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El Campo del Moro Guías para descubrir tu ciudad trips

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El Campo del Moro

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El Campo del Moro

Guías para

descubrir tu

ciudad

trips

Introducción

Situado en el corazón de la ciudad, a la sombra del Palacio Real,

el Campo del Moro pasa por ser uno de los jardines más bellos de

la capital y uno de los más desconocidos.

Sus sinuosos paseos nos invitan a adentrarnos en los sombríos y

frescos bosquetes, donde nos sorprenden los portes imponentes

de algunos de pinos carrascos, tejos o secuoyas. Inspirado en el

jardín romántico, es un jardín para ser leído, para ser descubierto,

donde cada rincón atesora una sorpresa. Lleno de deliciosos

lugares donde sentarse a contemplar los pájaros, oler la fragancia

de sus flores o leer plácidamente, protegidos del calor y el ruido

de la ciudad. Quizás el canto agudo del pavo real, te provoque

evocadores viajes a través de las historias y leyendas que guardan

sus copas.

De pronto, el camino te conduce a lugares sobrecogedores,

como el Paseo de Vistas del Sol y su panorámica sobre el Palacio,

o retrocedas a tu infancia en el estanque de las ranas,

contemplando los cisnes y los patos.

El Campo del Moro, te sorprenderá y te atrapará, seguro que no

será la única vez que vuelvas.

Enrique García

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Situados junto al Palacio Real, en

la orilla del Manzanares, sus 20

hectáreas pasan por ser unos de

los jardines más bellos y desco-

nocidos de la capital. Y no es de

extrañar, porque para sus propie-

tarios, los reyes de España, tam-

bién lo han sido a lo largo de su

historia.

Madrid surgió a lo alto de una

colina defendida de manera

natural por un gran cortado y las

aguas del río. Sobre esta fortaleza

natural, se construye una ciuda-

dela fuerte en tiempos de Moha-

med I, para defender la ciudad de

Toledo del avance de las tropas

cristianas. Con la toma de la

ciudad por Alfonso VI, el alcázar

pasa a ser residencia principal.

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No es hasta la proclamación de

Madrid como capital del reino, por

Felipe II, cuando el viejo alcázar pasa

a ser Palacio Real. Éste también es el

encargado de comprar las huertas

que se situaban en la vega, con la

intención de prolongar los terrenos

de palacio con los de la Casa de

Campo y El Pardo. Estos terrenos

pasarían a denominarse el Parque. Y

se entendían más como un bosque

donde practicar la caza, que un lugar

ajardinado.

Durante el reinado de Felipe IV se

realizan ciertas obras de acondicio-

namiento, como fuentes y la plan-

tación de árboles. Se realizaron

algunos festejos en él, hasta que el

Conde-duque de Olivares, recomen-

dó por seguridad, que tales festejos

se trasladasen al Parque del Retiro.

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Con la llegada de los borbones a

manos de Felipe V y el posterior

incendio del palacio en la

Nochebuena de 1734, surgen

proyectos para transformar el

Parque, en lujosos jardines al

estilo de las cortes europeas. Para

ello primero Sacchetti y después

Ventura Rodríguez diseñaron

trazados geométricos para los

terrenos adyacentes. Con la

llegada de Carlos III estos proyec-

tos vuelven al abandono y el

Parque solo recibe esporádicos

impulsos como la construcción

del túnel, que unía el Parque con

la Casa de Campo, en tiempos de

José I.

No fue hasta el reinado de Isabel

II, con la proximidad de su boda,

cuando se establece una

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prioridad en urbanizar los jardines. Se

le encargan al arquitecto real Narciso

Pascual y Colomer las obras. Se

realizó un importante desmonte, se

nivelaron los terrenos con los

escombros procedentes de las casas

e iglesias, que se derribaron en la

remodelación de la Puerta del Sol. Se

mantuvieron el eje del Paseo de las

Lilas y la calle de árboles entre las

puertas de la Cuesta de la Vega y la

Cuesta de San Vicente. Dividió el

espacio en bosquetes por medio de

un trazado geométrico y lo rodeo de

un paseo perimetral con árboles.

Mandó traer las fuentes de los

Tritones y de las Conchas, y las

enlazó con una cascada, que nunca

llego a terminarse. Muy del gusto de

la época se crearon diversos

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invernaderos mandados construir

al francés Nicolás Grouselle.

Con la revolución de la Gloriosa,

el proyecto de Colomer quedó

muy dañado. Es con su sucesora,

la Regente María Cristina de

Habsburgo, cuando se ordena

definitivamente. Se hace de la

mano del Jardinero Ramón Oliva.

Conservó el trazado de Colomer

de los ejes centrales y la

disposición de las fuentes. Se

introdujeron las canalizaciones

que traían el agua del Lozoya. Se

procedió a la plantación de 9.500

árboles, 400 de ellos palmeras y

20.800 arbustos, de ellos 12.000

rosales. El trazado corresponde a

los gustos del la segunda mitad

del XIX, el jardín romántico de

paseos sinuosos y naturalezas

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salvajes, en los que el caminante

descubre escenarios de evocación e

inspiración exótica.

El arquitecto real, Enrique Repullés,

llevó a cabo el cerramiento del jardín

con una verja de hierro, sobre un

muro de ladrillo y piedra de Colme-

nar. Se encargó de la embocadura

del túnel de Bonaparte de Villa-

nueva, con rocalla. Son suyas

también las obras de los diversos

pabellones, unos de recreo como el

Chalet de la Reina o el del Corcho, y

otros funcionales como la casa del

guarda, los pabellones de cuerpo de

guardia de las puertas de San

Vicente y de la Vega, y las

edificaciones de la fábrica de gas y

de luz eléctrica.

En 1931 se le otorga, la los jardines,

de la categoría de bien de interés

histórico-artístico.

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Durante la guerra civil sufrió

numerosos daños que fueron

restaurados durante los años

cuarenta.

En los años sesenta, comienza la

construcción del Museo de ca-

rruajes, pendiente tras la demo-

lición de las caballerizas reales en

1931, para alojar la colección de

carrozas reales. El proyecto de

Ramón Andrada, se inspiró en el

pabellón de España de la

exposición de Bruselas de 1958.

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El Chalet de la Reina

Originalmente llamado Chalet de Su

Majestad el Rey, se levanto en apenas

un año. Responde a los trazados de

Enrique Repullés que mandó edifi-

carla en 1898 con clara inspiración a

la arquitectura germana y alpina,

lugar de procedencia de la Regente

María Cristina. Cuenta con un cuerpo

central destinado a festejos o salón

de baile y dos cuerpos laterales, uno

con tocador y servicio y otro con un

oficio. Su estilo recuerda a la

arquitectura de las casas góticas de

entramado de madera de origen

inglés o germánico.

El Chalet del Corcho

Constituye otro de los caprichos que

solían embellecer el jardín de clara

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Lugares de interés

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Inspiración orientalizante. Pertene-

ce al mismo conjunto mandado

construir por Repullés. Ya parece

en documentación gráfica de

1883 y en fotografías de los

festejos de las bodas de Alfonso

XIII.

El Chalet del Guarda

También obra de Ripolles perte-

nece al conjunto de obras

funcionales del parque. Cons-

truida en madera al estilo tirolés,

alberga dos viviendas para la

guardería del jardín.

El Pabellón de Guarda de la

Cuesta de San Vicente

Es un pequeño cuartelillo

mandado construir por Ripollés

en 1894 a la vez que la verja de

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cerramiento. De trazas medievales, se

pensó en rodearlo de un pequeño

foso que iluminara los sótanos.

El Pabellón de Guarda de la Cuesta

de la Vega

Se construyo siguiendo el estilo del

otro cuartelillo, dispuesto en la

entrada opuesta. Como un pendat de este, se planteo como pequeño

castillo con almenas y torrecillas

circulares en sus esquinas. Finalmen-

te se quedo en un proyecto más

sencillo, pero que mantuvo la picuda

cubierta de plomo.

El Túnel de Villanueva o Bonaparte

Trazado por Villanueva y escavado

durante el Reinado de José Bona-

parte, se pretendía hacer una vía de

accedo directo a la Casa del campo a

través del Puente del Rey, constru-

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yendo un viaducto para salvar el

Manzanares. Años después Repu-

llés adorna su embocadura simu-

lando una rocalla, muy del gusto

de la época.

La Fuente de los Tritones

Construida en Italia en el siglo

XVII se traslado a España en 1656,

instalándose en el Jardín de la Isla

de Aranjuez, por orden de Felipe

IV. Fue emplazada aquí por

Colomer en 1846 durante las

obras de construcción de los

nuevos jardines. Situada sobre

una pileta de granito circular y

una grada. Esta elaborada en

mármol blanco al estilo italiano.

Formada por tres cuerpos, en el

primero tenemos tres tritones,

que sujetan un escudo con su

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mano derecha y una vasija sobre su

hombro izquierdo. Tres figuras feme-

ninas portadoras de mascarones y

cuernos de la abundancia confor-

man el fuste. Entre sus hombros

aparecen hombres barbados y ador-

nos florales y frutales. Sobre sus cabe-

zas se sostiene un vaso en forma de

concha, adornado con sirenas y

animales fantásticos. El segundo

cuerpo lo forman cuatro columnas

custodiadas por ángeles que sujetan

el siguiente vaso, decorado con

máscaras, coronas y motivos florales.

El tercer cuerpo lo forma un peque-

ño amorcillo con una caracola y un

delfín a sus pies.

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La Fuente de las Conchas

Del siglo XVIII, es un diseño de

Ventura Rodríguez que fue

esculpido por Francisco Gutiérrez

Arribas y Manuel Álvarez “el

griego”. Decoró los jardines del

Palacio del Infante Don Luis, en

Boadilla del Monte . Regalada por

los Duques de San Fernando a

Fernando VII. Terminó en el

Campo del Moro durante las

obras de Colomer. Elaborada en

mármol blanco cuenta con tres

cuerpos. El primer cuerpo escul-

tórico lo forman el pilón con tres

tritones niños que sujetan una

concha cada uno. El segundo

cuerpo, tritones ancianos, con

caras de delfín, sobre una base

circular adornada por grandes

conchas y tortugas. La parte

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superior la forman unas ninfas que

sujetan una taza que contiene un

niño o amorcillo, con un delfín que

forman el surtidor.

La Estatua de Isabel II

Realizada por José Vilches, es uno de

los numerosos conjuntos escultóricos

que adornan el jardín.

Nacida en 1830 su vida corresponde

muy bien con su apodo, “la de los

tristes destinos”. Hija de Fernando VII,

pasa a ser nombrada reina sin haber

cumplido los tres años, con la

abolición de la ley sálica que impedía

reinar a las mujeres. Con ello se

produce un enfrentamiento, la pri-

mera guerra Carlista, entre los par-

tidarios de su tío Carlos, hermano de

Fernando VII y los partidarios de

Isabel. Su minoría de edad la obliga a

estar sujeta a la regencia de su

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madre María Cristina Borbón Dos-

Sicilias, tan desastrosa que se ve

obligada a adelantar la mayoría

de edad de la reina a los 13 años,

para que comience su reinado. A

los 16 años es obligada a casarse

con su primo hermano Francisco

de Asís y Borbón, para complacer

los intereses políticos de la nación.

Pese a la fama de apocado y ho-

mosexual de su marido, engen-

draron doce hijos, muchos de

ellos nacieron muertos o falle-

cieron a os pocos días. Las malas

lenguas aseguran que fueron

hijos fuera del matrimonio fruto

de la relación de esta con los

dirigentes políticos de turno. La

inestabilidad fue tal en el país, que

se produjo una revolución, la

llamada La gloriosa que la obligo

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a salir del país en 1868. Tras el breve

experimento republicano, que duró

solo un año, se instauro el reinado

de Amadeo I de Saboya en espera de

la mayoría de edad de Alfonso XII,

hijo de Isabel, en él que ella había

abdicado.

Isabel murió en Francia en 1904.

La Estatua de Francisco de Asís de

Borbón

Nacido en Aranjuez en 1822 fue hijo

del infante Francisco de Paula de

Borbón, hermano de Fernando VII.

Por motivos políticos se le consideró

el candidato perfecto para casarlo

con Isabel II, pese a ser primos

hermanos. La difícil situación política

aconsejaba un rey procedente de la

aristocracia pero que no estuviera en

la línea de sucesión de ningún trono

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europeo. Tuvo que vivir el infierno

de la incomprensión de un pue-

blo que lo tildaba de homosexual

y apocado y de una esposa, que

decía de él, que gastaba más

puntillas en la noche de bodas,

que la propia reina. A ello se le

suma una extraña enfermedad, la

hipostasia, una malformación de

uretra, por la cual el orificio, no

esta en el glande, sino en el

tronco del pene, y ello le impedía

orinar de pie. Todo ello alentaba

la condición de ninfómana de la

reina y ponía en duda, la paterni-

dad de sus doce hijos.

Acomplejado por la situación gus-

taba retirarse al palacio de Riofrío

durante largas temporadas. Tam-

bién fue el gran mecenas de su

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época y fiel hermano, que adopto a

sus cuatro sobrinos tras la muerte de

su hermano Enrique en un duelo.

Tras su exilio con Isabel II a Paris, tras

la Revolución de La Gloriosa, se

instalo en un palacete donde asegu-

ran vivió el resto de sus días en

compañía de su amante.

Pese a los grandes rumores de

homosexualidad, algunas fuentes

aseguran que tuvo hijos fuera del

matrimonio y numerosos amantes.

La Fábrica de la Luz

La fábrica fue proyectada por

Repullés en 1896. Creo dos edificios

uno con un cuerpo central y dos

torreones circulares rematados con

chapitel cónico. Posteriormente fue

transformado en viviendas y elimi-

nados los chapiteles. Donde se alber-

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go el economato de Patrimonio.

El otro edificio albergaba la propia

fábrica de la luz, con dos pabe-

llones cuadrados que simulaban

sendas torres. Uno de ellos fue

parcialmente demolido con la

ampliación de la cuesta de San

Vicente, el resto se convirtió en

garajes tras la Guerra Civil.

El Museo de Carruajes

El Museo de carruajes se edifica

posteriormente tras la demolición

de las caballerizas reales en 1931

para alojar la colección de

carrozas reales. El proyecto de

Ramón Andrada, se inspira en el

pabellón de España de la expo-

sición de Bruselas de 1958.Cons-

truido en una sola planta es

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una sucesión de hexágonos yuxta-

puestos. Frente a él se instaló un

jardín de inspiración romántica con

una fuentecilla, un pequeño estan-

que salvado por un puentecillo y

parterres de flores y sauces llorones.

En él se exhibían algunas piezas

claves como la Carroza negra del

siglo XVII, la Silla de Carlos III del siglo

XVIII y la Berlina del siglo XIX. Hoy se

encuentra cerrado a espera de

incluirse dentro del Museo de las

Colecciones Reales. En los jardines

aún se puede disfrutar de un

carromato del siglo XVII, utilizado

durante la construcción del Palacio

Real.

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La Estufa de las Camelias

Considerada la construcción más

antigua, es parte de la solución

que ideo Sacchetti para salvar el

desnivel de casi treinta metros,

entre el palacio y el parque. Para

ello elabora una serie murallones

y rampas abovedadas. La llamada

gruta grande, fue utilizada como

invernadero y formaba parte de

un conjunto acuático que no

llego nunca a realizarse. Esta

gruta recibe el nombre de estufa

de las camelias, pues los jardi-

neros reales del siglo XIX se dedi-

caron al cultivo de estas en la

gruta. La pequeña o gruta chica,

en el tramo final, se utiliza actual-

mente como sala de ensayo de la

banda de música de la Guardia

Real.

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Estos centenarios árboles, también

atesoran entre sus raíces numerosas

leyendas, que hacen del paseo entre

los sinuosos senderos una experien-

cia sensorial.

Juan II de Castilla, fue proclamado

rey en las Cortes celebradas en la

Villa de Madrid en 1419, a la edad de

catorce años. Aunque tildado de ho-

mosexual y apocado, venía a unificar

de nuevo Castilla tras la regencia que

había dividido el reino entre su

madre y su tío. Fue aclamado a su

paso por las calles por el pueblo y se

le obsequió con un gran oso,

símbolo de la ciudad. El oso y su

cuidador fueron alojados en los

bosques cercanos a palacio a los que

acudía el rey a ver los asombrosos

ejercicios que realizaba la fiera. Para

ello el rudo cuidador golpeaba al

animal con una gruesa barra de

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leyendas

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hierro y lo dirigía con grandes ca-

denas que lo estrangulaban.

Una mañana el domador sobre-

saltado mando llamar a la guar-

dia, el oso había escapado duran-

te la noche de su jaula. En vano

buscaron los guardias y los mon-

teros del Rey ayudados por las

realas, pero no dieron con él. A la

mañana siguiente, él que desapa-

reció fue el domador.

Los años han pasado y los siglos

también, pero todavía hay quien

ha oído las pisadas y los gruñidos

del oso e incluso en las noches de

luna, han visto la silueta recortada

del oso persiguiendo a su cruel

domador.

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El antiguo alcázar siempre contuvo

entre sus muros extrañas historias de

ruidos y objetos que se movían en las

habitaciones, que sobresaltaban a las

damas y hacían de las noches, un

momento muy poco reconfortante.

Dicen que cuando Felipe V llego a

España procedente de la corte de

Versalles, el austero alcázar de los

Austrias le pareció más bien un

castillo ruinoso que un palacio. Pero

el pueblo, receloso de un rey francés,

no estaba muy por la labor de

ofrecer su bolsa, para la construcción

de un ambicioso palacio que lo

pusiera a la altura de las demás

cortes europeas, a costa de empo-

brecerles aún más. Por ello, se

cuenta. que cuando en la Noche-

buena de 1734 se produjo un pe-

queño incendio en las cocinas de

palacio, si este no fue intencionado,

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se le dejo actuar libremente, para

tener motivos para renovar el

palacio. Durante la construcción

de los grandes muros que debían

sostener el palacio sobre el corta-

do, corrieron entre los obreros re-

latos de extrañas presencias, co-

mo sombras que escalaban los

muros, con más habilidad y des-

treza que ningún humano

hubiera conseguido jamás, juró

uno de los encargados de las

obras. Pero los ánimos se

exaltaron todavía más, tras la

caída de un obrero de lo alto de

un andamio. Sus compañeros

dijeron habían visto como tras la

tragedia, unas sombras salieron

volando de lo alto del muro. No

hubo más remedio que exorcizar

la obra con agua bendita y

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colocar escapularios a los obreros e

imágenes religiosas para que estos,

quisieran continuar.

Pero no todas las historias que

guarda este maravilloso lugar son

trágicas. Con la construcción de los

nuevos jardines las damas de la corte

gustaban de realizar largos paseos

por los nuevos lugares, muy de los

nuevos gustos europeos y dejarse

sorprender por las esculturas y los

caprichos, que aparecían en los

lugares más recónditos del Parque.

Pero pronto la sorpresa comenzó a

ser una extraña figura embozada,

que aseguraba ser el alma en pena

de un amante insatisfecho, al que el

Moro, le arrebató y mató a su amada.

El fantasma compungido, las obse-

quiaba con dulces palabras al oído y

arrumacos en las sombras más

recónditas del Parque. Parece que

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lejos de inquietar a las damas de

la corte, estas acudían con más

fervor, buscando a la romántica y

atormentada alma, entre los se-

tos y los arbustos. Este fantasma

del amor, era exclusivo de la Cor-

te, única en visitar los jardines de

Palacio. Se comenta que incluso,

una mocita se llego a quedar en

cinta, de la famosa sombra embo-

zada.

Estos jardines reales durante si-

glos no tuvieron otra denomi-

nación que El Parque, pues lo

dificultoso de su orografía, con un

desnivel de casi treinta metros

entre Palacio y los Jardines, no

recomendaba los ligeros paseos

para refrescarse y era más utiliza-

do como un cazadero para los

reyes, que un jardín de recreo

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para las damas.

Su nombre de Campo del Moro,

aparece en el siglo XIX, en pleno

romanticismo y con el gusto orien-

talista que invadía las cortes euro-

peas. Buscando un evocador nom-

bre para los nuevos jardines manda-

dos construir por Isabel II para los

festejos de su boda, ciertos estudio-

sos el contaron esta historia.

A la muerte del valeroso Alfonso VI

de Castilla, Ali, hijo del rey Yusuf,

penetro por sorpresa en Madrid para

recuperar al asalto la villa, que pocos

años antes había perdido su padre.

Los lugareños al ver las rafias

musulmanas corrieron a refugiarse

entre las paredes del Alcázar, ancia-

nos, mujeres y niños. Mientras que

los hombres debían defender la

ciudad, o huir a la cercana sierra. Un

joven, Isidro, así lo hizo, temeroso de

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Dios, no quiso alzar la mano

contra un hermano y decidió

retirarse a las montañas y pedir

por sus vecinos, que allí quedaron

a la merced del Moro. Ali Be Yusuf

mando montar el campamento a

las puertas de la ciudad y allí se

dispuso para un largo asedio.

Pero los ruegos de Isidro pronto

se hicieron oír, y como una mano

invisible, una epidemia de peste

se propago entre las tropas

musulmanas. Perdidos los hom-

bres y los animales, enfermo

también el propio Ali. Mando le-

vantar el asentamiento y aban-

donar la ciudad al caer la noche,

para que los villanos, no vieran lo

menguado que había quedado

su ejército y tuviera la tentación

de ir tras ellos, para darlos muerte.

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Regreso Isidro, con más lugareños a

su patria, dando gracias de nuevo

por haber liberado la ciudad y

cuidado del saqueo.

Este episodio encandilo a la joven

Isabel, que apadrino este nombre de

Campo del Moro para sus nuevos

jardines, evocando ese pasado

exótico y místico a la vez.

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Los avatares sufridos por el jardín

y sus numerosos infortunios ha-

cen que el Campo del Moro no

responda a un único estilo paisa-

jista. Los trazados más formales,

los encontramos en el eje prin-

cipal, de grandes praderas recor-

tadas donde luce la esplendida

vista del Palacio Real y las dos

fuentes enfrentadas.

La línea más naturalista, la encon-

tramos en los bosquetes y en las

edificaciones de Repullés. Los ca-

minos sinuosos, la vegetación sin

sometimiento, las ruinas, los avia-

rios o las recónditas fuentecillas y

estatuas, ahondan más en el

jardín romántico. Los jardines

próximos al museo de carruajes,

son una amalgama de los dos

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flora y fauna

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5,2x5,2

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estilos, el pequeño estanque de las

ranas, cruzado por un pequeño

puente donde dejan caer sus largas

cabelleras los sauces, de inspiración

claramente romántica. Y por otro, el

trazado geométrico de la rosaleda y

los macizos de boj, con una fuente-

cilla en el medio, respondiendo a las

pautas más formalistas.

El parque lo compone una densa

arboleda con más de 70 especies de

árboles como: Álamo temblón

(Populus tremula ), Karstenmorera de

papel (Broussonetia papyrifera), Café-

tero de Kentucky (Gymnocladus dioi-

cus), Acacia de tres púas (Gleditsia

triacanthos), Robinia (Robinia pseu-

doacacia),Plátano de sombra (Plata-

nus hispanica), Ciprés de Arizona

(Cupressus arizonica), Aligustre de

China (Ligrustrum lucidum), Lilo

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(Syringa vulgaris), Palmera de

Fortune (Trachycarpus fortunei),

Arce negundo(Acer negundo),

Almez(Celtis australis), Cedro del

Himalaya(Cedrus deodara), Cedro

del Atlas (Cedrus atlantica), Laurel

(Laurus nobilis), Acacia de flor

blanca(Robinia pseudoacacia), só-

fora(Styphnolobium japonicum),

Tilo(Tilia alba), Tilo de hojas gran-

des (Tilia platyphyllos), Celin-

do(Philadelphus virginalis), Boj

(Buxus sempervirens), Fotinia

(Photinia x fraseri), Castaño de

Indias (Aesculus hippocastanum),

Magnolio(Magnolia grandiflora),

Ciruelos de Pissard (Prunus cera-

sifera), Pino carrasco (Pinus hale-

pensis), Pino piñonero (Pinus pi-

nea L.), Picea azul(Picea pungens),

AN

AD

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ZULÓ

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FLOR

ES MA

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LINA

S

34

Abeto rojo(Picea abies), Carpe

(Carpinus betulus), tejo (Taxus

baccata), Laurel cerezo (Prunus

laurocerasus), Mahonia(Mahonia a-

quifolium), Roble (Quercus robur),

Secuoya roja (Sequoia sempervirens),

Arce Japonés (Acer palmatum),

Bambú de China (Bambusa arun-

dinacea), Álamo blanco (Populus

alba .), Madroño (Arbutus unedo),

Agracejo purpura (Berberis thun-

bergii var. atropurpurea), Árbol de los

farolillos (Koelreuteria bipinnata),

Árbol de Júpiter (Lagerstroemia

indica), Pinsapo (Abies pinsapo)…

Existen entre ellos árboles singulares

por su longevidad con más 150

años o por su porte, como un pino

carrasco (Pinus halepensis) que pasa

de los 30m o una secuoya (Sequoia

CIS

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NEG

RO

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1

35

sempervirens) y dos tejos, de

portes considerables.

Muy del gusto romántico, pasean

por el parque numerosos pavos

reales y faisanes que exhiben sus

bellos colores. No es raro ver

algunas de las ardillas rojas

reintroducidas en los parques

madrileños y los ánades reales y

cisnes negros que nadan en el

estanque. Las aves abundan

entre la floresta y son habituales

los herrerillos, los carboneros

comunes, los mirlos, los petirrojos,

los gorriones, los trepadores azu-

les, los agateadores, las palomas

bravías, las tórtolas, las urracas y

las cada vez más frecuentes

cotorras argentinas.

TAR

RO

CA

NELO

C

INER

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ÍTIMA

36

Pero los bosquetes del parque

también acogen a miles de palomas,

que al caer la tarde, regresan del

vecino monte del Pardo a pasar aquí

la noche.

Gatos asilvestrados, también son

frecuentes, que sacan a sus camadas

en cubiles en las zonas de rocallas.

Son frecuentes los roedores y las aves

descuidadas, que les complementan

la dieta. Á

RB

OL

DE

LOS

FAR

OLI

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MA

HO

NIA

37

mapa

puntos de interés 1. Chalet del guarda

2. Chalet de la Reina

3. Chalet del Corcho

4. Museo de Carruajes

5. Estanque de las Ranas

6. Puerta de San Vicente

7. Puerta de la Vega

8. Puerta Virgen del Puerto

9. Rosaleda

10. Paseo de las Lilas

11. Paseo de las Vistas del Sol

12. Fuente de los Tritones

13. Fuente da las Cochas

cotorra argentina

Ave foránea que ha

invadido nuestras

ciudades. Construyen

grandes nidos donde

vive en colonias,

tremendamente

escandalosas.

38

Pequeño mamífero

arborícola que habita

en nuestros parques.

Su gran cola hace las

veces de timón

durante sus saltos.

ardilla

39

fichas

Platanus x hispanica (Plantanaceae)

Árbol de gran porte y amplia copa

de tortuosas ramas. Caducifolio de

grueso tronco que se desprende en

láminas. Hojas alternas y palmeadas

lobuladas en tres o cinco lóbulos

desiguales. de color verde. Los frutos

se disponen en cabezuelas esférica.

Cada fruto es un aquenio rodeado

en la base de pelos de color pardo.

hoja

fruto

Altura: 40m

Corteza: de verdosa a

amarillenta

Floración: Mayo

Fructificación: Septiembre

Procedencia: Asia Menor

y América

corteza

Plátano de sombra

40

Altura: 30m

Corteza: gris lisa

Floración: Junio

Fructificación: Noviembre

Procedencia: Asia Menor

hoja

fruto

Castaño de indias

Aesculus hippocastanum (Hipocastaceas)

Árbol de gran porte que a diferencia del

castaño, su fruto no es comestible por su

amargor. De tronco recto desarrolla

numerosas ramas. Las hojas son grandes

y opuestas, tienen un largo peciolo y

están divididas en 5 o 7 foliolos que

desde lejos parecen los dedos de una

mano. Las flores son blancas y forman

racimos en forma de pirámide. El fruto es

la castaña y es una cápsula recluida en

un envoltorio espinoso donde aloja de

tres a cinco semillas.

41

Sequoia

Secuoya roja Sequoia sempervirens(Cupressaceae)

La conífera más alta y longeva del mundo

pudiendo pasar de los 2.000 años de edad. Sus

ramas nacen perpendiculares al fuste. Sus hojas

son largas y aplanadas, de color verde oscuro,

con dos bandas de estomas en su envés. Se

disponen en forma de espiral. Sus conos tardan

casi un año en madurar y sus semillas disponen

de unas pequeñas alas, que no le sirven para la

dispersión.

cono

Altura: 85 a 115m

Corteza: pardo rojiza

Floración: Noviembre

Fructificación: Agosto

septiembre

Procedencia:

Norteamérica

42

Ciruelo de Pissard

Altura: 3 a 8m

Corteza: Lisa y oscura

Floración: Febrero

Fructificación: Septiembre

Procedencia: Asia y Europa

flor

Arbolillo de pequeño porte, caducifolio, de copa

redondeada. Hojas simples, elípticas de borde aserra-

do de color rojizo.

De floración temprana, antes que sus hojas, de color

blanco o rosado. El fruto es una ciruela esférica de 2 a

3 cm. de diámetro, de color rojo al principio y luego

negro.

Prunus cerasifera(Prunus)

41

Sequoia

La palmera más meridional,

capaz de soportar las hela-

das. Característica por su tron-

co muy peludo y sus hojas

palmeadas y redondeadas.

Flores amarillas y olorosas

que se tornan en un fruto

negro aculado con forma de

riñón.

fruto

Altura: 10 a 15m

Corteza: Con abundancia de fibra

Floración: Mayo

Procedencia: China

Palmera de Fortune Trachycarpus fortunei (Arecaceae)

hoja

42

Altura: 6 m

Corteza: gris oscuro lisa

Floración: Abril-Mayo

Fructificación: Junio-Julio

Procedencia: Asia Menor

Laurel cerezo

Prunus laurocerasus(Rosaceae)

hoja

fruto

Arbolillo perenne de hojas grandes,

lanceoladas , ligeramente aserradas y

brillantes. Sus flores son grandes blancas y

agrupadas en racimos. Fructifica una drupa

a modo de pequeñas uvas de color negro.

La planta es venenosa y se ha utilizado

para combatir las cucarachas.

flor