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85 AÑOS DE LA BIBLIOTECA VALLECAS

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85 AÑOS DE LA BIBLIOTECA

VALLECAS

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85 ANIVERSARIO DE LA BIBLIOTECA VALLECAS

El 13 de noviembre de 1933, a las seis de la tarde, en una sesión solemne con la asistencia de Miguel Artigas, director de la Biblioteca

Nacional, Amós Acero Pérez, alcalde de Vallecas y Don Antonio Zozaya, presidente de la JIAL (Junta de Intercambio y Adquisición de

Libros), se inauguró la biblioteca de Vallecas. El centro se instaló, junto a la casa de socorro, en los bajos de la Casa Consistorial que se

había trasladado del Pueblo de Vallecas a Puente de Vallecas en 1931.

Ahora, en el 85 aniversario de su apertura al público, queremos hacer memoria de la producción cultural de aquellos años, con una

selección de títulos de libros y películas, cuyos autores y directores, a pesar de los años transcurridos, tenemos muy presentes. Hemos

tratado de dar cabida a diversos autores y no tanto de recapitular varias obras de un mismo autor, aún publicadas en la década de los

años 30, por lo que títulos ampliamente conocidos no figuran en los listados.

Algunos de los títulos seleccionados no se encuentran en la biblioteca Vallecas; no obstante, la mayoría de las ausencias pueden ser

solicitadas en mostrador, a través del servicio de préstamo intercentros (PIC). La biblioteca pública, más que nunca, funciona como una

red que le acerca ocio y arte, información y conocimiento.

LITERATURA

El siglo XX está marcado por los conflictos bélicos que sacudieron la conciencia de los escritores, la influencia de la tecnología

(especialmente las artes audiovisuales como el cine y los medios de comunicación, incluso la radio, televisión, e Internet), la ruptura de los

límites estrictos entre géneros, y el intercambio entre diferentes lenguas y culturas, que hacen que las obras muestren un grado de

cosmopolitismo e influencias mestizas mucho mayor que en los siglos precedentes. La literatura del siglo XX se caracteriza por el deseo

de experimentación y la aparición de distintas vanguardias que buscan crear nuevas formas y nuevos contenidos. Rompe con los

elementos tradicionales de la literatura: crea narraciones con saltos cronológicos, emplea nuevos escenarios en teatro, rompe la métrica y

la rima en poesía, etc.

El siglo se ve también determinado por el auge de la industria editorial, con grandes sellos, la publicación a gran escala y el creciente papel

de las escuelas, las críticas literarias y los círculos académicos, como filtros para el lector. Se extienden diversos premios literarios, entre

los que destaca el Premio Nobel de Literatura por su prestigio internacional. La cantidad de lectores potenciales creció gracias a la

ampliación de la educación básica y las campañas de alfabetización, resultando en un aumento sin precedentes de la disponibilidad de

libros y otros formatos que también incluyen literatura, tales como revistas y periódicos.

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Durante este periodo se desarrolla notablemente la teoría de la literatura, empezando por el formalismo ruso. Su influencia es perceptible

en las creaciones contemporáneas, ya que actúan a modo de antigua preceptiva poética o de sanción de lo que debe cultivarse. La

manifestación de los movimientos actúa en el mismo sentido.

Como el desarrollo de corrientes y generaciones varía bastante en función de la zona de estudio, este artículo aborda la literatura en una

estricta división por décadas, aunque hay movimientos que no se ajusten a esta delimitación temporal y abarquen períodos más amplios o

más cortos.

LA LITERATURA DE 1930 a 1939

En los años 30 vuelve la literatura más reflexiva, que analiza el contexto histórico y preludia el existencialismo, como por ejemplo la obra

de André Malraux o Louis-Ferdinand Céline. Los autores de muchos países están marcados por la situación política, con cambios de

régimen y el auge del totalitarismo.

En Alemania, con el ascenso del nazismo comienza a cultivarse una literatura de exaltación nacional, fuertemente política e influida por

los autores fascistas italianos que siguen publicando en estas fechas. El régimen propugna que debe ligarse el arte a la tierra y la sangre

(Blut und Boden) y por lo tanto los autores afines recuperan las tradiciones populares, con un retorno al romanticismo que convive con la

exaltación del glorioso futuro imperial.

El realismo socialista se impone a la literatura rusa y la de los países de la órbita soviética, un movimiento que combina el adoctrinamiento

político con un realismo costumbrista, donde el proletariado es el principal protagonista. Los autores de éxito se pliegan a las exigencias

del gobierno, como Máximo Gorki y surgen plumas afines a los dirigentes comunistas. Los disidentes deben escribir en secreto (como el

nombre más relevante de la literatura de abjasia, Fazil Iskander), exiliarse (como el polaco Witold Gombrowicz) o hacer desaparecer sus

libros, como ocurrió con El maestro y Margarita, ya que se implanta la censura artística. Los ideales comunistas inspiran también a los

intelectuales chinos, como Lu Xun, y japoneses, como Takiji Kobayashi e Ineko Sata. Varios autores europeos simpatizan con esta línea,

mientras que otros alertan sobre el peligro del control estatal: aparece entonces la distopía, como Un mundo feliz.

La literatura inglesa continúa explorando el modernismo con nombres que inician su carrera, como Graham Greene o Dylan Thomas que

conviven con los grandes autores del período anterior. En los Estados Unidos, la Gran depresión marca el tema de la mayoría de las

novelas, con autores como John Steinbeck o Henry Miller. Dentro de la novela de género cabe destacar la figura de Agatha Christie; su

obra Diez negritos puede considerarse el primer superventas del siglo (con más de 100 millones de copias vendidas). Las intrigas de

detectives ocupan un lugar preeminente en las preferencias lectoras del período.

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La guerra civil española marca buena parte de las literaturas peninsulares, suponiendo un auténtico corte en las tradiciones castellanas,

catalanas, vascas y gallegas. La muerte de Federico García Lorca simboliza el fin de las experimentaciones literarias y se da inicio a un

periodo más autárquico e intimista, combinado con un arte de propaganda política. El conflicto como tema marcará buena parte de la

literatura posterior, como la de Mercè Rodoreda y Gurguí.

La novela y la poesía de los años 30 habían tendido hacia la rehumanización y el compromiso social, tras abandonar la deshumanización

de los años 20. En esta línea se encuentra la literatura de Ramón J. Sender, Max Aub, Francisco Ayala, Rosa Chacel, quienes al acabar la

guerra marchan al exilio por su apoyo a la República. Su obra se realiza al margen de la literatura que se hace en España y, en general,

tratan con insistencia sobre el tema de la guerra.

En África comienza a emerger un teatro político, que se apropia de los códigos occidentales para denunciar la situación de sometimiento

de los países colonizados. La cuestión racial juega un papel relevante en estas obras, que se escriben mayoritariamente en inglés y

francés. Aparecen simultáneamente novelas en los idiomas nativos, como el yoruba, pero sin gran penetración social.

Fuente: Wikipedia

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TÍTULOS DE LIBROS DE LOS AÑOS 30

AÑO TÍTULO AUTOR VALLECAS / PIC / N.D.

1930 El club de los incomprendidos G.K. Chesterton PIC 1930 El halcón maltés Dashiell Hammett VALLECAS

1930 El hombre sin atributos Robert Musil PIC 1930 El malestar en la cultura Sigmund Freud VALLECAS 1930 La conquista de la felicidad Bertrand Russell VALLECAS 1930 La rebelión de las masas José Ortega y Gasset VALLECAS 1930 Muy bien, Jeeves P.G. Wodehouse PIC 1930 San Manuel Bueno, mártir Miguel de Unamuno VALLECAS 1930 Tintín en el país de los soviets Hergé VALLECAS 1930 Viento del Este, viento del Oeste Pearl S. Buck PIC 1930 Vuelo nocturno Antoine de Saint-Exupéry VALLECAS 1931 Después (El camino de vuelta) Erich Maria Remarque PIC 1931 En las montañas de la locura H.P. Lovecraft PIC 1931 Historia de Babar el elefantito Jean de Brunhoff PIC

1931 Las olas Virginia Woolf VALLECAS 1931 Los placeres prohibidos Luis Cernuda PIC 1931 Poema del cante jondo Federico García Lorca PIC 1932 Entre los Flamencos Georges Simenon PIC 1932 Los vasos comunicantes Andre Breton VALLECAS 1932 Luz de agosto William Faulkner VALLECAS 1932 María Antonieta Stefan Zweig VALLECAS 1932 Studs Lonigan James T. Farrell N.D. 1932 Un mundo feliz Aldous Huxley VALLECAS 1932 Viaje al fin de la noche Louis-Ferdinand Céline VALLECAS 1932 Viaje al Oriente Hermann Hesse PIC 1933 Bodas de sangre Federico García Lorca VALLECAS

1933 El caso Kurílov Irène Némirovsky VALLECAS 1933 Elogio de la sombra Junichiro Tanizaki VALLECAS

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AÑO TÍTULO AUTOR VALLECAS / PIC / N.D.

1933 Horizontes perdidos James Hilton PIC 1933 La condición humana André Malraux PIC 1933 Los hermanos Oppermann Lion Feuchtwanger PIC

1934 El cartero siempre llama dos veces James M. Cain VALLECAS 1934 Fer-de-Lance Rex Stout PIC 1934 Heliogábalo o el anarquista coronado Antonin Artaud PIC 1934 La calavera de Atahualpa Emilio Carrere PIC 1934 La lógica de la investigación científica Karl Popper PIC 1934 La máquina infernal Jean Cocteau N.D. 1934 Los días de Birmania George Orwell VALLECAS 1934 Mensaje Fernando Pessoa PIC 1934 Suave es la noche F. Scott Fitzgerald VALLECAS 1934 Tres anillos Bohdan Ihor Antonych N.D. 1934 Trópico de Cáncer Henry Miller VALLECAS 1934 Un puñado de polvo Evelyn Waugh PIC

1934 Yo, Claudio Robert Graves VALLECAS 1935 Auto de fe Elias Canetti PIC 1935 En las calles Jorge Icaza N.D. 1935 Historia universal de la infamia Jorge Luis Borges VALLECAS 1935 Invitado a una decapitación Vladimir Nabokov PIC 1935 La destrucción o el amor Vicente Aleixandre VALLECAS 1935 Misión del bibliotecario José Ortega y Gasset PIC 1935 No habrá guerra de Troya Jean Giraudoux PIC 1935 Residencia en la Tierra Pablo Neruda VALLECAS 1935 Veinte mil calles bajo el cielo Patrick Hamilton N.D. 1936 Absalon, absalon William Faulkner VALLECAS 1936 El búho ciego Sadeq Hedayat PIC

1936 El cuento de Ferdinando Munro Leaf PIC 1936 El rayo que no cesa Miguel Hernández VALLECAS 1936 Juan de Mairena Antonio Machado PIC

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AÑO TÍTULO AUTOR VALLECAS / PIC / N.D.

1936 La guerra de las salamandras Karel Čapek PIC 1936 La realidad y el deseo Luis Cernuda PIC 1936 Lo que el viento se llevó Margaret Mitchell VALLECAS

1937 Cancionero sin nombre Nicanor Parra N.D. 1937 Capitanes de la arena Jorge Amado PIC 1937 De ratones y hombres John Steinbeck PIC 1937 El Hobbit J.R.R. Tolkien VALLECAS 1937 Memorias de África Isak Dinesen VALLECAS 1937 Tener y no tener Ernest Hemingway PIC 1937 Y pensar que lo vi en la calle porvenir Dr. Seuss N.D. 1938 Cuentos orientales Marguerite Yourcenar PIC 1938 Espera a la primavera, Bandini John Fante PIC 1938 Homo Ludens Johan Huizinga VALLECAS 1938 La náusea Jean-Paul Sartre VALLECAS 1938 Murphy Samuel Beckett PIC

1938 Rebecca Daphne du Maurier PIC 1938 U.S.A. John Dos Passos PIC 1939 Carlota en Weimar Thomas Mann PIC 1939 Diez negritos Agatha Christie VALLECAS 1939 El agente confidencial Graham Greene PIC 1939 El sueño eterno Raymond Chandler VALLECAS 1939 Finnegans Wake James Joyce PIC 1939 Johnny cogió su fusil Dalton Trumbo PIC 1939 La vida secreta de Walter Mitty James Thurber PIC 1939 Miss Lonelyhearts Nathanael West PIC 1939 Sobre los acantilados de mármol Ernst Jünger PIC

* VALLECAS, disponible en nuestro centro. PIC, disponible en otras bibliotecas de la red de bibliotecas públicas de Madrid. N.D., no disponible.

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Autores mencionados en el listado anterior

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EL CINE EN LOS AÑOS 30

Tras las primeras experiencias sonoras de la Warner, y especialmente tras la exhibición de la primera película considerada sonora, El cantor de jazz

(1927), de Alan Crosland, el sonido provocó una reacción en cadena, desde los estudios hasta las salas de proyección, influyendo en la producción,

en la creatividad y en la repercusión social de las estrellas.

Las palabras del protagonista, Al Jolson, dirigidas al público presente en la sala causaron un gran efecto, al margen de que todavía los ruidos, la

música y las canciones no estuviesen muy logrados.

A partir de este momento la industria de Hollywood tuvo que hacer frente a esta nueva realidad. Para ello acometió la adaptación de los estudios y

la compra de equipamientos para los rodajes.

Los exhibidores tuvieron que modificar sus cabinas de proyección para dar cabida a los nuevos proyectores y equipos de sonido. A nivel artístico, la

llegada del sonido repercutió directamente sobre los actores, muchos de los cuales no lograron superar las pruebas sonoras y se vieron apartados

de la profesión.

En apenas tres años se consiguieron grandes logros artísticos: el musical de King Vidor Aleluya (1929); la producción francesa Bajo los techos de

París (1930), de René Clair, y las películas alemanas El ángel azul (1930), de Josef Von Sternberg, con Emil Jannings y Marlene Dietrich, y M, el

vampiro de Düsseldorf (1931), de Fritz Lang, con un magnífico trabajo de Peter Lorre.

La industria se reorganizó en grandes estudios, que impusieron una política muy precisa de producción, de contratación de actores, actrices, de

directores y de estilo. También se definió una política de géneros.

En la década de los treinta cuando también se levantaron algunos importantes estudios en el mundo, como los Barrandov (1932) de Praga;

Pinewood (1936) en Londres; Cinecittà (1937) en Roma; los estudios españoles Orphea (1931) y CEA y ECESA (1933), junto con la activa

producción de Cifesa (1934) y Filmófono (1935); los estudios mexicanos Clasa (1935) y Azteca (1936); los argentinos Argentina Sono Films (1931) y

Lumiton (1932); la New Theatres Ltd. (1930) en Calcuta, la Bombay Talkies (1934); y la compañía japonesa Toho (1935).

Nos situamos en el momento en que Eisenstein llega desde la URSS para rodar la película ¡Que viva México! (1930-1931), un proyecto complicado

que jamás terminaría por falta de entendimiento con su productor norteamericano.

Tras su experiencia en La quimera del oro (1925), Charles Chaplin rodó Luces de la ciudad (1930). Lo cierto es que Chaplin se adentró en el sonoro

con una soltura prodigiosa. En Tiempos modernos (1935) alcanzó la cumbre de su crítica contra la inclusión de la máquina en la sociedad

productiva.

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Luego continuó hostigando a quienes no querían ver el peligro nazi con El gran dictador (1940), una sátira del totalitarismo representado por Hitler

y Mussolini.

El sonoro fue providencial para un género, el cine musical. Durante esta época destacaron los sobrecargados trabajos coreográficos de Busby

Berkeley para la Warner, la pareja Fred Astaire-Ginger Rogers fue la más aplaudida (Sombrero de copa, 1935) de la RKO, mientras que la Metro

Goldwyn Mayer conducía al estrellato a Jeanette MacDonald, Nelson Eddy y Eleanor Power.

El western vivió uno de sus momentos de transición, cifrado en los trabajos de Raoul Walsh (La gran jornada, 1930), Wesley Ruggles (Cimarrón,

1931), Henry Hathaway, King Vidor y, por encima del resto, John Ford, quien al finalizar la década dejó su sello inconfundible en La diligencia

(1939).

En ese mismo año, Ford realizó El joven Lincoln, una biografía de los años jóvenes del presidente más trascendental en la historia del país. De 1940

es Las uvas de la ira, una producción que abandona los escenarios de sus queridos western para introducirnos en un mundo de trabajadores,

emigrantes internos, que para muchos es una narración neorrealista antes de que los italianos pusiesen de moda el término. La película, por cierto,

se basaba en la estremecedora novela homónima de John Steinbeck.

Orson Welles consideraba a Ford el único director que merecía la pena estudiar. Encontraba en él hallazgos estéticos y de puesta en escena que

pasaban desapercibidos para la mayoría, pero que constituían recursos de gran eficiencia.

El cine norteamericano desarrolló durante estos años otra línea de producción que le caracteriza: el cine de gangsters. A partir de este momento

van a pasar por la pantalla las historias recogidas de los titulares de prensa, aquellas surgidas a la sombra de los hechos relacionados con los capos

más importantes del mundo de la mafia. Hampa dorada (1931), de Mervyn Le Roy, y Scarface, el terror del hampa (1932), de Howard Hawks, son

sólo algunos ejemplos de historias registradas en los bajos fondos, los negocios clandestinos y el crimen organizado.

Gracias a la Universal, los temores del americano medio adquirieron un brillo expresionista. Con su Drácula (1931), Tod Browning demostró que la

amenaza exterior podía adquirir la forma de un aristócrata centroeuropeo. Basado en la novela más popular de Mary Shelley, El doctor

Frankenstein (1931), de James Whale, escandalizó y aterrorizó a partes iguales con ese relato de un sabio que consigue obtener vida humana a

partir de retazos de cadáveres, a los que insufla una imponente descarga eléctrica.

No menos audaz era el científico protagonista de La isla de las almas perdidas (1932), de Erle C. Kenton. En este caso se trataba de un doctor que,

gracias a un curioso tratamiento, conseguía convertir a diversos animales en seres humanos.

En algún caso la figura del científico loco era aún más amenazante. En La máscara de Fu-Manchú (1932), de Charles Brabin y Charles Vidor, el

personaje central es un asiático que demuestra la misma pericia ante los tubos de ensayo que ante el instrumental de tortura. No obstante, incluso

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en los films más benévolos con este cliché, la imagen de la ciencia queda mal parada. Véase el caso de El hombre invisible (1933), de James Whale,

donde el protagonista sufre un trágico final, precisamente por haber hallado el secreto de la invisibilidad.

El éxito del cine de terror en Estados Unidos durante los años 30 se ha pretendido explicar con diversas teorías. La más plausible es la que relaciona

la crisis socioeconómica con el deseo de evasión a través de temores más pavorosos que la propia realidad. En las pantallas se sucedieron estrenos

como Las manos de Orlac (1935), de Karl Freund, El cuervo (1935), de Louis Friendlander, y Muñecos infernales (1936), de Tod Browning.

A buen seguro, es este realizador el más representativo de la corriente citada. Sus problemas con el alcohol y un espíritu de natural atormentado no

podían conducir a otro punto que a la fascinación con lo más escabroso. Recuérdese, en este sentido, el escándalo originado en 1932 por Freaks.

A mediados de los años 30, los diarios estadounidenses publicaban historietas de ciencia-ficción como Flash Gordon. Era el tiempo de los seriales

radiofónicos y las revistas de literatura popular. En ese caldo de cultivo surgieron los argumentos de algunos de los seriales radiofónicos más

interesantes del cine americano. Dos ejemplos destacados fueron Flash Gordon (1936), de Frederick Stephani, y Las aventuras del Capitán

Maravillas (1941), de William Witney y John English, inspirados ambos en comics muy difundidos en todo el país.

La comedia tuvo como director más relevante al sofisticado Ernst Lubitsch (Un ladrón en la alcoba, 1932; Ninotchka, 1939). Dentro del mismo

género, Frank Capra quiso difundir el esperanzador mensaje del New Deal (Sucedió una noche, 1934; Vive como quieras, 1938).

El cine cómico llegó a un público universal gracias a la pareja formada por Stan Laurel y Oliver Hardy (Marineros de agua dulce, 1938). En todo

caso, han perdurado mejor las peripecias anárquicas y surrealistas de los hermanos Marx (Una noche en la ópera, 1935).

En clave melodramática, William Wyler aprovechó el legado literario (Jezabel, 1938; Cumbres borrascosas, 1939), por la misma época en que se

rueda uno de los monumentos cinematográficos de la historia del cine, Lo que el viento se llevó (1939), de Victor Fleming.

Walt Disney estrenó su primer largometraje, Blancanieves y los siete enanitos (1937), y al otro lado del océano, en Alemania, los documentales de

Leni Riefenstahl, en especial El triunfo de la voluntad (1936) y Olimpiada (1936), apuntaban a una pesadilla en feroz contraste con la ingenuidad del

dibujo animado.

Las primeras películas sonoras se realizaron en Berlín, impulsadas especialmente por la productora Alianza Cinematográfica Europea, filial gala de la

alemana UFA, y la tecnología alemana sirvió de base para la producción de películas en suelo francés, ya que la Tobis instaló sus equipos en los

Estudios Epinay, cerca de París.

Los franceses intentaron reorientar su industria a partir de los trabajos de René Clair (¡Viva la libertad!, 1931), Jean Renoir (Toni, 1934; Los bajos

fondos, 1936; La regla del juego, 1939), Marcel Carné (El muelle de las brumas, 1938), Jacques Feyder (La kermesse heroica, 1935), Jean Vigo y

Julien Duvivier.

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El público, que en muchas ocasiones se mostró indiferente, comenzó muy pronto a valorar la aportación de los actores que, llegados del teatro, se

hacían con los principales papeles. Sus rostros comenzaron a ser muy populares y estuvieron presentes en el cine francés durante muchos años:

Maurice Chevalier, Raimu, Michel Simon, Jean Gabin, Michèle Morgan, Louis Jouvet, Fernandel y Arletty, entre otros.

Desde Inglaterra, Alexander Korda se convirtió en el paradigma del productor distinguido (La vida privada de Enrique VIII, 1933). En plena pujanza

creativa, estrenaron nuevos títulos Alfred Hitchcock (El hombre que sabía demasiado, 1934; Alarma en el expreso, 1938), y Anthony Asquith

(Pigmalión, 1938).

En todo caso, cuando se trataba de atraer a las masas, ninguna cinematografía se las arreglaba mejor que la estadounidense. Como si fuera una

metáfora de los tiempos venideros, el tema del gigantismo, abordado en King Kong (1933), de Merian C. Cooper y Ernst B. Schoedsack, se convirtió

en habitual una vez concluida la Segunda Guerra Mundial.

Por Emilio C. García Fernández, extraído de http://www.thecult.es/Cine-clasico/historia-del-cine-los-anos-30.html

Publicado en The Cult, este artículo contiene citas de otros estudios publicados por el mismo autor, previamente, en las revistas Todo Pantallas y

Cuadernos de Historia 16, en la Enciclopedia Universal de Micronet, y en los libros Historia universal del cine (Planeta, 1982), Guía histórica del

cine (Film Ideal, 1997) y La cultura de la imagen (Fragua, 2006).

TÍTULOS DE CINE DE LOS AÑOS 30

AÑO TÍTULO DIRECTOR VALLECAS / RED / N.D.*

1930 Bajo los techos de París René Clair RED 1930 El ángel azul J. von Sternberg RED 1930 La gran jornada David Howard RED 1931 Dr. Jekyll and Mr. Hyde Rouben Mamoulian RED 1931 Drácula Tod Browning RED 1931 El doctor Frankenstein James Whale RED 1931 Hampa dorada Mervyn Le Roy RED

1931 La ópera de los tres centavos Georg Wilhelm Pabst N.D. 1931 Luces de la ciudad Charles Chaplin RED 1931 M., el vampiro de Düsseldorf Fritz Lang VALLECAS

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AÑO TÍTULO DIRECTOR VALLECAS / RED / N.D.*

1932 Adiós a las armas Frank Borzage VALLECAS 1932 El expreso de Shanghai Josef von Sternberg RED

1932 La isla de las almas perdidas Erle C. Kenton RED 1932 La legión de los muertos sin alma Victor Halperin RED 1932 La máscara de Fu-Manchú Charles Brabin RED 1932 La parada de los monstruos (Freaks) Tod Browning VALLECAS 1932 Un ladrón en la alcoba Ernst Lubitsch RED 1932 Vampyr Carl Theodore Dreyer RED 1933 El hombre invisible James Whale VALLECAS 1933 King Kong Merian C. Cooper RED 1933 La calle 42 Lloyd Bacon RED 1934 Cautivo del deseo John Cromwell RED 1934 El enemigo público número uno W.S. Van Dyke RED 1934 El hombre que sabía demasiado Alfred Hitchcock VALLECAS

1934 Sucedió una noche Frank Capra RED 1935 Ana Karenina Clarence Brown RED 1935 El cuervo Karl Freund N.D. 1935 El triunfo de la voluntad Leni Riefenstahl RED 1935 La kermesse heroica Jacques Feyder VALLECAS 1935 La novia de Frankenstein James Whale VALLECAS 1935 Las manos de Orlac Karl Freund RED 1935 Sombrero de copa Busby Berkeley VALLECAS 1935 Una noche en la ópera Sam Wood RED 1936 Conoce a Nero Wolfe Herbert Biberman N.D. 1936 La vida futura William Cameron Menzies RED 1936 Los bajos fondos Jean Renoir RED

1936 Muñecos infernales Louis Friendlander RED 1936 Tiempos modernos Charles Chaplin RED 1937 Blancanieves y los siete enanitos Walt Disney RED 1937 Horizontes perdidos Frank Capra VALLECAS

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AÑO TÍTULO DIRECTOR VALLECAS / RED / N.D.*

1937 La gran ilusión Jean Renoir RED 1938 Alarma en el expreso Alfred Hitchcock VALLECAS

1938 Jezabel William Wyler RED 1938 La fiera de mi niña Howard Hawks VALLECAS 1938 Pigmalión Anthony Asquith VALLECAS 1938 Robin de los bosques Michael Curtiz VALLECAS 1938 Vive como quieras Frank Capra VALLECAS 1939 Cumbres borrascosas William Wyler VALLECAS 1939 El jorobado de Notre Dame William Dieterle N.D. 1939 El mago de Oz Victor Fleming RED 1939 La diligencia John Ford VALLECAS 1939 La regla del juego Jean Renoir VALLECAS 1939 Lo que el viento se llevó Victor Fleming RED 1939 Ninotchka Ernst Lubitsch VALLECAS

1939 Una tarde en el circo Edward Buzzell RED

* VALLECAS, disponible en nuestro centro. RED, disponible en otras bibliotecas de la red de bibliotecas públicas de Madrid, aunque no se puede solicitar mediante PIC al ser

un material multimedia. N.D., no disponible.

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