VANHOYE, A., Sacerdotes antiguos, sacerdote nuevo, según el Nuevo Testamento, Sígueme, Salamanca...

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sacerdotes antiguos, sacerdote nuevo según el nuevo testamento

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  • sacerdotes antiguos,sacerdote nuevosegn el nuevo testamento

  • 1. El sacerdocio antiguo en las primeras tradiciones cristianas .2. La realidad compleja del sacerdocio antiguo .3. El sacerdocio, cuestin espinosa para los primeros cristianos .

    JESUCRISTO, SACERDOTE NUEVO .

    4. Cristo ha sido hecho sumo sacerdote .5. Sacerdocio y autoridad divina .6. Sacerdocio y miseria humana .7. Un sumo sacerdote de un gnero nuevo .8. La accin sacerdotal decisiva .9. Un sacrificio eficaz .

    10. La iglesia de Cristo, organismo sacerdotal .11. Los cristianos, reyes y sacerdotes .

    Bibliografa .

    Siglas .

    ....9

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  • Al anunciar una confrontacin entre "sacerdotes antiguos" y"sacerdote nuevo", el ttulo de esta obra alude evidentemente a lasdiscusiones acaloradas que desde hace algunos aos provocan ten-siones y divisiones entre los cristianos. Son especialmente los adver-sarios de los "nuevos sacerdotes" y de la "nueva liturgia" los quems han suscitado el inters de la opinin pblica organizando ce-remonias tradicionalistas y llegando a veces hasta ocupar por lafuerza alguna que otra iglesia. En otro nivel, no tan llamativo, lacuestin del sacerdocio ha originado no pocas discusiones que estnan lejos de haberse cerrado. El vocabulario sacerdotal que la igle-sia catlica empleaba tranquilamente desde haca siglos ha chocadofrecuentemente con fuertes objeciones por variaspartes. Unos opi-nan que ya no tiene sentido hablar de sacerdocio en un mundosecularizado. Otros tienen la impresin de que, al insistir en el sa-cerdocio, la iglesia ha llevado a cabo un retorno injustificable a losaspectos ritualistas del antiguo testamento apartndose de estemodo del mensaje autntico del evangelio. Como la nocin de sa-cerdocio est ligada a la de sacrificio, las crticas virulentas que sehan opuesto recientemente a la concepcin sacrificial de la religinhan tenido la consecuencia directa de desvalorizar radicalmente elsacerdocio. Por otra parte, algunas enseanzas del ltimo conciliohan despertado o suscitado otros problemas. Poniendo de relievela doctrina del sacerdocio comn de todos los fieles, el Vaticano 11ha hecho tambalear la concepcin corriente que, de manera ms o

  • menos consciente, atribua al clero el monopolio del sacerdocio enla iglesia catlica, con 10 que algunos espritus han pasado entoncesde un exceso al otro. Si todos los fieles son sacerdotes en virtud de subautismo, no se ve ya -dicen ellos- qu es 10 que una ordenacin pue-de aadir en materia de sacerdocio a los que la reciben. Muchos sepreguntan si todava es posible hablar verdaderamente de ordenacin"sacerdotal" y de "sacerdocio" ministerial. No sera mejor decir sim-plemente "ordenacin al ministerio" y "ministerios ordenados"?

    A"spues, las cuestiones son diversas y espinosas. En este libro nose las trata en el plano de la actualidad ni en el de la teologa siste-mtica, sino -segn seala el mismo ttulo- "segn el nuevo testa-mento", es decir, haciendo la exgesis de los textos neotestamenta-rios que hablan de sacerdotes y de sacerdocio. Un estudio de estetipo, como es fcl de comprender, tiene una importancia fundamen-tal para los que no quieren contentarse con ideas apriorsticas o conimpresiones subjetivas. Antes de discutir sobre el lugar que hay queconceder en la fe y en la vida de la iglesia al sacerdocio y al sacrificio,conviene examinar de cerca qu es 10 que dicen en este sentido losescritos del nuevo testamento.

    A este propsito hay que sealar cuanto antes que para los cris-tianos del siglo 1 la cuestin del sacerdocio no se confunda con la delos ministerios en la iglesia. La evolucin ulterior del lenguaje cristia-no ha unido ntimamente estas dos nociones, pero no ocurra as alprincipio. Precisamente uno de los problemas que se plantean es elde discernir las razones de esta evolucin y el de discutir la validezde estas motivaciones.

    Sobre los ministerios en los primeros tiempos de la iglesia se hanpublicado ya varias obras serias y competentes. Una de las ms re-cientes y de mayor inters es El ministerio y los ministerios segn elnuevo testamento, Madrid 1975. Lejos de hacer superfluo un estu-dio sobre el sacerdocio, este libro sobre el ministerio manfesta msbien su utlidad, ya que termina constatando una ausencia: "En todaesta obra no se ha hablado prcticamente nada de los sacerdotes ymuy poco del sacerdocio. As pues, el tema est an por tratar. Esnecesario volver una vez ms al nuevo testamento para ver qu lugarocupa en l la realidad del sacerdocio y de qu manera se comprendeall al sacerdote. Los escritos del nuevo testamento hablan muchode los sacerdotes y del sacerdocio o, por el contrario, no hablan msque raras veces? Lo hacen con simpata, con indiferencia, con hos-tlidad? Se contentan con reflejar las ideas de la poca o elaboranuna concepcin nueva? Cmo se define esta concepcin? Todos es-tos puntos, especialmente los dos ltimos, exigen una investigacinconcreta y metdica.

  • Un primer inventario nos revela que el nuevo testamento contie-ne tres series de textos relativos al sacerdocio. En la primera serieno se utiliza el vocabulario sacerdotal ms que a propsito de lassacerdotes paganos. En la segunda serie, en la que todos los textosse agrupan dentro de un solo escrito, la carta a los Hebreos, seproclama sacerdote y sumo sacerdote con mucha insistencia al pro-pio Jesucristo, estableciendo una comparacin entre su sacerdocioy el sacerdocio antiguo. Finalmente, en algunos otros textos, queconstituyen una tercera serie, se les atribuye el sacerdocio a loscristianos.

    Esta distribucin sirve de plan general a esta obra, cuyos oncecaptulos se dividen entonces en tres grandes partes. La primeramuestra cmo se plante el problema del sacerdocio a los primeroscristianos. La catequesis evanglica, que suscitaba y alimentaba sufe, no trataba explcitamente esta cuestin, pero pona en escena alos sacerdotes y sumos sacerdotes judos mostrando el papel quehaban representado en el desarrollo de la existencia de Jess, unpapel de oposicin cada vez ms acentuada. Otra fuente de refle-xin se impona a la meditacin de los cristianos: el antiguo testa-mento; ste iba en una direccin distinta, ya que atestiguaba que enla vida del pueblo de Dios corresponda un lugar primordial a lasinstituciones cultuales centradas en el templo y particularmente enel sacerdocio. Entre estos dos componentes de la revelacin, 10 quese vislumbra en primer lugar era ms bien un desacuerdo que unaconcordancia armoniosa. No se encontraban entonces ante un ca-llejn sin salida? No cabe duda que las dificultades eran serias,pero progresivamente fueron apareciendo ciertos elementos de so-lucin, a medida que se profundizaba en ciertos datos del antiguotestamento, en algunos aspectos del misterio de Jess y en variasrealidades de la vida cristiana.

    Finalmente, los cristianos llegaron a un descubrimiento que seimpuso con toda la fuerza irresistible de la luz: en la persona mismade Jesucristo era donde el sacerdocio antiguo haba encontrado yasu cumplimiento. Ya no era necesario acudir a buscar en otra parte.Esta conviccin triunfal, que resuena en la epstola a los Hebreos yque se ve all apoyada en toda una demostracin en regla, ofrece lamateria para la segunda parte de esta obra, la ms importante comoes lgico. Jesucristo es sumo sacerdote. Ofreci un verdadero sacri-ficio. Cmo acoger unas formulaciones de este gnero? ('Habrque discutirlas con aspereza por el hecho de que expresan una"lectura sacrificial de la pasin ", denunciando en ellas, con RenGirard, "el equvoco ms paradjico y ms colosal de toda la histo-ria"? Antes de dar un juicio semejante, conviene segn las reglas

  • del buen mtodo analizar atentaiiente los propios textos y dejarseinstruir por ellos, en vez de proyectar demasiado pronto sobre losmismos nuestras ideas preconcebidas. Y entonces se percibe que,iluminado por el misterio de Cristo, el autor de la epstola a losHebreos ha purificado de sus elementos negativos o defectuososlos trminos que empleaba y les ha conferido una nueva plenitudde sentido. Su concepcin del sacerdocio y del sacrificio no puedeni mucho menos reducirse a los esquemas antiguos. Los transformaprofundamente y los hace estallar en pedazos, abrindolos a toda lariqueza humana y espiritual de la existencia de Cristo. Por esta raznarroja una luz viva sobre la existencia de los hombres en su realidadconcreta, tanto si se trata de sus relaciones personales con Dioscomo si se piensa en su solidaridad mutua. Lejos de constituir unaregresin deplorable, la proclamacin del sacerdocio de Cristo ma-nifiesta un progreso de la fe e imprime un nuevo impulso a la vidacristiana. Al expresar de una forma ms clara las significacionesprofundas de la intervencin de Cristo, favorece al mismo tiempoel despliegue del dinamismo vital que de all se deriva. Cristo sumosacerdote orienta los caminos de los hombres hacia la luz de Dios;slo l puede liberar la existencia humana y darle todas sus autnti-cas dimensiones.

    Cuando pone de manifiesto la transformacin cristiana de laexistencia, la epstola a los Hebreos no dice que los creyentes seanhechos sacerdotes. Este ttulo 10 reserva slo para Cristo. Pero hayotros dos escritos del nuevo testamento, la primera carta de Pedroy el Apocalipsis, que atribuyen a los cristianos la dignidad sacerdo-tal. De esta forma expresan sobre la realidad del sacerdocio otropunto de vista, al que consagramos la tercera y ltima parte de estaobra. Tambin aqu hay que establecer un discernimiento entre va-rias interpretaciones completamente divergentes. Hemos de com-prender que cada uno de los creyentes se convierte individualmenteen sacerdote y goza de una especie de autarqua religiosa? O, porel contrario, que el sacerdocio es ejercido comunitariamente portoda la iglesia, gracias a su constitucin de pueblo sacerdotal? Esexacto, como ha sostenido un artculo reciente, que "la significanciade este vocabulario (sacerdotal) es negativa", dado que el fin que.sepretende es solamente el de prohibir las distinciones entre los cris-tianos a nivel del sacerdocio? O hay que reconocer que no apareceni mucho menos en los textos una intencin negativa y que stosintentan solamente dar una visin positiva del ideal cristiano? Parapoder decidir entre las tesis opuestas o plantear de otro modo estedilema para deshacerse de l, es imprescindible un trabajo de pri-mera mano sobre los textos discutidos.

  • Este es el resultado del trabajo que hemos realizado. El mtodoque hemos seguido es el de la investigacin exegtica. Por tanto, nopartimos de definiciones a priori ni de posiciones establecidas deantemano. Tampoco pretendemos tratar todas las cuestiones. Peronos ponemos a la escucha del nuevo testamento y nos dejamos guiarpor sus textos hacia un descubrimiento progresivo del sentido pro-fundo del sacerdocio 1. En vez de proponer directamente unas solu-ciones a los diversos problemas del momento, este libro invita msbien a una reflexin de conjunto, que podra tener como conse-cuencia un cambio en la misma forma de plantear los problemas.

    Pontificio Instituto Bblico - Roma

    1. El lector que siga estando intrigado, tras leer el ttulo, por el empleo delsingular en "sacerdote nuevo", encontrar la explicacin en la segunda parte: "Jesu-cristo, sacerdote nuevo".

  • El sacerdocio antiguo en lasprimeras tradiciones cristianas

    La manera ms elemental de abordar la cuestin del sacerdocioen el nuevo testamento consiste sin duda en recorrer los evangelios,observando cmo las tradiciones en ellos referidas se expresan apropsito de los sacerdotes. As es posible situarse poco a poco enlas perspectivas de los primeros cristianos, que se dejaban formarpor dichas tradiciones y contribuan a fijadas y a transmitidas. Nose trata aqu de pasar los evangelios por la criba de la crtica hist-rica, sino simplemente de recoger su testimonio para comprendermejor, sobre un punto concreto, la situacin de la iglesia en lostiempos apostlicos. Las constataciones posibles no van todas en lamisma direccin. Su misma diversidad es instructiva.

    1. Los sacerdotes en los evangelios

    En los evangelios, la palabra "sacerdote" (iJiereus) nunca seaplica ni a Jess ni a sus discpulos, sino que designa siempre a lossacerdotes judos. A los que se les presenta bajo luces bastante dis-tintas segn los casos.

    El primer personaje que aparece en el evangelio de Lucas es unsacerdote, Zacaras, y Lucas le muestra en el ejercicio de sus funcio-

  • nes. La descripcin es insistte. Luc~s evoca la organizacin delsacerdocio judo, su divisin en cierto nmero de "grupos" querealizaban su servicio por turno: 1

    Zacaras, en e! turno de su grupo, realizaba las funciones sacerdotalesante Dios; le toc en suerte, segn el uso de! servicio sacerdotal, entraren e! santuario del Seor para quemar e! incienso. 2 Lc 1, 8-9

    La narracin muestra a las claras el privilegio del sacerdote y lasituacin diferente del pueblo. El sacerdote est autorizado a "en-trar en el santuario del Seor" para realizar las ceremonias del cul-to; la multitud de los fieles en cambio debe permanecer "fuera" ypuede solamente "orar" (1, 10). Cuando sucede que el sacerdote seretrasa de manera desacostumbrada en el santuario, nadie puede ira ver qu pasa all; debe resignarse a permanecer fuera y tenerpaciencia (1,21).

    En toda la descripcin, no asoma la menor intencin crticacontra la institucin sacerdotal. Al contrario, Lucas reconoce quelos sacerdotes judos ejercen sus funciones "ante Dios" y aduce quela ceremonia litrgica fue la ocasin de una manifestacin divina: alsacerdote Zacaras, "se le apareci un ngel del Seor, de pie a laderecha del altar del incienso"; Zacaras "tuvo una visin en el san-tuario" (1, 11-22). Todo en el sentido de una apreciacin positiva delculto celebrado por los sacerdotes judos en el templo de Jerusaln.

    Sin embargo, el episodio que viene a continuacin -el de laanunciacin a Mara- impide otorgar al culto del templo un valor ex-clusivo para la relacin con Dios. Este segundo episodio, en efecto,no se sita en un lugar consagrado, sino en una aldea ignorada, es-cogida para una manifestacin divina mucho ms importante que laprimera. En ella el ngel no se dirige a un sacerdote, sino a una sim-ple joven, y sta se muestra ms dispuesta que el sacerdote a acogerla palabra de Dios (comprese 1,45 con 1,20).

    En el resto del evangelio de la infancia, ya no se menciona a lossacerdotes. Su intervencin seguramente se da por supuesta en lapresentacin del nio Jess en el templo de Jerusaln, porque seofrece un sacrificio y la ley precisa que es "al sacerdote" a quien seentregan las trtolas o pichones que se ofrecen. 3

    1. Cf. 1 Crn 24, 7-18; 28, 13.21; 2 Crn 31, 2.2. Este texto est lleno de trminos especficos del vocabulario sacerdotal y ri-

    tual: hiereus (sacerdote), hierateia (funcin del sacerdote), hierateuein (ejercer las fun-ciones de sacerdote) y, por otra parte, naos (santuario), tbymiazein (quemar el incien-so), thymiama (ofrenda del incienso), thysasterion (altar).

    3. Lc 2,24; d. Lev 12, 8; Nm 6, 10.

  • Pero la narraClOn evanglica prescinde de esta preClSlOn. Ninombra a los sacerdotes cuando hallan a Jess adolescente en el .templo. Cabe preguntarse si los "maestros" en medio de los cualesse hallaba Jess no seran sacerdotes judos. Segn Malaquas, "loslabios del sacerdote guardan la ciencia, y la ley se busca en suhoca" 4. En tiempo de Jess, sin embargo, parece que los sacerdoteshaban renunciado a esta parte de su tarea. El evangelio, en todocaso, no ofrece ningn indicio al respecto.

    A lo largo de la vida pblica de Jess, no se menciona mucho alos sacerdotes. El cuarto evangelio habla de ellos una sola vez, yantes de que Jess entre en escena. Se trata de la comisin investiga-dora enviada por las autoridades para informarse de la postura deJuan. "Los judos enviaron desde Jerusaln sacerdotes y levitas apreguntarle: 'Quin eres t?'" (Jn 1, 19). La predicacin de JuanBautista caa en el dominio de las relaciones con Dios. Era normalque fuesen designados sacerdotes para verificar su conformidad conla religin tradicional. Juan Bautista invitaba a los oyentes a hacersebautizar. En cuanto rito de purificacin, el bautismo caa bajo lacompetencia de los sacerdotes judos, encargados de controlar lapureza ritual. Nada tiene de extrao orles preguntar: "Por qubautizas?" (Jn 1,25). El evangelista refiere las respuestas del bautis-ta, porque constituyen un anuncio de la llegada de Cristo, pero nose interesa por la reaccin de los sacerdotes. En su narracin, lonico que pretende es suscitar el testimonio de Juan, que orienta laatencin de todos hacia "el que viene detrs de l", Jess (1, 29-30).

    En los tres primeros evangelios, Jess mismo habla a veces delos sacerdotes. La tradicin comn a los sinpticos contiene dostextos en los que les nombra. La primera vez, para ordenar a unleproso curado que vaya a mostrarse al sacerdote y haga una ofren-da ritual.

    Le dijo: mira, no digas nada a nadie, sino vete, mustrate al sacerdote yhaz por tu purificacin la ofrenda que prescribi Moiss para que lessirva de testimonio. Mc 1, 44

    Jess empuja as al leproso a cumplir la ley juda, que encargabaa los sacerdotes del control sanitario de los leprosos (Lev 13-14).

    4. Mal 2, 7. La palabra griega utilizada en Lc 2,46 es didaskalos: "enseante","maestro". En los evangelios, este ttulo habitualmente est reservado a Jess. Conlas excepciones de Lc 2,46; 3, 12 (Juan Bautista); Jn 3, 10 (Nicodemo).

  • T al atribucin, que resulta hoy extraa, se fundaba en la idea quese tena entonces de la lepra: era considerada ms como una impu-reza que como una enfermedad. A este propsito no se hablaba decuracin, sino de "purificacin" 5. Al ser impuros, los leprosos nopodan participar en las celebraciones religiosas, para las que serequera la pureza ritual. Encargado de celebrar el culto, el sacerdo-te deba cerciorarse de la pureza ritual de los participantes y contro-lar en particular la eventual curacin de los leprosos.

    En el episodio evanglico, Jess reconoce esta competencia delsacerdote judo y le concede su lugar en las ofrendas rituales pres-critas por la ley, ofrendas que pasaban por las manos del sacerdote.Sin embargo la actitud de Jess no es de simple sumisin: tocandoal leproso, Jess ha infringido exteriormente la ley de la pureza,que prohiba tal contacto, pero al mismo tiempo ha cumplido laintencin de esta ley porque, con ese gesto, ha devuelto la purezaal leproso. Con lo cual, Jess se ha mostrado superior a la ley, queera incapaz de remediar la lepra, y superior al sacerdote, cuyo papelse limitaba a constatar el estado del leproso.

    Adems de este episodio comn a los tres sinpticos, Lucascuenta otro, distinto en ms de un aspecto, pero que comporta unmandamiento semejante y permite deducciones interesantes. A losdiez leprosos que imploran su piedad, Jess les ordena: "Presentaosal sacerdote". Los leprosos le obedecen y he aqu que mientrasiban quedaron "purificados" 6. Aqu la sumisin de Jess a la leyprimero aparece mayor: no toca a los leprosos, sino que les envainmeditamente bajo la competencia de los sacerdotes. Sin embar-go, la continuacin de la narracin invierte la perspectiva porquevalora la actitud de un leproso curado que al darse cuenta de sucuracin vuelve sobre sus pasos para glorificar a Dios y dar graciasa Jess. Una frase de Jess subraya que convena efectivamentevolver hacia l para dar gloria a Dios. De nuevo, Jess se revelasuperior al sacerdote no slo para devolver la pureza sino tambinpara poner en relacin con Dios. Mientras que el camino normalpara dar gloria a Dios consista ordinariamente en dirigirse al sacer-dote, en el caso presente consiste en volver hacia Jess.

    El segundo texto de la tradicin comn en la que Jes's hablade los sacerdotes se sita en una controversia. A los fariseos que

    5. Donde el texto griego dice "purificarme", "seas purificado" y "purifica-cin", algunas traducciones modernas ponen "curarme", "seas curado" y "curacin",impidiendo as al lector descubrir la lgica interna de la narracin. La TB ha evita-do esta infidelidad.

    6 Lc 17, 12-14.

  • criticaban a los discpulos por no respetar perfectamente el sbado,Jess les responde recordando el ejemplo de David. Este, empujadoun da por el hambre, "entr en la casa de Dios, en tiempos delsumo sacerdote Abiatar, y comi los panes de la proposicin, queslo a los sacerdotes es lcito comer" 7 . Jess usa el episodio referidoen 1 Sam 21, 2-7 para mostrar que los preceptos, o ms bien lasprohibiciones, que se refieren al culto ritual no tienen valor absolu-to. La misma Escritura atestigua que en ciertas circunstancias esposible transgredirlas. Los privilegios de los sacerdotes judos noson inviolables.

    A esta frase, el evangelio de Mateo aade inmediatamente otra,ms significativa an. Jess apoya su argumentacin: "Tampocohabis ledo en la ley que en da de sbado los sacerdotes en eltemplo profanan el sbado sin incurrir en culpa?" (Mt 12, 5). Laalusin se refiere al parecer a la de los sacerdotes en el templo delos sbados, actividad que no coincide con la prohibicin de cual-quier trabajo en dicho da. El Levtico, por ejemplo, ordena llevarlos panes de la proposicin al santuario precisamente los sbados(Lev 24, 8) y el libro de los Nmeros no solamente no pide que sesuspendan los trabajos exigidos para la ofrenda de los sacrificios ri-tuales, sino que prescribe sacrificios suplementarios (Nm 28,9-10).

    La frase del evangelio toma pie en tales hechos innegables paraexpresar una anttesis extremadamente profunda. Sostiene que lossacerdotes, personas sagradas (hiereis), en el templo, lugar sagrado(hieran), "profanan", es decir violan el carcter sagrado del sbado,tiempo sagrado. Sera difcil encontrar trminos ms vigorosos. Ytodo esto se hace conforme a la ley y por tanto no constituye una fal-ta. Hablando as, el evangelio relativiza el valor de lo "sagrado", alservicio del cual estn los sacerdotes, o, para decirlo mejor, rechazala nocin tradicional de "sagrado", porque lo "sagrado" se presentanormalmente como una realidad absolutamente inviolable, por elmotivo que sea. La argumentacin es habilsima, porque se basa enlo que hacen los mismos sacerdotes por obediencia a la ley litrgica.

    Para terminar la controversia, el evangelio cita la declaracin di-vina proclamada por el profeta Oseas: "Misericordia quiero, que nosacrificio" (Os 6, 6). La palabra "sacrificio" se refiere a las inmola-ciones rituales practicadas por los sacerdotes en el templo. A ese cul-to sagrado, Dios prefiere los actos de misericordia; a una religinformalista, una actitud de apertura a las personas. Hay ah una op-cin evanglica fundamental, de la que sin embargo se puede recor-

  • dar que no es totalmente nu't"li, puesto que se sita explcitamenteen la prolongacin de la predicacin de los profetas.

    Slo otro texto, en los evangelios, pone en escena a un sacerdo-te: la parbola del buen samaritano. Esta tradicin propia de Lucas(lO, 30-37) ciertamente no deja en muy buen lugar al sacerdote,que casualmente pasa por el camino y al ver tendido al hombreherido se desinteresa completamente de l. Su actitud contrasta conla del samaritano que se deja enternecer, se acerca y le socorre.Ninguna reflexin polmica viene a subrayar la oposicin, pero laorientacin del texto es suficientemente clara y corresponde conexactitud alo que se constat en Mateo: el samaritano ha "practica-do la misericordia", el sacerdote no. Los comentaristas observanque la actitud del sacerdote vena dictada sin duda por el cuidadode obedecer a la ley de la pureza, que le prescriba no tocar unhombre muerto, excepto si se trataba de un pariente cercano (Lev21, 1-2). Jess rechaza implcitamente detenerse ante tales limitacio-nes e invita a que cada uno se aproxime a quien le necesite. Laspreocupaciones rituales de los sacerdotes han de dejar paso al dina-mismo del amor generoso. Es tambin lo que reconoce un escribaen el evangelio de Marcos, sin nombrar sin embargo a los sacerdo-tes. Expresando su adhesin a una respuesta de Jess, declara queefectivamente amar a Dios con todo el corazn y amar al prjimocomo a s mismo "vale ms que todos los holocaustos y sacrificios"(Me 12,33).

    La primera etapa de la bsqueda concluye con una doble cons-tatacin: por una parte, los evangelios reconocen las atribucionesde los sacerdotes judos y no manifiestan una oposicin sistemticahacia ellos; por otra, relativizan su papel, rechazando el dar al cultoritual una importancia primordial. En su predicacin y en su con-ducta, Jess insiste ms en otros puntos.

    2. Los sumos sacerdotes en los evangelios

    Los evangelios no hablan slo de sacerdotes (hiereis), sino tam-bin -y mucho ms frecuentemente- de sumos sacerdotes (archie-reis) 8. Que eran los personajes ms representativos de la clase sa-cerdotal. El ttulo de sumo sacerdote se lee a veces en singular, "el

    8. Hiereus slo aparece 11 veces en los evangelios (Mt: 3; Mc: 2; Le: 5; Jn: 1).Archiereus se emplea 83 veces (Mt: 25; Me: 22; Le: 15; Jn: 21).

  • sumo sacerdote" sin otra precisin; otras veces en plural, sin otraexplicacin. Esos diversos empleos reflejan una situacin que esconocida y que conviene recordar brevemente, antes de considerarlos textos evanglicos.

    En singular, el ttulo designa al personaje situado en la cspidede la jerarqua sacerdotal, sucesor de Aarn, pero tambin a lossacerdotes-reyes que haban ejercido el poder en Judea despus dela victoria de los Macabeos. De hecho, slo en la poca de losMacabeos fue cuando el ttulo de al'chiereus se introdujo en el voca-bulario religioso de los judos. Un rey de Antioqua lo confiri en-tonces a uno de los hermanos de Judas (l Mac 10,20). A continua-cin se sigui6 utilizando y reconociendo al sumo sacerdote una au-toridad poltica as como religiosa.

    El plural- "sumos sacerdotes" nunca se emple en el antiguotestamento, pero el historiador Josefo lo emplea comunmente enel siglo 1 de nuestra era, igual que los evangelios. Ningn textoantiguo especifica su significado preciso entre los judos. El contex-to en el que se emplea muestra que designara lo que nosotrosllamaramos "las autoridades religiosas". Estas comprendan -ade-ms del sumo sacerdote propiamente dicho y, eventualmente, suspredecesores todava vivos- el preboste del templo, sumo sacerdotesegundo, el jefe de la clase sacerdotal que se encargaba del serviciolitrgico, los comandantes del servicio del orden en el templo y,finalmente, los tesoreros del templo. En el siglo 1, la mayora deestos cargos de autoridad los acaparaban, parece, cuatro familiasque formaban la aristocracia sacerdotal de Jerusaln. 9

    Si se examina la tradicin comn a los tres sinpticos, hay queavanzar mucho en los textos para encontrar una primera mencinde los sumos sacerdotes, pero el contexto es entonces ms significa-tivo; se trata del primer anuncio de la pasin. Despus de haberprovocado, en Cesarea de Filipo, la profesin de fe de Pedro, "co-menz Jess a manifestar a sus discpulos que l deba ir a Jerusalny sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y losescribas, y ser condenado a muerte y resucitar al tercer da" 10.

    9. Para ms amplia informacin, d. J. Jeremias, Jerusaln en tiempos de Jess,Madrid 1977 en TWNT, los artculo liiereus (1. III, 1938, G. Schrenk, 270-272), ysyndrion (t. VII, 1964, E. Loshe, 862).

    10. Mt 16,21; d. Mc 8, 31; Lc 9, 22. En las tradiciones propias de cada uno delos sinpticos, el titulo de sumo sacerdote slo aparece una vez antes de esta primeramencin en comn. En Mc 2, 26 Y Lc 3, 2, se trata simplemente de una precisincronolgica. En Mt 2, 4-6, evangelio de la infancia, los sumos sacerdotes aparecenuna vez en compaa de los escribas, como conocedores de las Escrituras.

  • Adems del verbo "sufrir", Marcos y Lucas aaden "ser reproba-do", aludiendo a la frase del Salmo 118 citada ms adelante en losevangelios: "La piedra que los constructores desecharon en piedraangular se ha convertido". 11

    El texto del anuncio de la pasin es evidentemente de granimportancia en el desarrollo de la narracin evanglica. Suscita mu-chas observaciones; la ms impresionante es que los sumos sacerdo-tes aparecen presentados como responsables de los sufrimientos deJess. Deber "padecer (en griego pathein, de donde viene la pala-bra pasin, pathema) mucho de parte de los sumos sacerdotes". Esa propsito de la pasin como los sumos sacerdotes entran en laperspectiva evanglica. Tras este primer anuncio de los sufrimientosde Cristo, su nombre reaparecer muy frecuentemente en los evan-gelios sinptico s y siempre en relacin con la pasin. Se le encontra-r de nuevo en el tercer anuncio de la pasin, despus en un inte-rrogatorio que anticipa el proceso de Jess, finalmente en una tenta-tiva de arresto, en la conspiracin contra Jess y en el trato hechocon Judas 12. En la narracin de la pasin, los sumos sacerdotesaparecen mencionados no menos de quince veces en Mateo y enMarcos. Ms irnico, Lucas se contenta con nombrarles ocho veces.Entre los sumos sacerdotes y Jess, los evangelios muestran puesuna oposicin muy fuerte, un conflicto irreductible.

    Segunda observacin: en este conflicto los sumos sacerdotes sepresentan ms bien como autoridad (arch) que como sacerdotes(hireis). El anuncio de la pasin no los designa aparte, sino quelos pone en medio de los otros dos grupos que formaban con ellosel sanedrn: es el sanedrn el que de forma unnime, "ancianos (prs-bytrOl), sumos sacerdotes (archireis) y escribas (grammatis)", elque someter a Jess al sufrimiento. El verbo" desechar", que aa-den Marcos y Lucas, acenta el aspecto de aUtoridad. Mediante unjuicio oficial, los "constructores" decidirn que Jess es una piedrade desecho, que no sirve para la construccin de la casa de Dios.

    La perspectiva de oposicin que se expresa en el primer anun-cio de la pasin aparece de forma regular en las otras pginas delevangelio que ponen en escena a los "sumos sacerdotes". Se lesnombra varias veces en compaa de los otros dos grupos del sane-drn 13. En otras ocasiones encontramos solamente a los sumos

    11. Sal 118, 22: ef. Mt 21,42; Me 12, lO: Le 20, 17.12. Para los diversos episodios, comunes a los tres sinptieos, d. Mt 20, 18: 21,

    23: 21, 45: 26, 3: 26, 14 Ypar.13. En Mt 27, 41; Me 11,27: 14,43.53: 15, 1; Le 20, 1 (22, 66).

  • sacerdotes y los escribas o a los sumos sacerdotes y los ancianos 14.Es muy raro que se mencione a los otros dos grupos sin los sumossacerdotes (Mt 26, 57). La regla general es que se les nombre y se'les ponga en evidencia a estos ltimos: casi siempre figuran en pri-mera posicin. Finalmente, se les nombra en algunos casos sin losotros. 15

    La presencia de los sumos sacerdotes en la primera fila de losdirigentes de la nacin juda manifiesta seguramente que para stala autoridad no se situaba solamente en el nivel poltico, sino demanera indisoluble en el nivel poltico y en el religioso. El hecho deque en el relato de la pasin se nombre algunas veces a los sumossacerdotes sin los otros miembros del sanedrn tiende a acentuar suparte de responsabilidad y a subrayar la dimensin religiosa delproceso de Jess.

    As es como Mateo y Marcos mencionan solos a los sumos sa-cerdotes en el episodio que abre la puerta a la pasin: la traicin deJudas. Judas va en busca de los sumos sacerdotes y les propone suinnoble trato: "Qu me queris dar, y yo os lo entregar?" (Mt 26,14). Ellos se apresura-n a aceptar. Por tanto, su papel es decisivopara el arresto de Jess. En el pasaje paralelo Lucas aade a "losjefes de la guardia" (stratego), pero esto en realidd no nos alejadel ambiente sacerdotal, ya que la guardia del templo estaba confia-da a los sacerdotes ya los levitas.

    Despus del proceso judo, que se lleva a cabo ante el sanedrnentero, Mateo refiere un episodio que marca la conclusin siniestradel asunto de la traicin (Mt 27,3-10); aqu son de nuevo los sumossacerdotes los que ocupan el prosceniq. Es verdad que se nombraantes a los "ancianos" al mismo tiempo que a ellos, pero cuandoJudas arroja sus monedas de plata por el suelo, el relato no hablaya ms que de los sumos sacerdotes. Ellos recogen el dinero y deci-den lo que hay que hacer con l. Esta indicacin corresponde a lalgica de la situacin, ya que el relato seala que Judas haba tiradoel dinero "en el santuario" (naos), es decir, no simplemente en losatrios o en los prticos del templo (nron) adonde todos los fielestenan acceso, sino en el edificio sagrado adonde slo podan entrar

    14. "Sumos sacerdotes y escribas": Mt 2, 4; 20, 18; 21, 15; Mc 10,33; 11, 18;14, 1; 15,31; Lc 19,47; 20, 19; 22, 2; 23, 10. En Lc 20, 19 se nombra a los escribasen primer lugar. "Sumos sacerdotes y ancianos": Mt 21,23; 26, 3.47; 27, 1.3.12.20;(28, 12).

    15. "Sumos sacerdotes": Mt 26, 14; 27,6; 28, 11; Mc 14, 10; 15,3.10.11; Lc 23,4; Jn 12, 10; 18,35; 19, 15.21. A veces se nombra solos a los escribas en la primerapatte de los sinpticos; lo mismo ocurre con los ancianos.

  • los sacerdotes. El gesto de JudaS no carece de significado: estableceun vnculo entre el santuario de la antigua alianza y el dinero de latraicin, un vnculo lgico ya que el dinero se lo haban dado aJudas los sumos sacerdotes, guardianes del santuario. Otros textosdel evangelio van en este mismo sentido; afirman una relacin entreel santuario hecho por manos del hombre y la pasin de Cristo. Sinembargo, los sumos sacerdotes no quieren ver esta relacin. Se nie-gan a poner el dinero de la traicin en el tesoro del templo (27,6-7) y lo utilizan para comprar un campo, haciendo de este modoque su crimen se inscriba en la tierra de Israel.

    En su proceso ante Pilato, varios textos del evangelio atraen laatencin sobre el papel que entonces representaron los sumos sa-cerdotes. Son ellos los que acumulan acusaciones contra Jess. Mar-cos slo los nombra a ellos, Mateo les asocia a los "ancianos" yLucas a "la gente" 16. Volvemos a encontrarlos ante Herodes, apo-yados esta vez por los escribas (Lc 23, 10). Segn Marcos, mspreciso esta vez que Mateo, Pilato se dio cuenta de que "los sumossacerdotes le haban entregado por envidia". Cuando Pilato propo-ne la liberacin del "rey de los judos", son los "sumos sacerdotes"los que "incitaron a la gente a que dijeran que les soltase ms biena Barrabs" (Mc 15, 9-11). Mateo les asocia una vez ms a losancianos (Mt 27, 20). Una vez obtenida la sentencia, encontramosde nuevo a los sumos sacerdotes en el Calvario para burlarse delcrucificado. La muerte misma de Jess no les hace soltar presa; sepreocupan de mantenerlo bien guardado en el sepulcro "sellandola piedra-y poniendo una guardia". Se esforzarn en sofocar ademscon falsos rumores el anuncio de la resurreccin 17. Como vemos,la tradicin evanglica ha registrado la oposicin implacable quedemostraron las autoridades sacerdotales contra Jess.

    Para completar el cuadro, hemos de considerar los casos en quela tradicin evanglica habla del sumo sacerdote en singular. Enesos textos no se le ve nunca presidiendo las celebraciones del cul-to, sino que se trata siempre de sus funciones de autoridad. Laposicin de autoridad del sumo sacerdote aparece primeramenteen el relato de Mateo sobre las medidas tomadas en contra de Jess;efectivamente, es "en el palacio del sumo sacerdote" donde se re-nen los miembros del sanedrn unos das antes de la pascua a fin dediscurrir los medios para "apoderarse de Jess con engao y darle

    16. Mc 15, 3; Mt 27, 12; Lc 23,48.17. Mc 15, 31; Mt 27,41.66; 28,11-15.

  • muerte" (Mt 26, 3). Es tambin en el palacio del sumo sacerdotedonde Mateo y Marcos sitan la escena de la sesin nocturna delsanedrn. 18 .

    La actitud que toma el sumo sacerdote en el curso de esta sesinconfirma y agrava las observaciones ya hechas sobre las relacionesentre el sacerdocio judo y Jess. Es l visiblemente el que dirigetodo el desarrollo del proceso. Se levanta despus de las deposicio-nes de los testigos y procede personalmente al interrogatorio.

    La oposicin alcanza entonces su paroxismo. El sumo sacerdotese planta ante Jess como un juez. Ms que los otros sinpticos,Mateo subraya la solemnidad dramtica de esta confrontacin. Elsumo sacerdote apela al poder del "Dios vivo" para conjurar a Jessa que responda. Jess se enfrenta con firmeza a esta. orden; observaque las mismas palabras del sumo sacerdote han expresado su dig-nidad de Hijo de Dios y predice la manifestacin decisiva de estadignidad. La oposicin se hace entonces total; el sumo sacerdotedesgarra sus vestiduras, grita contra la blasfemia y provoca la con-denacin. 19

    La escena no se desarrolla en un contexto de celebracin cul-tual, sino en un contexto de ejercicio del poder. El sumo sacerdoteno se encuentra en el templo, sino rodeado de los miembros delsanedrn. Sus atribuciones no son cultua1es, sino jurdicas: escuchara los testigos, interrogar, juzgar.

    Sin embargo, los elementos que recoge la tradicifl evanglicahacen aparecer una fusin de ambas perspectivas. El interrogatoriopodra haber recado sobre delitos polticos: intento de sublevacin,complot para hacerse con el poder. Pero de hecho se centra en lacuestin mesinica: "Te conjuro por Dios vivo a que nos digas si teres el Cristo" 20. Pues bien, para los judos, la dignidad de Mesaso de Cristo se situaba en un nivel religioso ms an que poltico.Por tanto, no hay que extraarse de ver al slimo sacerdote subra-yando el aspecto religioso, es decir, la relacin privilegiada del Me-sas con Dios. Y solamente este aspecto es el que se tendr final-mente en cuenta para la acusacin y la condenacin: Jess es reco-nocido como "blasfemo"; ste es el captulo de acusacin que, enla perspectiva de las autoridades judas, llevaba consigo la muerte 21.

    18. Mt 26, 57; Mc 14, 53; cf. Lc 22, 54.19. Mt 26, 63-66;Mc 14, 61-64.20. Mt 26, 63; Mc 14, 61; Lc 22,67.21. Mt 26,65; Mc 14,64.

  • El sumo sacerdote y el sanedrin""no se sitan como mantenedoresdel orden pblico, sino como defensores de la ley de Dios.

    El testimonio del cuarto evangelio no difiere mucho del de lossinpticos en el punto que nos interesa. Lo mismo que los sinpti-cos, Juan atestigua la actitud de oposicin que asumen los sumossacerdotes contra Jess. La diferencia est en que dicha actitud semanifiesta mucho antes, bastante tiempo antes de la semana de lapasin. En efecto, Juan nos dice que durante una fiesta de los taber-nculos, preocupados por el xito de Jess, "los sumos sacerdotesy los fariseos enviaron guardias para detener a Jess" (]n 7, 33). Elintento fracas aquella vez (]n 7, 45-46). La diferencia cronolgicarespecto a los sinpticos se debe al hecho de que el cuarto evangeliono sigue la disposicin esquemtica adoptada por aquellos. Los si-n'pticos no hablan ms que de una sola subida de Jess a Jerusalny la sitan inmediatamente antes de los acontecimientos de la sema-na santa. Juan, por el contrario, habla de varias subidas, lo cual lepermite sealar que la hostilidad de los sumos sacerdotes contraJess haba comenzado ya antes.

    El conflicto se agudiza al acercarse la ltima pascua. Los sumossacerdotes y los fariseos se ponen entonces de acuerdo a fin desolucionar el peligro que supone Jess. Deciden su muerte 22. Dehecho, toman parte activa en el arresto de Jess: el grupo guiadopor Judas para prender a Jess estaba formado por los "guardiasenviados por los sumos sacerdotes y fariseos" (]n 18, 3).

    En todos estos textos se advierte una particularidad de la tradi-cin joni~a: los sumos sacerdotes estn casi siempre asociados alos fariseos 23. En los sinptico s, como hemos visto, la agrupacines distinta: los sumos sacerdotes estn asociados a los otros miem-bros del sanedrn, a los escribas y ancianos, dos categoras que latradicin jonica ignora por completo 24. La asociacin de los sumossacerdotes con los fariseos hace resaltar ms su oposicin a Jess,ya que la tradicin evanglica presenta a los fariseos como enemigosencarnizados de Jess.

    Sin embargo, despus del arresto de Jess, ya no menciona elevangelista a los fariseos, de manera que los sumos sacerdotes se

    22. Jn 11,47-53.57.23. En los sinpticos la asociacin "sumos sacerdotes y fariseos" solamente se

    encuentra en Mt 21, 45 Y27, 72.24. La palabra "escriba" (grammateus) no figura en el cuarto evangelio, a no ser

    en 8, 3, en el pasaje sobre la mujer adltera, que no pertenece a la tradicin jonica.Tampoco se lee la palabra "anciano" (prsbytros) ms que en Jn 8, 9, en dondetiene por otra parte el sentido no tcnico de "mayor de edad".

  • quedan como los nicos protagonistas del combate contra Jess.Desempean un papel decisivo en el proceso romano. El propioPilato subraya el hecho en una declaracin dirigida a Jess: "Tupueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a m. Qu hashecho?" (Jn 18,35). Cuando a continuacin Pilato intenta disculparal prisionero, son los sumos sacerdotes los que con sus criados seponen a gritar: "Fuera, fuera! Crucifcale!". y cuando Pilato lesreplica: "A vuestro rey vaya crucificar?", son ellos los que contes-tan: "No tenemos ms rey que el Csar" y los que consiguen quese les entregue a Jess para ser crucificado. Una vez crucificadoJess, son ellos de nuevo los que se preocupan de reclamar unarectificacin del motivo de condenacin clavado en lo alto de lacruz 25. As pues, la hostilidad de los sumos sacerdotes contra Jessadquiere un relieve particular en el cuarto evangelio.

    En este contexto Juan no deja de resaltar tambin la posicinque toma el representante ms calificado del grupo, el sumo sacer-dote en singular. Durante la deliberacin que acab con la decisinde matar a Jess, el evangelista nos refiere que fue "Caifs, el sumosacerdote de aquel ao", el que promovi esta decisin diciendo asus colegas:

    Vosotros no sabis nada, ni cais en cuenta que es mejor que muera unosolo por el pueblo y no que perezca toda la nacin (Tn 11, 49-50)

    Estas palabras cnicas zanjaron la discusin. Su formulacinpone de manifiesto la parte preponderante que correspondi alsumo sacerdote en el complot contra Jess. Los dems "no sabennada". Es l el que seala la direccin que hay que tomar. Dapruebas de un realismo poltico desnudo de toda clase de escrpu-los. Su responsabilidad resulta aplastante. En el relato que siguehabr algunos detalles que nos lo recuerden: cuando es arrestado.Jess, Juan seala de paso la presenci del "siervo del sumo sacer-dote", diciendo incluso cmo se llama (18, 10); luego, antes deempezar el proceso, menciona de nuevo la frase pronunciada porCaifs (18, 13).

    El evangelista podra haberse limitado a este aspecto de las co-sas y, subrayando la oposicin mortal del sumo sacerdote contraJess, deducir la ruptura de todo tipo de relaciones entre el sumosacerdote y Dios. Pero es significativo que no se haya sacado esta

  • .-conclusin. Con un atrevimiento paradjico, Juan afirma por elcontrario que sigue en pie un aspecto positivo del sacerdocio. Apesar de todo, le reconoce a la declaracin maquiavlica de Caifsun valor proftico, cuyo fundamento ve en la dignidad sacerdotaldel que habla: "Esto no lo dijo (Caifs) por su propia cuenta, sinoque, como era sumo sacerdote, profetiz que Jess iba a morir porla nacin" (11, 51). Sus palabras encerraban dos significacionesmuy distintas; expresaban a la vez un clculo humano criminal yuna perspectiva divina de redencin. Por ese mismo hecho, las rela-ciones entre el sumo sacerdote y Jesucristo se muestran de unasorprendente complejidad. Conviene que no lo olvidemos.

    Por otra parte, aparece otra complejidad de un tipo distinto enel relato de Juan. El ttulo de "sumo sacerdote" en singular parecereferirse en su evangelio a dos personajes diferentes: a Ans, en elrelato del interrogatorio, y a Caifs en otros pasajes 26. Para eliminaresta aparente confusin algunos exegetas han propuesto diversasconjeturas, pero cabe pensar que el texto del evangelio refleja lasituacin real: Caifs era el sumo sacerdote en funciones, peroAns, el antiguo sumo sacerdote que haban depuesto los romanos,segua conservando su prestigio y su autoridad y era tambin llama-do "el sumo sacerdote" 27. Este detalle histrico carece de impor-tancia capital para nuestro tema.

    3. Sacerdotes y sumos sacerdotes en los Hechos de los apstoles

    Al testImonio de los evangelios conviene aadir aqu el de losHechos de los apstoles, que describen ms explcitamente la situa-cin de la comunidad cristiana en sus comienzos y dejan atisbarcules eran las relaciones entre esta comunidad y el sacerdocio ju-do. Despus de la resurreccin de Cristo quedaban abiertas todaslas posibilidades: la reconciliacin y las relaciones armoniosas, o latensin renovada con los consiguientes conflictos, o la ignoranciamutua. En qu sentido evolucion la situacin?

    Por parte de los cristianos no se observa ninguna voluntad deruptura con el sacerdocio judo. Lucas nos presenta a los apsto-les, despus de la ascensin de Jess, diciendo que "estaban siem-pre en el templo bendiciendo a Dios" (Lc 24, 53) Y en los das quesiguieron a pentecosts la comunidad entera adopta esta misma

    26. ]n 18, 19.22 Y 11, 49-51; 18, 13.24.27. Cf. Le 3,2; Heeh 4, 6. .

  • actitud: "Acudan al templo todos los das con perseverancia ycon un mismo espritu" (Hech 2, 46).

    Por parte de los sacerdotes judos, Lucas nos dice que se ma-nifest con energa una corriente favorable a la fe cristiana: "Semultiplic considerablemente el nmero de los discpulos, y multi-tud de sacerdotes iban aceptando la fe" (Hech 6, 7).

    Sin embargo, tambin se abra paso otra actitud. En el primertexto que nos habla de ella (4, 1), no se sabe concretamente si Lu-cas la atribuye a los "sacerdotes" o a los" sumos sacerdotes", ya quelos manuscritos vacilan entre ambas palabras. Pero inmediatamentedespus se clarifica la situacin: se trata de los sumos sacerdotes enel ejercicio de su autoridad (4, 6). Su actitud es de franca oposicin.El motivo que se da al principio no se refiere a una cuestin de cul-to, sino de doctrina: se sienten contrariados de ver cmo los aps-toles "enseaban al pueblo y anunciaban en la persona de Jess laresurreccin de los muertos". Al mismo tiempo que los sacerdoteso los sumos sacerdotes Lucas cita entonces al "jefe de la guardia deltemplo y los saduceos". Es con estos ltimos con los que ms tieneque ver el motivo sealado: los saduceos negaban toda resurrec-cin 28. Los sumos sacerdotes y el jefe de la guardia los apoyan consu autoridad y proceden al arresto de Pedro y de Juan (4, 3).

    Al da siguiente se rene en sesin plenaria el sanedrn para deccidir de la suerte de los dos apstoles. Lucas empieza mencionan-do brevemente a los "jefes, ancianos y escribas", para mencionarms detalladamente luego a los sumos sacerdotes: "el sumo sacer-dote Ans, Caifs, Jonatn, Alejandro y cuantos eran de la estirpede sumos sacerdotes". Esta insistencia llama la atencin. Pero notiene luego ningn significado especial en el resto del relato; cuan-do Pedro toma la palabra, no los menciona explcitamente, sinoque dice sencillamente: "Jefes del pueblo y ancianos ...", lo cual si-ta el debate en un contexto de autoridad ms bien que en la es-fera de lo sagrado. A partir de aquel momento, la postura quetoma el sumo sacerdote y el conjunto de sumos sacerdotes ser dehostilidad cada vez ms acusada frente a los apstoles de Jess yla comunidad cristiana 29. El sumo sacerdote ordena arrestar y meteren la crcel a los apstoles, procede a su interrogatorio y les dirigeviolentos reproches. Es tambin "el sumo sacerdote" el que interro-

    28. eL Hech 23, 8; Lc 20,27-40 par.29. Para el sumo sacerdote, cf. Hech 5, 17.21.27-28; 9,1; 24,1; para los sumos

    sacerdotes, cf. 5, 24; 9, 14.21; 25, 2.15.

  • -ga a Esteban antes de su martirio (7, 1). Cuando Saulo se pone aperseguir a la iglesia, se dirige al sumo sacerdote para obtener lospoderes necesarios 30. Cuando parte para Damasco, su proyecto esel de arrestar all a los cristianos y "llevrselos atados a los sumossacerdotes" (9, 21). Ms tarde Saulo, convertido en el apstol Pa-blo, sufre a su vez la hostilidad del sumo sacerdote Ananas y detodo el grupo de sumos sacerdotes que, apoyados por los ancianos,se esfuerzan en arrancarle al gobernador romano la condenacindel apstol. 31

    Cuando la comparecencia de Pablo ante el sanedrn, Lucas nosrefiere un incidente revelador. Pablo, sometido a una vejacin, pro-testa con vigor y califica de "pared blanqueada" al que ha dado laorden de maltratarlo. Se le indica que se trata de hecho del "sumosacerdote de Dios". Pablo se excusa entonces diciendo: "No saba,hermanos, que fuera el sumo sacerdote", y aade: "Pues est escri-to: no injuriars al jefe de tu pueblo" (Hech 23, 1-5). El punto queinteresa para nuestro estudio es que, en lugar de tener en cuenta laconsagracin del sumo sacerdote tal como le sugera la indicacinde los asistentes ("insultos al sumo sacerdote de Dios"), Pablo su-braya nicamente la autoridad del personaje ("al jefe de tu pue-blo"), citando un precepto de la Biblia que se refiere al respetodebido a los "jefes" (Ex 22, 27). Es evidente el cambio de perspec-tiva. Corresponde seguramente a la situacin del momento, quepona ms de manifiesto el poder del sumo sacerdote que no sufuncin- sacerdotal, aunque nos permite tambin vislumbrar unatoma de posicin significativa.

    Todo 10 dicho va en el sentido de 10 que ha podido constatarsea 10 largo de todo este captulo: los escritos narrativas del nuevotestamento no muestran nunca a los sumos sacerdotes judos en elejercicio de sus funciones cultuales 32. Lo que se pone de relieve essu autoridad ms bien que su sacerdocio; son ms bien "sumos"que" sacerdotes". Sin embargo, no era posible separar por comple-to estos dos aspectos, ya que los sumos sacerdotes pretendan cier-tamente ser los jefes religiosos del pueblo de Dios. De esto se deri-

    30. Hech 9, 1s; 22, 5; 26, 10.31. Hech 23, 2; 24, 1; 25, 2.15.32. El nico texto que habla de las funciones sacerdotales en el templo de Jeru-

    saln es el que comentamos al principio de este captulo: se pone en escena a unsacerdote y no a un sumo sacerdote (Lc 1, 8-10). Por otra parte, Hech 14, 11-18muestra a un sacerdote que se dispone a ofrecer un sacrificio, pero se trata de unsacerdote pagano.

  • vaba para los cristianos de entonces una situacin sumamente em-barazosa. Los relatos evanglicos, que hablaban poco de los sacer-dotes judos y mucho de los sumos sacerdotes, llevaron necesaria-mente a dar una imagen desfavorable del sacerdocio. Sin embargo,no se poda negar que el sacerdocio constitua una de las institucio-nes fundamentales del antiguo testamento. Cmo podra la iglesiacristiana pretender seguir siendo fiel a la totalidad de la revelacinbblica y poseer en Cristo su cumplimiento definitivo, encontrndo-se en una relacin negativa frente a esta institucin fundamentaldel pueblo de Dios?

  • La realidad compleja delsacerdocio antiguo

    Para comprender debidamente el problema que se planteaba ala fe cristiana es necesario tener una idea lo ms concreta posiblesobre el contexto en que naci. Cmo se presentaba la institucinsacerdotal a los ojos de los contemporneos de Cristo? Culeseran las funciones del sacerdote antiguo? Qu caba esperar de l?Qu dice a propsito del mismo la larga tradicin bblica? No esposible tratar en este lugar el tema en todos sus detalles -serapreciso componer otro libro-; bastar con trazar las lneas genera-les, observando sobre todo en qu sentido march la evolucin delsacerdocio. 1

    La palabra hireus, con la que nos hemos encontrado ya en losevangelios, fue escogida por los traductores griegos de la Bibliapara traducir el hebreo kohn, trmino muy frecuente en los textosdel antiguo testamento. Con l se designa a los personajes encarga-dos de las funciones religiosas. Se le emplea para designar a los

    1. Los lectores que deseen profundizar en la cuestin disponen de obras exce-lentes, particularmente: R. de Vaux, Instituciones del antiguo testamento, Barcelona1964; A. Cody, A history oEold testament priesthood, Roma 1969. Estas dos obrasofrecen una bibliografa del tema en las pgin,as 680-706 y XVI-XXVII respectiva-mente.

  • sacerdotes paganos lo mismo que para indicar a los sacerdotes israe-litas. El primer personaje, a quien atribuye la Biblia el ttulo dekohn es Melquisedec, rey de una ciudad de Palestina en tiemposde Abrahn; el segundo es un sacerdote egipcio del tiempo de Jos.El comienzo del libro del Exodo habla de un sacerdote madianita,que se convierte en el suegro de Moiss 2. Solamente despus de lasalida de Egipto pone la Biblia en escena a los sacerdotes israelitas,pero stos ocupan entonces un lugar de primer plano, sobre todoen el Levtico, donde el ttulo de kohn llega a repetirse hasta 55veces en un solo captulo (Lev 13).

    La palabra griega hireus se relaciona por su origen con la no-cin de "sagrado" (hiros); el sacerdote es el hombre de lo sagrado.El sentido primitivo de la palabra hebrea kohn no es tan fcil desealar. Algunos la ponen en relacin con una palabra acadia, knu,que puede tomar el sentido de "inclinarse": el kohn sera entoncesel que se inclinaba ante la divinidad, el que adoraba. Otros piensanpor el contrario en una raz verbal que significa "estar erguido"(kun) y ven en el kohn al que "se mantiene de pie en la presenciade Dios", como dice de la tribu de Lev un texto del Deuteronomio(10, 8), utilizando sin embargo un verbo distinto. A. Cody 3 criticaestas dos hiptesis y propone en su lugar una etimologa basada enuna raz atestiguada en siriaco y que expresa la idea de prosperidad:el kohn, el sacerdote antiguo, es el que procura la prosperidad, esel hombre "de las bendiciones". Esta ltima perspectiva, muy posi-tiva, no. carece de atractivo y hay que reconocer que es perfecta-mente bblica. 4

    2. Atribuciones del sacerdocio

    Ms que la etimologa del ttulo, son las atribuciones concretasdel titular las que permiten definir el sentido de una institucin.Los textos bblicos demuestran que las atribuciones del kohn seextendan dentro de una gama muy amplia. Se puede presentar alkohn como el hombre del santuario, aquel que tiene derecho atocar los objetos sagrados y es admitido en la cercana de Dios, ocomo el hombre encargado de ofrecer los sacrificios, o tambincomo aquel de quien se espera un orculo, el que da las bendicio-nes, el que decide sobre las cuestiones de pureza ritual.

    2. Melquisedec: Gn 14, 18; el sacerdote egipcio: Gn 41, 45.50; 46, 20; elsacerdote madianita: Ex 2, 16; 3, 1.

    3. A. Cody, o.e., 26-29.4. Cf. Nm 6, 22-27; Dt 28, 3-12.

  • Entre estas diversas atribuciones cul era la ms caractersti-ca? Es posible la discusin,sobre este punto, si se tiene en cuentaante todo que el papel del sacerdote antiguo ha variado a travs de'los siglos. Algunos autores insisten en su funcin sacrificial, hasta elpunto de que traducen siempre por "sacrificador" la palabra kohnen los escritos del antiguo testamento y la palabra hreus en los delnuevo. En cuanto a archreus, en lugar de "sumo sacerdote", lotraducen por "soberano sacrificador". Se trata de una insistenciaunilateral que no corresponde a la diversidad tan rica de la concep-cin antigua. Segn A. Cody 5, el rasgo ms caracterstico del sacer-docio no era la ofrenda de los sacrificios -haba tambin otros hom-bres que podan ejercer esta funcin-, sino ms bien la relacinestrecha con un santuario. Antes de la poca de la monarqua israe-lita, el sacerdote antiguo era sobre todo el hombre de un santuarioy su papel principal era el de pronunciar orculos.

    a) La {uncin oracular del sacerdote antiguo suscita extraezaen nuestros das, tanto ms cuanto que se ejerca con ayuda de unaespecie de juego de dados. En una situacin difcil acudan a con-sultar al sacerdote y ste tena que determinar la conducta a seguirsirvindose para ello de los "urim" y de los "tummim". Esta esciertamente la primera de las funciones que vemos atribuir al sacer-dote en el texto arcaico de la bendicin dada a Lev. Moiss, antesde morir 6, dice sobre Lev:

    Qu eran exactamente los urm y los tummm? Unas varillas?unas piedrecillas? unas tabas? No se sabe en concreto, pero losrelatos bblicos nos indican que se trataba en todo caso de unosobjetos sagrados que utilizaba el sacerdote para echar suertes y de-cidir de esta manera la solucin de los casos difciles.

    He aqu a este propsito el texto ms claro, tal como podemosreconstruido a partir de las versiones antiguas 7. Para conocer losmotivos de un fracaso que ha padecido, Sal interroga a Yahv y ledice:

    Si el pecado es mo o de mi hijo ]onatn, Yahv Dios de Israel, da urim;si el pecado es de tu pueblo Israel, da tummim (1 Sam 14, 41).

    5. A. Cody, O.c., 29; d. R. de Vaux, O.c., 453-454.6. Dt 33, 1.8.7. La Biblia hebrea presenta en este lugar un texto visiblemente incompleto.

  • En la historia de David se oos habla de otras consultas similares.Perseguido por Sal o enfrentado con los amalecitas, David recurreal sacerdote Abiatar para consultar a Yahv sobre la tctica quetiene que adoptar. 8

    Lo menos que se puede decir es que esta prctica no nos pareceni mucho menos razonable. Hay que confesar que corresponde aun nivel muy primitivo de religiosidad, ms cercano a la supersti-cin que a una vida espiritual autntica. Sin embargo, sera unaequivocacin sentir solamente desprecio por ella, ya que, considera-das bien todas las cosas, se ve aqu un esbozo de una actitud espiri-tual fundamental: la bsqueda de la voluntad de Dios. Sometindo-se a la mediacin del sacerdote para "consultar a Yahv", el fielmanifestaba un deseo sincero de "conocer los caminos del Seor"para seguidos. En la base de este deseo se vislumbra una profundaconviccin religiosa; estaban convencidos de que, sin una relacinpositiva con Dios, la existencia humana no poda encontrar su debi-da orientacin. La modalidad de la consulta es un aspecto secunda-rio. Un punto ms significativo es que el orculo no funcionaba demanera automtica. Poda ser que no llegara la respuesta: es lo queocurre en el episodio de la historia de Sal. Entonces haba quebuscar la razn de ese silencio y examinar si se encontraba uno enlas disposiciones requeridas para obtener una respuesta de Dios.

    La funcin oracular de los sacerdotes antiguos conoci una evo-lucin en la que se manifiesta un progreso de la conciencia religiosa.La redaccin actual de la bendicin dada por Moiss a Leves unbuen testimonio de ello. Despus de la frase sobre los urm y lostummn se percibe una insercin posterior (el texto pasa inadverti-damente del singular al plural), en donde la funcin de los sacerdo-tes no consiste ya en echar suertes sino en ensear:

    Pues han guardado tu palabra, y conservarn tu alianza.Ellos ensean tus normas a Jacob y tu ley a Israel. (Dt 33, 9b-1O)

    Es sta una manera distinta de revelar la voluntad de Dios y deponer a la existencia de los hombres en relacin con l, una maneramenos exterior y ms respetuosa de la persona humana. Los ~acer-dotes estaban encargados del transmitir la "instruccin" que venade Dios; lo hicieron primero ocasionalmente, en algunos casos par-ticulares 9, especialmente en materia de culto. Luego lo hicieron de

    8. 1 Sam 23, 9; 30, 7.9. CE.Ag 2, 11-13; Zac 7, 3.

  • forma ms sistemtica; se les confi el conjunto de las instruccionesdivinas: "Ensean ... tu ley a Israel" . Segn el Deuteronomio, Moi-ss entreg a los levitas el rollo de la ley para que lo pusieran en elarca de la alianza y orden a los sacerdotes y a los ancianos que"pronunciaran esta ley a los odos de todo Israel"lO. Cuando regre-saron del destierro los israelitas, una frase de Malaquas les recordque:

    Los labios del sacerdote guardan la ciencia y la ley se busca en su boca;porque l es el mensajero de Yahv Sebaot (Mal 2, 7).

    Con esta funcin est tambin relacionada la competencia jur-dica que se reconoca a los sacerdotes. El Deuteronomio declaraque les corresponde "resolver todo litigio y toda violencia". Se leshace intervenir en particular en los casos difciles de desentraar,por ejemplo cuando no hay testigos de un delito grave. 11

    Su posicin de autoridad se les reconoca todava en tiempos deCristo, al menos hasta cierto grado. Encontramos un testimonio deello en los textos de Qumriin. En cada una de las comunidades dela secta, el Escrito de Damasco exige que "no faIte un hombreque sea sacerdote, instrudo en el Libro de meditacin; todos obe-decerna sus rdenes" 12. Sin embargo, se considera all el caso enque el sacerdote no sea" experto en todas estas materias", previen-do entonces la solucin de que haya un substituto. De hecho, enlos tiempos posteriores al destierro, la enseanza de la ley habadejado de ser monopolio de los sacerdotes y la clase de los escribasy doctores de la ley, abierta a los laicos, empezaba a suplatitarIes eneste terreno 13. Los sacerdotes iban limitando cada vez ms su acti-vidad a las ceremonias de cuIta en el interior del templo.

    b) Se presentaban entonces de forma ms exclusiva como loshombres del santuario. Esta vinculacin entre el sacerdocio y elsantuario est atestiguada universalmente. "El sacerdote es elegidoe instalado 'para el servicio del santuario" 14 y nadie ms que l estautorizado para asumir este cargo. En tiempos del Exodo,

    Moiss y Aarn con sus hijos estaban encargados del santuario en nom-bre de los hijos de Israel. Cualquier laico que se acercara, sera muerto(Nm 3,38).

    10. Dt 31, 9-13.26.11. Dt 21, 1-9; Nm 5, 11-31.12. CD XIII, 2-7; cf. 1QS VI, 3-4; 1QSa III, 23-25.13. Es lo que observa R. de Vaux, a.c., 460.14. R. de Vaux, o.c.,453.

  • Cuando se erige un santuariO, se consagra un sacerdote paraque asegure en l el culto. Es lo que hizo Mik en tiempo de losjueces, lo que hicieron los hombres de Quiryat-Yearim en tiempo deSamuel y lo que hizo Jeroboam despus de la divisin del reino. 15

    A propsito de los santuarios el antiguo testamento manifiestauna clara evolucin histrica. Al principio se admite sin ningn pro-blema una gran diversidad de lugares sagrados. Las tradiciones queconciernen a Abrahn evocan ya unos cuantos, el de Siqun, el deBetel, el de Berseba 16, que aparecern en otras pginas de la Biblia.Otras tradiciones hablan del santuario de Silo, del de Gaban, del deDan 17. Cuando David conquist Jerusaln, hizo trasladar all el arcade la alianza, a fin de dar a su nueva capital un prestigio religioso (2Sam 6). A continuacin, durante una epidemia, queriendo David al-canzar de Dios que cesara la plaga, construy un altar en un terrenoadquirido con esta finalidad (24, 18-25). As se constituy un nuevolugar sagrado, que se aadi a todos los dems. Fue all donde Sa-lomn edific el templo de Jerusaln 18, santuario que adquiri enseguida una gran importancia, ya que su situacin en la ciudad delrey le aseguraba un papel central en el culto oficial. Progresivamentese fue manifestando una tendencia que reclamaba para l no slo lapreponderancia, sino la exclusividad. Los reyes Ezequas y Josas seesforzaron en reformar en este sentido el culto israelita. Josas enparticular se decidi a eliminar de su reino todos los dems santua-rios: "Hizo venir a todos los sacerdotes de las ciudades de Jud yprofan los altos en donde quemaban incienso, desde Gueba hastaBerseba (2 Re 23, 8). Un texto del Deuteronomio apoyaba estaorientacin:

    Gurdate de ofrecer entonces tus holocaustos en cualquier lugar sagradoque veas; slo en el lugar elegido por Yahv en una de sus tribus podrsofrecer tus holocaustos y slo all pondrs en prctica todo lo que yo temando (Dt 12, 13_14).19

    As se hizo despus del destierro. La unicidad del santuario sehaba convertido en una exigencia profunda del sentimiento religio-so 20. Convena que el Dios nico tuviera un santuario nico.

    15. Cf. Jue 17,5-13; 1 Sam 7, 1; 1 Re 12, 31s.16. Gn 12, 6-8; 13, 3s; 21, 33.17. 1 Sam 1,3; 2 Sam 21,6; 1 Re 3,4; Jue 18,31; 1 Re 12, 30.18. Cf. 1 Crn 22; 2 Crn 3, 1.19. Cf. Dt 12,2-17.20. Cf.Jn 4, 20. Sin embargo, fuera de Judea se conoce la existenciade dos tem-

    plos judos, ambos en Egipto: el de Elefantina, que no atestiguan varios papiros

  • c) En el santuario los sacerdotes realizan ciertas ceremoniasde culto, entre las que tiene singular importancia el sacrificio. Ha-blando a Dios de los sacerdotes israelitas, la bendicin de Moissdeclara a propsito de ellos:

    En esta materia se puede observar una doble evolucin: poruna parte se acenta de forma cada vez ms marcada el privilegiode los sacerdotes, por otra se va insistiendo progresivamente en elaspecto expiatorio de los sacrificios.

    En los orgenes el derecho a ofrecer los sacrificios no era patri-monio exclusivo de los sacerdotes. Abrahn, que no era sacerdote,presentaba holocaustos a Dios; Jacob consagraba estelas y le vemosofreciendo un sacrificio e invitando a l a sus parientes 21. En tiem-po de los jueces, leemos tambin que el padre de Sansn ofreci uncabrito en holocausto (Jue 13, 19). Segn los libros de Samuel y delos Reyes, David y Salomn ofrecan sacrificios solemnes 22. Poco apoco, sin embargo, la ofrenda de los sacrificios se fue reservando alos sacerdotes y un texto de las Crnicas refiere que, por haberseatrevido a ofrecer personalmente incienso en el altar de los perfu-mes, el rey Ozas fue castigado por Dios 23. Se puede considerar elprivilegio de los sacerdotes como un caso entre otros muchos deespecializacin social. Sin embargo, es posible sealar algunas dife-rencias. Lo que llev a reservar al sacerdote la funcin de ofrecersacrificios no es tanto la bsqueda de una organizacin ms ventajo-sa del trabajo como el sentimiento de la santidad de Dios. Para queuna ofrenda presentada a Dios tuviera alguna probabilidad de seraceptada, era menester que el oferente no se encontrase en oposi-cin con la santidad divina, sino por el contrario, impregnado deesa santidad, conformado a ella, es decir, consagrado a Dios. Puestoque el sacerdote es precisamente un ser consagrado a Dios, se leadmite a entrar en relacin con Dios y parece por tanto el msindicado para presentarle los sacrificios.

    El otro aspecto de la evolucin del culto sacrificial se refiere ala importancia cada vez mayor que se les fue concediendo a los

    arameos del siglo V a. c., y el de Leontpolis, fundado por el ao 160 a. C. ydestruido por los romanos el ao 73 d. C. Por otra parte, los samaritanos tenan supropio templo en el monte Garizim. Cf. R. de Vaux, o.c., 443-447.

    21. Gn 22, 13; 28, 18; 31,54; 35, 14.22. 2 Sam 6, 13.17s; 24, 25; 1 Re 3, 4-15; 8,5.62-64; 9, 25.23. 2 Crn 26, 16-20.

  • sacrificios de expiacin, ofreci~ para ~btener el perdn de lasfaltas cometidas. Antes del destierro, parece ser que estos sacrificiosno tenan mucho espacio en la religin israelita. Algunos autores sepreguntan incluso si existan realmente. Pero progresivamente lossacrificios de expiacin fueron tomando ms importancia, sobretodo cuando las grandes calamidades nacionales comunicaron alpueblo un sentido ms vivo de su culpabilidad24 y le llevaron acomprender mejor la exigencia de santidad que se impone a todoslos servidores de Dios.

    d) Encargado de ofrecer los sacrificios en nombre de la comu-nidad, el sacerdote tena que velar para que nadie participase en elculto sin estar en situacin de pureza ritual. La presencia de unhombre "impuro" no poda menos de desagradar a Dios y provocarel rechazo de las ofrendas. Por consiguiente, los sacerdotes tenanque advertir

    a los hijos de Israel de sus impurezas para que no mueran a causade ellas por contaminar mi morada, la que est en medio de ellos(Lev 15, 31).

    Esta preocupacin se manifestaba de manera especialmente vivaa propsito de la lepra, impureza de las ms terribles. Apenas apa-reca un posible sntoma, el presunto enfermo tena que presentarseal sacerdote para que examinara el mal. El Levtico da instruccionesmuy detalladas en este sentido (Lev 13). Despus de un minuciosoexamen, corresponda al sacerdote pronunciar el diagnstico; segnlos casos declaraba al paciente "impuro" o "puro" y, por el mismohecho, le prohiba Q le permita participar en el culto a Yahv. Siun leproso consegua la curacin, le tocaba evidentemente al sacer-dote hacer las comprobaciones necesarias -los relatos evanglicosnos sealan cmo se respetaba esta norma- y el sacerdote procedaentonces a largas ceremonias de "purificacin" (Lev 14). Para otroscasos de impureza ritual se servan del "agua lustral", preparadamezclando con ella las cenizas de una vaca inmolada. Tambin eneste caso era el sacerdote el que realizaba los ritos necesarios. 25

    e) A este papel ms bien negativo relacionado con la impurezase aada otro papel ms positivo, que se expresaba en la bendicin.El sacerdote era el encargado de "bendecir al pueblo con el Nom-bre", como dice el Sircida (Eclo 45, 15/19). "Bendecir con elNombre" significa bendecir pronunciando el Nombre revelado. El

    24. R. de Vaux, o.c., 574.25. 'Nm 19, 1-10;31, 23; Heb 9, 13.

  • libro de los Nmeros precisa efectivamente en este sentido la mane-ra con que los sacerdotes tienen que "bendecir a los hijos de Is-rael". La frmula de bendicin repite en tres ocasiones el nombrede Yahv y, despus de haberlo pronunciado l mismo, Dios con-cluye:

    Que invoquen as mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendecir(Nm 6, 27).

    Invocar sobre una persona el nombre de Dios es establecer unarelacin personal entre Dios y esa persona. En efecto, la bendicinno es otra cosa ms que una relacin viviente con Dios. El pueblode Israel comprenda que la bendicin divina es la condicin nece-saria y fundamental de la que depende el verdadero xito en laexistencia. Sin una relacin armoniosa con Dios, la vida humana nopuede encontrar su sentido autntico ni alcanzar su pleno desarro-llo. Pero la bendicin divina esparce por todas partes la paz y lafecundidad, ya que la relacin con Dios es el elemento ms decisivoen toda situacin y en toda realidad.

    Qu evolucin conoci la bendicin sacerdotal del antiguo tes-tamento? Sabemos que los israelitas sintieron un respeto cada vezms profundo por el Nombre revelado y que el temor a profanarlolos llev finalmente a considerar prohibida su pronunciacin. Lostextos rabnicos atestiguan las limitaciones que se fueron imponien-do progresivamente a la bendicin de los sacerdotes. Indican quefuera del templo los sacerdotes no estaban autorizados a pronunciarel Nombre revelado, sino que tenan que sustituirlo por otra desig-nacin de Dios 26; que incluso en las ceremonias solemnes del tem-plo el sumo sacerdote evitaba pronunciar el Nombre en voz alta yque lo murmuraba casi slo para sus adentros. "Rab Tarfn deca:Yo ocupaba mi sitio entre los sacerdotes mis hermanos; tenda misorejas hacia el sumo sacerdote y le oa tragarse (el Nombre) enmedio de los cnticos de los sacerdotes". 27

    Sobre este punto como sobre los anteriores se manifiesta unaconciencia cada vez ms viva de la santidad de Dios.

    26. ef. J. Bonsirven, Textes rabbiniques, Rome 1954, n. 225 (a propos de Nm6,23).

    27. Ibjd., n. 894 y n. 1583. La Biblia de Jerusaln, en una nota a EcIo 50, 20, afir-ma que "la fiesta de la expiacin era la nica ocasin en que e! nombre inefable se pro-nunciaba sobre e! pueblo, a modo de bendicin". Esta afirmacin carece de fundamen-to. Hay motivos para pensar que e! tnismo texto de Eclo 50, 20 no se refiere a la fiestade la expiacin, sino a la.liturgia de! holocausto cotidiano: d. F. O'Fearghail, Sir 50,5-21: Yom Kippur or tbe daly wbol~-offerng: Bib 59 (1978) 301-316, n. 12.

  • a) Efectivamente, toda la organizacin del culto sacerdotal an-tiguo se basaba en ,la idea de santidad y en la conviccin de que espreciso ser santo para poder acercarse a Dios. Pero entonces seconceba la santidad de una manera distinta de como suele hacerseen la actualidad. En nuestra forma de pensar, la santidad es casi unsinnimo de perfeccin moral y evoca todo un conjunto de virtudeseminentes. En un proceso de canonizacin la primera etapa consiste

    fen verificar si la persona que ha muerto "en olor de santidad" haballegado realmente a la "heroicidad" en la prctica de las virtudes

    '

    cristianas., La mentalidad antigua no pensaba en vincular la santidada la perfeccin. Para los antiguos, "santo" no se opona a "imper-fecto", sino a "profano".

    . La santidad define ante todo el ser mismo de Dios. Le pertenecea l en propiedad. "Santo, santo, santo, Yahv Sebaot", proclamanlos serafines en la visin del profeta Isaas (Is 6, 3). Su aclamacinexpresa la experiencia religiosa autntica, la que da el verdaderoconocimiento de Dios. Dios no se percibe en ella como un granprincipio abstracto, necesario para dar cuenta de la existencia deluniverso, sino como una presencia sumamente fuerte e impresio-nante que suscita al mismo tiempo en el hombre admiracin y es-panto, gratitud enamorada y deseo de desaperecer. Entre la exulta-cin de la vida de Dios y la fragilidad de su propia existencia, elhombre percibe una tremenda diferencia de calidad y se reconoceindigno de-entrar en relacin con el Dios tres veces santo.

    Se necesita una transformacin radical y esta transformacin seconcibe como el paso del nivel profano de la existencia ordinaria alnivel santo o sagrado, que es el que corresponde a la relacin conDios. Para llevarlo a cabo, ya no se cuenta en primer lugar con el es-fuerzo moral, ya que ste sigue dejando al hombre en su propio mun-do. Se cuenta con una accin divina de separacin y de elevacin, pormedio de la cual se colma la distancia entre el hombre y Dios, al me-nos en cierta medida, y se atena la diferencia cualitativa. Es 10 que sedesigna con el nombre de santificacin o consagracin. El problemaespecfico de la aspiracin religiosa es el problema de la santificacin.Se trata realmente de entrar en comunicacin con Dios. Puesto queDios.es santo, para poder ponerse en relacin con l sin dao alguno,ser menester buscar la manera de quedar tambin uno santificado.

    ! b) A este problema el culto antiguo responda proponiendo

    1un solucin ritual, ms concretamente un sistema de separacionesrituales, entre las que jugaba un papel de primer orden la institu-cin del sacerdocio.

  • Es lgico que la muchedumbre humana no puede pretenderposeer la santidad requerida para presentarse ante Dios. "Todas lasnaciones son como nada ante l, como nada y vaco son estimadaspor l" (Is 40, 17). Por consiguiente, tiene que "ponerse aparte","santificarse" un pueblo, para que entre en relacin con Dios. Esepueblo oye cmo Dios le dice:

    T eres un pueblo consagrado a Yahv tu Dios; l te ha elegido a t paraque seas el pueblo de su propiedad personal entte todos los pueblos quehay sobre la haz de la tierra (Dt, 7, 6)

    La interpretacin exacta de esta promesa suscita algunas discu-siones 28, pero de lo que no cabe duda es de que se habla de unaposicin privilegiada respecto a las dems naciones. La perspectivaes la de una pertenencia especial a Dios, privilegio incomparable:"Vosotros seris mi propiedad personal entre todos los pueblos"(19, 5). No hay nada en el texto ni en el contexto que evoque unpapel de mediacin en favor de los dems pueblos. La idea de unamediacin de Israel en favor de las "naciones" se encuentra segura-mente en la Biblia, y esto ya en el mismo libro del Gnesis dondese declara que la bendicin se derramar sobre las naciones a travsde la posteridad de Abrahn (Gn 22, 18). Este mismo tema serluego ampliado por los profetas, que predicen para Israel una irra-diacin universal. Pero nunca se expresa en la Biblia este vnculoentre la vocacin de Israel y el sacerdocio del pueblo. El nicotexto en donde se recogen las promesas sacerdotales del Exodo sesita en la misma perspectiva de manera todava ms clara; lejos dedecir que Israel ejercer el sacerdocio en servicio de las naciones,se subraya en l el contraste entre la posicin gloriosa de los israeli-tas, que sern llamados" sacerdotes de yahv", "ministros de nues-tro Dios", y la humillacin de los extranjeros que se vern someti-dos y explotados por Israel: "Vendrn extranjeros y apacentarnvuestros rebaos, e hijos de extraos sern vuestros labradores yviadores ... Las riquezas de las naciones comeris y con su gloriaos adornaris" (Is 61, 5-6).. Hay que notar adems otra limitacin de estos dos textos: ni eluno ni el otro pretenden describir una situacin efectiva. Se presen-

  • -tan los dos como unas promesas que se refieren a un porvenir ma-ravilloso. Segn el Exodo, la realizacin de la promesa tena comocondicin la obediencia de Israel a Dios y su fidelidad a la alianza.Pero el antiguo testamento constata en varias ocasiones que nuncaha llegado a cumplirse esta condicin (Dt 9, 7; Jer 7, 25-26). Enbuena lgica se sigue entonces que el sacerdocio prometido al pue-blo se ha quedado en el antiguo testamento en un estado de idealnunca alCanzado.

    Sea lo que fuere, se ha dado por lo menos un primer paso convistas al cumplimiento del proyecto divino. Dios "ha separado detodas las dems naciones" al pueblo de Israel, que se ha visto enadelante en la obligacin ineludible de respetar esta separacin.Israel no tiene ya derecho a confundirse con los paganos y precisa-mente por eso recibe toda una serie de preceptos que constituyenotras tantas barreras a su alrededor, especialmente las leyes sobrelos alimentos puros e impuros. Al imponrselas Dios declara: "San-tificaos y sed santos, pues yo soy santo. No os haris impuros" (Lev11, 44).

    A pesar de esta primera santificacin, el pueblo de Israel en suconjunto no est capacitado para enfrentarse con la proximidadinmediata ante Dios. Si se acercase a l, se vera aniquilado por elfuego devorador de la santidad divina 29. Ha sido escogida una tri-bu, la de Lev, para que se consagrara ms directamente al serviciodel santuario. En esta tribu, una familia recibe una consagracinparticular y queda encargada del sacerdocio 30. Los miembros deesta familia son separados del pueblo para verse introducidos en laesfera de lo sagrado y encargarse del culto. Sern sacerdotes. Su"santificacin" se describe detalladamente en la ley de Moiss (Ex29). Se realiza por medio de ceremonias simblicas: un bao ritualpara purificarlos del contacto con el mundo profano, una uncinque les impregna de santidad, unas vestiduras sagradas que expre-san su pertenencia a Dios, unos sacrificios de expiacin y de consa-gracin. La santidad que se ha obtenido de esta manera deber, acontinuacin conservarse y preservarse mediante la observancia deunos preceptos minuciosos: no tocar nada impuro, no acercarse aun cadver, no llevar siquiera luto, etc. (Lev 21). Los sacerdtestenan que evitar caer de nuevo en el mundo profano, ya que esolos habra hecho ineptos para presentarse de nuevo ante Dios.

    El encuentro del sacerdote con Dios exige adems otros ritosde separacin. No se puede encontrar uno con Dios en cualquier

    29. CE. Ex 19, 12; 33, 3.30. CE. Nm3, 12; 8, 5-22; Ex 28, 1.

  • sitio ni a cualquier hora ni de cualquier manera, sino solamente enun lugar sagrado, en unos momentos determinados y realizandounos gestos sagrados. El lugar santo es el santuario, un terrenoseparado del espacio profano y reservado al culto. Slo los sacerdo-tes tienen acceso a l y ni siquiera ellos pueden penetrar en todoslos rincones del lugar sagrado; les est prohibido la parte ms santa,que solamente se abre para un personaje nico, el sumo sacerdote,y un solo da, el de la expiacin (Lev 16).

    Lo mismo que el lugar sagrado est separado del espacio profa-no, tambin los das santos estn separados del tiempo dedicado alas ocupaciones profanas y los ritos litrgicos estn separados delas actividades ordinarias. Entre estos ritos, como ya hemos dicho,ocupa un lugar de primer orden el sacrificio. Solamente gracias alsacrificio es como el sumo sacerdote puede acercarse a Dios. Sacrifi-car una vctima es, como lo indica el mismo nombre, hacerla sagra-da, sacrificarla.

    Pero por qu tienen necesidad entonces los sacerdotes de pre-sentar sacrificios para llegar hasta Dios? La razn es muy sencilla yse sita dentro de la ms pura lgica de la santificacin ritual. Elsacrificio es necesario como etapa final de la separacin del mundoprofano. En efecto, el mismo sacerdote es incapaz de realizar porcompleto en su persona esta separacin. A pesar de todas las cere-monias de su consagracin, sigue siendo un hombre terreno y nopasa al mundo divino. Por tanto necesita escoger otro ser capaz derealizar ese paso. El ritual le prescribe que escoja un animal de unaespecie determinada, procurando que sea sin defecto alguno. Eseanimal quedar sustrado por completo del mundo profano, ya queser inmolado y ofrecido sobre el altar del templo. Consumido porel fuego sagrado del altar, subir hasta el cielo transformndose en"perfume de agradable olor" 31, o bien -{)tro smbolo- su sangreser derramada sobre el "propiciatorio" como si se tratara de lan-zarla hasta Dios. 32

    As pues, el culto antiguo constitua un sistema de santificacinbasado en toda una serie de separaciones rituales. Para elevarsehasta el Dios tres veces santo se edificaba una especie de pirmideque, partiendo de la multitud de las naciones y subiendo por suce-sivos escalones (un pueblo separado por los dems, una tribu esco-gida, una familia privilegiada) desembocaba finalmente en un hom-bre consagrado, el sacerdote y, por encima de l, en un animalofrecido en sacrificio.

    31. Cf. Gn 8, 208; Lev 1, 9.17:..32. Lev 4,6.17; 16, 14.15.

  • .-Tras este movimiento ascendente de separaciones se esperaba

    evidentemente otro movimiento descendente de bendiciones. Si elsacrificio era digno de Dios, tena que ser aceptado. El sacerdoteque lo ofreca obtena entonces el favor divino y el pueblo represen-tado por el sacerdote se encontraba en buenas relaciones con Dios.

    c) Gracias a este esquema dinmico tan sencillo queda ilumi-nado el funcionamiento del sacerdocio; se hace posible poner ciertoorden en las atribuciones de los sacerdotes, cuya multiplicidad po-dra de otra forma parecer heterclita. El elemento central es laacogida favorable obtenida ante Dios. El sacerdote es ante todo elhombre del santuario. Si no resulta agradable a los ojos de Dios, esun personaje intil. Para hacerse agradable a Dios, ha de sometersea todas las prescripciones rituales que lo separan del mundo profa-no y velar adems para que el pueblo se ponga en estado de pureza.En la serie de elementos ascendentes que desembocan en la entradadel sacerdote dentro del santuario le corresponde al sacrificio elpapel decisivo, ya que es el que establece el contacto con Dios. Sise ha roto la relacin, es l el que la repara. En los dems casos laactualiza de la manera que exige la situacin concreta: ofrenda coti-diana o celebracin festiva, reconocimiento gozoso o intercesinsuplicante, etctera.

    Las otras funciones del sacerdote corresponden al movimientodescendente y se presentan como las consecuencias benficas de larelacin que se ha obtenido; admitido en la presencia de Dios, elsacerdote proporciona al pueblo el perdn de los pecados y el finalde las calamidades, recibe las respuestas divinas que sealan la con-ducta que hay que seguir para resolver los problemas de la existen-cia, y finalmente puede transmitir las bendiciones que aseguran atodos la paz, la fecundidad y el xito.

    d) Resulta fcil comprobar que todo este conjunto responde auna aspiracin profunda: el deseo de vivir en comunin. El papelde sacerdote consiste en abrir al pueblo la posibilidad de comunincon Dios y de comunin entre todos, ya que la una no se realiza sinla otra. En otras palabras, el sacerdocio se define como una empre-sa de mediacin. No es extrao por consiguiente ver cmo R. deVaux insiste en este punto al concluir su exposicin sobre el' sacer-docio del antiguo testamento. 33

    La verdad es que se necesita un esfuerzo de atencin para dis-cernir este aspecto y reconocer su importancia. A primera vista hayotro aspecto que impresiona ms y que, consiguientemente, se

  • encuentra expresado con mayor frecuencia y ms directamente enlos textos antiguos. Lo que llama sobre todo la atencin en el sacer-dacio es el privilegio de acercarse a Dios. El honor del sacerdoteconsiste en "ejercer el sacerdocio para Dios" (Ex 28, 1-4). Los orna-mentos sagrados lo convierten en un personaje casi celestial. Lasceremonias del culto lo transportan al mundo divino. Para definiral sacerdote se detiene uno espontneamente en su papel dentrodel culto: el sacerdote es "un hombre que sirve a la divinidad en elaltar". 34

    Pero realmente esto es dejar que se escape el elemento msespecfico del sacerdocio, que es el ejercicio de la mediacin. Laposibilidad que tiene el sacerdote de acercarse a Dios no constituyeun privilegio del que le est permitido disfrutar de forma egosta;hace de l un intermediario titulado para las relaciones con Dios.Se recurre a l para presentar ante Dios ofrendas y peticiones; y esl el que se encarga a continuacin de comunicar al pueblo lasrespuestas y las gracias divinas. De esta forma pone al pueblo enrelacin personal con Dios. No hay nada tan importante como eso.

    La atencin que se pone en las relaciones interpersonales cons-tituye efectivamente la aportacin ms caracterstica ~y la ms pre-ciosa- de la revelacin bblica. Desde este punto de vista se puedeadvertir cun diferente resulta la filosofa griega. A fin de compren-der el mundo, los primeros pensadores griegos buscaron un princi-pio de explicacin impersonal. Se interesaron por los "elementos"de la materia y por las "razones" de los seres. La Biblia no empren-di esta direccin, sino que sigui estando atenta a las personas y asus relaciones. En esto se muestra perfectamente de acuerdo conuna corriente importante del pensamiento moderno que insiste enel aspecto relacional de la realidad y en primersimo lugar en elmismo hombre. La psicologa, el psicoanlisis, la sociologa, la etno-loga, la antropologa revelan cada vez ms que las relaciones inter-personales son constitutivas del ser humano. No existe el hombreaislado, ya que cada uno de los individuos no se convierte en perso-na humana ms que gracias a toda una red de relaciones con losdems. La conquista progresiva del mundo exterior no es tampocoposible ms que gracias a las mltiples relaciones interpersonales.

    En su esfuerzo por situarse en su lugar exacto dentro del mun-do, los hombres se ven llevados a tomar conciencia de una relacinms fundamental, que se encuentra en la base de su existencia y leda todo su impulso. De ella dependen todas las dems relaciones.

    34. W. W. van Baudissin, Die Geschichte des alttestamentlichen Priesterthums,Leipzig 1889,269, citado por A. Cody, o.e., 11.

  • La Biblia no tiene ms objetivo que el de poner plenamente demanifiesto esta relacin primordial y llevada a su expansin mscompleta. Se trata, como habr ya comprendido el lector, de larelacin con Dios. El hombre es un ser religioso y no hay nada tanimportante en su existencia como su encuentro con Dios. A menu-do la bsqueda se ha hecho casi "a tientas" (Hech 17, 27) y hapodido tomar caminos muy diversos. Pero cuando ha dado fruto,el hombre se da cuenta de que ha llegado hasta la fuente de su sery de que, gracias a su relacin con Dios, ha encontrado su verdade-ra dignidad.

    Esta relacin se distingue de todas las dems por su aperturauniversal. No es posible dejada arrinconada en un sector particularde la existencia. Se presenta como la base de todo y aquel que seabre a ella tiene que consentir por consiguiente en dejarse invadirpor completo, para quedar totalmente vivificado por ella. Una exi-gencia tan radical suscita evidentemente resistencias instintivas,conscientes o inconscientes, de manera que es posible observar es-quemticamente tres clases de actitudes. La primera absolutamentenegativa consiste en rechazar por completo la perspectiva que en-tonces se vislumbra. La segunda, positiva en apariencia, es en reali~dad otro gnero de rechazo. Slo la tercera es verdaderamentecoherente y es la que se caracteriza por la institucin del sacerdocio.

    La primera actitud encuentra su expresin -y su condenacin-en el salmo 14: "Dice en su corazn el insensato: No hay Dios!"(14, 1) 35. Para escapar mejor de la exigencia tan profunda de larelacin con Dios, se pone primero en duda la importncia de estarelacin: "j Ni bien ni mal hace Yahv!" (Sof 1, 12), llegndoseluego a negar la existencia misma de Dios. De esta forma se veviolentamente reprimida la dimensin religiosa de la existencia hu-mana. Es una solucin muy simple, pero que resulta devastadora.En su carta a los Romanos (1, 18-32) Pablo describe con realismolas consecuencias desastrosas de este rechazo de la relacin conDios. Sus consecuencias afectan desgraciadamente a todas las de-ms relaciones del hombre, que quedan entonces falseadas y perver-tidas. La peor alienacin para el hombre consiste en encerrarse enla estrechez de su pequeo mundo. All se ahoga y empieza a deba-tirse convulsivamente. Pata vivir en plenitud, el hombre tiene queaceptar francamente la dimensin religiosa de su ser y dejar que surelacin con Dios vivifique todas sus otras relaciones.

  • La segunda actitud toma a primera vista una orientacin inversaa la anterior. Mientras que el humanismo ateo tiene la pretensin de .desarrollar todas las relaciones humanas rechazando la que es msfundamental, el individualismo religioso -tal es la segunda actitud-'admite expresamente esa relacin fundamental: en ella el hombre seabre al trato con Dios. Sin embargo, concibe esta relacin de unaforma estrecha. La limita a su vida psicolgica individual sin permitirque se interfiera en las dems relaciones. La religin sera un asuntoprivado, una secreta intimidad entre el alma y Dios. Este gnero deorientacin se presenta bajo mltiples formas y se traduce concreta-mente en muchos terrenos. San Juan condena una de sus manifesta-ciones especialmente chocante,