Verdad Libertad€¦ · te, la cifra de abuelos que cuidan a sus nietos se ha ido incrementando. De...

4
Asociación Persona y Familia Pág. 1 Verdad y Libertad EL TESTIMONIO DE LOS ABUELOS Benedicto XVI Discurso que dirigió Benedicto XVI a la asamblea plenaria del Consejo Pontificio para la Familia, el 5 de abril, con- gregada sobre el tema: «Los abuelos: su testimonio y su presencia en la familia». *** Señores cardenales; venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio; queridos hermanos y hermanas: Me alegra encontrarme con vosotros al final de la XVIII asamblea plenaria del Consejo pontificio para la familia, que ha tenido por tema: «Los abuelos: su testimonio y su presencia en la familia». Os doy las gracias por haber acep- tado mi propuesta de Valencia, donde dije: «Ojalá que, bajo ningún concepto, sean excluidos del círculo familiar. Son un tesoro que no podemos arrebatarles a las nuevas generaciones, sobre todo cuando dan testimonio de fe» (Encuentro festivo y testimonial , 8 de julio de 2006: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 14 de julio de 2006, p. 11). Saludo en particular al cardenal Ricardo Vidal, arzobispo de Cebú, miembro del comité de presidencia, que se ha hecho intérprete de los sentimientos de todos vosotros, y dirijo un afectuoso saludo al querido cardenal Alfonso López Trujillo, que desde hace dieciocho años guía con celo y competencia el dicasterio. Sentimos su ausencia en medio de nosotros. Le deseamos una pronta curación y oramos por él. El tema que habéis afrontado es muy familiar a todos. ¿Quién no recuerda a sus abuelos? ¿Quién puede olvidar su presencia y su testimonio en el hogar? ¡Cuántos de noso- tros llevan su nombre como signo de continuidad y de gra- titud! Es costumbre en las familias, después de su muerte, recordar su aniversario con una misa de sufragio por ellos y, si es posible, con una visita al cementerio. Estos y otros gestos de amor y de fe son manifestación de nuestra grati- tud hacia ellos. Por nosotros se entregaron, se sacrificaron y, en ciertos casos, incluso se inmolaron. La Iglesia ha prestado siempre una atención particular a los abuelos, reconociendo que constituyen una gran riqueza desde el punto de vista humano y social, así como desde el punto de vista religioso y espiritual. Mis venerados prede- cesores Pablo VI y Juan Pablo II -de este último acabamos de celebrar el tercer aniversario de su muerte - intervinieron muchas veces, subrayando el aprecio que la comunidad eclesial tiene por los ancianos, por su dedicación y por su espiritualidad. En particular, Juan Pablo II, durante el jubi- leo del año 2000, convocó en septiembre, en la plaza de San Pedro, al mundo de la «tercera edad», y en esa circuns- tancia dijo: «A pesar de las limitaciones que me han sobre- venido con la edad, conservo el gusto por la vida. Doy gra- cias al Señor por ello. Es hermoso poderse gastar hasta el final por la causa del reino de Dios». Son palabras conteni- das en la carta que aproximadamente un año antes, en octu- bre de 1999, había dirigido a los ancianos, y que conserva intacta su actualidad humana, social y cultural (Carta a los ancianos , n. 17: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 29 de octubre de 1999, p. 7). Vuestra asamblea plenaria ha afrontado el tema de la pre- sencia de los abuelos en la familia, en la Iglesia y en la so- ciedad, con una mirada que abarca el pasado, el presente y el futuro. Analicemos brevemente estos tres momentos. En el pasado, los abuelos desempeñaban un papel importante en la vida y en el crecimiento de la familia. Incluso en edad avanzada, seguían estando presentes entre sus hijos, con sus nietos y, a veces, entre sus bisnietos, dando un testimo- nio vivo de solicitud, sacrificio y entrega diaria sin reser- vas. Eran testigos de una historia personal y comunitaria que seguía viviendo en sus recuerdos y en su sabiduría. Hoy, la evolución económica y social ha producido profun- dos cambios en la vida de las familias. Los ancianos, entre (Continúa en la página 3) Año 2008 nº 8 mayo

Transcript of Verdad Libertad€¦ · te, la cifra de abuelos que cuidan a sus nietos se ha ido incrementando. De...

Asociación Persona y Familia Pág. 1

Verdad y

Libertad

EL TESTIMONIO DE LOS ABUELOS Benedicto XVI

Discurso que dirigió Benedicto XVI a la asamblea plenaria del Consejo Pontificio para la Familia, el 5 de abril, con-gregada sobre el tema: «Los abuelos: su testimonio y su presencia en la familia». * * *Señores cardenales; venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio; queridos hermanos y hermanas: Me alegra encontrarme con vosotros al final de la XVIII asamblea plenaria del Consejo pontificio para la familia, que ha tenido por tema: «Los abuelos: su testimonio y su presencia en la familia». Os doy las gracias por haber acep-tado mi propuesta de Valencia, donde dije: «Ojalá que, bajo ningún concepto, sean excluidos del círculo familiar. Son un tesoro que no podemos arrebatarles a las nuevas generaciones, sobre todo cuando dan testimonio de fe» (Encuentro festivo y testimonial, 8 de julio de 2006: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 14 de julio de 2006, p. 11). Saludo en particular al cardenal Ricardo Vidal, arzobispo de Cebú, miembro del comité de presidencia, que se ha hecho intérprete de los sentimientos de todos vosotros, y dirijo un afectuoso saludo al querido cardenal Alfonso López Trujillo, que desde hace dieciocho años guía con celo y competencia el dicasterio. Sentimos su ausencia en medio de nosotros. Le deseamos una pronta curación y oramos por él. El tema que habéis afrontado es muy familiar a todos. ¿Quién no recuerda a sus abuelos? ¿Quién puede olvidar su presencia y su testimonio en el hogar? ¡Cuántos de noso-tros llevan su nombre como signo de continuidad y de gra-titud! Es costumbre en las familias, después de su muerte, recordar su aniversario con una misa de sufragio por ellos y, si es posible, con una visita al cementerio. Estos y otros gestos de amor y de fe son manifestación de nuestra grati-tud hacia ellos. Por nosotros se entregaron, se sacrificaron

y, en ciertos casos, incluso se inmolaron. La Iglesia ha prestado siempre una atención particular a los abuelos, reconociendo que constituyen una gran riqueza desde el punto de vista humano y social, así como desde el punto de vista religioso y espiritual. Mis venerados prede-cesores Pablo VI y Juan Pablo II -de este último acabamos de celebrar el tercer aniversario de su muerte- intervinieron muchas veces, subrayando el aprecio que la comunidad eclesial tiene por los ancianos, por su dedicación y por su espiritualidad. En particular, Juan Pablo II, durante el jubi-leo del año 2000, convocó en septiembre, en la plaza de San Pedro, al mundo de la «tercera edad», y en esa circuns-tancia dijo: «A pesar de las limitaciones que me han sobre-venido con la edad, conservo el gusto por la vida. Doy gra-cias al Señor por ello. Es hermoso poderse gastar hasta el final por la causa del reino de Dios». Son palabras conteni-das en la carta que aproximadamente un año antes, en octu-bre de 1999, había dirigido a los ancianos, y que conserva intacta su actualidad humana, social y cultural (Carta a los ancianos, n. 17: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 29 de octubre de 1999, p. 7). Vuestra asamblea plenaria ha afrontado el tema de la pre-sencia de los abuelos en la familia, en la Iglesia y en la so-ciedad, con una mirada que abarca el pasado, el presente y el futuro. Analicemos brevemente estos tres momentos. En el pasado, los abuelos desempeñaban un papel importante en la vida y en el crecimiento de la familia. Incluso en edad avanzada, seguían estando presentes entre sus hijos, con sus nietos y, a veces, entre sus bisnietos, dando un testimo-nio vivo de solicitud, sacrificio y entrega diaria sin reser-vas. Eran testigos de una historia personal y comunitaria que seguía viviendo en sus recuerdos y en su sabiduría. Hoy, la evolución económica y social ha producido profun-dos cambios en la vida de las familias. Los ancianos, entre

(Continúa en la página 3)

Año 2008 nº 8

mayo

AL HILO DE LA NOTICIA � Año 2008 � nº 8 � mayo

Pág. 2 Asociación Persona y Familia

LA AYUDA DE LOS ABUELOS CONTRIBUYE AUN AHORRO IMPORTANTE EN GUARDERÍASDurante muchos años, las mujeres trabajadoras se vieron obligadas a optar, meses después de dar a luz, por las guarderías para el cuidado de sus bebés. Pero últimamen-te, la cifra de abuelos que cuidan a sus nietos se ha ido incrementando. De hecho, el 70% de las mujeres mayores de 65 años han cuidado a sus nietos algunos años atrás o lo hacen actual-mente, según la última encuesta de condiciones de vida en las personas mayores del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO), según informa www.consumer.es. Dejar a los niños al cuidado de los abuelos representa un ahorro importante para la familia, ya que una guardería, pública o privada supone un gasto mayor. En algunos ca-sos las cuotas de estos establecimientos privados represen-tan hasta la mitad del salario mínimo interprofesional (540 euros). En otros, sobre todo para las familias con menos renta, son casi imposibles de alcanzar. Para utilizar el servicio de guardería la familia debe tener en cuenta que sólo en concepto de matrícula, los precios varían entre los 39 y los 115 euros. A este importe inicial se le debe sumar los pagos mensua-les, lo que equivaldría a un importe de 180 a 305 euros por niño. Pero la incompatibilidad horaria ha sido una de las mayores preocupaciones de las madres españolas ante la decisión de ser madres, por no tener a quien dejarlos en el momento de reincorporarse al mercado laboral. Aunque las guarderías y colegios se han ido adaptando a este fenómeno y han establecido márge-nes horarios amplios, muchas veces no aportan una solu-ción. Sucede que en España, el 33% de las mujeres se reincor-pora al trabajo antes de que abra el colegio y el 59% aban-dona la oficina después de que el centro educativo ha ce-rrado sus puertas, con lo que le resulta complicado acom-pañar o recoger a sus hijos e hijas. Como consecuencia directa, la figura del abuelo ha cobrado importancia y han suplantado la función que tenía antaño la guardería.

DEL DIRECTORIO DE PASTORAL FAMILIARLa familia, cauce donde se manifiesta y vive el amor que configura la identidad personal

69. Esa unidad específica entre gracia sobrenatural y expe-riencia humana se realiza en la familia en la medida en que es una auténtica “comunidad de vida y amor”. El

amor es así la fuerza y el hilo conductor de la vida de la familia como educación de la persona.

La vocación al amor es la que nos ha señalado el camino por el que Dios revela al hombre su plan de salva-ción. Es en la conjunción original de los distintos amores en la familia –amor conyugal, paterno filial, fraternal, de abuelos y nietos, etc.- como la vocación al amor encuentra el cauce humano de manifestarse y desarrollarse confor-mando la auténtica identidad del hombre, hijo o hija, es-poso o esposa, padre o madre, hermano o hermana.

Condiciones: que la familia sea, en sí misma, lugar de acogida, encuentro y servicio

239. Hacia dentro de sí misma la familia realizará ese co-metido si se consigue que la vida familiar sea “acogida cordial, encuentro y diálogo, disponibilidad desinteresada, servicio generoso y solidaridad profunda” . Constituida por el amor de entrega de dos personas es ya, en sí misma, el “lugar” de la libertad, porque nace de esa libertad uni-da al amor y se dirige a la construcción de una comunión .Allí donde la persona es querida por sí misma, nace la libertad verdadera . Allí se aprende de modo natural la necesaria contribución de todos, fundada en la recepción del don de un amor primero, para construir el bien común que es de todos. Por eso, allí se aprende la responsabili-dad compartida según las propias capacidades y el valor del bien común y de la justicia. De esa manera “el hogar constituye el medio natural para la iniciación del ser humano en la solidaridad y en las responsabilidades co-munitarias” . En esta tarea de formar el hogar se ha de buscar que no falten las ayudas ya indicadas de escuelas de padres, de atención pedagógica, psicológica y consejo moral a todas las necesidades que vayan surgiendo.

Todos esos bienes no se quedan en la familia re-ducida, sino que se extienden a la familia amplia: abue-los, primos, sobrinos, etc. Y, por medio de la amistad y del trato, a los vecinos, amigos, etc. Existe un modo natu-ral de que la familia comunique con las otras personas. En este sentido hay que saber dirigir esta capacidad para que sea evangelizadora, además de fomentar la formación de grupos de matrimonios en las parroquias, con una forma-ción propia y una dirección apostólica, se ha de ayudar a la intervención de los padres en las distintas asociaciones que les competen: las asociaciones de padres en los cen-tros educativos, la de los servicios de juventud y sociales, etc. En todas ellas se puede manifestar el influjo benéfico de una vida familiar sana y gozosa. En esta tarea hay que destacar la aportación de las asociaciones específicamente familiares destinadas a cuidar esa dimensión comunicativa de la comunión familiar; se trata de una ayuda inestimable para muchas familias.

La familia importa y Directorio de Pastoral familiar en la Iglesia de España, 2003

La ayuda de los abuelos

ABUELOS

AL HILO DE LA NOTICIA � Año 2008 � nº 8 � mayo

Pág. 3 Asociación Persona y Familia

los cuales figuran muchos abuelos, se han encontrado en una especie de «zona de aparcamiento»: algunos se sien-ten como una carga en la familia y prefieren vivir solos o en residencias para ancianos, con todas las consecuencias que se derivan de estas opciones. Además, por desgracia, en muchas partes parece avanzar la «cultura de la muerte», que amenaza también la etapa de la tercera edad. Con creciente insistencia se llega inclu-so a proponer la eutanasia como solución para resolver ciertas situaciones difíciles. La ancianidad, con sus proble-mas relacionados también con los nuevos contextos fami-liares y sociales a causa del desarrollo moderno, ha de valorarse con atención, siempre a la luz de la verdad sobre el hombre, sobre la familia y sobre la comunidad. Es pre-ciso reaccionar siempre con fuerza contra lo que deshuma-niza a la sociedad. Estos problemas interpelan fuertemente a las comunidades parroquiales y diocesanas, las cuales se están esforzando por salir al paso de las exigencias moder-nas con respecto a los ancianos. Hay asociaciones y movimientos eclesiales que han abra-zado esta causa importante y urgente. Es necesario unirse para derrotar juntos toda marginación, porque la mentali-dad individualista no sólo los atropella a ellos -los abue-los, las abuelas, los ancianos-, sino a todos. Si, como en muchas partes se suele decir a menudo, los abuelos consti-tuyen un valioso recurso, es preciso hacer opciones cohe-rentes que permitan valorar lo mejor posible ese recurso. Ojala que los abuelos vuelvan a ser una presencia viva en la familia, en la Iglesia y en la sociedad. Por lo que res-pecta a la familia, los abuelos deben seguir siendo testigos de unidad, de valores basados en la fidelidad a un único amor que suscita la fe y la alegría de vivir. Los así llama-

dos «nuevos modelos de familia» y el relati-

vismo generalizado han debilitado estos valores funda-mentales del núcleo familiar. Como con razón habéis ob-servado durante vuestros trabajos, los males de nuestra sociedad requieren remedios urgentes. Ante la crisis de la familia, ¿no se podría recomenzar precisamente de la pre-sencia y del testimonio de los abuelos, que tienen una soli-dez mayor en valores y en proyectos? En efecto, no se puede proyectar el futuro sin hacer refe-rencia a un pasado rico en experiencias significativas y en puntos de referencia espiritual y moral. Pensando en los abuelos, en su testimonio de amor y de fidelidad a la vida, vienen a la memoria las figuras bíblicas de Abraham y Sara, de Isabel y Zacarías, de Joaquín y Ana, así como de los ancianos Simeón y Ana, o también Nicodemo: todos ellos nos recuerdan que a cualquier edad el Señor pide a cada uno la aportación de sus talentos. Dirijamos ahora la mirada hacia el VI Encuentro mundial de las familias, que se celebrará en México en enero de 2009. Saludo y doy las gracias al cardenal Norberto Rive-ra Carrera, arzobispo de México, aquí presente, por todo lo que ya ha realizado durante estos meses de preparación juntamente con sus colaboradores. Todas las familias cris-tianas del mundo miran a esta nación «siempre fiel» a la Iglesia, que abrirá sus puertas a todas las familias del mundo. Invito a las comunidades eclesiales, especialmente a los grupos familiares, a los movimientos y a las asocia-ciones de familias, a prepararse espiritualmente para este acontecimiento de gracia. Venerados y queridos hermanos, os agradezco una vez más vuestra visita y el trabajo realizado durante estos días; os aseguro mi recuerdo en la oración, y de corazón os im-parto a vosotros y a vuestros seres queridos la bendición apostólica.

(Viene de la página 1)

Fallece el cardenal

Mons. Livio Melina y la Comunidad Académica del Pontificio Instituto Juan Pablo II

para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia participan en el dolor de la pérdida

del cardenal ALFONSO LÓPEZ TRUJILLO,

Presidente del Pontificio Consejo para la Familia

y miembro del Consejo Superior del Instituto.

En la gratitud por su generoso ministerio se une

a la oración de intercesión pidiendo al Señor

que lo acoja en su paz.

Para más información www.zenit.org

AL HILO DE LA NOTICIA � Año 2008 � nº 8 � mayo

Pág. 4 Asociación Persona y Familia

LA INVESTIGACIÓN DE CÉLULAS EMBRIONARIASHA FRACASADO

GRANADA, miércoles, 23 abril 2008 (ZENIT.org).- «Las células madre embrionarias han fracasado; la esperanza para los enfermos está en las células adultas», es la tesis que expuso este martes en Granada la doctora Natalia López Moratalla, catedrática de Biología Molecular y Presidenta de la Asociación Española de Bioética y Ética Médica.

Durante la conferencia, que organizaba la Asociación Na-cional para la Defensa del Derecho a la Objeción de Con-ciencia (ANDOC) en la Academia de Medicina de Grana-da, l a investigadora afirmó que hoy la investigación «ha derivado decididamente hacia el empleo de las células madre o troncales «adultas», «que se extraen del propio organismo y que están ya dando resultados en la curación de enfermos».

Según López Moratalla, «hay ya cerca de 600 protocolos que utilizan células madre adultas, y no se ha presentado ninguno con células de origen embrionario». Las células adultas «poseen el mismo potencial de crecimiento y dife-renciación de las células troncales embrionarias y sustitu-yen con creces a las posibilidades biotecnológicas soñadas para aquellas».

«Los últimos hallazgos sobre las posibilidades terapéuti-cas de las células madre adultas, ponen en entredicho abiertamente las dos grandes «promesas» propiciadas por la nueva ley española de biomedicina: el uso y creación de embriones para investigación y la llamada clonación tera-péutica. A los graves reparos éticos ya conocidos (la des-trucción indiscriminada de miles de embriones humanos), se unen evidencias científicas que cuestionan cada vez más su utilidad terapéutica», afirmó la investigadora.

«Las células madre embrionarias han fracasado. Ha caído, por el peso de su propia irracionalidad, el uso terapéutico de células provenientes de embriones generados por fe-cundación, o células humanas provenientes de la transfe-rencia nuclear a óvulos (lo que se conoce por clonación terapéutica)», reiteró.

En este sentido, Natalia López Moratalla afirmó que «es una exigencia ética de la investigación dar una informa-ción veraz a la so ciedad y que pueda decidir con conoci-miento los aspectos de la política científica que le atañen; entre otros que pueda incentivar o frenar la dedicación de recursos a un campo prometedor, al tiempo que se evite crear expectativas irreales ante determinadas enfermeda-des, al menos a corto plazo».

»La expectación con que se recibieron las células tronca-les, y el hecho de que desde el inicio las células de adulto tuvieran que competir con las embrionarias, como alterna-tivas a la gran promesa de curación de graves enfermeda-des, ocasionó que la divulgación de los avances se viera presionada por una cierta prisa en que mostraran su efica-cia. Es preciso el esfuerzo por rodear a esta investigación de la serenidad que toda investigación requiere».

Por Inmaculada Álvarez

Para más información puedes visitar www.zenit.org y www.andoc.es

Células Embrionarias

BIOÉTICA