Urquizo- Tropa Nueva

570

description

escritor mexicano del siglo 19-20

Transcript of Urquizo- Tropa Nueva

Page 1: Urquizo- Tropa Nueva
Page 2: Urquizo- Tropa Nueva

Hace más de cuarenta años queEmmanuel Carballo entrevistó aSalvador Novo y al referirse éste ala Novela de la Revolución,manifestó que Tropa vieja (1943)es la más auténtica de todas obrasque traran del movimiento armado,y que Urquizo escribió siempre lamisma novela, remarcando con elloel hecho de que el tema o temas dela Revolución están presentes tantoen sus escritos históricos como enlas obras de creación literaria, conexcepción de pura ficción como Lo

Page 3: Urquizo- Tropa Nueva

incognoscible (s. f.), Mi tío Juan(1934) y algunos cuentos.

Page 4: Urquizo- Tropa Nueva

Francisco L. Urquizo

Tropa nueva

ePub r1.0IbnKhaldun 04.08.15

Page 5: Urquizo- Tropa Nueva

Títulos originales: Contiene fragmentos deDe la vida militar mexicana,H.D.T.U.P., Tropa vieja, cuentos yleyendas, Al viento, Charlas desobremesa, Aquellos años veintes, Fuisoldado de levita de esos de caballeríay Memorias de campañaFrancisco L. Urquizo, 2004

Editor digital: IbnKhaldunePub base r1.2

Page 6: Urquizo- Tropa Nueva
Page 7: Urquizo- Tropa Nueva

Prólogo

Urquizo, entre la letra y laespada

Francisco Emilio de los Ríos

Page 8: Urquizo- Tropa Nueva

El acta de bautismo de Francisco L.Urquizo asienta de manera textuallo siguiente:

En la Iglesia de San Pedro de La Launa,a 20 de Diciembre de mil ochocientosnobenta y uno. Yo el Pbro. AlbertoGutiérrez cura encargado de la Parroquiade Matamoros bautisé Solemnementepuse el Santo Oleo y Sagrada Crisma aun niño que nació en la Colonia el díabeinte y siete de Junio del corriente año aquien le puse por nombre José Franciscohijo legítimo de Francisco Urquizo yTeresa Benábides, fueron sus abuelospaternos Magdaleno Urquizo y RomualdaAntunes los maternos Luis Benábides yFabiana Sotelo…

Page 9: Urquizo- Tropa Nueva

y sigue algo más de texto, no menosincorrecto en cuanto a ortografía.

La fecha de nacimientoasentada en el Registro Civilcoincide con la partida de bautismoy con la tarjeta de participación delmismo que la familia hizo circularen aquel año, mas no así la hoja defiliación de la Contraloría de laFederación del 20 de abril de 1931.En este documento se establececomo fecha de nacimiento el 21 dejunio de 1891. Sobre el dato, en elprólogo de la novela Fui soldado

Page 10: Urquizo- Tropa Nueva

de levita de esos de caballería(1984), Fred Wimberley, quepresentó en 1964 una tesis sobre laobra literaria de Urquizo, en laUniversidad de las Américas,afirma haber entrevistado alGeneral, quien le dio el 21 de juniocomo fecha de su nacimiento.

No viene al caso discutirprolija e innecesariamente estasdiscrepancias cronológicas. Sehace referencia a las mismas notanto por un afán puntilloso sinopara aludir a la falta de un criterio

Page 11: Urquizo- Tropa Nueva

uniforme respecto a ciertos datosbiográficos de Urquizo, que enforma personal rectificó la fecha desu llegada al mundo. Con susnombres también surgen algunoscuestionamientos: José Franciscoen la partida de bautismo,Francisco solamente en el RegistroCivil; Francisco L. en sus libros yen todos los documentos oficiales;Paco Luis en los artículoshumorísticos que publicaba en elantiguo semanario El Gladiador;Francisco L. en definitiva como

Page 12: Urquizo- Tropa Nueva

militar y como escritor deindiscutible talento dentro de lanarrativa de la Revolución y de suobra miscelánea. «L» de Luis, enmemoria de su abuelo materno.

Francisco Luis UrquizoBenavides inició sus estudios deprimaria en San Pedro de lasColonias y los continuó en Torreónen la Escuela Mixta, dirigida pordon Delfino Ríos. En el ColegioTorreón, fundado por don JoséGálvez, completó su instrucciónprimaria «y unos años de

Page 13: Urquizo- Tropa Nueva

preparatoria», escribe él mismo enla bien salpimentada obra Charlasde sobremesa (1957). Desde niñosintió fascinación por la carrera delas armas y por las letras. En ellibro mencionado relata que a lossiete años publicó, en «elperiodiquito» de su escuela, suprimera composición con el títulode «Mis deseos», que eran los dellegar a ser general y «mandar amuchos soldados de infantería,artillería y caballería». Cuando eljoven Francisco manifestó a su

Page 14: Urquizo- Tropa Nueva

señor padre el deseo de ingresar alColegio Militar, para reforzar sudesacuerdo apeló don Francisco alparecer de un capitán que concincuenta soldados guarnecía laplaza de San Pedro de las Colonias.En breves palabras hizo el míliterecuento de su vida: «… míreme amí de capitán y ganando tres pesosy medio diarios con treinta años deservicios y con cincuenta de edad».

No fue al Colegio Militar sinoa un prestigiado colegio de aquellosaños culminantes del porfirismo.

Page 15: Urquizo- Tropa Nueva

Ingresó al Liceo Fournier paraestudiar la carrera comercial. Delos trescientos alumnos cien eraninternos. Entre éstos se encontrabael joven Francisco L. Urquizo,quien en una especie de autocompensación por no estar en elColegio Militar, solía, en los díasde asueto, contemplar a losguardias presidenciales en lasafueras del Palacio Nacional.Aquella su inclinación a lo militarera una llamita inextinguible enespera de que algún viento

Page 16: Urquizo- Tropa Nueva

favorable viniera para hacerlacrecer y alumbrar el camino de laverdadera vocación. Nosospechaba el futuro general queera poco el tiempo que faltaba paraque el remolino de la revoluciónmaderista lo levantara, allá, en sulejano San Pedro donde donFrancisco I. Madero estabaincubando, tanto por su pensamientocomo por su obra de agitación, elprincipio de una convulsiónrevolucionaria que empezaría conel derrocamiento de un tirano y

Page 17: Urquizo- Tropa Nueva

proseguiría hasta convertirse en elacontecimiento de mayorsignificación en la historiamexicana del siglo XX. Intentar lasemblanza de Francisco L. Urquizomarcando una tajante separaciónentre el militar y el escritor es unatarea de suyo dificultosa, porque elnovelista del soldado —como se lellama con acierto— abrazó lacarrera de las armas cuando aún nocumplía los veinte años, y fue suparticipación en las revolucionesmaderista y constitucionalista,

Page 18: Urquizo- Tropa Nueva

precisamente la coyuntura paraejercitar la pluma y dejar a laposteridad un legado en el que elpredominio de los hechosrevolucionarios sobrepasa a latemática de ficción que aparece enalgunas de sus obras.

Hace más de cuarenta añosque Emmanuel Carballo entrevistóa Salvador Novo y al referirse éstea la Novela de la Revolución,manifestó que Tropa vieja (1943)es la más auténtica de todas lasobras que tratan sobre el

Page 19: Urquizo- Tropa Nueva

movimiento armado, y que Urquizoescribió siempre la misma novela,remarcando con ello el hecho deque el tema o temas de laRevolución están presentes tanto ensus escritos históricos como en lasobras de creación literaria, conexcepción de las de pura ficcióncomo Lo incognoscible (s. f.), Mitío Juan (1934) y algunos cuentos.

En íntima coexistencia elsoldado revolucionario y elescritor, la biografía de Urquizo noes concebible excluyendo de la

Page 20: Urquizo- Tropa Nueva

misma su carrera militar; aunque secomparta, con algunos de losestudiosos de su obra, el criterio deque su sobrevivencia se debe más ala prevalecencia del ejercicio delas letras sobre el de las armas.

Francisco L. Urquizo ingresó ala Revolución el 7 de febrero de1911, como soldado de la Segundadivisión del Norte del EjércitoLibertador cuyo mando recaía en elgeneral e ingeniero Emilio Madero,hermano de don Francisco. Quedóincorporado al Primer regimiento

Page 21: Urquizo- Tropa Nueva

de Caballería bajo el mando delcoronel Sixto Ugalde. De manerarápida fue alcanzando diversosrangos militares debido sobre todoa sus grandes facultades en materiade organización y disciplina. Enmayo es ya Capitán primero. Alsobrevenir el triunfo de donFrancisco I. Madero las unidadesen que Urquizo militaba seconvirtieron en corporacionesrurales. Con su escuadrón pasó al22 cuerpo de Caballería de laFederación, que estaba al mando

Page 22: Urquizo- Tropa Nueva

del coronel Orestes Pereyra,antiguo hojalatero de El Oro,Durango, que con los Dorados deVilla participaría tiempo despuésen los históricos combates libradoscontra el huertismo en Torreón, SanPedro, Paredón y Zacatecas.

En diciembre de 1911, congrado inferior, el de subteniente,ingresa al Escuadrón de guardiaspresidenciales. Fue el únicomaderista entre los elementos delantiguo ejército porfiriano. En lasobras de memoria histórica

Page 23: Urquizo- Tropa Nueva

Recuerdo que… (1934), Páginasde la Revolución (1956) y LaCiudadela quedó atrás (1965),relata Urquizo una plática quesostuvo con el presidente Madero.En el diálogo sugiere que leautorice viajar a Torreón paraseleccionar unos treinta hombres delos que militaron a las órdenes dedon Emilio Madero con el fin deincorporarlos a la guardiapresidencial. Con excesivaconfianza don Francisco argumentaque el ejército era leal al gobierno.

Page 24: Urquizo- Tropa Nueva

No pasa por su noble pensamientola sospecha del golpe pretorianoque, a poco, acabaría con la vida dedon Gustavo A. Madero, con lasuya y con la del vicepresidenteJosé María Pino Suárez.

Los cuentos «El Guache»,«Julieta», «Somnolencia» y algunosmás, datan de la época en queUrquizo estuvo en el Escuadrón deguardias de la Presidencia. Es, porende, uno de los primeros cuentistasde la Revolución. Esos y otrosrelatos los conjuntó y publicó en el

Page 25: Urquizo- Tropa Nueva

libro De la vida militar mexicana(1930), en el cual aparece«Tlaxcalantongo», primertestimonio escrito sobre la muertetrágica de don Venustiano Carranza,que los magnicidas trataron dehacer aparecer como suicidio.

En los días previos alasesinato de Madero, Urquizo fueaprehendido por Félix Díaz cuandocon otros elementos leales defendíasu cuartel, ubicado en el costadoponiente de La Ciudadela. Se lasingenió para fugarse y ya libre se

Page 26: Urquizo- Tropa Nueva

puso a las órdenes del capitán denavío Hilario Rodríguez Malpica,jefe del Estado mayor presidencial.En el vértigo de aquellos díasfunestos fue nombrado oficial deórdenes de las tropas leales, perollegó la noche del 22 de febrero de1913 y con ella las ráfagas deplomo que segaron las vidas deMadero y de Pino Suárez.

Con grandes penurias setrasladó Urquizo de la ciudad deMéxico a San Antonio, Texas, y deallí a Piedras Negras para unirse a

Page 27: Urquizo- Tropa Nueva

don Venustiano Carranza y a sunaciente Ejército constitucionalista.Causó alta el 1 de abril de 1913 y,con el grado de capitán 1.º seincorporó al Estado mayor delPrimer jefe, quien al poco tiempoaprobó que organizara un batallónde zapadores con mineros de Rositay Cloete. Esta corporación juntocon fuerzas de Pablo González,combatió y derrotó, en Candela, alos huertistas que comandabanGuillermo Rubio Navarrete y JoséAlessio Robles. En el campo de

Page 28: Urquizo- Tropa Nueva

batalla alcanzó Urquizo el grado deMayor; luego su batallón dezapadores fue integrado a la 1.abrigada de la División del Norestebajo el mando de Antonio I.Villarreal. Entre el 22 y 25 deoctubre de 1913, participó en elataque y toma de Monterrey dondese le confirió el grado de Tenientecoronel.

A principios de 1914 setrasladó a Sonora, donde fueincorporado al Estado mayor deCarranza. Al mando de la escolta

Page 29: Urquizo- Tropa Nueva

especial del Primer jefe, constituidapor un regimiento, realizó latravesía hasta Chihuahua y en juniofue ascendido a Coronel. Dosmeses más tarde entró a la ciudadde México, al lado de donVenustiano. Su regimiento-escoltarecibió el nombre de BrigadaSupremos Poderes que, bajo sumando, llegó posteriormente a serDivisión. En abril de 1916 fuenombrado comandante de la Plazade México, y con el grado degeneral de brigada pasó a ser jefe

Page 30: Urquizo- Tropa Nueva

del Departamento de Estado mayorde la Secretaría de Guerra yMarina, puesto que conservó hastajunio de 1917, cuando formó partede la Comisión reorganizadora delEjército Nacional. En 1919, siendoya general de división y Jefe deoperaciones en Veracruz, participóen la campaña contra Félix Díaz yen algunos combates contraAureliano Blanquet, cancerbero queaprehendió a Madero y que,perseguido por las tropas delgeneral Guadalupe Sánchez, murió

Page 31: Urquizo- Tropa Nueva

en una barranca el 15 de abril de1918, suceso narrado por Urquizoen su obra de relatos, cuentos,memorias y leyendas tituladaH.D.T.U.P. (1935).

Cuando en mayo de 1920inició Carranza su trágico éxodohacia Veracruz, Urquizo, que eraSecretario de Guerra y Marina,combatió en Apizaco, Rinconada yAljibes, sin el éxito de otrostiempos, pues ahí quedó sellado eldestino de la débil columnaconstitucionalista al mando del

Page 32: Urquizo- Tropa Nueva

siempre leal Francisco Murguía.Después de que en Tlaxcalantongose consumó el crimen contraCarranza, Urquizo fue arrestado,junto con otros generales, y se lesconfinó en la prisión de SantiagoTlatelolco. Fueron sometidos aproceso sin que se les probararesponsabilidad en lo referente a lamuerte de don Venustiano, pero sondados de baja en el ejército yretirados a la vida privada. Enforma solapada se les continuópersiguiendo, por lo que deciden

Page 33: Urquizo- Tropa Nueva

expatriarse en el año 1921. Urquizoy Francisco de P. Mariel se van aEuropa; Francisco Murguía, aEstados Unidos, y de allí regresarácomo rebelde contra el gobierno deÁlvaro Obregón. Muere fusilado,en Tepehuanes, Durango, el 1 denoviembre de 1922. En la obraCuentos y leyendas (1945), incluyeUrquizo el relato «La últimaaventura de Murguía», texto de losde máxima calidad salidos de supluma.

Después de visitar varios

Page 34: Urquizo- Tropa Nueva

países de Europa, Urquizo fijó suresidencia en España, dondepublicó sus primeras obras decarácter no militar: Europa Centralen 1922 (s. f.) y Lo incognoscible(s. f.). En 1924 regresó a México,pero la vida civil no le resulta fácily alternadamente vuelve a seragricultor, ejerce el periodismo, sededica al comercio, a lacompraventa de automóviles yfinalmente acepta un empleo en laAdministración de rentas dePachuca, Hidalgo. En 1926 contrajo

Page 35: Urquizo- Tropa Nueva

matrimonio con la señorita AnaMaría Pérez de Tejeda. De la uniónnacieron cuatro hijos: Lourdes,Margarita, Francisco José y JuanManuel.

En 1934 fue readmitido en elejército y siete años más tardereasumió el grado de general dedivisión. Durante el gobierno deManuel Ávila Camacho fuesubsecretario de Guerra y Marina ySecretario de la Defensa Nacionaldel 1 de septiembre de 1945 al 30de noviembre de 1946. Después fue

Page 36: Urquizo- Tropa Nueva

comandante de la Legión de honormexicana y Jefe del Departamentode Industria Militar, así comoPresidente del Consejo de laSecretaría de la Defensa Nacional.En 1967, dos años antes de sumuerte, el Senado de la Repúblicale otorgó la medalla BelisarioDomínguez. En su hoja de serviciosse lee que «… tomó parte en más desesenta combates y las citas en lasórdenes del día son numerosas. Enlas mismas se advierte que lamayoría son por la serenidad en el

Page 37: Urquizo- Tropa Nueva

combate, disciplina y técnicamilitar demostradas por él y por loscontingentes a su mando». Entretratados de índole militar, crónicas,cuentos, memorias, obras históricasy biografías, dejó escritos treinta ynueve libros. En 1994 sus restosfueron depositados en la Rotondade los Hombres Ilustres, en laciudad de México, donde murió el 7de abril de 1969.

Las obras de Urquizo sobre laRevolución constituyen un legadode indispensable valor para

Page 38: Urquizo- Tropa Nueva

mantener vigente, o reconstruirnuestra memoria histórica y nuestraidentidad colectiva asediada demanera constante por modelosextraños que van de loaparentemente inocuo ycircunstancial como la moda y eseruido agresivo llamado música,hasta niveles más profundos de lacultura, la organización social y losvalores éticos, que ante losmecanismos coactivos de laglobalización van sucumbiendo enuna especie de anticultura que se

Page 39: Urquizo- Tropa Nueva

revierte contra su propia historia.Actor y testigo de la

Revolución en sus etapas maderistay constitucionalista, revive de losviejos cronistas de Indias latradición memorialista y sus textos,en palabras de Alejandro Katz,prologuista del volumen Obrasescogidas de Francisco L. Urquizo(Fondo de Cultura Económica,1987), «reflejan una pacienteobservación, una inmensacapacidad para detenerse en eldetalle, a la vez que ofrecen una

Page 40: Urquizo- Tropa Nueva

visión personal de lo narrado…, entoda (su) obra se imbrican demanera indiscernible historiador,intérprete y poeta».

La mayoría de los críticos ehistoriadores de la literaturamexicana concuerdan en que lanarrativa de la RevoluciónMexicana es, en Hispanoamérica, elacontecimiento más importantedespués del Modernismo. Entrecuentistas, novelistas y aun poetasque escribieron sobre elmovimiento armado pueden

Page 41: Urquizo- Tropa Nueva

contarse cerca de doscientos, muydisparejos en calidad, pero rasadospor el mismo interés de tomar lapluma y escribir así fuera un relatosobre algún hecho revolucionarioen el que se tomó parte, se fuetestigo o se conoció de oídas.Urquizo debe figurar entre los quehan sobrevivido; bien ganado sitiotiene junto a Mariano Azuela,Martín Luis Guzmán, Rafael F.Muñoz, Mauricio Magdaleno,Nellie Campobello y otros (pocos)destacados narradores de la

Page 42: Urquizo- Tropa Nueva

Revolución. El bien merecido lugarse lo confirió hace ya muchos añosel Dr. Antonio Castro Leal queincluyó Tropa vieja en la obramonumental La novela de laRevolución Mexicana, publicadabajo el sello editorial de laprestigiada casa Aguilar.

Urquizo es un autor no deltodo desconocido; las edicionesvarias y amplios tiros (del orden delos cincuenta mil ejemplares) de,por ejemplo, Tropa vieja, Fuisoldado de levita de esos de

Page 43: Urquizo- Tropa Nueva

caballería, Memorias de campañay Los últimos días del generalMurguía, demuestran que no esexiguo el número de lectores queaprecian su obra. Sin embargo, enla medida que sus méritos deescritor lo requieren no es bienconocido, ante todo porque de loslibros de texto sobre historia de laliteratura sólo el de CarlosGonzález Peña (Historia de laliteratura mexicana) le dedicaalgunas líneas; muy concisas, peromuy significativas. Es necesidad y

Page 44: Urquizo- Tropa Nueva

utopía, muy sabidas ambas, que elhábito por «la lectura debe serinculcado desde la primaria, aunquees en secundaria y en preparatoriadonde empiezan los jóvenes aconocer la historia literaria delmundo», la de su continente y país.Si los historiadores dejan al margena escritores como el generalUrquizo, los maestros de laasignatura son los indicados parallenar los vacíos, y a la vez evitarel olvido de autores que handestacado en un estado o región de

Page 45: Urquizo- Tropa Nueva

la República. Pero es deconsiderarse muy a fondo que si laenseñanza de la literatura se reducesólo a historia, se arriesga aconvertirla en un mero inventariode autores. La apreciación de estearte en cualquiera de susmanifestaciones —narrativa,poesía, ensayo— sólo es posiblecuando se conoce a los autores porlas lecturas que ilustren las obrasde mayor realce salidas de supluma. De ahí la importancia de lasantologías destinadas no sólo a

Page 46: Urquizo- Tropa Nueva

escolares sino a sectores másamplios de población, dicho estosin demérito del valor que implicala lectura de una o más obrascompletas.

Esta selección incluye textosde Urquizo publicados entre 1930 y1945, referidos, en mayoría, aepisodios ocurridos durante laRevolución. Cada lector podráconstatar las grandes dotesnarrativas del autor; su estiloconciso y realista, no exento dehumor y de poesía, pero también de

Page 47: Urquizo- Tropa Nueva

amargura y dramatismo. Al electorde los textos sólo le restacongratularse porque los editoresrinden, con esta publicación, unreconocimiento merecido enjusticia por un personaje que, entrela letra y la espada, puedeconsiderarse como uno de los másilustres hijos de Coahuila.

Torreón, Coahuila, febrero de 2003

Page 48: Urquizo- Tropa Nueva

Tropa nueva

Antología 1930-1975

Page 49: Urquizo- Tropa Nueva

De la vida militarmexicana

(1930)

Page 50: Urquizo- Tropa Nueva

El Cuache

Nació, probablemente, cuando lastrompetas tocaban diana, y entre lasblasfemias de la tropa y las cocesde los caballos, en los tabiques demadera de los macheros, al sersacados a la limpia; vio la primeraluz en un día nebuloso y frío, y

Page 51: Urquizo- Tropa Nueva

tiritando sobre un montón de paja,aulló lastimeramente.

Su madre lo abandonó apenaspudo andar, y poco a poco fueconociendo aquella vida, a la queestaba condenado.

Al toque de diana, todavía conel frío y la niebla de la madrugada,se limpiaba la caballada, despuésse repartía el rancho, más tarde sedaba instrucción, en seguida agua,luego se pasaba lista de doce, serepartía nuevamente rancho; mástarde, otra vez limpia, forraje, lista

Page 52: Urquizo- Tropa Nueva

de seis, retreta y silencio; sus oídosnunca pudieron acostumbrarse alsonido de las trompetas; desde queempezaban a tocar llamada debanda, hasta que terminaba lacontraseña del Cuerpo, herían susdelicados tímpanos aquellas notasvibrantes, y aullaba, aullabasiempre.

Fue diferenciando, poco apoco, a las personas de losanimales, por más que algún trabajole costó con algunos reclutas;aquellos eran buenos, le

Page 53: Urquizo- Tropa Nueva

acariciaban al igual que la tropa;ésta le enseñaba a hacer piruetas, lehacía que recogiera los objetos quele tiraban y, por último, le daba lassobras de su rancho. Los oficialeseran otra clase de gente:presumidos todos ellos, en cuantose les acercaba moviendo el rabo,temían que les ensuciara susbrillantes botas y dábanlepuntapiés, y no pocas vecesdiéronle cintarazos si se lesacercaba a la hora de la instrucción.Nunca le dieron de comer nada,

Page 54: Urquizo- Tropa Nueva

siempre se encerraban en sushabitaciones para yantar.

De los animales, notó luego ladiferencia entre los caballos y lasacémilas: aquellos eran buenoscompañeros, le dejaban dormirtranquilo en la paja de los macherosy no le molestaban jamás; no pasólo mismo con las acémilas, quecuando les daba por jugar con él, envez de lamerlo, mordíanloatrozmente y no pocas veces, alacercarse, recibíanlo a coces;algunas otras, en la edad de la

Page 55: Urquizo- Tropa Nueva

inexperiencia, llegó a lamentaralguna que otra bromita de esas,que lo dejaban adolorido por variosdías.

En su corto criterio de perro,llegó a notar cierta semejanza entrelos animales y las personas, yclasificolos: más parecidos loscaballos a la tropa, y las acémilas alos oficiales.

La tropa, amante de ponernombres extravagantes a lasanimales, le puso Cuache, y a lospocos días ya entendía

Page 56: Urquizo- Tropa Nueva

perfectamente por su nombre yacudía donde le llamaban.

En la instrucción, acompañadode Nerón y Otelo (compañeros másantiguos de la corporación),formaba en fila exterior, y cuandomarchaban por pelotones, servían,al igual que los sargentos, decostados derechos, y en la columnade viaje iban delante de la banda.Con qué gusto, después de una largainstrucción en el campo, se metía enalgún charco y tomaba largo rato subaño.

Page 57: Urquizo- Tropa Nueva

Fue adquiriendo con el tiempolo que los militares llaman espíritude Cuerpo, y, en general, amabamás a la Caballería que a las demásarmas, y en particular, y con cariñoprofundo, a su hermoso Escuadrónde Guardias Presidenciales, sobrelodos los cuerpos del arma.Causábanle un profundo despreciolos falderillos de Infantería, quemarchaban con los comandantes delos pelotones, y, muchísimo más,los civiles, ya fueran galgos o bull-terriers; él a gala tenía ser del país.

Page 58: Urquizo- Tropa Nueva

Cruzado de galgo y mastín, negrocomo el azabache, de musculosaestructura y largos dientes.

Conocía el servicio de suCuerpo como el mejor; cansadoestaba de hacer guardias y retenesen Chapultepec, y patrullas yescoltas presidenciales; orgullosose sentía en las fiestas nacionales,al pasar por la Reforma y escuchara su paso el Himno Nacional y lasimponentes notas de la marcha dehonor.

Habituado en aquel medio, y

Page 59: Urquizo- Tropa Nueva

feliz en lo que cabe, vivía tranquiloel Cuache, cuando un día, allevantarse, encontrose con lainfausta nueva de que el Otelo habíamuerto envenenado, y en derredorde su cadáver algunos guardiashacían comentarios de su muerte.Por lo que él pudo adivinar, lamuerte de Otelo se debía a unadisposición del Capitán, ordenandoal mariscal, que no queriendo yamás perros en el cuartel procedieradesde luego a envenenar a todos losque hubiera. Si el carro cargado de

Page 60: Urquizo- Tropa Nueva

forraje le hubiera pasado por mitaddel cuerpo, no le habría causadotanto dolor como aquelladisposición; y no era por el temorde perder la vida, a lo que estabadestinado desde el momento denacer, sino de perderla de aquellamanera infamante, porconsiderársele nocivo.

Escapose rápidamente delgrupo que rodeaba a Otelo y corrióa ocultarse al cuarto donde seguardaba el forraje; y allí,escondido y a salvo del peligro que

Page 61: Urquizo- Tropa Nueva

lo amenazaba, rompió a lloraramargamente y renegó de su perravida. ¿Con que de aquel modo sepremiaba su celo y su lealtad? ¿Conque así se querían pagar susservicios? ¿Con que no teníaderecho a seguir al Escuadrón ensus marchas y servicios? ¿Con queperjudicaba con consumir lassobras del rancho? ¡Ah! ¡Cuáningratos son los hombres! Luego seconsolaba pensando: «Me iré aGendarmes del ejército ya que aquíno me quieren, siquiera serán allí

Page 62: Urquizo- Tropa Nueva

algo más humanos, y… ¿si allífuesen lo mismo…? Me retiraré delEjército…».

Pero no, no abandonaría suEscuadrón. ¡Imposible sería olvidara tantas personas y objetos tanqueridos…! Al cabo Rodríguez, alsargento Paredes, al tenienteMartínez, y, ¿dónde encontraríaotros iguales? Además, loshermosos alazanes del Pelotón dedescubierta, el azul celeste de losuniformes, los relucientes cascos,los penachos blancos; no tendría ya

Page 63: Urquizo- Tropa Nueva

derecho de llevar el collar azul alcuello… ¡No! ¡Imposible! ¡No seiría! Ahí esperaría la muerte, en supuesto; no comería nada más parano morir envenenado; comería en lacalle. Que lo matasen a balazos sitenían corazón para ello.

Salió de su escondite al cabode dos días, débil y tambaleándose;se acercó a un grupo de soldados,moviendo cariñosamente el rabo.

Uno de los del grupo dijo a losdemás: «¡Miren, aquí viene elGuache! Pobrecillo, estaba

Page 64: Urquizo- Tropa Nueva

escondido para que no lo mataran.¡Guache! ¡Cuachito! Toma, ven, notengas miedo; tú te salvaste, túfuiste indultado; tú estarás siempreen el Escuadrón».

Sintió el pobre animal unaalegría inmensa, como nunca lahabía sentido; corrió, corrió largorato retozando por el patio: ¡erafeliz!

Page 65: Urquizo- Tropa Nueva

Los dos capitanes

En todos los tiempos, en todos lospercances de la vida, aun en losmás trágicos y serios, nunca faltauna nota cómica que venga asacudir burlescamente el ambientesaturado de tristeza y sinsabores delmomento trascendental próximo a

Page 66: Urquizo- Tropa Nueva

un peligro en que parece decidirsela suerte propia y la de muchosafines a una idea. En la carreramilitar, llena siempre desinsabores, y cuajada de peligros,quizás por lo mismo de ella, poresa confianza que se toma con lamuerte a fuerza de verla cerca, opor haber de antemano hecho elsacrificio de lo más preciado quetiene el hombre, que es la vida, lanota divertida y cómica abunda.Cuando llega la hora del descanso,después de la fatiga diaria, o al

Page 67: Urquizo- Tropa Nueva

consumarse la victoria, los gruposde soldados y los corros deoficiales siempre tienen algúnchascarrillo qué contar, o algúncomentario de qué reír; en cadacorporación siempre hay por lomenos uno de sus miembros que esel gracioso indispensable, cuandono son varios, y a quienes estáreservado hacer todo aquello quepueda servir de solaz a suscompañeros; a veces son graciososespontáneos que tienen concienciade la fuerza cómica de cuanto

Page 68: Urquizo- Tropa Nueva

ejecutan y gozan ejerciendo taldisposición; otras veces soninconscientes, y parece que lacasualidad les pone siempre entrances que ejecutados por ellos,resultan de una gracia desmedida.Suele ser el gracioso, por logeneral, un asistente, o un soldadotorpe, y a veces algún oficial; enocasiones da la casualidad queabundan los graciosos. El cuerpoque tiene más graciosos, es el másfeliz; sus componentes no sentiránnunca el cansancio de la jornada, y

Page 69: Urquizo- Tropa Nueva

la risa disipará rápidamente lamelancolía que tienda a invadir susánimos cuando hayan tenido uncontratiempo.

Las anécdotas festivasabundan en los Ejércitos de todoslos tiempos y de todos los países.

En aquel entonces (1913),había en el Ejércitoconstitucionalista dos individuosdesconocidos, pues casi nunca seles llegó a ver, que eran el temaobligado de las alegres charlas delvivac; llamábanse, según decían,

Page 70: Urquizo- Tropa Nueva

don Teodosio Hernández, y donGaspar Ontiveros; ambos eranamigos inseparables y vivían en susranchos, colindante uno al otro, alas márgenes del Río Bravo.Frisaban en los cincuenta años, yeran un par de viejos de esos tancomunes en la frontera, de largamelena y enorme piocha.

Iniciado el movimientorevolucionario, el naciente ejércitodominó desde el primer momentouna vasta zona en el norte delestado de Coahuila, ocupando el

Page 71: Urquizo- Tropa Nueva

grueso de él el estratégico pueblode Monclova, e instalando fuertespuestos avanzados en la desiertaestación ferroviaria de Espinazo,hacia el Sur, y en las cercanías deLampazos, hacia el Este; la partenorte del estado quedódesguarnecida, pues ningúnenemigo había por allí, y loshabitantes del país ocupadosimpatizaban con la causa que seperseguía; por otra parte, las tropaseran necesarias para lasoperaciones y no se contaba con

Page 72: Urquizo- Tropa Nueva

sobrante de fuerzas para guarnecerpuntos o pueblos de la retaguardia.

Probablemente don TeodosioHernández y don Gaspar Ontiveros,a raíz de los acontecimientos deaquellos días, en alguna de suslargas conversaciones de susbuenos tiempos de cazadoresincansables, o de combates contralos indios, tema obligado de sussabrosas pláticas, al amor de lalumbre de la cocina, saboreando laindispensable taza de café cargadoy fumando con fruición el largo

Page 73: Urquizo- Tropa Nueva

cigarro de hoja de maíz,comentaron de seguro los recientesacontecimientos de la comarca;simpatizaron con el ideal de losrevolucionarios, acordáronse de susmocedades, cuando peleaban contralos indios comanches, y entusiastas,decidieron levantarse en armas.Una ola patriótica los impulsaba alanzarse a la revuelta: su decisiónfue inquebrantable; había que lucharcontra el usurpador. Buscaron genteque los secundara y que quisiera ira sus órdenes a combatir; no

Page 74: Urquizo- Tropa Nueva

encontraron a nadie. Todos loshombres útiles se les habíanadelantado ya en su propósito yhabían marchado semanas antes;sólo quedaban en los pueblos yrancherías aquellos quematerialmente no podían ir a lalucha. Bien; irían sin gente, yaencontrarían más delante hombresqué reclutar.

Alistáronse para la marcha; ensus casas les hicieron una buenaprovisión de bastimento, suficientepara comer semanas enteras;

Page 75: Urquizo- Tropa Nueva

requirieron sus viejas carabinasamarillas de doce con que solíancazar venados, ensillaron suscaballejos, y un buen día, el rayarel sol, se despidieron de susmujeres, que los vieron partir,llorando, para la guerra; y echarona andar uno al lado del otro, por elcamino que conduce a Monclova; seirían a incorporar allí con la fuerzarevolucionaria.

No llevaban prisa, caminabanal paso lento de sus cabalgaduras,fumando con fruición sus largos

Page 76: Urquizo- Tropa Nueva

cigarros de hoja, que a cadamomento se les apagaban, y allí dela yesca y el eslabón, paraprenderlos nuevamente; más tiempoempleaban en encender sus cigarrosque en fumarlos.

Sus cuerpos, altos y delgados,sus largas piochas, y los escuálidoscaballejos que montaban, dábanlesel aspecto de aquel gloriosocaballero de la Triste figura. Eranciertamente dos Quijotes en buscade aventuras. La conversación quesostenían era interesantísima; era

Page 77: Urquizo- Tropa Nueva

todo un enorme programa que ibana realizar; lanzarían arengas a lospueblos, tocarían hábilmente lafibra patriótica de los habitantes, yreunirían un núcleo capaz deenfrentarse a los aguerridosbatallones de Huerta; tomaríanpueblos, impondrían préstamos alos enemigos, esos ricachones,sempiternos extorsionadores delpobre pueblo; quitarían a los malosgobernantes y pondrían en su lugara ciudadanos honrados, de limpiosantecedentes y de buenas

Page 78: Urquizo- Tropa Nueva

intenciones; confiscarían laspropiedades mal adquiridas y lasrepartirían entre los necesitados;nada de contribuciones, nada de quehubiera policías, que cada unohiciera lo que mejor le viniera engana; harían, en fin, la revoluciónsegún ellos la comprendían. Iban acaminar en lo sucesivo las cosas deotro modo bien diferente de comohasta entonces. Por lo prontonecesitaban un grado militar que lesdiera autoridad con que obrar;acordaron pues, en primer término

Page 79: Urquizo- Tropa Nueva

nombrarse uno al otro capitanes; deigual grado ambos, supuesto queeran idénticos en cualidades yademás les unía el compadrazgo yuna estrecha amistad de largos añosde vecindaje y de expediciones enlas cacerías de venados.

Los dos capitanes caminarontodo el día, sin encontrar a su pasohombres útiles de que echar mano:en las rancherías sólo quedaban lasmujeres y las criaturas, y los únicosque les salían al encuentro eran loscanes que les ladraban

Page 80: Urquizo- Tropa Nueva

furiosamente. En uno de aquellosranchos fue tal el escándalo de lajauría, que a punto estuvieron detrabar su primer combate contra losperros, que tal parecía quesimpatizaban más bien con elenemigo que con los afiliados a lacausa del pueblo.

Ya para caer la tarde avistaronun pueblo; las terrosas casas deadobe se distinguían entre laarboleda de los verdes nogales.

—¿Qué pueblo será ese,compadre? —preguntó don

Page 81: Urquizo- Tropa Nueva

Teodosio.—Si no me equivoco, debe ser

Progreso.—No lo conozco.—Ni yo tampoco.—¿Habrá enemigo; cómo ve?—¡Quién sabe! pero en eso

andamos, compadre, para morirnacimos; lo tomamos por la fuerza.

—¿Nosotros solos?—¡Bah! ¿Cuántos puede

haber? y aunque fueran muchos, nossobran a usted y a mí tamaños paraatacarlos.

Page 82: Urquizo- Tropa Nueva

—Bueno pues, ¡adentro! deuna buena vez.

Detuvieron sus caballos,soltaron las correas que sujetaban alas carabinas debajo del arción; lasexaminaron, cerciorándose de quefuncionaban bien; llenaron lasrecámaras con sus doce cartuchos ylas pusieron en guardia.

—¡Ándele, compadre! —gritódon Teodosio espoleando a sucaballo y blandiendo al aire sucarabina.

—¡Mueran los traidores! —

Page 83: Urquizo- Tropa Nueva

contestóle don Gaspar, espoleandoa su vez a su penco.

Los dos escuálidos caballejoshicieron un gesto de disgusto, y aregañadientes echaron a andar altrote, sin llegar, por más quequerían sus dueños, a tomarsiquiera el galope corto.

En el pueblo de Progreso todoera quietud y calma; ha sidosiempre y de ello tiene fama, elpueblo más tranquilo de lacomarca; en aquella época lo estabaaún más, pues los hombres útiles

Page 84: Urquizo- Tropa Nueva

andaban de soldados, y sóloquedaban allí los ancianos y lasfamilias.

Algunos chiquillos jugaban ala rayuela en la destartaladaplazuela principal, cuando nuestrosdos capitanes, espejeandoreciamente a sus caballos llegaronhasta allí, blandiendo sus armas ylanzando denuestos contra elenemigo.

En la plaza hicieron alto; loschiquillos suspendieron espantadossus juegos; las ventanas de las

Page 85: Urquizo- Tropa Nueva

casas estaban cerradas, y parecíaque no había más gente queaquellos pequeños.

—¡¡Tú!! —gritó don Teodosioa uno de los pequeñuelos— ¿no hayenemigo en el pueblo?

—No sé —contestó azorado elchiquillo—, se lo voy a preguntar ami padre.

Y echó a correr hacia una delas casas cercanas.

A poco rato regreso el chico,conduciendo a un anciano que era elPresidente municipal de Progreso.

Page 86: Urquizo- Tropa Nueva

—Preguntan que si no hayenemigo —le venía diciendo elpequeño a su padre.

—Estarán borrachos —comentó aquél, disgustado; ycuando se enfrentó con nuestroscapitanes, levantó la voz y les dijo:

—Apenas se puede creer quedos hombres grandes, como sonustedes, se entretengan en venir aespantar a las criaturas que andanjugando. ¡Vayan y acuéstense!

—¡Talisimo! —gritó indignadodon Gaspar—. ¡Ora verá! —y quiso

Page 87: Urquizo- Tropa Nueva

obligar a su caballo a atropellar alrecién venido.

Éste recapacitó pronto, ycomprendió que no tenía quehabérselas con dos borrachos, sinoprobablemente con dos locos.

—¿Pues quiénes son ustedes?,¿qué andan haciendo? —preguntóya más atento.

—Estamos levantados enarmas y somos los capitanesTeodosio Hernández y GasparOntiveros —contestó el primero deellos—. ¿Y usted quién es?

Page 88: Urquizo- Tropa Nueva

—Soy el Presidente municipal.—¿¡Ah! Sí? Pues me hará

usted el favor de entregarme laPlaza.

—Si hombre, ¡cómo no!, ¡ayestá!

—¡Bueno! y me hará favor dedarme un Cuartel y forraje para lacaballada.

—Sí señor, ¡cómo no!, ¿cuántoforraje necesitan?

Consultaron breve rato los doscompadres, y al cabo respondieron:

—¡Dos tercios de rastrojo!

Page 89: Urquizo- Tropa Nueva

—Muy bien; vengan parallevarlos al cuartel.

Durmieron allí esa noche losdos capitanes. No pudieron hacernada de su programarevolucionario: ni cambiarautoridad, porque no había otrohombre además de aquel que loshabía recibido; ni reclutar gente porlo mismo, ni menos hacer préstamoalguno; en el pueblo no habíadinero, y lo único que podíanproporcionarles, era rastrojo paraque comieran los caballos.

Page 90: Urquizo- Tropa Nueva

Al día siguiente partieron deallí, y fueron a repetir su hazaña alvecino pueblo de Juárez. Despuésoptaron ambos en no continuar ya aincorporarse a Monclova, sino enseguir mejor tomando plazas comoaquellas.

Cuando el Cuartel general tuvoconocimiento de las hazañas de losdos capitanes, envió una pequeñaescolta que los condujera de nuevoa sus ranchos, y que se lespreviniera que no revolucionasenmás.

Page 91: Urquizo- Tropa Nueva

El teniente de laalmohada

En todos los cuerpos hay por logeneral un individuo que todocuanto hace resulta gracioso, o queél, conocedor de su fuerza cómica,busca los efectos risibles de sus

Page 92: Urquizo- Tropa Nueva

actos para divertir a suscompañeros. El gracioso, seaindividuo de tropa u oficial, nuncafalta; surge espontáneo o se ledescubre prontamente. ¡Qué tristesería una corporación que notuviera a alguno de suscomponentes de quien reírse! O lohay, o se le habilita, pero nunca hade faltar. Es indispensable que elespíritu agobiado por la fatiga y latristeza se rejuvenezca sonriendo unpoco.

En el Batallón de Zapadores,

Page 93: Urquizo- Tropa Nueva

el tipo célebre lo era el tenientePrimitivo González, que constituíael obligado tópico de lasconversaciones de los oficiales, yaun a hurtadillas, también de las dela tropa, temerosa siempre de reír acosta de un superior.

Primitivo pecaba de distraídoy era el prototipo del bohemiomilitar; su distracción lo hacía serun mediano oficial, tan sólo, puesquedábase dormido cuantas vecesestaba de guardia o en servicio, y aveces cometía actos fuera por

Page 94: Urquizo- Tropa Nueva

completo de lo debido que lehacían aparecer como remiso en elservicio. Sólo tenía el uniforme queportaba, y nunca se le conocióequipaje alguno, ni tan siquiera unmal capote o manta de cama conque abrigarse: su bagaje consistíasólo en una pequeña almohada quesu asistente cargaba en su mochila,o ataba en los tientos de la monturadel oficial, cuando éste llegaba adisponer de una cabalgadura.

Este detalle había hecho quesus compañeros le apodasen El

Page 95: Urquizo- Tropa Nueva

Teniente de la almohada y por talnota era conocido no sólo en suBatallón, sino en la División entera.

El comandante de suCompañía era el capitán 1.º DiegoGonzález, cuya característicaconsistía en su tenaz exigencia paracon los oficiales, motivo por el cualle tenía ojeriza a Primitivo y sobreél estaba constantemente.

—Teniente González —decíale—; cuando termine suservicio se presenta arrestadocuatro días por estar durmiendo

Page 96: Urquizo- Tropa Nueva

estando de guardia.—Señor Teniente, queda usté

arrestado por estar su Seccióndesaseada.

—Es usted un oficialincorregible, ¿por qué no estuvo enla instrucción ayer? Queda usteduna vez más arrestado.

—Primitivo —decíale otrasveces amigablemente—; ¿no le da austed pena que tenga yo quearrestarle tantas veces?, ¿por quéno se porta como sus compañeros,le cuesta algún trabajo cumplir con

Page 97: Urquizo- Tropa Nueva

sus obligaciones?Y Primitivo, a pesar de todo,

seguía siendo el mismo; dormíaseen las guardias, faltaba a losejercicios, se equivocaba siempreen las Academias de los oficiales;sus documentos mensuales los hacíamal y estaban siempre sucios yemborronados; era, en suma, unoficial nada cumplido. En cambiode todo esto, tenía en su favor unarrojo demostrado ya en variasocasiones ante el enemigo.

Una vez, el Batallón marchaba

Page 98: Urquizo- Tropa Nueva

a batir al enemigo posesionado delpueblo de Candela, en el estado deCoahuila. Había terminado lajornada del día; el Batallón, en elcentro del hermoso valle, habíaacampado formando los pabellonesde fusiles simétricas líneas decolumnas de Compañía. Según elrol del Cuerpo, ese día tocábale deguardia al teniente PrimitivoGonzález; con su Secciónestableció el cordón de centinelasprevenido, y se dispuso arelevarlos con su gente disponible,

Page 99: Urquizo- Tropa Nueva

vigilando porque el servicio secumpliera satisfactoriamente.

Su Capitán, conociéndolocomo el que más, creyó prudenteadvertirle antes de retirarse adescansar:

—Es muy delicado esteservicio que va usted a hacer estanoche; recuerde que estamosmarchando a batir al enemigo; comoquien dice frente a él; como seduerma usted y por su causatengamos una sorpresa, puede serusted pasado por las armas. Eso es

Page 100: Urquizo- Tropa Nueva

lo que dicen las Leyes militares, y¿sabe usted lo que le diceparticularmente su Capitán? Que sise duerme usted, a reserva de quelo fusilen por sinvergüenza, le voya dar antes media docena depatadas como a cualquier recluta.Conque, mucho ojo, no sea quetenga yo que ir a donde esté ustedencapillado a patearlo, lo cual nosería para usted digno ni decoroso.

—No tenga usted cuidado, miCapitán, hoy no me dormiré, se lojuro —contestó amoscado el

Page 101: Urquizo- Tropa Nueva

Teniente.Marchóse el Capitán a dormir

a su tienda, satisfecho; Primitivoquedóse reflexionando en el regañoanticipado que acababa de sufrir; ledio vergüenza y rabia: ¿qué sehabía figurado su Capitán?; la habíatomado con él exclusivamente;aquello ya era verdaderamenteinaguantable; ya le demostraría élque sabía cumplir como cualquiera,mejor que muchos, y aún más que sumismo Capitán comandante. Yavería.

Page 102: Urquizo- Tropa Nueva

Y pensó vengarse, comenzandoaquella misma noche.

Cuando Primitivo calculó quesu Capitán estaría ya entregado alsueño, cogió dos soldados de laguardia, y los hizo conducir por elCabo de cuarto e instalar comocentinelas uno a cada lado de latienda en que reposaba el capitánGonzález; el Teniente en persona seinstaló también, allí, y ordenó quese corriera la palabra,incesantemente, obligando a losrecién instalados centinelas a gritar

Page 103: Urquizo- Tropa Nueva

desaforadamente cuando lescorrespondía el turno.

Era aquello un griteríoincesante:

—¡Uno, alerta! ¡Dos, alerta!¡Tres, alerta! ¡Cuatro, alerta! etc.…

El capitán González despertósobresaltado.

—¡Qué pasa? —interrogólevantándose.

—Nada, mi Capitán, no haynovedad.

—¿Y por qué son tantosgritos?

Page 104: Urquizo- Tropa Nueva

—Quiero estar seguro de quemis soldados no se duermen.

—No hace falta que gritentanto los centinelas; y sobre todo ¿aqué viene que coloque usted doscentinelas en mi tienda?

—Mi Capitán, yo soy elresponsable del servicio, y sólo asípuedo responder de él.

Comprendió el Capitán queaquello iba en contra suya, y comotenía aspecto legal se aguantó. Sacóde la tienda de campaña su mantade cama y fue a echarse a otro sitio

Page 105: Urquizo- Tropa Nueva

distante.No bien estaba conciliando el

sueño, cuando dos centinelasgritaban alertas en sus oídos, y elteniente Primitivo les regañaba agrandes voces para que gritasenmás aún.

—¿Se ha propuesto usted nodejarme dormir? —gritó furiosolevantándose.

—No, mi Capitán, sonprovidencias que tomo para no sersorprendido, ya ve usted que elenemigo suele madrugarle a uno, y

Page 106: Urquizo- Tropa Nueva

hay que estar muy vivo. Muchasveces no se puede dormir como unoquisiera; yo lo siento, mi Capitán,pero le voy a estar molestando;como yo soy el responsable delservicio, y de mí depende laseguridad de mis compañeros, puespor eso tomo algunas providencias.

Nuevamente intentó dormir elCapitán, y nuevamente fuedespertado de igual manera a lasanteriores; esta última vez tomó lacuestión a guasa, pues veíaclaramente que con energía no

Page 107: Urquizo- Tropa Nueva

había de conseguir nada.—Primitivo —le dijo sin

levantarse ya—, estoy convencidode que usted no se duerme, mejordicho, nunca se ha dormido ustedestando de servicio; es usted unmagnífico oficial; mañana vamos acaminar mucho, ¿quiere dejarmedormir tranquilo, aunque sea un parde horas?

—Con mucho gusto, miCapitán, y me alegro que me hagausted justicia.

Cesaron los gritos y se

Page 108: Urquizo- Tropa Nueva

durmieron tranquilamente elCapitán y Primitivo.

Antes de amanecer se tocó levante,y el Batallón de Zapadores y todaslas fuerzas acampadasemprendieron silenciosamente lamarcha camino de Candela.Precedía a la columna un Escuadrónde caballería, que hacía a largadistancia el servicio deexploración. Iban después loszapadores en columna de viaje y

Page 109: Urquizo- Tropa Nueva

llevando las armas a discreción; losseguía la artillería: una sección decañoncillos rudimentarios demontaña, fabricados en laMaestranza de Piedras Negras;cerraban la marcha las demásfuerzas de caballería en sutotalidad.

Primitivo caminaba contento allado de su Sección; a pesar dehaber estado de guardia la nocheanterior, había dormidoperfectamente, gracias a suingeniosa estratagema; ésta era

Page 110: Urquizo- Tropa Nueva

conocida ya de todo el Batallón yera el tema de las conversaciones.

Las primeras horas de lamañana se pasaron alegremente,casi sin sentirlas; la mañana erafresca y hermosa, el camino plano yfirme el suelo, que hacía que no selevantase polvo. Aquellas primerashoras de alegre charla, deagradable temperatura y de buencamino, pasaron velozmente: parael medio día, el cansancioempezaba a sentirse, y en los altoshorarios, el Batallón como un solo

Page 111: Urquizo- Tropa Nueva

hombre, se sentaba al borde delcamino, y apuraba ansioso cadaindividuo su cantimplora llena deagua, sucia y tibia, que mal calmabala sed que empezaba también amolestarles.

Primitivo, flojo de sueño,sentíase más pausado que todos suscompañeros; el puesto queconservara en las primeras horas dela marcha, al lado de su Sección enla Segunda compañía, lo había idoperdiendo poco a poco, a medidaque se prolongaba la marcha.

Page 112: Urquizo- Tropa Nueva

Primero quedó retrasado ycaminaba al lado de la Terceracompañía; más tarde, le alcanzó laCuarta, y hubo también derebasarle; las acémilas de lasmuniciones y la impedimentatambién le pasaron, y quedó, porfin, al último, solo, detrás delBatallón, y amenazado por seralcanzado también por la Artilleríaque marchaba despacio a buenadistancia de los zapadores.

Caminaba arrastrando los piespesadamente, soñoliento y

Page 113: Urquizo- Tropa Nueva

bostezando de continuo; de buenagana se hubiera quedado al pie deun árbol a «echar un sueñito»; lomalo era que podían tomarlo pordesertor los de la retaguardia ypasar un malísimo rato. Eranecesario aguantar; si pudieraconseguir un caballo, qué buenosería. ¡Qué malo es ser deinfantería! pensaba; ¡tener quefastidiarse igual que cualquiera detropa! ¡Si hubiera imaginándose quetenía que andar a pie aquellasdistancias tan largas, cualquier día

Page 114: Urquizo- Tropa Nueva

hubiera sido de Infantería! ¡Tan agusto que irían los de Caballería,cómodamente sentados, riendo yfumando como si anduviesen depaseo! ¡Quién pudiera tener uncaballo!

Su lamento fue oído sin dudapor quien todo lo puede, y le puso asu alcance un escuálido burro, queajeno por completo a andanzasbélicas, pastaba tranquilamente, conesa sempiterna filosofía de todoslos borricos, a un lado del camino.

¡Con qué gusto se trepó

Page 115: Urquizo- Tropa Nueva

Primitivo de un salto en el borrico,y taloneándole fuertemente en labarriga, le obligó a tomar el máslargo de sus trotes, y llevarlo, hastasu reglamentaria colocación, a laizquierda de sus soldados! Suincorporación cabalgando deaquella guisa, fue un éxito de risaentre quienes le veían. A él qué leimportaba; «ande yo caliente y ríasela gente», dice el refrán, y élconocía aquello muy bien; ande yocómodo, pensaba, y lo demás metiene sin cuidado; y andaba cómodo

Page 116: Urquizo- Tropa Nueva

en lo que cabe, pues al poco tiempode caminar en el burro, sintió quelos huesos del espinazo de aquél sele enterraban en las asentaderas,¿qué sería peor, sufrir de los piesandando a pie o de aquella parte desu cuerpo?

Tuvo una idea luminosa depronto: ¿Para cuándo era sualmohada si no para aquellasocasiones? Se la pidió pues a suasistente que la llevaba en sumochila, y ya sentado sobre elladejaron de molestarle los huesos

Page 117: Urquizo- Tropa Nueva

del animal, y se encontró dispuestoa caminar hasta el fin del mundo sinecesario fuere.

Al caer la tarde, la columnahizo alto a la entrada de undesfiladero; de allí a pocoskilómetros estaba Candela, lugar enque se encontraba el enemigo, yconvenía esperar allí ocultos porlos cerros hasta que se ocultase elsol, para, envueltos en las sombrasde la noche, poder avanzarimpunemente a tomar favorablesposiciones frente a las casa del

Page 118: Urquizo- Tropa Nueva

pueblo, y emprender el asalto conposibilidades de éxito.

La detención se prolongó largorato, que aprovechó la tropa paratomar sus alimentos y descansarampliamente. Primitivo encontró enaquello del descanso una sabiadisposición del Cuartel general, yse dispuso a cumplimentarladebidamente. Retiróse lejos delBatallón para que no le molestaransus compañeros, desmontó delborrico, y requiriendo suinseparable almohada se tendió

Page 119: Urquizo- Tropa Nueva

cuan largo era, en el verde césped.Durmió mucho tiempo; mucho

más de lo debido. Cuando despertó,la columna toda habíadesaparecido; pensó si sería unsueño, una pesadilla aquello de lamarcha fatigosa a batir al enemigo;pero no, no lo era, allí estaba a sulado fielmente el borrico parademostrarle la realidad con toda sudesnudez.

Sus compañeros habíanmarchado Dios sabe desde cuántotiempo hacía, y ya quizá, estarían

Page 120: Urquizo- Tropa Nueva

llegando al lugar del combate, oquizá batiéndose; él allí habíaquedado, torpemente,ridículamente, como si quisierarehuir el peligro y abandonar a sussoldados, a sus compañeros, a susJefes. Dióle, por primera vez quizá,rabia, de su maldita pereza y de suimprevisión; él nunca debió dehaberse alejado del Batallón. ¡Quépensarían de él todos, que era uncobarde! Eso nunca; podría tener éltodos los defectos imaginables,pero cobardía y deslealtad, nunca.

Page 121: Urquizo- Tropa Nueva

Prestamente montó en supollino, y esta vez con más ímpetuque antes lo hiciera, le taloneófuertemente en los hijares para queanduviese lo más aprisa posible.Ardía en deseo de alcanzar a suscompañeros, de sobrepasarlos, decombatir delante de todos parapurgar su falta.

Obscurecía, y no se veíaclaramente ya nada; apenas si acorta distancia se adivinaba loblanco del camino.

De pronto, detuvo su

Page 122: Urquizo- Tropa Nueva

cabalgadura indeciso: el camino sebifurcaba; ¿cuál de los dos sería elcamino que había seguido lacolumna? La obscuridad de lanoche le impedía ver las huellas;prestó oído atento, y no logrópercibir ruido alguno que leindicara la proximidad de suscompañeros; ¿qué hacer?

Que el burro decidiese: era lomejor. Montó de nuevo, y dejó queel animal caminara por donde lepareciera mejor.

Largo rato duró la caminata,

Page 123: Urquizo- Tropa Nueva

sin que Primitivo columbrara nada;de pronto notó que llegaba anteunas casuchas de adobe y que deuna de ellas, un perro ladrandosalía a recibirlo; el burromaquinalmente se había detenido.Primitivo consideró oportunoinformarse allí con los moradoresdel rumbo que llevaban suscompañeros.

Se apeó y confianzudamente seintrodujo en una de ellas. Era unahumilde choza: en un rincón ardíauna lumbre y cerca de ella dos

Page 124: Urquizo- Tropa Nueva

ancianos, hombre y mujer, comíantortillas recién calentadas.

—Buenas noches le dé Dios—le contestaron—, venga a comerun taquito si es usted servido;pobremente pero con muchavoluntad se le ofrece.

Sintió el recién llegado elgusanillo del hambre que loaguijoneaba; aspiraba un incitanteolor a carne asada y a chile, y estolo decidió en el acto a aceptar laoferta; después tendría tiemposobrado para pedir informes.

Page 125: Urquizo- Tropa Nueva

Sentóse, pues, en cuclillas,sobre una piel de res que leofrecieron, y comió hasta hartarsede aquella carne de camero asada yde aquella salsa de chile verde quedespidieran tan grato aroma;menudearon las tortillas calientes yfinalizó su cena con una enormetasa humeante de café negro.Cuando se sintió ya satisfecho, yaceptó el cigarro de hoja que leofreció el anciano, le parecióllegada la hora de la conversación.

—Y ¿qué tal por aquí, eh?,

Page 126: Urquizo- Tropa Nueva

¿hay novedades?—No señor, ninguna —

respondióle el viejo—, lo mismode siempre.

—Dígame, ¿a qué horapasaron por aquí mis compañeros?

—Por aquí no ha pasadonadie, señor; está esto muytranquilo.

—¿Está usted seguro de que noha pasado nadie? —preguntóinquieto el Teniente.

—Segurísimo.—¿Qué tan lejos de Candela

Page 127: Urquizo- Tropa Nueva

está este rancho?—Éste no es rancho, señor,

esto es el pueblo de Candela —contestó el anciano pensando que suinterlocutor estaría beodo.

—¿Candela? —exclamóespantado Primitivo, levantándoserápidamente sin saber qué hacer.

—Sí, señor, Candela, y suscompañeros están en el Cuartel, y aestas horas estarán ya durmiendo.

—Pero ¿usted sabe quiénesson mis compañeros? Dígamelopara cerciorarme que no estoy

Page 128: Urquizo- Tropa Nueva

durmiendo.—Claro que lo sé: sus

compañeros son los federales, queson los que le digo que están en elCuartel.

Tuvo el Teniente rápidamentela visión del inminente peligro enque estaba; asimismo adivinó en elviejo que tenía delante, a unhombre, franco y leal; y decidióse aconfiarse por completo a él.

—Pues no, señor —dijobajando la voz—, yo no soyfederal; soy de los otros, de los

Page 129: Urquizo- Tropa Nueva

enemigos de éstos; me heextraviado de los míos y es comohe venido aquí.

—¡Jesús mil veces! —exclamó la señora.

—¡Dios mío!, ¡qué peligro, silo cogen le matan! —exclamótemblando el anciano— ¡corra!,¡váyase pronto! por donde havenido, por toda la calle no hayavanzada, por ahí váyase.

—Un momento —dijo elTeniente, recobrando enseguidatoda su sangre fría—; ya que he

Page 130: Urquizo- Tropa Nueva

venido sin querer hasta aquí, demealgunos informes, ¿puedo confiar enusted?

—Sí señor, con toda mi alma:soy nativo de aquí, y odio a losfederales que me mataron un hijo nohace apenas quince días. Le serviréen lo que pueda con gusto: dígameno más.

—En primer lugar indíquemeen dónde están las avanzadas, parapoder salir de aquí sin que mecojan; en segundo, cuántosenemigos hay y en dónde se alojan.

Page 131: Urquizo- Tropa Nueva

—Las avanzadas están, una enel puente, otra por el rumbo de laestación, y la otra por el camino deLampazos; también hay una patrullaque las recorre por la noche atodas. Hay aquí unos seiscientoshombres, entre «pelones» yvoluntarios, y tienenametralladoras; todos son decaballería, y los dos cuarteles enque se alojan están en la plaza dearmas.

—Muy bien, muchas gracias yadiós.

Page 132: Urquizo- Tropa Nueva

—¡Dios lo ampare! —díjole elviejo enternecido.

—Llévese esto para que coma—dijo la señora alargándoletortillas y carne envueltas en unaservilleta— y que Dios le proteja austed y a los suyos.

El Teniente tomó el bulto quele daban y salió; todavía escuchó alanciano que le decía:

—Voltié la casa, y tomedespués por la vereda que allí pasa;ella le llevará lejos de aquí sinpasar por las avanzadas.

Page 133: Urquizo- Tropa Nueva

Nuevamente, jinete en suburro, Primitivo echó a andar. Bienpronto dio con la vereda indicada ypor ella caminó como si nada lehubiera pasado. En las sombras dela noche se destacaban las manchasnegras del caserío del pueblo,sumido en el silencio de aquellashoras e ignorante de que a suspuertas se aproximaba la muerte.

Poco había caminadoPrimitivo cuando sintió que delsuelo brotaban dos sombras y lesujetaban fuertemente por los

Page 134: Urquizo- Tropa Nueva

brazos, a tiempo que una tercerasombra surgía, y oía siniestramenteel ruido del cerrojo de un máuser alprepararse.

—¿Quién vive? —le dijeroncon voz sorda.

Comprendió que eran lossuyos, sólo ellos tomarían aquellasprecauciones. Sintió alegría, ybromista contestó con la misma,entonación de voz:

—Yo, el Teniente de laalmohada.

Eran soldados de su Batallón y

Page 135: Urquizo- Tropa Nueva

desde luego le reconocieron; rieronde la ocurrencia y le dejaron pasarseñalándole el lugar en que estabasu Capitán, y extrañados al mismotiempo de por qué aparecía elTeniente viniendo del pueblo, sequedaron haciendo comentarios envoz baja.

El Batallón estaba pecho atierra en dispositivo de combate; laCompañía de Primitivo formabauna larga cadena de tiradores; lasotras ocupaban sus lugares en lossostenes y la reserva. Pronto dio

Page 136: Urquizo- Tropa Nueva

Primitivo con su Capitán.—¿Hasta estos momentos se

incorpora?, es usted un descarado—fue el saludo que le hizo.

—Mi Capitán, vengo deCandela.

—¿Y tiene usted la desfachatezde venir con bromitas?

—No son bromas, mi Capitán;efectivamente vengo de allí,pregunte usted a la avanzada de quérumbo he llegado.

Y brevemente contó cuanto lepasara y los detalles que traía

Page 137: Urquizo- Tropa Nueva

respecto al enemigo. El Capitáncomprendió la trascendencia de losinformes que le daba, y lo condujohasta el Cuartel general que estabaa la retaguardia; allí nuevamentePrimitivo narró su hazaña, y lasnoticias que traía sirvieron paramodificar las órdenes de ataque.

Al aclarar el día, se rompió elfuego, y el Batallón se lanzó alasalto. El enemigo sorprendido enlos primeros instantes se rehizopronto, y parapetado en suscuarteles y en las casas cercanas de

Page 138: Urquizo- Tropa Nueva

más altura, se batíadesesperadamente. Fue necesarioirle arrebatando casa por casa.

El asalto era dirigido enprimer lugar por el rumbo de lacasa en que estuviera la nocheanterior Primitivo.

—¿Cómo amanecieron? —dijoal entrar allí al frente de sussoldados, para subir a la azotea.

—Ya estoy de vuelta —agregó—, y ahora no me voy tan a lacarrera como anoche.

El combate fue breve pero

Page 139: Urquizo- Tropa Nueva

rudo; la guarnición federal fuedeshecha por completo; muertos oprisioneros quedaron suscomponentes. El botín fuemagnífico: caballos, fusiles,ametralladoras, cartuchos, etc.

Los tambores y cometas delBatallón de Zapadores recorrían lapoblación, tocando diana, y ungrupo de soldados en la plaza,rodeaba a Primitivo, aclamándole:

—¡¡Viva el Teniente de laalmohada!!

—¡¡¡Viva!!!

Page 140: Urquizo- Tropa Nueva

H.D.T.U.P

(1935)

Page 141: Urquizo- Tropa Nueva

La columna rebelde

De entre los gruesos bloques deadobe del caserío del pueblo,negros por las sombras de la noche,fueron surgiendo quedamente, conel menor ruido, como temerososconspiradores, los miembrosactivos de la columna rebelde.

Page 142: Urquizo- Tropa Nueva

Las nubes estacionadas casi ala altura de las azoteas de las casasmás altas, derramaban a chorros untorrente sobre el terroso pueblo deAllende, Coahuila, como paracalmar una sed inmensa.

Ya amanecía.Los hombres precaviéndose

hasta donde podían del agua,fuéronse colocando por parejas ytomando el camino que seguían losde adelante. Las sufridascabalgaduras seguían dócilmentecomo paciente rebaño el alud aquel

Page 143: Urquizo- Tropa Nueva

camino de la muerte; chorreabansus crines como peines mojados ysus patas chapaleaban en el fango.

De cada bocacalle del pueblosalían más y más jinetes,incorporándose al grueso y la calleprincipal vomitaba la columnaentera hacia el camino de Rosales.

Nadie hablaba. De no ser elruido del tropel de los caballospisando en los charcos, sólo seescucharía la canción intensa de lalluvia tenaz.

La calle, boca siniestra,

Page 144: Urquizo- Tropa Nueva

escupía hacia la campiña a unRegimiento de jinetes delApocalipsis, sombríos y calladoscomo fantasmas lúgubres, másnegros que la negrura de la noche.

Marchaba la muerte en buscade la muerte.

Maquinalmente seguía lacolumna por el camino serpenteantey resbaloso. Todos seguíanconfiados el camino que señalabanlos guías. Si en vez de huir delenemigo como lo hacían, leshubieran llevado hacia su mismo

Page 145: Urquizo- Tropa Nueva

seno, hubiéranlos seguido con igualconfianza tratando de escapar elcuerpo lo más posible de la lluviapertinaz y penetrante.

Atrás, por la estación,venciendo a la lluvia, se alzóenorme llamarada ysimultáneamente se escucharonsordas detonaciones bien diferentesde las que lanzaba el cielo.

—¿Qué es eso?, preguntó uno.—Están quemando los

montones de durmientes que habíaen la estación para que no los

Page 146: Urquizo- Tropa Nueva

utilicen los federales y tarden másen reparar la vía.

—¿Y los truenos?—Son los cañones que

hicimos en Piedras Negras y losestán volando con dinamita. ¿Paraqué nos sirve ya esa pesadaimpedimenta en la juida?

—Y a los federales tampocoles habían de servir para nada.

—Pero está mejor siempre quelos hagan pedazos para que novayan a presumir que nos losquitaron.

Page 147: Urquizo- Tropa Nueva

Seguía la columna moviéndoseen silencio, pesadamente, bajo elagua que escurría de los sombrerosde los jinetes a sus piernas,resbalando por las fornidasespaldas.

Empezó a clarear el día dentrode la obscuridad del nubladopersistente.

Uno al galope, sin hacer casode la lluvia, sudoriento y alegre, seincorporó a la gente.

Me había quedado dormido enel zumbido, dijo refiriéndose a la

Page 148: Urquizo- Tropa Nueva

mancebía del pueblo, y juntándoseal grupo de sus camaradas másíntimos empezó a contarles a voceslos detalles asquerosos de la nochepasada.

A ver si nos deja pasar elarroyo del Gato.

—Ha de estar crecido con esteaguacero.

—Y es bravo como él solo;tiene unas piedrotas movedizas enel fondo que hace que se caigan loscaballos y la corriente es retejuerte.

Page 149: Urquizo- Tropa Nueva

Aclaraba el día. Amainaba eltiempo.

Se destacaban a lo lejos, comomosquitos, los exploradores y losguías. En la cabeza de la columna elcabecilla de inhiestes mostachosque no lograba abatir el agua,marchaba enigmático con la vistafija en la serranía, aún lejana yconfusa. A su lado el cabezónSantos, jefe del Estado mayor,trataba de distraerlo vaciándole surepertorio de anécdotas ysucedidos. El jefe no le oía,

Page 150: Urquizo- Tropa Nueva

abstraído por completo y pensandoquizás en los planes que tendría quedesarrollar para salvar aquellamaltrecha y derrotada columna.Quien únicamente le escuchaba,lleno de atención y tratando deagradarle, era don Luis Falcón,Presidente municipal de SanBuenaventura, obligado a huir delos federales por su color netamenteconstitucionalista. Trataba elpresidente de hacerse grato a losjefes de la columna y jamás seseparaba de su lado. Quien más reía

Page 151: Urquizo- Tropa Nueva

los chistes del Cabezón era él.Considerábase planta exótica ytrataba de tener arraigo real entrelos revolucionarios.

—¿No es pariente de usted —decíale al Cabezón—, donFortunato Santos?

—¡Cómo no! Es mi tío.—Yo lo conozco mucho, es

muy buena persona; muy buenamigo: incapaz de hacerle un dañoa nadie, hombre muy honrado, muytrabajador, lleno de cualidades…

—Es un hijo de…, le

Page 152: Urquizo- Tropa Nueva

interrumpió el cabezón Santos, esmi tío pero es un viejo huertistadesgraciado, infeliz, usurero, queojalá y pudiera yo meterle cincobalas por bribón.

Falcón alarmado,diplomáticamente, cambió el girodel asunto.

—Es cierto, sí. Es un viejosinvergüenza que todavía me estádebiendo a mí quinientos pesos quele presté y que no he podidocobrarle por más luchas que hehecho. ¡Ah qué viejo tan…

Page 153: Urquizo- Tropa Nueva

Pos pos, el tartamudo asistente dePoncho Vázquez, trata de contar alos hombres más cercanos susdeducciones bélicas.

—Pos, pos, pos ora si tabagüeno… a, a, agarrar a los pe, pe,pelones.

—¿Por qué estaba bueno, Pospos?

—Pos, pos, pos a ver pa, pa,paqué les servían sus, sus ca, ca,cañones con este a, agua, aguacero.

—¿A poco crees que nodisparan con lagua?

Page 154: Urquizo- Tropa Nueva

—Pos, pos, pos ta claro.

El arroyo del Gato, enfurecido,arrastraba un caudal de agua turbia,con rabia hacia abajo. La columnase amontona en el vado y poco apoco, en medio de gritos yblasfemias de la gente, van pasandouno por uno de los jinetes consobresalto manifiesto y cayendo aveces al fondo del arroyo. Hombrescon reatas en la mano las tiran a losforzados bañistas para sacarlos de

Page 155: Urquizo- Tropa Nueva

la corriente y otros persiguen a loscaballos sueltos que se lleva eltorrente impetuoso.

Una vez pasado el arroyo, lacolumna está a salvo por elmomento de la persecución delenemigo. El Gato seguirá creciendocon el temporal y al igual que él losdemás arroyos, y servirán debarrera a los federales que,ocupados en llegar a PiedrasNegras, para darse el tono derecuperar todo Coahuila, dejarán enpaz a los rebeldes que escapen

Page 156: Urquizo- Tropa Nueva

tranquilos para el vecino NuevoLeón.

Transcurren los días y lacolumna, sorteando los arroyoscrecidos y los ríos caudalosos,cruzando potreros, viviendomalamente con los pocos recursosdel asolado terreno escaso ya deganado y hasta de habitantes, seencuentra ya en territorioneoleonés. Al frente, en su camino,se interpone a su paso la guarniciónfederal del pueblo de Lampazos yse adivinan en el horizonte,

Page 157: Urquizo- Tropa Nueva

sembrados simétricamente, lospostes de la línea telegráfica,denunciadores de la vía férrea.

Una llanura inmensa seextiende, plana y reverberante porel ardiente sol del medio día. Unremolino de viento en perfectaespiral, huye de la columna enmarcha hasta el caserío huraño dela cercana hacienda de SanPatricio.

La columna avanza con recelohacia la hacienda; pudiera haberalguna avanzada federal de

Page 158: Urquizo- Tropa Nueva

Lampazos. No se habla y la vista detodos está fija en los corrales deadobe y las casas mal encaladas delpoblado.

La vanguardia avanzadespacio, como si presintiera ya laemboscada artera. El jefe, con susprismáticos, trata en vano dedescubrir al enemigo que pudieraestar oculto en las casas.

Nada anormal.La vanguardia ha entrado ya en

la callejuela de las primeras casasde la hacienda. La gente toda,

Page 159: Urquizo- Tropa Nueva

piensa en la posibilidad de comerun taco caliente y tomar un buentrago de café hirviente.

Transcurren unos minutos detranquilidad y, cuando ya se haolvidado la noción del peligro,inesperadamente se rompe el fuegoen una de las casas orilleras de lahacienda sobre la gente rebelde.

La sorpresa es inminente; lagente huye buscando refugio entre elcaserío y la confusión se hacemanifiesta.

El enemigo sólo está, al

Page 160: Urquizo- Tropa Nueva

parecer, en una de las casas, ocultoy fortificado. Su fuego es pausadopero absolutamente certero. A cadadisparo cae un caballo o es heridoun hombre.

A la primera confusión de lagente sucede la tranquilidad, innataen los ya acostumbrados a lacampaña. Se toman dispositivos yse emprende enérgico ataque sobreel enemigo fortificado en lacasucha.

Durante unos minutos atruenala fusilería granizando sobre la casa

Page 161: Urquizo- Tropa Nueva

fuerte; los rebeldes avanzanprotegiéndose adosados a lasparedes de las casas cercanas.

Cesa el fuego de la casa y untrapo blanco amarrado a un carrizo,aparece por un ventanucoentreabierto. Paulatinamente vancesando las detonaciones de losrifles.

La recia puerta de la casa seabre y aparece en ella sostenido poruna mujer humilde, un viejo enteco.Una manga de su filipina de cakiamarillo chorrea sangre; sudor

Page 162: Urquizo- Tropa Nueva

copioso baña su reluciente calva yabajo de sus bigotes canos. Susojos claros, inexpresivos, buscanentre los asaltantes al que pudieraser el jefe y al creer descubrirlo sesuelta enérgico de las solícitasmanos de la mujer y avanzacojeando con sus piernaspatizambas de jinete tenaz.

Llega hasta el jefe. A dospasos de él se detiene.

—¿Quién es aquí el jefe?¿Usted?

—Sí, yo.

Page 163: Urquizo- Tropa Nueva

—Estoy rendido.—¿Cuántos son ustedes?—Nomás yo.—¿Usted solo?—Sí, yo solo.La gente estupefacta rodeaba

ya en estrecho círculo al cabecilla yal viejo. Murmuraban: «Es uno delos Amarillos de Lampazos». «¡Nohay que dejar ni uno de estos…».

—¿Es usted de los Amarillos?—Nunca he sido.—¿Y luego la ropa que trae?—Cada quién se viste como le

Page 164: Urquizo- Tropa Nueva

da la gana.—Bueno, ¿qué es lo que pide?—Yo nada. Si usted deveras es

jefe y puede imponerse a esta gentey darle garantías a mis hijas,¡déselas!; si no, entonces hagan loque quieran. No crea que lasmujeres de mi casa se van a dejaratropellar. Primero se matan.

—Tendrán garantías.—Bueno, pues ya está;

mándeme matar.—Hay tiempo. Dígame

primero por qué peleaba usted solo

Page 165: Urquizo- Tropa Nueva

contra tantos.—Porque yo estaba resuelto a

que no le pasara a mis gentes lo quele pasó a mi compadre Garza quemás valía que los hubieran matadoa todos y no los hubieran ultrajadocomo lo hicieron ustedes con esasmujeres.

—No fuimos nosotros.—Pues serían otros.—¿Por qué no se llevó a su

familia para Lampazos?—Porque aquí está mi trabajo,

mi labor.

Page 166: Urquizo- Tropa Nueva

—Cuando nos divisó venir,¿no pudo montarse a caballo consus gentes y huir?

—Las remudas están en elpotrero y… soy hombre.

—Ya lo hemos visto.La gente miraba estupefacta.

Hubo un momento de silencioangustioso; la mirada de los ojosclaros del viejo, se perdía en elllano. El cabecilla preguntó a sujefe de Estado mayor:

—¿Qué novedad tuvimos?—Dos hombres muertos,

Page 167: Urquizo- Tropa Nueva

cuatro heridos, varios caballosinútiles, unos mil cartuchosquemados.

Una pausa.Después, dirigiéndose el jefe

al viejo, le dijo con naturalidad:—Bueno, amigo, despídase de

su familia.—Ya me despedí desde que

puse la bandera blanca. Ya estoylisto.

—Está bien. ¡Mauricio!Se acercó un rebelde flaco y

musculoso.

Page 168: Urquizo- Tropa Nueva

—Ordene.—Dale agua aquí —señalando

al viejo, y luego, levantando la voz,gritó imponente:

—¡Todo el mundo a formar!La gente se formó con rapidez

en la plazoleta de la hacienda.Mauricio y el viejo desaparecieronen el interior de uno de los corralesde adobe. Se oyeron dos disparosde pistola apagados por la distanciay lo cerrado del corral.

El jefe ordenó a la gente:—¡Por dos para marchar a la

Page 169: Urquizo- Tropa Nueva

derecha! ¡Marchen! La columna secomenzó a mover pesadamente porel camino de la hacienda deMamulique.

En la puerta de la casa quehabía hecho resistencia, unasmujeres se llevaban las manos a losojos.

Page 170: Urquizo- Tropa Nueva

La tristeza del viejo

A la hora de costumbre seencaminó el viejo a la Secretaría deEstado en que prestaba susservicios en calidad de Oficialsexto comisionado en el archivo.

A fuerza de andar a bofetadascon el hambre y las privaciones,

Page 171: Urquizo- Tropa Nueva

encontraba el refugio aquel delsalón sombrío, en que seapretujaban alineados los altosestantes llenos de cajas conexpedientes, como un oasis risueñoy acogedor en su vida de miseriacontinuada e inacabable. Sentíaseallí metido entre expedientes en unalbergue seguro, alejado del ruidode la calle y del propio ministerio yreconfortado con los cuatro pesosque le daba el erario por su trabajomutilándoselos con los descuentosde Ley. Débilmente daba aún la

Page 172: Urquizo- Tropa Nueva

batalla a la vida defendiéndoseapenas ya, de las embestidas de lafatalidad, mientras llegaba la horade descansar de una vez por todasdefinitivamente.

Cuando llegó el viejo a laSecretaría quedó sorprendido alenterarse de que aquel día no setrabajaba. Refundido como estabaen el archivo, no se había enteradola noche anterior de aquella fiestaoficial.

—Hizo su viaje de balde —ledijo el conserje—, ahora es fiesta

Page 173: Urquizo- Tropa Nueva

nacional.—¿Fiesta?, ¿por qué, eh?—Aniversario de la

Revolución, mi amigo. Hoy hacequién sabe cuántos años quenuestros libertadores desataron labola de calamidades que todavíasentimos, contestó el guardián deledificio guiñándolesignificativamente un ojo.

—A regresar a la casa, ¡quéremedio!, o a vagar un poco a laventura por las calles, mientrasllega la hora de comer.

Page 174: Urquizo- Tropa Nueva

El viejo echó a andar sinrumbo fijo.

La ciudad presentaba elaspecto tristón de los días de fiestacon todo el comercio cerrado.Apenas turbaba la tranquilidadpueblerina el paso semibulliciosode una manifestación oficial quemarchaba por las calles principalescon lentitud pasmosa, al compás deuna música de viento.

El viejo, no teniendo nadamejor que hacer, se agregó alnúcleo de manifestantes de igual

Page 175: Urquizo- Tropa Nueva

manera que podría haber entrado auna iglesia o a un museo.

La manifestación obreradeteníase frecuentemente, paraescuchar los discursos alusivos a lafestividad del día, que lanzaban loslíderes y políticos que marchaban ala cabeza.

Al viejo le dio curiosidad poroír lo que decían; él precisamenteconocía por experiencia propia elporqué de aquella fiesta. Habíasido él de los primerosrevolucionarios que se levantaron

Page 176: Urquizo- Tropa Nueva

en armas contra la dictaduraporfiriana, allá en el Norte. Hacíaveintiún años, entonces contaba élseis lustros; era joven, fuerte,animoso, intrépido. La vocecitaconvincente y sincera de Madero lellegó hasta lo más íntimo de su ser yen un arrebato de patriotismo puro,de ese patriotismo que nace en elcampo y vive arraigado hondamenteen las gentes de allí, se lanzó a lalucha armada sin medir el peligro,con aquella especie deinconsciencia que sólo tuvieron

Page 177: Urquizo- Tropa Nueva

unos cuantos, desoyendo todas lasrazones aparentes, todas lasconveniencias del momento,sacudiendo de un solo tirón todoslos prejuicios y enfrentándose atodo un pasado indolente yacomodaticio de treinta años depaz. ¡Qué valor tan grande el deaquellos pocos hombres queiniciaron la Revolución aquel día yse enfrentaron resueltos, enormes,ante toda la fuerza magnífica delDictador!

Él, el Viejo —como le decían

Page 178: Urquizo- Tropa Nueva

sus amigos y antiguos subordinados—, había sido de aquellos del 20de noviembre de 1910. Había oídoel grito de redención de Madero yhabía cogido el oxidado 30-30 ypartido para el monte a iniciar lalucha. Aquella arma venaderahabíala convertido en armalibertaria y de oscuro gañán habíalogrado escalar alto grado en elEjército libertador. Y había seguidola lucha; lucha tenaz y constantedurante largos años, bajo diversasbanderas pero siempre enfrente de

Page 179: Urquizo- Tropa Nueva

los enemigos de la causa delpueblo. Había visto caer poco apoco a todos sus compañeros delucha del primer día, de cara al sol.Había presenciado la defección demuchos, había tenido tiempo deeducar entre el fuego del combate atoda una generación de hombresfuertes que a su lado llegaronsiendo aún niños; había sentido elincienso de la victoria, el temor delas derrotas y el hálito de la muerte.Había asistido y aun aportado sucontingente para el destrozo del

Page 180: Urquizo- Tropa Nueva

país, y asimismo había contribuidoa la reconstrucción de la Patrianueva sobre la base de los idealesrevolucionarios. Conoció laadulación, la ingratitud, elservilismo.

Siempre por el camino rectode su deber llegó hasta donde susfuerzas y la suerte le permitieronllegar. Hombres más jóvenes, másentusiastas, quizás más ambiciosos,le rebasaron; pasó sin sentirlo asegunda fila, a tercera, a cuarta, aOficial sexto, archivista de un

Page 181: Urquizo- Tropa Nueva

Ministerio. En vano trató deresurgir, de iniciar de nuevo lalucha, ahora en su propio provecho,contra el olvido al que se lecondenaba. Muy lejos de él la ideade reclamar un botín, unaparticipación en el reparto depuestos públicos, no; solamente elderecho a vivir y ser más útil en laobra gubernamental que él iniciódesde hacía veintiún años. No teníaambición de ascender, de ganar mássueldo o de ocupar mejor puesto,pero veía con tristeza que quienes

Page 182: Urquizo- Tropa Nueva

ocupaban los mejores destinos noeran precisamente lodos losrevolucionarios o la gente joven,no; habían logrado colarse losantiguos enemigos, los oficinistaseficientes de todos los regímenes,los insustituibles, los adulones, losque siempre agradan, los que no seatreven a refutar una disposicióndescabellada, los que a todoasienten.

Allí mismo, en aquellamanifestación democrática, elorador que en aquellos momentos

Page 183: Urquizo- Tropa Nueva

lanzaba una andanada de elogios ala revolución, era un reaccionario;el militar que mandaba la columnaera de procedencia federal y sólo loverdaderamente revolucionario erala masa anónima del pueblo.

Muchas veces el Viejo habíaocurrido a sus antiguossubordinados, a los que él formó,en demanda de una ayuda digna, enpos de justicia. Siempre tuvo buenaacogida, frases de aliento,promesas, y al fínal de todo, nada.De seguro algún comentario

Page 184: Urquizo- Tropa Nueva

escaparía de la boca de ellos alreferirse a él: «¡Pobre viejo, pobreviejo!» y nada más.

Y a fuerza de llamarle viejo yde sufrir ingratitudes habíaenvejecido de verdad. Sentía que lefaltaban las fuerzas y el ánimo y queun desaliento cercano a la paz,invadía todo su ser.

Maquinalmente seguía lacorriente humana de lamanifestación. A su oído llegabanlejanas las palabras rimbombantesdel orador que antes fue

Page 185: Urquizo- Tropa Nueva

reaccionario y las notas bélicas dela banda de guerra del batallón quecubría la retaguardia al mando delexfederal, y taladrabanobsesionantes su cerebro, a travésde las ondas sonoras del momento,las imágenes de aquellas dospersonas, hoy más encumbradas queél y dedicadas en aquel instante ahomenajear el recuerdo de aqueldía veinte de noviembre de 1910 enque ambas personas pensabandiametralmente diferente a comopensaban hoy.

Page 186: Urquizo- Tropa Nueva

Una amargura muy grandeinvadió todo su ser. Sintió que lefaltaban las fuerzas, que leescaseaba el ánimo, que de prontode Hombre que había sido, seconvertía en un harapo miserable yen una carga para todos. Lágrimasde desconsuelo brotaron de sus ojosy sintió la necesidad imperiosa desumergirse para siempre en algúnsitio solitario a esperar la muerte.Egoístamente hubiera queridoalejarse de todo para entregarse porentero a sus recuerdos, a la revisión

Page 187: Urquizo- Tropa Nueva

detallada y cruel de toda su vida, detodos sus sufrimientos y de todossus desengaños, y torturarse conellos hasta agotarlos, agotando depaso el resto de vida que lequedaba aún.

El viejo se fue quedando atrásde todos. Pasaron los políticos, losde los puestos altos de laadministración, los obrerossatisfechos, los agraristasredimidos, los soldados del pueblo.La revolución había sido pródigacon todos, con todos menos con

Page 188: Urquizo- Tropa Nueva

quienes la incubaron.Faltaba un asilo para los

viejos que lucharon en 1910.

Page 189: Urquizo- Tropa Nueva

La cabeza de Blanquet

Año de 1918.Ardía la revuelta en el estado

de Veracruz como nunca. Cerca dedoce mil soldados federalesestaban en abierta campaña contraunos seis mil rebeldes felixistas quemerodeaban en el amplio territorio

Page 190: Urquizo- Tropa Nueva

veracruzano bajo el mando delpropio Félix Díaz, de los Gabay,Panuncio Martínez, Higinio Aguilar,Lagunes, Cejudo y varios más.

Los rebeldes tenían dedicadatoda su actividad a dinamitar de unamanera sistemática los convoyesdel ferrocarril, ya fueran éstos decarga o de pasajeros y tanto en lavía del Mexicano como en la delInteroceánico o del Istmo.Diariamente tenía que resentir elgobierno, por lo menos, la voladurade un tren y a veces hasta de dos o

Page 191: Urquizo- Tropa Nueva

tres.La exuberante vegetación del

terreno, el sinnúmero de curvas,puentes y túneles por que pasan lasvías férreas, la misma simpatía degran parte de la población rural delestado, daban impunidad a losdescontentos y auge a su labordestructora y criminal. Todas lasfacilidades con que contaban losrebeldes, con los moradores delcampo, eran dificultades para lastropas del gobierno; tal parecía quetoda la población de Veracruz era

Page 192: Urquizo- Tropa Nueva

felixista.Era una temeridad viajar en

ferrocarril por territorioveracruzano. En cualquier momentopodía volar dinamitado el convoy yser tiroteado simultáneamente porel enemigo emboscado.

El gobierno del señorCarranza puso toda su atención enla campaña aquella. Se establecióel Cuartel general de lasoperaciones en Córdoba y se inicióuna ruda ofensiva contra losrebeldes por medio de columnas

Page 193: Urquizo- Tropa Nueva

volantes, al mismo tiempo que seguarnicionaban debidamente lasvías férreas con el sistema inglés deBlock-Houses construidosconvenientemente de trecho entrecho, a lo largo de todo eltrayecto del camino herrado.

Diariamente se combatíadesde las Cumbres de Maltratahasta los médanos de Veracruz. Lacampaña estaba en su períodoálgido y era manifiesto el empeñodel gobierno de acabar de una vezpor todas con la rebelión en el

Page 194: Urquizo- Tropa Nueva

estado. Conforme se ibancontrolando más y más las víasférreas por medio de los Block-Houses que se construían, seintensificaban las operacionesmilitares efectuando movimientoscombinados con las columnasvolantes de caballería, de lascuales la principal era la que teníaa su mando directo el Gral.Guadalupe Sánchez compuesta dedos Regimientos al frente de loscuales figuraban como jefes losmancos Pedro González y Liberato

Page 195: Urquizo- Tropa Nueva

Lara Torres.

El Cuartel general contaba con buennúmero de espías en los camposrebeldes y por medio de suoportuna información conocía losmovimientos de sus principaleselementos y podía prevenirseoportunamente y aun asestar golpesprecisos.

Por uno de estos espías sesupo que existía entusiasmo entre lagente rebelde porque el caudillo

Page 196: Urquizo- Tropa Nueva

Félix Díaz había hecho correr lanoticia entre todos ellos delpróximo arribo a tierrasveracruzanas, procedente de LaHabana, del conocido generalAureliano Blanquet, cómplice ybrazo fuerte del usurpadorVictoriano Huerta y antiguocomandante del fatídico 29Batallón.

La noticia aquella parecíaincreíble. No se concebía en elCuartel general de Córdoba quepudieran estar de acuerdo Félix

Page 197: Urquizo- Tropa Nueva

Díaz y Blanquet por muy enemigosque fueran ambos delConstitucionalismo. Aquella noticiaparecía mas bien una de tantasversiones descabelladas que envíanlos espías, más que por otra cosa,con el ánimo de demostrar aquienes les pagan que han efectuadoun trabajo significativo y queconviene seguirlos utilizando y aunaumentarles los emolumentos. Nopodía creerse que Félix Díaz,víctima de Huerta y de Blanquet,admitiera los servicios de este

Page 198: Urquizo- Tropa Nueva

último y aun que hasta fuera aencomendarle la dirección y lareorganización de sus huestes, comoinformaban.

Las noticias del espionajefueron robusteciéndose y el Cuartelgeneral tomó las precauciones másindispensables previendo undesembarque por la costa norte deVeracruz, por lo que ordenó a losbarcos de la escuadrilla vigilaranconstantemente el litoral, a la vezque ordenaba operacionesmilitares, preferentemente por las

Page 199: Urquizo- Tropa Nueva

playas, para capturar o batir desdeluego a Blanquet, si acaso resultabacierto que desembarcara.

La primera noticia que se tuvo delarribo a tierras veracruzanas deBlanquet fue enteramente casual.Debiendo efectuarse unasoperaciones en contra del rebeldeManuel Peláez, a quien se suponíaposesionado de la Mesa deMetlaltoyuca, las jefaturas deoperaciones de los estados de

Page 200: Urquizo- Tropa Nueva

Puebla e Hidalgo solicitaron de lade Veracruz su ayuda enviándolesuna columna que cooperase con lasdemás fuerzas, para lo cual deberíamarchar desde el puerto deVeracruz hasta el objetivo ydesempeñar el papel que se lereservaba en la operación.

Se designó para este objeto alcoronel Liberato Lara Torres con suRegimiento, quien hizo la marchapreferentemente por la orilla delmar hasta Metlaltoyuca. Laoperación no tuvo éxito y Lara

Page 201: Urquizo- Tropa Nueva

Torres se regresó a Veracruz por elmismo camino que antes habíallevado. Tanto a su ida como a suvuelta tuvo que sostener con elenemigo ligeros tiroteosdispersando siempre a lospequeños grupos que se leenfrentaron, causándoles muertos ycapturándoles armas y caballos.

El último encuentro quetuvieron los de Lara Torres fue enun punto cercano a Nautla. Lavanguardia del Regimiento setiroteó con un pequeño grupo de

Page 202: Urquizo- Tropa Nueva

rebeldes que huyeron por entre ellomerío arenoso de la playadejando dos muertos en el campo.Uno de ellos resultó ser coronelsegún los papeles que llevabaconsigo por medio de los cualestambién se supo que pertenecía alpequeño grupo que servía deEstado mayor y acompañamiento aAureliano Blanquet. La llegada delRegimiento de Lara Torres a aquellugar de la playa, coincidió casiexactamente con el desembarco deBlanquet y su pequeño grupo de

Page 203: Urquizo- Tropa Nueva

gente, procedente de La Habana.Aún estaba allí abandonada lagoleta en que habían hecho el viajey estaban frescas las huellas de loscaballos en que huyeroninternándose rumbo a Jalapa.

Se desplegó desde luego granactividad tratando de acabar cuantoantes con el exsecretario de guerrade Huerta, a quien justamentedebería de temérsele dada suacometividad bien conocida y sugran espíritu organizador. Aquellaschusmas de Félix Díaz, en sus

Page 204: Urquizo- Tropa Nueva

manos, pondrían al gobierno enserios aprietos.

Cuantas operaciones seefectuaron con tal fin fueron inútilesy hasta los mismos espías ignorabanel paradero del recién llegado.

Transcurrían días y días y nosurgía el brote amenazador quedemostrara la presencia deBlanquet. Tal parecía que habíadesaparecido o que quizás heridose ocultaba en cualesquiera de losescondidos campamentos de losrevolucionarios.

Page 205: Urquizo- Tropa Nueva

Su caída fue una cosa tancasual para las tropas del gobiernocomo su primer encuentro el día desu llegada.

La columna volante quemandaba Guadalupe Sánchez, sinplan alguno de cooperar enoperación combinada, salió de Pasodel Macho a excursionar con rumbohacia San Francisco de las Peñas.La vanguardia del Regimiento,atenta, marchaba a larga distanciavelando por la seguridad de lacolumna.

Page 206: Urquizo- Tropa Nueva

Cerca de la barranca deChavastla avistaron a un pequeñogrupo de jinetes enemigosentablando ligero tiroteo desdeluego con ellos. El grupo huyóenseguida perdiéndose entre laespesura de la vegetación delterreno. Incidente sin novedad, casipasó desapercibido por el gruesode la columna que continuó sucamino como si nada extraordinariohubiera ocurrido.

Fue hasta varios kilómetrosmás adelante cuando les informó un

Page 207: Urquizo- Tropa Nueva

campesino.—Hay muertos y heridos de

los rebeldes abajo de la barranca.Dicen que cayó un general de losbuenos.

—¿Qué general?, preguntóGuadalupe.

—Le dicen Blanqueta.Guadalupe Sánchez miró

asombrado a sus acompañantescercanos, no lo creía. ¿Realmentepudo haber caído en aquella formaBlanquet, sin combatir y metido enun lugar del todo impropio en

Page 208: Urquizo- Tropa Nueva

aquellas circunstancias?Retrocedió la columna y fue

hasta el lugar del tiroteo anterior, alborde de la profunda barranca deChavastla. En el fondoefectivamente había gente herida ymuertos.

Uno de los hombres de lacolumna fue descolgado con reatashasta el fondo de la hondísimaabertura. Él mismo confirmó pormedio del superviviente herido,general Francisco de R Álvarez,acompañante de Blanquet, que éste

Page 209: Urquizo- Tropa Nueva

estaba allí muerto por habersedesbarrancado hasta el fondo, alintentar huir cuando escuchó losdisparos cambiados entre el puestoavanzado rebelde y la vanguardiafederal.

El mismo individuo de tropadescendido hasta el fondo de labarranca, fue el que tuvo la ideaperegrina de desprender, con sucuchillo, la cabeza del cadáver deBlanquet y enviarla hacia arribacomo demostración del éxito de lajornada y en ahorro del trabajo de

Page 210: Urquizo- Tropa Nueva

izar el pesado cuerpo robusto delrenombrado colaborador deVictoriano Huerta.

Trasloheros, que iba fungiendocomo secretario de Blanquet, yÁlvarez, lastimado de una pierna,ambos refugiados en el fondo de labarranca, fueron izados por mediode reatas de igual manera que elhombre que antes fue bajado comoexplorador.

Ni Guadalupe Sánchez, nininguno de los componentes de lacolumna conocían a Blanquet y la

Page 211: Urquizo- Tropa Nueva

identificación de su cabeza fuehecha por medio de los dossupervivientes, quienes narraroncon detalles toda su breve y trágicaúltima aventura: Embarcaron en unpunto de la isla de Cuba en unagoleta ligera con destino a lascostas de Veracruz. Apenasarribaron, burlando la deficientevigilancia de los barcos de guerra,fueron sorprendidos por tropasgobiernistas perdiendo en laescaramuza a dos de susacompañantes. Más tarde se

Page 212: Urquizo- Tropa Nueva

entrevistaron con Félix Díaz y conél permanecieron varios díaselaborando los planes adecuadospara la campaña. Finalmente, elgeneral Blanquet y su reducidoséquito, guiados por el generalrebelde Pedro Gabay, efectuaban unrecorrido por toda la regiónhaciendo una especie de revistacomo preludio de la reorganizaciónque se trataba de hacer.

Fue así como llegaron aChavastla, lugar seguro, en donderesidía temporalmente la familia de

Page 213: Urquizo- Tropa Nueva

Gabay.Decían que aquel día el

general Blanquet, con su innataidiosincrasia de soldado, inquiriósobre las seguridades que había enel campamento percatándose de laabsoluta falta de seguridad delmismo que no tenía más que unasola obligada entrada y salida, laque al ser tomada ponía a losmoradores, de hecho, en poder delos atacantes. Decían losprisioneros que precisamenteaquella mañana preguntaba

Page 214: Urquizo- Tropa Nueva

Blanquet a Gabay:—Si de pronto nos atacaran,

¿por dónde saldríamos?A lo que Gabay le respondió

que en ese caso remoto —puesnunca esperaba un ataque allí—, noquedaba más salida que el fondo dela barranca a donde había quedescender valiéndose de los largosbejucos que tanto abundaban porallí y que parecían puestosexprofesamente al borde de labarranca para ayudar a bajar a ella.

Decían que cuando se escuchó

Page 215: Urquizo- Tropa Nueva

el tiroteo Gabay y los suyos,acudieron violentamente al lugardel combate, recomendando aBlanquet esperase el resultado;pero que llegó el pánico y todosellos trataron de salvarse bajandola barranca. El general Blanquet secogió a un bejuco que no fuesuficientemente fuerte parasostenerlo y cayó hasta el fondo delabismo, muriendo en el acto. AÁlvarez le pasó otro tanto, perosolamente quedó lastimado.Trasloheros llegó ileso hasta el

Page 216: Urquizo- Tropa Nueva

fondo. Otro de los acompañantes sesuicidó antes de caer prisionero.Otro pudo huir.

Gabay y los demás,conocedores del terreno,aprovecharon que sólo había sidoun ligero tiroteo sin consecuencias,salieron ilesos del percance y seretiraron desde luego de allí.

Trasloheros fue fusilado en elmismo lugar por GuadalupeSánchez. El general Álvarez fue

Page 217: Urquizo- Tropa Nueva

llevado al puerto de Veracruz y trasde breve Consejo de guerra,fusilado en el cuartel Morelos. Lacabeza de Blanquet, previaexhibición en la Guarnición de laPlaza, fue depositada en una caja demadera de las que tienen capacidadpara mil cartuchos de máuser 7milímetros y enterrada, sin aparatoalguno, en el cementerio particularveracruzano, lejos de su cuerpo quequedó abandonado allá en el fondode la fatídica barranca deChavastla.

Page 218: Urquizo- Tropa Nueva

Tropa vieja

(1943)

Page 219: Urquizo- Tropa Nueva

Primera parte

VIII

(Fragmento)

Page 220: Urquizo- Tropa Nueva

A las seis de la tarde llegamos aTorreón. Nuestros trenes se pararonenfrente del Hotel de los chinos ynos hicieron bajar y formar a todoslos del 9.o; el tren del 23.º siguió suviaje para Chihuahua.

Desfilamos por las calles encolumna de viaje desde la estaciónhasta el cuartel del Barrio de lapaloma azul; las calles estabanllenas de gente viéndonos marchar;nos esperaban las autoridades y elJefe de las armas de la Plaza,teniente coronel Enrique Sardaneta,

Page 221: Urquizo- Tropa Nueva

que hacía dos días se habíaagarrado a balazos con losrevoltosos en Gómez Palacio.Apenas entramos al Cuartel, nuestramúsica se fue a dar serenata a laPlaza de Armas y los oficiales queno estaban de servicio se fueron aparrandear a la casa de la mentadaMaría Ortega.

Allí en el Cuartel había unoscuantos compañeros del 8.ºRegimiento de caballería, quehabían tomado parte en la accióndel día 21 y nos contaron cómo

Page 222: Urquizo- Tropa Nueva

fueron las cosas: en la madrugadade ese día unos cincuenta rebeldes,al grito de «Viva Madero», habíandado el golpe en Gómez Palacioatacando y tomando el Cuartel de lapolicía de allí; habían matado alComandante y a algunos policías yrurales.

Muy tempranito, apenas losupieron, salieron los federales deTorreón a atacar a los rebeldes;eran apenas veinte hombres del 8.ºRegimiento, al mando del tenienteJuan Zorrilla Guerrero y veinte del

Page 223: Urquizo- Tropa Nueva

destacamento del 23.º Batallón alas órdenes del capitán primeroArnulfo Ortiz. Se dieron su agarróny los rebeldes se fueron en corridapor toda la alameda del camino pordonde iban antes los tranvías demulitas; dejaron seis muertos en elcampo y mataron a dos rurales de laFederación, uno de ellos oficial, ytambién hirieron a dos cabos del 8.ºy a un rural más.

Los pronunciados eran genteconocida de por allí: Jesús AgustínCastro, inspector de los tranvías de

Page 224: Urquizo- Tropa Nueva

Torreón a Lerdo; Orestes Pereyra,hojalatero de Torreón; MartínTriana, carnicero de los ranchos;Sixto Ugalde, mayordomo de porallí de las haciendas algodoneras;Mariano y Manuel López Ortiz,Gregorio García, Adame Macías,los hijos de Pereyra y unos treinta ocuarenta más. Después de la trifulcase remontaron al cerro y ya andabandetrás de ellos los del 8.º deCaballería y los del 5.º de Rurales.

Nosotros seguramente íbamosa salir pronto para Chihuahua en

Page 225: Urquizo- Tropa Nueva

donde andaba un tal PascualOrozco, o para Durango en dondetambién decían que habíapronunciados. El asunto comenzabaapenas, con brotes en varias partesal mismo tiempo.

El servicio se hizo riguroso ymandaron avanzadas a las orillasdel pueblo. Me tocó la suerte dequedarme en el cuartel, sin ningúnservicio y pude celebrar a gusto miprimera noche de bodas.

La Chata Micaela me salióbuena. Mejoró «la de adentro»; ya

Page 226: Urquizo- Tropa Nueva

no era no más el rancho malo delcuartel lo que yo saboreaba; ella sedaba habilidad con los tres realespara conseguirse buenas cosas en lacalle; la canasta siempre la traíacon guisitos sabrosos y de cuandoen cuando metía un trago de vinobien escondido entre el jarro delcaldo o en alguna tripa entre susenaguas. Tenía mucha experienciaen la vida del cuartel, y en la callesiempre andaba por ahí husmeandonoticias de lo que pasaba afuera.Otamendi le había puesto por

Page 227: Urquizo- Tropa Nueva

sobrenombre La prensa, dizqueporque así se denomina a losperiódicos de las noticias diarias.Era ella todo lo contrario de micomadre Juana, la de Carmona, queno más estaba dedicada a su hijo ya su hombre. La mía se conoce quehabía ya rolado mucho, en muchosCuerpos y con muchos hombres.Por ella supimos muchas cosas delas que estaban pasando afuera delcuartel y hasta de la vida de losjefes y de los oficiales, que hastaentonces ignoraba por lo menos yo.

Page 228: Urquizo- Tropa Nueva

Siempre que llegaba al cuartel laacorralábamos a preguntas, sobretodo Otamendi, que era el que máscuriosidad tenía por saber cómoandaban las cosas.

—Parece que dónde de verasanda la cosa fea, es por Chihuahua;han salido muchos pronunciados yel primer golpe se lo dieron a undestacamento del tercero deCaballería, en un punto que sellama Guerrero; dicen que se losacabaron y que a dos Compañíasdel doce Batallón, que las

Page 229: Urquizo- Tropa Nueva

mandaron de auxilio desdeChihuahua, que cayeron en unaemboscada en un lugar que lenombran San Andrés, en dondemataron al teniente coronel PabloYépez, y que a los que quedaron lesdieron el mate en otro punto que ledicen Pedernales. Están mandandomuchas tropas para Chihuahua; casino hay día que no pasen trenesmilitares por la estación, con rumboal Norte. El Segundo cuadro deRegimiento, que estaba enCuencamé, pasó antes de ayer; el

Page 230: Urquizo- Tropa Nueva

trece Regimiento de Caballería delcoronel Trucy Aubert pasó ayertodo completo, apenas sedetuvieron para darle agua a lacaballada; orita mismo en lamañana acaban de pasar los trenesdel veinte Batallón que viene almando del general Navarro, deMéxico; llevan hasta cañones demontaña.

—¿Y tú cómo le haces, Chata,para enterarte de tanto?

—Me pongo changa; no másme ando por ay por la estación

Page 231: Urquizo- Tropa Nueva

husmeando y preguntándoles a losferrocarrileros, que son los que mássaben; les digo que tengo a mi viejoen Chihuahua y que ando viendo elmodo de irme con él, y me locuentan todo. Uno me dice tantito,otro más y así me informo de todo.

—Y de nosotros, del Noveno,¿qué has sabido?

—Estoy casi segura que de unrato a otro mandan lo menos lamitad del Batallón también paraChihuahua, de modo que si a ti tetoca, no cuentes conmigo; yo no me

Page 232: Urquizo- Tropa Nueva

voy de aquí porque Chihuahua mecai muy gorda; bastante memalpasé cuando anduve en el Doce.Tendrás que buscarte otra por ay.Dicen que viene de México ungeneral Lojero a hacerse cargo deesta Plaza, que es uno de los viejoscompañeros de don Porfirio. Poraquí no hay nada; los revoltosos deGómez Palacio se fueron pa’l montey ni quien los encuentre con pesarde toda la gente que no quiere a losmochos, sin pensar que los mochosles tenemos que dar en la madre a

Page 233: Urquizo- Tropa Nueva

todos cuantos salgan. Después detodo es bonito que aiga trancazos,siquiera así se sacude la modorra yse cambia de aires; ya estaba yoharta de pura instrucción y deencierro. ¡Ahora es cuando,pelones, le han de dar sabor alcaldo!

Se entusiasmaba la vieja ydespués seguía diciendo:

—A mí el que me da lástimaes el Capitán primero de laCompañía, el capitán Salas; ¡parecetan buena gente! Ay anda el pobre

Page 234: Urquizo- Tropa Nueva

asistente cargado con el colchón dela familia, casa por casa, buscandoacomodo barato para que alcance elsueldo del Capitán para pagar casay comida para él, su señora y susdos criaturas. ¡Y con la malavoluntad que le tienen aquí a lafederación! Este pobre señor debíaestar mejor en alguna otraocupación, ¡qué ganas ha de tenerde pelear con tanta familia! ElCoronel, el Teniente coronel y elMayor, están en un hotel y se danbuena vida; si acaso tienen familia,

Page 235: Urquizo- Tropa Nueva

la han de haber dejado por allá, enMonterrey. Los demás oficiales; losoficialitos, de pura parranda cuandono están de servicio; nomáspadroteando en los burdeles; setraían de la cola a todas las güilasque se mueren por el uniforme.Cuando no están ellos por alláabajo, son ellas las que suben abuscarlos en coche. Hacen bientodos; están muchachos y hay quedarle a la vida antes de que leacomoden a uno un plomazo. Laúnica amolada aquí es la tropa,

Page 236: Urquizo- Tropa Nueva

para eso es tropa.Al día siguiente de esta

plática, nos convencimos de que laChata Micaela tenía razón;mandaron para Chihuahua a doscompañías de nuestro Batallón; lestocó a la Tercera, a la Cuarta y aunos cuantos de la Banda. Se fuecon ellos el Teniente coronel. Ésossí iban a entrar al combate pronto.

—¡Adiós, compañeros, adiós!—nos decían—; ¡a ver si volvemosa juntamos más delante!

¡Quién sabe cuántos no irían a

Page 237: Urquizo- Tropa Nueva

volver, o quién sabe también si a lomejor nos iba a reventar el coheteprimero a los que nos quedáramosallí en Torreón!

Estaba yo como quien dice enmi tierra, allí en el centro de laregión Lagunera, pero era igualcomo si no estuviera, encerradocomo estaba en el cuartel ohaciendo el servicio en guardias oretenes. Si no hubiera sido por mivieja, nada sabría siquiera de loque pasaba afuera.

Le puse una carta a mi

Page 238: Urquizo- Tropa Nueva

compadre Celedonio a la haciendadel Horizonte; le decía:

Compadre: Aquí me tiene en Torreón;estoy cerca de ustedes, pero casi es lomismo que si estuviera lejos; ni modo deverlo. No más le pido me dé noticias demi madre y si es posible de mi hermanotambién. Ni le digo que haga la lucha porvenir a verme porque no lo han de dejar ypuede comprometerse o comprometerme;tampoco le pido que me consiga unreemplazo porque, ¡quién ha de querermeterse en esta vida, menos ahora quelas cosas andan mal y que no me han desoltar de ningún modo! Si me puedeconseguir algo de dinero, se lo he deagradecer, pero más quiero que me dé las

Page 239: Urquizo- Tropa Nueva

noticias que le pido. Escríbale a lista decorreos a la señora Micaela Chávez, quees mi vieja, y ella me hará conocer lo queme diga usted. Al cuartel no me escribaporque así me conviene. Su compadreque lo quiere y estima.—EspiridiónSifuentes, soldado del 9.º Batallón.

A los pocos días llegó muy puntualla contestación a la lista de correos;venía un billetito de a cinco pesos,que sólo Dios sabe con qué trabajoslo conseguiría mi compadre. Medecía que él estaba bien de salud ytrabajando mucho; que mi madreestaba enferma la pobre y llena de

Page 240: Urquizo- Tropa Nueva

achaques y que mi hermano Joséhabía ido a verlo unos días antespara decirle que lo andabanconvidando a meterse en la bola.Decía mi compadre que aun cuandoél lo había convencido de que no sefuera a meter, tenía cierto receloporque ya conocía lo atravesadoque era y porque muchos conocidosya andaban levantados, corriendopor el monte y viendo el modo derevolucionar. Me aconsejaba que siveía yo el modo, que procurarairme, porque él veía la cosa mal.

Page 241: Urquizo- Tropa Nueva

¡Qué bien me daba cuenta yo de quemi compadre no conocía ni de oídaslas leyes militares!

Cuando me dio la carta laChata Micaela, me informó de queel segundo cuadro de Regimientoque apenas acababa de salir deCuencamé para Chihuahua, lohabían devuelto otra vez a su matrizporque habían salido tambiénrebeldes en el estado de Durango.Me dijo también que se sabía que elteniente Zorrilla, del 8.ºRegimiento, que siempre andaba de

Page 242: Urquizo- Tropa Nueva

partida por los ranchos de laregión, a cada rato se agarraba conalzados y que siempre los echabaen corrida. Todos losferrocarrileros parecían estar departe de los rebeldes maderistas.

Otamendi estaba al tanto detodo y una vez nos dijomisteriosamente a Carmona y a mí:

—Hermanos, en la primeraoportunidad que se me presente, mevoy con los rebeldes; si ustedesquieren seguirme, bien, si no cadaquien por su camino; el mío es el

Page 243: Urquizo- Tropa Nueva

del otro lado. Yo tengo que serconsecuente con mis ideas y conmis sentimientos que expresé en losperiódicos y por lo que memetieron de soldado; yo no puedodisparar un solo tiro sobre los de larevolución.

X

El día siguiente de nuestra llegada a

Page 244: Urquizo- Tropa Nueva

Cuencamé salió el 7.º Regimientode Caballería para Parral,Chihuahua; ellos se fueron por uncamino diferente al que habíamostraído nosotros, que de Torreónhabíamos ido por ferrocarril hastala estación de Velardeña y allí, portierra, hasta aquel pueblo. Los del7.º se fueron por el camino máslargo de Cuencamé al mineral deDescubridora y allí se iban aembarcar en los trenes que ya losesperaban para sacarlos hasta laestación de Conejos para de allí

Page 245: Urquizo- Tropa Nueva

seguir hasta el estado de Chihuahua.Nos dejaban un hueso duro;

estaba aquello infestado de partidasde rebeldes que recorrían toda laregión durangueña dando golpes endonde podían y asaltando lospueblos desguarnecidos. CalixtoContreras y Martín Triana eran loscabecillas más conocidos y decíanque por Inde y por SantiagoPapasquiaro andaban tambiéndando mucha guerra los hermanosArrieta, con mucha gente de lasierra.

Page 246: Urquizo- Tropa Nueva

Quedábamos allí en Cuencamélos del 9.º Batallón y una parte del2.º cuadro del Regimiento deCaballería, que eran los que más setallaban saliendo diariamente enpartidas por los alrededores. Casisiempre se agarraban con losalzados y a veces volvían conheridos y hasta con muertos. Todala gente del rumbo estaba de partede los revoltosos y bien claronotábamos sus simpatías por ellos.

Dos o tres días habían pasadoapenas de nuestra llegada cuando le

Page 247: Urquizo- Tropa Nueva

tocó salir a expedicionar a nuestraSección, íbamos por el mismocamino que habíamos traído y setrataba de proteger la llegada de unpagador que iba de Torreón conhaberes para las fuerzas del 2.ºCuadro.

Seguramente que todosnosotros, al volver a pasar poraquellos terrenos íbamos pensandoen la escaramuza última y másespecialmente en la muerte del caboRuiz y en la huida de Otamendi.Cuando pasamos otra vez por el

Page 248: Urquizo- Tropa Nueva

mogote en que fue la emboscada,apretamos con más fuerza el máusery nos pusimos todos más aguzadoscomo si a fuerza hubiera de haberenemigo en aquel mismo lugar. Lavanguardia caminó más despacioojeando para todos lados, y losdemás esperábamos que encualquier momento volvieran asilbar las balas.

Dicen que no hay camino másseguro que el que acaban de robar yese dicho es muy cierto; no tuvimosnovedad por lo que hace a balazos,

Page 249: Urquizo- Tropa Nueva

pero sí nos llegó un olorinsoportable de cuerposdescompuestos. De seguro que conla prisa no levantamos bien elcampo y se quedaron por allíregados algunos difuntos.

Nuestro Teniente mandó haceralto y nos mandó a algunos aexplorar a uno y otro lado delcamino.

Recorrimos los comisionadostodos aquellos breñales y fuimosencontrando regados, primero doscaballos muertos, ya con las

Page 250: Urquizo- Tropa Nueva

barrigas infladas y a punto dereventar; después a un rebelde,también ya hinchado y con la bocaabierta y llena de moscas; másadelante al rebelde a quien rematóel Sargento y, al último, en un lugardespejado de matorral, encontramosla sorpresa más grande quepodíamos esperar. Allí estaba elpobre de Otamendi fusilado; unabola de tiros tenía en el cuerpo y enla cabeza; se habían ensañado en ély lo habían hecho una criba a puntade balazos.

Page 251: Urquizo- Tropa Nueva

Todos estábamos perplejos sinpodemos explicar aquello. Y era él,no tenía la menor duda; allí estabasu chaquetín ensangrentado con elnúmero de su matrícula. Claro quelos rebeldes se habían llevado sufusil y su correaje con lasmuniciones y hasta el chacó, seguropara ir a presumir de su victoria;pero las prendas de ropa, aquellosojos claros, abiertos y espantados,eran de Otamendi, de aquel soldadode leva que antes había sidoperiodista, de aquel que pensaba

Page 252: Urquizo- Tropa Nueva

que su lugar estaba del lado de lacontra al gobierno.

Estoy seguro que todoscomprendimos aquello aun cuandonadie dijo una sola palabra. Eldifunto no había tenido tiempo dedarse a conocer a los rebeldes, lohabían tomado por un mochocualquiera y en el calor de larefriega lo habían achicharrado sinmás ni más, muy ajenos de que él,en su interior, era más rebelde quetodos, que todos los que allíestaban juntos. ¡Qué tristes han de

Page 253: Urquizo- Tropa Nueva

haber sido los últimos momentos deaquel hombre! ¡Cuánto ha de haberpensado el pobre, si es que ledieron tiempo, en lo inútil de suvida y de su sacrificio!

Nadie de nosotros decía unapalabra, como si a todos noshubieran de pronto atravesado unpalo en la boca. Era aquel unejemplo con el que no contábamosninguno.

Arriba de nuestras cabezas,revoloteaban media docena dezopilotes impacientes, esperando

Page 254: Urquizo- Tropa Nueva

que nos fuéramos para bajar apicotearles la barriga a los muertos.El sol, como una brasa ardiendo,tatemaba la carne prieta sin vida;las hormigas habían hecho uncamino desde el arenalito de suhormiguero hasta los pies delcuerpo; las moscas entraban ysalían zumbando por los agujerosde las balas, y al derredor, unenjambre de chicharras cantaban entodos los tonos la canción de todoslos días. Catuche, el perrito denuestro pelotón, se acercó hasta el

Page 255: Urquizo- Tropa Nueva

muerto, lo olió primero; reconocióal difunto; lo lamió y despuésmeneó la colita como cuando envida se acercaba a Otamendi parapedirle un taco de las sobras delrancho.

El primero en hablar fue elSargento:

—Miren nomás lo que es lavida. A éste debíamos de haberlofusilado nosotros y nos ganaron ladelantera los rebeldes; primeracosa buena que les reconozco.

Me dieron ganas de haberle

Page 256: Urquizo- Tropa Nueva

metido una bala allí mismo alSargento.

Carmona nomás me miró yapretó las manos.

El Teniente veía al muerto conlástima, apretándose las narices conun pañuelo.

Jesús Villegas se atrevió asolicitar:

—Mi Cabo, ¿nos permite quesepultemos a este compañero?

El Sargento respondió portodos los superiores allí presentes:

—Los desertores no merecen

Page 257: Urquizo- Tropa Nueva

nada.El Teniente hizo la señal de

marcha y seguimos nuestro caminopara Velardeña. Atrás se quedaronlos hombres y los caballos muertos,tirados en la tierra, y las chicharras,las moscas, las hormigas y loszopilotes y los gusanos también,peleándose todos ellos por losdespojos de los que tuvieron vida yque parecían antes poder más quetodos los animales chicos.

Dentro de poco tiempo seacabaría el mal olor, se comerían la

Page 258: Urquizo- Tropa Nueva

carne muerta los animales envenganza de la carne de losanimales que nos comemos loshombres cuando vivimos. Lascalaveras, los huesos todos,quedarían blanqueando por muchotiempo en el campo y después, pocoa poco, se irían haciendo polvocomo la misma tierra y al fin seirían en cualquier remolino arecorrer el desierto, dando vueltasa toda prisa, con el ánimo de llegarhasta las nubes, o más alto todavía:hasta el cielo.

Page 259: Urquizo- Tropa Nueva

Volvíamos de la partida sinnovedad. Pronto corrió la noticiapor el cuartel de la muerte deOtamendi; las viejas de nuestraescuadra le rezaron su rosario ynosotros, los soldados quehabíamos sido sus amigos y suscompadres, nos echamos un buentrago de mezcal en el estómago y,entre cigarro y cigarro, hicimosrecuerdos de aquel amigo buenoque estaba allá en el campo tirado aflor de tierra, con los ojos abiertos,apagados, mirando para arriba

Page 260: Urquizo- Tropa Nueva

como si quisiera enterarse de todolo que existe detrás del cielo azul.

Page 261: Urquizo- Tropa Nueva

Segunda parte

VI

(Fragmento)

Page 262: Urquizo- Tropa Nueva

Al tercer día todo seguía igual:fuego por las dos partes, muy duro,muertos y heridos a montones y lasituación en el mismo estado que alcomenzar la pelea. Aquello llevabatrazas de eternizarse; ya hasta meestaba yo acostumbrando a aqueltraqueteo y pensaba que había desalir con bien de todo, cuando metocó la de malas. Fue en la mañanadel miércoles cuando me pegaron.

Estaba yo apuntándole desdela azotea de una casa de la calleAncha a unos que estaban como a

Page 263: Urquizo- Tropa Nueva

una cuadra de distancia, cuando mesentí herido; sentí como si mehubieran dado un golpe en el brazoy a poco me vi correr la sangre. Fueen el brazo izquierdo, abajo delhombro; quise mover la mano y medi cuenta de que no podía hacermovimiento; me había quebrado elhueso la bala.

Ni modo de seguir peleando;estaba yo inútil por el momento yquién sabe si por toda la vida. Meenviaron al hospital.

Estaba el Hospital militar testo

Page 264: Urquizo- Tropa Nueva

de heridos y los médicos no sedaban abasto para atender a todos.No alcanzaban las camas para losque iban llegando a cada rato y nosdejaban los ambulantes en dondehabía sitio en el suelo.

Apenas llegué a aquel lugar,sentí un dolor muy fuerte; se mehabía enfriado la herida y apenaspodía yo soportar el sufrimientoque me causaba.

Recuerdo como en sueños queun Mayor medico me examinó elbrazo y me hizo sufrir más todavía

Page 265: Urquizo- Tropa Nueva

con sus manipulaciones.—No hay más remedio que

operar —dijo.Me montaron en una carretilla

y me metieron a un cuarto blanco.Alguien me dio a oler no sé quécosa muy fuerte, sentí que me iba deeste mundo. No supe ya de mí.

Como en un sueño recuerdoque batallaba yo con toda mi almapara sacudir la modorra que seaferraba en mi cuerpo y que oíamuy apenas los lamentos de losotros heridos y allá, más lejos, el

Page 266: Urquizo- Tropa Nueva

estruendo del combate, igual que elprimer día. Seguía la danza de lamuerte y yo era de los pisoteados.A ratos, los lamentos se hacían muydébiles, como si les faltara elaliento a los quejumbrosos y elcañoneo y el ruido de la fusilería seperdía en la distancia; me zumbabanlos oídos y en medio de aquelbarullo oía claramente el redoblede los tambores al paso de caminoque pasaban por dentro de micabeza y se perdían a lo lejos.Después, una cometa que me locaba

Page 267: Urquizo- Tropa Nueva

en las orejas hasta ensordecermeatención, fajina y marcha; luego, lacabeza que me daba vueltas, comosi fuera un trompo y visiones comorelámpagos de combates, defusilamientos, de victorias y dederrotas. ¡Tatará, tatará, tatará!;¡fuego!; fuego por descargas, fuegonutrido; cargas de caballería, fuegode ráfagas de los cañones.Granadas de tiempo explotando,ametralladoras tartamudeandosones de muerte, marchas al pasoveloz, gente que cae y que ya no se

Page 268: Urquizo- Tropa Nueva

levanta; sudor, sangre, maldicionesy lamentos largos, largos, que no seacababan nunca. Mi cabeza volvía adetenerse después de aquel baile deperinola y los lamentos seguían,pero no eran ya los lamentos de lossueños, eran los que daban loscompañeros heridos del hospital:

Cuando pude darme cuentabien de todo, se había acabado yael combate. A un lado de mi camaestaba mi vieja fiel, mi Juanasufrida. Pensé en aquella otra vezque me hirieron, allá en Cuencamé,

Page 269: Urquizo- Tropa Nueva

y que también estuvo a mi lado laChata Micaela. ¡Qué diferencia demujeres y también qué diferencia deheridas! En aquel entonces fue unrozón nomás en una pierna y ahoradespertaba con un brazo menos.Estaba inválido y ya no volveríamás a cargar el fusil. ¡Qué gusto,dejar esa vida y qué desgracia noservir ya para nada!

—¡Vieja, viejita querida!, ¿ayestás?

—Aquí estoy, mi viejo, ¿creesque te pudiera abandonar?

Page 270: Urquizo- Tropa Nueva

—Mírame nomás, ora sí soymocho de veras.

—¡Pobre Juan!…—Se acabó todo.—Todo no, te quedo yo.—¡Pobre Juana!… ¿Qué vas a

hacer con un hombre inválido?—Ya no cargarás el máuser, se

te acabará el servicio y ya no teharán que pelees más contra nadie.

—Ya no cargaré el fusil, nipodré manejar la pala, ni el azadón,ni el arado…

—Me tienes a mí, viejito

Page 271: Urquizo- Tropa Nueva

querido.—Acércate junto a mí, junto a

mi brazo mocho, para no echarlotanto de menos.

Me cogió la cara, me besó yme hizo caricias como si fuera unniño; mis ojos se llenaron delágrimas y me sentí como si fuerauna criatura débil, incapaz de nada.

A lo lejos sonaban campanasalegres y redobles de tambores quetocaban diana.

—¿Ganaron los nuestros?—Ganaron unos y otros. Tenía

Page 272: Urquizo- Tropa Nueva

razón el Tlacuache.—Entonces…—Lo que tenía que suceder,

mataron a Madero y ya hay nuevopresidente.

—¿Félix Díaz o Huerta?—Huerta.—Lo mismo da uno que otro.

Pobre chaparro Madero, tenía quesuceder. ¿Qué más novedades hay?

—Ahorita están quemandomontones enormes de muertos, aquí;en los llanos de Zoquipa, ¿no tellega hasta aquí el olor a

Page 273: Urquizo- Tropa Nueva

chicharrón?—Muchos deben de ser.—Miles; se retuercen los

brazos y las piernas de los difuntosal achicharrarse; da horror veraquello. ¿Te acuerdas del capitánGloria?

—¿Qué le pasó?—A él nada. Toda la

guarnición del 24 que estaba enAmecameca, aprovechando estosdías de combates aquí en la capital,como casi todos habían sido anteszapatistas, encabezados por aquel

Page 274: Urquizo- Tropa Nueva

don Simón, se sublevaron y matarona lodos los oficiales menos alcapitán Gloria, a quien querían, y sefueron al monte.

—¿De modo que el capitánGloria anda ahora de zapatista?

—Por la buena o por la mala,pero allí anda. Se fueron al monteporque no querían a Madero y laerraron, aquí acabaron con él. Todoestá tranquilo, ya se acabaron loscombates.

—¿Se acabaron?, ¡quién sabesi sea ahora cuando van a comenzar

Page 275: Urquizo- Tropa Nueva

de veras!—Todo el Ejército está con

Huerta.—El Ejército, los agarrados

de leva, pero quedan los libres, losque pelean por su gusto, ¿tú creesque la gente se va a conformar?Otro Madero saldrá y entonces…entonces, ¡quién sabe!

Por la calle pasaba una tropade infantería al paso acompasadode sus tambores; el sonido parejode los parches lo sentí muy triste,como si fuera a un entierro, como si

Page 276: Urquizo- Tropa Nueva

aquellos golpes iguales fueran loslatidos de mi propio corazón.

Pachuca, Hgo., a 25 de enero de1938

Page 277: Urquizo- Tropa Nueva

Cuentos y leyendas

(1945)

Page 278: Urquizo- Tropa Nueva

La última aventura deMurguía

Grata sorpresa recibí alencontrarme inesperadamente aAlberto Salinas, viejo compañerode lides revolucionarias a quien noveía yo desde los penosos días de

Page 279: Urquizo- Tropa Nueva

la evacuación de México, aprincipios del mes de mayo de1920.

Le dejamos herido en aquellaocasión y sólo sabía yo que sehabía unido al general FranciscoMurguía, joven y fogoso como era,y con él había corrido la aventurarevolucionaria que costara la vidaal propio Murguía y a lo mejor desu gente. Salinas perdió en aquellaocasión a su hermano, y él mismoestuvo a punto de ser fusilado,escapándose casi milagrosamente.

Page 280: Urquizo- Tropa Nueva

Ahora veía yo a AlbertoSalinas bien diferente de como era,pues aunque nada había crecido, ycomo siempre tenía su pelo rojo ysu cutis sembrado de puntos negros,la expresión de su cara ya no era lamisma de aquel tiempo. La tristezahabía clavado su garra, y su cara deniño bruscamente la habíaenvejecido. Conocíase a primeravista que una amargura supremapesaba sobre él tenazmente.

Yo tenía un verdadero empeñoen conocer los detalles de aquella

Page 281: Urquizo- Tropa Nueva

su última aventura con Murguía y,desde luego, le rogué me la contase.Accedió gustoso. Me hizo subir a suautomóvil y nos dirigimos a sucasa, en la colonia Del valle.Tomamos asiento frente a una mesacolonial severa, a la luz mortecinade un crepúsculo otoñal; en lasemioscuridad de la estanciabrillaba tranquila el ascua de sucigarro y su cara me parecía unsimbólico triángulo luminoso. Laspalabras de Salinas no tenían ya elentusiasmo de antes, cuando

Page 282: Urquizo- Tropa Nueva

hablaba, allá en Monclova, aprincipios de la revolución de1913; ahora era un susurrosomnoliento y triste con cierto tonode melancolía:

Comenzaba el mes de octubre de 1922.La pequeña columna de rebeldes queencabezaba el general Murguía,compuesta casi en su totalidad porantiguos jefes y oficiales carrancistas,ahora tan sólo simples soldados, caminabaindolente y desganada después de lasesteada reglamentaria, aquella vez en lahacienda La zarca, del estado deDurango. Habíamos comido carne de resasada, el consabido alimento de todos los

Page 283: Urquizo- Tropa Nueva

revolucionarios, aumentado en esaocasión con elotes tiernos. Nuestroscaballos también habían tomado un piensode rastrojo verde, que tanto abundaba enla finca. Aquella sesteada era ya algoverdaderamente apetecible, pues hacíavarios días no tocábamos ningún pobladoporque no nos sintieran las fuerzas delgobierno, destacadas en nuestrapersecución.

Guiaba la columna un muchacho quehabía proporcionado el administrador dela hacienda, y el camino era una vastallanura seguida de una cuesta, que bajabaserpenteante hasta el fondo de unaquebrada. Allí estaba el aguaje conocidoen la región por el nombre de Jagüey delhuarache, en donde íbamos a acampar;tendríamos agua a la mano y muy buen

Page 284: Urquizo- Tropa Nueva

pasto para la caballada.Hicimos alto y desmontamos. El sol ya

se perdía en el horizonte. Nos pusimos acenar de lo poco que traíamos y otroscompañeros encendieron lumbre parahacer café.

Antes de emprender de nuevo lamarcha hacia el fondo del barranco, elcoronel Jasso y yo fuimos hasta unaaltura cercana a explorar los alrededorescon los poderosos zeiss del general, conlos cuales observábamos hasta pequeñosdetalles en un radio de cuatro leguas omás: los postreros rayos del sol bañabanla llanura que habíamos recorrido; sedistinguía perfectamente el blanco caseríode La zarca, las manchas verde obscurode sus maizales y las notas amarillentasde los frescos álamos. Una tranquilidad

Page 285: Urquizo- Tropa Nueva

absoluta reinaba en la campiña. Ni unanube de polvo, ni el más ligero indicio degente armada aparecía a nuestra vista.Habíamos tomado toda suerte deprecauciones en nuestra marcha, tantoque el mismo coronel Jasso días antes sehabía encargado de borrar las huellas quehiciéramos en el terraplén cuando tuvimosque cruzar la vía férrea.

Esa noche, pues; podíamosentregamos a un descanso ya bienganado en aquella penosa jornada.

Así que tomamos el modestorefrigerio continuamos la marcha, ahoracuesta abajo, hasta el agüey. El descensoera sumamente peligroso y prolongado yse hizo necesario caminar a pie, tirandocada uno del ronzal de su caballo. El soldejó de alumbramos cuando apenas

Page 286: Urquizo- Tropa Nueva

íbamos a la mitad del camino. Nuestrapequeña columna se deslizaba en silencio,penosamente. Llegamos por fin al planoverde y perfumado, donde compusimoslas monturas, y cabalgamos hasta el yacercano jagüey. El agua del aljibe mebañó el rostro con un soplo agradable deincitante frescura. Hombres y animalessedientos bebimos hasta saciarnos.Llenamos nuestras caramayolas ycontinuamos a través de una mancha detupido pasto. Por fin acampamos,convencidos de encontrarnoscompletamente a salvo. Nadie nosperseguía, y ninguna tropa regular seaventuraría a bajar en la noche el caminoque habíamos recorrido, y por si todo esono fuera suficiente nos cuidaba el jagüeymismo. Quienes vinieran sobre nosotros,

Page 287: Urquizo- Tropa Nueva

caballería seguramente, nodesaprovecharían la oportunidad de daragua a sus bestias al llegar al jagüey; elruido que forzosamente hicieran nospondría sobre aviso para combatir, o porlo menos para emprender la huida.Ninguna noche como aquella, desde queandábamos en la aventura.

Nos acomodamos todos como mejorpudimos en torno del general Murguía,que había desmontado al pie de un árbol;le acompañaba el teniente coronelPalacios. Hicieron la guardia Cortina, unoque se nos había incorporadorecientemente en Coahuila, y dos más.

Mi hermano Leopoldo y yobuscábamos el mejor lugar cubierto depasto para descansar; fue en el caucevacío de un arroyuelo, cuyas márgenes

Page 288: Urquizo- Tropa Nueva

nos resguardarían bien del frío de lamadrugada. Allí desensillamos. Lasmonturas y los sudaderos, como decostumbre, fueron nuestras camas. Loscaballos, persogados con soga larga,pastaban junto. Hacía una noche apacible:brillaban las estrellas como relucientestachuelas clavadas arbitrariamente en elfirmamento; en la oscuridad sólo el cantarde los grillos. Mi hermano dormía ya. Amí me invadían miles de ideas de un modotenaz y fustigante.

Pensaba en mi madre, en mi esposa,en mis hijos, abandonados por el afán míode aquella aventura audaz y terrible.

¡Qué feliz era Polo, mi hermano, enaquel momento! Había caído de unapieza, rendido por el cansancio; surespiración era fuerte y acompasada. Al

Page 289: Urquizo- Tropa Nueva

verlo tan tranquilo, tan ajeno a esemomento a los peligros de nuestrasandanzas, a las fatigas, a las hambres,súbitamente me asaltó un terribleremordimiento por haberlo arrastrado aque me siguiera en aquella lucha. ¡Tanjoven como era!, casi un niño todavía…

Poco a poco me fue rindiendo elsueño. El ruido de los grillos, el tenuesilbido del viento y el rumiar de loscaballos fueron la música adormecedoraque me arrulló aquella noche. ¡Quéhermoso es dormir rendido de fatiga,cuando no se piensa en nada!…

Bruscamente desperté, lleno desobresalto. Mi hermano, incorporado ya,escuchaba.

—¿Qué pasa?—He oído voces —me dijo,

Page 290: Urquizo- Tropa Nueva

levantándose con presteza y trepandohasta arriba del arroyo.

Al instante regresó diciéndome que elgeneral había ordenado que ensillásemosporque se había escuchado fuerte tropel.En un segundo echamos las monturas alos caballos y nos dispusimos a montar, ala primera señal de alarma. Reinaba unaquietud absoluta, que infundía a todoscierta confianza. Quizás la alarma erainfundada o se trataba de algunas resesque hubieran bajado al aguaje inmediato.Repuestos ya del sobresalto, dejamos quenuestros caballos permanecieran sin elfreno para que siguieran comiendo. Mihermano y yo esperábamos aún,cubriéndonos del frío de la madrugadacon los cuerpos de los animales. Seríanya como las tres de la mañana, a juzgar

Page 291: Urquizo- Tropa Nueva

por «las cabrillas».Oí claramente la voz del general

Murguía que ordenaba a su acompañantemás cercano:

—Palacios, ve qué gente es la quehabla por allá.

—¿Voy montado o a pie, mi general?—A pie, a pie. Anda y ve qué voces

son esas.Palacios pasó junto a mí, diciéndome:—Yo creo que son los mismos

nuestros. Hace un rato que oigo susvoces.

Y se perdió en la obscuridad.Poco tiempo había transcurrido

cuando instintivamente volteé hacia elotro lado del arroyo, en cuyo caucehabíamos dormido mi hermano y yo, pudedistinguir las siluetas amenazantes de un

Page 292: Urquizo- Tropa Nueva

nutrido grupo de dragones. Violentamentequise desatar mi caballo, para enfrentarloy montar, y en ese mismo instante rompíael fuego el enemigo sobre nosotros. Losteníamos mucho más cerca de lo quecreíamos, a unos veinte o treinta metros alo más. Mi caballo, encabritado, no sedejaba acercar; me fue imposiblecolocarle el freno y apenas pude logrararrancar mi carabina, amarrada en la silla,no sin recibir un fuerte testerazo delanimal, que me derribó por tierra. Melevanté precipitadamente y descarguérepetidas veces mi arma, apuntando hacialos fogonazos que brotaban en laobscuridad al ras del suelo.

Aquel empuje formidable se contuvoun instante, debido seguro al fuego quehacía yo y porque ellos habrían de

Page 293: Urquizo- Tropa Nueva

suponer, no sin razón, que los jefes quemandaban nuestra columna: FranciscoMurguía y Eduardo Hernández, eranhombres de valor reconocido yexperiencia en campaña, de quienesdebían esperar tenaz resistencia, y aunalguna habilidosa celada. Yo aprovechéaquel momento de tregua para huir a pieen dirección a donde estaban acampadoslos nuestros.

El enemigo reanudó el fuego ensemicírculo y era ya perfectamentevisible a los fogonazos de sus armas.Avanzaban gritando y disparando, unos apie y otros a caballo. Se percibíanclaramente sus voces. Corrí hacia losmíos, sin dejar de disparar, y con inmensasorpresa me di cuenta de que todos miscompañeros habían huido. El peligro no

Page 294: Urquizo- Tropa Nueva

me dio tiempo a pensar enrecriminaciones ni en nada que no fuerami salvación. Seguí corriendo hacia ellado contrario a donde el enemigoavanzaba y me encontré con mi hermanoPolo, que también huía a pie, perodesarmado; su caballo había roto la sogaque le retenía y escapado a los primerosdisparos, sin darle tiempo siquiera adesatar el arma de la montura.

Un poco más adelante encontramos alteniente coronel Ábrego, que trataba envano de montar en su caballo, de un colorclaro, que constituía magnífico blancopara nuestros perseguidores. Unaverdadera lluvia de balas silbaba sobrenuestras cabezas horrorosamente.Impuse mi autoridad a Ábrego y le hiceque abandonara su caballo, así que

Page 295: Urquizo- Tropa Nueva

continuó a pie junto con nosotros, perotambién sin arma. Caminábamosapresuradamente; yo, sin volver la cara,colocado mi 30-30 por encima delhombro, seguía disparando sin cesar,hasta que del todo me fue imposible, pueslas partes metálicas de la carabinamaterialmente ardían.

Ya nos sentíamos agotados casi,cuando un hombre a pie salió a nuestroencuentro. Era de los contrarios; sin dudase había dispersado de los suyos yconfundido llegaba hasta nosotros. Estome hizo reflexionar: éramos tres contrauno. Él estaba armado. De nosotros sóloyo contaba con arma, pero en el momentono tenía cartucho ya en la recámara.Urgía, pues, matar a aquel hombre parasalvamos.

Page 296: Urquizo- Tropa Nueva

Traté de inspirarle confianza,haciéndole creer que lo considerábamoscomo de los nuestros.

—Quédate atrás —le dije— yprotégenos.

Obedeció, muy a su gusto. Eso eraprobablemente lo que él quería también,huir de nuestro lado porque peligraba. Lerebasamos y seguimos corriendo.Simultáneamente cargue de nuevo el rifley con toda frialdad lo disparé contra elhombre aquel. La bala expansiva debehaberle deshecho la caja torácica. Nisiguiera nos detuvimos a recoger sumáuser.

Los cortos instantes perdidos en matara aquel hombre sirvieron para que nosdiera alcance otro infante, quien al verque yo iba a disparar sobre él se dio a

Page 297: Urquizo- Tropa Nueva

conocer.—Soy Palacios, mi coronel, no me

mate. Vengo herido.Se incorporó con nosotros, cediendo el

arma que traía a mi hermano Polo.Éramos ya cuatro a pie los quequedábamos de aquella columna rebelde,pero ya desmayábamos de cansancio, ylos gritos de nuestros perseguidores seoían cada vez más cerca intimidándonos arendición. Sin embargo seguíamoscaminando, jadeantes, llenos de fatiga,con esa esperanza inextinguible quealbergan aún los que sólo tienen ya unsoplo de vida.

Un providencial desfiladero nosimpidió el paso, era una de tantasprofundas quebradas que existen enaquellos terrenos de aluvión, y no tuvimos

Page 298: Urquizo- Tropa Nueva

más que dejamos ir por él los cuatro, sinmedir ni importarnos nada su profundidad.Lo mismo daba morir de un modo que deotro.

No recuerdo qué altura tendría aquellapared, casi perpendicular, ni el tiempo quetardamos en bajarla. La noche eraobscurísima; parecía como si tuviésemoslos ojos cerrados. Tras de rudas fatigasllegamos al fondo del barranco, que era elcauce seco de un arroyo, de segurocaudaloso en tiempo de aguas.Numerosas grietas se abrían en una yotra margen del lecho por dondecaminábamos, y podían constituirperfectamente nuestra salvación. En laprimera cortada de aquellas me introdujeyo; mis tres compañeros hicieron lopropio. Allí escondidos esperaríamos

Page 299: Urquizo- Tropa Nueva

hasta que desapareciera el peligro paradespués acordar lo más adecuado anuestra difícil situación. La imitación delgrito de la codorniz sería la señal quesirviera para identificamos.

No pude avanzar mucho en la grietaporque se cerraba demasiado y ademáspor las raíces entrelazadas de un árbol,que también me lo impedían; no obstante,consideré que por el momento estaba allísuficientemente resguardado del enemigo.Ya agotado me tiré por el suelo. Micorazón latía desesperadamente como sise me fuera a salir del pecho.

Arriba, el enemigo pasó encarrerado,bordeando el desfiladero, en dirección adonde se escuchaba un lejano tiroteo quefue breve; las notas de un clarín tocarondiana de combate. Eran ellos los que

Page 300: Urquizo- Tropa Nueva

vencían porque en nuestra pequeñacolumna no llevábamos trompeta.

Más tarde supe que el tiroteo fueporque el general Murguía, que habíalogrado escapar en el primer caballo queencontró a la mano, pues el suyo cayómuerto a los primeros tiros, había tratadode rehacerse para impartimos ayuda a losque estábamos abandonados.

Hubo un momento de silencio, parecíaque todo había acabado ya, y de, prontoadvertí las pisadas de un caballo que seacercaba hasta sentirlo por encima de micabeza. Sonó un disparo de fusil y casisimultáneamente un enérgico ¿quiénvive?

Después, siempre por sobre micabeza, oí un lamento, una voz llena dedolor y claramente el ruido de las

Page 301: Urquizo- Tropa Nueva

espuelas del jinete al desmontar y suspasos en la tierra dirigiéndose hacia elhombre que se quejaba. Unaconversación breve sostuvieron los dos,de la cual no pude percibir nada como nofuera el rumor de las palabras, apagadaspor la distancia que separaba mi alberguede la superficie. El jinete volvió a montary los pasos de su caballo se perdieron.

¿Qué podía haber ocurrido?Inútilmente trataba de adivinarlo. Ni porun momento pensé que el herido fuese demis compañeros porque ellos habíancaminado a resguardarse más adelanteque yo, tampoco era de creerse que elheridor hubiera sido de los nuestros, quede seguro no pudieron requerir suscaballos en el momento del ataque, comonos había pasado a nosotros.

Page 302: Urquizo- Tropa Nueva

Me sucedió entonces algo increíble.En mi vida de soldado, de revolucionario,de asilado de hospital, había visto morir amucha gente; había oído los lamentosdesgarradores, las quejas largas yapagadas de los agonizantes, y micorazón endurecido jamás sentía ningunaimpresión; pero aquella noche inolvidabledel 5 de octubre de 1922, que aún meatenaza con su recuerdo y durará en mimemoria hasta mi muerte, los lamentos deaquel hombre se me clavaban en elcorazón. En vano quise sustraerme a lasensibilidad, hacer reaccionar mi espíritu,quebrantado por la fatiga y quizás por elmiedo. Nada pude. Aquel grito de dolor,podía más que yo, era algo inmensamentepoderoso y amargo.

Por más esfuerzos que hacía no podía

Page 303: Urquizo- Tropa Nueva

yo reconocer aquella voz. Sin embargo,tenía la impresión de que el herido eraCortina, a quien le había prestado mi relojpara que hiciera la guardia la nocheanterior.

Creía volverme loco. No tenía en mimente más que una sola idea; nopercibían mis oídos más que un solorumor, el quejido inacabable y lleno deangustia del desdichado que se moría alláarriba.

El cansancio me rindió y me quedédormido; mas el grito aquel pronto mevolvió a la realidad. Quise sobreponermey prestar algún auxilio al que sufría.Hasta llegué a dar unos pasos fuera de miescondite, pero no pude, no me vencía amí mismo y encontraba razonamientoslógicos que me hacían desistir de mi

Page 304: Urquizo- Tropa Nueva

intento. Además ya me había convencidode que no podía ser ninguno de miscompañeros.

El desventurado debe haber tratado dearrastrarse, pues sentía que rodabanalgunas piedras hasta muy cerca de mí, locual me hizo confirmar más mi idea deque no podía ser ninguno de miscompañeros de fuga porque bien sabíanellos que en esa grieta me encontraba yoy que los demás deberían estar muycerca de allí, y podía habernos llamadopor nuestro nombre o imitar a la codorniz,como habíamos convenido.

Cuando arreció el frío de lamadrugada y la luz del día comenzó aromper las densas tinieblas de la noche, elquejido se hizo muy débil, la vida seextinguía en aquel infeliz. A poco sólo

Page 305: Urquizo- Tropa Nueva

percibía ya su respiración fatigada que seacababa paulatinamente y después nada.Había muerto.

Escuché el paso acompasado de uncaballo que montaba quizás el hombreque había matado al otro. Llegó hasta elmuerto, el hombre bajó del caballo, volvióa montar y se alejó por fin.

Ya en pleno día salí de mi escondite.Entonces pude darme cuenta del enormepeligro que habíamos corrido antes. Sólounos perseguidos como nosotros fuimoscapaces de metemos en aquel desfiladeroenorme.

Hice el canto de la codorniz repetidasveces, llamé a cada uno de miscompañeros por su nombre con toda lafuerza de mis pulmones y nadie mecontestó.

Page 306: Urquizo- Tropa Nueva

Como pude trepé hasta lo alto enbusca del cadáver del que tanto habíagemido y sólo me di cuenta de que elenemigo había acampado a cortadistancia de aquel lugar, así que procuréocultarme con las ramas de los raquíticosarbustos para no ser visto.

Instantes después un grupo deinfantes se dirigía hacia mí.

Caí prisionero con tropas del 30.ºRegimiento que mandaba el general JoséGonzalo Escobar, quien nos veníasiguiendo desde hacía tres días, puesapenas habíamos pasado el terraplén unasección de trabajadores de la vía que vionuestras huellas le avisó a Torreón, dedonde se destacaron por tren dosregimientos de caballería para damosalcance.

Page 307: Urquizo- Tropa Nueva

Uno de mis aprehensores mepreguntó:

—¿Conoce, usted a Salinas?—¡Ya lo creo que lo conozco! —le

contesté sonriendo.—Pues entonces ayúdenos a

reconocerlo. Aquí está…Y apuntó en dirección a donde yo

había oído los lamentos la noche anterior.Era mi hermano.No recuerdo más de cuanto pasó.

Nada me importaba ya entonces, ni aunmi propia vida, como tampoco me importaahora.

Desde aquella noche del 5 de octubrede 1922 la sombra de mi hermano ocupatoda mi mente, me sigue sin cesar, y alrecordar su heroísmo me siento indigno.Él sabía dónde estaba yo oculto y no me

Page 308: Urquizo- Tropa Nueva

quiso hablar para no delatarme, para queno acudiera en su auxilio y así pudiera yoescapar. ¡Cuánto debe haber sufrido!Morir de aquel modo, sin auxilio alguno niuna mano que lo acariciara, sin unapalabra de aliento; sin la miradaconsoladora de mi madre: en el suelo vil,como un perro…

Mi hermano menor, mi únicohermano… muerto por mi culpa, porsalvarme a mí.

Y yo aquí condenado a vivir con ellacerante recuerdo de su agonía tremendade toda una noche interminable…

Una lágrima densa resbaló por elrostro del coronel Salinas, de aquelviejo ya con cuerpo de niño, de

Page 309: Urquizo- Tropa Nueva

niño envejecido por el sufrimiento.El general Murguía, conocedor

como ninguno de las asechanzas delas campañas revolucionarias, aundurmiendo siempre tenía el oídoatento y el ojo avizor. La noche dela sorpresa en el Jagüey delhuarache, en medio del sueño quelo descabezaba se dio cuenta de quealgo extraño acontecía por elsusurro apagado de algunas vocesque percibió primero que nadie,pues fue entonces cuando despertó asu acompañante más cercano, el

Page 310: Urquizo- Tropa Nueva

teniente coronel Palacios, y leordenó fuera a indagar qué genteera la que hablaba, a la vez quemandó comunicar a sotto voce a lossuyos que ensillaran y sedispusieran a montar a la primeraseñal de alarma. Bien sabía él queel pequeño grupo que leacompañaba no estaba capacitadoen modo alguno para empeñarcombate. El objetivo único por elmomento era atravesar el estado deDurango, cruzar la Sierra Madre yllegar a Sinaloa. Allí le esperaba

Page 311: Urquizo- Tropa Nueva

ya, levantado en armas y con muchatropa, el famoso Juan Carrasco,prestigiado guerrillero sinaloensede inaudito empuje y perfectoconocedor de la región. La gente deJuan Carrasco, bajo la direccióninmediata de Murguía, iba alevantar la hoguera potente de larebelión y a lograr el efecto decongregar a su lado a todos loscomprometidos en el interior de larepública y a los innumerablesdescontentos, prontos a unirse acualquier movimiento armado

Page 312: Urquizo- Tropa Nueva

siempre que éste lo encabezara unhombre de prestigio.

Al primer indicio de ataque elgeneral se dispuso a montar, sinsorprenderle el fuego del enemigo.Su caballo desde luego fue herido ytuvo que escapar en el que encontrómás a la mano, que era el dePalacios. Le siguieron los máscercanos a él, entre ellos su brazoderecho, su subordinado ycompañero de todas las campañasanteriores, el general EduardoHernández, deteniéndose todos, a

Page 313: Urquizo- Tropa Nueva

media legua del campamento, fueraya del alcance de las balas delenemigo. Aún se oía el tiroteonutrido.

Suponía Murguía, con razón,que algunos de sus hombres,sorprendidos e incapacitados parahuir, se habían hecho fuertes y deseguro presentaban temerariaresistencia a los federales.

—Siguen peleando por allá.—Sí, mi general, deben ser los

que no pudieron salir a tiempo.—¿Quiénes faltan?

Page 314: Urquizo- Tropa Nueva

—Faltan varios: los dosSalinas, Ábrego, Palacios…

—Hay que ir a sacarlos.Y la pequeña columna de

quince hombres se lanzó, carabinaen mano, hacia el lugar delcombate. Pronto llovieron las balassobre ellos y se trabó una pequeñaescaramuza, pero ante la presenciade todo un regimiento tuvieron queretirarse.

Por lo demás, la intención nohabía sido combatir, sino daroportunidad a los rezagados para

Page 315: Urquizo- Tropa Nueva

incorporarse con ellos y escapar, yno obstante, ninguno se habíapresentado durante los brevesminutos del tiroteo; quizás habíanmuerto ya.

Murguía y los suyos sealejaron al galope. El fuego habíacesado y la trompeta enemigatocaba diana.

No creía el general Murguíaque se le persiguiera. Conocía desobra a las tropas del gobierno ysabía que se conformarían con laefímera victoria de aquella

Page 316: Urquizo- Tropa Nueva

madrugada. Por otra parte habríande estar rendidos de fatiga porquemucho habían tenido que caminarpara llegar a dar el albazo y susjornadas indudablemente fueronbien duras, por breñales ypeñascos.

De cualquier manera conveníatomar algunas precauciones.

El descalabro del Jagüey delhuarache en nada afectaba el planprimordial: a toda costa llegar aSinaloa a unirse con Juan Carrasco;atravesar Durango, como lo había

Page 317: Urquizo- Tropa Nueva

hecho con Coahuila; y ganarSinaloa. Contaba para esto conaquella reducida escolta, con suférrea voluntad, puesta a todaprueba y con su experiencia enormede verdadero guerrillero, y por sitodo eso fuera poco, contabatambién con la adhesión de lasDefensas sociales de Durango,gente toda ella del campo, de peleay perfecta conocedora del terreno.

Atento, sin embargo, a su granexperiencia, la ruta elegida para lamarcha de la pequeña columna no

Page 318: Urquizo- Tropa Nueva

fue el camino real o la vereda, sinoel campo cubierto de césped en queno quedaba huella ninguna de lascabalgaduras. Buscaba los pasosmás difíciles y escabrosos y, sobretodo, forzaba las jornadas para salircuanto antes del radio de acción desus perseguidores.

No llegaron a tocar pueblo nirancho alguno a pesar de quecarecían de alimento y aun decerillos para asar los elotes quecogían al pasar por los maizales,pues tenían que comerlos crudos,

Page 319: Urquizo- Tropa Nueva

con lo cual refrescaban un poco laboca reseca y el estómago recibíauna engañosa entretenida mientraspasaba el peligro latente y laasechanza inesperada.

Pasaron así siete largos díasde caminar incesante por terrenoabrupto. Habían ganado ya la sierrade Candela y se acercaban a lacordillera salvadora, pero loscuerpos garrudos de aquelloshombres ya flaqueaban y losmismos animales se rehusaban aseguir.

Page 320: Urquizo- Tropa Nueva

Terminada la sierra deCandela quedaba ésta como unabarrera para los perseguidores. A labajada del último cerro se extendíauna inmensa llanura, y enclavado enella se veía el minúsculo caseríodel rancho El ojito, propiedad de unantiguo subordinado del generalMurguía, retirado ya del servicio delas armas, pero adicto siempre a suantiguo jefe. Allí era el lugarapropiado para descansar un poco.

¡Con qué gusto vio brillarMurguía en aquel atardecer las

Page 321: Urquizo- Tropa Nueva

luces parpadeantes de los jacalesde El ojito!

Aquella noche acamparon a lavista del rancho. El general ordenóa su segundo, Eduardo Hernández, ya otro de la confianza de éste,apellidado Fabela, que se llegaranhasta la ranchería para inquirirnovedades, pues era de esperarseque a esas horas el país enteroardiera ya en revolución, según loscompromisos que tenían pararebelarse infinidad de gentes conmando de fuerza o con influencia

Page 322: Urquizo- Tropa Nueva

entre los campesinos.El general Hernández y su

acompañante salieron a pie coninstrucciones de regresar en lamañana. Murguía los esperaría a finde determinar el rumbo y demás.

Llegaron a las inmediacionesdel rancho, a los sembradíos demaíz que circundaban las casas yacerrando la noche, y se le ocurrió aEduardo mandar a Fabela a quebuscara al propietario y lo llevara ahablar con él.

Fabela aceptó gustoso la

Page 323: Urquizo- Tropa Nueva

comisión, solicitando sólo que lecambiara su pistola, porque la de élno servía y bien podría suceder quela necesitara. Confiado Eduardo sela cedió, pues era de losincondicionales suyos, yrápidamente Fabela empuñó elarma y la descargó a quemarropasobre su jefe y amigo, dejándolomuerto en el acto.

Los vecinos del lugar,enterados del sucedido, recogieronel cadáver de Hernández y loentregaron a las tropas del

Page 324: Urquizo- Tropa Nueva

gobierno, que llegaron a lasprimeras lloras de la mañanaprocedentes de Tepehuanesobedeciendo el plan quedesarrollaba el general Escobarpara la captura de los fugitivos.

Murguía, desconfiado de suyo,tomó aquella noche lasprecauciones del caso, quizá hastaextremándolas, pues dispuso quelas monturas fueran llevadas amedio kilómetro del lugar en quepacían los caballos, y aun él mismoy sus acompañantes se trasladaron a

Page 325: Urquizo- Tropa Nueva

distancia del sitio en que las habíandejado, quedándose solo con lasarmas. Este ardid sirvió en aquellaocasión al general Murguía para nocaer en manos de susperseguidores.

Apenas amaneció, vioclaramente con sus prismáticos lallegada de las fuerzas federales a Elojito y que Fabela salía del ranchoy se aprestaba a servirles de guía.No obstante permaneció enobservación hasta que se dio cuentaperfecta de que el objetivo de

Page 326: Urquizo- Tropa Nueva

aquella tropa, guiada por el traidor,eran él y los suyos.

En aquellos momentos dio lacoincidencia de que otra fuerzaenemiga llegaba hasta dondeestaban atados los caballos, perodos disparos providencialesrevelaron su presencia y losperseguidos pudieron huir a pie porentre el monte perdiéndose en laserranía. Escaparonmilagrosamente.

Había llegado ya el periodoálgido de la persecución. Los que

Page 327: Urquizo- Tropa Nueva

iban tras de ellos, cogido ya elrastro de los fugitivos, no habían dedejarlo. Aquel tesón de losperseguidores, inesperado en losfederales, era acrecentado yseguido con ahínco inaudito por losde las Defensas sociales, poraquellos que comprometidos conMurguía iban a seguirlo en suscorrerías. Ahora eran sus peoresenemigos, los más tenaces, los másconocedores de los vericuetos de lasierra y de los aguajes de la región.Era imposible escapar de ellos a

Page 328: Urquizo- Tropa Nueva

pie. Indudablemente un círculo degente dispuesta en torno del lugaren que estuvieran los fugitivos seiría cerrando y los aprisionaríadentro de su anillo. Se acercaba agrandes pasos, ineludiblemente, elfin de la aventura.

La búsqueda era intensa:tropas del gobierno y hombres de laregión batían la montaña; Murguía ysu gente huían a pie, y a veces hastatenían que arrastrarse para escapara la mirada inquisidora de losfederales que pasaban a pocos

Page 329: Urquizo- Tropa Nueva

metros de ellos.Así llegó la noche de aquel día

aciago y con ella un poco de reposopara acordar, entre los trece, algodefinitivo en tan insosteniblesituación.

Era imposible continuar de esamanera; de seguir asíirremediablemente caerían en poderdel enemigo. Se acordó, pues, ladispersión en grupos de tres,tocándole al general con JoaquínRodríguez y con Jesús Jordán,únicos que deberían acompañarlo

Page 330: Urquizo- Tropa Nueva

en la huida. Se convino, igualmente,en señalar un punto de reunión, elcual sería un lugar llamado El pino,en el estado de Coahuila.

Esa misma noche, tras de cortodescanso, se disgregaron los cuatrogrupos formados. La despedida fueemocionante y breve porque podíaser la definitiva, la despedida de lamuerte.

Todos lograron burlarfácilmente el cerco del enemigo yescapar, cobijados por las sombrasde la noche.

Page 331: Urquizo- Tropa Nueva

El grupo del General vagódurante largos trece días. Iban lostres a pie, hambrientos, con sed,desfallecientes, sin más alimentoque raíces de yerbas y las pocastunas que encontraban en lospolvorientos y raquíticos nopalesdel desierto.

Como bestias perseguidashuían sin cesar a pesar de todas susdolencias.

Al cabo, al decimotercer díade caminar, el cansancio, el hambrey la sed los rindieron por completo.

Page 332: Urquizo- Tropa Nueva

Llegaban aquella mañana a unterreno sembrado de maíz, a la verade un humilde jacal de terrado. Nopodían más y resolvieron jugarse eltodo por el todo. Se presentaronante un niño que cuidaba del maizaly como humildes pordioseros lepidieron algún alimento. Elmuchacho abrió su morral y les diolo que constituía la comida suya:unas tortillas con chile y frijoles.¡Con qué voracidad comieron!

Como el chico, notase elhambre manifiesta de los viandantes

Page 333: Urquizo- Tropa Nueva

les propuso ir a su casa y traerlesmás comida. Aceptaron gustosos,confiados en el sano corazón delniño, que de seguro no losdelataría. Fue aquello un banquete:leche, carne asada, legumbres,huevos… de todo comieron hastahartarse.

Pasaron después al jacal y elniño presentó a sus huéspedes. Labuena familia los alojó y alimentócon una generosidad grande.

Dos o tres días estuvieron allí,ocupados tan sólo en descansar, en

Page 334: Urquizo- Tropa Nueva

dormir y en comer.El jefe de la casa, un viejo

experimentado en achaquesrevolucionarios, los protegíaampliamente vigilando siempredesde la azotea, y les daba avisocuando veía llegar gente a lasinmediaciones del lugar. Entoncesel hombre escondía a sus huéspedesdetrás de una pared falsa, tras de lacual guardaba sus alimentos yobjetos de valor. No en vano habíanresistido él y los suyos lasinnumerables visitas de villistas y

Page 335: Urquizo- Tropa Nueva

carrancistas durante la largacampaña que acababa de pasar.

Allí Murguía tuvo oportunidadde saber todas las novedades: elfusilamiento de los tenientescoroneles Abrego y Palacios,capturados en el Jagüey delhuarache; el asesinato de EduardoHernández en El ojito; la prisión deAlberto Salinas y el fracaso total desu movimiento revolucionario.Nadie se había levantado en armascomo él esperaba, a excepción deJuan Carrasco, que operaba en

Page 336: Urquizo- Tropa Nueva

Sinaloa.No le quedaba más recurso

que efectuar la postrera huida alextranjero. Rodríguez y Jordán iríana Tepehuanes, y a la medianochedel día siguiente esperarían aMurguía en la estación para tomarel tren de la mañana para Durango.Disfrazados se embarcarían yharían rumbo a los Estados Unidos.

Alguna circunstancia fortuita,el destino ineludible, la desgraciahizo que no se reunieran ya más.Murguía no estuvo en la estación a

Page 337: Urquizo- Tropa Nueva

tiempo y sus compañeros se fueronsin él para Durango, pues cuandollegó ya había partido el tren y, noencontrando a sus amigos, como yaamanecía y bien podía serreconocido, no encontró másrefugio que la iglesia parroquial, aaquella hora todavía desierta, endonde pidió hospitalidad al curapárroco.

Tuvo albergue en un cuartitobajo adosado al altar mayor, al cualse llegaba por un portillo, especiede hendidura de los altorrelieves

Page 338: Urquizo- Tropa Nueva

dorados de la decoración exterior,en donde se pasaba los díasleyendo algunos de los viejos librosde la biblioteca del cura, en que serelataban las historias de los santos,y adormecido por el susurroconstante y monótono de los rezosen la iglesia. El olor penetrante delincienso llegaba hasta élsaturándolo de una tranquilidad ybienestar que antes no tuvo, sesentía confortado en aquel ambienteen que todo era vejez: los sillaresgrandes, tan antiguos como el

Page 339: Urquizo- Tropa Nueva

edificio, aquel enorme y toscocrucifijo enclavado en la encaladapared, y unas imágenes de santosmal pintadas.

Por las tardes casi siemprebajaba el padre a visitarlo yconversaban de infinidad de cosas,a cual más distante de losacontecimientos políticos del día,hasta que el clérigo tenía queretirarse a atender sus ocupacionesdel culto diario, que era cuando yacaía el sol. A esa hora invadía alfugitivo una nostalgia que le hacía

Page 340: Urquizo- Tropa Nueva

recordar sus amarguras y los largosmeses que pasara en una ocasiónrecluido en la prisión militar deSantiago Tlatelolco.

Cierta mañana, creyendo queya había sido olvidado, quiso salirde su encierro, y para obtener laanhelada libertad se vahó dealguien para que le gestionara loconducente en la capital; pero lapersona en quien hizo confianza lodelató, y un buen día, cuandoesperaba buenas noticias de suenviado, llegó al pueblo un tren

Page 341: Urquizo- Tropa Nueva

militar. La tropa rodeó presurosa elrecinto de la iglesia en férreocírculo, que se fue contrayendorápidamente hasta llegar alescondite. Todos empuñaban elfusil, prestos a disparar, yavanzaban a aprehenderlo concierto temor.

Murguía tenía fama de bravo, ylo era, cien veces lo habíademostrado en los combates, asíque le temían con razón. Oyó lasvoces de los militares y el ruido delas armas y resignado esperó que se

Page 342: Urquizo- Tropa Nueva

cumpliera su designio.No poca sorpresa llevaron los

asaltantes cuando al abrir de prontola puertecilla del aposento noencontraron al hombre acorraladoconvertido en fiera y dispuesto amorir matando. Frente a ellosestaba Murguía, tranquilo ysonriente, que con voz pausada ledecía al general comandante,tuteándolo, como acostumbrabahacerlo con todos sussubordinados:

—Pasa, pasa. No tengas

Page 343: Urquizo- Tropa Nueva

miedo, estoy desarmado.Vino el Consejo de guerra

extraordinario, breve y terminante.Murguía, convertido en reo demuerte, habló sin odios, sinrencores. Sabía lo que le esperabay ni por un instante dudó de susuerte.

Más tarde en la capilla, lascartas de despedida, el abrazo alúltimo amigo, a aquel padre que lehabía ayudado en sus últimos días.

Finalmente el paredón. Dijoalgunas palabras secas, sin buscar

Page 344: Urquizo- Tropa Nueva

gesto altivo ni pose afectada opresuntuosa ante la muerte:

—Podía pedir que meconcedieran dar las voces demando de mi ejecución, pero noencuentro lógica en esto. No voy yoa mandar mi propia muerte.

La descarga de fusilería quepuso fin a su vida se confundió conlas llamadas apacibles de lacampana de la iglesia que fue suúltimo albergue.

Page 345: Urquizo- Tropa Nueva

… Al viento

(1953)

Page 346: Urquizo- Tropa Nueva

El primer crimen

(siempre muere un poco elque mata…)

Texto para radioteatro

Page 347: Urquizo- Tropa Nueva

Pasos amortiguados poralfombras, muy pausados yacompasados. Chirriar de unamecedora en lento vaivén. Vocesamortiguadas que discutenelevando el tono a veces, pero sinque se pueda entender lo quedicen. Una voz es enérgica, firme ydura mientras que la otra que aveces interrumpe es humilde ymedrosa.

Capitán. Esto de estar uno sin hacer nadamás que esperar, horas y horas, ya metiene marcado.

Page 348: Urquizo- Tropa Nueva

Teniente. Ah, que mi Capitán; cómo seconoce que es nuevo en el servicio. Ya seirá acostumbrando. Esto parece que esagua de uso.Capitán. Pero si yo me metí en la bolapara entrarle a los balazos, no para estarde portero en una oficina.Teniente. Mi Capitán, esto no es unaoficina, es el Cuartel general.Capitán. De todos modos. ¿Cuánto haceque trajeron a ese fulano? Ya tienen conél ahí dentro más de tres horas y ¿paraqué? ¿A poco creen que va a decir queestaba con los federales?Teniente. Puede que él no lo diga, pero laverdad es que lo agarraron junto con unapatrulla federal que creían que éramosmuy zorrillos como para no atorarloscuando se salieron de Laredo.

Page 349: Urquizo- Tropa Nueva

Cabo. A mí me tocó esa aición. Veníanlos pelones en una carretilla del tren ycuando les marcamos el alto trataron dehacer resistencia, ¿pero, pos pa’ qué?…cuando trataron ya estaban muertitos.Ese que está ahí adentro con mi coroneles un ricachón que todo mundo sabe queles ayuda a los pelones.Capitán. Creo que mi Coronel trata desacarle la mayor información posible;pero ya esto va para largo y…Teniente. ¡Agua! Mi capitán.Efecto. Puerta que se abreviolentamente y la voz enérgica delCoronel dice:Coronel. Capitán, llévese al señor denuevo al Cuartel; póngale dos centinelasde vista, recomendándoles que tenganmucho cuidado y después, venga usted

Page 350: Urquizo- Tropa Nueva

aquí para recibir órdenes.Efecto. Pisadas marciales, enérgicas;ruido de hombres armados que seponen firmes.Capitán. A la orden, mi Coronel. (Pausabreve). Muchachos, fórmense.Efecto. Ruidos de tropa armada que seforma y pasos que se alejan y acercancon ritmo vivo y enérgico.Capitán. Atención: de frente… ¡…arch…!Efecto. Tropa marchando que se alejacon mucho ruido y poco ritmo. Se hacefading para luego volver el ruido de latropa hasta…Capitán. Por aquí. ¡Atención…! ¡Alto!(Efecto adecuado). Usted, señor, entreahí. Sargento Beclis, póngale doscentinelas de vista al reo y que no hable

Page 351: Urquizo- Tropa Nueva

con nadie.Reo. Señor Capitán, yo…Capitán. (Bruscamente). Ésas son lasórdenes y… son órdenes. ¡A callar!Efecto. Puerta que se cierrabruscamente y ruidos de cerrojos.Luego pasos que se van alejando.Tema Musical. Que baja a fondopara…Narrador. El capitán novato, apenasllegado a la vida militar en aras de laRevolución, marcha emocionado hacia elCuartel general para cumplir la orden delCoronel a comparecer después deencerrar al prisionero.Efecto. Pasos que marchanenérgicamente y hacen alto. Nudillosllamando a una puerta y la voz delCoronel que desde adentro ordena:

Page 352: Urquizo- Tropa Nueva

Coronel. ¡Pase!Efecto. Pasos que se acercan y hacenalto.Capitán. A la orden, mi Coronel.Coronel. Y ¿el reo?Capitán. Está como usted me lo ordenó:encerrado en un cuarto en el Cuartel condos centinelas de vista, mi Coronel.Coronel. Bien, Capitán; le voy a confiaruna comisión sumamente delicada.Capitán. (Emocionado). A sus órdenes,mi Coronel.Efecto. Pasos que van y vienenlentamente, y hacen alto para…Coronel. Dentro de una hora, a las oncede la noche en punto, estará en laEstación del ferrocarril una máquina conun cabús lista para partir a las órdenes deusted, Capitán. Tomará usted diez

Page 353: Urquizo- Tropa Nueva

hombres bajo sus órdenes directas y sehará cargo del reo que está en el Cuartel.Embarcan en el cabús y dispondrá ustedque salga el convoy hacia PiedrasNegras. ¿Me entiende usted?Capitán. Sí, señor… ejem… mi Coronel.Coronel. Antes de llegar a Sabinas, óigaleusted bien, antes de llegar a Sabinasordena usted al conductor que detenga elconvoy, hace usted bajar al reo y… ¡lofusila! Cumplida esta orden, continuaráusted con su escolta a Piedras Negras.¿Ha comprendido?Capitán. Es decir (Titubeando)… ¿Esdecir… que hay que matar a esehombre?Coronel. Exactamente, Capitán.Capitán. Mmmuy bien…, mi Coronel.Efecto. Pasos que se alejan y bajan a

Page 354: Urquizo- Tropa Nueva

fondo diluyéndose en música para…Narrador. La orden era terminante. Nohabía ningún resquicio por donde podercreer que habría un error. Para el jovencapitán, idealista de la Revolución, mineroen su tierra natal, Monclova, jamás habiasoñado que entrar al Ejército de laRevolución lo enfrentaría a una situaciónasí: matar a un hombre, a un hombreindefenso; como quien dice: matarlo asangre fría…Capitán. ¡Sargento Beclis!Sargento. Ordene usted, mi Capitán.Capitán. Sígueme.Efecto. Pasos que se alejan y seescuchan mientras hablan.Capitán. Necesito un buen trago. Estefrío se me cuela hasta los tuétanos.Sargento. Eso es bueno, mi Capitán; un

Page 355: Urquizo- Tropa Nueva

buen trago siempre es un buen trago.Capitán. Aquí venden aguardiente,¿verdad?Sargento. Creo que sí, mi Capitán.Capitán. Entremos (Pausa breve). Dosaguardientes… ¡grandes!Efecto. Ruido de cacharros al servirtorpemente y luego…Capitán. Dentro de una hora salimos enun tren especial.Sargento. Bueno.Capitán. Ahora que regresemos alCuartel, escoge diez hombres, pero quesean de toda tu confianza.Sargento. Bueno.Capitán. Se trata de una comisión muyseria.Sargento. Bueno.Capitán. Oye, tú: dame tres botellas de

Page 356: Urquizo- Tropa Nueva

aguardiente. Hay que llevarlas para darun trago a los muchachos.Sargento. Bueno.Capitán. Llevaremos al reo con nosotros.Al civil ese que tenemos en el Cuartel.Sargento. B…bueno.Capitán. En el camino lo tenemos quematar.Sargento. B…bueno; eso está muy bien.Capitán. ¿Tienes valor para hacerlo?Sargento. Sí, mi Capitán.Capitán. Bueno, vámonos a preparar lasalida. ¡Andando!Efecto. Puente musical: temarevolucionario que hace fondo alruido de un tren en marcha.Sargento. (Un poco confidencialmente).¿A qué hora será eso?Capitán. Como por la estación de Aura;

Page 357: Urquizo- Tropa Nueva

lo bajaremos y lo haremos meterse almonte.Sargento. Mi Capitán, creo que seríagüeno poner de acuerdo al conductor deltren. No sea que se nos vaya a pasar.Capitán. Ya tiene instrucciones precisasque le di antes de subir nosotros; dales untrago a los muchachos, aunque sea parael frío.Sargento. Así sí que salen sobrando lascobijas. ¡Epa, tú! ¡Mira nomás lo que vasa besar!Soldado. ¡Cispas reales, mi Sargento!Otro. ¡Eso sí que calienta!Soldado. Mira al tipo ese que tráimos. Seve a leguas que es gente de munchacomodidá. ¡Mira nomás el abrigote que secarga!Otro. ¡Con ese abrigote, ni riesgo de frío!

Page 358: Urquizo- Tropa Nueva

¡Usted, mi amigo, con ese abrigo le hande dar ganas de reírse del hambreacabando de comer!Soldado. ¡Mira la cara de ganas que poneel sargento Beclis y los ojos que le echaal chaquetón del preso!Otro. Como es negro el Sargen debesentir más el frío, ¿no se te hace?Sargento. Pasen la botella, canijos; no sela guarden. Un trago y al que sigue.Soldado. Ora, ora, échala pa’cá. A mí nome ha tocado.Reo. (Tras una pausa en la que seeleva el ruido del tren y baja a fondo,para). ¿Señor Capitán, vamos hacia elSur?Capitán. No ¡vamos camino a PiedrasNegras!Reo. ¡Ah! Entonces quiere decir que

Page 359: Urquizo- Tropa Nueva

usted me lleva a Piedras Negras ¿no eseso? (Pausa). Ahí tendré manera deprobar mi inocencia (Nueva pausa, másprolongada). (Con temor en la voz) ¿Aqué hora llegaremos a Piedras Negras,señor Capitán?Sargento. (Con burla sangrienta). Usténo llegará a Piedras Negras, en el caminolo quebramos.Reo. ¡Cómo…! ¿Me van a matarustedes?… ¡Eso no es posible! (Pausa)Pero ¿por qué?… ¿por qué?… ¿por qué?Capitán. Son órdenes. (Como con pena).Ordenes son órdenes.Reo. ¡No! ¡Eso no puede ser! ¡No será!¡Ustedes no son asesinos! Ustedes nopueden matar a un inocente! ¡Ustedespelean por una causa justa y no van aprincipiar por cometer semejante

Page 360: Urquizo- Tropa Nueva

injusticia…! (Pausa, sube el ruido deltren caminando se oye la respiraciónagitada del reo que habla implorante aveces y a veces lloroso). Tengo familia,tengo hijos… ¡hago falta! ¿Serán ustedescapaces de dejar huérfanos a mis hijos, amis niños? ¿Si yo muero que será del máspequeño? ¡Si ustedes los vieran! ¡Ustedesno son soldados, son, han sido hombresluchadores, hombres de trabajo! ¡Loshombres como ustedes, que han dejadoen su pueblo su esposa y sus hijos paravenir a defender una causa santa, nopueden manchar así sus manos con uncrimen! ¡Sus manos ennoblecidas por eltrabajo, no las mancharán con sangreinocente…! ¿Qué juez me ha juzgado?…¿Qué Consejo de guerra?… ¿Quién? ¿Elcapricho de un sólo hombre es suficiente

Page 361: Urquizo- Tropa Nueva

para matarme?… ¡Ustedes defienden lalegalidad! Matar a un hombre sin juzgarlo,asesinarlo en la noche, ¡es ilegal! ¡Nocumplen ustedes con su deber…!Sargento. ¡Epa, tú, pasa la botella pa’cá!Con el discurso del hombre éste se mecreció la sed.Reo. (Con furor, a gritos). Capitán: ¿meva usted a matar?Capitán. Cumplo órdenes.Reo. (Implorante). ¿Es inevitable que yomuera?Capitán. Así está ordenado y así tieneque ser.Reo. (Con emoción alternada). Bien, apesar de todo le haré a usted un servicio:a todos ustedes. Usted es joven, Capitán;adivino que nunca antes había sidosoldado ni matado a nadie; adivino

Page 362: Urquizo- Tropa Nueva

también que usted tendrá hijos y esposa.Quiero quitar a usted el remordimiento desu conciencia, remordimiento que habríade cargar toda su vida por mi muerte, porhaberme asesinado. Óigalo bien:asesinado. Quiero que mi sangre no caigasobre sus hijos; que no se manche ustedcon ella. Haré a todos ustedes mi últimoservicio: préstenme una pistola y déjenmesuicidarme en presencia de todos, en estemismo vagón. Capitán, deme su pistola.Sargento. ¡Capitán, ¿qué va usté a hacer?Somos unos simples soldados!Capitán. Sargento, diga al conductor quedetenga el tren.Sargento. Ahora mismo, mi Capitán.Efecto. Pasos de gente, ruido dearmas, frenos que chirrían y los ruidospropios de un tren que se detiene. Todo

Page 363: Urquizo- Tropa Nueva

queda en silencio durante cincosegundos.Sargento. ¡Vamos abajo todos! ¡Usté,aquí, en medio de la tropa!Ferrocarrilero. (Con temor). ¡Caramba,en serio parece que lo van a tronar!Capitán. Sargento, tú ordena todo ydespacha pronto.Sargento. ¡Está bien! (Pausa; alzandola voz). ¡Párese junto a ese tronco!Efecto. Ruidos de cerrojos de rifles.Sargento. ¡Ustedes, muchachos,fórmense aquí en donde yo estoy. Cortencartucho!Efecto. Ruido de cerrojos.Sargento. ¡Apunten!… ¡Fuego!Efecto. Tiros no muy uniformes,seguidos de un alarido.Capitán. ¡Pégale el tiro de gracia!

Page 364: Urquizo- Tropa Nueva

Sargento. ¡No, mi Capitán, eso le tocausté!Capitán. ¡No!… ¡No es posible!Sargento. Tiene que hacerlo, mi jefe. Esparte del trabajo de soldado.Efecto. Respiración fatigosa delCapitán, el movimiento del mecanismode una pistola al prepararse y luegoun tiro. Pausa breve.Sargento. ¡Bolséalo!Capitán. ¡Nadie toque a ese hombre! ¡Yahemos cumplido la orden! ¡Todo mundo altren!Efecto. Gente corriendo hacia el tren,subiendo, tren que arranca y al entraren lejanía se funde con músicarevolucionaria que dura diezsegundos.Narrador. Pasaron días, meses, años

Page 365: Urquizo- Tropa Nueva

trágicos. El sangriento episodio se fueesfumando en la mente de los soldados;pero quedó grabado como recuerdoindeleble en la mente del Capitán que, através del tiempo, participó en la lucha,sintió el fragor del combate y sintió miedo,mucho miedo de la muerte que veíacernirse en torno suyo, atrapando a suscompañeros. El recuerdo lo empujó, elmiedo lo animó, el pavor lo obligó y…acabo por desertar, huir, escapar de todoy de todos. Quiso ir a su casa a ver a suesposa, acariciar a sus hijos; acariciar conlas manos, manos… manos que habíanmatado. No pudo reunir valor ni siquierapara eso y solamente pudo caminar sinrumbo, entrando en una vida obscura ypesada… ¡Una muerte en vida!

Page 366: Urquizo- Tropa Nueva

Charlas de sobremesa

(1957)

Page 367: Urquizo- Tropa Nueva

IV

Soy norteño, ¡I jiñó!Nací en Coahuila, pero tantos

años llevo fuera de mi tierra quesólo guardo un recuerdo cariñosode ella. Igual que yo, muchosnorteños salimos de nuestra patriachica y la revolución nos distribuyó

Page 368: Urquizo- Tropa Nueva

en el amplio territorio de nuestropaís. Empezamos quizás a sermenos norteños y fuimos másmetropolitanos. Fuera de jactancia,acaso perdimos algo de nuestraidiosincrasia, de nuestra franquezaun tanto ruda e hicimos queaquellos con quienes convivimostomaran de nosotros lo queperdíamos, a la vez que nosotrosnos hacíamos un tanto máseducados y, por tanto, menosfrancos.

Mi hogar es mexicano,

Page 369: Urquizo- Tropa Nueva

capitalino, y mis hijos nacieronaquí. Guardo, sin embargo de ello,un grato recuerdo de mi provincia yla añoro y la deseo, reconociendosus defectos y admirando suscualidades.

Cuando el destino me hallevado de nuevo a la provincia, hevuelto a ser sinceramenteprovinciano.

Mi padre nació en Torreón, enuna pequeña casita ubicada en lafalda de uno de los cerrosadyacentes al Río Nazas y enfrente

Page 370: Urquizo- Tropa Nueva

del viejo torreón levantado por loslatifundistas para defenderse de lasfrecuentes incursiones que hacíanlos indios comanches en la región.

Mis abuelos, que vivían enLerdo, habían ido al otro lado delseco río a visitar a algún conocido.Intempestivamente llegó lacreciente, la cual les impidióregresar, y así mi abuela se vioorillada a dar a luz en tierracoahuilense a quien habría de sermi padre. Fue él, sin duda, elprimer habitante nacido en lo que

Page 371: Urquizo- Tropa Nueva

más tarde sería la florecienteciudad de Torreón.

Años más tarde, se cruzaron enaquel lugar los caminos de fierrodel ferrocarril central y delInternacional.

Las estaciones de las dosempresas dieron ocasión a que sefundara un restaurante y hotelregenteado por chinos. Las casasredondas llevaron trabajadores yempezó a nacer un pueblo quegracias a aquel cruce ferrocarrileroy a la fertilidad de aquellas tierras

Page 372: Urquizo- Tropa Nueva

regadas por el Nazas, habría de sera los pocos años una gran ciudad.

Tengo una grata remembranzade mis lejanos años infantilespasados en Torreón: la escuelamixta a la que asistía yo, dirigidapor don Delfíno Ríos: señorbondadoso, bajo de cuerpo, obeso yrubio, quien nos enseñaba lasprimeras letras, y quien, más tarde,abandonó las ocupacionesmagisteriales para ser periodista yempresario de toros; el ColegioTorreón que fundó don José Gálvez,

Page 373: Urquizo- Tropa Nueva

en donde completé la instrucciónprimaria y unos años de lapreparatoria. Don José, hombre deenergía y aptitudes, logró hacer unbuen colegio que prestigiaba elnaciente pueblo que crecía conrapidez y se desenvolvía entre laestrecha faja de terreno de laestación ferroviaria a los canalesde irrigación y hacia el rancho deEl pajonal, único sitio en donde elterreno se extendía sin la limitacióndel río, de los canales y tajos y sinlos cerros.

Page 374: Urquizo- Tropa Nueva

Había dinero en abundancia ynegocios a granel. Hubo un períodode bonanza que se prolongó muchosaños. Corría el dinero a manosllenas y se gastaba con enormefacilidad. Grandes tiendas yalmacenes, buenos y numerososhoteles, infinidad de cantinas yfamosas mancebías.

Se ganaba lo que se quería ycon la abundancia de dinero, vinola dilapidación. Torreón era ellugar de juerga de la regiónlagunera.

Page 375: Urquizo- Tropa Nueva

Los años mozos me hicieronperder de vista, bien pronto, lascosas de la niñez y apreciar aquelmedio ambiente tan distinto de lavida apacible y tranquila de laprovincia, según la cuentan los quetan frecuentemente escriben cosasmuy agradables de los lugares enque nacieron, fuera de la capital dela república.

Seguramente que Torreón eradiferente a todos los pueblos. Allíno había ni árboles frondosos en laplaza de armas, ni mucho menos

Page 376: Urquizo- Tropa Nueva

pajarillos cantadores; ni acequiasde agua corriente y murmuradora; niiglesia con campanarios; ni rebañosde vacas o de cabras que dieranambiente al crepúsculo, nicampesinos poéticos, ni nada detodo eso.

Allí había un sol ardiente queachicharraba y cuyos rayosparecían caer totalmente sobre loscerros cercanos y retacharacrecentados sobre las casas delpueblo. Para contrarrestar el calorhabía cerveza helada en la cantina

Page 377: Urquizo- Tropa Nueva

La Feria, de don Ricardo Morales;agua de chía, fresca y azucarada, olos hela’os que vendía a gritoabierto por las calles el nevero donCenobio.

A la hora del crepúsculo (alque nadie le hacía caso ni lotomaba en serio), en lugar de ladulce campana provinciana se oíanlos silbatos de La fe, de Laconstancia o de La metalúrgica, yen lugar del grato olor del ganado,había polvareda y olor de humo defábricas.

Page 378: Urquizo- Tropa Nueva

Al caer la noche no entraba elrecogimiento, la charla hogareña, elgrato conversar en la plaza dearmas, la serenata. ¡Qué va!Comenzaban las músicas callejeras,que eran muchas y tocaban a tostónla pieza. Se alborotaban lasinnumerables cantinas yrestaurantes, la partida de ElMonaco y las casas de lenocinio.Toda la noche era un ir y venir decoches de las cantinas a las casasmalas y de músicas callejeras queno cesaban de tocar El sauce y la

Page 379: Urquizo- Tropa Nueva

palma, De Torreón a Lerdo,Fuentes en Chihuahua yMachaquito.

Por lo demás, Torreón era unaespecie de barco pirata. Allí habíaen abundancia hombres de muchasnacionalidades: norteamericanos(blancos y negros), alemanes,suizos, griegos, franceses, árabes,italianos, españoles y chinos.También había mexicanos.

Los chinos regenteaban elhotel de la estación, las lavanderíasy las hortalizas de los alrededores;

Page 380: Urquizo- Tropa Nueva

los alemanes tenían las ferreterías ylos almacenes de abarrotes ytambién fincas de campo; lossuizos, las relojerías; losnorteamericanos, los comercios demaquinaria y muchas fábricas; losgriegos, las fábricas de aguasgaseosas; los franceses, las tiendasde ropa y las fábricas de hilados;los árabes, el comercio de merceríay ropa, y los españoles, lashaciendas algodoneras. Losmexicanos eran los empleados, lospeones y también alguno que otro

Page 381: Urquizo- Tropa Nueva

hacendado.Los españoles, sobre todo,

parecían los amos de la región. Talparecía que había vuelto laconquista con todas suscalamidades. Eran los dueños delcampo y los señores feudales detierras y gente. Montabanmagníficos caballos. Usabanblancos sombreros charros de jipi,chaqueta blanca, mascada al cuello,pantalón de pana. Siempre llevabanpistola al cinto sobre la roja faja yen las monturas de sus caballos

Page 382: Urquizo- Tropa Nueva

brillaba siempre el sable toledanocon el que solían cintarear a sustrabajadores.

Sus mismas pertenencias noparecían tierras mexicanas; sushaciendas se llamaban: Lequeitio,Bilbao, Finisterre, La Vizcaya,Pamplona, Granada u Oviedo.

En sus frecuentes juergastomaban sidra y cantaban envascuence o en bable.

El cantar de lapanoya

Page 383: Urquizo- Tropa Nueva

ya no se puedecantar

Carretera abajo va.Tengo que subir,

subir,al puerto de

Guadarrama.Hay tres Pedros,

crespos, calvoscarpinteiros en

luyar.

Eran los enriquecidos. Los amosdel campo y los guapos de las

Page 384: Urquizo- Tropa Nueva

cantinas y de las mancebías.Había un tal Sartuntún que ni

siquiera se había tomado el trabajode vestirse como sus paisanos untanto «amexicanados», sino quecontinuaba cubriéndose la pelambrecon la misma boina vasca con quedesembarcó; andaba en camisa;ancha faja roja le cubría elabdomen y dentro de ella traíasiempre una pistola; llevaba anchopantalón de pana y suciasalpargatas. Su boca inmunda sólodecía malas razones. Tenía fama de

Page 385: Urquizo- Tropa Nueva

buen hombre porque era caritativo asu modo, pues para hacer unservicio o dar un bocado a unpobre, primero lo insultaba ydespués lo socorría.

El tren ranchero hacía dosviajes diarios entre San Pedro yTorreón y pasaba por haciendas yranchos de importancia. Era aquélun buen negocio, no para laempresa ferrocarrilera, sino para elgringo conductor y para elmexicano agente de publicaciones.

Ningún pasajero compraba

Page 386: Urquizo- Tropa Nueva

boleto; resultaba más cómodo ymuchísimo más económico hablarcon el frutero o agente depublicaciones y arreglar con él,mediante un peso, el pasaje acualquier estación del trayecto. Élse entendía con el conductor yquedaba todo arreglado.

Del mismo modo que el fruterodel tren ranchero hacía su negocio,lo hacía también el viejo Villaseñorque era el recaudador municipal delmercado. Las malas lenguas decíanque al terminar sus labores de cada

Page 387: Urquizo- Tropa Nueva

día, llevaba el dinero recaudado asu casa y allí, a solas con susmonedas, las cogía con ambasmanos y las lanzaba al viento; lasmonedas que se quedaban pegadasen el techo eran del Ayuntamiento,las que caían al suelo eran para él.

El Torerín hizo una plaza detoros y por allí desfilaron todos losases de la torería que llegaban aMéxico: Antonio Fuentes, Minuto,Bombita, los tres Revertes,Mazantini, Machaquito, Gaona.También desfilaron por allí las

Page 388: Urquizo- Tropa Nueva

medianías, algunas de las cualesquedaban definitivamente enTorreón; de entre éstos se destacabapor su altura y por su fealdad, elBuen mozo, quien en una ocasión,riñendo con un colega suyoapodado el Quincallero, le dio conla espada de matar una estocadaque por poco lo hace rodar sinpuntilla.

La cosa fue porque los dosandaluces, discutiendo de toros, sehicieron de palabras.

Dijo el Buen mozo:

Page 389: Urquizo- Tropa Nueva

—Yo una vé, en Málaga, matéuna corría…

—¡Tú que vas a matá, sisiempre fuiste un malbanderiyero…!

—¿Que no soy mataó yo?—Banderiyero y malo.—Te vo’a, demostrá que soy

mataó.Se fue a su cuarto, desenfundó

el estoque, llegó a donde estaba elQuincallero, se perfiló y… porpoco lo mata.

Largos años estuvo preso el

Page 390: Urquizo- Tropa Nueva

Buen mozo y, al fin, gracias a sumuy buena conducta, salió enlibertad. Él era después elcambiador oficial de suertes en losfestivales taurinos.

Había otros toreros paradospermanentemente en Torreón y queeran populares entre el vecindario:el Tato, viejecito que decía quehabía sido un gran torero en sustiempos, pero que ya sólo sededicaba a tocar la pianola de lacantina del Hotel de Francia; elNovalinche, que todavía toreaba de

Page 391: Urquizo- Tropa Nueva

cuando en cuando y que más bienservía de confidente de suspaisanos ricos; el sastre ManuelAcuña, alias el Zacatecano, cosíachaquetas y pantalones entresemana y picaba toros las tardes delos domingos.

Era centro de conversaciónentonces, y quizá todavía lo sigasiendo, la botica de Chema Iduñate,célebre por sus ocurrencias y porcuantas cosas graciosas leachacaban a él.

Cuando los hermanos don

Page 392: Urquizo- Tropa Nueva

Rafael y don Eugenio Aguirre ibanpor la calle, su conversación se oíaa tres cuadras de distancia.Conversaban a gritos como siambos fueran sordos.

Eran famosos por sus sonadasjuergas en la casa de María Ortegao en la de La Veracruz, ChechéCampos, Salvador González, PepeBermúdez y Rufino Lavín.

Contaban que a la casa deljoto Celedonio, muchos que no loconocían, llegaban animados delpropósito de burlarse de él y se

Page 393: Urquizo- Tropa Nueva

encontraban con que el joto era muyhombre y que se liaba a golpes ocuchilladas con el más pintado.

En las peleas de gallos casisiempre ganaban los gallos de donSabás Lozoya.

Una buena compañía dezarzuela llegó a Torreón y causóescándalo. La encabezaba Enriquedel Castillo y formaban parte de lamisma, su hermano Poncho, sumujer la Otazo, María Villarreal yno sé cuántos más. Fueron a dar alTeatro Herrera, único en la

Page 394: Urquizo- Tropa Nueva

localidad y daban piececitas de unacto. Piezas muy coloradas —a lasque sólo asistían los hombres—,tales como La Enseñanza Libre ySan Juan de Luz. Decían que en Laenseñanza libre cantaban un tangodel Morrongo y un cuplé delRatoncito que eran algo tremendo yque en San Juan de Luz salían lascómicas en traje de baño yenseñaban hasta cerca de la rodilla.

El fotógrafo Sadot Ramírezsacaba retratos de la gente buena ymala de la localidad. El dentista

Page 395: Urquizo- Tropa Nueva

Pedrito Aguirre Campos sacaba laspocas muelas de los escasospacientes que le caían. AbelSaldívar Tapia vendía pianos. DonPróspero el pordiosero pedíalimosna de diez centavos, y cuandosólo le daban cinco exigíatesoneramente el resto la próximavez que vislumbraba al cliente. Alos policías de la reservada losconocía todo el mundo. DonPancho Lozano, el comisionista,andaba siempre en bicicleta.

Los días 15 de septiembre,

Page 396: Urquizo- Tropa Nueva

después del grito, la gente delpueblo recorría tumultuosa lascalles lanzando ¡mueras! a losgachupines y apedreando las casascomerciales, no sólo las de losespañoles sino también loscomercios de los demásextranjeros. Parecía como siaquella noche quisieran tomar eldesquite de todo el año, dandorienda suelta al rencor quealbergaban en sus pechos en contrade los conquistadores de todos lostiempos. Esas noches del 15 y el

Page 397: Urquizo- Tropa Nueva

día 16 se encerraban los españolesen sus casas y no salían a la calle.

Las acordadas de Lerdo y deSan Pedro recorrían continuamentela región Lagunera metiendo encintura a los lebrones yconduciendo a los de los ranchosque consignaban los patrones. Eranfamosos Octavio Meraz y MarcosNájera, jefes de ambas acordadas.La gente de Meraz andabauniformada al estilo de lossoldados de la Federación y hastael comandante gastaba el lujo de

Page 398: Urquizo- Tropa Nueva

mandar con trompeta a sus ocho odiez hombres. Los de MarcosNájera andaban vestidos comocualquiera de los rancheros de laregión y su característica era quetodos eran barrigones, cargasexcesivas para sus flacoscaballejos.

Las dos partidas metían miedojustificadamente por susprocederes. No eran escasos losmuertos que hacían y que luegodejaban colgados en los árboles delos caminos vecinales.

Page 399: Urquizo- Tropa Nueva

Así pasaba la vida.Calor fuerte; grandes sequías;

grandes avenidas del Nazas.Algodonales; polvaredas, trabajointenso.

Los españoles, montados enbriosos caballos recorrían susvastas haciendas y los mexicanospegados sobre la tierra con eltronco de mulas, arando oencorvados recogiendo los blancoscapullos del algodón.

Cuando caía la noche, en lashaciendas cantaban unos y otros; los

Page 400: Urquizo- Tropa Nueva

españoles, el Cantar de la panoya,y los mexicanos, algún corridotriste acerca de algún bravucónnuestro felonamente asesinado.Pensaban allá en el fondo de sualma que algún día, habrían decambiar las cosas.

Ahora todo ha cambiado. Detodo lo que he dicho ya nada existe.Fue una especie de sueño del que sedespertó.

Page 401: Urquizo- Tropa Nueva

XV

Los sabrosos platillos que hemossaboreado en esta comida, por suestilo completamente mexicano, merecuerdan un ágape provinciano enel que me tocó ser comensal, haceya varios años.

Fue aquello un sainete cómico-

Page 402: Urquizo- Tropa Nueva

lírico-patriótico-bailable que medejó hondo sabor.

Parece que estoy viendoaquello. Escuchen ustedes:

Con motivo del día delonomástico del Presidentemunicipal del pueblo, se celebra unbanquete completamente nacional:platillos, concurrentes, ambiente,todo.

El Presidente municipal antesde serlo ha sido General; no podríaser de otro modo. Por esa categoríaempezó su carrera, si bien es cierto

Page 403: Urquizo- Tropa Nueva

que era de los de a veinte reales.Asienta pues en su haber, nohaberle sido muy gravoso a lanación.

Su administración ha sidobrillante: ha construido una plazade gallos, una pista para carreras decaballos; está en construcción un«lienzo» para coleadero. Su sueñodorado es que el pueblo llegue acontar con una plaza de toros. Lasminucias de la instrucción pública,higiene, luz, etc., son cosas que nohacen mayor falta y pueden seguir

Page 404: Urquizo- Tropa Nueva

como siempre estuvieron; ademásla hacienda municipal no da paratodos esos lujos.

En este año, como en losanteriores, su santo se ha celebradocon cohetes y mañanitas alamanecer; carreras de caballos ypeleas de gallos y al mediodía, lacomida nacional con harto pulque.Estamos en esa hora precisamente.

Debajo de la enramadaconstruida ad hoc en la casamunicipal, está la mesa, y sentadosa su alrededor se encuentran: el

Page 405: Urquizo- Tropa Nueva

festejado, luciendo traje de charrocon fulgurante botonadura —en losdedos de las manos tiene sortijasenormes de puritita plata—; a sulado: el secretario, de bombín; eljuez de paz; el diputado del distrito;el tesorero; los ediles; el maestrode la escuela; el boticario; elrecaudador y dos o tres causantesde los más caracterizados. Lasfamilias de casi todos ellos seencuentran presentes,emperifolladas y luciendollamativos trajes azules o rosa.

Page 406: Urquizo- Tropa Nueva

Reina la alegría; laconversación es general; es decir,el General es el que habla; habla decaballos.

—Iba yo montado en uncaballo que tenía entonces: retinto,cabos prietos, longanito, lucero,pajarero; de sobrepaso, defalsarrienda, con un incuentro deeste pelo; bien amarrado. Cada vezque lo montaba se daba laarrancada con las puras patitas deatrás, rayándose diez, doce varas.Una vez… ¿te acuerdas Ramoncito?

Page 407: Urquizo- Tropa Nueva

—Sí, mi General.—Pos una vez, jijos del maíz,

¡quién lo iba a creer! Cada vez queme acuerdo… Pos una vez, iba yomontado, como decía, en mi caballoretinto: cabos prietos, lucero, etc.…, a la cabeza de mis doscientosmil hombres, cuando ahí nomás alsalir de un mogote, m’encuentrocon el enemigo; y que nomás lo veo,y que le hago piernas a la yegua…

—Por fin ¿era caballo o erayegua? —interrumpe el Diputado.

—Lo que asté no le importa y

Page 408: Urquizo- Tropa Nueva

ya no me da la gana de contar más.—Señor General, aquí

pregunta por usté un endevido quele quere dar una razónhocicalmente.

—Que pase.El recién llegado entra, se

descubre y saludaceremoniosamente.

—Buenos días, señorPresidente.

—Buenos días, ¿cómo estás?,¿qué andas haciendo?

—Pos me mandó don Agapito.

Page 409: Urquizo- Tropa Nueva

¿Cómo ha estado usté?—Bien gracias.—¿Y la señora?—También lo mismo, gracias.—¿Y los niños?—Igual todos.—¿Y asté bien y muy

contento?—Sí.—¿De modo que han estado

todos ustedes buenos?—Sí.—Primeramente la salud,

¿verdad asté?

Page 410: Urquizo- Tropa Nueva

—Sí.—¿Ninguno se ha enfermado?—No.—No hay como la salú.—Bueno, bueno, y

ultimadamente ¡tú qué quieres?—No, siñor, nada; sino que me

dijo don Agapito, que es mi patrón;me dijo: «Mira Sidronio, anda acasa del presidente, que hoy es susanto, y salúdalo mucho».

—Pos ya me saludastebastante; con que anda, vete antesde que se me acabe la pacencia.

Page 411: Urquizo- Tropa Nueva

—Sí siñor, que pasen buenastardes.

—Adiós.—¿Usted es General de qué?—¿Cómo de qué? A ver dígalo

otra vez nomás para probarle que losoy merecidamente.

—No se enoje, señor, lepregunto de qué clase, si es debrigada, de división, ¿o qué?

—Soy General de Guerra yMarina, pa’que se lo sepa.

—Muy bien, sí señor; muymerecidamente.

Page 412: Urquizo- Tropa Nueva

El comandante de policía, yaalgo ebrio, echa su cuarto aespadas.

—Yo también andaba en lacompañía.

—¿Y cuál es su grado? —interroga el preguntón de marras.

—¿Qué cuál es mi grado? Posquén sabe, pero mi asistente era uncoronel, ustedes calculen.

Acto continuo, el Comandante,ya del todo beodo, empieza a darpuñetazos en la mesa, y a decirinsolencias de las meras buenas. El

Page 413: Urquizo- Tropa Nueva

General le llama al orden.—Cállese la boca, ¿no ve que

hay señoras?—No le hace, no entienden

nada, ¿no ve que es gente decente?—Más que así fuere, cállese.—Muy bien, mi General.Se come duro y tupido; los

montones de tortillas desaparecenmetódicamente, como si loscomensales jugaran a la brisca.Casi no se habla.

—Mi General —dice uno delos presentes—, por aquí conspiran;

Page 414: Urquizo- Tropa Nueva

no se descuide con un «cabildazo».—Yo no como de eso; al

primero que me venga con cuentoslo quebró, ¿oyites?

—Sí, siñor.—Bueno.—¡A ver!, sírveles más

barbacoa por aquí. Trae máspulque. Al diputado no le denmucho porque tiene que hablar.Cuídame al maestro de escuela queno se vaya a indigestar.

—¡Erria!, trae más tortillas.—Por aquí el néctar blanco de

Page 415: Urquizo- Tropa Nueva

las verdes matas.—Daque la pata.—No soy perico.—La pata del guajolote, siñor,

del mole; usted no ha viajado.—No se vaya usté a picar la

lengua con el tenedor; échese pie atierra mejor.

Hay tres, cuatroconversaciones a un tiempo. Sehabla generalmente con elcompañero de al lado o con el deenfrente.

—Ya los charros buenos se

Page 416: Urquizo- Tropa Nueva

acabaron; fuera de «yo», micompadre Tortas y el Chato Rubio,¿quién más hay?

—Muerte bonita la que ledieron a mi compadrito Pedro. ¡Ah,sí! le dieron una puñalada aquí, enel mero corazón. ¡Ah, qué bonitogolpe! Nomás dio un bramido micompadrito Pedro y a la tierra. Dioun barquinazo y allá fue a caer dehocico a la mera zanja. ¡Pero québonito golpe le dieron!

—Para peritas buenasTezuitlán; para piñas Amatlán de

Page 417: Urquizo- Tropa Nueva

los Reyes.—¿Verdad, mi General, que

usted destaza una res en menos demedia hora?

—Sí señor.—¿Y también curte pieles?

¿Verdad?—Sí señor, y también sé hacer

fruta de horno.—¡Que hable el Secretario!—Sí, sí, que hable Peritos.Se levanta Peritos y empuña un

vaso de licor.—¡Chist!, ¡chist!, ¡silencio!

Page 418: Urquizo- Tropa Nueva

Peritos declama:—Señores, señores; mi

General: deseo hacer a ustedpresentes en este fausto día mis másfervientes votos por su bienestarpersonal y por el de las personas desu familia que le rodean. Que vivausted muchos años para bien de lapatria y que nunca el más ligeronubarrón enturbie el cielo de sufelicidad, mi General. He dicho.

—¡Bravo!, ¡muy bien!Aplausos y libaciones.—Ahora que hable el profesor.

Page 419: Urquizo- Tropa Nueva

El maestro de escuela selevanta emocionado y tras de ligerapausa y el preludio de: «Señoras,señores…» empieza.

—Aunque no vengo preparadopara el objeto, y no tengo las dotesoratoriamente necesarias como elorador que me ha precedido en eluso de la palabra, me atrevo,solamente confiado en la amistadque me dispensa el señor General,nuestro digno mandatario, parahacer oír mi débil voz, que en estasolemne ocasión sólo sirve para

Page 420: Urquizo- Tropa Nueva

hacer patente mi agradecimiento alprobo mílite, por tantas atencionescomo me ha dispensado. Tanto bienha hecho el actual mandatario alpueblo, que sería de justicia, de altaequidad, de ecuanimidad tan sólo,que a una de sus calles se le quitarael nombre del héroe queactualmente tiene y que se pongapor nombre el del señor General.Sin duda que el nombre que se quiteserá ilustre; su dueño haría actos deheroísmo, pero eso, señores, no nosconsta y en cambio es palpable, es

Page 421: Urquizo- Tropa Nueva

evidente la labor de nuestroGeneral aquí presente.

»¡Qué menos que darle sunombre a una calle! Deberíamos delevantarle, ya que tan aficionado esél a los levantamientos, una estatuaecuestre aunque no fueraprecisamente a caballo por locostoso que resultaría. Pero esto,señores, implica un gasto y yo biensé —me consta desgraciadamente—que nuestras arcas no están encondiciones, no digamos ya decomprar una estatua, pero ni aun de

Page 422: Urquizo- Tropa Nueva

pagar los modestos sueldos de quedeberíamos disfrutar los servidoresdel municipio. Así, pues, aunquesea la calle, que será siquiera unapequeña deuda de gratitud para estegrande hombre, tan humilde, tansincero, tan probo.

»Deseo, señor general, quegoce, como hasta ahora, defelicidad y bienestar, en unión deCholita su esposa y de susinteligentes niños Tonchito yManuelito. He dicho.

—¡Bravo! ¡Que se repita!

Page 423: Urquizo- Tropa Nueva

—¡Muy bien!Muchos aplausos.Hay un rato de calma en que

nadie osa hablar, en espera de losensacional, de la nota fuerte, quesin duda lo será el discurso quepronuncie el diputado del distrito,que se ha dignado a asistir y que haprometido decir algo como parademostrar que no ha burlado laconfianza que en él pusieron suselectores y que sabe representardignamente en la Cámara a suscoterráneos.

Page 424: Urquizo- Tropa Nueva

El diputado posee lo que sellama dotes de oratoria; voz fuerte,simpática presencia, aplomo yamplio ademán que, unidos a sugesto, hacen que sus frases suenencomo martillazos.

El deseado, que se da biencuenta del peso de su personalidadse levanta majestuoso y dice:

—La verba de Pasteur, elademán de Rómulo y Remo, eltrueno de mil cañones, las aguas delOcéano, el perfume de la Arabia, lamirra de Ostende, el guano de las

Page 425: Urquizo- Tropa Nueva

islas Clípperton, las frasescontundentes de Maratón y elretumbar de rayos en lascatacumbas romanas ymacedónicas, no serán suficientespara cantar en este día de gloria lasodas que me propongo. (Pausa).

»En efecto, hoy estamosasistiendo a la cristalización de lanebulosa empírica de la democraciaembrionaria de la Odisea deHomero; los coágulos yacentes dela concentración del espíritubáquico de la densidad de los

Page 426: Urquizo- Tropa Nueva

mostos de las mielesincristalizables de la materia, semanifiestan en este épico momentohistérico e histórico, de lapersonalidad potente y subyugantede nuestro agasajado. La masaencefálica de su rumiante numen seesparce en los ámbitos siderales dela región glútea ombligal, patria denuestros mayores.

»Quisiera del gallo el cantopara entonar sinfónica prosopopeyaen este día solemne, y dar a mishermanos de raza, decirles que el

Page 427: Urquizo- Tropa Nueva

proletariado de las masas yacentes,ignotas, antípodas e insípidas, no essino el resultado de lasubconsciencia acridia que pugnapor acrisolar los altos dictados delcateto del cuadrado de lahipotenusa que no es sino unaprogresión geométrica creciente,retrogradante e inicua. (Pausa).

»Tantita agua, ¿me hacen elfavor?

—¿Pulquito?—No, agua nomás.»Veo allí la mano del clero,

Page 428: Urquizo- Tropa Nueva

del sindicato y el dogma; elpercutor electrolítico; el pulpo y elcordero; la mano que aprieta y lateoría de la relatividad.

»¿Hay algo peor que esto? ¿Sepuede concebir el rebaño dePanurgo sin la radiografía de lareacción de Bárcenas?

»¡Nunca! ¡Jamás! Nopermitiremos que los pigmeosabatan los valladares del latifundiode la redentora ley del derecho delpueblo, para chuparle el jugogástrico de su soberbia, porque

Page 429: Urquizo- Tropa Nueva

sabría defenderse a montañazos yhacer una vez más que triunfe elsublime ideal sintético, resultadoconsciente de su emancipaciónactual. Tengamos pues el ánimosuficiente para llegar hasta allá. Hedicho.

Aplausos, vivas, felicitacionesa granel, abrazos efusivos,apoteosis.

Page 430: Urquizo- Tropa Nueva

Aquellos años veintes

(1965)

Page 431: Urquizo- Tropa Nueva

Lisboa

(Fragmento)

La ciudad de Lisboa es austera,señorial; con un sello muyparticular en sus edificios antiguos,

Page 432: Urquizo- Tropa Nueva

sus plazas, sus monumentos y susjardines.

Cimentada frente al mar,viendo a la gran bahía, al lado deuna amplia ría en que se convierteel Río Tajo en su desembocadura ysembradas sus casas en las laderasde verdes colinas, como si hubierensido espolvoreadas sobre ellas.Con calles que son planas en laparte baja de la ciudad y que trepanpor las colinas rectamente, siendomenester para transitar por ellas, ensu ascenso, usar trenes de

Page 433: Urquizo- Tropa Nueva

cremallera o funiculares.Todo el conjunto de barrios,

caseríos y palacios se ostenta enanfiteatro por encima de las crestasy cañadas de las siete colinas, quecomo en Roma, son la base de suubicación. Lisboa constituye en síuna de las mejores residencias de lapenínsula ibérica por su amenasituación y por su templado clima.

Contiene en su recinto multitudde palacios y grandes edificios quela embellecen y que se hacennotables desde lejos como el

Page 434: Urquizo- Tropa Nueva

Palacio Real de Ajuda, la Basílicade Jesús llamada La estrella, eltemplo más suntuoso con un ciertoparecido a la Basílica de San Pedroen Roma; su esbelta cúpula y suscampanarios laterales sobresalenpor encima de todo el caserío y seelevan a mayor altura que elCastillo de Lisboa llamado SanJorge; su cimborio es el mayor delos templos de la ciudad, que sonmuchos, y la linterna que remata suesfera se eleva a una altura de 133metros.

Page 435: Urquizo- Tropa Nueva

La vieja ciudad con sus calles,la mayor parte de ellas tortuosas ypendientes, que le dan un originalsello como si se mezclaran, en unosolo, paisajes de mar y de montaña.

El Río Tajo es un costado dela ciudad y en el Palacio dasNecesidades —así llamado por elnombre de una iglesia del siglo XVII—, hay hermosos jardines.

Un viaje a Cintra enautomóvil, evocó en mi mente alinmortal literato Eça de Queiroz.Allí está el Castelo da Pena, antigua

Page 436: Urquizo- Tropa Nueva

residencia de los reyes portugueses,notable por su situación, quepermite ver un hermoso panoramadesde los preciosos jardines delcastillo.

En un día entero de intensorecorrido en automóvil pudimosconocer los alrededores de Lisboa;pueblecillos, aldeas, lugares cuyosnombres anoté entonces con lápiztinta y hoy reviven en estas letras:Alcácer do Sal, Alcochete, Aldeia,Gallega do Ribatejo, Alemquer,Almada, Cascaes, Monte Estoril,

Page 437: Urquizo- Tropa Nueva

Cerimbra, Belem, Grándola,Barreiro, Mafra, Moila, Sao Thiagode Cacem, Torres Vedras,Villafranca de Xira y Caxias.

Por la noche vamos a unaverbena popular en una plazuela.Foquillos de colores; música de unabanda pueblerina; sillas y mesaspara comer y beber: gente quepasea y por encima de todo, comoverdadero ambiente, un intenso olora pescados y mariscos que soncocinados a la vista de la gente;olor penetrante de aceite quemado y

Page 438: Urquizo- Tropa Nueva

humo que se mete por los ojos yhace llorar. La fiesta popularaquella, consiste esencialmente enpasear, comer y beber. Terminamosla velada en un teatro que presentauna revista musical folklórica en laque predominan los fados. Teatro,revista y personal, todo esmediocre.

Al día siguiente el recorridoes por mar en una magnífica lanchade gasolina. Paseamos por la bahía,que es enorme y también por la riaque hace el Río Tajo en su

Page 439: Urquizo- Tropa Nueva

desembocadura.Se destaca como parte

prominente de la ciudad la Torre deBelem, almenada y airosa.

Muy grata debe ser laimpresión de Lisboa para el viajeroque arriba a ella por mar. El primergolpe de vista constituye unsoberbio obsequio altamenteagradable. Sembrada profusamenteentre colinas de verde follaje unaciudad de ensueño con palacios,torres almenadas, campanarios ycúpulas de iglesias, todo dentro de

Page 440: Urquizo- Tropa Nueva

un fondo azul del mar y teniendopor techumbre un cielo límpido yrefulgente.

Un recorrido de seis millasmuestra a nuestros ojos curiosos unprecioso panorama digno de verse yapreciarse con detalle desde laboca de la Ria, de aguas mansas,que se va extendiendo hasta elArroyo de Alcántara y la Casa dedon Gastón.

En contraste con la verdura dela colina en que está sembrada laciudad, montes escarpados,

Page 441: Urquizo- Tropa Nueva

médanos, hondonadas, bosques ypintorescos pueblecillos depescadores.

Hemos comenzado elrecorrido desde la Torre de Belemy lo terminarnos en otro fuerte quees la Torre Velha.

Atónitos hemos saboreado connuestra vista un paisaje encantadorque complementa ampliamente elrecorrido terrestre del día anterior.

Page 442: Urquizo- Tropa Nueva

Coimbra

Quien visita Portugal ha deconocer Coimbra, la ciudadlegendaria cuna de la culturaportuguesa. Un día le destinamos.

Parece una ciudad dormida enun letargo de siglos. Como si eltiempo se hubiera detenido allí.

Page 443: Urquizo- Tropa Nueva

Tumba de seres vivientes quevegetan silenciosamente, entregadosa profundos estudios. El sello de laciudad es imponente; pudieradecirse que sepulcral. Hay ladejadez y el abandono de laindolencia. Sus calles sonestrechas, feas y mal empedradas.

La Catedral vieja o sea enportugués Sé Velha fue una antiguamezquita árabe transformada entemplo cristiano durante el siglo XI,sin que tenga nada que llame laatención. El edificio más importante

Page 444: Urquizo- Tropa Nueva

es la Universidad, única enPortugal. Mil doscientos alumnoshacen allí sus estudios en todas susFacultades. Es la de Coimbra unade las universidades más antiguasde Europa. Amplia y triste es laconstrucción. Todo allí es serio ylleva el recogimiento de losconventos: salón de actos con losretratos de los que han sidorectores. Aulas, museos,laboratorios, observatorioastronómico; rica biblioteca concien mil volúmenes: grande y

Page 445: Urquizo- Tropa Nueva

descuidado al parecer el archivo,que debe ser valiosísimo.

Catedral, universidad,conventos y edificios todos los deCoimbra tienen la pátina de lossiglos.

El jardín botánico es soberbioy sirve de solaz a los habitantes.

Domina a la ciudad el Paseodas Saudades, desde el cual seobserva un magnífico panoramasobre la Vega del Mondego, río quebaña a la región y le da ricavegetación. Un puente de piedra

Page 446: Urquizo- Tropa Nueva

sobre el río y un acueducto alegranmás aún el paisaje sembrado decasas de campo llamadas quintas.En una de aquéllas, la más famosa,Quinta das Lágrimas, vivió doñaInés de Castro, esposa postuma delrey don Pedro el cruel de Portugal.Allí se ve todavía la Fonte dosamores junto a la cual fue asesinadaaquella desventurada dama, por trescaballeros portugueses quepensaron realizar un acto agradablea los ojos del rey Alfonso IV, padrede don Pedro. Quizás los asesinos

Page 447: Urquizo- Tropa Nueva

obedecieron órdenes y ejecutaron elasesinato, pues el rey Alfonso veíacon disgusto que el que iba asucederle en el trono estuvieraunido a una plebeya de quien iba atener un hijo. Don Pedro, el maridode la asesinada Inés se levantócontra su padre: fue rey de Portugal—le llamaron el cruel— y vengócon violencia a su finada, a quienhizo desenterrar y coronar comoReina, obligando a la corte ahomenajear al cadáver, y mandómatar con suma crueldad a los

Page 448: Urquizo- Tropa Nueva

asesinos después de cruentomartirio.

Por el paseo y por las callespululan como moscas silenciosaslos estudiantes, con su clásicaindumentaria: boina, «batina» —especie de sotana corta y ampliacapa, todo color negro.

Cuando regresamos de nuestrorecorrido hacia el Hotel Avenida enque nos alojamos, ha oscurecido.Los escasos faroles de gas nologran disipar la oscuridad. Losestudiantes con sus capas parecen

Page 449: Urquizo- Tropa Nueva

aves negras.Del brazo y por la calle mal

empedrada, bajamos Cándida y yo.Vamos muy juntos; la oscuridad, elambiente, la tristeza reinante noshace unirnos.

Ella locuaz y alegre, ahoraparecía un tanto recogida.

—Esto parece un cementerio yesos estudiantes ánimas delPurgatorio. ¿Quién nos mandó veniraquí? Aquí somos más extranjerosque en cualquiera otra parte.

—Había que venir, hubiera

Page 450: Urquizo- Tropa Nueva

sido incompleto el viaje sinconocer esto. Vienen todos losturistas.

—Los extranjeros. Eso somostú y yo aquí, extranjeros. Somosiguales tú y yo, extranjeros los dos.En España tú lo eres y yo estoy enmi casa; yo allí puedo gritar y aquíno. No debo hacerlo, espantaría aestos pájaros, me meterían en lacárcel. Aquí me siento desconfiadade las gentes y hasta de lasautoridades. Siento temor. Adivinoque no me tienen confianza a mí;

Page 451: Urquizo- Tropa Nueva

que me ven con recelo, que han decreer que yo valgo menos y ellosvalen más.

—Eso es lo que siente elextranjero. Yo en España, quizáspor haber convivido allí mástiempo, lo siento menos pero nodejo de sentirlo.

—Será por esa circunstanciade ser extranjero, por lo que meacerco más a ti, para estar másprotegida y tú a tu vez te pegas mása mí para sentirte acompañado.

—Damos el aspecto de estar

Page 452: Urquizo- Tropa Nueva

muy enamorados.—Así lo han de juzgar y la

verdad es que yo no estoyenamorada de ti ni tú lo has de estarde mí.

—¡Quién sabe!—Es la verdad. Yo soy

sincera. Siempre lo he sido y tú asíme lo pareces a mí. Esa sinceridadde ambos es lo que sin duda nos hahecho simpatizar y entendernos a laperfección.

—Así será. El hecho es que esmuy agradable esto. ¿No te parece?

Page 453: Urquizo- Tropa Nueva

—Te confieso que mis mejoresvacaciones han sido éstas.

El lobby del hotelsemialumbrado; el ambiente delcomedor frío; la alcoba acogedora.

Page 454: Urquizo- Tropa Nueva

La partida

Un buen día del mes de febreropartimos de Madrid hacia LaCoruña; por aquel mismo puertohabía yo arribado a España, tresaños antes y por él iba a salir.Llegué en primavera, cuando todosonreía y la verde campiña gallega

Page 455: Urquizo- Tropa Nueva

era un primor; y salía en plenoinvierno cuando el campo —desdeMadrid hasta La Coruña— era unasábana blanca, una estepa desolada,comparable acaso a mi ánimoentristecido.

Nos alojamos en el Hotel deFrancia, en la Plaza Mina, casi allado de los muelles; confortable yquizás el mejor de la localidad, poraquel entonces.

Mi barco debería de llegar deSantander, demoraría allí un día ypartiría al siguiente.

Page 456: Urquizo- Tropa Nueva

El hotel estaba abarrotado deviajeros que habían de partir comoyo para la América. Todos eranespañoles: matrimonios deindianos que regresaban a Américadespués de haber visitado a susfamiliares, y mozos emigrantes enpos de trabajo y de fortuna.

Cándida derrochaba entreaquellas gentes su simpatía innata; yconmigo: ¡claro está!, estabaextremadamente jovial, tratando dehacerme lo más grato posible mipartida.

Page 457: Urquizo- Tropa Nueva

Cuando llegó la hora, el hotelse despobló; todos fuimos almuelle, unos a embarcamos y otrosa despedimos. Parientes y amigosde los matrimonios que parten ymadres que bendicen a sus hijosque marchan en busca de trabajodispuestos a hacer fortuna yregresar algún día, algún lejano díacon riqueza conquistada con suesfuerzo, siempre y cuando hayantenido salud y la muerte no los hayasorprendido en tierra extraña.

Nuestra despedida es singular,

Page 458: Urquizo- Tropa Nueva

extraordinaria; nada de lo común ycorriente que allí prevalece. Yo nosoy un indiano enriquecido queregresa en pos de más dinero, ni unemigrante que por primera vez lo vaa buscar. No voy a tierra extraña nien busca de fortuna, simplementesoy un refugiado político que enEspaña encontró tranquilidad yacaso simpatía de las gentes quetraté. España fue un oasis en mivida y ella fue para mí una amiga yuna amante, más amiga que amante.

Las calles de La Coruña

Page 459: Urquizo- Tropa Nueva

estaban desiertas; las gentes de laciudad, sin duda, arrebujadas entremantas y ante un brasero capearíanel frío reinante, tras de las galeríasde cristales que caracterizan elcaserío del puerto y brillan con losrayos del sol —cuando lo hay—como brillantes espejos. Elconglomerado de gente, todaextraña a la ciudad, estaba en elmuelle y aquello no constituía unanota de animación sino que era unhálito de tristeza. Cielo gris, hosco,ceñudo, lluvia menuda y frío, en el

Page 460: Urquizo- Tropa Nueva

ambiente y en las almas.—Escríbeme.—Te escribiré.—¿Alguna vez volverás?

Cuando puedas hacerlo, hazlo.—También tú podrías ir a mi

tierra.—¡Quizás!, ¡quién lo sabe!Ni yo volví ni ella vino.

Quizás ha sido mejor.Siempre fueron y serán tristes

las despedidas. Despedirse esmorir un poco; a veces, ¡ay!,definitivamente.

Page 461: Urquizo- Tropa Nueva

Embarcamos. Todos losviajeros estábamos en la cubiertadel barco. Nos hablábamos a vocescon los que habían ido adespedimos. La sirena sonabalúgubremente como si fuera la vozconjunta de los que partían.Salieron los pañuelos y se agitaron;yo sólo veía el de Cándida, cuyasilueta se iba perdiendo a medidaque el barco zarpaba. Mis ojosestaban fijos en ella, en su pañueloblanco que agitaba con su mano,hasta que dejó de hacerlo y lo llevó

Page 462: Urquizo- Tropa Nueva

a sus ojos. Yo, maquinalmenteseguía agitando el mío, con la vistanublada como lo estaba el cielo.Todavía alcancé a ver su mano, yasin pañuelo, levantarse hacia arribay enviarme una bendición. Mebendecía como si yo fuera unemigrante más que ha de morir oregresar un día.

En la realidad era yo unemigrante en cierto modo. Venía ala América, pero ésta no me eradesconocida sino antes bien, por midesventura, la conocía bien y por

Page 463: Urquizo- Tropa Nueva

eso mismo la sabía hostil.De antemano sabía lo que iba

a hallar. Casi la seguridad de ir aencontrar un odio y un malestar yquizás hasta la pérdida de lalibertad.

Era yo pues un emigrantepobre, peor que aquellos quevenían a la América en busca de unporvenir que siempre se creeplacentero. Ninguno de ellos creeque va a fracasar sino antes bien,que va a enriquecerse. Yo regresabacon la moral perdida; sin ánimo

Page 464: Urquizo- Tropa Nueva

alguno y sólo porque debía volverporque así era lo debido.

Salíamos de la bahía y unaespesa niebla borraba todo, como sifuera un telón que cae, arropa yaísla.

La voz compasiva y acogedorade una señora, me hizo volver enmí.

—Qué simpática es su esposa,¿por qué no vino con usted?

—No es mi esposa, señora,sólo es mi amiga —pudecontestarle emocionado.

Page 465: Urquizo- Tropa Nueva

Terminan mis apuntes, escritoscon lápiz tinta, ya borrosos, puesfueron trazados con el entusiasmo yla sinceridad en los que para mífueron años mozos, de juventud,vividos en aquellos fabulosos yamables años veintes para sóloquedar de ellos el recuerdo que seesfuma y ha de perderse cuando lavida acabe.

¿Qué he escrito?, ¿qué herecordado? Nimiedades, lo que lepasa o le ha pasado a cualquiera. Atodos. Nadie habrá que en el fondo

Page 466: Urquizo- Tropa Nueva

de su alma, allá en lo profundo notenga una reminiscencia grata queno se fue y que se haga presente enlas horas de los infortunios y de lavejez.

Cuando llega el invierno de lavida, dulce es recordar laprimavera.

Page 467: Urquizo- Tropa Nueva

Un sueño viviente

Día nublado, ventoso, triste; con latristeza, la melancolía y lapesadumbre, que embarga a losviajeros que van a la América. Nose puede salir a cubierta; el maragitado levanta olas y baña losandadores del barco; además hace

Page 468: Urquizo- Tropa Nueva

frío, intenso frío. Hay que estar enel bar o en los salones interiores. Eldía con ser corto como correspondea los invernales, se hacetremendamente largo. Siemprefueron tristes y agobiadores losregresos.

Es mediodía y parece que yaes de noche, por las lucesencendidas para disipar lasemiobscuridad del cieloencapotado. Encuentro una poltronaaislada en el salón y allí meacomodo. A mis lados la gente

Page 469: Urquizo- Tropa Nueva

charla sin entusiasmo, quedamente,como si todos los viajerosestuviéramos ante un cadáver. Elbarco se bambolea incesantemente.

El murmullo de los que hablan,el movimiento que las olas agitadasdan a la embarcación y a misoledad, hacen que me sientaaislado, ajeno a cuanto me rodea,para quedar sólo con mispensamientos, que se concretanexclusivamente a la tierra queacabo de dejar en la cual residílargos tres años que me parecieron

Page 470: Urquizo- Tropa Nueva

sumamente cortos.Entro en un sopor, en un estado

mezcla de realidad y sueño. Bullensólo mis ideas y mis visionesatropelladamente, como si todasellas quisieran hacerse presentes,sin faltar una sola. España saturadapor el polvo de los siglos.

Vastas y polvosas llanuras deCastilla. Ventas, mesones y parajesde los caminos. Añosas y secularesalamedas de los pueblos grises.Vidas opacas, acabadas ymonótonas de los señores y

Page 471: Urquizo- Tropa Nueva

caciques que vegetan en sus casinosy hacen tertulia en las boticas.Curas con bonetes o sombreros deteja, sotana y zapatos con grandeshebillas metálicas, que tienen másautoridad que los alcaldes.Charladores de café que todoarreglan y de todo saben.Despreocupación, indiferencia yaltivo desdén. Viejas y venerablescatedrales. Vetustas ruinas decastillos medioevales. Extensassoledades castellanas. Refugio denobleza blasonada que vive con

Page 472: Urquizo- Tropa Nueva

dignidad y con orgullo, mirando porencima a quienes no son de surango.

Desolados campos de LaMancha con sus molinos de viento.Don Quijote cabalgando escuálidorocín; Sancho, su borrico.

Costas del Cantábrico y delMediterráneo a veces llanas ymansas para balnearios acogedoreso que son bravas y rocosas, deagrestes acantilados donde seestrellan las olas encrespadas.

Extensas soledades castellanas

Page 473: Urquizo- Tropa Nueva

en contraste con los suaves tonos delos campos y las frondas norteñas;grave melancolía de la campiñaandaluza y vibrantes tonalidades delas levantinas.

Valencia, bello jardín;barracas y alquerías, emparrados,claveles reventones, perfumes deazahar. Una buena moza de ojosmorunos, grandes y sombreados portupidas pestañas, nos sirve horchatade chufas en la tarde, calurosamientras nuestra vista se deleita conun crepúsculo rosa y dorado en un

Page 474: Urquizo- Tropa Nueva

cielo azul purísimo.Junto con Valencia, Murcia,

hermana siamesa. Vega Valencianay huerta murciana. Acequiasrebosantes de agua; palmeras,arrozales; naranjos en flor,limoneros; alelíes, madreselvas,jacintos y nardos. Murcia, ciudadtranquila que parece dormirarrullada por los cantos de las avesy bajo los efluvios amorosos queimperan en sus cercanos campos.Sembrados de naranjos nevados porflores blancas que serán frutos

Page 475: Urquizo- Tropa Nueva

dorados. Melones jugosos de carneverde.

Andalucía: Sevilla que brilla,Cádiz que canta; Granada y suAlhambra; Córdoba y su Mezquita;Jerez con sus vinos. Málaga con supesca. Dehesas, cortijos: toros,tientas y toreros. Chumberas en loscampos y mustios olivares; paisajemoruno arrancado de África ytrasplantado a España. Ganaderíasafamadas de toros de lidia alcuidado de mayorales y gañanesque viven miserablemente en

Page 476: Urquizo- Tropa Nueva

cortijos inmundos y se alimentancon gazpacho, que no es sino unasopa de aceite con pan dentro deella, mientras los dueños, losseñoritos viven en Sevilla, gastandinero, juerguean, cantan, bailan,toman manzanilla, tienen hembrasfogosas y montan caballos árabes.Semana santa medieval con sussaetas dolorosas. Patios floridossevillanos; guitarras, castañuelas,cante jondo. Un río Guadalquivirque brilla y que hasta va a formarcon sus ramas una isla. Una Sierra

Page 477: Urquizo- Tropa Nueva

morena que fue refugio de bandidosfamosos. Una Alhambra y unGeneralife de Granada que sonjoyas perdurables de la morería yunas cuevas repugnantes llamadasdel Albaicín donde habitan comoanimales los gitanos de la raza«calé».

Indolente Extremadura con suscampos cenizos y sus pueblospobres; sus gentes austeras,apáticas, al parecer indiferentes ala vida que pasa, pero que de allísalieron Hernán Cortes y Pizarro a

Page 478: Urquizo- Tropa Nueva

conquistar un nuevo mundo.Aragón, Zaragoza, la Virgen

del Pilar, la jota y los baturros.Gigantes y cabezudos;albaricoques, duraznos,melocotones y sobre todo vid. Uvasaragonesas del mejor vino deEspaña.

Salamanca con su Universidady con sus limpias y relucientescocinas en las alquerías en donde, adiferencia de Andalucía, lospatrones comen junto con suscriados el sabroso cocido.

Page 479: Urquizo- Tropa Nueva

Estudiantes de capas negras,estudiantinas alegres y torosbravos.

Toledo entre moro y cristiano.Plaza fuerte amurallada, catedralsoberbia, espadas y puñales defama universal. Lagarteranas conrelucientes trajes cuajados delentejuelas y medias blancasbordadas.

Cataluña con sus fábricas, susierra dentada como un serruchoque es el Montserrat, y Barcelonasin igual. Y allí, en la Calle Torrent

Page 480: Urquizo- Tropa Nueva

de les Flors, cercana al Tibidabo,en un quínt pis[1], mi amigo ycompañero el coronel PaulinoFontes, refugiado como yo, pero élcon familia y sobre todo con unacriada mexicana que llevó unmetate y un molcajete, hace tortillasy salsas picosas. ¡Paulino, el granamigo y magnífico anfitrión!Sardanas y barretinas rojas de lagente del pueblo que come suplatillo favorito, mongetes, que noson sino frijoles refritos.

Burgos con su catedral, quizás

Page 481: Urquizo- Tropa Nueva

la mas antigua de España. Allí nadóRodrigo Díaz de Vivar, el CidCampeador, y allí está la Cartuja deMiraflores, convento de los monjescartujos que han hecho voto de nohablar en su vida.

Valladolid, donde mejor sehabla el castellano. Veo alRegimiento de Húsares de laPrincesa en correcta formación consu característico uniforme de todoslos húsares del mundo, pero éstosde azul celeste con alamaresamarillos y colgante pelliza blanca

Page 482: Urquizo- Tropa Nueva

con astracanes negros y la reinaVictoria Eugenia, esposa deAlfonso XIII, coronela honorariadel Regimiento, uniformada tambiénde húsar y montando soberbioalazán pasar revista al teatralRegimiento.

León, una catedral hermosa yun enano bigotudo y enojón.

Asturias. La gruta deCovadonga en las montañas. Cangasde Onís. Una aldea llamada Penenclavada entre las rocas a la quehay que subir por una vereda

Page 483: Urquizo- Tropa Nueva

serpenteante y pendiente desde lacarretera que pasa por abajo y porla que transitan hombres y mujerescon la facilidad del hábito. Ellascargando sobre sus cabezas grandesbarcinas de yerba fresca paraalmacenarla hasta cuando llegue elinvierno para alimento de losanimales. Caminando tan frescascomo si nada llevaran y yo, sinnada, solo mi cuerpo resoplandocon la trepada: haciendo descansosperiódicos en el camino. Viéndolastan desahogadas les comento:

Page 484: Urquizo- Tropa Nueva

—¿Cómo pueden ustedes subircon tanta carga, sin cansarse?

—Es nuestro trabajo —mecontestan, y comentan a su vez:usted no desquita lo que se come.

Allí arriba, en Pen, vive miamigo Emilio González, amigo dela infancia desde que él llegó aMéxico de niño y de donde hubo desalir cuando Pancho Villa tomóTorreón, —en donde residía— yexpulsó a los españoles todos.

Tiene mujer e hijos pequeños;él nació allí y sus padres también

Page 485: Urquizo- Tropa Nueva

de allí eran.El paisaje es imponente y

agradable: montañas, prados verdesy bosques de cerezos, castaños ymanzanos. Aldea pobre, alegre enla primavera y el verano y tétricaseguramente en el invierno en quela nieve llena el campo y la lluviahace imposibles los caminos. Lasgentes, las vacas y los cerdos hande permanecer recluidos en lascasas. Para eso acarreaban yerbasaquellas mujeres, para pasto de losanimales.

Page 486: Urquizo- Tropa Nueva

Rica fabada, chorizo, jamonesy quesos y sidra espumosa: todoello producto de la particularmanufactura de cada familia.

Gaita, tamboril y cantosagrestes por las tardes en laplazuela de la aldea y esos mismoscantos en las aldeas y lugaresvecinos que repercuten enmuchísimos ecos en las montañasen que están enclavadas todas ellas.Atardeceres, agradables ytranquilos.

Page 487: Urquizo- Tropa Nueva

Navarra. Pamplona. Fiestas de SanFermín, patrón de la ciudad. Lostoros que han de lidiarse,desembarcados en la estación delferrocarril son conducidos por lascalles hasta la Plaza de toros parameterlos en los toriles, por enmedio de la gente del pueblo quealborozada los sigue y los toreatemerariamente. Ésa es lacostumbre tradicional.

Hombres fuertes y mujeresrubias. Ellos con boinas vascasrojas, parecen pelotaris o raquetés.

Page 488: Urquizo- Tropa Nueva

Parece una ciudad detenida en elpasado, profundamente religiosa:receptáculo de aristócratas,militares y clero que ven condesprecio y orgullo a los que no sonde su rango. Paisajes con verdor,bellos celajes.

El país vasco: Guipúzcoa.Álava y Vizcaya. Mar y montaña.Raza fuerte y luchadora, parecenatletas rebosantes de salud. Sanosde cuerpo y alma, gente de trabajo yenergía. Parecen los vascos unpueblo diferente enclavado en la

Page 489: Urquizo- Tropa Nueva

Península ibérica que llegó quiensabe de dónde y cuyo origen sepierde en la noche del tiempo. Susímbolo es un árbol que se veneraprofundamente en el pueblo deGuernica, cerca de Bilbao; un roblebajo cuya sombra se verificabanjuntas de sus notables para acordarsus luchas por la libertad, luchandocontra todo y contra todos. El árbolde Guernica es el Árbol santo,representa la tradición de lasantiguas libertades vascas.

De un pueblo de Vizcaya, de

Page 490: Urquizo- Tropa Nueva

Durango, saltó hace más de un sigloun atleta de aquellos y vino aAmérica, a México; másprecisamente, hacia el Durango deacá, que fundaron antecesores de él,de su mismo pueblo y aquí trabajó,luchó y venció y fundó una familiade la cual provengo yo.

Tres años antes, cuando lleguéa España, desembarqué en LaCoruña. Mi amigo ocasional, deviaje, que después lo fue deintimidad, Raúl Lesteiro, me llevó asu pueblo, Pontevedra. Mi primera

Page 491: Urquizo- Tropa Nueva

impresión de España fue el vergelde Galicia, pero para recrearmetotalmente en él, hube de conocerprimero a Santiago de Compostela,tierra del Apóstol patrón de Españay en cuya Catedral magníficareposan sus restos. Joya dearquitectura es la Catedral, vasto suinterior en el que caben miles defieles, pero lo que más vive en mimente —a veces las cosas menoresse graban más—, es el botafumeiro,un enorme incensario deproporciones gigantescas

Page 492: Urquizo- Tropa Nueva

suspendido desde la alta nave porpotente cadena. Incensario que semueve mecánicamente y reparte elincienso por todo el vasto interiorsobre los innumerables peregrinosque suelen concurrir en las fiestasdel Apóstol.

Ciudad sombría, levítica,académica, sobre la que gravita lapesadumbre de los siglos.

Suntuosas petrificaciones,moradas solariegas, episcopales ycanónicas selladas con el pestomudo, duradero y sólido de toda

Page 493: Urquizo- Tropa Nueva

una gran raza. Ciudad un tantolúgubre cuyas calles sombríasparecen estar pobladas sólo por losropajes negros de diez mil clérigosy estudiantes que viven en elSeminario que tiene trescientassesenta y cinco ventanas —una paracada día del año—, en los muchostemplos esparcidos o en lasinnúmeras «casas de Troya» delestudiante Panduriño. Sombreros deteja y capeos negros pasean por lascalles como si aquellas fueranmagno festín de buitres.

Page 494: Urquizo- Tropa Nueva

La vida se desliza con lentamonotonía. El sol prende unasonrisa pálida sobre la tristeza delos tejados. Tortuosas ruas,negruzcos edificios, todo de unagrave austeridad. Las campanas dela Catedral suenan adormeciendo alvecindario. Flotan en las calles ytejados, vapores de un crepúsculopoblado de espectros y de duendes.Pisadas que resuenan en las callescuando son seres reales, o que seadivinan cuando son de espectros.Ciudad estancada en la Edad

Page 495: Urquizo- Tropa Nueva

Media. Santiago, hermosa y fea a lavez. Apetecida y detestada.

El contraste de Santiago deCompostela, es Pontevedra y susbellísimos contornos. Tierra y marse entretejen en amoroso aliento.Tres son sus rías de una bellezafemenina y las tres llenan el almade placenteras languideces, hablande tranquilos amores, de cariciassuaves, de besos sin miedo gozadosa la sombra de los pinares, en loslechos de hierba que muellen laspraderías, en los camerinos que las

Page 496: Urquizo- Tropa Nueva

peñas constituyen en las alcobasque forman las rocas junto al mar;en el propio mar azul de aguasserenas.

La belleza de Pontevedra, estáen su campiña, en sus aldeas, en surío Lérez. Encantadora, simpática ypoética es Pontevedra. Todo esdulce, sencillo, bucólico. La vistavaga de los pinos son manchas en lalejanía, los robledos sombreancampos que sueñan placidez.Parrales que cobijan; hórreossencillos coronados por una cruz.

Page 497: Urquizo- Tropa Nueva

Cruceiros en los caminos. Huertosfrondosos. Una aldea en que brillanlas galerías encristaladas de suscasas; tras de ella bravos pinos; latorre de una iglesia y lascampanadas que bajan de ellaesparciéndose amorosas sobre elcontorno. Un camino que seretuerce y se pierde en el robledal.

Vida mansa, tranquila.Imponderable belleza del paisaje.

El sentimiento, la dulzura y laplacidez, trascienden en toda lacomarca. El río Lérez, se desliza

Page 498: Urquizo- Tropa Nueva

murmurando, manso y tranquiloentre los árboles cuyas ramas bajanhasta las mismas aguas del ríocomo si lo besaran o le dieranabrigo; como cortinas verdes que loacarician. Y el río, enamorado de laverdura va enroscándose en ellaformando meandros que allí sellaman salones y que lo son y hacenellos suspirar, suspiros deliberación del espíritu al verseencerradas en un recinto de follajesobre la tranquilidad de las aguaslímpidas, sobre las que se desliza

Page 499: Urquizo- Tropa Nueva

quedamente la pequeñaembarcación en que paseamos.

Las tres rías de Pontevedrason quizás únicas en el mundoentero. Por dondequiera el verdor.

Las rías, que más bien sonlenguas del mar, forman replieguesy meandros, se meten en la tierraentre las colinas y la tierra a su vezes lengua y brazos que se adentra almar. Tierra y mar se abrazanamorosamente. Duerme el mar yacaso sueña en los brazos de latierra. Las tres rías, como

Page 500: Urquizo- Tropa Nueva

femeninas, responden a tres edades:la de Marín es la chiquilla que nose hizo mujer aún. La de Villagarcíaes la moza, la maruxiña que seacicala para espolear los deseos dealgún mozo, y la de Vigo es lamatrona hermosa y grave.

En los atardeceres la gaita ylas canciones gallegas se dan alviento saturándolo de efluvios.

Villagarcía, Tuy, La Estrada,Marín, Monteporriño y Padrón,otros tantos lugares prodigiosos.

La dulzura y la placidez que

Page 501: Urquizo- Tropa Nueva

trasciende de toda la comarca fue laapropiada para punzar lainspiración apacible y tierna de laaldeana de Padrón, la exquisitapoetisa Rosalía de Castro, la mejory más enternecida cantora de laregión en su dulce idioma gallego:

Campaniñastimbradoiras

D’a iglexiña d’olugar

Miña terra, terradonde m’eu criey.

Page 502: Urquizo- Tropa Nueva

Y ante un camposanto gallego,Rosalía, avecilla canora, dice:

De Galicia osciminterios

c’os seus alcipresesaltos

c’os seus olivosobscuros

y os ses humildesosarios

todos de frorescobertos,

frescos com’os

Page 503: Urquizo- Tropa Nueva

nosos campos,pol-as mañáns

melancólicosy unas tardes

solitarios,cand’o sol poniente

os bañac’o seu resplandor

dourado,cheos d’un gran

desosegoparés que nos din:

¡durmamos!

Page 504: Urquizo- Tropa Nueva

Cementerios gallegos, pobres yacogedores, que no repelen sinoque antes bien agradan, y risueñospara convidar a un sueñoplacentero.

Por Galicia llegué a España enprimavera y por allí salgo tres añosdespués cuando es invierno.

España y sus regiones.Regiones que fueron reinos que seunieron pero que conservan suscostumbres y algunas de ellas hastasu idioma primitivo, disímbolasentre sí pero fuertemente unidas en

Page 505: Urquizo- Tropa Nueva

conjunto.Rudeza y sinceridad, energía,

orgullo, dignidad, valentía, fuerzapara el sufrimiento: característicasinmutables de una raza fuerte. Cadaespañol en el fondo es un anarquistao por lo menos un inconforme; es unQuijote o un Sancho. Fueronnavegantes audaces y fierosconquistadores, siguen siendohombres de lucha.

Alcaldes castellanos que sesienten reyes y chavales audacesque sueñan ser toreros de cartel.

Page 506: Urquizo- Tropa Nueva

Cuerpos militares contradiciones que guardancelosamente en la historia de susancestros, que en sus remotosorígenes tomaron parte en laconquista de América, lucharon ensus guerras de Independencia opertenecieron a los Tercios deFlandes.

Les gusta comer, lo hacen atodas horas y su despensa es rica:jamones ahumados, chorizos,embutidos, butifarras, quesos,arroz, garbanzos, aguardiente,

Page 507: Urquizo- Tropa Nueva

vinos, mazapanes de Toledo, tortasde Alcázar, boquerones de Málaga,mantecadas de Astorga, quesos deCabrales, peladillas de Alcoy,turrones de Alicante y de Jijona,fabes de Asturias; cocido, bacalao,paella valenciana, pote gallego,frutas de Aragón, merluza, sardinas,mariscos y cientos de cosas más.Comer y más comer parece ser supreocupación más inmediata.

El tiempo malo nos habíarecluido a los viajeros de primeraclase en el bar o en la cámara del

Page 508: Urquizo- Tropa Nueva

barco. Desconocidos entre sí losviajantes veíanse con ciertadesconfianza. Había una frialdad yun hielo que habría de romperseforzosamente dentro los doce ocatorce días de la travesía, por laconvivencia obligada de la vida encomún.

Yo, aislado en mi butaca en unrincón solitario, sumido en mí,estaba envuelto en mis propiospensamientos saturados de sueños,visiones, ensueños, realidades,fantasías y acaso hasta un poco de

Page 509: Urquizo- Tropa Nueva

poesía.Mis compañeros de viaje,

quizás también como yocomentarían con sus familiaresremembranzas muy recientes de laestadía en la Patria que dejaban, ylos demás viajeros, los emigrantesde segunda y de tercera clase, supensamiento sería sin duda algunael porvenir que iban a buscar a laAmérica. Parecióme que el barcoaquel en que íbamos, fuera un ataúdnavegante cargado de ánimas delPurgatorio; enorme barca de

Page 510: Urquizo- Tropa Nueva

Caronte transportando almas de unmundo a otro.

La obscuridad del día fuesustituida por la negrura de laprimera noche del viaje.

Page 511: Urquizo- Tropa Nueva

Fui soldado de levitade esos de caballería

(1969)

Page 512: Urquizo- Tropa Nueva

(Fragmento)

Los que hayan tenido paciencia deleerme, se habrán dado cuenta,dentro de mi capacidad paracontarlo, de lo que fue aquellaprimera parte de la lucha contra lausurpación. Yo fui uno de tantos ycuento lo que supe y lo que pasé.

Page 513: Urquizo- Tropa Nueva

Mi alcance no puede ser grande porla misma razón de mi situación declase de tropa. Todos los que comoyo tuvimos la suerte de formar parteen la Revolución tenemos elderecho, y yo creo que hasta laobligación de contar cuantosupimos de la Revolución para quesirva siquiera como datos para losque escriban la historia.

Eramos muchachos los quecomenzamos la Revolución; genteya madura pero no vieja, erannuestros jefes y ganamos

Page 514: Urquizo- Tropa Nueva

seguramente por la juventud,entusiasmo y desinterés quetemamos todos. A los jóvenes nadales duele ni les hace falta ypeleábamos contra soldadosprofesionales, contra tropas quehabían sido cogidas de leva y quelas mandaban oficiales del Colegio,pero que sus jefes, que habían sidobuenos en sus tiempos, ya estabanviejos. Generales y jefes de sesentaaños y hasta de setenta, y el cuerpohumano tiene su ocasión de servirbien pero al fin se va agotando y

Page 515: Urquizo- Tropa Nueva

llegan los achaques, las dolencias ylas enfermedades.

Las fatigas grandes de lacampaña, las caminatas, lashambres, las lluvias, los fríos delinvierno, las desveladas, sólo lasresisten bien los muchachos ynosotros lo éramos entonces. Todosvoluntarios, sin sueldo siquiera; sinmás ropa que la que llevábamospuesta. No teníamos médicos nimedicinas y al que le tocaba un tiroo algún golpe, sanaba o se moría;casi no había término medio.

Page 516: Urquizo- Tropa Nueva

Sueldos, como decía, no loshabía; si acaso, cuando los jefesechaban un préstamo forzoso, nosrepartían a prorrata lo que tocara.Por cierto que en realidad ni faltahacía el dinero. ¿Para qué? Siandábamos en los cerros ocorriendo en los llanos. ¿Comida?Se mataban reses y se asaba sucarne; nos daban harina de trigopara hacer tortillas y cada quien lashacía como podía hacerlas. A veceslos jefes mandaban hacer en grancantidad chicharrones de matanza

Page 517: Urquizo- Tropa Nueva

con la carne de las cabras frita ensu propio sebo. Esa carne durameses y hasta años sin echarse aperder.

Forraje para los caballos, esosí. Sin forraje no hay caballo. Encampaña primero ha de comer elcaballo y después el hombre. Elcaballo es la salvación y cuando secansa, se agota y le salenmataduras, entonces hay queabandonarlo y remudarlo con otroque se escoge de donde lo haya. Elcaballo debe estar fresco y listo

Page 518: Urquizo- Tropa Nueva

para cargar al hombre.A veces los jefes llevaban

tintura de yodo y vendas, únicosremedios con que se podía contar yeso era suficiente; ni modo; nohabía más.

¿Ropa limpia?, ¿de dónde?Olíamos a leones.

Nuestros jefes cuando echabanun préstamo forzoso, siempre dabanuna razón:

—Pagaremos al triunfo,decían.

Me acuerdo que en una

Page 519: Urquizo- Tropa Nueva

ocasión, allá cerca de Torreón,cuando lo estábamos atacando, uncompañero vio afueritas de unjacal, a una gallina y desde luego leechó mano. La dueña del animal, aldarse cuenta, salió gritando:

—No se lleve mi gallina,desgraciado.

—La pagaremos al triunfo,señora.

Al ruido salió del mismo jacalel marido, tal vez, de la mujer,carabina en mano, cortandocartucho, y apuntándole a mi

Page 520: Urquizo- Tropa Nueva

compañero, le dijo:—Aquí ya triunfamos, tal por

cual. ¡Suelte la gallina!Y no hubo más remedio que

obedecerlo.Era una diversión aquello y

todos tan contentos. Es porqueéramos muchachos y todo nos veníaguango y nuestros contrarios erangente forzada, mandados porprofesionales; gente de orden quepeleaban con reglas fijas, quetenían familia a quién cuidar y aquién mantener, mientras que

Page 521: Urquizo- Tropa Nueva

nosotros ni familia ni nada, ni aquién hacerle falta. El que caía,caía, y ni quién lo extrañara.Nosotros éramos la gente delpueblo, los que no tienen nada y portal razón nada les importa. Sólotienen la vida, y la vida cuandonada se tiene, también poco vale.

Los dictadores y losusurpadores viven mientras elpueblo no se yergue y se los sacude.El pueblo es soberano y contra élno se puede nada.

Nosotros éramos, aparte de

Page 522: Urquizo- Tropa Nueva

jóvenes de cuerpo y alma,desinteresados y endurecidos paralas fatigas por nuestros anteriorestrabajos campestres.

Éramos muchachos y con estoestá dicho todo. Don Venustianosolía decir: «Para viejos, conmigobasta». Y eso que él no era viejo.

Efectivamente, los viejosvalen un carajo.

Otra ventaja que teníamos eraque no cargábamos con viejas.Agarrábamos por ay las que sepodían, pero nada de andar

Page 523: Urquizo- Tropa Nueva

cargando con ellas.Por otra parte y esto era lo

principal, peleábamos por unacausa justa y la opinión de lamayoría estaba con nosotros.

Todos unidos derrotamos a losfederales.

Salió Huerta y cayeron todoslos suyos. Ahí debería haberacabado todo, pero no fue así.Después, casi en seguida peleamosunos contra otros y éramos todosrevolucionarios, como decíaFrancisco Villa —«Todos semos

Page 524: Urquizo- Tropa Nueva

los mesmos, nomás que estamosdesavenidos».

Cosa triste pelear entre sícuando los ideales son los mismosy al final de cuentas ninguno de loscontendientes es mejor uno queotro.

Yo seguí como todos,caminando y peleando, pero,honradamente lo digo, ya sin elmismo ánimo ni entusiasmo quecuando íbamos contra un enemigoque lo era de verdad porque eracontrario a la inmensa mayoría del

Page 525: Urquizo- Tropa Nueva

pueblo.A todo esto que he escrito, le

puse por título: Fui soldado delevita de esos de caballería,porque me gustaba un huapangohuasteco con esa letra, pero enrealidad yo no fui soldado de leva;fui voluntario, por mi absolutavoluntad. Tampoco he usado nuncalevita, y bien a bien ni conozco esaprenda de ropa. Sólo por llamar laatención le puse ese título, para quelos que me lean, sepan que aquí estáun soldado olvidado, pobre y viejo.

Page 526: Urquizo- Tropa Nueva

Soy veterano de la RevoluciónDiplomado, pero nada más esotengo. Bueno, también tengonecesidad de todo y me falta lasalud. Nada tengo y estoy conforme.

Junto con otros muchos luché yme tocó la suerte de no quedar en laraya; quién sabe si haya sido mejoro peor. Tiramos una dictadura y unausurpación funestas y con nuestroesfuerzo hicimos un gobierno conleyes buenas para los de abajo; siasí lo reconocen, bien, y si no, quéle vamos a hacer. Ahora nos llaman

Page 527: Urquizo- Tropa Nueva

Cartuchos quemados y en realidadasí viene a ser. Cuando pudimosdisparamos y con los últimosdisparos se acabó la juventud y conella misma se va acabando la vida.Así es. Nada quieren ahora con losviejos, con estos viejos que tambiénfueron muchachos que hicieron todoesto de que ustedes disfrutan. Estosviejos, muchachos de hoy, fueronsus padres y lo siguen siendo. Si loque hicimos, poco o mucho, loquieren reconocer, estará muy bieny si no, ni modo. Pocos quedamos;

Page 528: Urquizo- Tropa Nueva

todos se están yendo ya; casi nohacen bulto.

Muchachos de ahora que gozande la vida y que van a toda carrera,no nos vayan a pisar; yo por mínada les pido. Bueno, sí; les pidocinco dedos juntos y esos cincodedos se convierten en dos de orillay uno de profundidad.

Aquí me despido y antes deirme definitivamente para el otrobarrio, quiero recomendarles a losque mandan y manejan lo quelogramos nosotros, que no se

Page 529: Urquizo- Tropa Nueva

vuelvan para atrás, para que nohaya necesidad de otra bola comola que hicimos nosotros y que fuetan dura.

Las revoluciones son cosas decuidado porque las hacen los quenada tienen que perder, losdesheredados, los pobres que nopueden perder más que lo único queposeen, que es su propia vida yésta, para muchos, no vale nada ymás bien es un estorbo. Lasrevoluciones nunca las hicieron nilas harán las gentes ricas o

Page 530: Urquizo- Tropa Nueva

acomodadas.Cuídense de los pobres y de

los desesperados; son muchos másque los otros y nada tienen quéperder.

Aquí me despido…

Page 531: Urquizo- Tropa Nueva

Memorias de campaña

(1975)

Page 532: Urquizo- Tropa Nueva

La camarada Belem

El ejército constitucionalistainiciaba su avance inconteniblehacia la capital de la República.Había caído Torreón de maneradefinitiva.

Un colega de las fuerzas deCalixto Contreras y yo veíamos una

Page 533: Urquizo- Tropa Nueva

película en el cine Pathé de donIsauro Martínez, único cineentonces que había en Torreón y quefuncionaba en una amplia carpainstalada frente a la Plaza deArmas. No había muchaconcurrencia.

Abstraídos estábamos viendola cinta cuando dos mujeres,molestando a las personas queocupaban asientos en nuestra fila,trataban de instalarse precisamentea nuestro lado, habiendo tantosasientos en los propios pasillos del

Page 534: Urquizo- Tropa Nueva

lunetario, quizás hasta máscómodos que aquellos que parecíanser de su preferencia. Ideas quetiene la gente; ganas de molestarobligando a levantarse a lossentados para darles paso. Seacomodaron a mi lado. En contrastecon el olor a sudor de laconcurrencia, las recién llegadasolían a ropa limpia y agua decolonia.

—Por lo menos huelen bien —comenté con mi amigo.

—¿Crees que huelo bien? —

Page 535: Urquizo- Tropa Nueva

me contestó una de ellas.¿Quién era aquélla que me

tuteaba? ¿Alguna conocida quizás,de allí de mi pueblo? En laoscuridad de la sala traté dediscernir. Era una morenilla ni feani bonita, más bien delgada decuerpo.

—¿Nos conocemos?—Hombre, claro. Yo te conocí

desde que entré; veo en laoscuridad como los gatos. SoyBelem. ¿Ya caíste?

—¿Belem?, ¿nuestra

Page 536: Urquizo- Tropa Nueva

compañera de Monclova, deCandela y de Monterrey?

—La misma.—¿Te diste de baja? ¿Dónde

dejaste el sombrero tejano y lapistola?

—Los dejé en el hotel. Acabode llegar de Monclova. Sigo con lagente de Murguía. Mañanatemprano salgo para Chihuahua; voya ver qué me quedó de familia. Soyde allá. ¿Y tú? ¿Ya no andas condon Venustiano?

—Me mandó para acá con el

Page 537: Urquizo- Tropa Nueva

general Contreras, con ManoCalixto, como le dicen.

—¿Qué tal está la película?—Regular. No me parece muy

entretenida.—Entonces ¿por qué no

salimos a tomar una copa o unrefresco?

—Me parece muy bien. Si nohas cenado, cenaremos.

Salimos los cuatro y ante unosplatos de cabrito y enchiladasnorteñas y unas botellas de cervezafría, tuvimos una charla de horas.

Page 538: Urquizo- Tropa Nueva

No era Belem locuaz, sino másbien parca en las palabras, perotanto había andado en la bola, quetenía mucho que contar, si se lepicaba y estaba de humor, como enaquella noche, vestida de«paisana».

Andaba de revolucionariaactiva desde el orozquismo, y nohabía parado. Participó en decenasde combates. Montaba muy bien alestilo femenino, pues nunca usóindumentaria masculina a excepcióndel sombrero tejano, unas polainas

Page 539: Urquizo- Tropa Nueva

y la pistola y las cartucheras en lacintura y en el pecho. Tenía unaserenidad y un valor a toda pruebay más historia y vergüenza quemuchos hombres. Nunca tuvo gradomilitar ni disfrutó de ningún sueldo.Se bastaba a sí misma; nunca fuecarga para nadie. Ensillaba sucaballo, le daba de comer, debeber. Se acomodaba donde podía yse procuraba su alimento. Dura erapara la fatiga; su cuerpo, delgadopero fuerte, resistía las durasjornadas, las hambres, las lluvias,

Page 540: Urquizo- Tropa Nueva

los calores del verano lo mismoque las duras nevadas del invierno.

No era alegre, no cantaba ypoco reía, pero tampoco era detemperamento triste. Era normal,norteña pura; absolutamente normaly equilibrada. A su cuerpo le dabalo que le pedía, sin abusar de nada.Había tenido que ver con varios ycortaba sus relaciones cuando así locreía prudente.

Siempre andaba sentada enbuen caballo, que manejaba conmaestría y disparaba pistola y rifle

Page 541: Urquizo- Tropa Nueva

con gran precisión. En los combatesandaba siempre tan adelante comolos más valientes. No conocía elmiedo y su sola presenciaavergonzaba a los mediocres ytimoratos.

Era popularísima Belem entrelas fuerzas del noroeste, y suapellido bien a bien nunca se supo.Era lo de menos. No tenía la menorimportancia: Martínez, Rodríguez,lo mismo daba. Era Belem, nadamás. Con los federales nuncaanduvo. No era una soldadera; era

Page 542: Urquizo- Tropa Nueva

una militante desinteresada.Absolutamente desinteresada. Nigrado militar, ni haberes, nidiplomas o medallas pidió nunca.Fue única.

—Me preguntabas tú que en dóndehabía dejado yo el sombrero tejanoy la pistola, y yo te pregunto a ti,¿dónde dejaste tu blusa? Tú no meconcibes a mí vestida como estoy,ni yo te puedo imaginar sin tu blusalarga de soldado de caballería

Page 543: Urquizo- Tropa Nueva

federal.—Mi blusa la conservo como

una reliquia, como un talismán.Cada vez que me la pongo ocurrealgo grave y hasta le tengo miedo,pero, por otra parte, siempre salgocon bien de lo que acontezca. Espara mí como una especie deescapulario benefactor.

—Cuéntame, después delataque a Monterrey te perdí devista. ¿A dónde fuiste a dar?

—Me mandó don Pablo aSonora con unos documentos que le

Page 544: Urquizo- Tropa Nueva

urgía conociera el Primer Jefe, ytambién porque el mismo donVenustiano le había dicho a donPablo que en cuanto fuera posibleme regresara a su lado. Así pues,fui a Sonora, al Estado Mayor, y measignaron también el mando de laescolta montada, que se componíade dos escuadrones.

Fuimos con don Venustianohasta Sinaloa y después hastaCiudad Juárez y Chihuahua. De allíme designaron a que viniera aquícomo jefe del Estado Mayor del

Page 545: Urquizo- Tropa Nueva

general Calixto Contreras. ¿Y tú?La última vez que te vi fue en loscombates de Monterrey, por ciertoque te acompañaba una güerejita,«alta nueva», que parecía muyentusiasta y que después supe que lahabían matado.

—Aquella muchacha sellamaba Julieta. Se juntó conmigoallí mismo en Monterrey; allícomenzó su carrera revolucionariaactiva, que duró justamente lo queduró el ataque a la plaza: tres días.A la evacuación —¿te acuerdas?—

Page 546: Urquizo- Tropa Nueva

era una noche oscura; la gentenuestra casi toda iba borracha y losfederales de la caballería deRicardo Peña nos pisaban lostalones. La muchacha aquella, llenade entusiasmo, estaba empeñada enque los nuestros se regresaran apelear. Ni quien le hiciera caso. Serezagó un poco y le echaron manolos federales; allí mismo la matarony la colgaron de un poste. Bueno,pues la gente de Murguía, con quienandaba yo y con quienes sigo, nosregresamos al norte de Coahuila a

Page 547: Urquizo- Tropa Nueva

revolucionar y con la esperanza delevantar cabeza y a ver si se noshacía recuperar Monclova; laatacamos y no pudimos; tuvimosque retirarnos hasta SanBuenaventura; nos persiguieron yfuimos hasta Cuatro Ciénegas y allítambién tuvimos que salir y nosecharon hasta Ocampo y de ahí nossacaron con rumbo a SierraMojada. Estábamos de malas; detodas partes nos sacaban.

De Sierra Mojada nos mandódon Venustiano algo de parque y

Page 548: Urquizo- Tropa Nueva

nos rehicimos en plan grande.Volvimos a la carga. MandóMurguía cortar la vía férrea deMonclova al sur y de Monclova alnorte. No atacamos a Monclovasino que nos fuimos sobre Allende.Creo que ése es tu pueblo, ¿no?

—Allí me crié, pero yo nacíaquí, en San Pedro de las Colonias.

—Pues allí en Allende, quiénsabe por qué motivo, razón aparenteno la había, se habían concentradocerca de mil federales y losmandaba Alberto Guajardo, antiguo

Page 549: Urquizo- Tropa Nueva

maderista y amigo de intimidad dedon Venustiano Carranza, y ahorafuribundo huertista, conocedor delterreno y hombre de pelea. Losatacamos con ganas un día entero ytuvimos la suerte de pegarles de afeo. Guajardo salió herido y huyóhacia Piedras Negras. Cogimosquinientos prisioneros, milquinientos fusiles, diezametralladoras entre pesadas yligeras, medio millón de cartuchosy cinco cañones. Entre losprisioneros, diez y siete oficiales. A

Page 550: Urquizo- Tropa Nueva

Alberto Guajardo lo perseguimospero no logramos capturarlo; llegóhasta Piedras Negras y se pasó allado americano. La guarniciónfederal se pasó también a EaglePass y ahí nos tienes a nosotrosentrando triunfantes a PiedrasNegras sin disparar ni un tiro. En unsantiamén aumentó nuestra gente; deseiscientos que éramos, llegamos ados mil quinientos, con cincocañones y diez ametralladoras más.La artillería bien manejada, puesMurguía les perdonó la vida a los

Page 551: Urquizo- Tropa Nueva

artilleros federales que seincorporaron a nosotros. El jefe deellos es uno muy listo que se llamaHumberto Barros.

Ya con esa fuerza, nossentimos con ganas de entrarle aMonclova y nos devolvimos haciaallá. No nos esperaron; también laevacuaron más que de prisa.Cuando iban a comenzar lasoperaciones sobre Allende,Murguía recibió a un enviado deGuajardo que le avisaba que losamericanos habían invadido a

Page 552: Urquizo- Tropa Nueva

México y lograron tomar el puertode Veracruz, que así las cosascambiaban y deberían de unirsetodos para pelear contra losgringos. Murguía le dijo al enviado,de parte suya y de todos los queandábamos con él, que se fuera a latal y que nada de juntarse ni muchomenos; que nosotros teníamos paraellos y para los invasores y que sefueran muy lejos con componendasque olían a puras tanteadas.

Y todo esto que te estoycontando acaba de pasar: hace

Page 553: Urquizo- Tropa Nueva

apenas unos días; casi al mismotiempo que Villa tomaba Torreón,nosotros tomábamos Allende.

Don Pablo González, tesonerocomo es, no ha dejado de pelear:tomó Ciudad Victoria, atacóTampico; por poco toma Laredo,pero no le fue posible, y por finlogró tomar Monterrey. Ya nomásfalta Saltillo.

—Para allá vamos nosotrosahora. En cualquier día de éstos.

—Y tú, ¿estás contento allídonde estás?

Page 554: Urquizo- Tropa Nueva

—Yo donde quiera estoy biensiempre que haya actividad. Ahoraya hasta ganamos sueldo y nospagan con billetes, y por lo quehace a mí, me pagan en pesos deplata. ¿Tú conoces los pesos quehace don Calixto Contreras?

—Me han contado.—Míralos. Ahí te regalo este

puñito.—¡Qué monada! Pesos de pura

plata igual a aquellos del tiempo dedon Porfirio, con su águila y unletrero que dice «Ejército

Page 555: Urquizo- Tropa Nueva

Constitucionalista. Muera Huerta».Gracias. Los conservaré como unrecuerdo.

—Los gringos los compran ylos pagan muy bien. ¿Y de tu propiavida, de tu vida íntima, quécuentas?

—Soy la misma que tú hasconocido. No he cambiado ni tengopor qué hacerlo. Me gusta lalibertad. No tengo ni admitocompromisos. No soy una mujerfácil ni liviana. Cuando el cuerpome pide hombre, lo busco, me

Page 556: Urquizo- Tropa Nueva

satisfago, y a otra cosa. Losenamoramientos me parecenridículos. Casi soy como unhombre.

—¡Y qué hombre! Les pones lamuestra. ¿Nunca has sentido miedo?

—Muchas veces, pero me loaguanto. ¿Y tú?, en tu vida íntima,esa que me preguntas, ¿qué? ¿No tehas levantado alguna vieja por ahí?

—No: soy como tú me hasconocido y así pienso seguir. Yocreo que el hombre, el que esmilitar o revolucionario, si es

Page 557: Urquizo- Tropa Nueva

casado o amancebado pierde en elesfuerzo su actividad.

—Eso es la pura verdad. ¿Teacuerdas cuando nos conocimos?

—Fue en Monclova; en elhotel de los chinos.

—Otra vez nos volvimos a veren otro hotel, también de chinos, enSabinas. En la frontera todos losmejorcitos son hoteles de chinos,porque los demás no valen nada.

—Y siguiendo esa costumbre,a lo mejor aquí en Torreón tambiénhabrás ido a alojarte al hotel chino.

Page 558: Urquizo- Tropa Nueva

—No. Aquí estoy en el hotelIberia. Oye, y no teniendo tú ningúncompromiso ni yo tampoco, ¿quiénnos impide a ti y a mí…?

—Nadie.—Pensaba irme a Chihuahua

mañana por la mañaña, perohabiendo tenido el gusto deencontrarte me demoraré un día odos más.

—¿Y por qué no te quedasaquí entre nosotros ya de una vez?Todos somos los mismos.

—Seguramente había de

Page 559: Urquizo- Tropa Nueva

extrañar mucho a mi gente. Soyrutinera; no me gusta cambiar.

Era ya más de medianochecuando salimos de aquellacenaduría del viejo conocidoEspiridión Cantú, especializado endar de comer a los trasnochadores.Belem se cogió de mi brazo comosi fuéramos una pareja feliz.

Años después, en pleno triunfo, noscontaba Virginia Fábregas:

—¿Saben ustedes quién debutó

Page 560: Urquizo- Tropa Nueva

en mi compañía la vez queactuamos en Chihuahua?

—¿Quién?—Belem. Aquella Belem tan

famosa de las fuerzas de Murguía.Fue el mismo general Murguía elque influyó conmigo para queentrara al teatro. Parece que teníaella unos deseos locos por serartista; le parecía la cosa mássencilla del mundo. Por complaceral general Murguía nos propusimostodos en la compañía enseñar aBelem. Ensayos y ensayos para que

Page 561: Urquizo- Tropa Nueva

dijera unas dos o tres frases de unpapelito insignificante. Tenía, esosí, que pronunciar las «ces» y las«zetas»; imposible ni que laspronunciara ni que dejara aquelmodillo de hablar al estilofronterizo. Un día nada más trabajóy quedó convencida, ella y todos,de que para eso no había nacido.

No supimos más de ella. Se la tragóel desierto norteño.

Page 562: Urquizo- Tropa Nueva
Page 563: Urquizo- Tropa Nueva

FRANCISCO LUIS URQUIZO(Coahuila, 1891 - Ciudad deMéxico, 1969) Militar y escritormexicano, cronista del período dela Revolución; se considera que esquien ha glosado, con mayoreficacia y vivacidad, este episodiodecisivo en la historia de su país.Fue militar de carrera. Al estallarla Revolución, siendo él apenas unadolescente, se alistó en las tropasde Francisco I. Madero, para mástarde servir al lado de VenustianoCarranza. Alcanzó el grado de

Page 564: Urquizo- Tropa Nueva

general de división y desempeñódiversos cargos en el gobiernomexicano, sobre todo relacionadoscon el ámbito castrense y la defensanacional. Su vivaz y muy amenaobra literaria posee un verdaderotalento natural para el relato de lossucedidos y episodios de campañay para la prosa narrativaautobiográfica. Sus libros encierrandescripciones auténticas yvigorosas de lo que fue la luchaarmada en los primeros años delsiglo XX mexicano.

Page 565: Urquizo- Tropa Nueva

Entre ellos destacan Tropa vieja(1943), Fui soldado de levita deesos de caballería (1967) yMemorias de campaña (1971).Publicó también varias crónicas,como Cosas de la Argentina (1923)y Madrid de los años veinte(1961), acerca de los países en losque vivió o visitó, biografías sobreCarranza, Morelos y Madero, yrelatos como los recogidos enCuentos y leyendas (1945).

Page 566: Urquizo- Tropa Nueva

Notas

Page 567: Urquizo- Tropa Nueva

[1] Quint pis en catalán es quintopiso. <<

Page 568: Urquizo- Tropa Nueva

Table of Contents

Tropa nuevaPrólogoTropa nuevaDe la vida militar mexicana

El CuacheLos dos capitanesEl teniente de laalmohada

H.D.T.U.PLa columna rebeldeLa tristeza del viejo

Page 569: Urquizo- Tropa Nueva

La cabeza de BlanquetTropa vieja

Primera parteVIII.(Fragmento)X

Segunda parteVI.(Fragmento)

Cuentos y leyendasLa última aventura deMurguía

… Al vientoEl primer crimen

Page 570: Urquizo- Tropa Nueva

Charlas de sobremesaIVXV

Aquellos años veintesLisboaCoimbraLa partidaUn sueño viviente

Fui soldado de levita de esos decaballería (fragmento)

Memorias de campañaLa camarada Belem

AutorNotas