Verdun

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El pequeño y animoso gorrión se paseaba de una rama a otra, jugueteaba con las hojas y despedía con violencia el agua que momentos antes había depositado la lluvia, su cabeza se movía compulsivamente en todas las direcciones que le permitía el cuello. “Quizá persigue a un insecto” pensó Maca y siguió sin prisa su camino. Las calles que ya había dejado atrás estaban desiertas, todos se habían resguardado del chaparrón, todos excepto Maca. La lluvia le reconfortaba, en especial el repiqueteo de las gotas chocando contra el paraguas. La casa de los Silverlif no se encontraba lejos, se hallaba en un claro al interior del bosquecillo situado a las afueras de la ciudad. El tramo del bosque era su favorito, habían allí gran variedad de árboles, los abetos y los robles hacían la mayoría, el suelo estaba compuesto de un césped corto y sedoso, de un verde que parecía robado del paraíso. A medida que iba dejando atrás el árbol del gorrión su cabeza giraba para mantener la mirada en el. -Hoy es un gorrión, me pregunto en qué ave habrá de convertirse mañana- dijo, pero no se refería al gorrión, hablaba del chico –quizá un águila orgullosa y poderosa, o tal vez un cuervo siniestro. No, imposible, será una paloma, un nuevo mensajero de paz, al igual que Verdun. El gorrión finalmente se elevó entre las hojas y desapareció casi al instante de la vista de Maca, este rectifico su mirada al frente y apresuro el paso, sabía que de retrasarse, el chico le regañaría, odiaba la impuntualidad casi tanto como las espinacas. El repiqueteo volvió al paraguas, el cielo todavía tenía algo para dar. La cabeza del chico apenas alcanzaba a asomar por encima del borde inferior de la ventana, tenía la mirada fija en el lugar por el que habría de aparecer su tío. Todavía faltaban 30 segundos según su nuevo reloj de manecillas, que aunque aun le costaba trabajo interpretar, conocía a la perfección la posición que señalaba la hora que justo acababa de alcanzar. –Tio idiota, otra vez tarde- dijo el pequeño. Una mano se poso sobre su cabeza y le revolvió el cabello –calma hijo, apenas es la hora, el tío Maca llegara en cualquier momento- dijo selph afectuosamente. El chico le miro perplejo –que cosas dices padre, cualquier momento podría ser perfectamente en 20 años, un verdadero consuelo sería decirme que

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cuento de mi autoria

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El pequeo y animoso gorrin se paseaba de una rama a otra, jugueteaba con las hojas y despeda con violencia el agua que momentos antes haba depositado la lluvia, su cabeza se mova compulsivamente en todas las direcciones que le permita el cuello. Quiz persigue a un insecto pens Maca y sigui sin prisa su camino. Las calles que ya haba dejado atrs estaban desiertas, todos se haban resguardado del chaparrn, todos excepto Maca. La lluvia le reconfortaba, en especial el repiqueteo de las gotas chocando contra el paraguas. La casa de los Silverlif no se encontraba lejos, se hallaba en un claro al interior del bosquecillo situado a las afueras de la ciudad. El tramo del bosque era su favorito, haban all gran variedad de rboles, los abetos y los robles hacan la mayora, el suelo estaba compuesto de un csped corto y sedoso, de un verde que pareca robado del paraso. A medida que iba dejando atrs el rbol del gorrin su cabeza giraba para mantener la mirada en el. -Hoy es un gorrin, me pregunto en qu ave habr de convertirse maana- dijo, pero no se refera al gorrin, hablaba del chico quiz un guila orgullosa y poderosa, o tal vez un cuervo siniestro. No, imposible, ser una paloma, un nuevo mensajero de paz, al igual que Verdun. El gorrin finalmente se elev entre las hojas y desapareci casi al instante de la vista de Maca, este rectifico su mirada al frente y apresuro el paso, saba que de retrasarse, el chico le regaara, odiaba la impuntualidad casi tanto como las espinacas. El repiqueteo volvi al paraguas, el cielo todava tena algo para dar.La cabeza del chico apenas alcanzaba a asomar por encima del borde inferior de la ventana, tena la mirada fija en el lugar por el que habra de aparecer su to. Todava faltaban 30 segundos segn su nuevo reloj de manecillas, que aunque aun le costaba trabajo interpretar, conoca a la perfeccin la posicin que sealaba la hora que justo acababa de alcanzar. Tio idiota, otra vez tarde- dijo el pequeo. Una mano se poso sobre su cabeza y le revolvi el cabello calma hijo, apenas es la hora, el to Maca llegara en cualquier momento- dijo selph afectuosamente. El chico le miro perplejo que cosas dices padre, cualquier momento podra ser perfectamente en 20 aos, un verdadero consuelo sera decirme que llegara en menos de un minuto y traer malvaviscos y mucho lea para hacer una fogata.