Versos Antarticos de Delia Musso

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Delia María. Musso Versos Antárticos Poemas de Delia María Musso

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“La Antártida aparece aquí como un territorio que el lenguaje poético debe conquistar: las imágenes de blancura, la extensión, la belleza, la naturaleza extraña y en constante transformación, son un paisaje que Delia Musso quiere “leer” tal como se presenta a su vista.Es claro que esa lectura no es únicamente descriptiva; a partir del Paisaje-objeto, de la fascinación que produce, la poesía se lanza a la búsqueda de parecidos, de sugerencias plásticas y culturales que lo hacen ver como un artificio, un decorado, pero también como el transporte de los sentidos hacia otros espacios (mentales, religiosos, míticos).Otros libros de Delia Musso permiten entender el privilegio que tiene aquí el uso de las palabras con función mágica, como parte de un encanto que quiere contagiarse al lector y que parece natural, consustancial a la Antártida.De ahí la oscuridad sensual en que se desarrolla esa lectura de imágenes.Si la función mágica de la poesía supone alejarse de su poder comunicativo, también puede establecer un diálogo por medio del impacto que produce esa ensoñación, ese carácter leve de las descripciones, los relatos, los poemas en sentido lato.Se entiende cómo los poemas traducen, aún hablando aparentemente de otra cosa, todo aquello que la Antártida ofrece al desborde.En este caso, y también en otros títulos de su producción, Musso muestra que su clave expresiva, lo mejor de su poesía, está en la levedad oblicua, como de desciframiento, de esa traducción; en la capacidad de ir más allá de la confesión para plantear ese espacio propio de su escritura, sin otra pretensión que probar la relación entre experiencia y lenguaje.”ROBERTO APPRATTO

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Delia María. Musso

Versos Antárticos

Poemas de Delia María Musso

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Versos Antárticos

Departamento de Relaciones Públicas del IAU

Diagramación W. Fontes

Instituto Antártico Uruguayo

Web: www.iau.gub.uy

mail: [email protected]

Octubre 2010

Delia María Musso, recitando su

poema “Antártida”, durante el evento

de presentación de su libro Versos

Antárticos, en la Sede del Instituto

Antártico Uruguayo, el Día de la

Antártida 2010, celebrado el 8 de

octubre de 2010.

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Delia María. Musso

Reseña:

Delia María Musso Rinaldi, es la hija mayor del profesor Julio César

Musso, fundador del Instituto Antártico Uruguayo (IAU).

La autora de este poemario, realizó una importante investigación

histórica en la década de 1990, entrevistando a las personas que fueron

protagonistas de los hechos que llevaron a concretar la entrada de

Uruguay al Tratado Antártico y que permitieron la fundación de la

Base Artigas, anhelo perseguido por su padre desde 1962.

El 7 de octubre de 1994, recibió de manos del entonces Presidente de

la República, Dr. Luis Alberto Lacalle, un diploma y distintivo

antártico, como homenaje a la labor pionera de su padre y en

reconocimiento a su interés personal en el tema.

En abril de 1995, fue invitada por el IAU a visitar la Base Científica

Antártica Artigas, a la que concurrió participando de las actividades de

la misma por varios días.

A fines de 1994, planeaba publicar un libro titulado “Nuestros

hombres en la Antártida”, una crónica-ensayo que relataba aspectos de

la vida diaria de las dotaciones que participaban cada año en la Base

Artigas.

Por razones económicas este libro permanece inédito, aunque su

manuscrito ha servido como fuente de consulta para varios trabajos

históricos que se encararon después.

Actualmente sigue vinculada al quehacer antártico. Es integrante de la

Asociación Civil Antarkos y en 2009 fue la madrina de la Dotación

Antarkos 25, a cargo de la Base Artigas.

Con la publicación de este poemario, el Instituto Antártico Uruguayo,

quiere homenajear, a través de la poesía, a los visionarios que hicieron

posible el ingreso de nuestro país al Tratado Antártico.

Cnel. Waldemar Fontes

Consejero del Instituto Antártico Uruguayo

7 Octubre de 2010

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Versos Antárticos

La Autora

1969-1971: Curso de dibujo y pintura en el Taller de la Prof. Blanca

Durant.

1982 : Mención en el Concurso de Poesía “12 de Octubre”,

organizado por la Embajada del Reino de España. Se publica en el

ejemplar.

1983: Crítica de Artes Plásticas, egresada del Curso que dictara el

Prof. y Crítico Roberto de Espada.

1984: Publica el poemario “Las Otras Aves”, en Ediciones del

Mirador a/c - Prof. y escritor Álvaro Miranda.

1985: Publica el poemario “Fata Morgana”, En Ediciones del

Mirador, idem anterior.

1986: Publica “Cantata Negra”, poemario en la “Serie Gris” de

Ediciones del Mirador.

1993: Recibe el Primer Premio en el Concurso de cuento Breve por

“De Amaores”, del Taller de Creatividad Literaria de la Prof. Judith

Baco.

1995: La Sociedad Uruguaya de Egiptología, presidida por el Prof.

Juan J. Castillos publica en su Revista mensual, su cuento: “El dios

Thot con cabeza de ibis”.

Delia María Musso Rinaldi

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Delia María. Musso

Delia Musso en la Base Científica Antártica Artigas Abril de 1995

1995: Comienza a escribir el poemario “Versos Antárticos”.

1996: Cursa el primer año en el Instituto Escuela Nacional de

Bellas Artes – asimilado a Facultad, el primer año dedicado a:

Técnicas de la Percepción Visual”.

1999: La Revue “Voies du Sud” (de los Profesores de la Alliance

Française del Uruguay”, publica dos poemas suyos en esa lengua.

Ese mismo año obtiene el “D.H.E.F” ( Diploma del Altos

Estudios en Francés).

2000: Ingresa a la Facultad de Humanidades y Ciencias de la

Educación, para cursar la Licenciatura en Ciencias Históricas.

2007: Recibe Diploma de Mérito del “Círculo de Castilla y León”

en Barcelona, por su participación en su Concurso Anual

“Amanecer Literario”.

2008: Recibe de las Escuelas LINCOLN-MARTI y el Seminario

LIBRE, Miami, Florida, “Diploma de Mérito” por su

participación en su “VI Concurso de Poesía Internacional”.

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Versos Antárticos

Tiene nuestro idioma, al igual que tantos otros, una urdimbre diáfana de voces venidas desde miríadas de senderos. Las palabras que gotearon sobre el latín venían algunas acarreadas desde los bosques, entrelazadas con el follaje y la bruma del norte. Otras vinieron por caminos polvorientos desde los valles y yermos, y eran de salitre sureño.

Éstas eran pura oliva helénica, aquellas, oro celta.

La palabra utilizada corrientemente en español para emitir la primera imagen mental sobre la Antártida es indudablemente “blanco”, nombre del color que a ella se asocia. Pues bien, esta palabra, extensa fuente de adjetivaciones, no proviene del latín, nuestro idioma matriz, sino que proviene de la vasta familia de idiomas germánicos vecinos y parientes cercanos. El anglosajón, “blank” tuvo en sus orígenes, y hasta entrado el siglo XV, el significado de “blanco”, tanto en la denominación del color como en el sentido habitual castellano de “en blanco” es decir vacío o libre de marcas. Interesante connotación de “pureza” unida a un

color.

En el pasado, el desierto había sido el lugar íntimo a donde Dios condujo a los hombres. Allí les habló y entró en sus corazones. Dios llevó a los hombres al desierto e hizo brotar en sus corazones una

llama de amor nuevo.

Y el vacío se llenó de voces nuevas de alabanza, cantos nunca antes oídos y una plenitud desconocida elevó los espíritus hacia el éxtasis

místico.

En el vacío el alma fue expandida y abrazó tierra y atmósfera. Se hermanó con vientos, piedras, colores inasibles, cosas conocidas y cosas ocultas,

lejanas a todo entendimiento.

En el silencio del desierto Dios habló a la humanidad, y el silencio y el alma se hicieron uno, y tomaron uno el lugar del otro. Fue un nuevo comienzo, una religión en su sentido etimológico. Esto lo han sabido místicos y poetas, uno de ellos

García Lorca: Oye, hijo mío, el silencio. Es un silencio ondulado, un silencio, donde resbalan valles y ecos y que inclina las frentes hacia el suelo.

Sobre el Poemario Versos Antárticos Escribe la Licenciada en Letras Marilde Goliardi

Hablando con quienes han viajado a la Antártida, todos me han referido lo sublime del silencio. Un silencio absoluto. En sus miradas se percibe, al verter en palabras ese pensamiento, un instante de introspección completa, una solemnidad

recobrada.

Es un momento hierático, intenso pero fugacísimo. Los ojos quedan inmovilizados como ante una Revelación. Esto ocurre incluso en personas que usualmente no son propensas a manifestar interés en lo sagrado o a abandonarse en una simple

meditación poética.

La poetisa habla del Absoluto, del Todo en una reverencia panteísta en la que lo interior, ese “nosotros mismos”, se vuelca hacia lo exterior, “el lugar del más allá” que también conforma nuestro

propio ser.

Ayer, el sitio de encuentro fue el desierto de arena, hoy lo es el de hielo. La sola visión de este mundo de hielo fue un relámpago blanco que hizo brotar cánticos desde el fondo aletargado. Y el tiempo se hizo eternidad y terminó huyendo,

borrando sus huellas.

En el vacío el espíritu se expande y, al hacerlo, busca para todo las respuestas. Y las encuentra en la vivificante plenitud de saberse uno con el

Todo que todo lo ha creado.

El blanco es el color en el cual los humanos han querido ver reflejada su pureza paradisíaca perdida, la pureza, bandera de la inocencia de la niñez, “blank”, tabula rasa libre de todos los errores de este mundo. Del “blank” fuimos creados, dicen los Libros y a él ansiamos retornar.

Porque él es la eternidad y la completud.

El nombre Adán es “Tierra Roja”, así fue su hechura tras la caída desde el Paraíso. De barro vibrante de soplo divino. Triste, sin embargo, de haber perdido el cuerpo etéreo, vacío de marcas, libre de ataduras y penas. Blanco y azulado. Nube sobre el reino Celeste. “Tierra Roja” fue carne de añoranza y se soñó nuevamente puro como el color de la vida. Azul es el manto Paterno y blanca,

la luz de la Creación.

Poesía, del griego “hacer” o “crear” y, proveniente a su vez, de las vías del sánscrito, “ensamblar”, “arreglar” es una participación de la gran obra del

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Delia María. Musso

Demiurgo, del griego “Artesano”.

Sí, el sudario de la Antártida es “aparente”. No es

una tierra muerta. No.

El blanco es un altar donde suplicar el abrazo

paternal de la Providencia.

Se han encontrado huellas de ríos que laten bajo las sienes blancas. En la Antártida la vida no es sólo presencias semovientes, la vida está en el mismo suelo. Es un continente vivo que ofrenda su propia vitalidad a todas las criaturas. Escenario

para un nuevo Cantar de los Cantares.

La Eternidad y el silencio del vacío son el lugar de encuentro de un Adán y una Eva atemporales. Porque el tiempo es un intruso, un convidado de piedra. La soledad, entonces, invita al diálogo profundo. Un diálogo ausente de estridencias. Sólo

el blanco, el azul y el oro.

Los ojos de los amantes hablarán con los sonidos, susurros y estruendos del paisaje interior que cae como torrente que calca las formas del mundo visible. Aceros agudos, montaña ríspida. Espejos en todas sus variantes: gigantes y pequeños; algunos quebrados como una frase cortante. Y siluetas suaves, formas de redondeada ternura. La

Majestad no conoce de formas

Ambos paisajes, interior y exterior se reflejan en un

diálogo de incesantes metáforas.

El océano, la vastedad azul, cielo sobre la tierra, parece a la poetisa una pradera, todo maternal, imperturbable, con la calma de lo inmutable. Un espectáculo sin cambios desde que fuera ideado. Su inmensidad da amparo y resalta lo pequeño y lo deja manifestarse el reino vegetal con su toque

pintoresco.

Todo está en movimiento. Y, entre todas las cosas, vivientes a simple vista o enigmáticas como las montañas de hielo, son éstas últimas las

verdaderas entidades de presencia soberana.

Todo guarda el sello de la Creación, la Poiesis que

habla al Hombre.

La imagen de las nubes en el cielo remite a una suerte de despliegue de una realidad inalcanzable, un alfabeto ya incomprensible para los humanos,

que se sintieron impotentes y agitados.

Las nubes, ese discurso blanco etéreo, esa proclama lejana inconmensurable, al acercarse y hacerse inteligibles y habitar entre nosotros,

trajeron alivio al Valle de Lágrimas y entonces se elevó emocionada una Oración a la Majestad de la

Reina de los Cielos.

Pero la lluvia enfermó por causa de los hombres desalmados, y les trajo una advertencia: la casa pura no está siendo cuidada. La están manchando. Son manchados los caminos del agua. Se destruye el puente hacia la eternidad. Existen hombres, millares, que, alejados de su impulso primordial, son indiferentes a la suerte de la Tierra del Hielo, no guardan reverencia por ella (ni por nada), desconocen ese sentimiento. Hay de entre los hombres expulsados del Paraíso quienes se mantienen arrogantes y altivos y no se arrepienten

de su actitud blasfema.

El Creador, en su infinita misericordia, nos ofreció un oscuro remedo de la Tierra Prístina. Aquí todo es turbio, los colores no resplandecen como en su origen. Pero la Antártida brilla y es una luz de la memoria, y enceguece llenando de serena alegría a quienes la descubren en su corazón. Los hombres desalmados en realidad temen, dice la

poetisa, al temible veredicto de Dios, a Su ira.

El blanco les recuerda la luz, la que se vislumbraba por la puerta del Paraíso. Las colinas son como pórticos. Este lugar guarda el recuerdo de nuestra patria celestial. Este lugar es sagrado. ¡Ay! del que

lo mancille.

El común de los hombres, lejano a esta realidad, pareciera no estar preparado para el lenguaje pleno de la Antártida. Porque sus imágenes son la poesía y la misma vida. “Asombra y asusta” este

despliegue que es recuerdo de la Inmensidad.

Pero cual gesto de piedad hacia nosotros, pequeños seres infantiles, el Creador desliza partículas de música disfrazadas en mil sutilezas que, en este reino de hielo, habrán de ser captadas sólo con los ojos incorpóreos. Lo diminuto casi invisible, genera armonías visibles que, entrelazadas, van desgranando música y colores. Todo es serenidad y luz. La nieve siempre purifica. Cualquier paisaje se torna dulcemente piadoso y se

viste de esperanza con el manto de la nieve.

Es evocativo y es maravilla. Porque las cosas

toman aquí su inocencia primera.

El glaciar es testigo, centinela y pórtico. Aquí está el alba y el recuerdo del mundo original, el jardín

depositario de la llama de la Creación.

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Versos Antárticos

Aquí, en el lugar

del más allá

de nosotros mismos,

no puedo escribirte

más que a Ti.

Por Ti,

regresada del desierto,

en donde mi pluma

yacía sin modo ni imagen,

abandono

sus asoladas y yermas arenas

para fundirme

en la grácil blancura

veteada de azul transparente

que extiende Tu mano.

I

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Delia María. Musso

Por Ti,

reemprendiendo su vuelo místico,

retornan

desde un sosegado silencio

aquellos ecos de poesía,

aquellos primeros,

que de joven sentía,

atisbos de eternidad

“cristalinos mensajes

de un tiempo leído

con sensitiva mirada.”

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Versos Antárticos

De blanco,

dije algún día,

nos habrán de haber pintado

largos los brazos, pálido el rostro

y sugerido de azul la mirada

en la que cielos reflejados

en la serena superficie de las aguas

se complacieran en apacentar

el rebaño blanco de sus nubes.

Y en un pequeño archipiélago

de efigie blanca

el bramido del viento

sugirió a la sangre

encerrada en mi piel

II

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Delia María. Musso

que vertiera del cálamo

la gota primera

grácil y móvil

que agitara de sus profundidades

los secretos de vida

que el Divino velara

bajo el aparente sudario

de la Tierra Incógnita.

Y prosternándome

en la nívea urdimbre

supliqué Su Guía y Misericordia.

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Versos Antárticos

Cuantas vidas

lleva mi vida

que se asemeja

a este lugar

blanco

“blanco color de vida”

como diría Antoni. (*)

Cuantas voces

dice mi voz

que escogió

el sonido

de la tuya

y el de tus alas al volar

para enraizarte en mis brazos

y hacerme feliz.

III

(*)Antoni Tàpies i Puig, artista catalán (1923)

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Delia María. Musso

En la aparente calma

de los hielos

que evocan el azul

se ofrendan arterias blancas

para que yo pueda vivir.

Fríos de hielo y acero

que entre estruendos y silencios

de tus ojos a los míos

en mi sangre concibieron

una luz puntual.

Y para que ninguna voz

mancille

este instante en la eternidad

vierto en mi caligrafía

apenas un Nocturno

buscando de la llama

el corazón azul.

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Versos Antárticos

Cuando interrumpiéndote

me señalaste

el arco iris evanescente

coloreado arco carpanel

que al cielo sostenía

mi rostro en mi mano reposaba

y estaba tan sólo ocupada

en el modulado vaivén

que a tu relato imponías.

Cobijada por la suave marea

de tus pensamientos alados

una sensación de tibio anhelo

comenzó de mi tristeza

a envolver el recuerdo

así “como la niebla

hace de la lluvia, mera palabra.”

IV

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Delia María. Musso

Permití entonces

que en mágico timón convirtieras

aquel arco coloreado

que de pronto te distrajo.

Una luz espiralada

fue de tus manos a las mías

y logré fondear

mi hechizada logopeda

ante las desafiantes costas

de un brumoso y gélido Continente.

Antártida...

y el sonido subyacente

de los ríos congelados.

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Versos Antárticos

El lánguido abandono

del sol yacente

sobre las formaciones de hielo sembradas

sobre el índigo mar,

te recordaron un sedoso tapiz.

Una cuidada y escondida

sensibilidad artística

comenzó a liberarse como burlón duende

de tus ojos oscuros

ahora calderos mágicos

en los que tus pestañas

se agitaron como ondulantes látigos,

desplegándose

sobre aquel campo de oro y lapislázuli.

V

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Delia María. Musso

Cautivó el momento

la profunda cámara de tu memoria

sin saber que al hacerlo

alados genios de alabastro

emergerían en tus noches de insomnio

y que, tal vez coléricos,

forjarían cascadas de campanillas de oro puro

cuyo sonido

te desvelaría para siempre,

cada vez que a solas contigo

recordaras

aquellos días en el hierático Sur.

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Versos Antárticos

Me aproximé

a la cuenca bahía

azul receptáculo

irisado de latencias.

En su orilla reposaban

y sin perturbarse transcurrían,

trozos de hielo

como gajos albos

de incipientes capullos.

Huertos de algas brunas

entretejían arabescos

sobre sus traslúcidos bordes

a veces imitando

estilizados zarcillos.

Invisibles remeros

al son de sus remos

golpeaban las aguas

VI

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Delia María. Musso

emitiendo latidos

de gigantesco tambor.

A lo lejos,

bajo la celeste cúpula

soberbias y armónicas

esculturas blancas

finalizando el durmiente verano

iniciaban su finita peregrinación.

El sonido

de un recitado desconocido

se fue irguiendo

desde aquella bahía

en forma de árabe Nun

tintero sagrado

escondido poeta

que cantó para mí.

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Versos Antárticos

Alcé mis ojos

confundiéndolos

con el azul profundo

de la temprana noche.

Las gotas de agua nieve

decoradas de estrellas

diseminaron

arpegios de luz

embellecidas lámparas

que fueron encendiendo

sus pabilos en mis pupilas

VII

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Delia María. Musso

ellas, dentro de su líquido cristal

yo, dentro del árbol

olivo de mi cuerpo

que vivificaron

en el patio seco de mi memoria

el recuerdo

“de cuando Adán

estaba

entre la arcilla y el agua.”

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Versos Antárticos

Cuando las nubes se desplegaron

como alas tumultuosas

diseñando en los cielos

un fondo surrealista y enigmático

aquí en la tierra

los hombres plantados

sobre esta alfombra blanca

respiraron “como niños enfermos en sus cunas

como fantasmas en sus tumbas”

porque torturados y enloquecidos

vieron plasmada su situación compleja

en un ámbito de teatralidad

que los remitía

a su natural impaciencia.

VIII

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Delia María. Musso

Pero cuando las nubes

se desmaterializaron

en cien mil millones de cristalinas gotas

y atravesaron los nacarados poros del congelado

océano

un suspiro tibio

emergió de sus pechos

y de sus temblorosos labios

se escucharon piadosos:

-“Yo te saludo, María!”.

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Versos Antárticos

Hoy el agua de la lluvia

dibujó un finísimo encaje negro

esmaltado de azul

para aquellos ciegos de los ojos

que tienen muda el alma.

Para aquellos

encerrados en si mismos

como caracolas muertas

que no saben de la armonía

que emerge de las notas

con las que aquellos hombres de blanco jade

embriagan los pasos del agua

hacia el infinito.

IX

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Delia María. Musso

Sordos son de los oídos

los que sobre la falda del río helado

no perciben como sus aguas quietas

van vaciando su argénteo rocío

cubriendo sus cabellos de hebras platas.

Miedo tienen de las colinas

que se alzan como pórticos

más aún de sus azuladas esculturas

que como bíblicos profetas

adosados a los muros

de esas catedrales de hielo

les advierten con inmutable gesto

sobre el fuego airado

que se vertirá en sus entrañas

de barro vil y sangre.

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Versos Antárticos

Los rostros que aquí observo

se tiñen de un mimético blancor

y en las miradas descubro

demudada tristeza o temor.

Uno a uno abandonan

el anónimo recinto

y cada uno

retando al helado zumo

va en busca

de un cobijado y hermético rincón.

El viento en lo alto

cobra vida, tiene prisa,

levanta tras de sí,

un nebuloso polvo glauco,

X

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Delia María. Musso

al trote sobre los hielos,

al galope sobre las irreales dunas.

Con un resollar de fantasma herido

a su paso parece abandonar

las lágrimas de un ángel triste

aljófares nevados

que sobre las aguas del cercano lago

guardan silencio de plomo.

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Versos Antárticos

Fuera el frío

habla palabras que no entiendo

una noche blanca y oro se levanta

vistiendo estos muros de espanto.

Cien mil gritos imperceptibles

confunden y desafían al silencio,

tallando en los hielos

horrendas figuras blancas.

Una extraña obsesión

de arraigo ancestral

se apodera de mi imaginación:

en la mutabilidad de las formas,

¿cómo reconocer al maléfico hechicero

que cautivando el porte de un perro-lobo

con la cabeza baja y extendida

aspirando el vacío

desde sus cuencas ambarinas y colmillos

marfileños

no se lleve

mi segunda alma, dormida?.

XI

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Delia María. Musso

Pero si en su aullido

persiste,

un gesto de mi mano

oficia a la luz de la luna.

Y en la vaporosa humedad de mi ventana

traza el diseño

de mi segundo rostro espejo,

exorcizando el miedo

de tatuadas memorias ocres

con un sol en “o” coronado por dos cuernos

riente metáfora

de una benéfica máscara baoulé.

Y recordando de los poetas

sus cultos perdidos

mis tibios dedos

detienen el clamor desgarrado del viento

abandonando sus gélidos harapos

en las manos aún más frías

de la queda luna.

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Versos Antárticos

Cuando el pesado manto

de la oscura atmósfera

desvela sus labios de jacinto

eyectando sobre su pliego

manojos dorados

de estrellas circumpolares,

cuando el vasto claro de luna

como inadvertido cáliz

esparce con tersura

una fragancia helada

sobre la nieve dormida

asombra y asusta.

XII

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Delia María. Musso

Pero como una señal

como un fuerte golpe de pluma

el viento susurra

al perplejo intelecto

al encogido corazón

- ¿No sabes acaso,

que aquí, la soberbia luna

descendiendo desde su trono

despliega su blanca cabellera

y danza sucesión de noches

sensual cúmulo

de acabados días?.

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Versos Antárticos

Cae la nieve

y poco a poco se escucha

una niviforme pavana

cuyo número armónico

se pinta de blanco jade.

Pequeños copos

de ligereza y ductilidad

casi incorpórea

indican los primeros acordes

de sutil filigrana.

XIII

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Delia María. Musso

Notas blancas

luminosas y frágiles

emanan

desde las espumosas nubes

y dispersan sobre un furtivo pentagrama

mitopoéticos aires

ritmando la vastedad

del laberinto del mar.

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Versos Antárticos

Y ya el color me atrae

cuando la noche

apenas modulando un cobalto trazo

con discreta elocuencia

nos va diciendo su adiós.

Una mera urdimbre de tonos

con virtud iniciática

emerge sobre el adormecido glaciar

centinela de arcanos

abarcando el alba.

Floralia solar

halo de oro y plata

acaricia al neonato viento

y sonroja estólidos farallones.

XIV

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Delia María. Musso

Y no encontrando

imperfección alguna

en el paisaje que fluye

mis ojos

se vuelven a mis ojos

cansados

tras haber percibido

del inicio, la llama.

Y a través de mis labios

cálido contraste

se plasman plegarias

con frescor de jazmines

invocando Su Nombre.

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Versos Antárticos

Se diría que las rosas

al rozar tu rostro virgen

enmudecieron pálidas

y de traslúcida porcelana

vistieron los pétalos

que en tu regazo abandonaron.

Se turba el aire al amanecer

cuando en murmuria brisa

acaricia tus áureos cabellos

litúrgico concertino.

En la tarde vacila,

en contrapunto el viento,

cuando de tus arracimados rizos

comienzan a evadirse

rojizas hebras

XV

ANTARTIDA

Si tú quisieras, Granada,

contigo me casaría...”

Romance fronterizo. Anónimo S. XV.

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Delia María. Musso

preludio

que en su ansiedad

desteje airado

la malla de estrellas

que en vano pretende eclipsar

tu sensualidad distraída.

Y si se miran tus ojos,

protegidos por la gracia irreal

de los arcos de tus cinceladas cejas,

se alcanza la ensoñación

exquisitamente caligrafiada

de tus alicatados iris

de colores inéditos

ornados de muqarnas

y polígonos estrellados

que para ser comprendidos exigen

la paciente lectura

del difícil equilibrio

que conjugan

tu amor a la vida

y abstracción meditada.

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Versos Antárticos

Gentilmente atemperas

nuestra impulsiva admiración

entornando tus ajimeces párpados

y permites que en el silencio

escuchemos de tu corazón

la voz del agua, el canto,

que pulsa acompasadamente

el arabesco sonoro

de acequias vivas y vivificantes

como arterias de transparente blancor.

Del cielo el agua desciende

y fluye por tus valles glaciares

cuyo efecto acústico

resuena en nuestro espíritu

claro

y sin ningún velo.

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Delia María. Musso

El diseño del senmurv

deja de fluctuar erráticamente

y se despliega con elegancia

vistiendo de sedas y brocados

la noche abovedada

como cúpulas de Samarcanda

que sobre ti se extiende

y se vuelve hacia su Creador

desde este confín del mundo

para alabar de Sus Atributos

aquel otro rostro

que también llamado Belleza

de ti nos enamorara.

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Versos Antárticos

XVI

Aquí también ha llegado

aquella de la que tememos

pronunciar el nombre.

La luna de abril

desbrozando su piel

en jirones blancos

hace de las ventiscas

metáfora de cruel sudario.

Cuando envueltos

en el silencio

que aquí nos sugiere

visos de lo eterno

y ya no es confusión

la certeza

prestos acudimos al viento

para que en su clamor

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Delia María. Musso

oculte nuestro agudo grito

cuando sujetamos nuestro cuello roto

herido de angustioso llanto.

Y ya no nos vemos tan erguidos.

Debimos sospechar

que no eran estas tierras albas

sino nosotros mismos, su forma.

Cántaros llenos de gracia

en los que el verbo vibrante

se mezclaba como el agua al vino

y sazonado

iba vertiendo sonrisas

en despreocupados veranos.

Y así, distraídos

y poco a poco,

bebimos de nuestras vidas

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Versos Antárticos

y nos estamos transformando

en serie multiplicada de lekythos

consternados y estilizados vasos

cuyo engobe blanco

fuimos trenzando

con aquellos de nuestros cabellos

que a la luna

fuimos abandonando.

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Delia María. Musso

1985 - 7 de octubre - 2010 25 años del ingreso de Uruguay como

Miembro Consultivo del Tratado Antártico

Día de la Antártida

7 de octubre de 2010

Musso, el fundador del IAU, afirmaba que el avance hacia la

Antártida implicaba una conmoción cultural, “fuere en sus

auténticas formulaciones jurídicas, artísticas, folklóricas, incluso

idiomáticas”.

Decía el Profesor Musso:

“En Antártida todo hay que hacerlo, como otrora en los orígenes

mismos del país, cuando los españoles encontraron un buen

territorio, pero poblado de muy fieros y dignos aborígenes.

Poblar y edificar el país, si bien es resultancia que se ve muy bien

a lo largo de los años, ello fue producido punto por punto y

hombre por hombre.

La Antártida es una promesa de fiero trabajo para los nacionales,

los cuales estarán siempre alentados por la consigna artiguista de

ilustración y valor. Ese valor, originariamente militar se

transformará en valor científico, técnico y artístico.

Esta es una adecuada respuesta y no cabe otra”.

Extractados de la ponencia “El Prof. Musso y los Espacios de Naturaleza” presentada por el Cnel. W. Fontes en 2008, basándose en el libro Antártida Uruguaya (Ediciones El País,

1970) escrito por el Profesor Julio C. Musso, fundador del Instituto Antártico Uruguayo,

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Versos Antárticos

“La Antártida aparece aquí como un territorio que el lenguaje poético

debe conquistar: las imágenes de blancura, la extensión, la belleza, la naturaleza

extraña y en constante transformación, son un paisaje que Delia Musso quiere

“leer” tal como se presenta a su vista.

Es claro que esa lectura no es únicamente descriptiva; a partir del Paisaje-

objeto, de la fascinación que produce, la poesía se lanza a la búsqueda de pareci-

dos, de sugerencias plásticas y culturales que lo hacen ver como un artificio, un

decorado, pero también como el transporte de los sentidos hacia otros espacios

(mentales, religiosos, míticos).

Otros libros de Delia Musso permiten entender el privilegio que tiene aquí

el uso de las palabras con función mágica, como parte de un encanto que quiere

contagiarse al lector y que parece natural, consustancial a la Antártida.

De ahí la oscuridad sensual en que se desarrolla esa lectura de imágenes.

Si la función mágica de la poesía supone alejarse de su poder comunicati-

vo, también puede establecer un diálogo por medio del impacto que produce esa

ensoñación, ese carácter leve de las descripciones, los relatos, los poemas en sen-

tido lato.

Se entiende cómo los poemas traducen, aún hablando aparentemente de

otra cosa, todo aquello que la Antártida ofrece al desborde.

En este caso, y también en otros títulos de su producción, Musso muestra

que su clave expresiva, lo mejor de su poesía, está en la levedad oblicua, como

de desciframiento, de esa traducción; en la capacidad de ir más allá de la confe-

sión para plantear ese espacio propio de su escritura, sin otra pretensión que pro-

bar la relación entre experiencia y lenguaje.”

ROBERTO APPRATTO

Instituto Antártico Uruguayo Departamento de Relaciones Públicas

www.iau.gub.uy

Octubre 2010