Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile

36
Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile. Alcances, límites y expectativas historiográficas Ignacio Sarmiento P. I. Introducción Aproximarnos al trabajo particular de un intelectual resulta complejo en diversos sentidos. No solo por el camino metodológico que se decida seguir, sino también por la infinitud de fuentes (en el sentido más amplio) que son susceptibles de ser usadas. Para el presente caso, nos centraremos en un autor particular, el intelectual chileno Valentín Letelier (1852 – 1919). En términos metodológicos, hemos decidido utilizar la propuesta que el historiador inglés Quentin Skinner plantea en su famoso artículo “Significado y comprensión en la historia de las ideas”. En primer término, y tal como lo señala el autor, lo que nos abocaremos a establecer es “una explicación no sólo del significado de lo que se dice, sino también de lo que el escritor en cuestión pudo haber querido decir al decir lo que dijo” 1 . Para poder llevar esto a cabo, es necesario incorporar en el análisis una 1 Skinner, Quentin. “Significado y Comprensión en la Historia de las Ideas, En Boccardo, Enrique (Ed.). El giro contextual. Cinco ensayos de Quentin Skinner y seis comentarios. España: Tecnos, 2007. p.91

Transcript of Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile

Page 1: Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile

Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile.

Alcances, límites y expectativas historiográficas

Ignacio Sarmiento P.

I. Introducción

Aproximarnos al trabajo particular de un intelectual resulta complejo en diversos

sentidos. No solo por el camino metodológico que se decida seguir, sino también por la

infinitud de fuentes (en el sentido más amplio) que son susceptibles de ser usadas. Para

el presente caso, nos centraremos en un autor particular, el intelectual chileno Valentín

Letelier (1852 – 1919).

En términos metodológicos, hemos decidido utilizar la propuesta que el

historiador inglés Quentin Skinner plantea en su famoso artículo “Significado y

comprensión en la historia de las ideas”. En primer término, y tal como lo señala el

autor, lo que nos abocaremos a establecer es “una explicación no sólo del significado de

lo que se dice, sino también de lo que el escritor en cuestión pudo haber querido decir al

decir lo que dijo”1. Para poder llevar esto a cabo, es necesario incorporar en el análisis

una serie de elementos esenciales, principalmente vinculados al contexto de producción

de la obra, y a la situación particular del autor. Es precisamente a este aspecto al que se

refiere Skinner al señalar el énfasis que se debe poner a establecer “lo que está haciendo

cuando lo dice”2. Asumir esto nos sitúa en un punto de inicio en el cual se niega

cualquier tipo de continuidad de ideas “puras” o “eternas”, y se entiende más bien cómo

tal o cual autor –para este caso Letelier- entendió, percibió y transmitió dicha idea.

Ahora bien, un elemento que no se puede dejar de lado es la influencia de uno u otro

autor en nuestra figura central. Si buscamos percibir las influencias o las relaciones de

manera netamente textual entre los autores, no tendremos una visión errada, pero sí

quizás incompleta. Es por esto que, dentro de la multiplicidad de relaciones que pueden

existir, tanto a nivel textual como personal, trataremos de identificar a los principales

interlocutores de Letelier, lo que sin duda trasciende barreras geográficas y temporales.

En síntesis, se busca superar el análisis meramente textual de la obra de Letelier,

1 Skinner, Quentin. “Significado y Comprensión en la Historia de las Ideas”, En Boccardo, Enrique (Ed.). El giro contextual. Cinco ensayos de Quentin Skinner y seis comentarios. España: Tecnos, 2007. p.912 Ibíd., p.95

Page 2: Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile

intentando establecer las diversas relaciones y situaciones que experimentó, o pudo

haber experimentado, al momento de escribir la obra en análisis. De este modo, se

podrán establecer conjeturas en torno a la intencionalidad del autor con respecto a su

obra, y a quiénes podría haber ido dirigida. Además, debemos establecer que todo autor

responde a un contexto en el cual se encuentra inmerso, por lo tanto, prescindir de esta

superficie en la cual se encuentra situado el autor provocaría, a nuestro modo de ver, un

análisis incompleto.

Una vez establecido lo anterior, cabe señalar que de la basta producción de

Letelier, generaremos este primer acercamiento a través de una obra en particular. Esta,

fue redactada por el autor para participar en un concurso de memorias organizado por la

facultad de Humanidades de la Universidad de Chile en 1886, cuya convocatoria

llevaba por título ¿Por qué se rehace la historia? Letelier fue premiado en dicho

certamen y su trabajo fue publicado dos años después con un título homónimo al de la

competencia. Será sobre esta única obra que se llevará a cabo el presente análisis. No

obstante lo anterior, no podemos dejar de lado un marco sincrónico de análisis que

abarcará principalmente desde la década de los 70 hasta la redacción de la obra antes

mencionada (1886). En es base a esto que podremos establecer las principales líneas de

la investigación, ya que estableceremos las relaciones que había logrado establecer hasta

el momento de la redacción, las lecturas a las que pudo haber tenido acceso, y las

principales ideas e influencias que adopta y aplica a la disciplina historiográfica. Está

demás señalar que nos centraremos principalmente en las relaciones que el intelectual

tuvo con sus pares santiaguinos, aunque intentaremos, en la medida de lo posible,

abordar las posibles relaciones que haya podido sostener en su estadía en Europa a

principios de la década del 80.

La presente investigación intenta centrar el análisis en torno al concepto de

positivismo. Entendiendo que este puede llegar a ser complejo, no nos abocaremos a

definirlo en términos dogmáticos, sino más bien a reflexionar en torno a cómo es

recepcionado por Letelier, mediante qué caminos y obras, y con quiénes pudo haber

compartido estas ideas. Además, debemos entender que al hablar de positivismo se

activa una red de relaciones “positivistas” tanto con el medio intelectual nacional y

extranjero, teniendo presente, claro está, que sus principales interlocutores son sus

contemporáneos santiaguinos. En este sentido, no propondremos una hipótesis que guíe

nuestro trabajo, sino más bien un desarrollo que gire –en la medida de lo posible- en

torno a esta concepción.

Page 3: Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile

Se deben asumir una serie de limitaciones propias de un trabajo de este tipo. No

resulta factible identificar la totalidad del campo al cual está dedicada una obra, así

como tampoco una acabada aproximación a los usos Lingüísticos de la época, por

nombrar solo algunas. Sin embargo, lo que sí se intenta generar es una primera

aproximación, tanto metodológica como temática a esta materia.

II. Valetín Letelier y la situación chilena en la segunda mitad del Siglo XIX

Valentín Letelier nació en Linares en 1852 –bajo el gobierno de Manuel Montt-

hijo de una familia agricultora y aristocrática de la zona. Pese a su ascendencia ligada al

campo y la agricultura, Letelier cumplió con su educación primaria en la ciudad de

Talca, para luego trasladarse finalmente a Santiago en 1867 para ingresar al Instituto

Nacional3. Por aquellos años, el panorama intelectual latinoamericano general,

principalmente el ámbito literario, se encontraba imbuido en el romanticismo. Debemos

tener presente que, a mediados del siglo XX, solo algunas disciplinas o artes habían

logrado generar un desarrollo en nuestro subcontinente. Es principalmente la literatura,

y en menor medida la historia, las que comienzan a ser influidas por las corrientes

europeas que transitan a lo largo de todo el siglo XIX.

Para la época que Letelier cursó su educación escolar, el panorama intelectual

chileno se encontraba fuertemente marcado por la literatura “realista”. Esta corriente,

traída principalmente de Francia, donde encontramos diversos exponentes como Balzac

y Stendhall, tuvo un importante eco en escritores como Francisco Bilbao y Alberto

Blest Gana. El realismo compartía su lugar privilegiado en el escaso círculo literario e

intelectual con ciertos escritores de tendencia romántica como Eusebio Lillo y José

Victorino Lastarria. Sin embargo, no solo la literatura se encontraba afectada por la

influencia extranjera; la filosofía y la historia recibían también una directa influencia de

la “ciudad de las luces”. Por esos años, la corriente de mayor influencia en Francia es la

del positivismo de Comte. Su principal obra, y que le valió el mayor reconocimiento fue

Curso de filosofía postivista4, publicada en 1842.

3 Memoria Chilena. Disponible en http://www.memoriachilena.cl/temas/index.asp?id_ut=valentinletelier(1852-1919)educadorypensador Última visita realizada el 3-10-2010 a las 18:40 hrs4 Solo a modo de curiosidad, es interesante que esta obra haya sido publicada el mismo año al que se asocia el nacimiento de una de las primeras “generaciones” de intelectuales chilenos, la llamada “generación del 42”. Desconozco si existe un vínculo directo entre ambas, no obstante, creo que es interesante señalarlo y tratar de indagar un poco más al respecto.

Page 4: Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile

La recepción del positivismo en América Latina no ha recibido el debido estudio

que merece, sobre todo si tomamos en cuenta la importantísima influencia que ejerció

en los diversos ámbitos de la vida de sus habitantes. Si bien destacan importantes

aportes como el inmenso estudio exploratorio de Leopoldo Zea, son pocos los autores

que se han consagrado a este trabajo. Uno de ellos es Hugo Biagini quien plantea que

“la impronta positivista tuvo una singular resonancia en América Latina, donde no solo

logró arraigar con mayores energías que en otras latitudes, sino que también excedió en

predicamento, dentro de la elite ilustrada a todas las tendencias que se sucedieron

después de la escolástica colonial”5, a esto, añade que el positivismo latinoamericano

“estuvo fuertemente impregnado por un talante prometeico que sostenía la

perfectibilidad a través del cambio paulatino y una incontenible renovación en los más

variados órdenes de cosas”6. Es complejo plantear una respuesta al por qué de la gran

influencia del positivismo en nuestro subcontinente. Sin embargo, si intentamos

adentrarnos en el contexto en que se encuentran los actores, una posible respuesta

radique en que el positivismo presenta una serie de elementos que permiten la

justificación tanto de los diversos procesos que se han estado llevando a cabo como de

los que estarán por venir. En este sentido, la filosofía positivista es una importante

herramienta de la cual dispone la clase política –a la que por aquellos años pertenecía

casi la totalidad de intelectuales latinoamericanos- para implementar políticas que

apunten al desarrollo y progreso de las emergentes naciones con el fin de superar el

“estadio” de atraso en el que se encuentran. De similar opinión es Bernardo

Subercaseaux, quien señala que “el método histórico de Comte y la ley de los tres

estados ofrecieron a los liberales una doctrina coherente para mostrar que <las verdades

religiosas carecen de la evidencia de las verdades científicas>”7.

Volvamos a Letelier. Una vez que terminó sus estudios en el Instituto Nacional

ingresó a estudiar derecho en la Universidad de Chile. Mientras estudiaba, comenzó a

trabajar como profesor de historia en un liceo de la capital y como inspector en el

Instituto Nacional. En la primera mitad de la década de los 70, Letelier se vio

enfrentado a las manifestaciones concretas de las ideas positivistas en la ciudad que lo

había recibido. La renovación de Santiago por parte de Vicuña Mackenna es

considerada como uno de los pilares fundamentales de implementación de políticas 5 Biagini, Hugo. “Espiritualismo y positivismo”, en Roig, Arturo (ed) El pensamiento social y político iberoamericano del siglo XIX. Madrid: Trotta, 2000. p.3326 Ibidem7 Subercaseaux, Bernardo. Historia de las ideas y de la cultura en Chile. Santiago: Universitaria, 1997, Tomo I, pp. 204-205

Page 5: Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile

racionales positivistas. Sin embargo, podemos plantear que un vínculo interesante entre

la historia y la filosofía positivista se aprecia en la relación que establece Letelier con el

historiador Diego Barros Arana, quien fue rector del Instituto Nacional entre 1963 y

1973, los años en que el joven Valentín completó su enseñanza humanística. Fue quizás

de la mano de Barros Arana que Letelier tuvo sus primeros contactos con la filosofía

positivista. El vínculo que existe entre ambos no es menor, las palabras que abren la

obra que aquí pretendemos analizar rezan precisamente “A don Diego Barros Arana”.

En términos políticos, la década de los 70 fue álgida. Se terminó en 1871 el

último gobierno de los llamados “decenios”, con José Joaquín Pérez, y comenzó a regir

el período de los llamados “gobiernos liberales”. Este momento se caracterizó por los

constante enfrentamientos entre la Iglesia y el Estado liberal (de una clara tendencia

hacia el positivismo en las líneas más generales), fue precisamente este último bando el

que sedujo a Letelier, quien ya había sentido cierta atracción hacia la política debido a

algunas situaciones que se habían presentado hacia 18738.

En esta misma década, que habrá de ser clave para la conformación tanto

intelectual como política del joven Letelier, existió en Chile, y para ser más específicos

en Santiago, un club de lectura abocado a la lectura de las obras de Comte y Littré, uno

de sus principales miembros era el mismo José Victorino Lastarria9. Esto, en parte,

busca desestimar la hipótesis que propone Jean Pierre Matus de que el positivismo

habría entrado a Chile de la mano de Letelier10.

Lastarria habría tenido su primer acercamiento con la obra de Comte recién en

1868, al llegar a sus manos la reedición del Curso de filosofía positivista editada y

prologada por Littré en 186411. El nexo entre Lastarria y Letelier se establece en la

medida de que el primero asumió la creación de la Academia de Bellas Letras, donde

logró establecer –en la medida de lo posible- las doctrinas positivistas que acababa de

conocer. El círculo que crea Lastarria en torno a la Academia genera ciertos vínculos

con otro grupo de intelectuales dados a la obra de Comte, y que se encontraba presidido

8 En aquel año, el ministro Cifuentes, perteneciente al partido conservador, decidió cerrar el Instituto Nacional despidiendo así a su rector, Diego Barros Arana. Esto generó disturbios y conflictos por parte de los estudiantes y profesores. Esto no resultó ajeno a Letelier, quien ya se encontraba en la Universidad de Chile, pero vio cómo se atentaba contra la educación y contra su maestro. 9 Galdames, Luis. Valentín Letelier y su obra. Santiago: Universitaria, 1937, p.3110 De la lectura del artículo de Matus se rescata cierta sensación de querer situar la relevancia de un abogado en la influencia chilena de la época. Por supuesto que no se duda, pero es un poco arriesgado aseverar que no se conocía el positivismo en los principales intelectuales previo a la aparición de Letelier en la escena. Ver Matus, Jean Pierre. “El positivismo en el derecho penal chileno. Análisis sincrónico y diacrónico de una doctrina de principios del siglo XX que se mantiene vigente” en Revista de Derecho, vol. XX, nº 1, Julio 2007, p. 17711 OpCit. Valentín Letelier y su obra, p.32

Page 6: Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile

por Jorge Lagarrigue. Letelier ingresó a este grupo, y fue allí donde tuvo su primer

acercamiento hacia la obra de Comte.

Para 1875, totalmente absorto en la atmósfera positivista santiaguina, Letelier

obtuvo su título de abogado y fue contratado para trabajar como profesor de Literatura y

Filosofía en el Instituto de Copiapó. Si bien mirado desde hoy, podríamos sentirnos

inclinados a pensar en la poca relevancia que esto pudo haber tenido para su desarrollo

intelectual, por aquellos años Copiapó no era un lugar secundario en términos de

pensamiento. Subercaseaux señala que siendo el “principal enclave minero del país, se

entiende la primera línea férrea; allí además tiene su centro de operaciones el partido

radical de los Matta y de los Gallo. No es casual, pues, que en la década de 1870, esa

ciudad sea uno de los focos más importantes de difusión positivista”12. En estos

momentos no podemos plantear ni afirmar a quiénes hace referencia Subercaseaux, no

obstante, queremos rescatar la idea que existe en ese lugar un importante círculo

positivista, en el que sin duda es complementado por la figura de Letelier. Este es su

primer paso a tiempo completo dedicado a la educación, donde no resulta difícil inferir

que traspasó en cierta medida sus ideas positivistas –quizás aún en gestación- a sus

estudiantes.

Por esos años, Letelier se encontraba fuertemente vinculado al partido liberal,

pero no fue militante de este, sino más bien se unió al Partido Radical. Este punto es

importante ya que marca su unión entre la vida política y el desarrollo de la educación,

todo esto por supuesto, al margen de su desarrollo intelectual. Su entrada formal en la

política fue a fines de la década del 70, momento en que volvió a Santiago y fue electo

como vicediputado por su región natal. Con dicho cargo pasó la Guerra del Pacífico, y

al término de esta, en 1881, fue designado por el gobierno de Federico Santa María

como secretario de la embajada chilena en la recientemente unificada Alemania. Uno de

los principales planes del gobierno era tratar de aprender con respecto al modelo

educativo alemán con el fin de importar dichas ideas a nuestro país. Si bien en aquellos

años París era para muchos “la capital del mundo”, esto parecía limitarse a las artes y la

filosofía. Para muchos, Alemania representaba un importante modelo de desarrollo a

imitar, lo que no sólo se aprecia en la búsqueda de un modelo educativo similar al

alemán, sino también en la “prusianización” del ejército chileno una vez acabada la

Guerra del Pacífico.

12 OpCit. Historia de las ideas y de la cultura en Chile, p.206

Page 7: Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile

Sin embargo, durante su estadía en Alemania el intelectual chileno no solo entró

en contacto con las principales formas de educación (que se tradujo en un informe

presentado al gobierno de Chile bajo el título de “Las escuelas en Berlín”), sino también

con la obra de filósofos e historiadores europeos que aún no eran del todo conocidos en

Chile. Este viaje es esencial para nuestros propósitos, ya que es a partir de este que

Letelier logra dar un paso importante con respecto a sus compañeros del campo

intelectual chileno, y sentará un importante precedente para la historia de la teoría y

filosofía de la historia en Chile. Esto se manifestará en 1886 al ganar el concurso de la

Facultad de Filosofía de la Universidad de Chile con el texto ¿Por qué se rehace la

historia?, obra que analizaremos a continuación. No obstante, su rechazo al gobierno de

Balmaceda lo obligará a trasladarse a Iquique

El hecho del viaje a Alemania no es menor dentro del presente desarrollo. Previo

a este, Letelier no había publicado ni participado de forma “creadora” dentro del

ambiente intelectual chileno. Es precisamente la memoria presentada para la

Universidad de Chile, junto con otra obra sobre filosofía política creada el mismo año,

las que le permiten hacerse un espacio importante dentro del escenario intelectual

santiaguino.

III. ¿Por qué se rehace la historia?

A juicio de Leonardo Fuentealba, es en 1886 cuando Letelier llevó a cabo la

“primera exposición sistemática de sus reflexiones sobre la realidad y la teoría

histórica”13. Esta obra fue compuesta a su regreso de Alemania para participar del

concurso homónimo organizado por la Universidad de Chile, con la que resultó

vencedor. Esta tesis, con poco más de sesenta páginas, busca solucionar uno de los

principales problemas de la historiografía, que se vincula a la constante reescritura de la

historia. La respuesta que propondrá Letelier –y que aquí analizaremos- tendrá una

construcción sólida en los pilares del positivismo de Comte y, como podremos apreciar,

se encuentra en un constante e interesante diálogo con múltiples textos y autores.

Las líneas que presenta el texto son múltiples. Tal vez lo primero que podemos

apreciar y que resulta altamente interesante, es el diálogo que el autor parece establecer

con diversos intelectuales tanto europeos (en su mayoría) como chilenos. Llama un

13 Fuentealba, Leonardo. La filosofía de la Historia en Valentín Letelier. Santiago: Universitaria, 1990, p.17

Page 8: Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile

poco la atención que diversos intelectuales latinoamericanos no figuren en las páginas

de Letelier, siendo que –como ha demostrado Zea- el positivismo como corriente tuvo

un fuerte eco en toda la región. Las principales figuras a las que alude Letelier en su

obra son el sociólogo y filósofo inglés Thomas Buckle, el francés Augustin Thierry el

mismo Comte. Las figuras del ámbito intelectual chileno son mucho menos trabajadas.

Incluso, no existe mayor diálogo con sus propuestas, sino que por el contrario se les

utiliza como ejemplos de grandes e importantes trabajos; tal es el caso de los hermanos

Amunátegui y de su mentor, Diego Barros Arana.

Si buscásemos resumir la idea central de su propuesta, lo podríamos resumir en

que la “historia” se rehace constantemente porque aún no ingresa a ser parte de las

“ciencias”. Vale decir, no posee aún el status de verdad que estas poseen, y por tanto,

cada sociedad la ha reescrito con el fin de acercarse a esta. Sin embargo, han fracasado

en su intento, y la historia ha mutado innumerables veces hasta la época actual (de

Letelier).

Ahora bien, para llegar a esta conclusión, Letelier hace un importante repaso por

diversas historiografías, principalmente europeas, con el fin de explicar su hipótesis. Si

bien Letelier no alude explícitamente a la figura de Comte sino hasta bien adentrado en

su trabajo, los guiños y el uso de su terminología es clara. En primer lugar, establece las

distinciones –aunque no del todo claro en términos históricos- entre los tres estadios de

evolución (teológico, metafísico y positivo). Así, dentro de las primeras cosas que

establece es que “las primeras historias que se escribieron en la antigüedad i aun casi

todas las que se escribieron en la Edad Media se hacen notar por su carácter, cual es la

carencia absoluta de criterio positivo”14. En este sentido, podemos aventurarnos a

afirmar que si bien reconoce los tres estadios de desarrollo de la humanidad, para una

finalidad netamente historiográfica, la división pasa a ser binaria, entre aquellos que

poseen y los que no poseen el espíritu positivo. Ahora bien, es importante señalar que

para Letelier los historiadores de tiempos pasados no son menos importantes ni

repudiables. Ellos representan una época que aún no había madurado al grado tal de

alcanzar el espíritu científico.

Lo que Letelier busca establecer es, a grandes rasgos, que la época actual es la

llamada a convertir a la historia (historiografía) en una ciencia, y con ello, llevarla a su

etapa máxima y final. Sin embargo, y es quizás este el punto más conflictivo para los

historiadores, el fin último de Letelier es la desaparición misma de la historiografía.

14 Letelier, Valentín. ¿Por qué se rehace la historia? Santiago: La libertad electoral, 1888, p.6

Page 9: Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile

Esto se llevaría a cabo puesto que el rol de la historia no ha de ser –y esto es interesante-

el estudio de los grandes hombres y los grandes acontecimientos, sino muy por el

contrario, el estudio debe centrarse en la búsqueda de las leyes generales que rigen a la

humanidad. Es por lo anterior que afirma que “la Historia misma dejaría de ser un

estudio independiente e inconexo i se ennoblecería i asumiría el título i el carácter de lo

que enolójicamente se ha apellidado sociolojía”15. Esta subordinación a la naciente

disciplina se debería que es esta la llamada a abarcar las dimensiones diacrónicas y

sincrónicas de la historia de la humanidad. En palabras del propio Letelier, “la

sociolojía se debe entender dividida, a semejanza de la astronomía i de la biolojía, en

dos partes fundamentales, a saber la estática y la dinámica”16. Demás está decir, que el

estadio final de la evolución historiográfica es la sociología, y una vez que eso se

concrete, se dejará de rehacer la historia.

Ahora bien, sabemos que aquello no ocurrió, pero no es la intención del presente

trabajo centrarnos en la crítica de su propuesta. Lo anteriormente mencionado es –en

líneas muy generales- la propuesta con la cual Letelier obtuvo el premio del certamen, y

la que posteriormente sería extendida a más de 800 páginas bajo el título de La

evolución de la Historia. Sin embargo, y como se mencionó anteriormente, uno de los

objetivos es poner en relación este texto con otros textos que la anteceden para tratar de

establecer vínculos e influencias entre los autores.

Hemos planteado anteriormente que la obra de Comte es uno de los pilares de la

propuesta de Letelier. Sin embargo, de ser esto así ¿por qué no es citado a lo largo de

todo el texto? Esta primera pregunta es bastante problemática, ya que pondría en duda

que la intención de Comte es un traspaso de las ideas del filósofo francés a la historia.

Surge así una segunda pregunta, ¿Quién es el autor más mencionado en el texto? La

respuesta no se discute, Henry Thomas Buckle. La obra a la que recurre Letelier

constantemente es probablemente su texto capital: Historia de la civilización en

Inglaterra; sin embargo, hay un elemento que no deja de ser llamativo. La versión a la

que hace referencia Letelier es a la edición en francés. Vale decir, es muy probable que

dicho ejemplar no se haya conocido en Chile, y que el conocimiento del francés por

parte de Letelier le haya permitido acercarse a esta obra. Además, que dominase esta

lengua nos permite de una u otra forma, que haya tenido acceso a los textos originales

15 Ibíd., p.4016 Ibíd., p.61

Page 10: Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile

de Comte, lo que se evidencia en que las pocas referencias que hace al Curso de

filosofía positivista sean a su vez de la edición en francés.

No disponemos en este momento de los medios para establecer si existe una

relación entre Buckle y Comte. No obstante, la obra del primero fue publicada a fines de

la década de 1850, por lo tanto, la obra de Comte ya circulaba por Europa. Además, la

propuesta de Buckle es criticar “la interpretación teológica de la historia y se propone

descubrir las leyes del proceso histórico”17. Es precisamente a través de la obra de

Buckle que Letelier realiza el recorrido para demostrar el estado primitivo de los

historiadores de antaño, y la preponderancia que posee el espíritu positivo en la

investigación histórica. Si lo planteamos en términos muy generales, el ejercicio que

lleva a cabo Buckle es la concreción de los supuestos teóricos de Comte en el caso

particular de Inglaterra. Es importante indicar que no es factible que Letelier haya

conocido directamente a Buckle ya que este se encontraba fallecido desde hace unos

veinte años antes del viaje a Alemania.

Junto con lo anterior, se desprende que el autor, ya sea en Chile o estando en

Alemania, entró en contacto con el desarrollo historiográfico de los países europeos.

Esto se refleja, por un lado en las críticas que vierte hacia la forma incorrecta de llevar a

cabo el ejercicio historiográfico, y por otra en reconocer la labor a importantes

personajes. La principal crítica que genera hacia las historiografías es el hecho de

centrarse en narrar las historias nacionales como situaciones independientes del

desarrollo global de la humanidad. Al respecto señala que

“son, en efecto, hasta ahora mui pocos los historiadores que se elevan a la altura

necesaria para entender el horizonte de observaciones para dar miradas que abracen

el conjunto de las sociedades (…) los más son particularistas que a semejanza de

los antiguos se dedican a escribir la historia de una nación antes de conocer las

leyes jenerales de la Historia Universal; i apasionados los franceses de Francia, los

alemanes de Alemania, los italianos de Italia, etc., cada cual hace jirar toda la

civilización europea alrededor de su propia patria”18

Cuando Letelier visitó Alemania, Europa se encontraba en uno de los mayores

momentos de auge de las “historiografías nacionales”, influenciado en gran parte por la

17 Diccionario soviético de filosofía. Montevideo, Ediciones Pueblos Unidos, 1965. Disponible en: http://www.filosofia.org/enc/ros/buck.htm Última visita realizada el 3-10-2010 a las 20:05 hrs.18 OpCit. ¿Por qué se rehace la historia?, p.19

Page 11: Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile

consolidación de los estados nacionales. Figuras como Michellet, Lavisse, Monod,

Mommsen, Fustel, Guizot, Thierry y Ranke, por nombrar solo algunas, están en el

horizonte historiográfico al que se enfrenta Letelier. Sin embargo, no es lapidario con

todos ellos, ya que en muchos casos los rescata por sus tentativas de romper algunas

tendencias historiográficas.

Quisiera hacer un pequeño paréntesis. Si bien como hemos dicho, son muchos

los autores que son nombrados por Letelier, quisiera detenerme en uno, el alemán

Leopold Von Ranke. Desconocemos si Letelier conoció a Ranke estando en Alemania,

ya que murió solo unos años después del regreso del intelectual chileno; sin embargo, sí

sabemos que conoció su obra. Ranke, como bien se sabe, es conocido por sentar las

bases del historicismo alemán y por generar una importante influencia en la escuela

historiográfica francesa, la que se concretó en la revista Revue Historique. Lo

interesante es que en la segunda mitad del siglo XIX, como ya hemos mencionado

anteriormente, es París el lugar que interesa a la mayoría de los intelectuales

latinoamericanos, y lo seguirá siendo por mucho tiempo más. Sin embargo, en términos

historiográficos, la mayor influencia que se recibe en Francia viene desde Alemania, no

obstante, al parecer no existe un mayor vínculo entre este país y la intelectualidad

chilena19. Es por esto que es interesante el caso de Letelier y su relación con la obra de

Ranke.

Letelier señala ya hacia las páginas finales de su obra que “la historia entera de

la humanidad se podría escribir fácilmente sin mencionar un solo personaje, con solo

esponer para esplicar los acontecimientos las causas jenerales que los han ocasionado.

Es, por ejemplo, lo que en general está haciendo a la sazón el historiador alemán

Rancke”20. Es interesante que se refiera a Ranke para ejemplificar ejemplos

contemporáneos de desarrollo de este tipo de nueva historiografía. Sin embargo, un

breve repaso por algunas de las obras del historiador alemán ayudan a poner en duda la

visión que posee Letelier de su obra. Podemos ejemplificarlo con introducción de su

libro Historia de las naciones latinas y teutonas, donde señala “a strict presentation of

the Facuss, contingent, and unattractive though they may be, is the highest law. A

second, for me, is the development of the unity and the progress of the events”21.

19 Esto bien podría extenderse hasta nuestros días. Ranke es quizás uno de los historiadores más criticados por su “positivismo”, sin embargo, las pocas traducciones y ediciones que existen en español de su obra hacen bastante difícil el acceso para un público masivo.20 OpCit. ¿Por qué se rehace la historia?, pp. 60-6121 Ranke, Leopold. “Introduction to history of the latin and teutonic nations”, en The Secret of world history. New York: Fordham University Press, 1981, p.58

Page 12: Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile

Además de los “hechos”, una de las principales preocupaciones del historiador alemán

son los “grandes hombres”, lo que se evidencia claramente en su libro La historia de

los papas. Algún escéptico podría plantear que quizás Letelier no leyó a Ranke, es una

posibilidad que no podemos negar. Lo que sí podemos establecer es, que si bien pueden

haber compartido ciertos criterios como el de objetividad (pese a que según Fuentealba

la postura de Ranke fuese mucho más radical que la de Letelier22), en términos

generales, Letelier no persigue los mismos fines que el historiador alemán. Cierre

paréntesis

Hasta el momento, hemos establecido en líneas muy generales las principales

líneas de la obra de Letelier, y la relación que pudo haber establecido con ciertos

autores tanto contemporáneos como pasados. Nos queda por tanto, analizar dos casos

particulares sobre los cuales quisiera detenerme; el primero, es la relación que se puede

establecer a partir de la lectura y de la información que tenemos con el creador de la

corriente posititivista Auguste Comte, y la segunda, la relación que mantiene Letelier

con los intelectuales chilenos.

IV. La influencia de Comte

En las páginas anteriores hemos intentado dejar en claro que la obra de Auguste

Comte es fundamental para entender el texto de Letelier. No obstante, no hemos

indagado lo suficiente las bases sobre las cuales se realiza esta afirmación. Eso es lo

que pretenderemos establecer a continuación.

Quizás sea necesario que establezcamos, en líneas extremadamente generales,

algunas de las principales premisas del filósofo francés. Una de sus tesis principales es

la llamada “ley de los tres estados”. En esta, se afirma que existe un desarrollo

intelectual de la humanidad, el que va evolucionando a través del tiempo. La

humanidad está sujeta de forma inevitable a “pasar sucesivamente por los tres estados

teóricos diferentes, que las denominaciones habituales de teológico, metafísico y

positivo podrán clasificar aquí suficientemente”23, inmediatamente agrega que

“el primero estado debe considerarse siempre, desde ahora, como provisional y

preparatorio; el segundo que no constituye en realidad más que una modificación

22 OpCit. La filosofía de la historia en Valentín Letelier, p.2723 Comte, Auguste. Discurso sobre el espíritu positivo. Madrid: Biblioteca nueva, 1999, p.69

Page 13: Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile

disolvente de aquel, no supone más que un simple destino transitorio, fin de

conducir gradualmente al tercero; en este, el único plenamente normal, es en el

que consiste, en todos los géneros, el régimen definitivo de la razón humana”24

Para poder establecer lo anterior, que posee una fortaleza arraigado más en lo teórico

que en lo “histórico” propiamente tal, Comte establece que el punto final, la meta del

desarrollo de la humanidad está dado por alcanzar el estado de “ciencia”. Para abordar

esto, es necesario subordinar la imaginación a la observación de los fenómenos, lo que

bien podríamos denominar como “empirismo”. Ahora bien, debemos ser cuidadosos, ya

que Comte señala que el empirismo puede resultar igual de funesto que otras visiones si

se le radicaliza. No obstante, esto en última instancia se convierte en un medio ¿Para

qué? Para establecer que “en las leyes de los fenómenos es en lo que consiste,

realmente, la ciencia”25. En este sentido, los hechos, para lo único que prestan servicio,

es para determinar las leyes “naturales” o “generales” que rigen a la humanidad.

Una vez sentado lo anterior, podemos identificar de forma clara, las líneas de

influencia que se evidencian a lo largo del texto. Uno de los primeros rastros a los que

hace referencia Letelier es al constante uso del concepto de leyes generales. Mientras se

refiere a la historia de Roma y los mitos que la rodean, señala lo siguiente: “Entre tanto,

para quienes conoce las leyes de la historia, la existencia de Rómulo i de sus

inmediatos sucesores, los largo reinados de los tiempos primitivos i otros hechos

tradicionales son tan absurdos en la forma en que se les refiere de ordinario como lo es

la detención de la tierra en el espacio para los que conocen las leyes físicas”26. En la cita

anterior, vemos claramente de qué forma Letelier extrapola el concepto de “ley” de las

ciencias, y que en parte es lo que propone Comte, y lo aplica al plano histórico. No

debemos olvidar sin embargo, que la propuesta de Comte es una Filosofía de la

Historia, por tanto, lo que Letelier realiza en su texto es una apropiación y adaptación

para la teoría (y también filosofía) de la historia tal como él la entenderá. Es interesante

además, que Letelier propone una definición para su concepto, señalando que para que

esta exista “solo se requiere que haya una fuerza constante capaz de realizarlo siempre

que las circunstancias lo permitan”27.

24 Ibidem.25 Ibíd., p.8026 OpCit. ¿Por qué se rehace la historia?, p.9 Énfasis personal27 Ibíd., p.54

Page 14: Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile

Otro elemento en el que nos sostenemos para afirmar la influencia de las ideas

de Comte es el continuo uso de la palabra “positivo”. Esto se evidencia tanto en

algunos títulos de los capítulos que componen la obra, por ejemplo: “Carencia de

criterio positivo” y “Las ciencias forman el criterio positivo”, como por el uso de este

concepto en constantes afirmaciones como “Entre tanto, quien quiere esplicar de una

manera positiva un hecho”28, o “de dos maneras diferentes han conspirado las ciencias a

renovar la Historia, porque a la vez han formado el criterio positivo de los

historiadores”29. De igual forma, utiliza en ciertas ocasiones alusiones claras a la ley de

los tres estados de Comte. Señala que “uno de los caracteres que más distinguen a la

verdadera ciencia es que ella no dogmatiza a semejanza de la teolojía, ni critica a

semejanza de la metafísica”30

Ahora bien, más allá del plano lingüístico, hay importantes precisiones en lo que

respecta a las leyes generales de la historia, y que algo se esbozó anteriormente al

hablar de Ranke. Letelier critica los textos históricos que se limitan a ser una simple

“narración cronolójica de algunos acontecimientos políticos i militares, considera cada

suceso como si fuera único i aislado i no llega jamás a conclusiones jenerales que

puedan servir, como sirven las de toda ciencia, para esplicar fenómenos análogos i a

modo de norma del humano criterio”31. De esto, se sigue que “todo el pasado de la

humanidad es obra de unos cuantos hombres distinguidos que han desempeñado los

papeles de monarcas, guerreros, legisladores i benefactores de los pueblos”32. Si

buscamos concretar su aguda crítica en pocas palabras, podríamos señalar que “las

historias corrientes, a narrar los actos de tales o cuales varones ilustres, no nos explican

ninguno de los fenómenos sociales i apenas mencionan algunos”33.

Como hemos podido apreciar, el ejercicio que Letelier lleva a cabo es el de la

adopción de los supuestos positivos de Comte y su traspaso para la disciplina

historiográfica. Podríamos decir que su esfuerzo es valorizar el trabajo de Buckle, y

extraer de allí las leyes generales que rigen la historia. Debemos tener en cuenta, como

ya se ha dicho, que los postulados comteanos se vinculan más con una construcción

teórica filosófica que con la historia. El esfuerzo de Letelier apunta a la aplicación de

dichos postulados a la historiografía como disciplina. En este marco, hay una idea muy

28 Ibíd., p.17 Énfasis personal29 Ibíd., p.32 Énfasis personal30 Ibíd., p.2931 Ibíd., p.2032 Ibíd., p.2233 Ibíd., p.27 Énfasis personal

Page 15: Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile

interesante que rescata Letelier, y que se vincula con la imposibilidad de escapar al

destino histórico y a las leyes que nos rigen. En este sentido, Letelier reduce al hombre

a una unidad casi insignificante de ingerencia histórica, la cual es casi completamente

precindible. Es por esto que no niega en ningún momento la libertad individual de las

personas (lo que suele denominarse como el Libre Albedrío), ya que las acciones

individuales no han de afectar en influir en el curso general de la historia. Esto lo

plantea de forma explícita al señalar que “el libre albedrío puede coexistir

perfectamente con las leyes naturales, sobre todo, con las leyes sociales que según un

principio de filosofía general, deben ser las más modificables”34. Incluso, en aquellos

individuos que han “transformado” la historia, Letelier ve su escasa importancia. De

aquí se desprenden dos cosas, por un lado, que el hombre con tal o cual acción cumple

las leyes generales de la naturaleza y la sociedad; y por otro, que si las acciones de tal o

cual fuesen en contra de las leyes, no generarían efecto alguno. Se refiere, a modo de

ejemplo, a la figura de Napoleón: “Si pues, una voluntad tan enérjica como la de aquel

hombre no pudo impedir que la historia siguiese su curso regular de acciones i

reacciones, es porque la fuerza individual no puede contra las fuerzas sociales”35.

En definitiva, hemos podido apreciar de qué forma Letelier realiza la adopción

del positivismo comteano y genera la transformación de este en una filosofía de la

historia aplicada. Es en parte esto lo que critica a otros filósofos de la historia, en la

parte final del texto, donde le critica a Voltarie, Vico, Bossuet y a la tradición bíblica, el

no haber atendido a las causas y leyes que rigen nuestro universo. De esta forma,

Letelier rechaza otras filosofías de la historia, como la dialéctica de Hegel y Marx (las

cuales no son mencionadas de forma alguna en el texto), para colocar sobre un pedestal

a la filosofía positivista de Comte, la que debe ser adoptada lo antes posible por las

diversas disciplinas que desean alcanzar el máximo estado de verdad mediante la

transformación en ciencia.

V. Los destinatarios directos: el círculo positivista chileno

Como un último aspecto, cabe considerar los potenciales “lectores ideales” a

quienes apela Letelier al formular su obra. Quizás –y es lo más probable- sean muchos

más de los que logramos identificar aquí, no obstante, buscamos establecer algunas

34 Ibíd., p.5535 Ibíd., p.57

Page 16: Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile

líneas más o menos generales sobre aquellas personas que el autor pudo tener en mente

a la hora de redactar su texto. Es importante señalar que para este caso nos centraremos

estrictamente en los potenciales interlocutores chilenos. Para poder determinar esto nos

centraremos en tres aspectos, los nombres referidos dentro del texto, posibles

interlocutores que se infieren de las ideas mencionadas, y mediante identificar voces

previas que habían desarrollado el positivismo como temática de reflexión

A lo largo del texto son solo dos intelectuales chilenos que aparecen nombrados

de forma explícita. El primero de ellos es Diego Barros Arana, quien aparece nombrado

en tres oportunidades. Sin embargo, podemos pensar que es este uno de los principales

destinatarios de la obra, ya que es precisamente a él a quien va dedicado el trabajo. Otra

alusión que realiza a Barros Arana es para señalar el importante trabajo que ha

realizado en la escritura de la Historia de Chile. Para la fecha de producción del texto

de Letelier el historiador chileno solo ha publicado siete tomos de su obra magna, pero

Letelier anticipa que otros estarán por venir36. Sin embargo, el motivo por el cual saca a

la pallestra a Barros Arana es para hacer referencia de que si bien la Historia de Chile

ha recibido importante dedicación, no ha sido considerada dentro de la “Historia

universal” como sí lo han sido otras historias nacionales, principalmente europeas.

Finalmente, y esta es quizás la más importante, es una mención que realzia Letelier en

conjunto tanto a Barros Arana como a los hermanos Amunátegui por haber superado

los escollos y las trancas de las antiguas historiografías, señala que “los señores

Amunátegui i Barros Arana han rehecho la historia colonial de nuestra patria sin

mencionar numerosos milagros apuntados en las crónicas antiguas”37. En este sentido,

han logrado seguir el camino por historiadores europeos como Grote, Mommsen y

Renan38. En la mención anterior es en la única en que se nombra a los hermanos

Amunátegui en su conjunto. Sin embargo, un poco más adelante se menciona a Miguel

Amunátegui como el autor de “una obra nacional notable, compuesta con verdadera

tendencia científica”39, refiriéndose a su libro Precursores de la Independencia de

Chile.

Ahora bien, el texto no solo apunta a identificar a los principales “historiadores

positivistas” –en un buen sentido- sino que también se puede leer entre sus líneas una

cierta crítica o alusión a la situación política de la época. Esto lo podemos identificar en

36 Ibíd., p.3937 Ibíd., p.3438 Ibidem39 Ibíd., p62

Page 17: Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile

un primer lugar mediante ciertas alusiones que el autor realiza, como por ejemplo “En

plena cámara de diputados hemos oído nosotros a un profesor de historia comparar al

probo, democrático y honorable Aníbal Pinto con Nerón i Tiberio”40, o bien cuando

señala que “En la misma vida ordinaria creemos conocer la verdad de un suceso cuando

lo hemos oído referir a un testigo cualquiera, i prestamos al narrador completo asenso,

no obstante que en todos los casos anteriores que hemos oído a varias personas de

diferentes partidos o sectas, la diversidad de relato nos ha sumergido en dudas i

perplejidades”41. Estos ejemplos bien podrían ser tomados como meras anécdotas, sin

embargo, si lo situamos dentro de un contexto, como lo hemos hecho en un comienzo,

sabremos que los vínculo de Letelier con la política no son menores. Además, más allá

de las alusiones, existe un tema de fondo que posee vital importancia y que hemos

esbozado anteriormente, la relación del liberalismo con el positivismo.

Ya hemos planteado que, a juicio de Letelier, la libertad individual y las leyes

generales que rigen a la humanidad son plenamente compatibles. Esto a su vez puede

ser leído como una justificación del liberalismo político, en el cual se respeta la

“libertad” del individuo. Además, en esta misma lógica, la evolución intelectual, que

tiende a liberarnos de la ignorancia, propone que en cierta medida el liberalismo –en

desmedro de las posturas conservadoras- sea lo que deba ocurrir en la humanidad como

parte de su desarrollo. Esto se grafica de manera clara al afirmar la imperante necesidad

de separar a la Iglesia del Estado y de la pérdida de influencia por parte de las ideas

religiosas en la vida de las personas: “era claro que el respeto por la historia sagrada no

podía durar más que el que las sociedades emplearan en emanciparse de la autoridad

eclesiástica”42. Así, es parte del desarrollo mismo de la sociedad la separación de ambos

poderes, lo que en el contexto particular que se instala este texto - promulgación de las

leyes laicas- adquiere total fuerza y sentido.

Hasta el momento hemos establecido las relaciones del intelectual chileno sobre

la base de la evidencia entregada principalmente por el texto. Ahora, las ventajas que

nos ofrece la metodología empleada es poder ampliar las relaciones a elementos extra-

textuales. Es por esto que, como último punto, estableceremos que uno de los

principales interlocutores de la obra de Letelier es José Victorino Lastarria, pese a que

su nombre no figure en parte alguna del texto.

40 Ibíd., p.1341 Ibíd., p.1642 Ibíd., p.31

Page 18: Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile

Habíamos dicho anteriormente que el texto de Letelier es fundacional en

términos de aplicar la teoría positivista al oficio de la historia. Sin embargo, no fue el

primer intelectual chileno en poner por escrito reflexiones en torno a dicha teoría. Más

de diez años antes de su publicación, en 1874, Lastarria –con quien ya había establecido

vínculos- publicó Lecciones de política positiva. En ella, busca establecer y reflexionar,

tal como lo hará Letelier para la historia, en la vinculación del sistema positivista con la

política. Comienza su obra señalando que “No creo que la política sea todavía una

ciencia completa, pero creo que el método deductivo puede llegar a constituirla i a

completar su evolución, a pesar de que los hechos sobre que este tiene que operar son

tan complicados i de que la nueva síntesis apenas está determinada”43. Ciertas

coincidencias con la obra de Letelier llegan a un punto muy interesante cuando, un poco

más debajo de lo antes señalado plantea que

“Si me atrevo a esta empresa tan burda i tan superior a las aptitudes i a las

condiciones del medio en que vive un hombre de labor en nuestra naciente

sociedad, sin holganza, sin estímulos i aun sin esperanzas, es porque mis largos

estudios me han dado la convicción de que es ya posible hallar en esta rama de la

sociolojia, si no en todo, en gran parte, aquel acuerdo de los sabios que en las

ciencias exactas constituye la autoridad i que inspira la fé que ellas merecen”44

Este texto se encuentra profundamente marcado por la obra de Comte, y busca, al igual

que Letelier, establecer a la sociología como la disciplina social y humana máxima, ya

que es ella la que posee el máximo grado de cientificidad. Sobre esta obra no

indagaremos mayormente, simplemente nos interesa dejarlo sentado como un

antecedente que debe haber sido ineludible para el joven Letelier. Con respecto a esta

obra Subercaseaux señala que “las Lecciones desempeñan un papel importante en la

difusión del ideario positivista, especialmente entre la juventud”45. Si intentamos

situarnos dentro del contexto de la época, debemos entender que la producción

intelectual era altamente limitada y restringida, al igual que los lectores. Si Lastarria y

Letelier pertenecían al mismo círculo positivista, es lógico pensar que la obra de

Lastarria sea un precedente importante, del cual Letelier no puede desligarse a la hora

de formular su propuesta. Es más, la propuesta de Letelier bien podríamos entenderlo

43 Lastarria, José. Lecciones de política positiva. Santiago: Imprenta de el ferrocarril, 1874, p.244 Ibidem45 OpCit Historia de las ideas y de la cultura en Chile, p.212

Page 19: Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile

como un complemento de lo propuesto por Lastarria, ya que este último centró su

análisis en los aspectos y la responsabilidad de la política; lo que hace Letelier es

ampliar la reflexión al marco casi infinito de la Filosofía de la Historia, donde la

política se encuentra inmersa sin necesidad de escapar de ella.

VI. Conclusiones

Como hemos podido apreciar, siguiendo la metodología propuesta por Skinner,

la obra de Valentín Letelier ¿Por qué se rehace la historia? se instala dentro de un

marco contextual en el cual el positivismo se encontraba en auge en nuestro país. La

obra de Comte recién fue interiorizada en nuestro país hacia 1868 de la mano de

Lastarria, y a lo largo de los años 70 y 80 logró cautivar a diversos personajes. En este

sentido, Letelier logra generar un cierto debate tanto con sus contemporáneos como con

algunos de sus predecesores, en el cual instala una reflexión teórica y filosófica de la

historia.

El positivismo en Latinoamérica tuvo un eco que resulta complejo de medir.

Diversos autores, tanto locales como extranjeros, han intentado aproximarse a este

inmenso objeto de estudio con mayor o menor fortuna. Debemos reconocer que la

metodología que hemos utilizado nos permite, en cierta medida, pensar –o soñar- con

un análisis mayor en todo sentido. Sin embargo, esto nos enfrenta casi a un análisis

eterno imposible de realizar. Quizás, en este sentido sería útil reconocer la importancia

de estudios y análisis con un mayor sesgo, pero que permiten en cierta medida una

aproximación más acabada de los intelectuales y sus obras.

Repasemos algunos puntos. Creo que visto desde esta óptica, existen ciertas

relaciones que son difíciles de negar en términos de influencia y diálogo. La recepción

de Comte en la obra de Letelier es un hecho casi incuestionable; no obstante, bien

podría plantearse que el autor no contaba con un conocimiento acabado de su obra, lo

que se vería reflejado en las escasas referencias a su obra. Sin embargo, si

consideramos que la figura central del texto es Buckle, y este se encuentra sostenido en

términos teóricos por Comte, independiente de que haya recibido una lectura de

“segunda mano”, la recepción de la influencia no puede ser negada. Además, ha

quedado demostrado que existe una relación muy relevante con el “círculo positivista

chileno”, del cual cuyo máximo exponente es José Victorino Lastarria. La obra que

aquí hemos trabajado es su primera producción intelectual, y pretende plasmar en ella

Page 20: Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile

toda la reflexión que ha ido elaborando en los últimos años. Donde ha tenido la

posibilidad de conocer la obra del creador del positivismo, al tiempo que, con su viaje a

Alemania, tuvo acceso a otras obras intelectuales que le pudieron haber ayudado a

afianzar su postura teórica y filosófica. Es importante rescatar también la influencia que

tuvo Letelier de su mentor Barros Arana, quien no solo lo familiarizó con la política y

la educación, sino también con la disciplina histórica. Finalmente, es interesante el

vínculo que hemos establecido entre el positivismo como filosofía de la historia y las

ideas políticas liberales, las que encuentran –al menos en términos teóricos- un

importante soporte de proyección para la acción política. Ahora bien, algunos de estos

elementos solo quedan en el campo de la especulación. Bien sabemos que las certezas,

aquella hermosa meta con la que soñó Letelier, se encuentran bastante alejadas de

nuestro horizonte de expectativas.

Es cierto que Letelier suele ser identificado más por sus valiosos aportes a la

educación que por sus aportes a la disciplina historiográfica, esto es sin duda una

deuda. Incluso, uno de los trabajos más generales y a la vez exhaustivos que se han

hecho en torno a la historiografía chilena, realizado por Cristián Gazmuri, no dedica

una línea al protagonista de este relato. Algo similar ocurre con autores como Bernardo

Subercaseaux, quien al analizar las “historias de las ideas” en Chile, tiende a atribuir de

forma casi exclusiva la reflexión en torno al positivismo a la figura de Lastarria. Ahora

bien, el ejercicio anterior no busca situar un personaje por sobre el otro, sino más bien

intenta desmenuzar una obra de 67 páginas en una red de relaciones que en muchas

ocasiones traspasa el ámbito netamente textual; y a la que tenemos acceso mediante un

análisis contextual de los autores, de aquel “que hace el autor cuando lo dice”, que nos

permite, tal como señala Skinner, entender toda la fuerza de un texto en su real

dimensión.

Bibliografía

Biagini, Hugo. “Espiritualismo y positivismo”, en Roig, Arturo (ed) El pensamiento

social y político iberoamericano del siglo XIX. Madrid: Trotta, 2000

Comte, Auguste. Discurso sobre el espíritu positivo. Madrid: Biblioteca nueva, 1999

Page 21: Valentín Letelier y la recepción del positivismo en Chile

Diccionario soviético de filosofía. Montevideo, Ediciones Pueblos Unidos, 1965. Disponible en: http://www.filosofia.org/enc/ros/buck.htm Última visita realizada el 3-10-2010 a las 20:05 hrs.

Fuentealba, Leonardo. La filosofía de la Historia en Valentín Letelier. Santiago:

Universitaria, 1990

Galdames, Luis. Valentín Letelier y su obra. Santiago: Universitaria, 1937

Lastarria, José. Lecciones de política positiva. Santiago: Imprenta de el ferrocarril,

1874

Letelier, Valentín. ¿Por qué se rehace la historia? Santiago: La libertad electoral, 1888

Matus, Jean Pierre. “El positivismo en el derecho penal chileno. Análisis sincrónico y

diacrónico de una doctrina de principios del siglo XX que se mantiene vigente” en

Revista de Derecho, vol. XX, nº 1, Julio 2007

Memoria Chilena. Disponible en http://www.memoriachilena.cl/temas/index.asp?id_ut=valentinletelier(1852-1919)educadorypensador Última visita realizada el 3-10-2010 a las 18:40 hrs.

Ranke, Leopold. “Introduction to history of the latin and teutonic nations”, en The

Secret of world history. New York: Fordham University Press, 1981

Subercaseaux, Bernardo. Historia de las ideas y de la cultura en Chile. Santiago:

Universitaria, 1997, Tomo I