Vicente lombardo toledano ante la condición humana

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Vicente Lombardo Toledano ante la condición humana* Alberto Saladino García Vida Vicente Lombardo Toledano nació el 16 de julio de 1894 en Teziutlán, Puebla, y murió en la ciudad de México el 16 de noviembre de 1968. Sus estudios básicos los realizó en su población natal; luego se trasladó, en pleno proceso revolucionario, a la ciudad de México donde cursó su bachillerato en la Escuela Nacional Preparatoria, el cual terminó en 1914, después hizo estudios profesionales en la Universidad Nacional de México: en la Facultad de Derecho concluyó la carrera de abogado el 15 de marzo de 1919; paralelamente cursaba filosofía en la Escuela de Altos Estudios, que terminó el 13 de junio de 1920. Su formación universitaria la continuó años más tarde pues el 18 de agosto de 1933 obtuvo el grado de doctor en filosofía en la ahora Universidad Nacional Autónoma de México. Por eso se le aprecia como el líder obrero mexicano más culto del siglo XX. La vida profesional de Vicente Lombardo Toledano fue polifacética toda vez que desempeñó diversas y notorias actividades. Laboró como catedrático de la Universidad Popular, Universidad Nacional de México, Universidad Obrera de México; ocupó diversos puestos directivos en instituciones educativas, entre ellas: secretario de la Universidad Popular Mexicana, director de la Escuela Nacional Preparatoria, director de la Escuela de Verano de la Universidad Nacional de México, director de la Universidad Obrera de

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Vicente Lombardo Toledano ante la condición humana*

 

Alberto Saladino García

Vida

Vicente Lombardo Toledano nació el 16 de julio de 1894 en Teziutlán, Puebla, y murió en la ciudad de México el 16 de noviembre de 1968. Sus estudios básicos los realizó en su población natal; luego se trasladó, en pleno proceso revolucionario, a la ciudad de México donde cursó su bachillerato en la Escuela Nacional Preparatoria, el cual terminó en 1914, después hizo estudios profesionales en la Universidad Nacional de México: en la Facultad de Derecho concluyó la carrera de abogado el 15 de marzo de 1919; paralelamente cursaba filosofía en la Escuela de Altos Estudios, que terminó el 13 de junio de 1920. Su formación universitaria la continuó años más tarde pues el 18 de agosto de 1933 obtuvo el grado de doctor en filosofía en la ahora Universidad Nacional Autónoma de México. Por eso se le aprecia como el líder obrero mexicano más culto del siglo XX.

La vida profesional de Vicente Lombardo Toledano fue polifacética toda vez que desempeñó diversas y notorias actividades. Laboró como catedrático de la Universidad Popular, Universidad Nacional de México, Universidad Obrera de México; ocupó diversos puestos directivos en instituciones educativas, entre ellas: secretario de la Universidad Popular Mexicana, director de la Escuela Nacional Preparatoria, director de la Escuela de Verano de la Universidad Nacional de México, director de la Universidad Obrera de México; en el servicio público fungió como oficial mayor del gobierno del Distrito Federal, gobernador interino del estado de Puebla, regidor del gobierno municipal de la ciudad de México, diputado federal en dos ocasiones, candidato a la presidencia de la República, fundador del Partido Popular Socialista; fue también articulista de distintos diarios de circulación nacional, pero sobre todo destacó como líder obrero al organizar sindicatos, fungir como líder indiscutible y promover el internacionalismo proletario1, en particular porque había aprendido tempranamente de su maestro Antonio Caso la valoración de que el Manifiesto comunista de Carlos Marx era el documento filosófico más importante de todo el silgo XIX (Lombardo, 1975a: 14).

Dichos datos respaldan la pertinencia de revisar su pensamiento sobre la condición humana, más aún cuando es uno de los pocos intelectuales mexicanos explícitos en manifestar su “verdad respecto del universo, el

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mundo y la vida, sobre el hombre y su porvenir, de acuerdo con la filosofía que profeso [el marxismo] y con los últimos datos de la ciencia” (Lombardo, 1964: 15), según lo suscribe en su libro Summa, que podemos valorar como su testamento intelectual, publicado en 1964.

La esencia de la naturaleza humana

Para Vicente Lombardo Toledano “no hay nada más hermoso en el seno del universo que el hombre” (Ibíd.: 46), motivo por el cual despliega amplias y reiterativas ideas sobre el humanismo y la solidaridad, acerca de la libertad y explicaciones sobre la ontología y constitución del ser humano.

Respecto del humanismo pueden destacarse dos ideas rectoras, la primera referida a señalar la existencia histórica de diversos tipos y la segunda orientada a evidenciar la construcción del nuevo hombre con el advenimiento del socialismo y el comunismo.

Conjuntando planteamientos esparcidos en sus diferentes escritos se observa su conocimiento acerca de que el humanismo ha sido cultivado en distintas etapas históricas al grado de señalar como peculiaridades del humanismo de los antiguos griegos los siguientes:

El humanismo que los privilegiados proclamaron como objetivo de su vida se reducía a ellos mismos, y aun dentro de su breve grupo a los varones, ya que la mujer no era sino la depositaria del poder genésico de los hombres. Era un humanismo aristocrático con expresiones muy altas del arte y del saber; pero estrecho, que siguen ponderando todavía quienes sueñan con una sociedad semejante a aquella y querrían dirigirla sin más méritos que el de creer que nacieron superiores a los demás o que la clase social a la que pertenecen es la llamada a presidir la historia (Ibíd.: 51).

Asimismo, explica la existencia del humanismo renacentista, que incluso tuvo representantes en México como serían los casos de Juan de Zumárraga, partidario de Erasmo; Francisco Cervantes de Salazar, de Juan Vives, y Vasco de Quiroga, de Tomás Moro, pero cuyos intentos sucumbieron por causa del régimen colonial (Lombardo, 1963: 28, 32). También señala la codificación de ideas humanistas por parte de los filósofos iluministas, a quienes considera materialistas y que no obstante su mecanicismo, los aprecia profundamente humanistas puesto que “su propósito fue el logro de la felicidad del hombre” (Ibíd.: 47). Finalmente identifica la generación de un nuevo humanismo, el sistematizado por el marxismo que encomienda a los obreros “la misión de crear un mundo nuevo y los que, enriqueciendo los hallazgos científicos, prolongan la vida y contribuyen a formar un nuevo tipo de hombre más vigoroso, más

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sano, más capaz y más alegre que el de todos los tiempos” (Lombardo, 1964: 79)

Para Lombardo Toledano el nuevo hombre se está formando en plenitud en los regímenes socialistas, por lo cual arenga a la juventud latinoamericana para inmiscuirse en la lucha por transformar el régimen social que los humilla y así ascender a la felicidad material y espiritual, porque ese nuevo humanismo debe sustentarse en la filosofía del materialismo dialéctico y en los avances de la ciencia (Lombardo: 1975: 217-218). Su convicción al respecto la suscribió en los términos siguientes:

La mitad del mundo vive en un ambiente de alegría, de dominio cada vez mayor sobre la naturaleza para servicio de la sociedad, de descubrimientos más importantes... porque han revelado el contenido y el valor del microcosmos y del macrocosmos... y sientan las bases para un nuevo humanismo, al lado del cual el del mundo clásico no es sino un amanecer tímido, de luz para un pequeño grupo. Ese nuevo mundo se está construyendo por el regreso de la razón a la dirección del hombre, de la sociedad y de la historia. Sin la filosofía del Materialismo Dialéctico, el mundo nuevo, sin clases sociales antagónicas, sin crisis económicas, sin desocupados, sin ignorantes, sin pesimistas, no existiría (Lombardo, 1975a: 28).

Por lo que respecta la solidaridad, la considera como un valor social sustancial para propugnar ese nuevo humanismo, tanto como respaldo de la lucha clasista en el régimen capitalista por parte de los obreros como para compartir responsabilidades en el modo de producción socialista.

Por la praxis filosófica de Vicente Lombardo Toledano puede evidenciarse su interpretación mecanicista, esto es determinista de la comprensión histórica, del natural e ineludible paso del modo de producción capitalista al socialista, pues para él resulta necesario ese tránsito porque sólo así entiende la posibilidad de que el hombre alcance su plenitud.

Esa posición determinista sobre el curso de la historia, no le obnubila señalar que una de los rasgos del ser humano es su libertad, pues para él “el hombre es libre y es igual a sus semejantes; pero es preciso que sus semejantes lo respeten como a tal y lo ayuden a resolver su destino” (Lombardo, 1932: 102) toda vez que una de sus responsabilidades radica en “justificar su existencia con su pensamiento y con sus obras” (Lombardo, 1964: 12), por ello considera que la libertad tiene como condición su despliegue en la historia, a ella está ligada estrechamente y consiste “en destruir las barreras interiores y exteriores que impiden al hombre el pleno disfrute de su existencia” (Ibíd.: 39), en consecuencia la

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propala como un derecho irrenunciable.

De ese conjunto de apreciaciones se deriva la necesidad de apuntar la manera como conceptúa la libertad, que en sus propias palabras tendría la semántica siguiente:

La libertad consiste en conocer las leyes que rigen el universo, el mundo y la vida, y en manejarlas para aumentar el dominio del hombre sobre la realidad objetiva de que forma parte. La libertad estriba en descubrir las causas de la acción humana y en tomar decisiones para alcanzar metas asequibles. ¿Qué mayor orgullo para el hombre que el de sentirse forjador de su propio destino? Su libertad... puede consistir... en el poder de su conciencia sobre todo lo que le rodea (Ibíd.: 38-39).

De modo que la libertad es sobre todo responsabilidad de actuación con base en el conocimiento racional de la realidad, sustento para transformarla.

Consecuentemente le señala a la libertad como principal obstáculo la falta de ejercitación del pensamiento racional, de ceder su lugar a las creencias religiosas, por lo que más bien debe promover la emancipación clasista, reconvirtiendo el trabajo de un castigo a un honor, mecanismos con los cuales puede suprimirse la alienación humana (Ibíd.: 52) y así superar todo tipo de enajenación.

Para esbozar la ontología del hombre en el pensamiento de Vicente Lombardo Toledano, debe hacerse con base en la consideración de cuatro elementos, a saber: el origen del hombre, su capacidad racional, el ejercicio de la libertad y su formación social. Para él el hombre es fruto de la naturaleza, como todos los seres, concepción que respalda en su adscripción a la concepción materialista pues el “hombre es producto del devenir cósmico” (Lombardo, 1975a: 152, 245).

Si bien el origen del ser humano es semejante a todos los demás elementos constitutivos de la naturaleza, su diferencia estriba en primer lugar en haber desarrollado su capacidad racional, que suscribió en términos cartesianos para intentar su superación:

...el hombre, por ser racional –el único dentro de las especies dotadas de vida- puede conocer la naturaleza que lo rodea, el sitio que en su seno ocupa y actuar sobre ella como efecto que se convierte en causa y produce nuevos hechos imprevisibles. En esa facultad estriba su grandeza.

No utilizar ni pulir arma tan poderosa como el razonamiento, que eleva al hombre como si ascendiera desde el fango hasta la cumbre luminosa desde la cual el porvenir se le entrega sin reserva, equivale a sentirse

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desvalido poseyendo el más rico de los tesoros. El apotegma cartesiano: “Pienso, luego existo”, debe formularse así “Existo porque pienso” (Lombardo, 1964: 12-13).

Para él el ejercicio de la razón es el medio principal del proceso de humanización, mismo que se despliega a través de la práctica de la libertad, la cual debe considerarse como el siguiente rasgo constitutivo de hombre, en particular por ser el detonador de su destino.

Su misma posición ideológica lo lleva a cumplimentar su concepción del hombre como ser social, peculiaridad que le permitió ejercitar su razón y todo el progreso alcanzado, pues sostuvo: “El hombre siempre ha vivido y actuado como conjunto, desde la horda hasta nuestros días. Es un ser social” (Lombardo, 1975b: 246). Con tal respaldo teórico pudo explicar el origen socioeconómico del indio al mostrar que éste ha sido producto de la conquista y colonización padecida desde el siglo XVI a la fecha.

Tanto el origen natural del hombre como su capacidad racional sustentan las bases para profundizar la constitución de su sociabilidad. Lombardo Toledano lo sintetizó así:

...creemos que el hombre es un producto de la naturaleza; que el mundo exterior al hombre forma y guía su espíritu; que la conciencia es principalmente social y no individual; que no es el hombre el que crea a voluntad suya la historia, sino la historia la que crea las ideas humanas; que la libertad no consiste en desunir la naturaleza del hombre... sino en obrar racionalmente dentro del proceso dialéctico de las leyes históricas (Lombardo, 1975a: 268).

De ahí incluso se desprende la explicación que otorga al dualismo conciencia-cerebro, donde aquélla es concebida como una propiedad de la materia en movimiento, reflejo de la realidad (Lombardo, 1964: 31-32). Y mediante este planteamiento puede establecerse entonces que para Lombardo Toledano el hombre se hace, por lo que recuerdo que para él el hombre, en su origen, fue dependiente de la naturaleza, su esclavo (Cfr. Ibíd.: 9, 62), pero su epopeya consistió en hacer uso de la razón, la cual le permitió elevarse sobre la naturaleza (Ibíd.: 53) mediante la creación y uso de la ciencia y demás saberes racionales, de modo que gracias a los conocimientos generados y acumulados por el trabajo se ha convertido en un gigante, a pesar de su pequeñez ante la inconmensurabilidad del universo (Ibíd.: 22, 54, 62).

Plantea que ese status, fue posible por el forjamiento de su pensamiento: “De la atención que preste a su inteligencia depende todo, del acervo de su cultura, de su decisión de vivir con vigor, de su propósito de hacer de la vida una fuerza que crea en vez de un triste andar sin rumbo hasta que se apague su menguada luz” (Ibíd.:61). Naturalmente, se pronuncia por

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la inmortalidad del hombre como especie, pues la historia como obra colectiva sellará la eternidad y grandeza humana. (Ibíd.: 92-93).

Posturas gnoseológicas

Si bien Vicente Lombardo careció de preocupaciones por sistematizar la teoría del conocimiento marxista, no dejó de lado preocupaciones sobre cuestiones gnoseológicas y epistemológicas al grado de sustentar que: “La piedra angular de todo sistema filosófico es la solución del problema de la epistemología” (Lombardo, 1932: 31-32), según escribió en su primera obra filosófica, la Ética editada en 1922.

Una década después al adscribirse a la filosofía marxista, amparó toda explicación sobre problemas del conocimiento en el enfoque del materialismo dialéctico por lo que atiende prioritariamente tópicos sobre el fundamento del conocimiento, proceso de aprehensión, de construcción, su validación y los roles.

Acerca de su fundamentación establece que todo conocimiento deriva del mundo real porque “nada hay fuera de la materia, nada existe fuera del tiempo y del espacio, cualidades intrínsecas de la materia, del mundo y de la vida, del universo entero” (Lombardo, 1975a: 210). En consecuencia la aprehensión que de la realidad hace el cerebro mediante su actividad nerviosa sólo busca reflejarla idealmente, lo más apegada a ella (Lombardo, 1964: 33), es lo que se denomina conocimiento, que es la concreción del ejercicio de la razón, pues consigna:

¿Por qué el hombre ha podido penetrar tan hondo en el universo? Porque posee la facultad de razonar, de examinar críticamente las cosas, de descubrir las leyes que las rigen y vinculan entre sí, y de utilizarlos como punto de partida para llegar a los principios generales, a las nociones abstractas, válidas tanto o más que el conocimiento de los hechos concretos (Ibíd.: 21-22).

La validez del conocimiento radica en la verificación de contrastación con la realidad, en la praxis, por lo que relativiza sus verdades al considerarlas contingentes, por ser productos de momentos históricos (Cfr. Lombardo, 1975a: 60, 61, 70.), por lo cual le otorga mayor legitimidad a las forjadas en el presente que en el pasado. Por ello concibe al conocimiento con roles sociales bien tipificados al justificar su existencia para promover la transformación de la realidad y respaldar la liberación de los hombres (Lombardo, 1964: 13-15).

Realización, posibilidad y límites del hombre

La explicación que Vicente Lombarda Toledano da de la naturaleza parte

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de la explicación de su origen, la cual respalda en su concepción materialista y adscripción al socialismo, de modo que reitera en varias partes de su obra que: “La esencia del universo es la materia en constante movimiento. Es por tanto, infinita en el espacio y eterna en el tiempo. Nadie la creó, es indestructible y cada objeto material es inagotable en sus propiedades” (Ibíd.:20). Consecuentemente la naturaleza es dinámica, cuyos procesos y fenómenos no son sino formas diversas de la materia, pues “está integrada por partículas que se encuentran en constante movimiento y cambio, en un proceso ininterrumpido de formación y destrucción” (Ibíd.: 26), vale decir un proceso dialéctico.

El hombre ha sido capaz de comprender sus regularidades, determinar parte de sus leyes por su capacidad racional, es fruto y prueba del dinamismo de la naturaleza. Su capacidad de dilucidación lo ha llevado a sistematizar e impulsar el progreso de la ciencia y la técnica, instrumentos mediante los cuales explica la infinidad y eternidad de la materia, en el espacio y en el tiempo (Ibíd.: 20- 21), e incluso le permiten creer a Vicente Lombardo Toledano que en los países socialistas, mediante su desarrollo existe mayor dominio sobre la naturaleza para bien de sus sociedades (Lombardo, 1975a: 28), con lo que exhibe, por cierto, rémoras de la visión tradicional de que la naturaleza existe para aprovechamiento del ser humano en un proceso de separación casi antagónico entre éste y aquélla.

Así recusa la creencia ampliamente aceptada de que la naturaleza es una creación divina (Lombardo, 1964: 43) y de paso permite exponer sus ideas al respecto, que se reducen a negar su existencia y explicar que mediante el uso de la razón llegó a descubrir “que los dioses que crearon su temor y su fantasía ante la naturaleza dura e impenetrable para su mente en formación; nunca existieron” (Ibíd.: 30). Si en torno a los dioses es como se clasifican las religiones, para Lombardo tienen como cometido “subordinar la conciencia humana a Dios, en admitir la intervención divina en la conducta del hombre” (Lombardo, 1975a: 269) y cuyas iglesias enajenan la liberación de las masas porque:

Las religiones afirman que la felicidad es imposible en este mundo y que el hombre sólo la alcanzará en otro, después de su muerte. Y como ha sufrido tanto, la dicha ultraterrena sigue siendo una esperanza para muchos de los que padecen. Es una doctrina antihistórica de la evolución de la naturaleza y del hombre, porque descansa en la supuesta inmutabilidad de los seres vivientes, del individuo y de la sociedad humana, y en la predeterminación del universo (Lombardo, 1964: 62).

Por lo que el clero tiene como parte de sus roles imponer dogmas, incluso refiere cómo las épocas de mayor influencia y en consecuencia más sombrías para el progreso humano, la edad media y la época

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colonial.

En cambio su apreciación sobre el Estado, siempre fue benigna, sustentada en dos ideas, la primera consistente en afirmar en que es una institución liberadora, naturalmente se refería, en 1926, al Estado emanado del proceso revolucionario de 1910 pues para él: “La libertad sindical es, pues, en México, por el sentido gramatical de las Leyes, es un nuevo camino creado por el Estado para la emancipación integral del proletariado, y un derecho limitado a la defensa de sus intereses materiales, tratándose del capitalismo” (Lombardo, 1974: 25, 267), la segunda radica en concebirlo como tutelar, en particular por la responsabilidad que tiene de instrumentar la política social: “El Estado se vuelve, así, protector de las clases explotadas y defensor de sus derechos ante los patrones y ante sí mismo, porque el derecho social descansa para su aplicación, en la voluntad de los trabajadores, en su conciencia de clase, en las decisiones de la mayoría, libremente adoptadas” (Lombardo, 1975b: 115). Así desarrolló una concepción estatista, que reforzó con sus convicciones socialistas, pues el Estado de la dictadura del proletariado le pareció encarnar la misión más alta de tal institución. En este sentido estuvo más cerca de José Stalin que de Carlos Marx.

Con relación a la escuela puede palparse en los escritos y en la misma actividad educativa de Vicente Lombardo Toledano la importancia trascendental que le otorga como institución esclarecedora de la realidad y propugnadora de la transformación social al apuntar que la misión de la Confederación de Trabajadores de México estribará en luchar “...porque la escuela, en todas sus formas, sea un factor social al servicio de los intereses de las mayorías y por la aceptación de los valores de la cultura proletaria” (Lombardo, 1963: 82). Para el efecto recomienda el empleo de procedimientos metodológicos específicos porque los concibe como herramientas imprescindibles en la enseñanza, en particular “el método intuitivo, la mayéutica socrática, capaz de realizar esa idea. La interrogación hábilmente manejada”(Lombardo, 1932: 18). Por ende, sentencia que la escuela tiene la loable y necesaria responsabilidad de enseñar a pensar científicamente con el propósito de transmitir y forjar criterio, pues así argumenta su propuesta de que la Universidad Nacional de México debe regir sus funciones en docencia e investigación totalmente comprometidos con el cambio socialista (Lombardo, 1975a: 63).

A pesar de su concepción estatista y progobiernista, puede considerarse a Lombardo Toledano uno de los personajes que mayormente contribuyó, en la primera mitad del siglo XX en México, a posibilitar el surgimiento de la sociedad civil, de manera preponderante por su praxis sindicalista que lo llevó a identificar la existencia de grupos políticos que clasificó como radicales entre los cuales inventarió los de orientación comunista de 1921 y de organizaciones con fines académicos, científicos,

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mutualistas y de recreación como la Academia Nacional de Medicina, la Orden Mexicana de Abogados, la Sociedad de Ingenieros y Arquitectos, La Sociedad Antonio Alzate, y la promoción de una Federación Nacional de Trabajadores Intelectuales (Lombardo, 1974: 182-183), pues tuvo como convicción: “que el único medio para que existan las libertades democráticas en nuestros países, es la organización cívica de sus masas populares y la participación legal y directa de todos las partidos en la gobernación de nuestras naciones”(Lombardo, 1975b: 99), según confesó en 1956.

Toda vez que no se puede esquematizar una concepción de género en la obra de Vicente Lombardo Toledano es posible sólo mostrar que las referencias sobre la mujer corroboran su crítica a las injusticias al señalar su exclusión de la toma de decisiones con la reproducción del dicho popular “son cosas de los hombres” (Lombardo, 1977: 61), además de relatar la explotación de que son objeto, porque si bien contribuye con su esfuerzo a la producción no es asalariada.

Sobre el asunto de las razas debe señalarse que en la obra y praxis política de Lombardo Toledano existe una abundancia de elementos para construir toda una doctrina indigenista, cuyo contenido se encuentra expuesto en el libro El problema del indio donde se muestra la exaltación de las culturas prehispánicas, la explicación del origen de la situación de postración de los integrantes de los grupos étnicos, planteamientos diversos sobre los instrumentos de su redención como la educación bilingüe, para su incorporación a la modernidad y al desarrollo del país, esto es a su mexicanización, pero también su propósito de aplicar en nuestra realidad las soluciones dadas en la desaparecida Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas al problema de las nacionalidades1 y así forjarles la conciencia proletaria.

También podemos referirnos a los derechos humanos en el pensamiento de Vicente Lombardo que considera como básicos e indeclinables, pues para él la igualdad debe ser tanto entre las personas de distinto sexo, entre las diferentes nacionalidades, entre el trabajo manual e intelectual y entre las religiones (Lombardo, 1974: 64) y si bien reconoce:

La doctrina del liberalismo... consideró a los hombres iguales... con los cuales movilizó a las grandes masas populares para destruir el sistema social del feudalismo... Formuló la Declaración de los Derechos Humanos y del Ciudadano, que es uno de los documentos más hermosos de la historia política; pero que no toca el gran problema de la sociedad dividida en clases antagónicas. Por esta causa resultó inoperante como instrumento para darles a los hombres la misma categoría en la realidad (Lombardo, 1964: 7).

Consecuentemente, buscó enriquecerlos llamando la atención sobre la

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importancia de lo que hoy denominamos derechos sociales y propugnando su concreción mediante la lucha por el advenimiento del socialismo.

Significado de los valores

Su formación filosófica y su quehacer educativo lo llevan a reconocer tempranamente la importancia de la ética al señalarla como coronamiento de los estudios preparatorios y normalistas (Lombardo, 1932: 32), por lo cual justifica que su enseñanza resulta indispensable desde la educación básica para que los alumnos aprendan a aceptar juiciosamente sus actos y para corregirlos con rectitud tanto en su comportamiento individual como en lo social (Ibíd.: 63).

Por la evolución del pensamiento de Vicente Lombardo Toledano puede observarse en su obra, primero una posición subjetivista que cultivaría hasta principios de los años treinta y luego una interpretación objetivista de los valores. Los testimonios sobre su actitud subjetivista están contenidos en su libro Ética donde, entre otras referencias, pueden apreciarse que pone como modelos a grandes pensadores espiritualistas (Ibíd.: 18) y postula como principios éticos los valores, el placer y el dolor, considerando al bien como un acto meramente voluntario (Cfr. Ibíd.: 91-93, 100). Pero esta posición la abandona, reniega de ella, cuando luego de su aprendizaje del marxismo lo confiesa a su maestro Antonio Caso en un artículo periodístico del 10 de abril de 1935. A partir de entonces adopta criterios que pretenden ser objetivos, algunos de los cuales había concebido en el inicio de su producción filosófica como decir que el conocimiento de la ley es requisito para vivir bien (Ibíd.: 23), aunque será más tarde, ya como marxista, cuando sustentará que la cultura es creación de valores, que éstos tienen jerarquía y que su enseñanza permite forjar criterio, siendo el pensamiento el que los formula (Cfr. Lombardo, 1975a: 51, 55, 66, 67 y Lombardo, 1964: 56 -60).

Propuestas sociopolíticas y económicas

En el ámbito ideológico se advierte claramente en las obras de Lombardo Toledano dos fases, la idealista o espiritualista y la materialista o marxista-leninista. Por ejemplo en su tesis de licenciatura en derecho titulada El derecho público y las nuevas corrientes filosóficas se pronuncia anti-marxista y pone en tela de juicio los artículos 3°, 27 y 123 constitucionales, porque los interpreta como fuentes de futuras controversias internacionales. (Lombardo, 1974: 10) Y si bien puede citarse en el reconocimiento que hace del legado de Hegel en la Ética en 1922, la doctrina de Carlos Marx donde señala que las relaciones económicas determinan el desarrollo de la política y la moral y que el

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Manifiesto del Partido Comunista engendró el socialismo (Lombardo, 1932: 75-76), su adscripción filosófica corresponde al espiritualismo. Pero cuando adopta como concepción al materialismo dialéctico, a partir de la década de los años treinta, sus propuestas interpretativas tendrán tal fundamentación ideológico-filosófico.

Por ende, con su adscripción al marxismo en torno a sus propuestas políticas destaca su crítica a la deformación que de ellas han hecho los políticos quienes identifican “el concepto de la política como el botín... [por lo] que la acción política tenga a veces el carácter de explosión popular” (Lombardo, 1977: 62), propugnando su revaloración al remarcarle como definición: “La política es una ciencia. La ciencia que descansa en todas las ciencias. Es la arquitectura por antonomasia. La que construye la sociedad humana. Y la política revolucionaria, la que crea un nuevo tipo de hombre, superior a todos los del pasado” (Lombardo, 1975b: 220), con lo que le marca como fin de la praxis de la política transformar las condiciones de vida de la sociedad para superar los problemas y obstáculos que impiden la concepción de los valores y derechos humanos.

Su formación jurídica lo condujo a apreciar las leyes como la síntesis de las expectativas sociales e instrumento ineludible para su realización. En el caso de México en particular concibió a la Constitución Política como la garante y punto de apoyo para acceder a una nueva sociedad, incluso al socialismo en virtud de haber sido producto de “la Revolución [que] estableció un nuevo orden político y social cuyas normas fundamentales quedaron contenidas en una nueva Constitución” (Lombardo, 1963: 62).

De lo anterior se deriva que Vicente Lombardo Toledano manifestó una actitud positiva ante el progreso social por la convicción ideológica-política de propugnar la superación de las injusticias y desigualdades con base en el uso de la razón y de sus frutos: la filosofía, la ciencia, la técnica, el arte, pues resultan ser los motores de la lucha humana por su aventajamiento, son así fuerzas permanentemente revolucionarias (Lombardo, 1964: 86).

Identifica como el mundo de los antivalores al modo de producción capitalista, motivo por el cual presenta una multitud de referencias sobre él, sea para caracterizarlo como el último espacio de la lucha de clases, que tiene por razón de ser el estímulo y defensa de la propiedad privada y para efecto promueve la enajenación de la clase explotada pero, a la vez, para revelar su inevitable descomposición:

Dentro de la crisis general del capitalismo, que es una crisis histórica, se producen las crisis cíclicas, las periódicas, que tienen características bien conocidas y cuya causa principal consiste en la construcción entre la tendencia del capitalismo a desarrollar las fuerzas productivas como si

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no tuvieran límite, y la limitación natural del mercado: acumulación de mercancías que no encuentran compradores; descenso del ritmo de la producción industrial; desocupación y baja de valores; medidas gubernativas para aplazar la catástrofe general; períodos de recuperación que nunca sobrepasan los niveles anteriores a la crisis y, años después, otra vez el fenómeno de la super-producción, del descenso de la producción, etc. Esto quiere decir que, dentro de la enfermedad crónica que padece el sistema capitalista, se presentan la economía de casi todos los países capitalistas (Lombardo, 1975b: 70).

A partir de tal radiografía que complementa con la explicación de los intentos del estado benefactor de Keynes, no obstante sus intentos por salvar las crisis capitalistas, señala Lombardo que persiste la agudización de las contradicciones provocando la intensificación de la lucha de clases, la rebelión antiimperialistas de los pueblos coloniales como las depresiones económicas (Ibíd.:71, 207). Precisamente ese conjunto de fenómenos económicos adicionados a los políticos como las dos guerras mundiales es por lo que el capitalismo se encuentra en proceso de liquidación, para lo cual recurre a pruebas como el triunfo de la revolución rusa en 1917, el establecimiento de la democracia popular en los países de Europa del Este, la instauración del socialismo en China y la proliferación de revoluciones de liberación nacional en Asia, África y que en América Latina la revolución cubana representa el mejor testimonio (Lombardo, 1964: 83-84), por ello resulta fundamental que la “lucha entre asalariados y propietarios no puede concluir sino con la expropiación de la propiedad privada, para reemplazar el sistema de la producción capitalista por el de la socialización de la producción” (Lombardo, 1975b: 228).

El tránsito del capitalismo al socialismo ha sido mediante el uso de las armas pero Vicente Lombardo Toledano respalda para México la vía pacífica. Su adscripción al socialismo pareció temprana en virtud de comprender su carácter justicialista y sindicalista según queda testimoniado en el recuento de su libro La libertad sindical en México (1926), pero su convicción socialista quedará sellada a partir de 1935 cuando sistematiza el racionalismo, igualitarismo y humanismo del socialismo, pues para él: “El socialismo no es una religión... El socialismo es humanismo puro, reivindicación del hombre, rescatándolo de las sombras de la ignorancia y de su temor religioso originarios” (Lombardo, 1975a: 269), porque representa el reino en la tierra (Lombardo, 1964: 63), donde quedan cubiertas las necesidades y expectativas en todos los planos de la vida humana:

Porque el socialismo ya no es una teoría sin comprobación ni una promesa, sino una realidad viva... Es una nueva visión del universo que ha descubierto la armonía y la unidad esencial de cada una de las partes que lo integran. Es una teoría válida sobre la historia, que ha explicado

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científicamente el cambio inevitable de todos los sistemas de la vida social basados en la explotación del hombre. Es el único régimen social en el que la libertad verdadera florece. Es un sistema político que ha concluido con la enajenación del hombre al convertir su trabajo en alegría. Es la única perspectiva que engrandece al hombre, porque coloca a su pensamiento en el campo del infinito (Lombardo, 1964: 90).

La explicable confusión entre la teoría -el marxismo- y la política -el socialismo- parece que fue motivado por su afán propagandístico. Sin embargo, contó con informaciones para el uso riguroso de los conceptos al grado de propulsar las transformaciones sociales considerando que existen dos etapas históricas, sucesivas, para acceder a la verdadera historia del hombre: “La primera, la etapa inferior, es el socialismo. La segunda, la etapa superior, es el comunismo. En el socialismo, la distribución de la riqueza... se hace de acuerdo con... el trabajo de cada individuo... En la etapa del comunismo... es diferente: a cada quien según sus necesidades independientemente de la importancia que su trabajo tenga” (Lombardo, 1975b: 419).

De la amplia gama de referencias al socialismo destacan dos planteamientos que sintetizan la práctica política de Vicente Lombardo Toledano. Una se refiere a la idea de que en la construcción del socialismo cada país tiene su propio camino

 

Narciso Bassolsintelectual y revolucionario mexicano

 

Emmanuel Moreno Rivera

Ante el complejo panorama de las primeras décadas del México postrevolucionario, políticos, revolucionarios e intelectuales del país, debatían en torno a la formación y consolidación del nuevo Estado Revolucionario. La lucha revolucionaria había trastornado seriamente la economía mexicana. Durante los primeros diez años de la Revolución, la economía mexicana sufrió una severa baja en la producción minera (40%) y manufacturera (9%), la producción agrícola también disminuyó.

Por lo anterior, La Revolución Mexicana provocó en los intelectuales y artistas controversias profundas que cuestionaban el quehacer y el

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desempeño de las instituciones existentes. Si había que definir las nuevas formas de gobierno, era preciso también revisar y redefinir sus políticas sociales, que habrían de ser la base de sustentación para la reconstrucción y desarrollo económico, político y social nacional del México revolucionario.

Es en este contexto donde se inscribe la participación de Narciso Bassols García, como uno de los intelectuales protagonistas más relevantes y polémicos, “una de las mentes más lúcidas del México postrevolucionario” [Silva Herzog, 1964: 18].

Como ha señalado Alonso Aguilar Monteverde, desde muy joven, “...Bassols empieza a revisar muchos conceptos en que entonces había creído; empieza a ver de manera distinta los conceptos científicos y filosóficos fundamentales y a enfocar en otra perspectiva los problemas sociales y políticos de México. No solo postula la necesidad de crear un clima nuevo, de renovar las instituciones y el ambiente cívico y cultural de la Nación, sino que advierte con claridad que el progreso del país depende en gran medida de una correcta solución del problema de la tierra” [Bassols, 1964: 3]. Y agrega “De un liberalismo humanista; de una postura generosa y honrada, pero influida fuertemente por concepciones filosóficas idealistas, Bassols pasa en poco tiempo a una actitud cada vez más racional, a enjuiciar con profundo y severo espíritu crítico la realidad en que se mueve, a interesarse por el socialismo...” [Bassols, 1964: 3].

Narciso Bassols, originario de Tenango, Estado de México (1897-1959), emigró a la Ciudad de México para realizar sus estudios. Ingresó al Colegio de San José en 1907 y para 1911, ingresa a la Escuela Nacional Preparatoria. En 1916, se inscribe en la Escuela de Jurisprudencia de la Universidad Nacional donde se titula como abogado en 1919, y de inmediato inicia su fructífera carrera como pensador crítico, servidor público y diplomático.

Fue uno de los políticos e intelectuales más influyentes del periodo postrevolucionario, que ejerció el rigor crítico, desde la perspectiva del análisis, para ubicar en la mesa de las discusiones los problemas más relevantes de su tiempo. Esto lo realizó desde los diferentes espacios de responsabilidad que ocupó.

Se desempeñó, en 1925, como consultor del Departamento de Salubridad y después, como Secretario General del Gobierno del Estado de México, en el periodo del gobernador Carlos Riva Palacio. En 1926, renuncia al cargo y se encamina por la ruta de la docencia en la Universidad Nacional y el trabajo independiente en su despacho de abogado. Es entonces que el Secretario de Agricultura y Fomento le encomienda redactar la “Ley de Dotaciones y Restitución de Tierras y Aguas,

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reglamentaria del artículo 27 constitucional”, que entró en vigor el 27 de abril de 1927. Esta ley no fue ejecutada como lo pretendía Bassols por todos los gobiernos, y fue ello lo que le hace decidir separarse del gobierno y realizar una severa crítica a través de diferentes medios.

Bassols, se involucra en la problemática agraria del país gracias a ese encargo, sin embargo, el momento en que lo realiza, resultó clave para que su pensamiento creara polémica entre los dirigentes de la política agraria de los años siguientes a la promulgación de la ley. A partir de la Ley del 6 de enero de 1915, se da inicio al reparto agrario; Venustiano Carranza reparte entre 1915 y 1920, un total de 381,949 hectáreas; Álvaro Obregón reparte entre 1921 y 1924, 1’730,684 hectáreas; Plutarco Elías Calles, entre 1925 y 1928, un total de 3’173,343 hectáreas; durante su breve mandato en 1929, Emilio Portes Gil, distribuye 851,282; Pascual Ortiz Rubio en 1930-1932, distribuye 1’495,182 hectáreas; Abelardo Rodríguez reparte 2’056,268 entre 1933 y 1934; Lázaro Cárdenas, entre 1934 y 1940, reparte 20’107,044 hectáreas; y, Manuel Ávila Camacho 5’306,922 hectáreas entre 1941 y 1946.

Probablemente, los resultados esperados por Bassols eran muy superiores a los que finalmente se lograron, pero su ideario sobre ese tema, resumido en los periódicos Combate y Acción social siguió provocando agudas críticas. Es precisamente en este último, que el 21 de noviembre de 1928 publica “Toda la tierra; y pronto” en donde proponía como solución única al problema agrario dos puntos, a). hay que entregar toda la tierra a los que la trabajan; y b). hay que entregársela pronto, y abundaba: “Dejar de cumplir con cualquiera de los requisitos anteriores, es hacer insoluble el problema, es traicionar al indio, es no ser revolucionario, es servir a los intereses de los terratenientes y del capitalismo yanqui. Equivale a tanto como ser reaccionario puro o apóstata, si alguna vez se estuvo con los de abajo” [Bassols, 1964: 53].

Bassols considera que el acuerdo del 11 de diciembre de 1940 sobre parcelación de los ejidos, el Presidente Ávila Camacho se desviaba del proyecto social y económico de la Revolución, y alerta contra ello a los campesinos:

... es imposible abrigar ya la menor duda: o hay un plan siniestro encaminado a dar muerte a la obra agraria de la Revolución: o es tan grande la ignorancia y la incapacidad de quienes vienen inspirando y poniendo en vigor las medidas del gobierno en materia de ejidos, que sin darse cuenta de ello están creando una situación que no podrá dejar de conducir a una tremenda crisis ejidal en todo el país, con su consiguiente efecto perturbador de no menos que la propia paz de México [GEM, s/f: 16].

En 1929, es nombrado director de la Escuela Nacional de Jurisprudencia

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de la Universidad Nacional de México, y con una visión muy amplia del contexto nacional e internacional, planteó la necesidad de entender su comportamiento económico y estudiarlo rigurosamente y de manera científica, por lo que, desde ese cargo, sentó las bases para la creación de la Escuela Nacional de Economía. Al respecto señaló:

Por esa necesidad de que los fenómenos económicos –mundiales y del país- se conozcan científicamente, de que se desarrolle una labor de investigación permanente de las formas concretas de la economía nacional para pasar de ellas al establecimiento de leyes y principios inalterables; por las necesidades también de que la aplicación efectiva, diaria, de los principios fundamentales, se haga por técnicos íntimamente informados del proceso de nuestra economía; por todo ello y más, la Universidad no ha dudado sobre la ventaja inmediata de la organización de la licenciatura en Economía [Bassols, 1964: 19].

Por otro lado, siendo director, Bassols había observado con claridad la problemática de las universidades, tal como señala Carlos Tünnermann: “Las universidades, encasilladas en el molde profesionalista napoleónico y arrastrando en su enseñanza pesado lastre colonial, estaban lejos de responder a lo que América Latina necesitaba para ingresar decorosamente en el siglo XX y hacer frente a la nueva problemática planteada por los cambios experimentados en su composición social” [Tünnermann, 1997: 29-30].

En el caso particular de México:

La Universidad, pese a que había producido los mejores hombres de la historia republicana, dejó perder sus mejores oportunidades cuando se adueñaron del poder generales y caciques. Los hombres mejor preparados, los “científicos” (como se los denominara en México bajo el régimen de Porfirio Díaz), se limitaron a acatar las órdenes y consignas de los improvisados, codiciosos y audaces, convirtiéndose, de hecho, en sus “hombres de trono”. Esto rebajó la valía y jerarquía de la Universidad. La puso en manos de grupos oligárquicos y nepóticos, la convirtió en prebenda y botín. De hecho, la enseñanza se volvió retórica. El dogmatismo magistral sustituyó al religioso [Tünnermann, 1997: 30-31].

Con base en esas observaciones, Bassols se abocó a realizar algunas acciones para la transformación de la Universidad, como fue, establecer un nuevo sistema de exámenes trimestrales en la Universidad para tratar de elevar el nivel académico de los estudiantes; sin embargo, esto generó una gran movilización entre estudiantes y profesores lo que a la postre, llevó a la huelga a la universidad en 1929. De esa movilización desembocó, finalmente, tanto la autonomía universitaria, como la

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renuncia de Bassols a la Dirección de la Escuela.

Posteriormente, en su siguiente cargo público, se desempeñó como Secretario de Educación, al ser nombrado por el presidente Pascual Ortiz Rubio y ratificado por el presidente Abelardo L. Rodríguez. Fue en este encargo donde es más rica y fructífera su participación para el proyecto de consolidación del nuevo Estado emanado de la Revolución, sin embargo, como se verá más adelante, Bassols renuncia a ese cargo en 1934, como resultado de la oposición de los sectores conservadores del país.

El Proyecto de educación socialista en México

Con una concepción ideológica que iba del liberalismo social y una gran exaltación de los valores nacionalistas y democráticos, así como del indigenismo, hacia su formación como un hombre de izquierda socialista y defensor de la intervención del Estado en la economía, Bassols inicia su trabajo como uno de los principales colaboradores del Presidente Pascual Ortiz Rubio, quien en octubre de 1931, lo nombra Secretario de Educación. Es de destacar su papel como ideólogo y conductor de la política educativa, pues fue ahí donde su participación fue más rica y cuando más contribuyó a la consolidación del Estado mexicano.

Al poco tiempo de haber sido nombrado Secretario, Bassols abordará los problemas educativos en todos sus aspectos: atendió el problema de la enseñanza normal y la técnica; la educación rural y las Misiones Culturales, el problema escalafonario de los profesores, la educación sexual y la organización del consejo de Educación Primaria. Sin embargo, se puede decir que, su misión como Secretario de Educación se centró en tres objetivos fundamentales: primero, que la educación que se impartiera en el país fuera efectivamente laica; segundo, que la educación rural coadyuvara a la resolución de uno de los problemas más grandes del país, la situación de atraso y marginación del campesinado; y tercero, el impulso a la educación sexual [Bassols, 1964: 121-130].

Estas intenciones revolucionarias, en su tiempo sustentadas bajo el tenor de una ideología de izquierda muy cercana al marxismo, a la postre, serían las causas de su renuncia al cargo, dados los enfrentamientos que provocara con las fuerzas reaccionarias encabezadas por el clero y los sindicatos de la educación.

Jesús Silva Herzog advierte que, ya desde su discurso del 28 de abril de 1933 ante el Nuevo Consejo de Educación Primaria del Distrito Federal “Bassols, deja ver con toda claridad la evolución de su pensamiento, el cual partiendo de un liberalismo social con ingredientes de la Revolución Mexicana, ya caminaba por la senda que conduce al socialismo”

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[Bassols, 1964: xxvi].

... en vez de una escuela liberal, destinada ante todo a formar unidades individuales vigorosas, aptas para sobrevivir en la lucha y vencer en el proceso de selección y adaptación... ustedes deben crear... una Escuela Primaria que animada de propósitos y tendencias sociales, haga de la educación personal simplemente un medio de realizar mejor las aspiraciones colectivas, y para ello supedite estrictamente el desenvolvimiento de los instintos, aptitudes y energías de los educandos, a las exigencias nacidas de la moderna aspiración social que se empeña en dar forma a nuevos tipos de sociedades humanas apoyadas en la justicia” [Bassols, 1964: 140].

John Britton al hacer un recuento para evaluar el significado de la adopción de la doctrina socialista como guía del proceso educativo, señala que, pese a los esfuerzos del primer secretario de la Secretaria de Educación Pública, José Vasconcelos, los proyectos de mejoramiento educativo comenzaron a tener problemas, sobre todo de índole administrativa, derivados del rápido crecimiento de los sistemas escolares y por la inexistencia de una dirección ideológica consistente de la educación.[Britton, 1972: 32]. Fue precisamente ante ese vacío ideológico que Bassols realiza importantes intentos de mejoramiento a la educación, en el marco de un pensamiento socialista, que tenía como ejes la educación laica, la educación rural y la educación sexual para avanzar rápidamente, por el camino de la Revolución, hacia el desarrollo económico y social.

Tal condición ideológica llevó a la continuación del histórico diferendo Iglesia – Estado remanente del siglo anterior. Marxismo y anticlericalismo se habían conformado como premisas inseparables, y con Bassols como el primer marxista mexicano ocupante de una posición de importancia, la lucha anticlerical en la educación arreció, pero con ello, también creció la disputa entre las dos instituciones. El nuevo Secretario de Educación determinó que el Estado debería romper el control que la religión tenía sobre las masas, y la forma la constituía la educación laica. Bassols atacó las vetas que la reforma de 1926 dejó abiertas para la educación religiosa. Así, por un lado, atacó a las escuelas secundarias privadas o colegios a los que el gobierno del General Calles había dejado sin tocar; y por otro, se dirigió a las escuelas primarias privadas donde enseñaban curas y miembros de las órdenes religiosas, que en su mayoría se encontraban bajo el control de la Iglesia.

En diciembre de 1931, el presidente Ortiz Rubio, firmó el decreto de incorporación para las escuelas secundarias privadas, que extendía el control gubernamental sobre las escuelas incorporadas, prohibiéndoles la dirección y apoyo directo de la Iglesia, así como la instrucción en temas religiosos, la utilización en las escuelas de símbolos ligados a la Iglesia,

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y especialmente, el establecimiento obligatorio de contar con el reconocimiento oficial por parte de la SEP en los diplomas otorgados.

Por otro lado, respecto a la educación en áreas rurales, Bassols dedicó un gran esfuerzo a revitalizar lo realizado por Vasconcelos. Revisó la estructura administrativa a fin de observar la competencia de las dependencias al cargo de tales encomiendas. Ahí también, la influencia marxista era bastante fuerte en la manera como entendía los problemas de la educación rural. El impulso a la educación rural buscaba un desarrollo amplio o una transformación de las masas trabajadoras del campo, en cuatro niveles, como señaló el propio Narciso Bassols: 1) biológicamente, a través del mejoramiento de la salud; 2) económicamente, con la introducción de métodos modernos de producción; 3) culturalmente, con la enseñanza de los métodos contemporáneos en ciencia y tecnología; y 4) socialmente, con la preservación de la vitalidad espiritual de la herencia indígena.

Bassols buscaba modificar los sistemas de producción, distribución y consumo de la riqueza, para hacer a un lado los viejos sistemas y poner en marcha nuevos tipos de actividad agrícola e industrial que tuvieran posibilidades de mejoramiento y así las comunidades indígenas pudieran dejar su ancestral pobreza. En todo ello buscó respetar la cultura indígena, integrando no solo un paquete de respuestas económicas, sino también sociales y culturales. Debería hacerse una síntesis de las dos culturas, lo cual era también una búsqueda de la unidad nacional.

Asociada a la reforma agraria extensa, la educación rural ocupa el centro de la atención gubernamental hasta cerca de fines de los años 1930. Los esfuerzos desarrollados por Bassols, e incluso posteriormente durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, hablan de un intenso compromiso con el proyecto educativo para los campesinos. Pese a los desencuentros con los sindicatos magisteriales, se logra avanzar sucesivamente en el fortalecimiento de las Misiones Culturales que habían iniciado una década antes; se experimenta con las Escuelas Agrícolas Centrales y las Normales Rurales, las que concluyen en la creación de un experimento unificador y que fueron las Escuelas Regionales Campesinas. En éste esfuerzo está la constante de llevar al campo, unidas a las instalaciones físicas y a los maestros, la ideología socialista del proyecto de desarrollo social y económico impulsado por Narciso Bassols.

Por su parte, en la educación urbana, hay un interés profundo por revertir la tendencia del fracaso de la escuela por la deserción de los alumnos que tenían que trabajar. Se crea el Departamento de educación obrera, que aunque de breve existencia, indicó el interés del régimen sobre el punto. En lo referente a la educación técnica, un poco desvinculada de los esfuerzos socialistas, aunque teniendo esta filosofía como fondo, se avanza para construir finalmente un sistema prevocacional, vocacional y

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profesional que concluye más tarde en el Instituto Tecnológico Nacional.

Otro de los aspectos fundamentales del proyecto educativo de Bassols, y también uno de los más complicados, fue el programa de educación sexual. Este programa pretendía instruir a los jóvenes sobre los fundamentos biológicos de la sexualidad a fin de evitar la incidencia de embarazos indeseados, principalmente en adolescentes, y el crecimiento de enfermedades de transmisión sexual.

Este proyecto encontró una gran oposición. El clero y la Unión Nacional de Padres de Familia promovieron un movimiento de huelga que, aunque con poca respuesta, sumó la inconformidad de líderes magisteriales opuestos a la educación socialista que consideraban que el proyecto de Bassols era parte de una ofensiva comunista de desestabilización de la cultura y la tradición familiar mexicana. Así, los sectores más conservadores del país, constituyeron un verdadero obstáculo para el desarrollo del proyecto propuesto, al grado que lo llevaron a renunciar al cargo de Secretario de Educación en mayo de 1934.

Al respecto, Jesús Silva Herzog, señala que finalmente el proyecto socialista de la educación pública no era viable, “para qué queríamos una educación socialista en un país no socialista, en donde, además, el 99% de los profesores no sabían siquiera que era el socialismo” [Silva Herzog, 1964: 29]. Sin embargo, si bien no todos los propósitos de Bassols, para la educación pública del país fueron convertidos en hechos, o no lograron cristalizarse en la conciencia nacional, como fue el caso de la educación socialista, la gestión de Bassols y su legado a la educación pública para el período inmediato posterior, sí logró romper la inercia que ubicaba en la desorganización y la indefinición a la obra educativa del gobierno revolucionario.

Posterior a su renuncia, es nombrado por el mismo Presidente Abelardo L. Rodríguez, Secretario de Gobernación, puesto que ocupa de inmediato, sin embargo, ese mismo año también renuncia a él como resultado del diferendo con el presidente en cuanto al cierre de centros de juego y apuestas, como El Casino de la Selva y The Foreing Club, que Bassols pretendía en contra de la decisión del presidente. Con esto se ratificaba el carácter insubordinable de Bassols y lo inflexible de su pensamiento, cuando consideraba que algún asunto de las decisiones políticas, no correspondía al proyecto revolucionario en que confiaba.

Los años de Lázaro Cárdenas

El Presidente Lázaro Cárdenas nombra a Bassols Secretario de Hacienda en 1934, desde donde realiza, en el curso de siete meses, la reforma monetaria de 1934; modifica la legislación fiscal; crea las leyes y

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reglamentos del Banco de México; de Seguros de México, Crédito Popular, y otras instituciones financieras, en apoyo a las clases populares.

La reforma monetaria fue, de entre todas las acciones realizadas, la que mayormente contribuyó a mejorar las finanzas del país, afectadas por la crisis mundial de principios de la década de 1930. Lo que hizo Bassols, fue realizar una modificación fundamental en el sistema monetario: cambiar la moneda de plata que se encontraba en circulación entonces y que ya no era posible sostener, por billetes del Banco de México, que se convirtieron en la única moneda con poder liberatorio ilimitado, rompiendo así, la tradición de signos monetarios metálicos que se mantenía desde la época colonial.

Otro de los aspectos relevantes del pensamiento de Bassols, es el referido a la inversión extranjera en el país. Nunca confió plenamente en el apoyo financiero extranjero, ni en forma de créditos ni en inversiones:

Por mí, nunca me inclinaría a buscar el desarrollo económico de México en el camino de multiplicar veinte o treinta veces el monto actual de las inversiones extranjeras. Independientemente de que soy, respecto al progreso económico y político futuro del pueblo mexicano, mucho más optimista de lo que supone fincar tristemente su redención en la ayuda que puedan darle las migajas de los negocios, empresas y servicios con que hoy se le explota; me basta desechar de inmediato la fórmula de la inversión extranjera masiva como instrumento de progreso y bienestar de México [GEM, s/f: 7].

Él se inclinaba porque se le dieran al pueblo las herramientas para el desarrollo, pues, señalaba “... es una verdad archisobada que quien domina en lo económico, domina en lo político. Bueno es repetir que es preferible caminar despacio siendo libres que caminar de prisa siendo esclavos...” [GEM, s/f: 24].

Sin embargo, a raíz de la crisis política de 1935, que se suscita entre el general Calles y el Presidente Cárdenas, renuncia al cargo de Secretario “... por lealtad al General Calles” a mediados de 1935, y posteriormente, durante ese mismo año, es designado ministro en Londres y representante de México ante la Sociedad de las Naciones. Posteriormente, después de su primera participación como diplomático, participa lado de Vicente Lombardo, como representante de la CTM ante las centrales obreras de España; Se traslada a España para tratar de ayudar a los republicanos españoles en su lucha contra Francisco Franco. Cuando España pierde la guerra y triunfa el franquismo, se traslada a Francia nombrado ministro de México en ese país, desde donde gestiona ante el gobierno mexicano el asilo político de más de diez mil españoles republicanos que habían sido hechos prisioneros durante la Guerra Civil

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de ese país.

La lucha ideológica de Bassols contra los “enemigos de la revolución”

Bassols, nunca dudó en aceptar cargos de responsabilidad pública, al considerar que como hombre de izquierda, había adquirido el gran compromiso de participar en el gobierno revolucionario, siempre, teniendo la claridad de a quién servía y cómo lo hacía. En 1940, rechazó trabajar en el gobierno del general Ávila Camacho al considerar que éste se desviaba del proyecto social de la Revolución Mexicana.

Como intelectual también se destacó en la lucha ideológica en contra del gobierno que, a su juicio, se apartaba de los postulados revolucionarios. Así, fue fundador de la Liga de Acción Política y del semanario Combate, desde donde realizó su critica al gobierno que había roto con el proyecto revolucionario a partir de 1940.

Durante todos los años de su vida pública, y con base en su amplia trayectoria, su lucidez y su intachable conducta moral ante los comportamientos políticos, ninguno de sus biógrafos puede evitar el destacar una actitud honesta, vertical e incorruptible, pero lo más valioso de este intelectual mexicano lo constituye, en realidad, su pensamiento profundamente crítico y su acción para el cambio de las condiciones históricas, políticas y del grado de desarrollo del pueblo a partir de su pensamiento liberal, nacionalista y socialista.

Bassols transita como ya se ha señalado, del liberalismo social y un gran respeto a los valores nacionalistas, democráticos e indigenistas, hasta su formación como un hombre de izquierda socialista, defensor de la intervención del Estado en la economía, de una reforma agraria inmediata y total, y, de una educación que “rescate nuestros valores culturales” y “forme una mentalidad revolucionaria”.

En materia de filosofía política, Bassols rechazaba la doctrina del “dejar hacer” de los liberales europeos del siglo XIX porque, opinaba, estaban en desacuerdo