Una Relación Ambigua Con El Pasado

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Una relación ambigua con el pasado: la modernidad Alfonso Mendiola La historiografía entendida como un modo de preguntar por el tipo de conocimiento que produce la ciencia de la historia es relativamente reciente, no va más allá de fines de los cincuentas. Esto no significa que no existieran desde el momento en que nació la historia científica, en el siglo XIX, reflexiones sobre el modo en que este saber producía su conocimiento, sino que la manera en que se hacían esas investigaciones era distinta al que actualmente lleva a cabo la historiografía. Si, como hemos dicho, la ciencia de la historia desde sus inicios ha estado acompañada de formas de autoconciencia, la historiografía no es más que una forma nueva de plantear esa cuestión. En este ensayo intentaremos exponer las razones por las cuales las formas reflexivas[1] del discurso de la historia cambiaron notoriamente a partir de los sesentas. 1. Modernidad y tradición El discurso de la historia, hasta avanzado el siglo XVIII, pertenecía al ámbito de lo que hoy llamaríamos literatura. Esto no impidió que la historia entendida como científica aprovechara los desarrollos del siglo XVII con respecto al uso de documentos. La escritura de la historia, desde los griegos hasta inicios del “Siglo de las Luces”, no pretende contar las cosas tal como sucedieron, aún más, no se preocupa por el uso de documentos para reconstruir el suceso que relata. La historia, durante ese periodo, es un género literario ajeno a criterios de verificabilidad. Heródoto nada tiene que ver con las formas de escribir historias propias de la modernidad[2] . La historia como discurso sustentado en criterios de verdad va consolidándose poco a poco de fines del siglo XVIII a principios del XIX. Y este nacimiento de la historia como ciencia se logra en la medida en que ella se va despojando de su existencia anterior como literatura: mientras que en el siglo XVII la mejor historia era aquella que tenía más elementos de retórica, hoy en día la historia se avergüenza de aún tener algo de retórica, casi diría de lenguaje. Si la historia anterior a la ilustración no se concibe como ciencia, podemos sostener que la historia con

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Alfonso Mendiola, Una relación ambigua con el pasado

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Una relacin ambigua con el pasado: la modernidadAlfonso MendiolaLa historiografa entendida comoun modo de preguntarpor el tipo de conocimiento que produce la ciencia de la historia es relativamente reciente, no va ms all de fines de los cincuentas. Esto no significa que no existieran desde el momento en que naci la historia cientfica, en el siglo XIX, reflexiones sobre el modo en que este saber produca su conocimiento, sino que la manera en que se hacan esas investigaciones era distinta al que actualmente lleva a cabo la historiografa. Si, como hemos dicho, la ciencia de la historia desde sus inicios ha estado acompaada de formas de autoconciencia, la historiografa no es ms que una forma nueva de plantear esa cuestin. En este ensayo intentaremos exponer las razones por las cuales las formas reflexivas[1]del discurso de la historia cambiaron notoriamente a partir de los sesentas.1. Modernidad y tradicinEl discurso de la historia, hasta avanzado el siglo XVIII, perteneca al mbito de lo que hoy llamaramos literatura. Esto no impidi que la historia entendida como cientfica aprovechara los desarrollos del siglo XVII con respecto al uso de documentos. La escritura de la historia, desde los griegos hasta inicios del Siglo de las Luces, no pretende contar las cosas tal como sucedieron, an ms, no se preocupa por el uso de documentos para reconstruir el suceso que relata. La historia, durante ese periodo, es un gnero literario ajeno a criterios deverificabilidad.Herdotonada tiene que ver con las formas de escribirhistorias propiasde la modernidad[2]. La historia como discurso sustentado en criterios de verdad va consolidndose poco a poco de fines del siglo XVIII a principios del XIX. Y este nacimiento de la historia como ciencia se logra en la medida en que ella se va despojando de su existencia anterior como literatura: mientras que en el siglo XVII la mejor historia era aquella que tena ms elementos de retrica, hoy en da la historia se avergenza de an tener algo de retrica, casi dira de lenguaje. Si la historia anterior a la ilustracin no se concibe como ciencia, podemos sostener que la historia con pretensin decientificidades un producto de la modernidad, y en particular, de la nueva experiencia del tiempo que ella abre."El hombre entiende el poder segn su concepcin y vivencia de la temporalidad. No ha sido sta una verdad siempre obvia. Y sin embargo, una consideracin somera de la dimensin social y humana del tiempo pronto nos hace ver que el modo de percibirlo tiene consecuencias polticas. Cada poca revela una ntima conexin entre poder y autoridad que la preside y la forma, ritmo y direccin del tiempo que la llena[3]."La representacinobjetivantedel pasado, en la que se funda la posibilidad de la historia como ciencia, slo puede emerger gracias al surgimiento de la modernidad. Esta conversin del pasado como partecuasinaturaldel presente de la sociedadalpasado como algo externo e independiente de la vida social, nos indica la transformacin de la experiencia del tiempo que sucedi con la aparicin del sujeto moderno[4]. Dentro de esta transformacin nosotros slo queremos destacar dos aspectos que tienen que ver con esta nueva experiencia del tiempo: primero, la constitucin de una esfera de la sociedad que puede ser estudiada de maneraobjetivante(el mercado), es decir, por primera vez la sociedad da la impresin de que se reproduce independientemente de toda subjetividad o de toda memoria; y la segunda, que est relacionada con la anterior, la predominancia del momento del futuro sobre pasado y presente, es decir, la fundacin del sujeto moderno da mayor peso en su representacin de la accin a lo nuevo -el futuro- que a lo ya sucedido.Ambos aspectos tienen que ver con el proceso que la sociologa moderna ha denominado con las siguientes categoras: alienacin, secularizacin o desencantamiento del mundo[5]. El discurso de la historia con pretensin de ciencia es una expresin o manifestacin de ese paso -secularizacin- del tiempo sagrado-teolgico, que tiene su fundamento en la trascendencia divina, al tiempo profano-social, que tiene su carencia de fundamento en la inmanencia de la accin humana. Del sentido pleno y total de la historia (escatologa) al sinsentido y parcialidad de la misma (lo social).El primer aspecto, la constitucin de la esfera econmica como reguladoraobjetivablede la reproduccin de la sociedad, permiti que se hiciera un estudio de la sociedad en trminos casi naturalistas. La sociedad se poda, gracias a la aparicin del mercado, explicar, al igual que la naturaleza, a partir de leyes. La ciencia de la sociedad era posible como anlisis de la produccin, circulacin, distribucin y consumo de las mercancas. Esta autonoma e independencia de la dinmica de la riqueza muestra la manera en que la sociedad, en todas sus esferas, puede ser explicada en exterioridad. De esta manera, el pasado al exteriorizarse objetivndose deja de ser algo que influya en las decisiones de las acciones presentes. El pasado deja de ser una relacin para convertirse en una cosa clasificable cronolgicamente.El segundo aspecto, la capacidad de distanciamiento con la tradicin, es decir, la prdida de autoridad de la tradicin para enfrentar la novedad del futuro: la historia, desde esta experiencia del tiempo, ya no es maestra de la vida. El discurso de la historia alcosificarel pasado vuelve como indeterminado al futuro. El futuro se vuelve el mbito de lo nuevo absoluto (la idea de revolucin), de lo nunca visto. Esta nueva concepcin del tiempo, un pasadoobjetivableporque es incapaz de influir en las decisiones del presente y un futuro como novedad absoluta sern los fundamentos del conocimiento que produce la ciencia de la historia. La historia como la entendemos nosotros naci con la modernidad y slo es posible en ella.2. El positivismo como legitimacin de la modernidadEl siglo XIX explica el discurso de la historia retomando, de manera ingenua, las condiciones que la modernidad ha constituido. Es decir, esta primera figura de la autoconciencia de la ciencia de la historia, aun en su forma historicista, no es ms que la expresin del modo en que se objetiva lapraxisen la sociedad moderna.La primera figura reflexiva de la ciencia de la historia es epistemolgica, y esta preocupacin que se inicia en la segunda mitad del siglo XVIII se transforma en el XIX en metodolgica. Esta distincin entre epistemologa y metodologa, que desarrolla minuciosamenteHabermasenConocimiento e Inters[6], destaca el triunfo, ya para el XIX, del positivismo. Elmetodologismo, a diferencia de los fundamentos epistemolgicos, ya no se pregunta por si el conocimiento de la ciencia es conocimiento, sino que parte de que la ciencia, cualquiera que ella sea, esel conocimiento. Para la poca del positivismo ya no hay ningn criterio que permita juzgar el conocimiento de las ciencias, porque ellas sonelconocimiento. Mientras que el siglo XVIII an se pregunta por el conocimiento en general, o por las condiciones generales de toda experiencia, y desde la respuesta que da a esa pregunta juzga el conocimiento de las ciencias particulares, en cambio el siglo XIX estudia cmo procede cada ciencia en particular, y determina que eso es el conocimiento. A partir de ese momento ya no es posible criticar la racionalidad cientfica. Esta falta de crtica a la ciencia es lo que entendemos pormetodologismo. Aunque, tanto elmetodologismocomo el planteamiento epistemolgico, tengan como modelo ejemplar los avances de las ciencias naturales, sin embargo la relacin con el conocimiento es distinta en cada una de ellas. Es decir, para el siglo XVIII la ciencia es una forma de conocimiento que deja fuera de sus capacidades ciertos mbitos de la vida social, mientras que para el siglo XIX el conocimiento que produce la ciencia es la nica realidad.A pesar de esos matices, entre estas dos formas de autoconciencia de las ciencias, en los siglos XVIII y XIX, queremos destacar que ambas aproximaciones son abstractas oahistricas, y es esta razn la que las lleva a retomar ingenuamente la objetivacin de la modernidad como fundamento de las ciencias, y en este caso, de la historia. Ser hasta que se asuma una aproximacin a la comprensin de las ciencias de manera histrica-social -concreta, y no abstracta- cuando la elucidacin del discurso de la historia cambie. Este modo de elucidacin de las prcticas cientficas lo podemos llamar sociolgico, siempre y cuando, por sociolgico entendamos un estudio reflexivo de la modernidad. Es decir, hasta que se empez a estudiar el conocimiento que produce la ciencia, o las ciencias, como formas de lapraxisde la sociedad moderna, y no como algo independiente de ella, fue posible abandonar elmetodologismo impuesto por el positivismo[7]. A causa de esos anlisis de la ciencia como independiente de la sociedad, positivistas, es que se crey, y se sigue creyendo, que la ciencia de la historia estudia "hechos" pasados que pueden ser constatados empricamente, es decir, "hechos" que le son dados en cuanto tales al historiador. Esta evidencia con la que se justifica la historia slo es posible porque la modernidad convirti al pasado en cosa.3. La crisis de la explicacin positivista de la historiaLa historia como ciencia deja de ser evidente, al igual que las ciencias en su conjunto, despus de la Segunda Guerra Mundial[8]. Ya durante la dcada de los cincuentas muchas de las explicaciones positivistas de cmo se produca el conocimiento del pasado se vienen abajo. La nocin de "hecho" en la que se bas la posibilidad del conocimiento del pasado durante el siglo XIX se desplom. Se demostr que el "hecho" no es algo dado, sino algo producido. Eso que el historiador delimita como "hecho" o "acontecimiento" slo existe inmerso en una intriga[9], y nunca como algo independiente. El acontecimiento se construye en funcin del tema que se estudia. Es decir, el "hecho" se configura en funcin del lugar desde donde se escribe historia. Ahora bien, si el "hecho" es una construccin, por lo tanto, ste slo existe en cuanto tal en la escritura, y en este caso, de la historia. Y, en relacin con lo anterior, se insistir que la historia se escribe a partir de documentos, y no a partir de "hechos". Es decir, al desvanecer la realidad del pasado como "hecho", sta slo se sostiene comotextualidad. La realidad del pasado no se nos da inmediatamente, sino mediatamente, a travs de escritura.Hay que aclarar una cuestin. Si decimos que el pasado slo existe en la escritura y no como ser en-s, esto no significa que concluyamos en el viejo postulado de que slo hay historia donde hay escritura, sino que nuestra reconstruccin situada del pasado se hace a partir de vestigios -de todo tipo- a los cuales adjudicamos un significado, y por atribuirles significado es que los llamamostextualidado escritura.Por ello, podemos afirmar que la historia es grafa, siempre y cuando por grafa entendamos todo vestigio que nos comunica algo. La ciencia de la historia se hace a partir de grafa, lo que tradicionalmente se llama documento, y finaliza en grafa, el texto de historia: la ciencia de la historia, tanto en su punto de partida como en su resultado, es escritura. En la actualidad preguntar qu es el conocimiento del pasado nos lleva a preguntarnos qu es escribir, o mejor dicho, qu es escribir relatos.El descubrimiento de que la ciencia de la historia es escritura posibilit el nacimiento, en la segunda mitad de este siglo, de la historiografa. La pregunta actual es cmo se escribe la historia, y no cmo se conoce el pasado. Es decir, el problema actual es cmo le comunico a alguien por medio de enunciados algo acerca del pasado, y no cmo un sujeto (historiador) conoce un objeto (el pasado)[10]. Este nuevo planteamiento impide la ilusin de pensar que el pasado habla por s mismo. Ahora se parte de que alguien habla del pasado, a partir de enunciados que alguien construy (fuentes), y dirigindose a otro interlocutor que lo escucha. Hay que destacar que tanto el hablante como el oyente son seres histricos, es decir, que estn situados social-histricamente. A partir de estos aos la historia como ciencia debe ser entendida histricamente. Este es el modo peculiar en que la historiografa reflexiona sobre la escritura de la historia.4. La escritura de la historiaLa historiografa es una reflexin acerca del quehacer del historiador. Y esta reflexin, a diferencia delmetodologismodel siglo XIX, se hace desde una aproximacindialgica[11].Esta tipo de aproximacin al discurso de la historia implica los siguientes presupuestos:1. La ciencia de la historia, al igual que toda ciencia, se inscribe en la dinmica de la sociedad, es decir, es un saber situado. Esto impide que el discurso de la historia sea pensado como si l fueraahistrica. Debido a esto, la reflexin sobre la historia ya no puede hacerse de manera abstracta o general, veamos un ejemplo: las cuestiones sobre los criterios de verdad del discurso de la historia no pueden tratarse como si estos fueran comunes a todos los momentos en que se ha escrito historia, sino que esta cuestin, propia de lo que seguimos llamando teora de la historia, siempre se remite a una sociedad determinada en la que se sita la comunidad o institucin de los historiadores. Los criterios deverificabilidaddel discurso de la historia han sido distintos durante el siglo XIX que en la actualidad. Y como dijimos anteriormente, antes del siglo XVIII el discurso de la historia no tiene que ver con criterios de verdad o falsedad, sino con criterios de belleza o fealdad.2. La ciencia de la historia, que siempre se sita socialmente, se estudia a partir de las prcticas que posibilitan su realizacin. De esta manera la historiografa deja de pensar que el conocimiento es algo que sucede en la mente del investigador, sino que est sustentado en una serie de procedimientos tcnicos. Al analizar las prcticas, es decir, aquello que hace el historiador cuando hace libros de historia (visitar archivos, clasificar documentos, interpretarlos, escribir textos) deja de concebir a la historiografa como un anlisis que slo se ocupa en investigar acerca de las ideas -metodologa, concepcin de la historia, interpretacin- que usa el historiador. La historiografa no es historia de las ideas, sino historia de las prcticas, y stas cambian de una poca a otra.3. La ciencia de la historia, que siempre est situada y se lleva a cabo por la mediacin de prcticas, cumple una funcin especfica dependiendo de la poca que estamos analizando. Si, como hemos sostenido, la historia como ciencia tiene sus condiciones de posibilidad en la experiencia del tiempo de la modernidad, este tipo de escritura expresa la concepcin de lapraxisde la modernidad, es decir, el relato histrico moderno al dar cuenta de la temporalidad tal como se experimenta o vive desde el siglo XIX es expresin de lapraxisde esta sociedad.4. La ciencia de la historia es, adems de lo anterior, un proceso comunicativo y as la estudia la historiografa. Los textos de historia son enunciados emitidos por alguien en una situacin determinada y dirigindose a un pblico tambin especfico.5. La historiografa insiste en que la historia como disciplina es escritura, es decir, que el pasado no es una cosa sino una relacin. Pero, y esto es de suma importancia, la historiografa no slo est destinada a analizar los libros de historia como productos de unas prcticas determinadas, sino tambin a mostrar que el estudio de documentos, sean utensilios, construcciones, o libros, deben ser tratados como procesos comunicativoscontextuadosy no como si estos estuvieran destinados al investigador actual. La historiografa es tambin el estudio del modo de leer los documentos, y no slo es estudio de los libros de historia.

[1]Todas las ciencias que nacieron con la modernidad son reflexivas, no slo la historia. Esta funcin deautobservarseregula sus criterios de verdad. Ahora bien, estas formas reflexivas, que son parte medular de las ciencias, han ido cambiando. La forma reflexiva de las ciencias modernas se ha fundamentado en diversos modelos: durante el siglo XVIII fue la epistemologa, en el XIX la metodologa, y en la actualidad, lasocioepistemologa. Estas transformaciones en los modelos vuelve incorrecto el decir que es la misma pregunta la que se plantea a la historia desde su nacimiento hasta la actualidad. Por ello, aunque la historiografa actual pertenece a las formas de autoconciencia de la historia, sin embargo la pregunta que plantea al discurso de la historia no es la misma que se le formul en el XIX.[2]Cfr.Hartog, Franois,Le miroir d'Hrodote. Essai sur la reprsentation de l'autre, Paris,ed.Gallimard, 1980.[3]Marramao,Giacomo,Poder y secularizacin,trad. de Juan RomnCapello, Barcelona,ed. Pennsula, 1989, p. 5. (Esta cita corresponde al prlogo escrito por SalvadorGiner)[4]Cfr. Koselleck, Reinhart,Futuro pasado.Para una semntica de los tiempos histricos,trad. de NorbertoSmilg, Barcelona,ed.Paids, 1993;Habermas,Jrgen,El discurso filosfico de la modernidad,trad. de Manuel Jimnez Redondo, Madrid,ed.Taurus, 1989 y Marramao,Giacomo,Ibid.[5]"Secularizacin es una metfora. La palabra, surgida originariamente en el mbito jurdico en la poca de la Reforma (para designar la expropiacin de los bienes eclesisticos en favor de los prncipes o de las iglesias nacionales reformadas), experiment una notable extensin semntica en el siglo XIX; paso primero al campo histrico-poltico -tras la expropiacin de los bienes y dominios religiosos fijada en el decreto napolenico de 1803 (de ah la carga polmica con que se us el trmino durante laKulturkampf)-, y posteriormente al campo tico y sociolgico, donde ha llegado a cobrar ... el significado de una categora genealgica en situacin de abarcar el sentido unitario del desenvolvimiento histrico de la sociedad occidental (tanto enTnniescomo enWeber-aunque con muy distintos acentos- seala el paso de la poca de la comunidad a la sociedad, de un vnculo fundamentado en la obligacin a otro basado en el contrato, de la voluntad substancial a la voluntad electiva)." Marramao,Giacomo,Op.Cit., p. 23.[6]"El positivismo significa el final de la teora del conocimiento. En lugar de esta ltima, aparece una teora de la ciencia. Si la problemtica lgica-trascendental acerca de las condiciones del conocimiento posible aspiraba tambin a la explicacin del sentido del conocimiento en general, el positivismo, en cambio, elimina esta cuestin, que para l ha perdido sentido gracias a la existencia de las ciencias modernas. El conocimiento se encuentra implcitamente definido por laporpiarealidad de las ciencias. Por esto, la cuestin trascendental acerca de las condiciones de un conocimiento posible, nicamente se puede entender bajo la forma de una investigacin metodolgica sobre las reglas de constitucin y de comprobacin de las teoras cientficas."Habermas,Jrgen,Conocimiento e inters,trad. de M. Jimnez, J. F.Ivarsy L. M. Santos, Madrid,ed.Taurus, 1982, p. 75.[7]Cfr.Gademer,Hans-Georg,Verdad y mtodo,trad, de AnaAgudAparicio y Rafael de Agapito, Salamanca,ed. Sgueme, 1988.[8]Cfr.White,Hayden,Metahistoria. La imaginacin histrica en la Europa del siglo XIX,trad. de StellaMastrangelo, Mxico,ed.F.C.E., 1992.[9]Cfr.Danto,ArthurC.,Historia y narracin,trad. de Eduardo Bustos, Barcelona,ed.Paids, 1989 yRicoeur, Paul,Temps et rcit(3T), Paris,ed.Seuil, 1983.[10]Esto es lo que se conoce como el paso de la filosofa de la conciencia a la filosofa del lenguaje.[11]Cfr.Certeau,Michelde,La escritura de la historia,trad. de Jorge LpezMoctezuma, Mxico,ed.DepartamentodeHistoria-UIA, 1985 y Veyne, Paul,Comment on crit l'histoire, Paris,ed.Seuil, 1978.