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ACTA REPUBLICANA POLÍTICA Y SOCIEDAD AÑO 5 NÚMERO 5 2006 65 La incorporación y creciente uso de los mecanismos de democracia directa: referéndum, plebiscito e iniciativa popular han estado relacionados, parti- cularmente en América Latina, a un discurso que busca dotarles de un con- tenido democrático, sin embargo, la experiencia ha dejado de manifiesto que esto no siempre es así y que su inclusión no hacen ni más, ni menos democrático a un régimen. De hecho, su vulnerabilidad a la manipulación, los usos tan variados que tienen y su aplicación tanto en sistemas democrá- ticos como en autoritarios dejan de manifiesto que se trata de herramientas de participación directa que, en sí mismas, carecen de cualquier contenido. Éste lo obtienen a partir de una serie de variables cuya conjugación revela los verdaderos intereses y fines que persiguen. En este ensayo también se explora el impacto que estas figuras de democracia directa tienen en los partidos políticos USOS Y CONTENIDOS DEL PLEBISCITO, REFERÉNDUM E INICIATIVA POPULAR KARLA PLANTER a notoria producción académica so- bre la participación ciudadana, a En América Latina, la inserción de este tipo de herramientas se ubica so- bre todo, en el decenio de los 80 y se expande en la década siguiente. Su aparición está ligada a dos grandes procesos que se presentaron en la re- gión: el avance democrático de los años 80 y, la crisis de representación y el “malestar con la política” 1 de los 90. Así, la adhesión de estos mecanismos se presentó como una alternativa para “corregir” la crisis de representación (Zovatto, 2002). En México, concretamente, la incor- poración de los mecanismos se regis- tra a partir de los años 90, pero su le- gislación es sólo a nivel local. En la actualidad, 24 entidades federativas legislan al respecto, de las cuales, 14 cuentan con su ley reglamentaria. Alrededor de este fenómeno (incor- poración y uso más frecuente) se ha desarrollado un discurso, cuyo eje prin- cipal ha girado en torno a la necesidad de involucrar a los ciudadanos en la toma de decisiones, más allá de la elec- ción de representantes, con la finali- dad de conocer directamente su opi- nión y respetar su voluntad. Uno de los marcos principales que ha delimi- tado e incluso justificado este discur- so, tiene como referente los problemas de credibilidad y legitimidad por los que atraviesan los representantes y los organismos tradicionales de mediación, agregación y representación: los par- tidos políticos, además del desencanto en general que hay por la política. Frente a ello, apelar al ciudadano y asegurarle vías de participación lega- les y legítimas le ha dotado de un con- tenido democrático a este discurso que, sin embargo, se revela insuficiente para solventar o aliviar los problemas de re- presentación y el malestar con la polí- tica a través únicamente de esta vía, por lo siguiente: 1) que los mecanis- mos se incorporen al sistema político no garantiza que se pongan en opera- ción, y 2) los mecanismos en sí mis- 1 Esta idea la desarrolla Norbert Lechner en “El malestar con la política y la recons- trucción de los mapas políticos” (1997). L INTRODUCCIÓN través de los mecanismos de democra- cia directa, a partir de las últimas tres década del siglo XX, aparece como un rasgo importante en la Ciencia Política en la medida que parte del interés por el creciente uso e incorporación a los sistemas políticos del plebiscito, refe- réndum e iniciativa popular, proceso que ha estado relacionado, particular- mente en América Latina, con lo que se ha denominado la crisis de repre- sentación. Existen países como Suiza, Italia, Alemania y Grecia que poseen una lar- ga tradición en el uso de estos meca- nismos y su operación está más allá de fenómenos particulares, sin embargo, también es cierto que a nivel mundial se registra una tendencia de incorpo- ración de dichas herramientas, por un lado y, por otro, se puede observar un incremento en su operación, en aque- llos lugares donde son parte del siste- ma político.

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La incorporación y creciente uso de los mecanismos de democracia directa:referéndum, plebiscito e iniciativa popular han estado relacionados, parti-cularmente en América Latina, a un discurso que busca dotarles de un con-tenido democrático, sin embargo, la experiencia ha dejado de manifiestoque esto no siempre es así y que su inclusión no hacen ni más, ni menosdemocrático a un régimen. De hecho, su vulnerabilidad a la manipulación,los usos tan variados que tienen y su aplicación tanto en sistemas democrá-ticos como en autoritarios dejan de manifiesto que se trata de herramientasde participación directa que, en sí mismas, carecen de cualquier contenido.Éste lo obtienen a partir de una serie de variables cuya conjugación revelalos verdaderos intereses y fines que persiguen. En este ensayo también seexplora el impacto que estas figuras de democracia directa tienen en lospartidos políticos

USOS Y CONTENIDOS DEL PLEBISCITO,REFERÉNDUM E INICIATIVA POPULAR

KARLA PLANTER

a notoria producción académica so-bre la participación ciudadana, a

En América Latina, la inserción deeste tipo de herramientas se ubica so-bre todo, en el decenio de los 80 y seexpande en la década siguiente. Suaparición está ligada a dos grandesprocesos que se presentaron en la re-gión: el avance democrático de los años80 y, la crisis de representación y el“malestar con la política”1 de los 90.Así, la adhesión de estos mecanismosse presentó como una alternativa para“corregir” la crisis de representación(Zovatto, 2002).

En México, concretamente, la incor-poración de los mecanismos se regis-tra a partir de los años 90, pero su le-gislación es sólo a nivel local. En laactualidad, 24 entidades federativaslegislan al respecto, de las cuales, 14cuentan con su ley reglamentaria.

Alrededor de este fenómeno (incor-poración y uso más frecuente) se hadesarrollado un discurso, cuyo eje prin-cipal ha girado en torno a la necesidadde involucrar a los ciudadanos en la

toma de decisiones, más allá de la elec-ción de representantes, con la finali-dad de conocer directamente su opi-nión y respetar su voluntad. Uno delos marcos principales que ha delimi-tado e incluso justificado este discur-so, tiene como referente los problemasde credibilidad y legitimidad por losque atraviesan los representantes y losorganismos tradicionales de mediación,agregación y representación: los par-tidos políticos, además del desencantoen general que hay por la política.

Frente a ello, apelar al ciudadano yasegurarle vías de participación lega-les y legítimas le ha dotado de un con-tenido democrático a este discurso que,sin embargo, se revela insuficiente parasolventar o aliviar los problemas de re-presentación y el malestar con la polí-tica a través únicamente de esta vía,por lo siguiente: 1) que los mecanis-mos se incorporen al sistema políticono garantiza que se pongan en opera-ción, y 2) los mecanismos en sí mis-

1 Esta idea la desarrolla Norbert Lechner en “El malestar con la política y la recons-trucción de los mapas políticos” (1997).

LINTRODUCCIÓN

través de los mecanismos de democra-cia directa, a partir de las últimas tresdécada del siglo XX, aparece como unrasgo importante en la Ciencia Políticaen la medida que parte del interés porel creciente uso e incorporación a lossistemas políticos del plebiscito, refe-réndum e iniciativa popular, procesoque ha estado relacionado, particular-mente en América Latina, con lo quese ha denominado la crisis de repre-sentación.

Existen países como Suiza, Italia,Alemania y Grecia que poseen una lar-ga tradición en el uso de estos meca-nismos y su operación está más allá defenómenos particulares, sin embargo,también es cierto que a nivel mundialse registra una tendencia de incorpo-ración de dichas herramientas, por unlado y, por otro, se puede observar unincremento en su operación, en aque-llos lugares donde son parte del siste-ma político.

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mos no hacen ni más ni menos demo-crático al sistema, pues se trata deherramientas que, como tales, carecenpor sí solas de contenido, 3) su usosigue siendo limitado, aunque se re-gistre un incremento en el mismo y, 4)los mecanismos, en tanto herramien-tas para la participación, pueden sermanipulados.

Ante esta realidad, surgen variaspreguntas ¿cuáles son entonces los fac-tores o qué es lo que le dota de un con-tenido democrático o antidemocrático alos mecanismos de democracia directa?¿Cuáles son las principales razones porlas cuales se realiza una consulta?¿Cómo inciden los mecanismos de de-mocracia directa en los partidos políti-cos? ¿Qué tan regulados se encuentranestas herramientas en la legislaciónmexicana vigente? Éstas fueron algu-nas preguntas que guiaron este ensayo.

EL ESTADO DE LA CUESTIÓN

La participación ciudadana, en su mo-dalidad de democracia directa, esto esa través de la existencia del plebiscito,el referéndum, la iniciativa popular yla revocación de mandato, es un temacuyo estudio tomó fuerza2 en los 70.De esos años datan investigaciones queson referencia obligada: Pateman(1970), Smith (1976), Butler David yRanney Austin (1978), por mencionaralgunos. Sin embargo, el interés por eltema tuvo como consecuencia la apa-rición de una vasta obra –cuya produc-ción continúa– que aborda la partici-pación ciudadana desde diferentesenfoques, dando vida así a referenciasque se consideran clásicas, como lostrabajos de Zimmerman (1986), Cronin(1989), Kobach (1993), Suksi (1993),Butler D. (1994), Budge (1996).

En América Latina, el principal de-sarrollo de la obra en cuestión está re-lacionada con la aparición de los me-canismos de democracia directa en losaños 80,3 cuando empezaron a incor-porarse en las constituciones federa-les o locales, figuras como el plebisci-

to, el referéndum, la iniciativa popu-lar y la revocación de mandato. Sin em-bargo, es a partir del decenio de los 90cuando inicia su expansión, como unaalternativa para “corregir” la crisis derepresentación (Zovatto, 2002).

La emergencia y expansión de di-chos mecanismos trajo consigo la rea-lización de diversas líneas de investi-gación. Uno de los primeros derroterosque tomó la discusión académica fueel enfrentamiento de los dos tipos dedemocracia, directa y representativa.Por un lado, se argumentaba que lasherramientas de consulta implicabanun golpe a las instituciones clásicas dela representación, mientras que, por elotro, los simpatizantes de la democra-cia directa consideraban que, ante lacrisis de representación, la única al-ternativa o la más viable, era la exis-tencia de dichos mecanismos.

En el marco de este debate acadé-mico, quienes apoyaban a ultranza eluso de los mecanismos de consultapartían de dos argumentos: a) La ver-dadera democracia sólo es posible bajola forma directa. La ley sólo es demo-crática bajo la condición de resultar delconsentimiento expreso de los ciuda-danos y; b) la verdadera democraciaexige el consentimiento de la unani-midad y no sólo de la mayoría de losciudadanos.

Ante el crecimiento y expansión dedichos mecanismos a nivel mundial, la

discusión académica fue tomando otrasrutas, donde se presentaron posicio-nes más moderadas que no se centra-ban en la confrontación y la antítesis,sino que asumían a los mecanismos encuestión como un complemento o ele-mento oxigenador del sistema repre-sentativo actual4. Partiendo de estamirada, la investigación se ha realiza-do a través de dos enfoques básicamen-te: 1) el incremento en su utilizacióny, 2) su incorporación en constitucio-nes y códigos legales.

El primer enfoque es el resultado deuna serie de investigaciones, la mayoríaen democracias consolidadas de Europa,Canadá, Australia, y los estados del Oes-te de Estados Unidos, donde queda demanifiesto el uso más frecuente de es-tas herramientas, particularmente en eldecenio de los 90.

El segundo propone analizar el in-cremento de estos mecanismos no sóloa partir de su incorporación en leyes,sino en función de los cambios queprovoca su inserción en otras institu-ciones. De acuerdo a Scarrow (2001),frente a la necesidad de crear un ba-lance en la tensión existente entre loselementos de participación y represen-tación, se ha llevado a cabo una espe-cie de reingeniería institucional, quetiene como objetivo establecer estruc-turas políticas, que reflejen la volun-tad popular y las demandas de gobier-no en un estado moderno.

2 Es importante enfatizar que se alude a la fuerza que cobró el tema a partir de esadécada, sin que ello signifique la inexistencia o anulación de estudios previossobre la participación ciudadana, máxime en países como Suiza, donde hay unalarga tradición en la existencia y realización de mecanismos de democracia direc-ta, anterior a los años referidos.

3 El caso de Uruguay es diferente, pues la existencia de estos mecanismos datan de1934.

4 En este sentido hay quienes proponen que estos mecanismos de democracia di-recta sean vistos como parte del aparato de toma de decisiones de las democraciasliberales representativas, como elementos totalmente integrados a ella y no comoherramientas externas. De hecho, proponen el término “referendum democracy”para denominar aquellas democracias que han incorporado dichos mecanismos deconsulta, pues su integración ha afectado significativamente las dinámicas polí-ticas de las democracias representativas, tanto como a sus instituciones.(Mendelsohn, 2001: 1-21).

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Aunque de forma distinta y conherramientas de análisis diferentes,ambos enfoques concluyen que, efec-tivamente, a nivel mundial se registraun incremento y expansión de los me-canismos de democracia directa, par-ticularmente en el decenio de los 90.Sin embargo, el segundo enfoque se-ñala que la expansión tiene que vermás con los cambios institucionales quefavorecen la participación directa, quecon el uso más frecuente de estos me-canismos (Scarrow, 2001).

TRES PERSPECTIVAS QUE EXPLICANEL INCREMENTO DE LAS

HERRAMIENTAS DE DEMOCRACIADIRECTA.

La búsqueda para encontrar respues-tas que expliquen las razones del in-cremento en el uso de las herramien-tas de democracia directa ha sido unaveta ampliamente explorada. Así lasargumentaciones oscilan entre quienesreferencian un debilitamiento de lapolítica, una crisis de representación,que se manifiesta en pérdida de credi-bilidad, hasta una especie de revitali-zación de la política, “derivada del in-terés renovado en la reconstitución delespacio político, sus nuevas formas yactores” (Bokser, 2002:13).

Ante las diferentes argumentacionesque se presentan, es el espacio y eltiempo en el que se realice el análisis elque las valida o invalida, según sea elcaso. De cualquier forma, Craig, Kreppely Kane (2001:25-26), han aglutinado lasposibles razones que explican el incre-mento de estas herramientas en tresperspectivas que han denominado movi-lización cognoscitiva, el desafecto al go-bierno y el falso populismo.

La primera, la movilización cognos-citiva, hace referencia a ciudadanos másinformados e interesados en asuntospolíticos. Esta perspectiva es conside-rada como un proceso dinámico en elque los electores contemporáneos go-zan de mayores habilidades y recursospolíticos y están capacitados para

involucrarse en temas complejos, portanto, pueden acceder a la toma dedecisiones gubernamentales.

El incremento en las habilidadesciudadanas la explican a partir de dossituaciones: la expansión de los mediosmasivos de comunicación, particular-mente la televisión, proceso que tuvocomo consecuencia que el ciudadanoaccediera de forma rápida a la informa-ción; y el aumento de sus habilidadespara procesar dicha información, locual es producto de los niveles de edu-cación más altos hoy en día. Esta pers-pectiva se fundamenta en la creencia deque los ciudadanos no nomás pueden,sino deben participar activamente en latoma de decisiones públicas.

La segunda perspectiva se centra enla creciente deslealtad, en el desafectohacia el gobierno y la pérdida de con-fianza en las estructuras tradicionales.Desde esta mirada antagónica, losreferenda y/o plebiscitos, así como lasiniciativas populares son utilizadoscomo una forma de protección de losciudadanos (nosotros) frente a los polí-ticos (ellos). Este enfoque pone espe-cial énfasis en la pérdida de confianzade los ciudadanos en sus representan-tes, en el debilitamiento del vínculo dela representación, lo representado, quees lo que da sentido a la relación.

Cuando la confianza merma, el vín-culo se debilita y, por tanto, se trazauna brecha que se puede extender algrado de favorecer una relación mar-cada por la distinción entre el “noso-tros” y el “ellos”.

La tercera perspectiva pone el acen-to en el tema del populismo, a la quehan denominado falso populismo, don-de diversos grupos de interés, así comolo que se podría denominar empresa-rios de la política, han descubierto enlos mecanismos de democracia directauna nueva forma de acceso político y,en concordancia, han desarrollado he-rramientas y estrategias para encau-zar la acción política popular para suspropios intereses.

Este enfoque parte de que el incre-mento en el uso de las consultas enlos años recientes tiene poco que vercon la movilización política ordinariade los ciudadanos, y que sus razonesse pueden encontrar en los líderes po-pulistas con suficiente carisma y re-cursos organizacionales para empren-der cualquiera de los mecanismos dedemocracia directa5. La figura de loslíderes populistas y de los empresariosde la política es clave en esta perspec-tiva, pues desde ellos se explica.

La literatura que se inscribe en esteenfoque resalta que, con la profesio-

5 En un estudio realizado por Craig, Amie Kreppel y James Kane en Florida, EstadosUnidos, que tenía como finalidad explorar a qué se debía el incremento en el usode mecanismos de democracia directa y cómo se sentían los ciudadanos de contarcon dichas herramientas, encontraron que ni la perspectiva de la movilizacióncognoscitiva, ni la del desafecto al gobierno son capaces de explicar la mayoría delas variaciones en las actitudes de los ciudadanos hacia la democracia directa. Sinembargo, encontraron que quienes ven con mejores ojos la democracia directason quienes no confían en los líderes, ni en las instituciones. Así, el enfoquepopulista parece ser el más acertado: “aunque la mayoría de los ciudadanos estándeseosos de participar, nuestros datos sugieren que el éxito de la democraciadirecta contemporánea tiene más que ver con las habilidades y recursos de loslíderes populistas y empresarios de la política, quienes al reconocer una disposi-ción pública latente, la convierten en una actividad electoral viable. Esto signifi-ca que cuando se mira por debajo de la superficie, se encuentra que el entusiasmopor el proceso es menor de lo que se pensaba” (2001: 37). En su estudio tambiénconcluyen que un número considerable de votantes no tienen una posición yopinión clara respecto a que ciudadanos como ellos mismos, participen directa-mente en la elaboración de políticas públicas (2001: 31-42).

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nalización de la industria de los meca-nismos de consulta, sea referéndum,plebiscito y/o iniciativa popular, se haregistrado un incremento en la apari-ción de líderes que han capitalizado eluso de estas herramientas. En este sen-tido, también las agencias de consul-toría han aprovechado la existencia detales mecanismos, y han desarrolladoformas de trabajo para reunir los re-quisitos necesarios que permitan rea-lizar alguna consulta (colectan firmas,preparan campañas de publicidad, per-suaden al público sobre la intenciónde su voto, etc.). Así sucede particu-larmente en el Oeste de Estados Uni-dos, concretamente en California, unode los estados con mayor tradición yfuerza en el uso de estos mecanismos.Ahí, asegura Craig, la “organizaciónmasiva ya no es necesaria, ahora todolo que se necesita para la realizaciónde la consulta es dinero, dinero, dine-ro” (2001: 28).

Una de las principales críticas queha recibido la expansión de los meca-nismos de democracia directa es laemergencia y empoderamiento de lí-deres populistas, grupos de presión yagencias de cabildeo, los cuales hacenuso de ellos. Esta crítica parte del re-conocimiento de la vulnerabilidad dedichos mecanismos y su proclividad aun uso demagógico y manipulador. Re-ferencia, de forma reiterada, cómo di-chos líderes se sirven de estas herra-mientas para satisfacer interesesparticulares.

Sin embargo, en este tercer enfo-que también se advierte que a travésde la expansión de estos mecanismos,el rol de los grupos de interés ha cam-biado. Se parte del reconocimiento dela importancia y el rol constructivo quehan tenido en la elaboración de políti-cas públicas y se señala que, con laincorporación y expansión de mecanis-mos de participación, sus dinámicas detrabajo se modifican ante la posibili-dad de competir frente a otros gruposde presión (Mendelsohn y Parkin,2001:12).

LAS MOTIVACIONES PARA LAUTILIZACIÓN DE LAS HERRAMIENTAS

DE DEMOCRACIA DIRECTA.

Una de las preguntas que más han in-trigado a los estudiosos de la demo-cracia directa es ¿para qué se realizaneste tipo de consultas? ¿Cuál es su fi-nalidad? Evidentemente las posiblesrespuestas son variadas y están rela-cionadas con otros cuestionamientostales como ¿quién inicia la consulta?¿de qué tipo de consulta se trata? ¿dequé forma está reglamentada?, en fin,una serie de preguntas que aparecenpermanentemente interconectadas enel análisis e impacto de estos mecanis-mos de participación.

A pesar de que no existen explica-ciones únicas y universales sobre losfines de dichos mecanismos, pues es-tos varían en función del tiempo y elespacio, la literatura ha detectado yclasificado los principales motivos porlos cuales se ponen en operación.

Laurence Morel (2001), cuyo estu-dio se centra en los refererenda y/oplebiscitos organizados por el gobier-no en 20 democracias consolidadas6,ha referido cuatro afirmaciones queengloban las motivaciones que hay paraefectuar consultas de esta naturaleza:1.- El gobernante busca consolidar supropio poder (motivaciones plebiscita-rias); 2.- intenta resolver divisionesinternas dentro del partido gobernan-te o en la coalición (tensiones resuel-tas por referéndum), y si con ello de-bilita a la oposición, mucho mejor; 3.-busca la aprobación de leyes que, deotra forma, sería imposible que se apro-baran (razones legislativas); y 4.- pordotarle de un carácter de legitimidada alguna política en lo particular (re-feréndum obligatorio de legitimación).

Uno de los argumentos que conmayor frecuencia se presentan para

explicar el uso de estos mecanismos porparte del gobierno es su funciónlegitimadora. Sin embargo, Morel lle-gó a la conclusión, luego de estudiarlos refererenda nacionales promovidospor el gobierno y realizados de 1940 a1999 en el mundo, que, en la práctica,ésta es una razón que poco tiene quever con los intereses reales que esti-mulan su promoción: “Frecuentemen-te, los gobiernos aseguran que la ra-zón por la cual organizan referenda esla necesidad de dotar de legitimidad aalguna decisión, pero esto en los he-chos raramente sucede. Uno encuen-tra otros motivos. Esto no significa quelos referenda no puedan tener un fuer-te impacto legitimador sobre algunaspolíticas (…), pero la funciónlegitimadora poco tiene que ver conlas motivaciones reales, las cuales sonmás de tipo político. De hecho, sóloun número reducido pueden caer en lacategoría de referéndum legitimatorio”.(2001:60-61).

Las consultas promovidas por acto-res externos al gobierno responden amotivaciones distintas. Básicamente,son tres las razones que se detectande manera más frecuente en este tipode mecanismos: 1) los partidos políti-cos pequeños buscan hacerse escucharen la esfera pública y ejercer ciertogrado de influencia, 2) las élites ex-ternas al gobierno la usan como herra-mienta para promover sus propias agen-das, y 3) agotada la negociación, seconvierte en instrumento instituciona-lizado de oposición.

La iniciativa popular, por su parte,también registra motivaciones y usosdistintos para su implementación: 1.-Como instrumento ciudadano que buscallenar vacíos jurídicos y abordar temasque, de otra forma no serían discutidos(razones propositivas); 2.- como defen-sa frente a leyes que los ciudadanos

6 Los países estudiados por Morel son Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Cana-dá, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Gran Bretaña, Grecia, Irlanda, Islan-dia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Nueva Zelanda, Portugal, Suecia, Suiza (Morel,2001:50).

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consideren perjudiciales (razones dedefensa); y 3.- como instrumento depresión de parte de líderes, grupos deinterés o partidos políticos para satisfa-cer intereses particulares (razones deinterés particular).

La experiencia ha evidenciado quecada que se pone en práctica algunaconsulta, los intereses que la motivanson de lo más variado y, generalmen-te, tienen más de un estímulo.

De esta forma, se han registrado con-sultas que han sido una forma de protec-ción frente al gobierno, las ha habido detipo legitimador, también como resulta-do de ciudadanos más informados y dis-puestos a participar en la toma de deci-siones públicas, como estrategias pararesolver conflictos internos del partidoen el gobierno, como herramienta paradebilitar a la oposición, así como la opo-sición los ha utilizado como elemento depresión al gobierno; como una manerade evitar decisiones altamente polémicascon altos costos políticos, o como unaalternativa de los grupos de interés paraincidir de forma más directa en la tomade decisiones. Cualquiera de estas razo-nes o la combinación de varias de ellashan sido detectadas en las consultas rea-lizadas (Butler and Ranney, 1978; Freire,

1998; Marcussen, 2001; Morel, 2001;Simon Hug, 2004;).

Así, de nueva cuenta queda de ma-nifiesto la posibilidad de manipularestas herramientas y los diferentes usosque se les puede dar, muchos de loscuales poco tienen que ver con un in-terés real por conocer y respetar ladecisión de los ciudadanos. Frente alas posibles manipulaciones, la regla-mentación se convierte en una alter-nativa para acotar a todos aquellos gru-pos de presión y líderes que persiguenintereses particulares. La ausencia deuna estructura reguladora favorece laexistencia de grupos fuertes, bien fi-nanciados con gran poder para contro-lar la agenda y el debate público(Budge, 2001:84).

LEGISLACIÓN Y TIPOS DE CONSULTAS

La legislación ha sido uno de los prin-cipales ejes a través del cual se ha pro-ducido gran parte de la producciónacadémica sobre el tema. A partir deella, se han construido una diversidadde tipologías, y se ha estudiado el im-pacto que estos mecanismos tienen enlos diferentes ámbitos del régimen po-lítico en el que se insertan.

El análisis de la legislación es pun-to de partida, aunque no necesariamen-te objetivo, de cualquier estudio sobrela materia. Ella nombra, caracteriza,distingue, permite, acota, involucra,desecha, fija tiempos, delimita espa-cios. En otras palabras, establece quése juega, quién juega y cómo lo juega.

La legislación ofrece una variadagama de posibilidades dentro de losmecanismos de democracia directa. Estagama se mueve en una línea trazadapor dos polos, los que a su vez son di-señados mediante la regulación jurídi-ca. Cada uno de los polos refiere el gra-do de control que ejerce el gobiernoen las herramientas en cuestión: altocontrol y mínimo control.

Todas las consultas, particularmen-te el referéndum, promovido cuando ycomo el gobierno quiere, se ubican enel referente “alto control”, mientrasque en oposición a éste, se localiza lainiciativa popular, impulsada única-mente por ciudadanos, donde la inje-rencia del gobierno es mínima y, enalgunos casos, nula. Budge, (2001: 73)posiciona diferentes tipos de consul-ta, en función del grado de control yofrece algunos ejemplos:

Ref. promovido Ref. requerido Ref. estrictamente Inic. promovida Inic. impulsadacuando y como por consulta pero el mandatado por la Const. por ciudadanos por ciudadanos,el gobierno quiere tema sujeto a inter que requiere interpretación estimulado por con mínimo control

pretación del gobierno de la(s) corte(s) algunos partidos de partidos

Alto Mínimo

Control Control

(UK referendum (Ref. francés sobre (Ref. irlandés sobre un (Ref. italiano sobre (Proposición 13 para ingresar a la la elección directa del sólo acto europeo en divorcio en 1974) de California) Unión Europea Presidente en 1962) 1987) En 1975)

A partir de la legislación y los di-ferentes arreglos institucionales decada país, se establece el tipo de de-mocracia directa de cada lugar. Enaquellos espacios donde las consul-tas están totalmente mediadas por lospartidos políticos y por el gobierno,se señala que existe una democracia

directa altamente controlada y aco-tada; resaltan los casos de Francia yQuébec. Por otro lado, cuando la re-gulación es muy laxa y la mediacióntanto del gobierno como de los parti-dos políticos es pobre, se asegura queexiste una democracia directa conmínimo control. El ejemplo más ilus-

trador son los estados del Oeste deEstados Unidos.

Es importante señalar que cuan-do se hace referencia al mínimo con-trol no significa que el gobierno ylos partidos políticos carezcan de in-jerencia o que el rol que juegan nosea importante. Sin duda ambos ac-

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tores se involucran de forma directay/o indirecta en las diferentes con-sultas, sólo que la manera, el gradoen que lo hacen y la reglamentaciónque hay alrededor de ellas son losfactores que las posicionan en la lí-nea trazada por el alto y mínimo con-trol. La posibilidad de una democra-cia directa no mediada en absoluto,como la antigua democracia ateniense,es imposible hoy en día debido, en-tre otras cosas, a la complejidad so-cial, territorial y política. Actualmente,el número de ciudadanos es muchomayor, los territorios son más extensos,el grado y la forma en la que los ciu-dadanos se involucran en los asun-tos públicos es totalmente diferen-te, y la organización política respondea un modelo representativo.

La existencia de una reglamenta-ción con altos niveles de control y exi-gencia puede llegar a desalentar la par-ticipación ciudadana. Requerimientosexcesivos para la solicitud y operaciónde la consulta, trámites burocráticosen demasía, limitación y exclusión dediferentes actores son factores que des-alientan la participación. En lugaresdonde la regulación tiene estas carac-terísticas, los mecanismos en cuestiónson vistos como posibilidad, únicamen-

te desde el discurso político, más alláde que estén insertos en la Constitu-ción y cuenten con sus respectivas le-yes reglamentarias, ya que su existen-cia no se traduce en posibilidades realespara que el ciudadano participe en latoma de decisiones.

Susan Scarrow (2001) estudia, apartir de las leyes y reglamentos, loscambios institucionales que han traídoconsigo la inserción de estos mecanis-mos de consulta. En la investigaciónrealizada concluye que, efectivamente,en los casos analizados dichos meca-nismos están diseñados y modeladospara favorecer la inclusión de los ciu-dadanos en determinados asuntos pú-blicos, sin embargo, reconoce que lasposibilidades que cada uno ofrece varíaen función del grado de control queexiste en ellos, y en las característicasque la ley le confiere a las diferentesconsultas.

El referéndum, particularmente,tiene diferentes características depen-diendo del grado y la forma en que estéreglamentado. Son diversos los tiposde referenda existentes, sin embargo,hay una taxonomía general de los ti-pos de consulta existentes. Las varian-tes que se llegan a presentar depen-den de la regulación de cada lugar.

CUADRO 2.1

AUTOR CATEGORÍA DESCRIPCIÓN

Smith (1976) Controlado Lo inician partidos políticos y/o coaliciones. Suelen ser referenda opcionales.

No controlado Son aquellos promovidos por actores ajenos a partidos políticos y/o coaliciones.

Pro-hegemónico Si el resultado favorece y fortalece a las élites gubernamentales. Aquí se encuentran, por lo general,los referenda controlados.

Anti-hegemónico Si el resultado mina y desfavorece a las élites gubernamentales. Las iniciativas populares generalmente pertenecen a esta clasificación.

Butler Controlado por el gobierno Son aquellos que son solicitados por el gobierno.y Ranney(1978) Exigido por la Constitución Son los conocidos como obligatorios, donde la Constitución exige que se consulte sobre determina

dos temas.Petición popular Son los promovidos por ciudadanos. La iniciativa popular entra en esta categoría.

Suksi (1993) Facultativos: Pasivos Son iniciados por actores del gobierno.

Activos Son promovidos por ciudadanos.

Antes de mostrar las principalestipologías sobre el referéndum es ne-cesario hacer algunas consideraciones:resulta por demás difícil establecer uncriterio exclusivo de clasificación. Éstase hace en función de los propósitosde cada autor y a partir de la miradacon la que la construya, así se distin-guen dos énfasis: uno que parte delanálisis exclusivo de la ley y, otro, quese centra en las implicaciones políti-cas que tienen estos mecanismos.

El cuadro 2.1 muestra las principalescategorías de dos tipos básicos de refe-réndum: Obligatorio y Facultativo. Elprimero son todos aquellos requeridospor la Constitución en determinados te-mas, y el segundo hace referencia aque-llos que son impulsados luego de la soli-citud de algunos actores políticos.

Las características que se muestranen el esquema 2.1 son las identifica-das por autores, cuyas investigacionesse consideran clásicas en el campo dela participación ciudadana: Smith(1976), Butler y Ranney (1978), Suksi(1993), Uleri (1996), Gallagher y Uleri(1996), Zovatto (2002), y Hug (2004).Es importante recordar que el plebis-cito es referido como una forma de re-feréndum, como se señaló en la intro-ducción de este trabajo.

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AUTOR CATEGORÍA DESCRIPCIÓN

Uleri (1996) Promotor de ley El autor de la ley propuesta e impulsor del referéndum es el mismo actor político.

Control de ley El referéndum no es solicitado por el promotor de la ley a consultar.

Gallagher Ad hoc Con ellos generalmente se califica a los referenda facultativos que consultan a los ciudadanos, peroy Uleri donde el resultado no es vinculante. En la mayoría de los casos, se realizan para legitimar decisiones,(1996) Opcional así como para resolver estancamientos legislativos.

Zovatto Obligatorio automático Cuando se está frente a un caso previsto específicamente en la Constitución.(2002)

Obligatorio acotado Se refiere a determinados procedimientos, que sólo son iniciados cuando surge una situaciónpredefinida.

Facultativo desde arriba Cuando los órganos estatales son los que tienen de manera exclusiva el derecho de poner en marchael mecanismo.

Facultativo desde abajo Cuando surgen de la propia ciudadanía.

Hug (2004) Requerido/pasivo Su realización está exigida por ley. Sin embargo, la posibilidad de llevarlo a cabo es responsabilidady derecho únicamente del gobierno. Nadie, fuera de éste, lo puede solicitar.

No requerido/voto activo La iniciativa en cuestión no está obligada por ley a ser sometida a referéndum. Sin embargo, a travéssobre la política propuesta de una serie de requisitos (generalmente es la colecta de firmas), se puede solicitar su realización.por el gobierno.

No requerido/voto activo Al igual que en el caso anterior, la ley no exige la realización de la consulta, pero ésta puede llevarsesobre la política propuesta a cabo, luego de presentar la solicitud debidamente avalada. La diferencia es que, en este caso, lospor la oposición. votantes deciden entre la iniciativa propuesta por el gobierno y una alterna propuesta por la oposi

ción.

No requerido/pasivo La ley no exige la realización de la consulta sobre la iniciativa o acto de gobierno, sin embargo,éste puede someterlo al voto de los ciudadanos. El plebiscito entra en este tipo de consulta.

Como se podrá observar en el cua-dro anterior, son básicamente dos lostipos de referenda de donde se despren-den una gran cantidad de tipologías.Aquí retomé las categorías identifica-das por 7 autores. Es importante seña-lar que existen otras subclasificacionesque se construyen a partir de las ca-racterísticas de la reglamentación dela consulta.

Diferenciar cada tipo de consulta,así como las posibilidades y limitacio-nes que ofrece, resulta de capital im-portancia, pues a través de ello se di-buja, en primera instancia, el mapa conlas diferentes rutas que se pueden to-mar, se delimitan los actores involu-crados, se acota su margen de acción yse prevé el impacto que tendrá en cadauno de ellos. En este sentido, desde elmomento mismo en que se selecciona

quién sí y quién no puede participar,de acuerdo a cada tipo de consulta, seva delineando el abanico de posibili-dades sobre un punto que resulta fun-damental en el tema y es el relaciona-do a quién solicita e inicia la consulta.

Laurence Morel (2001) señala queel que promueva la consulta, ya sea elgobierno u otro grupo, será quien ten-ga el mayor efecto sobre la misma. Espor esta razón que la mayoría de lastipologías de las consultas dan un lu-gar central a la variable de quién lainicia.

A partir del tipo de consulta se co-nocen, desde el punto de vista formaly jurídico, las posibilidades que los dis-tintos actores tienen para involucrarse,en forma de adhesión u oposición. Deesta manera, la variable del tipo deconsulta es importante para la valora-

ción del impacto de los mecanismos dedemocracia directa no sólo en los par-tidos políticos, sino en las diferentesinstituciones representativas.

EL IMPACTO DE LOS MECANISMOSDE DEMOCRACIA DIRECTA

EN LOS PARTIDOS POLÍTICOS¿VERDADEROS DEBILITADORES?

Un argumento recurrente que expre-san quienes disienten en la incorpora-ción de los mecanismos de democraciadirecta en democracias representativases el referente al debilitamiento de lospartidos políticos.

Se arguye que a través de ellos, seles arrebata el control de la agendapolítica, se les exime de la responsabi-lidad frente a una serie de políticaspúblicas y se promueven fracturas in-

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ternas, incluso, cismas. De igual for-ma, se aduce que los partidos políticospierden presencia y ceden ante gruposde intereses particulares, liderados poractivistas y empresarios políticos, quefavorecen la polarización de posicio-nes, reduciendo las posibilidades denegociación y acuerdo.

Ladner y Brändel (1999: 285-286)han resumido los efectos negativos quese aducen en cuatro puntos:1) Competencia: La democracia direc-

ta fomenta la competencia con lospartidos políticos gobernantes al fa-cilitar la existencia y promoción degrupos políticos y nuevos partidosde oposición. Desde que la demo-cracia directa permite a los grupospolíticos mover a las masas de for-ma más fácil, los partidos políticoshan perdido el monopolio de lapolítica. Los movimientos socialesy los grupos de interés son ahoracapaces de influenciar la agenda po-lítica de forma directa.

2) Conflicto: La democracia directa in-duce al conflicto entre los partidospolíticos de diferentes formas. Pri-mero que todo, están constante-mente forzados a decidir sobre te-mas específicos, particulares. Deesta forma, el o los partidos soncontinuamente examinados paraver si en algún momento rechazansus principios y su programa. Estoobliga a realizar esfuerzos conside-rables para justificar su posiciónfrente a los votantes y sus afiliadossobre los temas a votar en la con-sulta.

3) Trabajo extra: Confrontado con uncreciente número de votaciones, lospartidos políticos juegan un rol me-nor. Debido a su orientación másamplia y general, los partidos es-tán obligados a trabajar con diver-sidad de propuestas, mientras quelos grupos de interés se concentranen cuestiones específicas de su pro-pio campo de interés. Ante ello ytambién por cuestiones económi-cas, los partidos políticos están in-

capacitados para liderar en cadatema a votar.

4) Aniquilamiento-la intermediaciónde los partidos se vuelve obsoleta:La cultura política de la democra-cia directa dificulta la organizaciónde la sociedad dentro de los parti-dos y fomenta genuinos sentimien-tos antipartidistas.

Esta serie de argumentos, que sepueden englobar en la aseveración “he-rramientas de democracia directa iguala debilitamiento de partidos políticos”,precisa una serie de matices que esta-rán dados a partir de diferentes varia-bles a tomar en cuenta para el análi-sis: la periodicidad en la realización delas consultas, la naturaleza del siste-ma, el régimen de partido, el tipo deconsulta de la que se trate, la regula-ción de la misma, el grado en el quelos partidos políticos se involucran enellas y la óptica desde donde gira elestudio, es decir, si se toma en cuentael impacto que tienen las consultas entodos los partidos políticos o tan sóloen los partidos dominantes.

Para evaluar su impacto, la frecuen-cia con la que estos mecanismos se reali-zan es un punto crucial. En un estudioen 20 democracias consolidadas7, dondeestá excluida América Latina, en un pe-riodo que va de 1900 a 1998, se encon-tró que en total se han realizado 133referenda a nivel nacional8, siendo eldecenio de los 90 el que registró un ma-yor número de consultas de este tipo.

De ellas, Ian Budge (2001: 81) ana-lizó el cambio que han sufrido los

partidos políticos nacionales en cuantoa su fuerza social y política. Este es-tudio partió de la posguerra, hastafin de siglo, es decir, de 1945-1999.Encontró que de las 20 democraciasestudiadas, en 14 países no se expe-rimentó un debilitamiento de los par-tidos políticos, mientras que en 5 seregistró “un posible debilitamiento”.Sin embargo, de esos 5 (Bélgica, Es-tados Unidos, India, Israel y Suiza)que experimentaron un cambio, sóloen uno –Suiza–, se han realizado con-sultas a nivel nacional, en el restose llevaron a cabo a nivel local. Mientrastanto, Italia fue el único país queevidenció una transformación apun-tando al “posible fortalecimiento delos partidos”. 9

Ello quiere decir que su debilita-miento o fortalecimiento, como de-muestra la empiria, no está directamen-te relacionado con la realización deconsultas, cuando éstas se llevan a cabode forma esporádica, como sucede enla generalidad de los países donde seencuentran reguladas. Sin embargo, enla mayoría de lugares donde su utili-zación es muy frecuente, se registra“un posible debilitamiento de los par-tidos”, de acuerdo al análisis de Budge.Estos son los casos de Suiza, donde serealizaron 343 referenda nacionales y,los 27 estados de Estados Unidos, don-de se llevaron a cabo 1103 consultasde este tipo.

Sin embargo, Ladner y Brändle(1999: 283, 295, 296) en su estudioen los cantones suizos, donde busca-ban, entre otras cosas, valorar el im-

7 Se excluye el caso de Suiza en el total, por ser un caso muy particular y conmayor tradición en la realización de consultas. Tan sólo en este país, en el mismolapso de tiempo, se llevaron a cabo 414 consultas (Morel, 2001: 50).

8 Existen algunas variaciones en el número de consultas realizadas por cada país enlos diferentes censos que se han realizado. Sin embargo, la mayoría de los autorestoman como punto de partida el elaborado en 1978 por Butler y Ranney y actualiza-do en 1994. En este trabajo, retomo los realizados por Morel (2001) y Budge (2001),quienes a su vez toman como punto de partida el de Butler y Ranney (1994).

9 Budge recuerda que la mayoría de los partidos en ese país se colapsaron luego delas acusaciones de corrupción de 1992 a 1993. Sin embargo, fueron sustituidospor partidos más grandes y fuertes bajo la Segunda República en 1994.

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pacto de la democracia directa en lospartidos políticos de ese país, conclu-yeron lo siguiente:a) Los partidos en cantones donde hay

un uso excesivo de referenda e ini-ciativas no son más débiles que lospartidos en donde el uso de estosmecanismos es mucho menor.

b) La democracia directa va de lamano y camina junto con organi-zaciones partidistas más formalesy profesionales.

c) La afirmación de que el uso de lademocracia directa está asociadacon sistemas de partidos más frag-mentados y volátiles y con un ma-yor apoyo a los partidos pequeños,es difícil de probar.

El posible debilitamiento de los par-tidos políticos no está directamenterelacionado con el uso de los mecanis-mos de democracia directa. De cual-quier manera, con el objetivo de valo-rar de qué forma y en qué medida lademocracia directa impacta en los par-tidos resulta necesario analizar las di-ferentes variables que se han mencio-nado hasta el momento. La frecuenciay periodicidad con que se lleven a caboes una de ellas. Si estos son constan-tes, la posibilidad de incidir de formadirecta y con efectos a largo plazo esmucho mayor, que si se realizan de for-ma esporádica. En este último caso, lainfluencia sobre los partidos políticoses tan sólo temporal.

Otra variable más es el tipo de con-sulta de que se trate. Cuando digo tipode consulta, me refiero a las diferen-tes características de cada una de ellas,al nivel de control que existe y al mar-gen de maniobra que se le da a los di-ferentes actores: partidos políticos,grupos de presión (ong´s, iglesias, cá-maras empresariales, etc) y el gobier-no mismo, como se señaló en el apar-tado anterior.

Resulta fundamental recordar tam-bién cómo los partidos políticos hanhecho uso de estos mecanismos paradiferentes propósitos.

los dos referenda realizados en Portu-gal en 1998: uno para consultar sobrela ley que permite el aborto (junio) yel otro para las reformas regionales(noviembre). Ambos fueron impulsa-dos por la oposición, luego de que lasvías tradicionales se agotaran.

El Centro Democrático Social-Parti-do Popular (CDS-PP) –ala derecha delpartido- presionó fuertemente por ra-zones tácticas, ideológicas y socioló-gicas, para que ambos temas fueransometidos a referéndum, mientras quelos partidos de izquierda: el PartidoEcologista (PEV) y el Partido Comunis-ta Portugués (PCP), que tenían mayo-ría en el Parlamento, se oponían a larealización de la consulta. Finalmen-te, ambos referenda se llevaron a cabo(Freire y Baum, 2003: 137), con resul-tados que favorecieron las posturas dela oposición.

Ejemplos donde se destaque la im-portancia que juegan los partidos po-líticos en la solicitud, campaña y rea-lización de consultas son muchos. Enlos últimos años destacan los referendade Nueva Zelanda (Marcussen y Zolner,2001), Dinamarca (Parkinson, 2001),y en general los realizados en Europaen torno a la integración europea(Jenssen y Listhaug, 2001).

Los partidos políticos han capitali-zado las posibilidades que ofrecen losmecanismos de democracia directa. Lasventajas que se pueden obtener de ellosvarían en función del grado en que separticipe y de las reglas bajo las cua-les, el voto y las campañas se realizan.Si los partidos se involucran directa-mente en ellos, muy difícilmente lasconsultas podrán trascenderlos.

De hecho, la experiencia ha dejadopor sentado la forma en que los parti-dos políticos operan durante las cam-pañas de difusión, desplegando las di-ferentes corrientes internas que losconforman, con la finalidad de traba-jar, a través de sus bases, en distintosfrentes sociales. Pero el despliegue defuerza no queda ahí. El surgimiento ytrabajo de algunos grupos de presión,

El referéndum ha sido una herra-mienta que, de manera más o menosfrecuente, los partidos han utilizadopara resolver conflictos y evitar divi-siones internas. Pero también, han sidoutilizadas por partidos de oposiciónpequeños que, en mucho de los casos,carecen de representación en las cá-maras legislativas y buscan llamar laatención para lograr un mejor posicio-namiento. En este sentido, Budge(1996:120-124; 2001:75) ha señaladoque las principales críticas formuladasa la democracia directa se han hecho apartir de los efectos en los partidosdominantes, y se ha dejado de lado atodos aquellos partidos que encuentranen las herramientas de democracia di-recta, una alternativa para hacer es-cuchar sus demandas.

De hecho, estos mecanismos, ade-más de favorecer a los nuevos y a lospartidos pequeños y con ello estimu-lar al surgimiento de ideas novedosas,se han convertido también en una for-ma bien definida de articulación deintereses para los partidos no guber-namentales (Lander y Bränddle, 1999:287).

Los partidos de oposición han ob-tenido ventajas políticas mediante eluso de estos mecanismos. Ludger Helms(2004) califica al referéndum no reque-rido o no obligatorio, como un instru-mento institucionalizado de oposición.Si bien reconoce que los mecanismosde democracia directa rara vez son vis-tos como tales, considera que el refe-réndum con estas características es unaexcepción. Asegura que la negociaciónes la vía clásica que se mantiene mien-tras se alcanzan los compromisos. Sinembargo, cuando la negociación se ago-ta, el referéndum no requerido se pre-senta como una alternativa para alcan-zar objetivos.

Helms retoma el caso suizo paraprobar su hipótesis. Sin embargo, exis-ten diversos ejemplos para ilustrar laforma en que los partidos de oposiciónhacen uso de estos mecanismos paralograr sus fines. Un ejemplo más son

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que nacen a propósito de la consulta,está directamente vinculado con lospartidos políticos, los cuales apoyan yfinancian –en muchas ocasiones trasbambalinas– a dichos grupos (Freire yBaum, 2003: 140).

Los partidos políticos, como partede sus estrategias para ganar la con-sulta, también buscan allegarse de per-sonajes que tienen un peso social. Lascampañas de difusión suelen estar pro-tagonizadas por “personalidades cla-ve”, como actores, deportistas, mode-los, etc. que abanderan la posición delpartido político al que, en este casoen particular, representen. Sin embar-go, la presencia en las campañas nosólo de del presidente del partido, sinode otros líderes al interior de él, esfundamental para el éxito de la mis-ma (Marcussen y Zolner, 2001: 396-400).

Pero no sólo a través de grupos depresión y personalidades clave, los par-tidos políticos juegan un rol fundamen-tal en las campañas de difusión. Laexperiencia también ha dejado de ma-nifiesto que siguen siendo la fuentemás importante a través de la cual, losciudadanos guían sus preferencias, detal forma que los partidos aún conti-núan marcando las pautas. En otraspalabras, los partidos políticos siguendando el cue, es decir, las señales prin-cipales mediante las cuales el ciudada-no decide su voto.

LAS VENTAJAS DE LA DEMOCRACIADIRECTA EN LOS PARTIDOS

POLÍTICOS.

Así como se formularon una serie decríticas para argumentar el impactonegativo que la democracia directatiene en los partidos políticos, la in-vestigación académica también ha ex-plorado el impacto positivo que losmecanismos de consulta ejercen enlos mismos. De esta forma, Lander yBrändle (1999:287-288) resumen –encuatro puntos– las ventajas obteni-das:

1. Apertura del sistema político: Laoposición al gobierno puede ser ab-sorbida dentro de formas aceptadasde participación política. El referén-dum, en particular, habilita a lospartidos pequeños, cuando en elec-ciones generales tienen pocas opor-tunidades de ganar escaños, así, através de la consulta, se hacen vi-sibles y ejercen cierto grado de in-fluencia. Asimismo, la democraciadirecta obliga constantemente a lospartidos establecidos a enfrentarnuevos temas. De esta forma, lospartidos políticos podrían ser másresponsables y, por tanto, más ca-paces de salir adelante frente a loscambios sociales.

2. Plataforma: La democracia directaproporciona a los partidos una bue-na oportunidad para exponer susideas políticas.

3. Ayuda a los partidos a mantener unalto nivel de actividad política: Losmecanismos de democracia directaobligan a tomar decisiones, a orga-nizar encuentros, juntas y reunio-nes que ayuden a clarificar y con-vencer al electorado con lasposturas ideológicas del partido.Las cabezas del partido pueden sa-car ventaja y mantenerse en con-tacto con sus afiliados y organiza-ciones. Las campañas, por su parte,pueden ser una buena oportunidadpara movilizar a los miembros ydifundir los principios del partido.

4. Válvula de escape de presión en unsistema de asociación: Ya que lospartidos importantes usualmenteestán integrados en el gobierno, lasiniciativas y los referenda jueganel rol de válvulas de escape. De he-cho, es frecuente ver que un parti-do en el gobierno organice un refe-réndum contra una ley propuestapor miembros de ese mismo parti-do, como una forma de alivio a lapresión.

La existencia de ventajas y desven-tajas revela que el fenómeno en sí mis-

mo no puede ser perjudicial o benéfi-co. Sus efectos dependen de la rela-ción con otras variables, abordadas an-teriormente.

En lo general, los partidos políti-cos han sabido capitalizar las diferen-tes posibilidades que ofrecen los me-canismos de democracia directa, hansido utilizados de forma estratégicapara obtener ciertos fines, se han ser-vido de ellos y han sido empleadoscomo lo que son: herramientas que fa-cilitan la obtención de algún objetivo.

Ian Budge (2001) pone el acentoen la necesidad de entender que lospartidos son afectados por todo el con-texto político de un país, por lo quelas críticas o señalamientos en el sen-tido de que los mecanismos de de-mocracia directa los han debilitado,pierde fuerza. Así, advierte de la im-portancia del análisis de una serie defactores donde la democracia directaes tan sólo uno y ni siquiera la másimportante, para explicar los cambios–debilitamiento o fortalecimiento, se-gún el caso– en el sistema de parti-dos.

A partir de ello, resulta necesariorecordar no caer en la tentación desobredimensionar estos mecanismos dedemocracia directa: ni verlas como lagran panacea o uno de los males ma-yores de los que puede adolecer la de-mocracia representativa. Ian Budgeasevera que “cualquier intento de li-gar los referenda y las iniciativas conel fortalecimiento o debilitamiento delos partidos en general está cargado dedificultades” (Budge, 2001: 80).

DEMOCRACIA, MECANISMOSDE CONSULTA Y AMÉRICA LATINA

Los simpatizantes o defensores aultranza de la democracia directa hanquerido dotar a estos mecanismos deun carácter democrático, es decir, seles ha intentado cargar de valor paraque en sí mismos se les asuma comoinstrumentos altamente democratiza-dores.

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Las diferentes perspectivas que seencargan de explicar la expansión delos mecanismos de democracia directa,vistas anteriormente, jamás referencianque su incorporación sea un fenómenodemocrático per se. De hecho, la exis-tencia de estas herramientas de consul-ta se puede detectar tanto en regíme-nes democráticos, como en los nodemocráticos. Es importante recordarque en regímenes autoritarios fue co-mún su utilización. Por ejemplo, a lolargo del siglo XX se registraron 15 con-sultas en regímenes de este tipo: seisen Grecia, cuatro en Alemania, dos enItalia, dos en España, uno en Australia,y otro en Portugal (Morel, 2001: 50).

Sin duda uno de los ejemplos másilustradores que muestran cómo la uti-lización de estos mecanismos se pre-sentan en gobiernos autoritarios es laAlemania del decenio de los 30 en elsiglo pasado, donde encontramos losreferenda que realizó Aldolfo Hitlerpara el establecimiento del régimennazi: en noviembre de 1933, el 93.4por ciento de los votantes aprobó elgobierno Nacional Socialista y tres añosdespués, en marzo de 1936, de nuevacuenta mediante referéndum, los ale-manes aprobaron el Reichstag y alFührer, tras sufragar el 98.9 por cientode los votantes, donde el 98.1 por cien-to, se mostró a favor.

El General Francisco Franco en Es-paña también hizo uso del referéndumen dos ocasiones: el 6 de julio de 1947sometió a consulta la Ley de Sucesióndel Estado. Participó el 88.59 por cientode los electores, donde el 92.41% delos votantes se pronunciaron a favorde que Franco continuara frente a lajefatura del Estado. 19 años después,el 14 de diciembre de 1966 sometió areferéndum la propuesta de Ley Orgá-nica del Estado. El resultado fue el si-guiente: votó el 89.19 por ciento delos inscritos en el padrón electoral,donde el 95.87 por ciento se inclinópor aprobar la Ley propuesta.

En contextos autoritarios, las con-sultas suelen tener altos índices de

participación y los resultados favore-cen al gobierno, registran también ni-veles muy altos de aprobación, en con-traste con regímenes democráticos,donde la experiencia deja de manifies-to que los registros de participación enconsultas suelen ser mucho menor, in-cluso aún por debajo de las eleccionespara elegir representantes.

Los diferentes estudios de caso se-ñalan que el comportamiento del elec-tor frente a los mecanismos de demo-cracia directa está fuertementecondicionados por el tema a consultar.Mientras más técnico y complejo seael tópico, mayor el índice de absten-ción. De igual forma, cuando el resul-tado de la consulta es predecible, losciudadanos acuden aún menos a votar.Aunado a ello, se encuentran las críti-cas que se hacen durante la campañade difusión: entre más se le desacredi-te, menor índice de participación(Freire y Baum, 2003:142).

La hipótesis que sugiere que dichosmecanismos son en sí mismosestimuladores de la participación ciu-dadana se pone en duda frente a laexperiencia comparada. Ciertamente,en una primera instancia son los me-dios por las cuales se puede desplegarmovimientos ciudadanos participativos,es decir, su existencia permite desdeuna forma legal e institucionalizada laparticipación, pero por sí solos no laestimulan. Como se señaló, el ciuda-dano acude menos a votar cuando setrata de un referéndum y/o plebisci-to, que cuando son elecciones para ele-gir gobernantes (Craig, 2001; Freire,2003), salvo algunas excepciones comoel plebiscito en Chile de octubre de1988, cuando salió a votar el 96.6 porciento de los electores10. De esta for-ma, los niveles de participación en re-gímenes autoritarios contrastan con los

democráticos, salvo algunos casos muyparticulares, como el chileno.

Así queda evidenciado que los me-canismos en cuestión han sido tam-bién utilizados por gobiernos autori-tarios en la búsqueda de legitimación(Smith, 1976:3), y con ello se desva-nece la hipótesis que sostiene que lautilización de los mecanismos de de-mocracia directa hacen más democrá-tico a un régimen.

Ciertamente, en gran parte de Amé-rica Latina, la entrada de estos meca-nismos ha estado asociada con la tran-sición a regímenes democráticos. Sinembargo, su incorporación en sí mis-ma no hace al país o estado que loadoptó más o menos democrático, so-lamente le dota de herramientas paraque los ciudadanos, de forma acotada,participen directamente en ciertos te-mas.

En América Latina la adopción delos mecanismos de democracia estuvoasociada a un par de procesos que mar-caron las últimas dos décadas del siglopasado: el avance democrático de losaños 80 y, en los 90, la crisis de repre-sentación y el malestar con la políti-ca. Su inserción en diversas constitu-ciones fue una de las alternativas quelos países de la región encontraron parasolventar dicha situación (Zovatto,2002:71).

De los 18 países de América Latina,trece regulan en sus constituciones almenos algunas de las figuras de demo-cracia directa, mientras que los cincorestantes (Bolivia, Costa Rica, Hondu-ras, México y República Dominicana)no cuentan con ninguno de ellos a ni-vel nacional. Con excepción de Argen-tina (1853), Uruguay (1967) y Pana-má (1972), el resto de paísesincorporaron dichos mecanismos a susconstituciones en los años 80 (Brasil,

10 El padrón electoral chileno tenía registrados en octubre de 1988, a 7 millones 436mil ciudadanos, de los cuales, 7 millones 187 mil salieron a votar, lo que represen-tó el 96.6 por ciento de participación. El resultado fue el siguiente: 56 por cientovotó a favor del No a la reelección de Augusto Pinochet, mientras que 44 porciento lo hizo por el Sí. (Ver www.ine.cl compendio estadístico 1999).

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Chile, El Salvador, Guatemala y Nicara-gua) y en los 90 (Colombia, Ecuador,Paraguay, Perú y Venezuela).

La incorporación de estas herra-mientas de consulta dio pie a un yaantiguo debate académico, donde sesuele enfrentar a la democracia repre-sentativa con la democracia directa. Sinembargo, también se produjo otra lí-nea de investigación con una miradadiferente, que propone, tras la expe-riencia comparada, ver a estos meca-nismos como complemento de la de-mocracia representativa, y como unelemento oxigenador de la misma(Zovatto, 2002; Escobar, 2002).

Este enfoque ha encontrado ecoparticularmente por la referida crisisde representación. La inserción de losmecanismos de democracia directa enlas respectivas constituciones fue unaforma de paliativo y, como tal, el dis-curso que ha estado alrededor de losmismos ha respondido a una lógicademocratizadora e integradora. Efecti-vamente, ha sido el discurso el que hadotado a dichas herramientas de unacarga de valor en sí mismas, frente alas dificultades de representación yparticipación. Sin embargo, por sí so-las carecen de cualquier contenido seademocrático o no, éste se dará en fun-ción del uso que se haga de ellas y delos grados y formas de participaciónciudadana.

Los mecanismos de consulta se hanintegrado a la democracia representa-tiva de tal forma que se les puede vercomo complemento de ella, pero susefectos oxigenadores dependerán deciertas condiciones:1. Que se pongan en operación y los

ciudadanos participen, de otra for-ma, quedan única y exclusivamen-te en el papel, aunque sea de laConstitución misma, y pueden lle-gar a convertirse en letra muerta11.Es decir, el hecho de que se hayaninsertado en la Carta Magna y ten-gan sus respectivas leyes reglamen-tarias, no garantiza en lo absolutoque los mecanismos de democracia

directa estimulen la participacióny coadyuven a solucionar los pro-blemas de representación, aunquesea de forma transitoria. Sin em-bargo, como se mencionó anterior-mente, las cifras demuestran quelos índices de participación no sue-len ser muy altos, e incluso, sonmenores que en las votaciones paraelegir gobernantes.

2. Que no se les manipule o, al me-nos, no sea obvia la forma en quelo hagan. En tanto así suceda, sepuede dar voz, particularmente através de la iniciativa popular, aciudadanos que no encuentran unespacio en las formas tradicionalesde representación y se hagan escu-char demandas que, de otra forma,sería muy difícil introducirlas aldebate y la agenda pública.

3. Que las diferentes voces se encaucena través de los mecanismos de con-sulta y se debata en torno a ellas, deesta forma se acortaría la brecha en-tre representantes y representados,aunque fuera de manera transitoria,es decir, mientras se lleva a cabo elproceso de la consulta.

En contraparte, si se utilizan deforma demagógica, el efecto sería ad-verso al propuesto: en vez de acortarla brecha entre representantes y repre-sentados, sólo la alargaría más; en vezde oxigenar la representación, se con-vertirían en mecanismos para dar ca-bida a intereses de grupo. Un uso ma-nipulador reafirmaría lo que sepretende acotar: la supremacía de losintereses particulares sobre los intere-ses ciudadanos.

Pero en la práctica y de acuerdo ala experiencia y condiciones sociales,

políticas y económicas de América La-tina, los ciudadanos han encontrado enlas consultas un medio para expresarsu desencanto. En este sentido, Zovatto(2002: 94-95) señala: “la sociedad ci-vil ha desempeñado hasta la fecha, ysólo en unos pocos casos, más un pa-pel de control y freno que de creacióne innovación. El comportamiento ge-neral de la ciudadanía ha sido diverso.No hay una tendencia regional unifor-me. La constatación es que en muchoscasos los ciudadanos no se pronunciana favor o en contra del tema puesto asu consideración, sino que expresan sufrustración frente a los deseos o per-cepciones acerca de lo que ha hecho ono el gobierno en turno”. De ahí que,al menos en el caso de los gobernan-tes, la utilización de dichos mecanis-mos sea más cautelosa y, en la mayo-ría de los casos, se remita a consultasobligatorias.

En América Latina, de 1978 al200112 se realizaron 30 consultas. Elplebiscito fue el instrumento más uti-lizado (16 ocasiones), seguido por elreferéndum (siete ocasiones), mientrasque el resto corresponde a otros tiposde mecanismos. Uruguay y Ecuadorfueron los países que más han recurri-do a ellos, con 9 y 5 veces respectiva-mente. Durante el decenio de los 80,se registraron 9 consultas, en los 90,la cifra brincó a 20, mientras que enlos 70, se llevó a cabo una sola.

CONCLUSIONES

El plebiscito, el referéndum y la ini-ciativa popular son mecanismos deconsulta únicamente, sin adjetivosni cargas valorativas. En tanto queson herramientas, se pueden utili-

11 Un ejemplo de ello es precisamente México. En 1977 se regularon, luego de unaserie de exigencias sobre todo de parte de grupos de izquierda, el referéndum y lainiciativa popular para el caso del Distrito Federal. Nunca se pusieron en opera-ción y en las reformas a la Constitución en 1987, se derogaron (ver Capítulo 3).

12 Daniel Zovatto elaboró el censo más acabado que hay sobre el tema. En el cuadroesquemático ofrece mayores detalles sobre el tipo de consulta, el tema votado, elresultado y los efectos del mecanismo. Ver (Zovatto, 2002: 83-85).

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zar para diversos fines: desde los másdemocráticos, hasta los más autori-tarios.

Por su misma naturaleza, sonproclives a un uso demagógico y ma-nipulador. Por sí solos no mejoran larepresentación, ni estimulan la parti-cipación ciudadana, sino que existenuna serie de factores alrededor de losmismos los que finalmente alentaráno desalentarán la participación, entrelos que se encuentra, la importancia ycomplejidad del tema a consultar, el

grado de incertidumbre en torno al re-sultado (que no sea totalmente previ-sible), la campaña de difusión, los pro-motores de la consulta, los grupos depresión, los partidos políticos, los lí-deres, y las críticas a favor o desacre-ditando la consulta.

Las herramientas de democracia di-recta en cuestión no son la solución aproblemas tan complejos como la cri-sis de representación y el malestar conla política. Pensarlo así sería comple-tamente iluso y absurdo. Sin embargo,

su existencia y operación puede ayu-dar, que no resolver, a dar voz legal einstitucionalizada a quienes no ven enlos partidos políticos, organismos tra-dicionales de mediación y articulación,una opción real para su representación.Así, el plebiscito, el referéndum y lainiciativa popular vendrían a aportarun elemento oxigenador –no la solu-ción– a las democracias representati-vas, siempre y cuando existan condi-ciones como las anteriormentemencionadas.

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