Venta de Cardenas en Defensa de La Libertad

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 BICENTENARIO DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA Venta d e Cár d enas en d efen sa d e la lib er t a d  A yuntamien to de Almuradi el Asociación de Vecinos de Venta de Cárdenas Prólogo de Francisco Nieva, de la Real Academia Española, al texto de Cecilio Muñoz Fillol

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Libro editado con motivo del Bicentenario de las luchas por la independencia en Castilla la Mancha.

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  • BICENTENARIO DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

    Venta de Crdenasen defensa de la libertad

    Ayuntamiento de Almuradiel Asociacin de Vecinos de Venta de Crdenas

    Prlogo de Francisco Nieva, de la Real Academia Espaola,al texto de Cecilio Muoz Fillol

  • BICENTENARIO DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

    Venta de Crdenasen defensa de la libertad

    Ilmo. Ayuntamientode Almuradiel

    Asociacin de Propietarios y Vecinos

    de

    Venta de Crdenasy Entorno

    Prlogo de Francisco Nieva, de la Real Academia de la Lengua,al texto de Cecilio Muoz Fillol.

    Sonetos de Ral scar Ifrn y Luis Garca Prez.Investigacin histrica de Mximo Velasco Lizcano.

    Pregn de Fiestas de Venta de Crdenas de Carlos Chaparro Contreras.

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    Venta de Crdenas en defensa de la libertad

    Primera edicin, septiembre de 2008.

    Portada: Croquis de la defensa de Despeaperros (1808). Annimo

    Textos:

    - Prlogo: Francisco Nieva, de la Real Academia Espaola.- Despeaperros, umbral de Sierra Morena, Determinante y Signo de la batalla de Bailn, de

    Cecilio Muoz Fillol.- Despeaperros, entre la Historia y la Literatura, de Carlos Chaparro Contreras.- Sonetos: Primer Premio, Ral scar Ifrn y Segundo Premio, Luis Garca Perez, del

    Certamen convocado por la Asociacin de Venta de Crdenas.- Trabajos de investigacin histrica: Primer Premio, desierto; Segundo Premio, Mariano

    Velasco Lizcano.- A manera de introduccin, del Alcalde-Presidente del Ilmo. Ayuntamiento de Almura-

    diel, Braulio Egido del Campo.- Una Roca, monolito para la historia, de Antonio Snchez Ruiz, Presidente de la

    Asociacin de Venta de Crdenas.

    Fotografas: Fernando Garca Snchez-Barba.

    De los textos y de las fotografas, sus autores.

    Publicacin del Ayuntamiento de Almuradiel y de la Asociacin de Propietarios y Vecinos de Venta de Crdenas

    Depsito legal: CR-829-2008

    Impresin: Imprenta Provincial de Ciudad Real

    Diseo: Asociacin de Propietarios y Vecinos de Venta de Crdenas

    Agradecimientos

    A D. Francisco Nieva, por el prlogo escrito.

    A la Asociacin Cultural Cecilio Muoz Fillol por la autorizacin concedida para la publicacin del Texto del historiador, filsofo y humanista Cecilio Muoz Fillol, editado en la coleccin Juan Alcaide del Excmo. Ayuntamiento de Valdepeas.

    A Don Carlos Chaparro Contreras, historiador, documentalista de TV en Castilla La Mancha, por la insercin del texto que forma parte del Pregn de las Fiestas Patronales 2008 en Venta de Crdenas.

    A los autores de los sonetos ganadores del Certamen convocado por la Asociacin -scar Ral Ifrn y Luis Garca Prez- y al segundo premio de Trabajos de Investigacin Histrica -Mariano Velasco Lizcano-, del Certamen convocado igualmente por la Asociacin.

    A la empresa pblica D. Quijote, de la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, por la ayuda concedida.

    A la Diputacin Provincial de Ciudad Real, por la impresin del libro.

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    A MANERA DE INTRODUCCIN

    El Ayuntamiento de Almuradiel, junto a la Asociacin de Propietarios y Vecinos que representa a la barriada almuradielense de Venta de Crdenas, quiere sumarse a la celebracin del Bicentenario de la Guerra de la Indepen-dencia con la publicacin de este libro que recoge, de una parte, la obra, es-crita por el historiador, filosofo, y grandsimo humanista valdepeero Cecilio Muoz Fillol con ocasin del 150 aniversario del acontecimiento histrico, y de otra, los sonetos y el trabajo de investigacin histrica ganadores de los certmenes convocados por la citada Asociacin de Venta de Crdenas.

    Se incluye, adems, en esta publicacin, el estudio que dio base al pregn de las fiestas de la barriada cardenera 2008, escrito y pronunciado por Carlos Chaparro Contreras, escritor, documentalista de la TV autonmica e historiador.

    El prlogo, escrito con la buena pluma, vivacidad y ponderacin de la prosa del acadmico Francisco Nieva, viene a completar esta obra singular, y de home-naje a las personas que ayudaron a obstaculizar el paso de las tropas francesas por Almuradiel, Venta de Crdenas e inmediaciones, en su avance hacia Andaluca.

    Las acciones se prolongaron a lo largo de los aos 1808, 1809 y an 1810, cuando precisamente Jos Bonaparte, ya entronizado rey de Espaa, estuvo en Almuradiel el 20 de Enero de 1810, pero se ha querido centrar el homenaje en 1808 ao en que se libr la batalla de Bailn, a cuyo triunfo colaboraron los guerrilleros situados en la zona de Venta de Crdenas y Almuradiel con su es-trategia de obstaculizar a las tropas francesas a su paso para Andaluca.

    La Asociacin de Vecinos de Venta de Crdenas ha querido recordar la valenta y el arrojo de los vecinos que vivan en Bailn y en Valdepeas en 1808, entregando una placa de reconocimiento a sus actuales alcaldes, entre-ga que se hizo en la maana del da 13 de septiembre de 2008, tras el desfile conmemorativo realizado por la Asociacin Cultural General Reding e inau-gurar el monumento a los hroes que defendieron la libertad e independencia de Espaa en estas tierras, al norte de Sierra Morena.

    BRAULIO EGIDO DEL CAMPOALCALDE-PRESIDENTE

    DEL AYUNTAMIENTO DE ALMURADIEL

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    El Retamoso. Venta de Crdenas.

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    UNA ROCA, MONOLITO PARA LA HISTORIA

    La idea parti de la Asociacin de Propietarios y Vecinos de Venta de Crdenas. Se trataba de recordar -inmortalizando el recuerdo- a las personas que lucharon en defensa de la libertad en Venta de Crdenas, Almuradiel y zonas prximas obstaculizando el paso de las tropas napolenicas por Despe-aperros, a partir de 1808. Fue, aunque limitada por la escasez de medios, una contribucin al xito espaol en la Batalla de Bailen.

    Las palabras que memorialzan el recuerdo salieron pronto. La placa que las recoge dice as:

    A los hroes que defendieron la libertad en Venta de Crdenas, opo-nindose al paso de las tropas napolenicas por Despeaperros. Bicen-tenario de la Guerra de la Independencia.Faltaba donde y como situar la placa. Y la idea fue completndose. Una

    roca, una roca escogida en la sierra, situada al pie de la Ermita actual, camino del Rencojo y la Ensancha, lugares que defendieron los espaoles, era el mar-co apropiado, mas una peana que la resaltase.

    La roca, de ms de cuatro mil kilos de peso, fue elegida por miembros de la Junta Directiva de la Asociacin y yo mismo. El escultor Jos Lillo Ga-liani, ms tarde, adecu y dio brillantez al monolito.

    Y as se ha hecho. La roca, colocada junto a la Ermita, frente a la anti-gua Venta de Crdenas, llamada de Los Melocotones y que pudo ser citada por Cervantes en el Quijote, enaltece a los paisanos, a los guerrilleros que con su valenta defendieron la libertad, acaso sin saberlo, y se adentraron en la historia para siempre.

    ANTONIO SANCHEZ RUIZPRESIDENTE DE LA ASOCIACION

    DE VENTA DE CARDENAS

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    Monolito para la Historia.

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    SUBJETIVA IMPRESIN DE MUOZ FILLOL

    Muoz Fillol era un verdadero intelectual, acaso el nico intelectual que, a la sazn, haba en el pueblo. Intelectual a secas y con poqusimos in-terlocutores, entre ellos mi padre, que era un hombre culto, pero que nunca se sinti intelectual. Quiero decir de vocacin y no con suficiente tiempo libre para dedicarse a especular mentalmente con la realidad del pensamiento y el sentimiento contemporneos, la filosofa, la literatura y el arte. Los ms dignos interlocutores de Muoz Fillol eran hombres que ejercan una carrera liberal, algn mdico, algn notario, algn profesor de instituto.... con ellos poda hablar con la posibilidad de ser entendido hasta cierto punto. Pero en el pueblo era una rara avis, que despertaba la irona de los ms indoctos ve-cinos, aquellos a los que pareca que dedicarse a aquello era como dedicarse a la alquimia, con sus puntas de brujera: - Para que sirve un intelectual de estos? se preguntaban. Para que nadie lo entienda nada y se haga pasar por un sabio y nos mire con compasin.

    Muoz Fillol no miraba a nadie con compasin, sino consternacin por el bajo nivel cultural de una mayora de sus convecinos. En cierto modo se encontraba aislado, condenado a una desabrida soledad, buscando al interlo-cutor con el que hablar del conocimiento histrico, poltico, social, artstico, literario contemporneos.

    De pequeo, mi padre me permita asistir a sus tertulias en casa con amigos y con Muoz Fillol, por supuesto. Alguna vez hizo que me luciera al piano, pues mi hermano y yo ramos aventajados discpulos del maestro Pinilla. Muoz Fillol, aplaudi mi destreza digital, pero dijo que aquella msica no le gustaba, que era una jodida melcocha, aunque se tratara de Enrique Granados. Aquello me escandaliz, como sorprendi no poco a sus propios amigos. slo pude explicarme y justificar mucho ms tarde aquella boutade o salida de tono, puesto que Muoz Fillol era un verda-dero intelectual, que ya tena conocimiento de una evolucin de la msica moderna, de la descomposicin del wagnerismo, de Stravinsky, de Satie, incluso de la atonalidad o msica serial. Fueran ms o menos profundos esos conocimientos, esto era cosa chocante y nueva para la mayora de los

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    tertulianos. Y en esto consista la supuesta extravagancia y esnobismo de Muoz Fillol.

    En aquellos tiempos, el destino de un intelectual de pueblo, no era otro que el de pasar por un excntrico, cosa que Fillol llev con paciencia y humor, porque adems era bellsima persona, que nunca desfalleci en su bsqueda del conocimiento, en su manifestacin ms contempornea y actual, un se-guidor de la vanguardia del pensamiento y de la esttica. Y cuyo crculo de relaciones ms prximo no alcanzaba a responderle de manera demasiado coherente con dicho enfoque intelectual. Esta soledad de Fillol, slo pude comprenderla ms tarde, y ahora me parece de toda justicia que la presente Asociacin honre su memoria, reavive el recuerdo de un hombre muy inteli-gente y muy por encima del rasero comn en el spero medio ambiente que le toc vivir.

    FRANCISCO NIEVAde la Real Academia Espaola

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    DESPEAPERROS, UMBRAL DE SIERRA MORENA, DETERMINANTE Y SIGNO DE LA BATALLA

    DE BAILN

    Segn la clasificacin del doctor Hernndez Pacheco, en la que la Geo-loga se nos presenta trazando rumbos de Historia, Despeaperros es un pai-saje de cuarcita silrica. La silueta de tan abrupto desfiladero, contemplada por el caminante que va por la carretera general de Madrid a Cdiz, de norte a sur, disea los perfiles ingentes de la gran falla, que resaltan en una opulencia de grises crdenos, ante el fondo azul del cielo de Andaluca, con la mon taa de los rganos, hiertica y quebrada de riscos, a la .derecha, y las crestas de estratos verticales derivados de la cumbre de los Jardines, a la izquierda. Ple-gada a la montaa de los rganos, ondulante y en perpetua lucha de la tcnica de ingeniera, que insiste en la recta, contra la estructura orognica del tra-zado, que impone el dobla miento, la revuelta y la curva, la carretera general atraviesa el puerto desde el Ultimo tercio del siglo XVIII, sen siblemente y para efectos estratgicos de igual forma que lo hace hoy, a pesar de los ensan-chamientos y rectifica ciones que han tenido lugar desde su construccin hasta el momento presente.

    Despeaperros ha tenido siempre jerarqua de lmite divisorio. El puer-to es un titn bifronte que separa, vigila, corta y preside dos regiones natura-les, unas veces con categora de frontera, otras, como ahora, con carcter de simple raya jurisdiccional y administrativa.

    Pero aunque desaparecieran las circunstancias que im primen al desfila-dero su papel de borde distal, de trmino y de linde sobre el mapa, Despea-perros seguir siendo una barrera perenne natural y un paso comunicante de dos regiones que, si bien contienen analogas esenciales, re ligiosas, tnicas y polticas, tambin exhiben aspectos ac cidentales edficos, climticos, geogr-ficos y telricos muy diversos. Tales aspectos, aunque secundarios, determi-nan y plasman dos caracteres y dos climas.

    Despeaperros es, a la vez, umbral de Sierra Morena y umbral de Anda-luca. En las culturas prehistricas fue indiscutiblemente antemural inexpug-nable, como lo prueban los castros de la cumbre de los Jardines y del Pen de la Niebla, los santuarios ibricos y las estaciones de pinturas rupestres del magdaleniense y del neoltico que exhiben su elocuencia sangrienta e indesci-

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    frable en las cuevas y en los abrigos rocosos. A medida que avanza el tiempo y se hace tambin umbral de la Historia, se pierde y debilita su condicin inexpugnable, de modo lento, pero eficiente, hasta anularse tal condicin en el da de hoy, ante los procedimientos de la guerra moderna. Pero sin llegar a la hora presente, observamos ya que lo inexpugnable de Despeaperros solo era una leyenda cuando la batalla de Bailen, y an mucho antes una ilusin mtica, cuando la batalla de las Navas de La Losa. No obstante, la cualidad de infranqueable, de antemural y de barrera, in eficiente y falsa en la realidad, hinca su aguijn de fan tasma en las lucubraciones estratgicas y constituye un factor positivo o negativo para todo hecho de armas, como tendremos ocasin de ver.

    Mas si la condicin de antemural es nula o, al menos, discutible, no lo es la cualidad que a tal condicin figura siempre adherida en la Historia: la significacin de linde ro, de divisin o al menos de separacin entre dos regio-nes. En la Espaa romana, por el alto del Collado de los Jardines, pasaba el limite de separacin de la Tarraconen se y de la Btica, o de la Citerior y la Ulterior, y todava pueden advertirse huellas y ruinas del arco de Jano que sirviera entonces de hito limtrofe en la va romana que va por los jardines y que puede seguirse en muchos tra mos paralela a la actual carretera de Aldea-quemada, segn los estudios de los seores Cabr y Calvo en las campa as arqueolgicas que llevaron a efecto en tales lugares durante los aos 1916, 1917 y 1918.

    El Muradal, ncleo de Despeaperros, fue la frontera de la Espaa mu-sulmana, meta y ambicin de los reyes cristianos de la Reconquista, hasta el 16 de julio de 1212, cuando en la batalla de las Navas de La Losa los ejrcitos de Castilla, Navarra y Aragn, con los franceses, quo en tonces nos acompa-aban, aplastaron a los almohades, no en el lugar que llaman las Navas de Tolosa, sino en las Navas inmediatas al puerto de la Losa, comprendido en el paso grande de Despeaperros, segn las investigaciones de don Ambrosio Huici.

    Cuando se construy la carretera general de Madrid a Cdiz tambin hubo particular inters en destacar el carcter divisorio de Despeaperros y se instal el monolito llamado que puede verse en la actuali dad 1, y que est colocado en el lmite que separa Castilla de Andaluca,

    1 Debido a las obras en la autova, se encuentra en el almacn de la A-4, en La Carolina, previndose su reposicin tan pronto terminen las citadas obras.

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    en particular las provincias de Ciudad Real y de Jan. Y considerando la Cara de Dios, no escapa al anlisis la impresin de haber pretendido resaltar, no ya dos provincias, sino las dos regiones espaolas, por cuanto aparecen como smbolos sagrados de dichas dos regiones, en la cara del monumento que mira a Castilla, la Virgen del Sagrario, de Toledo, y en la que mira a Jan, la Santa Faz que se venera en la catedral de aquella capital andaluza. Sigue, pues, Despeaperros desempeando su misin divisoria. Y seguir mientras una convulsin geolgica no destruya su contextura y allane el escaln que doble el lmite de la meseta para volcar la piel de Espaa en el umbral grandioso de Sierra Morena y de Andaluca. Pero sobre esto, volveremos despus.

    Tres condiciones hemos visto en el anlisis histrico ms elemental quo puede hacerse de Despeaperros: la condicin de antemural inexpugnable, que la Historia no ha corroborado, la de divisin y limite, que subsiste toda-va, la de comunicacin y el paso de una regin espaola a otra., que tom su origen desde la construccin de la ca rretera en tiempos de Carlos III, y que tambin subsiste. Si la primera es insostenible, la segunda es perpetua, y se acenta, empero, desde que se hace prctica y utilizable la tercera, al colocar la Cara de Dios como hito termi nal de Castilla y umbral de Andaluca, si bien antes estuvo la misma divisin, pero con smbolo pagano, en la va roma-na que atraviesa el Collado de los Jardines, dentro del Saltus Castulonensis, para enlazar Cstulo con Laminiurn, est en la Tarraconense y aquella en la Btica.

    Est fuera de mi propsito hacer un estudio de la batalla de Bailen y presentar aqu un anlisis de su dinamismo, y nutrir mi modesto trabajo con una ampulosa bi bliografa de tan importante hecho de armas, y exponer toda su compleja evolucin estratgica con una tcnica erudita que no poseo. Est fuera de mi propsito y de mi alcance. Investigadores infatigables y especia-lizados y plu mas mucho ms competentes que la ma trataran el tema en este Congreso con la exactitud y el acierto que son inasequibles a mis fuerzas y aun a mi intencin. He de li mitarme a estudiar Despeaperros como simple factor que juega un papel determinante en la batalla de Bailen y que contri-buye a sus preliminares, a su desarrollo y a sus re sultados, como un personaje de la escena blica, pasivo. inerte, y que afecta solamente a la decoracin, pero que pesa en el nimo del espectador y aun de los actores.

    He querido, para tal efecto, utilizar una simbologa ma temtica, porque as, con la claridad que preside todos los procesos en la Matemtica, pueden razonarse tambin los teoremas histricos, al menos cuando los datos son pa-tentes al historiador, como ocurre con estos de la Gue rra de la Independencia,

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    tan cerca de nosotros en el tiem po y que han derramado despus informacin tan copiosa, que en el caz de sus monumentos histricos todava fluyen aguas vivas para saciar nuestra sed. Y, adems, por que montando el razonamiento histrico sobre aparato ma temtico, el estudio pierde todo calor y se desva-nece todo apasionamiento. Intentar, pues, discurrir con la imparcia lidad fra de los teoremas y de las frmulas, eliminando todo matiz y toda tcnica de subjetivismo ardiente y toda inflamacin de anhelo egosta.

    Es evidente que el planteamiento de una batalla equi vale al plantea-miento de un problema. Y en el problema, por regla general, no aparece una incgnita sola, sino muchas y con diversos coeficientes, no siempre, tampo-co, del mismo signo. Podra elegirse, para resolver el proble ma, el mtodo de los sistemas de ecuaciones, y es, a mi juicio, el que, de manera mas o menos consciente, siguen los estrategas: examinadas todas y cada una de las incg nitas, con sus coeficientes respectivos y sus signos, plan tean y resuelven provisionalmente el problema, cuya solu cin, la ulterior realidad se encargar de corroborar o de desmentir. Pues, ciertamente, la condicin de ser falibles todos los hombres, la presentacin de nuevas incgnitas insospechadas o los errores en la valoracin de coeficien tes o en la formulacin de las que ya se tenan en cuenta, pueden acarrear consecuencias irreparables, aunque no siempre imprevisibles. El concepto de responsabilidad de los estrategas surge precisamente de la valoracin de tal sistema de ecuaciones, por lo general de compleja estruc tura y de muy diferentes grados.

    Ahora bien: para resolver el sistema de ecuaciones de una batalla, la aplicacin de los determinantes parece lo ms correcto. Porque as se pre-sentan los coeficientes de las incgnitas seriados y repetidos, y la operacin se ma tiza de un tinte racional que garantiza y respalda la solu cin. Despus, ya esta solucin queda vertida y cristaliza da en la Historia. Por lo dems, un problema de determi nantes es algo muy elemental en el campo de la Matem-tica y de la Estrategia.

    Y aunque el tema parece sugestivo, y aunque invita al anlisis minu-cioso, a la simbolizacin perfecta del proble ma que se plante ante la batalla de Bailen, no es posible en este trabajo exponer todas las incgnitas, con sus coe ficientes y sus signos, ni formular el determinante com pleto que resolvi la accin blica, ya que tan ambiciosa empresa excedera los limites de una comunicacin y exigira la extensin de una obra, para la que, adems, como antes deca, se precisa una erudicin bibliogrfica que traspasa mi humilde formacin histrica. He de ceirme a Despeaperros, lugar en el que he cen-trado mi estudio, y slo he de citar, de pasada, otras incgnitas, en cuanto se

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    relacionen o completen la posicin del coeficiente y del signo de Despeape-rros en la batalla de Bailn.

    Despeaperros preside, pues, en primera lnea, el de terminante de tal batalla. Intentaremos concretar sus coe ficientes y sus signos, expuesta ya su posicin de incg nita en la primera de las ecuaciones.

    Virtualmente, ya que no en la prctica, Despeaperros, como vimos, significa un tremendo antemural en el um bral de Andaluca. Absorbe la ad-miracin de toda Espaa. El pretenso carcter de inexpugnabilidad est pal-pitando en todas partes, hasta el extremo de constituir un obsesi vo postulado. Desde el albor de la Historia, ya tambin lo dijimos, Despeaperros signific un baluarte de tal potencia, y aun en nuestros das se considera tan infran-queable y tan decisivo, que puede afirmarse que en algu nas mentes Espaa sta dividida en dos partes: la del norte y la del sur de Despeaperros. Que esta afirmacin no levante suspicacias ni sea germen de recelo alguno. Ha-blamos simplemente, lisamente, de una divisin topo grfica y geolgica, sin ninguna alusin a la integridad tnica ni a la unidad patria, que estn muy por encima de desfiladeros y de cumbres. A una unidad orgnica nos re ferimos, pues, al hablar de divisin, como si, anatmica mente, se dijera que el cuer-po humano se divide en cabe za y tronco, cuya separacin no puede hacerse sin perjui cio de la vida y sin dudar que es la misma sangre la que alienta por arriba y por debajo del cuello humano. As, en los sentidos geolgico y topogrfico, Despeaperros sigue dividiendo a Espaa en las dos provincias romanas Cite rior y Ulterior. Y la obsesin de la grandeza del puerto palpita en los espaoles que lo conocen, como en los tiempos de la Guerra de la Inde-pendencia palpitaba, no solo en las cerebraciones populares, sino tambin en las de los prceres que intervinieron en la batalla de Bailn.

    Para fijar con exactitud su posicin en el determinante, debemos des-cender a su localizacin y buscar sus coor denadas. Despeaperros es el lugar geomtrico o eje de simetra que contiene los puntos equidistantes de Val-depeas y Bailn. Para ello, incidentalmente, recordemos la gesta del Seis de Junio en la ciudad que me vio nacer, en Valdepeas, cuya influencia en la batalla de Bailn ha probado tan magistralmente don Nicolas Horta en la revista Ejrcito. Ms no insistir sobre este punto, que es objeto de la co-municacin que presenta al Congreso el cronista oficial de Valdepeas, don Antonio Merlo Delga do. Solo quiero poner de relieve las posiciones de Valde-peas y Bailn, referidas a Despeaperros, para encuadrar con dos acciones guerreras equidistantes, aunque no si multneas, el valor del punto de nuestro estudio, como eje de simetra de dos fuentes heroicas. Valdepeas en la gesta

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    de Bailn fue, a su vez, umbral y llave de Despea perros, y caera sobre Bai-ln en fraterno abrazo si Espaa se pudiera doblar, como se hace con el mapa, por Despeaperros, siguiendo la lnea de Sierra Morena.

    Precisando la magnitud de la incgnita Despeaperros en la batalla de Bailn, podemos rastrear profunda hue lla que impresiona, con tonalidad ob-sesiva, a ambos ejr citos contendientes, en sus figuras rectoras.

    El primer paso lo da el general Dupont saliendo de To ledo el 23 de mayo de 1808 y atravesando con sus ejrci tos y sin resistencia el desfiladero el da 2 de junio. Ya pas Dupont Despeaperros, y ya est en Andaluca, enca jonado, atenazado, condenado a lo que luego fue, si otras incgnitas fa-vorables no logran salvarlo, como esper intil y confiadamente. La posicin de Dupont en Andalu ca confiere signo negativo, desde su punto de vista, a Despeaperros, mientras el coeficiente, con signo positi vo, incrementa su potencial para las fuerzas espaolas.

    Despeaperros es tambin incgnita de problema para Murat, para Savary y para el propio Napolen.

    Murat haba ordenado a Dupont que ocupara Andaluca, como lo hizo en la forma que pudo, llegando al puente de Alcolea y saqueando Crdoba el 7 de junio. Pero Dupont dej fuerzas a sus espaldas al norte de Despea-perros: 400 soldados en la guarnicin de Santa Cruz de Mudela, que des-pus corrieron mala suerte porque el desfiladero aislaba, como dielctrico fatal, las comunicaciones con la retaguardia. De forma ms o menos cons-ciente se advier te aqu que Despeaperros preocupa a Dupont con tensin de incgnita.

    Napolen se empea en que Dupont prosiga su accin de guerra en An-daluca. Para el emperador, en sus lucubra ciones, repasar Despeaperros hu-biera sido fatal. Savary, en cambio, aconseja a Dupont que retroceda y salve de nuevo Despeaperros, acercndose a Madrid, para lo cual enva a Gobert, que se instala en Manzanares.

    Dupont por su cuenta, no quiere, de momento, abando nar Andaluca y ordena a Gobert que se le incorpore, como lo hace, dejando guarnicin, no solo en Manzanares, sino tambin en el Puerto del Rey, en Despeaperros, que ya le preocupa.

    No obstante, Dupont, el 18 de junio, empieza a retroce der y se instala en Andjar el 19, en vez de seguir su camino hasta Cdiz, como era la orden de Napolen.

    Pesa ya mucho en la mente del general Dupont el valor de la incgnita Despeaperros, que hemos visto valorar, apasionadamente y con signo nega-

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    tivo a los jefes del ejr cito francs, en este esquema rpido. Irritado, entonces, Dupont saquea Jan el 20 de junio.

    Veamos tambin como valoran la incgnita los espa oles, desde su pun-to de vista, en forma positiva y con crecimiento progresivo del coeficiente.

    La Junta de Sevilla, que se titul Alteza y se dio el nom bre de Junta Suprema de Espaa e Indias, establecida con ms seguridad que las otras porque est al Sur de Des peaperros y considera la incursin de Dupont como una audacia inslita, acuerda declarar la guerra a Francia, pre cisamente el 6 de junio de 1808. Todas las Juntas, excepto la de Granada, se le someten. Contaba con el general Cas taos, con Reding y con Coupigny, que valoraban bien la incgnita Despeaperros.

    Despus, Vedel, con sus divisiones, atraviesa Despea perros para unir-se con Dupont. El mando espaol valora ya la incgnita con mas perfec-cin, pero no elimina la obse sin de considerar inexpugnable el desfiladero, e intenta defenderlo con algunas tropas y caones que mandaba el coronel don Pedro Valdecaas. Vedel se presenta, frente a Despeaperros, con su co-lumna, en la que figuran los generales Roize y Liger Belair, el 26 de junio de 1808. Valdecaas, en el punto ms estrecho y difcil de la carretera, que identificamos en la actualidad con el tramo que separa el muro de contencin de la montaa de los Organos con el llamado Mirador, instala sus caones y obstruye con troncos la calzada. No obstante, llegado el momento deci sivo, Valdecaas abandona su puesto, las tropas se derra man por la sierra abrupta y los caones son ocupados por los franceses, que atraviesan ya, sin dificul-tad, el estrecho. Suelen los historiadores censurar la actitud de Valde caas, diciendo, en general, que no supo aprovechar su situacin privilegiada por la naturaleza del terreno, y que, de haber resistido y haberse defendido con mas entereza, hubiera puesto a Vedel en un difcil trance. Nace esta cr tica de una valoracin tpica de la incgnita Despeaperros como inexpugnable, pero tengo para m que don Pedro Val decaas no pudo hacer mas de lo que hizo. Si Vedel cruz Despeaperros, fue sencillamente porque el puerto no era in-expugnable y no poda don Pedro Valdecaas hacer que lo fuera. El error est en atribuir a los hombres las condi ciones del terreno y suponer que, aunque una fuerza fuera inexpugnable - que nunca lo es- podra soportar el em puje de un ejrcito superior en un terreno al que los hombres no pueden conferir, aunque se lo propongan, caracte res de infranqueable. Ahora, por lo tanto, la incgnita, valo rada por los espaoles, tiene un falso coeficiente, aunque es legtimo el signo, y el determinante no pueda arrojar el verdadero valor de tal incgnita. Y esta es la explicacin del presente fracaso de don Pedro de

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    Valdecaas. No obs tante, Vedel, obsesionado por Despeaperros, deja en la garganta y en Santa Elena guarnicin.

    Ya palpita Despeaperros, con carga obsesiva y lanci nante, en espa-oles y franceses. El 11 de Julio de 1808 tiene lugar la reunin de Porcuna, en la que se acuerda atacar a los franceses y cortarles la retirada, ocupando el paso de Despeaperros, de cuya operacin se encarga a Reding. Flota en el ambiente de esta reunin la obsesiva y alada incgnita de Despeaperros. Tambin, al mismo tiempo, la misma incgnita atenaza los pensamientos de Vedel y aun los de Dupont, como hemos visto.

    Porque Dupont ordena a Vedel que establezca comuni cacin con Des-peaperros, y el 17 de julio Vedel va a Bailn, buscando a Dufour, y abando-na la poblacin, su biendo a Guarromn, donde Dufour se le incorpora. Des-pus Vedel se instala en La Carolina y sube hasta Santa Elena, acercndose a Despeaperros, con cuyo puerto no quiere perder contacto.

    Mientras, los espaoles por su parte tampoco quieren abandonar la proximidad del estrecho, y se registra la ac cin de Reding en Menjbar el 16 de Julio, contra Liger -Belair, en la que Gobert cay herido de muerte.

    La obsesin raya en el delirio. Ni Dupont ni Vedel quieren perder de vista Despeaperros. Y el 19 de Julio, la marcha inopinada de Dupont es hacia la garganta, lo atrae con magnetismo de pesadilla, y quiere atravesarla, sin que el enemigo lo advierta, y se ve obligado a luchar en Bailn. Pero Vedel no est en Bailn en los momentos decisivos de la batalla. Est por La Carolina y por Santa Elena, y el eco lejano del caoneo le hace regresar, muy lentamente, perdiendo largas horas en Guarromn, para que sus soldados beban agua y repongan fuerzas sacrifi cando, para comer, un rebao de cabras que acierta a pasar por all. Cuando llega Vedel a Bailen ya se estn celebrando las capitu-laciones de Andjar y el ejrcito francs se halla inerme y derrotado. Parece como si a Vedel le costara mucho trabajo alejarse de Despeaperros.

    No puede escapar a nuestro anlisis ya, despus de este breve y esque-mtico bosquejo de los hechos, la pre sencia de diversos coeficientes y signos de la incgnita Despeaperros en la batalla de Bailn. Dupont termina por ver claro el valor de Despeaperros, y considera la posi bilidad de un cautiverio en la Espaa Ulterior. Es urgente para este general salir de la lnea de Sierra Morena, en la que se ve encerrado. Y dispone su marcha de retirada, todo lo sigilosa que puede, cuando topa, sin esperarlo, con las fuerzas espaolas en Bailn y se ve obligado a presentar batalla.

    Por su parte, Vedel est ya en Santa Elena, pisando jarales de Despe-aperros. Tal vez contra su voluntad vuelve para socorrer a Dupont, que lo

  • 19Venta de Crdenas en defensa de la libertad

    echa de menos, pero llega con andadura lenta y tarda, vindose obligado a capitular.

    No podemos afirmar, porque sera temerario hacerlo, que si Dupont no se hubiera apresurado a salvar el puerto y Vedel no hubiera abandonado sus posiciones tangencia les con las de Dupont, la batalla de Bailn habra sido ga-nada por los franceses. Jugaban otras muchas incgnitas en el determinante, y es posible que su desarrollo confi riera tambin el triunfo a las armas espa-olas en tal hip tesis. Es legitimo pensar, sin embargo, que si la obsesin de Despeaperros y aun la misma presencia fsica del puerto no hubiera existido en los pensamientos ni en la geografa, en el determinante de la batalla las incgnitas hubieran adquirido valoraciones muy distintas y hubiera cambiado radicalmente la evolucin de las operaciones mi litares. Y entonces, de todas las incgnitas, solo una, de tipo psicolgico, habra determinado el triunfo, porque era la de mayor valor y la de signo positivo indiscutible: la inflama-cin de un ejrcito vejado en su propia tierra nu tricia, aunque inferior en nmero, por otro ejercito extrao con aires de conquista y avasallamiento. Porque toda inva sin tiene planteado as el problema: resistencia heroica y denodada del invadido contra la audacia descarada del invasor. Y patriotismo que, en igualdad de condiciones, ful mina en los ejrcitos naturales y se mar-chita en los foras teros.

    Pero algo se corrobora como hecho cierto e indisputa ble: que Espaa, para los franceses, estaba dividida todava en dos provincias, La Citerior y la Ulterior -sus nombres latinos corresponden tambin a sus posiciones respecti-vas, con relacin a Francia- y que entre la una y la otra Despeaperros alzaba sus diaclasas gigantescas y sus estratos insobornables. Y que la concepcin del puerto, valorada por los franceses, impulsa a sus estrategas a imprimir un aceleramiento funesto a su movilidad tctica y una inquietud fatdica tradu-cida en derrota. Y que Despeaperros contribuye con signos y coeficientes negativos al determi nante francs de la liza. En cambio, tambin es necesa-rio afirmar que el desfiladero entraba, con signos y coeficien tes positivos, en el determinante espaol que plantea el echo de armas, por cuanto las tropas espaolas en la Ulterior no se consideraban encerradas, sino protegidas y res-guardadas por Sierra Morena y por Despeaperros.

    Si el estrecho tuvo su papel, como hemos visto, en los preliminares de la batalla y en su ejecucin, tambin lo tuvo, en sus consecuencias. En las capitulaciones de Andjar, Dupont pretende atravesar Despeaperros y vol-ver a Madrid. Castaos vacila en concederlo, pero Tilly, repre sentante de la Junta de Sevilla, se opone: era sabido que Vedel tena defensas en los pasos

  • 20 BICENTENARIO DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

    de Sierra Morena y haba llegado al seno de las capitulaciones una carta de Savary para Dupont, interceptada en Valdepeas, como ha probado irrepro-chablemente don Nicolas Horta en el trabajo ante riormente citado, en la que se ordenaba al general francs que evacuara Andaluca y marchara a Galicia.

    Vedel, despus de las capitulaciones, inicia de nuevo la retirada hasta Santa Elena, con nimo de volar Despea perros con plvora, tras de su paso, para hacer intransi table el camino y evitar la persecucin. Pero los espaoles se dan cuenta y obligan a Dupont a que ordene, por escrito, su regreso, como lo hizo Vedel despus del consejo y vota cin de su oficialidad. As, destruido Despeaperros, hubiera desaparecido la obsesin, el fantasma, cuya actitud pasiva tanto influenciaba las acciones blicas y, por con siguiente, hubiese quedado anulada la incgnita. En cambio, a pesar de que Castaos vacil antes de decidirse a prohi bir que los franceses repasaran Despeaperros, ya en An djar se valor bien la incgnita por espaoles y por fran ceses, unos y otros desde sus respectivos puntos de vista, los primeros desde la atalaya de su triunfo, y los segundos desde el horror de su tragedia. Y el resultado fue que los ejrcitos tomaran el camino del Sur y que no volvieran a atravesar Sierra Morena, viga y suplicio, amenaza y angus tia, seguridad y promesa.

    El puerto ni fue volado por los franceses ni fortificado, como tambin se pens, por los espaoles. Si en la Citerior segua la guerra de la Inde-pendencia, en la Ulterior se ex tingua, de momento, detrs de la cadena de montaas de Sierra Morena. La incgnita, empero, seguira jugando su papel posteriormente, si no de modo decisivo, al menos con signos y coefi-cientes notables.

    Porque la primera noticia que el rey Jos Bonaparte recibi en Madrid, al ocupar el trono, fue la derrota fran cesa en Bailn. Es sabido que el rey Jos juro la constitu cin en Bayona el 7 de Julio, lleg a Madrid el 20 y fue coronado el 25, da de Santiago Apstol. Y que fue dema siado amargo aquel estreno. La guerra de la Independencia terminaba su primera fase con el triun-fo espaol en Bailn, que tuvo resonancias enormes. Andaluca estaba libre de franceses, y estos se veran obligados a levantar el sitio de Zaragoza el 12 de agosto.

    Despus, en la segunda fase de la guerra, vuelve a en trar en escena la incgnita Despeaperros, ya valorada por el propio Napolen.

    El rey Jos intenta una diligencia con la Junta de Sevilla, que es re-chazada por Decreto de 17 de abril de 1809. Empieza Sierra Morena a ob-sesionar al Monarca, que pretende de nuevo la invasin de Andaluca. Pero ahora, con mucho cuidado, con estudio detenido y serio, para evitar reveses,

  • 21Venta de Crdenas en defensa de la libertad

    valorando bien todas las incgnitas, entre las que resalta, esencialmente, Des-peaperros.

    Intenta, primero, de nuevo, la atraccin capciosa, en viando al marques de Almenara a Andaluca, sin conseguir nada positivo de la Junta. Despus, ya con toda la fuerza y toda la perfeccin tctica posible, emprende la segun-da campaa de Andaluca.

    Piensa que sera horrible no valorar bien Despeaperros, y proyecta la invasin por tres pasos distintos de Sierra Morena.

    Los espaoles, a su vez, no olvidan ni desprecian el inmenso valor de la garganta. Cuando en 19 de diciembre de 1809 el general francs Victor entra en La Mancha, y la Junta de Toledo huye, y despus amenaza Sierra More-na, los generales espaoles, hroes inflamados en patriotismo, se refugian en aquella sierra. El Marqus de Camposagrado intenta reunir los dispersos y poner Despeaperros en es tado de defensa, como centinela perpetuo. Las Juntas quieren establecerse en La Carolina, y se invita a Ciudad Real y a Extremadura, llegando a aglutinar en la propia Carolina un ejrcito de 6.000 infantes y 300 caballos. Salvar el paso de Despeaperros es salvar Andaluca: tal es tam bin el pensamiento de los espaoles.

    Y, en las escaramuzas previas vuelve a jugarse la in cgnita Despea-perros, con su verdadero valor. Las tropas de La Carolina y las del duque del Infantado, al mando de Alburquerque, bajan hasta Manzanares despus de la accin de Mora de Toledo. Hostigadas por Sebastiani, tienen que refugiarse en Despeaperros, dejando en Santa Elena su cuartel general. Vemos aqu que la retaguardia de estas tropas no es ni mas ni menos que el solo y grande ante - mural de Despeaperros, altivo y poderoso.

    El ejrcito del general espaol Cuesta huye tambin a Sierra Morena hostigado, en agosto de 1809, y en Despea perros se refugia y defiende.

    Eguia, a su vez, en 12 de octubre de 1809, retrocede y penetra en de-fensiva dentro de Sierra Morena, ante el em puje de los franceses Victor y Sebastiani.

    Despus de la batalla de Ocaa, el 19 de noviembre de 1809, la mitad aproximadamente del ejercito disperso se va reuniendo en Sierra Morena, en las inmediaciones del estrecho que estudiamos.

    Observemos aqu la valoracin de Despeaperros por espaoles y fran-ceses. Para los primeros es baluarte y para los segundos, terror. Los prime-ros se refugian all, fugitivos, y los segundos no tienen la osada de penetrar en tales maraas y estructuras rocosas. Vive an el fan tasma de la batalla de Bailen en los franceses, escarmentados, y el triunfo de la misma accin

  • 22 BICENTENARIO DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

    en los espaoles, ex pertos. Para los franceses, Despeaperros es intangible, tab, y para los espaoles, defensa cristalizada en oculta cin de guerrillas. La valoracin de la incgnita por unos y por otros adquiere una clarividencia incuestionable.

    Mas he aqu que significa tambin afrenta para los fran ceses y orgullo para los espaoles desde que resuena en el mundo el eco de la batalla de Bailn. Es preciso superar el mito de la Ulterior, invulnerable por la Sierra Morena, y el tacto poltico frances aconseja una rpida y definitiva operacin en Andaluca que extinga los clamores del pa sado triunfo de Bailn. Mas hay que valorar muy bien la incgnita Despeaperros, y a ello tiende el propio rey Jos, iniciando su triple invasin en Andaluca y concediendo los mximos honores a Despeaperros, que ha de atravesar el mismo monarca en persona al frente de los ejrcitos franceses.

    15 de enero de 1810. El rey Jos llega a Despeaperros. Para que la In-vasin de Andaluca no signifique nuevo escndalo militar, se pondera y se plantea, se valora y se estudia, se discute y se estima toda incgnita. Y porque Despeaperros, erizado de rocas ingentes, crdeno en hori zontes y en pensa-mientos, hiertico e insomne, est en clavado all, en el umbral de Sierra Mo-rena, como una Es finge fatdica que puede devorar las tropas francesas, muy escarmentadas en acciones anteriores, la entrada en Anda luca se har, simult-neamente, por tres puntos y aunque fallara Despeaperros, no haba de fallar la invasin. Es el mismo Napolen el que ordena las operaciones, que haban de realizarse, para su garanta, en la presencia de su her mano el rey.

    El cuarto cuerpo del ejrcito francs, al mando de Se bastiani, entra en Andaluca por Villamanrique; el primer cuerpo, dirigido por Victor, aborda la Sierra por Almaden; y el quinto cuerpo, que manda Mortier y que supervisa el rey Jos, ataca, al fin, Despeaperros el da 20 de enero.

    Espaa entera estaba pendiente de la operacin, y aca riciaba la espe-ranza de que el ejrcito francs fuera aplas tado en la garganta, porque en el pueblo vibraba la obse sin de que era inexpugnable, como ya sabemos. Fran-cia tambin, en el sentir de Napolen, soaba, con pesadilla, en aquel umbral fatdico de Sierra Morena.

    Despeaperros no estaba fortificado. Haba unas cuan tas minas y cor-taduras y pocas bateras en los lugares ms estratgicos. Y entre Venta de Crdenas y Santa Elena, las divisiones espaolas de vanguardia, mandadas por Zayas, Lacy, Girn y Gonzalez Castejon.

    Antes de llevar a efecto el asalto a Despeaperros, el aparato blico francs se complica para evitar un fracaso que podra resonar en Europa.

  • 23Venta de Crdenas en defensa de la libertad

    Palpablemente se ve que los franceses recuerdan el escarmiento de Bailn y super valoraron la incgnita Despeaperros en el determinante de la invasin de Andaluca. Primero los franceses, al mando de Desolles, atacan el Puerto del Rey, al occidente de Despeaperros, y casi inmediato a sus cumbres, y cede all la lnea espaola, que resiste muy poco. Todava no atacan, sin em-bargo, Despeaperros. Ahora otra brigada francesa al mando de Gazan, se infiltra entre el Muradal y el estrecho, colocndose ya detrs del desfiladero propia mente dicho, para, como ocurri en el siglo XIII, cuando las Navas de la Losa, sorprender la retaguardia con un movimiento envolvente. Y, por l-timo, con poco peligro, ya casi vencidos signos y coeficientes de la incgnita, Mortier irrumpe en Despeaperros, donde las explosiones de las minas y las cortaduras del terreno apenas molestan ni en torpecen, y los espaoles huyen, dejando en poder de los franceses 15 caones y muchos prisioneros. La tarde del mismo da 20 de enero de 1810, los franceses entraban en Andaluca ya, prcticamente sin enemigo, y tambin tomaban La Carolina, Bailn y And-jar, donde los generales se reunieron con el rey Jos.

    Areizaga, con el residuo de tropas espaolas, pasa el Guadalquivir y lle-ga a Cdiz. La Junta de Sevilla huye a la isla del Len. Nuevamente Despe-aperros desmiente su mito de inexpugnable. Si bien ms compleja la accin, en esencia, es la misma que cuando Vedel atropell a don Pedro Valdecaas, antes de Bailn. La incgnita Despeaperros es una obsesin, pero en el de-terminante de las operaciones militares tiene un coeficiente natural siempre, sin que jams llegue al infinito con ninguno de los signos. Aqu, en la invasin de Andaluca, conocida mejor por los franceses que en la jornada de Bailn, se neutraliza con toda perfeccin. Desvanecida la pesadilla de Napolen, po-demos afirmar tambin que desapareca la obsesin de los espaoles. El ejr-cito destinado a la defen sa del umbral de Andaluca estaba destruido, asaltada Sierra Morena y Andaluca esclavizada hasta el da 2 de octubre de 1812, en cuya fecha los franceses proceden a su evacuacin definitiva.

    Ha demostrado, pues, la Historia, que el antemural Des peaperros no es inexpugnable. Habiendo, empero, segui do, a travs de estas lneas, su va-loracin estratgica en las operaciones militares antecedentes, a la batalla de Bailn, en la propia batalla y en sus consecuencias, pode mos establecer las siguientes conclusiones:

    En el determinante estratgico planteado con motivo de operaciones militares se ha valorado siempre Despea perros como una incgnita.

    Tal incgnita tuvo siempre tambin coeficiente y signo positivo para los espaoles, y ambos caracteres fueron negativos para los ejrcitos contrarios.

  • 24 BICENTENARIO DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

    En la primera parte de la guerra de la Independencia, concretamente en la batalla de Bailen, los espaoles esti maron en su propio valor la significa-cin que jugaba Des peaperros en la incgnita de sus operaciones, y si bien los franceses valoraron el puerto en su signo, para ellos, negativo, vacilaron, demasiado inmersos en obsesin y pesadilla de fatalidad.

    En la invasin de Andaluca por el rey Jos, los fran ceses jugaron la incgnita Despeaperros con precisin excesiva en su determinante, logran-do neutralizar coefi cientes y signos negativos, pero los espaoles, a pesar de que seguan valorando con exactitud la incgnita, se vieron impotentes para resistir.

    Todava podemos robustecer nuestro argumento de la obsesin y pesa-dilla que Despeaperros creara en los con tendientes con el respirar de dos citas, francesa una, la otra espaola.

    El comandante Grasset, citado por don Nicolas Horta Rodriguez en su magnfico trabajo De Valdepeas a Bailen (junio-julio 1808); dice as:

    el desfiladero de Despeaperros est cerrado a los franceses, y mien-tras que destacamentos relativamente importantes, como los de Liger-Belair y Roize son mantenidos al Norte de las montaas, las peque-as fracciones, los correos y los que marchan aislados son detenidos y muertos hasta ms all de La Carolina.Por su parte, don Alfredo Cazabn Laguna, en las notas a la Descrip-

    cin de la batalla de Bailen, por Antonio Jos Carrero expresa el comentario siguiente:

    Despus de la batalla de Bailen, y cuando ya Napolen pisaba tierra espaola, todo el esfuerzo de Bailen estuvo en defender los pasos de Sierra Morena, y especialmente el de Despeaperros.

    No me resigno a terminar este trabajo sin exponer la consideracin de lo que hubiera llegado a ser Despea perros si el general Vedel, fugitivo de la batalla de Bailen, poniendo en ejecucin su pensamiento y su propsito, hubiera volado el puerto con plvora.

    Esto, que mas es lucubracin que hiptesis, estratgica mente no hu-biera significado nada: Ni antes ni despus de la destruccin el paso hubiera sido inexpugnable. La batalla de Bailen estaba perdida para l y la victoria espa ola resonaba en los diapasones del mundo. Despus, la invasin de An-daluca se hubiera hecho con las mismas caractersticas con las que las llev a cabo el rey Jos.

    Pero el delito ante la Historia y ante la Belleza hubiera adquirido pro-porciones inmensas y magnitud imperdonable. Porque Despeaperros es un

  • 25Venta de Crdenas en defensa de la libertad

    lugar de huellas y ruinas de culturas y pueblos que palpitan en piedras desmo-ronadas y en pinturas rupestres desvadas, y respiran entre cumbres y rocas su aliento muerto, y todava nos hablan con leccio nes eficientes de patria a travs de puentes de siglos. Y porque la esttica reciedumbre de sus rocas de cuarci-ta silrica, indiferentes a los meteoros y a todo intento de erosin, plasma un paisaje de formas estticas maravi llosas, adornada la geologa con tnica de gamas verdes de mltiples matices y de aguas vivas de ocultos y musi cales clamores, que alaban all la gloria de Dios.

    Y sepultar Despeaperros en explosin tonante y con seguir su derrum-be y su muerte hubiera sido para Vedel ms infamante que lo fue su propia capitulacin, no solo ante Francia, sino ante el mundo.

    CECILIO MUOZ FILLOL

    (Escrito con ocasin del 150 aniversario de la batalla de Bailn)

    Bibliografa

    - Menendez Pidal, Historia de Espaa.- Cabr (Jun) y Calvo (Ignacio), Folletos de la Junta Superior de Excavaciones. Aos

    1916, 1917 y 1918.- Ballesteros Beretta (Antonio), Historia de Espaa. - Lafuente (Modesto), Historia de Espaa.- Toreno (Conde de), Historia de la Revolucin Espaola. - Aguado Bleye y Alcazar (Cayetano), Historia de Espaa.- Mozas Mesa (Manuel), Bailen. Estudio poltico y militar de la gloriosa jornada.- Vasco (Eusebio), Ocupacin e incendio de Valdepeas por las tropas francesas en

    1808.- Horta Rodriguez (Nicolas), De Valdepeas a Bailen (junio-julio 1808), Revista Ejer-

    cito, num. 210.- Cazabn Laguna (Alfredo), Notas a la Descripcin de la Batalla de Bailen, por el

    testigo presencial Antonio Jos Carrero.- Muoz Fillol (Cecilio), Despeaperros, alma, nervio, cancin, entraa y ritmo. (Car-

    diognosis de huellas y ruinas). (Original de una obra indita). * En la actualidad, publicada por la Asociacin Cultural Amigos de Cecilio Muoz Fillol.

    - Pi y Margal y Pi Arsuaga, Historia de Espaa. Siglo XIX.

  • 26 BICENTENARIO DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

    Desfiladero de Despeaperros, desde Ventas de Crdenas.

  • CERTMENESDE POESA

    Y DE INVESTIGACIN HISTRICA

  • 29Venta de Crdenas en defensa de la libertad

    Certamen de Poesa en Defensa de la Libertad, convocado por la Asociacin de Propietarios

    y Vecinos de Venta de Crdenas

    Sonetos ganadoresPrimer premio: Nos hizo libres Dios en esta vida, de Ral scar Ifrn.

    Segundo premio: Espaa en libertad, de Luis Garca Perez.

    Jurado:MATAS BARCHINO PREZ,

    Vicedecano de la Facultad de Letras de la Universidad de Castilla La Mancha.

    EMILIO RUIZ PARRA, poeta, abogado y autor de varios libros de Poesa.

    JUAN JOS GUARDIA POLAINO, poeta y, en la actualidad Gran Maestre de la

    Orden de Francisco de Quevedo de Villanueva de los Infantes.

    ANTONIO SNCHEZ RUIZ, Presidente de la Asociacin convocante.

  • 31Venta de Crdenas en defensa de la libertad

    Nos hizo libres Dios en esta vida

    Nos hizo libres Dios en esta vida,libres de accin, libres de pensamiento,libres como la lluvia y como el viento.Libertad es la tierra prometida.

    Cmo aceptar entonces esa heridade la opresin y del sometimientosin combatir hasta el final alientoy hasta que toda sangre est vertida?

    Oh! libertad, por ti los hombres fueroncantando a los confines de la guerray dejaron sus huesos por el suelo,

    y el nuevo mandamiento que escribieron:Que no encadene el hombre en esta tierralo que libre cre Dios en el cielo

    Ral Oscar Ifrn

    RAL SCAR IFRN es dibujante, msico y poeta. Naci en la ciudad de Punta Alta, provincia de Buenos Aires, Argentina. Ha conseguido diversos premios y distinciones literarias: VI Concurso de la Asociacin Civil Arte y Cultura de Merlo; II Concurso Internacional de Letras de Tango; finalista en Espaa del Certamen Toro de Hierro de Poesa y seleccionado en Mjico para un volumen de relatos sobre la mujer; Concurso Internacional de Cartas de Amor en Coria; Concurso de Cuentos; Primer Certamen Internacional de Poesa en Via del Mar, Chile. Incluido en las Antologias Poesas y Aparte, Letras de Oro 2007, la Creciente y otros relatos.

  • 32 BICENTENARIO DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

    Espaa en libertad

    Nunca esclavo puede serpueblo que sabe morir

    B. Carpio

    Cuando la libertad se ha vulneradoy se viola la ley con la vilezade la fuerza brutal que en su torpezaescarnece la paz y su legado,

    es preciso luchar como un tornadocon valor, patriotismo, con noblezamanteniendo muy alta la cabezay poner lo mejor de nuestro lado.

    La libertad y nuestra independenciase consigui con sangre derramada,herosmo de un pueblo valeroso,

    que el francs con su pose y su violenciaencontr la derrota inesperadaaunque fuera ms fuerte y poderoso.

    Luis Garca Prez

    LUIS GARCA PREZ naci en un pueblo de Zamora, aunque vive desde hace muchos aos en Puertollano, Ciudad Real. Es maestro y doctor en Filologa Hispnica. Ha conseguido numerosos premios en poesa narrativa y ensayo. Pertenece al Grupo Literario Guadiana y dirige la revista de creacin Alforja de Estaribel. Ha publicado libros en la BAM, Diputacin de Ciudad Real, CRDO Vinos de La Mancha, Ediciones Soubriet, Intuicin, Grupo Editorial 2001 y ha obtenido premios de poesa en Toledo, Zaragoza, Campo de Criptana, Benicarl, Arucas y La Laguna, entre otros.

  • 33Venta de Crdenas en defensa de la libertad

    Certamen convocado por la Asociacin de Propietarios y Vecinos de Venta de Crdenas sobre Trabajos de Investigacin Histrica

    Trabajos ganadores:

    Primer premio: DesiertoSegundo premio: 1808: La Travesa de la Mancha y Despeaperros por las Tropas de Napolen. Perspectiva de un historiador, de Mariano Velasco

    Lizcano.

    Jurado:ANGELA MADRID Y MEDINA,

    Presidenta del Instituto de Estudios Manchegos.

    CARLOS SNCHEZ- BATALLA MARTINEZ, Profesor, historiador y autor de varios libros sobre las Nuevas Poblaciones de Sierra

    Morena.

    AGUEDA CASTELLANO HUERTA, Abogada e Historiadora.

    FERNANDO GARCA SNCHEZ BARBA, Vicepresidente de la Asociacin de Venta de Crdenas.

  • 34 BICENTENARIO DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

    Restos del castillo de Castro-Ferral.

  • 35Venta de Crdenas en defensa de la libertad

    1808: LA TRAVESA DE LA MANCHA Y DESPEAPERROS POR LAS TROPAS DE NAPOLEN.

    PERSPECTIVA DE UN HISTORIADOR

    ANTECEDENTES HISTRICOS

    La invasin de Andaluca, tras los sucesos del 2 de mayo en Madrid, se plante como una accin limitada a corto plazo cuyo objetivo era liberar la escuadra francesa de Rosily, bloqueada por los ingleses en la baha de Cdiz tras la derrota sufrida en Trafalgar, A largo plazo, no obstante, la operacin se planeaba ms ambiciosa: control de Sevilla con su fundicin de caones, ocupacin de los puertos andaluces e incluso del norte de frica, amenaza a Gibraltar, dominio del Estrecho ... Este ejrcito esperaba contar con el apoyo del ejrcito francs en Portugal (general Avril) que llegara a Andaluca a travs de Extremadura y en ltimo trmino con el ejrcito de Moncey que esperaba controlar con facilidad Valencia y Murcia1.

    La operacin fue encomendada al general Pierre Dupont de ltang, que sali de Toledo con destino a Andaluca el da 23 de mayo de 1808. Sus tropas de vanguardia estaban compuesta por los Chasseurs de Dupr, un bata-lln de la Garde de Pars y una compaa de artillera ligera.

    A la vanguardia le sigui el resto de divisin, en cuatro columnas, que fueron saliendo en fechas sucesivas hasta el da 27. La artillera parti de Aranjuez y los suizos espaoles de los regimientos Preux y Viejo Rding

    1 Los acontecimientos y hechos histricos reseados han seguido la lnea argumental y cronolgica de los trabajos de investigacin de Don Jess de Haro Malpesa, centrados fundamentalmente en dos de sus obras: Bailn, 1808. Diarios y Memorias; La Mancha, 1808. Diarios, Memorias y Cartas; aunque son complementados y contras-tados con otras fuentes de investigacin. Se realiza un resumen compilatorio de ambas obras en un intento de reflejar los hechos ocurridos, segn la perspectiva histrica de Don Jess de Haro Malpesa, en La Mancha de Ciudad Real y en las inmediaciones de Sierra Morena (Despeaperros) al paso de las tropas francesas en direccin a Andaluca. Se intercalan fragmentos narrativos inspirados en estos hechos (en cursiva) para diferenciarlos expresamente de la lnea de investigacin, correspondiendo en exclusiva la responsabilidad de este ltimo atrevimiento al autor de esta compilacin.J. de Haro Malpesa: Guerra de la Independencia. Bailn, 1808. Diarios y Memorias. Alczar de San Juan, 1999.J. de Haro Malpesa: Guerra de la Independencia. La Mancha, 1808. Diarios, Memorias y Cartas. Alczar de San Juan, 2000.

  • 36 BICENTENARIO DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

    partieron de Talavera de la Reina. El cuartel general, con Dupont a la cabeza, sali de Toledo el da 24, pero se adelant a Manzanares, donde se uni a la vanguardia para organizar la instalacin de un hospital en dicha ciudad, dada la gran cantidad de enfermos con que contaba el ejrcito. Los finales de etapa previstos fueron: Mora, Consuegra, Villarta, Manzanares (un da de descan-so), Valdepeas, Venta de Crdenas y La Carolina.

    La segunda divisin francesa, al mando del general Dominique-Honor Vedel, pas de Aranjuez a Toledo. Un batalln de suizos al servicio de Francia se qued en Aranjuez para proteger otro hospital de retaguardia y el parque de la artillera pesada.

    Existe constatacin histrica, a travs de las memorias y la correspon-dencia de las tropas francesas, de que la primera travesa de La Mancha fue tranquila. Los franceses sortearon sin contratiempos el paso de Des-peaperros y el da 2 de junio se instalaron en Andjar. As, pues, el aviso a pueblos y ciudades del paso del ejrcito francs se haba hecho con tiem-po, no dando la poblacin particulares muestras de agitacin. Los medios de transporte, animales y carros, as como los vveres suministrados por las poblaciones estaban normalmente preparados. El hospedaje de los oficiales se hizo sin problemas:

    La marcha se hace con orden y los habitantes muestran a nuestras tropas su disposicin favorable. Hasta el momento el servicio de vveres ha funcionado bien. En La Mancha so-mos bastante apreciados. No ha habido la ms ligera friccin entre los soldados y los habitantes de esta regin... Ha sido necesario crear un hospital en Manzanares para un centenar de enfermos ...(Carta de Dupont a Murat, 26 de mayo de 1808)

    El da 26 de mayo se inici en Sevilla el levantamiento general de Andaluca contra lo que ya se consideraba autntica invasin de las tropas napolenicas. Dupont conoci en Andjar las noticias del levantamiento sevillano y de su resonancia en toda Andaluca, de modo que orden la inmediata marcha de sus tropas, encontrando la primera resistencia arma-da el da 7 de junio en las proximidades de Crdoba (Puente de Alcolea) donde tuvo lugar la primera escaramuza que los franceses sortearon sin gran dificultad. A ello sigui la ocupacin de Crdoba y la entrega de la ciudad a un saqueo sistemtico que dur los nueve das que el ejrcito

  • 37Venta de Crdenas en defensa de la libertad

    permaneci en la ciudad. Ms de 500 carros se destinaron a transportar el producto del pillaje2.

    La noticia del trato inferido por los franceses a Crdoba provoc el levantamiento del valle del Alto Guadalquivir y de la zona de Sierra Morena, Santa Cruz de Mudela y Valdepeas, con la consiguiente ruptura de las co-municaciones francesas con Madrid, puesto que todos los destacamentos que cuidaban de ellas fueron aniquilados al igual que las columnas en trnsito por la regin.

    As, pues, fueron las declaraciones de guerra que sucesivamente haban ordenado las Juntas provinciales las que dieron origen al conflicto blico, siendo la situacin, a primeros de junio, hondamente excepcional por cuanto ambos contendientes tenan sus fuerzas dispersas por un amplio territorio de la geografa peninsular.

    Tras el saqueo de Crdoba, Dupont esper la llegada de refuerzos en di-cha ciudad, pero en vista de que estos no llegaban, el da 18 de junio inici un repliegue hacia Andjar donde decidi fortificarse. All esper durante todo un mes sin atreverse a avanzar ni a retroceder. La carencia de comunicaciones con la divisin de Vedel fue trascendente en esta decisin que culmin con la posterior Batalla de Bailn y el armisticio del ejrcito francs.

    Muy estudiadas han sido las acciones militares, polticas y sociales que conllevaron a la victoria de los ejrcitos espaoles. Pero quiz no lo han sido tanto aquellas pequeas acciones de insurreccin de los pueblos manchegos aledaos a Sierra Morena, lo cual no deja de ser extrao dada la trascendencia que estas tuvieron en el conjunto de la accin.

    En efecto, entre los das 5 y 8 de junio, al mismo tiempo que se conoca la insurreccin de Andaluca, una ola de levantamientos populares contra el ejrcito francs se produjo a todo lo largo del camino real a su paso por La Mancha.

    El estallido de la rebelin se inici en Despeaperros y ascendi de Sur a Norte como un autntico reguero de plvora: Venta de Crdenas, Almura-diel, Santa Cruz de Mudela, Valdepeas, Manzanares, Villarta de San Juan...

    Estos ataques al ejrcito francs fueron meros estallidos populares sin relacin, o al menos, sin coordinacin entre s. La rebelin manchega tuvo poco que ver con la insurreccin de Andaluca, a la que incluso precedi b-licamente.

    2 Ramn Menndez Pida. Historia de Espaa, tomo XXVI, La Espaa de Fernando VII, por Miguel Artola Gallego. Espasa Calpe, Madrid, 1968.

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    En efecto, en los primeros das de junio el grueso del ejrcito de Dupont ya haba pasado por La Mancha. En los das sucesivos fueron pasando diver-sos destacamentos sueltos con la intencin de unrsele al mismo. Uno de estos destacamentos, al mando del capitn Bouzat, compuesto por dos escuadrones de caballera (unos 250 dragns de la brigada Priv) fue atacada nada ms pasar Venta de Crdenas, al comienzo de la garganta de Despeaperros. Este primer enfrentamiento entre espaoles y franceses en la campaa de Andalu-ca se produjo dos das antes de la batalla del Puente de Alcolea.

    El destacamento de Bouzat, sorprendido por esta insurreccin que le ocasion algunas bajas y un indeterminado nmero de heridos, tuvo que retro-ceder a Almuradiel, en donde se uni a otro pequeo destacamento de infante-ra que all se encontraba. Pero ante la agitacin que se viva en la poblacin, Bouzat intent llegar a Santa Cruz de Mudela, ciudad que tambin encontr sublevada, lo que le motiv a dar un rodeo para dirigirse a Valdepeas.

    LOS SUCESOS DE SANTA CRUZ DE MUDELA

    La ciudad de Santa Cruz nunca recibi con agrado a las tropas france-sas. Incluso antes del paso del ejrcito de Dupont, el comandante Blainville, un emisario de ste para el general Solano en Cdiz, fue apedreado al pasar la poblacin. No obstante, Dupont pas por all el da 29 de mayo sin que la poblacin opusiera particular resistencia, pese a los destrozos de ornamentos sagrados y la sustraccin de dos copones que algunos soldados realizaron.

    El da 4 de junio, conocidos ya por las autoridades locales los alzamien-tos de Sierra Morena y Venta de Crdenas, y con el pretexto real o fingido de no poder garantizar el trnsito de los franceses por la comarca, stas detuvie-ron en su poblacin un convoy de aprovisionamientos francs, requisando las mercancas que fueron almacenadas en el psito de la ciudad, convertido con anterioridad en almacn de galleta del ejrcito francs. El da 5 el almacn y el destacamento fueron atacados:

    La noticia la trajo el compadre Juann: Tenas qabelo visto, Pas-cual, tenas qabelo visto. Fue gritar al perro rabioso! y tos a una a por el francs, qa sali de to: palos, garrotes, horcas, hoces, las pocas escopetas qaba ... y tos por las calles tras los gabachos, qasta los morriones perdieron de tanto correr ... Por la noche, y am-paraos en la oscurida, los mu cobardes huyeron al campo ... suerte

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    que all estaba el Remendao con sus cuadrilleros, buenos mozos tos, bien puestos lo que hay que tener, que cuando se rindieron los franceses haban dejao difuntos a ms de cien ...La cosa estaba hecha! No les haban dejado pasar y ya poco reme-dio caba contra eso. Aquellos orgullosos y marciales solda-dos, los vencedores de Jena y Austerlich, aquellos que con tanto aplomo y orgullo, apenas unos das antes, haban atravesado los caminos manchegos en direccin al Sur, ahora eran he-chos prisioneros mientras que otros retrocedan sucios y hara-pientos, con los cuerpos demacrados y los ojos febriles, temblando de pavor ante las splicas de heridos y enfermos: Perros rabio-sos! -escupi al suelo Pascual- Esta vez no van a pasar!3.

    Como consecuencia de esta lucha perdieron la vida 113 franceses, tres de ellos oficiales, quedando 119 prisioneros entre los que se encontraban m-dicos, cirujanos y otros empleados del hospital.

    En el inicio de estas sublevaciones se puede constatar la intervencin de las partidas que a toda prisa se haban organizado en Sierra Morena as como de algunos paisanos de Santa Cruz. Si bien esta realidad trat de disimularse por temor a ulteriores represalias por parte del ejrcito francs, cargando la responsabilidad en el pasivo de los guerrilleros; una evolucin que a la larga re-sult modlica en los amotinamientos del Antiguo Rgimen, donde al estallido inicial emocionado segua un segundo estado de reflexin, vacilacin e incluso miedo de haber ido demasiado lejos. Tras el tumulto inicial de los exaltados, luego se impona el componente ciudadano ms sensato, y la mayora de la poblacin termin apostando por la liberacin de los rehenes, como as ocurri, efectivamente, acompaando algunos muletenses a estas tropas, durante varios das, hasta que a media noche del da 11 de junio pudieron lograr el encuentro con las fuerzas de Liger-Belair en la poblacin de Manzanares.

    EL ALZAMIENTO DE VALDEPEAS

    Probablemente fue el ms importante de los que durante estos das ocu-

    3 Versin en relato con fuentes tomadas de la obra del historiador local Antonio Pardo Ahugetas: Breves pginas acerca de la villa de Santa Cruz de Mudela, Madrid, 1929, pp. 122 -123.

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    rrieron en La Mancha, anterior incluso al estallido blico en Andaluca. Los sucesos, pues, son independientes de los anteriormente narrados. La subleva-cin del da 6 de junio en Valdepeas, popular y espontnea, fue otra ms de las que con escasas horas de diferencia tuvieron lugar en diversos puntos de La Mancha.

    El destacamento del capitn Bouzat, en retroceso por el ataque sufrido en Despeaperros (unos 250 dragones) ms el grupo de infantes huidos de Almu-radiel, en su camino al encuentro de las tropas del general Liger-Belair tenan que atravesar el camino real por Valdepeas, pero fueron rechazados por la poblacin que no les autoriz el paso, lo que le oblig a dar un gran rodeo para tomar de nuevo el camino a Madrid. Exhaustos por la marcha, se detuvieron al norte de Valdepeas, en el paraje denominado Aguzaderas, en espera de que al-gn destacamento francs acudiese en su ayuda. Pronto lleg Liger-Belair con un destacamento de caballera (cazadores y dragones), algo ms de 500 hom-bres. La nueva solicitud de atravesar el pueblo fue rechazada por los habitantes de Valdepeas, alineados a las afueras de una ciudad en pie de guerra:

    El general Belair, acompaado de su ayuda de campo y del te-niente Tascher, lleg a parlamentar. Fue de nuevo recibido por el que ya conoca de nombre como el cura Calao y su lugartenien-te, un singular sujeto, de apodo, el Contrabandista. Pidi hablar con el alcalde mayor. Le respondieron que el pueblo no quera que sus tropas pasaran a la ciudad, pero que ellos eran buena gente y que si queran acampar en las afueras le suministraran vveres. Belair insisti en hablar con el alcalde mayor. Finalmen-te, tras una prolongada y tensa espera, don Francisco Osorio, alcalde mayor de Valdepeas, fue conducido a su presencia. Pero para entonces este hombre ya slo era una caricatura del que fue. Confuso, acobardado, francamente desbordado por los hechos, slo supo balbucir que l era el ms desgraciado de los hombres, que tenan tanto l como su primer alcalde la espada sobre su cabeza y que ya poco podan hacer. El general exigi histrico la rendicin de esa fuerza. Pero no fue contestado por el alcalde mayor, sino por los furibundos gritos del cura. Por Valdepeas no pasa ningn francs, que la falta de armas la suple el cora-zn. Belair, congestionado por la ira y la indignacin al verse retado por tan andrajosos sujetos, dio media vuelta a la grupa y regres.

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    Las campanas batan a rebato mientras los escuadrones de caba-llera tomaban posiciones: los dragones a la derecha; los cora-ceros a la izquierda; un batalln de cazadores fue situado frente a la calle principal. En la villa, carreras, gritos, agitacin, tumul-to: la llama patritica pareca inflamar el corazn de aquellos zarrapastrosos...Luego todo sucedi de forma vertiginosa. Los dragones llegaron a la ciudad y encontraron las calles cubiertas de barricadas. El fuego que desde ella les lanzaban les hizo retroceder. Los cazado-res, en cambio, entraron en la ciudad por la calle principal, y los coraceros por otra lateral que se encontraba libre de obstculos. De este modo cayeron en una trampa mortal, porque encontra-ron todas las calles que daban a la principal cortadas por carros atados entre s. De este modo, aislados y sin facilidad de manio-bra con sus monturas en tan estrecho callejn, fueron recibidos por una lluvia de disparos procedentes de los ms inslitos luga-res: tejados, ventanas, esquinas, barricadas. Despus una nube de piedras, vasijas, muebles, llovieron sobre sus cabezas sin que ellos tuvieran la menor oportunidad de responder. Dieron la vuel-ta a sus monturas en un intento de retroceder, pero ya era tarde: la calle haba sido cerrada con carromatos despus que hubo pasado el ltimo francs.En la calle principal los cazadores no lo tenan mejor. Los ca-ballos haban entrado a todo galope encontrndose con el suelo sembrado de clavos y pinchos, as como una multitud de cuer-das tendidas al travs. Ciegos por el humo, el polvo y el ruido ensordecedor caan al suelo derribando a sus jinetes que eran atrapados por los paisanos y rematados all mismo con una sarta de navajazos. Otras veces eran arrastrados hasta alguna casa cercana: all esos infelices reciban una muerte atroz. Los dispa-ros se sucedan sin descanso enardeciendo a un paisanaje que ya era un len herido en desbocada lucha por vivir. Las campanas arreciaban sus toques; por todos lados se escuchaban gritos con-tra el francs y vivas a la Virgen de la Consolacin. Los jinetes resultaban heridos por toda clase de proyectiles: balas, piedras, tejas, enseres, objetos punzantes: los caballos, enredados entre las maromas y heridos por clavos y pinchos, relinchaban y co-ceaban colricos a los desmontados jinetes: ya todo Valdepeas

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    era un clamor, incluso las mujeres combatan arrojando desde las ventanas agua y aceite hirviendo. Otras, ms bravas, armadas de garrotes y maderos, escondidas tras las puertas de sus casas gol-peaban furiosas a los soldados que caan en sus inmediaciones: lo nico que ya importaba era morir o vencer.Recuperados del inicial efecto de sorpresa, cazadores y corace-ros, presos de un furor increble, pie en tierra, avanzaron sobre las barricadas consiguiendo establecer comunicacin entre am-bas calles. Sus oficiales actuaban con enorme bravura y valor, enalteciendo a las disciplinadas tropas que poco a poco iban re-cuperndose. Como respuesta el furor de los vecinos aument y las muestras de heroicidad se sucedan continuamente. Hombres a pecho descubierto, armados con tan slo una navaja, saltaban a las calles, rodeaban a los caballos, golpeaban, mordan, dego-llaban en un espantoso carnaval de sangre...Pero para entonces la infantera francesa enviada en apoyo de la caballera haba efectuado un movimiento envolvente y conse-gua tomar las primeras casas de la Villa. Sus moradores fueron degollados sin piedad: hombres, mujeres, ancianos, nios. Las casas incendiadas. Y las primeras piezas de artillera, desde es-tas posiciones, comenzaron a barrer sistemticamente la ciudad.Valdepeas era un infierno, el caos total. Restablecido el dominio de la calle principal, libre de obstculos, la caballera la atrave-s a galope tendido sableando y arrasando cuanto pillaron a su paso. La locura y el pnico ya era total. Los paisanos comenza-ron a huir. La infantera, situada en las afueras, carg a la ba-yoneta. Avanzaban tomando casa por casa, matando, violando, arrasando cuanto encontraban a su paso... Ebrios de codicia y botn el vino que beban les convirti en animales... A las ocho de la tarde, con el crepsculo, la batalla concluy.4

    4 Versin en relato con fuentes tomadas de Maurice de Tascher: Journal de champagne dun cousin de lImpratrice (1806-1813). Librairie Plon en la coleccin Les tmoins de lepope, Pars, 1933.

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    LA TRAGEDIA DE MANZANARES

    Tuvo lugar al da siguiente de los sucesos de Valdepeas y constituye, quizs, uno de los hechos ms sangrientos de la campaa de 1808; si bien, olvidados o silenciados por la historiografa espaola, no obstante pudieron quedar registrados en el manuscrito que redactaron los carmelitas descalzos de la ciudad, documento que se conserva en el archivo de la parroquia de La Merced de Ciudad Real.

    Para los carmelitas, el caldo de cultivo de los hechos se inici antes de la llegada de los franceses, y ya desde los sucesos de El Escorial o Aranjuez, en la ciudad se manifest el mismo odio a Godoy y el mismo entusiasmo al or la renuncia de Carlos IV y la coronacin del deseado rey Fernando VII. As, pues, la llegada de los franceses el da 26 de mayo, si bien tuvo un trato en apariencia normal, la realidad no pudo ocultar el aborrecimiento general que el paso de las tropas inspir a la poblacin.

    Dupont estableci un hospital en dicha localidad, lo que motiv la per-manencia constante de tropas en la misma. Ante ello los habitantes, de forma instintiva, desarrollaron un comportamiento que hoy se conocera como de resistencia pasiva. Despus, cuando empezaron a llegar las noticias de la in-surreccin de Andaluca el resentimiento creci.

    La salida de las tropas de Liger-Belair, el da 6 de junio, dej el hospital de Manzanares prcticamente desguarnecido. Unas horas despus, Valdepe-as era tomada a sangre y fuego. En consecuencia en Manzanares...

    A las once de la maana las campanas tocaban a rebato. Por las calles todos los hombres, sin distincin de clases, corran arma-dos de todo aquello que haban podido encontrar: Valdepeas era el reclamo; sus hroes el honor a vengar.Se alzaron las voces de los ms cautos proveyendo a la organiza-cin y al aprovisionamiento de armas y vveres, y todos volvieron sus cabezas hacia el hospital. Hasta all se dirigi la masa organi-zada con la intencin de tomar las armas en l depositadas, pero se encontraron con la aguerrida resistencia de la guardia y de algu-nos de los enfermos que abrieron fuego contra la poblacin.Cayeron los primeros hombres y ya fue como el rugir de la fiera herida, agazapada y temblorosa hasta que salta sobre su presa ciega de odio y de dolor. Todos corrieron hacia las puertas que cedieron a la avalancha, y ya la masacre se ceb sobre aquellos

  • 44 BICENTENARIO DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

    desdichados: degollados, mutilados los ms graves enfermos, otros eran arrastrados hacia el exterior y all caan lapidados... La sed de venganza no conoca freno; unos muertos a golpes, otros con la cabeza partida a hachazos, los ms desdichados fue-ron arrojados vivos en calderas de aceite hirviendo5.

    Los sucesos de Valdepeas y Manzanares marcaron el definitivo punto de inflexin en las relaciones entre las tropas francesas y los habitantes de La Man-cha, y aunque se solicitaron, por miedo, perdones para los pueblos y se concedie-ron por debilidad, la regin ya se haba convertido en un extenso campo de batalla donde peor que encontrar la muerte era caer vivo en manos del enemigo.

    LA DIVISIN VEDEL A SU PASO POR LA MANCHA

    Las relaciones entre franceses y espaoles tras los sucesos del 5,6 y 7 de junio fueron tensas. Los generales Liger-Belair y Roize permanecieron en Manzanares varios das intentando tomar un conocimiento exacto de las concentraciones de paisanos y de los movimientos insurreccionales. El da 12 de julio, Madridejos fue objeto de sangrientos sucesos de los que no se co-nocen los detalles. Finalmente, el da 14, las tropas abandonaron Manzanares dejando un buen nmero de enfermos a cargo de las autoridades locales. Su repliegue tena como objeto unirse a las tropas del general Vedel que saldran de Toledo el da 16 con unos 5000 hombres.

    Vedel atraves La Mancha a paso forzado. No encontr especial resis-tencia, pero el estado en que encontr la regin fue desolador: las ciudades casi desiertas (en Valdepeas quedaban 12 personas, en Santa Cruz no haba nadie), el avituallamiento era prcticamente imposible... Con todo, el princi-pal problema para entrar en Andaluca lo constitua el paso de Despeaperros que se encontraba cerrado por la presencia de partidas espaolas.

    Aumentaba la preocupacin al paso que avanzaban. Con todo la llegada al Viso fue sobrecogedora. Desierto el pueblo, el silencio y la soledad se imponan con espanto, y fue necesario ordenar a la tropa que hundiera las puertas para entrar en las casas. La

    5 Versin en relato tornada del capitaine Francois, Journal 1792-1830_ Publicado por Charles Grolleau, Pars, 1904.

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    falta de vveres acentuaba el deseo de rapia y la sed del oro se impona al horror. En las casas, empero, no se encontraba de nada, ni alimentos, ni botn, pero en las bodegas se encontr aguardiente, y pronto los barriles de todas las compaas se lle-naron de licor. Apenas unas horas despus casi toda la soldades-ca se encontraba embriagada.El teniente Tascher observaba el lamentable espectculo y lleno de tristeza pensaba en cuanto deban odiarles Es como la inva-sin de Roma por los galos! se deca-. Despus se dirigi al palacio. All encontr a un anciano al que le pregunt que por qu no haba seguido los pasos de sus compatriotas:Creo que aunque franceses tambin sois hombres. Por otra parte mi vida casi est acabada y no tengo nada que se me pueda ro-bar- respondi el anciano.Despus observ a lo lejos lo que se le antojaban como terribles montaas...El da 26 de junio llegaron a Venta de Crdenas. Desde all la ruta se encontraba bordeada de precipicios y todo haca temer que era lugar idneo para cualquier emboscada, por ello el gene-ral Poinsot orden detener la marcha y avanz el slo con cuatro dragones, hasta que una certera descarga de fusilera acab con tres de ellos y con su propio caballo. Se orden el ataque inme-diato: los suizos a la izquierda, la caballera ligera a la derecha, la artillera y un batalln avanzaban por la calzada. Tres o cuatro horas despus de disparar sobre las montaas permitieron a los franceses llegar hasta el paso de Despeaperros. All se desat el infierno. La artillera espaola disparaba desde detrs de sus parapetos; la fusilera descargaba desde al menos un centenar de posiciones, mientras un cura con sus hbitos al viento recorra a la carrera las posiciones exhortando a los combatientes, pero todo era intil ante el empuje y organizacin de los franceses. Las posiciones caan una a una, otras eran abandonadas en pre-surosa huida. Al final el cura tambin huy, sostenida su fuga por el valor de un solo hombre que desde su posicin resista sin de-jar de disparar. Muri all mismo, ensartado en las bayonetas 6.

    6 Versin en relato con fuentes tornadas de Maurice de Tascher: Journal de champagne dun cousin de limperatrice (1806-1813). Librairie Plon en la coleccin Les tmoins de lepope, Pars, 1933.

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    Vedel atraves Despeaperros y entr en Andaluca sin que esto con-siguiera resolver el aislamiento de Dupont. Ms bien lo que ocurri es que se produjo un doble aislamiento: antes no llegaban a Madrid las noticias de Dupont, ahora tampoco llegaban las de Vedel.

    LA TERCERA TRAVESA DE LA MANCHA

    Todava el alto mando francs realizara un tercer intento por remediar la pre-caria situacin del general Dupont. Para ello se envi un nuevo cuerpo expedicio-nario, la divisin Gobert, al mando del general Jacques Nicolas Gobert. Constaba de 3000 soldados de infantera y 600 de caballera y atraves La Mancha en tres columnas que haban salido de Madrid los das 2,3, y 4 de julio, sucesivamente.

    La misin fundamental de Gobert era asegurar la comunicacin con los ejrcitos de Andaluca, para lo cual fue dejando destacamentos en distintos pueblos de La Mancha, lo que motiv que los refuerzos que llegaron a Anda-luca a la postre resultaran insuficientes.

    De esta ltima travesa de La Mancha constan menos testimonios que de las anteriores, si bien el mismo Gobert inform a sus superiores, desde Villarta, el 7 de julio, de las dificultades de su marcha, pues aunque las tropas ahora eran bien recibidas en los pueblos, saban que esto era slo apariencia: los correos y destacamentos aislados seguan siendo atacados.

    Pese a las dificultades Gobert atraves La Mancha sin grandes contra-tiempos, llegando a Andjar el 13 de julio. Para entonces el ejrcito de Anda-luca, al mando del general Castaos, se haba agrupado y estaba en condicio-nes de afrontar los hechos blicos que culminaran con la batalla de Bailn y la capitulacin de Dupont, algo a lo que sin duda contribuyeron los sucesos de La Mancha y la resistencia organizada en el entorno de Despeaperros.

    En efecto, la actividad soterrada contra los ocupantes franceses siempre persisti, siendo los correos el blanco principal. Las comunicaciones que-daron interrumpidas, manteniendo de este modo el aislamiento de Dupont, factor decisivo a la hora de explicar su derrota.

    Los vecinos salan a la calle y despus a los caminos buscando, como el cazador busca a su presa, matar a los enemigos que el azar pona a su paso: soldados, postas, correos; accin en la que participaron todos los pueblos desde Manzanares hasta la entra-da de Despeaperros.

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    El apresamiento de uno de estos correos, de nombre Feneln, que portaba rdenes para Dupont de replegarse a Madrid a fin de reforzar a los ejrcitos que operaban en el centro de Espaa cambi, inclusive, los trminos de las capitu-laciones de Bailn, no permitiendo que las tropas francesas pudieran regresar a Francia por tierra atravesando La Mancha. El mito de Napolen empez a caer en Sierra Morena y en los pueblos manchegos de su entorno gracias al esfuerzo y pundonor de unos hombres desarmados que quiz slo contaron con el orgu-llo de sentirse diferentes y patriotas. La historia, ocupada siempre de los gran-des acontecimientos blicos, nunca les ha otorgado la debida consideracin. Sirvan, pues, estas lneas como homenaje a su bravura y honor.

    ***Algunas horas despus el oficial, pulcro, aseado, brillantemente vestido conversaba con un paisano, un vejete andrajoso al que pidi fuego:- Es hermoso su pas -dijo.El mendigo, que le haba dado fuego con educacin pero con orgullo, como el que da fuego a un igual, respondi:- Pues s, es bueno mi pas. Se vive sin demasiado trabajo.- Ustedes los espaoles parece que aman poco el trabajo -dijo Tascher.- Eso depende -replic el anciano-. No nos gusta trabajar para otros; a nosotros nos gusta ser amos de nuestra propia hacienda.- Pero ahora los amos somos nosotros -respondi el francs.- Los amos! -respondi asombrado el mendigo-. Ustedes slo son amos de la tierra que pisan bajo sus botas, nada ms.- Cmo dice eso? Estamos en Madrid, Toledo, Valladolid, Bur-gos...- No importa -respondi el mendigo-. Al final, con la ayuda de Dios, les echaremos de aqu.- Pues hace ya casi un ao que estamos aqu y todava no nos han echado.El mendigo, como de hito en hito, le mir asombrado. Por toda respuesta se encogi de hombros... Pero mientras se retiraba se deca as mismo: Son nicos estos franceses. Este se jacta de un ao, cuando tardamos ocho siglos en echar a los moros.

    MARIANO VELASCO LIZCANO

  • 48 BICENTENARIO DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

    BIBLIOGRAFA

    Capitaine Francois: Journal 1792-1830. Pars, Charles Grolleau, 1904.

    De Haro Malpesa, J.: Guerra de la Independencia. Bailn, 1808. Diarios y Memorias. Alc-zar de San Juan, Editorial Valldum, 1999.

    De Haro Malpesa, J.: Guerra de la Independencia. La Mancha, 1808. Diarios, Memorias y Cartas. Alczar de San Juan, Editorial Valldum, 2000.

    De Tascher, M.: Journal de champagne dun cousin de limpratrice (1806 1813). Pars, Librai-rie Plon en la coleccin Les tmoins de lepope, 1933.

    Menndez Pidal, R.: Historia de Espaa, tomo XXVI, La Espaa de Fernando VII, Madrid, Espasa Calpe, 1968.

    Pardo Ahugetas, A.: Breves pginas acerca de la villa de Santa Cruz de Mudela. Madrid, 1929.

    MARIANO VELASCO LIZCANO naci en Alczar de San Juan, Ciudad Real. Es doctor en Ciencias Polticas y Sociologa por la UNED y ha realizado mltiples cursos universitarios en el rea de Medio Ambiente y Educacin Ambiental. Obtuvo el Premio Periodstico Nacional Salvar las Tablas y ha logrado diversos galardones en Cer-tmenes Literarios en la modalidad de Narrativa breve. Su tesis doctoral, Cien aos en el desarrollo de la Cuenca Alta del Guadiana (1898-1998), fue Premio de Investigacin de Tesis Doctorales de la Consejera de Economa de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, ao 2004. Imparte cursos y pronuncia conferencias sobre la problemtica econmica y social del agua en el Alto Guadiana.

  • 49Venta de Crdenas en defensa de la libertad

    Desfiladero de Despeaperros.

  • 51Venta de Crdenas en defensa de la libertad

    El corazn y entraas de Sierra Morena es una maravillosa realidad. Lo ha sido desde, al menos, el III milenio antes de Cristo; lo sigue siendo en la actualidad, cuando estas montaas sobre las que se asienta Venta de Crdenas atesoran multitud de huellas, ruinas, y misterios de viejas civilizaciones que sobreviven al tiempo; como escriba Cecilio Muoz Fillol, su gran conoce-dor: Todo Despeaperros es una historia sepultada.

    Desde la prehistoria, la condicin mgica de la sierra, de la gran sierra negra como la denomin Cervantes, ha favorecido la religiosidad del hombre que la ha poblado; espiritualidad materializada en las pinturas rupestres de la cueva de Valdeazores, la necrpolis del pen de la Niebla o los exvotos del Collado de Los Jardines.

    Al igual que los primitivos, el hombre ilustrado, dentro de la luz y la razn del siglo XVIII, observ la sensibilidad de esta sierra que, como el au-tor polaco Jan Potocki, consider crisol de las tres religiones del mundo y sus misterios. Potocki eligi este mgico lugar para ambientar la primera parte de su obra Manuscrito encontrado en Zaragoza, publicada en San Petersburgo entre 1804 y 1805. Estructurada en jornadas y ambientada en el reinado de Felipe V, el protagonista, Alfonso van Worden, es un oficial de la guardia valona que atraviesa Despeaperros con direccin a Madrid para entrar como capitn del primer rey Borbn. Durante su camino, se topa con misteriosos personajes y surrealistas situaciones: gitanos, princesas moras, ladrones, en-demoniados, inquisidores, cabalistas, e incluso, Ahasverus, el judo errante; un cuadro de fantsticos personajes no muy alejados de la imagen que el ro-manticismo cre corno tpica de este lugar y de Espaa.

    Este mosaico de historias se desenvuelve en lugares conocidos como la Venta Quemada, la posada de los Alcornoques o las orillas del Guadal-quivir, todos en Sierra Morena. Pero es, sin lugar a dudas, la llegada de este aguerrido caballero a la corrompida Venta Quemada, el episodio que ms misterio, sensualidad y, por qu no, perversin, desprende conforme al lugar: el caballero es seducido por dos bellas princesas musulmanas que aseguran ser sus primas y a las que les rodean personajes estrafalarios: una ventera de

    DESPEAPERROS, ENTRE LA HISTORIA Y LA LITERATURA

  • 52 BICENTENARIO DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

    mala reputacin, un monje ermitao que predica el besuqueo redentor, un endemoniado y dos bandoleros serranos. Es la manera que tuvo Jan Potocki de confrontar dos modos diferentes de entender la vida terrena: el puritano y opresor de la Europa cristiana y el sensual y abierto de la Arabia musulmana; todo ello envuelto de la atmsfera mgica y romntica de Sierra Morena.

    Parte de esta novela fue magistralmente adaptada al teatro por el ge-nial dramaturgo Francisco Nieva, por la que recibi el Premio Nacional de Literatura Dramtica en 1992 y que, diez aos despus, llev a los escenarios con msica de su hermano Ignacio. Nieva conoci esta obra en Pars, cuando el dramaturgo se haba instalado all para ab