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UNIVERSIDAD NACIONAL DE BUENOS AIRES FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES
CÁTEDRA DEMOGRAFÍA SOCIAL
SERIE INFORMES DE INVESTIGACIÓN DOCUMENTO Nº 18 FEBRERO 2009
“TERRITORIOS FRAGMENTADOS.
LA SEGREGACIÓN SOCIO-ESPACIAL EN LA AGLOMERACIÓN GRAN BUENOS AIRES.
(1970-2000)
MARIANA MARCOS ACCESO EN INTERNET: www.catedras.fsoc.uba.ar/sociologia/demografiasocial ∗ Trabajo realizado en el marco de la investigación “Retratos del despojo. Clases sociales, bienestar y dinámica demográfica en Argentina en la década de 1990”, financiada por la Agencia Nacional de Promoción de la Ciencia y la Tecnología (ANPCYT) (Proyecto: PICT 2004, N° 25258).
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SERIE INFORMES DE INVESTIGACIÓN
PRESENTACION
La Serie “Informes de Investigación” de la Cátedra Demografía Social (Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires) tiene como objetivo poner al alcance de estudiantes, docentes y público en general, bajo un formato accesible y directo, informes, documentos de trabajo, ponencias a congresos, etc., o cualquier otro producto derivado de investigaciones originales que se realizan en el ámbito de la Cátedra.
Cada uno de los trabajos de esta Serie ha sido supervisado en su presentación por la Titular de la Cátedra, Profesora Susana Torrado.
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SERIE INFORMES DE INVESTIGACIÓN PUBLICADOS
Nº AUTOR TITULO Y FECHA DE PUBLICACIÓN 1 Torrado, Susana “Población y desarrollo: enfoques teóricos, enfoques políticos (noviembre 1997) 2 Ariño, Mabel “Hogares y mujeres jefas de hogar: universos a descubrir” (septiembre 1999) 3 Torrado, Susana “Población y desarrollo: metas sociales y libertades
individuales (reflexiones sobre el caso argentino)” (noviembre 1999)
4 Torrado, Susana “Normas jurídicas e ideologías políticas relativas a la
familia (Argentina, 1870-2000)” (marzo 2000) 5 Torrado, S., Lafleur, L. y Raimondi, M. “Encuesta Situación Familiar (ESF) en el Área Metropolitana. Diseño general” (marzo 2000) 6 Govea Basch, Julián
“Pobreza, familia y asistencia escolar en el Conurbano Bonaerense. 1991” (marzo 2000)
7 Dussault, Gabriela
“Nacimientos extramatrimoniales no-reconocidos. (Todos los hijos son iguales ante la ley pero algunos un poco menos)” (mayo 2000)
8 Torrado, Susana “Composición de los hogares y las familias. (Argentina, 1950-2000)” (junio 2000)
9 Ariño, Mabel " 'Las familias ocultas': presencia y características de los
núcleos conyugales secundarios" (diciembre 2000) 10 Goldberg, Mariela "Transferencia intergeneracional de la pobreza,
educación y dinámica demográfica: algunas aproximaciones empíricas" (diciembre 2000)
11 Riquelme, Graciela y Herger, Natalia "El acceso y permanencia en el sistema educativo:
¿quiénes son beneficiadas/os y excluidas/os?" (diciembre 2000)
12 Govea Basch, Julian "Familia, género y probreza en el Conurbano
Bonaerense. (Una visión demográfica de la desigualdad social)" (diciembre 2000)
13 Nuñez, Ana "Apropiación del espacio: familia y clase social"
(diciembre 2000)
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14 Susana Torrado y “Las estadísticas vitales argentinas y el estudio de la Lautaro Lafleur organización familiar” (enero 2005). 15 Susana Torrado “Iinformación para el análisis de la organización familiar
en el censo 2001 de Argentina. (Diseño de tabulados básicos)”
16 Susana Torrado, “Los clasificadores de la variable ‘Ocupación’ en los Mabel Ariño y censos de población de la Argentina de 1980, 1991 Nicolás Sacco y 2001” (setiembre 2008). 17 Mariana Marcos “Territorios fragmentados. La segregación socio-espacial en la Aglomeración Gran Buenos Aires (1970-2000)” (febrero 2009).
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Territorios fragmentados. La segregación socio-espacial en la Aglomeración Gran Buenos Aires
(1970-2000)
Mariana Marcos
Introducción
Si se estudian los efectos del modelo de ajuste durante la década de 1990, no puede
dejar de dedicarse un capítulo a los cambios que experimenta la Aglomeración Gran
Buenos Aires (AGBA). Esta afirmación se sustenta en varias razones. En primer lugar,
se trata de la aglomeración principal del país y lo que sucede en ella afecta directamente
a más del 30% de la población argentina que allí tiene residencia e indirectamente al
resto de la población del país, pues la AGBA es sede central político-administrativa,
económico-financiera y de servicios. En segundo lugar, la AGBA ha sido la caja de
resonancia del modelo de acumulación que comenzó a gestarse a mediados de la década
de 1970. Esto se debe a que a la histórica preeminencia de la aglomeración principal
sobre el resto del territorio argentino se suma el hecho de que las grandes ciudades son
el lugar privilegiado de la nueva economía a nivel mundial, y Buenos Aires no es la
excepción. Si bien se encuentra en discusión si Buenos Aires está comprendida en la
categoría de “ciudades globales” acuñada por Saskia Sassen (1999), se acepta que al
igual que las grandes ciudades, se incorpora, aunque de manera tardía, como punto
nodal para la coordinación de procesos económicos espacialmente dispersos pero
globalmente integrados (Torres, 2001).
Al analizar los cambios que se producen en Buenos Aires cuando la
aglomeración se integra en ese proceso, pueden identificarse dos etapas (Ciccolella,
2007a): la primera es la etapa de desmetropolización, caracterizada por la
desconcentración productiva y demográfica como consecuencia de la reestructuración
económica (principalmente industrial); la segunda de las etapas comprende la década de
1990, cuando en el marco de la consolidación del nuevo modelo de acumulación, el
espacio metropolitano retoma el liderazgo en materia de crecimiento económico aunque
no demográfico, en base al crecimiento de la actividad industrial y la expansión notable
de los servicios. En este artículo se hace foco en esta década de fuerte reestructuración
socio-económica y socio-espacial metropolitana. Se trata de un período y de un área
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geográfica reducidos, pero no por ello menos relevantes en un contexto global en el que
los cambios se caracterizan por su celeridad temporal (Santos, 1996) y su incidencia
territorial diferencial a pequeña escala.
Si bien el nuevo modelo de acumulación transnacional emergente tiene gran
protagonismo a la hora de intentar comprender los cambios recientes en la AGBA, no
se trata de una relación causal mecánica, sino que se encuentra mediada por las
especificidades socio-económicas y la organización socio-territorial locales
precedentes. Teniendo esto en consideración, la exposición se organiza de aquí en más
en tres apartados principales dedicados respectivamente a: 1) repasar algunas
características relevantes para este estudio de la organización socio-espacial de la
AGBA durante el modelo de acumulación desarrollista; 2) presentar los principales
cambios económico-estructurales tras la entrada en vigencia del modelo aperturista o de
ajuste; y 3) abordar la herencia social del ajuste y su expresión espacial en la AGBA,
haciendo énfasis en las transformaciones de los patrones de segregación residencial
socio-económica.
1. La complejidad de estudiar la AGBA
Antes de centrar la atención en los objetivos propuestos, es conveniente realizar algunas
aclaraciones conceptuales y metodológicas que contribuirán a allanar la exposición
posterior.
El estudio de la AGBA y, más específicamente, de los cambios económico-
estructurales que experimenta en la década del ´90 y sus consecuencias socio-
espaciales, requiere de información que abarque ese período temporal, que sea
comparable en el tiempo y que se encuentre disponible a un nivel de desagregación
espacial pequeño. No es objetivo desarrollar aquí las ventajas y limitaciones que reviste
cada una de las fuentes de datos disponibles, pero es preciso señalar que estos
requerimientos restringen la cantidad de fuentes que se pueden utilizar, y especificar
qué información aporta cada una de ellas y para qué área geográfica.
La Encuesta Permanente de Hogares (EPH) en su versión Puntual
proporciona información socio-económica y socio-demográfica semestral para cada
uno de los años comprendidos en el período en estudio. Sin embargo, se trata de un
relevamiento cuyo diseño muestral sólo permite trabajar con niveles de confiabilidad
aceptables a nivel del total de la aglomeración Gran Buenos Aires. Siguiendo el
criterio físico, los límites de la AGBA se extienden hasta donde tiene continuidad la
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mancha urbana, es decir, la concentración de edificios vinculados entre sí por calles.
Esto coincide con lo que desde el punto de vista funcional se define como la “entidad
urbana”, que es ámbito de desplazamientos cotidianos de la población, en especial, de
movimientos pendulares de la población económicamente activa entre su lugar de
residencia y su lugar de trabajo (Bertoncello, 1995; Torres, 2001). Según el INDEC
(2003), en 2001 la envolvente poblacional abarcaba total o parcialmente trinta y un
jurisdicciones (ver también Mapa 1 del Anexo Cartográfico).
Por su parte, los Censos )acionales de Población brindan información sobre
población, hogares y viviendas en 1991 y 2001. En el caso del último Censo, se ha
publicado la base de datos en formato digital y a nivel de radios censales, lo que
permite realizar una descripción socio-demográfica de la AGBA de gran minuciosidad.
Sin embargo, los problemas surgen al intentar comparar la AGBA a principios y finales
del período en estudio, pues del Censo de 1991 se encuentran publicados sólo tabulados
para la Región Metropolitana Buenos Aires (RMBA) que en el mejor de los casos
llegan al nivel departamental. De esto resulta que, a partir de datos censales, sólo se
puede comparar información correspondiente a la RMBA a nivel departamental. La
RMBA se define a partir del criterio jurídico como el área que comprende a la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires (CABA) y el Conurbano Bonaerense, integrado, a su vez,
por los 24 Partidos del Gran Buenos Aires. Los departamentos censales se denominan
Distritos Escolares en la CABA y Partidos en el Conurbano (ver Mapa 2 del Anexo
Cartográfico).
Una complicación adicional es que la división jurídico-administrativa del
Conurbano Bonaerense ha sufrido cambios entre estos dos censos. En 1991 el
Conurbano se dividía en 19 Partidos y en 2001 los Partidos del GBA habían pasado a
ser 24, tras la división de algunas de las jurisdicciones preexistentes. De modo que
comparar la información de los censos 1991 y 2001 supone también compatibilizar la
división jurídica de la RMBA. Por último, tres jurisdicciones (Esteban Echeverría,
Florencio Varela y General Sarmiento) han visto modificados sus límites entre 1991 y
2001, y ello es un impedimento para la comparación de información de dichos años
1991 y 2001 que no ha podido ser superado. De todos modos la información de esos
Departamentos será utilizada.
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Jurisdicciones que integran la AGBA Jurisdicciones cuya superficie y población integran totalmente la AGBA Ciudad Autónoma de Buenos Aires 14 Partidos del Gran Buenos Aires Lomas de Zamora Quilmes Lanús General San Martín Tres de Febrero Avellaneda Morón San Isidro Malvinas Argentinas Vicente López San Miguel José C. Paz Hurlingham Ituzaingó
Jurisdicciones cuya superficie y población integran parcialmente la AGBA
10 Partidos que forman parte de la Región Metropolitana de Buenos Aires (en sentido administrativo) La Matanza Almirante Brown Merlo Moreno Florencio Varela Tigre Berazategui Esteban Echeverría San Fernando Ezeiza
6 Partidos que no forman parte de la Región Metropolitana de Buenos Aires (en sentido administrativo) Pilar Escobar General Rodríguez Presidente Perón San Vicente Marcos Paz Fuente: INDEC, 2003
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Grandes Jurisdicciones que integran la RMBA y Departamentos Censales que las componen. Ciudad Autónoma de Buenos Aires Distrito Escolar I Distrito Escolar II Distrito Escolar III Distrito Escolar IV Distrito Escolar V Distrito Escolar VI Distrito Escolar VII Distrito Escolar VIII Distrito Escolar IX Distrito Escolar X Distrito Escolar XI Distrito Escolar XII Distrito Escolar XIII Distrito Escolar XIV Distrito Escolar XV Distrito Escolar XVI Distrito Escolar XVII Distrito Escolar XVIII Distrito Escolar XIX Distrito Escolar XX Distrito Escolar XXI Conurbano Bonaerense 1991 (19 Partidos del GBA) 2001 (24 Partidos del GBA)
Almirante Brown Almirante Brown
Avellaneda Avellaneda
Berazategui Berazategui
Esteban Echeverría Esteban Echeverría (1) + Ezeiza
Florencio Varela Florencio Varela (2)
General San Martín General San Martín
General Sarmiento José C. Paz + Malvinas Argentinas (3) + San Miguel
La Matanza La Matanza
Lanús Lanús
Lomas de Zamora Lomas de Zamora
Merlo Merlo
Moreno Moreno
Morón Morón + Hurlingham + Ituzaingó
Quilmes Quilmes
San Fernando San Fernando
San Isidro San Isidro
Tigre Tigre
Tres de Febrero Tres de Febrero
Vicente López Vicente López
Fuente: INDEC, 2003 (1) Cede tierras a Cañuelas, que no integra la RMBA (2) Cede tierras para Presidente Perón, que no integra el RMBA. (3) Incluye tierras de Pilar, que antes no formaban parte del RMBA
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2. La ciudad desarrollista
Desde que la industria comenzó a cobrar protagonismo en la estructura productiva
argentina con la llamada Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI), la
AGBA comenzó a sufrir mutaciones que la convirtieron en lo que los urbanistas llaman
una típica “ciudad industrial latinoamericana”.
Como principales elementos estructurantes de la morfología urbana industrial se
deben mencionar los emprendimientos productivos privados de tipo fabril y las políticas
públicas en materia de transporte, vivienda, gestión del suelo y promoción industrial.
La AGBA albergó desde muy temprano establecimientos manufactureros, pero
la instalación de fábricas en el suelo urbano y suburbano de la aglomeración se aceleró
cuando cobró fuerza la ISI a partir de la crisis de 1930 y en especial en las décadas de
1950, 1960 y la primera mitad de la década de 1970. Atraídas por la disponibilidad de
servicios, mano de obra y un gran mercado, las fábricas operaron, a su vez, como factor
de atracción de trabajadores que se instalan a su alrededor conformando áreas
residenciales populares (Briano, 2003).
El Estado nacional realizaba por entonces inversiones e intervenciones directas
sobre el territorio. En el proceso de suburbanización de las clases populares tuvo un rol
protagónico el subsidio al transporte urbano, fundamentalmente del ferrocarril, que
abarató los costos de los desplazamientos cotidianos de la población económicamente
activa entre el lugar de residencia y el lugar de trabajo. Torres (2001) señala con acierto
que los subsidios directos al transporte urbano funcionaron como subsidios indirectos a
la tierra residencial suburbana. La expansión y poblamiento de la cuadrícula inicial
también fue propiciada desde el Estado mediante los loteos económicos periféricos y la
legislación poco restrictiva, los que permitieron a los trabajadores acceder a un terreno
propio y construir allí ellos mismos sus viviendas (Torres, 2001; Schapira, 2002).
El resultado de estas dinámicas fue un espacio urbano funcional a la
reproducción del modelo de acumulación industrial que los urbanistas bautizaron con el
nombre de ciudad latinoamericana “desarrollista”, “industrial” o “fordista”. Con
frecuencia la ciudad desarrollista fue asociada con el modelo de ciudad de tipo
compacta europeo, con el que tiene en común el hecho de tratarse de una cuadrícula en
expansión que crece en forma de “mancha de aceite”, sin que el territorio pierda
continuidad o articulación horizontal.
Hacia finales de la etapa desarrollista, la AGBA, como otras grandes ciudades
latinoamericanas, se caracterizaba por tener un área central concentrada y bien
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delimitada, con vértice en el centro histórico, y extendida a través de un eje de
crecimiento definido (en este caso hacia el norte de la periferia) en el que se asientan las
clases altas en las viviendas de mejor calidad y dotadas de todos los servicios
(Janoschka, 2002; Sabatini 2003). El espacio metropolitano también contaba con
importantes subcentros de servicios en los Partidos del Conurbano que más habían
crecido en los años ’60 y ’70: Avellaneda, Quilmes, Lanús, Lomas de Zamora y Monte
Grande en la zona sur; San Justo, Morón y Gral. San Martín en la zona oeste; y San
Isidro en la zona norte del Conurbano Bonaerense (Ciccolella, 1999).
Fuera del centro, la cuadrícula urbana se extiende de manera continua hasta los
límites de la aglomeración, que coinciden con el alcance del ferrocarril. A mayor
distancia con respecto al centro, menor es el nivel socio-económico de la población, la
calidad de las viviendas y la dotación de servicios urbanos (pavimento, agua corriente,
cloacas, transporte público regular). Este fenómeno ha sido con frecuencia representado
gráficamente con una serie de anillos con eje en el centro que recibieron el nombre de
“cinturones” o “coronas” de nivel de bienestar diferencial de la población.
El transporte público cumple la función de articulador horizontal del continuum
espacial en el que se combinan residencia de sectores populares, producción y espacios
públicos. La vida cotidiana y la vida productiva aparecen relacionadas de manera
directa en términos físicos (Ciccolella, 2007:28).
En buena parte del período desarrollista, el crecimiento económico combinado
con gobiernos de corte populista hizo de la ciudad un ámbito de integración. Si bien las
clases altas se concentraban en áreas centrales bien definidas, las clases medias en zonas
de transición y los grupos pobres en la periferia lejana, los barrios tenían cierta
diversidad social (Sabatini 2003). No obstante, los asentamientos precarios, el deterioro
de algunas áreas cercanas al centro y, principalmente, los enclaves de pobreza
denominados “villas miseria” encarnaron los límites de los mecanismos de integración
(Torres, 2001; Schapira, 2003).
Los intentos por construir un modelo de ciudad desarrollista latinoamericana y
representarlo gráficamente fueron numerosos y cobraron progresivamente complejidad.
Aquí se incluye el de Borsdorf, Bähr y Janoschka (2003) (Figura 1). La AGBA se aleja
en varios sentidos respecto al modelo: la principal de las diferencias es que se trata de
una ciudad ribereña que encontró en el Río de la Plata un límite natural para poder
desarrollarse hacia el este; la segunda, es que el área central que aparece en el modelo
expandida hacia el este, ha crecido en Buenos Aires con sentido norte. A pesar de estas
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diferencias, el modelo y su representación grafica no deja de tener utilidad para terminar
de comprender los lineamientos básicos de la Buenos Aires desarrollista que se acaba de
presentar.
Figura 1. El modelo de la Ciudad Desarrollista.
Fuente: Borsdorf, Bähr y Janoschka, 2002.
3. La ciudad posdesarrollista
A partir de la década de 1970, las metrópolis latinoamericanas comienzan a
experimentar transformaciones en varios sentidos: han cambiado la estructura
productiva, las características del mercado de trabajo, los elementos preponderantes en
el paisaje urbano, los factores y agentes estructurantes del paisaje urbano, los rasgos
morfológicos, las formas de expansión y crecimiento, las relaciones sociales, las formas
de gestión urbana, los hábitos culturales, los patrones de asentamiento de la población,
etc. (Ciccolella, 2007b).
Mucho se ha discutido en torno a la envergadura de esos cambios. Sintetizando
las principales discusiones, Monclus (1998) señala que uno de los debates gira en torno
a la “americanización de las ciudades”1. Mientras algunos geógrafos y urbanistas
postulan que en América Latina se está asistiendo a la mutación del modelo de ciudad
europeo al estadounidense, otros más moderados llaman, en primer lugar, a no
menospreciar la diversidad de las ciudades norteamericanas y además sostienen que, si
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bien algunos nuevos elementos surgidos recientemente en las grandes ciudades
latinoamericanas las hacen más semejantes a las de Estados Unidos, no conducen
necesariamente a la pérdida de su especificidad. Un segundo debate, no gira tanto en
torno a la direccionalidad de los cambios, sino más bien en relación a su radicalidad.
Las diferentes posturas en torno a esta segunda discusión tienen sustrato en
interpretaciones también alternativas de los cambios en la estructura económico-
productiva mundial: los más continuistas encuentran en la fase industrial de capitalismo
y en la ciudad industrial tendencias incipientes que no habrían hecho más que
exacerbarse y profundizarse en las últimas décadas del siglo. Los más radicales, en
cambio, postulan el fin del ciclo fordista y el comienzo de otro dotado de nuevas lógicas
productivas y nuevos paisajes urbanos.
Independientemente del grado de novedad de las transformaciones en las
ciudades y de su ajuste a uno u otro modelo de ciudad preexistente, las diferentes
posturas coinciden en resaltar la importancia de los cambios. Además, es innegable que
los elementos innovadores se enraizaron y emergieron en un terreno precedente con las
características particulares que se describieron en la sección anterior. En este sentido, la
mutación en el ordenamiento socio-espacial de la AGBA supondrá la emergencia de
elementos totalmente novedosos, la transformación y resignificación de otros
preexistentes que cobrarán protagonismo, el pasaje a segundo plano o la desaparición de
elementos que antes fueron relevantes, y la permanencia de formas socio-espaciales
propias del ordenamiento socio-territorial anterior. En palabras de de Mattos, la
globalización impacta transformando la ciudad, pero hay “permanencias que están
relacionadas con la identidad histórica de cada ciudad (en la que sin duda tienen gran
importancia la idiosincrasia de sus habitantes, la morfología original del lugar de
emplazamiento, las modalidades de la vida urbana cotidiana que fueron siendo
establecidas, etc.)” (de Mattos, 2007:6). A esta gran complejidad presente en cualquier
proceso de cambio, se suma la dificultad adicional de que, en el final del período en
estudio, coinciden la máxima expresión del nuevo modelo de acumulación aperturista
con la coyuntura de crisis social y económica que derivaría en el estallido de finales de
2001, y es sumamente difícil diferenciar los efectos de uno y otro fenómeno.
Realizadas estas necesarias aclaraciones y advertencias, a continuación se
rastrean en la bibliografía sobre el tema las características económico- estructurales que
se van delineando en la ciudad en su versión posdesarrollista, para luego pasar a
analizar algunas consecuencias a nivel socio-espacial.
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3.1. Los cambios económico-estructurales
Si bien, como sostiene Prevot Schapira (2002), la dimensión espacial del sistema
productivo mundial no explica por sí sola las características que asume la AGBA a
finales del siglo XX, no puede considerarse a la ciudad como un objeto aislado, sino
que debe ser puesto en contexto. Las nuevas dinámicas territoriales y patrones de
metropolizacion estarían estrechamente relacionados con la globalización del régimen
de acumulación capitalista en su etapa tardía (Ciccolella, 1999). La instauración del
modelo de acumulación aperturista en Argentina significó la incorporación del país, y
en particular de la AGBA, como una de las múltiples sedes alternativas para las
estrategias de localización de centros de trabajo, inversiones, aprovisionamiento de
materias primas e insumos y nuevos mercados llevadas adelante por grandes empresas,
grupos económicos transnacionales, mercados financieros, e instituciones
internacionales. Como resultado, la aglomeración se vio progresivamente integrada en
una compleja trama de redes transnacionales que ejercieron una influencia decisiva en
la transformación de las dinámicas metropolitanas.
Paradójicamente, la compresión espacio-temporal asociada a las nuevas
tecnologías de información, comunicación y transporte, hizo posible la
descentralización y globalización de los emprendimientos productivos y financieros,
pero al mismo tiempo se vuelve más necesaria que nunca la disponibilidad de servicios
avanzados y centros de producción de conocimientos e innovaciones, y “estos factores
dinamizadores de la economía solo se encuentran habitualmente en cantidad y calidad
suficiente en las grandes metrópolis” (Ciccolella, 2007b:126).
La AGBA, al igual que muchos otros espacios metropolitanos, se transforma
en la caja de resonancia de los cambios en la relación entre espacio y producción, y en
un nodo integrado a una red de espacios mundiales de producción y acumulación de
capital y también de crisis global. Estos cambios asumen en la AGBA características
particulares que se deben atribuir a factores explicativos locales. El modelo de
acumulación aperturista comenzó a implantarse a mediados de la década de 1970, pero
las transformaciones más drásticas tuvieron lugar en la década de 1990. Las leyes de
Reforma Económica y Reforma del Estado, la habilitación otorgada al Poder Ejecutivo
para legislar por decreto y la sumisión de la Corte Suprema al nuevo gobierno,
constituyeron el marco legal para las primeras reformas: la privatización de las
empresas públicas, la liberalización del comercio y la reforma tributaria (Torre y
Gerchunoff, 1996). Más tarde, con el Plan de Convertibilidad, las medidas anteriores
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desplegarían todo su potencial transformador. En él se establecía un nuevo signo
monetario y un tipo de cambio nominal fijo en una relación $1 = U$S 1, dólar que
efectivamente debía existir como respaldo en las reservas en moneda extranjera del
Banco Central. De este proceso político-económico vertiginoso resultó un “escenario
macroeconómico expansivo, sumamente atractivo para una nueva generación de
inversiones --en particular inversión extranjera directa-- dirigidas fundamentalmente al
sector servicios y a la adquisición de empresas, muy especialmente las del complejo
agroalimentario, provocando una acelerada globalización de la economía argentina
hacia fines de esta década” (Ciccolella, 1999).
En la estructura económica metropolitana, van a ir cobrando relevancia y
visibilidad determinados actores y emergerán como dinámicos sectores productivos
también particulares. Entre los actores dinamizadores de este proceso de reconversión
económico-estructural y espacial metropolitana, se encuentran el capital privado
extranjero y los grupos inversores locales, vinculados respectivamente, los primeros a
los servicios privatizados, los grandes equipamientos de consumo, ocio y espectáculo,
la nueva hotelería internacional, la reconversión industrial y los grandes proyectos
urbanísticos; los segundos a la construcción de urbanizaciones cerradas y sistemas de
autopistas (Ciccolella, 2007b; Ciccolella, 1999).
En cuanto a los sectores productivos que emergen como más dinámicos,
sobresalen los servicios avanzados (inmobiliarios, aseguradoras y financieros en
general, informacionales) y los vinculados con el consumo (centros de compras y ocio).
El sector industrial conserva un lugar de importancia en la estructura productiva en la
medida que se extranjeriza y se reconvierte haciendo uso de las nuevas tecnologías. El
protagonismo que cobran las inversiones extranjeras directas y el sector de los servicios
ha significado una profunda reestructuración de la estructura productiva argentina, en
especial de la estructura productiva de la aglomeración principal.
Y en un contexto en el que uno de los principales principios productivos
vigentes es la descentralización productiva para el aprovechamiento de las condiciones
locales de cada lugar integrado a la red mundial, la especialización territorial está a la
orden del día y en todos los niveles. Así como las grandes áreas metropolitanas
devinieron lugares privilegiados para la acumulación del capital, las inversiones se
localizan en determinados sectores de ellas, alimentando, a su vez, la fuerte
concentración de infraestructura sofisticada y mano de obra calificada en la
aglomeración y en determinados barrios de ella. Briano (2003) señala que a finales de
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la década de 1990 las zonas más dinámicas de la RMBA eran el centro de la CABA, su
expansión hacia el norte y los Partidos del norte del GBA, zonas que no casualmente
tienen la particularidad de ser (o emerger como) las mejor dotadas de servicios, mano
de obra calificada, posibilidades de comunicación ágil y recursos en general. Ciccolella
(1999) coincide con Briano y, analizando las inversiones que se realizan en la AGBA
durante la década de 1990, especifica que en esa zona de la aglomeración se concentran
tres cuartas partes de los emprendimientos inmobiliarios, casi la totalidad de los nuevos
centros empresariales y la hotelería internacional, dos terceras partes de la inversión
industrial y en redes de autopistas, y casi el 60% de los shopping centers y los
hipermercados.
3.2. La planificación y gestión de la ciudad
En simultaneidad con las transformaciones económico-estructurales que se acaban de
describir, ocurren cambios en la forma de planificar y gestionar la ciudad. Por un lado,
las competencias del Estado Nacional en esa materia se redefinen y, por otro, emergen
otros actores que desempeñan funciones de gestión y planificación, o al menos realizan
intervenciones en la aglomeración que terminan por definir la direccionalidad que
asume su transformación organizativa y morfológica.
Durante el aperturismo, las funciones del Estado aparentan reducirse
progresivamente siguiendo la racionalidad político-económica neoliberal, pero más que
reducirse se redefinen y adoptan formas más económicas, pasándose de la intervención
directa a la auditoría de los actores en quienes la intervención directa recae. En cuanto a
la planificación, producción y reorganización del espacio urbano, el Estado Nacional
también disminuye sus intervenciones directas (Briano, 2003) y pasa a ejercer el rol de
acondicionador y promotor de proyectos urbanos llevados adelante por otros actores
(Torres, 2001). La descentralización de esas viejas funciones no siempre fue
acompañada con la asignación de recursos para asumirlas. De esto resulta que, a pesar
de que entre los nuevos agentes desarrolladores urbanos se encuentran los Estados de
menor jerarquía (el gobierno de la CABA, la gobernación de la Provincia de Buenos
Aires y de los Partidos del GBA), los agentes del capital global y local, las ONGs y
otras organizaciones civiles, en la práctica los recursos económico-financieros y
técnicos se encontraban fundamentalmente en manos del capital privado, que se erige
en actor sobresaliente en materia de emprendimientos que modifican el paisaje urbano.
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En otras palabras, la gestión del desarrollo urbano termina por transferirse,
fundamentalmente, al capital privado (Janoschka, 2002).
La concentración de los recursos en una pequeña fracción de la sociedad, las
tendencias alcistas de los precios del suelo urbano, y la transferencia de la gestión del
desarrollo urbano a privados se conjugaron traduciéndose en un fenómeno que Torres
(2001) denomina “polarización residencial”, y que hace alusión al hecho de que la
actividad constructiva se concentra en las viviendas suntuosas dirigidas al selecto grupo
de beneficiarios del nuevo modelo económico, mientras las viviendas estándar de los
sectores medios no aumentan su proporción y, en el extremo opuesto, aumenta
progresivamente la proporción de población residente en “villas de emergencia”.
3.3. La morfología urbana emergente
Con la vigencia de “el aprovechamiento de las ventajas locales para la acumulación”
como principio rector de los emprendimientos económico-territoriales, y nuevos actores
ejerciendo el rol de desarrolladores urbanos, la AGBA comienza rápidamente a
experimentar cambios en su morfología.
La compresión espacio-temporal asociada a las nuevas tecnologías de
información, comunicación y transporte es, sin lugar a dudas, una condición de
posibilidad fundamental para esos cambios. Ella agiliza la movilidad de las personas
entre su lugar de residencia y su lugar de trabajo, haciendo posible la localización de
empresas y nuevos barrios en zonas más alejadas del centro tradicional de la
aglomeración. Las transformaciones a nivel de la morfología de la ciudad relacionadas
con esta nueva posibilidad son varias y de importante envergadura.
En primer lugar, las innovaciones en medios de transporte no tienen carácter
popular, masivo e inclusivo como lo tenía el avance del transporte público automotor y,
principalmente, el ferrocarril en la etapa desarrollista. Se trata de una red de autopistas
y autovías, ya sea totalmente nuevas o preexistentes pero ampliadas y renovadas, a las
que se accede sólo si se cuenta con un automóvil particular y medios para solventar los
peajes. Ello produce a nivel social una escisión entre quienes tienen acceso a todos
estos medios y, por lo tanto, a las nuevas áreas que se incorporan a la aglomeración, y
quienes no lo tienen y encuentran que hay cada vez más áreas que les son
indirectamente vedadas. Desde el punto de vista de la morfología urbana, se debe
señalar como característica emergente el hecho de que la suburbanización no se
desarrolla en el perímetro de influencia del ferrocarril, sino en los ejes de influencia de
18
las autopistas, y es impulsada por las clases medio-altas y altas, que muchas veces tiene
acceso exclusivo a las nuevas áreas que se incorporan a la aglomeración (Torres, 2001).
En segundo lugar, esta nueva infraestructura urbana posibilita (y a su vez es
demandada por desarrolladores de) formas de especialización territorial que tienen
como novedad su estructuración en “islas”. Janoschka (2002) clasifica a estas
estructuras insulares según el uso al que estén destinadas en islas de producción, islas
de consumo e islas residenciales de precariedad y de riqueza. Puede tratarse de
emprendimientos totalmente nuevos desarrollados y comercializados en forma privada,
o en otros casos son viejas estructuras urbanas que han renovado su importancia (por
ejemplo, es el caso de las islas de precariedad o también villas de emergencia en el
AGBA) o han sido recicladas para nuevos usos. Con gran excepción de las islas
residenciales de precariedad, cada una de las estructuras insulares está, a su vez, dotada
de desarrollos urbanos y artefactos arquitectónicos particulares necesarios como soporte
de las actividades que en ellas se realizan. En las islas de producción, sobresalen los
parques industriales en nuevos espacios o viejos espacios industriales
refuncionalizados, los equipamientos para sedes empresariales (también llamadas
“distritos de comando”) dotados de oficinas en edificios corporativos de última
generación (también llamados “edificios inteligentes”) (Ciccolella, 1999), y los hoteles
internacionales de alta categoría. En las islas de consumo, se multiplican los shopping
centers, los hipermercados y los centros de entretenimientos y espectáculos. Y en las
islas de riqueza, se desarrollan dos tipos de emprendimientos inmobiliarios: los barrios
cerrados en las afueras de la aglomeración, con tendencia a construirse en verdaderas
ciudades cerradas autosuficientes, y los edificios de categoría (con infraestructuras
deportivas y recreativas entre otros servicios de confort) en áreas centrales tradicionales
y sus proximidades prósperas o recicladas y refuncionalizadas.
Las islas de producción, consumo y riqueza comparten, además, las
características de haber sido introducidas en el AGBA principalmente por agentes del
capital global y de tener un componente importante de infraestructura tecnológico-
comunicacional y tecnologías de la construcción avanzadas.
A nivel de la morfología urbana, estos emprendimientos significan la
introducción de profundos cambios en los patrones urbanos desarrollistas. Se modifica
sustancialmente la localización de las actividades productivas al radicarse los nuevos
emprendimientos industriales en parques industriales, tendencia que irrumpe en la
trama urbana estructurada en manzanas y que es reforzada por la relocalización de
19
industrias preexistentes dentro de ellos. Además, el Centro tradicional se expande hacia
el norte y este de la aglomeración (avanzando hacia los partidos del norte del
Conurbano y ganando tierras del este de la CABA antes inundables) y se dinamizan
también otros subcentros para la localización de sedes de gestión empresarial y
proveedoras de los servicios que ellos requieren para su funcionamiento. Los centros
comerciales y de esparcimiento modifican los patrones previos de localización de las
actividades comerciales. Por último, las construcciones residenciales en altura de las
islas de riqueza tienen un alto impacto visual y en la densidad del área en que se
levantan, y las urbanizaciones cerradas rompen con la estructuración en manzanas de la
trama urbana al igual que los parques industriales.
Todas estas intervenciones a través de desarrollos urbanos también impactan en
las áreas de la aglomeración en las que se asientan modificando los valores del suelo y
propiciando la localización en sus alrededores de otras actividades.
La mejora de los medios de comunicación y transporte, la estructuración
urbana en islas destinadas a fines particulares diversos, los nuevos patrones de
asentamiento de la población y la renovada direccionalidad e intensidad de los
movimientos pendulares de la población activa repercuten en la forma física de la
aglomeración y en su modalidad de crecimiento. Se ha hecho ya referencia a la
expansión del área central tradicional y a la emergencia de subcentros, todos a su vez
comunicados entre sí por una red de transporte que funciona a modo de elemento
estructurante y de unión (Janoschka, 2002). Las actividades productivas, los centros de
gestión, los espacios de comercialización y esparcimiento y las áreas residenciales se
encuentran de pronto comunicados entre sí, sin necesidad de que haya contigüidad
espacial entre ellos. La aglomeración de forma compacta, que crece avanzando sobre el
campo abierto en forma de mancha de aceite, da progresivamente lugar a un espacio
urbano de bordes difusos, dotado de múltiples centros, y que parece crecer en forma
tentacular o de red. Los territorios que la conforman se caracterizan por presentar
profundas diferencias a pequeña escala, que dejan cada vez más atrás las diferencias a
nivel macro entre espacios de gran tamaño que predominaban durante la etapa
desarrollista.
Todos estos cambios constituyen un gran desafío para los marcos teóricos, las
metodologías de investigación y las fuentes de datos. No es nuestro objetivo
desarrollarlos aquí, pero a cuenta de las características morfológicas de la
aglomeración, se debe apuntar que se encuentra en discusión el concepto mismo de
20
“aglomeración” definido en términos físicos, y hay esfuerzos por desarrollar nuevos
conceptos (como el de “ciudad red” o “ciudad región”) que permitan realizar una
descripción más fiel de las características actuales de la ciudad (Ciccolella, 1999).
Por último, al igual que con la Ciudad Desarrollista, se ha intentado representar
gráficamente a la ciudad fragmentada/ insular/ posfordista. Recurrimos nuevamente al
esquema de Borsdorf, Bähr y Janoschka (2002) como ejemplo para ilustrar la
complejización de la trama urbana.
Figura 2. El modelo de la Ciudad Pos- desarrollista.
Fuente: Borsdorf, Bähr y Janoschka, 2002.
21
3.4. La herencia social: polarización, fragmentación, segregación
3.4.a La polarización social
La implementación del modelo de acumulación aperturista introdujo también profundas
transformaciones en la estructura socio-espacial de la aglomeración, que se encuentran
en íntima relación con los demás cambios que se han abordado hasta aquí. Una de las
características sobresalientes del aperturismo fue que introdujo cambios en la estructura
productiva y en el mercado de trabajo que significaron la exclusión de la participación
de los beneficios económicos de gran parte de la población, aun en sus años de apogeo
que abarcan buena parte de la década de 1990.
La perversa dinámica del modelo de acumulación aperturista contempla entre
sus elementos constitutivos elevados niveles de crecimiento económico, participación
económica de la población en ascenso, pero también empobrecimiento y desocupación.
Entre 1991 y 1998 el Producto Bruto Interno del país aumenta significativamente (un
45%) (Gráfico 1) y gran parte de esa riqueza es producida en la AGBA, a lo que se
suma que en la aglomeración tienen residencia o sede central los propietarios de
emprendimientos productivos que generan valor agregado en otras partes del país, y
reciben el excedente (Rofman, 1999). Sin embargo, los datos del Gráfico 1 muestran
que los hogares no participan del crecimiento económico y, lo que es más, se
empobrecen a pesar de su intento infructuoso de incorporar a más de sus miembros al
mercado de trabajo en calidad de trabajadores ocupados.
Factores como la eficientización de la industria nacional a través de la
incorporación de capital fijo y la reducción del costo de la mano de obra, el cierre de las
pequeñas y medianas empresas incapaces de enfrentar la competencia que inaugura la
apertura económica, y la reducción de la planta de trabajadores de las empresas
estatales privatizadas, destruyen una gran cantidad de empleos, lo que redunda, a su
vez, en condiciones propicias para el disciplinamiento de la clase trabajadora y la
mayor degradación del mercado de trabajo (condiciones precarias de contratación en
los nuevos puestos, precarización de condiciones de contratación de los empleos que
subsisten, bajos salarios y apropiación regresiva del ingreso mediante sobreexpotación
horaria de quienes continúan insertos en el mercado).
Las clases bajas se vieron temprana y seriamente afectadas por este proceso,
pero los protagonistas tristemente célebres son los integrantes de las capas medias que
pasan a engrosar las filas de los denominados “nuevos pobres”. Sólo un reducido
fragmento profesional de las clases medias logra sumarse a la dinámica de crecimiento
22
económico, mientras que amplios sectores asisten a la reducción de sus ingresos, la
precarización de sus condiciones laborales, e incluso pierden su empleo y no vuelven a
insertarse en el mercado de trabajo. Esta ruptura en el interior del amplio abanico de
las capas medias se tradujo en una inédita fragmentación dual del espectro social en
polos contrapuestos de pobreza-riqueza. En cuanto al Estado, no sólo no intervino
desplegando redes de contención social como en la etapa desarrollista, sino que actuó
como facilitador del proceso con políticas públicas y legislación funcionales, como lo
fueron las reformas tributarias regresivas y las leyes de flexibilización laboral.
Fuente: Elaboración propia en base a Basualdo, 2006 e INDEC, Encuesta Permanente de Hogares Puntual (1) En números índices 1991 = 100 y porcentajes. Corresponde al Total del País. (2) Tasa de Actividad = PEA/ Población Total *100 (3) Tasa de desocupación abierta = Desocupados/ PEA Total *100 (4) % de hogares pobre = Hogares bajo la línea de Pobreza/ Total de Hogares *100
4.3.b Los cambios en el patrón de segregación residencial socio-económica
El fuerte componente espacial de los cambios analizados a lo largo de este artículo
también está presente en el caso de la herencia social: del mismo modo que se van
delimitando áreas de la aglomeración revitalizadas por la dinámica de la acumulación
aperturista y otras que no participan de ella y quedan relegadas, los grupos sociales que
23
emergen como ganadores y perdedores en este proceso se concentran espacialmente en
determinadas áreas.
Para hacer referencia a la distribución desigual de los grupos sociales en el
territorio se utiliza el concepto de “segregación residencial”, definido por Sabatini
como “la aglomeración en el espacio de familias de una misma condición social”
(Sabatini, 2003:7). En la AGBA, hay una larga tradición de segregación residencial
“socio-económica” (SRS), dado que son las disparidades de índole socio-económica del
conjunto las que tienen expresión espacial como consecuencia de que las familias de
igual condición social fijan su residencia habitual en determinados áreas de la
aglomeración, conformando zonas socialmente homogéneas en su interior y
heterogéneas entre sí.
El patrón de SRS tradicional de la AGBA se caracterizaba por la amplitud de las
áreas residenciales socio-económicas que se podían delimitar y por la relativa
heterogeneidad social que se podía encontrar en el interior de ellas. Describe Ciccolella
(1999) que las familias que integraban los grupos altos y medio altos se concentraron en
un principio en el centro histórico de la CABA y sus proximidades, y extendieron su
zona residencial hacia el norte de la aglomeración, traspasando incluso los límites de la
CABA y ocupando los Partidos del norte del Conurbano del primer cordón. Los
sectores populares se asentaban mayoritariamente en la periferia lejana, pero también en
sectores degradados cercanos al centro, e inclusive en barrios de alta renta,
imprimiéndoles cierta mixtura social. Para los últimos escalafones de la escala social, en
cambio, sí había zonas de la aglomeración bien específicas y socialmente homogéneas:
las villas miseria. En el mapa social se pueden identificar entonces patrones socio-
residenciales bien definidos: la preeminencia del norte sobre el sur, del centro sobre la
periferia, y del primer cordón sobre el segundo y espacios intersticiales heterogéneos
(Torres, 1999).
Este paisaje socio-urbano, forjado bajo una lógica industrial-desarrollista, va a
ser fuertemente reestructurado por los elementos que introduce en él el modelo de
acumulación aperturista. El patrón de SRS tradicional se va a ver desafiado por una
serie de fenómenos que actúan como fuerzas socialmente homogenizantes y
heterogenizantes a nuevas escalas espaciales, introduciendo profundas
transformaciones.
La movilidad social estructural descendente, es decir, la modificación en el
número relativo de posiciones de las categorías sociales medias que se encuentra
24
disponible para ser ocupado por la población (Torrado, 2003), puede impactar sobre la
SRS reduciendo sus niveles, pues el empobrecimiento de las clases medias contribuye a
disminuir las diferencias socio-económicas entre las áreas de residencia de las clases
medias y las áreas de residencia de los trabajadores de bajos ingresos. Debido a esta
homogenización social por pauperización de una parte de las clases medias y extensión
de las áreas cuya población está afectada por la pobreza, Sabatini (2003) habla de una
“reversión perversa” de la segregación.
Otro fenómeno que emerge con el aperturismo y que debe ser catalogado como
fuerza socialmente homogenizante es la “gentrificación”, que hace alusión al
desplazamiento territorial de los sectores de bajos ingresos por sectores de ingresos
medio-altos y altos, que recuperan de ese modo para uso residencial propio áreas
próximas al centro histórico de la ciudad (Ciccolella, 1999). Este proceso es
acompañado y hasta inducido por las autoridades locales a través de la puesta en valor
histórico de esas áreas y por el capital privado a través de las inversiones en hotelería,
torres residenciales suntuosas, modernos complejos empresariales y centros
comerciales. En la CABA, los barrios de Abasto, San Telmo y Palermo son
mencionados como barrios “gentrificados” o “en vías de gentrificarse”. Sin embargo, el
uso del término “gentrificación” suele ser muy discutido, puesto que la llegada de las
clases medio-altas y altas no fue lo suficientemente masiva como para desplazar por
completo a las familias de clases bajas. En muchos casos, la movilidad espacial de las
elites y los profesionales exitosos a esas áreas estuvo lejos de homogeneizarlas
socialmente como se esperaba, e introdujo profundos contrastes sociales en una escala
espacial sumamente reducida: complejos residenciales lujosos, viviendas recicladas,
centros comerciales y hoteles de categoría lindan con hoteles, pensiones y viviendas de
pésima calidad en las que viven hacinadas familias pobres.
Mucho más éxito en la estructuración de pequeñas zonas socialmente
homogéneas fue la recuperación de áreas anteriormente no ocupadas, para actividades
de comando y gestión empresarial, hotelería internacional y para uso residencial de las
elites, como es el caso de Puerto Madero. Si bien se ha rotulado este fenómeno como un
caso de gentrificación, en el sentido estricto no lo es, puesto que no hay desplazamiento
de un sector social por otro.
Los cambios de lugar de residencia de los sectores medios y altos también se
direccionan hacia la periferia, donde las familias tienden a aglomerarse en barrios
cerrados. Horacio Torres describe a estos emprendimientos privados como “desarrollos
25
‘parquizados’ de cuidado diseño, viviendas suntuosas en emprendimientos de variadas
dimensiones separados físicamente del tejido urbano circundante (loteos económicos de
los años cincuenta y sesenta, villas, viejos centros urbanos) por medio de dispositivos de
seguridad (muros cerrados, puestos de vigilancia)” (Torres, 2001). Muchos de ellos se
encuentran además provistos de todo tipo de servicios en su interior, como centros de
recreación, de compras, educativos y hasta de salud. Las características de las viviendas
tienen su antecedente más cercano en las casaquintas o casas de fin de semana, que ya
estaban presentes en la etapa desarrollista, pero se diferenciaban por ser usadas como
segunda residencia.
Durante la década de 1990, los barrios cerrados se multiplican en especial en el
norte de la aglomeración, en zonas intersticiales de la tercera Corona con acceso directo
al sistema de autopistas. Son zonas alejadas del centro, que hasta entonces habían sido
lugar de residencia exclusivo de los sectores populares urbanos que arribaron más
recientemente a la aglomeración. La inédita dispersión de las clases altas por toda la
aglomeración contrasta con la fuerte concentración en el centro histórico y su extensión
hacia el Norte que había predominado durante la etapa desarrollista. Una aproximación
a gran escala, podría llevar a concluir que la llegada de las elites a zonas residenciales
populares contribuye a la heterogeneidad social del Conurbano y a la reducción de la
SRS. Sin embargo, las características que tienen estos nuevos barrios hacen que la SRS
se intensifique, pero a una escala geográfica reducida. Los alambrados, paredones y
garitas de seguridad privada que trazan el perímetro de los barrios cerrados garantizan
su aislamiento con respecto a los sectores pobres circundantes y fracturan el territorio.
Las islas urbanas con fuerte homogeneidad social, habían estado reservadas para los
sectores sumamente relegados durante la etapa desarrollista (las villas miseria), pero
ahora la estructuración urbana residencial en islas socialmente homogéneas emerge en
el otro extremo de la escala social, al mismo tiempo que disminuye la distancia física
entre ricos y pobres. Si bien las viejas oposiciones entre grandes áreas subsisten y el
continuum urbano cuadriculado sigue prevaleciendo en la AGBA, las situaciones de
enclave de riqueza irrumpen en el paisaje urbano periférico alterándolo.
Los efectos negativos de la segregación están asociados con la menor interacción
entre grupos sociales, que contribuye a la estigmatización socio-territorial y a la
generación de condiciones propicias para la reproducción de la pobreza. Hasta ahora, se
creía que el aislamiento espacial de los grupos pobres y, por lo tanto, los efectos
negativos de la segregación, aumentaban a mayor escala de la segregación e intensidad
26
de la homogeneidad social. El empobrecimiento de una parte de las clases medias actúa
confirmando esta relación entre intensidad, escala y aislamiento espacial. En cambio, la
suburbanización de las clases altas en barrios cerrados lleva el aislamiento y la
intensidad de la segregación a niveles extremos pero a una escala sumamente reducida.
Fragmentación social y fragmentación espacial de la mano: la continuidad de la cuadrícula
urbana (derecha) se ve interrumpida por la presencia de un barrio cerrado de casas
suntuosas (izquierda) en el Partido de Tigre (Google Earth, 2008).
Estas nuevas características que asume la SRS, particularmente las referidas a su
escala, plantean exigencias también nuevas a las fuentes de datos disponibles para su
estudio. En el caso de la AGBA, una de las mejores opciones como fuente es el Censo,
y de todos modos las limitaciones son varias cuando se intenta comparar los años 1991
y 2001: como se adelantó al comienzo, por restricciones de la información publicada del
Censo 1991 se puede comparar en esas dos fechas la RMBA en lugar de la AGBA, y los
datos se pueden desagregar a nivel de unidades de gran tamaño y densidad (los
Departamentos censales); a esto se suma que el Censo de 2001 limita la posibilidad de
utilizar la información de las características ocupacionales de la población,
fundamentalmente en lo que hace a los niveles de desocupación, que presenta errores de
27
declaración importantes en la AGBA, diferenciales según el lugar de residencia de la
población (INDEC, 2003a).
A pesar de estas limitaciones, se pueden identificar cambios y continuidades
entre 1991 y 2001 en materia de SRS a nivel de Departamentos Censales, aunque
teniendo en cuenta que no se visualizarán: a) sectores de la AGBA más alejados del
centro no comprendidos en la RMBA, que presumiblemente sufren grandes
modificaciones pues en ellos se radican muchos de los barrios cerrados; b) las
diferencias socio-territoriales a pequeña escala, que quedan ocultas en unidades
espaciales de observación mayores; y c) la incidencia diferencial de la desocupación.
De entre los indicadores disponibles se seleccionó los siguientes:
Dimensión hogares y viviendas
- % de hogares en vivienda de tipo inadecuado: se consideró viviendas de tipo
inadecuado a las casas tipo B (cumplen por lo menos con una de las siguientes
condiciones: no tienen provisión de agua por carencia dentro de la vivienda, no
disponen de retrete con descarga de agua, tienen piso de tierra u otro material
que no sea cerámica, baldosas, mosaico, madera, alfombra, plástico, cemento o
ladrillo fijo), ranchos o casillas, locales no construidos para ser habitados y
viviendas móviles.
- % de hogares con déficit de tenencia de la vivienda: siendo los hogares con
déficit de tenencia de la vivienda aquellos propietarios de la vivienda pero no del
terreno, ocupantes por préstamo, cesión o permiso, u ocupantes de hecho de la
vivienda.
- % de hogares hacinados: se definió como hacinados a los hogares con 2 o más
personas por cuarto del la vivienda.
Dimensión educación
- % de niños de entre 5 y 14 años no escolarizados: no se encuentran
escolarizados aquellos niños que no asisten a la escuela. Cabe aclarar que en los
extremos del intervalo de edades seleccionado hay edades (5, 13 y 14 años,
teniendo en cuenta la fecha en que se relevaron los censos 1991 y 2001) en las
que la escolaridad no es obligatoria.
- % de población que ya no asiste con nivel universitario completo.
28
Dimensión seguridad social
- % sin cobertura médica: corresponde a la población que no tiene obra social,
plan médico o mutual
- % de obreros y empleados en negro: son trabajadores “en negro” aquellos que
declararon no tener aportes jubilatorios.
En el Cuadro 1 se puede ver como estos indicadores socioeconómicos
evolucionaron en su mayor parte favorablemente en la década de 1990 en el total de la
Región. Los cambios más importantes se observan en la dimensión educativa, dado que
aumenta un 47% la proporción de graduados universitarios y se reduce en un 33% la
proporción de niños que no asisten a la escuela. La mejora de las condiciones educativas
generales de la población no debe sorprender si se tiene en cuenta que se amplió y
descentralizó la oferta educativa de nivel superior y que la educación continuó siendo
vista como un medio de ascenso social y cada vez más imprescindible para lograr
insertarse en un mercado de trabajo que se presenta día a día más competitivo.
Simultáneamente, también mejoran los indicadores de hogares y vivienda, al reducirse
el porcentaje de hogares afectados por el hacinamiento (pasa del 21% al 17%) y por el
déficit de tenencia de la vivienda (16% en 1991 y 13% en 2001). Entre los indicadores
relativos a la seguridad social, evoluciona en este mismo sentido el porcentaje de
trabajadores en negro, que se reduce en más de un 20%. Lejos de ser una paradoja, esto
último se puede deber a que la flexibilización laboral significó el fin de la relación de
dependencia para muchos obreros y empleados que en lugar de abultar este porcentaje
pasaron a ser cuentapropistas. En este mismo sentido puede haber influenciado el hecho
de que muchos trabajadores, presumiblemente los que tenían condiciones de trabajo más
informales y precarias, se declararon como desempleados en el censo de 2001 (INDEC,
2003a). La gran excepción en este contexto de aparente prosperidad es el porcentaje de
población sin cobertura médica, que registra un aumento sensible (37%). En resumidas
cuentas --a pesar de que el cambio de modelo de acumulación y la coyuntura de crisis
de finales del período generan condiciones para el empobrecimiento de vastos sectores
de la población, el enriquecimiento de grupos reducidos y la ampliación de las
diferencias socio-espaciales--, esa polarización queda oculta cuando se calculan
indicadores resumen y se realiza un abordaje global de la RMBA.
29
Cuadro 1. Evolución de indicadores socioeconómicos. RMBA, años 1991 y 2001.
Indicador 1991 2001 Variación relativa
HOGARES Y VIVIENDAS
% de hogares en vivienda de tipo inadecuado 18,2 17,5 -3,9
% de hogares con déficit de tenencia de la vivienda 16,2 13,3 -17,9
% de hogares hacinados 22,1 17,1 -22,7
EDUCACIÓN
% de niños de entre 5 y 14 años no escolarizados 5,3 3,6 -33,2
% de población que ya no asiste con nivel universitario completo 4,9 7,1 46,9
SEGURIDAD SOCIAL
% de población sin cobertura médica 33,4 45,7 36,8
% de obreros y empleados en negro 33,1 25,7 -22,3
Fuente: elaboración propia en base a INDEC, 1992; 1993; 1994a; 1994b y 2001.
Para comenzar a echar luz sobre la desigual distribución en la Región de las
condiciones de vida diferenciales, en base a esos mismos indicadores se calculó el
Índice de Disimilitud o Índice de Duncan2 (Cuadro 2), que es una medida resumen de la
SRS que se interpreta, en este caso, como el porcentaje de población que debería
cambiar su lugar de residencia a otro Distrito Escolar de la CABA o a otro Partido del
Conurbano para que la distribución de los diferentes grupos socioeconómicos entre
estas unidades espaciales de la RMBA fuera homogénea. Es decir, que cuanto más se
acerque el valor del índice a 100, mayor será el nivel de SRS.
Cuadro 2. Evolución del índice de Disimilitud entre departamentos censales. RMBA, años 1991 y 2001.
Indicador Índice de Disimilitud
1991 2001 Variación relativa
HOGARES Y VIVIENDAS
% de hogares en vivienda de tipo inadecuado 40,3 38,5 -4,6
% de hogares con déficit de tenencia de la vivienda 11,5 18,0 56,4
% de hogares hacinados 24,6 24,8 0,7
EDUCACIÓN
% de niños de entre 5 y 14 años no escolarizados 19,3 18,0 -6,6
% de población que ya no asiste con nivel universitario completo. 44,5 42,7 -4,0
SEGURIDAD SOCIAL
% de población sin cobertura médica 19,8 23,9 20,6
% de obreros y empleados en negro 10,5 11,7 11,3
Fuente: elaboración propia en base a INDEC, 1992; 1993; 1994a; 1994b y 2001.
De acuerdo a este índice, la mayor concentración geográfica de población y
hogares de condiciones de vida similares se observa en relación al tipo de vivienda en
que residen los hogares y la proporción de población que completó estudios
universitarios: alrededor del 40% de los hogares en vivienda de tipo inadecuada y del
43% de la población con estudios universitarios completos debería cambiar de Partido o
30
Distrito Escolar de residencia para que la distribución de los hogares y la población con
esos atributos fuera homogénea entre los Departamentos Censales de la RMBA. La
segregación cae alrededor de la mitad cuando se considera el hacinamiento de los
hogares, la cobertura médica de la población y la escolarización de los niños. Y asume
valores aún menores, pero nunca inferiores al 10%, en el caso del déficit de tenencia de
la vivienda y las condiciones de trabajo en negro.
Estos niveles de segregación sufrieron algunos cambios en la década de
consolidación del aperturismo. En primer lugar, es de destacar que los niveles de SRS
más elevados disminuyeron levemente (alrededor del 4%). No obstante, los hogares en
vivienda de tipo inadecuado y la población con estudios universitarios completos
parecen continuar concentrándose fuertemente en algunos Departamentos de la Región.
También se distribuyen de forma algo más homogénea entre los Departamentos del la
RMBA los niños no escolarizados. La SRS aumenta en el resto de los casos. Sobresale
el incremento de la segregación de los hogares con déficit de tenencia de la vivienda,
que aumenta un 56% al pasar del 12% al 18%. También es importante el aumento de la
segregación de la población sin cobertura médica (20%) y de los empleados en negro
(11%).
El Índice de Disimilitud, en tanto medida resumen, deja en evidencia la
heterogeneidad socio-espacial, pero no permite identificar los Distritos Escolares de la
CABA y los Partidos del Conurbano en los que se concentran los hogares con las
mejores y peores condiciones socio-económicas. Para abordar este aspecto se propone
analizar una serie de representaciones cartográficas por cuartiles de los valores que
asumen los indicadores en cada Departamento en los años 1991 y 2001 (ver Mapas 3 a
16 del Anexo Cartográfico).
En los mapas correspondientes a la Dimensión hogares y viviendas,
encontramos que, en 1991, los hogares en mejores condiciones en cuanto al tipo de
vivienda, el régimen de tenencia de la vivienda y el hacinamiento, tenían residencia en
los Distritos del centro y del norte de la CABA y en el Partido de Vicente López. En los
distritos del sur de la CABA y en los Partidos más próximos a ella se encuentran, en
líneas generales, condiciones intermedias. Y es en el cordón de Partidos del Conurbano
más alejado de la CABA donde se concentran los mayores problemas para los hogares y
las viviendas: General Sarmiento, Moreno, Merlo, Esteban Echeverría y Florencio
Varela tienen entre un tercio y la mitad de sus hogares residiendo en viviendas
inadecuadas; el déficit de tenencia de la vivienda afecta a alrededor de una cuarta parte
31
de los hogares de San Fernando, Tigre, Lomas de Zamora y los Distritos del sudoeste de
la CABA; y los niveles elevados de hacinamiento, que van del 27% al 43%, afectan a
un área mucho más amplia y continua que comprende casi la mitad de los Partidos del
Conurbano.
En 2001, el área con situación más favorable en cuanto a las características de
las viviendas se extendió hacia el norte, abarcando ahora también al Partido de San
Isidro, y las peores condiciones parecen haberse concentrado más en los Partidos de
General Sarmiento, Moreno, Merlo, Florencio Varela, La Matanza y Esteban
Echeverría. Si bien hubo mejoras en Departamentos que se encontraban en peores
condiciones en 1991, también las hubo, y de importancia relativa mucho mayor, en los
Departamentos más favorecidos. Como resultado, la fragmentación de principios de la
década de 1990 persiste y la brecha entre las áreas más y menos favorecidas se amplía.
En las representaciones de los indicadores educativos correspondientes a 1991
se observa, en primer lugar, la concentración de los niños no escolarizados en los
Partidos más alejados de la CABA ubicados en el sudoeste y norte de la RMBA. Queda
de este modo conformado un semicírculo en la periferia de la Región donde la
proporción de niños que no asiste a la escuela es en promedio 5 veces mayor que la que
presentan los Departamentos en mejores condiciones (el área central y norte de la
CABA y los Partidos de Vicente López y San Isidro). En el extremo opuesto de la
escala educativa, la población con estudios universitarios completos se concentra
fuertemente en tan sólo 4 Distritos Escolares ubicados en el noroeste de la CABA,
donde entre 11 y 22 personas de cada 100 alcanzaron ese nivel. Los profesionales
escasean en 16 de los 19 Partidos del Conurbano y hasta en dos de los Distritos
Escolares del extremo sur de la CABA, y unos pocos Departamentos presentan
proporciones de universitarios intermedias.
En 2001, la proporción de niños no escolarizados parece haberse reducido de
manera generalizada, pero más acentuadamente en los Departamentos que ya
presentaban un déficit educativo bajo. Como consecuencia, la brecha entre las zonas
más y menos favorecidas se amplía. Cabe destacar que varios Partidos del Conurbano
mejoran su situación relativa y el déficit educativo queda concentrado en General
Sarmiento, Moreno, Merlo, La Matanza y Florencio Varela, todos Partidos de la
periferia de la Región. En el caso de la población universitaria, el aumento del valor del
indicador no modificó la brecha entre los Departamentos más y menos favorecidos, pero
sí supuso la mejora de la situación relativa de algunos Distritos Escolares del área
32
centro-oeste de la CABA y de algunos Partidos próximos a la CABA. En el caso de
estos últimos, puede haber influido la inauguración de varias Universidades en el
Conurbano.
Finalmente, los mapas correspondientes a los indicadores de seguridad social
también dejan en evidencia este patrón de ampliación de las diferencias socio-
territoriales entre 1991 y 2001, en este caso en relación a la cobertura en materia de
salud de la población y a las condiciones de contratación de los trabajadores. En 1991 se
encontraba baja proporción de población sin cobertura médica en algo menos de la
mitad de los Distritos Escolares de la CABA. La mitad sur de la CABA y los Partidos
del Conurbano más próximos al centro presentan niveles de desprotección en materia de
salud intermedios y las peores condiciones corresponden nuevamente a los Partidos del
Conurbano de la periferia, donde entre un tercio y la mitad de la población no tiene obra
social, mutual o prepaga. La falta de aportes jubilatorios entre los trabajadores y obreros
presenta una distribución similar, con la importante excepción de que Distritos
Escolares del noreste de la CABA, que se presentaban como en las mejores condiciones
socio-económicas de acuerdo a otros indicadores, se encuentran clasificados en este
caso en el segundo y hasta tercer cuartil por la importante proporción de trabajadores en
negro que presentan.
En 2001 los niveles de cobertura médica de la población habían bajado en todos
los Departamentos, pero más pronunciadamente en aquellos que ya se encontraban en la
peor de las situaciones. En varias de las jurisdicciones empeoró la situación relativa, y a
finales del período, en casi el 50% de los Departamentos, la mitad de la población se
encontraba desprotegida en materia de salud. La proporción de trabajadores en negro
también ha disminuido en general en 2001. En este caso, muchos departamentos
mejoraron su posición, y la informalidad quedó concentrada en los Partidos de Moreno,
Merlo y Florencio Varela, y en uno de los Distritos del sur de la CABA.
En líneas generales, se debe concluir que las condiciones de vida de la población
no evolucionan en el mismo sentido en todas las jurisdicciones menores de la Región.
Tras estos 10 años en que el aperturismo manifiesta todo su potencial, el centro y el
norte de la ciudad se consolidan como el área en que residen los hogares más
favorecidos, y los Partidos de Vicente López y, en menor medida, San Isidro, parecen
haberse incorporado definitivamente a este segmento de mejores condiciones de vida.
En el extremo opuesto, varios Partidos de la periferia de la Región (entre los que se
destacan General Sarmiento, Moreno, Merlo y Florencio Varela) experimentan dos
33
procesos simultáneos: persisten como áreas donde se pueden encontrar los hogares con
las peores condiciones de vida, y participan menos que los demás Departamentos de las
mejoras socio-económicas generales. Esto último opera aumentando la brecha social
entre las áreas más y menos favorecidas de la Región, poniendo de manifiesto el
avanzado proceso de polarización socio-espacial.
Reflexiones finales
A lo largo del artículo, se ha podido dejar en evidencia el gran protagonismo que ha
tenido la dimensión espacial en los cambios que experimenta la aglomeración principal
del país en la década de 1990. La espacialidad siempre ha sido un factor fundamental en
las sucesivas reestructuraciones del proceso de acumulación que le han permitido al
sistema capitalista superar una y otra vez sus contradicciones internas. Pero no es hasta
finales del siglo XX que cobra visibilidad de la mano de la compresión espacial y
temporal de los cambios, y de la concentración de estos últimos fundamentalmente en
las grandes ciudades.
En efecto, en los ’90 parece consumarse la integración de Buenos Aires a una
red mundial de lugares privilegiados para la acumulación, y convergen en ella
desarrollos tecnológicos aplicados a la producción, el transporte y las comunicaciones, y
sistemas productivos posfordistas, entre los que es frecuente encontrar como premisas el
aprovechamiento de las ventajas locales a escalas inéditas, la producción de bienes con
gran valor agregado para un mercado reducido y la manufacturación en base a capital
fijo de última generación y trabajadores calificados.
Aquí se ha hecho foco en las consecuencias sobre la estructuración socio-
espacial del territorio metropolitano que ha tenido la dinámica conjunta de estos
elementos, en articulación con otros preexistentes. Más precisamente, se ha puesto el
énfasis en el recrudecimiento de la intersección de las fracturas espaciales y sociales
dentro de la aglomeración.
Los antecedentes que se han revisado dan cuenta de que los nuevos territorios
que se han ido estructurando durante el aperturismo, y en especial durante el decenio
que va del año 1990 al año 2000, tienen en común el hecho de que emergen en la
cuadrícula preexistente, pero parecen estar débilmente integrados a ella y fuertemente
conectados entre sí y con espacios similares de otras grandes ciudades del mundo. Son
áreas con límites bien definidos y con frecuencia infranqueables, que funcionan a modo
de islas destinadas a usos específicos. A nivel local, conforman un archipiélago junto a
34
otros espacios especializados conectados entre sí a través de un sistema de autopistas; y
su conexión a nivel global con espacios globales de otras grandes ciudades del mundo
contrasta con la gran desconexión que prima con respecto a los espacios relegados
circundantes.
Esta dualidad entre los espacios integrados y los que no lo están se encuentra
también presente en la dimensión socio-residencial. Se encontraron fuertes indicios de
que la riqueza está siendo apropiada regresivamente por grupos de uno de los polos de
la escala social, que se localizan en determinadas áreas de la Región. Si bien los
indicadores dan cuenta de una mejora de las condiciones de vida promedio entre 1991 y
2001, el aumento de varios de los Índices de Disimilitud evidencia que dicha mejora de
las condiciones de vida generales no se distribuye de manera homogénea entre los
Departamentos Censales de la Región.
El análisis comparativo de representaciones cartográficas de las condiciones de
vida en la Región en los años 1991 y 2001 ha permitido identificar dos grupos de
Departamentos con características socio-económicas polares. El primero de ellos
comprende los Departamentos del área central de la CABA y su ampliación hacia el
norte hasta el Partido de Vicente López, y se extiende aún más en los ’90 llegando a
abarcar también al Partido de San Isidro. Allí se encontraron las mejores condiciones de
vida a inicios del período, y se producen las mejoras más importantes en el nivel de
bienestar durante la década. El segundo grupo de departamentos está integrado por los
Partidos de General Sarmiento, Moreno, Merlo y Florencio Varela, y se caracteriza por
tener las peores condiciones de vida tanto a comienzos como a finales de la década y
por su escasa participación en las mejoras socio-económicas generales.
Para finalizar, se debe destacar que la relación positiva encontrada entre nivel de
bienestar inicial de las áreas y participación de las mejoras en las condiciones de vida
redunda en una ampliación de la brecha social entre los polos socio-residenciales que se
han identificado.
35
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38
Anexo Cartográfico.
Mapa 1. Aglomeración Gran Buenos Aires
Fuente: INDEC, 2003b
39
Mapa 2. Región Metropolitana de Buenos Aires: Distritos Escolares (CABA) y Partidos (Conurbano)
Fuente: INDEC, 2003b
40
Mapa 3. Porcentaje de hogares en vivienda de tipo inadecuado. RMBA, 1991
Fuente: elaboración propia en base a INDEC, 1992 y 1993
Mapa 4. Porcentaje de hogares en vivienda de tipo inadecuado. RMBA, 2001
Fuente: elaboración propia en base a INDEC, 2001
41
Mapa 5. Porcentaje de hogares con déficit de tenencia de la vivienda. RMBA, 1991
Fuente: elaboración propia en base a INDEC, 1992 y 1993
Mapa 6. Porcentaje de hogares con déficit de tenencia de la vivienda. RMBA, 2001
Fuente: elaboración propia en base a INDEC, 2001
42
Mapa 7. Porcentaje de hogares hacinados. RMBA, 1991
Fuente: elaboración propia en base a INDEC, 1992 y 1993
Mapa 8. Porcentaje de hogares hacinados. RMBA, 2001
Fuente: elaboración propia en base a INDEC, 2001
43
Mapa 9. Porcentaje de niños de entre 5 y 14 años no escolarizados. RMBA, 1991
Fuente: elaboración propia en base a INDEC, 1992 y 1993
Mapa 10. Porcentaje de niños de entre 5 y 14 años no escolarizados. RMBA, 2001
Fuente: elaboración propia en base a INDEC, 2001
44
Mapa 11. Porcentaje de población que ya no asiste con nivel universitario completo. RMBA, 1991
Fuente: elaboración propia en base a INDEC, 1992 y 1993
Mapa 12. Porcentaje de población que ya no asiste con nivel universitario completo. RMBA, 2001
Fuente: elaboración propia en base a INDEC, 2001
45
Mapa 13. Porcentaje de población sin cobertura médica. RMBA, 1991
Fuente: elaboración propia en base a INDEC, 1994a y 1994b
Mapa 14. Porcentaje de población sin cobertura médica. RMBA, 2001
Fuente: elaboración propia en base a INDEC, 2001
46
Mapa 15. Porcentaje de obreros y empleados en negro. RMBA, 1991
Fuente: elaboración propia en base a INDEC, 1994a y 1994b.
Mapa 16. Porcentaje de obreros y empleados en negro. RMBA, 2001
Fuente: elaboración propia en base a INDEC, 2001
47
)OTAS
1 El patrón anglo- americano de ciudad se caracteriza por extensos suburbios ocupados por las elites y
áreas centrales pobladas por grupos de menor categoría. La suburbanización de las elites fue propiciada
por una ideología anti- urbana de matriz protestante y las mejoras sucesivas del sistema de transporte. Se
suele contraponer este modelo de ciudad al industrial- europeo, en el que los grupos superiores de la
escala social y la mejor edificación y arquitectura se concentraban en las áreas centrales de un espacio
urbano más bien compacto (Ciccolella, 2007b; Sabatini, 2003; Torres, 2001).
2 Índice de Disimilitud:
2
2
1
1
2
1
6
6
6
6D ii
·=
donde N1i = población del grupo 1 en la subdivisión territorial iésima; N2i = población del grupo 2 en la
subdivisión territorial iésima; N1 = población total del grupo 1 en la unidad territorial superior; y N2 =
población total del grupo 2 en la unidad territorial superior (Rodriguez Vignoli, 2001: 16).