Universidad De Antioquia - Elimperativo delmito delacaverna...

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UNIVERSIDAD DE ANTlOQUIA Elimperativo del mito de la caverna de ver en la oscuridad Una invitación a la ciencia política Por María Teresa Uribe De H. Socióloga. Magíster en Planeación Urbana Regional de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín. Profesora e investigadora del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia. [email protected] Ustedes se internan hoy en los espacios analíticos de la ciencia política, un territorio nuevo que todos creen conocer, que les atrae y les inquieta y que como todo lo nuevo, entraña al mismo tiempo espe- ranzas y miedos, riesgos, aventura y quizá también in- certidumbres. Mi propósito en el día de hoy no es, como pudiera pensarse, entregarles un mapa certero para internarse en ese fascinante mundo de la ciencia política, ni decir- les cuál es la ruta que deben seguir para evitar trastor- nos y acceder más pronto a los secretos de la discipli- na; eso, ya lo irán descubriendo por ustedes mismos, con el acompañamiento de los profesores y mediante las certezas, las dudas y las preguntas que les suscite ese transcurrir por la academia. Tampoco me interesa, como es de usanza en este tipo de conferencias, ocu- Conferencia inaugural del pregrado en Ciencia Política, dictada por la autora el 15 de julio de 2004 en el auditorio de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia. -22-

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  • UNIVERSIDAD DE ANTlOQUIA

    Elimperativo del mito de la cavernade ver en la oscuridad

    Una invitación a laciencia política

    •Por

    María Teresa Uribe De H.Socióloga. Magíster en Planeación Urbana

    Regional de la Universidad Nacional deColombia Sede Medellín. Profesora einvestigadora del Instituto de Estudios

    Políticos de la Universidad de [email protected]

    Ustedes se internan hoy en los espaciosanalíticos de la ciencia política, un territorio nuevo quetodos creen conocer, que les atrae y les inquieta y quecomo todo lo nuevo, entraña al mismo tiempo espe-ranzas y miedos, riesgos, aventura y quizá también in-certidumbres.

    Mi propósito en el día de hoy no es, como pudierapensarse, entregarles un mapa certero para internarseen ese fascinante mundo de la ciencia política, ni decir-les cuál es la ruta que deben seguir para evitar trastor-nos y acceder más pronto a los secretos de la discipli-na; eso, ya lo irán descubriendo por ustedes mismos,con el acompañamiento de los profesores y mediantelas certezas, las dudas y las preguntas que les susciteese transcurrir por la academia. Tampoco me interesa,como es de usanza en este tipo de conferencias, ocu-

    Conferencia inaugural delpregrado en CienciaPolítica, dictada por laautora el 15 de julio de2004 en el auditorio dela Facultad de Derecho yCiencias Políticas de laUniversidad de Antioquia.

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    ...el mito de la cavernaes un m¡{o fundador de

    la polf/ica, ser/so lapolf/ica y la ley las que

    redimir!an a los sereshumanos del desordeny de las contingencias

    de la vida soc/st. deall! la preocupación delos filósofos pol!ticospor estos temas desdela Grecia clásica hasta

    hoy. ..

    parme del estatuto epistemológico de la ciencia política,trazar los límites de su campo analítico o establecer sulugar entre las ciencias sociales y humanas y las fronte-ras que la separan o la unen, según se mire, con disci-plinas afines como la filosofía, el derecho, la sociología,la antropología o la historia entre otras.

    Prefiero hacer otra cosa, relatarles un mito o en pala-bras coloquiales contarles un cuento; mito o cuento queha servido de andamiaje a toda la construcción teórica dela ciencia política, que ha orientado su quehacer desdehacesiglosy que de alguna manera, constituye una puer-ta de entrada a la complejidad de las categorías que vana manejar y másespecialmente al sentido de la acción deustedes como profesionales de ladisciplina en el mundo de hoy ymás específicamente en la Colom-bia contemporánea.

    El mito con el cual pretendo in-vitarlos a internarse por ese terri-torio nunca bien definido de laciencia política, es el de la caver-na, escrito por Platón en la Greciaclásica, pues a mi juicio, ese mitopermite dar una primera respues-ta a esa pregunta aparentementetrivial sobre los alcances, posibili-dades y futuros -así en plural-de la disciplina en un momento dela historia cuando al decir de algu-nos, el mundo se despolitizóabriéndole al mismo tiempo el es-pacio al mercado para que con sulógica trace los meridianos y losparalelos de los órdenes socialescontemporáneos.

    Dice Platón que los hombres vivieron por muchotiempo en un mundo de sombras, en una caverna pro-tectora y complaciente que, cual útero materno, manten-dría cierto clima de proximidad y de confianzas, mundonatural restringido por los meros afanes de la supervi-vencia biológica pero al mismo tiempo pobre, miserabley oscuro, donde los seres humanos permanecían enca-denados, sentados en el suelo de la caverna y de espal-das a la única entrada por donde a veces se filtraba algu-na luz e iluminándose con una pequeña hoguera situadaal fondo, cuyos reflejos en las paredes proyectaban imá-genesborrosas y engañosasque confundían realidad conapariencias y donde solo el eco les traía el sonido de laspalabrasen un murmullo sordo y repetitivo.

    Allí, de espaldas a la realidad sin capacidad para dis-

    tinguir, diferenciar, conocer e interpretar, permanecíanlos seres humanos sumisos y serenos pero incapacesdereconocer su propia situación de enclaustramiento y ce-guera, así como de interrogarse sobre sí mismos, sobrela condición humana y sobre las alternativas posiblespara construir aquello que llama Bobbio "la Óptima Re-pública" , o en otras palabras el orden ideal de lo social,representado en un modelo ideal de Estado, de Ley,dePolisque marcaseel camino de la cavernaa la ciudad, dela oscuridad a la luz, de la supervivencia cuasibiológica ala acción voluntaria y con sentido, es decir, el tránsito dela vida natural a la vida civil y política, ya la cultura.

    Finalmente, alguno o algunos deciden salir de la ca-verna, enfrentar la travesía por eldesierto, arriesgarse en el univer-so de lo desconocido e impredeci-ble, abandonando las certezas, lassombras familiares, los entornosconocidos que brindaban una apa-riencia de seguridad, los viejoshábitos y las orientaciones prácti-cas, para optar por esa lenta y di-fícil travesía en soledad, sin acom-pañamiento de otros, sin mapa,sin brújula u orientación alguna,con unos ojos que acostumbradosa la oscuridad, se deslumbrabancon la intensidad de la luz solar yun cuerpo condenado a la inac-ción que se resistía a caminar, asubir a la cima de la montaña, ala ciudad de los dioses donde mo-raban las ideas y donde era posi-ble, al menos intuitivamente, en-contrar por fin el fundamento del

    bien o si se quiere la causa de todo lo justo, de todolo bello y lo recto que hay en las cosas.

    Desde las cimas de este nuevo saber iluminado,desde sus claridades y transparencias, aquel que habíapodido salir de la caverna, arrastrando múltiples peli-gros y dificultades, podía acceder al conocimiento ycomparar su suerte con la de aquellos que nunca searriesgaron y que se mantuvieron en la prisión de lastinieblas, amarrados por las cadenas de una naturale-za agobiante que les negaba las bondades de la luz ydel saber, situados por fuera de los muros de la polissin acceso al ágora, a la plaza pública donde debía bri-llar la luz disipadora de las sombras, liberadora de lascadenas, lugar donde se reunirían los hombres librespara configurar por fin la óptima república.

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    Una invitación a la ciencia política .

    No obstante hay una frase en elrelato platónico, en el mito de lacaverna, que me sigue pareciendo

    inquietante y que esprecisamente la que me

    permitirfa continuar la historia,prolongar el mito y encomrsne

    nuevas aristas a esa narracióninagotable que ha fascinado

    desde siempre a la humanidad yes la siguiente: cuando Platón

    les dice a quienes han conocidoel mundo de las ideas que deben

    retornar al melancólico mundo delas cuevas, añade un imperativo

    más, les demanda que deben vsren la oscunasa". ..

    la primera parte del mito termina aquí pero los quehace tiempo trasegamos por estos desiertos de la dis-ciplina, nos sentimos más atraídos por la segunda par-te, o sea por el retorno de la ciudad de los dioses, porel regreso del mundo de las ideas a la vieja caverna,con el propósito, dice Platón, de hacer partícipes aquienes se quedaron sobre las bondades de las ideas,del conocimiento y del saber y de su necesidad paralograr por fin la utopía de la óptima república.

    El viaje de retorno, según Platón, es tan azaroso ytan difícil como el de ida, pues para quienes se atre-vieron a abandonar el mundo de las sombras, resultainsufrible abandonar ese lugar armónico, coherente yperfecto donde reinan las ideas, donde se convive conla verdad, donde se respira el aire de la sabiduría, don-de ninguna sombra parece inquietar esa vidacontemplativa tan grata para aquellos espíritus que seacostumbraron a la luz y a mirar el mundo desde lasalturas para tener que enfrentarse de nuevo con lasmiserias y las mezquindades de la vida natural.

    ¿Qué significa regresar cuando los ojos han visto laluz? ¿Cómo acostumbrar la mirada a esos entornosclaroscuros poblados de sombras furtivas y de pala-bras inaudibles? ¿Cómo recuperar las destrezas perdi-das para orientarse en los laberintos sinuosos de la

    vieja caverna? En suma, zpara qué volver al mundo delos hombres corrientes después de haber conocido lamorada de los dioses? Existiría pues un aparentesinsentido en este viaje de retorno, además, los sim-ples mortales posiblemente no querrían escuchar so-bre lo que existe más allá de la boca de la cueva y si loescuchaban no lo creerían, viendo la torpeza de los re-tornados para habitar de nuevo el mundo que dejaron.

    Es decir, el viaje de retorno sólo entrañaría incom-prensión, desdén y desesperanzas pero dice Platón ensu relato que a pesar de todo, era necesario volver,arrostrar todos los peligros, las incomprensiones, losdesvaríos e incluso el riesgo de perder la vida a ma-nos de aquellos a quienes se intentaba despojar de suscadenas. Sería más cómodo y placentero habitar en elmundo de las ideas, en la ciudad de los dioses, peroera imperativo volver para llevar la verdad a los otroso como dice Platón: "teneis que ir bajando, uno trasotro a la vivienda de los demás y acostumbraras a veren la oscuridad:".

    Este doble imperativo de Platón, el de volver a la vi-vienda de los demás y el de ver en la oscuridad, leotorga al mito un sentido de actualidad que bien valela pena explorar en sus múltiples direcciones. Volver,pensaba Platón, significa contribuir a la creación delmundo de los hombres, hacerlos partícipes a todosellos del conocimiento y el saber, difundir las ideas dejusticia y de bien, tarea asignada por el autor a los mássabios y a los mejores, y en lo fundamental, fundar elestado y crear el espacio de la política; es decir, inven-tar la polis y convertir a los hombres comunes y co-rrientes en ciudadanos que rigen sus relaciones a tra-vés de la ley. Sin retorno, el conocimiento adquiridosería estéril, vacuo, inútil si con él no logran transfor-marse las condiciones oprobiosas de la caverna.

    Así, la tarea de quienes retornan del mundo de lasideas es fundar la polis, la óptima república. Enfrentar-se al aparente caos de la vida social y establecer un or-den que permitiese la convivencia y la justicia mediantela ley y la acción política, o sea a través de la participa-ción de los hombres, convertidos en ciudadanos, en losdestinos comunes y colectivos; en la Polis, así pensada,reinaría la armonía entre los ciudadanos y se unificaríael Estado a través del instrumento de la ley; como loshombres no son dioses ni se podía esperar de ellos queactuasen como tales -primer aprendizaje de quien re-gresa del mundo de las ideas- se hace absolutamentenecesaria la ley; es mediante ese instrumento como sedefinen los entornas del orden de la sociedad, se esta-blecen las condiciones de la ciudadanía, se determina el

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    acceso a la polis, es decir, a la política y se prescribenlos mandatos para los gobernantes.

    Por estas razones, el mito de la caverna es un mitofundador de la política; serían la política y la ley las queredimirían a los seres humanos del desorden y de lascontingencias de la vida social, de allí la preocupaciónde los filósofos políticos por estos temas desde la Gre-cia clásica hasta hoy; a su vez, la óptima república con-tinúa guiando los debates y aportaciones de la discipli-na, algunos para criticar los enfoques idealistas y pro-poner otros puntos de partida y nuevos temas de análi-sis, otros para dudar de la bondad de la ley, de las posi-bilidades de acceder al reino de la armonía o para desa-rrollar nociones insinuadas en el mito y las más, por-que continúan buscando el horizonte utópico de la pazperpetua, sin renunciar a la búsqueda del buen orden,la vida buena, la justicia y el bien que los filósofos polí-ticos les prometieron a los seres humanos desde los al-bores de la civilización occidental.

    La salida de la caverna y el retorno a la polis ilustranel periplo y los avatares de un saber muy viejo y de unaciencia muy nueva, establecen también el sentido y elquehacer de aquellos que se acogen a este campo deanálisis, llaman la atención sobre el peligro de quedar-se fascinados por el mundo coherente y puro de lasideas, o de dejarse atrapar por las inconsistencias delmundo de los mortales; es, en resumen, un llamado alconocimiento y un retorno a la acción política con todoy lo azaroso que eso pueda llegar a ser.

    Pero además de fundar el orden de la política, laforma del estado, el sentido de la ley y el de la ciuda-danía, el mito logra también establecer distinciones,espacios y clasificaciones, traza líneas de separacióny ámbitos distintos para las diversas actividades delquehacer humano, separando, por primera vez en lahistoria, el mundo privado e íntimo, llamado tambiénoikos, del espacio público o Polis que es precisamen-te el que atañe a las relaciones políticas entre los su-jetos de la acción.

    La nueva polis, aquella fundada por la acción de loshombres en sociedad y regida por la ley, es algo másque una ciudad formada por una aglomeración de vi-viendas y de seres que se encuentran en el mercadopara vender y comprar; la polis es un espacio habita-do con un centro real y simbólico desde el cual se di-rige la vida colectiva de los ciudadanos. Existe un es-pacio periférico, para vivir, crecer, reproducirse eintercambiar productos y servicios; este es el espaciode lo privado, y un ámbito para la acción política se-parado del primero, opuesto a él y que se desarrolla

    ¿Por qué las resistencias demuchos sujetos a incorporarse al

    orden definido por las estructuraslegales y normativas? ¿Por qué ladesobediencia, la delincuencia o

    la guerra? Platón pensaba que porignorancia y por carecer de ojosacostumbrados a la luz, pero el

    imperativo de ver en la oscuridadpuede estar significando que all!existen otras razones, que no se

    ven a simple vista y que espreciso encontrar para

    aproximarse a ese mundo de lacondición humana tan distinto a

    la ciudad de los dioses. ..

    en el centro, en el ágora o plaza pública donde se re-únen los ciudadanos para deliberar sobre los asuntosque les son comunes y que les atañen a todos.

    El oikos, o el espacio de lo privado, se correspondecon lo que ocurre en la viviendas, en los talleres de laeconomía doméstica y en el mercado, este espacio re-gido por las demandas de la naturaleza, por las nece-sidades sociales, es desigual y jerárquico, es un uni-verso cerrado sobre sí mismo, oscuro y opaco, al cualno pueden acceder las miradas de los demás.

    A la vida privada se opone la vida pública, la vidacivil, el ágora abierta y transparente, donde las cosasque ocurren pueden ser vistas y oídas por todos, lu-gar donde se desenvuelve la política, donde se discu-ten las leyes y las acciones de los gobiernos, donde sedelibera y se-decide y donde suceden, a juicio de losgriegos, las cosas importantes, aquellas dignas de serconocidas y expuestas al escrutinio de los ciudadanos;el mundo público es pues el de la libertad, y la dispo-sición de la plaza pública, no consagra un lugar supe-rior a los demás, cualquier punto de la plaza es igual-mente importante, todos los sujetos están a la mismaaltura y desde cualquier lugar se pueden oír o pronun-ciar palabras sin distinción alguna de jerarquía o supe-rioridad. El ágora está hecha para llenarse de palabras

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    Una invitación a la ciencia política

    y para expresar ideas y pensamientos, por eso ágora ylagos parecen constituir una misma unidad.

    Esta primera distinción entre lo público y lo priva-do, es la que traza los primeros rasgos del orden polí-tico, su ámbito de despliegue, su sentido, sus propó-sitos diferenciados y los asuntos de los cuales deberíaocuparse el saber sobre la política. Más el parte aguasde ambos mundos opuestos es precisamente la ley.Según Hannah Arendt, en la antigüedad griega la leyno era una serie de asuntos permitidos y prohibidostal como la conocemos hoy, era algo así como una va-lla, una muralla, una línea divisoria, una frontera entrelos que estaban adentro y los que estaban afuera yestar dentro de la leyera estar en la poli s, dentro delorden construido, pertenecer a su espíritu y actuar enconsecuencia como ciudadanos'.

    Los desarrollos posteriores de la filosofía y de laciencia política han formulado nuevas propuestas dedistinción, han enfatizado en la necesidad de ampliarel ágora, de darles entrada a los excluidos, de univer-salizar derechos y libertades, o de reconocer diferen-cias, han indagado sobre los fundamentos de la legiti-midad de los gobernantes y sobre las razones éticas ypolíticas de la obligación de obedecerles, han dudadode la bondad de la ley, de la intrascendencia del mun-do privado y han propuesto modelos alterativos de or-den político, donde el conflicto y la guerra pudiesen te-ner también su espacio para la reflexión.

    En fin, se ha caminado mucho en los contenidos dela ciencia política, en la definición sobre sus alcances yposibilidades, en sus retóricas, en sus temáticas y susformas de medición y análisis, pero lo que pretendorescatar acá, es que el mito de la caverna de algunamanera es una invitación a la ciencia de la política puestraza un primer esquema de conocimiento y le otorgaun sentido práctico y referido a la realidad, al queha-cer de quienes incursionan por estos terrenos.

    Más que el mito de la caverna, este texto debería lla-marse el mito del viaje, el imperativo de ir por las ideasy traerlas para transformar el magma y el caos de lavida social en un orden predecible, que garantice regu-laridades, permanencias, estabilidades, minimizando lascontingencias y señalando derroteros a seguir para con-quistar la óptima república o si se quiere, el buen ordensoportado en la justicia, la verdad y la sabiduría. Estesería el sentido general del mito pero como todo mitoes susceptible de adaptarse y readaptarse, de transfor-marse y contarse de maneras distintas de acuerdo conlos propósitos de quien narra la historia; como los mi-tos no son propiedad de nadie y son eternos e

    ... si bien el propósito último dela polftica es el de garantizar

    mlnimos niveles de coexistenciapacIfica y de convivencia social,

    el imperativo de ver en laoscuridad estarla demandando la

    exigencia de mirar el aparentereverso de la medalla, es decir, elconflicto, la violencia, la guerra,el caos y el desorden, que vistosdesde una perspectiva histórica,

    pueden ser esa confrontaciónsangrienta por cambiar la realidad

    existente o darle orientacionesdistintas al orden imaginado.

    intemporales, yo me siento tentada a continuar el mitoy a encontrarle una faceta distinta a esta historia quequizá nos permita completar esta invitación que hoy leshago al mundo maravilloso de la ciencia política.

    Existe en el texto de Platón un mandato para quie-nes retornan de la ciudad de los dioses con el propó-sito de fundar la polis de los hombres corrientes. Seles exige, como decíamos, saber y conocimiento, atra-vesar el desierto, llegar al mundo donde viven lasideas, las teorías, los conceptos abstractos, lasmetodologías científicas y todo ese saber acumuladopor una ciencia que si bien es reciente tiene un pasadofilosófico de gran trascendencia; se les demanda quevuelvan al mundo de los sujetos corrientes para ocu-parse de la invención del orden político y de la crea-ción de un espacio diferenciado y único para el des-pliegue del ser y el quehacer de la política, documen-tando de esta manera el tránsito de la periferia al cen-tro, de la vida natural a la vida civil o cívica, del aisla-miento y la inacción a la acción colectiva, reflexiva ydialógica o, en otras palabras, a la fundación de lapolis; esto querría decir, en palabras de José ManuelBermudo, la urgencia de lo pragmático, de vérselascon la realidad para transformarla, además de una in-tención pedagógica de difundir y hacer aceptar el nue-vo orden enraizado en la lev',

    No obstante hay una frase en el relato platónico, enel mito de la caverna que me sigue pareciendo inquie-

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    tante y que es precisamente la que me permitiría conti-nuar la historia, prolongar el mito y encontrarle nuevasaristas a esa narración inagotable que ha fascinado des-de siempre a la humanidad y es la siguiente: cuandoPlatón les dice a quienes han conocido el mundo de lasideas que deben retornar al melancólico mundo de lascuevas, añade un imperativo más, les demanda que de-ben "ver en la oscuridad"; y uno pudiera preguntarse,épor qué sería necesario hacerlo, si allí no habría nadadigno de ser conocido, si lo que ocurre por esosentornos es equívoco, miserable y triste, si las ideas se-rían precisamente las herramientas destinadas a derro-tar las tinieblas y sacar a los seres humanos del encie-rro, de la ignorancia y aislamiento, si la caverna estádestinada a desaparecer cuando se configure la polis,qué es lo que habría que ver allí?

    ¿Qué querría decir el autor con eso de "ver en la os-curidad"? A mi juicio, acá hay una llamada para ocupar-se también de ese magma aparentemente indetermina-do, azaroso y contingente; de ese universo de quienesviven por fuera de la polis sin ley y por tanto en el des-orden y en el caos de la vida social, y preocuparse porver en la oscuridad significaría que dicha condición tam-bién puede ser objeto de conocimiento y reconocimien-to, que es preciso indagar sobre el sentido del desor-den, sobre las razones del caos, sobre sus lógicas y susgramáticas; sobre lo que realmente ocurre y cómotranscurre la vida de aquellos que por diversas circuns-tancias estarían por fuera del orden creado por la ley oen la periferia de la polis: y preguntarse si así como elorden tiene reglas, las tiene también el desorden quesólo sería tal si se lo compara con el primero, pero quepuede tener regularidades, permanencias, repeticiones yalgunas certezas sin cuyo conocimiento cualquier ordenpensado desde lo alto, desde las cumbres del saber ydel conocimiento y por tanto luminoso y coherente, es-taría condenado a fracasar, porque sus constructoresnunca lograron "ver en la oscuridad".

    ¿Qué significan esas sombras reflejadas en las pa-redes de la cueva? ¿Esque las apariencias, las ideolo-gías, las representaciones y los imaginarios son sóloengaños, fantasías, falsas aproximaciones a la verdad,o es que ellas también son verdad y hacen parte dedicha realidad y para bien o para mal, guían las accio-nes de los ciudadanos y de los gobiernos? ¿Qué signi-fican esos murmullos que como ecos lejanos se oyenen las cavernas? ¿Sontan despreciables que no vale lapena ocuparse de ellos? ¿Son meras palabras sin sen-tido, desarticuladas y carentes de estructura lingüísti-ca, incoherentes e insulsas o es que mediante ellas se

    está contando otra historia, se están transmitiendo ex-periencias distintas, saberes ocultos y despreciadosporque carecen de cientificidad y de reglasargumentales pero indispensables para entender e in-terpretar el mundo de los mortales?

    ¿Por qué las resistencias de muchos sujetos a in-corporarse al orden definido por las estructuras lega-les y normativas? ¿Por qué la desobediencia, la delin-cuencia o la guerra? Platón pensaba que por ignoran-cia y por carecer de ojos acostumbrados a la luz, peroel imperativo de ver en la oscuridad puede estar signi-ficando que allí existen otras razones, que no se ven asimple vista y que es preciso encontrar para aproxi-marse a ese mundo de la condición humana tan dis-tinto a la ciudad de los dioses y constatar que puedenexistir distintas verdades, diferentes formas de conce-bir la vida buena, otras morales, éticas, estéticas y cul-turas y que los sujetos sociales, con más frecuenciade lo aceptado, configuran demandas sociales quedesbordan la construcción normativa del buen orden,de la óptima república y llevan a cabo prácticas socia-les que no se desarrollan propiamente en el ágorapero que tienen un claro sentido político, una relevan-te intención ciudadana y sobre todo propósitos eviden-tes de acción colectiva.

    Me parece, o creo ver en la narración platónica queese imperativo de ver en la oscuridad es un llamado a

    ... la polltica como toda ciencia secomunica mediante las palabras, los

    s!mbolos, las representaciones, losvocabularios,' además, la acción de los

    sujetos en el mundo público, es antetodo un proceso comunicativo mediante

    el cual gobernantes y gobernadosexpresan sus proyectos, sus demandas,

    sus argumentos de validez ylegitimación, sus propósitos, sus

    disputas y consensos pues la acciónpolltica no puede renunciar a la

    necesidad de convencery persuadir alos públicos para que éstos actúen en

    consecuencia,' de all! que la cienciapolltica se debata también en el

    engañoso mundo de la polisemia de laspalabras y los conceptos.

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    Una invitación a la ciencia política: .

    ...si el ágora estuvo en elorigen de la polftica, si

    su sentido fue el dellenarse de palabras,

    éstas no serán solamenteuna manera de entenderse

    sino también un objetode preocupación de la

    ciencia polftica.

    la investigación, a vérselas con las realidades de mun-dos imperfectos, con las complejidades, con las con-tingencias, con los hechos y las palabras de los serescomunes y corrientes; este imperativo y el sentido ge-neral del mito nos estaría diciendo que si bien lasideas, las teorías, las nociones y conceptos son condi-ciones absolutamente necesarias para acceder al cam-po de la ciencia política, se quedan cortas y no seríansuficientes si no se retorna al mundo de los simplesmortales con la intención de "ver en la oscuridad".Nos estaría diciendo además, que es necesario perderel miedo al desorden, a las masas soliviantadas, a losbárbaros y los ignorantes, a la chusma, a las multitu-des y a esa plebe tan despreciada que estaría simboli-zando el riesgo permanente del retorno al caos, puesver en la oscuridad no es otra cosa que interpretar loque existe por fuera del dominio de lo conocido y lu-minoso y vérselas cara a cara con lo que realmenteocurre en la vida social.

    Entre otras cosas, esta sería una bella definición parala investigación, investigar es intentar ver en la oscuri-dad, poner los ojos en asuntos desconocidos o vistosdesde otra perspectiva, descubrir lo que estaba oculto,aquello que parecía irrelevante y nombrar el mundo conpalabras nuevas para lograr que otros las conozcan yactúen en consecuencia, es decir, sin investigación, losestudiosos de los temas de la política sólo habrían he-cho la mitad del viaje del conocimiento.

    Estaorden de "ver en la oscuridad" es aún más impe-rativa para quienes nos ocupamos de estos asuntos de lapolítica en América Latinay en el TercerMundo en gene-ral, pues con frecuencia nuestras historias y realidadesse alejan agresivamente de los paradigmas, no somoslo que deberíamos ser, la óptima republica no impera

    entre nosotros, el ágora pública con frecuencia es pri-vatizada por los intereses del mercado nacional e inter-nacional, los representados no se ven reflejados en lasacciones de los representantes, los gobiernos no estánregidos por los más sabios y los mejores, y los ciuda-danos virtuosos e ilustrados brillan por su ausencia.

    Esto querría decir que algunos analistas de la políticaen nuestro medio aprendieron muy bien sus leccionesenel mundo de las ideas, en la morada de los dioses, peroal comparar esos modelos perfectos y armónicos con loque ocurre en estos universos de los simples mortales,el resultado no puede ser otro que la desesperanza, elensayo fallido, el fracaso reiterado y la percepción deque la política es deficitaria, el Estadoincompleto y la ciu-dadanía un simple remedo de lo que debería ser. Enotras palabras, seestaría repitiendo ad infinitum esa sen-sación que ya describía Platón en el mito cuando nos na-rraba la resistencia de los sabios para volver y su sentidode superioridad al comparar su suerte con la de aquellosque no habíanabandonado la caverna.

    Mas el imperativo de "ver en la oscuridad" estaríaseñalando precisamente que el exceso de luz, la preva-lencia de modelos, el prurito de enfatizar en lo quenos falta para llegar a ser, está escatimando la posibili-dad de ver la política tal como es y descubrir allí,cómo es el Estado que se logró configurar en estospaíses, cómo funciona realmente, qué leyes lo rigen yhasta qué punto ellas definen el orden o contribuyenal desorden: cómo se adecua o se distancia la políticade las sociedades que la soportan; qué incidencia tie-nen las culturas y las historias en la configuración delas dimensiones políticas, qué estrategias de ciudada-nía se están configurando en la lucha diaria por losviejos y los nuevos derechos, cómo se forman y setransforman las leyes y cómo se relaciona todo estocon las violencias y las guerras endémicas que cruzanestos territorios; en otras palabras, cuáles son los ór-denes sociales que perviven y compiten entre si por eldominio de las sociedades en estas latitudes.

    Para ver en la oscuridad se requiere de un mínimode sensibilidad política pero también entender que sólola crítica, el debate, la duda sobre los propios conoci-mientos y los ajenos puede contribuir a develar el serde las sociedades, porque éstas se forman y se trans-forman precisamente en la confrontación, la colisión yel choque de prácticas e ideas, y porque, desde quePlatón escribió su mito, el mundo está en discusión ypese a su afán y el de muchos por encontrar la verdad,el bien y las rectas acciones, existen posturas distintasque con buenas razones argumentan lo contrario.

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    Éstaes, para algunos, la gran debilidad de las cienciassociales en general y de la ciencia política en particular,su falta de precisión y de certezas sobre la verdad, elbien colectivo y la justicia que el Estadoy la ley deberíangarantizar, pero a mi juicio allí radica precisamente sugran virtud y las inmensas posibilidades de estas llama-das ciencias blandas, bajo la condición de abordar losasuntos que le atañen a esta disciplina desde un espíritucrítico, analítico, abierto, secularizado y polémico; sólodel debate y la crítica puede surgir un conocimiento másenriquecido, un saber más aproximado pero siempre in-acabado en torno a las grandes temáticas, a los méto-dos, a las teorías y a los paradigmas que la conforman.

    El mundo está en discusión en todas partes, hoymás que antes se habla de la crisis de la política, delfracaso de los grandes relatos, de la muerte de lasideologías y de la lenta erosión de lo público, invadidoy colonizado por lo privado e incluso por lo domésti-co, es decir por ese universo oscuro y retraído de lamirada de los demás; sin embargo cabría la preguntasobre si lo que está en crisis es la política o lo quesabemos sobre ella, si lo que ocurre es que estamostratando de interpretar lo nuevo con los viejos mode-los que quizá fueron útiles en ciertos momentos histó-ricos pero ahora desbordados por los cambiosmultilaterales y rápidos ocurridos en los últimos años.y si fue que nos olvidamos de ese imperativofundacional de ver en la oscuridad.

    Esmuy probable que no tengamos los ojos acostum-brados a ver en la oscuridad de aquello que aún no haterminado de nacer, que no sepamos aproximarnos aotras maneras de hacer y representar la política, de pen-sar el Estado, de discurrir sobre sus límites y sus al-cances, de entender el sentido de los nuevos poderes,la naturaleza de conflictos inéditos, las prácticas de ac-tores tradicionalmente ausentes de los espacios públi-cos y que irrumpen para reivindicar derechos específi-cos que en la práctica desafían la generalidad y la uni-versalidad de estos derechos, discutimos si estánemergiendo nuevas ciudadanías y declinando viejas so-beranías sobre las cuales se soportaba hasta hace muypoco el edificio del Estado Nación. Y si se transforma-ron las fronteras, los límites, los espacios y los territo-rios que enmarcaban tradicionalmente el viejo edificiode la ciencia política y esta disciplina se ve abocada anuevas travesías por el desierto para reconstruir mane-ras de entender el mundo y transformarlo.

    Por estas razones, podríamos afirmar que la cienciapolítica es una disciplina con un gran acervo de conoci-mientos, que no se han acumulado como quien junta

    trastos viejos en un desván, sino que se han elaboradoy desechado mediante la crítica y de acuerdo con lasnuevas situaciones y cambios que exigieron manerasdistintas de aproximarse a los temas, o la exploraciónde asuntos novedosos e inéditos, o la adopción deotros criterios metodológicos y analíticos y que permi-tieron el surgimiento y declive de paradigmas y teorías.

    El pensamiento, lo mismo que las sociedades y lasacciones políticas, no progresan linealmente hacia po-siciones mejores, por el contrario, avanzan retomandodel pasado, desechándolo a veces, negándolo o reivin-dicándolo otras, ignorando conquistas significativas oreorientándolas en una dirección distinta o en varias almismo tiempo, que no pueden ser juzgadas como su-peración o retroceso.

    Esto quiere decir que la disciplina tiene una historiamuy larga y muy rica pero dicha historia no esacumulativa ni sobre ella puede decirse necesariamen-te que lo nuevo supera lo viejo, pues todavía es posi-ble encontrar en los clásicos claves de lectura paraasuntos de palpitante actualidad que vuelven a tenersignificación pese al paso del tiempo; o rastrear la his-toria de viejas categorías que parecieron desaparecerdel escenario público y que vuelven a convertirse enpiedras angulares de los discursos más novedosos.Por eso, cuando nos referimos a ese imperativo delmito de la caverna de ver en la oscuridad no nos refe-rimos solamente al conocimiento sobre aquellos quehabitan fuera de la polis o a lo que no ha terminadode nacer, nos referimos también a las destrezas paraadquirir la capacidad de discernimiento, para hacer

    .../as palabras no son merosadornos estil!sticos de losdiscursos, sino estructuras

    penetrantes que pueden torcer elcurso de la IJistoria, trastocarlos órdenes existentes, asr/es

    vida a las utop!as másfabulosas, sepultar verdadesconsideradas como eternas o

    sacar a luz, al espacio público,y dar a conocer aquello que

    permanec!a oculto y olvidado.

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  • UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

    Una invitación a la ciencia política: - _ _. _. _ .. :

    Por eso, cuando nos referimos a eseimperativo del mito de la caverna de ver enla oscuridad no nos referimos solamente al

    conocimiento sobre aquellos que habitanfuera de la polis o a lo que no ha terminado

    de nacer, nos referimos también a lasdestrezas para adquirir la capacidad de

    discernimiento, para hacer nuevas lecturasde los viejos textos, para interrogar y

    hacer/es preguntas a los contemporáneos,para indagar sobre la pertinencia de asuntos

    que parecían no tener/a y a la necesidad deapoyarse en otros saberes distintos que

    permitan otros ángulos de mirada, quizámás reveladores que las del propio saber.

    nuevas lecturas de los viejos textos, para interrogar yhacerles preguntas a los contemporáneos, para inda-gar sobre la pertinencia de asuntos que parecían notenerla y a la necesidad de apoyarse en otros saberesdistintos que permitan otros ángulos de mirada, quizámás reveladores que las del propio saber.

    Lo que quiero decir, es que ver en la oscuridad, nosignifica únicamente orientarse en el mundo de lassombras para entender su orden e interpretar sus di-námicas y sus gramáticas, o en otras palabras, lo querealmente acontece en el mundo de los hombres mor-tales, que no es deficitario, limitado o miserable sinodistinto a aquello intuido por los sabios que mirandesde las alturas el acontecer de los países pobres yque pregonan el deber ser de la política y el Estado sininquietarse lo más mínimo por lo que acontece ycómo deviene la acción política en estas latitudes.

    Quiere decir también que se requiere un esfuerzoadicional para ver la política más allá del quehacer ins-trumental, referido a la gestión y la administración delmundo público y entenderla como conciencia de lahistoricidad, como el proceso de construcción de pro-yectos en el contexto de contradicciones sociales espe-cíficas, como la articulación dinámica entre sujetos,prácticas sociales, y proyectos, cuyo contenido es la lu-cha por dar una dirección a la realidad existente en elmarco de varias opciones viables; lo que quiere decirque si bien el propósito último de la política es el de ga-rantizar mínimos niveles de coexistencia pacífica y deconvivencia social, el imperativo de ver en la oscuridadestaría demandando la exigencia de mirar el aparente

    reverso de la medalla, es decir, el conflicto, la violencia,la guerra, el caos y el desorden, que vistos desde unaperspectiva histórica, pueden ser esa confrontaciónsangrienta por cambiar la realidad existente o darleorientaciones distintas al orden imaginado.

    De allí que tan importante como conocer las regu-laridades, las permanencias, las repeticiones y lo queestá reglamentado por normas vinculantes, sea elaproximarse a lo inesperado, a lo contingente, a loaparentemente irracional, a los cambios abruptos quetrastocan el orden y cambian viejos y aparentementeseguros referentes para el análisis, lo que significaríala necesidad de inventar o crear nuevas categorías,otros métodos, distintos procesos de aproximación aesas realidades esquivas a dejarse mirar con los es-quemas ya conocidos; en otras palabras, interrogarsepor la potencialidad de lo real antes que quedarse atra-pados en las estructuras que representan la cristaliza-ción de los procesos ya acabados.

    El debate teórico y la investigación empírica o her-menéutica reflejarían en parte ese imperativo de ver enla oscuridad, pero hay algo más; la política como todaciencia se comunica mediante las palabras, los símbo-los, las representaciones, los vocabularios; además, laacción de los sujetos en el mundo público, es antetodo un proceso comunicativo mediante el cual gober-nantes y gobernados expresan sus proyectos, sus de-mandas, sus argumentos de validez y legitimación,sus propósitos, sus disputas y consensos pues la ac-ción política no puede renunciar a la necesidad de con-vencer y persuadir a los públicos para que éstos ac-túen en consecuencia; de allí que la ciencia política sedebata también en el engañoso mundo de la polisemiade las palabras y los conceptos.

    Esto quiere decir que no es suficiente el conoci-miento de grandes paradigmas y métodos probadosde investigación; se requiere también vérselas con loslenguajes políticos, entendidos como precipitados cul-turales de varias teorías afines, con las metáforas, conlos relatos y las narraciones que convocan a la acción,con las retóricas y las poéticas mediante las cuales lossujetos de la política divulgan sus proyectos con elpropósito de convencer o conmover a los auditorios;si el ágora estuvo en el origen de la política, si su sen-tido fue el de llenarse de palabras, éstas no serán so-lamente una manera de entenderse sino también unobjeto de preocupación de la ciencia política.

    No se trata sólo de indagar por lo que se dice, porla traducción inmediata de su sentido transparente,sino cómo se dice, cómo se argumenta y se rebate al

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  • No. 38

    contradictor, de qué recursos semánticos se vale quienhabla, cómo configura su discurso, qué menciona yqué calla, qué recuerda, qué intenta mantener en el ol-vido y qué imagina para un futuro promisorio: si lapolítica como dice Hannah Arendt es acción y discur-so, praxis y lexis, tendríamos que concluir que la polí-tica navega por entre las palabras, que éstas son partesignificativa de su esencia, que ella se hace con esosmateriales y que las palabras no son meros adornosestilísticos de los discursos, sino estructuras pene-trantes que pueden torcer el curso de la historia, tras-tocar los órdenes existentes, darles vida a las utopíasmás fabulosas, sepultar verdades consideradas comoeternas o sacar a luz, al espacio público, y dar a cono-cer aquello que permanecía oculto y olvidado.

    Si la política es discurso, también es práctica social,y las prácticas no se desenvuelven en el vacío, no es-criben su lógica en una hoja en blanco, no están guia-das únicamente por la elección racional; por el contra-rio, se desenvuelven en espacios específicos, históri-camente construidos, culturalmente significados, polí-ticamente apropiados, con formas tradicionales depensar y hacer política, de relacionarse con los otros,de resistir o combatir, de hablar o de derramar la san-gre del enemigo, de allí que las prácticas políticas enparticular estén inmersas en ese magma de lo que lla-mamos cultura, signadas y en cierta medida orienta-das por la conciencia y la memoria histórica y afecta-das de diversa manera por los microprocesos localespero también por los macroprocesos mundiales.

    Por toda esta complejidad es que lo político no pue-de identificarse con un objeto real en particular sinoque constituye un campo problemático, que carece defronteras precisas pues estas se amplían o se restrin-gen de acuerdo con las prácticas y las accionesdiscursivas de los actores en competencia y siempreexistirá un terreno indefinido, una zona gris suscepti-ble de incorporarse o excluirse del ámbito de los análi-sis políticos, constituida precisamente por aquello queno se ve desde el centro de la polis, desde las estruc-turas cristalizadas, desde lo reglamentado por las le-yes pero que pugna por ser reconocido y estudiado enla medida en que sea posible politizarlo; es decir, en lamedida en que sea susceptible de ser transformadopor medio de prácticas y acciones políticas desarrolla-das en ese campo que definimos como problemático.

    Las fronteras y los límites entre lo público y lo pri-vado que fueron tan nítidas para Platón han dejado deserio precisamente por esa capacidad de los sujetospara politizar sus acciones y articular demandas espe-

    Por toda esta complejidad es que lopolftico no puede identificarse con un

    objeto real en particular sino queconstituye un campo problemático, quecarece de fronteras precisas pues estasse amplfan o se restringen de acuerdo

    con las prácticas y las accionesdiscursivas de los actores en

    competencia y siempre existirá unterreno indefinido, una zona gris

    susceptible de incorporarse o excluirsedel ámbito de los análisis polfticos ...

    cíficas en espera de reconocimiento colectivo, de allíque con más frecuencia de lo aceptado aquello que eraoscuro, privado e incomunicable se vuelva público,que lo que se ocultaba en las alcobas se ventile ahoraen la plaza pública, es lo que ha pasado con los movi-mientos feministas y homosexuales; que lo que circu-laba por las calles y las tertulias de las esquinas se tra-te ahora en asambleas con capacidad decisoria comosucede con los diversos movimientos sociales y lo queacontecía en los barrios de las grandes ciudades o enlas veredas campesinas, en fin, en el llamado mundode la necesidad, llegue hasta el ágora de la democraciapara volverse público y para que estos nuevos sujetosde la política, los movimientos sociales, interactúencon otros que de vieja data ocupan esos espacioscomo los partidos políticos.

    Pero también esa politización puede ser llevada en di-rección contraria, de manera que las experiencias susci-tadas en espacios más públicos se internalicen en otrosmás privados; la interiorización individual de las normases un ejemplo bien conocido pero también podría ha-blarse de la tolerancia, el respeto y el reconocimientode las diferencias, entendidas como virtudes públicaspero susceptibles de ser practicadas también en losmundos de lo doméstico, en los espacios privadosocultos al escrutinio de los colectivos pero donde se de-sarrolla buena parte de la vida de los sujetos sociales.

    Ese campo problemático de la política se define yredefine de acuerdo con las situaciones en las cualesse mueven los actores sociales, sus confrontaciones yalianzas, la competencia de sus proyectos, las iniciati-

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  • UNIVERSIDAD DE ANTlOQUIA

    vas que impulsan o las acciones que impidan, surgeentonces como evidente que el pensamiento políticono puede sólo estructurarse en el plano de la abstrac-ción donde las ideas alcanzan su mayor consistencia ycoherencia; por el contrario, el imperativo de ver en laoscuridad pareciera sugerir que nos debemos situaren una realidad abigarrada de hechos, sucesos, pala-bras, propósitos y acciones difíciles de organizar enesquemas coherentes, realidad en gran medida impre-decible en la que lo necesario, lo casual, lo posible ylo utópico se entremezclan presentándole a la cienciapolítica retos nuevos y redefiniendo sus mapas con-ceptuales y sus fronteras disciplinares.

    Quiero entender que ese mandato de Platón a losque regresan al mundo oscuro de la caverna no se li-mita, como parece sugerirlo el mito, a enseñarles a loshombres corrientes sobre la necesidad de la polis y dela adopción de leyes para lograr el buen orden y laoptima república, no sería solamente un mandato pe-dagógico o una exigencia de divulgación de una ciertacultura política pensada como la única posible para de-rrotar la oscuridad y el caos, se trataría más bien deuna convocatoria a la acción política de los sujetos co-rrientes; a politizar sus demandas, a desarrollar prác-ticas colectivas tendientes a modificar los entornos ylos contextos históricos y culturales en los cuales des-envuelven su quehacer y a modificarse ellos mismosen ese encontrarse cotidiano con la pluralidad de acto-res, órdenes, ideas, propósitos y proyectos distintos.

    Si los diferentes perfiles de lo social e individual sonsusceptibles de ser politizados, eso querría decir quela ciencia política tendría temas propios que por tradi-ción le corresponderían, estatutos epistemológicosque le habrían abierto las puertas de la ciencia,metodologías y técnicas probadas, pero no temas ve-dados; si es verdadero el aserto sobre la posibilidadde politizar aspectos muy distintos de la vida socialesto significaría que no podríamos aspirar a contarcon un mapa definitivo y con coordenadas precisas so-bre la ciencia política pues el quehacer de esta discipli-na no se refiere a seres inertes que están allí para serobservados sino al universo de las acciones, las volun-tades de los sujetos, los discursos, la polisemia de laspalabras, las culturas, las historias; en fin, a los pro-cesos de cambio y transformación de los cuales estesaber tiene que dar cuenta.

    Para lograrlo, es necesario mantener el espíritu críti-co, el permanente debate sobre sus paradigmas,metodologías, lenguajes y técnicas de investigación, elhorizonte investigativo abierto, hacer las preguntas cada

    vez más precisas, entender que las verdades son sóloprovisionales y en permanente competencia con otrasverdades y sobre todo aceptar con humildad de ese im-perativo que acompañó los orígenes remotos de la filo-sofía y la ciencia política, el de ver en la oscuridad.

    El mito de la caverna, releído a la luz de esta invita-ción inaugural, más que orientaciones disciplinares ofundamentos epistemológicos, pretendió ofrecerles unpanorama amplio y abierto de campos y espacios porlos cuales puede transcurrir el quehacer académicoque hoy inician y más que eso, la intención fue la decompartir con ustedes la pasión por el conocimiento ypor los temas de la política; el interés por una discipli-na cuyos aportes han sido de gran significación peroque todavía tiene muchos mundos por descubrir; que-ría contarles también sobre la emoción que palpitadetrás de los hallazgos y los aprendizajes que se vanhaciendo en esa travesía por el desierto y sobre todo,alertarlos sobre la responsabilidad política que adquie-ren los estudiosos de estos temas en una universidadpública como la Universidad de Antioquia, comprome-tida con los propósitos de comprensión y mejoramien-to de la sociedad en la cual ella está inscrita.

    Así, desde un espíritu crítico, secularizado y autó-nomo, el Instituto de Estudios Políticos y la Facultadde Derecho les dan la bienvenida y quieren invitarlosal disfrute del conocimiento, pero sobre todo ainvolucrarse con el interés práctico y emancipatorio dela transformación de lo social.

    •1 Platón. La República. Madrid. Centro de Estudiosconstitucionales, 1997. Parte I

    2 Arendt, Hanna. La condición humana. Barcelona. SeixBarral, 1974. P. 57

    J Bermudo, José Manuel. Filosofía Política. Luces y sombrasde la ciudad. Barcelona. Ediciones Seix Barral, 2001. P.23

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