Utilización del láser en odontopediatría 14 -...

4
Utilización del láser en odontopediatría 14 U no de los objetivos primarios del odontopediatra es crear una buena relación con el niño, ya que si esto no se logra desde el primer encuentro con el pequeño paciente, será imposible realizar incluso las terapias más simples. Los niños, así como los adultos, tienen conductas diferentes de individuo a individuo, pero al contrario de los adultos, presentan conductas diferentes también de acuerdo al rango de edad. Esto está relacionado con las etapas de maduración que el niño atraviesa hasta alcanzar la adolescencia. Los niños de 2-3 años de edad podrían mantenerse distraídos mediante la narración de cuentos, además de que se sentirían seguros si la consulta odonto- lógica es presenciada por uno de los padres; los niños de 4-5 años son, por otra parte, introducidos en el «mundo» de su alrededor; para estos niños someterse por sí solos a sesiones de tratamiento ya no representa una condición de estrés. Los niños en edad escolar desarrollan cierta independencia de la familia y comienzan a integrarse en ambientes extrafamiliares. Para algunos individuos en es- te rango de edad este período de transición puede deter- minar un estado de ansiedad que podría ocasionar crisis de llanto, gritos y negación al tratamiento odontológico. Es muy importante entender el temperamento del niño de manera que el mismo se adecue al tratamiento odon- tológico. Los niños de temperamento tranquilo se adap- tan a diversas situaciones y de ellos es posible esperar una conducta de colaboración. Son niños que normalmente no se niegan a situaciones nuevas o imprevistas y cu- yas reacciones son siempre de muy modesta magnitud. Por el contrario, los niños de temperamento difícil tie- nen siempre reacciones exageradas y frente a situaciones nuevas y desconocidas tienden a seguir el impulso de la fuga. Asimismo, hay niños que aceptan muy lentamente los cambios, por lo general son muy tímidos y tienen un bajo nivel de actividad. Estos niños son pocos colabora- dores, aunque sus reacciones son de modesta magnitud. Por lo general, en el abordaje con el niño es necesario tener una conducta que permita instaurar una relación de confianza y colaboración mostrando interés en ellos y buscando argumentos para compartir, razón por la cual es necesario recordar comunicarse con el pequeño pa- ciente a través de un lenguaje a su «nivel» que le permita intercambiar opiniones y sensaciones con la persona que le está ayudando. Sin duda, esta conducta ayudará a que el niño se vuelva colaborador. Una vez establecido el «contacto» con el pequeño paciente, será obligación del odontólogo no mermar la relación de confianza que se ha establecido. Por lo cual, debe trasmitir a todo el personal del consultorio la ma- nera de actuar más adecuada no sólo para el paciente, sino también para los padres o los parientes cercanos que le acompañan en las sesiones de tratamiento, ya que una conducta tranquila de la persona que está con el niño no hace sino tranquilizarlo incluso más. Además de esta conducta con respecto al niño, no debe olvidar- se que los pequeños pacientes tienen, sin embargo, un grado de colaboración diferente al que presentan los pacientes adultos, por lo que para ellos será obligatorio hacer menos invasivo el tipo de tratamiento odontoló- gico que vaya a ser realizado. Precisamente en virtud de este hecho es absolu- tamente indispensable seguir todos los progresos téc- nicos de nuestra profesión para poder, cada vez que la investigación lo permita, obtener instrumentos más eficaces y menos invasivos para nuestro trabajo, estar preparados para saber modificar nuestras costumbres y para aprender nuevas metodologías de trabajo. Un papel de importancia en este campo ha sido asumido de hecho por los láseres, y si para la odontología con- servadora no existe otra alternativa que el láser de Er: YAG, para la pequeña cirugía es posible utilizar otras

Transcript of Utilización del láser en odontopediatría 14 -...

���

Utilización del láser en odontopediatría 14Uno de los objetivos primarios del odontopediatra

es crear una buena relación con el niño, ya que si esto no se logra desde el primer encuentro con el pequeño paciente, será imposible realizar incluso las terapias más simples.

Los niños, así como los adultos, tienen conductas diferentes de individuo a individuo, pero al contrario de los adultos, presentan conductas diferentes también de acuerdo al rango de edad. Esto está relacionado con las etapas de maduración que el niño atraviesa hasta alcanzar la adolescencia. Los niños de 2-3 años de edad podrían mantenerse distraídos mediante la narración de cuentos, además de que se sentirían seguros si la consulta odonto-lógica es presenciada por uno de los padres; los niños de 4-5 años son, por otra parte, introducidos en el «mundo» de su alrededor; para estos niños someterse por sí solos a sesiones de tratamiento ya no representa una condición de estrés. Los niños en edad escolar desarrollan cierta independencia de la familia y comienzan a integrarse en ambientes extrafamiliares. Para algunos individuos en es-te rango de edad este período de transición puede deter-minar un estado de ansiedad que podría ocasionar crisis de llanto, gritos y negación al tratamiento odontológico. Es muy importante entender el temperamento del niño de manera que el mismo se adecue al tratamiento odon-tológico. Los niños de temperamento tranquilo se adap-tan a diversas situaciones y de ellos es posible esperar una conducta de colaboración. Son niños que normalmente no se niegan a situaciones nuevas o imprevistas y cu-yas reacciones son siempre de muy modesta magnitud. Por el contrario, los niños de temperamento difícil tie-nen siempre reacciones exageradas y frente a situaciones nuevas y desconocidas tienden a seguir el impulso de la fuga. Asimismo, hay niños que aceptan muy lentamente los cambios, por lo general son muy tímidos y tienen un bajo nivel de actividad. Estos niños son pocos colabora-

dores, aunque sus reacciones son de modesta magnitud. Por lo general, en el abordaje con el niño es necesario tener una conducta que permita instaurar una relación de confianza y colaboración mostrando interés en ellos y buscando argumentos para compartir, razón por la cual es necesario recordar comunicarse con el pequeño pa-ciente a través de un lenguaje a su «nivel» que le permita intercambiar opiniones y sensaciones con la persona que le está ayudando. Sin duda, esta conducta ayudará a que el niño se vuelva colaborador.

Una vez establecido el «contacto» con el pequeño paciente, será obligación del odontólogo no mermar la relación de confianza que se ha establecido. Por lo cual, debe trasmitir a todo el personal del consultorio la ma-nera de actuar más adecuada no sólo para el paciente, sino también para los padres o los parientes cercanos que le acompañan en las sesiones de tratamiento, ya que una conducta tranquila de la persona que está con el niño no hace sino tranquilizarlo incluso más. Además de esta conducta con respecto al niño, no debe olvidar-se que los pequeños pacientes tienen, sin embargo, un grado de colaboración diferente al que presentan los pacientes adultos, por lo que para ellos será obligatorio hacer menos invasivo el tipo de tratamiento odontoló-gico que vaya a ser realizado.

Precisamente en virtud de este hecho es absolu-tamente indispensable seguir todos los progresos téc-nicos de nuestra profesión para poder, cada vez que la investigación lo permita, obtener instrumentos más eficaces y menos invasivos para nuestro trabajo, estar preparados para saber modificar nuestras costumbres y para aprender nuevas metodologías de trabajo. Un papel de importancia en este campo ha sido asumido de hecho por los láseres, y si para la odontología con-servadora no existe otra alternativa que el láser de Er:YAG, para la pequeña cirugía es posible utilizar otras

��4

Láser en odontología

Figura �4.� A: Una niña acude con una fractura coronaria del 21 que afecta la cámara pulpar. B: El fragmento fracturado. C: Tratamiento realizado sin tener que recurrir a infiltración anestesia (la utilización del dique de goma no fue posible por las condiciones de estrés en la que se encontraba la paciente). D: A la izquierda, el aspecto de la lesión al finalizar el tratamiento láser que descontaminó la superficie traumatizada y la pulpa expuesta. E: También el fragmento fue tratado con el láser de erbio. F: Procedimiento normal de adhesión. G: El fragmento apenas adherido. H: Una vez producida la rehidratación no se nota la unión de los bordes.

(Continúa)

a B C

F g H

d e

longitudes de onda entre las que se destacan, por su versatilidad y difusión, el láser de diodos. La interac-ción con respecto a los tejidos que presentan los láseres y las modalidades de uso de las que se han hablado am-pliamente en otros capítulos permiten una reducción de la cantidad de anestésico a ser utilizado en compara-ción con las técnicas convencionales, e incluso efectuar pequeñas intervenciones sin anestesia en algunos casos de pacientes muy colaboradores.

Por lo tanto, el láser se plantea en la actualidad como una alternativa a las instrumentaciones clásicas (turbina, micromotor), que a menudo provocan un es-tado de incomodidad en el paciente, no sólo causado por el ruido —muy incómodo para el oído del adulto y mucho más para el del niño, que logra escuchar una

gama de frecuencias mucho más amplia—, sino tam-bién por las vibraciones a menudo asociadas con la sen-sación de extrema incomodidad o hasta de dolor que causa inmediatamente la pérdida de colaboración del paciente en tratamiento.

El láser constituye un abordaje óptimo para el ni-ño debido a que para éste es un instrumento menos agresivo porque se trata sólo de una luz que sirve para iluminar el diente mientras se lava con agua, suminis-trando al operador una total colaboración y aceptando con serenidad el tratamiento.

Esto es importante para el odontopediatra, que a menudo debe tratar con niños muy pequeños buscan-do el máximo de la colaboración con el menor estrés posible del operado y del operador.

���

Utilización del láser en odontopediatría

I L

M n O

P Q

(Continuación)

I: El estudio radiográfico muestra el ápice aún no madurado. L: El control radiográfico a un mes y el estudio clínico muestran la ausencia de reacciones pulpares. M: El aspecto clínico al mes. N: Desafortunadamente, a los dos meses ocurrió un nuevo incidente que provocó la separación del fragmento. Se nota la reparación de la exposición pulpar producida con aposición de dentina. O: La neoformación de un puente dentinario. P: El fragmento recuperado. Q: El resultado de la nueva intervención de pegado.

El uso del láser en odontopediatría proporciona al odontólogo el placer de descubrir nuevas técnicas, sin-tiéndose un poco pionero en la investigación y con la in-dudable ventaja del crecimiento de la estima que tienen los padres de nuestros pacientes hacia nuestra profesio-nalidad, a partir del momento en que demostramos estar listos para efectuar inversiones importantes con el fin de mejorar nuestros servicios y bienestar para ellos.

En la práctica, el uso de fresas con seguridad se re-duce mucho aunque no desaparece, ya que sin embargo muchos casos pueden ser terminados con la alternancia entre el láser y los excavadores. A menudo, es posible iniciar abriendo la cavidad con las fresas sin utilizar anestésico y finalizar la preparación con el láser.

Otra posibilidad de utilización del láser con bue-nos resultados está en los casos en los que se presenta

���

Láser en odontología

Figura �4.�. A-C: Preparación con láser de erbio de un 46.

a B

C

una muy pequeña infiltración oscura en el surco. En estas condiciones es posible utilizar el método del sella-do-obturación: con el láser se abre el surco efectuando la total remoción de la caries, extrayendo una cantidad mínima de sustancia dentaria y luego se efectúa una obturación con compómero flow. Mientras por encima se efectúa el sellado (mejor un sellante transparente que permita un control más eficiente en el tiempo).

Por último, hay que recordar que a veces con los niños muy pequeños no es suficiente con no ocasionarles dolor para garantizar su cooperación, mientras el equipo sigua causando un estado de ansiedad que el pequeño no pueda vencer. Esto hace que el uso del láser Er:YAG con sedación consciente sea una combinación extrema-damente eficaz. No obstante, permanece la duda de la fiabilidad de utilizar láseres Er:YAG en conjunto con gas anestésico por el relativo riesgo de explosiones que se han producido con otros tipos de láseres.

Por lo general, esto no ocurre en la odontología restauradora, donde se da por descontado el uso del

dique de goma con un relativo aislamiento eficaz del campo operatorio de los gases anestésicos, sino en el uso quirúrgico (frenilectomías, apertura de capucho-nes, intervenciones sobre la mucosa), donde es más fá-cil que el paciente respire también por la boca, con la presencia de gas en el campo operatorio.

Los períodos de cicatrización en las intervenciones quirúrgicas operadas con láser Er:YAG son más breves con respecto a los necesarios si se utilizan longitudes de onda diferentes, a causa de la afección térmica de los tejidos que con la primera longitud de onda es bastante modesta. Por este motivo, incluso frente a un menor efecto coagulante, se prefiere a menudo operar a los pequeños pacientes con láser de erbio.

Los láseres de diodos son preferidos para las in-tervenciones quirúrgicas de mayor importancia. El incremento térmico que provoca permite trabajar en un campo exangüe, pero requiere de la utilización de infiltración anestésica, pero siempre en cantidad menor con respecto a terapias análogas realizadas con metodo-