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USOS, ABUSOS Y DESAFÍOS DE LA SOCIEDAD CIVIL EN AMÉRICA LATINA

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USOS, ABUSOS Y DESAFÍOSDE LA SOCIEDAD CIVIL

EN AMÉRICA LATINA

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Colección: El Estado de la democracia en América LatinaDirigida por Bernardo Sorj y Sergio Fausto

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USOS, ABUSOS Y DESAFÍOSDE LA SOCIEDAD CIVIL

EN AMÉRICA LATINA

BERNARDO SORJ(Comp.)

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Bernardo Sorj4

© Bernardo Sorj

© SIGLO XXI EDITORA IBEROAMERICANA S.A.Av. Independencia 18601225 Ciudad Autónoma de Buenos Aires, ArgentinaTelefax: 4381-5708 / 5878

Revisión técnica: Mauricio TemerlinDiseño de tapa: Alejandra CortezDiagramación: Verónica Suárez

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723Impreso en Argentina / Printed in Argentina

Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial de estaobra por cualquier procedimiento (ya sea gráfico, electrónico, óptico, químico,mecánico, fotocopia, etc.) y el almacenamiento o transmisión de sus contenidos ensoportes magnéticos, sonoros, visuales o de cualquier otro tipo sin permiso expresodel editor.

ESPAÑA

MÉXICO

ARGENTINA

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Introducción: (de) construyendo la sociedad civil... 5

INTRODUCCIÓN: (DE)CONSTRUYENDOLA SOCIEDAD CIVIL EN AMÉRICA LATINA

Bernardo Sorj

Este libro busca contribuir al análisis de la nueva configu-ración de la sociedad civil en América Latina y su papel en laconsolidación de la democracia en la región. Para llevar a caboesta tarea se torna necesaria una reflexión crítica acerca de lasociedad civil. Critica no en el sentido de subestimar o desva-lorizar sus realizaciones, sino en el de identificar sus nuevas yvariadas formas de inserción en la sociedad, los problemasque éstas generan y los desafíos que ellas implican.

Desde los tiempos de la lucha contra las dictaduras, cuandosurgió en América Latina y se constituyó en símbolo y trin-chera de la lucha democrática, hasta los actuales, los cambiosen la sociedad civil han sido grandes. Si bien nunca fue ho-mogénea ni totalmente virtuosa, en aquel contexto político,

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fue vista como tal. En el presente se ha diversificado enorme-mente y abarca una muy variada gama de instituciones. Haysectores de la sociedad civil que son apéndices del estado yotros lo son del sector privado. La suposición acerca de laautonomía de la sociedad civil no siempre se confirma; en mu-chos países, organizaciones de la sociedad civil se han convertidoen un medio por el cual partidos políticos, parlamentarios, sin-dicatos o movimientos sociales, entre otros, canalizan recursospúblicos en su propio beneficio y/o políticas clientelistas.

¿Qué sucedió? Con la democratización, la sociedad civilse integró en el tejido social, adquiriendo los vicios y las vir-tudes de las sociedades nacionales. Como consecuencia deello, no podemos entender a las sociedades civiles en Améri-ca Latina fuera del contexto de las dinámicas políticas y socia-les en cada país.

El primer desafío que se nos plantea, es que para podergeneralizar acerca de las sociedades civiles en América Latinadebemos entender las características que adquieren de cadapaís. Las generalizaciones acerca de la sociedad civil que deri-van de los ámbitos de la filosofía social, producen entelequiasque guardan poca relación con los fenómenos sociales con-cretos. El mercado no es un mundo orientado únicamentepor el interés, (ya que es igualmente influido por factores afec-tivos, valores y relaciones de confianza), ni el estado es unaburocracia sin corazón cuyo único objetivo es la dominación.Tampoco la sociedad civil constituye un espacio exclusiva-mente dirigido por valores solidarios y de participación, puesen ella también juegan un rol los intereses y las relaciones dedominación y burocratización. La frustración con el totalita-

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rismo estatal y la crítica al utilitarismo que domina en el mer-cado, han llevado a un sobre-valoración de la sociedad civilen tanto ámbito moralmente “puro”. La demonización delmercado y del estado así como la beatificación de la sociedadcivil no reflejan la complejidad de estas esferas y generan enel imaginario social prejuicios que empobrecen y dificultanla renovación de la vida política.

El segundo desafío es recomponer los lazos entre el siste-ma representativo y la sociedad civil que concentra en la ac-tualidad buena parte de la militancia social y el imaginarioutópico de la sociedad. Tanto los partidos políticos como lasformas de participación directa son fundamentales para lademocracia, pero la convergencia entre ambos no es obvia.Representan formas diferentes de hacer política. Los partidospolíticos se estructuran y diferencian por la oposición entreunos y otros, tienen como objetivo asumir el poder político,movilizan intereses de grupos sociales y modelos de distribu-ción de la riqueza social que favorecen o perjudican a secto-res de la sociedad. Las organizaciones de incidencia políticade la sociedad civil se identifican con causas morales, reivin-dican acciones del estado, no pretenden aglutinarse (lo queimplica que la misma causa sea tomada por una miríada deorganizaciones) y no se constituyen por oposición entre ellas.

El tercer desafío es el de dejar de considerar a la sociedadcivil como un conjunto homogéneo. En su seno se alojan lasmás diversas organizaciones, tipos de actividades, formas definanciamiento y tendencias ideológicas. Para que el concep-to de sociedad civil deje de ser utilizado como un conceptoglobal que caracteriza indistintamente cualquier fenómeno

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no estatal, debemos desarrollar tipologías que permitan dis-tinguir diferentes formatos y tipos de organización, que mues-tren la heterogeneidad y la diversidad de orientaciones. Lafalta de un mapeo de la sociedad civil –incluyendo a la “socie-dad civil informal”, de la que no hay registro público–, de susdiferentes fuentes de financiamiento, de sus objetivos y for-mas de acción y de su lugar en el sistema político, expresa undéficit intelectual de las ciencias sociales de la región.

El cuarto desafío radica en que no podemos suponer queexistan modelos ideales de organización y del rol que la so-ciedad civil debe tener en las sociedades democráticas. El usoexcesivo del ejemplo idealizado1 de los Estados Unidos, noayuda por cierto a pensar en la diversidad de formatos que lasociedad civil adquiere en diferentes países. En ciertos con-textos, de estados con democracias frágiles, existe el riesgo deque la sociedad civil pase a ocupar el lugar de las institucionespúblicas o confundirse con el estado y sus instituciones re-presentativas. Existen procesos en los cuales algunas veces lasdiferencias entre las instituciones públicas y las de la sociedadcivil pasan a ser borradas, lo cual puede llevar a la destrucciónde la democracia representativa, pues el estado pasa a auto-proclamarse portavoz de la sociedad, a la vez que la sociedadcivil, de hecho, es estatizada. La auto denominación de secto-res de la sociedad civil como “sociedad organizada” es obvia-

1 Como señala el libro de Theda Skocpol acerca de las transformacionesrecientes en la sociedad civil de los Estados Unidos: Diminished Democra-cy: From Membership to Management in American Civic Life. Norman: Uni-versity of Oklahoma Press, 2003.

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mente errada y puede llevar a usos anti-democráticos.2 Lasociedad civil representa los intereses legítimos de algunossectores sociales, pero en la mayoría de los casos, está lejos dereflejar al conjunto de la sociedad o aún a importantes seg-mentos de la misma, y buena parte de la sociedad incluso des-conoce la existencia de gran parte de estas organizaciones .

El quinto desafío consiste en que debemos dar a los estu-dios sobre sociedad civil mayor profundidad histórica. Si biencomo veremos, las formas de organización de la sociedad con-temporánea,( en particular las ONGs), representan un cortecon las formas anteriores de participación social en el espaciopúblico, algunas de sus características guardan lazos de conti-nuidad con tendencias de larga duración histórica de nues-tras sociedades. Entre ellas podemos mencionar las dificulta-des en la consolidación de espacios de participación que nosean cooptados por el estado, un discurso político esquizo-frénico –(¿de origen ibérico?)– que fluctúa entre la negacióny demonización del estado, y la expectativa de que sólo el es-tado puede resolver los problemas de la sociedad que se reflejanen las divisiones en el interior del Fórum Social Global; y, sobretodo, en las diferentes tradiciones nacionales y regionales de co-munitarismo que continúan presentes en el tejido social.

Dada la variedad de actores incluidos en el rotulo o espa-cio que denominamos “sociedad civil”, el grupo privilegiadoen este libro son las Organizaciones no Gubernamentales

2 Sobre los usos “no-civiles” de la sociedad civil, ver el libro de Ariel C.Armony, The Dubious Link –Civic Engagement and Democratization, Stan-ford: Stanford University Press, 2004.

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(ONGs), y, en particular las de incidencia, que abogan porcausas que impactan la agenda política y las representacionesque la sociedad realiza de sí misma.

En el seno de las ONGs podemos distinguir dos tiposideales en términos de sus focos de actividad: las que se dedi-can a acciones de incidencia social defendiendo causas gene-rales, y las de intervención social, ocupadas en desarrollar ac-tividades en lugares con poblaciones específicas. Entre lasONGs de incidencia social podemos distinguir, nuevamen-te como tipos ideales, las que dedican a la investigaciónaplicada sobre temas de políticas publicas (think tanks)3 ylas que promueven valores, (los grandes temas son: dere-chos humanos, medio ambiente, transparencia/corrupción,genero, seguridad pública).

La segunda división, otra vez en términos de tipos idea-les, se da entre ONGs independientes y aquellas que de he-cho o de derecho, están controladas por otras instituciones.El termino Organización No Gubernamental, es un concep-to de orden legal, y hoy prácticamente todos los actores so-ciales (por ejemplo, partidos políticos, sindicatos, empresas,

3 Sobre el tema de los thinks tanks en America Latina ver el trabajo de CarlosAcuña, “Enseñanzas, mitos y realidades de la coordinación entre la socie-dad civil y el Estado en América Latina. Un análisis comparativo de laincidencia de think tanks y su coordinación con el Estado para mejorarpolíticas y programas de combate a la pobreza en México, Brasil, Ecuadory Uruguay”, presentado en el l XIV Congreso Internacional del CentroLatinoamericano de Administración para el Desarrollo (CLAD) sobre laReforma del Estado y de la Administración Pública, -Salvador de Bahía,Brasil, 27 - 30 de octubre 2009.

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instituciones religiosas, movimientos sociales) poseen sus pro-pias ONGs.

En su mayoría, con excepción de las dedicadas a la inves-tigación, no generan, ( o si lo hacen es en montos exiguos),recursos con sus actividades o con las subscripciones de susasociados. En general el financiamiento se obtiene en torno aproyectos que reciben recursos nacionales o extranjeros; y encaso de ser nacionales, gubernamentales o privados.

En general las ONGs se diferencian de las viejas formasde filantropía por estar constituidas por activistas sociales pro-fesionalizados, si bien pueden contar con voluntarios.4 A di-ferencia de las viejas formas de filantropía, el objetivo cen-tral no es el de aliviar el sufrimiento de los sectores máspobres sino de transformar la sociedad a partir de una vi-sión generalmente orientada por el discurso de los dere-chos humanos y la ecología. A diferencia de sindicatos opartidos políticos son organizaciones “no representativas”,o sea que se legitiman en nombre de los principios mora-les que las guían y no de un público del cual recibieron, obuscan recibir, una delegación de poderes.

Las consecuencias de esta realidad sociológica, de institucio-nes profesionales, no representativas, que dependen de finan-ciamientos externos, nacionales o internaciones, son múltiples:

La dependencia de recursos externos, en mayor o menormedida, afecta la definición de prioridades y autonomía, en la

4 Ver el articulo de Bernardo Sorj, “Sociedad Civil y Relaciones Norte-Sur:ONGs y Dependencia, Working Paper No. 1, Centro Edelstein de Inves-tigaciones Sociales, http://www.bernardosorj.com/pdf/wp1_espanol.pdf

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determinación de las agendas y los temas priorizados. Las con-secuencias de la presencia de los financiadores se hacen sentiren las ONGs que dependen de recursos públicos o de priva-dos, nacionales o extranjeros, en cada caso con consecuenciasespecificas. Para profundizar nuestra comprensión de la di-námica de la galaxia ONG debemos analizar tanto su diná-mica interna e impactos sociales, como el papel que jueganlas instituciones financiadoras.

La exigua base social de estas organizaciones hace quesu impacto en la sociedad se ejerza a través de los medios,pues las ONGs no hacen huelga y muy pocas de ellas, con-siguen realizar manifestaciones públicas de peso. Su in-fluencia por lo tanto depende de que sus demandas y pro-puestas sean asumidas por los medios de comunicación, através de los cuales impactan en los partidos políticos ogobiernos. La relación entre medios de comunicación yONGs lleva a que el público movilizado sea el que tienemás acceso a los medios, en particular, a los periódicos ycanales de televisión de cable, que son generalmente losmás abiertos a las noticias relacionadas con las ONGs. Sese trata de medios que los sectores más pobres de la pobla-ción tienen menor acceso.

La fragilidad política de las ONGs se hace patente cuan-do deben enfrentarse con gobiernos autoritarios. Estos tien-den a dirigirse directamente a la sociedad civil desorganizada,cooptan algunas ONGs y/o crean las propias, buscando con-trolar a las ONGs disonantes con una legislación que las so-mete a la tutela del estado.

Mucho se ha escrito sobre la falta de transparencia inter-

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na con que las ONGs administran sus recursos, generandouna a escisión entre las demandas que realizan a los gobier-nos por mayor transparencia y la falta de transparencia inter-na.5 Este tema es particularmente relevante cuando se tratade recursos públicos, debido a la práctica cada vez más co-mún en America Latina del empleo de ONGs por parte demovimientos sociales, sindicatos, partidos políticos o políti-cos individuales, con el fin de captar financiamiento por par-te del estado. Incluso gobiernos y políticos se valen de ONGspara cooptar o fortalecer bases electorales (por ejemplo, en laúltima elección del municipio de Rio de Janeiro, un tercio delos candidatos elegidos tenía su propia ONG). Esto nos llevaa la necesidad de analizar las relaciones entre ONGs, estado ysistema político, incluyendo el desgaste sufrido por las ONGs,así como su frecuente desmoralización debido al uso que fre-cuentemente se hace de ellas.

Debemos considerar con cuidado, pero sin despreciar, lascríticas que se realizan a las ONGs. En muchos casos lasONGs son atacadas porque hieren intereses económicos opor exponer la fragilidad política de los partidos. Efectivamen-te, las fragilidades del sistema partidario son producto de lasdificultades internas de los partidos políticos para representara la sociedad, pero esto no excluye que en ciertos contextoslas ONGs puedan efectivamente extrapolar su papel y erigir-se en portavoces de la sociedad, deslegitimando a las institu-

5 Sobre este tema ver el libro de Pablo Marsal y María Eugencia BlancoToth, Las organizaciones de la sociead civl puertas adentro, Buenos Aires: Edi-torial Dunken2007.

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ciones representativas. De igual modo, no se justifican mu-chas de las críticas realizadas a la transferencia de recursospúblicos a la sociedad civil. El impacto de la sociedad civil esdifícil de medir, en particular en lo que se refiere a su capaci-dad de afectar las políticas públicas y la agenda de los gobier-nos,6 por ser un esfuerzo a largo plazo y en el cual convergenotros factores. Pero en lo que respecta a los recursos con finesespecíficos, deben aplicarse a las ONGs los mismos criteriosde eficiencia que se aplican (o deberían aplicarse) a las insti-tuciones del sector público. Igualmente es importante asegu-rar que sus acciones sean sustentables en el tiempo y no usa-das por la cooperación internacional, gobiernos, empresas ylas propias ONGs, como vitrinas cuya reproducción en granescala sería inviable.

El mismo cuidado, debe tenerse en relación a las críticasque se realizan a las acciones de ciertas ONGs internaciona-les (o nacionales con recursos internacionales), que defien-den causas, generalmente ecológicas, y que en algunos casosson tratadas como anti-nacionales. En las sociedades demo-cráticas, es legítimo, y cada vez más frecuente en un mundoglobalizado, recibir apoyos internacionales o financiamientopara grupos nacionales que defienden causas afines a las ins-tituciones extranjeras. El desafío que se coloca es: cómo esta-blecer un dialogo con fundaciones, agencias de cooperacióninternacional y ONGs de acción global, de modo tal que su

6 Sobre este tema ver el libro de Carlos H. Acuña y Ariana Vacchiei (Comps.),La incidencia política de la sociedad civil, Buenos Aires: Siglo XXI, 2007.

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actuación no conlleve a una simple imposición de su visióndel mundo. Esto se refiere a todo apoyo internacional, dadoque existe un colonialismo político e intelectual tanto de de-recha como de izquierda.

La preocupación que dio origen a este libro surgió a par-tir de una reflexión sobre en el lugar de las ONGs en las de-mocracias latinoamericanas del siglo XXI, sabiendo que noexiste retorno a los modelos del siglo XX, incluyendo a aque-llos de Europa o Estados Unidos que los intelectuales de laregión tanto idealizamos. Esta preocupación exige de los cien-tíficos sociales una nueva mirada sobre la sociedad civil, queanalice sus múltiples formas de organización, las tensiones yconflictos en el interior del mundo de las ONGs, (incluso enla obtención de recursos), la necesidad de producir una re-glamentación que asegure la autonomía y la transparencia delsector, las relaciones entre las ONGs, el sistema político y elestado –incluyendo la circulación de cuadros entre ambos–,sus estrategias de comunicación, y last, but not least, el finan-ciamiento, y cómo su uso afecta la calidad de sus acciones.

Las nuevas investigaciones deberán ayudar a responderalgunas preguntas claves: ¿Que debemos hacer para que lasociedad civil constituya un factor de fortalecimiento de unespacio de poder autónomo que dialogue con las institucio-nes públicas, las instituciones del estado y la opinión pública?¿Cómo reforzar las relaciones virtuosas entre ellas, sin quepierdan sus formas específicas de acción? ¿Cómo reinventarla acción colectiva, cada vez más estructurada en redes múlti-ples y fragmentadas, generalmente asociadas a temas especí-ficos, para poder asociarlas de alguna manera a organizacio-

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nes representativas tales como los partidos políticos y sindi-catos? ¿Cómo reconstruir los lazos entre el discurso moral yel discurso político partidario, vividos en la actualidad por bue-na parte de los ciudadanos latinoamericanos como opuestos?

Los trabajos aquí presentados fueron discutidos en el se-minario “Sociedad Civil y Democratización en América La-tina: Un balance crítico”, realizado en Buenos Aires en Juniode 2009. El seminario fue organizado por Gabriela Ippolito-O’Donnell, directora del Centro de Estudios de la SociedadCivil y la Vida Pública (CESC) de la Escuela de Política yGobierno de la Universidad Nacional de San Martín y delProyecto Plataforma Democrática, con el apoyo de la Secre-taría de Gabinete y Gestión Pública de la Nación. La contri-bución de los comentaristas Oscar García, Laura Escuder,María Eugenia Blanco Toth, Guillermo Alonso Gustavo Du-four, Arturo Fernández, Alicia Lissidini, Pablo Marsal, MaríaMatilde Ollier, Guillermo O’Donnell, Juan Abal Medina,Martín Abregú, Marcelo Cavarozzi, Cynthia García, Marce-lo Leiras Nicolás Maiolo y del público presente, fue funda-mental para que los autores integren en sus textos nuevas ideas.Un resumen de los debates, realizada por José Francisco Pue-llo-Socarras y Alejandro Razzotti, puede ser encontrado enwww.plataformademocratica.org.

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SOCIEDAD CIVIL, ORGANIZACIONESDE LA SOCIEDAD CIVIL Y

DEMOCRATIZACIÓN EN LA ARGENTINA7

Gabriela Ippolito - O’Donnell

¿El crecimiento de la sociedad civil promueve la de-mocracia? Muchos académicos, líderes y funcionarios entodo el mundo opinan que sí. En las últimas décadas, estapregunta ha guiado buena parte de los intensos debatessobre las condiciones económicas, políticas y sociales quefavorecen u obstaculizan la expansión y consolidación dela democracia. Este debate es pertinente: hoy existen másdemocracias en el mundo que nunca. De acuerdo a datosde Freedom House en el año 2006, 123 países calificaban

7 Agradezco los comentarios y sugerencias de Carlos Acuña y GuillermoAlonso.

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como democracias políticas, el registro más alto en toda lahistoria de la humanidad. La democracia política implicaque por lo menos en todos estos países se celebran elec-ciones razonablemente libres y limpias.

Sin embargo, una mirada más detenida sobre muchas deestas democracias políticas muestra que la calidad de sus ins-tituciones difiere entre ellas enormemente, y que las rever-siones autoritarias son factibles. Precisamente, el último in-forme de Freedom House (2009) afirma que en 2008 se re-gistró un deterioro significativo en el ejercicio de los dere-chos políticos y civiles en una quinta parte de los países delmundo. Países importantes en relación a este deterioro conimplicancias regionales incluyen a Rusia, Paquistán, Kenia,Egipto, Nigeria, y Venezuela.

Uno de los principales antídotos propuestos desde di-versos ámbitos para evitar reversiones autoritarias ha sidola promoción de organizaciones de la sociedad civil (OSC)movilizadas en torno a la defensa y expansión de diversosderechos de ciudadanía (políticos, civiles, sociales y cultu-rales). La idea que una sociedad civil organizada, pluralistay abierta afecta positivamente la calidad de la democraciano es solo un mero debate entre académicos. Sobre estaidea fuerza se han desarrollado en las últimas décadas unaserie de políticas de promoción de la democracia a nivelnacional e internacional. Hoy la efectividad de estas políti-cas está siendo evaluada críticamente. América Latina noes ajena a este debate. Desde la transición a la democraciaen los años 1980s, en la mayoría de los países de la región,incluida la Argentina, se ha experimentado una expansión

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significativa de distintos tipos de OSC. Sin embargo, almismo tiempo que se registra este crecimiento y diversifi-cación de las OSC, la institucionalidad democrática per-manece frágil, el desarrollo esquivo y la reducción de ladesigualdad social pendiente. ¿Cómo explicar este fenó-meno en el caso de la Argentina? En definitiva, ¿tienen lasOSC un rol en el proceso de democratización? Si es así,¿cuál debería ser y que factores favorecen u obstaculizansu realización?

Orígenes de la Sociedad Civil

La concepción de las sociedad civil y sus organizacio-nes como agente democratizador tiene un asidero teóricoimportante que merece ser señalado. Me refiero a la graninfluencia de Democracia en América de Alexis de Tocquevi-lle. Los escritos de Tocqueville sobre las interrelacionesentre democracia y asociaciones en los Estados Unidosdurante la primera mitad del siglo XIX han constituido unpoderoso paradigma que aún sigue vigente y es materia dediscusión. Tocqueville comparte con los pensadores an-glosajones liberales de su época el presupuesto que el ob-jetivo de las instituciones democráticas es proteger a losciudadanos contra los potenciales poderes tiránicos del es-tado. Sin embargo, Tocqueville es el primero en afirmar ydetallar con su investigación que el diseño constitucionalde la democracia liberal no es suficiente para alcanzar eseobjetivo; por ello los gobiernos democráticos dependen de

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la existencia de asociaciones que actúen de mediadoras entrelos individuos y el estado. En contra de los argumentos deMadison y Rousseau, quienes veían en las asociaciones labase social del faccionalismo político y de conspiracionescontra el interés general, Tocqueville afirmó que las aso-ciaciones tenían la benéfica potencialidad de educar a losindividuos en su dependencia hacia los otros. De esta for-ma se genera una conciencia cívica que permite superarintereses personales estrechos8. Traducidas con algunas mo-dificaciones por pensadores contemporáneos como RobertPutnam (1993), las ideas de Tocqueville han guiado granparte de las políticas de cooperación internacional para lapromoción de la democracia a nivel global. Así, las OSC seconsolidaron en las últimas décadas en la agenda globalcomo agentes democratizadores políticos, económicos,sociales y culturales no solo en la teoría sino también en lapraxis, a través de la generosa financiación por ellas recibi-da de varias agencias de cooperación internacionales.

Sociedad Civil en la Argentina

En 1983 Argentina retomó la senda democrática de-jando atrás casi una década de autoritarismo, violación sis-temática a los derechos humanos y estancamiento econó-mico. Como en otros países de América Latina y más tardedel Este Europeo, la «resurrección de la sociedad civil»

8 Para una discusión detallada ver Warren (2001).

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(O’Donnell y Schmitter 1986), esto es la rápida expansiónde organización y participación ciudadana que trajo apare-jado el colapso del régimen militar, fue un factor determi-nante para dejar definitivamente atrás el terrorismo de es-tado y avanzar en la democratización evitando potencialesreversiones autoritarias. Esa resurrección de la sociedadcivil se caracterizó en la Argentina, igual que en otros paí-ses de la región, por la emergencia de nuevas formas orga-nizativas y nuevos movimientos sociales que impulsaron larenovación de viejas estructuras de participación social. Lospilares de la «nueva» sociedad civil argentina lo constituyeronprincipalmente organizaciones por la defensa de los derechoshumanos (las Madres de Plaza de Mayo, SERPAJ –Serviciode Paz y Justicia, CELS– Centro de Estudio Legales y So-ciales), centros de estudios (CEDES –Centro de Estu-dios de Estado y Sociedad–, CISEA –Centro de Investiga-ciones sobre el Estado y la Administración–), sociedadesde fomento renovadas (el llamado nuevo vecinalismo), or-ganizaciones juveniles y de género, así como también co-rrientes renovadoras dentro de las organizaciones sindica-les y partidarias tradicionales. Las nuevas estructuras orga-nizativas eran flexibles, en muchos casos informales, y sudiscurso legitimante apuntaba a defender el derecho a lavida y a una ciudadanía plena que abarcara derechos políti-cos, civiles, sociales y culturales. Los incipientes orígenesde esta nueva sociedad civil en los oscuros recovecos de laexperiencia autoritaria del régimen militar denominadoProceso de Reorganización Nacional (1976-1983) contócon el apoyo de algunos pocos pero fundamentales donan-

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tes extranjeros, quienes cumplieron su tarea respetando laagenda de las organizaciones que apoyaban y en muchoscasos tomando riesgos personales a la par de las mismas. Apartir de entonces se difundió la imagen de una renovadasociedad civil activa y celosa de los principios democráti-cos, atenta antes que nada a apoyar el régimen democráti-co y evitar a toda costa la vuelta al autoritarismo.

La sociedad civil que emergió en la Argentina de losaños 1980s apuntaba sin dudas a democratizar la democracia.Para quienes fuimos testigos de aquél momento históricoes bueno recordar la increíble energía social desplegada,los ímpetus participativos que impregnaban el ambiente,los temores a una regresión autoritaria y la convicción deque a través de la organización y movilización de la socie-dad civil la democracia finalmente llegaba para quedarse.Prueba de ello fueron las movilizaciones masivas que die-ron por tierra los varios intentos de golpe militar duranteel gobierno del presidente Alfonsín (1983-1989) y el apo-yo al juzgamiento de las juntas militares por los horrorescometidos durante la dictadura, que significó un primerejemplo de articulación exitosa entre OSC activas y ungobierno abierto a sus demandas.

A esta sociedad civil, que puede ser definida como «con-tenciosa» en el sentido de apoyar la democracia pero tam-bién intentar expandirla vía reforma, le sucedió durantelos años 1990s el desarrollo de una sociedad civil más «or-ganizada», abocada a la estabilidad democrática a través dela participación en la gestión de proyectos de carácter pú-blico. Esta sociedad civil transformada se expandió al rit-

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mo de las reformas económicas neoliberales llevadas ade-lante durante la administración del presidente Carlos Me-nem (1989-1998), cuyo objetivo central fue la retraccióndel estado como agente económico, su descentralizaciónfuncional y el desmantelamiento de las políticas socialesde carácter universalista. Las causas que explican la adop-ción de estas reformas en la Argentina han sido bien docu-mentadas y no son tema de este ensayo. Sin embargo, po-demos afirmar que el proceso de reforma neoliberal en losaños 1990s estuvo acompañado por la expansión sostenidade las OSC, que comenzaron a tomar en sus manos fun-ciones que antes realizaba el estado, sobre todo en materiade política social y desarrollo local. La retracción del esta-do de bienestar y la concomitante introducción de políti-cas sociales focalizadas y descentralizadas tuvieron comoactor central a las OSC dedicadas a proveer bienes tangi-bles. Nuevas y viejas OSC se transformaron así en vehícu-los de implementación y gestión de políticas diseñadas porel estado, en la mayoría de los casos con el apoyo financie-ro e ideológico de organismos internacionales como elBanco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.Muchas de las nuevas OSC fueron virtualmente formadaspor el estado, justamente para la implementación de di-chas políticas.

A pesar de diferencias de perfil, tanto la expansión de lasOSC en la década del 80 como en la del 90 se correspondecon una visión negativa del estado. En los 80s a la sociedadcivil como agente democratizador político y social, se contra-ponía un estado autoritario; en los 90s a la sociedad civil como

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agente eficaz en la lucha contra la pobreza y la desigualdadsocial se le contraponía un estado ineficiente y elefántico. Ensuma, la concepción de un estado autoritario, corrupto, ame-nazador de las libertades individuales e ineficiente quedó plas-mada en estas décadas.

El estrepitoso fracaso del modelo neoliberal, que desem-bocó en la crisis institucional y económica del 2001-2002,volvió a mostrar una sociedad civil altamente movilizada ycreativa. La consolidación de las organizaciones piqueteras(organizaciones de desempleados) y su transformación en unmovimiento social de alcance nacional, la emergencia de lasasambleas barriales en centros urbanos proponiendo nuevasformas de democracia directa, la creación de los «clubes deltrueque» para paliar los embates de la crisis económica, asícomo también el surgimiento de emprendimientos econó-micos novedosos como los «cartoneros» (recicladores de ba-sura) son algunos de los ejemplos de nuevas OSC que dejóese período de profunda crisis.

La inauguración de la presidencia de Néstor Kirchner(2003), un gobierno autodenominado de centro-izquier-da, generó expectativas de ampliación de la participación eincidencia política por parte de muchas OSC. En verdad,el nuevo gobierno generó diversas iniciativas para articu-lar la participación de las OSC en la implementación ymonitoreo de políticas públicas destinadas a paliar la pro-funda crisis económica resultante del fracasado modeloneoliberal. El balance de esa participación ampliada es almenos ambiguo. Si bien se han generado nuevas instan-cias de participación entre el estado y la sociedad civil (como

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los Consejos Consultivos en política social9), también hahabido intentos (bastante exitosos) de cooptación y mani-pulación de las OSC.

II

La Argentina de hoy es un país sin estadísticas oficialesconfiables. La intervención por parte del gobierno del Insti-tuto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) ha dejadoal país en un virtual default informacional. Recientemente, JoséAntonio Ocampo, ex-secretario ejecutivo de CEPAL, sostu-vo que la intervención al INDEC es similar a la situación enChile durante la dictadura de Pinochet en relación a la mani-pulación de las cifras sobre inflación (Diario Clarín 10/6/09,p.15). Los datos oficiales sobre las OSC no escapan al proble-ma. Una de las pocas bases de datos oficiales disponibles anivel nacional es la del CENOC (Centro Nacional de Orga-nizaciones de la Comunidad). Esta base de datos es volunta-ria y en teoría debería actualizarse todos los años. De acuerdoal CENOC la distribución de OSC en todo el país muestrauna diversificación importante (Tabla 1). Sin embargo hayque destacar que estas son las únicas estadísticas disponibles,ya que la opción «búsqueda online» si bien está habilitada noarroja resultados.

9 Ver Alonso (2009)

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Tabla 1 Forma Organizativa OSC en Argentina

Fuente: CENOC 2009 www.cenoc.gov.ar

Asimismo, el universo que toma en cuenta el CENOCpara elaborar sus estadísticas es de sólo 10.113 organizacio-nes.

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Por otro lado, gracias al esfuerzo coordinado de OSClocales e internacionales, se han generado datos más preci-sos sobre el número de las OSC y su morfología en Ar-gentina. A partir de estos datos podemos afirmar que enverdad ha habido en los últimos quince años un crecimien-to exponencial de las OSC. Varios de esos estudios sugie-ren que en el período 1995-2005 al menos se ha duplicadoel número de OSC, de 50.000 a 100.000 aproximadamen-te. Ellas están concentradas en un altísimo porcentaje en laregión centro del país (Ciudad de Buenos Aires, y Provin-cias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe): el 64 porcientodel total de OSC del país.

En promedio existen en el país 2.9 organizaciones cadamil habitantes, con un predominio de las denominadas aso-ciaciones de afinidad (67.2 %). 10

El mapa de la sociedad civil argentina generado por CÍ-VICUS en su informe 2006 (ver Mapa 1 abajo) muestra elpeso relativo en términos de visibilidad y aceptación pú-blica de las distintas OSC. Se destaca la relevancia de OSCvinculadas a la iglesia católica (Cáritas), a la comunidad ju-día (AMIA), a la asistencia y promoción social y al advocacy.

10 Se denominan así a las mutuales, cooperadoras escolares y hospitalarias,clubes sociales y deportivos, centro de jubilados, gremios, asociacionesprofesionales, de colectividades y patronales (PNUD/BID/GADIS 2004).

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Mapa 1 La Sociedad Civil en Argentina

Fuente: CIVICUS/GADIS 2006

Otros autores han agregado que el conjunto de OSCconstituye una fuerza económica vigorosa, con una parti-cipación del 5% en el PIB, alrededor de 395 mil empleosasalariados y un millón y medio de voluntarios (Roitter et al.1999).

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OSC y Desigualdad Social

La estructura de la sociedad civil argentina es diversa,fragmentada y reproduce en su interior las desigualdades so-ciales existentes en el país: hay OSC ricas, bien articuladas,altamente profesionalizadas y con llegada directa a los me-dios masivos de difusión; y existen muchas OSC pobres, queluchan cotidianamente por la sobrevivencia, con personalbásicamente voluntario y casi invisibles a los medios de difu-sión y al resto de la sociedad.

De acuerdo al Índice de Desarrollo de la Sociedad Civil(PNUD/BID/Gadis 2004) en el año 1999 50 % de las OSCdisponía de presupuestos anuales inferiores a los u$a 5.000 ysólo un 5 % de más de u$a 200.000 (Tabla 2).

Tabla 2 Presupuestos anuales OSC

Esta desigualdad genera varias tensiones y conflictos alinterior del mundo de las OSC. Dado que los recursos finan-cieros son escasos y las fuentes de financiación poco diversi-

Hasta $ 5.000 49,5 %

Entre $ 5.001 y $ 10.000 12,3 %

Entre $ 10.000 y $ 50.000 22,9 %

Entre $ 50.001 y 100.000 5,3 %

Entre $ 100.001 y $ 200.000 5,2 %

Mayor a $ 200.000 4,8 %

Fuente: IDSC (PNUD / BID / GADIS: 2004).

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ficadas, tienden a generarse competencias de suma-cero en-tre OSC que por sus características bien podrían en principioasociarse y cooperar en temas de interés común. No sólo losrecursos son escasos sino que también son inciertos y care-cen de continuidad en el tiempo (Acuña 2007). En esta com-petencia por recursos escasos, los donantes (públicos y priva-dos) juegan un rol importante que merece debate.

Al margen de los recursos que algunas OSC pueden ge-nerar por sí mismas por pagos de cuotas de miembros o pres-taciones de servicios, los relevamientos existentes sugierenque las fuentes de financiación disponibles son: fundaciones(en su mayoría extranjeras), el estado en sus distintos niveles(sobre todo a través de programas sociales, a veces con apoyode organismos internacionales) y/o individuos. Las empresasargentinas en general participan mínimamente en lo que seha dado en llamar responsabilidad social empresaria. Si bienen la última década han surgido y consolidado su visibilidadfundaciones ligadas a empresas (Fundación YPF, Bunge, Ar-cor, Telefónica, etc.), ellas llevan adelante sus propias iniciati-vas, no actúan como financiadoras de proyectos y la mayoríade sus aportes son en especie. Pero datos recientes más auspi-ciosos (Roitter 2009) sugieren que hay una incipiente tomade conciencia e interés por parte de las grandes empresas departicipar más en cooperación con las OSC. Sin embargo,aún falta mucho camino por recorrer.

Hay varias consecuencias negativas a señalar en relación ala limitación de las fuentes de financiación. Una que ha sidofrecuentemente notada por los expertos del llamado «TercerSector» es la inestabilidad que la falta de recursos y de fuentes

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de financiación diversificadas genera sobre la profesionaliza-ción de los cuadros de las OSC. Ante la incertidumbre de suscarreras, no pocos prefieren emigrar hacia otros sectores la-boralmente más estables (como por ejemplo el estado o in-cluso donantes), más allá que sus preferencias personales seanpermanecer en el sector de OSC. Esto agudiza la desigualdadentre las OSC, ya que las «ricas» pueden captar, capacitar yretener a los mejores cuadros quienes, a su vez, son más efi-caces para conseguir fondos, generando con ello un círculovirtuoso para su propia OSC pero vicioso para el conjunto dela sociedad civil. Una segunda consecuencia negativa es quelos donantes, que también tienen sus propias agendas a cum-plir, prefieren jugar a ganador y en su mayoría terminan apo-yando a las OSC más ricas y profesionalizadas para garantizarresultados positivos en virtud de dicha agenda. Esto refuerzaaún más la desigualdad entre las OSC. Más allá de factoresestructurales de carácter político e institucional que dinami-zan la organización y sustentación de una acción colectivaexitosa, esto explica en gran medida la alta tasa de mortalidadque se registra entre las OSC y la limitación en la agenda au-tónoma que ellas podrían llevar adelante; en muchos senti-dos las OSC tienen que ajustarse a las agendas de los donan-tes disponibles. Una consecuencia ulterior es la transforma-ción de OSC con alto capital organizacional en lo que se hadado en llamar OSC supermercadistas, esto es OSC que pue-den llevar adelante casi cualquier proyecto que el donantedisponible proponga (Marsal 2005).

Esta falta de diversificación de recursos también tiene efec-tos importantes en el vínculo estado-sociedad civil. Como

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señalo arriba, el estado (nacional y local) es uno de los finan-ciadores más importantes de las OSC. Ante la falta de fuentesde financiación alternativas, muchas OSC quedan altamentevulnerables frente al estado y luchando por su subsistencia.Recordemos que muchas OSC dedicadas a proveer bienestangibles surgieron por iniciativa estatal, justamente para ad-ministrar y monitorear la implementación de planes sociales(Acuña et al. 2006). En esta situación, siguiendo el esquemadel economista Albert Hirschman (1970) sobre posibles res-puestas ante la insatisfacción con el producto ofrecido poruna empresa, organización o el estado mismo (salida/exit, voz/voice y lealtad/loyalty), a esas OSC solo les queda la opciónde «lealtad» hacia el donante si quieren sobrevivir.

La mayoría de los gobiernos en Argentina, incluido el delpresidente Néstor Kirchner (2003-2007), ha utilizado la po-lítica del divide et impera en un marco de supuesta incorpora-ción de las OSC al trabajo conjunto con el estado. Uno de losejemplos más acabados es el de las OSC pertenecientes almovimiento piquetero (OSC de trabajadores desocupados).Muchos de los líderes de las OSC que conforman ese movi-miento han asumido cargos ejecutivos en la administraciónpública nacional o local. También algunos han ingresado adiversos cuerpos legislativos. Quizás el ejemplo más emble-mático (entre muchos otros) sea el nombramiento por mediode un decreto presidencial del 20 de Febrero del 2006 del líderpiquetero Luis D’Elía al frente de la subsecretaría de Tierras parael Hábitat Social dependiente de la secretaría de Obras Públicas.

La justificación aducida por estos líderes es la necesidadde cooperar con un gobierno que se ha mostrado altamente

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dispuesto a distribuir la riqueza hacia los sectores más necesi-tados que ellos representan. Sin embargo, esta estrategia haimpactado negativamente en la legitimidad de las OSC pi-queteras y las ha dividido en adeptas/opositoras al gobierno.Hoy el movimiento piquetero ha quedado de alguna maneradesacreditado ante buena parte de la opinión pública, sus re-ferentes más combativos y opuestos al gobierno tienen escasapublicidad y su capacidad de modificar la agenda en relacióna temas de derechos laborales y sociales pareciera ser casi nula.La cooptación-incorporación de líderes y activistas de OSCtambién abarca organizaciones en otras áreas de acción. En elámbito de advocacy, en especial de derechos humanos, el eje-cutivo nacional ha usado la misma estrategia, otorgando sub-sidios y cargos públicos así como protagonismo a ciertas OSCen detrimento de otras. El caso más saliente es la línea de Ma-dres de Plaza de Mayo liderada por Hebe de Bonafini, lo que hacausado conflictos internos a la organización y ha teñido su ac-cionar ante la opinión pública debido a su alta exposición junto afuncionarios del gobierno y acusaciones de falta de transpa-rencia en el uso de fondos públicos que se le han asignado.

Desde ya que el universo de las OSC en Argentina no seagota con estos ejemplos. Hay otras experiencias de articula-ción con poderes ejecutivos y legislativos locales que difierende los recién expuestos. Un caso relevante es el del intenden-te de Morón, una localidad en la periferia de Buenos Aires deaproximadamente 400.000 habitantes, Martín Sabatella. Enel año 2000 desde el ejecutivo municipal se promovió, juntocon organizaciones de la sociedad civil como Poder Ciudada-no y Transparency Internacional, un convenio sobre «Con-

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trataciones Transparentes» para discutir con la ciudadanía elpliego de la licitación para la recolección de residuos. La dis-cusión permitió la modificación del pliego y el ahorro de va-rios millones de pesos al municipio. A partir de esta expe-riencia, el ejecutivo municipal de Morón incorporó sistemá-ticamente a OSC en muchas de las políticas públicas funda-mentales como derechos humanos, la creación del Defensordel Pueblo, la apertura de la Oficina Anticorrupción y otrasmedidas para transparentar los asuntos públicos.

Argumentos en Contra de la Sociedad Civil

Luego de décadas de apostar a la sociedad civil como motorde la democratización y el desarrollo económico y social, desdevarios ámbitos (académico, político y gubernamental) y a laluz de la crisis económica mundial, ha resurgido con fuerzala idea que un estado más capaz e interventor es quien debeponerse al frente de esas tareas. En verdad, los supuestos quedemonizaban al estado en relación al crecimiento económicohan mostrado su falsedad. Esta es una verdad con la que sólopodemos estar de acuerdo. Sin embargo, este resurgir del es-tado está siendo acompañado por un crítica sustantiva al rolde la sociedad civil en su conjunto en particular sobre el ac-cionar de las OSC. Como Acuña (2007) ha señalado recien-temente, la sociedad civil no debe ser pensada como sinóni-mo de todo lo bueno y bello. Hay múltiples ejemplos quemuestran OSC con valores y prácticas que distan mucho deser democráticos y progresistas. En todo el mundo, y la Ar-

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gentina no es excepción, desde grupos mafiosos hasta los skin-heads, hay una plétora de OSC indeseables. Sin ir más lejos, el17 de Mayo del 2009, miembros de una OSC de origen pi-quetero (MTR-Movimiento Teresa Rodríguez), atacaron conconsignas antisemitas el acto de celebración del 61º aniversa-rio de la creación del Estado de Israel en la ciudad de BuenosAires. El MTR tiene entre sus funciones la administración deplanes sociales otorgados vía el gobierno nacional y provin-cial (de Buenos Aires). Según información del Diario Clarín,el MTR administra un total de 800 planes sociales denomi-nados «Planes Trabajar.» Como vemos, una OSC dedicadasupuestamente a la gestión social manifiesta violentos com-ponentes autoritarios y discriminatorios. A este respecto esconveniente recordar que el art. 213 bis del código penal san-ciona con prisión a aquellos miembros de organizaciones que«quieran imponer sus ideas por la fuerza.» Asimismo, el go-bierno nacional a través del ministro de Justicia y Seguridadafirmó a ese mismo diario que éstas OSC tienen a los pobresde rehenes:

«El ministro de Justicia y Seguridad, Aníbal Fernán-dez, dijo ayer que los responsables del ataque al acto porIsrael tienen como «rehenes» a los pobres con los planessociales. Fernández se refirió a imágenes televisivas quemostraban a presuntos punteros tomando lista a los ma-nifestantes durante la protesta del martes frente a los tri-bunales de Comodoro Py a favor de la liberación de losdetenidos. «Están porque necesitan del beneficio para vi-vir», agregó. Un vocero de Fernández afirmó que el mi-nistro «no sabía», hasta anoche, que la Justicia les había

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secuestrado 800 planes sociales en Florencio Varela y quese refería a hechos en general. Fernández contó que en el2000 cuando era ministro de Trabajo del gobernador bo-naerense Carlos Ruckauf, un grupo de piqueteros enca-bezado por Roberto Martino, el actual vocero del FAR,tomó su cartera por varias horas.»Cuando acababa de en-trar a mi oficina intentaron entrar unas 200 personas (alMinisterio) y después entraron y lo tomaron todo. Loscuatro pisos, y estuvieron desde las 7.30 hasta las 12 delmediodía». «Después detuvimos 59 personas, entre ellas aeste cachivache (de Martino) que estuvo 40 días deteni-do» hasta que obtuvo una decisión judicial que lo benefi-ció, agregó Fernández. Luego, Martino fue uno de los fun-dadores del Movimiento Teresa Rodríguez. (Diario Cla-rín, jueves 21 de Mayo, 2009)

Sin ir a casos tan extremos como éste, es cierto tambiénque el funcionamiento interno de muchas OSC que dicenpromover los derechos ciudadanos no es para nada democrá-tico. En un libro reciente, Armony (2004) muestra justamen-te este fenómeno en relación a OSC dedicadas a la defensa ypromoción de los derechos humanos en la Argentina. Deacuerdo a la investigación llevada adelante por este autor,muchas OSC dedicadas al advocacy no tienen un funciona-miento interno democrático y sus estrategias de acción paraavanzar con sus respectivas agendas distan mucho de generarcooperación y solidaridad. En resumen, no pocas OSC im-pulsan la democratización por medios no democráticos.

En relación a este problema, es importante recalcar que lasociedad civil no opera en el vacío, sino en un contexto polí-

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tico, social, cultural y económico determinado. En un con-texto de alta corrupción, clientelismo y personalismo comoes el argentino, es de esperar que las OSC se vean afectadaspor estas tendencias. A estos argumentos críticos en torno alfuncionamiento de las OSC se vincula la ya mencionada des-igualdad entre las mismas y su alta dependencia a los donan-tes de carácter público y privado debido a los escasos y pocodiversificados recursos disponibles. La corrupción y el clien-telismo han sido señalados como más factibles de ser encon-trados en el accionar de OSC que se dedican a proveer, distri-buir o monitorear la gestión de bienes tangibles. Sin embar-go, también es verdad que las OSC que se dedican al advocacypueden incurrir en estas mismas prácticas.

En resumen, las OSC actúan en un medio ambiente dedarwinismo social, en donde las relaciones personalistas confundaciones y funcionarios del estado proclives a financiarproyectos que dan «buena imagen» son significativas. En uncontexto de recursos escasos, las OSC entran en una compe-tencia de mercado con riesgo de transformarse en lo que ex-pertos indican como OSC supermercadistas, es decir, dispues-tas a ofrecer su know-how organizativo en cualquier temaque los donantes sugieran. Esto da por tierra en cierta medidacon la autonomía que persiguen en teoría las OSC en rela-ción a sus agendas.

Otro argumento relevante en contra del protagonismode las OSC es el debate sobre la supuesta representatividadque ellas se arrogan pero de la cual carecen. La mayoría de losestudiosos de la sociedad civil argentina concuerdan que lacrisis de representación en el país, agudizada al extremo con

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la crisis económica del 2001-02, explica la reciente gran ex-pansión e importancia como actor social de las OSC. La pér-dida de legitimidad de los partidos políticos y de los repre-sentantes democráticamente elegidos están en la raíz de lanueva legitimidad, representatividad y buena imagen de laque en general gozan las OSC (Tabla 3). En el contexto del«Que se vayan todos» (slogan usado por la ciudadanía en con-tra del ejecutivo y legislativo durante la crisis del 2001-02),las OSC vendrían a ser un sustituto funcional de las institu-ciones democráticas representativas. Es así que todas las en-cuestas consultadas otorgan un gran nivel de aceptación delas OSC por parte de la opinión pública.

Tabla 3 Percepción de la Corrupción en distintas Instituciones

Fuente: PNUD/BID/GADIS (2004)

Sin embargo es válido preguntar: ¿A quiénes representanrealmente las OSC? En el caso de organizaciones tradiciona-les, como sindicatos o sociedades de fomento, podríamos decir

Institución Puntaje Institución PuntajePartidos Políticos 4,6 Impuestos 3,6Parlamento/Legislatura 4,6 Medios de comunicación 3,5Policía 4,4 Fuerzas Armadas 3,4Poder Judicial 4,3 Instituciones Sanitarias 3,3Aduanas 4,2 Instituciones Educativas 3,1Registros y permisos 3,8 Instituciones Religiosas 3,0Servicios Públicos 3,7 ONG’S 2,9Empresas Privadas 3,7 Nivel Promedio 3,7

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que representan a sus miembros. Pero muchas de las OSCnacidas en las últimas décadas no representan a nadie porqueno tienen miembros mas allá de sus comités ejecutivos. Enmuchos casos, su incidencia política y social no depende delnúmero de miembros sino de las habilidades de su staff.

Argumentos a Favor de la Sociedad Civil:Un Contra-factual

No hay duda que las críticas sobre la existencia de com-ponentes negativos al interior de la sociedad civil son válidos.No todas las OSC en la Argentina promueven valores demo-cráticos y no todas apuntan con su accionar a mejorar la cali-dad de la democracia o un desarrollo equitativo y sustentable.También es cierto que en un contexto de alta corrupción, clien-telismo y personalismo las OSC en muchos casos no escapana estas tendencias. Pero frente a esta realidad es importanteplantear un contra-factual: ¿Cómo sería la calidad de la de-mocracia en la Argentina sin la proliferación de OSC que hoyse registra? Para la teoría democrática, la pluralidad y diversi-dad social que viene aparejada con el crecimiento y la diversi-ficación de OSC son características positivas para el floreci-miento de una democracia de mejor calidad. Lo que está enjuego es la creación de una «sociedad abierta», condición ne-cesaria para una democracia de alta calidad (Méndez 2002).En definitiva, como sugerí arriba, las OSC son contexto-de-pendientes. Los defectos que atribuimos a las OSC en Ar-gentina también están presentes en otras dimensiones de la

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vida democrática del país, incluyendo por cierto el estado yotros cuerpos representativos. Sin embargo, la gran prolife-ración y diversidad actual de las OSC, es básicamente un as-pecto positivo para la vida democrática y tiene la potenciali-dad de ser un antídoto contra reversiones autoritarias y un agenteactivo en el mejoramiento de la calidad de la democracia.

Con respecto a quiénes representan las OSC, es impor-tante resaltar que en la Argentina las mismas no se arrogan larepresentación de toda la sociedad civil. Tanto las OSC quese dedican a la implementación de proyectos sociales comolas que se dedican a advocacy no utilizan un discurso totalizan-te. No existe un discurso sobre «la sociedad civil» o «el tercersector» o «las ONGs». Con diferencias en los márgenes, lasOSC han adoptado un «lenguaje de derechos.» Esto es, un legua-je que reivindica derechos de la ciudadanía, ya sea a tenerempleo, servicios sociales y una vida digna, así como tambiéna la información pública o a la seguridad ciudadana11. En tér-minos generales, un discurso de auto-representación basadoen el «lenguaje de derechos» contribuye positivamente a crearun ambiente favorable a la vigencia del estado de derecho y alcumplimiento de la ley. También indica un reconocimiento ala supremacía del régimen democrático como forma de go-bierno y el respeto a la representatividad de las institucionespolíticas que el mismo contiene.

Si bien las OSC no se arrogan la representación de la so-ciedad civil en su conjunto, está claro que consideran su par-

11 Para discusión sobre el lenguaje de derechos en la sociedad civil argenti-na ver Smulovitz (2007).

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ticipación e incidencia en la gestión pública como un aspectocentral del proceso de representación política. La críticas sur-gidas al accionar de las OSC con el típico argumento de «na-die las votó,» reflejan una visión puramente electoralista de lademocracia y una concepción delegativa del régimen político(O’Donnell 1994). En esta visión, el proceso de representa-ción política se resume al momento del acto eleccionario, yentre elecciones el mandato del ejecutivo es entendido comoel ejercicio del poder sin concesiones a otras instancias.

Sin duda, votar es un derecho básico de la ciudadanía,pero es sólo uno de ellos. Existen otros derechos ciudadanosfundamentales, sin los cuales la misma efectividad del votoestá en riesgo. Aún una estrecha (procedural) definición de lademocracia necesita incluir otros derechos, como los dere-chos a la asociación autónoma de los ciudadanos y a la liber-tad de expresión. Estos derechos son algunas de las «liberta-des circundantes» del régimen político, sin las cuales el actode votar carece de sentido (O’Donnell 2004). En particular,como Fox (1994) argumenta en su trabajo sobre la sociedadcivil en México, la efectividad de la asociación autónoma esde mayor importancia para los miembros marginados de lasociedad, quienes prácticamente tienen sólo este recursopara hacer que su voz sea escuchada en el proceso político.Como Gutmann (1998) destacó: «Sin el acceso a una aso-ciación que esté dispuesta y sea capaz de hablar por nues-tras opiniones y valores, tenemos una muy limitada capa-cidad para ser oídos por mucha otra gente o para influir enel proceso político, a menos que resulte que seamos ricoso famosos (p. 3)».

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En este sentido, las prácticas clientelísticas por funciona-rios de estado, líderes políticos y punteros partidarios inter-fieren con el derecho a la asociación autónoma de los ciuda-danos pobres y les impide la acción colectiva por medio de,primero, la coacción y/o cooptación de líderes y activistaspopulares; segundo, creando incentivos para la competenciasuma-cero entre organizaciones populares en un contexto derecursos escasos y, tercero, generando desconfianza entre losmismos ciudadanos pobres a través de la comúnmente percibi-da desigualdad en la distribución de recompensas clientelísticas(algunos obtienen algo, otros nada) (Ippolito-O’Donnell 2008).El miedo a la perdida de ventajas materiales, la poca cooperaciónentre las organizaciones, y la desconfianza inter-personal se re-fuerzan mutuamente y entorpecen la acción colectiva.

Al nivel local, las máquinas políticas partidarias crean unaestructura de incentivos negativos para la asociación autóno-ma y la acción colectiva. Es una experiencia común en la ma-yor parte de los países de América Latina, (y mi propia inves-tigación en Argentina apunta también en esa dirección), quepara convertirse en candidato se debe primero ganar las elec-ciones internas del partido. Esto se lleva adelante principal-mente creando un electorado leal en los vecindarios, mediantela promesa de distribuir recompensas clientelísticas. Las má-quinas políticas operan no sólo por medio del intercambio deservicios por votos en las elecciones generales sino también,y quizás más importante, en las elecciones internas partida-rias. Distritos o vecindarios leales dan ventaja a líderes parti-darios para convertirse en candidatos y evitar la competiciónpartidaria interna, así como para acceder a recursos estatales o

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partidarios. En este esquema, las asociaciones vecinales con-descendientes juegan un papel importante, no sólo como be-neficiarias sino también como eje de una red de distribuciónde recompensas clientelísticas. En este contexto, cualquierexpansión de participación autónoma a nivel local es percibi-da como un riesgo que puede dañar las oportunidades de lospolíticos locales para convertirse en candidatos. Esta situa-ción implica que, mientras a nivel nacional las elecciones tien-den a reforzar la mayoría de las veces la legitimidad de la de-mocracia como régimen político, a nivel local se desatan prác-ticas antidemocráticas y clientelísticas que afectan adversa-mente la autonomía y las capacidades organizacionales delciudadano pobre. Esta misma lógica opera aún cuando no secelebren elecciones internas, ya que se utilizan los mismosmecanismos para demostrar el poder de movilización de al-gunos punteros, quienes así consiguen lugares en las listas decandidatos cuando ellas son decididas por los líderes partidarios.

¿Por qué es el derecho de asociación en organizacionesautónomas importante desde la perspectiva de los ciudada-nos pobres después de todo? Sen definió el desarrollo como li-bertad como la «expansión de las capacidades de la gente parallevar adelante la vida que valoran y tienen razón de valorar»(1999:18). Esta expansión depende de la eliminación de laopresión y la provisión de servicios básicos. Aún así, como elsociólogo Evans argumenta persuasivamente en su respuestaa Sen, la expansión de las capacidades individuales dependecrucialmente del logro de las capacidades colectivas.

«En la práctica, mi capacidad para elegir la vida que tengorazón de valorar a menudo depende de la posibilidad de mi

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acción conjunta con otros que tienen razones para valorar cosassimilares» (Evans 2000:56).

De esto sigue que «fomentar la expansión de tales mediosde acción colectiva es primordial para la expansión de la li-bertad». (ibíd.). Existe otra forma importante en la cual lasviolaciones al derecho de asociación autónoma subvierten lacalidad de la democracia. Recientemente Peruzzotti (2006)ha argumentado que la representación democrática tiene doscaras. Una son las elecciones como fuente de accountabilityo rendición de cuentas vertical. Sin embargo, el proceso derepresentación no solo ocurre en época de elecciones. En sudiscusión de Manin (1995), Peruzzotti sostiene que debería-mos avanzar más allá de un modelo de representación cen-trado en las elecciones y observar la actividad de representa-ción que tiene lugar entre elecciones. Peruzzotti entiende lasegunda cara de la representación democrática como una com-pleja serie de interacciones que representados y representan-tes desarrollan en la esfera pública entre elecciones. Una ca-racterística clave de la representatividad no es solo el momentodecisional-electoral, sino también «los procesos de delibera-ción y negociación que suceden entre elecciones en el ámbi-to de la esfera pública» (Peruzzotti 2006: 19). En este sentido,este autor concluye que deberíamos tomar en cuenta cómolas diversas formas de organización y participación ciuda-dana alimentan la dinámica del gobierno representativo.En resumen, la violación del derecho de asociación autó-noma –como ocurre bajo el clientelismo– subvierte el es-pacio público al limitar las oportunidades de los ciudada-nos pobres de organizarse, deliberar, participar colectiva-

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mente y hacer que sus voces sean efectivamente escucha-das en el proceso político.

Por otra parte, Méndez resume adecuadamente el com-plejo debate de la representatividad de las OSC desde otraperspectiva que vale la pena mencionar.

«Estas organizaciones [OSC] tampoco pueden ser me-didas por su «representatividad»: no aspiran a repre-sentar a ningún número de ciudadanos ni a sector al-guno, por lo que esta categoría no puede aplicárseles.Su mérito, en todo caso, está en la calidad de la infor-mación con que cuentan a partir de su experiencia ensus temas, en su capacidad para divulgar esa informa-ción, en el rigor con que la analizan y en la validezempírica de las propuestas que formulan. Todo ellopuede resumirse en una categoría que sí les es aplica-ble a las ONG: la «credibilidad», que es también uncriterio objetivo para determinar a qué ONG debe-mos escuchar y a cuáles no.» (Méndez 2004).

OSC, control social e innovación institucional

El modelo democrático vigente en Argentina encierra unadualidad. Por un lado, en las últimas dos décadas, lo mismoque en otros países de la región, ha aumentando y se ha con-solidado una forma de control social que podemos definircomo desde «arriba», esto es el control que ejercen los repre-

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sentantes y otras instituciones estatales sobre los ciudadanos.Esto se hace patente en la durabilidad del clientelismo políti-co y/o la compra de votos, así como en la implementación depolíticas sociales focalizadas y profundamente anti-universa-listas, iniciadas con las reformas económicas neoliberales, queno han hecho mucho más que estigmatizar a sus beneficia-rios, restringir su libertad e incrementar la dependencia per-sonal y grupal de muchos ciudadanos. Estas formas de con-trol desde «arriba» son una negación de principios básicos dela democracia. Por otro lado, en el mismo período tambiénha habido una expansión importante de mecanismos de par-ticipación y control ciudadano de carácter semi-directo y noconvencionales. Estos mecanismos de control desde «abajo»,es decir desde los ciudadanos y/o sus organizaciones hacia losrepresentantes, vienen a complementar la celebración de elec-ciones periódicas. En conjunto son lo que la literatura espe-cializada llama mecanismos de accountability (o rendición decuentas) vertical. Algunos ejemplos son las Audiencias Pú-blicas, Consultas Populares, Iniciativa Popular y Revocatoriade Mandato. En un libro de próxima publicación, Abal Me-dina et al. (2009) sugieren una nueva dimensión de accounta-bility, en la cual la sinergia entre sectores del estado y la ciuda-danía desemboca en una forma «mixta» de control. Ejemplosde esta accountability mixta son las Auditorías Ciudadanas12

llevadas adelante por la Subsecretaría para la Reforma Insti-tucional y Fortalecimiento de la Democracia y el Programa

12 Para un estudio detallado ver Escuder (2008)

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Carta Compromiso con el Ciudadano impulsado por la Se-cretaría de Gabinete y Gestión Pública. En su conjunto estasinnovaciones en materia de rendición de cuentas podríanimplicar la emergencia de un modelo institucional democrá-tico inédito en la Argentina. En ese ámbito las OSC tienenun papel importante a jugar.

Paradojas de la Accountability

Si bien es en el ámbito de la rendición de cuentas y latransparencia donde las OSC tienen un perfil alto, esta cues-tión encierra una paradoja. La rendición de cuentas y la trans-parencia no siempre es una característica central del funcio-namiento interno de las OSC. Aquí de nuevo se hace presentela desigualdad entre las OSC ricas y altamente profesionali-zadas y las que no lo son. Las altamente profesionalizadas es-tán mejor capacitadas para llevar adelante rendición de cuen-tas, ya sea a los donantes o a sus beneficiarios directos o indi-rectos. Esto no significa que lo hagan, pero están mejor capa-citadas para ello. Es por esto que los donantes tienden a refor-zar la desigualdad entre las OSC ya que prefieren apoyar a lasque pueden «rendir cuentas.»

Uno de los aspectos mencionados por miembros de lasOSC más pobres es la dificultad en llevar adelante los trámi-tes referidos a la rendición de cuentas. OSC ricas pueden re-currir incluso a auditorias externas. Esto no implica total trans-parencia, ya que estas OSC no siempre indican los montosexactos recibidos ni la asignación específica a proyectos y/o

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actividades. Por ejemplo, revisando los informes de las prin-cipales OSC dedicadas a advocacy disponibles en sus páginasde web, solo CELS refiere exactamente los montos recibi-dos/asignados de acuerdo a proyectos emprendidos.

Un trabajo reciente sobre transparencia y rendición decuentas al interior de OSC en América Latina (Cruz y Pousa-dela eds. 2008) sostiene la falta de un ambiente general pro-picio a la accountability, lo cual también afecta negativamenteal mundo de las OSC. Específicamente, en Argentina, aun-que las OSC manifiestan interés tanto estratégico como sim-bólico de llevar adelante procesos de rendición de cuentasexhaustivos, este no es un ítem prioritario en sus agendas(Marsal y Blanco Toth 2007).

Nueva fiscalidad y sociedad civil:El poder del estado

En nombre de la transparencia y una nueva cultura tribu-taria, la AFIP (Agencia Federal de Ingresos Públicos) exigióen 2005 un reempadronamiento de las OSC para determinarcuáles calificaban para recibir las exenciones impositivas co-rrespondientes. Este cambio de política en relación al encua-dre legal impositivo tuvo como corolario la aparente desapa-rición de unas 20.000 entidades que no se informaron a tiem-po o no contaban con capacidad para llenar los requisitos in-dispensables de la operatoria. La política impositiva, junto conel monopolio del uso legítimo de la coerción, es una atribu-ción básica del estado. Como la experiencia de los países de-

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sarrollados muestra, las atribuciones en materia fiscal del es-tado son fundamentales para la construcción de una demo-cracia de alta calidad. Así vemos que en esos países, aunquecon diferencias entre ellos, una política fiscal adecuada fuecondición sine qua non para el desarrollo de políticas socialescomprensivas y universalistas que apuntaran a la reducciónde la desigualdad social. Asimismo, a través de la política im-positiva, el estado puede intervenir en la formación, promo-ción y en el peor de los casos la desarticulación de las OSC,generando incentivos tanto para la formación de OSC comopara motivar a posibles donantes. También puede incremen-tar la transparencia del sector con regulaciones claras y efecti-vas. Según miembros de OSC, la Argentina requiere de unamplio debate sobre un marco legal-fiscal que promueva demanera expeditiva la expansión y mayor transparencia de las OSC.El reempadronamiento ordenado por la AFIP en el 2005 teníacomo uno de sus objetivos transparentar al sector, pero dejó amuchas OSC al margen de la ley y no logró avanzar en esa meta.

Resumiendo algunas cuestiones

1) Las OSC en la Argentina no se arrogan la represen-tación de toda la sociedad civil, sino que más bien utilizanun «lenguaje de derechos» para articular su discurso. Engeneral, ese lenguaje contribuye a propiciar un ambientegeneral favorable para el cumplimiento de la ley y la con-solidación de un estado de derecho democrático.

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2) Existen indudablemente conflictos al interior delmundo de las OSC. Un clivaje central es la división entreOSC ricas y OSC pobres. La falta de recursos diversifica-dos promueve un darwinismo social entre las OSC, y ge-nera competencia y desconfianza entre organizaciones queen otras circunstancias podrían cooperar en temas de in-terés común. Por supuesto que también existen tensionesentre las OSC por cuestiones ideológicas, como ser el ál-gido debate sobre la seguridad ciudadana, ya que a pesarde defender el «derecho» a la seguridad ciudadana, las su-puestos centrales del debate entre algunas OSC son radi-calmente diferentes. Si bien es el cumplimiento de la leylo que está en juego, hay énfasis antagónicos que van des-de posiciones progresistas a ultra-conservadoras en lo querespecta a propuestas de reforma al código penal y proce-sal. Ejemplos de OSC con posiciones radicalmente opues-tas al respecto son la Coordinadora contra la RepresiónPolicial e Institucional (CORREPI) vs. la Fundación AxelBlumberg, que promueve la ampliación de las capacida-des punitivas de la legislación penal.

3) La política del poder ejecutivo nacional hacia mu-chas OSC ha sido el divide et impera, otorgándoles recur-sos discrecionalmente; esto agudiza aún más la desigual-dad entre las OSC. En cuanto a los partidos políticos, tam-bién hemos visto que utilizan algunas OSC como exten-sión de la maquinaria política en momentos electorales,afectando adversamente la capacidad organizativa de lossectores más empobrecidos, sobre todo en el nivel local.Hoy no pocas OSC y sus líderes están cumpliendo en gran

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medida la función que cumplían en otras épocas los co-mités barriales de los partidos políticos.

4) Si bien no hay una teoría general sobre la incidenciapolítica de las OSC (Leiras 2007) podemos afirmar queen relación a la agenda pública es en general limitada. Sinmovilización de la ciudadanía en un número significativoen base a los temas planteados por las OSC, ellas se trans-forman más que nada en un insumo de los medios de co-municación. Entrevistas con periodistas de los mediosnacionales revelan que las OSC no son un poder fáctico,y que su capacidad de establecer temas en la agenda de-penden de la coyuntura política y de la propia agenda delos medios, no al contrario13. Un ejemplo a citar es el in-forme del 7 de Junio de este año, donde el diario Perfildifunde varios trabajos de Poder Ciudadano y de CIPPEC(Centro de Implementación de Políticas Públicas para laEquidad y el Crecimiento), dos OSC dedicadas a la trans-parencia y rendición de cuentas. Estos informes tomaroncarácter masivo debido al interés de Perfil en el tema, perono implicaron en absoluto un evento del tipo «lanzamientode informe», como sucede con estudios realizados por otrasinstituciones, como por ejemplo Latinobarómetro oPNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarro-llo). Existe una asociación difusa entre medios y OSC,donde la iniciativa suelen tenerla los medios. Estos pue-

13 Al respecto ver la pertinente investigación de Periodismo Social para elperíodo 2005-2006 que revela que solo el 7 por ciento de los contenidosque los diarios publican en el cuerpo central tiene como fuente a las OSC.

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den por sí solos influir en la agenda pública, no así lasOSC, al menos que consigan una amplia movilización dela ciudadanía por alguna cuestión puntual. Un ejemploilustrativo es la epidemia del dengue que se desató en elpaís en Marzo del 2009. La OSC Red Solidaria lideradapor Juan Carr, una organización con alto prestigio y llega-da a los medios, ya había advertido en el verano del 2007en un programa de TV por cable sobre la necesidad ur-gente de tomar medidas preventivas. Sin embargo, esteno fue un tema prioritario para los medios hasta que esta-lló la epidemia.

5) A pesar de las múltiples cooptaciones que ejercenlos poderes ejecutivos a todos los niveles (nacional, pro-vincial y municipal), existen sinergias productivas entregobierno-estado-sociedad civil. Esto se registra entre al-gunas OSC y sectores de la burocracia estatal más com-prometidos con el proceso de democratización. En estesentido, es a nivel local donde se registran los ejemplosmás autónomos y positivos. Estos ejemplos siempre im-plican la formación de algún tipo de red en que se vinculanactores del gobierno, las OSC y ciudadanos movilizados.

6) La falta de financiación estable genera el éxodo delas OSC de muchos activistas altamente capacitados. Lamayor parte de ellos emigra para formar parte del staff deagencias del estado o de donantes. También están los quedeciden lanzarse a la carrera política parlamentaria. Así lasOSC se ven perjudicadas en la formación de sus cuadros(si bien parece que muchos llevan al emigrar la agenda de

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sus OSC de origen a sus nuevos puestos de trabajo). Laforma de circulación entre los cuadros de las OSC y lasfunciones ejecutivas-legislativas en la Argentina parece sertambién en una sola dirección, en detrimento de las OSC.

7) Las agendas de las OSC han sido en Argentina enparte influidas por la agenda de los donantes internacio-nales. Bajo el paradigma neoliberal anti-estatal y de la so-ciedad civil como la generadora de todo lo bueno, mu-chas OSC vieron limitados sus recursos para llevar ade-lante agendas realmente autónomas. Hoy, muchos de losque propiciaban programas de políticas sociales focaliza-das son los nuevos defensores del estado como eje de laeconomía y la redistribución. En este aspecto es importanterecalcar que existen coaliciones sólidas entre donantes inter-nacionales, universidades privadas y OSC de alto perfil quemonopolizan la mayor parte de los recursos disponibles. Es-tas coaliciones, si se realiza un mapa antropológico de rela-ciones de parentesco, están sustentadas en buena medidaen relaciones personales. En un sentido esto responde arelaciones personalistas y conductas risk-adverse de los res-ponsables de las carteras de donaciones. Esto se registra nosólo en Argentina, sino también en otros países de la región.

8) Las OSC en Argentina han crecido exponencial-mente en las últimas dos décadas. Como vimos, en el pe-ríodo 1995-2005 las organizaciones registradas pasaron de50.000 a 100.000 aproximadamente. La incidencia econó-mica es más incierta de medir en un contexto de defaultinformacional en el que ni siquiera las estadísticas sobre la

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inflación a nivel nacional son confiables. A pesar de ello,gracias al esfuerzo de algunos estudiosos de las OSC po-demos decir que al menos durante la década del 1990s elsector comprendido por las OSC contribuía en 5 % al PIB,empleaba alrededor de 400.000 personas y contaba con1.500.000 voluntarios (Roitter 1999).

Conclusiones

Según el último informe de Freedom House (2009) yamencionado, los dos aspectos básicos que dan prueba feha-ciente del retroceso en derechos políticos y civiles en Rusia,Paquistán, Kenia, Egipto, Nigeria y Venezuela son los ataquessostenidos a la libertad de asociación y de expresión. En estospaíses los regímenes de turno se dedican sistemáticamente areprimir, cooptar y/o manipular las expresiones autóno-mas de la sociedad civil, incluida la prensa. Esto es sin dudaun llamado de atención. A pesar de los argumentos en con-tra que se puedan hacer sobre la sociedad civil, la adver-tencia de Freedom House tiene que dejar en claro que asícomo no toda la sociedad civil es buena, no todo lo queviene del estado lo es.

Los organizadores de este proyecto nos convocaron a avan-zar en tres cuestiones centrales. Primero, cómo asegurar quelas OSC no sean utilizadas como mecanismos de canaliza-ción de recursos públicos con objetivos de corrupción o mal-versación; segundo, cómo podría mejorarse las relaciones vir-tuosas entre las OSC y el sistema político representativo; y

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tercero, cuáles son los desafíos de reglamentación colocadospor las OSC que aseguren su autonomía y transparencia. Lastres cuestiones a mi entender apuntan a fortalecer las OSCen su institucionalidad y autonomía. En relación al primerpunto, es importante señalar que las OSC pueden ser meca-nismos de canalización de recursos, tanto públicos como pri-vados, con objetivos de corrupción o malversación. Es fun-damental por ello la consolidación de una política imposi-tiva efectiva y transparente hacia las OSC. El reempadro-namiento exigido por la AFIP en el 2005 pudo haber sido unainiciativa positiva en esa dirección. Sin embargo, como yamencioné, desde la perspectiva de las OSC careció de la difu-sión e instrumentación adecuada. La formación de OSC parala canalización de fondos mal habidos proviene tanto del sec-tor público como del privado y requiere por ello no solo deuna política fiscal sino también de una política de estado queestimule al sector y a la vez promueva su transparencia. Hayque recordar que históricamente, estados fuertes imbuidosde principios democráticos han generado legislación tendientea construir sociedades civiles fuertes y democráticas. Aquí hayun déficit del estado de derecho que no es responsabilidad delas OSC. Sin embargo, cabe destacar que en la Argentina lasOSC no han generado un frente común en pos de dichomarco legal. En un nivel menor de abstracción, políticassociales más universalistas serían un coadyuvante para ge-nerar una sociedad civil más transparente y menos cautivadel estado. Universalismo y estado de derecho junto con unapolítica fiscal progresista son condición para una sociedad ci-vil vibrante y transparente.

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En cuanto al segundo ítem, la manera de mejorar las rela-ciones entre las OSC y el sistema político, en la coyunturaactual de la Argentina, implica la difícil tarea de lograr lo queEvans (1997) acuñó como «autonomía enraizada» (embbededautonomy). Avanzar en círculos virtuosos entre sociedad civily sistema político representativo implica fomentar vínculosclaros y constructivos entre las OSC y segmentos del estadoy/o el sistema representativo, en especial ejecutivos y legisla-turas municipales. Esto mucho depende hoy, en el contextode una cultura política personalista, de personalidades y rela-ciones personales y no de mecanismos institucionales conso-lidados. La generación de tales mecanismos es uno de las gran-des tareas pendientes en Argentina, asi como en otros paísesde la región.

En cuanto a los desafíos de reglamentación para asegurartransparencia y autonomía en relación a las OSC, ya fueronplanteados: un marco legal e impositivo coherente y pro-gresista.

Vuelvo al argumento de Tocqueville: las instituciones dela democracia constitucional no son suficientes para hacerfrente a la posible tiranía del estado. A pesar de las dificulta-des, sigue siendo la sociedad civil y con ella las OSC la garan-tía de un sistema democrático que no sucumbe a las tentacio-nes autoritarias del poder. Corremos el riesgo de rendirnos ala sospecha de Madison y Rousseau sobre las asociacionescomo la base social del faccionalismo. A pesar de las dificulta-des, la breve historia de la sociedad civil en la Argentina enlos últimos veinticinco años muestra lo contrario. La reivin-dicación actual del estado como casi exclusivo agente econó-

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mico y social encierra el peligro de asignar un rol residual a lasociedad civil. Esto debe ser una señal de alarma no solo paralas OSC, sino también para cualquier ciudadana/o altamentecomprometido con la expansión de la democracia y la equi-dad social.

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ONG, Sociedad Civil y democracia en Chile... 61

ONG, SOCIEDAD CIVIL Y DEMOCRACIAEN CHILE POST AUTORITARIO

Gonzalo Delamaza

Habiendo transcurrido ya 20 años desde el tránsito pací-fico de la dictadura militar a la democracia, muchos de losprocesos que en ese contexto surgieran, han madurado o evo-lucionado de diferente forma, en un período de continuidady estabilidad política. Uno de ellos se refiere a la sociedadcivil organizada, específicamente a aquella fracción denomi-nada «organismos no gubernamentales». Surgieron en nom-bre de una nueva autonomía de la sociedad civil, cuando elEstado estaba en manos del régimen militar y las libertadesdemocráticas se hallaban suprimidas. Han mantenido esaorientación, pero su situación interna y externa ha cambiado.¿Qué rol cumplen hoy día? ¿Cuál es la naturaleza de sus rela-

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Gonzalo Delamaza62

ciones con la política y el Estado? ¿Hasta que punto se hanconsolidado institucionalmente? Esas y otras preguntas seabordan en este trabajo, que apunta a valorar los avances yretrocesos del sector no gubernamental, examinando de estemodo sus contribuciones al desarrollo democrático del país.

Este trabajo argumenta que la sociedad civil no es un enteaislado de las condiciones políticas, económicas e institucio-nales que prevalecen en el país. En la evolución democráticapost 1990, no se han creado en Chile las estructuras organi-zativas e institucionales necesarias para canalizar la participa-ción ciudadana y fortalecer a la sociedad civil en una perspec-tiva de equidad. Por ello las nuevas expresiones y dinámicasde la sociedad civil –entre ellas las ONG– tienden a reprodu-cir las desigualdades no superadas del desarrollo chileno. Elloplantea desafíos de transformación política e institucionalque permitan corregir esos rasgos y dinamizar la vitalidadpropia de la sociedad civil y enriquecer la gobernabilidaddemocrática.

Surgimiento del sector no gubernamental

A fines de los ‘70 y durante los años ‘80 del siglo pasado,surgió un nuevo tipo de organizaciones en el país, que luegopasó a ser llamado «organismos u organizaciones no guber-namentales» (ONG), conocidas inicialmente como «institu-ciones de apoyo» y «centros de estudio» –al tiempo que lomismo sucedía en otros contextos de América Latina y elmundo–. La particularidad era que ello ocurría bajo un régi-

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men militar dictatorial que había destruido el sistema políti-co, dejando pocos espacios a la sociedad civil y reprimiendoactivamente las manifestaciones que se le oponían. Vale decirque las ONG nacieron fuera –y muchas veces en contra– delEstado dictatorial de la época. Esa situación contrastaba conla pauta histórica de constitución de la sociedad civil chilena,claramente vinculada con un Estado en permanente amplia-ción a través de un sistema político pluralista, crecientemen-te inclusivo y relativamente estable. Dicha pauta había dura-do por casi 50 años.

Con la transición democrática, iniciada tardíamente a fi-nes de los 80, la «elite» del sector no gubernamental ingresó alEstado, canalizó hacia este la cooperación internacional soli-daria con Chile y aprovechó lo acumulado en el espacio nogubernamental para implementar nuevos programas y accio-nes. Como era previsible, ello debilitó a las ONG y las arti-culó de un modo subordinado –como prestadoras de servi-cios externalizados– con un Estado más activo, pero que he-redó el diseño institucional y político elaborado en los añosochenta, con capacidades limitadas de reforma del mismo.

El espacio de acción de la sociedad civil fue siendo llena-do con nuevas expresiones: las organizaciones microlocalescreadas por el Estado u orientadas a hacer viable la políticasocial estatal; las organizaciones de voluntariado, mayorita-riamente de origen católico; las fundaciones sustentadas porel gran empresariado para realizar acción social, principalmen-te concentradas en educación; las organizaciones de advocacyen torno a temas de derechos, ligadas a organismos interna-cionales (principalmente liberales) y empresariales (princi-

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palmente conservadores); los think tanks de alto impacto enlas políticas públicas; las ONG de desarrollo, herederas de laetapa anterior, tensionadas entre su rol de ejecutoras externasde la política estatal y su interés por mantener autonomía ypropuesta; y, en el último tiempo, movimientos ciudadanosurbanos, con tendencia a concentrarse en grupos de ingresosaltos y medios.14

El artículo se inicia con una breve digresión histórica so-bre la sociedad civil chilena. Luego discute las condiciones desurgimiento de las ONG bajo la dictadura, estableciendoaquellos elementos de «herencia» del período democráticoanterior, así como los «novedosos», propios de aquél pe-ríodo, que hicieron posible la emergencia del sector. Lue-go analiza el impacto sobre el sector no gubernamental dela restauración de un Estado activo en políticas públicas enlos años noventa, en un contexto de democracia de bajaintensidad y débil movilización social. Una cuarta secciónanaliza la diversidad actual de lo que podríamos llamar «so-ciedad civil de nuevo tipo» (con componente profesionali-zado e impacto público) y su capacidad de incidencia so-bre las agendas públicas. Ello obliga a conocer las estruc-turas que se han establecido para la participación de la so-ciedad civil en lo público, lo cual nos lleva de regreso alEstado. Finalmente el artículo propone una estrategia de

14 Como el foco de este trabajo está en las ONG, no incluimos aquí lasorganizaciones sociales tradicionales (sindicatos, juntas de vecinos y or-ganizaciones funcionales de base) que siguen existiendo en gran número,aunque con poco poder.

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profundización democrática con participación ciudadanacomo un contexto en el cual se podría reforzar tanto la políti-ca representativa como la participación de la sociedad civil enel espacio público.

La sociedad civil chilena ¿de dónde venimos?

Cada sociedad es particular en su conformación y en laspautas de su desarrollo. Por ello no corresponde hablar de «lasociedad civil en Chile» como si aquella fuese una entidadsustancial trans-geográfica que se «expresa» o «manifiesta» enun lugar particular. Antes bien, la sociedad civil chilena se haconformado de acuerdo a ciertas características propias de laevolución histórica del país. Comprender esas particularida-des que la configuran dentro de la totalidad social, evaluar elimpacto de la path dependence que ello puede significar, es loprimero que hay que hacer.

La sociedad civil chilena comparte con otras situacio-nes similares en la región aquello de que en Chile «el Esta-do es la matriz de la nacionalidad, la Nación no existiríasin el Estado», según la radical afirmación del historiadorchileno Mario Góngora. Pero a lo anterior deben agregar-se algunas particularidades que en Chile fortalecieron cier-tas dimensiones de ese Estado y debilitaron a la sociedad ala que regía. En primer lugar la guerra. Por una parte lalarga guerra entre mapuches y españoles. Chile es el únicopaís de América donde los pueblos originarios no fueronderrotados por la corona española sino que firmaron un

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acuerdo de paz, a través del Tratado de Quilín en 1604 lue-go de 60 años de guerra. La mantención y defensa de lafrontera fue prioridad estatal durante la colonia. Durantela formación de la República, a lo largo del siglo XIX elEstado se vio involucrado en la guerra de la Independen-cia, en la guerra con España y dos guerras contra Perú yBolivia. Se agrega a ello la derrota armada de los liberales amanos de los conservadores en 1830, las guerras civiles de1851, 1859 y 1891 y la campaña militar de ocupación delterritorio mapuche en 1880 / 81.

Un segundo rasgo que reforzó el centralismo de la con-ducción militar en el Estado, fue la debilidad de las elites re-gionales, que fueron derrotadas una y otra vez en beneficiode la capital. Por último, el orden político establecido desdelos años ’30 del siglo XIX, fue de carácter liberal y extremada-mente excluyente. A pesar que predominó la democraciaelectoral, durante el siglo XIX el 90% de la población que-daba fuera de las decisiones políticas. La ampliación efec-tiva hacia los grupos populares se fue haciendo –desde elEstado– a partir de fines de los ’30, con los gobiernos delFrente Popular y con la reforma a la ley electoral de 1958 que,unida al fin de la exclusión legal de los comunistas que regíadesde 1947, abrió un período de florecimiento democráti-co. Duró apenas 15 años: la dictadura militar le puso fin demanera radical en 1973.

Durante parte del el siglo XX se vivió el predominio delsistema político y los partidos como los grandes mediado-res de los intereses sociales, articulados parcialmente engrandes movimientos nacionales, aunque también con

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grandes exclusiones.15 Aunque no predominó entre la polí-tica y la sociedad civil chilena el clientelismo propiamente tal–que se dio más en los niveles locales– puede decirse que lasociedad civil perdió autonomía y se fue haciendo creciente-mente corporativa, asociada a los proyectos estatales.

De tal manera que tenemos un país con un Estado unita-rio, centralizado y con componentes autoritarios; un ordena-miento institucional que mantuvo la vigencia de la democraciadurante gran parte del siglo XX. Sus características permanentesfueron el elitismo en lo político, el liberalismo en lo económicoy la persistencia de la desigualdad y la exclusión social (aunquecon períodos de mayor integración). La sociedad civil tuvo tra-dición de autonomía en el siglo XIX, pero luego se articuló alproyecto estatal bajo la mediación política de los partidos.

Antecedentes del Sector No Gubernamental:la «beneficencia» y los organismos«de desarrollo y promoción»

Los antecedentes de lo que hoy llamamos ONG se en-cuentran de modo más directo en un cierto segmento de la

15 Una de esas exclusiones importantes la constituyen los grupos indígenas,reconocidos legalmente como tales, recién a mediados de los años ’90 delsiglo XX. Hay que recordar que al momento de la independencia de Chi-le, el territorio que se independizó no incluía ninguno de los grupos indí-genas, que fueron incorporados más tarde, sin excepción, por medio deacciones bélicas -territorios mapuche en sur; aymará, quechua y ataca-meño en el norte; rapa nui en la Isla de Pascua-; cuando no directamenteexterminados (k’aweskar, selk’nam y yámanas en el extremo sur del país)..

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sociedad civil organizada que no son las organizaciones socia-les representativas o corporativas. Se trata más bien de otrotipo de instituciones, mayoritariamente surgidas de la IglesiaCatólica o vinculadas a ella de diferentes formas. Dichas ins-tituciones desarrollaron innumerables actividades de inter-vención social y educativa desde muy temprano en la historiadel país. La Iglesia Católica en el contexto de la colonizaciónespañola fue un agente estatal, volcado hacia la sociedad ycon una enorme influencia cultural. Luego de la indepen-dencia comienza la separación entre Iglesia y Estado, pero laprimera mantiene un conjunto de privilegios institucionalesy continúa ejerciendo su influencia en la cultura y la socie-dad. Como se verá, es desde esa matriz que surge gran partede las ONG que subsisten hasta hoy.

Históricamente la beneficencia surgió asociada a la fun-ción de la Iglesia Católica en la administración colonial, laque se proyectó en educación y salud, así como en atenciónde huérfanos y ancianos. Es con el advenimiento de las co-rrientes liberales en el siglo XIX, que buscaban la separaciónentre Iglesia y Estado, que surge la educación pública y losestablecimientos de salud dejan de ser administrados por lascongregaciones religiosas. Sin embargo la labor educativa semantiene, tanto orientada hacia sectores de elite como tam-bién hacia sectores populares y, especialmente, campesinos.Lo mismo ocurre con la acción asistencial dirigida a adultosmayores, niños huérfanos y otros grupos.

Junto a la iniciativa eclesial también se va desarrollandolo que hoy podría llamarse «filantropía privada», normalmenteasociada a los aportes en dinero y especies que las clases adi-

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neradas hacían a la propia Iglesia para su labor social, comotambién a iniciativas particulares que los ricos del siglo XIXfueron tomando en el ámbito educativo, de la vivienda, laalimentación, la atención de madres y otras.

Durante los años de ascenso de la labor estatal en políti-cas sociales, a partir de los años ‘20 y especialmente desde1938 en adelante, estas instituciones no desaparecen, sino quese complementan con el sector público de diversas maneras,sea cubriendo áreas a las cuales éste no llega o bien recibien-do el financiamiento público para la realización de sus tareas,como en el caso de la atención a «menores en situación irre-gular» desde los años ‘40. Más tarde, la política de subvencio-nes para la realización de acciones sociales y el apoyo polí-tico del gobierno militar a diversas iniciativas asistencialesfavoreció su desarrollo durante los años ‘80. Estas son ins-tituciones que operan con un modelo mixto de gestiónprofesional –normalmente apoyada por un directorio concomponentes empresariales– y acción voluntaria en hospita-les, centros de atención de niños, etc. Estas instituciones sevienen a sumar a un amplio sector preexistente que había sidocreado durante el siglo XX y que recibe financiamiento pú-blico (Fundación Niño y Patria, vinculada a la policía; CasaNacional del Niño y otras).16 Con todo, las principales ini-ciativas asistenciales continúan hasta la fecha vinculadas a la

16 También el régimen militar fomentó una extensa red de voluntariadofemenino con fines proselitistas, dirigido por las esposas de los miembrosde la Junta Militar, estructura que se reproducía en regiones y comunas.Algunas de esas fundaciones subsisten hasta hoy con apoyo estatal.

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Iglesia Católica, como la Fundación Las Rosas, Caritas Chiley el Hogar de Cristo (ver más adelante).

Otro sector importante de organizaciones tradicionalesson las basadas principalmente en la membresía, cuya labores asistencial y/o de servicio, al mismo tiempo que han servi-do como vehículo de sociabilidad de las clases medias urba-nas. Algunas de ellas son capítulos nacionales de organizacio-nes internacionales, como la Asociación de Guías y Scouts(fundada en 1911), la Cruz Roja Internacional (nacida en1903), el Ejército de Salvación y los Clubes de Leones y Ro-tarios (ambos nacidos en Chicago a comienzos del siglo XX).Otras son de carácter nacional, como el Cuerpo de Bombe-ros, nacido en 1851 y que agrupó a las corrientes no católicas,como los masones y los inmigrantes extranjeros de raíz pro-testante. Algunas de ellas reciben transferencias permanentesde parte del Estado chileno, a través de la Ley de la Polla Chi-lena de Beneficencia, por ejemplo.

En términos generales este sector de asociaciones priva-das manifiesta una importante continuidad en el tiempo, aligual como ocurre con las organizaciones gremiales corpora-tivas de las elites económicas. Desde el siglo XIX han venidoactuando con impacto significativo en áreas como salud, aten-ción de niños, educación y otros. Antes del surgimiento delas políticas sociales universalistas, estas instituciones goza-ron de bastante autonomía, en la medida que se inscribían enlas relaciones propias del «patronato» entre Iglesia y Estado.17

17 Muy tempranamente, sin embargo, a partir de 1832 también el Estadocomienza a actuar en el área, constituyendo las Juntas de la Beneficencia

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Más tarde, lo hicieron articuladas a la labor estatal y financiadaspor éste. La corriente de asistencia a los pobres «desde arriba» escomplementada con aquella que responde más bien a pautas deasociatividad de sectores medios, no vinculada a confesiones re-ligiosas, que también lleva adelante acciones asistenciales.

Otro sector donde se asoció estrechamente Estado y so-ciedad civil fueron las instituciones de educación superior.De las ocho universidades existentes en el país en 1973, sólolas dos universidad nacionales eran estatales: la Universidadde Chile (fundada en 1842) y la Universidad Técnica del Es-tado, nacida de la Escuela de Artes y Oficios (1849), ambassurgidas en plena construcción republicana. Sin embargo lasotras seis contaban con activa participación de entidades noestatales. En algunos casos correspondían a corporacionesprivadas relevantes en la vida nacional como la Iglesia Católica(Universidades Católicas de Santiago, Valparaíso y del Norte) yla Logia Masónica (Universidad de Concepción). En otros a ini-ciativas privadas de profesionales, empresarios y filántropos, comoocurrió con la Universidad Austral de Valdivia y la UniversidadFederico Santa María en Valparaíso, respectivamente, nacidasdurante el siglo XX. Hasta 1980 estas instituciones fueron lasúnicas que impartieron educación superior y contaron con fi-nanciamiento estatal para su trabajo. Aunque desde ese mo-mento han surgido un conjunto de otras universidades pri-vadas, sólo las nombradas y sus derivaciones conforman el

Pública, que se reglamentan de modo unificado en 1886, dependiendo de lasección de Higiene y Beneficencia del Ministerio del Interior (Teixido, S. yChavarri, R. Mapeando las Fundaciones en Chile, Santiago de Chile, 2000)

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Consejo de Rectores y continúan recibiendo recursos direc-tos del Estado, aunque estos han disminuido significativamen-te en relación a la envergadura actual de los establecimientos.

En cuanto al origen histórico de las hoy llamadas ONGde desarrollo, las primeras instituciones fueron creadas du-rante el período de gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964–1970) en relación con el proyecto político de cambio socialque buscaba integrar a sectores campesinos y de pobres urba-nos a través de políticas de promoción y reforma. Es el casode organismos de estudio y formación de profesionales comoel Centro de Investigaciones y Desarrollo de la Educación(CIDE) y el Instituto Latinoamericano de Doctrina Econó-mica y Social (ILADES) y otros ligados principalmente a laCompañía de Jesús. También se crean otras instituciones másorientadas a la educación popular y la extensión social, como elInstituto de Educación Rural (IER) y el de Promoción Agraria(INPROA), y otros igualmente vinculados a la Iglesia Católica ypreocupados de la problemática agraria, la pobreza urbana y losproblemas sociales. En estos centros se elaboró el pensamientopolítico de la «promoción popular» –inspirado por el jesuita bel-ga Roger Vekemans, quien a su vez también participó de la crea-ción de la Escuela de Sociología de la Universidad Católica–, y seformó varias generaciones de profesionales y dirigentes sociales,que participaron del proceso político y de cambio institucionalentre 1964 y 1973. Muchas de estas instituciones verán transfor-mada su labor producto de las condiciones posteriores a 1973.

También como producto de la reforma universitaria defines de los años sesenta, se amplió significativamente el vín-culo entre las universidades y el mundo social, incluyendo

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los sectores populares, así como surgieron diversos centrosde estudio multidisciplinarios, particularmente en la Univer-sidad Católica. Lo propio ocurrió al interior del Estado, queconformó importantes equipos de profesionales y técnicospara abordar las tareas de la reforma agraria, el desarrollo so-cial urbano, la gestión de la producción y la distribución delas empresas estatizadas durante la Unidad Popular (1970 –1973). El posterior cierre de todos esos espacios como conse-cuencia del golpe militar de 1973, significó la emigración deimportantes cuadros fuera de la institucionalidad pública yacadémica. Muchos de ellos conformaron luego algunas delas principales ONG durante el período dictatorial.

Destacan en esta breve síntesis histórica: la presencia yproyección de la Iglesia Católica en diferentes ámbitos de laacción social, educativa y cultural; la definición de las institu-ciones en torno a lo confesional; el rol activo del Estado en elsoporte y promoción de estas organizaciones y un grado altode consolidación institucional de las expresiones «de la socie-dad civil» en este campo.

La mesa de tres patas y el Estado ausente

El fenómeno conocido como ONG se expande en el con-texto creado por la dictadura militar, al cerrar los espacios departicipación y aplicar una política económica de fuerte im-pacto negativo sobre las condiciones de vida de los sectorespopulares. Ello llevó al surgimiento de sucesivas oleadas deorganismos que combinaron la atención a problemas sociales y

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de derechos humanos vulnerados con acciones de organización,educación, concientización y agitación política y social.

La importancia de la Iglesia como institución protectoraante los abusos estatales fue fundamental para el surgimientode organismos de defensa de los derechos humanos, como elComité Pro Paz, luego Vicaría de la Solidaridad y otras du-rante los años ‘70. Paralelamente, se organizaron la Oficinade Coordinación de Asistencia Campesina (OCAC) y orga-nismos de apoyo a las iniciativas populares de subsistencia.También surgen centros académicos independientes a partirde instituciones universitarias que los excluyeron –el Progra-ma de Investigaciones Interdisciplinarias en Educación (PIIE)y la Corporación de Estudios y Planificación (CIEPLAN)nacieron originalmente en la Universidad Católica– y se re-convierten otros, como la intergubernamental Facultad Lati-noamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) –donde fue-ron acogidos los académicos exonerados de la Escuela de So-ciología y el Centro de Estudios de la Realidad Nacional de laUniversidad Católica– y la Corporación de Promoción Uni-versitaria (CPU), ligada a la Democracia Cristiana.

Surgimiento de las ONG: La Mesa de Tres Patas

La mayor cantidad y variedad de ONG surgió durante ladécada de los ‘80, sustentadas por la cooperación no guber-namental y la solidaridad obtenida por el exilio chileno paralas acciones dentro del país. Los espacios no gubernamenta-les fueron decisivos para la rearticulación de la iniciativa so-

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cial y política en diferentes segmentos de la sociedad chile-na. Detrás de la emergencia del movimiento de ONG esta-ba la evolución de una estrecha alianza e intercambio depropósitos, estrategias y metodologías de trabajo entre tresactores, lo que hemos llamado la «mesa de tres patas»: a)Una cooperación internacional de vocación democrática, po-líticamente interesada en América Latina e influenciada por lascorrientes del exilio latinoamericano, especialmente el chileno.Destacan aquí la cooperación oficial de países europeos gober-nados por la socialdemocracia; la no gubernamental ligada aiglesias, sindicatos y otros organismos y, mediados de losochenta, el apoyo norteamericano a la democratización enChile. b) Una generación de profesionales y técnicos de cla-se media con formación académica y experiencia de mili-tancia social y política en los movimientos sociales y políticoso participación en el gobierno a partir de mediados de losaños ’60. Dichos profesionales fueron exonerados de lospuestos públicos, marginados de las universidades y perse-guidos por la dictadura militar y encontraron refugio y nue-vos espacios de actuación en las ONG. c) Líderes sociales,comunitarios y militantes políticos de base que se entrega-ron sin pausa a la reconstrucción de los vínculos y valoresdel movimiento social popular. Proporcionaron el anclajesocial y la legitimidad al movimiento de las ONG, al tiempoque recibieron apoyo para su subsistencia y actuación social.

Como puede advertirse con facilidad, tras el fenómenode las ONG estaban los partidos políticos, los dirigentes so-ciales y los profesionales vinculados al Estado y a la política.Es decir los actores provenientes de la «matriz sociopolítica

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clásica» del desarrollo chileno, tratando de rearticularse enmedio de condiciones difíciles. Como «paraguas» actuaba laIglesia Católica, un actor múltiple: político, de la sociedad civil ypara-estatal hasta hacía poco tiempo. Y con un apoyo externoque no se veía desde los tiempos de la Alianza para el Progreso ysu sustento a la «revolución en libertad» de Eduardo Frei.

El sistema de cooperación que se estructuró en aquél tiem-po operó con gran eficacia, pero no en términos de impactocuantitativo en el desarrollo o en la resolución de los proble-mas de los sectores marginado. Fue cualitativa y políticamen-te eficiente, en cuanto a activar diferentes procesos: creandonuevos espacios de movilización democrática; innovando enmetodologías de organización social; enfrentando práctica yparticipativamente problemas nuevos de la sociedad chilena;permitiendo la subsistencia material y social de una franja depersonas con vocación y compromiso democrático; investi-gando las transformaciones de la sociedad y desarrollando di-versas propuestas para el futuro. Tuvo importantes momen-tos de protagonismo en el período que nos ocupa. Ello a pesarde que el sector no gubernamental, cada vez más amplio ydiversificado, tuvo que operar en condiciones inéditas de in-formalidad jurídica, vacío institucional y regulatorio, al mar-gen de la legalidad o en contra de ella, desprovisto de canalesde interlocución, apoyo o facilidades oficiales y sin esquemasde representación social. Antes bien, su acción fue de expre-sión cultural y social, promoción y asistencia técnica.

Una ilustración de la evolución de los años ‘80 se expresaen impresiones como la de un analista norteamericano, quien,refiriéndose al caso chileno, comenta: «Hacia 1990, mientras

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el régimen del general Pinochet llegaba a su ocaso, la socie-dad civil chilena se había hecho más compleja, variada y, enmuchos aspectos, más talentosa, especializada y competentee innovadora que en cualquier momento previo de su histo-ria».18 De hecho, este sector contaba con mucha más acumu-lación de conocimientos y experiencia en una infinidad dematerias de interés público que el propio Estado. De algúnmodo esa «mesa de tres patas» logró impactos políticos inter-nos, a pesar de permanecer completamente fuera de las estruc-turas estatales. Este contexto explica algunas de sus característi-cas: financiamiento externo, articulación con el mundo socialpopular y con los actores políticos, marginación de la institucio-nalidad, falta de visibilidad pública y capacidad innovadora.

El Regreso del Estado: ya nada es como fuera

Durante la primera mitad de los ’90 todos los compo-nentes del sistema de cooperación no gubernamental sufrie-ron modificaciones significativas. Y emergió un nuevo actor,el Estado, a través de las políticas públicas reactivadas, espe-cialmente en el área social. Se produjo una verdadera transfe-rencia tecnológica y en cierta medida también de legitimidaddesde las ONG al nuevo gobierno: tanto por la vía de algu-nos de sus cuadros profesionales más calificados, como por laacumulación técnica y política en materia social, que sirvió

18 Loveman, B. Las ONG chilenas, su papel en la transición a la democra-cia. En: Reilly, C. compilador, Nuevas políticas urbanas. Arlington, 1994.

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de base a las nuevas iniciativas estatales. La cooperación inter-nacional, por su parte, que había proporcionado el sustentomaterial al sistema, se orientó a apoyar al nuevo gobierno, loque era consistente con su orientación política previa y con elhecho de que sus interlocutores principales ahora estaban enel gobierno. El movimiento social se reconstituyó de maneraautónoma, sin requerir ya el soporte de las ONG, que lo hacíadependiente. El sindicalismo alcanzó interlocución formal conlas nuevas autoridades y el empresariado, mientras los grupos depobladores, jóvenes y otros, se fragmentaron en diversas organi-zaciones e iniciando un vínculo con los municipios en procesode democratización. El compromiso político alcanzado para ha-cer posible la transición, se proyectó en la contención de las de-mandas populares y la desactivación de estrategias de moviliza-ción que pudiesen alterar el curso de la restauración institu-cional. La iniciativa pasó a manos del nuevo gobierno el que de-sarrolló nuevos programas y políticas, evitando el surgimientode formas de acción colectiva al margen del diseño de la transi-ción controlado por la cúpula gubernamental y política.

De este modo, en los años noventa, el sector no guberna-mental se vio con menos vínculos sociales, privado de susfuentes de financiamiento y buscó la alianza con el sectorpúblico para la implementación de los nuevos programas so-ciales. Esta relación, sin embargo, se dio en términos de con-sultoría y ejecución de proyectos y no contempló el reconoci-miento de las ONG de desarrollo como un fenómeno nuevo ydistinto que debía permanecer e institucionalizarse. Tampoco secompensó la pérdida de recursos de cooperación internacional,pues los nuevos fondos públicos se dirigieron hacia la imple-

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mentación de los programas públicos, donde las ONG, en com-petencia con empresas y organizaciones sociales, debieron pos-tular para hacerse cargo de los servicios externalizados.19

Es importante destacar que el regreso del Estado no sig-nificó una vuelta al viejo «Estado de Compromiso», ni el pro-tagonismo de los partidos políticos. Tampoco involucró unnuevo sistema de cooperación –esta vez nacional– que apuntaraal fortalecimiento de la sociedad civil. El diseño de gobernabili-dad de la transición fue negociado por una elite política muyreducida, conformada por los que dejaban el gobierno y losque lo asumían, en un marco constitucional, económico y deinstituciones políticas débilmente modificado. Su orientaciónprincipal fue mantener el crecimiento económico –sobre ba-ses neoliberales– y normalizar la institucionalidad política ase-gurando la estabilidad, par lo cual se entregó un poder de vetoa la minoría pro dictadura. El principal campo donde se in-tentó producir cambios fue el de la política social: incremen-tando el gasto, focalizando en nuevos sectores, creando nue-vas reparticiones y programas, etc.

Si bien se reconstituyó el sistema político y los principa-les partidos tradicionales volvieron por sus fueros, la verdades que el sistema político ya no cumplió el papel de antaño,perdiendo gran parte de su capacidad mediadora. El sistema

19 Las condiciones de competencia por los fondos públicos establecidas porel Estado, han generado también situaciones de conflicto entre las orga-nizaciones sociales de base, especialmente las Juntas de Vecinos, y las ONGconformadas por profesionales, que aparecen como «mediadoras» de losrecursos destinados a la politica social.

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presidencialista con hegemonía del Ministerio de Hacienda,la institucionalidad centralizada y los fuertes límites del pro-pio proceso de transición que todos querían cuidar, fue ha-ciendo que los partidos perdieran prestigio y funcionalidad.En su lugar aparecieron las políticas y programas sociales delgobierno en interlocución directa con grupos comunitarios yun abanico más variado de actores de la sociedad civil, en granmedida fomentados por el propio gobierno, los empresariosy nuevas corrientes provenientes del exterior.20

¿Una nueva sociedad civil? El campo de disputa deuna sociedad desigual

¿Cómo ha evolucionado el espacio no gubernamentaldesde el regreso de la democracia? El espacio de acción de lasociedad civil fue siendo llenado con nuevas expresiones conbaja articulación y vinculación mutua: el archipiélago de lasociedad civil. En primer término se puede mencionar el enor-me contingente de organizaciones, principalmente microlo-cales, creadas por el Estado u orientadas a hacer viable la po-lítica social estatal. Como puede verse en la siguiente tabla, lainmensa mayoría de las organizaciones responde a ese patrón:de pequeño tamaño y alcance y, generalmente, con alguna par-ticipación en políticas públicas o fondos estatales o comunales.

20 Hemos analizado la evolución de las vinculaciones entre la acción guber-namental y la dinámica social en sus diferentes variantes en G. Delamaza:Tan Lejos Tan Cerca. Sociedad Civil y Políticas Públicas en Chile. LOMEdiciones, Santiago de Chile, 2005.

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Tipo de Organización CantidadLas mayoritarias (más de 3.000 en el país)

Junta de Vecinos 11.402 Club Deportivo 8.549 Centro de Padres y Apoderados 8.096 Sindicato 7.374 Comité Allegados 4.455 ClubAdultos Mayores 3.470 Asociación Gremial 3.264 Comité de Pavimentación 3.063

Entre 1.000 y 2.999 asociaciones en el país Comunidad de Agua; Centro de Madres, Grupo Artístico; Club, Corporación, Comunidad Indígena, Organización de Salud, Taller Laboral, Cooperativa, Bomberos 16.845

Entre 100 y 999 asociaciones en el país Centro Cultural, Fundación, Grupo Scout, Centro Juvenil, Agrupación Empresarios, Organización de Mujeres, ONG, Organización Agrícola, Comité de Seguridad Ciudadana, Organización Estudiantil, Unión Comunal, Colegio Profesional, Asociación Indígena, Comité de Agua Potable, Comité de Desarrollo Local, Comité Habitacional 7.101

Menos de 100 asociaciones

Organización Ecológica, Comité de Adelanto, Organización de Hecho, Organización de Consumidores, Asociación de Propietarios 244 Otras 9.505 TOTAL 83.386Elaboración propia a partir de PNUD. Informe de Desarrollo Humano en Chile,2000. pp.:302 – 30321

21 Para tener un punto de comparación respecto de la significación de estacantidad de asociaciones (donde no se incluyeron las religiosas), baste

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En cuanto a los objetivos principales de este mundo aso-ciativo, estos resultan congruentes con lo expresado.

En cuanto a las ONG que hemos analizado precedente-mente, se han evidenciado trayectorias diversas.

En el caso de las organizaciones asistenciales, también lla-madas «de voluntariado», son instituciones que durante losúltimos años han logrado un importante posicionamientopúblico a través de los medios masivos, el que utilizan paracaptar gran cantidad de fondos del público. Las campañas ge-neradas desde las organizaciones de la «matriz jesuita» como

Objetivos de las Organizaciones Porcentaje

Potenciación Estratégica 25,2Sociabilidad 22,1Adelanto-Mejora Calidad de Vida 18,1Fomento-Promoción 13,7Apoyo Mutuo 5,8Administración-Gestión 4,1Asistencia 2,9Expresividad Artístico-Espiritual 2,8Otros 2,0Sin Información 3,3TOTAL 100Elaboración propia a partir de PNUD: op. cit. p. 130

decir que la misma metodología aplicada en Argentina arrojó un númeromenor de organizaciones (79 mil) para un país con el doble de población.

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el Hogar de Cristo, Un Techo para Chile y otras, han produ-cido una importante movilización voluntaria de jóvenes, prin-cipalmente estudiantes universitarios de sectores medios yaltos. Estas instituciones promueven un modelo de trabajoque combina voluntariado, financiamiento a través de meca-nismos de donación privada directa (campaña de socios, en-trega de vueltos en los supermercados, colectas públicas),donación privada con franquicia estatal, aportes directos eindirectos del gobierno y gestión empresarial a gran escala,tanto en la gestión interna de la institución como en áreas denegocios y alianzas estratégicas.22

Junto a las fundaciones tradicionales surgen otras recien-tes, vinculadas a sectores empresariales o simplemente a per-sonas acaudaladas, dedicadas a labores asistenciales más espe-cíficas. Eluden las acciones de connotación política o con-frontacional, pero presionan al Estado por la ampliación delos mecanismos de estímulo a las donaciones privadas por lavía de franquicias y otros mecanismos. Por ejemplo cuandoel gobierno de Ricardo Lagos reguló las donaciones, estable-ciendo que un porcentaje de ellas iría a constituir un Fondode Ayuda Social al que accederían las organizaciones que no

22 En el caso del Hogar de Cristo esto incluye una empresa funeraria (ahoraconcesionada mediante una «licencia»), una constructora de viviendassociales, un «banco de los pobres» y alianzas estratégica con un canal detelevisión y una cadena de supermercados. Los distintos organismos sevinculan entre sí al modo de un holding de empresas. NESsT, Hogar deCristo: Mobilizing Social Resources. Case Studies Nº 2, 2000. http://www.nesst.org/documents/HogardeCristoinglespage1FINAL.pdf

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tienen capacidad de llegar al gran público, se produjo una ce-rrada reacción de las grandes organizaciones de voluntariado,junto a la disminución drástica de las donaciones de las gran-des empresas, lo que llevó al gobierno a negociar una refor-ma acorde a sus planteamientos.

En la actualidad se aprecia la emergencia de un sector «neo-asistencialista», formado por aquellas organizaciones de grantamaño que se han asociado al sector empresarial, adoptandosus modelos de gestión y recibiendo sus aportes. Algunas deellas –como Un Techo para Chile– movilizan una gran canti-dad de voluntarios jóvenes, especialmente del sector univer-sitario y desarrollan una activa política de presencia en me-dios de comunicación. Otro sector importante de fundacio-nes apoyadas por el empresariado, que tiene acceso a diferen-tes franquicias a la donación, se dedican a educación y a lacultura. Por último, destaquemos algunas dedicadas a jóve-nes en riesgo social, como Fundación Esperanza –establecidapor un senador de oposición para atención de drogadictos– ytambién varias dedicadas a microcrédito y microemprendi-miento, un sector muy privilegiado por el empresariado, conacceso a abundante financiamiento público (Fundación Tra-bajo para un Hermano; Fundación BanIgualdad –establecidapor el ex candidato presidencial de la derecha, Joaquín Lavín,según el modelo de Banco de los Pobres–; Fondo Esperanza,del Hogar de Cristo; entre otras).

Las grandes empresas también han constituido fundacio-nes, de acuerdo a la tendencia denominada de «responsabili-dad social empresarial». Es el caso de la Fundación Escondida–del holding neozelandés BHP Billiton– y Pelambres –del

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Grupo chileno Luksic–, ambas de la gran minería del cobre;Pehuén –de la empresa de generación eléctrica Endesa–, Te-lefónica; Arauco –de Celulosa Arauco–; entre muchas otras.Ninguna de ellas es fundación donante en el sentido de lafilantropía profesionalizada de los países del norte. Antes bienson ejecutoras directas de acción social o apoyo discrecional aestablecimientos educativos o de asistencia en diversos ru-bros. Un modelo de mayor involucración con el sector pú-blico, estrategias de corresponsabilidad social e incluyendodonaciones, está presente en la Fundación AVINA –del em-presario transnacional Schmitheini– y Carmen Goudie –del hol-ding chileno DERSA– en la región de Coquimbo. Un caso com-pletamente atípico lo constituye la Fundación Pumalín, del mi-llonario ecologista estadounidense Douglas Tompkins, que hacomprado grandes extensiones de terreno en el sur de Chilepara donarlas al Estado como territorios de preservación ecoló-gica. Por su orientación, esta es la única fundación sometida per-manentemente a críticas provenientes del sector empresarial ygrupos políticos conservadores, dentro y fuera del gobierno. Elregistro de Fundaciones indica que existen unas 900 de ellas, sinembargo no se sabe cuantas están activas y cuantas no.

El outsourcing del vínculo del Estadocon la sociedad civil

Un caso especial lo constituye la Fundación para la Supera-ción de la Pobreza, entidad nacida originalmente como unConsejo Asesor del Presidente de la República durante el

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período de Frei Ruiz-Tagle (1994 – 2000), presidido por elempresario, ex ministro del gobierno de Patricio Aylwin ymuy vinculado a la Iglesia, Alberto Etchegaray. También tie-ne un directorio con importante presencia empresarial y fuer-tes vínculos con la Iglesia Católica, sin que por ello hayaadoptado la línea más confesional de muchas de sus pares,ni tampoco la modalidad de gestión proveniente del sectorprivado. Se trata de una organización financiada por el pre-supuesto público (a través del Ministerio de Planificación yel Ministerio del Trabajo). Su origen y financiamiento esta-tal le permite cumplir un rol de interlocución hacia las polí-ticas públicas en materias de pobreza y ha desarrollado unaimportante movilización de jóvenes profesionales y univer-sitarios a través de programas de alcance nacional. De hechoestos programas representan la «externalización» del vínculoentre Estado y sociedad civil en zonas de pobreza, a través deuna Fundación privada.

El otro intento de outsorcing en cuanto al vínculo con el sec-tor no gubernamental lo constituyó el Fondo de las Améri-cas, originado en la conversión de deuda bilateral con EstadosUnidos, con un patrimonio de 20 millones de dólares. Eraadministrado por un Consejo Mixto donde participaba elgobierno y las ONG beneficiarias del Fondo. Fue destinadoíntegramente al sector no gubernamental para proyectos demedio ambiente. Una vez terminado los recursos, no hubovoluntad gubernamental de renovar el fondo en acuerdo conEstados Unidos, ni tampoco incorporarlo como partida delpresupuesto nacional. La estrategia de los responsables delFondo fue constituir la Fundación de las Américas, comoentidad privada que, sin embargo, seguiría administrando

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fondos públicos (como el Fondo Global de la Lucha contrael SIDA) y participando de concursos y licitaciones públi-cas. Sin embargo, a la fecha de elaboración de este trabajo–2009– el Secretario Ejecutivo del Fondo, junto a otros fun-cionarios del mismo están procesados por mal uso de losrecursos asignados para el Fondo Global. Ello ha significadoun descrédito importante para nuevas formas de asociaciónentre Estado y ONG, no sujetas a la modalidad de concur-sos de proyectos y licitación para la ejecución de los progra-mas públicos, erosionando la legitimidad del sector nogubernamental como actor de lo público.

Durante los años ‘90 las ONG de desarrollo, en cambio,se fueron desperfilando en su espacio de acción por variasrazones: disminución del financiamiento internacional, emi-gración de cuadros profesionales, desaparición de institucio-nes, presencia cada vez más relevante de las funciones de con-sultoría al gobierno en la actividad de las instituciones, pérdi-da de la capacidad de investigación y propuesta, y debilidadde sus redes asociativas. Las ONG han intentado diversas ins-tancias de articulación, manteniéndose desde 1991 la Asocia-ción Chilena de ONG (ACCION), que agrupa a varias de-cenas de ellas y que ha sido un interlocutor constante de estasinstituciones en el espacio público y frente a las autoridades.ACCION tiene capacidad de seguimiento y monitoreo delas políticas públicas, al menos en el área de participación so-cial y derechos humanos.

También existen redes sectoriales, siendo más fuertesaquellas que cuentan con algún apoyo o vínculo internacio-

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nal. Dos sectores pueden ser considerados con cierta fuerzaen este sentido: medio ambiente y mujeres y género. En esteúltimo caso, además, se ha conseguido un importante impac-to en la definición y operación de la política gubernamentalen pro de la igualdad de oportunidades entre hombres y mu-jeres. Esto permite a las ONG de mujeres una importanteactividad de estudio, asistencia técnica y respaldo de los pro-gramas gubernamentales, junto a una actuación en el campode las redes internacionales dedicadas al tema.23 También lasONG dedicadas a temas indígenas son relevantes en este sen-tido, aunque sus vinculaciones con el movimiento social in-dígena no son del todo orgánicas. Las redes de infancia y ado-lescencia, también muestran este perfil, pues junto a las redesinternacionales, se vinculan a una política social activa porparte del gobierno.

En el caso de las ONG medioambientales la situación es,en general, de mayor conflicto con el gobierno, así como tam-bién con el gran empresariado dedicado a la explotación derecursos naturales. Las ONG medioambientales han desa-rrollado campañas de gran efecto como la oposición a las cen-trales hidroeléctricas en el Alto Bío Bío; el acuerdo con laindustria forestal para certificación medioambiental luego de

23 La situación de las organizaciones de base del movimiento de mujeres essignificativamente menos favorable: cuentan con mucho menos apoyoexterno, no participan de las redes especializadas de profesionales en te-mas de género (organismos de Naciones Unidas, redes globales) y surelación con el gobierno está mucho más relacionada a la ejecución deprogramas en los cuales no han participado como creadoras.

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publicar un inserto en el New York Times denunciando lasituación en Chile y la actual campaña «Patagonia Sin Repre-sas», apoyada también desde el exterior. Un campo de altavisibilidad pública son las organizaciones de advocacy en tornoa temas de derechos. Entre ellas podemos distinguir aquellasligadas a organismos internacionales, que tienen una orienta-ción más «liberal». En este campo ha sido muy importante elrol de la Fundación Ford en Santiago, que ha apoyado siste-máticamente los temas de derechos de las mujeres, minoríassexuales y derechos humanos.

Así tenemos organismos como el Observatorio de Dere-chos Humanos, surgido de la Facultad de Derecho de la Uni-versidad Diego Portales, que realiza monitoreo sistemáticode este tema en el presente. También el Observatorio de De-rechos Indígenas, la Corporación Humanas, el Observatoriode Equidad y Género y el Foro Chileno de Derechos Sexua-les y Reproductivos. También, apoyada inicialmente desde laagencia holandesa NOVIB, está la Corporación GENERA,dedicada a campañas en torno a abusos de poder contra losciudadanos y ciudadanas. La principal limitación de estos or-ganismos es que su difusión depende del sistema de mediosde comunicación, fuertemente concentrado en términos depropiedad y sesgado hacia posiciones conservadoras.

También tienen presencia en Chile las redes internacio-nales dedicadas a temas específicos, entre las que desatacanAmnesty International, que no interviene mayormente en laproblemática nacional y Greenpeace dedicada a temas demedioambiente, con agresivas campañas comunicacionales.La de mayor impacto es, en todo caso, Transparency Interna-

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cional (a través de Chile Transparente), por la enorme im-portancia que le ha concedido el gran empresariado y el siste-ma de medios a la agenda de transparencia y fiscalización delsector público. De hecho existen diversas otras ONG dedi-cadas al tema y recientemente se ha dictado una Ley de Trans-parencia y Acceso a la Información, cautelada por un ConsejoPúblico Privado –compuesto por representantes de gobierno yoposición– con atribuciones para fiscalizar y obligar al gobierno.

Un advocacy de alto perfil público, es la que realizan lasFundaciones conservadoras financiadas por el gran empresa-riado. Las más importantes en términos de influencia son lasestablecidas por Agustín Edwards, el dueño de la cadena pe-riodística El Mercurio. Son fundaciones con un lugar pre-eminente en la agenda pública, por el poder de su fundador ypor la inmediata repercusión que su actividad tiene en el sis-tema de medios. Así ocurre con la Fundación Paz Ciudadana,prácticamente la única que genera agenda en torno al tema deseguridad ciudadana y lucha contra la delincuencia y la Fun-dación País Digital, dedicada a temas de gobierno electróni-co.24 Cuentan en sus Directorios con empresarios y ex altosfuncionarios de los gobiernos de la Concertación que hacenel puente político hacia el gobierno.25 Pero también existen

24 También Paz Ciudadana fue impulsora clave de la Reforma Procesal Pe-nal aprobada durante el gobierno de Eduardo Frei Ruiz Tagle, pese a queno figuraba en su programa de gobierno.

25 Existe un número relativamente pequeño de ex altos funcionarios queparticipan de directorios de grandes empresas, fundaciones y universida-des privadas; tienen espacio propio en los medios de comunicación, son

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fundaciones dedicadas a la llamada «agenda pro vida» –comoChile Unido– cuya acción consiste principalmente en opo-nerse y movilizarse contra la despenalización del aborto, ladistribución de anticonceptivos como la «píldora del día des-pués», la educación sexual en los establecimientos educacio-nales, entre otros. En una línea «transversal», es decir articulan-do personas de diferentes sectores, está también Comunidad Mu-jer, formada por mujeres de elite, que reivindica explícitamentelos temas que a ese sector interesan y con una gran presenciamediática desde el momento mismo de su nacimiento.

Otro sector que debe destacarse es el de los think tanks,grupos parecidos a centros de estudio, pero cuyo trabajo esmucho menos académico en sentido tradicional, están fuer-temente orientados hacia las políticas públicas y la influenciaen ellas, con una estructura muy liviana y flexible. No produ-cen investigación básica ni mantienen proyectos de medianoplazo, sino un subproducto de conocimiento experto dirigi-do a fines prácticos. Generalmente responden a esquemas yagendas valóricas y políticas definidas –tal como ocurre conalgunas ONG– y dependen de mecenazgos. Forman parte del

permanentemente invitados a los eventos del sector y consultados comoexpertos en muchos temas. Entre ellos destacan: Eugenio Tironi y Enri-que Correa, empresarios y consultores en comunicación política de gran-des empresas y el gobierno; René Cortázar, José Pablo Arellano, Edmun-do Pérez Yoma, que han ocupado altos cargos públicos durante el gobier-no de Bachelet luego de haber transitado desde sus puestos en gobiernosanteriores a directorios de grandes empresas privadas y José Joaquín Brun-ner, ex ministro y académico de la Universidad Diego Portales.

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desplazamiento general desde el Estado, los partidos y las uni-versidades al ámbito privado: Fundaciones, Centros de Estudioy think tanks.

Think Tanks conservadores:los más influyentes de Chile

De lejos el think tank que más influencia política posee es elInstituto Libertad y Desarrollo, fundado por el ex ministrode Pinochet Hernán Büchi luego de perder la contienda pre-sidencial a manos de Patricio Aylwin en 1989. Defiende laagenda ideológica neoliberal en lo económico y neoconser-vadora en lo político e ideológico, asesora a la bancada parla-mentaria de la Unión Democrática Independiente (UDI),monitorea la política pública en múltiples áreas (en la líneade un «gabinete sombra») y produce gran cantidad de estu-dios. Otro muy influyente es el Centro de Estudios Públi-cos (CEP), dirigido por el empresario Eliodoro Matte (deuno de los principales grupos económicos del país), con elcentro de encuestas de opinión de mayor prestigio y una grancapacidad de convocatoria a la elite empresarial para el diá-logo con los políticos. Como muestra de la influencia deestos centros puede mencionarse que el Instituto Libertad yDesarrollo registró de lejos el mayor porcentaje de partici-pación en audiencias parlamentarias durante la tramitaciónde las leyes en 2007.26 En cuanto al CEP, una de las activida-

26 Observatorio Parlamentario. Balance Anual al Poder Legislativo Año 2007.Corporación HUMANAS, Santiago de Chile, 2008.

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des ya tradicional de los candidatos presidenciales, los presi-dentes y ministros de hacienda al asumir el gobierno es re-unirse con la elite empresarial en el CEP, lo que escomunicado públicamente por los medios como «rendir exa-men» ante quienes controlan la economía. Ambos centrosfueron ubicados en las posiciones 3 y 4 respectivamente delranking de los Top 25 Think Tanks de América Latina. Endicha lista no aparece ningún otro centro chileno.27 Otroscentros con menor perfil, directamente ligados a la políticade la derecha en áreas de formación y asesoría son la Funda-ción Jaime Guzmán, el Instituto Libertad y la FundaciónFuturo establecida por el multimillonario y candidato presi-dencial Sebastián Piñera.

En el campo concertacionista también hay grupos simila-res, aunque no con tanta influencia y recursos. Ligados a laDemocracia Cristiana están el Centro de Estudios del Desa-rrollo (CED), CIEPLAN, -cuyos integrantes tuvieron fuertepresencia en los diferentes gobiernos del período, sobre todo enel de Aylwin-, Fundación Frei y Fundación Justicia y Democra-cia dirigida por el ex presidente Aylwin. El caso de CIEPLAN esrevelador, surgido como un programa de estudios económicosdentro de la Universidad Católica a comienzos de los años se-tenta, emigró de la misma luego del golpe militar y la hegemoníasin contrapeso de los economistas neoliberales. Mantuvo una

27 Mc Gann, J. The Global «Go-To Think Tanks». The leading public poli-cy research organizations in the world. University of Pennsilvania, Phila-delphia, 2008.

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intensa actividad apoyada desde el exterior durante los añosdel gobierno militar, desarrollando los principales enfoques crí-ticos al modelo económico. A partir de mediados de los ochenta,la mayor parte de sus integrantes moderan sus críticas y planteanla necesidad de mantener rasgos básicos del modelo de aperturay desregulación implantado por Pinochet, adicionando políticassociales. Sus investigadores han ocupado importantísimas posi-ciones en el gobierno, así como en organismos internaciona-les durante el período: Alejandro Foxley, René Cortázar y JoséPablo Arellano como ministros; Mario Marcel como Direc-tor de Presupuesto y en el BID, entre otros. Durante los prime-ros 15 años de la democracia CIEPLAN permaneció práctica-mente desactivado, siendo reconstituido y renovado en los últi-mos años, para albergar nuevamente a sus integrantes, ya no comoinvestigadores sino como miembros de su directorio. En 2009Alejandro Foxley ha vuelto a ejercer la presidencia del Centro.

En el campo socialdemócrata o progresista, están Funda-ción Chile XXI, ProyectAmérica, establecida por ex minis-tros del gobierno de Lagos; Democracia y Desarrollo por elpropio ex presidente Lagos e Instituto Igualdad, ligado al Par-tido Socialista. Todos estos grupos son de reciente creación,pues la pauta predominante durante el grueso del períodofue la transferencia desde las ONG hacia el Estado central,sin trayectorias de retorno. Salvo en el caso de CIEPLAN –quese reconstituye durante el período de Bachelet, por un ciertodesplazamiento inicial del grupo en el poder desde 1990– el«regreso» a la sociedad civil se produce a través de la creaciónde nuevos organismos, como fundaciones y think tanks y no alsector de las ONG preexistentes.

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Finalmente, también ligado a la Concertación, está el gru-po EXPANSIVA, fundado por el actual ministro de Hacien-da Andrés Velasco. EXPANSIVA reunió, a modo de red in-formal, a un selecto grupo de tecnócratas de alto capital cul-tural, principalmente economistas, en torno a una línea libe-ral-progresista, muchos de los cuales habían formado partede los equipos de gobierno. La influencia de este grupo decorta data, fue enorme en la conformación de los equiposministeriales del gobierno de Bachelet, al punto que existie-ron iniciativas parlamentarias y de partidos de la coaliciónorientadas específicamente a desplazar a los ministros «deEXPANSIVA» del gabinete. En 2008 este grupo decidió institu-cionalizarse, para lo cual se alió con el Instituto de Ciencias Polí-ticas de la Universidad Diego Portales, fundiendo sus nombresy adoptando una línea más parecida a un centro académico tra-dicional, aunque sin abandonar su fuerte presencia pública.28

La sociedad civil con fines de lucro: universidadesprivadas y medios de comunicación

Existen otros dos núcleos de gran influencia sobre la agendapública que no cumplen con la definición de ser organiza-ciones «sin fines de lucro», pues son empresas ligadas a gran-

28 También el millonario y político Fernando Flores estableció la Funda-ción Mercator dedicada a temas de innovación tecnológica y co-auspiciala Fundación País Digital junto a Agustín Edwards. En 2009 Flores aban-donó la Concertación para apoyar la candidatura de Sebastián Piñera.

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des capitales, pero que de hecho influyen «desde la socie-dad» en diversos ámbitos. Nos referimos a los medios decomunicación y las universidades privadas. Los medios es-critos están concentrados en dos grandes cadenas, El Mer-curio y COPESA, cada una propietaria de múltiples diariosen todo el país, concentrando el 90% de la circulación y elavisaje. Ambas cadenas son ideológicamente conservadoras,apoyaron activamente al régimen militar y, en la política ac-tual, se acercan a las posiciones de la UDI.29 Mientras ElMercurio es el diario de la elite del poder y destina el tabloi-de Las Ultimas Noticias a la farándula y el público popular,COPESA se orienta al segmento medio «emergente», conun formato más «moderno» y una agenda menos conservado-ra en los temas «valóricos». También cuenta con un diario po-pular, La Cuarta. No hay revistas de circulación relevante, conexcepción de The Clinic, semanario satírico y político nacidodurante la detención de Pinochet en Londres, de fuerte orien-tación contra el establishment y amplia llegada al público joven.

La televisión abierta cuenta con cuatro cadenas nacionalesque han llegado a tener un peso relativamente similar, todasellas sometidas a una operación de mercado y la obtenciónde recursos a través del avisaje comercial.30 El canal estatal

29 Incorporan entre sus columnistas a hombres e la Concertación, normal-mente del selecto grupo que ya mencionamos en la Nota 8.

30 Cuando se estableció la televisión en Chile a fines de los sesenta, su ope-ración fue confiada al Estado y a las Universidades, combinando un mo-delo de aportes públicos con avisaje comercial. Durante el gobierno mili-tar Televisión Nacional se convirtió en organismo de propaganda del ré-gimen, mientras los demás canales fueron censurados permanentemente.

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tiene un directorio compartido entre gobierno y oposición ymantiene una programación acorde a los requerimientos delmarketing comercial, pues no cuenta con financiamiento pú-blico. El Canal de la Universidad Católica, mantiene unaorientación conservadora, ligada a la Iglesia. Algo similarocurre con el principal canal comercial privado, Megavisión,del empresario ultraconservador recientemente fallecidoRicardo Claro. Por último está Chilevisión, frecuencia de laUniversidad de Chile, pero concesionada al empresario yactual candidato presidencial de la derecha, Sebastián Piñe-ra. En la radio impera una situación de mayor pluralismopolítico y social, aunque también la tendencia es a la con-centración de la propiedad en pocas cadenas.

En cuanto a las universidades privadas, estas formalmenteoperan como Corporaciones sin fines de lucro, pero en lamayor parte de ellas su gestión está asociada directamente aempresas inmobiliarias a través de las cuales extraen ganan-cias. Se puede diferenciar tres grupos básicos: las controla-das por grupos ideológicos de derecha: Gabriela Mistral,Adolfo Ibáñez, de Los Andes (Opus Dei) , del Desarrollo(Joaquín Lavín y otros empresarios y políticos también delOpus Dei), Finis Terrae (Legionarios de Cristo) y varias más.Un caso especial es la Universidad Diego Portales, formadapor un grupo empresarial conservador, pero que no trans-fiere recursos ni utilidades, sino que funciona efectivamen-te como Corporación. En el ámbito político ha girado haciauna gestión pluralista, más bien ligada a sectores de la Con-certación. Es dirigida por el filósofo Carlos Peña, ha integra-do a diversas figuras que combinan perfil académico conrelevancia política –como José Joaquín Brunner, Jorge Mar-

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shall, ex ministro, proveniente de CIEPLAN– y ha integra-do a EXPANSIVA como centro universitario y sostiene elCentro de Derechos Humanos, de clara orientación críticay progresista.

Otro grupo son las universidades están controladas por gru-pos ideológicos progresistas: Alberto Hurtado (jesuita), Sil-va Henríquez (salesianos), Bolivariana, ARCIS (izquierdaextraparlamentaria) y de Humanismo Cristiano,. Esta últi-ma nació bajo la dictadura por iniciativa del Cardenal SilvaHenríquez y fue formada por varias ONG y centros de es-tudio. Hasta la fecha esas ONG mantienen vínculos con launiversidad, pero se han debido incorporar otros inversio-nistas. Por último, entre las propiamente lucrativas respal-dadas en grupos empresariales, están las controladas porgrupos internacionales, que funcionan estrictamente comoun negocio: Las Américas y Andrés Bello. Son las más gran-des (con 15 mil alumnos cada una). También otras de tama-ño intermedio como la Central y la Autónoma de Chile (nacidaen Temuco por iniciativa del empresario y ex parlamentario deRenovación Nacional Teodoro Rivera), entre otras.31

Un último sector, que combina características de ONGcon otras más propias de organizaciones sociales de base, es elde los movimientos ciudadanos, principalmente orientados aconflictos urbanos y de defensa del medio ambiente. Surgen

31 Las universidades cuentan con una franquicia tributaria para las donacio-nes empresariales. El porcentaje ampliamente mayoritaria va a la Univer-sidad de Los Andes, Católica y del Desarrollo.

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principalmente de problemas específicos, como la modifica-ción de los planes reguladores comunales en beneficio de lasgrandes empresas inmobiliarias o frente a externalidades ne-gativas de obras de infraestructura o inversiones productivas.Aquellos que muestran mayor consolidación y éxito son losque combinan la estrategia de acción legal, con la moviliza-ción activa, generalmente apoyada por los medios de comu-nicación –que han ido acogiendo crecientemente el papel dedenunciantes)– y el aporte de expertos y profesionales quefortalecen la demanda y las propuestas. Han logrado inciden-cia en la modificación y congelamiento de once Planes Regu-ladores comunales, el cambio de trazados y obras en diferen-tes proyectos inmobiliarios o viales y el incremento de costosasumido por el Estado en diversos proyectos. Un estudio re-ciente calcula en US $586 millones el costo adicional que hantenido para el Estado estos procesos de participación ex post,frente a diseños que no consultaron a la comunidad, ni con-sensuaron proyectos, ni indemnizaron adecuadamente loscostos implicados.32

Los Movimientos Ciudadanos «ABC1»

El movimiento pionero fue el que surgió como oposición alproyecto de autopista urbana en Santiago denominado Cos-

32 Poduje, I. Participación Ciudadana en Proyectos de Infraestructura y Pla-nes Reguladores. Temas de la Agenda Pública Año 3, Nº 22. PontificiaUniversidad Católica de Chile, 2008.

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tanera Norte, por parte de los vecinos de los barrios de clasemedia y alta. El último ha sido el plebiscito comunal organi-zado en la comuna de Vitacura (la más rica del país), que fueel primer plebiscito de origen ciudadano desde la reforma ala ley municipal en 1999. En estas experiencias, así como enotras, se evidencia que una participación exitosa en térmi-nos de lograr cambios está asociada a la mejor situación eco-nómica de sus moradores y a la mayor vinculación y capacidadde influencia de los vecinos y vecinas en relación a los cen-tros de poder dentro y fuera del gobierno. Estos sectores sontambién los que han logrado superar la fragmentación quecaracteriza a las organizaciones ciudadanas en el país, dandoorigen a una influencia más significativa. De un total de 32organizaciones ciudadanas surgidas con posterioridad al con-flicto de Costanera Norte, 18 de ellos lo han hecho en elbarrio alto tradicional de Santiago, a los que se suman losprovenientes de desarrollos inmobiliarios recientes en las co-munas mas pudientes y a barrios de altos ingresos construi-dos en comunas populares. Con ello «la proporción demovimientos ‘ABC1’ se eleva a 66%. El 16% restante se dis-tribuye en comunas de clase media (…) sólo el 19% de losmovimientos ciudadanos se localizan en comunas de bajosingresos»).33

33 Poduje, op. cit. p. 7. Por las características del proceso, los cambios deregulaciones y programas y los mayores costos asociados no necesaria-mente responden a un incremento del bien público, sino que a la res-puesta forzada que el Estado ha debido dar a movilizaciones de gruposcon capacidades de incidir.

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Como puede apreciarse de la revisión precedente, la so-ciedad civil organizada se ha ido diversificando hacia una pautamucho más heterogénea que en el pasado. En su estructura, ysobre todo en los resultados de incidencia que obtienen, sedetectan y reproducen las pautas de inequidad que atraviesanla situación del país, otorgando un privilegio a los sectoressocial y económicamente más aventajados, influidos por quie-nes detentan los mayores stocks de capital simbólico y cultural–medios y universidades privadas– y con una creciente pre-sencia del componente técnico profesional. Se reduce, por lotanto, el potencial democratizador de las organizaciones nogubernamentales en el país. Mientras en los sectores popula-res y las ONG de desarrollo el vínculo predominante es conel gobierno, con dificultades para mantener la autonomía, enlos demás grupos aparecen vinculaciones cada vez más fuertescon el sector de las grandes empresas chilenas y transnacionales.

De vuelta al Estado: ¿cómo, cuándo y para quéparticipa la sociedad civil en los asuntos públicos?

En los apartados anteriores hemos caracterizado la evolu-ción y los rasgos actuales que ofrece el sector no guberna-mental como parte de la sociedad civil chilena. Para valorarsu rol y contribuciones específicas al curso de la democrati-zación, el desarrollo y la inclusión social en el país, debemossin embargo referirnos a la evolución de la contraparte esta-tal. Es el Estado el que estructura los canales mediante loscuales se regula la acción no gubernamental y se fomentan o

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inhiben sus diferentes expresiones. Pero, además de esa afir-mación general, es el Estado quien puede modificar even-tualmente la tendencia observada a que el sector no guberna-mental reproduzca las inequidades propias de la sociedad chi-lena. De los canales de participación que se organicen desdeel Estado y las posibilidades de incidencia que éste permita,dependerán en gran medida que dichas tendencias –origina-das en los fenómenos de desigualdad y concentración econó-mica, comunicacional y educativa– se puedan modificar o con-tinúen reproduciéndose. Fundamentaremos brevemente estahipótesis para luego describir las pautas principales de vincu-lación entre el Estado chileno y la actuación de los organis-mos no gubernamentales y la sociedad civil en general.

Ya hemos señalado la importancia histórica que la rela-ción con el Estado tuvo para la sociedad civil chilena, relacióncanalizada principalmente a través de la política. En el con-texto post transicional esa relación se transforma, principal-mente en cuanto a la pérdida de centralidad de la política ylos partidos en esa vinculación. En el plano político se suma aello la tradición presidencialista del Estado chileno, reforzadapor la Constitución de 1980 y no modificada en ese aspectopor los gobiernos de la Concertación. Ello disminuye sensi-blemente las atribuciones del parlamento, convirtiéndose elEjecutivo de hecho en colegislador por diferentes vías: mate-rias que le son de iniciativa exclusiva (por ejemplo toda leyque tenga consecuencias presupuestarias), poder de veto ymanejo de las agendas legislativas por la vía de las urgencias.

Es por lo anterior que los vínculos con la sociedad civil seproducen a partir de instancias mucho menos formales e ins-

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titucionalizadas que las propias de la institucionalidad demo-crática, como el parlamento. Un Estado con mucho menospeso y poder que antaño, abre objetivamente el espacio parala presencia e influencia, tanto de las fuerzas del mercado comopara algunos actores sociales.34 El asunto es, entonces, es de-terminar cual es el resultado de esa presencia, en términos desu contribución positiva o negativa a la democratización, lainclusión social y la equidad. En el caso del sector empresa-rial, la economía chilena presenta un patrón concentrador,obedeciendo al dinamismo del sector exportador de recursosnaturales, de fuerte componente transnacional (cobre, ma-dera, fruta y salmones, en ese orden) y, recientemente, a al-gunos rubros específicos del mercado interno (básicamenteel retail, con empresas chilenas que se expanden hacia Améri-ca Latina). Sólo escapa a esa tendencia la empresa estatal delcobre –CODELCO– que financia las políticas del Estado.35

La sociedad civil, especialmente en el segmento que he-mos descrito, tampoco escapa, como hemos visto, a las ten-dencias globales. Sus organizaciones y actividades se concen-tran de manera desmesurada en la capital del país, con escasasexcepciones. Se advierte un predominio de los grupos conpoder económico y político en la conformación de sus prin-

34 En términos de contribución al PIB, el Estado chileno pasó del 70% a nomás del 25%, luego de la privatización de la gran mayoría de sus empre-sas. La gran excepción, que permanece en manos estatales, es la empresaCODELCO, propietaria de las minas de cobre nacionalizadas en el pe-ríodo de la Unidad Popular.

35 Su aporte al presupuesto público se realiza después de descontar el 10%de las ventas brutas para financiamiento de las Fuerzas Armadas.

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cipales expresiones y una incidencia –en las agendas públicasy las decisiones políticas– directamente proporcional a ese po-der. Por último, la inserción internacional de algunos gruposen grandes coaliciones con contrapartes fuertes en países delnorte, es también un factor de fortaleza de los grupos de lasociedad civil. Y lo es, porque les permite gozar de mayorautonomía respecto de las restricciones internas provenien-tes del mercado o la agenda autolimitada del Estado. En lamedida que algunas de esas coaliciones están basadas en ladefensa y promoción de los derechos humanos y propicianestándares de mayor equidad e inclusión social, benefician unmejor posicionamiento de las ONG que a ellas se vinculan.

En el contexto descrito, las miradas se vuelven hacia losfactores que podrían equilibrar esta situación, permitiendoque el sector no gubernamental se orientase de manera másclara y nítida hacia profundizar la democratización de la so-ciedad, la mayor inclusión de los grupos desfavorecidos y lacorrección de las inequidades. Para lograrlo no son suficien-tes la vigencia de las libertades de expresión y asociación y elfuncionamiento regular de los mercados. El problema remi-te, por lo tanto a las regulaciones y el marco de la participa-ción de la sociedad civil –en este caso de las ONG– en elejercicio de la ciudadanía y en los asuntos públicos. Nos obli-ga a volver la mirada, una vez más a la esfera de la acciónestatal y su vínculo con la sociedad. Más allá de la contribu-ción directa del Estado a la reducción de la pobreza y a unaincipiente protección social a través de las políticas sociales,¿cuánto ha avanzado el Estado chileno en el desarrollo de sis-temas de participación de la sociedad civil en las decisiones

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sobre asuntos públicos? Y, en segundo término, esos desarro-llos ¿modifican, reproducen o intensifican las tendencias in-equitativas que hemos identificado tanto en el mercado comoen la propia sociedad civil?

Responderemos a la pregunta anterior, caracterizando laacción del Estado en diferentes ámbitos no necesariamentecongruentes entre sí:

a) el Estado chileno ha adoptado desde 1990 políticas pú-blicas activas en el área social, tendientes a paliar lasconsecuencias más graves de la operación de un mer-cado privado con altas tasas de concentración eco-nómica; a asistir prioritariamente a los individuoscuyos ingresos no alcanzan la denominada línea dela indigencia (aunque manteniendo como referen-cia los estándares de consumo de 1986)36; a incre-mentar y mejorar la oferta pública de servicios bási-cos (salud, educación, vivienda, previsión social); aestablecer medidas compensatorias hacia algunosgrupos especialmente discriminados de nuestra so-

36 Un estudio reciente calcula que si se actualizara la «canasta básica» debienes y servicios que se usa para determinar el número de «pobres» e«indigentes» con la Encuesta de Presupuesto Familiar de 2007, el porcentajede pobre ascendería nuevamente a 29% (y no 13,7% como sostienen las ci-fras oficiales basadas en la «canasta» de 1986), mientras la «indigencia» alcan-zaría un 6.2% (en vez del 3,2%). Es decir ha habido reducción de la pobreza,pero su magnitud y dinámica no es la que señalan las cifras oficiales, siendonecesaria una modificación en la forma de calcular. Larraín, F.Cuatro Millones de Pobres. Actualizando la Línea de Pobreza.Estudios Públicos Nº 109, Centro de Estudios Públicos, 2008.

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ciedad (mujeres, indígenas, discapacitados, adultosmayores, entre otros) y, recientemente, a establecer unsistema de «protección social» que evite que más per-sonas ingresen a la «extrema pobreza» frente a coyun-turas económicas, familiares o sociales.

b) La estrategia anterior ha permitido reducir la pro-porción de pobreza existente en el país, brindar ma-yores bienes y servicios a los grupos más desfavore-cidos, reducir la brecha entre el sector rural y el ur-bano y mejorar el nivel de vida de la población endiferentes aspectos. Sin embargo no ha permitidoalterar la desigual distribución del ingreso y las opor-tunidades que caracterizan a la sociedad chilenacomo una de las más desiguales del mundo. Esto seexplica, entre otras razones, porque las fuentes de ladesigualdad no han sido mayormente intervenidaspor la acción estatal, permaneciendo en control delsector privado, con tendencia creciente a la concen-tración económica.

c) En esta estrategia el Estado ha actuado de acuerdo a latradición chilena y a la estructura y normativa del pro-pio Estado, es decir de manera centralizada, sectorial ydescoordinada, y actuando de un modo principalmen-te top down.

d) No se han puesto en práctica nuevas estructuras departicipación que permitan un protagonismo diferen-te de las organizaciones sociales en materias relevantesde bien público. Esto se debe a que el énfasis ha estado

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en la restauración de la institucionalidad política re-presentativa y su reproducción, en las condiciones es-tablecidas al comienzo de la transición. Incluso esa ins-titucionalidad tiene diversas restricciones que la limi-tan, producto de la negociación entre dictadura y de-mocracia que se produjo el ’89 y la pervivencia hastahoy de la Constitución de 1980.

El Proyecto de Ley de Participación Ciudadana

En el plano jurídico, desde el 2004 se encuentra en trámitela Ley de Asociatividad y Participación Ciudadana en la Ges-tión Pública, sin que hasta la fecha se haya podido aprobar.Ese proyecto crea la figura de Organizaciones de InterésPúblico, institucionaliza el Fondo para el Fortalecimientode la Sociedad Civil, establece la obligatoriedad de contarcon normas de participación en las reparticiones públicas yconstituir Consejos de Organizaciones de la Sociedad Civil–aunque de carácter consultivo y sin estándares para su cons-titución– en todos los niveles de la administración. Desde1993 se ha facilitado la constitución de ONG de desarrollo através de un Estatuto Tipo de tramitación rápida y barata.No existen exenciones tributarias, ni beneficios de ningúntipo asociados a la condición de ONG de desarrollo u otrasde entidades sin fines de lucro.

e) La evaluación de los mecanismos institucionales departicipación en políticas públicas muestra una evidente

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falta de unidad de criterios y claridad de conceptos, asícomo de estándares de cumplimiento en las entidadespúblicas que han puesto en práctica instrumentos paraello. Ello se traduce en una importante cantidad demecanismos, pero de escasa efectividad y potencial.37

Existe una gran variedad de «programas participativos»que realizan dicha participación en el ámbito de la im-plementación y el co-financiamiento, dirigidos prin-cipalmente hacia las organizaciones de base, sin ins-tancias adecuadas de control social.

f) En el ámbito local (municipios) no existen institucio-nes legítimas, conocidas y efectivas para participar. Estoa pesar de la obligatoriedad de contar con OrdenanzasMunicipales de Participación, así como de elaborarparticipativamente los Planes de Desarrollo Comunaly los Planes Reguladores. En general la normativa selimita al nivel consultivo, a las entidades organizadastradicionales (Juntas de Vecinos y Uniones Comuna-les) y no da origen a derechos exigibles, ni obliga a lasautoridades a tomar en cuenta sus procesos. Este défi-

37 La evaluación de un reporte oficial de los mecanismos institucionales departicipación en políticas y programas públicos reveló que un 37% nopodían considerase como tales; un 44% se situaban en el terreno estricta-mente instrumental, con un fuerte énfasis en difusión de información; ysólo un 19% correspondía a una participación «empoderadora» de la so-ciedad civil. Fernández, M. y Ordóñez, M.Participación Ciudadana en la Agenda Gubernamental de 2007. Caracte-rización de los Compromisos.Programa Ciudadanía y Gestión Pública, Universidad de Los Lagos, 2007.

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cit es todavía más agudo en el ámbito de los gobiernosregionales, ya que éste ni siquiera cuenta con los me-canismos existentes en el ámbito municipal y su formade generación es a través de un mecanismo electoralindirecto.

g) Las instancias de consulta y asesoría que el gobiernoha convocado para diferentes materias (educación,pobreza, infancia, trabajo y equidad, previsión so-cial, política indígena, fortalecimiento de la socie-dad civil, derechos humanos) han practicado la «par-ticipación por invitación», vale decir la designacióndiscrecional de individuos –no organizaciones– porparte de la autoridad, con una fuerte presencia delestamento tecnocrático y los think tanks, tanto de laConcertación como ligados a la oposición. En algu-nos de ellos se ha dado cabida al sector de ONG dedesarrollo y al de asistencia y voluntariado. Se tratade instancias de participación ad hoc, que no gene-ran obligaciones para el Estado, ni derechos para losparticipantes, no son accountable ante la sociedad ci-vil, ni están claramente articuladas con la cadena dedeliberación política y decisiones públicas. Repre-sentan de este modo una «ventana de apertura» de lagestión pública hacia un segmento relativamenteprivilegiado o de mayor visibilidad de la sociedadcivil, pero sin que esta pueda controlar o regular sufuncionamiento y consecuencias.

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Mecanismos de FinanciamientoPúblico para las ONG

a) Las franquicias estatales para donación se limitan al sectorempresarial y no incluyen la posibilidad de donaciones delas personas, se restringen a ciertos temas específicos y handemostrado favorecer a pocas organizaciones, sesgar a favorde las expresiones ideológicamente conservadoras o de elite(en el caso de educación superior, arte y cultura); b) En cual-quier caso las franquicias hacia el sector no lucrativo son muyinferiores a las que disponen algunos actores del mercado(forestal, capacitación laboral, construcción de viviendas,entre otros); c) Gran parte de la política pública se ejerce através e la externalización de servicios, en los cuales partici-pan los organismos de la sociedad civil, pero sus metas, mo-dalidades de operación, control, etc., está en manos del Estadoy no permiten autonomía; d) La subvención municipal a or-ganismos civiles se practica escasamente –dada la precarie-dad económica de los municipios– muy por debajo de loslímites que la ley permite (7% del presupuesto municipal).La subvención educacional favorece en sus 2/3 a empresa-rios de la educación y 1/3 a organismos no lucrativos, espe-cialmente congregaciones religiosas y algunas fundacioneseducacionales de origen empresarial; e) Desde el 2004 existeel Fondo para el Fortalecimiento de la Sociedad Civil, queaporta anualmente unos 2 millones de dólares, para la ejecu-ción de pequeños proyectos de corta duración (no más decuatro meses), beneficiando principalmente a organizacio-nes sociales de base y una cierta cantidad de proyectos deFundaciones y Corporaciones.

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El recuento anterior indica que, si bien el Estado chile-no ha logrado algún impacto corrector de inequidades enmateria social a través de su acción directa e indirecta, noha generado una institucionalidad participativa que brindea la sociedad civil espacios efectivos para intervenir comoactor de lo público. Menos aún ha diseñado estrategias,instituciones y acciones que apunten a que ello tenga con-secuencias democratizadoras, incluyentes y de fomento dela equidad en las decisiones públicas. En el caso de agen-das de importantes reformas, como la del Sistema ProcesalPenal, la Salud, la Previsión y los intentos de Reforma Edu-cacional, estas se han estructurado sobre la bases de redesde politica pública con grupos muy restringidos de actoresciviles, ligados a la elite política y con fuerte componentetécnico, como los think tanks. 38

38 Quizás la única excepción lo constituyó el intento por conformar un arcomuy amplio y mucho más representativo en torno a la reforma educacio-nal, cuando se organizó el Consejo Asesor Presidencial con más de 80integrantes. Detrás de ello estuvo el masivo movimiento estudiantil se-cundario de 2006. Sin embargo el Consejo no logró acuerdos significati-vos, las organizaciones estudiantiles y de profesores se retiraron de la ins-tancia y los proyectos de ley se negociaron en otro espacio, con parlamen-tarios y técnicos de la oposición y el gobierno. Aguilera, C.Participación Ciudadana: los Consejos Asesores Presidenciales del Go-bierno de Bachelet.Ponencia al Congreso de LASA, Montreal, 2007.

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Profundizar la democracia, ampliar el espaciopúblico y fortalecer la inclusión

El significado y consecuencias de la acción de la sociedadcivil depende de los contextos en los que se ejerce y no tieneun sentido único. En el período de recuperación democráticala sociedad civil se articuló en torno a ese horizonte, cum-pliendo un papel progresivo desde fuera de la institucionali-dad controlada por la dictadura. La consolidación de una so-ciedad en crecimiento pero marcada por la desigualdad y laconcentración de ingresos y oportunidades y la falta de cana-les institucionales para fortalecer la acción social y su partici-pación en los asuntos públicos han debilitado el rol democra-tizador de la sociedad civil chilena.

Al mismo tiempo la evolución democrática de Chile hadado lugar a una diversificación de la sociedad civil. Dichadiversificación ha seguido pautas consistentes con las princi-pales tendencias de la situación nacional: las corrientes aso-ciadas al poder económico –fuertemente concentrado y dota-do de permanente dinamismo– experimentan un importantedesarrollo y gozan de márgenes significativos de influencia.Mientras tanto, la organización social de base también crece,pero bajo la forma de un archipiélago: pequeñas unidadesdesconectadas entre sí, con escasa influencia sobre las deci-siones y orientaciones de políticas que los afectan. Ello ocu-rre al alero de las políticas sociales, en asociación desigual ysubordinada con el Estado, en la medida que no se han crea-do estructuras de participación que les permitan una mayorinfluencia. Vale decir se verifica una doble pauta que está de-

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terminando el desarrollo y diversificación de la sociedad ci-vil: la que se origina en el poder económico y su influencia yla que surge como producto de la acción focalizada del Esta-do, especialmente en el área social.

Las ONG surgidas en los ochenta se han debilitado y handebido adaptarse a un rol de consultoras de la política públi-ca, perdiendo gran parte de su capacidad propositiva. Algu-nas de ellas, sin embargo, particularmente las que mantienenvínculos de cooperación y redes con organizaciones pares enel extranjero, cuentan con más autonomía y sus agendas tie-nen mayor influencia. También se verifica una mayor movili-zación ciudadana, frente a problemas medioambientales yurbanos, así como en el caso de la demanda indígena y otrostemas. Sin embargo la pauta que parece ser más fuerte en elsector no gubernamental muestra la fortaleza y alta capacidadde incidencia de aquellos grupos ligados al gran empresaria-do, que comparten una agenda conservadora. También lasONG ligadas a la Iglesia Católica se han fortalecido, tanto lavertiente tradicional jesuita como la vinculada a nuevos mo-vimientos conservadores, principalmente el Opus Dei y los Le-gionarios de Cristo. Surge allí una corriente neo-asistencialistacon apoyo empresarial y movilización de grupos de elite.

De acuerdo a lo anterior los desafíos principales que seplantean en el país para lograr un rol democratizador para elsector no gubernamental apuntan a revertir las persistentestendencias a la inequidad, ampliar el espacio público para laparticipación de la sociedad civil en la profundización demo-crática y fortalecer a los segmentos con menor poder y visibi-lidad de la propia sociedad civil. De esta manera los desafíos

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futuros no radican solamente en crear «mecanismos de parti-cipación» –lo que también es necesario– sino de modificaralgunas de las causas de inequidad y exclusión que predomi-nan. Así como la política social se ha orientado a intentar co-rregir las inequidades por la vía de focalizarse en los sectoresexcluidos, así también se necesita equilibrar el poder relativode la «baja sociedad civil», para hacerla más incluyente y equi-tativa. Es decir, se trata de crear condiciones que fortalezcan ala sociedad civil y su rol en lo público, asegurando que dichascondiciones no reproduzcan la exclusión y la desigualdad.

Para que los «mecanismos de participación» se conviertanen efectivos canales de expresión ciudadana, estos deben su-perar la «participación por invitación» y meramente consulti-va que actualmente predomina. El desafío para éstos es fun-darse en derechos e institucionalizarse, reduciendo así su ca-rácter ad hoc y lo efímero de algunas de sus manifestaciones.Esto significa concordar ex ante, quienes tienen derecho aparticipar, en qué materias y con qué consecuencias. Lapolítica pública, a diferencia de la iniciativa privada, tienela posibilidad de definir reglas que aseguren la participa-ción amplia de diversos grupos al margen de su poder pre-vio. Se ha examinado las formas de participación de la so-ciedad civil en la estructuración de agendas públicas y suinfluencia en decisiones. Se constata la prevalencia de me-canismos informales y la tendencia a concentrarse en unospocos actores, vinculados a las elites económicas y políti-cas. En este sentido el desafío es de ampliación del espaciopúblico de deliberación, vinculándolo a la toma de deci-siones sobre los asuntos públicos.

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Una última reflexión en relación a la política y los parti-dos. La transición chilena ha mostrado signos de gran estabi-lidad en términos del sistema y los actores políticos que parti-cipan. Pero se verifica un creciente problema de crisis de re-presentatividad y prestigio de los partidos políticos y los cuer-pos electos. La estabilidad política chilena tiene condicionesque limitan el rol de los partidos y los representantes popula-res: en el plano político el sistema presidencialista de coali-ción y el sistema electoral binominal, que sobrerrepresenta ala «primera minoría». En el plano institucional la limitaciónsurge del reducido rol del Estado y en el económico del pesoexcesivo de los «controladores» del mercado. Vale decir quepor un lado el poder estatal enfrenta limitaciones importan-tes y por otro el sistema político limita severamente el papelde los partidos en la mediación de intereses sociales e impideen los hechos la renovación de las elites. De hecho su rol seva reduciendo a la selección del personal gubernamental –sinpoder asegurar su lealtad una vez designados– y los candida-tos al parlamento. El juego de negociaciones estratégicas parala toma de decisiones se realiza principalmente entre el eje-cutivo y actores extra estatales o bien por fuera del parlamen-to, que actúa cuando los acuerdos ya han sido tomados. A suvez el Estado se relaciona con los ciudadanos y usuarios deservicios directamente a través de los programas gubernamen-tales. Todo ello tiende a limitar el papel de la representacióndemocrática y la mediación partidaria. Al igual que en otrospaíses el prestigio y la confianza ciudadanas en los partidos yel parlamento son extremadamente bajos, lo que profundizael problema.

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Surgen entonces diferentes mediaciones sociales, institu-cionales y simbólicas que amenazan con reemplazar a los par-tidos. Estos, hasta el momento, han sido incapaces de evolu-cionar, abriendo nuevos canales de mediación y participación.Ello se debe, en gran medida, a que las reglas del sistemapolítico establecen incentivos muy fuertes para la estabili-dad y barreras de entrada significativas para los nuevos ac-tores que presionan por ingresar. Pero no debe confundir-se el «espacio protegido» que las reglas ofrecen a los parti-dos, con su influencia real y su capacidad de ejercer lasfunciones tradicionales. En este campo están amenazadospor el nuevo rol de los medios de comunicación y las ex-presiones de la sociedad civil que cuentan con mayor po-der social y económico.

Lo que aquí se propone es una estrategia de participaciónincluyente y democratizadora, en la cual el sector no guber-namental tenga un espacio. Para que ello no signifique unasuerte de «reemplazo» de los partidos políticos, que debilita-ría la democracia, debe vincularse esto tanto a reformas polí-ticas que democraticen a los propios partidos (tarea que no seaborda en este trabajo), como a una construcción de la parti-cipación que también debe tener sus reglas para constituir larepresentatividad. La participación involucra también resol-ver temas de representación, pues gran parte de ella no seejerce de modo directo, lo que normalmente resulta difícil deenfrentar para los responsables públicos (¿con quién me en-tiendo? ¿a quienes convocar, para que sea representativo?).Apertura, transparencia e incrementalidad son los criteriosque aquí se proponen.

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La apertura significa que no es responsabilidad del orga-nismo público determinar a los representantes de la sociedadcivil con derecho a participar, sino sólo definir mecanismosmediante los cuales éstos puedan determinarse. En este cam-po debe pasarse desde la «participación por invitación» queno cuenta con un fundamento público y transparente, a unametodología que permita determinar un universo de involu-crados (stakeholders) y a partir de ello «convocar públicamentea los interesados» y constituir así un registro público que per-mite luego elegir representantes.

Como el proceso de apertura siempre será incompleto,es indispensable la transparencia y publicidad de dichos ac-tos, vale decir darlos a conocer, pero también explicitar loscriterios que fundamentan la determinación de quienes de-berán participar (o elegir representantes). El logro nunca serácompleto, pues siempre un espacio de participación así comoincluye a algunos, excluye a otros.

Por lo anterior debe considerarse un criterio de incrementa-lidad, en las sucesivas convocatorias o ciclos de participación.Vale decir se debe evaluar el alcance obtenido por una convoca-toria y orientar nuevos esfuerzos a incluir quienes no están par-ticipando, manteniendo abiertos los canales para ingresar. Comose trata de instancias que cuentan con algún poder (de asigna-ción de recursos, de orientación de políticas, de veto, etc.) esnecesario definir inhabilidades y conflictos de intereses, regla-mentando su adecuado funcionamiento (junto a mantener lapublicidad y la apertura de la instancia). Combinando los crite-rios descritos se pueden construir estrategias que, ampliando laparticipación a la sociedad civil, eviten los riesgos de la misma.

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La emergencia de actores con capacidad de mediación porfuera de los partidos es una realidad de hecho. El desafío en-tonces es articular esa realidad con la representación tradicio-nal. Pero para que ello ocurra deben democratizarse y forta-lecerse los partidos, así no dependerán de las agendas de losmedios de comunicación o del poder del dinero. Y al mismotiempo deben establecerse con claridad y transparencia losderechos y las reglas mediante las cuales una sociedad civil,desafiada también por la inequidad y la exclusión, puede par-ticipar de los asuntos públicos, para una mejor y más profun-da democracia.

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BOLIVIA: ONG Y MOVIMIENTOS

SOCIALES EN TIEMPOS DE CAMBIO

Fernando Mayorga

Una nota periodística fechada en mayo de 2008 señalaba:«En la conformación del gabinete ministerial del presidenteEvo Morales predomina la presencia de profesionales y téc-nicos procedentes de las Organizaciones No Gubernamen-tales [ONG] que apoyan el ‘proceso de cambio’; [está] lejosde ser un gobierno de ‘movimientos sociales’ con participa-ción de líderes indígenas… Las ONG tienen 14 de los 16ministerios y 47 de los 53 viceministerios. El peso indígena esnulo (El Nuevo Día, 19/05/2008). El tenor de esta nota, almargen de su verosimilitud o inexactitud, pone en tapete dediscusión dos rasgos centrales del proceso político: el prota-gonismo de los movimientos sociales, sobre todo campesinoe indígena, y la presencia de ONG en la gestión guberna-

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mental. Estos hechos denotan la existencia de cambios im-portantes en la trama y en el papel de la sociedad civil, asícomo en las relaciones entre gobierno y actores sociales; cam-bios que se enmarcan en un proceso de reforma y transiciónestatal que está en curso desde principios de esta década yadquirió nuevos bríos con el arribo de Evo Morales a la presi-dencia de la República, a la cabeza del Movimiento Al Socia-lismo (MAS).

El MAS venció en las elecciones de diciembre de 2005con mayoría absoluta de votos y durante su gestión guberna-mental (2006-2009) desplegó una política de carácter nacio-nalista e indigenista que modificó de manera profunda lasrelaciones entre Estado, economía, política y sociedad. El na-cionalismo se manifestó en la nacionalización de los hidro-carburos, en mayo de 2006, dando inicio a una política eco-nómica de carácter estatista. El indigenismo se manifestó enla Asamblea Constituyente (2006-2007) con la aprobación deun modelo de Estado Plurinacional que responde a las de-mandas del movimiento campesino e indígena. Durante estagestión también se transmutó la política internacional con unalineamiento a las posturas de Cuba y Venezuela y la cuasiruptura de relaciones con Estados Unidos. La reforma estataladquirió un carácter estructural con la aprobación de unanueva Constitución Política del Estado (CPE) en enero de2009, mediante referéndum aprobatorio. El nuevo modelode Estado se caracteriza por el retorno del protagonismo es-tatal en las tareas del desarrollo económico y social, el reco-nocimiento de derechos colectivos de los pueblos indígenasy una descentralización político-administrativa que se orga-

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niza en un modelo de autonomías territoriales en el nivel sub-nacional: departamental, municipal e indígena.

Sobresale el reconocimiento de las «naciones y pueblosindígena originario campesinos» como sujetos con derechoscolectivos, entre los que se destacan autonomía territorial congobiernos locales propios; representación directa en el parla-mento y en las asambleas legislativas departamentales, me-diante circunscripciones especiales o cuotas étnicas; justiciacomunitaria con rango similar a la justicia ordinaria; propie-dad y control de recursos naturales en sus territorios, y otrasdisposiciones referidas a salud, educación, economía, etc. des-de una perspectiva asentada en el reconocimiento de plura-lismo en diversas facetas («Bolivia se funda en la pluralidad yel pluralismo político, económico, jurídico, cultural y lingüís-tico, dentro del proceso integrador del país», Art. 1 de la CPE).Estos cambios hacia una ciudadanía multicultural denotan elprotagonismo del movimiento campesino e indígena en elproceso constituyente y ponen en evidencia las transforma-ciones en las relaciones entre el sistema político y la sociedadcivil y en la propia trama de la sociedad civil.

En los últimos años la sociedad civil boliviana presentanuevos rasgos en sus diversas facetas. Estas facetas de la so-ciedad civil tienen relación con el proceso de construcción deciudadanía, la ampliación de la esfera pública y la existenciade una abigarrada trama de organizaciones sociales. En esteúltimo caso, sobresale la vigorosa acción de movimientos so-ciales, particularmente sindicatos campesinos y organizacio-nes indígenas, cuyo accionar está vinculado a labores de capa-citación, fortalecimiento organizacional, apoyo técnico y fi-

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nanciero desplegadas por ONG y fundaciones sin fines delucro, en su mayoría con respaldo financiero de la coopera-ción internacional. Se trata de un vínculo previo a la victoriaelectoral de Evo Morales y que adquirió connotaciones parti-culares durante la gestión gubernamental del MAS.

Nuestro objetivo es evaluar, en términos generales, lasmodificaciones en la sociedad civil boliviana, prestando aten-ción a los lazos entre gobierno, movimientos sociales y ONG.El resurgimiento de movimientos sociales a principios de 2000inaugura un ciclo de protestas que provoca la renuncia de dospresidentes (Gonzalo Sánchez de Lozada en octubre de 2003y Carlos Mesa en junio de 2005) y el adelantamiento de elec-ciones generales en diciembre de 2005, que culminan con lavictoria del MAS. Estos movimientos sociales mantienen la-zos con ONG locales y se articulan a redes internacionalesdel movimiento «altermundista», cuyo discurso contestatariorespecto al neoliberalismo y la globalización está aunado conpropuestas políticas centradas en la democracia participativay en el cuestionamiento a los partidos políticos.

A partir de enero de 2006, los cambios en las relacionesentre movimientos sociales y ONG son igualmente profun-dos, porque la gestión gubernamental del MAS muestra unaimportante presencia de personeros de ONG en el poder eje-cutivo, asimismo sobresale la participación de varias redes deONG en la Asamblea Constituyente en apoyo a representan-tes campesinos e indígenas. Paulatinamente, el discurso delas ONG (y de la cooperación internacional en general) sefue adecuando a los parámetros discursivos establecidos porel gobierno de Evo Morales respecto al desarrollo y a la de-

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mocracia. No obstante, también se dieron situaciones con-flictivas entre el gobierno de Evo Morales y algunas ONGvinculadas a agencias de cooperación internacional norteame-ricanas, así como entre organizaciones populares y ONG,denotando la complejidad de estas relaciones.

En este trabajo, a partir de una sucinta delimitación te-mática y un bosquejo sobre las características de las ONG,analizamos los rasgos centrales del proceso político, los cam-bios en la sociedad civil y los vínculos entre Estado, movi-mientos sociales y ONG para evaluar las modificaciones enel proceso político decisional y la democracia boliviana.

Definición instrumental y concepción normativade sociedad civil

La noción de sociedad civil tiene un carácter ambiguo enla medida que involucra una dimensión descriptiva y una fa-ceta normativa. La primera se refiere a las organizaciones so-ciales, a la esfera pública o al proceso de ciudadanización yexige analizar su configuración, consistencia y ámbitos de ac-ción con relación a su incidencia en el cumplimiento de lasfunciones del Estado. La dimensión normativa tiene que vercon demandas sociales relativas a la calidad de la democraciay supone el aporte de la sociedad civil en la consolidación delEstado de Derecho como modelo de ordenamiento políticocuya legitimidad se sustenta en la vigencia plena de las liber-tades individuales y los derechos humanos. Es pertinente dis-tinguir estas dos facetas puesto que, en términos descriptivos,

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es posible evaluar la sociedad civil «realmente existente» y, entérminos normativos, se postulan las tareas que la sociedad civil«debe» cumplir para aportar en la construcción democrática.

Así, la sociedad civil es un entramado de institucionessociales y, también, es una esfera pública. Son dos caras deuna moneda puesto que la existencia de organizaciones autó-nomas es posible en la medida que existe una esfera pública(distinta de lo privado y lo estatal) y esa esfera remite a «espa-cios y procesos de comunicación societal abiertos, autóno-mos y políticamente relevantes [en los que] individuos sinstatus oficial buscan persuadirse los unos a los otros por me-dio de la argumentación racional y la crítica en torno a asun-tos de interés general» (Arato y Cohen 1999:37). En otrostérminos, alude a formas de asociación voluntaria de indivi-duos que actúan en función de propósitos comunes y, al mis-mo tiempo, a un ámbito de interdiscursividad que incide enlas decisiones estatales. En esa medida, la sociedad civil implicaorganizaciones de asociación voluntaria y esfera pública.

Ahora bien, la posibilidad y capacidad de acción autóno-ma de individuos asociados voluntariamente tiene como re-quisito la vigencia de derechos ciudadanos, y esta vigencia –legal e internalizada por los individuos– es la base de la exis-tencia de la sociedad civil como esfera pública a la que concu-rren individuos y grupos con afán común e interés delibera-tivo. En la medida que existen aspectos deficitarios en la vi-gencia de los derechos individuales y colectivos, la ciudada-nización se constituye en medio y fin de las acciones de lasociedad civil. En suma, la sociedad civil involucra tres di-mensiones: organizaciones sociales, esfera pública y ciudada-

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nía. Ahí radica su complejidad y por eso su análisis combinaaspectos descriptivos y normativos, porque se trata de «aquelespacio público y heterogéneo de instituciones que resulta dela dinámica de asociación, representación y participación noestatales ni privadas, a través de la cual se constituyen sujetose identidades colectivas» (Tapia en CIPCA/CRS 2005).

En esa perspectiva, un estudio descriptivo realizado en2005 sobre organizaciones de la sociedad civil boliviana con-templa su estructura organizativa y participativa, los valoresque promueven y el impacto social y político de sus acciones;ese análisis se completa con una mirada sobre el entorno po-lítico y socioeconómico prestando atención a la relación en-tre sociedad y Estado (CIPCA/CRS 2005: 17-20). Entre las or-ganizaciones se tomó en cuenta a diferentes sectores: sindicatos,juntas de vecinos, pueblos indígenas, asociaciones de profesio-nales, entidades de comercio y negocios, organizaciones de mu-jeres, activistas ambientales, logias, partidos políticos, grupos re-ligiosos y redes de ONG (:28). La pesquisa esboza una sociedadcivil con significativa participación y capacidad asociativa, «sobretodo en organizaciones religiosas, juntas vecinales y comunida-des campesino-indígenas» (:18). Las organizaciones enarbolanvalores convencionales entre los que se destacan democracia, no-violencia, equidad étnica y erradicación de la pobreza, no obs-tante muestran debilidad en algunos valores, sobre todo en rela-ción a derechos de las minorías y a problemas medioambientalesque resulta del déficit en ejercicio de ciudadanía.

El impacto de las organizaciones de la sociedad civil esmedianamente fuerte y se expresa en el reconocimiento desu aporte en el empoderamiento de los ciudadanos y en la

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canalización de intereses y demandas sociales en un contextomuy politizado y con presencia directa en marchas de protes-ta, asambleas y movilizaciones por temas de interés nacional(:92-93). Se trata, por ende, de una sociedad civil organizadade manera extendida y a diversa escala, con elevados gradosde asociacionismo y participación política y una labor orien-tada por valores vinculados a la democracia y al desarrollo.Por esta razón, las organizaciones de la sociedad civil gozande confianza en la opinión pública, tal como señala un estu-dio sobre cultura política que muestra que los medios de co-municación y las ONG tienen mayor aceptación que los par-tidos políticos y la policía, e inclusive que los sindicatos, co-rroborando una tendencia puesta de manifiesto en 2002 y 2004,según datos de la Auditoría de la democracia Informe Bolivia 2006(Seligson 2006: 141).

En este trabajo, prestamos atención a las ONG que secaracterizan por realizar una tarea de incidencia (advocacy) quese sustenta en metadiscursos como el desarrollo (desarrollosustentable, desarrollo humano), la democracia (democraciaparticipativa, democracia directa) y la interculturalidad, confuerte acento en la diversidad étnica. Estas organizacionespromueven valores tales como equidad (de género, genera-cional), tolerancia y transparencia, que son difundidos me-diante labores de formación y capacitación dirigidas a grupossociales marginados y/o excluidos, también encaran la trans-misión de saberes técnicos que se orientan al fortalecimientode las organizaciones sociales en diversos rubros (manejo detierras, producción agropecuaria, fortalecimiento organizati-vo, capacitación de cuadros dirigentes) y, sobre todo, al apoyo

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en gestión local del desarrollo (salud, educación, seguridadalimentaria, acceso a crédito).

El mundo de las ONG

Según datos extraoficiales, en Bolivia se consigna la exis-tencia de alrededor de 1.600 ONG, debido a un crecimientoque se dio particularmente en la década de los noventa. Esecrecimiento fue resultado, en gran medida, de la aplicaciónde la Ley de Participación Popular (1995) que fortaleció lademocracia municipal y promovió la participación ciudadanaen el desarrollo local. Anteriormente, durante los años seten-ta, las ONG fueron forjadas por impulso de la iglesia católicay por militantes de partidos políticos de centroizquierda comoparte de la lucha y resistencia contra las dictaduras militares,con labores de promoción de los derechos humanos.

Con la transición democrática en 1982, algunas ONGactuaron como mecanismos de vinculación de los partidospolíticos con organizaciones populares, en cambio, otrasONG, sobre todo ligadas a la iglesia católica, promovieron elfortalecimiento de los sindicatos obreros y campesinos, yapuntalaron la creación de agrupaciones indígenas. Asimismo,en ese período «se crean nuevas ONG… intentando encontraralternativas de desarrollo económico para superar la pobreza y…en respuesta a la sequía e inundaciones de 1982 y años posterio-res. Estos sucesos fueron responsables de una crisis agrícola queestimuló una respuesta masiva de [las agencias de] la coopera-ción internacional, las cuales inyectaron cantidades significati-

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vas de fondos a las ONG para implementar programas deemergencia y reconstrucción… desde entonces, las ONG em-pezaron a priorizar cuestiones relativas a producción agrícola,tecnología, manejo de recursos naturales así como organizaciónsociopolítica y educación popular» (JICA 2007:21).

A partir de 1985, debido a la aplicación del ajuste estruc-tural y la posterior implementación de las denominadas «re-formas de segunda generación» (participación popular, des-centralización administrativa, reforma educativa, reforma delsistema de pensiones), las ONG adoptaron una postura críti-ca a las coaliciones de gobierno, conformadas por partidos tra-dicionales, en consonancia con el rechazo de las organizacionespopulares a los planes de privatización y descentralización de losservicios públicos de salud y educación. Un efecto de la imple-mentación del neoliberalismo fue la disminución del apoyo es-tatal a la agricultura campesina, y «estos recortes implicaron quelas ONG volvieron a ser las principales fuentes de apoyo para eldesarrollo rural en las comunidades campesinas» (:21).

No obstante, en los años noventa se aplicaron importan-tes reformas políticas e institucionales que incentivaron lacreación de ONG y permitieron ampliar sus labores. Desde1995, con la Ley de Participación Popular, se procedió a laconformación de gobiernos municipales mediante voto ciu-dadano en todo el territorio del país y no solamente en loscentros urbanos. La ampliación de la democracia municipalvino acompañada del reconocimiento de las organizacionessociales (sindicatos campesinos y comunidades indígenas enel campo, juntas de vecinos en las ciudades) como sujetos departicipación en la gestión del desarrollo local.

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En estas circunstancias, las ONG se enfrentaron al retodel apoyo técnico a los gobiernos municipales, sobre todo enzonas rurales donde la institucionalidad estatal era casi nula,en combinación con el respaldo convencional a las organiza-ciones campesinas e indígenas, cuyos dirigentes accedieron acargos de autoridad municipal e iniciaron su incursión direc-ta en la política institucional. En torno a la gestión del desa-rrollo local se produjo el crecimiento de las ONG y al influjodel fortalecimiento de las organizaciones campesinas e indí-genas se inició una nueva modalidad de relación entre acto-res de la sociedad civil.

Como señalamos, se considera que en Bolivia existe másde un millar y medio de ONG, no obstante, hacia fines de2005, solamente cerca de 700 estaban oficialmente registra-das (VIPFE 2005). La mayoría, alrededor de 80%, son de ca-rácter nacional y las más importantes funcionan en redes.Entre estas sobresalen: Asociación de Instituciones de Pro-moción y Educación (AIPE) con 27 afiliadas, Asociación deOrganizaciones No Gubernamentales en Proyectos de Salud(ASONGS) con 23 afiliadas, Coordinadora de la Mujer con24 inscritas, Asociación de Instituciones para el DesarrolloRural (FINRURAL) con 13 afiliadas, Liga de Defensa delMedio Ambiente (LIDEMA) con 28 afiliadas, Programa deCoordinación de Salud Integral (PROCOSI) con 33 asocia-das, Unión Nacional de Instituciones para el Trabajo de Ac-ción Social (UNITAS) con 29 afiliadas. Sus denominacionesmuestran el abanico de temas que abordan: seguridad alimen-taria, salud, derechos humanos de las mujeres, microcréditorural, medio ambiente, vivienda, desarrollo sostenible y ca-

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pacitación. La cooperación internacional que financia sus la-bores proviene de los gobiernos de Canadá, Estados Unidosy de la mayoría de los países europeos, entre los que sobresa-len Suecia, Holanda, Bélgica, Alemania, España, Dinamarcay Reino Unido. También reciben recursos de ONG interna-cionales, una buena parte de ellas están vinculadas a la iglesiascatólicas y protestantes, así como a fundaciones de diverso cuño.

Bolivia es uno de los países andinos con mayor apoyo dela cooperación internacional y en alguna circunstancia, a fi-nes del 2004, inclusive se solventaron gastos de la burocraciaestatal con sus recursos. Este apoyo, de carácter gubernamentalo no, se canaliza de manera prioritaria a la ejecución de pro-yectos de desarrollo a través de entidades internacionales olocales. La mayoría de las ONG realizan labores en el sectoragropecuario, en educación y cultura, en proyectos de sanea-miento básico, salud y pequeña industria, en ligazón con or-ganizaciones sociales y gobiernos municipales, a los que apo-yan en fortalecimiento institucional. Más de la mitad estánconcentradas en los departamentos de la zona occidental delpaís, sobre todo en La Paz y Cochabamba, aunque propor-cionalmente tienen una presencia importante en todas las re-giones, sobre todo en zonas rurales (JICA 2007: 26-27).

Pautas para clasificar las ONG bolivianas

Una primera pauta de clasificación es el motivo funda-cional, no obstante muchos de los motivos predeterminadosse van moldeando en función a los cambios en las orientacio-

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nes y políticas gubernamentales. Así, las ONG más impor-tantes fundan su existencia en términos como: desarrollo,justicia, democracia, equidad, participación, solidaridad. Tér-minos que luego repiten en una escala menor dentro sus ob-jetivos y orientaciones de acción, otorgando pautas más finasde clasificación. Finalmente, la autodefinición de las propiasinstituciones privadas de desarrollo (otro nombre que utili-zan para designarse) permite detectar características que ayu-dan a formar grupos de ONG, advirtiendo que algunas fron-teras son difusas y algunos grupos se superponen, y que estoposiblemente disminuya o amplíe su espectro de acción, so-bre todo cuando funcionan en redes. Esta sería una califica-ción a partir de cómo se ven las propias ONG, en una suertede autodefinición. Pero también existen indicadores impor-tantes que permiten calificar y clasificar desde afuera, en unasuerte de definición externa, que advierte lo que hacen, pro-ducen o realizan. El tipo de financiamiento, las fuentes derecursos y la magnitud del capital son otros elementos queaportan a la clasificación, pero en la mayoría de los casos noexiste información pública o accesible. Luego está el ámbitode acción como elemento diferenciador que permite clasifi-caciones referidas a su labor en escala local, departamental,nacional o de irradiación internacional mediante su adscrip-ción a redes globales. Finalmente, otro elemento diferen-ciador entre las ONG tiene que ver con los destinatarios opoblación objetivo de los proyectos. En base a estas conside-raciones, surgen los siguientes grupos que permiten una cla-sificación de las ONG en Bolivia.

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Por autodefinición y motivo fundacional

El primer grupo de ONG se define porque pretendenejercer incidencia ( advocacy) en el ámbito político social, esdecir, tienen un soporte discursivo activo a una causa o posi-ción, mediante la cual buscan como objetivo el cambio haciauna sociedad democrática, solidaria, equitativa y justa. Fue-ron ampliando su tarea promoviendo los derechos económi-cos, sociales y culturales, y posteriormente, los derechos in-dígenas reconocidos en el Convenio 169 de la OrganizaciónInternacional del Trabajo (OIT) que en Bolivia fue ratificadoen 1991. Dentro de esta dimensión, abogan también por latransparencia institucional, la seguridad medioambiental y laigualdad de género. Su accionar se orientó en los últimos diezaños a impulsar y apoyar la realización de una asamblea cons-tituyente con un discurso de «profundización de la democra-cia» y de «refundación del país».

Por otra parte, existen ONG que se autodefinen por ob-jetivos de desarrollo que tendrían su expresión concreta en elcumplimiento de las Metas del Milenio. Estas metas definenejes o problemáticas, entre las que sobresalen la reducción dela extrema pobreza y la mortalidad infantil, el acceso univer-sal a la educación primaria, la equidad de género y la sostenibi-lidad del medio ambiente. Las ONG que inciden directamenteen estos objetivos buscan convertir a las comunidades y perso-nas de su población receptora en agentes de su propio desarro-llo. Sin embargo, unas cuantas ONG de este grupo optan porsoluciones asistencialistas o caritativas, entre las que se encuen-tran organizaciones vinculadas a la iglesia católica o evangelista.

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Finalmente, están las ONG que reivindican su ligazóncon movimientos sociales, sectores populares o movimien-tos de base, en particular con comunidades campesinas e in-dígenas, el «movimiento sin tierra» y organizaciones de mu-jeres campesinas. Pretenden ser interlocutores en temas deidentidad étnica, redistribución equitativa de recursos, rei-vindicaciones de género y clase, y acceso a tierras agrícolas.

Por tipo de financiamiento

Otra distinción son las fuentes de financiamiento. Exis-ten ONG financiadas por agencias de cooperación interna-cional, fundaciones, organismos de crédito o empresas priva-das internacionales. Las financiadas por ONG internaciona-les forman parte de redes de la denominada sociedad civilglobal y se involucran en campañas internacionales, como elJubileo 2000, dirigida a la condonación de la deuda externade los países pobres, o promueven el comercio justo. Otras sonfinanciadas indirectamente por el Estado, desde los niveles degobierno nacional, departamental o municipal. Algunas, en me-nor proporción, tienen financiamiento de la empresa privada local,y más escasas son las ONG autosostenibles, en parte o en sutotalidad, mediante fondos propios o labores de consultoría.

Por ámbitos de acción

Una primera distinción de ámbitos de acción tiene quever con el campo y las ciudades. La mayoría de las ONG rea-

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lizan labores focalizadas en determinadas localidades ruralesy otras concentran su tarea en localidades periurbanas o ur-banas. En términos de escala, algunas ONG delimitan susacciones en un ámbito regional y/o departamental, privile-giando la dinámica municipal, y son pocas las que ejecutanproyectos y acciones de carácter nacional, para lo cual se for-jan redes y asociaciones con objetivos compartidos. Las ONGmás grandes realizan labores de coordinación con agenciasinternacionales y forman parte de redes globales; son las quetienen capacidad para actuar en múltiples ámbitos: local-de-partamental-nacional e internacional.

Por población objetivo o destinatarios

De acuerdo a este criterio, se distinguen las ONG orien-tadas a una población general, de carácter regional o nacional,atendiendo temáticas como organización y participación, vi-vienda para sectores marginales y acciones temporales me-diante campañas en salud, asistencia en emergencias y en casode desastres naturales. Otras delimitan su accionar orientán-dolo a un rubro o sector laboral específico, como el campesi-nado, los trabajadores fabriles, la pequeña y mediana empre-sa. Inciden en programas de crédito a microempresarios, for-talecimiento sindical, asesoría legal, capacitación técnica e in-fraestructura productiva. En los últimos años se forjaronmuchas ONG vinculadas a pueblos indígenas y en relación atemas medioambientales y a la preservación cultural y ecoló-gica, así como a la recuperación de historia y tradiciones étni-

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cas. Con similar capacidad surgieron ONG dirigidas pormujeres con proyectos destinados a mujeres, sobre todo cam-pesinas e indígenas, con tareas de capacitación, apoyo técnicoy crediticio y fortalecimiento organizativo. Finalmente, otrasorganizaciones apoyan a grupos vulnerables específicos, talescomo indigentes, niños de la calle, discapacitados, personasque requieren reinserción social. Esta clasificación emplaza alas ONG según sus tendencias predominantes, sin embargo,algunas pueden ocupar dos o más categorías y solamente con-signamos a las más importantes de acuerdo a su incidencia ysu ligazón con movimientos sociales.

Esta mirada sincrónica se completa con una lectura delproceso político que muestra las cambiantes relaciones de lasONG con las organizaciones populares y con la política ins-titucional, con consecuencias nítidas en su labor.

Las ONG en democracia: entre la gestión y lamovilización

Un breve recuento de la trayectoria de las ONG en losúltimos quince años muestra un desplazamiento concomi-tante a los cambios políticos. Durante la década de los noven-ta, al compás de la implementación de varias reformas –lasllamadas reformas de segunda generación, posteriores a laaplicación del ajuste estructural ejecutado desde 1985– la ta-rea de las ONG se orientó hacia el apoyo a la gestión local deldesarrollo y al potenciamiento de las organizaciones popula-res, sobre todo del área rural.

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Esta labor se encuadra en el período que corresponde a lavigencia de la denominada democracia pactada, entre 1985 y2002, caracterizada por la conformación de gobiernos de coa-lición entre partidos tradicionales que compartían un pro-yecto estatal que articulaba neoliberalismo y democracia re-presentativa. Era la época de la circunscripción del procesopolítico en el sistema de partidos y de la toma de decisionesen el ámbito parlamentario, donde una mayoría congresalrespaldaba las iniciativas presidenciales.

Una de las reformas más importantes fue la Ley de Parti-cipación Popular que, desde 1995, estableció la conforma-ción de gobiernos municipales autónomos mediante el votociudadano en todo el territorio nacional. Paralelamente, defi-nió la participación de organizaciones sociales (juntas de ve-cinos, sindicatos campesinos y pueblos indígenas) en la ges-tión pública municipal. La mayoría de las ONG orientaronsu labor a apoyar las necesidades ediles de planificación parti-cipativa y, también, a fortalecer las capacidades de las organi-zaciones populares de base territorial para su participación enla democracia local, sobre todo en los municipios de escasapoblación y con precariedad institucional. Coincidentemen-te, el movimiento campesino e indígena emprendió un planpara formar un «instrumento político» que le permita partici-par en la disputa electoral con candidatos propios.

Varias ONG, críticas del neoliberalismo y de la participa-ción popular, apoyaron ese proyecto político con el fortaleci-miento de organizaciones sociales y la capacitación de diri-gentes en la perspectiva de disputar el control de los gobier-nos municipales a los partido tradicionales e impulsar la pre-

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sencia de representantes campesinos e indígenas en el parla-mento, sobre todo a partir de la inclusión de diputados uni-nominales desde 1997. Esa posibilidad se hizo evidente con elreconocimiento constitucional de un sistema mixto de repre-sentación política que se tradujo en la elección de cerca deuna mitad de diputados mediante distritos uninominales. Si laLey de Participación Popular fue una respuesta a demandas demayor participación ciudadana en la gestión pública, la inclusiónde los diputados uninominales, mediante una reforma parcial dela constitución aprobada por el congreso en 1995, estaba dirigidaa fortalecer la legitimidad de la representación parlamentaria.

Otro aspecto importante de la reforma constitucional fueel reconocimiento del carácter pluriétnico y multicultural dela sociedad como manifestación de la importancia crecientede las demandas indígenas. Entre estas demandas resaltaba elacceso a la propiedad colectiva de «tierras comunitarias deorigen» y la aceptación de pautas organizativas, reglas de elec-ción y autoridades tradicionales en los pueblos indígenas deacuerdo a sus usos y costumbres. Estas demandas fueron pro-movidas por ONG locales e internacionales en el marco de lacampaña continental por el reconocimiento de derechos co-lectivos de los pueblos indígenas que había adquirido un im-pulso especial en 1992, con motivo de la conmemoración del«descubrimiento» de América.

La reforma política e institucional ingresó a otra fase des-de el año 2000 porque la democracia pactada fue cuestionadapor los magros resultados de la política de liberalización eco-nómica y por el descrédito de los partidos tradicionales. Larenuncia de dos presidentes de la república (Sánchez de Lo-

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zada en octubre de 2003 y Carlos Mesa en junio de 2005) y eladelantamiento de elecciones generales para diciembre de2005 fueron las consecuencias de una crisis política que ad-quirió nuevos contornos desde el arribo de Evo Morales algobierno en enero de 2006.

Crisis estatal, protesta social y cambio político (2000-2005)

Desde fines de los años noventa, el mapa de movimien-tos sociales, grupos y organizaciones de la sociedad civil semodificó de manera sustantiva al influjo del surgimiento denuevas demandas sociales y, también, debido a las transfor-maciones en la arena política con la emergencia de fuerzascontestatarias, como el MAS, cuestionando el neoliberalismoy la democracia pactada. La mayoría de las reivindicaciones so-ciales se manifestaron a través de la acción directa mediantehuelgas, marchas, bloqueos de carreteras, ocupación de tierras,paros regionales, etc., que expresan una modalidad de acciónsocial definida como «la política en las calles» (Calderón y Sz-mukler 2000) en contraposición con la política institucional.

La emergencia de movimientos sociales estuvo ligada a lairrupción de demandas de nuevo cuño, en torno a las cualesse articularon las tareas de diversas organizaciones de la so-ciedad civil, sobre todo de fundaciones y ONG. Estas de-mandas tenían que ver con recursos naturales, agua, tierra yterritorio, derechos colectivos y el rechazo a los tratados delibre comercio, no obstante se articulaban con posicionespolíticas. En la mayoría de los casos presentaban un nítido

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contenido de reivindicación étnico-cultural y de mayor partici-pación política que se enlazaba con cuestionamientos al neolibe-ralismo y a la democracia representativa centrada en los partidos.

A manera de ejemplo destacamos una campaña por lacondonación de la deuda externa –el Jubileo 2000– que mues-tra ese haz de vinculaciones. El Jubileo 2000 fue promovidopor ONG vinculadas a entidades religiosas de Europa y logróconvocar a más de 150 organizaciones en sesenta países. EnAmérica Latina se inició en enero de 1999 y en Bolivia semanifestó en una campaña de recolección de 400.000 firmaspara solicitar la condonación de la deuda externa. Fue una delas razones para que el G-7 de países industrializados incluyaa Bolivia en la Iniciativa HIPC (Heavily Indebted Poor Coun-tries, Programa de alivio de la deuda para países pobres alta-mente endeudados), destinada a reducir la deuda multilateraly bilateral de los países pobres. La iglesia católica bolivianajugó un papel decisivo en la realización de la campaña y, lue-go, a través de una fundación promovió la creación de unforo permanente con la presencia de diversas organizacionesde la sociedad civil en representación de obreros, campesi-nos, empresarios, jubilados, colonizadores, vecinos, coope-rativistas, periodistas y universitarios, también con la partici-pación de grupos y sectores articulados en torno a nuevasdemandas —indígenas, mujeres, ecologistas, discapacitados,personas de la tercera edad—, con presencia decisiva de ONGy fundaciones sin fines de lucro.

El Foro Jubileo no se limitó a debatir y presionar sobre eluso de los recursos del alivio a la deuda externa e introdujoen el debate sobre la «lucha contra la pobreza» propuestas de

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reforma política. Entre ellas sobresalían la eliminación del«monopolio de la intermediación partidaria en la representa-ción política» y la incorporación de «la consulta popular, elplebiscito y la iniciativa legislativa ciudadana» en la Constitu-ción Política del Estado. Estas demandas fueron incorporadasen la norma constitucional en febrero de 2004 mediante unareforma parcial de la carta magna. Se incorporaron institu-ciones de democracia directa, como el referéndum, la inicia-tiva legislativa ciudadana y la asamblea constituyente, asimis-mo se reconocieron nuevas organizaciones en la competen-cia electoral: agrupaciones ciudadanas y pueblos indígenas.La adopción de esas reformas respondió al temperamentoantipartidista dominante en la opinión pública y a la influen-cia del discurso participacionista de las organizaciones de lasociedad civil. Es preciso destacar que la presencia de agrupa-ciones ciudadanas se materializó en los comicios municipalesde 2004 y en las elecciones de autoridades departamentalesde 2005, sin embargo, asumieron un comportamiento simi-lar al de los partidos políticos y, por ende, no provocaron unamodificación sustantiva en las pautas de participación política.

Estas reformas ponen en evidencia el impacto políticode la acción de los movimientos sociales y de las organizacio-nes de la sociedad civil cuyo papel no se limitó a la denuncia ydebate público de sus demandas sino que provocó cambiosen la trama institucional de la democracia e incidió en la orien-tación de políticas públicas.

La sociedad civil empezó a mostrar nuevas facetas al in-flujo del accionar de movimientos sociales que adquirieronprotagonismo político, sobre todo aquellos que esgrimen de-

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mandas étnico-culturales, como el movimiento indígena ay-mara y quechua, y los grupos étnicos de los llanos y la amazo-nia que constituyen la base social del MAS. En términos or-ganizativos se expresa mediante la recuperación de formastradicionales con la creación del Consejo Nacional de Ayllusy Markas del Qollasuyu (CONAMAQ) y la Confederaciónde Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano (CIDOB). Tie-nen distintos ámbitos de influencia geográfica —CONAMAQen tierras altas y CIDOB en tierras bajas—, sus reivindicacio-nes se sustentan en la recuperación de usos y costumbres comoexpresión de identidad étnico-cultural y se orientan a deman-das de territorio sobre la base del reconocimiento de dere-chos políticos y territoriales. Estas organizaciones, creadas enlos años noventa, se combinaron con el sindicalismo campe-sino organizado en la Confederación Sindical Única de Tra-bajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) que, desde1979, es un actor social con enorme capacidad de convocato-ria y movilización. Otro actor sindical que incursionó en elespacio político fue el movimiento de los campesinos produc-tores de hoja de coca que adquirió, desde fines de los años ochenta,un protagonismo particular e impulsó la creación del MAS como«instrumento político» del sindicalismo campesino.

Los movimientos sociales y organizaciones sindicalesagrupadas en torno a nuevas demandas —agua, tierra, terri-torio, recursos naturales no renovables— se articularon dediversa manera a las campañas internacionales sobre temasglobales (condonación de la deuda externa de los países po-bres, lucha contra los tratados de libre comercio, promocióndel comercio justo, entre otros) promovidos por redes mun-

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diales de ONG que desarrollan sus tareas en vínculo con gru-pos y organizaciones de la sociedad civil local. Lógicamente,varios grupos y organizaciones de la sociedad civil, sobre todoONG y fundaciones, así como organismos de cooperación yredes de activistas de la sociedad civil global, reorientaron sulabor hacia demandas propugnadas por movimientos socia-les, en la medida que éstos fueron asumiendo protagonismoen el escenario político.

Entre las diversas organizaciones de la sociedad civil so-bresalen varias ONG y fundaciones sin fines de lucro. LaFundación Solón dirigió la formación del Movimiento Boli-viano de Lucha contra el TLC y el ALCA; la Fundación Jubi-leo coordinó una Plataforma de Acción contra la Pobreza,desde 2005, conformada por más de sesenta organizacionescon la finalidad de reflexionar e incidir en el tema de deudaexterna. Estas fundaciones, juntamente con algunas ONG(CEJIS, CIPCA, CEDLA, UNITAS) se vincularon a redesy campañas latinoamericanas y globales, aparte de su nexodirecto con actores sociales, particularmente indígenas,campesinos y mujeres

Es importante resaltar este desplazamiento en la labor devarias ONG. En los años ochenta y noventa privilegiaban laejecución de proyectos de desarrollo y la capacitación de diri-gentes, más adelante, sin dejar de lado ese perfil, orientaronsu tarea hacia el activismo y al apoyo político a los movimien-tos sociales. Las relaciones entre ONG y movimientos socia-les adquirieron nuevas connotaciones con el arribo del MASal gobierno en enero de 2006.

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¿El gobierno de los movimientos socialesy de las ONG? (2006-2009)

A diferencia de los anteriores gobiernos, la gestión delgobierno del MAS está matizada por la presencia de dirigen-tes de movimientos sociales –el propio Evo Morales es diri-gente de los cocaleros desde fines de los ochenta– pero tam-bién por el protagonismo de personeros de ONG en esferasgubernamentales. Como vimos en la introducción de este tra-bajo, algunos medios de comunicación «denunciaron» la in-fluencia de miembros de ONG en el poder ejecutivo en des-medro de dirigentes de las organizaciones campesinas e indí-genas. Esta apreciación no toma en cuenta que el lazo entreONG y organizaciones sociales se caracteriza por la subordi-nación de las ONG a las directrices políticas del movimientocampesino e indígena (a través del partido de gobierno o delas propias organizaciones) no obstante las ONG consideranque es consecuencia de su capacidad de incidencia en la agendade los movimientos sociales y del gobierno de Evo Morales.

Al margen de considerar si se trata de una lógica de coop-tación (gubernamental) o de incidencia (ONGista) o de unacombinación de ambas situaciones, es preciso resaltar el he-cho de que miembros (directores, investigadores o técnicos)de ONG que ejecutaron proyectos en apoyo a organizacio-nes sindicales y establecieron lazos con dirigentes sindicalespasaron a asumir cargos de autoridades en el aparato buro-crático del Estado. A diferencia de antaño, los personeros deONG no actúan como asesores, consultores o personal deapoyo técnico sino como actores políticos con capacidad de-

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cisoria a nivel gubernamental. Algunos personeros con pre-sencia en el poder ejecutivo son los siguientes: Alfredo Rada,ministro de gobierno, Carlos Romero, ministro de autono-mías y descentralización, Su-sa-na Rivero, ex ministra de de-sarrollo rural, Alejandro Almaraz, viceministro de tierras (vin-culados a CEJIS); David Choquehuanca, canciller, Hugo Fer-nández, vicecanciller, y Celima Torrico, ministra de justicia(personeros de UNITAS); Gabriel Loza, ex ministro de pla-nificación y Carlos Villegas, ex ministro de hidrocarburos yenergía (miembros de CEDLA); Graciela Toro, ex ministrade planificación (de CIPCA); Pablo Solón, embajador ante laOrganización de Naciones Unidas (director de la FundaciónSolón); René Orellana, ministro de desarrollo sostenible yaguas (miembro de Agua Sustentable). Se trata, por lo tanto,de un protagonismo directo de algunas ONG en el procesodecisional para aplicar políticas desde el Estado.

La mayoría de estas ONG también formaron una coali-ción para apoyar («facilitar» es el neologismo de moda) en laelaboración de una propuesta de nuevo texto constitucionalque fue presentada por la Asamblea Nacional de Organiza-ciones Indígenas, Originarias, Campesinas y de Colonizado-res de Bolivia, bajo el título: «Por un Estado Plurinacional y laautodeterminación de los pueblos y naciones indígenas, ori-ginarias y campesinas». Este documento fue asumido por elMAS como la propuesta oficialista que sirvió de base para laconfección de la nueva Constitución Política del Estado, apro-bada por la Asamblea Constituyente a fines de 2007 y ratifi-cada mediante referéndum constitucional en enero de 2009.Es decir, las ONG actuaron como una especie de aparato ideo-

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lógico de las organizaciones campesinas e indígenas y susmiembros adoptaron una postura similar a la de «intelectua-les orgánicos» de los partidos de izquierda. Una trayectoriaindividual retrata con nitidez esta ligazón: un personero de laONG CEIJIS fue constituyente por la bancada del MAS, luegocoordinador del equipo de concertación entre oficialismo yoposición parlamentaria para introducir enmiendas al pro-yecto de constitución y, posteriormente, ministro de autono-mías y descentralización.

Otra experiencia importante fue la conformación de unconsorcio entre varias ONG para apoyar las labores de laAsamblea Constituyente sin nexo directo con fuerzas políti-cas. «Apostamos por Bolivia» fue la denominación de un pro-yecto de comunicación, asesoramiento y cabildeo formadopor CIPCA, ACLO, Centro Gregoria Apaza y Fundación Tie-rra. Se convirtió en el medio de información más importantede las actividades de la Asamblea Constituyente ante las fa-lencias de la labor de la directiva y los conflictos entre oficia-lismo y oposición que marcaron el desarrollo de ese cónclaveentre agosto de 2006 y diciembre de 2007.

La influencia de las ONG abarca ámbitos antes impensa-bles, así sea retóricamente, como es el caso de las relacionesexteriores. Con Evo Morales, la política exterior boliviana dioun giro hacia lazos de cooperación con Cuba y Venezuela yrelaciones hostiles con Estados Unidos; inflexión que se ex-presó en el rechazo a los tratados de libre comercio y en lapromoción de «tratados de comercio de los pueblos» en elmarco de la Alternativa Bolivariana para América Latina y ElCaribe (ALBA) que congrega a varios países de la región. Pre-

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cisamente en esta veta, el gobierno plantea desarrollar unasupuesta «diplomacia de los pueblos» y en ese afán organizóen abril de 2009 un evento sobre «Diplomacia No Guberna-mental: Retos de la reconfiguración Estado Plurinacional-Sociedad Civil en el contexto de crisis internacional», con laparticipación de funcionarios gubernamentales, investigado-res sociales, dirigentes indígenas y representantes de la co-operación internacional. De manera sugestiva, el evento giróen torno a las propuestas de Henri Roullie d’Orfueil, acadé-mico y activista francés del Foro Social Mundial, autor dellibro «La diplomacia no gubernamental ¿pueden las ONGcambiar el mundo?».

No obstante, aparte de esta relación de colaboración en-tre organizaciones sociales, ONG y poder ejecutivo, tambiénse produjeron relaciones conflictivas entre el gobierno delMAS y algunas entidades de cooperación internacional quefinancian proyectos de ONG vinculados a labores que el go-bierno consideró «desestabilizadoras» por supuestos lazos consectores opositores. Así, a principios de 2008, cuando la pola-rización política tensionó el proceso político boliviano y semanifestó en enfrentamientos entre civiles denotando un gra-do inédito de conflictividad social, Evo Morales denunció ala Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacio-nal (USAID) por ofrecer recursos para que algunas ONG«hagan una movilización en contra del gobierno boliviano»(ABI, 19/02/08). A partir de esta denuncia, que meses mástarde derivó en la declaratoria del embajador norteamericanocomo persona non grata y su virtual expulsión del país, elgobierno anunció que fiscalizaría el manejo económico de las

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ONG. Una actitud similar a la asumida por gobiernos ante-riores que denunciaban a las ONG por financiar las movili-zaciones de protesta lideradas por Evo Morales, acusado deatentar contra la estabilidad democrática con apoyo «foráneo».Se considera que para fines del 2009 entrará en vigencia unanorma reglamentaria acerca del funcionamiento de ONG.

Aparte de este conflicto entre gobierno y ONG «oposito-ras», se produjo una reyerta peculiar, esta vez entre organiza-ciones sociales y una ONG de carácter «progresista». La Cen-tral Obrera Regional de la populosa ciudad de El Alto, bas-tión del MAS, pidió la expulsión del Centro de Promociónde la Mujer Gregoria Apaza, ONG de mucho prestigio y conuna labor reconocida por las mujeres de esa urbe, con de-nuncias relativas a supuesta malversación de fondos y exi-gencias de control social sobre su labor. Este tema provocóque varias redes de ONG con más de cien afiliadas (AIPE,APDHB, Coordinadora de la Mujer, LIDEMA, UNITAS,Capítulo Boliviano de Derechos Humanos) publicaran unacarta abierta al presidente de la República señalando: «en di-ferentes momentos de la historia hemos sido interpeladas porlos gobiernos de turno, de derecha y neoliberales, que cues-tionaban nuestro trabajo de apoyo a la democracia, al fortale-cimiento de organizaciones y la exigibilidad para la amplia-ción y ejercicio de derechos humanos.

Ante esta situación (de amenaza al Centro Gregoria Apa-za), exigimos al Estado Boliviano y al gobierno… se ofrezcanlas garantías necesarias para precautelar el trabajo que las ONGvenimos desarrollando junto con las diferentes organizacio-nes sociales, con la convicción de aportar a la construcción de

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un país inclusivo» (La Razón, 01/04/09). Este conflicto no pasóa mayores pero muestra una tendencia que empieza a mani-festarse en diversos ámbitos donde se percibe una crecientesubordinación de las ONG a las organizaciones sociales; ade-más, puso en evidencia la existencia de nuevas pautas en larelación entre organizaciones sociales y gestión pública, puestoque la nueva Constitución Política del Estado reconoce elcontrol social como atributo del «pueblo soberano, a travésde la sociedad civil organizada» (Art. 241 de la CPE), unanorma que puede tener consecuencias sobre la labor de lasONG y su vínculo con las organizaciones sociales y con elEstado.

En suma, las relaciones entre las ONG, las organizacio-nes sociales y el Estado se han modificado por la influencia delos cambios políticos, particularmente durante la gestión gu-bernamental del MAS, provocando una transformación en lalabor de las ONG a partir de su cercanía o lejanía respecto alproyecto político del partido de gobierno.

A manera de conclusión

La sociedad civil sufrió evidentes transformaciones desdeprincipios de la presente década, a partir de la irrupción polí-tica de movimientos sociales, sobre todo campesinos e indí-genas. Las organizaciones de la sociedad civil, en particularONG y fundaciones vinculadas a estos sectores y a redes delmovimiento antiglobalización, pasaron a jugar un rol prota-gónico a partir de la victoria electoral de Evo Morales y el

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MAS. Su incidencia se manifestó en el proceso constituyentey en la definición de políticas públicas con protagonismo depersoneros de ONG en las esferas gubernamentales, aunquebajo ciertos signos de cooptación y rasgos de subordinación alas organizaciones sociales y y al partido de gobierno. Si en elpasado las ONG, en términos generales, promovieron pro-yectos de desarrollo y se multiplicaron al influjo de la aplica-ción de una política de participación ciudadana en el nivelmunicipal; en los últimos años, su labor se orientó a apunta-lar las transformaciones impulsadas por el gobierno de EvoMorales. La ligazón con el gobierno definió el ámbito de po-sibilidades de acción de las ONG, algunas de las cuales fue-ron cuestionadas por sus vinculaciones con sectores oposito-res y agencias de cooperación norteamericanas. Es decir, loscambios políticos influyeron en la tarea de las ONG que asu-mieron las nuevas pautas discursivas sobre el desarrollo conbase en el protagonismo de las demandas campesinas e indí-genas que apuntalan un proyecto político que se sustenta enla ampliación de la democracia y de la participación ciudadana.

El proyecto gubernamental del MAS también se expresaen un mayor protagonismo estatal en la economía y en el for-talecimiento de las organizaciones sociales con roles políticosy productivos. Esta situación influye en la orientación de laspolíticas de desarrollo y, lógicamente, en la tarea de las ONG.Las prioridades en las políticas sociales ya no responden a re-comendaciones de los organismos multilaterales como el Fon-do Monetario Internacional o el Banco Mundial. Las deman-das de las organizaciones de la sociedad civil se han converti-do en políticas públicas y, por ende, el Estado ya no es visto

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como un aliado incómodo o un competidor, sino como elagente estratégico que define las directrices a las cuales se aco-modan los demás actores del desarrollo. A diferencia del pa-sado, las ONG no tienen un discurso antigubernamental,excepto en caso de denuncias de grupos opositores por viola-ción de derechos humanos. Por otra parte, el fortalecimientode las organizaciones campesinas e indígenas tiene otros efec-tos sobre las ONG porque intervienen en la definición delperfil de los proyectos de desarrollo y autorizan el ingreso asus zonas de influencia.

En suma, la tarea de las ONG, debido a su articulacióncon organizaciones populares con tradición organizativa ydemandas políticas propias, adquirieron nuevas connotacio-nes desde el arribo del MAS al gobierno. Por lo tanto, losvalores que propugnan y las demandas que promueven com-portan otro sentido porque son reivindicaciones esgrimidaspor actores sociales convertidos en protagonistas con capaci-dad para definir la orientación de las políticas públicas. Encierta medida, el discurso de las organizaciones de la sociedadcivil transitó de la protesta a la propuesta y, por lo tanto, de lapostura antigubernamental a la colaboración con el Estado.La canalización de las demandas de las organizaciones socia-les a través de la implementación de políticas públicas pro-porcionó a las ONG un horizonte más amplio de «inciden-cia» orientada a la transformación del modelo de desarrollo ya la profundización de la democracia. A pesar del riesgo de lamengua del grado de autonomía respecto al poder político,cualquiera sea su signo.

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DESCONFIANZA Y CONTROL:ORGANIZACIONES NO

GUBERNAMENTALES Y POLÍTICAEN EL PERÚ

Aldo PanfichiMariana Alvarado

Este trabajo parte de la revisión del desarrollo histórico delas organizaciones no gubernamentales (ONG) en el Perú paradescribir su composición y características, poniendo énfasisen el tipo de relación que estas organizaciones de la sociedadcivil tienen con el estado, los partidos políticos y el funciona-miento de la democracia en general. Concentrándonos en lasdenominadas ONG de incidencia, proponemos la hipótesisde que no obstante la existencia de una larga relación de rece-lo y animadversión con el poder político, la capacidad de estas

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organizaciones de influir, fiscalizar y colocar temas de agendaen la esfera pública continúa siendo alta, e importante, pordos razones.

Este recelo desde el poder político hacia las ONG se basaen la resistencia del primero a formas de control, vigilancia yexigencias provenientes de las segundas, especialmente en loreferido a ciertos temas como la lucha contra la corrupción,la defensa de los derechos humanos y el cuestionamiento delmodelo socioeconómico y sus resultados. Como respuesta, elgobierno y los partidos políticos intentan tanto desprestigiar a lasONG, como controlarlas a través de mecanismos legales.

Sin embargo, debido al descrédito de los partidos y el sis-tema político entre los ciudadanos, las acusaciones vertidaspor estos contra las ONG de incidencia no tienen en la opi-nión pública la eficacia esperada. No obstante, sí han logradoinstalarse con fuerza en algunos sectores, especialmente enlos principales partidos políticos, altos funcionarios del esta-do, alcaldes y funcionarios de provincias, un sector del em-presariado nacional, e incluso grupos políticos radicalizados.

A pesar de este limitado apoyo, el gobierno y los partidoscontinúan, hasta ahora con poco éxito, en sus intentos de neu-tralizar la labor de fiscalización, control, e influencia de estasONG. El hecho de que estos intentos de control no se logrenplasmar a plenitud es una muestra de que el trabajo de lasONG es apreciado por un sector de la ciudadanía, de la capa-cidad de respuesta de estas organizaciones y sus aliados na-cionales e internacionales (sociedad civil trasnacional), y dela debilidad y fragilidad del sistema político. No sucede lomismo con las ONG de desarrollo a las que el estado sí pue-

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de cooptar y subordinar sin mayor resistencia o dificultad.Esta capacidad de resistencia es potenciada por el hecho

de que las ONG cuentan con un aliado poderoso como lo esel periodismo y algunos medios de comunicación, que nosolo recogen y reproducen en la esfera pública los temas pro-movidos por estas organizaciones, sino que también convier-ten a los líderes de las ONG en personajes de influencia po-lítica. Muchas veces el periodismo encuentra en las ONG losdatos y la información sobre temas de interés publico a losque no logra acceder por el recelo del estado o el sector privado,produciéndose entonces una relación de colaboración y necesi-dad mutua. En un contexto de grave crisis del sistema político,como el derrumbe del fujimorismo, el descrédito de los parti-dos, y el establecimiento de gobiernos de transición (Paniagua einicios de Toledo), estos líderes de la sociedad civil pasan a ocu-par cargos como altos funcionarios del estado convirtiendo enpolítica pública parte de la agenda de la sociedad civil. Las ONGfuncionarían así como una suerte de plataformas desde donde sevisibilizan liderazgos considerados virtuosos y honestos que lue-go pasan al ámbito político. Estos traslados son resistidos y com-batidos por los partidos que ven a las ONG como una suerte decompetencia desleal, como adversarios que ilegítimamente bus-can ganar espacio en el ámbito público.

La animadversión y relación de oposición entre el gobier-no y los partidos con las ONG de incidencia continúa y pro-bablemente escalará a un nivel mayor de antagonismo, comomuestran los últimos acontecimientos ocurridos en Perú apartir de los conflictos sociales en la Amazonía. Una muestrade este escalamiento son las recientes acusaciones del gobier-

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no de Alan García y sus aliados en el congreso de que las ONGforman parte de una conspiración internacional, ya sea por-que reciben fondos y cobertura política de gobiernos rivales(Venezuela) o de fundaciones ambientalistas «que no quierenel desarrollo del país». No creemos que esta disputa deba serleída necesariamente como parte de un proceso que debilitala gobernabilidad democrática sino como expresión de la opo-sición del sistema político a formas de influencia y fiscaliza-ción desde la sociedad civil. En ese sentido se trata de unalucha política por definir las premisas básicas y los ámbitos deexpresión de la democracia.

1. Una precisión de partida

Conceptualmente, la sociedad civil ha sido consideradauna esfera social autónoma del Estado y el mercado, y por lotanto un ámbito separado de la política y la economía. Algu-nos han entendido esta separación en forma rígida y conside-ran que las relaciones entre estas distintas esferas pueden serde cooperación o confrontación. Sin embargo, los hallazgosdel presente trabajo llevan a matizar esta definición, al menosen lo que se refiere al mundo de las ONG, y probablementetambién a muchas otras organizaciones de la sociedad civil.Como veremos, las ONG no solo se encuentran fuertemen-te vinculadas tanto al mercado como al estado, sino que tam-bién ocurren traslados e incluso imbricaciones entre ellas.

En cuanto a la vinculación con el estado y la política, quees la que más nos interesa, encontramos un tipo de ONG

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que se convierte en actor político y participa como tal en laesfera pública. Son aquellas llamadas ONG de incidencia quehacen demandas al gobierno, vigilan sus acciones y fiscalizan eluso de los recursos públicos, al mismo tiempo que se esfuerzanpor incluir ciertos temas en la agenda pública. Varias de las ONGque trabajan estos temas adquieren una alta visibilidad y se con-vierten en plataformas desde donde se desarrollan liderazgos ci-viles y políticos. A ello contribuye la experiencia histórica perua-na, que hace que ciertos temas sean más importantes o sensiblesque otros. En efecto, en nuestro caso el conflicto interno le darelevancia a los derechos humanos, y el derrumbe del Fujimo-rismo convierte los temas de corrupción, transparencia y accesoa la información, tratados por estas ONG, en problemáticas alta-mente sensibles.

Respecto a la relación con el mercado, existen ONG vin-culadas al sector empresarial, que responden a la necesidadde las empresas de aparecer como responsables social y eco-lógicamente para reducir suspicacias hacia sus productos. Supapel sería entonces, al menos en cierta medida, el de conso-lidar la presencia de estas compañías en el mercado. EstasONG se desarrollan con mayor claridad desde los años 90,simultáneamente a la reducción del estado y la transferenciade algunas de sus responsabilidades sociales hacia el sectorprivado. También coincide con la difusión internacional de lanoción de responsabilidad social del empresariado.

En suma, no es posible entonces establecer una separa-ción radical entre estos espacios, y es necesario reconocer quelas relaciones de la sociedad civil con el estado y el mercado sontan heterogéneas como las organizaciones que ella alberga.

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2. La sociedad civil en el Perú

Sociólogos e historiadores influidos por la perspectiva dela larga duración argumentan que lo que conocemos hoy comosociedad civil en el Perú en realidad se origina en las asocia-ciones de artesanos y logias patrióticas de inicios de la repu-blica. Habría sido en estas asociaciones donde surgen formashorizontales de solidaridad, cooperación, deliberación y re-conocimiento mutuo como ciudadanos, si bien coexistiendocon instituciones políticas verticales, excluyentes y antidemo-cráticas (Forment 2001).

No obstante simpatizar con esta perspectiva, en este tra-bajo circunscribimos la sociedad civil a un periodo históricomas reciente, aquel que se inicia en los años sesenta durantela crisis del estado oligárquico y se extiende hasta nuestro díasen la primera década del siglo XXI. Este ejercicio se justificaen la medida que la sociedad civil no tiene una naturaleza ocualidad intrínseca, sino que es producto del desarrollo his-tórico de cada sociedad.

Actualmente, la sociedad civil en el Perú se caracterizapor su heterogeneidad y fragmentación. En ella coexistenactores civiles con formatos institucionales diversos, queincluyen sindicatos y gremios, basados en la pertenenciade clase social; al lado de movimientos sociales (cocaleros,estudiantiles, indígenas, etc.); organizaciones de base (aso-ciaciones de vecinos, organizaciones barriales, etc.); redesde organizaciones de supervivencia (comedores populares,clubes de madres, vaso de leche, etc.); asociaciones civilessin fines de lucro; organizaciones no gubernamentales

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(ONG); asociaciones deportivas y culturales; y organiza-ciones religiosas, entre otras.

Los últimos datos generales disponibles de este sector sonde 1995, e indican que ese año el Perú contaba con más de110,000 organizaciones privadas sin fines de lucro. De esteuniverso 64,905 eran organizaciones sociales de base, 29,491eran organizaciones deportivas o culturales y alrededor de1600 eran ONG (Portocarrero y Sanborn 1998: 14).

Sin embargo, pese a su extensión y difusión, la fragmen-tación que caracteriza a las organizaciones de la sociedad civillimita su fortaleza y capacidad de incidencia. Esta fragmenta-ción no se da únicamente entre las distintas formas de orga-nización social, sino también al interior de ellas, encontrán-dose una multiplicidad de organizaciones débilmente articu-ladas entre sí, cuando no en abierta competencia. La hetero-geneidad y fragmentación también se refiere a múltiples ti-pos de prácticas y proyectos políticos, y variadas formas derelación con el estado.

Para profundizar en estas relaciones, en los siguientes acá-pites nos referiremos principalmente al sector de las ONG,que como hemos adelantado, se ha convertido en un actorcentral no sólo en la sociedad, sino también en el ámbito de lapolítica. Empezaremos revisando brevemente su trayectoriaen el país, la misma que pondrá en evidencia la vinculaciónentre la sociedad civil y el régimen político, mostrando quelas ONG contribuyen a los procesos de cambios, pero estántambién sujetas a estos cambios y a los desafíos que ellos su-ponen.

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3. Las ONG

En esta sección presentamos una lectura del desarrollohistórico reciente y la composición actual de las ONG pe-ruanas. Para ello, nos basaremos en la cambiante relación en-tre el tipo de régimen político y las ONG, y sus efectos en lapercepción de los ciudadanos y los políticos sobre el queha-cer de estas organizaciones. Ponemos atención además al rolde la cooperación internacional en este proceso ya que no sepuede ver el papel de las ONG prescindiendo de sus fuentesde apoyo y financiamiento. Creemos que este ejercicio se jus-tifica ya que existen diferencias sustantivas según el tipo derégimen bajo el cual operan las ONG. En general, bajo dicta-duras, cuando los partidos están proscritos y los espacios departicipación social y política son reducidos, las ONG (sobretodo las de derechos humanos) se convierten en «refugio»profesional y político de los activistas, como ocurrió enChile y Argentina39. En estos contextos, la agenda pro-de-mocracia hace aparecer virtuosa a la sociedad civil, inclui-das las ONG. La situación es diferente bajo regímenes de-mocráticos post dictatoriales donde son los gobiernos losque aparecen virtuosos y las ONG tienen diversas alterna-tivas, entre ellas colaborar o fiscalizar. La percepción quese construya de ellas dependerá en buena medida de cuálde estas actitudes adopten.

39 Vale la pena señalar que este proceso no se dio en el Perú, donde lospartidos de izquierda y las ONG se desarrollaron bajo el ímpetu de unproceso militar reformista.

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Las primeras ONG40 en el Perú se crean a mediados delos años sesenta, en un contexto de profundos cambios y re-organización de la sociedad peruana. Así, los procesos de mi-gración, urbanización e industrialización llevaron en estos añosal surgimiento de nuevos actores sociales y políticos como laclase obrera y la clase media. Estos, se organizaron en sindi-catos y partidos a través de los cuales empezaron a desafiar lasbases sociales, políticas y económicas del poder de la oligar-quía, demandando la realización de reformas democratiza-doras, la «constitución de una sociedad auténticamente na-cional y popular» (Cotler 2005: 301), y en último término, elcambio de régimen.

En este contexto se crean dos de las más importantesONG del país: el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) en1964 y el Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo(DESCO) en 1965. Estas ONG se caracterizaron por estarformadas, principalmente, por profesionales de izquierda declase media y católicos progresistas, varios de ellos formadosen colegios y universidades de influencia jesuita. La primerase especializa en la investigación académica de alto nivel con-citando el apoyo de universidades sobre todo americanas einglesas y fundaciones privadas como la Fundación Ford. Lasegunda por otro lado, estuvo desde un inicio más orientadaa la promoción del desarrollo, con fuentes de apoyo econó-

40 El término ‘organización no gubernamental’ se utiliza en Perú desde me-diados de los años 80. Las primeras ONG de los años 60 y 70 se definenprimero como ‘centros de promoción’ y luego como ‘asociaciones priva-das de desarrollo’.

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mico europeas y vinculadas directa o indirectamente a la Igle-sia Católica.

De hecho, la principal fuente de financiamiento deDESCO en esta fase inicial fue la Obra Episcopal de Co-operación al Desarrollo MISEREOR, fundación de losobispos católicos alemanes que desde 1958 tiene la misiónde «combatir las causas de la pobreza y la miseria en elmundo»41. MISEREOR, al igual que otras agencias simila-res estaba en ese momento fuertemente influida por el dis-curso del Concilio Vaticano II, y por corrientes de renovaciónteológica que destacaban la «opción por los pobres». No esextraño entonces que ellas se interesaran en apoyar la organi-zación de los sectores menos favorecidos y la promoción deproyectos de desarrollo. Este proceso coincidió con la difu-sión en América Latina de la propuesta de educación popularde Paulo Freire (como forma de concientizar a los pobres so-bre sus derechos sociales y políticos), y con la emergencia dela Teología de la Liberación.

Vale la pena mencionar que este proceso es promovido,desde el lado de las fuentes, por la recuperación europea des-pués de la Segunda Guerra Mundial (alentada por el PlanMarshall de los Estados Unidos), que lleva a la creación deagencias de cooperación de distinto tipo (religiosas, partida-rias, sindicales, etc.) preocupadas por el abismo entre el pro-greso recién logrado por los países desarrollados y el denomi-nado Tercer Mundo. Estas diferencias se perciben no solo

41 Ver http://www.misereor.org

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como éticamente cuestionables sino también como propiciaspara la expansión de la influencia comunista en un mundocrecientemente dominado por la Guerra Fría.

Por otro lado, no es sino hasta mediados de los años 70, alcalor de las reformas promovidas por el gobierno militar re-formista del General Velasco Alvarado, que las organizacio-nes no gubernamentales realmente empiezan a difundirse enel país, con el objetivo de apoyar los esfuerzos autónomos deorganización y politización de los sectores pobres. Esta difu-sión lleva a la necesidad de desarrollar nuevas normas paraorientar la cooperación a cargo del Instituto Nacional de Pla-nificación, y establecer un registro de entidades no guberna-mentales de cooperación técnica internacional en el Ministe-rio de Relaciones Exteriores.

Durante el gobierno de Velasco (1968-75), los esfuerzosde promoción del desarrollo desde el estado son complemen-tados por la labor de las ONG. Sin embargo, será con el ini-cio de la segunda fase del gobierno militar (1975-80), que lasONG empiezan a surgir en mayor número. Ello se debe aque el nuevo presidente abandona muchas de las actividadesconcernientes a la promoción del desarrollo, despidiendo aun importante contingente de especialistas que continuaránestas tareas desde el mundo de las ONG. De este modo, seintentará paliar el deterioro en las condiciones de vida de lossectores más pobres (Toche 2003: 30-31). Son años en quelas ONG y la cooperación internacional, sobre todo la euro-pea, construyen vínculos basados en aspiraciones y valorescompartidos sobre la necesidad de promover el desarrollo yel cambio social. «Partnership» se denomina a este tipo de

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vinculación (Ballon y Valderrama 2004). Producto de ello, seforman entre otras, las ONG CIPCA en Piura y Bartoloméde las Casas en Cusco.

Este proceso es viabilizado y reforzado por la presenciade un mayor número de agencias de cooperación y ONGinternacionales en el país, como lo muestra el hecho de queDESCO pasara de tener dos fuentes de financiamiento en1965 a 17 en 1975, lo que le permite crecer hasta tener unnúmero aproximado de 100 personas trabajando en diversosproyectos. Entre estas nuevas agencias se encuentran CEBE-MO de Holanda (hoy CORDEAID) y fundaciones vincula-das a corrientes políticas internacionales como la Democra-cia Cristiana, el Social Cristianismo y la Social Democracia.Varias de estas agencias a su vez recibían fondos de sus pro-pios gobiernos para operar en el país.

A fines de los años 70 e inicios de los años 80, con la transi-ción a la democracia se produce una mayor profesionalizaciónde las ONG y el fortalecimiento de sus vínculos con las agenciasde cooperación alrededor de una agenda de fortalecimiento a lademocracia y la búsqueda de modelos alternativos de desarrollo.Sin embargo, la cooperación también empezó a exigir mecanis-mos más precisos de rendición de cuentas, de monitoreo y eva-luación de los proyectos. Poco a poco el apoyo «político» de lacooperación no fue suficiente para ONG basadas en una suertede militancia social, por lo que la exigencia de un mayor profe-sionalismo se fue abriendo paso.

En este contexto surgen las ONG de derechos humanos(DDHH) con el apoyo de las iglesias católicas y protestantesy de grupos políticos de izquierda. Las primeras ONG de este

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tipo se organizan en respuesta a la represión contra los sindi-catos por las huelgas y los paros nacionales de 1977 y 1979,que obligaron a los militares a buscar una salida negociada a lademocracia (Youngers 2003). Luego, con el gobierno demo-crático de Fernando Belaúnde (1980-1985), se inicia el con-flicto armado interno entre el Partido Comunista del PerúSendero Luminoso y las Fuerzas Armadas y Policiales, queproduce miles de víctimas en ambos lados.

Con el conflicto armado el papel de las ONG de DDHHse fue haciendo cada vez más importante extendiendo su pre-sencia y actividades en las zonas de conflicto a lo largo y an-cho del país. Estas actividades incluyeron el cuestionamientoa la política contra subversiva estatal, que dio inicio a una se-rie de relaciones conflictivas con el gobierno, los funciona-rios públicos (especialmente los militares) y el sistema políti-co en general. Así, desde el gobierno se considera y presenta alas ONG como canales de financiamiento que viabilizan uncomplot extranjero plasmado en la subversión. Asimismo, elgobierno de Belaúnde desconfía de los proyectos de desarro-llo privados que cubren los vacíos dejados por el estado, con-siderándolos opuestos a las orientaciones del gobierno. Todoesto se plasma en un discurso denigratorio que las acusa deser un refugio de la subversión. Estas sospechas llevan no sóloa una minuciosa investigación de los fondos gestionados porlas ONG, sino también a la intervención irregular y violentade muchas ONG, en busca de pruebas que sustenten las acu-saciones del gobierno. Finalmente, hacia el término de su man-dato, el gobierno dispone la creación de un Registro Únicode Instituciones Privadas de Cooperación Internacional, Bien-

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estar Social y de Carácter Cultural, con el objetivo de fiscali-zar y controlar las actividades y el financiamiento de las ONG(Toche 2003: 36-45).

Los vínculos entre las ONG de defensa de los DDHH yla situación de amenaza que enfrentaban tanto desde los gru-pos subversivos, como desde el estado, llevaron a que se re-unieran en una organización más amplia. Surge así en 1985,con el propósito de lograr una mayor incidencia en el gobier-no y la opinión pública, la Coordinadora Nacional de Dere-chos Humanos, «una red de las organizaciones no guberna-mentales (ONG) de derechos humanos del país y una de lasredes líderes de la sociedad civil del país hasta hoy en día»(Youngers 2003: 29). Es necesario señalar que la Coordina-dora es un caso excepcional de unidad institucional entreONG de DDHH en toda América Latina.

En este período empiezan a desarrollarse también las prime-ras ONG feministas, igualmente vinculadas a los nuevos parti-dos de izquierda. Sin embargo, esta vinculación política luego serompería al plantearse una fuerte tensión entre la agenda parti-daria y la agenda del feminismo respecto a la definición de laprioridad de la lucha de las mujeres: contra la opresión de clase ocontra la opresión de género. Desde ese momento el feminismocon el apoyo de la cooperación internacional se expresa básica-mente a través del formato institucional de la ONG, procesoque Sonia Álvarez describe como la «onegización» del feminis-mo (Álvarez 1999). Asimismo, forman partes de redes trasnacio-nales cada vez mas profesionalizadas y estructuradas.

Lo mismo sucedería poco después con las ONG de dere-chos humanos. Así, el conflicto armado y el uso del terror

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como arma política provocó un fuerte debate al interior de laCoordinadora, lo cual permitió que varias ONG asumierancomo principios programáticos la declaración universal de losderechos humanos, y condenaran el uso político de la violen-cia venga de quien venga. Con esto se produce una mayorseparación entre algunas organizaciones de derechos huma-nos y los partidos de izquierda, algunos de los cuales mantu-vieron posiciones ambiguas sobre el uso político de la violen-cia hasta fines de los años ochenta.

En esta década, además, los numerosos y pequeños parti-dos de izquierda legal aglutinados en el frente electoral Iz-quierda Unida (IU) obtuvieron una serie de resonantes vic-torias electorales accediendo a numerosos gobiernos locales,tanto provinciales como distritales42. Con ello, la posibilidaddel cambio social por la vía democrática se convierte en uncamino posible, atrayendo la colaboración de numerosasONG, sobre todo aquellas dedicadas a tareas de desarrollolocal y regional. Son las primeras experiencias de colabo-ración ONG – Estado. Incluso, ingresan a ayudar en lasadministraciones municipales personas con experiencia detrabajo en las ONG, poniendo sus conocimientos y rela-ciones con las fuentes de financiamiento al servicio de lasnecesidades de la gestión municipal. Muchas personas queen este período ingresan a instancias públicas permanecerán

42 En las elecciones municipales de 1983 IU obtuvo 8 municipios provin-ciales, incluyendo Lima Metropolitana, y 25 municipios distritales enLima. En 1986, obtuvo 11 municipios distritales en Lima y en 1989, 6municipios provinciales (Tuesta 2008).

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vinculadas al estado a lo largo de los años. Esto nos lleva a pensarque por una parte la experiencia en ONG en cierta medida ali-mentó el trabajo de IU, y por otra, que desde su desintegraciónen 1990 esta nutrió la labor pública desde distintos ámbitos.

También se hacen visibles otras fuentes de cooperacióninternacional tanto pública como privada. Las primeras apo-yan los programas sociales de los municipios, como el Vasode Leche, donde la organización y el monitoreo lo realizanONG afines a la administración municipal. Varias fundacio-nes privadas que apoyaban iniciativas culturales o de educa-ción superior giran hacia temas sociales y políticos.

En ese contexto, las ONG y las agencias de cooperaciónsobre todo europeas fortalecen sus vínculos y aprovechandolas oportunidades que se presentan al abrirse el sistema de-mocrático, buscan incidir explorando con «modelos alterna-tivos de desarrollo» y nuevas formas de colaboración institu-cional con los gobiernos locales. Estas vinculaciones con losgobiernos municipales de IU potencian la animadversión delgobierno de García (1985-90) hacia las ONG, que son consi-deradas reductos de la izquierda. Más aún cuando sus activi-dades «tendían a hacer que los grupos de base fueran másconscientes y críticos de su propia situación y, de esta mane-ra, resaltaran las deficiencias de las políticas y servicios guber-namentales» (Toche 2003: 37).

Sin embargo, más allá de estas luchas partidarias, el go-bierno aprista continúa con los ataques e intentos de controlhacia las ONG desarrollados durante el gobierno anterior.Así, denuncian que ONG vinculadas a partidos de izquierdareciben dinero destinado a desestabilizar el sistema democrá-

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tico. En base a ello, por iniciativa parlamentaria del APRA, seaprueba la investigación de 75 ONG. Si bien esta investiga-ción no demostró sus lazos con la subversión, ni sus afanespolíticos, se desarrollaron distintas iniciativas legales que bus-caban controlarlas, como el establecimiento de un nuevo regis-tro de ONG en el Ministerio de Relaciones Exteriores y de unaley de cooperación técnica internacional (Toche 2003: 37-48).

En la década de los 90, el giro autoritario y neoliberal delgobierno de Alberto Fujimori tuvo un enorme impacto sobrela sociedad civil y las ONG. Este giro fue parte de un nuevociclo de expansión global del capitalismo en el mundo, delque las agencias de cooperación no estuvieron al margen, pro-duciéndose el fin de las formas de interlocución y asociacióncon las ONG conocidas como «partnership». También fue larespuesta de un grupo de civiles y militares a la profunda cri-sis económica y política que vivía el país y que incluso ame-nazaba su viabilidad como nación.

El autoritarismo implicó el desarrollo de las condicionespara desatar una cruenta guerra interna que permitiera de-rrotar a la subversión, pero también el uso de «los recursosdel Estado para neutralizar toda forma de organización autó-noma que, trascendiendo el ámbito local, pretenda erigirseen interlocutora del gobierno en representación de los inte-reses sociales» (Kahhat 2002: 481). Las reformas neoliberales,por otro lado, con sus componentes de desregulación, libera-lización y privatización generaron mayor diferenciación en-tre los trabajadores, la emergencia de nuevas categorías detrabajo, y la desestructuración de las formas tradicionales deorganización de intereses y representación política. Como

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resultado se debilitaron los sindicatos y gremios, perdiendocapacidad de presión y negociación. El sinceramiento de losprecios de productos de primera necesidad y la reducción delgasto social del estado llevó, además, al desarrollo de organi-zaciones de supervivencia (comedores populares, comités delvaso de leche, clubes de madres) que buscaban cubrir las ne-cesidades básicas de los pobres. Sin embargo, muchas de es-tas organizaciones fueron cooptadas por el estado, del quedependían para su abastecimiento.

La hegemonía del neoliberalismo en esta década trajo tam-bién importantes cambios en el ámbito de la cooperación ylas relaciones con las ONG43. Lo más destacado es que sedejan de lado en forma definitiva las vinculaciones basadasexclusivamente en compartir una misma agenda política o pro-gramática, para acentuarse el profesionalismo y sus exigen-cias de impacto, incidencia, y planeamiento estratégico. Entérminos de agenda se prioriza la lucha contra la pobreza,aunque a fines de la década se retoma el interés por promoverlas condiciones e instrumentos para la gobernabilidad demo-crática. La necesidad de políticas compensatorias alentadas porlas agencias multilaterales luego del ajuste estructural impuestopor el FMI condicionó los contenidos y el destino de los re-cursos disponibles. Asimismo, como resultado de la presiónde agencias multilaterales que «comienzan a condicionar sus

43 Vale la pena destacar que el gobierno de Fujimori también aprobó en1991 una Ley de Cooperación Técnica Internacional, cuya reglamenta-ción establece estrictos mecanismos de supervisión de los fondos mane-jados por las ONG (Toche 2003: 19).

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préstamos a la participación de organizaciones de la sociedadcivil en la implantación de las políticas sociales» (Kahhat 2002:465), muchas ONG de desarrollo fueron subcontratadas porel gobierno de Fujimori. En realidad, la política económicaneoliberal delegó en algunas ONG tecnocráticas la gestión eimplementación de programas sociales de lucha contra la po-breza, reservándose para sí el poder de decisión sobre ellas.

No obstante, aparecen también en este período un con-junto reducido pero muy activo de ONG, que promueven eldesarrollo de la democracia y se oponen a la política autorita-ria y crecientemente corrupta del gobierno de Alberto Fuji-mori. Estas ONG más políticas, junto a las de defensa de losderechos humanos, pasan a ocupar el espacio opositor ante eldesprestigio de los partidos, manteniendo un rol de fiscaliza-ción y control sobre el estado, convirtiéndose en actores cen-trales de la lucha democrática. Evidentemente, esto las con-vierte en objeto de los ataques del gobierno, que las acusa tantode inútiles, como de marxistas y conspiradoras (Toche 2003: 65).

Al finalizar el régimen de Alberto Fujimori, y con la ins-tauración del gobierno de transición presidido por AgustínPaniagua (2000-01), estas ONG pasaron de la oposición aapoyar al nuevo gobierno. No sólo prominentes personajesdel mundo de las ONG integraron el gabinete ministerial,sino que muchas ONG colaboraron con el gobierno en lareforma del estado. Así, se pasa de la confrontación a la co-operación, desarrollando lazos de confianza y respeto entre elgobierno y las ONG. Esta situación continuó al iniciarse elgobierno de Toledo (2001-06) y se reflejó en el hecho de quetambién él invitó a miembros de ONG a actuar como minis-

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tros. En este contexto, a inicios del 2002 se aprueba la ley quecrea la Agencia Peruana de Cooperación Internacional (APCI),con la finalidad de gestionar de manera más eficiente, y deacuerdo a las necesidades de desarrollo nacional, la ayuda ex-terna. Sin embargo, estas relaciones amigables pronto se des-gastaron y nuevamente las ONG empezaron a ser culpadaspor los males del país. La intensificación de los conflictos so-ciales, producto de las promesas incumplidas del gobierno,es presentada como el resultado de la manipulación de lossectores de oposición, que incluían a las ONG. Asimismo, selas critica por apoderarse del dinero destinado a obras socia-les e incluso, se recurre al antiguo argumento de que son unrefugio de Sendero Luminoso. Esta ruptura en las relacionesse expresa de manera más clara en el retiro de los ministros yaltos funcionarios vinculados a las ONG (Toche 2003: 15-20). Con ello, las funciones de la APCI empezaron a concen-trarse en la fiscalización de las ONG, dejando de lado su rolde gestora de la cooperación (Llona 2008: 148).

De esta manera al llegar a la primera década del siglo XXI,el sector de las ONG que encontramos es el resultado de losprocesos antes mencionados. De un lado, tenemos un gruponumeroso de ONG que podemos llamar desarrollistas, queantes se dedicaban a la ejecución de proyectos de desarrollopero ahora desarrollan iniciativas de lucha contra la pobrezade diverso tipo. Estas ONG, que fueron interlocutoras privi-legiadas durante el fujimorismo tienen una relación «cordial»con el estado ya que les interesa acceder a los fondos de lacooperación oficial al desarrollo, y son consideradas «técni-cas» y «no políticas». De otro lado, las violaciones a los DDHH

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y la corrupción durante el gobierno de Fujimori han dadorelevancia a un grupo pequeño, pero muy visible de ONG deincidencia política vinculadas tanto a la defensa de los DDHHcomo a la inserción de temas en la agenda pública, la luchacontra la corrupción, y por ende, la fiscalización, transparen-cia y acceso a la información.

Un grupo híbrido es el constituido por las ONG interna-cionales que tienen oficinas en el Perú (varias de ellas son enrealidad oficinas regionales y tienen actividades en otros paí-ses, principalmente andinos). Estas ONG se dedican a pro-mover tanto proyectos de desarrollo como de incidencia, enasociación con ONG peruanas. Algunas incluso financian conmontos reducidos las acciones de ONG más pequeñas ubi-cadas sobre todo en las provincias. Lo interesante es que ellas,ante la posibilidad de un mayor control del estado peruano,han constituido su propia asociación, la Coordinadora deEntidades Extranjeras de Cooperación Internacional (COEE-CI), que hasta hace poco ha estado coordinada por un repre-sentante de OXFAM UK. Finalmente, existen también ONGasistencialistas o humanitarias, muchas veces vinculadas a igle-sias, que reciben y disponen de donaciones de diverso tipo.

Como podemos observar, la heterogeneidad es una de lascaracterísticas principales de las ONG en la actualidad. Enese sentido, es necesario cuestionar la pertinencia de un dis-curso sobre las ONG en general, como un grupo homogé-neo que actúa en la esfera pública. Las ONG no son un actorunificado, sino un diseño institucional, y como tal, puedenservir para vehicular proyectos de todo tipo. Dentro del mundode las ONG podemos encontrar formas de organización (de-

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mocrática, jerárquica, caudillista), fines (desarrollo, defensade derechos, protección del ambiente) y espacios de trabajo(local, opinión pública, gobierno) muy diferentes. La com-posición de sus miembros también varía, no se trata única-mente de profesionales, sino también, en muchos casos, devoluntarios44. Sin embargo lo que todas comparten, ademásdel diseño institucional, es su dependencia del financiamien-to extranjero para poder operar. A pesar de los esfuerzos ydiscursos por el autosostenimiento esta es una realidad hastael momento esquiva. Todo esto implica una gran dificultadpara hacer valoraciones generales, e implica también que cuan-do las hacemos, muchas veces estamos reduciendo su hete-rogeneidad a un tipo de ONG, generalmente las de inciden-cia, que tienen mayor presencia en el espacio público.

Pese a ello, podemos dar algunos datos generales que ata-ñen a todo el sector de las ONG. De acuerdo con la AgenciaPeruana de Cooperación Internacional (APCI), que organizael registro de todas las ONG que reciben cooperación oficialal desarrollo, y de muchas de las que reciben cooperación pri-vada45, al 31 de julio del 2008 habían 1715 ONG vigentes en

44 Un estudio realizado en 1998 encontró que aproximadamente un terciode la población había en algún momento contribuido con tiempo y traba-jo voluntario a alguna organización sin fines de lucro (Centro de Investi-gaciones de la Universidad del Pacífico).

45 Las ONG que reciben ayuda de fuentes privadas no están obligadas ainscribirse en APCI, a menos que quieran acceder a beneficios de exone-ración tributaria. Las autoridades de APCI no saben cuántas de estas ONGno están inscritas en sus registros.

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el país. De estas, 534 serían asistencialistas, 135 internaciona-les y las restantes 1046 reunirían a las desarrollistas y las deincidencia (siendo las primeras la mayoría y las segundas unnumero reducido pero de alta visibilidad). Todas estas ONGreclutan profesionales de distinta índole, sobre todo de cien-cias sociales, constituyéndose un sector laboral bien educado,politizado, y con amplias conexiones con la sociedad civil tras-nacional.

Por otro lado, el volumen de la cooperación no reembol-sable (tanto pública como privada) que recibe el Perú, oscilaalrededor de los $500 millones anuales. De acuerdo con APCI,en el 2006 fueron aproximadamente $496 millones, el 2007en torno a $450 millones y en el 2008 los últimos datos (sinconfirmar) indican $521 millones. De ellos, la mayor partecorresponde a fuentes oficiales (69% según datos del 2006),especialmente bilaterales (88.71%)46. Sin embargo, es altamen-te probable que la cooperación privada, es decir aquella queproviene de organizaciones de la sociedad civil de países delnorte, sea mayor a la registrada en APCI debido a que variasde estas organizaciones transfieren fondos en forma directa aONG locales y no necesitan pasar por la APCI al tratarse deun acuerdo entre privados. Un estudio realizado por Federi-co Negrón para la COEECI, estimó en 158.8 millones dedólares el monto canalizado por las fuentes privadas el año

46 Las principales fuentes de cooperación oficial no reembolsable bilateral(colaboración entre gobiernos), son, en este orden: EE.UU., España, Ale-mania e Italia (según datos del 2006).

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2006, una cifra superior a los 84 millones registrados oficial-mente (Llona 2008: 138).

Del monto total registrado en la APCI, alrededor del 49%es gestionado por ONG, y el resto por el sector público. Sinembargo, pese a su alta participación en la ejecución de losfondos de la cooperación, las ONG no participan en la defi-nición de las políticas nacionales de cooperación, que deter-minan los usos de la ayuda.

En cuanto a la distribución geográfica del empleo de es-tos fondos, los datos del 2006 indican que Lima es el departa-mento que individualmente más cooperación recibe, con 44,3millones de dólares, lo que representa casi 9% del total reci-bido por el país ese año. Por otro lado, la mayor parte de losfondos de la cooperación se dirigen a departamentos de lasierra, seguidos de la costa y por último, la selva. Sin embar-go, los criterios de esta distribución no coinciden con los nive-les de pobreza del país. De hecho, de los 9 departamentos máspobres, sólo 4 están entre los 10 que más fondos reciben. Vale lapena mencionar además que la cooperación privada es la quepresenta menores niveles de descentralización, concentrándoseen regiones específicas (especialmente Lima, Cusco y Puno)47.

Por otro lado, un estudio inédito realizado por la Univer-sidad del Pacífico el 2006, en base a la información disponibleen línea (en sus sitios Web) de un conjunto seleccionado deONG, muestra que en términos generales los niveles de trans-

47 Sin embargo, es necesario recalcar que la información que tiene la APCIsobre la cooperación privada es, como ya hemos mencionado, incompleta.

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parencia de estas organizaciones dejan mucho que desear. Así,el análisis de 17 ONG tanto peruanas como internacionalesque operan en el país, muestra que en promedio, alcanzanel 48% de lo que sería la transparencia ideal. Esto se debe aque la mayoría de las organizaciones no publican informa-ción detallada sobre su situación tributaria, finanzas, esta-tus laboral de su personal, impacto y logros de sus proyec-tos. Como resultado, existe «poca claridad en los ciudada-nos en cuanto a los recursos que estas organizaciones reci-ben y canalizan».

Si consideramos que las ONG son las principales encar-gadas de luchar por la transparencia, la rendición de cuentas,y el acceso a la información pública, no deja de ser grave queellas mismas no cumplan con sus propuestas. Por otro lado,este tipo de carencias son utilizadas por el gobierno, las auto-ridades políticas, y los partidos más establecidos para cuestio-nar la credibilidad de las ONG y debilitar el trabajo de inci-dencia que ellas realizan.

Dada la dificultad de profundizar en nuestro análisisde las ONG a este nivel de generalidad, en los siguientesacápites nos concentraremos en las de incidencia, que sonlas mejor vinculadas y más visibles en el espacio públicodel país.

4. Las ONG de incidencia

Como ya adelantamos, estas ONG se caracterizan por serun actor político con presencia en la esfera pública. Los temas

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que trabajan son la vigilancia del uso de los recursos del esta-do (corrupción), del acceso a la información pública (trans-parencia), del respeto de los derechos humanos; y en general,del cumplimiento de las leyes y el respeto de las libertadesdesde el estado. Asimismo, pugnan por generar debate sobretemas que consideran relevantes, buscando incluirlos en laagenda pública. Ello implica que a pesar de tener un númeroreducido y recibir menos fondos que las ONG desarrollistas,tienen una mayor visibilidad pública y un grado mayor decentralización. Asimismo, son organizaciones más globales,al tener vínculos estrechos con redes de la sociedad civil trans-nacional y contar con fuentes de financiamiento internacio-nales. Esto, sumado a su visibilidad, aumenta su potencial deimpacto, tanto a nivel nacional como internacional, fortale-ciendo su capacidad de incidir en el gobierno.

Sin embargo, la visibilidad también les trae desventajas,como el hecho de que exista cierto cuestionamiento hacia ellaspor tener «muchos recursos». Nuevamente, esto tiene quever con una distorsión producto de la exposición pública, yaque estas ONG reciben un financiamiento menor que lasdesarrollistas. De hecho, el carácter limitado de sus fuentesde financiamiento y el desarrollo de una competencia por elacceso a ellas, lleva a un proceso que podemos denominarcomo ‘colonización de las fuentes’. Este implica el estableci-miento de una relación muy estrecha y que se quiere conver-tir en exclusiva, entre las ONG nacionales y sus fuentes definanciamiento internacionales. Así, la visita de representan-tes de las agencias de cooperación muchas veces se convierteen la oportunidad de pasar tiempo con ellos, ofrecer el desa-

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rrollo de nuevos proyectos y fortalecer su capacidad de inter-locución privilegiada.

Esta competencia puede volverse más intensa en la medi-da que el mundo de las ONG de incidencia también está in-ternamente fragmentado y existen incluso tensiones y con-flictos entre ellas. Encontramos en estas ONG a un experi-mentado contingente de profesionales con un pasado de iz-quierda, y una larga trayectoria que se remonta a los iniciosdel sector en los años 70. Este grupo, de mayor edad y queocupa los puestos más altos en las ONG más antiguas y con-solidadas, comparte no sólo una trayectoria común sino tam-bién su reticencia a vincularse con representantes de otrasONG de incidencia, con una trayectoria u orientación políti-ca distinta. Estas personas (y las ONG que representan) noson reconocidos por ellos como interlocutores válidos, conlo que se genera el desarrollo de redes con poco contacto en-tre sí, acentuando aun más la fragmentación de la sociedadcivil. En términos más generales este tipo de actitudes impi-de que las iniciativas, discursos, y enseñanzas producidas enlas actividades de incidencia circulen y vayan más allá de lasredes ya establecidas, debilitando su propio trabajo.

Por otro lado, las ONG más antiguas y consolidadas tien-den a formar redes o consorcios que incluyen a ONG de pro-vincias con el objetivo de tener alcance nacional en sus pro-gramas y por ende conseguir un mayor financiamiento. Mu-chas veces estas redes o consorcios reproducen las jerarquíasy las desigualdades entre Lima y las provincias que caracteri-zan la política y la economía del país. Otro problema comple-mentario es que estas redes muchas veces se convierten en

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estructuras organizativas con autonomía de sus socios o miem-bros e incluso compiten con ellos por recursos. No es extra-ño, entonces, que con el objetivo de seguir funcionando, al-gunos de estos consorcios constituidos alrededor de algunaproblemática específica, incursionen sorpresivamente en otrastemáticas.

Esto nos lleva a un fenómeno recurrente entre las ONG,y las instituciones en general, de acuerdo con el cual estasadquieren una dinámica propia y se independizan de los ob-jetivos para los cuales fueron creadas concentrándose en supropia supervivencia y expansión. Así podemos explicar elhecho de que muchas ONG se alejen de sus propósitos ini-ciales y desarrollen nuevas actividades, incluyendo serviciosde consultoría.

Volviendo al tema de la incidencia en la agenda pública,es importante destacar que esta se logra principalmente gra-cias a la alianza establecida entre las ONG y ciertos mediosde comunicación (específicamente de prensa) y que pareceremontarse al colapso del gobierno de Fujimori. Si bien surégimen intentó ejercer un férreo control de los medios, al-gunos de ellos lograron resistir a sus presiones y desarrollarun periodismo crítico y de investigación. Muchas veces, lasdenuncias planteadas por estos medios, sacando a la luz actosde corrupción o violaciones a los DDHH, se originaron enONG de incidencia. Se desarrolla así una convergencia entrelos medios independientes, que requieren información do-cumentada sobre las acciones del gobierno; y las ONG deincidencia, que se dedican a monitorear al gobierno y buscanhacer visibles sus denuncias para incidir en la opinión públi-

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ca. Esta alianza, establecida a fines de los noventa, se mantie-ne hasta la actualidad, y se expresa a través de la presencia,bastante recurrente, de personal de estas ONG en los mediosde comunicación. De hecho, podemos afirmar que los me-dios ayudan a convertir a ciertos líderes de ONG en líderesde opinión. Más aún, construyen su imagen como expertos,de modo que ante cualquier suceso vinculado al tema de suexpertise, estos aparecen en radios, periódicos y programas de te-levisión. Esta visibilidad, además de potenciar su capacidad deincidencia, en muchos casos termina llevándolos a cargos políti-cos. Esto se explica, no sólo por su visibilidad y conocimientos,sino también por el carácter moral o intachable que deriva de loque se considera un origen extra-político (no partidario).

Todo esto expresa una peculiaridad de la sociedad perua-na, probablemente heredada del discurso antipolítico de losaños 90, y que es la desconfianza hacia la política. Así, se desa-rrolla una dicotomía que presenta por un lado a los partidos yla política como corruptos y por el otro a las ONG y otrasorganizaciones de la sociedad civil como virtuosos. Cabe des-tacar que esta virtuosidad deriva, en buena medida, de su opo-sición y crítica al gobierno y al ámbito de la política (pese aque, como hemos dicho, esta es también una forma de activi-dad política). Ahora bien, si estas características facilitan elpaso de representantes de ONG al gobierno y los partidos,también dificultan su retorno, ya que esta experiencia políticapuede ser vista como una mancha que afectaría la credibili-dad de la ONG. En el siguiente acápite nos centraremos en lacompleja relación entre las ONG y la política, en la que estetipo de trayectorias se insertan.

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5. ONG y política

Ya hemos señalado que la principal característica de la re-lación entre las ONG y la sociedad política (que incluye go-bierno y partidos) es la animadversión y el antagonismo. Así,encontramos que todos los gobiernos desde el General JuanVelasco Alvarado (1968-1975) hasta la actualidad, es decir,prácticamente desde el surgimiento de las ONG, las han vis-to como competencia y han intentado legislar en su contra48.Habría entonces una suerte de recelo permanente entre lasautoridades políticas, sean estas democráticas o dictatoriales,y las ONG. Probablemente esto esté vinculado al hecho deque las autoridades políticas no consideran legítimo que or-ganizaciones que ellos consideran no representativas, partici-pen activamente en debates públicos, los fiscalicen y les pi-dan rendir cuentas sobre la forma en que utilizan los recursosdel estado.

Sin embargo, más allá de esta característica general, pode-mos afirmar que la relación de las ONG con el estado haestado fuertemente influenciada tanto por el tipo de régimencomo por el tipo de ONG. En ese sentido, en esta secciónnos referiremos brevemente a diversos tipos de relación con elestado que hemos identificado a lo largo del período estudiado.

48 Tanto Pease como Beaumont sostuvieron en las entrevistas que ningúngobierno peruano ha visto con buenos ojos a las ONG. Pease lo explicacomo expresión del carácter excluyente de la política peruana, según elcual se intenta siempre, desde el estado, eliminar a quienes se ven comocompetencia.

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Subcontratación. Este tipo de relación, entre las ONGdesarrollistas y el gobierno, es producto de las reformasneoliberales implementadas por Fujimori. Como sabe-mos, estas reformas llevaron a la reducción del estado yel gasto social, provocando la tercerización de los pro-gramas sociales. Así, durante el gobierno de Fujimorise subcontrata a muchas ONG desarrollistas para queejecuten estos programas, reservándose el gobierno eldiseño y el poder de decisión sobre ellos. Esta relacióncordial, de tipo patrón-cliente, se mantiene hasta el díade hoy.

Cooperación. Por otro lado, como hemos visto, desdelos años 80 se establecen relaciones de cooperación en-tre las ONG desarrollistas y los municipios gobernadospor IU. Posteriormente, durante el gobierno de transi-ción y el de Alejandro Toledo se desarrollan nuevas re-laciones de cooperación entre las ONG de incidencia yel gobierno. Ambos sectores trabajan en conjunto en lareforma del estado y en la creación de distintos espa-cios y mecanismos de participación ciudadana. Esto seexplica porque en la transición se construye la coinci-dencia entre sectores liberales y de la sociedad civil paramejorar el funcionamiento de la democracia, profun-damente desprestigiada por la crisis final del fujimoris-mo, a través de una serie de reformas institucionales. Apartir de entonces, este tipo de relación se reactiva oca-sionalmente, en torno a personas específicas.

Denuncia. De este modo definimos un tipo de relaciónentre las ONG de incidencia y el gobierno que se origina

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con las ONG de defensa de los DDHH en los años 80. Sinembargo, es importante destacar que esta denuncia va enambos sentidos, tanto desde las ONG hacia el gobierno,como desde el gobierno hacia las ONG, especialmente enla actualidad, con un gobierno abiertamente a favor delsector privado y con recelos hacia la sociedad civil.

Las ONG, por su mandato mismo, se han caracteriza-do por denunciar los abusos de autoridad y violaciones co-metidos por el gobierno, así como por criticar las políticaspobremente elaboradas o implementadas. Ante esto, la res-puesta del gobierno es denunciar a las ONG que lo fiscali-zan. Así, el actual gobierno de García responde a las críti-cas de este sector con una campaña de desprestigio quecuestiona tanto sus intenciones, acusándolas de agitación;como sus fuentes de financiamiento, insinuando la parti-cipación de ciertos gobiernos extranjeros interesados –se-gún el presidente– en la inestabilidad del país; y por últi-mo, su legitimidad al no tener una base de representaciónelectoral que las sustente. De acuerdo con ello, las críticassobre aspectos poco democráticos o transparentes del go-bierno son respondidas con cuestionamientos a la credibi-lidad de las ONG, más que con reconocimiento o explica-ción de sus procedimientos.

Esta forma de relación se ha intensificado en las últi-mas semanas, como producto de los conflictos sociales enla Amazonía, que llevaron a la muerte de 24 policías y 10indígenas. La explicación del gobierno, que parte de la exis-tencia de un complot internacional que tendría a las ONGcomo azuzadoras de los conflictos, busca nuevamente cues-

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tionar los intereses de estas organizaciones y presentarlascomo potenciales amenazas a la estabilidad del país.

Control. Esto nos lleva a otra forma de relación, queafecta a todos los tipos de ONG y se expresa de manerainequívoca en múltiples propuestas legislativas: los inten-tos de controlar a las ONG. Como hemos visto, todos losgobiernos, desde el de Velasco, han desarrollado normasque regulan las actividades de las ONG. La más reciente esla ley N° 28925, «Ley que modifica la ley Nº 27692, ley decreación de la Agencia Peruana de Cooperación Interna-cional –APCI», de diciembre del 2006. Como menciona-mos, APCI fue creada en abril del 2002 como parte de unconjunto de medidas de reforma del estado implementa-das por el gobierno de transición luego de la caída del régi-men de Alberto Fujimori. Según su ley de creación (27692),su mandato era conducir, programar y supervisar la coope-ración internacional no reembolsable en función del desa-rrollo del país. Sin embargo, con la llegada a Palacio deGobierno de Alan García, la ley fue modificada, poniendoun mayor énfasis en la capacidad fiscalizadora de APCI.

La nueva ley formó parte de una ofensiva contra lasONG que incluyó también una campaña mediática pro-movida desde el gobierno y grupos de poder aliados. Esta,buscaba sembrar sospecha en torno a las actividades e in-tenciones de las ONG, presentándolas como un «reductode la izquierda «caviar», que monopoliza la cooperación aldesarrollo para sus propios fines y, por ello, se resisten aser fiscalizadas» (Llona 2008: 151). La motivación oficialdetrás de la ley era entonces lograr una mayor transparen-

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cia en el uso de las donaciones internacionales. Sin embar-go, considerando el hecho de que el estado ya contaba conmúltiples mecanismos para monitorear estos fondos, la in-tencionalidad real parecía encontrarse en el deseo de contro-lar a las ONG. Este deseo puede derivarse del hecho de queestas organizaciones, especialmente las de incidencia, resul-tan incómodas al gobierno por sus exigencias en cuanto a lu-cha contra la corrupción, judicialización de las violaciones alos DDHH cometidas durante el conflicto armado interno,defensa del ambiente, profundización de la descentralización,avance en la regulación de las actividades extractivas, etc.

Si bien APCI ya tenía una capacidad fiscalizadora desdesu creación, la ley Nº 28925 amplía este rol, estableciendo«mecanismos de fiscalización más institucionalizados con laposibilidad de sanciones y una amplia discrecionalidad de losfuncionarios para decidir la materia sancionable» (Llona 2008:150). Obliga a los ejecutores públicos y privados de fondos decooperación a inscribirse en sus registros, darles informaciónsobre sus proyectos y sobre el origen y la ejecución de susrecursos; y le da a la APCI la capacidad de identificar malasprácticas y sancionarlas incluso con la cancelación del regis-tro, impidiendo futuros accesos a la cooperación oficial.

La promulgación de esta ley fue seguida de un intensodebate público protagonizado por representantes de ONG,quienes sostenían que «con el pretexto de hacer más trans-parente la actuación de las ONG, en realidad recorta liber-tades, derechos y garantías que la Constitución establece afavor de las personas jurídicas de derecho privado. Conesta ley el gobierno podrá proscribir asociaciones civiles

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que considere incómodas»49. Por tanto, se interpuso unademanda de inconstitucionalidad cuyo fallo encontró queciertos elementos de la ley, como la obligación de registrarla ejecución de gastos de las ONG que reciben recursos dela cooperación privada, y ciertas sanciones que se extien-den sobre los administradores de ONG impidiéndoles de-sarrollar una actividad similar, eran inconstitucionales ydebían matizarse.

Sin embargo, pese a esta importante derrota, el gobier-no no ha cesado en sus intentos de controlar a las ONG.Recientemente, y como consecuencia de los conflictos so-ciales en la Amazonía, la comisión de Relaciones Exterio-res del Congreso ha aprobado un dictamen que busca mo-dificar la ley de APCI para que pueda fiscalizar las activi-dades de todas las ONG, independientemente del origende sus fondos. Así, este proyecto de ley va abiertamente encontra de lo ya establecido por el Tribunal Constitucionalal plantear que la APCI puede fiscalizar a todas las ONGpues lo que importa no es el origen público o privado desus fondos, sino los temas que trabajen. Por tanto, cual-quier ONG que trate temas de DDHH, educación, salud,infraestructura, seguridad nacional, cultura, fortalecimientoinstitucional del estado, reivindicaciones sociales, apoyosideológico-partidarios, y otros temas vinculados con polí-

49 Comunicado de ONG sobre ley 28925 (APCI). Publicado en el diarioPerú 21, 19 de diciembre de 2006. Disponible en: http://www.iep.org.pe/noticia/0018/comunicado-de-ongs-sobre-ley-28925-apci/

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ticas de estado y orden público sería fiscalizable. Al mismotiempo, el proyecto de ley limita el ejercicio del derecho ala libertad de asociación de las ONG al prohibirles ciertasactividades consideradas por APCI como incitaciones a laviolencia, bajo pena de disolución. Con todo esto, «se po-dría estar imponiendo de manera indirecta una persecu-ción en contra de instituciones que no guarden armoníacon las políticas o planes del gobierno de turno» (Institutode Defensa Legal 2009: 8). La contravención de lo establecidopor el Tribunal Constitucional es tan evidente que incluso hasido reconocida por la oficina de asesoría jurídica de APCI,cuyo informe legal afirma que «el proyecto de ley versa sobrematerias que ya se pronunció el Tribunal Constitucional, de-clarando su inconstitucionalidad» (Instituto de Defensa Le-gal 2009: 1). Sin embargo, el dictamen fue aprobado en lacomisión de RREE del Congreso, y será discutido en el Plenodel Congreso, en medio de un debate público motivado porlas reacciones de las ONG y sus intentos por informar a laopinión pública.

El debate suscitado por la ley 28925 y las nuevas iniciati-vas legislativas han puesto en evidencia ciertos aspectos inte-resantes. En primer lugar, los intereses del estado por contro-lar a las ONG, hasta el punto de extralimitarse en sus capaci-dades legislativas. En segundo lugar, como veremos más ade-lante, la animadversión hacia las ONG que se plasmó en eldebate parlamentario de la ley 28925. En tercer lugar, y másrelevante, la capacidad de las ONG para reaccionar ante estetipo de abusos, generar un debate público y defenderse de losintentos de control del estado. Sin embargo, vale la pena men-

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cionar que pese a las advertencias del Tribunal Constitucio-nal, la APCI sí ha utilizado sus nuevas atribuciones para fis-calizar aquellas ONG que por sus actividades resultan parti-cularmente incómodas al gobierno50.

No obstante, es necesario recalcar que estas relaciones deanimadversión no se dan sólo desde el gobierno, sino tam-bién desde los partidos. De alguna manera, el hecho de quevarios de los líderes y profesionales mas visibles de las ONGhayan tenido una militancia política de izquierda en los años80 alimenta la sospecha. Como la izquierda se dividió y prác-ticamente desapareció como alternativa viable, los partidosde gobierno consideran que las ONG son una suerte de par-tidos encubiertos que compiten con ellos en la ocupación delespacio público. Competencia desleal además, porque «in-tentan hacer política sin pasar por el flagelo que pasamos lospartidos políticos»51. De esta manera, los partidos reclamanser los únicos intermediarios encargados de la agregación delos intereses de la ciudadanía y su canalización al gobierno,debido a que el voto obtenido es la fuente de dicho mandato.Por tanto, consideran la presencia de las ONG como ilegíti-ma al competir con ellos sin que «nadie los haya elegido».

50 Entrevista con Martín Beaumont. Esta incomodidad deriva sobre tododel cuestionamiento del modelo de desarrollo vigente, mediante la vigi-lancia de las industrias extractivas; así como de las críticas a violaciones deDDHH y a casos de corrupción.

51 Congresista Castro Stagnaro (UN). Debate del Pleno del Congreso, 26de octubre 2006.

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Aquí habría que destacar que la debilidad del sistema departidos en el Perú potencia esta animadversión, ya que real-mente los partidos, excepto quizás el APRA, no tienen unabase de apoyo fuerte, y consideran que esto se explica en partepor la competencia de las ONG. Estas, realmente pasan mu-chas veces a ocupar los vacíos de representación dejados porla debilidad de los partidos, obteniendo así un protagonismosuperior a sus capacidades reales. Asimismo, a menudo seconvierten en plataformas de liderazgos políticos que compi-ten con los de los partidos (aunque tengan que integrarse aellos si quieren participar en la política electoral).

No obstante, tal vez resulte apresurado aceptar el esque-ma de la competencia. En buena medida, la debilidad de lospartidos se debe a sus propias incapacidades, a su pobre des-empeño en el pasado, a la difusión de un discurso antipolíticoy también, a un marco normativo que no les asegura las condi-ciones necesarias para su fortalecimiento52. Por lo tanto, nose puede achacar su situación a la presencia de las ONG. Ade-más, como veremos, las ONG muchas veces alimentan a lospartidos al proveerlos de cuadros con cierta experiencia degestión y por qué no, de política. En ese sentido, vale la penapreguntarnos si no se tratará de una relación de complemen-tariedad, en la que las ONG proveen una formación que lospartidos no están en situación de ofrecer.

52 Si bien existe una ley de partidos, aspectos elementales de esta, como porejemplo el del financiamiento público no han sido reglamentados, por loque la situación de los partidos sigue siendo muy precaria.

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Por otro lado, las críticas provienen también de muchosgobiernos locales. Tal como indicó Carlos Pando, DirectorEjecutivo de la APCI, muchos alcaldes también ven a las ONGcomo competencia. Creen que tienen demasiados recursos,contrastando con los agentes públicos que combaten el mis-mo problema, y los usan para hacer muy poco. Este tipo decríticas está relacionado con un aspecto de la cultura políticalocal que privilegia la realización de obras físicas y tangiblescomo un criterio de eficacia en el uso de los recursos. En esesentido, las charlas, talleres y actividades de «construcción decapacidades que algunas ONG», sobre todo de incidencia,priorizan, no son valoradas y se considera por tanto que laayuda no es ejecutada correctamente.

Trayectorias

Otra forma de analizar la relación entre la sociedad civil yel estado, es a través de la circulación o traslado de cuadros delas ONG a posiciones de responsabilidad en el estado y elgobierno, y que en otro trabajo hemos denominado trayecto-rias (Dagnino, Olvera y Panfichi 2006). Entendemos el análi-sis de las trayectorias individuales, o tránsitos de profesiona-les y activistas entre las ONG y el estado, como una herra-mienta metodológica que nos permite estudiar las articula-ciones entre ambas esferas. A través de ella intentamos ver nosólo las vinculaciones y separaciones entre la sociedad civil yla política, sino también los contextos y circunstancias bajolas cuales se originan y se concluyen los tránsitos. Así, mien-

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tras que en trabajos previos hemos utilizado esta herramientapara observar los tipos de impactos que tienen los trasladosen sus ámbitos de partida y llegada, en esta ocasión buscamoscomprender la naturaleza y las condiciones de las relacionesentre estos ámbitos.

El paso de dirigentes y activistas de la sociedad civil a pues-tos de responsabilidad política en el estado es un fenómeno re-currente en América Latina. La particularidad del caso peruanoes que este se da tardíamente, sin la intervención de los parti-dos y a través de redes basadas en vínculos de confianza yprestigio personal. Así, es recién con el gobierno de transi-ción de Paniagua (2000-01) y los inicios del de Toledo (2001-06), que observamos un claro traslado de integrantes de ONGal gobierno. Se trata de activistas que habían militado en par-tidos de izquierda hasta los años 80, y mantenían desde lasONG el interés en el cambio social y la profundización de lademocracia. Su convocatoria se basa no sólo en su prestigio,sino también en redes construidas al interior de las elites pro-fesionales de clase media.

Un dato interesante que nos provee el análisis de estostránsitos, es el del lugar de destino de los miembros de ONGque se incorporan al estado. Por lo general, estos pasan a ocu-par altos puestos de responsabilidad política en los que se con-sideran los ministerios «sociales», es decir, el Ministerio de laMujer y Desarrollo Social, el Ministerio de Educación, el deSalud y en ocasiones, el de Trabajo. Asimismo, observamosque los tránsitos suelen ser temporales, restringiéndose a co-yunturas específicas, tras las cuales estos individuos suelenretornar a la sociedad civil.

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Sin embargo, pese a estas restricciones persiste la presen-cia de individuos con una larga trayectoria en ONG en diver-sas instancias del estado. En un inicio este proceso se hacevisible con gobiernos de transición que emergen luego deexperiencias autoritarias, pero recientemente se observa conlos nuevos gobiernos de izquierda que asoman en la región.En ambos casos las ONG proveen cuadros al estado y no alrevés. En el caso peruano esto se ve facilitado por la ausenciade una escuela de administración pública donde puedan for-marse los futuros funcionarios del estado.

Como nos indicó uno de nuestros entrevistados «toda lajerga de la planificación estratégica, el marco lógico, el presu-puesto por resultados, y la estandarización de proyectos queel Estado ha asumido en sus directivas tiene que ver con unaserie de cuadros que pasan al estado y empiezan a reformularviejos estándares de planificación» (Pando). No obstante, estono parece responder a ningún tipo de política institucional,sino más bien a la voluntad de actores estatales particulares ode redes construidas previamente. Por tanto, cuando llegan algobierno personas procedentes de, cercanas a, o con simpatíahacia las ONG, pueden invitar o contratar profesionales deONG. Sin embargo, por su carácter personal, este tipo deintervenciones están marcadas por la precariedad. Así, es muyprobable que cuando cambie el gobierno, o el gabinete o lasituación de la persona que propició su llegada al estado, estaspersonas queden nuevamente fuera. Es decir habría una flui-da circulación de ingreso y salida a posiciones laborales en elestado, determinada por la influencia de personas particula-res y no por una política establecida.

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No obstante, este tipo de oportunidades son tomadas pormuchos miembros de ONG que ven su presencia en el esta-do no solo como una oportunidad laboral, sino también comola posibilidad de aumentar su capacidad de acción e influen-cia para promover los valores o intereses que defendían desdelas ONG. En relación con esto, es importante destacar queesta disponibilidad para integrarse al sector público represen-ta un cambio radical respecto a lo que ocurría en el pasado,cuando el estado era visto como el enemigo y colaborar con élera impensable. Es probable que este cambio tenga su origendurante los gobiernos de transición, cuando el trabajo en con-junto de ambos sectores contribuyó al restablecimiento delestado de derecho y al desarrollo de niveles mínimos de con-fianza y reconocimiento mutuos.

Ello no obstante, como adelantamos, aun encontramoscasos en los que el retorno al mundo de las ONG es proble-mático. Así, algunas ONG consideran que de aceptar la rein-corporación de estos individuos, su independencia política ycapacidad de crítica podrían ser cuestionadas en base a la fi-liación partidaria de los mismos. En este tipo de actitudes ve-mos la expresión de la dicotomía planteada entre la políticacorrupta53 y las ONG virtuosas. El mero paso por el mundode la política limitaría su posterior credibilidad.

53 En este caso nos referimos no sólo a la corrupción política producto delabuso de un cargo público para beneficio privado, sino también a un sen-tido más general, como degradación o vicio.

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6. Percepciones de las ONG

En esta sección desarrollaremos y compararemos las per-cepciones que sobre las ONG tienen tanto los partidos como losciudadanos. Creemos que esta contraposición puede ayudar aesclarecer el papel de las ONG en el desarrollo de la democraciaperuana.

Partimos de reconocer que si bien no se ha dado en el paísun debate público sobre la representatividad de las ONG, mu-chas veces esta es cuestionada por el gobierno. Así, cuando lasONG intentan fiscalizar la labor de diversos poderes del estado,como el Legislativo o el Judicial, sus miembros en ocasiones uti-lizan este cuestionamiento como arma arrojadiza, criticando supretensión de fiscalizar al «Congreso que es el verdadero repre-sentante del pueblo»54. En ese sentido, el tema de la representa-tividad no se ha elaborado, sino que se mantiene en un planoreactivo, de denuncia. De parte del gobierno, entonces, el cues-tionamiento es mas político que del mal uso de los recursos ob-tenidos. Así lo muestra el hecho de que, tal como ha señaladoPando, luego de fiscalizar durante dos años consecutivos la laborde las ONG solo se han encontrado faltas menores de tipo ad-ministrativo pero no casos de corrupción.

Esto nos lleva al hecho de que la denuncia no procede úni-camente del gobierno, sino también de los partidos con repre-sentación parlamentaria. Así, el debate en el Congreso de la Ley

54 Congresista Sousa Huanambal (GPF). Debate del Pleno del Congreso, 5de diciembre 2006. Cursivas nuestras.

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Nº 28925, popularmente conocida como ‘Ley anti-ONG’, pusoen evidencia el nivel de animadversión de los partidos hacia lasONG. El voto a favor de la ley55 fue mayoritario, y las interven-ciones consistieron en fuertes críticas al sector.

Las críticas se basaron principalmente en cuatro aspectos.En primer lugar, que no son transparentes en cuanto al uso desus recursos («está entrando plata para una cosa y se está usandoen otra»56), utilizándolos para su propio beneficio («este desarro-llo se va de manera personal a los miembros de los directorios»57),o para financiar actividades políticas o ilegales («cantidad de ONGque están vinculadas a actividades fuera de la ley»58). En segundolugar, que no han logrado resultados en lo que debería ser sucometido, la reducción de la pobreza y la promoción del desa-rrollo: «Las ONG tienen años acá en el Perú y el costo de bene-ficio, ¿cuál es? (…). El país sigue siendo exactamente pobre, lasONG dónde están»59. Este tipo de críticas se refieren no sólo alas ONG desarrollistas, sino también a las de incidencia, ya queal no tener resultados tangibles (de infraestructura material) se

55 La última votación en el Pleno obtuvo 60 votos a favor de la ley y 23 votosen contra. Sólo la bancada de Alianza Parlamentaria votó en contra de laley (también votaron en contra algunos congresistas de la bancada Na-cionalista-Unión por el Perú).

56 Congresista Raffo Arce (GPF). Debate del Pleno del Congreso, 26 deoctubre 2006.

57 Congresista Aguinaga Recuenco (GPF). Debate del Pleno del Congreso,2 de noviembre 2006.

58 Congresista Castro Stagnaro (UN). Debate del Pleno del Congreso, 26de octubre 2006.

59 Congresista Alcorta Suero (UN). Debate del Pleno del Congreso, 26 deoctubre 2006.

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Desconfianza y control: ONG y política en el Perú 197

considera que sus recursos son mal utilizados. En tercer lugar, secritica que participan en política, «tratando de sustituir al Esta-do»60, haciendo «una labor proselitista»61. Por último, que re-únen altas cuotas de poder, controlando «directa o indirectamentea la prensa peruana»62 y convirtiéndose en un «quinto poder»63.

Frente a estas percepciones negativas de las ONG desde elgobierno y los partidos, llama la atención la buena imagen de laque gozan entre la ciudadanía. Así, como muestra el cuadro 1,una encuesta aplicada en abril de este año en Lima, por el Insti-tuto de Opinión Pública de la Pontificia Universidad Católicadel Perú, encuentra que un 70.6 por ciento de los encuestadoscalifica la labor de las ONG entre regular y muy positiva. Asi-mismo, al preguntar por cómo caracterizarían la labor de lasONG, las opciones más elegidas fueron: ‘su labor es fundamen-tal para el desarrollo del país’ (39.2 por ciento), y ‘defienden losderechos de las minorías’ (37.3 por ciento). En el mismosentido van las respuestas que afirman que las ONG gene-ran cambios importantes en la sociedad y que trabajan enbeneficio de la sociedad y no en su propio beneficio.

60 Congresista Castro Stagnaro (UN). Debate del Pleno del Congreso, 26de octubre 2006.

61 Congresista Wilson Ugarte (PAP). Debate del Pleno del Congreso, 2 denoviembre 2006.

62 Congresista Sousa Huanambal (GPF). Debate del Pleno del Congreso, 2de noviembre 2006.

63 Congresista Beteta Rubín (N-UPP). Debate del Pleno del Congreso, 5de diciembre, 2006.

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Aldo Panfichi y Mariana Alvarado198

Cuadro 1

Sin embargo, estas percepciones positivas deben ser matiza-das por los hallazgos del cuadro 2, que muestran que sólo el 42.1por ciento de los encuestados supo definir a las ONG comoasociaciones civiles sin fines de lucro. El resto de respuestas sedividen entre un 18.8 por ciento que ‘no precisa’ y un 39.1 porciento de respuestas equivocadas (que van desde una empresaprivada, una entidad estatal y un partido político, hasta un sindi-cato o un club). Asimismo, es importante destacar que entre losniveles socioeconómicos más bajos (D/E) ‘no precisa’ suele seruna de las respuestas más recurrentes, obteniendo entre 26 y 28por ciento en todas las preguntas. Esto nos estaría indicando quelos sectores más pobres, que deberían ser aquellos a los que sedirijan los proyectos de desarrollo ejecutados por ONG desarro-llistas, están muy desinformados.

SEXO GRUPO DE EDAD NIVEL

SOCIOECONÓMICO RESPUESTAS Total % Hombre Mujer 18 a 29 30 a 44 45 a más A/B C D/E

1 = Muy negativa

5.4

7.2

3.6

2.2

5.6

9.5

6.3

4.8

5.7

2

8.9

10.5

7.4

7.1

10.5

9.3

10.7

8.3

8.5

3

25.4

25.6

25.2

23.7

26.9

25.4

31.6

24.4

22.0

4

23.6

23.5

23.7

28.6

22.0

19.0

30.8

25.0

15.6

5 = Muy positiva

21.9

20.4

23.2

28.6

20.7

14.2

16.8

25.8

19.3

No precisa

14.8

12.8

16.9

9.8

14.3

22.6

3.7

11.8

28.8

Total %

100.0

100.0

100.0

100.0

100.0

100.0

100.0

100.0

100.0

Base de entrevistas ponderada 462 228 234 168 173 121 107 222 134

FUENTE: Encuesta de Opinión - Abril 2009. Instituto de Opinión Públi-ca de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Trabajo de campo reali-zado entre los días 27 y 28 de marzo de 2009 en Lima Metropolitana.

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Desconfianza y control: ONG y política en el Perú 199

Cuadro 2

En ese sentido van también los comentarios de variosintegrantes de ONG entrevistados, quienes sugieren quelos discursos y acciones de las ONG sólo llegan al sectormoderno, más educado de la población, chocando con lasbarreras de la fragmentación social. Por su parte, los secto-res más altos (A/B) si bien son los más informados sobre elmundo de las ONG, y los más vinculados a ellas, tambiénson los que tienen una percepción más crítica de su papel.Entre ambos extremos encontramos al nivel socioeconó-mico C, caracterizado por su nivel intermedio de desarro-llo y educación, con un conocimiento intermedio de lasONG, pero la mejor imagen y valoración de sus acciones.

SEXO GRUPO DE EDAD NIVEL

SOCIOECONÓMICO RESPUESTAS

Total %

Hombre Mujer 18 a 29 30 a 44

45 a más

A/B C D/E

Una asociación civil sin fines de lucro

42.1

46.3

38.0

39.5

47.0

38.7

62.2

42.1

26.0

Una empresa privada

16.3

15.9

16.7

17.6

13.7

18.2

15.1

17.1

15.9

Una entidad estatal

11.1

10.8

11.3

16.5

7.8

8.2

10.7

10.3

12.7

Un partido político

5.0

5.4

4.7

5.1

2.6

8.4

1.2

5.7

6.9

Un sindicato

5.0

5.6

4.4

5.3

5.4

3.9

1.9

4.8

7.7

Un club

1.7

0.4

3.0

1.2

2.1

1.9

1.2

1.5

2.4

No precisa

18.8

15.6

22.0

15.0

21.3

20.7

7.7

18.5

28.3

Total %

100.0

100.0

100.0

100.0

100.0

100.0

100.0

100.0

100.0

Base de entrevistas ponderada 462 228 234 168 173 121 107 222 134

FUENTE: Encuesta de Opinión - Abril 2009. Instituto de Opinión Públi-ca de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Trabajo de campo realiza-do entre los días 27 y 28 de marzo de 2009 en Lima Metropolitana.

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Aldo Panfichi y Mariana Alvarado200

Cuadro 3

Finalmente, tal como muestra el cuadro 3, ante la pre-gunta por el tema que ocupa a la mayoría de las ONG en elpaís, la segunda opción más elegida, después de ‘ayuda so-cial’ (50.2 por ciento) es ‘defensa de los derechos huma-nos’ (28 por ciento). Esto llama la atención, porque comohemos visto, las ONG de DDHH son claramente minori-tarias, tanto en número como en recursos. Estos resulta-dos confirman la idea de que las ONG de incidencia polí-tica gozan de una alta visibilidad, logrando su objetivo deincidir en la opinión pública.

SEXO GRUPO DE EDAD NIVEL

SOCIOECONÓMICO RESPUESTAS

Total %

Hombre

Mujer 18 a 29 30 a 44 45 a más A/B C D/E

Ayuda social

50.2

48.9

51.5

58.9

48.8

40.1

59.4

50.7

42.0

Defensa de los Derechos Humanos

28.0

28.4

27.7

34.2

20.7

30.0

33.1

28.4

23.4

Protección de la infancia

17.4

12.6

22.0

16.7

19.0

15.9

20.4

17.4

14.9

Promoción del desarrollo

17.1

19.9

14.3

19.4

16.1

15.1

31.5

15.8

7.6

Defensa del medio ambiente

11.0

10.4

11.5

13.3

9.4

9.9

21.0

9.3

5.8

Promoción de la salud

8.5

8.0

9.0

9.1

7.0

10.1

16.8

6.2

5.8

Defensa de los derechos indígenas

6.8

6.8

6.7

5.9

5.2

10.2

11.8

6.8

2.8

Lucha anticorrupción

6.5

4.4

8.6

-

8.7

12.5

10.2

4.4

7.2

No precisa

18.6

17.7

19.6

11.8

20.8

25.1

8.0

17.9

28.4

Base de entrevistas ponderada 462 228 234 168 173 121 107 222 134

FUENTE: Encuesta de Opinión - Abril 2009. Instituto de Opinión Públi-ca de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Trabajo de campo realiza-do entre los días 27 y 28 de marzo de 2009 en Lima Metropolitana.

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Desconfianza y control: ONG y política en el Perú 201

7. Conclusiones

Como hemos visto a lo largo de este documento, las ONGcumplen un papel importante en el control y mejor funcio-namiento del sistema democrático, sobre todo en un contex-to de gran desconfianza ciudadana con la política partidaria ycon el ejercicio arbitrario del poder. No obstante las ONGhan sido hasta el momento poco estudiadas y al igual que lasociedad civil de la que son parte, se caracterizan por su frag-mentación y, sobre todo, heterogeneidad. Las ONG de inci-dencia, en las que nos hemos querido concentrar, tienen unpapel crucial en la esfera pública. Su importancia radica enque a pesar de las relaciones mayormente conflictivas y anta-gónicas con el poder político, y a sus propias limitaciones,continúan cumpliendo de manera permanente (y no solo enmomentos electorales) un papel activo en las posibilidades dere-legitimar la democracia.

Hemos presentado la relación entre las ONG y el estadocomo diversa, variando según los niveles y contextos. Sinembargo, ciertos rasgos, como la desconfianza y los deseos decontrol por parte del estado y los partidos parecen ser los máspermanentes. Frente a ello, las ONG son capaces de resistir,en distintas medidas, tanto las campañas de desprestigio comolos intentos de intervención. Esta capacidad de resistencia sebasa no sólo en su propia fortaleza (derivada tanto de sus fuen-tes de financiamiento internacionales, como de sus vínculoscon la sociedad civil transnacional), sino también en la debili-dad y poca credibilidad de los partidos, y en la buena percep-ción de la que gozan por parte de la ciudadanía.

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Aldo Panfichi y Mariana Alvarado202

Si bien las ONG juegan un papel importante en la defen-sa de la democracia y la promoción de derechos, estos facto-res positivos no deben hacernos olvidar sus importantes li-mitaciones. Se trata de organizaciones que tienen una capaci-dad de influencia limitada, en la medida en que no logranalcanzar a los sectores más pobres y excluidos de nuestra so-ciedad. Asimismo, tienen problemas internos de governanzaque impiden la renovación de sus cuadros y la superación desu fraccionamiento. Por último, pese a sus exigencias de trans-parencia a las instituciones públicas, ellas mismas muestranserias deficiencias en este ámbito.

Sin embargo, a pesar de estas limitaciones y de las fuertescríticas que reciben de un sector mayoritario del sistema po-lítico, las ONG no han presentado casos graves de corrup-ción y cuentan con una alta legitimidad en la opinión pública.Podríamos incluso decir que expresan la voluntad u opiniónfavorable de un sector de la población por un mayor controly vigilancia del poder político.

En cuanto a su relación con los partidos, no creemos quetengan la principal responsabilidad en su debilitamiento, yaque este se debe a problemas intrínsecos a ellos. Si bien lasONG pasan a ocupar parte del espacio dejado por la debili-dad y/o ausencia de los partidos, no creemos que sería acerta-do calificar la relación ONG-partidos como una de compe-tencia. En ese sentido, podría decirse que las ONG comple-mentan a los partidos políticos y enriquecen la democraciaabriendo nuevos espacios de debate y participación. Un sis-tema político medianamente eficaz no debería sentirse ame-nazado por la presencia de ONG que, como hemos visto,

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Desconfianza y control: ONG y política en el Perú 203

también tienen serias limitaciones.Las lecciones que deja este análisis, y la revisión de la tra-

yectoria de las ONG en el país, son que a pesar de que sulabor es importante y debe ser promovida, también ellas re-quieren ciertos grados de control y transparencia en su accio-nar. Así, reconocemos que las ONG cumplen un papel fun-damental de vigilancia y cuestionamiento de las acciones delgobierno, llamando la atención sobre ciertos temas que ame-ritan un debate público. De este modo, compensan las incli-naciones autoritarias de gobiernos que prefieren evitar el de-bate, ya que como afirma el presidente García, «la concerta-ción no sirve para gobernar» (citado por Llona 2008: 154).

Sin embargo, al mismo tiempo, resaltamos el hecho deque en ocasiones, la debilidad de los partidos puede provocarque las ONG vayan más allá de lo que sus roles, y capacida-des, recomiendan. Más aún en algunos casos son utilizadaspara construir carreras políticas personales o familiares sin queesto sea decisión más que de los propios interesados. Es nece-sario entonces, fortalecer a los partidos políticos y convertir-los en interlocutores de las ONG, de modo que cada unoocupe los espacios que teóricamente les corresponden. Porúltimo, las ONG también necesitan mayor transparencia enla gestión de sus proyectos y recursos, algo que algunas ONGno parecen dispuestas a realizar pensando equivocadamenteque no quieren dan información a sus enemigos, cuando pre-cisamente esto las llevaría a superar las limitaciones que he-mos mencionado y sobre todo a quedar fuera de la descon-fianza ciudadana que quieren alimentar sus adversarios.

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Aldo Panfichi y Mariana Alvarado204

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Desconfianza y control: ONG y política en el Perú 205

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Aldo Panfichi y Mariana Alvarado206

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Desconfianza y control: ONG y política en el Perú 209

LOS AUTORES

Bernardo Sorj, uruguayo naturalizado brasilero, es di-rector del Centro Edelstein de Investigaciones Sociales ydel proyecto Plataforma Democrática, y profesor de socio-logía de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Fue pro-fesor visitante en varias universidades europeas y de losEstados Unidos, ocupando entre otras posiciones las cáte-dras Sérgio Buarque de Holanda de la Maison des Scien-ces de L’Homme y Simón Bolívar del Institut des Hau-tes Études de L’Amerique Latine. Autor de más de 20libros publicados en varias lenguas, entre los cuales seincluyen: El desafío latinoamericano –Cohesión Social y De-mocracia, en colaboración con Danilo Martuccelli, SigloXXI, 2007; La Democracia Inesperada, Prometo/Bonagno,2004; [email protected] Inequality in theInformation Society (UNESCO, 2003); Internet y Pobreza,Trilice/UNESCO, 2006. (www.bernardosorj.com)

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Aldo Panfichi y Mariana Alvarado210

Gabriela Ippolito-O’Donnell, argentina, es Doctoraen Ciencia Política de la Universidad de Cambridge, ReinoUnido. Realizó sus estudios de Master en la Universidad deNotre Dame, Estados Unidos y de Licenciatura en CienciaPolítica en la Universidad del Salvador, Argentina. Sus inves-tigaciones sobre pobreza y acción colectiva en la ciudad deBuenos Aires han recibido el apoyo financiero de la Funda-ción Ford, la Fundación Interamericana, el Centro Norte-Sur de la Universidad de Miami, y el Instituto Kellogg de laUniversidad de NotreDame. La profesora Ippolito-O’Donnelles directora de CESC (Centro de Estudios de la Sociedad Civily la Vida Pública) y directora de la Licenciatura en CienciaPolítica de Escuela de Política y Gobierno de la UniversidadNacional de San Martín.

Gonzalo Delamaza, chileno, sociólogo por la Univer-sidad Católica de Chile y Diploma de Estudios de Profundi-zación (D.E.A.) en la Escuela de Altos Estudios en CienciasSociales, París. Ha sido profesor visitante en el Centro de Es-tudios Latinoamericanos de Harvard University. Actualmen-te cursa estudios de doctorado en la Universidad de Leiden,Holanda. Investigador de la Universidad de Los Lagos en San-tiago, donde dirige el Programa Ciudadanía y Gestión Públi-ca. Entre sus libros están Juventud Chilena. Razones y Subver-siones, (coeditor, 1985); Tan Lejos Tan Cerca. Políticas Públicas ySociedad Civil en Chile (2005) y Gestión Municipal Participativa.Construyendo Democracia Cotidiana, (coeditor, 2009).

Fernando Mayorga, nacido en Cochabamba, Bolivia.Licenciado en Sociología (UNAM). Doctor en Ciencia Polí-

Los autores

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Desconfianza y control: ONG y política en el Perú 211

tica (FLACSO/México). Director del Centro de EstudiosSuperiores Universitarios de la Universidad Mayor de SanSimón (CESU-UMSS). Autor de: El discurso del nacionalismorevolucionario (1985), Max Fernández: la política del silencio (1991),Discurso y política en Bolivia (1994), ¿Ejemonías ? Democracia re-presentativa y liderazgos locales (1997), Neopopulismo y democracia.Compadres y padrinos en la política boliviana (2002), Avatares.Ensayos sobre política y sociedad en Bolivia (2004), Encrucijadas.Ensayos sobre democracia y reforma estatal en Bolivia (2006), Elmovimiento antiglobalización en Bolivia (2008) y Democracia par-ticipativa y crisis política. Análisis de los resultados del ReferéndumRevocatorio de Mandato Popular (2009).

Aldo Panfichi, peruano, es profesor principal y jefe delDepartamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universi-dad Católica del Perú (PUCP), y ha sido coordinador de laMaestría en Ciencia Política de la Escuela de Graduados de lamisma universidad.

Es doctor en Sociología por The New School for Social ResearchNueva York (EEUU) y master en Sociología por la PUCP. Hasido investigador visitante en el David Rockefeller Center for LatinAmerican Studies de la Universidad de Harvard (2001-2003) yprofesor visitante en el Latin American lnstitute en la Universidadde Texas. Entre las publicaciones en las que ha participado o co-ordinado recientemente se encuentran: Sociedad civil esfera públicay democratización en América Latina: Andes y Cono Sur (2003), Ladisputa por la construcción democrática en América Latina, con EvelinaDagnino y Alberto Olvera (2006), Ese gol existe. Una mirada alPerú a través del fútbol (2008), Innovación democrática en el Sur,con Ciska Raventós (compiladora) (2009) entre otras.

Los autores

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Aldo Panfichi y Mariana Alvarado212

Mariana Alvarado, peruana, es Licenciada en Humani-dades por la Universidad Carlos III de Madrid, España, yMagíster en Ciencia Política con mención en Política Com-parada por la Pontificia Universidad Católica del Perú(PUCP). Su tesis de maestría analizó las influencias y com-ponentes del etnocacerismo en el Perú y lo presentó como untipo de populismo radical. Actualmente se desempeña comoinvestigadora en el Departamento de Ciencias Sociales de laPUCP.

Los autores

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Desconfianza y control: ONG y política en el Perú 213

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN: (DE)CONSTRUYENDOLA SOCIEDAD CIVIL EN AMÉRICA LATINA...........................5

Bernardo Sorj

SOCIEDAD CIVIL, ORGANIZACIONESDE LA SOCIEDAD CIVIL Y DEMOCRATIZACIÓNEN LA ARGENTINA......................................................................17

Gabriela Ippolito - O’Donnell

ONG, SOCIEDAD CIVIL Y DEMOCRACIAEN CHILE POST AUTORITARIO .............................................61

Gonzalo Delamaza

BOLIVIA: ONG Y MOVIMIENTOS SOCIALESEN TIEMPOS DE CAMBIO ...................................................... 119

Fernando Mayorga

DESCONFIANZA Y CONTROL: ORGANIZACIONESNO GUBERNAMENTALES Y POLÍTICA EN EL PERÚ .... 153

Aldo Panfichi - Mariana Alvarado

LOS AUTORES .............................................................................209