Unidad en la verdad. 8 de diciembre de 1986
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Carta Pastoral
Unidad en la verdad
Instrucción de la Conferencia EpiscopalParaguaya sobre la Identidad de los Católicos
ante los Cristianos No-Católicos
Introducción
1. VOLUNTAD DE DIÁLOGO La comunicación entre los distintos miembros de la Iglesia es
necesaria para la vida de este cuerpo Místico de Cristo, que todosformamos. La voluntad de diálogo que nos anima a los Obispos del
Paraguay está patente para cualquiera que siga el ritmo de losacontecimientos en nuestro querido país.
Así queremos ser fieles al Concilio Vaticano II que nos dijo: "Comoes propio de la Iglesia entablar diálogos con la sociedad en que vive,deber es en primer término de los Obispos dirigirse a los hombres yentablar y promover diálogo con ellos. Estos diálogos ordenados a lasalvación, para que vaya siempre unida la verdad con la caridad, la
inteligencia con el amor, es menestrer que se distingan por la claridaddel lenguaje, así como por la humildad y mansedumbre, igualmente porla debida prudencia, juntamente, no obstante con la confianza, que, alfomentar la amistad, tiende por naturaleza a unir los ánimos" (CD 13).
Es en ese clima de diálogo que deseamos dirigirnos a todos los fielescatólicos, y a cuantos quieran oirnos con ánimo de responder a una
inquietud, que reiteradamente se nos ha manifestado.
2. OYENDO A NUESTRO PUEBLOEn efecto, por diversos canales ha llegado a nuestra conciencia de
Obispos el problema que para nuestros católicos del Paraguayrepresenta una proliferación de sectas y diversas denominaciones
cristianas no católicas, que siembran confusión en los ánimos.Insistentemente se nos pide una palabra orientadora. No podemosnegarla sin traicionar nuestra misión dialogante, y mirando al bien
integral del pueblo, "en medio del cual nos ha puesto el Espíritu Santopara pastorear la Iglesia de Dios, que El se adquirió con su propia sangre" (Hech
20, 28).
3. RESPUESTA OBLIGADAPor lo que, reunidos en Asamblea, determinamos dirigirnos
abiertamente a todos nuestros fieles y a todos los paraguayos de buenavoluntad con la presente instrucción, en que estudiamos la situaciónque a los creyentes les presenta la llamada "invasión de las sectas"
(DP 419), iluminarla con la luz evangélica, según la recta doctrinadel ecumenismo, y sugerir pautas de comportamiento para que el
pueblo cristiano progrese en su fe conforme a la voluntad de Cristo,que quiso que fuese UNA su Iglesia (Jn 17, 21).
4. SENTIDO DE ESTA INSTRUCCIÓNDirigimos nuestra Instrucción como "maestros de la verdad", segúnel testimonio de Puebla: "En una Iglesia totalmente al servicio de laPalabra, el Obispo es el primer evangelizador, el primer catequista;ninguna otra terea le puede eximir de esta misión sagrada. Medita
religiosamente la Palabra, vela porque su comunidad avance�contínuamente en el conocimiento y práctica de la Palabra de Dios �
a fin de poder discernir la Verdad" (DP 687).Asi tenemos que responder a las dificultades y problemas que agobian,y angustian señaladamente a los hombres, y en particular a los fieles,
para que ellos mismos puedan defender y propagar la doctrina que Jesús nos entregó.
5. INTENSIÓN CLARIFICADORAQuerríamos aclarar que nuestra posición es de iluminación a los
católicos, y de trato fraterno a los que no lo son. Las personas humanas,cualesquiera que sean, nos merecen todo respeto como imágenes deDios y portadoras de una dignidad indiscutible. Tratamos solamentede orientaciones doctrinales con las que pretendemos discernir la
verdad, que debe ser el objetivo de cualquier diálogo entre losmiembros de la gran familia humana.
Lo hacemos, además, porque nos sentimos con el deber de padres ypastores en esta situación, y debemos hablar. Los fieles católicos tienen
derecho a una clarificación nuestra. A los no-católicos es justoofrecerles de modo asequible el pensamiento autorizado de nuestraIglesia. Pero al hablar en el clima de diálogo, que señalábamos alprincipio, no pretendemos entrar en polémica, tomar actitudes deataque ni de defensa. Sencillamente queremos clarificar nosotros
mismos nuestros pensamientos sobre la verdadera Iglesia de Cristo,y sobre el recto sentido que en ella tiene el ecumenismo.
Iniciaremos la PRIMERA PARTE con un breve análisis de situación.En la SEGUNDA PARTE expondremos unos puntos resaltantes, que
conforman la identidad de nuestra doctrina católica.
Trataremos en la TERCERA PARTE el problema actual de las sectas.En una CUARTA PARTE diremos algo sobre el Ecumenismo, que es
una realidad esperanzadora, principalmente con las llamadas "confesiones históricas".
Así con estas ideas queremos ayudar a todos a caminar hacia la
UNIDAD EN LA VERDAD.PRIMERA PARTE
ANÁLISIS DE NUESTRA SITUACIÓN RELIGIOSA
1. La tradición católica del ParaguayDesde los comienzos de nuestra nacionalidad el pueblo paraguayo,como los demás pueblos hermanos de América Latina, se encontrócon la unidad católica, preciosa herencia de los tiempos coloniales.
Este hecho constituye, según Puebla, "un rasgo fundamental deidentidad y unidad del continente y, a la vez, una tarea permanente" (DP 1099).
Un Paraguay, abierto y hospitalario, después de las guerras sufridascon la Triple Alianza y con Bolivia, acogió en su deficitaria población
a otros grupos de varias latitudes geográficas, que incrementaronnuestro caudal humano y generaron también riquezas, al mismo
tiempo que traían sus propias creencias. Así el grupo pequeño de nocatólicos, que contábamos a principios de siglo, iva aumentando
considerablemente.
2. El espíritu del Concilio Vaticano IIEl Espíritu Santo, que siempre actúa en su Iglesia, nos ha hecho vivira nivel mundial, continental y nacional momentos maravillosos. Están
en la conciencia de muchos los acontecimientos del ConcilioEcuménico Vaticano II (1962-1965), las Conferencias Generales delEpiscopado Latinoamericano de Medellín (1968) y Puebla (1979), el
lanzamiento del Plan de pastoral Orgánica para nuestra Iglesia en Paraguay (1976-1978 y 1981).�
Somos conscientes de que nuestro avance eclesial se realiza, comodecíamos en nuestra Carta Pastoral del 12 de junio de 1976, "entre
las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios". Aun así,podemos afirmar que "el señor ha estado junto a nosotros" (Ps 124,1), y que nuestros intentos por el "Saneamiento Moral de la Nación"
no han sido del todo estériles. "El que planta y el que riega no esnada", repetimos con San Pablo, "sino el que hace crecer, Dios" (1 Cor, 3,7)
3. La proliferación de las sectasEn los últimos años se han poblado nuestros núcleos urbanos y rurales
de carpas llamando a la fe precisamente a un pueblo creyente, como lo es el nuestro.
Una de las sectas, "Pueblo de Dios", ha llegado a constituirse ennoticia diaria durante dos largas secuencias en uno de los matutinos
de nuestra capital. El descontrol de la inmigración en zonas del este ynorte de nuestro territorio nos produce también golpes efectivos con un
proselitismo sectario.
Sobre el accionar diario se superponen, como olas programadas, unascampañas periódicas se disertantes, con amplia publicidad, y de
sanadores, que ofrecen prodigiosas curaciones a los desesperados,que por falta de medios para su atención médica acuden a ellos.
Hay también numerosos visitadores religiosos que golpean de puertaen puerta pidiendo a los católicos unos momentos de atención. Además
hay otros que invanden hogares católicos sin dejarles lugar paradiscernir su aceptación o su rechazo. Emisoras de radio y programastelevisivos atraviesan todos los muros. Dentro de cada uno existen
barreras psicológicas, que cada cual establece conforme a su fe, peroque con la sagacidad de un buen montaje pueden ser superadas, y de
hecho vemos que han sido barridas en católicos deficientemente formados.
Esta invasión de sectas es apoyada con recursos económicos ingentesy usando medios de comunicación con métodos y técnicas que
pretenden entrar en el ámbito de la conciencia de los católicos tantoen comunidades urbanas como en campesinas.
4. Crítica evangélica de nuestra situación religiosaMuchos de estos predicadores actúan de buena fe, y son ejemplos decompromiso con sus propias convicciones. Seríamos injustos en no
admitirlo, según el consejo de nuestros Maestros (Lc. 16,8). Perotampoco somos tan ingenuos, como para no darnos cuenta que detrás
de estas actividades proselitistas existe un propósito de debilitar launidad de la Iglesia Católica. Especialmente, cuando descubrimos
en algunas ocasiones la verdad del análisis hecho en Puebla: "Muchassectas han sido, clara y pertinazmente, no solo anticatólicas, sinotambién injustas al juzgar a la Iglesia, y han tratado de minar a sus
miembros menos formados" (DP 80)
Esta situación ha hecho que entre los católicos se produzcan unainquietud. Han oído hablar de apertura de la Iglesia superando viejas
posiciones de antagonismos.
Sinceramente sensibles a todo lo que supone amor al hermano,comprensión y diálogo, han acogido con júbilo los conceptos de
"libertad religiosa", "colaboración recíproca", "convivenciapluralista", que se han difundido como eco universal del Vaticano II.
Incluso algunos oyeron la palabra "ecumenismo". Surge entonces uncúmulo de sentimientos imprecisos, que se agitan más en católicosde buena voluntad, y que confunden sus propias ideas. A veces nos
han formulado sus interrogantes; otras veces, ha faltado hasta laclaridad para formularlos. A esta situación ambivalente y confusa
quiere dar una respuesta precisa nuestro mensaje.
Señalamos, por tanto a continuación los principios vigentes de nuestra identidad católica.
SEGUNDA PARTE
LA IDENTIDAD CATÓLICA
I. LA REVELACIÓN DE DIOS
1. Dios se da a conocerLa religión es el conjunto de relaciones que hay entre Dios y los
hombres. Es el vínculo que une al hombre con Dios; es a la vez undon de Dios, que eleva las facultades espirituales del hombre. La
religión, se fundamenta en Dios. En la maravillosa obra de la creación,que exige un Creador, puede ver cualquier hombre cómo Dios se harevelado. En lo íntimo de nuestra conciencia, cuando nos sentimosante el dilema de una ley moral universal, tenemos que reconocer
que hay un Legislador supremo por encima de las leyes que los hombres hacen y deshacen.
Pero además Dios quiso revelarse a través de la palabra, "hablando alos hombre como amigo para invitarlos y recibirlos en compañía"(DV2). Al llegar un momento de la historia eligió a Abraham para hacerlopadre de un gran pueblo. Posteriormente por medio de Moisés y de
los profetas fue preparando a este pueblo, Israel, para que loreconociera a El como Dios único y verdadero, como Padre providente
y justo juez, y para que esperara al Salvador prometido. "De estemodo fue preparando a través de los siglos el camino del Evangelio"
(DV 3). Es lo que llamamos Antiguo Testamento, recogido en laprimera parte de la Santa Biblia.
2. Jesucristo, plenitud de la RevelaciónEs en Cristo, en su persona, con sus hechos y sus palabras, en quien
esta revelación llega a su plenitud.
Todo el Antiguo Testamento es una preparación para esta Revelaciónúltima. Así, "Dios habló a nuestros padres en distintas ocasiones y demuchas maneras por los profestas; ahora, en esta etapa final, nos ha
hablado por el Hijo" (Hbr 1,1-2). En efecto Jesucristo, la palabraeterna hecha carne, nos habla de la intimidad de Dios.
Realiza la obra de la Salvación, que el Padre le ha confiado. Con sumuerte y su Resurreción, y con el envío del Espíritu Santo lleva a
Plenitud toda la Revelación: "Que Dios está con nosotros paralibrarnos de las tinieblas del pecado y de la muerte, y para hacernos
resucitar a una vida eterna" (DV 4). Esta Revelación es ya la definitiva,"ni hay que esperar otra salvación, pública, antes de la gloriosa
manifestación de Cristo Nuestro Señor" (DV 4).
3. Transmisión de la RevelaciónDe poco habría servido la comunicación de estas verdades a los
hombres, en distintos momentos de la historia, y finalmente a travésde Jesús, si Dios no hubiera asegurado que podría llegar sin
adulteración a todos los hombres de todos los tiempos.
"Dios quiso que lo que había revelado para salvación de todos lospueblos se conservara íntegro y fuera transmitido a todas las edades.Por eso Cristo Nuestro Señor, plenitud de la revelación, mandó a losApóstoles que predicaran a todo el mundo el Evangelio como fuente
de toda verdad salvadora y de toda norma de conducta,comunicándoles así los bienes divinos, el Evangelio prometido por
los profetas, que El mismo cumplió y promulgó con su boca Además�los mismos Apóstoles y otros de su generación pusieron por escritoel mensaje de la salvación inspirados por el Espíritu Santo" (DV 7).
Desde el primer momento, pues, aparecen la Tradición, la Escritura,y el Magisterio. Porque, "para que este Evangelio se conservara
siempre vivo y entero en la Iglesia, los Apóstoles nombraron comosucesores a los Obispos dejándoles su encargo en el Magisterio. Esta
Tradición, con la Escritura de ambos testamentos, son el espejo enque la Iglesia peregrina contempla a Dios de quien todo lo recibe,
hasta el día en que llegue a verlo, como El es" (DV 7).
4. El depósito revelado: Sacrada Escritura y TradiciónUna parte de lo revelado se recoge, inmediatamente o más tarde, enlibros escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, y que por esta
razón reciben el nombre de Sagrada Escritura.
La parte de lo revelado, "no recogida por escrito, sigue también vivaen el seno del pueblo cristiano, y es entregada así mismo por unageneración a la siguiente; de ahí el nombre que suele dársele de
Tradición (De "Traditio": entrega).
En la Sagrada Escritura y en la Tradición se contiene, como en únicodepósito, el conjunto de lo que ha sido revelado a los hombres.
Repetimos estos conceptos para aclarar los diálogos, a vecespolémicos, que aparecen con frecuencia entre hermanos cristianos
en nuestra prensa diaria. Dice al respeto el Concilio Vaticano II:"La Iglesia ha considerado siempre como suprema norma de su fe laEscritura unida a la Tradición, ya que, inspirada por Dios y escrita deuna vez para siempre, nos transmite indudablemente la palabra del
mismo Dios; en las palabras de los Apóstoles y de los profetas hacenresonar la voz del Espíritu Santo. Por tanto, toda la predicación de laIglesia, como toda la religión cristiana, se ha de alimentar y regir por
la Sacrada Escritura" (DV 21)
Nosotros veneramos las Escrituras. Las hemos venerado siempre. Sialguno, en algún tiempo no le dió la importancia que tiene, se debióa razones pastorales en determinadas circunstancias históricas. Hoyla Iglesia católica está en primera línea en el estudio y empleo de laBiblia. Lo que ocurre es que nosotros afirmamos también el valor dela Tradición. Porque la "Tradición" y la Escritura están estrechamenteunidas y compenetradas, manan de la misma fuente, se unen en un
mismo caudal, corren a un mismo fin" (DV 9) y nunca se contradicen.
Jesucristo no dejó ningun libro escrito. Solo algunos de los Apóstolesy Discípulos que, establecieron, con su vida y sus enseñanzas, lospirncipios de la Iglesia, dejaron por escrito la vida y palabra de su
Señor y Maestro. Los mismos libros inspirados que integran la Biblia,fueron aceptados por tales, no por afirmaciones escritas de los mismoslibros, sino por una autoridad exterior a ellos, de acuerdo con la fe de lacomunidades cristianas. En la Biblia nadie va a encontrar en catálogoo canon de los libros inspirados. Profundamente decía San Agustín:
"Yo no creería en el evangelio, si la autoridad de la Iglesia católica nome hubiera movido a aceptarlo" (Contra Maniqueos, 5,6: RJ 1581).
Antes de que fuera escrito el Nuevo Testamento Jesucristo fundó,estableció su Iglesia. Es más, por boca de San Pablo la misma Biblia
nos pide adherirnos a la Tradición: "Hermanos, sed constantes ymantened firmemente las tradiciones en que fuisteis adoctrinados,
ya sea de viva vos, ya sea por carta nuestra" (2 Tes. 1, 15).
5. Relaciones entre la Sagrada Escritura y la Tradición"La Tradición recibe la Palabra de Dios, encomendada por Cristo y
el Espíriti Santo a los Apóstoles, y la transmite a sus sucesores, paraque ellos, iluminados por el Espíritu de la verdad, la conserven, la
expongan y la difundan fielmente en su predicación. Por eso la Iglesiano saca exclusivamente de la Escritura la certeza de todo lo revelado" (DV11)
De ahí que la Tradición tenga una importancia fundamental. Es ciertoque los primeros protestantes la dejaron un poco de lado por la
confusion existente en aquellos momentos en la mente de algunosentre las tradiciones "humanas" y la "divina" y por el intento de
apoyarse solo en la Escritura. Pero entre nuestros actuales hermanosseparados existe hoy otra sensibilidad con respecto a la legítima
Tradición. Por nuestra parte vemos con alegría que entre los católicostambién va creciendo la práctica de alimentar su fe cada vez más con
la Sagrada Escritura. Nos complacemos en constatar estas
prometedoras líneas de convergencia.
6. El depósito de la fe y el MagisterioComo católicos, universales, no seguimos una interpretaciónindividualista, libre de la doctrina revelada en la Biblia y en la
Tradición, que es lo que llamamos "el depósito de la Fe". Si cada unointerpretara a su manera, por su propio arbitrio, este depósito de la
Revelación, cada uno haría su Iglesia, que naturalmente ya no seríaúnica y menos aún la de Jesucristo. Ya San Pedro nos advierte que
toda profecía de la Escritura no puede hacerse con la propiainterpretación (2 Pedro 1, 20). El mismo Cristo interpreta a los
discípulos de Emaus el sentido de las Escrituras (Lc 24, 45), Felipeconduce al Eunuco a la lectura e interpretación de Isaías (Hch 8, 31).
Como consecuencia del principio que enunció San Pedro en la cartacitada, dice más adelante que en las epístolas de Pablo "Hay cosas
difíciles de entener, que los ignorantes y débiles interpretantorcidamente - como también las demás escrituras - para su propiaperdición" (2 Pedro 3, 15-16). La Iglesia católica tiene un Magisterio
auténtico, que nos preserva de las interpretaciones equívocas.
Por Magisterio entendemos tanto el contenido de la enseñanza oficialde la Iglesia como la función de proponerlo. Esta función está
encomendada a la Jerarquía, que Cristo estableció, y a la que prometióuna especial asistencia del Espíritu Santo a fin de que no pueda
equivocarse al ejercer su función magisterial (Mt 28, 19-20). Pero laIglesia sólo puede enseñar como verdades reveladas las que estáncontenidas en el depósito de la revelación; es decir, en la Sacrada
Escritura y la Tradición. Porque "el Magisterio no está por encima dela Palabra de Dios, sino a su servicio, para enseñar puramente lo
transmitido, pues por mandato divino y con la asistencia del EspírituSanto, lo escucha devotamente, lo custodia celosamente, lo explicafielmente, y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone
como revelado por Dios para ser creído (DV 10).
7. Importancia de integrar Escritura, Tradición y MagisterioEstamos por consiguiente firmemente persuadidos de que el principio,
llamado por algunos hermanos separados, del "libre examen" es elque justamente explica la multitud de Iglesias separadas, que se
distanciaron a partir de un mismo contenido de fe individualiscamenteinterpretado. No pensamos, por otra parte, que sean tan coherenteslos que al mismo tiempo que hablan de "libre interpretación" de las
Escrituras, que nos quieren imponer su interpretación, y niegan a loscatólicos la facultad de interpretar de otra manera.
Nosotros, en cambio, con el Vaticano II afirmamos que "la Tradición",la Escritura y el Magisterio, según el plan de Dios, están unidos y
ligados, de modo que ninguno puede subsistir sin los otros; los tres,cada uno según su carácter, y bajo la acción del único Espíritu Santo,
contribuyen eficazmente a la salvación de las almas" (DV 10)
II. JESUCRISTO FUNDÓ UNA IGLESIA
1. Jesucristo quiso una sola IglesiaJesucristo, que como decíamos arriba es la plenitud de la Revelacióndel Padre, prolongó su misterio humano-divino en la comunidad defieles que llamamos Iglesia. Él la ideó como UN redil (Jn 10, 1-10),
que ha de acoger a todas sus ovejas; como UNA vid (Jn. 15, 1-5), queha de vincular vitalmente a todos sus sarmientos; como UNA familia,
donde "no hay extranjeros ni forasteros, sino familiares de Dios"(Ef. 2, 19); como UN templo del Dios único (Jn 2, 19-21); como UNcuerpo (Rom 12,5); como UNA esposa (Mt. 9, 15). Cada una de
estas imágenes, y otras que podemos encontrar en la Sacrada Escritura(LG 6), nos hablan de UNA sola Iglesia. Hay dos de estas expresiones
que destacan más ricamente su sentido de unicidad: Cuerpo de Cristo y Esposa de Cordero.
Si la Iglesia es el cuerpo de Cristo, podríamos ante cualquier divisiónpreguntar con San Pablo: "¿Es que Cristo está dividido?" (1 Cor 1,13). Un cuerpo seccionado no podemos imaginarlo vivo. Sería solo
una quimera. Subraya el mismo Apóstol: "Porque el pan es uno, somosmuchos UN solo cuerpo, pues todos participamos del UNICO pan" (1 Cor 10, 17).
Si la Iglesia es esposa de Cristo (Ef 5, 25-32), debe ser UNICA, y estarindisolublemente unida a Cristo. La teología matrimonial de San Pablo
basada en el Génesis (2, 22-23) y en los evangelios (Mt 19,5), pretenderesaltar la UNIDAD indisoluble de Cristo con su Iglesia, como la del
esposo con la esposa; UN Esposo con UNA Esposa.
El mismo Cristo al hablar de su Iglesia, no en imágenes, sino con sumisma denominación (Mt 16, 18), no dijo mis Iglesias, sino mi Iglesia
claramente en singular, como lo muestran las versiones auténticas del texto original.
2. Jesucristo fundó la Iglesia sobre la roca de PedroTenemos como garantía de nuestra pertenencia a la Iglesia UNA de
Cristo la roca de Pedro. "Nuestro Salvador, después de su resurrecciónencomendó su Iglesia a Pedro para que la apacentara (Jn 21, 17),confiándole a él y a los demás Apóstoles su difusión y gobierno (Mt
28, 18ss), y la erigió perpétuamente como columna y fundamento deverdad (1 Tim 3, 15); establecida y organizada esta Iglesia en este
mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica gobernadapor el sucedor de Pedro y por los Obispos en comunión con él, sibien fuera de su estructura se encuentran muchos elementos de
santidad y verdad, que como bienes propios de la Iglesia de Cristoimpelen hacia unidad católica" (LG 8).
Los Obispos del Paraguay estamos en comunión con el Obispo deRoma, como lo estuvieron los Apóstoles con San Pedro. Es más lo
consideramos como principio y fundamento de nuestra unidad comocabeza de nuestro Colegio Episcopal, y signo visible de unión contoda la Iglesia universal - católica, - que en él se siente UNA, comoquiso Jesucristo. Siempre tendremos presente en nuestro corazón
aquellas palabras claras y terminantes del Maestro: "Tú eres Pedro; ysobre esta piedra edificaré mi Iglesia" (Mt 16, 16).
Nuestro pueblo ha visto siempre con alegría esta unidad nuestra conel Papa como una clara señal de su identidad católica. En esta
coyuntura histórica se apresta con entusiasmo ante el anuncio de lavenida de aquel, a quien mira como el Vicario de Jesucristo y como a
un Padre Universal, especialmente de los deposeídos y que por labondad de Dios hoy se llama Juan Pablo II.
3. Jesucristo edifica a la Iglesia en la EucaristíaIncorporados a la Iglesia como hijos de Dios por el Bautismo, y
reconciliados con ella por la Penitencia - si la hubieramos traicionado;participamos del sacrificio eucarístico, "fuente y cumbre de toda la
vida cristiana" (LG 11). En él ofrecemos a Dios el verdadero sacrificiodel Cuerpo y de la Sangre de Jesucristo, que nos dejo El mismo (Mt26, 26ss). Al mismo tiempo nos ofrecemos con EL en la comunidad
de la Iglesia. En esa comunión con el Hijo de Dios se va construyendodía a día la Iglesia hasta la Pascua eterna, que se anticipa en cada Eucaristía.
La Iglesia celebra la Eucaristía, y la Eucaristía edifica la Iglesia. Nosdetenemos un tanto en la reflexión sobre este Sacramento.
No se realiza la Iglesia sólo mediante el hecho de la unión entre loshombres a través de la experiencia de fraternidad, a la que da ocaciónel banquete eucarístico. Es algo más profundo. "La Iglesia se realiza
cuando en aquella unión y comunión fraternas, celebramos el sacrificiode la cruz de Cristo, cuando anunciamos la muerte del Señor hasta
que Él vuelva (1 Cor 11,26), y luego, cuando, compenetradosprofundamente en el misterio de nuestra salvación, nos acercamos
comunitariamente a la mesa del Señor, para nutrirnossacramentalmente con los frutos del santo Sacrificio propiciatorio.
En la comunión eucarística recibimos, pues, a Cristo, a Cristo mismo,y nuestra union con EL, que es don y gracia para cada uno, hace quenos asociemos en El a la unidad de su cuerpo, que es la Iglesia" (Juan
Pablo II, Carta a los Obispos sobre el Misterio de la Eucaristía, 24 de febrero 1980, nº 4).
Por eso es que nuestro pueblo tradicionalmente toma como signo -aunque este signo no pocas veces este falseado en algunos - de la
pertenencia real a la Iglesia la participación frecuente, al menosdominical, de los fieles en la Santa Misa. Por eso también nosotros,
los obispos, nos sentimos más visiblemente signos de la unidad de laIglesia, cuando en el altar rodeados de nuestras comunidades
diocesanas celebramos "el misterio de la Cena del Señor, para quepor medio del Cuerpo y de la Sangre del Señor quede unida toda la
fraternidad" (LG 26), o cuando celebramos como Conferencia deHermanos la Eucaristía en los grandes acontecimientos nacionales,que unen a toda la Iglesia Paraguaya, como acontece, en las fiestas
anuales de la Virgen de los Milagros de Caacupé.
En la certeza de que la Eucaristía es fuente de vida espiritual y dediálogo fraterno, de que es signo y motor de la unidad, y de que esalimento de la vida religiosa individual y social, hemos querido los
Obispos del Paraguay en reciente Asamblea convocar un CongresoEucarístico Nacional. Será el Segundo, pues el próximo año se
cumplirán los cincuenta años del que nuestro predecesor Mons. JuanSinforiano Bogarín, celebró con tanto bien para nuestra Iglesia durantesu fecundo Pontificado. Al ser la Eucaristía una credencial de nuestra
identidad católica, encontrarán en este acontecimiento nuestros agentesde pastoral y fieles en general una oportunidad providencial para
disponerse al V Centeriario de la Evangelización de nuestro continente.
4. El Espíritu Santo dirige a la IglesiaAlimentados por la Eucaristía todos los cristianos formamos un solo
Cuerpo con Cristo, nuestra Cabeza.
Como el alma es la realidad que dirige todo el cuerpo y le da la unidad,así los Santos Padres buscando este principio de vitalidad que da launidad a la Iglesia nos proponen al Espíritu Santo como el alma de
ella (LG 7). En efecto, enviado por Jesús en el día de Pentecontés, elEspíritu Santo "habita en la Iglesia y en cada uno de los fieles comoen un templo (1 Cor 3, 16; 6,19), y en ellos ora y da testimonio de su
adopción como hijos (Gal 4, 6; Rom 8, 15-16.26). Conduce a la Iglesiaa la verdad completa (Jn 16, 13), la unifica en comunión y ministerio,la provee y gobierna con diversos dones jerárquicos y carismáticos;y las embellece con sus frutos" (Ef 4, 11-12; 1 Cor 12,4; Gal 5.22).
Con la fuerza del Evangelio rejuvenece la Iglesia, la renuevaincesantemente y la conduce a la unión consumada con su Esposo.
Así toda la Iglesia aparece como "un pueblo reunido en virtud de launidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (LG 4). "Con lavenida del Espíritu Santo, nos dice Juan Pablo II en su última
Encíclica, empezó la era de la Iglesia, una era que perdura a través delos siglos y las generaciones" (D et V 26).
5. María, Madre de la IglesiaSi decimos que la Iglesia, continúa el misterio divino humano de
Jesús, su Madre, María, extiende también su maternidad, por voluntaddel mismo Cristo, sobre todos aquellos a quienes el mismo Jesús
adoptó como hermanos y miembros de su propio Cuerpo.
En el misterio de la Encarnación del Verbo de Dios juega un papelimportantísimo María. De su "si" a Dios (Lc 1,38), dependió la
Encarnación de Jesús, del que fue verdaderamente Madre, según eltestimonio unánime de los Evangelios, de los Hechos de los Apóstoles
(1,14) y de la referencia de San Pablo (Gal. 4,4). Cuando Jesúsmuriendo en la cruz emite su Espíritu (Jn. 19,30), que había de ser,
como acabamos de decir, el alma de la Iglesia, está Ella firme junto ala cruz de su Hijo (Jn 19,25). El día de Pentecostés en que viene el
Espíritu de Dios en plenitud a dar comienzo a la Iglesia como cuerpoorganizado, esta Ella con los Apóstoles. Con razón la Iglesia católica
durante siglos la ha tenido como a su propia Madre, al mismo tiempo que como a su Modelo.
"Esta maternidad de María en la economía de la gracia perdura sincesar desde el momento del asentimiento que presto fielmente en la
Anunciación y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz, hasta laconsumación perpétua de los elegidos, pues Asumida a los cielos, noha dejado esta misión salvadora, sino que con su múltiple intercesión
sigue obteniéndonos los dones de la salvación eterna" (LG 62).
La Iglesia del Paraguay, que en el día de la Asunción del próximoaño cumplirá cuatro siglos y medio de su nacimiento, se ha idoasociando al coro de los pueblos y de los siglos, que seguimos
cumpliendo la profecía evangélica de María: "Me llamarán feliz todaslas generaciones, porque el Poderoso ha hecho un mi maravillas" (Lc
1, 48-49). La raíz y la causa de toda la gloria de María, lo dice Ellamisma - está siempre en el Poderoso, Dios.
Por eso refiriéndolo "todo en la Virgen María a Cristo" (MC 25), endiversos lugares de nuestra patria y con distintas advocaciones, peromuy singularmente en Caacupé, ha sido y es venerada Ella con gozo
por todos los cristianos, que fieles al Evangelio nos consideramoshijos de Ella por la colaboración singular que tuvo y tiene en la obra de nuestra
salvación.
6. El culto de María y la unidad cristianaPor lo mismo María es también un puntal firme en la fe sencilla de
nuestro pueblo, que reconociendo que Cristo es nuestro únicoMediador (1 Tim 2, 5), ha asociado a El y a su triunfo sobre el mal la
figura de su Madre, según los designios del mismo Dios. Estos pueden
descubirse desde las primeras páginas del Génesis (3, 15) hasta lasúltimas del Apocalipsis (12,1 -11), teniendo en Belén (Lc 2,7) y en
el Calvario (Jn 19, 26-27) su plenitud de revelación y redención. Sinla presencia de María no puede concebirse un Cristo encarnado ni unCristo muriendo por nuestros pecados. Así la veneración hacia María
Virgen es algo intangible en las creencias de los católicos.
"En el culto a la Virgen, por su caracter eclesial, se reflejan laspreocupaciones de la Iglesia misma, entre las cuales sobresale hoyen anhelo por el restablecimiento de la unidad de los cristianos. La
piedad hacia la Madre de Dios se hace así sensible a las inquietudesy finalidades del movimiento ecuménico Porque los fieles católicos�
se unen a los hermanos de las Iglesias Ortodoxas, entre las cuales ladevoción a la Virgen reviste formas de alto lirismo y de profunda
doctrina, al venerar a la "Theotokos" (Madre de Dios) y al aclamarla"esperanza de los cristianos"; se unen a los anglicanos, cuyos teólogosclásicos pusieron ya de relieve la sólida base eucarística del culto a laMadre de nuestro Señor, y cuyos teólogos contemporáneos subrayan
claramente la importancia del puesto que ocupa María en la vidacristiana; se unen también a los hermanos de las Iglesias de la Reforma,
dentro de las cuales florece vigorosamente el amor por las SagradasEscristuras glorificando al Señor con las mismas palabras de la Virgen" (Lc 1, 46-
54) (MC 32).
"Somos conscientes - repetimos con Pablo VI - de que existen noleves discordancias entre el pensamiento de muchos hermanos deotras Iglesias y la doctrina católica en torno a la función de María en
la obra de la salvación, y por tanto sobre el culto que le es debido. Sinembargo, como el mismo Poder del Altísimo que cubrió con su sombraa la Virgen de Nazaret actúa en el actual movimiento ecuménico y lofecunda, deseamos expresar nuestra confianza en que la veneración
a la humilde Esclava del Señor - en la que el Todopoderoso hizomaravillas - sera aunque lentamente, no obstáculo, sino medio y punto
de encuentro para la unión de todos los creyentes en Cristo. Nosalegramos, en efecto de comprobar que una mejor comprensión del
puesto de María en el Misterio de Cristo y de la Iglesia, por partetambién de los hermanos separados, hace más fácil el camino haciael encuentro. Asi como en Caná la Virgen con su intervención obtuvo
que Jesús hiciese el primero de sus milagros (Jn 2, 1-12), así en nuestrotiempo podrá Ella hacer propicio con su intercesión el advenimiento
de la hora en que los discípulos de Cristo volverán a encontrar laplena comunión en la fe" (MC 33).
Entre tanto nosotros, como pastores del rebaño de Cristo, no podemosdejar de repetir a todos los cristianos del Paraguay las mismas palabras
que Jesús dijo al morir, refiriéndose a María: "Ahí tienes a tu Madre"(Jn 19, 26). Del mismo modo que haciendo nuestra la exhortación
de María en Caná de Galilea, repetimos sin cesar a los devotos queacuden a nuestros santuarios marianos: "haced lo que El os diga"
(Jn 2,5), refiriéndonos al Autor y consumador de nuestra fe, Jesucristo (Hbr 12, 2).
TERCERA PARTE:EL PROBLEMA DE LAS SECTAS
I. LAS SECTAS
1. Introducción Los católicos se ven con frecuencia precisados a entablar diálogo
con quienes no comulgan con su fe. Entre ellos hay hombresinteresados en buscar sinceramente la verdad. Hay que prestarle
atención. Les debemos nuestra consideración cordial. Noscorresponde dedicarles todo el tiempo y el sacrificio requeridos. Pero
en otros casos, son esas personas las que tratan de atraer a los católicosa su propio credo religioso. Este es el caso de las sectas.
El fenómeno de las sectas, de apariencias más o menos cristianas,viene preocupado a la Jerarquía de muchas Iglesias latinoamericanas.¿Qué actitud tomar, y qué problemas pastorales plantea su presencia
en nuestro continente y de modo particular en nuestro país? Trataremosde exponer brevemente, por un lado un conocimiento mejor de sus
características y del modo de enfrentarse con el fenómeno; y de otro,la actitud de los fieles católicos ante las sectas, ya que en muchas
ocasiones se encuentran confundidos y sin saber como responder y"dar razón de su esperanza a todo el que la pidiere" (1 Pedro 3, 15).
2. Distinción entre sectas e iglesiasEs este un problema difícil. Ningún grupo religioso quiere desde luego
ser llamado "secta", porque con ese nombre ya estaríaautodescalificado. No encontramos en ninguna titulación dada por
ellos la palabra "secta". Así mismo se denominan y describen como"movimientos religiosos". Algunos incluyen dentro de las "sectas",
por cierta simplificación inexacta, a Iglesias y comunidades eclesialesque no están en perfecta comunión con la Iglesia Católica Romana.
A nuestros queridos hermanos ortodoxos, herederos de los grandespatriarcados orientales jamás los consideremos como "sectas" son
Iglesias venerables. Tampoco consideremos "sectas" las Iglesias dela Reforma, surgidas en los condicionamientos históricos del siglo
XVI: luteramos, anglicanos, calvinistas, como aclararemos más adelante.
¿Qué criterios podríamos tener para distinguir entre "sectas" e"Iglesia" dentro de los movimientos religiosos cristianos?.
3. Algunos criterios distintivos de las sectas
Fundaríamos la distinción en las "fuentes" de enseñanza de estosgrupos. Las sectas podrían ser aquellos grupos que, además de la
Biblia, tienen otros libros "revelados" - Mormón, por ejemplo, otestigos de Jehová - o "mensajes proféticos" o "Pueblo de Dios" de"San Lucas" en el Paraguay. Serían también los que excluyen de la
Biblia algunos libros canónicos, o cambiar radicalmente su contenido.
El Secretariado del Vaticano para la Unidad Cristiana en su documentosobre las Sectas del 3 de mayo del presente año ha descrito las sectas
como "grupos religiosos con una concepción específica del mundo,derivada - aunque no con completa fidelidad - de las enseñanzas de
las grandes religiones mundiales, que están caracterizadas pordeterminado autoritarismo estructural y por forma de lavado de
cerebro que forman grupos que fomentan determinado sentimiento de culpa o de miedo" (1.1.1.).
El Consejo Mundial de las Iglesias en colaboración con nuestra IglesiaCatólica Romana en el documento de Zagorsk (año 1969) ponía como
nota de identificación de las sectas el "proselitismo", como factordistinto del "espíritu misionero" de una comunidad eclesial. El
proselitismo, como contrario al Evangelio, con tal de "conseguiradeptos religiosos, usa medios deshonestos: estados de miseria y de
ignorancia, señuelos ventajosos en el orden político, verdades amedias, chantajes, presiones psicológicas, manipulaciones en medios
de comunicación social". Incluye, dice el Documento, "todo lo queviola el derecho de toda persona humana, cristiana o no, a no sercoaccionada externamente en material religiosa, y todo modo de
proclamar el Evangelio que no se conforme a los caminos de Dios,quien llama al hombre a responder libremente a su vocación y a
servirle en espíritu y verdad" (Doc de Zagorsk, nº 4).
4. Problemas pastorales que plantean
a) Difusión Una de las causas de la difusión de las sectas en nuestro medio es
debida al abandono pastoral de grandes áreas del catolicismo popular.Parroquias con miles de fieles diseminados en un amplio territorio y
con un solo sacerdote para atenderlos son un campo adecuado para laacción proselitista de grupos religiosos. Estos cuentan además con
poderosos medios de propaganda a través de libros, folletos,programas radiales y televisivos. Se ha dicho que los vacíos pastorales
son el mejor campo de cultivo para la proliferación de las sectas.
Se une a esto la insatisfacción de las necesidades religiosas del puebloque se siente "como oveja sin pastor". Llega entonces el ofrecimiento
de los movimientos religiosos libres, que siempre tienen algoatrayente. No importa que sea un "testigo de Jehová" o un espiritista
"basilio". Lo que importa es que sea alguien que converse con ellos,que los entienda y los conforte, que se muestre como hermano, queles de pautas de conducta en sus problemas familiares, que les hagaparticipar en reuniones comunitarias donde ellos tengan parte activa,
donde reciban la Palabra de Dios.
b) Las necesidades religiosas popularesLa adhesión multitudinaria a las diversas sectas pone de manifiesto
que en nuestro pueblo existe una gran inquietud religiosa, y unainsatisfacción por lo que recibe o deja de recibir de la Iglesia Católica.
Es preciso plantearse cuáles son las necesidades religiosas que elpueblo siente, y si la Iglesia está en condiciones de satisfacérselas.Tandríamos que preguntarnos si nos hacemos presentes a nuestropueblo con una acción pastoral planificada, cual se propone en el
Plan de Pastoral Orgánica.
Se podría decir que las necesidades, entre otras, que la gente sencillaespera resolver mediante el recurso a la religión son de tres categorías:
- problemas de enfermedades y su posible sanación- problemas de subsistencia y trabajo
- problemas de soledad y amor
Para mucha gente la religion existe para resolver estos tipos deproblemas. No significa que no sientan otras necesidades. Ven también
en la religión el sentido de su existencia y de su vida de cara a Dios,las ansias de alcanzar la felicidad en modo pleno, la posibilidad de
una paz interior en medio del sufrimiento, la esperanza de un premioo el temor de un castigo tras la muerte, la búsqueda de un Dios
providente que me ve y me ama Pero no se da una explicitación de�esos valores más elevados. O no aciertan a descubrirlos. Sus
exigencias religiosas se sitúan en la búsqueda de soluciones a susproblemas más inmediatos.
Muchas veces la Iglesia no está en condiciones de resolverlos, aunquepor su pastoral social resuelva algunas situaciones de indigencia. Peroen cierto sentido se encuentra en condiciones de inferioridad respectoa movimientos espiritistas y pentecostales, que prometen la cura de
todas la enfermedades. La Iglesia no puede caer en este tipo deremedios inmediatistas, porque traicionaría su misión evangélica, y
desconfiaría del poder que tiene la Buena Nueva anunciada tal comoJesucristo enseñó a sus Apóstoles.
II. ACTITUD ANTE LAS SECTAS
1. Visión de fe Un correcto planteamiento del problema nos debe llevar en primer
lugar a intensificar la fe en el Espíritu Santo, y a sabernos instrumentosde su poder. No somos nosotros quienes realizamos la Evangelización.Es el Espíritu Santo a través de nosotros. De ahí la importancia de serbuenos instrumentos en sus manos, unidos a EL y dóciles a su acciónpoderosa: hemos de confiar más en la oración para que la acción del
Espíritu Santo sea eficaz.
También hay que tener en cuenta que algunos agentes pastoralesactúan con un cierto permisivismo, que temen hablar de pecado y deexigencia en la vida cristiana; que no calibran las consecuencias del
pecado en la disgregación personal y social del que obra al margen dela ley de Dios. Se cae en un cierto "secularismo" con respecto a lo quellaman "sacramentalización", y que en realidad es la vida de la Gracia.
No tenemos que olvidar que la Iglesia tiene como tarea principal darlos medios para que cada persona encuentre a Dios, alcance su amistad
y llegue a poseer la vida eterna. La excesiva- a veces exclusiva -preocupación por resolver los problemas sociales, como si ésta fuerala única o principal misión de la Iglesia, desvirtúan su misión pastoral
y haría perder su eficacia al pasar por alto al núcleo del mensaje evangélico.
2. La acción pastoral planificada: actitud preventivaEn orden a la acción pastoral será preciso examinar si los métodos
pastorales que usamos son adecuados. Con frecuencia desconocemoslas exigencias de las religiosidad popular, nuestras palabras son
abstractas, sin aplicaciones concretas, practicas, y sin atención a losfactores sensibles, emocionales y afectivos.
Debe también distinguirse, al planificar, si las áreas están ya invadidaspor las sectas, o si aún no han recibido el impacto de ellas.
Un punto prioritario de acción pastoral debería centrarse en acudir alas ovejas que se encuentran abandonadas mediante una catequesis,que les ofrezca la doctrina católica en su integridad, y su fundamentobíblico-eclesial de modo sencillo y sistemático. Así ante la eventualllegada de falsos pastores, tendrán argumentos con que responder.
Hemos de personificar la parábola del Buen Pastor, que acude enbusca de la oveja perdida y que no abandona a las que se encuentranen peligro. Para ello hacen falta más operarios. Es necesario "pedir al
Señor de las miés que envíe obreros a sus miés" (Lc 10, 2)
3. Acción pastoral en áreas afectadasLa actitud pastoral ante las sectas no puede estar privada de la caridad,
aunque se sepa que no es correspondida. Por más que algunas deellas presenten a la Iglesia católica como un invento de Satanás. Setrata de un problema pastoral, que hay que encarar con interés, con
seriedad, con prudencia, con las notas de la caridad.
A muchos fieles, que por su escasa formación religiosa y cultural,serían fácilmente envueltos en la dialéctica sectaria, sería preferibleaconsejarles que rehúyan, con caridad y firmeza, un diálogo largo o
la aceptación de folletos. Un recurso sencillo sería invitarle al visitantea rezar junto al Señor y a su Santísima Madre. Al mismo tiempo
convendrá intensificar la formación religiosa de estos mismos fieles.
Otros cristianos con más formación pueden dialogar, pero siempresin herir. Conviene, con todo, estar alerta, pues en ocasiones no setrata de auténtico diálogo en busca de la verdad, sino de mantener
posiciones sólidamente preestablecidas.
4. Actitud de los párrocosCuando en una parroquia se deja sentir la presencia de las sectas, sise trata solo de algunas familias, habría que acercarse con especialatención a las familias afectadas. Si el fenómeno es más universal,hay que indicar públicamente a los fieles donde está la verdad. Almismo tiempo convendría revisar la acción pastoral en los campos
más sensibles: juventud, enfermos, marginados. Conviene examinarlos métodos catequísticos y pedagógicos: si son sencillos, capaces de
dar certeza o si generan desconfianza e inquietudes. No olvidemosque el gran atractivo de las sectas es la seguridad y convicción conque exponen sus creencias. Si algunos sacerdotes parecen no estar
convencidos de lo que predican, la gente acudirá más a los "creyentes".
También tendremos que examinar si la catequesis que se imparte esde contenidos precisos, o si tiene formulaciones vagas, genéricas,
que ni educan ni dan crecimiento en la fe cristiana. No estaría mal elver también cómo anda la formación bíblica de nuestras comunidades.
Uno de los ganchos fuertes de las sectas es su capacidad de acogida,de relación entre persona y persona: sus adeptos dejan de sentirse
número y adquieren enseguida responsabilidades. Buen ejemplo paraque tratemos de cuidar las relaciones personales en el seno de la
parroquia, para que demos importancia a la dirección espiritual, y asaber escuchar y acoger, para que demos más responsabilidades a los
fieles, cuidando de no exigirles por encima de su capacidad.
5. Actitud de catequistas y agentes de pastoralEn este punto podríamos añadir algunas recomendaciones específicas
para los catequistas, como responsables de la educación de la fe deniños, jóvenes y adultos, insistir en que se utilice frecuente y
correctamente la Palabra de Dios, con referencia a la Tradición de la Iglesia y a su Magisterio.
A los agentes de pastoral les pedimos que, unidos a sus párrocos,sean en medio del pueblo una imagen viva de Jesús: hombres y
mujeres de mente serena, corazón generoso, espíritu de sacrificio,constructores de la unidad en comunión y participación.
Como conclusión indicamos que se trata de no que darse inactivos,ni asustarse o limitarse a lamentaciones estériles. Como decía unvicario de pastoral: "No me quejo de las sectas, veo en ellas una
señal del Señor, una llamada a mayor exigencia, a una mayorprofundización en la fe, a una mayor entrega a mi ministerio y a un
mayor compromiso por parte de la parroquia" (P. Crery, L´Offensive des sects, p. 437).
6. Actitud de los fieles ante el proselitismo sectarioEl católico debe partir siempre del presupuesto de que Cristo vino asalvar a todos los hombres haciéndoles llevar al conocimiento de laverdad (1 Tim 2,4). Por eso los católicos tenemos que amar a todos,
sin distinción de razas, lenguas, nacionalidad, partido político oreligión. En el trato con los no católicos podemos encontrar personas
que buscan sinceramente la verdad. No hay que tener miedo amanifestar la verdad que uno vive. De lo contrario, seríamos
hipócritas. Porque respetamos sus creencias, no le hablaremosde religión, si no lo desean. En más, estaríamos dispuestos a
defender su libertad de conciencia, pues una conciencia violentada no agrada a Dios.
Pero no se confunda la libertad de conciencia con el indiferentismoreligioso. Nuestra sinceridad y nuestro respeto hará que seamos
amigos, ya que la sinceridad atrae, sin necesidad de ceder en la fe o en la moral.
Por último, la presencia de las sectas les debe estimular a los fielescatólicos a conocer y vivir mejor su fe, para unirse más sensiblementea su comunidad católica, donde fortalecer la propia identidad, que se
le garantiza en una Iglesia orgánicamente jerárquica, como lo quiso su Fundador, Jesucristo.
CUARTA PARTE
LAS CONFESIONES HISTÓRICAS Y EL ECUMENISMO
I. LAS CONFESIONES HISTÓRICAS Hemos señalado en la segunda parte de nuestro mensaje algunospuntos de la identidad católica, que consideramos importantes en
nuestra visión del Misterio de la Iglesia. Ciertamente es un misterio,que tiene sus oscuridades; "Caminamos en la fe, y no en la visión" (2
Cor 5,7). Es decir, la Iglesia de Cristo no es un amalgama, que podemosconfeccionar los hombres dosificando entre los credos religiosos o las
confesiones cristianas los puntos en común, que más convengan ahorapara nosotros. Eso sería crear otra Iglesia más, en contra de la voluntad
de Cristo que la quiso, como dijimos al principio, UNA.
Por eso, al hacer las precedentes manifestaciones acerca del problemade las sectas, queremos dejar a salvo el sentido recto del ecumenismo.Porque con las confesiones históricas se tiene un tratamiento distintode las sectas. Y comencemos por el hecho histórico de la separación.
Es verdad que desde el comienzo del cristianismo se produjeronseparaciones - "airesis" en griego - herejías más o menos violentas,
más o menos masivas. No es éste el momento de examinar las causasde esas rupturas históricas de la unidad, de las que todos en ciertamedida nos sentimos responsables. Ha confesado públicamente elConcilio Vaticano II "A las faltas contra la unidad se pueden aplicar
también las palabras de San Juan: Si decimos que no tenemospecado, hacemos a Dios mentiroso y su palabra ya no está en
nosotros (1 Jn 1,10). Humildemente, por tanto, pedimos perdón aDios y a los hermanos separados, así como nosotros perdonamos a
quienes nos hayan ofendido" (UR 7).
Por eso, repetimos, no es el caso de hacer ningun análisis históricosobre el pecado. Esta ahí. La unión fue rota, y hay que recomponerla
desde adentro. Mejor, tenemos que ponernos a la disposición de Cristo,que quiere que todos lleguen a la salvación por la vivencia de la verdad,
en espíritu de sincera conversión para que El la recomponga. El es elque ha suscitado en su Iglesia este movimiento providencial llamado
ecumenismo, que el Concilio Vaticano II ha recepcionado.
II. EL ECUMENISMO
1. El Ecumenismo y la búsqueda de la verdad Se entiende por ecumenismo, según la versión autorizada del Concilio
Vaticano II, "las actividades e iniciativas que, según las variadasnecesidades de la Iglesia y las características de la época, se suscitany se ordenan a favorecer la unidad de los cristianos" (UR 4). Se citan
entre éstas: todos los esfuerzos para eliminar palabras, juicios yacciones que no respondan, según la justicia y la verdad, a la condición
de los hermanos separados, y que, por lo mismo, hacen más difícileslas relaciones con ellos; las reuniones de los cristianos de diversas
Comunidades o Iglesias organizadas con espíritu religioso; el diálogoentre peritos, en el que cada uno explica con mayor profundidad la
doctrina de su Comunión, y presenta con claridad sus características.
Por medio de ese diálogo todos adquieren un conocimiento másauténtico y un aprecio más justo de la doctrina y de la vida de cada
Comunión. Con él se consigue una más estrecha colaboración en pro
del bien común que exige toda conciencia cristiana. Mediante eldiálogo es posible también reunirse en la oración unánime, y examinar
a esa luz nuestra fidelidad a la voluntad de Cristo sobre la Iglesia,para renovarnos y reformarnos en lo que fuere necesario.
"Todas estas cosas, cuando son realizadas prudente y pacientementepor los fieles de la Iglesia católica bajo la vigilancia de los pastores,contribuyen al bien de la justicia y de la verdad, de la concordia y dela colaboración del espíritu fraterno y de la unión, para que por este
camino, poro a poco, superados los obstáculos que impiden la perfectacomunión eclesiástica, todos los cristianos se congreguen en la única
celebración de la Eucaristía, para aquella unidad de la una y únicaIglesia que Cristo concedió desde el principio a su Iglesia, y que creemos
que subsiste indefectiblemente en la Iglesia católica y esperamos quecrezca cada día más hasta la consumación de los siglos" (UR 4).
2. El ecumenismo, camino de conversiónEl eucumenismo es, por tanto, un camino largo que pide la conversióndel corazón, la oración unánime, penitente y confiada, el conocimientomutuo entre los hermanos, un trabajo común por causas nobles que
enlaza amistades, da testimonio de unidad, y actúa para que el mundo crea en Jesucristo.
El católico convencido brinda a todos el gozo de su fe. Conscientedel deseo de Cristo: "que todos sean uno" (Jn 17, 21), procura abrirsea los hermanos; los oye con caridad atenta, si descubre que hay enellos intención de diálogo al margen de proselitismo; intenta valorar
en ellos lo bueno, lo evangélico de que gozan; colabora generosamenteen espíritu fraterno con cualquier cristiano por el bien común de todoslos hombres, especialmente de los más necesitados; ora en comunión
de súplica para que el Señor nos una; se purifica para no impedir laobra de Dios en nuestro itinerario hacia el abrazo deseado; con su fe,su esperanza y su caridad facilita los caminos de la unidad, para que
Jesús venga a nuestro encuentro pleno de fraternidad.
3. Iniciativas concretas de ecumenismoPodría ser oportuno indicar aqui algunas iniciativas concretas que ya se
realizan en conjunto con otras confesiones religiosas, y que pueden sugerirotras similares que la caridad inspire. En el campo de la promoción
humana se colabora con Programa de Ayuda Cristiana (PAC), con elComité de Iglesias, con Fraterna Ayuda para comercialización de
productos en favor de modestos artesanos (FAPAM), etc.
En la difusión de la Palabra de Dios se colabora con las SociedadesBíblicas Unidas. En la dimensión de la oración se promueven
encuentros ecuménicos con motivo de la Semana para la Unión delos cristianos, y se participa en grupos de oración ecuménica, que
funcionan en algunas de nuestras diócesis con nuestro conocimientoy beneplácito. Es más, hay un Equipo Nacional de "Ecumenismo y
Diálogo", presidido por un obispo de nuestra Conferencia Episcopal,que permanentemente trabaja con nosotros en estas tareas.
Por eso lamentamos que mientras el movimiento ecuménico avanzaen otras regiones, y aqui mismo, -aunque lentamente-, con las
confesiones históricas, se hayan lanzado las sectas -que rehúyen hastael diálogo- a esas campañas, que tanto confunden a los católicos y
hacen retrasar el verdadero ecumenismo.
4. El falso ecumenismo
a) Ecumenismo y sinceridad Aclarado lo que es el ecumenismo, juzgamos que será práctico
distinguirlo de lo que no es. Ecumenismo no es ocultar los puntosfundamentales de nuestra doctrina. "Nada tan ajeno al ecumenismo
como ese falso irenismo, que daña a la pureza de la doctrina católicay oscurece su genuino y definido sentido" (UR 11).
El ecumenismo no es, en la mente de Pablo VI, "poner a un lado lospuntos controvertidos, ocultar, debilitar, modificar, negar si es preciso,las enseñanzas de la Iglesia Católica, que no son aceptadas por loshermanos separados" (Alocución en la audiencia general del 20 de
enero de 1965). Eso sería traición a nuestra propia fe, y políticainsincera con nuestro hermanos separados, que a la larga es también
perniciosa para ellos mismos.
b) Ecumenismo e indiferentismoTampoco el ecumenismo debe llevarnos al indiferentismo: es decir, a
la doctrina que afirma que todas las religiones son completamenteiguales, y que del mismo modo llevan por un camino verdadero a la salvación.
Reconocemos los elementos eclesiales verdaderamente existentesentre los cristianos de otras Iglesias, pero no renunciamos a la
conciencia de que en la Iglesia católica subsisten todos los bienesque Jesús dejó a su Iglesia. Con el Vaticano II repetimos: "Solamente
a través de la Iglesia de Cristo, auxilio general de salvación puedealanzarse la plenitud de los medios de salvación. Creemos tambiénque el Señor confió todos los bienes de Nuevo Testamento al únicoColegio Apostólico, a cuya cabeza está Pedro, a fin de constituir enla tierra un solo cuerpo de Cristo, al cual es necesario se incorporen
plenamente todos los que, en alguna forma, pertenecen al pueblo de Dios" (UR 3).
Un ecumenismo indiferentista privaría a la Iglesia de su dimensiónmisionera. Iría contra lo que el Decreto sobre las Misiones del Vaticano
II recomienda:"En cuanto lo permitan las condiciones religiosas,
promuévase las acción ecuménica de modo que, excluída toda especietanto de indiferentismo y confusionismo como de emulación insensata,
los católicos colaboren fraternalmente con los hermanos separados,según las normas del Decreto sobre Ecumenismo, en la profesión
común - en lo posible- de la fe en Dios y en Jesucristo delante de lasnaciones, y en la cooperación en asuntos sociales y técnicos, culturales y
religiosos" (AG 15).
c) Ecumenismo y compromiso pastoralEcumenismo no sería, finalmente, admitir con ingenuidad en nuestrosambientes católicos la proliferación de sectas, que a juicio de Puebla,
"han sido clara y pertinazmente no sólo anticatólicas, sino tambiéninjustas al juzgar a la Iglesia y han tratado de mirar a sus miembrosmenos formados" (DP 80), como expresamos más arriba. Un recto
ecumenismo nos tiene que hacer despertar a un mayor compromisopastoral ante la difusión de las sectas.
Por este motivo no llamaríamos tampoco ecumenismo a las tendenciasalienantes de algunos movimientos religiosos, que apartan al hombrede su compromiso concreto con el prójimo y con su realidad social,
y que a veces -tal vez por sus ventajas