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Vida Moderna JULIO, 1902 ASO II. Cuestión constitucional ¿EL COLEGIO ELECTORAL DE SENADORES, CREADO POR LAS LEYES DE ELECCIONES, ES DE CARÁCTER PERITAMENTE? (Condtisidn) (1) VI Los precedentes son, indudablemente, una fuente impor- tante, cuando ellos son dignos, como decía Hatsell. Y los que he invocado hasta ahora, son dignos, porque emanan de una Corporación respetable, que los dejaba establecidos durante una época de paz y tranquilidad, en la que los intereses de las facciones no se imponían. En ninguna Constitución se hallará establecido que un Colegio Electoral sobrevive á su misión. Ni aún en los países en que se ha admitido la elección indirecta del Senado. En Norte América es la Legislatura la que elige sus senadores, por seis años. Pero, nunca arrebataron al pueblo el derecho exclusivo de intervenir en esa elección. No oreyeron que pudiera llegarse á ese extremo. De ahí que delegaran en la Legislatura de cada Estado la elección del senador. Como las Legislaturas se renuevan con suma frecuencia, por obra (1) Vtaie VUIJL MoDnjM, tomo vn( pAg 6S. u.

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Vida Moderna (Uruguay) año 2 número 7 julio 1902

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  • Vida ModernaJULIO, 1902 ASO I I .

    Cuestin constitucionalEL COLEGIO ELECTORAL DE SENADORES, CREADO POR LAS LEYES

    DE ELECCIONES, ES DE CARCTER PERITAMENTE?

    (Condtisidn) (1)

    VI

    Los precedentes son, indudablemente, una fuente impor-tante, cuando ellos son dignos, como deca Hatsell. Y los quehe invocado hasta ahora, son dignos, porque emanan de unaCorporacin respetable, que los dejaba establecidos duranteuna poca de paz y tranquilidad, en la que los intereses delas facciones no se imponan.

    En ninguna Constitucin se hallar establecido que unColegio Electoral sobrevive su misin. Ni an en los pasesen que se ha admitido la eleccin indirecta del Senado. EnNorte Amrica es la Legislatura la que elige sus senadores,por seis aos. Pero, nunca arrebataron al pueblo el derechoexclusivo de intervenir en esa eleccin. No oreyeron quepudiera llegarse ese extremo. De ah que delegaran en laLegislatura de cada Estado la eleccin del senador. Comolas Legislaturas se renuevan con suma frecuencia, por obra

    (1) Vtaie VUIJL MoDnjM, tomo vn( pAg 6S.

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    directa del pueblo, de' ah que sea el pueblo qnien siempreinfluya en la eleccin de los senadores, an en los casos devacancia. Su soberana no se desconoce. Est influyendopermanentemente por medio de la'renovaein de las Legis-laturas, que. en los Estados no duran arriba de dos aos.Cuando los partidos polticos hacen esa renovacin en lasLegislaturas, nombran, pues, la vez, un elemento nuevo,de presente, que va tomar participacin en la eleccin desenadores, producirse la vacante. Su voluntad est ah im-ponindose. No se trata de una legislatura ya vieja, caduca-,que no represente sus opiniones del momento, como se pre-tende hacer aqu al galvanizar ese cuerpo llamado ColegioElectoral. Yno e les ocurri, cuando se dict la ley de eleccio-nes de senadores (Paschal, pgina 106), declarar lo que aquse pretende: que la Legislatura que eligi al senador quedabaah para entender en el caso de vacantes, etc. Y no se les ocu-rri, porque habra ido contra la soberana de la Nacin, enpresencia de la nueva Legislatura votarse, que representamejor y con ms fidelidad los sentimientos actuales y pre-sentes del pueblo, que han de invocarse al entrarse al Senado.Este sentimiento -democrtico-republicano es el que respe-taba la Constitucin norteamericana, y este mismo fue elque respet nuestra Constituyente al no darle al ColegioElectoral l carcter permanente que se ha pretendido. Va la fuente de la soberana, y por eso cada Legislatura, querepresenta los nuevos anhelos populares, est all prontapara interpretarlos al nombrar al senador de la Repblica.Mientras tanto, considerar exacto el argumento que aquse hace, resultara, que, como no hay nueca eleccin, tomando la letra el articulo constitucional, quedara el Senado sinsenador una vez agotada la lista. Por qu? Porque son lossuplentes designados al hacerse la eleccin del titular los ni-

    _cos que podran ingresar al Senado, porque ya no habra nuecaeleccin para nadie. Y esta interpretacin choca con el buenconcepto poltico que no permite suponer que los pueblosabdican de sus derechos, que se suicidan y que entregan susintereses unos pocos individuos. Por eso, nuestro modelo, \

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    la Constitucin norteamericana, no supuso nunca que por unmomento pudiera faltar el representante del pueblo en elSenado. Y de ah que si la vacante se produca, estando enreceso la Legislatura, el gobernador hace el nombramiento,temporalmente, mientras no se rene la Asamblea Legisla-tiva. Nadie supone, all, como no lo supusieron nuestrosConstituyentes, aqu, que el Senado pueda quedar sin senado-res, porque no deba hacerse nueva eleccin, una vez agotadala lista de los suplentes. Esta es la doctrina que se ha preten-dido sostener en un principio, aunque ms tarde, apercibidosdel error constitucional y poltico, se quiera limitar al casode la nulidad de eleccin de los suplentes.

    Otro tanto suceda con la Constitucin de Chile, de 1828,al sancionarse nuestra Carta. La eleccin era indirecta, Sehaca por las Asambleas Provinciales, razn de dos sena-dores por cada provincia; y las vacantes se llenaban por las-mismas, si estuvieren reunidas, luego que se reunieran, siestuvieran en receso (artculos 30 y 33). Como estas Cma-ras se renovaban cada dos aos, resultaba lo que en EstadosUnidos: que el pueblo siempre influa en la eleccin. Esta erala tradicin de la poca. Ms tarde, cuando esa Constitucinfue reformada, en 1833, se deca que la eleccin de senadoresse haca por electores especiales, pero que producida una va-cante se elegira otro que le subrogase por el tiempo que lefaltase para llenar su perodo constitucional (artculos 25y 35). No se supona la acefala del Senado. De ah que lapropia imperfecta Constitucin chilena de 1823 previera lasvacantes y las llenara el Director, consultando su Consejode Estado, hasta que llegara la poca de las elecciones peri-dicas. La Constitucin actual, que admite la eleccin directapor provincias, manda, desde que ya no encarga de la mi-sin las Legislaturas, que se haga nueva eleccin popular,cuando se produzcan las vacantes.

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    Este era el estado de la ciencia constitucional cuando seestudiaba la Constitucin. Los Constituyentes, que decan,por intermedio del doctor Ellauri, 'que nada inventaban, por-que ya todo estaba hecho, se encontraron con que nosotros notenamos Legislaturas, porque ni nuestro territorio ni nues-tra forma unitaria lo permitan. Pudo dar la misin de elegirSenadores las Juntas que ah creaba, pero prefiri la in-vencin de los electores especiales de la Constitucin chilenade 1833, que tena sus antecedentes en la de las Provincias

    ' Unidas de 1826.La tradicin constitucional sudamericana demuestra, pues,

    que nuestros Constituyentes no pudieron tener el pensa-miento de perpetuar un Colegio Electoral, quien, por ltimo,se le dira ah lo tengo, pero para que no llene ningunafuncin' para que no elija nadie cuando llegue el momentode estar agotadas las listas de los suplentes. > A este absurdose llegara si no estuviera ah, felizmente, la opinin de lospropios Constituyentes.

    Con el criterio opuesto al que tengo se llegara al resul-tado de que ni cuando se renueva el Senado es posible hacernueva eleccin, porque el artculo 36 dice que cuando lasvacantes se producen por cualquier motivo se convocan lossuplentes y no se hace nueva eleccin. Producida la vacantepor la renovacin bienal, entraran, segn ese criterio, lossuplentes; y agotados stos, el Senado se quedara sin la re-presentacin de tales cuales departamentos. Sin embargo,los Constituyentes no lo creyeron as, y dictaron el artculo 31de la ley electoral del ao 30, por medio del cual se hacenueva eleccin. No es posible, pues, interpretar de aquel modola Constitucin. Los mismos impugnadores asi lo han recono-cido al sanoionar, como miembros del Consejo de Estado,

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    todos los artculos pertinentes de la sabia ley electoral'de 1830, como puede verse en los artculo 42 46 de la leyde octubre 22 de 1898. En esta ley se excluy toda duda.Ella dijo, en su artculo 48, que cuando hubieran de verifi-carse elecciones de senador en periodos intermedios, las Jun-tas Electorales respectivas procedern formar las MesasReceptoras de votos, de acuerdo con lo establecido en losartculos 6. y siguientes de esta ley,'

    Por qu el Consejo de Estado no dijo que en esas eleccio-nes de senador, en periodos intermedios, intervena ese Cole-gio Electoral ?

    Por qu? Por la muy sencilla razn de que no existe parael legislador actual de 1898, como no exista para el de 1830.Por eso se recurri y se recurre la fuente de toda sobera-na: al pueblo.

    VIII

    Qudame ahora por estudiar la parte ms sencilla la vezque la ms elocuente, para algunos, de los antecedentes legis-lativos de nuestra vieja sala de la Provincia Oriental y denuestra Cmara presente.

    La sala de 1826 se haba organizado He acuerdo con laInstruccin de la Circular de junio 17 de 1825. La forma deeleccin haba sido indirecta, y cada vez que se producauna vacante se mandaba hacer nueva eleccin por el pueblo,con prescindencia absoluta de las mesas electorales constitui-das por dicha instruccin.

    As se hizo el 1. de febrero de 1826, cuando se aceptaronlas renuncias de los seores Loreto Gromensoro y FranoiseoGuerrero, mandando que el gobierno cumpliera con las ins-trucciones que estaban en prctica para la eleccin de los re-presentantes.

    As se hizo el 23 de setiembre de 1826, cuando renunoiu-

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    ron los seores don Jos Yazquez Ledesma, don Manuel Mu-oz y don Fi aasco Pl.

    As se hizo en 14 de octubre de 1826, cuando renunci donAndrs Duran

    As se aconsej en 1. de marzo de 1827 por la Comisinque opinaba por la nulidad de la eleccin de don IgnacioZufriategui por ser empleado del Ejecutivo.

    As se hizo en 15 de mayo de 1827, cuando se le separabadel cargo al seor Molina, por inepto.

    Y as se hizo, en esa misma fecha, cuando se anul la elec-cin del seor don Juan Carlos Blanco.

    No hay ms que un ejemplo en contrario emanado de laSala de Bepresentantes de la antigua piovincia, y ese fuecon un propsito inconstitucional y poltico.

    Se iniciaba la lucha entre la Asamblea y el militarismo re-presentado por el general Lavalleja. Los efectos de esta jor-nada, que traera consigo la disolucin de la Sala y la dicta-dura militar de aquel guerrero, se empezaron sentir en elseno del elemento legislativo, como una prueba de que, comoya he dicho, los principios constitucionales no prosperan enpocas turbulentas Fue as que, el 25 de mayo de 1827, laSala, violando todo.principio institucional, arroj de su seno los diputados Blanco, Bustamante, Haedo, Uriarte y Gue-rra Y esta violacin y atentado, hijos del desorden que seiniciaba, uni otro que echaba por tierra todos los preceden-tes sanos hasta entonces establecidos. Como en todo lo quees desorden y violencia se desea andar precipitadamente parahacer olvidar el atentado, creyndose que as nadie recuerdael mal hecho, la Sala de Eepresentantes de 1827 trat dereponer, cuanto antes, los diputados arrojados la calle.No se atrevi apelar al pueblo. Saba muy bien que la ca-bala y la intriga es ms fcil hacerla maniobrar dentro deun orculo pequeo. Y de ah que, trabajada por esa idea, re-solviera, por primera, y nica vez, que los cuerpos electorales,como all dijo, hicieran elecciones. Estaba apurada y no te-na tiempo para apelar la soberana nacional. Su deber, sinembargo, hubiera sido ir esta fuente, para que ella, por su

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    voto, ratificara no lo que acababa de producir al echar la callo los diputados mencionados, ya incorporados laSala, de tiempo atrs Y en su lucha atentatoria ella cay, de-rribada por esa misma fuerza que empleaba para resolver suproblema. Olvid que no haba ms poder eficiente que eldel buen procedimiento. Es el nico caso en que la Sala doEepresentantes de 1826 27 mandara que los cuerpos electo-rales hicieian eleccin, lo la lucieron. Vino la dictadura!

    IX '

    La sana doctrina de 1825 27, de la Sala de la vieja Pro-vincia Oriental, y la de la Constituyente de 1827 30, seraconfirmada por nuestras futuras legislaturas, desde 1830 nuestros das.

    Fcil es demostrarlo. Ya se han recordado muchos prece-dentes. Eepitamos algunos.

    En 20 de mayo de 1868, la Comisin de Peticiones, en laque estaba, el doctor don Alejandro Magarios Cervantes,sostena que aceptada la renuncia del seor senador don JuanGutirrez, del departamento de la Colonia," casualmente, elP. E dispusiera lo que corresponda para que se procediera la eleccin de senador y suplentes por el referido departa-mento. Por indicacin del seilor don Alejandro Chucarro secambi la redaccin y se dijo que se procediera la eleccinpor el Colegio Electoral (pag. 421, tomo 10.).

    Como se ve, nadie opin por que el Senado quedara acfa-lo de senador por la Colonia, fundado en la circunstancia deque el artculo 35 de la Constitucin ordenaba no se hiciera,nueva eleccin y que slo podan ingresar al Senado los su-plentes ya designados. Pero, lo que muchos ignoran, es queesta resolucin del Senado no se cumpli.

    La resolucin qued ah, en los anales legislativos, sin queel Senado protestara, viniendo, al fin, aceptar la doctrina

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    racional de que corresponde al pueblo elegir sus senadores,una vez desaparecidos los suplentes, sea por la causa qoesea Con el mismo criterio que se alega, fundndose en la nu-lidad, podra decirse tambin que, muertos los suplentes, co-rrespondera al Colegio Electoral hacer nueva eleccin

    Si fuera exacta la doctrina contraria, de que el pueblonunca puede hacer nueva eleccin de Colegio Electoral, peroque ste s la puede hacer, preguntara: Y si los miembrosdel Colegio Electoral no existen? qu se hace? Habra quenombrarlos para que desempearan la funcin que se sostie-ne slo l le oorresponde Luego, el pueblo elige: no es ver-dad que el artculo 35 prohiba hacerse nueva eleccin. Osellevara el principio hasta el extremo de ser consecuentes ydejar al Senado sin accin, porque desapareci el ColegioElectoral? Summum jus summa injuria/

    Entonces no se hara valer* el argumento de distraer alpueblo con nuevas elecciones

    Pero, es verdad que el Senado de 1868 sostuviera enrgi-camente, con entusiasmo y conviccin, la doctrina que im-plantaba? es verdad que se discutiera especialmente la cues-tin? li es verdad que especialmente se discutiera el punto,,ni es verdad que el Senado de entonces tuviera tales arrai-gadas opiniones Por el contrario, el doctor Magarios, queera la personalidad ilustrada de ese Senado, sostuvo la inuti-lidad de la modificacin que se propona, y, sin darle mayorimportancia la cuestin, declar que no tena inconvenien*te en aceptada All no consta que exp> esamente se discutie-ra el punto, como ahora ha sucedido, por primera vez, ennuestros anales parlamentarios Es la discusin expresa sobreun determinado asunto y la votacin consiguiente, lo queconstituye realmente el precedente; pero, de ninguna mane-ra las soluciones incidentales, como aqu ha sucedido. Puedeestarse haciendo una misma cosa durante mucho tiempo sinque nadie se le ocurra plantearse la cuestin; pero, unavez llamada la atencin sobre ella, y discutida, y resuelta, es'entonoes que realmente puede decirse que hay un precedenteserio que mencionar.

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    Por lo dems, cuando se comunic al Poder Ejecutivo laresolucin del Senado, de 1868, que vengo refirindome,qu Sesult? Algo curioso y que paso exponer.

    El Poder Ejecutivo no le dio importancia alguna fa. re-solucin del Senado. Por el contrario, segn consta del de-creto da fecha 11 de noviembre de 1868, mand que el pue-blo de la Colonia hiciera nuevas elecciones de senador,siendo as elegido el seor don Juan A de Labandera, quien,en la primera sesin preparatoria del 11 de febrero de 1869,present su poder, sin que el Senado observara absoluta-mente el procedimiento seguido

    La doctrina, pues, que en mayo de 1868 haba establecidoel Senado, l mismo se encarg de echarla por tierra, sinque el seor Chucarro, all presente, y dems senadores dela poca, dijeran una, palabra al respecto. Es que no habaconvicciones profundas sobre la materia, porque no se habadiscutido la cuestin. El precedente pues, de la sesin del 20de mayo 3e 1868 quedaba as destruido completamente, por loque ese mismo Senado haca el 11 de febrero de 1869 El de-creto del Poder Ejecutivo convocando elecciones, deca as

    Ministerio de (gobierno . ~*DECRETO

    Montevideo, Noviembre 11 da 1868

    Hallndose el departamento de la Colonia sin representacin en laH Cmara del Senado por renuncia del senador titular y los suplentes,el Presidente de la Repblica acuerda y decreta

    Articulo 1 Procsase en el expresado departamento la eleccinde senador y los cuatro'suplentes que corresponden, en la poca y forma que prescriben las leyes de la materia

    2 Por el Alcalde ordinario departamental imprtanse al efecto lasdisposiciones convenientes

    8 Comunquese, publquese y dse al H. C

    BATLLE.ANTOSIO RODRGUEZ OABALLEBO

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    Sigamos con" los pieeedentes.En 11 de jumo de 1868 la Comisin de Peticiones del Se-

    nado aconseja que se acepte la renuncia de don Benito Chain,,4 suplente por el departamento de Montevideo, y se resuel-ve que, en el trmino constitucional, se efecten las eleccio-nes segn la ley de la materia. Su proyecto dn resolucin esaceptado. En 5 de julio del mismo ano aconseja que se acep-te la renuncia de don Jos Eovira, 4. suplente por el depar-tamento de Florida, y se resuelva que se proceda en oportu-nidad la eleccin de senador y de suplentes. Su proyecto esaceptado. En mayo 11 de 1875 se acepta la renuncia de donAlejandro Magarios Cervantes, 2. suplente por el departa-mento de Maldonado; se a.nula la designacin del 3 . " suplen-te, por ser militar el designado, y habiendo fallecido el4 suplente, se manda proceder nuevas elecciones. Enla misma fecha se declara cesante don Alejandro Chu-carro, 3.er suplente por Tacuaremb, que se niega con-currir las sesiones, se declara tambin cesante al 4. suplen-te por su.incalificable conducta y se resuelve que se pro-ceda nuevas elecciones. En diciembre 11 del mismo ao seacepta la renuncia de don Juan I. Blanco, 4. suplente porFlorida, y sa ordena que se hagan uuevas elecciones. En lamisma fecha se acepta la i enuncia de don Silvestre Sienra,4. suplente por Cerro Largo, y se resuelve que se proceda .nuevas elecciones.

    En diciembre 30 de 1875 se declara vacante el puesto delsenador don Saturnino lvarez, y habindose agotado la lis-ta de suplentes por la capital, se manda practicar nuevaeleccin, en cuyo acto el senador Lavia dijo: que se su- pona que cuando se mandaba hacer elecciones era porque se haban agotado los suplentes (pg. 377, tomo 18).

    En abril 16 de 1880 se discuti en el Senado la renunciapresentada por Monseor Estrzulas y Lamas, cuarto suplen-te por Minas. La Comisin de Peticiones aconsej no se leadmitiera la renuncia, fundada en que slo faltaban dos me-ses para concluir el perodo legislativo, por lo que no eraposible pensar en una nueva eleccin por el corto tiempo que

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    media .entre la clausura del Cuerpo Legislativo y la poca fija-da por la ley para fas elecciones que han 'de renovar una partede la H. Cmara

    Como se v, pues, esta Comisin, compuesta de don Nico-ls Zoa Fernndez y don Miguel Cesar, no crea, en abril 15de 1880 (pg. 302, tomo ?0), que la Constitucin prohibierahacer nueva eleccin, una vez agotada la lista de los suplen-tes. Crea, por el contrario, que deba procederse nuevaeleccin, pero que la circunstancia de faltar solamente dosmeses paTa terminar el mandato le movan para impetrar elpatriotismo, como all se deca, de Monseor Estrzulas, finde no molestar al pueblo con dos elecciones sucesivas. YMonseor Estrzulas guard absoluto silencio, no incorpo-rndose al Senado!

    Ahora bien, los dos meses y medio se produce el caso ci-tado por los adversarios de la renuncia del seor don Silves-tre Sienra (pg. 260, tomo21) y I03 mismos senadores ZoaFernndeE y Miguel Cesar, que haban opinado, como ya seha visto, sosteniendo que cuando se agotaba la lista de su-plentes deba convocarse al pueblo para hacer nueva elec-cin, aconsejaban ahora que se citara al Colegio Electoralpara hacer igual operacin.

    Y los senadores Jackson, tarassale, Joung, Fernndez yCesar, aprueban, sin hacer uso de la palabra, lo contrario de loque no liada dos meses haban resuelto ellos mismos!

    No es, pues, con resoluciones de esta naturaleza, emanadasde hombres muy buenos, como padres de familia y cristianos,que se haban prestado para decorar una situacin de fuerzacomo la de 1880, que se puede sentar precedentes legislati-vos. Esos ciudadanos no entendan nada de derecho consti-tucional, y as se explica que el 15 de abril de 1880 sostuvie-ran, que, agotadas las listas de suplentes, debiera hacersenueva eleccin por el pueblo, y que los dos meses y mediodijeran todo lo contrario. Y todo esto sin discusin ilustra-tiva del punto constitucional!

    El precedente que se ha citado, referente la nulidad dela elecoin del doctor Begnaga, en 1859, no es procedente,

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    porque basta recordar que eso fue un acto esencialmentepoltico surgido de un acontecimiento revolucionario.

    El doctor Begnaga haba entrado al Senado por la elec-cin de 1856, y despus de haber permanecido en l los aosde 1857, 1858 y parte de 1859, se le ocurri al Senado moveruna protesta hecha en 1856 y que haba tenido muy pre-sente cuando aprob esos poderes. La resucit en 1859.Y esto, porque los luctuosos acontecimientos de Quinterosaconsejaron ese procedimiento irregular. Y no se hizo sinque el seor Acosta y Lara dijera que se procediera nuevaeleccin. Slo un criterio partidario, estrecho y radical, acon-sej ese procedimiento. Y hubo empate, que fue resueltopor el presidente del Senado, don Bernardo P. Berro. El se-or doctor Begnaga debi quedar donde estaba desde 1856.Pero, como no siempre los partidos llegan las extremida-des, resulta que el precedente invocado sirve para demos-trar que sus autores se detuvieron en la pendiente. Fue asque, cuando el seor don Narciso del Castillo ingres al Se-nado, por obra de esa resolucin partidaria, se pretendi quepermaneciese seis aos en el Cargo, pero, no obstante lo queaconsej la Comisin de Peticiones, compuesta de los seoresdoctor don Ambrosio Velazco y Juan A. Mndez, el Senadoresolvi que slo le corresponda, el trmino complementario.Este precedente servir, pues, para probar que el senador elegirse, en reemplazo del doctor Terra, titular por la Colo-nia, slo dnrara por el tiempo que ste le faltara. Ya nopresidia el seor Berro cuando se resolvi aquello: era pre-sidente el seor don Florentino Castellanos.

    Todo esto consta de la pgina 561, tomo VII, sesin del 2de julio de 1859, y pginas 66 y 91, toino rx, ao 1862, delDiario de Sesiones del Senado.

    Se ha citado tambin, como precedente, lo que el actualseor Presidente de la Repblica sostuvo, cuando era sena-dor, en 1891.

    Debe tenerse muy presente que en 1891, ni nunca, se haplanteado la cuestin como ahora. Lo que sucedi fue que elseor Cuestas, fundado en el precedente de 1887, acaecido

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    con el senador por Bocha, mocion, para que el Colegio Elec-toral de Florida resolviera el caso, haciendo nueva eleccin,Y esto lo deca el seor Cuestas, no porque se hubiera ago-tado la lista de suplentes, como sucede aqu, sino porqueen 1887 se haba dicho que era nula la forma, entindasebien, en que los miembros del Colegio Electoral de Bochahaban dado sus votos, porque no haban hecho tantas elec-ciones como suplentes haba. La ley manda se hagan tantaselecciones como suplentes correspondan, y ellos haban he-cho una sola eleccin, sin indicar el numero del suplente. Deah que el seor Cuestas, visto que en 1891, al tratar la elec-cin del tercer suplente por Florida, no apareca el orden enque se haba votado, dijera que se hiciera como en 1887:que volviera al Colegio Electoral para que eligiera comomandaba la ley, designando, si quera, al mismo doctor Ale-jandro Magarios Cervantes, cuya candidatura se disouta.No se respet el precedente de Bocha, ni se mand, que esosera lo que hubiera convenido los que sostienen la tesiscontraria, que el "Colegio Electoral hiciera nueva eleccin.La opinin del senador Cuestas fue rechazada. Como se ve,all no se 'disouti el punto que ahora dilucidamos Quinsabe si propuesto-no se hubiera sostenido lo que aqu discutoy opino, teniendo en apoyo autoridades como las de Vedia,Archaga, Martnez, Acevedo Daz, Castro, Escalada y otras.

    Pero, lo interesante es que en ese Senado estaba entoncesun ciudadano de espritu gil para saber buscar las cuestio-nes ese trmino medio, revelador de la sabidura humana. Merefiero al doctor Martn Aguirre. Pue8( bien, este ciudadanoopin como el seor senador Cuestas. El reconoca que habairregularidad en la eleccin y sostena que habra acompaado1 seor Cuestas si no fuera que ya por tres veces el Senado ha-ba tenido ocasin de ocuparse de esta eleccin al convocarseal titular y & los dos suplentes anteriores: que venir ai.ora, los aos, y cuando nada se haba objetado entonces, \, anu-lar una eleccin, no le pareca prudente. Por esta razn, quehemos de tener presente en seguida, era que el doctor Agufrreno segua las aguas de la mocin Cuestas, que fue rechazada.

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    Como se ve, este precedente no prueba que se mandara hacernueva eleccin por e! Colegio Electoral. Por el contrario, serechaz esa idea, sin discutir la cuestin de las facultades delColegio para supervivir!

    (Por lo dems, yo no quiero recordar la autoridad moral delSenado de 1891. Eecurdese que all haba un senador denun-ciado como asesino Y, no obstante todos los esfuerzos del se-or senador don Fernando Torres y los del seoi Batlle y Or-doiiez en la prensa, ese senador all estaba! Y un Senado entales condiciones poda sentar precedentes?)

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    Se ha oitado la opinin del sabio Larraaga con motivode una discusin, ajena al punto, habida en 1832, en el Se-nado de la Repblica. Era el seor Larraaga un hombre devastos conocimientos, pero ignorante, en grado sumo, encuestiones constitucionales No lo acreditan como tal sus di-sertaciones en la Constituyente. Era un hombre que arre-glaba las cuestiones poltico-constitucionales de una manerapatriarcal. Para todo encontraba soluciones, especiales conprescndenola absoluta de los principios institucionales. Edu-cado en la escuela del coloniaje y de la conquista, era auto-ritario por naturaleza y tendencia de espritu. Haba respi-rado la atmsfera de las Cortes y no se daba cuenta exactadel sentimiento popular, democrtico, de nuestras masas Poreso no figur en la Constituyente, como tampoco don LucasJ Obes, ni don Nicols Herrera No es, pues, una autoridadque pueda invocarse al lado de Ellauri, Vzquez y AltaraEn 1832 era senador, y entonces discuti una ley que obli-gaba los empleados desempear las funciones legisla-tivas Y, con este motivo, mientras hablaba el seor donMiguel Barreiro, le interrumpi el seor Larraaga parapreguntarle lo que se hara en el caso de que muriesen todoslos suplentes, lo'que inmediatamente le respondi el seorBarreiro, dicindole que no lo sabia,pero que si llegase-el caso,entonces lo determinaran las CdmarasI* (pgina 266, tomo i,.

    Aqu est la interpretacin autntica, hecha por el constitu-yente don Miguel Barreiro, uno-de los hombres polticosms preparados de su poca, que le contestaba rpidamenteal sabio Larraaga, dicindole que l no lo sabia, pero quellegado el caso las Cmaras lo determinaran. Si Barreiro,que haba contribuido diotar la Constitucin y discutirla ley electoral de 1830, hubiora credo que el artculo 35prohiba todo nueva eleccin por parte del pueblo, le habracontestado: se queda la Cmara sin senadores: se suicida laNacin, como deca Paschal, antes citado. Pero, n, como lsaba muy bien que esas palabras no importaban sino decla-rar, que, producida una vacante no se hara nueva eleccinsino que se llamara los suplentes, de ah que, con toda

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    prontitud, le dijera Larraaga: que no lo saba, pero quellegado el caso cada Cmara lo sabra Y lo curioso es que elseor Larraaga, que tan constitucionalista quiere presen-tarse, era quien encontraba remedio fcil para todo, soste-niendo que se recurriera la lista de los votantes, falta desuplentes, porque sino el Cuerpo Legislativo no podramarchar siempre que se encontrase embarazado por defectosde una ley. (Pgina 268, tomo i).

    Como se ve, nadie crea que el artculo 35 privara laCmara tomar la determinacin que oreyera ms ordenada, fin de impedir la acefala del Cuerpo Legislativo. Ni nadieorea que no poda hacerse nueva eleccin despus de efec-tuada la primera. El seor Larraaga propona un medioque nunca se discuti, porque, dice el Acta de 27 de mayode 1832: A esta altura, siendo la hora avanzada, se suspen-di la sesin, y se retiraron los seores las 2 y media de latarde > (Pgina citada).

    No volva hablarse del Proyeoto que haba dado mo-tivo esta conversacin inoidental entre Barreiro y La-rraaga. De aqu, pues, no surge ningn precedente, comopara traer colacin esta discusin, como se ha hecho.Y, como el padre Larraaga no era hombre que as no msdesistiera de buscar expedientes para solucionar las dificul-tades, h aqu que en la sesin del 27 de junio de 1832 pre-sent un Proyecto de Ley interpretativo del artculo 36 dela Constitucin, sobre reeleccin de senadores Con esemotivo deca que los Colegios Electorales se reuniran cadaseis aos y que los actuales continuaran hasta completar losseiskaos, agregando que en caso de estar impedidos los pro-pietarios y suplentes (de los Colegios?) se convocaran losqiie,siguieran con mayor nmero de votos, que se hara unapfaeea eleccin de suplentes. El no prevea en este Proyecta

    ,. t que le haba preguntado i Barreiro!t Dos hechos llamativos surgen de este proyeoto, y nada

    ns que proyecto: 1., que l seor Larraaga estaba con-vencido de que ni la .Constitucin ni la ley del ao 80

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  • 170 VIDA MODBHNA

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    por cnya ra2n presentaba el Proyecto de Ley. Si la Consti-tucin y la ley lo hubieran dicho, el seor Larraaga no ha-bra tenido necesidad de preocuparse de dictar una segundaley; 2., que el mismo seor Larraaga estaba convencido (interpretar la letra las expresiones de su Proyecto) deque la Constitucin no prohiba hacer nueva eleccin al pueblo,por lo que l mandaba que ste nombrara nuevos suplentescuando los miembros de los Colegios Electorales estuvieranimpedidos. La doctrina, pues, de la imposibilidad de la nuevaeleccin haba quedado eliminada del debate, por obra detodos, incluso el mismo seor Larraaga, cuya autoridad seha invocado en este debate. Ah est l diciendo que en casode agotada la lista de los suplentes, se har una nueva elec-cin de suplentes Ya esto importara, para los radicales, vio-lar la Constitucin, porque sta, segn ellos, lo que quierees que no se haga ninguna nueva eleccin despus de desig-nados los suplentes. Luego, fuera que la hioiera el pueblo,fuera que la hiciera el Colegio, siempre sera una nueva elec-cin, estar los trminos de la Carta, como se quieren in--terpretar. Lo curioso es que se interprete el artculo favordel mandatario y no del mandante: que se quiera suponer almandatario armado de un poder que slo tiene el mandante.Y en la duda, lo natural sera recurrir quien tiene en s lafaoultad propia y no quien la ha recibido. Por eso es msdemocrtica y raoional la interpretacin de los que recurrenal pueblo.

    Y, si en caso de estar agotada la lista de suplentes de se-nadores, el seor Larraaga aceptaba una nueva eleccin,porque el defecto de una ley, deca, no puede embarazarla marcha el Senado, es indiscutible que si el Colegio Elec-toral hubiera desaparecido su vez, el pueblo tendra quehacer nueva eZeccdntpara que pudiera hacerse por el ColegioElectoral la nueva eleccin de suplentes de senadores quepropona el seor Larraaga! De donde se deduce, pues, queno hay tal prohibioin de nueva eleccin, y que tena per-fecta razn el seor Barveiro cuando le deca al seor Larra-aga: eso lo resol-ver, en su caso, la Cmara de Senadores.

    CUESTrJT CONSTITUCIONAL 171

    Pero, el Proyecto del seor Larraaga no fue ms queproyecto, por ms que l, como se ha visto, no contrariara,lo fundamental de la doctrina que sostengo. Y queda en pro-yecto, porque nadie estaba de acuerdo con el carcter per-manente que quera darse al Colegio Electoral Ya la Cons-tituyente lo haba rechazado al dictar la ley del ao 30. Elseor Larraaga volva sobre lo mismo Por eso ni Calleros, niBarreiro, ni Campana, miembros de la Constituyente, ni losdems, que, como Herrera, Larrobla y Espinosa, formaban elSenado de 1832, creyeron del caso honrar al tabio Larra-aga, ni an por tratarse de l Como se ve, el pensa-miento de dar carcter permanente electoral qued enterra-do para siempre en 1832, como lo haba sido en 1830 y lo-seria en adelante!

    XII

    En efecto, cuando ms tarde, con estudios modernos y ex-periencia propia, se dict la ley electoral de 28 de marzode 1893, nadie se le ocurri darle carcter permanente alColegio Electoral, creado por la ley, entindase bien, y nopor 'la Constitucin. Slo las Juntas Electorales se les dioduracin de (res anos. (Articulo 6.). Y, para el caso de ha-cerse elecciones en perodos intermedios se procedi consti-tuir todo el mecanismo electoral para que el pueblo llenarastt misin. Esta miama ley reapet todo el procedimiento yei -espiritu que haba informado la liberal ley de los Consti-tuyentes de 1830. Por el se le dio al Colegio electoral lanica facultad de elegir al titular nuevamente, en caso derenunciarse antes de entrar al desempeo del cargo, comopuede verse en los artculos 43, 44 y 46, que son una fielcopia de la ley de 183O> que- no quiso dar carcter perno-

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  • 172 VIDA XODEBXA

    nente los Colegios Electorales. Otro tanto tizo el Consejode Estado en 1898. A la nica Comisin del mecanismo elec-toral que dio carcter permanente fue las Jnntas Electo-rales, como puede verse en el artculo 59 de la ley de octu-bre 22 de 1898, en el que se dice que ellas durarn tres aosen el desempeo de sus funciones, como lo haba dicho lade 1893. A todas las dems les dio un carcter accidental,en uso de la facultad que tiene el legislador de hacer aquelloque la Constitucin no le prohibe. TJS, Constitucin no pro-hibe que el Colegio Electoral dure tanto cuanto, porquede l nunca habl. Mal pudo, pues, preocuparse del carc-ter permanente de una institucin que ella no cre. Ella slodijo qne la eleccin sera indirecta Cmo seria esa eleccinindirecta? Ella no lo dijo, porque dej al legislador la fa-cultad de dictar la ley respecto al tiempo y forma de laselecciones. Por eso es, que, segn la ley vigente, cada vezque hay que hacer elecciones de senadores, son las JuntasElectorales las que proceden nuevamente formar las mesasreceptoras de votos. Todo lo anterior desaparece. As lodice el artculo 48, sin que haga distincin alguna entre elec-cin por renpvacin bienial por cualquier otra vacante,como lo haca la ley del ao SO, cuando el doctor Llambtuvo que transigir, renunciando al artculo que daba carc-ter permanente al Colegio, sin duda para la eleccin devacantes de cualquier clase. Nuestra ley actual no ha he-cho diferencia. Ni la Constitucin tampoco la hizo. Poreso, segn el artculo 48, cuando hayan de verificarse lec-ciones de senador en periodos intermedio, se organizannuevas mesas receptoras de votos, de acuerdo con lo esta-blecido en el artculo 6." de dicha ley. Cuando se hablade periodos intermedios no se hace distincin sobre si lanueva eleccin es causa de renovacin de renuncia, etc.Ella se limita decir que siempre que hayan de verificarsenuevas elecciones en periodos intermedios se harn nuevaselecciones, con la circunstancia muy llamativa de que noquiso incorporar la nueva ley la distincin qne hacia laantigua 'de 1830, en cuanto renovacin dorante el bienio

    "1

    CUESTIN OOHSTITUCIOKAL 173

    constitucional. Comprendi todos los casos de periodos inter-medios. Nadie observ el artculo de esa ley. Nadie hizo dis-tinciones. As igualmente sucedi cuando, al discutirse la leyde Eegistro Cvico, en 1893, propuso el seor Carve que laJunta Electoral durara tres'aos. Nadie lo discuti. Esaera, adems, la tradicin de nuestra ley de diciembre 16de 1874.

    Al disontirse la Ley de Elecciones de 1893, el seorministro dijo, en la pgina 41B del tomo 126 de la CC.de EE:

    cPero, mientras ellos existan (los Colegios Electorales) enlimero bastante para reunirse y constituir Colegio y elegircandidato, estn actuando dentro de sus facultades propias,disponiendo de la fuerza pblica, tienen su soberana propia,y deben, ya dije, tener subsistencia legal durante un periodode tres aos que la ley marca. (CC. de EE., pgina 415,tomo 126).

    No obstante lo expuesto por el seor ministro, en la leyno se consign que el Colegio Electoral durara tres aos,pero s en lo que las Juntas Electorales se referia.

    Y por qu?Porque se ira cometer el absurdo de crear un Colegio

    por tres aos, que no tendra funcin que Uenar al renovarseel Senado, en el primer bienio. Habra entonces dos Cole-gios!! El que durara tres aos y el que se elegira para larenovacin bienal del Senado! Cul valdra?!

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    Creo del caso, para terminar, recordar lo que el seorministro de la poca, don Francisco Sauz, expuso todavaSobre el asunto, para' relacionarlo con aquella opinin deldootor don Martn Aguirre, ya citada, cnando se discuta

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    174 VIDA MODEBNA

    la eleccin del senador por Eocha. Conviene hacerlo aspor lo qne la moral interesa.

    Deca el seor ministro Bauza:< En cuanto la forma en que se deducirn, las protestas

    ante la Cmara de Senadores y el alcance que ellas tienen,quedar de la misma manera estipulado por el artculo quese propone, si merece la aceptacin de la H. Cmara, que elSenado no puede proceder de oficio anular Colegios Elec-torales; lo que sera un verdadero peligro, porque si el Se-nado, por s y ante s, anulase esas corporaciones, ya no ha-bra eleccin de segundo grado, sino que seria l, que poruna mistificacin, que estoy lejos de- creer que aceptaracomo un temperamento suyo, sino que hablo en hiptesis,sera l quien elegira verdaderamente los senadores; yde esta manera, una minora bien regimentada llegara constituir el Senado de la Nacin su gusto y en las po-cas en quemejor le conviniera. (C.C. de B.E. tomo 127, p-gina 7).

    En su virtud, propuso un artculo, que fue sancionado, ydice as:

    Artculo 47. Las protestas que den lugar, as la eleccin de Colegio Electoral como la de senador, se deducirn ante la Cmara de senadores, la cual al tomarlas en considera- cin, podr anular una ambas elecciones protestadas, segn lo juzgue procedente. (Ao 1893).

    Si la doctrina establecida en la ley de 1893, confirmadams tarde por el Consejo de Estado de 1898, fuera una ver-dad en la prctica, y el tiempo, por s solo, tuviera la virtudde validar lo nulo, como lo sostena el doctor Aguirre en elcaso del senador por Eocha, indudablemente que el Senado dela Bepblica no podra arrojar de su seno ningn suplente,aun cuando estuviera plenamente demostrado que no era ciu-dadano, que no reuna las condiciones exigidas por la Consti-tucin de la Eepblica. Los artculos de esas leyes habranarrebatado al Senado el carcter esencialmente poltico quelo distingue, obligndolo abrir las puertas de tan angustcorporaoin al ms inmoral de los hombres, tan slo porque

    CUESTIN CONSTITUCIONAL 175

    fio hubo persona partido que presentara una, protesta enel aoto de celebrar la eleccin y porque el tiempo transcu-rrido y las tres veces que se han discutido los poderes deltitular y de los suplentes de la Colonia habran bastado, por Bsolos, para darle, al que no es ciudadano, las calidades detal, y, por consiguiente, no habra posibilidad de cerrar laspuertas del Senado los que ahora resultan sin condicionespara desempear el cargo. Es que sobre lo escrito, aunquese llame ley, hay algo superior, cuando va contra los dicta-dos de la moral. El Senado es el juez absoluto de las elec-ciones de sus miembros y lo que la ley de 1893 dijo, copiado,sin mayor estudio, por el Consejo de Estado en 1898, era unabsurdo, contra la cual la prctica ha protestado diciendo:%aqu, al Senado, no entra sino el que rene las condicionesqu este cuerpo poltico reclama, y en lo que se refiere su organizacin slo su voluntad impera, desde que hay unaley, que es la Constitucin, que exige invariablemente ta^les y cuales condiciones para el desempeo de la funcinpblica.

    Con el criterio que domina, de no estudiar el espritu dela ley, que es el que le da fuerza y vigor, resultara que elSenado estara obligado recibir en su seno los que hubie

  • 176 VIDA' HOJJEBNA CUESTIN OMSTITDCIOIAli 177

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    os Cervantes se retiraban del Senado,- declarando, ante lafaz del pas, que era sensible se hubiera malogrado la obradictando una ley que no estaba destinada sobrevivir. Y as,en medio la precipitacin y al silencio, fue sancionada* enel Senado, estoparte de la ley de que me ocupo, que arreba-taba la propia corporacin el derecho de velar, por smisma, porel honor de la casa en que habitaba.-La ley pol-tica que no est basada en la honestidad y en el dereohoirrenunciable de velar cada uno por el honor y la moral desu hogar, no est destinada sobrevivir ni ser respetadani ser practicada; porque-la dignidad 1 menosprecia y larechaza. Es.lo que-ha sucedido y suceder con todas las le-yes inmorales que pretenden arrebatar al hombre el sagradoderecho de ser el-nico'juez de su honor poltico con arregloa los dictados de su concienoia. Por eso ea que ahora, un Se-nado, que estima BU honor, presoinde de semejante disposi-cin absurda y pone sobre ella el precepto constitucional ylos dictados de su propia conciencia, que le mandan averi-guar, por s mismo, si el electo rene no las condicionesde elegibilidad, Hayan no protestado la.eleccin en el actodel comicio y haya no transcurrido mucho tiempo. Los pai ti-

    -dos no ejercen tutela sobre el soberano. Este es el esprituque vivifica'y da vigor la ley. Y es este mismo espritu elque haca decir al doctor don Carlos M. Ramrez que ennuestro pas hay infinidad de cuestiones que estn resueltasde una manera transaccional, por la ley, por la benvolainterpretacin de. la ley/ por la accin de las costumbres, menudo ms eficaces ms slidas que los mandatos dellegislador (pgina 341, tomo 71, del Senado). Ya s comoahora se ha inspirado el Senado al no dar estricta aplicacin semejante atentatoria disposicin contra su propia essten-cia moral y poltica, reconociendo que hay una leysperior,que es la de su misma-conservacin, para no hacerladependerde la 'intriga y-de la voluntad de una camarillaj as lo mismo,en el caso actual, hay. que ir buscar la soluoin del pro-blema, no en lo medios pequeos, no en los precedentes con-tradictorios, no-en las opiniones aisladas vertidas con ocasin

    da debatirse otros asuntos, no en los proyectos de ley qu ni-siquiera han sidodisoutidos; sino en el espirita de la Consti-tucin que est ms arriba de los intereses transitorios,y qununca se encontrara ofendida ni denigrada cuando e ledijera: en la duda, entre apelar al pueblo la voluntadde una camarilla electoral, prefiero equivocarme con la opi-nin pblica actual, que'es la^nica' que ha d recurrir elestadista y una corporacin esencialmente poltica como elSenado. ; : - . - - . . . . . . , . -

    cEl error de los que analizan-superficialmente las oosas,deca el seor Bauza, est en suponer que los males se ata-can por medio de combinaciones de ingenio. Las institucio-nes no sern nunca otra cosa que metal sonoro y cmbalo re-tumbante, mientras los hombres que las personifican y lospartidos capaces de levantar-esos hombres; no tengan la en-tereza de nimo y la magnanimidad de corazn que-hacende la honradez'-un culto y del patriotismo una norma" de con-ducta. Si queris buenos diputados; formad con antelacinbuenos ciudadanos, sembrando en las escuelas-la semilla deuna moral enrgica, y- dejando en los puestos pblicos elrastro de ejemplos dignos y de abnegaciones estimulantes,(Pginas-443 y-444, Estadios Constitucionales por FranciscoBauza). De ah que sea preferible que una corporacin aspire compartir su poder con el pueblo, y nunca con una cama-rilla, teniendo muy en cuenta- que en la vida poltica elfenmeno que se opera es siempre en; contrario, porquelapropensiji de las corporaciones tiende acumular poderesen sus manos, extender su influencia y ensanchan- el circulode los'medios y de loa objetos* Bomtidos BU patronato,como dice Stpry en-sus Estudios, sobre la' Constitucin deNorte Amrica (pgina 39; tomo i ) .probi4ad-ensu8asuntosprivados,'q en los negocios pblicos,y que van ma lejos-para-servir un partido; que para servir suinters persdnal; El honor s un gran freno para el gnero h-

    'mano, pero cuando una reunin de,hombres procede en co-mn, este freno pierde una gran parte de su fuerza, ..porque

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  • 178 VIDA MODEENA

    cada individuo est seguro de la aprobacin de los de su paf-tido, para todo aquello que sirve al inters comn, y tam

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    CUESTIN CONSTITUCIONAL l o

    nal! que me cedisteis generosamente vuestro hogar, ms do Unavez ennoblecido por la voz poderosa y elocuente de vuestrosoradores, creed que os agradezco vuestra presencia y vuestraactitud, por lo que termino implorando vuestra indulgencia O).

    ALBERTO PAIOMEQUE.

    (1) No ma he atrevido, por no tener la seguridad de reproducir bien lo alldicho, & Incluir en este t rali ajo las diversas frases improvisadas, en las que,recuerdo, hacia resaltar el grado de adelanto operado en el pas, al ver all, enun club nacionalista, a hombres de todos los partidos polticos, confraterni-zando, lo que fu muy aplaudido por loa circunstantes.

    Dnspus de dada eata-jcoufarencai he seguido estudiando los preceden-tes de la sala de la Provincia Oriental, a la que he credo conveniente dar algunaimportancia por tratarse de una eleccin indirecta Y debo manifestar que he en-contrado, en el Begistro Oficial de la epocA, algunos precedentes que no afeo-narlan mi doctrina radical, s se tratara de una eleccin de cenadores. A fuerde leal, y como prueba de que slo aspiro buscar la solucin que aconseja elbuen criterio, citar aqu esos casos.

    En. enero 8 de 1829, con motivo de la renuncia del seor Gir, el Gobiernomanda hacer nueva eleccin por Id mesa Electoral, sin que la Sala as lo o-daara en sn sota

    En enero 26 de 1829 sucede otro* tanto con don Feliciano Bodrigue*En febrero 7 de 1839 sucede igualmente con don Pablo Zctfriategui. Otra tanto

    con don Bonifacio Eedruello eu mano 2 de 1829.En mayo 8 de i*9 la Sala manda que se renan nuevamente los electores 7

    procedan a otra eleccin para subrogar don Santiago Vzquez.En agosto 11 de 1829 se exonera al CUTA don Felipe Santiago Torres de

    Leivft y se manda que ol mismo colegio baga nueva eleccinEn agosto 7 de 1829 se deucbs la eleccin de don Jos lvare* y se manda

    que sionismo colegio haga nueva eleccinEn septiembre 4 de 1629 se anula la eleccin de don Francisco Leoocq y tu

    znnda que el miimo colegio haga la- eleccinEn septiembre 29 de 1829 se admite la renuncia de don Julin lvarez; en

    septiembre 22 del mismo ao se acepta la excusacin de don AgnBtin Vidal; enMptieubr* SB del mltmo se declara vacante el puesto de don Jaime Zndafies,en septiembre i del mismo se admite la renuncia de don Gabriel A* preira,en octubre 17 del mismo te declara varante el puerto de don Santiago Vilquesy en abril 18 da 830 acptase U excusacin de don Manuel Soria, mandn-dose en'todos estos se hiciera nueva eleccin por la misma m e electoral.

    En cambio en abril SU de 1829, en 8 de mayo del mismo, n junio 21, en ju-nio 19, en folio , en 93 de agosto, en noviembre 90 de 1829 J tn febrero 19 ymano 9? ds 1830, la 8*1, al mandar se nombren los que deben subrogar loseflore Eufemio Masculino, Jos A. Bamre, Joaqun Snare, Jos TrapanJ, Lo-rnio Farnindei, Nicols Querr, Jo*4 Vidal y Medina, Julin Gregorio de Es-pinos, Jos FalU ZubUlEga y Cipriano Payan, no dice qae daba ser la propiamasa electoral 1& qae haga ta nuera leccin.-

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    Confidencias de un pintor

    UNA .PAGINA DE NTELA

    Enero 14 de 19**

    En la Academia de pintura, donde voy por las noches,se rene un pblico mezclado. Es una amalgama pintorescade caracteres, de notas y de lenguajes que se coordinan y sefunden en un parisianismo ultra-moderno; Las corbatas anu-dadas con descuido, las boinas la Eembrandt, los pantalo-nes anohos y los grandes chambergos tradicionales se amon-tonan ante los caballetes en la sala cuadrada dnde pontificaun pintor famoso que exige vasallaje. Las mujeres que asis-ten los cursos visten invariablemente de negro, llevan pei-nados la Boticlli, tienen caras muy plidas y son gene-ralmente despreocupadas y audaces como los hombres. LaAcademia es un centro de estudio y de 'conversacin, doabandono y de ingenio, donde la chanza y la risa esconden menudo algunas lgrimas.

    Nada ms triste que esos trabajadores del ideal que apuransu labor y se espolean l espritu, sitiados por el hambre,1 laenvidiadla soledad la impotencia. La. costumbre y el nece-

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    ' CONFIDENCIAS PE . US PINTOS 181

    sario prestigio que da la apariencia dd la felicidad, les con-denan 4 llevar mscara d alegra. La tradicin, quiere queel rapin nazca deuna carcajada como de un huevo. Pero en

    ' el fondo de las conciencias, en la profundidad de las almas,todo est enlutado y tendido como'para un gran funeral.Unos se ven sitiados y envueltos por las necesidades de lavida que amenazan devorarlos y hundirlos; otros se ven he-ridos y atormentados por el encono de los que roen y zapantodos los rboles del bosque para derribarlos, ponerse depuntillas y parecer descollar; stos se hielan en.un destierrode alma, separados de toda ciudad amiga, en un desierto deindiferencia, solos; y aqullos se refuercen y se torturan enun supremo esfuerzo de voluntad para romper la crcel yalzar el vuelo, guilas ebrias de extensin, sin alas. Apenassi en el oscuro mar de desesperaciones se akan algunos ce-rebros tranquilos y slidos, como peascos en cuyas crestascae un rayo de sol. Son los elegidos. Los dems no lo saben,pero ellos s. Si son sobrios y cautelosos en la accin, esporque saben que estn haciendo historia con sus vidas.

    Cuando entro esa-sala gris, donde parece que todo-esviejo y usado, me invade una tristeza inexplicable. Me parrec? qne me interno en una cueva de. sombra habitada poralquimistas extraos que manipulan drogas intelectuales,buscando combinar un producto peligroso y sublime ijueser como una llamarada en la noche. Y me apena el infruc-tuoso tesn con que'se investigan, el alma y se retuercen lavoluntad, para componer algo que les hace encogerse al finde ombros y decir era otra cosa*. El artista es menudo

    ; como esos buscadores de oro que se aventuran en las peligro-- gas regiones del Klondike, perforan las montaas, agujerean

    el'suelo y roen el planeta con la esperanza de arrancarle sustesoros. En la inmensa soledad inhospitalaria, arrastran sufatiga sostenidos por la avidez del triunfo. Ydsspus deagotar la voluntad y la.fuerza, enfermos, ^alentados yvencidos, aoabanpor caer casi siempre al piede^unsmon--.

    1 tafia y morir ms de desesperanza que de muerte, coq l cara-

    hundida en el polvp, besando la misma tierra que les burl..,.

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  • 182 VIIU MODEHNA

    En el silencio de mi faller he sentido muchas veces eseescalofro de miedo ante la dificultad de realizar la obra.Pero una mano de luz me ha sostenido. Y he vuelto i tomarlos pinceles con entusiasmo. Por eso me consternan las lu-chas que adivino bajo las caras sonrientes de los rapia dela academia. Quienes sern los elegidos?

    Qu importa! El saln se llena al anochecer de siluetasobscuras y flacas que se inclinan sobre su labor y slo levan-tan de tiempo en tiempo los ojos hacia el modelo que se des-taca en el gran oasis de luz... El trabajo disipa todas las in-certidumbres. T despus de todo, basta la satisfaccin dehaber intentado. Se ama el arte por el triunfo que pro-cura se ama el triunfo por el arte que" lo da?

    Enero 17 de 19**

    La vida ha sido siempre para m como una de esas aldeasedificadas sobre rocas, en cuyas calles mezquinas y casi de-siertas slo hay gentes desconfiadas y speras que se dispu-tan se espulgan. Pero hoy he apercibido un resplandor.,,

    Al entrar la sala de la Academia una emocin me opri-mi la garganta. En el sitio vecino al que ocupo habittial-mente estaba una mujer desconocida, que me impresion, nos por qu. Mis ojos se encontraron con los suyos, cuandoella se volvi para ver al que entraba. Hubo, leve, casiinvisible,como una sonrisa de complicidad. Pero cuandome sent su lado, no contest mi saludo y pareci absor-berse en su labor. Yo no supe, al prinoipio, qu decir. Mien^tras dispona mis cartones, la mir de soslayo. Ella debiadivinar la mirada, porque se puso muy roja. Entonces invo-qu la costumbre tradicional y le pregunt su nombre

    Elena Pietrowska, polonesa. Sus ojos tuvieron no s qumezcla de tempr y de audacia al pronunciar el apellido ex-tico que silb entre sus labios como un nombre de mariposa.Sin abandonar el trabajo, iniciamos una conversacin entre-cortada y superficial que nos llev de la pintura Varsovis,

    CONFIDENCIAS DE UN PINTOS 183

    y de la vida de Pars la armonizacin de los colores...Me senta emocionado como nunca.La cara rosada de ojos azules y cabellos rubios que son-

    rea mi lado, era como una rfaga de primavera sobre mivida, Elena Pietrowska, repeta mi corazn, como si qui-siera apropiarme el nombre y fundirlo en si. Una ternurainmensa suba de mi alma y me traa la boca mil frases quenp era posible pronunciar todava...

    La conversacin se hizo penosa.. .quizase senta ella tur-bada como yo . . . Lo oierto es que abrevi sus respuestas yacabamos por trabajar en silencio.

    Mi labio call, pero mis ojos no la abandonaron. Aquelcuerpo robusto, de formas llenas que se hinohaban bajo elvestido color de rosa, tena un perfume agreste que atraa.Su fisonoma matinal de mujer del norte irradiaba tranquili-dad y frescura. Elena Pietrowska no se paraca ninguna delas estudiantes de Bellas Artes que frecuentaban la Acade-mia. Era alta, grande, sana y alegre. lo pareca llevar lutoni en el alma ni en el vestido .^ Era un manojo d,e sinoeridad,de fuerza, de vida que contrastaba con el estiramiento y elcansancio que la rodeaba. Su carcter se destacaba sobre losdems, como su traje rosado sobre la uniformidad sombradel conjunto. Y sus labios vivos que serpenteaban sobre losdientes, sus ojos azules que le iluminaban la cara, el ruborque la envolva, le daban cierto poder de atraccin que hacavolver los ojos todos los estudiantes. No es que sus rasgosfueran perfectos. No hubiera sido modelo en Grecia. Su nariz-era un tanto escasa, la cara era demasiado redonda... peroel tinte rosado de la piel y el resplandor de los cabellos labailaban en una especie de nimbo de juventud.y de frescura,prestndole no s qu fragancia de flor de durazno, de da deprimavera, de escaramuza de amor...

    Yo la miraba fijamente, tratando de adivinar sus pensa-mientos. Era difcil reanudar la conversacin interrumpida,Y adems, no tenia nada que decir. Era tan agradable, elsilencio junto .aquella ilusin que dorma!

    Cuando termin el curso y salimos de la Academia, Elena

  • 184 VIDA HODEHNA

    Pietrowska me permiti acompaarla hasta su casa Tive enuna callejuela pobre, en los alrededores de la estacin Mont-parnasse. Durante el trayecto, conversamos de muchas cosas.Me dijo que tena veinte y dos aos, que haba venido de supas con su ta, que slo contaba permanecer en Francia eltiempo indispensable para terminar sus estudios, que habadejado un novio en Varsovia .. Yo le cont mi vida reti-rada y obscura, mis sueos de porvenir, mi sorpresa al en-contrarla. . Qued resuelto que seramos amigos.

    . . . A condicin dijo Elena, amenazndome con undedo,de que ser usted juicioso y no dir una sola palabraque pueda contrariarme.

    Dems est decir que promet todo lo que me exigi yseguimos andando por la calle del Bac que estaba aquellashoras completamente desierta. Elena me cont sus impresio-nes de primer da de Academia, su cortedad al entrar, su con-fianza despus, ante la despreocupacin de todos y su deseode terminar sus dos aos de estudio y volver Polonia paracasarse.

    La insistencia con que me hablaba de su prximo matri-monio me llenaba de amargura. Mientras dibujaba su ladome haba hecho tantas ilusiones, que me dola verlas morir.Pero pesar de todo, logr mostrarme impasible y conversarde cosas indiferentes y- triviales con una verbosidad que mesorprendi. La arquitectura especial de las viviendas histri-cas que se alzan en aquel antiguo arrabal elegante, me sirvide tema para una disertacin que Elena pareci escuchar coninters. Para borrar toda sospecha de contrariedad, preguntel nombre del prometido y habl con indiferencia de su por-venir. Creo que llegu hasta reoocijarme de la felicidad queles aguardada.

    Cuando llegamos la calle D* * Elena se detuvo la puertade sn casa y sef excus. No poda invitarme subir con ella,porque sn tia deba haberse acostado ya. Pero me invit venir al da siguiente, aadiendo que tendra el mayor gustoen presentarme. Convinimos la hora. Nos estreohamos lasmanos.

    CONFIDENCIAS DE UJT PINTOB 185

    Ella desapareci detrs de la puerta que se cerr en segnida.T yo me qued inmvil, en mitad de la acera, sin saber quehacer, ni que pensar Levant maquinalmente los ojos haciala luna que hua y me pareci que el mundo giraba con mesrapidez que de costumbre. Despus me alej lentamente, pen-sando1 en mil cosas la vez, sin atinar elegir una.

    Enero 18 de 19""

    La ta de Elena Pietro^vska me ha recibido con esa ama-bilidad fraternal de los pueblos eslavos, donde se conservanan ciertas costumbres patriarcales olvidadas en el resto deEuropa Es una seora joven todava, que ha ledo mucho ytiene una fisonoma simptica que se acuerda con mi carcter.

    le ha referido detalles curiosos sobre la vida rusa Me ha 'contado algunos rasgos de su hermano, el padre de Elena, quefue general, tom parte activa en algunas agitaciones y esthoy clavado en su silln de paraltico, asistiendo la agonade su nacionalidad que coincide con la suya. Despus hemosconversado de la educacin moderna, de los derechos de lamujer, dla necesidad de evolucionar hacia el progreso. .Es un espritu gil y comprensivo que sabe bordar una con-versacin sin enredarse en las ideas. Y un carcter de avan-zada, que acepta mucho de lo que discutimos todava.

    Mientras conversbamos, su sobrina nos miraba con cierta' sonrisa irnica y pasaba de una silla un silln, se levantaba,

    volva, con esa alegre inquietud juvenil de la mujer que seconoce hermosa. A veces nos cortaba la palabra atropellada-mente para hacer una pregunta, mostrarme un retrato, daropiniones sobre las cosas de su pas Todo esto sin hilacin,sin orden, cediendo su estival cosquilleo de vida. Se hubieradicho que un Fauno brincaba dentro de ella. Pero haba nos qu infantil castidad dentro de sus peores atrevimientosde nia caprichosa.

    Despus del t, las cuatro, cuando se habl del bosque deVtnAUOUtC1t*A. T Til

    :: wsX ;^M.e

  • 186 VIDA MODERNA

    Bulog'ne, Elena manifest n vivo deseo de conocerlo. Su tame autoriz acompaarla en la primera ocasin. Es una con-fianza que me oblig mostrar cierta reserva. Pero Elena, enuna de esas decisiones bruscas que saltan de su carcter audaz,resolvi aprovechar el momento y realizar la excursin en se-guida Un sombrero lleno de rosas colocado rpidamente yasegurado con un alfiler, fue toda su compostura Se alist enun salto, abraz la ta que nos miraba con inters desde susilln y bajamos las escaleras como dos camaradas, disfrutandode sa buena fraternidad de los sexos que fortifica la digni-dad de la mujer y hace al hombre ms respetuoso

    Desde ayer estoy viviendo una vida tan nueva, tan inespe-rada, que ya no me quedan asombros Ms dejo llevar por lascosas, cedo la casualidad y acepto las doradas sorpresas deldestmo casi con temor, porque me parece que si me acariciaahora es para hacerme sentir ms hondamente despus sus bo-fetadas de invierno Pero cuando me encontr en mitad de laacera con la amiga gentil que se apoyaba en mi brazo, mesent alegre y locuaz, como si una gran transformacin hu-biera cambiado la forma y la esencia del universo. Me pare-ca que la ciudad me abra sus calles y sus plazas, como unaselva de ilusiones cuyos caminos todos conducan la felici-dad El fro de enero, que es el ms fuerte del ao, nos enro-jeca el rostro, pero llevbamos primavera en el alma y el l-timo resplandor de un sol triste que mora bast para hacernosdeclarar que la tarde era ms hermosa que nunca. Saltamossobre la imperial de un mnibus que bajaba por Vaugirard ydesde el asiento elevado, como desde el techo de una casa, vi-mos el entrevero de carruajes y peatones que se entrelazabany corran nuestros pies, en la efervescencia de la ciudad porcuyas venas ciroulaba la vida. Las paiedes grises de los edi-fioios cuyas ventanas se abren rara vez en invierno daban la poblacin cierta actitud misteriosa de meditacin y de tris-teza; pero los almacenes, con sus vidrieras atestadas que sealineaban hasta el limite, ponan una extraa nota de anima-'cin en el paisaje. Los grupos oleosos que cubranlas veredas,eran, cada vez ms compactos .

    fe

    CONFIDENCIAS DB UN PINTOE 187

    A medida que avanzbamos y atravesbamos el centro dela ciudad, nos pareca que una gran conmocin sacuda lasgentes y las arrancaba sus hogares para hacerlas acudir una fiesta una revolucin, en la que todos deban tomar parte.Pero ese aspecto formidable y majestuoso de la Babel quenos asombra siempre, pesar de la costumbre, no me infundahoy la temerosa inquietud de otras veces. En ciertos das desoledad y de sombra, me ha causado pavor ese monstruo detres millones de caraos con el que parece que tenemos que li-brar un combate todos los das. Hoy he atravesado sonriente,como si la amenaza no pudiera alcanzarme .

    Elena hablaba de los vestidos, de los tranvas, de las cos-tumbres, de todo, deshojando frases de seda sobre la ciudadque herva sus pies. La inmensa y poderosa mquina dehierro que muele y aplasta las vidas en su actividad acompa-sada y monstruosa, slo nos arrancaba observaciones de de-talle. Tan cierto es que, ser feliz, es como ser ciego!

    Cuando llegamos al bosque, la tarde comenzaba declinar.Sobre el csped, al pie de los rboles, quedaban todava algu-nos rastros de la nieve que haba cado el da anterior. Y enla claridad borrosa del atardecer, que daba las calles plan-tadas de rboles sin hojas un aspecto doloroso de jardn dehospital, apenas pasaban los ltimos carruajes que volvan -la oiudad y los escasos transentes que se arrebujaban en suspieles. Perola naturaleza nopierdu, ni an en invierno, su ama-ble solemnidad. Las perspectivas lnguidas de los rboles,amontonados al borde de los lagos en aotitudes misteriosas,la imprevista curva de los caminos estrechos; los alegres oho-rros de las fuentes; el claro que se abre como una sonrisa enuna existencia de dolor; todo lo que duerme y lo que sueaen esa vida estancada de los bosques, petrificados en su con-gojay* ensimismados en su angustia, nos asaltaba, nos rodeabay se nos suba la garganta, en frases otoales que torbelli-neaban bajo el pensamiento.

    No s ai Elena comprenda el lenguaje spero y fuerte deesos rincones de la naturaleza, pero sus palabras hallaban ecoen mi espritu.

  • 188 VIDA MODERNA

    Todos los bosquesdeclar al cruzar una avenida,tie-nen una cara y un corazn. Este es una mujer de mundo. Losde mi pas son moujks amenazantes y brbaros. Pero la son-risa cortesana de esta amable naturaleza, prefiero la ruda sin-ceridad de la ma. Bay en aquellas selvas enormes un terrorque nos aplasta y nos vuelve la realidad de lo que somos.

    La conversacin sigui al azar de las generalizaciones...Hubo un momento en que cre que no poda fingir ms. Meahogaba un secreto. El paseo amistoso durante el cual todohaba sido hasta entonces indiferente y me someta la tor-tura de callar lo que me saltaba en el alma. Las palabras deternura me suban i borbotones, pero cada vez que me dis-pona dejarlas salir, me retena un esorpulo. Cmo faltar mi promesa hecha lealmente la noche anterior? Cmopermitirme, dentro de nuestra tranquilidad de amigos, unaemboscada, de amante? En aquella soledad, una palabradulce podra resonar como un insulto. Me haban confiado Elena, como un amigo. No quera pronunciar una fraBeque pudiera ofenderla. Mis escrpulos hubieran podido sertachados de ridculos por los salteadores de almas que apro-vechan la sombra para surgir de pronto y robar amor, pero m me pareoieron de una honradez elemental. Ahogu enm el inmenso deseo de hablar que me atormentaba. Yaguard entrar de nuevo en la poblacin para desenmasca-rarme la luz. Quera que Elena me escuchase en plenalibertad. En los bosques hay siempre un fauno que gesticula.Porqu exponerla confundir una impresin del momentocon una sensacin durable? La noche y la soledad me dabandemasiadas ventajas sobre ella.

    El esorpulo es el terreno que va ganando el hombre so-bre s mismo.

    Guando estuvimos en la avenida donde comenzaban bro-tar las luces de gas y donde se apiaba una multitud ata-reada y rumureante que sala de los almacenes y se amonto-naba las puertas del ferrocarril metropolitano, la mir enlos ojos y habl:

    Desde que nos hemos encontrado, se ha abierto un

    COOTIDEN0IA8 DE UN PINTOE 189

    .

    mundo para m. Sus ojos blancos de polonesa, se han incrus-tado en mi alma de estudiante. No soy el amigo imprudenteque habla de amor faltando la palaibra empeada, sino elprisionero que se despereza y rompe las convenciones paravivir. S que hay un compromiso, una frontera, una familiaque la retienen usted, pero mi esperanza salta, por encimade todo eso. Si usted es como yo me la imagino, las preocu-paciones que nos impone la costumbre son paravanes depapel que desgarraremos con el codo. Me acepta usted?Slo soy un pintor desconocido, con casa y nombra en elporvenir, pero sin nada en el presente. Mi alma es la' ant-tesis de la vida actual. Aborrezco todo lo que hoy triunfa.Para respirar, tengo que refugiarme en mis sueos. Vivolejos de todo lo que bulle, como un animal hurao. Quiereusted que seamos dos torres de meditacin, unidas por unpuente de cario? Tiene usted en los ojos algo de mar y decielo.. El alma se parece siempre los ojos No he podidoequivocarme: pensamos juntos. Quiere usted unirse con-migo?

    Elena me escuch sin sorprenderse, pero se puso muyroja. Sus ojos parpadearon un instante, como cuando noshiere una luz muy viva.

    Si yo tuviera el derecho de soar;me dijo, abando-nndome su mano pequea, seguiramos andando por lascalles y las plazas, en este singular mareo del crepsculo yno nos separariamos ms. Tambin desprecio yo las frmulasque nos maniatan en la oscura prisin que nos han hecho deJia vida. Mi deseo sera correr por el campo abierto, bajo elcielo ilimitado, con -el alma desnuda y los ojos libres.. .Desde el primer instante en que nos vimos, adivin lo quedebamos llorar... Todo lo que yo ahogaba en m desdehaca varios aos, se despert con nuestro encuentro. Ima-gin una posibilidad de vivir... Pero en el mundo slo haysitio para las almas dormidas y disciplinadas. Toda oracinsincera, toda vegetacin selvtica, provoca en las gentesprimero estupor, despus hostilidad y por fin desprecio. De-bemos vivir en crceles de mrmol. Cmo permitirnos la

    y-.-

  • 190 VIIA MOBEBNA CONFIDENCIAS DE U S PTOE 191

    If1 ;":

    espontaneidad en los invernculos del-mundo? Muestrasacciones no nos pertenecen. Somos prisioneros de la tradi-cin, de la ignorancia, de la maldad, de las frmulas, d lacuriosidad, del ejemplo, del alcalde, del amigo, del cura, de la .familia, de la-vecindad, de los antepasados, de todo lo queha tenido tiene necesidades, deseos, constitucin, mentali-dad, savia ilustracin.contraria diferente de la nuestra, pero no somos dueos de nosotros mismos. Imaginemosque rompo, en un instante dado, con mi pequeo universo,que me emancipo, que nos damos vivir en nuestra torre;que quemo mis naves y que me arranco la careta. Dentrode mi manera de ver, nada ms .digno y ms- puro queuna unin natural, sin sanciones burguesas. Pero dentrodel criterio corriente, dentro de la sociedad que- nos apri-siona, qu se dira de la estudianta audaz que se alzaba enmedio del acatamiento comn para renegar la frmula quees la base de nuestra fortaleza de cartn? La primera pala-bra que les vendra los labios, sera un insulto. Incapacesde comprender el desden de los dogmas y la embriaguez dela libertad, me prestaran ignominiosos propsitos. Mi since-ridad, sera para ellos vicio; mi desprendimiento, venalidad;mi elevacin, cada. Una avalancha de oprobio rodara sobremi nombre. Me convertira en fbula de mis relaciones y demi barri. Sera como si hubiera muerto. Y mi ta y mi pa-dre, pesar de su espritu moderno, pesar d su cultura inte-lectual, me rechazaran sin reparos. En el fondo de susconciencias, mi acto se explicara quiz. Pero nunca me'per-donaran el desprestigio que caa sobre la f amila, la preten-dida mancha sobre el nombre, las conseouencias malas de mibuena aooin. Y adems, con qu autorizacin ira yo aumentar la estreohez en que usted vive? Con qu derechoencadenara mi vida ala suya? En el mundo ideal en quevivimos interiormente, nada sera ms hermoso que nuestraunin; pero en el mundo real que nos cela, nada seria msfunesto. Alguien ha querido que nos descubramos, para ha-cernos sospechar el paraso... Bstenos la visin de lo queno pudo ser.... Porqu, obstinarnos en un imposible? El

    V.' . '

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    i

    mundo, que no sabe respetar las tentativas de cielo, se encar- :gara de destruir nuestro palacio ideal y slo seramos, des- 'pues del fracaso, usted un burgus, yo una perdida. Sigamosviviendo nuestra muerte y no nos dejemos engaar por laesperanza de algo mejor.1 Resignmonos las cadenas, laspalabras duras de los guardianes y las rejas del calabozo.Prisioneros del mundo, slo podemos sonar una evasin enotra vida. Conserve usted su movilidad de rebelde, su liber-tad de artista. Yo debo conservar el acatamiento las fr-mulas. Usted triunfar. Yo me unir en mi pas un hombrehueco que tendr la pretensin de ampararme con las ocholetras de su nombre. Usted me olvidar quiz. Yo le verdesde lejos. Y de 1^ aurora y el idilio, slo guardaremos elrecuerdo de algo que nos pareci un sol y slo era un cora-zn qu sangraba... . , Se abri un silencio penoso y seguimos andando por las ca-llea llenas de luz y de gente, donde triunfaba la animacin y~7'el bullicio. Mi alma estaba llena de asombro.

    . . . Pero, est usted resuelta casarse?.dije, apre-tando la mano que haba quedado entre las mas.

    S,respondi Elena con una energa que me asombren suslabios;todo me aconseja el sacrificio :1a familia, lasconcepciones del mundo, y hasta este amor que ha brotadoen mi existencia resignada como una flor del trpico en untmpano. Bajo la alegra-bulliciosa que me. impongo ante mifamilia, vive una mujer desencantada que ha ledo mucho. Nos hasta que punto es buena la educacin que me han dado.El libro me lo ha hecho desear todo; la costumbre slo mepermite oiertas cosas. He pesado las ventajas y he resueltomatarme dentro de mi. Cuando le he encontrado usted, yahaba logrado casi triunfar de mis rebeldas, Empezaba aoos-tumbrarme la costumbre. Con el choque, se ha despertadoel alma que dorma y se ha reabierto el debate. Pero lo msjuicioso es romper, olvidar los sueos, forzar las risas y resig-narse la inmovilidad. Cmo pretender vivir en estas ciu-dades en que todos estn muertos?

    El silencio es la elocuencia d los que tienen mucho qu de-

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  • y - ,

    192 VIDA JIODEBNA

    cise... Elena y yo seguimos caminando un buen trecho sincambiar una palabra. Cuando llegamos la estacin lontpar-hasse y atravesamos la plaza llena de carruajes y tranvasnuestra alma pareci despertar.

    Tiene usted razn...dije al fin, como si despus depesar los razonamientos me declarase vencido,la felicidades imposible...

    Elena me sonri de una manera extraa. Sus ojos parecie-ron agradecerme que no insistiera, los estrechamos las ma-nos hasta hacerlas crujir... Ella se puso roja, yo plido. Le-vantamos los ojos. Y nos pareci que nuestro sacrificio habahecho brotar una estrella.

    Nos veremos maana?dije tratando de sostener la voz'.No,repuso Elena pricipitadamente;maana no . . .

    es domingo.. . debemos hacer una visita... maana no. ..el lunes. .. eso es. . . el lnnes en la Academia...

    T cuando entr su cas'a me pareci que se apagaba una luz.

    Enero 19 de 19**

    Es un domingo largo, interminable. El sol brilla con res-plandores de prpura sobre las ventanas de los talleres quedan al patio. -Para n.o pensar he escrito estos versos locos, sinhilacin y sin fibra, que leer Elena maana en la Acade-mia. Son versos que estn en consonancia1 con la situacin:tenemos que hablarnos sin decirnos nada:

    No es qne mi loca consejo ' te haya puesto colorada,es qne ta cubre el reflejode la sombrilla encarnada.

    Del sol los rojos ardoresfiltr la tela encendida,y puso ajenos roboresBobre tu cara florida.

    Qne fuera un loco extravioempnrpurar tu roialporque esboce* un amoroy te dije un madrigal.

    ;

    CONFIDENCIAS DE 1721 PIXTOB

    Xo tengas ningn temory apaga tos fuegos rojos,que para darte colorbasta el brillo de tus ojos.

    Si fue el consejo atrevido,tuya es la culpa y no ma.Por qu te has humedecidola boca con ambrosia?

    193

    Enero 20 de 19**

    Como ocurre todos los lunes, la Academia estaba poco con-currida. Apenas haba una docena de estudiantes hastiadosque bostezaban en la gran pieza refirindose aventuras de do-mingo, paseo Eobinson, merienda en Verrieres.'.'. tradicio*nales regocijos del rapin que forman casi parte del oficio.

    Dieron las nueve y Elena no lleg. La sala silenciosa dondetrabajaban los escasos pintores que haban escapado la fa-tiga del da anterior, presentaba ese aspecto desolado de losteatros vacos, las calles desiertas los cuartos donde se velaun cadver. El crujido de un pupitre, el ruido de los lpices,resonaban en la soledad como derrumbes. Y el alma senta losescalofros, del silencio, en el mareo de la soledad donde par-padeaban las luces. , . , .

    Cuando comprend que Elena no deba venir, recog mis 'trastos y me ech la calle. Una franja de cielo apareca en-tre los dos muros, como una gran banderola. El fro haba ba-rrido las aceras, empujando los transentes los cafs yarrinconndolos en las piezas calientes, junto los hogaresdonde chisporroteaban los tronos. De la Academia ala esta-cin lontparnasse, slo enqontr dos tres parejas apresura-das y un ebrio1 incongruente que se haba sentado en el hueco-de una puerta para insultar la luna.

    Al entrar la casa'de Elena Pietrowska, adivin una cats-trofe. Los muebles estaban abiertos, las ropas amontonadas .sobre las sillas. Un bal reinaba junto la chimenea. Y enmedio del desorden de los preparativos del viaje, las dbsmu-

    -i m

  • 194 VIDA MODCRXA

    l < 1

    jeres, atolondradas y ansiosas, corran de un lado otro lle-vando las valijas y los vestidos, como si la casa se incendiaray quisieran salvar lo que tenan ms la mano. Mi amigame mostr con los ojos dos telegramas que estaban sobre lamesa. Uno deca: El general est grave; otro: Elgeneralba muerto . Y mientras yo me dejaba caer en una silla, cons-ternado ante aquella partida brusca que me dejaba solo, Elenaacab de cerrar las maletas, empuj su ta, llam al portero

    j y se consum el desastre. Un tren parta las diez. Un cocheesperaba la puerta Tenan apenas el tiempo de llegar laestacin. Y fue un torbellino. Dos hombres bajaron el equi-paje, Elena dio un ltimo vistazo por la pieza vaca y todosbajamos en tropel ..

    ,; Cmo analizar las sensaciones que me desgarraron y retor-ieron mientras estuvimos en aquel f acre que corra y saltaba-sobre el empedrado, como si huyera de un peligro? Las casaspasaban por la ventanilla, como fantasmas de sombra. Los fa-Toles dejaban rayas de luz en la opacidad de los vidrios. Y lavoz spera y brutal del conductor que juraba y hacia crujirla fusta me crispaba los nervios como un chirrido de goznesmal engrasados Elena me miraba en silencio, con los ojos vi-driosos, conteniendo las lgrimas. Su ta sollozaba, ocultandoel^rostro en el pauelo. Yo no me atreva hablar, temiendodejar escapar mi dolor egosta en medio de la amargura deaquellas dos mujeres que iban en busca de un muerto. Y el co-che devoraba la distancia, haciendo saltar chispas del empe-drado. En mi cabeza haba remolinos de ideas y proyectos in-verosmiles que se encendan y se apagaban, en la obscuridadde mi desesperacin. Todo mi mundo moral cruja y se des-moronaba en la espantosa fatalidad de aquel adis. La vida,que se haba iluminado un instante, volva llenarse de som-bras y los meses tomaban otra vez su terrible aspecto de oues-tas empinadas que haba que salvar chorreando sangre. Aquellamujer que me haba despertado, que me habla extrado delmundo, para hacerme vivir en un deslumbramiento durantevarios das, estaba punto de- desaparecer bruscamente, comoJiaba venido. La amenaza de la soledad volva pesar sobre

    CONFIDENCIAS DE UN 7IIT0B 195m, como una losi de sepulcro. Mis ilusiones se desplomaban.

    , Todo era invierno en torno mo. Y era forzoso cerrar los ojosy apretar los labios; resignarse la hecatombe; callar en latortura. Hubo un momento en que me vinieron ganas de rom-per con todas las convenciones y suplicar Elena que me per-mitiese acompaarla hasta Varsovia. Pero el recuerdo de loque habamos hablado la noche anterior, la certidumbre de .que todo haba concluido entre nosotros, me hizo rechazarla idea insensata. Entonces trata de imponerme una actitudgrave, de acuerdo con la situacin. Pero mi angustia era msfuerte que mi voluntad, los sollozos me ahogaron y llortambin...

    En la estacin hubo apenas tiempo de comprar los billetesy precipitarse al andn donde silbaba ya la locomotora y seapuraban los empleados, empujando los ltimos viajeros Enese tumulto de gentes enloquecidas que corren de un compar-timento otro y se interpelan y se estrujan, Elena encontrmedio de guarecerse un instante en un rincn de sombra. Yfue a despedida.

    Nos volveremos ver?d\je, oprimido por un presen-timiento inexplicable.

    S,repuso Elena, sin seguridad;volver dentro detui mes.

    Y hasta entonces, cmo har yo para vivir?Nos escribiremos...Como amigos solamente? -Como amigos. Ya hemos resuelto que lo dems es impo-

    sible. Pero la amistad que nos une, nos consolar del amorque nos separa, Eesgnese usted al saorificio, como yo. Esfatal, Serem'os das hermanos que sobreviven los amantesque han muerto. Y nos guardaremos en la memoria el cultoque nos debimos profesar...

    Me pareci que una silueta pasaba entre nosotros haciendoun gesto inexorable. Me asalt la idea de que nos veamospor ltima vez.

    Pero, usted volver Pars?le dije apretndole ms, las manos.

  • 196 VIDA MODEENACOIFIDEyCIAS DE UN PIXTOB 197

    Y si no volvierame contest, mirndome en los ojosnos querramos menos?

    Entonces hubo en la estacin el ltimo remolino de viaje-ros apresurados y Elena corri hacia el tren que comenzaba ponerse en movimiento Yo la segu, empujando los gru-pos y abrindome paso brutalmente Cuando llegu al va-gn ya haban cerrado la puerta; sub sobre el estribo y dijeun ltimo adis Pero un empleado me oblig bajar Sa-lud con la mano. Un pauelo me contest desde la venta-nilla Y el tren se precipit en la noche, como una cule-bra que huye .

    Suero 21 de 19**

    Cuando me levant despus de una noche de pesadilla yde fiebre, me pareci que el mundo agonizaba Era un ama-necer gris. Las cosas tenan no s qu singular aspecto fne-bre. La lluvia caa en largos hilos de plata sobre el granpatio desierto. El taller estaba lleno de sombra, como siatardeciera Y en el cielo opaco haba una amenaza

    Mis sueos han sido siempre pases brumosos, llenos decanales y rboles tristes Despus de dos das de tener elcorazn lleno de sol, se cierra el parntesis y vuelvo hun-dirme en la tristeza, como en un lecho habitual. Elena hadesaparecido llevndose toda mi esperanza de porvenir. Slome queda la realidad conocida. Y hay algo de fatal en estavuelta brusca la monotona del dolor Me viene la idea in-verosmil de que los hechos, las cosas, la historia, existeaantes de que se realicen, como pelculas de cinematgrafo,antes de pasar bajo la lente luminosa. No me asalta la tenta-cin de luchar. Se. me antoja que todo est dispuesto as yque es intil tratar de corregirlo.

    He cado de nuevo en el abatimiento de antes. L escena-de la estacin se agranda en la memoria y me ocupa el pen-samiento. La obsesin de un minuto parece querer llenar

    toda una vida Siento en las manos el calor de las manos deElena, me parece or sus palabras, respiro su aliento, veo susgrandes ojos glaucos donde brillaban las lgrimas contenidas,y sueo que somos dos hurfanos abandonados en tierra ex-traa, dos hermanos de angustia que el destierro ha queridoseparar He tenido sueos fantsticos Dos locomotoras gigan-tescas no3 arrancaban en diferentes direcciones y corramos,corramos hacia la obscuridad, atravesando los puentes y lostneles, en una carrera vertiginosa, como si una fuerza des-conocida quisiera poner entre nosotros el abismo insalvablede los tiempos Al bajar, peidamos los rastros, buscbamosintilmente los caminos y nos despertbamos en medio delespacio, solos, sin saber en qu estrella haba quedado elcompaero.

    De pronto me- vino una inquietud, un deseo de salir y co-dearme con las gentes en las calles tumultuosas donde seahogan las vidas. Me pareca que la soledad me alejaba anms de Elena Sal del taller, me lanc al azar por las aveni-das, dejndome llevar por los grupos oleosos Atra\es elSena dos veces Me detuve ante los esoapaiates Sub un mnibus Todo esto sin darme cuenta de las cosas, nisaber lo que hacia De pronto me encontr en la plaza SaintJacques y por un capricho tan inexplicable como los dems,sub al observatorio En la.terraza de la torre desde dondese domina Pars, tuve un momento de desequilibrio. Me puse mirar hacia el horizonte, del lado de Rusia, con los ojosmuy fijos, agujereando el limite con la voluntad y repitiendomentalmente dentro de m: ven, ven, quiero que vengas Imagin que al conjuro de mi orden surga, muy lejos, unasilueta que agitaba desesperadamente los brazos y me con-testaba no puedo, me tienen prisionera. Entonces yo espo-leaba la voluntad, haca un supremo esfuerzo, como si qui-siera derribar los obstculos que la detenan y continuabaven, ven, quiero que vengas La silueta se retorca de-sesperadamente y me extenda los brazos, como si reclamarami auxilio para escaparse. Yo clavaba los ojos ms y ms,apurando las ltimas energas. Hasta mis ojos parpadearon

  • 198 VIDA M0DEB1.A

    y se humedecieron vencidos por el esfuerzo. Entonces la.silueta dej caer los brazos con desesperacin desalentadaante el imposible, y yo baj de la torre y volv 'entrar enla vida.

    La calle est llena de gentes azoradas y huecas que sloven la fachada de las cosas. Hoy he sentido ms que nuncael deseo de ser uno de esos peregrinos, uno de esos heminotque van de ciudad en ciudad, se sientan al atardecer laentrada de los pueblos y recorren el mundo al acaso, sin msfin que dormir siempre en una ciudad nueva. Elena me Kadicho que me escribir, pero en su voz haba un desmentido..Quiz pasarn los das sin dejar nada mi puerta. Por esosiento un deseo poderoso de huir de esta ciudad donde heentrevisto la posibilidad de ser feliz; y ver cielos nuevos, ciu-dades extraas, climas diferentes que me eviten -el horror demis divagaciones.

    Pero quiero aguardar todava. Contra todas las evidencias,me obstino en creer veces que Elena puede escribirme.Y esa esperanza me ilumina... Los das son largos, el in-vierno es duro, pero aguardar.. Y seguir contando lasperegrinaciones de mi alma que va,. . . va . . . en la tumul-tuosa Babel, como un nio desnudo en una selva de espinas.

    MAXUEL UQAETE.. Pnrts, Moyo de 1902.

    De la Educacin Comn

    FBAGJIXTOS

    Si por Educacin Comn se entiende el plan general adop-tado por el Estado para la Instruccin Primaria ms menos-obligatoria, convendra para la regular divisin de la Ciencia:

    I. Crear algunas voces necesarias y limitar el significado-de otras que lo tienen confuso. '

    JI.Crear algunas secciones cuyos caracteres bien difini-dos los distinguen de otras.

    n i . Escribir un Tratado Elemental metdico, de la Cien-cia, fundado en los conocimientos positivos actuales de ella.

    Tratados elementales de Pedagoga hay muchos y muy dis-tintos; hay obras escritas sobre diversas ramas de esta Cien-cia; no faltan sistemas de educacin con fundamentos filos-ficos; pero falta un tratado elemental, oientficp, que par-tiendo de los conocimientos positivos acumulados durante laera cristiana y aun algo antes de ella, venga ser el primer

    )., .'., i , ' y ' * .

    Concluido que fue el juicioso discurso del.sejj.or Luis La-mas, dise lectura las piezas antes referidas, haciendo usodespus de la palabra los seores don Joaqun Requena, JosGabriel Paloraeque, Jaime Estrzulas, Jos Mara Muoz,Ernesto Velazco, Cndido Juanic y Francisco Solano An-tufla abundando todos ellos en ideas conciliadoras y enpro de las que sustentaba la UNIN LIBEBAL en su extensprogramaquedando, con eso, terminado el acto pblico.

    Despus de esta primera reunin volvieron produoirsedilaciones en la organizacin social.

    Se quiso tener el libro de las adhesiones expuesto al p-blico muohos das, como para faoilitar que se multiplicasenlas firmas, suspendiendo, entre tanto, toda oase de trabajos,hasta que las adhesiones llenasen, si era posible, el libro deregistro; porque la comisin provisional crea que estabainhabilitada para iniciar otra cosa que no fuese la organiza-oin que se le haba encomendado, dejando los trabajos poli-

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    ticos para que los emprendiera la comisin definitiva, y sta,como se ha visto, no jodia ser nombrada de inmediato, segnel criterio preponderante en aquel selecto ncleo de ciuda-danos.

    Para nombrar la nueva comisin deba seguirse el compli-cado ritual fijado por los estatutos, y por tanto deba publi-carse en los diarios previamente la lista de los adherentes,cosa que no se comenzaba hacer desde ya porque la comi-sin provisional crea ingenuamente que iba dar un fiascomostrando que la ponderada' asociacin que se prometaarrastrar tras de s toda la socie'dad uruguaya en masa, nohaba conseguido, sin embargo, ms que 380 adhesiones: muybuenas todas ellas, es verdad, en punto significacin socialde cada uno, pero insuficientes para producir un movimientoradical en la opinin, que es lo que se quera conseguir.

    De manera que, con todas estas dificultades que iban pre-sentndose, se evidenciaba desde el primer momento losinconvenientes que en la prctica presenta la organizacinde asociaciones polticas con programas demasiado compli-cados en su mecanismo interno.

    Lentos eran, como decamos, los trabajos; pero los plazosfatales al fin tenan que cumplirse alguna vez; y, convenci-dos de que por ms que esperasen no conseguiran ms cate-cmenos, decidieron abordar la situacin con los posos quese haban inscripto, y as dieron entonces el documento quese ver continuacin:

    En Montevideo veintids de Octubre de mil ochocientos cincuentay cinco, reunidos los seores don Luis Lamas, don Francisco S. de An-tua, don Manuel Herrera y Obes, don Jos Brito del Pino, don JosM." Muoz, don Atunasio C. Aguirre, don Cndido Juanic, don Eme-terio Begnaga, don Ambrosio Velazco, don Jaime Estrzulas, donPedro P. Bermdez, don Pedro Bustamante, don Avelino Lerena, donJuan Jos Soto y el secretaria, y habiendo faltado sin dar aviso loaseores Batlle, Rodrguez, Solsona y Tajes y los seores Berro y He-rrera (don Luis) por no haber sido citados por vivir en el campo, elpresidente dio cuenta de lo ocurrido el da anterior y que consta delacta precedente, proponiendo la Comisin resolviese lo que juzgasedeba hacerse. Despus de una corta discusin se acord dejar abierta

    LA XN LIBEBAL 227

    la votacin hasta el sbado veintisiete ls puesta del sol, y que se co-locaria una caja con1 buzn en la Librera Nueva para que en ella loselectores- echasen las balotas firmadas, lo que se avisara por los peri-dicos. Tambin se resolvi que el libro en que han de firmar los ciuda-danos que quieran ser socios se dejara en la expresada librera hastael citado da veintisiete y que el secretario lo recogiera con la caja des-pus de puesto el sol de ese da.

    Para dar ms garanta al escrutinio se acord que lo hiciese la Com-Bn el veintiocho a las once de la maana, pudiendo empezar esa ope-racin el Presidente con cuatro miembros y el Seoretano. Entendidoas se disolvi la reunin; y para que conste levanto esta acta de orden,del Presidente, que la firma.oonmigo de que certifico.

    LAMASPedro Fuentes,

    i Secretario.

    Sociedad Unin Llbernl

    En el inters de que el mayor nmero posible de socios tengan partden la eleccin de la comisin central, la interina ha acordado que lavotacin quede abierta hasta el sbado 27 del corriente; lo que se avisapara que aquellos socios que no entregaron su voto el domingo ltimo,echen las balotas que deben ir firmadas por cada sufragante, en la cajacon buzn que al efecto se ha colocado en la Librera Nueva, frente la Confitera Oriental. Se avisa tambin que el libro con que debenfirmar los que quieran ser socios, continuar en la expresada libreray que sern recogidos con dicha caja el sbado despus de la puestadel sol, quedando esa hora cerrada la votacin: que la comis