VALORES ÉTICOS 4º ESO LA ÉTICA · 2018. 9. 7. · Los valores morales, así como las normas...

15
1 VALORES ÉTICOS 4º ESO LA ÉTICA 1. Moral y ética ¿Te has preguntado alguna vez quién eres? ¿Y quién deberías ser? ¿Has dudado en ocasiones sobre cómo deberías construir tu personalidad? ¿O si estabas actuando correctamente? ¿Te has sentido mal por actuar mal? ¿Has tratado de hacer un bien a alguien desinteresadamente? ¿Es mejor ser sincero o ser educado? ¿Es válido mentir en alguna ocasión? ¿Cómo puede alcanzar la felicidad? ¿Para alcanzarla tengo derecho a hacer daño a los demás? Constantemente nos vemos abordados por situaciones o experiencias que nos conducen a plantearnos este tipo de cuestiones, preguntas sobre lo correcto, lo incorrecto, el deber, el bien y el mal. Se trata de cuestiones morales o éticas. Pero aunque muchas veces utilizamos ambos términos como sinónimos, moral y ética no significan exactamente lo mismo. La moral es el conjunto de principios, normas y valores que cada persona, grupo o generación posee o comparte y que nos orienta en el modo de actuar y comportarse para tratar de conseguir una vida buena, justa o correcta. La moral responde a la pregunta “¿Qué se debe hacer?” ante determinadas situaciones vitales, y hay una serie de valores morales que nos orientan y nos ofrecen posibles respuestas, no sólo para actuar, sino para juzgar a los demás o tratar de convencerlos en el modo de vida que consideramos más adecuado. La moral es una especie de brújula que se transmite de generación en generación en cada sociedad, colectivo o familia, que nos orienta hacia una vida buena y justa. Ofrece, por tanto, orientaciones, normas, prohibiciones y valores. Pero no todas las sociedades, colectivos, familias o individuos comparten una misma brújula. Cada uno ha recibido por su educación o ha configurado por su carácter su propia brújula, y por ello cada uno sigue sus propias normas o valores. Estas normas y valores son indispensables para enfrentarnos ante problemas de convivencia, para formarnos desde un punto de vista no meramente profesional, sino humano, y para construir nuestra propia personalidad y convicciones.

Transcript of VALORES ÉTICOS 4º ESO LA ÉTICA · 2018. 9. 7. · Los valores morales, así como las normas...

  • 1

    VALORES ÉTICOS 4º ESO

    LA ÉTICA

    1. Moral y ética

    ¿Te has preguntado alguna vez quién eres? ¿Y quién deberías ser? ¿Has dudado en

    ocasiones sobre cómo deberías construir tu personalidad? ¿O si estabas actuando

    correctamente? ¿Te has sentido mal por actuar mal? ¿Has tratado de hacer un bien a alguien

    desinteresadamente? ¿Es mejor ser sincero o ser educado? ¿Es válido mentir en alguna

    ocasión? ¿Cómo puede alcanzar la felicidad? ¿Para alcanzarla tengo derecho a hacer daño a los

    demás?

    Constantemente nos vemos abordados por situaciones o experiencias que nos conducen a

    plantearnos este tipo de cuestiones, preguntas sobre lo correcto, lo incorrecto, el deber, el

    bien y el mal. Se trata de cuestiones morales o éticas. Pero aunque muchas veces utilizamos

    ambos términos como sinónimos, moral y ética no significan exactamente lo mismo.

    La moral es el conjunto de principios, normas y valores que cada persona, grupo o

    generación posee o comparte y que nos orienta en el modo de actuar y comportarse para

    tratar de conseguir una vida buena, justa o correcta. La moral responde a la pregunta “¿Qué

    se debe hacer?” ante determinadas situaciones vitales, y hay una serie de valores morales que

    nos orientan y nos ofrecen posibles respuestas, no sólo para actuar, sino para juzgar a los

    demás o tratar de convencerlos en el modo de vida que consideramos más adecuado.

    La moral es una especie de brújula que se transmite de

    generación en generación en cada sociedad, colectivo o familia,

    que nos orienta hacia una vida buena y justa. Ofrece, por tanto,

    orientaciones, normas, prohibiciones y valores. Pero no todas las

    sociedades, colectivos, familias o individuos comparten una misma

    brújula. Cada uno ha recibido por su educación o ha configurado

    por su carácter su propia brújula, y por ello cada uno sigue sus propias normas o valores. Estas

    normas y valores son indispensables para enfrentarnos ante problemas de convivencia, para

    formarnos desde un punto de vista no meramente profesional, sino humano, y para construir

    nuestra propia personalidad y convicciones.

  • 2

    La ética, por su parte, es la reflexión filosófica que tiene por objeto la crítica y

    fundamentación de la moral. La ética es una parte de la Filosofía que también puede llamarse

    Filosofía moral. Esta se plantea el sentido de la moral, su necesidad, su origen, su justificación,

    si es adecuada o no.

    La ética se pregunta por los motivos de las acciones humanas. Sus temas preferentes

    de estudio son aquellas situaciones en las que cabe la posibilidad de actuar de

    maneras diferentes o los asuntos en los que diversas normas o valores morales se ven

    enfrentados: pena de muerte, aborto, eutanasia, trato a los animales, conflictos

    bélicos, desigualdad social…

    La ética no ofrece una norma o un principio que debamos seguir para actuar bien o

    ser justos, la ética trata de entender en qué consisten esos fines (la bondad, el deber,

    la justicia…) y analiza las diversas respuestas morales posibles. Una reflexión ética nos

    puede ayudar a tomar decisiones libres alejadas de las normas y valores en los que nos

    han educado, pero siempre desde el razonamiento y la reflexión.

    La ética es una disciplina que, al analizar los fundamentos de la moral y la amplia

    gama de teorías morales, nos ayuda a conocernos a nosotros mismos y a forjar

    nuestra propia personalidad moral.

    1- Indica si las siguientes oraciones son propias de la moral o de la ética:

    a) No matarás b) ¿Debería vengarme del asesino de mi hija? c) Más vale pájaro en mano que

    ciento volando d) La amistad es un tesoro e) ¿Qué diferencia a un amigo de un colega? f) La

    felicidad es el objetivo de una vida basada en la virtud

    1.1. Valores y normas.

    ¿Qué prefieres, un día de fiesta o uno de clase? ¿Salir con los amigos o limpiar la casa?

    Puede que lo tengas muy claro, o que pienses “depende…”, pero escojas lo que escojas estarás

    eligiendo entre opciones y, si lo haces, es porque das más valor a una de las opciones.

    Podemos valorar un mismo objeto desde diferentes puntos de vista: económico, sentimental,

    estético, religioso, artístico, etc. El valor dependerá del fin o el sentido que tenga ese objeto.

    Pero, ¿qué es un valor moral? Con valor moral nos referimos a una cualidad o un principio

    que manifiestan los seres humanos en sus acciones morales, es decir, cuando actúan bajo

    una idea de justicia, bondad o deber. Así pues, podemos hablar de valores morales como la

    responsabilidad, la honestidad, el respeto, la solidaridad, la moderación, etc.

  • 3

    Los valores morales, así como las normas morales que prohíben u obligan a actuar de

    determinada manera, guían nuestra conducta y definen nuestra personalidad moral. Así pues,

    resulta contradictorio defender determinados valores y proponer determinadas normas y

    luego no cumplir en la práctica. Sin embargo a veces eso sucede. Se debe a que en

    determinadas situaciones se ven enfrentadas normas y valores en los que creemos.

    2- Dibuja tu propia escala de valores, situándolos jerárquicamente (amor, amistad, honestidad,

    valentía, egoísmo, hedonismo, fidelidad…)

    1.2. Dilemas morales

    Un dilema moral es un problema con varias soluciones posibles (normalmente dos, de

    ahí el nombre di-lema). El conflicto se plantea porque cada solución posible conlleva

    defender unos valores o cumplir unas normas que no pueden satisfacerse simultáneamente.

    Se ha de seguir un valor u otro, pero no es posible conjugarlos.

    Para que nuestra elección sea satisfactoria desde un punto de vista ético ha de estar

    fundamentada y razonada de modo consistente, de modo que podamos defender nuestras

    opiniones morales, incluso con sus excepciones, formando una personalidad moral propia y no

    dejándonos arrastrar por cualquier opinión ajena bien formulada.

    1- Lee los siguientes dilemas morales y explica qué harías tú en la situación de los

    protagonistas. Indica también qué actitudes o acciones se enfrentan en cada dilema y qué

    valores morales hay tras ellos:

    a) José y María llevan año y medio en el paro, aunque lo intentan no encuentran trabajo.

    Tienen dos hijos pequeños y suponen muchos gastos. El Banco ya les ha avisado de que llevan

    tres meses sin pagar la hipoteca y que si continúan sin pagar se iniciará un proceso de

    desahucio. María pidió dinero a su hermano, pero su hermano apenas puede dejarles

    suficiente dinero como para pagar la luz y el agua. Por su parte José sólo tiene a sus padres con

    los que apenas habla por la mala relación que tuvieron en el pasado. Quizá sus padres tengan

    dinero, o puedan ayudarles a encontrar trabajo. Quizá podrían atracar un comercio para pagar

    las facturas más urgentes. Otra posibilidad es no pagar la hipoteca y tratar de resistir en ella.

    b) Laura es una bióloga que lleva años investigando una posible cura contra el cáncer. Su

    equipo de investigación se encuentra muy próximo a encontrar un compuesto químico que

    podría resultar lo que tantos años han estado tratando de conseguir. Pero han de probar antes

    los posibles efectos adversos en un organismo vivo. El equipo de investigación se ha decidido

    por utilizar ratas de laboratorio, pero Laura no está conforme. Ella es una gran defensora de

  • 4

    los animales, no come carne y lucha por la abolición de los festejos taurinos. Usar animales

    como un instrumento, pudiendo enfermarlos o matarlos, le parece inmoral. Pero, podrían

    salvarse tantas vidas humanas…

    2. SÓCRATES Y EL NACIMIENTO DE LA ÉTICA

    La filosofía, en su origen, era esencialmente el estudio racional, metódico y riguroso de la

    naturaleza que trataba de explicar sus fenómenos yendo más allá de las respuestas míticas.

    Fueron los sofistas y Sócrates los que dieron un nuevo rumbo a la filosofía, dirigiendo sus

    reflexiones, no tanto al mundo natural, como al mundo humano, el mundo de las costumbres y

    la acción. Estos pensadores trataron de aclarar qué era el bien qué era el mal, cómo debemos

    conducir nuestra vida o qué elementos debía tener una sociedad justa. El enfrentamiento

    entre los sofistas y Sócrates residía en la postura relativista y convencionalista de estos

    profesores de retórica y política, una postura que el extravagante Sócrates trataba de

    refutar, buscando un significado unívoco y universal a conceptos como belleza, justicia y

    bien.

    Los sofistas, en su mayoría extranjeros que provenían de los más alejados rincones del

    mundo conocido, descubrieron a los atenienses las más extrañas costumbres, las leyes y

    constituciones más incomprensibles o intolerables de otros países. Su contacto con otras

    culturas y las diferencias existentes entre ellas, les llevó a preguntarse si las normas y

    costumbres que tenían cada grupo humano son naturales e inmodificables o producto de una

    convención, es decir, de un acuerdo social. Su participación directa e indirecta en las disputas

    políticas de la democracia ateniense potenció en ellos la idea de que la verdad, también la

    verdad propia de la moral, es siempre relativa. No existía para ellos una verdad universal,

    por lo que a unos parece malo, a otros parece bueno, e incluso conceptos como el de justicia

    podían ser invenciones de los más débiles para protegerse de aquellos más fuertes capaces de

    cometer injusticias.

    -Los sofistas eran, en general, relativistas y convencionalistas. Las normas morales son producto de

    una convención, por lo que pueden cambiarse. Esas convenciones son relativas a grupos sociales

    concretos. Por eso cada grupo puede tener sus normas, e incluso cada individuo aceptarlas o

    rechazarlas.

    Para Sócrates (470-399 aC) el relativismo de los sofistas era muy peligroso. Si no había

    consenso en calificar una acción como adecuada o inadecuada, justa o injusta, loable o

    reprobable, entonces ¿cómo ponerse de acuerdo para elaborar las leyes de un estado?, ¿Cómo

    juzgar el insulto o el hurto, si cada uno los interpretaba de distinta forma? La posición de los

  • 5

    sofistas, pensaba Sócrates, sólo podía conducir al caos: sería imposible confeccionar unas

    normas con las que orientar la conducta humana, no se sabría qué pautas de conducta

    enseñar a los jóvenes en las escuelas y el

    diálogo entre humanos sería inviable.

    Sócrates defendió la máxima del templo

    de Apolo en Delfos: Conócete a ti mismo.

    Hizo de esta frase una máxima de su

    pensamiento. Conocerse a uno mismo

    significa investigar el significado de las

    propias acciones y, con ello, la pretensión de

    ir mejorándolas y auto-perfeccionarse. Este conocimiento estaba, según Sócrates, ligado a la

    virtud y a la corrección moral, ya que para Sócrates todo sabio era necesariamente virtuoso. El

    que conocía el bien sólo podía hacer el bien. El malvado sólo lo era por ignorancia, porque si

    supiera realmente que su acción podía causar un daño a los demás, evitaría cometerla.

    -Sócrates defendió lo que se conoce como intelectualismo moral. Conocer el bien conduce

    necesariamente a actuar bien. De ahí su interés por definir precisamente los conceptos centrales de la

    moral, saber que es el bien, la justicia o la honradez permitirá actuar de forma buena, justa y honrada.

    Esta postura le enfrentaba con el relativismo y podemos definirla como universalista, ya que el bien es

    el mismo para todos.

    3. ÉTICAS DEL BIEN

    Se han dado numerosas corrientes de pensamiento ético que podemos agrupar en torno

    a una característica que poseen en común, su finalidad es la de orientar en la búsqueda del

    mayor bien para la vida. Consideran todas ellas que la reflexión ética es un camino para

    poder llevar una vida buena, una vida completa en la que se alcanza el bien supremo. Sin

    embargo, no existe acuerdo dentro de estas corrientes sobre en qué consiste exactamente ese

    bien supremo que debemos perseguir. ¿Se trata del placer? ¿Será acaso la tranquilidad de

    espíritu? ¿O consistirá en la salvación eterna de nuestra alma? A continuación estudiaremos

    las propuestas de Aristóteles, estoicos, epicúreos y utilitaristas, atendiendo a que, pese a

    compartir su carácter finalista de sus teorías éticas según las cuales el fin último es alcanzar

    una vida buena o una vida feliz, difieren en cómo hacerlo.

  • 6

    3.1. Aristóteles: La felicidad (euodaimonía) a través del auto-

    perfeccionamiento

    «Puesto que todo conocimiento y toda elección tienden a algún bien, ¿cuál es la meta de la política,

    o cuál es el bien supremo entre todos los que pueden realizarse? Sobre su nombre, casi todo el mundo

    está de acuerdo, pues tanto el vulgo como los cultos dicen que es la felicidad, y admiten que vivir bien y

    obrar bien equivalen a ser feliz. Pero cuando se trata de decir en qué consiste realmente la felicidad, hay

    diferencias de opinión y no lo explican del mismo modo el vulgo y los sabios.»

    Aristóteles, Ética a Nicómaco.

    En su ética Aristóteles sostiene que el bien máximo al que podemos aspirar las personas

    es la felicidad. Es verdad que los seres humanos se esfuerzan por conseguir otras metas, como

    la riqueza, la fama o el poder. Pero Aristóteles nos recuerda que ninguna de estas aspiraciones

    es una finalidad en sí misma. Nadie desea ser rico exclusivamente para acumular oro. Según

    Aristóteles, lo que las personas verdaderamente queremos es ser felices. Si lo logramos,

    habremos alcanzado el máximo bien al que podemos aspirar. La felicidad no es un medio, sino

    una meta en sí misma, el objetivo más importante que podemos desear.

    -El término griego para referirse a la felicidad es eudaimonía. Por eso suele denominarse a la ética

    aristotélica como ética eudemonista.

    Que las personas perseguimos la felicidad como bien supremo es

    una afirmación quizá muy obvia y poco concreta. ¿En qué consiste

    exactamente la felicidad? Ahí probablemente radique el problema

    filosófico. Aristóteles define la felicidad partiendo de lo que nos define

    como seres humanos. Según Aristóteles, las personas somos distintas

    del resto de animales porque tenemos razón y palabra. Tenemos

    logos. Esta capacidad de pensamiento es más noble y valiosa que las

    demás capacidades, por lo que la felicidad debe radicar precisamente en su ejercicio. La vida

    más feliz, por tanto, no será la de quien se preocupa de las

    cosas materiales, ni de quien busca la fama. La más alta

    felicidad corresponde a la forma de vida del sabio, que dedica

    su tiempo a pensar y buscar la verdad.

    Pero esta vida de sabiduría, la vida contemplativa, no está

    al alcance de todos. Por eso también necesitamos algún tipo de

    guía que nos ayude a encontrar la felicidad en el día a día. Aristóteles creía que debemos

    ejercitarnos en desarrollar la virtud o areté, que significa excelencia. Las personas felices son

  • 7

    las que se comportan de manera excelente, sabiendo actuar como corresponde en cada

    situación.

    ¿Cuándo es una acción virtuosa? Cuando esta acción no es producto de los excesos, sino

    que es una acción elegida entre dos extremos posibles. El punto medio siempre garantiza la

    virtud. El valor, por ejemplo, no es temeridad ni cobardía, sino algo situado entre ambos

    extremos. Pero no es fácil determinar siempre dónde se encuentra el punto medio, para ello

    debemos emplear la razón, concretamente, la prudencia, esta es la capacidad intelectual

    fundamental que nos ayuda a determinar cuál es la conducta correcta en cada circunstancia,

    dependiendo de nuestra situación personal.

    Así, con la repetición de las acciones se forman hábitos, y con la repetición de hábitos,

    costumbres. La virtud sólo puede nacer de la costumbre, de la repetición constante de actos

    correctos. Es por eso por lo que, a costa de esfuerzo y trabajo, la personalidad puede cambiar,

    ya que nuestras inclinaciones y nuestros modos habituales de proceder pueden entrenarse y

    dirigirse hacia el camino de la felicidad.

    3.2. Época helenística: Estoicismo y epicureísmo

    Con el auge del imperio macedónico, que alcanzó su máximo esplendor gracias a las

    victorias militares de Alejandro Magno, la Atenas democrática pierde influencia y los debates

    filosóficos dejan de centrarse en torno a asuntos públicos de interés general para dar paso a

    numerosas escuelas de pensamiento ético centradas en la búsqueda individual de la felicidad.

    Entre estas escuelas destacaremos dos que tienen mucho en común. La escuela estoica y la

    epicúrea.

    El estoicismo nace con Zenón de Citio, que fundó su

    escuela en la Stóa poikilé, que era el Pórtico pintado del ágora

    de Atenas. Esta escuela de pensamiento gozó de gran fama

    en el mundo romano que iniciaba entonces su auge. Aunque

    es una corriente con posiciones metafísicas y cosmológicas,

    nos interesa su particular visión de la ética. La vida buena o

    feliz para los estoicos consiste en una vida sosegada, serena,

    una vida en la que se alcanza la ataraxia. La ataraxia o

    imperturbabilidad del espíritu consiste en la vida ajena a todo aquello exterior a uno mismo,

    consciente de que lo que no depende de nosotros es incontrolable. Los estoicos proclamaron

    que se puede alcanzar la libertad y la tranquilidad tan sólo siendo ajeno a las comodidades

    materiales, la fortuna externa y dedicándose a una vida guiada por los principios de la razón y

    https://es.wikipedia.org/wiki/Stoa_Pecilehttps://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81gora_de_Atenashttps://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81gora_de_Atenas

  • 8

    la virtud. Para ello hay que evitar las pasiones y las inclinaciones propias del cuerpo y de los

    bienes materiales que nos seducen, para vivir conforme a la razón y el autocontrol.

    El estoicismo, por tanto, defendía una visión fatalista de la existencia. Las cosas ocurren

    porque así lo quiere el destino o así lo ordena el cosmos. No debemos preocuparnos por nada

    ajeno a nuestra voluntad. Necesitamos entrenarnos en el autocontrol para no depender de

    deseos y pasiones que nos pueden conducir al sufrimiento. La serenidad, la calma, en

    definitiva, la ataraxia, es el bien supremo al que dirigirnos.

    -Actualmente utilizamos el adjetivo estoico para referirnos a alguien que asume con

    resignación las adversidades

    Por su parte, el epicureísmo hace referencia a la ética hedonista de Epicuro, conocido por

    proponer sus teorías rodeado de sus allegados en su jardín, mientras disfrutaban de austeros

    banquetes y charlaban abiertamente. La ética de Epicuro es también una ética del bien,

    porque su fin último es alcanzar la felicidad. El hedonismo que defendió proponía que la

    felicidad consiste en la búsqueda del placer y la huida del dolor.

    -El término griego para referirse al placer es hedoné, de ahí el concepto de hedonismo.

    El hedonismo se asocia a una filosofía de vida

    basada en la búsqueda del placer por encima de

    todo, sin ningún tipo de freno. Pero Epicuro cuando

    defendía el hedonismo no defendía una visión tan

    radical de la búsqueda del placer. Epicuro entendía

    que la felicidad se consigue con un cálculo meditado

    de aquello que nos conviene por placentero y

    aquello que debemos evitar por doloroso. Pero este

    cálculo nos conduce, tal y como él ejemplificó con su

    estilo de vida, a una cierta austeridad. Comer y beber

    en exceso puede ser un gran placer a corto plazo,

    pero proporcionar dolor posteriormente por una indigestión. En este sentido Epicuro se

    aproximaba al ideal estoico de la ataraxia, pues más vale una vida sosegada y de autocontrol

    que una búsqueda errada del placer inmediato que nos provoque dolor y tristeza con

    posterioridad.

    Además, Epicuro distinguió tres tipos distintos de placeres. Alimentarse, vestirse o

    cobijarse frente a las inclemencias del tiempo son placeres naturales y necesarios, del mismo

  • 9

    modo que reflexionar o cultivar la amistad. Existen también placeres naturales pero

    innecesarios, que están asociados al deseo de refinamientos artificiosos de los placeres

    naturales necesarios, como el lujo en el vestir, atiborrarse en el comer o las diversiones

    exóticas. Por último también hay placeres que no son ni naturales ni necesarios, como el ansia

    de fama y de éxito social. De acuerdo con su ética, la satisfacción de los placeres naturales y

    necesarios es la que debe ocuparnos de forma prioritaria, siempre con moderación y

    sensatez.

    1- Lee el texto y contesta las preguntas:

    «Entonces, cuando decimos que el placer es el fin, no hablamos de los placeres disolutos

    ni a los que residen en el goce regalado, como creen algunos que ignoran o no están de

    acuerdo o que interpretan mal la doctrina, sino de no padecer dolor en el cuerpo ni turbación

    en el alma. Pues ni las bebidas ni los banquetes continuos, ni el goce de muchachos y mujeres,

    ni de los pescados y todas las otras cosas que trae una mesa suntuosa engendran la vida grata,

    sino el sobrio razonamiento que indaga las causas de toda elección y rechazo, y expulsa las

    opiniones por las cuales se posesiona de las almas la agitación más grande.»

    Epicuro, Carta a Meneceo.

    a)-¿Qué entiende Epicuro por placer?

    b) -¿Cómo debemos definir el hedonismo según Epicuro?

    2- Clasifica los siguientes placeres siguiendo la distinción epicúrea:

    -Cenar tras un largo día de estudio

    -Cenar en un restaurante con 2 estrellas Michelín

    -Ver videoclips

    -Comprarse ropa de marca

    -Vivir en una mansión.

    -Aparecer en un reality show

    -Salir con los amigos

    3.3. El utilitarismo

    Con la transformación tecnológica, económica, social y política que va configurando la

    sociedad industrial capitalista del siglo XIX, la reflexión moral dirige su mirada hacia los

    resultados de la acción: la utilidad se constituye en el eje en torno al cual parecen girar

  • 10

    nuestras decisiones científicas, económicas, políticas y, cómo no, morales. El utilitarismo nace

    en Inglaterra, a finales del siglo XVIII, y cuenta entre sus representantes con Jeremy Bentham

    (1748-1832) y John Stuart Mill (1806-1873).

    Aunque los utilitaristas utilizan el término “felicidad”, poco tiene que ver con el concepto

    aristotélico. La reflexión ética gira ahora hacia las consecuencias de nuestras decisiones y sus

    repercusiones, tanto individuales como colectivas. El principio de utilidad de Bentham

    consiste precisamente en escoger la acción adecuada atendiendo a si sus resultados

    promueven un aumento de la felicidad del interesado o no.

    -El utilitarismo afirma que los actos moralmente correctos lo son en función de su utilidad.

    La moral consiste en una aritmética de placeres, de modo que la balanza debe inclinarse a

    favor del placer y en contra del dolor, sin que entre los distintos placeres posibles exista, tal y

    como planteaba Epicuro, una diferencia cualitativa. La suma de placeres ha de ser superior a la

    suma de dolores para ser feliz.

    Bentham propone una fórmula de utilidad cuyo criterio consiste en maximizar el bien

    social: la mayor felicidad para el mayor número de personas. Se debe procurar el bien

    general, porque ello repercute en el bien particular de los individuos. Según esto, un juicio

    moral no es sino un juicio acerca de la felicidad, y una acción es moralmente buena en la

    medida que conduzca a la felicidad de la colectividad, y en consecuencia, a la individual.

    John Stuart Mill sí distinguió entre placeres inferiores y superiores, por lo que la calidad

    está por encima de la cantidad en la búsqueda del placer y la huida del dolor. También

    defendió que el bien general debe buscarse no sólo por interés individual, ya que puede

    proporcionarnos ventajas personales, sino porque posee un valor en sí mismo. Mill y su mujer

    defendieron también la democracia y la igualdad de la mujer respecto al hombre, demandas

    morales y políticas que comenzaban a extenderse en aquel momento.

    -El utilitarismo pertenece a una época de auge capitalista en el que el criterio de utilidad y la

    maximización de beneficios, elementos propios de la teoría económica liberal, son traducidos a otros

    ámbitos como la política y la moral.

    4. LA ÉTICA KANTIANA DEL DEBER

    En el siglo XVIII, el siglo de la Ilustración, un autor paradigmático, Immanuel Kant (1724-

    1804), tratará de interiorizar el concepto de norma moral: los hombres, según él, obrarán

    moralmente no por obediencia a una coacción externa (el poder del Estado o el contrato

  • 11

    social), sino por respeto a una ley moral interior que el propio individuo se da a sí mismo, a

    saber, el imperativo categórico.

    Aunque la existencia de diferentes códigos morales sea

    indudable, hay que averiguar qué es lo que los convierte en

    “morales”, cuál debe ser la forma que debe tener un precepto para

    convertirse en precepto moral. Para emprender esta investigación, el

    filósofo se centra en la voluntad del agente moral, en su intención y

    no en las consecuencias de la acción. No hay nada

    incondicionalmente bueno, salvo una buena voluntad.

    Kant distingue entre nuestras inclinaciones o deseos y

    nuestro deber. Si actuamos por inclinación, sea esta

    egoísta o altruista, la acción no es moralmente buena,

    porque la intención que la ha guiado no ha sido la

    realización del deber. Si impido que mi vecino sea

    desahuciado de su vivienda por falta de recursos, y lo hago

    para tener compañía, no se trata de una acción

    moralmente buena, porque no actúo por deber, sino

    persiguiendo un fin. Kant establece una distinción entre

    imperativos hipotéticos y categóricos. Los imperativos

    hipotéticos incluyen una condición: debes hacer tal cosa (estudiar mucho) si quieres…(aprobar

    el examen). Pero el imperativo categórico no tiene esta forma condicional, expresa una orden

    incondicional: debes hacer esto. A la pregunta por el motivo responde: porque es tu deber.

    Debo impedir el desahucio de mi vecino porque es lo correcto, mi deber, y así debiera actuar

    con toda persona aunque sea un total desconocido.

    Kant propone actuar conforme a una máxima de acción que podamos convertir en ley

    universal, es decir, que sea válida para todo el mundo. Kant postula así la autonomía de la

    moralidad: el criterio de lo moral no puede ser exterior a mí mismo, no puede ser

    heterónomo. Al obedecer el imperativo categórico no obedezco un dictado externo, sino

    interno, convirtiéndome en aquel que legisla y construye la norma.

    La intención que hace buena a la voluntad es el cumplimiento del deber por pura

    obediencia al deber, no por algún interés coincidente.

  • 12

    Kant rechaza así las éticas del bien o de la felicidad, porque estas hacen referencia a

    elecciones subjetivas que no pueden universalizarse, que no son válidas para todos, y que se

    confunden con la búsqueda de satisfacciones personales y deseos. Estas éticas se fundan en

    imperativos hipotéticos. La ética no es una doctrina de la felicidad. Para Kant la ética ha de ser

    deontológica, estar basada en normas incuestionables que deben obedecerse sin que medie

    un interés personal.

    1- Lee el texto y contesta a la pregunta:

    «Si suponemos que el fin del hombre es la felicidad, entonces habría sido mejor que la

    naturaleza hubiera dotado al hombre de instinto en vez de razón para alcanzar este fin. La

    razón no proporciona la felicidad y la satisfacción en la vida, porque la razón tiene un

    propósito mucho más digno. El fin de la razón es el producir una voluntad buena, que es el

    bien supremo y la condición de cualquier otro fin. La consecución de este fin supremo puede ir

    unido a algún perjuicio para alcanzar los fines de las inclinaciones, que se resumen bajo el

    nombre general de “felicidad”»

    I.Kant, Fundamentación de la metafísica de las costumbres.

    a) ¿Qué fines se ven enfrentados? ¿Por qué?

    2- ¿De las siguientes acciones cuáles serían morales según Kant?

    a. Pagar los impuestos para que no me pongan una multa. b. Decir la verdad porque, si miento, perderé la confianza de los demás. c. Cuidar de mi madre cuando está enferma porque la quiero y ella también cuida de mí. d. Devolverle a alguien el mal que me ha hecho para que aprenda que no se puede ir

    dañando a los demás por la vida. e. Estudiar para estar preparado y poder conseguir un puesto de trabajo. f. Decir la verdad porque es mi deber aunque tenga consecuencias negativas para mí o

    para otras personas. g. No copiar en un examen aun sabiendo que el profesor nunca se enteraría porque no

    debo hacerlo. h. Ayudar a otros movido por un sentimiento de compasión.

    3-¿Cuál sería la respuesta de Kant a las siguientes preguntas? Razonar la respuesta.

    a. ¿Es lícito mentir para evitar un daño a alguien? b. ¿Sería lícito torturar a un terrorista para obtener de él información con la que se

    pudiera evitar un atentado? c. ¿Es lícito sacrificar a una persona para salvar a muchas?

  • 13

    5. LA CRÍTICA NIETZSCHEANA DE LA MORAL

    Fiedrich Nietzsche (1844-1900) es un filósofo alemán que alcanzó gran fama

    póstumamente. Es caracterizado, junto a Marx y Freud, como uno de los filósofos de la

    sospecha, esto se debe a que los tres “sospecharon” de las ideas y valores imperantes de su

    tiempo, tratando de encontrar qué se escondía

    bajo las mismas y qué presupuestos permitían

    que estas se sustentasen. En el caso concreto de

    Nietzsche, su sospecha se dirigió a la moral de la

    cultura conservadora y cristiana de finales del

    siglo XIX. Nietzsche fue un crítico furibundo de los principios morales de su época y del

    cristianismo. Trató de establecer el origen de estos valores rastreando su historia a través de

    una genealogía, los cuestionó y trató de que fuesen reemplazados por unos nuevos valores en

    un proceso que denominó como transvaloración.

    Nietzsche fue polémico y poco entendido en su tiempo, en parte, por su valentía para

    analizar y criticar los principios y normas morales que se sustentan en las religiones judía y

    cristina. El filósofo escribió una Genealogía de la moral, donde trató de determinar el origen

    de los valores de abnegación, resignación, piedad, austeridad o el mismo sentimiento de

    culpa. Según Nietzsche la cultura judía, y posteriormente la cristiana, llevaron a cabo un

    cambio de valores. Para el griego arcaico ser fuerte y demostrarlo a través de actos de

    competición y egoísmo no era algo que se pudiese considerar malo, antes bien, eso era bueno

    y la resignación o el miedo eran malos. Poco a poco la concepción respecto a este tipo de

    acciones fue variando, y lo que antes era bueno por señorial y valiente ahora era considerado

    malvado, propio de pecadores, mientras que las actitudes propias de los plebeyos ahora se

    consideraban buenas. Para Nietzsche esto supuso el triunfo de una moral de esclavos, una

    jerarquía de valores propia de individuos inferiores basada en el resentimiento contra los

    fuertes. Esta nueva moral fue expandida con el cristianismo, configurando una cultura

    gregaria, una moral de rebaño que según este pensador impedía que los mejores pudiesen

    destacar por encima de la masa aborregada que acepta cómodamente sin cuestionarse nada

    las ordenes y normas que se les impone.

    Nietzsche cuestionó también la teoría metafísica que sustenta este nuevo orden moral,

    basado en la idea de trascendencia y de una vida en el más allá donde las injusticias serán

    reparadas y los malvados castigados por una fuerza divina superior. Pero esto sólo es una

    muestra de la debilidad y el rencor de los débiles, incapaces de satisfacer sus pretensiones en

  • 14

    esta vida. Por otra parte, los principios de abnegación cristianos que imponen reprimir deseos

    e instintos resultan antinaturales. Nietzsche defiende la vida en este mundo, la vida creativa y

    valiente que es capaz de afirmarse y satisfacer sus expectativas sin miedo a las opiniones

    ajenas. La necesidad de una moral fundada en lo terrenal y no en lo celestial, le llevó a

    anunciar con gran repercusión posterior que Dios ha muerto. La moral no podía ya estar

    asentada en la idea de una vida de sufrimiento y un más allá redentor.

    Si la moral arcaica fue transformada en una nueva moral propia de esclavos, Nietzsche

    defendió que era necesaria una nueva transformación, una transvaloración de todos los

    valores. Con su crítica a los valores morales y las normas asumidas en su tiempo este pensador

    quiso encender la chispa de una acción creativa de elaboración de nuevos valores que no

    reprimiesen las fuerzas naturales del ser humano y que constituyesen un nuevo orden cultural

    en el que la competición, la libertad y

    la autonomía fuesen moneda de

    cambio.

    Lo que nos interesa de esta

    genealogía y esta crítica no es tanto las

    consideraciones nietzscheanas sobre

    qué debemos entender por bueno,

    malo y malvado, lo que nos interesa es la idea de que los valores morales, aquello que

    entendemos como bueno y malo, no son cosas dadas e inamovibles, sino que cambian con el

    paso del tiempo. La filosofía se atreve a analizar y cuestionar los valores imperantes para

    defenderlos o para cuestionarlos, proponiendo otros nuevos. Como diría Nietzsche, no hay

    hechos morales, sólo interpretaciones morales de los hechos.

    1- Lee el texto y contesta las preguntas:

    «…necesitamos una crítica de los valores morales, hay que poner alguna vez en

    entredicho el valor mismo de esos valores, y para esto se necesita tener conocimiento de las

    condiciones y circunstancias de que aquéllos surgieron, en las que se desarrollaron y

    modificaron (…), un conocimiento que hasta ahora ni ha existido ni tampoco se lo ha siquiera

    deseado. Se tomaba el valor de esos “valores” como algo dado, real y efectivo, situado más

    allá de toda duda; hasta ahora no se ha dudado ni vacilado lo más mínimo en considerar que el

    “bueno” es superior en valor al “malvado”, superior en valor en el sentido de ser favorable,

    útil, provechoso para el hombre como tal (…). ¿Qué ocurriría si la verdad fuera al contrario?

    ¿Qué ocurriría si en el “bueno” hubiese también un síntoma de retroceso, y asimismo un

  • 15

    peligro, una seducción, un veneno, un narcótico, y que por causa de esto el presente viviese tal

    vez a costa del futuro? ¿Viviese quizá de manera más cómoda, menos peligrosa, pero también

    con un estilo inferior, de modo más bajo? (…) ¿De tal manera que justamente la moral fuese el

    peligro de los peligros?»

    Fiedrich Nietzsche, La genealogía de la moral, 1887.

    a) ¿Por qué piensa Nietzsche que la moral puede ser el peligro de los peligros?

    b) ¿Crees que existen valores morales universales o que estos siempre cambian en cada

    contexto? Razona tur espuesta.