Una segunda oportunidad-Pilar Parralejo

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Una segunda oportunidadPilar Parralejo

¿Puede una chica con el corazón roto enamorarse de nuevo?Puede un chico ciego enamorarse de alguien a quien nunca ha visto y

de alguien a quién quizás nunca pueda ver?Mary Jane no pensaba encontrar el amor después de su ruptura con el

amor de su vida, Gilbert, con quien tuvo que romper a causa de lasamenazas del padre de éste.

Por suerte o por desgracia terminó en casa de Alex Ferrell, un chicoasocial que queda ciego después de un accidente de moto.

Pronto el destino empezará a hacer de las suyas poniéndolessituaciones difíciles, románticas y divertidas.

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ÍNDICEÍNDICECapítulo 1 El comienzoCapítulo 1.1Capítulo 2 - Deshaciéndose de Mary JaneCapítulo 3 - De nuevo una familiaCapítulo 4 Reencuentro con GilbertCapítulo 5 El adiós de GilbertCapítulo 7 Encontrando a VicentaCapítulo 7 Conociendo a AlexCapítulo 8 Cambiando a AlexCapítulo 9 Llevándose bienCapítulo 10 ¿Celos?Capítulo 11 ¿Soy tuyo?Capítulo 12 Recuperando su pasadoCapítulo 14 Un secreto que no sospechabanCapítulo 18 Vuelta a empezarCapítulo 20 Recuperando algo perdidoCapítulo 21 Buscando a Mary JaneCapítulo 24 “Cartas a un ciego”Capítulo 26 Recuérdame, te lo ruegoCapítulo 28 Mariposas como las de mi estómagoCapítulo 31 Ese libro… ¿lo escribí yo?Capítulo 32EpílogoEspecial

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Capítulo 1 El comienzo

Todo comenzó el día antes del cuarto cumpleaños de Mary Jane.Como siempre, jugaba con Gilbert corriendo por la casa, en uno de losenormes cuartos de juego o en los jardines, despreocupados e infantilescomo cualquier niño de su edad.

Esos jardines eran grandes laberintos de paredes bajas con variassalidas, a la casa, a la piscina, a la enorme fuente central, donde Helen sesentaba a leer en los días cálidos, a la zona de recreo que habían habilitadopara MJ… no era fácil perderse ya que era sencillo saltar las paredes desetos recortados pasando simplemente una pierna por encima.

Gilbert era un par de años mayor que ella, tenía unos bonitos ojosclaros que decoraban su bonita cara, su pelo rubio siempre parecía emitirdestellos de luz cuando le daba el sol, a pesar de ser mayor que ella teníanla misma estatura. Era delgado y de piel pálida. Gilbert era el único nietoSwend, el mayordomo de la familia Daniels.

Swend era para Mary Jane como su segundo abuelo, un abuelo que enlugar de sentarse en un enorme sillón de terciopelo granate se quedaba enpie al lado de éste. Swend era un hombre amable y atento, siempre dabacaramelos a la pequeña MJ a escondidas de sus padres o de Jason, el padrede su padre. Siempre la abrazaba antes de ir a dormir, a diferencia de suverdadero abuelo, que creía que el carácter se forjaba desde la infancia, élnunca le regalaba tiernas sonrisas ni apacibles abrazos, en su lugar suabuelo postizo era quien le consentía, quien le leía cuentos o quien leenseñaba cosas nuevas cada día. A pesar de ser una niña caprichosa MaryJane nunca le pidió regalos, tenía 3 años pero a pesar de todo lo que nosabía, sabía quién manejaba el dinero en la casa y era a ellos a quienes

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pedía regalos, cuando salían, cuando viajaban...El día en que todo comenzó jugaban Mary Jane y Gilbert en el la

enorme zona de recreo cuándo un enorme pájaro negro se estrelló contra laventana de una de las muchas habitaciones del segundo piso.

Curiosos corrieron hacia la casa para ver el pájaro, el abuelo Jasonestaba reunido en un gran despacho de aspecto colonial en la planta baja,Gilbert y ella se detuvieron a husmear por la rendija de la puerta delestudio cuándo una sirvienta les hizo un gesto poniendo uno de sus dedossobre sus labios mientras se acercaba a la puerta en la que estabanagazapados.

― Tshhh, chicos no hagáis ruido, Mary Jane, tu abuelo está en unareunión importante y ha pedido expresamente que no se le moleste, anda,sed buenos y salid al jardín…

Gilbert tiró de la manga de la sudadera rosa que llevaba MJ y entrerisas corrieron como gacelas a la segunda planta, dónde después de buscardurante un rato habitación por habitación encontraron al ave inmóvil.

En aquel amplio y largo pasillo comenzaron a escuchar algo.― No puedo creer que estés embarazada ―decía una voz de mujer a

través de una de las puertas de las habitaciones que no habían revisado.― Hace tanto que no nos vemos que no había tenido ocasión de

contártelo ― respondió la otra mujer.Mary Jane idéntico rápido aquella voz debido a que era su madre.― Habían rumores dado a tu aumento de peso...― Si bueno... Mary Jane será aún más feliz con un hermanito

―respondió intentando cambiar de tema.Helen era una mujer reservada, no le gustaba escuchar chismorreos ni

contar su vida a nadie ajeno a su pequeña familia.― ¿Patrick sabe de tu embarazo? ―preguntó la mujer.― ¿Por qué debería saberlo él? ―respondió Helen con tono molesto.― Bueno, ya sabes… ―dijo con tono de obviedad.― No, no sé, dime.― No importa, olvídalo. Helen fingía no saber, fingía haber olvidado

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su pasado con Patrick, le dolía demasiado esa etapa de su vida. Gilbert sedetuvo cerca de la puerta del estudio donde ella había entrado ya y mirócurioso a la habitación de donde debían venir las voces cuando escuchó elnombre de su padre, pero pronto Mary Jane llamó su atención y corrióentre risas hacia su amiga.

― Vamos MJ, ¿a que no te atreves a tocarlo? ―le retó él dándole unpequeño empujón con la cadera.

― ¡No!... bueno, sólo si lo tocas tú primero ―le miró ella con unsimpático puchero.

Mientras los pequeños se retaban a ver quién tocaba al pájaro muertolas dos mujeres pasaron por el pasillo, ignorando que los niños quevociferaban tras la puerta.

― Debido a tu gordura… ya mismo nacerá el bebé. ¿Sabes si es niñoo niña?

― Es niño ―respondió Helen.Gilbert y MJ se quedaron indiferentes al oír hablar a las dos mujeres

hablando de bebés, su madre estaba más gorda, la pequeña no sabía verlo,pero siempre decía que su vientre empezaba a abultarse y comprabavestidos nuevos todas las semanas.

Después del obvio regaño que se iban a llevar y se llevaron por estarjugando con un pájaro muerto el abuelo Swend les llevó al comedor, prontoseria la hora de ir a dormir. Sirvieron la cena a Gilbert y a Mary Jane y trasla cena los llevaron a sus dormitorios. Esa noche Patrick estaba ocupadocon una cena benéfica y Gilbert se quedaba a dormir en casa de losDaniels.

Helen y Elliot decidieron que debían contar a su pequeña que prontotendría un hermanito, cuando la prepararon y la llevaron a su habitaciónentraron los padres y mientras la arropaban le contaron que pronto tendríaun hermanito, que estaba creciendo en la barriga de su madre.

― ¿Sabes pequeña? ―le dijo su padre, cuando su padre se sentaba ahablar con ella siempre se volvía loca, saltaba en la cama, se colgaba en laespalda de su padre…

― Dime, dime ―decía ella saltando en la cama.

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― Vamos pequeña, estírate ya, si no te lo contamos ―la regañaba elpadre mientras la madre miraba sonriente apoyada en el marco de lapuerta.

― D éjala Ellio, sabes que nunca te hace caso este pequeño diablillo―decía su madre mientras fingía tirarle de un mechón de pelo.

La niña siempre que su madre le hacía eso guiñaba un ojo arrugandotoda la cara como si le hiciese daño.

― Vamos cariño, estírate ―la pequeña obedeció a su madre.― Decidme, decidme, ¡¡ya estoy estirada!! ―reclamaba la pequeña.― Pues verás… ―continuó su padre mientras la arropaba ―vas a

tener un hermanito.Ellio estaba emocionado por su primer hijo varón, le encantaba su hija

pero todo hombre sueña con un hijo varón y esa era su deseado hijo.― ¿Y dónde está? Quiero verlo ―la pequeña estaba impaciente por

ver a su hermanito.― Está aquí, pequeña ― dijo su madre acariciándose el abultado

vientre.― Quiero verlo ―repitió impaciente.Los padres se miraron sonrientes, cómo explicarle a una niña de 3

años que hasta que no llegara el momento no nacería el bebé.― Pues verás, Mary Jane ―decía su padre sin saber cómo explicarle.― Aún faltan unos días para que lo puedas ver, porque es muy

pequeñito y no le puede dar la luz ―explicó convincente Helen.― ¿Y cuando pasen esos días lo podré ver?― Si te portas bien podrás incluso cogerlo.La niña se sonrió y fingió dormirse para demostrar que se estaba

portando bien.Después de despedirse de su pequeña le dijeron que al amanecer sería

su cumpleaños y le regalarían muchas cosas, le pidieron que se durmierarápido, así de esa manera llegaría antes la mañana y con ella los regalos. Apagaron la luz y entre cerraron la puerta para dejar que la luz de lospasillos iluminase suficiente la estancia como para que la pequeña no

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tuviera miedo.Esa noche el matrimonio Daniels también tenía esa importante cena

benéfica, de modo que se vistieron elegantemente y se marcharon.Estaba soñando con su poni y con Gilbert cuando comenzaron a

escucharse gritos y llantos, salió al pasillo frotándose los ojos y llamó a sumadre, ella no respondía, entonces llamó a su padre pero tampocorespondía, esos gritos la asustaban, no dejaba de ser una niña pequeña solaen un enorme dormitorio, quería que se callasen, pero parecían noescucharla por más que gritase, el abuelo Swend fue el único que llegó paraconsolarla y meterle de nuevo en su cama, en mitad del llanto de lapequeña fue a buscar a Gilbert, que también estaba asustado por elescándalo, lo llevó con ella para que se hicieran mutua compañía, los metiójuntos en la misma cama y ambos acurrucados bajo las gruesas mantasintentaron quitarse el miedo el uno al otro.

― ¿Te has dormido ya? ―le preguntaba ella a su amigo.― ¿Aún no, y tú? ―le respondía él.Pasado un buen rato cayeron rendidos.Amaneció, todo seguía muy agitado había gente que Mary Jane no

conocía, sus padres y su abuelo no aparecían por ningún sitio, buscabaentre la gente pero solo conseguía perderse entre la multitud. En unmomento la pequeña pensó que era Halloween, todos vestían de negro, lasseñoras llevaban sombreros negros con redes que cubrían sus rostros yplumas. Algunas lloraban, otros la miraban con caras extrañas y otrosmurmuraban o reían malévolamente. Por fin halló una cara conocida,Swend, él también vestía de negro y tenía el semblante serio.

― ¿Dónde están mí mamá y mi papá? ―preguntó la chiquilla a puntode llorar.

― Ellos... no sé cómo decírselo, ella es tan pequeña... ―dijo Swendmirando a su hijo.

― Sólo díselo acabará por entenderlo ―respondió Patrick el tonouniforme.

Patrick no parecía molesto, triste o cualquier otra cosa, estaba ahí,simplemente, como un mueble más de la casa.

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― Tu papá y tu mamá no van a volver, cariño, ellos... ― dijo por fin Swend, con un tono amargo en su voz.

Para Swend, Helen y Ellio eran como sus propios hijos.― ¿Y el abuelo? ―Mary Jane seguía preguntando por los miembros

de su familia aún con las respuestas negativas que recibía.― Está con ellos, pequeña.

― ¿Y mi hermanito? Patrick miró en ese momento a Swend,creyendo no haber oído bien.― ¿De qué habla, padre? ―Patrick frunció el ceño mirando extrañado

a su padre.― Helen estaba embarazada, de 6 meses ya...― No lo sabía...― En ese momento el gesto de Patrick se volvió serio y pensativo.― ¿Y mi hermanito? ― volvió a preguntar la niña alzando la voz para

que le respondieran.― Tu hermanito también Mary Jane, también está con ellos.― Mira Mary Jane, tus padres están muertos, tu abuelo también y tu

hermano no había nacido aun así que también está muerto.― Santo cielo Patrick, se más suave, solo tiene 3 años, 4, ya tiene 4.― Esa era la edad que tenía Gilbert cuando murió su madre,

simplemente hay que decir las cosas como son, de pequeños asimilan lascosas mejor que de adultos, no podemos ser egoístas y no decir las cosascomo son por no sentirnos mal.

Pasó un rato hasta que la limusina pasó a recogerlos y les llevó a unlugar extraño para ella, una iglesia. Aparentemente todos sabían dóndedebían sentarse, al fondo los tres ataúdes que la niña interpretó como queeran 3 cajones, Swend se acercó a la primera fila con la pequeña de lamano, había flores decorando la iglesia que junto con el incienso creabanun ambiente extraño. Mary Jane se sentaba obedientemente al lado delmayordomo mientras éste le sujetaba la mano.

La niña miraba curiosa los tres cajones cuando creyó ver a alguiendentro de uno de ellos, cuando Swend liberó su mano ella se levantó de un

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salto y corrió instantáneamente para ver quien se escondía en los ataúdes.Subió corriendo los 3 escalones y se acercó al que le quedaba máspróximo, esa persona que creyó que se escondía se trataba de su padre,todo el mundo la miraba impactado pero a ella ya no le importaba porquesu padre estaba ahí, estiró la mano para tocarlo y que se despertara.

― ¿Dónde estuvisteis? Papá ―zarandeó a su padre que permanecíainerte ―¿papá? ―estiró su pequeña mano para tocar su cara pero notó queestaba frío ―¿papá tienes frío? ―sin pensarlo se quitó la chaqueta y se lapuso encima para que no tuviera frío.

Algunas personas se escandalizaron de aquel acto, otras muchascomenzaron a llorar al ver la ternura con que la niña trataba a su difuntopadre.

Swend subió a por ella y la sacó del recinto. Fue tan deprisa que nosupo quién se escondía en los otros dos cajones.

Pasado un rato el hombre del vestido blanco hizo un gesto con lamano, todo el mundo dijo a la vez una palabra y se pusieron de pie. La niñaquiso saber quién había en los otros cajones pero Swend la sostuvo enbrazos y se alejaron hasta la limusina.

Todo el mudo salió y tras dar las condolencias a la pequeña, que noentendía nada, se alejaron. Subieron al vehículo mientras el uniformadochofer que siempre les llevaba se alejaba de la iglesia con dirección a lamansión Daniels.

Mary Jane se sentó delante de Swend― Abuelo, papá irá a casa después con mis regalos, me dijo que

cuando se hiciera de día sería mi cumpleaños y me regalarían muchascosas.

― Tu papá... él no va a volver, pequeña, él se ha... ido ― Pero siestaba durmiendo en aquel cajón, irá cuando se despierte... ¿y mamá?

― Ella tampoco ―dijo angustiado.― ¿Y a la noche? ― insistía sin parar.― No, ellos no van a venir más.Patrick observaba pensativo sin decir nada, no quería mostrar ningún

tipo de emoción pero por dentro estaba realmente dolido. Ese día

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enterraban a tres personas que habían jugado un papel importante en suvida.

Pasaron las horas y realmente sus padres no llegaban como ella creíaque harían, llegó la noche y tenía sueño. MJ se sentó en la parte alta de laescalera de mármol del primer piso, las sirvientas iban y venían, parecíainvisible, nadie la miraba, nadie la veía y nadie se dio cuenta de que lapequeña estaba sentada en el frío mármol. Varios minutos después estabaacurrucada en uno de los escalones. Swend la encontró ahí dormida y lallevó a la cocina para que le dieran algo de cenar y luego la acostaran peroal parecer nadie había cocinado.

― Quédate aquí Mary Jane, buscaré a alguien que te prepare algo y telleve a dormir.

― ¿Y Gilbert? ¿N o se queda conmigo hoy? Tengo miedo― No pequeña, él está con su padre hoy.― Yo también quiero a mi papá ―comenzó a llorar

desconsoladamente ―tengo miedo…― No lo tengas, no te pasará nada.MJ se quedó sentada en la isla de la cocina durante un buen rato, todos

estaban ocupados y nadie fue a atenderla.Estaba asustada y aburrida, salió al jardín y caminó sin saber dónde ir,

empujó la enorme puerta de hierro de la entrada y salió a la calle, todo elmundo la miraba como si fuera un animal exótico pero nadie se acercaba apregúntale por qué lloraba o porqué estaba sola en la calle tan tarde.

Una señora se acercó a la niña, llevaba a un bebé en un carro, seagachó y sacó de un enorme bolso un paquete de pañuelos de papel y conuno de ellos limpió las lágrimas de su cara.

― Y tus papás, pequeña?La señora era amable y cariñosa a pesar de no conocer de nada a la

pequeña Mary Jane.― No lo sé, el abuelo me ha dicho que no volverán, pero tengo miedo.― ¿Has salido a la calle solita?― Si ―respondió mientras agitaba la cabeza.

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― ¿Dónde vives?― En mi casa… ―la señora rió como si le hubiera contado algo

gracioso.― ¿Sabes volver a tu casa? ―MJ miró alrededor, todo parecía

extraño frente a ella, no reconocía nada, siempre había salido de la manode uno de sus padres o de Swend.

― No ―le respondió mientras comenzaba a llorar de nuevo.― No te preocupes, vente conmigo, no deberías estar sola a éstas

horas, puede ser peligroso. ―la señora sujetó su mano al borde del carro desu bebé―No te sueltes, ¿vale?

Pasaron un rato caminando, la mujer preguntaba continuamente a lapequeña por su nombre y por su edad, le preguntaba continuamente dondeestaban sus padres y donde los había visto la última vez. Llegaron a unacomisaría, se acercaron al mostrador, la mujer les contó que la habíaencontrado en la calle llorando, les dijo el nombre de la pequeña y pasadoun rato Swend llegó a por ella. Tras agradecer a la señora por suamabilidad el abuelo y la pequeña se marcharon.

Durante varios días fueron a la mansión varias personas pidiendodinero diciendo ser familiares, a veces gritaban, otras lloraban ysuplicaban, pero siempre se iban sin nada, Swend hablaba con el abogadoque se había ocupado de los temas de la herencia de Jason para intentardarles algo pero el hombre siempre le respondía que para recibir algodebían aparecer en el testamento.

Unos días después Swend y el resto de los empleados cubrieron todoslos muebles de la casa con enormes sábanas blancas y la mansión se cerró.

El anciano no iba a dejar a la niña a su suerte, de modo que en unamaleta puso algo de ropa de ella y algún juguete y se llevó a la pequeña asu casa, para disgusto de Patrick.

En aquella casa casi siempre estaban solos los dos pequeños, Patrickdebía encargarse de sus empresas y Swend seguía encargado del papeleo dela herencia de los Daniels. En aquella casa trabajaba Vicenta, una señoraespañola que había vivido durante 40 años en aquella ciudad, aquella mujerlos cuidaba como si fueran sus propios nietos.

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Capítulo 1.1

MJ jugaba en el jardín como todos los días, en la lejanía se escuchaba

el lamento de un gatito, curiosa se acercó para ver cómo era el gatito.A l llegar encontró una pequeña cría de pocos días, tenía los ojitos

pegados y no podía ponerse en pie. MJ sin pensarlo lo cogió con cuidadodel suelo y lo arropó con la camiseta, corrió a la cocina dónde estabaVicenta.

― ¡Vicenta ¡mira lo que he encontrado!― Madre mía niña, como se entere Patrick… ―dijo sujetando a

aquella criaturita con dos de sus dedos, ―¿Qué es lo que quieres hacer conél?

― Me lo voy a quedar…Vicenta pidió permiso un par de horas y salió con la pequeña, llevaban

al gatito envuelto en una toalla pequeña. Llegaron al veterinario, antes deque la niña se quedase con aquel animal Vicenta quería asegurarse de queestaba sano, no podía permitir que se pusiera enferma por culpa de unanimal enfermo.

A l salir del veterinario la niña llevaba una bolsa con las cosasnecesarias para alimentarlo, leche especial, un biberón del tamañoapropiado y lo esencial, su gatito.

Pasaron días y el gatito abrió los ojos, la niña estaba tan emocionadaque casi le cuenta a Patrick que escondía un gatito en su habitación.

A veces entraba en el estudio con las manos llenas de arañazos,cuando Patrick le preguntaba siempre le respondía que no sabía lo que erapero un día preguntó a Vicenta lo que le pasaba a la niña, ésta le contó queMary Jane solía jugar en el jardín, y en el jardín había rosas, Patrick se locreyó y no volvió a tocar el tema hasta que lo descubrió y lo echó, porsuerte el gatito había crecido lo suficiente como para poderse alimentar porsu cuenta.

Patrick en el fondo no era una mala persona, él también había perdido

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a alguien, quizá había perdido más, la persona a la que amaba, su esposa yahora a su padre.

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Capítulo 2 - Deshaciéndose de Mary Jane

Poco después de que Mary Jane cumpliera 6 años Swend murió, ellajugaba detrás de él cuando ocurrió. El anciano recortaba las hojas secas delas plantas que bordeaban los caminos, arrastraba un cesto de goma conuna mano y sujetaba una tijera podadora en la otra. Mary Jane siempre ibaa su lado, jugueteando con las hojas secas del cubo, colgándose de laespalda de aquel anciano que la adoraba, saltando con una comba. D epronto comenzó a hacer ruidos extraños, la niña dejó su juguete en el sueloy se agachó a su lado

― Abuelo, ¿estás bien? ―preguntó asustada pero Swend norespondía.

Llamó a los sirvientes a gritos, a Vicenta, a Gilbert y a Patrick, gritó ylloró pero nadie fue a ver lo que sucedía.

Por más que gritase no conseguía nada, de modo que se agachó denuevo a su lado, y colocó sus pequeñas manos sobre el pecho del anciano,esperando que se pusiera bien sólo con ese gesto, pero al ver que él noreaccionaba trató de tirar de él hasta la casa, su cuerpo convulsionando erauna pesada roca para sus débiles brazos con todo el esfuerzo del mundoconsiguió arrastrarlo un par de metros, pero no fue suficiente.

Todas las tardes venía una profesora a darles clases a MJ y a Gilbert,pero dado que la niña tenía 2 años menos que su amigo no podía alcanzarel nivel de Gilbert y siempre terminaba antes con ella, que corría comocaballo desbocado a por su merienda de todos los días, un enormebocadillo de crema de chocolate y un enorme vaso de zumo de frutas queVicenta preparaba expresamente para ellos.

Cuando la profesora de Gilbert terminó su clase con él, se puso en piey, mientras se masajeaba los hombros se aproximó a la ventana paracontemplar la anaranjada luz de la tarde sobre las flores del jardín.Recreaba la vista en las hermosas vistas observó extraños movimientos dela pequeña Mary Jane, deteniéndose a mirarla curiosa por saber qué era loque hacía vio que la niña lloraba desconsoladamente mientras tiraba dealgo que parecía pesado, prestando aún más atención al suceso vio que laniña tiraba de Swend que permanecía inmóvil mientras la pequeña gritaba.

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La profesora llamó a una ambulancia y corrió escaleras abajo hasta eljardín para ayudar a Swend, hizo un gesto brusco y apartó a la pequeñacomo si estorbase, se arrodilló a su lado y comenzó a presionar sobre elpecho del anciano, que aparentemente ya no respiraba.

Mientras la mujer continuaba con el RCP MJ se agachó a un lado delcamino rodeando sus rodillas con sus delgados brazos y apoyó la frente ensus rodillas. Gilbert se asomó por la misma ventana que su profesoracurioso por saber que la había escandalizado tanto como para hacerlacorrer de ese modo y encontró a la pequeña encogida a un lado del caminoy a la mujer masajeando el pecho de su abuelo. Bajó a toda prisa laescalera, salió por la enorme puerta del jardín y alejó de allí a la niña,corrió con ella de la mano hasta su habitación, donde la estiró en la camapara estirarse él a su lado.

― No te preocupes Mary Jane, el abuelo se pondrá bien ―le dijoGilbert sabiendo que mentía con el fin de tranquilizarla y calmar su llantodesconsolado.

― Nadie venía Gil, he llamado pero nadie venía ― decía ella casiinentendible por el llanto.

― No te preocupes, no pasa nada.Gilbert no dejó salir a la niña de su habitación, escuchaban el ir y

venir de la gente. El muchacho recordó cuando los padres de MJ murierony no quería que volviera a vivir algo igual de nuevo, de modo que sequedaron durante horas ahí encerrados.

Por mucho que la profesora intentó reanimarlo no pudo hacer nada porSwend, cuando la ambulancia llegó solo pudieron certificar su muerte. Unproblema en el corazón se llevó su vida sin que nadie pudiera hacer nada.

D os días después enterraron al anciano.Gilbert y Mary Jane pasaron aquellos dos días encerrados en la

habitación, primero por voluntad propia, luego porque el padre de Gil noquería que los niños estorbasen con los arreglos para el funeral y elentierro.

Patrick esperó solo unos meses para enviar a Gilbert a otro país, teníadoble intención en ello, la primera era apartarlo de Mary Jane, nosoportaba la idea de que su hijo se enamorase de aquella niña sabiendo que

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él había estado enamorado de su madre años atrás, la segunda era que suhijo se formase desde joven para poder gestionar sus empresas cuando élno pudiera, para ello necesitaría varios años y con suerte Mary Jane yaestaría casada con cualquiera cuando él regresase.

― ¿Has preparado ya la maleta? ―Preguntó Patrick a Gilbert.Patrick creía que los niños debían aprender a hacer las cosas por ellos

mismos, de ese modo cada vez se desarrollarían más rápido y nodependerían de nadie. Gilbert con casi 9 años debía preparar su maleta élsolo.

― Papá ¿hará frío allí?, ¿qué debo llevar?― Lleva lo que quieras, hijo.― Ven conmigo Mary Jane ―dijo Gilbert a MJ que estaba sentada en

el alfeizar de la ventana con un cuaderno y unos colores.― Ni hablar Gilbert, deja aquí a MJ , no le va a pasar nada, es más, va

a tener que acostumbrarse.― Pero papá. Patrick se acercó a su hijo y le sujetó por un brazo

mientras tiraba de él fuera del estudio. MJ miraba sin saber qué hacer.Cuando Patrick regresó MJ disimuló tanto como pudo y dejando loscolores y el cuaderno en la ventana fingiendo que debía ir al baño, corriótras Gilbert que estaba sentado en la cama enfadado.

― Mary Jane, ¡has venido! ―el muchacho abrazó a su amiga unosinstantes y la escondió bajo la mesa del escritorio―va a venir a buscarte,escóndete hasta que yo te lo diga ―Ambos sonrieron traviesos.

― Gilbert, ¿te vas de viaje? ―preguntó la muchacha mirando lamaleta sobre la cama.

― Si ―respondió el muchacho con tono triste.― ¿Puedo ir contigo? ― preguntó ella.― No, voy a ir a estudiar, pero vendré a verte todas las vacaciones

―prometió sin saber los planes de su padre.― Te olvidarás ― reprochó la niña.― No, no me olvidaré ― rebuscó en la maleta en busca de

algo―¿ves? ―le dijo enseñándole un marco con una foto de ella que había

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cogido secretamente del estudio de su difunto abuelo, ―aunque no vengasconmigo en persona estarás conmigo siempre, y cuando seamos grandesnos casaremos.

La niña salió de su escondite y abrazó a su amigo. En ese momentoPatrick apareció por la puerta, Gilbert escondió la foto nuevamente en lamaleta para que su padre no se la quitase.

― Debí suponer que no irías al baño, pequeña desobediente.MJ y Gilbert se despidieron con la mirada y con una sonrisa dibujada

en el rostro mientras Patrick arrastraba a la niña por el pasillo de vuelta alestudio.

Tras la cena fueron a dormir sin saber el plan secreto del ahora cabezade familia.

Antes del amanecer un coche se llevó a Gilbert al aeropuerto, dondecogería un avión destino a Londres, éste no pudo despedirse de su amigaque a esa hora dormía inocentemente.

Ya entrada la mañana alguien llamó a la puerta, Patrick se adelantó alos sirvientes e hizo pasar al desconocido, un hombre de pelo cano quevestía una larga gabardina oscura, Mary Jane bajó curiosa para ver dequién se trataba.

― Anna, Chris id al dormitorio de la niña y meted todas sus cosas enuna maleta ― ordenó Patrick.

― De acuerdo señor, pero… ¿todo?― Si, todo la niña se va de la casa ―respondió severo.Las dos sirvientas se miraron horrorizadas, temían que sucediese lo

que estaba pasando, Patrick se estaba deshaciendo de la pequeña sin miedoa lo que le ocurriese y sin sentimiento alguno por una pequeña que no teníaculpa de haber perdido a su familia.

Pasados unos minutos bajaron con una maleta, los dos hombressalieron con la niña y con sus pertenencias y se dirigieron al coche.

― ¿Yo también voy con Gilbert? ―preguntó curiosa.― No.― ¿Dónde vamos? ― Nadie le respondió.

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― A delante, aquí tiene su comisión, espero no volver a verla, ―ledijo Patrick al hombre con un tono de voz tan frío y seco que estremeció alas dos sirvientas que esperaban nuevas órdenes a los pies de la enormeescalera unos metros más atrás de ellos.

El hombre extraño sujetó la mano de la niña que se negaba a caminarde la mano de aquel individuo, la arrastró intentando no hacerle daño, lametió en el coche entre llantos y pataleos y se alejó con la pequeña paranunca regresar.

Varias horas más tarde llegaban a un edificio con aspecto antiguo. Elhombre descendió del coche y sacó la maleta del maletero.

― Vamos pequeña, ven conmigo ―le dijo con voz amable.― ¿Dónde estoy?― Estás en un orfanato ―respondió con voz afligida.― ¿Qué es eso?― Es un sitio donde hay otros niños que no tienen familia.La niña le siguió temerosa, el hombre entregó un sobre a una de las

monjas que había por ahí y tras las órdenes recibidas llevó a la niña hastala tercera planta, donde dejó la maleta en una de las habitaciones.

― A hora ésta es tu casa, olvídate de aquella familia y adáptate a lanueva situación ― le dijo mortificado.

Aquel hombre de aspecto rudo y desaliñado era en el fondo una buenapersona a la que se le partía el corazón cada vez que alguien se deshacía deuna pequeña criatura inocente de aquel modo. Su trabajo en el orfanato erasiempre el mismo, una llamada anónima que avisaba del paradero de algúnbebé o de algún niño abandonado, una llamada de alguien que queríadeshacerse de un hijo no deseado o en éste caso una llamada de alguien quedeseaba con su vida deshacerse de un pequeño intruso, una niña huérfanaque se quedaba sin familia por segunda vez en su corta vida.

Nancy era su compañera de dormitorio a pesar de ser una niña muyguapa y adorable ella tenía 12 años y, eso no era una virtud, o algo quevalorasen las personas a la hora de llevarse un niño en régimen de acogidao de adopción, siempre que alguien iba a adoptar a un niño pedían quefuera siempre un bebé, o al menos muy pequeño.

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Cuando el hombre salió del nuevo dormitorio de MJ Nancy se acercóa la niña, que lloraba bajo el pelo que le cubría la cara.

― Hey, vamos, no llores, tampoco es tan malo estar aquí, erespequeña, seguro que alguien te adopta pronto. Dime, ¿cómo te llamas?

― Mary Jane ―respondió entre sollozos.― Muy bien Mary Jane ¿me acompañas? Te voy a enseñar la casa

―le dijo mientras le tendía una mano.La simpática muchacha estaba acostumbrada a tener compañeros de

habitación, siempre mucho más pequeños que ella y siempre se marchabanpronto, de modo que su rutina de siempre era enseñarles el edificio,enseñarles las zonas de recreo y las aulas…

Mary Jane y ella pronto se hicieron amigas, a pesar de que Nancydoblaba su edad lo pasaban muy bien jugando juntas, la acompañó y laconsoló los primeros meses, que fueron los más duros para MJ. Aún no eramuy consciente de la situación en la que se encontraba, pero sabía queestaba sola a pesar de tener una amiga.

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Capítulo 3 - De nuevo una familia

Pasaron pocos meses hasta que un matrimonio entró en el orfanatocon intención de adoptar a una niña. Sus requisitos eran claros, necesitabanuna niña, no importaba raza o color, tenía que tener 7 años, la edad de suhija Alice. Llamaron a varias niñas que se reunieron con ellos uno a uno,les hacían unas preguntas y luego decidirían qué niña sería la idónea, todoslos niños ahí tenían un pasado traumático en mayor o medida, pero no lesimportó.

Cuando llegó el turno de Mary Jane comenzaron las preguntas, a pesarde estar dando las respuestas correcta y educadamente había algo en ellaque les llamaba la atención especialmente, no era su físico ni su forma deexpresarse sino el modo en que intentaba por todos los medios que le eranposibles que adoptasen primero a su compañera de cuarto. Curiosos porconocer a Nancy la hicieron reunirse con ellos. Cuando la joven entró en lahabitación donde estaban entendieron el motivo que tenía MJ para que sellevasen a su amiga antes que a ella. En ese momento lo tenían claro,querían a MJ, pero habían simpatizado con Nancy, de modo que antes dellevarse a MJ buscaron a alguien que adoptase a Nancy, de manera que lapequeña no se sentiría mal por dejar a su amiga ahí.

Unas semanas más tarde un matrimonio amigo de ellos se llevó aNancy, y un par de semanas después éstos se llevaron a MJ.

La llegada a la casa fuetraumática, Alice se negaba a tener a unaextraña como hermana, siempre estaba dispuesta a tirarle de los pelos, aecharle la comida por encima o a fingir que MJ le había pegado.

Los padres, cansados de la actitud egoísta y malintencionada de suhija.

― Alice, acércate al despacho hija, tu padre quiere hablar contigo,

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―gritó su madre desde una habitación, Alice sospechó que su “hermana”se había chivado, pero al entrar al despacho su padre le hizo sentarse en elsillón y comenzó a contarle.

― ¿Sabes hija? ―hizo una pausa, ―sé que no te gusta Mary Jane,porque llegó a ésta casa después que tú, ¿sabes? Esa niña perdió a suspadres el día de su cumpleaños, ese mismo día también murió su abuelito yse quedó sola, se la llevó el mayordomo de la casa donde vivía y cuandoéste señor murió su hijo no la quería en su casa y la mandó a ese orfanatode donde nos la trajimos. Te acuerdas de Pinch? ―el padre recordó a Aliceun perro que habían tenido.

― Si ―asintió la niña pensativa.― ¿Qué es lo que ocurrió con su cría cuando Pinch murió?― Que no tenía mamá y se murió.― Mary Jane tampoco tiene mamá, ni papá, ni a nadie.Alice apretó los labios resignándose a tratarla bien.Cuando Alice salió del despacho de su padre y se dirigió a su

habitación, que estaba después de la de Mary Jane. La puerta de ésta estabaentre abierta, pero no le importó hasta que pasando de largo escuchó unsollozo, se detuvo y miró al interior del enorme dormitorio, todo estabacomo debía estar. Por un momento pensó que no había escuchado bien ycomenzó a caminar de nuevo pero de nuevo un sollozo ahogado llamó suatención, ésta vez entró al dormitorio y cerró la puerta tras de sí, la puertadel armario se entreabrió y una mano pequeña tiró de ella para cerrarla. Enese momento Alice pensó que aquella niña que había llegado a su casa notenía familia y sintió un poco de lástima por ella. Se acercó al armario yabrió las puertas de par en par, descubriendo a Mary Jane, que permanecíaescondida bajo una manta blanca.

― Llorando no arreglas nada ―advirtió ésta a Mary Jane, que nisiquiera levantó la cabeza para mirar.

― ¿Qué quieres decir?― No lo sé, eso siempre se lo dice mi padre a mi madre cuando llora.Mary Jane levantó la vista hasta su ahora hermana. Ésta tiró de la

manta dejando caer a Mary Jane al suelo.

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― Vamos, levántate. Ven vamos a jugar ―Alice quería ser amable.MJ se levantó y sin decir una sola palabra siguió a Alice hasta la sala

de juegos, una enorme habitación plagada de juguetes que aquellosamorosos padres habían habilitado para las dos pequeñas.

Desde ese día Alice empezó a ver a MJ como a su hermana, poco apoco fueron convirtiéndose en amigas y poco después fueron inseparables.

Alice y MJ cumplieron 15 años. Los padres de Alice lo habíanplaneado hacía años que cuando cumplieran 15 años irían a Londres aestudiar. Estaban muy emocionadas, eran las mejores amigas y estabandispuestas a estudiar cuanto fuera necesario y a divertirse.

Con ellas fueron un par de sirvientas y un mayordomo, el apartamentoera un lujo, todo de diseño moderno, decoración minimalista, suelos demármol blanco tan pulido que reflejaba. Las habitaciones eran lo mejor,parecían habitaciones de princesa, ambas habitaciones daban a una terrazaque conectaba las dos habitaciones.

Nada más llegar decidieron salir a pasear por la ciudad, el clima erahúmedo y desapacible pero estaban tan emocionadas que nada podíafastidiarles.

Por el día estudiaban y estudiaban pero por la noche lo pasaban engrande bailando por toda la casa contándose secretos o escapándose ensecreto para salir con compañeros del instituto.

Una mañana Alice decidió no ir a clase, buscó a su hermana y seescaparon para ir al cine, ponían una película de dos amigos que eranseparados de pequeños y se reencontraban cuando su vida estaba a punto determinar 80 años después. Cuando la película terminó MJ no se encontrababien y se marcharon a casa.

― Dime MJ, ¿qué parte de la película ha hecho que te pusieras así?― No ha sido la película.― No me engañas hermanita ―avisó―Ha sido cuando han separado a

los dos amigos, ¿no?La conocía perfectamente para saber cuándo engañaba en algo― Bueno, esto nunca lo he contado a nadie, cuando yo nací el

mayordomo de la casa donde vivía, a quien consideraba mi abuelo tenía un

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nieto. Siempre jugaba con él y luego no recuerdo porqué me llevaron a sucasa, siempre estábamos juntos. Luego el abuelo murió y me enviaron alorfanato.

― Si, si, pero… ¿y ese chico?― Bueno él se llama Gilbert.Alice estaba emocionada por saber esa parte de su hermana que no

conocía.― ¿Te gusta ese chico?― Bueno, crecí un tiempo con él.Mary Jane no quería hablar de Gilbert porque se sentía mal sabiendo

que nunca había vuelto a saber de él.―Te he preguntado si te gusta MJ ―Alice reprochó que anduviera

con rodeos.― Si, supongo que sí, o al menos pensé mucho en él. Incluso me hizo

una promesa.― ¡Qué emocionante! ― rebotó en la cama haciendo fuerza con los

pies en el suelo―cuenta, cuenta!!― Son solo cosas de niños pero… ―se quedó pensativa un

momento―se llevó una fotografía mía y prometió venir a verme todas lasvacaciones y que cuando fuéramos mayores nos casaríamos.

― No me lo puedo creer, ¿en serio? ―Alice estaba tan emocionadaque se abrazó a su hermana adoptiva, ―Gilbert… voy a tener que buscar aalguien así de romántico para mí misma, ―ambas rieron durante un rato.

Pasaron unos años, las chicas cumplieron 18 años y MJ decidióvolver, en Londres estaba muy a gusto, pero el recuerdo de aquel niño desu infancia comenzaba a inquietarla. Alice la alentaba a irse, le encantabala idea de conocer algún día a Gilbert y de saber que su hermana tenía aalguien tan maravilloso como ésta le contaba.

Después de la emotiva despedida de su hermana Mary Jane volvió.Las primeras semanas estuvo en casa de los Howard, sus padres adoptivos,pero ella quería trabajar en el orfanato donde estuvo, quería trabajar allíhasta saber qué hacer con su vida, tenía claro que no iba a vivir de ellostoda su vida por muy ricos que éstos fueran. Esa fortuna que ellos tenían

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pertenecía a su hija Alice, a pesar de que ellos no lo veían de ese modo.La casa de sus padres quedaba bastante lejos con lo que le dieron

dinero para poder alquilar un apartamento y tener para sus gastos hasta queempezara a ganar dinero por ella misma.

Un par de manzanas calle arriba encontró un bonito apartamento deuna habitación, era grande y espacioso y quedaba lo suficientemente cercacomo para ir caminando aunque lloviera.

Cuando entró en el orfanato todo seguía igual, el mismo color en lasparedes, el mismo olor… se adentró hasta un salón donde siempre sereunían los profesores y las monjas que regentaban el orfanato, cuandoabrió las puertas dos de las monjas la recordaron instantáneamente, MaryJane no había cambiado, seguía teniendo ese aspecto delicado y frágil, supelo seguía siendo tan rubio como cuando era pequeña, corrieron aabrazarla y a darle la bienvenida. Rápidamente le ofrecieron el trabajo quepedía y así comenzó a trabajar en aquel orfanato que le había dado unafamilia.

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Capítulo 4 Reencuentro con Gilbert

Poco tiempo después que MJ regresara lo hizo Gilbert habíacompletado sus estudios en Londres y volvía desesperado por encontrarsecon ella.

Cuando llegó a su casa su padre no estaba, había ido de vacaciones auna de sus playas favoritas a miles de kilómetros y no iba a regresar hastapasado un mes. Buscó a MJ por todas las habitaciones, no había ni rastrode ella, ni rastro de que hubiera vivido ahí alguna vez.

Todas las sirvientas que hubieron trabajado ahí alguna vez habíandesaparecido también, salvo una, que reconoció a Gilbert tan pronto comoentró en la cocina.

― Perdona, ¿Vicenta no trabaja aquí?― No señorito, hace años que ella no está aquí.Gilbert no sabía lo que pasaba, había desaparecido ella y todos los

sirvientes que había conocido estaba confundido y molesto.― Usted es el señorito Gilbert, ¿verdad? ― preguntó la sirvienta.― Si, el mismo.― Hacía años que no le veía.El muchacho se quedó extrañado, ella parecía conocerlo pero él no la

recordaba.― Disculpa, ¿tú conocías a Mary Jane Daniels? Vivió aquí…― Por supuesto que me acuerdo de la señorita, es una pena que su

padre la mandara al orfanato, era tan pequeña…―¿C ómo que al orfanato?

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― Si señorito, el mismo día que usted se fue a Londres su padre nosenvió a mí y a Anna a recoger todas sus pertenencias, un hombre vino a porella y se la llevó.

― ¿Cómo? ¿Un hombre? ―alzó la voz atónito por lo que estabaoyendo.

― Siento mucho si he metido la pata, supongo que si no sabía nadaserá porque su padre no quería que supiera.

― Maldita sea, quién sabe dónde esté ella ahora.― Bueno señorito, se supone que yo no debo saber, pero creo que la

llevaron al orfanato de Richardson Square, el hombre fue muy disimuladoen esconder el logotipo del coche, pero la matricula lo delató.

― Muchas gracias. El chico corrió al orfanato en busca de Mary Jane.Cuando llegó su turno había terminado y no la encontró. No hubo suerteninguna de las siguientes veces que la buscó.

Tras dos semanas de insistencia por fin la encontró. Mary Jane estabaen el comedor, delante de un pequeño que estaba sentado en una poltrona,Mary Jane vestía unos vaqueros y una camiseta azul que cubría con undelantal frontal, en la mano tenía un plato de plástico y enseñaba a comeral pequeño que la miraba embobado mientras ella le explicaba como cogerla cuchara.

La miró hasta que ella se dio cuenta de que alguien la observaba.Cuando se giró y miró hacia la puerta encontró a un hermoso joven que lamiraba sonriente, de pronto no supo reaccionar, se quedó embobadamirándolo.

― ¿No vas a saludar a tu amigo? ¿Ya te has olvidado de él?― ¿Dios mío Gilbert, eres tú?El muchacho torció la cabeza de un modo que ella recordaba bien,

corrieron el uno hacia el otro y se abrazaron, en ese momento no existíanada más que ellos en aquel comedor.

― Te eché tanto de menos… ―le dijo él a ella con tono afectivo.― Yo también a ti Gilbert.― Siento no haber cumplido la promesa que te hice.

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― No te has olvidado de mí, no me importa nada más.Siguieron abrazados bajo la mirada de monjas y profesores que

observaban incrédulos.Una de las monjas que pasó por ahí tosió a modo de advertencia, para

que se separasen, y así lo hicieron.― Por favor no te vayas, espera en la sala del principio, termino en

seguida y nos vamos.― No voy a ir a ninguna parte sin ti, voy a quedarme aquí mirando

hasta que termines.Ella asintió y terminó de dar de comer a los niños con una sonrisa que

no conseguía borrar de su cara a pesar de que todos la miraban.Cuando finalizó su jornada tomó a su amigo por la mano y lo llevó

hasta la calle.― Tengo un apartamento aquí cerca, ¿quieres venir?― Mary Jane…¿has perdido tus modales? ―ella abrió los ojos de par

en par como si realmente le hubiera propuesto algo indecente, él rió ―erabroma, nunca preguntaste para entrar en mi dormitorio o para dormirconmigo.

― Tenía 6 años, de eso hace mucho ―sonrió visiblementeavergonzada.

― Quiero ir a tu apartamento ―dijo el chico con una sonrisa defelicidad.

Ambos comenzaron a caminar en silencio mientras se miraban ysonreían.

A l entrar le ofreció algo de beber y de comer pero sin querercontrolar todos los años que la había echado de menos la abrazó confuerza, ella estaba tan contenta por verlo de nuevo que respondió a suabrazo con la misma intensidad.

No supieron cuanto rato pasaron así, podían haber sido segundos,minutos o incluso horas. En ese tiempo ninguno dijo nada, se limitaron asentir el abrazo del otro que tanto tiempo habían tardado en darse.

― He pensado mucho en ti MJ.

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― Yo también en ti, Gilbert, todo el tiempo.― Quiero que me cuentes lo del internado ―le dijo apartándola por

los hombros.― Preferiría no hablar de ello ―respondió ella mirando al suelo.― Necesito que me lo cuentes ―pidió él, elevando la cara de ella por

la barbilla.Pasaron horas hablando. A Gilbert le resultaba imposible que su padre

hubiera actuado tan mezquino. No podía creer el modo en que la habíahecho sufrir. Cuando MJ comenzó a contar lo de sus padres adoptivos sesintió tan agradecido que no sabía cómo debía agradecerles lo que habíanhecho por su Mary Jane.

Luego le contó sobre Alice, MJ hablaba tan cariñosamente de su“hermana” que Gilbert se moría por conocerla y que ésta le contase cosasde MJ, de lo que hacían juntas…

MJ le contó que había estado viviendo en Londres 3 años y él se sintiómolesto por no haberle visitado, hasta que pensó que lo mismo que supadre nunca le dijo como se había deshecho de MJ a ella nunca le habríadicho que él estaba en Londres.

Llegó la noche y Gilbert debía irse.― Gilbert, quédate ― pidió ella―tu puedes dormir en mi cama y yo

en el sofá.― No debería quedarme pequeña, recuerda que no somos dos niños,

además, ¿en el sofá? ―reclamó burlonamente.― Si, se convierte en cama y ¡es muy cómodo!― Ésta noche no será, debo resistirme.― ¿Resistirte? ― preguntó intrigada. La mirada de él cambió de

expresión y se fijó en sus labios, ella entendió a lo que se refería y leacompañó a la puerta ruborizada.

Las próximas semanas no volvieron al apartamento de ella. Salíantodos los días iban juntos a todos lados, desayunaban juntos, comíanjuntos, cenaban juntos pero a la hora de ir a casa él siempre la dejaba en lapuerta hasta que ella subiera sola.

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Pasaron los días y con dificultad confesaron lo que sentían, estabandestinados a estar juntos desde que nacieron y ellos lo sabían.

Patrick regresó de sus vacaciones, al encontrar a su hijo se alegrómucho por verlo, a pesar de hablar todas las semanas hacía 4 años que nose veían; pero pronto terminaría esa alegría, su hijo le confesó que habíabuscado a MJ y que estaban enamorados. Patrick comenzó a gritarle y amaldecirle, no podía creer que la distancia que puso entre ellos hacía añosno hubiera podido separarlos, miles de kilómetros, 11 años sin saber unodel otro y aun así se encontraron.

― Me niego a que sea esa niña.― No me importa papá, yo la quiero, siempre la he querido.― No digas idioteces hijo, tenías 9 años cuando te separaste de ella,

ahora tienes casi 21.― Nunca la he olvidado y, a pesar de tus intentos nunca lo haré.― No lo voy a permitir, ¿me oyes? Disfruta mientras puedas.

―amenazó, prometiendo cumplir sus amenazas.Gilbert, enfadado con su padre decidió marcharse, buscaba un sitio

donde quedarse y sin esperarlo ella le ofreció su piso, quiso mantenersereticente a aquella oferta, pero no quería mantenerse alejado de ella ni unminuto más de modo que aceptó la oferta y comenzaron a vivir juntos.

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Capítulo 5 El adiós de Gilbert

Patrick no soportaba la idea de que su hijo estuviera enamorado de lahija de Helen, de modo que investigó a familias adineradas y con el tiempodio con los Howard, padres adoptivos de MJ, concertó entrevistas y logróconvencerlos de casar a Alice con Gilbert sin decir nada de MJ.

Alice estaba completamente en contra pero ante la imposición de suspadres no pudo negarse, tuvo que regresar de Londres y dejar sus estudios..

Gilbert en un intento por que su padre se rindiera le dijo que podíaintentar lo que quisiera pero Patrick amenazó con deshacerse de MJ comodebía haber hecho de pequeña y tras contarle que había comprado eledificio donde ella vivía y el orfanato que tanto adoraba Gilbert asustadoaceptó casarse con Alice, a la que no conocía, a pesar de que Mary Janesiempre le hablaba de su hermana nunca sospechó que sería la mismapersona hasta que llegó el día de la reunión que Patrick había organizadocon los Howard.

Habían quedado en el hotel más lujoso de la ciudad, una sala dereuniones había sido habilitada para los 5 que ahí asistirían esa tarde, losHoward con su hija, Patrick y su hijo.

Gilbert llegó tarde, entró corriendo por el vestíbulo y corrió almostrador, un chico uniformado le acompaño a la sala donde debíaencontrarse con aquellas personas. Al entrar sólo estaban el matrimonioHoward y su padre. Alice no había llegado aún de modo que esperaron ensilencio, Gilbert estaba nervioso, sus piernas se movíanincontrolablemente, sus dedos acariciaban sus labios nerviosamente.

― No estés nervioso, nuestra hija es fantástica.― Si, eso dicen todos los padres…Patrick golpeó la pierna de su hijo bajo la mesa mientras se llevaba

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una mano a su cara para cubrir con ella la vergüenza que su hijo le acababade hacer pasar.

Unos minutos más tarde una muchacha uniformada como el chico quehabía acompañado a Gil entró en el salón tras tocar a la puerta para avisarque Alice no iba a asistir a la reunión de manera que la reunión comenzó yterminó sin que Gilbert pudiera conocer a su futura esposa.

Tras la reunión y bajo la amenaza de Patrick juntó valor paraabandonar a MJ.

― MJ tenemos que hablar ―le dijo él con el corazón a mil, ―nosvemos en la esquina de siempre en un par de horas.

― ¡Genial!, me muero por verte ―dijo ella ignorante de lo queGilbert quería hablarle.

Siempre que se encontraban en aquella esquina iban a cenar arestaurantes elegantes. Hacía un mal día, cielo gris, frío y ventoso pero nole importó para vestir elegantemente, sacó del armario el vestido que masle gustaba, un vestido azul que Gilbert le había regalado hacía unos meses.S e puso sus zapatos de tacón, se maquilló y salió para encontrarse con elchico que lo era todo para ella.

Al llegar tuvo que esperar, se había anticipado tanto que llegó unahora antes. Gilbert llegó, extrañamente tarde y con mala cara.

― He esperado tanto que casi muero de impaciencia ―le dijomientras se colgaba en su cuello en un abrazo.

― Tenemos que hablar ― le dijo mientras se ponía rígido.― Perfecto, ¿vamos a cenar y me cuentas lo que sea allí? ―le dijo

tras un beso y colocándose frente a él.― No MJ. Yo… te dejo ― su cara estaba sin expresión, sus ojos

parecían vacíos.Con aquella expresión casi podía haberse oído el corazón de Gilbert

romperse en mil pedazos. Por un momento creyó no tener el valor dedecírselo a ella, a la única chica que podía hacerlo feliz de verdad y a laúnica a la que quería hacer feliz.

― No entiendo, ¿tengo que ir sola a cenar? ―reprochó en broma ellamientras fruncía el ceño.

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― No Mary Jane, te dejo, no podemos seguir juntos, lo nuestro setermina aquí, ―su voz se rompía con cada palabra, mantuvo los ojosabiertos para no dejar caer las lágrimas que éstos a duras penas retenían.

― ¿Hablas en serio? ― preguntó asustada.Llevaban 3 años juntos, estaba completamente loco el uno por el otro,

y no podían ser más felices, pero todo aquello se debía terminar, Patrick noiba a dejar que se salieran con la suya, quizá al principio si huían salieranairosos, pero con el tiempo la ira de Patrick les alcanzaría, a su hijo quizáno lo torturase como lo haría con ella, a la que odiaba de verdad. Si Gilbertrealmente la amaba haría el sacrificio de dejarla para que no sufriera dañospor parte de su odioso padre.

― Lo siento mucho Mary Jane, lo siento tanto… ―le dolía tantoverla sufrir que no podía mirarle a la cara.

― Por favor Gilbert, dime que no… que… Gilbert… ―MJ lo mirótemblorosa sin color en la cara, temiendo que fuera real lo que su amadoGilbert le estaba diciendo, buscaba algo en su cara que le delatara, quedelatase que era una broma, una de mal gusto.

― Lo siento… ―el muchacho estiró una mano para acariciarle unamejilla pero antes de rozarla dejó caer la mano, la miró y apretando puñosy dientes se marchó dejándola sola.

Ella le miraba mientras se alejaba, pronto desapareció en la lejanía.Era tan grande su tristeza que no pudo mantenerse en pie y se dejó caer derodillas en el suelo.

La amenaza de lluvia se cumplió y comenzó a diluviar pero ella siguióahí, mojando completamente el vestido que tanto le gustaba. Sus lágrimasse mezclaban con las gotas de lluvia que resbalaban por su cara.

Ya había oscurecido y había dejado de llover, pero Mary Jane seguíaen el suelo, con el maquillaje corrido bajo sus ojos y el vestido empapado.

Un coche se detuvo al lado suyo un hombre con voz amable la invitó asubir, ella dudó si irse se ahí, quizá Gilbert lo pensara mejor y volviera apor ella, continuaba llorando incesante y aquel hombre retomó su marcha.

Pasado un rato el mismo vehículo se detuvo a su lado, aquel hombrevolvió a invitarla a subir, habían pasado horas y Gil no había venido a porella como esperaba que hiciese de modo que subió al coche tras la

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insistente invitación sin pensar en las consecuencias que podría haber paraella el subir con un desconocido.

Mary Jane solo lloraba, sin decir ni una palabra. Unos minutos mástarde se detuvieron en la puerta de una casa de aspecto señorial, enormescristaleras separaban la calle de aquella majestuosa construcción,guiándola por la espalda entraron en la vivienda, dos sirvientas corrieron allevarse el sombrero y la chaqueta de aquel hombre y cuando éstas semarcharon dejándolos solos en el vestíbulo estiró el brazo y sujetó eltirante de su vestido para quitárselo, MJ se asustó y salió a la callecorriendo, cruzando de acera sin mirar.

Tras un estridente chirrido de neumáticos todo de volvió oscuridadpara ella.

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Capítulo 7 Encontrando a Vicenta

Cuando despertó un día después del accidente se encontró en una casaajena, en un dormitorio que no conocía. El aspecto de la habitación eramuy señorial, era amplio y luminoso, la cama en la que encontraba tenía uncobertor de color miel, el dosel de la enorme cama tenía decoracionesdoradas y olor de la estancia era agradable. A varios metros de la camahabía una mesita, con un jarrón repleto de flores y al lado un teléfonomóvil. Salió del dormitorio y se apoyó en la puerta que había cerrado trasde sí para terminar de colocarse los zapatos. Miró a su alrededor y prontouna mujer de aspecto refinado apareció en el amplio pasillo.

― Oh querida ¡has despertado!― Sí, yo… ¿qué ha pasado? ¿Dónde estoy?Mary Jane se llevó una mano a la frente, dejando ver con ese gesto la

confusión en la que estaba sumergida― Oh querida, lo lamento mucho, mi esposo sin querer te golpeó con

el coche cuando cruzaste sin mirar, creíamos que habías muerto, pero soloestabas inconsciente. Quisimos llevarte a un hospital pero no teníasidentificación y preferimos traerte a casa, el médico de la familia te hahecho un reconocimiento y dice que todo está correcto… ― explicó laseñora.

― Yo… un hombre me llevó a su casa e intentó desvestirme, por esocorría, yo… lamento si he estropeado su coche.

― ¡Oh no querida!, el coche no es importante, lo importante es que teencuentres bien, has dormido 29 horas seguidas, ¿quieres que mi esposo telleve al hospital para que te revise otro médico?

― No… estoy bien. Me gustaría ir… ―calló.

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MJ recordó que Gilbert la había dejado, sin explicación alguna ycomenzó a llorar.

― Oh querida, no llores, dime, ¿dónde quieres ir?― Supongo que… no lo sé, simplemente me marcharé. ¿Podría darme

un vaso de agua?― ¡Por supuesto! Acompáñame.Mientras ella se dirigía a toda prisa por el pasillo que daba a la cocina

Mary Jane la seguía en silencio por detrás.Al entrar una señora corpulenta le sirvió un vaso de agua, no le vio la

cara pero sus manos le resultaron familiares, la sirvienta de la cocina segiró y continuó cortando zanahorias para la cena, MJ alzó la vista y tanpronto como reconoció el peinado saltó y abrazó a la cocinera, hecho quedejó boquiabierta a la señora Ferrell.

― Dios mío, Vicenta, ¡eres tú! ―dijo con alegría.― Señorita Mary Jane ¿es usted? ―respondió incrédula la anciana.― Sí, soy yo ―le dijo mientras ella se giraba para verla de frente.―Cuanto tiempo sin verla, ha crecido usted muy hermosamente, se ha

convertido en una preciosa señorita.La señora Ferrell miraba sorprendida, supuso que se conocían por la

reacción de ambas.― Pero Vicenta, ¿qué haces aquí? ―preguntó sorprendida.― Pues verá señorita…― Por favor, no me llames señorita, solo llámame Mary Jane

―interrumpió a la cocinera.― Está bien. Cuando el señor Olsson murió y su hijo envió al señorito

Gilbert a Europa y la envió a usted al orfanato a mí me despidió. Mientrasyo buscaba trabajo los Ferrell buscaban una cocinera y, aquí estoy, hace 14años que estoy con ellos.

Miró sorprendida a la señora F errell, curiosa por la situación, Vicentahabía cuidado tan bien de ella como lo había hecho Swend y ahoratrabajaba para ella.

― N o sabía que os conocíais ―dijo ella al ver que MJ la miraba

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curiosa.― Es una larga historia, señora. ―le contó Vicenta.― Ya veo, la señorita… ― la señora Ferrell miró a la joven,

esperando un apellido, a lo que respondió.― Daniels. A pesar de haber sido adoptada legalmente Mary Jane

nunca tomó el apellido de los Howard.― Daniels ―sonrió haciéndole un guiño―debió ser preciosa de

pequeña.― Lo era señora Ferrell, lo era, pero aún lo es, ¿no cree? ―los colores

subieron a las mejillas de MJ ―Aunque su hijo también es un chico muyapuesto.

― ¿Tiene un hijo? ― Preguntó la joven curiosa, en esa casa noparecía haber rastro de nadie más que las sirvientas y el matrimonioFerrell.

― Sí, lo tengo, pero después de la desgracia vive solo.― O h, lo… ¿siento? ― dijo poniendo cara de consecuencia.La señora Ferrell bajó la mirada y no respondió.― No se preocupe señorita Mary Jane.― Solo Mary Jane ― advirtió MJ de nuevo.― El señorito Alexander no murió, él tuvo un accidente de

motocicleta y se llevó un fuerte golpe en la cabeza, pero no murió, él está...― O h Dios mío… ― murmuró.Mary Jane horrorizada se imaginó que habría quedado en coma, o

parapléjico o alguna cosa aún peor.― El quedó ciego, los médicos no saben aún el motivo ―explicaba

Vicenta, ―Después del accidente se negó a ver a nadie y vive recluido ensu piso desde hace 3 años.

― Vaya, lo siento, debe ser muy duro para ustedes, ―le dijo a laseñora Ferrell poniendo una mano sobre su hombro derecho.

― ¿Quieres ayudar? ― preguntó de pronto, sorprendiendo a Vicenta ya la joven.

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― ¿Ayudar?― Sí, eres joven y bonita, cuida de él durante unos días, a ver si se

anima.Mary Jane llevaba cuidando de los pequeños del orfanato desde hacía

3 años, el tiempo que llevaba con Gilbert, a pesar de ser un trabajo que legustaba hacer no creía que tras haber sido abandonada de ese modo pudieracuidar ni siquiera de ella misma.

― Debo negarme señora, lo siento, pero lo que me pide es un poco…embarazoso, ahora mismo ni siquiera sé dónde quedarme.

La joven no quería volver a aquel apartamento donde habíacompartido tantas cosas con su amado Gilbert, sabía que si encontraba allía Gil no podría levantar cabeza, de modo que lo mejor sería no verlo en untiempo.

― Pero entonces es perfecto, señorita Daniels, él vive solo en su piso,podrías quedarte con él.

― Lo siento pero no ―comenzaba a sentirse violenta ante aquellainsistencia, la señora Ferrell no la conocía de nada y quería que cuidara desu hijo ciego…

― Solo ven a verlo una vez y luego opinas.― Pero es que yo nunca he cuidado de nadie ―omitió que hasta hacía

unos días había estado cuidando de aquellos niños en el orfanato, no teníani fuerzas ni ganas para cuidar a nadie.

― Pero él está solo y se niega a vivir con nosotros…― No, señora, no… es que de verdad no tengo ánimos tampoco, hasta

hace unos días… ―calló, no quería recordar que Gilbert la había dejado,no podía olvidar ver como se marchaba y la dejaba sola.

― Hace unos días ya es pasado ―sonrió.Se le agotaban las excusas y la señora Ferrell era cada vez más

insistente, Vicenta sonreía al verla presionada, pero no era una sonrisamalévola, era más bien una sonrisa de aprobación, como si realmenteestuviera bien que cuidase de un extraño y se mudase con él de repente,claro que él no solo era un extraño, además estaba ciego y no salía nuncade su cuarto, ¿cómo iba a cuidar de alguien así?.

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― ¡¡Vamos!! ―continuó presionando de un modo que la incomodabade sobremanera ― por favor, ―su tono decayó de anímico y fingidamentealegre a un tono de súplica que le partió el alma. Vicenta se dio cuenta…

― Señorita Mary Jane acompañe a la señora Ferrell a ver a su hijo yluego decida ―la miró con un gesto compasivo hacia la mujer―A demáses un chico muy guapo, ―le susurró al oído, con una agradable sonrisa enlos labios.

Vicenta parecía la abuela que nunca tuvo, y ahora, después de haberloperdido todo… la recuperó a ella.

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Capítulo 7 Conociendo a Alex

Eleanor abrió la puerta del apartamento, un escalofrío recorrió laespalda de la joven de arriba abajo, aparentemente era un sitio espaciosopero la oscuridad lo inundaba todo impidiendo ver incluso sus zapatos.

― Espera que encienda la luz querida, Alexander prefiere todocerrado y oscuro.

― Oh ―alcanzó a decir con el hilo de voz que pudo empujar por sugarganta.

― Ven, sígueme ―dijo la madre guiándola por un pasillo.Al fondo había una puerta, Mary Jane supuso en seguida que tras ella

estaría el hijo de Eleanor y comenzó a ponerse nerviosa, en efecto, al abrirla puerta, tras las mantas, en absoluta oscuridad se encontraba Alexander.

Eleanor la invitó a pasar, pero ella se mostró reticente a entrar en elcuarto oscuro de un chico al que no conocía.

Su aspecto era completamente descuidado, aparentaba unos 40 años,vestía un pijama azul celeste, tipo hospital, pelo largo y desgreñado, barbade varias semanas. Se encontraba de espaldas a la puerta y no se inmutócuando su madre se adentró en el enormemente desordenado dormitorio.

― Alexander, hijo, saluda a nuestra invitada...― Dirás tú invitada, madre ―respondió él hosco, su voz sonó entre

cortada y llena de amargura. ―Entiende de una vez que no soy unamascota de zoo, no me gusta que me miren. ¡Largaos de una vez! ― Pidiómedio en ruegos.

Eleanor miró a la chica que se encontraba en el marco de la puerta, seacercó a ella apagó la luz del dormitorio y cerró la puerta tras de sí.

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― Te lo ruego Mary Jane, cuida de él aunque sólo sean unos días,lleva así 3 años, de todas maneras no tienes donde ir y aquí no tendrías quepreocuparte de nada, solo de hacerle compañía. Incluso puedo pagarte siquieres.

― Oh, no, por favor. Yo es que... bueno, está bien, me quedaré, perosólo unos días.

― Muchas gracias Mary Jane, de verdad. No hace falta que intenteshablar con él, con que sepa que hay alguien con él ya bastará.

La señora Ferrell dio un abrazo a MJ y salió del apartamento despuésde indicarle donde estaban las cosas.

Cerca del piso de Alexander había tiendas de ropa, Mary Jane adorabala ropa, adoraba vestirse con ropa de tiendas juveniles.

― Después de recoger esto un poco iré a por algo de ropa ―se dijomientras miraba cuidadosa a su alrededor.

La madre de Alexander la dejó sola en el enorme apartamento hacíacerca de media hora y aún no se había movido ni un centímetro cuandoalguien tocó a la puerta. Dudó si abrir o no pero un grito al fondo delpasillo la despertó del trance.

― ¿Quieres abrir la puerta? No soporto que venga nadie a mí casa amolestar.

―¿Cómo podía él saber que estaba ahí si no he hecho el menor ruido?―preguntó en susurros.

Corrió a la puerta pero al abrir no había nadie, sólo un montón decajas apiladas.

La señora Ferrell sabía que no llevaba equipaje y compró montones deropa que le llevaron directamente desde la tienda.

― ¿Cómo podía ella saber mí talla? ―preguntó de nuevo en susurrosmientras sacaba de una caja unos bonitos vaqueros desgastados conadornos de cristales, ―¡¡qué bonitos!!

De pronto sonó su teléfono móvil, en una de las cajas, al levantar latapa encontró el móvil con una nota adherida a la pantalla.

“Querida, te lo dejaste en la mesita antes de salir de la habitación,era lo único que llevabas ayer. La ropa es un agradecimiento por lo de mi

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hijo.P.D.: me he tomado la libertad de añadir nuestro número a tu

agenda.”Mary Jane se sorprendió de no haberlo visto antes de salir. Al

despegar la nota y desbloquear la pantalla encontró 12 llamadas perdidas,solo 2 eran de Gilbert, las restantes eran todas de Alice, todas las llamadasde Alice tenían mensaje en el buzón de voz. En ese momento no teníaánimos para escuchar mensajes de aliento de su hermana, de modo querecogió la ropa y fue a la habitación que quedaba libre en aquel enormeapartamento.

La habitación era tan espaciosa como esperaba, toda decorada en grisy blanco. Era un ambiente serio, no podía ser de otra manera, el cobertor dela cama tenía un aspecto suave, la ventana estaba cerrada como el resto deventanas de la casa.

― N o estoy dispuesta a estar en penumbra ―dijo elevando la voz losuficiente como para que Alexander la escuchara a través de su puerta.

Levantó las persianas y abrió las ventanas para dejar entrar el airefresco.

Tardó un par de días en atreverse a entrar en el cuarto del muchacho,pero cuando se supo con el suficiente valor tras tocar a la puerta pasó altriste y oscuro dormitorio. El muchacho se acurrucaba bajo un montón demantas, la comida que la cocinera había dejado en la mesita estaba sintocar, el suelo lleno de ropa revuelta y las ventanas cerradas.

― Sé que no te alegras de que esté aquí ―le dijo ella acercándosehasta la cama, estiró un brazo para tocar el bulto y que él supiera queestaba cerca.

― Pues si sabes que no me gusta que estés aquí no sé porque te hasquedado ― reprochó toscamente el joven.

― Bueno, tengo una razón, estoy agradecida con tu madre por…― Si estás agradecida con ella vete a su casa. Mary Jane pensó por un

momento que lo mejor sería irse, pero volvió a mirar el desastre de lahabitación y decidió que quería ayudarle al menos a ser un poco mássociable.

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Los días siguientes se limitó a sentarse en el marco de la puerta, sinterminar de entrar.

Se aburría estando ahí sin hacer nada de modo que cuando ya llevabauna semana tocó a la puerta, él como siempre no respondió, pasó aldormitorio y abrió la ventana, dejando entrar la brisa matinal y el olor de lalluvia de esos días, recogió la ropa que había en el suelo y se llevó el platode comida a la cocina.

― Si no vas a comer deberías decir a la cocinera que no preparasecomida, de ese modo no habría que tirarla.

― Y a ti que te importará… ―reprochó él entre dientes.― Bueno… realmente no es asunto mío, es cierto, pero…― Corre, llama a quien sea y sal un poco, quiero estar solo ―Mary

Jane recordó los mensajes de Alice y corrió a por su teléfono, volvió a lahabitación de Alex y se sentó cerca de la ventana en una silla.

Los mensajes en el contestador se habían acumulado, ya eran más de20, ninguno de Gilbert, cosa que la entristeció. Marcó el número del buzónde voz y comenzó a escucharlos.

1. M ary J ane, vuelvo a casa, necesito hablar contigo. ― decía lamorena con tono indescifrable.

2. Soy Alice, respóndeme…3. Mary Jane, ha pasado algo, necesito a mi hermana, por favor,

llámame.Los siguientes 8 mensajes eran iguales, pero llegó uno que dejó a

Mary Jane perpleja.12. Por favor Mary Jane llámame, papá y mamá han concertado una

boda para mí, me caso en una semana, te necesito.Alice se casaba, hacía tiempo que no visitaba a sus padres adoptivos

pero jamás le llamaron para decirle nada de una boda para Alice.13. Al parecer el señor Olsson ha convencido bien a papá de que es lo

mejor, realmente no sé qué hacer, no podré seguir estudiando.A Mary Jane se le hizo un nudo en la garganta, de vez en cuando

carraspeaba para intentar deshacer ese nudo que le impedía respirar.

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14. Dios mío Mary Jane dime que el señor Olsson no es el padre deGilbert, tu Gilbert. ― Alice sonaba cada vez más acongojada.

Mary Jane comenzó a llorar, Alexander había podido escuchar partede los mensajes debido al volumen del altavoz, no entendía lo que lepasaba, el motivo por el que lloraba pero tampoco se molestó en preguntar.Mary Jane se levantó de la silla dejando en ella el teléfono que continuabareproduciendo los mensajes, corrió a su dormitorio y se tendió sobre lacama. Lloró durante horas.

Por la mañana se levantó decidida a no derramar una sola lágrima mása causa de Patrick, estaba segura de que Gilbert y ella encontrarían unasolución cuando se calmasen un poco las cosas, al fin y al cabo ni loskilómetros ni los años pudieron separarlos.

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Capítulo 8 Cambiando a Alex

Hacía 2 meses que ella vivía con él. Como cada día entró en sudormitorio, ese día él estaba especialmente molesto, estaba frustrado porno poder ver a esa chica que entraba cada día a su habitación y nunca decíanada, estaba frustrado porque la había oído llorar a través de la habitacióny no podía ayudarla. Ella entró y él le pidió que se fuera.

― Hoy no necesito tu compañía. ¡Vete!― Pero… yo nunca hablo, ni hago ruidos para no molestarte…― He dicho que te vayas ―gritó impaciente.― Solamente me sentaré aquí en la puerta si no quieres que entre…De pronto Alex cogió la base de mármol de uno de sus trofeos de

motociclismo y lo lanzó contra la puerta a modo de amenaza, pero sinquerer lo lanzó directamente contra la chica, golpeándola directamente enla cara, en el pómulo izquierdo, justo un centímetro y medio por debajo delojo. El golpe fue tan fuerte que ella solo pudo decir “lo siento” antes decaer de espaldas contra el suelo. Cuando Alex la oyó caer se levantóinmediatamente.

― ¿Estás bien? ―Ella no respondió, siguió tendida en el suelo, Alexse acercó hasta ella y palpando las paredes se agachó a su lado. ―¿Lo hetirado con mucha fuerza, estás bien? ― al ver que ella seguía sin decirnada acercó sus dedos a la cara de ella y notó una humedad caliente queempapó sus dedos. ―¿No me digas que…? ― acercó su mano temblorosapara percibir el aroma del líquido y tan pronto como notó el aroma ferrososupo lo que acababa de hacer.

Ella continuaba inmóvil en el suelo, él acercó la mano a su pecho ypalpó con cuidado para ver si respiraba. Respiraba y tenía pulso, concuidado acarició sus caderas en busca del teléfono móvil que sabía que

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siempre llevaba consigo, en sus bolsillos delanteros no estaba, deslizó lamano derecha hacia los bolsillos traseros y ahí lo encontró, al palparlo enbusca de teclas vio que su teléfono no tenía.

― Malditos teléfonos táctiles, ¿cómo se supone que he de llamar si nopuedo saber dónde toco?

Alexander se levantó con cuidado de no golpearla aún más y corrió abuscar el teléfono de su casa.

―Madre, ¿puedes venir? ―dijo él con voz nerviosa tan pronto comodescolgaron.

― Dios mío, Alexander, ¿eres tú? ―respondió Eleanor sorprendida aloír la voz de su hijo al otro lado.

― ¿Puedes venir? ― preguntó impaciente.― ¿Te va bien si voy en una hora?― N o, necesito que vengas ahora, es la chica, se ha desmayado.― Oh Dios mío, ¿tú estás bien?― Sí, ven rápido ―dijo apresurado, y sin dar tiempo a que su madre

respondiera al otro lado del teléfono colgó. A tientas cogió una toalla delarmario y se acercó a Mary Jane, se agachó a su lado y con cuidado puso latoalla en la herida.

― Yo no quería hacerte daño, solo asustarte… ―con la manotemblorosa acercó los dedos a la cara de Mary Jane, y encontró la herida,herida en la que entraban las yemas de sus dedos índice y corazón.

Pasaron solo unos minutos hasta que la señora Ferrell llegó alapartamento de Alex, entró a toda prisa sin darse cuenta de que toda la casaestaba iluminada y con todas las ventanas abiertas.

― Dios mío Alex, ¿qué ha pasado? ―dijo arrodillándose junto a lachica, que permanecía inmóvil e inconsciente.

― Yo…― ¿La has golpeado? ― Eleanor miró a su hijo con horror.― Yo no quise, lancé el soporte del trofeo de mi mesita y lo lancé

para que saliera de mi cuarto, hoy no quería que ella estuviera ahí, pero lolancé mal y al parecer le di de lleno en la cara ―Alex cerró sus puños y los

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llevó contra su cara, ―de verdad que no quería darle.― ¿El soporte? Pero santo cielo Alex, ¡¡es de mármol!! ―ella miró a

la muchacha, ―hay que llevarla a un hospital, parece grave, sangra muchoy la herida está muy abierta.

Poco a poco el ojo izquierdo fue poniéndose morado, la cara comenzóa hincharse poco a poco.

― Quiero ir con ella ― afirmó poniéndose en pie.―¿Cómo? ―respondió su madre en un tono casi en grito,

completamente sorprendida por la afirmación de su hijo, en 3 años nohabía querido salir nunca bajo ninguna circunstancia, ahora él era quien seofrecía voluntario.

― Quiero ir. ―Cuando llegaron al hospital la trataroninmediatamente, la herida dejaba al descubierto músculo y parte del huesomaxilar, la radiografía mostró una fisura importante que requeriríabastante tiempo para curarse.

Eleanor llamó a su casa y preguntó por Vicenta.― Vicenta, conoces bien a Mary Jane, ¿verdad?― Sí, señora, ¿ocurre algo? ―preguntó la cocinera extrañada.― Bueno, ha pasado algo, pero luego te cuento, ¿sabes algo de la

familia de ella?― Bueno, señora, ella no tiene familia, sus padres y su abuelo

murieron cuando ella tenía tres años.― ¿Hay alguien a quien pueda contactar?― Ella estuvo quedándose en la casa de mis antiguos jefes, pero antes

de despedirme a ella la enviaron a un orfanato, luego la adoptó una familiapero no sé nada de ellos. ¿Ella está bien?

― Sí, bueno, está en el hospital, ella ha sufrido un golpe y la hemostraído al hospital Alex y yo.

― ¿El señorito ha salido de casa?― Si Vicenta, ha salido, ¡y por voluntad propia! Cuando llegue a casa

te lo cuento todo.Después de la sutura de la herida la llevaron a una habitación y

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buscaron a los acompañantes, hasta que se despertase solamente podíaestar en la habitación la familia, de modo que la señora Ferrell mintiódiciendo que Alexander era su marido y pudieran subir a verla.

― ¿Familia de la señorita Daniels? ―preguntó una enfermera.Alexander ni siquiera sabía el nombre de ella, de modo que ni se

inmutó, pero su madre reaccionó de inmediato y él se levantó también.Siguieron a la enfermera hasta la habitación donde la habían ingresado.

―Oh querida, ¿estás dormida? ―La chica no respondió, le habíansuministrado unos antibióticos y unos antiinflamatorios, eso pudo con ellay cayó dormida. Llegó la noche y se hacía tarde para volver, de modo quela señora Ferrell decidió que la dejarían dormir esa noche y por la mañanavendrían a por ella para cuidarla en casa. ― Vamos Alex, hijo, dejémosladescansar aquí esta noche, mañana vendremos por ella, pediremos el alta yla llevaremos a casa.

― No madre, yo no voy a ninguna parte, vete tú y descansa, yo mequedo con ella.

― Pero Alex…― Madre, ella está aquí por mi culpa, no la voy a dejar sola.Eleanor se fue sonriendo, su hijo comenzaba a cambiar, había salido

por voluntad propia e iba a quedarse con Mary Jane toda la noche en elhospital sin que nadie se lo hubiera pedido.

Pasadas unas horas Alex se había dormido apoyado en la cama deMary Jane sosteniéndole una mano. Cuando ésta se despertó se encontrócon el muchacho que dormía pegado a su cama y que sujetaba su mano, nopodía imaginar que fuera Alex.

―Disculpa… ―Preguntó Mary Jane sujetando con su mano derechala muñeca de la enfermera que estaba cambiando el suero.

― Oh perdona, ¿te he despertado?― No, tranquila… ¿quién es él? ―preguntó asustada señalando con

los ojos a aquel “extraño” que sujetaba su mano.― ¿Él? Tu marido, ¿no? ―preguntó la enfermera confundida.― ¿Mi marido? ―MJ levantó el tono de voz, cosa que hizo que Alex

se moviera y soltase su mano, de pronto pudo verle la cara y lo reconoció.

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― Dios mío señorita ¿no es tu marido?― Ehm… ¿sí? ―miró confundida a Alex. ―Verás, es que él a causa

de un accidente perdió la vista y nunca sale de casa, por eso me hasorprendido verle aquí ―ella sujetó la mano de él que fingía estardormido.

― Supongo que también ha de influir el golpe y las medicinas que tehemos dado ― la enfermera sonrió.

Mary Jane esperó a que saliera la enfermera, se puso en pie y arrastróel soporte para el suero hasta el otro lado de la cama, como pudo arrastró aAlex que seguía haciéndose el dormido hasta el sofá de la habitación paraque durmiera más cómodo.

Cuando MJ se apartó Alex se incorporó.― Pensaba que dormías ―Le dijo ésta casi en susurro.― Dormía. A hora duerme tú, por la mañana mi madre pedirá tu alta y

volveremos a casa.― Perdona, ¿volveremos? Yo no voy contigo a ninguna parte

―advirtió.― Yo… siento lo de tu cara, no era mi intención darte.― ¿Y lo de mi marido? ―A pesar de que estaba molesta con él por el

golpe y por dar por hecho que iría con él después de aquello le resultócurioso que mintiera de ese modo para poderse quedar con ella esa nocheen el hospital.

― Eso ha sido cosa de mi madre, para que nos dejasen estar contigo…― Yo lo siento, pero como te he dicho contigo no voy a ningún sitio,

es más, llama a tu madre y vuelve a tu casa, cuando salga de aquí volveré apor mis cosas.

― Yo… de verdad que lo siento, nunca quise darte a ti, solo queríaasustarte…

― No importa Alex, no me asustaste, me diste, pero no importa,quiero que te vayas.

― Me iré por la mañana, cuando venga mi madre.Pasaron varias horas sentados cada uno en su sitio, hasta que ella le

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preguntó.― ¿Por qué has venido Alex? ¿De verdad llevabas 3 años sin salir?

―la curiosidad la llevó a romper su silencio.― 3 años… sí.― ¿Porque estás aquí?, ¿acaso querías golpearme en la otra mejilla?― ¡¡Por dios no!! Ya te he dicho que nunca quise darte a ti.Alexander estaba realmente arrepentido y ella se había dado cuenta,

pero quería molestarlo.― Entonces no lo hubieras tirado, darme a mí era una posibilidad

dado a que no ves y no sabías donde lo lanzabas.― Lo sé, tienes razón.― ¿Por qué estás aquí?― Ya te de dicho que no quería darte, simplemente quería estar

contigo, no quería que estuvieras sola.― Qué romántico… ―le respondió intentando camuflar una sonrisa.A pesar de cómo se sentía, molesta y dolorida, estaba satisfecha

pensando que había logrado hacer salir a Alex de su cuarto y de su casa,aunque fuera por esas circunstancias.

Llegó la mañana, la señora Ferrell entró en la habitación pero Alex noestaba.

― ¿Oh, Mary Jane querida, te duele mucho?― No te preocupes Eleanor, los sedantes son bastante buenos en su

labor, recoge a tu hijo y marchaos, yo… iré a por mis cosas en un par dedías, cuando me den el alta.

― Alexander no está, habrá ido al baño. La señora Ferrell se sentó yesperaron y esperaron, en vista que Alex no regresaba a la habitaciónEleanor salió en busca de su hijo, por si no sabía qué habitación era la deMJ, pero por más que buscó por los pasillos y preguntó en los mostradoressu hijo no estaba.

Cuando Alexander escuchó la profunda respiración de Mary Jane supo

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que se había dormido, se puso en pie y caminó por el largo pasillo, sumano izquierda rozaba la pared en busca de la puerta de salida.

― Disculpe señor Daniels ―llamó una enfermera a sus espaldas.― Señor Ferrell, en realidad ―corrigió él.― Señor Ferrell ―repitió la enfermera con una sonrisa―¿puedo

ayudarle?― Bueno, pues sí, podría llevarme hasta la salida, necesito ir a casa y

cambiarme de ropa.― S í, sujete mi brazo ―la joven enfermera sujetó la mano derecha

del rubio y la llevó hasta su brazo.Caminaron despacio hasta la salida.― ¿Necesita que llame a un taxi?― No hace falta, gracias, ya hemos pedido uno con el móvil de mi

mujer ―mintió descaradamente.― De acuerdo ―ambos sonrieron cortésmente y la enfermera volvió

a su trabajo.Alex caminó y caminó, nunca había experimentado nada igual,

percibía sonidos que nunca antes había escuchado, olores y texturas.Cuando pasaba delante de una pastelería podía distinguir el aroma de losbizcochos, de los brownies y de los gofres, podía percibir el olor delcaramelo y el olor del horno caliente.

Al pasar por delante de una cafetería llegaba a él el tintineo de lascucharas de los clientes que movían fogosamente el café de la mañana.

Todo a su alrededor era una sinfonía de cosas nuevas, o cosas a lasque jamás antes le hubiera prestado atención.

Con sumo cuidado y con la ayuda de varios viandantes llegó hasta unenorme parque con jardines a varios kilómetros del hospital, le habíallevado 3 horas llegar hasta allí.

Al entrar por las puertas de acero de la entrada un sinfín de sonidosnuevos le alcanzaron, pajarillos piando por encima de él, el sonido de suspasos sobre la graba del camino, el movimiento de las hojas acompasandola brisa matinal, que parecía susurrarle. Eran tantas las emociones que le

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producía todo aquello que no pudo contener la emoción, casi podía verlo.Notaba el sol de la mañana acariciando sutilmente su piel y el peculiar

aroma del estanque repleto de patos.Eleanor había pedido el alta de MJ antes de entrar en la habitación y

mientras buscaba a su hijo la enfermera que había acompañado a Alexhasta la entrada entró a informar a MJ que su alta estaría lista en unosminutos y ya podría irse. Antes de salir se dirigió a Mary Jane.

― Espero que su esposo haya llegado bien a casa.― ¿Qué quiere decir? ― respondió MJ extrañada por aquella

afirmación.― Bueno, hace como 2 horas le acompañé a la entrada, decía que iba

a casa a cambiarse de ropa.― ¡¿QUE?! ―preguntó exasperada MJ.N o podía creer lo que estaba oyendo en boca de aquella enfermera.― Dijo que había llamado a un taxi con su móvil ―afirmó

convencida.― ¿Con mi móvil? Mi móvil está en su casa, ¿sabes? ― preguntó al

borde de un ataque.― Vaya, lo siento, ¿lleva el bastón, al menos?― En tres años no ha salido de casa, no tiene bastón ni idea de cómo

moverse.MJ comenzaba a ponerse más nerviosa por momentos, no podía creer

lo que estaba pasando, Alexander se había marchado solo. Se levantó de lacama y comenzó a quitarse el pijama del hospital.

― Voy a llamar a la policía.―Tramita mi alta porque voy a salir a buscarle ― reclamó mientras

se vestía con la ropa que Eleanor había traído.― ¿La señora era su madre?― Sí, si la encuentras por el pasillo dile que me he ido, si no la ves

avisadle por megafonía.Unos segundos más tarde MJ salía por la puerta a toda prisa con la

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cara amoratada y un gran parche de gasas que cubría la herida suturada.MJ no sabía por dónde empezar a buscar, comenzó preguntando a los

viandantes.Extrañamente solamente se acordaban de él las mujeres, de modo que

fue preguntando a todas las que iba encontrando.― Oh sí, ya me acuerdo, ¿ese muchacho era tu novio?―No señora, era mi marido ―continuó con la farsa, ―díganme,

¿dónde le han visto?―Bajaba por aquella avenida acompañado de unas muchachas, pero

de eso hace ya mucho rato, quizá una hora o más.―Muchas gracias, ― respondió ella corriendo en aquella dirección

sin dejar que continuasen hablando.Siguió unas instrucciones, luego otras, llevaba más de una hora dando

vueltas en una y otra dirección, de pronto un grupo de chicas que pasabapor el lado de MJ iban comentando sobre un tipo con barbas y ojos azulesque se hacía el ciego, Mary Jane descaradamente les preguntó.

― Disculpad, ¿habéis visto a un chico alto y rubio por aquí perdido?― ¿Tú también quieres verle? ―preguntaron las chicas.― Bueno… él es mi marido.― ¿Lo de la cara te lo ha hecho él? ―preguntaron curiosas.― ¡No!, por Dios, ¿cómo me va a hacer esto él? ―mintió sin saber

por qué le protegía.― ¿Cómo te lo has hecho? MJ pensó unos segundos como salir airosa

de esa pregunta pero pronto se le ocurrió algo que podía encajarperfectamente.

― Realmente no creo que sea algo que os concierna, pero estabasacando la compra del coche y la puerta cerró con el aire y me dio en lacara ― sonreía por dentro al ver lo bien que le había quedado la mentira.

― El chico está en los jardines al final de la calle, cuando le hemosvisto estaba sentado en el césped riéndose él solo.

MJ no esperó que dijeran nada más y corrió calle abajo a toda prisa,entró en los jardines buscando desesperadamente.

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― Si hubiera sido un poco más amable… ―dijo en voz bajavolteando un muro de arbolitos.

― Me hubiera ido igual ―respondió Alex, que se había sentado en unbanco tras los arbustos.

MJ se sintió tan aliviada por escucharlo y saber que estaba bien, queno dio la vuelta para verlo.

― Te odio ―dijo mientras se sentaba en el bando al otro lado de losarbolitos, quedando de espaldas al rubio.

― ¿Por qué has venido a por mí? ―preguntó curioso.― Imagínate como se habrá puesto tu madre cuando la enfermera le

haya dicho que has salido sin decir nada.― ¿Has salido sin permiso del hospital solo para buscarme?― Estaban tramitando el alta, de modo que es como si me hubieran

dado el permiso para salir. Espero que al menos hayas disfrutado el paseo.Alex no respondió.MJ dio la vuelta hasta ponerse frente a él, sujetó su brazo y tiró para

ponerlo en pie.― Vamos, no preocupemos más a tu madre, primero has desaparecido

tú y luego me he ido yo.― De modo que te has escapado ―dijo burlón.― Estaban tramitando el alta ―replicó ella simpática.Alexander comenzó a reír mientras comenzaba a caminar al lado de

ella sujetando su delgado brazo.― Algún día me contarás como has llegado tan lejos tu solo.

―preguntó ella al rato de retomar la macha.― ¿Te vas a quedar?― Si quieres que me quede voy a poner normas.― Me parece justo, pero recuerda que es mi casa.― Tu madre me dijo cuándo accedí a quedarme que estaba en mi

casa... de modo que voy a poner normas si quieres que me quede.

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1. No debe volar absolutamente nada, casi pierdo un ojo por objetosvoladores.

2. Nos llamaremos por el apellido o el nombre, no tu ni oye ni hey.3. No quiero gritos ni malas caras, somos adultos y hablaremos como

personas.4. No quiero hablar de temas personales, no voy a estar tanto tiempo

como para ser amigos de manera que los temas personales sobran. Yya se me ocurrirá algo más. ¿Quieres añadir algo tú?

― Si, siento mucho lo del golpe.― No te preocupes, ya se me pasará ―le tranquilizó.Dos horas más tarde llegaron al hospital, en él estaba la policía

registrando planta por planta y Eleanor llorando en recepción.― Dios mío Alexander… ―dijo MJ al ver a la señora Ferrell.― ¿Qué pasa? ― preguntó él curioso.― Es tu madre, está llorando.Alexander caminó torpemente hasta la ventanilla de recepción, dónde

su madre lo vio inmediatamente. Corrió hacia su hijo abrazándolo como sihiciera siglos que se hubiera ido.

Cuando se solucionó el asunto de Alex dieron a MJ un sobre con elalta, los resultados de las radiografías y la receta de lo que debía tomarsepara el dolor.

Cuando llegaron al apartamento de Alexander éste se fue a su cuarto.― ¿Querrás salir luego? ―le dijo ella a voz en grito para que la

escuchara.― Por hoy he tenido suficiente.Ella se fue a su dormitorio y tras tomarse su medicina se quedó

dormida en aquella confortable cama.

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Capítulo 9 Llevándose bien

A pesar de que MJ no pretendía estar mucho tiempo en casa deAlexander iban pasando los días y con ellos las semanas y los meses. Elgolpe de su cara se había curado completamente, dejando solo una cicatrizque se iría con el paso del tiempo.

Alex no había vuelto a impedirle el paso a su habitación.MJ solía sentarse en la silla frente a la ventana en el cuarto de Alex,

sobre su regazo colocaba el portátil blanco que Eleanor le había regalado yescribía incesante.

― ¿Qué es lo que escribes? ―preguntó Alexander curioso.― Lo mal que te queda la barba y ese pelo sin arreglar ―bromeó ella.Alexander pensó entonces en arreglarse, siempre había sido un chico

muy guapo y lo sabía. Antes del accidente que le hizo perder todo lo quetenía, así al menos lo consideraba él, las chicas hacían corro alrededor suyoacariciando sus brazos o su pelo hasta que llegaba Michelle y las echaba atodas.

Michelle y él llevaban juntos 5 años y aún se sentía insegura de sunovio, era demasiado guapo y aunque él no hacía caso a ninguna otrasiempre se sentía mal pensando que si se descuidaba un segundo otra se loquitaría.

Cuando MJ se marchó a su cuarto a dejar el ordenador Alexander sepuso en pie, fue al baño, buscó la cuchilla y llamó a su compañera, quecorrió a ver lo que necesitaba.

― Voy a afeitarme ―le dijo sonriente. Ella no lo podía creer, a vecesera como si con sus palabras le hiciera recapacitar y eso le hacía sentirbien.

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― Me da miedo que te cortes ―le dijo sujetando la mano con la queAlex sostenía la afilada cuchilla.

― No voy a cortarme, vas a afeitarme tú.― ¿Yo? ―preguntó sorprendida. Ese chico tenía la habilidad de

sorprenderle con cualquier cosa.― Yo nunca lo he hecho solo… desde ya sabes… siempre lo ha hecho

mi madre, ahora te toca a ti.Mary Jane temió por un momento hacerle daño y estuvo a punto de

negarse cuando él la tranquilizó.― Tranquila Mary Jane, ― el modo en que él decía su nombre le

gustaba tanto que por un momento pensó que sería genial escucharlo porsiempre.

― Está bien, pero nunca lo he hecho antes. Él buscó a tientas susmanos y tras sujetarlas con fuerza intentó suavizar sus nervios.

― No te preocupes si me cortas un poco, ¿de acuerdo? Cuando yocomencé a afeitarme también me cortaba a veces.

―Está bien… Con cuidado repartió la espuma por encima de subarba, perfilando sus bonitos labios, marcando el borde de su mandíbula ycomenzó a pasar la cuchilla dejando al descubierto su final piel.

Continuó hasta dejar la cara completamente desnuda de pelo.― Y dime Alex…― ¿Si? ―preguntó tras la pausa de ella.― ¿Qué vamos a hacer con éste pelo? ―Él rió ante la obvia respuesta.― Cortarlo, claro… Ella rió pensando que se trataba de una broma

pero pasada una hora Alexander parecía una persona completamentediferente, incluso cambió el pijama azul que solía llevar por un chándalque le quedaba especialmente bien.

― ¿Sabes Alex? No has salido desde el día del hospital, de eso hacevarios meses y se me ha terminado el helado y el chocolate, ―dijo ella alverlo cuando salió del dormitorio vestido de ese modo.

― ¿Qué quieres decir?― Que vamos a ir a comprar.

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Alex se quedó estático por un momento, sin dar un paso adelante ohacia atrás.

― No sé… ―dijo el temiendo salir.No le gustaban esas gafas oscuras que su madre le había regalado, no

por que pudiera verlas y no le gustase el modelo sino porque todos los quele vieran con esas gafas sabrían que era ciego y no le gustaba.

― Yo si sé, ¡vamos! ―ella sujetó su brazo e iba tirando de élmientras éste se resistía.

― No sé Mary Jane, no creo estar preparado.― Sí lo estás, sólo confía en mí.Segundos más tarde subían al ascensor del edificio y luego salían a la

calle.Mary Jane no soltaba el brazo de él, gesto que le daba seguridad a

ambos, si le tenía sujeto no se alejaría y no se perdería, si ella le teníasujeto sabía que iba a cuidar de que no le pasara nada.

Las puertas del centro comercial se abrieron, hacia la derecha estabanlos carros y tras poner una moneda tiraron de uno de ellos.

―Vamos Alex, sujeta aquí ―le dijo colocando sus manos en la barratransversal desde donde se empujan los carros de los supermercados.

― ¿Y si me choco? ―dijo el temiendo empujar algo sin saber dóndelo llevaba.

― N o lo harás, yo te guio… ―respondió ella con una sonrisa.A medida que iban llenando el carro con cosas escuchaban

comentarios de señoras que hacían las últimas compras del día, ya habíaanochecido pero aún y así la tienda estaba llena.

― Pobre chico, tan joven y ciego… ―se escuchó a una señora―Una lástima, una chica tan guapa y que el novio no la pueda ver

―se escuchaba a otra persona, eso ruborizó a la joven pero por suerte él nopodía verla avergonzada.

Ella aceleró el paso tirando del carro en el que aún estaba sujeto eljoven.

― ¿Sucede algo? ―dijo preocupado al ver que ella no decía nada en

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un rato.― No, es solo que no me gusta que hablen de nosotros…― No te preocupes, a mi no me importa.― Pero creen que soy tu novia, Alex…― Ya hemos fingido estar casados… ¿no? ―sonrió.De vuelta a casa Alex llevaba una bolsa en una mano mientras con la

otra sujetaba a su acompañante, ella llevaba dos bolsas y lo guiaba a él.― Que emoción Alex ― dijo ella soltando las bolsas en la isla de la

cocina.― ¿Que emoción el qué? ―preguntó él.― ¡Llevarte a comprar! Dime que lo haremos más veces.―Bueno… supongo que sí… ―respondió acomodándose las gafas

sobre la nariz.Eleanor visitó a su hijo unos días después que MJ le contase que

habían ido a comprar. Su hijo estaba genial, el carácter ya no era el de unsolitario y amargado ermitaño, disfrutaba de su compañía y eso se notabaen su sonrisa. Estaba casi irreconocible, arreglado, bien vestido y fuera desu dormitorio. A pesar de que la mayor parte del tiempo seguía encerradoMJ había logrado sacarlo de su habitación, comía fuera, en la mesa conella, escuchaban música juntos y bromeaban a menudo.

Tal y como Mary Jane le había pedido la señora Ferrell llevó dosentradas al parque de atracciones, ninguna de las dos dijo nada aAlexander.

Sonó el despertador muy temprano, MJ se levantó y se vistió, corrió adespertar a su compañero, a él le gustaba que ella se acercase a su camapara despertarle.

― Vamos perezoso ¡levanta!― ¿Porqué tan temprano?― ¡Vamos al parque de atracciones!― Yo no voy, déjame dormir, ―gruñó acurrucándose bajo las

sábanas.

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― Ni hablar, tu vienes conmigo. A MJ le daba igual cuanto insistieraél en no ir, sabía que podría convencerlo aunque le llevase horas, pero apesar de sus negativas Alex también quería ir. Todo lo que ella le enseñabaera especial para él. Una persona ciega no ve las cosas del mismo modo y aAlex le gustaba las cosas que Mary Jane le enseñaba. Con ella todo teníaotro color, a pesar de no ver.

Pasaron por el torno de la entrada, una chica con voz de estar resfriadales puso un sello transparente en el reverso de la mano, MJ agarró su brazoy se dirigieron a las tazas gigantes.

― Te propongo un juego ―le dijo ella en tono juguetón, él sonrió.― A ver…― Te voy a llevar a algunas atracciones y sin decirte qué atracción

es… tienes que adivinarla.― Me parece bien ― sonrió ante la idea de jugar con ella.A sí pasaron horas, como niños yendo de una atracción a otra.Compraron fotos de todas las atracciones, él no podía verlas, pero a

ella le hacía ilusión tener un recuerdo de ese día para conservarlas el díaque se fuera.

Exhaustos fueron a sentarse en uno de los montículos de césped querodeaban todo el parque. Había familias comiendo o parejas haciéndosearrumacos o amigos hablando, ellos dos se sentaron bajo la sombra de unárbol.

― Dime Mary Jane ¿tenías novio antes de venir a mi casa?―preguntó de repente.

― Yo… no ―respondió ella con un tono triste. N o esperaba unapregunta así y menos de Alexander.

― Recuerdo la primera semana de estar en mi casa, entraste en mihabitación y te sentaste en la silla a escuchar tus llamadas perdidas. ¿Erande él? Ya sé que dijiste que no hablásemos de temas personales, pero hace6 meses que vivimos juntos y…

― Tienes curiosidad…―Sí.

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MJ se quedó en silencio unos minutos, mientras recordaba aquellosmensajes de Alice que nunca respondió.

― Hace meses que deben estar casados… ―pensó en voz alta con lavista fija en el infinito.

― ¿Casados? ―preguntó él sorprendido por la respuesta. Despertandoa MJ del trance en el que se había sumergido.

― No, no tenía novio, ―el tono de ella fue apagándose y él entendióque no debía volver a tocar el tema―¿Y tu Alex? ― preguntó de pronto.

― Yo… verás es fácil, tuve el accidente y Michelle me dejó antes dedespertar del coma.

― Lo siento ―dijo ella lamentando lo que le había ocurrido.― Yo no. No debía quererme tanto como decía cuando me abandonó

sin mirar atrás, además nunca ha vuelto a contactar conmigo.La muchacha no supo que responder, en ese momento le vino Gilbert

a la mente pensó que quizá él no la quería como ella creía cuando le dejó.La tarde comenzó a arreciar, a pesar de estar llegando el verano había

tardes en las que el aire frío estremecía hasta las hojas de los árboles,preparadas para el caluroso verano que se avecinaba.

Viendo como él tenía la piel de gallina a causa de la bajada detemperatura descolgó del asa del bolso una sudadera de cremallera que lehabía cogido antes de salir y tras ayudarle a ponérsela sujetó su brazo y semarcharon a casa.

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Capítulo 10 ¿Celos?

Llegó por fin el verano y con él las temperaturas abrasadoras, MJmuerta de calor propuso a Alex ir a la playa, él también estabaterriblemente acalorado de modo que aceptó tan rotundamente que parecíaque la iba a obligar a ir a refrescarse.

Cogieron una toalla tamaño gigante para tenderse en la arena y otramás pequeña para secarse.

Al llegar MJ divisó un hueco entre la muchedumbre y pidiendo aAlexander que no se moviese y extendió la toalla, ambos se sentaron ycomenzaron a desvestirse quedándose solamente con la ropa de playa quellevaban bajo la ropa, ella un bikini de rayas de colores y él un bañadortambién de rayas que parecía escogido adrede para que pareciera que erannovios.

Esquivando otras toallas llegaron hasta el agua y se remojaron un rato,luego subieron hasta la toalla y se estiraron en ella para secarse con el sol.

De pronto una pareja se detuvo a delante de ellos, Mary Jane depronto se quedó sin habla, mirándolos en modo de disculpa, cuando lamorena le sonrió con lágrimas en los ojos MJ se puso en pie dejando aAlex sentado en la toalla y abrazó a su hermana durante un largo rato.

― Lo siento mucho, ―se lamentó MJ sin soltar a su hermana.―Yo también lo siento― respondió la morena secándose una lágrima

que se escurría por su mejilla.Gilbert estaba feliz por verla, se moría por abrazarla y llevársela de

allí, no la recordaba con tan buen aspecto, ella siempre le había parecidopreciosa, pero estaba mucho más guapa que unos meses atrás, cuando ladejó; estaba nervioso y emocionado pero fingió estar molesto por la faltade comunicación. Le molestaba que estuviera con otro chico en la playa,además con otro tipo tan guapo.

― ¿Él es tu novio? Dios mío Mary Jane, ¡es guapísimo! ― exclamóla morena mirando boquiabierta al rubio de la toalla.

― ¡Tshhh! ―corrió Mary Jane para cubrir la boca de su hermana.

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― Tampoco es tan guapo ―Dijo Gilbert con desdén, muerto de loscelos.

― Y… ¿qué tal os va? ― preguntó MJ, por el tono de su pregunta nohubiera parecido nunca que había estado toda su vida enamorada de él.

― Supongo que no tan bien como a ti ―respondióGilbert mirando de reojo al acompañante de su amiga.Alice volvió a abrazar a su hermana con el ansia de los 4 años que no

había podido abrazarla.― Mary Jane tenemos que hablar ―le dijo.― Lo sé ―Alex percibió el tono de obligación en su voz y supo que

algo no iba bien con aquella pareja.Pasaron unos minutos hablando, Alex, a pesar de no haberse levantado

de la toalla lo estaba escuchando todo, y los celos comenzaron a hervir enél, parecían cercanos y el otro chico tenía una voz bonita, ambos sedirigían a MJ con cariño, quizá él más que ella, cuando se fueron MaryJane volvió a la toalla, Alex estaba molesto y le pidió que lo llevase a casa.

La muchacha se vistió quitándose cuidadosamente la arena de la pielpara no llenar el coche de ella, ayudó a Alex a ponerse la ropa, él estabanotablemente enfadado y cuando ella inintencionadamente le rozaba elbrazo o la espalda al ayudarle con la camiseta él bufaba y se apartaba.

― Alex, ¿qué te pasa? ¿Estás molesto por algo?― No ―respondió inmediatamente, ―¿ese era tu ex novio?MJ recogió la toalla de la arena y después de unos minutos, cuando

subían al coche le respondió.― Él es mi ex novio, ella es Alice mi mejor amiga y mi hermana

adoptiva.Alex no dijo nada en todo el camino de regreso a su casa.Al entrar aún se le veía más molesto.― No vuelvas a entrar en mi habitación, ni para despertarme, ni para

traerme comida, cuando yo quiera comer ya saldré, ―dijo mientras sedirigía por el pasillo hasta su habitación y cerró la puerta de un portazo.

― ¿Pero qué he hecho? ― preguntó Mary Jane sorprendida por la

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actitud extraña de Alexander.Se dirigió al baño, se quitó la ropa y se metió en la ducha, Alex estaba

en su habitación irritado por lo que acababa de pasar y molesto por noentender nada, no sabía por qué se había molestado de esa manera con ella.

Escuchaba a su compañera en la habitación de al lado y comenzó airritarse de nuevo.

― Ni siquiera se ha molestado en presentarme. ¿Tan poco significopara ella? Si él es su… ―comenzaba a molestarse de que aquel tipo de vozagradable fuera su ex novio. ―¿Aquella vez lloraba por él?

Mary Jane estaba en su habitación terminando de vestirse cuando depronto irrumpió él en la habitación sin avisar.

― Dios, Alex, llama antes de entrar.Su primer instinto fue cubrirse con cualquier cosa para que no la viera

semi desnuda, pero pronto se dio cuenta de que no podía verla.― Tengo que hablar contigo.― Un segundo ― respondió ésta.Se dio la vuelta y terminó de vestirse mientras él palpaba el aire en

busca de la cama para sentarse en ella.― Dime, ¿de qué quieres hablar?― Necesito que me cuentes qué pasó con ese tipo.― ¿Por qué Alex?― Porque quiero que me lo cuentes ―casi se lo estaba imponiendoNi él mismo podía creerse haber irrumpido así en la habitación de ella

y estar exigiéndole que le contase algo que sabía que no quería recordar.Mary Jane se sentó al lado de Alexander, comenzó contándole sobre

lo poco que recordaba de su infancia, sobre como el padre de Gilbert loshabía separado y sobre como la había enviado a un orfanato porque laodiaba demasiado como para tenerla bajo su mismo techo. Alex empezó asentirse mal por ella. Le contó sobre Alice y sus padres adoptivos. Ycuando ella tenía 18 años y Gilbert la encontró, los 3 años que para ellafueron maravillosos y como luego la abandonó por culpa del padre de él, elmismo que la envió a un orfanato.

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Alexander le preguntó por aquel día que comenzó a llorar en suhabitación y ella le respondió que las llamadas eran de Alice para contarleque sus padres la estaban obligando a casarse y que su futuro marido era elmismo del que había estado enamorada MJ toda su vida.

Ella apoyó la cabeza en su hombro.― Por suerte o por desgracia terminé aquí, contigo ―le dijo ella.― Lo siento.― ¿Qué sientes qué Alex?― Todo, lo que te pasó, que tuvieras la desgracia de venir a cuidar de

un ciego solitario y haberte obligado a contármelo.MJ se puso en pie inmediatamente, se puso frente a él y colocó las

manos a ambos lados de su cara, sujetándola con firmeza para obligarlo atenerla de frente.

― Venir a tu casa no ha sido una desgracia Alex, no puedes imaginarlo agradecida que estoy y lo bien que lo paso contigo ―comenzó a decirmirándolo directamente a esos preciosos y azules ojos que, aunque sin vidalucían hermosos.

Alex cogió aire profundamente, las palabras de ella habían provocadosensaciones en él.

― Estoy agradecida con tus padres por traerme aquí y contigo Alex,sobre todo contigo, lo paso tan bien a tu lado que me olvido de mi pasado ysoy feliz.

― Gracias ―le dijo él con la voz entre cortada.Realmente se sentía a gusto con él, quizá al principio pensó en irse y

dejarlo con su amargura y su ansiada soledad, pero ahora era diferente y legustaba estar con él a todas horas, hablar, enfadarse, reír...

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Capítulo 11 ¿Soy tuyo?

Después de los meses que llevaban sin verse Mary Jane y su hermanaquedó con ellos para ir al zoo, un día en que podrían disfrutar los tres comonunca antes lo habían hecho, Alex también quiso ir, no iba a dejar a MJ consu ex novio, sabiendo que Gil estaba enamorado de ella.

Al llegar ella como siempre iba sujeta de su brazo, pero para darle unpoco más de movilidad deslizó su mano Hasta la de él, cogiéndole de lamano, Alex sintió un millón de sensaciones en el estómago, su mano erasuave y parecía frágil pero a su vez le sujetaba con firmeza, como si noquisiera dejarle ir. Sin pensarlo dos veces entrelazó sus dedos con los deella, Gilbert vio el gesto y cambió su tono de voz, solo Alex se dio cuentade que estaba molesto.

Caminaban por los amplios caminos de arena deteniéndose en cadarecinto. Alex disfrutaba de la risa de MJ cuando reía por las cosas dealgunos animales, uno de los monos lanzó un chupete que se le había caídoa uno de los bebés de la gente que también miraba a los animales, lapuntería quiso que el chupete golpease directamente en la frente deAlexander, que llevó su mano libre al golpe con cara de asombro sin saberqué había ocurrido.

― Oh Dios mío Alex, ¿estás bien? ―le preguntó MJ intentandocontener la risa.

― Eso, tu ríete, ¡¡que el golpe me lo he llevado yo!! ― respondióburlonamente conteniendo la risa, ―¿qué ha sido? ―preguntó refiriéndosea qué le había golpeado.

― No quería reírme, lo siento, ―se contuvo ―ha sido un chupete, loha lanzado un chimpancé ― explicó, quiso soltar la mano de él para mirarde cerca el golpe de su frente pero él se aferró aún más fuerte, ―si no mesueltas no puedo mirarte el golpe.

― Estoy bien, no es necesario que me sueltes ―ella sonrióruborizándose mientras apretaba de nuevo su mano con la de él.

Alice y Gilbert estaban en el recinto de al lado observándolos.― Hacen una pareja estupenda, ¿no crees? ―dijo Alice a su marido.

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― Él no me gusta para ella.― Lo sé… ―respondió ella sabiendo que a ojos de Gilbert nunca

nadie sería lo suficientemente bueno, ―pero yo creo que es el adecuado,alto, guapo y la quiere, sólo fíjate en como sujeta su mano. Parece tanindefenso…

― Seguro que solo lo parece.Alice sabía que Gilbert seguía enamorado de su hermana. Nunca la

había mencionado, pero ella lo sabía, siempre recordaría la promesa que sehabían hecho de pequeños su MJ y él, y se sentía culpable por lainfelicidad que había causado a ambos pero al menos podía intentar ayudara su hermana.

Continuaron caminando por los caminos y de pronto las chicasnecesitaron ir al baño.

― Gil, ¿te quedas con él un momento? ―preguntó MJ a su amigo,que estaba muerto de los celos de que ella no soltase a Alex ni unmomento.

― Ni hablar ―respondió con desdén―quédate tú con él.MJ pareció confusa por unos momentos, pero pronto supo qué hacer.

Volvió a agarrar la mano de Alexander y tiró de él, entrando al servicio dechicas con aquel hermoso chico.

― ¡Atención chicas! está entrando un chico, pero no puede veros asíque no gritéis y no le tratéis mal, ¿de acuerdo?

― ¿Cómo? ―gritó Alex sorprendido palpando en busca de la salida.― Gilbert no quiere estar contigo y yo no quiero dejarte solo, así

que… ―ruborizada por lo que le iba a decir se acercó a su oído y le dijo,―quédate conmigo, no te vayas con ninguna otra, ¿vale?

MJ entró en una de las cabinas, dejando a Alex apoyado en los lavabosdel gran cuarto de baño, fuera escuchaba murmullos, sabía que Alexdespertaba pasiones y eso de algún modo la tranquilizaba, mientras laschicas murmurasen lo estarían tratando bien.

― Mary Jane,¡¡Se llevan a Alex!! ―gritó la morena de pronto.Tan pronto como lo escuchó salió en busca de él, no le dio tiempo ni

de remeter la camisa por el borde del pantalón.

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― Perdonad chicas, ―dijo entre jadeos cuando alcanzó a las 3muchachas que se lo habían llevado con la excusa de que ella le habíadejado ahí tirado. ―Buscaos a otro para jugar ¿vale? Él es mío, ―matizóesa última palabra, que dejó ir de sus labios con un tono de posesión quelos 4 ajenos a ella entendieron a la perfección.

Las chicas se marcharon a regañadientes, soltando el brazo del rubio.― Mmm… ¿soy tuyo? ― preguntó él divertido mientras caminaban

hacia la otra pareja.― Sí, bueno, ya sabes.― N o… no sé ―afirmó para molestarla.― Bueno… no es que estuviera diciendo que eres mi novio ni nada de

eso, es solo que… no sé, olvídalo ― comenzaba a ponerse nerviosa por nosaber explicar.

― ¿Querías dejar claro que estábamos juntos?…― Yo… Juntos, juntos… ―respondió ella tímidamente, algo que

provocó una carcajada en él.Gilbert los miraba desde la distancia corroyéndose de los celos, no

podía seguir viéndola en esa actitud con otro chico.Después de un rato paseando se detuvieron en la tienda del zoo para

comprar recuerdos. Alice compró postales de animales para sus padres yun enorme peluche para su antigua habitación, MJ solamente miraba enbusca de algo que Alex pudiera identificar con el tacto cuando de pronto suhermana cogió de una de las estanterías un peluche de un mono con piernasy brazos largos, rodeó el cuello de Alex con los brazos del peluchejuntando el velcro de los extremos y rodeó el cuello de MJ con las piernasdel mismo, juntando del mismo modo el velcro de las extremidades,dejando a la pareja unidos por un peluche. Alex palpó intentandoidentificar lo que le habían puesto y en el otro extremo encontró a MJ.

― Vaya, ahora parece que no voy a poder separarme de ti ―con esainocente frase iba una indirecta que Gilbert entendió a la perfección.

― Si, eso parece, ― respondió la muchacha ruborizada mirando a suhermana con una sonrisa.

― Os prohíbo que os lo quitéis hasta que no os lo diga ―dijo la

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morena sonriente mientras pasaban por caja para pagar todo lo que habíancomprado.

Alice quiso ver las ballenas desde que habían llegado al zoo e insistíacomo una niña a cada rato, de manera que se encaminaron hacia el acuariocon los peluches y la bolsa con las postales.

El día se había nublado, el sol resplandeciente de hacía unas horashabía dejado paso a las nubes negras que ahora lo cubrían todo, aun asísiguieron paseando tranquilamente por el zoo. Al llegar al acuario lafunción de las ballenas ya había empezado y las últimas filas estabanllenas, dejando solo las dos primeras filas vacías.

La orca saltaba, aleteaba, salpicaba con la boca. El entrenador se subíaen su lomo y lo paseaba por debajo del agua para luego dar un gran saltosobre ella.

En uno de los saltos salpicó abundante agua hacia el público Alex nohabía querido ponerse el chubasquero que les habían repartido y se mojó,solo llevaba una camiseta fina y hacía frío como para ir mojado sinpensarlo MJ le rodeó por la cintura con su brazo para darle calor. Alexcolocó sus manos sobre sus brazos con una tímida sonrisa en los labios.

― ¿No te estás excediendo Mary Jane? ― preguntó Gilbert irritado,―tampoco hace tanto frío ―Alice le golpeó cuidadosamente con el codo amodo de advertencia para que no les interrumpiera.

Alex sujetó su brazo para apartarlo, no quería causar un ambienteincómodo entre los cuatro.

― No, Alex, ¿qué haces? ―replicó MJ cuando éste apartó su brazo.― No es necesario, no importa.― Déjame Alex ―replicó ― solo quiero darte calor, hasta que

encontremos una tienda y pueda comprarte algo para que te cambies ―ledijo volviendo a rodear su cintura mientras miraba a Gilbert de un modoque nunca había hecho. Alex estaba feliz, todo lo que hacía con ella lehacía feliz.

S e detuvieron en una tienda y MJ eligió una sudadera de cremalleracruzada y llevó a Alex hasta el probador de la tienda, Gilbert deseó nohaber visto como Mary Jane le ayudaba a ponerse la prenda, era tancuidadosa con él, tan gentil que comenzaba a sospechar que no estaba con

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él solo por ayudarle, la forma en la que le sonreía, o la forma en la que élbuscaba rozar su brazo “accidentalmente”.

A l llegar a casa aún colgaba de sus cuellos el mono de peluche queAlice había comprado para ellos, se dirigían cada uno a su habitacióncuando Alex recordó el peluche y llevó su mano libre a él.

― ¿Sabes Mary Jane? ― preguntó con un tono juguetón.― Dime ―respondió mirándole a los ojos.― Vas a tener que dormir conmigo de ahora en adelante.― ¿Cómo? ―Exclamó ella con sorpresa cuando escuchó aquella

última frase.― Si, lo que oyes ― bromeó entre risas. Al ver que ella no respondía

elevó la mano de ella hasta su cuello, ―¿ves? Esto no nos lo podemosquitar hasta que Alice no nos lo ordene… ―sonrió, ella suspirórelativamente tranquila, ―tu hermana me cae cada vez mejor...

― Dios, no me vuelvas a asustar así ―dijo empujándolo suavementecon una mano en su pecho, el corazón se le había acelerado incontrolable.

Llevó las manos al peluche y se liberó de él.― Siento comunicarle señor Ferrell… que esta noche dormiré

acompañada como todas las noches… ―hizo una pausa de suspense,―solamente por mi pijama y mis mantas.

―Vaya, es una lástima, con lo bien que podríamos pasarlo…―bromeó sonriendo de un modo que MJ no podía dejar de mirar,―Buenas noches Mary Jane ―continuó con un tono tierno y cálido.

― Buenas noches Alex ―sonrió, por un momento miró su sonrisa yse sintió nerviosa.

A mbos desaparecieron sonrientes tras las puertas de sus dormitorios.

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Capítulo 12 Recuperando su pasado

Gilbert fue a casa de su padre, no lo visitaba desde que le obligó acasarse con Alice, éste no estaba y paseando por la casa entró en el antiguodespacho de su abuelo, sobre el escritorio encontró una carta hechapedazos, curioso montó la carta como si de un puzle se tratase, la carta erapara Mary Jane Daniels y estaba firmada por su abuelo, en ella le decíaquién era su familia, la casa donde había nacido y vivido hasta los 4 años yle informaba que él había firmado su herencia, le contaba que en la cajafuerte que encontraría en aquella casa estaban todos los documentos parapasar a su nombre las posesiones de sus padres y abuelo.

Gilbert recogió aquellos pedazos y corrió a su casa, llamó a MJ tanpronto como llegó.

― Mary Jane, tengo algo que va a cambiar tu vida, necesito quevengas inmediatamente, ―dijo él tan pronto como descolgó.

― Un segundo, por favor, ella está dándose un baño y no se puedeponer ―dijo Alex.

― ¿Tú?, ¿por qué respondes tú su teléfono?― Bueno, insistían mucho y respondía para coger el mensaje y

decírselo a ella cuando estuviera disponible.― Bueno pues es urgente, muy urgente.― Espera un momento, voy a buscarla― ¿Al baño? ¿Vas a buscarla al baño? Seguro que está desnuda,

déjalo, luego la llamo de nuevo, ―Alex no respondió.Gilbert estaba nervioso por la noticia que acababa de recibir con

aquella carta y asustado porque pudiera pasar algo entre Alex y MJ― Mary Jane ―Dijo Alex.― Estoy… un segundo… ¡pasa! ―respondió la voz de ella en la

lejanía.― Es para ti, es urgente ―le dijo Alex.― ¿Ha pasado algo? ― preguntó ella.

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― No lo sé, ponte. ― Gilbert no sabía que decir, a él nunca le habíadejado entrar en el baño cuando ella se estaba bañando, ni siquiera la habíavisto cepillarse los dientes y ahora estaba al otro lado del teléfono con ellaen el baño mientras otro tipo estaba ahí dentro con ella.

― ¿Diga?― Ehm… Mary Jane tengo algo muy importante que enseñarte,

necesito que vengas a mi casa cuanto antes, no, cuanto antes no, ¡necesitoque vengas ya!

― Yo… bueno vale, me visto y voy para allá, mándame la direcciónen un SMS, ¿vale?

― ¿Estabas en el baño?― Si, ¿por qué?― ¿Y has dejado a ese tipo entrar?― Bueno… ―no sabía que responderle, ―llevo el albornoz y además

él… él es ciego Gil, no podría verme ni yendo desnuda ni yendo vestida defiesta.

Sin querer y sin pensarlo con ese comentario hirió los sentimientos deAlex, que amablemente le había llevado el teléfono con esa llamadaurgente, salió del cuarto de baño y se encerró en su habitación.

Cuando MJ colgó fue a vestirse, pensando que Alex la estaríaesperando para salir. Cuando terminó salió y fue al salón, esperó unosminutos pero Alexander no salía, impaciente por saber que era lo queGilbert le tenía tan urgentemente buscó a Alex en su habitación.

Éste estaba estirado en su cama boca abajo.― Alex, ¿vamos?― No― No ¿qué? ―preguntó ella sin saber qué le pasaba.― Que yo no voy a ninguna parte.No hizo falta ni una sola palabra más de Alex para que Mary Jane

supiera que con aquel comentario de hacía un rato le había molestado.― Realmente no pensaba lo que he dicho, Alex ― dijo intentando

disculparse.

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― Si no lo pensases no habría salido de tu boca.― Solo intentaba disculparme, además creo que Gilbert se imagina

cosas que no son.― ¿Y qué más da lo que piense Gilbert, Mary Jane? ¿Tanto te

importa?Ella no supo que responder, evidentemente le importaba, Alexander

sabía todo lo que había compartido con él desde que nació, le importaba,mucho, pero ya no como Alex creía.

― ¿Entonces… no vienes conmigo?― No.― Muy bien, entonces me marcho, volveré pronto, ¿de acuerdo? ―le

dijo ella impaciente.Alex no respondió, se quedó estirado en su cama escuchando como se

iba y deseando que se diera la vuelta para pedirle que fuera con ella.La puerta se cerró y Alex se quedó solo, como tantas veces antes había

deseado pero como ahora temía quedarse.Mary Jane bajó a la calle y pidió un taxi, cuando éste arrancó y ella le

dijo la dirección comenzó a alejarse de la casa de Alex, un apartamentoque odiaba dejar sola desde que había empezado a ir con él a todas partes, amedida que se alejaba se sentía peor, un nudo en su garganta le impedíarespirar con normalidad, no podía creer que hubiera dicho semejante cosadelante de él, era cierto que no pensaba en aquello, a ella no le importabaque fuera ciego, pero quería justificarlo delante de Gilbert, no quería queGilbert pensase nada raro de Alex, no quería que lo acusara de nada,bastante mal se sentía consigo mismo como para añadir más dolor a sudolor.

― Hemos llegado señorita ―ella no respondió, se quedó mirando alvacío hasta que el taxista repitió―¿Señorita? Hemos llegado ya.

― O h, perdone, me había perdido en mis pensamientos, lo siento.― N o importa. ―sonrió ― ésta es la dirección que me ha dicho.― ¿Podría llevarme de nuevo donde me ha recogido?― ¿No quiere hacer lo que fuera para lo que viniera mientras le

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espero y luego la llevo de regreso?― No, prefiero volver. ― El taxista dio la vuelta en dirección al

apartamento de Alex. Cuando llegó le dio bastante propina al taxistapor llevarla de vuelta y subió corriendo al apartamento, al llegararriba corrió al dormitorio de Alex, que seguía en la cama, ésta vez deespaldas a la puerta.

― Siento mucho haberme ido sin ti Alex, lo siento ―le dijo ellaacercándose hasta la cama, sentándose a su lado y apoyando una manoen su espalda.Él no respondió, estaba tan emocionado de que ella hubiera vuelto que

temía que se lo notase en la voz pero a la vez molesto con ella por haberseido corriendo cuando otro tipo la había llamado.

― Quiero que vengas conmigo.― ¿Por qué debería ir? El tema no va conmigo ―fingió estar molesto.― Simplemente no quiero ir sola, yo te ayudó con tus fantasmas,

necesito que tú me ayudes con los míos.― Que te ayude ese tipo.― Vamos Alex, no seas así, acompáñame necesito que estés conmigo.― ¿Por qué?― Porque tengo miedo de eso tan importante que Gilbert quiere

decirme. Él nunca ha sido tan impaciente, eso es que debe ser algo grandey no quiero estar sola...

― Lo tienes a él, ¿no?― Si me obligas a ir sola solo volveré a por mis cosas, ― amenazó

ella cansada de la cabezonería de ese chico.El muchacho se giró como si pudiera verla y ella vio las lágrimas en

sus ojos.― Dios mío Alex, ¿estás llorando?― No, bueno es solo...― ¿Solo?― Bueno, yo... ―no sabía cómo justificar su emoción.

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― Te alegra que haya vuelto a por ti, ¿no?El asintió, le pareció tan encantador que sin poderlo remediar estiro

los brazos y lo abrazó, cuando Alex la sintió tan pequeña y tan tierna laabrazó con la misma intensidad. En ese momento no sabían por qué seabrazaban, pero algo los impulsó a dar un paso más. El muchacho llevó unamano a su cintura, la otra a su mejilla y la llevó hasta sus labios sin llegar abesarla, el cálido aliento de ella rozaba los húmedos labios de élintensificando el deseo de ese beso que ambos querían cuando el móvilcomenzó a sonar en el bolso de Mary Jane.

― Lo siento ―se lamentó ella acariciando su cara con una mano.― N o importa, responde al teléfono ―dijo él.Ella buscó nerviosa el teléfono, el corazón le latía a mil por hora y las

manos le temblaban, realmente deseaba ese beso que acababa de serinterrumpido.

― ¿Diga?― ¿Qué ha pasado? Llevó rato esperando y no llegas.― He llegado Gil, pero había olvidado algo y he vuelto a por ello

―bajo la mano hasta la de él y la sujetó, el entrelazó sus dedos con los deella y apretó su mano para sentirla mejor.

― A hora mismo salimos.― Salimos...―repitió Gilbert amargamente. MJ tiró de la mano del

rubio poniéndolo en pie. ―Vamos, no pienso ir sin ti a ninguna parte.Alexander tiró de ella y la abrazó con fuerza solo unos instantes.― Gracias ―le dijo.Ella estaba agradecida también por esa gratitud pero simplemente

respondió a su abrazo sin decir nada.Llegaron a la casa de Gilbert. Éste estaba completamente impaciente,

necesitaba contarle lo que había descubierto. A l entrar una sirvienta loshizo pasar al estudio de Gilbert y una vez allí éste les señaló el sofá paraque se sentasen en él mientras soltaba la bomba que guardaba.

― No sé por dónde empezar Mary Jane…― ¿Por el principio? ―le sonrió ella amablemente.

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Gilbert desvió la mirada inintencionadamente a las manos de ella y desu acompañante, estaban sujetas la una a la otra y eso hacía que se perdieraa la hora de empezar. Era innegable que Gilbert seguía loco por Mary Jane,no podía olvidar que había estado enamorado de ella toda su vida peroestaba casado y debía dejarla ir, aunque no pretendiese dejarla alejarsedemasiado.

― Verás Mary Jane, hasta ahora has creído que no tenías nada, ¿no escierto?

― No tengo propiedades ni dinero propio, si a eso te refieres, hastaahora he vivido con lo que me dieron mis padres, adoptivos.

― Pues te equivocas ―le respondió.Gilbert dio la vuelta al escritorio y abrió el cajón donde guardaba la

carta rota.Sacó un papel troceado pegado con cinta adhesiva.― ¿Qué es eso Gilbert?― Ésta mañana fui a visitar a mi padre pero no estaba, hacía años que

no entraba en el despacho de mi abuelo pero hoy he entrado y esto es loque he encontrado encima de su escritorio.

Gilbert tendió la mano y ofreció a Mary Jane la carta recompuesta.― Gilbert, ¿esto… es del abuelo?― Sí, al parecer escribió esto en algún momento antes de morir, pero

estaba rota en su escritorio, de modo que alguien no quería que larecibieras.

― ¿Tu padre?― Eso parece pequeña. ― Cuando MJ terminó de leer aquella carta

sus ojos estaban húmedos de alegría y tristeza a su vez.― Tu padre realmente me odia ―dijo ella dejando rodar una lágrima

por su mejilla.― Pero eso no importa porque solamente es él quien te odia, sabes

que el resto te adora, ―respondió, ―Toma, ésta es la dirección de lamansión Daniels.

MJ y Alex se marcharon de la casa de Gilbert cerca de una hora

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después. Tomando un taxi fueron juntos hasta aquella dirección en la quehabía una enorme verja con aspecto oxidado por el paso de los años. Entróen la abandonada mansión, todo estaba cubierto de sabanas, polvo y vagosrecuerdos.

― ¿Recuerdas algo de ésta casa? ―preguntó Alex al notar que lapresión del agarre de Mary Jane aumentaba.

― No se… creo que si, ― ella hizo una pausa ―aquella escalera…―dijo señalando con un dedo, gesto que aunque él no podía ver podíapercibir, ―Gilbert y yo… ―volvió a hacer una pausa, ―había un pájaroque se chocó con una de las ventanas. Creo que fue de mis últimos días enesta casa.

― Pasasteis mucho tiempo juntos, ¿no? ―preguntó.― Si, prácticamente todos los días, cuando Patrick trabajaba…Caminaron por el salón, vagos recuerdos de gente vestida de negro

inundaba sus retinas; una mujer embarazada de la que no recordaba surostro, un hombre mayor sentado en el estudio…

Minutos más tarde salieron de allí, Mary Jane se sentía extraña enaquella casa, como si no le perteneciese, como si aquello perteneciera a unsueño extraño. Con los Howard había vivido envuelta en lujos, no le seríaextraño vivir en una casa tan lujosa, pero el sentimiento en aquella casa eraindescriptible, como si la vida en ella se hubiera esfumado en unosminutos.

Alex tenía una revisión en el médico, necesitaban hacerle unas

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pruebas para ver el estado de su ceguera, Alex quería que fuese Mary Janequien fuera

Alex tenía una revisión en el médico, necesitaban hacerle unaspruebas para ver el estado de su ceguera, Alex quería que fuese Mary Janequien fuera con él, pero ella se negó, creía que eran sus padres quienesdebían acompañarle en esa visita, de modo que ella se quedó en casamientras la señora Ferrell acompañaba a su hijo.

Sabiendo que al menos tardarían un par de horas Mary Jane fue avisitar a Gilbert y a Alice para que no se le hiciese tan larga la espera,estaba tan acostumbrada a A lex que un rato sin él le parecía una eternidad.

Pasaron las horas y MJ volvió a casa, Alex había vuelto antes detiempo y fingía estar molesto porque se había negado a acompañarle yhabía tenido que ir con su madre.

― Te compensaré ― afirmó ella sonriente.― ¿De qué manera?― No se... ¿quieres ir mañana a cenar conmigo? ― preguntó ella.― ¿Solo nosotros? ― respondió él con otra pregunta.― Si, solo nosotros.― Me gusta la idea. ― Realmente le gustaba la idea de salir juntos a

cenar, de entrar en el restaurante y que todos supieran que estaban juntos.― Pero... ―añadió ella.― ¿Condiciones? ― preguntó elevando una ceja por encima de las

gafas oscuras.― Solo una grandullón.― ¿Grandullón? ―ambos rieron.― Primero iremos al cine, quiero ir contigo al cine.― Pero MJ , ¿para qué? No puedo... ―Mary Jane cubrió su boca para

que no dijese lo que pretendía decir.― Solo di que vendrás conmigo, no importa donde…Las suaves manos de ella contra sus labios provocaban que quisiera

besarlas, pero si lo hacía querría continuar por sus brazos, por su cuello y

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luego por esos labios que casi besa cuando el inoportuno Gilbert losinterrumpió.

Mary Jane acarició aquellos labios que se moría por besar, pero luegopensó que si lo besaba no podría detenerse y desconocía los verdaderossentimientos de Alex, de modo que apartó sus manos llevándoselas alestómago donde miles de sensaciones intentaban calmarse.

Alex pasó ese día deseando poder verla cuando se arreglase o en elcine, quizá riera o se emocionase y no podría ver su sonrisa…

Después de arreglarse MJ y Alexander fueron al cine y a cenar. MaryJane creía que el que él no viera no era impedimento para que no sedivirtieran juntos, pero con el paso de los días para él iba convirtiéndose enuna tortura, cuando terminaron la cena y salieron, la muchacha lo encontróserio.

― Alex, ¿qué te pasa? ―le preguntó.― Me hubiera gustado ver la película contigo, poder comentar los

escenarios, la ropa o cualquier cosa, ni siquiera he podido ver tusemociones, no sé si has reído o has llorado ―confesó.

― Has venido conmigo, ¿no es eso lo importante? ―le dijo ellacolocándose delante de él y poniendo sus manos en las mejillas de él.―¿Sabes Alex? Yo… ―de pronto se atrevió a confesar lo que sentía porél.

― Oh, madre mía, ¡eres Alex! ―dijo una muchacha acercándoserápidamente interrumpiendo la confesión de Mary Jane.

MJ dejó caer los brazos a los lados de su cuerpo.Cuando él escuchó esa voz no pudo evitar el escalofrío que recorrió su

espalda, buscó a t ie n t as la mano de MJ, que parecía cada vez másconfundida.

― ¿Alex? ¿ no te acuerdas de mí? ―preguntó la intrusa― Oh sí, claro que me acuerdo ―dijo sin un atisbo de emoción en su

voz―cómo olvidarte…― ¿Y ella quién es? ― preguntó señalando a Mary Jane, MJ no supo

qué decir.― Ella es mi mujer. ―Las dos muchachas lo miraron con los ojos de

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par en par sorprendidas por tal respuesta.― Oh ¿te casaste? ―indagó tan curiosa que ofendía.― Bueno no realmente ― respondió Mary Jane, ―Es… complicado.Cuando MJ analizó a la otra muchacha se dio cuenta de lo bonita que

era, alta y delgada, bonitos ojos azul cristalino, pelo negro y largo hasta lacintura, era sexy. Rápidamente supuso que se trataba de Michelle la ex deAlex, encontró el repentino interés que tenía en él y comenzó a sentirseinsegura, tampoco es que fueran novios, pero lo único que faltaba entreellos era el estallido de ese impulso irrefrenable que ambos trataban decontener cuando estaban demasiado cerca uno del otro. D e pronto se sintiópequeña. Y se encontró a si misma mintiendo.

― Entonces solo eres su novia. ―Afirmó Michelle quitandoimportancia a la relación.

― Hmm… ¿sí?― Mucho mejor así, así podremos ver quién gana.― ¿Cómo? ―preguntó él, incrédulo, ―me parece mentira que

después de 5 años me dejaras como si nada y ahora te atrevas a…― Bueno ya conoces a Justin, me convenció cuando tuviste el

accidente para que trabajara en su agencia como modelo y me ha ido muybien.

― A mí también me va muy bien, ―dijo él pasando la mano quesujetaba la mano de MJ a su cintura apretándola contra él.

― Te busqué, ¿sabes? ― mintió creyendo que Alex iba a creerla.―Nunca me cambié de casa.―Oh, no fui a tu casa, intenté llamarte.― Nunca cambié de número.― Bueno es que… lo intenté, ¿sabes? Pero estaba muy ocupada y…― Vamos MJ, vamos a casa ―interrumpió a su ex.La pareja se fue dejando a la modelo plantada mientras los miraba

rabiosa.― No te podrás deshacer de mi tan fácilmente, ― le dijo sutilmente

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mientras se alejaban.Esos tres años había alcanzado el extremo de creer que podía alcanzar

siempre lo que se propusiese y ahora ese objetivo era Alex.Mary Jane fue todo el camino sin decir nada, cuando llegaron a casa

corrió a su habitación. Estaba asustada, no sabía cómo debía reaccionar.― ¿Qué va a pasar ahora? ¿Y si aún no la ha olvidado? ¿Y si quiere

volver con ella? ¿Y si…? ―se decía a sí misma, ―y yo estaba a puntode… ―dijo mientras se miraba en el espejo ―no me puedo comparar conella ―se lamentó.

Alex fue a su dormitorio, se sentó en el borde de la cama y se llevó lasmanos a la cara, apoyando los codos sobre las rodillas.

― Maldita seas Michelle, ¿tenías que aparecer ahora?Pasaron horas hasta que uno de los dos se decidiera a salir.El primero en salir fue Alexander, esperaba encontrarla en el salón o

en la cocina, o en algún sitio, pero no estaba, no había salido. C aminósigiloso hasta su habitación, esperando escucharla hacer algo, cuandoestaba contenta bailaba, cuando estaba triste lloraba y cuando estabainspirada la oía teclear a toda velocidad en el ordenador. Ella no hacíanada, simplemente estaba en silencio.

― Mary Jane, ¿puedo pasar? ―preguntó él tras la puerta.― Es tu casa, supongo… ―le respondió sin ánimo.― ¿Te pasa algo? ― preguntó preocupado sentándose al lado de ella.― Yo… ¿qué ha sido lo de antes?― ¿Lo de antes? ― preguntó él sin saber a qué se refería.― La chica Alex, la chica.― Bueno, ella es Michelle mi ex.― No me refiero a eso, eso lo he deducido yo sola cuando le has dicho

lo de los 5 años.― ¿Lo de que eras mi mujer?― Sí, eso ―respondió inmediatamente sin saber siquiera lo que le

estaba preguntando.

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― Bueno, es solo que…― ¿Me estabas utilizando para quitártela de encima?―le interrumpió.― Lo siento, no quería molestarte.Ambos se quedaron en silencio, ella miraba sus manos, deseando

poder agarrarlas y que su contacto se llevase sus repentinos miedos, perono hizo nada.

― Es muy bonita ―dijo Mary Jane de repente, rompiendo elincómodo silencio que parecía quererse instalar permanentemente en aqueldormitorio.

― No lo sé.― Si lo sabes Alex. ¿Qué pasó?― Bueno, eso es evidente.― ¿El accidente?― Me quedé ciego Mary Jane, ¿te parece eso poco?― ¿Poco? No, me parece una tontería, solo es un sentido, puedes oír,

hablar, tocar, puedes… puedes… ― quiso decirle que podía amar y seramado pero no se atrevió, en ese momento creía que sonaría ridículo.

― Si Mary Jane, pero no todo el mundo ve de la misma manera, serciego es una carencia muy grande podría ser guapísimo y simpático y unmillón de cosas más, pero o lo tienes todo o no tienes nada. Dime, ¿cómouna chica como ella podría haber seguido conmigo? No podría decirle lobonita que es, o lo bien que le quedan esos pantalones o lo bien que lequedaría aquel vestido, no puedo ver ¿sabes? Solo has de hacer memoria,¿no dijiste tú algo así una vez?

― Yo… ―de pronto recordó el momento exacto en el que lo dijo.Mary Jane se quedó helada ante la frialdad de sus palabras, no podía

creer que se menospreciase de ese modo por haber perdido la vista.― Olvídalo, cuando vuelva, porque volverá... le contaré la verdad, que

solo vives aquí para hacerme compañía, que estas siendo de mucha ayudapero que solamente eres una amiga y nada más.

La segunda parte aún fue peor que la primera, no sabía ni siquieracomo responderle, puede que él pensara que eran amigos, pero para ella él

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era muy importante, había olvidado lo que había sentido por Gilbert solocon el paso del tiempo y su compañía, había recordado lo que era vivir conalguien y discutir por tonterías o lo que era salir y disfrutar de la compañíasin necesidad de decir nada más, le quería, le quería más de lo que eraincapaz de reconocer. Alex sin decir nada más se marchó enfadado a suhabitación, sabía que la había herido, sabía que ella sentía igual que él, queno eran sólo amigos, pero no era capaz de reconocerlo por lo que habíadicho, porque era ciego y jamás podría verla.

Cuando él cerró la puerta tras de sí, la primera de muchas lágrimasgolpeó el edredón gris sobre el que se sentaba.

Un par de horas después llamó a su puerta de nuevo pero ella norespondió, entró y buscó la cama y ahí estaba ella, tendida boca abajo.Acarició su pelo sabiéndola dormida, deseó poderla ver dormir, poderlamirar durante horas.

― Perdóname por lo que voy a hacer MJ pero me gustas demasiadopara estar contigo, mereces un chico completo, un chico como Gilbert, quepueda verte dormir, que pueda verte emocionarte, que pueda verte sonreír―le dolió el pecho con cada palabra, se acercó a ella y besó su frente,luego se marchó a su dormitorio reteniendo las lágrimas hasta llegar a sucama.

Pasaron días si hablar más de lo necesario, ella estaba enfadada con élpor su forma de pensar y él estaba molesto consigo mismo por intentarapartarla de su lado como si hubiera algo mejor para él.

― A noche me llamó Michelle, creo que le daré una segundaoportunidad ―dijo Alex mientras comían en silencio.

MJ no respondió, lo miró confundida unos instantes y devolvió lamirada a su plato.

― Creo que podríamos empezar donde lo dejamos ― continuó.― S i, seguro que sí. ― afirmó Mary Jane irónicamente.― Luego vendrá para que salgamos…Unas horas más tarde sonó el timbre del interfono, MJ abrió la puerta

y la otra muchacha se adentró en el salón haciendo a Mary Jane a un lado.― Éste piso necesita un toque más… femenino, no entiendo que gusto

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tan raro tienes ―molestó la modelo.― Yo no lo he decorado, está tal y como lo tenía Alex.― No entiendo como no puedes haber decorado esto, de todas

maneras él no ve, podías haberlo decorado a tu gusto.Alex escuchaba las provocaciones de Michelle desde su dormitorio,

deseaba salir y defender a MJ.― No es mi casa ¿sabes?―¿En serio vives aquí? ¿Dónde duermes? si no recuerdo mal este

apartamento tiene dos dormitorios.― Yo no duermo con Alex, si es lo que preguntas.― ¡Gracias por la aclaración! ―Sonrió satisfecha.Él salió de su dormitorio, vestido elegantemente, aún sin ver sabía

escoger la ropa que mejor le quedaba.― Madre mía Alex, sigues siendo guapísimo ―Dijo la modelo

mirando a su ex novio.― ¿Vamos? ―dijo él sonriendo hipócritamente.Mary Jane se fue a su cuarto a vestirse, supuso que él le pediría que

les acompañase, pero mientras se vestía sonó la puerta y todo se quedó ensilencio, se habían marchado y la habían dejado sola, completamente sola.Las lágrimas amenazaban con salir, pero terminó de vestirse y salió, Alicey Gilbert siempre la recibirían en su casa.

Pasada la media noche MJ llegó de vuelta a casa, se había pasadobebiendo y el mareo comenzaba a hacer tambalear el suelo, a trompiconesse acercó a la habitación de Alex, para asegurarse de que había vuelto, perono lo había hecho, revisó las llamadas y el contestador, pero ni rastro.

― Muy bien Alex, pues yo también voy a divertirme.Una arcada la amenazó con manchar de vómito todo a su alrededor y

corrió al baño para no manchar nada. Poco a poco el sueño la venció y sedurmió agachada en el suelo, apoyada en la pared al lado del lavabo.

Por la mañana, a medio día Alex regresó, acompañado de esa intrusa,Michelle.

― ¡Qué cara tienes!, se nota que lo pasaste bien anoche… ―dijo la

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molesta modelo.― ¿Te encuentras bien? ―preguntó él preocupado.― Perfectamente ―dijo ella dándose la vuelta y alejándose de

ellos―Por cierto, lo pasé genial ―se giró con desdén y desapareció tras lapuerta de su dormitorio.

― ¿Estarás bien? ― preguntó Michelle, colocándole el cuello de lacamisa.

― Es mi casa, claro que estaré bien.― Bueno pues me voy ―la intrusa esperó que él le diera un beso de

despedida, pero no lo hizo, así que se giró golpeando el brazo de él con supelo y se marchó.

Alexander se quedó allí, en pie, sin saber qué hacer. Realmente estabapreocupado por MJ, quería ir y preguntarle qué era lo que le ocurría, perono quería herir más sus sentimientos.

Un par de días después se marchó con su ex novia sin decir una solapalabra al respecto, sin un aviso, sin una llamada, no podía soportar saberque Mary Jane estaba sufriendo sin decir nada.

Mary Jane esperó toda la noche a que él volviera, pero no lo hizo,esperó todo el día siguiente, pero tampoco regresó, llamó una y otra y otravez a su móvil, pero no respondía sus llamadas. Después de aquello y trasmucho pensar decidió que ya era hora de dejar a Alexander con su vida ycontinuar ella con la suya propia, ahora tenía una gran herencia de la queencargarse, una mansión enorme con jardines en los que habían crecido tanalto las malas hierbas que si se adentraba mucho entre los matorrales nopodía ver la construcción, tenía una casa a la que algún día llamaría hogary tenía un corazón roto que debía sanar.

Pasó la noche entre lágrimas y pesadillas pero por la mañana selevantó lúcida y despejada. Aquella sería su última mañana en el piso deAlexander Ferrell y la iba a pasar empaquetando sus pocas cosas.

Entre el ensordecedor silencio de aquel apartamento de decoraciónminimalista se coló el estridente sonido del teléfono. S e acercó a él contemor a que algo le hubiera pasado a Alex, pero no fue así.

― Hola querida, ¿puedes ponerme con mi hijo? ―preguntó

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anímicamente Eleanor.― Lo siento Señora F errell, pero tu hijo no está ― respondió con

tristeza.― ¿Cómo que no está?― Supuse que te lo contaría, pero parece que no lo ha hecho, él se fue

hace 2 días con Miranda o Melissa o como quiera que se llame ―sabía sunombre a la perfección, pero se negaba a mencionarlo.

― Dime que ella no es Michelle ―suplicó la señora Ferrell.― Sí, eso, con Michelle.― ¿Y tú estás sola? ― preguntó medio en gritos.― Bueno, solo será un momento, estoy terminando de recoger mis

cosas, en cuanto termine me marcho.― ¿Dónde vas? ― preguntó la mujer escandalizada.― Eleanor, me voy, quiero decir, vine para cuidar de Alexander, pero

él ya tiene a alguien que lo haga, de modo que ya no me necesita.― Pero querida… ― replicó.― No, lo siento, no intentes convencerme, no quiero quedarme más

tiempo, llevo aquí 8 meses y necesito retomar mi vida.― Esa chica le abandonó cuando tuvo el accidente y el médico nos

comunicó que por causas desconocidas había perdido la visión, ni siquieraesperó a que se despertase.

― Lo sé, Alex me contó algo. Eleanor, me ha encantado conoceros,por la tarde me pasaré a despedirme.

― ¿Él tiene su teléfono consigo?― Bueno, yo he intentado llamarle un par de veces pero no responde.― ¿Pero lo lleva con él?― Llevárselo creo que si se lo ha llevado.― Vale Mary Jane, querida, luego te veo ―le dijo apresurada, luego

colgó.MJ terminó de recoger sus cosas y tras una leve mirada hacia atrás el

silenció volvió a instalarse en aquel ahora solitario apartamento.

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Capítulo 14 Un secreto que no sospechaban

Había hablado con Alice sobre la situación con Alex y ésta le ofrecióuna habitación en su casa hasta que su mansión estuviera lista para que semudase, soltó la pequeña maleta y las bolsas en el dormitorio que habíanhabilitado para ella.

S e estiró en la cama por unos minutos para hacerse a la idea de estaren una casa nueva. De fondo se escuchaba a Gilbert hablando por teléfonoy de pronto recordó una conversación que tuvo con él cuando ambos eranpequeños, Gilbert le dijo que en una conversación entre su padre y suabuelo creyó escuchar que eran familia de Jason Daniels, su abuelo, MJ depronto se sintió curiosa, no quería creerlo por el amor que había sentidopor Gilbert, no quería creer que siendo familia Patrick la hubiera enviado aun internado.

Mary Jane, haciendo tiempo para ir a despedirse de los Ferrell fue avisitar a Patrick, que no la esperaba y se sorprendió al verla.

― Vaya, como te pareces a tu madre ―exclamó al abrir la puerta.― ¿Sabes quién soy?― Por supuesto. N o te esperaba.Patrick a pesar de tener 48 años no aparentaba muchos más de 35,

tenía un porte elegante y serio.― No te robaré mucho tiempo, solo tengo unas preguntas y cuando

sepa la respuesta me marcharé y si me lo pides no volveré― Eres tan insolente como tu madre, pero me gusta. Adelante, pasa y

siéntate.Ella entró en el recargado estudio, el escritorio tenía montones de

papeles apilados, las estanterías estaban repletas de libros, la ventanaestaba cubierta por cortinas oscuras y la chimenea encendida.

― No recordaba éste estudio.― No espero que lo recuerdes. Vamos siéntate y comienza el

interrogatorio ― ordenó sutilmente.

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En su cara se dibujó una media sonrisa que arrebató a la chica la pocavalentía que albergaba.

― La verdad es que no sé por dónde empezar ―dijo ella conrepentina timidez.

― Muy bien, ¿que tal si te ayudo? ―su mirada se volvióamenazante―¿quieres saber por qué casé a Gilbert con la hija de losHoward?

Quizá esa sea una de las preguntas, ― sí, pero no es la que meinquieta, supongo que tuviste tus motivos dijo con frialdad, ¿Somosfamilia? ― preguntó de repente.

Patrick la miró con los ojos desorbitados, de todas las cosas queesperaba que le preguntase esa era la última.

― Supongo que no puedo ocultarlo más…― Entonces ¿lo somos?― Verás, esto no se lo he contado a Gil.― Creo que deberías, al fin y al cabo es tu hijo.Patrick le lanzó una mirada amenazante y llena de odio, se giró hacia

una mesita y llenó un vaso de bebida.― Swend, mi padre, perdió a sus padres cuando era pequeño, los

mejores amigos de sus padres se hicieron cargo de él y lo adoptaron comohijo propio, Jason, tu abuelo y él crecieron como hermanos, pero cuandosus padres murieron repartieron las herencias, Swend se llevó su herencia,la que pertenecía a sus padres biológicos y la mitad de la de sus padresadoptivos.

― Eso a Jason no le gustó… ―afirmó en voz baja― Exacto, listilla, no le gustó, mi pobre padre sintió que le debía algo

y trabajó como su sirviente. Como su sirviente, ¿entiendes? Le dije milveces que dejase esa casa, pero al principio no quiso y luego no pudo.

― ¿Por qué no pudo?― Porque estabas tú, maldita sea, mi padre te adoraba ―respondió

enfadado.― Patrick, ¿por qué me odias? ―le preguntó curiosa.

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― Eso también se lo tienes que agradecer a tu abuelito Jason. Desdelos 10 años estuve enamorado de una chica, desde los 13 hasta los 18fuimos novios, compré un anillo y todo, estaba planeando pedirle enmatrimonio cuando Jason anunció en una fiesta de sociedad la prometidade su hijo, ella no lo sabía pero Jason y sus padres lo planearon todo. Enunos meses los casaron, a Elliott y a Helen

― ¿Mi madre?― Si, tu madre. Patrick caminaba por el estudio con una pose de

fingida autoridad.― ¿Mi madre y tu…? MJ abrió los ojos como platos― Si, fuimos novios, incluso después de que se casaran seguí

enamorado de ella, hasta que comprendí que no debía torturarme más, enun baile de sociedad me ofrecí a los mayores para casarme con sus hijas,en poco más de un año estaba casado con la madre de Gilbert, ella eraincreíble y una de las personas más importantes en su campo, a pesar deser extremadamente rica trabajaba hasta el agotamiento. Luego nacióGilbert y unos años después murió en un accidente.

― Pero no entiendo por qué me odias, yo no tengo la culpa de losactos de mi familia.

― Te odio porque mi hijo ha sufrido por ti como yo por tu madre y haterminado casado con alguien a quien no ama por tu culpa, igual que yo,pequeña insolente.

― Sabías que el Howard son mis padres adoptivos, ¿no es así?― Por supuesto. Ellos no querían casar a su hija de ese modo, de

hecho debes saber que tu medio hermana no quería casarse y lloró hastaque agotó las lágrimas de toda una vida.

― Yo no soy la indicada para decir algo así, pero esos actos denotancuanto quieres a tu hijo, que estás dispuesto a hacerlo infeliz por no serlotú, y arrastras a todos los que puedes con tus míseros actos.

A Patrick se le encendieron los ojos de furia, si hubiera podido lahubiera fulminado con la mirada, levantó un puño en el aire, dispuesto agolpear a MJ cuando ella se puso en pie.

― Adelante, desahógate, golpéame ―le retó ella.

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― Largo, no te quiero en mi casa. ―ella lo miró sin hacer n a d a―¿No me has oído? ¡¡Largo!! ―gritó.

Mary Jane salió por la puerta, temblorosa. Estaba realmente asustada,no solo por la amenaza de Patrick sino por todo lo que acababan de hablaren ese despacho de aspecto antiguo. Gilbert y ella eran primos, no desangre, pero si moralmente. Gilbert podría haber sido su hermano si Jasonno hubiera separado a Helen y a Patrick.

― Maldita sea, esa niña no podría parecerse más a su madre ―dijoPatrick lanzando el vaso de whisky a las llamas de la chimenea.

Mary Jane volvió a casa de Gilbert para contarle todo.― ¿Gilbert? ―tocó la puerta de su estudio y entró con urgencia,

―necesito hablar contigo.― ¿MJ ha pasado algo? Tienes mala cara, ¿te encuentras bien?

―preguntó poniéndose en pie detrás de su mesa.La muchacha se acercó al sofá donde días atrás se había sentado con

Alex y miró a Gilbert con expresión desconcertada.― ¿Recuerdas aquella conversación cuando éramos pequeños donde

me dijiste que a lo mejor éramos familia?― No, no me acuerdo, éramos pequeños Mary Jane, de pequeños

imaginamos cosas…― Lo somos Gilbert.― ¿Que somos qué? ― preguntó confundido.― Familia, Gil, somos familia…― No puede ser ―dijo sentándose de golpe en la silla, ―pero…

¿cómo?― He recordado aquella conversación y he ido a ver a Patrick.Los dos se quedaron mirando confundidos.― Tu abuelo y el mío eran hermanos adoptivos Gilbert

―continuó―pero aún hay más, ya sé por qué me odia tu padre y por quéeligió a los Howard para tu matrimonio.

― ¿Por qué te odia Mary Jane?

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― Tu padre y mi madre… ―tuvo que hacer una pausa para cogeraire, ―Gilbert podíamos haber sido hermanos… Patrick y Helen habíanestado enamorados no sé exactamente cuánto tiempo.

Mary Jane continuó contándole lo que había estado hablando con supadre. Cuando terminó Gilbert estaba traspuesto, casi no podía creer lo quele estaba diciendo, pero tenía sentido, todo cuadraba cuando pensaba delmodo en el que les había separado en dos ocasiones.

Llegó la tarde y Mary Jane fue a casa de los Ferrell a despedirse deellos y de Vicenta, a la que había visitado muy a menudo, sin esperarlo allíestaba Alex, sentado en un elegante sillón, con sus oscuras gafas cubriendosus ojos ciegos y sin decir nada.

Mary Jane se despidió de Eleanor y de su esposo. Abrazó a Vicentacomo si fuese parte de su familia y sin querer comenzó a llorar.

― Vamos querida, no llores, puedes venir cuando quieras ―le dijoEleanor poniendo una mano en su espalda.

― Gracias ―respondió ella sujetando su mano.― Señorita Mary Jane ¿dónde va a ir ahora?― Vicenta te he dicho que no me llames señorita... ―sonrió―de

momento voy a quedarme con Gilbert.― ¿Con el señorito? Es una pena que su padre lo casase con otra

chica, estáis hechos el uno para el otro.― Lo sé ―dijo ella mirando a Alex, omitiendo de lo que se había

enterado hacía solo unas horas, el no pudo ver su mirada pero notó en su

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voz el tono que había puesto al decirlo, ―pero cuando algo no puede ser olas personas son demasiado cobardes no nos queda más que aceptarlo.―otra indirecta que Alex cogió al vuelo ―bueno… sintiéndolo mucho hede irme ya.

― Está bien querida. Alex acompáñala a la puerta ― pidió su madre.― O h, no es necesario, puedo ir sola ―le dijo ella intentando evitar

hablar con él.― Vamos ―dijo el poniéndose en pie.Al llegar a la puerta buscó su brazo y la acercó lo suficiente a si

mismo como para poder susurrarle sin que nadie escuchase.― Por favor no te vayas ―pidió.― Lo siento Alex ― respondió ella cerrando con fuerza los ojos.― Por favor...― No ―respondió enfadada―Espero que te vaya todo bien. Y que

encuentres a alguien que no te quiera por tus ojos.― Mary Jane no te vayas, ―casi le estaba rogando y ella lo sabía,

pero no estaba dispuesta a ver a Alex con otra.― Lo siento Alex, pero me están esperando ―le dijo cerrando la

puerta tras de si.Por más que tratase no conseguía quitarse ese nudo en su garganta,

estaba enamorada de él, acababa de darse cuenta y a medida que se alejabala angustia de saberlo tras aquella puerta se hacía aún mayor.

Cuando la puerta se cerró y escuchó sus pasos alejarse supo que estabaprofunda e irremediablemente enamorado de ella y que dejarla marchar erael error más grande de su vida. Se apoyó en la puerta haciendo un esfuerzoenorme por respirar, su garganta se había encogido con cada paso que elladaba para alejarse.

― Hijo, sabes que ella es la indicada, ¿verdad? ― preguntó Eleanorapoyándose en el marco del recibidor, viendo como su hijo se habíaquedado apoyado en la puerta de la entrada completamente abatido.

― Madre, soy ciego, ella merece algo mejor.

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― Hijo eres ciego, pero eres el único que lo ve todo el rato. Os habéisdivertido juntos y ella nunca ha pensado como tú. Te ha llevado al parquede atracciones, a la playa, al zoo… habéis hecho tantas cosas juntos…

― Lo se madre.― Ella te aprecia, y no es por tus ojos.― Le he pedido que se quedase pero no ha querido y, tiene razón.― Yo me encargaré de que vuelva.Pasaron varias semanas hasta que Eleanor llamó a MJ Al principio le

supo mal mentirle, pero la mentira salió sola de sus labios cuando laescuchó al otro lado del teléfono.

― O h Mary Jane querida…― ¡Eleanor!, ¿ha pasado algo? ―preguntó la joven extrañada por la

llamada.― Es Alex, él se cayó esta mañana y se hizo daño, ahora está en la

cama.― Vaya lo siento mucho, ¿puedo hacer algo?― Puedes venir ―le dijo de pronto.Mary Jane pensó que si iba se encontraría a Michelle con él y estaba

demasiado enfadada con él para eso. Titubeó pero al final se negó a ir, apesar de las insistencias de la señora Ferrell.

Al principio MJ se negó pero a medida que iban pasando las horas susremordimientos por negarse a verlo nuevamente iban creciendo, de prontoy sin darse cuenta se encontró llamando al timbre del piso de él.

Subió por la escalera casi en modo automático.― ¿Cómo está? ― preguntó cuándo Eleanor abrió la puerta.―Bien, solo fue un golpe, Alex no quería decirte nada, pero creímos

que deberías saberlo ―mintió.―No entiendo, yo no soy su novia, solo estuve aquí para ayudarle

unos meses, por ciert o, ¿su novia lo sabe? ― preguntó con el ceñofruncido.

Le había extrañado verla en la cafetería en lugar de ahí, al lado de su

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novio. A pesar de no aguantar imaginarlos juntos pensaba que ella debíaestar con él en esos momentos, debía hacerle compañía y ayudarlo en todolo que necesitase, ella lo habría hecho, nunca se hubiera separado de Alex.

― ¿Su novia?― Si, Michelle…― Yo, oh… pues.― Sé dónde está, al venir la he visto cerca de aquí. A hora vuelvo

―MJ se dio la vuelta y salió tan deprisa que no dio tiempo a Eleanor dereaccionar.

Eleanor estaba encantada con Mary Jane, siempre la sorprendía, erasúper cariñosa con el servicio, especialmente con la cocinera, había sacadosin proponérselo a su hijo que se negaba a salir, había conseguido que searreglase por voluntad propia, había conseguido un cambio en su actitud…

― No me lo puedo creer, esta chica… ―rió mientras cerraba lapuerta e iba a la habitación de su hijo.

― ¿Era ella? ―preguntó él, impaciente.― Sí, bueno… era ella, pero ha creído que debía avisar a Michelle y

ha ido a buscarla.― ¿Cómo? ―preguntó molesto, ―¿a Michelle? ¿Por qué?― Si hijo, no sé, me he quedado helada también yo.― Esta chica es tonta. ― dijo decepcionado.― O demasiado buena. ―respondió su madre con una sonrisa en los

labios.― O demasiado buena ― repitió la afirmación de su madre con un

tono cálido.Cuando MJ llegó a la cafetería donde había visto a Michelle cuando

iba al piso de Alex ésta continuaba en el mismo banco, hablando porteléfono. Se acercó a ella para decirle lo de Alex, cuando accidentalmenteescuchó la conversación que mantenía.

― Ya sabes Justin, totalmente ciego ―hizo una pausa para escucharal interlocutor. ―¡P or supuesto!, le convenceré de que lo mejor es que noscasemos, lo más gracioso es que jamás se dará cuenta que saco dinero de

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su cuenta. ―Otra pausa, ―por supuesto cariño, en unos meses pido eldivorcio y solo con la mitad de su fortuna no tendremos que trabajar nuncamás, ve mirando casa en las Bahamas, ―rió ―No, ella ya no es rival,nunca lo ha sido en realidad, solo era su criada y quien lo sacaba a pasearimagínate, como si fuera una mascota. ―continuó.

Mary Jane, completamente confundida salió del local sin decir nada anadie, le temblaban las piernas. No podía creer lo que había escuchado,aquella arpía pretendía embaucarlo y quedarse con su dinero, queríaaprovecharse de él porque estaba ciego y además ella ya estaba conalguien.

No podía decírselo, era injusto, si realmente quería retomar surelación con ella, pero a su vez era injusto que el creyera que ella era unabuena persona, solamente quería su dinero.

Caminando sin mirar por donde llegó hasta la mansión Daniels, teníatodo el aspecto que debía tener una casa abandonada, y un sentimiento demelancolía le hizo pensar en Gilbert, aquel tiempo en el que se divertíancon todo, aquel tiempo en el que solo querían abrazarse, aquel tiempo querealmente nunca debió ser, eran familia y a partir de ese momento debíancomportarse como tal y olvidar los sentimientos del pasado sentimientosque había llegado a olvidar en solo unos meses gracias a Alex.

― ¡Alex! ―Exclamó mirando extrañada a su alrededor, como sihubiese llegado a Daniels sin darse cuenta.

S e dio la vuelta y corrió al piso de Alex al que llegó 1 hora despuésde haberse marchado. Subió y al entrar una angustia aparentementeinexplicable comenzó a hacerla sentir mal, estaba ahí de nuevo, en el pisodel chico del que se había enamorado irremediablemente, un chico quetenía novia, una novia que planeaba engañarle y quitarle cuanto pudiera,luego, por si fuera poco estaba Eleanor, más que su madre parecía su amigay lo único que parecía obsesionarla era juntar a su hijo con ella.

Alex estaba estirado en la cama, fingiendo estar dormido.― ¿Dónde se golpeó? preguntó― Bueno, se hizo daño en un hombro ―I mprovisó la madre.― ¿Ha ido al médico?― Si, dicen que en 3 o 4 días se le pasará el dolor ― continuó

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decorando la mentira que se había inventado para atraerla de nuevo haciaAlex.

Ambas se quedaron observándolo.― Que guapo es, ¿verdad? ―preguntó Eleanor.― Lo es ―respondió Mary Jane con tono melancólico.― ¿Te gusta mi hijo? ― fue directa al grano aun sabiendo la

respuesta.― Bueno, hay muchas maneras de gustar, me gusta salir con él, ir a

sitios, enseñarle texturas y olores, me gusta protegerlo cuando lo sientoindefenso, sentarme con él en aquella silla ―señaló la silla de al lado de laventana, donde solía sentarse, ―me gusta…

Hubiera hecho falta una semana para que MJ terminara de enumerartodas las cosas que le gustaban de ese chico.

― ¿No te importa que sea ciego?― ¡No! ―exclamó medio en grito, ―¿Porqué todo el mundo se

empeña en eso? ¿Tan importante es para el resto de personas que una solopueda ver o no?

― Bueno, a su familia no nos importa, no por ello vamos a quererlemenos.

― No, señora Ferrell, pero sentís lástima porque antes pudo ver yahora no ― respondió directa, ―os compadecéis de él, ―atacó sinintención de hacerlo.

Alexander comenzaba a emocionarse, realmente le estaba defendiendode su madre, la persona que estaba programada para quererle y defenderlesiempre, le estaba defendiendo incluso de sí mismo.

― Claro que nos compadecemos, ha vivido aquí recluido desde elaccidente.

― Yo nunca lo he hecho, quizá por eso lo hemos pasado tan bien,quizás por eso... ―se interrumpió a sí misma para no decir algo de lo quearrepentiría después.

Las dos se quedaron en silencio, observando a Alex, que se moría porlevantarse y abrazarla.

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― ¿Le quieres? ― preguntó directamente y sin rodeos para sorpresade su hijo y de MJ.

― Bueno, la pregunta no debería ir hacia mí, sino hacia Michelle,―respondió deprisa y sin pensar que casi revela lo que había escuchado unrato antes.

Aún no podía creerse lo que había escuchado en boca de Michelle. N opodía creerse el modo en que pretendía jugar con los sentimientos de esechico que ya había sufrido una vez por ella. Pretendía usarlo y luegodeshacerse de él de un modo horrible.

― ¿Por qué la mencionas?― Porque ella es su novia, no yo ―su voz sonó triste y preocupada.Alex percibió esa angustia en su voz, esa angustia que le hizo sentir

mal y cuando iba a incorporarse MJ dijo que se marchaba.― He de irme ―continuó.― ¿Ya? ¡Pero si solo has estado unos minutos!― Bueno Eleanor, ya no vivo aquí, tengo otra casa donde regresar.― ¿Sigues en casa del chico ese?― S í, estoy con ellos hasta que termine de arreglar unos asuntos.Alexander supo que se refería a su mansión, a la mansión que había

heredado de su familia.― Ese chico es importante para ti, ¿verdad?― Él es… si, es muy importante, demasiado importante, desde que

nací estuvo ahí, cuando mi familia murió me llevaron a su casa, luegofuimos novios unos años, si nos separamos fue por… bueno ya sabes, porcosas del destino. ―dijo melancólica, ―Espero que Alex se repongapronto.

Mary Jane se marchó tras despedirse de Eleanor. Ésta quedóimpactada después de ver el cariño con el que MJ recordaba a Gilbert, nopodía imaginar a alguien queriendo a su hijo de ese mismo modo.

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Pasó un mes entero desde que se vieron por última vez, en esos díasMJ contó las horas y los minutos lejos de Alex. Realmente no vivían muylejos uno del otro y a veces paseaba cerca de su casa con la esperanza deencontrarlo aunque fuese con Michelle. Pasaba los días pensando cómoestarían yendo las cosas con la modelo.

Al fin los papeles de la mansión Daniels decían que le pertenecían yhacía unos días que vivía allí, había descubierto los muebles, habíalimpiado el polvo que se había acumulado a lo largo de los años y habíaretirado algún que otro objeto que no le terminaba de agradar.

Entraba en su dormitorio y casi podía recordar a sus padresdeseándole dulces sueños alguna que otra noche, recordaba perfectamentea Swend, recordaba cómo la arropaba todas las noches o como se acercabay entrecerraba la puerta dejando pasar a su habitación la luz del pasillopara que sus temores se alejaran con ella.

Una mañana se levantó con ánimos para pintar un par de habitacionesy comprar cosas para decorar el salón y su habitación.

El centro de decoración no quedaba demasiado lejos de su nueva casay se acercó para comprar aquellas cosas que harían su estancia en aquellasolitaria mansión un poco más alegre.

Mary Jane caminaba por el amplio pasillo central empujando elcarrito que iba llenando con pintura, objetos de decoración y otras cosascuando se encontró a Alex y a Michelle.

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― Vaya, vaya, ¡mira a quién tenemos aquí! ―dijo la modelosarcásticamente.

― Oh, hola, ―respondió desganada MJ, Alex no respondió.― ¿Comprando cosas de decoración? ―preguntó echando una ojeada

al carro, ―Yo creía que tu no hacías esas cosas.― N o con las casas que no son mías ―respondió igual de sarcástica.Mary Jane no podía apartar la vista de Alex, era mucho más guapo de

lo que recordaba, los días sin él le habían parecido infinitos pero por finhabía podido verlo, aunque fuera una sola vez.

― Tengo una noticia que te va a dejar helada ―Alex sacudió el brazode Michelle para que no dijera nada, pero estaba ella tan ansiosa de decirque se iban a casar como asustada MJ por oírlo.

― Ah…―le dijo mientras notaba que sus manos comenzaban a sudar.― ¿No quieres saber qué es?Realmente no quería saberlo, no quería saber cómo de infeliz iba a

hacerlo, no quería saber qué sería de Alex cuando ella desapareciera y sequedara solo de nuevo.

― Pues no sé… ―dijo dudosa. Alex supo que MJ lo sabía.― Alex y yo ¡¡nos casamos!! ―Michelle disfrutaba molestando a MJ

y sabía que esa noticia no iba a gustarle.― Vaya ―quedó sin palabras, no sabía que decirles, ―supongo que

me alegro ― respondió dolida.― ¿Por qué solo lo supones?, ¿acaso no te alegras de que tú… amigo

se case?― Me gustaría que se casase sí, pero…― ¿Pero?― Pero nada, no importa, enhorabuena ―hizo una pausa para coger

aire y sentir el suelo bajo sus pies, ―tengo que irme, ― dijo apresurada.MJ se dio la vuelta y comenzó a alejarse lo más rápidamente posible

sin saber dónde ir, solamente quería apartarse de ellos.― Por cierto, estás invitada, ―gritó la futura esposa, a lo que MJ

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respondió con un gesto con la mano a modo de gracias.Pagó la compra casi sin darse cuenta y salió tan deprisa como pudo,

estaba mareada, estaba angustiada por la noticia y las ganas de llorarinundaban sus ojos. D e verdad iba a casarse, iba a casarse con aquellaarpía que no le amaba.

Volvió a su casa sin ánimos para decorar nada, sin ánimo para pintarlas paredes y sin ánimo ni siquiera de moverse.

Unos días más tarde Alice llegó a su casa, MJ no esperaba a nadiepero llevaba días sin salir y su hermana estaba preocupada por ella.

― Que mala cara tienes M J ,¿te encuentras bien? ―le preguntópreocupada al ver lo desmejorada que estaba.

Llevaba días sin arreglarse, llevaba días sin comer adecuadamente yllevaba días sin tener ánimos para nada.

― Es solo que llevo unos días sin dormir bien.― ¿Ha pasado algo?― No, ¿qué iba a pasar?Alice miró a la cocina, en el mármol se acumulaban platos y ollas

para fregar, el pequeño cubo de basura estaba a rebosar de envases vacíos yal lado de éste, en el suelo había un sobre dorado elegantemente decoradocon un lazo rojo. D ejó el bolso encima de la mesa y se acercó hasta elsobre, deshizo el lazo y al abrirlo encontró el motivo por el que su hermanaestaba de esa manera.

― ¿Alex se va a casar?― S i ―respondió sin un atisbo de emoción.― ¿Es ese el motivo por el que estás así? ―le dijo elevando la mano

con el sobre abierto en ella.― Bueno, realmente no es el motivo principal ― respondió con la

medio verdad.― ¿Quieres que llame a Gil y que él te obligue a contarme lo que te

pasa? ― amenazó la morena, sabiendo que eso no era realmente unaamenaza para ella.

― No me pasa nada, en serio.

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― Si no me lo quieres contar me marcho, ya volveré cuando estésdispuesta a hablar con tu hermana.

Alice se levantó, recogió su bolso y fue directa a la puerta. MJ corriótras ella, sujetó su brazo para que se detuviera y se dejó caer al suelo derodillas.

― Solo le está usando Alice, ella tiene novio ―le dijo con la voz rota.― ¿Cómo? ―preguntó extrañada.― ¿Recuerdas cuando Alex se hizo daño y su madre me llamó?― Si― Supongo que estaba lo suficiente enfadada con él y fui a buscar a

su novia para decírselo porque ninguno de ellos le habían dicho nada, alllegar a la cafetería estaba hablando por teléfono, no quise escuchar perocuando comencé a oírla no pude hacer otra cosa.

Recordaba la malicia con la que Michelle le decía a su interlocutor loque pretendía hacer con Alex, recordaba tan perfectamente aquellaconversación que había pasado los días atormentándose con aquello.

― Pero ¿de qué hablaba?― Quería casarse con él, como no puede ver ella iba a sacar dinero de

su cuenta, supongo que tanto como ella quisiera, luego le pediría eldivorcio y volvería a dejarle otra vez, solo que ésta vez llevándose consigola mitad de la fortuna de Alex.

― Pero… MJ ¡eso es horrible!, no me lo puedo creer… ¿y no le hasdicho nada?

― No, no he vuelto a verle hasta hace unos días en el centro dedecoración, cuando ella me dijo que iban a casarse. Por favor Alice no se locuentes a Gilbert, ni a nadie, ¿vale?

Alice quedó horrorizada y cuando volvió a su casa, a pesar de que MJle había pedido que no dijera nada a Gilbert ella se lo contó.

Éste al principio pensó que era mejor que se casara, así de una vez portodas se alejaría de los pensamientos de MJ, pero luego pensó en ella y lodisgustada que estaría si realmente pasaba lo que había escuchado.

Pasaron unos días y Gilbert decidió actuar a espaldas de Alice y de

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MJ, fue a casa de Alexander. De mala gana éste accedió a abrirle la puerta.― Que haces aquí ― preguntó el invidente.― Realmente no tenía intención de venir ¿sabes?― ¿Qué haces aquí entonces?A ninguno de los dos le gustaba estar frente al otro, ambos eran

rivales, ambos estaban enamorados de la misma chica y ambos se odiaban,cada uno por haber compartido con ella las cosas que compartió, solo queGilbert sabía que había perdido, el amor de Mary Jane era de Alex y él nopodía hacer nada.

― Pues verás, ―hizo una pausa, ―MJ escuchó algo…― ¿MJ está bien?― No, la verdad, no está bien, pero eso ahora no es de tu

incumbencia. Solo vengo a decirte algo que sé, y no te lo digo por tu biensino por el de ella.

No tenía intención de contarle el estado en el que la había encontradosu hermana.

― ¿Cómo? ¿Por el bien de ella? ―Alexander no entendía nada.― Tu novia quiere usarte para casarse contigo, robarte todo el dinero

que pueda y luego divorciarse de ti para quedarse con la mitad de tuspertenencias y volver con su novio, un tal Jasper, Jason… o

―¿Justin?― Eso creo, Justin.―¿Ella como lo sabe? ¿Cuánto hace que lo sabe? ― indagó

desesperado por saber.― Ella lo sabe hace más de un mes, cuando tu madre le mintió

diciendo que te habías caído… ella fue a buscar a tu novia a la cafetería ysin querer escuchó aquella conversación.

Gilbert supo en seguida que la caída de Alex había sido una farsa paraatraerla de nuevo a su casa, sabía las intenciones de Eleanor incluso sinconocerla. Sabía también que a Alex le gustaba MJ y supuso que su madretrataría de hacer algún juego sucio para volver a juntar a Alex y a MJ.

― ¿Por qué no ha venido ella a decírmelo? ―no entendía por qué ella

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no le había contado nada.― Porque no quiere verte Alex, además ella tampoco sabe que yo lo

sé.― ¿Pero por qué no quiere verme?― Imagínatelo Alex. Sabes que está enamorada de ti. ¿No había una

forma más ruin para sacarla de tu vida que yéndote de aquí y dejándola aella sola?

― N o me lo recuerdes… ¿Pero qué puedo hacer? me caso mañana…― Eso a mí me da igual, ¿sabes? Yo no te lo he dicho por ti, te lo he

dicho por ella, al menos te casarás sabiendo lo que pretende hacer tu novia,así al menos MJ no tendrá que seguir atormentándose con ese temapensando que te han estafado, ahora, si te casas con ella sabiendo eso esporque quieres y MJ no tendrá que atormentarse más pensando en ti.

Sin decir una sola palabra más Gilbert salió del apartamento dejando aAlex de pie frente a los sillones.

Toda una noche sin dormir no era bastante para decidir qué hacer conaquella intrusa. Alexander no podía creer que apartara de su vida a la únicapersona a la que realmente amaba para casarse con una que le habíaabandonado en el momento más crítico de su vida y que planeaba volverloa hacer.

Se levantó y se vistió para la ocasión, al fin y al cabo era el novio y

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debía ir presentable.Eleanor le ayudó con la corbata sin decir nada a su hijo, estaba

molesta con Michelle por lo que había hecho tiempo atrás y molesta con suhijo por haber vuelto con ella.

El traje blanco hacía resaltar el azul de sus ojos y su 1,95 de altura.― Madre, necesito que llames al abogado McNeal, y que le llames

ahora, hay algo que debo hacer.― ¿Eso porqué hijo? ¿Hay algún problema?― Te enterarás a su debido tiempo.

Una hora antes de la ceremonia Alexander se reunió con el abogado.Iban a redactar un documento de separación de bienes que ella deberíafirmar antes del “sí quiero”. Alexander estaba dispuesto a hacer pagar aMichelle que hubiera pensado siquiera en utilizarlo. No podían divorciarseen al menos 3 años, vivirían con las ganancias de ella ya que según lo quela modelo le había contado ganaba mucho dinero. Si a él no le apetecíasalir ella debía quedarse en casa de modo que no se vería con su amante,Justin.

Llegaron a la iglesia, Eleanor acompañaba a su hijo al altar dondeesperaba impaciente la futura ex esposa vestida con un hermoso vestidoque resaltaba su espectacular figura.

El cura comenzó la ceremonia cuando Alexander la interrumpió.― Antes de continuar necesito que firmes esto ―dijo de pronto.La morena miró sorprendida un sobre blanco que Alexander se sacó

del interior de la chaqueta de esmoquin que vestía.― ¿Qué es? ―preguntó temerosa.― Esto, querida, es un acuerdo prenupcial y una separación de bienes.Ella abrió el sobre y ante la atenta mirada de todos los invitados

comenzó a leer.― Pero… ―dijo con la voz temblorosa―Maldita sea Alex, ¿porque

me humillas de éste modo? No voy a firmar eso.― Entonces ya podemos irnos porque no hay boda.

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― ¿Cómo? ―gritó ― pensaba que me querías.― Yo también, pero lo único que quieres de mí es la mitad de mi

patrimonio.― Eso son injurias Alex, yo... yo…― Si me quieres tanto como dices firma los documentos y

continuamos con la boda.Alexander sabía que Michelle no iba a firmar.― Me ofendes Alex, lo siento pero no me puedo casar contigo.― ¿Te ofendo? ―gritó callando el murmullo de todos a su alrededor,

―ibas a aprovecharte de mí, maldita sea, ibas a robarme mi dinero y adivorciarte de mí para irte con Justin. 2 veces con el mismo tipo Michelle,¡¡2 veces!!

Ella comenzó a llorar de rabia y salió corriendo del edificioavergonzada por haber sido descubierta.

Gilbert y Alice pasaban con el coche por allí sin saber que esa era laiglesia donde Alexander iba a casarse y vieron salir a la modelo enfadada ypateando el suelo con cada paso, ninguno de los dos dijo nada, solamentese miraron y sonrieron, Alice no sabía que Gilbert había contado todo loque sabía a Alex y pensó que era cosa del destino, Gilbert en cambio estabasatisfecho por haber ayudado a Alexander, a pesar de no soportarlo pensabaque no merecía que le estafasen por estar ciego.

En la iglesia Eleanor se acercó a su hijo sorprendida aún por lo queacababa de pasar.

― Dios mío hijo, ¿cómo lo sabías? ―dijo la señora Ferrell mirandohacia la puerta de la iglesia por la que había salido la fallida esposa.

― Bueno, la verdad es que esto también es cosa de Mary Jane…desde hace casi 1 año todo lo bueno que ha pasado en mi vida ha sido porella.

Eleanor supo en seguida que su hijo estaba enamorado de ella, nohacía falta que se lo confirmase con palabras, su sonrisa y el cariño con elque hablaba de ella era suficiente.

― Supongo que ahora querrás que vuelva…

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― No madre, no la voy a arrastrar conmigo de nuevo, ¿no crees quemerece que la dejemos tranquila? ―dijo

― Pero estarías mejor con ella cerca, ¿no?― Evidentemente pero no la quiero cerca de nuevo, no sin con ello

voy a destrozar su futuro.La señora Ferrell podía leer entre líneas aunque su hijo no insinuase

nada, siempre tergiversaba las cosas para que se amoldasen a lo que ellaquería oír.

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Capítulo 18 Vuelta a empezar

Eleanor llamó a Mary Jane, desesperada por la nueva actitud de suhijo. D e nuevo se había encerrado en su cuarto, había bajado todas laspersianas de la casa y llevaba dos semanas sin comer.

Mary Jane no entendía por qué volvían a llamarla, y porqué la llamabasiempre con cosas de Alexander. S e negaba a volver al piso de él.

Alice y Gilbert le contaron lo de la boda fallida y estaba realmentefeliz por ello, pero no quería volver a ver a Alex, aún estaba demasiadodolida por el modo en que la había tratado y el modo en que se había idosin decir nada.

― Mary Jane necesito que vengas, aunque solo sea una vez, ―rogóEleanor.

― Pero yo prefiero no ir, de verdad.― Quieres a mi hijo, ¿no es así? Mary Jane sabía que si, aunque se

hubiera propuesto negarlo con su vida si hacía falta.― Eleanor, lo siento pero prefiero no ir.― Por favor ―le dijo antes de empezar a llorar. MJ no soportaba

hacer llorar a nadie de manera que aceptó de forma obligada.― No me voy a quedar, solo iré un rato ―advirtió.Pasadas dos horas Mary Jane llegó al apartamento de Alex. Estaba

realmente asustada, los nervios se habían instalado en su estómagoprovocándole calambres dolorosos. Subió las escaleras más despacio quenunca, haciendo tiempo para entrar de nuevo en aquel apartamento.

No sabía si Michelle habría decorado aquel piso dejando en él sudolorosa huella.

Cuando al fin llegó al ático nadie abrió la puerta, tocó y tocó sabiendoque Alex estaba dentro.

― Oh Mary Jane querida estás aquí ―dijo Eleanor saliendo delascensor―tienes mala cara, ¿te encuentras mal?

― No, es solo que me siento rara al venir de nuevo después de tanto…

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― Sólo hace 4 meses, tampoco es tanto tiempo… ― afirmó la madre,―adelante, pasa, todo está como se quedó cuando te fuiste.

Mary Jane no respondió, accedió al piso tras la invitación y observógratamente como en efecto Michelle no había tocado nada.

Todas las persianas habían sido bajadas, todas las ventanas cerradas ycubiertas con las cortinas, sobre la isla de la cocina una bandeja con lacomida sin tocar que Eleanor había retirado del dormitorio de su hijo. MJse quedó de pie, al lado de la puerta de la entrada sin adentrarse demasiadoen el piso.

― ¡Madre te dije que no quería verla! ―gritó Alexander al fondo delpasillo en el interior de su dormitorio, a MJ se le hizo un nudo en lagarganta que le impedía respirar con normalidad, ella si quería verlo,aunque solo fuera una vez y esa vez fuera dolorosa.

― Alex, eres ciego, no la vas a ver ―gritó Eleanor. Esa era la primeravez que había oído a la señora Ferrell elevar el tono de voz y hablarle contanta dureza.

D e pronto se dio la vuelta para marcharse, se detuvo en la puerta conel pomo a punto de abrirle paso cuando Eleanor apareció tras ellaasustándola.

― A delante, puedes pasar.― No, yo… mejor me marcho… ―dijo al abrir la puerta.― No, no vas a ninguna parte ―le dijo Eleanor cerrando la puerta de

un golpe, ―tu eres la única que puede ayudar a mi hijo y aunque tratéis deocultarlo sé lo que sentís el uno por el otro.

― ¿Cómo? ―respondió ella atónita ante esa agresividad y esarespuesta.

― Si querida, hace mucho que lo sé. Mary Jane no dijo nada paradefenderse, dejó caer el bolso al suelo como si pesase una tonelada, abrazóa Eleanor y comenzó a llorar desconsoladamente.

― Le quiero Eleanor, le quiero tanto…― Lo sé… ―le dijo la madre de él correspondiendo a su abrazo,

―esto también es por ti.Pasaron varios minutos hasta que la joven se tranquilizó.

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Cerca de una hora más tarde Eleanor se marchó, dejando a su hijo en

compañía de aquella muchacha que siempre estaba dispuesta a ayudarle.S in saber que hacer Mary Jane se acercó ventana a ventana

iluminando todo el apartamento, Alexander estaba en su dormitorio sindecir nada.

Bajo la puerta de su antiguo dormitorio se filtraba luz y al abrir lapuerta encontró que Alex no había bajado aquella persiana, su habitaciónestaba iluminada como a ella le gustaba y de pronto comenzó a llorar denuevo.

S e acercó a la habitación de él sin atreverse a entrar, tocó la puertacon la yema de su dedos como acariciándola creyéndolo tendido en sucama.

Alexander la había escuchado llorar en su antigua habitación y estabadispuesto a ir a consolarla cuando escuchó que se detenía tras su puerta. Élestaba de pie a punto de salir cuando ella se acercó, colocó las yemas desus dedos como si pudiera acariciarla como tanto deseaba, pero se vio a simismo hiriéndola de nuevo.

― Márchate Mary Jane no necesito que vuelvas a venir ―le dijocerrando los ojos y apretando las manos y la frente contra la puerta.

― Yo… ―le dijo en voz baja―le he dicho a tu madre que mequedaría un rato.

S u voz le sonaba tan triste que abrió la puerta de golpe quedando unofrente al otro.

Ella no le miró, se limitó a bajar la mirada para no tenerlo de frente.― Sólo me quedaré un rato Alex ―le dijo con un hilo de voz.S in poderlo controlar estiró los brazos y la abrazó, ella dejó los

brazos caídos a su lado sin saber qué hacer, pero pronto rodeó su cinturaagarrándose las manos por detrás de él. Ninguno de los dos dijo nadadurante un rato. Hasta que ella sintiéndose con valor le apartó.

― Lo siento Alex, tengo que irme ―dijo dando unos pasos haciaatrás, el corazón parecía quererse salir de su pecho, ―Asegúrate de comery de no preocupar a tus padres.

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― No te vayas ―le dijo avanzando unos pasos, palpando una de susmanos. ―No te vayas Mary Jane.

Cuando la mano del chico casi toca la suya MJ la apartó, dejándolofrente a ella palpando el vacío entre ellos.

― Lo siento Alex, pero no me puedo quedar.― ¿Por qué?― Porque no quiero. Se alejó de él sin darle la espalda, no podía

quedarse, no quería que pensase que iba a ser tan fácil retenerla después dehaberse ido como se fue. Se acercó a la puerta y sin decir una sola palabramás se marchó dejándolo en pie frente a su habitación. Parada en elvestíbulo con el dedo en el botón del ascensor sin terminar de presionarlo,dudó entre marcharse o quedarse con él, había adelgazado, su barba habíacrecido de nuevo y su mirada volvía a parecer triste como cuando lo viopor primera vez.

― No me lo puedo creer, soy tan débil… ―se dijo con media sonrisaen los labios. Mary Jane no podía alejarse de ese modo, habiéndolo dejadotan solo en aquel solitario apartamento. Se acercó a la puerta y se agachóapoyada en ella hasta sentirse lo suficientemente fuerte como para volver asu mansión.

Pasó la noche sin haber podido pegar ojo, la visión de Alex en aquelpasillo solo, con ese aspecto dejado era superior a lo que ella podíaaguantar. F ue a su habitación, cogió su maleta, la rellenó con sus cosas ysalió de allí en dirección al apartamento de Alex.

Sonó la puerta pero nadie abrió, Mary Jane siguió insistiendo peroAlex seguía sin abrir. Ella soltó la maleta en el suelo y se sentó encima, enel piso más alto del edificio sólo había un apartamento, el apartamento deAlex, de modo que no le importaba pasar las horas sentada ahí porque anadie le iba a parecer ridícula, al menos a nadie que la viese.

Llegó la noche pero ella continuaba ahí, sentada en su maleta. De vezen cuando insistía para que le abriera la puerta pero él seguía sin abrir.

Por la mañana Eleanor fue a ver a su hijo, con la esperanza de queMary Jane no se hubiera ido, si su hijo era listo le hubiera pedido que sequedase. El ascensor se detuvo en el piso 22 y cuando la puerta se abrióencontró a MJ durmiendo en el suelo, con la cabeza apoyada en su maleta.

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― Mary Jane querida, ¿pero qué haces en el suelo? ― preguntósorprendida.

― O h Eleanor, buenos días, le dijo mientras se desperezaba.― ¿Qué haces aquí? ― preguntó.― Bueno ya sabes… después de marcharme tuve la necesidad de

volver pero al parecer él no tenía necesidad de abrirme…La señora Ferrell abrió la puerta y encontraron a Alex tirado en el

suelo tras ella.― Dios mío Alex ―gritó la madre.― ¿Alex? ―dijo ella asomándose por detrás de Eleanor. En ese

momento su mundo se vino abajo.

Llegó la ambulancia, Eleanor fue con él al hospital, Mary Jane semarchó en su coche.

Al llegar les hicieron esperar en la sala de espera. Pasó una hora hastaque les avisaron.

― Señora Ferrell diríjase a la puerta número 2, ―dijeron pormegafonía, allí esperaba un médico con una carpeta.

MJ se levantó inmediatamente siguiendo con el corazón a mil porhora a Eleanor, que había perdido el color de su cara.

― ¿Señora F errell? ―le dijo el hombre cuando llegaron MJ y

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Eleanor―¿es su madre? ― preguntó a la mayor.― Yo soy su madre, ella es su novia ―Mary Jane había dado por

hecho que mentiría para que le dejasen entrar―venimos juntas…― Está bien, tengo unas preguntas que hacerle, necesito que me

responda con la mayor sinceridad.MJ agarró asustada el brazo de Eleanor.― ¿Su hijo se ha llevado algún golpe en la cabeza recientemente?― No, no que yo sepa…― Señorita, ¿de verdad es su novia?A pesar de no ser novia de Alexander se sentía como si lo fuera,

cuando se fue con Michelle le dolió como si la hubiera abandonado,cuando Eleanor le llamaba se preocupaba realmente y cuando loencontraron en el suelo se sintió a morir.

― Prometida en verdad, soy su prometida ―adornó en vista de laduda de aquel médico.

― ¿Sabe usted si ha tenido algún golpe recientemente?― No, no ha tenido ninguno ―respondió con completa seguridad, de

haberse llevado algún golpe Eleanor le habría llamado como siempre.― ¿Toma medicinas de algún tipo? ―preguntó el médico mirando a

las dos.― No ―respondió Eleanor, ―no toma ningún medicamento.― De acuerdo, ―marcó con un bolígrafo en un papel. ―¿come

correctamente?―Verá doctor, él lleva 2 semanas sin probar bocado, está atravesando

una depresión y no quiere comer. ―le contó Eleanor preocupada por laspreguntas extrañas del médico.

― ¿Puedo saber el motivo de esa depresión?― Eleanor miró a MJ esperando que ella le dijese.― Estamos atravesando un momento difícil en la relación y me había

mudado con mis padres una temporada ―mintió Mary Jane, ―Perodíganos doctor, ¿él está bien?

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― Aparentemente si, sólo ha sufrido un desmayo por la debilidad.Queremos esperar a que terminen de hacerle las pruebas que les estánhaciendo para saber si tiene algo más.

― Gracias a Dios ― suspiró Eleanor.― ¿Cuándo podremos pasar a verle? ―preguntó impaciente Mary

Jane.― Imagino que en una hora, no se impacienten.Algo más de una hora después una enfermera salió en busca de

Eleanor y de Mary Jane, que le siguieron silenciosamente sujeta el uno enel brazo de la otra.

A l entrar en la habitación donde estaba Alex el médico les esperabadentro.

― Se ha despertado hace unos minutos, ahora está durmiendo. Haydos posibilidades o lo mantenemos ingresado con suero intravenoso y, levamos inyectando todos los nutrientes que le faltan o, puede ir a casa y quealguien esté pendiente de él y le obligue a comer al menos 2 veces al día.

MJ ni lo pensó y, en menos de 6 horas volvían juntos al apartamento.― ¿Estarás bien? ―le preguntó Eleanor― Solo estaré bien cuando él lo esté.― Eleanor se sonrió viendo la sinceridad de la joven.― ¿Sabes Mary Jane? N o te lo he dicho hasta ahora pero me alegro

mucho de haberte conocido, me alegro de que hayas entrado en nuestrasvidas de esta manera tan…

― Gracias Eleanor, de verdad, yo también me alegro de haberosconocido.

Ambas se abrazaron sinceramente, sintiendo a la otra parte de sufamilia.

La señora Ferrell se marchó dejando a Alexander en compañía de sumejor medicina.

― N o quiero comer Mary Jane, no me apetece, de verdad.―Alex, no me iré de aquí hasta que te lo comas ―le dijo intentando

convencerle para que comiese.

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― ¿Te das cuenta… de que eso no es una amenaza?, si me dices esome invitas a no comer. ―le dijo con una débil sonrisa.

― Muy bien, veámoslo de éste otro modo… si no te lo comes… meiré y no volverás a verme… ―dijo amenazándolo en serio esta vez―no teperdono otro susto como el de ayer.

― Yo… iba a abrir la puerta pero…― Casi me muero del susto Alex, creía que de verdad te había pasado

algo.― ¿Por qué te asustaste tanto?― Porque… bueno ya sabes… ―esa pregunta la intimidaba, no

quería confesarle lo que sentía por él―¿eres mi amigo, no?― Tu amigo… ―dijo con tono apagado aun sabiendo la verdad.Alex estaba loco por ella y, el hecho de que hubiera vuelto le hacía tan

feliz que no podía negarse a cualquier cosa que le pidiera, de modo quetomó la cuchara y comenzó a comer bajo la atenta mirada de la joven.

Un par de días después Alexander había comido bastante y se sentíaalgo mejor pero MJ no había descansado apropiadamente en 3 días.

Cuando llegó la noche el cansancio hizo que se estirase en la cama deAlex un momento mientras él había ido al baño. Cuando el chico volvió laencontró durmiendo estirada justo en el lugar donde había querido tenerlatantas veces. S e estiró a su lado, ajustó sus piernas con las de ella, concuidado la trajo hacia sí y la cubrió con la colcha. Con una mano en sucintura y apoyado en su nuca se durmió.

Por la mañana MJ se despertó con una agradable sensación de calidez,había descansado como no hacía desde hace tiempo, él la abrazaba por laespalda, con sumo cuidado se libró de su agarre, volvió a arroparle y lebesó en la mejilla antes de salir del dormitorio.

― No me lo puedo creer MJ ―se dijo a si misma mirándose en elespejo del baño―sin proponértelo ¡has dormido con él! ―los coloressubieron a sus mejillas y las emociones se arremolinaban traviesas en suestómago.

S e miró por unos minutos sin terminar de creer que estaba de nuevocon Alexander en aquel apartamento, sin terminar de creer que a pesar de

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todo seguía queriéndole del mismo modo y sin terminar de creer queaquella noche, a pesar de no haberlo podido disfrutar por el cansanciohabía dormido bajo aquellas mantas con los brazos de Alex dándole calor.

Mary Jane preparó esa mañana el desayuno de ambos, dando el díalibre a la cocinera, la sonrisa no se borraba de su cara y no podía esperarpara verlo de nuevo, de modo que terminó de cocinar y tras colocarlo todocoquetamente sobre la bandeja fue al dormitorio de su querido señoritoFerrell.

― Pensaba que no ibas a volver a entrar ―le dijo cuando ésta abrió lapuerta.

― ¿Por qué no iba a querer entrar?― Te dormiste en mi cama obligándome a dormir en el suelo…

―bromeó con una sonrisa en los labios.― ¿Es muy cómoda sabes?― Claro que lo sé… ¿olvidas que paso aquí muchas horas al día?

―respondió él sarcásticamente pero con tono burlón―pero ¿sabes tú unacosa?

― No, dime…― Mi cama es mucho más cómoda si estás tú en ella ―su voz sonaba

seductora.― Dios Alex, si lo dices de ese modo parece que hubiera pasado algo

entre nosotros y solo hemos dormido juntos ―dijo completamenteavergonzada por el atrevimiento de él.

― Voy a tener que llamar a Alice para que nos coloque de nuevo elpeluche que nos prohibía separarnos… de ese modo tendrías que dormirsiempre conmigo…

Mary Jane lo miraba completamente ruborizada, le encantaba el modoen que jugaba con ella, y le gustaba que le insinuase que no queríasepararse de ella.

― Olvídate de esas cosas y come ―pidió ella, desviando la atención.― Huele diferente, ¿qué es? ―preguntó husmeando el aire.― E s tu desayuno, claro, pero hoy te lo he preparado yo… ―le dijo

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satisfecha.― Uhm… A sí que… ¿después de una noche juntos me preparas el

desayuno? ― continuó molestándola sabiendo que se avergonzaba.― Alex ya… ―MJ estaba a punto de pedirle que lo dejase, que no

continuase avergonzándola, si seguía insistiendo no podría seguir callandoy le diría todo lo que sentía por él.

― Ven aquí ―le dijo estirando los brazos y abrazándola fuertemente.

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Capítulo 20 Recuperando algo perdido

La señora que limpiaba todos los días el apartamento de Alexander nopudo ir ese día debido a unos asuntos personales, Mary Jane decidiólimpiar el piso ella misma. Se asomó a la habitación de Alex, él fingíaestar dormido para ver si ella se acercaba para despertarle o para decirlealgo, pero frente a los ojos de ella estaba durmiendo, de modo quecomenzó a limpiar, barrió, limpió cristales, baños y los cacharros deldesayuno y después de volverse a asegurar de que él dormía y no saldría desu cuarto comenzó a fregar.

Estaba fregando el suelo del baño cuando un estruendo rompió elsilencio del apartamento, corrió a ver a Alexander para ver si estaba bien,pero estaba de nuevo tendido en el suelo, ésta vez en un enorme charco deagua que empezaba a teñirse de carmesí. Alex quiso sorprenderla, sabíaque estaba limpiando la casa y quiso burlarse de ella, pero no supo que elcubo estaba en medio y tropezó con él cayendo contra el marco de lapuerta, se había golpeado la frente-ceja, a la altura casi de la sien, el golpehabía sido muy fuerte y la herida estaba muy abierta.

MJ no sabía que hacer primero, llamó a una ambulancia mientrasarrastraba a Alexander hacia su cama, llegarían en unos minutos, mientrasllegaban y como pudo cortó la camiseta que llevaba dejándolo semidesnudo y como pudo le puso una sudadera de cremallera; le quitó lospantalones y le puso unos de chándal secos, colocó las prendas que le habíaquitado encima del charco para que los enfermeros pudieran pasar sinmojarse y fueron al hospital.

Se perdieron entre las puertas y Mary Jane se quedó sola ydesesperada en la sala de espera.

MJ llevaba horas intentando contactar con los Ferrell, no habíamanera.

― Familiares de Alexander Ferrell ―anunció una chica desde laspuertas de acceso.

― Yo ―ella levantó la mano y corrió hacia la chica.― ¿Es usted familiar del señor Ferrell?

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―Sí, soy su esposa.―¿Cómo ha sucedido?― Verás, estaba limpiando la casa, me aseguré de que él no se

moviese de su cuarto, estaba durmiendo, me puse a fregar y de pronto sonóun golpe, había salido de su cuarto y se había caído ―decía deprisa yatropelladamente―Dime, ¿él está bien?

― Está en coma ― respondió clara y concisa. La impresión fue tangrande que MJ se desmayó en la sala de espera, la llevaron a la habitacióndonde lo tenían a él.

Cuando despertó habían localizado a los padres de él y estaban en lahabitación. Estaban preocupados y enfadados

― ¿Ya te has despertado? ―preguntó el padre, molesto.― Sí, he intentado llamaros pero no estabais.― ¿Qué ha pasado? ― preguntó Eleanor entre lágrimas.― Estaba limpiando me aseguré de que no saliera de su habitación

pero lo hizo y se ha caído.― Está en coma, ¿lo sabes? ―dijo el hombre de malas maneras.Mary Jane volvió a marearse, no podía creer que estuviera así por su

culpa, por no haberle despertado para decirle que iba a limpiar, que nosaliese.

― Yo… no sé qué decir ―dijo angustiada― No digas nada ―dijo el señor Ferrell realmente enfadado, ―ve a

su casa, recoge todas tus cosas y márchate. No queremos volverte a ver.Mary Jane se quedó mirando al señor Ferrell completamente

impactada.― Pero querido… ― comenzó a decir Eleanor.― Ni querido ni nada Eli, nuestro hijo ha podido morir por su culpa,

ya has oído al médico, no sabemos si va a salir de éste coma, no quieroverla por aquí.

― Lo siento querida, no sé qué decir ―se disculpaba la mujer.― No importa ―dijo MJ resignada.

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― ¿Que no importa? Maldita sea… ―continuó replicando el padre.― ¿Puedo despedirme de él?― Está en coma, ¿es que eres sorda? ―gritó el señor Ferrell

rudamente.― Adelante MJ esperaremos fuera, ―dijo la madre preocupada por su

hijo, ―vamos fuera querido, solo un minuto.MJ se acercó a Alex, acarició con la yema de los dedos la cara de ese

chico, como queriendo memorizar cada curva de su cara, continuó por elbrazo hasta su mano y entrelazó los dedos con los de la mano inmóvil deél. S e acercó y tras darle un beso en la frente le susurró al oído.

― Alex ponte bien pronto, te lo pido por favor ― paró un segundopensándose si decir o no lo que pensaba―no olvides nunca que te quiero.

S e alejó sin apartar la mirada de él hasta la puerta, la abrió y mientrasdejaba la habitación las lágrimas corrieron por sus mejillas.

La señora Ferrell no quería que MJ se fuera, pero no quería ponerse encontra de su marido y estaba aterrada por el estado de su hijo.

― ¿Son ustedes los padres de Alexander? ―dijo la voz de un hombredetrás de ellos.

― Si, somos sus padres.― Vamos a ver, vengo a hablarles sobre el estado de su hijo.Ellos se miraron asustados y se cogieron de las manos.― ¿Él está bien?― De eso quería hablarles, verán, hemos estado durante horas

haciéndole pruebas, salvo porque está en coma todo en él es perfectamentenormal, los escáneres cerebrales no muestran daños, las radiografías nomuestran daños de ningún tipo.

― El ojo, doctor, lo tiene amoratado, no lo va a perder, ¿verdad?― No, por supuesto que no, golpes en las cejas son habituales, son

muy escandalosos porque sangran abundantemente, se hinchan y seamoratan, pero no, su hijo no va a perder ni el ojo ni la visión de él.

― Disculpe doctor, él es ciego, quedó ciego tras un accidente demotocicleta hace 4 años.

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― Las pruebas no muestran ningún daño, ni ninguna deficiencia en lavisión, las pupilas reaccionan correctamente a los estímulos lumínicos. D etodos modos habrá que esperar a que despierte para continuar con laspruebas.

― Muchas gracias doctor.Los angustiados padres parecieron alegrarse con la noticia, a pesar de

cómo estaba su hijo.Mary Jane llegó a su casa completamente abatida, no tenía fuerzas ni

para llamar a su hermana y contarle todo lo que acababa de pasar. Pasó esanoche y a la mañana siguiente se dijo a si misma que la única manera depermanecer alejada de Alexander era viajando, le quería demasiado comopara que una orden la mantuviera alejada de su amor. Sus padres teníanvarias propiedades en otros países, Mary Jane eligió el más alejado en elmapa y sacó un billete, solamente de ida.

― Si le ocurre algo nunca más regresaré, ―decía mientras preparabauna maleta con algo de ropa.

Horas después miraba a su alrededor para despedirse visualmente detodo.

Cuatro días después del accidente Mary Jane se instalaba en la quesería su nueva casa, un ático de lujo en una de las ciudades de moda, eraincreíblemente espacioso, luminoso y toda la ciudad quedaba a sus piesbajo esa enorme terraza.

Mientras ella disfrutaba de sus nuevas vistas Alexander abría los ojos.Sus padres se emocionaron enormemente al ver a su hijo despertar,intuyendo que no podría ver no abrió los ojos.

― Dios mío hijo, menos mal que despiertas, nos teníaspreocupadísimos. ¿Cómo estás? ¿Cómo te encuentras?

― Bien, estoy bien, ¿donde está Mary Jane? ― Siempre era ella suprimer pensamiento cuando despertaba.

Los padres se miraron culpables.― Bueno, ella tenía unas cosas que arreglar, quizá venga más tarde,

―mintió su padre descaradamente.

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Por un momento temió la misma escena de 4 años atrás, cuandodespertó y su novia había desaparecido, pero ésta vez confiaba ciegamenteen la chica a la que amaba y sabía que ella no le dejaría por nada en elmundo.

― Tengo que disculparme con ella por… ―Alexander entreabrió losojos expresivamente. Su sorpresa fue mayúscula cuando notó que la luzllegaba a ellos.

― ¿Qué ocurre hijo? ―Preguntó el padre confundido, Alexander norespondió, cerró los ojos de inmediato impactado.

― ¿Alex? ―Preguntó la madre asustada―¿qué te ocurre? ¿Estásbien?

― Madre… ―dijo con la voz entrecortada―creo que…― Di, habla, no nos asustes más…Los Ferrell zarandearon el brazo de su hijo para hacerle reaccionar y

que les respondiera de una vez por todas.― Creo que puedo ver…― ¿Qué? ―preguntaron los padres al unísono.― ¡Puedo ver! Eleanor y su esposo corrieron en busca del médico que

atendía a Alexander. Las siguientes horas las pasaron entre prueba yprueba, para asegurarse de que todo era correcto. Un par de días despuésAlexander recibió el alta.

Estaba muerto de ganas por llegar y encontrarse con Mary Jane, porconocerla de nuevo y poder mirarla a esos ojos que se moría por explorar.

Aún no veía correctamente, todo era una mezcla de bultos, colores,luces y sombras. Le emocionaba redescubrir la forma y los colores de lascosas.

Llegó al apartamento, entró con los ojos cerrados y la llamó, MJ norespondió, buscó su habitación, tocó a la puerta pero no respondió,decepcionado entró en el dormitorio y lo encontró vacío, Mary Jane sehabía llevado todas sus cosas. P reocupado llamó a sus padres.

― ¿Que ha pasado con Mary Jane? ―preguntó esperando larespuesta.

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― Bueno hijo, Mary Jane se ha ido.― ¿Cómo? ¿Pero por qué? ―preguntó disgustado.― Yo… bueno…― Dímelo, dime ya lo que sea, ¿qué le ha pasado?― Ella se ha ido, ―respondió la señora Ferrell con tono nervioso― ¿Pero por qué? ¿Por qué se ha ido?― Verás… mira, mejor ven, te lo explicaremos aquí.Alexander colgó el teléfono, corrió hacia la puerta y a toda prisa se

dirigió a la casa de sus padres. Exigiendo una respuesta.― Cuando te caíste… bueno ella… ―Eleanor tenía miedo de decirle

a su hijo que la única chica que le ha valorado de verdad se había ido acausa de ellos.

― No me habéis hecho venir para andaros con rodeos, decidme de unavez lo que pasa con MJ ―levantó la voz exasperado.

― No alces la voz Alexander, yo le dije que se fuera y que noregresara ―dijo el padre con voz áspera, ―por un descuido de ese calibrepodrías haber perdido la vida, la vista o incluso un ojo.

― Maldita sea papá, ¿es que no recuerdas que he pasado 4 años ciego,sumido en la más profunda oscuridad? No me lo puedo creer, ¿perder lavista? No me hagas reír.

― Tu padre se preocupó Alex.― ¿Y tú, madre? ¿También te preocupaste tu?― Yo también hijo, también me preocupé.― N o me puedo creer que la metieras a la fuerza en mi casa, que la

engañaras para que volviera conmigo y que luego la echaseis de mi ladopor un maldito accidente que yo provoqué ―Alex estaba tan enfadado quese giró y se marchó sin decir nada más.

Caminó hasta su casa, intentando recordar la dirección de ella, perosolo recordaba que ella la llamaba mansión Daniels.

I maginaba cuan dolida podría estar, después del susto que recibió yluego que sus padres la echaran.

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Capítulo 21 Buscando a Mary Jane

Llamó a un taxi, cuando éste llegó le preguntó si sabía dónde estaba lamansión Daniels, el taxista llamó a la central por radio y tras unos minutosle dieron la dirección.

S e acercó nervioso a la entrada, Mary Jane había mantenido limpio ycuidado el jardín, al fondo podía verse la elegante casa. D e pronto lapuerta se abrió y una chica morena salió cerrándola con llave tras de sí,Alex estaba impaciente por verla de cerca, nervioso como nunca lo habíaestado, deseando poder hablar con ella, poder decirle cuanto sentía eseaccidente, como sentía el que sus padres la echasen del hospital, de su pisoy de su vida…

Cuando la muchacha llegó a la puerta le preguntó sorprendida.― ¿Alex? Dios mío Alex, ¿pero qué haces tú aquí? ―Alex recordó la

voz inmediatamente sintiéndose ridículo por esperar que fuera ella.― ¿Alice? ―respondió él, mirándola.De pronto se vio superado ante la posibilidad de que MJ estuviera en

aquella mansión de aspecto señorial.― No me lo puedo creer Ale x, ¿puedes ver? ―preguntó Alice con los

ojos casi desorbitados.― Si, ahora puedo ver… ¿Está… está Mary Jane? ―no podía esperar

a verla.― Lo siento mucho Alex, ella no está en el país.― ¿Cómo? ―preguntó sorprendido.― Yo… lo siento.― ¿Pero… por qué?― Verás, cuando tus padres la echaron del hospital le pidieron que no

volviera, que no querían volverla a ver, ella pensó que la única manera depoderse mantener alejada de ti era yéndose lejos ―Alex se quedó mirandoa Alice como si se tratase de una broma de mal gusto, ―lo siento.

― No me lo puedo creer ―le dijo con la voz apagada.

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Se sintió abatido por la afirmación de Alice, ¿MJ se había ido? N o,no lo podía creer.

― Créelo Alex. N o me puedo creer que puedas ver, ¡te ves muchomejor sin las gafas oscuras! ―exclamó feliz por su recuperación.

― Gracias. Dime… ¿Dónde es que está MJ ?¿dónde ha ido?―preguntó él

― No lo sé, pero de todos modos nos dijo que aunque lo supiéramosnunca dijéramos a nadie dónde estaba.

― Maldita sea Alice, pero yo no soy cualquiera, yo soy… soy… yo…El muchacho comenzaba a desesperarse por verla, por encontrarla.― Lo sé y lo siento Alex, créeme.― ¿Puedo ver a Gilbert? ―Alex pensó que ese chico sabría dónde

estaba Mary Jane.― ¿Por qué no vienes a casa ésta tarde? ―invitó Alice anotando la

dirección en un sobre vacío.Pasó las horas vagando por las calles, intentando imaginar cómo sería,

nunca le preguntó el color de su cabello o el color de sus ojos, sólo sabíaque era delgada por lo que había notado al tenerla entre sus brazos.

Llegó a casa de Gil y Alice como habían acordado, desesperado porsaber algo de MJ.

Cuando entró en su casa Gilbert esperaba en su estudio, hicieron pasara Alexander y esperar en uno de los sillones.

― De modo que es verdad que puedes ver ―dijo Gilbert con desdén.― Si, sufrí un accidente hace unos días y el golpe que me tuvo en

coma 4 días me ha devuelto la vista.― Te ves mejor sin las gafas ―Gilbert le dio un cumplido, quizás no

era lo que quería, pero era lo que sintió en ese momento.― Gracias, ya lo había oído. Tu… eres más guapo de lo que

imaginaba, no me extraña que MJ… ―calló antes de continuar.― Ya. Bueno no tienes que temer por eso, no sé si Mary Jane te ha

dicho que somos familia…

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― ¿Familia? No, no me ha contado nada ―respondió Alexsorprendido.

Los últimos meses Mary Jane parecía haber olvidado su pasado con suamigo y Alex tampoco quería recordárselo con preguntas intrusivas.

― Al fin y al cabo tampoco sabes tanto de ella, supongo.― Supongo. Pero dime Gilbert, ¿dónde está ella?― Ciertamente está fuera del país, no nos ha dicho dónde está

exactamente. Sólo sabemos que está bien y que finge ser feliz.― Necesito hablar con ella, todo esto ha pasado por mi culpa.― Tú no la echaste del hospital, Alex. Debes entender que no me caes

bien, pero no por eso te voy a culpar de algo de lo que no tienes culpa.― ¿No te caigo bien porque estoy enamorado de MJ?Esa afirmación tan repentina dejó perplejo a Gilbert, lo suponía, lo

sospechaba de ambos, pero lo que sentía por MJ era aún demasiado fuertecomo para soportar que nadie más sintiera igual que él.

― Si, bueno…― Tampoco es que yo esté loco por ser tu amigo Gilbert, pero si no

me equivoco los dos queremos lo mejor para ella, y tú no se lo puedes dar.Solo necesito que me ayudes. ¿Ella tiene un teléfono?

― No ―dijo dolido por la respuesta de Alex, ―siempre llama ella.Pasaron un rato encerrados en el estudio, en silencio, a pesar de ser

rivales por una chica se sentían a gusto uno con el otro. Cuando Alex no sedaba cuenta Gilbert le miraba, intentando buscarle defectos.

No sabía nada de él pero en su cara podía verse todo lo que habíasufrido, quizá no como otras personas pero sí mucho a su manera, tampocopodía olvidar que Alex había estado ciego, y que se había enamorado deella de verdad, no por su riqueza, que llegó después de conocerla, o por subelleza porque nunca la había visto. La había conocido de verdad y eso eralo que apreciaba de Alex, a pesar de no gustarle.

Encima del escritorio había una foto de Gilbert y Alice, y a un ladohabía una foto de una niña pequeña, una foto que Gilbert había guardadotoda su vida, Alex no se imaginó que esa pequeña era MJ.

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― Yo… he de marcharme ―dijo Alexander con el tono apagado.― Me parece bien. ― S i habláis con ella… ― rogó.―Pásate la semana que viene, te contaré todo lo que sepa nuevo de

ella.― ¿De verdad? ― preguntó Alex.― Sí, de verdad ―afirmó Gil.― Está bien, pero si ocurre algo antes házmelo saber, por favor.― Descuida.Los dos chicos se dieron la mano y Alexander se marchó.Los siguientes meses Alexander visitó a Gilbert todas las semanas

llegando a forjar una amistad que ninguno quería reconocer pero queexistía y cualquiera podía ver.

Una tarde entre tantas otras en los que se reunían fue Gilbert quien sepersonó en la mansión Ferrell. Eleanor solo tuvo que ver lo guapo que eraGilbert para saber quién era y mientras éste esperaba la llegada deAlexander Eleanor le invitó a ver la cocina. Para sorpresa de Vicenta,Gilbert también había crecido hermosamente, entendió de inmediato lossentimientos de MJ las primeras veces que se reunieron.

― ¡Señorito Gilbert! ― exclamó la anciana.― ¡Vicenta! ―corrió a abrazar a la antigua sirvienta de su casa.― ¿Cómo ha estado? Supe por la señorita Mary Jane que se había

casado… ―le preguntó cariñosamente.― Si, bueno ya conoces a Patrick ―dijo refiriéndose a su padre, ―no

soportaba a Mary Jane y nos separó de éste modo.― Pero se siguen llevando bien, ¿no es así? La señorita Mary Jane es

muy buena.Gilbert llevó la mirada hasta la puerta, dónde había aparecido Alex.― Lo es Vicenta ―dijo Alex mirando a Gilbert―¿no es así?― Ella es la mejor ―dijo con melancolía. Gilbert y Vicenta se

despidieron y segundos más tarde salían los dos jóvenes de la cocina y dela mansión.

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Gilbert tenía una reserva en un restaurante de lujo al que iban a cenarde vez en cuando Alice y ellos. Siempre hablaban de MJ y de otras cosassin importancia cuando Alex confesó que iba a ir a buscarla.

― Necesito verla, necesito disculparme y necesito decirle lo quesiento.

― Qué romántico Alex ― le dijo Alice emocionada por ver el amorque sentía por su hermana, ―estoy un poco celosa, los dos hombres másguapos del mundo están enamorados de mi hermana.

― Pero tú tienes uno para ti sola, ―le dijo Alex simpático.― Ya bueno… ―dijo mirando a Gilbert, ―pero su corazón no lo

es…Gilbert la miró de forma cariñosa. No sentía por ella lo que había

sentido por MJ pero en cierto modo la quería, tenía la necesidad deprotegerla, de cuidarla y de atender todo lo que ella necesitase. Inclusohabía llegado a desearla en algún momento.

― Perdona que te corrija pero… no estés tan segura ―le respondiómirando a Gilbert que la miraba cariñosamente.

― Dime Alex ―dijo Gilbert, ―¿por dónde vas a empezar a buscar?Alex investigó hasta localizar las propiedades de MJ en el extranjero.

Gilbert nunca supo donde vivía MJ, aun siendo buenos amigos no podíaayudarle.

― Empezaré a buscar en el lugar más lejano ―respondió.Unos días después de aquella cena con sus ahora amigos preparó la

maleta y comenzó su búsqueda..

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― Viajeros con dirección a París por favor, diríjanse a la puerta deembarque número 17 ―dijo una voz femenina a través de la megafonía delaeropuerto. Alex acababa de facturar su maleta, era realmente poco lo quellevaba pero no quería tener que llevar el equipaje hasta el avión. Se sentóimpaciente en el asiento número G3, tenía la esperanza de encontrar aMary J ane en París.

A l llegar, después de muchas horas de viaje su cuerpo le pedía undescanso, pero no fue al hotel, tomó un taxi y después de dar al taxista ladirección a la que debía ir llegó hasta el apartamento de MJ en Francia. Eledificio parecía antiguo y descuidado, la puerta de la entrada de la calle eratoda de cristal, una señora le abrió la puerta y él le preguntó, ansioso deuna respuesta.

― Discúlpeme señora, vengo a ver a la señorita Mary Jane Daniels―le dijo a la señora que se puso a mirar una lista de las personas quehabían en el edificio.

― No señor, la señorita no se encuentra ―le respondió paradesilusión de él.

― ¿Cree usted que podría subir a su apartamento? No desconfío deusted pero necesito dejar una nota bajo su puerta.

― No tengo permitido dejar pasar a nadie sin autorización expresapero si solo va a ser dejar una nota… puede pasar.

Alex olvidó que había ascensor (lo tenía de frente mientras hablabacon la portera) corrió hacia las escaleras y subió casi volando hasta elático, un 10º piso.

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En la última planta del edificio solo había un apartamento, el de MJ.El exterior de éste era acogedor, había un sofá de raso blanco con unamesita, bajo éstos una alfombra de pelo blanca. Casi parecía un salónpequeño más que el rellano de un edificio. La puerta era ancha y de unnegro tan brillante y liso que reflejaba. Tocó a la puerta aun sabiendo queMary Jane no estaba en casa, quizá esperaba con aquel gesto que ellasupiera que le buscaba, que había volado cientos de kilómetros para verla,para encontrarse con ella, pero Mary Jane no abrió. Lo tenía previsto, perole dolió no encontrarla en París. D ejó una carta bajo la puerta y esperóunas horas en aquel incómodo sofá. Cansado del viaje y cansado por laespera tuvo que ir al hotel.

Los siguientes días continuó yendo con la esperanza de encontrarla,pero MJ no estaba en Francia y ese era uno de los destinos que debía tacharde su lista.

Echando una última ojeada a aquella ciudad en la que había estadootras veces aunque por otros motivos tomó el taxi que le llevaría alaeropuerto para buscar en su siguiente destino en la lista. Barcelona.

El avión aterrizó y tras recoger la maleta tomó un taxi que le llevó asu hotel.

Alex tenía miedo, tenía miedo de no encontrarla tampoco en España,tenía miedo de que no estuviera en ninguno de los destinos de su lista.Había olvidado pedir a Gilbert y a Alice que no le dijesen nada y quizá lehabrían dicho que la estaba buscando, quizá le habrían dicho que ya podíaver y tenía miedo de enfrentarse a él frente a frente.

Ésta vez no fue a verla directamente, esperó unas horas paratranquilizarse, necesitaba aire, necesitaba calmar esos nervios que leestaban matando y necesitaba apaciguar esas ganas locas por tener a suamada MJ delante, ganas de decirle cuanto la amaba.

Al llegar a la dirección de MJ en Barcelona encontró que tambiénvivía en un ático, también en un edificio de aspecto antiguo y desmejoradoy al subir al apartamento con permiso del portero encontró que tambiénhabía una especie de salón pequeño y tras tocar insistente a la puerta ydejar la segunda carta esperó y esperó, pero MJ tampoco estaba enBarcelona y la decepción volvió a echar a un lado a la esperanza.

― Estoy seguro que te encontraré MJ ―dijo con la voz rota mientras

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se marchaba mirando por última vez la puerta de aquel apartamento.Viajó a Paris, a Oslo, a Tokio, Nueva York, Barcelona, en todas las

propiedades esperaba durante horas para ver si volvía, dejaba una carta conla dirección del hotel donde se hospedaba, esperaba días por una respuestay viajaba a otro país. Buscó incansable en decenas de ciudades pero MJparecía haberse esfumado del mapa, Gilbert no sabía dónde estaba y él eraincapaz de encontrarla.

En unos meses creyó que ya era bastante tortura y se rindió, habíagastado mucho tiempo en buscar a alguien que se escondía de él.

Después del tortuoso viaje tocaba la vuelta a casa, la vuelta a esesolitario apartamento en aquel que había tenido a la chica de sus sueñospero el mismo apartamento en el que nunca la había podido ver.

Con la esperanza de poder sentir un poco de su esencia se metió en elque una vez fue el dormitorio de MJ , observó cuidadosamente aquellaestancia, fría pero cálida a la vez.

Caminó por la habitación como si quisiera despedirse de ella, como siquisiera recordar pero olvidar al mismo tiempo. A carició esa cama en laque solo había dormido ella, se asomó por la ventana y bajó la persianahasta la mitad. S e sentó en el escritorio y abrió el cajón esperando que ellahubiera dejado algo olvidado, su sorpresa fue mayúscula cuando en elcajón encontró una pequeña tarjeta de memoria.

La cocinera estaba terminando de fregar los enseres de cocina quehabía manchado cuando Alex la sorprendió.

― Dime, Miranda ―que así es como se llamaba, ―¿esto…? ―le dijo

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dejando sobre la isla de la cocina la pequeña tarjeta, ―¿esto es tuyo?― Supongo que no señorito, si fuera mío no estaría en su casa.― Estaba en la habitación de Mary Jane, dime… ¿cuánto hace que

está allí? ―le preguntó desesperado por una respuesta.― Ah, ya recuerdo… cuando la señorita Mary Jane se marchó esa

cosita de plástico se quedó en el suelo bajo su cama y cuando entré alimpiar la encontré ―le explicó la mujer ― parecía algo importanteporque siempre lo dejaba junto a su ordenador.

De pronto Alex recordó haberla oído teclear a toda velocidad, recordóel día que le preguntó por lo que escribía y ella le respondió que le quedabamal la barba.

Rápidamente se fue a su habitación, encendió el ordenador y trasmeter la tarjeta de memoria descubrió lo que escribía, un diario en formade cartas hacia Alex.

“Estimado Alex:S é que nunca leerás estas letras, no porque no quieras, sino porque

quizás nunca puedas volver a ver.Hoy ha sido un día difícil para mí, he despertado en una casa extraña

donde al parecer he dormido bastantes horas.Hace unos días alguien a quien amaba con todo mi corazón me

abandonó, no pensaba que eso pudiera pasar jamás pero pasó, me quedésola y destrozada.

H e terminado en tu casa casi por obligación, tu madre se ha portadobien conmigo alojándome en su casa en lugar de dejarme en un hospital opeor aún, en la calle.

Es una casualidad que en casa de la señora Ferrell, tu madre, trabajealguien a quien quería mucho, Vicenta, ella me trataba muy bien cuandoera pequeña, casi como si fuese mi propia abuela.

Es un poco raro escribir esto de éste modo, lo sé, pero es un modo dedesahogarme y tu bienvenida no ha sido muy cálida, me has hecho sentirmal por haber irrumpido así en tu tranquilidad…

Alex estaba temblando de la emoción, no podía creer lo que estabaleyendo, esas eran las palabras más sentidas que nunca había leído, pero

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solo era el comienzo.Espero que algún día podamos llevarnos bien, aunque me vaya a

marchar pronto y espero también poder ayudarte aunque sea solo unpoco.”

― N o ha sido un poco MJ, no ha sido poco ―dijo mirando al monitorcomo si pudiera verla a ella.

Pasando más archivos adelante abrió otro.“Querido Alex:

Hoy ha sido un día… emocionante, creo que podría decir.Hemos ido a la playa, al principio me daba un poco de vergüenza

quitarme la ropa delante de ti, pero estaba realmente acalorada… he dereconocer que me he puesto un poco nerviosa cuando te has quitado lacamiseta, nunca hubiera parecido que te pasas los días acostado…

Cuando he visto a Alice y a Gilbert casi me muero, llevaba meses sinsaber de ellos, cuando llegué a tu casa desconecté por completo de mi viday comencé poco a poco a olvidarme de mi familia, si, aunque Gilbert y yohubiéramos estado enamorados ahora es mi familia, bueno, en verdadsiempre lo fue, al menos en mi corazón.

Siento mucho no haberte presentado como es debido pero no sabíacómo explicarles que estaba viviendo en tu casa y bueno, tampoco queríaque se dieran cuenta de cuánto me gustas. Sí, me gustas, me gustas mucho.

A veces quisiera abrazarte. Cuando has entrado en mi habitaciónpara exigirme que te contase lo de Gilbert te hubiera abrazado y tehubiera dicho que te olvidases de él, que él ahora ya no importa, o no almenos de ese modo.

Oh y terminar en tu casa no ha sido mala suerte Alex, de hechoincluso pagaría para poder estar contigo.”

Alex estaba emocionado, leía atentamente cada palabra, sentíaprofundamente cada sentida frase. N o podía entender por qué no se habíanconfesado antes ninguno de los dos, era más que evidente que llevaban elmismo tiempo sintiendo lo mismo el uno por el otro.

Leer las cartas que se suponía nunca iba a leer estaba siendo unatortura, saber que ella había estado sintiendo lo mismo y que no había

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podido mantenerla a su lado le mataba, pero aun así decidió abrir una más.Ésta no empezaba con un estimado, un querido o un amado, empezaba

de la peor manera que podía empezar una carta.“Me estoy muriendo, me estás matando lenta y dolorosamente.Esa frase hizo que se le encogiese el alma.Llevo tres días con miedo y nunca había tenido miedo Alex. Te estoy

perdiendo sin poder hacer nada al respecto.Hace 3 días cuando apareció Michelle me sentí a morir, al principio

me emocioné cuando dijiste que era tu mujer, me emocioné pensando quequizás me querías de la misma manera que yo te quiero a ti, pero luego merecordaste la llamada de Gilbert donde le dije que no me podías verporque estabas ciego y eso me partió el corazón, realmente no sentía loque dije, me sentí mal después y me has hecho sentir mal de nuevo.

Por si no fuera esa bastante herida te has ido con ella, no has venidoen todo el día y me estoy volviendo loca pensando que quizás ella estarábesando esos labios que me muero por besar desde hace tiempo.”

El chico comenzó a llorar apretando los puños cerrados contra lafrente.

― Maldita seas Michelle… no sabes cuánto te odio ―dijo Alex envoz baja mientras intentaba no seguir leyendo.

Te he llamado cerca de 100 veces pero no respondes, ¿por qué norespondes Alex?

He intentado convencerme de que no siento nada por ti, pero no puedolograrlo. Cada vez que veo tu habitación, cada vez que veo alguna prendaque vestía estando contigo, cada vez que percibo un olor… Maldita seaAlex, estoy en tu casa y tú no estás en ella.

He estado pensando, quizás sea tarde para reaccionar, pero si novuelves esta noche mañana por la mañana me marcharé."

Esa carta no era como ninguna de las otras, esa carta le había llegadoa lo más hondo de su ser.

N o sabía cómo encontrarla pero lo necesitaba, necesitaba disculparsepor todo ese sufrimiento, necesitaba poder decirle que siempre ha sentidocomo ella y que la quería, que la quería más que a nada en el mundo.

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Capítulo 24 “Cartas a un ciego”

Alex pasó los días encerrado en su dormitorio, leyendo aquellas cartas

que nunca debió leer, Mary Jane no las había escrito esperando que él lasleyera algún día, las escribió para decirle lo que en verdad no podía decirle,para desahogarse cómo no podía hacerlo, por vergüenza, miedo oinseguridad. Esas cartas habían provocado tantos sentimientos en él quedecidió intentar encontrarla de nuevo, pero ésta vez sería de otro modo,ésta vez iba a intentar que fuera ella quién viniese a él. Imprimió todas suscartas y con paciencia y amor respondió todas y cada una de ellas.Contactaría con una editorial, una buena manera de llamar su atención erapublicando aquel diario. Sentía como si la estuviese traicionando, peronecesitaba encontrarla, a pesar de haber decidido rendirse y no buscar másno podía permitirse perderla, la quería demasiado.

“Mi querida Mary Jane:El día en que entraste por primera vez en mi vida volví a nacer, sin

haberlo planeado me arrancaste de la oscuridad en la que estabacompletamente sumido.

He de reconocer que al principio no te quería en mi casa, ahí nadiepodía juzgarme por estar ciego, nadie podía burlarse de mí, nadie merecordaría con un par de ojos sanos y ahí entraste tú, poniendo patasarriba mi mundo.

N o tengo palabras para agradecerte el bien que me has hecho, notengo palabras para agradecer a mi madre que te haya empujado a mi.

Quizá en su momento no te diera una grata bienvenida, pero te invitoa volver, a volver y a quedarte para siempre.”

“Mi amada Mary Jane:También yo creo que el día que fuimos a la playa fue especial, quizás

no de la misma manera para ti que para mí.Aquel día fue el primero en el que me di cuenta de cuánto me

gustabas, aquel día sentí celos de Gilbert, sentí por el tono de vuestras

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voces cuanto os queríais, quizás ya no lo amabas de la misma manera, peroera un cariño que quería solo para mí, y no quería compartirlo con ningúnotro hombre.

Las presentaciones no eran necesarias aunque he de reconocer queme molestó que ni siquiera les dijeras mi nombre.

Cuando salí de tu cuarto sentí haberte obligado a hablarme de tupasado, sabiendo cuanto te dolía hablar de ello, pero lo que más sentí fuehaber salido sin haberte abrazado como deseaba hacer.”

“Mi deseada Mary Jane:Ojalá no te hubieras ido aquel día, ojalá hubieras estado ahí para

hacerme recapacitar solo con tu presencia.A pesar de todo lo que lamento lo ocurrido, lo que más lamento es

haberte hecho sufrir, haberte hecho llorar y haberte perdido.Cuando veo tu habitación imagino que estás dentro, descansando o

con tus cosas, esa es la única manera de sobrellevar esta soledad y éstevacío que has dejado en mi.”

Pasado un mes tenía el libro orientado a como quería que fuera. Quería que fuera impactante, que quien lo leyese sintiera la necesidad de queMJ y Alex estuvieran juntos para siempre y no volvieran a hacerse daño.Tenía pensado hasta el título del libro “Cartas a un ciego”

― Señor F errell, tengo que serle sincero, nosotros nunca hemospublicado un libro de éstas características, sí diarios, pero nunca de estascaracterísticas.

― Puedo pagarles, de hecho no tenía intención alguna de publicar unlibro de manera gratuita.

― No, vamos a ver, señor F errell, nosotros no trabajamos así,nosotros leemos los manuscritos y después de una selección elegimos lomejores y los publicamos, su libro no es malo, por favor, no memalinterprete, es simplemente que no sabemos qué éxito podría tener.

― Es de vital importancia que me publique éste libro.― Hagamos una cosa, déjeme el manuscrito, lo leerán unos cuantos

de nuestros agentes y ellos serán los que actúen de jurado, si les gusta lo

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editamos y lo publicamos, eso no va a ocasionarle gastos, es más puedeincluso hacerle ganar mucho dinero si el libro tiene éxito.

Alexander se marchó con la esperanza de que publicasen ese libro tanimportante para él. Esperó un día tras otro hasta que pasaron dos semanas ycomenzó a desesperarse. Estaba seguro de que con ese libro la atraeríahacia él y no podía perder la oportunidad.

S e levantó esa mañana con intención de acudir a otra editorial cuandode pronto sonó su teléfono, no imaginaba la noticia que le aguardaba trasaquella llamada.

― ¿Alex?― ¡Oh Alice! ―dijo sorprendido por la llamada―¿Ha pasado algo?― ¡Es Mary Jane!― Dios mío Alice no me asustes así, dime lo que sea…― ¡Ella vuelve! ¡¡Volverá en un mes Alex!! ―le dijo repleta de

alegría.Alex dejó caer el teléfono sobre el sofá, no lo podía creer, MJ volvía,

después de un año iba a regresar.Caminaba impaciente por la casa, las dudas le asaltaban

repentinamente, no sabía si publicar ese libro, quizás ella vendría sola sintener que publicar sus confesiones para atraerla, pero ¿y si no volvía paraestar con él? ¿Y si no quería verlo? ¿Y si se había olvidado de él o teníanovio?

El timbre del teléfono volvió a sonar, ésta vez respondió con miedo,con un repentino miedo porque fuera ella.

― ¿Señor Ferrell? ―dijo una voz masculina.― Sí, soy yo, dígame.― Soy el editor, Davis O’Connell.― Oh sí, señor O ’Connell ―respondió relajando sus hombros, que se

habían tensado con esos pensamientos.― Veamos, la decisión ha sido unánime, vamos a publicar su libro,

estamos seguros de que será un éxito rotundo. ¿Podría usted venir anuestras instalaciones mañana?

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Alex se sentó por la impresión, ahora se encontraba en unaencrucijada en la que no sabía qué camino tomar.

Mary Jane llevaba fuera de casa un año, del que 10 meses había vividoen India.

Allí había vivido con una familia extremadamente pobre a la quehabía comprado una casa enorme, en esa familia eran 15 personas y habíanestado viviendo en una chabola.

MJ había sido para la gente de la zona como una especie debenefactora, con poco dinero había logrado que aquel barrio marginal,dónde todos vivían en las calles y las moscas se alimentaban de sus platosde comida, se convirtiera en un sitio respetable. A llí no vivía nadieimportante, ni famosos, ni ricos, ni gente notable por la sociedad, pero paraMary Jane esa gente se había convertido en gente importante, la tratabancomo a una reina, una reina que había convertido sus chabolas derruidas encasas con habitaciones, baños y cocinas.

Los Rai, la familia con la que MJ vivía tenían una hija, una joven de19 años con la que se llevaba muy bien. Indhira, como se llamaba estabaembarazada y a punto de dar a luz.

La familia de la joven querían tanto a MJ que le dijeron que debía serla madrina del bebé, a lo que MJ se ofreció encantada, lo que desconocíaera la tradición de la zona en la que si a la madre le pasa algo la madrina oel padrino tienen que hacerse cargo de la criatura. Unos meses después

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nació el bebé.Faltaba solo un mes para que Mary Jane volviera, había decidido que

ya estaba bien de esconderse. Estaba como loca por ver a Alex pero a pesarde ello no iba a hacerlo, seguía temiendo cómo disculparse por elaccidente. A pesar del miedo que tenía de encontrarse a Alex tenía ganasde ver y abrazar a su hermana y a Gilbert y eso fue lo que le impulsó aquerer volver.

Indhira y ella fueron a Bombay, un médico tenía que revisar al bebécada dos semanas y ese día era su tercera visita.

Caminaban por la calle cuando vieron una tienda de ropa de niños, sinpensarlo dos veces entraron y compraron un montón de cosas, ropa,peluches, colonias, pañales… Salieron una hora después. Completamentefelices con una compra enorme en las manos.

A lo lejos MJ vio a una chica que le recordó a su hermana y tuvo lanecesidad de llamarla, ésta vez no iba a esconderse más y usó su teléfonomóvil para comunicarse con ella.

― Dios mío MJ ¡eres tú!― Si, ¡soy yo!... ―le dijo anímicamente―sé que hablamos ayer, pero

me apetecía hablar contigo hoy también.― ¡Me encanta que me llames! Te hecho mucho de menos MJ quiero

que vuelvas ya…De pronto el conductor de un coche que conducía ebrio perdió el

control del coche y subió a la acera atropellando a varias personas,incluidas MJ , Indhira y el bebé.

La llamada con Alice se cortó y ésta quedó completamente paralizadapor los gritos de horror que había escuchado. Intentó llamarla cientos deveces más pero MJ no respondió.

Alice estaba desesperada, su hermana, la persona a la que más queríaen el mundo no respondía a su móvil después de esa llamada, no sabíadónde estaba y le aterraba que algo pudiera pasarle.

Varias horas más tarde el estridente sonido del teléfono rompía elsilencio de su casa para darle una noticia que le destrozaría el alma.

― ¿Es usted familiar de la americana?

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― ¿De la americana? Soy hermana de Mary Jane Daniels… ¿Ella estábien?

―Bueno… Ella ha sufrido un terrible accidente y está en estadocrítico, no sabemos lo que pueda pasar, agradeceríamos que vinieran a porella en el caso de…

― ¡No!, no lo diga… pidió Alice con desesperación en suvoz―¿Dónde está ella?

― En el hospital, claro…― Discúlpeme, la ciudad, ¿en qué ciudad está?― Bombay, India. Alice estaba destrozada, su hermana estaba en un

hospital en India, a miles de kilómetros de su familia, estaba herida y sola.De pronto entró Gilbert en la casa y encontró a su esposa llorando,

sentada en el suelo al lado del teléfono. N o sabía lo que tenía pero noquiso preguntarle, la levantó en brazos y la llevó a la habitación. D erepente dejó de llorar y sacó del vestidor un par de maletas.

― Llama a Alex, nos vamos a India ―dijo acelerada, como si jamáshubiera derramado una lagrima, como su carácter hubiera pasado deamable y alegre a alguien oscuro y agresivo.

― Alice, ¿te encuentras bien? ―preguntó Gil preocupado.―Es MJ, ha sufrido un accidente y está en estado crítico en un

hospital de Bombay. No te puedo dar más detalles porque no los sé. Llamaa Alex, viene con nosotros ―pidió.

― Oh dios mío… ¿y él lo sabe?― No, se lo vas a decir tú, pero llámalo, ¡ahora! ― ordenó.Gilbert nunca había visto en ese estado a su mujer, a pesar de llevar

casados casi dos años nunca la había visto tan nerviosa y angustiada.Llamó a Alex y en unas horas estaban rumbo a Bombay.

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Capítulo 26 Recuérdame, te lo ruego

Al llegar buscaron en uno y en otro hospital. Parecía que se la hubieratragado la tierra, en ningún sitio la reconocían o sabían de ella.

A punto de darse por vencidos alguien se acercó a ellos.― ¿Son familia de la señorita Daniels? ―preguntó un hombre ajeno.― Si, lo somos ―exclamó su hermana.― Vengan por aquí. El hombre se metió por una calle que daba a otra

mucho más ancha, los tres se miraron preguntándose dónde estaría MJ.Entraron en un edificio que parecía en ruinas y subieron a la tercera planta.

Alex estaba completamente nervioso, hacía 2 años que conocía a MJpero por fin iba a verla, por fin iba a conocerla de verdad.

En la 4ª puerta había una cama y una cuna, en la cama estaba MJ conun brazo y una pierna escayolados, un collarín y un vendaje en la cabezaque le cubría media cara, el ojo que quedaba descubierto lo teníaamoratado por los golpes del atropello, respiraba con ayuda de unamáquina de respiración asistida.

― Oh dios mío ―gritó Alice cuando la vio, se acercó inmediatamentea su hermana y sujetó su mano mientras, sin poder evitarlo, comenzaba allorar.

Alex se quedó en la puerta sin atreverse a entrar, había ansiado tantoese encuentro que le resultaba imposible parar los nervios en su pecho.

― Alex, ¿no vas a entrar? ―le dijo Gilbert, ―Te advierto que no esuno de sus mejores momentos ―fingió una sonrisa que ocultaba su másabsoluta preocupación.

― Yo… he esperado tanto éste momento…― Lo sé Alex, créeme que lo sé. Vamos, entra, está dormida, creo.De pronto les asaltó un médico en medio del pasillo.― ¿Son ustedes los familiares de la americana?― ¿Si? ―respondió Alex.

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― Vengan conmigo, tienen que rellenar unos papeles.Gilbert y Alex siguieron al médico sin que el segundo hubiera podido

ver a MJ.― Verán, son varios los documentos que necesito que firmen, la

denuncia, la adopción, su ingreso y las facturas de su tratamiento.― Perdón, adopción ― dijo Gilbert extrañado.― Si, sabrán que la madre del bebé ha fallecido y la americana es su

madrina, de modo que tiene que hacerse cargo de la niña.Los dos jóvenes se quedaron mirándose incrédulos, pero después de

leer y firmar varios documentos entendieron a lo que el médico se refería.Mary Jane, que aún permanecía inconsciente debía hacerse cargo de

un bebé que aún no tenía un mes de vida, su madre, Indhira, había fallecidopor culpa del atropello junto con otras dos personas más, Mary Jane tuvo lasuerte de chocar contra el cristal de un escaparate que se rompió, eso ayudóa que no muriera, aunque había quedado en ese estado.

― Deseamos llevárnosla a casa ―dijo Gilbert al médico.― Sacarla del país en ese estado es peligroso ―le respondió

éste―quizás al menos deberían esperar a que se despertase y quecomenzase a respirar por sí misma.

Gilbert no quería dejar a MJ en aquel hospital, haría lo que fuesenecesario para llevársela.

Los dos chicos fueron a la habitación dónde estaban Alice, MJ y elnuevo miembro de la familia, el recién adoptado bebé. A l entrar MJ habíadespertado y se quejaba de que le molestaban los tubos, al parecer estabamejorando y quizá ya no necesitaba esa maquinaria que le ayudaba arespirar.

Alex y ella cruzaron las miradas y el silencio se instaló en lahabitación. Alexander tenía el pulso tan acelerado que casi podía el latidode su corazón en todo el hospital quería correr hacia ella y abrazarla porsiempre pero el miedo a una reacción negativa lo mantuvo anclado alsuelo. La mirada de MJ sin expresión alguna pasó de Alex a Gilbert, que lamiró con una sonrisa radiante.

― Menos mal que te despiertas, dormilona ―dijo feliz porque

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hubiera despertado.― Alice, ¿quiénes son ellos? ―preguntó a su hermana mirándolos

como a extraños, al parecer recordaba toda su vida a excepción de Gilbert yAlex.

― Mary Jane cariño, no bromees, estaban tan preocupados como yo,Alex incluso más…

― ¿Alex? ―preguntó mirando a los chicos, como si se supusiera quedebía saber cual era.

Alex salió de la habitación con lágrimas en los ojos, no podía creer loque estaba pasando, MJ no le recordaba y eso le dolía incluso más que eltiempo que había estado escondida de él. Gilbert se quedó completamentehelado, después de lo que habían pasado al parecer tampoco lo recordaba aél, de pronto salió corriendo en busca del médico que la atendía.

― Disculpe doctor, necesitamos que vea a la señorita Daniels cuantoantes.

― ¿Ha pasado algo? ¿Ha despertado?― No sólo ha despertado… vamos venga ― pidió histérico.Después de varias pruebas los resultados fueron positivos, n o había

daños cerebrales de ningún tipo y que no reconociera era algo pasajero.Pasada una semana en la que Alex no se movió de al lado suyo a MJ le

quitaron la venda de la cabeza y el collarín, la inflamación de sus ojoshabía desaparecido y los moratones comenzaban a desaparecer, se sentíamejor y más animada aunque un poco extraña por tener que cuidar al bebéde Indhira, a la que recordaba perfectamente.

― Dime Alex, ¿de qué nos conocíamos? ―preguntó ella.Hacía días que Alex estaba ahí, tenía bastante confianza con su

hermana y con su cuñado y le resultaba muy atractivo.― No lo pienses, ya me recordarás ―le dijo él con una sonrisa.― Pero dime, ¿de qué nos conocemos? ―volvió a preguntar curiosa.― No te lo diré ―jugó con ella aunque con un tono tristón del que

ella se percató, ―tendrás que recordarme tú.Una semana y media después estaban de regreso a América.

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Hacía días que habían vuelto y Alex había preferido dejar las cosastranquilas por unos días, MJ tenía que cuidar un bebé y Alice y Gilbertestaban con ella, no quería verla de nuevo hasta que no estuvierarecuperada del todo para evitarle el estrés de tener que lidiar además conun extraño.

Alice le mantenía informado de todo lo que hacían y de su mejoría, dehecho ya iban a quitarle las escayolas y se había recuperado bien de susheridas.

Pasados unos días sonó de pronto el timbre del apartamento de Alex,pensando que se trataba de su madre abrió la puerta sin mirar y volvió a suhabitación dónde estaba terminando de vestirse, MJ se quedó en la puertacon el carrito del bebé, esperando a que le invitara a pasar pero no lo hizo yse quedó esperando.

Después de unos minutos Alex salió para ver por qué su madre noentraba y encontró a MJ con una sonrisa radiante.

― O h, Dios mío Mary Jane, ¿pero qué haces tú aquí? ― Sin poderloevitar corrió a abrazarla, abrazo que devolvió tímidamente.

Vestía unas botas de cowboy con unos vaqueros ajustados de unaforma muy sexy y una camiseta rosa recortada por la cintura que dejaba suombligo al descubierto, su pelo rubio y ondulado caía hasta la cintura y susbonitos ojos azules se habían iluminado al verlo.

― ¿Cómo sabías donde vivo? ¿Has recordado? ―dijo repleto deemoción.

― No aún no, ha sido Alice quién me ha dado tu dirección, pero dime

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Alex, ¿por qué no me siento extraña? ¿Por qué tengo la sensación de haberestado aquí antes? ― preguntó mirando a su alrededor.

Casi no podía creer que pudiera recordar de un momento a otro.― Ven, te voy a enseñar el resto de la casa ―le dijo tomándola de la

mano, ―puedes dejar al bebé aquí.MJ le siguió incondicional, como si sintiera que podía fiarse de él. La

llevó hasta el que fue su dormitorio, que no había cambiado ni un poco, lallevó a su habitación, allí aún sintió más esa sensación de haber estado ahíantes.

― Me siento extraña ―le dijo con el ceño fruncido a modo deconfusión―tengo sensación de Déjà vu, pero… no sé qué es lo que mehace sentir así.

― ¿Soy yo quién te hace sentir rara? ―preguntó preocupado.― ¡No! Me haces sentir bien ―sonrióLas ganas de abrazarla superaban sus fuerzas para contenerse pero

debía aguantarse, no podía asustarla, no debía olvidar que ahora él era unextraño.

Pasadas unas horas el bebé necesitaba comer y tuvo que marcharse acasa.

― Dime Alex, ¿vendrás a vernos? ¿Sabes dónde vivo?― Por supuesto, si me lo pides iré a veros todos los días y, por

supuesto que sé dónde vives ―sonrió guiñándole un ojo.― Pues… te pido ―pidió ella tímidamente.Para Alex tener a MJ delante, poder verla y poder sentirla era más de

lo que podía soportar, si antes estaba enamorado de ella el sentimientoahora se había multiplicado por mil.

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Capítulo 28 Mariposas como las de mi estómago

Comenzaron a pasar los días y Alex empezó a visitar a MJ cada vezcon más frecuencia, preparaba los biberones, cambiaba los pañales de lapequeña, se comportaba como si ese bebé fuese también su hija.

MJ lo miraba siempre disimuladamente, solo con su presenciacomenzaba a ponerse nerviosa pero no entendía el por qué.

Después de varios días Alice fue a por ellos, quería que salieran juntoscomo lo hacían antes, cuando Alex estaba ciego así, quizás, con ese métodoconseguía que su hermana se diese cuenta de lo que en realidad pasaba, quese estaba enamorando se Alex sin recordar nada de él.

― Vamos chicos, vestid al bebé, hoy tenemos entradas para elmariposario ―dijo Alice con una sonrisa.

― Pero con la niña… ― replicó Mary Jane, ―sería mejor que nosquedásemos en casa.

― Mary Jane, Mary Jane… lo que tú quieres es estar sola con Alex,no es así ― descubrió la morena.

― Por favor, no digas eso… ―respondió ruborizándose al ver queAlex la miraba sonriente.

― Vamos Mary Jane ―le dijo Alex cogiéndola de la mano, ―preparatú el bolso y yo la visto.

― Parecéis un matrimonio con vuestro primer bebé ―dijo Aliceriéndose a la vez que Alex se giraba y la miraba sonriente.

Estaban en la habitación mientras Alice observaba desde la puerta, suhermana nunca había podido engañarla, siempre podía leer en sus gestos loque pensaba y sus gestos le decían que le gustaba Alex, que sentía algo porél, aunque no lo recordase.

Pasada media hora Gilbert tocó al timbre y un momento despuésestaba en la puerta de la habitación junto con su mujer.

― ¿No te parece tierno? ―le preguntó ella a su marido.― Me parece increíble que ahora de repente tenga que cuidar de ese

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bebé.― Hace ya 3 meses del accidente que casi nos la roba, a cambio

tenemos una sobrinita.― Parece feliz ―sonrió é l, mientras la miraba con esa niña.― Lo es… observa como mira a Alex ―decía ésta emocionada.Gilbert comenzó a sentir celos repentinos, no entendía como una

persona podía enamorarse de otra 2 veces, pero a su vez estaba emocionadode ver lo bien que estaba, había sufrido tanto por Alex que ahora merecíaser feliz, aunque no le recordase.

Cuando entraron en el recinto de las mariposas parecían haber entradoen un mundo mágico, un mundo donde parecía que nada podía hacerlesdaño, hacia el fondo se extendían puentes y cascadas, árboles y plantas, ymariposas, miles de mariposas.

Alex llevaba ahora el carro con la niña y MJ miraba embobada comouna cría todas las mariposas que revoloteaban cerca de ella.

―¡Mira Alex! ¡Esa es naranja! O ¡esa parece una hoja! ―señalabacompletamente alucinada.

Caminaba sin mirar dónde ponía los pies tropezando a cada rato conlas farolas que decoraban el recinto o con los troncos con los que estabanhechos los puentes.

Alice le pidió a Alex que le dejase llevar al bebé, de manera quepudiera adelantarse e ir con su hermana. De pronto ésta tropezó, Alex tuvoreflejos y la sujetó inmediatamente para que no cayese al riachueloartificial que había.

― Ya está bien señorita, no puedo dejar que te tropieces otra vez, demodo que… ―se interrumpió a si mismo levantando a MJ en brazos, ―apartir de ahora harás la visita en mis brazos.

― No Alex, ¡suéltame! ― pidió avergonzada, temía que él se dieracuenta de los efectos que causaban en ella.

― N o te voy a soltar, y si no quieres que te cargue en brazos súbeteen mi espalda.

― ¡N o! Bueno, en la espalda mejor ―rió. La visita al mariposarioterminó y volvieron a casa caminando, realmente parecían un matrimonio.

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Mary Jane había estado sintiendo mariposas en el estómago, tantas quecreía haberse comido un millar de ellas, parecían calmarse cuando sealejaba del rubio, pero cuando Alex se acercaba…

A l llegar a casa Alexander bañó al bebé y después del biberón lametió en su cuna.

― Yo… he de irme MJ, es tarde.― Alex, son las 10, ¿te apetece quedarte a dormir?― ¿En tu cama? ―dijo para molestarla, le encantaba molestarla, le

recordaba esos meses pasados en los que ella había estado en su casa y lamolestaba con tonterías.

― ¡Oh no! Tengo más habitaciones, ¿sabes?Alex rió a carcajadas cuando escuchó su respuesta, era exactamente la

misma chica que él recordaba, a pesar de que él no la había visto y ellaahora no recordaba esos meses que pasaron juntos.

― Creo que me iré a casa, de verdad me apetece quedarme, pero serámejor que me vaya.

S in querer dio un golpe a la silla donde MJ tenía colgado su bolso yéste se cayó, dejando fuera un libro.

― O h, lo siento… ―dijo mientras lo recogía del suelo―¿Te gustaleer?

― ¡Claro! ¡A quién no! ― sonrió― Este va de una chica que escribeun libro basado en la vida de alguien a quién ella no conoce pero que enverdad es real…

― Interesante, si ― fingió, a él no le gustaban las novelas románticasdonde al principio todo es una tortura y luego todo es felicidad, le parecíanpuras fantasías, pero no pensó que su vida era exactamente así.

― Ojalá pudiera escribir un libro que llegase al corazón de todo elmundo ―dijo fantaseando con el libro entre los brazos.

Alex recordó entonces que su plazo para publicar “Cartas a un ciego”caducaba en un par de días.

― Bueno MJ, mañana nos vemos, ¿de acuerdo? ―ella respondió conuna media sonrisa y tras un abrazo se marchó, dejando a Mary Jane con las

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ganas de haberlo tenido ahí un rato más al menos.Cuando llegó a casa se fue directamente al sofá, ahora estaba en una

encrucijada, en una de verdad, si publicaba ese libro cumpliría el deseo deMJ de “llegar al corazón de todo el mundo”, y quizá, con suerte iríarecordando poco a poco. Por otro lado sentía que si publicaba ese libro laestaba traicionando.

Después de varias horas sentado y a oscuras dio con una solución,algo que realmente deseaba hacer y, con su decisión tomada se fue adormir.

MJ llevaba cerca de una semana sin ver a Alex y comenzaba adesesperarse, había ido a su casa todos los días, Alice le había dicho queesa semana estaba muy ocupado con un asunto. Estaba un poco molesta porque le hubiera contado a su hermana pero no a ella, pero a pesar de suenfado no podía evitar el deseo de verlo de nuevo.

Alex estaba tramitando la publicación del libro y no tenía tiempo devisitar a su querida MJ y a su adorada niña. Durante la semana teníareuniones, visitas, trámites, firma de documentos y cuando por fin tenía unrato libre era por la noche, pero a pesar de su deseo por verlas no queríamolestar.

Después de los días de tortura en los que no se habían visto se publicóel diario en forma de cartas que había escrito MJ.

Alex se estaba vistiendo para ir a visitar a MJ cuando alguien llamó ala puerta, como la vez anterior creyó que era su madre y abrió sin mirarvolviéndose a marchar a su habitación, ésta vez MJ y él tenían bastante

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confianza como para que entrase sin permiso en su apartamento.De pronto el bebé comenzó a llorar y Alex que no había terminado de

vestirse salió corriendo para ver a MJ , sabiendo con total certeza que eraella.

― ¡No te esperaba!, estaba… ―se miró el torso desnudo con cara deconsecuencia, como si le diera vergüenza que ella le viera así.

S in pensarlo y sin terminar la frase se dio la vuelta para ir a suhabitación y terminar de vestirse.

― Estoy enfadada contigo Alex ―le dijo ella para que no terminasede irse―termina de ponerte la camiseta aquí ―le dijo señalando la manode la que colgaba la camiseta que iba a ponerse.

― ¿Enfadada? ― preguntó él.― Creía que teníamos bastante confianza como para que me contases

las cosas... pero veo que no.― N o entiendo ―afirmó él sin saber a lo que se refería.― Ibas a estar toda una semana tan ocupado como para no venir a

vernos… ¿y no pudiste decírmelo?Aquella última frase provocó en él unas ganas incontenibles de

abrazarla, de modo que sin pensarlo se dejó llevar y la abrazó rodeándolacon sus largos, fuertes y cálidos brazos.

― Perdóname… hubiera pagado por conseguir tiempo para pasarlocontigo, créeme, pero estaba realmente ocupado y cuando tenía tiempo yaera muy tarde por la noche…

― Pero aunque fuera tarde… hubiera preferido verte aunque solofuera un rato…

Alex apartó a MJ por los hombros dejándola justo de frente.― Mary Jane, ¿te gusto? ―preguntó.S i la conocía tan bien como creía le daría exactamente la respuesta

que le dio a su madre tiempo atrás “hay muchas maneras de gustar, megusta salir con él, ir a sitios con él”…, en cambio sólo se ruborizó y asintiótímidamente. En ese momento Alex creyó que se trataba de un sueño, nopodía creer que estuviera admitiéndolo, que tuviera delante a la persona a

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la que más amaba en el mundo y, que esa persona estuviera admitiendo quele gustaba.

― Pero no me gustas como hombre ―mintió deliberadamente―megusta salir contigo, ir a sitios contigo... ―de pronto él comenzó a reír acarcajadas.

― Dios, lo sabía ― continuó riendo, para confusión de ella.― ¿Que sabías qué?― Olvídalo, ¿vamos a casa?A casa… esas palabras la hacían sentir bien, ni siquiera se había dado

cuenta de que se había acostumbrado tanto a Alex que no podía pasar unsolo día sin él.

― Podías mudarte con nosotras… ―dijo sin pensar.― No… no quisiera ser una molestia.― No lo serás, me ayudas mucho con el bebé.― De modo que… ¿solo es por la ayuda del bebé? ― preguntó

jugando, con el entrecejo arrugado.― ¡No! Es solo que… bueno así no tendría que venir hasta aquí para

verte… ―sonrió, intentando justificar su atrevida propuesta, realmentequería verlo a cada momento, aunque no fuesen pareja.

Sin pensarlo demasiado le pidió que esperase unos minutos y en unabolsa de deporte, de cuando hacía motociclismo metió un par de mudas, sucepillo de dientes, su portátil…

A l llegar a la mansión D aniels Alex llevó a la pequeña hasta su cunay pidió a MJ que le mostrase cuál sería su cuarto, sin pensarlo le llevó a undormitorio enorme de la segunda planta, uno que quedaba justo al lado deella, la cama la tenía situada justo en el lado opuesto de la pared donde MJtenía la suya, de manera que cuando estuviesen cada uno en su cama loúnico que les separaría sería esa pared.

― ¿A l lado tuyo? ― preguntó él.― S i, claro, es la segunda habitación más cercana a la escalera, ¿ves?

― dijo volteándose para enseñarle y para ocultar los colores de susmejillas.

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― Uhm… veo que la cama está pegada a la tuya… afirmó mirando alinterior del dormitorio.

― ¿Perdona? Está pegada a la pared ―respondió con el ceñofruncido―pegada a la pared…

― Ya veo… espero que no ronques ―bromeó.Ella golpeó con su puño en el brazo de él a modo de respuesta.Pasaron unos días, Alex tenía ya publicado su libro, habiendo hecho

ciertos trámites para aparecer como autor anónimo, recibió varias copiasque llevó a su apartamento, pero tomó una, quizás la más importante paraél, la copia que iba a regalarle a MJ.

A l llegar a casa dejó el libro en una mesa, esperando que MJ loencontrase y así lo hizo, por la nota adhesiva de la cubierta supo que erapara ella

“Hoy he encontrado éste libro pasando por una librería, al parecer esinteresante, espero que te guste”

Sin poder esperar un momento más buscó un lugar tranquilo, ycomenzó a leer completamente metida en la historia

“Estimado Alex:S é que nunca leerás estas letras, no porque no quieras, sino porque

quizás nunca puedas volver a ver.Hoy ha sido un día difícil para mí, he despertado en una casa extraña

donde al parecer he dormido bastantes horas.Hace unos días alguien a quien amaba con todo mi corazón me

abandonó, no pensaba que eso pudiera pasar jamás pero pasó, me quedésola y destrozada…”

S e emocionaba tanto con algunas partes que no podía contener laslágrimas…

Cuando Alex llegó la encontró llorando en la cocina mientras seservía un vaso de agua.

― Dios mío Mary Jane ¿estás bien? ―preguntó preocupado, ella dejóel vaso sobre el mármol de la cocina y corrió a abrazarlo.

― Muchas gracias por el regalo Alex ―le dijo hundiendo la cara en

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su pecho―, es un libro precioso.― Me alegra mucho que te guste ―dijo intentando ocultar su

repentina tristeza, ―¿lo has leído entero?― No aún no… si no paraba se me iban a secar los ojos, ―rió alegre.De pronto Alex sintió un repentino miedo, miedo a que su plan no

surtiese efecto, miedo a que no recordase nada, pero ese miedo comenzó adesaparecer cuando ella se acercó y le besó en la mejilla.

― Gracias otra vez ―en su boca había dibujada una sonrisa y en susojos gratitud por el regalo, pero él veía algo más, algo que provocaba en élun deseo incontrolable por besarla.

Alex se dejó llevar colocó sus manos en su cintura y en su cuello y latrajo hacia él.

― Ojalá me recordases ― le susurró en los labios antes de besarlos.MJ estaba sorprendida, no podía creer que la estuviera besando, que la

estuviera besando tan dulce y apasionadamente a la vez, quiso apartarsepero le gustaba, le gustaba sentirse tan pequeña rodeada por los brazos deese chico.

De repente sonó el móvil de ella, rompiendo ese momento mágico quepor fin estaban viviendo.

― Maldito Gilbert ― murmuró.― ¿Cómo sabes que es él Alex?― Porque siempre que tenemos un momento de cercanía ahí está él

para interrumpirlo.MJ se quedó pensativa, por un momento pensó que quizás Alex y ella

se habían besado ya tiempo atrás, ese tiempo que no recordaba, pero tuvoque interrumpir esos pensamientos para atender su llamada. N o era Gilbertpero sí Alice.

― ¡Alice! ―exclamó feliz.― Mary Jane ¿está Alex en casa? ―preguntó tajante.― Sí, claro.― Pásamelo, necesito hablar con él inmediatamente ― reclamó.

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Alice acababa de pasar por una librería en la que anunciaban un libro,un libro en el que los protagonistas se llamaban Alex y Mary Jane.

― Dime Alice ―pidió molesto por la interrupción.― Alex tenemos que hablar. D e ese libro. ―dijo, su voz sonaba

áspera.― ¿Cómo lo has sabido? O s lo iba a decir esta misma tarde…

―explicó.― Lo están anunciando en la librería que hay camino de mi

casa...Dime que lo que he escuchado es una casualidad, que no haspublicado las cartas que escribía mi hermana…

― ¿Te importa si hablamos luego? ―solicitó él.― No Alex, voy a Daniels ahora mismo, necesito que me lo

expliques, que me expliques porqué la has traicionado de esa manera. Dios,y yo que pensaba que la querías…

― Eso no lo cuestiones nunca ¿de acuerdo Alice? ¡Nunca! ―discutiócortando la llamada molesto.

Sin dar una explicación se giró y se marchó a su habitación, dejando ala joven mirando incrédula su reacción con Alice, no quería preguntarlepor lo ocurrido, por el motivo que le había molestado.

El bebé dormía y Mary Jane la llevó hasta su cuna. Ya en suhabitación, completamente emocionada por ese beso se tiró contra la camay comenzó a reír, cubriéndose la cara con un cojín para que él, en lahabitación de al lado no pudiera escucharla.

Page 156: Una segunda oportunidad-Pilar Parralejo

Alice llegó a la mansión de su hermana, donde ahora vivía Alex ypidió reunirse a solas con él, estaba molesta por no haberles dicho nadaacerca del libro. MJ ni siquiera recordaba haber escrito esas cartas y él lasestaba publicando.

― Alice, la quiero y vosotros sabéis mejor que nadie cuanto hesufrido, sabéis mejor que nadie que hubiera dado cualquier cosa por tenerlaconmigo otra vez.

― Pero no engañándola Alex.― No me hagas sentir peor, te lo ruego…― Pero, ¿por qué discutís? ―preguntó MJ detrás de la puerta del

antiguo estudio de su abuelo, no entendía por qué su hermana había llegadotan molesta.

La niña comenzó a llorar, interrumpiendo la discusión del rubio y lamorena.

― Tengo que atender a la niña ―dijo él intentando zafarse de lareprimenda.

― Si, muy oportuno, pero mi hermana es su madre adoptiva y tú noeres nada para ella solo un amigo ―Alice lo dijo sin querer herirlo, lo dijosólo para darle a entender que ella era quién debía hacerse cargo del bebé,no él.

Alex sintió como si su amiga le clavase un puñal, hacía más de un añoque se conocían y un año desde que salían los 3 juntos y en ese momento,en ese preciso instante sintió que no era nada, que realmente no leapreciaba, no al menos como lo hacía él con ella y con Gilbert.

― S i, lo sé. Yo… debería mejor irme a mi casa y olvidarme, dejartranquilas a Mary Jane y a la niña ―dijo saliendo por la puerta

― ¡Alex! ―gritó Alice, pero éste corrió escaleras arriba para ir a suhabitación.

Metió su ropa en la bolsa de deporte y se marchó de la casa sin decirnada cerrando la puerta de un portazo.

― Alice, ¿qué ha pasado? ―preguntó MJ al haber escuchado el golpeen la puerta―¿dónde ha ido?

― Yo… lo siento MJ , es solo que he dicho algo que no debía ―se

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disculpó.― ¿Alex, se ha molestado?― Y se ha marchado, me temo.― ¿Cómo?Mary Jane corrió sin pensarlo a la calle, esperando encontrar a Alex

pero no lo hizo, volvió a casa extrañada, no sabía que le había molestadotanto como para marcharse de ese modo.

Alexander llegó a su apartamento con el ánimo por los suelos, noesperaba que Alice, que siempre le había dado ánimos con su hermanaahora le hubiera dicho que él solo era un amigo, se sentó en el sofá y lanzóla bolsa con la ropa contra la puerta. A poyó la frente sobre sus manos y loscodos sobre las rodillas.

― Maldita sea, ya sé que solo soy un amigo, pero daría lo que fuesepor ser más que solo eso.

A hora debía añadir cómo iba a disculparse con MJ por marcharse deesa forma, sin decir nada, sin despedirse.

Alice nunca había visto a Alex tan molesto, parecía realmenteofendido y se sintió culpable por haber dicho algo así y antes de marcharsepidió a su hermana que fuera a verle.

Después de despedirse de su adorada hermana subió con el bebé,cambió su ropa cuidadosamente, la peinó y la perfumó.

Caminó todo lo deprisa que pudo, arrastrando el carrito con la niñapara encontrarse con Alex.

A l llegar a su piso tocó incesante el timbre, llamó a la puertaincontables veces pero él no abría. Alex supuso que Alice querríadisculparse por el modo en que le había hecho sentir y en ese momentoestaba demasiado dolido como para poder hablar civilizadamente. Habíabuscado un hotel en la parte más lejana de la ciudad y se había instaladopara pasar allí la noche.

D os horas después llegaba a Daniels de nuevo con la pequeña, eraextraño no ver a aquel imponente chico de 1,95m paseando por la casa conla niña o en la cocina sirviéndose un zumo… se acercó a la que había sidosu habitación, habitación de la que se había llevado casi todo, como si no

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fuese a volver. Buscó su teléfono móvil y le llamó una y otra, y otra vezvez más, una docena de veces, hasta que por fin respondió.

― Dios mío Alex, por fin respondes, no sabes lo asustada que estabapensando que te había ocurrido algo… ― dijo ella feliz al escuchar quedescolgaba.

― Estoy bien Mary Jane siento mucho haberme marchado de esemodo, pero por favor no me llames en unos días… ―respondió él con tonotriste.

― ¿Pero por qué? ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Qué te ha dicho Alice?―¿Te importa si lo hablamos en otro momento? Me temo que en este

momento no es conmigo con quien puedas tener una conversaciónagradable. Lo siento mucho, pero he de dejarte, te llamaré dentro de unosdías, ―le dijo antes de colgar mientras cerraba con fuerza los ojos, yapretaba la mandíbula y los puños.

Mary Jane se quedó mirando la pantalla del móvil completamenteasombrada por lo que acababa de pasar, no solo había cortado la llamada,además le había pedido que no le llamase y que ya contactaría él. Molestalanzó el teléfono contra la cama maldiciéndolo sin sentir lo que decía.

Poco a poco iban pasando los días, los minutos parecían horas y lashoras días, pero lentamente iba avanzando el reloj y con él el calendario.

Eran ya 3 días los que Alex no daba señales de vida, a pesar de supetición MJ no podía evitar llamarle, quería hablarle, escuchar su voz, peroél no respondía.

―Está bien Alex, ¿no quieres hablar conmigo? Me parece bien…―se decía, ―no, no me parece bien… no sabes cuánto te odio… ―semintió a sí misma para convencerse de quitarse a Alexander de lospensamientos.

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Capítulo 31 Ese libro… ¿lo escribí yo?

Pasaron unos días, después de pensar y descansar estaba mástranquilo, había organizado sus pensamientos y sus prioridades, así que,cuando se supo con valor volvió a casa de MJ . Necesitaba hablar con ella,necesitaba decirle lo que sentía y pedirle que salieran juntos como parejapero MJ estaba enfadada, le rehuía, quería hacerle pasar por ese castigo porel que él le había hecho pasar esos días sin que ella hubiera hecho nadapara merecerlo.

― Lo siento Alex, pero ahora soy yo quien necesita unos días, novengas y no me llames, ya contactaré contigo cuando se me pase.

― Lo siento MJ, sé que me excedí un poco, sobre todo porque notenías la culpa.

― N o tenía la culpa pero me lo hiciste pagar a mí…― Lo sé, lo siento, perdóname…― N o sé… ya te llamaré ―dijo cerrando la puerta y dejando al rubio

en la calle.Alex no se lo podía creer, MJ estaba actuando de un modo que nunca

se hubiese imaginado pero tenía razón, él se había molestado con Alice yera a MJ a quien había hecho pagar.

A pesar de sentirse de un modo extraño cuando Alex no estabacontinuó con su vida de un modo casi normal.

Siguió leyendo ese libro que Alex le había llevado, ese libro que lehacía sonreír y llorar, cada vez con más frecuencia tenía sueños queparecían recuerdos rotos en los que nadie tenía cara pero en los que ellasufría y reía, cada vez más ese libro le parecía más una especie dememorias, en las que la protagonista no era una extraña sino ella misma.

― Alice… ―dijo a su hermana cuando ésta descolgó―creo querecuerdo algo… ―continuó, cerrando el libro a la vez que susojos―recuerdo a un chico… alguien que me hizo una promesa, pero nopuedo recordar su cara…

― Dios mío MJ ,¿estás bien? ―preguntó su hermana asustada.

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― Estoy feliz Alice, parece que por fin podré recordar… ―dijoemocionada―tu eres mi hermana, ¿sabes algo de ese chico?

Alice no podía decirle quién era aquel chico que le había hechoaquella promesa, tenía miedo de que a su hermana le ocurriese algo sirecordaba de pronto, a parte había otro motivo oculto que se negaba areconocer, se había enamorado de Gilbert, ese chico al que su hermanahabía querido toda su vida y que había perdido por su culpa.

S in saber muy bien qué hacer llamó a Alex, debía informarle que suhermana comenzaba recordar, era poco, solo un recuerdo de su infanciacon Gilbert, pero era un recuerdo que estaba retomando una parte de susrecuerdos de donde nunca debió borrarse.

― Soy Alice ―dijo ésta cuando él descolgó―no me cuelgues.― N o lo haré Alice, dime, ¿para qué me llamas? ― preguntó con

monotonía.― Bueno, sé que es un poco tarde, pero discúlpame por lo de la otra

vez…― N o hay nada que perdonar, tenías razón, en la vida de tu hermana

solo soy un amigo.― No eres solo eso Alex, lo sabes, sabes que ella te quiere…― ¿Es ese el motivo de tu llamada?― N o, es MJ , creo que empieza a recordar algo.― ¿Cómo? ―preguntó sorprendido.S in pensarlo cortó la llamada y fue hasta su habitación, no podía

creerlo, comenzaba a recordar. S e vistió a toda prisa y corrió hasta lamansión D aniels, necesitaba verla, necesitaba estar con ella.

A l llegar tocó al timbre insistentemente pero MJ no abrió. J ustofrente a la puerta de entrada había un banco y, sabiendo que ella mirabadesde una ventana se sentó con la esperanza de que se apiadase de él y ledejase entrar.

― S é que me estás viendo, voy a quedarme aquí hasta que me abras―susurró mientras tomaba asiento frente a su casa.

Mary Jane lo miraba desde la ventana, tenía un nudo en el estómago

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que le impedía respirar con normalidad, le quería demasiado como paradejarlo en la calle, pero estaba molesta por haberse ido de aquel modo ypor haberle pedido que no le llamase. Cerró la cortina mientras unalágrima caía por su mejilla y se dijo a sí misma que iba a ser fuerte y no leiba a abrir.

Llegó la noche y, tal como decían las previsiones comenzó a nevar,Alex había dicho que no se iba de allí y a pesar del intenso frío y de lanieve seguía sentado frente a la mansión.

Eran más de las 2, a pesar de llevar más de 3 horas en la cama nopodía dormir pensando que quizás Alex seguía allí sentado y aunquedeseaba con todas sus fuerzas que no se hubiera ido lo mejor era que sehubiera resguardado de la nevada.

S e puso en pie, se cubrió con una fina manta y se acercó a la ventana.― Dios mío, ¡estás loco! ―dijo mientras corría para hacerle entrar,

su corazón estaba agitado sabiendo que en pocos segundos más iba atenerlo cerca otra vez―¡Alex! ― llamó desde la puerta, tenía los piesdesnudos hundidos en la nieve.

― Yo… ―dijo él sin poder decir nada más a causa del frío.― Pasa… ―le dijo señalándole hacia la puerta.A l ponerse en pie estaba entumecido, las piernas no le respondían y

MJ comenzó a sentirse mal por él. S e acercó y le rodeó con la mismamanta que ella. Mientras le sujetaba por la cintura le ayudó a entrar.

― ¿Estás loco? Podrías ponerte enfermo por esto.― Estaba dispuesto a hablar contigo, aunque hubiera tenido que

dormir una semana en ese banco.― S i, ¡¡definitivamente estás loco!! ―sonrió nerviosa.Le ayudó a subir al dormitorio que había ocupado Alex, y a pesar de la

vergüenza que sentía le ayudó a quitarse la ropa mojada, tenía el pecho aldescubierto y la miraba de un modo que la ponía nerviosa, de pronto Alexagarró una de sus manos y la colocó justo en medio de su pecho, tenía lapiel fría y el contacto con su mano caliente hizo que se le erizase la piel.

― Date una ducha caliente Alex ―le dijo mientras temblaba, teníamiedo de que quisiera continuar lo que estaba empezando.

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― Estoy bien así MJ ―le dijo mirándola a los ojos mientras apretabasu cálida mano contra su pecho.

― Alex, no quiero que te enfermes, date una a ducha caliente, porfavor.

El modo en que se lo había pedido era más de lo que podía soportar demodo que obedeció, la sacó del dormitorio para poder terminar dedesvestirse y se metió en el baño.

MJ no podía creerlo, no podía entender de qué modo aceleraba esechico su corazón. S e apoyó en la puerta, cerró la mano que había tocado elpecho de él en un puño y la llevó hasta el suyo, que latía desbocado.

Cuando se supo más tranquila bajó a la cocina para prepararle algocaliente.

Pocos minutos después salió Alex del baño vestido con un chándalazul. Cuando ella lo vio comenzaron de repente a llegarle imágenes de unchico vistiendo exactamente lo mismo, un chico por el que sentía algo ycon el que salió de compras, un chico ciego. C reía estar volviéndose loca,era exactamente lo que había soñado al leer ese libro, una coincidencia tangrande no podía ser real.

― O h dios mío… ―dijo buscando algo dónde apoyarse.― Mary Jane, ¿estás bien? ―preguntó preocupado.― Alex… yo… ¿has estado ciego alguna vez? ― preguntó sin

pensarlo―Oh no, perdona, no quería decirlo en voz alta… ―dijosintiéndose tonta por preguntar algo así.

― Si MJ, he estado ciego, tuve un accidente y me quedé ciego...Esas palabras movieron el suelo bajo sus pies, sin querer se dio cuenta

de que ese libro era su vida, el protagonista se llamaba igual, Alex tambiénhabía estado ciego y también había una Alice y un Gilbert… sin decir unasola palabra se marchó a su habitación, se estiró en la cama y comenzó amirar el techo.

Alex supo que algo no estaba bien, pero estaba aterrado, no podíapreguntarle, no podía ir a su habitación a indagar, tenía demasiado miedode herir los sentimientos de MJ o aún peor aún, de provocar su enfado.

Cuando MJ despertó por la mañana estaba un poco más tranquila, bajó

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a la cocina, dónde Alex estaba dando el biberón a la pequeña, se acercó a lanevera y sirvió dos vasos de zumo mientras lo observaba de reojo, sacó delhorno un par de pastas que había horneado la tarde anterior, y, cuando se su p o con el suficiente coraje para enfrentar lo que sabía que era unarealidad le preguntó a Alex por ese libro.

― Alex, ese libro… ¿lo escribí yo antes de perder la memoria?―preguntó de repente.

Alexander supo que pasaba algo, la pregunta que le había hecho por lanoche no le había dejado dormir.

― S i, lo hiciste ― respondió sereno.― ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué no me dijiste que el Alex del

libro eras tú? ¿Por qué no me dijiste que te quise de ese modo?― Yo… ―dudó un momento si contarle o no la verdad, pero ya que

había empezado no podía parar―verás MJ , cuando te marchaste se quedóen tu dormitorio tu tarjeta de memoria, en ella guardabas esta especie dediario en forma de cartas hacia mí, no quería, pero te extrañaba demasiado,las leí y creí que sería un buen cebo para que volvieses, retuve lapublicación del libro pero luego tuviste ese accidente en India y creí quepodría usarlo para que recuperases la memoria, para que me recordases…

De pronto MJ se puso en pie y abofeteó al muchacho en la cara.― No me puedo creer que hicieras algo tan bajo ―le dijo con

desprecio, ―¿publicaste mi diario para atraerme a ti? ¿Aunque fueseenfadada?

― Lo siento, yo… ―Alex no sabía cómo disculparse, tenía susbonitos ojos azules llenos de lágrimas y la voz se negaba a salir.

― Alex vete, vete de mi casa. Hasta que te perdone no quiero volver averte ―pidió dolida.

El chico obedeció, se puso en pie y se marchó una hora más tardecompletamente aterrado, aterrado porque ella no quisiera volver a verle,aterrado porque no le perdonase esa traición.

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Capítulo 32

Mary Jane no se hacía a la idea de que el libro lo hubiera escrito ella,además, Alex había respondido todas y cada una de las cartas, haciéndolasentir aún peor por haberse enfadado. Pasó varias semanas llorando por lamarcha de Alex, una marcha forzada ya que ella era quién le había echado,se moría por verlo, le costaba conciliar el sueño y le costaba comer connormalidad.

Alice comenzó a preocuparse por su hermana, un tiempo atrás la habíavisto del mismo modo, un tiempo en el que le angustiaba saber que Alexiba a casarse.

Fue para ayudarle como todos los días pero ese día se cansó de ver asu hermana tan deprimida de modo que la obligó a llamar a Alex o a ir a suapartamento para verle mientras ella se hacía cargo de la pequeña.

― ¿Sabes? Ésta es la segunda vez que te encuentro así de deprimida.― L a segunda? ― preguntó MJ― Supongo que no está de más si te lo cuento, de todos modos has

leído el libro, ya debes saberlo. Cuando Alex iba a casarse con aquella…chica, Michelle, estabas tan deprimida que no te tenías en pie.

― Pero yo no estoy deprimida… ―mintió.― Mary Jane, Mary Jane… soy tu hermana y por si no te has dado

cuenta te conozco mejor que tú misma… tienes que hablar con Alex, ponteun poco en su situación, está tan loco por ti que publicó el libro inclusobajo su misma tortura, él sabía que te ibas a molestar pero aun así queríaque le recordases, todos queremos que le recuerdes…

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Mary Jane abrazó a su hermana, ella era la única que parecía entendera todo el mundo y comprendía a la perfección los sentimientos de MJ y losde Alex.

Estaba en la duda, no sabía si ir al apartamento de Alex o no hacerlo,pero el deseo de verlo podía con cualquier sentimiento que rechazase esaidea, de modo que subió a vestirse. Alice iba a quedarse con la pequeña elrato que fuese necesario mientras ella arreglaba las cosas con aquel chicodel que se había enamorado dos veces.

A l llegar al apartamento de Alex llamó al ascensor, esperócompletamente impaciente que llegase hasta el ático, pero cuando laspuertas se abrieron una chica esperaba ese ascensor en el que ella estaba,vestía un elegante traje de chaqueta con una minifalda que dejaba aldescubierto casi todas sus largas piernas, la chaqueta insinuaba el peligrosoescote que llevaba debajo, llevaba su melena color chocolate recogida enun moño, elegantes gafas de pasta y tacones de vértigo. En una manosujetaba un maletín y en la otra una carpeta.

Cuando MJ la vio al abrirse las puertas se sintió a morir, Alex llevabaunos días sin insistir en verla, no la llamaba, no iba a su casa y tampocollamó a Alice.

― Buenos días ―le dijo pasando al interior del ascensor mientras larubia la observaba ―¿bajas?

― ¿E h ?―dijo despertando del trance―No, perdón, no bajo.S alió del ascensor casi de un salto mientras la otra chica presionaba

el botón con sus larguísimas uñas rojas.MJ no se atrevió a llamar al timbre, estaba tan nerviosa por haberse

encontrado a esa chica que esperó de nuevo el ascensor y se marchó de allísin hablar con Alex.

A l llegar a casa su hermana esperaba impaciente por una respuesta,deseaba de verdad que se arreglase la situación entre Alex y ella. MJ pasó ala cocina dónde Alice preparaba un biberón para la pequeña.

― ¿Y bien? ―preguntó mirándola prestando toda su atención.― ¿Bien? No…― ¿N o has hablado con él? ¿No estaba? MJ se sentó en uno de los

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taburetes de la isla de la cocina y apoyando la cabeza en los brazos dejó irun suspiro.

― Supongo que es demasiado tarde…― ¿Tarde?― Cuando llegué había una chica despampanante fuera de su

apartamento esperando el ascensor.― ¿En el ascensor… del piso de Alex? ―preguntó exaltada.Seguro que tenía que haber una explicación aunque… podría tener

sentido que tuviera novia, Alex era increíble, sus profundos ojos azulesenamorarían a cualquiera, su voz era sensual y su forma de moverseinvitaba a cualquiera a enamorarse de él, además llevaba varios días sindar señales de vida, ya ni siquiera llamaba.

Pasaron algunos días Gilbert invitó a Alex a su casa, hacía variassemanas que los dos amigos no se reunían.

Cuando Alex llegó al lugar de la cita, su casa, esperó que Alicehubiera avisado a MJ y estuviera allí, la joven abrió la puerta y se encontrócon él.

― ¡Alex! ―dijo sorprendida―yo… no te esperaba, no sabía quevenías ― continuó invitándole a pasar.

― ¿N o te dijo Gilbert que venía?― No… Alex se sonrió, pensando que se trataba de una broma y

esperando encontrarse a la rubia sentada en uno de los sillones. Pasaba elrato pero MJ realmente no estaba allí, en verdad Gilbert no había dichonada acerca de su reunión.

― ¿Qué tal te va Alex? ― preguntó Alice.― N o lo sé, supongo que bien…― ¿Supones? ¿Qué tal con tu nueva novia? ―preguntó, no quiso

molestar pero estaba enfadada de esa actitud distante que tenía con suhermana y sin querer le molestó.

― ¿Perdona? ―preguntó Alex frunciendo el ceño―¿nueva novia?― Bueno, es solo que MJ estuvo en tu casa hace un par de días y se

encontró con una chica saliendo de tu apartamento.

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― ¿Una chica? Quizás era la cocinera ―preguntó― Por la descripción no era la cocinera, era más bien una especie de

ejecutiva sexy…Alex hizo memoria y recordó a la chica en cuestión, no recordaba el

tipo de ropa que llevaba, no supo decirle si el adjetivo de sexy estaba bienaplicado.

― Verás Alice, la señora Curtis vino a traerme un cheque con losprimeros beneficios del libro.

― ¿Cómo?― Si, no es ni mi nueva novia, ni una amante, ni nada por el estilo, es

la secretaria y creo, la esposa del director de la editorial.― Lo siento, yo… Alex se sentía mal, MJ estaría pensando que

aquella joven que salía de su apartamento se trataba de su novia cuando enel mundo nada podría reemplazarla. Cuando terminó la cena se despidió deAlice y Gilbert y comenzó a pasear. S in querer recordó el día que salió delhospital sin avisar a nadie y MJ incluso con un vendaje en la cara salió abuscarle hasta que le encontró. Pensó que quizás ese era el día en el quehabía empezado a sentir algo por ella.

Ya era de noche pero aun así paseó por las calles por las que habíapasado estando ciego.

― Qué diferente resulta todo cuando uno tiene los ojos sanos…―dijo tristemente.

Sin darse cuenta llegó a Daniels, por un momento dudó si llamar altimbre o no, pero quizás MJ no solo estaría enfadada sino tambiéndecepcionada.

Caminó y caminó hasta llegar a su casa. Estaba a punto de ir a dormircuando su móvil hizo un pitidito.

“Me ha dicho mi hermana que la chica que vi en tu apartamento noera nada tuyo… siento mucho haber pensado mal Alex, perdóname”

N o quiso contener más las ganas de ir a verla. Corrió y corrió por lascalles ya desiertas hasta llegar de nuevo a Daniels, a través de la verja de lapuerta se veía una ventana con una luz encendida.

― ¿Estás despierta? ― preguntó en voz baja sonriendo mientras veía

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la silueta de MJ moverse inquieta por la habitación.Sacó su móvil del bolsillo del abrigo y comenzó a teclear el mensaje

que le iba a devolver.“N o podría reemplazarte nadie MJ, mis ojos solo te ven a ti y solo te

verán a ti”MJ se alejó de la ventana y él sonrió, teniendo la certeza de que estaba

leyendo su mensaje. De nuevo sonó un pitido.“¿Quizás me sobrepasé?”Alex no sabía a lo que se estaba refiriendo, con esa frase podía

referirse a cualquier momento en el que ella se enfadó o se fue.“¿Con qué?”Respondió.“Con todo Alex, si el libro es fiel a la realidad sólo me trataste mal

una vez y fue para protegerme”Alex estaba intentando encajar ese mensaje cuando sonó otro.“Quiero verte”Solo dos palabras fueron suficientes para acelerar su corazón, estaba

frente a su casa, con el deseo de verla y ella también quería verle a él. Tocóel timbre instantáneamente. MJ abrió la puerta y corrió hacia él. A brió lapuerta sin decir una sola palabra y él entró cerrando la puerta tras de símirándola sin apartar la vista.

Cuando entraron dentro de la mansión ninguno de los dos quisocontener el deseo de besar al otro, ella entrelazó sus dedos detrás de sunuca atrayéndolo hacia ella, haciendo que él tuviera que agacharse, acercósus labios a los del r u b i o sin llegar a tocarlos.

― ¿Lo recuerdas? ―le preguntó mirándola a los ojos con sus enormesmanos en su cintura.

― No sé a qué te refieres ―mintió sonriendo. En el libro hablaba deese casi beso que Gilbert había interrumpido.

Poco a poco fue acercándose hasta que sus labios se rozaban. Él noquiso esperar más para besarla así que tiró de su cintura trayéndola haciasí, profundizando ese beso.

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― Nunca más me pidas que me marche o te vayas tú, no nos hagassufrir, sabes que nuestro destino es estar juntos ―le dijo apartándola solounos centímetros para tenerla de frente.

MJ solo negó con la cabeza y volvió a apoderarse de sus deseableslabios.

Pasaron la noche juntos, sin decir una sola palabra, solo estandojuntos, recuperando las caricias y las miradas perdidas.

La niña comenzó a llorar y en ese mismo momento alguien llamó altimbre, ambos se miraron y empezaron a reír.

― Tú la puerta y yo la niña ―le dijo ella sonriendo.― Pero pueden creer que vivo aquí… ―le respondió él.― ¿Y no vas a volver? ― le sonrió torciendo un poco la cabeza

mientras se ponía en pie frente a él.― S i me lo vuelves a pedir así jamás podrás deshacerte de mí ―le

dijo con una sonrisa mientras colocaba las manos en su cintura.― N o quiero deshacerme de ti ―le dijo sujetando su cara y

besándolo en los labios antes de ir a ver a la pequeña.En la puerta esperaba Alice, que se sorprendió de encontrar al rubio

abriéndole.― ¡Alex! ―exclamó.― Si… ―sonrió él.―N o me lo puedo creer, ayer mismo…

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― Si, ayer mismo ―dijo él, feliz. Alice se refería a su enfado y él asu reconciliación

Cuando Alice entró vio a su hermana bajando las escaleras con unaamplia sonrisa, ésta no pudo evitarlo y corrió para abrazar a MJ.

― Me alegro tanto de que volváis a… ―le dijo.― Yo también A lice… no pienso volver a dejarlo ir ― respondió a

su hermana mirándolo.― No deberías.Alex debía ir a firmar unos documentos y MJ quiso tomar un poco de

aire. Vistió y perfumó a la pequeña y salió a pasear.Caminó por el paseo marítimo. E l día había amanecido perfecto, pero

poco a poco se había estropeado, unas nubes negras cubrían el cielo y unviento desagradable levantaba polvo y despeinaba su pelo. A rropó a laniña para que no cogiese frío y continuó su marcha, de regreso a casa estavez.

― Vaya vaya, mira a quién tenemos aquí ―dijo una voz femenina.― Oh Michelle, eres tú… ―justo al decir su nombre se quedó helada,

hubiera jurado que era la primera vez que la veía pero sin embargo sabía sunombre.

― Tienes un bebé… ―dijo ésta mirándola con desprecio.― Si, ya ves, cosas del destino ―no terminaba de resultarle familiar

pero hablaba con ella como si la conociese, ―¿y Justin?― ¿Cómo sabes tú de Justin? ―le preguntó cambiando el tono de voz.― No lo sé, si te digo la verdad… ni siquiera te conozco ―respondió

sincera.― ¿Te lo ha contado Alex?Ese nombre en boca de esa chica hizo que se marease, corrió a buscar

un banco para no caerse cuando de pronto centenares de recuerdos llegarona su mente, Gilbert, Patrick, Vicenta, Eleanor, Michelle y sobre todo Alex,su Alex.

Recordó todo, cada detalle, cada sentimiento, cada palabra, cada sitioal que fueron juntos… todo, lo recordaba todo, lo recordaba todo como si

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hubiera pasado el día anterior.― Oh Dios mío… ¡¡Alex!! ―dijo comenzando a llorar.Michelle pensó que se había vuelto loca, y se marchó de allí sin

siquiera preguntarle si estaba bien.MJ estaba nerviosa, ver a ese chico que le había robado el corazón dos

veces le ponía tan nerviosa que no sabía cómo iba a reaccionar, era comoverlo por primera vez después de mucho tiempo pero a su vez era como sinunca lo hubiese perdido. A l llegar a casa él aún no había llegado ycomenzó a impacientarse, necesitaba verlo, lo necesitaba de verdad.

Aún no quería contarle a Alice que había recuperado sus recuerdos, apesar de ser una de las personas más importantes de su vida primero queríadecírselo a él, a su amado Alex.

Por fin llegó, sonó la puerta y MJ se colocó de espaldas a ella para noverle directamente.

―Hola preciosa ―le dijo abrazándola por detrás, ―te he echado demenos ―se agachó lo suficiente como para besarle el cuello.

― Alex tenemos que hablar, ―le dijo fingiendo estar seria.― No me asustes MJ, te lo ruego, ―pidió asustado.―Quiero que hagamos una cosa, ―le dijo girándose para tenerle de

frente, ―quiero que te vengas con nosotras, pero no temporalmente, quieroque vivas aquí, conmigo, para siempre...

― ¿Cómo? ―dijo sorprendido.― No te voy a perder de nuevo.Alex la rodeó por la cintura y la alzó del suelo, mirándola con

felicidad y satisfacción.―Pero antes he de decirte algo ―dijo mientras la bajaba, le miró a

los ojos, a sus preciosos y azules ojos e impulsivamente saltó, se colgó desu cuello y empezó a llorar. ― Alex perdóname por el accidente,perdóname por marcharme en lugar de enfrentarte, perdóname por nocontarte a tiempo lo de Michelle, lo siento.

― MJ yo… ¿lo de Michelle? ―preguntó extrañado.― Te quiero Alex, y… ¿sabes lo mejor? Te recuerdo, recuerdo cada

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cosa de ti, he recordado todas y cada una de las cosas que hemos pasadojuntos...

― Mary Jane… ―Alex la apartó para mirarla a los ojos, no podíacreer lo que estaba oyendo, ―¿pero cómo?

Lo llevó hasta la sala, se sentaron en el sofá y le contó cómo habíasido, lo que había sentido, lo que sintió cuando todos los recuerdos laalcanzaron. Alex se emocionaba con cada palabra, con cada mirada, cuandoella sujetaba las manos de él...

S in querer volver a estar separados nunca más se abrazaron y sebesaron como si fuera la primera vez, prometiéndose que nunca nada lossepararía de nuevo.

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Epílogo

Estaba ayudando a la pequeña Indhira a ponerse su vestidito, era elprimer día de colegio y Alex y MJ estaban impacientes por llevar a la niña,estaban impacientes por saber cómo sería dejarla allí, como se sentiría laniña al conocer a muchos otros niños con los que jugar…

Conducía Alex mientras MJ, en la parte de atrás del coche ajustaba lachaqueta de Indhira para que no tuviera frío. De pronto ésta sintió unmareo, un mareo extraño que la llevó a buscar la mirada de Alex.

― ¿Qué te ocurre? ― preguntó asustado al verla pálida.― Nada, es solo un pequeño mareo, ¿recuerdas que estos días he

tenido nauseas? ― él asintió nervioso, ―creo que le daremos un hermanitoo una hermanita a nuestra pequeña Indhira ―dijo ella abrazando a lapequeña.

― ¡Tenemos que asegurarnos! ―dijo Alex nervioso.Él adoraba a la niña, la quería como si fuera suya, como si fuera parte

de él, pero se imaginó acunando a un bebé suyo y de la chica a la que máshabía amado en toda su vida y sintió unos nervios extraños, unaanticipación que no podía explicar.

A l dejar a la niña en el colegio llevó a toda prisa a MJ al coche, debíallevarla al hospital para que le hicieran las pruebas pertinentes.

A l llegar al hospital no vieron en la sala de espera a Gilbert y a Alice, esta presentaba síntomas parecidos, nauseas, mareos… pero ellos silos habían visto entrar nerviosos en busca de alguien que la atendiera.

Gilbert no sabía cómo había pasado pero con el tiempo se enamoróperdidamente de su mujer, se sentía ridículo al pensar el tiempo que habíaignorado su belleza por su obsesión con MJ. Alice era toda ternura, todocomprensión y ganas de ayudar a los demás y eso comenzó a atraerle hastael punto en el que ya no había marcha atrás, estaba enamorado de ella, másde lo que había podido amar nunca a nadie, ni a su Mary Jane.

― ¿Estarán aquí por lo mismo? ―susurró ella mirando los ojosemocionados de su marido.

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― N o lo sé pero sería gracioso ―sonrió besando su mejilla.Alguien salió y llamó a las dos muchachas para hacerle las pruebas, al

verse sonrieron y se abrazaron emocionadas.Horas más tarde salieron con los resultados, evidentemente ambos

eran positivos y no pudieron controlar la felicidad al ver a sus parejas.Para sorpresa de todos Alex estaba a punto del desmayo, estaba tan

emocionado que sintió la necesidad de sentarse para no caer.― ¿Puedes llegar a emocionarte de esa manera Alex? ―preguntó

Gilbert entre risas, burlándose de una emoción que él mismo sentía en supropia piel, la emoción de saber que en el vientre de su mujer había algosuyo creciendo.

― Sabes la sensación que es, Gil, vamos a ser padres, ¡padres!―emocionado se puso en pie y abrazó a las dos chicas que lo mirabansorprendidas―ven aquí tú también ―estiró el brazo y atrajo al abrazo aGilbert, que correspondió abrazando a las chicas.

― Ahora solo queda que os caséis ―dijo Alice en broma.― ¡Alice! ―exclamó MJ frunciendo el ceño simpáticamente a su

hermana.―Eso tiene solución. ― dijo Alexander―Llevo meses pensando en

cómo preguntártelo, llevo meses deseando pedirte algo, llevo mesesnervioso por la respuesta a una pregunta… Mary Jane Daniels, ¿quierescasarte conmigo? ―preguntó arrodillándose en el suelo con un preciosoanillo en sus manos.

― Dios mío Alex, ¿tenías el anillo hace meses? ― él asintió.― Dime, ¿quieres? ¿Quieres ser la señora Ferrell? ¿La esposa de

quien se enamoró ciegamente de ti? ¿La esposa de quien te quiere hasta elextremo de hacer cualquier cosa por tu amor?

Mary Jane lo abrazó con todas sus fuerzas.― Sí, quiero, claro que quiero, tendría que estar loca si no quisiera…

te quiero tanto Alex… ―le dijo antes de besarle.La felicidad era plena para los 4, ambas parejas estaban enamoradas y

ambas parejas iban a ser padres.

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Lo difícil estaba hecho, ahora solo debían amarse por siempre y nodejar que las dificultades que pudiesen presentarse les hicieran dudar de suamor.

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Especial

La carrera estaba a punto de comenzar estaban ayudándole a colocarsela chaqueta de piel y las botas mientras los mecánicos terminaban deajustar tornillos y abrazaderas.

Alex adoraba las motos, correr en carreras profesionales en circuitocerrado era su sueño y hasta ahora siempre había sido el mejor.

Hacía 5 años que tenía novia, la adoraba, Michelle era atractiva yegocéntrica pero no podía pedir más, le gustaba el modo en el que ella sesentía insegura e infantil cuando tenía celos de que otras chicas lerodeasen.

La carrera iba a dar comienzo, después de un beso a sus padres y a sunovia Alex ajustó su casco y se acercó con la moto al punto de salida.

Decenas de motos acelerando ensordecían a cualquiera, pero Alexdisfrutaba, se sentía feliz, aceleraba y comprobaba marcadores.

Bang!Todas las motos aceleraron al mismo tiempo alejándose de la línea de

salida, Alex iba cuarto, nunca le preocupó que le adelantasen unos cuantosrivales, sabía y confiaba en que iba a ganar.Todo iba como la seda, terminó 4º la primera vuelta, terminó 3º la

segunda vuelta… se acercaba al rival que tenía a solo unos metros cuandoalgo se desprendió de la moto de delante y le golpeó directamente en elcasco. Alex perdió el equilibrio y cayó, la moto dio una primera vuelta conél aun encima, y una segunda golpeándole en el casco.

Un numeroso equipo de emergencia se acercó a asistir el accidente,unos con extintores evitaban que la moto ardiese, otros recogían lospedazos de plástico del suelo.

Alex no se movía, aparentemente no respiraba, todos los espectadoresse quedaron en silencio ante la duda de si el campeón Alex Ferrell habíamuerto.

Un helicóptero voló a toda prisa sobre la pista, se detuvo al lado delaccidentado y con sumo cuidado lo subieron a la camilla, lo metieron en el

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helicóptero y éste despegó dejando a todos con la intriga.Minutos más tarde los Ferrell llegaron al hospital acompañados de

Michelle, estaban aterrados porque le hubiera pasado lo peor pero despuésde 3 horas las puertas se abrieron y de allí salió un médico.

― ¿Familiares de Alexander F errell? ―preguntó alzando la voz losuficiente como para que todos en la sala pudieran escucharle.

Eleanor, su marido y la novia se acercaron corriendo ante el llamado.― Nosotros, somos nosotros ―dijeron casi al unísono.― Bien, su hijo ―hizo una pausa de suspense, ―veamos, ha recibido

un fuerte golpe en la cabeza, a causa de ello se encuentra en coma.― Oh dios mio… ―exclamó la madre.― ¿Podemos verle? ― preguntó el señor Ferrell.― Por supuesto, no va a ser muy agradable puesto que está conectado

a… ya saben. Síganme.De pronto al mirar hacia atrás para intentar dar ánimos a la novia.

Ésta no estaba.Después de unas horas Eleanor llamó a Michelle, quería decirle que

no se preocupase, que no había empeorado el estado de Alexander pero ellano respondió. Pasados dos días volvió a llamar, pero de nuevo la novia desu hijo no respondió y, pasados unos días, cuando su hijo despertó, estabaciego, estaba ciego sin que los médicos pudieran decir el motivo por el queno veía.

La angustia de Alexander era indescriptible, no comía, no gesticulabapese a haber vencido a la muerte… Los Ferrell llamaron incontables vecesa Michelle, Alex necesitaba a su novia a su lado, pero ella no respondió.

Alex pasó los días notablemente deprimido, no hablaba más de lonecesario, no reía, la luz de sus ojos se había apagado por completo sin quelos médicos pudieran encontrar una solución. Después de unas semanasvolvió a su apartamento, mandó bajar todas las persianas de la casa y seencerró en su habitación, esperando que la oscuridad se apoderase de él porcompleto.

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Table of ContentsÍNDICECapítulo 1 El comienzoCapítulo 1.1Capítulo 2 - Deshaciéndose de Mary JaneCapítulo 3 - De nuevo una familiaCapítulo 4 Reencuentro con GilbertCapítulo 5 El adiós de GilbertCapítulo 7 Encontrando a VicentaCapítulo 7 Conociendo a AlexCapítulo 8 Cambiando a AlexCapítulo 9 Llevándose bienCapítulo 10 ¿Celos?Capítulo 11 ¿Soy tuyo?Capítulo 12 Recuperando su pasadoCapítulo 14 Un secreto que no sospechabanCapítulo 18 Vuelta a empezarCapítulo 20 Recuperando algo perdidoCapítulo 21 Buscando a Mary JaneCapítulo 24 “Cartas a un ciego”Capítulo 26 Recuérdame, te lo ruegoCapítulo 28 Mariposas como las de mi estómagoCapítulo 31 Ese libro… ¿lo escribí yo?Capítulo 32EpílogoEspecial