1 T I P O G R A F Ì A A M E R I C A N A ; P L A Z A / . A B A L A , 4 1 "

Como un padre que en dia Domingo lleva de la mano á sus hijos pequeños, á que tomen el sol y el aire, y rian y jueguen, sale hoy mi nombre con mis versos, que tanto y tanto se han empe­ñado en que paseemos ¡untos, que al fin he veni­do á complacerlos.

Salen en pleno invierno; no ostentan ahora mazos de flores los árboles, ni el sol tiene ardo­res; solas están las calles; el cielo gris; única­

mente la política hierve. En los corrillos alborota, en los hogares mariposea, aplau­

de en la barra de las sesiones par­lamentarias; delira al escuchar las

j;/. i\t declamaciones heráldicas de algún '''^P-'^patricio de acentos jacobinos, y pasa

,/' como un reflejo de luz ardorosa por sobre los cerebros en que no ger ­

minan ideas, g , Mal tiempo, pues, para

'a poesía; bueno, empero,

— IV —

para tender las redes en las olas turbias de la política;—asi mismo tengo el coraje de publ i ­car versos de amor, sin cuidarme de que ya c r u ­zan el aire las primeras granadas de una gran lucha, en la que todos quieren ser generales.

Pobres versos mios! Mal tiempo para voso­tros. Bien merecido, sin embargo, el castigo que os espera; os habéis obstinado en lucir vuestra ropilla y tendréis que morir de frío, acurrucados en los rincones de las librerías.

Y a estamos en la calle; solo una cosa nos r i s t a , á mí y á vosotros: resignarnos.

Julio, 1889.

Victor Arregnine.

I

Mirra ó incienso el sacerdote ofrenda En el altar á Dios;

Y la trémula virgen á los cielos Levanta la -oración.

Y"o, tu poeta, maga de mis sueños, Lucero brillado!",

Mis cantares más Íntimos y tiernos En tus obsequios doy.

Pobres serán por que la lengua calla Cuando habla la pasión,

Y es como luz de mortecino cirio Ante el rayo del sol.

Pobres serán y débiles mis cantos; Pero no así mi amor:

Mi amor es infinito como el cielo Y eterno como Dios!

II

La tierna barcarola Que entona el marinero, A l divisar las playas De su nativo suelo;

E l pensamiento amante Que flota en el cerebro De la sencilla virgen Por el ausente dueño;

Los mimos que la madre-Prodiga al pequeñuelo, Llenándole los ojos De enamorados besos;

; Q u é son si se comparan Con el amor inmenso, Con el amor salvage Que dentro el alma llevo?

— 3 —

Granos de blanca arena Sobre sin fin desierto, Átomos de crepúsculo Flotando en un incendio!

I I I

V u sé que tu me quieres, Mi dulce bien amada,

No lo niegues, es varu negarlo, Pues me lo dqeron Tus tiernas miradas.

Y o sé que tu á solas, A solas con tu alma.

Kn mí piensas y sueñas conmigo. Cuando cubre al mundo La noche callada!

I V

Adiós Shakespeare! Adiós Goethe! Adiós mis amados libros! D e mis tristes horas solas Inseparables amigos.

Y tu Ossian, viejo bardo De los cantares divinos, De las salvajes montañas Y los combates bravios;

Y tu bravo don Quijote, Siempre hazañoso y altivo, Espe]o de caballeros, Ayuda de desvalidos,

Voy á partir, que en los llanos Suenan de guerra los gritos; Voy á partir que la patria Convoca á todos sus hijos.

6 —

Adiós visión de mis sueños. Encantadora María, Ideal, sol fulgurante Que mis sombras iluminas!

Adiós visión de mis sueños Y si es por siempre, alma mía, Que no muera en tus recuerdos E l que te adoró de niña.

Voy á partir y si acaso Caigo en la lucha reñida, Seré feliz recordando T u imagen en la agonía!

1885.

V

T u mirada de cielo Ha bajado á la noche de mi alma, Y en su densa tiniebla H a encendido la luz de la esperanz

L a luz eterna

Se me señala a de la tierra prometida,

Donde iré á reposar tras la batalla.

V I

Mi hogar de niño, mi aromado nido, Estaba |unto á las parleras aguas, Y por las tardes, con la luz muriente, Cantaban en los sauces las calandrias.

E n el balcón entretejía sus redes L a madreselva de gentil fragancia, Y las violetas con su azul ropage Fntre salvages pitas se ocultaban.

¡Que silenciosa al declinar el día, Elorecía en el cielo solitaria L a temblorosa Venus refulgente Semejando una fúlgida mirada!

Hoy la veo en los cielos encendida Desde los lindes de extrangera pátri Y sienlo quedos lágrimas fuitivas L a palidez de mi mejilla abrasan.

Morir quisiera; en los etéreos mundos Del infinito destender las alas, E ir á besar tu frente de azucena E n los vergeles de mi dulce patria!

Buenos Aires, 1888.

V I I

Cu.ind;) c¡ sol entre sombras Se hunde en el rio,

Por ¡a vasta pradera Vago perdido;

Y pienso y pienso En tu angélico rostro

Que ver no puedo!

El arroyuelo gime Como los vientos,

Que llegan sollozando Desde muy lejos, Y algunis aves

Entonan sus canciones Entre los sauces

11 —

Vienen del pastoreo Los bueyes mansos

Y rumiando atraviesan Todos el vado, Y en la corriente

Roja luz se refleja Del sol que muere.

Y o quisiera en un valle Vivir contigo,

Lejos del mundo y lejos De su bullicio, Y así de tarde,

Mostrarte las estrellas Escintilantes.

Que andamos los des juntos A veces sueño,

Vagando uor un bosque De flores lleno, Y tu me niras

Y amorosa en mi hombro La frente inclinas.

Pero todo es un sueño Mi bien amada,

Porque tú ignoras cuanto T e quiere mi alma, Por que tu ignoras

Que mi corazón late Para ti sola!

1885.

V I I I

Y o era un eterno soñador, un niño, Cuando admiré tus divinales gracias, Y el ángel del arriar al sonreirme Me hizo entrever la luz de la esperanza.

Mucho te amé, sobre la tierra tu eras L a más ardiente aspiración de mi alma, Y la mirada de tus ojos bellos E l astro de mis noches solitarias.

Hoy aquel niño que te amara tanto Marcha sin fé sobre la tierra impura, Y en vano un alma cariñosa y tierna E n sus anhelos busca.

Carl ina desolado, ya no inclina Su frente al pié de los ombues verdes, Ya no sueña en la gloria, Solo el descanso de las tumbas quiere.

1884.

I X

Unidos, por siempre unidos, Llevando un suplicio eterno Felices en el infierno,

I ^ Paolo y Francesca son; {/• Y e s 1 u e 3 dos cuerpos un

^ L o s ata en abrazo estrecho, Latiendo uno y otro pecho

i-fi Con un mismo corazón.

alma

X

Blanca veta latina era mi vida E n tormentoso mar, L a azotaban los vientos y las olas Con empuje tenaz.

Mas brilló entre mis sombras De tus ojos la ardiente claridad, Y huyeron mis tormentos Como salvajes pá|a ros del mar.

Cuántas veces yo vi, niña adorada, De primavera en los ardientes dias,

Descompuesta la luz en tus pestañas, Como al través de un prisma!

Cuántas otras de pié sobre una playa; E n extrangera orilla,

Creí escuchar tu voz en los rumores De la trémula brisa!

Hoy á tu lado mi existencia pasa Cual corriente dormida,

Que bajo el verde manto De los temblantes sauces se desliza.

Hoy eres para mí niña adorada, Patria, hogar, alegría,

Y soy feliz cuando contemplo tu alma Bril lando en tus pupilas!

X I I

Y o tenip fe! T u amar me infunde aliento E n esta amarga lucha de la vida, En que la' austeridad rueda vencida Y el oro todo compra: hasta el tálente.

Y o soy fuerte! Rebelde el pensamiento Se muestra á una existencia envilecida, S íy fuerte, sí! M is ay! niña querida, A veces me domina el desaliento.

Viajero del desierto, en la jornada Tan larga, tan pes.ida y fatigosa Como estéril talvez y desolada,

Ama el silencio de la tumba helad i. ¡Sálveme tu palabra cariñosa, Aliénteme la luz de tu mirada!

X I I I

« T ú no me quieres»! ¿ P o r qué tu labio As' me dice, mi dulce amor, Si es todo tuyo mi pensamiento. Si es todo tuyo mi corazón?

X I V

Por qué temes, amada de m¡ vida, Que se apague de súbito mi amor, Si estás por siempre á mi memoria asida, Y tu existencia á mi existencia unida

Como la luz al sol?

X V

Circundada de luz como los ángeles De la etérea mansión,

T e vi en mis sueños y adoró en mis ansias Mi celeste visión.

Cariñosa llegaste hasta mi ciclo Llenándolo de luz.

Haciendo menos triste mi jornada, Mas liviana mi cruz.

T u s bellos ojos con cariño intenso Se lijaron en mí,

Y de entonces, amor ¿e mis amores, Sé que muero por tí.

Un nuevo mundo, un panorama ardiente. Un deleitoso Edén,

Mostróme la esperanza acariciando Con sus alas mi sien.

T e amé y te amo mucho más ahora Que en ios tiempos de atrás,

Y pasarán los días y los años Y yo te amaré más.

— 20 —

Hoy tanto te idolatro y nuestras almas T a n unidas están,

Que si tú fueras «Rosal ía» pura Y o sería «Cr ist ian».

X V í

Brisa que juguetea en las corolas, Rayo de luna que en la mar sombría Baña de luz las nacaradas olas, F.s la sonrisa <le la amada mía.

Blando aleteo de pequeñas aves E s el susurro de su ropa blanca, Cuando á los besos de la brisa suaves Gozosa sube ai áspera barranca.

Amor dulce, sencillo, apasionado, Es el de su alma generosa y buena, Amor que mi alma de ilusiones llena Transforma en un placer inmaculado.

Hoy me es dado vivir solo por ella Que me idolatra con pasión vehemente, Y que luce en mi espíritu doliente Como en la noche solitaria estrella.

X V I I

No sé cómo contarte los tormentos De mis horas amargas,

N¡ sé cómo decirte vida mía, Lo que te quiere mi alma,

Cuánto te adora en su dolor el alma!

Sueño que tu me besas cariñosa, E n la noche callada,

Y en las estrellas que en el éter tiemblan Me parece que bajas,

Sueño y deliro que á abrazarme bajas.

Lucho y en esta lucha de la vida, Tan ímproba y tan larga.

A veces siento que sin fuerza alguna Mi ser desmaya,

Que mi abatido espíritu desmaya.

Mas recordando que por tí padezco, Mi bien amada,

Y que me esper» tu cariño santo Tras la b:talla,

Tras de la ruda y áspera b atalla,

Siento quede alegría y entusiasmo Mi ser se inflama,

Como el soldado al ver en la pelea L a imagen de la patria,

E l pabellón querido de la patria.

Estrella de mi amor bendita seas, T ú mi adorada,

Que en mis tinieblas viertes los fulgor D e la esperanza,

D e la llama inmortal de la esperanza.

X V I I I

Vamos hermosa por la ribera. Nuestros suspiros á confundir Y oirás la suave brisa ligera Cuan dulcemente suspira alli.

Vamonos pronto y escucharemos Las armonías que encierra el mar, Y nuestras almas embriagaremos Con el paisage crepuscular.

Que mientras oigas las barcarolas Que el marinero canta al volver, Cómo se mecen las blancas olas Y como mueren te mostraré.

Que mientras hunda su disco de oro Entre las tibias aguas el sol, Contemplaremos todo el tesoro Que da á las nubes el arrebol.

Y volveremos unidos cuando Se haya extinguido la última luz, Como dos cisnes qne van surcan L a superficie de un lago azul.

X I X

Qué tienen tus palabras Cuando me nombras llena de cariño, Que suenan como arrullo de paloma Y súplica de niño?

Qué inenarrable encanto En tu mirada soñadora ondea, Cuando tu alma asomada á tus pupilas Misteriosa clare'i?

Al llegar á mi oido-Es tu voz el arrullo De tórtola que gime enamorada. Y es un beso encendido,

Que hasta mi alma desciende. E l trémulo fulgor de tu mirada.

X X

E n el alero del viejo rancho Las golondrinas de dos en dos, A l aire lanzan sus dulces trinos Reveladores de tierno amor.

Los colibries de verdes alas, De verdes alas que dora el sol, Zumbando pasan rápidamente, Rápidamente de flor en flor.

Una niñita de faz risueña Está sentada bajo un ombú, Mientras deshojan sus nianecítas De un helíotropo la flor azul.

Mi bien, no hay vida mas deliciosa, V e n , disfrutemos de ella los dos, Deja, del mundo los falsos goces Y toma en cambio mi corazón.

xxt

Cuando en Lis tardes serenas T e contemplo amada mia. En tu balcón, entre flores, De rosa y blanco vestida,

No sé que siento mi anjel, N o sé que siento mi vida. Todo mi ser languidece Toda mi alma se ajita.

Y me pregunto angustiado Acaso no han de ser mías, Sus adormidas miradas Y sus ardientes caricias?

29

Nó! la razón me contesta

Y vuelvo al cielo la vista. Y el corazón que te adora E n decir ¡Sí! no vacila.

A quien creeré mi adorada? A quien creeré vida mía? A la razón que me apena O al corazón que me alivia?

1884

X X I I

Zorzales de mí infancia, Zorzales míos,

Que poblabais las ramas Del paraíso Que sombra el rancho

Y manojos de flores Daba en verano;

Arroyito querido De mis amores,

Que reflejaste el ravo De tantos soles, Y tantas horas

Idas, cual fugitivas Blancas palomas;

Flores de seibo rojas Como la sangre,

Margaritas de Octubre, Lánguidos sauces, Verdes nelumbios,

Temblorosos junquillos, Blancos cartuchos;

Hogar idolatrado Donde mis padres

Me ocultaban del mundo Les torpes males, Y á Dios subían

Oraciones de labios D e grana viva;

Hoy no tenéis encantos Para mi alma,

Sois apagados astros, Mudos fantasmas, Pálido fuego

Que agoniza en la noch De mis recuerdos.

Hoy es mi sol, mi cielo Mi dicha ansiada,

L a meridiana lumbre, De unas miradas, Fulgente aurora

Que llenó de mirages Mi vida toda.

X X I I I

Niña gentil, de mis cantares Numen, Inmaculada virgen de mis sueños, Muero de amor! Mi frente languidece, Asido está á mi alma tu recuerdo.

Como el alma á la carne, Como á la llama el fuego.

L a gloria, el oro, el popular aplauso, En mi eterno anhelar jamás deseo, Solo ambiciono la sin par ventnra De que me entregues tu cariño eterno,

Y ser tu esclavo Siendo tu dueño!

X X I V i

tí re

T e amé con melancólica ternura Cuando no hab'a en mi cielo

Ni siquera un vislumbre de esperanza, Y mil nubes de duelo

Flotaban en la noche de mi alma,

T e quise delirante, Con el amor mas puro de la vida, Desde la hora en que me dio tu alma,

La fé perdida E n la tierna expresión de una mirada.

Hoy vida mia Que á mi constante y ardoroso ruego Entregas las caricias de tu alma,

T e adoro ciego Con un amor que en fanatismo raya!

v - v

_ l _ l _ [I I M O N T E V I D E O | I

T I P O G R A F Í A A M E R I C A N A

II P L A Z A Z A l i A L A , 4 1 » ¡1