingresos que Roma percibía por las dispensas matrimoniales y de particulares. Este aspecto es fundamental, porque el episcopalismo americano, como el español en el pasado, no buscó establecer una Iglesia galicana al estilo francés, que negaba el Primado de Pedro y defendía el principio de que el episcopado local gobernara la Iglesia nacional, acentuando la preeminencia del concilio sobre el Papa. Aunque en América hubo publicaciones y algunos juristas, laicos y eclesiásticos, que sostuvieron doctrinas galicanas extremas, se

buscó –a corto, mediano y largo plazo– la relación política y eclesiástica con la Santa Sede.

Visto desde el lado romano, la relación con América era también muy complicada. Los Estados Pontificios eran una Monarquía y, en la América española, las primeras independencias que se declararon (Paraguay y Venezuela en 1811) habían establecido repúblicas, y hacia la misma forma de gobierno se encaminaban aquellos territorios que no se habían independizado por divisiones internas o por las guerras con los españoles. La influencia de las constituciones de los Estados Unidos y de la Francia postrevolucionaria era innegable. El Sumo Pontífice tenía una alianza secular con el rey de España, que era impensable lesionar hacia 1810. De ahí que luego de la caída definitiva de Napoleón en 1815 y del triunfo de la Santa Alianza, el papa Pío VII condenara por medio de la bula Etsi Longissimo las revoluciones americanas.

LA SANTA SEDE Y LOS NUEVOS ESTADOS AMERICANOS

Aunque España reconquistó algunas de sus ex colonias (Venezuela, Chile), los dados estaban echados. La respuesta americana a la reconquista española impulsó la declaración de la independencia de varios Estados a partir de 1816. Las victorias militares patriotas sellaron, paulatinamente, este proceso. Fue en este contexto que algunos países (Chile, la Gran Colombia, México), a partir de 1821, enviaron representantes diplomáticos a Roma para entablar relaciones diplomáticas con la Santa Sede y solicitar la regalía del patronato, que no fue concedida a las repúblicas americanas. A través de estos diplomáticos, se supo en Roma la situación de la Iglesia. Los gobiernos americanos rechazaron los nombramientos eclesiásticos (también los administrativos) que se seguían haciendo en España para las Iglesias vacantes. Por otro lado, los nombrados tampoco emprendían el viaje a sus diócesis. En el transcurso de una década, muchos obispos habían muerto, otros habían sido exiliados o se habían autoexiliado por la situación política. Hacia 1824, quedaban unos cuatro obispos en todo el territorio emancipado. Había que buscar una solución a este problema.

Sin embargo, España mantenía la convicción de que era posible recuperar América, y así parecía garantizarlo la Santa Alianza. En este contexto, la diplomacia española consiguió que el papa León XII, por medio de su encíclica Etsi quam diu (24 de septiembre de 1824), condenara la independencia de América. Esta condena apuntaba a que el clero americano apoyara la causa del

MÉXICO

VENEZUELA

Miguel Hidalgo

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fueron los canónigos, que ejercían el gobierno de la diócesis como provisores, los principales sostenedores de las doctrinas galicanas, que acentuaban el gobierno local de la Iglesia; doctrinas que eran funcionales a los nuevos Estados independientes. Pero, a la larga, estas posiciones no prosperaron, porque una vez establecida la relación de los Estados independientes con la Santa Sede y recuperados los nombramientos episcopales sin el concurso del patronato estatal, continuó la tendencia puesta en marcha por el Concilio de Trento de fortalecer la figura del obispo frente a los cabildos eclesiásticos. En esta posición confluyeron los intereses de los nuevos Estados y de la Santa Sede que, si bien en adelante tuvo en cuenta la opinión de los gobiernos en el momento de nombrar e investir obispos, al no concederles el patronato, no tuvieron nunca el peso que había tenido el rey en las designaciones episcopales. En este contexto independentista americano, se escribió un capítulo muy importante en el proceso de romanización de la Iglesia y, sin duda, dicho proceso tuvo un pilar fundamental en los obispos formados y elegidos por el papa romano.

EL CLERO Y SU ACCIÓN POLÍTICA

Otro tema que concita interés y, visto desde la actualidad, asombro, es el relativo a la participación política del clero en el conflicto independentista.

el gobierno de la Iglesia local. Una vez que el rey, ejerciendo el real patronato, presentaba a un candidato al Papa, antes de la confirmación pontificia, enviaba al presentado la carta de “ruego y encargo”, por la que le solicitaba que asumiera el gobierno de la diócesis, rogándole al cabildo eclesiástico que le entregara la jurisdicción para gobernar la Iglesia. A partir de entonces, el obispo presentado firmaba como obispo electo y empezaba a gobernar la diócesis sin el nombramiento papal. Esto nos muestra la importancia del cabildo eclesiástico en las diócesis y la debilidad del gobierno episcopal frente a esta institución.

El Concilio de Trento había intentado limitar a los cabildos fortaleciendo la autoridad de los obispos, y la Monarquía había ordenado la aplicación del Concilio en todos sus dominios. La política centralizadora monárquica se basaba entonces en un episcopado fuerte, formado por el rey en virtud del real patronato. Este proceso se vio afectado por los acontecimientos de 1810 en América en general, a raíz de los problemas que se desencadenaron por la incomunicación con Roma y la paulatina ausencia de los obispos en sus diócesis por muerte, posición política, traslados, etc. Todo tendió a que los cabildos eclesiásticos se fortalecieran, porque en ellos recayó el gobierno de las diócesis en este contexto episcopal. De hecho, en muchos lugares de América, como en Buenos Aires,

rey. Pero todo cambió precisamente en ese año, cuando el general Sucre venció a las tropas españolas en la batalla de Ayacucho. A partir de entonces, en Europa se vio como irreversible la pérdida del imperio indiano por parte de España. La Santa Sede, entonces, escuchando las peticiones americanas, decidió en 1827 proveer las diócesis americanas de Santa Marta, Cuenca, Quito, Antioquia, Santa Fe y Caracas, sin el concurso del patronato real. Siguieron otras provisiones en los años siguientes, que posibilitaron entablar una relación directa con la Santa Sede, pero sin que se concediera el patronato a ninguna república americana. A partir de 1840, aproximadamente, la Santa Sede reconoció la independencia de los nuevos Estados, lo que permitió entablar relaciones diplomáticas y firmar concordatos.

Como decíamos más arriba, al hablar de la Iglesia en este período de transición de la Monarquía a la República, del Antiguo Régimen a la Modernidad, hay que destacar elementos propios de la época. Uno fundamental, que también explica la aparición de las doctrinas episcopalistas después de 1810, era el peso de la Iglesia local. En realidad, una larga tradición colonial había preparado el camino. Las Iglesias americanas estaban acostumbradas a autogobernarse, debido a los largos períodos de vacancias eclesiásticas, a la distancia con Madrid que retrasaba la puesta en práctica de las medidas adoptadas, abriendo la posibilidad de que se “acatara pero no se cumpliera”, de lo que hay múltiples ejemplos en toda América. Una manifestación de esta realidad fue la actitud distante del clero con los obispos que estaban de paso hacia otras diócesis siguiendo su propia carrera episcopal. Esto se abonaba con el hecho de que muchos de ellos llegaban con un séquito, entre los que repartían los principales cargos de la diócesis inicialmente, hasta que los reemplazaban por miembros del cabildo eclesiástico. Era esta institución la que encarnaba la Iglesia local, más que el obispo. De hecho, en las largas sedes vacantes gobernaban los cabildos eclesiásticos. Ellos eran, además, los que transmitían

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En realidad, no debería asombrarnos. El clero secular y regular estuvo presente en los cabildos abiertos de todas las ciudades que definieron la formación de Juntas de Gobierno, porque eran parte integrante de los vecindarios y representaban en ellos a las corporaciones eclesiásticas. Como tales, tuvieron voz y voto. Defendiendo sus intereses, que creyeron ligados a la continuidad del gobierno monárquico o su reemplazo, formaron parte de los gobiernos patrios. Encontramos a clérigos y obispos (agentes del rey en virtud del real patronato) en las Juntas, muchos de ellos representando a la Monarquía, legitimando ante la sociedad la necesidad de establecer un nuevo gobierno, y estableciéndolo entonces anclado en las dos jurisdicciones que gobernaban la población, la civil y la espiritual. Canónigos, curas y frailes también estuvieron en los congresos formados por diputados elegidos. De hecho, muchas veces recayeron en ellos las diputaciones. Su alfabetización, contacto con las comunidades, el haber sido en el pasado colonial representantes ante el Rey y el Consejo de Indias de los intereses locales, les valió en esta etapa de convulsión un lugar en la política. Lugar que siempre habían tenido como jueces en las audiencias, consejeros, consultores del rey, ministros incluso.

La presencia de clérigos en los ejércitos de ambos bandos también los legitimaba. Su compromiso con ambas causas se expresaba en la predicación de condena a la Monarquía o su sustitución por una República en términos religiosos y evangélicos, afirmando de cara al pueblo que “Dios estaba de su lado”. Constatamos las abundantes referencias a la Biblia en los debates políticos de la independencia americana. Se recurrió al Antiguo Testamento para hacer la apología de la Monarquía Absoluta, porque Dios había dado un monarca al pueblo de Israel; para declarar ilegítimas las autoridades nuevas y llamar a desobedecerlas; para condenar la soberanía del pueblo. También se hicieron lecturas liberales y republicanas de la Biblia. No debe sorprendernos tanto que se recurriera a este tipo de argumentación si consideramos que las elites estaban

educadas en base a la cultura clásica y a la religiosa. Esta misma cultura era transmitida a la gran masa del pueblo fundamentalmente a través de los sermones que escuchaban en las misas y las fiestas religiosas.

Como lo señalaban las leyes reales, la prédica del clero debía estar al servicio de la Monarquía. En la Novísima Recopilación de las Leyes de Indias, libro I, título VIII, ley VII, encontramos claramente expresada la obligación que tenía el clero de predicar e instruir en la fidelidad a la Monarquía: “El buen ejemplo del clero secular y regular trasciende a todo el cuerpo de los demás vasallos en una nación tan religiosa como la española. El amor y el respeto a los soberanos, a la familia real y al gobierno es una obligación que dictan las leyes fundamentales del Estado, y enseñan las letras divinas a los súbditos como punto grave de conciencia. De aquí

proviene que los eclesiásticos, no solo en sus sermones, ejercicios espirituales y actos devotos deben influir al pueblo estos principios”. La misma obligación le atribuyó la República a los clérigos, es decir, la de predicar en el púlpito y el confesionario a favor del cambio político e instruir en el nuevo sistema de la libertad a la población.

Encontramos en América clérigos espías, soldados, algunos que “colgaron la sotana” cambiando el claustro o la parroquia por la clandestinidad, la guerrilla, el ejército. Nadie quedó indiferente en esta lucha, ni siquiera los indiferentes que, con su silencio, no defendieron la causa real, tal como se interpretó contemporáneamente esa actitud. De ahí que el Consejo de Estado de la Monarquía, hacia 1828, responsabilizara al clero americano de que España hubiera perdido el imperio. El compromiso político por la causa real era una exigencia, una expresión de fidelidad al juramento que todo vasallo, también el clero, debía al rey.

Pero no perdamos de vista también que, para el clero patriota, su inserción en la política local era un acontecimiento que no tenía precedentes. Gran parte del clero, aquel que no tenía apellidos reconocidos localmente, redes de contacto que lo vincularan con la Monarquía, influencias que lo recomendaran, tenía cerradas las puertas para toda promoción eclesiástica importante. No estaban dentro de sus posibilidades

AYACUCHO, PERÚ

CHILE

General Sucre

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persiguieron y exiliaron, sin cometer el error de ajusticiarlos.

Una vez que el nuevo orden político se consolidó, entraron en el debate público algunos temas vinculados a la religión que habían sido sostenidos e impulsados por la Ilustración, como el de la tolerancia de cultos. Este tema en particular no solo apareció por la presencia del liberalismo en las nuevas sociedades civiles, sino que se impuso desde afuera. No hay que olvidar que, inmediatamente después de declaradas las independencias, muchos de los nuevos Estados firmaron tratados de libre comercio con los Estados Unidos e Inglaterra, países donde se profesaba el protestantismo en diferentes corrientes y el anglicanismo. Estos tratados implicaron la instalación de colonias de comerciantes que profesaban esos cultos. La tolerancia se practicaba en algunas regiones de Europa donde se permitía la práctica del protestantismo. En América, en general, se les permitió tener cementerios propios, pero no mucho más inicialmente.

Pero estas temáticas nos alejan del proceso de independencia y nos adentran en el de la construcción del Estado moderno, impulsado por corrientes liberales que buscaban tomar posesión de ámbitos de competencia que la Iglesia consideraba como propios, especialmente el de la religión y sus expresiones en la sociedad. De ahí que la secularización, la separación de la jurisdicción civil y la política, fuera uno de los temas centrales del siglo XIX.

contaran con menos de ocho miembros; se prohibía que en un mismo pueblo o ciudad hubiera dos conventos de una misma orden; los bienes de los conventos suprimidos pasaban al Estado; se favorecía la secularización de los frailes, es decir, su paso al clero secular. También los conventos de monjas fueron reformados con el fin de promover la vida común y reducir el número de sirvientas, esclavas, y promover que fueran sacadas las niñas que se criaban en los conventos y las mujeres seglares.

El cambio político, por tanto, por su naturaleza y constitución, abrió la discusión sobre la religión en el Estado. Lo que estaba claro era lo que no se podía alterar, aquello que en una sociedad tan sacralizada era intocable. En todas las constituciones que se discutieron en América, un artículo afirmaba que el catolicismo romano era la religión del Estado. La afirmación no solo era una creencia, sino que también cerraba la puerta a toda acusación de irreligión, de jacobinismo francés, que ningún revolucionario americano quería tener. Recordemos que la admiración inicial hacia la Revolución Francesa se transformó pronto en rechazo por los excesos de los revolucionarios contra los nobles, la Iglesia y la revolución, sobre todo en el período llamado “del terror”. Por eso en América encontramos que los partidarios del cambio político, los libertadores como Simón Bolívar, no tuvieron actitudes públicas contrarias a la religión, aunque sí se opusieron al clero monárquico, al que

ni las prebendas ni los obispados y arzobispados. Por eso, después de 1810, su participación en los órganos representativos les permitía por primera vez plantear reformas a la vida conventual o parroquial. En esos años en que se pensaba que todo era posible, que se podía construir una nueva sociedad y un nuevo tipo de hombre cambiando el orden político, se propuso, discutió y, a veces, se aprobaron medidas como la votación popular de los curas o que nadie que no hubiera sido cura párroco pudiera ser canónigo. Pero lo que más se discutió sobre la vida religiosa no afectó a los fieles o al clero secular, sino al regular.

LA IGLESIA AMERICANA, ENTRE LA TRADICIÓN Y LA REFORMA

Efectivamente, existía la convicción dentro del clero mismo y en la sociedad de que era necesario un cambio en la vida de las órdenes religiosas. La prensa naciente de la época recoge muchas de esas discusiones que se llevaban a cabo en las cámaras. Se discutió inicialmente la edad mínima para entrar a los claustros y para profesar; la devolución de las dotes de las monjas muertas a las familias; la necesidad de desamortizar los bienes del clero; la obligación en conventos de monjas y de frailes de abrir escuelas públicas; la supresión del fuero eclesiástico; se promovieron secularizaciones; se auspició la celebración de capítulos que reemplazaran a los superiores provinciales que no fueran definidamente patriotas, etc.

Todo este ambiente preparó la gran reforma de los regulares, que en muchos países americanos los nuevos gobiernos republicanos realizaron durante la década de 1820. La idea de esta reforma llevada a cabo desde el Estado no era nueva. Hunde sus raíces en la política antiregular borbónica y en una reforma del clero regular puesta en marcha en España en el siglo XVIII que fue la base de las reformas que se implantaron en América. La expresión más espectacular de este antiregularismo fue la expulsión de los jesuitas en 1767.

La reforma consistió en limitar el número de conventos, promoviendo que fueran cerrados aquellos que

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▶EN VIVO

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La censura, el señalamiento y la burla son experiencias constantes entre los estudiantes que manifiestan pública-

mente su fe. Así lo testimonian algunos alumnos que desean confrontarla en el ambiente escolar.

“Hablar libremente de la fe en algunos ámbitos estudiantiles es como si estuvié-ramos hablando de algo completamente ajeno a nuestra realidad, y específicamente sobre nuestra realidad universitaria, como si fuera algo que no tuviera derecho a ex-presarse en la universidad”. Es la experien-cia de Mauricio, estudiante de Ingeniería en la llamada Máxima Casa de Estudios, quien se encontró con la negativa admi-nistrativa al solicitar el auditorio para la presentación de un libro que versa sobre la relación entre fe y razón, justificando que los “temas religiosos son delicados”, si fuera alguna propuesta cultural, como algún concierto, alguna muestra artística o académica no habría ningún problema, pero los temas religiosos “no forman parte de la formación y educación que se imparte en la Facultad de Ingeniería”.

Nado contra corrienteLa escuela muchas veces es el primer

lugar donde no se considera la dimensión religiosa como expresión cultural.

La universidad, en donde el diálogo con las diversas formas de pensamiento y de vida tendría que ser la dinámica natural, tiende constantemente a censurar la pro-puesta cultural que nace de la experiencia cristiana, específicamente la católica.

¿Por qué en las escuelas hay espacio para todo menos para la expresión cristiana? Es la pregunta de Javier, estudiante de Socio-logía en la Facultad de Ciencias Políticas, donde al menos la dimensión religiosa tendría que ser considerada objeto de es-tudio, al ser evidente su manifestación en la sociedad y en la cultura: “Para un cristiano-católico, entenderse dentro de la escuela se vuelve un trabajo de nado contra corriente. En clases, periódicos murales, pláticas entre compañeros, discusiones con profesores e incluso al solicitar un libro en el acervo bibliotecario de la Facultad, el cristianismo es motivo de burla. He es-cuchado cosas totalmente desatinadas y sin razones serias en contra de mi fe, que contradicen incluso el espíritu de la Universidad y de nuestra capacidad para buscar la verdad y dar razones de ella”.

Caza de insectos: bullying religioso en las aulasEn la preparatoria, después de un constante ataque a sus creencias por parte de maestros, los alumnos prefieren manifestarse como ateos o agnósticos

ESTHER PINEDA

En efecto, en un país donde poco más del 80% se dice católico, la escuela mu-chas veces es el primer lugar donde no se considera la dimensión religiosa como expresión cultural. Censura incluso gran parte de su aportación en el campo del conocimiento, como lo atestigua Melgar, estudiante de Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras:

“Una vez me vi obligado a salir de un seminario sobre ética y sustentabilidad al que había sido invitado, por defender

el orden natural y sostener que existe una diferencia ontológica significativa entre un mosquito, los perros y el hombre. Re-cuerdo que la profesora que conducía el seminario afirmó que entre el ADN humano y el de un mosquito existe cerca del 80% de coincidencias, yo le dije que el 20% restante bastaba para hacer la diferencia. Fui tildado de ‘metafísico’. Decidí llevar mis ideas a otros terrenos”.

Para esta profesora seguramente exter-minar a los humanos como a los mosquitos es lo mismo.

Prejuicios y censuraEl prejuicio sobre el cristianismo llega

a aberraciones tales en el campo del co-nocimiento muchas veces insostenibles, humillando y violentando a quienes se percatan de ello, como el caso de Raquel, alumna de bachillerato que, al cuestionar a su maestra sobre el tratamiento del tema religioso en la historia de México, la saca del salón por decir tonterías amenazán-

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dola con reprobar la materia. El hecho se suscitó cuando la maestra mencionó que era incoherente e inútil hablar de religión porque no aportaba nada bueno al mundo, sólo ignorancia y guerra. Raquel alza la mano y pregunta: “Entonces, ¿la expresión religiosa prehispánica con sus construc-ciones no son una aportación interesante? o ¿las pirámides de Egipto y los templos griegos no tienen que ver con su religión?” En efecto, la profesora no se refería a lo prehispánico o a otras culturas, sino al cristianismo.

En la preparatoria, después de un cons-tante ataque a sus creencias por parte de maestros, los alumnos prefieren manifes-tarse como ateos o agnósticos, sin saber, en el fondo, qué significan esas palabras. Ello propicia la incomprensión, la soledad o el desinterés hacia la dimensión religiosa, y por ende hacia aquellas preguntas últi-mas: qué es la vida, la realidad, el amor, la felicidad… interrogantes que propician la búsqueda de la verdad y el interés por el conocimiento.

También es de sorprenderse que en las llamadas escuelas de inspiración católica los alumnos salen vacunados de todo inte-rés religioso; es el otro lado de la moneda, una educación que se ha quedado sólo en reglas, en ritos inconexos con la realidad. La educación debe ayudar al estudiante a introducirse en la realidad con todas sus capacidades racionales y afectivas, sin censurar o negar nada de lo humano, sino verificando y confrontando constante-mente la hipótesis heredada para afrontar la vida.

La escuela en sus diferentes niveles ha confundido la laicidad con el laicismo. Desde el siglo pasado el laicismo se ha convertido en una ideología más, en contra sobre todo del cristianismo.

Cualquier escuela que conserve un mínimo de lealtad con la realidad debe reconocer el factor religioso como cons-titutivo del ser humano, debe favorecer la búsqueda y verificación de los ideales. No se trata de inventar, se trata de aceptar una evidencia, de reconocer los signos de una Presencia Inexorable.

La universidad, lugar de búsqueda y verdad, debe permitir a los alumnos y a los maestros hacer cuentas con la hipótesis de un Dios que se hizo hombre, murió y resucitó, y ahora está presente en su Iglesia. Una escuela cerrada al diálo-go en este campo se convierte en un lugar de censura y de poder, el cual decide qué es el hombre, qué es lo que se tiene que saber para no molestar a sus intere-ses. ¡Claro!, es más fácil cazar insectos que hombres.

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Asís acogió el IV Encuentro de Oración por la Paz convocado por Benedicto XVI

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CRÓNICA VATICANA▶IGLESIA EN EL MUNDO

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Los líderes religiosos mundiales testimonian la fuerza de la religión para el bien

La previsión meteorológica no podía ser más nefasta: los temporales que se habían abatido los días anteriores

sobre la Liguria y la Toscana podían repe-tirse en la Umbría el jueves 27 de octubre. Lo primero que hicimos, pues, todos los que nos encontrábamos en Asís desde la víspera fue esperar a que amaneciera y contemplar, con alivio, que los hombres del tiempo una vez más se habían equi-vocado.

En Roma, Joseph Ratzinger había lle-gado a las 7:30 h. de esa mañana a la estación ferroviaria hecha construir por Pío IX en los jardines vaticanos, donde le esperaba un tren Frecciargento puesto a su disposición por las Ferrovie Italiane. An-tes que él, habían subido a bordo los casi 400 invitados a la Jornada de reflexión, diálogo y oración por la paz y la justicia en el mundo, que iba a celebrarse ese día en la ciudad del Poverello.

Todos se acomodaron en alguno de los siete vagones climatizados del tren, que puede viajar a 250 kilómetros por hora. El Papa iba en el segundo de los vagones, en

compañía de las más altas personalidades religiosas. Después de tres sucesivas “pa-radas” en Terni, Spoleto y Foligno, donde las gentes de dichas localidades se habían dado cita para saludarlo, el tren llegó a la estación de Santa Maria degli Angeli en Asís a las 9:50 h., con cinco minutos de retraso sobre el horario anunciado. En el andén le esperaba el secretario de la Presidencia del Gobierno, Gianni Letta (en anteriores ocasiones habían acudido a saludarle el presidente de la República, Oscar L. Scalfaro, y Silvio Berlusconi, cuya presencia esta vez no parecía muy aconsejable), con las autoridades provin-ciales y locales.

Benedicto XVI recorrió la distancia entre la estación y la Basílica en un minibús en el que habían tomado asiento tam-bién algunas de las personalidades que le acompañaban (creo que era la primera vez que un Papa se traslada en autobús…). En las calles del recorrido y en la inmensa explanada que se abre ante la fachada de la Basílica le esperaban algunos millares de fieles, muchos menos, en todo caso,

que en anteriores ocasiones. En el atrio del templo fue saludado por el ministro general de los OFM, fray José Rodríguez Carballo, y otros representantes de la fa-milia franciscana.

A continuación, el Santo Padre fue salu-dando uno a uno, con su habitual cortesía, a los exponentes de las 176 tradiciones religiosas diversas llegadas hasta la ciudad de san Francisco (en 1986 habían sido solo 28), acompañado por los cardenales Peter Turkson, Kurt Koch, Jean-Louis Tauran y Gianfranco Ravasi, presidentes, res-pectivamente, de los Pontificios Consejos Justicia y Paz, para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, Diálogo Interre-ligioso y de la Cultura, coorganizadores del Encuentro.

Entre las 10:30 h. y las 12:30 h. de la mañana tuvo lugar el primer acto de esta Jornada. Teniendo a sus espaldas la iglesia de la Porciúncula, cuna de la orden de los hermanos menores y de las hermanas po-bres, se había montado un inmenso palco cuadrangular donde tomaron asiento todos los participantes. A la derecha del Papa fueron colocados Su Santidad Bartolomé I, patriarca ecuménico de Constantinopla, y Su Gracia Rowan Williams, primado de la Comunión Anglicana; y a su izquierda, el rabino David Rosen y el profesor Wan-de Abimbola, portavoz de las religiones tradicionales africanas ifu y yoruba en el mundo.

“Hemos venido aquí –dijo el cardenal ghanés Turkson al abrir la sesión– para testimoniar la gran fuerza de la religión para el bien, para la construcción de la paz, para la reconciliación de los que están en conflicto, para devolver al hombre a la armonía con la creación”.

Después de la proyección de un docu-mental sobre la primera cumbre de Asís, en 1986, diez de las personalidades pre-sentes dieron su personal “testimonio” sobre el tema central del encuentro: la paz.

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Aunque sea telegráficamente ofrecemos una síntesis de sus intervenciones (ver recuadro en p. 34).

Después de este decálogo de testimo-nios sobre la paz, Benedicto XVI ofreció el suyo propio. Tenemos que renunciar a ofrecérselo íntegro a nuestros lectores, invitándoles a que lo lean en nuestra página web, VidaNueva.es. “Junto a los factores económicos y políticos –aseguró Benedicto XVI analizando los cambios en el mundo después de la caída del Muro de Berlín en 1989–, la causa más profunda de dicho acontecimiento es de carácter espiritual: detrás del poder material ya no había ninguna convicción espiritual. Al final, la voluntad de ser libres fue más fuerte que el miedo ante la violencia”.

Para el Papa, la situación actual es la siguiente: “Aunque no haya a la vista ame-nazas de una gran guerra, el mundo está desafortunadamente lleno de discordia. No se trata solo de que haya guerras frecuen-temente aquí o allá; es que la violencia en cuanto tal siempre está potencialmente presente, y caracteriza la condición de nuestro mundo. La libertad es un gran bien. Pero el mundo de la libertad se ha mostrado en buena parte carente de orien-tación, y muchos tergiversan la libertad, entendiéndola como libertad también para la violencia”.

El Papa pide perdónRatzinger analizó en primer lugar el

terrorismo, diciendo: “Sabemos que el terrorismo es a menudo motivado religio-samente y que precisamente el carácter religioso de los ataques sirve como justifi-

cación para una crueldad despiadada, que cree poder relegar las normas del derecho en razón del ‘bien’ pretendido. Aquí, la religión no está al servicio de la paz, sino de la justificación de la violencia”.

Y llegado a este momento de su re-flexión, Benedicto XVI pronunció este mea culpa: “Sí, también en nombre de la fe cristiana se ha recurrido a la violencia en la historia. Lo reconocemos llenos de vergüenza. Pero es absolutamente claro que este ha sido un uso abusivo de la fe cristiana, en claro contraste con su ver-dadera naturaleza”.

Desde otro punto de vista, resaltó que “una segunda tipología de violencia de aspecto multiforme tiene una motivación exactamente opuesta: es la consecuencia de la ausencia de Dios, de su negación, que va a la par con la pérdida de la humani-dad (…). Los horrores de los campos de concentración muestran con toda claridad las consecuencias de la ausencia de Dios”.

Sin duda, la parte más “original” del discurso papal es la que dedicó a la no creencia o al agnosticismo (la invitación a cuatro exponentes de esta línea de pen-samiento fue la novedad de Asís IV), a esas “personas a las que no les ha sido dado –dijo– el don de poder creer y que, sin embargo, buscan la verdad, están en la búsqueda de Dios (…). Son ‘peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz’”. Es-tos agnósticos, siempre según Ratzinger, “llaman en causa a los seguidores de las religiones para que no consideren a Dios como una propiedad que les pertenece a ellos hasta tal punto de sentirse autori-zados a la violencia respecto a los demás.

Estas personas buscan la verdad, buscan al verdadero Dios, cuya imagen en las religiones, por el modo en que muchas veces se practican, queda frecuentemente oculta. Que ellos no logren encontrar a Dios depende también de los creyentes, con su imagen reducida o deformada de Dios”.

Compromiso comúnFinalizado el acto, el Papa primero y

después todos los presentes fueron en-trando en la iglesita de la Porciúncula, antes de dirigirse al refectorio para un “frugal” almuerzo, al que siguió una pausa destinada al silencio, a la reflexión y a la plegaria personal. Prólogo ideal para el acto conclusivo que iba a tener lugar en la Plaza inferior de San Francisco, es decir, la placita con columnas situada frente a las basílicas y el sacro convento, ya escenario de anteriores cumbres de todas las religiones.

En ella tuvo lugar la solemne ceremonia de compromiso por la paz trece veces repe-tido en trece lenguas diversas. Invitados por el cardenal Jean-Louis Tauran, fueron sucediéndose en el ambón, para hacerlo en presencia de todos, el patriarca de Cons-tantinopla, Bartolomé I; el obispo Munib Younan, de la Federación Luterana Mun-dial; el líder shijk Tarunjit Singh Butalia; el representante del Patriarcado de Moscú, metropolita Aleksandr; el reverendo John Upton, en nombre de la Alianza Bautista Mundial; el mulá Mohammed Zubair Abid; el metropolita Mar Gregorios, de los siro-ortodoxos de Antioquía; el taoísta Wai Hop Tong; el budista venerable Phra Phommo-lee; Tsunekiyo Tanaka por los sintoístas japoneses; la señora Betty Ehrenberg, del Comité Internacional Judío; el reverendo Setrui Nyomi, de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas; y en nombre de los no creyentes, el profesor mexicano Guillermo Hurtado.

“¡Nunca más la violencia! ¡Nunca más la guerra! ¡ Nunca más el terrorismo! En nombre de Dios, todas las religiones trai-gan a la tierra Justicia y Paz, Perdón y Vida, Amor”, corroboró Benedicto XVI antes de despedir a cada uno de los presentes con un abrazo fraterno, mientras, ya al iniciarse el atardecer, la plaza se llenaba de lámparas encendidas, como símbolo de una esperanza que no se resigna a des-aparecer de la faz de la tierra.

ANTONIO PELAYO. ASÍS

El Papa, flanqueado por Bartolomé I, el rabino Rosen y Wande Abimbola

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Si la Iglesia no es comunicación, no es Iglesia”. Con esta concisión se expresó el arzobispo Claudio Maria

Celli, presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales (PCCS), en el transcurso del congreso continental Iglesia y cultura digital, nuevos horizontes para la misión eclesial. Celebrado del 17 al 19 del pasado mes de octubre, en la Pontificia Universidad Católica de Santiago de Chile, fue organizado por el propio dicasterio vaticano, la Conferencia Episcopal Chilena y el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), convocando a alrededor de 200 participantes y a más de un millar de forma virtual a través de la transmisión on line del encuentro.

En vísperas del inicio de su Asamblea Plenaria de otoño

(Bruselas, 26-28 de octubre), la Comisión de Episcopados de la Comunidad Europea (COMECE) dio a conocer un comunicado en el que se felicita por la re-ciente sentencia del Tribunal Europeo de Justicia prohibiendo las patentes y el uso comercial de embriones humanos.El 18 de octubre, la Corte de Luxemburgo hizo pública una resolución judicial por la que prohíbe las patentes y, por tan-to, la comercialización de fárma-cos obtenidos mediante células

estaminales con procedimientos que implican la destrucción de seres humanos. Según el juez, a partir de ahora, Europa debe “excluir cualquier posibilidad de obtener una patente cuando el respeto que merece la dignidad humana puede ser perjudicado”. En este sentido, la Corte con-sidera que el embrión es “un sujeto con derechos”.Por ello, la COMECE da la bien-venida a esta sentencia como “un paso adelante en la protec-ción de la vida humana dentro de la legislación de la Unión Europea (UE)”. Algo que, a su

juicio, “debería tener un im-pacto positivo sobre políticas concretas como la financiación de la investigación a nivel de la UE”. El breve texto episcopal reconoce, asimismo, que esta prohibición podría dar un nue-vo impulso a la investigación científica sobre células tronca-les embrionarias con fuentes alternativas, que hasta ahora han permanecido en la sombra.Los miembros de la COMECE saludan también la decisión del Tribunal Europeo porque ofrece una “definición amplia y científicamente sólida” de lo

que es un embrión humano. “El embrión humano –recuerdan los obispos– debe ser considerado, en cada etapa de su desarro-llo, como un ser humano dotado de potencial, y no únicamente como un ser humano potencial”.Finalmente, aplauden que, con esta resolución, quede excluido de cualquier posibilidad de pa-tente “todo procedimiento que, utilizando muestras de células troncales obtenidas a partir de un embrión humano en el es-tado de blastocito, entrañe la destrucción del embrión”.

J. L. C.

El gran desafío de este congreso fue exa-minar el ecosistema comunicativo en el que la sociedad actual existe y se desarrolla, así como el rol de la Iglesia en medio de un contexto en el que las nuevas tecnologías de la comunicación condicionan y cambian constantemente la socialización, el apren-dizaje y, por qué no, la vida espiritual de las personas.

A lo largo de las jornadas, se analizaron las causas de la brecha digital que existe todavía dentro de la Iglesia. Muchas de las reflexiones y trabajos en grupo durante este congreso trataron de responder al desafío del “cómo y con qué lenguajes la Iglesia debe presentar el mensaje del Evan-gelio en un mundo sin fronteras y cada

▶IGLESIA EN EL MUNDO

La UE prohíbe las patentes y el uso comercial de embriones humanos

vez más globalizado por las plataformas modernas de comunicación”.

Sin embargo, también quedó claro que, más allá del uso de las tecnologías en la Iglesia, se trata de un cambio de menta-lidad; es decir, de superar la visión ins-trumentalista de estos nuevos medios de comunicación como amplificadores de nuestro mensaje, para dar lugar a nuevas posibilidades de crear espacios de diálogo sincero y encuentro fraterno.

Los técnicos de la Red Informática de la Iglesia en América Latina (RIIAL) presentaron soluciones prácticas para promover la inclusión digital ofreciendo servicios como el naciente episcopo.net, que facilitará el contacto seguro entre los obispos. Asimismo, se ilustraron nuevas aplicaciones, bases de datos compartibles y software que aseguran un trabajo en red para los agentes pastorales que estén dis-puestos a crear sinergias e intercambios que potencien los rasgos comunes de una Iglesia latinoamericana caracterizada por su multiculturalidad.

JUSTO ARIEL. SANTIAGO DE CHILE

“Si la Iglesia no es comunicación, no es Iglesia”Chile albergó un congreso del CELAM sobre la cultura digital en la Iglesia

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En plena crisis financiera en Europa, los obispos del continente creen que no es momento de reproches; “al con-

trario, debemos asumir juntos nuestras responsabilidades para encontrar solu-ciones”. Así lo señalaron al término de la Asamblea Plenaria de Otoño (Bruse-las, 26-28 de octubre) en la que, junto a varios expertos, reflexionaron sobre los orígenes políticos y económicos de la cri-sis actual, que los obispos achacan a una razón principal: “Las causas de la crisis son estructurales y nacen, ante todo, de los arbitrajes políticos que han sido tomados estas últimas décadas con vistas a corto plazo y a menudo motivadas por razones electorales”, dice una nota final.

Dada esta situación actual, los prelados consideran que “una cultura del reproche no llevará a ninguna parte”. Lejos de eso, y seguros de que la crisis es “una oportu-nidad hacia una renovación”, proponen que los europeos permanezcan “unidos y solidarios”.

Los 23 miembros que han participado en la Asamblea pudieron conocer, de mano del presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, las conclusiones de la última

Filipinas se suma al “espíritu de Asís”

Reaccionando a los últimos aconte-cimientos que amenazan el proceso

de paz en curso en la isla de Mindanao, responsables religiosos locales convoca-ron el pasado 29 de octubre una marcha por la paz en “el espíritu de Asís”. Según la agencia católica Iglesias de Asia, más de 200 líderes budistas, musulmanes, católicos y protestantes se unieron a la peregrinación silenciosa que, desde el People’s Park, recorrió las calles de Davao City hasta la plaza frente a la Catedral de San Pedro.Esta iniciativa interreligiosa fue organi-zada conjuntamente por la Archidióce-sis de Davao y la Liga de los ulemas de Mindanao, que hicieron un llamamiento a los ciudadanos de la isla, fuera cual fuera su confesión, a “reunirse en una misma oración por la paz” con ocasión del 25º aniversario de aquella Jornada Mundial de Oración por la Paz iniciada por Juan Pablo II en Asís. “Lo que resulta especialmente simbólico de este aconte-cimiento es que nuestra convocatoria no es fruto de negociaciones o de alianzas políticas. Hemos venido todos de le-jos para reunirnos y rezar juntos”, han explicado los diferentes responsables religiosos en una declaración conjunta dada a conocer con motivo de la mani-festación. La marcha silenciosa estuvo precedida de un tiempo de oración y reflexión animado por musulmanes, bu-distas, católicos, miembros del Consejo Nacional de Iglesias (protestantes) y del Consejo de Iglesias Evangélicas.La caminata se inscribe en un contexto particularmente tenso, con numerosos actos violentos que han sacudido recien-temente el frágil proceso de paz en curso entre el Gobierno filipino y el Frente Moro de Liberación Islámica, principal grupo separatista armado que opera en Minda-nao. Días atrás, al menos doce soldados fueron asesinados en una emboscada en la isla de Basilan, poco después de que Fausto Tentorio, un misionero italiano muy querido por la población local, fuese tiroteado mortalmente por dos descono-cidos (VN, nº 2.773, p. 37).

J. L. C.

cumbre europea (26 de octubre). Si bien se alegran de las resoluciones, los obispos opinan que “las soluciones técnicas y a corto plazo no son suficientes” y subrayan “la necesidad de adoptar una visión a largo plazo”, prestando especial atención a los jóvenes, que corren el riesgo de ser “una de las principales víctimas de la crisis”.

Contribución eclesialEn cuanto al papel de la Iglesia en este

momento, la COMECE cree que puede ser una “fuerza de cohesión y de esperanza en el seno de las sociedades europeas, que están amenazadas por el populismo y la división”. “Las raíces de la crisis actual son principalmente morales y espiritua-les”, añaden. También se recuerda la labor que están realizando los servicios sociales eclesiales.

La COMECE ha adoptado una declaración sobre la economía social de mercado –un concepto introducido en el Tratado de la Unión Europea con el Tratado de Lisboa–, titulado Una comunidad europea de so-lidaridad y responsabilidad. El texto se publicará a principios de enero de 2012.

M. GÓMEZ

Los obispos a la UE: “No es momento de reproches”La COMECE pide soluciones “a largo plazo” para superar la crisis

Angela Merkel y David Cameron, el 26 de octubre

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▶CON ACENTO

Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de manifestar su religión o creencia, tanto en público como en privado

André Gide solía decir que tratándose del arte, la palabra “progreso” per-

día todo su sentido. Lo mismo se puede decir del supuesto “progreso” de los estados mo-dernos, y del Estado mexicano en particular, ante la libertad religiosa: se festina por todos lados, especialmente en la prensa, pero no tiene ninguna razón de festejarse. Como si se pudiera “avanzar” hacia cami-nos diferentes a los del respeto irrestricto y la protección de este derecho humano funda-mental. Como si fuera objeto de elección o de otorgamiento: yo te doy la oportunidad de que alabes a tu dios, sabiendo que esa alabanza es inútil.

Una especie de derecho huma-no de segunda clase es el que ha definido la prensa en contuber-nio estrechísimo con el gobierno (de todos los signos políticos). La libertad religiosa, ¿eso qué es; para qué sirve; a quién da de comer? Y la discusión –caso que exista—se salda de inmediato: anda, vete a la sacristía, a comer conchas con chocolate y a escu-char los reclamos del señor cura a sus beatas por meter tanta bulla al final del rosario de la tarde. Sin embargo, no se trata de algo menor. El Papa Benedicto XVI ha sido muy enfático: la libertad religiosa es el barómetro que marca el respeto a los derechos humanos en una sociedad. El barómetro mexicano, al menos, presagia tormentas.

Un derecho de primeraPocos recuerdan (y si lo re-

cuerdan, procuran olvidarlo) que el 10 de diciembre de 1948, en la Declaración Universal

de los Derechos Humanos, el artículo 18 decía:

Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este de-recho incluye la libertad de cam-biar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, indivi-dual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.

Es decir, que toda persona, por el hecho de ser persona, tiene derecho a la libertad de

religión y no solamente para celebrarla en privado, sino para hacerlo en público, con to-das las exigencias que el culto lleva consigo.

La reciente reforma a los derechos humanos del Senado mexicano introdujo el concepto de persona (que ya es ganan-cia) y remodeló aquella frase rarísima de que “todo indivi-duo goza de las garantías que otorga esta Constitución…”. Los legisladores mexicanos tardaron casi un siglo en darse cuenta del galimatías que significaba que la Constitución de 1917 fuese, en su artículo primero, anticons-titucional, es decir, que violara el espíritu de toda Constitución que es “reconocer” los dere-chos de la persona, no dárselos ella misma.

Pero esto que ha llegado a los pasillos del Senado no ha aterrizado en las redacciones de los periódicos o de los no-ticiarios electrónicos. Ahí, con monótona frecuencia, se lee o se escucha que en México todo el mundo tiene derecho a creer lo que le venga en gana, siempre y cuando no lo exprese, no lo viva, no lo sienta, no incomode a los que no creen en nada (¿el 2 por

ciento de la población?), no lo haga parte de su vida. Y eso es un tremendo error: al mutilar un derecho se mutila a la persona de forma integral. Se le ponen puertas al campo. Se fijan los cartelones que invitan a la fun-ción sabatina de boxeo (como el cuadrilátero en el que se ha convertido la nación).

No es gratuito que el mismo Benedicto XVI propusiera el mensaje de la Jornada Mundial de la Paz (1 de enero) de 2011 bajo la sugerente idea de que la libertad religiosa es uno de los senderos de la paz. En este mun-do de guerras y de balazos, de odios y de ignominias, reprodu-cir el mensaje del Papa debería haber sido casi obligatorio para los medios. En lugar de eso, la mayoría se mofó del anciano pontífice. Leí uno que decía algo más o menos así: ¿Cómo se le ocurre pedir libertad religiosa si está visto que es un ardid de los curas para violar menores de edad? Con esos “argumentos” no vamos a llegar muy lejos. No vamos a llegar a ninguna parte.

Medios que son enterosUna de las características de

los medios de comunicación es ésa, justamente: la de ser me-dios. Están a la mitad del ca-mino entre el acontecimiento y el público; entre el suceso y la percepción. Son mediadores privilegiados por la sociedad contemporánea para contar los relatos que interesan al público, que le dan cohesión a la gente, le alertan sobre alguna amena-za, le dan sentido de pertenen-cia o le ayudan a ser ella misma, a ser de otro modo, a ser mejor.

Los medios no son enteros, son un cachito (como en la se-ries de lotería) de la relatoría que el ciudadano tiene para mo-verse en el mundo. Al querer definir toda la agenda pública (todos los puntos que han de ser seguidos por el lector, el te-

JAIME SEPTIÉN, DIRECTOR DE EL OBSERVADOR Y PERIODISTA

En público y en privado

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lespectador, el radioescucha), intervienen en asuntos para los que no están, ni remotamente, cualificados. Por ejemplo, que hay “progreso” en la libertad religiosa de los mexicanos porque se le ha impedido a la Iglesia, aliada de la ultradere-cha, el apoderarse del Estado e instaurar el Reino de Dios en tierras aztecas, emulando la conquista espiritual y material de los españoles hace ya casi medio milenio.

Para la mayor parte de los me-dios mexicanos, la libertad reli-giosa más que un derecho huma-no fundamental es una amenaza a las instituciones, un delicado pasadizo por donde pueden ac-ceder al poder los montaraces detractores del glorioso pasado juarista, los antidivisionistas, los recalcitrantes defensores de la marrullería, aliados del pa-drecito que desea a la monjita y que, para cometer sus tropelías, amenaza a los fieles con el infier-no o, si es más “buena onda”, con el purgatorio. Las narcoli-mosnas, las narcoiglesias, los narcoperdones son parte de la batería de infundios que se emi-ten con olímpica consistencia en los medios mexicanos, como un

valladar ante la asonada ecle-siástica. Como señal de que en el país “se ha avanzado”.

Creo que era Luis Buñuel quien contaba que en la España de los veinte del siglo pasado, eran frecuentes las crónicas pe-riodísticas sobre hechos sobre-salientes como el que sigue: “Al ir saliendo de su trabajo, diez obreros anarquistas departían alegremente por un lado de la acera, mientras, por el otro, vieron venir a un cura con su breviario abierto. Ante tal pro-vocación, los buenos obreros no tuvieron otra salida que empren-derla a golpes contra el sujeto de la sotana”. A eso también le llamaban “progreso”.

La sangre de otrosAl menos en México los me-

dios de comunicación son bie-nes de interés público, y los electrónicos, concesiones del Estado a los particulares para que ellos ejerzan la función mediadora. Ello significa que cargan con una responsabilidad que rara vez asumen.

La mayor parte del tiempo (cuando son tocados por el pé-talo de una restricción) se les va en apelar a la libertad de ex-

presión –lo cual está muy bien—sin su contraparte: el deber de expresarse bien, con verdad, con decencia, con sentido del respeto a la dignidad de la per-sona humana y a los derechos humanos fundamentales. “Si sangra, vende”, reza el dicho po-pular dentro de las redacciones. Pero el sangrado se convierte en hemorragia, y la hemorragia en borrachera de violencia. Falta mucho por entender que la li-bertad es la conciencia de los límites. Y que los límites, por ejemplo, de extender mi brazo, terminan donde comienzan las narices de mi prójimo.

El tono despectivo, condes-cendiente, sarcástico, melifluo, típico del perdona vidas, como los operadores mediáticos (lo-cutores, conductores, comen-taristas, ensayistas, articulis-tas, reporteros) se refieren a la Iglesia católica, a las iglesias en su conjunto, a los sacerdotes y ministros de culto, a los fieles y a las prácticas religiosas, sig-nifica que –por lo menos— el derecho a la libertad religio-sa no está bien amparado por los medios. Más bien, está completamente desamparado. O quizá desatendido.

Cuando la peregrinación a la Basílica y el 12 de diciembre, los medios se hacen unidad y aplauso, reconocimiento y her-mandad con el fervor popular ante la Morenita del Tepeyac. Y no se diga cuando venía Juan Pablo II. Era una fiesta, un despliegue técnico y humano que podría haber engañado al observador más inteligente; al feligrés más avispado. Pero se iba y de vuelta la ironía; como cada 12 de diciembre de ma-drugada, cuando los artistas se quedan roncos de cantar “Las mañanitas”, se marchan a sus casas (o a un night club) y el locutor amodorrado dice: se cumplió una tradicional jornada más de cariño por la Virgencita de Guadalupe (por parte de la turbamulta acrítica y conducida como rebaño).

La libertad religiosa se cons-triñe a eso: a que podamos danzar cada 12 de diciembre y asomar espejitos al cielo para despedir al Papa en su avión de camino a Roma. Lo demás, la verdadera libertad religiosa como derecho humano funda-mental viola el principio de laicidad e impide el progreso de la patria.

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▶ACTUALIDAD

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IBEROAMERICANO,Cuarta Muestra de Arteuna joven visión del mundo actual

La Cuarta Muestra de Arte Iberoame-ricano 2011, celebrada del 4 al 6 de noviembre en el Centro Nacional de

las Artes de la Ciudad de México, fue un espacio para la reflexión sobre el queha-cer artístico de jóvenes creadores, que en un mosaico de actividades mostraron su percepción acerca del mundo actual. Durante tres días, se exhibió el trabajo creativo de 20 artistas, rigurosamente seleccionados entre 236 postulaciones provenientes de 15 países de Iberoamé-rica que compitieron por los mejores proyectos en siete disciplinas: Letras, Danza, Artes Visuales, Medios Audiovi-suales y Teatro.

La muestra es un intercambio cultural y multidisciplinario para impulsar el arte iberoamericano en el mundo

Lola Guerrero, fotógrafa española, en su proyecto habla sobre la vulnerabilidad tanto de la tierra como la del ser humano. Mediante una serie de fotografías a las que llama “intervenciones artísticas”, construyó volcanes artificiales usando bombas de humo caseras de distintos colores (azul amarillo, rosa, violeta, ver-de…) en diversas explotaciones mineras de México para crear una secuencia de imágenes que no existen en la realidad. En escultura, Juanito Gutiérrez González, de México, presentó sus ideas a través de dibujos, los cuales posteriormente pudo materializarlos en metal. Afirma que crea para expresar sus experiencias y su vi-sión del mundo manifestando lo que en otros oficios no puede comunicar. Raquel Labrador, también de España, presentó un proyecto que consistió en elaborar diferentes elementos que crearon una ficción sobre una supuesta enfermedad que se contrae por una alta adicción al Internet, la cual llamó “virualisis”, que significa ruptura de lo virtual y de ahí su propuesta de cómo una persona rompe la barrera entre lo virtual y lo físico, y de cómo se construye la “otra identidad”

en Internet. Estos trabajos son sólo un ejemplo del resultado de los proyectos de los 20 residentes del Programa de Residen-cias de Iberoamérica y de Haití en México que durante 12 semanas desarrollaron sus propuestas en los principales centros culturales de nuestro país.

Redes artísticas en Iberoamérica“El Programa tiene como objetivo prin-

cipal fomentar el intercambio cultural y multidisciplinario, y propiciar la confor-mación de redes artísticas dentro de la Comunidad Iberoamericana y de Haití. Los países participantes como Argentina, Chile, Cuba, Ecuador, El Salvador, España, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Portugal y Vene-zuela buscan favorecer el entendimiento genuino entre pueblos a fin de crear una comunidad internacional más armónica”; así lo manifestaron las representantes de las principales instituciones que partici-paron en este proyecto: el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) y la Cooperación Educativa y Cultural de la cancillería mexicana. La Agencia Españo-la de Cooperación Internacional para el Desarrollo, a través del Centro Cultural de España en México, también participó en

Coreógrafa Omaris Mariñas

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IBEROAMERICANO,una joven visión del mundo actual

la organización de esa muestra por lo que Ignacio Díaz de la Guardia, Consejero de la Embajada de España, inauguró el evento.

Lazos de talento con la comunidadMartha Cantú, directora del FONCA,

explicó que durante la residencia, los artistas impartieron talleres, cursos y conferencias que propiciaron tanto el en-lace con artistas mexicanos, como con la comunidad con la que convivieron durante el tiempo de su estadía. “Todos los bene-ficiarios tienen una sólida experiencia en sus respectivas disciplinas que les ha hecho merecedores de premios nacionales internacionales”. Dijo que en años anterio-res la muestra ha servido como un puente que permite el diálogo y el intercambio de ideas. En ese sentido, Cecilia Jaber, canciller mexicana, coincidió al resaltar que, como cada año desde sus inicios, esta muestra constituye un enorme tes-timonio del talento y la creatividad de los jóvenes artistas de nuestra región. Al indicar el interés de la Secretaria de Relaciones Exteriores por promover la cultura y los valores no sólo en México sino fuera de sus fronteras, refrendó su disposición por promover vínculos cada vez más estrechos entre las instituciones

participantes para impulsar el arte Ibe-roamericano en el mundo.

Pero más allá del talento demostrado de los jóvenes artistas, se pudo evidenciar su visión humanística y la preocupación por los conflictos de antaño que siguen vigentes y se repiten una y otra vez en el mundo de hoy. En “Sueños arrebatados”, el paraguayo Amadeo Velázquez lo de-muestra mediante su trabajo de fotografía social sobre los migrantes deportados en la frontera entre EE.UU. y México, y que pasan por el Hotel Centenario (conocido como Hotel Migrante), en Mexicali, Baja California México. Con su lente, el repor-tero gráfico retrató uno de los lugares más recónditos que albergan historias de vida tatuadas con la cruz de la miseria humana: el desamparo, la desesperanza y la falta de identidad. En sus imágenes nos asoma-mos a esa otra realidad de los migrantes resguardados tras la fachada del hotel, el cual funciona como albergue de sueños convertidos en pesadillas. En contraparte, con la propuesta coreográfica de la costa-rricense Omaris Mariñas Quintero, se trata de “la necesidad natural del ser humano de ir siempre adelante, de no estancarse en el camino, de solucionar inconvenientes para pasar a una nueva etapa y encontrar lo deseado”. En su proyecto vemos plas-

mada la esperanza, las ganas de vivir, de experimentar, de conocer ese mundo del flujo, del disfrute y construir relaciones que expongan sus historias personales.

Para el próximo año se espera realizar una edición más de esta muestra mediante con-vocatoria pública emitida por el Fondo Na-cional para la Cultura y las Artes (FONCA).

TERESA GÓMEZ HERNÁNDEZ

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▶CULTURA

Para evangelizar las culturas hoy:nuevos modos de ser Iglesia

La cultura urbana se manifiesta fragmentada. El diálogo en esas condiciones exige múltiples lenguajes, capacidad para lograr cercanía y, especialmente, gran apertura a la pluralidad

En 1975 Pablo VI concluía su exhortación apostó-lica Evangelii nuntiandi

animando a los bautizados a afrontar la evangelización con entusiasmo, con un ímpetu in-terior que nadie ni nada fuera capaz de extinguir; con una vida que irradiara la alegría de Cristo (Cfr. EN 80).

Esa es una clave de la renova-ción que impulsó el Concilio y que debemos seguir avivando: una Iglesia que se recrea desde dentro por la fuerza de la es-peranza que la mueve; y que, mediante ese fuego del Espíritu, logra alcanzar y mantener una visión fundamentalmente posi-tiva hacia el mundo de hoy y sus culturas. Sí, hace falta hoy con-siderar al mundo, en todas sus expresiones, cósmicas, humanas, históricas, culturales, etc., con inmensa admiración, con respeto profundo, con materna simpatía, con amor generoso (Pablo VI, discurso 13-ene-1966).

Otros dos rasgos constitu-tivos de ese talante conciliar han sido: la capacidad para señalar las heridas del mundo,

especialmente la desigualdad que significa el sufrimiento de millones de seres humanos (Cfr. GS 88); y, también, una actitud autocrítica, reconociendo que los propios errores han velado, más que revelado, el verdadero rostro de Dios (Cfr. GS 19).

Finalmente, la decisión para exponer con naturalidad la fe, para compartir la fuerza del Sal-vador que es capaz de responder a los anhelos más profundos del corazón humano.

Estas luces del Concilio Vati-cano II: el Espíritu que mueve a los creyentes, la visión po-sitiva sobre la humanidad, la voz profética que denuncia la raíz de lo inhumano y la mira-da autocrítica que descubre los antitestimonios son un sustento válido y necesario para hacer posible la evangelización de las culturas del mundo de hoy. Ali-menta su actualidad y frescura la invitación a escrutar perma-nentemente los signos de los tiempos (Cfr. GS 4).

Desafíos para hacer actual la misión de evangelizar

Desde el primer momento, la misión que dio origen y da razón de ser a la Iglesia llevó consigo una tensión vital: el evangelio pide ser encarnado para comu-nicarse de forma accesible a las personas. Esa tensión, natural a la evangelización, es especial-mente compleja en la época que vivimos. Sobre todo porque la cultura urbana se manifiesta fragmentada, con posibilidades sin límites de composición, des-composición y recomposición. El diálogo en esas condiciones exige múltiples lenguajes, ca-pacidad para lograr cercanía y,

especialmente, gran apertura a la pluralidad.

En las últimas décadas se han multiplicado los interrogantes críticos dirigidos a la Iglesia y a los cristianos, al rostro del Dios que anunciamos. La tarea de la evangelización se encuentra así frente a nuevos desafíos, que cuestionan prácticas ya consoli-dadas, que debilitan caminos ha-bituales y estandarizados; en una palabra, que obligan a la Iglesia a interrogarse nuevamente so-bre el sentido de sus acciones de anuncio y de transmisión de la fe (Lineamenta. XIII Asamblea del Sínodo de Obispos. n.3).

Ante estos desafíos de nuestro tiempo, la comunidad eclesial no tiene muchas alternativas: o asume la actitud valiente de enfrentar los retos presentes y realizar su misión a partir de ellos; o toma una postura apo-logética intentando conservar lo que ya se desvaneció. Esto último es una cruzada inútil, pero que es una tentación para muchos sectores de la Iglesia.

La reflexión preparatoria del Sínodo de Obispos para el 2012 aborda con apertura crítica los retos y empieza a vislumbrar los

posibles caminos: el nacimiento, la difusión y el progresivo afir-marse de una “nueva evangeli-zación” en nuestras Iglesias; las modalidades para transmitir la fe; los instrumentos para engen-drar en la fe (Lineamenta n. 4).

Volver a la raíz para un verdadero cambio

Revitalizar la capacidad evan-gelizadora de la Iglesia significa renovar la actual estructura y práctica pastoral. Es generar un proceso de cambio, tan profun-do como el cambio de época. Y alimentado desde la raíz, desde el evangelio, desde Jesús.

La recepción del mensaje de Cristo suscita una cultura, cuyos dos constitutivos fundamentales son la persona y el amor. Estos valores, cuando son convicción de vida para la comunidad cre-yente, penetrarán eficazmente en las culturas.

Encuentro personal, vía eficaz para comunicar la Buena Nueva

Lo que importa es evangeli-zar de manera vital y hasta sus mismas raíces las culturas del hombre, tomando siempre como punto de partida la persona y teniendo siempre presentes las relaciones de las personas entre sí y con Dios.

La ruptura entre evangelio y cultura es sin duda alguna el de-safío mayor de nuestro tiempo a la misión de la Iglesia. Para re-vertir esa situación es necesario anunciar el Evangelio en la len-gua y la cultura de los hombres. La Iglesia no duda en hablar de evangelización de las culturas, es decir, de las mentalidades, de las costumbres, de los compor-

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Violencia en la pareja (I)

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Un problema importante en la vida de muchas parejas es

la presencia de violencia.Algunos piensan que el matrimonio es un factor que explicaría el origen de la violencia de pareja, pues consideran que se trata de una institución conservadora de tipo patriarcal, organizada para imponer el dominio de los hombres sobre las mujeres. En consecuencia, para ellos, una solución sería la promoción de formas alternativas de pareja, como es la unión libre. De acuerdo con su opinión, la unión libre es más moderna, más acorde con el derecho a la liberad de los individuos.Sin embargo esta visión no tiene información alguna que la justi� que. Es un mero prejuicio ideológico.Por ejemplo, en el caso de México, en 2006, el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), en colaboración con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), levantó la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH-2006) a una muestra de 83,159 mujeres de 15 años o más de edad.Al tratar el tema de la violencia física de pareja, la Encuesta concluyó que esta afectó -en los últimos doce meses- a 7.9% de las mujeres casadas por lo civil y lo religioso, pero que se presentó en una cantidad bastante mayor cuando las mujeres cohabitaban en unión libre: en 14.4% de los casos. Es una diferencia notable.

“PERSPECTIVADE FAMILIA”

FERNANDO PLIEGOCARRASCO

[email protected]

FERNANDO PLIEGO

[email protected]

tamientos. Pero hay que estar dispuestos a insertarse en me-dio de la cultura y acompañar un proceso lento, respetando que cada ambiente cultural tiene su ritmo y su forma de procesar lo que se le propone.

Compromisos que llevan la novedad del Evangelio a las culturas

Una comunidad eclesial que toma en serio su compromiso de llevar el evangelio a todos los ambientes sociales debe comprometerse para transpa-rentar en su vida lo que quiere comunicar.

• El primero y principal com-promiso es el amor. Hay que buscar que sea la justicia el nombre actual de la caridad cris-tiana. Ese lenguaje es entendido por los bienaventurados que en el mundo trabajan por alcanzar la justicia. Los miseri-cordiosos: un corazón que se hace cargo de la miseria del prójimo.

• La solidaridad, entendida como el compromiso de hacer más humano nuestro ambiente social. La actitud solidaria es una traducción directa de la enseñanza evangélica de reco-nocer como prójimo al que nos necesita. Si la solidaridad es un compromiso para todo ser humano mucho más para el cristiano.

• El compromiso por la paz y la unidad se expresa en el perdón y la reconciliación. El pluralismo de nuestra convivencia social necesita tolerancia. Pero el tes-timonio gratuito del cristiano que llama a la reconciliación perdonando va más allá.

• La conciencia del servicio: lo que hemos recibido es para ponerlo al servicio de los demás. Este compromiso es de suma importancia en la tarea por el bien común.

• El aprecio y respeto por toda la creación. De ahí se sigue un amor irrestricto a la vida, en especial a la del ser humano.

Cuando los cristianos asu-men estos compromisos como estrategia evangelizadora, en-tonces su presencia en medio de la sociedad se convierte en verdadera levadura del Reino que enriquece y transforma, desde dentro.

Llevar el evangelio a las cul-turas de hoy signifi ca, entonces, múltiples desafíos y aceptar que está de por medio el proceso de conversión pastoral de la Comunidad Eclesial.

Compartamos los interrogan-tes que propone la refl exión del Consejo Pontifi cio para la Cultu-ra, y veamos en ellos el rumbo para continuar la renovación pastoral de la Iglesia:

¿Cómo expresar propositiva-mente la cultura cristiana como cultura del dar, de la solidari-dad, de la comunión? ¿Cómo in-cidir efectivamente sin imponer? ¿Cómo alcanzar e involucrar una gran mayoría de hermanos que no quieren saber nada de inicia-ción cristiana, ni de pastoral de procesos y que continúan llamán-dose católicos? ¿Cómo presentar la fe católica como el motor de transformaciones estructurales sin reduccionismos sociológicos? ¿Cómo desarrollar una presencia cultural católica en los ámbitos académicos-científi cos, en los po-líticos, legislativos o económicos; en los medios de comunicación, en los campos deportivos o ar-tísticos, sin parecer novatos o ingenuos? ¿Cómo tender un lazo

cultural entre la pastoral dioce-sana y la vida pública?

Hacia un nuevo rostro eclesial

Optar por la renovación pasto-ral signifi ca apropiarse actitudes que nacen de valores apreciados por la cultura de hoy y preparan la llegada del evangelio. Escu-char: de buscar la atención a dar atención a los demás. Apreciar: del juicio a la valoración de las personas. Acercarse: del con-tacto impersonal a la cercanía fraterna. Dialogar: del discurso al intercambio de valores. Tes-timoniar: de hablar de la fe a expresarla en acciones. Y vivir todas estas actitudes nuevas llenos de esperanza y alegría.

El factor que verifi ca que la renovación pastoral se está ges-tando en el seno de la Iglesia es la participación de las nuevas generaciones y su voz crítica integrada al dinamismo ecle-sial. Así, las nuevas actitudes pastorales no sólo permiten que los valores del evangelio lleguen a los hombres y mujeres de hoy, a sus formas de vivir y de pensar. Además, provocan que los bautizados jóvenes experi-menten sentido de pertenencia a la Comunidad Eclesial, sintién-dose miembros del Cuerpo de Cristo y gestores de lugares de encuentro fraterno, de diálogo, de libertad y de paz.

MONS. JUAN CARLOS GUERRERO

VICARIO EPISCOPAL PARA LAICOS

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▶CULTURA

Job y el volcán

CINE EL ÁRBOL DE LA VIDA

MÚSICA

TÍTULO ORIGINAL: The tree of life · GUIÓN Y DIRECCIÓN: Terrence Malick · FOTOGRAFÍA: Emmanuel Lubezki · MÚSICA: Alexandre Desplat · PRODUCCIÓN: Sarah Green, Bill Pohlad, Brad Pitt, Dede Gardner y Grant Hill · INTÉRPRETES: Brad Pitt, Sean Penn, Jessica Chastain, Fiona Shaw, Irene Bedard, Hunter McCracken, Laramie Eppler, Tye Sheridan

El árbol de la vida (The Tree of Life) es una plegaria en cine, no una película

convencional. Igual que en la oración cristiana, has de ir a ella con tu presencia abierta, dispuesta, humilde, en escu-cha, dialogante, amorosa; para seguir el aliento del Espíritu, sin saber a dónde te llevará; sin querer comprenderlo todo, dispuesto a rendirte ante el Misterio. La historia que da la materia para este ejercicio espiritual es la de una familia texana en la década de 1950, los O’Brien, con papá, mamá, y tres hijos, donde el mayor, Jack, será el hilo conductor. Nada extraordinario: un papá trabajador, responsa-ble, enérgico, exi-gente; una mamá tierna, dedicada, prudente, sumisa, religiosa, y tres chicos que juegan en el río, y con las ranas, y con resor-teras, y que van de compras con sus padres, y que no entienden todo lo que les mandan y se rebelan. Y tam-bién está cada es-

pectador y su propia historia de la infancia, y su propia familia, y sus recuerdos, sentimientos, mociones interiores, preguntas. Cada uno, cada una, como hijo, hermano, padre, madre. Alguno de los puntos que dirigen esta plegaria cinematográfica es la pregunta por Dios y la búsqueda de su presencia y de su volun-tad. La pregunta a Dios, a la vida, a los otros, al Misterio, en medio del dolor, de la pérdida, del desconcierto, de la duda, como lo van

haciendo Jack y su madre: “¿Por qué sucedió? ¿Dónde estabas Tú?”. “¿Por qué ser bueno si tú no lo eres?”. “¿Por qué vine al mundo?”

Es la búsqueda de comunión con el hermano, con la madre, con el padre, con Dios, de un Jack adulto, un arquitecto de éxito profesional en Houston, perdido y solitario en un mundo frío e inhumano. Es la relación personal con Dios mediada por las representaciones, imágenes y experiencias de la infancia y de la vida: papá o mamá que me transmiten mi imagen de Dios, y

el cosmos imponente del que formo parte. Y es también

la interpelación de Dios a Job en la tormenta: “Yo te preguntaré y

tú me responderás: ¿Dónde estabas tú cuando cimenté la tierra? Habla, si es

que sabes tanto” (Job 38, 1-3). Éste es el epí-

grafe con que inicia la pe-lícula, para reconocernos

con toda nuestra pequeñez y nuestra grandeza en medio

de un universo que nos sobre-

coge y nos rebasa, y de un Dios Creador que nos interpela pero no nos abandona.

¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Por dónde andar?... “Hay dos caminos para andar en la vida –dirá la señora O’Brien- : el camino de la naturaleza y el ca-mino de la gracia. En el primero, el camino de la naturaleza, sólo buscas complacerte a ti mismo y que los demás te complazcan, y pierdes el ser feliz aun cuando el mundo brilla alrededor de ti. En el camino de la gracia, no buscas complacerte a ti mismo, y aceptas incluso ser olvidado, echado a un lado, menospre-ciado… La única manera de ser feliz es amar; si no amas, tu vida pasa como un destello”.

Pero el camino de la gracia, del amor, no es fácil: hay que aprenderlo, transitarlo, per-derlo, equivocarse, buscarlo, retomarlo, y volver siempre a aquellas experiencias donde se nos regaló la vida, la confianza, la ternura, el cuidado, el per-dón… Quizás entonces, en ese camino espiritual, a través de tantas experiencias, podamos exclamar como Job: “Yo te cono-cía sólo de oídas, pero ahora te han visto mis ojos” (Job 42, 5).

LUIS GARCÍA ORSO, S.J.

Pecados y Milagros

Asomarse a esta nueva produ-cción de Lila Downs permite

deleitarse de los colores propios de la música oaxaqueña al incorporar elementos de la música de otras latitudes de México y del mundo. En las canciones de Pecados y Mi-lagros se reflejan las tradiciones, los dolores, placeres y traiciones; se dedican temas al valor y esfuerzo de las mujeres, al mezcal y a Zapata, entre otros.Con temas clásicos de la música mexicana como Cucurrucucú Pa-loma, Dios nunca muere o Cruz de

Olvido, suma temas de su autoría como Mezcalito, Palomito del Comal o Reina del Inframundo; esta excep-cional cantautora demuestra una vez más que la expresión del canto y la música lleva a pensar y a sentir las realidades vivas y presentes, y desde luego aquellas trascendentes.La calidad de los músicos que inter-vienen en el álbum como Celso Piña, Totó La Momposina, Celso Duarte, así como de la banda la Misteriosa, convierten a Pecados y Milagros en un ícono de la expresión cultural mexicana. Con instrumentos pro-

pios de la banda de viento, güiros, guitarras (acústicas y eléctricas), arpa y batería, la cantante convier-te este disco en una expresión de religiosidad popular.El arte del álbum cuenta con reta-blos relacionados con cada una de las canciones. La expresión popular inmersa en estas obras pictóricas

deja ver la religiosidad viva en el pueblo mexicano. La combinación de la experiencia de vida entre Oaxaca y Nueva York permea en la música, las letras y la interpre-tación. Un disco recomendable, una suma y mezcla de emociones y realidades.

ABRAHAM R. FLORES

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▶CULTURA

Duermo por ti

LIBROS FAMILIA

LIBROS NIÑOS

¿Qué es lo que puede hacer un niño en el que el SIDA, heredado de su madre

africana, va ganando la bata-lla y sus disminuidas fuerzas le exigen dormir y dormir? La res-puesta infantil que nos da nos revela su ingenua conciencia sobre las limitantes a las que lo ata la enfermedad y su deseo de corresponder, desde ella, al cariño de su mamá adoptiva: “¡Mamá, yo duermo por ti!”

Dios de repente rasga la in-timidad de su corazón por pá-ginas como las contenidas en este libro, para contarnos con toda sencillez, desde los ojos de la mamá adoptiva de Yannik, cómo se va formando el corazón de un niño para que viva el “ser santos como el Padre celestial es santo”, en el día a día de la familia, del juego, de las trave-

DUERMO POR TIAutor:Micheline PhilippeEditorial:Obra Nal. de la Buena Prensa

suras, del dolor de la enferme-dad, de la agonía y la muerte. Hemos oído repetidamente eso de que “las palabras convencen;

el ejemplo arrastra”. Y esa es la belleza de este relato. Sin rollos ni elucubraciones com-plicados, Michelline, la mamá adoptiva de Yaninik, nos va contando cómo ella, junto con Jacques Philippe, su esposo, van discerniendo la conducción de su familia y en especial el acompañamiento de Yannik, para vivir con toda delicadeza la invitación del Buen Dios en

El libro de la fede los niñosDespertar religioso en familia

El libro de la fe de los niños es un libro ilustrado que servirá a los pequeños de

entre cuatro y siete años en su descubrimiento de la fe. Esta obra habla también del amor y del sentido de pertenencia, de aquello que nos defi ne en lo esencial como seres humanos, más allá de nuestros conoci-mientos, necesidades, cualida-des y deseos insaciables. Tener conciencia de que pertenecemos a una humanidad común puede liberarnos de nuestros impulsos egocéntricos. Pasar del egoísmo al cariño y del individualismo a la solidaridad es prosperar; es el camino hacia la humaniza-ción. Si nos sentimos aceptados, apreciados, escuchados y ama-dos, nuestra fragilidad humana se puede convertir en promesa en los incontables siglos por venir. Así que si desde niños somos animados a refl exionar sobre nuestras propias deci-siones, a aceptar y respetar a

EL LIBRO DE LA FE DE LOS NIÑOSDESPERTAR RELIGIOSO EN FAMILIA

Cristine PedottiIlustraciones: Éric PuybaretPPC EditorialMadrid, 2010 • 64 pp.

los otros, a ser acogedores, a aceptar las difi cultades de la vida, podríamos crecer hacia una madurez humana desde muy temprana edad sin paralizar el desarrollo del corazón.

Estos sentimientos y propues-tas quedan expresados en este libro, a través de sus páginas y de su composición gráfi ca, con sencillez, con respeto y con seriedad, buscando en todo momento fomentar el calor del espíritu.

El libro de la fe de los niños no solo es una recopilación de temas en torno a la alegría de creer, sino también es una mani-festación de creación gráfi ca que promueve el desarrollo estético

en el niño. Es así que a través de más de 70 ilustraciones de tipo realista dibujadas con la técnica de acuarela, el libro aporta una gran riqueza artística en donde las representaciones crean una ilusión visual mucho más real que una descripción narrativa, generando un lenguaje comple-to y ordenado del mundo de la obra. También cabe mencionar que la elección de la cromática fue pensada para generar esta-dos de ánimos de tranquilidad y paz en el lector.

El Bautismo, la Biblia, la Anun-ciación, la historia de Moisés, los doce Apóstoles, el Jueves Santo, la Resurrección, aprendo a Orar, la Eucaristía, y el día de todos los Santos son algunos de los 29 temas que confi guran el libro, una propuesta editorial pensa-da en ayudar a transmitir a los niños toda la riqueza de la fe y de los valores.

De venta en los almacenes Liverpool.

los detalles que llenan el que-hacer de cada día.

Duermo por ti recoge de una manera excepcionalmente bella y cercana cómo llenar de cariño y delicadeza la vida de una fa-milia que ha recibido a ese niño africano enfermo de SIDA, ¡y a otros cuatro más, aparte de los hijos propios!

Ello convierte a este libro en un regalo especialmente oportuno para alimentar con su lectura a quien vive la pena de cuidar en la familia a un enfermo permanente o sim-plemente para quien quiere formar con delicadeza y amor el corazón de sus hijos, alen-tados por el cariño y la fe en el Señor Jesús.

P. JOSÉ AMADO FERNÁNDEZ RUIZ S.I

ASISTENTE DE LA DIRECCIÓN

DE BUENA PRENSA

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POESÍA

LIBERTAD

Se piensa siempre en un avesi se habla de libertad;entre nubes, la lealtaddespliega sus alas suave.En el espacio azul cabeel regocijo del vueloy aun en tiempo de dueloel pájaro tiene escritoalcanzar el infinito,que es la dimensión del cielo.

Así, en todos los lugaresla libertad beneficiaal canto que el ave oficiapara aliviar sus pesares.Si son los tiempos imparescanta con más voluntady en la generosidaddel trino que alcanza el monte,el paisaje es horizonteque encuentra la libertad.

EDUARDO LANGAGNE

▶CREACIÓN LITERARIA

Holland House Library

¡Es que soy hombre!, respondió Voltaire cuando le pregunta-ron por qué le preocupaba la

suerte de un hombre torturado por las autoridades judiciales, y en su indignación resuenan las campanas que John Donne hizo tañer cuando escribió: “la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque soy una parte de la humanidad”.

En septiembre de 1940, du-rante la Segunda Guerra Mun-dial, inició el largo ataque aéreo que la Luftwaffe alemana lanzó, durante ocho meses, sobre dis-tintas ciudades del Reino Unido. Conocido como el Blitz, relám-pago en alemán, el bombardeo tenía la intención de debilitar la defensa británica y facilitar un ataque terrestre. Gran parte de las edificaciones destruidas se encontraban en Londres y la devastación de una de ellas –la Holland House Library– ha dado a la historia de la fotografía una de las imágenes más emblemá-ticas por su significado.

Trasladar la cita de Donne al contexto de la Holland House Library y decir que con la des-trucción de una biblioteca se su-prime una fracción que quedará irrecuperable del conocimiento y de la sensibilidad humanos puede sonar a Perogrullo. Pero si meditamos detenidamente, esta lacónica verdad oculta una pregunta de la que, a pesar de habérnosla planteado infinitas veces, aún no alcanzamos a sopesar su terrible significado: ¿cuánto de humano hemos perdi-do con las guerras? Si la muerte de hombres y mujeres –jóvenes, ancianos, niños– no tienen otro peso que el estadístico; si la pér-dida de los testimonios de toda una cultura no nos perturba ni nos espanta el desvanecimiento de nuestra herencia intelectual, ¿en qué bancarrota del espíritu, de la esperanza y de la cultura vivimos?

Descendientes de todas las guerras del siglo pasado, con-temporáneos de las del XXI:

tristemente, pero no por ello menos cierto, hemos perdido la percepción concreta de cuántos son 60 millones de muertos y se nos ha dilatado, en cambio, la mansedumbre indolente que silencia el grito: ¡es que soy hombre! Muchos encuentran en ello un origen del desencanto colectivo, –predominante en las generaciones más jóvenes–, de la pérdida de confianza en el po-der civilizador de la cultura y de las potencias humanas, y es muy probable que no se equivoquen.

Quizá por eso la fotografía de la biblioteca de la Holland House produce una doble fascinación: por un lado, la atracción que ejerce el horror y algo de absurdo que raya en lo insano: cómo pue-de ser que luego de diez horas continuas de bombardeo, más de cien víctimas e incontables pér-didas arquitectónicas, tres hom-bres entren a echar un vistazo tan despreocupados y curiosos –las manos en los bolsillos, las rodillas cómodamente flexiona-

das– a una biblioteca vencida, agonizante, que les entrega lo que sobrevivió de sus tesoros. ¿Tanta puede ser la magnitud de nuestra indiferencia?

Por otro lado, la imagen nos hipnotiza porque propone tam-bién la idea contraria, la que preferimos mantener: entre los escombros, protegidos sólo por el cielo abierto del Blitz –que es lo mismo a decir en completa indefensión– , tres hombres se aferran a su cultura, a la vida que ella resguarda y a la libertad que representa. Las vigas que cruzan al centro de la biblioteca parecieran haber quedado ahí para sostener los estantes y que ellos tres –conjurando el miedo y la amargura con la curiosidad de sus mentes– rescaten algu-nas hebras del conocimiento que ha sobrevivido. ¿Tanto podemos confiar, todavía, en que seguimos siendo parte de la humanidad? Muchos somos los convencidos de que sí.

PAOLA VELASCO

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Alejandra SosaPintora y autora

“La fe es decirle sí a Dios”

Licenciada en Comunicación Social por la UAM, Alejandra Sosa es una pintora que no se queda sólo en eso. Ella pertenece a dos círculos de

oración, por Internet y por celular. Prepara su próximo libro mientras escribe en el semanario de la Arquidiócesis de México Desde la fe. Dinámica siempre, imparte cursos bíblicos, da charlas, acompaña re-tiros, ilustra textos, pinta y expone sus cuadros.

Para esta artista versátil, el día a día no es sencillo. Sobre todo, el vivir los valo-res del Evangelio en un mundo regido por valores opuestos, por la campaña antica-tólica en los medios, la desinformación y desinterés de muchos, el relativismo, la fe de ‘cafetería’ en la que cada uno se queda sólo con lo que le acomoda. “Vivir la fe en la actualidad es ir a contracorriente”, nos dice; “ser un laico comprometido significa diariamente ir a misa, visitar al santísimo, rezar el rosario, orar con y por otros; ha-cer apostolado, obras de misericordia y compartir con el mundo que Dios es amor, alegría, belleza, verdad, consuelo, justicia y auténtica paz”.

A pesar de ser una mujer comprome-tida en la fe, recuerda que en su época universitaria pasó nueve años alejada de ella; pero a un amigo suyo le concedió Dios un ingente favor, y le impactó descubrir que existe y “¡se ocupa de nosotros!”. Así, regresó a los sacramentos, a la oración, descubrió la Palabra y, desde entonces, entabló una relación personal con Aquel que la invita a compartir con otros la go-zosa certeza de su presencia en nuestra vida y su misericordia infinita. Apegada a las enseñanzas de la Iglesia Católica y enamorada de la Palabra de Dios, Alejandra María Sosa Elízaga no pertenece a ningún instituto religioso ni espiritualidad parti-cular, como se afirma en la página web de su editorial Ediciones72. Por el contrario, Alejandra desea mantenerse abierta a cono-cer, apreciar y amar la diversidad y riqueza que hay dentro de la Iglesia Católica. Ello le ha permitido ser llamada a dar charlas lo mismo a miembros de los Misioneros

del Espíritu Santo, Legionarios de Cristo, Franciscanos o Carmelitas, que a miembros de movimientos como Familia Educadora en la Fe, Renovación Carismática en el Espíritu Santo, Movimientos de Integración Fami-liar, Cursillos de Cristiandad, Alcohólicos Anónimos, Amigos del Estudiante Invidente y muchos otros.

El contacto con los asistentes a sus char-las, cursos, retiros y talleres le ha permitido descubrir la necesidad de mucha gente por profundizar en ciertos temas como la oración, el perdón, el discernimiento o el sentido del dolor. Para responder a esas peticiones ha ido publicado cada uno de sus libros, con un tono cercano a la gente, fácil de entender y lleno de humor: Para orar el Padrenuestro; Por los Caminos del perdón. Guía práctica para poder perdonar; Si Dios quiere. Guía práctica para discernir la voluntad de Dios en tu vida cotidiana; Camino de la Cruz a la Vida, consoladora reflexión sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesús; Viacrucis del perdón; Vida desde la Fe; Ir a Misa ¿para qué? Guía práctica para disfrutar la Misa; Docenario de la infinita misericordia del Sagrado Corazón de Jesús; y ¡Desempolva tu Biblia! Guía práctica para empezar a leer y disfrutar la Biblia.

Con esta riqueza de perfil, cabe pregun-tarse por la meta y el reto de una vida que también entraña y lleva por doquier buena noticia en obras, acordes y palabras: “Mi prójimo es una totalidad, porque es aquel que incluso no está próximo, sino lejos de mi manera de vivir y de pensar. Encuen-tro gratitud hacia Dios que permite que por mis escritos alguien logre perdonar, discernir, entender la misa, disfrutar la Biblia, volver a Él”.

La santidad es su motor. “¡Qué bueno que para Dios no hay imposibles!”, nos comparte pícara. A nivel profesional, quie-re seguir escribiendo textos que ayuden a la gente en su vida de fe. “Recién subí al Internet (www.ediciones72.com) ocho libros electrónicos y un curso de Biblia, gratuitos. Mi mayor reto es que lo que hago se distribuya y llegue a quien más pueda beneficiar”.

KATIA DE LA ROSA

Una película:Qué bello es vivir, de Frank Capra.

Un libro:La Biblia.

Tu comida favorita:La que puedo compartir. Soy vegetariana y chocolatera.

Un recuerdo de la infancia:Desde los tres años me la he pasado dibujando. En mis cumpleaños dejaba a los invitados jugando con los regalos y me encerraba a dibujar.

Una persona:Jesús.

Un sueño: Que todos conozcan a Dios y correspondan a su amor.

Ocupación favorita:Escribir, pintar, orar. Y me encanta jugar mi Cambalacho, juego de mesa que agiliza la mente y es muy divertido.

Un lugar para soñar:Un bosque; la orilla del mar.

Su significado de fe:Decirle sí a Dios.

Su divisa:“En todo interviene Dios para bien” (Rom 8, 28).

▶AL VUELO

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