VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

148
Arcaico Final y el Formativo Temprano presentan características de Estado. Mientras que Pozorski y Pozorski desarrollan un modelo sobre planeamien- to urbano para el sitio del Formativo Temprano Pampa de las Llamas-Moxeke en el valle de Casma, R. Shady asigna categoría de ciudad al complejo de Caral o Chupacigarro del Arcaico Tardío en el va- lle de Supe. En ambos planteamientos observamos, sin embargo, que la organización del espacio no se ajusta al concepto de ciudad en la medida que un centro urbano combina diferentes funciones rela- cionadas, siendo la ritual parte de ellas. Ambos asentamientos tienen fundamentalmente espacios rituales. c) Otro grupo de investigadores, entre los que fi- guran R. Burger (1987), Burger y Salazar-Burger (1991), Quilter (1991), desarrollan otras interpreta- ciones. A base de evidencias recuperadas en los templos en U de Cardal y Mina Perdida del valle de Lurín, sur de Lima, R. Burger y L. Salazar afirman que Cardal fue producto de un modo de vida “ega- litario”, con líderes carismáticos y saber sagrado, sin la “connotación de poder y coerción”. A su vez, Quilter (1991:431) encuentra homogeneidad en di- versos patrones culturales (tamaño y forma de los asentamientos, patrones funerarios, etc.) durante el Arcaico Tardío, siendo improbable la ocurrencia del Estado durante esta etapa. VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES G.R. Willey y P. Phillips definieron este período por la consolidación de la vida aldeana, basada en la agricultura u otra actividad organizada de subsis- tencia colectiva (pastoreo por ejemplo), el aumento demográfico, la existencia de jerarquías sociales, la proliferación de centros ceremoniales. Generalmen- te los arqueólogos utilizan la alfarería para separar este período del Arcaico, que para Perú retrocede a 1 700 a.C. Este criterio es arbitrario, pues en el Ar- caico Tardío (2 500 a.C.) existían ya grupos prealfa- reros con alto desarrollo sociopolítico, según lo tes- tifican El Áspero (Supe), El Paraíso (Chillón), La Galgada y Huari- coto (callejón de Huaylas). En cambio, en Ecuador, Colombia, Venezuela y Pana- má, se fabricaba cerámica ha- cia el 3 000 a.C., según da- tos de Puerto Hormiga, de- partamento de Bolívar, costa de Colombia (3 000 y 2 500 a.C.); Cana- pote, Tesca y Barlovento (este de Cartagena, en el Caribe colombiano), y San Jacinto (en el bajo Magdalena, Co- lombia). La capa superior de Canapote proporcionó una fecha de 1 940 a.C. En el bajo Magdalena des- taca el sitio de Bucarelia (cerca de Zambrano), em- parentado con Puerto Hormiga y Barlovento. Otro sitio sería Momil I, en el río Sinú del Caribe colom- biano. En el noroeste de Venezuela, región de la Guajira, se halla Rancho Peludo (2 820-445 a.C.), La Pitia y Santa Ana (anteriores a 500 a.C.). En Pa- namá figura Monagrillo, en el río Parita (2 140 a.C.), con parecidos a Barlovento de Colombia y Valdivia de Ecuador. Valdivia es un lugar y una cultura del pe- ríodo Formativo descubierta en la cos- ta del Guayas, Ecuador, fechada entre 3 900 y 2 300 a.C., seguida cronológi- camente por Machalilla (2 259-1 320 a.C.) y Chorrera (1 300-550 a.C.). Es, hasta la fecha, la cultura con cerá- mica más antigua en América. La tecnología alfarera se descubrió en tiempos diferentes en América. Hasta hoy la proveniente de Valdivia y Real Alto (Ecuador) ha proporcionado antigüedades de más de 3 000 años para la fabricación de recipientes de barro (Lathrap et al. 1977). En la vista fragmento de jarra de la fase Valdivia 6.

Transcript of VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Page 1: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Arcaico Final y el Formativo Temprano presentancaracterísticas de Estado. Mientras que Pozorski yPozorski desarrollan un modelo sobre planeamien-to urbano para el sitio del Formativo TempranoPampa de las Llamas-Moxeke en el valle de Casma,R. Shady asigna categoría de ciudad al complejo deCaral o Chupacigarro del Arcaico Tardío en el va-lle de Supe. En ambos planteamientos observamos,sin embargo, que la organización del espacio no seajusta al concepto de ciudad en la medida que uncentro urbano combina diferentes funciones rela-cionadas, siendo la ritual parte de ellas. Ambosasentamientos tienen fundamentalmente espaciosrituales.

c) Otro grupo de investigadores, entre los que fi-guran R. Burger (1987), Burger y Salazar-Burger(1991), Quilter (1991), desarrollan otras interpreta-ciones. A base de evidencias recuperadas en lostemplos en U de Cardal y Mina Perdida del valle deLurín, sur de Lima, R. Burger y L. Salazar afirmanque Cardal fue producto de un modo de vida “ega-litario”, con líderes carismáticos y saber sagrado,sin la “connotación de poder y coerción”. A su vez,Quilter (1991:431) encuentra homogeneidad en di-versos patrones culturales (tamaño y forma de losasentamientos, patrones funerarios, etc.) durante elArcaico Tardío, siendo improbable la ocurrencia delEstado durante esta etapa.

85

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

VIEL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

G.R. Willey y P. Phillips definieron este períodopor la consolidación de la vida aldeana, basada en laagricultura u otra actividad organizada de subsis-tencia colectiva (pastoreo por ejemplo), el aumentodemográfico, la existencia de jerarquías sociales, laproliferación de centros ceremoniales. Generalmen-te los arqueólogos utilizan la alfarería para separareste período del Arcaico, que para Perú retrocede a1 700 a.C. Este criterio es arbitrario, pues en el Ar-caico Tardío (2 500 a.C.) existían ya grupos prealfa-reros con alto desarrollo sociopolítico, según lo tes-tifican El Áspero (Supe), El Paraíso(Chillón), La Galgada y Huari-coto (callejón de Huaylas).

En cambio, en Ecuador,Colombia, Venezuela y Pana-má, se fabricaba cerámica ha-cia el 3 000 a.C., según da-tos de Puerto Hormiga, de-partamento de Bolívar,costa de Colombia (3000 y 2 500 a.C.); Cana-pote, Tesca y Barlovento(este de Cartagena, en elCaribe colombiano), y SanJacinto (en el bajo Magdalena, Co-

lombia). La capa superior de Canapote proporcionóuna fecha de 1 940 a.C. En el bajo Magdalena des-taca el sitio de Bucarelia (cerca de Zambrano), em-parentado con Puerto Hormiga y Barlovento. Otrositio sería Momil I, en el río Sinú del Caribe colom-biano. En el noroeste de Venezuela, región de laGuajira, se halla Rancho Peludo (2 820-445 a.C.),La Pitia y Santa Ana (anteriores a 500 a.C.). En Pa-namá figura Monagrillo, en el río Parita (2 140a.C.), con parecidos a Barlovento de Colombia yValdivia de Ecuador.

Valdivia es un lugar y una cultura del pe-ríodo Formativo descubierta en la cos-ta del Guayas, Ecuador, fechada entre3 900 y 2 300 a.C., seguida cronológi-

camente por Machalilla (2 259-1 320a.C.) y Chorrera (1 300-550 a.C.). Es,

hasta la fecha, la cultura con cerá-mica más antigua en América.

La tecnología alfarera se descubrió entiempos diferentes en América. Hastahoy la proveniente de Valdivia y Real

Alto (Ecuador) ha proporcionadoantigüedades de más de 3 000 años para

la fabricación de recipientes de barro (Lathrapet al. 1977). En la vista fragmento de jarra de la

fase Valdivia 6.

Page 2: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Un asentamiento Valdivia intensamente estudia-do por J. Marcos (1986) es Real Alto, en el sur de lapenínsula de Santa Elena, sobre una de las terrazasaltas del río Verde, valle de Chanduy. Comprendeun poblado alrededor de una plaza y dos edificiosfrente a frente y situados en los bordes oeste (edifi-cio de los Entierros) y este (edificio o Casa de Reu-niones). Una fecha radiocarbónica en muestra vege-tal del edificio de los Entierros (u osario) proporcio-nó una antigüedad de 3 000 a.C., existiendo otrasdos fechas más antiguas asignadas por Marcos a sufase Valdivia IA, provenientes de Real Alto, que seubican en 4 326 ± y 4 196 ± 302 a. C. (Marcos 1986:78, 79). Para J. Marcos, Real Alto es un asentamien-to que se ajusta correctamente al proceso de neoli-tización en el norte andino, cuya cultura más cons-picua es justamente Valdivia.

Los procesos sociopolíticos ligados a Valdivia nofueron ajenos a lo que sucedió en Perú, al menos enla costa norte. En 1967, Lanning identificó pareci-dos entre los rostros humanos de losmates pirograbados de Huaca Prieta(Chicama) y los de la alfarería ValdiviaIII (2 300 a.C.), y aseveró que los ob-jetos de Huaca Prieta fueron hechospor un artesano que conoció los dise-ños Valdivia. Lathrap afirmó que esosmates fueron llevados ya hechos al va-lle de Chicama. Cierta o no tal afirma-ción, esos parecidos no son un simpleparalelismo cultural pues hubo con-tactos entre el sur de Ecuador y la cos-ta norte peruana desde el Arcaico. Serefuerza este postulado por la presen-

cia de conchas de moluscos Spondylus de Ecuadoren aldeas del Arcaico Tardío de la costa central, es-pecíficamente como ofrendas en tumbas de La Palo-ma (Chilca). Asimismo, Lanning (1967:83) encon-tró semejanzas entre la alfarería San Juan (1 850a.C.) y Negritos (1 500 a.C.) de Piura con la fase VIde Valdivia. Por otro lado, los materiales de Bagua yPacopampa (Shady 1987) sugieren fuertes contac-tos con Valdivia y Cerro Narrío de Ecuador.

En Perú la alfarería más antigua (1 700 a.C.) fuedescubierta en numerosos lugares. En la costa figu-ran Guañape Temprano, Virú (1 849, 2 099, 1 449,1 399 a.C.); Aldas, Casma (1 842 y 1 480 a.C.); Ca-huacucho, Casma (1 450 a.C.); Ancón (1 825 a.C.).A su vez, La Florida y Garagay (Rímac) presentan elprimero 1 810 y el segundo 1 390, 1 220 y 1 140a.C. Otro sitio en el bajo Rímac es Corpus 2, con 1250 a.C. Chira-Villa, en el litoral, exhibe edad simi-lar a la de Ancón y La Florida. Curayacu, en SanBartolo, 52 km al sur de Lima, igualmente presenta

alfarería antigua. En Masto-donte (Paracas) se obtuvouna fecha de 1 796 a.C.,mientras que en Erizo yMastodonte de la haciendaCallango (Ica), el primeropresenta 1 870 y 1 100 (enErizo se encontró el estiloHacha con 997 a.C.), y elsegundo 1 795 a.C. En Aca-rí (Arequipa) Hacha pro-porcionó 1 310 y 1 010 a.C.(R. Ravines 1982).

En la sierra, Santa Apo-lonia (Cajamarca) tiene 1900 a.C. A éste se agregaPandanche (Chota), que essemejante a Valdivia VIII yMachalilla de Ecuador, se-gún su descubridor P. Kau-licke (1975, 1976). San Blasy Ondores, punas de Junín,proporcionaron 1 870 y 1620 a.C. respectivamente.En Huánuco, Kotosh-Wai-ra-jirca tiene 1 850 a.C. yShillacoto-Waira-jirca 1 650a.C. En Apurímac, Huay-huaca tiene 1 490 a.C., y enCuzco, Pikicallepata alcan-za 1 037 a.C. En Puno, Qa-luyu se fecha en 957, 995 y

86

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Dos piezas de alfarería delFormativo Temprano, ambasprocedentes del valle deJequetepeque: botella condecoración geométrica enzona y en relieve (Museo deArqueología y EtnologíaUNMSM) y rostro enrecipiente escultórico (MuseoBrüning de Lambayeque).

Page 3: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

1 012 a.C. En el Alto Pachitea figu-ran Cobichaniqui con 1 637, 1 778,1 418 a.C. y Pangotsi alcanza 1 275a.C. En Tingo María, la cueva de LasLechuzas proporcionó alfarería simi-lar a Tutishcainyo Tardío del Ucayali,el cual tendría 1 500 a.C. Por otro la-do, Tutishcainyo Temprano se ubicaentre 1 900 y 1 700 a.C.

El Formativo es el período másestudiado y ha sido identificado fun-damentalmente con la cultura Cha-vín. Este período es más que eso, alexistir en el Perú otras sociedadesque la anteceden. Por eso fue dividi-do por L. G. Lumbreras (1969b,1976) en: Temprano (1800-1 000a.C.), Medio (1 000-400 a.C.) y Tar-dío (400-100 a.C.). El FormativoTemprano, anterior a Chavín y co-rrespondiente en el esquema de Rowe al períodoInicial, trata sobre la ocurrencia por vez primera dela alfarería. El Formativo Medio corresponde al Ho-rizonte Temprano y se identifica con el estilo Cha-vín. El Formativo Tardío se asigna a los inicios delIntermedio Temprano, distinguible por una alfare-ría llamada “Blanco sobre Rojo”. Últimamente, P.Kaulicke (1994:284) propuso dividirlo en: Formati-vo Temprano (3 400-3 000 antes del presente), For-mativo Medio (3 000-2 650 antes del presente),Formativo Tardío (2 650-2 400 antes del presente),Formativo Final (2 400-2 200 antes del presente) yEpiformativo (posterior a 2 200 antes del presente).

SURGIMIENTO DE JEFATURAS O SEÑORÍOS

Las investigaciones destacan por concentrar suinterés en la cronología y la arquitectura monumen-tal. Nuestro objetivo en este trabajo consideraráambos aspectos, pero también se esforzará en exa-minar cuestiones económicas, jerarquías sociales, eldesarrollo del poder y la autoridad. Por eso relacio-namos esta etapa con una organización sociopolíti-ca similar a las jefaturas (Service 1962). En tal sen-tido, se asume que el desarrollo de jerarquías socia-les promueve la centralización del poder y la auto-ridad en los templos, en torno a los cuales se rige lavida política y económica de la población.

Para tratar este tema partiremos de una defini-ción del concepto social de jefatura y cómo se de-tecta su presencia arqueológicamente. Por ejemplo,

se asume que las tradiciones arquitectónicas (comolos templos en U) corresponden a clases concretasde jefaturas. ¿Qué significa esta categoría sociopolí-tica? Según Oberg (1955) son unidades territorialesgobernadas por un gran jefe quien controla un gru-po de aldeas. Aunque Steward y Faron (1959) dis-tinguen entre militaristas y religiosas, el rasgo másnotable de este tipo de sociedad preestatal es suorientación religiosa y redistributiva, ligada estre-chamente a la elite.

Cómo inferir jefaturas a través de losvestigios

Jerarquías sociales, centralización del poder, pa-trones de poblamiento, prácticas funerarias, etc., seutilizan para inferir la existencia de jefaturas en elpasado. Se tiene en cuenta por ejemplo:

a. Arquitectura monumental no doméstica (edi-ficios ceremoniales, escultura lítica o de barro).

b. Organización diferencial de las unidades do-mésticas.

c. Distribución diferencial de artefactos y ele-mentos arquitectónicos en las unidades domésti-cas. Se asume que el hallazgo de ciertos objetos he-chos en materiales exóticos (Strombus o Spondyluspor ejemplo) solamente ocurre en algunas vi-viendas.

d. Patrones funerarios diferentes según el trata-miento del cadáver y las ofrendas que lo acom-pañan.

e. Jerarquía de asentamientos expresados en porlo menos dos tipos: centros ceremoniales y aldeas.

87

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Acceso a la cueva de las Lechuzas, valle del Monzón (Huánuco). Fue habitada porgrupos del Formativo Temprano vinculados a la “tradición de la floresta tropical”.

Page 4: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Aplicación del concepto de jefatura en losAndes

Aunque J. Steward (1948) empleó este términoen la década de 1940, no fue sino hasta la década de1970 que obtuvo amplia aceptación por parte de losarqueólogos, debido al creciente interés por propo-ner estadios generales de evolución social (Service1962, 1975, Sanders y Marino 1970, Carneiro 1970,Flannery 1972). Las jefaturas fueron correlaciona-das con sociedades del período Formativo, y algu-nos como Sanders y Marino postularon que El Pa-raíso (bajo Chillón) fue sede de una jefatura en elsegundo milenio antes de nuestra era. Similar plan-teamiento defiende Carneiro, para quien la circuns-cripción ambiental y la concentración de los recur-sos en la costa generaron competencia y conflictosque obligaron a los grupos a organizarse en jefatu-ras. Agregan que este sistema caracterizó a la costaen las centurias posteriores, pero reconocen que elmejor representante en este aspecto fue Chavín deHuántar.

En 1975, E. Service puntualizó que Chavín deHuántar en particular, y todo el período Formativoen general, exhibían rasgos de jefatura. Chavín fueun “sistema redistributivo” cuyos rasgos más cons-picuos fueron la centralización del poder y la reli-gión. Volviendo a la costa, los valles de Moche, Su-pe y Santa contienen información sobre el desarro-llo generalizado de jefaturas. En Moche, el comple-jo de Caballo Muerto, compuesto por 8 edificios,corresponde a una sociedad de este tipo hacia el 1000 a.C. (Pozorski 1980). En el valle del Santa, lasfases Cayhuamarca (400 a.C.) y Vinzos (200 a.C.-200 d.C.) representan a esta organización política(Wilson 1985). En Supe este sistema es aún más an-tiguo, pues según datos de Huaca de los Ídolos y delos Sacrificios, en Áspero, además de Piedra Parada,existió en los 2 500 a.C., antes de la alfarería (Feld-man 1985:77).

CENTROS CEREMONIALES Y CARACTERIZACIÓN POLÍTICA

Existen varios tipos de estructuras ceremonialesque surgieron más o menos simultáneamente en lacosta y la sierra. En especial, parecen circunscribir-se a la costa central y norte (Lima, Ancash, Trujillo,Lambayeque, Piura), a la sierra norte (Cajamarca,Ancash), y oriental (Huánuco). Su presencia en Ica,Arequipa y Ayacucho es modesta, y en Ondores(puna de Junín) R. Matos encontró dos pequeñasplataformas asignables a esta etapa. En Arequipa se

ha hallado una estructura ceremonial en Hacha, va-lle de Acarí (no tiene más de 1 300 a.C.), y com-prende recintos rectangulares, uno de los cuales ex-hibe un fogón y camélidos pintados en la pared(Riddell y Valdez 1988).

En el altiplano, Chiripa, también se han detecta-do estructuras ceremoniales, pero cuya edad no so-brepasa el milenio a.C. Son pequeñas plataformas ypatios hundidos, en cuya sección superior existenunos recintos aparentemente destinados a almace-nar objetos. Estos edificios presentan losas decora-das con rostros humanos y una serie de agregadosque en conjunto se denomina estilo Yaya Mama(Chávez y Mohr Chávez 1976).

Si determinadas instituciones políticas se expre-san en modelos arquitectónicos homogéneos, en-tonces es lógico plantear que éstos materializan for-mas políticas específicas, en este caso jefaturas o se-ñoríos. Éstos se desarrollaron en determinadas re-giones, establecieron relaciones entre sí y algunosganaron mayor prestigio que otros. Los centros ce-remoniales fueron, en tal sentido, el eje de la vidapolítica, económica y religiosa de los pueblos delperíodo Formativo. Los modelos arquitectónicosmás conocidos son:

a. Edificios con plazas circulares hundidas.b. Recintos cuadrangulares o rectangulares con

fogón central.c. Edificios con plataformas y plazas.d. Edificios con planta en forma de U o herradura.

Edificios con plazas circulares hundidasSe restringen mayormente a la costa, en un área

entre Moche y Mala, pero muy especialmente entreMoche y Supe. Sus dimensiones son variables y apa-recen desde el final del Arcaico hasta el FormativoMedio. Alto Salaverry, en el valle de Moche, pareceser el más antiguo y simple, asignándosele una an-tigüedad de 1 800 a.C. pero es modesto si lo com-paramos con aquellos encontrados en valles al surde Moche. Por ejemplo, en Chao, Casma, Bermejo,Supe y Pativilca los edificios son más grandes y seasocian con pirámides y plazas. El sitio Salinas deChao, en el valle de Chao, tiene un recinto circularde 20 m de diámetro, aparte de viviendas y platafor-mas, inclusive un muro defensivo (Alva 1978). Lafecha asignada a este asentamiento es de 1 500 a.C.(Cárdenas 1979:28).

Más al sur, el panorama es complejo en términosde volumen, tamaño, elementos arquitectónicos yantigüedad de las edificaciones. Al respecto, SechínAlto y Las Haldas destacan por sus grandes dimen-

88

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Page 5: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

siones. Sechín Alto fue descrito por Tello (1956:79-83) como una gran pirámide y plaza de 300 m delargo, 250 m de ancho y 35 m de alto, rodeada porotras estructuras. Según Thompson (1964:207-208)en el centro de la plaza hubo un monolito. Destacaen este sitio un recinto circular de 80 m de diáme-tro, asignado por Williams (1972:2) al tipo “recintocircular simple”. Un edificio que sin mostrar las di-mensiones del anteriormente mencionado ha gene-rado controversias en cuanto a su antigüedad. Setrata de Sechín de las estelas (o simplemente Se-chín); situado al pie de cerro Sechín, cerca a la con-fluencia de los ríos Sechín y Casma, y a unos cuan-tos minutos al este de la ciudad de Casma. Básica-mente se compone de un edificio principal o centralrodeado en sus flancos este, oeste y sur por dos edi-ficios más y plataformas. Un detalle son sus esqui-nas redondeadas y las esculturas líticas de seres hu-manos sacrificados que adornan las paredes del edi-ficio de barro. El análisis de sus construcciones re-vela una primera etapa (luego de 1 800 a. C.) iden-tificada con el edificio de barro (y sus fases cons-tructivas) y una segunda etapa (iniciada hacia 1 300a. C.) correspondiente al edificio de piedra queprácticamente encierra al de barro o edificio central.En la cámara central del edificio de barro destacandos felinos pintados en negro, blanco y rojo sobre

fondo rosado. Lasegunda etapa oedificio de piedramuestra un cam-bio significativopues la piedrareemplaza al barroy se esculpen enbajo relieve seres humanos con facciones de dolor,posiblemente sacrificados (Maldonado 1992, Sama-niego et al. 1995).

Las Haldas (1 800 a.C.) es un complejo ceremo-nial compuesto por seis plataformas, que para algu-nos tiene la forma de un animal mítico (Engel1957, Ishida et al. 1960) que alcanza 390 m de lar-go y 70 m de ancho (Engel 1970). Una de sus tresplazas contiene una estructura circular hundida de22 m de diámetro. Este complejo es similar a Se-chín Alto y ambos forman parte de una tradiciónarquitectónica común (Williams 1972). En la déca-da de 1960 fue excavada por R. Fung (1969) pro-poniendo una secuencia de cuatro fases que se ini-cian en el Formativo Temprano y se prolongan has-ta el Formativo Medio (700 a.C.). La citada investi-gadora recuperó también en este lugar datos de unasignificativa ocupación asignándola al Arcaico Tar-dío (aproximadamente entre 3 000 - 2 500 a.C.). R.

89

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Templo de Sechín (Casma): pared norte y detalle de bajorrelieve, en el cual los dosrostros representados, presumiblemente cabezas trofeo, revelan dolor. La escena del

centro tal vez corresponda a la oreja.

Page 6: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Fung (obra citada) planteó que la alfarería de la fa-se Haldas 1 se relaciona a la de Ancón (norte de Li-ma) y La Florida (valle del Rímac), sugiriendo unapermanente relación con la costa central, y mástarde con otros centros del callejón de Huaylas yChavín de Huántar.

Otros ejemplos con este tipo de arquitectura fue-ron descubiertos en el valle de La Fortaleza, Berme-jo, Supe y Pativilca. Bermejo, 11 km al norte de lafortaleza de Paramonga, contiene una zona domés-tica y un edificio del tipo pirámide y pozo, similar aSan José de Pativilca y a Era de Pando de Supe. Porotro lado, Bermejo exhibe pirámides truncadas yplataformas, elementos que aparecen también enChupacigarro, Supe.

Recintos cuadrangulares o rectangulares confogón central

Este modelo surgió también en el Arcaico Tardío(La Galgada, Huaricoto, Kotosh-Mito), pero conti-nuó y coexistió con la tradición en U de la costa ylas pirámides escalonadas de la sierra norte. Pormucho tiempo se pensó que fue un patrón propio

de la cuenca de Huánuco, relacionado principal-mente con grupos del Huallaga, pero su presenciatambién ha sido documentada en el callejón deHuaylas (La Galgada, Huaricoto), en Tantamayo(Huánuco), en Cajamarca (Huacaloma), en Casma(pampa de Las Llamas-Moxeke, Huaynuná y BahíaSeca) y en Chupacigarro o Caral (Supe). Seguida-mente, los describiremos brevemente.

Kotosh y Shillacoto, Huánuco Ambos constituyen la expresión típica de este

patrón ceremonial. El primero fue conocido desdeTello (1942), pero los estudios más intensos fueronhechos por la Universidad de Tokio en la década de1960 (Izumi y Sono 1960, 1963, Kano 1972). Comodijimos antes, este modelo se distingue por una es-tructura cuadrangular con nichos en sus cuatro pa-redes interiores y doble piso con fogón central ychimenea que corre por debajo del piso. Se descu-brió una secuencia arquitectónica que se inicia al fi-nal del Precerámico, continúa hasta el FormativoTardío y se divide en:

Kotosh Mito: Se asigna al Precerámico Tardío (1950 a.C.). Destacan el templo de Las Manos Cruza-das, el Templo de Los Nichitos y el Templo Blanco,cuyo rasgo típico es un recinto cuadrangular condoble piso y fogón central dedicado al culto.

Kotosh Waira-jirca: Se superpone a Mito y seasocia a la ocurrencia de la alfarería más antigua eneste sitio (1 830 y 1 850 a.C.). Aunque la asocia-ción con la arquitectura no es clara, el modelo derecintos con fogón central continuó en esta fase.

Waira-jirca es similar a Shakimu Temprano y Tu-tishcainyo del Ucayali, y a cueva de Las Lechuzas(cerca de Tingo María). Lathrap postula que estosgrupos tuvieron contactos con Valdivia (Ecuador),evidenciando de ese modo el ingreso de pueblosprovenientes de la floresta tropical a los Andes.

Kotosh Kotosh: Tiene tres fechas: 890, 920 y 1120 a.C. y aunque las estructuras de esta fase estándestruidas el ritual asociado a los fogones centralesno desapareció. La alfarería es lustrosa, marrón-ro-jizo, decorada con incisiones anchas rellenadas lue-go de la cocción con pigmento rojo, amarillo y blan-co. Se empleó también grafito negro. Cerámica pa-recida se halló en el callejón de Huaylas, Chavín deHuántar y Cajamarca (Izumi 1971:59).

Kotosh Chavín: Al parecer las construccionesprevias fueron modificadas para levantar otras másgrandes. Se descubrió una larga escalera que fueparte de un templo, así como pintura roja en las pa-redes, pero la mayor parte de esta estructura ha si-

90

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Fogón ritual del lado oeste de Pampa Las Llamas-Moxeke,Casma, Ancash (Pozorski y Pozorski 1996: fig. 3).

Ventilador

Fog n

A’A

A A’

Ventilador

Fog n

0 1 2 mN

Page 7: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

do derrumbada por los huaqueros. Existendos fechas para esta fase: 870 y 1 200 a.C.

Kotosh Sajara-patac: Esta fase está repre-sentada por construcciones rectangularescuyas funciones no se conocen. La alfareríaes de color marrón o rojiza, decorada conmotivos simples de círculos y puntos, inci-siones anchas y punteados.

Kotosh Higueras: Fue identificada en lasuperficie del edificio Kotosh y su alfareríaes distinta de las anteriores, por su aspectotosco y rojo natural, sin decoración. Algu-nas piezas fueron pintadas mediante la téc-nica del “negativo” y “blanco sobre rojo”.

La Galgada, Pallasca, AncashEste asentamiento presenta continuidad

desde el Precerámico Tardío hasta el Forma-tivo Tardío. Se observan recintos rectangula-res y esquinas redondeadas con doble piso,nichos en las paredes, ventiladores, revesti-miento blanquecino en pisos y paredes (Bue-no y Grieder 1979). Esa continuidad fuetambién descubierta por Grieder y Bueno(1985) en la esquina sureste del edificio nor-te de La Galgada.

La cámara ceremonial se distingue por elfogón localizado en el centro, con un ventiladorque se desplaza por debajo del piso hacia el ladooeste y rara vez al norte. Destaca también el hechode que alrededor del fogón el piso es de color blan-co, rasgo encontrado sobre todo en las cámaras ri-tuales más antiguas de este asentamiento. Las fe-chas radiocarbónicas para estas estructuras retroce-den a 2 300 a.C. Generalmente presentan nichosen el lado interior de las paredes y doble piso, adesnivel. Aunque no se puede saber qué ceremo-nias se realizaron, Grieder y Bueno (1985:97) en-contraron restos de ají en los fogones, y plumasblancas, anaranjadas y verdes, además de un frag-mento de asta de venado, fueron recuperados enlos pisos de estos recintos. Agregan que las cons-trucciones crecieron constantemente convirtiéndo-se las cámaras en lugares de enterramiento y luegolevantando otra estructura ceremonial sobre ellas.También se encontraron entierros entre las paredesque separan una fase constructiva de otra. La se-cuencia de estas estructuras ceremoniales se pro-longó hasta su reemplazo por el modelo arquitectó-nico en U, sugiriendo el reemplazo de la “tradiciónreligiosa Kotosh”, propuesta por R. Burger y L. Sa-lazar (1980), por el culto masivo y en el exterior

asociado a plataformas y plazas de los edificios enU, desarrollados sobre todo en la costa.

Huaricoto, Carhuaz, AncashEste modelo arquitectónico retrocede al Precerá-

mico Tardío en Huaricoto y está representado por lafase Chaukayán (2 260 ± 120 a.C. y 2 020 ± 110a.C.), (Burger y Salazar-Burger 1985:122). Burger(1992:42) propone, sin embargo, la fecha de 2 796a.C. para los inicios de la construcción de estructu-ras rituales en este lugar, como la expresión mate-rial de un viejo contenido llamado por R. Burger yL. Salazar (1980) “tradición religiosa Kotosh”. Esnotable la secuencia de fogones ceremoniales des-cubiertos por R. Burger y Lucy Salazar-Burger; ellosson:

Chaukayán: Corresponde a los fogones ceremo-niales XI y XII del Sector III y XIII del Sector IA. Elejemplar XII se distingue por mostrar piso a desni-vel revestido con arcilla amarilla y un fogón centraldelineado con piedras.

Toril: 1 200 y 1 400 a.C. Destaca un posible fo-gón ritual (X) en el Sector IA, el cual tiene formacircular y un muro exterior hecho de piedras que lodiferencia de la fase anterior. Esta fase marca la in-

91

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Reconstrucción isométrica de los recintos ceremoniales con fogón centraly doble piso en La Galgada, Pallasca, Ancash (Grieder y Bueno 1985).

Page 8: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

troducción de alfarería en Huaricoto, que destacapor sus parecidos con los estilos costeños GuañapeTemprano, Virú, y Las Haldas, Casma.

Huaricoto: 1 200 y 1 000 a.C. Es la fase subsi-guiente y presenta una serie de fogones rituales(VII, VIII, IX). El fogón IX tenía aspecto rectangu-lar y un piso, sin desnivel, revestido de blanco. ElVIII tenía un ventilador subterráneo, doble piso ytrazo circular. El Fogón VII carecía de doble pisopero llevaba un ventilador y abarcaba un diámetrode 3 m.

Capilla: Marca el uso intensivo de los fogones ri-tuales en la parte superior. Destacan también unaestructura circular de 16 m de diámetro y el fogónIV del Sector IIC. Éste tiene un trazo circular de 5,5m de diámetro promedio, piso a desnivel y dos chi-meneas.

De manera similar a la superposición de recintosrituales de La Galgada, Burger y Salazar (1985) do-cumentaron también una secuencia de recintos enHuaricoto (Marcará, Ancash), remarcando la ocu-rrencia de rituales cada vez más sofisticados en la“tradición religiosa Kotosh” planteada por los cita-dos investigadores, así como la organización de lasceremonias y los ritos en los recintos sagrados deHuaricoto. Ambos investigadores propusieron (Bur-

ger y Salazar 1980) que el contenido ideológico yreligioso ligado a estos recintos se correlaciona conceremonias en las que se incineraban ofrendas (en-tre las que se incluirían alimentos, tejidos, objetosespecialmente hechos o traídos de lugares distantes,etc.). Un aspecto vinculado a esta parafernalia cere-monial fue el permanente cuidado por mantenerlimpios los recintos, y su sucesivo enterramiento in-tencional sugiere que una visión del mundo y lascosas fue compartida por más de un milenio pordistintas comunidades del callejón de Huaylas.

Huacaloma, CajamarcaEste asentamiento se encuentra a unos 4 km al

sureste de la ciudad de Cajamarca y por la informa-ción disponible se deduce que sus fogones ritualesson más tardíos en comparación a los del callejónde Huaylas y Kotosh. Terada y Onuki (1982, vertambién Terada, 1985) identificaron dos fases:

Huacaloma Temprano: El concepto de los fogo-nes rituales se incorporó a la tradición arquitectóni-ca local del valle de Cajamarca, destacando un re-cinto rectangular de 5,5 por 3,9 m, con un fogóncentral, sin piso a desnivel y sin chimenea subterrá-nea, pero enlucido con una fina capa de suelo arci-lloso color crema-blanquecino. Arquitectónicamen-

92

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Fogones ceremoniales encontrados en Toril o Huaricoto, Marcará (Carhuaz, Ancash). Galgada, Huaricoto y otros similares son parte de la “tradición religiosa Kotosh” (Burger y Salazar-Burger 1985).

Page 9: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

te es más simple que los deLa Galgada y Kotosh y seobtuvieron tres fechas: 1130, 770 y 890 a.C.

Huacaloma Tardío: Seubica entre 1 000 y 500a.C. y la ocurrencia de fo-gones rituales tipo Kotoshno es clara para esta fase.Comprende edificios conplataformas y fragmentosde revoque de barro deco-rados, correspondientes aun mural polícromo, usan-do hasta siete colores: ne-gro, blanco, amarillo, ver-de, azul, marrón y gris.Destaca una estructura de 108 por 120 m de lado, 8m de alto, tres muros de contención o plataformas yuna escalera de 10 m de ancho.

Seki (1993:145) describe seis plataformas enLayzón labradas en la roca natural de la colina. Laescalera de la sección más baja exhibe figuras geo-métricas parecidas a los diseños de la cerámica Hua-caloma Tardío. Existen además tres monolitos cercade la plataforma 6, que representan seres humanosen cuclillas similares a los de Kuntur Wasi (Seki1993:148).

La antigüedad promedio de Layzón es de 500a.C. y marca la masiva construcción de edificios ce-remoniales con plataformas y plazas hundidas en elvalle de Cajamarca. La tradición de fogones ritualescontinuó en esta etapa, pues se han encontrado res-tos de ductos de ventilación (Terada y Onuki1982:264,262).

Piruru, Huánuco (2 515, 1 990 a.C.)Se ubica en Tantamayo y presenta una sucesión

de fogones ceremoniales desde el Precerámico Finalhasta el Formativo (Bonnier 1983, Bonnier, Zegarray Tello 1985, Bonnier y Rozenberg 1988). Las fasesidentificadas son Piruru Wackcha con estructurassubterráneas correspondientes al Precerámico. Se

superpone a ésta Piruru Wayta,compuesta por plataformas asig-nadas al Formativo Temprano. Lesigue Piruru Pirwa cuyas cons-trucciones circulares se relacio-nan al período Formativo.

El asentamiento de Piruru re-vela también un patrón construc-tivo que nos recuerda a los de Ko-tosh, Huaricoto, La Galgada, enla medida en que a lo largo demás de 1 000 años se sucedieronunas doce cámaras rituales confogón central. En este sitio se ex-cavó un área de 200 m2 y alrede-dor de 4 m de profundidad. Esnotable la semejanza formal, porsus esquinas redondeadas, conlos de La Galgada, aunque tam-bién existen paralelos cercanoscon los templos de Los Nichitos yLas Manos Cruzadas de Kotosh.Bonnier y Rozenberg (1988) hanpropuesto que este modelo arqui-tectónico corresponde a la “tradi-ción Mito”, el cual, advierte Bon-

nier (1997:121) no debe confundirse con la “tradi-ción religiosa Kotosh” de Burger y Salazar elaboradaen 1980. El primero se refiere solamente a las for-mas arquitectónicas, el segundo va más allá en tan-to que se ocupa también de la parafernalia ritualasociada a estas construcciones.

Las citadas investigadoras encuentran que variosdetalles arquitectónicos se repiten en Kotosh y Piru-ru, en particular el uso de suelo rojizo para la cons-trucción del altar y del fogón, el cual estuvo acom-pañado probablemente de la incineración ritual deobjetos antes de concluida la construcción. En Pi-ruru las estructuras más profundas se componensolamente de un recinto con un acceso y pueden al-canzar unos 3 m por lado o 3 m de diámetro en elcaso de los recintos redondeados. El hallazgo derestos de ceniza en el piso sugiere por otro lado queno solamente las ofrendas eran incineradas, sinotambién probablemente eran extraídas del fogón ycolocadas en el piso.

Huaynuná, Bahía Seca, Pampa de Las Llamas-Moxeke, Casma

El valle de Casma contiene restos de fogones ri-tuales que a pesar de su menor complejidad arqui-tectónica es obvio que formaron parte del modelo

93

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

El concepto de recintos confogones centrales ha sido

encontrado también en el sitio deHuacaloma, a 4 km de la ciudad

de Cajamarca. Su diseñoarquitectónico es más simple que

los de La Galgada y Huaricoto(Terada 1985).

Page 10: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Kotosh. Fueron estudiados por Pozorski y Pozorski(1993, 1996), quienes identificaron ocho estructu-ras, ubicadas en el litoral (Huaynuná, Bahía Seca) yvalle adentro (Pampa de Las Llamas-Moxeke, Tau-kachi-Konkán).

En Huaynuná, fechada en 1 860 ± 50 a.C., el fogónestá en el centro de una estructura de 3 por 2,5 m,construida en la parte superior de una pequeña plata-forma rectangular con paredes de piedra.

En Pampa de Las Llamas-Moxeke existen tresestructuras, una de ellas mide 2,55 por 2,45 m, conesquinas redondeadas y un ventilador parecido alde Huaynuná. La segunda es de planta circular ymide 3 m de diámetro. Fue construida sobre unaplataforma rectangular de baja elevación, con cua-tro ventiladores subterráneos similares a los de Ba-hía Seca. La tercera es más grande pues mide 7 mpor lado y no presenta ventilador, probablementepor tratarse de un recinto más espacioso.

En Taukachi-Konkán existen tres fogones más.Se hallan en el interior de plataformas rectangularesobservándose en dos de ellas cuatro ventiladores en

cada una, mientras que en la restante sólo existe unventilador. Por otro lado, los ejemplos de Casmason menos complejos arquitectónicamente que sussimilares de La Galgada o Kotosh, correspondiendoaparentemente a una variante más reciente de estemodelo.

Edificios con plataformas y plazasEstructura conocida en la costa y la sierra, des-

taca por sus grandes plataformas que ascienden laladera de una colina. Las plataformas exhiben unfrontis con grandes bloques de piedra, están conec-tadas por escaleras y asociadas a patios o plazas.

Pacopampa y Pandanche Pacopampa en la provincia de Chota, Cajamar-

ca, presenta galerías interiores, corredores, ductosde ventilación y canales para drenaje, sugiriendoque las actividades ceremoniales se realizaban en elexterior, en las plazas y en el interior. Pacopampa esposiblemente uno de los ejemplos de mayor dimen-sión de ese modelo. Sus tres plataformas fueron

construidas sobre una colina, con losaccesos situados en el este. La platafor-ma inferior tiene galerías interiores yuna escalera central que la conecta conla subsiguiente. Esta escalera estuvoasociada con un felino esculpido enpiedra. La segunda plataforma tambiénexhibe galerías y una escalera central.La tercera, que se halla en la parte altade la colina, muestra una plaza cua-drangular que se conecta a una escalera

94

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Centro ceremonial dePacopampa, Chota (Cajamarca).En este templo, compuestobásicamente de tres plataformasque se superponen, se hanencontrado galerías interiores ycanales de drenaje.

Plaza cuadrangular en la terceraplataforma de Pacopampa.

Nótense las piedras labradas ylos restos de columnas.

Page 11: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

que conduce hasta una es-tructura situada en lo másalto del cerro. En esta plazaexisten restos de columnasy bloques de piedra pulidas.

Las excavaciones en lasplataformas proporcionarondos fases: Pacopampa-Paco-pampa (1 200 a.C.) y Paco-pampa-Chavín (700 a.C.)(Rosas y Shady 1970). Porsu parte, R. Fung (1976), enbase a excavaciones realiza-das en la tercera plataforma,adyacente a la plaza cua-drangular, recuperó eviden-cias que se asignan a cincofases, desde fines del perío-do Inicial hasta concluir elHorizonte Temprano. Sinembargo, parece que el edi-ficio es aún más antiguo porrestos encontrados en Pan-danche, situado a 3 km al sureste de Pacopampa.Este lugar proporcionó una cerámica anterior a Pa-copampa-Pacopampa, llamada estilo Pandanchepor Kaulicke (1975, 1976), similar en muchos as-pectos a Valdivia VIII y a Machalilla Temprano(Ecuador). Pandanche probablemente tuvo dos pla-taformas pequeñas.

Alrededor de Pacopampa se han identificadounos 12 sitios, de los cuales sólo fueron estudiadosLa Capilla y el Mirador, situados a 1 km al este dePacopampa (Morales 1980, Flores 1978). Se ha su-gerido que dichos sitios estuvieron bajo el controldel centro ceremonial de Pacopampa, uno de losmás grandes en el Chotano.

HuacalomaTerada y Onuki (1982:238, 244) identificaron

para Huacaloma Temprano (1 130, 770, 890 a.C.)un edificio de cuatro plataformas. Al final de Hua-caloma Temprano apareció otro edificio con plata-formas que alcanzó 3 m de alto mayor. La cerámicaes similar a la de Pandanche (Chota) y La Conga deCerro Blanco (San Pablo), constituyendo una tradi-ción común. Es también similar a Yesopampa de LaPampa (Corongos, Ancash) y Guañape Temprano(Virú).

Seki (1993:162) afirma que Huacaloma Tardíose relaciona con Pacopampa-Pacopampa, CerroBlanco y Kuntur Wasi (el nivel más profundo), en

el valle medio de Jequetepeque. Es decir, Pacopam-pa y Huacaloma compartieron un patrón religiosocomún. En tal sentido, los fogones tipo Kotosh seañadieron a este patrón cajamarquino. En la faseLayzón continuó la tradición de edificios con plata-formas pero, como ya dijimos, ésta coexistió con losfogones rituales.

Kuntur WasiConocido también con el nombre de La Copa o

San Pablo, Kuntur Wasi se encuentra en el distritode San Pablo, a unos 50 km al sur del centro cere-monial de Pacopampa (Chota). Al igual que el pre-viamente mencionado se localiza en una región co-rrespondiente a las cuencas del Marañón y el Jeque-tepeque, situación que favoreció una rápida comu-nicación con la costa y el nororiente.

Kuntur Wasi fue construido sobre el cerro LaCopa y según el plano de F. Engel (1966 a) al pare-cer se hicieron obras para nivelar sus laderas. El ci-tado plano muestra unas cuatro terrazas o platafor-mas además de la superior o última, extendiéndoseunos 800 m de este a oeste y 500 m de norte a sur.Sus características monumentales sugieren una lar-ga y continuada ocupación desde el FormativoTemprano.

Este sitio fue inicialmente relacionado con lacultura Chavín por Rebeca Carrión Cachot en supublicación de 1948, planteando que fue una espe-

95

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

SEGUNDA TERRAZA

PRIMERA TERRAZA

PLATAFORMA PRINCIPAL

1. KW - Escalera Delantera�2. KW - Plaza Delantera�3. KW - Escalera Principal�4. Monolito�5. KW - Plataforma Introductoria�6. Monolito�7. KW - Plaza Cuadrangular�8. Columna�9. KW - Plataforma Central

10. Atrio�11. KW - Plataforma Este�12. KW - Plaza Este�13. KW - Plaza Sudeste 1�14. KW - Plaza Sudeste 2�15. KW - Plaza Sudeste 3�16. KW - Plataforma Sudeste�17. KW - Plaza Circular

17

9

1613

14

12

5

1011

7 8

4

3

2

1

15

Reconstrucción isométrica del centro ceremonial de Kuntur Wasi (Onuki y Kato 1993).Esta arquitectura corresponde a su fase más reciente (aproximadamente 1 000 a.C.),

posiblemente vinculada con la cultura Cupisnique.

Page 12: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

cie de colonia, pro-ducto de la in-fluencia prove-niente del callejónde Conchucos, An-cash. Interesadosen examinar estapropuesta hemosrevisado la publi-cación de R. Ca-rrión Cachot y po-demos señalar queeste monumentalasentamiento con-tiene ocupacionesanteriores a Cha-vín. Por ejemplo, la citada autora ilustra en la Lám.XXIII:1-8, 11, 12, 14-22, alfarería similar a la fasePacopampa-Pacopampa del centro ceremonial dePacopampa. Ese componente alfarero tiene una an-tigüedad aproximada de 1 100 a.C. A su vez, Onu-ki y Kato (1993) han recobrado estratigráficamenteen este asentamiento una fase alfarera que denomi-nan Ídolo, la cual se emparenta con esa fase, siendotambién coetánea con Huacaloma Tardío del vallede Cajamarca.

Las investigaciones que realiza la Misión Japone-sa dirigida por Yoshio Onuki han recuperado datosnuevos sobre este asentamiento, confirmando laocurrencia de ocupaciones anteriores a Chavín. Lasecuencia se inicia con Ídolo (ver fecha líneas aba-jo), cuya decoración se compone de atributos geo-métricos ejecutados mediante líneas incisas delga-das y cortantes. Generalmente se aplicó pintura ro-ja o blanca postcocción en las zonas delimitadas porlas incisiones. En ciertos ejemplares se observan di-seños ondulantes, cabezas triangulares, etc.

Le sigue la fase Kuntur Wasi que se distinguepor ser fina, brillante y pintada con grafito. La cerá-mica negra y brillante muestra decoración de feli-nos, serpientes y rostros humanos, además de es-tampados en zig zag, punteados, círculos incisos,etc. Su parentesco más evidente es con Cupisniquede Trujillo.

Luego se superpone la fase Sangal (con fechasentre 460±50 y 760±80 a.C.) que presenta decora-ción mediante líneas bruñidas verticales o forman-do rombos, doble círculo inciso. Es menos brillosaque la anterior y se relacionaría al estilo Rocas o Ja-nabarriu de Chavín.

Le sigue Copa (380±40 y 310±40 a.C.) con atri-butos de círculos concéntricos, líneas incisas sobre

la superficie casiseca del ceramio,algunos diseñosde serpientes, omodelados de ros-

tros de monos. Sobre éste encontramos la faseSotera cuya decoración común es el rojo sobreblanco a base de líneas, o en otros casos el rojoabarca el cuerpo del ceramio, muy similar a Layzónde Cajamarca. Marca el fin de la ocupación enKuntur Wasi.

También se han identificado en la plataforma su-perior o principal restos de construcciones asocia-das a la fase Ídolo, cuya única fecha radiocarbónicaes de 910±60 a.C. (Kato 1994:201). Esta fecha, sinembargo, nos hace pensar a su vez que habría con-temporaneidad entre Chavín y la fase Ídolo de Kun-tur Wasi, aunque la cerámica Ídolo tiene atributosdecorativos que anteceden a Chavín.

Creemos que muestras más profundas tomadasen otros sectores de este asentamiento proporciona-rán fechas más antiguas, que posiblemente ubicaránlos comienzos de Kuntur Wasi en el FormativoTemprano (aproximadamente hacia 1 400 a.C.).

Las evidencias arquitectónicas de la fase Ídolo sehallan debajo del piso de la plataforma superior oprincipal de Kuntur Wasi. Se trata de un conjuntocompuesto por una plaza cuadrangular de 14 m delado y 30 cm de profundidad que se asocia a una es-tructura compuesta por dos plataformas, con unatrio pequeño entre la plaza y la plataforma supe-rior. El conjunto está orientado en un eje noroeste-suroeste, con la plaza situada en el lado noroeste.En un recinto situado al oeste de la plataforma su-perior se encontró el “Ídolo” hecho de barro y querepresenta un ser humano con ojos cuadrados ex-céntricos, labios gruesos y colmillos cuadrados. Ha-bía vestigios de pintura mural sobre el revoque debarro pintado de blanco. La cerámica corresponde ala fase Cerro Blanco y Huacaloma Tardío del vallede Cajamarca.

96

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Corona de oroproveniente de losentierros de eliteencontrados en laplataforma superiorde Kuntur Wasi porYoshio Onuki. Losrostros representadoscorresponden apersonajes felínicos.

Page 13: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Las construcciones de la fase Ídolo fueron cu-biertas por la fase Kuntur Wasi fechada en 760±80a.C., 610±60 a.C., 570±60 a.C. (Kato 1994:202), lamisma que se asigna al Formativo Medio y que des-cribiremos al ocuparnos de la cultura Cupisniqueen las secciones siguientes.

Tembladera, Jequetepeque MedioDestacan sus estructuras piramidales asociadas

con plazas, figurando el sitio 10.4 compuesto pordos plataformas, situado sobre una sección que do-mina el cementerio de Monte Grande. La cerámicase asigna al Período Inicial (1 400 a.C.) (Ravines1985:220,221).

En esta zona se descubrieron unos 30 asenta-mientos monumentales, además de cementerios ysitios domésticos, existiendo unas 6 categorías oclases de arquitectura monumental con funciones

rituales (Ravines 1985:211).En consecuencia, las plata-formas y plazas son una des-cripción genérica en la medi-da en que aparecen asociadasa otros elementos arquitectó-nicos. Corresponderían a lacategoría de Plataforma yvestíbulo identificada por R.Ravines. Este tipo está repre-sentado por un edificio en-contrado en Pampa de LasHamacas situado al norte deTembladera y al oeste delcomplejo de Monte Grande,en la margen norte del río Je-quetepeque. Se compone deunas tres plataformas y unaplaza cuadrangular hundida.

La cerámica encontrada eneste lugar es similar a los tiposalfareros del Formativo Tem-prano de Huacaloma del vallede Cajamarca, sugiriendo vín-culos culturales entre estos va-lles. En efecto, se han recupe-rado restos de cerámica coste-ña Cupisnique (La Libertad)en Cajamarca y otros valles se-rranos indicando que la inte-racción económica y políticacomprometió a la sierra norte yla costa norte en su conjunto.

Otro sitio del valle de Jeque-tepeque Medio es Monte Grande, localizado a unos5 km al noroeste del distrito de Tembladera, margennorte del valle. Fue estudiado por M. Tellenbach(1997) y destaca por su complejidad funcional y ar-quitectónica en la medida en que presenta edificiosceremoniales y viviendas en un área de 13 hectá-reas, cuyo eje mayor de orientación es noreste. Susestructuras públicas más importantes se ubican enel centro del asentamiento y se conocen con losnombres de Huaca Grande y Huaca Antigua. Básica-mente fueron hechos mediante plataformas cuyo di-seño final es semejante a los complejos de Layzón yKuntur Wasi de Cajamarca.

Layzón, CajamarcaSe halla a 9 km al sur de la ciudad de Cajamar-

ca. Es un edificio cuadrangular de 108 por 120 m delado y 8 m de alto, y tres plataformas a desnivel cu-

97

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Mano y mortero de piedra(Museo Brüning, Lambayeque).El mortero presenta decoración

geométrica en bajorrelieve.

Ceramio escultórico con bandasdecoradas geométricas yfigurativas (Museo Brüning,Lambayeque).

Page 14: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

yos muros de retención fueron hechos con grandesbloques de cuarcita. Se descubrieron seis platafor-mas que funcionaron a través del período Formati-vo. Según Terada (1985:199) la ocupación más pro-funda se asigna al Huacaloma Tardío (1 000-500a.C.) y fue encontrada debajo de las plataformas dellado oeste. La construcción se hizo en el lecho ro-coso compuesto de tufo volcánico, que se combinacon bloques de roca blanca canteada y extraída tam-bién de la roca madre. Los pisos de las plataformasson la propia roca madre nivelada y no existen mu-ros de retención.

Las cuatro primeras plataformas están conecta-das por escaleras centrales. En la plataforma másbaja se observan dos grabados en bajo relieve deapariencia geométrica, aunque una revisión másdetallada revela posibles seres mitológicos que fue-ron representados justo en la base y acceso al tem-plo, en cuya sección superior habría existido un al-tar para las ceremonias. Este edificio fue cubierto yocupado por los constructores de la fase Layzón(500-200 a.C).

Más al norte, en la provincia de San Ignacio, Jai-me Miasta (1979) excavó en sitios ubicados en losvalles de los ríos Chinchipe y Tabaconas, particular-mente en Cerezal, localizado en el Chirinos o Cu-nea, un tributario del Tabaconas. Igualmente exca-vó en Michinal, afluente del Chinchipe. Como re-sultado de sus excavaciones encontró en Michinalrestos que retroceden a 8 000 años, correspondien-do los del Formativo a ocupaciones con cerámica

vinculada a Pacopampa (Chota) y con materialestardíos de Valdivia (Ecuador).

La sierra norte –sobre todo los valles de Caja-marca, San Ignacio y Bagua, además de Ayabaca yHuancabamba– es parte de una extensa región queestuvo culturalmente relacionada con el sur deEcuador. Esos vínculos se observan en el uso de al-farería similar encontrada en Pacopampa, KunturWasi, Utcubamba, etc. Por ejemplo, Rosas y Shady(1974) identifican componentes alfareros en Paco-pampa que no son exclusivos del río Chotano, pueséstos aparecen en Piura y Chira, Alto Jequetepeque,Torrecitas de Cajamarca. Shady y Rosas (1980)agregan que Pacopampa y Bagua compartieron pa-trones alfareros comunes y estuvieron relacionadoscon complejos culturales de Cerro Narrío y Monjas-huaico (provincias de Cañar y Cuenca en el Ecua-dor). Pacopampa (en el Chotano) tuvo un rol deprimer orden en esta red de relaciones, pues en elvalle del Utcubamba (Bagua) o en San Ignacio no sehan encontrado todavía templos de la magnitud dePacopampa o Kuntur Wasi.

Edificios con planta en forma de U oherradura

Este tipo corresponde a una estructura com-puesta de un edificio central y dos laterales que en-cierran un espacio o plaza. Se orientan al nor-nores-te y generalmente el edificio central oeste, que for-ma la base de la U, es el más grande y ritualmenteel más importante. El edificio central frecuentemen-

te presenta un atrio o gran recinto en suparte media, que se asocia a una escale-ra que conduce al este y la parte baja deledificio, en dirección a la plaza. A vecesexiste un vestíbulo en la base del edifi-cio central, que constituye un punto in-termedio entre el atrio de la parte supe-rior y la plaza. El vestíbulo reproduceen pequeño la forma en U del complejo.El tamaño de la plaza es variable, desde30 hectáreas (San Jacinto, Huaral) a 1hectárea (Cuyo, Chancay), o mediahectárea (Pucará, Chillón). No existenedificios en la plaza, pero en lugares co-mo Cardal (Lurín) ésta se divide en va-rios niveles. En el Templo Viejo de Cha-vín de Huántar el espacio encerrado porla U alberga un recinto circular semi-hundido de 20 m de diámetro.

Este modelo arquitectónico se ex-tiende desde Jequetepeque y Batán

98

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

BRAZODERECHO

ALA

ALA

ATRIO

ESCALERA

N CLEO

PIR MIDECENTRAL

CANCHANIVELADA

VESTŒBULO

ROTURA

BRAZOIZQUIERDO

PIR MIDESSECUNDARIAS

Reconstrucción isométrica de los centros ceremoniales con planta en forma de U o herradura de la costa (Williams 1981). Este modelo fue adoptado

por Chavín de Huántar.

Page 15: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Grande en el norte hasta Mala en el sur, pero su nú-cleo se ubica entre los valles de Supe y Mala, en lacosta central del Perú. Se puede afirmar que es unatradición costeña y su presencia en Chavín se expli-ca por los fuertes vínculos políticos y religiosos es-tablecidos con sociedades de la costa. C. Williams(1980, 1981) identificó 20 de ellos en la costa, perocon toda seguridad esta cantidad es mayor, segúnindican los estudios realizados en los últimos cincoaños. Las copias más sofisticadas de este modelo se-rían Chavín de Huántar y Huaca de Los Reyes, estaúltima en Moche.

La edad de estos templos es un problema no re-suelto. Por la cerámica encontrada en los edificiosse postula que su construcción se inició poco des-pués del segundo milenio y se prolongó hasta laquinta centuria antes de Cristo. Presentan pues unlargo desarrollo y uso estrictamente ceremonial yparecen relacionarse a dos logros tecnológicos en lacosta: la consolidación de la agricultura precisa-mente a partir del segundo milenio y la adopción dela alfarería hacia 1 700 a.C.

Los componentes y las funciones más importan-tes de los templos en U se hallan en el edificio cen-tral o base de la herradura, particularmente en elatrio o recinto situado en la parte media y en el ves-tíbulo, todos conectados por una larga escalera. Elvestíbulo es un punto intermedio entre la plaza pú-blica, abierta y visible, y el atrio, una sección a lacual llegaban los que ofrecían el ritual y los perso-najes más importantes de las elites sacerdotales.

El movimiento de las personas al interior de es-te modelo estuvo regulado pues habrían existido va-rios espacios sagrados con ritos específicos pero re-lacionados entre sí. La plaza fue la zona ceremonialmenos restringida en donde se congregaron las per-sonas de menor importancia social. Para llegar alatrio fue necesario pasar por el vestíbulo. Por esoeste patrón en U presenta tres áreas ceremonialesespeciales: el atrio y el vestíbulo, las plataformas obrazos laterales, y la plaza.

Es sugerente la aparición de recintos circulareshundidos en el diseño en U. Williams opina que tu-vieron un rol menor. En Cardal (Lurín) se hallandetrás de las plataformas este y sur, aparte de otrosdos en el borde norte de la plaza (Burger 1992:67).En Garagay (Rímac) existe un recinto asociado aledificio A. En Pucará (Chillón) ocupa el espacioformado por la U. Sucede lo mismo en Chavín deHuántar. Es obvio que su incorporación en el pa-trón en U se produjo en la costa, quizá como resul-tado de la decisión de una elite sacerdotal para inte-

grar en un marco religioso e ideológico común am-bos conceptos arquitectónicos.

Los templos en U no fueron lugares vacíos. Sir-vieron para centralizar el poder y la autoridad ycontrolar a la población asentada en los alrededores.Se han encontrado restos de viviendas en los alrede-dores de Chavín de Huántar, Bermejo, Cardal. En lazona de Ancón-Chillón los asentamientos de Hua-coy, Garagay, Chocas, y otros situados en la partemedia del Chillón estuvieron relacionados; así loprueba la cerámica de Ancón, la cual es similar a lade Garagay, Pucará, Checta y Santa Rosa de Quives,situados a 64 km del litoral. Patrón semejante exis-te en Huachipa-Jicamarca (Rímac), cuyas viviendasestán cerca de un templo en forma de U.

GaragaySe encuentra en la margen norte del Rímac, Ur-

banización El Pacífico, distrito de San Martín de Po-rres, Lima. Se compone de cinco edificios que for-man una enorme U, en cuyo interior se observa unapequeña estructura similar situada en la base delmontículo central llamada vestíbulo. En la partemedia de este edificio existe otra construcción oatrio que se abre hacia la plaza. El edificio o brazoA se asocia con una estructura circular hundida de20 m de diámetro, y su plaza mide 13,5 hectáreas.Fue identificado con la cultura Chavín, pero R. Ra-vines (1975, 1979, 1984) recuperó datos que lo si-túan desde 1 400 hasta 200 a.C.

Frisos de GaragayLas paredes del atrio del montículo B llevan re-

presentaciones en varios colores, destacando la pro-cesión mítica que se inicia en la entrada y prosiguehacia el acceso oeste del atrio (Ravines 1984). Lasrepresentaciones consisten en figuras estilizadas se-paradas por elementos geométricos. Las figuras in-cluyen: a) una cabeza humana de perfil pero confuerte apariencia felínica, pues la boca tiene trescolmillos superiores; b) una figura zoomorfa concola en forma de pez y cabeza felínica; c) dos cabe-zas antropomorfas. Ravines indica que si la simetríaes la norma, entonces deben existir figuras similaresen las otras paredes del atrio. Estas figuras son pre-Chavín y anteceden también a las encontradas en eledificio A, las cuales exhiben elementos Chavín.

Existe controversia sobre los frisos del atrio deledificio A. Ravines y W. Isbell (1976, foto 20) iden-tifican al personaje más importante con un molus-co o crustáceo. Ravines (1984: 39) agrega que setrata de una langosta marina. Salazar y Burger

99

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Page 16: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

(1982: 234) la identifican con una araña, tema de-corativo frecuente –según sus análisis iconográfi-cos– en la cultura Cupisnique de la costa norte.

Organización del espacio ritualExisten áreas rituales específicas expresadas por

recintos privados y zonas abiertas como la plaza.Ambas están relacionadas y el acceso a las zonasprivadas fue progresivo y gradual. Por ejemplo, pa-ra llegar al atrio del edificio A era necesario pasarpor el vestíbulo, situado al nivel de la plaza, y lue-go ascender por una larga escalera. Los brazos nor-te y sur presentan también espacios privados. Elbrazo A tiene una escalera que conecta la parte su-perior de este edificio con un recinto circular situa-do en la plaza, a 90 m de distancia. El edificio A pre-senta además dos estructuras laterales con nichos yun recinto central. Este último pudo tener una ima-gen importante pues en la entrada existen dos seresantropomorfos de pie portando escudos circulares.Son una suerte de guardias de la imagen principaldel edificio A. Por otro lado, los seis nichos queflanquean este recinto contienen cabezas antropo-morfas en los espacios que separan los nichos. Esascabezas recuerdan a las de Moxeke, Cerro Blanco,Caballo Blanco, Sechín, Alto de Las Guitarras (Ra-vines 1984:37).

Ofrendas y objetos ritualesEn el templo nuevo del edificio B se encon-

tró una cuenta de Spondylus (molusco que vi-ve en el mar de Ecuador) y una pequeña pie-dra grabada con un ser antropomorfo que re-cuerda al Lanzón de Chavín de Huántar (Ra-

vines 1975:10). Otro ser antropomorfo fue encon-trado en el relleno del hoyo A. Estos objetos sirvie-ron para fechar el Templo Tardío en 900 a.C.

Dos objetos asociados con los hoyos circularesdel atrio del templo medio del edificio B son una fi-gura humana hecha de madera, cubierta con hojasy fibras, y un ser humano semejante al Lanzón deChavín. Un tercer objeto es un trozo de calcita conla figura de un rostro humano inciso. Estos objetosprobablemente fueron ofrendas de visitantes ilus-tres de Chavín de Huántar o de otro centro relacio-nado.

Se encontró también en el relleno del edificio Auna máscara hecha en arcilla, revestida de blanco,que mide 6 por 5 cm y representa un rostro huma-no. Son igualmente notables dos hileras con tres ho-yos circulares cada una, construidas en las banque-tas del atrio del templo medio.

Significado de GaragayLa alfarería de Garagay permite relacionar a este

centro con templos del Rímac (La Florida), Chillón(Huacoy, Pucará) y Lurín (Cardal), así como conasentamientos domésticos localizados en el litoral yvalle adentro (Ancón, Santa Rosa de Quives, Bella-vista, Chira Villa, Huachipa-Jicamarca, Curayacu).

100

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Frisos de barro del TemploMedio de Garagay enbajorrelieve. El que representauna cabeza humana fuepintado con diversos colores; elotro sería una araña o uncrustáceo, tema decorativomuy frecuente en la culturaCupisnique.

Page 17: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Puesto que en un valle hu-bo varios templos, Gara-gay ejerció influencia so-bre el bajo Rímac y un seg-mento del bajo Chillón. LaFlorida en cambio congre-gó las aldeas de su entornoy hacia el interior del Rí-mac. Huacoy, a su vez,controló el bajo Chillón, incluyendo Ancón. Unproceso similar habría sucedido en Lurín. Resultan-te de ese patrón sería la ocurrencia de varios tem-plos relacionados, cada uno controlando un grupode aldeas.

CardalFue excavado por R. Burger y L. Salazar (Burger

1987, 1993, Burger y Salazar-Burger 1991). Se en-cuentra en la margen sur del río Lurín, a 15 km delmar y a 37 km al sureste de Garagay. Fue ocupadoprincipalmente entre 1 300 y 900 a.C., lo cual sig-nifica que fue contemporáneo de Garagay y otrostemplos de Lurín. Cardal difiere de Garagay por losrasgos que presenta y por su tamaño. Su plaza al-canza 3 hectáreas y para llegar a ella se ingresa poruna vía ceremonial procedente del noreste, que pa-sa por dos estructuras rectangulares y dos recintoscirculares pequeños.

Parece que no tuvo vestíbulo, como Garagay, yse ascendía al atrio del edificio central por una esca-lera de 6 m de ancho y 34 gradas, que conducía auna antecámara y un atrio. En el piso se encontróun trozo de friso de barro con un rostro antropo-morfo con colmillos. Pero el friso más notable esuna gran boca felínica en relieve, pintada de rojo yamarillo. Es visible desde la plaza y se halla en la pa-red de la antecámara que conduce al atrio.

Otra área ritual, hasta ahora única por su forma,se ubica al este del atrio del edificio central y ha si-do denominada altar dual por Lucy Salazar y R. Bur-ger. Es un recinto rectangular con un muro que lo

divide. En las paredes de este muro y oponiéndoseentre sí se construyeron dos altares escalonadosidénticos (Burger 1993: 68).

Otros rasgos del complejo son la aplicación deun piso de arcilla blanca en la plaza, la ocurrenciade seis recintos circulares de 13 m de diámetro en elbrazo este o derecho del complejo, y de dos más enla sección baja y oeste del edificio central. Estuvie-ron pintados y sirvieron para ritos distintos pero re-lacionados con los del atrio y el altar dual.

Cardal presenta también una zona habitacional,parte de la cual fue excavada al sur del edificio cen-tral (Burger y Salazar-Burger 1991). Las viviendasson rectangulares, con un área en el exterior desti-nada a la preparación de alimentos, un patio, grane-ro para almacenar productos y posiblemente unmuro perimétrico. Una de las viviendas mide 6 por5,46 m y exhibe cuatro cuartos. Las bases son depiedra, pero parece que las paredes se completaroncon caña y barro (quincha). Por otro lado, se encon-traron restos de entierros, sugiriendo que era cos-tumbre enterrar dentro o fuera de las viviendas.

Cardal funcionó más o menos al mismo tiempoque los templos de Mina Perdida, Manchay Bajo, ytal vez Parka. Éstos están a corta distancia sugirien-do que fueron parte de un sistema político jerarqui-zado, correspondiendo a Cardal o Mina Perdida laposición más importante. La población se localizóen el litoral (Curayacu es una de ellas) y valle aden-tro (Chillaco y Palma, entre otros). Aunque no seconoce mucho sobre Malpaso, éste no estuvo almargen de lo que ocurrió en el bajo Lurín.

101

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Centro ceremonial de Huacoy,distrito de Carabayllo, ChillónBajo (Lima). Obsérvese al fondoel edificio central que es el másgrande de este valle.

Page 18: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

CULTURA CUPISNIQUE: CABALLO MUERTO Y KUNTUR WASI

Esta cultura, que se extiende desde Virú hastaLambayeque, fue identificada por R. Larco en Cu-pisnique y el valle de Chicama, sobre todo en los ce-menterios de Palenque, Barbacoa, Salinar, Sausal,Gasñape, Roma, Santa Clara, Casa Grande, Sala-manca y Mocollope. También fue documentada enPacasmayo, Piura, Pacopampa, Chao, Chongoyape,Ayacucho, Chavín de Huántar y Kuntur Wasi. Elprimer cementerio de esta cultura fue descubiertoen Barbacoa, Chicama, en 1939, por Larco, quien laconsideró distinta a Chavín y rechazó la tesis de Te-llo de que los objetos Cupisnique tuvieran influen-cia Chavín. Para Larco se trataba de una culturacosteña, proviniendo el felino, común en el períodoFormativo, del valle de Nepeña.

Larco asignó Cupisnique a su Época Evolutiva yla dividió en Pre-Cupisnique, Cupisnique, Cupisni-que Transitorio y Cupisnique Santa Ana, períodosque no siempre deben considerarse en sentido se-cuencial. Pre-Cupisnique presenta ceramios escul-tóricos antropomorfos, zoomorfos y fitomorfos, conasa estribo redondeada, hechos con molde y cuyadecoración es geométrica, con líneas quebradas y lí-neas paralelas. La fase Cupisnique presenta vasijascon asas estribo de arco triangular y pico largo. La

decoración es en relieve y se contrastan superficiespulidas y ásperas. El felino aparece estilizado. Cu-pisnique Transitorio es de color rojo pulido o ma-rrón claro. Las botellas tienen asa estribo e incisio-nes en pasta húmeda, con motivos geométricos. Seobservan vasos rojos con zonas decoradas de negro,o ceramios marrones con áreas pintadas de crema.Cupisnique Santa Ana corresponde a botellas ma-rrones y naranjas con superficies lisas y bruñidas.La decoración es simple, con círculos y escalones,sin felinos.

Además del felino, un personaje importante delos Cupisnique fue la araña, según exámenes he-chos por Lucy Salazar y R. Burger (1982), que seplasma con modificaciones, incorporando rasgosantropomorfos en su composición. Generalmenteaparece representada tridimensionalmente y toman-do en cuenta un eje central que separa dos mitades,una de ellas con elementos humanos y la otra con laimagen del animal. La interpretación sobre el rol deeste personaje es que se asociaría a captura y matan-za rituales, además de propiciar ritos de fertilidad eintervenir en sesiones adivinatorias.

Un aspecto todavía no claro de la cultura Cupis-nique es la ubicación de su centro principal. Exis-ten varios edificios de esta cultura, destacando Ca-ballo Muerto (Moche) y Purulén (Zaña). En Virúexisten otros complejos figurando el templo de LasLlamas en Huaca Negra. En el valle de Jequetepe-que destacan Limoncarro y Monte Grande. El pri-mero presenta forma de U y el segundo es más com-plejo por sus plataformas conectadas con escalina-tas, resaltando una plaza cuadrangular hundida connichos en sus paredes, así como fogones hechos conpiedras delgadas y planas en la parte superior de lasplataformas. Estos fogones se relacionarían al mo-delo arquitectónico Kotosh de Huánuco y el calle-jón de Huaylas. Monte Grande exhibe semejanzascon los complejos de Layzón y Kuntur Wasi.

En el valle de La Leche existe un edificio de dosplataformas, con una escalera central y 24 colum-nas, denominado Huaca Lucía. Las columnas fue-ron pintadas de rojo, mientras que la escalera fue fi-namente acabada con una capa de arcilla clara; en elexterior se representó un mural pintado de color ro-jo, negro y azul oscuro. Otro asentamiento es Pué-mape, en San Pedro de Lloc, entre Jequetepeque yChicama (Elera 1993). Elera descubrió un edificiorectangular con una escalera central, que la asignaal Cupisnique Tardío. Se parece al de Morro deEten, Lambayeque, y a Oyotún, Zaña medio (Elera1993: 250).

102

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Entierro individual de una persona de bajo status,perteneciente a la cultura Cupisnique, excavado por C. Elera y

J. Pinilla. Cementerio de Puémape, desembocadura de lacuenca de Cupisnique, provincia de Ascope (La Libertad).

Page 19: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

C. Elera (1994: 229) consi-dera que la zona de Temblade-ra en el Jequetepeque Mediocontiene evidencias como parasuponer que los orígenes de lacultura Cupisnique se hallenallí. Uno de los sitios mejor es-tudiados en Tembladera ha si-do Monte Grande, situado enun ambiente de Yunga. La ce-rámica asociada a este sitio yque corresponde al FormativoTemprano sería el Pre-Cupis-nique de Larco y se trata deuna botella escultórica asa es-tribo, con la representación deun rostro humano en cuyospómulos aparece incisa la ca-beza de una serpiente. Esta ce-rámica muchas veces se con-funde con el estilo Chavín, pe-ro son diferentes pues tienenpatrones decorativos distintos.

Caballo MuertoReúne 8 edificios en 2 km2,

7 de los cuales exhiben plantaen forma de U. Se ubica en el cono de deyección dela quebrada Río Seco, entre las haciendas de Laredoy Galindo, margen norte del río Moche, a unos 50km del mar. El edificio denominado Huaca de LosReyes fue excavado en 1972 por L. Watanabe(1976) y por T. Pozorski en 1973 y 1974.

Huaca de Los Reyes mide 270 m de este a oeste,230 m de norte a sur, 18 m de alto, y cubre 6,21hectáreas. El sitio exhibe dos grupos simétricos enforma de U: uno formado por los edificios D, D’y F,los cuales rodean a la plaza III. Los edificios C y C’son también parte de este diseño. El otro grupo esmás grande y está formado por los edificios E, B, B’,A y A’, los mismos que rodean la plaza I. Al este dedicha plaza existe otra plaza, pero no se asocia a edi-ficio alguno.

Watanabe (1979) propone que este templo fueremodelado unas cinco veces. Pozorski (1982: 233)postula dos fases constructivas. Por su parte, Con-

klin (1985: 139) presentó una secuencia de ocho fa-ses. Los dos primeros autores utilizan la arquitectu-ra y los frisos para fechar las fases más recientes. Ental sentido, la última fase, frisos incluidos, se corre-laciona con Cupisnique Transitorio, es decir unos1 000 a.C. (Watanabe 1976). Por otro lado, datos derestos más antiguos se recuperaron en la parte altadel edificio F. Muestras de cañas proporcionaron fe-chas radiocarbónicas de 850, 1 190, 1 360 y 1 730a.C. Según Pozorski (1982: 248) estas fechas conce-den un lapso entre 1 400 y 1 200 a.C. para la edifi-cación de la fase 1.

Existen 58 frisos hechos de barro arcilloso, apli-cado sobre una matriz de cantos rodados y argama-sa de barro. Corresponden a la fase final y a pesar deser repetitivos existe una ligera variación cronológi-ca aunque al interior de la misma tradición.

Los frisos de Huaca de Los Reyes presentan dosclases de figuras: cabezas humanas estilizadas y se-

103

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Huaca de los Reyes, valle de Moche(Trujillo). Este templo es parte delcomplejo Caballo Muerto, el cual

habría sido construido por la elitede la cultura Cupisnique.

Page 20: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

res de pie. Las cabezas miden 1,70 m de alto y lle-van caninos que se entrecruzan. Las figuras de piecorresponden a seres humanos. Una de las repre-sentaciones encontradas en la cara este del edificioF exhibe un ser de pie sobre dos pedestales cilíndri-cos, flanqueado por cabezas de perfil (Pozorski1982: 245).

La organización del espacio es rígida y el diseñoen U es repetitivo. La regularidad y simetría deltemplo sugiere que hubo ritos plenamente conoci-dos y que los frisos fueron parte de la parafernaliaceremonial.

Huaca de Los Reyes fue la sede de un complejosistema social que se extendió fuera del valle de Mo-che. Su posición geográfica no es casual, pues se en-cuentra justo en un área ideal para la agricultura deriego, la cual habría permitido irrigar unas 600 hec-táreas en la margen norte del río Moche (Pozorski1982: 229).

Huaca de Los Reyescontroló varios asenta-mientos de la parte baja ymedia de Moche. Grama-lote, en Huanchaquito,es un sitio de 1,5 hectá-reas, cuya principal acti-vidad fue la pesca. En elinterior del valle figuranCerro Orejas y Cerro LaVirgen. Otros vestigiosde asentamientos domés-ticos fueron encontradosen las inmediaciones deCaballo Muerto.

Cupisnique se relacio-nó con grupos costeños y

serranos. Sus restos seexpresan en finos obje-tos encontrados en en-tierros de Nepeña,Kuntur Wasi, Puerto deSupe, Áspero, Ancón,Chavín de Huántar yAyacucho. En Chavínse recuperó alfareríaCupisnique en la gale-ría Ofrendas del Tem-plo Viejo, de los llama-dos estilos Wacheqsa yRaku (Lumbreras yAmat 1969). Los deAyacucho son ofrendas

funerarias asociadas con la fase Kichkapata (Ocha-toma, Pariahuamán y Larrea 1984).

Kuntur WasiYa hicimos una somera descripción de este gran

complejo arquitectónico en secciones previas. Lasinvestigaciones de Tello, Larco y Carrión Cachotpusieron de relieve la monumentalidad de este sitio.Un componente importante fue el hallazgo de seisesculturas líticas representando seres humanos conatributos felínicos (Carrión Cachot 1948, láminasXX, XXI, LVIII), y un cementerio en las laderas delcerro, en donde una tumba saqueada reveló que eneste lugar se enterró personas de alto status. Estadeducción se sustenta por el hallazgo de finos cera-mios, objetos de hueso, oro y turquesa, aparte deseis discos de oro con figuras de serpientes y lámi-nas cuadrangulares de oro que formaron un collar.Cuatro de estas láminas tienen el dibujo del molus-

104

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Modelados en barro degigantescas cabezas

humanas, encontradasen Huaca de los Reyes,

valle de Moche(Pozorski T., 1980,

1982).

Page 21: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

co Strombus, cuyo hábitat esel mar de Ecuador.

En las líneas que siguenpresentaremos las caracte-rísticas arquitectónicas y al-fareras de la plataforma su-perior o principal (localiza-da en la cumbre del cerro LaCopa), la cual fue objeto deexcavaciones intensivas yextensivas desde 1988 porla Misión Japonesa que diri-ge Yoshio Onuki (Onuki yKato 1993).

Las excavaciones en esaplataforma superior hanproporcionado datos quepermiten a Yoshio Onuki ysus colaboradores atribuirlaa la cultura Cupisnique dela costa norte peruana. Eneste asentamiento, Cupisni-que está representado por lafase Kuntur Wasi, la cualcomo explicamos antes sesuperpone a la fase Ídolo.

Fase Kuntur WasiEstá representada bási-

camente por un edificio quese levanta en la plataformasuperior o principal y secompone de dos cuerpos re-lacionados: el primero com-prende la primera y la segunda terrazas, y el segun-do la plataforma principal, con estructuras máscomplejas. La primera y segunda terrazas constitu-yen la base del complejo existiendo una escalera de11 m de ancho y 6 m de alto en la cara frontal delmuro de la primera terraza y una plaza cuadrada yhundida de unos 26 m de lado, que se conectan através de una gran escalera con la plataforma prin-cipal, la cual muestra silueta escalonada. Esta plata-forma principal mide 8,4 m de alto, 145 m de anchoy 170 m de largo, medidos en su base.

La organización y distribución de las construc-ciones siguen un eje que sirve para establecer unasimetría entre las plataformas y las plazas. La esca-lera de la plataforma superior conduce a dos pe-queñas plataformas y monolitos, antes de llegar auna plaza hundida cuadrangular de 23 m de lado,también rodeada por plataformas. Siguiendo el eje

y pasando la plaza seasciende a la platafor-ma central en dondese encontraron cua-tro hoyos de 1,50 mde diámetro y 2,50 mde profundidad loscuales sirvieron paraenterrar personas dealto status. Otros en-tierros aparecieron enel cuarto noreste dela plataforma secun-daria.

Luego de pasar es-ta plataforma central,a una distancia de 17m aparece una plazacircular hundida de15,6 m de diámetro y2,1 m de profundidad.

El complejo exhibeuna forma general enU, abierta al noreste,cuyos semejanzas conHuaca de Los Reyesdel valle de Moche(Trujillo) son muyobvias. La cerámicade la fase Kuntur Wa-si es muy similar alestilo Cupisnique dela costa norte. Porotro lado, los monoli-

tos con representaciones antropomorfas y felínicascorresponden también a esta fase. Por eso, su anti-güedad retrocedería a 700-800 a. C.

Entierros en la plataforma central de KunturWasi

La Misión de la Universidad de Tokio, dirigidapor Y. Onuki, descubrió siete entierros de personasde alto rango en la sección ceremonial más impor-tante del complejo (Onuki y Kato 1993). Cuatro sehallan en el piso del atrio de la plataforma central,un quinto entierro apareció en el recinto de una pla-taforma secundaria situada al noreste de la platafor-ma central. Otros dos estaban en la plaza central.Sus descubridores opinan que estos entierros co-rresponden a la fase Kuntur Wasi y fueron hechosantes de construirse la plataforma central de dichafase, posiblemente como parte de un rito relaciona-

105

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Pieza de oro representando una mano, encontrada en KunturWasi por Yoshio Onuki de la Misión Japonesa.

Page 22: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

do con la construcción del complejo en U de Kun-tur Wasi.

Y. Onuki propone que las tumbas correspondenal reenterramiento de personas que murieron en lacosta. Por otro lado, estos entierros son similares alencontrado en Cerro Blanco, el cual tenía cinabrio,una botella asa estribo, adornos en Spondylus yotros hechos en lapislázuli.

Esculturas líticas de Kuntur WasiA los cinco monolitos conocidos desde la déca-

da de 1940, se agregan tres más descubiertos por laMisión Japonesa en 1988 y 1989 (Onuki y Kato1993,cap. 4). El monolito identificado con la clave88-1 se encontró cerca de la escalera principal y co-rresponde a un ser humano felinizado de pie, perocon las piernas cruzadas, portando una cabeza tro-feo. Otro monolito, el 89-1, fue descubierto en laplaza este de la fase Copa pero fue utilizado desdela fase Kuntur Wasi. Se trata de un jaguar, cuyo ros-tro se halla fuertemente deteriorado, sentado conun bastón. Un tercer monolito denominado 89-2apareció en la escalera sureste de la plaza cuadran-gular y era el peldaño superior de dicha escalera.Representa dos perfiles de jaguar con serpientes enla cabeza. Se parece a los dos monolitos encontra-dos en 1946 en la plaza cuadrangular y que fueronidentificados como dinteles. Onuki y su equipo opi-nan que estos monolitos servían en realidad comopeldaños de las escaleras de esta plaza, antes quecomo dinteles. Por otro lado, estos monolitos re-

cuerdan a las representaciones que aparecen en lasofrendas de los entierros antes mencionados.

Alfarería de la fase Kuntur WasiDestaca por mostrar cerámica bruñida, fina y

compacta, con decoración a base de grafito. Onukiy Kato (1993: 61) afirman que estos atributos sonextraños a la región, vinculándose principalmentecon la cultura Cupisnique de la costa. Al respecto,la arquitectura en forma de U y el recinto circularhundido de Kuntur Wasi son elementos que seña-lan una fuerte relación con la costa. Seki (1993:162)asevera que la fase Kuntur Wasi desplaza a Huaca-loma Tardío, la cual estaba relacionada con Caja-marca propiamente. La ocupación Kuntur Wasi sig-nificó la presencia costeña de Cupisnique en el altoJequetepeque. Seki agrega que existen relacionesentre Cajamarca, el valle de Jequetepeque y la cos-ta, pero enfatiza el hecho de que Cupisnique pene-tró a la sierra y ocupó Kuntur Wasi.

106

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS Fosas correspondientes aentierros de personajes de altostatus encontrados en laplataforma superior de KunturWasi, por Yoshio Onuki,director de la Misión Japonesa.

Detalle de corona provenientede tumba en Kuntur Wasi de un

personaje de alto status.Obsérvese la decoración concabezas trofeo recortadas y

enmarcadas.

Page 23: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

CULTURA CHAVÍN: EL CENTRO CEREMONIAL DE CHAVÍN DE HUÁNTAR

Fue descrito desde los primeros años de la con-quista y por viajeros del siglo pasado. En 1919, J.C.Tello, con el auspicio de la Universidad de San Mar-cos, hizo los primeros mapas y croquis de este com-plejo. En 1934 y 1940, Tello descubrió cerámicaChavín clásico, parte de las fachadas este y oeste deledificio, nueve cabezas clavas, losas y piedras labra-das con figuras, y fundó un museo provisional en elpropio templo de Chavín que se perdió por un aludque bajó del oeste, por el río Wacheqsa, al desbor-darse una laguna de la cordillera Blanca, el 17 deenero de 1945.

A partir de 1954, Chavín de Huántar estuvo ba-jo el cuidado de Marino González Moreno, quien sededicó a retirar los escombros dejados por el alud,correspondiéndole el mérito de ser el salvador delas ruinas de Chavín. Marino González destaca tam-bién por su enorme interés en colaborar con todo elque llega a este templo para estudiarlo. No encuen-tro mejor ocasión para expresarle mi personal reco-nocimiento. El sitio fue investigado por diversos ar-queólogos como J. Rowe, quien se ocupó de la es-cultura lítica y propuso cuatro fases. En 1965, L.Lumbreras y H. Amat (1969) excavaron las galeríasde Las Rocas, Las Ofrendas y Las Caracolas elabo-rando una cronología alfarera y arquitectónica. En1972, L. Lumbreras (1974, 1977) descubrió la pla-za circular del Templo Viejo de Chavín, bellamente

adornado con losas que exhiben representacionesfelínicas y antropomorfas. Dichos estudios modifi-caron la cronología alfarera y los conceptos relacio-nados con el origen de Chavín. En 1974, R. Fungencontró una galería debajo del piso de la galería“El Loco” (brazo norte del Templo Viejo), y restosrelacionados a Kotosh al norte de ésta y a orillas delrío Wacheqsa. En 1975 y 1976 R. Burger (1978) ex-cavó fuera del templo obteniendo una secuencia detres fases. En la década de 1980 Federico Kauff-mann y Francisco Iriarte realizaron excavaciones yplanos del complejo. Últimamente C. Campana(1995) publicó un análisis sobre el significado delos personajes representados en la escultura lítica.

Las galeríasEste nombre designa a un conjunto de recintos y

pasadizos interiores de formas, dimensiones y fun-ciones distintas pero relacionadas. Tienen ductos deventilación que permitieron la permanencia prolon-gada de las personas y por debajo de sus pisos exis-ten canales de drenaje. La iluminación se habría so-lucionado a base de fogatas o mecanismos descono-cidos. J. C. Tello estudió la mayor parte de las gale-rías, especialmente la galería de El Lanzón (nombreasignado por el citado estudioso). Es destacable ensu estudio una galería que se ubicaba sobre El Lan-zón, destruida por el aluvión de 1945. Se suponeque ambas se relacionaban a través de ceremoniasque se realizaban simultáneamente en los citadosrecintos.

107

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Panorámica del centro ceremonialde Chavín de Huántar, ubicado enla confluencia de los ríos Mosna yWacheqsa, en la provincia deHuari (Ancash). En primer planola plaza cuadrangular y el TemploNuevo. Al fondo y a la derecha elTemplo Viejo del Lanzón.

Page 24: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Existen más de 22 ga-lerías cuyos nombres ac-tuales no siempre corres-poden a la función quedesempeñaron en el pasa-do. Por ejemplo, una convarios pasadizos y recin-tos pequeños se llama“Galería de Los Laberin-tos”, otra con salientes enel tercio superior de lapared recibe el nombre de“Galería de Los Cauti-vos”, otra cuyo techo su-giere falsa bóveda se lla-ma “Galería de la DobleMénsula”. Estos recintosno fueron incómodos pa-ra el desplazamiento delas personas en la medidaque tienen más de 2 m dealto, permitiendo el trán-sito a pie. Hasta la fechano ha sido posible identi-ficar sus pisos, pues lue-go de su progresivo aban-dono hacia los 250 añosa.C., fue habitado porotros grupos deteriorán-dose progresivamente. A esto se agrega el daño pro-ducido por el último aluvión de la década de 1940que sepultó el complejo. Hasta ahora se observanlos efectos devastadores de ese fenómeno naturalque llenó de lodo y piedra la mayor parte de las ga-lerías. Debe remarcarse también que las galerías es-tuvieron enlucidas con barro arcilloso, según se de-duce de los restos de revoque encontrados por R.Fung en una pared situada en la galería “El Loco”del brazo norte del Templo Viejo.

Sistema de drenajeÉste, conjuntamente con el complejo arquitectó-

nico, revela una genial obra de ingeniería y arqui-tectura diseñada siguiendo un modelo preestableci-do. Se observan canales, unos angostos, otros an-chos, que se desplazan por debajo de las plazas, lasescaleras y las galerías del templo. En un recorridopor varias de ellas hemos comprobado que sus le-chos o pisos fueron hechos con piedras delgadas yplanas con el obvio propósito de proveer velocidadal agua y evitar que ésta se acumule y aniegue recin-tos y plazas. En algunos casos, sobre todo en aque-

llos canales con gradien-te pronunciada, se ob-serva que las piedras secolocaron formando unasuperficie escalonada.Posiblemente el propósi-to de este escalonamien-to apuntó a disminuir lavelocidad y fuerza delagua. Este detalle se ob-serva en el canal que sehalla debajo de la escale-ra que conduce al Lan-zón desde la plaza o re-

cinto circular hundido. Por ello, la idea de canalescon resonancia o efectos sonoros, producto de lafuerza de las aguas, es discutible. El citado canal esangosto y poco profundo y debido a su inclinacióno gradiente su piso escalonado fue hecho por razo-nes funcionales, es decir para desaguar la zona su-perior del templo.

Por otro lado, debe remarcarse que los drenescumplieron doble función: proveer agua al templo ydesaguarlo a la vez. En el primer caso posiblementeel aprovisionamiento de agua provenía del río Wa-cheqsa, situado al norte y en dirección oeste-este,mediante un canal hoy desaparecido. En el segundocaso, existen por lo menos tres canales mayores queconducían el agua hacia el río Mosna, situado inme-diatamente al este del complejo. Uno de estos cana-les se encuentra debajo de la plaza cuadrangular. Deotro lado, debe remarcarse que la plaza cuadrangu-lar tenía un sistema de canales angostos al pie y jun-to a las paredes, con una especie de sifón en su es-quina sureste, el cual cumplía funciones de colectorque se conectaba a un canal más grande ubicadopor debajo del piso de la plaza cuadrangular.

108

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

El centro ceremonial deChavín de Huántar tienemás de 20 galerías de formasy tamaños diversos, cuyo usoestuvo bajo el control de laelite sacerdotal queposiblemente residía en elmismo lugar. Se presume quealgunas de estas galeríassirvieron para guardarobjetos de culto, materialesexóticos y otros de usodoméstico, considerándoselecomo un complejomultifuncional yredistributivo.

Page 25: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Canalización de los ríos Mosna y WacheqsaAmbos ríos fueron canalizados durante la época

Chavín, no solamente para señalar los espacios ce-remoniales y sus límites, sino también para prevenirel desborde de estos ríos en épocas de lluvia (de di-ciembre a abril). Hoy se aprecian algunos restos demuros de contención en las orillas del río Mosna,existiendo la posibilidad de una zona libre y transi-table en el tramo adyacente al área del complejo ce-remonial. Este tramo estuvo seguramente acondi-cionado, tal vez con pisos empedrados, proporcio-nando visibilidad desde las márgenes opuestas, en-grandeciendo de esa manera la monumentalidad yel carácter sagrado del citado santuario.

Secuencia arquitectónicaEste templo no es una masa sólida pues tiene ga-

lerías y pasadizos interiores, además de plazas,atrios, escalinatas y plataformas exteriores. Destacatambién el sistema de canales interiores que sirvie-ron para aprovisionar de agua al templo, así comopara desaguarlo en tiempos de lluvia. Las paredesestuvieron recubiertas de barro y algunas de las ga-lerías presentan vigas con grabados en bajo relievey pintados. El exterior estuvo adornado con corni-sas y cabezas clavas antropomorfas y zoomorfas ta-lladas en bulto y sobresaliendo de las fachadas. Insitu sólo queda una en la esquina suroeste de la pi-rámide. Las fachadas exteriores tuvieron probable-mente enlucido de barro y quién sabe si hasta undecorado con figuras propias del estilo Chavín(Lumbreras 1989: 32). Esto no podrá saberse pueslas lluvias de la zona han destruido todo vestigio.

Chavín presenta tres momentos constructivosque fueron añadiéndose sucesivamente hacia el sur,produciendo una estratificación horizontal y confi-gurando dos templos en forma de U: el más antiguoexhibe una plaza circular. A éste se agregó una am-pliación en la fachada sur de su brazo sur, y luegose adosó a ésta una gran construcción cuyos rasgosmás notables son el pórtico de las falcónidas y laplaza cuadrangular.

Esta configuración, en la que nuevos recintos yespacios fueron organizándose tomando en cuentaconceptos de simetría bilateral, nos obliga a asumirque ningún edificio o sección fue abandonado. Lasampliaciones respondieron a la necesidad de en-grandecer el prestigio de Chavín, creando nuevosespacios para celebrar ritos y ceremonias, tanto enel interior como en el exterior del complejo. En talsentido, el edificio D o Templo Norte, situado inme-diatamente al este del brazo norte del Templo Viejo

–que no presenta relación simétrica con el comple-jo en su conjunto– podría ser de una etapa previa oposterior. Seguidamente describimos brevementeesta secuencia.

Templo ViejoCorresponde a un edificio en U abierto al este,

que encierra un recinto circular hundido de 20 mde diámetro. Se llama templo del Lanzón pues laplaza circular se asocia a una escalera que asciendeel edificio central de la U y conduce a una galería,hoy destruida, que se hallaba justo sobre la galeríadel Lanzón o Gran Imagen. La plaza circular tieneaún dos hileras con losas grabadas. Las de la partesuperior representan seres humanos con rasgos felí-nicos que se dirigen a la escalera que conduce alLanzón. Las de la sección inferior exhiben jaguaresdispuestos en fila, a manera de procesión, ordena-dos en similar orientación que las losas superiores.Según Lumbreras (1989: 26) parte de esta etapa ini-cial es la primera ampliación en el brazo sur, endonde existe una galería con dos vigas grabadas conpeces y crustáceos, llamada galería de las Vigas Or-namentales.

La galería del Lanzón fue la más privada delTemplo Viejo y tiene la forma de una cruz orienta-da a los cuatro puntos cardinales, midiendo sus pa-sadizos no más de 1 m de ancho. Esta dimensiónangosta fue deliberadamente hecha para aumentar

su caráctersagrado einaccesible yrestringir elacceso sola-mente a lossacerdotes dela más altaj e r a r q u í a .P r o b a b l e -mente las pa-

109

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Detalle delLanzón o GranImagen delTemplo Viejo deChavín deHuántar. Serantropomorfocon rasgosfelínicos. Nóteselos cabellosconvertidos enserpientes y sugran arete.

Page 26: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

redes de esta galería estuvieron enlucidas ybellamente decoradas con personajes hoydesconocidos, aunque podemos imaginarque se trataba de seres mitológicos alusivosal hombre felino, las falcónidas, etc. Tello lodenominó así por su forma, pues es como ungran cuchillo de 4,53 m de alto, incrustadoen el centro de la referida galería en forma decruz. Rowe lo llama Gran Imagen y corres-ponde a la figura de un ser humano de piesobre un pedestal, con el brazo izquierdo ex-tendido y pegado al costado, y el derecho levantadoy pegado a la espalda con la palma de la mano haciael exterior. En ambos casos, las manos están libres.Lleva aretes, un collar, una correa adornada con ca-bezas de perfil y un faldellín encima de la rodilla.Sus cabellos se convierten en serpientes, sus ojosmiran el firmamento y en su gran boca se observandos colmillos superiores.

Recientemente, Burger y Salazar Burger (1993)han propuesto que la posición de las manos de estepersonaje se ligaría al principio de “oposición dual”de los dioses de Chavín, expresado no solamente enel marco conceptual e ideológico sino también en laejecución de los ritos y las ceremonias que se reali-zaban en los diversos espacios (plazas, galerías) delTemplo Viejo. Es posible, añaden, que la mano de-recha se asociara con la noción de arriba o la puna(diríamos la sierra en general) y también incluiría elcielo y las fuerzas masculinas. La mano izquierda sevincularía con abajo o las fuerzas femeninas (inclu-yendo las profundidades de los lagos, volcanes, el

mar, las cuevas, el subsuelo). En tal sentido, la po-sición de las manos de este personaje simbolizaríael nexo intermediario o de contacto entre las fuer-zas sobrenaturales de las montañas y el espacio y lasprofundidades de la tierra.

Destacan también las galerías denominadas LasOfrendas y Las Caracolas (por el hallazgo de mo-luscos tipo Spondylus y strombus, cuyo hábitat es elmar de Ecuador), situadas inmediatamente al nortey al sur respectivamente de la plaza circular. Pareceque fueron construidas siguiendo el mismo mode-lo: un largo pasadizo con pequeños recintos en unode sus lados. Las Ofrendas ha sido la más estudiaday se distingue por su fina cerámica llamada precisa-mente estilo Ofrendas. Asociado a ésta hubo unconjunto de ceramios del estilo Cupisnique llama-dos Wacheqsa y Raku, y un grupo emparentadocon Cajamarca y las cabeceras del Jequetepeque,llamado Mosna. Estos ceramios costeños revelanque la elite Chavín mantenía contactos con su si-milar de Cupisnique.

110

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Recinto circular(aproximadamente 20 m dediámetro) del Templo Viejo deChavín de Huántar y escaleraoccidental que conducía a lagalería del Lanzón. Las paredesde este recinto fueron hechascon piedras labradas enbajorrelieve.

Detalle de jaguar en zócalo dela plaza circular.

Page 27: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Templo NuevoEs la repetición modificada del patrón en U de la

fase anterior. Esa modificación se observa en su ma-yor tamaño y en la construcción de una plaza hun-dida cuadrangular de 50 m de lado, la misma que seasocia a dos plataformas situadas al norte y al sur,así como a escalinatas y otras plataformas de bajaelevación que se conectan con el edificio central.Pertenecen a esta fase la portada de las falcónidashecha con piedras blancas en el lado sur y negras enel lado norte, el atrio de las lápidas, la estela Rai-mondi, la piedra de Choque Chinchay o de los sie-te morteros, la escalinata de los jaguares, la escaleranorte o de Middendorf, y otras esculturas tales co-mo posibles columnas. La portada se compone dedos columnas cilíndricas grabadas en bajo relievecon figuras de aves de rapiña hembra y macho depie, con cuerpo, piernas y brazos humanos portan-do una vara horizontal. Estas columnas sosteníanuna gran viga decorada con falcónidas de perfil, dis-puestas 7 de sur a norte y 7 de norte a sur.

Una de las esculturas enigmáticas del TemploNuevo es la piedra o altar de Choque Chinchay, lo-calizada a pocos metros de la esquina suroeste de laplaza cuadrangular. Lumbreras ha propuesto que setrata de la simbolización de la constelación Orión olas “7 cabritillas” que se observa en el despejadocielo nocturno de Chavín de Huántar. Cerca de estaescultura J.C. Tello encontró en 1919 el monolitoque lleva su nombre y que hoy se exhibe en el Mu-seo Nacional de Arqueología, Antropología e Histo-ria del Perú, Pueblo Libre, Lima. Hoy es ya difícilsaber si ambas esculturas formaron una sola uni-dad. Es también problemático aproximarse al signi-ficado de la piedra de Choque Chinchay.

La escalinata de Los Jaguares es otro componen-te que se encuentra en un punto intermedio entre laplaza cuadrangular y la Portada Albinegra. Junto aesta escalera se encontró una escultura lítica con re-presentaciones de bocas felínicas. Esta escalera, másla situada a unos 30 m al norte y en la sección no-roeste de la plataforma que constituye el brazo nor-

te de la plaza cuadrangular, fueronaccesos importantes que conecta-ron esta plaza con el Templo Viejo.Posiblemente en esta sección hubotambién otra portada, por la ocu-rrencia de una columna en las cer-canías.

Escultura líticaSon notables las esculturas líti-

cas Chavín talladas en bulto y enbajo relieve. J. Rowe (1962) propu-so una secuencia dividida en cuatrofases.

111

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Plaza cuadrangular (50 m por lado) delTemplo Nuevo de Chavín de Huántar yplataforma sur, vistas desde el norte.

Esquina sureste del Templo Nuevo deChavín de Huántar, una de las mejor

conservadas del centro ceremonial.

Page 28: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

La primera, la fase AB, es subdividible en térmi-nos de la configuración de los personajes. Es fre-cuente en esta fase la preferencia por representar fe-linos, sobre todo jaguares por las marcas que llevanen el cuerpo. También ocurren dos felinos sin mar-cas en la cornisa de la esquina suroeste del TemploNuevo, los cuales se tratarían de pumas. Por consi-guiente, en el arte Chavín se ha representado felinosserranos y selváticos.

Otro personaje importante es el ser humano conelementos felínicos cuya máxima expresión apareceen El Lanzón o Gran Imagen. Tello y Lumbreras lodefinen como un ser aterrador que personifica aldios de Chavín y al ser más venerado del templo.Aunque su apariencia es humana, se transforma detal modo que adopta un rostro con facciones queimpactan al observador. Es obvio que las modifica-ciones más notables se concentran en el tercio supe-rior o la cabeza de este ser, convirtiéndose sus cabe-llos en serpientes, y sobre éstos una suerte de toca-do con cabezas felínicas mostrando sus colmillos.Parece que el rostro fue tallado inicialmente conuna boca agnática (sin dientes), añadiéndose luegolos dientes y la mandíbula inferior. Destacan los col-millos superiores y los ojos esculpidos de tal mane-ra que se halla en actitud de mirar el firmamento.

También se asignan a la fase AB la cornisa de laesquina suroeste del Templo Nuevo. Desde el pun-to de vista estilístico es similar a los tallados delLanzón sugiriendo que esta cornisa estuvo antes enel Templo Viejo y fue trasladada al construirse elNuevo. Destaca en esta losa el grabado de dos ser-pientes en actitud de enfrentarse. En la sección másancha se grabó dos felinos de perfil en actitud demarchar o caminar, uno detrás del otro. La posiciónde los ojos de las serpientes y los felinos es como lade El Lanzón, es decir dirigen la mirada al cielo.

Indudablemente, las esculturas líticas que for-man la pared de la plaza circular corresponden tam-bién a la fase AB. Las representaciones se organizanen dos bloques horizontales. El de la pared superiormuestra seres antropomorfos. A pesar de hallarseerosionados, el mejor conservado presenta un serde perfil en actitud de portar un cactus, con la mi-rada al cielo. Excepto por el cactus los elementosdecorativos recuerdan al Lanzón. El bloque inferiorestá decorado con jaguares de perfil dispuestos ensentido similar a los del bloque superior.

La fase C está representada por el Obelisco Tello.Es una piedra de 2,52 m de largo y 32 cm de anchoencontrada por Tello cerca de la plaza cuadrangulary el altar o piedra de Choque Chinchay. Lumbrerastiene la impresión de que esta escultura se hallabaoriginalmente en la plaza circular. En realidad, nose conoce dónde estuvo, en la medida que Tello la

112

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Acceso sur en la primera ampliación del Templo Viejo de Chavín de Huántar

Personaje humano con rasgos felínicos portando un cactus. Configuras semejantes constituye una pared de la plaza circular delTemplo Viejo de Chavín de Huántar.

Page 29: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

descubrió caída, en la superficie.Está tallada en sus cuatro caras re-presentando dos caimanes hembray macho, con cola de pez o de ave,rodeados de plantas como yuca,achira, maní y ají. Tello propusoque estos dos personajes se opo-nían entre sí, representando uno ala estación lluviosa y el otro a la es-tación seca. Por su parte, D. Lath-rap encuentra una oposición en laque uno de los caimanes se identi-fica con las profundidades, mien-tras que el otro se relaciona con elcielo. P. Kaulicke (1994: 464), si-guiendo los postulados de Tello yCarrión Cachot, afirma que los dosmonstruos de esta escultura cons-tituyen el cosmos, dividido en elmundo de abajo, el mundo de loshombres y el mundo de arriba. Al-go así como el eje o principiodel mundo.

Se asigna también a la fase Clos relieves del Templo de CerroBlanco del valle de Nepe-ña (costa central norte),así como un hueso graba-do del valle de Huaura.

La fase D está repre-sentada por las columnasde la portada albinegra yuna losa en bajo relieve,asociadas al Templo Nue-vo. En las columnas seobservan dos falcónidashembra y macho, de pie ycon las alas extendidas,talladas en bajo relieve.Serían los guardianes dela portada y no necesaria-mente objetos de culto.Estas columnas sosteníanun dintel con grabados defalcónidas dispuestas unadetrás de otra. La losa en bajo relieve exhibe un serhumano de frente y de pie portando dos moluscos,el de la izquierda debe ser un Spondylus. Rowe lollama Dios Sonriente y es una versión abreviadadel Lanzón.

La fase EF es la más reciente y también se rela-ciona con el Templo Nuevo. Está representada por

la estela Raimondi y mide 1,98 m de alto y 74 cm deancho. Exhibe un ser humano fuertemente estiliza-do de pie y de frente, portando dos báculos. Por esoRowe lo llama “Dios de los Báculos”. Su rostro es fe-línico y en su cabeza se observa un tocado que so-brepasa en tamaño al personaje. Este tocado secompone de cabezas de cuyos costados surgen ca-

113

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Portada albinegradel Templo Nuevode Chavín deHuántar, en cuyascolumnas puedenapreciarsefalcónidas hembray macho, de pie ycon las alasextendidas.

Detalle deserpientes en

altorrelieve de unagrada del acceso

sur que conduce ala portada

albinegra delTemplo Nuevo de

Chavín deHuántar. Las

serpientesconstituirían

señalizadores.

Page 30: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

bezas de serpientes y apéndices. Posiblemente re-presentó al Dios Sonriente y estuvo en un lugar vi-sible para que pudiese ser apreciado desde lejos poraquellos que no tenían acceso a los recintos más sa-grados del complejo.

Este personaje tuvo significativo prestigio y po-dría considerársele como un emblema religioso dela elite Chavín que fue reproducido en otros mate-riales, en especial en tejidos como los encontradosen el cementerio de Karwa (Carhua), a unos 7-8 kmde la necrópolis de Paracas, departamento de Ica.Más allá de una influencia sin concesiones, su pre-sencia en Carhua respondería a vínculos y relacio-nes de elites religiosas por razones económicas y deotra naturaleza, tal vez como parte de esfuerzos des-plegados para reforzar sus relaciones.

El “Dios de los Báculos” ha sido también repre-sentado en alfarería del estilo Pucará (Puno) hacialos años 100 a.C., quizá como resultado de contac-tos entre las poblaciones de Paracas (Ocucaje) y elAltiplano. Más tarde (300 d.C.), este ser lo encon-tramos en la portada del Sol de Tiahuanaco (Boli-via), así como en las urnas gigantes de Conchopatay Robles Moqo (Ayacucho) fechados hacia los 600-700 d.C., en la etapa denominada Wari u Horizon-te Medio.

Secuencia alfareraTomando en cuenta la alfarería de las galerías,

plazas y otros recintos del templo, Lumbreras yAmat propusieron en 1969 una secuencia que des-pués modificó Lumbreras. Esa modificación se pro-dujo en 1972 luego de descubrir la plaza circulardel Templo Viejo. Lumbreras (1974, 1977) elaboró

un cuadro, desde lo más antiguo a lo más reciente,dividido en: Kotosh, Ofrendas (asociada con Wa-cheqsa, Raku y Mosna), Rocas, Capa H. Sin embar-go, más tarde hizo otros cambios (Lumbreras 1989:186), incorporando los resultados logrados por R.Burger (1978) y formulando una cronología decuatro períodos: Urabarriu (1 200-800 a.C.),Ofrendas (800-600 a.C.), Chakinani (600-400a.C.) y Rocas o Janabarriu (400-200 a.C.). Seguida-mente resumimos esas secuencias, empezando conla de Lumbreras.

El componente Kotosh es el menos conocido, apesar de que existen evidencias en Chavín de Huán-tar. Fue identificado por Lumbreras y Amat (1969)y ratificado por Lumbreras en 1972. Rosa Fung loaisló en 1974 al excavar en la orilla sur del río Wa-cheqsa. Aún no se establece qué construcciones seasocian con esta alfarería, siendo el Templo Norteuna posibilidad.

La cerámica Ofrendas fue encontrada en la gale-ría de Las Ofrendas del Viejo Templo del Lanzón.Corresponde a un solo período y según Lumbreras(1989:186) son vasijas puestas en este lugar con ali-mentos y bebida. Hay cuatro variedades: Ofrendas,Dragoniana, Floral y Qotopukio. La variedad Ofren-das presenta semejanzas con cerámica de Ancón. LaDragoniana es de color marrón, con figuras de sau-rios, serpientes y peces. Algunos personajes tienencabeza de cocodrilo o de serpiente, así como otrosrecuerdan a los dragones del Obelisco Tello. Posi-blemente fue propia del templo. La variedad Florales negro brillante y destaca la representación de la“flor de lys”, jaguares y halcones. Qotopukio es grisclaro con atributos felínicos, flores, etc.

114

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Plato ycuenco con

representaciónfelínica

provenientesde la galeríaOfrendas delTemplo Viejode Chavín de

Huántar(Museo de

Arqueología yEtnologíaUNMSM).

Page 31: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Junto a Ofrendas se encontraron los estilos alfa-reros denominados Raku, Wacheqsa y Mosna. Losdos primeros son de la cultura Cupisnique, mien-tras que el tercero se relaciona con Cajamarca y elalto Jequetepeque. Raku es gris y comprende bote-llas asa estribo de arco trapezoidal y algunos de suselementos decorativos recuerdan a Urabarriu deBurger. Wacheqsa es el Cupisnique Transitorio y setrata de una cerámica roja con zonas cubiertas congrafito negro; las botellas tienen asa estribo de arcorectangular. Mosna es una cerámica anaranjado-cla-ro y es frecuente en la zona de Cajamarca, sobre to-do en Huacaloma y Kuntur Wasi, aunque recuerdaa los materiales de Yesopampa (La Pampa, Coron-gos) y Kotosh.

El período Rocas corresponde al llamado “Cha-vín Clásico” y es llamado Janabarriu por R. Burger.Es una alfarería negra y brillosa, de aspecto macizo.La decoración es a base de incisiones, modelados yestampados, a los que se agregan el bruñido y eldentado para contrastar áreas de diseño. Existe larepresentación de una cabeza felínica en relieve so-bre el arco de un gollete estribo de una botella.

Con materiales de la zona exterior del templo,R. Burger (1978, 1993) propuso tres fases: Uraba-rriu, Chakinani y Janabarriu. Urabarriu (1 000-500a.C.) es contemporánea con los estilos Kotosh-Ko-tosh de Huánuco y Pacopampa-Pacopampa de Ca-jamarca. Lumbreras (1989:94) encuentra que unaparte de la fase Urabarriu es anterior a Ofrendas.

De todos modos, ambas fases se asocian con elTemplo Viejo o del Lanzón. Chakinani (500-400a.C.) se parece a Ofrendas por sus incisiones cur-vas, círculos incisos con punto central, pero es pos-terior aunque antes que Rocas. Destaca para Chaki-nani la botella asa estribo con diseños que incluyentoda el asa; esta alfarería se asignaría al TemploNuevo. Janabarriu (400-200 a.C.) es una alfareríanegra y lustrosa, con pigmento rojo pre-cocción.Los diseños son los mismos que los descritos paraRocas por Lumbreras. Esta fase marca la máximaampliación del templo de Chavín, así como su cre-ciente prestigio en los Andes.

Significado sociopolítico de Chavín de HuántarLa vieja idea de que Chavín deriva de la selva no

resiste la menor verificación. Sus edificios religiososse construyeron siguiendo modelos arquitectónicoscosteños como el plano en U y los recintos circula-res hundidos. Ambos modelos surgieron indepen-dientemente en la costa y expresaron conceptosideológicos y religiosos particulares, tras de lo cualposiblemente se integraron generando un nuevoconcepto ideológico y religioso. Esa convergenciase produjo en varios asentamientos de la costa cen-tral: Garagay (Rímac), Cardal (Lurín), Pucará (Chi-llón). En este último, dicha integración debe asig-narse al siglo XII a.C., es decir antes de la construc-ción del Templo Viejo de Chavín.

115

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Vaso de piedra conrepresentaciónfelínica. Chavín deHuántar (Museo deArqueología yEtnología UNMSM).

Escultura líticarepresentando unfelino. Chavín de

Huántar (Museo deArqueología y

Etnología UNMSM).

Page 32: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

La construcción deChavín de Huántar en laconfluencia de los ríos Wa-cheqsa y Mosna suponeasumir que hubo un grupolocal en el valle capaz deestablecer relaciones congrupos similares de la cos-ta y el oriente. Excepto losestudios de R. Burger en lazona externa al templo, no disponemos de mayorinformación sobre la población y su forma de vida.Los datos permiten sin embargo admitir que habíauna significativa población en la cuenca del Puchkao Mosna. Por consiguiente, Chavín de Huántar nofue un centro ceremonial vacío. El templo y la po-blación asentados en el curso medio y alto del Mos-na revelan una organización jerárquica del sistemade poblamiento, cuyas relaciones se canalizaron através de una sofisticada pero todavía no entendidaparafernalia religiosa e ideológica administrada poruna elite “sacerdotal” que residió con toda seguri-dad en el propio templo. Puesto que en el períodoFormativo se consolidan numerosos grupos, paralos Chavín no habría sido difícil establecer vínculoscon ellos, asimilando y reformulando marcos ideo-lógicos, religiosos y tecnológicos. La adopción delos diseños arquitectónicos costeños en U y los re-cintos circulares se explicaría en ese contexto.

En tal sentido, su construcción podría explicar-se por alianzas religiosas y económicas de dos o másjefaturas o señoríos. El edificio, las esculturas líti-cas, la fina cerámica del templo, sugieren que Cha-vín de Huántar fue la sede de un señorío religioso

de naturaleza redistributiva. Este se-gundo aspecto se infiere por la pro-pia organización interna del com-plejo que si bien contiene áreas es-trictamente sagradas (la galería deEl Lanzón por ejemplo), tambiéntuvo espacios que cumplieron fun-ciones económicas y políticas. Esosespacios serían las galerías del tem-plo diseñadas para almacenar diver-sas clases de objetos (mantas, cerá-mica fina, objetos exóticos, alimen-tos, etc.) producto del intercambio yde presentes que periódicamentellegaban al templo. Una parte deesos bienes serviría para el consumode la elite del templo, pero otra par-te se destinaría a la redistribuciónlocal y al intercambio con otras eli-tes. Por ejemplo, la cerámica Cupis-nique encontrada en la galería deLas Ofrendas es explicable en elcontexto de relaciones políticas yeconómicas de las elites Cupisniquey Chavín. Por eso, el pretendido po-der e influencia de Chavín sobre lacosta, la sierra y la ceja de selva, esdiscutible. La presencia de sus sím-

bolos fuera de Chavín respondería más bien a inter-cambios mutuos (de símbolos) con otros grupos.

116

CULT

UR

ASPR

EHIS

PÁN

ICAS

BotellaWacheqsa conrepresentación defrutos,proveniente de lagalería Ofrendasdel Templo Viejode Chavín deHuántar. Debetratarse de unapieza Cupisniquecomo resultadode intercambiosrituales (Museode Arqueología yEtnologíaUNMSM).

Dos botellas procedentes de la la galeríaOfrendas del Templo Viejo de Chavín deHuántar. La primera con idealizaciónde colmillos de felino o plumas defalcónida, la segunda conrepresentación antropomorfa (Museo deArqueología y Etnología UNMSM).

Page 33: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

PERSISTENCIA DE LOS CENTROS CEREMONIALES: FORMATIVO TARDÍO

Los tipos de templos descritos previamente per-duraron a lo largo del Formativo según se despren-de de sus sucesivas reconstrucciones y ampliacio-nes. Pero no podemos señalar cuántos continuaronfuncionando hasta la segunda o primera centuriaantes de nuestra era, pues solamente algunos hansido excavados. Este problema se explica por la ine-xistencia de una secuencia constructiva de estostemplos para cada valle.

Rímac, Chillón, LurínPor ejemplo, en el Rímac existen 7 u 8 edificios

pero solamente se han estudiado Garagay y La Flo-rida. De éstos, Garagay es el más conocido y contie-ne cuatro tradiciones alfareras, la última de las cua-les se asigna a los 200 a.C., sugiriendo que dichotemplo estuvo funcionando hasta esa centuria. EnLurín se documentaron 6 edificios pero solamentedos fueron excavados. En el Chillón existe una si-tuación similar, pues de sus 9 edificios sólo se estu-diaron dos. Sin embargo, tanto en Chillón como enLurín, considerando las cronologías alfareras de An-cón y San Bartolo respectivamente, este períodomuestra una larga ocupación; pero no se puede in-dicar qué edificios en particular se correlacionancon esos lugares domésticos.

Chincha, Pisco, IcaMás al sur, en Chincha, Pisco e Ica, existen da-

tos de edificios públicos modestos pero pertene-cientes al Formativo Tardío. Aún no se han identi-ficado templos de similar edad a los del Rímac porejemplo. En Chincha figuran las huacas Alvarado ySoto, hechas con adobes pequeños parecidos a can-tos rodados o granos de maíz. En Ica destacan Taja-huana en el valle medio, Media Luna en Callango,Cordero Alto en la parte alta y Cerrillos (fases Ce-rrillos e Isla), asignados a las fases 8-9 de la culturaParacas (Lumbreras 1976, Massey 1992).

Un asentamiento que llamó la atención a co-mienzos de la década de 1980 fue Ánimas Altas, a50 km al sur de la ciudad de Ica, asignado a la faseParacas Cavernas por su descubridora Sarah Massey(1990). Se extiende por unas 100 hectáreas y com-prende plataformas con plazas rectangulares, cons-trucciones domésticas y posiblemente una zona decementerio. Destaca en este lugar una pequeña pla-taforma hecha de adobes de 40 por 25 m de lado y5 m de alto, orientada hacia el norte. El frontis en

forma de U presenta una escalera al centro y se re-laciona a una plaza rectangular. Massey excavó en lafachada para verificar la ocurrencia de imágenes hu-manas y animales grabadas en sus paredes laterales.En el suelo de esta fachada se encontraron tambiéndos ceramios que fueron enterrados boca abajo,quizá como parte de una ofrenda a este pequeño al-tar o templo.

Las representaciones son complejas y tienenapariencia felínica. En la pared oriental se apreciantres figuras: una animal, un rostro de felino de fren-te con un cuerpo curvo y pequeño, y una cabezatrofeo en el lado norte de esta pared. En la paredoeste se aprecian también otras imágenes, destacan-do una figura humana en cuclillas con una lenguaque se proyecta desde la boca. En la pared del cen-tro se identificaron nueve paneles con seres diferen-tes en cada uno, tanto animales como humanos. Esdestacable la ocurrencia de dos felinos flanqueandoun ser antropomorfo central, situado cerca de la es-calera central. Su cabeza nos recuerda a una calave-ra humana y su cuerpo es pequeño. Ambos felinosserían para Massey los guardianes de la imagen cen-tral que se vincularía a la muerte. También existenotros felinos y una mantis.

Estas construcciones se relacionan indudable-mente con la citada cultura Paracas u Ocucaje cuyoestilo alfarero, que exhibe símbolos Chavín, fue di-vidido por Tello en Cavernas y Necrópolis, y poste-riormente en 10 fases por Menzel, Rowe y Dawson(1964). Por lo menos las 8 primeras presentan ele-mentos claramente Chavín y corresponden al Ca-vernas de Tello, pero las restantes exhiben figurasnaturalistas y se trata de la modalidad Necrópolis.J. Rowe aseveró que Paracas contiene elementostardíos del estilo Chavín. Esos elementos se asig-nan al estilo Rocas de Lumbreras o Janabarriu deBurger, y aparecen en las cuatro primeras fases Pa-racas. Puesto que Janabarriu es ubicado por R. Bur-ger (1993:110) entre 390 a 200 a.C., es lógico su-poner que los contactos entre Ica y Chavín no du-raron mucho pues se produjeron cuando el templode Chavín ingresaba en los 200 a.C. al fin de suapogeo.

CULTURA PARACAS

Ciertamente, desde la década de 1980 se ha in-crementado nuestro conocimiento sobre Paracas, entérminos de sus rasgos iconográficos y estilísticosplasmados en su espléndida cerámica y sus colori-dos tejidos. Igualmente se ha logrado avances signi-

117

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Page 34: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

ficativos en cuanto se refiere a su emergencia, ex-tensión y significado sociopolítico durante la se-gunda parte del Período Formativo en la región deIca. Este conocimiento se ha enriquecido profunda-mente pues al lado de los estudios iconográficos fi-gura un conjunto de investigaciones de campo, seaa través de patrones de poblamiento o excavacionesen sitios específicos. A los trabajos de Menzel, Ro-we y Dawson (1964), Menzel (1971), Sawyer(1972), Wallace (1971, 1985, 1986) en Chincha yPisco, se agregan entre otras contribuciones las deA. Peters (1987-1988) en Pisco, S. Massey en el al-to valle de Ica (1986, 1992), L. DeLeonardis (1991)en la sección baja del valle de Ica, R. García y J. Pi-nilla (1995) en la zona de Paracas. Igualmente me-ritorios son los estudios de A. Cordy-Collins (1976,1979) sobre aspectos iconográficos en los tejidosParacas, A. Paul (1991) sobre el contenido de Para-cas, Silverman (1991) sobre el significado de estacultura y su rol a fines del Formativo en la costa surdel Perú.

Generalmente, cuando nos referimos a la cultu-ra Paracas nos imaginamos la península del mismonombre, zona en donde J.C. Tello descubrió en ladécada de 1920 los mantos funerarios más especta-

culares del territorio peruano, debido a sus dimen-siones, los personajes representados y las técnicasempleadas en su fabricación. Los trabajos de J.C.Tello se concentraron en Cabeza Larga o ArenaBlanca, Wari Kayan y Cerro Colorado y propuso losnombres de Paracas Cavernas y Paracas Necrópolis.El nombre “Paracas Cavernas” deriva de la forma delas fosas de enterramiento encontradas en las terra-zas I, II, III de Cerro Colorado, situado a unos 18km al sur de la península de Paracas. Estas fosas tie-nen varios metros de profundidad, con un accesovertical que se conecta a un amplio pozo en dondese depositaron los cadáveres envueltos con mantosde hasta 4 m de largo, y acompañados de muchos ce-ramios conteniendo alimentos (frijoles, yuca, etc.).

Además de las ofrendas, entre las que figuranobjetos de la vida diaria, los cráneos de las momiasestaban en su mayor parte trepanados con unos ins-trumentos hechos en obsidiana, una roca volcánica,cuya cualidad es su alta eficiencia para el corte. Es-ta roca posiblemente se extraía de las canteras deQuispisisa en Huancavelica. Aunque no se puedeafirmar que los sometidos a las prácticas trepanato-rias sobrevivían, es evidente que la frecuencia conque se realizaban se relacionaría con problemas desalud y tal vez con creencias mágico-religiosas.Aparte de las trepanaciones es también frecuente ladeformación del cráneo inducida cuando aún lapersona era muy joven, probablemente apenas naci-da. Una de las deformaciones craneales más comu-nes para Cavernas es la que se conoce con el nom-bre de “fronto-occipital” y que consistía en alargarel cráneo hacia arriba, para lo cual se ataban unascuerdas entre la frente y el occipital, almohadillasde por medio, de tal manera que la bóveda cranea-na se elevaba.

La cerámica “Paracas Cavernas” exhibe semejan-zas con la fase Ocucaje 9 del valle de Ica elaboradapor Menzel, Rowe y Dawson. Destaca por mostrarpintura a base de pigmentos minerales o vegetalesaplicados luego de que las vasijas se retiraron de loshornos, y decoración “negativa”; esta última se lo-gra cubriendo con figuras hechas en arcilla la super-ficie de la vasija y luego se pinta alrededor, obte-niendo como resultado al retirar la arcilla (o cual-quier otro elemento usado para cubrir el cuerpo dela vasija) la figura deseada. En la primera técnicalos pigmentos están separados por líneas incisas fi-nas y cortantes, produciéndose zonas de contrastepor el color diferente aplicado a las superficies dediseño, conocido con el nombre de decoración po-lícroma.

118

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Forma de enterramiento colectivo en la fase Paracas-Cavernas.

Page 35: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Los tejidos “Cavernas” se distinguen por la ocu-rrencia de figuras de peces que se entrelazan. Suscuerpos son aserrados y sus cabezas tienen formatriangular. También se observan figuras felínicas yhumanas. Estos atributos decorativos forman partede la estructura misma del tejido y no se encuentrantantos colores como los que se observanen las piezas “Necrópolis”.

El nombre “Paracas Necrópolis”de J.C. Tello se refiere a un gran ce-menterio situado en la falda nortede Cerro Colorado y que se cono-ce con el nombre de Wari Kayan(Tello y Mejía 1979). Los entie-rros, que ascienden a 429 mo-mias, se hallan en la zona don-de se depositaron los desperdi-cios domésticos o en las pro-pias viviendas. Los indivi-duos están en posición fle-xionada, envueltos con man-tas de algodón hasta lograruna forma cónica. Las ofren-das se colocaban a medidaque se iba envolviendo al ca-dáver con los largos mantos. Se

han encontrado finas piezas de lana y algodón bella-mente decoradas con seres mitológicos, objetos decerámica, herramientas de uso personal, zapallos.Los entierros de alto status presentan además pielescurtidas de venado puestas en canastas grandes he-chas en fibra vegetal. También se han identificadodeformaciones craneanas destacando el tipo “tabu-lar cilíndrico” que se distingue por mostrar una de-presión bregmática (parietal), diferente a la “fronto-occipital” de “Cavernas”.

En cuanto a la cerámica “Cavernas Necrópolis”ésta es monocroma y fue encontrada en

asociación con los fardos funerariosde Arena Blanca en la necrópo-

lis de Wari Kayan. Según Sil-verman (1991: 358) esta ce-rámica es muy similar al es-tilo alfarero de Topará (o Ja-huay) definido por E.Lanning en la quebrada de To-pará, localizada inmediata-mente al norte del valle de

Chincha. Se compone de bote-llas globulares con doble pico y

asa puente, cuidadosamente ela-borada, de paredes delgadas y de co-

lor natural naranja, debido a la coc-ción oxidante controlada. En algunosejemplares de cuencos se ha identifi-cado la decoración patrón bruñido.Asimismo, existen recipientes con en-

119

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Deformacióncraneana usual

Forma de enterramiento defardos funerarios en la faseParacas-Necrópolis. A laizquierda, detalle de fardofunerario.

Page 36: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

gobe blanquecino o naranja, y a veces altamentepulidos.

Fue recuperada también en Paracas y en el vallede Ica. En la costa central se han registrado mate-riales semejantes, en las fases Villa El Salvador delvalle de Lurín y Huachipa-Jicamarca D del valle delRímac. En cuanto a los tejidos “Necrópolis”, sontecnológicamente diferentes a los del estilo “Caver-nas”, aun cuando debe anotarse que existen ele-mentos y personajes propios de “Cavernas”. Por lomenos tres modalidades estilísticas se han identifi-cado en los mantos mortuorios, conforme a los es-tudios de Dwyer y Dwyer (1975) y de Paul (1990):lineal, color en bloque y línea ancha. Se observanlíneas predominantemente rectas, pero las imáge-nes más fascinantes son figuras bordadas de sereshumanos y animales o seres sobrenaturales profu-samente ataviados. Se observa un alto simbolismoexpresado en la representación de personajes “ana-trópicos”.

La ocurrencia de entierros diferentes, una zonadoméstica hastahoy no estudia-da en detalle enla zona de CerroColorado y WariKayan (penínsu-la de Paracas),ha generado in-terrogantes so-bre qué tipo desociedad fue Pa-racas. Es obvioque en la zonahubo una pobla-ción significati-vamente grande,en la medidaque únicamenteel área domésti-ca de Cerro Co-lorado tenía se-gún Tello y Me-jía alrededor de4 hectáreas. A.Paul (en Silver-man 1991: 395)calculó una po-blación de 3 700personas para estazona entre 100a.C.-100 d.C., es

decir en un lapso de 275 años aproximadamente.Obviamente, la escasa información sobre la exten-sión de los componentes domésticos Paracas en lapenínsula del mismo nombre nos obliga a tomarcon cautela esta cifra. Por otro lado, aunque es una“cultura regional”, conforme a lo propuesto porGarcía y Pinilla (1995), necesitamos mayor infor-mación que nos permita ubicarla en la evoluciónsociopolítica de la costa sur.

Fase alfarera KarwasRecientemente, R. García y J. Pinilla (1995) han

propuesto una cronología alfarera para Paracas,asignándose básicamente a la cultura Paracas uOcucaje sus fases Karwas (600-500 a.C.) y Caver-nas (500-100 a.C.). Karwas es coetánea con la fasealfarera Cerrillos de Ica y conforme a lo reconocidopor propios y extraños, Karwas –cuyo nombre deri-va del famoso cementerio de Carhua, situado a 50km al sur de la península de Paracas y en la zonacentral de la bahía de la Independencia, frente a la

120

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Manto Paracas-Necrópolis con bordados de sereshumanos portando diversos objetos. Todos son

diferentes sea por el color o los atuendos. Obsérveseen la parte inferior el detalle de dos de los

personajes bordados, donde destacan las máscaras ytocados; el de la derecha ostenta cabezas trofeo en lacushma o delantal, mientras que el de la izquierdalas luce en el báculo de la mano derecha (Museo de

Arqueología y Etnología UNMSM).

Page 37: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

isla de Las Viejas, llamada justamente Punta Car-huas– ha proporcionado una magnífica colección detejidos pintados con personajes vinculados al “Diosde los Báculos”, más comúnmente conocido comoEstela Raimondi, del Templo Nuevo de Chavín deHuántar.

Las piezas de tejido pintadas de esta fase desta-can por su variedad, existiendo lienzos que posible-mente colgaban de las paredes de los edificios, sir-vieron como mantos funerarios, o simplemente co-mo indumentaria. La técnica empleada en la ejecu-ción de estas piezas incluye bordado, tie-dye –téc-nica decorativa en tejido llano que consiste en ha-cer nudos pequeños que se impregnan con pinturay luego se desatan, quedando esa parte pintada (co-municación personal de Aurora García)–, decora-ción calada, telas de doble cara, calados y pintadosde rojo con plumas añadidas en los bordes. Apartedel “Dios de los Báculos”, se aprecian cabezas hu-manas de aspecto geométrico enmarcadas en rom-bos o hexágonos, quizá imitando a sus similaresplasmados en objetos de oro y cerámica de la cultu-ra Cupisnique de la costa norte peruana.

La cerámica Karwas es igualmente elaborada, fi-na y pulida, notándose frecuentemente botellas condoble pico y asa puente, y en menor proporción conasa estribo, recordando nuevamente estas últimas aCupisnique de la costa norte. La decoración es geo-métrica, representando los diseños con líneas inci-sas finas que forman rombos en unos casos o círcu-los concéntricos en otros. El empleo de pinturapostcocción es consistente para rellenar las incisio-nes. Las comparaciones estilísticas sugieren su con-temporaneidad con la fase 3 de Paracas u Ocucaje(Ica), Rocas o Janabarriu (Chavín de Huántar), Po-zuelo (Chincha).

Fase alfarera CavernasSuperponiéndose a Karwas, aparece la fase Ca-

vernas en la secuencia de García y Pinilla (1995), lacual se subdivide en Temprano, Medio y Tardío. ElTemprano es equivalente a la fase Isla de Wallace ya Paracas u Ocucaje 6-7. En Cavernas Temprano seobserva el uso de elementos geométricos para repre-sentar los diseños, el Dios de los Báculos es reinter-pretado localmente. El Cavernas Medio es coetáneoal Ocucaje o Paracas 8-9 y comprende los materia-les de los entierros Cavernas de Cerro Colorado deParacas, descubierto por J.C. Tello, fase Tambo Co-lorado (Pisco), San Pablo (Chincha y Pisco), Topa-rá (Topará), Los Patos (Cañete). Cavernas Tardío escorrelacionable con Paracas u Ocucaje 10.

Trascendencia de la cultura ParacasLos datos recuperados por García y Pinilla reve-

lan que la zona de Paracas en particular e Ica en ge-neral tuvieron un viejo desarrollo local, situaciónque no fue impedimento para establecer relacionescon la costa central y norte, la sierra central, en es-pecial Ayacucho y el Mantaro, sin excluir la zonade Puno, en donde la cultura Pucará (aproximada-mente 100 a.C.) incorpora en su cerámica técnicasdecorativas, elementos de diseño y personajes co-mo el Dios de los Báculos, posiblemente prove-nientes de contactos con la zona de Ica. Los citadosinvestigadores enfatizan que la ocurrencia Chavínen Ica fue “breve”...e “inmediatamente traducidaen un estilo regional de la costa sur...”.

Para la mayoría, Paracas es otro ejemplo de in-fluencia Chavín en la costa sur de Perú. Actual-mente se recurre a los tejidos del cementerio deKarwa, a 8 km al sur de la necrópolis de Paracaspara sustentar este postulado. En este lugar loshuaqueros descubrieron una gran tumba rectangu-lar que contenía bellos tejidos y ceramios de las fa-ses 8-10 de Paracas. Los tejidos exhiben típicas fi-guras Chavín fase D, pintadas de color rojo-naran-ja, crema, marrón, olivo y azulado. A veces las fi-guras están pintadas de blanco y comprendenfelinos y aves de rapiña plasmados en los bordes delos tejidos, rasgo ausente en la escultura lítica deChavín. Sin embargo, el personaje más conspicuoes el de los báculos, muy similar al de la estela Rai-mondi de Chavín, descrito anteriormente. En Kar-wa ese personaje es femenino, de pie y de frente,con los pechos al descubierto y vagina dentada,portando un báculo en cada mano (aunque existentambién de sexo masculino). De los báculos y sucabeza surgen, según P. Lyon (1978) y A. Cordy-Collins (1979), copos de algodón. Por eso, estepersonaje sería algo así como la madre del algodón.

Preferimos tratar esta cultura de otra manera. Elhecho de que Paracas haya utilizado símbolos Cha-vín para decorar sus edificios, su cerámica y sus te-jidos, no significa que se sometió a éste. Recorde-mos que la alfarería empleada en la seriación de Pa-racas procede de entierros y por lo general lasofrendas a los muertos incluyen objetos exóticos yde primera calidad tanto en su fabricación como ensu decoración. Es preferible tratar a Paracas de lamisma manera como tratamos a Cupisnique de lacosta norte, o a Kotosh de Huánuco. Es decir, co-mo a una sociedad que tuvo contactos políticos yreligiosos no solamente con Chavín, sino tambiéncon otros grupos de la sierra y la costa centrales.

121

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Page 38: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

¿Qué extensión tuvola cultura Paracas? Pormucho tiempo se pensóque se circunscribía aIca y los valles aledaños.Los estudios hechos pornosotros en Huachipa-Ji-camarca, valle del Rí-mac, nos obligan a re-pensar este tema (Silvaet al. 1982, 1983, 1997;Palacios 1988). En efec-to, en 1978 y 1979 des-cubrimos en Huachiparestos de una ocupacióndel período Formativoque dividimos en tres fases: Huachipa-JicamarcaAB (asignada al Formativo Medio), Huachipa-Jica-marca C (vinculada con Paracas y Topará), y Hua-chipa-Jicamarca D (relacionada con el estilo Blancosobre Rojo). Huachipa-Jicamarca C se compone dealfarería sin brillo con decoración geométrica me-diante incisiones finas sobre pasta fresca. Fue deco-rada de modo similar a los estilos definidos porMenzel (1971) y Lanning (1960) para Cañete,Chincha, Pisco e Ica, lo cual revela relaciones entrela costa central e Ica al final del Formativo. Esta si-tuación también sugiere que Paracas no fue una so-ciedad receptora pues su alfarería ha sido encontra-da también en Ayacucho, relacionada con la faseChupas (Lumbreras 1974:78, figs. 9,10).

EL ALTIPLANO: PUCARÁ

De acuerdo a los datos disponibles Pucará seasigna a la fase final del período Formativo, exis-tiendo fechas radiocarbónicas entre aproximada-mente 150 a.C. a 100 d.C., prolongándose posible-mente hasta el siglo IV de nuestra era. Se encuentraen el distrito de Pucará a unos 106 km de Puno, enla carretera que conduce a Cuzco. Aunque fue co-nocido desde los primeros años de la conquista, hasido en la década de 1940 que A. Kidder II (1943,1948) publicó un estudio preliminar sobre la ar-queología de Pucará y su antigüedad. A éste siguie-ron otras investigaciones interesadas por definir suscomponentes alfareros, arquitectónicos, además desu características sociopolíticas (ver por ejemploFranquemont 1967, Lumbreras 1976, 1981, Mujica1987).

Uno de los esfuerzos más significativos por defi-nir la alfarería Pucará corresponde a Franquemont,

quien definió tres estilos:Cusipata, Pucará Pampay Pucará Río, a base delas colecciones traslada-das por Kidder a la Uni-versidad de Harvard.

Lumbreras (1976) di-vidió este complejo endos modalidades. La pri-mera comprende cera-mios con representacio-nes de caza de venados,figuras de patos, llamas,siendo raras las de sereshumanos o diseños geo-métricos. Todas las repre-

sentaciones fueron ejecutadas con trazos o líneas in-cisas finas que a su vez delimitan el color rojo o ne-gro de las representaciones aplicado antes de la coc-ción de los ceramios. En muchos casos se ha identi-ficado pigmento blanco en las incisiones. Tambiénse ha observado uso ocasional de tonos grises yamarillentos en la superficie de los ceramios. Estaforma decorativa es semejante a la que se observa enlas fases 9 y 10 de Paracas u Ocucaje de Ica.

La segunda fase de la cerámica de Pucará presen-ta atributos decorativos distintos a la fase previaaunque conserva los mismos colores. Se trata de fi-guras felínicas con elementos humanos o de aves,peces estilizados, líneas que se proyectan de la cabe-za. Un personaje frecuente es el felino con rostro defrente y cuerpo de perfil. Esta fase tiene parecidoscon Tiwanacu Clásico sugiriendo mutuas relacionesentre ambos grupos. Lumbreras (1976) encuentrauna estrecha semejanza entre la alfarería de Chiripa,Pucará y Kalasasaya (o Tiwanaku I, II) siendo el fe-lino el atributo unificador. Por eso, plantea la ocu-rrencia de una tradición regional alrededor del lagoTiticaca, la misma que mantuvo contactos perma-nentes con la región de Ica durante el FormativoTardío.

Las excavaciones de E. Mujica realizadas en Pu-cará entre 1975 y 1979 proporcionaron a su vez da-tos que incrementan el conocimiento sobre esta cul-tura. Según el citado autor se ratifica la ocurrenciadel estilo Cusipata entre la alfarería Qaluyu y Puca-rá. Cusipata presenta las modalidades pintada e in-cisa. La pintada se compone de crema sobre negro ocrema sobre marrón. En ambos casos la superficiede la cerámica tiene engobe rojo. Los motivos sonlineales o geométricos a base de rombos concéntri-cos y diseños escalonados. La modalidad incisa de-

122

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Dibujo de fragmento de vasija escultórica encontrada enHuachipa, valle del Rímac (Lima). La técnica decorativa delrostro muestra estrechos vínculos con la cultura Paracas de Ica.

Page 39: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

limita las zonas decoradas y generalmente se tratade motivos geométricos. Estos materiales fueron re-cuperados debajo del relleno arcilloso Pucará, es de-cir anteceden a la construcción de los edificios quese observan en superficie.

Sobre Cusipata apareció la cerámica Pucará, lacual se distingue por mostrar una mejor cocción,sin manchas o coloraciones. La decoración es tam-bién diferente desapareciendo la pintura crema so-bre engobe marrón. La tendencia consiste en confi-gurar motivos zoomorfos y antropomorfos, ademásde los geométricos que se vuelven más complejos.Se agregan también los colores naranja, marrón,amarillo, y el engobe rojo se aplica con mayor cui-dado.

Retornando al tema de la persistencia de lostemplos hasta el Formativo Tardío, similar eventoobservamos en la costa norte o la sierra. Por ejem-plo, en Kotosh se identificó las fases Kotosh-Sajara-patac e Higueras; en Chavín de Huántar correspon-de a Rocas o Janabarriu, la capa H y Huaraz; en Ca-jamarca figuran las fases EL y Layzón para Layzón,la fase Sotera de Cerro Blanco, fases Copa y Soteraen Kuntur Wasi, fase E de Pacopampa (Lumbreras1977, Terada y Onuki 1988, Onuki y Kato 1993,Fung 1976).

En Cajamarca, los centros de Pacopampa, Kun-tur Wasi y otros, continuaron hasta el final del For-mativo. En el primero, la secuencia alfarera elabora-da por R. Fung (1976) revela una prolongada ocu-pación y una permanente comunicación con otroscentros, entre ellos Layzón en el valle de Cajamar-ca. Layzón corresponde también a una fase ubicadaentre 500-200 a.C. por la Misión Japonesa de laUniversidad de Tokio y es-tá representado por una es-tructura de 40 por 40 m delado y 5 m de alto, que sesuperpone a las construc-ciones del Huacaloma Tar-dío, descritas antes. Sontambién parte de la faseLayzón unas estructurascirculares y una pequeñaconstrucción cuadrangularempleada como fogón.

En la fase Layzón seidentificó una cerámicapintada con trazos rojossobre base blanca, apartedel uso de estampados yaplicaciones de color rojo

cubriendo los recipientes. Tanto Terada (1982), Te-rada y Onuki (1982), como Mujica (1984) advirtie-ron semejanzas estilísticas entre esta fase y sus coe-táneas de la costa norte. E. Mujica reconoce este he-cho con la alfarería de Cerro Arena, situado a 2,5km de huacas del Sol y la Luna y sobre un espolóndel cerro Chuputur, en el valle de Moche. Presentazonas domésticas, edificios públicos y ceremonialesy según Mujica su cerámica es tan parecida a la deLayzón que resulta difícil establecer en cuál fue fa-bricada. Propone el citado autor que los atributosdecorativos y el estilo en general de Cerro Arenaprovienen de Cajamarca, aunque no necesariamen-te de Layzón. Estas semejanzas evidentemente ma-nifiestan una fluida interacción Cajamarca-Trujilloal final del período Formativo, aunque no debemosolvidar que esos vínculos fueron frecuentes desdeetapas más tempranas.

El final del Formativo es una fase parcialmenteconocida y hasta ahora no sabemos qué relaciónexiste entre el abandono de los templos y la elabo-ración de la cerámica conocida por el nombre de“Blanco sobre Rojo”, que aparece en la sierra nortey central, y en la costa norte, central y sur, antece-diendo a las sociedades más representativas de laépoca de los Desarrollos Regionales. La citada alfa-rería corresponde a una innovación tecnológicaidentificada por los nombres de Salinar en Chicama,Puerto Moorin en Virú, Patasca en Casma, Huarazen Chavín de Huántar y el callejón de Huaylas, SanBlas en la puna de Junín, Baños de Boza en Chan-cay, Miramar en Ancón-Chillón, Huachipa-Jicamar-ca D en el Rímac, Villa El Salvador 1 y 2 en Lurín (ofases 1 y 2 de T. Earle), Végueta para Huaura, Paqa-

llamoqo de Cuzco, posiblementeCancharín de Utcubamba.

Este estilo no necesariamenteconstituye un rompimiento radicalcon el de la etapa previa, pues man-tiene elementos morfológicos y de-corativos. Por ejemplo, el estiloHuaraz se compone de cuencos en-gobados de rojo cuyas formas sonpropias de la fase Rocas. Similartendencia aparece en Salinar, la cualconserva formas cupisniques. Conrespecto al estilo Patasca de Casmala decoración de esta cerámica es abase de incisiones combinadas conpigmento blanco y rojo. En la costacentral, las modalidades Baños deBoza, Miramar, Huachipa-Jicamarca

123

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Fragmento de recipiente escultórico deHuachipa-Jicamarca, fase D (valle del Rímac).

Page 40: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

D, Villa El Salvador 1 y 2, comparten formas y dise-ños en sentido general. La muestra que excavamosen Huachipa se compone de cuencos finos de basesredondeadas y planas que recuerdan a los ceramiosde las fases tardías del Formativo de Ancón.

ESTRATEGIAS DE SUBSISTENCIADURANTE EL FORMATIVO

La diversa geografía del territorio peruano obli-ga a proponer la ocurrencia simultánea de variospatrones de subsistencia. Si bien es cierto que lacrianza y el pastoreo de camélidos, así como la agri-cultura, se consolidaron en esta etapa, es necesarioadvertir que no todos los pueblos las practicaron.Hubo una interdependencia puna-valle, este-oeste ynorte-sur. En tal sentido, el intercambio permitióobtener recursos de diverso tipo, sea en la forma deobjetos suntuarios y de prestigio, o como recursosestrictamente alimenticios. Los datos recogidos enel Perú nos aproximan cada vez más al entendi-miento de los patrones de subsistencia de los pue-blos formativos. ¿Cuáles fueron esos patrones? Enlos párrafos que siguen los describiremos, no sinantes advertir que no intentamos generalizarlos atoda el área andina.

Estrategias en la costaEn la costa, la agricultura y la pesca fueron la ba-

se de la alimentación, pero la primera adquirió ma-yor peso según se observa en la distribución de losasentamientos a lo largo de los valles. R. Fung(1972) concede en cambio especial relevancia a losrecursos marinos y su rol en el desarrollo de centrosceremoniales tales como Las Haldas del valle deCasma, durante el período Formativo. Este templo,construido junto al mar, funcionó sin el sustento deuna alta producción agrícola en la medida que lapesca proporcionó las proteínas básicas a la pobla-ción asentada en sus alrededores. Fung proponetambién tentativamente que edificios como éste“…cumplirían las funciones de observatorio astro-nómico, centro religioso y de control de la produc-ción marina del sector para su envío a los centrosceremoniales principales ubicados en los valles”.

Patterson (1971, 1983) y Moseley (1975) recono-cen que en la costa central la agricultura se tornó pre-dominante en la fase Gaviota (1 900-1 750 a.C.), lue-go de un prolongado proceso de consolidación de laagricultura, lo cual significó el desplazamiento de lapesca a un segundo plano. Sin embargo, los asenta-mientos del litoral, Ancón o San Bartolo por ejem-

plo, no fueron abandonados, en la medida que unaparte importante de la alimentación provino delmar.

A partir de esta fase se observa una clara ocu-rrencia de aldeas al interior del valle, sobre todo enlas riberas del río para aprovechar sus suelos queanualmente eran regados por las crecidas de éste.Asimismo, surgieron aldeas en el valle medio endonde las condiciones fueron más favorables para elcultivo de coca, ají y otros recursos. Este proceso seinició según Patterson (1983) en la fase que llama

124

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Centro ceremonial de Las Haldas, valle de Casma, construidojunto al mar, lo cual revela uso intensivo de los recursosmarinos y que habría sido utilizado como observatorio

astronómico (Moseley 1975).

N

A'

A A

A'

OCÉANOPACÍFICO

PLANTA CORTE

Page 41: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

complejo Florida (por el nombre de un templo enforma de U en el distrito del Rímac), ubicada entre2 300 y 500 a.C., que se distingue por la intensifi-cación de la agricultura y la construcción de peque-ños canales de riego para incrementar los camposde cultivo y la producción.

Aún no es clara la relación entre la predominan-cia de la agricultura, la introducción de la cerámicaen la costa peruana y la proliferación de grandescomplejos ceremoniales. Sin embargo, podemostentativamente postular que la producción agrícolaestuvo controlada directamente por los templos enla medida que éstos se ubican en el piso del valle yalrededor de los suelos agrícolas. Por otro lado, elmaíz aparece con mayor frecuencia en el Formativo,añadiéndose a los alimentos ya conocidos desde elArcaico como zapallos, achira, frijoles, ají, etc., quese consumieron en combinación con productos ma-rinos obtenidos mediante aldeas especializadas. An-cón pudo cumplir este rol en la zona Ancón-Chi-llón, en tanto que los terrenos de cultivo para la po-blación de este sitio están a 15 km de distancia, enla margen norte del Chillón.

Cohen (1977) considera que existen cambiossustanciales en la costa central a comienzos del For-

mativo Temprano (1 800 a.C.), expresados en elcrecimiento gradual de la población y en la puestaen práctica de una tecnología simple de riego, auncuando ésta no ha sido debidamente documentada.A las plantas que se consumían en Ancón-Chillóndesde el Arcaico, se añadieron otras durante el For-mativo: coca (Erythroxylon sp.), papa (Solanum tu-berosum), maíz (Zea mays), así como palta (Perseaamericana), ciruelas (Bunchosia armenaica), yuca(Manihot esculenta), frijoles comunes (Phaseolusvulgaris). Por otro lado, se observa menor consumode animales marinos tal vez porque fueron reempla-zados por otros recursos o porque su caza excesivalos obligó a alejarse de los asentamientos.

Es pues obvio que la agricultura y la pesca gene-raron un patrón alimenticio mixto. Pero debe ano-tarse que la primera actividad fue más importante,observándose una relación entre la distribución delos asentamientos y la intensificación de la agricul-tura al ubicarse, siguiendo un patrón lineal, a lo lar-go de los valles bajo y medio. En la costa central losedificios más grandes se hallan en el piso del valle,justo alrededor de los campos de cultivo. Ese es elcaso de Garagay y La Florida (Rímac), Huacoy(Chillón), Mina Perdida (Lurín), etc. Probablemen-te estos centros de la parte baja controlaron otrosmás pequeños localizados en el valle medio, losmismos que se dedicaron al cultivo de ají, tal vez

125

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

En la costa se consumieron productos terrestres y marinos. Lapieza de la izquierda pertenece a la cultura Cupisnique yrepresenta una guanábana. La de la derecha es también unapieza Cupisnique encontrada en la galería Ofrendas de Chavínde Huántar con grabados en relieve de peces y moluscos; estosúltimos tienen como hábitat el mar ecuatoriano y eranconsiderados el “alimento de los dioses”.

Page 42: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

coca, y otros recursos. Se infiere este patrón por laocurrencia de alfarería y arquitectura similar en laspartes baja y media de los valles del Rímac y Chi-llón. Así, los pequeños edificios del interior del va-lle serían la reproducción de los mayores en el con-texto de un sistema político de segregación verticalde las elites, destinado a incrementar la producciónmediante asentamientos satélites.

Pero el patrón descrito para la costa central no serepite en otras zonas de la costa. Por ejemplo, en elvalle de Moche el complejo más grande está a 50km del litoral, en Caballo Muerto, sugiriendo unpatrón diferente. Pozorski planteó que este comple-jo representó el nivel más alto en el sistema de asen-tamiento del valle de Moche. Su ubicación al inte-rior del valle no es casual, pues el área circundantees ideal para el cultivo con o sin riego. El citado au-

tor propone que los canales de Vichansao y Moroposiblemente comenzaron a construirse en el For-mativo, y que habrían irrigado unas 600 hectáreasen la margen norte del río Moche. Desde este cen-tro se controló la producción a través de asenta-mientos menores. Ese sería el caso de Gramalote, enHuanchaquito, cuya función primordial fue la pes-ca y la extracción de mariscos.

Estrategias en la sierraLas estrategias de subsistencia en la sierra fueron

otras y a pesar de que en la puna la cría y el pasto-reo de llamas y alpacas fue la actividad predominan-te, los pobladores de este ecosistema no estuvieronaislados pues recurrieron al intercambio para balan-cear su alimentación con productos de pisos ecoló-gicos más bajos. Por ejemplo, por datos de San Blas

y Ondores, puna de Junín, los pastoresde llamas y alpacas de la época Forma-tiva consumieron productos importa-dos tales como ají, zapallos, frijoles ytarwi, así como productos del mar y dela selva (R. Matos 1976:60). R. Matosestá convencido de que la agriculturaen pequeña escala se introdujo en lapuna baja recién a comienzos del In-termedio Temprano (100 a.C.) o unpoco después. Por otro lado, segúnasevera R. Matos (1980), los poblado-res asentados alrededor del lago Chin-chaycocha utilizaron numerosas plan-tas silvestres con fines alimenticios ymedicinales. Entre las plantas nutriti-vas consumidas, según los estudios deD. Pearsall (1989), figuran la maca,Lupinus, Festuca, frutas de Opuntia, lascuales contienen vitaminas A y C enabundancia (sobre todo la Opuntia).Por su parte, las especies de Scirpus ySolanum (tubérculos) son ricas en car-bohidratos. El Chenopodium propor-ciona calcio, fósforo y hierro.

A base de comparaciones estilísticasde la cerámica de Pachamachay (punade Junín) con la cuenca de Huánuco yotros lugares de la costa, hemos postu-lado que los pobladores de la zona deChinchaycocha no estuvieron aislados(Silva 1988). La puna de Junín contri-buyó con carne seca de camélidos(charqui), pero especialmente con la-na, que aparentemente fue más impor-

126

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

A diferencia de la costa las aldeas formativas altoandinas no tienen grandesedificios ceremoniales. En el caso de los habitantes asentados alrededor del lagoChinchaycocha el patrón de subsistencia dependió del pastoreo y delaprovechamiento de los recursos ribereños.

Page 43: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

tante que su carne. Otro recurso fue la sal, que seextraía de San Blas, muy útil para sazonar los ali-mentos. Con respecto a los valles interandinos, si-tuados entre 2 500 y 3 500 m de altura, es obvio quela agricultura proporcionó los alimentos necesarios,complementados con productos provenientes deotros lugares, sea la costa o las punas. En Ataura, si-tuado cerca de Jauja y ocupado desde el primer mi-lenio a.C., se encontró zapallos, frijoles, achira, ají,maní, algodón y probablemente maíz.

Con respecto a Cajamarca, sobre todo en lacuenca del Chotano, se cuenta con información querevela un patrón de subsistencia distinto por la ocu-rrencia de otros recursos y la ausencia de pastoreode camélidos. La presencia de restos de llamas y al-pacas en asentamientos del período Formativo enesta región se explica fundamentalmente por eltrueque o intercambio con poblaciones altoandinasde la sierra de Pasco, Huánuco o Junín. Un asenta-miento que destaca en la cuenca del Chotano es elcentro ceremonial de Pacopampa ubicado en unpunto que le permite utilizar más de un piso ecoló-gico: el temple (ambiente caluroso) y la quechua.En esta zona se recogió datos de maíz y frijoles, ade-más de yuca en la parte baja o temple. Actualmenteen Pacopampa se produce arracacha (Arracaciaxanthorrhiza) en abundancia, probablemente culti-vada desde el Formativo. El consumo de papas yquinua fue menos frecuente para los pobladores deesta zona.

Para la región de Chavín de Huántar, concreta-mente para el Formativo Medio, la subsistencia sebasó en la agricultura altoandina y el consumo decamélidos. R. Burger (1993) identificó restos demaíz (Confite chavinense) para la fase Urabarriu (1000 a.C.), aunque advierte que este grano no fue labase de la alimentación en Chavín pues los análisisen cuatro esqueletos de esa fase revelan que su con-sumo sólo alcanza el 18% del total de plantas ali-menticias en esta zona. Por eso R. Burger postulaque los tubérculos y otros recursos altoandinos fue-ron la base de la alimentación de los pobladores dela región de Conchucos. Añade que una parte im-portante de las proteínas provino del pastoreo decamélidos en la puna y la caza (más del 54% de loshuesos de la fase Urabarriu corresponde a vicuñas).Sin embargo, en las fases subsiguientes Chakinani(700 a.C.) y Janabarriu (300 a.C.) se observa espe-cialización en llamas (95%). Esto implica procesa-miento de carne para charqui, pero sobre todo paraobtener lana, y uso de llamas como bestia de cargay para el intercambio con zonas alejadas. El Templo

de Chavín posiblemente controló este sistema me-diante aldeas satélite tales como Pogoq, situada enla cumbre de Shállapa, al noreste del templo.

El intercambio de productos y el acceso directoa otros pisos ecológicos fueron piezas claves en laalimentación de los pueblos formativos. Para la sie-rra sur del Perú (Cuzco y Puno), la zona alrededordel Titicaca y el norte de Chile existen datos de pas-toreo, agricultura y trueque sobre largas distancias.Por ejemplo, en Chiripa, situada en el lado sur dellago Titicaca, se encontró obsidiana de Puno y Are-quipa, y cobre proveniente del norte de Chile.Lynch (1983) propone por eso que los pueblos deesta zona utilizaron simultáneamente varios pisosecológicos durante el primer milenio a.C. En cuan-to al Cuzco se refiere, los estudios de Karen MohrChávez (1977) revelan un patrón de subsistenciamixta de agricultura y pastoreo, en el contexto deuna permanente interacción con grupos del altipla-no peruano-boliviano. Los habitantes de Marcavallese especializaron en el procesamiento de carne decamélidos, exportación de sal y probablemente ce-rámica; pero también se dedicaron al cultivo de fri-joles y maíz.

Con respecto a la selva Lathrap (1970) propusoun modelo que llamó “culturas de la floresta tropi-cal”, vinculado con un modo de vida basado enagricultura de “raíces”, aprovechamiento de recur-sos fluviales, lacustres y caza, esta última como ac-tividad complementaria. El alimento principal estu-vo constituido por la yuca, cuyo contenido calóricocorresponde mayormente a carbohidratos. La yuca,aunque dañina si no se consume en combinacióncon abundante carne y otros vegetales, es indicadorde contactos con grupos de la cuenca amazónica ylas Guayanas, sea en forma de harina, pan o licor.Otros componentes de esta cultura son la patatadulce (Xanthosoma), el camote dulce (Cara), laachira y la jíquima. A éstas se agregan la anuna y lapalmera (chonta), el maní y una variedad de ají, fri-jol negro, una variedad de calabaza en forma de bo-tella, el algodón, la coca y el tabaco, además delachiote.

Lathrap agrega que estas plantas fueron domes-ticadas en varias partes de la floresta tropical, locual significa que hubo varias poblaciones amplia-mente distribuidas, cada cual experimentando conel potencial de las plantas y animales locales contri-buyendo de esa manera a configurar el sistema agrí-cola de la floresta tropical. Añade que esta culturalogró perfilarse hacia los 3 000 a.C., debiendo bus-carse sus orígenes en las llanuras aluviales del Ama-

127

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Page 44: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

zonas y en la parte norte de América del Sur. Tieneespecial importancia en este sentido la región delMaracaibo en Venezuela.

CONCLUSIONES

La asignación del período Formativo a una orga-nización sociopolítica tipo jefatura o señorío se fun-damenta en cuatro aspectos relacionados: centrali-zación de la autoridad, integración social, religióncomo poder político y territorialidad. La centraliza-ción de la autoridad se vincula a un liderazgo for-malizado, en el que la elite actúa como un paraguassobre las aldeas de tal modo que todos se sientenidentificados con sus líderes. Este patrón se expresaa través de los centros ceremoniales que florecieronen este período, entre 1 800 y 200 a.C., constituyen-do el nivel jerárquico más alto. Las aldeas se inte-gran a los centros mediante una ideología religiosaimpulsada por la elite. En tal sentido, el orden so-cial no es compulsivo.

El liderazgo y los sistemas religiosos se relacio-nan al poder político y la integración de las aldeas.Steward y Faron (1959) puntualizaron hace variasdécadas que los templos tenían capacidad de convo-catoria suficiente como para obtener el apoyo de lasaldeas. La ventaja de los sistemas de creencias esque refuerzan la solidaridad entre las personas. Sinembargo, aún no entendemos su real significado enel área andina. La evidencia más clara es la corres-pondiente a los diversos tipos de arquitectura reli-giosa que hemos descrito, y cuya expresión más es-pectacular son los edificios en forma de U.

A pesar de las diferencias en forma y tamaño deestas tradiciones arquitectónicas, sus restos de-muestran que la religión reguló la sociedad. Esto serefleja en la separación de espacios dedicados al cul-to y a la vida diaria, así como en las medidas cadavez más rígidas para restringir el acceso a los recin-tos en donde se realizaban los actos rituales más im-portantes. Esta actitud sobre la organización del es-pacio estuvo obviamente asociada a una concepciónespecífica del mundo. Un aspecto que merece men-cionarse en relación a este tema es la permanenteremodelación de los templos y su reproducción oreinterpretación en diversos lugares. Este procesoposiblemente estuvo asociado con la idea de sofisti-car el ritual en un esfuerzo de la elite por perpetuar-se y generar a la vez estabilidad social en las aldeas.En consecuencia, el enriquecimiento de la parafer-nalia ceremonial contribuyó a mantener intacto elapoyo de la población.

La territorialidad parece ser consecuencia de laintegración de las aldeas, pero es difícil de enten-derla pues apenas se conocen las variables espacio,distribución de los sitios y la organización social in-volucrada. Los modelos arquitectónicos que se des-cribieron antes nos ayudan, sin embargo, a entenderel concepto de territorialidad. Por lo menos tres deellos son útiles para este propósito pues serían pro-ducto de señoríos o jefaturas que controlaron terri-torios específicos; ellos son los fogones rituales dela tradición Kotosh, los edificios con plataformas deCajamarca y los edificios en U de la costa.

El modelo Kotosh se desarrolló a fines del Prece-rámico (2 400 a.C.) y continuó hasta el FormativoTardío, según restos de Huaynuná, Casma (1 600a.C.), y fase Layzón, Cajamarca, (500 a.C.). Por da-tos de Kotosh y Huaricoto coexistió con Chavín. Latradición de pirámides truncadas, con plataformas,de Cajamarca, que se concentra en Jequetepeque,valle de Cajamarca y el Chotano, presenta una si-tuación semejante. Por ejemplo en Pacopampa la fa-se E de R. Fung (1976) exhibe elementos del For-mativo Tardío.

Debe recalcarse que este modelo es una expre-sión que si bien es cierto responde a una tradiciónreligiosa, su materialización en ritos y ofrendas eraresponsabilidad de un pequeño grupo de “sacerdo-tes” quienes se congregaban en privado, al interiorde los recintos con fogón central, para llevar a cabolas ceremonias. Parece pues que había un aislamien-to del propio ritual tal vez para magnificarlo y au-mentar su carácter sagrado. Por consiguiente, laparticipación de la comunidad se producía indirec-tamente. Por otro lado, el fuego era un componen-te esencial de los ritos y seguramente a través del in-cineramiento no sólo se generaba un sentido de pu-rificación sino también posiblemente se simboliza-ba el rol del Sol en la vida y la muerte.

En cuanto a la sierra norte, a pesar de las seme-janzas genéricas que pueden establecerse sea con elnor-oriente, el sur de Ecuador o la costa norte pe-ruana, es problemático proponer un modelo paraesta región. P. Kaulicke (1975) tomó sin embargo aPacopampa (Chota) como un “caso del Formativo”en Cajamarca, con una fase temprana denominadaPandanche A que se ubica hacia 1 800 a.C. Esta fa-se, al menos en el aspecto decorativo de la cerámi-ca, sugiere semejanzas con las fases 7-8 de Valdivia,Ecuador, en la secuencia de Betsy Hill (1972). Sinembargo, debe mencionarse también la similituddecorativa con Guañape Temprano (1700 a.C.) delvalle de Virú, por la aplicación de tiras de arcilla y

128

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Page 45: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

áreas punteadas. Deotro lado la zona deBagua proporcionacomponentes alfare-ros relacionables conCajamarca, el sur deEcuador. Más allá delos rasgos locales elpatrón de templo yaldea es una constan-te, sobre todo en lacuenca del Chotanoy Jequetepeque. Laocurrencia de la mo-dalidad Chavín enesta zona se producemuy entrado el For-mativo Medio (qui-zá hacia 700-600a.C.) en el contextode relaciones econó-micas que se estable-cen entre las elites re-gionales.

La tradición detemplos en forma deU igualmente estuvoen funcionamientohasta concluir el For-mativo. Chavín deHuántar parece quefue abandonado lue-go del 200 a.C. Sin embargo, queda por explicar porqué se construyeron varios templos similares en unvalle. Existen dos hipótesis: a) que a lo largo delFormativo unos fueron reemplazados por otros, esdecir, se observa una secuencia de templos para ca-da valle; b) que hubo un centro principal cuyo mo-delo se reprodujo a lo largo del valle, con edificiosparecidos. Esta ramificación sería simultánea, pre-sionada por el incremento (en número) de la elitesacerdotal asociada al templo principal. Si acepta-mos esta hipótesis debemos asumir que todos lostemplos de un valle estaban relacionados no sólo re-ligiosa y políticamente, sino también por lazos deconsanguinidad, en la medida que la jefatura o se-ñorío procuró asegurar el poder a través de sus pa-rientes.

La segunda hipóte-sis es la más viablepor datos recogidosen el Rímac, Chillóny Lurín. En el prime-ro, Garagay y La Flo-rida posiblementefueron construidos almismo tiempo, puesambos contienen ce-rámica que los vincu-la además con elasentamiento domés-tico de Ancón. En elChillón, Pucará (km59 de la carretera aCanta) contiene cerá-mica similar a la deHuacoy (bajo Chi-llón), aun cuando elprimero fue aparen-temente abandonadoen el 1 000 a.C. En elbajo Lurín, Cardal yMina Perdida pareceque fueron construi-dos y abandonados almismo tiempo.

¿Cuán exitosos fue-ron las jefaturas o se-ñoríos del períodoFormativo? Existe la

impresión de que no evolucionaron a formas máscomplejas de gobierno. En Chavín de Huántar, lue-go de que el templo se abandonó, jamás se constru-yeron edificios públicos en la zona. En la cuenca deHuánuco se nota un proceso similar. En la costanorte, la situación es un poco diferente pues lasformas alfareras de Cupisnique prosiguieron en lasculturas posteriores. El concepto de los edificiospúblicos continuó pero de manera diferente en lacultura Moche. En la costa central, los templos enU fueron reemplazados por edificios de adobitoscon formas totalmente nuevas. A éstos se suma unaalfarería pintada en varios colores, sin antecedentesen la incisa y monocroma de la etapa previa. En lacosta sur, en cambio, notamos una tendencia evo-lutiva de Paracas a Nazca, al menos en la cerámica.

129

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Guañape en el valle de Virú (La Libertad) es un sitio clásico puesahí se encontró la cerámica más antigua de la costa (1 700 a.C.).Por su decoración incisa se plantean relaciones culturales con la

costa central durante esa época.

Page 46: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Silva Sifuentes

130

CULT

UR

ASPR

EHIS

PÁN

ICAS

Puerto Hormiga, Canapote, Tesca, Barlovento, en la costa colombiana, tambin proporcionaron alfarer a de m s de dos mil a os a.C.

En Per la alfarer a m s antigua alcanza 1 700 a.C. y fue encontrada en Gua ape (Vir ), Anc n, La Florida y Chira-Villa (R mac), Wayrajirca y Tutishcainyo, entre otros.

FORMATIVO: ERA DE JEFATURAS RELIGIOSAS

Chira

PIURA

TRUJILLO

HUNUCO

LIMA

CUZCO

AYACUCHO

AREQUIPA

PUNO

BO

LI

VI

A

B R A S I L

C H I L E

C OL O

MB I A

EC

UA

DO

R

Oc

an

o P

ac

fic

o

Reque

Mara n

Napo

Amazonas

Huallaga

Ucayali

Santa

Mantaro

Urubamba

Madre de Dios

Apur mac

Oco

aM

ajes

Tambo

Pisc

o

R mac

Huaura

Moche

Gua ape (Vir )

Anc n

Wayrajirca

Tutishcainyo

San Blas

La Florida

Mara

n

2

1

5

2322

21

4

3

35

36

34

33

32

3130

1718

19

16

14

15

12

27

26

25

249

1011

76 8

13

20

29

28

1.- Pechiche y Garbanzal2.- Huaca Luc a

(Lambayeque)3.- Chongoyape

(Lambayeque)4.- Za a5.- Huaca de los Reyes

(Moche)6.- Cerro Blanco (Casma)7.- Puncur (Casma)8.- Sech n Alto (Casma)9.- Moxeque (Casma)10.- Sech n (Casma)11.- Las Haldas (Casma)12.- El Tanque, Las Colinas

(Anc n)13.- Garagay, Chira-Villa

(R mac)14.- Mina Perdida, Cardal

(Lur n), Curayacu (San Bartolo)

15.- Topar (Chincha)16.- Paracas (Pisco)17.- Cerrillos (Ica)

18.- Tajahuana (Ica)19.- Carhua (Ica)20.- Ocucaje (Ica)21.- Pacopampa, Pandanche (Chota)22.- Kuntur Wasi, La Copa

(Cajamarca)23.- Huacaloma (Cajamarca)24.- Huaricoto (Marcar )25.- Chav n de Hu ntar26.- Tutishcainyo

(Yarinacocha)27.- Kotosh, Shillacoto (Wayrajirca)28.- Ataura, Jauja29.- Wichqana

(Ayacucho)30.- Chupas (Ayacucho)31.- Chanapata (Cuzco)32.- Marcavalle (Cuzco)33.- Pikicallepata (Cuzco)34.- Qaluyu, Pucar (Puno)35.- Chiripa (Bolivia)36.- Wankarani (Bolivia)

Valdivia y Real Altohan proporcionado cer micade m s de tres mil a os a.C.

Page 47: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Este período se denomina también IntermedioTemprano y se inicia aproximadamente en 200 a.C.en el esquema de J. Rowe, prolongándose hasta 550o 600 d.C. Incluye la parte final del período Forma-tivo que se relaciona al estilo “blanco sobre rojo”,descrito en el capítulo anterior. Uhle llamó a las cul-turas de esta etapa culturas protoides del litoral(Proto-Lima, Proto-Chimú, Proto-Nazca) y planteóerróneamente que provenían de Centroamérica.J.C. Tello, de acuerdo a sus esquemas de 1921,1929, 1942, situó a las culturas de este período ensu Segunda Época, o Tercera Civilización del LitoralPacífico.

En la década de 1940, Larco (1948) la llamó Au-ge, identificándola con la cultura Moche. Willey(1948) dividió esta etapa en Blanco sobre Rojo, Ho-rizonte Negativo y Clásico Regional, pero debe ad-vertirse que en su libro An Introduction to AmericanArchaeology, Vol. 2, 1971, emplea el término Inter-medio Temprano acuñado por J. Rowe. Bennett yBird, en 1949, propusieron dividir la etapa en Expe-rimentadores y Maestros Artesanos y por esos añosW. Strong empleó el vocablo Floreciente. Más tarde,en 1959, J. Steward y L. Faron usaron la denomina-ción Estados Regionales y, dentro de ella, Diferencia-do y Floreciente. En 1962, D. Collier adoptó la acep-ción Clásico de G. Willey y en 1969 Lumbreras pro-puso el término Desarrollos Regionales. Hoy se man-tienen los vocablos Desarrollos Regionales e Interme-dio Temprano.

G. Willey y P. Phillips plantearon en 1955 queesta etapa marcaría los comienzos del urbanismoen América, representado por Teotihuacán en lacuenca de México y Gallinazo III (o Virú en el cua-dro de Larco) en el valle de Virú, costa norte delPerú. Para definir esta etapa los investigadores to-maron en cuenta varias clases de evidencias, entrelas que figuran arquitectura pública, desarrollo ar-tístico avanzado (murales pintados, alfarería, meta-lurgia), diferenciación social marcada, jerarquía dedeidades, escritura (para el caso mexicano), comer-cio a largas distancias de objetos exóticos y materiaprima. Esta etapa presenta cambios significativos,sobre todo en el plano sociopolítico. Lanning sos-

tuvo que esos cambios se expresan en el crecimien-to poblacional, logrando los valles costeños su má-xima población (antes del llamado Imperio Wari).Estima el citado autor que posiblemente en la costahubo unos dos millones de personas durante esteperíodo.

El desarrollo sociopolítico no fue homogéneo:en algunas zonas se avanzó hasta el surgimiento yconsolidación del Estado, destacando la costa nortey el Altiplano. Investigadores tales como Krader,Wright, Flannery y Marcus caracterizan a los siste-mas estatales como centralizados, especializados,jerarquizados e internamente diferenciados, y queen la mayoría de casos tienen el monopolio de lafuerza.

La organización administrativa especializada einterna de un Estado se detecta arqueológicamenteexaminando los patrones de asentamiento regional,toda vez que un Estado exhibe por lo menos tres ni-veles administrativos organizados jerárquicamente.Dichos niveles se expresan en una capital o sede delpoder, centros secundarios o cabezas de región conevidencias de administración, centros de tercera ca-tegoría, y las comunidades.

La ocurrencia del Estado se refleja también enlos patrones domésticos y residenciales. Los líderesno sólo tienen capacidad para emprender grandesobras públicas, sino también para levantar palaciosy residencias de su uso personal. En tal sentido, laaparición de este tipo de construcciones señala lapresencia de una clase social dirigente de tipo pro-fesional. Por otro lado, un Estado se halla en posi-ción de imponer tributos, financiar guerras y reclu-tar soldados. La guerra se financia para obtener be-neficios posteriores incorporando territorios, manode obra y mayor recaudación tributaria. Puede ex-presarse de varias maneras y una de ellas es lapresencia de centros urbanos fortificados y guarni-ciones localizados en puntos claves del territoriocontrolado por el Estado.

El carácter regional de un Estado se infiere me-diante la regularidad arquitectónica, artística y reli-giosa. Deben encontrarse componentes de diversaíndole que interrelacionen desde la aldea más pe-

131

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

VIIDESARROLLOS REGIONALES

Page 48: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

queña hasta el centro más grande, incluyendo nosólo edificios públicos sino también una ideologíaintegradora. La ideología es, sin embargo, difícil deinferir, pues es fundamentalmente una concepcióndel mundo y de la vida que no siempre se manifies-ta en la arquitectura. Flannery (1972) consideraque un Estado es un sistema cuya complejidad semide por su segregación (distintas funciones espe-cializadas) y su centralización (el gobierno cuentacon una sede), además de su capacidad para desha-cerse o absorber otros sistemas que se interponganen su camino.

¿Cuándo aparece la ciudad? Service (1975) pro-pone que es un fenómeno propio de la complejidadsociopolítica. En otras palabras, la consolidación delas instituciones como entes formalizados y de de-recho deviene en una burocracia administrativa quecumple distintas funciones pero relacionadas entresí, pues todas dependen de una autoridad centrali-zada. En tal sentido, el concepto de ciudad se desa-rrolla en el contexto de un sistema estatal, y entresus rasgos destaca la organización del espacio confunciones específicas: edificios dedicados al culto,al gobierno y la administración, para la vivienda, laactividad artesanal, y otras funciones.

Lanning planteó que las primeras ciudades sur-gieron durante el Intermedio Temprano o Desarro-llos Regionales, constituyéndose en capitales de es-tados regionales grandes. Otros rasgos de esta etapason los sistemas de riego en la costa y la sierra, laguerra, asentamientos fortificados, aumento pobla-cional. Uno de los centros urbanos más conocidospara este período es Tiwanaku en el altiplano boli-

viano. En el valle de Acarí figura Tambo Viejo, unasentamiento fortificado de la sociedad Nazca queal parecer sería un centro con rasgos urbanos. En lacosta central podría recibir esta designación el com-plejo piramidal de Maranga en el bajo Rímac, y enla costa norte las huacas del Sol y la Luna fueronprobablemente la sede del Estado Moche. Con res-pecto a los asentamientos fortificados en Ica, apartede Tambo Viejo, destacan Tajahuana en el valle deIca –protegido con murallas y fosas secas, cubrien-do unas 30 hectáreas–, y Cordero Bajo, con sectoresmonumentales, viviendas y otros espacios. Es igual-mente destacable Chocoltaja, entre el valle de Ica ySantiago de Chocorvos.

SOCIEDADES O CULTURAS REPRESENTATIVAS

La arquitectura, la cerámica, los tejidos y los pa-trones funerarios revelan la ocurrencia de culturasregionales definidas a lo largo de la costa y la sierraperuanas. Son conocidas sobre todo por la bellezade sus edificios, su cerámica o la metalurgia. Las so-ciedades más estudiadas son Cajamarca, Huarpa,Huaru, Lima, Moche, Nazca, Recuay, Tiwanaku, Vi-cús, así como otras expresiones poco conocidas queno revisaremos aquí.

Cultura CajamarcaLa región de Cajamarca fue estudiada en 1947 y

1948 por Henry Reichlen, quien formuló una se-cuencia cultural que denominó civilización Caja-marca, desde el fin de Chavín hasta los incas, divi-dida en: Torrecitas-Chavín, Cajamarca I, II (corres-ponde a los Desarrollos Regionales), Cajamarca III(se asigna a Wari), Cajamarca IV-V (se asigna losEstados Regionales e Inca). Sus excavaciones seconcentraron en cerro Santa Apolonia, hacienda LasTorrecitas y cerros La Vaquería, Wairapongo yChondorko.

Cajamarca IEsta fase se asigna a los comienzos del Interme-

dio Temprano (aproximadamente 100 a.C.) y fuelocalizada en el cerro Chondorko y en Jesús, situa-do sobre el cerro Callapoma, cerca de Baños del In-ca. Se trata de cementerios huaqueados con entie-rros en cámaras de piedra, en forma de cajas, de pe-queñas dimensiones.

Se define por una alfarería hecha en caolín deco-rada con pintura roja sobre base natural crema e in-cluye trazos geométricos que se ejecutan emplean-

132

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Plato Cajamarca fabricado en arcilla caolín, conrepresentación serpentiforme en su interior (Museo de

Arqueología y Etnología UNMSM).

Page 49: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

do colores negro o naranja sobre base crema natu-ral. Terada y Onuki (1982) identificaron esta fase enHuacaloma y Layzón, llamándola Cajamarca Inicial,mostrando semejanzas con “Huaraz Blanco sobreRojo” del callejón de Huaylas, así como con las ocu-paciones de Cerro Arena en el valle de Moche, cuyaalfarería sugiere la ocurrencia de relaciones perma-nentes con los costeños (Mujica 1984)

Los Cajamarca vivieron en lugares protegidos,sobre las laderas y las cumbres de los cerros, siendola agricultura la actividad económica preponderan-te. El maíz fue un producto que se consumía regu-larmente en esta fase, según datos recogidos por Ra-vines (1976) en Iscoconga.

Cajamarca IIFue localizado en cerro Chondorko y su cerámi-

ca, hecha en caolín, destaca por la abundancia decopas de base circular. La decoración es geométrica,con serpientes de cabezas triangulares, batracios,aves y gatos. Los colores más frecuentes son negro,rojo, naranja y blanco, aplicados sobre superficiesblancas y a veces sobre superficies engobadas de co-lor naranja. Estos animales tipifican al CajamarcaTemprano de Terada y Onuki (1982), pero adverti-mos que el Cajamarca II de Reichlen no apareció enHuacaloma. Ravines (1976) tampoco lo encuentraen Iscoconga y Vaquería.

Materiales Cajamarca también fueron encontra-dos en Negropampa, Chetilla y Churucancha en lazona de Chota, y en Tacabamba. Se trata de relievesen piedra y chullpas; los relieves se parecen a los deMoche y Recuay (Shady y Rosas 1976, Morales1979). Por otro lado, existen semejanzas entre Ca-jamarca y la fase Sausagocha de Huamachuco, indi-cando para Thatcher (1979) vínculos culturales en-tre esas regiones. A su vez, Dillehay y Netherly(1983) recuperaron alfarería Cajamarca en la que-brada de Nanchoc, valle de Zaña, sugiriendo que suparte alta estuvo bajo control serrano, pues no en-contraron material Moche en esta sección.

Con respecto a la zona de Huamachuco y la sie-rra de La Libertad, J. Thatcher (1975) identificó unasecuencia desde el período Inicial (1 500 a.C.) has-ta los incas. Las fases de los Desarrollos Regionalesson Purpucala y Huamachuco (abarcando esta últi-ma los comienzos del Horizonte Medio (600 d.C.)

La fase Purpucala proviene del cerro Purpucalaen Huamachuco. Su cerámica se decora mediantebandas rojas o blancas, sea en el borde o en el cuer-po de los ceramios. El color blanco aparece tambiéncomo engobe o base para los motivos, pero existen

casos en que se han hallado trazos de color blancosobre superficies engobadas de color rojo. Existedecoración mediante la técnica “negativa” negro so-bre rojo, representando una cabeza felínica que re-cuerda a Recuay. Se parece a Cajamarca II.

La fase Huamachuco es semejante a la anteriorpor el uso de pintura roja, bandas blancas sobre ro-jo, líneas paralelas negras y blancas, negro sobre ro-jo “negativo”, tricolor (negro, blanco, rojo). Su alfa-rería es fina, de color crema, abundando los motivos“cursivos”, sugiriendo relaciones con Cajamarca.Ciertamente, Huamachuco comparte con Cajamar-ca y Recuay el uso de caolín para fabricar su cerá-mica, vasijas con pedestal, con trípode. En otras pa-labras, al final de los Desarrollos Regionales y co-mienzos del Horizonte Medio (500-600 d.C.) las re-laciones entre Cajamarca, la sierra de La Libertad yel callejón de Huaylas fueron muy frecuentes.

Cultura RecuayEl nombre Recuay fue propuesto por el coleccio-

nista José Mariano Macedo, quien adquirió un gru-po de ceramios que estaban en posesión de MartínIcaza, entre 1874 y 1878, en Rapish (hoy Catac),provincia de Recuay. Macedo los llevó a Alemania ylos vendió al museo de Berlín, y en 1881 publicó uncatálogo con el nombre de cerámica Recuay. Estacultura recibió también otros nombres tales comoHuaylas o callejón de Huaylas por Lanning, y Santapor R. Larco. Algunas veces, Tello (1960) la deno-minó Huaylas-Marañón.

Su centro de desarrollo se ubica en el callejón deHuaylas, pero también aparece en las cabeceras delos valles de Huarmey, Casma, Nepeña, Lacramarca,bajo Santa. Se incluyen también Pallasca, valle delMosna (Chavín de Huántar y alrededores), y quizáparte del Marañón. Según G. Vescelius y H. Amat,esta cultura se ubica hacia los 300 d.C. Por su par-te, T. Grieder, con datos de Pashash (Pallasca), laubica entre 300 y 600 d.C.

En 1919, J.C. Tello exploró Aija, Catac, Huarazy Copa, recuperando esculturas líticas y cerámicatípica Recuay. En 1938, Bennett hizo exploracionesy excavaciones en el callejón de Huaylas y encontrórestos Recuay en tumbas y galerías subterráneas.Asimismo, en la década de 1930 Toribio Mejía Xess-pe recogió materiales Recuay en el alto Casma y enel callejón de Huaylas. También el padre AugustoSoriano Infante reunió varias colecciones que dejóen el Museo Regional de Huaraz. Por su parte, G.Vescelius y H. Amat identificaron sitios Recuay enCarhuaz. Rafael Larco Hoyle excavó cementerios

133

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Page 50: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Recuay en el bajo Santa y la denominó cultura San-ta. No podríamos dejar de citar los estudios de la es-cultura lítica Recuay por R. Schaedel, los de T. Grie-der y A. Bueno en Pashash (Pallasca) y los de S.Wegner en Balcón de Judas (Huaraz).

En 1921, J.C. Tello planteó que esta cultura esserrana, con una base agrícola, que se distingue porsu fina alfarería hecha en caolín, sus esculturas líti-cas con representaciones naturalistas de seres hu-manos y animales, y sus cámaras funerarias de pie-dra. Larco (1960) propuso que las raíces de esta cul-tura son costeñas, especialmente derivadas de Virúo Gallinazo. Virú antecede a Moche y sus asenta-mientos más importantes son Tomaval, un sitio for-tificado en Virú y Huaca Licapa en Chicama. Toma-val pudo constituir una capital político-religiosa.Alcanza un área de 6 km2 y presenta en el centro unedificio rodeado, según Bennett, de 30 mil cuartos.

Larco afirmó que Recuay recibió influjos de Cu-pisnique y Salinar (Trujillo) por el uso de asas estri-bo, la decoración modelada de animales y hombres,y el hallazgo de restos en el bajo Santa, sobre todoen Chimbote, en la hacienda Guadalupito, Tablonesy Suchimansillo. Asimismo, recuperó piezas Recuayen Pur Pur y Tomaval del valle de Virú, y en el va-lle de Chao. En el Santa, sobre todo en la zona deTanguche, encontró varios cementerios Recuay,particularmente en las haciendas de Vinzos y Suchi-mansillo, con individuos enterrados en posición fle-xionada.

AlfareríaRecuay es conocida por su cerámica, sus escul-

turas líticas y sus entierros. La cerámica es coloridacon representaciones de guerreros, casas,escenas de danzas, etc. Se combinaron va-rios colores y se empleó la técnica“negativa” (que también aparece enla alfarería Gallinazo o Virú, Vicús,Moche, Lima, Nazca), la cualconsiste en cubrir con arcilla laspartes a decorar y pintar luego al-rededor. Más tarde se quitan lostrozos de arcilla quedando unazona sin pintar. Los colores máscomunes son rojo, blanco y negro,configurando grecas, paneles, gatos,serpientes y aves naturalistas. Destaca laserpiente entrelazada de cabe-za triangular que aparece tam-bién en las culturas Lima, Naz-ca, Moche, Cajamarca. Los ce-

ramios modelados recuerdan a losestilos Gallinazo o Virú, Mo-che, Vicús de Piura.

La cerámica Recuay fue di-vidida por Lanning (1965) enHuaylas Medio y Tardío (elTemprano se correlaciona aHuaraz Blanco sobre Rojo).

El primero es el Recuay condecoración “negativa” y tricolor.

El segundo es crema, pero tambiénlleva “negativos”. Por su parte, Lum-

breras (1970, 1974) identi-ficó Recuay (a veces usa eltérmino Callejón) en lascapas A-D de la plaza cir-

134

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS Cántaro Recuay condecoración en bandas

destacando la representaciónpor técnica “negativa” de

felinos (Museo deArqueología y

Etnología UNMSM).

Vasija escultórica Recuay con representación demúsicos rodeando a un señor ricamente ataviado(Museo de Arqueología y Etnología UNMSM).

VasijaescultóricaRecuaymostrandoseñor deelevado statusflanqueado pordos mujeres(Museo deArqueología yEtnologíaUNMSM).

Page 51: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

cular del Templo Viejo de Chavín de Huántar. Estosca, decorada con líneas rojas paralelas y vertica-les. Se relaciona con Recuay pero no existen “nega-tivos” en la muestra de Chavín. Lumbreras identifi-có también en Chavín otro estilo que llamó Ma-riash. Exhibe pintura roja y negra sobre base blancasimilar a los objetos de Catac y a Cajamarca I y II.Lumbreras descubrió además entierros hechos enfosas de piedra (cistas) debajo de las casas, con in-dividuos colocados en posición flexionada o en cu-clillas.

A base de excavaciones en Pashash (Pallasca),Grieder (1978) propuso tres fases para este sitio:Quinú (concluye en el 310 d.C. y se relaciona máscon Blanco sobre Rojo aunque se encontraron algu-nos tiestos Recuay en esta fase), Recuay (310-600d.C.) y Usú (600-700 d.C.), el cual se asigna al Ho-rizonte Medio y muestra una cerámica simple sindiseños Recuay. Grieder dividió la fase Recuay enQuimít (310-400 d.C.), Yaiá (400-500 d.C.) y Hua-cohú (500-600 d.C.).

Escultura líticaSe trata de tallados en bulto, sea en alto o en ba-

jo relieve, con representaciones de hombres senta-dos con una maza, escudo cuadrado y un vistoso to-

cado; mujeres con trenzas y capas ataviadas con fi-guras; un personaje flanqueado por dos felinos odos aves que aparece en los dinteles o vigas de losaccesos; felinos o gatos. Schaedel propuso una cro-nología a base de unas 300 esculturas líticas, entreestatuas, dinteles, cabezas clavas, etc., dividida enPre-Recuay (se asigna al Blanco sobre Rojo, con ele-mentos Chavín), Recuay (con los tipos Aija y Hua-raz), y Huántar (diminutivo).

135

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Ceramio escultórico Recuay con figura de felino,encontrado en tumba del Templo Viejo de Chavín de

Huántar por Luis Lumbreras (Museo de Arqueología yEtnología UNMSM).

Dintel Recuay con altorrelieve de felinos flanqueando un serhumano de rostro desproporcionado (Museo Regional de

Huaraz, Ancash).

Escultura lítica Recuay representando un personaje sentado con un niño en su regazo (Museo Regional de Huaraz, Ancash).

Page 52: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Aija: Es un estilo homogéneo representado por16 estatuas de guerreros y 11 de mujeres, que fue-ron reconocidas por Tello en 1923. Las estatuas tie-nen formas prismáticas (variando de cono truncadoa triangular) alcanzando un tamaño promedio de 1m. Se enfatiza en la cabeza, pues ésta ocupa dos ter-cios de la pieza, siendo sus extremidades cortas. Lospies siempre se encuentran entre sí, en el centro dela estatua.

Huaraz: Fue definida con ejemplares de Huarazy su forma es ovoide, observándose seres humanoscon las piernas cruzadas y los pies hacia los lados.Existen estatuas con las piernas sin cruzar pero conlos pies hacia el exterior. Llevan cabezas trofeo y es-cudos.

Huántar: Representada por 15 estatuas pequeñasque no sobrepasan los 50 cm de altura, existiendootras aún más pequeñas. Los tallados sólo van en unlado (en la mayoría) y lo típico son los brazos ypiernas delgados. Los pies nunca apuntan al inte-rior o centro de la estatua.

Patrones funerariosRecuay tiene verdaderos mausoleos construidos

con piedras planas. Existen entierros individuales ymúltiples, a base de galerías y pasadizos. Igualmen-te, se encuentran entierros en cistas pequeñas exca-vadas en la piedra o debajo de las casas. Las ofren-das de las cámaras funerarias incluyen, además deceramios, objetos de cobre (aleaciones de cobre conoro, cobre con plata). Las piezas más comunes sondiademas (cintas que se colocan a modo de coronassobre la frente).

S. Wegner (1988) documentó una cámara fune-raria encontrada en febrero de 1969, al construirseuna escuela en la estancia de Jancu, situada a 12 kmal este de Huaraz. Wegner la describe así: “...los re-sidentes destaparon un largo pasadizo subterráneoque conducía a una cámara grande debajo de un pe-ñón granítico. Sacaron diecisiete ceramios y vieronrestos humanos descompuestos. Unos días después,el profesor Javier Cotillo Caballero llevó y examinólos restos humanos encontrando un plumaje de lá-mina de oro al lado de la cabeza de un cadáver.

La entrada de la tumba en el lado este es un po-zo cilíndrico que fue tapado por lajas y señaladocon una huanca o piedra erguida. Hacia el norte seabre a una escalera de cinco gradas que se une alfondo con un pasadizo de cinco metros de largo quese dirige hacia el oeste...al oeste el pasadizo llega alfilo del peñón y a la entrada de la cámara funerariaque mide casi 4 por 5 m y 1,4 m de alto. Las pare-

des interiores están revestidas de mampostería finacon varios pequeños nichos cuadrados...Se encon-traron restos humanos en algunos compartimien-tos. Uno contenía un cadáver en cuclillas con dosceramios al lado y el plumaje de oro en el parietalderecho de la cabeza. Probablemente este individuofue un jefe que merecía entierro especial…”.

La cámara principal de la tumba de Jancu es másgrande y más elaborada que muchas tumbas Recuay yconocidas en las zonas de Huaraz y Catac.

Patrones de poblamiento y relaciones externasA pesar de que el núcleo de los Recuay fue el ca-

llejón de Huaylas, aún no se ha definido qué tiposde asentamientos presenta. Por los restos de Pa-shash (Cabana) –que ocupan un área de 27 hectá-reas, destacando “Caserones”, “La Capilla” y “LaPortada”–, se deduce que Recuay estuvo jerárquica-mente organizada, comprendiendo posiblemente,según Wegner (1988), pequeños “curacazgos” conpatrones culturales comunes.

Los asentamientos tienden a ubicarse en la lade-ra o la cumbre de los cerros. G. Vescelius y H. Amatdescubrieron en el callejón de Huaylas un sitio lla-mado Upayacu, que se halla sobre una colina de di-fícil acceso y alcanza 2 hectáreas. Sus viviendas sonde planta irregular, con una o dos habitaciones y unpatio o espacio abierto, no observándose planea-miento o estructuras públicas.

Los recuay se proyectaron más allá del callejónde Huaylas y tuvieron contactos, no necesariamen-te cordiales, con sus vecinos moche. En el bajo San-ta su presencia es obvia y posiblemente disputaroncon los moche el control de los campos de cultivo.En Nepeña se ha encontrado un patrón similar:mientras que los recuay tuvieron 42 asentamientosen el alto Nepeña y ejercían el control a través deHuancarpón, los moche tenían 37 asentamientos enla parte baja y media, controlados a través de Paña-marca (Proulx 1985).

Cultura HuarpaLa cultura Huarpa tipifica los Desarrollos Regio-

nales de la cuenca de Ayacucho y su nombre derivade un río tributario del Mantaro. El río Huarpa tie-ne una cuenca de 100 km de largo y poco más de 50km de ancho localizada al sur del Mantaro, en don-de se encuentran las ciudades más importantes de laregión: Ayacucho y Huanta. De acuerdo a Lumbre-ras (1974) el área de esta cultura se circunscribeprincipalmente a la cuenca del Huarpa, con asenta-mientos a altitudes entre 2 600 y 3 600 m, y con po-

136

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Page 53: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

sibles extensiones al este, porel río Apurímac. Lumbreras(1974: 103, ver también Gon-zález Carré 1982) da cuenta deunas 300 aldeas Huarpa disemi-nadas en la citada región, aso-ciadas con andenes, canales yreservorios. Sólo Ñawinpukiosería un centro con rasgos urba-nos y la sede de los Huarpa. Es-ta cultura es poco conocida apesar de que se la conoce desdelos tiempos de J.C. Tello, quienpuso de relieve el hallazgo deunos cucharones y unos reci-pientes con tres asas en TantaOrqo y Auki Willca, en la partemedia de Ayacucho-Huanta.

Lila O’Neale, J. Rowe, D. Co-llier y G. Willey, encontraron enel sitio de Wari restos de alfareríadecorados con trazos lineales ne-gros sobre blanco que llamaron Huar-pa, aunque, acota Lumbreras, no la asignaron a unperíodo específico. W. Bennett la ubicó, en 1953, enla fase final o posterior a los “tiahuanacoides” deWari. En la década de 1960, L. Lumbreras y D.Menzel, separadamente, situaron correctamente aesta cultura en la época de los Desarrollos Regiona-les. M. Benavides (1972) igualmente contribuyó eneste aspecto.

Subsistencia y tecnología agrariaHuarpa destaca por su capacidad en el manejo

de los suelos para mejorar e incrementar la produc-ción agrícola. Hizo frente a condiciones ambientalesdifíciles pues la cuenca de Ayacucho siempre tuvoescasos recursos hídricos, relieve accidentado y des-favorable para el cultivo. La región es árida y paraincorporarla a la producción agrícola los Huarpadesarrollaron obras hidráulicas para distribuir elagua y para habilitar más suelos. La incorporaciónde nuevos terrenos para el cultivo se logró nivelan-do las laderas de los cerros y construyendo terrazasy andenes con muros de contención hechos de pie-dra, obteniendo de esa manera superficies planas oterrazas que miden desde 1,5 hasta 10 m de ancho.Los asentamientos de Lagunillas y Pacaicasa, en lasección media de la cuenca de Ayacucho, aún con-servan esos andenes identificándose unas 100 terra-zas que ascienden por los cerros. Por eso, buscandoganar más suelos para el cultivo los Huarpa cons-

truyeron sus viviendas en lo altode los cerros.

Lagunillas es un asentamientocon restos de terrazas hoy destrui-das por la carretera Ayacucho-Huanta y por la que se dirige a

Cangari, en el valle de Huan-ta. Las viviendas tienden a

ubicarse en la parte alta y secomponen de recintos de forma re-dondeada, adaptados a la sinuosi-dad del cerro sin seguir un plan. Sinembargo, se han encontrado restosde construcciones ortogonales. Los

Huarpa destacan también por otrasobras hidráulicas tales como canales y

cisternas encontrados en Quicapata, al sur de la ciu-dad de Ayacucho. Éstos se asocian a terrazas de cul-tivo y se identificó varios reservorios en la ladera.Según Lumbreras este sistema se conocía desde lafase Rancha (comienzos de la era cristiana), asigna-da al Formativo Tardío de Ayacucho. Los canalesfueron cuidadosamente elaborados y medían hasta1,6 m de ancho.

Ñawinpukio, denominado también Ranraranra,se halla en una colina que domina la ciudad de Aya-cucho. Se asocia a varios manantiales y de ahí sunombre. Es el asentamiento más grande con vivien-das de forma irregular situadas en riscos no dedica-dos al cultivo, así como estructuras elaboradas cui-dadosamente, con una técnica similar a la empleadaen los andenes. Se trata de edificaciones entre lasque figura un recinto hecho a base de una platafor-ma, alrededor de la cual existen posibles áreas paraalmacenamiento, patios o plazas y viviendas.

Patrones funerariosLas tumbas se hacían en fosas excavadas directa-

mente en el suelo y algunas presentan dos ofrendasde cerámica junto a la cabeza. Existe la probabilidadde entierros secundarios y cadáveres depositados enurnas de cerámica. Figura un entierro posiblemen-te de Huarpa B, colocado en posición flexionada ydecúbito dorsal. Por otro lado, destaca una fosa de2 m de profundidad en forma de T invertida exca-

137

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Vaso huarpa en la modalidad CruzPata, procedente de la cuenca de

Ayacucho. El personaje representadosugiere la figura de una araña o unpulpo (Lumbreras 1976).

Page 54: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

vada en la roca de la fase C, descubierta en la parteeste de Conchopata (en lo que hoy es el aeropuertode Ayacucho). El cadáver estaba en posición exten-dida con ofrendas de tupus o prendedores de cobre,a manera de agujas, uno de cuyos extremos toma laforma de una paleta o abanico. También había dosvasos parecidos a la fase Prolífera de la cultura Naz-ca. En la fase Huarpa D se excavó una tumba cuyocadáver tenía las extremidades flexionadas. Pero lomás relevante de esta fase son los entierros exclusi-vos de ratones en Conchopata (Lumbreras 1974:114), que recuerdan a las ofrendas de ratones en losentierros de la fase Nazca Prolífero de Chaviña(Ica).

AlfareríaSu alfarería destaca por una decoración basada

en trazos lineales y geométricos de color rojo y ne-gro sobre superficies pintadas de blanco. Coexistencon este estilo alfarero las modalidades Caja y Ku-mun Senqa, y al final de Huarpa surge otra llamadaCruz Pata. En 1965, M. Benavides (1972) aisló lostipos Huarpa Negro sobre Ante, Huarpa Tricolor,Huarpa Rojo, y en 1967 añadió el tipo Huarpa An-te. Los dos primeros proceden de Wari y tienen unafecha radiocarbónica de 285 ± 120 d.C. (Knobloch1983:274). Lumbreras (1974) dividió la cerámicaHuarpa en A, B, C y D. La fase A comprende los ti-

pos Huarpa Fino y Caja. El primero presentacuencos cuyo perfil tienen forma de S. La deco-ración consiste en líneas negras o rojas hori-zontales o verticales, pero lo típico está repre-sentado por tres bandas paralelas negras, de lascuales la central es ondulante. El tipo Caja esfino y de color naranja con motivos de colormarrón, generalmente una línea ondulante, enel interior de los cuencos. En la fase Huarpa Bla decoración de tres bandas paralelas con lacentral ondulante continúa, pero empleando elcolor rojo, llevando las dos laterales un deli-neado negro. Se asocia a esta fase el tipo Ku-mun Senqa, que se caracteriza por exhibir en-gobe rojo oscuro. La fase C se compone de lostipos Negro sobre Blanco y Cruz Pata. La deco-ración es también geométrica y se observan lí-

neas gruesas que cubren el borde interior y exteriorde las vasijas. Se combina con otras que configuranrepresentaciones en “damero”. Cruz Pata es finacon pintura negra, roja, naranja y gris sobre basescremas o blancas; negra, blanca, naranja y gris sobrebases rojas. La tendencia es ejecutar motivos curvi-líneos y se observan unos círculos con espirales pa-recidos al pulpo, sugiriendo vínculos con Nazca. Lafase D se identifica con los tipos Okros y Cruz Patay tiene semejanzas con las fases tardías de Nazca. Semantiene el tipo Negro sobre Blanco. Okros tieneengobe naranja brillante y decoración de plantas yanimales, resaltando una forma de pulpo con apén-dices ondulantes, aparte de imágenes radiales.

Culturas de la zona Jauja-HuancayoA pesar de que existen datos sobre patrones de

poblamiento y sobre la alfarería para los DesarrollosRegionales de la zona Jauja-Huancayo, los arqueó-logos no han propuesto todavía un nombre para de-signar al grupo o grupos humanos que ocuparon es-ta región en esa época (Parsons y Hastings 1977,Parsons y Matos 1978, Browman 1970).

Patrones de poblamientoLos estudios de J. Parsons, R. Matos y C. Has-

tings revelaron la ocurrencia de algunos asenta-mientos al comienzo de los Desarrollos Regionales.

138

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS Entierro huarpa encontrado en un cementerio hoydestruido de la zona oriental de Conchopata, situadojunto al aeropuerto de Ayacucho. La fosa fue excavadaen la roca y el individuo, colocado en posiciónextendida, tenía algunas ofrendas de cobre y ceramiosque recuerdan al Nazca Prolífero (Lumbreras 1974).

Page 55: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Solamente al final de esta etapa (entre 400-600d.C.) se observa un cambio significativo en la zonade Jauja y Tarma.

Tanto la zona de Jauja como la de Tarma fueronfocos culturales importantes existiendo cierta conti-nuidad entre ambas regiones, aunque se observaronpocos vestigios a 3 700 m de altitud y ninguno so-bre los 4 000 m. El sector transicional Tarma-Jaujatiene más continuidad ocupacional en comparacióna Tarma-Junín. Asimismo, Tarma y Jauja compartenuna tradición alfarera relativamente homogénea pe-ro distinta a la de la puna de Junín, al noroeste deTarma. Se encontraron 107 sitios en la zona de Jau-ja. Al igual que en Tarma, tienden a ubicarse en te-rrenos bajos y de fácil acceso, en colinas amplias a50 m sobre el piso del valle.

La fase Huacrapuquio (final de los DesarrollosRegionales) se concentró en zonas bajas de Jauja yTarma. En tal sentido, parece que el pastoreo en lapuna tuvo un modesto desarrollo y el principal fo-co de subsistencia, a base del cultivo, estuvo ubica-do a menos de 3 500 m, en el piso del valle. La dis-tribución de la cerámica se produjo a través de losvalles de Jauja y Tarma, y la puna de Junín tuvo unaalfarería diferente. Se puede decir que las relacionespuna-valle fueron escasas, sugiriendo que los pasto-res de la puna y los agricultores del valle establecie-ron vínculos esporádicos. La concentración de losasentamientos cerca del piso del valle y los sueloscultivables indica la primacía de la agricultura sobreotras actividades. Aparentemente los pueblos vivíanen paz, pues no se encontraron evidencias de forti-ficaciones. La zona norte del valle de Jauja (altoMantaro), localizada a 3 500 m de altitud, exhibe lamayor densidad ocupacional.

AlfareríaLa alfarería de la zona Jauja-Huancayo fue clasi-

ficada por Browman (1970) en: Uchupas (50-300d.C.), Usupuquio (300-500 d.C.) y Huacrapuquio(500-600 d.C.). La alfarería Uchupas se distinguepor sus figurinas, quizá relacionadas con ritualesque se prolongaron hasta la fase Usupuquio. Lasconstrucciones semisubterráneas y subterráneas dela fase previa, Cochachongos, fueron reemplazadaspor un sistema constructivo que empleaba platafor-mas bajas. La alfarería es delgada y fina, de aparien-cia brillosa y color rosáceo-crema y naranja. Abun-dan los diseños rojo sobre blanco y negro sobreblanco, propios de la fase anterior Cochachongos.Existen combinaciones geométricas y ondulantes,líneas, puntos, y la cabeza de un pez, así como el

uso de una incisión en el asa. Posiblemente hubointercambio de cerámica con San Blas del lago deJunín. La cerámica Caja de Huancavelica se parecea la de Uchupas.

La cerámica Usupuquio es gruesa y de color na-ranja, que contrasta con el matiz rosado de Uchu-pas. Predomina el uso de pigmento rojo claro y ro-jo púrpura, así como diseños de color negro. Unode los motivos figurativos más conocidos es la lla-ma, que se estiliza al finalizar esta fase, sobre todoen la forma del ojo. Destaca también la aplicaciónde una tira de arcilla con incisiones o puntuacionesen el cuello de las jarras. Por otro lado, es común laincisión en el asa que desaparece en la siguiente fa-se Huacrapuquio. Las figurinas son aplanadas, lanariz se representa mediante una aplicación y losojos y la boca se señalan mediante simples incisio-nes. El 80% de las figurinas de llamas son hembrasmostrando la ubre, sugiriendo aspectos vinculadoscon la fertilidad y la reproducción. Los diseñoscombinan mayormente colores negro y blanco.

La fase Huacrapuquio es similar a Huarpa deAyacucho. Es una alfarería crema y está decoradacon motivos geométricos de color rojo, púrpura ynegro, parecidos a la fase anterior, pero en Huacra-puquio se representan sobre engobe crema o blan-co. En las asas se notan líneas punteadas o incisio-nes verticales paralelas. Las figurinas tienen las ma-nos cruzadas y a veces parecen sostener un bastón.El pigmento marrón reemplaza al rojo y rojo-púr-pura. Los diseños son geométricos, marrones o ne-gros sobre base crema.

Cuenca de Huánuco, Huallaga y UcayaliExisten varios grupos alfareros, destacando el

complejo Higueras de la cuenca de Huánuco. Fueaislado en Kotosh y Shillacoto y exhibe una alfare-ría tosca con tiras aplicadas, algunos ejemplares de-corados por la técnica “negativa” y el Blanco sobreRojo, pero abundan los no decorados y un tipo lla-mado “Higueras Rojo”. La ocupación Higueras sedistingue también por sus numerosos objetos de co-bre, entre prendedores y agujas, azuelas de piedraen forma de T, puntas de piedra pulidas.

Lathrap (1970) afirma que entre 100 y 600 d.C.sucedieron cambios sustanciales en Huánuco al in-troducirse el complejo Higueras desde la sierramarcando el arribo de quechuahablantes en la cejade selva. Postula que en esta etapa gran parte de losAndes orientales fue poblada. Agrega que los asen-tamientos se trasladaron del fondo de los valles alas partes altas, en los flancos de la cuenca de Huá-

139

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Page 56: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

nuco, surgiendo pueblos fortificados y terrazasagrícolas.

Lathrap encuentra similitudes entre Chulpa-pampa del área de Cochabamba (Bolivia) y el estiloHigueras, sobre todo en las formas de los recipien-tes. Chulpapampa es una alfarería fechada en 200a.C. y el citado autor sugiere que en algún momen-to se produjo una migración sur-norte por el ladooriental de los Andes.

Con relación al Huallaga y Alto Pachitea, Lath-rap definió los estilos Aspusana (500 d.C.) y Naza-ratequi (a comienzos de nuestra era), respectiva-mente. El primero fue identificado en una cueva delcerro Aspusana, cerca de Tingo María, y se conocepor su decoración geométrica incisa que delimitazonas pintadas de color rojo-violeta. El segundo to-ma su nombre de un río pero fue encontrado en di-versos sitios del Alto Pachitea. Derivaría de Pangot-si (decorado con rectángulos múltiples o concéntri-cos). Destaca la decoración geométrica roja limita-da por incisiones, sobre todo rectángulos concéntri-cos. Lathrap llama la atención sobre una forma deceramio parecido al comal (plato extendido y gran-de), lo cual significa que se procesaba yuca amarga.También se encontró un sello cilíndrico de arcillaque sirvió para estampar diseños en el cuerpo, entejidos o en la cerámica.

En el Ucayali central figuran las fases Hupa Iya(100 a.C.), Yarinacocha (200 d.C.) y Pacacocha(500 d.C.). Hupa Iya es según Lathrap una alfareríaprocedente del Bajo Orinoco, llamada Barrancoide,pero su origen estaría en el río Negro, un tributariodel Alto Orinoco. Destacan los comales y grandesvasijas posiblemente empleadas para almacenar ha-rina de yuca, licor, etc. La abundancia de husos de

tejer sugiere que la textilería fue importante. La fa-se Yarinacocha correspondería a grupos humanosque expulsaron del Ucayali a los de la fase previa.Existe una fecha radiocarbónica de 110 ± 90 d.C.,procedente del cerro San José. La alfarería es tosca,pintada de color rojo, blanco y negro. Una formafrecuente es el comal, cuya presencia como ya se di-jo indica procesamiento de yuca amarga. SegúnLathrap este grupo descendería de los Shakimu Tar-dío. La fase Pacacocha corresponde al dominio delUcayali central por unos 400 años y se divide en Pa-cacocha, Cashibocaño y Nueva Esperanza. Los co-males continúan en uso y se generalizan las vasijascon pedestal, urnas para almacenar bebidas y paraentierros secundarios (desarticulados).

Extremo norte: Tumbes y PiuraTumbes, Piura y Cajamarca comprenden una re-

gión cuyas vinculaciones con el sur de Ecuador sesucedieron desde el período Formativo y fines delArcaico. Por eso las fronteras políticas actuales nocorresponden a las prehispánicas. En Tumbes desta-can dos cementerios, a 9 y 10 km de la ciudad: Gar-banzal y Pechiche. Otro sitio es Cuchareta en Zaru-milla. Para Tumbes se postula una secuencia: Pechi-che, del Formativo Tardío, coetánea con Salinar delvalle de Chicama y Garbanzal, de los DesarrollosRegionales, contemporánea con Moche IV y V. ParaPiura destaca la cultura Vicús.

GarbanzalEs conocida por sus tipos alfareros “Blanco so-

bre Rojo”, “Negativo” y “Tricolor” y una forma querecuerda a una copa, llamada compotera (Izumi yTerada 1966). Se emparenta con los estilos ecuato-

140

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS Alfarería de la fasecultural Hupa-iya,proveniente del sitio delmismo nombre en elUcayali central, lagunade Yarinacocha, selvabaja (Lathrap 1970).

Page 57: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

rianos de Guangala, Jambelí, Cerro Narrío II o Cas-haloma, y con los estilos de la costa norte peruanade Salinar (Chicama) y Gallinazo o Virú del valle deVirú. Garbanzal Negativo lleva grecas y serpientes yson obvios sus parecidos con Manabí central deEcuador y el tipo “Carmelo” de la cultura Gallinazoo Virú del valle de Virú.

En 1960, Mejía Xesspe propuso que Garbanzalera común a Ecuador, Colombia y Perú. Por su par-te, R. Ravines (1974) identificó este estilo en LomaSaavedra (Zarumilla) y planteó que Tumbes y Piuradeben analizarse considerando los vestigios deEcuador. Por otro lado, uno de los sitios más gran-des en Tumbes es El Salto, destacando por sus en-tierros colocados en posición extendida en fosas enforma de bota o L, de 3,5 a 4 m de profundidad, conofrendas de cabezas de animales y objetos de cobre.

VicúsEl nombre de cultura Vicús fue sugerido por Ra-

miro Matos en 1963, en reemplazo del término Se-chura propuesto en 1960 por E. Lanning para el ba-jo Piura. R. Matos prefirió emplear el término Vicúspues los materiales más espectaculares proceden delalto Piura, sobre todo de los cementerios de Vicús,Frías, Chulucanas, Aypate y Morropón. Vicús estambién el nombre de un cerro del tablazo de Se-chura, margen sur del río Piura, situado en la anti-gua hacienda Pabur, a unos 50 km al este de Piuray a 6 km al sur de Chulucanas. Vicús ocupó el altoPiura, desde Tambo Grande hasta Salitral, avanzan-do al norte, por los afluentes del Piura: río Seco, Ya-patera, Charanal, Las Gallegas, Corral, continuandopor Chalaco, Santo Domingo, Frías, Suyo, Ayabaca,hacia el río Macará, llegando quizá hasta la sierrasur de Ecuador.

El sitio principal de Vicús incluye el cerro delmismo nombre hasta Yécala. Además, existen otros

sitios como Monte de los Padres, Talanguera, Mala-matanzas, Zapotal, Morropón y Callingará, y SantaRosa y El Bronce en Frías, Ayabaca. Sus vestigios seextienden desde el río Lambayeque hasta Cuencaen Ecuador, pero los más destacados provienen delAlto Piura. Vicús sucede a Paita (fase del Formati-vo) y sus orígenes deben retroceder a los 500 a.C.,prolongándose hasta los siglos VI-VII d.C.

Las investigaciones de Ramiro Matos en Vicúsproporcionan información sobre patrones funera-rios, metalurgia y alfarería. En cuanto a los prime-ros se refiere, Matos identificó 10 tipos de entierro.El más común tiene forma de bota o L y algunos al-canzan hasta 14 m de profundidad. Son de forma ci-líndrica o más o menos cuadrangulares. Las paredesexhiben unos hoyos que sirvieron para descender aestas cámaras funerarias. Los cadáveres no aparecencompletos, encontrándose dientes y restos de colormarrón, sugiriendo que los muertos fueron crema-dos. En la mayoría de entierros existen soportes demadera o metal –quizás para sostener el techo de la

141

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Vasija escultórica Vicús con representación de unpato. La decoración se ejecutó a base de la técnica

negativa (Museo de Arqueología y EtnologíaUNMSM).

Como en muchas otras culturas del mundo en lasde la costa norte (Vicús, Moche y otras) la lechuzaestá relacionada con la muerte. Lechuzas Vicús(Museo Brüning, Lambayeque).

Page 58: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

tumba–, así como cámaras en forma de T invertidao en U. Ramiro Matos señala que estas formas apa-recen en Ecuador y Colombia.

Una de las primeras tipologías Vicús la formulóRamiro Matos (1969), distinguiendo tres tipos: Vi-cús Negativo, Vicús Blanco sobre Rojo, Vicús Engo-bados Monocromos. “Vicús Negativo” comprendecírculos simples, volutas, triángulos, que aparecenen recipientes con modelados de seres humanos yanimales. “Vicús Negativo” representa músicos,guerreros, escenas eróticas, figurinas desnudas deambos sexos, resaltando los órganos genitales. El ti-po “Vicús Blanco sobre Rojo” es similar al anteriorpues presenta recipientes escultóricos antropomor-fos, zoomorfos, fitomorfos. Existen hombres senta-dos o de pie que recuerdan a las culturas Guangalay Jama-Coaque, del norte andino. La decoracióncombina blanco, aplicaciones, incisiones, líneas,puntos, volutas, etc. El tipo “Vicús Monocromo” esde apariencia tosca, con manchas oscuras debido adefectos de cocción. Se observan recipientes con trí-pode, bases acampanadas o con pedestal.

Lumbreras (1987) dividió Vicús en A, B, C, D-E.Vicús A conserva rasgos del estilo Paita, pero incor-pora elementos geométricos Blanco sobre Rojo. Lafase B corresponde al Vicús Clásico y la mayor par-te de la colección Vicús del Banco Central de Reser-va es de esta fase. Destacan los tipos “Blanco sobreRojo”, “Negativo” y “Negativo con Blanco Sobre-puesto”. La fase C es transicional y D-E es descui-dada, con vasijas cuyas asas tienen forma de arco amanera de canasta. En E desaparece el “Negativo”predominando bandas blancas ásperas. Surgen otras

tonalidades tales como púrpura y rojo sobre blanco(frecuente al final del Intermedio Temprano) y se-gún R. Matos existirían componentes que recuerdanal estilo Wari.

Peter Kaulicke (1991,1992) recuperó datos no-vedosos sobre Vicús como parte de su proyecto Al-to Piura. Excavó el complejo Tamarindo, situado alnoroeste del cementerio de Yécala, en la margen surdel río Piura. Este complejo alcanza de 1 a 4 hectá-reas y presenta plataformas y recintos aún no exca-vados. En el lado oeste se hallan los montículos Ni-ma y en el este Loma Valverde. P. Kaulicke estudiólos sitios Vi-9, 10, 10A y 11 descubriendo las si-guientes ocupaciones: A, entre el Horizonte Medioy el Horizonte Tardío; B, relacionada a Moche y auna estructura de tres plataformas de adobe; C, pre-Moche o Vicús, con arquitectura distinta. En LomaValverde identificó un edificio rectangular de 57 mde largo, 17 m de ancho y 12 m de alto, en dondeexisten muros de quincha y rellenos del IntermedioTemprano.

Kaulicke (1991) dividió la cerámica Vicús en:Vicús Tamarindo A y B, el primero decorado conbandas rectas o semicírculos simples o dobles de co-lor blanco, hechos en los bordes. Es coetánea conSechura B, Puerto Moorin Blanco sobre Rojo de Vi-rú. La siguiente fase Vicús Tamarindo B, tiene mo-delados y algunos tiestos con decoración “negati-va”, los diseños “Blanco sobre Rojo” son más com-plejos y se relacionan con Sechura D. Kaulicke(1992:886) halla parecidos entre Vicús Tamarindo ylos estilos Sotera de Cerro Blanco y Layzón de Hua-caloma, ambos de Cajamarca. Agrega que la fase fi-

nal de Loma Valverde tiene una plata-forma de tapia y se vincula a Vicús Ta-marindo B; sería coetánea de Gallinazoo Virú del valle de Virú. La fase VicúsTamarindo C va con las fases I y II deMoche y Sechura E, y fue dividida en C1y C2. Esta fase presenta motivos geomé-tricos, figurativos y “negativos”. La figu-rativa se parece a Moche, pero tambiénexisten similitudes con Guangala y Tun-cahuán de Ecuador.

Kaulicke (1991: 383) admite que elestilo Vicús se vincula tanto con cultu-ras del Ecuador, como con la costa nor-te del Perú. Agrega que en el IntermedioTemprano el Alto Piura fue una zona in-termedia, con poblaciones grandes y je-rarquizadas, que generaron excedentesy captaron productos de diversos gru-

142

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Seres humanos de rasgos intencionalmente exagerados. Cultura Vicús(Museo Brüning, Lambayeque).

Page 59: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

pos que se extendían desde la costa de Ecuador, elsur de Colombia, la sierra de Piura, Virú, hasta Mo-che y Chicama, cubriendo un radio de 300 a 500km desde Vicús.

Otra contribución al conocimiento de Vicúsconstituye la compilación de estudios publicada porel Banco de Crédito en 1994 con el título Vicús, en-tre los que cabe mencionar los artículos de K. Ma-kowski, I. Amaro, J.A. Murro, M. Diez Canseco, O.Eléspuru. Amaro (1994:78), Makowski, Amaro yEléspuru (1994) argumentan que el origen de Vicúsdebe averiguarse en el norte toda vez que los atribu-tos sureños (del estilo Moche) aparecen en la alfare-ría asignada a su fase Vicús Medio. Formas de vasi-jas tales como las botellas silbadoras Vicús tendríanparentescos con el estilo Chorrera de Ecuador. I.Amaro sostiene que este estilo ejerció fuerte presen-cia en la fase Vicús Temprano de Piura y compartie-ron una tradición común (por ejemplo seres antro-pomorfos con ojos “granos de café”, animales, hi-bridaciones), constituyendo Chorrera la cultura an-tecedente, aun cuando existe un hiatus de 100 añoso más entre el final de Chorrera (quizá en los 300a.C.) y el inicio de Vicús (quizá en el 100 a.C.). Elestudio de Amaro arriba a tres fases que se inicianaproximadamente en el 100 d.C. y se prolonganhasta 600 d.C.

Los citados autores reconocen que a comienzosdel Intermedio Temprano el valle de Piura estuvo li-gado mayormente a los Andes septentrionales, si-tuación que paulatinamente se modificó hacia el si-glo II de nuestra era con la presencia sureña de Vi-rú-Gallinazo y Mochica I del departamento de LaLibertad. Luego de examinar la cerámica de PampaJuárez y Cerro Vicús, además de la proveniente deLoma Negra, Makowski (1994) identificó 8 modali-dades del estilo Vicús, cuatro del estilo Virú, 5 delestilo Moche, y dos relacionadas con estilos deEcuador (posiblemente vinculados a Tuncahuán yGuangala).

Lambayeque y La Libertad: Virú o GallinazoTradicionalmente se asume que hubo una socie-

dad con elementos urbanos previa a la cultura Mo-che y posterior a Salinar y Puerto Moorin (conoci-dos como “Blanco sobre Rojo”), llamada Gallinazopor Bennett y Virú por Larco. Asimismo, existe latendencia a aceptar que esta sociedad surgió en elvalle de Virú. Efectivamente, uno de los asenta-mientos más grandes se halla en la margen norte delrío Virú y destaca por presentar 5 edificios pirami-dales sobre unos 2 km de longitud. En sus comien-

zos se concentró en la parte baja del valle pero lue-go ocupó el interior.

Gallinazo presenta un patrón aglutinado irregu-lar, con casas alrededor de patios o plazas. G.R. Wi-lley calculó unos 30 000 recintos que alcanzan 5km2, e identificó edificios semiaislados que tal vezpertenecieron a personas de alto rango, restos defortificaciones y canales de riego. Por las represen-taciones en los ceramios sus viviendas tenían unaplataforma y una pared, con dos postes en el frentepara sostener un techo.

Son notables sus edificios decorados. Existe unocon diseños de cabezas pentagonales y cuerpo que-brado, recordando a las serpientes entrelazadas deRecuay, Moche, Lima y Nazca. Una figura similar sedescubrió en Huaca Licapa (Chicama).

Sus patrones funerarios presentan entierros enfosas, en posición extendida sobre esteras de cañas,acompañados con ofrendas de cerámica y otros ob-jetos. También existen montículos sepulcrales debaja elevación, conteniendo varios entierros quefueron sucesivamente depositados en el transcursode varios años.

W.D. Strong y C. Evans postulan que Gallinazosurgió parcialmente de Puerto Moorin (el estilo al-farero Blanco sobre Rojo de Virú) por compartir al-gunos tipos alfareros. Gallinazo resalta por el usodecorativo de la técnica negativa de dos colores.

Los arqueólogos de la Universidad de Columbiaidentificaron esta cultura principalmente en lasgrandes construcciones y en los profundos depósi-tos estratificados del sitio V-51 o Castillo de Toma-val y en el sitio tipo de V-59 (grupo Gallinazo). Es-ta cultura tuvo una considerable duración y se dis-tingue por sus edificios hechos inicialmente a basede paredes de tapias y luego con adobes con marcasde cañas. W. Strong y C. Evans han hecho hincapiéen la ocurrencia significativa de evidencias domés-ticas, depósitos culturales profundos y estratifica-dos, y la masiva frecuencia de grandes construccio-nes piramidales.

Otros aspectos de esta cultura corresponden almanejo de la agricultura con riego y a sus patronesfunerarios. A juzgar por los datos proporcionadospor Strong y Evans, los entierros fueron simples,con algunas ofrendas de cerámica, y complejos, per-tenecientes a personas de alto status, aunque nopresentan la monumentalidad de las sepulturasMoche.

La alfarería Gallinazo, aunque no variada en for-mas y atributos, tiene un conjunto de elementosdescritos por Strong y Evans. Los no decorados se

143

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Page 60: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

clasificaron en los si-guientes tipos alfare-ros: Sarraque Crema,el cual comprende ja-rras globulares decuellos altos engoba-dos de crema; a veceseste engobe aparecealrededor del borde ocomo bandas anchasverticales en el exte-rior de los ceramios.Gloria Pulido es otrotipo que incluye ollasde cuello corto, bote-llas con gollete corto,cuyas superficies ex-teriores de color na-ranja natural tienenbrillo. Castillo Llanoincluye a su vez ollasde cuello corto, jarrasde cuello alto y cuen-cos profundos. Otrostipos son Valle Llano,Virú Llano.

En cuanto a los ti-pos decorados figu-ran: Gallinazo Nega-tivo, Carmelo Negati-vo, Castillo Modela-do, Castillo Inciso,Gallinazo Línea Inci-sa Ancha. El Gallina-zo Negativo comprende diseños de color natural ro-jo o zonas engobadas blancas delineadas con negro.El Negativo se combina con modelado, punteado eincisión. Los diseños son geométricos, irregulares yse desprenden con facilidad. Recuerdan a la decora-ción Recuay del callejón de Huaylas y al Pachaca-mac Negativo del valle de Lurín. El tipo CarmeloNegativo lleva diseños negativos negros sobre engo-be crema. Tiene áreas de líneas estrechas negras ro-deadas por amplias áreas de color blanco. El colorblanco es predominante, observándose a veces lacombinación de blanco, negro y rojo natural de losceramios. A diferencia del Gallinazo Negativo, losdiseños tienen mejor apariencia, y en su mayor par-te son geométricos. Castillo Modelado comprendeprincipalmente la representación de cabezas felíni-cas o de gatos, y en menor proporción aves, serpien-tes y monos. Castillo Inciso comprende un conjun-

to de puntuaciones ylíneas situadas en laparte superior de losceramios configuran-do diseños geométri-cos. El Gallinazo Lí-nea Incisa Ancha esmás complejo ensus representacionesque combina líneasrectas, quebradas ycurvas.

Recientemente Shi-mada y Maguiña(1994) propusieronque Gallinazo fuemás que un estilo al-farero. Aparece nosolamente en Virú yMoche (en la margensur de Moche figuraCerro Orejas, que al-canza unos 3 km delargo), sino tambiénen los valles de Je-quetepeque, Lamba-yeque, La Leche, San-ta, Nepeña y Casma.Para Lambayeque,Shimada y Maguiñadan cuenta de variosasentamientos comoCerro Sajino, CerroHuaringa, Cerro La

Calera, Paredones-Huaca Letrada, Cerro Vichayal,etc. Shimada y Maguiña (1994:57) aseveran que sucerámica se halla sobre casi toda la costa norte, des-de La Leche hasta Casma, e incluso observan seme-janzas con los estilos Sechura D y E de Piura, Vicús-Tamarindo B y C del alto Piura, y Garbanzal deTumbes.

Según los citados autores Gallinazo tendió aconcentrarse en las partes medias de los valles de lacosta, desarrollando sistemas de regadío para lograrexcedentes lo cual les habría permitido ampliar suspoblados, generándose una jerarquía de asenta-mientos y unificación cultural de los valles, alcan-zando tal vez un nivel de integración sociopolíticatipo jefatura o señorío. Los Gallinazo, al menos enel valle medio de La Leche, coexistieron con losMoche, desde la fase I hasta la III. La real predomi-nancia Moche se produjo sólo en sus fases finales.

144

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Las representaciones de la cerámica Gallinazo o Virú sonfundamentalmente escultóricas, sobresaliendo seres humanos, aves y

frutos (Strong y Evans 1952).

Page 61: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Cultura MochicaEsta cultura se desarrolló entre 100 y 600 de

nuestra era y al parecer su centro principal, en laépoca de su mayor apogeo, fue el valle de Moche,específicamente en las hoy denominadas huacas delSol y la Luna.

A comienzos de este siglo, M. Uhle excavó en loscementerios aledaños a las huacas del Sol y la Lunay propuso que Moche (llamado proto-Chimú porél) antecedía a Tiahuanaco. Sus excavaciones seubicaron en la plataforma sur de la Huaca del Sol,donde descubrió entierros hechos en las paredes dela pirámide, o junto a las paredes, los cuales fueroncubiertos por otras paredes. Algunos de sus hallaz-gos fueron una ofrenda debajo de la plataforma, en-tre los adobes, que consistió de piezas finas de oroy piedras azules, y un adorno trapezoidal que habíaformado parte de un collar. Los materiales de Uhlefueron trasladados a la Universidad de California,Berkeley, siendo estudiados por Kroeber (1925).

J.C. Tello utilizó el término muchik para identi-ficar a esta cultura y coincidió con Uhle al afirmarque era anterior a Chimú. Sin embargo, los estudiossobre Moche tomaron decidido impulso con RafaelLarco Hoyle, quien publicó en 1938-1939 dos volú-menes titulados Los mochicas. Larco propuso cincofases para la alfarería Moche las cuales tienen vigen-cia y sirven para situar cronológicamente los mate-riales de esta cultura que aparecen al sur o al nortede Moche-Chicama.

Moche es una de las culturas de los DesarrollosRegionales que más atención ha recibido por partede los arqueólogos. Ese interés se ha volcado en laúltima década hacia tres de sus expresiones más es-pectaculares: estructuras sepulcrales de personajesde alto status (Alva 1988); murales o frisos policro-mados (Proyecto Complejo Arqueológico El Brujo,Chicama, financiado por el Banco Wiese; ProyectoHuaca de la Luna, Moche, a cargo de la UniversidadNacional de Trujillo); y análisis iconográfico (Don-

nan 1987, Castillo 1989, Hoc-quenghem 1987).

El territorio MochicaLa cultura Moche es eminen-

temente costeña y se extendió,durante su máximo apogeo –su-cedido hacia los 400-500 denuestra era–, desde Piura en elnorte hasta Huarmey en el sur.Se asume que en el valle de Mo-che estuvo su centro más impor-tante, específicamente en lashuacas del Sol y la Luna, pero

145

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Huacas del Sol y laLuna situadas al surdel río Moche, Trujillo.El valle donde seasientan ambas huacasfue posiblemente sedede la capital del estadomoche.

Page 62: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

sus orígenes parecen hallarse en una zona aún pordeterminar, situada al norte de Chicama. Lumbre-ras (1976:106) acota que las fases Moche I y II es-tán mejor representadas en Piura, concretamenteen el estilo Vicús, pero no debemos olvidar que es-tas fases fueron identificadas también al sur de laplanicie que separa las huacas del Sol y la Luna, enMoche.Alto Piura

P. Kaulicke (1991:393) identificó estructuras deadobes, alfarería y hornos moche (el autor citadoacuñó el término “Loma de los Hornos” para unaconcentración de este tipo de estructuras) en el si-tio de Nima I y II. Nima I exhibe dos cuerpos, ram-pas y plataformas que se unen a Nima II, aparente-mente compuesto de tres plataformas. Kaulickedescubrió remodelaciones, sugiriendo que los mo-che promovieron cambios y modificaciones en eluso de estos edificios. La cerámica exhibe dibujosde camarones, lagartos y antropomorfos, aparte deejemplares escultóricos, muy semejantes a los de laiconografía moche.

P. Kaulicke (1991:416) encuentra parecidos no-tables entre la fachada de Nima I y la representaciónde edificios en la cerámica Vicús-Moche. Agregaque Moche reorganizó el espacio en Nima, desig-nando lugares para preparar chicha, fabricar cerá-mica (Loma de los Hornos) y tal vez objetos de me-tal. La zona residencial se ubicó aparte y por la ocu-rrencia de alfarería fina, así como por algunos indi-cios de sacrificios humanos, se postula la existencia

de divisiones sociales. Kaulicke advierte que dichosmateriales tienen “afinidad Mochica” y asevera queen la zona norte del territorio moche, Loma Negraen Alto Piura, Sipán en Lambayeque y La Mina enJequetepeque, existen entierros con impresionantesofrendas de metal y cerámica.

K. Makowski (1994:97) identificó tres fases Mo-che, siguiendo la terminología de R. Larco, en el Al-to Piura; éstas son: Moche I, Moche II (que se com-bina con atributos de la fase III) y Moche IV. La pri-mera es una alfarería fina en lo decorativo y lo tec-nológico. Las restantes muestran decoración des-cuidada que Makowski denomina alfarería “con cla-ros matices provinciales”. Agrega que no hay razónpara pensar que la cultura y el estilo Moche se ori-ginan en Piura. Del mismo modo, el estilo Virú oGallinazo no tiene antecedentes en Vicús, siendocontemporáneos.

Por otro lado, la cultura Moche consolida supresencia en su fase III, controlando la región dePiura en sus fases IV y V. Advierte Makowski(1994:120) que esa reconstrucción no necesaria-mente es aplicable al Alto Piura debido a que en es-ta zona “...dos o tres estilos...identificados...con tresculturas...comparten el mismo...espacio geográfi-co...” de este valle. Ellos son: Vicús-Vicús, Gallina-zo-Virú y Moche. Anota el autor que en las fases Vi-cús Transicional y Vicús Moche Temprano (200-400

146

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Ceramios moche.El primero

corresponde a lafase temprana dela cultura moche

(Moche II según laclasificación de

Rafael Larco) y elsegundo, con

representaciónnaturalista de

lagartija, pertenecea la fase III deMoche, según

Larco (Museo deArqueología y

EtnologíaUNMSM).

Page 63: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

d.C.) surgen en el Alto Piura cuatro talleres que fa-brican cerámica fina de la fase Moche I, la mayoríaprocedente de Loma Negra. Luego en la fase Vicús-Moche Medio la calidad de la alfarería es pobre, condefectos de cocción, no existiendo botellas asa estri-bo o asa puente. Admite Makowski que la presenciaMoche en Vicús se produce en un contexto de do-minación sobre los piuranos, pero aclara que losprimeros en ocupar el centro político Vicús son losVirú-Gallinazo, aun cuando esa ocupación es decoexistencia pacífica.

Makowski, Amaro y Eléspuru (1994) delinean lapresencia Moche en Piura en tres momentos conse-cutivos llamados Vicús-Mochica Temprano A, Vi-cús-Mochica Temprano B, Vicús-Mochica TardíoA,B. En el primer momento Vicús y Moche coexis-ten pues los edificios religiosos Moche y Vicús deTamarindo estuvieron en uso, sucediéndose mutuasinfluencias. A partir de los 300 d.C. en la fase Vicús-Mochica Temprano B se intensifica la presencia mo-che. Se abandona el edificio local Vicús de Tamarin-do y se observa que los moche están en todas par-tes, existiendo tal vez un estado regional entre el Al-to Piura y el valle de Jequetepeque. Más tarde, en lasfases Vicús-Mochica Temprano y Vicús-MochicaTardío se nota que en los sitios de Tamarindo y Ni-ma se construyen edificios típicos moche, que re-cuerdan a los del valle de Moche (con plataformas yrampas). Los vicús adoptan elementos moche, so-bre todo en la fase IV, y en la fase V Piura se vuelveuna provincia moche.Lambayeque

Esta zona tiene una de las áreas agrícolas másgrandes de la costa norte y está formada por cincovalles, siendo Lambayeque y Chancay los más im-portantes. Entre los restos más espectaculares figu-ran los mausoleos de Sipán y el centro urbano dePampa Grande; este último, asignado a la fase Mo-che V o comienzos del Horizonte Medio (550-600d.C.), cubre unas 450 hectáreas y presenta 18 pirá-mides, dos de las cuales fueron las más importantes,asociadas a los canales Taymi y Collique (norte delrío Lambayeque), sugiriendo que ambas se relacio-naron con el control de las aguas.

Pampa Grande organizó el espacio mediante dosedificios grandes en la parte central y estuvo habita-do por personas de diversa condición social y labo-ral. El edificio mayor está en un complejo rectangu-lar de 650 por 400 m por lado, de una sola entrada.Rodeando estos edificios existen unos recintos, talvez dedicados a la producción artesanal, asociados apatios o plazas que conducen a los cuartos o zonas

de trabajo, cerámica, metales, tejidos, a través decorredores angostos. Pampa Grande fue un centroregional que integró varias comunidades asentadasen Zaña, Chancay, La Leche, Jayanca y Motupe.Jequetepeque

Destaca en este valle el complejo de Pacatnamúcon unas 20 pirámides de diseño similar y presumi-bles funciones religiosas, cuya construcción se asig-na a las fases Moche IV y V. Estas pirámides se com-ponen de una estructura central con rampa en elnorte y una plaza con una o dos plataformas peque-ñas a modo de altares. Se asocia a éstos un edificiosecundario con rampa que se abre a la citada plaza,y un recinto cercado y con cuartos situado en la par-te posterior de la estructura central. Pacatnamú esconsiderada una ciudad sagrada donde se celebra-ron ritos posiblemente dedicados al mar, al ponien-te y a la luna, los cuales parece que estuvieron muydifundidos en este valle. Cerca de Guadalupe se en-cuentra la Casa de la Luna o Sian, con un gran pa-tio, hoy convertido en laguna. También figuranhuaca Dos Cabezas en la desembocadura del río, elHornito o Sisnán entre San Pedro y Pacasmayo, ySincape en el camino de Poémape. No podemos de-jar de mencionar la tumba de La Mina con serpien-tes pintadas en diversos colores y cerámica Moche I(Narváez 1994).San José de Moro

Se encuentra en el distrito de Pacanga, en la zo-na norte de la provincia de Chepén. Los restos másimportantes con vestigios Moche se hallan en laparte sur de San José de Moro, destacando montícu-los denominados Cuadrángulo, Suroeste, La Capi-lla, Huaca Alta, Chodoff. De éstos, sólo el primero yel tercero se conservan (Castillo y Donnan 1994).Disselhoff y Lostanau excavaron Huaca Alta, en ladécada de 1950, proponiendo que la zona tuvo es-trechos contactos con Cajamarca (Disselhoff 1958).Chodoff (1979) reconoció zonas domésticas y pla-taformas de adobe asociadas con patios, de posiblefunción ceremonial. Donnan y Castillo (1994) pos-tulan que el primer tipo corresponde a viviendas dela elite, así como a personas de bajo status que aten-dían a los edificios (La Capilla, Cuadrángulo y Hua-ca Alta). También recuperaron datos que confirmanuna significativa presencia Moche desde su fase III,además de tres tipos de tumbas: de bota, de pozo yde cámara.Chicama

Destacan en este valle varios edificios mocheque fueron reutilizados en tiempos Chimú: Sonoli-pe, Urricape, Mocollope, La Campana, Huaca Car-

147

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Page 64: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

tavio, Huaca Colorada, Huaca Facalá, Licapa. Loscomplejos más grandes fueron al parecer El Brujo,en Magdalena de Cao y muy cerca del mar, y unconjunto en el Chicama medio, en Sauzal. Hoy exis-ten dos proyectos de investigación en Chicama, unoen el complejo arqueológico El Brujo (Franco, Gál-vez y Vásquez 1994), cuya meta consiste en identi-ficar el significado de sus frisos y murales pintados,y la forma del edificio; el otro, con metas diferentes,estudia la producción alfarera en Cerro Mayal (Rus-sell, Leonard y Briceño 1994).

Complejo El Brujo: Se compone de dos inmensashuacas de adobe situadas a 600 m de distancia en-tre sí. La del noroeste se llama Huaca El Brujo o delciempiés bicéfala, o Huaca Cortada (rajada o parti-da). La del suroeste se denomina Huaca Cao Viejo(por su cercanía a Magdalena de Cao) o Huaca Blan-ca. El espacio entre ambas huacas, que en conjuntocubren más de 160 hectáreas, aparentemente fue lazona residencial moche que en tiempos Chimú fueconvertida en cementerio.

Las investigaciones de R. Franco, C. Gálvez y S.Vásquez (1994) se concentran en Huaca Cao Viejoo Huaca Blanca, sobre todo en la fachada norte,identificando cuatro fases constructivas, presentan-do la última la mayor cantidad de frisos o murales.La más antigua exhibe paredes pintadas de amarillo,pero no fue posible reconstruir el diseño del edifi-cio por las sucesivas remodelaciones. La segundareconstrucción comprende muros pintados de blan-co y rojo, además del color amarillo. La tercera seasigna a la pared de “Relieves geométricos” y la “Es-cena del sacrificio”. La cuarta tiene tres niveles es-calonados totalmente decorados con frisos. Desta-

can “Los prisioneros”, “Tema complejo”, “Los gue-rreros”, “Personajes grandes dispuestos de perfil”,“Personajes asidos de la mano”, así como el “Dego-llador”.

R. Franco, C. Gálvez y S. Vásquez (1994:178)puntualizan que al sureste de la fachada principal sehalla la mayor cantidad de frisos y escenas máscomplejas, justamente en donde destaca el recinto 1con sus porras emblemáticas y otras estructuras.Por sus características este edificio tuvo uso cere-monial desde la fase Moche III, diferenciándose deMocollope, situado a 20 km al noreste, en donde G.Russell, B. Leonard y J. Briceño (1994) dan cuentade talleres de alfarería. Los relieves de los “Prisione-ros” y los “Personajes asidos de las manos” corres-ponden posiblemente, junto con los representadosen las otras paredes, a segmentos relacionados deun tema mayor.

Cerro Mayal: Es un taller de producción alfarerade la fase Moche IV situado en el extremo este delcerro del mismo nombre, a 1,5 km al noroeste deMocollope, en la margen norte del río Chicama. Elsitio fue descubierto durante los estudios de patro-nes de poblamiento realizados por G. Russell y B.Leonard (Russell 1990, 1991, Russell y Leonard1990, 1991).

Cerro Mayal se organizó en sectores para coc-ción de cerámica, de apoyo a la producción y de vi-vienda. Russell et al. (1994) lo denominan “tallernucleado” de producción alfarera en gran escala, talvez con artesanos a tiempo completo, incluyendolos llamados “floreros” y botellas asa estribo, parapersonas de alto status, así como objetos destinadosa ceremonias (sonajas, trompetas, figurinas). Al pa-

recer no se fabricó ceramios pa-ra uso diario de las familias quevivían en el lugar. Es probableque la producción de este lugarse distribuyera a Mocollope uotros lugares.Moche

Este valle es considerado elcentro político principal del Es-tado Moche o Mochica. Entre

148

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Huaca El Brujo, valle de Chicama (LaLibertad). Altorrelieve de prisionerosdesnudos atados por el cuello. El colorrojo posiblemente simbolice la sangrede sus heridas.

Page 65: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

sus edificios más espectacularesfiguran las huacas del Sol y laLuna, en la margen sur del ríoMoche y a unos 6 km del litoral.Ambos edificios se hallan a unadistancia aproximada de 500 m(semejante a la distancia entreHuaca Cortada y Cao Viejo enChicama), espacio que sirvió co-mo zona de vivienda y cemente-rio. Según C. Hastings y M. Mo-seley (1975) la huaca del Sol tu-vo forma parecida a una cruz ycalculan que medía 342 m de lar-go, 159 m de ancho y 28 m de al-tura en su parte más prominente.Su sección occidental fue des-truida en la colonia por buscado-res de tesoros que desviaron elrío Moche para debilitar la basedel edificio. Este complejo fueedificado con adobes hechos con molde, los cualesexhiben marcas de diversas formas (Moseley iden-tificó de 96 a 101 marcas entre rayas, puntos yotras combinaciones). Marcas de un mismo tipo seconcentran en bloques o secciones del edificio, locual sugirió a Moseley que corresponderían a losgrupos de trabajadores que intervinieron en suconstrucción como parte de su tributo en fuerzade trabajo. Añade el autor que existen unas 8 fa-ses constructivas, perteneciendo la más antigua ala fase Moche I.

Huaca de la Luna es menos voluminosa y se ha-lla en la base del cerro Blanco. Está formada portres pirámides relacionadas por muros y platafor-mas, midiendo 290 m de norte a sur y 210 m de es-te a oeste. Hastings y Moseley (1975) identificarontres fases principales de construcción, agregándo-se una cuarta con los estudios de Uceda et al.(1994). Además de sus reconstrucciones destacatambién por sus murales pintados entre los que fi-guran la “rebelión de los artefactos”, en la que per-sonajes moche (fase IV), ricamente ataviados, sonatacados por objetos que cobran vida. En los últi-mos años, Uceda et al. (1994) descubrieron ungran mural en la parte sur de la plataforma princi-pal que mide cerca de 50 m de largo y muestra ros-tros antropomorfos enmarcados en rombos (perso-naje mayor) y en triángulos (personaje menor).Asimismo se encontraron entierros extendidos enataúdes de carrizo o cañas, colocados en espaciosrectangulares preparados con adobes.

149

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Los edificios moche se hicieron con adobes secados al sol, que presentan, comointeresante particularidad, distintas marcas cuyo significado no ha sido desentrañado.

Huaca de la Luna.

Bajorrelieve en Huaca La Luna. Las bandas que se observanenmarcan el rostro humano con atributos felínicos y marinos

que Larco identificó como el dios Ai-apaec.

Page 66: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

T. Topic (1982) propo-ne que el espacio entreambas huacas previamen-te descritas fue utilizadocomo zona residencial porla elite administrativa yreligiosa. Las construccio-nes son de piedra y deadobe, con pisos y paredescuidadosamente enluci-dos. Esta zona residencialtuvo un mínimo de 25 hectáreas y en algunos cuar-tos se encontraron restos de pintura mural, nichosy depósitos. T. Topic identificó, además, una signi-ficativa cantidad de cerámica mal cocida 200 m alsur. La evidencia sugiere que se estaba fabri-cando cerámica para las diversas actividadesdel complejo. Por otro lado, al noreste exis-ten posibles hornos dedicados a la meta-lurgia.

Hacia el interior del valle se halla Ga-lindo, el cual alcanza unas 250 hectáreasde extensión, asignándose a la fase MocheV. Presenta viviendas de quincha, con basesde piedras dispuestas alrededor de patios oespacios abiertos que posiblemente sirvieronpara labores artesanales. Este poblado estuvoamurallado y al sureste presenta un edificio gran-de circundado por un muro, con un gran patio yuna estructura escalonada en su parte oeste, endonde se descubrió una pintura mural en la que sedistinguen las piernas de un ser humano en actitudde correr.Virú

Tradicionalmente se asume que la presencia Mo-che en el valle de Virú se produce a partir de su fa-se III, al someter a la cultura local Gallinazo o Virúy erigir un centro urbano llamado Huancaco (V-88,89) (Willey 1953). El sometimiento de este vallesignificó, según dicha interpretación, el colapso deGallinazo (Canziani 1989: 134). Las investigacio-nes arqueológicas en los valles de La Leche y Lam-bayeque sugieren que Moche y Gallinazo tuvieron

otro tipo de relación, ouna “coexistencia(simbiótica) pacífica,desde al menos Mo-che I hasta MocheIII” (Shimada y Ma-guiña 1994:53). Los

datos de esos valles nosolamente apoyan la

presencia de Gallinazo oVirú sobre un extenso te-

rritorio, sino también su im-portancia política frente a Moche (Shimada y Ma-guiña 1994).

¿Qué características tienen los vestigios Mocheen Virú? Huancaco es el asentamiento más grande yamurallado, con gruesas paredes de adobes hechoscon moldes, que mide 300 m por 200 m de lado,con un edificio con 5 plataformas situado en su par-te norte, que alcanza 17 m de alto, y 54 por 42 m delado. Las otras edificaciones en este sitio tienen as-pecto de palacios por sus plataformas escalonadas ysus recintos relativamente grandes. En el sector sury más alto existe un edificio que domina todo elcomplejo.

Willey (1953) identificó otros sitios con rasgosceremoniales y administrativos, tanto hacia el inte-rior del valle como en su parte baja. Por ejemplo, a

150

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Sección doméstica en Galindo,valle de Moche (Trujillo). Enprimer plano lasconstrucciones de piedra deeste gran asentamiento queposiblemente se convirtió en lacapital moche en su fasetardía.

Vasija escultórica de la fase III deMoche. Personaje que corresponde aun difunto en actitud de tañer unaantara (Museo de Arqueología yEtnología UNMSM).

Page 67: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

1 km al suroeste del distrito de Virú existe un com-plejo habitacional y funerario llamado Huaca de LaCruz, en donde Strong y Evans descubrieron una ri-ca tumba de un guerrero-sacerdote moche. Al nortede Huancaco, Willey descubrió una estructura cir-cular de naturaleza ceremonial.

Mientras que la cultura Gallinazo o Virú presen-tó 94 asentamientos, la ocupación Moche tuvo 106sitios concentrados en el valle medio, sobre todo enla quebrada de Huacapongo. No parecen existir di-ferencias drásticas en los tipos de sitios, que se cla-sifican en: domésticos, ceremoniales o comunales,fortificados y cementerios. Estos últimos muestranuna variante con respecto a Gallinazo, pues se de-signan lugares específicos para los entierros (porejemplo, San Francisco, San Juan, Pur Pur, entreotros). Prosigue también la costumbre de enterraren los propios asentamientos en la forma de mauso-leos (caso de Huaca La Cruz o la tumba del “sacer-dote-guerrero”) (Willey 1953:228,229).Santa

Donnan (1973) identificó 85 asentamientos enla parte baja del valle, destacando en la margen nor-te Pampa de los Incas –compuesto de estructurasresidenciales y administrativas–, Hacienda Tangu-che, con cementerios y edificios públicos, y PampaBlanca, solamente con cementerios. En el sur delvalle se halla Hacienda Tambo Real, con cemente-rios y estructuras públicas. M. Cárdenas (1979) re-gistró 44 asentamientos y propone que la ocupaciónmás grande corresponde al Intermedio Temprano,con una gran distribución de sitios Moche en la par-te baja y asentamientos Recuay hacia la parte media.

La ocupación Mocheen este valle fue denomi-nada período Guadalupitopor D. Wilson (1988:198),quien identificó 205 sitiosen la parte baja del valleclasificados en: domésti-cos, cívico-ceremoniales(o centro regional), cen-tros locales y cementerios.Guadalupito, según el ci-tado autor, “marca la pro-bable aparición del primercentro regional” adminis-trativo de un sistema esta-tal multivalle. El asenta-miento más grande esPampa de Los Incas, quecubre 2 km2 en la margen

norte del valle y cuyo núcleo principal fueron dosedificios piramidales de adobe (Wilson 1988).Nepeña

Es conocido por los frisos de Pañamarca y tuvofunciones administrativas y ceremoniales midiendounos 200 por 250 m de lado. El edificio con los mu-rales mide en su base unos 50 m promedio por ladoy presenta una rampa en su lado noroeste que con-duce a una gran plataforma rodeada por una pared,donde se trazaron los mencionados frisos, destacán-dose un personaje de perfil portando un vaso, asícomo seres humanos cautivos y figuras de animales(Schaedel 1951, Bonavia 1974).

Pañamarca no es el único sitio, pues Proulx(1985) descubrió 37 asentamientos de la época Mo-che en la parte media y baja del valle. Registró 42asentamientos Recuay en la parte alta de dicho va-lle y propuso que tanto moches como recuayinos serepartieron esta zona. Posiblemente el valle de Ne-peña sea el límite sur del Estado Moche, pero debeindicarse que en Huarmey existe un edificio con al-farería Moche tardío (Campana 1994:25).

Patrones funerariosLos moche prestaron especial atención a los

muertos, sobre todo a los que en vida tuvieron rolespolíticos y religiosos de importancia. Por eso, a tra-vés del análisis de las costumbres funerarias es po-sible aproximarse a su organización social. Los en-tierros llevan ofrendas y a veces llamas sacrificadasu otros animales, dependiendo del status del indivi-duo. Existen entierros simples, acompañados conobjetos no suntuosos, sea en las zonas domésticas o

151

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Entierro moche excavado por Rosa Palacios en cementerio de Chusis (Piura). Por la escasezde ofrendas y otros objetos puede inferirse que se trata de una persona de bajo status.

Page 68: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

en cementerios propiamente dichos, los cuales seidentifican con personas de bajo rango. Otro tipocorresponde a entierros de personas de alto rango,en donde se aprecia una gran inversión de energíaal construirse estructuras sepulcrales y colocar ob-jetos hechos de oro, plata o en materiales exóticos(por ejemplo plumas multicolores de aves, Spondy-lus, o en piedras semipreciosas). En su mayoría loscuerpos fueron colocados en posición horizontal oextendida. Los varones adultos presentan másofrendas, siendo comunes los de cobre o aleacionesde oro y cobre y colocadas en la boca, o en la bocay las manos. Aparecen objetos de metal cerca de lospies y a partir de la fase Moche III es frecuente en-contrar piezas de metal en las manos y los pies.

El alto status de una persona puede inferirsetambién por el lugar en donde fue enterrada. Porejemplo, Donnan y Mackey (1978) describen el ca-so de un individuo de 12 años enterrado en la par-te superior de la huaca del Sol (fase Moche III), asícomo un grupo de entierros en la plataforma situa-da entre las huacas del Sol y la Luna, pertenecientes

a adultos masculinos con discos de cobre en losadornos de la cabeza. Al parecer esta zona fue ex-clusiva para varones de alto status. A su vez, Ucedaet al. (1994) encontraron entierros en la huaca de laLuna, para lo cual se prepararon ferétros de maderacolocados en cámaras sepulcrales simples; existe uncaso de uso de falsa bóveda.

En el valle de Jequetepeque se recuperaron datosde personas de alto status. Se trata de cerro La Mi-na, en donde A. Narváez (1994:65) estudió una cá-mara funeraria de 3,12 m de largo, 2,12 m de anchoy 2,12 m de alto. Fue construida con adobes y parasostener el techo se colocaron postes al interior delpropio muro. Si bien esta tumba había sido previa-mente saqueada por los huaqueros, Narváez logródocumentar información cronológica (fase MocheI) y sobre la propia estructura y los frisos interiores.Es destacable igualmente el hallazgo de tumbas decámara, registradas por Castillo y Donnan (1994)en San José de Moro (Chepén). Una de estas tum-bas corresponde a una mujer adulta de alto statussugiriendo, según Donnan y Castillo, que en las fa-ses tardías de Moche la mujer tuvo acceso a la es-tructura de gobierno. La cámara en donde se ente-rró a esta mujer medía 5 m de largo y 3,5 m de an-cho, y sus paredes tienen unos nichos que sirvieronpara colocar ofrendas. Esta mujer, agregan los auto-res, fue una sacerdotisa que participó en la “ceremo-nia del sacrificio” en la que se ejecutó a posibles pri-sioneros (no necesariamente de guerra), cuya san-gre era bebida por un personaje.

Finalmente, no podemos dejar de mencionar loshallazgos de tumbas reales en Sipán (Lambayeque)por Walter Alva A. (1988) y los de Huaca La Cruz(Virú) por W. Strong y C. Evans Jr. (1952), descu-brimientos que abren nuevas luces sobre la estruc-tura política y religiosa de los moche a través de suscostumbres funerarias.

El conocimiento científico de Sipán se produjoen 1987 a partir de las excavaciones emprendidaspor Walter Alva y un equipo de especialistas delMuseo Brüning de Lambayeque, entre los que des-tacan Susana Meneses y Luis Chero. Sipán es elnombre de un pequeño poblado situado a unos 26km al este de la ciudad de Chiclayo, en la parte cen-tral del valle de Lambayeque. Las tumbas de Sipánse hallan inmediatamente al norte de este pueblo ycorresponden a un grupo de tres pirámides, siendola más pequeña el repositorio o última morada de loque hoy conocemos como las sepulturas de gober-nantes de la nobleza moche en este valle de Lamba-yeque (Alva y Donnan 1993).

152

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Entierro moche de cámara, San José de Moro (Chepén),excavado por L.J. Castillo. Corresponde a un personaje de alto

status por las ofrendas y los objetos asociados.

Page 69: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Estas pirámides truncadas constituyen un com-plejo arquitectónico en el que las dos mayores seconectan mediante rampas y una plataforma rectan-gular que se proyecta al norte. La pirámide menor,que contenía los entierros reales, se conecta a lasotras únicamente por una plaza y su construcciónsugiere un sentido de aislamiento. Las excavacionesde esta pirámide menor revelaron 6 fases construc-tivas que probablemente se iniciaron hacia el 100d.C. y continuaron hasta los 300 d.C. La fase finalcorresponde a una estructura rectangular alargadaque tiene la forma de una especie de pirámide trun-cada en el centro y plataformas de baja altura.

La excavación de los entierros reales se iniciómerced a los decomisos de piezas de oro, plata y co-bre por parte de la policía en 1987, luego que des-de fines de 1986 hasta el 16 de febrero de 1987 lossaqueadores del patrimonio profanaron este mauso-leo, llegando hasta prácticamente la cámara funera-ria de uno de los nobles, a 7 m de profundidad. Fuevirtualmente destruida por los huaqueros, aunqueW. Alva y su equipo pudieron determinar su formarectangular y encontrar residuos de un techo demadera, aparte de un grupo de piezas aún in situ(corona de cobre dorado, cetro de cobre, orejeras decobre dorado, ceramios, entre otros). Luego prosi-guieron una segunda tarea para establecer el conte-nido de esta pirámide mediante excavaciones con-troladas, encontrándose los siguientes restos:

153

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Ubicación de las estructuras sepulcrales moche de Sipán,Lambayeque (Alva y Donnan 1993).

Mausoleo de Sipán. La excavación de las tumbas es un largo ytedioso proceso de registro no solamente de la posición delindividuo sino también de la ubicación de los artefactos que loacompañan. De otro modo no se podría determinar lascostumbres funerarias de una cultura.

LAMBAYEQUE

A Piura

Carretera Panamericana 0 10

A Trujillo

PampaGrande

A Chongoyape

CHICLAYO

POMALCA

SIPÁN

PIRAMIDESDE SIPÁN

SALTUR

REQUE

KILÓMETROS

VALLE DE LAMBAYEQUE

Page 70: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Repositorio de Ofrendas 1Está próximo a la cima y constituye una cámara

de 2,9 por 1,8 m por lado y 125 m de profundidad,cubierta por un techo de 8 vigas de madera que sedesintegraron con el tiempo. Contenía 1 137 cera-mios escultóricos de seres humanos (guerreros, pri-sioneros, músicos) hechos al parecer con molde, es-pecialmente para ser colocados en esta cámara. Laspiezas estaban como ordenadas alrededor de perso-najes importantes. En el fondo de la cámara se ha-llaba un hombre flexionado, quien posiblemente fuepuesto forzadamente como parte de esta ofrenda.Tumba 1

Se localizó a 3 m al sureste del Repositorio deOfrendas 1 y también mostraba signos de que losadobes de la construcción fueron removidos y en sulugar se acumuló tierra y material de relleno cuyoretiro dejó al descubierto una cámara cuadrada de 5m por lado. A 4 m de profundidad se ubicó un hom-bre de unos 20 años de edad, sin pies, envuelto enuna manta de algodón. Fue colocado en posiciónextendida y boca arriba, con el antebrazo derechoen el pecho, un escudo, un casco de cobre dorado,sugiriendo que se trataba de un guerrero.

Cincuenta cm más abajo se localizó restos de 17huellas de vigas paralelas de madera, de hasta 4 mde largo y 20 cm de ancho, sugiriendo que se trata-ba de un techo. Asociados a las huellas se identifi-caron grupos de cintas de cobre que sirvieron paraatar los maderos. Poco después se determinó queestas vigas fueron parte de un ataúd de madera de2,2 m de largo y 1,25 m de ancho, perteneciente auno de los entierros moche más ricos hasta ahoradescubiertos.

Este noble estuvo envuelto con tres mantas yuna diversidad de atuendos funerarios. La manta otela pegada al cuerpo tenía plaquetas cuadrangula-res doradas, la tela intermedia presentaba lentejue-las de cobre dorado, mientras que la tela superiorno presentó metales adheridos. Parece que este no-ble fue enterrado con una vestimenta blanca y lleva-ba en la mano derecha un cetro de oro y plata, y enla izquierda uno más pequeño de plata. El cetro dela mano derecha muestra en un extremo una escenaen relieve de un guerrero en actitud de ejecutar a unprisionero quien está sostenido por otro hombre.En el cetro de la mano izquierda existe también enun extremo un guerrero de pie frente a un prisione-ro con una soga al cuello y arrodillado, con la cabe-za levantada hacia arriba.

Una diversidad de objetos revelan el rango delindividuo enterrado: puntas de lanza, penachos, to-

cados, brazaletes en cuentas de turquesa, estandar-tes de algodón con figuras humanas en metal, adhe-ridas al algodón, y conos de metal en el borde de losestandartes. Debajo de estos estandartes había unasilueta humana sin cabeza hecha en lámina de co-bre, con una figura humana pequeña y en relieve alcentro de la misma. Luego aparecieron tres pectora-les superpuestos hechos en conchas de coloresblanco y rojo, rosado y verde. También existe unpectoral con cuentas amarillas. Aparecieron en totalunos siete pectorales. En el rostro había nariguerasde oro laminado, orejeras con representaciones depatos, venados, guerreros combinando oro y tur-quesa, oro y concha blanca. Una de estas orejeraslleva un guerrero hecho con oro y turquesa.

El cráneo descansaba sobre una lámina de oro yen el pecho hubo dos tumis o cuchillos, uno de oroy otro de plata. Este noble tenía entre 35-45 años deedad cuando murió y 1,66 m de estatura. Debajo dela base del ataúd aparecieron dos sonajeros de cobredorado y dos protectores coxales, uno de oro y otrode plata, los cuales eran utilizados solamente porguerreros (el de plata mide 45 cm de largo y el deoro pesa alrededor de 1 kilo). Más abajo había uncollar de cobre, cuatro pectorales más y dos estan-dartes. A los lados, al pie del ataúd, se colocaronmoluscos Spondylus spp y Conus fergusonii propiosde Ecuador. A éstos se agregan tres mazas de guerray escudos muy pequeños en cobre laminado, apartede un grupo de dardos.

La cámara funeraria tiene banquetas alrededordel ataúd y siete nichos donde se colocaron cente-nares de ceramios escultóricos representando gue-rreros, hombres desnudos y con soga al cuello, per-sonas sentadas, los cuales recuerdan a los ceramiosdel Repositorio de Ofrendas 1. Los escasos ceramiosfinos fueron colocados en el nicho adyacente a lacabecera. Tal vez en ese momento también se colo-caron en posición extendida y de costado dos lla-mas sacrificadas al exterior del ataúd, hacia los pies,y un niño de 9-10 años, sentado junto a la cabeceraexterior del ataúd, cuya salud no fue buena a juzgarpor huellas encontradas en su dentadura.

Después se colocaron cinco ataúdes de cañas, unhombre de 35-40 años sin el pie izquierdo y sobreuna de las llamas con la cabeza al sur, boca arriba.Estaba cubierto con objetos de cobre, destacandoun tocado, un escudo y un mazo de guerra. Fue en-vuelto con una manta de algodón. Otro varón tenía35-45 años y se hallaba sobre la otra llama, con sucabeza al norte. Había un perro junto a sus pies.Tres ataúdes más fueron de mujeres entre 15 y 20

154

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Page 71: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

años. Dos se hallaron en la cabecera una sobre laotra y en las piernas del niño antes citado. La mujerdel ataúd inferior estaba boca arriba y la del ataúdsuperior boca abajo. La tercera mujer fue colocadaadyacente a los pies del ataúd del señor principalcomo mirándolo. Una de las mujeres de la cabecerano tiene el pie izquierdo. Sus ofrendas no fueronabundantes. Se plantea que ellas habrían muertomucho tiempo antes que el señor y fueron llevadasdesde otro lugar para acompañarlo, tal vez desde untemplo o altar ceremonial.

Luego la tumba fue techada con las vigas de ma-dera y se rellenó de tierra hasta unos 50 cm de es-pesor. En este relleno se encontró otro varón sinpies. A unos 2 m más arriba y en un nicho de la pa-red sur de la cámara apareció un varón sentado conpiernas cruzadas y las manos en las rodillas.Tumba 2

Estaba en el lado sur y se trata de una cámara de4 m de lado. A 2,40 m de profundidad se halló ha-cia el sureste de la cámara el cráneo de una llama;debajo y al oeste estaba colocado un varón en posi-ción extendida, sin pies, con la cabeza al norte, cu-yo ataúd fue hecho de cañas y llevaba catorce ma-tes, un ceramio, una corona de cobre y un penachode plumas. Sin retirar a este individuo la excavaciónsiguió profundizándose en el resto de la cámaraapareciendo a 73 cm más abajo los restos de las vi-gas del techo de otro ataúd, con cintas de cobre.Medía este ataúd 1,85 por 0,95 my tuvo en sí una tela roja que loenvolvió, aunque pulverizada porel tiempo. En la parte superior y alinterior de este ataúd había un en-voltorio de algodón alrededor delindividuo y de la mayoría deofrendas. También centenares dediscos de cobre que fueron cosidosa una tela, con sus conos en la ori-lla, que sería un estandarte coloca-do sobre los muslos y la cintura.

El individuo tenía entre 35 y45 años, 1,60 m de estatura y esta-ba extendido con la cabeza al sur,sus orejeras fueron circulares conun rostro humano al centro hechode oro laminado, y sus ojos en tur-quesa. Tenía una nariguera de oroy plata con representación de unguerrero con mazo y un individuomás pequeño. En otra nariguerade oro martillado se ven dos ma-

zos incisos. También dos collares con representacio-nes de cabezas humanas, unas sonrientes y otrasmolestas. Abajo aparecieron cuentas de conchas ydos pectorales de concha blanca.

También fueron encontrados objetos como so-najeros de cobre, un estandarte pequeño de cobrecosido sobre un tejido, con conos en el borde infe-rior. Sus sandalias eran de cobre. Otros atuendos in-cluyen penachos de plumas, tocados de cobre, con-chas Spondylus spp y Conus fergussonii, dos cuencosde calabaza. Debajo del cadáver estaba un protectorcoxal de oro y plata. Debajo de la cabeza y sobre lastablas se registró un tocado de cobre representandouna lechuza con alas extendidas, cuyos ojos fueronhechos con concha blanca y turquesa.

Después de que W. Alva y su equipo retiraron alnoble procedieron a excavar en los costados, en lasbanquetas con nichos. Los laterales tenían ceramiosy calabazas. El nicho adyacente a la cabecera conte-nía una caja de madera y otra de cobre, además deun ceramio asa estribo en forma de lagartija. En unlado del ataúd hubo otro de cañas con un varón de14-17 años, con la cabeza al norte. A los pies seidentificó otro ataúd de cañas con un infante de 8-10 años con la cabeza al este. Tenía un perro, unaculebra y otros objetos. También, a un costado delseñor, fuera del ataúd, acomodaron una mujer bocaarriba y sin féretro, de 19-25 años de edad. En su ca-beza había un tocado de cobre. Otro entierro es una

155

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

El conocimiento científico de Sipán se produjo en 1987 a partir de las excavacionesemprendidas por Walter Alva, Susana Meneses y un grupo de especialistas del

Museo Brüning de Lambayeque.

Page 72: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

mujer de 18-22 años colocada boca abajo en el otrocostado del señor, con una llama decapitada a suspies. Luego la tumba fue cubierta con el techo demadera y se puso relleno. En este relleno se enterró,como se dijo al principio, el varón adulto y el crá-neo de llama.

Las tumbas 1 y 2 se hicieron luego de la sexta fa-se constructiva y serían contemporáneas. La tumba2 tiene menos ofrendas y es más pequeña que la 1,siendo pues la de una persona de la nobleza perocon menor jerarquía comparado al señor de la tum-ba 1. Tal vez sea el sacerdote pájaro de la ceremoniadel sacrificio entre los moche. El de la tumba 1 es elsacerdote guerrero y ambos participarían en la cere-monia del sacrificio. Esta hipótesis se apoya en elhallazgo de celdas rectangulares a 10 m al oeste dela tumba 2, conteniendo centenares de ceramios,huesos humanos y de llamas, restos orgánicos, mu-chos adornos pequeños. Es posible que en esta pirá-mide no solamente se hicieran sacrificios, sino quetambién haya sido utilizada para enterrar a los per-sonajes de la nobleza moche del valle central deLambayeque.Tumba 3

Corresponde según W. Alva al Viejo Señor de Si-pán. Fue ubicada en capas profundas de la fase mástemprana de la pirámide. Por tanto es más antiguaque las otras tumbas. La fosa media 2,60 por 1,70 mde lado y no tenía relleno, es decir, no había cáma-ra con techo de vigas y nichos en las paredes. Tam-poco el individuo fue puesto en un ataúd de made-ra, sino más bien fue envuelto en una estera hechaen fibra vegetal y mantas. Al pulverizarse estas mor-tajas quedó una masa informe de objetos de metal,además de ceramios pintados de color rojo sobrebase crema.

Destaca un collar de oro con 10 cuentas que re-presentan arañas cuyas patas se posan sobre una te-laraña hecha con cintas delgadas de oro. Al prose-guir la excavación surgieron otros objetos tales co-mo un tocado, cinco rostros humanos en metal la-minado, dos estólicas. Más abajo una cabeza de fe-lino en cobre dorado, con incrustaciones de conchay piedras. Es también remarcable un guerrero de pieen cobre dorado con un mazo. Junto a éste había uncetro de plata y de oro. El de oro llevaba un sonaje-ro en un extremo. Las ofrendas son numerosas y va-riadas, puestas a manera de capas y en grupos.

Este noble portaba brazaletes de colores hechoscon cuentas de oro, turquesa, lapislázuli. En la ma-no derecha portaba una nariguera de plata de formarectangular y en la izquierda un lingote de plata. El

señor tenía entre 45-55 años al momento de moriry 1,62 m de estatura. Junto a su pierna izquierdahubo ocho tejidos muy deteriorados. Fue envueltocon tres mantas y entre dos de ellas se encontró dosestandartes con figuras humanas. Abajo había unatarima que sirvió para retener el cuerpo. No se re-gistró restos de ataúd de madera o caña. El piso fuetratado con pigmento rojo en polvo. En la esquinanoroeste de la fosa se localizaron 8 conchas deSpondylus spp y un cráneo de llama. Cerca de la ca-beza colocaron una mujer joven boca abajo, de 16-18 años de edad. Sobre el antebrazo derecho deja-ron una llama sacrificada. Tanto la joven como elanimal se separaban del noble por una hilera deadobes.

Posiblemente este noble fue también un sacer-dote guerrero habituado a ceremonias de sacrificioen una etapa temprana de los moche, aunque no seencontraron junto a él ni el tocado en forma de lu-na creciente, ni el cetro trapezoidal propios del sa-cerdote guerrero.

El entierro de Huaca de La Cruz es menos sun-tuoso. Se trata de un adulto ya viejo colocado en unféretro de cañas amarradas con cuerdas. Tenía unvestido fino y sobre su rostro se colocó una másca-ra de cobre. A su lado derecho había un niño de 8 a10 años y en la parte superior se encontraron tresbáculos; más arriba apareció un hombre envueltoen una manta de algodón, con un trozo de cobre enlos labios, y dos llamas decapitadas. Posiblementeeste hombre fue una suerte de guardián. También sedescubrieron dos mujeres al parecer sacrificadas,una sentada frente al hombre viejo, y se hallaronademás ceramios, plumas multicolores, diversosadornos, etc. Al respecto, debe indicarse que estatumba no contenía tantas ofrendas como las que W.Alva descubrió en Sipán. Sea como fuere, ambosejemplos testifican la existencia de personas social-mente diferentes en la cultura Moche.

La sociedad Moche a través de la iconografía

Una forma de acercarse al entendimiento de losmoche es a través de su iconografía, presente en lacerámica y los murales o frisos de barro. Larco(1939) mostró gran interés en este tipo de análisis yposteriormente otros investigadores tales comoKutscher (1950) continuaron esta tarea. Según G.R.Willey (1971) las figuras de la cerámica Moche sonuna “rica evidencia etnográfica prehistórica de losecular, lo sagrado, lo común y lo extraordinario”de este pueblo.

156

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Page 73: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

En las últimas décadas los estudios iconográfi-cos han recibido la atención de diversos especialis-tas: Benson 1972; Donnan 1975, 1976, 1977, etc.;Donnan y McClelland 1979; Alva 1988, 1990; Alvay Donnan 1993; Donnan y Castillo 1994; Sharon yDonnan 1974; Hocquenghem 1987; Berezkin 1980;Lyon 1981; Castillo 1989; Quilter 1990; Holmquist1992, etc.

Donnan (1988:551) plantea que es posible re-construir el rol social de una persona a través del es-tudio de las figuras presentes en la cerámica o losfrisos. Por ejemplo, la identificación como guerre-ro-sacerdote del señor de Sipán, que intervenía ensacrificios humanos, se logró comparando los obje-tos encontrados en dicha tumba con representacio-nes en alfarería Moche de otros lugares. Por ese me-dio, dice Donnan, se puede establecer qué adornos,armas u otros adimentos fueron utilizados al mismotiempo por una persona. Además, Donnan y Casti-llo (1994) demuestran que la “ceremonia del sacri-ficio” no sólo está en Sipán, sino también en San Jo-sé de Moro, Pañamarca y en Loma Negra de Piura.Ciertamente, la vigencia de esta ceremonia sobre unextenso territorio testimonia la existencia de un sis-tema de creencias que al final del Estado Moche sehomogenizaba cada vez más.

A.M. Hocquenghem se aproxima a los moche através de “las imágenes moldeadas y pintadas” so-bre la alfarería o las paredes de sus edificios. Las re-presentaciones expresan mitos, ritos o acciones delos que es posible obtener información “sobre losusos y las costumbres y sus evoluciones históri-cas…” (Hocquenghem 1987:19).

Fases culturalesR. Larco dividió la cultura Moche en cinco fases,

en base a la cerámica proveniente de cementerios,fundamentando la secuencia en la variación formaldel asa estribo. Por la afinidad estilística de las dosprimeras, ambas se asignan al Moche Temprano.Moche I presenta ceramios de cuerpo globular cu-yas asas estribo exhiben un gollete de borde fuerte-mente engrosado. Las formas y la decoración geo-métrica recuerdan a las del estilo Gallinazo o Virú.Se observa el uso de la técnica “negativa”, combina-ción de incisiones y pintura. Aunque esta fase se en-contró en Moche y Chicama, aparece mayoritaria-mente en la zona de Vicús. Moche II tiende a pre-sentar ceramios relativamente más grandes, dismi-nuyendo el grosor y el fuerte reborde del gollete dela fase anterior.

Las subsiguientes fases III y IV se asignan al Mo-che Clásico o Medio. Moche III destaca por sus go-lletes de forma elíptica y los diseños geométricosson reemplazados por figuras míticas o de la vidadiaria. Ha sido identificado en las huacas del Sol yde la Luna, tanto en contextos funerarios como enlos frisos o murales recientemente encontrados. Seasigna a esta fase también la alfarería encontrada enla tumba de Sipán (Huaca Rajada), en Lambayeque.Moche IV tiene ceramios cuyos golletes son rectos.Parece corresponder a la producción alfarera en ma-sa por la existencia de muchos moldes. Esta fase ex-hibe escenas de diversos tipos y posiblemente se re-lacione con un momento de gran expansión territo-rial. Se asignan a esta fase las pinturas murales dePañamarca (Nepeña) y la “rebelión de los artefac-tos” de la huaca de la Luna.

La fase Moche V se asigna al Moche Tardío oEpoca 1 del Horizonte Medio (550-600 d.C.). Lasvasijas son altas, con picos o golletes delgados y có-nicos, decorados totalmente. Pertenecen a esta faselos grandes centros de Galindo (valle de Moche) yPampa Grande (Lambayeque).

Castillo y Donnan (1994) han propuesto que lacultura Moche no fue un ente monolítico u homo-géneo a través de su territorio. Por eso plantean quehubo un “Mochica Norte” que se extendió desde el

157

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Ceramio escultórico de la fase II de Moche en la secuencia deLarco. Posiblemente represente una alpaca (Museo de

Arqueología y Etnología UNMSM).

Page 74: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

valle de Jequetepeque hasta el Alto Piura, y un “Mo-chica Sur” que abarcó desde el valle de Chicamahasta el valle de Nepeña. Ambas secciones están na-turalmente separadas por Pampa de Paiján, localiza-da al norte del río Chicama. Los citados autoresapoyan su argumento en diferencias observadas pri-mordialmente en la cerámica ceremonial, en espe-cial por la ocurrencia de objetos finos y de alta cali-dad en la zona “norte”, expresada en piezas escultó-ricas de seres humanos y animales. A este punto seagrega el hecho de que en la zona indicada es muyescasa la presencia de alfarería de la fase Moche IV.

Ciertamente, la sociedad Moche presenta varian-tes regionales que coexistieron, según datos icono-gráficos y arquitectónicos recogidos en su territorio.En este contexto, Shimada (1994: 376 y ss.) propo-ne también que existe un “Moche norteño” y otro“sureño”, sobre todo entre Moche I y III (aproxima-damente el año I y el 300 o 450 d.C.). El primero seubicaría en la zona de Zaña-Lambayeque-La Leche,y el segundo en Chicama-Moche, incluyendo Galli-nazo Tardío del valle de La Leche. Esa coexistenciaposiblemente se modificó en las fases subsiguientesIV (circa 450-550 d.C.) y V (circa 550-650 d.C. Po-siblemente esta fecha se prolongue aún más segúnfechas recogidas en Mayal, Chicama, por GlennRussell). Ese cambio se observa en la homogenei-dad de la alfarería en el norte y el sur con una evi-dente intromisión sureña en la zona norte, tal vezhacia los 500 d.C.

L.J. Castillo (1994) plantea, a partir de sus da-tos recuperados en San José de Moro, valle de Je-quetepeque, que las fases Moche III y IV de esteasentamiento son diferentesa las de los valles deChicama y Moche.Las correspon-dientes a Jeque-tepeque se rela-cionan princi-palmente conLambayeque yPiura. Aunquepropone produc-ción alfarera inde-pendiente al sur y alnorte de la Pampa de Pai-ján, Castillo advierte que ambas zonas no es-

tuvieron aisladas en la medida en que mantuvieronuna estrecha relación en los aspectos rituales, puescompartieron divinidades y temas iconográficos se-mejantes.

Cultura LimaA principios de este siglo M. Uhle denominó

Proto-Lima a una cerámica encontrada en cerro Tri-nidad, Chancay, y en Nievería, Rímac. Proto signifi-caba, en el esquema cronológico de Uhle, que estaalfarería precedía a Tiahuanaco y era posterior a losPescadores Primitivos de Ancón y Supe. D’Harcourten 1922 prefirió llamar Cajamarquilla a la cerámicade Nievería. Más tarde, en 1926, A. Kroeber empleóel término interlocking (entrelazado o entretrabado)para designar a los materiales de cerro Trinidad, yProto-Lima solamente para Nievería. Por tanto elprimero comprendía al Lima Temprano y el segun-do al Lima Tardío. En 1927, A. Gayton optó por elnombre Proto-Lima en el mismo sentido de Kroebery, en 1941, Willey otorgó similar tratamiento a losmateriales de Chancay. Ese año se estudió en Pacha-camac un material similar denominado PachacamacInterlocking. En 1949, Jijón y Caamaño llamó Caja-marquilla a los restos de Nievería, añadiendo el tér-mino Maranga por sus estudios en los edificios Li-ma de Maranga. A comienzos de la década de 1950,L. Stumer llamó Playa Grande al interlocking y Ma-ranga a Nievería. En 1964, T. Patterson unificó es-tos nombres bajo el vocablo Lima, dividido en 9 fa-ses, situando el estilo Nievería en el Horizonte Me-dio 1B (600 d.C.). Hoy se sigue esa división (Patter-son 1964).

La cultura Lima se ubica entre 100 y 550 d.C. yes coetánea con Moche, Nazca, Recuay y

Huarpa. Es costeña y se extiende desdeLurín hasta Chancay, con evidencias de

ocupación en la parte media de los va-lles de Lurín, Rímac y Chillón. En1904, Uhle identificó esta cultura encerro Trinidad, Chancay, y postulóque el Proto-Lima derivaba de Nazca.

Cerro Trinidades un inmen-so monumen-to de adobitosmodelados amano, hoy la-mentablemente

invadido. Uhledescubrió en Ce-

rro Trinidad un pez

158

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Ceramios de la cultura Lima en sus fases media y tardía.Destacan por su colorido y sus elementos geométricos(Museo de Arqueología y Etnología UNMSM).

Page 75: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

entrelazado pintado a base de cuatro colores sobreun muro de 23 m de largo.

En el bajo Chillón, Ancón y Ventanilla (PlayaGrande o Santa Rosa) la presencia Lima es significa-tiva. Asimismo, en el distrito de Puente Piedra exis-ten los monumentos de San Lorenzo, Campana yCopacabana, que forman un solo complejo. Igual-mente figura La Uva, al sur de la hacienda TamboInga. Al parecer hubo un camino que conectaba lospoblados de Ancón y Playa Grande, así como unafortificación en el cerro que separa Ancón de SantaRosa. Al respecto, L. Stumer (1953) identificó cua-tro edificios en los cerros que se hallan frente a labahía de Ventanilla. Excavó en Playa Grande y ubi-có 12 entierros con 30 individuos. Uno de ellos es-taba en una litera de cañas y rodeado con ofrendas.Pero los entierros más notables llevan ofrendas decuarzo, jadeíta, turquesa, lapislázuli, Spondylus yobsidianas. En una de las tumbas se encontrarondos cabezas humanas trofeo puestas como ofrenda,así como aves de bellísimo plumaje. Ciertamente,Playa Grande fue un sitio de vivienda, con su ce-menterio, cuyas vinculaciones con Ancón y el Chi-llón son incuestionables.

Cerro CulebraUno de los asentamientos más conocidos del

Chillón es Cerro Culebra, en la margen norte del ríoy a 3 km del mar. Stumer lo estudió a comienzos dela década de 1950 y en los 60 fue examinado sepa-radamente por F. Engel y T. Patterson (1964). En ladécada de 1980 fue excavado por Silva et al. (1988),y últimamente J. Paredes (1992) y V. Falcón (1994)excavaron en las inmediaciones del edificio de Cu-lebra. El asentamiento se compone de un edificio,cuya fase final de cons-trucción le concedeuna forma trapezoidal,y una zona domésticaen sus alrededores, conestructuras de quinchaen unos casos, y depiedras canteadas, aveces combinadas conadobitos, en otros ca-sos (Silva et al. 1988).

Cerro Culebra des-taca por sus pinturasmurales con figuras depeces entrelazados,descubiertas por Stu-mer (1954) en una de

las paredes del lado sur del edificio y cerca de la es-calera principal. Nuestras excavaciones (Silva et al.1988) identificaron tres superposiciones en un cor-te antiguo del edificio. La más reciente es la formatrapezoidal que hoy se observa, con un acceso enzig zag elaborado y delimitado por muros laterales.No se sabe qué actividades se realizaron en estecomplejo, pero por sus características se trataría deun palacio.

Inmediatamente al este del edificio existen cons-trucciones domésticas. Algunas se hicieron de quin-cha (cañas y barro), aseguradas con postes que sir-vieron para sostener techos ligeros. Cerca de lasconstrucciones de quincha, al sur, aparecieron otrasestructuras hechas con piedras irregulares peque-ñas, que a veces se combinan con adobitos.

Media LunaEstá a 1 km al noroeste de Culebra y por muchos

años fue considerado un sitio del período Inicial (1400 a.C.). Sin embargo, las excavaciones de J. Quil-ter en julio y agosto de 1982 asignaron este sitio alos comienzos de la cultura Lima, y quizá es ante-rior a Cerro Culebra. Tiene 3 plataformas en la ba-se del cerro, configurando una silueta escalonada enel horizonte. Las plataformas presentan relleno depiedras y tierra suelta, y para lograr estabilidad selevantaron muros frontales con piedras irregularespequeñas, que posiblemente se recubrieron con ba-rro. Comparado a Culebra es pequeño y con fun-ciones no domésticas, probablemente destinado aceremonias, pero no se descarta la posibilidad deque fuera empleado para secar pescado.

Los restos de esta cultura se concentran en laparte baja del valle del Rímac, sobre todo en lo que

hoy es Maranga, elcampus de la Universi-dad de San Marcos y elparque de Las Leyen-das. Todos son monu-mentales y algunos co-mo el de la huaca SanMarcos tienen más de18 m de alto. No se hanencontrado vestigiosde viviendas, pero losedificios del Rímac pa-recen seguir un eje uorientación norte-sur yquizá se asociaron congrandes patios a mane-ra de plazas. Se postula

159

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Reconstrucción de dibujo de peces entrelazados encontrado enmural del edificio principal de Cerro Culebra, bajo Chillón

(Lima).

Page 76: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

que estos edificios estuvieron relacionados con ca-nales de regadío. Al respecto, en la zona de Nievería(antigua hacienda en el margen norte del río Rímac,km 11 de la carretera Central) hemos observadorestos de un canal antiguo que tal vez retrocede alos tiempos Lima.

Las huacas Pucllana (Miraflores), Huallamarca(San Isidro) Vista Alegre (cerca de Puruchuco), Tru-jillo, (Huachipa), la pirámide de Nievería, las es-tructuras más profundas de Cajamarquilla, así co-mo restos localizados en Chosica, corresponderíana las fases finales de la cultura Lima (500-600 d.C.).Nuestras excavaciones en Pirámide de Nievería (Sil-va 1992) y en el campus de la UNMSM proporcio-naron alfarería de esa antigüedad. Quiere decir queluego de la cuarta centuria losedificios de adobitos fueronampliados añadiendo plata-formas y construcciones contapiales. Si tomamos en cuentala magnitud y el volumen de es-tos edificios se podría afirmartentativamente que el cen-tro político de los Lima es-tuvo en el bajo Rímac.

En el valle de Lurín seha registrado más de uncentenar de asentamien-tos a lo largo de las partesbaja y media del valle. Enel centro arqueológico dePachacamac se documen-taron por lo menos tres edi-ficios Lima parcialmente des-

montados para levantar los templos localesdel Intermedio Tardío (1100-1476 d.C.) y laépoca Inca. Además, junto al museo de sitioexiste una construcción residencial con pin-tura amarilla en sus paredes. Sus bases son depiedras canteadas, pero las paredes se levan-taron con adobitos modelados a mano.

A pesar de la información disponible es po-co lo que podemos decir sobre la organiza-ción social de la cultura Lima. En contrasteconocemos mucho más sobre su cerámica di-vidida en 9 fases por Patterson. Es una cerá-mica decorada principalmente con tres colo-res: blanco, negro y rojo. Este último se con-vierte en el tono preferido en las fases finalesde Lima (500 d.C.). La decoración es geomé-trica y tiende a ocupar todo el ceramio, sien-do común el pez con cabeza triangular, que

también aparece representado en la cerámica Nazca,Recuay, Moche y Cajamarca.

Cultura NazcaM. Uhle la denominó protoide, anterior a Tia-

huanaco. Su territorio abarca los valles de Chincha,Pisco, Ica, Nazca y Acarí. Su centro principal fueCahuachi, en el valle de Nazca, y entre sus expresio-nes más espectaculares destacan las inmensas líneasy figuras de animales ejecutadas sobre las pardaspampas pedregosas de Nazca (km 419-422 de la ca-rretera Panamericana Sur).

Existen varias clasificaciones a partir de su cerá-mica, que Lumbreras (1976) sintetiza en cuatro pe-ríodos:

I (Transicional de Paracas a Nazca): Denomina-do Proto-Nazca por Strong. Conserva muchoselementos Paracas pero existe una clara innova-ción decorativa al aplicar pintura post-cocción.Los diseños están limitados por incisiones finas

y los colores más frecuentes son rojo, blanco,negro, naranja, marrón y gris. Existen

cuencos decorados mediante áreas lustro-sas y opacas separadas por líneas incisas.

II: Comprende la fase A de Gayton yKroeber, Nazca Temprano y Medio deStrong, Nazca Monumental de Rowe,fases 2-4 de Dawson. La alfarería es na-

160

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Las grandes construcciones de la cultura Lima fueronmayoritariamente hechas con adobitos modelados a mano y secados al

sol. Detalle arquitectónico en campus de la UNMSM.

Cántaro globular con asa puente asignado a lafase Nazca Prolífero. El personaje de apariencia

serpentiforme posiblemente se relacione con el mar(Museo de Arqueología y Etnología UNMSM).

Page 77: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

turalista mostrando plantasy animales identificables.Las vasijas incluyen cuerposglobulares de dos picos y asapuente. Los diseños se ejecutanhasta con 8 colores, delineándo-los en el exterior de negro y sobresuperficies rojas. Los colores son deorigen mineral y por ello son resis-tentes al tiempo y al uso. Se dibujanplantas tales como pacae y maíz;entre los animales se notan llamas,venados, monos, ranas, felinos, ser-pientes, pelícanos y otros. Éstos apare-cen solos y por eso resaltan.

III: Incluye Nazca B de Gayton y Kroeber, NazcaTardío de Strong, Nazca Prolífero de Rowe, fases 5y 6 de Dawson. Muestra cambios decorativos queLumbreras atribuye a influencias foráneas. La ten-dencia es mitificar y abstraer las figuras. Los moti-vos llevan volutas ornamentales y las figuras seplasman sobre superficies blancas. Aparecen gue-rreros y agricultores fácilmente identificables. Lascabezas trofeo abundan sugiriendo prácticas mági-co-religiosas o actividad militar.

IV: Es el Nazca Y o C de Kroeber,Huaca del Loro de Strong, NazcaDisyuntiva de Rowe, fases 7-9de Dawson. El color rojo sevuelve común y los motivosson degeneraciones de la faseprevia, reduciéndose a volutas ytrazos abstractos. Esta fase marcafuertes contactos con Ayacuchoy Lima.

Silverman (1989: fig.17) hapropuesto una secuencia de 8 fa-ses, asignando las cinco prime-ras al Intermedio Temprano (0-550 d.C.) y las restantes al Ho-rizonte Medio del valle de Naz-ca (550-750 d.C.). Propone ensu esquema de desarrollo queNazca 8 de Dawson no necesa-riamente es Nazca, debiendo lla-mársele estilo Huaca del Loro,un sitio en Las Trancas del ríoGrande de Nazca, estudiado porW.D. Strong, quien además defi-nió la fase Huaca del Loro. H. Sil-

verman asevera que Nazca 8, a pesarde mostrar seres con rayas de la fase 7,constituye un cambio radical al pre-sentar evidentes elementos ayacucha-nos. Por eso, sugiere la citada investi-

gadora que pudo haber existido otrocentro poblacional que contribuyó al de-

sarrollo estilístico de Nazca, quizá localizado en lazona de Lucanas (Ayacucho) o el Mantaro.

Silverman (1993:148) pone de relieve el caráctermítico de la alfarería Nazca, a través de la cual setransmitió información tanto del plano cosmológi-co como del funcionamiento de la sociedad. La alfa-rería se producía para el consumo social y fue em-pleada no sólo como ofrenda funeraria sino tambiénpara ser rota ritualmente en Cahuachi. A medidaque Cahuachi crecía, la demanda por su cerámicatambién se incrementó y cuando este centro perdióimportancia hacia los 300 d.C., la iconografía setornó abstracta, con seres humanos mostrando apa-riencia de jefes con cabezas trofeo en sus manos orepresentadas en sus túnicas. Este hecho coincide,añade Silverman, con el progresivo surgimiento de

Wari en la cuenca de Ayacucho y la crecientejerarquización de la sociedad Nazca.

ArquitecturaSe descubrieron edificios de la fase

I con paredes de adobes cónicospequeños, en forma de panes. Pero

existen evidencias de cuartos o recin-tos de quincha (paredes de cañas cu-biertas con barro). En Ica, cerca de lahacienda Cordero Alto, se encontróun gran asentamiento doméstico dela fase I y comienzos de II. Otro sitiode la fase II es Dos Palmos, valle dePisco, el cual mide 500 por 300 mde lado, con cuartos pequeños, con-tiguos y rectangulares.

161

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Vaso de silueta compuestaasignado a la fase Nazca Prolífero.

Las grecas escalonadas enmarcanuna banda con representaciones de

cabezas geométricas (Museo deArqueología y Etnología UNMSM).

Los nazca representaron diversos personajesde la naturaleza. Este pingüino se asigna a

Nazca Medio (Museo de Arqueología yEtnología UNMSM).

Page 78: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

En el valle de Nazca destaca Cahuachi para la fa-se II. Se piensa que es la capital de un estado en for-mación que se expandió e incorporó otros valles,aunque Silverman (1993:149) prefiere identificarlocomo la sede de un centro religioso. Fue construidode adobes (alargados y cónicos) y quincha, y pre-senta construcciones administrativas y ceremonia-les. La más importante es el Gran Templo, una pirá-mide de 20 m de alto, levantada con adobes alarga-dos en forma de cuñas. Alrededor y en la base seaprecian cuartos y plazas con paredes de adobes.Silverman (1989) descubrió en la base de un edifi-cio del sector oeste de Cahuachi una estructura nodoméstica que denominó “Recinto de los postes”.Esta estructura fue luego enterrada ritualmente, enla fase 8, y se vincula a la presencia ayacuchana enNazca, a comienzos del Horizonte Medio (550-600d.C.).

En Acarí existen sitios domésticos, siendo Tam-bo Viejo el más representativo. Alcanza 1 km de lar-go y 1,5 km de ancho y presenta plazas y montícu-los, pudiéndosele asignar a la fase II. En la parte al-ta del valle hubo otros asentamientos resaltandoChocavento, fortificado pero más pequeño queTambo Viejo, Amato y Huarto, ambos de menoresdimensiones en comparación a Chocavento.

En la fase III decrecen los centros poblados ydisminuye la importancia de Cahuachi, Dos Palmosy Tambo Viejo, siendo tal vez abandonados. En elvalle de Ica, Cerro Soldado es el único sitio que con-tinúa habitado. Cerca de Cahuachi se halla Estaque-ría, un sitio ceremonial de la fase III. Muestra unaplataforma cuadrangular de adobes adyacente a 12hileras de postes de algarrobo, formando un rectán-gulo, y posiblemente sostuvo un techo.

En la fase IV reaparecen los núcleos poblados.En el valle de Ica los restos de viviendas se hallan enPampa de Tinguiña, que mide unos 600 m de largo.Otro edificio ceremonial ligeramente tardío es Hua-ca del Loro en el río Tunga, un tributario del ríoNazca. Es pequeño, de forma circular, con paredesde piedra y ripio, pintadas de rojo. En el interior sehalló restos de monolitos y animales posiblementesacrificados.

C. Williams (1980:469) se ocupa de la arquitec-tura Nazca tomando en cuenta Cahuachi de Nazca,Cerro Cordero o Cordero Bajo en el valle de Ica, yChocoltaja, situado en un afluente de la margen iz-quierda del río Ica. Cahuachi mide unos 800 por500 m de lado y se ubica en la parte sur del río Naz-ca. Comprende numerosos edificios rectangularesde baja elevación los cuales se disponen dejando

grandes espacios o patios. Hubo también estructu-ras sepulcrales que fueron saqueadas alterando to-talmente sus formas. Se divide en dos sectores: unooriental con edificaciones que giran 15 al este, yotro occidental, cuyas estructuras se orientan a lospuntos cardinales. Ésta podría ser la sección mástardía de Cahuachi.

Destaca, como se dijo, en la parte central de Ca-huachi el Gran Templo con funciones residencialesy ceremoniales. Williams hace notar que éste, aligual que otros poblados de la época, estuvo asocia-do a las líneas y geoglifos, y no es casual que una delas líneas más largas de la pampa de Jumaná partade las colinas que están frente a Cahuachi y se des-place 11 km en línea recta, al otro lado de la quebra-da de Ingenio, en donde se encuentra otro asenta-miento Nazca.

Cordero Bajo, en la pampa de la Tinguiña, vallede Ica, es tipificado por Williams como uno de losmás notables de ese valle, planteando que se tratade una capital regional durante el período III deLumbreras. Tenía un área monumental y otra de vi-viendas.

Chocoltaja es una aldea situada a la mitad del ca-mino entre el valle de Ica y Santiago de Chocorvos.Aunque no se nota orden, las casas se levantan so-bre terrazas adaptándose a la ladera del cerro delmismo nombre. En Callango, valle de Ica, existenestructuras rectangulares de cañas con pisos de li-mo y arcilla, y cisternas para almacenar agua con fi-nes de riego y otros usos.

Costumbres funerariasLos Nazca tuvieron diversos tipos de entierros.

Por ejemplo, Silverman da cuenta de sectores dedi-cados a enterramientos en Cahuachi. Anteriormen-te se documentaron en este lugar entierros en hoyoscirculares, algunos cubiertos con cañas y sus respec-tivas ofrendas, asignados a la fase II de Lumbreras.Los cuerpos se colocaban en posición flexionadacon el rostro al sur, como mirando al Gran Templo.Algunos individuos tienen deformación craneanafronto-occipital. En una tumba del valle de Ica sehalló un individuo enterrado cuidadosamente enun fardo. Este tipo de entierro, que no es común enCahuachi, corresponde a personas de alto rango.

En Chaviña, desembocadura del río Acarí, sedescubrieron 7 entierros de la fase III en cámarasadyacentes, con paredes de adobe y enlucidos. Lastumbas, techadas con cañas estaban dispuestas enforma de T, tres a cada lado y una en el fondo. En lafosa central superior el individuo llevaba un tocado.

162

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Page 79: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

La otra fosa contenía dos adultos, una mujer y otrode sexo no identificado, y junto a ellos una cabezade ratón, cuyo cuerpo había sido colocado junto aun hombre sin cabeza, la misma que fue reemplaza-da por una calabaza con turbante y una urna con uninfante. En otra de las fases había dos niños con lan-zas. Las cistas llevaban hermosos ceramios del pe-ríodo III, figurinas masculinas de arcilla y mates pi-rograbados. Este entierro correspondió a un perso-naje de alto status.

Las líneas o dibujos en las pampas de NazcaLos geoglifos de Nazca fueron preliminarmente

descritos por Toribio Mejía Xesspe en la década de1930, denominándolos “caminos ceremoniales”. En1941, P. Kosok y su esposa Rose visitaron el lugarpara cerciorarse si se trataba de un sistema de cana-les, pero inmediatamente se dieron cuenta de queeran líneas y figuras que ellos relacionaron con el

movimiento de los astros y los cuerpos celestes. Afines de ese año, María Reiche, una matemática ale-mana, se incorporó al pequeño equipo de Kosok,dedicándose a preparar mapas y a catalogar las figu-ras. Posteriormente M. Reiche se convirtió en laprincipal estudiosa de las líneas de Nazca, populari-zándose la hipótesis de que este lugar era un anti-guo observatorio astronómico.

Williams (1980) encuentra una relación entrelos geoglifos y la construcción de edificios. Porejemplo, existen plataformas en las laderas de loscerros, desde donde surgen grupos de líneas o ra-yas. En estas terrazas se programaría el trazo de laslíneas, alineándolas y prolongándolas por varios ki-lómetros. Se postula que los grandes diseños o tra-zos de la pampa de Ingenio del valle de Nazca po-drían haber estado asociados a rituales agrícolas.Los trazos se extienden por unos 500 km2 y corres-ponden a formas triangulares y trapezoidales aso-

ciadas a figuras en zigzag, animales y plan-tas gigantescas. Unave alcanza 120 m delargo y una araña mi-de hasta 50 m de lar-go. La mayoría seasigna al período IIIde Lumbreras y se lasrelaciona con el movi-miento de los astros,para señalar tiemposde siembra y cosechaen el valle de Nazca.

163

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Estos geoglifos seencuentran cerca de Palpa(Ica) y según lasinterpretaciones se trataríade un ovillo (arriba) y untelar (abajo).

Page 80: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Últimamente Aveni y Silverman (1991) propu-sieron otras interpretaciones, que recogen en parteplanteamientos desarrollados previamente por G.Hawkins y J. Reinhard. Los geoglifos expresarían lapreocupación de los nazca por el agua, pero en sen-tido simbólico y ritual. Para ello se concentraron enlas líneas que parten de las bajas colinas de la pam-pa, algunas de las cuales servirían para marcar laposición de la puesta y salida del Sol en la época queexiste más agua en el río (de octubre a febrero). Ladisposición de las líneas imitaría la orientación queseguía el agua. Por otro lado, encuentran una rela-ción entre Cahuachi, centro de los Nazca, y las lí-neas. Justo al sur de Cahuachi aparecen varias lí-neas y figuras que recuerdan a las de la pampa prin-cipal, existiendo relación entre el poblado y las mar-cas. Este patrón se observa también en otros asenta-mientos situados al norte de la pampa.

Cultura TiahuanacoSe encuentra en el altiplano boliviano y fue con-

siderada un imperio megalítico por sus monumen-tales edificios. Los trabajos de Parsons (1968) yPonce (1980) demuestran que en Tiahuanaco exis-ten más de 4 km2 de restos domésticos, sugiriendouna población de entre 20 000 a 40 000 habitantes(Parsons 1968, Browman 1978).

W.C. Bennett propuso clasificar las fases de Tia-huanaco en Temprano, Clásico y Decadente. Sinembargo, la separación de las dos últimas no tendríasustento pues se hizo tomando en cuenta tanto ce-rámica fina como tosca (Bonavia 1991:315). Ravi-nes (1982:206) argumenta sin embargo que esas fa-ses estaban estratigráficamente superpuestas y queademás son aislables mediante seriación de formasy motivos decorativos. El Tiahuana-co Temprano de Bennett ha sidodenominado Keya por Wallace.Más tarde, Ponce Sanginés propusouna cronología dividida en 5 fases.Las dos primeras anteceden al Tia-huanaco Temprano de Ben-nett y corresponden al For-mativo Tardío. TiahuanacoI de Ponce se llama tam-bién Kalasasaya y presentauna alfarería con escasa de-coración. Los ceramios fueronpintados de rojo o crema y en ge-neral los motivos escalo-nados –pintados de ne-gro, blanco o rojo– están

delimitados con líneas incisas finas y recuerdan alestilo Qaluyu de Puno. Se observan también figurasde felinos que recuerdan a los del estilo Paracas uOcucaje 9 y 10, del valle de Ica. Existe una fechapromedio de 239 ± 130 a.C. para Tiahuanaco I. Conrelación a la fase II no existe mucha información,pero se la relaciona con Pucará de Puno. Chiripa,Pucará y las dos primeras fases de Tiahuanaco (Ka-lasasaya) serían parte de una expresión regional delaltiplano (Lumbreras 1976:90,91). Las fases III y IVde Ponce corresponden al Temprano y al Clásico deBennett y representan los Desarrollos Regionales enBolivia. la fase V de Ponce es el Decadente de Ben-nett y se identifica con el Tiahuanaco Expansivo.

Complejo arquitectónico de TiahuanacoSe ubica a 20 km al sur del lago Titicaca, al oes-

te de La Paz, y actualmente se halla reducido a 16hectáreas. Williams (1980) lo describe como uncentro urbano en el que los edificios ceremoniales yadministrativos se combinan a través de plazas se-mihundidas y plataformas. Destacan 6 estructurasencontrándose en la parte central el edificio de Ka-lasasaya. Al este se halla el Templete Semisubterrá-neo. Al oeste aparecen Putuni, Laka Kollu y Keri Ca-la. En esta misma dirección y hacia el lago se en-cuentra el cementerio. En el sur se construyó Aka-pana.

L. Manzanilla, L. Barba y M.R. Baudoin(1990:83) concuerdan con las apreciaciones de C.Williams, identificando Tiahuanaco como un cen-tro cívico en el que las pirámides de Akapana, Pu-mapunku, Wila Pukara y otras menores, tuvieronfunciones ceremoniales y posiblemente fueron resi-dencia de la elite sacerdotal. Es decir, constituyeron

espacios exclusivos para individuos de altorango. En cambio, los grandes recintos se-misubterráneos o a ras del suelo, entre losque destacan Kalasasaya, Putuni y el Tem-

plete Semisubterráneo, tuvieron funcionespúblicas y ceremoniales con la participa-

ción masiva de individuos.Según Ponce Sanginés estos edi-

ficios corresponden a las fases III yIV de su secuencia. Kalasasaya y elTemplete Semisubterráneo se asig-nan a III-IV, Akapana a IV, y Laka

Kollu y Keri Kalla a IV. Kalasasaya oedificio de las piedras paradas mide

117 por 126 m de lado, con unaescalinata principal en el este queconduce a un gran recinto. Para

164

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Cántaro de la fase Tiahuanaco I, con representaciónfelínica (Lumbreras 1976).

Page 81: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

construir los muros de soporte de este complejo sehundieron espaciadamente monolitos grandes, re-llenándose los espacios dejados con piedras peque-ñas. En la parte este se halla un patio rectangular, encuyo centro se ubica un monolito con diseños mi-tológicos de 3 m de alto. En la parte más alta y en elextremo noroeste surge la Portada del Sol, atribuidaa la fase IV, de 3 m de alto. En la parte superior seaprecia en relieve un ser humano de pie y de frentecon dos báculos, flanqueado por tres filas de ánge-les alados de perfil.

El Templete Semisubterráneo se halla en el ejede entrada al Kalasasaya y se trata de una plaza hun-dida que mide 26 por 28,4 m de lado y 2,15 m deprofundidad, en cuyas paredes se incrustaron cabe-zas clavas que representan rostros humanos. Fueconstruido siguiendo el mismo principio aplicadoen los muros de sostenimiento. Para rellenar los es-pacios dejados por las piedras grandes utilizaronpiedras cuidadosamente labradas. Bennett encontróen este lugar un monolito que representa a un serhumano. En la fase IV hubo modificaciones al agre-garse un monolito antropomorfo de 7,3 m de alto,hoy denominado monolito Bennett, que presentauna cabeza con un tocado que lleva una banda de-corada con ángeles alados de perfil y cetros en susmanos. Este personaje porta en la mano izquierdaun vaso o kero y quizá un Strombus o trompeta decaracol en la derecha. Lleva una túnica bellamentedecorada con rostros y otras figuras. Posiblementefue colocado en un pedestal cilíndrico de 1,80 m dealto que lleva una figura muy parecida a la de laPortada del Sol y que fue descubierto por Ponce tresdécadas después del hallazgo del monolito.

El Akapana es de estructura piramidal, con pla-taformas que configuran una estructura rectangularde 180 m de este a oeste, 140 m de norte a sur y 15m de alto. El acceso principal se ubica en el este yen la parte superior existe un recinto con un patiohundido. Williams encuentra semejanzas entre losedificios de Tiahuanaco y los de la costa peruana.La diferencia está en el mejor trabajo de la piedrapues los sillares fueron unidos con clavijas de metalen la parte interior de los muros.

La pirámide de Akapana es, como se dijo, laconstrucción que más destaca debido a su monu-mentalidad, situado al sureste del templete semi-subterráneo de Kalasasaya. Aunque se le asigna a lafase Tiwanaku III, continuó en uso hasta la fase V.Mide 203 m de norte a sur y 192 m de este a oeste,alcanzando una altura de 16,50 m y posiblementesu acceso principal se hallaba en el lado oeste. Deacuerdo a los estudios de Linda Manzanilla, L. Bar-ba y M.R. Baudoin (1990) su forma no necesaria-mente es cuadrada en la medida en que presentatres esquinas que sobresalen, además de ángulos en-trantes. Los citados autores proponen tentativamen-te que la ubicación de sus elementos arquitectóni-cos seguiría el principio dual o de la partición: lamitad sur con cóndores y la mitad norte con pumas.

Este complejo tuvo 7 terrazas y entre sus estruc-turas más notables figuran un sistema hidraúlicocuyo estanque se halla en la parte superior, el mis-mo que se une a un gran vertedero o canal que con-ducía el agua al este. En cada muro de este canal hu-bo 6 monolitos. Hubo también otros canales quesirvieron para drenar y controlar el agua de las llu-vias. Además de este sistema hidraúlico existen en

165

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Detalle de la denominadaPuerta del Sol, perteneciente alKalasasaya o edificio de laspiedras paradas. Tres filas deángeles alados de perfiladornan la parte superior deesta portada.

Page 82: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

la parte superior otras construcciones tales comolos recintos sur y norte, y las residencias de la elite.Las residencias se ubican en el noreste de la cima oparte superior y se trata de un conjunto que origi-nalmente pudo tener plano en forma de U. Se com-pone de dos alineamientos de cuartos alrededor deun patio central. Las excavaciones en estos cuartosproporcionaron materiales diversos tales comoofrendas, huesos de camélidos, entierros, alfarería,fragmentos de cobre, etc. La cerámica correspondea Tiwanaku III.

Las excavaciones han proporcionado tambiénevidencias de ofrendas humanas y de camélidos enlos muros o terrazas 1 y 2 durante la fase TiwanakuIV. Por ejemplo, en la base del muro 1 se hallaronhombres y niños desarticulados, a veces asociados acamélidos desmembrados o completos, cerámicapolícroma y otros restos. Hasta ahora solamenteuno de los 10 entierros es de sexo femenino. Tantohumanos como camélidos no presentan cráneos uotras partes del cuerpo. En la segunda terraza y jun-to al muro 2 se descubrió una ofrenda compuestapor alfarería decorada rota intencionalmente queocupa un espacio de 9 por 5 m de lado. Sobre estaconcentración hubo un torso humano desarticula-do. Es posible que los entierros y la ofrenda de losmuros 1 y 2 correspondan a una ofrenda dedicada ala construcción.

Tiahuanaco como organización estatalA pesar de las dificultades que el altiplano boli-

viano presenta para el desarrollo de la agricultura,las investigaciones de Kolata (1986) en Pampa Koa-ni, al norte de Tiahuanaco, revelan que ésta no so-lamente fue una actividad de primer orden para elsustento de la población, sino que además el Estadotiahuanaquense organizó la producción agrícola engran escala para mantener al centro urbano. Los es-tudios de Kolata en Pampa Koani dejaron al descu-bierto antiguos campos de cultivo (en forma de ca-mellones o waru waru), montículos en forma de Ladyacentes a los campos de cultivo y asociados a uncamino, terrazas agrícolas en los cerros, y canaliza-ción del río Catari que divide en dos a Pampa Koa-ni, además, de montículos domésticos. La mayoríase asocia a la fase Tiahuanaco IV (circa 400 d.C.) yal parecer la zona quedó virtualmente deshabitadaen la fase V.

A. Kolata (1986) propone cuatro niveles para elpatrón de poblamiento Tiahuanaco. El primero esTiahuanaco. Debajo de éste aparecen los centros se-cundarios de Luqurmata y Pajchiri que constituye-

ron cabezas de región en la zona norte. En el tercernivel figuran varios asentamientos administrativosde Pampa Koani. En un cuarto nivel se hallan losasentamientos locales domésticos. Kolata indicaque si Pampa Koani producía anualmente entre 11y 30 millones de kilos de papa, era posible alimen-tar entre 20 000 y 56 000 personas por año. Dadoque Pampa Koani no tuvo tal población, es lógicosuponer que el excedente agrícola iba a los sitios se-cundarios de Luqurmata y Pajchiri, desde donde eraconducido a la capital Tiahuanaco.

Pero Tiahuanaco fue también un Estado que seespecializó en la crianza de camélidos aprovechadosno solamente por su carne, sino también como bes-tias de carga. A esta actividad debe agregarse, segúnWatanabe (1995:277), “el sistema de establecimien-to de colonias en ecologías diferenciadas y distan-tes”, al este y al oeste del lago. Las evidencias queapoyan este enunciado provienen de la yunga altade Moquegua, en donde existen más de 20 pobladosTiahuanaco. Se trataría según Watanabe (1995:280)de un control directo mediante colonos permanentesque producían para el estado Tiahuanaco.

CONCLUSIONES

El territorio peruano estuvo ocupado por unconjunto de sociedades cultural y políticamente au-tónomas durante el período Desarrollos Regionales.Esa autonomía se infiere de los típicos estilos alfare-ros y arquitectónicos que presentan. Por ejemplo, ladiferencia entre un ceramio moche y otro nazca esobvia tanto por sus formas, como por la configura-ción de sus diseños. En consecuencia, no podría-mos plantear para esta etapa la existencia de uncentro político que dominó los Andes centrales. Encuanto a la costa norte, los Vicús, Gallinazos y Mo-chicas se perfilaron simultáneamente como expre-siones locales, logrando estos últimos (sobre todoen las fases IV y V) convertirse en un Estado que enpoco tiempo se extendió al sur y al norte, ensom-breciendo en ese proceso el desarrollo local de losotros grupos.

En la costa central y sur la situación presentaproblemas similares. Los Lima se extendieron desdeChancay hasta Lurín y construyeron enormes com-plejos arquitectónicos con miles de adobitos mode-lados a mano. Los Nazca a su vez ocuparon un te-rritorio más o menos similar y destacan por sus nu-merosos asentamientos, principalmente por Cahua-chi que supuestamente fue la capital de un EstadoNazca. En el caso de los Lima aún no se conoce su

166

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Page 83: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

centro principal aunque el bajo Rímac es un buencandidato. Pero también figura Cerro Trinidad enChancay, o los edificios que se hallan debajo de lasconstrucciones tardías de Pachacamac. Ambas so-ciedades, Lima y Nazca, nos recuerdan a Moche porla monumentalidad de sus edificios y porque utili-zan principalmente adobes en sus construcciones.En tal sentido, se infiere que estas sociedades plani-ficaron y organizaron la construcción de sus respec-tivos edificios en el contexto de una estructura po-lítica tipo Estado. Al respecto, ¿apoyan los datos ar-queológicos la correlación de estas culturas con ungobierno estatal centralizado? Para los moche estepunto no es problemático pues existen no solamen-te estructuras piramidales en diversos valles, sinoque también los patrones funerarios (Sipán porejemplo) sugieren la presencia de personas confunciones religiosas y de gobierno.

En contraste, los Lima y los Nazca no tienen da-tos funerarios similares, aunque sus edificios reve-lan una gran inversión de energía y fuerza de traba-jo controlado y dirigido por un segmento social dealto rango. Por eso, si asumimos que ambas cultu-ras alcanzaron nivel estatal, éste se ubicaría en unafase inicial o incipiente, sin afanes expansionistas.

¿Qué puede decirse de los grupos serranos? Susituación es semejante a la de los de la costa. La in-formación que nos permita proponer una caracteri-zación sociopolítica de los Cajamarca es escasa. Laalfarería sugiere contactos con la costa norte perono podemos definir estas relaciones. Para el Forma-tivo Tardío (100 a.C.), Terada y Onuki (1982) en-cuentran que el Blanco sobre Rojo de Cerro Arenadel valle de Moche es muy similar al Layzón Blancosobre Rojo de Cajamarca, tanto por la arcilla utiliza-da como por los elementos decorativos comparti-dos. Por su parte, Mujica (1984:12) citando a Bren-nan afirma que la alfarería de Cerro Arena se inspi-ró en la tradición Cajamarca. Quiere decir entoncesque Cajamarca tuvo presencia política en la sierranorte y se constituyó en un real competidor de losMoche durante el período de Desarrollos Regiona-les, impidiendo que los costeños avancen a la sierra.

Más al sur, en el callejón de Huaylas, Recuaycomprendió numerosas comunidades diseminadasno solamente a lo largo del valle del Santa, sinotambién en el callejón de Conchucos y zonas aleda-ñas. Su patrón de poblamiento sugiere dos nivelesjerárquicos. El primero está representado por enor-mes edificios de la zona de Pallasca, específicamen-te en Pashash, cubriendo unas 27 hectáreas, entrelos que destacan Caserones, La Capilla y La Portada

(Bueno 1981). Por otro lado, su escultura lítica ysus patrones funerarios hacen pensar en una orga-nización sociopolítica compleja. Al igual que losCajamarca, Recuay contuvo el avance de los Mochea la sierra de Ancash.

En la región del Mantaro y la cuenca de Ayacu-cho la situación parece haber sido semejante. En elalto y medio Mantaro se define la expresión regio-nal Huancayo (Matos 1980:474), que avanza por elnorte hasta Huaricolca y Tarma y por el sur hasta laquebrada del Mantaro.

Sobre los Huarpa, el asentamiento más conoci-do es Ñawinpukio, organizado en tres sectores conedificios no domésticos. Según Lumbreras(1974:105) tuvo características de una capital liga-da a una estructura de poder probablemente basadaen el control de los recursos del agua y la tecnolo-gía agrícola.

El altiplano boliviano muestra en contraste undesarrollo precoz en cuanto a evolución sociopolí-tica se refiere. Las dificultades para desarrollar laagricultura no fueron impedimento para que Tia-huanaco se convirtiera en un centro político de ni-vel estatal al menos al final del período de Desa-rrollos Regionales. Los estudios de Kolata (1986)revelan que la agricultura fue una actividad dirigi-da por el Estado para obtener excedentes que per-mitiesen mantener una naciente burocracia guber-namental. A diferencia de los Moche, Tiahuanacocontroló el pastoreo altoandino y los cultivos enzonas de la Yunga oriental y occidental. Los estu-dios en Moquegua son por eso necesarios en lamedida que permitirán definir la naturaleza de lapresencia Tiahuanaco en esa zona (ver por ejem-plo Watanabe et al. 1990, Watanabe y Stanish1990, Goldstein 1990, entre otros).

Para concluir este capítulo y este período sola-mente nos queda aseverar que es necesario reorien-tar la investigación hacia la organización social y labase económica de las culturas regionales. Si bien esnecesario estudiar la rica parafernalia funeraria y laarquitectura monumental de estas sociedades –puesasí nos aproximamos al entendimiento de los gru-pos de poder–, creemos que se invierte demasiadotiempo y dinero en esos temas. Esa tendencia esperjudicial para los asentamientos modestos y pe-queños pues éstos son los primeros en ser afectadospor el avance incontenible del urbanismo. Mientrasno nos acerquemos a la organización interna de di-chos asentamientos, a su distribución espacial, a susvínculos con otros asentamientos, no podremos in-ferir los rasgos sociopolíticos de esta etapa.

167

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Page 84: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

168

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

VICSSALINARGALLINAZOMOCHELIMANAZCACAJAMARCA

HUAMACHUCORECUAYHUNUCO / SIERRA CENTRALHUARPAQOTAKALLIPUCARTIAHUANACO

1.- Cementerios de Vicús2.- Pabur3.- Monte de los Padres4.- Salinar (Chicama)5.- Cerro Arena (Moche)6.- Huaca Catón7.- Huaca Licapa8.- Gallinazo o Virú9.- Mocollope, Mayal

(Chicama)10.- Huacas del Sol y la Luna (Moche)11.- Pañamarca (Nepeña)12.- Cerro Partido13.- Baños de Boza, Chancay14.- Cerro Trinidad, Chancay15.- Playa Grande, Santa

Rosa16.- Culebra, Chillón17.- Maranga18.- Pucllana19.- Dos Palmeras (Pisco)20.- Cordero Alto (Ica)21.- Pampa de la Tinguiña

(Ica)

22.- Cerro Blanco (Ica)23.- Estaquería24.- Cahuachi25.- Huaca del Loro26.- Chaviña27.- Tambo Viejo28.- Chocavento29.- Layzón (Cajamarca)30.- Marcahuamachuco31.- Cerro Amaro

(Huamachuco)32.- Cerro Sazón

(Huamachuco)33.- Pashash (Cabana)34.- Upayacu35.- Aija36.- Catac37.- Higueras38.- Huarivilca39.- Sapallanga40.- Tantahuasi41.- Churucana42.- Qumun Senqa43.- Ñawinpuquio44.- Chupas45.- Qotacalli46.- Pucará47.- Tiahuanaco

PERêODO DE DESARROLLOS REGIONALES

Chira

PIURA

TRUJILLO

HUNUCO

Cajamarca

LIMA

CUZCO

AYACUCHO

AREQUIPA

Tiahuanaco

Huaru

Huarpa

Nazca

Recuayo

Santa

Vic s

Gallinazo oVir

PUNO

B R A S I L

BO

LI

VI

A

C H I L E

CO

LO

MB

I A

EC

UA

DO

R

Oc

an

o

Mo

che

Pac

fico

Reque

Mara n

Napo

Amazonas

Huallaga

Ucayali

Santa

Mantaro

Urubamba

Madre de Dios

Apur mac

Oco

a

Maj

es

Tambo

Pisc

o

R mac

Huaura

Moche

Mara

n

26

28

27

24

25

23222120

444342

41

4039

38

19

13

18

14 1516

17

37363512

3433

3231

3029

2

31

69

45

7

10 811

47

46

45

Page 85: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

169

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Adovasio, J.M., J.D. Gunn, J. Donahue, R. Stuckenrath1975 “Excavations at Meadowcroft Rockshelter, a progress re-

port”. En: Pennsylvania Archaeology 45(3):1-93.Alva Alva, W.1978 “Las Salinas de Chao: un complejo precerámico (resu-

men)”. En: Actas y Trabajos del III Congreso Peruanodel Hombre y la Cultura Andina, tomo I: 275-276 (R.Matos, editor). Lima.

1988 “Discovering the New World’s richest unlooted tomb”.En: National Geographic Magazine 174(4): 510-549.Washington D.C.

1990 “New tomb of royal splendor. The Moche of ancient Pe-rú”. En: National Geographic Magazine 177(6): 2-15.

Alva, W. y C.A. Donnan1993 Tumbas reales de Sipán. Los Angeles, University of

California, Fowler Museum of Cultural History.Amaro B., I.1994 “Reconstruyendo la identidad de un pueblo”. En: Vicús:

23-82. Lima, Banco de Crédito del Perú, Colección Ar-te y Tesoros del Perú.

Aveni, A. y H. Silverman1991 “Between the Lines. Reading the Nazca Markings as Ri-

tuals Writ Large”. En: The Sciences 31(4): 36-42. TheNew York Academy of Sciences.

Becerra Urteaga, R. y R. Esquerre Alva1992 “Primeros hallazgos del Paijanense en la margen iz-

quierda del valle de Chicama”. En: Revista del Museode Arqueología 3: 18-30 (Enrique Vergara, editor y di-rector). La Libertad, Universidad Nacional de Trujillo.

Benavides, M.1972 “Análisis de la cerámica Huarpa”. En: Revista del Mu-

seo Nacional XXXVII: 63-88. Lima.Benson, E.1972 The Mochica, a Culture of Perú. London and New York,

Thames and Hudson.Berezkin, Y.1980 “An identification of anthropomorphic mythological per-

sonages in Moche representations”. En: Ñawpa Pacha18: 1-26. Berkeley.

Bird, J.1948 “Preceramic Cultures in Chicama and Virú”. En: So-

ciety for American Archaeology Memoir 4: 21-28 (W.C.Bennett, editor).

Bonavia, D.1974 Ricchata quellccani. Pinturas murales prehispánicas.

Lima, Banco Industrial del Perú. 1979 “Consideraciones sobre el complejo Chivateros”. En:

Arqueología peruana, investigaciones arqueológicasen el Perú 1976: 65-74 (Ramiro Matos, editor). Lima.

1991 Perú. Hombre e historia. De los orígenes al siglo XV,Vol. I. Lima, Edubanco.

Bonavia, D. y A. Grobman1983 “Andean maize: its origins and domestication”. En: Fo-

raging and Farming: 456-470. (D.R. Harris and G.C.Hillman, editors). London, Unwin Hyman Ltd.

Bonavia, D. y R. Ravines1973 “El Precerámico andino: evaluación y problemas”. En:

Revista del Museo Nacional XXXVIII: 23-60. Lima, Ins-tituto Nacional de Cultura (INC).

Bonnier, E.1983 “Piruru: nuevas evidencias de ocupación temprana en

Tantamayo, Perú”. En: Gaceta Arqueológica Andina 8:8-10. Lima.

1997 “Preceramic Architecture in the Andes: The Mito Tradi-tion”. En: Archaelogica peruana 2:121-144. Arquitectu-ra y civilización en los Andes prehispánicos. (E. Bon-nier and H. Bischof, editors). Reiss-Museum Mann-heim.

Bonnier, E. y K. Rozemberg1988 “Del santuario al caserío: acerca de la neolitización en

la cordillera de los Andes centrales”. En: Boletín delInstituto Francés de Estudios Andinos 17(2): 23-40. Li-ma.

Bonnier, E., J. Zegarra, J. Tello1985 “Un ejemplo de cronoestratigrafía en un sitio con su-

perposición arquitectónica-Piruru-Unidad I/II”. En: Bo-letín del Instituto Francés de Estudios Andinos XIV(3-4): 80-101. Lima.

Briceño Rosario, J.1989 “Evidencias de puntas ‘cola de pescado’ en Quebrada

Santa María, Ascope”. Ponencia presentada en el VIIICongreso Peruano del Hombre y la Cultura Andina,agosto. Trujillo.

Browman, D.L.1970 “Early peruvian peasants: the culture history of a cen-

tral highlands valley”. Ph.D. Harvard University.1978 “Toward the development of the Tiahuanaco (Tiwana-

ku) State”. En: Advances in Andean Archaeology: 327-349. (D. Browman, editor). Mouton, The Hague.

Bryan, A.L. (editor)1986a “New Evidence for the Pleistocene Peopling of the

Americas”. En: Peopling of the Americas, SymposiaSeries. Center for the Study of Early Man. University ofMaine, Orono, Maine.

1986b “Paleoamerican Prehistory as seen from South Ame-rica”. En: Peopling of the Americas, Symposia Series:1-14. (A.L. Bryan, editor). Center for the Study of EarlyMan. University of Maine, Orono, Maine.

Bueno, A.1981 “Arte de Pashash. Cabana, Ancash”. Lima, Galería del

Banco Continental.Bueno, A. y T. Grieder1979 “Arquitectura precerámica de la costa norte”. En: Es-

pacio I(5): 48-55. Lima.Burger, R.1978 “Los asentamientos poblacionales iniciales de Chavín

de Huántar, Perú. Un informe preliminar”. En: Actas yTrabajos del III Congreso Peruano del Hombre y la Cul-tura Andina I: 295-310 (R. Matos, editor). Lima.

1987 “The U-shaped Pyramid Complex, Cardal, Perú”. En:National Geographic Research 3(3): 363-375. Was-hington, D.C.

1992 Chavín and the Origins of Andean Civilization. Lon-don,Thames and Hudson.

1993 Emergencia de la civilización en los Andes. Ensayosde interpretación. Lima, Imprenta Universidad NacionalMayor de San Marcos (UNMSM).

Burger, R. y L. Salazar-Burger1980 “Ritual and Religion at Huaricoto”. En: Archaeology

36(6): 26-32.1985 “The Early Ceremonial Center of Huaricoto”. En: Early

Ceremonial Architecture in the Andes: 111-138 (C.A.Donnan, editor). Washington, D.C., Dumbarton Oaks.

1991 “The Second Season of Investigations at the Initial Pe-riod Center of Cardal, Perú”. En: Journal of Field Ar-chaeology 18(3): 275-296. Boston University, MA.

Campana, C.1994 La cultura mochica. Lima, Concytec.1995 El arte Chavín: Análisis estructural de formas e imáge-

nes. Lima, Universidad Nacional Federico Villarreal.Canby, T.1979 “The Search for the First Americans”. En: National

Geographic, Vol. 156, Nº 3: 330-363, September.Canziani, J.1989 Asentamientos humanos y formaciones sociales en la

costa norte del antiguo Perú. Lima, Instituto Andino deEstudios Arqueológicos (Indea).

Cárdenas, M.1979 “Obtención de una cronología del uso de los recursos

marinos en el antiguo Perú”. En: Boletín del Seminariode Arqueología 19-20: 3-26. Lima, Pontificia Universi-dad Católica del Perú (PUCP), Instituto Riva Agüero.

Cardich, A.1958 “Los yacimientos de Lauricocha y la nueva interpreta-

ción de la prehistoria peruana”. En: Acta Praehistórica,Nº II. Buenos Aires.

1964 “Lauricocha: Fundamentos para una prehistoria de losAndes centrales”. En: Studia Praehistórica, Nº III. Bue-nos Aires.

1974 “Exploración en la caverna de Huargo, Perú”. En: Re-vista del Museo Nacional XXXIX: 11-29. Lima, INC.

1980 “Origen del hombre y la cultura andinos”. En: Historia delPerú, tomo I: 29-156. Lima, Editorial Juan Mejía Baca.

1991 “Descubrimiento de un complejo precerámico en Caja-marca, Perú”. En: Notas del Museo de La Plata, tomoXXI, Nº 83: 40-51. Argentina, Universidad Nacional deLa Plata, Facultad de Ciencias Naturales y Museo.

Carneiro, R.1970 “A Theory of the Origin of the State”. En: Science 169:

733-739.

Carrión Cachot, R.1948 “La cultura Chavín. Dos nuevas colonias: Kuntur Wasi

y Ancón”. En: Revista del Museo Nacional (2)1: 99-172. Lima.

Castillo, L.J.1989 Personajes míticos, escenas y narraciones en la icono-

grafía mochica. Lima, PUCP.Castillo, L.J., y C.A. Donnan1994a“La ocupación Moche de San José de Moro, Jequete-

peque”. En: Moche. Propuestas y perspectivas: 93-146.(S. Uceda y E. Mujica, editores). Universidad Nacionalde Trujillo.

1994b“Los mochica del norte y los mochica del sur”. En: Vi-cús: 143-182. Lima, Banco de Crédito del Perú, Colec-ción Arte y Tesoros del Perú.

Chauchat, C.1975 “The Paiján Complex, Pampa de Cupisnique, Perú”.

En: Ñawpa Pacha 13: 85-96. (J. Rowe and P. Lyon, edi-tors). Berkeley, Institute of Andean Studies.

1977 “Problemática y metodología de los sitios líticos de su-perficie: El Paijanense de Cupisnique”. En: Revista delMuseo Nacional XLIII: 13-26. Lima, INC.

1979 “Additional observations on the Paiján Complex”. En:Ñawpa Pacha 16: 51-64.

1988 “Early Hunter-gatherers on the Peruvian Coast”. En:Peruvian Prehistory, Chapter 2: 41-66 (R. Keatinge,editor). Cambridge University Press.

Chauchat, C. y J. Lacombe1984 “El hombre de Paiján: ¿el más antiguo peruano?”. En:

Gaceta Arqueológica Andina 11: 4-6,12. Lima.Chauchat, C., J. Lacombe, J. Pelegrin1992 “Trabajos de la misión arqueológica francesa en Cupis-

nique en 1986 y 1987: tecnología lítica y antropologíafísica”. En: Estudios de arqueología peruana: 17-20 (D.Bonavia, editor). Lima, Fomciencias.

Chauchat, C. y J. Zevallos Quiñones1979 “Una punta cola de pescado procedente de la costa

norte del Perú”. En: Ñawpa Pacha 17:143-147.Chávez, S. y K. Mohr Chávez1976 “Carved Stela from Taraco, Puno, Perú, and the defini-

tion of an Early Style of Stone Sculpture from the Alti-plano of Perú and Bolivia”. En: Ñawpa Pacha 13: 45-83(J. Rowe and P. Lyon, editors). Berkeley.

Chodoff, D.1979 “Investigaciones arqueológicas en San José de Moro”.

En: Arqueología peruana: 37-47. (R. Matos, editor). Li-ma.

Cohen, M.1975 “Population pressure and the origins of agriculture: an

archaeological example from the coast of Perú”. En:Population, Ecology and Social Evolution: 79-122 (S.Polgar, editor). The Hague: Mouton.

1977 The Food Crisis in Prehistory. New Haven, Yale UniversityPress.

Conklin, W.1985 “The Architecture of Huaca Los Reyes”. En: Early Ce-

remonial Architecture in the Andes: 139-164 (C.A. Don-nan, editor). Washington, D.C., Dumbarton Oaks.

Cordy-Collins, A.1976 “An Iconographic Study of Chavín Textiles from the

South Coast of Perú: The Discovery of a Pre-ColumbianCatechism”. Ph.D. dissertation. UCLA, Department ofAnthropology.

1979 “Cotton and the Staff God: Analysis of an Ancient Cha-vin Textile”. En: Junius Bird Pre-Columbian Textile Con-ference: 51-60 (A.P. Rowe et al., editors). Washington,D.C., Dumbarton Oaks.

Correal Urrego, G. y T. van der Hammen1977 Investigaciones arqueológicas en los abrigos rocosos

del Tequendama. 12 000 años de historia del hombrey su medio ambiente en la altiplanicie de Bogotá. Bo-gotá, Banco Popular, Fondo de Promoción de la Cultu-ra.

DeLeonardis, L.1991 “Settlement history of the lower Ica valley, Perú, Vth/Ith

Centuries B.C.”. Master’s thesis. Washington D.C., TheCatholic University of America.

Dillehay, T.D.1984 “A Late Ice-Age settlement in southern Chile”. En:

Scientific American 251:106-117.

BIBLIOGRAFÍA

Page 86: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

1989 Monte Verde: A Late Pleistocene settlement in Chile,Vol. I.Washington D.C., Smithsonian Institution.

1997 “¿Dónde están los restos óseos humanos del Pleisto-ceno Tardío? Problemas y perspectivas en la búsque-da de los primeros americanos”. En: La muerte en elantiguo Perú: contextos y conceptos funerarios: 55-64.Boletín de Arqueología PUCP, Vol. 1. (P. Kaulicke, edi-tor). Lima, PUCP, Facultad de Letras y Ciencias Huma-nas.

Dillehay, T. y P. Netherly1983 “Exploring the Upper Zaña Valley of Perú, a unique tro-

pical forest setting offers new insights into Andean past”.En: Archaelogy 37 (4): 23-30.

Dillehay, T., J. Rossen, P. Netherly1992 “Ocupación del Precerámico medio en la zona alta del

valle de Zaña: ¿innovación o aculturación?”. En: Estu-dios de arqueología peruana: 69-82. (D. Bonavia, edi-tor). Lima, Fomciencias.

Disselhoff, H.1958 “Tumbas de San José de Moro (provincia de Pacasma-

yo, Perú)”. En: Proceedings of the 32nd InternationalCongress of Americanists: 364-367. Copenhagen.

Donnan, C.1973 Moche occupation of the Santa Valley, Perú. Los Ange-

les, University of California Publications in Anthropology.1976 Moche art and iconography. UCLA.1977 “The Thematic Approach to Iconography”. En: Pre-Co-

lumbian Art History, Selected Readings: 407-420. (A.Cordy-Collins and J. Stern, editors). Palo Alto, PeekPublications.

1988 “Unraveling the mystery of the Warrior-Priest. Icono-graphy of the Moche”. En: National Geographic Maga-zine 174(4): 550-555. Washington D.C.

Donnan, C. y L.J. Castillo1994 “Excavaciones de tumbas de sacerdotisas Moche en

San José de Moro”. En: Moche. Propuestas y pers-pectivas: 415-424. (S. Uceda y E. Mujica, editores).Trujillo.

Donnan, C. y C. Mackey1978 Ancient Burial Patterns of the Moche Valley, Perú. Aus-

tin, University of Texas Press.Donnan, C. y D. McClelland1979 “The burial theme in Moche iconography”. Studies in

Pre-Columbian Art and Archaeology 21. WashingtonD.C., Dumbarton Oaks.

Dwyer, E.1971 “The Early Inca occupation of the Valley of Cuzco, Perú”.

Ph.D. dissertation. Berkeley, University of California, De-partment of Anthropology.

Dwyer, E. y J. Dwyer1975 “The Paracas Cemeteries: Mortuary Patterns in a Peru-

vian South Coastal Tradition”. En: Death and the After-line in Precolumbian America: 145-162. (E.P. Benson,editor). Washington D.C., Dumbarton Oaks.

Elera, C.1993 “El complejo cultural Cupisnique: antecedentes y desa-

rrollo de su ideología religiosa”. En: El mundo ceremo-nial andino: 229-257 (L. Millones y Y. Onuki, editores).Senri Ethnological Studies 37, National Museum ofEthnology, Osaka.

Engel, F.1957a “Sites et etablissments sans ceramique de la cote Pe-

ruvienne”. En: Journal de la Societe des AmericanistesXLIX: 7-35.

1957b“Early sites in the Pisco valley of Perú: Tambo Colora-do”. En: American Antiquity 23 (1): 34-35.

1958 “Algunos datos con referencia a los sitios precerámicosde la costa peruana”. En: Arqueológicas 3. Lima, Mu-seo Nacional de Antropología y Arqueología.

1960 “Un Groupe Humain Datant de 5 000 Ans a Paracas,Perou”. En: Journal de la Societe des AmericanistesXLIX: 7-35.

1963 “A Preceramic Settlement on the Central Coast of Pe-rú: Asia, Unit 1”. En: Transactions of the American Phi-losophical Society, NS 53, part 3. Philadelphia.

1964 “El Precerámico sin algodón en la costa del Perú”. En:XXXV Congreso Internacional de Americanistas, Actasy Memorias 3: 141-152. México.

1966a Paracas: Cien siglos de cultura peruana. Lima, Libre-ría Editorial Juan Mejía Baca.

1966bGeografía humana prehistórica y agricultura precolom-bina de la quebrada de Chilca. Lima, Universidad Na-cional Agraria, La Molina.

1966c “Le complexe précéramique d’El Paraiso (Pérou)”. En:Journal de la Societé des Américanistes de Paris, Vol.LV, Nº I: 43-96. París.

1970 Las lomas de Iguanil y el complejo de Haldas. Lima,Universidad Agraria La Molina.

Feldman, R.1985 “Preceramic Corporate Architecture: Evidence for the

Development of Non-Egalitarian Social Systems in Pe-ru”. En: Early Ceremonial Architecture in the Andes:71-92. (C.A. Donnan, editor). Washington, D.C., Dum-barton Oaks.

Flannery, K.1972 “The cultural evolution of civilization”. En: Annual Re-

view of Ecology and Systematics 3: 399-426.1973 “The origins of Agriculture”. En: Annual Review of Anth-

ropology 2: 271-310.1976 “La fauna de la región de Junín”. En: Revista del Mu-

seo Nacional XLI: 77-78. Lima, INC.1986 “The Research Problem”. En: Guilá Naquitz: Archaic

Foraging and Early Agriculture in Oaxaca, Mexico,Chapter 1: 3-18 (Kent V. Flannery, editor). New York,Academic Press.

Flores, I.1978 “Estudio preliminar en el sitio arqueológico de la Capi-

lla, Pacopampa, Cajamarca”. En: Actas y Trabajos delIII Congreso Peruano del Hombre y la Cultura AndinaII: 420-422. (R. Matos, editor). Lima.

Franco, R., C. Gálvez, S. Vásquez1994 “Arquitectura y decoración mochica en la Huaca Cao

Viejo, Complejo El Brujo: resultados preliminares”. En:Moche. Propuestas y perspectivas: 147-180. (S. Uce-da y E. Mujica, editores). Universidad de Trujillo.

Fung Pineda, R.1969 “Las Haldas: Su ubicación dentro del proceso histórico

del Perú antiguo”. En: Dédalo 9-10. Sao Paulo.1972 “El temprano surgimiento en el Perú de los sistemas

sociopolíticos complejos: planteamiento de una hipóte-sis de desarrollo original”. En: Apuntes Arqueológicos2: 10-32. Lima.

1976 “Excavaciones en Pacopampa, Cajamarca”. En: Revis-ta del Museo Nacional XLI: 129-207. Lima.

1988 “The Late Preceramic and Initial Period”. Peruvian Pre-history: 67-98. (R.W. Keatinge, editor). Cambridge Uni-versity Press.

Fung Pineda, R., C. Cenzano, A. Zavaleta1973 “El taller lítico de Chivateros, valle del Chillón”. En: Re-

vista del Museo Nacional XXXVIII: 61-72. Lima, INC.Gálvez Mora, C.1992a “Un estudio de campamentos paijanenses en la que-

brada Cuculicote, valle de Chicama”. En: Estudios dearqueología peruana: 21-44. (D. Bonavia, editor). Lima,Fomciencias.

1992b “Evaluación de evidencias paijanenses en tres zonasde Ascope. Valle de Chicama”. En: Revista del Museode Arqueología 3: 31-50. (Enrique Vergara, editor y di-rector). La Libertad, Universidad Nacional de Trujillo.

García R. y J. Pinilla1995 “Aproximación a una secuencia de fases con cerámica

temprana de la región de Paracas”. En: Journal of theSteward Anthropological Society 1, 2, Vol. 23: 43-81.EE.UU.

Goldstein, P.1990 “La ocupación Tiwanaku en Moquegua”. Gaceta Ar-

queológica Andina 18,19. Lima, Indea.González Carré, E.1982 Historia prehispánica de Ayacucho. Ayacucho, Univer-

sidad Nacional San Cristóbal de Huamanga.Grieder, T.1978 The art and archaeology of Pashash. Austin, University

of Texas Press.Grieder, T. y A. Bueno1985 “Ceremonial Architecture at La Galgada”. En: Early Ce-

remonial Architecture in the Andes: 93-109 (C.A. Don-nan editor)., Washington, D.C., Dumbarton Oaks.

Gruhn, R.1988 “Linguistic evidence in support of the coastal route of

Earliest Entry into New World”. En: Man (N.S.) 23: 77-100.Guidon, N.1986 “Las unidades culturales de Sao Raimundo Nonato-Su-

deste del Estado de Piauí- Brasil”. En: New Evidencefor the Pleistocene Peopling of the Americas: 157-171.(A. Bryan, editor). Center for the Study of Early Man,University of Maine, Orono.

Haag, W.G.1973 “The Bering Strait Land Bridge”. En: Early Man in-Ame-

rica: 11-18. Readings from Scientific American, with anIntroduction by R.S. MacNeish. San Francisco, W.H.Freeman and Company.

Haas, H., S. Pozorski, T. Pozorski (editors)1987 The origins and development of the Andean state.

Cambridge University Press.Harington, C.R., R. Bonnichsen, R.E. Morlan1975 “Bones say man lived in Yukon 27 000 years ago”. En:

Canadian Geographical Journal 91: 42-48.Hastings, C. y M. Moseley1975 “The adobes of Huaca del Sol and Huaca de la Luna”.

En: American Antiquity 40(2): 196-203.

Heizer, Jr., C.1989 “Domestication of Cucurbitaceae: Cucurbita and Lage-

naria”. En: Foraging and Farming: 471-480. (D.R. Ha-rris and G.C. Hillman, editors). London, Unwin Hyman.

Hill, B.1975 “A new chronology of the Valdivia ceramic complex

from the coastal zone of Guayas Province, Ecuador”.En: Ñawpa Pacha 10-12: 1-32. (J. Rowe, editor). Ber-keley, Institute of Andean Studies.

Hocquenghem, A.M.1987 Iconografía mochica. Lima, PUCP.Hocquenghem, A.M. y L. Ortlieb1992 “Historical records of El Niño events in Perú (XVI-

XVIIth centuries)” .The Quinn et al. (1987) revised. En:Paleo-ENSO Records International Symposium Exten-ded Abstracts: 133-142 (L. Ortlieb and J. Macharé, edi-tors). Lima, Orstom-Concytec.

Holmquist, U.1992 “El personaje mítico femenino de la iconografía mochi-

ca”. Memoria de Bachiller. Lima, PUCP, Facultad deLetras y Ciencias Humanas, especialidad Arqueología.

Horai, S.1993 “Different Waves of Migration to the New World: Impli-

cations of Mitochondrial DNA Polymorphism in NativeAmericans”. En: Current Research in the Pleistocene,Vol. 10: 43-45. (B.T. Lepper, editor). A Peopling of theAmericas Publication, Center for the Study of the FirstAmericans. Oregon State University, Corvallis, Oregon.

Huertas, L.1993 “Anomalías cíclicas de la naturaleza y su impacto en la

sociedad: ‘El fenómeno El Niño’”. En: Bull. Inst. fr. étu-des andines 22(1):345-393. Lima.

Hurtado de Mendoza, L.1979 “Inventario regional de sitios precerámicos en las pu-

nas de Huancayo”. Informe final presentado a la Fun-dación Ford de Lima, INC y Universidad Nacional deCentro, Huancayo.

1987 “Cazadores de las punas de Junín y Cerro de Pasco,Perú”. En: Investigaciones paleoindias al sur de la lí-nea ecuatorial: 198-243. (L. Núñez y B. Meggers, edi-tores), Universidad del Norte, San Pedro de Atacama,Chile.

Hurtado de Mendoza, L. y J. Ramírez Tazza1972 “Industrias líticas del valle de Palcamayo”. En: Revista

del Museo Nacional XXXVII: 28-40. Lima, INC.Irving, W.N.1985 “Context and Chronology of Early Man in the Americas”.

En: Annual Review of Anthropology 14: 529-555.Irving, W.N., A.V. Jopling, B.F. Beebe1986 “Indications of Pre-Sangamon Humans near Old Crow,

Yukon, Canada”. En: Peopling of the Americas, Sym-posia Series: 49-63. (A.L. Bryan, editor). Center for theStudy of Early Man. University of Maine, Orono.

Ishida, E., K. Aki, T. Yazowa, S. Izumi, H. Sato, I. Kobori, K. Te-rada, T. Obayashi.

1960 Andes I: University of Tokyo Scientific Expedition to theAndes. Tokyo, Kadowa Publishing Co.

Izumi, S.1971 “Development of the Formative Culture in the Ceja de

Montaña of the Central Andes”. En: Dumbarton OaksConference on Chavín: 49-72 (E.P. Benson, editor).Washington, D.C.

Izumi, S. y T. Sono1963 Andes 2: Excavations at Kotosh, Perú, 1960. Tokyo,

University of To-kyo Press.Izumi, S. y K. Terada1966 Andes 3: Excavations at Pechiche and Garbanzal,

Tumbes Valley, Perú, 1960. Tokyo.1972 Andes 4: Excavations at Kotosh, Perú, 1963 and 1966.

University of Tokyo Press.Jennings, J.D. (editor)1978 Ancient Native Americans. San Francisco, W.H. Free-

man and Company.Jijón y Caamaño, J,1949 Maranga. Contribución al conocimiento de los aboríge-

nes del Rímac. Quito.Kano, C.1972 “Pre-Chavín Cultures in the Central Highlands of Perú:

New Evidence from Shillacoto, Huánuco”. En: Cult ofthe Feline: 139-152 (E.P. Benson, editor). Washington,D.C., Dumbarton Oaks.

Kato, Y.1994 “Resultados de las excavaciones en Kuntur Wasi, Ca-

jamarca “ En: El mundo ceremonial andino: 190-224.(L. Millones y Y. Onuki, editores). Lima, Editorial Hori-zonte.

Kaulicke, P.1975 Pandanche: un caso del Formativo en los Andes de

Cajamarca. Lima, UNMSM, Seminario de Historia RuralAndina.

170

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Page 87: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

1976 El Formativo de Pacopampa. Lima, UNMSM, Semina-rio de Historia Rural Andina.

1991 “El período Intermedio Temprano en el Alto Piura:avances del proyecto arqueológico ‘Alto Piura’ (1987-1990)”. En: Bull. Inst. fr. études andines 20(2): 381-422. Lima.

1992 “Moche, Vicús Moche y el Mochica Temprano”. En:Bull. Inst. fr. études andines 21(3): 853-903. Lima.

1994 “Los orígenes de la civilización andina. Arqueología delPerú. En: Historia general del Perú, tomo I. Lima, Edi-torial Brasa S.A.

Knobloch, P.1983 “A study of the Andean Huari Ceramics from the Early

Intermediate Period to the Middle Horizon Epoch 1”.Ph.D. dissertation. SUNY, Binghamton.

Kolata, A.1986 “The agricultural foundations of the Tiwanaku State: a

view from the heartland”. En: American Antiquity 51(4):748-762.

Kroeber, A.1925 “The Uhle pottery collections from Moche”. En: Univer-

sity of California Publications in American Archaeologyand Ethnology 21(5): 191-234. Berkeley.

1944 Peruvian Archaeology in 1942. Viking Fund Publica-tions in Anthropology, Nº 4. New York, Wenner-GrenFoundation.

Kutscher, G.1950 “Iconographic studies as an aid in the reconstruction of

Early Chimu civilization”. En: Transactions of the NewYork Academy of Science, Series II, 12(6): 194-203.

Lanning, E.1960 “Chronological and Cultural Relationships of Early Pot-

tery Styles in Ancient Perú”. Ph.D. diss. Department ofAnthropology, University of California, Berkeley.

1963 “A pre-agricultural occupation on the central coast ofPeru”. En: American Antiquity 28 (3):360-371.

1965 “Notes and Comments”. En: American Antiquity 31(1):140.

1967 Perú Before the Incas. Prentice-Hall Inc., EnglewoodCliffs, New Jersey.

Lanning, E. y T. Patterson1973 “Early Man in South America”. En: Early Man in Ameri-

ca: 62-68. Readings from Scientific American. SanFrancisco, W.H. Freeman and Company.

Larco Hoyle, R.1939 Los mochicas, tomo 2. Lima, La Crónica y Variedades. 1948 Cronología arqueológica del norte del Perú. Buenos Ai-

res, Sociedad Geográfica Americana.1960 “La cultura Santa”. En: Antiguo Perú: espacio y tiempo:

235-239. (R. Matos, compilador). Lima, Juan MejíaBaca.

Lathrap, D.1970 The Upper Amazon. London, Thames and Hudson.Lathrap, D., D. Collier, H. Chandra1977 “Ancient Ecuador. Culture, Clay and Creativity. 3 000-300

B.C.”. Field Museum of Natural History. Museo del Ban-co Central del Ecuador.

Lathrap, D. J. Marcos, J. Zeidler1977 “Real Alto: an ancient ceremonial center”. En: Archae-

logy 30: 2-13.Lavallée, D. y M. Julien1976 “El hábitat prehistórico en la zona de San Pedro de Ca-

jas, Junín”. En: Revista del Museo Nacional XLI: 81-119. Lima, INC.

Lavallée, D., M. Julien, J. Wheeler1982 “Telarmachay: niveles precerámicos de ocupación”.

En: Revista del Museo Nacional XLVI: 55-127. Lima,INC.

Lavallée, D., M. Julien, J. Wheeler, C. Karlin1985 Telarmachay. Chasseurs et Pasteurs Préhistoriques

des Andes I, tome 1, 2. Paris, Éditions Recherche surles Civilisations.

Lumbreras, L. G.1969a “Acerca del desarrollo cultural en los Andes”. En: Me-

sa Redonda de Ciencias Prehistóricas y Antropológi-cas, tomo II: 125-154. Lima, PUCP, Instituto Riva-Agüero, Seminario de Arqueología.

1969b De los pueblos, las culturas y las artes del antiguo Pe-rú. Lima, Moncloa-Campodónico Editores.

1970 “Los templos de Chavín. Guía para el visitante”. Lima,Corporación Peruana del Santa.

1974 “Informe de Labores del Proyecto Chavín”. En: Arqueoló-gicas 15: 37-56. Lima, Museo Nacional de Antropologíay Arqueología.

1976 The Peoples and Cultures of Ancient Perú. SecondPrinting. Washington D.C., Smithsonian Institution.

1977 “Excavaciones en el Templo Antiguo de Chavín (SectorR): Informe de la Sexta Campaña”. En: Ñawpa Pacha15: 1-38 (J. Rowe and P. Lyon, editors). Berkeley.

1981 Arqueología de la América andina. Lima, Editorial Milla

Batres.1987 Vicús: colección arqueológica. Lima, Museo del Banco

Central de Reserva del Perú.1989 Chavín de Huántar en el nacimiento de la civilización

andina. Lima, Ediciones Indea.Lumbreras Salcedo, L. y H. Amat Olazábal1969 “Informe preliminar sobre las galerías interiores de

Chavín de Huántar”. En: Revista del Museo NacionalXXXIV: 143-197. Lima.

Lynch, T.F.1967 The nature of the central Andean preceramic. Idaho

State University Occasional Papers, Nº 21.1974 “The Antiquity of Man in South America”. En: Quater-

nary Research 4: 356-377. University of Washington.1980 Guitarrero Cave: Early Man in the Andes. (Lynch, T.,

editor). New York, Academic Press.1983a “The Paleo-Indians”. En: Ancient South Americans:

87-137. (J.D. Jennings, editor). San Francisco, W.F.Freeman and Company.

1983b “Camelid pastoralism and the emergence of Tiwanakucivilization in the South-Central Andes”. En: World Ar-chaeology 15(1):1-14.

Lynch, T.F., R. Gillespie, J.A.J. Gowlett, R.E.M. Hedges1985 “Chronology of Guitarrero Cave, Peru”. En: Science 229:

864-867.Lyon, P.1978 “Female Supernaturals in Ancient Perú”. En: Ñawpa

Pacha 16:95-140. (J. Rowe and P. Lyon, editors). Ber-keley.

1981 “Arqueología y mitología: la escena de los ‘objetos ani-mados’ y el tema de ‘el alzamiento de los objetos’”. En:Scripta Etnológica 6:105-108. Buenos Aires.

MacNeish, R.S.1971 “Early Man in the Andes”. En: Scientific American 224

(4): 36-46.1973 “Introduction”. En: Early Man in America: 1-10. Rea-

dings from Scientific American. San Francisco, W.H.Freeman and Company.

1977 “The Beginning of Agriculture in Central Perú”. En: Ori-gins of Agriculture: 753-801. (Charles Reed, editor).Mouton: The Hague.

MacNeish, R.S., A. Nelken Turner, A. García-Cook1970 “Second Anual Report of the Ayacucho Archaelogical-

Botanical Project”. Maas, Andover.MacNeish, R.S., T.C. Patterson, D.L. Browman1975 The central Peruvian prehistoric interaction sphere. Pa-

pers of the R.S. Peabody Foundation for Archaeology,Nº 7.

Makowski, K.1994 “Los señores de Loma Negra”. En: Vicús: 83-142. Li-

ma, Banco de Crédito del Perú, Colección Arte y Teso-ros del Perú.

Makowski, K., I. Amaro, O. Eléspuru1992 “Historia de una conquista”. En: Vicús: 211-281. Lima,

Banco de Crédito del Perú, Colección Arte y Tesorosdel Perú.

Maldonado, E.1992 Arqueología de Cerro Sechín, tomo I. Lima, PUCP.Malpass, M.1983 “The Preceramic Occupations of the Casma Valley, Pe-

ru”. En: Investigations of the Andean Past: 1-20. (D. H.Sandweiss, editor). Cornell University.

Manzanilla, L., L. Barba, M.R. Baudoin1990 “Investigaciones en la pirámide de Akapana, Tiwanaku,

Bolivia”. En: Gaceta Arqueológica Andina 20, Vol. V:81-107. Lima.

Massey, S.1986 “Sociopolitical Change in the Upper Ica Valley, B.C. 400

to 400 A.D.: Regional States on the South Coast of Pe-rú”. Ph.D. dissertation. UCLA, Department of Anthropo-logy.

1990 “Antiguo Centro Paracas ‘Ánimas Altas’”. En: Paracas:134-160. Lima, Banco de Crédito del Perú, ColecciónArte y Tesoros del Perú.

1992 “Investigaciones arqueológicas en el valle alto de Ica:Período Intermedio Temprano 1 y 2”. En: Estudios dearqueología-peruana: 215-236 (D. Bonavia, editor). Li-ma, Fomciencias.

Matos Mendieta, R.1969 “Algunas consideraciones sobre el estilo Vicús”. En:

Revista del Museo Nacional XXXIV: 89-134. Lima.1976 “Prehistoria y ecología humana en las punas de Junín”.

En: Revista del Museo Nacional XLI: 37-74. Lima, INC.1980a “La agricultura prehispánica en las punas de Junín”.

En: Allpanchis 15: 91-108. Cuzco, Instituto de PastoralAndina.

1980b “Las culturas regionales tempranas”. En: Historia delPerú: 351-524. Lima, Mejía Baca.

Matos Mendieta, R. y K. Flannery (editores)1974 Prehistory and Human Ecology of the Puna de Junín: A

Preliminary report on the University of San Marcos’sCollaboration with U.S. Universities during 1972-1973.

Matos Mendieta, R. y J. Parsons1975 “Patrones de asentamiento prehispánico en el Alto

Mantaro. Temporada de 1975. (Manuscrito).Matos Mendieta, R. y R. Ravines1980 “Período Arcaico (5 000-1 800 a.C.)”. En: Historia del Pe-

rú I: 157-250. Lima, Editorial Juan Mejía Baca.Matos Mendieta, R. y J. Rick1981 “Los recursos naturales y el poblamiento precerámico

de la puna de Junín”. En: Revista del Museo NacionalXLIV: 23-64. Lima, INC.

Medina, L.1992 “Un campamento paijanense en el valle de Moche, nor-

te del Perú: informe preliminar”. En: Gaceta Arqueoló-gica Andina 21: 17-32. Lima, Indea.

Meggers, B.1994 “Archaeological evidence for the impact of mega-Niño

events on Amazonia during the past two millennia”. En:Climatic Change 28: 321-334. Kluwer Academic Pu-blishers, Netherlands.

Meltzer, D.J.1989 “Why don’t we know when the first people came to

North America?”. En: American Antiquity 54(3): 471-490.

Meltzer, D.J., J.M. Adovasio, T.D. Dillehay1994 “On a Pleistocene human occupation at Pedra Furada,

Brazil”. En: Antiquity 68: 695-714.Menzel, D.1971 “Estudios arqueológicos en los valles de Ica, Pisco,

Chincha y Cañete”. En: Arqueología y Sociedad 6: 1-161. Lima, UNMSM, Museo de Arqueología y Etnología.

Menzel, D., J. Rowe, L. Dawson1964 The Paracas Pottery of Ica. A Study in Style and Time.

University of California Publications in American Ar-chaeology and Ethnology 50. Berkeley.

Miasta, J.1979 El Alto Amazonas. Arqueología de Jaén y San Ignacio,

2 vols. UNMSM, Seminario de Historia Rural Andina.Mohr-Chávez, K.1977 “Marcavalle: The ceramics from an Early Horizon site in

the valley of Cusco, Perú, and implications for southhighland socioeconomic interaction”, 2 Vols. Ph.D.diss. Department of Anthropology, University ofPennsylvania, Philadelphia.

Morales, D.1979 “Prospección arqueológica en Tacabamba”. En: Ar-

queología peruana. (R. Matos, compilador). Lima,UNMSM y Fulbright.

1980 El felino en Pacopampa. Lima, UNMSM, Seminario deHistoria Rural Andina.

Morlan, R. 1986 “Pleistocene Archaelogy in Old Crow Basin: A Critical

Reappraisal”. En: New Evidence for the PleistocenePeopling of the Americas: 27-48. (A.L. Bryan, editor).University of Maine, Orono.

Moseley, M.1975 The Maritime Foundations of Andean Civilization. Cum-

mings Publishing Company, Menlo Park, CA.Muelle, J.1969 “Las cuevas y pinturas de Toquepala”. En: Mesa Re-

donda de Ciencias Prehistóricas y Antropológicas, to-mo II: 186-196. Publicaciones del Instituto Riva AgüeroNº 58, PUCP.

Mujica, E.1984 “Cerro Arena-Layzón: relaciones costa-sierra en el nor-

te del Perú”. En: Gaceta Arqueológica Andina 10:12-13,15. Lima, Indea.

1987 “Cusipata: una fase pre-Pukara en la cuenca norte delTiticaca”. En: Gaceta Arqueológica Andina 13: 22-28.Lima, Indea.

Narváez, A.1994 “La Mina: una tumba Moche I en el valle de Jequetepe-

que”. En: Moche. Propuestas y perspectivas: 59-92.(S. Uceda y E. Mujica, editores). Universidad Nacionalde Trujillo.

Oberg, K.1955 “Types of Social Structure among the Lowland Tribes of

Central and South America”. En: American Anthropolo-gist 57(3), part 1: 472-499.

Ochatoma, J, A. Pariahuamán y U. Larrea1984 “¿Cupisnique en Ayacucho?”. En: Gaceta-Arqueológica

Andina 9: 10. Lima, Indea.Onuki, Y.1994 “Las actividades ceremoniales tempranas en la cuenca

del Alto Huallaga y algunos problemas”. En: El mundoceremonial andino: 71-96. (L. Millones y Y. Onuki, edi-tores). Lima, Editorial Horizonte.

Onuki, Y. y Y. Kato1993 Las excavaciones en Kuntur Wasi, Perú: la primera

171

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Page 88: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

etapa, 1988-1990. Universidad de Tokio, Andes Cho-sashitsu, Departamento de Antropología Cultural.

Ossa, P.1973 “A survey of the lithic preceramic occupation of the Mo-

che Valley, north coastal Perú”. Unpublished PhD disser-tation, Harvard University.

1975 “A fluted ‘fishtail’ projectile point from La Cumbre, Mo-che Valley, Perú”. En: Ñawpa Pacha 13: 97-98.

Ossa, P. y M. Moseley1972 “La Cumbre; a preliminary report on research into the

early lithic occupation of the Moche Valley, Peru”. En:Ñawpa Pacha 9: 1-16. Berkeley.

Palacios, J.1988 “La secuencia de la cerámica temprana del valle de Li-

ma en Huachipa”. En: Gaceta Arqueológica Andina 16:13-24. Lima, Indea.

Paredes, J.1992 “Cerro Culebra: nuevos aportes acerca de una ocupa-

ción de la cultura Lima (costa central del Perú)”. En:Gaceta Arqueológica Andina VI(22):51-62. Lima, In-dea.

Parsons, J.1968 “An stimate of size and population for Middle Horizon

Tiahuanaco, Bolivia”. En: American-Antiquity 47:572-595.

Parsons, J. y C. Hastings1977 “Prehispanic settlement patterns in the upper Mantaro,

Perú”. A progress report for the 1976 field season. Mu-seum of Anthropology, University of Michigan, Ann Ar-bor.

Parsons, J. y R. Matos1978 “Asentamientos prehispánicos en el Mantaro, Perú” In-

forme preliminar. En: Actas y Trabajos del CongresoPeruano del Hombre y la Cultura Andina II: 540-556.(R. Matos, editor). Lima.

Pascual, R. y O. Odreman Rivas1974 Apéndice II: Estudio del material osteológico extraído

de la caverna de Huargo, Departamento de Huánuco,Perú. En: Revista del Museo Nacional XXXIX: 31-39.Lima.

Patterson, T.1964 “Pattern and process in the Early Intermediate Period

pottery of the central coast of Perú”. Ph.d. in anthropo-logy, University of California, Berkeley.

1966 “Early Cultural Remains on the Central Coast of Peru”.En: Ñawpa Pacha 4: 145-153.

1971a “The Emergence of Food Production in Central Peru”.En: Prehistoric Agriculture: 181-207. (S. Struever, edi-tor). American Museum Natural History.

1971b “Chavín: An Interpretation of its Spread and Influen-ce”. En: Dumbarton Oaks Conference on Chavín: 9-69(E.P. Benson, editor). Washington D.C.

1983 “The Historical Development of a Coastal Andean So-cial Formation in Central Perú, 6 000 to 500 B.C.”. En:Investigations of the Andean Past: 21-37. (Daniel H.Sandweiss, editor). Cornell Latin American StudiesProgram.

Paul, A. (editor)1990 Paracas Ritual Attire: Symbols of Authority in Ancient

Perú. Iowa, University of Iowa Press.1991 Paracas Art and Architecture. Object and Context in

South Coastal Perú. Iowa, University of Iowa Press.Pearsall, D.1989 “Adaptation of prehistoric hunter-gatherers to the high

Andes: the changing role of plant resources”. En: Fora-ging and Farming: 318-332. (D.R. Harris, G.C. Hillman,editors). London, Unwin Hyman.

Peñaherrera del Águila, C.1969 Geografía general del Perú: Aspectos físicos, tomo I.

Lima, Editorial Ausonia.Peters, A. 1987-1988 “Chongos: Sitio Paracas en el valle de Pisco”. En:

Gaceta Arqueológica Andina 16: 30-34. Lima, Indea.Pickersgill, B.1989 “Cytological and genetical evidence on the domestica-

tion and diffusion of crops within the Americas”. En: Fo-raging and Farming: 426-439. (D.R. Harris, G.R. Hill-man, editors). London, Unwin Hyman.

Pickersgill, B. y R. Smith1981 “Adaptation to a desert coast: Subsistence changes th-

rough time in coastal Perú”. En: Environmental Aspectsof Coasts and Islands (Don Brothwell and GeoffreyDimbleby, editors). London, British Archaeological Re-ports International Series 94.

Ponce S., C.1980 Panorama de la arqueología boliviana. La Paz, Bolivia,

Librería y Editorial “Juventud”.Pozorski, T.1980 “The Early Horizon Site of Huaca de Los Reyes: Socie-

tal Implications”. En: American Antiquity 45: 110-110.

1982 “Early Social Stratification and Subsistence Systems:The Caballo Muerto Complex”. En: Andean DesertCity: 225-254 (M.E. Moseley and K.C. Day, editors).University of New Mexico.

Pozorski, T. y S. Pozorski1979 “Alto Salaverry: Sitio precerámico de la costa peruana”.

En: Revista del Museo Nacional XLIII: 27-60. Lima.1987a Early Settlement and Subsistence in the Casma Va-

lley, Perú. Iowa, University of Iowa Press.1987b The origins and development of the Andean State.

Cambridge University Press.1989 “Planificación urbana prehistórica en Pampa de las Lla-

mas-Moxeke, valle de Casma”. En: Boletín de Lima 65:19-30. Lima, Editorial Los Pinos.

1993 “Early Complex Society and Ceremonialism on the Pe-ruvian North Coast”. En: El mundo ceremonial andino:45-68. (Luis Millones y Yoshio Onuki, editors). SenriEthnological Studies 37, Osaka, Japón.

Proulx, D.1985 “An analysis of the early cultural sequence in the Nepe-

ña valley, Perú”. Report 25, Department of Anthropology,University of Massachussetts.

Pulgar Vidal, J.1987 Geografía del Perú. Las ocho regiones naturales. Li-

ma, Peisa.Quilter, J.1985 “Architecture and Chronology at El Paraíso, Perú”. En:

Journal of Field Archaelogy 12: 279-297.1989 Life and Death at Paloma, Society and Mortuary Prac-

tices Preceramic Peruvian Village. Iowa City, Universityof Iowa Press.

1990 “The Moche revolt of the objects”. En: Latin-AmericanAntiquity 1(1):42-65.

1991 “Late Preceramic Peru”. En: Journal of World Prehis-tory, Vol. 5, Nº 4: 387-438. Plenum Publishing Corpora-tion.

Quilter, J., B. Ojeda, D. Pearsall, D. Sandweiss, J. Jones, E.Wing

1991 “Subsistence Economy of El Paraíso, an Early Peru-vian Site”. En: Science 251: 277-283.

Quilter, J. y T. Stocker1983 “Subsistence economies and the origins of Andean

complex societes”. En: American Anthropologist85(3):545-562.

Quinn, W., V. Neal, S. Antúnez de Mayolo1987 “El Niño occurrences over the past four and a half cen-

turies”. En: Journal of Geophysical Research 92(C13):14,449-14,461.

Ravines, R.1969 “El abrigo de Diablomachay. Un yacimiento temprano

en Huánuco Viejo”. En: Mesa Redonda de CienciasPrehistóricas y Antropológicas II: 254-272. Lima,PUCP, Instituto Riva Agüero Publicación 58 B.

1973 “Secuencia y cambios en los artefactos líticos del surdel Perú”. En: Revista del Museo Nacional XXXVIII:133-184. Lima, INC.

1975 “Garagay: un viejo templo en los Andes”. En: Textual10: 6-12. Lima, INC.

1979 “Garagay como arqueología experimental”. En: Ar-queología peruana: Investigaciones arqueológicas enel Perú 1976: 75-90 (R. Matos, editor). Lima.

1982 Panorama de la arqueología andina. Lima, Instituto deEstudios Peruanos (IEP).

1984 “Sobre la formación de Chavín: imágenes y símbolos”.En: Boletín de Lima 27-45. Lima, Editorial Los Pinos.

1985 “Early Monumental Architecture of the JequetepequeValley, Perú”. En: Early Ceremonial Architecture in theAndes: 209-226 (C.A. Donnan editor). Washington,D.C., Dumbarton Oaks.

Ravines, R. y W. Isbell1976 “Garagay, sitio ceremonial temprano en el valle de Li-

ma”. En: Revista del Museo Nacional XLI: 253-272. Li-ma, INC.

Raymond, J.1981 “The maritime foundations of Andean civilization: A re-

consideration of the evidence”. En: American Antiquity46(4): 806-821.

Richardson, J.B. III1978 “Early Man on the Peruvian North Coast. Early Mariti-

me Exploitation and the Pleistocene and Holocene En-vironment”. En: Early Man in America, Occasional Pa-pers Number 1 of the Department of Anthropology, Uni-versity of Alberta, Edmonton.

Rick, J.1978 “The preceramic cultural ecology of the central Peruvian

puna: high altitude hunters”. Ph.D. dissertation, Univer-sity of Michigan, Ann Arbor.

1980 Prehistoric Hunters of the High Andes. New York, Aca-demic Press.

1983 Cronología, clima y subsistencia en el Precerámico pe-

ruano. (Elías Mujica, editor). Lima, Indea, BibliotecaMínima América Andina 1.

1984 “Punas, Pundits, and Prehistory: Comment on Whee-ler’s Review of Prehistoric Hunters of the High Andes”.En: American Antiquity 49(1): 177-179 (en la secciónComments).

1988 “The character and context of highland preceramic so-ciety”. En: Peruvian Prehistory: 3-40. (R. Keatinge, edi-tor). Cambridge University Press.

Riddell, F., y L. Valdez1988 “Hacha y la ocupación temprana de Acarí”. En: Gaceta

Arqueológica Andina 16: 6-10. Lima, Indea.Rosas Lanoire, H. y R. Shady1970 Pacopampa: un centro Formativo en la sierra nor-pe-

ruana. Lima, UNMSM, Seminario de Historia Rural An-dina.

1974 “Sobre el período Formativo en la sierra del extremonorte del Perú”. En: Arqueológicas 15: 6-35.

1976 “Investigaciones arqueológicas en la cuenca del Cho-tano, Cajamarca”. En: Actas del XLI Congreso Interna-cional de Americanistas 3: 564-578. México.

Rowe, J.1960 “Cultural Unity and Diversification in Peruvian Archaeo-

logy”. En: Men and Cultures. Selected Papers of theFifth International Congress of Anthropological andEthnological Sciences: 627-631. September 1-9, 1956,Philadelphia.

1962a “Stages and Periods in Archaeological Interpretation”.En: Southwestern Journal of Anthropology, Vol.18(1):40-54.

1962b “Chavín Art: An Inquiry into its Form and Meaning”.New York, The Museum of Primitive Art, New York.

Russell, G.1990 “Preceramic through Moche settlement pattern change

in the Chicama Valley, Perú”. Ponencia leída en la 55Reunión Anual de la Society for American Archaeology,Las Vegas.

1991 “Cerro Mayal, a Moche ceramic workshop on the NorthCoast of Perú”. Ponencia leída en el Institute of Ar-chaeology, UCLA.

Russell, G. y B. Leonard1990 “Chicama Valley archaeological settlement survey, Pe-

rú”. En: Backdirt: 6-8. Boletín del Institute of Archaeo-logy, UCLA.

1991 “Moche IV specialized ceramic production: the Mocollo-pe workshop, Chicama Valley, Perú”. Ponencia leídaen la Reunión Anual 56 de la Society for American Ar-chaeology, New Orleans.

Russell, G., B. Leonard, J. Briceño1994 “Cerro Mayal:nuevos datos sobre producción de cerá-

mica Moche en el valle de Chicama”. En: Moche. Pro-puestas y perspectivas: 181-206. (S. Uceda y E. Muji-ca, editores). Universidad de Trujillo.

Salazar-Burger, L. y R. Burger1982 “La araña en la iconografía del Horizonte Temprano en

la costa norte del Perú”. En: Beiträge zur Allgemeinenun Vergleichenden Archäologie 4: 213-253. Mainz.

Samaniego, L., M. Cárdenas, H. Bischof, P. Kaulicke, E. Guz-mán, W. León

1995 Arqueología de Sechín: Escultura, tomo II. Lima,PUCP.

Sanders, W. y J. Marino1970 New World Prehistory. Prentice-Hall, Englewood Cliffs,

New Jersey.Sawyer, A.1972 “The feline in Paracas art”. En: The Cult of Feline Con-

ference: 91-112. (E.P. Benson, editor). WashingtonD.C., Dumbarton Oaks.

Schaedel, R.1951 “Mochica Murals at Pañamarca”. En: Archaeology 4(3):

145-154.Seki, Y.1993 “La transformación de los centros ceremoniales del pe-

ríodo Formativo en la cuenca de Cajamarca, Perú.”En: El mundo ceremonial andino: 143-168. Senri Eth-nological Studies 37, National Museum of Ethnology,Osaka.

Service, E.1971 Primitive Social Organization, second edition. New

York, Random House.1975 Origins of the State and Civilization. The process of cul-

tural evolution. New York,W.W. Norton and Company,Inc.

Shady, R.1987 “Tradición y cambio en las sociedades formativas de

Bagua, Amazonas, Perú”. En: Revista Andina 5: 457-487.

1997 La ciudad sagrada de Caral-Supe en los albores de lacivilización en el Perú. Lima, UNMSM.

Shady, R. y H. Rosas

172

Silva SifuentesCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Page 89: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

1976 “El complejo Bagua y el sistema de establecimientosdurante el Formativo en la sierra norte del Perú”. En:Ñawpa Pacha 17:109-142.

Sharon, D., y C. Donnan1974 “Shamanism in Moche iconography”. En: Ethnoar-

chaeology 4:51-77. (C. Donnan and C. Clewlow, edi-tors). UCLA, Institute of Archaeology.

Shimada, I. y A. Maguiña1994 “Nueva visión sobre la cultura Gallinazo y su relación

con la cultura Moche”. En: Moche. Propuestas y pers-pectivas: 31-58. (S. Uceda y E. Mujica, editores). Uni-versidad Nacional de Trujillo.

Silva, J.1988 “La alfarería de Pachamachay, Junín”. En: Boletín de

Lima 57: 21-30. Lima, Editorial Los Pinos.1992 “Ocupaciones postformativas en el valle del Rímac:

Huachipa-Jicamarca”. En: Pachacamac I(1):49-74. Li-ma, Revista de Investigaciones del Museo de la Na-ción.

1993 “Surgimiento de señoríos prehistóricos en el valle delChillón: período Formativo (2000-200 años antes de laera cristiana)”. En: Actas de las Sesiones de Avancesde Investigación, tomo I, Nº 2: 107-110. Lima, Acade-mia Nacional de Ciencia y Tecnología, Concytec.

1996 “Prehistoric Settlement Patterns in the Chillón River Va-lley, Perú”, Vols. I, II. Ph.D. dissertation. Ann Arbor,University of Michigan, Department of Anthropology.

Silva, J. y R. García1997 “Huachipa-Jicamarca: cronología y desarrollo sociopo-

lítico en el Rímac”. En: Bull. Inst. fr. Études andines 26(2): 195-228. Lima.

Silva, J., K. Hirth, R. García, J. Pinilla1982 “El valle del Rímac hace 2 500 años: Huachipa-Jica-

marca”. En: Boletín de Lima 21: 59-68. Lima.1983 “El Formativo en el valle del Rímac: Huachipa-Jicamar-

ca”. En: Arqueología y Sociedad 9: 1-92. Lima,UNMSM, Museo de Arqueología y Etnología.

Silva, J., D. Morales, R. García, E. Bragayrac1988 “Cerro Culebra, un asentamiento de la época Lima en

el valle del Chillón”. En: Boletín de Lima 56: 23-34. Li-ma.

1993 “Style and State in Ancient Perú”. En: Imagery andCreativity: 129-169. (D. Whitten and Norman WhittenJr., editors). The University of Arizona Press, Tucson.

Simpson, R., L. Patterson, C. Singer1986 “Lithic Technology of the Calico Mountains Site, Sout-

hern California”. En: New Evidence for the PleistocenePeopling of the Americas: 89-105. (A.L. Bryan, editor).University of Maine, Orono.

Steward, J.1948 “The Circum-Caribbean Tribes: An Introduction”. En:

Handbook of South American Indians, Vol. 4, The Cir-cum Caribbean: 1-41 (J.H. Steward, editor). Washing-ton D.C., Smithsonian Institution.

Steward, J. y L. Faron1959 Native Peoples of South American. New York, Mc-

Graw-Hill Book Company, Inc.Strong, W.1948 “Cultural Epochs and Refuse Stratigraphy in Peruvian

Archaeology”. En: A Reappraisal of Peruvian Archaeo-logy: 93-102 (W.C. Bennett, editor). Society for Ameri-can Archaeology, Memoir Number 4. Menasha, Wis-consin.

Strong, W. y C. Evans Jr.1952 “Cultural Stratigraphy in the Viru Valley, Northern Peru:

The Formative and Florescent Epoch”. Columbia Stu-dies in Archaeology and Ethnology 4. New York.

Stumer, L.1953 “Playa Grande: Primitive elegance in Pre-Tiahuanaco,

Perú”. En: Archaelogy 6 (1): 42-48.1954 “The Chillón Valley of Perú: excavation and reconnais-

sance 1952-1953”. En: Archaelogy 7 (3): 171-178(September); (4): 220-228 (December). Brattleboro.

Tellenbach, M.1997 “Los vestigios de un ritual ofrendatorio en el Formativo

peruano. Acerca de la relación entre templos, vivien-das y hallazgos”. En: Archaelogica Peruana 2: 162-175.Arquitectura y civilización en los Andes prehispánicos. (E.Bonnier and H. Bischof, editors). Reiss-Museum Mann-heim.

Tello, J.C.1942 “Origen y desarrollo de las civilizaciones prehistóricas

andinas”. En: Actas y Trabajos Científicos, 27th Inter-national Congress of Americanists, Lima Session, 1939,Vol. 1: 589-720. Lima.

1956 “Arqueología del valle de Casma”. Lima, Imprenta de laUNMSM.

1960 Chavín: Cultura matriz de la civilización andina. Lima,Imprenta de la UNMSM.

Tello, J.C. y T. Mejía Xesspe1979 Paracas: Cavernas y Necrópolis, segunda parte. Lima,

UNMSM.Terada, K.1982 “El Formativo en el valle de Cajamarca”. En: Gaceta Ar-

queológica Andina 4-5: 4-5, Vol. 1. Lima, Indea.1985 “Early Ceremonial Architecture in the Cajamarca Va-

lley”. En: Early Ceremonial Architecture in the Andes:191-208. (C.A. Donnan, editor). Washington, D.C.,Dumbarton Oaks.

Terada, K. y Y. Onuki1982 Excavations at Huacaloma in the Cajamarca Valley,

Perú, 1979. University of Tokyo Press, Japan.1988 (Compiladores) Las excavaciones en Cerro Blanco y

Huacaloma, Cajamarca, Perú, 1985. Universidad deTokio, Andes Chosashitsu, Departamento de Antropo-logía Cultural.

Thatcher, J.1975 “Early Intermediate Period and Middle Horizon 1B ce-

ramic assemblages of Huamachuco, North Highlands,Perú”. En: Ñawpa Pacha 10:100-129. Berkeley.

Thompson, D.1964 “Formative Period Architecture in the Casma Valley, Pe-

rú”. En: Actas y Memorias XXXV Congreso Internacio-nal de Americanistas: 205-212. México.

Topic, T.1982 “The Early Intermediate Period and its legacy”. En:

Chan Chan: Andean Desert City: 255-284. (M. Moseleyand K. Day, editors). The University of New MexicoPress.

Tosi, J.1960 “Zonas de vida natural en el Perú”. En: Boletín-Técnico

5. Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas, OEA.Uceda, S.1986 “Le Paijanien de la Región de Casma (Pérou) Industrie

Lithique el rélations avec les autres industries précéra-mique”. These Doctorat. Université de Bordeaux.

1992 “Industrias líticas precerámicas en Casma”. En: Estu-dios de arqueología peruana: 45-67. (D. Bonavia, edi-tor). Lima, Fomciencias.

Uceda, S. y C. Deza1979 “Estudio de dos talleres líticos en superficie: un aporte

metodológico”, tesis de Bachiller. La Libertad, Universi-dad Nacional de Trujillo.

Uceda, S., R. Morales, J. Canziani, M. Montoya1994 “Investigaciones sobre la arquitectura y relieves polícro-

mos en la Huaca de la Luna, valle de Moche”. En: Mo-che. Propuestas y perspectivas: 251-303. (S. Uceda yE. Mujica, editores). Universidad de Trujillo.

Ugent, D., T. Dillehay, C. Ramírez1987 “Potato Remains from a Late Pleistocene Settlement in

Southcentral Chile”. En: Economic Botany 41(1): 17-17.Vescelius, G.1981a “Early and/or Not-So-Early Man in Perú. The case of

Guitarrero Cave, part 1”. En: The Quaterly Review ofArchaelogy: 11-15, March.

1981b “Early and/or Not-So-Early Man in Perú. GuitarreroCave Revisited”. En: The Quaterly Review of Archae-logy: 8-13, 19-20, June.

Vreeland, J.1985 “Agricultura tradicional en el desierto de Lambayeque

durante un año aluviónico”. En: Ciencia, tecnología yagresión ambiental: El fenómeno El Niño: 579-624. Li-ma, Concytec.

Wallace, D.1971 “Sitios arqueológicos del Perú: valles de Chincha y Pis-

co, segunda entrega”. En: Arqueológicas 13:4-131. Li-ma, Museo Nacional de Antropología y Arqueología.

1985 “Paracas in Chincha and Pisco: A Reppraisal of theOcucaje Sequence”. En: Recent Studies in AndeanPrehistory and Protohistory: 67-94. (D. Sandweiss andD. Kvietok, editors). Ithaca, N.Y. Cornell University, La-tin American Studies Program.

1986 “The Topara Tradition: An Overview”. En: Perspectiveson Andean Prehistory and Protohistory: 35-48. (D.Sandweiss and D. Kvietok, editors). Ithaca, N.Y. Cor-nell University, Latin American Studies Program.

Watanabe, L.1976 “Sitios tempranos en el valle de Moche, costa norte del

Perú”, tesis de Doctor. Lima, UNMSM, Programa Aca-démico de Ciencias Sociales.

1979 “Arquitectura de la Huaca Los Reyes”. En: Arqueologíaperuana. Investigaciones arqueológicas en el Perú,1976: 17-35 (R. Matos, compilador). Lima.

1995 Culturas preincas del Perú. Lima, Fondo Editorial deCofide.

Watanabe, L., M. Moseley, F. Cabieses (compiladores)1990 Trabajos arqueológicos en Moquegua, Perú, tomos I,

II, III. Lima, Programa Contisuyo del Museo Peruano

de Ciencias de la Salud y Southern Peru Copper Cor-poration.

Watanabe, L. y C. Stanish1990 “Ocupaciones domésticas en el período Tiwanaku Tar-

dío, Otora, Moquegua”. En: Trabajos arqueológicos enMoquegua, Perú II: 75-95.

Wegner, S.1988 “La investigación científica sobre la cultura Recuay”.

Folleto de la Exposición Cultura Recuay en el BancoContinental, Miraflores, Lima.

Wells, L.1990 “Holocene History of the El Niño Phenomenom as Re-

corded in Flood Sediments of Northern Coastal Perú”.En: Geology 18: 1134-1137.

Wheeler, J.1976 “La fauna de Cuchimachay, Acomachay A, Acomachay

B, Telarmachay y Utco 1”. En: Revista del Museo Na-cional XLI: 120-127. Lima.

1984 Revisión del libro Prehistoric Hunters of the High An-des de J. Rick. En: American Antiquity 49(1): 196-198(en la sección Reviews and Books Abstracts).

Wheeler-Pires Ferreira,J., E. Pires-Ferreira, P. Kaulicke 1976 “Preceramic Animal Utilization in the Central Peruvian

Andes”. En: Science 194(4264): 483-490.Willey, G.R.1948 “Functional Analysis of “Horizon Styles” in Peruvian Ar-

chaeology”. En: A Reappraisal of Peruvian Archaeo-logy, Memoir 4:8-15. Menasha, Wisconsin.

1953 “Prehistoric Settlement Patterns in the Virú Valley, Pe-rú”. Bureau of American Ethnology, Bulletin 155, Smith-sonian Institution, Washington, D.C.

1966 An Introduction to American Archaeology: North andMiddle America, Vol. I. Prentice-Hall, Inc., EnglewoodCliffs, New Jersey.

1971 An Introduction to American Archaeology: South Ame-rica, Vol. II. Prentice-Hall, Inc., Englewood Cliffs, NewJersey.

Willey, G. y P. Phillips1975 Method and Theory in American Archaeology, seventh

edition. University of Chicago Press.Williams, C.1972 “La difusión de los pozos ceremoniales en la costa pe-

ruana”. En: Apuntes Arqueológicos 2: 1-9. Lima.1980 “Arquitectura y urbanismo en el antiguo Perú”. En: His-

toria del Perú VIII: 399-595. Lima, Librería EditorialJuan Mejía Baca.

1981 “Complejos de pirámides con planta en U, patrón arqui-tectónico de la costa central”. En: Revista del MuseoNacional XIL: 95-110. Lima.

Wilson, D.1981 “Of maize and men: A critique of the maritime hypothe-

sis of state origins on the coast of Peru”. En: AmericanAnthropologist 83 (1): 93-120.

1985 “Prehistoric Settlement Patterns in the Lower Santa Va-lley, North Coast of Perú”. Ph. D. Diss. Department ofAnthropology, University of Michigan, Ann Arbor.

1988 Prehispanic Settlement Patterns in the Lower SantaValley Perú. Washington D.C., Smithsonian InstitutionPress.

Wing, E.1972 “Utilization of animal resources in the Peruvian Andes”.

En: Andes 4: Excavations at Kotosh, Perú: 327-351.(S. Izumi and K. Terada, editors). University of TokyoPress, Tokyo.

1976 “Informe preliminar acerca de los restos de fauna de lacueva de Pachamachay, en Junín, Perú”. En: Revista delMuseo Nacional XLI: 79-80. Lima, INC.

1977 “Animal domestication in the Andes”. En: Origins ofAgriculture: 837-859. (C.A. Reed, editor). The Hague:Mouton.

Wise, K., N. Clark, S. Williams1994 “A Late Archaic Period Burial from the South-Central

Andean Coast”. En: Latin American Antiquity 5(3): 212-227.

Wright Jr., H.E.1980 “Environmental history of the Junín plain and the

nearby mountains”. En: Prehistoric Hunters of the HighAndes por J. Rick. New York, Academic Press.

Wright Jr., H.E. y P. Bradbury1976 “Historia ambiental del Cuaternario Tardío en el área

de la planicie de Junín-Perú”. En: Revista del MuseoNacional XLI: 75-76. Lima, INC.

173

Origen de las civilizaciones andinasC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Page 90: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES
Page 91: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

175

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

INTRODUCCIÓN

Las investigaciones arqueológicas precolombi-nas sobre América señalan a Mesoamérica y los An-des centrales y sureños, actuales repúblicas andinasdel Ecuador, Perú y Bolivia, como dos de las áreasnucleares que generaron los procesos culturalesmás complejos. Aquí la ciudad y el estado son lasexpresiones culturales y políticas más logradas ensu evolución. Las otras regiones, próximas o distan-tes a estas dos áreas, alcanzaron poca complejidad,siendo el curacazgo en muy pocos lugares la organi-zación política más alta y, más bien, la banda y la tri-bu, las formas más comunes de organización socialy política.

En ambas áreas, en los primeros cinco siglos denuestra era, la ciudad y el estado se manifestaronprístinamente, como producto de largos procesosautónomos de experimentación y descubrimiento.La singularidad frente a otros desarrollos civilizato-rios del mundo fue la característica resaltante deambos procesos. Hablamos de complejidad de unacultura para no utilizar términos usados frecuente-mente como superioridad o inferioridad, que refie-ren más bien a una forma subjetiva y etnocéntricade ver una sociedad.

Las culturas son sencillamente diferentes, no su-periores ni inferiores, porque toda la cultura mate-rial e inmaterial es producto de la relación del hom-bre con determinado medio ambiente y de las rela-ciones entre sus integrantes. Los hombres amazóni-cos, andinos y costeños en el pasado ofrecieron efi-caces respuestas a los múltiples retos que represen-taban las diversas ecologías de esta parte del mun-do. Conocida y familiarizada primero, transformaday dominada después, los antiguos pobladores inte-graron la naturaleza para su beneficio.

La comparación cultural debe hacerse valorandola solución satisfactoria de las necesidades grupalesy no por la presencia o ausencia de determinadoselementos, como por ejemplo la escritura o la rue-da, inventos que responden adecuadamente a reali-dades específicas. Las sociedades del Viejo Mundocon escritura y con rueda son tan complejas o “civi-lizadas” como los waris o inkas, culturas sin escri-tura y sin rueda, comparables sin embargo, en sucomplejidad sociopolítica y en la solución de sus

necesidades, con otros procesos civilizatorios delLejano y Cercano Oriente antiguos.

En el área nuclear andina, la complejidad de lasociedad es igual a civilización y, a diferencia delViejo Mundo, donde la civilización es sinónimo deciudad y estado, en nuestra región la civilizaciónandina antecede al estado y la ciudad. Como dijeraService, la civilización no se asentó sobre el origendel estado. La complejidad de la sociedad andina seexpresa de diversa manera. En la economía por elaprovechamiento racional y eficiente de los diversosrecursos naturales, por el desarrollo de diferentessistemas de cultivo como el riego, la tala y quema-do o el barbecho; o también por el manejo de la ga-nadería altoandina como los activos renovables máspreciados, exclusivamente en los ecosistemas defrío del Perú y Bolivia, cuyas fibras procesadas tras-cendieron lo estrictamente económico. La pesca y larecolecta de productos marinos fueron sólo formasde economía de subsistencia generalizada aunque,según Moseley, los recursos marinos de la costa pe-ruana permitieron desarrollos culturales complejos.

La mano de obra especializada y a tiempo com-pleto, y en muchos casos subvencionada por la en-tidad política, combinada con los grupos no espe-cializados organizados eventualmente, sobre todopara la construcción o mantenimiento de las gran-des obras públicas, lograron el desarrollo de la ar-quitectura y urbanismo, con la construcción degrandes y suntuosos templos, tumbas, palacios resi-denciales, centros urbanos y administrativos y desa-rrollo de la infraestructura vial. La especializacióntambién se refleja en la fabricación de lujosas ropasy mantos y, finalmente, en la extracción, transfor-mación y producción metalúrgica y artesanal en ge-neral. Estos logros materiales fueron posibles –en lamayoría de los casos– por la dinámica de progreso ycambio generada por la ideología y política, y al pa-recer, no por variables tecnoeconómicas como pre-condición sine qua non; “...las ideas y las institucio-nes –como tempranamente dijera Coe– explicaríanesta evolución”.

Hoy sabemos que las culturas complejas emer-gieron tempranamente en los Andes, siendo la másrepresentativa, de acuerdo a los datos arqueológi-

Page 92: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

176

WARI

TIWANAKU

PACHACAMAC

WARI

TIWANAKU

Mapa de territorios Wari y Tiwanaku. (Basado en Lanning 1967, Lumbreras 1969 y Moseley 1992).

TERRITORIOS WARI Y TIWANAKU

Page 93: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

cos contemporáneos, la cultura Valdivia, en el ac-tual Ecuador que, como integrante de un procesode complementariedad de esferas culturales andi-no-amazónicas, ha aportado sustantivos rasgos pa-ra la tradición religiosa de la sociedad prehispánicade los Andes centrales y sur centrales, como se in-fiere de los trabajos de Lathrap, Damp, Pearsall yMarcos. Sin embargo, el cambio cualitativo está enla institucionalización del ejercicio del poder y lareligión que se profundizó en el Horizonte Medio(550-900 d.C.), época que trataremos en las pági-nas siguientes y que es fechada por otros arqueólo-gos entre el 550 y el 800 d.C. Es cierto que en mu-chos casos, durante el Horizonte Medio se trató dela institucionalización de prácticas de distinta ín-dole que ya se venían dando en el período anteriory, en otros, de la invención de la estructura políticay religiosa en su grado más alto. La etapa anterior

al Horizonte Medio debe considerarse como de ex-perimentación y descubrimiento de las estructurasbásicas de la sociedad andina y el Horizonte Mediocomo la etapa final de las invenciones. Lo que su-cede a partir de este Horizonte es la reinterpreta-ción y reestructuración de los elementos estructu-rales de la cultura.

En las páginas que siguen abordaremos los ras-gos más significativos de Wari y Tiwanaku, dos en-tidades políticas que se desarrollaron durante elHorizonte Medio. Por ser Wari la más compleja y laque mayor información tiene, se ha hecho un resu-men introductorio sobre la cronología, expansión yestilos alfareros, para procurar que el lector no es-pecializado se oriente en el tiempo y en el espaciosobre los logros sociopolíticos y los estilos alfare-ros. Este último tema no se desarrollará en el textopor no corresponder a la naturaleza del libro.

177

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

CRONOLOGÍA, EXPANSIÓN Y ESTILOSALFAREROS

Los temas centrales referidos para el HorizonteMedio en general y para el estado Wari en particu-lar, se los debemos a los profesores D. Menzel y L.G. Lumbreras, quienes lúcidamente avizoraron mu-chos de los aspectos políticos y religiosos de aque-lla época. Algunos temas centrales que hoy preocu-pan y ocupan a los arqueólogos andinistas, ubica-dos cronológicamente en el Horizonte Medio, fue-ron esbozados inicialmente por ellos. Debemos so-bre todo a Lumbreras agudos y visionarios aportessobre el conjunto del fenómeno Wari. Creemos quelas contribuciones que vienen dándose en la últimadécada –sobre todo por William Isbell y su asocia-ción de académicos– parten de la sistematizaciónlograda en las décadas de los 60 y 70.

Wari es un fenómeno político estatal que sucededurante el Horizonte Medio entre los años 550 y900 d.C. aproximadamente, y fue dividido porMenzel en las siguientes épocas:

Horizonte Medio 1A Horizonte Medio 1BHorizonte Medio 2A Horizonte Medio 2BHorizonte Medio 3 Horizonte Medio 4

La emergencia del estado panandino Wari seproduce en la cuenca ayacuchana en base al creci-miento urbano y la experiencia administrativa lo-grados por la cultura local Warpa en las postrime-rías del Período Intermedio Temprano poco antesde la aparición de Wari, cuando los contactos con lacosta sur fueron intensos.

La época 1A se caracteriza por la aparición delestado y la ciudad asociados a la presencia de ele-mentos míticos altiplánicos plasmados en las gran-des vasijas ornamentales halladas en Qonchopata(Ayacucho), en las décadas de los 40 y los 70. El te-ma central mítico tiene semejanza con la imagen dela Portada del Sol de Tiwanaku. Los estilos alfarerosceremoniales predominantes son Qonchopata yChakipampa A.

Los contactos con el altiplano se dieron tambiénen el nivel de la arquitectura, como lo evidencia la

IWARI

Page 94: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

construcción del templete semisubterráneo en Wa-ri. Wari tuvo también colonias en la costa sur en Icay Moquegua.

En la época 1B, los cambios son dramáticos y lapoblación de la ciudad crece merced al flujo migra-torio rural. El estado Wari es más fuerte, poderosoy maduro y empieza la primera expansión por lasierra norte hasta el callejón de Huaylas (HonqoPampa y Willcawaín) y Huamachuco, por la sierrasur hasta Cuzco (Pikillaqta), y consolida sus posi-ciones en la costa central y sur. Asimismo, en lacosta norte hay evidencias en el valle de Santa. Sefundan, además, sitios como Wariwillka, Jincamo-qo, Waywaka, todos ellos articulados por una granred vial. Las construcciones Wari alteran las tradi-ciones urbanísticas locales, asimilando en algunoscasos experiencias previas, como ocurre en la sierranorte. En la costa norte más septentrional no exis-ten, sin embargo, evidencias materiales contunden-tes de filiación Wari, ausencia que permite que al-gunos investigadores cuestionen la injerencia Warien la región.

Caracterizan a esta época los estilos alfareros Ro-bles Moqo, Chakipampa B y muchos otros estilosmenores que resultan de la influencia Wari en tradi-ciones locales. Pacheco, en Nazca, era probable-mente una colonia con mucho prestigio.

En la época 2, el estado Wari pasó por una rees-tructuración política y experimentó una segundaexpansión, que le permitió ocupar nuevas regionesdel área andina central, resultando más poderoso ycentralizado. La ciudad de Wari alcanza su máxima

extensión y su máximo crecimiento poblacional. Seconstruyen nuevos sitios próximos a la ciudad co-mo Jargampata en San Miguel y Azángaro enHuanta.

Destacan los siguientes estilos alfareros Wari: Vi-ñaque, originario de Ayacucho, Atarco en Nazca yPachacamac en la costa central. La dicotomía costa-sierra se pronuncia. De esta época 2 serían tambiénlas construcciones costeñas de Socos (Chillón), Co-noche (Topará) y quizás La Cantera (Chincha); to-das ellas de diseño ortogonal, predominante en lacerámica Viñaque. Durante la época 2B la expan-sión Wari alcanza hasta Cajamarca, La Libertad,Moquegua y Sicuani en el Cuzco.

El sitio de Pachacamac desde la época 2A se con-vierte en un centro de mucho prestigio y durante laépoca 2B influye en la costa norte, en el sur (Ica) yen la sierra central (Huancayo). Quizás fue una en-tidad política con cierta independencia de Wari.

Sin embargo Wari, desde Ayacucho, mantiene supresencia en la costa central y sur y en todas lasotras regiones ocupadas en las épocas 1 y 2A, aun-que ella difiera en sus mecanismos.

Luego de la época 2B, Wari colapsa y se abando-na la ciudad, perdiendo toda significación en lasépocas 3 y 4. Esta última coincidiría con un perío-do de desecamiento de las tierras serranas productode un cambio climático. Colapsan también los cen-tros provinciales. Desaparece la experiencia mássignificativa en el nivel político como estado panan-dino y como ciudad prístina en los Andes en el ni-vel urbanístico.

178

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Vista posterior dela Puerta del Sol,1877; fotografía deGeorges B. vonGrumbkow. Estaimagen seríapublicada en DieRuinenstaette vonTiahuanaco deAlfons Stübel y MaxUhle (Leipzig,1892). La deidadrepresentada en estaportada es muysemejante al temacentral de laalfarería Wari.

Page 95: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Pachacamac, sin embargo, mantuvo cierta im-portancia y prestigio en la época 3 y al parecer enHuarmey, según Menzel, surgió otro centro impor-tante que conservó diseños Wari, de los que tampo-co se apartaron las poblaciones en la costa sur ycentral con tendencia a una marcada tradición localpropia.

ORÍGENES WARI

Las investigaciones arqueológicas sobre esta eta-pa de la historia andina son las que mayor discre-pancia han generado, no estando ausentes las con-notaciones de orden político. Ha habido tambiénuna revisión y una crítica permanentes de los mo-delos y las interpretaciones de los datos.

Al final, sin embargo, el fenómeno Wari resulta-ría ser un modelo para explicar los siguientes pro-cesos culturales y muchos investigadores señalan

que lo inka sirve para entender lo wari. Los wari se-rían por tanto el modelo para los inkas, plantea-miento inicialmente sugerido también por Menzel.

En la región ayacuchana, escenario de la apari-ción de la ciudad y el estado Wari panandinos, nofue posible un sistema agrícola excedentario en nin-guna de las etapas prehispánicas. Tampoco se desa-rrolló en la región un sistema religioso complejo ymonumental antes de Wari. En otros procesos civi-lizatorios estos factores son hasta cierto punto de-terminantes para el surgimiento del estado; sin em-bargo su ausencia en el caso andino Wari singulari-za el proceso.

El poco significado de estos factores en la regiónpermitió, por el contrario, el desarrollo de aldeasaglutinadas de producción manufacturera y elaprendizaje de formas administrativas seculares du-rante el Período Intermedio Temprano, que al reci-bir el influjo religioso de cánones altiplánicos coad-yuvarían al surgimiento de Wari.

179

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

ROJO

P RPURA

CARNE

BLANCO

NEGRO

P RPURA OSCURO

GRIS

CREMA

Representación en cerámica de personaje en actitud decaminar, Qonchopata (Ayacucho), Horizonte Medio, época 1A.

(Tomado de Menzel 1977).

Vasija Qonchopata con el tema de la “Deidad de los Báculos”.(Tomado de Cook 1994).

Page 96: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Los orígenes Wari pueden explicarse entoncespor la interacción diversa y recíproca de tres áreasde mucho prestigio y de desarrollo coetáneos comola región ayacuchana, la costa sur peruana y el alti-plano peruano-boliviano,representadas por Warpa,Nazca y Tiwanaku Tempra-no. La relación entre cadauna de ellas varía, destacandoel desarrollo local Warpa, quecon las características bastantecríticas de su economía en ge-neral, empujará a que los aya-cuchanos desarrollen en lacosta sur formas de inter-cambio de productos y fun-den colonias simultánea-mente. Además su bajo per-fil religioso fue ventajoso enlas perspectivas seculares.

Observaciones hechas porRowe, Collier y Willey señala-ron que en Wari la cerámica te-nía rasgos Nazca, y predominante-mente del entonces llamado “Tiwa-

naku costeño”. Bennett, con experiencia en trabajosde campo en Tiwanaku y Wari, anotó las diferenciasexistentes entre ambos centros y reconoció a la vezque compartían rasgos en la cerámica y arquitectu-ra, asignándole al “Tiwanaku boliviano” una proba-ble invasión directa que al fusionarse con tradicio-nes locales produjo el surgimiento del sitio Wari.

Sin embargo, fueron las investigaciones hechasen la década del 60 las que definieron a Wari y Ti-wanaku como culturas independientes con raícescomunes, sobre todo los aportes de Lumbreras yMenzel. De esta manera quedó claro que los estilosalfareros y textiles que se encontraron en los Andescentrales no eran representaciones directas de Tiwa-naku, y que más bien se trataba de una influenciaWari, que a partir de su núcleo central en Ayacuchose habría difundido por la costa, como lo había se-ñalado precursoramente Larco en 1948. En los últi-mos tiempos, son muy meritorios los trabajos de A.Cook, quien con mucha rigurosidad define cuándoy en qué rasgos están presentes las relaciones entreWari y el altiplano.

Menzel, además de reafirmar los contactos exis-tentes entre Wari y Tiwanaku, señala puntualmenteque los rasgos de Nazca 7 y 8 estaban presentes enWarpa. Posteriormente, Paulsen observó que estarelación cultural correspondía a aportes recíprocos,tanto en la arquitectura como en la cerámica, sien-do la región ayacuchana la que aportó mayores ysignificativos elementos a Nazca, basado en las evi-dencias de Huaca del Loro, excavada por Strong en

1957. Parece ser que losayacuchanos habían tenidocolonias en la costa sur,

pues no podría explicarse deotra manera el uso masivo depiedras como material cons-tructivo nuevo, por un lado, ypor otro, conceptos arquitec-tónicos también nuevos co-mo los recintos circularesque abundan en sitiosWarpa, como Ñawinpu-quio, o en el mismo Wari.Otros sitios de avanzadapodrían haber sido Pache-

co y Tres Palos II, ambosen la costa sur.

180

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

ROJO

P RPURA

GRIS

CREMA

“Animal estrella” representado en cerámica, encontrado en lasproximidades de Qonchopata, Ayacucho. Horizonte Medio,

época 1A. (Tomado de Menzel 1977).

Vaso de la cultura Nazca conrepresentación naturalista de un rostro

humano, aproximadamente 300 d.C.

Page 97: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

La cerámica Warpa es en lo formal y lo cromáti-co influenciada por Nazca y se percibe así desdeNazca 7 y 8 con el Warpa 3, 4 y 5, de acuerdo conPaulsen y Knobloch.

Según Lumbreras estos contactos resultan sien-do parte de una larga tradición que viene desde elHorizonte Temprano, pero que en este momento re-sulta relevante por los cambios que se operan en eldesarrollo alfarero y urbano administrativo. Habríapor tanto una larga historia en la que se fue gestan-do y madurando una organización secular de pe-queños centros urbanos antes que grandes centrosceremoniales y una experiencia administrativa je-rarquizada también en los mismos niveles seculares,que se cristalizará con Wari. ¿Cómo fue este reco-rrido histórico? Aquí los planteamientos de un pro-ceso bastante atípico.

Durante el Período Intermedio Temprano la re-gión ayacuchana debe ser considerada como unárea marginal frente a aquellas dominadas por losgrandes centros ceremoniales que caracterizaron ala costa y la sierra norteñas, la costa central y sure-ña y el altiplano peruano-boliviano. Las manifesta-ciones religiosas fueron tenues, tanto en el períodoInicial como en el Horizonte Temprano, cuando enlas otras regiones estaban Huaca de los Reyes, Cha-vín de Huántar, Garagay o La Florida, entre otrosgrandes centros. Definitivamente, no se trató de unárea privilegiada en arquitectura monumental reli-giosa en ningún período. No desarrolló modalidadreligiosa de complejidad alguna ni tampoco recibióinfluencias de características monumentales. Lum-breras la define como marginal en las épocas deChavín.

Esta marginalidad religiosa observada con ópticaracional se encaminó ventajosamente a otro tipo delogros de orden secular, puesto que al estar libre demodelos que rigieran las formas de vida en general,pudo desarrollar por un lado un urbanismo tempra-no y, por otro, experiencias de gobernación admi-nistrativa más generalizadas, opuestas a la que ofre-cía el sistema religioso.

Estos elementos deben ser considerados para en-tender el temprano y variado proceso de seculariza-ción que se manifiesta en el surgimiento de la ciu-dad y del estado. Esta perspectiva no desecha sinembargo otras variables complementarias en el sur-gimiento de Wari, que se explicaría por una causa-lidad multivariante, como dijera Flannery refirién-dose a los procesos estatales en general.

Por ello esta experiencia urbano-administrativapreestatal que le dieron quizás Ñawinpuquio, Chu-

rucana, Tantawasi, Simpapata y Tablapampa –entreotros pequeños centros poblacionales, productoresy administrativos simples– es más importante paraexplicar la aparición de Wari, aunque muchos deestos pueblos (como Ñawinpuquio) fueron abando-nados en la segunda mitad de la época 1 y otros ab-sorbidos por la ciudad de Wari.

Los sitios arriba mencionados presentan un con-junto de rasgos arquitectónicos y urbanísticos nove-dosos que señalan un cambio sustancial. Los sitioscrecen hasta tener grandes dimensiones, surgen lasplazas, canchas, canales, vías de circulación inter-nas de diversos tamaños y muros de cerramiento omuros divisorios. Se da la separación de los sitios ensectores diferenciados por las funciones que cum-plen como áreas residenciales, talleres y áreas cere-moniales. Ñawinpuquio, trabajado por Lumbreras,presenta aún más: un mayor número de evidenciascomo residencias diferenciadas, áreas con fines reli-giosos, probablemente talleres, espacios abiertos ymuros separando conjuntos arquitectónicos. Todoesto señalaría la gestación de una diferenciacióncualitativa de la sociedad, cuyos nuevos rasgos deorganización y especialización se materializan en laarquitectura descrita y en la cerámica.

Es posible también percibir una suerte de jerar-quía de sitios tempranos, representados por algu-nos sitios Warpa cuyas dimensiones, proximidad olejanía señalarían una relación de dependencia devarios sitios que reconocen el predominio de uno,como parece ocurrir con Tantawasi, para el vallenorte de Huanta, que continuó funcionando en elHorizonte Medio –de acuerdo con Anders, quienencontró evidencias arquitectónicas Wari–, o Ña-winpuquio, en la cuenca de Huamanga, y algúnotro sitio en la misma cuenca del actual sitio deWari, dentro de la sugerencia que han hecho di-ferentes autores para la ocupación Warpa de laregión.

Al final de Warpa hay cambios como el incre-mento de aldeas aglutinadas absorbiendo a las pe-queñas, en una suerte de desruralización inicial dela región, que al abandonar el campo se concentra-ron formando macroaldeas para la producción alfa-rera, tecnológicamente más sofisticada y probable-mente en serie.

Esa administración –como sistema– que requie-ren las ciudades la habrían tenido también a travésde experiencias previas ad portas el Horizonte Me-dio. Su estructura secular regional habría sido, has-ta cierto punto, determinante en la aparición delestado y la ciudad.

181

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Page 98: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Las consideraciones arriba mencionadas de nin-guna manera sugieren la exclusividad del origen es-tatal para Wari, pues es posible que administracio-nes protoestatales o estados no urbanos per se y demenor envergadura o escala debieron darse en elPeríodo Intermedio Temprano, sobre todo en la cos-ta norte y sur peruanos. Este tema, cuya discusiónes de larga data, es muy sugestivo y muchos inves-tigadores sostienen incluso que formaciones socia-les estatales surgieron en el Horizonte Temprano yaun antes. Sin embargo, reafirmamos que ciertascondiciones presentadas en el área ayacuchana ace-leraron la emergencia de la ciudad y el estado pa-nandino juntos, cuya complejidad urbana y políticano tiene precedentes, como analizaremos líneasadelante.

Si bien lo religioso como expresión monumentalo como sistema complejo de creencias no estuvopresente con fuerza en su gestión, Wari asimila unsistema religioso foráneo y lo repotencia, convir-tiéndolo en medio eficaz para su desarrollo comoestado conquistador.

Los wari no tuvieron los grandes centros cere-moniales u oráculos que existieron antes, por ejem-plo en Chavín de Huántar o el mismo Tiwanaku. Laconstrucción de templos no fue una característicawari; sí lo es su naturaleza secular. El estado Warino es religioso en su naturaleza intrínseca, sino ensu manifestación operativa. Aquella construcciónregistrada por Isbell al más puro estilo del templetesemisubterráneo de Putuni, Tiwanaku, se abandonajusto cuando Wari se torna en estado expansivo(1B) y se popularizan luego los temas religiosos enla cerámica, según Menzel.

Tiwanaku, por el contrario, sí obedece a un mo-delo de desarrollo donde lo religioso es consustan-cial desde sus orígenes. Y allí radica la diferenciacon Wari, que repercute también en las políticasoperativas de ambos estados. Los orígenes Tiwana-ku son eminentemente religiosos y la naturaleza delestado Tiwanaku es teocrática, mientras Wari es unestado militarista disuasivo, persuasivo y conquista-dor por excelencia, y teocrático a posteriori. SegúnCook, “…en Wari lo sobrenatural se combina conuna jerarquía de figuras de elite, guerreros y cauti-vos”, mientras “…el repertorio (iconográfico) Tiwa-naku enfatiza una serie de figuras sobrenaturales encerámica o representaciones en grandes monoli-tos…” (Cook 1994: 180).

Tan decisivo fue el aspecto religioso que no sólotiene que ver con los orígenes, sino también con elcolapso de ambas sociedades. La emergencia y pos-terior copamiento territorial Wari están signados enla abrupta aparición en Ayacucho de la deidad de laPortada del Sol, aproximadamente por los años 550d.C. y su colapso por los 800 d.C., cuando aún elestilo Wari se manifiesta de una u otra manera im-pregnando sus rasgos básicos. La presencia Wari deunos 300 años puede ser considerada como brevefrente a Tiwanaku, que se desintegra recién hacia el1200 d.C.

El prematuro colapso de Wari se explicaría por-que el sistema de creencias asimilado no obedecía auna tradición local permanente o continua y la reli-giosidad altiplánica adoptada no se habría arraigado

182

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Continuidad histórica de la “Deidad de los Báculos”. (Tomadode Cook 1994).

200 a.C. - 200 d.C.(Pukara)

550-750 d.C.(Qonchopata)

550-900 d.C.(Tiwanaku)

Page 99: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

en profundidad ni en el tiempo ni en el espacio enla sierra central y sureña no Tiwanaku.

Fue más fuerte el arraigo, incluso después delHorizonte Medio, en otras regiones como la costa,por ejemplo, pero no en Ayacucho; obviamente por-que en regiones como la costa sur pudieron habervisto a la “Deidad de los Báculos” –o “Dios de lasVaras”– de la Portada del Sol de Tiwanaku, semejan-te a un antiguo dios que ya tuvieron ancestros suyosen su tránsito por estas tierras desde Chavín al alti-plano. Acaso la “Deidad de los Báculos” en Wari yTiwanaku sea también un renacimiento religiosodespués de 300 años de hiatus que separan a Puka-ra (Período Intermedio Temprano) –cultura consi-derada como el antecedente más próximo de la ima-ginería religiosa– de los estados panandinos Wari yTiwanaku. ¿Una religión reformada?

Por el contrario, Tiwanaku se originó en socie-dades que durante los períodos anteriores tuvieronuna matriz religiosa envolvente como Pukara, cuyasrepresentaciones también pasan a Tiwanaku, quedura como dijimos más tiempo que Wari, aunqueen un territorio mucho menor. Merece señalarseque de acuerdo con las últimas investigaciones, elhiatus entre Pukara, Wari y Tiwanaku se debería noa una discontinuidad de la tradición Pukara, sinomás bien, según Cook, a la falta de mayores investi-gaciones, pues la ocupación Pukara no se reduce allado norte del lago Titicaca, sino también abarca ellado sur, donde se asentara Tiwanaku –investigadopor Mujica y Portugal–, así como los valles del Cuz-co y la costa peruana y el norte chileno. Esta rela-ción costa-sierra, por tanto, es anterior al Horizon-te Medio, Wari y Tiwanaku IV, y la misma se corro-bora con los hallazgos, por un lado, de implemen-tos rituales como las tabletas para aspirar narcóticosen Niño Korin, en Kallijicho (Bolivia), en San Pedrode Atacama (Chile) y en las colonias tempranas enlos valles de la costa del área centro sur.

Los rasgos Niño Korin encontrados en Bolivia yen la costa del área centro sur, según algunos inves-tigadores, están ubicados entre Pukara y Wari y Ti-wanaku, aparentemente intermediarios de rasgosculturales más próximos. Los sitios como CerroBaúl, Cerro Mejía, entre otros en territorios de Mo-quegua y quizá también de Tacna, deben servir nosólo para ver la injerencia económica Wari, sinotambién los contactos con los altiplánicos en susorígenes, ya que el diseño iconográfico del estilo al-farero Qonchopata de Ayacucho –según Cook– re-vela una conexión temprana con la costa sur, paraluego convertirse en diseños de la tradición Wari.

183

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

550-900 d.C. (Tiwanaku)

550-750 d.C. (Qonchopata)

200 a.C. - 200 d.C. (Pukara)

Secuencia de los sacrificadores. (Tomado de Cook 1994).

Page 100: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

La desintegración cultural Tiwanaku es entoncespaulatina, probablemente porque la religión fue lafuerza integradora de la cultura y sus pobladores lapracticaron con devota intensidad. El éxito de laconquista Tiwanaku fue religioso: construyó tem-plos en los sitios a donde iba y perduró muchotiempo tanto en el altiplano como en la costa delárea centro sur, mientras que Wari en sus conquis-tas no privilegió las construcciones religiosas. Éstees el argumento central. Las investigaciones de laúltima década en Tiwanaku nos describen ciertosparecidos en algunos rasgos operativos con Wari,pero se trata en definitiva de entidades políticas es-tatales diferentes en su concepción que compartenalgunos rasgos comunes.

Otras causales que pretenden explicar los oríge-nes Wari, como la base agrícola excedentaria, noson variables demostrables. La producción agrícolaen la región ayacuchana siempre fue de subsistenciay nunca tuvo niveles reales de producción intensi-vos ni extensivos, aun incluso con el manejo com-plementario de otros pisos ecológicos.

Si bien hay referencias sobre la agricultura en elPeríodo Intermedio Temprano para la región, nohay estudios que permitan una apreciación satisfac-toria ni para el Período Intermedio Temprano ni pa-ra el Horizonte Medio sobre el volumen de tierrasutilizadas en la agricultura, la tecnología empleaday menos sobre la organización y volumen de la pro-ducción. Sólo se cuenta con referencias generalessobre la existencia de canales de riego, andenes y al-gunas técnicas de represamiento. A este nivel de in-formación, no es mucho lo que se puede decir.

La región nunca tuvo las condiciones edafológi-cas ni climatológicas para una producción agrícolaexcedentaria. Con todos los límites que plantea laanalogía, en este caso entre las actuales circunstan-cias de la región y el pasado, los niveles de pluvio-sidad baja, evapotranspiración rápida y pequeñovolumen de tierra aluvial, la agricultura ayacuchanaen las épocas de Warpa y Wari sólo habría servidopara la subsistencia poblacional. La significativadensidad poblacional evidenciada en casi trescien-tos sitios Warpa demuestra, es cierto, un eficientemanejo tecnológico agrario e hídrico, pero no so-brepasa los niveles de subsistencia. Precisamentelos Warpa hacia fines del Período Intermedio Tem-prano aproximadamente habrían llegado a los lími-tes de su producción agrícola ya que reorientan supatrón de asentamiento rural hacia pequeños nú-cleos, de cierta manera alejados de las chacras, yfundan centros aldeanos preferentemente producto-

res de cerámica, aprovechando los recursos de arci-lla y combustible que existen en la zona.

La producción alfarera especializada, en serie, ysu distribución, es otro de los grandes desarrollosalcanzados en esta época. Lumbreras, citando a Ar-nold, sostiene que el área ayacuchana tiene muybuenas condiciones ambientales “por la gran varie-dad de arcilla, temperante y material combustible”.Esta especialización alfarera representa una adapta-ción a una tierra de pocas condiciones agrícolas.

Isbell plantea que a finales del Período Interme-dio Temprano hubo un incremento poblacional sig-nificativo y que la administración aún no centrali-zada controlaba parte del sistema económico. Sinembargo, se habría producido el desecamiento delambiente y en consecuencia se entró en una etapade conflictos según Moseley, y de crisis, entre otrascosas por el desabastecimiento agrícola, debido a labaja producción. Las presiones sociales aldeanas yel cambio climático no fueron controlados y presio-naron para que la autoridad ejerciera un “podercentralizado y jerárquico” sobre las aldeas Warpa enWari.

En estas circunstancias y condiciones, aparecenen Ayacucho los primeros contactos con el altipla-no, que según Lumbreras no son colonos ni invaso-res. Qonchopata es el sitio clave para entender losorígenes Wari y sus relaciones con el altiplano, porla presencia de una ideología religiosa poderosa ydominante en el Horizonte Medio. Sin embargo, enQonchopata no existen otros rasgos religiosos vin-culados al altiplano, como las tabletas para insuflaralucinógenos que se encuentran tanto en su áreanuclear como en casi todos los sitios de su influen-cia, como Atacama. Las imágenes centrales Tiwana-ku se encuentran en la cerámica, los textiles y escul-turas de piedra y en muchas tabletas para insuflaralucinógenos. Parece ser que los ayacuchanos fue-ron selectivos al captar sólo algunos de los instru-mentos de difusión religiosa, que se explican tam-bién por la mayor complejidad religiosa que predo-mina en Tiwanaku.

Los wari representan sus imágenes centrales enla cerámica y en los textiles. Los monolitos de Warino son soportes para elaborar estas imágenes cen-trales. El tema central, que en Tiwanaku se repre-senta en la escultura lítica, pasa en Wari a la cerá-mica polícroma, como la de Qonchopata en los cán-taros cara-gollete.

El sitio de Qonchopata fue excavado por Tello ypor A. Sandoval, y posteriormente por diferentesequipos de la Universidad de San Cristóbal de Hua-

184

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Page 101: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

manga. Las diversas excavaciones realizadas nos re-velan, por un lado, la presencia de áreas de ofrendasy, por otro, de áreas de residencia y talle-res de alfareros estudiados por Lumbrerasy Pozzi-Escot.

Sorprenden sobremanera las ofrendasencontradas tanto en pequeños recintos yotras en hoyos sin arquitectura. En el in-terior de ambos “pozos” se han encontra-do fragmentos de vasijas grandes, rotas ex

profesamente y enterradas después. En las vasijas serepresenta a la divinidad central de la Portada delSol de Tiwanaku, pero hay variaciones en la repre-sentación de sus acompañantes (llamados “ángeles”por Menzel) y de la misma deidad central, que re-sultan sustantivas para la apreciación sobre el gradode independencia o no de la iconografía Qonchopa-ta, respecto de Tiwanaku.

Lumbreras sostiene que “las figuras son estruc-tural y temáticamente las mismas que las que apare-cen en la Puerta del Sol, pero no sólo no son Tiwa-naku, sino que responden a cánones ayacuchanos”(Lumbreras 1981: 36). Los wari centran su interésen la deidad principal y esta imagen destaca en laetapa expansiva, según demuestra Cook. Parece serque los wari, además de selectivos, como señalamoslíneas arriba, privilegiaron la deidad central desdeun primer momento y tuvieron una captación dife-rente, reinterpretando éste y otros elementos de laiconografía Tiwanaku.

La imagen central se transforma en un ser máshumanizado en sus rasgos, mientras que los acom-pañantes son transfigurados de aves antropomorfi-zadas a seres felínicos. Este opacamiento de losacompañantes parece intencional en Ayacucho, yaque en la costa sur, área de una relación más próxi-ma y tal vez más fuerte con Tiwanaku, se reprodu-ce con más fidelidad a los seres alados de perfil.Cook, de acuerdo a los datos del sitio de Wari, diceque con el correr del tiempo se ha producido unasimplificación mayor.

En la tradición del arte simbólico Wari destacanlas figuras zoomorfas y fitomorfas como tubérculosy maíz, asociadas al tema central como en el estiloRobles Moqo, en Pacheco y en las ofrendas encon-tradas en Maymi, donde las plantas y los animalesson profusamente representados. Tanto en Pachecocomo en Maymi se privilegia la representación deplantas serranas, excepto el maíz, tanto de la sierracomo de la costa, pero seguramente la representa-

185

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

AV

EN

IDA

DE

L E

JR

CIT

O

N.M

PATIOCENTRAL

Sector A de una comunidad de alfareros. Qonchopata,Ayacucho. (Tomado de Pozzi-Escot en Isbell y McEwan

editores, 1991).

Representación del “Dios de los Báculos”.Qonchopata, Horizonte Medio, época 1A.

(Tomado de Menzel 1977).

Page 102: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

ción que se hace reproduce la variedad serrana pordeducción asociativa. En el caso Wari sufre tambiénalgunas modificaciones esperadas: en las ofrendasde Pacheco, la divinidad central adquiere represen-taciones de un ser masculino y otro femenino, conuna iconografía circundante de maíz, tarwi, ollucos,papas, añu, camélidos y felinos, referidos por Men-zel, y algunos autores señalan que es una deidadesencialmente agrícola. No es casual que la deidadcentral se adoptara en épocas críticas de carestía deaguas, de desecamiento de las tierras, de falta de ali-mentos que agudizaron aún más los sempiternosproblemas de la baja pluviosidad de la región. Puesbien, las evidencias materiales descritas señalan quehay una vertiente cultural procedente del altiplanosureño, que a la fecha no sabemos aún con certezacómo se difunde.

Una hipótesis sugerente y nueva es la planteadapor Lumbreras a partir de las evidencias encontra-das en Cerro Baúl, enclave Wari en Moquegua,“...en el sentido de que, aun antes de que se genera-lizaran los rasgos Tiwanaku en Ayacucho (época 1del Horizonte Medio) los pobladores de esta regiónportadores de la cerámica Okros y Chakipampa, es-taban presentes en Tiwanaku y en contacto con es-ta cultura y no al revés. Esto implicaría que los ele-mentos tiwanakenses de la cultura Wari, fueron ad-quiridos como consecuencia de contactos estableci-dos por los ayacuchanos en el área Tiwanaku, dedonde tomaron los elementos ‘tiwanakoides’ quevemos representados en los estilos ayacuchanos dela época 2” (Lumbreras et al. 1982: 5). Pues enton-ces, aquí habrían entrado en contacto y tomado loselementos clásicos altiplánicos para Wari y, simultá-neamente, de aquí los Tiwanaku tempranos habríancaptado una arquitectura civil y formas administra-tivas de gobernación Wari. Y quizás incluso CerroBaúl pudo ser un enclave ayacuchano anterior alHorizonte Medio en las épocas finales del PeríodoIntermedio Temprano.

EL ESTADO WARI

Pocas y tempranas referencias existen sobre eluso de la categoría política de estado, en unos casospara referirse genéricamente a estados preincaicos,y en otros individualizando a los inkas y a los tiwa-nakus.

Posteriores publicaciones fueron registrando eltérmino para referirse también a otras formacionessociales como Wari y Chimú, utilizando incluso–en algunos casos– la categoría de imperio, como

sinónimo de estado. Hoy tenemos un uso generali-zado por el que casi todas las sociedades desde Cha-vín o antes, hasta los inkas, eran estados, imperioso estados imperiales.

Este uso indiscriminado se debe en muchos ca-sos sólo a la costumbre. A pesar de los esfuerzos queen los últimos años se hacen para definir esta cate-goría, considero que hay dos problemas centralesno resueltos. Primero, la arqueología en el Perú aúnno ha profundizado una metodología para identifi-car el dato arqueológico como correspondiente auna sociedad estatal y diferenciarlo de otras forma-ciones políticas como el curacazgo o la tribu, puesmuchos de los indicadores de su cultura material–arquitectura monumental, almacenes, palacios,tumbas, etc.– asignados como estatales, aparecentambién en sociedades desde el Precerámico Tardíohasta el Horizonte Inka. Como consecuencia de es-to, el segundo problema corresponde a no saber có-mo definir la categoría estado para sociedadespreindustriales como la andina, pues la definiciónque se maneja tiene básicamente un componenteteórico ideológico contemporáneo, o se basa en unaanalogía mecanicista con sistemas estatales prein-dustriales del Viejo Mundo. Precisamente estas doscuestiones básicas no resueltas generan confusión yla posibilidad de usar arbitrariamente la categoría.

Sin embargo, asumimos que las proposicionesmás reflexivas que se manejan son aún especulati-vas, útiles sólo en cuanto explican una modalidadpolítica muy compleja. En general, el estado pre-hispánico andino, en razón a los datos que se tie-nen, no constituye aún una abstracción teórica sinouna “categoría descriptiva” y operativa.

Los inkas primero y los wari después merecieronla atención de los estudiosos en la descripción co-mo estados o imperios, por referirnos a las socieda-des tratadas con mayor frecuencia. En el primer ca-so se basan mayormente en la información escrita ypotenciada en los últimos años por los aportes ar-queológicos. En el segundo, la fuente es básicamen-te arqueológica, aunque se usa la analogía con losinkas.

En el caso Wari, el tratamiento que se le ha da-do como entidad política estatal pasa en primer lu-gar por los planteamientos hechos, con mucha vi-sión, por el profesor Lumbreras en los últimos 25años, identificando a Wari como un imperio pode-roso, despótico, centralizado, conquistador, urbanoy clasista. En 1987-1988, Lumbreras publicó “El es-tudio arqueológico del estado”, señalando que“...parte de una concepción teórica que liga al esta-

186

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Page 103: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

do con las clases sociales y a éstas con la ciudad,dentro de una cadena causal que pone en el primereslabón el surgimiento del fenómeno urbano, sin elcual no se pueden dar los otros; por lo tanto, si és-te no existe, las diferencias entre unos individuos yotros, o la existencia de ámbitos de influencia deuna cultura sobre otras, no están expresando conte-nidos clasistas ni existencia del estado” (Lumbreras1987-1988:16:5). No obstante, diversas investiga-ciones sugieren también la existencia de estados nourbanos, incluso en los Andes, y las clases socialespueden no ser tales, tema al que intentaremos apro-ximarnos más adelante.

En segundo lugar, el tratamiento de Wari comoentidad política estatal pasa por los planteamientosde una discusión publicada en la Revista Andina delCuzco el año 1985, la cual considero como el es-fuerzo colectivo más logrado para definir las carac-terísticas del estado Wari. Aunque debo señalarque, como siempre ocurre en este tipo de debates,los autores expresan en sus descripciones más de“cómo deberían ser” que “cómo realmente son” lascosas. William Isbell fue quien centró la discusiónsobre el tema en dicha publicación, aunque poste-

riormente ha afirmado que los términos “imperio” y“estado” referidos para Wari, deben considerarseprovisionales.

Isbell presenta a discusión una propuesta sobreel origen del estado en Ayacucho, basada en un mo-delo de Wright y Johnson para el Cercano Oriente ypostula “cuatro principales atributos” para el estadoWari: 1) “Administración jerárquica especializada”con oficinas y personal apropiado, que procesaríadiversa información en base a registros, además deuna jerarquía entre los sitios Wari. 2) Recolecciónde tributos para su mantenimiento. 3) División declases sociales y 4) Una ideología estatal en base a“símbolos de autoridad jerárquica”.

Consideramos en principio válidas estas proposi-ciones, ya que se sustentan como modelo, en otrasexperiencias no andinas. Creemos también por prin-cipio que la singularidad de los procesos excluye oincrementa las variables. La ausencia o presencia deuno o más de estos atributos no impide que las so-ciedades se organicen en estados. Éste es el caso dela proposición de “clases sociales” en la argumenta-ción del estado Wari. Creo que “clases sociales” esuna proposición que no tiene argumentación fáctica

187

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Proceso deexcavación porla UniversidadNacional deSan Cristóbalde Huamangaen Cheqowasi,Wari(Ayacucho).Obsérvese elaparejo rústicoy las piedraslabradas.

Page 104: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

en el caso andino prehispánico, porque percibo quealgunos de sus rasgos definitorios están ausentes.

Lo que notamos es una diferenciación social je-rarquizada. Se perciben trabajadores en general,muchos de ellos especializados y subvencionados–sobre todo los vinculados al culto y los sectoresmilitares– que no participan directamente en la pro-ducción, y finalmente sectores gubernamentales ad-ministrativos. Esta representación social no propo-ne clases sociales. En las sociedades andinas prein-dustriales las clases sociales no son consustancialescon el estado. Creemos que strictu sensu las tradi-ciones culturales de los grupos humanos andinosque participan en la producción ameritan se lesconsidere mucho más que “fuerzas productivas”.Como dice Thompson, una clase social es tambiénuna formación cultural y económica. En las socie-dades prehispánicas andinas, el ayllu, el parentesco,la reciprocidad, la redistribución y la etnicidad arti-culan y definen las relaciones sociales.

Un aspecto que sí es sumamente relevante en laargumentación del estado Wari es aquella que nosofrece la arquitectura secular que se encuentra en elmismo sitio Wari y en sus “provincias”.

Las investigaciones arqueológicas llevadas a ca-bo en el sector de Moraduchayoq en Wari, Azánga-ro, Pikillaqta, Jincamoqo y Jargampata entre las másrecientes, evidencian la presencia novedosa de unaarquitectura pública planificada preferentementeortogonal, con sectores separados por muros queseñalan por cierto funciones diferenciadas. Tambiénla construcción de sitios próximos o lejanos al nú-cleo Wari, tanto en la distribución de sus edificacio-nes como en su forma regular, demuestra organici-dad en el desarrollo urbano y una política urbanís-tica de sello estatal. Muchos de estos rasgos fueronasimilados por las posteriores sociedades andinasincluida la inka.

Abstrayendo estas evidencias, se deduce la pre-sencia de una especie de oficinas administrativas,en conjuntos de recintos alargados articulados porespacios centrales a manera de patios que asociadoscon otros rasgos arquitectónicos como banquetas yotros bienes muebles, permiten señalar a su excava-dora, Brewster-Wray, que este sector habría servidopara realizar encuentros administrativos tanto entrelos pobladores del sitio como probablemente confuncionarios de sus colonias, como podría sugerir elhallazgo de cerámica Pachacamac en el sitio, segúnIsbell.

Este tipo de centros sugiere la presencia de fun-cionarios estatales que habrían usado mecanismos

contables de registro como los quipus inkas paraprocesar con seguridad activos fijos y renovables delsistema económico wari y emplearlos en la buenaadministración y logística del estado.

Se han encontrado algunos quipus –si bien no encontextos netamente administrativos– para la épocaWari, como el registrado en Nazca por Conklin.

La presencia de quipus en el Horizonte Medio yTardío refuerza más la singularidad del proceso an-dino, donde los sistemas mnemotécnicos son másrelevantes para el manejo de la administración que,por ejemplo, la escritura, que postuló G. Childe pa-ra la definición de cualquier organización urbano-estatal. La escritura no se conoció en los Andes. Losestados preindustriales pudieron ser ágrafos, perono carentes de sistemas contables codificados.

El estado Wari vendría a ser una entidad políti-ca panandina que dominó extensos territorios ymantuvo relaciones de distinto orden con otras for-maciones tribales, protoestatales o estatales muy re-gionalizadas de naturaleza diferente, sobre todo enla costa norte y central.

CENTROS PROVINCIALES WARI

El éxito del sistema de gobierno Wari radicó engran parte en el rol que desempeñaron sus centrosadministrativos construidos a distancias muy leja-nas de la ciudad de Wari. El estado construyó unared de sitios claramente definidos al norte y sur delcentro urbano, distintos en dimensión, complejidady función. Pueden identificarse entre los sitios tra-bajados con mayor rigurosidad desde pequeñasconstrucciones a manera de tambos inkas, como se-ría Jincamoqo (de unas 4 ha, según Schreiber), has-ta grandes instalaciones aglutinadas, como Pikillaq-ta (de unas 50 ha, de acuerdo con McEwan) en lafrontera meridional serrana del Cuzco, o Wiraco-chapampa (con más de 30 ha, según Topic), enHuamachuco. También se conocen como centrosadministrativos los sitios Wari en el valle del Man-taro (Wariwillca) y en Ancash (Honqo Pampa), am-bos instalados en posiciones estratégicas, controlan-do siempre recursos naturales y/o el acceso a pobla-ciones.

Estos centros administrativos fueron construi-dos cuando el estado Wari era ya una entidad polí-tica madura y corresponden al final de la época 1 yel transcurso de la época 2.

El modelo de articulación en las zonas costeñases diferente a los empleados en gran parte de las re-giones serranas. En consecuencia, Wari manejó

188

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Page 105: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

principios de gobernación diferentes,determinados o influidos por el gradode desarrollo de las formaciones cultu-rales locales. Allí radica su habilidad.

La arquitectura Wari representati-va de la planificación estatal en la sie-rra se encuentra en Pikillaqta, enAzángaro, y luego en Jincamoqo yWiracochapampa, con funciones tam-bién diferentes de acuerdo con la je-rarquía que tenían.

PikillaqtaFue probablemente el centro ad-

ministrativo más importante y símbo-lo político estatal en el territorio me-ridional Wari, cuya filiación fuera se-ñalada por Rowe sobre la base de laarquitectura semejante a la de Wari en Ayacucho.Las posteriores investigaciones, primero por San-ders y luego por McEwan, aportaron sustantivas in-

formaciones para el entendimiento de Pikillaqta,pues por un lado se desecharon muchas versionesespeculativas asignadas por los arqueólogos y, porotro, proporcionaron nuevos datos para explicar la

189

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Plano del sitio de Pikillaqta, Cuzco. En elsector noroeste obsérvese el conjunto deedificios, probablemente para guarnicionesmilitares o trabajadores temporales, segúnMcEwan. (Tomado de Isbell y McEwan,editores, 1991).

El centroprovincialwari enPikillaqta,Cuzco. Elurbanismowari de tipoadministrativose extendióprontamentepor losdiversos sitiosque construyóesta unidadpolítica.

Page 106: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

función del sitio. Se trata de un centro fortificadoque se construyó en las décadas finales del siglo VIy dejó de funcionar cuando Wari colapsó, alrededordel siglo IX d.n.e. Su ocupación fue intensa e inin-terrumpida por unos 150 años.

Representa el urbanismo planificado Wari porexcelencia y se encuentra en la cuenca de Lucre, enun ambiente mesotérmico del curso del río Vilcano-ta en el Cuzco, territorio muy próximo a donde sedeben haber encontrado Wari y Tiwanaku segúnRowe. Es un lugar estratégico que controla el flujode tres valles: al sur el valle medio alto del Vilcano-ta, por el noreste el valle medio bajo del Vilcanota ypor el noroeste el valle de Quispicanchis, territoriosmaiceros estos dos últimos. Es el sitio más grande eimportante entre muchos otros sitios Wari que hayen la cuenca. Sin duda, también residencia de la eli-te Wari, así como símbolo religioso, administrativoy político del estado en la región.

Fue construido planificadamente y refleja unconcepto ortogonal Wari clásico, de acuerdo conConklin e Isbell, donde son básicas las formas rec-tangular y cuadrada de los edificios, canchas y pla-zas. El acceso es restringido desde el exterior y lacirculación interna es a través de calles y corredores

por los que se accede a los conjuntos, también enforma restringida. Las grandes calles dividen los di-ferentes sectores del sitio, cuyos muros pasan los 12m de altura.

McEwan señala dos funciones principales paraPikillaqta, la residencial y la ceremonial. Hay secto-res residenciales habitados por grupos de elite, ad-ministradores y religiosos, y viviendas para la gentedel común, que en este caso se trataría de personalde servicio, definidos por la “calidad de las cons-trucciones y acabados de los pisos y también por lasdiferencias en el tipo y calidad de los artefactos”(McEwan 1983: 5). Muchos muros evidencian en-lucido de yeso y edificaciones de dos pisos.

Destaca en todo el conjunto un sector donde laplanificación y la uniformidad constructiva se ex-presan en grado máximo. Este sector –cerrado pormuros periféricos– tiene 508 ambientes de accesorestringido y circulación interna rígida; muchos in-vestigadores lo consideraron como el sector de lasqolqas o depósitos estatales. Sin embargo, McEwan,al excavarlo, encontró indicadores de uso domésti-co en 10 ambientes, lo que le permitió sugerir quese trataría de viviendas para guarniciones militareso trabajadores temporales.

190

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

La calle central de Pikillaqta.

Page 107: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

191

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Principales sitios provinciales Wari. (Basado en Lumbreras 1969, Bonavia 1991 e Isbell 1991).

1

2

3

4

5

6

7

10 14

12 13

11 15

8

9

18

16

17

1. ICHABAMBA2. WIRACOCHAPAMPA3. HONQO PAMPA4. CHIMU CAPAC5. SOCOS6. PACHACAMAC7. MAYMI8. PACHECO9. ATARCO

10. AZÁNGARO11. WARI12. QONCHOPATA13. JARGAMPATA14. VISTA ALEGRE15. PALESTINA16. JINCAMOQO17. PIKILLAQTA18. CERRO BAÚL

SITIOS PROVINCIALES WARI

Page 108: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

La función ceremonial está representada por unaconstrucción que tiene nichos en sus paredes y de-bajo del piso una ofrenda de cráneos humanos y ob-jetos metálicos, que McEwan compara con unaofrenda similar encontrada en Moraduchayoq, co-mo veremos en la descripción de la ciudad de Wari,y con el que Topic describe también para Wiraco-

chapampa. Finalmente,Pikillaqta fue el centroWari que articuló otros si-tios de menor importanciaen los valles circundantes.

WiracochapampaLa presencia wari en la

región de Huamachucoobedece a una estrategiade control de acceso a re-cursos naturales y de gen-te pues, por su posiciónintermedia, podían desdeallí fiscalizar territorios enel valle de Cajamarca y enlos valles costeños del nor-te. Tal vez podría conside-rarse también como unpunto intermedio en la ru-ta alternativa para el trafi-

co de bienesexóticos delextremo nor-te costeño. Suo c u p a c i ó nhabría sidointensa, aun-que breve, se-gún Topic, ysus poblado-res no ha-brían alcanza-do los objeti-vos de domi-nación estatalen la región, yquizás forza-dos por en-frentamientoshabrían deja-do el lugar–como sepuede inferirde la cons-

trucción inconclusa del sitio–, o habrían sido des-plazados por el poder y el prestigio de Cajamarca,que articuló territorios costeños muy ricos, comoLambayeque, de acuerdo con los datos proporciona-dos por Shimada.

Hay evidencias de presencia Wari en varios otrossitios en el valle, complementarias a Wiracocha-

192

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS Plano del sitio deWiracochapampa,

La Libertad.(Tomado de Topic

en Isbell yMcEwan, editores,

1991).

Detallearquitectónico enun recinto delcentro provincialwari deWiracochapampa,La Libertad.

Page 109: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

pampa. Wiracochapampa tiene una pers-pectiva arquitectónica wari, aunque po-seería elementos significativos de tradicio-nes locales, como Marcahuamachuco, se-gún postula Topic. Esto sería posible qui-zás sólo en la tecnología constructiva perono en el concepto, ya que Wari es intrusi-vo en la región y su arquitectura es simi-lar a los otros sitios Wari. La presenciaWari en la zona se da también en contex-to religioso pues se ha encontrado unaofrenda en un “oráculo” local llamado Ce-rro Amaru. Finalmente, según los espososTopic, hay también evidencias de depósi-tos.

El sitio se habría ocupado entre finalesde la época 1B y las primeras décadas de laépoca 2A.

JincamoqoMucho más clara se percibe la ocupa-

ción Wari en el valle del Carhuarazo, don-de al igual que en otras cuencas de su hin-terland serrano se construyeron varios si-tios contemporáneos de relaciones complementa-rias, siendo Jincamoqo el más importante. Fue ocu-pado desde la época 1B hasta la época 2B, cuandocolapsa el estado Wari.

Su presencia modificó el patrón de asentamien-to en el valle pues los sitios wari están entre los 3300 y 3 000 msnm, lo que se interpretaría, segúnSchreiber, como una intensificación de la produc-ción de maíz mediante la construcción de andenesdirigida por los wari, quizás utilizando la experi-mentada mano de obra local como tributo laboral.Parte de esta producción pudo haberse almacenadoen uno de los sitios wari en el valle, cuya caracterís-tica formal sería diferente a las qolqas clásicas de laépoca inka, y llevada posteriormente a la ciudad deWari en Ayacucho.

AzángaroEl sitio de Azángaro, por otro lado, es arquitec-

tónica y urbanísticamente similar a Pikillaqta, y am-bos son considerados modelos de planificación yadministración estatal. Se encuentra en el valle deHuanta, muy próximo a la ciudad de Wari. Tiene 8ha aproximadamente y es uno de los sitios más sig-nificativos de unos 12 que se han registrado en lacuenca de Ayacucho y Huanta. Corresponde a laépoca 2.

Las excavaciones llevadas a cabo por Anders noseñalan especialización en la producción, ni uso do-

193

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Plano del sitioceremonialwari deAzángaro,Huanta.(Tomado deAnders enIsbell yMcEwan,editores,1991).

Jincamoqo en elvalle del

Carhuarazo,Ayacucho.

(Tomado deSchreiber en

Isbell yMcEwan,

editores, 1991).

Page 110: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

méstico en el sector central, señalado como depósi-to antes de la excavación, por su semejanza con elsector de Pikillaqta al que también se le asignó equi-vocadamente dicha función. Este sector tiene 340pequeñas edificaciones de una regularidad arquitec-tónica sorprendente. Azángaro habría sido un sitioeminentemente ceremonial, de funciones calendári-cas y rituales agrícolas manejados por mitayeros.

Azángaro habría sido gobernado bajo principiosduales basados en la reciprocidad y no por una au-toridad burocrática extremadamente centralizada,como señala Anders. Podría ser un nuevo modelo oprincipio de gobernación que aplicó el estado Wari,entre otros, que postulamos al inicio de este capítu-lo. En todo caso, estamos frente a nuevos manejospolíticos con componentes ideológicos por partedel estado Wari. Si fuera así, podría ser una autori-dad que emanaba del estado, o tal vez un enclave dela nobleza familiar Wari como sugieren algunos.

Colonias Wari: Cerro BaúlTal vez el ejemplo más contundente de la políti-

ca colonial wari sea el sitio de Cerro Baúl, que ex-presa a la vez uno de los varios principios de gober-nación que aplicó el estado en la mecánica de domi-nación y una de las formas operativas más eficacespara someter a los pueblos, utilizando la fuerza mi-litar. El empleo de armas y conceptos de seguridadmilitar fue similar en los asentamientos Cerro Baúly Cerro Mejía.

El escenario es el valle de Moquegua,territorio tradicionalmente ocupado y do-minado por entidades políticas del altipla-no del Titicaca; y en la época del Horizon-te Medio por grupos de filiación tiwanaku,que son desplazados en parte por los wari.Sorprende por tanto que este valle coste-ño, muy próximo al altiplano, tradicional-mente territorio al que acudían altipláni-cos para abastecerse de diferentes recursoscosteños, sobre todo el maíz en el vallemedio, haya sido también ocupado porayacuchanos, procedentes de territoriosmuy distantes a Moquegua. Quienes haninvestigado el tema, como Lumbreras, Mo-seley y Watanabe, destacan el carácter in-trusivo de Wari en Moquegua.

Cerro Baúl es un cerro de cima plana,definido en sus lados por farallones que locortan verticalmente. Su ubicación es es-tratégica y su ingreso se realiza sólo a tra-vés de un área controlada. Allí los wari

construyeron un conjunto de edificios rectangula-res, cuadrangulares, circulares o en forma de D, en-tre plazas, patios y corredores. Todos estos elemen-tos resaltan una planificación arquitectónica no tanlograda como en Pikillaqta, quizás por su tempranaconstrucción, ya que ello sucedió en la época 1, enla primera expansión, que se evidencia por la cerá-mica ayacuchana Okros y Chakipampa. Tiene unaextensión de más de 8 ha y su ocupación fue conti-nua e intensa hasta la época 2, evidenciada por lacerámica Qosqopa y Viñaque, analizada por Lum-breras.

La ocupación intrusiva y militar se evidencia porel hallazgo de una cantidad significativa de puntasde proyectil y lascas de obsidiana, cuarcita y riolita,similares a las encontradas en la ciudad de Wari.Además, destruyeron y saquearon muchos templosy aldeas Tiwanaku en la región. A diferencia deotros sitios aquí se habría asentado un “gobernadormilitar”, como dice Isbell.

Destacan también los hallazgos de batanes quepodrían haber servido para preparar alimentos se-gún algunos autores, y para moler cobre, segúnotros. Se ha encontrado también crisocola (turque-sa) y lapislázuli. Todo esto indicaría que los wari ha-brían estado procesando materiales de la región entalleres ubicados en Cerro Baúl. La presencia de ma-terias primas en el sitio puede explicarse conside-rando a Cerro Baúl como un enclave, que entre

194

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Plano del sitio de Cerro Baúl, Moquegua, colonia meridional wari.(Tomado de Moseley et al. en Isbell y McEwan, editores, 1991).

Page 111: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

otras funciones servía para el almacenaje previo ytemporal de materiales antes de ser transportados ala ciudad de Wari en Ayacucho, y para que las pie-dras semipreciosas fueran transformadas en los ta-lleres. En todo caso, los únicos sitios que se cono-cen para abastecerse de éstos y otros materiales seencuentran en Moquegua, Cuajone o tal vez en elnorte chileno donde hay turquesa. Cerro Baúl ha-bría sido también una de las primeras “paradas” enel sistema de abastecimiento a la ciudad de Wari.

Resumiendo, Cerro Baúl fue el núcleo de coloni-zación más importante en la explotación de recur-sos naturales por los que se conquistó la región, di-ferenciándose de Tiwanaku que estaría en la regiónsobre todo para cultivar maíz en el valle medio, ac-tividad que continuó incluso después del colapsoWari.

PRESENCIA WARI EN LA COSTA

La presencia Wari en la costa es bastante com-pleja y hay desacuerdo entre quienes investigan eltema, debido a la lectura e interpretación disí-miles de los distintos tipos de evidenciasque existen.

Las evidencias señalan presencia aya-cuchana en la costa sur incluso desde elPeríodo Intermedio Temprano y contac-tos continuos, intensos y adaptables aciertas circunstancias durante todo elHorizonte Medio, aunque en las etapasfinales de este Horizonte pareciera tenercierta independencia de Wari y reorientarsus contactos con entidades culturales cos-teñas. Identifica a esta época el estilo Atarco defuertes vínculos con Tiwanaku. El problema sesuscita cuando nos referimos a la presencia

Wari en la costa central y costa norte. A diferenciade la primera, donde se van conociendo sitios y alfa-rería de filiación Wari Clásico, en la costa norte es-tán totalmente ausentes tanto los asentamientos co-mo la cerámica Wari, a no ser que se trate de cerá-mica en contextos ceremoniales, como veremos másadelante.

Pues bien, hay suficientes indicadores en la cos-ta que señalan cambios durante las épocas 1B y 2,como resultado de alguna forma de injerencia Warique no corresponde a una conquista militar, princi-pio político ejecutado en otras regiones. En la costa

central y norteña los wari aplicaronotros mecanismos de gobernación–concordantes con la naturalezacompleja de las entidades políticaslocales que diferían sustancial-mente de otras regiones– comoparte de los principios de la regio-nalización política estatal. La pre-sencia Wari en dichas regiones es

evidente, pero aún no sabe-mos cuáles fueron los

mecanismos operati-vos que emplearon

para su asimila-ción. Aparente-mente, no anulósus tradicionesculturales y pudohaber conservado

incluso a las eliteslocales gobernantes,

funcionando sobre labase de mecanismos de

gobernación de princi-pios bilaterales. Nose habría tratado deuna conquista ni deuna invasión en el

modelo clásico Wari que muchos autores sugieren.Por ahora, el estudio de la región septentrional

costeña durante la época Wari es sumamente pro-blemático debido a la ausencia de centros urbanosque, como sucede en las otras regiones Wari, sonlos únicos testimonios de la modalidad de goberna-ción directa del estado. Tan complejo es el asunto

195

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Ejemplos de expresión alfarera de la cultura Wari en la costacentral del Perú. A la izquierda vaso con representación de

grecas y a la derecha, cabeza-trofeo.

Botella con representación de rostro humano,estilo Wari-Pachacamac.

Page 112: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

que los propios investigadores que trabajan el temaen la región tienen planteamientos opuestos.

Las evidencias Wari conocidas hasta hoy en elvalle de Supe, con Chimu Capac, y quizás en Cas-ma, con Purgatorio, resultan ser las más septentrio-nales de la representación arquitectónica y alfarerade filiación Wari.

La costa norte le permitía al estado Wari el acce-so a tierras maiceras para los fines estatales y tam-bién a recursos marinos de utilidad ornamental y ri-tual, como el Spondylus, procedente de las aguastempladas de la costa ecuatoriana. Por la lejanía delnúcleo central Wari y quizás también por la ausen-cia de variedades de maíz preferidas por los wari,consideramos, por ahora, que la primera motiva-ción tiene relativa importancia para una incursión.

Las investigaciones en el futuro puedenconfirmar o no esta idea, o a la vez en-contrar otras motivaciones como la me-talurgia.

Otro punto importante por el cual seexplicaría la ausencia de rasgos arquitec-tónicos Wari en la región, radica en lacomplejidad política de la costa nortecuyas sociedades, a diferencia de aque-llas que predominaban en la extensa re-gión serrana previa a la conquista –ex-ceptuando quizás Cajamarca–, no eranentidades sociopolíticas débiles.

En el norte, Moche representaba unaentidad política de señoríos segmenta-dos según algunos autores, con una sóli-

da ideología religiosaque integró y reforzó in-tereses comunes en tor-no quizás de Ai-apaec, eimpidió así la incursiónde una ideología Wariserrana, que intentaríauna integración comola lograda a ese nivel enotras regiones conquis-tadas. Esto explicaría enparte por qué la alfare-ría Wari está más en si-tios Moche a manera deofrendas, como en losvalles de Chicama y Mo-che (de acuerdo conDonnan y Mackey), eincluso en los valles másal sur y al norte. Ello

también explicaría en parte la ausencia de sitiosWari de patrones clásicos ortogonales.

Sin embargo, a Wari le habría interesado coparlas esferas de gobierno y administración, para locual no requería de asentamientos propios ni decambios sustantivos en la cultura material local (al-farería Moche V y pintura mural, por ejemplo). Loscambios drásticos se dan en los nuevos mecanismospolíticos con los que Moche se interna en su fase V,que se reflejan en los nuevos patrones de asenta-miento, en los nuevos conceptos arquitectónico-ur-banos de Pampa Grande y Galindo, y en las prácti-cas mortuorias y manejo de regiones diferenciadasentre el norte y sur del territorio moche; entre otroscambios según algunos autores. Creo entonces queWari se introduce ideológicamente muy temprano

196

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS Estos dos dibujosrepresentan un vaso de laépoca 3 de Wari, hallado

en el valle del Chillón.

Alfarería wariaproximadamente hacia elfin del Horizonte Medio. Seadvierte una representaciónzoomorfa en el vaso de laizquierda y unaantropomorfa en el de laderecha.

Page 113: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

en la región hasta probablemente finales de la épo-ca 2 cuando colapsa, pero continuó estimulandootros procesos culturales.

En la región de Lambayeque, durante el Hori-zonte Medio, donde según Shimada convergen ele-mentos diversos como Moche, Wari, Cajamarca yelementos locales, el problema cultural es más com-plejo aún, pero se reconoce el impulso decisivo deWari. Hacia el 850 d.C. florece la cultura Sicán se-gún Shimada, que no es sino la cultura Lambaye-que. Batán Grande fue el núcleo religioso más im-portante, con un número significativo de grandesmonumentos. Caracteriza a esta cultura una vasijallamada “Huaco Rey”. Merece destacarse el gran de-sarrollo metalúrgico alcanzado por esta sociedad yla posible utilización de “monedas de cobre”, que amanera de pequeñas láminas –naipes los llaman al-gunos–, se encuentran empaquetadas entre otrosobjetos en algunas tumbas; según Shimada, se ha-brían utilizado para el intercambio comercial conpoblaciones de la costa ecuatoriana. Asociada a estacultura se menciona frecuentemente la leyenda deNaymlap, que habría inaugura-do una dinastía de gobernantesen la región lambayecana; sinembargo es difícil probar la his-toricidad de estos personajes.

En la costa central, a partirde la época 2, Pachacamac es elsitio más importante y el orácu-lo de mayor prestigio de un granterritorio. Su desarrollo tieneelementos Wari y quizás haya si-do –como sugirió Rowe– unacolonia de ayacuchanos que seafincaron en el sitio y mantuvie-ron –a pesar de que podría seruna entidad política indepen-diente– vínculos con Wari. EnPachacamac tampoco se conoce,por ahora, la clásica arquitecturaWari. Los investigadores que tra-tan el tema reconocen que Pa-chacamac tuvo fuerte influenciaen los valles circundantes y quedicho prestigio e influencia lle-garon hasta Supe en la costa nor-te; hasta Ica en la costa sur yhasta Wariwillka en el valle delMantaro en la sierra central.

Destaca la alfarería que repre-senta a un ser mítico conocido

como el “Grifo de Pachacamac”, que tiene diversasrepresentaciones. Esta divinidad ornitomorfa refle-jaría cambios a través del tiempo –de acuerdo conMenzel–, cuyos orígenes estarían en Qonchopata,aunque otros le asignan mayores rasgos Tiwanaku.Algunos investigadores sugieren que Cajamarquillaes el sitio-tipo Wari; sin embargo, quienes han ex-cavado el sitio, lo ubican en una posición cronoló-gica más bien correspondiente al Período Interme-dio Temprano, existiendo –según Shady– hasta laépoca 2 del Horizonte Medio, en que decae con Nie-vería. Solamente existiría una pequeña construc-ción de filiación Wari. ¿Se trata de una reocupaciónWari durante el Horizonte Medio, inaugurando un

197

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Ceramio escultórico querepresenta al personajeprincipal de Lambayeque.

Tallado en madera deldios Pachacamac con

reminiscencias wari, costacentral del Perú.

Page 114: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

nuevo modelo de incursión política, o Cajamarqui-lla mantuvo cierta independencia de Wari? Peroaparte de Cajamarquilla, hay evidencias Wari enAncón y en los últimos años se han encontrado si-tios Wari en las partes medias y altas de valles comoSocos en el Chillón, registrados por Isla y Guerrero,de la misma manera que en Topará y Chincha en elsur chico.

COLONIAS WARI EN LA SELVA

El bosque tropical de los Andes orientales ha ju-gado un rol trascendental en el desarrollo civilizato-rio de la región, a tal punto que no se puede hablarde cultura andina sin reconocer las grandes contri-buciones en diferentes aspectos de las poblacionesde la cuenca amazónica. No sólo por haber aporta-do especies de plantas que forman parte de la dietaalimenticia de las sociedades sudamericanas, sinotambién por haber complementado significativa-mente la formulación ideológica de la cultura andi-na. El ritual religioso andino asimiló prácticas cha-manísticas, entre ellas el uso de un conjunto deplantas alucinógenas de la selva tropical.

El consumo de estas drogas en diversas ceremo-nias fue común, desde épocas anteriores al Horizon-te Temprano, en las culturas costeñas, serranas yamazónicas.

Durante el Horizonte Medio, su uso era generali-zado, por lo menos en el territorio Tiwanaku, tal co-mo lo testimonian las tabletas para aspirar narcóticosencontradas en muchos sitios estudiados por Torresy Berenguer. En el caso Wari, a la fecha, no hay evi-dencia de artefacto alguno que nos lleve a pensar enun uso ceremonial de drogas alucinógenas selváticasque demuestre el interés por estos recursos. Sin em-bargo, el empeño Wari por acceder a la selva se notaen la ocupación de la selva alta ayacuchana del ríoApurímac, a 600 msnm como promedio, probable-mente para tener acceso directo a la coca manejandoplantaciones desde sitios Wari como Vista Alegre yPalestina, investigados por S. Raymond.

La coca tiene una importancia trascendental enla vida cotidiana y ceremonial de la cultura andinay su producción y distribución han sido manejadaspor las elites gobernantes. Si bien su domesticaciónse produjo en los Andes orientales, se cultivabatambién en la costa, de acuerdo con Lathrap y Rost-worowski.

Vista Alegre y Palestina se construyen siguiendoel patrón arquitectónico clásico Wari, similar a suscentros administrativos grandes. Estos dos sitios ar-

ticulaban otros sitios más pequeños en el valle. Ray-mond dice que Vista Alegre y Palestina tienen unaextensión de entre 15 y 30 ha, mientras que el otrogrupo de sitios pequeños llega hasta una hectárea.

La costa y la selva alta formaron parte de los te-rritorios no serranos que permitieron a los wari lacomplementariedad necesaria para un funciona-miento exitoso del estado. Como dice el profesorBonavia, las colonizaciones estatales Wari en la sel-va son las primeras en crear el sistema y los inkas lohacen más extensivo.

Vista Alegre está en la margen izquierda del ríoApurímac y Palestina en la margen derecha, me-diando entre ellos unos 20 km de distancia. La ar-quitectura de ambos sitios no está bien conservada,sin embargo Raymond ha podido encontrar cimien-tos y pequeños muros de piedra que configuran unpatrón típicamente Wari, de conjuntos cuadrangu-lares y edificios de formas ortogonales, comparablescon la arquitectura conocida para la ciudad de Wa-ri. La alfarería encontrada en estos sitios data delHorizonte Medio, que en algunos casos sugiere co-nexiones probables con Jargampata, otro sitio Warien la sierra de San Miguel, y con el núcleo centralde la cuenca ayacuchana.

Finalmente, Raymond reporta la evidencia de unespécimen de obsidiana en Palestina, señalando elcarácter intrusivo de gente serrana wari en la re-gión. Además, dice el autor, se habrían construidoestos sitios para controlar la producción de la coca,probablemente del algodón y proveerse de otros re-cursos llamados exóticos, como pájaros, plumas,monos, plantas alucinógenas y patas de tapir.

Obviamente, la costosa inversión asumida por elestado al colonizar un territorio de difícil acceso,evidencia por un lado el poder centralizado y la ad-ministración eficiente de la entidad política y, porotro lado, la gran importancia de la región, genero-sa en bienes de gran trascendencia, sobre todo paracoadyuvar el complejo sistema de creencias Wari,uno de los pilares en que se sustentaba la política eideología estatales.

LA CIUDAD DE WARI

Otro de los logros importantes en el HorizonteMedio es el surgimiento de la ciudad como la expre-sión más compleja y alta del urbanismo andino. Es-te urbanismo se cristaliza con Wari, que posterior-mente influenciará en conceptos, patrones y tecno-logías tanto a las culturas del Período IntermedioTardío como a las del Horizonte Inka.

198

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Page 115: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Igual que en el caso del estado, la ciudad ha si-do concebida desde diversas perspectivas, y el usodel término responde más a la costumbre que a cri-terios sistemáticos y objetivos. Por ello, en el casode los Andes centrales, se habla indiferenciadamen-te de ciudad para referirse a cualquier centro urba-no antes y después del Horizonte Medio.

La ciudad de Wari podría ser el único ejemplo–de acuerdo a los datos actuales– que pueda definir-se como tal, en todos los tiempos y regiones prehis-pánicos del área andina. Sus atributos se aproximanmás hacia una definición ortodoxa y clásica de loque era una ciudad en otras áreas civilizatorias delViejo y Nuevo Mundo. Frecuentemente se presentaa Chan Chan y al Cuzco y Huánuco Pampa inkaicoscomo ejemplos de ciudad para los Andes prehispá-nicos. Sin embargo, el Cuzco es más una capital sa-grada, como bien lo definió Rowe, que una ciudadstrictu sensu. Huánuco Pampa sería análoga a Piki-llaqta, y Chan Chan sería también una capital sagra-da. Wari y Cuzco podrían ser comparados sólo enalgunos aspectos como, por ejemplo, el manejo delos espacios a partir de conceptos abstractos y sa-grados, y por haber servido de residencia a las elitesgobernantes. Quizás todo esto sea una modalidadde connotaciones particulares andinas.

Como manifestación prístina, la ciudad de Wariha atravesado por un proceso evolutivo desde pe-queñas concentraciones aldeanas de desarrolloinorgánico en sus primeros tiempos, hasta la plani-ficación dirigida por el estado que se expresa en laconstrucción de grandes sectores de formas regula-res dentro de un sistema orgánico de crecimiento enlos tiempos de plenitud de su desarrollo. Así lo de-muestran las sucesivas construcciones, tanto en sucrecimiento horizontal como en su superposición,rediseñando espacios y construyendo nuevas y pla-nificadas edificaciones.

Este crecimiento relativamente rápido de Warihace que su arquitectura refleje una variación sus-tantiva por las remodelaciones hechas en relación aotros centros Wari como Azángaro, Pikillaqta o Jin-camoqo, donde la arquitectura se acomoda a unadefinida política estatal. Las experiencias adquiridasen las campañas de conquista incentivaron la modi-ficación de los patrones citadinos ayacuchanos porla planificación urbana provincial, para un mejorsistema de gobernación. El estado Wari asume laplanificación para lograr innovaciones más signifi-cativas tanto en los conceptos urbanísticos como enla tecnología constructiva. La plenitud de la ciudadde Wari se alcanza en la época 2.

199

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Vegachayoq Moqo

Mongachayoq

Moraduchayoq

Cheqo Wasi

Robles Moqo

NPlano de laciudad de Wari

en Ayacucho.(Tomado de

Isbell yMcEwan,

editores, 1991).

Page 116: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Los criterios para asignarle a Wari la categoría deciudad se basan en su gran extensión y alta densi-dad poblacional, su compleja organización interna,cotidiana y pública y, finalmente, en su posición es-tratégica en la geopolítica estatal. Sin embargo, con-sidero que estos rasgos son poco relevantes, pues seajustan a criterios clásicos más o menos universales.La ciudad andina tendría más bien aspectos abstrac-tos que la perfilan hacia un modelo urbano distinto.

La ciudad de Wari se encuentra en los linderosde Huanta, cubre un área de unas 2 000 ha sobre unterreno ligeramente en declive en la prolongaciónoriental de las estribaciones de una cadena monta-ñosa donde se ubica la pampa de la Quinua, escena-rio de la batalla de Ayacucho, a unos 25 km al nor-te de la actual ciudad de Ayacucho. Es un área entrelos 2 900 y 2 600 msnm. Tierra árida, clima de buentemple, con fuentes de agua muy escasas que deter-minaron su uso sólo a partir de pequeñas obras hi-dráulicas. El núcleo urbano tiene unas 400 ha, don-de están concentrados los restos arquitectónicos ycerámicos. En la actualidad se observa que el sitioha sufrido una transformación significativa por laapertura de chacras para el cultivo temporal, el hua-queo, la construcción de carreteras, el derrumba-miento de los muros por el paso del tiempo y el cre-cimiento de plantas xerofíticas, que no permiten si-quiera el levantamiento planimétrico completo delsitio.

Las evidencias arqueológicas señalan una ocupa-ción continua desde el Horizonte Temprano, cuyosescasos restos se hallan en diferentes puntos del si-tio, pero que en ningún caso representan grandes ymonumentales construcciones.

El crecimiento de la ciudad como tal, con suce-sivas ampliaciones, remodelaciones o cambios dediferente orden debió darse entre los años 550 d.C.,que corresponderían al final del Período IntermedioTemprano hasta el Horizonte Medio, época 2, alre-dedor del 800 d.C.

Lumbreras plantea que a finales del Período In-termedio Temprano grupos de pobladores warpa seafincaron en ciertos sectores de lo que posterior-mente sería la ciudad. Se trata de pequeñas cons-trucciones aglutinadas a manera de aldeas, con unaestructura interna que refleja cambios arquitectóni-cos. Se presume, de acuerdo con Isbell, que estas al-deas se agremiaron formando el principio de la ciu-dad como parece suceder en el lado suroeste, don-de se evidencian las construcciones. No conocemosa la fecha ni la dimensión ni el número de poblado-res de este sitio para esta época. Si bien se señala

que se construyeron templos, éstos no fueron la ma-triz de las edificaciones, debido a la naturaleza secu-lar del desarrollo cultural de esta región.

Se trataría de aldeas cuyos pobladores eran ori-ginalmente agricultores que se desplazaron y reo-rientaron sus actividades sustancialmente a la pro-ducción manufacturera.

En general, en las aldeas Warpa destacan las cons-trucciones circulares como las de Ñawinpuquio, queevidencian muros y pisos pintados, edificios rectan-gulares y muchos muros anchos y delgados.

Entrada ya la época 1A, Wari crece como ciudad,incrementándose su población como resultado denuevas migraciones de zonas próximas y distantes,animadas entre otras razones por su atractivo yprestigio crecientes. Se amplía su extensión con lasnuevas edificaciones de diferente naturaleza y fun-ción. Se trazan nuevos conjuntos definidos por mu-ros de cerramiento o calles rectas y angostas, comolos del lado sur de la ciudad, excavados por diferen-tes investigadores. Creo que de aquí parte el con-cepto de canchón, que décadas más tarde será unconcepto de uso generalizado en la planificación yconstrucción de la ciudad.

La planificación se refleja también en la cons-trucción de obras públicas de mediana envergaduracomo canales de abastecimiento de agua y drenaje,que los arqueólogos han encontrado por debajo delos pisos de las edificaciones de la ciudad. Otrasobras, en este nivel, debieron darse con la construc-ción de andenerías a pequeña escala en las estrechasy áridas laderas y quebradas en la periferia de la ciu-dad. Ambas obras debieron realizarse para la satis-facción de nuevas necesidades en vista del creci-miento poblacional del sitio.

Las investigaciones arqueológicas llevadas a ca-bo en las décadas del 70 y del 80 por Isbell y sus co-legas, especialmente en Moraduchayoq, más las rea-lizadas por equipos de la Universidad Nacional deSan Cristóbal de Huamanga y el Instituto Nacionalde Cultura, representan hoy por hoy los registrosmás significativos, ya que nos permiten visualizarsobre todo la secuencia constructiva y algunos ras-gos sobre su función, que sirven, desde mi punto devista, para explicar las etapas constructivas de todala ciudad.

En la ciudad también se construyeron áreas es-pecíficas para el enterramiento de diversos sectoressociales, que se diferencian entre sí por la arquitec-tura sepulcral, sobresaliendo las del sector de Che-qo Wasi por su arquitectura megalítica: se trata decámaras funerarias semisubterráneas, de varios ni-

200

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Page 117: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

veles en muchos casos, donde se habría enterrado alos gobernantes y a la nobleza Wari, y depositadoobjetos suntuarios de diversa índole traídos de leja-nas distancias.

Durante esta primera época, la extensión de laciudad debió alcanzar las 100 ha. Los investigado-res señalan la existencia de construcciones circula-res a manera de talleres-almacenes donde se ha-brían producido bienes suntuarios.

Destaca también, en esta etapa inicial, la cons-trucción de templos de variado patrón arquitectóni-co en los que, por un lado, se utilizaron sillares pu-lidos como en Moraduchayoq, o, por otro lado,templos donde se combinó este aparejo con el pir-cado y el enlucido, como en Vegachayoq Moqo.

La evidencia más significativa y contundente enla ciudad de Wari del contacto –de algún tipo– conel altiplano, lo encontramos en el sector de Moradu-chayoq, durante la primera fase constructiva, en laque se erigió un templete semisubterráneo similaral de Putuni en Tiwanaku, que a Isbell y otros lessugiere la presencia de constructores tiwanaku. Setrata de un templo semisubterráneo, construido desillares pulidos. Esta edificación es conceptual y

tecnológicamente, hasta hoy, la más altiplánica en-contrada en la ciudad de Wari y está fechada paralos inicios de Wari, 1A. Las otras construccionesque presentan evidencias de sillares están en el tem-plo de Vegachayoq Moqo (donde sólo aparecen amanera de una hilada que remata la parte superiordel llamado templo en forma de D) y en Cheqo Wa-si, que es de mayor diversidad. Sospecho que en es-tos casos se trata de construcciones ligeramente al-go más tardías que el templete semisubterráneo.

Hay muchos otros elementos arquitectónicoscuyas semejanzas son muy marcadas entre Wari yTiwanaku, tanto en concepto como en tecnología,sobresaliendo, por cierto, los rasgos de la tradiciónmás antigua del altiplano. Sin embargo, estas mani-festaciones deben considerarse en Wari como unapercepción laica de los ayacuchanos de la arquitec-tura altiplánica predominantemente religiosa. Porello no son una copia, sino una adaptación que re-sulta tener muchas variaciones; aun si aceptáramosque fueron “…trabajadores o soldados Tiwanakuque construyeron monumentos a los inicios del Ho-rizonte Medio (IA) como una forma de tributar a lavictoriosa nueva capital…” (Isbell 1991: 306), lo

201

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Vista parcial delas cámarasfunerarias enCheqo Wasi enla ciudad deWari(Ayacucho),excavadas porla UniversidadSan Cristóbalde Huamanga.Estas cámarasfueronreservadas a laelite wari.

Page 118: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

que confirmaría la tesis sostenida por Lumbreras devencidos tiwanakus traídos de Moquegua.

Resulta sumamente interesante, por otro lado,pensar en que el templete semisubterráneo tieneuna corta duración, de más o menos 50 años. ¿Porqué se rellenan y se construyen nuevas edificacio-nes de naturaleza no religiosa? Esta clausura coinci-de con la expansión del estado y la reconstrucciónde la ciudad con predominio de la arquitectura se-cular, viviendas, residencias palaciegas y edificiosadministrativos. El sistema religioso del nuevo esta-do expansivo privilegia la “Deidad de los Báculos”,la imagen central del culto, sagrado símbolo que en-cabeza las conquistas. Los templos, al parecer, serestringen en la ciudad a tener un perfil secundario.El proyecto religioso inicial basado en los templos,quizá oráculos, en el que según Isbell, Wari era elcentro ceremonial durante el Horizonte Medio 1A,fue abortado por la transformación secular que su-frió el estado en la época 1B.

Debo destacar, por otro lado, que el nuevo siste-ma de creencias Wari, si bien no se basa más en lostemplos, adopta entre otras, una práctica nueva, ladel culto al ancestro, sin antecedentes en la región,cuyas tumbas corresponderían a las encontradasfundamentalmente en Cheqo Wasi. Se trataría deotro elemento tomado del sur.

En este segundo momento (época 1B), Wari al-canza un crecimiento que cubre un porcentaje sig-nificativo del perímetro actual, que corresponderíatambién a gran parte de las diversas edificacionesque hoy se observan, sobretodo en el lado sur de laciudad.

La población continúacreciendo, producto delflujo migratorio de los va-lles cercanos como Huantao el mismo valle de Ayacu-cho, quizá también por lapresencia de gentes llega-das de regiones distantes,tal vez de Cajamarca –cuyoestilo alfarero tiene muchoprestigio–, de la costa cen-tral y sur, entre otros luga-

res, sea por razones administrativas, de intercambioy/o por el prestigio de los pequeños templos todavíaexistentes.

Durante esta época, la planificación urbana mar-ca el crecimiento de la ciudad. Para esto se formali-za la planimetría ortogonal como concepto y se in-troducen nuevos patrones como los grandes secto-res, que sirvieron para dividir la ciudad entera, yque a su vez comprendían un grupo de conjuntosrectangulares, cuadrangulares o trapezoidales don-de se construyeron los edificios.

Los elementos arquitectónicos que definieron laestructura básica de estos nuevos patrones fueron:calles largas y pequeñas, anchas y angostas, y murosde cerramiento periféricos.

Como parte de la nueva estructura que va adqui-riendo la ciudad, están presentes también las plazaso simples espacios abiertos a manera de patios y ga-lerías. La forma de los edificios es predominante-mente rectangular. El enlucido con estuco y el pin-tado de las paredes y pisos es común, utilizándoselos colores amarillo, blanco y rojo claro.

Como decíamos líneas arriba, en esta época eltemplete semisubterráneo de Moraduchayoq se cu-brió y dio pase a la construcción de un conjunto ar-quitectónico o canchón con nuevos elementos. Elárea fue delimitada como un conjunto en base a ca-lles circundantes. Las edificaciones están dentro deun sector trapezoidal y rectangular que es el másgrande; destacando los patios y los edificios rectan-gulares construidos alrededor. Esta característica

202

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Las tumbas de Cheqo Wasiconstituyeron verdaderas

cámaras funerariassubterráneas, de varios niveles

en muchos casos.

Page 119: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

marcaría una eta-pa significativa enla construcciónde la ciudad,puesto que la lla-mada por Isbell“arquitectura ce-lular ortogonal”se convierte en elpatrón generali-zado. Este con-junto tiene 5 milmetros cuadradosaproximadamen-te. Los datos ar-queológicos recu-perados en Mora-duchayoq indicanque en este sector se realizaban actividades admi-nistrativas de rango medio. Aquí, como en otrasáreas administrativas, religiosas y residenciales, seobservan nichos en los muros que en unos casoscontienen ofrendas, bienes de uso doméstico y, enotros, restos de lumbre.

Los sectores de Moraduchayoq, Cheqo Wasi,Mongachayoq, etc. corresponden al lado sur de laciudad, caracterizado porque el ancho y la altura delos muros de sus construcciones son de menores di-mensiones. En este lado también están concentra-dos los espacios ceremoniales, como templetes y cá-maras funerarias que no se encuentran aparente-mente en el lado norte de la ciudad.

Observaciones hechas por otro lado en la partenorte de la ciudad, que corresponden a diferentessectores –que van desde Capillapata hasta Canteróny Robles Moqo–, señalan una diferencia sustantiva,como la gran dimensión de sus conjuntos, sus gran-des edificaciones o sus conjuntos rectangulares otrapezoidales de hasta 400 m de largo como el deCapillapata, por ejemplo, correspondientes a la épo-ca 2. Se trataría, al parecer, de la última remodela-ción de la ciudad, en la que habría algunos sectoresinconclusos.

Dada la magnitud del área construida y el tama-ño de los recintos, como los grandes canchones queen muchos casos pasan de los 400 m de largo, o lasgrandes plazas, Isbell presume que era “el centro dela autoridad política”. La ciudad habría ocupado unárea de 400 ha e incrementado su población, calcu-lada entre los 30 y 50 mil habitantes. Esta demogra-fía urbana de ninguna manera modifica la naturale-za rural de la sociedad en el Horizonte Medio. Tam-

poco ningún otrotipo de centro ur-bano anterior oposterior a Warihabría cambiadola composiciónmayoritariamentecampesina de lasociedad andina.Los centros urba-nos en los Andesprehispánicos tu-vieron en generalcorta duración ysu composiciónpoblacional fueflotante, mientrasque el patrón ru-

ral, por el contrario, siempre fue constante, cual-quiera haya sido el sistema político vigente.

Las construcciones son de piedra, de muros dedos caras y argamasa de barro; hay evidencias deque muchas edificaciones tuvieron varios pisos co-mo Ushpa Qoto. Los muros altos son de forma tra-pezoidal, más anchos en la base y angostos en laparte superior, alcanzan los 3 m de ancho en su ba-se y más de 10 m de altura, como en el conjunto deCapillapata. El uso de las piedras labradas a manerade sillares o losas de forma rectangular, cuadrada osemicircular se reduce y se mantiene en áreas cere-moniales como cámaras funerarias.

Además de los sectores que hemos señalado,existen otros más como Turquesayoq, Ushpa Qoto,Yanapunta, Galvezchayoq, Campanayoq, todosellos con visibles atributos que los diferencian eluno del otro. Se les llama también barrios. En cadauno de ellos se encuentran materiales diagnósticosque señalarían el tipo de actividades realizadas. Porejemplo, en Turquesayoq, se encuentran en la su-perficie cuentas de collares, fragmentos de crisoco-la y otros pedazos de adornos; o en Yanapunta don-de abundan fragmentos de obsidiana y algunas pun-tas; o la presencia de un número significativo demoldes y figuras humanas moldeadas encontradospor G. Vescelius en 1970 en Ushpa Qoto, que seña-lan con seguridad un taller depósito; o la presenciaen distintos sectores de cámaras subterráneas, deedificaciones circulares, galerías subterráneas y dezonas donde se concentran fragmentos de cerámicacomo otros probables talleres o depósitos. Estos ha-llazgos sin embargo, son sólo indicadores hasta elmomento.

203

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Detalle de una sección de la plaza principal de Pikillaqta, Cuzco.

Page 120: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

En fin, Wari representa la primera ciudad en losAndes, de la que por falta de más excavaciones sis-temáticas no tenemos mayor información sobre lascaracterísticas exactas de gran parte de sus sectores.

Finalmente, merece destacarse la posición estra-tégica de la ciudad de Wari, que se ubica en una re-gión de fácil acceso hacia la costa central y sur porel oeste, a la ceja de selva de la cuenca del Apurímacpor el este, y que es un punto intermedio en la co-municación con la sierra norte y sur andinos. Estared de acceso está evidenciada por la presencia deasentamientos Wari a la vera de los caminos oficia-les o, en ausencia de ellos, por la presencia de cerá-mica que señala un flujo intenso en aquellos tiem-pos. Cabe recordar que si bien los linderos de lafrontera Wari en los que se ejercita soberanía plenacorresponden a Cajamarca, Cuzco y Moquegua, lapresencia Wari se constata más allá de esos territo-rios, sobre todo en la cerámica o en pequeños asen-tamientos. Sin embargo, no sabemos aún qué carác-ter tiene esta presencia, aunque algunos rasgos fue-ron descritos cuando nos referimos a la presenciaWari en dichas regiones.

Wari fue el centro administrativo principal quedirigió la articulación económica, social y políticacon las naciones conquistadas. También reguló, através de la religión y la fuerza militar disuasiva, lasformas de conducta de las culturas dominadas.

La distribución de sitios arqueológicos alrededorde Wari en la cuenca ayacuchana nos revela un pa-

trón de asentamiento relacionado con la urbe. Deacuerdo a quienes han trabajado en el área, se tratade sitios con arquitectura planificada y con funcio-nes de regulación administrativa. La distancia a quese encuentran en relación a Wari, la dimensión desus construcciones y la variedad de objetos recupe-rados en ellos nos hablan de su importancia jerár-quica.

Un análisis del patrón de asentamiento en otrascuencas: Pikillaqta (Cuzco), Jincamoqo (sierra surayacuchana) y Wiracochapampa (sierra norte) nosmuestra grandes centros administrativos que con-trolaban también regiones internas a través de otrossitios Wari más pequeños en complejidad y exten-sión. De hecho, reproducen lo que Wari es para lacuenca ayacuchana, pero a la vez, respetando la pri-macía y la sujeción a la ciudad de Wari.

SISTEMA DE CREENCIAS

Entre los años 550 y 800 d.C. aproximadamen-te, se produjeron grandes y trascendentales cambiosen los Andes centrales y centro sur, siendo Wari yTiwanaku las culturas que identifican estas trans-formaciones. El conjunto de estos cambios fue ex-plicado por los arqueólogos dentro de los marcos dela evolución cultural, conservando las nociones his-tóricas de progreso y etapas que el racionalismoevolucionista inicial había planteado. Los cambiosprehispánicos fueron paulatinos, siempre de menos

204

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Calle central en elcentro provincialurbano wari deWiracochapampa,La Libertad.

Page 121: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

a más y en momentos históricos específicos, en losque la ideología religiosa fue decisiva.

Mucho tiempo antes, en los Andes centrales, loslíderes religiosos representaron –probablemente– laespecialización más temprana, cuyos roles van másallá de la dirección o ejecución del ritual. Ellos lo-graron que la religión y las prácticas ceremonialescoparan, si no todas, casi todas las esferas de la to-talidad real o imaginaria del mundo precolombino.Las expresiones cotidianas de las culturas prehispá-nicas estuvieron, de una u otra manera, sacraliza-das, mostrándonos cuán envolvente puede ser la es-fera ideológica religiosa.

A través de la implantación del culto a la “Divi-nidad de los Báculos” –con seguridad, deidad agrí-cola– y, sobre todo, a través de las ofrendas y cere-monias propiciatorias, la curia Wari estaba segurade aplacar las catástrofes naturales, tales como se-quías, inundaciones, heladas y epidemias, frecuen-tes en el mundo andino. Esto explicaría por qué lasofrendas Wari se difunden igual o más que la “Divi-nidad de los Báculos” en toda el área andina central.

Si bien la emblemática deidad central encabezael sistema religioso Wari y Tiwanaku, copando elinterés de muchos investigadores, existen otras ex-presiones manifiestas de un complejo sistema decreencias en ambos centros. En una suerte de pro-cesos sincrónicos, aparecen –en muchos casos– co-mo prácticas comunes a ambos; en otros, sólo se

evidencian en uno de los centros. Lo mismo sucedeen cuanto se refiere al soporte en el cual se materia-lizan algunas de las expresiones religiosas. Obvia-mente hay similitud y variedad en el ritual y culto.

Estas expresiones, de acuerdo con los actualesindicadores, serían el culto al ancestro, los sacrifi-cios humanos, las ofrendas y el consumo de aluci-nógenos, entre otras. Por las evidencias existentes,me limitaré en el caso Wari a las ofrendas y, en el ca-so Tiwanaku, al consumo de alucinógenos.

El carácter integrador de la religión Wari lo per-cibimos tal vez más en el ritual de las ofrendas, en elcual sectores diferenciados de elite y populares secongregan y juntos realizan probablemente accionespropiciatorias. Así lo evidencian muchos sitios Wa-ri, donde las ofrendas más significativas revelan –deacuerdo con Cook– los tres estilos cerámicos encon-trados en un mismo contexto, que para Menzel yWagner representan clases sociales.

Las investigaciones recientes corroboran que lasofrendas son los rituales más característicos y gene-ralizados durante el Horizonte Medio; tales son loscasos de Qonchopata, el de Ayapata en Caja, el deMaymi en Pisco, el de Cerro Amaru en Huamachu-co, el de Pacheco en Nazca y el de Moraduchayoqen Wari, obviamente los encontrados en la costanorte, y quizás también el de La Victoria en Ocoña.Todas estas ofrendas representan de alguna maneraformas de un mismo ritual hechas en pozos natura-

205

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Entierro del estiloNievería en elvalle del Rímachacia loscomienzos de laépoca wari,aproximadamente600 d.C.

Page 122: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

les o artificiales, en los que intencionalmente serompieron vasijas, generalmente finas, para despuésenterrarlas. Asociados a estas vasijas se encuentran,en muchos casos, restos óseos humanos, tambiénpuestos intencionalmente, que sugieren sacrificioshumanos, como por ejemplo los hallados porBrewster-Wray en Moraduchayoq, en la llamadaárea de las ofrendas. Los pozos ceremoniales en es-te caso están debajo de los pisos sellados de los re-cintos, tapados con piedras labradas planas que tie-nen orificios de diferente disposición. Los pozosvan desde 1,18 hasta 1,92 m. Las paredes son enye-sadas o revestidas de arcilla, y en algunos casos haynichos de forma cilíndrica o rectangular.

Una característica importante que señala Cook apropósito de la alfarería encontrada en las ofrendasde Qonchopata y Moraduchayoq, es que en la pri-mera se encuentra solamente aquella de estilo cere-monial, mientras que en Moraduchayoq, además dela ceremonial, se halla aquella de “elite utilitaria ypopular”, que implicaría una complicación en el fe-chado, o se trataría de ofrendas de diversa naturale-za de la misma época. Estas ofrendas constituyenuna tradición durante toda la existencia de Wari y

en todas las regiones, que si bien tiene variaciones,como el caso de Ayapata con algunos rasgos más al-tiplánicos, no afecta lo sustantivo del culto.

ECONOMÍA Y POLÍTICA

Desde luego, el éxito de cualquier sistema polí-tico social en períodos prehispánicos andinos se ba-só en la economía autosuficiente de sus segmentossociales, organizados en unidades familiares y enayllus. La vida cotidiana autosuficiente de las uni-dades familiares fue el punto inicial en el que las en-tidades políticas de diversa complejidad basaron susexpectativas de crecimiento y desarrollo. Esas for-mas sencillas de satisfacer las necesidades de ali-mentación, vivienda, mobiliario y vestido, son lasque de una u otra manera constituyen la llamadaeconomía doméstica.

Sin embargo, hubo otro nivel que competía mása la economía política, en el que la producción y lacirculación de bienes superaban los niveles prima-rios referidos líneas arriba y manejados por princi-pios geopolíticos estatales. Nos referimos a socieda-des como Wari –sin moneda ni mercado–, caracte-rizadas por un control estratégico estatal que mono-poliza el abastecimiento, la producción y la distri-bución de los recursos esenciales.

Wari, que empleó distintos principios políticosde conquista y gobernación, utiliza en la economíadiferentes modalidades complementarias entre sí:producción, tributación e intercambio. Con Wari laeconomía doméstica se transforma en economía po-lítica y se institucionalizan la producción y distribu-ción, tornándolas seguras y permanentes. La funda-ción de colonias, las redes de intercambio de bienesa larga distancia, quizás el manejo de propiedadesestatales, la tributación, la manufactura de bienesque se consumen internamente o se exportan fueradel núcleo central, configuran este carácter de laeconomía política nacional e internacional wari.Wari modificó la economía doméstica de las unida-des familiares, de los ayllus y de las formaciones so-ciales protoestatales y estatales regionales, exhi-biendo así una organización administrativa eficien-te con modalidades operativas entre la política di-plomática y la conquista militar, que coadyuvaron asu condición de estado panandino.

Dentro de este contexto el maíz, que en generaldentro de la sociedad andina tiene múltiples impli-cancias en las esferas económicas, sociales, políticasy religiosas, fue para los wari el recurso más impor-tante. Para el caso inka, Murra demostró que ade-

206

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Tapiz wari, uno de los logros técnicos y estéticos en elHorizonte Medio. Los diseños reproducen figuras mitológicas.

Page 123: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

más del maíz, el teji-do también era unode los bienes prefe-ridos; ambos reque-rían incluso de mi-tas agrícolas y texti-les organizadas porel estado.

En el caso Wari,hasta donde los da-tos demuestran, lostejidos sirvieronmás como catecis-mo en la difusiónreligiosa y comosímbolo de prestigio y poder, mientras que el maízcopó todas las esferas de funcionamiento de la so-ciedad. Fue un cereal estratégico para el estado Wa-ri y un recurso integrador con todos los segmentossociales con los que entablaba relaciones diversas.La administración política y religiosa del estadoWari tuvo en este grano la fuerza integradora, efi-caz y sutil para una gobernabilidad exitosa, comolo explicitan las investigaciones llevadas a cabo porBrewster-Wray en Moraduchayoq, ya referidascuando tratamos sobre la ciudad de Wari.

Considerando al maíz un recurso estratégico re-novable, el estado instaló sus centros administrati-vos más importantes en valles templados, maicerospor excelencia, con la finalidad de ejercer el controla través de la producción directa; por ello se invir-tió en infraestructura y mano de obra, como loatestiguan los centros administrativos Wari asenta-dos en ubérrimos valles: Carhuarazo, callejón deHuaylas, Huamachuco, San Miguel, Pampas-Qara-cha y obviamente Pikillaqta (Cuzco), que controla-ba probablemente el maíz de la mejor calidad. Los508 recintos de construcción estandarizada de Pi-killaqta, que describe McEwan, habrían servido pa-ra hospedar a trabajadores agrícolas levados tem-poralmente para laborar en las chacras estatalesmaiceras. El excedente agrícola Wari salía de losgrandes valles contiguos a la ciudad capital y de lascuencas maiceras de sus provincias.

En el marco urbano, Wari organizó la produc-ción artesanal, en la que una vez más vemos un

nuevo modelo de “fábrica”, como Qonchopata porejemplo, que luego también se percibirá entre losinkas. En este modelo la vivienda y el centro labo-ral del trabajador no estaban separados, sino queconstituían conceptual y físicamente una unidad,construida alrededor de un patio o corredor dentrode un conjunto rectangular o cuadrangular.

La textilería es otra de las áreas manufacturerasque los wari llevaron a la excelencia artística em-pleando diferentes técnicas. Lumbreras sostieneque el centro manufacturero de tejidos se encontra-ba en la ciudad de Wari, pero, con seguridad, teje-dores oficiales debieron existir también en los cen-tros administrativos. La materia prima, como la la-na, la obtuvieron de los ambientes de puna circun-dantes a la cuenca ayacuchana, donde habrían exis-tido rebaños de camélidos, mientras que el algo-dón, también usado en los textiles, con seguridadhabría sido abastecido de enclaves existentes en laselva del valle del río Apurímac, o a través del in-tercambio con los valles costeños. El recurso tinto-rero, que posibilitó el uso de distintos colores consus respectivos matices, también fue explotado enla región ayacuchana, gracias a la cochinilla, un pa-rásito adherido a las pencas de la tuna, que propor-cionaba el color rojo; el aliso, el amarillo, el añil, elazul, eran otros tintes usados, que combinados conlos distintos colores naturales de la lana lograrontextiles de una gran calidad cromática.

Todos los investigadores coinciden en que el ta-piz Wari es el más representativo, por ser el más lo-

207

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Cajamarquilla, enLima, considerado poralgunos investigadorescomo un centro wari enla costa.

Page 124: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

grado técnica y estéticamente, por sus colores, su fi-nura y sus motivos iconográficos algo abstractos. Sucalidad y su mensaje señalan un patrón estándar di-rigido, sin intervención de la libre creación del teje-dor. Los tapices, que se encuentran en contextos es-peciales distribuidos en distintas regiones, incluidala costa, están hechos de lana y algodón, correspon-diendo la trama a la lana y la urdimbre al algodón.De algún modo, estilísticamente, hay representacio-nes que recuerdan mucho a los textiles Tiwanaku.Los diseños reproducen figuras mitológicas, cóndo-res, pumas y cabezas humanas.

La metalurgia fue otra de las actividades signifi-cativas en Wari. Se trabajó el oro, el cobre y el bron-ce con técnicas como el vaciado, forjado, laminado,martillado y repujado, usándose instrumentos comoel punzón y el cincel, entre otros. Probablemente eldesarrollo metalúrgico corresponda a experiencias

más sureñas, por una tradición altipláni-ca anterior en la región, o tal vez conti-nuaron de alguna manera la experienciametalúrgica evidenciada en Waywaka,Andahuaylas (investigada por Gross-man), correspondiente a períodos bas-tante tempranos.

Los hallazgos más sorprendentes delos materiales e instrumentos descritoslíneas arriba proceden de las excavacio-nes en Qonchopata realizadas por Poz-zi-Escot y analizadas por Ríos. Algunosotros indicadores proceden de AqoWayqo, también en Ayacucho, excava-dos por Ochatoma. Las excavaciones enQonchopata evidencian un taller espe-cializado que produjo utensilios, funda-mentalmente tupus, similares a los co-nocidos en tiempo de los inkas, hechosen cobre y oro. Su número es significa-tivo y sugiere un taller que fabricabapreferentemente estos objetos, que sedistribuirían en todos los territorios desu esfera de influencia, pues los tupus yotros instrumentos encontrados enHuamachuco, Jarganpata y Azángaroson similares. La materia prima, sin lu-gar a dudas, debió provenir de otras re-giones, quizás de la costa sur, en Mo-quegua, y tal vez más al sur.

Los talleres de producción alfarera, co-mo los de Qonchopata en Ayacucho –es-tudiados por Lumbreras y Pozzi-Escot–y Maymi en Pisco –estudiado por An-

ders–, se orientaron hacia la producción de vasijasceremoniales y para uso de elites. Evidentemente, elsector donde excavó Vescelius en 1970 debió serotro de los talleres más importantes en esta línea deproducción especial. Hay otros, como el de AqoHuayqo, excavado por Ochatoma, que son de menorenvergadura y de producción más doméstica. Lasevidencias sugieren una producción alfarera en ma-nos de familias de artesanos sedentarios que com-parten sus residencias con sus talleres, y que ademásdicha producción no habría requerido de un gruponumeroso de gentes especializadas dedicadas a estatarea, como se percibe de los trabajos en Maymi.

Tampoco existe la especialización interna en es-te proceso productivo, ya que una misma familia dealfareros realizaba todas sus etapas, quizás encar-gándose incluso del abastecimiento de arcilla y pig-mento, pues por ejemplo, en el caso de la cuenca de

208

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Restos de las murallas en el sitio wari de Wiracochapampa, La Libertad.

Page 125: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Huanta y Ayacucho, se encuentra –de acuerdo conArnold, citado por Lumbreras– toda la gama de ma-teria prima que requiere la producción alfarera.

Las excavaciones sistemáticas en estos dos sitios,Qonchopata y Maymi, nos hablan de una tecnologíasencilla y de un aprovechamiento racional y eficientede recursos y mano de obra en la producción alfarera.

Merece destacarse la destreza empleada en la fa-bricación de una vasija efigie de felino encontradaen Maymi. Esta vasija fue hecha ensamblando dife-rentes partes, cada una de ellas hecha en un moldedistinto. Anders dice que esta técnica no está regis-trada en ningún caso en los períodos prehispánicos.

Fue usada también la técnica del modelado, lamás común en todas las culturas, con hábil manejodel plato alfarero, conocido como tilla. La decora-ción se lograba pintando los motivos previamente ala cocción dando como resultado una cerámica po-lícroma, principalmente. Utilizaron pinceles hechoscon cabellos humanos, con mangos de caña, y qui-zá también plumas y lana de camélidos.

La productividad fue, por su lado, muy elevada,de acuerdo con los trabajos en Qonchopata, dondeel volumen de la fragmentería y los instrumentos detrabajo es considerable. Si bien la función de las va-sijas está más o menos clara, no se conocen aún lossistemas de acopio de las materias primas, ni la dis-tribución de las vasijas producidas en contextos es-tatales.

De hecho, las líneas de producción económicadescritas líneas arriba no agotan la diversidad debienes elaborados Sin embargo, son aquellas de las

que se tiene mayor información sobre la base de lasexcavaciones realizadas. En la ciudad de Wari y enalgunos centros provinciales se encuentran diferen-tes especímenes que señalan una producción diver-sificada, como cuchillos y puntas de obsidiana, pe-queñas estatuillas de turquesa y monolitos, cuyasasociaciones merecen ser encontradas y exigen larealización de análisis técnicos y estilísticos paraprofundizar estas otras líneas de producción no do-méstica en las que estaba directamente interesado elestado Wari.

Finalmente, otro rasgo distintivo de la economíapolítica Wari fue el tributo laboral y la subvenciónestatal para la producción agrícola y manufacturera,rasgos de los cuales sabemos muy poco aún. Podríaser otra modalidad de producción complementaria,distinta a aquella controlada por el estado en loscentros manufactureros que existieron en la ciudadde Wari, Qonchopata y quizá también en algunosotros centros administrativos. Parece ser que las al-deas wari, además de desarrollar su vida en los ni-veles de autosuficiencia, produjeron diferentes bie-nes como parte de la obligación que habrían tenido–no sabemos si toda la aldea o cada familia– comotributarios del estado; ello porque en muchas aldeaswari, sobre todo en la cuenca ayacuchana, se obser-van algunos indicadores que sugieren esta modali-dad y podrían no ser de producción especializada.Los bienes que se observan parecen ser parte de losbienes que el estado recibía de determinadas aldeas.Futuras investigaciones nos aclararán esta probablenueva modalidad.

209

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

IITIWANAKU

Indudablemente, el altiplano peruano-bolivianoha sido uno de los escenarios más significativosdonde se gestaron los procesos económicos, socia-les e ideológicos más complejos, de profunda y dra-mática repercusión en las formaciones sociales an-dinas, desde los inicios de nuestra era hasta la épo-ca inkaica, en la cual los soberanos inkas reclama-ban ser descendientes de fundadores procedentes

de estas tierras cercanas al “ritisuyu” o región de ne-vados.

Con mucha razón Lumbreras definió este espa-cio como un área cultural separada de la andinacentral. El área centro sur irradió rasgos culturalesque articularon procesos históricos incluso fuera desus fronteras, y además en ella se domesticaroncamélidos y plantas tuberosas y gramíneas de tras-

Page 126: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

cendencia económica y logística para los pueblosandinos.

La cuenca del lago Titicaca corresponde a unecosistema frío, de puna húmeda, sobre los 3 800msnm, de altiplanicies cubiertas de ichu, forrajeque posibilita el pastoreo y el desarrollo de tierrasaprovechables para la agricultura de altura. Fueocupada desde tiempos precerámicos y es la cuencadonde surgió Tiwanaku, fenómeno cultural muyimportante para explicar muchos eventos, sobre to-do durante el Horizonte Medio, al norte de dondese desarrolló Wari. Sin lugar a dudas, A. Posnansky,W. Bennett y C. Ponce, después del pionero estudiode Stubel y Uhle, fueron quienes, en sus respectivasépocas, sentaron las bases para el conocimiento dela cultura Tiwanaku.

Tiwanaku y Wari, dos entidades políticas dife-rentes, pero al parecer de ancestros culturales co-munes, tuvieron desarrollos coetáneos entre los 550y 900 d.C.; ambas correspondientes a las etapas máscomplejas de los desarrollos en sus áreas respecti-vas. Tanto para Wari como para Tiwanaku, estaépoca representó la madurez del estado.

Algunos investigadores que han tratado el pro-blema Tiwanaku indican su primogenitura de “esta-do imperial” sobre cualquier entidad, incluido Wa-ri. A la fecha no hay suficientes evidencias para es-ta tipificación, habiéndose hecho algunas interpre-taciones sesgadas de los pocos datos que existen.Tanto Wari como Tiwanaku tuvieron procesos para-

lelos y muchos rasgos similares en su gestación. Loque sucede es que en el altiplano la lectura icono-gráfica señala una continuidad de los personajes ysímbolos, desde la llegada del “Dios de las Varas”,en las épocas finales del Horizonte Temprano. Estoquiere decir que mil años antes de que aparecierarepentinamente –con Wari– el mismo personaje enla región ayacuchana, los altiplánicos ya lo habíanasimilado como un sistema religioso.

Cronológicamente, la época conocida como Ti-wanaku III o Temprano correspondería a una for-mación preestatal, que territorialmente se limitaba ala parte sur del lago (cultura Qeya), con una dura-ción aproximada de entre 400 a 500 años (0-550d.C.). El Tiwanaku IV o Clásico correspondería auna formación estatal panandina contemporánea aWari (550-900 d.C.), mientras el Tiwanaku V o De-cadente correspondería a una época que va del 900al 1200 d.C., cuando se produjo su colapso.

EL CENTRO RELIGIOSO DE TIWANAKU

En 1974, Lumbreras definió el sitio de Tiwana-ku como un gran centro de culto, foco de peregri-naciones, desde donde se diseminó un movimientoreligioso, según Menzel. Por otro lado, Kolata afir-ma que fue una “ciudad de patricios”, además de lu-gar símbolo de la autoridad religiosa y política; fi-nalmente, Cook define Tiwanaku como una ciudadde sacerdotes y símbolo para la conversión.

210

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

BOLIVIA

LAGOPOOP

CHILE

PER

12

43

5

6

OC

AN

O PA

F I CO 1.- PASCHIRI

2.- LUKURMATA3.- TIWANAKU4.- PAMPA KOANI5.- OMO6.- SAN PEDRO DE ATACAMA

PRINCIPALES SITIOS TIWANAKU

LAGO TITICACA

Principalessitios Tiwanaku.(Basado enKolata 1993 yMoseley 1992).

Page 127: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

CU

LTUR

ASP

REH

ISPÁNICAS

211

Los estados panandinos: Wari y Tiwanaku

Todos reconocen la naturaleza religiosa del sitioy, sin lugar a dudas, Tiwanaku refleja la herenciadel viejo patrón religioso Chavín. La arquitecturareligiosa del templo con los característicos patioshundidos, pirámides, cabezas clavas, presencia del“Dios de los Báculos”, etc. que se ven en Tiwanaku,ya se encontraba en Chavín, como nos recuerdanRowe y Williams, entre otros.

Gracias a los hallazgos de Carwa y a las compa-raciones de las estructuras formales de Chavín, Pu-kara y Tiwanaku, sabemos que al altiplano alcanzóun culto religioso de raigambre. Lo que aún no sa-bemos es cómo llegó y quiénes llevaron no sólo laimagen central o “Dios de las Varas”, sino tambiénlos conceptos, las formas y las técnicas para laconstrucción de los templos.

Si vemos el sitio de Tiwanaku desde una pers-pectiva analítica estaremos frente a una representa-ción física, en una escala mayor, de lo que en sustiempos fueron Pukara y tal vez Chiripa. Con Tiwa-naku estamos no sólo frente a una continuidad re-ligiosa, sino ante la presencia de patrones arquitec-tónicos, productivos, residenciales y de composi-ción social que reflejan un mismo concepto y unamodalidad operativa sagrada de profundas raícesen el altiplano.

El sitio de Tiwanaku se encuentra en el lado surdel lago Titicaca, a 3 840 msnm, con un promediopoblacional que según algunos no excedía los 20mil habitantes y un área aproximada de 300 ha. Ala fecha sabemos que se componía de un conjuntode sectores diferenciados entre sí, tanto por susfunciones como por su estructura formal. Cadauno de ellos es percibido como estructuras inde-pendientes, en algunos casos definidas como con-juntos amurallados, y en otros como montículosartificiales. Se sabe que Ti-wanaku se construyó en di-ferentes etapas, aunque noestá clara su secuenciaconstructiva.

Los sectores monumentales son llamados hoyKalasasaya, templete semisubterráneo, Akapana,Puma Punku, Kori Kala, Putuni y sitios de menormonumentalidad, como Chunchukala, Laka Kolluy La Karana. Como capital sagrada, articulaba –enel lado sur del lago– un conjunto de centros de se-gunda importancia como Lukurmata y Pajchiri,construidos siguiendo un mismo eje norte sur ycon el mismo “sello” signado por las estructurasconocidas como Kalasasaya. En el lado norte del la-go se han ubicado pequeños sitios Tiwanaku cuyasfunciones aún no conocemos.

Los conjuntos monumentales reflejan una rígi-da planificación y una misma tecnología construc-tiva. La arquitectura se caracteriza por la presenciade formas y elementos repetitivos como platafor-mas, pirámides, patios hundidos o muros de cerra-miento como los del Kalasasaya. Se emplea arcilla,grava, piedras labradas como sillares y adobes paraarmar los muros, utilizando en muchos casos clavi-jas de cobre para unir internamente los bloques depiedra. Destacan también las gárgolas y canales dediferentes dimensiones y tipos.

Akapana sobresale por su mayor dimensión yaltura frente a los otros conjuntos y quizás haya si-do el centro ceremonial más importante de Tiwana-ku. Tiene 203 m de largo por 192 m de ancho y16,50 m de altura. Investigaciones llevadas a caboen la década de los 80 por Manzanilla y Kolata de-mostraron que se trata de un montículo artificial,construido sobre la base de 7 plataformas aterraza-das y superpuestas, cuyos muros tienen cada ciertotramo –a manera de enchapes o muros de revesti-miento– piedras labradas como pilares, que funcio-nan como soportes estructurales. Levantamientostopográficos, magnéticos y electrónicos realizados

Parte delantera de la Puerta delSol de Tiwanaku tal como lucía

en el siglo XIX. La imagenprocede de Die Ruinenstaette

von Tiahuanaco de Alfons Stübely Max Uhle (Leipzig, 1892). La

“Deidad de los Báculos” queaparece en la parte central

superior de la puerta se remontaal “Dios de las Varas” de laestela Raimondi de Chavín.

Page 128: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

212

por instituciones bolivianas y me-xicanas definieron que Akapanatiene una forma “semejante a lamitad de una cruz andina”. Su es-tructura formal está compuestapor un patio hundido, monolitos,colectores y canales de drenaje.Según el profesor Ponce, Akapanase construyó durante TiwanakuIII y continuó funcionando conalgunos agregados durante Tiwa-naku IV y V. Merece destacar queen la cima se encuentran un patiohundido, recintos probablementeresidenciales de la elite sacerdo-tal, áreas de ofrendas –algunas deellas anteriores a la época Clásicao IV–, restos de conchas marinas,metales y vasijas para la liturgiacomo vasos y sahumadores.

El otro sector monumentalimportante y más conocido es el llamado Kalasasa-ya, en el que actualmente se encuentra la famosaPortada del Sol, aunque algunos investigadores se-ñalan que su sitio original habría sido Puma Pun-ku, construido durante Tiwanaku IV. Kalasasaya esde forma rectangular, amurallado, de unos 130 por120 m, y frente al acceso principal se ubica el tem-plete semisubterráneo, otra de las estructuras so-bresalientes del lugar.

Finalmente, Putuni destaca por su patio hundi-do, similar al de Wari, y por su palacio de cuartosmulticolores, excavado por Kolata, al cual se acce-día por una portada muy fina. Este palacio habríasido una lujosa residencia de la elite sacerdotal.

Pues bien, Tiwanaku probablemente haya sidoel lugar sagrado donde se ubicaban los templos,realizaban sacrificios, depositaban ofrendas, resi-dían linajudas elites sacerdotales, administradores,gentes al servicio de dioses y sacerdotes; emplaza-miento de edificios donde se consolidaban las rela-ciones de dependencia a través de la hospitalidad yredistribución; y lugar de residencia-taller de gru-pos especializados en la manufactura de objetossuntuarios, como los alfareros de Chajijawira –sitioinvestigado por C. Rivera–, litoescultores y meta-lurgistas que trabajaban el oro, el cobre arsenical yel bronce.

SISTEMA DE CREENCIAS

La deidad principal de Tiwanaku es aquella co-nocida como la “Deidad de los Báculos”, que repre-sentaría a un dios celestial que podría ser el Tunu-pa de los aymaras tardíos, asociado al rayo y altrueno, según Conrad y Demarest. Otros investiga-dores ven en dicha imagen a la deidad solar, y otrosmás creen que sería la primigenia imagen de Wira-cocha, tema que hemos referido al abordar la reli-gión Wari. La representación más lograda apareceen la llamada Portada del Sol, donde la imagenprincipal aparece en alto relieve, rodeada de 3 hile-ras de seres alados en bajo relieve. De su cabeza sa-len cabellos a manera de rayos y es la misma figu-ra que los wari captan, transforman y difunden.

Otro tema que resulta trascendental en el con-junto del sistema de creencias Tiwanaku es el rela-tivo al consumo de alucinógenos, asunto al que re-cién se va dando la debida importancia, ya que apartir de él se puede entender, por un lado, el gra-do de complejidad de la entidad política Tiwanakuy, por otro, la preponderancia que en ella tuvo la es-fera religiosa en la naturaleza del Estado, rasgosimportantes en el paralelo que tratamos de estable-cer entre Tiwanaku y Wari.

KALASASAYA

AKAPANA

SST

LK

KA

LC

K K

3820

3840

3845

3844

3840

3845

3850

PUMA PUNKU

Ubicación de los principales sectores delcentro religioso de Tiwanaku. (Tomadode Kolata 1993).

Page 129: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

La información actual señala que en el altiplanoeste consumo ya se efectuaba antes de TiwanakuClásico o IV, manteniéndose después de dicha fase.Cook encuentra estos rasgos ya en Pukara y los he-mos visto también en los datos proporcionados pa-ra Niño Korin, respecto a los orígenes Wari y Tiwa-naku, además de las evidencias en Atacama entrelos 400 y 1 000 d.C. aproximadamente. El consu-mo de alucinógenos en Tiwanaku se sustenta en laexistencia de tabletas para aspirar narcóticos y porlas representaciones en algunas esculturas de pie-dra, como los monolitos de Bennett y Ponce, entreotros, donde el personaje central sostiene en una desus manos una de estas tabletas, según Berenguer.

La liturgia Tiwanaku, centrada en el culto al“Dios de los Báculos”, incluiría el consumo de alu-cinógenos, asociado en varias ocasiones a esta dei-dad. Mientras Berenguer y Cook ven en los perso-najes de perfil portando varas –como aquellos de laPortada del Sol– a chamanes enmascarados en tran-ce, por otro lado, tanto las investigaciones de los au-tores mencionados como las de Torres y Llagosteraseñalan una relación entre chamán y sacrificador(personajes alados de perfil), y sostienen ademásque el consumo no sería exclusivo del “chamán sa-crificador”, sino que también el sacrificado partici-paría de éste, pues muchas de estas tabletas se en-cuentran en tumbas con cuerpos decapitados.

El número de tabletas registradas hasta hoy esaproximadamente de 600. La mayoría procede de lacosta del área centro sur y están hechas en madera,piedra y hueso. Sus dimensiones van desde 10 por3 cm hasta 18 por 7 cm, aunque seguramente otrasescapan a este rango. Browman afirma que fueronfabricadas en Tiwanaku y luego transportadas, co-mo parte de los objetos suntuarios, a regiones comola costa del Pacífico.

La relación de estas tabletas con el con-sumo de alucinógenos y el chamanismo par-te del registro etnográfico hecho en la cuen-ca amazónica, donde su consumo es unapráctica continua, de acuerdo con Reichel-Dolmatoff, Wassen y Harner. El cruce de es-te registro con la información arqueológicase lo debemos principalmente a Lathrap. Elconsumo de alucinógenos en el área andinase remontaría hasta antes del 2000 a.C, para

luego continuar con Cupisnique, Chavín, Pukara yTiwanaku; según el mismo Lathrap esta prácticauniformiza el sistema de creencias en un área exten-sa que va desde las Antillas hasta Atacama y los tró-picos amazónicos. Los enclaves Tiwanaku en eloriente boliviano del Chapare habrían abastecido,además de hojas de coca, de plantas alucinógenascomo la semilla de la anadenanthera o el parica, quedefinieron un perfil litúrgico Tiwanaku distinto ycon seguridad mucho más complejo que el de Wari.

POLÍTICA Y ECONOMÍA

Tiwanaku, como entidad política, representa unestado en manos de una teocracia pacífica que nohabría apelado en sus conquistas a la modalidad mi-litar, de acuerdo a la información que a la fechaexiste, aunque parece que esta idea contradice lasexperiencias registradas por la historia universal,que no evidencian teocracias pacíficas.

Lo que al parecer sucede en Tiwanaku, entre los400 y 500 d.C. aproximadamente, es un reforza-miento del poder teocrático, en base a una religiónde mucho prestigio y a una mayor centralizacióndel poder. El dominio territorial y soberanía queejerció sobre regiones en la costa, sierra y bosquetropical fue la continuación de un modelo ampliadopre-Tiwanaku de complementariedad económica yde tráfico de comerciantes llameros, estudiado porMurra, Stanish, Mujica y Browman; una tradiciónque siguió vigente en esta época y no varió nuncaen la economía de las sociedades altiplánicas.

La diversificación de la economía Tiwanaku seexpresa en las actividades agrícolas, ganaderas y ar-tesanales. La importancia, el volumen y el consumoasignados o logrados en estas actividades varían

213

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Plano de la parte oriental de Omo, uno de losasentamientos Tiwanaku más importantes enMoquegua (Tomado de Moseley et al. en Isbell yMcEwan, editores, 1991).

Page 130: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

sustantivamente y ayudan, a su vez, a entender lanaturaleza política o doméstica de su sistema econó-mico. En la agricultura manejaron diversas regiones,sobre todo la cuenca sur del lago Titicaca, aunque lapresencia de sitios Tiwanaku en el lado norte sugie-re algún tipo de aprovechamiento agrícola. En se-gundo lugar, las zonas intermedias de los valles se-rranos, como Cochabamba, y en tercer lugar los va-lles occidentales de la costa del área centro sur.

Debo mencionar, sin embargo, que Tiwanakutambién tuvo acceso a tierras tropicales y subtropi-cales en el lado oriental boliviano, según Estévez,aunque aquí se debió tratar sobre todo del manejode chacras de coca y quizás de maíz.

El conocimiento de la importancia asignada porlos tiwanaku a la agricultura en la cuenca del Titi-caca, sin lugar a dudas, se lo debemos a los trabajosde Kolata y su equipo, quienes han demostrado queel altiplano es un espacio que manejado técnica yracionalmente permite una agricultura intensiva.Sin embargo, lo que no es convincente aún es el cál-culo del volumen de chacras que el autor asume pa-ra estimar una altísima producción agrícola querealmente corresponda a cualquiera de las épocassignificativas de Tiwanaku.

Actualmente, por falta de una metodología ade-cuada, es difícil confiar en los fechados y asociacio-nes para establecer la filiación de una chacra prehis-pánica, lo que es más difícil aún en el caso de lacuenca del Titicaca, donde no sólo hay una especialcontinuidad de las ocupaciones, sino que además ladensidad poblacional es siempre alta, lo cual haceposible que se produzcan modificaciones perma-nentes del paisaje natural.

De otro lado, la agricultura no fue la actividadque sustentó el manejo de las relaciones de inter-cambio interregional, pues la economía agrícola Ti-wanaku es básicamente doméstica, sustentada enlos sembríos de tubérculos como papa, oca, etc. ygramíneas como quinua, kañiwa, etc.

La agricultura del maíz escapa al nivel del usodoméstico y está más bien vinculada –como entrelos wari e inkas– a satisfacer requerimientos cere-moniales. La demanda de este grano fue cubierta es-tableciendo colonias en regiones de clima templadoy con riego, como los valles medios costeños y losinterandinos, tal como antes lo habían hecho lospukara.

La coca, por otro lado, tiene una producción,circulación y consumo mucho más restringidos, de-biendo abastecerse del oriente boliviano. La pro-ducción debió ser muy controlada y quienes se en-

cargaban de su circulación debieron ser misioneroscomerciantes o estar directamente vinculados a laselites religiosas.

Si se pudiera definir la acumulación de riquezaen la economía Tiwanaku, ésta estaría sustentada enel manejo de grandes rebaños de camélidos y en lamanufactura de sus fibras. La textilería financió laeconomía política de la sociedad Tiwanaku, con ar-tículos producidos en sitios como Tiwanaku y otrosnúcleos de la cuenca del Titicaca. La producción detapices polícromos tejió redes de intercambio y sub-vencionó el prestigio y poder de elites locales de lacosta sur, ya que las evidencias textiles halladas enestas regiones proceden de tumbas de gente de altorango.

Tan importante fue la explotación de camélidosque sus rebaños formaron parte de todas las esferasen que funcionaron la familia, el linaje y la entidadpolítica; y la base económica sobre la cual se orga-nizó la sociedad Tiwanaku se encuentra en la gana-dería de altura, antes que en la agricultura, aún ex-cedentaria.

Al margen de las diversas opiniones de los inves-tigadores en relación al peso específico de las dife-rentes actividades económicas, la sociedad Tiwana-ku integró con eficacia los diferentes sistemas pro-ductivos, de tal manera que la importancia de am-bos recursos –agrícolas y ganaderos– se ve reflejadaen la iconografía de la estela Bennett que, como di-ce Kolata, citando a Zuidema, uniría agricultura,pastoreo y calendario, aunque este último aspectoaún es poco conocido.

El colapso Tiwanaku se produjo, según una delas hipótesis más sugerentes, debido a una baja enla productividad agrícola, consecuencia de un cam-bio climático drástico que causó una sequía en granparte de la región andina central y centro sur. Tal se-quía se habría iniciado alrededor del 950 d.C. y fuemuy drástica después del año 1100 d.C.; la pluvio-sidad media se recuperó alrededor del 1300 d.C. Es-ta precisión en la variación del cuadro climático sela debemos a las investigaciones realizadas por laglacióloga Thompson en las capas de hielo del ne-vado Qelqaya, ubicado entre el Cuzco y Tiwanaku,y ha servido para que arqueólogos como Moseley,Kolata y Shimada, entre otros, expliquen los cam-bios políticos y sociales suscitados en aquellos tiem-pos. La sequía habría afectado, en primer lugar, alos campos de cultivo de la costa sur y, posterior-mente, a aquellos de la cuenca del altiplano. Este fe-nómeno, según Kolata, habría producido el abando-no y el colapso de Tiwanaku.

214

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Page 131: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

INTRODUCCIÓN

El colapso de Wariprimero y de Tiwanakudespués debió ser catas-trófico para los pueblosandinos. Quizás la mayo-ría de los pueblos interan-dinos estuvo al borde deuna parálisis generalizaday estructural, en gran par-te acentuada por la sequíade finales del siglo XI,que se prolongó por unos200 años. Este colapsopodría considerarse tam-bién como un caso de in-volución cultural prolon-gada.

En toda la región an-dina se produjo una reo-rientación en los patronesculturales. La mayoría delos pueblos se organizóen pequeñas y dispersasaldeas, caracterizadas porun patrón de asentamien-to que privilegió la segu-ridad. Su ubicación estu-vo preferentemente en laspartes altas de las cuen-cas, en las punas o en ellímite de la zona quechuacon la puna, probable-mente por ser espacioscon mayor humedad omás próximos a las fuen-tes de agua, y sus suelosafectos a una menor eva-potranspiración.

Copar pastizales y terre-nos de cultivo debió ser motivo de permanentesconflictos que conllevaron a que las aldeas fueranfortificadas en unos casos o construidas en lugares

de difícil acceso. Ello explicaría la “pax incaica” quese impusiera desde el Cuzco, dominando a réguloso sinchis que dirigían estas pequeñas entidades po-

215

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

IIICULTURAS REGIONALES TARDÍAS

3

1

2

6

4

5

9

7

8

CHIMÚ (CHIMOR)

CAJAMARCA (CUISMANCO)

CHANCAY

CHINCHA

HANCA

ASTO

KILLKE (CUZCO)

CHANCA

REINOS ALTIPLÁNICOS (COLLAS,LUPAQAS, PACAJES, ETC.)

1

3 5

9

8

7

6

4

2

Mapa de las culturas regionales tardías más significativas (varios autores).

Page 132: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

líticas existentesen los Andes cen-trales por unos 500años aproximadamente, después de lacaída de Wari hasta las primeras décadas delsiglo XV.

En la sierra no se dio un desarrollo que legiti-me la tradición cultural tan acentuado como en lasépocas wari, ni aun en la cuenca ayacuchana, salvoquizás en la cuenca de Lucre en el Cuzco, donde lainfluencia del urbanismo Wari es fuerte y se percibeen Choquepuquio. La cuenca occidental del lago Ti-ticaca sería también una excepción.

En la costa no hubo una atomización de las so-ciedades como la que se dio en la sierra. Surgió másbien un conjunto de sociedades de mayor estabili-dad y complejidad, a tal punto que podríamos ha-blar de entidades políticas estatales regionales comoel llamado “reyno del Chimor” o el “señorío deChincha” y, de acuerdo a los datos actuales, las máscomplejas sociedades del Período Intermedio Tar-dío en el área andina.

Si bien contamos con información etnohistóricay arqueológica sobre las épocas finales de este perío-do, poco sabemos aún de la naturaleza y carácter delas culturas sobre todo en la sierra y ceja de selva.

En suma, la información existente nos muestraun panorama cultural heterogéneo y desigual. De-bemos al profesor Rowe la visión histórica de con-junto sobre las sociedades regionales. Con seguri-dad la regionalización de las culturas fue el rasgomás característico de aquel período, y si bien lo re-gional siempre subyace aun en los grandes horizon-tes culturales, este período del Intermedio Tardíomarca el clímax de lo local como forma natural dedesenvolvimiento de las sociedades andinas. La di-versidad cultural fue la única representación histó-rica real que se dio –y al parecer se sigue dando– enel área andina. Los chavín, los waris y los inkas ha-brían sido sólo proyectos de integración no logra-dos y, de modo similar, los estilos predominantes

habrían sido sólo repre-sentaciones fe-noménicas y efí-meras.

En las páginassiguientes descri-biremos breve-mente los desarro-llos culturales re-gionales máss igni f icat ivosque se dieron en

la costa y sierradel antiguo Perú y

que cuentan con información relevan-te concerniente a los rasgos económicos, po-

líticos, ideológicos y sociales. Como en el capítuloanterior, debido a la extrema especialización queimplican los estilos alfareros de este período, deja-remos de lado su descripción.

DESARROLLOS REGIONALES COSTEÑOS

Costa norte: ChimúLa costa norte del antiguo Perú fue el territorio

donde se desarrolló Chimú, considerado como elestado regional más complejo durante el PeríodoIntermedio Tardío. Corresponde a una entidad po-lítica que desde Chan Chan manejó un territorioeminentemente costeño desde Tumbes, en el extre-mo norte peruano, hasta Barranca, en el sur, con po-sibles efectos culturales hasta el valle del Chillón,totalizando unos 1 000 km de extensión de norte asur. Los límites naturales por el este fueron los pri-meros contrafuertes de la cordillera Occidental an-dina, que no impidieron que los chimú mantuvie-ran contactos de diferente índole con entidades po-líticas serranas asentadas en Cajamarca y la sierra li-berteña, sobre todo en las épocas finales del desa-rrollo chimú. Las fronteras sureñas, de acuerdo a lasactuales investigaciones, dejan algunas dudas. Ladébil evidencia de materiales culturales chimú alsur del valle de Huarmey sugiere que el estado Chi-mú no había culminado el control de estos territo-rios o que se trataba de un área con un desarrolloindependiente, que sólo mantuvo algún tipo de in-tercambio con la región metropolitana Chimú.

Llama la atención la multiplicidad de lenguasque se hablaba en la región, de acuerdo a la recons-trucción lingüística hecha en base a documentos es-critos desde el siglo XVI. Ello sugiere que antes, du-rante y después del llamado reino del Chimor, la

216

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

La orfebrería fueuna de lasactividades másdesarrolladas en lacosta norteperuana. En lailustración unamáscara laminada enoro perteneciente ala culturaLambayeque,aproximadamente1300 d.C.

Page 133: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

existencia de una heterogeneidad depueblos y culturas era la constante histó-rica de la región. La conquista y el domi-nio ejercido sobre dichos pueblos debie-ron ser también diversos, representadospor el gobernante asentado en ChanChan y jefes regionales de unidades me-nores, dirigiendo tal vez uno o dos vallesdesde centros administrativos de presti-gio como el de Farfán en el valle de Je-quetepeque.

La densidad poblacional en todo elterritorio Chimú se estima en unos 500mil habitantes, de los cuales entre 20 y30 mil corresponderían a la poblaciónurbana asentada en Chan Chan, segúnKent Day y Schaedel; y el resto seríanfundamentalmente pobladores rurales,distribuidos en pequeños centros urba-nos, aldeas y viviendas de unidades fami-liares dispersos en los valles.

La información arqueológica señalados momentos en el desarrollo chimú. Elprimero va desde 1100 d.C. hasta las pri-meras décadas del 1300 d.C. aproxima-damente, cuando Chimú es una manifes-tación cultural focalizada en el valle deMoche y áreas circundantes; en un se-gundo momento se torna un estado ex-pansivo llamado reino del Chimor –inte-grando valles hasta el extremo norte pe-ruano y por el sur quizás hasta la costacentral–, entre los años 1350 y 1470 d.C.aproximadamente, cuando –según elprofesor Rowe– Chimú es vencido porlos inkas. Diezmada la población sontrasladados al Cuzco el gobernante chi-mú, algunos miembros de la elite y espe-cialistas, sobre todo orfebres. Rowe agre-ga que parte del inmenso botín de guerracapturado a los chimú fue destinado porPachacutec en el Cuzco a la fabricaciónde estatuas del creador Wiracocha, delSol, Mama Ocllo y frisos del Coricancha.

Los orígenes chimú no son muy claros aún; sinembargo, al igual que los de Lambayeque, están aso-ciados a una narración escrita registrada por docu-mentos históricos entre los siglos XVI e inicios delXVII. El más relevante es la Historia anónima, que lepermitió a Rowe esbozar la historia cultural chimú.Taycanamo sería el fundador de la dinastía y Min-chancaman el último soberano y conquistador por

excelencia, personaje también presente en las épo-cas de fuertes contactos y alianzas con unidades po-líticas de Cajamarca y en el enfrentamiento con losinkas, quienes lo derrotaron no obstante su tenazresistencia.

La historicidad de esta dinastía aún no tiene sucomprobación arqueológica, aunque en los últimosaños algunos arqueólogos tienden esforzadamente a

217

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Plano general de Chan Chan, capital del estado Chimú, La Libertad.(Tomado de Ravines et al. 1980).

Page 134: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

correlacionar eventos y sitios mencionados en losdocumentos escritos con la evidencia arqueológica.

De hecho Chimú no sólo fue heredera de la tra-dición Moche y de elementos foráneos como Wari,sino también de Lambayeque, que durante el inte-rregnum producido después del colapso de PampaGrande y la sociedad Moche tuvo roles protagóni-cos, que con seguridad articularon –desde BatánGrande– a diferentes regiones costeñas, incluido porcierto el núcleo Chimú, no sólo estilísticamente, si-no económica y políticamente.

a) Sociedad y composición poblacionalLas evidencias arqueológicas en general y la do-

cumentación etnohistórica muestran a la sociedadchimú como una entidad marcadamente estratifica-da. Las diversas ocupaciones, productivas o no, se-ñalan una gran complejidad social. La poblaciónchimú se componía de un primer grupo de gober-nantes, sacerdotes, militares y administradores derangos superiores salidos de la nobleza, afincadosen la metrópoli monumental de Chan Chan y loscentros urbanos menores de los valles norteños. Unsegundo grupo correspondía a quienes producíanlos diversos artículos que consumía toda la socie-dad. Ellos eran por un lado los trabajadores metro-politanos que producían bienes ornamentales y no

ornamentales: orfebres,tejedores, constructores,pintores, etc. Su produc-ción era eminentementeurbana, vivían tanto en lossolares nativos de las lla-madas ciudadelas de ChanChan o en su periferia, co-mo lo evidencian los re-gistros arqueológicos queprodujeron, según Topic,un porcentaje significativode la producción artesa-nal. Estos trabajadores de-bieron haber estado tam-bién en los núcleos pro-vinciales como el sitioPampa de Burros en el va-lle de Lambayeque, que se-gún Tschauner representa-ba un especializado tallerde alfareros de produccióna gran escala. Dirigidos ysubvencionados por el es-tado, estos trabajadores

producían bienes con el sello estilístico oficial.Por otro lado había también trabajadores fuera

del área metropolitana dedicados a la producciónagrícola, a las actividades pesqueras en el litoral o almanejo de corrales de camélidos, etc., quienes ade-más de trabajar en estas actividades debían hacerlopara satisfacer sus necesidades cotidianas. Existiófinalmente una actividad terciaria, desarrollada porgentes de servicio en las diversas instituciones delestado y en las residencias de los gobernantes y susfamiliares: Moseley calculó que unas tres mil perso-nas vivían en los canchones de las ciudadelas o de-trás de sus murallas, sirviendo a una nobleza mino-ritaria de unas seis mil personas aproximadamente.

Seguramente hubo otro contingente de trabaja-dores –de servicio o no– que periódicamente llega-ban a Chan Chan a colaborar en el funcionamiento,construcción o, quizás también en la produccióncomo parte de sus obligaciones con el estado y elsoberano. Aquí debemos incluir al sector especiali-zado de intermediarios que a manera de mercadereshicieron posible la circulación de bienes a larga dis-tancia, uniendo la región septentrional de la costanorte del Perú y la costa sur del Ecuador con la re-gión de Chincha en la costa sur peruana. El inter-cambio de bienes a larga distancia no habría sido enesta época monopolio de los chinchanos, aunque

218

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Vista parcial de Chan Chan, considerada la ciudad de barro más grande del antiguo Perú. Loschimú utilizaron en su arquitectura principalmente el adobe.

Page 135: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

éstos fueron el grupo más significativo y exito-so entre los “comerciantes andinos”.

Gracias al estudio de documentos escritoscomo los del padre Calancha y la Gramáticade Carrera, realizado también por Rowe,percibimos que la estructura social chi-mú era estratificada y jerarquizada. Es-tos documentos dan un conjunto denombres que especifican categorías,rangos y funciones. La jerarquía esta-ba encabezada por el soberano,gran señor llamado Ci-quic, seguido por je-fes regionales, tal vezlos curacas llamadosAlaec. Vienen despuéslos Fixl, equivalentes–según algunos investigadores– alos caballeros de la Europa feu-dal; los Paraeng o vasallos, y fi-nalmente los Gana (Yana) que se-rían los sirvientes. Estas denomi-naciones no agotan la jerarquía ni la diferenciaciónsocial chimú existente, ya que con seguridad hubomás grupos que cumplían otras fun-ciones en dicha sociedad. Curiosa-mente, ninguna de las informacionesdocumentales señala las clases de pro-ductores artesanales que existían,que las investigaciones arqueoló-gicas nos muestran como gru-pos sociales que cumplían di-ferentes roles en la produc-ción tanto en los centrosurbanos como rurales.

Otro punto suma-mente importantemostrado por Rowetiene que ver con as-pectos morales de lavida cotidiana, cuyastransgresiones eransancionadas con seve-ridad: robo, sacrilegioy adulterio fueron pena-dos con la muerte. Al pa-recer la transgresión nosólo afectaba el orden socialsino también el orden religiosoque regía el mundo, por lo que laspenas fueron siempre ejecuta-das ritualmente.

b) Religión y políticaComo vimos en el capítulo referente a Wari, lareligión es un rasgo muy importante para ex-plicar, en mayor o menor medida, el desarro-

llo de las sociedades andinas. En el casoChimú, algunos arqueólogos vienen ma-

nejando en la actualidad una idea muysugerente según la cual –en base al cul-to del ancestro– se impulsó un mode-lo político de gobernación y expan-

sión territorial con resulta-dos muy exitosos.

Conrad y Demarestcreen que este mode-lo fue posteriormenteasimilado por los in-

kas, aunque otros auto-res sugieren que éstos tuvieronun sistema político totalmentedistinto. Conrad ha llamado a es-ta modalidad la institución de “laherencia partida” o “herencia

dual”, por la cual el heredero del gobierno sólo re-cibía el cargo político de gobernante con sus debe-

res y derechos, mientras que las propiedades y“fuentes de rentas del difunto” pasaban a la

corporación de sus descendientes en calidad dedepositarios o administradores, ya que el propie-tario seguía siendo el gobernante muerto. La ana-

logía con los inkas vendría a ser el mallqui yla panaca real. De esta manera cada gober-nante chimú que asumía la dirección del

estado tenía que construir su propiopalacio (ciudadela) y poblarlo con su

parentela más directa. También teníaque hacerse de nuevas propiedadesy nuevas rentas para su adminis-tración en base a la conquista denuevos valles. Consecuentemen-te, cada gobernante impulsaría laconstrucción de una nueva ciu-dadela y la anexión de nuevastierras cada vez más lejos del nú-

cleo central Chimú.La ciudadela era el símbolo de

poder, lugar de administración y lu-gar del sepulcro sagrado del gober-

nante. Por tanto funcionaba perma-nentemente, tanto en vida del gobernan-

te como después de su muerte, poblada porparientes, administradores y gentesde servicio. Esto habría obligado a

219

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Una vasija chimú con representaciónzoomorfa, aproximadamente 1300 d.C.

Vasija chimú del tipo cantimplora,aproximadamente 1300 d.C.

Page 136: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

que cada gobernante organizase supropia estructura administrativa connuevos funcionarios y nuevas oficinas.

El gobernante difunto debió tener atri-butos divinos y su culto se habría conver-tido en uno de los más importantes ysignificativos ritos practicados. Deallí que la plataforma sepulcraldonde se encontraba la tumbadel rey ocupara uno de los lu-gares centrales de la ciudade-la. Asociados a la tumbareal de planta arquitectó-nica en forma de T, que semantenía abierta para lasdiferentes ceremonias, seconstruyeron comparti-mientos donde se enterraba alas personas sacrificadas queacompañaban al soberano y sedepositaban ofrendas de diferenteíndole. Parece ser también que perió-dicamente se seguía ofren-dando al divino ancestro, yaque las plataformas contiguasevidenciaban muchas más ofrendas.

Según los investigadores, esta modalidad de “he-rencia partida” debió darse en la época expansivachimú, ya que en sus inicios no hay indicadores desu funcionamiento e, inclusive, las primeras ciuda-delas habrían sido ocupadas por más de un gober-nante chimú.

Sea como fuere, todos los investigadores recono-cen la madurez y complejidad política chimú quehabría servido de alguna manera –según Rowe– co-mo modelo al sistema político de los inkas e influi-do en algunos rubros de su sistema de producción yen la planificación urbana.

El mundo religioso chimú se basaba además en elculto a deidades dispuestas o concebidas jerárquica-mente, siendo la Luna (Si) una de las mayores, porencima del Sol; seguidos por las constelaciones y elmar. Tenían además sus huacas y santuarios. Los ri-tuales y ceremonias, al parecer, copaban gran partede la vida de los chimú y de los pueblos anexados.

c) Chan ChanFue la capital del estado Chimú y representa el

más grande centro urbano prehispánico de arqui-tectura de barro de las Américas. Se compone de unárea nuclear que aglutina 10 grandes conjuntos ur-banos llamados ciudadelas, de unos 6 km2, y de un

área de construcción inorgánica cir-cundante que totaliza un conjunto ur-

bano de aproximadamente 20 km2.Aparentemente, cada ciudadelacorresponde a un gobernante yhan sido llamadas: Bandelier,Gran Chimú, Chayhuac, Laberin-to, Rivero, Squier, Tello, Tschudi,Uhle y Velarde, siendo la más

grande Gran Chimú, cuya árease estima en 22 ha.

En general se acepta quela traza urbana de ChanChan se debió a la influen-cia del diseño ortogonalWari. Afinando los datosexistentes, algunos investi-gadores señalan el inicio de la

ocupación de Chan Chan alre-dedor del 850 d.C.; un segundo

momento de consolidación entre el1125 y 1350 d.C. y un tercer momen-

to hasta 1470 d.C. Las ciuda-delas más antiguas seríanChayhuac y Uhle, mientras

Rivero y Tschudi serían las últimas construidas, yaen las épocas finales de Chimú. La ciudadela tieneun patrón arquitectónico rectangular estándar, degrandes dimensiones, definido por muros de cerra-miento, cuya trama interna se articula sobre la basede los siguientes elementos: patios cuadrangulareschicos y grandes, recintos chicos y grandes y plata-formas funerarias.

El acceso era restringido desde el exterior y de-bía hacerse por una sola entrada angosta. En el in-terior se circulaba a través de corredores, patios yrampas, bajo el control administrativo de las au-diencias.

Una de las ciudadelas tipo fue Rivero, el proba-ble solar cortesano de Minchancaman. Tiene cons-trucciones residenciales para el gobernante y su fa-milia, áreas de oficinas administrativas, depósitosque quizás almacenaban parte del tributo –y quevendrían a ser el fondo de riqueza–, áreas de ofren-das, pozas de agua para la ceremonia y la recreaciónllamadas “huachaques”, plataformas de entierrosque albergaban centenares de ellos y el mausoleocentral.

Así como los inkas “hicieron de la piedra un cul-to”, los chimú consiguieron con el barro las más lo-gradas construcciones arquitectónicas y elaboraron“arabescos de gran gusto y frisos modelados en re-

220

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Cántaro chimú con representaciones marinas,aproximadamente 1200 d.C.

Page 137: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

lieve en la superficie de las paredes”, usando el mis-mo adobe de la construcción; y “es probable ademásque muchas de las paredes estuvieran pintadas” (Ro-we 1970). Las decoraciones de las paredes represen-

tan figuras geométricas, de aves y peces. Además delbarro, en la construcción de Chan Chan se empleómadera, paja, totora, cantos rodados y arena.

Chan Chan encabezó la jerarquía de sitios chi-mú, seguido por centros urbanos regionales. El con-trol administrativo fue posible también por el desa-rrollo de un sistema vial bien organizado desdeChan Chan, que la unió transversal y longitudinal-mente con los centros administrativos urbanos, ru-rales y ceremoniales de todo el territorio chimú.Muchos de estos caminos, como señalan algunosinvestigadores, fueron antiguas sendas reutilizadasy a su vez usadas posteriormente por los inkas. Através de esta red fluían bienes, tributarios, admi-nistradores y funcionarios que difundían cultura eimponían la política chimú.

d) Economía chimúTodas las investigaciones hechas sobre Chimú

reconocen que se desarrolló en una región privile-giada para la agricultura y que los valles costeñosocupados por los chimú representaron el mayorporcentaje de tierras agrícolas irrigadas en todo elantiguo Perú. La ingeniería de riego fue uno de loslogros tecnológicos que dio implicancias políticas alriego administrado. Se proyectaron y construyeronmasivamente canales de riego de grandes dimensio-nes y variados usos gracias a la mita, destacandoaquellos que unían dos o más valles, como el canalLa Cumbre, que quizás irrigó tierras del valle deChicama con aguas llevadas del contiguo valle deMoche. Aparentemente, los canales de riego sirvie-

221

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Diseño ortogonal de Chan Chan,debido a la influencia wari.

Plano de la ciudadela Rivero, enChan Chan. Para algunosautores, como Kent C. Day,puede ser considerada como modelo de los otros recintos de laciudad chimú. (Tomado deBonavia 1991).

Page 138: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

222

ron también para organizar la población de los va-lles en la perspectiva de una relación fluida desdelos centros rurales articulados con la administra-ción metropolitana de Chan Chan. Los canales lle-vaban agua que irrigaba tierras de las aldeas, de loscaciques, de los nobles y del mismo estado.

El complejo sistema de riego hizo posible laagricultura extensiva e intensiva, así como la exis-tencia de cultivos estacionales y permanentes. Seorganizaron cultivos especializados para la alimen-tación y el ceremonial, como el maíz (al parecer, dedos cosechas anuales), y para la industria, como elalgodón de diferentes colores. Dichos sembríos secomplementaron con los de otras plantas alimenti-cias, como el frejol, la calabaza, el camote, el ají, lacaigua, el maní, la yuca y las plantas frutales, comoel ciruelo, el lúcumo, la guanábana, etc. Merecedestacarse que la dieta alimenticia complementariase basaba en el consumo de pescado y mariscos, yque, según Pozorski, el consumo de la carne de lla-ma también fue importante.

El manejo de la economía y las finanzas chimúestaba en manos de administradores nobles afinca-dos en Chan Chan, que organizaron, controlaron ymanejaron la circulación de bienes de los centrosurbanos y rurales, la mano de obra, la producción,el almacenamiento y la distribución. La prestación

de trabajo rotativo y temporal y la entrega de bie-nes caracterizaron el sistema tributario, en tantoque la construcción de sitios administrativos en losvalles de Chicama, Moche, Virú y Chao habría ser-vido fundamentalmente para la administración dela producción agrícola.

Al parecer, la necesidad de incrementar los re-cursos empujó a consolidar la administración je-rárquica del valle de Moche y de los próximos yubérrimos valles, mediante la construcción de cen-tros rurales como El Milagro de San José, Katuay yQuebrada del Oso, según Keatinge.

De acuerdo con las investigaciones arqueológi-cas, después de dominar los valles circundantes aMoche, los chimú asimilaron en su esfera económi-ca y política a los valles norteños de Jequetepeque,Zaña y Lambayeque. Por ejemplo construyeron enJequetepeque centros de acopio de recursos agríco-las y minerales, así como centros de control políti-co y religioso, como los de Farfán, Pacatnamu y Ta-lambo.

Sin duda, la ocupación chimú del valle de Lam-bayeque debió tener, además de su importanciaeconómica, trascendencia histórica, pues los chi-mú se asentaron en uno de los escenarios más sig-nificativos por el impulso de sus desarrollos cultu-rales. Esta característica histórica de la región ha-

Vista de un“huachaque”(poza de agua) de Chan Chan.Los “huachaques”habrían servido para ceremonias y recreación de la elite.

Page 139: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

bría permitido un tratamiento especial quedio como resultado la introducción de pocoscambios culturales, incluyendo el repobla-miento de antiguos asentamientos de filiaciónLambayeque. Al norte de estos valles se hanubicado también sitios chimú, de los que co-nocemos muy poco.

La expansión chimú al sur del núcleo cen-tral es variada, menos monumental que la delnorte, donde las terrazas, las pirámides y losmuros circundantes caracterizaron su arqui-tectura. Huarmey sería el valle límite de la ad-ministración chimú otorgada a caciques regio-nales para fines sobre todo de tributación agrí-cola. Al sur de Huarmey, la presencia chimú estenue y las pocas evidencias que existen nopermiten afirmar por ahora que se trate de unterritorio administrado por centros urbanos chimú.

Otra actividad importante que implica un desa-rrollo técnico y artístico es la producción artesanal.La metalurgia alcanzó un alto nivel de excelenciaexpresado en la diversidad de piezas logradas.Igualmente, se trabajaron piedras semipreciosas,conchas, turquesas, madera, tejidos, cerámica y te-jido plumario, que exportaban a diferentes regionesdel antiguo Perú. El tejido basado en plumas –arteprobablemente heredado de los moche– refleja, qui-zás al igual que la metalurgia o más que ella, un tra-bajo especializado y fino. La alta tecnología meta-lúrgica alcanzada por Chimú se debe a sus antiguos

contactos con Lambayeque, que a su vez sirvieronpara que los inkas aprovecharan esta vieja herencia.

Costa centralPoco antes de la conquista inka, el territorio en-

tre Pativilca y Cañete albergó a un número signifi-cativo de centros poblacionales. Al parecer se trata-ba de grupos sociales asentados e identificados conespacios demarcados por el sistema de riego en losvalles altos, medios y bajos, como puede despren-derse de los documentos etnohistóricos del sigloXVI. De allí la proliferación de nombres que señalanindiscriminadamente como señoríos a cada uno de

223

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

El acceso a la ciudad de ChanChan era restringido y en elinterior se circulaba a travésde corredores, patios y rampas.

Friso en Chan Chan.Decoración representando

figuras geométricas de peces y aves.

Page 140: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

estos grupos sociales, que más bien podrían ser gru-pos independientes y pequeños dirigidos por régu-los o jefes. Entre estos grupos, los que adquierenimportancia son los collique en el Chillón bajo ymedio y los canta en el Alto Chillón, Maranga ySurco en el Rímac, Ichma en Lurín, Guarco en Ca-ñete y lo que los arqueólogos han convenido en lla-mar cultura Chancay en el valle del mismo nombre,representada por el estilo alfarero “Chancay negrosobre blanco”.

Lamentablemente, la información arqueológicaes escasa aún, aunque algunos logros específicos deChancay hacen de dicha cultura la más conocida. Semanifiesta desde Huaura hasta la parte baja del Chi-llón y tiene como núcleo central el valle de Chan-cay, donde se encuentran los sitios arqueológicosmás representativos y los objetos culturales diag-nósticos. Sin embargo debemos recordar que esteterritorio, en la última época del Período Interme-dio Tardío, era considerado ya como territorio chi-mú, aunque seguramente no consolidado. Según al-gunos investigadores, Chancay debió ser una socie-dad densamente poblada, a juzgar por el gran nú-mero de sitios y la dimensión de sus cementerios.Los sitios representativos son Pisquillo Chico yLauri, como centros administrativo-ceremoniales;Pancha la Huaca, como complejo palacio-residen-cial; y Tronconal, como un pequeño asentamiento,

de acuerdo con las categorías planteadas por Krza-nowski.

Si bien todas las sociedades de la costa centraltienen rasgos comunes como el uso del barro en ta-piales y adobes para la construcción de estructuraspiramidales o núcleos horizontales de muros an-chos y altos, Chancay se diferencia de todas ellaspor tres rasgos que la definen como un desarrollocultural más logrado. Primero, un sistema ceremo-nial y cosmológico complejo, materializado de lamejor manera en sus prácticas mortuorias y carac-terizado por el tratamiento de los fardos funerarios,las réplicas de cabezas puestas en éstos, los rostrosembadurnados de pintura, las ofrendas, la deforma-ción craneana, las muñecas y las máscaras. Segun-do, la producción alfarera, que se caracteriza por suplasticidad, elegancia y sobriedad, sobre todo en suscántaros llamados popularmente “chinos”. Tercero,la textilería, de gran logro tecnológico y artístico,pudiendo considerársela como creadora e innova-dora en muchos aspectos. Destacan las llamadas ga-sas, los bordados y las telas pintadas y entre los ma-teriales el algodón y la lana.

Son varios los estudios arqueológicos llevados acabo en el valle del Chillón. Al parecer, durante es-te período hubo un permanente flujo de diferentesgrupos asentados en las diferentes ecozonas del va-lle. Dillehay dice que no existía organización estatal

224

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS Decoración geométrica yfigurativa en un cántarochancay, aproximadamentehacia 1400 d.C.

Vasija característica de lacultura Chancay.

Page 141: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

alguna en el Chillóny que grupos coste-ños y serranos evi-denciados en Huan-cayo Alto usufruc-tuaban la chaupi yun-ga, como parte deun sistema llamadode “especializacióneconómica” por M.Rostworowski, basa-do en el cultivo de lacoca. Marcus y Silva,por otro lado, afir-man que en el Chi-llón existían varioscuracazgos que sedisputaban, al pare-cer, el control de lachaupi yunga.

Costa surDurante el Período Intermedio Tardío se desa-

rrolló en el valle de Chincha una entidad políticaconocida como “el reyno de Chincha”, que integróvalles contiguos. Dispersos en el valle se encuentranlos asentamientos más grandes y significativos que,de acuerdo con los reconocimientos arqueológicoshechos por Wallace entre 1957-1958, y por Morrisy Santillana en 1984, habrían concentrado a la po-blación más numerosa entre los valles costeños delsur del Perú en este período. Sus construccionesson estructuras piramidales y canchones hechos detapiales, destacando dos núcleos: la Centinela deTambo de Mora –que formaba un conjunto mayorcon La Cumbe y la huaca Tambo de Mora– y más alsur el complejo de la Centinela de San Pedro, am-bos en el valle bajo. Muchos de los montículos tie-nen frisos en plano relieve y pintura mural, que in-dican su importancia como conjuntos ceremonialesy residenciales. Menzel y Rowe llaman a la Centine-la de Tambo de Mora “la capital del reyno”, de lacual partían varios caminos radiales ceremoniales–como señala Wallace– para unir sitios y valles. Adecir verdad, casi todos los montículos que compo-nen estos complejos arquitectónicos tienen una tar-día ocupación inka, identificable por pequeñasconstrucciones de adobes paralelepípedos, en con-traste con las construcciones locales hechas de ta-piales. Sin embargo, la principal ocupación inka seencuentra en el lado suroeste de la Centinela, ocu-pando 2 de las 40 ha que debió tener originalmente

la Centinela de Tam-bo de Mora.

Las condicionesnaturales del valleindican una alta pro-ductividad agrícola,que debió ser la basede la economía desubsistencia de lasociedad Chincha.Las excavacionesrealizadas eviden-cian un alto porcen-taje de consumo demaíz, frutas y varia-dos recursos mari-nos, de acuerdo conSandweiss. Sin em-bargo, la actividadeconómica, que ha-bría tenido impli-

cancias políticas diversas parece haber sido el inter-cambio a larga distancia, integrando territorios queiban desde la costa ecuatoriana hasta la región delCollao en el altiplano peruano-boliviano, utilizandoembarcaciones para enlazar la costa y caravanas dellamas para unir las cuencas interandinas. Esta acti-vidad fue originalmente chinchana y, luego de lapresencia inka en la zona, alrededor de 1476, se ha-bría integrado a la economía del imperio y manteni-do no sólo los rubros referentes al tráfico de bienes,sino también el status de los ricos y poderosos seño-res locales.

El flujo de bienes transportados por los chincha-nos se encuentra registrado en un documento de laépoca colonial temprana, estudiado por María Rost-worowski, que alude a una numerosa población di-ferenciada por la actividad desarrollada: mercade-res, pescadores, agricultores, artesanos y gente deservicio. Los mercaderes traficaron con el mullu(concha Spondylus, considerada símbolo y alimentode los dioses) y esmeraldas traídas de territorioecuatoriano. Del Collao transportaron cobre y lana,y de Chincha pescado seco. Esta información no hasido demostrada arqueológicamente aún, pero dehecho el documento sugiere que se trataba de unaentidad política regional rica y poderosa, de impor-tancia trascendental en la economía inka, cuyo go-bernante, “el señor de Chincha”, era objeto de aten-ciones similares a las del inka. Ejemplo de su parti-cipación en el protocolo es su presencia, conducidoen litera como Atahualpa, en la fatídica tarde del 16

225

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Los chancay, quienes se desarrollaron durante el Período IntermedioTardío, fueron reconocidos tejedores, sobresaliendo principalmente por

sus gasas, como la que se muestra en la ilustración.

Page 142: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

226

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS

Los chinchanos integraron vastos territorios que iban desde el Ecuador por el norte hasta el Collao en el altiplano peruano-boliviano. Mapa de rutas chincha de intercambio a larga distancia. (Basado en Rostworowski 1977).

RUTAS CHINCHA DE INTERCAMBIO ECONÓMICO

Page 143: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

de noviembre de 1532, cuando Francisco Pizarrotomó la plaza inka de Cajamarca.

DESARROLLOS REGIONALES EN LOSVALLES INTERANDINOS

En la sierra norteña de Cajamarca y Huamachu-co se habrían desarrollado entidades políticas lla-madas señoríos. Según algunos investigadores, elmás importante parece ser el de Cajamarca, que an-tes del Período Intermedio Tardío tenía enclaves detributarios en la costa y mantenía relaciones diver-sas y ventajosas con Huamachuco. A este señoríocajamarquino se le conoce como Cuismanco, cuyacapital habría sido Tantarica, en Contumazá, segúnSachún. Sus integrantes se asentaron en las partesaltas de los cerros, donde construyeron centros po-blados defensivos. En las épocas finales se aliaroncon los chimú.

La cuenca del Mantaro, en la sierra central, estu-vo densamente poblada cuando los inkas conquista-ron la región alrededor de 1460. El conocimientoque tenemos de esta región se lo debemos sobre to-do a las investigaciones arqueológicas realizadas apartir de los 70 por Browman, Matos, Parsons, Has-tings, Hastorf, Le Blanc, Daltroy, Levine y Earle.

Algunos autores dividen esta cuenca en dos re-giones. Por un lado, una que va desde las punas deJunín hasta Tarma; y por otro, la que va desde Jau-ja hasta Huancayo. En esta ultima región se asenta-ron los huanca, que representaron a una entidad po-lítica del tipo de jefatura incipiente (más bien tribaldesarrollada) y construyeron los asentamientos másgrandes fechados para este periodo. De ellos secuenta con abundante información etnohistórica yarqueológica. Los huanca dominaron las punas, elvalle medio aluvial y desarrollaron relaciones de di-versos tipos con la ceja de selva. La agricultura, pas-toreo y el intercambio regional formaban las basesde la economía de los pueblos.

Los estudios de Le Blanc en el valle de Yanamar-ca de la región de Jauja y del proyecto arqueológicoMantaro Alto de la Universidad de California hanmostrado un conjunto de sitios de diversos tama-ños, entre los que destacan Hatunmarca (130 ha),Tunamarca (32 ha) y Unpamalca, con una pobla-ción promedio de 12 000, 8 000 y 3 500 pobladores,respectivamente. Parecen ser los núcleos más im-portantes, que a su vez integraron administrativa-mente pequeños sitios. Hatunmarca debió ser el nú-cleo más representativo de la cultura Huanca Tar-dío, que no sólo se diferencia por el tamaño, la den-sidad de su población y la trama urbana, sino tam-bién por la aparición de una arquitectura pública,ausente en las pequeñas aldeas de característicasmás domésticas, lo que señalaría un incipiente de-sarrollo político especializado.

Después de la conquista y pacificación inka(1460) se produjeron cambios drásticos y significa-tivos en la región, tanto en el orden político comoen el administrativo, y se incorporó como una re-gión económica del Tawantinsuyu.

La destreza guerrera huanca sirvió para queposteriormente fuese el grupo de vanguardia asimi-lado a las huestes españolas en la guerra contra losinkas.

Más al sur, en las cuencas del Pampas y del Apu-rímac, en partes de los departamentos de Ayacucho,Apurímac y Huancavelica, se produjo una “anomiaestructural” después del colapso wari. Tiempo des-pués, según algunos investigadores, se desarrolló enla región el señorío chanca.

La celebridad de los chancas se debe a las refe-rencias existentes en las crónicas que les asignan

Sitio huanca de Unpamalca. Patrón arquitectónico aglutinado,característico del Período Intermedio Tardío, en la sierracentral. (Tomado de Earle et al. 1987).

227

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Page 144: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

un rol decisivo en el surgimiento del estado inkacon Pachacutec, después de que los chancas, en ex-pansión al sureste, atacaran el Cuzco y fueran de-rrotados por los oficiales de Wiracocha.

Los documentos escritos señalan también a la la-guna de Choclococha en Castrovirreyna (Huanca-velica), como el origen de los fundadores míticos entiempos primordiales, que posteriormente poblarontoda la región. Al parecer, el territorio entre Vilcas-huamán y Andahuaylas fue el núcleo central. Hastadonde tenemos información, en esta región se en-cuentran efectivamente los asentamientos másgrandes y numerosos de esta sociedad. No está muyclaro aún si estaba organizada políticamente en unaconfederación, y más bien parecen ser grupos triba-les disociados pertenecientes a un mismo grupo ét-nico, dirigidos por jefes guerreros en su acepciónplena. El resto del territorio, fuera del área nuclearanteriormente señalada, aparece ocupado por pe-queñas y dispersas aldeas desarticuladas entre sí,sin organización ni representación política alguna ycon una débil estructura de relaciones sociales. To-do esto se colige a partir de la observación de losasentamientos, las estructuras arquitectónicas, lalectura de las fuentes escritas primarias y secunda-rias y los restos culturales muebles que se conocengracias a los investigadores de la Universidad Na-cional de San Cristóbal de Huamanga.

El grupo poblacional más significativo se habríaasentado en lo que hoy es Andahuaylas y, según Sar-miento de Gamboa –citado por varios investigado-res–, eran gobernados por Uscovilca y Ancovilca,curacas llamados genéricamente sinchis, quienes es-taban al frente de dos territorios: Hananchancas yHurinchancas.

Las aldeas constan de edificaciones de planta cir-cular y canchones rectangulares, y se encuentranprotegidas por muros circundantes, preferentemen-te entre los 2 000 y 4 000 msnm. Según González,se han reconocido unos 350 asentamientos de filia-ción chanca.

La agricultura, el pastoreo y la producción deobjetos artesanales debieron ocupar la vida cotidia-na doméstica de los chancas, que les permitía el au-toabastecimiento. Sobre la base de los pioneros es-tudios del profesor Lumbreras, los arqueólogosGonzález, Pozzi-Escot y otros han identificado“grupos cerámicos” correspondientes a “los gruposétnicos que integraron la nacionalidad chanca”(González et al. 1987), llamados Tantaorqo, Qashis-qo, Arqalla, Ayaorjo e Inkachanca. A decir de Mace-ra, quizá existieron tradiciones culturales diversasen el territorio chanca.

Según las investigaciones de Rowe y Rostwo-rowski, en la región del Cuzco, en el periodo ante-rior a la emergencia inka, existían varios grupos hu-

228

Santillana

Sitio chanca enArqalla,Ayacucho.Edificios rústicosde plantacircular.(Tomado deGonzález Carré1992).

CULT

UR

ASPR

EHIS

PÁN

ICAS

Page 145: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

manos, al parecer del tipo tribal, que vivían en per-manente rivalidad. Se reconoce a los ayarmacas co-mo los más poderosos, quienes disputaban la pri-macía de la región con los grupos asentados en lacuenca del Huatanay y el Lucre. Al parecer, el pri-migenio grupo inka se habría gestado en la región apartir de un pequeño curacazgo y Rowe ha señala-do que durante este período se desarrolló el estiloalfarero Killke. Posteriormente, el mismo Rowe,más Dwyer, Kendall y González, nos hablan tam-bién de construcciones Killke, tanto en la parte altacomo en la baja de los valles. Muchos de los sitiosconstruidos en la cima de los cerros están fortificadosy sus edificaciones son de planta circular, ovalada yrectangular. Parece ser que algunas estructuras Killkeen el Cuzco primigenio fueron remodeladas por losinkas.

Sobre la vida económica y política hay muy po-ca información. Sin embargo, los asentamientosubicados en las partes bajas de los valles y la asocia-ción de la cerámica Killke con andenes, sobre tododel valle del Urubamba, muestran que la economíaagrícola debió ser de algún modo excedentaria.

La producción al-farera, mientras tan-to, exhibe más bienun bajo desarrollotecnológico y artísti-co. Es de facturatosca, aunque tieneuna dispersión geo-gráfica que abarcalos valles de Anta,Paruro, Quispican-chis y Urubamba.

Como decíamosen la introducciónde este capítulo, adiferencia de la re-gión ayacuchana,que colapsó total-mente después deldesarrollo Wari, laregión del altiplanodel Titicaca mantu-vo en cierta manera,

en tiempos post Tiwanaku, la tradición cultural dela región, a pesar de los cambios climáticos drásti-cos que la afectaron.

Durante el Período Intermedio Tardío, la regiónaltiplánica estuvo densamente poblada por peque-ñas etnias representadas por entidades políticas decierta complejidad, conocidas como “reynos lacus-tres” o “reynos y señoríos aymaras”. Estas entidadesfueron posteriormente incorporadas por los inkas.

En realidad, se trata de una región, quizás la úni-ca, donde la heterogeneidad étnica es bastante gran-de, aunque se reconoce a collas, lupaqas y pacajescomo las etnias más importantes ubicadas en el en-torno del lago Titicaca, en el territorio llamado Ur-cusuyu. El lado oriental se llamaba Umasuyu. Otrosgrupos ocuparon territorios desde Canchis y Canaspor el norte hasta Potosí por el sur, aunque estas re-presentaciones étnicas podrían ser el resultado delposterior ordenamiento inka de la región. Merecedestacarse el predominio linguístico en la región delas lenguas aymara y puquina. Los aymaras ven-drían a ser los antiguos tiwanakus del HorizonteMedio.

229

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

CHUCUITO

N

LAGO TITICACA

ACORA

ILAVE

JULI

POMATA

YUNGUYO

ZEPITA

TIWANAKU

Los principales sitioslupaca a lo largo dellago Titicaca. (Tomadode Kolata 1993).

Page 146: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

230

SantillanaCU

LTU

RAS

PREH

ISPÁ

NIC

AS Como la mayoría de las sociedades prehispáni-cas de este periodo, existe mayor información et-nohistórica que arqueológica, de allí que haya unatendencia hacia la generalización limitante en ladescripción de las sociedades andinas prehispáni-cas. Sin embargo, los collas y los lupaqas, de algu-na manera, han sido objeto de estudios interdisci-plinarios. Hatunqolla –intensamente investigadapor C. Julien– fue el asiento principal de los collas,o quizás su capital, como lo sugieren algunos in-vestigadores, y Chucuito el de los lupaqas. Muypróximo a Hatunqolla se encuentra Sillustani, sitiocaracterizado por las más logradas chullpas o cons-trucciones funerarias, de planta circular o cuadran-gular, construidas como torres. Hatunqolla y Chu-cuito habrían sido a la vez núcleos que encabeza-ron otros centros menores construidos con fortifi-caciones dentro y fuera de la cuenca del altiplano.

La dualidad era un concepto presente en la or-ganización del espacio, de la sociedad y de la políti-ca. La visita de Garci Diez de San Miguel (1567)habla de los gobernantes lupaqas paralelos, llama-dos Cari y Cusi, quienes eran poseedores de milesde llamas y alpacas, y organizaron políticamente su

territorio en Anansaya y Urinsaya. La economía po-lítica de estos señoríos refleja con más precisión latradición altiplánica del control de pisos ecológicos–que viene desde Pukara y Tiwanaku– de manejarun sistema de agricultura de altura de gramíneas ytubérculos, sobre la base de qochas y camellones,de granos en los valles templados costeños e inte-randinos, y de aprovechamiento de tierras húme-das en el oriente. El pastoreo, la textilería y el in-tercambio de bienes fueron en realidad la base de laexistencia de los pueblos, sin descuidar la produc-ción alfarera. La ganadería de altura manejó, muyespecialmente, la economía política de estos seño-ríos y, al parecer, como sugiere Moseley, la intensi-ficación del pastoreo fue una respuesta a la bajaproducción agrícola.

Estos señoríos colonizaron tierras en la costasur meridional, en el oriente boliviano (Cochabam-ba) y en el noreste de Argentina. Los lupaqa ha-brían colonizado territorios a manera de enclavesen Arequipa, Moquegua y el este boliviano, comose infiere del estudio realizado por Lumbreras. Si-milares hechos sucedieron con los collas, quienestambién ocuparon valles costeños e interandinos.

Para Wari se sugieren los fundamentales trabajos de Do-rothy Menzel, La cultura Huari (1968b); Luis Guillermo Lum-breras, “El imperio Wari” (1980); William Isbell, “El origen delestado en el valle de Ayacucho” (1985) –cuyos planteamien-tos son comentados por diferentes investigadores y respon-didos por el mismo autor– y “Huari Administration and theOrthogonal Cellular Architecture Horizon” (1991); y AnitaCook, Wari y Tiwanaku: entre el estilo y la imagen (1994).Complementan este trabajo los libros de William Isbell y Gor-don McEwan, Wari Administrative Structure. Prehistoric Mo-numental Architecture and State Government (1991) –dife-rentes autores analizan el área central Wari, los sitios provin-ciales y algunos aspectos de la conexión con Tiwanaku– yde R.M. Czwarno et al., Nature of Wari. A Reappraisal of theMiddle Horizon Period in Perú (1989).

Para Tiwanaku están los trabajos de Wendell Bennett,“Excavations at Tiahuanaco” (1934) –también en versióncastellana, 1956–; Carlos Ponce Sanginés, Tiwanaku: Espa-

cio, tiempo y cultura (1972); Alan Kolata, Tiwanaku: Portraitof an Andean Civilization (1993); Dwight Wallace, “Tiwanakuas a Symbolic Empire” (1980). Una publicación complemen-taria importante es la revista Gaceta Arqueológica Andina Nº18-19 (1990), en la que algunos investigadores escriben so-bre la ocupación Tiwanaku en los valles occidentales delárea centro sur.

Una evaluación resumida sobre el problema de la ciudadprehispánica se encuentra en las hojas introductorias del li-bro editado por Rogger Ravines, Chan Chan, metrópoli chi-mú (1980) y, del mismo autor, sobre el problema del estado,véase el libro Panorama de la arqueología andina (1982).

Para la costa se sugieren los trabajos fundamentales deJohn Rowe, “El reino del Chimor” (1970); Michael Moseley yA. Cordy-Collins, The Northern Dynasties Kingship and Sta-tecraft in Chimor (1990); Rogger Ravines, Chan Chan, me-trópoli chimú (1980); Hans Horkheimer, “Chancay prehispá-nico, diversidad y belleza” (1970); Andrzej Krzanowski, Estu-

dios sobre la cultura Chancay, Perú (1991); María Rostwo-rowski, Etnia y sociedad: costa peruana prehispánica(1977); Dorothy Menzel y John Rowe, “The role of Chinchain late pre-hispanic Peru” (1966).

Para los valles interandinos se sugieren los trabajos deFernando Silva Santisteban, “El reino de Cuismanco”(1982); Timothy Earle et al., “Archaelogical field research inthe upper Mantaro, Perú. Investigations of inka expansionand exchange” (1987); Luis Guillermo Lumbreras, “Los rei-nos post-Tiwanaku en el área altiplánica” (1974) y Las fun-daciones de Huamanga. Hacia una prehistoria de Ayacucho(1975); Enrique González, Los señoríos chankas (1992);John Rowe, Inca culture at the time of Spanish conquest(1946); María Rostworowski, Ensayos de historia andina.Elites, etnia, recursos (1993); y Garci Diez de San Miguel,Visita hecha a la provincia de Chucuito en el año 1567(1964).

BIBLIOGRAFÍA

Anders, Martha1979 “Diseño para la investigación de las funciones de un

sitio Wari”. En: Revista de Investigaciones 27-44. Aya-cucho, Departamento de Ciencias Histórico-Sociales,Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga(UNSCH).

1986 “Dual Organization and Calendars Inferred from thePlanned Site of Azángaro-Wari. Administrative Strate-gies”, Vols. I-III. PhD. thesis. Ann Arbor, Cornell Uni-versity, University Microfilms International.

1989 “Azángaro: estructura y función de un sitio planifica-do. Notas para el modelo Huari como estado secular(primera parte)”. En: Boletín de Lima 64: 15-32. Lima.

1990 “Maymi: un sitio del Horizonte Medio en el valle dePisco”. En: Gaceta Arqueológica Andina 5 (17): 27-40. Lima, Instituto Andino de Estudios Arqueológicos(INDEA).

1991 “Structure and Function at the Planned Site of Azán-garo: Cautionary Notes for the Model of Huari as aCentralized Secular State”. En: Isbell y McEwan, edi-tores (1991).

Anders, M., V. Chang, L. Tokuda, S. Quiroz e I. Shimada1994 “Producción cerámica del Horizonte Medio Temprano

en Maymi, valle de Pisco, Perú”. En: I. Shimada, edi-tor. Tecnología y organización de la producción de ce-rámica prehispánica en los Andes. Lima, Pontificia

Universidad Católica del Perú (PUCP).Arnold, Dean1975 “Ceramic ecology in the Ayacucho Basin, Perú. Impli-

cations for prehistory”. En: Current Anthropology 16:185-203.

Bauer, Brian1992 Avances en arqueología andina. Centro de Estudios

Regionales Bartolomé de las Casas, Cuzco.Bazán, Javier1991 “Arqueología y etnohistoria de los períodos prehispá-

nicos tardíos de la costa central del Perú”. Tesis de li-cenciatura. Lima, Universidad Nacional Mayor de SanMarcos (UNMSM).

Page 147: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

231

Los estados panandinos: Wari y TiwanakuC

ULTU

RAS

PR

EHISPÁN

ICAS

Benavides, Mario1976 Yacimientos arqueológicos en Ayacucho. Ayacucho,

Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga.1984 Carácter del estado Wari. Ayacucho, Universidad Na-

cional San Cristóbal de Huamanga.1991 “Cheqo Wasi, Wari”. En: Isbell y McEwan, editores

(1991).Bennett, Wendell C.1934 “Excavations at Tiahuanaco”. En: Anthropological Pa-

pers, Vol. XXXIV, Part III: 359-394. New York, Ameri-can Museum of Natural History.

1954 “Excavaciones en Wari, Ayacucho”. En: Revista delMuseo Nacional XXIII: 198-221. Lima.

Berenguer, José1985 “Evidencias de inhalación de alucinógenos en escul-

turas Tiwanaku”. En: Chungara 14. Arica, Chile.1987 “Consumo de alucinógenos en Tiwanaku: una aproxi-

mación iconográfica”. En: Boletín del Museo Chilenode Arte Precolombino 2. Santiago de Chile.

Bonavia, Duccio1964 “Investigaciones en la ceja de selva de Ayacucho”.

En: Arqueológicas 6. Lima, Museo Nacional de Antro-pología y Arqueología.

1991 Perú, hombre e historia. De los orígenes al siglo XV,tomo I. Lima, Edubanco.

Bragayrac, Enrique1991 “Archaelogical excavations in the Vegachayoq sector

of Huari”. En: Isbell y Mc Ewan, editores (1991).Brewster-Wray, Christine1983 “Spatial Patterning and the Function of a Huari Archi-

tectural Compound”. En: Investigations of the AndeanPast. D. Sandweiss, editor, pp. 122-135. Ithaca, Cor-nell Latin American Studies Program.

Browman, David1979 “Correlaciones demográficas de la conquista Wari de

Junín”. En: Revista Inca (segunda época) 3: 46-69. Li-ma, Centro de Estudiantes de Arqueología de la Uni-versidad de San Marcos.

1984 “Tiwanaku: Development of Interzonal Trade and Eco-nomic Expansion in the Altiplano”. En: Proceedings ofthe 44th Congress of Americanists. BAR, InternationalSeries, Manchester.

Chávez, Sergio1981 “Notes on Some Stone Sculptura from the Northern

Lake Titicaca Basin”. En: Ñawpa Pacha 13, pp. 3-25.Berkeley, California, Institute of Andean Studies.

Coe, Michael1968 “San Lorenzo and the Olmec Civilization”. En: Dum-

barton Oaks Conference on the Olmec. E. Benson,editor. Washington D.C.

Conklin, William J.1970 “Peruvian Textile Fragment from the beginning of the

Middle Horizon”. En: Textile Museum Journal 3 (1):15-24. Washington.

1991 “Tiahuanaco and Huari Architectural Comparisonsand Interpretations”. En: Isbell y McEwan, editores(1991).

Conrad, Geoffrey1980 “Plataformas funerarias”. En: Chan Chan, metrópoli

chimú. Lima, Instituto de Estudios Peruanos (IEP).Conrad, G. y A. Demarest1988 Religión e imperio. Barcelona, Alianza Editorial. Cook, Anita G.1983 “Aspects of State Ideology in Huari and Tiwanaku Ico-

nography: the Central Deity and Sacrificer”. En: Inves-tigations in the Andean Past. D. Sandweiss, editor, pp.161-185. Ithaca, Cornell Latin America Studies Pro-gram.

1987 “The Middle Horizon Ceramic Offerings from Qoncho-pata”. En: Ñawpa Pacha 22-23: 49-90. Berkeley, Cali-fornia, Institute of Andean Studies.

1994 Wari y Tiwanaku: entre el estilo y la imagen. Lima,Fondo Editorial de la PUCP.

Cornejo, Miguel1991 “Patrones funerarios y discusión cronológica en Lau-

ri”. En: Estudios sobre la cultura Chancay, Perú. Lima.Czwarno, R. M., F.M. Meddens y A. Morgan (editores)1989 Nature of Wari. A Reappraisal of the Middle Horizon Pe-

riod in Perú. Great Britain. BAR International Series 525. D’Altroy, Terence1992 Provincial Power in the Inka Empire. Washington/Lon-

don, Smithsonian Institution Press. Diez de San Miguel, Garci1964 Visita hecha a la provincia de Chucuito por Garci Diez

de San Miguel en el año 1567. Documentos regiona-les para la etnología y etnohistoria andinas, tomo I. Li-ma, Ed. Casa de la Cultura del Perú.

Dillehay, Tom1977 “Un estudio de almacenamiento, redistribución y dua-

lismo sociopolítico prehispánico en la chaupi yunga

del valle del Chillón”. En: Cuadernos 24-25. Lima,Consejo Nacional de la Universidad Peruana (CO-NUP).

1987 “Estrategias políticas y económicas de las etnias loca-les del valle del Chillón durante el período prehispáni-co”. En: Revista Andina, año 5, Nº 2, Cuzco.

Donnan, C. y C. Mackey1978 Ancient Burial Patterns of the Moche Valley. Austin,

Texas.Dwyer, Edward1971 “The Early Inca Occupation of the valley of Cuzco, Pe-

rú” Ph.D. Diss. Berkeley, Dep. of Anthropology, Uni-versity of California.

Earle, Timothy1985 “Commodity Exchange and Markets in the Inka State:

Recent Archaeological Evidence”. En: Markets andExchange. S. Plattner, editor. Lathan, Md. UniversityPress of America.

Earle, Timothy, T. Daltroy, C. Hastorf, C. Scott, C. Costin, G.Russell, E. Sandefur

1987 “Archaeological field research in the upper Mantaro,Perú. Investigations of inka expansion and exchan-ge”. Monograph XXVIII. Los Angeles, Institute of Ar-chaeology, University of California.

Estévez, José1992 “Pasto Grande. Centro productivo Tiwanaku e Inka en

las Sud Yungas Bolivianas”. En: Gaceta ArqueológicaAndina, Vol. VI, Nº 12. Lima, INDEA.

Flannery, Kent1972 The Cultural Evolution of Civilizations. Annual Review

of Ecology and Systematics 3.González, Enrique1992 Los señoríos chankas. Ayacucho, UNSCH-INDEA.González, Enrique y Enrique Bragayrac1986 “El templo mayor de Wari: Ayacucho”. En: Boletín de

Lima 47: 9-20. Lima, Editorial Los Pinos.González, Enrique, Denisse Pozzi-Escot, Muriel Pozzi-Escot

y Cirilo Vivanco1987 Los chankas, cultura material. Ayacucho, UNSCH.González, José 1984 “La arquitectura y cerámica Killke del Cuzco”. En: Cu-

rrent Archaeological Projects in the Central Andes.Oxford, Kendall A. Comp. BAR Nº 210.

Hastorf, C.1983 Prehistoric agricultural intensification and political de-

velopment in the Jauja region of Perú. Ann Arbor, Uni-versity Microfilm.

Horkheimer, Hans1970 “Chancay prehispánico, diversidad y belleza”. En: 100

años de arqueología en el Perú. R. Ravines, editor. Li-ma, IEP - Petroperú.

Iriarte, Francisco1960 “Algunas apreciaciones sobre los huanchos”. En: An-

tiguo Perú. Espacio y tiempo. R. Matos, compilador.Lima.

Isbell, William1978 “El imperio Huari: ¿estado o ciudad?”. En: Revista del

Museo Nacional 43: 227-241. Lima.1983 “Shared Ideology and Parallel Political Development:

Huari and Tiwanaku”. En: Investigations of the An-dean Past. D. Sandweiss, editor. Cornell UniversityPress.

1985 “El origen del estado en el valle de Ayacucho”. En:Revista Andina 3 (1): 57-106. Cuzco.

1987a “State origins in the Ayacucho Valley, Central High-lands, Perú”. En: The Origins and Development of theAndean State. J. Haas, S. Pozorski y T. Pozorski, edi-tores, pp. 87-90. Great Britain, Cambridge UniversityPress.

1987b “Qonchopata, Ideological Innovator in Middle Horizon1A”. En: Ñawpa Pacha 22-23: 91-134. Berkeley, Cali-fornia, Institute of Andean Studies.

1991 “Huari Administration and the Orthogonal Cellular Ar-chitecture Horizon”. En: Isbell y MacEwan, editores(1991).

Isbell, William, Christine Brewster-Wray y Linda Spickard1991 “Architecture and Spatial Organization at Wari”. En:

Isbell y McEwan, editores (1991).Isbell, William y Gordon McEwan (editores)1991 Huari Administrative Structure. Prehistoric Monumen-

tal Architecture and State Government. W. Isbell y G.McEwan, editores. Washington, Dumbarton Oaks Re-search Library and Collection.

Isla, E. y C. Guerrero1987 “Socos: un sitio Wari en el valle del Chillón”. En: Gace-

ta Arqueológica Andina, año IV, Nº 14. Lima, INDEA.Julien, Catherine1979 “Investigaciones recientes en la capital de los Qolla

Hatunqolla, Puno”. En: Arqueología peruana. R. Ma-tos, compilador.

Keatinge, R.1980 “Centros administrativos rurales”. En: Chan Chan,

metrópoli chimú. R. Ravines, editor. Lima, IEP.Kendall, Anne1976 “Preliminary report on ceramic data and the preinca

architectural remains of the lower Urubamba valley,Cuzco”. Baessler Archiv, Neue Folee, Band XXIV, pp.41-159.

Kirchoff, P.1949 “The Social and Political Organization of the Andean

peoples”. En: Handbook of South American Indians,Vol. 5. J. Steward, compilador. Bulletin 143, pp. 293-311. Washington D.C. Smithsonian Institution Press.

Knobloch, Patricia 1991 “Stylistic Data of Ceramics from the Huari centers”.

En: Isbell y McEwan, editores (1991).Kolata, Alan1986 “The Agricultural Foundations of the Tiwanaku State:

a view from the heartland”. En: American Antiquity 51(4), pp. 748-762. Wisconsin, Menacha.

1990 “The Urban concept of Chan Chan”. En: The northerndynasties kingship and statecraft en Chimor. MoseleyM. y A. Cordy-Collins. Washington, Dumbarton Oaks.

1993 Tiwanaku: Portrait of an Andean Civilization. Cam-bridge MA & Oxford UK, Blackwell.

Krzanowski, Andrzej (editor)1991 Estudios sobre la cultura Chancay, Perú. Lima.Lanning, Edward1967 Perú before the Incas. New Jersey, Prentice Hall Inc.

Englewood Cliffs.Larco, Rafael1948 Cronología arqueológica del norte del Perú. Buenos

Aires, Sociedad Geográfica Americana. Lathrap, Donald, D. Collier y H. Chandra1975 Ancient Ecuador. Culture, Clay and Creativity 3000-

300 B.C. Guayaquil-Chicago. Museo del Banco delPacífico - Field Museum of Natural History.

Le Blanc, Catherine 1981 Late prehispanic Huanca settlement patterns in the

Yanamarca valley, Perú. Ann Arbor, University Micro-film.

Llagostera, Agustín1984 “El arte atacameño”. En: Tesoros de San Pedro de

Atacama. Santiago de Chile, Museo Chileno de ArtePrecolombino.

Lumbreras, Luis Guillermo1969 De los pueblos, las culturas y las artes del antiguo Pe-

rú. Lima, Moncloa/Campodónico, editores.1974 “Los reinos post-Tiwanaku en el área altiplánica”. En:

Revista del Museo Nacional XL. Lima. 1975 Las fundaciones de Huamanga. Hacia una prehistoria

de Ayacucho. Lima, Club Huamanga.1980 “El imperio Wari”. En: Historia del Perú. Perú Antiguo,

tomo I: 9-91. Lima, Editorial Mejía Baca.1981 Arqueología de la América andina. Lima, Editorial Mi-

lla Batres.1987-1988 “El estudio arqueologico del estado”. En: Gaceta

Arqueológica Andina 5 (16):3. Lima, INDEA.Lumbreras, Luis G., Elías Mujica y Rodolfo Vera1982 “Cerro Baúl: un enclave Wari en territorio Tiwanahu”.

En: Gaceta Arqueológica Andina. Lima, INDEA.Manzanilla, Linda1990 “Investigaciones en la pirámide de Akapana, Tiwana-

ku, Bolivia”. En: Gaceta Arqueológica Andina, Vol. V,Nº 20. Lima, INDEA.

Marcus, Joyce y Jorge Silva1988 “The Chillón Valley ‘Coca Lands’. Archaelogical Back-

ground and Ecological Content”. En María Rostwo-rowski. Conflicts over Coca Fields in XVI Century Pe-rú. Memoirs of the Museum of Anthropology, Vol. IV,Nº 21. University of Michigan, Studies in Latin Ameri-can Archaeology and Etnohistory.

Matos, Ramiro y J. Parsons1979 “Poblamiento prehispánico en la cuenca del Mantaro”.

En: Arqueología peruana. R. Matos, editor. Lima. McEwan, Gordon1983 “Investigaciones en Pikillaqta: una ocupación wari en

el Cuzco”. En: Gaceta Arqueológica Andina, Año 2,Nº 8. Lima, INDEA.

1984 “Investigaciones en la cuenca de Lucre, Cuzco”. En:Gaceta Arqueológica Andina, año 2, Nº 8. Lima,INDEA.

1991 “Investigations at the Pikillaqta site: a provincial Huaricenter in the valley of Cuzco”. En: Isbell y Mc Ewaneditores (1991).

Means, Philip A.1931 Ancient civilizations of the Andes. New York, Charles

Scribner’s Sons.Menzel, Dorothy1964 “Style and time in the Middle Horizon”. En: Ñawpa Pa-

Page 148: VI EL FORMATIVO EN LOS ANDES CENTRALES

Santillana

232

CULT

UR

ASPR

EHIS

PÁN

ICAS

cha 2: 1-105. Berkeley, California, Institute of AndeanStudies.

1968a “New data on the Huari empire in Middle HorizonEpoch 2A”. En: Ñawpa Pacha 6: 47-114. Berkeley,California, Institute of Andean Studies.

1968b La cultura Huari. Lima, Peruano-Suiza Compañía deSeguros.

Menzel, D. y J. Rowe1966 “The role of Chincha in late pre-hispanic Peru”. En:

Ñawpa Pacha 4. Berkeley, California, Institute of An-dean Studies.

Moseley, Michael1992 The incas and their ancestors. The Archaeology of

Peru. London, Thames and Hudson. Moseley, Michael y A. Cordy-Collins (editores)1990 The northern dynasties kingship and statecraft in Chi-

mor. Washington D.C., Dumbarton Oaks.Moseley, Michael, Robert Feldman, Paul Goldstein y Luis

Watanabe1991 “Colonies and Conquest: Tiwanaku and Huari in Mo-

quegua”. En: Isbell y McEwan, editores (1991).Mujica, Elías1978 “Nuevas hipótesis sobre el desarrollo temprano del al-

tiplano del Titicaca y de sus áreas de interacción”. En:Arte y Arqueología Nº 5-6. La Paz, Bolivia., Institutode Estudios Bolivianos.

Mujica, Elías, Mario Rivera y Thomas Lynch1983 “Proyecto de estudio para la complementariedad eco-

nómica Tiwanaku en los valles occidentales del cen-tro sur andino”. En: Chungara Nº 11. Arica.

Murra, John1972 “El ‘control vertical’ de un máximo de pisos ecológicos

en la economía de las sociedades andinas”. En: J.Murra, editor. Visita de la provincia de León de Huá-nuco, hecha por Iñigo Ortiz de Zúñiga. Huánuco, Uni-versidad Nacional Hermilio Valdizán.

Ochatoma, José1989 Aqowayqo: un poblado rural de la época Wari. Lima,

CONCYTEC.Parsons, Jeffrey y Ch. Hastings1988 “The Late Intermediate period”. En: Peruvian Prehis-

tory. R. Keatinge, editor. Cambridge. Paulsen, Allison1976 “Environment and Empire: Climatic Factors in Prehis-

toric Andean Culture Changes”. En: World Archaelogy8 (2).

1983 “Huaca del Loro revisited”. En: Investigations of theAndean Past. D. Sandweiss, editor. Ithaca, CornellLatinoamerican Studies Program.

Ponce Sanginés, Carlos1972 Tiwanaku: Espacio, tiempo y cultura, publicación No.

30. La Paz, Academia Nacional de Ciencias de Bolivia. Posnansky, Arturo1945 Tihuanacu. The Cradle of American Man. La Paz.Pozorski, Sheila1980 “Subsistencia chimú en Chan Chan”. En: Chan Chan,

metrópoli chimú. Rogger Ravines editor. Lima, IEP.Pozzi-Escot, Denise1982 “Excavaciones en Qonchopata”. En: Gaceta Arqueo-

lógica Andina 1 (4-5): 9. Lima, INDEA.1991 “Qonchopata: A community of potters”. En: Isbell y

Mc Ewan, editores (1991).1994 “Cerámica Wari y su tecnología de producción: la vi-

sión desde Ayacucho”. En: Tecnología y organizaciónde la cerámica prehispánica en los Andes. I. Shima-da, editor. Lima, Fondo Editorial de la PUCP.

Pozzi-Escot, Denise y Elsa Córdova1991 “Los moldes de cerámica de Qonchopata”. En: Revis-

ta del Instituto de Investigaciones 1: 15-31. Ayacucho,Departamento de Ciencias Histórico-Sociales,UNSCH.

Ravines, Rogger1968 “Un depósito de ofrendas del Horizonte Medio en la

sierra central del Perú”. En: Ñawpa Pacha 6: 19-45.Berkeley, California, Institute of Andean Studies.

1977 “Excavaciones en Ayapata, Huancavelica, Perú”. En:Ñawpa Pacha 15. Berkeley, California, Institute of An-dean Studies.

1980 Chan Chan, metrópoli chimú. Lima, IEP.Raymond, J. Scott1992 “Highland Colonization of the Peruvian Montaña in

Relation to the Political Economy of the Huari Empi-re”. En: Journal of the Steward Anthropological So-ciety 20 (1-2): 17-36.

Reichel-Dolmatoff, G.1976 “The Feline Motif in Prehistoric San Agustín Sculptu-

re”. En: Dumbarton Oaks Conference on the Olmec.E. Benson, editor. Washington D.C.

Ríos, Marcela1987 “Qonchopata: examen de la metalurgia Wari”. En: Ga-

ceta Arqueológica Andina 4 (15): 11-14. Lima, INDEA. Rivera, M.1971 “La cerámica Killke y la arqueología del Cuzco, Perú”.

En: Revista Española de Antropología Americana 6.Madrid.

Rostworowski, María1977 Etnia y sociedad: costa peruana prehispánica. Lima,

IEP.1988 Conflicts over Coca Fields in XVI Century Perú. Me-

moirs of the Museum of Anthropology, Vol. IV, Nº 21.University of Michigan, Studies in Latin American Ar-chaeology and Etnohistory.

1993 Ensayos de historia andina. Elites, etnia, recursos. Li-ma, Banco Central de Reserva e Instituto de EstudiosPeruanos.

Rowe, Ann1986 “Textiles from Nazca valley at the time of the fall of the

Huari Empire”. En: Ann Rowe, editora. The JuniusBird Conference on Andean Textiles. Washington D.C.

Rowe, John H.1944 An Introduction to the Archaelogy of Cuzco. Papers of

the Peabody Museum of American Archaeology andEthnology, Vol. 27, Nº 2. Cambridge, HarvardUniversity.

1946 “Inca culture at the time of the Spanish conquest”. En:J. Steward, editor, Handbook of Southamerican In-dians, t. II. Washington.

1962 Chavín Art: An Inquiry into its Form and Meaning.New York University Publishers, Museum of Pri-mitive Art.

1970 “El reino del Chimor”. En: 100 años de arqueología enel Perú. R. Ravines, editor. Lima, IEP - Petroperú.

1971 “The influence of Chavín art on later styles”. En: Dum-barton Oaks Conference on Chavín 1968. E. Benson,editor, pp. 101-124. Washington, Dumbarton Oaks.

Rowe, John, Donald Collier y Gordon Willey1950 “Reconnaisance notes on the Site of Huari near Aya-

cucho, Perú”. En: American Antiquity 16: 120-137.Wisconsin, Menasha.

Sachún, Jorge1986 Patrones de asentamiento en el proceso cultural pre-

hispánico del valle de Cajamarca. Primera aproxima-ción. Serie Materiales para la Arqueología de Caja-marca. Trujillo.

Sandweiss, Daniel1988 “The fishermen of Chincha: occupational specializa-

tion on the late prehispanic Andean Coast”. En: Eco-nomic Prehistory of the Central Andes. E. Wing y J.Wheeler, editores. Oxford, Bar. Int. Series 427.

1992 “The Archaelogy of Chincha Fishermen: Specializa-tion and Status in Inka Perú”. En: Bulletin of the Car-negie Museum of Natural History 29. Pittsburg.

Schaedel, Richard P.1966 “Incipient Urbanization and Secularization in Tiahua-

nacoid Perú”. En: American Antiquity 31: 338-344.Wisconsin, Menasha.

Schreiber, Katharina1991 “Jincamoqo: A Huari Administrative Center in the

South Central Highlands of Perú”. En: Isbell y McE-wan, editores (1991).

1992 “Wari Imperialism in Middle Horizon Perú”. En: Anth-ropological Papers 87. Ann Arbor, University of Michi-gan.

Shady, Ruth1982 “La cultura Nievería y la interacción social en el mun-

do andino en la época Huari”. En: Arqueológicas 19.Lima, Museo Nacional de Antropología, Arqueologíae Historia, Instituto Nacional de Cultura (INC).

1989 “Cambios significativos ocurridos en el mundo andinodurante el Horizonte Medio”. En: The nature of Wari.A reappraisal of the Middle Horizon period in Perú.Great Britain, Bar. Int. Series 525.

Shimada, Izumi1985 “La cultura Sicán. Caracterización arqueológica”. En:

Presencia histórica de Lambayeque. E. Mendoza,editor. Lambayeque.

1990 “Cultural continuities and discontinuities on the nort-hern north coast of Perú, Middle-Late Horizons”. En:

The northern dynasties kingship and statecraft in Chi-mor. M. Moseley y A. Cordy-Collins, editores. Was-hington, Dumbarton Oaks.

Silva Santisteban, Fernando1982 “El reino de Cuismanco”. En: Revista del Museo Na-

cional XLVI. Lima.Silva Santisteban, Fernando, W. Espinoza y R. Ravines

(compiladores)1985 Historia de Cajamarca I. Arqueología. Cajamarca,

INC.Thompson, Edward1978 “Eighteenth Century English Society: Class Struggle

without Class?” En: Social History 3 (2).Topic, John1980 “Excavaciones en los barrios populares”. En: Chan

Chan, metrópoli chimú. Rogger Ravines, editor. Lima,IEP.

1990 “Craft production in the kingdom of Chimor”. En: Thenorthern dynasties kingship and statecraft in Chimor.M. Moseley y A. Cordy-Collins, editores. Washington,Dumbarton Oaks.

1991 “Huari and Huamachuco”. En: Isbell y Mc Ewan, edi-tores (1991).

Topic, Theresa1991 “The Middle Horizon in Northern Peru”. En: Isbell y Mc

Ewan, editores (1991).Torres, Constantino1984 “Tabletas para alucinógenos de San Pedro de Ataca-

ma. Estilo e iconografía”. En: Tesoros de San Pedrode Atacama. Santiago de Chile.

1986 “Tabletas para alucinógenos en Sudamérica: Tipolo-gía, distribución y rutas de difusión”. En: Boletín delMuseo Chileno de Arte Precolombino 1. Santiago deChile.

1987 “The Iconography of the Prehispanic Snuff Trays fromSan Pedro de Atacama, Northern Chile”. En: AndeanPast 1.

Tschauner, H., M. Vetters, J. Dulanto, M. Saco y C. Wester1994 “Un taller alfarero Chimú en el valle de Lambayeque”.

En: I. Shimada, editor. Tecnología y organización dela producción de cerámica prehispánica en los Andes.Lima, PUCP.

Uhle, Max1903 Pachacamac. Philadephia, Department of Archae-

logy, University of Pennsylvania.1943 “Antigüedad y origen de las ruinas de Tiahuanaco”.

En: Revista del Museo Nacional, tomo XII, Nº 1, pp.19-23. Lima.

Valdez, Lidio, Cirilo Vivanco y Casimiro Chávez1990 “Asentamientos chankas en las cuevas Pampas-Qa-

racha”. En: Gaceta Arqueológica Andina 5 (17). Lima,INDEA.

Vivanco, Cirilo y Lidio Valdez1993 “Asentamientos Wari en la cuenca del Pampas-Qara-

cha”. En: Gaceta Arqueológica Andina 7 (23). Lima,INDEA.

Wagner, Lida“Information exchange as seen in Middle Horizon TwoCeramics from the Site of Huari, Peru”. University ofWisconsin. Manuscrito.

Wallace, Dwight1970 “Informe del reconocimiento del valle de Chincha”.

En: Arqueología y Sociedad 2. Lima, UNMSM.1977 “Ceremonial road in Chincha: symbolic and political

implications”. Trabajo presentado en el Symposiumde la SAA. New Orleans.

1980 “Tiwanaku as a Symbolic Empire”. En: Estudios Ar-queológicos 5. Antofagasta, Universidad de Chile.

Wassen, Henry1972 “A Medicine Man’s Implements and Plants in a Tihua-

nacoid Tomb in Highland Bolivia”. En: EtnologiskaStudies XXXII. Götemborg, The Ethnographic Mu-seum.

Watanabe, Luis1984 “Cerro Baúl: Un santuario de filiación wari en Moque-

gua”. En: Boletín de Lima 32. Lima, Editorial Los Pinos. Williams, Carlos y José Pineda1985 “Desde Ayacucho hasta Cajamarca: formas arquitec-

tónicas con filiación Wari”. En: Boletín de Lima 40: 55-81. Lima, Editorial Los Pinos.

Wrigth, Henry y Gregory Johnson1975 “Population, Exchange and Early State Formation in

Southwestern Iran”. En: American Anthropologist 77.