V Carderera en el Monasterio de Piedra

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ARS & RENOVATIO, número 6, 2018, pp. 101-123 ISSN: 2340-843X 101 VALENTÍN CARDERERA EN EL MONASTERIO DE PIEDRA “Valentín Carderera in the Monastery of Piedra” Pilar Bosqued Lacambra* Recibido: 3-2-2018 Aceptado: 7-5-2018 Resumen Valentín Carderera (1796-1880) viajó en varias ocasiones a Calatayud y al Monasterio de Piedra (Zaragoza). Dejó escritos algunas hojas, cuartillas y papeles con anotaciones personales, históricas y artísticas, ilustradas con dibujos. En este artículo analizamos y publicamos parte de esos escritos y dibujos, acompañados de comentarios al respecto. Palabras clave: Valentín Carderera, Monasterio de Piedra, Calatayud, Muntadas. Abstract Valentín Carderera (1796-1880) traveled several times to the Calatayud and Monastery of Piedra (Zaragoza). He wrote some papers with personal, historical and artistic notes illustrated by drawings. In this article we study and we publish some of these papers and drawings, followed by comments. Key words: Valentín Carderera, Monastery of Piedra, Calatayud, Muntadas. * Investigadora independiente. [email protected]

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issn: 2340-843X 101

Valentín Carderera en el Monasterio de Piedra

“Valentín Carderera in the Monastery of Piedra”

Pilar Bosqued Lacambra*

Recibido: 3-2-2018Aceptado: 7-5-2018

Resumen

Valentín Carderera (1796-1880) viajó en varias ocasiones a Calatayud y al Monasterio de Piedra (Zaragoza). Dejó escritos algunas hojas, cuartillas y papeles con anotaciones personales, históricas y artísticas, ilustradas con dibujos. En este artículo analizamos y publicamos parte de esos escritos y dibujos, acompañados de comentarios al respecto.

Palabras clave: Valentín Carderera, Monasterio de Piedra, Calatayud, Muntadas.

Abstract

Valentín Carderera (1796-1880) traveled several times to the Calatayud and Monastery of Piedra (Zaragoza). He wrote some papers with personal, historical and artistic notes illustrated by drawings. In this article we study and we publish some of these papers and drawings, followed by comments.

Key words: Valentín Carderera, Monastery of Piedra, Calatayud, Muntadas.

* Investigadora independiente. [email protected]

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Introducción

Valentín Carderera Solano (Huesca, 1796-Madrid, 1880) viajó en varias ocasiones a Calatayud y al Monasterio de Piedra. Lo hizo a Calatayud en el año 1814, cuando era un joven y tenía unos 18 años, pero también en el año 1840, en plena madurez, cuando contaba unos 44 años. También estuvo en 1855, cerca ya de los 60 años.

Dada la especial situación de Calatayud entre Madrid y Zaragoza, es probable que Carderera es-tuviera en Calatayud o se acercara hasta Piedra en otras ocasiones, quizá con motivo de sus viajes a Pedrola, Tarazona y Huesca o en otras circunstancias, aunque no hay constancia en la documentación que he consultado, que es la que he seguido para realizar el presente artículo y estudio, la cual con-servan sus descendientes1.

Carderera dejó la relación de sus viajes y experiencias en notas y textos escritos a tinta, y en oca-siones a lápiz, guardados en estuches o cajas con etiquetas pegadas. Allí se encuentran los cuadernillos de hojas dobladas, papeles y cuartillas sueltas donde da noticias y referencias de Calatayud, del Mo-nasterio de Piedra y de las personas que conoció en esos viajes, uno de ellos en 1840 y otro, u otros probables viajes, sin fechar.

También copió e incluyó textos de varios autores, entre ellos trozos de Sanz de Larrea, y referen-cias a Lanuza, a Zurita, al padre Finestres y otros. Escribió “en sucio”, como si fuese un borrador o cuaderno de viaje, por lo que hay tachaduras, correcciones, notas entre paréntesis y frases añadidas con posterioridad, con certeza algunas después de 1851, que es el año que anotó como referencia en una de sus explicaciones.

La mayor parte de los textos que escribió Carderera relacionados con Calatayud y con el Monasterio de Piedra han sido publicados por José María Lanzarote Guiral e Itziar Arana Cobos, quienes incluye-ron dibujos del pintor procedentes de las colecciones que indicaron2. En esta ocasión, se completan y analizan esos textos, se incluyen algunos de los dibujos o detalles del mencionado fondo documental que no habían sido publicados, acompañados de comentarios respecto a lo que Carderera escribió, los personajes que conoció y los dibujos que realizó.

Carderera, el Monasterio de Piedra y los Muntadas

De la primera estancia en Calatayud que Carderera mencionó en sus cuartillas apenas tenemos referencias, sino lo que escribió al respecto cuando dijo que “Ya no existian en Calatayud algº de las que conoci quando estuve con Palafox en 1814 […]”. Es decir, que algunas personas que conoció cuando estuvo en Calatayud en el año 1814 ya no estaban allí, aunque desconocemos quiénes eran ni el motivo por el que ya no estaban.

1 Agradezco muy sinceramente a M. P. Carderera la amabilidad con la que me atendió y el permiso otorgado para la consulta y publi-cación de la documentación al respecto. No se volverá a citar.

2 Lanzarote / Arana, 2013. Consultar esta obra como referencia para la descripción, formato, paginación, etc., del fondo documental y para los dibujos de Carderera relacionados con el Monasterio de Piedra y el del Monasterio de Veruela que se citan en el presente texto, los cuales aparecen en las pp. 84-88 y 147.

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Valentín Carderera había sido delineador del ejército al servicio del Real Cuerpo de Ingenieros. Así puede deducirse del documento que se le expidió el 12 de agosto de 1815, desde el cuartel gene-ral de Zaragoza y en nombre del general en jefe, Palafox3, cuando se le concedió pasaporte. Al año siguiente ya estaba trabajando para el duque de Villahermosa, lo que indica que con unos 20 años estaba al servicio del XIII duque, José Antonio Azlor de Aragón y Pignatelli de Aragón, primo de Palafox. Tras la muerte del duque en mayo de 1852, su “generoso protector”4 mantendrá esta misma relación con su hijo Marcelino, XIV duque de Villahermosa.

En febrero de 1823 viajó a Italia con la intención de continuar sus estudios, sufragados por el duque de Villahermosa. Estuvo en Roma varios años, y en esa prolongada estancia adquirió una for-mación basada y fundamentada en el arte de los clásicos y contemporáneos5.

Regresó a España. Fue nombrado Académico de mérito de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid en 1832. Formó parte de la Comisión de Monumentos Históricos y trabajó para la mencionada Academia, que realizó un notabilísimo esfuerzo en la tarea de proteger el patri-monio artístico y monumental después de la desgarradora desamortización de 1835 que dejó a nuestro país en una situación artística sumamente desprotegida y vulnerable6.

Carderera comenzó un viaje por Aragón a finales del verano de 1840 hasta mediados del invierno del año siguiente, desde el 1 de septiembre de 1840 hasta el 18 de febrero de 1841, en el que visitó varias poblaciones y lugares, entre ellos Calatayud y cuatro monasterios. Dos de esos monasterios fueron los cistercienses masculinos zaragozanos de Piedra y de Veruela, y los otros dos fueron los oscenses de San Juan de la Peña y de Sijena, así como las ciudades de Zaragoza y Huesca, y otras localidades. En Calatayud se fijó en varios edificios de carácter civil pero, sobre todo, en la iglesia y convento de dominicos de San Pedro Mártir7.

En su estancia bilbilitana en 1840 dijo que conoció: “a d. M? (sic) Ucelay a quien retrate gratis en Madrid, era este Adminr de Hacienda”. Si era administrador de Hacienda, se trataba con toda proba-bilidad de Manuel Ucelay, quien pertenecía en 1839 a la oficina de Arbitrios de Amortización de la Comisión Subalterna de Calatayud8.

También dijo que conoció “a d. BernardºAzpeytia – al escultor Alegre plaza de S. Andres – Al ca-nonigo Higuera o Lafiguera – a Dn. Pedro Larruga (sic) librero, a Nicasio Ferrer, carpintero, Andrés Baeza […], D. Eugenio Rubio agrimensor padre de D. Hilarion”. En este primer listado, del que he omitido en este artículo algunos nombres y comentarios9, tenemos las figuras de varios de ellos que tendrán estrecha relación con el Monasterio de Piedra y con la familia Muntadas.

3 José Rebolledo de Palafox.

4 Se le amortajó de caballero de Montesa y Valentín Carderera acompañó su cadáver hasta el cementerio de San Isidro.

5 En el reverso de la hoja de su pasaporte escribió que el duque de Villahermosa le envió a Roma cartas desde el año 1823 hasta 1831, anotando en otra ocasión que hasta el año 1846.

6 Véase: http://www.realacademiabellasartessanfernando.com/assets/docs/cargos/cargosytitulos.pdf. [última consulta abril 2018]. Desde 1846 Valentín Carderera fue académico de número o numerario de esa Real Academia de Bellas Artes.

7 Pilar Bosqued: Valentín Carderera en Calatayud (texto inédito de próxima publicación).

8 Los datos sobre Calatayud proceden del Archivo Municipal de Calatayud (AMC).

9 Véase n. 7.

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Bernardino Azpeitia trabajó junto a Manuel Ucelay, firmando en ocasiones en su orden. Escribió Carderera que le había dado dos napoleones para el embalaje de Laviña y otros dos más para el marco de Ucelay10, lo que concuerda con lo que había dicho respecto a que había hecho en Madrid el retrato de Ucelay. En 1831 se elaboró un informe sobre Bernardino Azpeitia, quien había solicitado nota-ría en Épila. Fue voluntario realista y no perteneció en esa fecha a la Milicia Nacional11. Estuvo de practicante con el escribano Gerónimo Lafuente. Un tal Manuel Azpeitia fue notario en Ateca. Hubo igualmente un Mariano Azpeitia que fue vicario general castrense y quien, años más tarde, mantendrá correspondencia con Carderera desde Tarazona.

Más directa debió ser la relación de Carderera con el entonces agrimensor Eugenio Rubio, puesto que dijo que era el padre de Hilarión Rubio, amigo con quien Carderera mantuvo correspondencia algunos años después.

Eugenio Rubio fue maestro de primera educación y agrimensor por la Real Academia de San Luis de Zaragoza, estuvo en el pueblo de Torrijo, desde donde solicitó en diciembre de 1834 vecindario en Calatayud, lo que se le concedió. Fue el encargado de la formación del catastro de Calatayud en 1839. En junio de 1840 esa ciudad redactó una respuesta dirigida a la Excelentísima Audiencia Territorial, quien había solicitado informes acerca de su persona y de otros dos más.

Eugenio Rubio fue propuesto como perito tasador de las tierras del Monasterio de Piedra, mientras que se propuso que el maestro Andrés Badesa, quien trabajaba para el ayuntamiento bilbilitano, lo fuera de los edificios.

De Eugenio Rubio constaba escrito que había hecho “servicios importantes” a Calatayud y su Par-tido, con “conducta política y moral irreprensible”, con pruebas “positivas de su adhesión constante al Gobierno de S. M. Dª Ysabel 2ª y a las instituciones liberales, habiéndose incripto (sic) en la M. N. [Milicia Nacional] y contribuido a la defensa del fuerte en cuantas ocasiones las facciones de Cabrera y otros Cabecillas se han presentado a sitiarlo”.

Se añadía en el informe que cuando estaba “practicando la medición de algunas fincas de bienes Nacion[anle]s para su venta en los términos de la misma, fue sorprendido por una abanzada (sic) de Caballeria facciosa al mando del Cabecilla Garcia”. Que aunque algunos le quisieron fusilar, fue liberado “por otros y conducido a las mazmorras de las cuevas de Castellote”, y que gracias a la in-tervención de su mujer “pudo conseguir de Cabrera su inesperada libertad”.

Apenas unos meses después de la redacción del informe, Rubio estuvo con Carderera y algunos miembros de la familia Muntadas en septiembre de 1840 en el Monasterio de Piedra, momento en que permanecieron en ese lugar dos días. El caso es que Eugenio Rubio firmó en el mes de junio de 1846 en Calatayud un plano relacionado con el Monasterio de Piedra, del que se tratará más adelante. Rubio sería maestro de obras tras superar las pruebas de examen en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid.

Igualmente indicó Carderera que visitó a Torcal en las monjas Benitas, es decir en el monasterio bilbilitano de San Benito12. En relación al apellido Torcal, hubo un Mariano Torcal, natural de Cala-

10 “Dile a D. Bno Azpeytia 2 Napol. pª el embalage de Laviña otros 2 para el marco de Ucelai”.

11 Véase n. 7, donde aparecen más datos.

12 Este monasterio fue demolido y sus restos forman parte de un hotel que lleva su nombre.

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tayud, hijo de Agustín Torcal y María Mar-tínez, que profesó el hábito religioso de San Bernardo en el Monasterio de Piedra antes de 1820, y que en virtud de la abolición se retiró a casa de sus padres. Perteneció a la División realista de Juan Adan Trujillo, lu-chó y destacó, sobre todo, en el caserío de Cocos donde fue derrotado en mayo de 1820 el jefe político, Juan López Pinto, quien se dirigía a Calatayud para apoderarse de la plata de las iglesias y conventos. Llegó a ser comandante del Batallón de Huesca y luego volvió a Calatayud (Fig. 1).

Hubo otro Torcal directamente relacionado con el Monasterio de Piedra y Calatayud, Manuel Tor-cal13, maestro de obras de esa ciudad, el cual levantó en 1824 un plano titulado Configuracion de la situación del monasterio llamado de Piedra, sus medidas exactas respecto lo que es la acequia desde los Argalides hasta donde empieza la mina y la longitud, según la direccion a atrabesar el cerro. Lo demas era suelo qe da idea del terreno, firmado en Calatayud. Se trata del plano que se levantó con motivo del litigio de la mina o acequia que los vecinos de Nuévalos habían abierto en el lugar y que continuaba el plan de aprovechamiento de las aguas que había comenzado en el siglo XVIII14.

El Monasterio de Piedra padeció varias desamortizaciones, por lo que tuvo que ser desalojado por los monjes en varias ocasiones, la última y definitiva en 1835.

Explicó Carderera que había proyectado “[…] el ir a ver el Monastº de Piedra por buenas razones que me dio D. Joaquin […]”, quien no le acompañó pero le facilitó el viaje buscándole “caballeria y un mozo”. No sabemos a qué Joaquín pudo referirse, probablemente a Joaquín Gonzalo, quien vivía con su mujer Juanita junto a la parroquia de San Miguel15, a los cuales dijo que visitó en Calatayud.

Sintieron mucho Joaquín y Valentín no hacer el viaje juntos, pero el caso es que Valentín Carderera explicó que se había anticipado “una comitiva que iba con Ucelai y varios qe después nombrare por hallarse los hermanos Muntadas dueño uno de ellos de dho coto redondo”, aunque había escrito en un inicio la palabra monasterio, la cual tachó y cambió por la de coto, término mucho más amplio.

Carderera pasó a narrar las vicisitudes de aquella jornada, atravesando “caminos estrechos hondos y tortuosos” y que subieron “hasta las cumbres de los montes” que parecían tocar las nubes. Atrave-saron precipicios y rocas escarpadas de peñas, caminaron por veredas, apuntando que se trataba de veredas estrechas, resbaladizas y tortuosas a las que ciertamente no se les podía llamar caminos, y que

13 Manuel Torcal trabajó levantando planos en la zona. He localizado planos suyos relacionados con los términos de Morata de Jiloca, La Vilueña, Encinacorba, Calatayud, Paracuellos de la Ribera, Ribota y comarca; constancia gráfica de sus trabajos entre los años 1802 y 1829.

14 Se encuentra en el Archivo Histórico Provincial de Zaragoza (AHPZ) y fue publicado en: González, 1989: 19 y 53. AHPZ. Pleitos Civiles 857-1.

15 Esta iglesia fue derribada.

Fig. 1. Detalle del plano “Proyecto de pantano de la Tranquera”. Plano general del embalse (detalle). Zaragoza, 25 de marzo de 1933.

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ascendieron hasta las montañas de alturas prodigiosas desde las que apenas se divisaba a los hombres en los valles profundos por los que transitaban.

Señaló que la distancia que había desde Calatayud hasta el Monasterio de Piedra, “de la Orden del Cister”, era de cuatro leguas, y que salió el viernes 18 de septiembre a las cinco y cuarto de la maña-na “con una caballª y un criado”. Relató que al principio del viaje tuvieron mal tiempo, pues llovió

y luego se levantaron fuertes vientos. Desde Calatayud fueron hasta La Vilueña, aunque se perdieron pues el criado no conocía bien el camino16. Desde allí se diri-gieron a la Venta, o Granja de Cocos17, donde llegaron sobre las nueve y media o diez, por camino accidenta-do y difícil (Fig. 2).

La Granja de Cocos era una hermosa finca agrícola, quizá la mejor de cuantas tuvieron los monjes del Mo-

nasterio de Piedra. Estuvo situada junto al río Piedra, siguiendo sus aguas, ya pasado Nuévalos y en dirección a Carenas, municipio que forma parte también de la propiedad de la granja, cerca de donde confluye el barranco de las Salinas, junto al puente sobre el río y a los pies del cerro de Somed.

En 1820 fue escenario del cruento episodio que ya se ha relatado. Esta finca fue subastada y, al parecer, adquirida en pública subasta por Jaime Muntadas Campeny en el año 1837, año en que se le libró carta de pago y escritura de propiedad. La granja de Cocos, que queda atravesada por la línea divisoria de los municipios de Nuévalos y Carenas, destacó por la producción de sus magníficos fru-tales y desapareció bajo las aguas del pantano de la Tranquera en la década de los años 60 del siglo XX, aunque en épocas de pronunciada sequía aún pueden verse sus restos cuando descienden las aguas del pantano.

En relación a esa finca, en la primavera del año 1840, el día 7 de abril, es decir, unos meses an-tes del viaje de Carderera a Piedra, Jaime Muntadas, vecino de Zaragoza, se hallaba en Calatayud y nombró procurador suyo legítimo a Manuel Ucelay, residente en Calatayud, por lo que se evidencia una vez más la estrecha relación entre los Muntadas y los Ucelay. Convino Jaime que Manuel podía actuar, administrar, regir y gobernar todos sus bienes como mejor conviniera, y que podía incluso despedir a los colonos o arrendatarios que tenía en la Granja de Cocos.

16 “Viernes 18 de 7bre sali a las 5¼ de la mañana para ver el monastº de Piedra de la Orden del Cister con una caballª y un criado tube (sic) al principio malismº tiempo empezó a llover y después muchos ayres.–Pasamos por el pueblo de la Bilueña – perdimos el camino pues mi criado no sabia&[eso?] […]”.

17 Escribió: “a la Venta de Cocos [encima de Venta pone Granja, luego se trata de la Granja de Cocos] á eso de las 9½, ó 10”.

Fig. 2. Restos del caserío de la Granja de Cocos. Fot. autora, septiembre de 2012.

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Carderera no se entretuvo en Cocos, pues la comitiva y amigos de Muntadas con la que se supone que debía reunirse “habian ya salido parª el Monastº” de Piedra, destino final de su viaje, donde llegó una hora después, es decir, hacia las 11 y media de la mañana. Desde Cocos continuaron hacia Nué-valos, pero antes se pararon un momento en el puente de Nuévalos, el cual consideró Carderera que presentaba “un punto de vista en extremo pintoresco y singular”. Le llamó la atención la vista y el paisaje que se percibía desde ese puente, una vista aproximada,donde también parece que se detuvo años después Carlos de Haes18.

Prosiguieron su trayecto hasta el monasterio. Desde Calatayud al Monasterio de Piedra, Carderera, su mozo y caballería invirtieron un total de cinco horas y 45 minutos, distancia que hoy se recorre en una media hora. Esto explica el sentimiento de aventura, peligro y sublimidad que provocó en Carde-rera esa accidentada geografía aragonesa, difícil de atravesar en aquella época.

Quedó fuertemente impresionado de la naturaleza del terreno y dijo que “cuando el hombre esta asustado y sobrecogido de ver tantos precipicios”, las puertas del Monasterio de Piedra, al que definió como magnífico monasterio, se presentaban “dulces” y consoladoras, cual refugio al que acogerse.Se desarrolla de nuevo un sentimiento sublime y de alivio después de haber atravesado tan horrendas y, al mismo tiempo, magníficas sendas. Añadió que estuvo postrado “delante de la gotica mujer de la Madre de Dios que parece acoge bajo de su manto maternal y abriga y protege de la horrible pesadi-lla” a todos los viajeros que arriban después de tan largo viaje.

Una vez llegado a Piedra, Valentín Carderera entró al recinto amurallado del monasterio al que en aquella época se accedía por la puerta principal, conocida como Torre del Homenaje, sobre la que actualmente se encuentran tres escudos. José María Quadrado dijo en una de las notas de su publi-cación de 1844 sobre Aragón19 que “de los escudos que hay á cada lado de la puerta con la mitra y el bá-culo abacial, en el uno se ven tres piedras, y en el otro un castillo con una roca con este lema Castrum de Petra. En el del centro campean las armas antiguas de Aragón, si bien esculpidas con mucha posterio-ridad á la fecha que debajo se lee [….y unos] dísticos […]” a los que calificó de irregulares y distantes “de la elegancia del renacimiento”, aunque había advertido en el texto principal que los blasones y memorias habían sido “renovados por una mano moderna”, motivo por el que quizá Carderera no los dibujó ni describió (Fig. 3).

18 Ver: Bosqued, 2012-2103: 119-139.

19 Quadrado, 1844: 351-360.

Fig. 3. Escudos encima de la puerta de la Torre del Homenaje que no dibujó Carderera. Fot. autora, abril de 2018.

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Desde allí, desde la Torre del Homenaje, se accedía a un amplio espacio con muros o tapias a ambos lados que cerraban corrales, espacios que actualmente están destinados a un aparcamiento y residencias particulares. El camino da directamente a la fachada de la antigua portería del monasterio, que Carderera dibujó en el viaje de 1840, aunque lo hizo al día siguiente de su llegada (Figs. 4 y 5).

En esa vista de la fachada puso que era el “2º recinto de entrada al monasterio de Sª M de Piedra”, lo cual concuerda con la realidad pues se trataba efectivamente del segundo recinto que debe atrave-sarse para llegar hasta el monasterio propiamente dicho, siendo el primer recinto el que está formado

por la muralla que se cruza bajo la Torre del Homenaje. Como el propio artista indicó, dibujó esa fachada de manera algo imprecisa, con prisas y justo antes de marcharse, por lo que la representó algo distorsionada. Incluyó detalles de la parte superior del edificio, en la que ven las dos torrecillas rematadas por tejados semiesféricos con tejas policro-madas decorativas y, a la derecha, un muro con almenas. Las tejas decorati-vas de las torrecillas y las almenas que

coronaban el muro de la derecha ya no existen.Sobre la puerta de la fachada, se ven hoy en

día los dos escudos que flanquean la imagen de la Virgen con el Niño y San Bernardo. Carde-rera sí que dibujó en su viaje esos escudos con los emblemas, los cuales eran, según el men-cionado pintor, el castillo sobre tres piedras, las armas de Aragón y las del monasterio del Cís-ter. Esos escudos han sido restaurados. Faltan las coronas superiores (Figs. 6 y 7).

Fig 5. Fachada del monasterio. Fot. autora, abril de 2018.

Fig. 4. Acceso al recinto del monasterio desde la Torre del Homenaje. Fot. autora, octubre de 2011.

Fig. 6. Escudos de la fachada. Fot. autora, abril de 2018.

Fig. 7. Dibujos de los escudos de la fachada realizados por Valentín Carderera. Imagen cortesía de M. P. Carderera. Fot. autora, junio de 2017.

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Muy interesante es la visual escogida por el artista, de manera que muestra el punto co-rrespondiente a la línea que va directa desde el exterior de la fachada pasando por la puer-ta que atraviesa la portería, que se percibe en sombría, atravesando la plaza, hasta mostrar el atrio y puerta de la iglesia del monasterio, en el que incluye un apunte de sus ornatos, que perduran, reflejados en el dibujo con el trazo de una línea en zigzag (Fig. 8).

Carderera indicó en 1840 que “estaban todos alojados en la Cillereria”, y que allí “esta la Cillereria ó Mayordomia en la que se hospedan los huéspedes asi hombres como algunas distinguidas Señoras”. La situación de la antigua cillerería, o cillería, en ese lugar puede verse en el dibujo sobre pergamino que se conserva en el Archivo Histó-rico Nacional20 y en las descripciones de aquella época.

En esa fecha, el edificio de la cille-ría estaba localizado a la derecha del zaguán de la portería, frente al oratorio o capilla. Las celosías que separan la capilla del zaguán tienen su réplica en otras dos que hay enfrente, ocultas por capas de albañilería moderna, de hace algunos años (Figs. 9, 10 y 11).

Desde la portería, se accede a la co-nocida como Plaza Mayor, actualmente un apacible lugar de tamaño cuadrangu-

20 Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Archivo Histórico Nacional. CONSEJOS, MPD. 2624. Se mostró por vez primera en la sesión científica que tuvo lugar en el Salón de Sesiones de la Real Academia de Medicina de Zaragoza el 6 de abril de 2017. Ver: Pilar Bosqued: Medicina y botica de los monjes del Monasterio de Piedra. Aproximación histórica y artística (siglos XVIII y XIX). Texto inédito de próxima publicación.

Fig. 8. Detalle de la puerta de entrada a la iglesia del Monasterio de Piedra. Fot. autora, junio de 1996.

Fig. 9. Puerta y celosías del oratorio o capilla. Fot. autora.

Fig. 10 y 11. Celosías ocultas entre capas de albañilería moderna. Fot. autora.

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lar rodeado antaño por edificios y tapias diversas, que al presente está abierto en uno de sus lados. Allí se localizaba la entrada al cementerio moderno ya desaparecido, a la huerta, a las caballerizas, abrevadores y corrales, a la iglesia, a la cillería, a otras dependencias y al propio monasterio.

En ese momento, Carderera indicó que ya no estaba la acequia que atravesaba la plaza y que tam-poco había una línea de álamos. La acequia más tarde se destapó, por lo que vuelve a discurrir desde hace años a cielo abierto, y se han realizado nuevas plantaciones de árboles. También indicó que esa plaza era “paso pª la Iglesia mayor”, como así era.

En esta plaza está la fachada de lo que se conoce como Palacio abacial, aunque en realidad no lo es, pues se trata de una fachada con varias ventanas y puertas con aspecto de palacio o mansión. La puerta central, y principal, es de grandes dimensiones, adornada con columnas de estilo toscano, y está rematada por un balcón con balaustres. Se perciben signos de haberse arrancado la parte superior, que apenas muestra restos de decoración ornamental, lo que puede verse en una simple florecilla que parece derivarse de una flor de lis y otros ornamentos.

Esta puerta da la entrada a un corredor, o pasillo abovedado, cubierto con un piso superior. El co-rredor tiene en un extremo una puerta monumental que da acceso a una escalera doble que conduce a estancias privadas, conocidas como Palacio del Abad, mientras que en el otro extremo está la antigua puerta de ingreso a la clausura y al monasterio. En los laterales, se abren las puertas que conducen a los sótanos y bodega por el lado izquierdo, mientras que por el derecho se accede al antiguo molino, horno y granero, actualmente transformados para uso hostelero, y a la antigua salida que daba al ca-mino que bajaba al parque, vergel y jardín, que iba desde allí en línea descendente hacia la plazuela conocida como de las Cuatro calles.

El origen de este corredor presenta ciertos interrogantes, perceptibles por ejemplo en el molino y en el granero monacales que se sitúan a su lado, justo detrás de la pared opuesta a la de la fachada principal. Estas dependencias fueron adjudicadas y compradas por un particular, quien devolvió la propiedad, la cual quedó durante años con futuro incierto hasta que se ha acondicionado como salón y cafetería del hotel, configurando un espacio sumamente agradable con salida directa a un pequeño jardín junto a la cocina monacal.

Resulta extraño que tanto Carderera como Quadrado no dijeran nada de la monumental fachada y puerta21. Evidentemente, tampoco lo hizo Leandro Jornet, seudónimo de Muntadas. Sí que lo hizo Sarthou-Carreres, quien escribió que la puerta era “de sillería, situada entre dos columnas jónicas que sostienen el balcón de balaustres, con salida moldurada y por remate un blasón cardenalicio que se cobija bajo el saliente alero del tejado”22, pero no incluyó imagen. Como se sabe, la portada de la fachada del falso palacio, es decir, del corredor, guarda un gran parecido con la del conocido como palacio del barón de Warsage de Calatayud en la calle de la Rúa, frente a la iglesia de San Pedro de los Francos.

21 A pesar de que se ha publicado y designado su autoría al arquitecto Agustín Sanz, el historiador de arte e investigador Javier Mar-tínez Molina, experto en la vida y obra del mencionado arquitecto, asegura que no está documentada la atribución de la fachada del llamado palacio abacial del Monasterio de Piedra, aunque se le podría atribuir. Agradezco a Javier Martínez su atención y explicación al respecto.

22 Sarthou-Carreres, 1916-1917: 352.

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Pero también guarda este corredor del Monasterio de Piedra un grandísimo parecido con el corre-dor del Monasterio de Poblet, el cual unía el palacio del abad con la iglesia. En una publicación de 1845 se decía que este corredor unía los dos puntos indicados, iglesia y palacio, que distaban “mas de 150 pasos” y que era “un corredor espacioso que iluminan siete ventanas correspondientes a las de la fachada”23.

No es la única semejanza que Piedra guarda con el Monasterio de Poblet, donde es evidente, en términos generales, la configuración del plano general del Monasterio de Piedra en imagen especular o invertida del de Poblet, sino que también presenta coincidencias en otros detalles decorativos, como el que se aprecia en la celosía que se encuentra en el claustro superior de Piedra que da al refectorio (Figs. 12 y 13).

Fueron muchos los ingenieros y arquitectos24 que acudieron a Piedra desde la exclaustración de 1835. Federico Muntadas recurrió después de la muerte de su padre en 1870 a sus tíos, a quienes pidió dinero para hacer obras en los edificios del monasterio para su acondicionamiento como hotel, “reedificando una gran parte del edificio y amueblándolo convenientemente con destino a hospedería para los muchos forasteros que visitan la posesión”25. También pedirá dinero en otras ocasiones, tanto a sus tíos como a amistades e inversores que no eran de la familia. Uno de los proyectos era el de engrandecer la hospedería y proporcionar mayor comodidad a los huéspedes. También el de acondi-cionar los edificios como residencia de uso privado y familiar.

Por su parte, y del mismo modo, esta fachada y otros aspectos del edificio, tanto en su parte de atrás como en la configuración general, presentan igualmente parecido con el plano de una “casa de campo para un hacendado” que Eugenio Rubio dibujó y firmó en Madrid en enero de 184626.

23 El Siglo pintoresco, junio de 1846: 121-127.

24 Por ejemplo, Rafael Guastavino, quien dejó su firma en el álbum de firmas en 1871. Ver Pilar Bosqued: Arquitectos e ingenieros en el Monasterio de Piedra (texto inédito de próxima publicación).

25 Pilar Bosqued: La piscifactoría del Monasterio de Piedra (texto inédito de próxima publicación).

26 Archivo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid, A-1834 y A-2026. Por detrás pone “Maestro de obras en 25 de Enero de 1846”, año en el que superó las pruebas de maestro de obras en esa academia.

Fig. 12. Escudo del Monasterio de Poblet dibujado por Valentín Carderera. Imagen cortesía de M. P. Carderera. Fot. autora, junio de 2017.

Fig. 13. Celosía en el claustro superior que da al refectorio de los monjes del Monas-terio de Piedra. Fot. autora.

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En cualquier caso, Carderera pasó luego “al recinto de Clausura y a la Iglesia”, y allí se encon-tró “a casi todos visitando la Iglesia & a...”. Se-gún creía recordar y según escribió, allí fue “in-troducido y presentado por Ucelai y Azpeytia”, lo que parece indicar que en ese momento, 1840, Valentín Carderera no conocía a los Muntadas, pero sí a los dos que estaban en Calatayud, esto es, a Manuel Ucelay y a Bernardino Azpeitia, quienes parece que fueron los que presentaron a Carderera a los Muntadas.

A la iglesia se podía acceder desde la plaza Mayor o desde el claustro, pero no dice desde dónde lo hicieron. Sería probable que lo hiciera desde la plaza, a través del actual corredor, pues Carderera describió la puerta de piedra que está dentro del corredor, junto al llamado Museo de

Carruajes. Este corredor tampoco fue descrito por Carderera en 1840 (Fig. 14).La puerta de entrada a la clausura formaba parte del antiguo torreón del castillo, que fue trans-

formado en algún momento, y que daba acceso por doble puerta al recinto de clausura y al claustro, junto a la cocina del monasterio. Sobre la mencionada puerta, cuya parte superior Carderera dibujó a

lápiz, hay un escudo que tam-bién dibujó en su viaje sin fe-cha señalada, del que dijo que eran las “armas sobre la puerta de clausura al Monasº de Pie-dra”. Como se aprecia en la comparación entre el dibujo de Carderera y la imagen actual, parece que el arco que forma la puerta ha sido rebajado en al-gún momento, probablemente para ganar espacio en altura en el piso superior, como se apre-cia en las figuras (Fig. 15).

Esas mismas armas e ins-cripción, “1195 ILLEFOSº X∙R ARAGO”, las dibujó también

a tinta. Según parecer de Carderera, el escudo de las cuatro barras de la portería del Monasterio de Piedra era del mismo gusto que el escudo de cuatro barras del lado que mira a la plaza del torreón

Fig. 14. Antigua puerta de acceso al claustro y clausura tomada desde el corredor donde está el Museo de Carruajes. Fot. autora.

Fig. 15. Boceto a lápiz de Valentín Carderera de la parte superior de la puerta y escudo. Imagen cortesía de M. P. Carderera. Fot. autora, junio de 2017.

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del convento del Monasterio de la Concepción de Tarazona, torreón del que recordaba Car-derera que había sido fortaleza de los Reyes de Aragón. Semejanza evidente, como así se puede advertir en el mencionado monumento turiasonense27 (Fig. 16).

Sea como fuera, desde esa puerta se ac-cede a los claustros que rodean el patio del monasterio y desde ellos a la iglesia, donde Carderera se encontró con las personas que relacionó y que analizaremos algo más ade-lante.

Uno de los dibujos fue la “Sala Capitular del RL Monastº de Sª Maria de Piedra”, la cual se abre a uno de los claustros. Destaca en su exterior el escudo con las armas de Ara-gón, y en su interior se percibe dibujada la sillería. Esa sillería fue concedida al ayunta-miento de Calatayud en el mes de octubre de ese mismo año de 1840 al solicitar este “gra-tuitamente la sillería de la Sala Capitular del Monastº de Piedra para adorno de la Sala Consistorial”.

Andrés Garcés de Marcilla y Juan Francisco Mochales escribieron desde Calatayud el 15 de oc-tubre de 1840 a la Junta Superior de Gobierno de la provincia de Zaragoza diciendo que la casa consistorial bilbilitana amenazaba ruina, que se estaba reparando pero que el ayuntamiento no podía “aderezarla de un modo decente por absoluta falta de muebles” y que como “la sillería de la Sala Capitular del Monasterio de Piedra” estaba inutilizada “y expuesta a desaparecer poco á poco”, y que el ayuntamiento de Calatayud ya había visto cómo se habían trasladado para el uso de la Diputación Provincial de Zaragoza “los ricos muebles de su Junta de Comunidad”, se consideraba que en justa compensación se podría beneficiar Calatayud de la sillería de Piedra, ofreciéndose a correr con los gastos28. Se acordó el 22 de octubre que pasasen los alcaldes primero y segundo, el corregidor, el maestro de obras y el carpintero al monasterio a recibir la sillería29, aunque desconocemos las vicisi-tudes de su traslado30.

27 Carderera así lo escribió en uno de sus viajes a Tarazona: “Un torreón que ocupa el monastº de la Concepcion recuerda bien haber sido fortaleza de los Reyes de Aragón en el siglo XII y XIII tiene en el lado que mira a la plaza grabado el escudo de las 4 barras – por el mismo gusto que las de la portería del Monastº Rl de Piedra, y todo el recinto contiguo indica haber sido fortaleza antigua […]”.

28 AMC, Libro de Acuerdos, año 1840.

29 AMC, Libro de Acuerdos, año 1840: “Concesion de la sillería del Monastº de Piedra”.

30 En el libro de Actas de la Junta de Enajenación, sesión del 27 de octubre de 1840 y en la relación de entregas, constaba la de la sillería de la sala capitular del Monasterio de Piedra al ayuntamiento bilbilitano (Archivo Histórico Provincial de Zaragoza, Hacienda, libro 97). Esa petición había sido formulada anteriormente en agosto de 1840, momento en que se dijo en septiembre que la Junta no tenía facultades para concederla. Como se deduce, el ayuntamiento insistió. En Piedra había otras sillerías.

Fig. 16. Dibujo a tinta del escudo que está sobre la puerta. Imagen corte-sía de M. P. Carderera. Fot. autora, junio de 2017.

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En su viaje de 1840 Carderera no escribió que hubiera dibujado la sala capitular, por lo que podría ser que fuera un dibujo realizado en otro momento, lo que justificaría la presencia del monje y, evi-dentemente, de la sillería31.

Por otra parte, el texto32 publicado en 1844 de José María Quadrado se acompañó de una vista de F. J. Parcerisa de la ventana de la sala capitular, con fecha de 16 de noviembre de 1844, con una pareja situada en el claustro delante de la ventana y, a la derecha, unos maderos y parte de un capitel que parecen indicar la actuación en el monasterio, donde ya se estaban levantando y arrancando materia-les. Siguiendo con los claustros y el monasterio, Carderera indicó en una de sus cuartillas que el gran aldabón había sido quitado de la columna y estaba en la pared. Servía para señalar con tres golpes la muerte de algún monje y estuvo fijado en una columna frente a la escalera principal y una vez pasado el claustro del Capítulo, en la entrada del antiguo cementerio, lo que parece indicar una actuación de reforma arquitectónica en esa zona del edificio del monasterio que se correspondería con alguna transformación de la escalera, de nuevo en época moderna.

En el viaje de 1840, después de haber visitado la iglesia, subieron para realizar el almuerzo. La acción de subir indica que el comedor o sala donde iban a comer estaba situado en un piso superior, por lo que no serían ni el comedor ni la cocina del monasterio, ambos situados en el mismo nivel que la iglesia y los claustros por donde acababan de transitar.

Finalizado el almuerzo salieron desde la muralla bajando en dirección hacia el valle, donde se “quedaron a pescar junto al puente del rio Piedra”. Si bajaron desde el monasterio, hacia el valle, hasta un puente sobre el río Piedra, este puente podría ser el conocido como puente de los Frailes, un puente de piedra sobre el río que facilita el paso desde la orilla derecha del río por la que se ha bajado desde el monasterio hasta la orilla izquierda, por donde llegaba el antiguo camino de Ibdes y otros caminos, muy desfigurados ya por el paso del tiempo.

Esta vista del camino de subida tomada desde abajo parece similar a la que Carlos de Haes pintó en otro de sus cuadros con el camino que subía hasta la cruz, actualmente conocida como cruz de Gayarre33.

Volviendo a la excursión de Carderera, el oscense indicó que se dirigió, acompañado por su criado y por un pastor, el cual debía conocer bien el terreno, “bajando al centro del profundo valle”, es decir, que siguieron avanzando por el valle, y que después subieron “por rocas escarpadas del lado opues-to”, con dificultad no exenta de peligro hasta “casi a la cima de aquellas breñas”. Una vez allí, dibujó la perspectiva del monasterio.

La perspectiva o panorámica que Carderera dibujó parece que se corresponde con la acuarela coloreada que se conserva en la Biblioteca Nacional de España34 y que representa la vista en lejanía

31 La sillería que dibujó y que bosquejó Carderera no parece corresponderse con la que está en Calatayud.

32 Ver al respecto: Quadrado, 1844: 351-360. En una carta de José María Quadrado a Valentín Carderera fechada en Palma el 26 de marzo de 1872, Quadrado hacía alusión a Recuerdos y Bellezas diciendo que Parcerisa se empeñaba “en matar y que el perezoso Ma-drazo pudiera hacer revivir”.

33 Véase n. 17.

34 BN (cat. 228). Esta vista panorámica es similar a la que Carlos de Haes dibujó en su cuadro Vista tomada en las cercanías del Mo-nasterio de Piedra (Aragón), fechado en 1858, conservado en Patrimonio Nacional (Patrimonio Nacional n.º 10023370). Puede verse en: Gutiérrez, 2002: 200-201. Bosqued: véase n. 17. El pintor belga parece que se situó más cerca y en otro lugar, pero tuvo igualmente que acceder por caminos escarpados. Sorprende la inclusión en uno de ellos de una caballería y varias personas, las cuales parecen

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tomada desde la montaña de enfrente. Se perciben los edificios monacales y parte de la muralla que los cerca en su mayoría, la catarata conocida como Cola de Caballo, la especial y accidentada confi-guración del terreno donde se asienta el monasterio y el paisaje de sus alrededores.

Carderera explicó que luego subió hasta la cima total y que desde allí se dirigieron hacia el mo-nasterio, pero que antes encontró la ermita de Nuestra Señora de la Blanca o de Piedra Vieja35. Esto quiere decir que siguieron por lo alto del terreno que bordea el cortado de la Peña de la Lastra hasta llegar a la mencionada ermita. Carderera conoció una ermita con un aspecto algo distinto, pues la ermita ha sido restaurada hace algunos años y fue modificada en su tejado, que se reconstruyó algo más elevado de lo que originalmente era (Fig. 17).

En la ermita, Carderera observó “por la rejilla de la puerta el altar”, del que precisó que era del siglo XIV y que era el que tuvieron los monjes en la iglesia desde la fundación del monasterio. En otra de las cuartillas, escribió que el retablo mayor se hizo por los años 1390 y que “Igual fecha de 1390 tiene el precioso altar o relicario que se ha traido en 1851 a la Academª de la Historia”. Es decir, que tanto el retablo mayor de la iglesia del Monasterio de Piedra como el altar relicario eran, aproxi-madamente, de la misma fecha.

Escribió en otra de sus hojas y de manera precisa que los Muntadas, aludiendo a Pablo, “el qe compró el Coto redondo del Monº de Piedra”, y a su hermano Jaime, conservaban “en una capilla del vergel un curioso retablo del siglo XV qe debia ir al Museo”, lo que no deja dudas acerca del tema y demuestra el conocimiento sobre ese retablo y lo que se tenía que hacer con el mismo, que no era otra cosa que ser conducido al museo.

ilustrar la acción que Carderera relató en su texto. La familia Muntadas conserva otra pintura atribuida a Haes con una vista similar.

35 J. M. Quadrado también la llamó ermita de los Argadiles.

Fig. 17. Ermita de la Vir-gen de la Blanca o de Piedra Vieja. Fot. autora, abril de 2018.

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Volviendo al tema de la visita de Carderera, el pintor oscense regresó “por la cerca”, de la que dijo que era grandísima, y comieron. No consta ni especificó que durante su regreso dibujara otra vista del monasterio. Por ello, sería probable que la extraordinaria y muy detallada vista panorámica del Monasterio de Piedra del pintor oscense, titulada Vista general del Monasterio de Piedra, la efectuara en otro momento.

Después de comer fue a la librería, que dibujó con todo detalle en su conocido dibujo titulado como Biblioteca del monasterio de Piedra, mostrando incluso algunos libros, lo que indicaría que to-davía quedaban en ese año de 1840 libros y documentos. No parece que la primera utilización de esta sala fuera una biblioteca o librería, sino que fuera destinada para otro uso. La estancia se corresponde con la actual sala o comedor llamado salón la Biblioteca.

Luego bajaron para “ver la catarata al mirador que hay practicado”, que se trata del mirador que descubre la Cola de Caballo. De esa catarata o caída de agua, escribió entre paréntesis en una de sus cuartillas que “el agrimensor [probablemente Eugenio Rubio] dice que hay 60 [varas] desde el mira-dor ó antepecho qe esta en lo [encima pone: “hacia” (sic)] mas bajo de la huerta”. Si por la mañana habían bajado por la puerta de la Torre del Homenaje y no mencionó la catarata, resulta lógico supo-ner que por la tarde debió de asomarse al mirador que se sitúa en la zona del Vergel.

Carderera indicó que por la noche estuvieron conversando “con Azpeitia el escribano & a se jugo se cenó bien y nos acostamos vestidos sobre el suelo sin mantas solo con colchones […]”. A continua-ción relacionó una jocosa anécdota protagonizada por “el Agrimensor S. Rubio padre del de Huesca hombre grueso y de buen humor, a quien no se le dejo lugar pª acostarse […]”. Como ya he dicho, el agrimensor Rubio se estableció en Calatayud donde trabajó activamente para el ayuntamiento. Su hijo, Hilarión Rubio, mantuvo correspondencia con Carderera.

Al día siguiente, y después de la movida noche que pasaron, y “de tomar chocolate”36, volvió “a la Iglesia donde” dibujó varias “figuras del sacro milagro”, es decir, que según lo que escribió, el altar relicario debía estar entonces en la iglesia del monasterio.

Añadió con posterioridad en otra ocasión en que revisó sus cuartillas, que estas figuras estaban en la Academia de Historia. La entrega de la monumental pieza se realizó en 1851, luego si lo que Car-derera escribió es cierto, esas notas se escribieron después de ese año, pero las figuras las dibujó años antes o las copió cuando la pieza ya estaba en Madrid. En cualquier caso, se aprecia en esos dibujos que las figuras están primero dibujadas a lápiz y luego repasadas por encima a tinta.

Carderera anotó la leyenda37 que rodea el tabernáculo, del que escribió “Esta es la leyenda que esta al derredor del tabernáculo que estaba en el Monastº de Piedra y se ha traido a la RlA cadª de Historia en el verano de 1851– no habiendo hecho caso el Gobernr de Zaragª de las ecxitanºs de la Comisnⁿ.

36 A pesar de que se suele afirmar que el chocolate se hizo por primera vez en España en el Monasterio de Piedra, lo cierto es que no está documentado.

37 “Tabernaculum hoc vocabitur aula Dei quia vere Dominus est in loco isto fuit contructum ad honorem et reverentiam Sacrisᵐ Corporis Dmni nostri S. Cristi et pasionis ejusdem, nec non ad honorem [hizo una raya y puso a continuación:] sigue abajo et reveren-tiam Sanctisima genitricis ejusdem et totus coelistis curie et sanctorum….at fut de pictum anno mcccxc anima [también escribió: ara] Donatoris [También escribió: Dalmatoris a tonis donatoris] requiscat in sinu Salvatoris amen”. Ver al respecto, y comparar con el de José Amador de los Ríos: Monumentos arquitectónicos de España. Monumentos de estilo mudéjar. Tríptico-relicario del Monasterio cisterciense de Piedra, en Aragón. Madrid. Imprenta de T. Fortanet y Calcografía Nacional. 1877.

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Central pª recogerlo como debía &”. Es decir, que el gobernador de Zaragoza no hizo caso de las in-dicaciones de la Comisión Central de Monumentos acerca de cómo se tenía que entregar el entonces llamado tabernáculo, actualmente conocido como el tríptico relicario.

Dibujó Carderera en estos documentos seis de los escudos del tabernáculo, de los que escribió que “estos escudos están alternando con los del Rey de Aragon, aunqᵉ solo tiene 2 barras hay otros 2 dife-rentes enteramte borrados”. Uno de ellos, el que refleja las tres peras, lo repitió por separado, esta vez ampliado. Anotó a lápiz en el primer escudo “rojo” y “blanco” en referencia a los colores del mismo, y en el tercero, también a lápiz “4 cabezas moros”. Asimismo dibujó una parte de la cornisa superior, escogiendo la vista en la que puede verse el escudo de Aragón con dos barras (Figs. 18 y 19).

Los primos Muntadas escribieron en su publicación de 1970 sobre el llamado “tríptico gótico ha-llado en la Virgen de la Blanca, en 185…”, sin especificar el año preciso, indicando solo la década. Añadieron que “se encontró esta maravillosa obra artística, ocultada, sin duda alguna, en los preci-pitados y aciagos días de la exclaustración”, y que J. Federico Muntadas Jornet, hijo de Pablo Mun-tadas, lo donó al considerar que no le pertenecía. Argumentaron que cuando se realizó la peritación “en el momento del hallazgo se estimó en setecientas cincuenta mil pesetas (oro)”, y que esta cifra triplicaba el importe de la compra que su padre había efectuado en 184038.

En relación al asunto, y a pesar de la confusión sobre si lo que se llevó a la ermita o a la capilla fue el retablo o el tríptico, o viceversa, se desvela con los relatos de Carderera y de J. M. Quadrado, quien

38 Muntadas / Muntadas-Prim, 1970: 13.

Fig. 18. Dibujo de Valentín Carderera de algunos de los escudos del taber-náculo, tríptico relicario, del Monasterio de Piedra que está actualmente en la Real Academia de la Historia de Madrid. Imagen cortesía de M. P. Carderera. Fot. autora, junio de 2017.

Fig. 19. Dibujo de Valentín Carderera que muestra un detalle del tabernáculo anterior.

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también indicó en su publicación de 1844 que la ermita poseía un retablo gótico39, que los Muntadas conocían la existencia del tríptico relicario desde una década antes de lo que indicaron los primos Muntadas en su publicación de manera imprecisa. Es decir, que en 1840 los hermanos Muntadas, o quien fuera, ya lo tenían guardado y no en la década de 1850, que fue la fecha en que se llevó a la Real Academia de la Historia de Madrid, lugar donde continúa.

Conviene advertir que J. Federico Muntadas fue nombrado el 26 de febrero de 1866 académico correspondiente de la Real Academia de la Historia de Madrid por Zaragoza, siendo propuesto por Delgado, Amador de los Ríos, Lafuente y Fort, quizá en recompensa por la entrega, o facilitar la en-trega, de la preciada y valiosa obra de arte.

Carderera fue académico de la Real Academia de la Historia. En uno de los papeles, con correccio-nes y añadidos suyos está escrito, además de la descripción del tabernáculo, su estilo, forma, época e historia, que

“El relicario que ha adquirido Nuestra Real Academia de la historia es uno de los monumentos mas

preciosos para la historia de la pintura de la edad media que se conservan en España, ya que tan esca-

sos son los que hoy nos han dejado las revoluciones y civiles discordias. Construyose para custodiar y

dar culto a una santa forma consagrada, llamada el Sacro misterio, objeto de suma devoción en toda la

Comarca de Calatayud y se veneraba en el Real Monasterio Cisterciense de Nuestra Señora de Piedra

situado a pocas leguas de aquella Ciudad”.

Volviendo al viaje de 1840, Carderera dijo que también fue a la biblioteca, de la que ya hemos hablado, y que registró los libros. El arquitecto Matías Laviña hizo una referencia a los libros del Monasterio de Piedra en una carta que envió a Carderera.

Carderera escribió que “cuando conclui de ver los libros Galbez subio y cerro la librería —interim aparejaba, dibuje la fachada qe da entrada al 2º recinto del Monastº [que es de la que ya hemos trata-do] aunque muy deprisa— me despedí de Galbez y a eso de las 12 monté a caballª tomando el cami-no” hacia Munébrega, población a la que llegó a las dos y media del sábado 19 de septiembre de 1840.

Juan José Gálbez estuvo considerado en diciembre de 1835 como el guarda del Monasterio de Piedra, lo que justificaría la posesión y uso de las llaves. También un tal Juan José Gálbez tuvo repre-sentación municipal en Nuévalos40.

Pero dijo Valentín Carderera que antes de registrar los libros de la biblioteca bajó cerca de las siete de la mañana “con Muntadas a ver la catarata”, puntualizando que estuvo lloviznando esa mañana hasta las ocho y que Muntadas le estuvo hablando “de sus planes [y que] estuvo muy cortés”. Proba-blemente se refería a Jaime Muntadas, ya que indicó que luego se despidió de su hijo Jayme, al que calificó como un “joven bastante aficionado a las artes”.

Esto quiere decir que Jaime Muntadas Campeny le comunicó a Valentín Carderera sus planes de actua-ción, presumiblemente en el lugar, y que su hijo Jaime Muntadas Mariñosa era una persona aficionada a las artes, lo que induce a pensar que esos planes desvelados en 1840 estuvieran relacionados con el arte.

39 Quadrado, 1844: 358.

40 Juan José Gálbez firmó en Nuévalos el 17 de marzo de 1846, y envió una relación de los vecinos del pueblo el 23 de diciembre de 1846, en respuesta a la circular mandada a los alcaldes solicitando respuesta en relación al padrón de establecimientos públicos.

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A pesar de que se ha asegurado que J. Federico Muntadas era el principal artífice de la transforma-ción del parque, vergel y jardín, y que se haya indicado en varias ocasiones la actuación de otras per-sonas más, convendría tomar en consideración la figura de Jaime Muntadas Mariñosa, primo hermano y al mismo tiempo cuñado de Federico, pues este último se casó en 1863 con la hermana de Jaime, la cual era evidentemente prima hermana de J. Federico. Jaime fue otro de los primeros artífices de la transformación del lugar del coto redondo en donde se ubica el Monasterio de Piedra en el parque, vergel y jardín que hoy conocemos41.

A este respecto, Eugenio Rubio dibujó y firmó el 23 de junio de 1846 en Calatayud un Plano superficial del suprimido Monasterio de Piedra en el qe se comprende todo lo qe se halla dentro del perímetro de su cerca…, que muestra una transformación42 de una porción del terreno del coto redondo en la zona conocida como vergel, jardín y parque, que es una parte de lo que actualmente se visita. Esta transformación, en la que se ven cascadas, paseos nuevos y caminos, parece aproximarse a lo indicado por Jaime Muntadas de que tenían ciertos planes y que estos estuvieran directamente relacionados con el agua y el enclave. A Eugenio Rubio le pagaron los Muntadas diversas cantidades por sus trabajos.

La comitiva que estuvo en el Monasterio de Piedra en el año 1840 estuvo compuesta de unas 20 personas. Carderera indicó que se trataban de Manuel Ucelay [en el texto Ucelai], la mujer e hija de Manuel Ucelay y un hermano de Manuel, que era o estaba en Ateca, población de la que también provenía un tal Erruz y un primo. También estaban un juez de Calatayud y otro de Ateca, definido como “bien parecido”, el cual había venido al monasterio en diligencia. Añadió la descripción de un empleado de la Administración de Rentas “en esta Ciudad gordo alto y canoso”, así como a Bernar-dino Azpeitia.

La relación de Manuel Ucelay con los Muntadas fue muy estrecha y variada. Además de lo que ya se ha indicado, Ucelay fue el encargado de la casa que Pablo Muntadas tuvo en Calatayud en la plaza de San Benito. Asimismo, Alex Garris hace referencia al “pequeño altar-relicario con puertas decoradas con pinturas y trabajos en talla dorada, que había quedado al cargo de D. Manuel Ucelay, para que se ocupara de su transporte […]” a Calatayud, lo que indica una vez más esa relación43.

Carderera también relató que varios miembros de la comitiva eran de Ateca, población estrechamen-te relacionada con el Monasterio de Piedra. Manuel Azpeitia, soltero en 1830, natural de Calatayud, era pretendiente a la notaría de Cadrete en ese año. Fue alcalde constitucional de Ateca. Respecto al hermano de Manuel Ucelay, hubo un Gervasio Ucelay, que había sido en 1834 abogado de los Reales Consejos y vecino de Calatayud. Años más tarde, constaba que era abogado, propietario, vecino de Ateca y que estaba casado. Figuraba en la lista de las personas que pertenecían al Partido Progresista en junio de 1847. Fue propuesto para diputado a Cortes en las elecciones del mencionado partido y estaba considerado como un personaje influyente entre los de su partido. Se dijo de él que era “capaz

41 Declarados por el Gobierno de Aragón como Bien de Interés Cultural en su categoría de Monumento y como Jardín histórico, Pilar Bosqued: El parque, vergel y jardín del Monasterio de Piedra (texto inédito de próxima publicación).

42 Eugenio Rubio escribió utilizando el tiempo verbal en presente: “en el que se comprende todo lo que se halla”, es decir, que se deduce que ya estaba realizado en esa fecha de 1846.

43 Garrris, 2017: 63-64.

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de seducir y ponerse a la cabeza de cualesquier motin”. En enero de 1845, se habían solicitado informes para saber de él. En 1846 pusieron en libertad a Gervasio Ucelay y a otros más en Ateca.

Interesante es la enumeración relacionada con los Muntadas, de quienes dijo que estaban “Jaime el de Zaragoza”, refiriéndose a Jaime Muntadas Campeny, quien llegó a ser alcalde de Zaragoza desde finales de 1856 cesando en enero de 1858. También estaba su mujer, hija de Mariñosa de Zaragoza, que era María del Carmen Mariñosa. Pero también nombró a “otro hermano de Barcelona”, refirién-dose probablemente a Pablo Muntadas Campeny, y “otro hermano mas joven (sic)”, quizá José Anto-nio Muntadas Campeny, el menor de todos ellos, u otro hermano.

Los hermanos Muntadas Campeny, procedentes de la ciudad barcelonesa de Igualada, entre los que se encontraban Jaime y Pablo, tuvieron intereses comerciales, mercantiles, profesionales, agríco-las e industriales en Zaragoza, Calatayud, Nuévalos (Monasterio de Piedra), Ibdes, Carenas, Ateca y Jaraba. También en Madrid y Barcelona y en otros puntos de la geografía de nuestro país que exceden el tema que ahora se trata. Establecieron y mantuvieron relaciones personales, amistosas y familiares en Zaragoza, Calatayud, Ateca, Nuévalos y, sobre todo, en la Granja de Cocos y el coto redondo del Monasterio de Piedra, lugar donde pasaron y vivieron largas temporadas.

Completó Carderera la descripción de la comitiva aludiendo a una señora muy guapa de Calatayud que era la “mujer del secretario del Ayuntamiento”, añadiendo el nombre de Mochales, otra mujer de Medinaceli, otra señora “muy bonita” que era “la mujer del cirujano de Ateca”, advirtiendo que el primer día se había marchado otra señora, definida como “gorda”. Si contamos a Valentín Carderera y a su criado, la comitiva que acabamos de señalar hace un total de siete mujeres y trece hombres, lo que nos aproxima a las 20 personas que Carderera había indicado en un principio.

Mochales debió impresionar a Carderera, y no solo por la belleza de su mujer. Andando el tiempo, y entre las correcciones y añadidos posteriores en las cuartillas y notas sueltas, aparece escrito que Mochales fue el principal responsable de la demolición y derribo del espectacular convento e iglesia de San Pedro Mártir de Calatayud, un bellísimo edificio del que Valentín Carderera dibujó varias vis-tas y detalles que transmiten la plenitud de la belleza de su mudéjar.

En relación a esa iglesia se conserva un “Proyecto para la conservación del convento e iglesia de S. Pedro Mártir de Calatayud presentado en 1847 a la Comision de monumentos históricos por D. Vicente de Lafuente”. Aparece a continuación, escrito por Carderera en fecha posterior y en tono indignado:

“ya es tarde!!porque fue demolido vandálicamente pr culpa de la Municipalidad. La Comiⁿ de Monus históricos procuro antes conservarla y su derribo fue motivo de un proceso voluminoso de ese preciosísi-mo Convento e Iglesia se conservan varios dibujos hechos por V Carderera que hacen mas lamentable la perdida de este Un tal Mochales empleado alto en Madrid en estos años de la revolución Republ[icana] se ha jactado de ser el principal demoledor”.

Esto del derribo de San Pedro Mártir y Mochales lo escribió de nuevo en otro de sus papeles44 y aún escribió del mismo modo una tercera vez que “Mochales fue el qe mandó derribar la Iglesia preciosíª[sima] de S. Pedro Mártir de Calatayud”. La especial redundancia del autor y del hecho des-vela el profundo dolor de Carderera sobre el tristísimo final de una parte del monumento. En 1855

44 “El Sr. Mochales alto empleado en Madrid en estos años de la republica se jactaba de haber sido el pral demoledor”.

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Carderera escribió que San Pedro Mártir se estaba acabando de caer en un abandono lastimoso, que concluyó con el derribo de la misma.

Por otra parte, y en relación a los Muntadas, Carderera indicó que conocía a Mariñosa45, como re-saltó en su escrito al recordar que la mujer de Jaime Muntadas era hija de Carlos Mariñosa. Escribió Carderera en otra de las cuartillas con “Notas sobre artes en Aragon&a muy importantes qe deben incorporarse a los estuches correspte de Aragón […]” que “Monforte el Herrador plaza de S. Domin-go en Zaragª y principal[mente] el Sr. Mariñosa fabricante son los que tienen culpa de la vandálica demolición de S. Domingo de Zaragoza”46.

A este respecto, sabemos que Mariñosa estableció en Zaragoza, en el exconvento de Santo Do-mingo que estuvo situado junto al paseo que limita con el río Ebro, una fábrica de hilados de seda y pasamanería en la que estuvieron varios socios. Poco más se puede añadir a tan clara alusión, salvo que a Carderera le impresionaron las demoliciones de estos conventos dominicos, tanto el zaragozano como el bilbilitano.

Carderera regresó del Monasterio de Piedra hacia Calatayud por Munébrega. Salió de la ciudad bilbilitana a finales de septiembre, tal y como escribió de manera algo imprecisa en una nota en la que se refería al siguiente cuaderno que empezaba por “el viage à Huesca sin hablar de mi estancia en Zaragª —de donde no me acuerdo hay qe decir por ahora— debi salir el 22 ó 23 de Calatayud y estar en Zaragª hasta el 29 de 7bre martes en qe salí à Huesca”.

El domingo 20 de septiembre de 1840 fueron a pasear al monte Calvario de Calatayud, desde donde se disfruta de una “hermosisima vista qe presenta la ciudad”. Antes de salir de Calatayud se despidió de Azpeitia, recogió los seis libros que le dio un dominico apellidado García, se despidió de otros más, concluyó los retratos y se marchó a Zaragoza.

El 3 de noviembre de 1840, estando Carderera ya en Zaragoza, se encontró con Ucelay, con quien fue a ver a los Muntadas, o Mariñosa, juntando ambos apellidos de forma que indicó que los vio a todos.

Días después, en ese mismo mes de noviembre de 1840, coincidieron en Tarazona Carderera y Bernardon, quienes visitaron juntos la iglesia de la Merced, la “del Carmen calzado grande” y otros edificios. Afirmó Carderera que registró los libros que habían sido de Veruela47, lo mismo que había hecho en Piedra. En relación a los libros de los monasterios, Carderera aseguró que “Bernardon sacó todos los del Monastº de Piedra destrozandolos ---pªla Universidad […]”. Lo cierto es que algunos de los libros procedentes del Monasterio de Piedra se trasladaron a la Universidad de Zaragoza.

Respecto al Monasterio de Veruela, Carderera dibujó varias vistas, publicadas igualmente por Lanzarote y Arana48. Entre ellas un dibujo en el que reprodujo una escalera, quizá del Monasterio de Piedra, cuyo nombre aparece escrito, a pesar de que posteriormente se tachó el nombre de Piedra y se cambió por el del Monasterio de Veruela. En cualquier caso, la escalera, las barandillas, los dos pisos y el remate de la cúpula que pintó Carderera, la cual corona el espacio desde la planta baja, muestran

45 Carlos Mariñosa y otro compraron una casa en Calatayud en la plaza de San Marcos.

46 Queda una parte del edificio conventual integrada en otro edificio.

47 Escribió que los libros que se sacaron de Veruela se destrozaron “demasiado”.

48 Ver n. 2.

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semejanzas con otras cúpulas del Monasterio de Piedra, modificadas en el transcurso de los años, como la cúpula que se sitúa actualmente en la primera planta.

Valentín Carderera prosiguió su vida, sus obligaciones y sus viajes. Estuvo una vez más en Cala-tayud en la primavera de 1855. No sabemos, por el momento, si en alguna otra circunstancia regresó a Piedra.

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Garris Fernández, Alex (2017): La tutela del Patrimonio aragonés. La Comisión Provincial de Monu-mentos Histórico y Artísticos de Zaragoza (1835-1957). Zaragoza: Institución Fernando el Católico.

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Quadrado, José María (1844): Recuerdos y bellezas de España…Aragón. Madrid.

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