Una pasión rusa: Premio de Novela Histórica Alfonso X El ... · de espionaje y traición a la...

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PortadaDedicatoriaCitaCitasPrimeraParte.NuevaYorkCapítulo1Capítulo2Capítulo3Capítulo4Capítulo5Capítulo6SegundaParte.ParísCapítulo7Capítulo8Capítulo9Capítulo10Capítulo11Capítulo12Capítulo13Capítulo14Capítulo15Capítulo16TerceraParte.MoscúCapítulo17Capítulo18Capítulo19Capítulo20Capítulo21Capítulo22Capítulo23CuartaParte.LaGuerraCapítulo24

Capítulo25Capítulo26Capítulo27Capítulo28QuintaParte.ElGulagCapítulo29Capítulo30Capítulo31Capítulo32Capítulo33Capítulo34Capítulo35Capítulo36UnasNotasSobreLinaOtrasNotasNotasalaediciónCréditos

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ParaPepe,elprotagonistademimejorhistoria.

Tenemosquevivir.Noimportacuántoscieloshayancaído.D.H.LAWRENCE

Fueentoncescuandoaprendíqueelamornoessolounafuentedealegríaounjuego,sinoquetambiénformapartedelaincesantetragediadelavida,puesconstituyetantosucondenaeternacomolafuerzaabrumadoraqueledasentido.

NADEZHDAMANDELSTAM

Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de firmas inconstantes, esemontóndeespejosrotos.

JORGELUISBORGES

Podréquedarmesolo,perojamáscambiaréporuntronolalibertaddemipensamiento.LORDBYRON,DONJUAN

Lavidapuederesultarcaprichosamentedifícilcuandotehanmimado

demasiadoenlainfancia.Linanopretendíaqueesepensamiento,repetidohasta la saciedad por su familia con vocación de convertirlo enmantra,justificara su realidad en aquel desierto de hielo perpetuo, donde elinviernodurabaochomeses,latemperaturasuperabaloscincuentagradosbajoceroylosvientosdelÁrticollegabanpreñadosdetormentasdenievequealfombrabanenvariosmetroslaletaltundrademusgoybarroqueseescondía bajo sus pies. Hacía mucho tiempo que había dejado depreguntarse por qué el destino había decidido vengarse de ella en aquellugaralnortedelparalelo67.Su vida había sido una fiesta hasta que alguien apagó la luz y unos

brazosdehierroforjadolerompieronlaexistencia.Pudohaberlointuido,haberinterpretadolasseñalesqueahoraemergíanclarasynítidasantesusojos, incluso con la ceguera nocturna que padecía desde que aquelinfierno helado se había convertido en su único hogar, y que le hacíarecorrer los barracones del campo de concentración convertida en unasombraintentandopalparconlasmanosquemadasporelvientoboreallaentrada del barracón de la cocina para tomar su última comida del día,apenasuncazode sopa aguadade colpodrida conuna rebanadadepanácido, único alimento final de una jornada de catorce horas de trabajoforzado.Sonrióconlamismadignidadconquelohizocuandoescuchóaljuezcondenarlaaveinteañosdeprivacióndelibertadenelgulag,acusadade espionaje y traición a la patria. No era una niña mimada. Era unasupervivientequeseadaptabaalascircunstanciasyalosescenariosquelavida le iba poniendo en su viaje, con paradas en estaciones que hubiesedeseadonopisarjamás.A su mente regresaron como cada noche las palabras de su abuela

materna,Carolina, envueltas enunavozcáliday familiar.Eraprofesoradeliteraturafrancesayescribíarelatosquelenarrabaasuúnicanieta,queescuchabacon losojos comoplatos.Conellay conel abueloVladislavAdalbértovich Nemisski, un regio polaco lituano que consiguióconvertirseenunaltocargoenelgobiernorusocuandoPoloniaerapartedeRusia,LinapasabalargosperiodosdevacacionesenelCáucaso,enunaacogedora casa de madera rodeada de una vegetación abundante y

generosascascadasdeaguasquealimentaronsuamorpor lanaturaleza.Su infancia sonabaa las fábulasdeLaFontainenarradasen francés.Sinembargo, su favorita era El grillo, del escritor Jean-Pierre Claris deFlorian. Podía escuchar aquel relato mil veces sin cansarse, aunque noseríaconscientedelamoralejahastacuarentaañosmástarde.Sumemoriaguardabalamelodíaylaspalabrasdeaquellafábula.

Unhumildegrillonegroveíadesdesucuevaaciertamariposaquegirabaen lapradera

luciendo sus finas alas tejidas con oro y seda. El grillo, triste desde su celda, se quejaba:«¡Cuándistintaesnuestra suerte!A ti, lanaturaleza te regala sus tesoros,mientrasyoentretinieblassepultadovivosiempreconlasmástristesmiserias».Mientrasasíelpobregrilloalaire daba sus quejas, siete u ocho rapazuelos enpos de lamariposa se lanzan a la carrera;pronto entre susmanos la apresan, le arrancan las alas y le aplastan la cabeza. El grillo,espantado,dijoalmirarlatristeescena:«Jamásvolveréaquejarme.Nuncadejarémicueva».Alfinalizarelrelato, laabuelaCarolinasiempredejabatranscurrirun

largosilencioenelqueobservabaasunietaantesdelegarlesuparticularinterpretacióndelrelato:«Pourvivreheureux,vivonscachés»(«Paravivirfeliz,unodebeocultarse»).Fue ella quien le ayudó avencer elmiedo a la oscuridad.Unanoche,

cuandoLina le pidió que dejara la luz encendida, ella se sentó sobre sucama y jugueteó con sus largas trenzas. «Cierra los ojos y escucha elsilencio,latormentayelaullidodeloslobos…Esmúsica,mipequeña,esunamaravillosapartituraquedebesescucharatentamente.Noteamenaza,tansoloteacompañaparahacerteverquenoestássola».Lavozde su abuela la reconfortó. Intentó encajar sudoloridocuerpo

sobreeldelgadocolchóncolocadoencimadelostablonesdemaderaquehacíalasvecesdecamastro.Apretóconfuerzasuspárpadoshastahacersedaño. Sintió un latigazo de dolor recorriendo sus ojos al agrietarse lascostrasdepusformadassobresuspestañas,debidoalintensofríoyalosestragos de una deficiente alimentación. Pero no le importó la punzada.Casiagradecióquelaheridaseabrieraydeellabrotaraunpequeñohilocalientequedescendióporsusmejillas.Seconcentróenmantenersusojoscerrados,esosquebrillabanporlafiebrequeleacompañabadesdehacíavariosdías.Fruncióelceñoenunesfuerzoporconcentrarseenlavisiónqueanhelaba.Necesitabasentirlodenuevo.Sentir lamismasensacióndebienestarqueleinvadíacuandoSerguéicomponíayellasemanteníaasulado, con los ojos vencidos, dispuesta a entregarse sin resistencia a unmundodepercepcionesincontrolables.Lasucesióndenotasquesalíana

raudalesdelacabezadeProkófievparaposarseimpetuosamentesobrelasteclas del piano a través de sus delgadas y pálidas falanges lograbatransportarlaaotromundolejano,ancladoenotradimensión,desertandode la tierra que pisaba y, con ella, de sus problemas mundanos. Linapresentía aquel nirvana musical como la eternidad. Más que nuncanecesitabavolveraeseuniverso,aesemomentodesuvidaenelquetodocomenzó, en el que el destino empezó a escribir su historia con lainconsciente insolencia que demostraría siempre.Necesitaba escuchar lamúsicadesuvida.Losaullidosdeloslobosenelexteriorpugnabanporformarpartedela

partituraquecomenzabaaescribirseenlamentedeLina,peroellanolopermitió. Hacía mucho que no les temía como tampoco recelaba de laoscuridaddelanoche,nisiquieradelosintrigantessonidosquerecorríanlosbarraconesdelcampodeconcentracióndeAbez,cercadeVorkutá.Alo único que temía era al olvido. Era su único lujo, que los recuerdosanclados en el pasado le abrigaran lo suficienteparano sentir el gélidopresente que caía sobre ella. Sabía que un día de trabajo en el gulagrestabaunañodevida,perounanochederecuerdoslaprolongabadocemeses.Agradecióquenadaseborraradesumemoria.Lamemoriaeraelúnico rompehielos de la realidad del que disponía. La única vida queconcebía para no ser vencida por el destino era un paseo por susrecuerdos.Esciertoquelosrecuerdosduelenyescuecencomolohaceelalcohol vertido sobre la herida abierta. Pero al final curan, sanan elcuerpomagulladoyalejanlainfección,aunquelacicatrizdejeuntatuajesobrelapielquenuncadesaparecerá.Se cubrió con la deshilachadamanta hasta convertir su cuerpo en un

bultoescondidobajounatelaraída,suciaeinfectadadechinchesypiojos.«Pourvivreheureux,vivonscachés».Laspalabrasdesuabuelatomaronlaforma de una batuta fabricada enmarfil, luminosamente clara para queresaltara en la oscuridad de la sala de conciertos en la que se habíatransformadosubarracóngraciasasu imaginación.Pudonotarcómolabatutasebalanceabasobresudedoíndicebuscandolaposiciónnaturaldesu pulgar. Firme y recia, dispuesta a rasgar el aire con un sutilmovimiento, comenzó a marcar sus tiempos en el pentagrama de sumemoria.Supensamientolebrindólaprimeravisión.Pudoverelsolregandode

luz las torres de Notre Dame, iluminando la cúpula de los Inválidos y

bañando laTorreEiffel.Seviocelebrandoelañonuevode1924enunamesadePrunier,unodelosmejoresrestaurantesdeParísdondemástardecompartiría juntoaErnestHemingwayuna fuentedeostras acompañadadeunas copasdeSancerre, comohicieron en suprimer encuentro en elcaféElPanteón,cercadelaplaceSaint-Michel.SuimaginaciónlaretuvounossegundosmásenellujosoPrunier,sindudasulocalpreferidoenlacapitalfrancesa,dondefueelprimerdíaquepudosalirdespuésdedaraluz a su primogénito Sviatoslav para cenar con amigos comoMauriceRavel, Francis Poulenc y Raymond Roussel. La abuela Carolina teníarazón:cerrandolosojospodíaescucharelPreludioalasiestadeunfaunodeDebussyque sonabaa todashoras en sucasadelnúmero5de la rueValentinHaüydeParís.SeveíaasímismadeslizándosejuntoaSerguéienun trineo por el río Moscova observando el espectáculo que el solreflejabasobreelKremlin.Lasimágenesseguíanmeciéndolaenelviajeretrospectivodesuvida,mientrassedejabaatraparporelmagnetismodeuna Marlene Dietrich que alzaba su copa para brindar con ella en elrestauranteVictorHugodeBeverlyHills;compartiendoconfidenciasconCocoChanel,queleinsistíaenque«paraserirreemplazableunodebesersiemprediferente»;yescuchandoalgunossecretosinconfesablesdebocadeunWaltDisneyque,comotodos,semostrabafascinadoporella.VolvióaverlosojosguitarronesdePabloPicassodiciéndolequeeraunamujerencantadoraaquien«eserusonohahechonadaparamerecer»;aescucharlaspalabrasdemissSteinensuestudiodelnúmero27delaruedeFleurusconvencidadeque«unopuedecomprarsecuadrosocomprarsevestidos,peronocreoqueseacapazdehacerlasdoscosaspormuyricoqueunosea»;yarememorareldescarodeKikideMontparnassereconociéndolealoídoque«todoshablandeamorenParís,peroningunosabehacerlo».SonrióalrecordarelcomentariodelcreadordelosBalletsRusos,sugranamigo Serguéi Diáguilev, sentado al borde de la cama donde Lina serecuperaba de su segundo embarazo: «Una mujer con un hijo es ungeneral,condosesunmariscal»; lamiradacomprensivadelgeneralDeGaulle, besando su mano, «En París la esperamos ansiosos, señoraProkófiev»;lainsistenciadeFedericoGarcíaLorca:«¿Estáseguradenohaber nacido en Córdoba?», las sobremesas de risas junto a CharlesChaplin,ImperioArgentinaeÍgorStravinskiensuretiroveraniegodeLaFléchère,enellagoBourget;lasnochesenelEmpireparisinoescuchandoaCarlosGardel;ylalacónicafrasedePierreReverdyescritaenunpapel:

«Quéseríadelossueñossilagentefuerafeliz».CocoChanelteníarazón.Lamemoriaesfemenina.

Unosgolpessecosycontinuosrompieronlasucesióndeimágenesque

veníaproyectándoseensumente.Nolecostóidentificarlanaturalezadeaquel sonido.Ni siquiera se incorporópara ver entre las ranuras de lostablones demadera del barracón cómo sacaban a rastras los cuerpos delos presos muertos, haciendo que sus cabezas golpearan contra lospeldaños de las escaleras. Lo había visto demasiadas veces.Como si deunaafinadaorquestasetratara,nuevossonidossefueronincorporandoala noche: distinguió los sollozos ahogados desde la litera inferiormezcladosconunaretahíladerezosininteligibles,elvientocolándoseporlas rendijas del cobertizo, el susurro de unapesadilla vivida por algunapresa,yaellosseincorporabandesdeotroplanotemporalel tintineodellavesqueportabanensusmanoslosvigilantesdelacárceldeLefortovo,el espeso silencio de los pasillos de la Lubianka, el código morse queescondíanlosgolpesefectuadosporlascucharascontralasparedesdelasceldascomoúnicolenguajeimprovisadoyqueempezabasiempreconlamisma pregunta: «¿Quién eres?».Y sobre todas ellas la voz del juez deinstrucción Riumin: «A veces la vida nos sitúa en el lugar que no noscorrespondey nopodemoshacer nadapara evitarlo,más que asumir eldestino».Convirtió su cuerpo en un ovillo haciendo sonar la madera de los

tablonescomosiellostambiénsequejarandelpesodelarealidad.«Pourvivreheureux,vivonscachés.Pourvivreheureux,vivonscachés».Sumentebuscaba una tabla de salvación que la mantuviera a flote y para ellonecesita ir al principio, al lugar donde todo empezó, donde comenzó agestarsesugranpasiónquelallevaríaalmáscrueldelosinfiernos…

PRIMERAPARTE

NUEVAYORK

Amaresarrancarsedelassábanasdesgarradasporelinsomnio.Elamornoesunparaísodedulzura;eselasaltorugientedeunatempestaddefuegoydeagua.

VLADIMIRMAIAKOVSKI

1

—Estamalditagripevaaviajarmáslejosquelaguerra.OlgaNemiskaiasosteníaelteléfonoconunamanomientrasconlaotra

servíahaciendoequilibriosunvasodelecheasuhijaconelqueintentabapaliar su anemia. Era tarde y el estrépito del timbre había trastocado latranquilidadfamiliarenelapartamentosituadoenel145delWashingtonHeights, al que acababan demudarse. La llamada le había creado ciertainquietud,comosucedíasiemprequeelteléfonosonabapasadaslasnuevedelanocheyJuanCodina,sumarido,seencontrabadegirafueradelpaís.Sin embargo, pronto reconoció la voz familiar de su amiga Vera, que,además,traíaunainvitaciónparaacudiraunconciertoenelCarnegieHalldeNuevaYorkaldíasiguiente,martes10dediciembrede1918.—YoaLinaletengoprohibidoviajarenmetroyenlostreneselevados.

Sonunafuentedeinfección.Sí,sí…,claroquemeacuerdo,yolaparí…ya sé que tiene veinte años y que no es ninguna niña. Pero ya tienesuficiente con la anemia. Solo faltaba que cogiera la dichosa gripe.¿Hipocondriaca?Vera,porfavor,túereslaexperta…—VeraDanchakofferaunareconocidacientíficaenelcampodelostumoresypioneraenelestudiodelascélulasmadre.HacíatresañosquehabíaabandonadosuSanPetersburgo natal para emigrar a los Estados Unidos empujada por lainestabilidad social que vivía su país a raíz de la entrada deRusia en laGranGuerraquedesdeel28de juliode1914asolabaelmundo—.Eresbiólogay túdeberías sabermejorquenadiequeestagripevaamataramásgentequelamalditaguerra,aunquenolesinteresedecirlo.Cadavezque oigo a Lina toser seme encoge el corazón. ¿Cómo quieres que noexagere?Aquella hermosa mujer de abundante melena rubia y espectaculares

ojos azules hablaba deprisa y sin parar, pero imprimiendouna hermosacadencia en las palabras que pronunciaba. Su voz seguía encerrandoevocaciones melódicas de la gran soprano que hacía no mucho habíarecorridomediaEuropasubidaalosescenarios.Erahijadeunafamiliaderancio abolengo, como le gustaba comentar entre bromas a sumarido,JuanCodina,untenorespañolnacidoenBarcelonaalqueconociócuando

ambosrecalaronenItalia,enlaescueladelTeatrodelaÓperadeLaScalade Milán. Aunque no era algo de lo que le gustara hablar, la familiapaternadeOlga,losNemisski,pertenecíaaunantiguolinajedescendientede los reyes de Polonia. El padre, Vladislav, había ocupado puestos derelevancia en el organigrama político ruso, donde siempre destacó porsusideasliberalesaunquelegustarahacergaladeunaseveridadformal.Enunclaroafánderestarleimportancia,quizáporhumildadoquizáporvergüenza,Olgafruncíaelceñocadavezqueletocabarecordarenalgunareunión con amigos, y siempre a instancias de sumarido, que su padrehabíasidoconsejerodeEstado.PuedequeporesoyporlacondicióndecatólicodeJuanCodina—losNemisskieranprotestantescalvinistas—,alpadre de Olga no le entusiasmó la idea de que su hija contrajeramatrimonio con alguien a quien consideraba un mero amateur. «Nisiquiera es lo suficientemente bueno para brillar con luz propia. Es unsimple aficionado. ¡Pero dónde se ha visto que un artista tenga pánicoescénico!Paraesohabertecasadoconunvigilante», llegóadecirleasuhijacuandoestainsistíaenhablardematrimonio.Todos los recelos paternos desaparecieron el 20 de octubre de 1897,

cuandoCarolinaCodinaNemiskaiallegóalmundoenlacalleBárbaradeBraganzanúmero4deMadrid.Desdeesedía,ycuandosuspadresibandetournée,LinasolíaquedarsealcuidadodesusabuelosenelCáucasosieratemporadadeveranooenOdesacuandoel inviernopegabade llenoenRusia.Allí lapequeñaerafelizporquetenía todoloquenecesitabaenlavidaasusseisañosdeedad:lamiel,unmanjarparasuinfantilpaladarqueella misma aprendió a extraer de las colmenas gracias a las sabiasleccionesdeunapicultoramigodesusabuelos,yespecialmenteelteatro:lapequeñaLinacantaba,recitabaybailabaenelsalóndelacasaparasuúnicoespectador,elabueloVladislav.Laseveridadde laquesolíahacergalaelancianosedeshacíacomounterróndeazúcarenlalechecalientecuando su nieta se sentaba en sus rodillas y le miraba con los ojosentrecerrados que había heredado de JuanCodina y que añosmás tardeacentuaríanelatractivodesumirada.Hastalepermitíaquesusdiminutosdeditos juguetearan con su larga y espesa barba, algo que no le habíaconsentido ni a su esposa, que no se cansaba de advertirle: «Estamosmimandodemasiadoaestaniñaytúseráselprincipalresponsable».Consolo cuatro años, Lina iba de la mano de su abuelo a los mejoresrestaurantesdelaciudad,recibíaenormesramosdefloresqueélmismo

confeccionaba con esmero, le dejaba recoger los huevos que habíanpuesto lasgallinasy leenseñabaa imitarel sonidode losgansosque lapequeñaperseguíaconunapaladejugueteenlamano,temeridadque,enmásdeunaocasión,levalióalgúnqueotrorevolcón.Perocuandoennoviembrede1907elabueloVladislavmurióacausa

de una neumonía que no pudo superar, apenas dos años después deenterrar a su esposa, Olga y Juan decidieron que era el momento deemprenderunanuevaaventuralejosdeEuropayespecialmentedeRusia,adondeyanuncaregresaron.EldíadeAñoNuevode1908,conlamaletallena de sueños, desembarcaron en Ellis Island, la puerta de entrada aEstadosUnidosparamillonesdeinmigrantes,abordodelStatendam,quehabíapartidodeBoulogne-sur-Merunosdíasantes,el21dediciembrede1907.Apartirdeentonces,NuevaYorkseconvirtióensuhogar.Desdeelprimermomento fueron conscientes de que los cuarenta años de Juan ylostreintaycincodeOlganoeranlamejoredadparainiciarunabrillantecarreramusicalenelpaísdelasoportunidades,perotansoloaspirabanatenerunavidamejor.Poraquelentonces,Linayadominabacincoidiomasgraciasalcelofamiliar:elruso,queaprendiódesumadreydesuabueloVladislav;elinglés,quefueasimilandodelasniñeras;elfrancés,queerael idioma en el que le hablaba su abuelaCarolina; el español inculcadopor vía paterna; e incluso el catalán, para indignación de Olga, que nodudaba en recriminárselo a sumarido: «No entiendopor qué tienes quehablarleatuhijaencatalán.¡Nuncavaanecesitaresedialecto!».Despuésdemuchos años,Lina todavía recordabaque la indignaciónde su padreJuancuandoescuchabaaquellaspalabraseratalqueinclusoparecíaquesuenorme mostacho negro cobraba vida. «¿Un dialecto? El catalán es unidioma. Lina, dile a tu madre que Cataluña fue un gran imperio, queincluíapartedeEspaña,partedelaProvenzayelLanguedoc.Anda,díselo,queparecehabérseleolvidado».Olgamovía lacabezaenunclarogestodedisconformidadmientrasmurmuraba:«Ungranimperio…veteconesecuento al zar Nicolás II, háblale de imperios a él y a la zarina…». Yentonces era cuando los padres de Lina comenzaban a escribirse notasparaevitarquesuhijaescucharaelrestodelaconversación,comohacíansiemprequeteníanquehablardesusproblemaseconómicos.«Nohagáiseso.Dejaddeescribir,asínomeenterodeloquehabláis»,solíaprotestarlapequeñaenvano.Notardaronenentrarencontactoconlanutridapoblacióndeexiliados

rusosquehabíaenNuevaYork.Lesgustabareunirseparacomerybeberysus charlas podían durar horas debatiendo sobre la abdicación del zarNicolásII,lallegadadelosbolcheviquesalpoderylairrupcióndeuntalVladimirIlichUliánov,quemástardeelmundoconoceríaporelnombredeLenin.Enesasreunionesentrecompatriotassepodíaoírcualquiertipodeargumentos,desdelosmásserioshastalosmásdisparatados:—Dicen que la zarina era realmente una espía alemana. Por eso

ejecutaronaRasputín,porque teníademasiada influenciaenellayen lasdecisiones deEstado que tomaba el propio zar.Amíme han dicho queinclusorecurríaalahipnosis.—Recordad lo que les costó asesinarle, ni el veneno ni los disparos

acabaronconsuvida.Alfinal,loarrojaronalríoNevaymurióahogado.—Yo no puedo creer que eso lo hicieran algunos nobles rusos en

solitario.YoheoídoqueparticipóhastaelServicioSecretoBritánico…—Nomeextrañaría,viniendodeInglaterra.¡PerosialzarNicolásIIle

fallóhastasupropiafamilia!Suhijohemofílico,sushijasnoservíanparasucederle y cuando pidió asilo político a su primo el rey de Inglaterra,Jorge V, que además eran como dos gotas de agua, se lo denegó pormiedoaunposiblecontagiorevolucionario.Elreynoqueríariesgos,¡sihastacambióelnombrede lacasareal,borródeunplumazolaCasadeSajonia-Coburgo-Gothaporquesonabamuygermano,ynoestáelmundoparabromas,ysedeclaróelprimermonarcadelaCasaWindsor!—TodaEuropatemequeelespíriturevolucionariodelosbolcheviques

la termine infectando. Temen más a esa pandemia que a la gripe. Venconspiraciones,espíaseintentosdegolpedeEstadoencadaesquina.CreoquedondemejorsepuedeestarahoramismoesenlosEstadosUnidos.

Enunode esos encuentros concompatriotas,Olgahabía conocidoa

VeraDanchakoff,que,ademásdeunabrillantecientífica,eraunapianistaprometedora,amantedelabuenamúsica«comotodorusoqueseprecie»,solíanbromear,yadmiradoradelahermosavozdeOlga.Desdeelprimermomento, las dos mujeres entablaron una amistad sólida nacida de laadmiraciónmutua y nutrida por la nostalgia de su tierra, y era habitualverlas acudiendo juntas a conciertos de piano, óperas y demásespectáculosmusicalesquellenabanlacartelerateatraldeNuevaYork.En aquella ocasión fue Vera quien proponía ir a conocer a un joven

pianistaycompositorrusoquehabíallegadoalaciudadconlaetiquetadeiconoclastayrevolucionario.—¿Y para ver a un decadente músico bolchevique, que aporrea las

teclas de un Steinway como un tártaro, quieres que me arriesgue a uncontagio?LacontestacióndeVeraalotro ladodel teléfono sealió secretamente

con el gesto de protesta de Lina, que bebiendo a pequeños sorbos suracióndecalciodiariaparapaliarsufaltadehierroenlasangre,parecíatenermuchointerésenacudiralconcierto.—Yotambiénquieroir—dijolamuchachaenvozaltaasumadre,que

enelfondodeseabatantocomoellairaescucharaunjovencompatriota.—Serguéi Prokófiev —continuó Olga, impertérrita sin hacer caso a

Lina—. Sí,mujer, claro que he oído hablar de él. Leo los periódicos yescucholaradio.Unfuturista,unvisionariollegadodelamisteriosaRusia—dijo,repitiendoliteralmenteloquelaprensaneoyorkinahabíadichodeél—.Aunquenocreoquelehayahechomuchagraciaeltítulodel«jovenmúsico rusomásprometedordesde ÍgorStravinski»que lehancolgadoenlaprensa.Alosqueempiezannolesgustaquelesrecuerdenlalosadelosconsagrados.Linalededicóasumadreunagransonrisaqueconseguíaencendermás

aún la luz que emanaba su exóticamirada. Sabía que había cedido a lainvitación de Vera, en gran parte, por ella. Había heredado de susprogenitores sus mismas inquietudes artísticas. El sueño de su vida eraconvertirseenunafamosacantantedeóperayestabadispuestaatodoparaconseguirlo. Sabía que sería un largo camino, pero quería recorrerlo acualquier precio. A instancias de sus padres, que no se cansaban derecordarlequedebíaprepararseparavalerseporsímisma«porqueenlavida uno nunca sabe lo que puede pasar y cómo te puede sorprender eldestino»,Linaacudíadiariamenteaunaescueladenegociospara lograrunaformacióndesecretariaaltiempoquerecibíaclasesdecanto.Graciasaloscontactosdesuspadresyasuconocimientodeidiomas,notardóenencontrartrabajoyenrelacionarseconlaélitedelacoloniarusa.—Mamá,nodeberíasllamarlebolchevique.—Elcomentariodesuhija

dibujó unamueca casi cómica en el rostro de Olga, a quien amenudosolía sorprender con disquisiciones inesperadas—. Breshkovskaya meexplicóayerladiferenciaentrecomunistasybolcheviques,ymedijoqueestosúltimoseranpeoresqueloszaresyqueparahablardeRusiahabía

que haberla vivido, sufrido y, por encima de todo, entenderla y que notodo elmundo podía hacerlo.—Lina llevaba pocas semanas trabajandocomo intérprete, asistente y mecanógrafa de Yekaterina Breshkovskaya,apodada por muchos como la Abuela de la Revolución, una militanteanarquista que había estado encarcelada en Siberia por su relación conorganizacionessocialistas—.Yademás,dicequelaRevoluciónrusaesungolpedeEstadoquehasubvertidolacausadelsocialismoyqueLeninesun fanático controlado por agentes alemanes —añadió con un tono dedictadoquerestabacualquiervestigiodeautoríapropiaasuspalabras.Olgaselaquedóobservandoconunaexpresiónmezcladeorgulloyde

temormaternal. Le provocaba una innegable satisfacción que su hija separeciera tanto a ella en carácter, fuerte, segura y decidida, con esadescarada libertadqueni siquiera era consciente deque representabaunespejismo en medio mundo. Y precisamente por eso le creaba ciertaalarma.Elmundosehabíaconvertidoenunescenariominadoenelqueserequeríadeciertacautelaparasaberdóndepisaryenarbolarbanderasdelibertad. Le llevó unos segundos reaccionar, aunque en su cabeza leparecieronhoras.—Espero que cuando mañana llegues al Carnegie Hall hayas

encontrado otro tema de conversación, jovencita. Ya sabes lo quepensamos tu padre y yo de la política. —Al ver que su hija no habíarecogidosuconsejoconlaseriedadquecreíaquedebíahacerlo,insistióensuadvertenciautilizandountonodevozmásfirme—.Lina,escúchamebien,huyedelapolíticacomodelagripe.Esunvirusletalquecuandoteloinoculanresultadifícillucharcontraél.¿Mehasentendido?Lajovenasintióconlacabezademaneracontundente,haciendoondear

sulargacabelleraazabacheherenciadesupadre.Nisiquierasabíaloqueacababa de decir al repetir como un loro las soflamas pronunciadashabitualmenteporBreshkovskaya.Selimitóarecogerlaspartiturasparasu próxima clase de canto y a poner en orden la colección de recortesaparecidos en prensa sobreOlga, que aún tenía entremanos.Disfrutabamirandounayotravezelnombredesumadreenlosprogramasdemanoqueteníaguardadosenunacajadecartón juntoaalgunosejemplaresdelasrevistasydiariosdondehablabandeella.Linasoñabaconemularasumadre algún día, convertirse en una gran cantante de ópera y ver sunombre en grandes letras impresas en los letreros luminosos de losprincipalesteatros.

Esanoche,unadesconocidaimpacienciaporquellegaraeldíasiguienteleimpidiócogerelsueñoconlafacilidadquesolíahacerlo.Ensucabezasehabíadesatadounaguerrademelodías,pentagramasycanciones.Teníaganas de escuchar al hombre misterioso del que todos hablaban y conquien pocos habían conversado. Cerró los ojos con fuerza, con laesperanzadequeaquelgestoapremiaraaltiempo.

2

El Carnegie Hall presentaba un aforo completo. Parecía que nadie

quería perderse lo que iba a suceder aquella tarde. Lina empleó unossegundosenrespirarconveneraciónelcaracterísticoolorquereinabaenelrecinto.Lohizodemaneratanconcienzuda,cerrandopreviamentelosojos, que cualquiera que la viera creería que iba a entrar en trance o adesmayarseenmitaddelhallprincipaldecoradodelicadamenteen tonosblancos y dorados. Como si de un ritual se tratara, realizó tresinspiracioneshaciendoacopiodetodoelairequeserepartíaporlascincoalturasenlasquesedistribuíaelmayestáticointeriordeledificioysubiómentalmente loscientocincoescalonesqueconducíanalpalco superior.Luegoabriólentamentelosojosyseencontróconlabóvedadeltechoqueparecíaobservarlaydecirle:«Sigoesperándote».Noeracapazdedefiniraquéolíaexactamenteun teatro,perosabíaquenoqueríapasarunsolodíadesuvidasinpercibirlo.Llegaron con tiempo suficiente haciendo gala del sentido de la

puntualidadquelehabíaninculcadodesdepequeñacomoprimeranormabásicadebuenaeducación.LapresenciadeLinasiempresehacíanotar.Subelleza exótica era el complemento ideal de una elegancia natural queademásalimentabaconsusdotesparalaconversaciónysubuengustoalahora de vestir. Elmagnetismo de la joven la convertía en el irresistibleblancodetodaslasmiradas,tantodeloscaballeros,aquieneslesresultabaimposible apartar los ojos de ella, como de las féminas, que no podíandejardeobservarcómounaparentementesencillovestidodesedanegrocon pequeños puños de encaje en un tono azulado podía dibujar tanimpecablemente su hermosa silueta de mujer, adornándose únicamentecon un cuello de piel blanca, un pequeño sombrero que escondía undiscretorecogidodesumelenaonduladayundiminutobolsoprendidodeunalargayfinacadenaquelehacíacolumpiarseaunladodesucadera.Siemprelograbamarcarladiferenciaconelrestoynosoloporsuformade vestir, sino por su actitud. Su madre sonrió sin poder disimular elsentimientodeorgulloque leembargaba.Suhijasehabíaconvertidoenunahermosamujer,aunquetodavíapodíaverenellaalaniñaextrovertida

dehermososrasgossingularesylargastrenzas.Ocupó juntoaVeraysumadreunade lasdosmilochocientascuatro

butacas de la sala de conciertos. No cabía un alma. Todos querían sertestigosdelapresenciadelanuevasensaciónrusaenelmayortemplodela música de la ciudad. Cuando se apagaron las luces, Lina parpadeórepetidamente de manera nerviosa como si presintiera que no podríahacerloduranteeltiempoqueduraseelconcierto.Odióelrecitaldetosesy carraspeos que parecía inevitable al comienzo de cada representación.La orquesta estaba formada en su granmayoría pormúsicos rusos y ladirigíaVladimirAltschuler.ElprogramaseabrióconlaSinfoníanº2enmi menor de Serguéi Rachmáninov, al que Lina había conocidopersonalmente en 1909 y cuyamúsica adoraba desde entonces.Le habíallamado la atención desde el primer momento por su altura, sucomplexión fuerte, sus enormes manos con nudillos pronunciados yseparadosylaestudiadaeleganciaquemostrabaenfundadoenuntrajedetrespiezasquesindudasubrayabasufigurayacompañabasusexquisitosmodales.Siemprerecordaríalaconfesiónquelehizo:«Oigolamúsicaenmicabeza.Cuandolamúsicapara,yodejodeescribir.Eseesmisecreto».Tras esa obra, el concierto se reanudó con unas piezas breves para

orquesta entre las que, según le confió Vera Danchakoff al oído, seencontrabaunScherzopara cuatro fagots del propio Serguéi Prokófiev.Peroelplato fuerte llegódespués,conelConciertoparapiano,nº1delgran protagonista de la noche. Lina vio aparecer en el escenario a unhombrerubio,delgado,defiguraafinada,vestidoconunimpecablefrac,con el pelo muy corto y peinado hacia atrás quizá con exceso debrillantina.Sugalantepresenciaimponía.Sedirigiódirectamentealpianosinmiraralpúblico.Linanosupodiferenciarsisetratabadeunexcesodeseguridadensímismoounactodesoberbiaartística.Cuandosusdedosempezaron a recorrer el teclado, la joven comenzó a estremecerse,entrandoenunatensióndesconocidaparaella,comosifueraunamásdelasochentayochoteclasdelSteinway,unadelascincuentaydosblancasqueProkófievadorabaodelastreintayseisnegrasqueaborrecíadesdeniñoyquelellevaronacomponerconcincoañosunaobraenmodolidio,sinsabernisiquieraloquehacía.Amedidaquelostrestiemposdelosqueconstabalaobraseencadenabansininterrupciónalguna,laemocióndelajovenibacreciendo.Porunmomento,Linasintióquelefaltabaelaireysucorazónbombeabasangreaunritmodesmesuradoquelelacerabalas

sienes. Una ola de calor inflamado recorrió su cuerpo. El tiempodesapareciódesucabezayapuntoestuvodehacerloelespaciobajosuspies. Tuvo la sensación de flotar, de estar fuera de los límites de larealidad, en un estado próximo al éxtasis. No había escuchado nadaparecidoensuvida.CuandolamúsicacesóyProkófievretirósúbitamentelasmanosdelas

teclas del piano como si estas hubieran comenzado a arder, un densosilencioseapoderódelCarnegieHall.Solopodíaescucharsevagamentela respiración sofocada del maestro por el esfuerzo realizado. Unossegundos más tarde, la sala estalló en un estruendo de aplausos. Unatímida sonrisa apareció en el rostro del compositor que, entonces sí,dirigió su mirada al patio de butacas para levantarla después por losdistintosnivelesdelteatrohastallegaralospalcossuperiores.Elpúblicolepidióque repitiera lapiezaunavezmás,obligándole a salir a escenaparasaludarhastaensieteocasiones.Linanopodíadejardeaplaudirylohacíacomosilefueralavidaenello.Soloalfinalsediocuentadequeledolían las palmas, tintadas de un color bermellón, por la vehemenciaempleadaenelaplauso.Teníaganasdegritar,desaltar,dedarplenalibertadasuslagrimalesy

fijar en sus ojos la imagen de aquel virtuoso de los sentimientos que,situado enmitad del escenario, volvía a doblar su cuerpo en un rígidosaludoqueparecíacasiunareverencia.Enesemomento,justocuandosucuerporecuperaba laposiciónerguida,LinasintiócómolosojosazulesdeProkófievseclavaronenlossuyos.Duranteuninstanteeluniversoseconcentróenaquellamirada.Nuncapudosabersifuerealosuexcitaciónle hizo vivir un soplo onírico, pero ella lo sintió así. Pasados esossegundos mágicos, la joven comenzó a aplaudir con más fuerza yentusiasmo de lo que lo había hechomomentos antes. Dos señoras quehabíantraspasadoelumbraldelacincuentena,vestidasdemaneraelegantey luciendo extravagantes joyas, le dedicaron una mirada turbadora. Noentendíanlaexcitacióndelamuchachaantealgoqueaellassololeshabíamerecidounaplausobenévoloycontenido.—Mirad,qué ternura—dijo laqueaparentabamásedad,quizáporun

usoinapropiadodelrougedesubarradelabios—.Parecequealguiensehaenamoradoestanoche.Las risas que acompañaron el comentario indignaron a Lina, que no

solíamorderse la lengua cuando se veía atacada. Ni siquiera Olga, que

conocía las reacciones airadas de su hija en circunstancias semejantes,tuvotiempodeintervenirparaevitarlaexasperadacontestación.—Señora,nodigatonterías.¿Esquenohancomprendidoustedesnada?

—Las dos señoras se retiraron envueltas en susurros y risas. Lina sevolvióhaciaOlgayVeraenbuscadecomprensión—.¡Esquenosehanenterado de nada! Son dos cacatúas ignorantes con pretensiones deilustradasdeesasde lasquehablapapá.Oeso,oesquesehanquedadodormidasduranteelconcierto.—Susojosbrillabancon tanta fuerzaqueincluso encendían la piel de su rostro como si hubiese entrado en unestado febril—.Ese ritmo tan bello…esa facilidad de sorprender…esaarmoníaenellenguaje…laenergía…laapoteosisfinal.Hasidoperfecto.—Cariño, sosiégate, que te va a dar algo —la conminó su madre

mientrasterminabadeabrocharselosbotonesdesuabrigo,seajustabalosguantes entre susdedosy se asegurabadehabermetido el programademanoensupequeñobolsodeterciopelo.—Tampoco es tan guapo… —le comentó en voz baja y con cierta

ironía amigable Vera, que no podía ocultar que la escena la estabadivirtiendo.—¿Quién?—preguntóLina,beligeranteperoincapazdedisimular.—¡Oh!, por favor, Lina… ¿quién? —bromeó Vera, remarcando

aquellascincoletrasqueenlabocadelajovensonarondisfrazadasdeunapretendidainopia—.Teadviertoqueparaserunaimportantesopranohayqueserbuenaactrizyenestosmomentosnoloestássiendo.Elviajederegresofueunsupliciodecomentarios,miradasybromas

quelajoventuvoquesoportarinclusoalllegaralapartamento,dondelastresmujeres compartieron un té para comentar el concierto. PormuchoqueellaseempeñaraenhablardelaprodigiosatécnicadeProkófiev,desuradicalismoinsolenteydesufogosidaddesconcertante,soloescuchabael mismo comentario: «Claro, cariño, lo que tú digas: no te hasenamorado de él sino de sumúsica y de sumanera de tocar. Es lo quesiemprepasa.Sitequedasmástranquilapensandoeso…».Aquella noche, en la tranquilidad de su habitación y con la oscuridad

comoprincipal aliada, tal y como lehabía enseñado la abuelaCarolina,cerró los ojos y volvió a escuchar aquella hermosa melodía que habíaconseguidoemocionarlacomonunca.

No tuvo que esperar más que unas semanas para comprobar que eldestinohabíadecididoaliarseconella.Eraunamañanafría,comotodaslasqueabrazanelmesdefebreroenNuevaYork.Linasedirigíaaltrabajoen el distrito financiero de la ciudad. Estaba contenta con su reciénestrenadaresponsabilidad.Ganabacasiveintedólaresalasemanayesolepermitía tener un dinero para sus gastos, que no eran otros que ropa,revistas y música. Caminaba deprisa para huir del frío, aunque conespecial atenciónaque suspies evitaran lanieveque cubría las callesyesquivaranlasplacasdehieloquelaheladadelalbahabíaformadoenelasfalto. No estaba segura de si temía más a la gripe o a ver cómo sucuerpo se llenaba de moratones por una caída tonta en plena calle queademáslallenaríaderubor.Cuandoapenaslequedabanunosmetrosparaacceder al metropolitano tuvo que detener su paso. Palpó nerviosa elinteriordelbolsillodesuabrigo,peronoencontróloscincocéntimosquecostaba el billete de metro y que siempre dejaba preparados la nocheanterior.Sequitóelguanteparaquesusdedospudieranbuscarconmáslibertad.Nada.Escrudiñósualrededorporsilasmonedashabíancaídoalsuelo.Enesemomento,unavoz laobligóa levantar lamirada.Eran losStahl, unmatrimonio de éxitomuy conocido enNuevaYork, y no soloentrelosemigrantesrusos.LinasentíaadmiraciónporVeraJanacopoulos,una famosacantantebrasileñaconunahermosavozquesehabíacasadoconAlekseyStahl,unbrillanteabogadorusoquehabíaformadopartedelaDuma,perohabíasalidodesupaíscuandoLeninllegóalpodery losbolcheviques formaron gobierno. Supo interpretar correctamente laspalabrasdellíderdelaRevoluciónrusacuandodijoqueentreelloshabíaelementos inseguros y que era necesario recluirlos en campos deconcentración. Stahl guardaba en sumemoria las palabras exactas de laordendel8deagostode1918dictadaporLenin:«Esnecesarioorganizaruna guardia especial de hombres seleccionados, de toda confianza, parallevar a cabo una campaña de terror de masas contra los kulaks —campesinos y agricultores con tierras en propiedad—, el clero y laGuardiaBlanca.Todoslossospechososdebenserinternadosenuncampodeconcentración».AlekseyStahlestabaenesalista.Anteesaperspectiva,Aleksey decidió cruzar el océano Atlántico. Como para muchos otrosciudadanosrusos,EstadosUnidosfueeldestinoredentor.Despuésdeconvencerlaparatomarsejuntoselprimercafédeldía,bajo

la promesa de que Aleksey la llevaría en coche al trabajo, Vera

Janacopoulos, Vera Diva, como solía llamarla su marido, la animó aacudir a un recitalmuyespecial que se celebraría en elAeolianHall deNueva York. Conocían personalmente al compositor y queríanpresentárseloporqueeraunapersonamuyinteresante,jovenysinapenasamigosenlaciudad.—¿Serguéi Prokófiev? —repitió Lina, temiendo que su rubor fuera

demasiadoevidente—.Meencantaráir,adorosumúsica.EstuveviéndoleenelCarnegieHallnohacemucho.Peronoquieroquemelopresentéis.No soportaría más bromas de mi madre y de sus amigos sobre loenamoradaqueestoydesumúsica.Noloresistiría.Lina escuchó la risa de Aleksey, que irónicamente mencionó algo

acercadelosgrandesproblemasdelajuventud,peroestavezdecidiónoenojarseyseconformóconintercambiarunamiradacómpliceconVera.Elrestodeldíaestuvoenunestadodefelicidadabsurda,conunasonrisatontaenelrostroyconlamenteenotrolugarsituadoenlacalle42,enelcentrodeManhattan.Decidióquenoselodiríaasumadre.Almenos,demomento.Eligióunsencilloperoelegantevestidoencolorburdeoscondelicados

bordadosennegroqueescondíabajounabrigodepieldepetigrísqueleayudaría a resguardarse del frío.Adoraba ese abrigo, suave, elegante ycon un corte que se adaptaba perfectamente a su figura. Había sido unregalodesupadreyeraunaprendaobligadaparalucirenlasocasionesespeciales.Yaquelconcierto loerapormuchoquequisieradisimularlo.Quería convencerse a sí misma de que la inquietud que veníaalmacenándoseensuinteriordesdequelosStahllehicieronlainvitaciónrespondíaúnicamentealaemocióndevolveradisfrutardelamúsicadeaquel visionario ruso.De nuevo, no la decepcionó.Cuando el conciertoestaba a punto de terminar y antes de que las luces de la sala seencendieran,Lina extrajode subolsounabarra de labios de color rojoquedeslizósigilosamenteporelcontornodesuboca.Porun instanteseavergonzódeaquelgestode coqueteríayhasta sintió el rubor subiendohasta sus mejillas, algo que intentó controlar llevándose las manos alrostro.CuandolosStahlpropusieronaccederalazonadeloscamerinospara

saludaraProkófievydarlelaenhorabuena,Linasedisculpódiciendoquetenía que ir al aseo, apremiándoles a que fueran ellos, que ella losesperaría en el hall. Vera sonrió mientras le atusaba maternalmente la

brillantemelenaonduladaquepronunciabaaúnmássus rasgosexóticos.«Enseguidavolvemos,novayasairte»,lepidió.Lasalafuevaciándosepocoapocohastaqueelhallsequedódesierto.

Según su reloj habían pasado más de quince o veinte minutos. Por unmomento, temió que los Stahl se hubieran olvidado de ella, lo cual erapocoprobable,oquehubieransalidodelrecintoporotrapuertadiferentey estuvieran esperándola en la calle. Cuando el sonido de sus taconescontraelsuelologróintranquilizarlalosuficiente,decidióirabuscarlos.Sedisponíaaaccederporunadelaspuertaslateralesqueconducíanaunadelassalasdelrecintocuandoalguienlaabrió,adelantándoseasuademándeempujarla.AsífuecomoSerguéiProkófievaparecióporprimeravezensuvida,trasunapuerta.—Aquí está —dijo en el tono más amable que encontró. A Lina le

impactó su voz.No se la había imaginado así.Dehecho, no se la habíaimaginadodeningunamanera.Lepareciómásjovendeloqueaparentabasobreelescenario,inclinadoligeramentesobreelpiano.Porunmomento,el intenso azul de sus ojos amenazó con ahogarla como si estuviera enmitaddelocéano.Jamáshabíavistouncolordeojostanmagnético—.Mehabíandichosusamigosqueestabaocultándosedemí.—Yo, yo…—Lina trató de balbucear algo, pero su lengua se enredó

comosilaspalabrasqueluchabanporsalirdesubocasepelearanconlasqueencerrabansuspensamientos.AProkófievledivirtió.Empleólossegundosdeturbacióndelajoven

para observar su belleza, sus rasgos perfectos que delineaban un rostroangelical, turbado por un rubor rosado que la favorecía aún más, ypresididoporunahermosasonrisadelaqueleresultabadifícilapartarlavista.—Porunmomentocreíqueelrecitalnohabíasidodesuagradoyque

habíasalidocorriendo.—¡No! Me ha encantado —dijo por fin, después de recuperar la

seguridad en sí misma, lo que consiguió en cuanto su mirada dejó desentirse presa en los ojos del joven compositor—. Creo que aRachmáninov lo ha interpretado de manera magistral, aunque conAleksanderScriabin,desdeelpuntodevistadelaexactitud,lehafaltadounpocodefidelidadaltexto…,enmiopinión.—Pues yo creo que suÉtude nº 12 lo he tocado de unamaneramuy

expresiva —contestó Prokófiev entre divertido y asombrado por la

afirmación de la bella joven—.No es por justificarme, pero elmalditopianoteníaelmecanismodemasiadoduro.EraunSteinwaynuevoycasimerompoundedo—dijo,mostrándoleelpulgardesumanoizquierda—.De todas maneras, me han hecho salir a saludar al escenario en diezocasionesduranteelintermedioyochovecesalfinaldelconcierto,ynomehaquedadomásremedioque tocardenuevohastaen tresocasiones,pornohablardelascincuentapersonasquecasimearrancanlamanoparadarmelaenhorabuena.—Losé—apostillóLina—.Yotambiénestabadentro.—Dígame, ¿es siempre tan sincera? Y sobre todo—añadió mientras

utilizabasupañueloblancoparalimpiarsuspequeñaslentes—,¿siempresonríedeesamanera?—lepreguntó,sinpoderapartarsusojosdelabocadelajoven.—¿Dequémanera?—quisosaberLina,másazoradaqueconfusa.—Deesaqueustedyasabe.Comosiestrenaralasonrisacadavez.—Solocuandolamúsicalograemocionarmecomosilaescucharapor

primeravez.ComocuandoleescuchétocarsuConciertoparapianonº1enelCarnegieHall.—¿Esesoverdad?—preguntóProkófiev,notandoqueesaconfesiónle

henchíasuorgullo—.Ydígame,¿legustó?—Meextasió.—Larespuesta ledejóalmúsico tansorprendidocomo

contento—.Enmividahabíaescuchadoalgoparecido.—Sesostuvieronlamiradaduranteunossegundos,unarteenelqueLinateníamuchamásexperienciaqueél—.ClaroquehayquetenerencuentaqueestabaustedenelMainHall delCarnegie y eso es como decir que jugaba con ventaja,porquesuacústicaestanbuenaquelasalavieneaseruninstrumentomás.Todo lo que suena allí tiene muchas posibilidades de convertirse eneterno.—¿Meestáquitandomérito?LapícarasonrisadeLinailuminósumiradayesebrillopareciócegara

Prokófiev.Por uno de los pasillos empezaron a oírse unos pasos que parecían

apresurados. Eran los Stahl que, ante la tardanza del protagonista de lanoche,habíandecididoirabuscarle.—¿Sabequé?—dijoelcompositor—.AhoramevoyairaSherry’scon

unos amigos a tomar unas cervezas y unpocodequeso. ¡Me encanta elqueso!Luegojugaréalbridgey,cuandollegueacasa,abrirémidiarioy

escribiré sobreestanoche.Aunquenocreoquehoyescriba sobreusted.Prefieroesperaraotrodía.—¿Escribeustedundiario?Quépérdidade tiempo,pudiendoescribir

algunapartituramaravillosa—replicóLina.—¿Yquiénlehadichoquenoseaigualdemaravillosoloqueescribo

enesecuaderno?—Seinclinóparabesarsumano,queadvirtiósuave,deuna delicada piel aceitunada. Lina descubrió que las manos de Serguéihabíanpasadoporlamanicurayaqueldetallelasorprendiópositivamente.Nuncaanteslohabíavistoenunhombre—.Dehecho,lohagodemaneramuyparticular.Noencontraráunasolavocalenlashojasdemidiario.Lina aceptó aquel juego seductor, que lejos de disgustarle, como

hubiese pasado con cualquier otro que hubiera osado a decir algoparecido,ledivirtió.—Estáis aquí—dijo finalmenteAlekseyStahl, que apareció, comode

costumbre, acariciándose su barba pelirroja de la que tan orgulloso sesentía—.Veoqueyaosconocéis,asíquenohacefaltaqueospresente.—Ni a él ni a su mujer Vera se le escaparon las miradas que seintercambiaron Prokófiev y Lina—. Mucho mejor, así aprovecho y osinvitoalosdosestefindesemanaanuestracasadeStatenIsland.Hemosconvidado a un grupo de amigos, no muchos. Será agradable. Habrávodkapara todosy eseplatobrasileño tan exquisitoque aquíVeraDivapreparacomonadie.¿Quémedecís?¿Cuentoconvosotros?Linanoquisoconfirmarenesemomentosuasistenciaexcusándoseen

que tendría que consultar sus compromisos. Quizá la sonrisa velada deProkófievrespondíaalaseguridadqueteníadequeellaestaríaallí.Lecostóconvencerasumadre,queinclusoprefirióllamaralosStahl

para confirmar que habría más invitados en la casa durante ese fin desemana.Lociertoesquenolehacíamuchagraciaquesuhijaaceptaraesainvitación,peroentendióquedebíaconfiarenella.Noeraunaniña.Eraunamujercita lista, inteligente, conunamadurez inusualparaalguiendesuedad,conunmarcadosentimientodeindependencia,adquiridosindudapor las continuas ausencias de sus padres durante su niñez. El principalmiedo de Olga era la belleza demasiado fascinante de su hija para unmúsicorusoreciénllegadoalaciudad,hambrientodenuevasamistadesy«que no conocía mucha gente de su edad». Esas fueron las palabrasexactas de Vera Janacopoulos que lograron convencerla. «Son jóvenes,amantesdelamúsica,selopasaránbien.Además,nosotrosvamosaestar

conellosentodomomento,notienesnadadequépreocuparte».Perosílotenía.

3

Lavisiónde lanievesiempreconseguíaarrebatarlepartedesualma

mientraslamanteníaenunsilenciopreñadodenostalgia,recuerdosyunasensaciónmisteriosaqueanidabaensuinterioryqueseleantojabadifícilde descifrar, lo que en cierta manera le inquietaba. Quizá aquel mantobrillante e inmaculado que cubría la vasta extensión de la propiedadalquiladaporlosStahlledevolvíareminiscenciasdesuinfanciaenRusiajuntoasusabuelosCarolinayVladislav.Siemprerecordabasuniñezconuna gran sonrisa por lo feliz que había sido en el país materno. En sucabezacobróvidalaimagendeaquellaniñadeapenasochoaños,felizdeestaren la terceraplantadeunosgrandesalmacenesdeMoscúdondesumadrehabíaelegidoparaellaunabrigoplisadoconbotonesenformadehojayungorrodeterciopeloqueleresguardaríadelfríomoscovita.«LorecibimosdeParís»,leconfiólaamabledependientaque,sinpretenderlo,sembró en ella el deseo de ir a esa ciudadmisteriosa de Francia dondehacían abrigos tan bonitos como el que vestía. Después de tantos años,todavíaguardabaunodeesoshermososbotonesenformadehojaamododeamuleto.La voz de Prokófiev se oyó a su espalda de manera inesperada,

sobresaltándola.—Enmipaís,enSanPetersburgo,aunqueahoralollamenPetrogrado,

coincidiendoconelsolsticiodeverano,elsolseponepor lanocheyelfirmamentosellenadeluzysetiñedecoloresazules,violetas,doradosyextrañastonalidadesrosasqueinvitanapensarqueelcielosevaaabriryvaaaparecerelparaíso.Son lasbéliyenóchi, lasnochesblancas,en lasqueel solnoseponehasta lasdiezde lanochey laoscuridadnuncaesabsoluta. La ciudad se vuelve más romántica que nunca. —Serguéi semantuvoensilencioduranteunossegundos,con lamiradaperdidaenelmismo horizonte que instantes antes observaba Lina. Parecía estarbuscandoalgoensumemoria,nosabíasiparaolvidaroparaaferrarseasu recuerdo—. Claro que todo tiene una explicación: Petrogrado estáubicadaenunalatitudtanaltaqueelsolnopasapordebajodelhorizonteyno permite al cielo ponerse lo suficientemente oscuro por la noche.—

Volvió a guardar silencio. Lina observó cómo su rostro se llenaba desombras a pesar de la lividez de su piel—. «Hay algo inefablementeconmovedorennuestranaturalezapetersburguesacuando,alallegadadelaprimavera,despliegadeprontotodasupujanza,todaslasfuerzasdequeelcielolahadotado,cuandogallardea,seengalanaysetiñeconlosmilmaticesde las flores».¿LegustaDostoievski?—lepreguntó,despuésderecuperarunfragmentodeLasNochesBlancas.—MiabueloVladislavsolíaleerlo.Sesabíafragmentosenterosdesus

novelas. Intentó enseñármelos, pero creoque losheolvidado todos.Eramuypequeña.—Todavía tenemosunpardehorasantesde iracenar.Dígame,Lina,

¿legustapasear?MientraslosamigosdelosStahldebatíanenelinteriordelacasasobre

lasúltimasnoticiasdelaguerracivildesatadaenRusia,losdosjóvenesseadentraronenunbosquepróximoalamansión.Nodejarondehablar,dehacerbromasydecompartirelunoconelotroretazosdesuvidaenlosque intentaban encontrar algún punto de concomitancia entre ellos. ASerguéi le congratulóqueunahermosa joven española, residente en losEstadosUnidos,hablaratancorrectamenteelruso,peronolegustótantocomoladesconcertantedevociónquemostrabaporsumúsica.Aquelloleagradabaenexceso,nopodíaevitarlo.—Esoesporquenohaleídoalgunasdelascríticasquehanaparecido

enprensa.—Intentóhacergaladeunamodestiaquerealmentenotenía,nimucho menos sentía—. Mejor. Le ahorraré la molestia de leerlas. Hayparatodoslosgustos.ElBrooklynDailyEagleconsideraquepodíaserelleón de la revolución musical pero que el otro día ese león rugió tandelicadamente como una paloma suave. Otros hablan de avalanchas decromatismoenlasteclasnegrasyoasisdecalmaenlasblancas.Perolasmásdivertidas son las delNewYorkTimes. ¡Siempre lo son!Me llamanpsicólogodelasemocionesmásfeascomoelodio,larabia,lacólera,ycalificanmimúsicadebrebajeinfernalcocinadoenuncalderodebrujas.—Miró a Lina esperando quizá una reacción por su parte ante lo queacababadecontarle—.¿Noseríe?—Lohicecuando las leíporprimeravez.—Lacontestaciónalimentó

suegounavezmás.«Asíquelabellaniñamesigue,sepreocupaporloquedicensobremí»—.Perohayalgunasmejores.Amípersonalmentemehagustadounaquedice:«TomeunSchoenberg,dosOrnstein,unpocode

Satie, mézclelo cuidadosamente con Medtner, añada una gota deSchumann, un vaso lleno de Scriabin y de Stravinski, y obtendrá algoparecido a Prokófiev». Al menos han escrito bien su nombre, y nosiempre ocurre en los diarios de este país. —Sus miradas se cruzaronduranteunosinstantes—.¿Realmenteleimportan?—Enabsoluto.Alcontrario,medivierten.Mepasadesdeniño.Cuando

siendo alumno del conservatorio de SanPetersburgo, elmás joven y elmáscreativosimepermitequeselodiga,misprofesoresrechazabanmimanera de entender la música, de componer y de enfrentarme a susconservadorasideas.Meponíanmalasnotas,mecastigaban,meacusabandenorespetarlacultura,lasagradatradicióncomoellosdecían.Creoqueno estaban preparados paramimúsica. No les culpo. Tampoco sé si loestaráelmundo.Sonrió de manera forzada mientras se abandonaba en un silencio

nostálgico.Aquellaetapadesuvidasemanteníamuyvivaensumemoria.El concierto en el Carnegie Hall había rescatado uno de sus primerosrecuerdos,cuandoen1914ganóelPremioRubinsteinparapianoy,parasorpresa de todos, en vez de un concierto clásico, interpretó unacomposición propia, su Concierto para piano nº 1. Todavía disfrutabarecordando cuando apareció en el estrado y vio cómo los veintemiembros que configuraban el jurado abrieron su partitura que teníansobrelasrodillas.«Unavisióninolvidableparauncompositorqueacabadepublicar»,escribiríaesemismodíaensudiario.Notodosentendieronsumúsica, pero era imposibleno admirarla.Sumadrequisopremiar eléxitoconseguidoconunviajeaLondres,que inicióansiosoen juniode1914.DosmesesmástardeestallólaGranGuerra.Todoaquelloparecíaestartanlejosyalmismotiempotanpróximo.Serguéihabíacerradolosojospararespirarunabuenabocanadadeairefríoquelogrararefrescarsus pulmones y alejar algunos fantasmas del pasado que solían visitarlecondemasiadaasiduidad.—Me gusta el aire puro que se respira aquí. Es todo tan bello —

comentóLina,incómodaporelprolongadosilencio.—Pero no tanto como las afueras de Petrogrado.—Su voz se volvió

melancólicaysumiradacomenzóaadentrarseenunpaisajemuyalejadodeaquelbosqueporelquecaminaban.—¿Loechademenos?—Linaesperóunossegundosparainsistirensu

pregunta—:¿Extrañasutierra?

—Extrañoamigente,amimadre…Escomplicado.Lamencióndesumadre,MaríaGrigórievna,ledejósumidoenunode

susepisodiosdemelancolíaquesufríaamenudo,aunquepocosconocían.Ella había sido la inductora de su vocación artística. Cuando estabaembarazadadeél,despuésdehaberperdidoadoshijaspequeñas, tocabaelpianoconstantemente.Erasuformadesosegarseantelaagitaciónquevivía el mundo a finales del siglo XIX, dispuesto a abrirse a lasvanguardias.Serguéillegóalmundoel23deabrilde1891,enlapequeñaaldeadeSontsovka,enUcrania.Supadrelecontóquelaprimeravezquehizollorarasumadrefueconapenasdosaños,cuandoescalócomopudohastaelpianoyposósusdiminutasmanossobreeltecladosacándolesusprimeros compases, concentrándose en las teclas blancas porque susdeditos no llegaban a las negras. Cuando con cinco años compuso suprimeraobraparapiano,Galopeindio,MaríacomenzóaoírdebocadesusamigosdelconservatorioqueteníaencasaalnuevoMozart.Ellafuesuprimeramorplatónico,laquemarcósuvidaeldíaqueconnueveañoscogiósumanoylellevóalTeatrodeMoscúparaverunaópera.Seríalaprimera demuchas:Fausto,El príncipe Ígor y La Bella Durmiente delbosque.Aquellamisma noche el pequeñoSerguéi comenzó a componerunlibretoparavozypiano,Gigante,yunañomástarde,condiezaños,volvería a hacerlo componiendo En las islas desiertas. Fue su madrequiensenegóapulirsuespírituimpetuoso,susentidocrítico,surebeldíamusical y su sed por romper con lo establecido. Serguéi siempre decíaque la verdadera visionaria de la familia era sumadre y no él. Fue ellaquienleconvencióparasalirdeRusiael7demayode1918.SusojosdemujervalienteyahabíanvistodemasiadacrueldaddurantelaRevoluciónrusa.Eldíaqueestallólarevoluciónde1917,Petrogradoestabatomadopor cuarenta mil policías del zar. María no entendía de política, peroentendíadelavida.Cuandoviocómoelpueblo,encabezadoporungrannúmero de huelguistas de las barriadas industriales, avanzaba enmanifestaciónporunodelospuentessobreelríoNevayfuemasacradopor la policía zarista que arremetió contra ellos a caballo, sabía queaquellonoibaaquedarseahí.TresdíastardóPetrogradoenvengarsedelaacciónpolicial.Mientrasestosucedía,SerguéiparticipabaenunaveladamúsicoliterariaconsuamigoelescritorMáximoGorki.SintiólomismocuandosupoqueenMoscúelsonidodelosdisparossemezclabaconlosgritosconstantesde«quevienen,quevienen»querecorríanlascallesen

forma de susurro sordo, las mismas calles que no tardarían en versealfombradas de cadáveres que las ambulancias francesas ni siquierarecogíananteeltemordeverseenelpuntodemiradelfusilpuestoenlamano de cualquier infeliz a quien los bolcheviques habían obligado adispararcontracualquieraquesemoviera.ElfracasodeRusiaenlaGranGuerra, la sensación del ejército ruso de estar yendo hacia una muertesegura,eldesánimomoralde las tropas, laenfermedadyelhambrequeazotaba al pueblo ruso representaban un eficaz caldo de cultivo. Elestallido de laRevolución rusa y su posterior guerra civil sorprendió aSerguéi y a su madre en las afueras deMoscú, aunque rápidamente sedesplazaron a Petrogrado. Había unmillón de personas ocultas en casapormiedo a los disparos que inspirabanmás temor que el hambre o eltifusquecomenzabaaconvertirMoscúenunenormecementerio.Maríanoqueríaquesuhijo tuvieraqueenfrentarsenuevamentea lavisiónqueun día contempló en la calle y que le robó el habla durante horas: elreguerodesangrequesalíadelaheridadeunhombrealqueacababandedisparar,congeladoencuestióndesegundossobrelanieve,rompiendoelefectocromáticodelblanco.EsadantescaimagensequedótatuadaenlosojosdeSerguéi.Maríaqueríaahorrarasuhijoloshorroresdelaguerrayno quería para él un mundo de racionamiento de alimentos,salvoconductos,autorizaciones,requisamientosyprohibiciones,yMoscúseestabaconvirtiendoeneselugar.Ellapodíaenfrentarseatodo,perosuhijohabíanacidoparahacerqueelmundoescucharaunsonidodistinto,otrotipoderevoluciónquenadateníaqueverconelmiedo,losdisparos,niconlabanderarojaondeandoenlascasas.AlgoparecidoleconfióelnuevocomisariodelpuebloparalaCultura,AnatoliLunacharski,cuandose reunió con Serguéi, contrariado porque el estreno de su ópera Eljugador, basada en la novela de FiódorDostoievski y programado para1917,tuvieraquesuspenderseporelestallidodelarevolucióndefebrero.«Eresun revolucionarioenel terrenomusical.Nosotros lo somosen lavida.Deberíamostrabajarjuntos,perositudeseoesemigraraAmérica,no seré yo quien te lo impida», le dijo Lunacharski. Meses antes, esepolíticoenalza,queanteriormentehabíasidocríticodearteyperiodista,habíaimpulsadounjuiciocontraDiosporcrímenescontralahumanidadcolocando una Biblia en el banquillo de los acusados. La sentencia seejecutó a las seis ymedia de lamañana del 17 de enero de 1918: cincoráfagasdeametralladorasedispararoncontraelcielodeMoscú.

NoesqueaSerguéinolegustaralapolítica.Esquenoqueríahablardeella quizá porque nunca la entendió por el absurdo que muchas vecesrepresentaba. Y ni siquiera lograba razonarla con la perspectiva queotorgaeltiempo.NilohizoensuRusianatalniestabadispuestoahacerloenNuevaYork,ymuchomenosenaquelfindesemanaenStatenIsland.—Es terrible lo que pasó en Petrogrado. Mejor no pensarlo. Solo

esperoquemigenteymisamigosseencuentrenbien.—Serguéivolvióaconcentrar lamirada en los árboles desnudos exhibiendo sus raquíticostroncos pelados Se topó con la mirada de Lina, que parecía haberleacompañado en silencio en su breve pero desgarrador paseo por susrecuerdos—.Creoquenoshemosperdido.Yconociendoa losStahl,nodebendeestarbuscándonos,asíquemásnosvaleespabilarnos.Además,estoyhambriento.FuelaprimeravezquelasensacióndeestarperdidanoasustóaLina,

queaceptógustosaelbrazodeSerguéiparacontinuarsumarcha.Elfindesemanatranscurrióenunambienteagradable.Serguéiparecía

habersemarcadocomoretosorprenderaLina,yquizáesemismoafánlellevó a provocar un desafortunado incidente aquel domingo por lamañana,cuandolosinvitadosdelosStahldecidierondarunpaseoenlasbarcas que esperaban en el embarcadero de una pequeña bahía fluvialcercanaalacasa.Comosideunniñosetratara,elcompositorcomenzóagolpear su embarcación contra aquella en la que viajaba Lina, que sevolvióairadahaciaélparaafearleelgestoinfantil.—Vaaconseguirquevolquemos.¿Esesoloquequiere?—¿Aquévienetantojaleo?¿Acasonosabenadar,señoritaLinette?—

dijo,retador.—Perfectamente,señorProkófiev.—Eso me lo va a tener que demostrar —contestó con una nueva

embestidaasubarcaquehizoquelajovencayerasentadasobreladelgadatablademaderaquedividía la embarcación, loqueprovocóuna sonoracarcajadadeSerguéianteelenfado,algosobreactuado,deella.—Vous êtesméchant[1]—le espetó en francés, aunque su tono no se

correspondíaconelbrillotraviesoquedesprendíasumirada.—¿Quéesperasdeunrusoquellevacaminodeconvertirseengenioy

que no ha hecho otra cosa que dedicarse a lamúsica?Es sumanera decoquetear,queridaniña—leadvirtiósabiamentemissJanacopoulos,comola llamaba Prokófiev—. Son así. Créeme, tengo experiencia en lo

concerniente a la fauna existente en la estepa rusa—comentó, lanzandounamiradaasumaridoAleksey.Las dos mujeres rieron la ocurrencia. Lina continuó observándole.

Comprendióque le ibaa llevarun tiempodesprendersede la inmadurezque suelen arrastrar los niños prodigio. Tuvo la impresión de que aSerguéi, como le habían dicho a ella muchas veces, también la vida lehabíamimadodemasiadoenlainfancia.Quizáporesosesintiómáscercadeél,aunqueestuvieranenbarcasdiferentes.Despuésdeunacomidaopípara,Serguéisupoqueteníaqueacercarsea

Linaparacompensarsuactitudenelembarcadero.Aprovechandoquelamayoría de los invitados había optado por dar un paseo por losalrededores, retirarse a la biblioteca de la casa para abandonarse a lalecturadeunlibroodescansarenunadelashamacassituadasenelporcheal abrigodeunagruesamanta y unahumeante tazade té caliente en lasmanos,decidióinvitarlaalsalóndelamansiónpresididoporunhermosoyenormepiano.—¿Tiene usted unos minutos? —le preguntó, recuperando toda la

cortesía perdida hacía unas horas en el embarcadero—. Quiero queescuchealgo.—Sucuerpodesgarbadosecolocóanteelpianoyantesdeposar susmanos sobre el teclado se volvió hacia ella para advertirle—:Especialmenteparausted.Estonolohagotodoslosdías.¿Estápreparada?—Sonrió ante la aquiescencia de Lina—.Me temo que no, así que serámejorqueseacomode.LasmanosdeSerguéiempezarona tocar las teclasdelpianocomoel

escultor comienza a dar forma a un trozo de piedra. Comenzó ainterpretar su Concierto para piano nº 2. Su mente se transportó almomentodesucreación:lamuertedesupadre,losauguriosdelallegadade laGranGuerraqueasolaríaelmundoyespecialmenteel suicidiodeMaximiliano Schmidthof, uno de los grandes amigos personales deSerguéiaquienhizodestinatariodesunotadesuicidio.Cuandoterminólainterpretación, parecía regresar de librar una ardua lucha en un lejanocampodebatalla.Lina se quedó en un estado cercano al éxtasis. Se sentía incapaz de

procesarloqueacababadeescuchar.Aquellonoeramúsica,ibamásallá.Supechosubíaybajabaaatodavelocidad,comosilacadenciadelprimertiempoyelvirtuosismodelscherzohubieranactuadodediapasónparasurespiración.Pormásquelointentaba,laspalabrassenegaronabrotarde

sugarganta,enmudecidaantelasucesióndenotas,elritmo,lacadencia…—Unabofetadaalgustodelpúblico.Esodijeroncuandoloescucharon

porprimeravez.Algunoshuyerondelasalaenplenoconciertogritando:«Alinfiernoconesamúsicafuturista,losgatoseneltejadohacenmejormúsica».Todavíaserecuerdaelescándaloqueprovoqué—fueloprimeroquedijoSerguéidespuésdequesupulsosenormalizaratraselesfuerzo.Sonrió al ver la reacciónde embelesoquehabíaprovocadoen suúnicaespectadora—.Debeustedrespirar,querida,siquiereseguirviviendo—dijoalcontemplarelarrobamientoenelqueparecíahaberentradosumásrendidaadmiradora, aquienel caráctervanguardistade lacomposición,lejosdeescandalizarla,lefascinaba.Cuando Serguéi se acomodaba en la banqueta, adoptando su

característicapostura en la que cruzaba suspiernas, apoyabaunode susbrazos sobre el teclado al tiempo que el otro lo dejaba suelto sobre sucostado,ladeabaligeramentelacabezaysepreparabapararecogerloquesindudaibaaserunabuenatandadeelogiosporpartedeLina,unafuertepunzadaacribillósussienescontantavirulenciaqueleobligóasujetarsucabezacon lasmanos,comosi temieraque fueraaexplotar.Unquejidobroncoemergiódesuboca.Lashojasdelapartituradispuestasenelatrilfrontaldelpianoquedaronesparcidasporelsuelo,altiempoqueunfuerteestruendo salió del teclado al golpear sobre él parte del cuerpo deSerguéi,comosilasteclaslanzaranelmismogritodeterrorqueseahogóenlagargantadeLina.—Serguéi,¿estásbien?—Elmiedosedejótraslucirensuvozmientras

corríahaciaélcomosisusupervivenciasolodependieradesuauxilio.Seasustócomorecordóhaberlohechopocasvecesensuvida—.¿Quépuedohacer?¡Dime,quépuedohacer!Despuésdeunossegundosdedesesperación,enlosquenosabíacómo

reaccionar,porfinleoyóhablar:—No teasustes—lepidiómientras seatenuabael intensodoloren la

partederechadelacara—.Sufrounasterriblesmigrañasalasquepareceno gustarles mi música tanto como a ti. —Por un momento olvidó sumiedorecurrenteaquelaafecciónquelemartirizabadesdehacíaañosleimpidieraundíacomponerotocarelpianocomoleestabasucediendoasu compatriota y amigo Serguéi Rachmáninov, a quien una severaneuralgia producida por la inflamación del nervio trigémino le estabamermando su capacidad creativa. Aquel temor alimentaba su cuadro de

obsesiones. Al levantar la mirada, observó el gesto de preocupaciónalojadoenelrostrodeLina.Aquellavisiónleprovocóunsentimientodeternura al que no estaba demasiado habituado. —Siento habertepreocupado, de verdad—le confesó, intentando recuperar sus gafas quemilagrosamentenohabíancaídoalsuelo.—Déjameamí—lepidió ella, utilizando supañuelopara limpiar las

lentes. Sintió que estaba a punto de echarse a llorar y le avergonzó esesentimiento, que finalmente pudo controlar—.Me has dado un susto demuerte.Novuelvasahacerlo—ledijo,sinatreverseamirarlealosojos,porloquenopudocontemplarelgestocomplacientedeSerguéi.—¿Sabes cómo se me quitan estas odiosas neuralgias? Con un buen

chocolatecaliente.Cuando Lina se dirigía a la cocina para preparar el remedio que le

habíasolicitado,suvozladetuvoylaobligóavolverse.—Megustamuchoestadecisiónnuestradehaberpasadoaltuteo.Tenía

la impresióndeestar encerradoen la suiteGoyescas deGranados,de laquenomepermitíansalir.ALinalesorprendióparabienlareferenciaalpianista.Prefiriópensar

que aquella mención respondíamás a un deseo de agradarla que a unalógicapasióncompartidaporlamúsica.

Cuando Lina regresó de aquel primer fin de semana en casa de los

Stahl, sabía que algo definitivo había pasado en su vida. Se habíaenamoradoperdidamentedeSerguéiProkófievyleasustabanosaberconseguridad si aquel sentimiento se debía a él o a sumúsica. Pero no eraalgo que le importara, al contrario que a su madre, que no tardó eninterpretarelbrilloquetraíasuhijaenlamirada.—Nomegustaesaexpresión—ledijo,sabiendoquesuhijanosiempre

escuchabasusconsejos—.Quieroquetengascuidado.—¿Conlagripeoconlapolítica?¿Conquéquieresquetengacuidado

estavez?—preguntóinsolente.—Coneltono,jovencita.Conesostonosquemuchasvecestepierden.Madreehijaseadoraban,perosucaráctereramuysimilaryesodaba

lugaramuchosencontronazosenlosquetansoloelpadrepodíaterciar,en el caso de que se encontrara en casa. Las dos eran cabezotas, contemperamento, teníanunpronto fuertey severo,y lesgustabamostrarse

libreseindependientes.Cuandoselesmetíaalgoenlacabeza,ambasibanaporellocostaraloquecostase.Elproblemaaparecíacuandolodeseadopor Olga estaba en el extremo opuesto de lo que deseaba Lina. En elmomentoenqueSerguéiProkófievaparecióensusvidas,seconvirtióenunafuentedeconflictopermanenteentreellas.—Quiero conocerle —le espetó, dejando sin palabras a su hija—.

Quiero que venga a esta casa y quiero hablar con él. Y quiero quemeexpliquecuálessonsusintenciones.—¿Aquiénquieresconocer?—dijoLina,sorprendidaporlainesperada

solicituddesumadre,que,ajuzgarporsuactitud,nobromeaba.—Vasatenerquedejardeutilizaresepronombreparareferirteaél.Ya

noselocreenadie.Linasonrióparasusadentros.Prokófievconvertidoenunpronombre.

Le gustaba aquella metamorfosis semántica de la que ella era la únicaresponsable.

4

LosencuentrosenlacasadelosStahldurantelosfinesdesemanade

aquelfrío1919enNuevaYorkseconvirtieronenunacostumbrealaqueningunode losdosquería renunciar.Serguéiencontrabaenesosdíasdedescansoyesparcimientoel refugioperfectoquenecesitabayademás ledivertía y buscaba la compañía de su nueva admiradora, como solíareferirseaellacuandoestabaconamigos.«Creoquehacemuchotiempoque nadie me ha querido tanto como esta encantadora niña. Es lo quesiemprehebuscadoyqueno lograbaencontrar.Peroesmuy reservada.Esa niña mala no quiere venir a mi casa». Aleksey le miraba con susemblante de viejo zorro que su barba pelirroja acentuaba. «Estoyconvencido de que lo es solo por fuera.Dale tiempo.Tudeberías sabermanejar la cadencia, amigomío, al fin y al cabo eres el experto», dijoapurandoelvasodevodkaquedifícilmenteseseparabadesumano.Linasabíaquesehabíaenamoradoperdidamentedeaquelhombreseis

años mayor que ella, aunque su físico, en el que la pérdida de pelocomenzabaahacerseevidente,hacíaqueladiferenciaentreellosparecieramayor. Quería estar con él, lo deseaba. Contaba los días, las horas, losminutos que los separaban para volver a estar juntos y anhelaba oír eltimbredelteléfonoanunciandounnuevoencuentro.Acudíaasusclasesdecantoconmásganas, imprimíamásbríoasusinterpretacioneseinclusosuprofesora,pocodadaahalagosinnecesarios,lafelicitóporlosnuevosmaticesqueestabanapareciendoensuvoz.Los dos buscaban el momento para estar juntos. Staten Island se

convirtióensuguaridasecretadurantelosprimerosmeses.Quelacasadelos Stahl estuviera siempre llena de amigos se convertía en la coartadaperfecta para el encuentro de la pareja que, sin embargo, no tardaba enhallar el momento y la oportunidad de escaparse durante unas horas apasear por el jardín helado, recoger hojas cuando el otoño tendía a suspies una alfombra de espesa broza anaranjada, contemplar las estrellashilándolasconhistoriasquesolíansalirde labocadeLina,de laque lamirada de Serguéi difícilmente podía apartarse, y compartir gustosliterariosenlaacogedorabibliotecadelosanfitriones.

—Prueba conKant o con Freud. Son interesantes. Siempre descubresalgo nuevo en tu cabeza que ni siquiera pensabas que tenías —lerecomendabauneruditoProkófievquesiemprehabíasidounávidolector.Cada día sus mundos estabanmás compenetrados y eso hacía que se

relajasenantelosojosdelosdemás.Nolesgustabaexhibirse,perocadavez les importaba menos que los vieran juntos. Una tarde, los Stahldecidieron hacer una enorme hoguera en el jardín de su casa. Lina ySerguéi se habían hecho con un gran acopio de hojas, una aficióncompartida en la que podían invertir horas, y comenzaron a quemarlas.Hacía algo de frío, por lo que se acercaron bastante a la improvisadahoguera queAleksey se encargaba de controlar paramantener el fuegoencendidoyqueelhumonoahogaraalosinvitados.Elresplandordelaluzquedesprendían las llamas,hambrientaspordevorar lahojarascaensuinterior,sereflejóensusrostros.Linalucíarealmentebellamientrasseenvolvía en una especie de chal de cachemira que Serguéi había ido abuscar al interior de la casa. No pudo evitar observarla durante unosinstantes.Queríamanteneresaimagenparasiempreensucabeza.PoresolepareciótanbuenaidealaproposicióndeVeradehacerseunafoto.—Ahí estáis bien. Sonreíd, no seáis tímidos —les demandó con su

peculiar acento brasileño del que no podía desprenderse, especialmentecuando se sentía relajada—. Serguéi, ¿por qué siempre tienes que teneralgoenlasmanos?—leincrepó—.¿QuieressoltarelrastrilloyabrazaraLina?La densa humareda expulsada de la hoguera motivó que parte de la

imagen apareciera nublada, aunque se podía ver cómo Serguéi habíaseguido las indicaciones de Vera y su mano aparecía acariciandogentilmente la cabeza de su compañera de retrato. Durante años Linacontemplóesa fotoenmuydistintas etapasde suvida.Y siempreconelmismocomentarioquelevinoalamentelaprimeravezquelatuvoensusmanos:«Enesanubeestabaél,yoasuladoyélcomouncaballerodelasValquiriasquemesalvabadelapirafuneraria».

Serguéi conocía los sueños de Lina de convertirse en una famosa

cantantedeóperaycomenzóainteresarseporsusavancesvocales,aunquenosiemprecon lamisma fortuna.Duranteunasobremesa,cuando todosaguardabanlacaídadela tardealrededordelachimeneadelosStahl, le

preguntaron a Lina qué composiciónmusical estaba estudiando en esosmomentos.Eraunaobramuydramática,Lanoche,unaromanzadeAntonRubinstein.Visto el interés despertado entre el reducido auditorio y trasvencersutimidezinicialporlosánimosdelospresentes,LinacomenzóacantarlahastaquelavozrotundadeSerguéilaobligóadetenerse.—Noesasí—dijo,sentadoenunadelasbutacasmásalejadasdelsalón,

comounasentenciaenmitaddeuntribunalmilitar—.Noescorrecto.Loestáshaciendomal.—Noesverdad—respondióairadaLina,quenosabíasiledolíamásel

tonoutilizadoporSerguéio lavergüenzaqueestabasintiendo—.Asíescomo laestoyestudiandoconmimadreycreoqueellaconocebastantebienestapieza,yaquelahainterpretadomásdeunavezenlosteatrosdeEuropa.—Nilosversossonasínilamúsicaeslacorrecta.—Serguéiselevantó

airadamentedesuasientoparadirigirsealpiano,dondeempezóacantarlaromanzadeladiscordia.—Soyyolaquenoreconoceniunasolanotadelasquetocas.Ymucho

menos de lo que cantas—comentó ella irónicamente para remarcar lapésimavozdeProkófiev.—Almenossigoloestablecidoenlacomposiciónoriginaldelautor.—Sería la primera vez que te dignaras seguir la tradición… —le

recriminóLina,sabiendoqueelcomentariopodíaserdevastadorenaquelmomento. Esa misma mañana el Tribune había publicado una críticacalificándoledeultramodernistaeirrespetuosoconlatradiciónmusical.El duelo dialéctico duró unos segundos, acompañado de un desafío

visual que fue creciendo en intensidad. Las miradas de Serguéi y Linadibujaron una cruz imaginaria que atravesó la estancia. Durante unossegundossehizounincómodosilencioenelqueserepartieronojeadasyamagosdesonrisascómplicesenelrostrodealgunosdelosinvitados.—Vamos,vamos.Nopasanada.Riñadeenamorados.—tercióAleksey,

lo que le valió una mirada reprobatoria de su mujer—. Pero no nosmetamos,soncosasdepareja—insistió,apesardetodo.Lina no fue capaz de entender la reacción de Prokófiev. Salió de la

habitación intentando reprimir las lágrimas provocadas por la congojaque invadía su garganta. El comentario deAleksey alimentaría sin dudalosrumoresqueyaempezabanacircularporlaciudadyquelacolocabanenunasituacióncomplicadaparaunaseñoritadeprincipiosdesiglo.Pero

le dolíamás la injusta y grosera actitud de Serguéi. Le hubiera gustadocorrer hacia él para abofetearle, pero se contuvo porque sabía que, unavez ante él, tendría que dominarse para controlar su verdadera reacciónque no era precisamente la de asestarle un manotazo. Llevaba semanasaventurando cómo sería el primer beso, imaginándolo en las noches deduermevela, reprimiendo algunos pensamientos que conseguíanruborizarla, pero tenía claro que no sería ella la encargada de dar elprimer paso. Además, estaba furiosa por la abrupta reacción delcompositorymásconociendoloquelecostabacantarenpúblico.Aúnlequedabanporconocermuchosepisodiosdelapersonalidadydelavidadeaquelhombrequeestabaponiendosumundopatasarriba,perodelquenoqueríanipodíasepararse.PocoonadasabíadelodioqueSerguéisentíapor quien había sido fundador del conservatorio de San Petersburgo ypiezaclaveenlaeducaciónmusicalenRusia,AntonRubinstein.Tambiénignorabaque,siendounniño,obligóasumadreadejardetocarlapiezade este músico que estaba interpretando con la misma rotundidad queacababadehacerloconLina.«Tocaotracosa,mamá.PrefieroaBeethoven»,fuetodalaexplicación

querecibió.No era habitual, pero al menos un par de veces Serguéi y Lina

consiguieronquedarsesolosenlacasaporalgúncompromisoartísticodelos Stahl fuera de Nueva York. Fueron apenas unas horas de intimidadregalada, pero suficientes para estrechar unos sentimientos que cada díaparecían más profundos. Pero el escenario idílico de Staten Islandcomenzó a quedarse pequeño, el decorado llegaba a asfixiarles y, a suentender, empezaba a presentar exceso de aforo. Fue Serguéi quien laconvencióparacompartir tardesdecine,ampliarsuspaseosporCentralParkyempezaracompartirveladaenalgúnrestaurantediscretodeNuevaYork.EnloquenocosechabaelmismoéxitoeraensupropuestadequeLinaaccedieraavisitarleensuapartamentodelHotelCalumet.Noeraunedificio residencialde lujo,peropor losquincedólaresquepagabaa lasemanasepodíapermitirelalquilerdeunpianoylacomodidaddepoderpracticareltiempoquequisiera,yaquehabíanelegidoparaélunadelashabitacionesmejoracondicionadasacústicamenteymásalejadasdelrestodeloshuéspedes.

Serguéi lo intentó por todos los medios. Un día le decía que estabaenfermo y que fuera a verle, otro no dudaba en recurrir a laconmiseraciónparamendigarsucompasión,comoeldíaquesehizodañoenelpulgardesumanoizquierdaenvísperasdeunconcierto, loqueleobligaría a tocar «un veinticinco por ciento peor». En otra ocasión laintentóponercelosadiciendoquesiellanoaccedíaapasarlatardeensucasa lo haría otra mujer, seguramente la aspirante a actriz DagmarGodowsky,hijadeunpianistapolacoconfamademujerfatalyconocidamástardeporsonadosromancesconRodolfoValentino,CharlesChaplinounodeloscompetidoresdirectosdeProkófiev,ÍgorStravinski.Ningunade las tácticas de presión surtieron su efecto. Lina tenía muy clara suestrategia y no pasaba por ceder a los caprichos nimuchomenos a lasdescaradas orquestaciones de aficionado que evidenciaban la pocaexperienciadesuamadoenelterrenodelaconquista.SerguéiprocurabatenerpacienciacomolehabíaaconsejadosuamigoAleksey,peroavecesseolvidabadetodoyponíalascosasaúnmásdifíciles,comosucedióunatardealasalidadelcine.Alversenuevamenterechazado,mirófijamenteaLina y le dijo que no todo podía ser ver películas y pasear porCentralPark.—Resulta aburrido—afirmó, sinmedir sus palabras ni su tono, algo

quesolíaocurrirlebastanteamenudo.ElcomentariodisgustótantoaLinaquedecidióvolveracasaantesde

tiempo. Con la excusa de que le dolía la cabeza, le pidió que laacompañara comomarcaban las normas de educaciónmás elementales.Cuando se dio cuenta de que la estaba acercando a la estación demetromáscercana,mirósurelojyvolviósumiradaenojadahaciaél.—Pero ¿qué haces?—le preguntó indignada sin que él entendiera el

problema—.¿Tehasdadocuentadelahoraquees?—Estabatanofendiday decepcionada que hubiera abofeteado allí mismo a la rarezabolchevique,comoinsistíaenllamarleOlgaNemiskaia—.¿Conquéclasedemujeressalesquenoteexigenunmínimodecaballerosidad?Serguéisequedótanaturdidopor laspalabrasdesuacompañanteque

duranteunossegundosfueincapazdereaccionarmientrasLinadescendíaa gran velocidad por las escaleras de la estación de metro sin poderdisimular su enfado. Tuvo que bajar de dos en dos los escalones parapoderalcanzarla,cogerladelbrazoydetenerla.—Soyunauténticoimbécil.—Observóqueestabaalbordedelllantoy

eso le desarmó aún más porque, a pesar de sus evidentes muestras detorpeza y descortesía, ver en ese estado a la mujer por la que estabadesarrollandounsentimientohastaahoradesconocidoenéleraalgoquenopodíasoportar—.Porfavor,perdóname.Eralaprimeravezqueleoíapedirperdónynopudoevitarqueaquella

expresión sonara realmente extraña en sus labios.No tuvomás remedioquevalorarsuinauditogestoycederasuarrepentimiento,algoque,porotraparte,estabadeseando.Regresaronalacalleyambossubieronauntaxi, dondeSerguéi la abrazó repitiendo lasmismaspalabras unay otravez:«Soyunimbécil.Novolveráapasar.Soyunverdaderoimbécil».A Lina le atormentaba la montaña rusa de sentimientos que estaba

experimentandodesdequeProkófievhabíaentradoensumundoyque,adecir verdad, suponía una novedad en su vida. Intentaba dilucidar siaquellas emociones que amenazaban con arrebatarle la conciencia yabandonarlaenunaespeciedetrancesensorialcadavezqueestabacercadeél sedebíana loque sentíaporelhombreo loque lehacía sentir elmúsico. Luchó durante días por aclarar la naturaleza de aquelestremecimientoinéditoparaella.Intentóimaginárselolejosdeunpiano,deunasaladeconciertos,sinquesusmanosescribieranlasnotasdeunapartitura o sus dedos se deslizaran por el teclado con la delicadeza y elardorquesospechabaloharíansobreelcuerpodeunamujer.Peroaquelejercicio le resultó ridículo.Noqueríaconformarseconunapartedeél.Lo quería todo, necesitaba al hombre y al músico, porque uno no seentendíasinelotro.Deseabalospaseosporelparquerecogiendohojas,eltédemediatarde

enelrestauranteSherry’s,susdisquisicionessobreFreudosusintentosdeenseñarleajugaralajedrezyponerenprácticasumovimientopreferido,ladefensasiciliana,lamásarriesgada,laquebuscabadejarsindefensaalcontrincante.«Moveralpeóndelareinadosespacioshaciadelante,eseeselmovimientodefinitivodeladefensasiciliana,Lina.Esunmovimientoagresivo,fuerte,porquesisucedeunintercambioconelpeónblancodelareina, lospeonesnegroscentralescontinuaránenel juegoal tiempoquelos blancos quedarán débiles». Lina asentía en silencio, adorabaobservarlecontantoapasionamientoantealgoquenofueraunpiano.Perose negaba a verse privada de aquellos momentos en los que el genioparecíadespertaralalocuraydeseabahacerlapartícipecomoespectadoraúnica.Unatarde,despuésdeayudarlaabajardeltaxiquelehabíallevado

hastaunadirecciónfacilitadaeldíaanteriorporSerguéi,estelepreguntósin más: «¿Me regalas catorce minutos de tu vida?». La pregunta ladesconcertó,peronotantocomoloquevivióalaccederalinteriordeunedificiodeladrillorojoqueescondíaensusentrañasunantiguoteatroendesuso.Nosupoadivinardecuálsetrataba,nohabíaestadonuncaenélytampoco conocía bien el barrio en el que estaba ubicado. La invitó aocuparunlugarenelpatiodebutacas,queestabacompletamentevacío.Eltelón rojo ocultaba el escenario, del que provenía algún sonido quetorpementeintentabaseracallado.Serguéi,acomodadotrasellaenunafilaanterior,lepreguntósilepermitíaquelevendaralosojos,aloqueella,visiblementeturbada,senegó.—Entoncesmeobligarásaconfiarenti.Cierralosojosynolosabras

hastaqueyotelopida.—Peronoverénada—sequejó.—No hay nada que ver. Tú solo escucha —dijo, sonriendo, al

comprobarladocilidadconlaquelajovenobedeció.Comenzaron a sonar los primeros acordes de su Sinfonía nº 1 en Re

Mayor,queélmismohabíarebautizadocomoSinfoníaClásica.MientraselmundosedesangrabadurantelaGranGuerra,élhabíapasadoelveranode1917enunacasadecampocercadePetrogradoconlaúnicacompañíade Immanuel Kant y una única y obsesiva idea sonando en su cabeza.Estabaenelumbraldecrearalgodiferente,tantoquenisiquierasellevóelpianoparacomponer.LlevabadíasconlaideadeescribirunasinfoníaalestilodeHaydn,decorteclásicoymuchomássencilladeloquesolíansersusobras.Lohizodememoria,sinescucharunasolanotadelasqueescribió en el pentagrama. Todo estaba en su cabeza, los instrumentostambién: cuerda,madera, viento…Esa sencillez le pareció provocadoraviniendodeélyledivirtiópensareneldesconciertoquesembraría.Linaescuchóloscuatromovimientoscreadosconelclasicismodelque

solíahuirProkófiev.ElAllegro,elLarghetto,laGavottayelFinalemoltovivace ejercieron de eficaz y contundente diapasón de los latidos de sucorazón, logrando emocionarla como pocas veces. No era capaz deacompasarsurespiración.Pensóqueprobablementeestabaescuchandolomáshermosoquehabíatenidooportunidaddepercibirensuvida.Cuandolaorquestacesó,elsilencioresultóestruendoso,vacío,hueco,expectante,dolorosamente intrigante. La voz de Serguéi se encargó de quebrar eldenso desierto de sonidos en el que se había convertido el interior del

teatro.—Si Haydn viviera, así habría sido su sinfonía. —Miró a Lina y

observó que todavía seguía impactada por lo que acababa de escuchar.Teníalosojosabiertosporqueeraincapazdecontrolarlaslágrimas.Nosabíacómodigerirlabellezadeaquellamúsica.Aquellasinfoníalahabíaemocionado tanto que en su garganta se secaron las palabras. Serguéicomprobó que aquella mujer de rostro angelical no solo se habíaconvertido en su musa, sino en su más rendida admiradora, y eso leprodujounasatisfaccióndifícildecontrolar—.Debíhabertevendadolosojos —dijo irónicamente al comprobar que no había cumplido supromesademantenerloscerrados—.Mevaaresultardifícilconfiarenti.Cuandosedisponíanaaccederalapartetraseradelescenario,yquizá

animada por la oscuridad reinante en esa zona, Lina venció su propiaresistencia, labrada durante meses a golpe de consejo maternal, y seinclinó lentamente hacia él, que admitió el envite sin ofrecer oposición,más bien todo lo contrario. Necesitaba reaccionar después de lo que élacababa de hacerla sentir. Le besó cerrando sus ojos, tal y como leprometió que haría durante la Sinfonía Clásica. Era su primer besodespués de seismeses de encuentros. Serguéi aún notó en los labios deLinaelsaborsaladodelaslágrimas.Ambos habían imaginado esemomento demuchasmaneras, pero no

así, de una forma casi clandestina, entre las bambalinas de un antiguoteatroyconvirtiendolaoscuridadenlaaliadaperfectaparaquesusbocasse contaran lo que habían silenciado durante meses. Las expectativasfabricadasenlamentedeambossevieroncolmadaseinclusosuperadas.Ningunodelosdosparecíatenerprisaporsepararsedelotro,comosieltiemposehubiesedetenidoasualrededorysoloexistieranellos.Ambosexperimentaronenaquelcontactolaemocióndelprimerbeso,algoqueenelcasodeLina,másqueuna sensación,erauna realidad.Serguéieraelprimerhombrealquebesabadeesamanera, sinprisas, sinmiedos,converdaderasganasysinimportarleelmomentodedespués.Aélledivirtióla escena, y se dejó llevar como pocas veces lo había hecho con susanterioresconquistas, cediéndoleelprotagonismo,almenosel inicial, aella.Noseesperabaaquellareaccióntanefusivaporpartedealguienquesehabíamostradotantímidayreservada,comoellatampocoesperabaloscatorce minutos de vida que acababa de regalarle. Lina no tuvo dudas:necesitabaalosdos,aSerguéiyaProkófiev.Porigual.

Alospocosdías,sevistióconelabrigodepetigrísquetantolegustabaaSerguéi, se calzóunos zapatos negrosde tacón recién estrenadosy seenvolviólacabezaenunelegantepañuelodesedadeuncolorbermellón.Esperaba que esta última prenda le ayudara a pasar inadvertida ante losojosdel conserjecuandocruzara lapuertadelHotelCalumet.Sabíaqueera una empresa complicada porque aquella joven tenía la cualidad deatraertodaslasmiradasporsubellezaysuelegancia.Cuandoentróenlahabitación de Serguéi todavía temblaba, no sabía muy bien si por lavergüenza, el miedo o el temor a que alguien pudiera haberla vistoentrandoenelhotel.EseestremecimientonopasóinadvertidoaSerguéi,queentodomomentofueconscientedelimportantepasoqueLinaestabadandoalcederasus insistentesproposiciones.Estavezsíseríaélelquetomara la iniciativa, elquedirigieracondelicadezaydestreza todos losmovimientosdel inesperadoestrenoqueseanunciabaparaaquella tarde.Laobservóduranteunosinstantescomositodavíanocreyeraqueaquellahermosamujerqueahoraparecíaunaniñaasustadaapuntodeentrarenun terrenodesconocido, estuviera ante él.Linadejóelbolsoy lasgafassobreunode losmueblesysedispusoaquitarseelpañuelodesedaquetodavíacubríasucabeza.—Déjameamí—lepidióSerguéi.Lentamente sus dedos deshicieron el nudo que ataba el pañuelo y lo

dejaron caer sobre el suelo. Comenzó a besarla suavemente, despacio,haciendo que sus labios recorrieran sus mejillas, su cuello y seentretuvieranenellóbulodesuoreja,dondedejóunsusurroquehizoquelarespiracióndeLinaseagitara.Nohabíaprisa,noqueríaqueunexcesodeceleridadlaasustaraylaobligaraasalircorriendo.Ellanoibaairseaningúnsitioa juzgarporelestremecimientoqueempezabaamostrarsucuerpo cuando las manos de Serguéi avanzaban por rincones de suanatomíaqueLinanisabíaqueexistíanycomenzabanadibujarelmapasensorial de futuros recuerdos. Él marcaba el ritmo, era el experto. Demomento, ella actuaba como espectadora, dejándose llevar y aceptandodócilmenteloquepudierapasar.—¿Estás segura? —preguntó más por obligación que por verdadera

convicción.—Noheestadomásseguradenadaentodamivida—dijosindejarde

mirarle. Por un segundo, pareció que iba a decir algo más, perofinalmentequedócongeladoensuslabios.

—Tranquila—intentó calmarla Serguéi, que intuía los miedos que abuenseguroestaríanapareciendoensucabeza—.Confíaenmí.Lohizo.Confió en él, le siguió, obedeció sus ruegos, sus gestos, sus

palabras, y llegado elmomento, improvisó loque las emocionesque leestabahaciendosentirlesugerían.Teníamiedodeabrirlosojosporsienaquelmomento comprobaba que todo era un sueño, que el instantemásfeliz de su vida era fruto de su imaginación, que todo era una de susmuchasensoñacionesnocturnascuandolaluzseapagabaylaimaginacióncobraba vida en su mente. La voz de Serguéi también rompió aquellabarreradelmiedo.—Abre losojos,Lina—lepidió cuando su cuerpomoldeaba el de la

mujer.—¿Porqué?—preguntó,comosiaquellaobservaciónleturbara.—Porquequieroquememiresyveasalhombrequemástevaaamar

entodatuvida.—Para eso no hace falta que temire. Te veo hasta cuando cierro los

ojos.LasmanosdeSerguéiparecíantenerlapotestaddellegarasitiosdonde

nadie había estado antes, tocar terrenos vedados a otras manos que nofueran las suyas, expertas en obtener sonidos nunca antes escuchados yqueparecíanescondidosenlagargantadeLina,esperandoaquealguienlos liberara y obtuviera de ellos la inflexión perfecta. No pudo evitarpensarsielSteinwaysentíaalgoparecidocuandolosdedosdeProkófievrecorríansuteclado.Ahoraentendíamejorelestremecimiento,lalocura,lapasiónylavidaquetransmitíansusnotas.Nopodíaserdeotraforma.Las horas transcurrieron tan rápidamente que convirtieron la tarde en

nocheobviandolalógicatemporal.Cuando salió del hotel, Lina percibió que sonreía constantemente, sin

apenas darse cuenta de ello. Sintió que su unión con Serguéi se habíafortalecido,ynosoloporlaintimidadylacomplicidadqueconsiguieronalcanzarsuscuerpos.Noeraalgofísico,ibamásallá.Tuvolasensaciónde que ya no eran dos seres distintos e independientes, que algo habíanacidoentreellosque lesmantendríaunidosyqueharíamuydifícilquealgúndíapudieransepararse.Era la primera vez que hacía algo parecido y, por el resultado de la

velada,algoledecíaquenoseríalaúltima.

Su romance seguía teniendo tintes de cierta clandestinidad, aunque

ellospreferíanladiscreciónparaacallarlasmalaslenguas.HastaqueundíaSerguéi lasorprendióconunaproposiciónquenoera lahabitual: irjuntos al concierto de Serguéi Rachmáninov. Significaría aparecer enpúblico,aunquesolofueraunespectáculomusical.A Olga no le pareció acertada aquella salida que consideraba

precipitadaapesardequelaparejallevabavariosmesesdeencuentrosencasadelosStahl,apartedeotrosmuchosqueLinadecidióocultarleasumadre para evitar tensiones, aunque siempre sospechó que por instintomaternosabíamásdeloquedecía.—Recuerda que todavía no estáis comprometidos, ni siquiera habéis

formalizadovuestra relación.Élno tehapedidomatrimonio.¿Acasonoleeslasrevistas?¿NohasvistolasfotosenlasqueaparececonesaStellaAdler,pornohablardeotrasmuchas?LasolamencióndeaquelnombreirritabaaLina.Laveíacomosumás

directacompetidorayunaamenazarealasuincipienteperoprometedorarelaciónconSerguéi.NolegustabalaseñoritaAdler,lamujerconlaqueel compositor solía dejarse ver antes de que ella apareciera en su vida.Aunqueen sucaso susmotivacionesprofesionalespesabanmásqueunaposible relación amorosa con él, a Stella le gustaba aparecer ydesaparecerdelavidadeProkófiev,loqueirritabayalimentabaloscelosdeLinayteníabastanteperdidoaSerguéi,quealprincipiodisfrutabadeaquella dualidad amorosa. «Yo giro entre Lina y Stella como la tierraentrelalunayelsol»,llegóaconfiarleasuamigoAleksey.Eseuniversoastralfemeninolecegóeldíaqueenvióuncentroderosasacadaunadeellasperocometiendoel tremendoerrordecambiar las tarjetas.Esedíacomprendió que no quería perder a Lina y que Stella sería siempre unenigmaincontrolableparaelquenoteníatiemponipacienciadedescifrar.Pero esa ecuación seguía sin convencer a Olga, que insistía en lanecesidad de formalizar una relación que estaba empezando a dar quehablarenloscírculosartísticosdelasociedadneoyorkina.—Séquequieres ir a ese concierto con él. Pero si lo haces, todosos

veránjuntosenpúblicoytureputaciónquedarámanchada.Yesasmanchassondifícilesdelimpiar.—Mamá,porfavor,esunconciertodeRachmáninov—leimplorócasi

conlágrimasenlosojosalverquelarectituddesumadreamenazabauna

velada que ya tenía idealizada en su inconsciente—. Hemos ido a verlejuntasmuchas veces. ¿No te acuerdas de lo queme dijo el día que nospresentaron? Que yo era una jovencita muy educada, esas fueron suspalabras.—Precisamenteporeso,noquieroquesuopiniónrespectoaticambie

porunainoportunasalida.Aunquemuchasvecessumadreleirritara,comprendíasupreocupación

y sus continuas advertencias sobre la importancia de la imagen pública,del prestigio y de la fama que cada uno se construye a raíz de sucomportamiento. Tenía que tener cuidado, evitar las habladuríasmalintencionadas de la gente. No quería convertirse en un simplecapricho, en un mero entretenimiento del músico de moda, en unacompañíadecompromiso.Prokófievestabaempezandoaserunpersonajefamoso, aclamado, reconocido, y eso siempre llamaba la atención deciertaspersonashambrientasde famaodecompañíamasculina, aunque,comoélmismocomentabaconsarcasmo,«elfamosocompositorapenastiene tres dólares en el bolsillo».Era fácil verle conmujeres intentandocortejarle pero nunca al revés. Como le había confiado VeraJanacopoulos,«Estararezarusanotieneniganasnitiempoparacortejos.Aunqueúltimamenteparecequeestáhaciendoalgunaexcepción»,ledecíaenclaraalusiónaella,provocandolaaparicióndeuntímidoruborqueaLinaleresultabaimposiblecontrolar.Hastasupadre,JuanCodina,queraravezsemetíaenlaeducacióndesu

hija,sevioobligadoaintervenir.—Tumadretienerazón.ElseñorProkófievdebeentenderqueeresde

buena familia. Y estas cosas hay que tenerlas en cuenta y dejarlas muyclaras desde el principio para que nadie se llame a equívoco y puedanconvertirseenmotivodediscusionesfuturas.—Juan,por favor,nomevasasalirotravezconeldichoso linajede

reyespolacosdelafamiliademipadre,¿verdad?—preguntóOlgaconunmarcado tono fatigado temiéndose una nueva referencia al abueloVladislav,unaspecto sobre loque solía ironizar Juan siempreque teníaocasión—.Creoqueenestemomentonopodríasoportarlo.—No,mujer,simereferíaamí.Siempreseteolvidaquemitierrafue

imperio. —Juan le guiñó un ojo a su hija, que ya conocía las viejasdiscusionesdesuspadres—.Olga,noteenfades,mujer.Mejorcontaresoque recordar que un tío de la niña, ingeniero de profesión, contrajo la

malariacuandocolocabacablesbajoelaguadeunpantano,¿noteparece?Lina adoraba a su padre. Se sentía muy cerca de él, a pesar de la

distancia física existente entre ellos motivada por sus compromisosartísticos.Peroapesarde todoel respetoque le tenía,enesemomento loúnico

que ocupaba completamente su mente era acudir al concierto deRachmáninov del brazo de Serguéi en lo que significaría su primeraapariciónpúblicacomopareja.Sinembargo,leresultóimposibleacallarelecodelaspalabrasdesumadre,especialmentecuandolahijapequeñadelcompositordeLaisladelosmuertosseacercóaellaparasaludarlaypreguntarle con un desparpajo adolescente: «¿Van a casarse?». En esemomentoagradecióalcieloquesumadrenoestuvierapresente.

PocoapocoLinafuehaciéndoseindispensableenlavidadeSerguéi.

Ambos sealimentabanmutuamentedelotroyel resultado siempre solíaserprovechoso.Élintentabaayudarlaensucarreraartística.Legustabasuvoz, teníaunbonito timbredesoprano ligerayunosmaticesquecon laenseñanza adecuada podrían hacerla brillar. Ella ponía a su disposiciónsus conocimientos y no solo musicales. Gracias a su destreza con losidiomasyasuexperienciacomotraductora,leresultabasencillotraduciralgunosdeloslibretosescritosporSerguéiquesolíanaparecerenrusooenfrancés.Pero la aportación de Lina iba mucho más lejos. Sin saber en qué

momentoexacto sucedió, supresencia se fueconvirtiendoenuna fuentedeenergíaindispensableparalacreaciónmusicaldeProkófiev,queveíaenellasuauténtica fuentede inspiración,apesardel revoloteocontinuode otras mujeres que anhelaban acceder a ese rol. Su Avecilla, comocomenzó a llamarla—una traducción de la expresión ptitsa, que en elfolclore ruso se refiere a un pájaro de fuego mágico con un plumajebrillanteyhermoso,venidodetierraslejanasyquesuponeunabendiciónyalavezunamaldiciónparaquienconsigueatraparlo—yquemástardeconvertiría en el afectivo encabezamiento de todas sus cartas, le daba lafuerzamoralquenecesitabacuandolascosasnosalíancomoélesperabaacausa de una sequía creativa puntual o de la cancelación del estreno dealgunadesusobras.«¿DiáguilevharechazadotuAlayLolly?Noimporta,siéntatealpianoycomponleunanueva»,ledijocontantavehemenciaque

Serguéi comenzóa escribir laobraChout.«¿Se retrasa el estrenodeElamordelastresnaranjas?Eselmomentodequeescribasalgoinspiradoenlanoveladeese jovenpoeta,ValeriBriúsov,quetantotegustó»,dijorefiriéndoseallibroElángeldefuego,unahistoriacomplicadasobreunaposesión diabólica, la magia negra y las torturas de la Inquisiciónespañola. «¿Qué importa que el misticismo o la religión no sean tuespecialidad? La pasión sí lo es, como los sentimientos humanos másenconados.Eres Prokófiev.Déjalo sonar y lo demás vendrá solo».Linasiempre tenía la palabra necesaria, el argumento preciso y la fuerza dedecisiónadecuadaqueelcompositornecesitabaparasalirdelagujeroenelquepretendíaencerrarlecadarevésquelepropinabalavida.Legustabasentirseimprescindibleparaél.Aquellasensaciónleagradaba.Sehabíaconvertidoenunaexpertaenlagestióndelcarácterdelgenio

en el que estaba destinado a convertirse Prokófiev. Interpretababrillantementesusobsesionesylasrecogíaconlacomprensiónnecesaria,comocuando se afanaba en contar las llamadas recibidas después de unconcierto paramedir el éxito cosechado o analizaba el volumen de losaplausos del público estudiando las circunstancias externas que podíaninfluirenelresultado:silasmujeresllevabanguantes,loquecontribuiríaa amortiguar el sonido del palmoteo; el día de la semana en que secelebraba el concierto; la edad, el sexo y la condición social de losespectadores; el clima exterior en las calles… Para él no eranexcentricidades ni manías ni extravagancias propias de un artista, eranvariablesquepodíanafectaralresultadodesuobra,y,porconsiguiente,aél.Linasabíaleerelruborqueleencendíaelrostrocuandolascosasnosalíancomoélquería,ocuandosesentíarechazadoporunempresarioopor una mujer y mantenía su mandíbula apretada, tensionando todo elrostro.Sus reacciones físicas,queni siquieraélmismocontrolaba,eranunlibroabiertoparaella.Descifrabasusmiradascuandoseasomabanalprecipiciotemporaldelosrecuerdosocuandohervíananteelnacimientodeunanuevacomposición.Eracapazdedistinguirellenguajedesusojoscuando destilaban ira, miedo, alegría, dolor o cuando brillaban con untonogrisluminosoanunciandounaférreadefensadeloqueconsiderabasuyo. Este era elmatiz favorito de Lina porquemostraba sin tapujos alhombrequeseocultababajolaaparienciaarmadadeunniño.Entendíasuslargossilencios,susoasisdesoledaden losquesusojosseclavabanenlas partituras que presidían el Steinway sobre el que volcaba demanera

casienfermiza toda lamúsicaquesumente le ibadictandoyavecesnoera capaz de procesar a la velocidadmarcada. La paciencia que ella noteníaensusclasesdecantolaempleabaparacalmarlasansiedadesylasinseguridades del genio,manejándolas de unamanera dulce aunque confirmeza,tejiendounateladearañaresistentequeamortiguaraelgolpeencasodecaída.YSerguéisabíaagradecérselo,asumanera.UndíadecidiótocarparaellalaobralíricaElamordelastresnaranjas.Estafueunaideaque surgió de su amistad con el director de orquesta, CleofonteCampanini. En un primer momento, Prokófiev pensó que sería elmomento perfecto para poner en pie la ópera deEl jugador, que habíaescrito añosantesbasándoseen lanoveladeFiódorDostoievskiyde laque se sentía especialmente orgulloso. Sin embargo, no pudo hacerrealidadeseviejosueñoaldejarolvidada lapartituraorquestalenRusiasinposibilidadderecuperarla.Lejosdedejarsevencerporlacontrariedady siempre con el apoyo de Lina, se centró en una historia en la que yahabíapensadohacíaaños:Elamordelastresnaranjas,unaóperasatíricabasada en una fábula escrita por el italiano Carlo Gozzi. El argumentoparecía algo absurdo: un joven príncipe, hijo del rey de Tréboles, esembrujadoporlamalvadabrujaFataMorgana,quelecondenaarecorrerel mundo en busca de tres naranjas que en realidad encierran a tresprincesas.Enlaterceradeellasencontraráelamor.—Megustaríaquemeayudarasatraducirloalinglés—lepidióaLina

—.VeraJanacopoulossecomprometióaayudarme,peroestádemasiadoocupada con sus actuaciones. Además, tu conocimiento del idioma esmayor. Habría una posibilidad de estrenarla en el Covent Garden deLondres y sería perfecto tener traducido el libreto. Te pagaría por ello,porsupuesto.—Linasonriósinsabersilohacíaporelsalarioprometidooporlaconfianzaqueestabadepositandoenellaalhacerleeseencargo—.Y eso no es todo. Quiero que te olvides de una de las naranjas, de laprincesaVioletta, porqueva adesaparecerde la obra.—Linamostró susorpresalevantandosuscejasyabriendosusojos.Noentendíanada.Eralaprimeranaranjaqueaparecía—.Apartirdeahorase llamaráprincesaLinette. —El anuncio le iluminó su rostro al escuchar su nombrerebautizando a uno de los personajes—. Querida, acabas de entrar enescena.Cuando llegó a su casa, no pudo esperar a contárselo a sumadre. El

famosoProkófievhabíapuestosunombreaunodelospersonajesdesu

nuevaobra.Comodecostumbre,OlgaNemiskaianopudoevitarecharleunjarrodeaguafría.—Noseasinocente.Lohahechoparaquedarbien.—¡Mamá!—protestódemanera infantil.Ni siquiera seenfadó.Estaba

demasiadoexcitadapararendirsealenojo.—Esperaaqueestépublicadayestrenada,yluegoyaveremos.Además,

la princesa Linettemuere de sed. ¿No hubiese sidomejor que fueras laprincesaNinette?—Puesno losé, teniendoencuentaqueseconvierteenunaenormey

peludarata.—Sí,perosecasaconelpríncipe.—Esunafábula,mamá…—Losé.Perorecuerdaquealgunassehacenrealidad.¿Yahasolvidado

lasfábulasquetecontabatuabuelacuandoerasniña?Enel fondo,Lina sabíaque sumadreadorabaaSerguéi, aunque solo

fuera porque era imposible no hacerlo después de escuchar su música.Ambosseadmirabanyrespetabansuscarreras.Además,suamadohabíapasado la pruebade fuegodel primer encuentro conOlga, que se saldócon un rotundo éxito, aunque su madre se esmerase día tras día enocultarloaojosdesuhija.NoqueríarelajarlaguardiayqueLinapudieraentenderlo como una disminución de la preocupación que le provocabaaquella relación.Ensuprimerencuentro,SerguéiyOlga,unidosporsupasión por la música y por una encubierta nostalgia por su tierra,estuvieronhablandodelfuturodelosnuevosinquilinosdelKremlinydeladevastadoraguerracivil rusadesatadaentre rojosyblancos.Enaquelprimer encuentro, ambos entendieron que el dolor en la distancia podíaunirmásquelaalegríacompartidaenlaproximidad.

5

Hacía frío y llegaba tarde. Las grisáceas calles de Nueva York

mostraban susmárgenes acicalados con abundantesmontículos de nieveque aportaban al asfalto un punto de luz que iba apagándose cuando ladensa mezcla de barro, aceite y humo vomitada por el tráfico losdevoraba. «Qué poco duran los cristales del cielo cuando llegan a latierra», solía pensar Lina al ver cómo desaparecía la delicada loma decoposblancosenlosquehabíamudadoelaguaheladaexpulsadaporlasnubes.Sumenudocuerponolograbaencontrarelanheladoresguardocálido

enel interiordesunuevoabrigodepielgrisperla, regalodesumadre,quehabíadecididoestrenaresedía.HabíaquedadoconSerguéienunodesus lugares favoritos, el edificioWoolworth, el rascacielosmás altodelmundoenaquelaño1919.Lina llegó tiritando, envuelta en un ligero temblor que apenas podía

controlar,con lasmanos fríasapesarde la supuestaproteccióndeunosguantesdepielmásdecorativosqueefectivos,elpaladarcongeladoqueleimpedía hablar con claridad, y sin apenas sensibilidad en la punta de sunarizquelucíaencarnada,loqueacentuabalaexpresióninfantilquesolíalucirsurostro.—Avecesseteolvidaquesoyespañola,unatierradondesiemprehace

solylatemperaturanocastiga,soloacariciacálidamente.Comprendoqueno tengasni ideade loquesuponeesaagradablesensación,peroestaríamuy bien que la tuvieras en cuenta si no quieres que muera decongelación. Necesito un café con leche muy caliente, a ver si lograreanimarme. —Se dio cuenta de que ni siquiera había dejado hablar aSerguéi, que la observaba de manera divertida, esperando el mejormomento para intervenir. Le conocía. Algo le pasaba. Tenía algo quedecirle, perono encontraba lamaneradehacerlo.Nunca fuebueno a lahoradebuscarelmejormomento,eldondelaoportunidadnoeraunadesuscualidades,peroenesatorpezatambiénresidíapartedesuencanto.Sumediasonrisaladeadayunbrillopícaroensumiradalaanimóapensarqueeranbuenasnoticias.

—Quiero que vengas conmigo a la cena del Club Bohemians que secelebrará en honor al pianistaHaroldBauer. Es una cena de gala.—LaexpresivamiradadeLina se iluminómásde lonormal,mientrasque susonrisa se abría como una flor ante él. A Serguéi le encantaba aquellasonrisa, siempre fresca y jovial, dispuesta a ser estrenada, como si sereservara incólume y virgen hasta que él aparecía y la contemplaba—.Estaremosenlamesadehonor,asíquemástevaleirguapa,porquetevanamirar todos.Merefieromásguapaquedecostumbre, siesqueesoesposible—dijoadulador.La alegría inicial queporunos instantes le había robado la capacidad

del habla se transformó en una sombra que eclipsó su rostro. ¿Quéponerse?Esa era la preocupaciónque lograba turbarla.No tenía ningúnvestidodenoche,almenosnolosuficientementeespecialparaacudiraunacontecimiento tan exclusivo.Se enfrentaba a suprimera cenadegalayLina lo entendió como una prueba de fuego. Era la primera vez queSerguéilehabíapedidoirdesubrazo,comosucompañeraoficial,enunevento de esas características. Lo del concierto de Rachmáninov habíasido algo diferente. El Club Bohemians era otro nivel y requería otraactitud. No sabía si le hacía más ilusión acallar las malas lenguas queasistiraunactoalquemuchospagaríanporpoderacudir.Teníaqueestarperfecta,porellaperoespecialmenteporSerguéi,oasílosentía.Olga vio en la falta del vestido apropiado la excusa perfecta para

quitarle de la cabeza a su hija la idea de asistir a aquella cena. Seequivocaba. Lina no pensaba amilanarse ante uno de los retos másimportantes de su vida —aparte de interpretar algún día a Gilda deRigoletto,deVerdi,oaLiúdeTurandot,dePuccini—porundetalle tanbanal.Sieranecesario,seloconfeccionaríaellamisma.LasalvaciónvinodelamanodeVeraJanacopoulos,quesepresentóen

casa con el vestido que convertiría a Lina en laCenicienta de la noche.Habíaelegidoparaellaunvestidodelaméencolorrosayplata,untejidocuya apariencia de metal líquido logró acentuar aún más su seductorafigura. Estaba realmente espléndida, irradiaba luz, juventud y belleza.Parecíaunaactrizrebosandoglamursinnadaqueenvidiaralasestrellasdelcinedelmomento,ClaraBowoGloriaSwanson.Cuandosumadrelavioaparecerenmitaddelsalón,nopudoevitarla

pregunta.—¿Deverdadvasairdelbrazodeesehombre?—Tuvoqueesforzarse

paranoreconocerloverdaderamentehermosaqueestabasuhija.—Mamá,porfavor,habrámuchosmásmúsicos.Esunaveladaartística.

Novaapasarnada.Confíaenmí.—En quien no confío es en la lengua de la gente. ¿Qué pensarán?

Creeránqueeresunasimplecompañíadelasmuchasquetiene.¡Noeressunovia,nisuesposa,nisiquierasuprometida!Piénsalo,diránqueeresuna nueva jovencita ligera de cascos. —Olga fue consciente de que elcomentario,aunquecargadoderazón,erainjustoconsuhija.—Sabesquesinomedas tupermiso,no iré—admitió, sabiendoa lo

que se arriesgaba con semejante declaración—.Y también sabes lo queestosuponeparamí.Dependedeti.Enesemomento,eltimbredelapuertarompióelsilencioquesehabía

apoderado del apartamento familiar. Era Serguéi, que no pudo evitarsentirse impresionado ante semejante beldad. Cuando pudo reaccionar,descubrióqueelsemblantedeOlgaNemiskaianoeranadaprometedor.—Quiero que la traigas de vuelta a casa a las doce.—Laorden sonó

másaamenazaqueaotracosa,sobretodocuandodecidióquetodavíanohabíadicholaúltimapalabra—.¡No!Alasonceymedia.—Estaráencasaalasonce.Ledoymipalabra—leprometióSerguéi.—Mástevale.Oiréyomismaabuscarla…aellayati.Lina estaba tan nerviosa que ni siquiera se dio cuenta de que su

presenciaeraelcentrodeatencióndetodaslasmiradas,repartidascasiapartesigualesentrelasderendidaadmiraciónporpartedeloscaballerosylasnopocasrecelosasdealgunadama.Elatractivodelajovenespañolacomenzaba a ser el tema más comentado en los círculos artísticosneoyorkinos.Todosqueríanconocerla,observardecercasubellezalatinay racial de la que daba buena muestra su cabello negro elegantementeensortijado,susojosnegrosrasgados,susfaccionesdelicadas,angulosasysuaves,quelehacíanmostrarseigualdebellaconysinmaquillaje,susmedidas perfectas estrechándose en una delicada cintura y un cuerpoarmónicamente proporcionado aunque de estatura menuda, que siempreelevabaconlacorrectaeleccióndeunoszapatosdetacónquerealzabanyafinabanaúnmássufigura.Tenerlaocasióndeentablarunaconversacióncon la misteriosa española, e incluso escuchar algunas de susinterpretacionesvocalespara lasque tantosepreparaba,eraelobjetode

deseo de muchas personalidades. Su capacidad para hablar hasta cincoidiomas, sus maneras educadas, su carácter divertido aunque salpicadodeliciosamente de una inicial timidez que algunos podían confundir conciertaingenuidad,ysutalentoparalamúsicayelartelaconvertíanenlacompañíaperfectayenelfocodeatraccióndetodafiestaquesepreciarayquenadiequeríaperderse.Disfrutó conversando sobre la música de grandes contemporáneos,

comolaeternaQuintasinfoníaendosostenidomenordeGustavMahler.También se alabó la maestría del catalán Pablo Casals, afamadoviolonchelista y compositor al que el padre de Lina se referíacontinuamente sobre todo por su negativa a actuar en Rusia tras larevolución y la llegada de los bolcheviques al poder. Se mencionóigualmente el perfeccionismo casi enfermizo de Arturo Toscanini, unbrillantedirectordeorquestaaquienOlgaNemiskaiahabíaconocidoenMilán, cuando fue nombrado director de La Scala, donde habíapermanecido hasta 1908. Lina se encontraba en un paraíso del que noqueríasalir.—Quiero presentarte a Arthur Rubinstein. —Serguéi se encargó de

hacer laspresentacionesnadamás llegaralClubBohemians—.TheNewYorkTimesletratamuchomejorqueamíensuscríticas,perosindudaesporsuorigenjudío.NadatienequeverqueengrandezcaaúnmásaChopinensusinterpretaciones.MequedaelconsuelodequeelCarnegieHallmebrindó un recibimiento más cálido que a él.—Sonrió al ver la miradaembelesadaquesucolegaledirigíaasuacompañanteyviolanecesidadde advertirle a Lina sobre el personaje que tenía enfrente—. Intentaráembaucartecontando lapasiónquesientepor lamúsicadecompatriotastuyoscomoManueldeFalla,IsaacAlbénizoEnriqueGranados.Perotencuidado, querida, ostenta por méritos propios una indiscutible fama deseductory…¿cómotedefiniómiqueridoThomasMann?¿Vividor?—Joiedevivre.Vasatenerquerevisartufrancés,Prokófiev.Hablóde

mialegríadevivir.—RubinsteintomólamanodeLinayseinclinóhaciaella haciendo que depositaba un sentido beso, pero sin rozarle la piel,como dictaba el protocolo—. No le haga caso. Como ya sabrá, suencantador acompañante pierde todo su encanto cuando sus manosabandonanelpiano.Linaestabadisfrutandodelmomento,loquenoleimpidióruborizarse

cuando, al girarse para recibir la copa de champán que le ofrecía un

camarero,escuchóelcomentariodelportentosopianistapolaco.—¿Dóndehaencontradoustedesabelleza,Prokófiev?—lepreguntó—.

Creoqueconalguienasíamiladoymirándomedelamaneraqueellalemira, mi inspiración sería eterna. Supongo que sabrá que estácompletamenteenamoradadeusted.—Nosoloeso.Sehaconvertidoenalguienindispensableenmivida.La

necesitoamilado.Llámemeegoísta.—Se me ocurren cosas peores que llamarle, amigo mío. Mi

enhorabuena, eso sí, desde mi más profunda envidia que, si pudiera,convertiría en rivalidad. Pero creo que tendría la batalla perdida ysabiéndolodeantemano,escompletamenteinútiliralaguerra.La velada transcurrió con mayor facilidad de lo que Lina había

imaginadoynolecostónadaconvertirseenlaprotagonista.Todofueronsonrisas, conversaciones artísticas, palabras de halago y gestos deaceptación. Fue allí cuando escuchó por primera vez la posibilidad deviajaraParísylasugerenciavinodelabocadeRubinstein,comomuchasdelascosasdelasquesehablaronaquellanoche.—Querida Linette, le comentaba a Prokófiev la conveniencia de ir a

París. Allí se está gestando una verdadera revolución artística. Estánllegando creadores de todo el mundo para convertirla en la capital deluniversocultural.Tendríaqueoírcómohablaallílagente,cómoescribenlosescritores, cómopintan lospintores, cómo tocan losmúsicos, cómobailan los cómicos… ¡y cómovisten, hablan, fumany ríen lasmujeres!Estánaciendounanuevasociedad,libre,independiente,abierta,sinmiedoalavanguardia,sinatadurasmoralesnitradicionales.Eselúnicoparaísoenlatierradondepodremosrecuperarnosconclasedelosestragosdelaguerra. La ciudad destila glamur por cada traicionero adoquín de suscalles.¿Sabeusted,querida,queelejércitofrancésfuealaguerraentaxi?—¿Entaxi?—sesorprendióLina.—Fueunasolucióndeunaúltimahora—explicóRubinstein—.Francia

había convocado amásde diezmil reservistas para ir al frente, pero elejército solo tenía transporte para cuatro mil soldados. El resto fueronacomodados en los más de seiscientos vehículos Renault AG de colorrojo, el modelo elegido para la flota de los taxis de la ciudad. Laimprovisada comitiva bélica, enfundada en su característico uniforme,colorazul,saliódelHotelLesInvalidesdeParísydesfilópor laciudadbordeando el Arco de Triunfo y luego enfiló los Campos Elíseos. Un

espectáculodignodeservisto.Elpatriotismonuncadesfilóporlascallesdeningunaciudaddelmundoconladignidadconlaquelohizoaquel7deseptiembrede1914—sentencióRubinstein—.Paraesohayquetenerunavisiónmuyauténticadelavidaquealgunosidiotaspuedenconfundirconexcentricidad.Hágamecaso,Linette,esallídondehayqueestarenestosmomentos.Paríssevaaconvertirenunagranfiestaalaqueconvienenofaltar. Además, todo el mundo está invitado. Y si me lo permite, ustedpuedeserunadiosaenlaciudaddelaluz.Bueno,enrealidad,ustedpuedeserloenellugardelmundoqueelija.

Fue la primera de muchas apariciones públicas que desde ese día

protagonizólapareja.LinaeralamujerdelaquetodoelmundohablabaenelmundilloartísticodeNuevaYorkytodosqueríanverla,saludarlayconversarconella.Sesentíacómodaconlaexpectaciónqueprovocabasupresencia. Solo deseaba que algún día ese interés estuviera causado nosolo por su físico y por su condición de acompañante de la sensaciónmusicaldelmomento,SerguéiProkófiev,sinoporsuinterpretacióndelaprotagonista de la ópera La doncella de nieve de Nikolái Rimski-Korsakov. Únicamente tendría que desearlo con fuerzas y seguirtrabajandoparaconseguirlo,comoleanimabaSerguéi.Era algo habitual verla recibiendo las lisonjas por parte de los más

variadoshombresque laveíanaparecer juntoaProkófieven las fiestas,recepciones, conciertos, restaurantes o sencillas reuniones de amigos.Triunfóenelespectacularbailededisfracesqueorganizóelcoreógrafoybailarín Adolf Bolm, una de las estrellas del ballet de Diáguilev, queinsistió en que la pareja asistiera al siguiente estreno de su propiacompañía,elBalletIntime.Todoslacortejaban,peroellasoloteníaojosycorazón para una única persona. Sabía controlar de manera magistraltodas las situacionesyde todas lograba salir airosa.ASerguéi, lejosdemolestarle, lehenchíadeorgullo.Laobservabaatentamentey leparecíaestarcontemplandoaunadeesasbailarinasdelosfamososBalletsRusosde suamigoSerguéiDiáguilevque sedesplazabanpor el escenario conuna delicadeza exquisita, aparentemente frágiles pero seguras del lugarqueocupanenlaescenaydellugaralquedebendirigirse.Asísorteólosgalanteos del director austriaco Artur Bodanzky, antiguo asistente deMahler, así como los del pianista polaco Josef Hofmann. Y aunque le

divirtieron,tampocoprestómayoratenciónalfamosoescultorrusoGlebDeriuzhinskiyesoquehabíaamenazadoconvengarsedesuindiferenciaenlaesculturaqueestabarealizandodelacabezadeSerguéi.—LacabezadebarrodeProkófievestáquedandofrancamentebien—le

dijo Deriuzhinski durante una maratoniana velada de bridge al que tanaficionadoeraSerguéiyquealcanzólasochohorasdeduración—.Peronomepuedoimaginarcómoquedaríalasuyasimepermitierarealizarla.Aunque sus facciones no son para trabajarlas con barro, requieren undelicadomármolblanco.¿Meharáesehonoralgúndía?La sonrisade lapretendidamodelo se convertía en la antesaladeuna

respuestaquesiempreprometíaesperanzaperoningunaconfirmación.—Quizá cuando logre ganar a Prokófiev al bridge o al ajedrez,

podamosempezarahablardel tema—respondiódivertidaalconocer lamerecida fama de excelente jugador de ajedrez que acompañaba desdepequeño a Serguéi, quien presumía de haber ganado al mismísimoCapablancaenunaexhibicióncelebradaen1914.SiProkófievnohubieraencontrado su lugar en elmundo colmando las partituras de bemoles ysostenidos, lohabríahecho sobreun tablerode sesentay cuatro casillasdisponiendo de dieciséis piezas blancas y otras tantas negras. Esos doscoloresmarcadamenteantagonistas,tantoenuntablerocomoeneltecladodeunpiano,estabandestinadosaperfilarlastonalidadesdesuvida.

UnamañananotóaSerguéimásabstraídoensuspensamientosquede

costumbre.Linapensóquepodríadebersealapróximacelebracióndesutreintacumpleaños.Estabapreparandounacomidaespecialen lacasadeunos amigos a la que iríandespuésdepasar lamañanapaseandopor laorilla del ríoHudson. Le había comprado una bonita pitillera en la queteníapensadograbarleunpequeñoversodeunode lospoemasdeAnnaAjmátovaa losqueélmismohabíapuestomúsica.Estabaultimando lospreparativos con delicadeza, con especial cuidado en no exagerar elevento, ya que sabía que llegar a la treintena no era algo que le hicierademasiadagraciaaSerguéi.Pero el ensimismamiento mostrado no tenía nada que ver con su

cumpleaños. Aquella conversación con su amigo Rubinstein sobre laconvenienciadeviajaraParíshabíamovidociertosresortesensucabezaque, cual efectivas piezas de ingeniería, habían comenzado a engrasar

algunasideasensucerebro.LlevabatiempopensandoenlaposibilidadderegresaraEuropaparapodercontinuarconsuprocesocreativo.TeníalaimpresióndequesucarrerahabíacomenzadoaestancarseenlosEstadosUnidosynosoloporlacancelacióndelestrenodesuóperaElamordelastresnaranjas,motivadamásporel fallecimiento inesperadodeldirectordelaorquestadelaópera,elitalianoCleofonteCampanini,sinoporqueledaba la sensación de que su composición musical podía volversemonótona,algoqueleaterraba.Necesitabaunnuevoairequeleayudaraarespirarmásenérgicamenteylepermitieravolcartodoloquesonabaensucabezasobreunpentagramademaneraoriginal,rompedorayseñera.EseeraelsonidoProkófievyperderlosupondríalamuerteenvida.YasíselohizoveraLinaduranteundesayunoenelHotelPennsylvania,enlaSéptima Avenida, entre las calles 32 y 33, donde habían quedado paraverse antes de queSerguéi viajara hastaChicago para intentar solventarlosproblemassurgidosaraízdelacancelacióndesuesperadaópera.Esamañanaaparecióligeramentepálido,conunairedemacradoensu

rostro a pesar del perfecto rasurado que siempremostraba. Un velo defragilidadcubríasusemblante.Noeranhabitualeslossurcososcurosquenacíanbajo suspárpados inferioresyporeso llamabanmás laatención.Parecíacansado.—¿Qué tepareceríaviajaraParís?—Lapreguntasembró lasorpresa

en el rostro de Lina—. Allí podrías seguir con tus clases de canto.ConozcoaunaprofesoradeSanPetersburgo,FéliaLitvinne,quepodríasacarmuchomáspartidoatuvoz.Nomecostaríanadaconvencerlaparaqueteadmitieracomoalumna.Yestoyconvencidodequeprontopodríasactuarenalgúnteatro.¿Quéteparece?—¿Esto es por Rubinstein? —preguntó Lina con un cierto tono de

desconfianza.—No.Estoespormí,por ti,pornosotros.—Serguéinomentía,pero

tampoco decía toda la verdad. Había una razón más poderosa que leempujabaacruzarelAtlánticoyregresaralviejocontinente.—¿Esporella?—preguntóLinaconunejércitodesombrascruzándole

lamirada.—¿Porquién?—Porunmomentopensóquehabíasidocapazdeleersu

pensamiento.—PorStellaAdler—dijomientrasdejabalatazadecafésobreelplato

con delicadeza, a pesar de los pensamientos que estaban enfangando su

imaginación—.Vilanotaquetedejóenelhotelenlaquedecíaquequeríaverte.—ElcomentarioparecióextrañaraSerguéi,loqueenciertaformala alivió—. No quiero que pienses que me inmiscuyo en tus cosas sinpermiso o que me estoy convirtiendo en una histérica llevada por loscelos.Elmensajemelodioelconserje,seguramentecreyendoque te loentregaríasinmás.Penséquepodíaseralgoimportanteyporesololeí.Dimetúsiloes.—Esporotramujer.—Alver la turbaciónquesuafirmaciónacababa

deprovocarenlajoven,Serguéinopudoevitaresbozarunasonrisaque,sinembargo,encerrabademasiadamelancolíaytristeza.Enciertamanera,le despertaba cierta ternura el episodio de suspicacias sentimentales quesindudahabíaalimentadoydelquenosesentíaespecialmenteorgulloso,almenosenaquellaocasión—.Noseastonta,sabesqueesosonsandeces,yadeberías tenerloclaro.Esamujersoloqueríaque ledieraunasclasesdepiano—dijo,ateniéndosealaverdad,cuandomenosenloconcernienteaél.—Sí, claro, clases de piano… —replicó ella, recuperando entre sus

manoslatazadecafécaliente.—Esmimadrequienmepreocupa.LaconfesiónhizoqueLinasesintieraridículaporlaabsurdaescenade

celosqueacababadeprotagonizar.NoeralaprimeravezquelaexpresióndeSerguéidesaparecíatrasunanubedeinquietudantelaimpotenciadenopoderconseguirquesumadresalieradeRusia.Ladescarnadaguerracivilentre los bolcheviques y el denominado Ejército Blanco, partidario delantiguo régimen zarista, estaba devastando el país y sumiendo a lapoblaciónenuncalvariodehambre, fríoymuerte.Hacíamuchotiempoquelosalimentosescaseaban,quelosestantesdelastiendassemostrabanvacíos,queenlospocoscafésquemanteníansuspuertasabiertasseveíanobligados a sustituir el azúcar por pequeños caramelos de anís y que eltifusseextendíacomounmantonegrodeseosodeenterraralapoblación.Serguéisufríaal imaginarasumadreenmitaddeaqueldesiertoaunquenofuesecapazdeconocersuverdaderoalcance.—¿Tumadre?—atinóapreguntar.—Noestoysegurodequerecibaeldineroqueleenvíoperiódicamente.

Apenasmellegansuscartasy laspocasquelohacenmepartenelalma.Nome lo cuenta todo para no preocuparme, pero sé que está enferma,tiene problemas en los ojos y allí no puede obtener el tratamiento que

requiere.Cualquierdíapuedequedarseciega.Ytodopareceirapeor.Laincertidumbreunidaa la imposibilidadde sacarladelpaís,meconsume.Tengo miedo de no volver a verla. Quizá desde Francia tenga másposibilidadesdeconseguirlo.Peronopodréhacernadasitúnoestásamilado.Linacogiósusmanosylasapretócontrasupechonosinantesbesarlas.

Le enterneció su aire de niño herido, abandonado, al que le habíanarrebatadolaesperanzadeencontrarconsuelo.Serguéihabíanacidoparaser feliz y para triunfar, pero los acontecimientos parecían negarle esaposibilidad.

Esa misma mañana, cuando Lina le despidió en la estación de tren,

comenzó a hacer planes para su viaje a Europa. Si algo tenía claro,ademásdesussueñosdeconvertirseenunafamosacantantedeópera,erasudeseode estar junto a ese hombre el resto de suvida, sin importarledondeestuvierasuhogarporquesuhogarseríaél.Elproblema lo ibaatener en su casa. Casi podía escuchar los decibelios que alcanzaría lacontestacióndeOlgaNemiskaiaencuantolecontarasusplanesdefuturo.Confiómás que nunca en la reacción de su padre, aunque su apoyo nosolía serdemasiadovinculante.Era el preciode las continuas ausencias.Peronoestabadispuestaaquenadie,nisiquieralosdosseresquemáslaqueríanenelmundo,learrebataransussueñosantessiquieradeempezaravivirlos.

6

No quiso acompañarle al muelle el día de su partida. Se veía muy

capaz de arrojarse a las aguas grises del puerto deNuevaYork ante laimpotenciadeverlealejarsesinqueellapudierahacernadaparaevitarloexcepto lanzarse al agua. Incluso tuvo un sueño los días previos a supartida en el que su cuerpo se perdía entre el oleaje provocado por elbarcoenelmomentodezarpar,antelosojosinquietosdeSerguéi,quelabuscabanentrelamareadebrazosdespidiendoasusfamiliaresyamigos.Mientras su cuerpo se hundía y desaparecía entre los reflejos del aguapodíaverle,ajenoalatragedia,consucaracterísticamiradaperdida,sinimaginar la suerte que estaba corriendo Lina. Se despertó empapada ensudor y presa de una respiración jadeante, casi asmática, que tuvo queahogarenlaalmohadaparanodespertarasumadre.Semanasantes,habíaidoconélacomprarelpasajedelbarcoqueharía

eltrayectoNuevaYork-LondresconunaescalapreviaenParís.Elbilleteteníafechadelmartes27deabrilyunahoradesalida:lasseisdelatarde.EnlosúltimosdíashabíanllegadobuenasnoticiasdesdeLondresdonde

el interés por el espectáculo era cada vez mayor. Y no habían sido lasúnicas. La salida de Rusia de María Grigórievna estaba más cerca deproducirse gracias a las incansables gestiones realizadas por su hijo. Sitodosedesarrollabacomoestabaprevisto,muyprontoMaríaembarcaríaenelpuertodeNovorosíiskcondestinoaConstantinopla.LaintencióndeSerguéieramovertodosloshilosposiblesdesdeFranciaparaobtenerlospapelesdesumadreyhacerquellegaraaParís.Noeraunaempresafácil,peronocesaríaensuempeñohastaconseguirla.

Eldomingoanteriorasupartidadecidieronpasarlolosdossolos,ya

que no sabían el tiempo que iban a estar separados debido a que ladecisión de Lina de seguirle hasta Europa se iba aplazando como elestrenodesuobraElamordelastresnaranjasenChicago.PrecisamenteesedíaquisosorprenderleconunaexcursiónalcondadodeOrange,enelnortedelestadodeNuevaYork.

—Voya echar demenos tus detalles—dijo refiriéndose a la eleccióndelcondadoenelcorazóndelvalledelríoHudson,cuyonombreeraunclaroguiñoasuópera.Elbuentiemposehabíaconvertidoensualiadoybrindó a la pareja un día perfecto para el picnic que Lina llevabapreparando toda la semana, en el que no faltaban los dos alimentospreferidos de Serguéi: el queso y el vino—. ¿No tienes hambre? —preguntó al ver que la joven no comía nada y parecía estar máspreocupadaporlospatosquesurcabanlasaguasdellagodelparqueyelvaivéndelascopasdelosárbolescentenariosdebidoaltímidovientoquesehabíalevantado.—Tengomiedoaquenomeechesdemenoslosuficiente.—Esquenovoyahacerlo…—dijosonriendoanteelgestodesorpresa

deLina—…porquevasareunirteconmigoantesdequemedestiempoaextrañarte.—Eso si logro convencer amimadre de que acceda a queme vaya.

Cadavezquesacoeltema,esunadiscusiónquesiempreacabaenun«yaveremos».Cuandocreoque la tengoconvencida,surgealgoque lehacedudar.Avecespiensoquelohaceapropósito,quejuegaconmigocomositodavíafueraunaniña.Nosécuántomásvoyasoportarlo.—Pues no lo hagas. Vente conmigo, no tendré problemas en

conseguirteunbillete.Noesperesalarespuestadetumadre,dalelatuyaypunto.—¿Estás loco? —preguntó ofendida—. ¿Quieres que me vaya sin

decirlenada,sintenersupermiso?Lascosasnofuncionanasí.—Lascosasnofuncionancuandoaparecetumadre,Lina.Daiguallas

muestrasqueledemos,locomplacientesqueseamosconella.Nuncatienesuficientes garantías. Lleva intentando frenar nuestra relación desde elprincipio.Ynoloniegues,porquelosabestanbiencomoyo.—Tú no lo entiendes —dijo incorporándose del suelo sobre el que

habíantendidounamantaparaprotegersedelcésped—.¡Esmimadre!Nopuedocomportarmeasí.—Erestúlaquenoloentiendes.Yonopuedovivirpendientedeloque

tu madre decida o no para nosotros. No es justo ni para mí ni para ti.Tienes que vivir tu vida, nadie puede hacerlo por ti, ymuchomenos tumadre.—SerguéitambiénseincorporóybuscólaproximidaddelcuerpodeLina.Susmejillasencendidasevidenciabanelenfadoporloqueestabaescuchando, aunque él sabía que el rubor y el brillo de sus ojos

respondíana la impotenciaquesentíaante la indecisióndesumadre.Larodeóconsusbrazosylabesósinesperarningúnpermiso,nielsuyonimucho menos el de su madre. Y como de costumbre, ella no opusoningunaresistencia—.Sabesquetengorazón.—Noquierodiscutir,Serguéi.Tevasenunashoras.Nomeperdonaría

pasarnuestrosúltimosmomentoshablandodemimadreybatallandoporverquiéntienerazón.—Dime,¿quéquiereshacer?—preguntódispuestoacomplacerla.—Llévameacasa.—Su respuestaprovocóqueelgestodeSerguéi se

contrajera.—Está bien—dijo dispuesto a obedecer sin más—. Recojo esto y te

llevoacasa.AsíOlgasealegrarádeverloprontoquellegasuhija.—Nohedichoquequierairacasademimadre—matizóLinahaciendo

quelamiradadeSerguéiseinundaradeimágenesquedemomentosolocobrabanvidaensumente—.QuizánopuedadecidirirmecontigoaParíspasadomañana,perohoysípuedodecidir loquequierohacer.Yquieroestarcontigo.

Apenastardaronmediahoraencambiarelcéspedylamantadepicnic

por las sábanas de la cama del apartamento de Serguéi. No lo habíaplaneadoasí,peroera loqueLinadeseabaporencimadecualquierotracosa.Necesitabaestarconél,pegarseaélynosepararsenunca.Cuandolas manos de Serguéi recorrían su cuerpo era cuando más segura sesentía,másalejadadelmundo,delmolestoruidoexterior,detodoloqueno fuera suuniversoencomún.Habíaencontrado su lugar enelmundoentre sus brazos y no iba a permitir que ningún barco, viaje o decisiónmaterna la convirtiera en apátrida. Todavía no sabía cómo iba aconseguirlo,peronotardaríamuchoenreunirseconélenParísodondelavidalossituara.Peroasulado.Pasaron toda la tarde haciendo planes mientras sus cuerpos se

descubríancariciasdesconocidas,bebiendovinoycompartiendomiradasy sonrisas que encubrían el juego prohibido que ambos disfrutaban sinquenadiemástuvieraderechoainmiscuirse.—¿Sigues sin querer acompañarme al puerto para despedirme? —le

preguntóSerguéimientrasvolvíaaacomodarsucuerposobreeldeella.—Nopodríaaunquequisiera.Creoquemevolveríamáslocadeloque

estarésimequedoencasaimaginandocómozarpaelbarcoytealejademí.—Linasonrióbuscandounacomplicidadquenolecostóencontrar—.Meconozco.Podríahacerunalocuraynotegustaría.—Teequivocas.Meencantaquecometaslocuras.Deberíashacermás.Tras entregar el baúl a los operarios del puerto y cuando ya había

subidoabordo,lecomunicaronqueelbarcoretrasabasusalidadebidoaunos problemas de última hora que no revestían gravedad, pero queimpedían cumplir el horario previsto. Serguéi aprovechó para bajar atierra,buscarunteléfonoyhacerunallamada.Cuandoelsonidometálicodel timbre eclipsó la tranquilidad en el apartamento del 145 delWashingtonHeights,Linayahabíarecibidounespléndidoramoderosasrojas,estavezsinerrorenladestinatariadelatarjeta,yunsobreconlosciento cincuenta dólares prometidos para apremiarle en la traducción alinglésdellibretodeElamordelastresnaranjas.—Dime que vendrás, que no me dejarás solo —le rogó Serguéi

mientraseratestigodelossollozosdesuinterlocutora,queseaferrabaalteléfonocomosiconesodetuvieralasalidadelbarco—.Noquierovivirestaaventurasinti,noseríalomismo.Debemosestarjuntos.Esabsurdoquenoseaasí.La indecisióndeLinaveníamotivadapor laresistenciadesumadrea

darlepermiso,perolasituaciónexasperabaaSerguéi,quenoentendíalosrecelosdeOlgaNemiskaiaparaquesuhijaemprendieraaquelviajequesindudaseríabeneficiosoparasufuturoartístico.Tampococomprendíasus dudas sobre la naturaleza de la relación que mantenían cuandoconsiderabaquelehabíadadopruebasmásqueevidentesdelrespetoyelcompromisorealquelebrindabaasuhija.

EnelmomentoenelqueelbarcoenelqueviajabaSerguéiseperdió

en las aguas del océano Atlántico, Lina comenzó a idear la manera deseguiraquelrastrodeespumaqueleseparabadesusueñoydelhombrequeloforjaba.«Noséquéharésimequedosola,siélnoestáconmigo.Mevolveréloca».Sabíaquesumadreseríaunobstáculoensusnuevosplanes.Pormucho

que insistiera en el carácter profesional de aquel viaje,Olga continuaba

con el ceño fruncido.Aquellos surcos en su frente los sembraban en supielotrosfantasmasquenadateníanqueverconlasclasesdecanto.SiyaleparecíamalqueaparecieradelbrazodeSerguéiencualquier fiestaoconciertoquesecelebraseenNuevaYorksinestarcomprometidos,podíaimaginarloquesumadrepensaríasobresalircorriendotrasélrumboaEuropa.Noesquenolegustaraaquellararezabolchevique,comoinsistíaen llamarle cada vez que su nombre motivaba una discusión materno-filial. Muy al contrario, le agradaba y mucho. Pero a pesar delacercamiento entre ambos, tanto a nivel personal como musical, a lamadreseguíaasustándole laopiniónde lagenteyeldañoque lasmalaslenguaspodíanhacerleasupequeña.Sabíaqueamabaasuhijayquenohabía llegado tan lejos en ninguna relación mantenida con otra mujer.Peronopodíaremediar levantarundiquedeprotecciónyprudenciaqueexasperabaaLinayalpropioProkófiev.NotardaronenllegarlascartasdeSerguéiconelfranqueofrancésque

Linaabríaávidamentecomosiensuinteriorseencerraraelsecretodesufelicidad. En ellas le contaba con detalle su emotiva llegada a París,cuando su amigo Diáguilev abandonó sus coreografías con los BalletsRusosy fuea recibirlealgritode«Ha llegadoSeriozhaProkófiev».Ledetallabasudíaadía,susperipeciasparaencontrarunacasa,paraavanzarenlastrampasburocráticasdelpapeleoyconseguirquesumadrellegaraa París, en los nuevos contratos que le ofrecían los teatros parisinos yeuropeos,losavancesensusnuevascomposiciones,elclimaartísticotandistintoalvividoenNuevaYorkylacomidaexquisitaqueencontrabaencada restaurante de la ciudad. Pero lo que alimentaba la imaginación deLina eran todos aquellos encuentros con grandes artistas que le narrabapormenorizadamente:

HeconocidoaRavelymeharogadoquenolellamemaestro.Stravinskisehamostrado

muyamableconmigo,inclusomehafacilitadounpianoparaquenopierdaunsolominutosincomponer.Picassoesunserespectaculary,alhablarledeti,mehadichoqueestádeseandoconocer a su bella compatriota.A JeanCocteau le conocí en una fiesta en la casa de unamujer fascinante,madameEdwards,Misia.Te encantaría estamujer, es refinada, elegante yhastalosmásgrandesserindenasuspies.CreoqueenParíselarteylaculturanoexistiríansiellanoestuvieramoviendosushilos.Todosdicenque tieneunolfatoportentosopara losnuevos talentosyquenosuele fallar.Y lomejoresquemehaprometidoquehará todo loposible para agilizar el visado demimadre. Pienso cada noche en el día en el que puedapresentarte a todos ellos. ¿Mevas aobligar a ir abuscarte?Necesitoqueestés aquí, amilado.Nopodréconseguirlosinti.Nomecastiguescontuausencia.

Esas misivas alimentaban el fuego interior de Lina, que estabaconsiderandoseriamentematerializarsuspesadillasde lanzarsealmaryalcanzarelpuertodeLeHavreaunquefueraanado.Durante semanas estuvo buscando la mejor manera de afrontar la

conversacióndefinitivaconsumadre,ideandoargumentosquevalidaransu decisión de embarcar su vida rumbo a Europa, aunque realmente elvientoquelatransportaríasoplaraendirecciónaSerguéi.Podíaescucharen su cabeza la retahíla de preguntas que saldrían de la boca materna:«¿Viajar a un país extranjero con alguien que no es tumarido? ¿Dóndedormirías?¿Enquécasavivirías?¿Quéharíasenlanuevaciudad?¿Quiénestaría vigilándote? ¿Qué pensaría la gente?». Esa pregunta se habíaconvertido en la inevitable apostilla con la que Olga Nemiskaia solíaacabar todas sus frases: «¿Qué pensará la gente?». Lina siempre sequedaba con la respuesta en la boca, a la espera delmomento adecuadoparapoderpronunciarla:«Lagentedejarádepensarenticuandotúdejesdepensarenella.Esasídesimple».Peronoeraelmomentodeairearsurebeldía.Debíacontenerse,actuarconinteligenciaeintentarquesumadrecontemplara la situación como una oportunidad para su futura carrera.Desde luego, las clases de canto con una de las mejores profesoras deParístendríansupeso,peronoseríansuficienteexcusaparapersuadirasumadredelaconvenienciadeaquelviaje.HabíasidoideadeSerguéi,yesosuponíaunproblema. Intentóhacerseconel favordesupadre,algoqueno le costó conseguir aunque con la contrariedad de que se encontrabafuerayporteléfonoelpermisopaternosonóconmenosfuerza.—Además—añadió,recitandodememoriaunguiondiseñadodurante

lasúltimassemanas—,noestarésola.EnParísestán tusamigosZeldayHenryLiebman.Ellospodráncuidardemíytecontaránquéhagoencadamomento. Y están Vera y Aleksey Stahl. ¡Va a ser como estar en casa!Mamá, por favor, ¿es que alguna vez te he dado motivos para que noconfíes enmí?Sé que es una decisión difícil, aventurada, peromírame:meconocesmejorquenadieynuncatehedecepcionado.¿Esqueesonovale nada? —Se le acababan los argumentos al mismo ritmo que lapaciencia y el gesto impertérrito de Olga no permitía albergar grandesesperanzas—.Ysinadadeesto tesirve,piensaqueenalgúnsitio tendréquepasarlasvacacionesdeverano.¡QuémejorlugarqueParís!Cuandoporfinconsiguióalgoparecidoaunveladoconsentimientopor

parte de su madre, no se lo pudo creer. Corrió hacia ella para

agradecérselo con tanto ímpetu que Olga no sabía cómo quitársela deencima. Escribió a Serguéi comunicándole que la esperase, que por finsalía rumbo a París y que podrían estar juntos, aunque no sin salvarciertos inconvenientes puntuales que a punto estuvieron de retrasar eincluso anular el anhelado viaje. Primero,Olga cayó enferma y, ante laausenciadesupadre,Linanoseplanteódejarlasola.Cuandoseconfirmóquetodohabíasidounsusto,uninoportunoproblemaconelpasajeylasplazasdelbarcoenelquedebíaembarcaramenazarondenuevosusueño.PeroLinaconfiabaenqueeldestinosealiaraconella,comofinalmentesucedió.LaúltimanochequepasóensucasadeNuevaYorkfueespecialpero

tambiénalgoincómoda.Olganopodíaesconderlatristezaquellenabadetinieblas su rostro y su hija no sabía cómo disimular la alegría por lainmediatez del viaje. Esa dualidad contradictoria la estaba matando pordentro.Sesentíamalporsumadre,peroalmismotiempoestabaaescasashorasdehacerrealidadunodesusgrandesdeseos.Sedisponíaatomarseelúltimovasodelechequedurantemuchotiempoleserviríalamanodesumadre para luchar contra la anemia. El nerviosismo era tan evidentequeelvasoseresbalódesumanoysucontenidosederramóporencimade la tapa del piano. El contraste del líquido blanco sobre la superficienegradelinstrumentocreóunaextrañavisiónquecongelósurespiración.Esperóduranteunossegundoselcomprensibleenfadoquepreveíaensumadre, pero no se produjo. Se limitó a servirle otro vaso de leche, sinmás.Niunapalabrasaliódesuboca,niungestodedesaprobación,comosi no lo hubiera visto. Lina respiró profundamente como solía hacercuando necesitaba controlar una situación. Recordó la moraleja queencerrabaunadelasfábulasnarradasporsuabuelaCarolina,aquellaqueadvertía de la estupidez de llorar sobre la leche derramada.Mirar haciadelanteynopensarmásenloqueyanotienesolución.Yasílohizo.

SEGUNDAPARTE

PARÍS

Oigan,sienciendenlasestrellasesporquealguienlasnecesita,¿verdad?Esquealguiendeseaqueestén,esquealguienllamaperlasaesasescupitinas.Oigan;sienciendenlasestrellasesporquealguienlasnecesita,¿verdad?Esindispensablequetodaslasnochessobrelostejadosardaaunqueseaunasolaestrella.

VLADIMIRMAIAKOVSKI

Quéseríadelossueñossilagentefuerafeliz.PIERREREVERDY

7

El manto azulado de las aguas del Sena que rodeaban en forma de

cálido abrazo las inmediaciones del puerto deLeHavre reconfortó a lajovenpasajera.Eraunazulintenso,brillanteycristalinoquelerecordóalamiradadeSerguéi.ProntocomprobaríaquelosazulesenFranciaeranmás azules, como el azul horizonte del uniforme del ejército francésconfeccionadoconlailusióndequesussoldadosseconfundieranconelcielo; el azul luminoso en las paletas de los pintores quemostraban suscuadrosenlaplaceduTertreenlacolinadeMontmartre;elazulmarinodelascreacionesdeCocoChanelllenandoelescaparatedesumaisondecoutureenelnúmero31delarueCambon;elazulcristalinodelapiscinadelsalóndelLidoenelcorazóndelosCamposElíseos;elazulprietodelexterior del café Procope, con sus espejos y sus cuadros de marcosdorados; el refrescante azul de los licores que llenaban las copas deLeDôme Café…Mesesmás tarde, Picasso le confirmaría aquella primeraimpresión:elazulparisinoeraunapaletadecoloresensímismo.Sinduda,elazuleraunbuencolorparainiciarunanuevavida.Despuésdealgomásdediezdíasembarcada,leresultóextrañopisar

tierra firme. Le hubiese gustado que el primer rostro familiar quedistinguieranadamásbajardeltransatlánticofueraeldeSerguéi,peronofueasí.Hubieradadopartedesupesadobaúl, llenoenbuenamedidaderopaypartituras,porhaberlepodidoabrazarybesaralpiedelaescalinatadelbarcocomohabíavistohacerenlaspelículasycomohabíaimaginadounaymilvecesenlasnochesdeinsomnio.Peronosucedióasí.QuizáelretrasodedosdíasconelquehabíallegadoaParísteníaalgoqueverenaquella inesperada y decepcionante ausencia. Lina se consoló pensandoque tendría un buen motivo. Sin embargo, sintió una desconcertantesensaciónnadamásbajardelbarcoquelaobligóagirarsucuerpoenmásde una ocasión, lanzando sumirada sobre lamuchedumbre apostada enaquel muelle, como si sintiera la proximidad de un encuentro que senegabaaproducirse.Fuealgoextraño,nosabíacómodefinirloymucho

menos interpretarlo. Estaba cansada, eso sería todo. Los amigos de sumadrehabíanidoabuscarlaalpuertodeLeHavreyteníanelencargodecuidar de ella. La recibieron con una cálida bienvenida adornada desonrisas,abrazosytodaunacoleccióndehalagosquellegaronaturbarlaa pesar de lo acostumbrada que estaba a ellos. «No me extraña que tumadre nos haya pedido que no te perdamos de vista.Eres una jovencitamuy hermosa», comentó una de las amistades más íntimas de OlgaNemiskaia,ClaraSpencer,unaamericanadecididayrisueña,quesehabíaconvertido en una de las primeras mujeres aviadoras durante la GranGuerra.EnellaLinaencontróunaamigalealygenerosa,unainesperadacómpliceyunpuntodereferenciaensubrújulavital.«Estoyconvencidadequeseremosbuenasamigas»,levaticinóClara.Ynoseequivocaba.LehabíanacondicionadounahabitacióndelpisoqueteníanenParísen

la rue Bassano, que a Lina le pareció perfecto, aunque sabía que no sequedaríaallímuchotiempo.LoprimeroquehizofuellamaralHotelQuaiVoltaire, donde se alojabaSerguéi, y dejarle unanota despuésdeque elamable telefonista le comunicara que el señor Prokófiev no habíaregresadodesuviajeaLondres,dondeseencontrabaultimandoelestrenodelaóperaElamordelastresnaranjasenelCoventGarden,asícomolospreparativosdelapuestaenescenadelballetElbufón,enelquetrabajabajunto aDiáguilev. Se quedó pensativa, intentando sin éxito esquivar unacreciente zozobra que comenzaba a presionarle el pecho. «Ya tenía queestar de vuelta. Sabía que llegaba hoy», se dijo, intentando dominar almonstruo de la preocupación que comenzaba a crecer en su cabeza.Aquellaprimeranochenopudoconciliarelsueño.Leextrañabanohaberrecibidonoticiasdeél.Noentendía la insistenciamostradaensuscartas,lasprisas transmitidas en sus telegramasy susdesvelospor conseguirleunbilletedosmesesantesdeloprevistoparaquepudieraarribaraParísafinales de junio y no en agosto, si cuando por fin llegaba al destino nisiquiera aparecía para recibirla. No podía imaginar lo sucedido en losúltimosdosdíasenlavidadeSerguéi.NimuchomenospodíasospecharqueambossehabíancruzadoenelpuertodeLeHavreconapenasunosminutosdediferencia.CuandoelbarcoenelqueviajabaLinaprocedentede Nueva York atracaba en uno de los muelles del puerto, en otroembarcaderosituadoaescasosmetroshabía llegadoelbarcoque traíaaSerguéi desde Londres como primera escala de su precipitado viaje aMarsella, donde tenía prevista su llegada un vapor francés de nombre

Souirah en el que viajaba alguien muy especial. De manera imprevista,aunquefueraalgoesperadodurantelosúltimosdosaños,lecomunicaronquesumadreestabaapuntodellegaralpuertodeMarsella.LasgestionesprometidaspormadameEdwards,Misia,alpropioProkófiev,asícomolainestimableayudade losStahlydelpropioStravinski—queno sería laprimera vez que iba a olvidar su eterna rivalidad con Prokófiev—hicieronposiblelaobtencióndelvisadoylacompradelbilleteparaqueMaríaGrigórievnaembarcaraabordodelSouirahocupandouncamarotede tercera clase. Hacía meses que había abandonado Rusia desdeNovorosíisk, tras pasar por un campo de refugiados cerca deConstantinopla,quehabíaminadomássuyadeterioradasalud.La entendible y casi enfermiza precipitación de Serguéi por llegar

cuantoantesaMarsellahizoquetuvieraqueesperarvariashoraselarribodelvaporfrancésenelqueviajabasumadre,quenotocópuertohastalasdiez de la noche, lo que le obligó a emplear el tiempo de espera endeambularporlaciudadsinsaberqueLinalebuscabaconlamiradaamásdenovecientossesentakilómetrosdedistancia.Creyóqueeltransatlánticoque la traía desde Nueva York se retrasaría aún más, pero no fue así.Cuando por fin atracó el Souirah, Serguéi estuvo buscando a sumadredurantecercadedoshorassinpoderencontrarla.Subióybajódelvapor,preguntóalatripulación,escudriñóeltránsitodepasajeros,sedesesperódesplazándoseallugardestinadoparalosequipajes.Nirastrodesumadre.Cuando a punto estaba de abandonar, convencido de que María habríaperdidoelbarcooespeculandoconcualquierotrorazonamientoenelqueprefería no pensar, oyó unas palabras pronunciadas en ruso. «Yo mequedaré con la señoraProkófiev.Hadebidohaber algún error.No creoque tarde».Serguéisegiróenbuscadelpropietariodeaquellavozynotardó en dar con él. Era Schletzer, sobrino de su amigo el pianista ycompositorAleksanderScriabin,quecasualmentesehabíaencontradoconsu madre y se había comprometido a quedarse junto a ella hasta queabandonaraelbarco.Guiadoporél,subiódenuevoalnavíoenbuscadesu progenitora. Le costó reconocerla. Habían pasado dos años desde laúltimavezquesevieron,peroparecíandosdécadas.MaríaGrigórievnamostrabaunaspectocansado.Parecíahaberencogidovarioscentímetrosyhabíaperdidomuchopeso.Supielestabacastigadaporelsolymostrabauna extraña tonalidad morena frente a la lividez que siempre la habíacaracterizado. Con la mirada perdida tras unas gafas ahumadas que

escondían el grave deterioro de sus ojos, ni siquiera se percató de lapresencia de su hijo. Serguéi sintió una punzada en el corazón querápidamente apartó para dirigirse a ella y sacarla de aquel camaroteabarrotadodepersonas.Encuanto tuvodelantea suhijo,desapareció latristeza y el cansancio quemarcaba su rostro demacrado. Se abrazaroncomoloharíandosnáufragosperdidosduranteañosenunaisladesierta.Les llevó unos minutos poder separarse. Demasiado tiempo, demasiadavida,demasiadosilencio.Serguéileofreciósubrazoparaguiarlaensuaturdidocaminarporsu

falta de visión y así poder abandonar el barco. Era tarde, por lo quedecidieron pasar la noche enMarsella así como parte del día siguiente.Maríahabíahechounlargocamino,perosehabíanegadoadesprendersedelaspertenenciasconlasquesaliódeRusia:dosabrigosqueleayudarona combatir las inclemencias del tiempo, una pequeña bolsa que llevabacolgada al cuello y que contenía sus documentos de identidad, y lomásimportante para ella por el valor que sabía que tenía para su hijo: unacarpeta repleta de varias partituras, cartas, libretos —el largamenteanheladodeEl jugador—yuna serie demanuscritos, como el preciadodiarioqueSerguéihabíaescritodurante todasuvidayquehabíadejadoolvidadoenelescritoriodesucasaalabandonarRusiael17demayode1918. Imaginar lasvicisitudesqueaquellaancianamujer teníaquehaberpasadoparanosoltaraquellacarpeta,alserlomáspróximoqueguardabadesuhijo,leemocionó.HastadosdíasmástardenoregresaronaParísyentoncesSerguéisupo

queLinaestabayaenlaciudad.«¿Sepuedesermásfeliz?»,pensóalsaberque las dos mujeres que deseaba tener en su vida habían llegadoprácticamente al mismo tiempo. Dejó acomodada a su madre en eltranquilohotelaorillasdelSenaycorrióabuscaraLinaa ladirecciónqueellamismalehabíafacilitadoalrecepcionistadelhotelcuandollamópreguntandoporél.Perocuando llegó,no laencontróallí.Denuevosevioasaltadoporlamismasensacióndepérdidaqueleembargódosdíasatrás enelpuertodeMarsella cuandonoencontrabaa sumadre.Estuvovarios minutos caminando de un lado a otro de la calle hasta que unamujer, elegantemente vestida y con una sonrisa complaciente que sedisponíaaentrareneledificiosituadoalfinaldelarueBassano,cercanoa laavenidade losCamposElíseos,seacercóaélcomosi leconocieradesdehacía tiempo.Encierto sentido, así era, aunque solo fuerapor las

indicacionesqueOlgaNemiskaialehabíadadosobreél.—Ellaestábien,nosepreocupetanto—dijomientrasSerguéilamiraba

sin entender quién era esamujer que se presentó comoClarita y que lesonreíaconlaseguridadqueotorgabaelpoderdominarunasituaciónaldisponer demás informaciónque el contrario—.Para ser sinceros, estárealmente guapa—recalcó de unamanera divertida—. Solo espero queustedtengaunabuenaexcusaparasusdosdíasderetraso.—Latengo—reconociósonriente—.Yséqueaellaleharáfeliz.—Mealegroporusted.Perollegaunpocotarde.Ellayanoestáaquí.—

Serguéi volvió a torcer el gesto—. No se lo vaya a decir a su madre,porque Olga es muy capaz de presentarse aquí mismo, pero solo hatardadodosdíasenempaquetarsuscosaseirseaunhotel.Creoqueseríaunagranidea…—dijopausadamente,comosiacompasarasuhablaconladirección que estaba escribiendo en el papel que había extraído de subolso—queustedfuerahastaallíycomenzaraaenseñarleParís.Amínisiquieramehadejado…Tuvoqueesperaralgunashorasparaverlaaparecerenladirecciónque

Claritalehabíafacilitado.Suvisiónlereconfortó.Estabarealmentebella.Solo llevaba dos días en París y parecía que sus tacones habían pisadotoda su vida el empedrado parisino. Iba impecablemente vestida con unvestidodecinturabajaquelecubríalarodilla,unligeroabrigomuyfinosobrepuestoamododevaporosachaquetaysuhermosamelenaescondidaen un sombrero cloche por el que se escapaba rebelde parte de sucabellerarizada.Másqueandar,siempreparecíaqueflotaba,quesuspiesdeclinaban la idea de rozar el suelo. Dedicó unos instantes a mirarla,comosifueralaprimeravezquelohacía.Alverle,Linaleobsequióconuna de sus sonrisas recién estrenadas para él, lo que logró romper elhechizoqueparecíahaberledejadoclavadoenmitaddelvestíbuloysoloelprolongadoabrazoyel sentidoconciertodebesosentre lapareja fuecapazdequebrar.—¿Perodónde…?—preguntóamedias.—Unalargahistoria.Mimadre,Marsella,elvisado…loimportantees

queyaestásaquí—dijo,instándoleasubiralahabitación—.Tengotantascosasquecontarte.—No.Mejor demos un paseo por el Bois de Boulogne. No he visto

unos castaños más hermosos en mi vida y, si voy contigo, aún mepareceránmásmaravillosos.

—Esto es París, Lina—le confió cómplice con la única intención dequitarle los posibles prejuicios traídos deNuevaYork. Estaba deseandoestar conella, aprovechar la intimidad, colmarlade losbesosy cariciasretenidasdurantetantotiempo.Noqueríaperderunsolominutodesuvidaenalargarunencuentroqueambosdeseaban,aunquecadaunotuvieraunitinerariopropio.—Losé.Ytambiénséquenosoytumujer…todavía—ledijoconuna

sonrisaantesdebesarledenuevo—.Quieroquemeenseñes todo loquemecontabasentuscartas.Tenemostodoeltiempodelmundo.

París se abrió a la pareja en los mejores momentos de la tardía

primaverade1920.SuzonapreferidaeraMontmartre.Paraaccederaeselugar que invitaba a perderse era necesario coger el funicular queascendía por encima de la empinada colina de ciento treintametros queseparabalapartebajadelbarriodeMontmartredesupartealta,dondesealzaba la impresionante basílica del Sacré Coeur. Una vez arriba,contemplabanelmantoblancoqueparecíahabersombreadoelpinceldeunodelosartistasquellenabanlascallesdeMontmartre,yquecubríalascúpulasdelabasílicadelSacréCoeur,custodiadadecercaporlaiglesiadeSaintPierre.Linabuscabaelmejorrincónparaobservarelespectáculoqueestabaapuntodesuceder.EnesepuntodelaciudaddeParís,elmundose detenía por unos instantes, próximo a enmudecer, para observar elatardecerenvueltoenundelicadoytransparentevelodoradoquetapizabalostejadosdelaciudadcomosiquisieratejerunadelicadaalfombrasobrela que pudiera caminar todo aquel que se mostrara dispuesto aabandonarse. Podría estar horas contemplando aquella imagen si elresplandor anaranjado del sol no tuviera tanta urgencia por desaparecerdevorado por la tierra. Pero el tiempo era algo que se escapaba condemasiadaceleridad.Eneselugaraprendióquelosmomentosmásbellosde la vida no duran eternamente, que tienen su ritmo, su tempo, sucadencia,yquefueradeesamedida,elartedesapareceaniquiladoporunaefímera fecha de caducidad. Allí, en lo más alto de la colina, respiróprofundamentecomolohizoenel interiordelCarnegieHall laprimeravezquefueaveraProkófiev.A Serguéi le parecía que la Torre Eiffel ofrecíamejores vistas, pero

Lina no estaba de acuerdo. No eran solo las vistas, era la luz y la

magníficacomuniónentrecieloytierra.Después,ambossedirigíanalaplaceduTertre.PorelcaminodecidiríansisentarseenLaMaisonRose,dondeseguramenteencontraríanaPicassooaGertrudeStein.Silanochehabía caído lo suficiente, optarían por dirigirse al número 22 de la rueSaulesyadentrarseenelAuLapinAgile,elcabarémásantiguodeParís.Fueracualfueraellugarelegido,LinajamásabandonabaMontmartresinpasarantesporÀlaMèredeFamille,unadelasmásantiguasconfiteríasdel mundo, donde, golosa, su mirada se perdía en el interior de loscajonesdemaderadondetarrosdemermelada,cestasdefrutasconfitadas,cajasrellenasdepastelesdealmendras,montañasdebombones,sacasdecaramelos, bandejas rebosantes de figuras hechas de azúcar y chocolateesperabanacolmardeplacerlasbocasmásgolosas.Rubinsteinteníarazón.Paríseraelparaísodelossentidosynopensaba

abandonarlomientraslavidaselopermitiera.Lina no perdió el tiempo y se apuntó a las clases de canto que

Prokófievlehabíaprometido.Asistiríatresdíasalasemanayelrestodeltiempo lo emplearía en buscar un hotel más económico, ya que bajoningún concepto aceptaría vivir con Serguéi, y menos a partir de lallegadadesumadre.Nopensabacomportarsesinelcriterioyelsentidocomúnquesiemprehabíaregidosucomportamiento.NoerasoloporloprometidoaOlga,erasobretodoporella.Noperdióelcontactoconlosamigosdesumadre,conlosquecompartíaanimadassobremesasyalosquemuchasvecesinvitabaaconciertosyespectáculosalosquenopodíair con Serguéi. Tampoco se olvidaba de escribir a su madre, a la quesiemprepreguntabaporsupadre,contándolesusprogresosartísticosylofelizqueestabaenEuropa,aunquenoleconfiabatodoslosdetallesdesunueva vida en París. «Pero todo sin faltar ami promesa de no dar quehablaralagente,mamá»,lerecordabaencadaunadesusmisivas.Todo parecía ir sobre ruedas, a pesar de las noticias recibidas en la

consultadeunprestigiosooftalmólogocuyodiagnósticonodejólugaradudas: María Grigórievna padecía un glaucoma severo que avanzabadeprisa.Debíasometerseaunaoperaciónqueacordaronprogramarparadespuésdelverano.Loimportanteesquesehabíacogidoatiempo,antesdequelaceguerafuerapermanente.A Serguéi parecía sobrarle la energía: trabajaba en su obraEl bufón,

cerraba conciertos sinfónicos en Londres y futuros recitales en París,seguía componiendo al piano y tenía tiempo para conocer a escritorescomoAlekseyTolstói, IvánBuninoAleksanderKuprínycompartirconellosveladasartísticasquesealargabanhastabienentradalanoche.Y, sin embargo, se mostraba inquieto. Su principal obsesión era

encontrarunacasaenlaquepasarelveranojuntoasumadre.LaencontróenMantesLaJolie,aorillasdelSenayamenosdeunahoradelacapital.Allí iba a producirse un encuentro largamente esperado. Serguéi seencargódehacerlaspresentaciones.—Madre, quiero presentarte a Linette Codina. Es una amiga, una

colaboradora americana.—Sin saber cómo sucedió exactamente, se fueenredandoensuspropiasexplicacionesante laatónitaexpresióndeLinaquenoentendíanielcambiodenacionalidadalqueacababadesometerleniquelacalificaradecolaboradora—.Enrealidad,está trabajandoen latraduccióndeLasnaranjasdelamor.—Cuandosediocuentadelerrorenel títulodesuópera, locorrigiósinmás,aunquesuvozhabíaadquiridoun tembleque que resultaba bastante cómico—. El amor de las tresnaranjas, quiero decir. Eso es. Está traduciendo al inglés mi libreto. Yademás es cantante. A decir verdad, se está preparando para serlo. —Despuésdeunsilencionoprevistocreyónecesarioañadiralgomás,peroprocuró cambiar de tema, ya que él mismo se dio cuenta de que losnervios leestaban traicionando—.Voyaencargarquevayan trayendoelté,oelcafé,oloqueseaquetenganquetraer.MaríaGrigórievnamiró a su hijo y rápidamente dirigió sumirada a

Lina,quenosabíadóndemetersedespuésdelalamentablepresentación.—Que esté a punto de quedarme ciega no quiere decir que tenga

problemasparaverciertascosas,Serguéi—dijofinalmente.—¿Qué quieres decir, madre?—preguntó, afanándose en limpiar sus

lentescomosideverdadhicierafalta.—Aestehijomíosoloselepuedehablarcuandoestásentadoalpiano

siquieresqueentiendaalgodeloqueledices—bromeó,dirigiéndoseaLina—.Ydime,Linette—Maríadecidióquelallamaríaasí,almenosdemomento—, ¿de qué parte de Europa eres? Porque claramente esaelegancia natural tuya, una americana no lo ha visto ni en pintura…suponiendoquehayavistoalgunapinturaensuvida.Lina tuvo serias dificultades para controlar la risa. Le gustabaMaría.

Era auténtica, directa e inteligente. Y, además, sabíamanejar ese humor

perspicaz que acompaña a las personas que han tenido que lidiar con lavida.Lealegrópercibirqueellatambiéneradesuagrado.

Sufelicidadsolosevioenturbiadamomentáneamenteporunodelos

característicosenfadospuntualessinapenasrecorridodeSerguéiqueellaconocíatanbien.SudecisióndepasarconélsololosfinesdesemanaenlacasadeMantesLaJolielecontrarióbastante.—¿Qué quieres?—le preguntó sin entender por qué no era capaz de

comprenderlo—.¿Queasusteatumadrepresentándomeavivirentucasa,así, sinmás? ¿Qué va a pensar demí? Te recuerdo queme presentastecomounacolaboradoraamericanaencargadadetraduciralinglésunodetuslibretos.—Yyoterecuerdoquenocreyóniunasolademispalabras.—Simintieraslamitaddebienquecompones…Durante semanas, Lina acudía los viernes por la tarde a la casa de

Mantes, pasaba el fin de semana y el domingo por la tarde Serguéi laacompañaba a la estación, donde cogía un tren con dirección a París.Tenía sus clases de canto tres días a la semana, las cuales no pensabaabandonarbajoningunacircunstancia.Apesardelosbesosrobadosenelandén y en el compartimento del convoy, Serguéi solía llegar a casacontrariadoporelpocotiempoquepasabaconella.Unadeesasnoches,sumadreleofrecióunasolución.«Hazquecanteencasa—fuelaserenarecomendación de María durante la cena—. Que ella cante mientras tútocaselpiano.Seguramentemedejaréissorda,perocomoyaestoymediociega, no creo que importe demasiado». Serguéi miró a su madre.Adorabaaesamujerquehacíaañoshabíapreferidoprestarsusojosalabarbarieparaqueélpudieramirar las teclasdeunpianoyahoraestabadispuestaadejarsesusoídosparaposibilitarunarelaciónquesuhijoseempeñabaendisfrazaranteella.Así fue como, a finalesde juliode1920, consiguió convencer aLina

conelúnicoargumentoquenopodíafallar:laaparicióndeunprofesordecantoqueimpartiríaensucasasusclases.LinapasóelmesdeagostoenlahermosacasaaorillasdelSena,acompañandoaSerguéiyobservandoensilencio cómo componía, dando clases de canto, aprendiendo a jugar alajedrez, perdiéndose en largos paseos por los bosques adyacentes a laresidencia,entablandouna relacióncadavezmáscercanayestrechacon

MaríaGrigórievnaydisfrutandodelascenasorganizadasencasajuntoalos amigosy compañeros con losqueSerguéi estaba trabajandopara elballet El bufón: Serguéi Diáguilev y dos de sus más estrechoscolaboradores,elpintorrusoMijaílLariónovysucompañeraytambiénpintoraNatalia Goncharova, dos vanguardistas rusos del cubismo y delrayonismoqueseencargabandelosdecoradosdelespectáculo.Aquellasveladasresultabanaltamentefructíferasenelterrenoartístico,

loquenoimpedíaquedespuésdelosensayos,cuandotodosserelajabanduranteunaagradablecenay laposterior tertuliavivificadaporalgunascopas, surgieran las bromas, las risas y las anécdotas relatadashabitualmente por Diáguilev, que tenían como protagonistas a otroscompañerosyquesolíanprovocarlahilaridaddetodosy,nopocasveces,el escándalo. Lina tenía el don de gustar a todos y eso era algo queenorgullecía a Serguéi porque, entre otras cosas, le hacía sentirsetriunfador.EnelcasodeDiáguilev,esafascinaciónveníaavaladaporunadoblevertientequenotardóencompartirconlospresentes,especialmenteconLina,porlaquesemostróseducidodesdeelprimermomento.—MeenamorédesupaíscomoProkófievdeusted:encuanto lo tuve

delante.—El comentario consiguió sonrojarla mientras que en Serguéisolohizocrecerunavanidosahilaridad—.RecuerdolamañanaquelleguéaSevillaporprimeravez.Fueen1917ynosésifueelcalordesugenteoelquemarcabael termómetro,peroaesteviejocosaco se lederritióelcorazónenlasprimerashoras—recordó—.Todoloqueveíamegustabaytodomeloqueríallevaracasa.—Eso les pasa a casi todos los que pisanEspaña por primera vez—

aseveróorgullosaLina—.Seloquierenllevartodo,enespecialelbaileylamúsica.—Este humilde servidor no pretendía robarles su flamenco, pero yo

tenía muy claro lo que quería. Estaba preparando mi espectáculo ElsombrerodetrespicoscondecoradosdemilocoencantadorPabloPicassoyconmúsicademiamigoManueldeFalla.—Y yo añadiría que a tu querido Ravel le sucede lo mismo —se

aventuróLina—.¿YencontrasteenSevillaloquequerías?—Yalocreo.LoencontréenelcaféNovedades.Unbailaorracial,viril,

muy temperamental, español. Se llamaba Félix. Tenía una fuerzadescomunalensucuerpo,ensumirada,ensuspiernas,ensusbrazos.Enpocotiempologróquemicompañíabailaralafarruca.Meodiócuandole

comunicaronqueélnoibaaactuarenelestrenoenelTeatroAlhambradeLondres. Pero es que yo tenía mi ballet, solo necesitaba unmaestro debaile.Noloentendiónunca.¡Cómogritabaaquelhombre!Nocomprendínadadeloquesoltóporsuboca,peronuncahabíaescuchadotantafuerzaenlavozdeunapersona.—Metemoquenoguardaráunbuenrecuerdodeloquellamanelalma

rusa—bromeóSerguéi.—Sielenfadodelosespañolesessiempretanracial—dijoDiáguilev

—, debes tener cuidado de no enojarla. —Todos rieron, aunque Linaseguía intentando desembarazarse del rubor que todavía permanecía ensusmejillasantelasinsistentesalusionespersonalesdeDiáguilev.—Créeme,tampocoatiteconviene—leadvirtióirónicamenteSerguéi.A Lina le gustó Diáguilev desde el principio, pero el entendimiento

mutuocristalizóduranteaquellacena.Lamenciónquehizoeldirectordelos Ballets Rusos aManuel de Falla y a Sevilla le llenó de ternura. Seprometió que aquella misma noche, cuando se retirase a su habitación,escribiríaasupadreparadecirlequelequería,queleextrañabayqueleteníamáspresentedeloqueambospodíanimaginarse.—¿Nolahabréentristecido,Linette?—preguntóDiáguilevalatisbarun

reflejodemelancolíaenelrostrodelajoven.—No, al contrario.Me ha alegrado la noche. No sabía de su pasado

español—comentó risueñay remontandoelánimo.EstabanenParís, enunacenaconamigos.Aquello,comotodoloqueestabaporvenir,debíaserunafiesta—.Aunqueleadviertoqueyotambiéntengounpasadoruso.—Yunfuturo,queridamía—apuntillóDiáguilev,refiriéndoseunavez

más a su relación con Serguéi, aunque en esta ocasión no provocó elsonrojodeLina,sinolacomplicidaddelapareja—.Yseráunhermosoypróspero futuro ruso. —En ese instante, se incorporó y levantando sucopa,lanzóungritoquetodossecundaron—:¡Gorko!Segúnlatradiciónrusa,sienunabodalosinvitadosgritan¡Gorko!,los

noviosdebenbesarse.Porunavez,Prokófievcumplióconlatradición.Las comidas se alargaban hasta la noche y las cenas devoraban a

dentelladas las madrugadas en aquella casa donde los amigos eran unapresencia tan deseada como habitual. Una noche, Serguéi y Lariónovcomenzaron a comportarse como niños, el primero haciendo poses

divertidas,levantandolaspiernasylosbrazos,imitandolosmovimientosde los bailarines, y el segundo retratándolos en unas cuartillas. CuandoMaríaGrigórievnalovio,notardóenrecriminarlessucomportamiento.«Losgrandeshombresnopuedensercómicos.Pertenecenalaeternidad.¿Nolesdavergüenza?¿Quépensarálagente?».AquellaúltimapreguntahizoqueLinarecordaraasumadreynopudieraevitarenternecersehastaelpuntodesentircómolaslágrimascristalizabanensusojos.Quizáporesocorrióal ladodeMaría,quienantesdeabandonarelsalónsevolvióde nuevo para recriminar una última vez a su hijo. «Y deja quietas lasmanos,quevivesdeellas».EraLinalaquesiempreseocupabadelamadredeSerguéi.Nosolono

lesuponíaningúnesfuerzo,sinoquedisfrutabaconello.Elentendimientoentre las dos mujeres era cada día mayor. A la española le conmovíacontemplaraaquellamujerqueyahabíapasadoelumbraldelossesentaañosyobservarladignidadquemostrabaapesardelaszancadillasquelehabía puesto el destino. Solo con ella hablaba de lo mal que lo habíapasado en el campo de refugiados, algo que no había compartido nisiquieraconsuhijo.«Lavidapuedesermaravillosasinodejasnuncadeluchar». JamásolvidaríaLinaaquella fraseque la acompañaría siempre.«Esperoquenuncatengasqueverloqueyohevisto.Perotúnotienesdequé preocuparte. Mi hijo nunca lo permitiría. El amor es la mejorprotección». Aquellas palabras le llenaron de felicidad. Algunas vecesllegóapreguntarsesielentendimientoconlamadreeramayorqueelqueteníaconelhijo.Mientras Serguéi se encerraba en su despacho, María Grigórievna

compartíaconLina losrecuerdosquemanteníavivosensucabezade lainfanciadesuhijo.—¿Recuerdaslaotranocheenqueledijeamihijoquedejaraquietas

lasmanos,quevivíadeellas?Depequeñosiempreselodecía.Estabatanconvencidade que llegaría a ser ungranpianista quevivía obsesionadacon que no se cayera y se lastimara sus pequeñasmanos. Cada vez quesalía a jugar a la calle con losotrosniñosdelpueblo,yo iba corriendodetrásdeélparaasegurarmedequenadalepasara.—Nopuedo imaginarmeaSerguéi corriendocomoalmaque llevael

diablo y haciendo trastadas, ni siquiera de pequeño. Siempre pensé quehabíasidounniñoserio,quesepasabaeldíatocandoelpianoyalejadodelacalle.

—Pues teequivocas.Hasta tuvequecontrataraunasegundatutora.Yateníamos una alemana, pero yo quería que Serguéi tuviera una tutorafrancesa.Nuncaolvidarésunombre,LuisaRoblain.NitampocolanochequemelatrajedesdeVarsoviaenuncochedecaballos.Llegóhambrienta,lapobreniña.Yocreoquenohabíacomidodesdehacíadías.Cuando lepusesobrelamesaalgodecomida,suvoracidadnolepermitiódistinguirqueloqueuntabaenelpanconverdaderavehemencianoeramermeladacomoellapensaba,perosucuidadaeducaciónleimpidióprotestarporlosaladaqueestabalaconfiturayporelraroolorapescadoquedesprendíaaquellaextrañajalea.—¿Yquéera?—preguntóLina,incapazdeimaginarlarespuesta.—Esperéaldíasiguienteparaexplicarlequelamermeladaencuestión

eracaviar.Noconseguíquelegustaranunca.YellanuncaconsiguióqueSerguéidejaradecomportarsecomounniñoysebajaradeloszancosquesecalzabaparairajugar.¡Cuántasveceslaregañéporquenocuidababiendeél,apesardequelohacía,yalocreoquelohacía!Perosutrabajoeranoalejarsedelniñoniun segundo,nodejarle soloy, sobre todo,evitarque se cayera al sueloy sehicieradaño, especialmente en lasmanos.YSerguéi estaba todo el día en el suelo. ¡Menosmal que nunca ponía lasmanoscuandocaíacomohacemostodos!—Maríasequedópensativa,delamismamaneraquelohacíasuhijo,conlamiradaperdida,ensilencio,como si su cuerpo continuara en la misma estancia pero su cabeza sehubieratrasladadoaotrolugaramilesdekilómetrosdedistancia.—¿Yquéfuedeella?¿Volvióaverla?—Perdí el contacto cuando empezó la Gran Guerra. Ella quiso irse.

EstabapreocupadaporsufamiliaenPolonia.Enesosmomentos,Linaseacercabaaellaparaabrazarlayayudarlaa

contenerenpartelaemocióninoportunaparasutensiónocularyparasudébil corazón. No le costó dilucidar de dónde le venían a Serguéi losataques de melancolía en los que solía encerrarse con la miradadeshabitada,elánimoabatidoyunasensacióndevacíoqueleimpulsabaaaislarsedelmundo.

Después del verano, la vida se trasladó de nuevo a París. María

Grigórievna fue intervenida de una delicada operación en los ojos queresultó un éxito, gracias en parte al periodo de recuperación en el que

Lina,comodecostumbre,tuvomuchoquever.Ellamismaseencargódedispensarle los primeros cuidados durante los días posteriores a laintervención.AmbaspasabanmuchotiempoenlahabitacióndelHotelDuQuaiVoltaire,donderesidíatemporalmentejuntoasuhijo,mientrasqueLinahabíaalquiladounahabitaciónenunacasacercanaalaÓperaenlarue des Italiens.Ni por unmomento se le pasó por la cabeza aceptar elofrecimientodeSerguéidevivirconellosenelhotel,aunquelapropuestallevaraimplícitalaideadeocuparunahabitacióndistintaeinclusohacerloenunaplantadiferente.Además,LinaestabaenParísyqueríaparticipardeeseambientede libertad, independencia, locuraydiversiónquebullíaenlaciudad.Vivirsolaydesenvolverseporellamismaerauna ideaque leapetecíabastantey colmabamuchasde sus expectativas.Por esodecidióbuscartrabajo,apesardelaayudaeconómicaqueleofrecíaSerguéiyquemuchas veces disfrazaba como pago a sus traducciones. Lina sabíaperfectamente que los honorarios que le pediría una traductora norepresentaríannilamitaddelaasignaciónquepercibíaella.Entendíaqueerademasiadoprontoparaque ledieranunpapel enalgunaobrade lasmuchasqueserepresentabanenlosteatrosdeParís,apesardelosbuenoscontactos que pudiera tener Serguéi y que, sin duda, podían hacer quefuesemás fácil. Pero todavía no había llegado esemomento, no estabapreparadaparadaresegranpaso.Como casi todas las cosas decisivas que suceden en la vida, la

oportunidad surgiódemanera inesperada en el transcursodeunade lasmuchasveladasenloslocalesnocturnosdeMontparnasseadondeacudíanlosprincipalesnombresdelavanguardiaartísticallegadosaParísdesdelos lugares más insospechados del mundo. Aquella noche losacompañabanSerguéiDiáguilev,JeanCocteauysuinseparableRaymondRadiguet, un jovencísimo escritor que se encontraba inmerso en laescritura de su primer libro, El diablo en el cuerpo, donde relataba lahistoria de amor entre un adolescente y la mujer de un militar francésmientrasesteestabaenelfrente.PodíanhaberoptadoporiraLeDôme,aLa Rotonde, a Le Closerie des Lilas o La Coupole, pero Jean Cocteauinsistió en entrar aLe Jockey.Allí actuaba una joven que cantaba letrasprovocativasquesolíaacompañardecomentariosmordacesygestosmáspicantes que sugerentes y que hacían que los presentes estallaran envítores.SunombreeraAlicePrin,pero todos laconocíancomoKikideMontparnasse. Lina fue la primera sorprendida cuando, terminado su

espectáculo, aquella diosa de la provocación y el exceso se acercó a sumesay la eligió como lamejor compañía con la que invertir el tiempoque le restaba de noche, para disgusto del resto de los comensales. Nopudoevitarsentirsehipnotizadaporsupresencia.Lasdoscomenzaronahablaryprontosevieronarrastradasahacerse

confidenciasconlamismafacilidadqueelchampáncorríaporlascopas.—Túacabasde llegaraParís,¿verdad?Senota.Yquenohaspasado

hambretambiénsenota.—KikiobservabalabellezadeLina,sueleganciaylasofisticaciónquepresidíatodossusgestos.Leagradódesdeelprimermomento.Teníalamismaauradelicadaypulcradeunaactrizdecine—.Nocreasqueesnadamalo,paraesosiemprehaytiempo.Yonirecuerdoeldíaenquelleguéaestaciudad.Cuandomimadreseenteródequehabíaposadodesnudaparaunartista,medijoqueeraunaputaasquerosayquenoqueríavolveraverme.Condiecisieteañosmevisolaenlacalle.Peroescúchame bien —dijo, vaciando de nuevo la copa de champán queacababadeservirleuncamareroalqueinsistíaenllamarporsunombre,Pierre—. Fue lo mejor que me pudo pasar. Ahora mi mundo esMontparnasseymifamilia,todosestosgrandesartistasquevesaquí.Peronotedejesengañarporellos.Todoshablandeamor,peroningunosabehacerlo.Linanoparódesonreírentodalanocheporlasocurrenciasdeaquella

mujerque,sentadaasulado,parecíahablarlecomosilaconocieradesdepequeña.No olvidaría nunca aquella primera charla a la que siguieron otras

muchas,tandolosamentesuperficialescomoirreverentementeprofundas.A los pocos días, se convenció de que seguiría su consejo. Quizá

alentadaporunciertotemoranteloquepodíaencontrarseenLaChauveSouris,prefiriócomentárseloantesaSerguéi,quelovioconbuenosojos.Conocía la trayectoria de aquel proyecto musical que había nacido enRusia en 1908 bajo la dirección de Nikita Baliev, a quien la situaciónpolítica soviética había obligado a convertir su teatro en itinerante,recalandoconéxitoenciudadescomoNuevaYork,LondresyParís.EnsurepertorioaparecíandesdeartistasconsagradosenlosteatrosdelaRusiaimperialhasta espectáculosmás experimentalesquemerecieronel favordeunpúblicoquesedebatíaentrelaóperayelcabaré.«Meparecebuena

idea.Esunaexcelentemaneradeentrarencontactoconestemundoy teserviráparaquetevayasquitandoesaansiedadtanpocooportunaqueteinvadecadavezquesalesalescenario»,ledijoSerguéi.Linaconocíaesaindisposición que sentían muchos artistas al tener que enfrentarse a laescenaporque lo había vistomuchasveces en supadre.Le aterrabaquepudiera heredar esa sensación demiedo, de vértigo escénico que podíaarruinarcarrerasysueños,yseconciencióparalucharcontraello.NoteníamuyclarosifueporunaconversaciónpreviaentreSerguéiy

Nikita Baliev o por la calidad de su voz, pero no le costó que lacontratasenenLaChauveSouris.Su voz gustó desde el principio, sin duda era una de lasmejores que

podían escucharse en La Chauve Souris y la interpretación de suscancionesfuedelagradodetodos.PeroaLinanielespectáculoniellugarle acababan de convencer. No se sentía cómoda, empezaba a sentirinseguridades,vergüenza,yesohacíaquelosmomentospreviosasaliralescenario todo su cuerpo se convulsionara. Sentía que el estómagoescalaba hacia su garganta ahogando cualquier sonido. Sus manoscomenzabana sudar, suboca se secaba, sentíaun latidodoloroso en lassienesysuvoznoalcanzabaeltonoquedebía.Nolegustabaelambientequesevivíaentrebambalinasy,adecirverdad,sesentíabastanteridículaenelescenario.Pensabaqueaquellocalnoseajustabaasusposibilidadesnirespondíaaloquesiemprehabíasoñado,ytemióquepermanecerallídurantemástiempopodríasercontraproducentesiloquequeríaerahacerunacarreraenelmundodelaópera.Lohabía intentadoy nohabía salidobien.No se sentía decepcionada,

másbienaliviada.Conocíalavidademuchosartistasysecongratulabaalcomprobar que sus principios no habían sido fáciles, que todos habíanfracasado alguna vez, recibido críticas destructivas y palabras dedesaliento e incluso habían pensado en tirar la toalla. Pero en vez dedesfallecerycederaldesánimo,habíanseguidoelcaminosinmiraratrás.Aquelrevéslehizosentirmásartista.Poralgoseempezaba.

8

—Necesitoaire.Lina entró en la habitación como un vendaval de viento fresco pero

imprevisto, dispuesto a hacer volar las partituras sobre las que Serguéiintentaba trasladar el enjambre de notas que revoloteaba en su cabezaluchando para dar el salto a un pentagrama en el que poder iniciar unanuevavida.Era laprimeravezqueaccedíadeesamanera tanabruptaaltemplosagradodondeélcomponía.Perolaspalabrasdesuprofesoradecanto habían conseguido desconcertarla y no había sido un buen día.Necesitabacompartirconalguienloquesentía, loquenopudodecirleamiss Litvinne, y esa persona tenía que ser la que más la amaba y seinteresabaporella.ElenfadodeLina,lejosdealiviarse,ibaincrescendo,comolaSuiteEscitadeProkófiev,unadesus favoritasporconsiderarlauna muestra de la genialidad orquestal del compositor que, en esosmomentos,laobservabasincomprenderloquepasaba.—¡Dicequenosérespirar!¿Ycómosecreequehelogradosobrevivir

todo este tiempo? ¿Metida en una burbuja?Estas viejas glorias cumplenaños y se vuelven locas. Y lo peor es que quieren volverme loca amí.Quierocambiardeprofesora.QuieroprobarconEmmaCalvé.Ellapodráentendermemejor.—LinahabíacomenzadoilusionadalasclasesdecantoconunaprestigiosasopranodeSanPetersburgo,FéliaLitvinne,a laqueSerguéi había convencido hablándole de las capacidades vocales de sufutura alumna. «Tiene una bella voz, pero hay que pulirla», fue lasentenciadelamaestra.Sinembargo,aLinaalgunasdesusobservacionesnolegustaban—.¡Ydicequenotengopaciencia!¡Yo!Quesoylaimagenvivadelapaciencia.¿Telopuedescreer?—¿Quesimepuedocreerquelapaciencianoestupuntofuerte?Melo

estásponiendofácilparaquenomecuestemuchotrabajo—dijoSerguéi,mirándola por encima de sus lentes y sin haber tenido capacidad dereacción para retirar lasmanos del teclado desde la entrada deLina. Sequedó contemplándola durante unos segundos. La encontró realmentehermosa.Elacaloramientoquemostrabaleconferíaunhalofebrilquelehacía mostrarse apasionada y arrebatadora, y como solía decir María

Grigórievna, «con fiebre todo parecemás hermoso». Pero su actividadcreativa acababa de resentirse por aquella interrupción inesperada y lasnotas que aguardaban coléricas en su cabeza comenzaban a taladrarlapidiendopodersalir—.¿Nopodíashaberesperadoaque terminaraparacontármelo?Linalomirócomosiacabaradeasestarleunabofetadaenplenacrisis

nerviosa y el golpe hubiese logrado acallar su rabia pero no apagarla,másbientodolocontrario.Sabíaqueteníarazón,quenopodíaentrardelamaneraque lohizocuandoestabaenplenoprocesodecreación,anoserquefueracomoespectadorasilente,comosolíahacer.Peroaqueldíano se encontraba bien. Estaba nerviosa, inquieta, los acontecimientoshabían logradocontrariarlay la sangreespañola—elargumento feticheque solía utilizar su madre para justificar su encendido carácter— lehervíapordentro.Ellatambiénnecesitabasusdosisdecomprensiónajenay simplemente se dejó llevar. Pero el resultado no fue el esperado. Ladecepciónsemanifestóensurostroynotardóenllegarasulengua.—Estoy empezando a hartarme de esta situación. Siento que siempre

soylasegundaopciónentuvida,quenomevaloras,querealmentenoteimporto, que solo soy un pasatiempo para ti.Mimadre tenía razón.—Aquella frase era quizá la que más odiaba Serguéi porque se habíaconvertidoenunarmaarrojadizaenlascadavezmáshabitualesriñasdelapareja—.Avecescreoquesoloquieresestarconmigoparaenseñarmea tusamigos,parapoderpresumiranteellosyque tepuedashenchirdeorgullo comounpavo real.—El acaloramiento febril deLina se estabaconvirtiendo en una cólera incontrolable que ya no le resultaba tansugerente—.¿Quésoyparati?¿Quépapelocupoentuvida?—Novoyamantenerestaconversaciónenestemomento.Otravezno.

Mesupera.—Serguéisequitólasgafasyempezóa limpiarsuscristalescon un pañuelo blanco. Era su gesto recurrente cuando tenía algo quedecirqueleestabareconcomiendopordentroynoencontrabalamaneradeexpulsarlo—.TengoqueadelantarmiviajealosEstadosUnidos.—¿Mevasadejaraquí?—lepreguntóLina,quedudabaentreecharsea

llorarocomenzaragritar.—No te voy a dejar en ninguna parte. Me voy a trabajar. Conoces

perfectamentelavidadelosartistas.Tuspadresseibandegiracuandotúeraspequeñayaellosnolesdecíasqueteabandonaban.—Mequedabaconmisabuelos.Eranmifamilia.

—Mi madre está aquí. ¡También es tu familia y lo sabes! —Serguéilograbaexasperarse.Noerabuenoensituacionesde tensión.Siempre lehacíansentirsevulnerableyamenazado—.TequedasenParís,estásdandoclasesdecanto.¿Quémásquieres,Lina?—A ti. Nome preguntes por qué, pero te quiero a ti. Y quiero estar

contigo, pero no de cualquier manera, no de esta manera. —Habíacomenzado una nueva batalla de la misma antigua guerra que solíaenfrentarles:oficializarsusituación,materializarsucompromiso.—Muybien.Venteconmigo.—Nopuedoperdermisclases.Nopuedosalirdetrásdeticadavezque

tengas un concierto en algún lugar del mundo. Yo también tengo missueños, aunque a ti parezcan no importarte. —Sabía que estaba siendoinjusta,peroél también lohabíasidoconella.Serguéise interesabaporlos avances de Lina, pero muchas veces no lo expresaba con todo elentusiasmoque ella hubiera deseadoy agradecido.Él era así, cuando lamúsicabramabaporsalirdesucabeza,seencerrabaensumundoynadaninadie lograbansacarledeallí.Sumúsicaera loprimero,era suvida.«Los rusos amamos lamúsica porque es un fenómenomás real que lavida»,lesolíadecir,noparaalimentarsuegolatría,sinoporquedeverdadlosentía.—Lina,notecomportescomounacríacaprichosa.¿Acasonohasvisto

cómotengolamesadetrabajo?AcabandeconfirmarmeelestrenodemióperaElamordelastresnaranjas,estoyultimandoelballetElbufónyheempezadoacomponermiConciertoparapianonº3.¿Tandifícilteresultaentenderlo? —preguntó Serguéi. Parecía cansado, derrotado, como siregresaradeunescenariobélico.Nolegustabadiscutiryselenotaba.—¿Y por qué te vas de una manera tan precipitada? Prácticamente

acabasdellegardetuúltimagiradeconciertos…—HedevermeconNinaKoshetz.Puedequesealavozperfectaparami

ópera. Está en Nueva York y me ha pedido que vaya para hacer unaaudición.Fue lo último que Lina necesitaba escuchar.Aquel nombre conseguía

mudarleelcarácterconlamismafacilidadconquelohabíahechoensudíaeldeStellaAdler.Serguéi comenzó a entender mejor el motivo del enojo de Lina.

Seguramente el nombre de la soprano ucraniana habría aparecido en labocadelaseñoraLitvinne,yaqueNinahabíasidounadesusalumnasmás

destacadas.Nolegustabaesamujer.DespuésdelasombradeStellaAdlercerniéndose durante tanto tiempo sobre ellos, ese nombre aparecíademasiado a menudo y siempre aleteando alrededor de Serguéi. Estababuscando un papel en la ópera El amor de las tres naranjas y estabadispuestaatodoparaconseguirlo.Pormuchoqueleinsistióenqueeranunosencuentrosprofesionalesydeloabsurdoqueparecíansustemores,noconsiguiódarconlosargumentosnecesariosparaconvencerla.—Lina,nomepuedesorganizarestasescenasdecelos.Sonabsurdase

infantiles,ademásdetremendamenteinjustas.Nonosllevananingúnsitio.Sabes que solome interesa su voz y lo siento, pero es portentosa. ¡MeconvencemásqueladeVeraJanacopoulos!Necesitovoces,buenasvoces.Miroporeléxitodelaobra,nadamás.Ytúdeberíasentenderlomejorquenadie.—¿Necesitas voces? ¿Y qué hay de lamía?Dime, ¿cuándo crees que

podrécantarenunescenario?Sitúcontunombreytuscontactosnoerescapaz de ayudarme, ¿quién lo hará? Ninguna cantante ha podidoconseguirlosinayuda.Nisiquiera tuadmiradaNinaKoshetz,comobiensabrás…—Sabesquetodavíaespronto.Yahemoshabladodeestomilveces—le

contestó,haciendounesfuerzoparamedirsuspalabraseimpedirqueunjuicio de valor en un momento acalorado consiguiera herirla. Serguéisabía que Lina tenía una buena voz, incluso brillante, pero no estabaseguro de que fuese lo suficientemente extraordinaria para llegar atriunfar sobre la escena. Y, desde luego, no pensaba que estuvierapreparadapara salir al escenario,más teniendoen cuenta la inseguridadque eso le provocaba. Recomendarla en aquellos momentos seríademasiado precipitado y no entraba en sus planes. Aunque ella no lecreyera,leestabahaciendounfavor.Locontrarioseríaarrojarlaaunfosollenodefierasquepodríandestrozarla—.Creíqueloentendías.—Yoloqueentiendoesqueellanodejadeescribirte.¡Cartasdediezy

quincefoliosenlasquetecuentaquesumédiumlehadichoquetendráunromance contigo! ¿Cómo puede ser tan descarada? ¿Es que no tienesuficienteconinmiscuirseenelmatrimoniodeRachmáninov?¿Ytúcómopuedes permitírselo? —El corazón de Lina brincaba en su pechoexcitándole la respiración. En esos momentos podía salir de su bocacualquiercosa—.Pornohablardequeesjudía.—¡Basta ya! Sabes que no me gusta que hables así. —El grito de

Serguéifuecomounbramidoqueseescuchóentodalacasa.LasmanosdeMaríaGrigórievnatemblaronenlahabitacióncontigua,

donde se encontraba recopilando los recortes de prensa en los queaparecíasuhijoyqueibaguardandoenuncuadernocomosideunritualsetratase.Aquellosgritosdelaparejaledolíanylaasustaban.Porunmomento,sehizounsilenciopreñadodelamismatensiónque

dejasobreelterrenoasoladoundevastadorhuracán.LinasequedóquietamientrasobservabacómolacaradeSerguéiadquiríauncolorencendidodebidoalaexcitacióndelmomento.Sesujetabalacabezaconlasmanos,por lo que pensó que una nueva migraña amenazaba con taladrarle elinterior. El cuerpo de Lina también se resintió ante la tensión desatada.Desdequehacíamesessehabíasometidoaunaoperacióndeapendicitis,lacicatrizdevarioscentímetrosresultantedelaintervenciónlatorturabaconpinchazos inoportunos, especialmente si el tiempocambiabaovivíauna situación de estrés. Y últimamente las tormentas nunca venían delcielo,sinodelatierraquecompartíalapareja.—Yaquevas aNuevaYork seríaundetalleque tepasaras aver ami

madre—hablóLinaalfin,asumiendoloinevitable—.Oalmenosquelallamaras. A no ser que la señorita Nina destroza parejas Koshetz temantengademasiadoocupado—fuelomáscalmadoquesaliódesuboca—.Tedejotrabajar.Noquieroserlaculpabledeladistraccióndelgenio.Serguéi no era de los que salían corriendo detrás de la mujer para

calmarsuenojo.Noerasucarácternisutemperamento.Alomáximoquellegabaeraavolcarsesobreelpianoparadibujarenélalgunapiezaquesabíaaliviaríaelenfadodesuamada.TheWishdeChopinnosolíafallar.EraescucharaquellamúsicainterpretadaporProkófievyLinarecuperabasu equilibrio emocional. María Grigórievna trató de mediar en eldesencuentro,comootrasveces,procurandoquesuspalabraslaabrazaranconvozmaternal.«Nolepresiones,Linette.Escomounniño.Sisesientehostigado, cercado, saldrá corriendo hasta que sus pulmones se lopermitan.Yaveces losniñosno saben regresar a casa».Lina sedetuvounos instantes a observarla. Se acercó a ella y la besó como lo habríahechoconsumadre.Aquellamujeryahabíavistoyoídodemasiado.Noseríaellaquiencontribuyeraaseguiralimentandolacarga.Quizá ese viaje resultara redentor para ambos. Puede que la distancia

actuaracomouneficazbálsamoaplicadosobreunaheridaquecadavezseabríaconmásfrecuenciayresultabamásdifícildecicatrizarparasanarse.

Las cartas que cruzaban el Atlántico buscaban acortar la distancia

físicaymentalentreellos.Lacorrespondenciasiemprehabíasidofluida.Solían escribirse misivas llenas de sinceridad, cargadas de planes ypromesas y siempre presididas por un sentido del humor que solíancompartir.Utilizabanel inglésparahablarde temaspersonales,mientrasqueelrusoyelfrancés lesservíaparapormenorizarasuntosdetrabajo.Peroaquellavezlarelaciónpostaltampocodiolosfrutosesperados.LascosasnomejorabancuandorecibíalascartasdeSerguéidesdelosEstadosUnidos en las que, en su afán de contarle con detalle su día a día, leexplicabaquizáconexcesivocelosuasistenciaalestrenodeunapelículade John Ford, Hitchin’Posts, protagonizada por Frank Mayo y por laactrizDagmarGodowsky.Cadavezqueveíaelnombredeunamujerenuna de sus cartas lo consideraba una provocación, sobre todo si él lededicabaelogios,algoqueLinaseencargabadedejárselobienclaroensus respuestas. «Me alegro de tus salidas con esa vampiresa de primeraclase,peroespreferiblequemeahorres losdetalleso teempezaréyoacontarlosmíosconlamismaprecisióndecirujano».Lina se arrepentía de los brotes coléricos que le provocaban sus

enfermizos celos y que le resultaban muy difíciles de controlar. Sinembargo,sabíaqueteníaquehacerloydebíaesforzarseparaconseguirlo.NoqueríaprovocarelhartazgodeSerguéiyqueunareaccióndesmedidapudierahacersaltarporlosairessuhistoriadeamor.Lequeríaydeseabaestar con él, aunque su indecisión en cuanto a avanzar en su relación leirritara.Decidióque lomás inteligentey loqueminaríamenossusaludsería hacerse fuerte ante ellos, tragarse el orgullo y disfrutar de suestanciaenParís,independientementededóndeseencontraraSerguéi.Seleantojabacomplicado,peronopensabadarseporvencidasindarbuenamuestradesucapacidadde lucha.Pondríaenpráctica lamáximamilitarfrancesa pronunciada por el político Georges Danton durante laRevolución francesa: «Necesitamos audacia, más audacia, siempreaudacia».Yaese respecto,Linaestabadispuestaa sentirsemás francesaqueLa

Marsellesa. Tenía las amistades adecuadas y la energía suficiente paradejarsellevarporelespíritufestivodeParís,dondesoloseexigíaganasdepasarlobienyteneralgoqueofrecer.Yelladisponíadelasdoscosas.

Losclubsdejazzseconvirtieronenunaparadahabitualensussalidasnocturnas. Disfrutaba del ambiente de esos locales bañados de aquellamúsicaquehacíaolvidarsede todo loquenoexistieraenel interiordelrecinto.Sehabíadesatadounaauténtica locurapor escucharaquel estilomusicalquelosamericanoshabíanintroducidoenEuropaatravésdelossoldadosdecolorqueintegrabanelejércitoamericanoquehabíavenidoaParís durante laGranGuerra.Oír sus compases avivaba la ambicióndeloscuerposdeabandonarseasuendiabladoritmosinimportarquépasaracuandolamúsicacesara.PeroeljazznoeralaúnicamúsicaqueanimabalasnochesdeParís.Le

acompañabanotrasmuchasque,ensuafánpor integrarse,muchasvecesse confundían entre sí: el swing o el charlestón, que las mujeres selanzaban a bailar con movimientos libres, espontáneos, guiados por laimprovisación y un exceso de energía que reflejaba a la perfección elambiente que se respiraba en la ciudad. Todos los días le regalaban lacapacidad de descubrir algo nuevo. Por fin se sentía satisfecha con surendimientoenlasclasesdecantoconsunuevaprofesora,EmmaCalvé,que consiguió decirle las palabras mágicas: «Su voz suena muy bien.Dentro de poco estará preparada para salir a escena y demostrarle almundoquién es».Y le confirmóalgunas sospechasque la alumnaveníaabrigando desde hacía tiempo. «Tiene usted un auténtico timbre desoprano ligera y sin embargo han intentado hacer de usted una sopranolíricaodramática.Yesoesircontralanaturadesuvoz.Noleconvieneenabsoluto». Quizá era eso lo que necesitaba escuchar para aumentar elsentimiento de seguridad en símisma, unas simples palabras de aliento,una frase de reconocimiento que alimentara su confianza en su futurocomocantanteprofesional.Surepertorioibacreciendocadadíaysuvozsonabacadavezmejor,loquelepermitióparticiparenalgunosconciertospequeñosyenveladasmusicalesdondeellamismaelegía las canciones.Le resultó extraña la sensación legada por los primeros aplausos querecibió.Sedebatíaentreelnerviosismoylaexcitacióncadavezquedesugarganta salían lasariasdeElgallodeorodeRimski-Korsakovode laóperaLakmédeLéoDelibes.Noteníadudadequeaqueleraelmundoenelquequeríaestar,aunquenopodíaevitar lasensacióndeque lefaltabaalgo para que estuviera completo. Le faltaba Serguéi, su aprobación, supresencia,sumiradaazulobservándola.Faltabaqueestuvieraescuchandolamaneradeinterpretarunadesuscanciones,Recuerdodelsol,conletra

delapoetisaAnnaAjmátova,queparticiparadeloqueaellalehacíafeliz.Necesitabaqueélestuvieracercayquefueratestigodesusmomentosdealegría,desuséxitos,quecompartieraconellaloselogiosylosavances.¡CuántodeseóquehubieseescuchadosuperfectainterpretacióndeunariadeManon!Esamismapercepcióndefelicidadincompletalaimbuíacadavez que asistía a un concierto, cuando se sentaba en la terraza de algúncafé o el día que estrenaba un vestido sin que él participara de ello.Entoncesunhalodetristezacubríasumenteante laausenciadealgotanprofundamentequerido,másbienamado.Todoseríamejorsiélestuvieraasulado.Pormuchoqueintentaranegarlohabíacreadounadependenciahaciaélqueamortajabasussentidos.LeasustóaquellaincapacidaddesercompletamentefelizsinlapresenciadeProkófiev,quelaplenitudnofueraabsolutasinél,eseagriosaborquesealojabaensualmaconfirmándolequenadapodíaterminarbienporqueélnolamiraba,nolaescuchaba,nodepositabaensuoídouncomentarioqueinmortalizaraaquelmomentoylomantuvieravivoensumemoria.Perodebíaseguir,aunquefueradejándosellevar.Se dio cuenta del bienestar que le provocaba descubrir la ciudad.

Contabaconbuenoseimprovisadosguías.Undíafueel jovenRaymondRadiguet,queporunencuentrocasualseofrecióaacompañarla,segúnledijo,paraponerParísasuspies.Encontrabaciertoplacerensucompañía,a pesar de su juventud. Le divirtió aquel juego de las diferencias queconfeccionó en su cabeza, algo habitual en ella: Raymond escondía unviejoadultoensuaparienciadeniñoyProkófievescondíaunniñoensuaparienciadehombre.El escritor insistió en dibujarle un mapa imaginario de la ciudad de

París. «Para enamorarte de algo, hay que admirarlo primero. Si noconocesbienelterrenoenelqueteadentras,puedeslastimarte».LinanosabíasiladobleintenciónqueleparecíaapreciarentodaslaspalabrasquepronunciabaRaymondseformabaensucabezaosalíadirectamentedelabocadelnovelprosista.—Si tuviera que elegir un distrito de París que te definiera—le dijo

Raymond—,escogeríaelocho.Amientender,elmáseleganteyseñorial,conlosCamposElíseos,laMadeleine,elArcodeTriunfoylaÓpera.Sindespreciareldieciocho,con lamagiadeMontmartreyClichy.YyaquehablamosdelaplazadeClichy,dime,¿tegustaelcine?La imagen de Dagmar Godowsky copó de repente su mente, lo que

dibujó un gesto de contrariedad en su rostro. ¿Cuándo dejaría de hacereso?¿CuándoconseguiríaqueeluniversoProkófievsalieradesucabezaydejaradeejercerdediapasóndesuvida?—Sí…Sí…—respondióella,dubitativa.—Da igual si no te entusiasma—continuóRaymond—. Solo por ver

ocupadas las seis mil butacas del cine Gaumont Palace, la sala deproyección más grande del mundo, merece la pena tragarse algunapelícula. Es impresionante observar la platea completamente llena,independientementedequiénaparezcaenpantalla.Extenuados, olvidandoLina queRaymondno eraSerguéi, por lo que

distababastantedeserunapasionadodelospaseos,sesentaronenlaúnicamesalibredelaterrazadelcaféDôme,dondeélsaludóaunosescritoresamigosyLinahizolopropioconotrosconocidos.—MehandichoqueLeónTolstóieraunhabitualdeestecafé.Aunque

medalaimpresióndequeParísestállenodefantasmas,porquenosésihay lugar para todos los que dicen que están o han estado —dijo elescritor, rechazando el azúcar que le ofrecía Lina para su café—. Perosiempre reconforta compartir lugar con un compatriota cuando se estálejosdecasa.—Terecuerdoquesoyespañola,norusa.—Ya me extrañaba tanto exotismo en una bolchevique —respondió,

remarcandolaúltimapalabraentonoirónico.Lina agradeció la lisonja con una amplia sonrisa mientras perdía su

miradaeneldeambulardelosdesconocidosquepaseabananteellos.—¿Estástriste?—lepreguntóRaymondanteelsúbitosilenciodeLina,

despuésdeunatardepródigaencomentariosychascarrillos.—No—mintióella,confiandoensuvenadeactrizenlaquetantohabía

insistidolaseñoraLitvinne—.Soloestoypensando.Discúlpame,soyunamaleducada.—¿Piensasenél?—preguntósinimportarlelanaturalezaindiscretade

sucuriosidad.LahabíavistoacompañadaporProkófiev,igualqueaéllehabíanvistoconJeanCocteau.Surelacióneraunsecretoavocesenunaciudaddondenohabíaespacioparalossecretosporquetodosedecía,semostrabayseimaginaba.—Nopiensoennadie,Raymond.—Todospensamosenalguien.Todoshacemosalgoporalguien.Igual

quetodosescribimos,pintamos,componemosocantamosporalguien.—

Alcontemplarla,supoquehabíaacertadodeplenoysevanagloriódesupuntería—.¿Ytúparaquiéncantas,Linette?—Paramí—mintiódenuevo.—Eresunamentirosa.Unabella, encantadoraybrillantementirosa.Y

esopuedeserloquetesalvealgúndía.Lina recuperó su taza de café, quemantuvo entre susmanos como si

fuerauntesoroqueproteger.De regreso a casa, decidió no dar descanso a sus piernas y seguir

caminando sobre el empedradoparisinoapesarde sus altos tacones,delosquenosedesprendíanunca.Abandonólaideadecogerelmetro.Atravesóunacalleocupadaporunodelosmercadillosmásvariopintos.

Noibabuscandonada,tansolodejabaquesusojosatraparanlosdetallesdelmundoqueseleibaabriendoasupaso.Nosefijóenlaspersonasquepaseaban a su alrededor hasta que se cruzó con una mujer vestida denegro, con el pelo largo ligeramente encanecido y con una expresiónsabiaensurostro,apesardesuaspectodescuidado.Lainsistenciadesumirada,limpiaybrillante,laobligóaposarsusojoseneltrozodecartónque la mujer sujetaba entre unas manos temblorosas y en el que podíaleerse un pequeño mensaje escrito con letras desiguales: «Votre avenirpourdixfrancs».Lamujernoledijonada,nisiquieraunaspalabrasquebuscaranconvencerlaparadarelpaso.Se limitóamirarla fijamente singestos,sinapremios,sinargumentos,sinpedirnada.Laideadeaccederasufuturoconciertaventajalaatrajoduranteunos

segundosdeinfinitaindecisión.Finalmentevenciólatentacióndeespiaraldestino. Prefirió dejarse sorprender por la vida, como había hechosiempre.Yesanoche,lavidalesorprendió.

9

No exageró. No había una sola mentira disfrazada de advertencia y

escondidaen las líneasdeaquellacartade sumadre.MaríaGrigórievnanoalterólarealidadcuandoescribióasuhijoparacontarleeléxitoquesuSuiteEscitaestabacosechandoenelPalaisGarnierdeParís,comoyalohabíahechomesesantesenlaSalaGaveau.«Teníasrazón,aquellasalaerademasiado pequeña para una orquesta tan grande. Lo que no varía enabsolutoesloqueesacomposicióntuyalogratransmitir.EsenternecedorcómoLinaseemocionaconesaobra,especialmentecon lacuartaparte,conLasalidadelsol».Sin embargo, puede que María salpicara el relato con comentarios

aparentemente inocentes que en realidad celaban otra intencionalidad.Comosisetrataradeunsimpledatomásqueaportaralrelato,describíalo bella que estaba Lina en el palco que compartió con Ravel, «que semostróentodomomentoencantadorconnuestraLinette,comotodosloscaballeros que se le acercan sonrientes y con las alforjas llenas delisonjas.Noesdeextrañar.Estácadadíamáshermosayselavefeliz».Cada vez que los ojos de Serguéi leían el nombre de Lina, una

sensaciónde aflicción le angustiaba, privándole dedisfrutar de los ecosdel éxito que su obra estaba cosechando en París y desbaratando suartificial tranquilidaddurante su estancia en losEstadosUnidos.Cuandopensabaquesusentimientohaciaellaseestabaenfriando,quesurelaciónestabaentrandoenunpuntomuertoyquequizádeberíaaceptarlo,llegabaunacartadesumadreoaparecíasunombreenalgúnlugardespertandoloquecreíadormido.Lina tampoco le olvidaba ymuchomenos estaba dispuesta a permitir

que él se olvidase de ella.Quizá por eso decidió enviarle un telegramafelicitándolepor el estrenodeEl amor de las tres naranjas enChicago.Cuando Serguéi tuvo aquel trozo de papel en sus manos, sintió laimperiosanecesidaddevolveraParís.Noquisoadvertirladesuregreso.Nosupoexplicarporqué.Erapoco

probablejustificarsudecisiónconelrománticoargumentodesorprenderal ser amado, sobre todo porque Serguéi odiaba las sorpresas y era un

auténtico analfabeto en el terreno sentimental. Prefería controlarlo todo,ya habría tiempo para las improvisaciones. Además, le avergonzaba laposibilidad de hacerlo por descubrir algo que le hiciera tomar unadrásticasolución,parabienoparamal,conrespectoasurelación.CuandovioaLinaaparecer,supoquenoqueríaperderaaquellamujer

quecaminaba sobreunos taconesaltos, envuelta enunvestidovaporosodeamplioescote, sobreelquecaíauncollardeperlasdevariasvueltasque bailaban sobre su cuerpo con la gravedad de la sofisticación másestudiada, aunque a ella le resultaba tan natural como el respirar. Unelegantesombrerodeestiloclochecaladoyconpequeñasincrustacionesde cristal escondía una melena que había sido recortada de manerapronunciadasiguiendoloscánonesdelamodaydejandoatrássuslargastrenzas.Sucuerpomenudo,sobreelquecaíaunchalde impresióndécoque invitaba a abrazarla durante toda la noche, rebosaba sensualidad encada paso pero sin abandonar en ningún momento la elegancia quesiempre la había caracterizado. Era la primera vez que, a indicación dealgunasde sus amistades femeninas, destacadas flappers, siempre con laaprobacióndeKikideMontparnasse,sehabíamaquilladoligeramentelasrodillas para que lucieranmejor en cadamovimiento de su falda, cuyocorte, por debajo de la articulación, provocaba un vuelo sugerente queacompasaba cada paso que daba. Iba distraída, anclada en suspensamientos,imprimiendociertaceleridadasuspasos,loquelepermitíaacudirantesdeloprevistoalallamadadeMaríaque,encomplicidadconsu hijo, le había pedido que fuera a verla argumentando que no seencontrababien.Elvaporosobalanceodesuvestidocesóensecocuandolevio.Necesitó

unos segundos para reaccionar. Fue como una aparición, le asustó queaquellaimagenresultaraserunsueñoounatrampadesuimaginación.Nosupo si le sorprendió más su inesperada presencia, lo atractivo que leencontródespuésde tantassemanasdeausenciaosi fueron lasprimeraspalabrasquesalierondesuboca.—Creíquemehabíasdichoquenopodíasvivirsinmí—ledijo.—Algunasvecesyotambiénmeequivoco.Podían pensar que fue la oscuridad de la noche la que les ayudó a

echarseunoenbrazosdelotro,pero lohubieranhecho igualmente sielsoldelmediodíahubierailuminadoladoradacúpuladelacatedraldeSanLuis de los Inválidos. Todo elmundo había dejado de existir alrededor.

Tansoloestabanellosdosy loestuvieronduranteunespaciode tiempoimposibledecontrolar.Linaestaba feliz.Por finvolvíaaestarentresusbrazos. De su cabeza desaparecieron los enfados, las dudas, ladesconfianza que habían sido alimentados en la distancia. Serguéi habíavueltoasu ladoyeracomosi también lohubierahecho lasangreasusvenas,loslatidosasucorazón,lavisiónasusojosylapasiónasuvida.Denuevo,todopodíaterminarbien.—Te he echado demenos—reconoció finalmente Lina, que volvía a

percibirlaagradablesensacióndeencontrarseencasa.—Eso tiene remedio —le dijo, cogiendo su mano e invitándola a

perderseporlascallesdelParísmásnocturnoymisterioso.—Tu madre…—La sonrisa de Serguéi le confirmó que la salud de

MaríaGrigórievnaestabamejordeloquepensaba—.Yaveo.Menudopardeembusteros—reconociódivertidaaldescubrirlafarsa.

Aquella y otras muchas noches fueron terreno abonado para la

diversión y la pasión. Fue Arthur Rubinstein quien les convenció paraacudiraLeBoeufsurleToit,paradaobligadaenlanocheparisinaycuyasmesas solían estar ocupadas por ilustres clientes como Pablo Picasso,CocoChanel,ErnestHemingway,CharlieChaplin,FrancisPoulenc,ÍgorStravinski, Maurice Ravel, André Breton, Albert Camus y el propioSerguéiDiáguilev.No muy lejos de aquel local se encontraba la casa de Coco Chanel,

dondeunselectogrupodeartistassolíanacabarlanoche.FueDiáguilev,gran amigo deCoco y de su amigaMisia, la esposa del pintor españolJosé María Sert, quien convenció a Serguéi y a Lina para terminar laveladaenlaespectacularviviendadelamodistaenelnúmero29delarueFaubourgSaintHonoré.ALinaleadmirólaexquisitadecoracióndelpisoen tonos blancos, beis, y un atractivo y original color bombón queconseguía darle un aire de distinción a la vivienda decorada con unalujosaeleganciadifícildeimitar.Sinembargo,loqueverdaderamentelehizo enmudecer fue la aparición de Coco Chanel envuelta en unimpresionanteabrigoblancolabradoydelicadamenteribeteadoenpieldemartarusa.EraaúnmásasombrosaqueenlasfotosquehabíavistodeellaenlarevistaVoguehacíaunpardeaños,en1920.Coconofueajenaasumirada y se acercó a la joven de la que Diáguilev le había hablado

maravillas.—Enmividahabíavistoalgotanhermosamenteelegante,tanperfecto,

madeimoselleChanel…—Lina se aseguró de usar el tratamiento que legustabaescucharalareinadeParís.—Lomismotedigo,querida.YllámameCoco—dijo,recorriendocon

sumiradaelcuerpodeLina—.Teniéndotedelantenoentiendoporquéaalgunasmujereslescuestatantoentenderelconceptodeelegancianatural.—Sindejardefumar,Cocosequitóelabrigoy,alargandosubrazo,selodioaLina—.Cógelo.Meencantaríaqueteloquedases.—Nopuedo…—balbuceóLinasinpoderterminarlafrase.—Nosolopuedes,debes.—Lacogiódelamanoylainvitóasentarse

juntoaellaenunodelosmullidossofásdelsalón,dejandoqueelrestodelos invitados se divirtieran por sí solos—. No puedo evitar sentir unadebilidadespecialpor todo lo ruso.Bueno…—matizó—,por labellezade la esencia rusa.Y veo que a ti te sucede lomismo.—Le sonrió conpicardía dándole a entender que no se refería al abrigo que acababa deregalarle,sinoaProkófiev,queenesemomentodepartíaconStravinski,DiáguilevyMisia,ajenoaquesehabíaconvertidoenelcentrodeatención—.Tienenalgoespeciallosrusos.Esacontrariedadeternaquemantienenconlavida,esapasiónqueseempeñanenesconder,esadualidadentreelplaceryelsufrimientoquelestieneenunatensiónconstante…Sumanerade entender la vida les hace tan irremediablemente atractivos. —CocoChanelsonrióaLinayencontróenellalapersonaantelaqueabrirseenconfidencias—.YaséqueestoyenloquealgunoshandadoendenominarelperiodoeslavodeChanel. Se creen queme ofenden, cuando lo únicoquesientenesunaenormeenvidiademí.—¿Yporquéibanaofenderte?—preguntóLinademanerainocente.—Por mi amante, querida, el gran duque Dimitri Pavlovich, primo

carnaldelzarNicolásIIyque,ensucondicióndemiembrodelafamiliaRomanov, fuedesterradoal frentepersa.Tendríasqueescucharle contarcómo esquivó al destino cuando decidió huir a Francia. Me encanta laparteenlaquemedetallaqueensuprecipitadasalidadeRusiaaúntuvotiempode llevarseconsigoalgunas joyasde la familia,entreellas,unoscollaresdeperlasqueadivinaaquiénregalóydónde terminaron—dijoCocómientrascogíaconsusmanos lasperlasque rodeabansucuelloyquelogrópopularizarcomosucomplementofetiche.—¿Deverdad?—preguntóLinacomosilehubierancontadoelmayor

delossecretos,algoque,enbuenaparte,asíera—.CuandoselocuenteaSerguéinoselovaacreer.—Talycomotemira,esehombresecreerátodoloquelecuentes.Así

sonlosrusos.Sontodounhallazgo.EnestemomentocreoquenopodríavivirsinDimitri.Nohaynadacomoelamorparaencontrarlainspiraciónperfecta. Contraté a su hermana y a muchas de sus amistades rusasexiliadasenParís.Tengoavariasdesusdamasdehonorcosiendoenmitaller y hemos creado una colección única. Tienes que venir a verla,querida.Nosolosumanodeobraesmásbarataquelafrancesa,sinoquela maestría con la que combinan bordados, pieles y pedrería esasombrosa.Nuncapenséqueencontraríalainspiraciónenloscampesinosrusos y que sería todo un éxito. Claro que algunos rusos tampocopensaríannuncaquelasperlasdelimperiozaristaacabaríanalrededordemi cuello. —Coco volvió a sonreír—. ¿Viste las fotos en la revistaHarper’sBazaar?—preguntóconlaexpresióndeunaniñapresumida.ElgestoafirmativodeLinamantuvosuvanidadenlomásalto.—Me encantó en la que aparecías con un pijama de seda negro

mordiendolasperlas.Loquenuncaimaginéesquefueranregalodelgranduque.—Ahorayalosabes.Esperoquesepasguardarmeelsecreto…ono.A

quiénleimporta.La fiesta continuaba en su casa, pero ellas dos parecían ajenas al

jolgorioreinanteenelsalóndelaresidencia.Cocoteníademasiadascosasque decir y preguntar a aquella nueva adquisición femenina queengrosaría sin duda su cartera de amistades, y Lina tenía mucho queescuchar para seguir sorprendiéndose y, a veces, ruborizándose ante lasinceridadylafranquezadelamodista.—¿Cuántos amantes has tenido? —La pregunta pilló por sorpresa a

Lina,cuyasmejillasseencendieronbajoelmaquillaje—.Oh,vamos,noteescandalices,noeresdeesas.—Cocolamiróconcuriosidad.Lepareciódesconcertanteyadictiva.Encantadoraeirresistible.Linaseescudótrassusonrisabermellónpara esquivar lapreguntaque, lejosdeescandalizarlacomopensaba lagrandamade lamoda, tan solo leavergonzabapor loescasodesuexperiencia—.Yaveo.Asínovasairmuylejos.Siquierestriunfar,vasatenerquehaceralgopararemediareso.—No pienso hacerlo. Ni siquiera sé si podría—aseveró mientras su

miradaseperdía—.YoamoaSerguéi.Leadmiroyleamo.¿Vasareírte?

—Meconformoconenvidiarte.Yotambiénheamadodeesamaneratanarrebatadora y excluyente—dijo, acordándose de su gran amor,ArthurCapel—. Pero hablemos de ti. ¿Estás segura de haber elegido bien,querida?—Linanoentendiólanaturalezadeaquellapregunta.Másbien,noquisohacerlo—.Misamantesmehanhechorica.Mírame,unahuérfanaalaqueselenegóunhogar,sinamor,sinpadrenimadre.Misoledadmediounacomplejasuperioridad.Lamezquindaddelavidamediofuerzayorgullo,elimpulsodeganarylapasiónporlagrandeza.YcuandolavidametrajolalujosaeleganciaylaamistaddeStravinskiodePicasso,nuncamesentíni estúpidani inferior. ¿Porqué?Porque sabíaqueeraconesagenteconlaquesetriunfa.Porunossegundos,ambasmujeresenmudecieron.Linaestabadándole

oxígenoasuimaginaciónyCocoChanel,asusrecuerdos.—Habla,Lina.¿Estásseguradequehaselegidobien?—Lamodistafue

laprimeraenvolveralarealidad.—Creoquenomepuedoquejar.—Siempre tepuedesquejar.Dehecho,debeshacerlosiquieresque te

escuchenyqueeso te lleveal lugarquequiereso, almenos, te ayudeasalir del que estás. ¿Quieres un consejo? —le preguntó, aspirando denuevode laboquilladesucigarro—.Búscateunamante ricoyvuélvetedespiadada. Es una buenamanera de protegerse de la vida. Tienes cara,cuerpoytalentoparahacerlo.Sabescaminar,dehecholohacescomosihubieras nacido para desfilar. Destilas una elegante sensualidad en cadagesto, seduces con la mirada y tu sola presencia irradia tanta luz queconsigues cegar a quien no puede dejar de mirarte. Y por si eso fuerapoco,parecesalirteconnaturalidad,sinquetengasqueimpostarnada,sinque te suponga esfuerzo alguno. Ninguna de mis modelos te llega a lasuela de los zapatos. Y sabiendo todo eso, resulta que no has tenidoamantes.—¿Yquiéntehadichoquenoloshetenido?—lerespondió,intentando

entrarensujuego.—Tus ojos me lo dicen. Son muy indiscretos. Y, por supuesto, la

manera enque lemiras.En lamirada esdondeguardamos losmayoressecretos.¿Porquésinocreesquehaygentequenoescapazdesostenerlaante determinadas personas? —Coco se ajustó sus pendientes sobre ellóbulodelasorejasyaspiróunanuevabocanadadesucigarro—.Nomemalinterpretes.Megustalotransgresor,yProkófievloes.—Lareinade

laeleganciadeParísnomentía.NohabíadudadoenfinanciarelestrenodeLa consagraciónde la primavera después del escándalo que provocósieteañosantesensuprimerarepresentación—.Adorolaprovocación,larebeldía, la ferocidad de las ideas que alimentan revoluciones. Perorevolucionesdeverdad,noladelosbolcheviques.Losmuyimbécilessecreenquehaninventadoalgocuandotodossabemosquiénestádetrásdeeseparipéacartonado.Tengoamigosrusosyalemanesquemeaseguranque fueron los judíos los que inventaron el comunismo. Lo que estápasando enRusia es una conspiración judeobolchevique.Te voy a deciralgo,solotemoalosjudíosyaloschinos.Yalosprimerosbastantemás.Esperoquenoteescandalicespormispalabras.ALina le fascinaba aquellamujer.Nopodía evitarlo.No se parecía a

ninguna de las mujeres que había conocido hasta ahora. Era elegante,sofisticada, femenina, culta, independiente, genialmente provocadora,descaradaydivertida,ysinembargoavecesparecíaquehubieradeseadonacerhombre.Todoloquesalíadesuslabioslehacíapensar.—Ven, quiero enseñarte algo —le dijo cogiéndola de la mano y

arrastrándola a una habitación interior. Serguéi observaba la escenamientras charlaba con Misia Sert y Diáguilev. Tuvo que esperar unosminutos para ver salir a las dos mujeres compartiendo risas yconfidencias, con un brillo especial en la mirada e inmersas en unaanimadaconversaciónmientras susmanosacariciabanunayotravez sunariz.—Tranquilo—leconfióMisiaaloído—.Notelavanarobar.—Lo sé—acertó a decir Serguéi, venciendo el rubor y apurando el

champán que quedaba en su copa. Al parecer su gesto de preocupaciónhabíasidopercibido.—¿Tan seguro estás? —preguntó Misia, haciéndose la sorprendida,

como si la seguridad de Prokófiev la hubiera provocado—. Nuncasubestimes la genialidad de un artista, y Coco lo es. Te lo dice unatalentosapianistaquedeniñatocabapiezasdeBeethovenenlasrodillasdeLiszt.

Yaencasa,Serguéiquisosaberquéhabíapasadoenaquellahabitación

privada. Estaba preocupado o tal vez celoso. Había visto y oídodemasiadas cosas sobre Coco Chanel, sobre la noche y su afición al

consumo de ciertas sustancias. Quizá no eran más que rumores, peroahora era él quien aparecía consumido por los celos. Cuando Linaescuchósusinsinuaciones,estallóenunacarcajada.—Me ha enseñado un gran secreto —reconoció divertida aunque

desistiódeljuegoviendolapreocupaciónensusemblanteruso—.Esunafragancia con la que piensa revolucionar el mundo. ¿Nome crees? Túmismopuedesolerla—ledijo,acercandosumuñecaalanarizdeSerguéi—.¿Hueleseljazmín,elnaranjoamargo,larosa,lavainilla,elsándalo,elnerolí,elvetiver…?—Serguéinoentendíanada,perolegustóaquelolor—. Es sencillamente genial. Es el primer perfume creado por unadiseñadora de moda de alta costura: Chanel número 5. Me ha dado unpequeñofrasco.Mira,soloelenvaseyaesunajoya.Nosémuybienporqué.Silomiras,essencilloperotieneencanto.Alparecerseinspiraronenuna botella de vodka ruso que le regalaron a Coco. ¿Te gusta? —lepreguntó,comosirealmentesuaprobaciónfueraaafectaralresultado—.¿SabesquelohacreadoelquefueraperfumistadelzarNicolásII,ErnestBeaux? Además, me ha contado quemantiene una relación con DimitriPavlovich,elprimocarnaldelzar…—AlgomecontóStravinski…—lainterrumpióél,yaconelsemblante

másrelajado.—Quiénmejorqueél…—apostillóLinaalrecordarlaconfesióndela

propiamodistasobrelaestrecharelaciónmantenidaconelcompositor,aquieninclusollegóadejarlesucasadeBelRespiroenlasafuerasdeParíspara que se instalara con su familia durante un periodo de dificultadeseconómicas.—Lina…—Eltonosonóaregañinapaterna.—¿Qué?Esélquienestácasado.Deberíaescandalizarseél,notú.No sería la última vez que visitara la residencia de Coco Chanel. La

admiraciónhabíasidomutua.Estabadeseandoverladenuevo.NotardaríamuchoenaceptarsuinvitaciónypasarseporsutiendaenlarueCambon.

NosabríadecirsilegustabamásacudiralLeBoeufsurleToitporel

ambiente o porque casi siempre solían terminar en el apartamento deCoco.El champánnoeraalgoque le entusiasmaraaLina, apesarde laaficiónquemostrabalamayoríadesusamigosporlabebidaburbujeante.Siempre pensó que algunos bebían por desquitarse de la Ley Seca que

imperabaenEstadosUnidos.Esevinoespumosono lesentababieny lohabíapodidocomprobarmásdeunavez.TodavíarecordabaconpesarlanochedelestrenodelballetElbufón,cuandofueronacelebrareléxitoaun conocido restaurante deMontmartre. El champán fue el centro de lacelebración,aunquesucuerpo,alnoestaracostumbradoasu ingesta,serebelóy laobligóasalircorriendohaciaelaseodel localdondeestuvovomitandodurantecasiveinteminutos.Elrelojdepulseraquellevabaenlamuñeca,regalodesumadre,desapareció.Linanofuecapazderecordarnada.Nopodíapensarconclaridadyapesardequesuvisiónnoestabaclara,empezóaverladronesportodoelestablecimiento.AldíasiguienteSerguéi le regalóunnuevoreloj.Erapreciosoy leagradecióeldetalle,peronoeraeldesumadre.Desdeesedía,almenosparaella,lacopadechampánseconvirtióenunaccesoriomásquepoderlucirencadasalidanocturna,comolaestoladepiel,elvestidonegroolaboquilladefumar.Habíaquehabituarsealascircunstanciasyactuarencadaescenariocomoseesperaba.Nopodíaprivarsedelmundonocturnoporunaintoleranciaalalcohol.Habíademasiadosrostrosquever,muchosamigosqueencontrar,nuevas teorías conspirativas que escuchar y largas conversaciones queentablar con desconocidos, que solían ser los que traían las mejoreshistorias.

Undía,sinsabercómo,unodesuslargospaseosterminócercadela

place Saint-Michel. Tenía sed y algo de hambre. Entró en uno de losprimeroscafésquevioyqueleparecióagradable:ElPanteón.Ocupóunadesusmesasynoesperóaqueletrajeranlaconsumiciónparaextraerdesubolsounapartituraenlaqueseconcentróunbuenrato.Hastaquelediola sensaciónde serobservada.Frente a ellahabíaunhombredeaspectoalgodesaliñado,conunpuntoderudezaquecontrastabaconsusemblanteamable, bebiendo ronSaint James.Escribía en una libreta de lomo azulforrada de tela que abría y cerraba constantemente, mientras afilabaconcienzudamente su lápiz, cuya mina se consumía con demasiadapresteza,ansiosapordescargarsobreelpapelhistorias,palabras,ideasypersonajes.Oescribíamuchoolohacíamuyrápido,porque,eninstantes,el lápizquedómermadoa lamitad.Cadavezqueutilizabael sacapuntasaquel hombre aprovechaba para echarle una ojeada,momento en el queella miraba por la ventana, como si esperara a alguien que no llegaba.

Pasados unos minutos, el enigmático hombre cerró su libreta convehemencia,comosihubieseolvidadoalgoderepente,yseaproximóasumesa.Linaloviollegar,desconcertada.—¿Vendrá?—lepreguntó.—¿Quién?—Elimbécilalqueestáesperando.Linaleobservóduranteunosinstantes.Lellamólaatenciónlafuerzay

el descaro de su mirada, limpia y brillante. Era un hombre apuesto,robusto y con un bigote que semovía al compás de unamedio sonrisaseductora. No supo discernir con claridad si su físico le parecía o noatractivo,pero suactituddesde luego lo era.Le sorprendió su sugestivaseguridadydecidióquebailaríaalmismoson.—Noesperoanadie—contestósinborrarlasonrisadesubocaapesar

delexabruptopronunciado—.Dehechosolohaaparecidousted.—¿Mepermite?—dijoeldesconocido,señalandolasillavacíaquese

disponía a ocupar a su lado—. Me llamo Ernest Hemingway, soyperiodista, aunque pretendo ganarme la vida como escritor.Y gracias austed creo que acabo de escribir un buen relato. Me siento en deuda.Dígame, ¿le gustan las ostras? Si me dice que no es porque no las haprobadocomodebería.NoesperóaqueLinarespondieraalapregunta,queresultóserretórica.

Girósucuerpo,alzósumanoypidióalcamarerounadocenadeostrasyunajarradevinoblancoseco.«¿Ve?Eraimposiblequenolegustaran»,leconfió al ver el apetito con el que Lina consumió las ostras.Ambos seperdieronenunaconversaciónincontrolada,divertida,improvisada,perofácil de llevar porque hablaron de las cosas más importantes con laspalabras más sencillas, como le gustaba escribir a él. Las confidenciasentreelloscomenzaronallenarlasconversacionescomoelvinocomenzóacolmarlascopasdecristal.Lohacíanconidénticafacilidad,dejándosellevar, sinsilenciosquedetuvierandiálogos, sin trabas levantadaspor laprudencia. Dos desconocidos frente a frente, unidos por el azar y queparecían haber esperado toda una vida para encontrarse y compartirvivencias.—Mi primera mujer, Hadley, me regaló una máquina de escribir

portátilCorona—dijoenunmomentode laconversación—.¿Qué leharegaladoausted?—¿Quién? —volvió a preguntar Lina. Se dio cuenta de que había

utilizadomuchasvecesaquelpronombreenfáticoparareferirseaSerguéi.LohizolaprimeravezqueVeraDanchakoffleinsinuóquelegustabatrassu concierto en el Carnegie Hall de Nueva York y también cuando sumadrelepidióquesemantuvieraalejadadeél.Yahoravolvíaahacerloconaquel interesante escritor americano.Sepreguntó si eso significaríaalgo.—Elquepareceretrasarse.Debedeserqueestáperdido.Linalemiró.Lecaíabienaquelestadounidensedescaradoydivertido.

María Grigórievna seguramente habría hecho alguna broma sobre lahambruna de cultura con la que llegan aEuropa los americanos porque«suhistoriatienelamismaantigüedadquelatapiceríadelúltimococheenelquesehansubido».Eracampechanoydirectoysupresencia,lejosdeincomodarle,leplacía.—¿Quéleharegaladoél?—Lamúsicademivida.LacontestaciónlegustóaHemingway.Almenos,enparte.—¡Vaya!Esomeobliga a arrojar laCoronaqueme regalómimujer

porlaventana…Allí, en una de las mesas de El Panteón, degustando las ostras por

primeravez,Linahizolapreguntamástontadetodasuvida.Sindudaeraefectodelblancoseco.—¿Yusted qué escribe?—Se sintió estúpida antes de acabar la frase.

«¿Cómose lepuedepreguntaraunescritorquéescribe?—pensó—.Loleesyteenteras».Rezóparaquelarespuestallegaraprontoyborraralaestelaneciadelapregunta.—Escribo cuentos. Cuentos sobre cada cosa que me resulta familiar.

Esomeayudaanopensarenloquetengoamedioescribir.—Apurósuvaso y pidió un nuevo ronSaint James.Hacía variosminutos que habíadejado el vino, quizá porque en su paladar empezaba a tener laconsistencia del agua. Se sentía a gusto junto aquella mujer de miradaseductoraqueleimpedíaretirarsusojosdeella—.Sinembargo,noestanimportante lo que escribo, sino cómo y para qué lo hago. Yo quieroescribirdemaneraque tengaefecto, sinque lapersonaque lo lee sedécuentade ello, y así cuantomás lea,más efecto le hará.—Lamiróy lepreguntó—:Yusted,¿dequémaneraquierecantar?¿Paraquéquiereserunafamosasoprano?¿Lohapensado?Aquellas palabras la hicieron replantearse si había reflexionado de

manera correcta sobre lo que realmente quería en la vida. Linacomprendióquequizáseestabaentreteniendoenlasuperficiedeunsueñosinsaberquéformateníaenrealidadycómollegarhastaél.Quizáhabíallegado la hora de despertar y la voz del americano había actuado deeficazyestimulantedespertador.

El encuentro con Hemingway la mantuvo pensativa durante varios

días. Ella también quería cantar del modo en que él escribía: cantar demanera que tuviera efecto sin que la persona que lo escuchase se diesecuentadeello,yasí,cuantomásescuchase,másefectoleharía.Esoeraloquequería.Ypensóquehabíallegadoelmomentodeempezarahacerlo,aunqueparaeso tuvieraquealzar lavozante lapersonaquemásamabaperoquemásleestabahaciendosufrir.—¿Milán?—Serguéi repitió el nombre de la ciudad italiana como si

fueralaprimeravezqueloescuchaba,comosiLaScalaolaGallerianohubieranexistidojamás—.¿YquévasahacerenMilán?—Prepararme. Estudiar e intentar cantar en un teatro.Me han pedido

quemeprepareunpapeldeRigoletto y un amigomeha conseguidounpapelenlaóperaLaWally,deAlfredoCatalani.Esunpapelpequeño,peronomeimporta,esmenosquenadaysobretodoesunaoportunidad.Sinolohagoahora,mearrepentirétodamivida.—ObservólasorpresapintadaenlosojosazulesdeSerguéi.Noseesperabaesanoticiaynolegustabaloque oía—. Además, tú siempre me dices que lo más importante es eltrabajo.Solovoyaseguirtuconsejo.—Esolopuedeshaceraquí.—No, no puedo. Y tú lo sabes. Aquí lo puedes hacer tú, pero yo no.

Necesito aire, Serguéi, ya te lo dije hace tiempo. Y quizá los dosnecesitemosespacio.Túdebescomprenderlomejorquenadie.Lejos de hacerlo, la noticia de su futura marcha a Italia contrarió a

Prokófievmásdeloqueesperaba.—EstonotienenadaqueverconRigolettoniconningunaópera.—Su

oídodegrancompositoryextraordinariopianistaestabapreparadoparaescuchar más allá de los sonidos audibles. No tardó en comprender elmensajequeocultabanlaspalabraspronunciadasporLinayloquehabíadetrás de aquella decisión. No era la primera vez que el fantasma delmatrimoniosecolabaensusvidas.

—Sabesquenomeencuentrocómodaconestarelación.Yaséqueestoes París, que nadie se preocupa del qué dirán, pero mi situación escomplicada.Actúo como tumujer, pero en realidad soy solo tu amante.Tienesqueentenderme.—Noestaríamalquetútambiénmeentendierasamí.Todamividahe

creído que el matrimonio es algo creado para destruir las grandeshistoriasde amor. ¿Cómoquieresquecambiedeopinión sinmás? ¿Porquénotevaleconloquetenemos?PorDiossanto,estamosbien.¿Esqueacasonosvamosaamarmássinoscasamos?—EnsuinteriorSerguéiseformulaba otra pregunta que no se atrevió a decir en voz alta para noofender aLina. «¿Cómopuedo casarme si sé que esonomeva a hacerfeliz? Una boda sería como atarme una piedra al pie y arrojarme alrío»—. No es que no quiera casarme contigo. Simplemente no quierocasarme.Measustaloquepuedapasar.Hevistocómograndesamoressedestruíanporlafirmadeunpapel,porunamalditarutinaquecarcomelapasión.—Tuvomiedo.Lanueva situación le asustaba.Estabaapuntodeperdermásqueunacompañíaqueanhelaba,másqueunabellamujerquebesabapordondeélpisaba,másqueunarendidaadmiradoradecadanotaquesalíadesusmanosysucabeza.Parópararespiraryponerenordensusideas—.¿YsinoestoydeacuerdocontuviajeaMilán?—preguntó,dejandoentreverlairritaciónqueempezabaamodularsuvozenuntonohosco—.¿Ysinoquieroquetevayas?—¿Encalidaddequé,Serguéi?—LamiradadeLinaledecíamáscosas

de las que sus labios pronunciaban. Y él lo sabía—. Un marido tienepotestadsobresumujer,igualquelaesposalatienesobreelhombre.Pero¿quésomosnosotros?—Dímelotú.Parecequelotienesbastantemásclaro.—Noquieroser laamanteoculta.Noquierovivirdisimulandoloque

másfelizmehaceenestavidaylarelaciónquetenemosmeobligaaello.—Algunosprefierenmostrarante todos lovaliosoyotros loguardan

delasmiradasajenas.Esonohacequeteamemenos.¿Notevaleconeso?LarespuestalaencontróenelfondodelacautivadoramiradadeLina,

donde tantas veces se había perdido. Pero esta vez le resultó difícilencontrarse.CocoChanelteníarazón,enlamiradaseguardanlosmayoressecretos.

10

«Haydíasqueodioalahumanidadymegustaríaestarsola».Lina acababa de sobrevivir a la marabunta humana que poblaba las

callesdeMilán,inmersasenloscarnavalesqueconvertíanlaciudadenuncoloridolienzodeexcesosmerecedordelaspinceladasdePaoloVeronésensusBodasdeCaná.Elincesanteruidoquehabíaenlocalidaditalianalehacíaañorarunoasisdesilencioquetansoloencontrabaenlamúsica.Ensu habitación de la pensión de la piazza del Duomo número 8, lascomposicionesdeAtDawning,deCharlesWakefieldCadman,Rigoletto,de Giuseppe Verdi, y The Wish, de Frédéric Chopin, se disputaban lasoberaníadelambiente.Peroelbullicioensordecedornoerapatrimoniodelenclavemilanés.Elmundosobrevivíaenunincesanteaullidoqueseantojabapreferible

algritoahogadoqueguardabanensusgargantaslasprincipalesnacioneseuropeas.Laguerracivilrusallegabaasufindejandomásinterrogantesque soluciones sobre un enorme cementerio de entre diez y veintemillonesdemuertos—segúnlasfuentes—porlamunicióndelaguerra,elhambreylaenfermedadde1917a1922.MientraslastropasdelEjércitoRojoocupabanVladivostokterminandoconlasesperanzasdelacadavezmás endeble resistencia del Ejército Blanco, los camisas negrasauspiciadasporBenitoMussolinimarchabansobreRomaenarbolandolabanderadelfascismo.Fue por casualidad, como suelen suceder los momentos más

importantesytrascendentesdelavida.LinapudoveraMussoliniantesdeque se subiera a un tren en Milán que le llevaría a Roma, donde,convertido en primerministro, formaría su primer gobierno y daría suprimerdiscursocomopresidentedelConsejodeMinistros.Suvozsonabametálicaatravésdelosaparatosderadio:

Herechazadolaposibilidaddevencertotalmenteypodíahacerlo.Meautoimpuselímites.

Me dije que la mejor sabiduría es la que no se abandona después de la victoria. Contrescientos mil jóvenes armados totalmente, decididos a todo y casi místicamente listos aejecutar cualquier orden que yo les diera, podía haber castigado a todos los que handifamado e intentado enlodar el fascismo. Podía, pero no lo he querido, almenos en esteprimermomento.

Apagó la radio.No era aquel el sonido que ansiaban sus oídos ni su

mente. Prefirió concentrarse en la cautivadora voz de Mary GardeninterpretandoAtDawningconvertidoenelperfectobálsamoquealiviabasualma.

Allthesoundsofmorningmeet,breakinyearningatyourfeet.Comeandanswer,come,mysweet,Iloveyou,Iloveyou…

Hacía dos años que vivía de manera independiente en Italia y todo

seguíarecordándoleaél;sesentíaincapazdediscernirsiaquelloeraunamaldiciónounabendición.Habíallenadosuvidadeunruidoprofesionalque anhelaba la mantuviera ocupada, distraída y alejada de su únicadebilidad, de su fuente de frustración, de la que, al mismo tiempo,emanabasuprincipalrazóndevivir:SerguéiProkófiev.Esacontradicciónlamanteníaviva,lehacíamostrarsefuerteantelasdificultadesquelavidale ibaponiendoenelcamino.SabíaquesurelaciónconSerguéieraunacarreradeobstáculosqueafrontaríaysuperaríamanteniéndosefuerte.Nohabíaotramaneradehacerlo,almenos,noeracapazdeencontrarla.ItalianofueunaexcepciónenlaprodigiosafacilidaddeLinaparahacer

amigos y convertirse en la compañíamás deseada en todo encuentro ocelebraciónartística.AsistióaLaScalaparaverlaóperaBorisGodunov,trabó amistad con importantes representantes de la comunidad artísticaitaliana, como el poeta y editor Marinetti, el director de la principaleditorial musical de Milán, Ricordi y Compañía. Teniendo presentesiempre los consejos delmás exigente Prokófiev, se concienció de quedebía trabajar mucho para conseguir mucho menos. Se centró en susclasesdecanto,aprendióelidiomaitaliano,mejorólosagudosensuvoz,venció inoportunas afonías y catarros que conseguían dejarla mudadurantedías,frustrandoenmásdeunaocasiónsudebutenelteatro.Hastaqueporfinundíaconsiguióversunombreescritoengrandesletrasenelcartel de una ópera: LINA LLUBERA. Ese era el nombre artístico queSerguéiyellahabíanacordado.EstuvomásdediezminutosobservandodesdeelotroladodelacallelapublicidadquecolgabadelafachadadelTeatroCarcanodeMilán,comosiaquelnombrenofueraelsuyo.Habíacogido la cámara de fotos que le había enviadoSerguéi al saber que se

habíadejadolasuyaolvidadaenParís.Lavergüenzaleimpidióhacerlacodiciada foto el primer día. Pero la hizo días más tarde. Tenía queguardaresemomentoynoseconformabaconhacerlosoloensumente.Realmente se trataba de una sustitución, pero no sería una suplencia

cualquiera.Porunaindisposición,lasopranoMarinaCampanari,hijadelfamoso barítono,GiuseppeCampanari, no pudo estrenar la obra yLinacantóensulugar.PorfinseconvertiríaenGilda,enlaóperaRigoletto.YloharíacantandoelCaronome, unade las ariasmásbellas.El cantodeunajovenenamoradaque leanunciaasuamadoque«miúltimosuspiroseráparati».

Enelcamerino,antesdesaliraescenaparainterpretarelqueseríasu

granmomento,Linaestabatranquila.Eraunasensacióntramposaporquesabía que el ejército de nervios vendría más tarde, sobre el escenario,dondeeldañoseríamayor.Contemplósuimagenenelespejo.Elreflejoledevolvíaelperfildeuna jovenvestidadeblancoapuntode sufrirungran desengaño al saber que el amor de su vida era un fantasma. Linaconvertida en la joven y dulce Gilda, enamorada de un hombre queaseguraserunjovenypobreestudiante,denombreGualtierMaldè,peroqueenrealidadeselduquedeMantua,quenodudaenengañarlayocultarsu verdadera identidad y su condición de mujeriego y donjuán. Entrebambalinas,antesdesaliralescenario,surecuerdofueparaSerguéi.Solosepermitiópensarenélunossegundos.AhoraeraGilda,erasumomentoynopensabadesaprovecharlo.Suvozcomenzómodulada,dulce,limpiayrápidamenteseapoderódelaatencióndelpúblico.

GualtierMaldénomediluisìamato,tiscolpiscinelcoreinnamoratocaronomecheilmiocorfestiprimopalpitar,ledeliziedell’amormidêisemprerammentar!

Seestabagustando.Caminabaporelescenarioconlaseguridaddeuna

experimentada actriz. Su voz acariciaba su garganta, como si fuera unbálsamosuaveydulcedelagradodetodos.Estabatranquila.Laluzenelescenarioeraperfecta,elsilenciodelpúblicoresultabacómpliceynosemovíaunalma,comosieltiemposehubieradetenidoparaescucharla.

Colpensieroilmiodesirateognoravolerà,epurl’ultimosospir,caronome,tuosarà.

Sabíaquesuprotagonismoseríaabsolutodurantelossieteminutosque

durabaelaria.Peroalgocomenzóa irmalamitaddesu interpretación.Cuandoapenasquedabantresminutosparafinalizar,Linaperdiósusitioen el escenario. Algo se movió entre bambalinas que la distrajo o almenosesofueloquecreyó.Lociertoesqueavanzadaelaria,suvozfuesecuestradapor un enemigoque la perseguiría toda suvidayquehabíadecididonosaltarseunageneración:elpánicoquelaatenazabaalpisarunescenario, el mismo que sentía su padre, Juan Codina, y que intentabamantener en secreto.Losnervios le secaron la gargantay el final de suinterpretación,aunquecorrecto,nobrillótodoloquehabríaesperado.—Tranquilízate,noteobsesiones.Todohaidomejordeloquepiensas

—leintentabaconvencereldirectordeescenaenunodelosrecesosdelaobra—.Nadiesehadadocuenta.Deesosmaticessoloosdaiscuentalosartistasysoléisconvertirloenunmundo.—Podíahaberlohechomejor—sequejabaLina,casiconlágrimasen

losojos,mientrasbebía su segunda tazade café, su remediomás eficazparatodo,especialmenteparalubricarsuscuerdasvocalesydevolverlelabrillantezyel tonoasuvoz—.Podíahaberestadoperfectacomoen losensayos.—Lina, es el estreno, son los nervios. Mañana te saldrá una

interpretación perfecta.No piensesmás en ello y deja de beber café. Esdiurético y solo falta que tengas que salir corriendo en mitad de unaescena.—Ha sido Arturo, ese estúpido y engreído barítono. No sabe estarse

quietonidentronifueradelescenario—dijorefiriéndoseasucompañeroArturoRomboli,alqueculpabadeserelresponsabledesudistracción—.El crítico de Il Corriere de la Sera que vino a los ensayos tenía razóncuandohablódelatendenciaaexcedersedeRomboli.—Serámejorqueloolvides—ledijoeldirector,máscomounaorden

quecomounconsejopaternal—.Tienesquesalirdenuevoaescenaparapermitir que tu padre te abra los ojos y te diga que tu amado es unimpostor, convencerle de que no le mate y sacrificarte para salvarle la

vidaalhombrequeamasaunque tehayaengañado—dijorefiriéndoseasupersonaje—.Eresunaprofesional.AhoraLinanoimporta.EresGilda.YahabrátiempoparalamentarseenelSavini.Linaobedecióylaóperacontinuósinsobresaltos,nipérdidasdevozni

sombrasentrebastidores.Mástarde,mientrascelebrabaelestrenojuntoalresto de la compañía en el conocido restaurante Savini, situado en lasentrañas de la impresionanteGalleriaVittorio Emanuele II, un lugar deencuentrodeartistas,músicos,actoresyrepresentantesdelaculturadesde1881, lasombrade losucedidoenel teatrovolvióacernirsesobreella.SobretodocuandoArturoRombolisesentóasuladoyempezóarelatarlequeenesamismamesahabíanestadoGiuseppeVerdi,GiacomoPuccinioEleonoraDusesinplantearsesiquieradisculparse.—No te lo voy a perdonar nunca, Arturo —le dijo disfrazando su

enfado con un tono jocoso—. No me puedes hacer esto el día de miestreno.—Claroquepuedo—lecontestórisueñoeldivoitaliano—.Dehecho,

era casi una obligación. Tómalo como tu bautismo de fuego.Yame loagradeceráscuandoseasunagranestrellayentoncesyahayasaprendidoquenadade loque suceda fueradel escenariodurante tuactuación tieneimportancia.—Arturo bebió de un trago la cerveza fría que acababa detraerleun camarero—.Cuandoestás cantando,no existe elmundo.Soloexistestú.Sinolosientestúdeesamanera,noesperesqueelpúblicolohaga.Méteteesoentuhermosacabecita.Ybebealgoquenoseaagua,queestamoscelebrandounéxito.Se dio cuenta de que Romboli tenía razón en todo lo que decía. Una

jarradecervezaleayudaríaaolvidaryaespantarelfantasmadelpánicoescénicoquesenegabaaadmitir.Linanoquisoaceptarqueelmiedoquenuncalehabíaacobardadoensuvidaledestrozaraunsueñocuandoestabaapuntodehacerlorealidad.

«Hay días en los que odio a la humanidad yme gustaría estar sola.

Perononacíparaestarsola».LinapodíahuirdeParís,esquivarelamor,burlaraldestino,perosabía

queeraimposibleescapardelaverdad.YlaverdadlehablabadeSerguéi.Poresonohabíaqueridocortartodacomunicaciónconél,aunquehabíadíasque locontemplabae incluso llegóadesearlo.Peroesadecisión le

hubiera resultado suicida. Mantenían una relación epistolar abierta ysincera,aunquepresididaporlosmismosmiedosqueasolabanalmundo.Prokófiev noquería revoluciones que alteraran su orden establecido, suequilibrioemocional.Linaluchabaporuncambioqueseresistíaallegar.Encontró en las palabras escritas el mejor armamento intimidador anteSerguéi.«Nosoyunade tuspiezasdeajedrezhechasdemadera.Soydecarneyhuesoy tengo sentimientos.Nopuedes jugar conmigo».Pero elsímilquelesdiomásjuegoalosdosvinoatravésdelafrutaprohibida.Ante la insistenciadeSerguéideun inminente reencuentro,Lina ledejóclaro que no quería manzanas verdes en su cesta porque necesitabamadurezensuvida.Lejosdeamilanarse,elcompositorlerespondió:«Ay,Avecilla mía. ¿Y cómo pretendes que maduren si las abandonas? Si tededicas a golpear las manzanas o quemarlas con una cerilla para quemadurenantes,loúnicoqueconseguirásesquesepudran».Pero a pesar de la consabida retahíla de acusaciones mutuas, la

añoranza y el deseo de verse y recuperar una relación que los dosextrañabanvenció a la frutamadura.Serguéi sehabía trasladado aviviruna temporada cerca de Múnich, en un pequeño y encantador pueblollamadoEttal,dondeseacomodójuntoasumadreenunaimpresionantecasadenombreChristophorus.PensóquenadaleatabaaParíssiLinayanoestabaallíyquepodíaresultarinspiradorcomponerlaóperaenlaquetrabajaba,Elángeldefuego,enel lugardondesucedía lahistoriaescritaporelpoetarusoValeriBriúsov,cercadelosAlpesbávaros.«Teescribodesde esta casa señorial, con habitaciones elegantemente amuebladas,electricidad, baño, calefacción a vapor, balcones, alfombras, camasanchas,sofásmullidos,unabibliotecaentresidiomasycuadrosfuturistascolgados en la pared. Un lugar que ni había soñado. Al lado hay unmonasterio,elaireescomolamielyelsilencioesmaravilloso.¿Cuándovienes?».Serguéipodíaresultarmuyconvincentecuandoseloproponía.Perono

fuesucarta,sino,unavezmás,laprovidencialintervencióndelosStahl,que se encontraban de viaje por Europa y la convencieron para que sereuniera con ellos en la casa deProkófiev.Se hizode rogar durante untiempoprudencial en el quedisfrutó con la impacienciadel compositor,queseguíamostrándosecomounniñocuandoveíaquelavidanoledabaloquetantoansiaba.Lecongratulósentirdenuevocómosucuerpovolvíaa revolucionarse ante la cercanía de un encuentro con él. Todo parecía

estarasufavor.Comosideunaextrañaleynoescritasetratara,cadavezquelavidapersonaldeLinaparecíaencauzarse,sucarreraprofesionalseresentía. Esta vez fue la cancelación de una ópera en Verona en la queinterpretaríaunodelospapelesprincipales,anteshabíasidosucaídadelcarteldeRigolettoenMilán,mástardeuncatarroquedioaltrasteconunnuevoestreno.Teníaclaroquehabíallegadoelmomentodelreencuentro.

No se esperaba encontrar a Serguéi aguardándola en el andén de la

estaciónde trendeMúnich, sosteniendounamanzanaverde en lamano.Nopudoevitarsonreíralcontemplarlaimagen.Mientrasrecorríaporelapeaderolospocosmetrosqueleseparabandeél,notócómolosdosañosde resistencia pasiva en Italia se derrumbaban comoundébil castillo denaipes.Laspiernasempezabanafallarleyelcorazónalatirledemasiadodeprisaparapermitirlecaminarconnormalidad.—Las manzanas van madurando, Avecilla —dijo Serguéi antes de

abrazaralapersonaquemásleimportabaenelmundo.La besó allí mismo, sin importarle las miradas ajenas. Se tomó su

tiempo, como si quisiera vengarse de la ausencia impuesta durante losúltimosmeses.Labesóconlaintensidadquepocasveceslohabíahecho,recreándoseensuslabios,haciendoquesusmanosrecorrieranelcaminodesdeelcuellohastalacinturadeLina,satisfechodequeelcuerpodesuamada se entregara con la docilidad que siempre lo había hecho. Legustaba que Lina siempre cerrara los ojos cuando le besaba, como siabandonarasuvoluntadycedieraaladeél,que,porelcontrario,preferíamantener la mirada abierta para comprobar que la entrega de Lina eraciega,sincondiciones.Aquellolehacíasentirsevictorioso.Duranteunossegundosnosedijeronnada,tansolohablaronsusmiradasylavoracidaddesusbocas.—¿Por qué me haces esto? —le preguntó Serguéi, entretenido en

mordisquear los labios de Lina, como si no necesitara escuchar larespuestaasupregunta.—¿Elqué?¿Besarte?—pudocontestarellaaduraspenas.—Obligarmeaextrañartedeunamaneraquememortifica.Hacerque

mevuelvalocopensandoenti,imaginandoquéhacesyconquiénestás.—Estoycontigo.Ahoraestoycontigo.—Ahoraesuntiempodemasiadocorto.Noessuficiente.Nomebasta.

Yséqueatitampoco—dijovolviéndolaabesar.Habíaesperadodemasiadotiempocomoparatenerquecontrolarseen

una fría estación de tren. Y tampoco lo haría al llegar a casa. Estabanjuntos de nuevo y aquella noche comprobaron que sus cuerpos no sehabíanconvertidoenlosextrañosquealgunasvecestemieronser.La visita se repitió de nuevo durante la festividad del año nuevo de

1923,aunqueparaentonceslaaparicióndeLinafuealgomásaccidentada.Eltrenllegóconretraso,peromuchoantesdequelohicieraeltelegramaenviadodesdeMilánenelqueinformabaaSerguéideldíaylahoradesullegada.Nohuboni compositoresnimanzanasverdesesperándolaenelandén.Tuvoqueconformarseconlaúnicapresenciadelamablehijodeljefe de estación que, cogiéndole la maleta, se ofreció a acompañarladurantelahoraymediaquedurósucaminatahastalacasaChristophorus.Cuando Prokófiev la vio llegar en mitad de la noche, con la nievecubriéndole hasta las rodillas pero con una gran sonrisa en su rostro,cualquier duda quedó enterrada como quedaron los pies de Lina en laintensanevadaquecaíasobreEttal.Loteníaclaro.Seríaeseaño.DespuésdelagiradeProkófievporEspaña.Acababadedecidirlo.—Teamosoloatiynoquieroanadiemás—leconfesóaloído—.Y

creoquevasiendohoradequeregresemosaFrancia.—Lo sé. Pero no pienso regresar a París contigo sin un anillo en el

dedo.Noeraunaamenaza.AlmenosaSerguéinolesonóaunaclarayfirme

coaccióncomopodíahaber sucedidohaceaños enParís.Pero supoquedebíahaceralgo.Despuésdeunlargoysecretoencuentroconel tenienteEwald,quese

comprometió a vencer las complicaciones burocráticas que entorpecíanunmatrimonioentreunrusoyunaespañolaen tierrasalemanas,el8deoctubre de 1923 Lina se convirtió en la señora de Prokófiev. MaríaGrigórievnayelpoetarusoBorisBashkírovejercierondetestigosjuntoal tenienteEwaldysumujer.LadolorosaausenciadeOlgaNemiskaiayJuan Codina no logró enturbiar su felicidad, aunque consiguióemocionarlaenlosmomentospreviosalaceremonia.Peronadaninadiepodíaoscurecerelmomentoconelquehabíasoñadodurantetantotiempo.ElestrenodesunuevoestadocivilsuperabaelansiadodeLadoncelladenieve,deNikoláiRimski-Korsakov,conelquesoñabadesdequedecidióquequeríasersoprano.

Quisoserellalaqueguardaraelcertificadodematrimoniodelapareja.Detantomirarlo,seloaprendiódememoria:

RegistroCivilEttal,Nº5/1923CompositorSerguevichProkófievDomicilio:residenteenEttalFechadenacimiento:23deabrilde1891Lugar:Sontsovka,Ekasterinoslav,Rusia

YlaartistaCarolinaCodinaDomicilio:residenteenEttalFechadenacimiento:20deoctubrede1897Lugar:Madrid,España

Ylaspalabrasmágicassituadasencimadelafirmadeambosyelsello

oficial:

ContrajeronmatrimonioDiez días después, el matrimonio formado por Serguéi Prokófiev y

LinaCodinahacíasuapariciónenlaÓperadeParísparaasistiralestrenodelConciertoparaviolínnº1deProkófiev,bajoladireccióndesuamigoyadmiradorSerguéiKusevitski.Todossusamigosestuvieronallícomosisupieranquehabíamásdeunmotivodecelebración:PabloPicasso,ÍgorStravinski,ArthurRubinstein,SerguéiDiáguilev,AlexandreBenois,KarolSzymanovsky, Anna Pávlova, siempre encantadora con ella y aquellanochenoibaasermenos.«Québuenovertesiempre,seadondesea», leconfiólabailarinadeballet,quesiempreteníapalabrasamablesparaella.Eléxitoquenologróelconciertoaquellanoche,locosechólaflamante

esposa del compositor. Stravinski se acercó a Lina. «Estás realmentehermosa. ¿Es el maquillaje?». Lina negó con la cabeza y mientras leobsequiabaconunadesusampliassonrisas,leenseñóeldedoanulardesumano izquierda, circundado por un finometal dorado que se esmerabaporbrillarcomounaestrella.No era el único secreto que guardaba Lina. La luz que desprendía su

cuerpoaquellanochedeestrenonosedebíaaningúnanillo.Habíavueltoacasa.Ylohacíadelbrazodelamordesuvida,aquien

habíaconvertidoensumaridoyconunnuevomiembroapuntodellegaralafamilia.Soloellalosabía.Habíasecretosqueconveníaocultarhastaencontrarelmejormomentoparaserdescubiertos.Todoasutiempo.

11

—Esunpocofeoyestámorado.Serguéicontemplabaalpequeñoserquesemovíacomoungatopanza

arribaenelmoiséscolocadojuntoalacamadelamadreprimeriza,que,cubierta con una sábana, yacía medio inconsciente después de un partocomplicado.Elbebéhabíasidomadrugadoryllegóalmundoalasochocuarenta y cinco del 27 de febrero de 1924. A pesar de los esfuerzosdurante el alumbramiento y de las complicaciones de última hora, Linaestaba realmente bella. Quizá por eso al padre primerizo le extrañó elcontrasteentrelabellezadelamadreyelfísicodelbebé.—¿Estodoloqueseteocurredecir?—OlgaNemiskaiahabíallegado

tresdíasantes,despuésdemandardesdeNuevaYorkunescuetotelegramade dos palabras y una cifra: «Llego el 24». Y cumplió con el horarioanunciado.Aningunodelosdoslespermitieronasistiralnacimientodelpequeño,loqueirritóalafuturaabuela.«Soysumadre.Esnormalqueelmarido se vaya con sus amigos a un cabaré de Montmartre aemborracharse», le espetó al ginecólogo de su hija, el amable doctorGabrielVouffé,aunquesudardoverbalibadirigidocontraSerguéi,quelanoche anterior estuvo de jarana junto a su amigo Aleksey Stahl paracelebrar la inminente llegada de su primogénito. «Pero unamadre tienequeestaralladodesuhija,almenosenlosmomentosmásimportantesdesu vida». Estaba claro que no había perdonado a su yerno, a quienresponsabilizabadesuausenciaenlabodadesuhija.«Esincreíble.Llevoañospidiéndoteque tecomprometieras,quedieraselpaso,y, cuando lohaces, decides no avisarme con tiempo suficiente para estar en laceremonia.Cualquieradiríaquelohashechoapropósitoparavengartedemí»,leespetóenmásdeunaocasión.Serguéidecidióqueseríabuenaideallevarse a su suegra a dar un paseo por las proximidades del HospitalSaint Antoine, aunque una conversación con ella no era lo que más leapetecíaenaquellosmomentos.—Esperoquenolloremucho—añadióelpadreprimerizo,venciendo

elmiedodecogerasuhijoenbrazosportemoraqueseleresbalara—.Pero me gusta. Lo que no entiendo es por qué Lina no quiere que le

llamemosAskold.—PorquenocreoqueelnombredeungobernantedeKievanteriorala

eracristiananosvayaatraermuchasalegrías,especialmenteatuhijo.—La voz de la recién estrenada mamá sonaba dulce, suave, casi infantilintentandovencerlapesadasomnolenciaquelagobernaba.Serguéiacudiójunto a la cama para besarla, un gesto que ella aceptó con una sonrisatímidaperoplenadeternura—.Tienetusojos,papá.—Todos los niños tienen los ojos azules cuando nacen. —Olga

Nemiskaia sintió la necesidaddedecirlo ante la posibilidadde sufrir uncolapsomental si guardaba para sí lo que le cruzaba el pensamiento enaquellosmomentos.Aúntardaríamuchoendigerirsuausenciaenlabodadesuhijaylaprecipitadallegadadesunieto.

La recuperación de Lina fuemás larga y pesada de lo esperado. Se

encontrabadébil,habíaperdidomuchasangreduranteelpartoysuanemiasedisparó.Suánimosufría losvaivenesdeunamontaña rusa, tendenciaque agravaban dos hechos fundamentales: el permanente llanto delpequeñoSviatoslav—finalmente se decidieron por un nombre ruso queuníalaspalabras«hoy»y«gloria»—yelencierrocasiclaustrofóbicoqueporprescripciónmédica lamantenía aislada en casa.La contrariedaddequeelascensordeledificioseestropearaunidaalaimposibilidaddebajary subir las escaleras durante su periodo de recuperación del partotampoco ayudó a calmar su ansiedad. Aunque no exenta de roces, lapresencia de Olga Nemiskaia resultó casi providencial, ya que fue ellaquien se encargó de buscar una nueva casa en el número 5 de la rueCharlesDickensydeocuparsedelbebédurantelosprimerosdías.Lina tuvo mucho tiempo para pensar sobre la vida en aquella

temporada. Le parecía un enorme libreto en el que aparecían ydesaparecían personajes por designios caprichosos del compositor. Suhijo había llegado al mundo apenas un par de meses después delfallecimiento de su amigo Raymond Radiguet a causa de unas fiebrestifoideas. Le conmovió la noticia y le impactó saber que en las horasprevias a su muerte el joven pudo presentir su final, según contaba suamigo Jean Cocteau, a quien confió que en un plazo de tres días seríafusilado por los soldados de Dios. La confidencia resultó profética.CuandoSerguéileregalósulibro,Eldiabloenelcuerpo,sesumergióen

su lectura de manera hipnótica. Mientras el resto del mundo seescandalizabaporel adulteriode lamujerdeunmilitar enplenaguerramundialnarradoenlaobra,aLinalecalómáshondolafacilidaddehacerdañoa lapersonaamadayhacerloennombredelamorquedestilaba lahistoria escrita por Raymond. Esa idea le obsesionó durante muchotiempo.Casitantocomolamacabrarelacióndedependenciaentrelavidaylamuertequeparecíavislumbrarasualrededordesdequehabíadadoaluzasuprimerhijo.Sin embargo, la muerte que conmovía al mundo por sus posibles

consecuenciasanivelmundialhabíasucedidounassemanasantes,avariosmiles de kilómetros de París.Vladimir Lenin, artífice de la Revoluciónrusayde todassus terriblesconsecuencias,había fallecidodeun infartocerebral.Lostreintagradosbajoceroquecongelabanlaciudadmoscovitaen la gélida mañana de enero de 1924 no impidieron que millones depersonas recorrieran las calles de Moscú acompañando a la comitivafúnebredel primer jefedeEstadode laUnióndeRepúblicasSocialistasSoviéticas que élmismo había fundado. Unos despedían al líder que lohabía dado todo por conseguir el paraíso del proletariado, otros aldictadorqueconvirtiólosderechoshumanosenpapelmojado.ElreguerodeconspiracionesquedejósumuertesobrelatundranevadadelaUniónSoviética tardaríamuchoenacallarse.Serguéipudocomprobarloensuscadavezmáshabitualesencuentrosconrepresentantesdelmundoartísticoruso,quedesdesuregresoaParíssehabíanmultiplicado.Seencontrabacómodoentrelosnuestros,comosolíareferirseaellos.Disfrutabadeloscoloquios, las tertulias, los encuentros literarios ymusicales en los queparticipabangrandes escritores rusos en el exilio.Solíaorganizar cenasen casa donde acudían compatriotas, como los escritores DimitriMerezhkovski,IvánBunin,AleksanderKuprin,AlekseyRemizovoMijaílLariónov.Unanocheasistióaunadeesascenasel redactordeldiarioen lengua

rusaPoslednieNovosti,que se publicaba en París.ASerguéi siempre legustabacontarconsupresenciaporquesolía traer lasúltimasnovedadesdesupaísymuchasdeellasnisiquierahabíansidopublicadasenlamadrepatrianiprobablementeveríanlaluz.AunestandoenParís, a refugiode la casade losProkófiev en la rue

CharlesDickens,laconversaciónsedesarrollabaenvozbaja.Ningunodeellos tenía una buena opinión de los bolcheviques, a los que

responsabilizaban de la atroz situación que vivía su país. El tono de laconversación se encendía cuando algunos no dudaban en despotricarcontra los personajes siniestros convertidos en líderes políticos queprometíanalpuebloloquenuncalesdarían.LascircunstanciasquehabíanrodeadolamuertedeLeninocuparonpartedelaconversación.—Leextrajeronelcerebroparaexaminarlo—comentóelredactordel

diario.—Oparaquenadie,exceptoellos,pudierahacerlo.—Lasvocesdelos

comensalescomenzaronadarpábuloatodotipodeteoríasconspirativas.Algunos optaban por el tono de broma mientras que otros insistían endotardeunacerteraseriedadasusopiniones.—Es curioso que, justo cuando planeaba sacar a Iósif Stalin de la

secretaría del partido, su salud se agrave, entre en coma y muera —comentóeleditordelperiódicoruso.—Murió de un infarto cerebral. Le hicieron la autopsia y le mató la

arteriosclerosis..—Unaautopsiaquesolofirmaronochodelosveintisietemédicosque

leatendieron—señalóRemizov.—¿VasadefenderlomismoqueTrotski,elmismoqueenjuniode1917

todavía calificaba a los bolcheviques de insignificante puñado dedemagogos? ¿Vas a pensar como él, que Lenin fue envenenado y queseguramentefueStalinquienlohizo?—preguntóBunin.—Yo solo digo que no me creo estos juegos del destino. Y que el

cianuroseutilizaparatratarlasífilis,lomismoqueelyodurodepotasio.Y que por mucho que algunos se empeñen en negarlo, yo conozcomédicos que me aseguran que Lenin no sufría de esa dolencia. ¿Quéhacían tratándole con cianuro?Lenin tenía el cerebro convertido enunapiedrayesoloprovocalosgrandesvasossanguíneosynolaspequeñasarteriasmeníngeasalasqueatacalasífilis.Yesoescienciapuraydura,noconspiracionesdesalón—sentencióelredactordePoslednieNovosti.—Llevaba una bala alojada en el cuello desde que intentaronmatarle

hacetiempo.Loraroesquenomurieraantes.—Loquellevabaalojadodesdehacetiempoenlapartebajadesunuca

eralasombradeunsoberbioStalincerniéndosesobreélparaempezaraocupar su lugar. Ya tiene lo que quería: a Lenin presente pero callado,porque ha decidido embalsamarlo obviando su deseo de ser enterradojunto a su madre en Petrogrado. Perdón, Petrogrado ha muerto, como

Lenin. Ahora es Leningrado. Creo que es el primer caso denacionalización de un cuerpo humano.Yno deja de ser curioso cuandofue él quien inició esa práctica de confiscación con las tierras ypropiedadesdeloscampesinos.Sele llenólabocadeproletariado,peroseleolvidóllenarlabocadeesemismoproletariado.—Creo que dejó un testamento en el que barruntaba el peligro de las

luchasinternas,especialmenteladeStalinyTrotski.—Ese puede ser un buen argumento para una novela rusa.Habrá que

hablarconDimitriMerezhkovski—comentóRemizovconironía.—Prokófiev, ¿tú qué piensas? —dijo Lariónov ante el silencio del

compositor,que,alparecer,preferíaescuchar.—No me interesa la política —respondió sonriente Serguéi—. Me

sientoajenoatodoesto.Lomíoeslamúsica.—Es imposible, no puedes pensar así. Y además es peligroso. Nadie

puedesentirseajenoalapolíticaporquevivimosinmersosenella.Aunquenoqueramos,determinanuestravida.—Losiento,amigo,peroinsisto:mesientoajenoatodoesto.Yo,como

Arquímedes,meconformocondibujarmiscírculossobrelaarenayquenadiemelospise.No era la primera vez que contaba aquella historia sobre el asesinato

del matemático griego durante la Segunda Guerra Púnica, cuando lasfuerzasromanasdelgeneralMarcoClaudioMarceloentraronenSiracusatrasdosañosdeasedio.Arquímedesseencontrabaeneljardíndesucasaestudiando un teoremamatemático cuando entró un soldado a quien tansolopidióquenopisarasuscírculos.Nisiquieralerogóporsuvida.Loúnico que le importaban eran sus círculos, su trabajo. Allí mismo elsoldadoleasesinócontraviniendolasórdenesdesusuperior.

LaprimeravezqueLina salióde suparticular encierroposparto, lo

hizoparaasistiraunacenaconamigosenPrunier,unodesusrestaurantesfavoritos de París. Llevaba demasiado tiempo sin comer sus ostrasdispuestassobreunamontañadehielopicadoysucrabeà lamexicaine,aunqueSerguéisedecantaríaporunosexquisitosmejillonesyunasopadebogavante en su toque de sal, excesivamente sazonada para el delicadopaladardeLina.Había echado de menos el boato del local, su ambiente selecto y su

exquisita carta, aunque demasiado cara, a base de mariscos, pescadosfrescos y un lujo al alcance de pocos, las enormes latas de caviar queprácticamente formaban parte de la decoración art déco que presidía elestablecimiento.Estabafelizyselenotaba.Susojosdesprendíanunaluzespecial y no solo por el maquillaje perfecto que los agrandaba y losdefiníaenunejerciciodearquitectura linealencolornegro, sinopor lasatisfaccióndevolveradisfrutardelanochedeParís.Habíaelegidoparaaquella primera salida un vestido de seda azul Lanvin, con delicadosbordadosypequeñas incrustacionesdecristal,decinturabajaysuelta,ylargas mangas extremadamente anchas, un modelo que en apenas unosmeses inspiraría el vestido de nocheMaharanee de 1925. Acompañó elatuendo con un sombrero cloche ajustado a la cabeza bordeado delentejuelas,queaúnaportabanmásluminosidadasurostro.Aqueltocadosehabíaconvertidoenuncomplementoindispensabledelquedifícilmentepodíadesprenderse.Tampocoquería.Sabíaquelefavorecíagraciasasusperfectasfacciones,algodeloquenotodaslasmujerespodíanpresumir.Subellezaeraaúnmayordesdequehabíadadoaluzysucuerpohabía

logradorecuperarseenuntiemporécord,comosinohubiesealumbradounanuevavida.Aquellanoche,ensuprimerasalida,lecostósepararsedelpequeño Sviatoslav y solo lo hizo porque Olga Nemiskaia se quedócuidándole.Serguéi,queestabaencantadoconlaideadetenerunpequeñoProkófievencasa, sequejabadequeelniñoestabademasiadomimado,especialmenteporlasdosabuelas,aunquelasaluddeMaríaGrigórievnalesestabadandomásdeunquebraderodecabeza.Seencontrabadébil,suvistavolvíaaresentirseysuestadoanímiconoeraeldelamujerfuerteyconcorajequesiemprehabíasido.Todosestabanpreocupadosporella,suhijo el que más, aunque como de costumbre, lo hacía en silencio,tragándose el dolor, ocultándolo bajo una coraza de frialdad y seriedadqueparecíaesculpirleelgestoenmármol,sinpermitirseexteriorizarlo.Desde el nacimiento del pequeño habían decidido reducir sus salidas

nocturnas, que se limitaban a conciertos, estrenos, cenas con amigos,preferiblemente en casa, y encuentros literarios. Ya no era tan habitualverlosenlosclubesnocturnosqueantesrecorríanhastaaltashorasdelamadrugada, pateando los irregulares adoquines que alfombrabanMontparnasse y Montmartre. Su nueva vida les pedía veladas de máspalabrasymenosjazz.

Cada día Serguéi recibía más encargos para realizar conciertos,

óperas o ballets desde cualquier lugar del mundo. Y ante su inicialdesconcierto, muchos de ellos llegaron de la mano de varios eimportantes emisarios de la Unión Soviética y lo hicieron de manerainsistente.Porsusactualescircunstancias,quelehacíanvivirenParísenun ambiente abiertamente antibolchevique, y la manera en la que habíasalidodesupaís—quemuchospodíaninterpretarcomounahuidahaciadelantequedabalaespaldaalespíriturevolucionarioqueestabanaciendoen Rusia—, volver a su tierra no estaba en sus planes más inmediatos.Siempre había procurado mantenerse al margen para no alimentarsuspicaciasdeunoyotrolado,aunquenuncahabíahechounadeclaraciónpúblicacontraelbolchevismo,inclusopodríaentendersequehizotodolocontrariocuandoenunconciertoabeneficiodelaSociedaddeAmigosdelaUniónSoviética,dossemanasdespuésdelestrenodesuóperaElamordelastresnaranjasenChicagoel30dediciembrede1921,reconocióque«Losbolcheviquesapoyanelarteyhacencuantopuedenparafavorecersudesarrollo. Estoy convencido de que la cultura musical posee un granporveniren laUniónSoviética».Pensóquesuspalabrassequedaríanenaquelrecinto,aunqueañosmástardecomprobaríaquenofueasí.PerolasofertasllegabantambiéndeEstadosUnidos,Italia,Francia,GranBretaña,Suiza,Alemania.Demasiadosfrentesabiertoshambrientosdeescucharsumúsica.Demomento,laUniónSoviéticatendríaqueesperaradegustarsupartedelpastel.Su ritmo de trabajo se volvió frenético y su cuerpo le hizo saber su

descontentoal respecto.Losdoloresdecabezasehicieroncadavezmásintensos y solían acabar en dolorosas migrañas, que eran las únicascapacesdehacerpararalgenio.Lehacíansentirsedébil,vulnerable,comosilearrebataranelcontroldesuvidayleimpidieranaccederalamúsicaqueestabanaciendoensucabeza.Linasufríaalvercómosumaridointentabalucharcontraelmonstruo

del dolor en cada uno de sus ataques y rara vez lo conseguía. Se sentíaincapaz de evitarle aquel padecimiento, que terminó perturbando sucarácter y su estado de ánimo. Los brotes coléricos en los que duranteunosminutos parecía perder el control de su voluntad semultiplicaron.Aparecían por cualquier detalle sin importancia aparente, especialmenteen lo relativo a la puntualidad.Y sumujer solía estar siempre cerca.Es

ciertoque laduracióndeaquellosarranquesde iraera limitada,perosuintensidadlocompensaba.Undía,enunodelosmuchosviajesquelesgustabahacerconamigos,

LinadecidióquemientrasSerguéi se afeitabaen lahabitacióndelhotel,ellaseacercaríaaverlacasadondenacióJuanadeArcojuntoasuamigoyenaquellaocasióncompañerodeviaje,elcompositorNikoláiNabókov.HabíanquedadoalasnueveymediaparasalirdeOrleansyseguirconsuruta por Francia, pero ellos querían visitar el museo, ya que el interésarquitectónicodeProkófiev se limitaba a preguntarse cómohabían sidocapacesde subir las estatuasa lomásaltode la catedraldeChartres sinque se cayeran. Tan solo se retrasaron unos minutos. La colección demonedasantiguasenelmuseodeJuanadeArco,entreellasalgunasrusascorrespondientes a la época de Pedro I el Grande, les entretuvo unosminutos más de lo esperado. Los gritos de Serguéi hicieron que Linacomenzara a llorar y no fuera capaz de parar en horas. «¿Quéinformalidad es esta? ¿Quién os creéis que soy? ¿Acaso soy vuestrocriado para serviros y cumplir con vuestros deseos? ¿Sabéis lo que osdigo? Coged vuestra maleta y continuad el viaje en tren». Tras unosangustiosos minutos, los ánimos se calmaron y los tres subieronfinalmentealcocheparacontinuarviaje.Duranteunahoranadieabriólaboca.SoloseoíaelllantodeLina,queesperabaunadisculpadesumaridoque no llegó. Al final Nikolái le miró seriamente y le dijo que si nocambiabasuactitud,sumujeryélledejaríansoloyseiríanentren.Parasorpresa de todos, Serguéi se limitó a sonreír, como si nada de losucedidohubierasidoenserioyadmitióquelasituaciónse lehabía idounpocodelasmanos.Esaerasumaneradedisculparse.Losmédicos le recomendaron que bajara la intensidad de su proceso

musical, que ampliara sus periodos de reposo y le sugirieron que elcontactoconlanaturalezapodíaayudarle.PeroelgeniodeProkófievnoconocía descanso. No podría aunque quisiese. La música seguíaproduciéndose en su cabeza y tenía la necesidad y la obligación deexpulsarla si no quería que su cerebro explotara enmil pedazos. Habíanochesenlasquesedespertabaalteradoentrejadeos,empapadoensudor,con el rostro encendido y los ojos inyectados en una incierta locura y,como si estuviera atrapado en las garras del monstruo de la ansiedad,corría a su despacho para volcar en un papel todo lo que el duendeencerrado en su cabeza le dictaba. Podía pasarse horas en ese estado.

Había días en que la amanecida le sorprendía al piano, escribiendocompulsivamente sobre la partitura, como si no hubiera pentagrama losuficientemente extenso para admitir todo lo que le dictaba su mente.Cuando terminaba, parecía un guerrero recién llegado de una cruenta ybrutal lucha. Exhausto, con las defensas bajas, dispuesto a aceptar lavoluntad del destino y dejarse llevar dócilmente por él. En esosmomentos,supechosubíaybajabacontantavirulenciaqueparecíaquesucorazónestabaencerradoenunabombade relojeríaapuntodedetonar.Entonces Serguéi ocupaba en los brazos de Lina el lugar destinado alpequeño Sviatoslav, que cedía a su padre su particular oasis demimos,atenciones y cuidados maternos, como si el pequeño entendiera que suprogenitorlonecesitabamásqueél.Laapariciónensusvidasdedospalabrasquealcanzaronlacategoríade

milagrosas contribuyó a que las cosas se calmaran: Ciencia Cristiana.Todosurgiódeunencuentrocasualconunviejoamigoquelescontóquehabía estado a punto de morir por un problema de corazón y cómo lamediación de un predicador de la Iglesia de la Ciencia Cristiana habíalogradosalvarlelavida.Lejosdeparecerlesdescabellado,losProkófievaceptaronlainvitacióndeesteamigoparatomareltéensucasayconocermás al respecto. No tenían nada que perder. La Ciencia Cristiana sepresentabacomounsistemadecuraciónespiritualbasadoenlaoración.Atravésdeella,laspersonasasegurabansentirunamejorafísicaalmismotiempo que emocional, al encontrar en sus dogmas muchas de lasrespuestasa las cuestionesde lavidaquehastaahora solíanpermanecerinconclusas.LociertoesquenoeralaprimeravezqueSerguéioíahablardeMaryBakerEddy,lacreadoradeestacorrientereligiosa,delaqueyahabíatenidonoticiaenNuevaYork.Alosdoslesllamólaatenciónunaprácticaqueinsistíaenlacreencia

de que la voluntad del hombre prevalece sobre todo lo demás y que elpoder de la mente supera a los dictados del cuerpo. Poco a poco,comprobaron que sus enseñanzas calmaban su espíritu, sus brotes decólera,suansiedad,susdudasysuscaracterísticoscuadrosdemelancolía.Serguéi incluso notó mejoría en su salud: los dolores de cabezadisminuyeron, las migrañas eran menos intensas y sus problemas decorazónmejoraron.Al ver los avances de sumarido, Lina no tardó enconvertirseenunafielseguidoradeestasenseñanzas.Sehicieronasiduosde laSegunda IglesiadeCienciaCristiana situada

enelnúmero58delbulevarFlandrindeParís.Allíentablaronamistadconunadelaspredicadoras,laseñoraGetty,queseconvirtióenlapersonaalaqueacudíancuandosentíanque lavida les superabayamenazabacondesbordarles. Sus frases actuaban como lamejormedicina: «Nopenséisen el dolor y él no pensará en vosotros». «Ten un deseo apasionado decrear, puesto que la creatividad es una manifestación de la vida». «Ladepresiónesunengañoproducidoporel cerebromortal,por loquenotienepodersobremí.Yosoyunamanifestacióndelavida,esdecir,delafuerzaespiritual».«Eltrabajocreativoesunrasgoinseparabledemí,mideseodetrabajaresnatural».«Diosessoloamorybondad,soloadmiteladimensiónespiritual».Aquella mujer también resultó fundamental para Lina y su endémico

miedo escénico: «Canta como si estuvieras ante Dios, ante nadie más».Incluso logró loqueningunamedicaciónparecíaconseguira lahoradecurar sus afonías y frenar sus resfriados. «La enfermedad no ha sidocreadaporDiosyporlotantoesirreal.LacuraalosmalesdelcuerposelograatravésdeunamejorcomprensióndeDios,elEspíritu».Una tardeacudióasuconsultaparasometerseaunadesussesiones.Letapólosojoscon una mano. Durante algo más de diez minutos se concentró en unsilencioherméticoquesolorompióparadecirle:«Ahorayaestarásana».Serguéi también acudió a una de esas consultas.No era tanto por sus

doloresdecabezacomoporsusproblemasdecorazón,quecomenzabanapreocuparle.Cuando finalizó la reunión, la señoraGetty le aseguró quenuncamástendríaaquelladolencia.Aunque no creían tener nada de lo que avergonzarse, Serguéi y Lina

decidieron no contar sus avances gracias al consuelo de la CienciaCristiana. Lamente de otras personas quizá no era tan abierta como lasuya con respecto a determinados temas. Además, lo importante es queellos se sintieran bien, completos, en un estado de satisfacción que leshacíasermásfructíferosyqueinclusomejorósurelaciónpersonalysuvidafamiliar.Sentíanquesumaneradeenfrentarsealavidaseoptimizabayquesusaludhabíamejorado.Loquepudierapensarlagentesobreeseasunto, no conseguiría entretenerlesni un segundode suvida.Ya teníansuficienteconlapresióndelaopiniónmusicaldelpúblico.

12

Suvidaparecióserenarsedurantealgunosmeses.LafamiliaProkófiev

vivía una calma que hacía mucho que no aparecía en su día a día. Enningúnmomento a Serguéi le pesó contraermatrimonio con Lina,másbienalcontrario.Desdequehabíanunidosusvidasdeunamaneraoficialtodoparecía ir inclusomejorqueantes.Las tensionesdesaparecieron,almenoslohizolasombradeladudapersonificadaenOlgaNemiskaiaquesolíacernirsesobresuhija.Esciertoquesurelaciónnoestabaexentadediscusiones, siempre motivadas por detalles sin importancia que elincendiariocarácterdeProkófievengrandecíaduranteunosinstantesparaluego perder fuelle y quedarse sin aire. Entonces se arrepentía, seacurrucaba ante su mujer y, aunque no era muy dado a verbalizar elperdón,sísedisculpabaconellenguajecorporal.Sinduda,lasenseñanzasdelaCienciaCristianaayudaronytambiénque

el éxito y la fama de Prokófiev eran cada vezmayores y llegabanmáslejos. Cada vez eran más los conciertos contratados, los recitales, lasóperas,ballets,composicionesdecámarayvocales,conciertosparapianoyviolín…TodosqueríantenerelnombredeProkófievenelcarteldesuteatro,todosqueríanescucharsumúsica,saludaralcompositor,alpianistay al director de orquesta del que todo elmundo hablaba, contar con supresenciaenEuropa,Asia,EstadosUnidos…,yporsupuesto,conladesumujer, «la glamurosa, sofisticada y encantadoraLinaLlubera», como ladenominabanenalgunosartículosdeprensa,queseguíasiendolamejorcarta de presentación de su marido. Era consciente de que su carreramusical había sufrido un frenazo importante desde el nacimiento deSviatoslav, pero también sabía que su calidad vocal no era la deMaryGardenyquesumiedoescénico,unidoasucrecientetendenciaalaafoníay a los catarros, no ayudaban. Pero eso no quería decir que hubieraabandonado su sueño. Simplemente lo había relajado. A veces hay quedestensarlossueñosparadarlestiempoyespacioaquesematerialicen.Habían recargado fuerzas y energías durante un largoperiodo estival

dedescanso enVillaBéthanie, unapreciosa casa enSaint-Gilles-sur-Viedondedisfrutarondelainmensaplayadearenablancaydelmar.Serguéi

trabajaba intensamente, aunque sepermitía algunosminutosdel díaparadisfrutardesusbañosenelocéano.Legustabahacerloaprimerahoradela mañana porque las aguas del Atlántico estaban aúnmás frías que decostumbre, algo de lo que Lina huía por su propensión a cogerseresfriados. A Sviatoslav tampoco le gustaba el agua gélida y por esoprefería esperar junto a su madre a que el sol comenzara a calentar laarena de la playa y la superficie del mar. Como madre le enternecíaobservarensilenciolamaneraenlaqueSerguéimirabaasuhijo.Pocasveces aparecía esa placidez serena en su rostro, como si de repente lamúsicahubieracesadoensucabezayaquel inauditosilencioconvirtieraal pequeño en la únicamelodíadignade ser escuchada, controlando loscompases y verificando las pausas. Ni siquiera era consciente de cómosonreíacuandoelniñolemirabaocuandosevolvíahaciaélriéndoseconlosbrazosextendidos.Una tarde, mientras madre e hijo jugaban a orillas del mar, Serguéi

apareció con una chaqueta a rayas rojas y blancas y se sentó a su lado.Hacíacaloryelcompositornotardómuchoenempezarasudar.Linaleconminóaquitarselachaqueta,peroélsenegó.«Simelaquito,mequedoconlacamisablancayesolerecuerdaaSviatoslavalseñordelafarmaciaque le pesa todas las semanas. Cada vez que le ve se pone a gritar y allorar. Le odia. Y yo no quiero que el pequeñín me odie». Lina estabaconvencida de que la incapacidad de Serguéi para expresar sussentimientoshabíacedidoconlallegadadeSviatoslav.Ynopudomenosquecongratularseporello.Sesentíaplena,feliz,abiertaalavida,alaquele pareció que no podía pedir más. Por un momento le asustó esesentimiento de felicidad absoluta e incluso se sintió débil, desprotegidaanteél,comosileamenazaraelánimo,comositantobienestarlehicierasentirseculpable.Temiólosbrotesdeenvidiadeldestinoylavenganzadelavidaantetantabuenaestrella.Eraabsurdosentirseasí,absurdoeinjusto.Asíqueprefiriónodarmáspábuloasustemores.Debíaacostumbrarseasentirse bien, a ser feliz. No había nada malo en ello. La naturalezahumana tendía a castigarse cuando debería centrarse en disfrutar sinpensar en planes venideros. Se concienció de ello. Pero no siempre laconcienciaalbergabagarantíadeunavictoriaabsoluta.Cuandotodoslosinstrumentosdelaorquestadesuvidaparecíansonar

alaperfeccióngraciasaunacompenetraciónfastuosa,lamúsicadejódesonar.Separóenseco.Algoserompióensusvidas.Exactamenteenlos

brazosdeSerguéi.MaríaGrigórievnafallecióel12dediciembrede1924.Lamujerque ledescubrióporprimeravezunpiano,queescribiósobreun pentagrama lamúsica que salía de su pequeña cabeza cuando apenascontaba cinco años, laque sacrificó suviday su futuropor él, sehabíaapagadoparasiempre.Ahoraeraconscientedeloquehabíaqueridoaesamujerque,sinduda,habíasidosuprimeramorplatónico.Comosiempre,Linaestuvojuntoaél,apoyándole,recogiendosullanto,escuchandosusdudas,respetandosussilenciosycomportándosecomoloquehabíasidosiempre desde que le conoció: su gran apoyo, su mejor aliada, su lealcompañeradeviaje,sumásrendidaadmiradora.Sugranamor.Lamuertede María Grigórievna también supuso un gran golpe para ella.Desaparecíaunagranconfidente,cómplicedesusmiedosydesusdudas,ylamejorconsejeraquehabíatenidoyquetendríasobresurelaciónconSerguéi.Sintiócomosiaellatambiénselehubieramuertounamadre.

La melancolía no solo era un estado de ánimo. Se convirtió en un

lugarenelmundoparaSerguéi.Lamuertedesumadreledejóunvacíoquenecesitaballenar.Parísse lequedabapequeñooquizáera lafaltadeun aire nuevo del que se resentían sus pulmones. Las garras de la vidacomenzabanaasfixiarle.Necesitabasalir,respirary,sinoolvidaraquelloporque resultaría imposible, al menos relativizar la existencia,contemplarlaconperspectiva.Alosdoslesgustabaviajarypensaronqueeraelmomentoperfectoparahacerlo.Sviatoslavseadaptaríaalritmodevida de sus padres, aunque algunas veces se quedaba en brazos de sucuidadora. Los viajes se convirtieron en una buena terapia y no solocuando estos veníanmarcados por compromisos profesionales.A vecestenían la impresióndequesucasienfermizaaficiónporviajarescondíaunaverdadera intencióndehuirde la realidad,cuantomásrápidoymáslejos mejor, como si así consiguieran burlar al destino o, al menos,adelantarse a él. Su obsesión era viajar, avanzar, recorrer el mundo,peregrinardeciudadenciudad,sinmiraratrás.—NoexisteunaciudadtanbellacomoNuevaYorkcuandoteaproximas

aella—dijoSerguéiabordodeltransatlánticoDeGrassequelesllevóalos Estados Unidos cuando apareció ante sí la Estatua de la Libertad.Cuantomáslejosseencontrabadecasa,mássensiblesemostrabaantelallegadaaunnuevopaísapesardelnerviosismoque lesuscitabaelpaso

porelcontroldepasaportes.Élsolíaexplicaraquellasensacióndentrodelalógica:«comobuenruso,unosiempresecreeemigrantevejado».NuevaYorkfueunadelasprimerasparadasdesunuevagiraporelpaís

norteamericano, lo que alegró a Lina porque se reencontraría con supadre después de muchos años y Serguéi tendría la oportunidad deconocerle personalmente, algo que no había ocurrido hasta entonces.Desde el principio, los dos hombres se entendieron a la perfección, yaunque Serguéi bromeaba sobre lo mal que Juan Codina hablaba enfrancésyenruso(«Sviatoslavhablamejorqueusted,suegro»),noexistióentreellos ladesconfianza inicialmantenidaporOlga.Eneseencuentrotan esperado entre padre e hija, Juan le confió a Lina algo que jamásolvidaríayprocuraríarecordarenlosmomentosmásduros.«Túaúnnolosabes,perotehascasadoconungenio».Noeraesalaúnicanoticiaqueresultó ser música para sus oídos y la colmó de alegría. Después demuchosañosdesdequellegaronporprimeravezaEllisIsland,suspadrespodían cumplir la promesa que se hicieron al abandonar el viejocontinente: regresar a Europa. Olga y Juan lo habían pensado durantemuchotiempoydecidieronquehabíallegadoelmomentodeinstalarseenunapequeña localidad al sur deFrancia. Suhija nopodía sermás feliz.Serguéi, con su sentido práctico, pensó que acababa de solucionarse eldilemadeconquiéndejaralpequeñoSviatoslavcuandoellostuvieranqueemprenderalgúnviajeynoquisieranqueelniñoquedaseexclusivamentebajo laúnica responsabilidadde lacuidadora.Alprincipiose sintiómalpor suegoísmo,peroconsiguióeludiraquel sentimientodeculpa.Elloshabíanhecho lomismoconsuhijayesono restóunápiceelamorquesentíanporella.

De regreso a París, pusieron rumbo a Niza, Cannes, Montecarlo,

Suiza,Alemania,Roma…Habíadíasenlosqueelmundoselesquedabapequeño.Volver a Italia les sembró el alma de recuerdos. Venecia, Nápoles,

Siena,Florencia,visitardenuevoMilán, laciudadquesirviódeantesalaparaafianzarsurelación.ALinaleimpactóvolveraGénova,dondepasóunatemporadacuandoerapequeñaysusvecinossereferíanaellacomoLaPetiteRusse.Leentristeciócomprobarqueeltiempohabíaborradolashuellasdesuinfancia.Prácticamenteyanoquedabanadadeloqueundía

fueron sus calles, su colegio, sus tiendas, aquella pequeña tahona demaderaconunmostradordemármoladondeOlgalemandabaacomprarunosbollitosreciénhechosquedejabanelcalorensusmanos,elolorensuropayeltemorinfantildequesumadredescubrieraquefaltabaunodelosdulces,cuyosaboramantequillatodavíapermanecíaenlabocadelapequeña.Ellugardondeundíasedeslizabaconsuspatinessoñandoconser una bailarina famosa había desaparecido. Contemplaba la nuevafisonomíadeGénovaconciertoabatimiento.Aveceseltiemponoesjustoconlosrecuerdos.Quizáporesonopudocantarenesaciudad,porquesuvozseahogóenlanostalgia.SoloseescuchólaSonatanº2deProkófiev.PerofueenRomadondelesesperabanlasexperienciasmásimportantes

yqueambosrecordaríantodasuvida.TeníanqueactuarenlaAcademiadeSantaCecilia.SerguéirepasabaunayotravezelConciertoparapianonº3mientrasLina rezabaparaque suvoznose resintieraporelmiedoescénico que continuaba sin controlar. Cuando estaban en la sala deensayos, les sorprendió la aparición de un joven desconocido.Normalmente los ensayos estaban vedados a los extraños. El joven seacercóaSerguéiyleentregóunacartalacradaconungransellorojo.Setratabadeunainvitaciónaunaaudienciaconelpapa.Ambossemiraronasombrados.Aquellonoseloesperaban.El día previsto los nervios en la habitación del hotel donde se

hospedabanlosProkófieveranevidentes.—¿Blancoonegro?—LapreguntacogióporsorpresaaLina,quepor

fin había encontrado un vestido negro largo, sin escote y con mangas,adecuadoalasnormasdelprotocoloexigidasenelVaticano.GraciasalagenerosidaddelamadredelcompositorypianistaAlfredoCasellapodríaasistirconunatuendoeleganteycomedido,haciendogaladelsaberestarque la caracterizaba. Le quedaba un poco grande, pero seguía teniendobuena mano con la aguja y de momento no existía prenda que se leresistiera—. El chaleco, Lina, ¿blanco o negro? —insistió nuevamenteSerguéi.—Blanco,porsupuesto—dijo, terminandodeprender losalfileresen

la mantilla negra que lucía con la misma naturalidad que si la vistieratodos losdías—.¿Ysiquieresaberdequé religiónsomos?—preguntó,vencidaporunagobiodeúltimahora—.¿Quéledecimos?Nosésilevaagustarmucho lo de la Ciencia Cristiana. ¿Y si nos pregunta si tenemoshijos?

—Esaesfácil—respondióélconlaironíaquesolíautilizarcuandosumujercomenzabaaponersenerviosa—.Tenemosunhijo.Notenemosquepensarmucho.—¿Ysiquieresabersiestábautizado?¿Osipensamostenermásniños?

—Suboca,barnizadaligeramenteconundiscretotoquedecolorrosado,ya que le habían advertido que las mujeres no debían excederse con elmaquillaje, sehabíaconvertidoenuna fábricadepreguntas—.¿Ysinospreguntasicreemosensuinfalibilidad?¿Quédiremosentonces?—Lomejorseráqueledigamosquerespetamoseseconcepto.Perotú

eres la experta enmanejar este tipo de situaciones. No sé a qué vienentantosnervios.Lina le miró. Había algo que le preocupaba aunque sabía que para

Serguéinosupondríaningúnproblema.—Ya sabes que el pontífice mantiene una postura de intolerancia

absolutahaciaelcomunismo.—¿Yanosotrosesoquémásnosda?Yosoyuncompositornacidoen

Rusia. Eso no me convierte ni en comunista ni en anticomunista. Lamúsicaesmiúnicaideología.Noséporquélecuestaalagenteentenderalgotansencillo.Inclusoati,porloqueveo.—Serguéinoreprochabaelcomentario a su mujer. Era muy consciente de que la nacionalidad queaparecíaensupasaportelepodíamarcarendeterminadoslugares.NingunadelashipotéticascuestionesquedesasosegabanaLinaresultó

unproblema cuando se encontraron antePíoXI.De hecho, fue él quienrespondiósinnecesidaddehacerpreguntas.—Enhorabuena, señora Prokófiev. Los niños son una bendición—le

dijo mientras la ayudaba a recuperar su verticalidad después de unaensayadagenuflexión.Linaseruborizó.LaamplituddesuvestidohabíallevadoalSantoPadre

a pensar que estaba embarazada. Por supuesto decidió que no seríaadecuado sacarle de su error y se limitó a sonreír, asentir y mirar aSerguéi, que no entendía nada y que se encontraba dilucidando si laesmeraldadelanilloquelucíaelpapaensumanoderechayqueacababadebesarestabarodeadadeperlasodediamantes.—Son perlas, Serguéi. ¿Crees que deberíamos haberle invitado a tu

próximoconcierto?—Es el papa —contestó, sugiriendo que quizá tuviera cosas más

importantesquehacer.

—YtúeresProkófiev.LacontestacióndeLina,comosiempre,colmósuego.DevueltaaParís,Serguéicomprendióquedesdehacíaañoslasombra

delaUniónSoviéticaleperseguía.Fueraalrincóndelmundoquefuera,siemprehabíaalguienquelehablabadeMoscú,deLeningrado,deOdesa,deKiev,deJárkov,delariquezadelaculturasoviética,delagenialidaddesumúsica,de lagrandezade sus teatros,de la calidadde susballets.Leresultabacasiimposiblequesupaísnoaparecieraensusconversaciones.Ydesdehacía un tiempo todos parecían haberse puesto de acuerdoparaconvencerledeloacertadoqueseríaquevolvieraasupatriaparaquelosrusospudierandisfrutartambiéndesumúsica.Habíarecibidopropuestas,invitaciones y ofertas para poner en escena sus óperas o sus ballets, yestrenar sus conciertos en distintos teatros de la Unión Soviética, perosiempre había declinado los ofrecimientos con cortesía, justificando suausenciaporproblemasdeagenda.Las propuestas eran cada vezmás insistentes y venían de lamano de

grandes amigos suyos.El compository críticomusicalBorisAsafiev, aquien admiraba y al que dedicó su Sinfonía nº 1, laClásica, le escribiópara informarle de que el TeatroMariínski de Petrogrado, ya flamanteLeningrado,queríaestrenarElamordelastresnaranjas.ConanterioridadhabíarecibidounacartadeAleksanderGauk,uncompositorydirectordeorquesta, antiguo compañero de estudios, que le proponía desde aquelmismo teatroelestrenode laóperaEl jugador.Ynoeraelúnico teatroruso que suspiraba por acoger alguna composición de Prokófiev: elTeatro Bolshói de Moscú, el Teatro de Kiev, los teatros de Odesa,Zagreb…EldesfilecontinuóconunrepresentantedeladireccióndelaOrquesta

FilarmónicadeRusia,BorisKrasin,quelepropusolacelebracióndediezconciertos sinfónicos enMoscú y Leningrado, que podría extenderse aJárkovyRostov.«EstrenóenColoniaElamordelastresnaranjas.Tuvoque salir a saludar hasta veinte veces. ¿Por qué no ofrecerle esaoportunidadalpúblico ruso?¿Acasoellos sonmenosque los franceses,losamericanos,losalemanes,lositalianosolosespañoles?».La tentación venía de todos los sitios.No tardómucho en llegar otra

seductora oferta de la mano de los responsables de la Persimfans, la

primera orquesta sinfónica sin director deMoscú, para organizar cincoconciertos con obras suyas. El muro de contención que retenía suresistenciaacaerenlasredessoviéticasibacediendo.Lapropuestadedaruna serie de conciertos con sus principales obras hizo mella en sucapacidaddecisoria.«EsotansolosehaceenhonoraBeethovencienañosdespuésdesumuerte»,leconfióasumujerqueveíacómoelrostrodesumaridoparecíarejuvenecerdiezoveinteaños.«¿Cómopuedonegarmeaesto?¿Acasopodríasermásfeliz?».Linahabíaoídoesamismafraseenel libreto de El patito feo. Pero en boca de Serguéi sonó diferente.Preocupanteyexcitanteapartesiguales.SurespuestasobreunposibleregresoalaUniónSoviéticasedemoraba

tantoquealgunasdelaspersonasqueleadulabancesabanensuscargosyllegaban sus sucesores con la misma encomienda. Ese fue el caso delprofesor Yavorski, un musicólogo de gran influencia en la músicasoviética, que ocupó el puesto de Krasin al frente de la OrquestaFilarmónica:«UstedesmuypopularentreelgranpúblicodeMoscú.NoleexagerosiledigoquesufamaalcanzalaquetuvoTchaikovskiensudía.DeberíairaRusia,Prokófiev.¿Quépuedeperder?».Apesardecreerqueestabanalimentandosuego,aquelemisarioteníauntantoasufavor:eraamigoyconfidentedeDimitriShostakóvich,unprometedormúsicorusoquehabía expresado su admiraciónporProkófievyque añosmás tardeescribiríaunadelaspáginasmáscontrovertidasdelahistoriadelamúsicadelaUniónSoviética.Peroesonadiepodíaimaginarloentonces.También el director de teatroVsevolodMeierhold se trasladó aParís

acompañadodesuesposa,laprimeraactrizdesuteatro,paratentarleconunanuevaofertasobrelaadaptacióndelanoveladeDostoievski,yaquelapropuestadeGauknohabíaprosperado.«Leprometoquenovaa tenerningúnproblema,quegozaráusteddetodalibertadyquenoselepondráningún impedimento para salir del país. Le estoy dando mi palabra dehombredeteatro».AlverlaexpresióndeSerguéi,supoquehabíadadoenelclavoyqueeseeraelprincipalobstáculoparaél.Asíqueconcluyó:«Ymecomprometopersonalmenteaquelosdosguardiasqueleasigneparaacompañarleseandoscomunistasmáslealesalteatroquealpartido.Conesoleestoydiciendotodo».Apesardelaspromesas, lasbuenaspalabrasylasatractivasofertas,a

Prokófiev leasustabael regresoasupatria.Noeraajenoa los rumoresquehablabandeunpaísempobrecido,conunapoblaciónsometidaporel

miedo,hambrienta,enferma,sinlibertad,recelosadelvecinoporsipodíaconvertirseenundelatordealgoinexistente,ysinesperanzaenelfuturo.Pero también le preocupaba, y mucho, la reacción que su visita podríadesencadenarenOccidente.Élinsistíaenqueeraunespíritulibreyquenole interesaba lapolítica.Como solíadecir, «mimúsica estámás alládeltiempoydelespacio».Hasta hacía unos meses, no había barajado con detenimiento la

posibilidadde regresar.Peroalgoestabasucediendoensu interior,algoseestabadespertandoensucabeza.Resultabaimposiblepermanecerajenoaloselogiosquerecibíaporpartedelosenviadossoviéticos.Noqueríacedera laatracciónde lafamaocaerenunpecadodevanidad.Preferíaversuvueltacomounreencuentroconsupasado,consuesenciarusa,unaforma de acallar el sentimiento de nostalgia por su país, más acusadodesdelamuertedesumadre,quelehabíadejadohuérfanoigualmentedesusraíces.TodoslosemisariosparecíanempeñadosenhacerlevolveralaUniónSoviéticaalprecioquefuera.Comositejieranasualrededorunatela de araña.Aunqueno teníamuy claroque él no fueseunapresaqueacabaraatrapadoenella.Deahísuconstantenegativa.

Acababandecerrar lacasaquehabíanalquiladoenSamoro,apocos

kilómetrosdeFontainebleau.Lascasasdeveranoeranunauténticooasisparasussentidos.Lospaseos,SerguéicomponiendoalpianoytocandoLadoncella de la nieve para que Lina pudiera cantarla, cuando no estabacuidandodelpequeñoSviatoslavorealizabaeltrabajoiniciadoporMaríaGrigórievnaderecortaryguardarlasreseñasaparecidasenprensasobreProkófiev. La vida perfecta. Familia, amor y música. Pero llegado elotoño,denuevovivíanlapesadilladebuscarpisoenParís.Hastaencincoocasionespodían cambiar dedomicilio al año, sin contar con el tiempoque pasaban en los hoteles entre mudanza y mudanza. La nuevaadquisiciónfueunacasadeseishabitacionesenlarueTroyon.Demasiadoruidosaparasugusto,enparteporculpadelmotoreléctricodelapuertadeungarajepróximoalaviviendaquelesimpedíaconciliarelsueñoconlafacilidaddesiempre.Todavíanohabía terminadodeamueblarlanideabrir lascajasdelnuevotrasladocuandoLinasintióqueaquellacasanoibaaserdesuagrado.—Cada mudanza nos lleva a la tumba —apuntó con voz cansada,

suspirando lastimosamente—.Diosmío, ¿cuándo llegaremos a tener unrincónpropio?Serguéilamiróconelagradecimientodeunactoralquesucompañero

lehadadoel pieprevistopara continuar con la réplicaperfecta.No fuealgopensado,perotampocopodíadecirsequeresultaraimprovisado.Tansoloencontróunaocasiónperfectaquenoquisodesaprovechar.—¿QuétepareceríairalaUniónSoviética?Linanosuposiaquellainesperadapreguntarespondíaasuexigenciade

tener un rincón propio o al cumplimiento de algún contrato queescondieraalgomás.Sinpoderevitarlo,unrecuerdorecienteirrumpióensumente.Habíasucedidounosdíasantes,enelestudiodesuamigaAnnaOstroumovaLebedeva, la famosapintora rusaque leestabahaciendounretrato.LlevabacasidoshorasposandocuandoAnnalecontóalgoqueleimpidió conciliar el sueño aquella noche y otras muchas más. Críticacomoloerasiempredelrégimenbolcheviqueensupaís, lenarrócómotraslamuertedelpoetaBriúsov,autordelaobraqueestabasirviendodeinspiraciónaProkófievparasulibretoElángeldefuego,alguiendecidió,después de una trepanación postmórtem, rellenar su calavera con papeldeldiarioPravda.La imagende aquel relato la espantó tanto en el estudio de la pintora

comoenaquelmomento.Odiabacuandosucabezasetransformabaenunapantallaproyectorasobre laque ibanapareciendofragmentosdesuvidaanterior, como si fuera undéjà vu continuo e inoportuno. Casi siempreactuaban como perspicaces alertas advirtiendo de la aparición de unpeligro.Apesardesuprofundaintuición,Linanosiemprehabíapodidooqueridointerpretarlasseñales.«¿QuétepareceríairalaUniónSoviética?».LavozdeSerguéisonabaserena,sugerenteeinclusopudoapreciaren

ella cierta nota de ilusión contenida. Durante unos segundos que se leantojaroneternos,sucorazóndejódelatir.SusojosquedaronpresosenlamiradadeProkófiev.LaUniónSoviética.Demasiadaimaginaciónrondandoenaquellasdos

palabras.

13

«¿Vasadarlamanoaesosasesinos?».LadirectainsinuacióndesucolegaBorisVerninnolesorprendió,pero

nopudoevitarqueleentristeciera.Lina dio un paso adelante para alcanzar con su mano el hombro de

Serguéi, que permanecía sentado ante el piano, digiriendo el exabruptoque le acababa de lanzar su amigo. Quería tranquilizarle. Sabía que elcomentariodeVerninhabíaimpactadoensulíneadeflotaciónylehabíahecho daño. Sentir la presión de aquella caricia le alivió y consiguiócontenerle.—No te culpo de que pienses así. Puedo entenderte, pero intenta

entendermetúamí.—¿Entenderelqué?¿Quehascedidoalatentación?¿Quetuvanidadte

vaallevarallugardelquesalistehacediezañosporquepresentíasquenoteibaagustarloqueallíseestabagestando?¿Acasocreesquenolohanintentado con Stravinski o con tu adorado Znosko-Borovski? —dijo,refiriéndosealescritoryajedrecistarusoexiliadoenFrancia—.Stalinnoquiere que regresen al país los grandes músicos rusos porque sea unmelómano. Lo que quiere es utilizarlos ante el pueblo. Os quierenacionalizarcomohizoconlatierra,losderechosylibertadesdesugente.¿Esquenoloves?—Ahora permiten la propiedad privada y el libre comercio interior,

estáncontratandotécnicosextranjeros,lascosasestáncambiando…Serguéi se refería al tímido aperturismo que había supuesto laNueva

PolíticaEconómica.LaGranGuerra,lasrevolucionesinternasdefebreroyoctubrede1917yladevastadoraguerracivilhabíandejadoalpaísenlamás absolutade las ruinasy el gobiernobolcheviquehabía consideradounmalmenor dar un paso atrás en sus ideales comunistas para intentarreestructurarlanaciónysacarladelamiseriaquenolespermitiríanuncamodernizar la economía. Para ello habían adoptado ciertas medidasimpensableshastaentoncesenunpaísdondelasleyeseconómicasqueloregíanveníandictadasporelcomunismodeguerra.Elgobiernorelajósuritmo de nacionalizaciones, diversificó los salarios y buscó nuevas

políticasqueincentivaranlaproducción,paraloquenodudóenabrir lamanoenlaincautacióndegranosalosagricultores,alosquepermitieroncultivar y vender según su libre criterio, exigiendo únicamente la cuotaobligatoriadeldiezporcientodelacosecha.PeroparaBorisVernin, al igualqueparael capital extranjeroqueno

escuchó los cantos de sirena del gobierno bolchevique porquesencillamentenosefiabandeél—nicuandoestabapresididoporLeninnientonces con Stalin—, aquel amago de aperturismo no era más que unespejismo,unaentelequiaquevenderalmundoexteriorparaservistoconmejoresojosantesdevolveralverdaderoespíritubolchevique.—YahablascomoellosynisiquierahastenidoquepisarMoscú.—El

semblantedeBoris reflejabamás tristezaque enfado—.SalistedeRusiaporqueestallóunarevoluciónenlascallesysabíasqueaquellosoloeraelprincipio. No lo hiciste por enfermedad ni porque te llovieran loscontratos en Japón o enEstadosUnidos. Soy tu amigo.Amí no puedesengañarme.Nomeofendasintentándolo.—¿Quiéntienelalegitimidadmoraldenegarmeelderechodevolvera

mitierra,depasearporlascallesdemiciudad,deabrazaramisamigos,de tocarmimúsica en elTeatroBolshói deMoscú como lo hago en elCarnegieHalldeNuevaYork,enelPalaisGarnierdeParísoenelTeatrodelaÓperadeViena?Nomeofendastúamí,Boris.Nohablamosdeunsentimientodeinmodestia,desoberbia,delplacerdequemeregalenlosoídos. ¡Aquí tambiénme los regalan y a nadie parece importarle!—Lacalma inicial se estaba convirtiendo en irritación difícil de controlar—.PerosivoyalaUniónSoviéticasoypocomenosqueuntraidor.¿Porquélotenéisquepolitizartodo?—¡Son ellos los que lo hacen! ¡Son ellos los que van a politizar tu

música,tuvisita,tupersona!Noseasinocente,Serguéi.Nosepuedeviviralmargendelapolítica,enningúnlugardelmundo.YmuchomenosenlaUniónSoviéticaenestesigloXX.—Novuelvoparaquedarmeallí.Voyparamostrarlealpúblicorusomi

música, y cuando termine de hacerlo, regresaré a París. ¿Dónde está elproblema?—En que no te dejen regresar. En que aparezca una complicación de

últimahoraconelvisado,unincidenteconeltrenquetetraedevueltaacasa,conelselloenelpasaporte,uninoportunoretrasoenuncertificadodetránsito,oenalgomássutil,comounarepentinagiradeconciertosde

unañoportodalaUniónSoviética.Elproblemaestáenquecuandodigasquequieresregresaracasa,ellostediránqueyaestásencasa.Serguéi sabía que el temor de Boris estaba más motivado por la

preocupación de amigo que por su marcado antibolchevismo. Lina nopodíaocultarquealbergabaelmismotemor.ComohabíaleídounayotravezenlasobrasdesuadoradoStendhal,sabíaquelaspersonas,comolavida,estabanhechasdedetalles.NolehabíangustadolosgolpecitosqueunodelosresponsablesdelaOrquestaFilarmónicadeRusialehabíadadoconlamanoaSerguéienlarodillacuandoesteconfirmóqueiríaalfinalaUnión Soviética. Tampoco le había convencido la capciosa pregunta:«¿Podemos decirle a la prensa que irá usted a Rusia?», aunque elcompositornohabíavistoenellamásinterésqueelpuramentemusical.ALina le había parecido un adulador excesivo, un cínico dispuesto a

prometercualquiercosacontaldeconseguirsusobjetivos.PeroSerguéisabía que aquel enviado ruso trabajaba para Anatoly Lunacharski, elhombre que, siendo comisario cultural con Lenin, le había permitidoabandonarRusiaen1918cuandonoerafácilhacerlo.Ahora,conStalin,buscaba recuperar a los artistas emigrados y que estos aceptaran comofueralainvitacióndelComitéEjecutivodelPartido.Ladesconfianzaque le inspirabaaquel individuo implicóque, cuando

fuesustituido,Linarecibierademuybuengradoasusucesor,elprofesorYavorski,queveníaconunanuevapropuesta.Elentendimientofuemutuo.Yavorskieramuchomásperspicazquesuantecesoryno tardóendarsecuenta de la influencia que la bellamujer de Prokófiev ejercía sobre elgenio y, en consecuencia, en sus decisiones. El nuevo director de laFilarmónica de Rusia sabía que Lina era una mina de oro para susintereses.Subellezay su seductora presencia podrían ser un inesperadoaliadoquenodudóenutilizar.«Elpueblorusoestáencantadoconusted,señora.Estádeseandoconoceralamujerespañolaquehalogradoseduciranuestrograngenioruso»,ledecíasabiendoqueesaspalabrasadularíana cualquiera, y ella no iba a ser una excepción, sobre todo sabiendo eldeseo de sumarido, llevado casi a la obcecación, de viajar a su tierra.Puede que fuera esa ceguera la que le impidió entender el verdaderosentidodelcomentariopronunciadoporYavorski.«Lafotodesuesposagoza de tanto éxito en la Unión Soviética que le aconsejaría dejarla enParís».Eloídodeuncompositorsuelemostrarsemásdesarrolladoqueelde cualquier otra persona, pero aquella vez Prokófiev no percibió el

desafinado. Lejos de interpretar el comentario como una advertencia,prefirió verlo como «una broma elegante». Estaba convencido de sudecisión y ningún comentario fuera de lugar ni ningún gesto malinterpretadoemborronaríansusplanesdeviajaralaUniónSoviética.Peronopodíahacerlosolo.Nuncapodríahaberlohecho.BuscóelapoyotácitoymoralquenecesitabaysabíaqueencontraríaenlosojosdeLina.«Siesoesloquequieres,siesloquetehacefeliz,nosvamosaMoscú».Eranlasúnicaspalabrasquenecesitabaoír.

Desdequeeraniño,Serguéisentíaunaobsesivapredilecciónpor los

trenes.AMaríaGrigórievnalecostóquitarleelpequeñoconvoyhechodemadera que arrastraba tras de sí como si fuera una prolongación de sucuerpo.Nuncasuposieraunaexageraciónmaterna,perolamaníanoselequitó hasta poco antes de entrar en el conservatorio. El tren definíafielmente la esencia de lo que era su vida: viajes continuos, trayectosúnicos,paradasdeseadasyestacionesdetránsito.HastaSviatoslavensusdibujossiempregarabateabauntrenencuyosvagonesviajabanSerguéiyLina.«Trenenelquemamáypapállegaránacasa».Lallegadaolasalidadeunconvoysiempreindicabaneliniciodeunanuevaaventura.El 13 de enero de 1927 Serguéi Prokófiev subió al primero de los

trenesenelqueiniciaríasuregresoalpaísdelquehabíasalidoenmayode1918conelconvencimientodequenuncaregresaría.Ylohizojuntoasumujer y con la maleta llena de ilusiones, proyectos y compromisos.Sabía que había dado un paso importante sin entrar a valorar suconvenienciaosupeligrosidad.Leasaltabanmásdudasdelasesperadas,peronopensababajoningúnconceptocompartirlasconnadie.Tampococonsumujer,aquiennoqueríapreocupardespuésdelainsistentecruzadadesplegadaparaconseguirsubeneplácitoyrealizaraquelviaje.ALinaselaveíaemocionadaconlaideadevolveratierrasrusas.Sumaridonoeraelúnicoque regresabaaun lugardondeundíahabíasido felizydondenacieronmuchosdelosrecuerdosinfantilesqueaúnleasaltaban,comolaimagendeaquelpreciosoabrigoplisadocompradoenungranalmacéndeMoscúconlosbotonesenformadehoja«importadosdeParís».Palpóenelinteriordeunodelosbolsillosdelabrigodepieldeleopardoquehabíaelegidopararesguardarsedelfríoinviernoruso.Allíestaba.Elbotónconforma de hoja que desde entonces la acompañaba como un talismán.

Sonrió como si de aquel pequeño objeto emanara una energíadesconocida.Unade lasprimerasparadas fueRiga, la capitaldeLetonia, república

independientedesdenoviembrede1918.El temorante la imagendeunainadecuadaostentaciónhabíaobligadoaSerguéiadejarsuabrigodepielenParís.«Vasatenerquedejardepensarcomounrusosiquieresqueteescuchencomoauncompositoruniversal»,ledijoLina,quenoentendíaaquel complejo absurdo por ocultar lo que no era más que un detallelógico en detrimento de una absurda creencia preconcebida. La primeraimagen de los Prokófiev en su esperado regreso apareció en losprincipalesperiódicosrusosconmotivodesuactuaciónenelTeatrodelaÓperadeRiga.LabellezayelexotismodeLina,vestidaconunexquisitovestido de color azul que resaltaba bajo su abrigo de piel, no pasaroninadvertidos a los fotógrafos que decidieron dedicarle más de unainstantánea alabando su elegancia.Laprimera actuaciónde lapareja fuebien recibida, aunque en esa ocasión lasmanos deSerguéi eran las quetemblabanligeramentecuandosonólaSonatanº5,másdeloquetemblólavozdeLinacuandoentonó lasdosseriesderomanzas incluidasenelrepertorio.SabíaqueRigaeracomounensayogeneralantesdesullegadaaMoscú,peroProkófievsemostraba intranquiloynerviosoapesardelagradable encuentro con algunos de sus viejos amigos y compañeros.EmpezóanotarquelastaquicardiasvolvíanagolpearleelpechocuandopresenciabalaóperaLanochedemayo,deRimski-Korsakov.Loatribuyóalpesode los recuerdos.Pero lacontemplacióndeuna fotografíade subuen amigo el compositor Nikolái Miaskovski en casa de uno de susantiguos compañeros hizo que las dudas le sembraran el rostro desombras. Le vio cansado, visiblemente desmejorado, con la tristezareflejadaensu rostroycon lamiradaperdida.Parecíaotrapersona.Nohabíarastrodelporteelegantequesiemprelehabíacaracterizadoyensulugaraparecíaunhombretempranamenteenvejecidoenvueltoenunaviejay raída chaqueta de lana, cuyo último botón abrochado a la altura delcuelloparecíatenerlaintencióndeasfixiarle.Unasensacióndedesazónleinundóelcuerpo.FuelaúnicaseñalqueSerguéisepermitiómostrarasumujer, el primer signo de debilidad. El fantasma de Boris Vernin se leapareció, legándole un miedo que no logró apaciguar hasta que locompartióconLina.—¿YsicuandolleguemosaMoscúnosponenproblemaspararegresar

aParís?—Linaleobservóconlaternuradeunamadrecuandoarropaasupequeñoparaprotegerledelossonidosdelanocheytemplarsusmiedos—.¿Noseríamejordarse lavueltaahora?DesdeLetoniano tendríamosproblemas.—¿Desde cuándo Prokófiev decide abandonar y huir? ¿Cuándo le ha

faltadoelvalorparaenfrentarsea loestablecido?—Lebesó,quitándolecon delicadeza las gafas para limpiárselas—. Iremos a Moscú,conseguirás elmayor de los éxitos vividos hasta ahora y volveremos acasa con tiempo de arropar a Sviatoslav antes de que mis padres lemalcríenporcompleto.¿Mehasentendido?—Nosé loqueharía sin ti,Avecilla—reconoció, rindiéndoseante su

clarividentefortalezacomoelmundolohacíaantesubelleza.—Nada.Ymástevalequecontinúesiendoasí.Conformeavanzabanensuviaje,lostrenesseconvertíanenelreflejo

más fiel del lugar en el que se adentraban. Si los primeros convoyesgozaron de ciertas comodidades, a medida que el camino devoraba adentelladasloskilómetros,lostrenessevolvíanmásrudimentarios.Enelinteriordelosvagoneslacosanomejoraba:elaguaestabahelada,laluzeraescasa,elfríoentrabaporlastraicionerasrendijasdelasventanasmalselladas, las sábanas habían perdido su blancura original haciendosospechardesulimpiezaylacomidaeradeinfamecalidad.Sinembargo,nadadeaquellohacíaflaquearelánimodelmatrimonio.Enlaspesadasaduanasrusaserafrecuentequellegarauntelegramade

Moscúconordende«facilitarelpasodeProkófievyseñora»;enunadeellas a punto estuvieron de sufrir un contratiempo. Uno de losfuncionariosmiróde formasospechosael libretoen francése inglésdeuna de las obras que Prokófiev llevaba a su amigo Boris Asafiev. Depronto, y ante la mirada atónita de Serguéi y del aduanero, Linaprorrumpióensollozos.—Estoy bien, no es nada—repetía ella entre hipidos ante la cara de

estupordelfuncionario,queporunmomentotemióhabersidoelcausantede semejante desconsuelo y sobre todo de contravenir las órdenes defranquearleselpaso—.HevistounoszapatosdeniñoenelequipajedeesaseñoraynohepodidoevitaracordarmedeSviatoslav.Serguéi,igualmenteperplejo,nollegóasabermuybiensilareacción

deLinahabíasidoparaaligerarlostrámites,paraintentarquenoabrieranla maleta de la señora que estaba a su lado y cuya expresión era deauténtico terror o simplemente había sido causada por su sentimientomaternal.Porprimeravez,elcompositorenvidiólacondiciónfemenina.Lehabríagustadoderramaralgunaslágrimasparaliberartensiones.

No tardaronmucho en comprender que su visita iba a tratarse poco

menos que como una cuestión de Estado. No solo se agilizaron lostrámitesenloscontrolesfronterizos,sinoquepreviamenteselesentregóun certificado de tránsito que podrían canjear por un pasaporte de laSociedaddeNacionesenelmomentodesusalidadelaUniónSoviética,puesnoselesexigiríalaobtencióndelpasaportesoviéticocomohubierasido lo normal.Nadamás llegar aMoscú, y a instancias de uno de loshombres fuertes del partido y reconocido diplomático de origen judío,Maksim Litvínov, se dio orden de expedirles el pasaporte soviético sinrequerirles la entrega de los suyos. «Nuestro deseo es que se sientanustedes lomás cómodos posible y trabajamos para que así sea». Era lafrasemás repetida por losmiembros del comité de bienvenida. CuandoSerguéi supoque lehabíanpreparadoun encuentro con laprensay convarios representantes de la política y la cultura soviética, tuvo quecontrolarlasganasdemeterseenuncocheysalircorriendo.Peroalverentre los asistentes la cara amiga deBorisAsafiev, se tranquilizó.Nadamalo podía pasar si estaba él. Después de unas fotos, la entrega de unespectacular ramo de flores a la señora Prokófiev, varios apretones demanos y el regalo de numerosos presentes, en su mayoría inútiles, elmatrimoniofuealojadoenelHotelMetropol.Alllegaralhotel,situadomuycercadelaplazaRoja,delKremlinya

pocadistanciadeunedificiocuyahistoriaLinaignoraba,conocidocomolaLubianka,comprobóqueleseguíandoscochesmásamododeescolta.En uno viajaba Tsukker, un importante dirigente del partido que lesacompañaría durante todo su viaje, según sus propias palabras «parafacilitarlessuestancia».Serguéiprefiriónopensarenquéconsistíanesasfacilidadesmientras leestrechabanuevamentelamano,al igualquehizoconLevTseitlin,miembroycreadordelaorquestasinfónicaPersimfans,otro de los ocupantes del primer coche negro que los acompañó comopartedelacomitiva.

Accedieron al Hotel Metropol. A Lina le llamó la atención que elvestíbulonopresentaraelritmocaracterísticodecualquierhotel.Tuvolaimpresióndequeestabacerrado.—Se equivoca. Está en funcionamiento, pero solo para huéspedes

especiales. Desde hace unos años —aunque Tsukker no se encargó deespecificarlo,todossabíanquesereferíaalallegadadelosbolcheviquesal poder—, el edificio acoge la sede de diversos organismos estatales eincluso algunos miembros del Comité Ejecutivo Central tienen aquí suresidencia. —La expresión organismos estatales se había quedadoprendidadeloídodelosProkófievmientrassusmiradasysussonrisassedetenían sobre Tsukker, que lucía idénticamueca optimista en su rostroqueelrestodelcomitédebienvenida—.Perohayunaplantareservadaalosdignatariosextranjerosquenosvisitanytambiénparapersonalidadesartísticas,comoessucaso.—¿Cuántas plantas están dedicadas al hotel?—preguntó Lina, que no

pudoevitarlacuriosidad.—Solo una. Esta en la que están ustedes. ¿Eso le supone algún

problema?—Muyalcontrario—tercióSerguéi—.Ningúnproblema.Ahorasinos

disculpa,nosgustaríadescansarantesde…—Precisamente de eso quería hablarles.Habrá un coche esperándoles

enlapuertapara llevarlesacenar.Daréordenenrecepciónparaquelesavisencuandoestépreparado.—CuandoapuntoestabadecerrarlapuertadejandoalamableperoalgocarganteTsukkerenelpasillo,estehizoungesto en señal de que todavía le quedaba algomás por contar—. Debodecirle que antes de la cena hemos programado un encuentro con laprensa. Queremos que nuestro pueblo sepa que una personalidad comoustednosvisita.—¿Ahora?—preguntó Serguéi un poco desconcertado ante las prisas

por charlar con los periodistas. Le hubiese gustado tener tiempo dedescansar,darseunaduchay,entodocaso,poderpasearjuntoasumujerporunascallesdeMoscúquehacíacasiunadécadaquenopisaba.—No,ahorano—respondió,comosielmargenquefueraaconcederle

superaselasemana—.¿Enmediahoraestábien?—En media hora está mal. —Serguéi contestó con una sonrisa que

suavizó la respuesta. Estaba demasiado cansado para enfrentarse a laspreguntasdelaprensa,habíasidounviajelargo,peroestabaenlaUnión

Soviética, y eso había que vivirlo intensamente. Ya tendría tiempo dedescansar—.Perosiesasícomolohanplanificado,pormipartenohayningúnproblema.Cuandopor fin lograron cerrar la puerta y quedarse a solas,Lina no

pudomorderselalenguapormástiempo.—¿Vaasertodoelviajeasí?—preguntódesplomándosesobrelacama.

Comprobó la limpieza de la habitación, el gusto con el que estabaamuebladaylellamóalaatenciónquelassábanasfuerandelino.—Metemoquepeor—bromeóSerguéi,sirviéndoseunvasodeaguade

unajarraquehabíasobrelamesa.Leextrañóquenohubierabotellas.—Ten cuidado,Prokófiev—le advirtió divertidaLina aproximándose

porsuespaldayrodeándoleconunabrazo—,novayanaenvenenarte—dijopararelajartensionesantetodotipodeobservaciones,advertenciasyconsejosquehabíantenidoquesoportarantesdeabandonarParís.El comentario hizo que ambos se rieran. En esemomento, en el que

intentaban ahogar sus risas, se dieron cuenta de que ambos estabanhablandoenuntonomásbajodesdequehabíanentradoenlahabitación.—¿Por qué hablamos en voz baja?—le preguntó Lina entre risas y

susurros—. ¿Crees que será verdad que hay micrófonos debajo de lacama, como nos advirtieron Diáguilev y Stravinski? —Divertida,comenzóabuscarlosen los jarronesquehabíaen laestanciaamododedecoración, en los cajones, detrás de los cuadros que colgaban de lasparedes,enlasalmohadas,enlalámparadelamesilladenoche.Levantóel teléfono y se lo puso en la oreja. Como si hubiese oído una voz deultratumba,surostrocobrólaaparienciadelmarfilcomolasfigurasquehabíavistoadornandolafachadadelHotelMetropol.Colgórápidamente—.Heoídounclick.Noesbroma.Serguéilamiróynopudomenosquesonreír.—Porsiacaso,tencuidadoconloquedices.Ycontrolaesaboca,Lina

—ledijoconbuenhumor.Conosinmicrófonos,másomenoscansado,el famoso compositor, como le anunciaban una y otra vez en losperiódicos,estabafeliz.Yesohizoquesumujerseolvidara,almenosdemomento,delosclicks.Después del encuentro con la prensa, los trasladaron a uno de los

mejores restaurantes, situado en la calle Prechístenka. La memoria deSerguéi recuperóaquel lugar.Antesdequeestallara la revoluciónhabíaacudidoalrestaurantePragaenmásdeunaocasión.Siemprehabíasidode

buencomerypresumíadetenerbuenpaladar,comodemostrabaencadaviajeenelqueseembarcaba.«Hayqueverelartista.Prefiereunabuenacartaaunabuenacatedral»,solíabromearsuamigoAlekseyStahl.Comomuchas otras cosas en la Rusia postrevolucionaria, el Praga se habíatransformado y acogía en su interior un conocido comedor público, elMosselprom, que a pesar de su denominación en cuanto a su carácterpúblico, eraunode los lugaresdonde sepodíaencontrarmayorcalidadgastronómica pero al que solo unos pocos podían acceder debido a susaltosprecios.«Este restaurante logestionan losdeantes,yameentiende—leexplicaronaSerguéirefiriéndoseaquesusdueñoseraempresariosdel antiguo imperio zarista—. Son los que mejor se mueven entrefogones,esonolopodemosnegar».Nadie parecía querer perderse la primera cena de los Prokófiev en

Moscú. Como si alguien se hubiera encargado de realizarestratégicamente la lista de invitados a la mesa, Serguéi encontró enaquella velada a grandes amigos como Boris Asafiev, el compositorNikolái Miaskovski, el poeta y dramaturgo Vladimir Maiakovski,convertidoenunodelosprimerospublicistasdelpaís,yaotroshabitualesdesdesullegadaalacapital,TseitlinyTsukker,alosque,consuhabitualhumor, acabó por denominarlos los TseTse, porque con su revoloteoconstantealrededordelaparejalerecordabanalzumbidodelasmoscas,lo cual, unido a la incesante verborrea de ambos personajes, tenía lacapacidad de sumirles en un sueño profundo. También pudo ver otrosrostros que no le resultaron tan familiares pero que pronto descubriríaquepertenecíanalosprincipalescírculosmusicalesdelpaís,asícomoalaesferapolíticadelpartido.No les resultó sencillo disimular su sorpresa al ver la cena que les

teníanpreparada:caza,cremas,pescados,panesdetodotipo,losmejoresvinos,elmejor licor.Nopensabanencontrarseaquellosmanjaresenunaciudad en la que se palpaban el hambre, las necesidades y la escasez.Aquella fue una de las primeras contradicciones en tierra rusa queconseguiríanperturbarles.Linatuvoquecontrolarsusdelicadasmanerasparaquenoselenotaraladevociónquedesdeaquelmomentocomenzóasentir por aquellos exquisitos blinis con caviar. No había probado nadamásdeliciosoensuvida.Lastortitasfinascalientes,suaves,sedeshacíanenlabocaenperfectacombinaciónconlashuevasensupuntoexactodesal.Unacompañamientoderonheladoeraloindicado.«Elmásexquisito

eseldebeluga», lecomentóTsukkerque, apesarde intentarlodesdeelprincipio, no logró sentarse a su lado y tuvo que conformarse conadmirarla de frente. «Y elmás caro. Es fácil de entender. Se obtiene deesturiones hembra, hembras que siempre están nerviosas, en continuomovimiento,deun ladoaotro.Cuestamuchoatraparlas,peromerece lapena el esfuerzo.Ofrecen un producto fino y tierno, sabroso, difícil deolvidar».Yaúndebíareservarseparaloshalva,unosdeliciososdulcesdeazúcar y semillas de sésamo, y para los enormes vasos de merengue,según le explicaba su compañero en la mesa, Maksim Litvínov, eldiplomático y hombre fuerte del partido, futuro vicecomisario deExteriores, que les había facilitado lospasaportes soviéticosy agilizadootrosmuchostrámitesburocráticos.Lasconversacionesentre loscomensales secentraronprimeroenuna

formalidad lógicaen laqueprevalecíaun insistente reconocimientoa lacalidad artística de Prokófiev y a la belleza de su mujer, «tambiéndestacadaartista»,comoseencargabandereseñar,ymástardesefueronabriendoaunacamaraderíamásrelajada.Quizádemasiado.—¿Ha tenido tiempo de pasear por Moscú, Prokófiev? —preguntó

Tseitlin—.Habráncomprobadoqueloquesedicefuerasobrelamiseriaque asola a nuestro país no es cierto, que es una burda mentira. Losescaparates de nuestras tiendas están llenos de caviar, de dulces, debebidas…¿DóndeestálahambrunadelaquetantohablanalgunosdesdeOccidente? —Su discurso fue tan vehemente que a Serguéi le sonó asoflama.—He estado demasiado ocupado con su cálido recibimiento e

intentando cumplir con todos los compromisos que me teníanprogramados.Peroespero tener tiempodurante lospróximosdías, si esque el ritmo de ensayos y conciertos me lo permite. Estoy deseandoenseñarlelaciudadaLina.—Ydíganos, ¿cómoestáParís?Noscuentanqueescasean losataúdes

paratodoslosquemuerenporlagripe—preguntóTsukker.ElestuporsevioreflejadotantoenelrostrodeSerguéicomoenelde

Lina.Nosabíandequéleshablaba.—Eslamentablequeunpueblosufradeesamaneraynosepuedahacer

nadaporcontrolarlamuertequeleasola.Ennuestramadrepatriaapenashemostenidouncasoodosdeesagranpandemiayporquesecontagiaronenunviajealextranjero.—Nadiedeslegitimóelúltimodatoaportadopor

Tsukker,quienparecíadisponerdetodalainformación,inclusolaquenoexistíaoresultabaparadójicamentellamativa.Nadielohizosinsaberbiensi por prudencia, por vergüenzaopor simple sentido comúna tenor dequién lo había proporcionado—. Tienen ustedes suerte de haber dejadoParís.Hasidounadecisión inteligenteyenelmejormomento—apuntócon socarroneríaTsukker desde su atalayadehombre fuerte del partidoque le aseguraba pocas voces contrarias a cualquier comentario querealizara. Pero no contó con las circunstancias ni con la mujer sentadajustoenfrentedeél.—NohemosabandonadoParís.—LavozdeLinasonótajante,aunque

fueelsonidodesurusoloqueparecióextrañaratodos.Nohabíahabladodemasiadodurantelacena—.YlafaltadeataúdesnoesningúnproblemaenFrancia,comotampocoloeslagripe.Todaslasmiradassedirigieronaella.Peroaquellaveznolesguiabala

admiración, como solía ser habitual, sino la extrañeza y una ciertasorpresa.—Vaya.Veoquenoshaestadoustedengañando,señoraProkófiev—se

decidió Tsukker a romper el incómodo silencio aparecido tras elcomentariodelaespañola—.Hablaustedelrusoperfectamenteynosotroscreyendoquenonosentendíadeltodo.—Esustedmuyamable,perono lohablodeunamanera tancorrecta.

Tengomuchoqueaprender.—Será un placer ayudarla en ese empeño, si nos lo permite—terció

Litvínov.Su respuesta se limitó a una esplendorosa sonrisa que devolvió la

normalidad a la velada. Tenía la impresión de que todas lasconversaciones que oía desde que había llegado a la Unión Soviéticaocultabanunadobleintencionalidad,loquelesuponíaciertatensión.Pero laaparente tranquilidad,comomuchasotrascosasenaquelpaís,

resultó ser solo un espejismo cuando Miaskovski hizo una nuevaobservaciónparaacompañarelbrindisqueproponíaporlosinvitadosdelanoche.—MealegraquemiamigoSerguéihaya tenidotiempodeenseñarlea

su mujer algo de su idioma materno —dijo, pues ignoraba que elaprendizajedeLinadeaquelidiomaleveníaporinfluenciamaterna.Ellamismapensaba comentarlo, pero algo se lo impidió—.Mealegra saberquealcamaradaProkófievnoselehaolvidadoelruso.

—¿Yporquéibaaolvidarlo?—Eltonodelaludidosonógrave,comosi acabara de escuchar de boca de un amigo la mayor de las ofensas.Todosquedaron con sus vasos de ronhelado suspendidos en el aire sinpoderdisimularunaciertaincomodidadqueseextendióporlamesa—.Esla lengua con la que crecí personal y profesionalmente. Yo, como tú,compongoenruso.¿Cómosepuedeolvidaralgoasí?Pronto se arrepintió del tono de su respuesta a su amigoMiaskovski.

Sabía que había estado fuera de lugar, pero no había podido evitarlo.Pensóqueaquellaprimerasalidaparacenarenel restaurantede lacallePrechístenka había sido demasiado precipitada: estaba cansado del viaje,agotadoporelencuentroconlaprensa,abrumadoporelrecibimiento,losdiscursosdebienvenida,lasfotos,lasentrevistas,lasrecepcionespúblicasyexhaustoporlaexcesivaatencióndispensadaquepormomentoslograbaagobiarle. Como era habitual en él, no encontraba la manera dedisculparseanteMiaskovskiydejóhablaralacabezamásquealcorazón.—MeemocionótuSinfoníanº6—ledijofinalmente—.Túpodíasserel

nuevo Tchaikovski si hubieses viajado conmigo a París. Aún podríashacerlo.Serguéi había tenido ocasión de escucharla en 1923, la fecha de su

composición. Estaba inspirada en la tragedia del pueblo ruso, divididodolorosamenteporlarevoluciónylaguerracivil.—Nohacefaltaquemehablesenvozbaja.Aquínohaymicrófonos.—

ElcomentariodeMiaskovskinoencerraba rencor.Estaba incluso teñidode cierto sentido del humor. Una sonrisa algo forzada se dibujó en elrostro de Serguéi, que la utilizó para hacerle depositario de unaconfidencia.—Lina está obsesionada con ellos—dijo amodo de disculpa. Temió

haberle ofendido. Desde que había llegado a Moscú su sentimiento deculpasemostrabaaflordepiel—.Creequeloshaydebajodelacama.—Esqueloshay…Serguéi lemirósinpoderdisimularciertodesconcierto.Laexpresión

desuamigocontinuabaimpávida,comosinoleextrañaralagravedaddesuspalabras.Leparecióquenobromeaba.Terminada lavelada,volvióel trasiegodecochesyacompañamientos

forzadosamododeescolta.Linacontemplóeledificioquese levantabaen el callejón Kalashini, próximo al restaurante que acababan deabandonar, yquepresumíade ser el primer rascacielos soviético.No le

impresionóporsualtura,yaquedespuésdehabervividoenNuevaYorkresultaría complicado, pero sí los coloridos bocetos que alimentaban eloriginalmuraldeledificio,realizadosporartistasrusos.—En ninguna parte más que en Mosselprom. —La voz de Vladimir

Maiakovski consiguió sacarla de la observación casi hipnótica de aquelcoloridomural. Su entonación le sonó a eslogan publicitario, algo quemástardedescubrióqueasíera.Esasencillafraseseconvirtióenellemade todos los productos agrícolas de primera necesidad de la UniónSoviética, ya fuera la cerveza, el papel, el aceite o el tabaco—. Aquítambién sabemos hacermurales, carteles y arte.No se crea que solo lohizoToulouseLautreccuandodiseñóelcartelMoulinRougeen1891.Maiakovski leparecióunhombre lúcido, inteligentey tremendamente

creativo.Tenía famadeguerrero,deenfant terrible,peroesemanifiestodescaro lo convertía en creatividad en su agencia de publicidad,ConstructorPublicitario,quecomotodoenaquellugarestabaalserviciodel Estado. De su cabeza habían salido los principales carteles, rótulos,póstersyletrerosluminososdelosmásimportantesproductosnacionales.

RegresaronalhotelcansadosdesuprimeranocheenMoscú.Suestado

estaba muy próximo a la extenuación. Lina aprovechó la soledad delascensorque le llevabahasta laplantadesuhabitaciónparaabrazarconfuerza a sumarido. Los dos lo necesitaban y aquellamuestra de cariñoresultóredentora.—Quizáestemosmásnerviososdeloquecabríaesperar—dijoconla

misma debilidad en la voz que mostraba después de una sus fuertesmigrañas—.Convendríaquenostranquilizáramos.—QuizálaUniónSoviéticanosestésuperandounpoco.—Linarecogió

dulcemente la complicidad de sumarido sellándola con un beso en suslabios.Agradecióelsabordelcaviarregadoconronqueaúnpermanecíaen su boca. Sonrió al recordar la anécdota que le había contadoMaríaGrigórievna sobre la tutora francesa de su hijo, Luisa Roblain, y sudivertidaconfusióndelcaviarylamermelada.Noseloconfiaronelunoalotro,peroambostuvieronmuypresenteasumadreenaquelviajequeprometíaconvertirseenunamontañarusaemocional.Cuando abrieron la puerta de su habitación, lo vieron. Estaba allí,

ocupandolapartecentraldelaestanciaprincipal.Duranteunossegundos

aquella presencia inesperada llegó a asustarles. No se encontraba allícuando se fueron. No esperaban encontrarlo a su regreso. Un enormepiano de color negro parecía haber nacido en mitad de la habitación.Completamente nuevo, sin quenadie hubiera puesto susmanos sobre suteclado,comoindicabaladurezadelmecanismo.—Solocomentéqueechabaenfaltaunpianoparapodertocar.—Hábiles son, desde luego. Menos mal que no echaste en falta un

caballodelosquemontabatumadreenSontsovka.De nuevo comprobaron que sus deseos parecían convertirse en

preceptosdeley.Todavíadepieantelainesperadavisióndeaquelimpresionantepiano,

searrepintieron,unavezmás,dealgunasdesusreacciones.Todavíanolosabían,peroenaquellahabitacióndelHotelMetropolsuvidacomenzabaaserunaluchaconstantecontraelarrepentimiento.

14

Estabanervioso.No le sudaban las manos, como a muchos de sus colegas, pero los

latidosdesucorazónparecíanpequeñosseísmosempeñadosendestrozarsupecho.Solo implorabaal cieloparaqueninguna inoportunamigrañaarruinara su primer concierto en Moscú después de casi diez años deausencia.IntentórecordarlasenseñanzasdelaCienciaCristiana.HubieseagradecidotenerunacharlaconlaseñoraGetty.«Tocaelpianocomosilo hicieras ante Dios», se repetía una y otra vez. Pero no siemprefuncionaba. Sus ojos captaron varias veces el calendario de mesa queparecíahaberseerigidoen testigodirectodesudesazón.24deenerode1927. En ese momento supo que solo podría recordar esa fecha pararememorarla con alegría o con la intención de sepultarla en el olvido.Desde su camerino podía escuchar losmurmullos del público asistente.No valía con hacerlo bien. El auditorio estaba lleno de personas queconocían casi mejor que él suConciertonº 3. No le bastaba con estarcorrecto.Debíaalcanzar laexcelencia.Escuchóconalmadeermitaño lainterpretacióndelasuitedeElbufónporpartedelaorquestaPersimfans.Hastasusoídosllegaronlosaplausos,peroyahabíadejadoclaroquenosaldría a recibir ovaciones por grandes que estas fueran. Tenía queconcentrarse en su próxima interpretación. Tenía que controlar susemociones,calmarsuspensamientos.Observóelcamerinoquelehabíanacondicionado especialmente para él. Se encontró desamparadamentesolo.DeseócontodassusfuerzasqueLinaestuvieraconél.«Maestro. Cuando usted quiera». La voz que le llegó a través de la

puertadesucamerinopertenecíaalprimertrompetadelaorquesta,quientenía la encomiendade avisarle cuando llegara el esperadomomentodesaliraescena.Yesemomentohabíallegado.Nisiquierapudorecordarsiarticulóalgunarespuesta,aunquefuerapor

pura cortesía. Mientras avanzaba por los pasillos que le conducían alescenario, su mente empezó a llenarse de imágenes: el encuentro conMaríaGrigórievnaenelpuertodeMarsella,laaversiónalasteclasnegrascuandoerauncrío,losbañosenelmardesupequeñoSviatoslav,lostres

dólares en el bolsillo a su llegada a los Estados Unidos mientras lostitulares de los principales diarios del país hablaban de la rarezabolcheviquereciénllegadaaNuevaYork;elsuicidiodesuamigoMax,laspalabras del comisario del pueblo para la Cultura: «Eres unrevolucionario de lamúsica, nosotros lo somos de la vida.Deberíamostrabajarjuntos,perosideseasemigraraEstadosUnidos,noseréyoquienteloimpida»;lapreguntadesuamigoBorisVernin:«¿Vasadarlamanoaesosasesinos?»;laironíadeMiaskovski:«Nohasolvidadoelruso»…Necesitabaserenarseyquémejormaneradehacerloquepensandoen

Lina.Lina,siempreLina.Leasaltóelrecuerdodesuprimerbeso,vividoentre lasbambalinasdeun teatro, justoel lugarporelquedeambulabansus pasos en aquellos momentos previos a la actuación. La imaginóocupandoelpalcoque los responsablesdel teatrohabíanreservadoparaella,presadeunestadodeansiedadsolocomparableconelquemostrabaéloinclusomayor.Oyócómosuspisadascrujíansobreelescenarioynolediotiempoa

reaccionar.Unagranovaciónnacidadelosintestinosdelteatroreventólaacústica del coliseo. La orquesta en pie, las luces cegándole, algo queinclusoagradeció,porquepreferíanoverlo.Unmardeconfusiónydudaamenazaba con ahogarle.Decidió saludar, una, dos, tres veces, pero losaplausosnocesaban.Optóporocuparsulugaranteelpianopensandoquequizáasíobligaríaalpúblicoyalosmiembrosdelaorquestaasilenciarsuentusiasmo,peroseequivocó.Nadieparecíaquererdejardebatirsuspalmaspara expresarle su reconocimientoy su alegríapor tener al hijopródigodevuelta en casa.Empezó a temerque aquel exceso emocionalconsiguieraahogarleydestrozarasuconcentración.EraelConciertoparapianoyorquestanº3, segúnaugurabaLina,elmásgrandeconciertodelsiglo XX. Debía concentrarse y la emotividad era mala aliada. Decidióobviar la aclamación que retumbaba en el teatro y se acomodó en labanqueta. «En algún momento se cansarán», pensó como única fuerzainternaalaqueaferrarse.Lasyemasdesusdedossintieronlasteclasdelpiano.Estabanfrías.Osusmanosdemasiadocalientes.Estabaconvencidodequesutemperaturacorporalhabíasubidounosgrados.Cerrólosojosyelsilenciocomenzóareinarenlasalahastaquesoloescuchóunlatidomachacónensussienes.Nadieseatrevióatoser.Niunlevemurmulloseescapóde la bocade ningunode los presentes.Nadie suspiró.Ledio laimpresióndequeestabanaguantandolarespiración.

Inhalóelairehaciadentro,comolehabíaenseñadoLinacomotécnicaderelajación.Estabaencasa.Moscúlerecibíaconsonorosaplausos.Susamigosleacompañaban.Suscompatriotasleaguardabandesdehacíaunadécada.Sintiólapresenciadesumujer,inclusocreyónotarcómosumanopresionabasuhombro.Habíallegadoelmomento.Sintióvértigo,perosusmanosserebelaronynoesperaronlaordendelcerebroparacomenzararecorrer el teclado. Las primeras notas del Concierto nº 3 llenaron elteatro, aunque él solo las escuchaba en su cabeza. Hubiera jurado queestabasolo,queelaforosehabíavaciadoporcompletocomoporartedemagia,quetocabaenmitaddelanada,sinoídosqueleprestaranatenciónni ojos que contemplaran su figura encorvada sobre el piano lacado ennegroyglamurosamentebrillante.Seolvidódetodoloquecolapsabasucabeza segundos antes y se dejó llevar. Cuando terminó, fue comodespertardeunsueñoprofundo.Unosinstantesdesilencioydeesamismanada en la que creyó navegar surgió elmayor estruendo de vítores quehabía escuchado en un teatro. Pensó que alguien estaba amplificandoaquella aclamación porque le parecía distorsionada, extremada, querozaba la exageración. ¿Sería todo un sueño? ¿Estaría todavía en elcamerino a punto de despertar? ¿Podía ser aquello real? Ni siquiera seatrevíaalevantarlavista,incorporarse,dirigirsealcentrodelescenarioeinclinarse ante el público en forma de saludo, por si aquella explosióntriunfalsolofuerarealensucabeza.Porfinabriólosojos.Yentonceslosvio. Estaban todos en pie, dispuestos a dejarse lasmanos en el aplauso,comosiacabaranderecibirungranregaloquelescambiaríalavidaoelsentidoquedeellatenían.Empezaronagritarsunombre,algoquejamásle había sucedido. Sus rostros reflejaban una mezcla de admiración,satisfacciónyagradecimientoinfinito.Prokófievrecorrióelteatroconlamirada, desde la primera fila hasta la última, subiendo por los distintospisos, escalando por los palcos. Debía guardar aquello en su cabezaporqueseríadifícilqueunéxitoasívolvieraarepetirse.Elmayordesucarrera, sin duda.Cuando sumirada encontró el palco deLina, sucedióalgo que nunca había hecho sobre un escenario al recibir elreconocimiento del público: sonrió como si verdaderamente lo sintiera.Lohizoabiertamente,contodalasinceridaddelmundo,sinquemediaraobligación. Su mueca fue aún mayor cuando vio a Lina ahogada enlágrimas.Estaba tanexhaustacomoélante la respuestade losasistentes.Tenía sus dudas, pero al ver la emoción de su mujer, supo que su

percepción no era subjetiva. Su deseo por triunfar en su tierra nodisfrazaba la realidad. Estaba ante elmayor éxito de su vida y lo habíaconseguido en su país. El tiempo se paró y, por primera vez, no leimportó.Pudoconfirmardemanerapalpablelorecogidoenuntitulardeperiódicoennoviembrede1918,alospocosdíasdellegaraNuevaYork:«Mimúsica estámás allá del tiempo y del espacio».Lo que acababa desucederenelTeatrodeMoscúcertificabaesaevidencia.Sumemoriaapenasrecogiólosbisesrealizados.Elsonidodeléxitoera

tanfuertequeacallóporunmomentolagavotadelconciertoclásicoylatocata. Cuando se encaminaba hacia el camerino, escuchó la suite deElamordelastresnaranjasinterpretadaporlaorquesta.Necesitabasentarse,vaciarsedeemociones,gritar,saltar,respirarparaalejarelfantasmadelahiperventilación.Estabatanexcitadoquepodríahabersegolpeadocontralaparedporquenoencontrabaotramaneradeexpulsarlacantidadingentedeenergíaacumuladaysobranteensucuerpo.Denuevobisesydenuevoun público enfervorecido pidiendo que el maestro saliera a saludar.«¡Prokófiev, Prokófiev, Prokófiev!», bramaban las gargantas. Por unmomento deseó poder evitarlo, desaparecer y aislarse de aquelmaremágnum de sensaciones que estaban a punto de colapsarle. Perodebíasalir.Norecordócuántasvecesdoblósuespinazoanteelauditorioenfervorecido. No pudo contabilizar las ocasiones que sus labiosarticularonlapalabragracias.Perdiólacuentadelosminutosqueestuvoallídepie,enmitaddelescenario,buscandolamiradacómplicedeLinayelsaludodesusamigosycompañeros,queocupabanlaprimerafila.Sesentíaorgullosodehabertomadoladecisiónderegresarasupaís.Sololepesaba no haberlo hecho antes. Aquel triunfo no alimentaba solo suvanidad como músico. Le estaba dando la vida como persona y comoruso.Cuando llegó a su habitación del Hotel Metropol, solo fue capaz de

escribir una frase en un improvisado diario, ya que el suyo lo habíadejado en París. «El éxito vivido esta noche no puede compararse conningúnotro».Estabaconvencidodequelosucedidohacíaunashorasenelteatroledejaríaunaprofundahuella.Noseequivocaba.YLinatampoco.Todavíanosabíacómo,peroaquellocambiaríasusvidas.

Eléxitoserepitióenelrestodelosconciertosrealizadosportodoel

país, tantoenMoscúcomoenKiev,encuyo trende regresoa lacapitalLina vivió un momento muy especial al encontrarse con el guitarristaespañol Andrés Segovia, con el que pudo hablar en su idioma paterno,evitandoasíqueelmiembrode lapolicía secretaasignadoalguitarristapudiera entender algo de lo decían, aunque la política no centraraprecisamentesuconversación.EltriunfoserepitióenOdesa,enJárkovydemaneramuyespecialen

Leningrado. En esta última ciudad, Petrogrado antes de la muerte deLenin,Serguéihabíavividopartedesuinfanciayjuventud.Linadisfrutóvisitando los lugares donde sumarido había estado antes de abandonarRusia, conociendo a sus amigos y a antiguos compañeros delconservatorio. «Mira, en esa casa viví durante muchos años junto a mimadre.Enesaplaza,justoenaquelbanco,comencéaescribirmidiario.Yeneseembarcaderodel ríoNeva solíaquedarconamigospara jugaralajedrez y para hablar de música. En ese río se ahogó Rasputín… o leahogaron,nosésialgúndíasabremosloquepasó…».LeimpresionódemaneramuyespeciallahermosaysorprendenteiglesiadelSalvadortantodedíacomodenoche,cuandosuespectacular imagensereflejabasobrelasaguasdelcanalGriboyédova.LesucediólomismoconelpalaciodeCatalina, antigua residencia de verano de los zares, cuyo estilo rococólogrócautivarla.Lecostóencontrarensumemoriajoyasarquitectónicassimilaresalasquedescubrióallí.Unmomentoespecialfuecuandoporfinconocióasufamiliapolítica.

Pero loqueguardaríacomounode los instantesmássingularesvividosen Leningrado fue la visita como invitados de honor al Museo delHermitage.Ensumemoriaquedarongrabadoslosenormespasillosysuslaberínticas escaleras que conducían a las galerías colmadas de lasmásantiguas y diversas obras de arte. Jamás olvidaría los colores azules,verdes ymalvas que barnizaban la ciudad ni el dorado que envolvía elinteriordesusprincipalesmonumentos.Leningradoleparecióunaciudaddeoro.Leningradoparecía ser la ciudaden laquecualquier cosapodíapasar.Y precisamente allí sucedió lo que no creyeron que fuera posible:

superareléxitovividodíasantesenMoscú.ElprimerconatodeltriunfoquelesesperabafueenelTeatroMariínski,dondeasistieroncomomerosespectadoresalarepresentacióndelaóperaElamordelastresnaranjas,puesta en escena por dos amigos del autor, el director de orquesta

Vladímir Draníshnikov y el director de escena Serguéi Rádlov. Elespectáculofuetodounéxito,aunquesevioeclipsadoporotromayorqueacontecióenelpalcodondeestabaelmatrimonioProkófiev.Supresenciafuerecibidaconunagranovacióndelpúblico,peroSerguéinotardóendarse cuenta de que los mayores aplausos eran para su mujer, queempezabaadespertarentrelosrusoslamismaadmiraciónqueconseguíaprovocarenel restode los lugaresdondeacudía.En losúltimosdíassufoto había aparecido en los principales periódicos del país, acaparandotitulares y reportajes en los que aparecía como la joven, exótica y bellaesposaespañoladelcompositor.Todosobreellainteresaba:sumaneradevestir,supeinado,sumododecaminar,desonreír,dehablar,sumirada,su exquisita educación, su estilo sofisticado, su vida junto al genioProkófievy, por supuesto, suproyeccióncomocantante, aunque adecirverdadesta interesabamenos.Ella tambiéneraconscientedeesafaltadeinterésyporesoadmitióquesucarreraartísticaibaaestarligadaaladesumarido, a quien en ocasiones acompañaba al piano cantando algunascanciones. No le supuso ningún problema, una actitud que consiguiógraciasa lasenseñanzasdelaCienciaCristiana.Lavidahabíavenidodeaquella manera y no sería justo quejarse. Quizá en un futuro no muylejanolascosaspodíancambiaryconseguiríasugranoportunidad.El éxito cosechado por Prokófiev en la Sala de las Columnas

interpretandolaSuiteEscitaconsiguióloinesperado:quelaovaciónfueramayorqueladeMoscú.Enelreversodelpapeldondeapuntósuúnicafraseescritaamodode

diario tras el éxito deMoscú, escribió una segunda frase: «LeningradosuperóeléxitodeMoscú.Nosécómovoyapoderasimilarloqueestoyviviendoaquí».Dobló la cuartilla con sumocuidadoy lavolvióadejarentrelashojasdelaBibliaqueleacompañabaeneseviajeyque,graciasalasfacilidadesimpuestasporLitvínov,nisiquierafueinspeccionadaenelcontroldeaduanas.Noquisopensar loquehubierapasadosi alguien lahubiera visto.Quizá nada.Quizá todo. Pero aquello no le iba a suponerningúnproblema.

Lavisitaa laUniónSoviéticaduraríadosmesesySerguéisabíaque

no podía seguir el ritmo de agasajo constante diseñado por losresponsables del partido. Necesitaba ensayar, concentrarse para sus

conciertos, acostarse temprano, descansar, alimentarse correctamente yrelajarse.Quería pasear conLinapor la ciudad; recorrer sus calles, susplazas; cruzar el ríoMoscova en trineo viendo el Kremlin acharolado,barnizadodeuncolorazafranadoporelreflejodelsol;podervisitaralahermanadesuamigoMaxSchmidthof,aquiendedicósuConciertoparapianonº2despuésdeconocersusuicidio,oacudira laconferenciaqueTrotski iba a impartir en unos días, una decisión que dejó a Tsukker albordedelinfarto.Deseabavisitarlosrinconesdesupaísqueéldecidieseyno los que aparecían en una agenda oficial, poder pasar el tiempo queconsideraseoportunoconsufamiliasinlasombradeTsukker,delpropioLitvínovydelapermanenteescoltadeuncochedelapolicíasecretaquelos acompañaba como una sombra, aunque alguien lo hubiera intentadoenmascarar como una especie de servicio de protección y atención lasveinticuatro horas del día. No quería que sus deseos fueranmalinterpretados por nadie. Estaba agradecido por la gentileza y laamabilidadmostradaportodoelmundo.Nopodíanegarquedisfrutabadeaquellosmomentos.Ysabíaquesinelacompañamientooficialnoseríanposibles experiencias como la vivida en su visita privada al Kremlin, apropuesta de Tsukker y en la que Litvínov, cuya mujer Ivy se mostróencantadaconLinaporqueconellapodíahablaringlés,tuvoqueusarsusinfluencias para que les dejaran salir del recinto cuando se había hechodemasiadotardeparaquesuspasestuvieranalgunavalidez.Uno de los momentos que más disfrutaba la pareja, quizá porque

sucedíaensoledad,eraeldivertidorepasodeldíaqueambosrealizabancuandollegabanalahabitacióndelHotelMetropol,intentandoenterrarlasanécdotasrecordadasentrerisasymurmullos.Serguéisereíacomopocasveces solía hacer al recordar la facilidad que mostraba su mujer paraesquivarciertasconversaciones,que,porignoranciaopurainocencia,noterminabadeentender.—¿PerocómoibayoasaberquesereferíaalossoldadosdelEjército

Blanco cuandome preguntó si todos los taxistas de París eran blancos?Puesyoledigoquesí,comolosdeNuevaYork—dijoLinaparajustificardemaneradivertidasucontestaciónalrequerimientodelaseñoraLitvínov—.Tambiénpodíashabermeayudado,lanzándomeunadetusmiradas.—¿Cómo esperabas que lo hiciera? Estaba intentando que no nos

quedáramos encerrados en el Kremlin por no disponer de pasespermanentes.

—MegustaLitvínov—reconocióLina—.Medaconfianza.Ytieneeseaspectobonachón,comodemaestrodeescuela.—A mí recuerda más a un farmacéutico al que acudes para que te

resuelvaundolordemuelas.Peroelmaestrooelgran farmacéutico encuestiónacabadeexpropiarelbancodeTiflis.—Lainformaciónhizoquesumujerabrierasubocaysusojosalunísono—.TambiénquieremandarasushijosaestudiaraInglaterraparaqueperfeccionenelinglésyyaoyescómo habla de ese país, que si pudiera lo invadiría.Menosmal que niquierenipuede.—Ledivirtióverelrostroescandalizadodesumujer—.No pongas esa cara. A estas alturas ya debes estar acostumbrada a lascontradiccionesrusas.—¿Y qué vas a hacer con lo que te ha pedido tu colega Nikolái

Golovánov?Aélnolevasapoderdecirquesumujer,lamejorsopranodelpaís,novaatenerunpapelenElamordelastresnaranjas.Recuerdaque su nombre suena como posible director del Teatro Bolshói, es unhombredemuchopeso.—¿Cómoquenopuedo?Encuantoencuentrelamaneradedecirleque

su hermosa mujer no cabe en una naranja —comentó él irónicamente,refiriéndosealsobrepesodelacantante.

A pesar del cálido y atento recibimiento, Serguéi quería tener el

control de su estancia en la Unión Soviética, disfrutar de la libertad deacudiratiendas,restaurantes,casasdeamigosyconciertossinquenadietuviera que llevarle de la mano. Se dio cuenta de que le resultaríaimposibleacudiratodoslosestrenosalosqueeraninvitadosycorríaelriesgodedormirseenunodelosinnumerablesactosoficialesenlosque,disfrazados de homenajes a su persona, empezó a sentirse como unmuñecoenmanosdeunaniñacaprichosa.AcordóconLinaquefueraellalaquerepresentaraalosdosenalgunos

actossociales.«Además—ledecíaorgulloso—,prefierenverteati.¡Quéle voy a hacer! Nome queda más remedio que asumirlo.Mi mujer haenamoradoamisconciudadanosyamísolomequedatocarelpiano».Noseequivocaba.Todossedisputabanunlugarasulado.ElpropioTsukker,a pesar de haberse convertido casi en su acompañante oficial cuando sumaridonoestaba,nodudabaenabrirsepasoacodazosypisotonesparaaparecer junto a ella en las fotografías que luego publicarían los

periódicos.Sabíacómo tenerocupadayagradecidaa laespañola.Se lasingenió para llevarla casi en visita privada a los grandes almacenesGostorg de Moscú, donde se le presentó una colección de abrigos depielesdestinadosexclusivamentealaexportaciónaotrospaíseseuropeospero que, por ser ella, estaban a su disposición.Lina se enamoró de unabrigodezorrodecolorazulydeunpreciosocapotedecolorblancoqueTsukker se encargó de que fuera un regalo oficial comomuestra de suagradecimientoporlavisita.Todoerapocoparaagasajaralamujerdelmaestro.Antesdeabandonareledificio,Linapasóporunadelasplantasde los grandes almacenes. No estaba previsto hacerlo, pero cuandoreconoció el enorme ventanal y el gran espejo con marco dorado, unrecuerdo le sacudiócon tantavirulenciaqueestuvoapuntodeperderelequilibrio.Fueallídonde,hacíaunosaños,sumadrelecompróelabrigoplisado con botones en forma de hoja y la boina de terciopelo que leresguardaríadelfríoduranteunodesusprimerosviajesaRusia.—¿Está usted bien, señora Prokófiev?—preguntó Tsukker, temiendo

unaindisposiciónrepentinadesuinvitada.—Muybien.Estuvo a punto de compartir con él aquel bonito recuerdo que

amenazaba con desbordarla emocionalmente. Pero al mirarle y veraquella sonrisa perenne en su rostro, que más bien parecía tatuada y aveces impostada, comprendió que no era necesario. Seguramente no leinteresaraloqueteníaquecontarleaunquefingierahacerlo.DelbrazodeTsukkeracudióavariasrepresentacionesmientrasSerguéi

sequedabaensayandoenelpianoqueseguíaocupandolapartecentraldesu habitación en el Hotel Metropol. Una tarde, Tsukker la llamó paraofrecerlealgoquesabíaqueseríadesuagrado.UnainvitaciónparairaverLa novia del zar. Pero antes se pasarían por el estudio del directorescénicoymaestroteatralKonstantinStanislavskienelTeatrodelArtedeMoscú, que a punto estaba de celebrar su trigésimo aniversario. HabíahechobiensusdeberesysabíaqueLinaseguíasoñandoconlascandilejasmás allá de un papel de acompañamiento vocal en algunos conciertos yrecitales de su marido. Nada más verla y conocer sus aspiraciones deactriz,Stanislavskilainvitóatrabajarconélenelteatro.«Mehanhabladomucho ymuy bien de sus aptitudes de actriz. Sería un placer que ustedaceptara».Nofue laúnicaproposiciónque recibiódurante lavelada.Al término

delarepresentacióndeLanoviadelzar,Linaalabólapuestaenescenadelaobraycomentóqueleencantaríatrabajarenunteatrocomoaquel.«Esotiene fácil solución, ¿cuándo firmamos el contrato?». Por fin Tsukkerhabíaencontradolaocasiónperfectaparaofrecérselo.EstabadeseandollegaralHotelMetropolparacontárseloaSerguéi.¿Y

sieraverdad?¿YsilaUniónSoviéticalebrindabalaoportunidaddehacerrealidad su sueño que ningún otro lugar del mundo le había ofrecido?Sabía que su imaginación estaba yendo demasiado deprisa a bordo delvehículoquelellevabaalhotel,perofantaseóconlaideadetrasladarseaMoscú para convertirse en una de las actrices principales de su teatro.SeguroqueaSerguéilegustaríalaideadevivirduranteuntiempoenlaUniónSoviética.¿Porquénoibaahacerlo?Desdequehabíallegadoasupaíssemostrabamásrelajado,feliz,demejorhumorysintantosachaquesdesalud.Habíarecuperadopartedesuhistoria,asusamigos,asufamilia.Estaba teniendo los mayores éxitos de su carrera, veía reconocido sutalento,elpúblicosevolcabaconélencadaactuación,lacríticaalababasumúsica,salvoalgunaexcepciónpublicadaenlarevistaVidaArtística,enlaqueserecriminabaaProkófievquenohablarasobrelaUniónSoviéticay dijera abiertamente cuál era su posicionamiento frente al gobiernobolchevique.Elestadodeexcitaciónenelqueseencontrabahizoquesedespidiera

efusivamente de Tsukker con dos besos en las mejillas que el hombreaceptócontantoagradocomodesconcierto.Atravesócasienvolandaselsiempre desolado hall del Metropol, intentó inútilmente acompasar surespiraciónenelinteriordelascensoryapenasacertóaintroducirlallaveenlacerraduradelapuerta.Nopodíaesperarmásparacontárselo.La alegría le durópoco.Nadamás abrir la puerta de la habitación se

encontró con algo completamente inesperado. Serguéi se mostrabaenfadadoyestabamuynervioso.Lecostóentendersureacción.Esciertoque llegaba más tarde de lo que había previsto, pero la representaciónhabía comenzado con retraso y la salida del coliseo se había demoradoporlagranafluenciadepúblicoyporqueperdieronunosminutostratandodeencontrarsuabrigoenelguardarropadelteatro.—Nopuedoestarpendientedetullegada.¡Nopuedoestaresperandoa

quedecidasvolvernipensandodóndeestarás! ¡Te recuerdoqueeresmimujeryquedebesestaramilado!—ASerguéiyanoparecíaimportarlela posible existencia de micrófonos. Su tono de voz se había elevado

estrepitosamente e incluso se antojaba ridículo y fuera de lugar. Linatemió que sus gritos se escucharan en el pasillo o que llegaran a otrashabitaciones.—Fuiste tú quien me pediste que acudiera en tu nombre a estas

invitaciones.Estabaenelteatro,comobiensabes.¿Aquévieneesto?¿Quéesloquetantotemolesta?—Nopuedodormirsitúnoestásamilado.Ysillegasaestashorasde

lamadrugadameobligasaesperartedespierto.¡Nopuedopasarmelavidapendiente de ti! ¿Es tan difícil de entender? —gritó mientras su tezcomenzabaateñirsedeuncolorbermellónquesolíaanunciarlapróximaaparicióndeunfuertedolordecabezaqueterminaríadedevastarle.—Sí, loes.—SiporalgosecaracterizabaLinaerapornoamilanarse

enlasriñasconsumarido.LapropiaMaríaGrigórievnaleaconsejóqueno le respondiera, que le dejara respirar, que no era más que un niñoenrabietado porque le habían roto un juguete y solo necesitaba tiempoparacalmarse.Perosucarácterlatinonocontemplabatreguasnisilenciosnireaccionescobardes.AmabaaSerguéiysiteníaquedecirlealgo,selodiría.No era sumadre, ni su amiga, ni su amante.Era sumujer y, a suentender, la sinceridad era tan necesaria como la comprensión—. Meresultadifícilentender loquepasasinome locuentas.Nomecreoquetreintaminutosderetrasotehaganestarenesteestado.Noerestanfrívoloni estás tan loco. —Le miró como solo ella sabía hacerlo, fijamente,examinándole,buscandoenelfondodesumiradaloquesuslabiosnolecontaban—.¿Quéesloquepasa?—Hoy cumple tres años Sviatoslav y no hemos estado con él —

reconocióSerguéibajandolavoz.—Mentira. Tú no estás así por Sviatoslav. Esta mañana no parecía

importarte tanto —dijo tajantemente, recordando el pequeño ataque dellantoqueseapoderódeellayqueelpropioSerguéicalmómientras ledecíaqueestabaexagerando,queelniñoestababienconsusabuelosyquepronto estarían todos juntosdenuevo—.Te lovuelvo apreguntar, ¿quésucede?¿Quéhapasadoparaqueestésasí?Sinomelocuentas,nopodréayudarte.No tardónimedio segundo enderrumbarse.La imagende sumarido

destruido,vencidopor las circunstancias adversas, inmunea todabriznadeesperanza, con lasmanos sujetándose lacabezayalbordedel llanto,siempreconseguíaafectarle.

—EsShurik.Lina intentó asociar rápidamente ese nombre a una imagen. En los

últimos días su mente había grabado un aluvión de apodos, nombrespropios y apellidos que intentaba clasificar con la eficacia de unasecretaria para procurar quedar bien en todo momento. Lo encontró.Shurik.Era elprimodeSerguéi.Lehabía conocido junto al restode sufamilia hacía unos días. Ahora se acordaba perfectamente, como si letuvieradelante.Fueeljovenquelesayudóasalirporelpatiotraserodeledificioparaesquivara laescoltaque losacompañabaypoderdisfrutarlibremente de las calles de Moscú. El mutismo en el que había caídoSerguéino lepermitíaconocer lagravedadde loquehabía sucedido.Ajuzgar por su semblante, cabía la posibilidad de que hubiera muerto osufrido un fatal accidente. Aquel silencio iba a matarla. Pero no podíameterleprisa.Necesitabasutiempoparadevolveraquelloquelerevolvíapordentro.—¿Quélehasucedido?—preguntófinalmente.—Lehanarrestadoestatarde.LehanllevadoalaLubianka.Ynopuedo

hacernada.EralaprimeravezqueLinaoíaelnombredeaquelsiniestroedificio,

que estaba destinado a ocupar un lugar destacado en la historia de lasmayoresinfamiascometidascontraelpuebloruso.Sinembargo,noeralaprimera vez que escuchaba de boca de algún familiar de su marido uncomentariodesafortunadodadas las circunstancias, oque la incomodarapor las posibles consecuencias que pudiera tener, especialmente paraProkófiev.RecordólanochequeacudióalteatrojuntoaNadia,lamujerdeShurik,yaKatia,otraprimadeSerguéi,parapresenciarlaobraElzarFiódorIoánnovich,deAlekseyTolstói.Cuandoempezaronacomentarenvozalta,enmitaddeunmutismoabsolutodelteatro,lobienquesevivíaen la época zarista, Lina hubiera querido que se la tragara la tierra. Nisiquiera se lo había contado a Serguéi para no preocuparle. Ahora lepesabanohaberlohecho.—¿Cómoquenopodemoshacernada?Erespocomenosqueunhéroe

nacionalqueacabaderegresarasupatria. ¡ComoSerguéiProkófievnopuedahacernadaenestascircunstancias,dudomuchoquelopuedahacerelmismísimoStalin!—Después de que salieras hacia el estudio de Stanislavski hablé con

Tsukkerpor teléfono.Leconté loquepasaba.LedijequeShurikeraun

joven que no daba problemas, que no había hecho nada. —Calló uninstantepararecordar larespuestadeTsukker:«Unjovenquese integróenlasfilasdelEjércitoBlanco,sinotengomalentendido»—.Ymedijoqueno solía entorpecer el trabajode sus camaradasde laSeguridaddelEstado y menos cuando se trataba de asuntos contrarrevolucionarios.Mientras tú estabas con él en el teatro, yo no podía hacer nada parainformarte.Tenecesitabaamiladoytúestabasalladodelhombrequeseniegaaayudarme.—Yo siempre estoy a tu lado aunque no esté contigo, ¿me oyes?

Llamaremos a otras puertas —pensó rápidamente Lina, que intentabaentender por qué Tsukker no le había dicho nada de la llamada de sumarido.Dehaberlohecho,hubiesecanceladosuasistenciaalteatro.Peroeso ya no tenía importancia. Debía pensar en el próximo paso—.HablaremosconLitvínov.Él tiene elpoderdehacerlo.Yopuedohablarconsumujer, Ivy.Meadora, aunquesolo seaporque lehabloen inglés.Encontraremos una solución a todo esto. Mañana haremos todo lo quetengamosquehacer.—Mañana—repitió como un autómata—. Tú no sabes lo que es una

cárcelrusa.Nisiquierasésisobreviviráaestanoche.Linalemirósinatreverseaponervozalapreguntaquelequemabapor

dentro:«¿Acasotúlosabes?».AldíasiguienteteníaprevistoencontrarseconMeierhold,quequería

convencerle para estrenar El jugador en el Teatro Bolshói. El directorteatral lonotódistraído,ajenoa laconversaciónquemantenían.Cuandosupo la razón y su intención de acudir al Consejo de Comisarios delPuebloparapedirayuda,ledetuvo.—No te conviene hacer tanto ruido.Déjame amí.Conozco a alguien

quepuedeayudarnos.Perotúestatequieto,Prokófiev.A las pocas horas estaban tomando un té con la exmujer deMáximo

Gorki, Yekaterina Peshkova, directora de la Cruz Roja Política, que leprometió hacer todo lo que estuviera en sumano y le repitió lamismarecomendaciónqueya lehicieraMeierhold. «Ustednohaganada», dijomientrasescribíaenunpapelelnombredeAleksanderRaievski,comosellamaba realmente Shurik. «Es un invitado de la Unión Soviética. Es elgranProkófiev.Nadiequerráquesemarcheusteddescontentodeestepaís.

Puede que consiguiera algo, pero siempre estaría en deuda con ellos.Yunonuncasabecuándovendránacobrarseunadeuda.Esoquedaríaensuexpediente y podrían utilizarlo contra usted en cualquiermomento.Hoypuede que no le importe, pero estas cosas empiezan a importar cuandounomenosseloespera».¿Expediente? ¿Qué expediente? ¿Utilizarlo contra él? ¿Qué iban a

utilizar contra él y por qué? Serguéi no entendía nada, como si aquellamujerleestuvierahablandoenclave.PeroloúnicoquequeríaesverasuprimofueradelaLubianka,asíquedecidióqueseguiríasusconsejossinhacer muchas más preguntas, que seguramente no le reportarían lasrespuestasesperadas.Sindudaellaconocíamejorcómofuncionaban lascosas en laUniónSoviética.Una vezmás, él solo entendía demúsica ycomotaldebíacomportarse.Alospocosdías,MeierholdledijoquealguiendelPartidoydebidoala

presión de Prokófiev había conseguido que a Shurik se le redujera lacondenaenuntercio.—Esonoessuficiente.Necesitoquesalgadelacárcel.Noesjusto.No

hahechonadaparaqueledetengan.—No es necesario que haya sido ahora… —apuntó en voz baja

Meierhold,comosinecesitaradecirloparasímásqueparasuamigo—.Nisiquieraesnecesarioquelohayahecho.Valeconlaintención.—¿Quéquieresdecir?—Serguéiseguíasinentenderosencillamenteno

queríahacerlo.—Lo que te dijo Yekaterina. La memoria de los bolcheviques es

portentosa y pervive en el tiempo. Cualquier cosa que hagas hoy puedetener sus consecuencias dentro de diez años. Lo recordarán, lomultiplicaránpordiezypodránactuarcontrati.—Alverlaexpresióndesu colega, Meierhold se arrepintió de haber sido tan claro e intentóarreglarlo. Estaba allí para convencer a Prokófiev de que estrenara Eljugadorynosolonoloestabaconsiguiendo,sinoqueleestabaasustando—.Loque tequierodeciresque tengaspaciencia.Al final,conseguiránsacar a tu primo de la cárcel. Pero aquí las cosas van a otro ritmo.Noresultafácilayudaraunqueestésmetidoenelpartido.Siemprehayalguienqueconsideraquenoeresdemasiadocomunista si tercias a favordeunenemigodelpueblo—le recomendó, intentandoescondersumirada.Nopodía evitar hablar así. Serguéi no lo sabía, pero Meierhold habíacomenzadoatenerproblemasconalgunossuperioreseneldepartamento

deculturadelpartido.Siguieron los ensayos, las representacionesy los éxitosdeProkófiev,

que decidió hacer caso a Meierhold y a todo el que le decía que muyprontoseproduciría la liberacióndesuprimo.Noquisoqueel rechazoque comenzaba a sentir por Tsukker por su negativa a implicarse en elcaso de Shurik fuera demasiado notorio.No le convenía ni a él ni a sucarrera.YademásrecordabalaspalabrasdeMeierhold:«Noresultafácilayudar aunque estésmetido en el partido».No era nada personal.Aquelhombre había hecho todo lo posible para que su estancia fuera lo másperfecta y cómoda posible, dedicando una atención especial a Lina. Escierto que cumplía órdenes de arriba, pero siempre había maneras ymaneras de servir.Lo entendiómejor cuando acudió junto a sumujer averlaobraLiubovYarovaia,deKonstantinTrenev,enlaquesecontabalahistoriadeunamorimposibleenplenaguerracivilrusaentreunaviudaconfuertes ideales revolucionariosyun jovenblanco.Al final, lamujerrechaza vivir ese gran amor con un enemigo del pueblo porque suconciencia revolucionaria imperaba sobre cualquier otro sentimientoíntimooprivado.Saliódelteatropensativoyconpocasganasdehablar.PoresolohizoLina,utilizandountonodevozmásbajodelonormal,apesardeestarenlacalle.—¿No te parece que ha sido un poco propagandístico? Si yo fuera

Liubovymevieraenesasituación,creoquenopodríarenunciaralamor.—Eslacrudarealidad.Peronotepreocupes.Túnuncavasatenerque

elegir—dijo,abrazándolamientrascaminabanhaciaelrestaurantedondehabíanquedadoacenarconsusamigos,MiaskovskiyAsafiev.Elprimerole devolvería los diarios que le había entregado unos días antes de susalidadeRusiaparaquelosguardaraabuenrecaudoyelsegundoledaríaalgunas de sus obras de teatro escritas en su juventud y que MaríaGrigórievna no había podido llevarle en su precipitada salida del país.Todovolveríaasulugar.SerguéibesóaLina.Loúltimoquequeríaesquesumujer,sucompañeraysumejorapoyo,sepreocupase.

Enaquellavisita aRusia, losProkófievhabíanperfeccionado loque

ellosdenominaronsuparticularlenguajecontemplativo.Enlosdosmesesque duró su estancia se convirtieron en expertos en la interpretación demiradas ante el desierto depalabras por el que a veces transitaban, bien

por prudencia, bien por incapacidad para definir lo que veían. Cuandovisitaron el apartamento donde residíaMiaskovski, vivieron otra de lascaracterísticas contradiccionesde la esencia rusa:dudaronentreguardarsilencioorecurriraunsinfíndepalabrasparadefinir la tristezaque lescausó ver la precariedad en la que vivía el compositor, obligado acompartirsucasaconmáspersonas.Prokófievsepreguntabacómopodíavivir enaquel lugar tan reducido, atestadodegentey sin la tranquilidadnecesariaparahacerlo.Lollamabanplandealojamiento.ASerguéiseleocurrieron otros muchos nombres más ajustados a la realidad. Ahoraentendíamuchasdelasbromasdisfrazadasdereprochesquelehacíanaél,aStravinski,aRachmáninov,oacualquieraqueasegurasesentirse ruso,peroamilesdekilómetrosdesutierra.Noencontróelvalordeculparlespor esos reproches. Él no sabía cómo reaccionaría si la situaciónsucedieraalainversa.Yleasustabapensarenello.Pero las miradas a veces no eran suficientes para calmar lo que les

ardía en la garganta. Había momentos en los que necesitaban opinar,comentarloqueveíanycallarlolesquemabaenlaboca.Tampocoqueríanhablarenelcochequesiempreestabaasudisposiciónporgentilezadelpartido. Quizá su obsesión por la existencia de micrófonos, que habíaempezado como una broma, se estaba convirtiendo en paranoia, peropreferían ser cautos.Nadamás. Por eso,muchas veces aprovechaban lavisitaalacasadealgúnfamiliar,fueradelaagendaoficial,parasalirdelos sitiospor laparte traserade losedificios,perdiéndoseporcaminos,callejuelasypatiosexterioresamododeimprovisadoplandefuga,comoellosmismoslodenominaban.Silosacompañantesoficialesadvertíansutreta, siempre les quedaba la excusa de que deseaban caminar por lascallesmoscovitasdespuésdetantosañosodirectamentereconocerquesehabíanperdido.—¿Te has fijado? —le preguntó Lina que, incluso en un escenario

abiertoylibrecomoaparentabaserlacalle,preferíahablarenvozbaja—.LasobrinadeMiaskovski,¿quétendrá?,¿catorce,quinceaños?¿Hasvistocómo le habla a sumadre, con qué desprecio la llamaburguesa?De suboca salen los eslóganes comunistas de manera mecánica, como si nopasaran antes por su cerebro. ¿«Todo el poder para los sóviets», «Pan,paz, tierra»?ParecíaJulesRomainshablandode lagran luzenelEsteoFrancoisFuretinsistiendoenelencantouniversaldeoctubre.¡Sinohabíaechado los dientes cuando empezó la revolución! Y Miaskovski, ¿no

puedehacernada?Alfinyalcabo,essucasa…—Es su casa y, por lo que hemosvisto, la de veinte familiasmás.—

Aunque no insistiera en ello, a Serguéi le había impresionado laaglomeración de personas en un mismo apartamento destinado comomuchoa tresocuatro—.Bastante tieneconsalir favorecidoen las fotos—dijo, recordando el aspecto desaliñado que presentaba en la foto quehabíavistodeélenRiga—.Vistolovisto,nodebeserfácil.Linaentendió loque sumaridoqueríadecirle.Seaferróa subrazoy

siguió caminando. Hacía frío, pero en su interior había comenzado ahelar.

Tres días antes de finalizar la gira e iniciar el regreso a casa,

ProkófievseenfrentóasuúltimarepresentaciónenlaUniónSoviética.SuSinfoníaClásica, suConciertoparapianonº2ysuSuiteEscita sonarondiferentesporquetañeronadespedida.LosaplausosseeternizaronduranteminutosySerguéiyanosabíacómosalirasaludarycómoausentarsedelescenariosinquelosgritosprocedentesdelasalaparecieransuccionarledenuevoydevolverleaescena,dondevolvíaarepresentarseunéxitomás.Aquellanochenadiequeríairse.Elpúblicopermanecíaensusasientos,

los músicos requerían la presencia de Prokófiev, los invitados leesperabanenelhall,enlospasillosyenlaentradadelteatroparadarlelaenhorabuena,susamigospermanecíanpacientementeenelcamerinoylosperiodistas aguardaban la última declaración del compositor antes demarcharse.ElpresidentedelConsejodeComisariosdelPueblo,AlekseyIoánnovich Rýkov, tampoco quiso perder la oportunidad de saludar aProkófievyasuencantadoraybellamujer.Ysupoaprovecharlasúltimasfotosquelaprensaharíaalapareja.—¿Hadisfrutadodesuvisitaa laUniónSoviética?—lepreguntóante

los hambrientos periodistas, sonriendo a la par a Prokófiev y a losfotógrafos.—Laestanciamehacausadounagranimpresión.—¿Volverá,entonces?—Unosiemprevuelveallugardondehasidofeliz.La respuesta pareció agradar a todos y Serguéi respiró tranquilo. Se

habíaconvertidoenunexpertoestrategasemántico,unadalideneljuegodepalabras,enelqueteníaqueemplearmásingenioqueenelajedrezo

enelbridge.Linalemiróyleregalóunadesusampliassonrisasreciénestrenadas para él. No supo si por lo airoso que había salido de lasituación, con toda la prensa pendiente de sus últimas palabras ante elcomisariodelpueblo,oporescucharledecirquehabíasidofeliz.Sielprimerdíaleshubiesendichoqueeltiemposelesibaapasartan

deprisa, no lo habrían creído. Los dos sintieron cierta tristeza alabandonarunpaísquesindudaleshabíaacogidoconlosbrazosabiertos.Lesibaaresultarimposibleolvidareléxitocosechadoyseibaaconvertirenunavarademedirconelquecompararíanelrestodesusactuaciones.

Como si de un juego del destino se tratara, el 23 demarzo de 1927

estuvieron a punto de perder el tren.Demasiadas despedidas inacabadas,besos alargadospero truncadospor lasprisas, abrazos con intencióndenomorirnunca,promesasqueseconvertíanenunanubeblancanadamássalir de la bocapor el intenso frío que enRusia noparecía entender deprimaveras.Semarchabandejandomuchascosas,quizácon la intenciónde volver un día a recogerlas, y llevándose muchas más, tal vez paraalmacenarlas en la memoria con vocación de ser imborrables paraalimentar recuerdos futuros. Prokófiev odiaba las despedidas porque noerabuenoenellas.Sipudiera,sehabríaencerradoatocarelpiano.Linasedesenvolvíamejor,comoencasitodoslosámbitos.Unavezacomodadoseneldepartamento,ydespuésdequeunmozose

encargara de colocar todo su pesado y abundante equipaje —especialmente por las compras realizadas por Lina en los almacenesGostorg,perotambiénporlospaquetesdediarios,cartas,libros,fotosycomposicionesqueregresabanconsuantiguodueño—,Serguéiapoyósucabeza en la parte superior del asiento y cerró los ojos. Necesitabaordenaryclasificar todosycadaunode losmomentosvividosenaquelviaje.Eltraqueteodeltrenleanuncióqueregresabanacasa.Allílesesperaba

Sviatoslav,losabuelosmaternos,OlgayJuan,suhogar,suscompromisoslaborales, sus amigos Serguéi Diáguilev, Pablo Picasso, Coco Chanel,Ígor Stravinski, Ernest Hemingway, sus rincones en Montmartre, suspaseosporelJardíndeLuxemburgo,elbulevarSaintGermainyelBarrioLatino,susadorablescafésalairelibre,sentarseundíaenLeDômeCaféyaldíasiguienteocuparunadelasmesasdeLaCloseriedesLilas,donde

unosabíaquejamáscoincidiríaconlaclienteladeldíaanteriorocomolehabíadichoHemingway,«aquínuncaencontrarásaningúnpoeta».Volvíanalavida,asuvidareal.QuizáporesoSerguéinoquisomirar

atrás.Noabriólosojoshastaquesuintuiciónlepermitiócalcularquelaestaciónhabíaquedadoavarioskilómetrosdedistanciayelúnicopaisajeque observaría a través de la ventana sería un inmensomanto de nieveblanca e inmaculada, sin que nadie hubiera dejado sus huellas en él.Todavía.

15

—Nopiensosubirmeaesecacharro.LaconcisaclaridaddeLinacon respectoalFiatqueestabavalorando

comprarsumaridofuemeridiana.Noalbergabadudasniambigüedades.Nolegustaba.—Laúnicarazónpor laquenoquieresestecocheesporqueeresuna

cabezota.Quieres comprar el Panhard porque tiene las letras SYP en elradiador.—Yodiríaquesoyromántica.SerguéiY.Prokófiev—quisoinsistirde

nuevoenelsignificadodelassiglas.—Pero si ni siquiera has aprobado el examen de conducir, no seas

caprichosa.—¡Ytúconducescomounloco!—leespetó,recriminándolesupasión

porlavelocidad,quelehacíacorrermásdelacuenta.—Puescomocompongo.Yhastaahoranotehabíaoídoquejarte.Tras varias deliberaciones se decidieron por un Ballot, después de

rechazarlaideadeimitarelgustodeFallayMompouporelEhrhardt.Eraunadecisiónimportante.Elcochecambiaríasuvida,dotándolade

una libertad que antes no tenían por la imposibilidad demoverse por símismos.Yanorequeriríandelosserviciosdeningúnchófer.Ahoraseríanellos lo que conducirían sus propias vidas y no tardaron en ponerlo enpráctica.Sinembargo,talycomoocurríaconsusobras,lascríticasnotardaron

en llegar. Especialmente de boca de algunos amigos rusos exiliados enParís, que no dudaban en bromear sobre el alto nivel de vida de losProkófievgraciasasugiraporlaUniónSoviética.ASerguéilemolestabaesasinsinuacionesyseveíaobligadoaexplicarquesuviajeatierrasrusasnolehabíareportadomuchasganancias.Alfinaldecidióseguirelconsejode Lina y dejó de dar explicaciones que no le interesaban a nadie.Diáguilevcompartiólainteligenterecomendación,comocasitodoloquesalía de la boca de la señora Prokófiev, por la que sentía verdaderadevociónynosecansabaendemostrarlocadavezqueteníaocasión.—No les hagas caso.Están celosos de tu éxito en laUniónSoviética.

Esonoloconsiguecualquieraylofácileshacerreproches.Todosdicenquenovanporconviccionesmorales,peroquizánolohaganpormiedoafracasar.Elorgullodealgunosnolopermitiría.Mírameamí,tampocoheido.Nisiquieramehanllamado.—Eso es porque tienenmiedodeque les robes a todos los bailarines

para tus Ballets Rusos. —Serguéi se sorprendió de la carcajada de suamigo.Estabahablandoenserio—.Tedigolaverdad.Ellosmismosmelodijeron.

Lavidavolvióacogerelpulsodelarutinaqueteníanantesdesuviaje

a laUniónSoviética.Lomás importanteeraencontrarunacasa,apoderserdefinitiva.Ylaencontraronenelnúmero5delarueValentinHaüy.Notardaron en llenarla de amigos y compañeros que convirtieron aquelladirecciónenelnuevolugardeencuentrodelosprincipalesartistasrusosde París. Lina se esmeraba en cada fiesta, en cada cena, y disfrutabahaciéndolo,sobretodocuandoorganizabatorneosdebridgeydeajedrezenlosqueSerguéisiempreresultabaganador.—Convendríaqueejercierasdebuenanfitriónytedejarasganaralguna

vez.¡Vanadejardevenir!—lecomentabaentrebromas.—Eso nunca. Uno tiene su dignidad. ¿Cuándo has visto tú a un ruso

dejándoseganar?TodoslepreguntabanporsuexperienciaenlaUniónSoviética.Ydesde

laUnión Soviética seguían preguntando por él. El deseo quemostrabanalgunosporconseguirqueProkófievregresaradenuevoasupatriafueamásdesdequesuamigoDiáguilevlepropusocomponerelballetLepasd’acier (El paso de acero), centrado en el ensalzamiento de laindustrializaciónqueestabaproduciéndoseenlaUniónSoviética,enplenaépocadeaperturismopolíticoimpulsadoporelgobiernobolchevique,lallamadaNuevaPolíticaEconómica.MuchosloentendieroncomounclaroapoyoalasituaciónquesevivíaenlaUnión.«Loestamoshaciendobienynuestrosgrandeshombresnosloreconocen.Mostrémoseloalmundoyala propia sociedad soviética». Esa fue la interpretación de destacadoscargospolíticosdelpartido.Apesardeléxitodelballet,estrenadoel7de juniode1927,hubouna

críticadeunamigodelosProkófiev,JeanCocteau,quealcompositorledoliódesingularmanera.«ReprochoalcoreógrafoLeonidMassinehaber

convertido algo tan importante como la Revolución rusa en unespectáculo de cotillón adaptado al alcance intelectual de señoras quepagan seis mil francos por un palco. No tengo nada en contra ni delcompositornidelescenógrafo».AunquesupusoqueeldardoibadirigidoaDiáguilevporsuamistadconLeonidMassine,laexplicacióndeSerguéisonó cruel en los oídos de Lina: «No ha logrado superar la muerte deRaymondRadiguet.Leestácostando tantocomoadmitirsu relaciónconMarthee incluso laque tuvocontigo,endiferentemanera,obviamente».ElrecuerdodeRaymondconsiguióentristecerla.YelmensajedesulibroEldiabloenelcuerpo,lafacilidaddedañaralapersonaamadayhacerloennombredelamor,volvióaestremecerla.PeroProkófievprefirióquedarseconlasbuenascríticasdesuadorada

madameSert,dePabloPicasso,deSerguéiDiáguilev,deMauriceRavelyde Raymond Roussel. Y también con los éxitos que la obra estabacosechandoenLondres,enParís,enMontecarlo.LealegrósaberqueElpasodeaceroprontoseestrenaríaenlaUniónSoviética,dondetodavíasehablabadelabuenaacogidadesuóperaElamordelastresnaranjas.LaideainicialeraqueProkófievsedesplazarahastaMoscúparatrabajarenlapuestaenescenaduranteseismeses,perolapropuestadeDerzhanovskicomo responsable del Teatro Bolshói no terminaba de convencerle. Nopodría pasar medio año en Moscú. Tenía mucho trabajo, giras porconfirmar, ensayos, conciertos pendientes y, sobre todo, si accedía a laoferta rusa, tendría que abandonar el procesode composición en el queestaba inmerso y era algo que no podía permitirse. Tampoco quería.Cuanto más trabajo tenía, más pleno y feliz se sentía. Debía acabar Eljugador, en cuya creación empleabamuchas horas del día,Diáguilev yaestaballamandoasupuertaconunanuevaobra,Elhijopródigo.Nopodíaparar.Eracomosielviajea supaísdeorigen lehubieradotadodeunadosis extra de energía que necesitaba volcar sobre las partituras. Estabaviviendoelmejormomentodesucarrera.Ysoloteníatreintayseisaños.Era lapreguntaquemásamenudo lehacían:«¿Cómoalguien tan jovenpuedegozardetantafama?».Definitivamente,Moscútendríaqueesperar.Sinembargo,nopodíaevitarlo:cadainvitación,cartaotelegramaque

recibía desde la Unión Soviética hacía que sus ojos brillaran de unamanera especial. Lina bromeaba con él. «¿Hago ya las maletas?». PeroSerguéi lo tenía claro. La vida en París y en la Europa Occidental era

muchomejor.Lanostalgianoeraunargumentodepeso suficienteparadarunpasotanimportanteensuvida.Prokófieverauncompositorlibreynecesitabalibertadparacrear.Y además, una nueva noticia todavía sin anunciar estaba a punto de

anclarleaúnmásaParís,almenosduranteuntiempo.—¿Para cuándo, querida? —le preguntó Diáguilev reprimiendo sin

éxitounasonrisaquepecódeindiscreta.—¿Cómohaspodidosaberlo?—Linaestabasorprendida.Suembarazo

eraunsecretoinclusoparaSerguéi,yaquesoloestabadeunassemanasyprefería esperar un tiempo prudencial para estar segura de que todomarchababien—.Nisiquierasemenota.—Convivo con mujeres a diario. Míralas —dijo, señalando a las

bailarinas de susBalletsRusos—.Me he convertido en un experto.Hayvecesqueinclusoloséantesqueellas.

SerguéiDiáguilev fueunode losprimerosqueacudieronalhospital

parafelicitaralaparejacuandoOlegvinoalmundo.El13dediciembrede 1928 el frío de la calle contrastaba con el calor que existía en lahabitacióndelhospitaldondeLinaacababadedarluzaunsegundohijo,unhermosobebédetreskilosseiscientosveintegramos,antecuyacunaseplantósuhermanoSviatoslav.—Yoqueríaunaniña.—Laprotestasonóadecepción—.Mamámedijo

queibaaserunachica.Esolocambiatodo.—Esquelasniñassonmáscaras—ledijosupadre,esperandoquesu

razonamiento fuera aceptado por su hijo, que solía soltar expresionespropiasdeadultocontansolocuatroañosdeedad,apuntodecumplirloscinco—. No nos va a quedar más remedio que quedarnos con él, si teparecebien.—Vale, está bien. Me gusta —dijo, acercándose al moisés donde el

recién llegado dormía desde su llegada al mundo—. Querido chiquitín,hermanitomío.Notepreocupes,queyocuidarédeti.Además—ledijoasupadre—,lasniñassonmuypesadas.Diáguilevaplaudióelcomentariodelpequeñoyquisopuntualizarlo.—Y peligrosas. Y muy mandonas. —También quiso hacerle una

advertencia al padre de la criatura—. Prokófiev, ve con cuidado. Unamujerconunhijoesungeneral.Perocondos,esunmariscal.

—SellamaráSerguéi—dijoLina,quesehabíarecuperadomejordesusegundopartoquedelprimero.—¿OtroSerguéienlafamilia?—protestóProkófiev—.¿Yporquéno

Askold?—Porqueesunnombrehorroroso.Nomegusta.Telodijecuandolo

intentaste con el primero y te lo vuelvo a decir con el segundo. Y nodiscutas conmigo. ¿Acaso no has oído a Diáguilev? Tengo rango demariscal.AlfinalganólaopcióndeOleg.ALinanolegustabademasiado,pero

cedióalescucharlaopiniónunánimedequeelnombresonabamuybienyqueteníareminiscenciasartísticas.«Seráungranartista,comosupadre».Seríacierto,peroenlosprimerosañosdesuvidanohuboformadequenadielellamaraporsunombre.LamadrehizosuyalaopciónpropuestaporSviatoslavdellamarleBratik,undiminutivocariñosodehermano,ySerguéisolíallamarleBebín.LaúnicaquelellamabaporsunombreeraElsa,laextraordinarianiñeradanesaconlaqueLinaestabaencantadayelreciénllegado,aúnmás.

Apenas tenían tiempoparasalidas, sobre todoSerguéi,queyaestaba

volcadoenlacomposicióndesuSinfoníanº3yapuertasdelestrenodesuobra El hijo pródigo en mayo de 1929. Pero una noche hicieron unaexcepción. Lina, ya recuperada del parto de Oleg, quería ver a CarlosGardel.ASerguéinoleemocionótantocomoasumujer,quizáporqueteníaen

la cabeza su próximo estreno y sus fuertes desavenencias con elcoreógrafo de El hijo pródigo, George Balanchine. Le preocupaba elresultado de aquel trabajo y no estaba tan convencido del éxito quevaticinabaDiáguilev.EsoocupabasumenteaquellanochejuntoalasnotasdesuSinfoníanº3,pendientedeestrenoenapenasunosdías.Sabíaqueerabuena, pero ¿tendría éxito? ¿Rozaba la excelencia? ¿Superaría a laClásica? Y sin embargo, sus composiciones no eran lo único que leturbaba,nisiquieraeraelmotivoprincipalqueleemborronabaelánimo.Le seguían inquietando las consecuencias de un encuentro que se habíaproducidoenunrestauranterusodelacapitalfrancesahacíaunassemanasconunodelosconsejerosdelaembajadarusaenParís.Desdeelprimermomentoleincomodóelbrevesaludoporquesabíaqueaquelhombrele

ibaapedirlomismoqueenotrasocasiones:quedieraunconciertoenlaembajada soviética. Serguéi siempre había declinado la invitación demaneraamable,excusándoseporelexcesodetrabajooporlosmúltiplesviajes al extranjero que debía realizar. No quería que nadie pudieramalinterpretaraquel recital.Pensabaen lacomunidad rusaenelexilioyestaba convencido de que sería el blanco de sus críticas si aceptaba esainvitación.Sinembargo,aquellavezfuedistinto.—Meconstaquemiscamaradasestánintentandoconvencerleparaque

lesvisite denuevo enMoscú.Nopuedo creer que lovayan a conseguirantes de que usted nos honre con uno de sus conciertos en la embajadarusa,estandomuchomáscerca.—Eso es decir mucho. Lo de Moscú todavía no está claro. ¡Si ni

siquiera he conseguido los pasaportes soviéticos! —No supo siarrepentirsedeloqueacababadedecirofelicitarseporladiligenciadesuinsinuación.Aqueltrámiteburocráticoerahartocomplicado,ysiregresara la Unión Soviética entraba dentro de sus planes, ese sería un pasoimportante.—Poresonosepreocupe.Semeestáocurriendoalgo.Ustedmeayuda

conlomíoyyoleprometointeresarmeporsuspasaportes.Yasabeloquedicen:«EnRusiatodotieneunprecio».Ylotuvo.Prokófievconsiguiósuspasaportes,perotuvoqueofrecerun

conciertoenunarecepcióndelaembajada.Comosetemía,lasreaccionesnosehicieronesperarytodasseempeñaronendejarleenmallugar.Susamigos rusos en París le reprocharon el gesto tanto omás que cuandoadquirióelcocheconeldinerodesusconciertossoviéticos.LoquemáslemolestófueunartículodivulgadoenMoscú.ApareciópublicadoeneldiarioantibolcheviqueVozrozhdenie(Regeneración),creadoporlaUniónporlaRegeneracióndeRusia:«Prokófievsehaconvertidoenunamuñecadegoma».Nolepareciójustoyledisgustóprofundamente.

Llegó el día del estreno de El hijo pródigo en el Teatro Sarah

Bernhardt de París.Aquella fecha del 21 demayo de 1929 se había idodilatandoenel tiempoyparecíaquenoibaa llegarnunca.Perolohizo.Serguéiestabanervioso.Diáguilevlerecomendóqueserelajara,queteníatodoasufavor.«SobreeseescenariotenemosaProkófiev,aDiáguilevyal bailarín que quiere todo el mundo, Serge Lifar, sin olvidar a la

encantadora Félia Doubrovska. París, un público entregado y tu bellamujeratuladoque,nomepreguntesporqué,peroteapoyarápaseloquepase. ¿Quémás quieres?». Serguéi quería una coreografía estéticamentemásacordealaparábolabíblicadelEvangeliodeLucas15,11enlaqueestababasadalaobra.PesealostemoresyalosmalosauguriosdeSerguéi,laobrafuetodo

un éxito y logró revolucionar de nuevo la escena parisina.Aunque estaveznosolosedebíaalcaracterísticoespíriturevolucionariodelamúsicadeProkófiev,quetodavíanopodíacreerseloqueacababadepresenciar.—¿Porquélosamigosdelhijopródigovanconlasrodillasplegadas?

¿Porquédanzabantantoscamente,comosiaporrearanelsuelo,comosifueran a desencajarse? ¿Y podría alguien explicarme por qué son todoscalvos? ¿Por qué las bailarinas hacían esosmovimientos con la cadera,sacándolabruscamentehacia fuera?Ysobre todo, ¿porqué seha tenidoqueverenunaadaptaciónbíblicaunculo?—Apenas se ha visto—intentó calmarle Lina—.Estoy convencida de

que el público no se ha dado cuenta.Además, el problemano es que seviera,sinoenelmomentodelaobraenelquesehavisto…—¿Nodecíasquenosehabíandadocuenta?—refunfuñóSerguéicomo

sisumujertuvieralaculpadelaaparicióndeunanalgadesnudaenplenaescena.—Adecirverdad,nolorecuerdo.¿Quieresdecirlealgo,Diáguilev?—

Lina pidió auxilio a su amigo, mientras una fila enorme de amigos ypersonalidadesesperabanalapuertadelcamerinoparafelicitarle,ajenosalenfadoquesecocinabadepuertasparadentro.—Claroquevoyadeciralgo.Hasidounodetusmejoresestrenos…—

Al adivinar la intención de Serguéi, que ya había despegado sus labiosparaseguirsoltandoquejas,algúnqueotroimproperiooalgunamencióninoportuna que exasperaría a Diáguilev, le frenó en seco—. Y ni se teocurrasalirahoraconMoscúoLeningrado,porque,queridoamigo,esteeselmundoreal,nomevengasconhistoriasdenostalgiasyañoranzas.Yaséqueahoramismoloquedesearíasesmatarle,perolacoreografíadeBalanchinevaadarquehablareinspiraráfuturascomposicionessobrelaescena. Y tú deberías entenderlo mejor que nadie. —Serguéi movió lacabezaenseñaldenegación.Sabíaqueaquellacoreografíaibaaenvejecermalyquesupondríaungranescándaloynoprecisamentemotivadoporcuestionesmusicales.

—Estovaaserunescándalo.Loestoyviendo.—ASerguéilecostabaatenderalasrazonesdesuamigo.—¿Escándalo?—preguntóDiáguilevalbordedelacarcajada—.¿Sabes

loqueosódeciruncríticomusicaldeLeFigarocuandovioelestrenodeLaconsagraciónde laprimavera deStravinski con losBalletsRusos enmayo de 1913 en el Teatro de los Campos Elíseos?: «No tiene ningunarelación con lo que nosotros llamamos música». Y seguramente esecretinoignorantesigayendoalteatro,yaquenadiehatenidoelvalorniladecenciadeprohibirlelaentrada.Amigomío,notefíesdeloquepublicalaprensa,muchomenossiesuncríticoteatralquienlohace.—DiáguilevlediounbesoaLinaantesdeabandonarelcamerino—.Disfrutadeléxito.YomevoyaVeneciaadescansarunosdías.Aunqueatumaridoleparezcauna ordinariez —le confió a Lina, pero en un tono lo suficientementeaudibleparaqueleescucharaSerguéi—.Esteforúnculomevaamatar.Amiregresoosllamoyhablamosdenuevosproyectos.Tengoalgoquetevaaencantar.¡Yquitaesacaradepreocupación!Hascosechadounnuevoéxito,¡aquiéndemoniosleimportaquesehayavistounculooquehayansalido bailarines calvos! Disfruta de la vida, Prokófiev. No seas tancondenadamente ruso—dijo, guiñándole un ojo a Lina y besándola denuevo.

Diáguilev no era el único que necesitaba descansar. Los Prokófiev

también ansiabanuna temporadade tranquilidady la encontraron, comoera habitual en ellos, en un acogedor lugar situado a suficienteskilómetros de París para alejarse de un ruido continuo que les impedíaconcentrarseenelsonidodelamúsica.ElproductivoritmodetrabajodeSerguéi les había permitido alquilar una hermosa y espaciosa casasolariega perteneciente a una familia noble, cerca del lago Bourget. Lacasa tenía el nombre de La Fléchère, y nada más verla, Sviatoslav laconcibió como un enorme parque de atracciones en el que jugar yperderseenredadoensusfantasíasinfantiles.Lasescalerasdecaracol,lasdiferentes habitaciones que invitaban a perderse en ellas, el jardínfrondosoenelquealguienhabíacolgadounenormecolumpioqueharíaqueOleg no extrañara el que su padre le había colocado en su casa deParís,lasenredaderasqueencumbrabanlosmurosdelacasaporlasqueelmayordeloshermanosfantaseabacontreparporellas…

Lina estaba convencida de haber encontrado el paraíso en la tierra ypoco le importaron las contrariedades de haber perdido a la cocineracontratada,lanecesidaddeunalimpiezarápidaquepedíaagritoslacasa,la imperiosaobligacióndeacercarsealpuebloparacomprar la ropadecama olvidada en París y realizar la compra de víveres que lainformalidaddelacocinerahabíatruncado.Estabadeseandosentarseenelseñorialjardíndelamansión,ocuparunadesussillaspintadasenblancoytomarseuntéconvainilla,oaúnmejor,unagrantazadecaféconleche.Todo estaba perfectamente planificado. Mientras los niños jugaban,Serguéicomponíayellacontinuaríaclasificando los recortesdeprensa,corrigiendotraducciones,ejerciendodefielconsejeradesumarido,todoello sin olvidar sus clases de canto que, aunque más espaciadas por elajetreo de su vida en los últimos tiempos, no había dejado en ningúnmomento.Allílograríanolvidarsedetodoydisfrutardelavidafamiliarde laque tanorgullososestabansinquenadaninadiepudiera turbarles,algoquesupusieronalestaravarioscientosdekilómetrosdedistanciadela capital.A pesar de ese detalle, no fueron los únicos que pensaron enaquel lugar como refugio de verano. Muy cerca de ellos se habíaninstaladoalgunospersonajesilustresyamigoscomunescomoStravinskiconsufamilia,algoquenoimportóenabsolutoalosProkófiev,apesardelaveladarivalidadentreambos,aunqueenrealidadlesuníaelrespetoylaadmiraciónmutua;lacantanteNinaKoshetz,delaqueLinaguardabauninfaustorecuerdomotivadoporloscelos,queyaeranhistoria,porloquesu presencia no le supuso ninguna contrariedad; o el actor de moda,CharlesChaplin,queaveces,enel transcursodealgunacomidaocena,lesobsequiabaconalgúnespectáculodemimoquecolmabadehilaridadalos improvisados espectadores. Las veladas que surgían de aquellosencuentros estivales resultaban muy agradables. Incluso tuvo laoportunidad de conocer a una de las grandes artistas españolas delmomento, Imperio Argentina, con la que compartió muchos momentosmemorablesydelaqueaprendiómucho.Aquelveranoresultóinolvidablepormuchosmotivos.Lina no se olvidó de invitar a Imperio Argentina a la gran fiesta de

despedidaqueestabapreparandoparacerrarsuperiodovacacional.EstabacontentaporquevolveríaacantarenesarecepciónconamigosySerguéileacompañaríaalpiano.Lociertoesquesuvozestabamejorquenunca.Pensó que quizá tenía que ver con el sosiego que presidía su vida tal y

comolerecomendabanlasenseñanzasdelaCienciaCristiana.Sefelicitópor haber accedido a entrar en esa creencia de la mano de su marido.Había sido una gran decisión que no solo les había ayudado en su vidaartística, sino también en la familiar y en el terreno más íntimo. «Nopenséis en el dolor y él no pensará en vosotros. Es todo cuestión devoluntad».Pero no siempre sucedía así, sobre todo cuando la vida teníaotrosplanes.Unamañanadefinalesdeagosto,Linaregresabadesubañomatutinoal

quesolíanacompañarlasushijos.Serguéitambiénacostumbrabaaunirsealaexpediciónfamiliarcuandosutrabajoselopermitía,peroaqueldíaseencontrabademasiado concentrado en el iniciode la composiciónde suConcierto nº 5. Se había despertado varias veces durante la madrugadaparaescribirsobreunpapelalgunasdelasnotasqueleasaltabanyquenoparecían poder esperar a la mañana siguiente. Cuando eso sucedía,Prokófiev no se levantaba del piano, sus manos no conocían máshorizontequelasteclasblancasynegrasyeraincapazderetirarsusojosdelapartitura.Soloelgritoahogadodesumujereneljardínlogróquelohiciera. Bajó las escaleras de la casa a tal velocidad que temió por suintegridad,perolediolomismo.AlgomuygravedebíasucederleaLinaparaquesugargantasehubierarasgadodelamaneraquelohizo.Cuandollegó juntoaella, laencontróconunperiódicoentre lasmanos.Anteelestadoenqueseencontraba,Serguéibuscóenlashojasdeldiariolarazóndel desgarro de su mujer. No tardó en encontrarlo en un gran titular.DiáguilevhabíamuertohacíadosdíasenelGrandHoteldesBainsdeMerdelLidodeVenecia, dosdías antesdeque se cumplieran tresmesesdelestreno de su último ballet, El hijo pródigo. Necesitó leer dos vecessemejantenoticia.Noeraposible.Debía tratarsedeunerror.No todo loque publicaban los periódicos era verdad. Se lo había dicho el propioDiáguilev la última vez que le vio en su camerino del Teatro SarahBernhardt de París. «No te fíes de todo lo que publica la prensa».Acababandeestarconél,sehabíanemplazadoaencontrarseenunosdías,después del verano, tenía algo en mente en lo que volverían a trabajarjuntos y, de repente, se había ido. Serguéi no fue capaz de reaccionardurante varios minutos. Tampoco encontró el desahogo del llanto. Noteníaesacapacidaddereacción.Nolehabíapasadonunca,perosucabezasevaciódesonidosysellenódeimágenesenlasquesobresalíalasonrisadeDiáguilev en el camerino del teatro dándole a Lina el último de sus

besos,esosconlosquesolíabromearProkófievconociendosunaturalezainocente: «Algunas veces te olvidas de que es mi mujer y que estoydelante.Dejadeembelesarlacontantobeso,quemelaacostumbrasmal».No podía ser. La vida no podía asestarle esos golpes desplegando la

mayordelasinjusticias.Nadaninadieteníaderechoaarrebatarleaunoalas personas que más quería sin dejarle al menos la posibilidad dedespedirse,dedecirlequéhabía significadoensuvidayquégranvacíodejarásuausencia.Envidióunavezmáslacapacidadqueposeíasumujerdedesahogarseatravésdelllanto.Ahoratampocoeracapazdellorar,aunsabiendo que aliviaría la sensación de vacío que le oprimía. El mundoartístico lloraba la pérdida de uno de los mayores catalizadores de laescena teatral y a él la emoción se le resistía. Los que habían cedido alembrujo del creador y verdadera alma de los Ballets Rusos—Picasso,Matisse, Benois, Falla, Ravel, Debussy, Fokine, Nijinski, Strauss,Stravinski, Derain, Braque— se descomponían en llantos y él, sucompañerodelalma,nopodía.Habíadesaparecidolamentemásbrillantedel mundo del ballet y Prokófiev, uno de sus grandes amigos ycolaboradores,noeracapazdederramarunasolalágrima.

La muerte de su amigo le afectó más de lo que creyó. Se sintió

huérfano.Queeldestinolehubierapuestoaaquellapersonaensucaminohabía cambiado su vida. No solo había sido su amigo. Había sido suconfidente,suprotector,elperfectocompañerodetrabajo.Sinohubierasido por él, Serguéi no habría compuesto ni estrenado muchos de susgrandes éxitos. Y, desde luego, era uno de sus principales vínculos deuniónensuprocesocreativoconEuropayEstadosUnidos.HabíasidosucordónumbilicalconParís,Londres,Bruselas,Viena…yahorasehabíaquedadosolo,sinlafigurapaternaquerealmenterepresentabaparaél.Serguéi no podía evitar pensar en la muerte de Diáguilev, en que su

últimoproyectojuntosfueraElhijopródigoyenlasinsistentesllamadasque seguían produciéndose instándole a regresar a Moscú. El destinoparecíaempeñadoenhilaresostressucesos.Lacabezaestabaapuntodeestallarle.Nuncahabíasidoamigodeinterpretarlasseñalesqueleenviabalavida.Preferíacerrarlosojosymartillearlasteclasdelpianoparaquela música acallara y amordazara las elucubraciones que encerraban suspensamientos.

EntodoesopensabacuandoregresabaconsufamiliaasucasadeParísdejando atrás la idílica mansión de La Fléchère. Había sido un veranodemasiado agitado y todo hacía pensar que el otoño y el inviernoveniderosseguiríanesamismalínea.Serguéiconducíaconlavistapuestaenlacarretera.EsedíaibaespecialmentecalladoyesemutismonoteníaqueverconqueOlegySviatoslavfuerandormidos,elprimeroenbrazosdelaniñeraElsayelsegundorecostadoenelasientotrasero.Sentadaenellugardelcopiloto,Linatambiénparecíasumidaensuspensamientos,enlofelizquehabíansidolosúltimosmesesestivalessinofueraporlatristenoticia del fallecimiento de Diáguilev, que no lograba quitarse de lacabeza.¿Cómoeraposibleque lavidadieraesosbandazos imprevistos?¿Cómo podía cambiar todo en apenas un segundo? ¿Cómo desaparecíauna persona de tu vida cuando apenas te habías despedido de ella? ¿Porqué era todo tan injusto? Ni siquiera tuvo tiempo de pensar en unaapropiada respuesta a sus reflexiones retóricas cuando una violentasacudidahizoquesumundosetambaleara.Sinentendermuybienloqueestabapasando, observó cómo la carretera desaparecía ante sus ojos, superspectivacambiababruscamenteacadasegundo,loscristalesdelcochese rompían, convirtiéndose en una lluvia punzante despeñándose sobreellos, y el automóvil dabavueltas sin cesar.Sintióun fuertegolpe en lacabeza,loqueleimpidióapreciarsilaimagendesuhijomayorsaliendodisparadodelvehículoatravésdelparabrisasdelcocheyprecipitándosesobreelasfaltodehormigónavariosmetrosdedistanciaerareal.Todosucedió a cámara lenta, como en una película, pero con la agonía ácidaque deja una pesadilla en un cuerpo indefenso y anestesiado por larealidad.El coche en el que viajaba la familia Prokófiev había sufrido un

aparatoso accidente debido al mal estado de una rueda. El mismoneumáticoquehabíaestadoobservandoSerguéiunosdíasantesdeiniciarel viaje de regreso y que le obligó a llevarlo al taller para que seasegurasendequetodoestababien.Noloestaba,peronadiepareciódarsecuenta hasta que el vehículo perdió la rueda y se vio metido en untorbellino de vueltas de campana que parecía no tener fin. Aunque, enrealidad,lotuvo.

16

«Prokófievhamuerto».Así recogieron algunosde los principales diarios rusos la noticia del

accidente automovilístico sufrido por Serguéi y su familia a pocoskilómetrosdeParís.Loque realmente sucediópodíacalificarsedemilagro.Alperderuna

de sus ruedas, el coche volcó y quedó boca abajo en la carretera, endirección contraria a la marcha, lo que pudo haber provocado que lacatástrofe fueramayor ante la inminente circulación de otros vehículos.Pero el llanto desconsolado de Sviatoslav, que había quedado tendido avariosmetros de distancia sobre el pavimento con variasmagulladuras,aunque ninguna de ellas grave, alertó a los conductores que seapresuraronaauxiliaralafamilia.Serguéiyacíainconscientedentrodelcoche,conlasmanosdañadas.Linahabíarecibidounfuerteimpactoenlacabeza que le había cubierto de sangre el rostro e hizo sospechar a losmédicosque le atendieronque las heridasde la cara le haríanperder elojoderechoysuvisión.ElpequeñoOleg fueelquesaliómejorparadogracias a su niñeraElsa, que tuvo el reflejo de abrazarle formando unaespecie de coraza que le protegió de los golpes. Ella resultó herida degravedadenbrazosypiernas.Necesitaronunlargoperiododeconvalecenciapararecuperarsedesus

heridas. A Serguéi, más que la severa conmoción cerebral que habíasufrido,lepreocupabansusmanosylafaltadesensibilidadquemostrabandurante los primeros días. Para su tranquilidad y la de todos, susextremidades recuperaron lamovilidad en apenas dos semanas, en partegracias a la cabezonería del propio compositor por ejercitarlas y noabandonarlas al reposo que le recomendaban los médicos. FinalmenteLinanoperdióelojonisuvisión,yensuhermosorostronoquedómáshuella de la tragedia que unas magulladuras que desaparecieron con elpasodelosdías.Fueellaquienseencargódehablarconlosamigosdesumarido en Moscú y tranquilizarles sobre el estado de salud delcompositor.Le impresionóconocerquehabíanconfirmadolamuertedeSerguéi.Aunquesedebieraa laprecipitaciónperiodísticapor la faltade

informaciones, el titular publicado le dejó una extraña sensación en elcuerpo.Durante el procesode recuperación,Serguéi tuvomucho tiempopara

pensar en los últimos acontecimientos e incluso en los que estaban porvenir. Especialmente en estos. Las invitaciones desde laUnión Soviéticacada vez eran más insistentes, aunque algunas hablaran de falta depresupuestoodeunretrasoinoportunoenlafechadeunposibleestreno.Eran casi tan perseverantes como los mensajes que le hacían llegaramigos como Meierhold advirtiéndole de los cambios que estabasufriendo su país y no precisamente para bien. Los Prokófiev habíannotadodesdehacíauntiempoquelascomunicacionesconsusamigosdeMoscú no eran tan continuas ni mucho menos abiertas como antes. Lallegada de cartas se había espaciado, y cuando por fin las recibía, eranfrías,brevesy sinelapasionamientopropiode suscolegas.Lasmisivasdejaron paso a los telegramas y estos fueron sustituidos por mensajesverbalesqueveníandebocadeterceros.Perotodosinsistíanenlomismo.LascosasenlaUniónSoviéticahabíancambiadoylasituacióndealgunosdesuscolegasyconocidos también.Derzhanovskiestabaapuntodeserdespedido por lamisma razón que le había dichoMeierhold durante elincidente del encarcelamiento deShurik, el primo deSerguéi. «Siemprehay alguienque consideraqueno eresdemasiado comunista si tercias afavor de un enemigo del pueblo». Miaskovski era de los pocos que seresistía a privar a susmensajes de la suficiente claridad. Siempre habíasido directo y franco, aunque algunas veces aquella sinceridad resultaradolorosa.«¿Porquévasavenir?Ysobretodo,¿paraqué?Aquílascosashan cambiado y los quemueven los hilos de la cultura también. Siguenpensando que eres un genio, pero descalifican tumúsica. Dicen que tusnuevas obras han caído en la frivolidad, en los personalismos, que noaportannadaalpuebloruso,másbienalcontrario,quelointoxicanyloempobrecen.Piénsalobienantesdetomarunadecisión».Lasadvertenciasde Meierhold compartían el mismo espíritu de cautela. «Si vienes, teobligaránahacermúsicapolítica.Ytúnoestáshechoparaeso,amigo.Lotuyoesotromundo».Apesardelaobviedaddelosmensajesdesuscolegas,alosquepronto

se unieron, en elmismo sentido, los consejos de otrosmuchos amigoscomo Boris Asafiev, Pavel Lamm o Aleksander Mosolov, Serguéi seresistía a creerlo. Su manera de componer y su música no habían

cambiadopormuchoquelohubieranhecholasautoridadessoviéticas.TeníasobrelamesaelcompromisodeviajaralosEstadosUnidosya

Cuba para representar una serie de sus conciertos y acudir a variosestrenosdesusóperasyenalgunosdeesoscompromisosleacompañaríaLinaconsuvoz.Peroantesdecumplirconsuagendaamericanatomóunadecisiónqueveníamadurandodesdehacíatiempo.RegresaríaalaUniónSoviética.Seríaunviajecorto,deapenasveintedías.Preferíairsolo.«Vaaserpocotiempo.Nomerecelapena.Resultaríademasiadocansadoparati.Además,todavíadebesrecuperartedelassecuelasdelaccidente».Nolesorprendióencontrarsoloasusamigosmásíntimosesperándole

enlaestacióndetrendeMoscú.Habíapedidoquenoseorganizaranactosoficiales a su llegada y encontró la excusa perfecta argumentando queestaba cansado y dolorido porque todavía se hallaba en periodo deconvalecencia. No era del todo cierto, pero no podría soportar pesadasceremonias gubernativas. Ymuchomenos sin Lina a su lado, que solíahacer todaesaparafernaliamuchomás llevadera,aunquesolo fueraporlosmomentosposteriores a los actos en losquehacíanun repasode lovividoentrebromasyrisas.Estabantodosalosquenecesitabaverydarunabrazo.Miaskovski,Meierhold,Derzhanovski,Maiakovski,AsafievyLamm. Todos se mostraron felices de comprobar que el accidente nohabía dejado en él las secuelas con las que la prensa soviética habíaempezado a intrigar. Le acompañaron al hotel donde se alojaría, en esaocasiónbastantemásmodesto,yaquenohabíainvitaciónoficialy,comolerecordaron,lascosasestabancambiando.Pero los rostros de preocupación vinieron días después, cuando le

comentaronqueelpartidohabíacomenzadoaponerenprácticaunaseriedepurgasqueestabansembrandoelmiedoentrelapoblacióny,loqueleresultómásextrañoaSerguéi,entrealgunosmiembrosdelpropiopartido.«No sé, tampoco te queremos asustar, no sabemos muy bien qué pasa.Pero la gente desaparece y no se vuelve a saber nada de ellos. Cuandohablasconalgunoscamaradas,tedicenquehanhechounviajealnorteoquehancometidoalgún tipodefaltay leshanmandadoa losUrales.Esalgoquenosconfirmansuspropios familiares,pero lohacen sinpoderdesprenderse elmiedo de lamirada». Serguéi pudo comprobar que eraverdadloquelecontabancuandosepusoencontactoconsufamiliayledijeron que su primo Shurik, que había salido de la cárcel gracias a sumediación,habíasidotrasladadoaSiberia,segúnellos,«porprecaución,

para tenerlecontroladoyquenosemetieraenmásproblemas».Pero lanoticiaquemáslesorprendiófuecuandoledijeronqueelhermanastrodeSerguéiDiáguilevhabíasidoejecutadoenelcampodetrabajosforzadosde Solovki, al que fue enviado tres semanas después de la muerte delcreadordelosBalletsRusos.—¿Ejecutado?—preguntó,sinpoderasimilar loquelecontabanentre

susurrosyutilizandomáslasmiradasquelaspalabras—.Pero¿porqué?—Nolosabemos.Nadielosabe.—Ni que hiciese falta una razón… —respondió Miaskovski. Era su

habitual manera de hablar, de forma descarnada y directa, dejandocomentariosamediavozenmitaddeunaconversación—.Alparecerlesllevanparatrabajartalandoárbolesyextrayendomaterialesdelasminasparaayudaralaeconomíadelpaís.Oesodicen.Ellosprefierenllamarloestancia en una granja o campamento correccional para contribuir a lagloriosa construcción del socialismo en nuestramadre patria. Creo quesonesaslaspalabrasexactasqueutilizan.Podía haberle dicho lo que se empezaba a comentar en la calle, que

aquel lugar eraunode losprimeros camposde trabajos forzadosdeungransistemadeexplotaciónpuestoenmarchaporlaDirecciónGeneraldeCampos,quemástardeestaríaenbocadetodoscomogulag.

Durante su visita, Serguéi quiso pasear por las calles de Moscú y

Leningradoparaversielambientequese respiraba reflejaba lahistoriademiedos,intrigasylacadavezmáscrecientedesconfianzaquelehabíanrelatadosusamigos.Laverdadesquenoteníaunareferenciarealconlaque compararlo, ya que en su primera visita prácticamente no se habíaapeado del coche oficial. También hubo todo eso en ese segundo viaje,peromuchomásrelajado.Insistíanenquererleenelpaís,ensudeseodeestrenar sus obras, en la imposibilidad de pagarle todo lo que su arterequeriría,pero leasegurabanqueno le faltaríadenada.«Por supuesto,libertaddemovimientos»,era la frasecon laquesiemprecontestabanalrequerimiento que más preocupaba a Prokófiev. De nuevo las palabrasmágicasque lehacían reaccionaryborrar todadudaycontroversiaquepodían haber sembrado las conversaciones con sus amigos. Sabía quequeríanprotegerle.Leconocíanytemíanquesurebeldía,suespíritulibrey su carácter independiente no encajarían en la nueva Unión Soviética.

Pero él mejor que nadie sabía lo que debía hacer y en qué escenariollevarloacabo.Lohabíahechotodasuviday,hastaentonces,nolehabíaidomal.

Sentado en su butaca, resguardado del mundo en el interior del

departamentodeltrenquelellevabadevueltaalosbrazosdeLinaydesushijos, no pudo evitar un sentimiento de tristeza por abandonar su paísnatal.Aquel viajenohabíadejado en él la huella del realizado en1927,pero pensó que se debía a que su mujer no le había acompañado. Laechaba de menos. Sin ella, nada era igual. Evitó dejarse llevar por unromanticismo del que no solía hacer gala demasiado a menudo. Eraconsciente de que la situación enMoscú había cambiado.Y lo sabía nosoloporloquelehabíancontadosusamigos,sinoporloqueescuchabayleíaenlaprensaoccidental.LaNuevaPolíticaEconómicahabíaresultadoun fracaso y Stalin tenía diseñada una nueva estrategia que consistía eniniciar la nacionalización de las principales empresas que le aseguraríauna rápida y controlada industrialización del país, y la colectivizaciónforzosadela tierra.ParaellohabíacreadolaComisióndePlanificaciónGeneral del Estado, el Gosplan, que puso en marcha el primer planquinquenal.Rusianoteníaunpasadohalagüeñoalquemirarparaseguiradelante:susalidade laGranGuerrahabíasido interpretadapor todoelmundo como una derrota, su revolución, la guerra civil rusa, la guerravivida contra Polonia que dio al traste con los sueños revolucionariosrusosdeextenderlarevoluciónatodaEuropa,comomástardepasaríaenHungría y Alemania, y más recientemente la ruptura de relaciones conGran Bretaña en 1927. Por eso, Stalin pensaba que la Unión Soviéticadebíamirarhaciaelfuturoparaencontrarsoluciones.Permanecióconlosojoscerradossinprestaratenciónalpaisajenevado

que se extendía en el exterior.Ya lo conocía y prefería centrarse en suspensamientos.Enunintentodejustificarlainsatisfaccióndeaquellabrevevisita, Serguéi pensó que la inestabilidad estaba afectando a todo elmundo, comenzando por Estados Unidos, donde la Gran Depresiónempezabaaderrumbarlotodo.Eltraqueteodeltrenlehizoentrarenunaespeciedemodorraonírica.

Siguiendo el cadencioso balanceo y sin sabermuybien por qué, recreómentalmente uno de sus encuentros con Maiakovski en el que estuvo

especialmente creativo. El poeta y publicista se empeñó en explicar lalongitud de un tonto.Meierhold ya había oído aquella teoría en algunaocasión, pero participó del juego porque le parecía ingenioso. «Essencillo.Bastaconintroducirenelbolsillodelachaquetadelamigounabobinadehilo,asegurándosedequeelextremodeesteasomeporelojalde la americana—explicabamientrasmostraba élmismo lo que decíansuspalabras—.Luegovendráalguienque,alverque tieneunhiloen lachaqueta,intentequitárselo.Tiraráytirarádelhilohastaquesedécuentadeloquerealmenteocurre.Solotendremosquemedirlalongituddelhiloparasabercuántontoeselamigo.Probadlo,nuncafalla».Serguéi cayó en un sueño profundomientras daba vida a la parábola

sobrelalongituddeltontoideadaporMaiakovski.LedabapenaabandonarMoscúsinsabersiesoleconvertíaenuntonto.Aunquenolegustaraviajardurantedíasabordodeunbarcocruzando

elAtlántico,sealegródeembarcarenelBerengariajuntoaLinayaotroscompañerosyamigoscomoRachmáninovque sedirigíana losEstadosUnidosparacumplirconsuscompromisosartísticos.Elinsistentevaivéndelbarcohizoqueel estómagodeSerguéino lepermitiesedisfrutardeagradablespaseosporlacubiertadelBerengaria,porloqueLinatuvoqueconformarse,almenoshasta llegaralecuadordelviaje,conelbrazodeRachmáninovcomoúnicoapoyo.LagiraamericanadiomuchassatisfaccionesaSerguéi,aunqueLinano

pudodecirlomismo,yaquesuvozvolvióaquebrarse,sufriendoafonías,limitacionesy ronquerasque le imposibilitarondar todo lomejorde sí.Pero al menos tuvo la oportunidad de conocer a personas muyinteresantes,comofueelcasodelaactrizGloriaSwansonenLosÁngelesodelpoetaFedericoGarcíaLorcaenLaHabana.Disfrutóespecialmenteconesteúltimoencuentro.Admirabaalgranpoetagranadino,peroloquenopodíaimaginar,aunquepodíahaberlohechoperfectamenteporqueerabastantehabitual,fuequeestesedeclaraserendidoadmiradornosolodela música de Prokófiev, sino especialmente de su peculiar manera deinterpretarla. García Lorca asistió a varios de sus conciertos en la islacaribeñayademásseacercóalhoteldondeseencontrabanalojadosparaexpresar su admiración. «Esas manos son de oro», comentó, unaapreciaciónqueSerguéiagradecióentrebromas,porquealasalidadesu

multitudinario concierto había podido escuchar cómo algunos de losasistentesdecíanque«el ruso tocacomoun loco».Linaconocía laobradelgenioandaluzylaencontrabapasional,racial,temperamental.«¿Estásseguradequenonaciste enCórdobao enGranada?Esabelleza tuya esdemasiado andaluza para haber nacido enMadrid», le confiaba el poetamientrasdegustabanunrefrescodecañadeazúcarenlaterrazadelhotel.No pudo evitar que su estancia en la isla le resultara especialmente

emotiva por los recuerdos que guardaba de aquel lugar donde vivió depequeña junto a sus padres durante una corta temporada. Todavíaatesoraba entre sus efectos personales la fotografía que se había hechoJuanCodina,vestidoconuntrajeblancoyconunsombrerodepaja,pararegalárselaasuhijaantesdequeregresarajuntoasumadrealosEstadosUnidos, ya que durante un tiempo estarían separados hasta que Juanterminara sus compromisos laborales. El recuerdo le resultó doloroso.Sabía que su padre no se encontraba bien. Desde hacía tiempo teníaproblemasdecorazónyapesardelomuchoquelehabíaninsistidotantoellacomoSerguéi,sehabíanegadoarecurriralaCienciaCristiana.El viaje fue intenso, altamente productivo, aunque en suúltimo tramo

resultóalgocansado.Noquisieronregresaracasaconlasmanosvacíasparasushijos.Linaencontróel regaloperfectoenunode los tenderetesquehabíaenlaestacióndetrenpróximaaNuevaOrleans.Encuantoviolaalfombra que imitaba un divertido boceto de vacas, supo que sería delgustodeSviatoslavyOleg.Noseequivocó.Esaalfombraocupóunlugarmuyespecialentrelascamasdelosdoshermanos.El regalo lesencantó,perohabíaotroqueaSviatoslav le ibaagustar

muchomás.Porprimeravezveríaasupadreactuarenunescenario.LinalellevóapresenciarelConciertonº3deProkófiev.Eraimposiblesaberquiénestabamásnervioso.Sielpequeñoqueocupabaunabutacaenlafilacuatrodelteatro,oelcompositorypianistaquedirigíaytocabaelpianoyquenopodíadejardemirarhacialabutacadondeestabasentadosuhijomayor. Lina no recordaba haberle visto tan distraído nunca, pero aquelajetreodemiradasnoafectóenabsolutoaléxitodelconcierto.Sinembargo,alllegaracasa,elsemblantedefelicidadenelrostrode

Serguéisemarchitó.Habíauntelegramasobrelamesadelaentrada.EradeMiaskovski,elúnicoquenuncahabíatenidomiedonimostradocautelaante la palabra escrita y enviada a una dirección extranjera, aunque eldestinatario tuviera un nombre tan ruso como Prokófiev. La lectura de

aquelbrevemensajelemudóelcolor.ElpoetaMaiakovskihabíamuerto.«Suicidado», decía exactamente el mensaje. Mantuvo su mirada enaquellas nueve letras que parecían nueve notas mal encajadas en unpentagrama ajeno a ellas. Apenas había terminado de leerlo, sonó eltimbre de la puerta de su casa. Era su amigo el ajedrecista y escritorZnosko-Borovski, con una expresión de abatimiento esculpida en elrostro, al que había enviado Boris Asafiev para comunicarle la noticiaperoalgomásampliada.Elpoetahabíadejadounacartaantesdequitarsela vida con una pistola Browning de fabricación española en suapartamento del pasaje Lubiansky: «Lo difícil no es morir, sino seguirviviendo». Todo era un misterio. Había tenido problemas con lasautoridades, que decidieron censurarle algunas de sus obras. En losúltimos tiempos venía recibiendo duros ataques, como la crítica teatral«Sobreloscaprichosdelizquierdismo»asuobraLosbañoseneldiarioPravda, donde decía que «la intelectualidad pequeño-burguesarevolucionaria,queseunióalproletariadocuandoyasehabíadefinidoyestablecidofirmementesuvictoria,comienzaasentirselasaldelatierra.Desconectada del pasado proletario, de su tradición de lucha, laintelectualidad tiende a considerarse como más a la izquierda, másrevolucionariaqueelproletariadomismo.Nocabedudadequeoímosunafalsanota izquierdistaenMaiakovski».Vivió tambiénalgunos incidentescallejeros,comoundesagradableencuentroconvariosuniversitariosquele increparon porque no entendían sus obras. «Cuandohayamuerto,meleeréis con lágrimas en los ojos», les contestó. Pero la versión oficialapuntaba a un desengaño amoroso que sus amigos no creían. Znosko-Borovskitendiósumanoparaentregarleunacopiamanuscritadelacartaquehabíadejadoantesdesuicidarsedeundisparoenelcorazón.

¡Atodos!Noseculpeanadiedemimuertey,porfavor,nadadechismes.Lili, ámame. Camarada gobierno, mi familia es: Lili Brik, mi madre, mis hermanas y

VerónicaPolonskaya.Siseocupandeasegurarlesunaexistenciadecente,gracias.Porfavor,denlospoemasinconclusosalosBrik,elloslosentenderán.Comoquiendice,lahistoriahaterminado.Elbarcodelamorsehaestrelladocontralavidacotidiana.Yestamosamanotúyyo. Entonces ¿para qué reprocharnosmutuamente por dolores y daños y golpes recibidos?Suertealosquequedan.—Nohasidoporundesengañoamorosocomoquierenhacernoscreer.

Maiakovskinosehasuicidado.Todossabemosquenohasidoeso.La mirada de Znosko-Borovski contenía la información precisa que

parecía negarse a verbalizar, pero Serguéi estaba demasiado impactadoporlainesperadanoticiacomoparapensarsiunapersonapodíaquitarsela vida por reveses artísticos, por críticas infundadas, por maniobraspolíticas o porque alguien le había roto el corazón.Lina intentó calmarlosánimosyeldesasosiegopreparandocafé,aunquenotardóenentenderloabsurdodesuofrecimientocuandoloquenecesitabalaturbacióndelosdoshombreseraunpocodevodka,quenotardóenservirlesyalqueellase uniría también. La muerte de un amigo siempre sacude el alma,especialmentecuandoaconteceenladistancia,sinposibilidaddeabrazar,mirar y consolar a quien queda. Y en los últimos tiempos sucedía condemasiadaasiduidad.

Aquel mensaje no contenía únicamente la noticia del suicidio de

Maiakovski.Denuevolasmismasadvertenciasdesusamigos.«Novengasa Rusia. No vengas», que, sin embargo, parecían voces remotas anteaquellasqueleinstabanaabandonarParíseinstalarseensupaísnatal.ElúltimoenhacerlofueeldramaturgoAleksanderAfinoguénov,quellegóaParís casi un año después del suicidio deMaiakovski, el 14 de abril de1930, al encuentro de Prokófiev y acompañado de su esposaestadounidense, que había sucumbido a los ideales revolucionariossoviéticoscontalfervorquepodríadarleclasesalpropioStalin.El entendimiento entre los dos matrimonios fue inmediato hasta el

punto de compartir varios viajes por Francia. El mensaje que traíaAfinoguénovhablabadeunanuevaoferta.—Quiero que componga conmigo una nueva ópera de la que todo el

mundohable.Algogrande,Prokófiev.Unagranobrasoviéticaantelaqueelpúblicovibre,seemocioneynopuedareprimirsusganasdelevantarsedesusasientosparaaplaudirantesinclusodequefinalice.¿Quémedice?LasonrisadeSerguéifuelarespuestaesperada.—Algogrande, sí,peroconstructivo, tremendamentepositivo.Música

desprendiendo vida en cada nota. No quiero más dramas.Me gusta esaidea.Trabajemosenella.EldramaturgoleregalóunejemplardesuobradeteatroMiedocomo

originalformadesellarunacuerdo.Serguéi continuaba demasiado centrado en su música, llevando los

Conciertosparapianonº3ynº5,Elpatitofeo,ElbufónoElhijopródigo

porlosteatrosdeBerlín,Viena,Praga,Bruselas,Londres,Varsovia,Niza,Budapest,Ámsterdam,Barcelona,Madrid,Valladolid,Casablanca,Boston,Chicago,París…Demasiadoocupado,quizá,paraadvertirlasseñales.Elmundo se rendía a sus pies y él solo podía pensar en rendirse a laspromesasprocedentesdelatierradelhielo.

«Cuando llegas a la Unión Soviética, la primera impresión es gris,

pero bajo esa capa gris, poco a poco van distinguiéndose carasinteresantes e inspiradoras».LaspalabrasdeProkófiev siempre sonabanmástiernasyauténticascuandoleganabalabatallaalanostalgiaypisabatierrarusa.ALinalegustabaelmelodiosotonoqueadquiríalavozdesumaridoensusvisitasalaUniónSoviética,comoaquellade1933.Serguéi había llegado con tiempo para observar la multitudinaria

marchadelPrimerodeMayoporlaplazaRoja.Observandoelfervorquemostrabaelpueblo,sucabezase llenódenotasqueapuntabanalposibleproyectodeunanuevasinfonía.Enesemomentoeraajenoalverdaderodrama,alaauténticarealidadquesevivíaenlascallesdeMoscú,dondesehabía realizado una limpieza de ciudadanos dañinos, en palabras delpropioStalin,que ibancontraelespírituy la imagende la revoluciónydelordensoviético.Llevabandíasdeteniendoydeportandoatodapersonaque estuviera en la calle sin el pasaporte o la documentación quedemostrara su identidad.No solodetuvieronavagabundos,personas sinhogar,campesinosquehabíanabandonadoelcampohuyendodelhambre,especialmentedeUcrania,sinoalosqueelpartidodenominabaejemplaresciudadanos soviéticos que habían salido a comprar pan, cigarrillos o arecoger a unos amigos y se habían dejado la documentación en casa,mujeresembarazadasqueregresabandelmédicooquehabían idoaporalgún artículo a la farmacia, o viajeros que se encontraban de paso porMoscú, incluso niñas de diez y doce años que esperaban sentadas en elbancodelaestacióndetrenaquesumadreregresaradelatiendadondehabía ido a comprar un poco de pan para el viaje. Estaban en la calle,solosysindocumentación,yesaerarazónsuficienteparaconsiderarloscriminales curtidos y deportarlos. Al menos ese era el criterio de losfuncionarios del estado policial en el que se había convertido la UniónSoviética, a quienes solo les preocupaba cumplir con la cuotas dedetención y destierro ordenadas desde el gobierno deStalin.Nada sabía

Serguéidequeenesosmismosmomentos,enmayode1933,mientrasélobservabaelmantorojodeldesfiledelPrimerodeMayoenlaplazaRoja,seestabaproduciendounflagranteejemplodelapolíticadedeportacionesmasivasconladetencióndemásdeseismilpersonas,hombresymujeres,acusados de ser «elementos desclasados y socialmente dañinos» para lamadrepatriayquefuerondeportadosalterritoriodeTomsk,enSiberia,yposteriormente a la isla Nazino, a ochocientos kilómetros al norte deTomsk, donde fueron abandonados a su suerte, amerced del hambre, yque protagonizaron uno de los sucesos más aterradores y difíciles decreer incluso para la comisión de investigación que se puso enfuncionamiento en septiembre de 1933, gracias a una denuncia delinstructor del PCUS, Vasily Velichko. Llevados por el hambre, que nosaciaban con las raquíticas raciones de harina y aguaque les facilitabanlos guardias, algunas personas decidieron matar a otras, especialmentemujeresjóvenes,yconvertiralgunaspartesdesucuerpoenalimento.Enalgunos casos ni siquiera esperaban a que fallecieran. Les cortaban losmúsculos,lospechos,laspartesmástiernasdelcuerpo,órganoscomoelhígadoo lospulmones,queasabane incluso ingeríancrudos.Sepodíanvertrozosdecarnehumanaenvueltosentrapos,colgadosdelosárbolesoenterradoscercadelaorilladelrío.LaisladeNazinocambiósunombreporelmásgráficoyaterradorde«isladelosCaníbales».Serguéiescuchóalgunosrumores,comolohicieronmuchosmiembros

importantes del Politburó y del partido, gracias a la carta de Velichkodirigida personalmente a Stalin para denunciar los hechos. Pero decidiócentrarse en su mundo, en el que insistentemente se confinaba paramantenersealejadodelexterior,delapolítica,delosrumores,detodoloquenofueramúsica.LinallegósemanasmástardeaMoscú,despuésdeunalargaesperapor

partedesumarido,impacienteporqueseunieraprontoaél.Mientrassedirigía al hotel donde hacía unas horas acababa de dejarla para queterminaradearreglarseparaunanochedeestrenoenelTeatroBolshói,dudósicontarle lashistoriasquedurante lasúltimassemanasmuchos lehabían relatadosobre lasdesapariciones, lasdetencionesy lapolíticadedeportaciones. Decidió no hacerlo. No quería preocuparla. Ya habríatiempoparamanteneraquellaconversacióncuandotodosecalmara.Linahabíaelegidouneleganteaunquesencillovestidonegro,obrade

suamigaCocoChanel,queconseguíadespertarlaadmiracióndetodoel

que lo contemplaba. Sobre él caían elegantemente sus inseparablescollares de perlas, de las que difícilmente se podía desprender. Era suaccesoriopreferido,comotambiénloeraeldesucreadora.Linacumplíael prototipo perfecto de la mujer en los patrones de Coco: delgada,femeninayelegante.Sabíaqueelvaticiniodelamodistasobresucreaciónennegro,lapetiterobenoire,no teníavisosdecaerenel fracaso.«Estevestidonegroestarámásalládelespacioydeltiempo»,lehabíadicholagranmodistaparafraseandoloquesolíadecirProkófievsobresumúsica.Estaba convencida de la verosimilitud de ambos pronósticos. Le costódejarenelhotel lanuevaadquisicióndeChanel,unaprácticayelegantecarteraenbandoleradecueromatelasséquelamodistahabíacreadotresañosantes.Perolanocherequeríaotroestilodebolso,unomáspequeño,queocupase susmanosaunquedejaraunadeellas librepara recibir lossaludosyelbesamanos.Nosabíamuybienquétipodeespectáculoestabanapuntodever,peroSerguéiparecíaemocionadoante laoportunidaddepoderescucharanuevosyjóvenestalentosdelamúsicasoviética.Sequitósueleganteabrigodepañoceñidoparcialmentealcuerpoalaalturadelacintura y cediendo protagonismo a los hombros después de marcar laespalda. Se encontraba cómoda con aquel vestido negro. Pudo haberelegido una creación de Nina Ricci, que acababa de abrir su tienda enParís. PeroCoco era Coco.Apuesta segura. Para qué arriesgar. Lina sesentíaobservadaylegustaba.Lucíahermosaconsumaquillajeperfecto,sobreunatezligeramentebronceada,enparteporsutonodepiel,enparteporelsol.Resaltabaelcarmínrojodesuslabiosylasondasensupelo,que definían su perfecto óvalo facial. Sintió un ligero estremecimiento.Hacíaalgodefríoenel interiordelTeatroBolshói,peroesonolehizoperder la sonrisa.Paseó susojos color azabachepor todos los rinconesdel recinto hasta que se topó con una mirada que le atravesó como unafiladocuchilloenmitaddelcorazónehizoquelamuecaensuslabiossecontrajera. Minutos antes, en el hall del teatro, había escuchadocomentarios sobre la posible asistencia de Stalin. No les había dadoningunacredibilidadporqueeraalgoquesiempresedecíaperoraravezocurría.Sinembargo,aquellanoche laamenazasecumplió.Fueduranteelintermediodelaobra.LafiguradeStalinaparecióinesperadamenteenel palco principal del teatro, ubicado frente al escenario. Durante unossegundos,Linamantuvolamiradaallídersoviético,quedecidióhacerlomismocon ella.El duelo visual se saldó a favor delHombredeAcero.

Ningún nombre hacía tanta justicia a una persona. Sobresaltada por elimprevisto y penetrante encuentro visual, no pudo evitar apartar sumirada, como si acabara de recibir una sonora bofetada. Durante unosinstantesnofuecapazdereaccionar.Fuecomosilearrojaranácidoalosojos. No supo explicar lo que pasó. Notó que el sudor empapaba suespalda.Sefrotólasmanos.Estabanheladascomolamiradaqueacababade esquivar. Ella no tenía la facilidad de Serguéi de obviar las señales.Pudonotarcómosucorazónseestremecía.Miróasuizquierdaesperandoencontrar,estavez,lamiradacómplicedesumarido.PerolosojosazulesdeProkófievmirabanenotradirección,alescenario,comosiempre.AquellanocheIósifStalinyaconocíalosresultadosdelacomisiónde

investigación creada en septiembre de 1933 para esclarecer los hechosacaecidosenlaislaNazino:delosseismildeportados,cuatromilhabíanmuerto.QuizáporesolamiradadeIósifStalineratanfría,porqueyanoquedabavestigiodevidaenella.No fue la única vez que el matrimonio Prokófiev accedía a las

invitacionesde laUniónSoviéticaparaofrecer conciertos, participar develadasmusicales o en concursos de nuevos talentos de lamúsica rusaorganizadosporeldiarioPravda.Eranviajescortos,denomásdedosotres semanasdeduración, loque solía ajustarsemás a su ritmodevida.Hastaqueundíarecibieronunofrecimientoespecial:pasarelveranode1935 invitados en una casa de reposo que tenía el Teatro Bolshói enPolénovoadisposicióndelosartistasrusosmásimportantes.Lesparecióbuena ideayademás llegabaenunbuenmomento.Enese lugarSerguéituvoocasióndedescansar,dar largospaseos,nadaren lasaguasdel rioOká,jugaralajedrez,altenis,alvoleibol,yocuparlasprincipaleshorasdel día en componer su nuevo ballet, Romeo y Julieta. Tambiénaprovechabaparacompartiruntéyunabuenaconversaciónconalgunosde sus colegas allí reunidos, especialmente con Shostakóvich, que leparecía unode los compositores conmayor talentoymejor trayectoria.Lina retrasó su llegada. Su padre acababa de fallecer después de unosmesesdesufrimientodebidoasusproblemascardiacosyasuinminenteceguera.Lapropuestadepasar elperiodoestivalde1935había surgidode las

autoridades musicales de Moscú a través de Afinoguénov. Querían queProkófievpudieracomprobarelescenariodetranquilidadydelibertadenel que transcurriría su creación artística en caso de trasladarse

definitivamentea laUniónSoviética.Paraellohabilitaronespecialmenteparaélunacabaña losuficientementealejadadeledificioprincipalde lacasa de reposo, con el fin de que el compositor gozara de laindependencia y el silencio deseado. La pintaron de blanco, laacondicionaron por dentro con muebles nuevos y procuraron que nofaltaradenadaen ladespensa, especialmente las fresasy la leche frescaporlasqueSerguéisentíaverdaderadevoción.«Aquítodoparecetenerunsabormásintenso,másauténtico»,decíamientrascontemplaba lasaguasdel río Oká, situado a pocos metros de la casita. Todo detalle, todoesfuerzo era poco para obtener la conformidad del genio de Sontsovkadurantetantotiempobuscada.—¿Peroquétienequepensar?¿Acasonovecómoestáelmundo?Yose

lo diré: a punto de estallar.—Uno de losmiembros de la dirección delpartido se había trasladado expresamente para compartir una tarde conProkófiev,encompañíadeLinaydeAfinoguénov—.Comprendoqueen1927pensaraqueenParís sevivíamejor.Peromire lapodredumbredeOccidente, Prokófiev. Desde que Estados Unidos contagió al mundo suGranDepresiónde1929,Europanolevantacabeza.EnsuqueridaFranciahahabidocincogobiernosendosaños.Ypocosmeparecenteniendoencuentalainflaciónqueasfixiaalosfranceses.»¿Acasonohavistolasmasasdetrabajadoresenlascalles,ejerciendo

suderechoalahuelga?Fueroncientosdemiles,yodiríaquemillonesdeobreroslosquesalieronaprotestaryaparalizarFrancia.Esaeslafuerzadelproletariado.Prokófiev:noquedamuchoparaqueescuchemoslavozdelostrabajadoresfrancesespidiendoagritosungobiernosocialista.Ysino, al tiempo. Me consta que los comunistas franceses apoyarán a lossocialistas, aunque para no irritar demasiado a los burgueses se hancomprometido a no nacionalizar los bancos y respetar la propiedadprivada.¡Notodaslasrevolucionespuedenseguirlamismatáctica!EsloúnicoquemechirríaunpocodeFrancia,aunquesupongoquerespondeaunaestrategia.Peroquédeseconestenombre:LéonBlum,ese socialistallegaráapresidirlaRepúblicadeFrancia.—Parece que lo tiene claro —comentó Serguéi, que empezaba a

sentirse un poco incómodo con el análisis del enviado político, aunque,para ser sincero, escuchándole parecía que estaba cargado de lógica—.Pero algoparecido le escuché aun amigovaticinar sobreGranBretañacuando la huelga general de 1926 paralizó el país. Algunos creían que

prenderíalarevolucióny,sinembargo,nofueasí.—Porque los ingleses,consu téde lascinco, suspastasysucazadel

zorro, son demasiado burgueses para sobrevivir a una revolución. ElImperio británico es demasiado pesado y brillante por el oro de sustesoroscomoparaquepuedansoportarlo lasmanosde los trabajadores.¿Acaso no conoce a los ingleses? Usted ha triunfado en Londres, debesaber de lo que hablo. Demasiado acomodaticios, aunque ellos a esacualidadprefierenllamarlaflemabritánica,comobuenoscapitalistasqueson. ¿Por qué se cree que rompimos relaciones diplomáticas con ellos?¿Nosecreeríaustedlodeltemadelespionaje?¿Quépaíscuerdoniegalaexistenciadeespíasennacionesamigasoenemigas?¿Estamoslocos?—Nosé.Yonoentiendodepolítica.Siquierequeledigalaverdad,no

meinteresamucho.Amísolomeimportalamúsica.—¡PerosilapolíticadelsigloXXespuramúsica,amigoProkófiev!No

tiene más que detenerse a escuchar cómo brama Europa. Y si afina unpocoeloído,sedarácuentadeque tambiénespuramatemáticayde lasdos cosas entendemosmucho en laUniónSoviética.Es sencillo: ante laamenaza nazi del loco de Hitler solo cabe la cordura comunista delcamaradaStalin,quesindudaesconscientedeloqueelpuebloprecisasinnecesidaddepreguntarle.Escuestióndetomarposiciones.YesolosabentodosenEuropayenelrestodelmundo.Loúnicoqueesperoesqueenlatomadepartidonoseprenda la llamadeunanuevaguerramundial.Nocreoquenadieestépreparadoparaello.YFrancia,muchomenos.—Le repito que no entiendo de política, estoy fuera de ese circuito,

como bien sabrá —insistió Serguéi. La conversación empezaba aresultarlefatigosa.Puedequeadmitieraunanálisisdelasituaciónpolíticaperoconsusamigos,ensucírculomásíntimo,ynoconunrepresentantedelpartidoalquenoleuníamásqueunpardeencuentros.—Y su país, señora Prokófiev, tampoco anda demasiado tranquilo.

Desde hace tres años hay una región en el norte de España que nosmaravillaalossoviéticos:Asturias.Ladignidadconlaquelaclaseobreraacudemasivamente a la huelga, esa cuenca minera desafiando al podercon mítines, asambleas, manifestaciones y huelgas frente al gobierno.Discúlpeme…—comentó, dirigiéndose a Lina, que le escuchaba con lamismaexpresióndeasombrodesdequehabíacomenzadoahablar—,¿laestoyaburriendooturbando?—Simplemente sorprendiendo. Parece usted un hombre muy

informado.—Unhombreinformadoesunhombreconpoder.Ysiempretriunfará

sobreelqueprefierenoenterarsedeloquepasa.Noloolvidenunca.Si necesitaban algo más para encontrar repulsiva aquella presencia,

acababan de escucharlo. Empezaban a hartarse de que aquel hombre lesdijeraunayotravezlascosasquenodebíanolvidar.NiLinaniSerguéientendieroncómohabíanmandadoaunhombretansoberbioparaintentarconvencerlosdequeregresarandefinitivamentealaUniónSoviética.Anoserquequisieranconseguirtodolocontrario.Además, al hombre fuerte del partido, gran conocedor de que la

informaciónerapoder,se leolvidóhablardelasesinatodelmiembrodePolitburó,SerguéiKírov,justocuandosunombresonabaconfuerzaparasecretario general del partido y empezaba a oponerse a algunas de lasdecisiones de Iósif Stalin, quien aprovechó ese crimen para aprobar undecreto que eliminaba las garantías de defensa en un proceso judicial,abriendo la puerta a la proliferación de las famosas purgas durante elperiododelGranTerror.Se leolvidó tambiénhablarde laexpulsióndeLeónTrotskidelpartido,de laUniónSoviéticaysuexilioenTurquíayFrancia, del extraño suicidio de Maiakovski o de la detención ydeportación a los Urales del poeta ruso ÓsipMandelstam por recitar aunosamigosunpoemasobreStalindondelomásgravequedecíaeraque«aletealarisabajosusbigotesdecucaracha».ÓsipMandelstam,lejosdeacobardarse, recurrióa laácida ironía reconociendoqueenningúnotrolugardelmundosevalorabatantolapoesíacomoenRusia,dondeinclusofusilanalagenteporella.Denadadeesoparecíaestarinformadoelenviadodelpartidoalacasa

dereposodelTeatroBolshóiconlamisióndeconvenceralosProkófievparaquefijaransuresidenciadefinitivaenMoscú.A pesar de las señales, la idea del regreso iba tomando fuerza en

Prokófiev.Todoseprecipitabaensuinteriorconlamismaceleridadconqueel juevesnegrodel24deoctubrede1929enWallStreetarrojóa laruina a las principales naciones mundiales, especialmente aquellas quedependían de los préstamos estadounidenses. Y Francia no era ajena alanunciado derrumbe. Las luces de París se iban apagando en una claraseñaldequelafiestaquehabíacomenzadoaprincipiodelosañosveinteestabaapuntodeterminar.Todoindicabaqueelespectáculohabíallegadoa su fin. El ambiente se había enrarecido hasta el punto de que los

franceses, ahogados por la crisis de la que responsabilizaban a losextranjeros por el tren de vida llevado en su país mientras ellos ibandirectosalaruina,comenzaronamirarlesconotrosojos.Todosparecíanobservarelmundoconotramirada.YProkófievnoera

una excepción. Quizá había llegado el momento de volver a casa. Porsupuesto, no eraunadecisión fácil nimuchomenos exentademiedosytemores. Pero no era la primera vez que se enfrentaba a una decisiónsimilar.Sintió lomismocuandodecidióabandonarEstadosUnidosparainstalarseenParís,ynosoloporlasconvincentespalabrasdeRubinstein,queinsistíaenquelacapitalfrancesaeraellugardondehabíaqueestarenaquelmomento,sinoporquelediolaimpresióndequeelpaísdelasmiloportunidadesselehabíaquedadopequeño,lehabíaofrecidotodoloqueteníaparaélydebíadarunpasomásensucarreraartísticasinoqueríaquedarse estancado, uno de sus grandes miedos como músico. Habíapensado mucho sobre ello, noches enteras de insomnio intentando darformaalamejordelassalidas.NosiemprelocompartíaconLina,porquequeríaestarseguroantesdehacercualquierpropuesta.Además,lasdudasle martirizaban. Hasta entonces, cualquier cambio en su vida se habíasaldadoconéxito.¿Porquéahora ibaa serdiferente?¿Quépodría salirmal?Lapreguntasonabarepetidamenteensucabeza.¿Porquénovolveracasa?Todoelmundolohacíacuandolosgolpesarreciaban,almenos,losqueteníanlaoportunidaddehacerloyaélselaestabanbrindandodesdehacía años. Le extrañó, por inesperada, escuchar la advertencia deStravinski,quenoentendíasusansiasporregresar:«Pero¿quévaahaceralguien como tú en laRusia de 1936 que no pueda hacer en París o encualquier lugar del mundo?». Pero él seguía con el mismoconvencimiento que le había llevado a declarar aTheMusic Courier deNuevaYorkel18demarzode1920loqueseríalaesenciadeProkófiev:«Creo en mis propias teorías operísticas. Aspiro siempre a laoriginalidad,noquieroserotrobajoundisfraz.Quierosersiempreyo».Nadadecíadelaesenciarusa.

Ya en París, hubo dos momentos que a Lina no le pasaron

inadvertidos.Los dos tuvieron comoprotagonista a Serguéi.Le extrañóquedespuésdeuna fiesta organizada en su casadel número5de la rueValentin Haüy, a la que acudieron los amigos de siempre, entre ellos

Rubinstein,Ravel,PoulencoStravinski,plantearaabiertamentesusdudassobreloburguésqueempezabanaresultarleesoseventos.Jamáslehabíaescuchadounadeclaraciónsimilar.Igualquenuncahabíasentidorechazopor las cenas organizadas en casa, ya que siempre había disfrutado conaquellas reuniones. Es cierto que desde que no estaba Diáguilev noresultaban tan divertidas, pero no encontró que fuera suficiente motivoparadespreciarlas.No sabía si su marido estaba cambiando de idea o sencillamente se

encontraba más sensible ante la realidad soviética que sin duda algunacontemplabaconotrosojos,ojosenlosqueseveíareflejadalaemocióncuandosemencionabalamadrepatria.UnatardefueronaverlapelículaLascampesinasdeRiazán.Enlasala,amparadoenlaoscuridadreinante,Serguéi se conmovió al contemplar los típicos paisajes rusos,especialmente durante una escena en la que aparecían los campos decenteno.Linalesorprendióluchandocontralaslágrimasqueamenazabancondesbordarsusojos.Lecostóentenderporquénohabíalloradoantelamuerte de Diáguilev o de Maiakovski y ahora lo hacía con la simplecontemplacióndeloscamposdecenteno.Perolasreaccionesemocionalessonincontrolablesynosuelenresponderalalógica.SupoqueelregresoalaUniónSoviéticaseríaantesdeloquepensaba.Dehecho,lapropuestafueesamismanoche.—Pero amíme gusta París—le dijo Lina al escuchar finalmente de

boca de Serguéi la propuesta de trasladarse definitivamente a la UniónSoviética.—Pero te gusto más yo… —Observó a su mujer. Estaba pensativa,

impresionadaporlanoticia,aunquenotantocomocreía,porquellevabatiempointuyendoloquepasabaenlacabezadesumarido.Nopodíanegarque la propuesta le preocupaba.Una cosa era viajar aMoscú dentro deunoscompromisosprofesionalespuntualesyotramuydistintafijarallísuresidenciadefinitiva.Serguéientendióquenecesitabadeciralgomásparaborrar la turbación del rostro de sumujer—.Lo que quiero que tengasclaroesquesin tubeneplácitonopiensodarunpasopara instalarmeenMoscú.Serácontigoonoserá.Túeresmimundo.Túylosniños.Eseesmiverdaderohogar, del que sé quenoquiero salir, esté en el lugar delplanetaqueesté.Túdecides,Lina.Yseharáloquetúdesees.Se enfrentaba a una responsabilidad demasiado grande. No es que le

asustaratomarunadecisión,perodebíatenermuchocuidadoporqueera

unpasodifícil.Laopinióndesumadrenopodía influirle.Lógicamente,Olgapreferíatenerasuhijacerca,ademásdequehabíajuradounaymilvecesnovolvernuncaaRusia.«Mamá,vendremosaverte.Novamosatener ningún problema para viajar. Es lo primero que les ha exigidoSerguéi a las autoridades soviéticas, la libertaddemovimiento,y lehanasegurado que la tendremos». Pensómás en sus hijos, en cómo aquelladecisiónlescambiaríalavida.Loviocomoalgopositivo.Deesamaneraaprenderían el rusodefinitivamente, loque sinduda les serviría para sufuturo.Pormomentos,Lina tuvo la impresióndeque envezde sopesarlos pros y los contras, intentaba encontrar justificaciones que lareafirmaran en la conveniencia de ese viaje. Recordó la dureza en lamiradadeStalinenelteatroensuvisitadosañosatrásycómotuvoqueretirarlasuyadeaquellavisióndeacero.Perorecordóconmásfuerzalaemoción en lamirada azulada de Serguéi cuando contempló en la granpantalla los campos de centeno. Se fio más de su corazón que de laintuiciónqueraravezlefallaba.«NosvamosaRusia».Recordaría toda lavidaaquelbesoprolongadoysinprisasque ledio

Serguéialescucharsuveredictofinal.Hacíamuchoquenolabesabaconesaintensidad.Aquelloleconfirmóloimportantequeaquelviajeeraparasumaridoyque sudecisiónhabía sido laacertada.Rezóparaque fueraasí.

TERCERAPARTE

MOSCÚ

Siemprepensabaunoquelaprimaveravolvería,igualquesabíaquefluiríaotravezelrío aunque se helara. En cambio, cuando las lluvias frías persistían y mataban laprimavera,eracomosiunapersonajovenmurierasinrazón.Alfinvolvíasiemprelaprimavera,peroeraaterradorqueporpoconosfallara.

ERNESTHEMINGWAY

17

Moscúsehabíaconvertidoenunaciudaddesilencios.UnsilenciodiferentealqueanhelabaSerguéicuandorechazóviviren

el apartamento que el partido le ofrecía en un edificio de la Unión deCompositoresocupadoensutotalidadpormúsicosrusos.ÉlnecesitabaelsilencioparaquelasnotasdelapartituradeRomeoyJulietasalieranalaluz, no podía componer escuchando la música de los demás, requeríaindependencia, soledad, un autismo profundo, tanto físico comomental.Noqueríacomunasatestadas,reclamabaunterritoriopropio,ajenoatodoruido ambiental. En definitiva, exigía lo que le habían prometido una yotravez:todaslasfacilidadesparacomponer.Laordenen1936eratenercontento al recién recuperado compositor Serguéi Prokófiev y secumplió.Almenos,aquellavez.Semudaron a una casa espaciosaymoderna en la calleChkalov, una

adjudicaciónquesuscitómásdeunaenvidiayalimentónopocosrecelos.Lo primero que hizo Lina fue ordenar insonorizar el estudio donde sumarido se encerraría durante horas para componer. El silencio seconvirtióenunaobsesiónparaél, hasta elpuntodeque sushijos teníanqueandardepuntillasporlacasacuandopapácomponía.Cualquierruidopodíadistraerleyhacerqueperdieralaconcentración.ANataliaSats lepareciódivertida la formaen laque lospequeñosse

movían por el apartamento como si fueran bailarines de un ballet ruso.«Serían dignos del mejor montaje de los Ballets Rusos de Diáguilev».Escucharelnombredesugranamigo,emocionóaLina.—¿Estábien?¿Lahemolestado?—No. Tan solo son recuerdos. Pero volvamos a su proyecto—dijo,

recuperando la compostura con la maestría y la rapidez con que solíahacerloparaasombrodesumarido—.¿Unconciertopensadoparaniños?Suenabonito,perocomplicado.Natalia leparecíaunamujer fascinante.Erauna inquietaprofesorade

músicaalaquesuamorporlaescena,inculcadoenparteporsupadre,elcompositor Iliá Sats, quien había creado lamúsica del cuentoEl pájaroazul, de Maurice Maeterlinck, y había trabajado con Meierhold y

Stanislavski, lehabía llevadoa fundarelTeatroMusical Infantil.Nataliaera feliz trabajandopara los niños y se le notaba.ALina le impresionósaber que estaba casada con Mijaíl Tukhachevsky, al que apodaban «elMariscal Rojo», uno de los mejores generales con los que contaba elejército de Stalin, y que en 1925, con tan solo veintidós años, se habíaconvertido en jefe del Estado Mayor del Ejército Rojo. Observándolasentada en el salón de su casa, bebiendo una taza de té de vainilla ydepartiendo con ella sobre su proyecto, en el que quería implicar aProkófiev, pensó que aquella enérgicamujer podía conseguir lo que sepropusiera, aunque solo fuera por la dulzura con la que lo planteaba.ALinaleentusiasmólaideadequelosniñoscomenzaranaamarelteatroylamúsicadesdepequeños.Todavía recordaba la carade entusiasmoquemostró Sviatoslav cuando escuchó por primera vez a su padre en unescenario.Queríaqueesaexpresiónserepitieraenelrostrodetodoslosniñosy,sihabíaalguienquepodíaconseguirlo,eseeraSerguéiProkófiev.—Convenzaasumarido.Séquesoloustedpuedehacerlo.—Me otorga un poder sobre él que no tengo —comentó con falsa

modestia.—Sílotiene,yustedlosabe.Poresohevenidoparahablarconustedy

noconél.Leconvenció,nosinalgúnreparoinicialporpartedelcompositorpor

la acumulación de trabajo que tenía sobre lamesa.A Prokófiev solo lellevócuatromesescomponerlamúsicadePedroyellobo.Queríaquelosniños comenzaran a distinguir y diferenciar los instrumentos de unaorquesta sinfónica. Cada personaje llevaba aparejado el sonido de uninstrumento:Pedro,lacuerda;ellobo,latrompa;elabuelo,elfagot;loscazadores,lapercusión;elgato,elclarinete;elpájaroseríalaflautayelpato,eloboe.ALinaleconmoviólaobra.NopudoevitarelrecuerdodesuabuelaCarolinacontándole fábulascuandoerapequeñay lo felizqueaquellosrelatoslehacíansentir.LeemocionóenespecialelpersonajedePedro, el niño que, recriminado por su abuelo por salir de casa yexponerseaserdevoradoporunferozloboqueatemorizabaatodosloshabitantes de la aldea, respondía que él era muy valiente, que no teníamiedoyquepodíavencer al lobo, aunque algunosde sus amigosno lohubieranpodidohacer,comoelpatoqueacabóenelestómagodelafiera.Respiró profundamente intentando desterrar fantasmas que ofrecíanalgunassimilitudesconelescenariogeográficoenelquevivían.«Essolo

uncuento.Soloeseso,uncuento»,pensó,sinpoderolvidarquealgunasfábulassehacenrealidad.

Despuésdeescucharelsonidodeléxitoqueevidenciaronlosaplausos,

lasbuenascríticasylaproliferacióndecontratospararepresentarPedroyelloboenotrosmuchoslugaresdelmundo,Prokófievvolvióaencerrarseen su despacho, con la única compañía de su piano. A Lina le gustabasentarse ante la puerta de aquella habitación mágica y escuchar lasprimerasnotasdelanuevacomposicióndeSerguéi.Entreaquellascuatroparedeserafeliz,sesentíaseguro,fuerte,confiado,asalvodetodo.Tansolo salía de allí para recibir amigos en casa o para acudir a algúnestreno.Disfrutabamuchodelencuentroconotrosartistasrusos,pintores,músicos,actores,bailarines,directoresdecine,escritores,conlosqueenalgunasocasionescoincidíaenlascasasdereposoqueelpartidoponíaadisposicióndealgunosartistasparaquepudierandescansarycomponer.AlaparejalegustabaconversarconelcompositorDimitriShostakóvich,lafamosa bailarina Galina Ulanova, el dramaturgo AleksanderAfinoguénov,eldirectordeteatroAleksanderTaírovoeldirectordecineSerguéiEisenstein,quienlepropondríacomponerlamúsicadelapelículaAleksanderNevski. Todos tenían el arte como bandera, aunque algunosenarbolaban más otro tipo de gallardetes, por convicción propia oimpuesta,algoqueenlaUniónSoviéticademediadosde1930noadmitíamuchadistinción.UnodeelloseraelescritorypoetaBorisPasternak,porelqueLinallegóasentirdebilidad,unaemociónyadmiraciónmutuaquese traducía en eternas conversaciones colmadas de risas y confidencias.Aquella relación se forjó auténtica y cercana y ni siquiera el paso deltiempoconsiguióerosionarla.NingunodeesosacercamientosprovocabaloscelosdeSerguéi,queyaestabaacostumbradoaléxitodesumujeryloentendíaconunmotivodeorgulloquelehacíasonreír.AvecesLinateníalaimpresióndequesuvidasonabadiferenteacomo

lohacíaladelosdemás.LlegóapensarqueelcorazóndeSerguéilatíaenReMayor,comosuConciertoparaviolínnº1yeraasícomosonabasumundo,sussueños,sussecretos.TodasuvidasusurradaenReMayor.Noseequivocabademasiado.Prokófiev era un experto en ignorar el ruido exterior. Esa sordera

discrecionalquizáevitóqueescucharaelecodelasprimerasnotasdeuna

melodíadeterrorquehabíaempezadoasonarenlaUniónSoviéticaesemismo año y que hablaba de purgas, detenciones injustificadas,deportacionesforzadasyacusacionesfalsas.Stalin consideraba que los artistas, en especial los escritores y los

músicos,eranlosingenierosdelalmadelpueblo,ysilograbamanejarlos,conseguiría también regenerar a la población. Emprendió una guerracontraloquedenominóelestamento,losintelectualesytodoaquelartistaque no comulgara, no con los ideales revolucionarios, sino con suproyectodedictadurapersonal.Laprimerabatalladelagranguerracontraelestamentoselibróenla

tercerapáginadeldiarioPravda el28deenerode1936,undíadespuésdel estreno de la ópera Lady Macbeth de Mtsensk, de DimitriShostakóvich.IósifStalinacudióalestrenoysaliómuydisgustadoconloquehabíavisto,oconloquehabíacreídover.Quizáfuelaparteenlaquesemostrabasatíricamenteelpoderdealgunospolicíascorruptos,ocómoKaterinaaparecíacomounavíctimadelsistemaqueencuentralasalvaciónen el amor. Quizá fue la conmovedora escena del suicidio de LadyMacbethcaminodelgulagoelactofinalenelqueuncorodeconvictosrepresentaba la sabiduría popular en plena época de purgas. Pero lamiradadeacerodeStalincondenólaobrayordenósuspenderla.Denadasirvió que la ópera hubiera cosechado éxitos desde 1934 en Londres,Estocolmo, Nueva York, Praga, Cleveland y Zúrich y que llevara yaochentaytresfuncionesenLeningradoynoventaysieteenMoscú.Enenerode1936Serguéitodavíanosehabíaasentadodefinitivamente

en lacapitalmoscovita,pero losecosdeaquella infamiaaúnresonaban,aunque fuera en susurros. Ocupando una de las sillas del salón de losProkófiev,Shostakóvichaúnrecordabatemblorosocómoaquellamañanade enero compró el periódico en la estación de tren que le llevaría aArjanguelskparadarunconciertojuntoalviolonchelistaViktorKubatsky,y se topó con las seiscientas palabras del editorial del Pravda que lecambiaron la vida. Y no solo de Shostakóvich, sino la de toda unageneracióndeartistasasícomoeldestinodetodounpaís.Habíacontadolaspalabras,unaauna,comosiconfiaraenqueencadarecuentoalgunadesaparecería.—Desde ese día me acuesto vestido y con unamaleta bajomi cama.

Estoy seguro de que vendrán a buscarme una noche, cuando todosduerman,comohacensiempre.

—Nohablesasí—leintentóconsolarLina,poniendosumanosobreelbrazo del músico, conquistado por un temblor que ni siquiera lacomprensióncalladade susamigosestaba logrando frenar.Pero resultóinútil.Se alegródequeSviatoslavyOleg estuvieran en el colegioynooyeranlaspalabrasdelcompositor.—Sientesmiedocuandoabresunperiódicoyleesqueeresunenemigo

delpueblo.Ynohayformadequepuedasaclararelentuerto,lamentira,ladifamación.Nadiequiere escucharteynohaynadieque salga adeciruna frase en tu defensa, aunque sepan que la verdad está de tu parte.Desdeaquelmalditodíanodejode tener lamismapesadilla:miroamialrededorytodoelmundotieneelmismoperiódico.Meestánmirandoensilencio, y cuando trato de decirles algo, me dan la espalda. No meescuchan. Eso sí que es realmente aterrador, que siendo músico no teescuchen. Ese artículo ha cambiado mi vida —dijo, aceptando la tazacalientequeleponíaLinaenlasmanos.Viendoelestadoenelqueestaba,se sintió ridícula al servirle una taza de café. Seguramente hubieraagradecidoalgomásfuerte—.NopuedoquitarmedelacabezalafrasedelPravda:«Se tratadeun juegoabstrusoquepuede terminarmal».Esunasentencia demuerte.Me han condenado a la pena capital en vida. Estoymuertoenvida,compañero.Perotediréalgo,Prokófiev,simecortanlasmanos,sostendrélaplumaentrelosdientesyseguiréescribiendomúsica.¡Mimúsicaynolaqueellosquierenqueescriba!—Nadie va a cortarte las manos. Es solo algo puntual —insistió

Prokófiev,quenuncahabíasidobuenoenelartedelconsuelonimuchomenosanalizandolarealidad—.Tienequeserlo.Todoestopasará.Esperayresiste.—¿Esquenoloves?—Estabanervioso,fueradesí,superadoporlos

acontecimientos, pero en especial por la ceguera del que habíaconsiderado durante muchos años su maestro—. Hay personas,compañerosnuestros,queestándesapareciendoynadiesabedóndeestán.Aprovechanlanocheparadetenerlosynadievuelveasabernadadeellos.YtodoporquehanescritounpoemacuyosversosnosondelagradodelPadrecitodeTodoslosPueblos,oporquelahistoriadesunuevapelículano le convence, o porque las notas de su nueva ópera le parecenirrespetuosashaciasupersona.¿Y túmedicesque resista,que todoestopasará?¿Cuándo?¿Cuandoestemostodosmuertos?—Pero algo han debido hacer si los detienen. —La negación de la

realidaddeSerguéiparecíamás infantilquesospechosadeencubrirunamínimadefensadelasaccionesdelrégimen.—¡Porsupuesto!Siempreencuentranalgúncargoabsurdo,algúndelito

inexistentedelqueacusarlos.Lesdicenquesonenemigosdelpueblo,essuexpresiónfavorita,esayquesonespías.Segúnellos,todaRusiaesunafábrica de espías. Les dicen que les han estado observando y hancomprobado que tienen tendencias capitalistas o demasiadas amistadesextranjeras, o que son contrarrevolucionarios porque han contado unchistesobreStalinenlacocinadesucasa,hanhabladodeltestamentodeLenin en una reunión de amigos o han escrito una carta a un familiarcriticandolanuevaconstituciónde1936dejandoclaroqueladictaduradelproletariadonoibaaposibilitarladisolucióndelEstadopreconizadaporLeninyporMarx.¿Ysabeslomejor?Quenonecesitanpruebas,porqueno las hay.Así que basta con su palabra, con su criterio, tergiversan larealidad y la convierten en un delito del que acusarte. —Serguéi leobservabasinpoderpestañear.Empezabaasentirundolorpunzanteenelpecho y la cabeza estaba a punto de estallarle, pero no era capaz deinterrumpir a su amigo—. ¿Sigues sin verlo? Dime, ¿qué es lo que hehechoyoparaquemeconviertanenunrehéndeunsistemaquesiemprehe apoyado? ¿Cómo he pasado de ser un artista del pueblo a ser unenemigodelpueblo?¡Mimúsicaeslamisma!¿QuéesesotangravequehecompuestoquepuedaentendersecomounaofensaaStalin?Porquedeesosetratatodo,decontentaralabestia.Hoyhanvenidoapormí,peromañanapuedenveniraporti.—Ledolíalaceguerayelsilencio,aunquefuera pasivo, de Serguéi. Shostakóvich se dirigió a Lina—: Díselo tú,quizáatitehagacaso.—Antesdeabandonarelapartamento,segiróhaciasuamigo—:¿Porquévolviste?¿Porquéjustoahora?Senegó a que le acompañara hasta el portal.Noquería que le vieran

conél.Alguienpodríacalificaresegestoprudentedemeraparanoia,peroShostakóvich había comenzado a presentir un ejército de sombrascercandosuvidaysabíaporexperienciapropiaqueelpresentimientoerala antesala de una realidad temida.Como les pasaba amuchos rusos, ladesconfianzacomenzabaapresidirsuvida.

LaUniónSoviéticaerauncontinuosusurrotenebrosocimentadoenel

miedo,laintrigaylasdelaciones,peroSerguéicontinuabasinescucharlo.

Solo le interesaba loquesalíadesupianoydesucabeza,ynosiempreaceptabadebuengradoloqueaflorabadelabocadesumujerintentandoadvertirledeloquepasabaenlacalle.—Lina,espolítica.Simplementeeso.Noesnadaquetengaquevercon

nosotros.Miconcienciaestátranquila.—No,noespolítica.Esmiedo.Seestánllevandoapersonasdelasque

nosevuelveasabernada.Tienesqueabrirlosoídos,Serguéi,ytambiénlosojos.Tienesque empezar a observar loque está sucediendo, aunquesoloseaportufamilia.—Nosotrosnohemoshechonada.—Ellostampoco.HacedosdíassellevaronaBoris,elvecinodeabajo,

conquienjugabasalajedrezcuandoDavidOistrachnoestá.Leacusarondetraidor.¿Quépasarácuandollamenanuestrapuertaenvezdea ladeBoris?—Nosotrosestamosbien.Miracómoestámidespacho,¡hastaarribade

compromisos laborales!Me han encargado la Cantata para el vigésimoaniversariodelaRevolución,voyagrabarparalaradiounosconciertosdelasromanzasqueacabodecomponerparalosversosdePushkin;estoyultimandolaóperaRomeoyJulieta;desdeelTeatroNacionaldeCámarade Moscú Aleksander Taírov me ha propuesto participar en EugenioOneguin,unade lasobrasquemásadmirodesdemi infancia;ySerguéiEisenstein tiene el proyecto de que yo haga la música para la películaAleksanderNevski…—ElrostrodeSerguéicomenzóaencendersedebidoa la irritaciónque leprovocaba tenerqueconvencera sumujerdealgosobreloquenisiquieraélestabaseguro,peroentendíaquedebíaestarlo.Oalmenos,parecerlo—.TúestáscantandoenlaradiodeMoscú,tenemosconciertosentodoelpaís.VasainterpretarElpatitofeoenlaSalaGrandedel conservatorio de Moscú. Reestrenamos en mayo Pedro y el lobo ytodavía se habla de su éxito. Tú misma me convenciste para aceptar lapropuesta deNataliaSats para componerla, llevamos a nuestros hijos alestreno.Yaséquedicenquefaltanvíveresenlastiendas…—¡Esquefaltan,Serguéi!—levantólavozaprovechandoquelosniños

noestabanencasayolvidandolacostumbredehablarenvozbajaquenoabandonarondesdesuprimeravisitaalHotelMetropolen1927.—Tuneveraestállena.Todoslosdíasvieneunchicoconunaenorme

cestaparatraerteacasatodoloquenecesitas.EstánapuntodetraernosunautomóvilForddelosEstadosUnidos.Somoslaúnicafamiliaqueocupa

esta casa. Los niños van al colegio normalmente, Sviatoslav acude a uncolegioinglés.Dime,¿quédemoniostefalta?—preguntósinpoderevitarlaexaltaciónfinal.—¡Falta lo más elemental de la vida y tú no paras de hablarme de

trabajo! —Lina corrió hacia él y abarcó su cabeza con sus manos—.¿Escuchasalgodeloqueteestoydiciendo?Levanta lavistadetupiano,¡porDios!,yempiezaaescucharalgoquenosalgadetusmanos.¿AcasotecreesajenoaloquelehapasadoaShostakóvich?Pero¿dequéhablascon David Oistrach cuando jugáis al ajedrez? Él se da cuentaperfectamente de lo que pasa y, sin embargo, tú…Es imposible que nohable contigo como lo hace conmigo. —Oistrach era un joven peroreconocido violinista vecino de los Prokófiev en el edificio de la calleChkalov con quien le gustaba jugar al ajedrez—. Él también siente elmismo temor. Fue él quienme contó aterrado lo deBoris.TienemiedoporsuesposaTamara.SabequelaspurgasdeStalinnoafectanúnicamenteal detenido, sino a toda su familia.Despierta, aunque solo seaporque teadmirayteconsiderasumaestro.ElsilenciodeSerguéilainquietótantoquenopudocontrolarlarabia.

Le hubiese pegado, zarandeado, pero se conformó con dar un fuertemanotazoen lamesade suestudioquehizovolcarel recipientede tintarojaqueOlegsolíautilizarparasusdibujosdelcolegiosobrelapartituraenlaqueSerguéiestabatrabajando.Noprotestócomolohubiesehechoencualquier otro momento. Se quedó observando cómo la mancha rojaavanzabalentamentesobreelblancodesupartitura,ocultandoyhaciendodesaparecer las notas escritas sobre los pentagramas.Eran los primerosborradoresdelaCantataparaelvigésimoaniversariodelaRevolucióndeOctubre.Nofuecapazdedecirnada.Selimitóaobservarcómosutrabajode los últimos días desaparecía bajo una fina pero envolvente nube decolorrojo.—¿Ves, Serguéi? Eso es la política de la que dices sentirte ajeno. Se

esparcesobre tuviday lacubre, laescondehastahacerladesaparecer.Ycuando eso ocurre, no puedes hacer nada para detenerla.—Lina apenasera capaz de controlar la agitación que sentía en el pecho—. Quierovolveracasa.—Estásencasa.—QuierovolveraParís,conmimadre.Está sola,enfermayno tiene

demasiadodinero.Laechodemenos.

—Antes solías echarla de más. —Guardó silencio durante unossegundos. Sabía que no había estado bien en su observación, aunque lohubieradichoenuntononeutro,desconocidoenélcuandoseproducíanesetipodediscusionesentrelapareja—.Tambiénpuedevenirella.—Nisiquiera se atrevió a mirarla cuando hizo la propuesta. Sus ojospermanecían cautivos en la mancha roja que seguía extendiéndoseirremediablemente sobre la partitura, cubriéndola por completo hastaborrartodosucontenido.—Quiero salir de aquí mientras todavía estemos a tiempo. Y quiero

salirconmishijosyconmimarido.NoerauncaprichodeLina.Sudecisiónnorespondíaaunarabietaoa

un ataque de inseguridad o turbación ante lo desconocido.No se dejaballevar por lo que contaban unos y otros, aunque eso ayudara a tejer suprecaución. Su miedo procedía de los sonidos de la noche queamenazaban con romper el silencio en el que Serguéi parecía estarcómodo para componer. Su insomnio lo provocaba la ansiedad deescucharelruidodeunasbotasnegrassubiendopor lasescaleras,eldelascensordeledificiotrepandoporlospisoshastadetenerseenalgunodeellos.Ydespuésesperar,paralizadaporelterror,aoírquétimbresonaría,sobrequépuertaaporrearíanunosguantesnegrosconla impunidadmásabsoluta,ydequiénseríalavozquesuplicaríaypediríaexplicacionesenvanosobreaquellairrupciónconnocturnidadygrandesdosisdealevosíaaleatoria.Habíanochesque, amparadaen laoscuridadyvenciendoel temor, se

asomabaalaventanacuandooíaelmotordeuncochedetenersefrentealapuertadeledificio.Solíasersiempreunautomóvilnegro.Cadanocheerapeor.Porque si el día anterior sehabían llevado al vecinode abajo,habíamásposibilidadesdequelapróximavezletocaraalosquehabíanrespiradotranquilosalsaberqueeltimbrequesonabanoeraelsuyo.Peroparaentenderlohabíaqueasomarsea laventanao escuchardetrásde lapuerta conteniendo la respiración. Había que abrir los ojos y prestaratención.YSerguéisimplementedormíaasulado.Ycuandonolohacía,trabajabaensuestudioinsonorizado,aisladodelmundo,delarealidadydelmiedo,convencidodequesinoloescuchaba,noexistiría.AProkófiev le seguíanpesando lasdiscusiones.Ledesconcertaban, le

distanciaban de su música, dejaban en él una sensación de derrota, deabatimiento.Estabacansadoy,cuandoesosucedía,sucuerposeconvertía

enunterrenominadopropensoaladepresión.—Estábien.Solotepidounacosa:esperaunpoco.Todoestopasará.Si

enunosdíassiguespensandolomismo,nosiremos.Teloprometo.Eltimbredelapuertasonó.Losdosquedaronensilencio.Linamiróel

relojquelehabíatraídoSerguéideCasablanca,adondehabíaidoadarunconcierto,yquedesdeentoncesvestíasumuñeca.Eraprontoparaquelosniños volvieran del colegio. Insistieron e incluso dieron unos golpescontundentes en la puerta. «¡Prokófiev!», alguien gritó al otro lado.SerguéidistinguiólavozdeAleksanderTaírov.Apenaspudoreconocerle.Surostroestabalívidoyparecía tenerurgenciaporsentarseenunasillapararecuperarelalientoybeberalgo.Linaleacercóunvasodeagua,altiempoqueeldirectordelTeatrodeCámaradeMoscúletendíaaSerguéiun sobre con membrete del propio teatro. «Léela. No creo que yo seacapazdehacerlounavezmás»,dijo,dandopequeñossorbosalvaso.EraunacartadeltemidoComitéEstatalparaAsuntosdelArteenlaque

prohibíanlarepresentacióndelaobraEugenioOneguin.—¿Sabes lo que eso significa? —preguntó aún entre jadeos por la

velocidadconlaquehabíasubidolasescalerasdeledificio,yaqueacausade la rabia y la ansiedad que el anuncio había dejado en él no habíautilizadoelascensor.—Que no habrá representación—contestó Prokófiev, que todavía no

era capaz de entender el escrito que tenía entre susmanos y del que nopodíaapartarlamirada.—Ojaláfuerasoloeso.—Taírovlemiró,yaconlarespiraciónmenos

agitada—.Acabodeconvertirmeenenemigodelpueblo.Tienesante tiaunodelosartistasformalistasquetantocondenaelpartido.¿Aquiénseleocurre hacer una nueva versión de la ópera que ya hizo Tchaikovski?¿Quénecesidadhaydehacerversionesdealgoqueensudíayasedioporbueno?—dijo, sin saber muy bien de dónde había sacado el sarcasmoutilizadoenlaúltimafrase.—Pero¿porqué?Nisiquierahanoídonada—preguntóSerguéi,sinser

conscientedequesuinocenciaavecespodíallegarairritar.—He osado pensar en mi mujer, Alisa Koonen, para interpretar a

Tatianayenundirectordeescenapolaco.¿Cómosemeocurre,habiendodirectores soviéticos, contratar a un extranjero para representar el alma

rusa?—Taírovmiró a Prokófiev. Había algomás. Para comunicarle lasuspensión del proyecto podía haberlo hecho por teléfono—. Van aconfiscartupartitura.Segúnelcontratoquefirmastehaceunosmesesespropiedaddelteatro,porlotantolespertenece.—¿Hablas en serio? —preguntó Lina, ya que su marido parecía no

poder asimilar lo que estaba escuchando y permanecía callado,impertérrito,observandoaTaírov—.¿Puedenhacereso?—Ysinopueden,loharándetodasformas—respondióeldirectorcon

unasonrisaamargaalescucharlaingenuidadconlaqueLinaleinterpeló.Serguéientróensudespachoysalióconunospapelesenlamano.—Toma.Noquieroquetengasproblemasporesto.Taírov recogió la partitura, la guardó y miró a Prokófiev. Metió la

manoenelbolsillodesuabrigoylediounashojasquenoparecíantenermuchoorden.—Son las notas de los actores del teatro. Es lo que han podido

recuperar de los ensayos. Pavel Lammme ha dicho que podrá ayudarteparavolveraescribirla,aunqueseguramentellevetiempo.CuandoTaírovsefue,LinacorrióhaciaSerguéi.Necesitabaabrazarle,

hacerle entender que estaba con él y que aquello era tan solo un revés.Parecióhaber olvidado la razónde la discusiónquemantenían instantesantesdequesonarael timbreanunciandolamalanoticia.EralaprimeravezqueSerguéisesintióheridoporelfuegoqueconsiderabaamigo.Perolejos de aparentar flaqueza, siguió mostrándose fuerte. Aquel primercontratiemponopodríaconél.Nollevabasuficiente tiempoen laUniónSoviética paramostrar derrotismo y aceptar como credo las voluntadesajenas.

Encontró en el trabajo el mejor bálsamo para curar sus heridas y,

comode costumbre, tuvoenLina a sumejor apoyo.Siempre a su lado,inspirando su optimismo, dándole ánimos, avivando sus composiciones,alimentandosussueñosdeunnuevoéxito.Ysiparaesoteníaquerelajarsu empeño enqueSerguéi abriera losojosy se enfrentara a la realidadqueselevantabaanteél,loharía.Pero requería de una válvula de escape si no queríamorir intoxicada

porlosgasescontaminantesdelaasfixianteatmósferarusa.Linaanhelabaa alguien con quien poder hablar de lo que estaba pasando sin que eso

significara colocar una losa en la dolorida espalda de Prokófiev.Habíavecesquelonecesitaba.Noerafácilhacerloconélportemoradistraerlee incluso preocuparle, lo que afectaría a su trabajo y a su salud. Losataquesseverosdemigrañashabíanvueltoysutensiónarterialsolíaestarbastanteelevada,loquenoleveníabienasusaludcardiaca.Sinembargo,Lina necesitaba verbalizar sumiedo, no podía hacer comoSerguéi, queprefería despreciarlo, taparlo, esconderlo, relegarlo al olvido y a laindiferencia.Sinoloreconocía,noexistía,siloignoraba,dejaríadeserunproblema.—Empiezoatenermiedo—leconfióasuamigoVsevolodMeierhold,

queseconvirtiódurantemuchotiempoensufielconfidente—.Miroamialrededor y no veo el país que nos recibió en 1927. Es como sisospecharan de todos, como si todos fuéramos culpables de algo y nisiquierasepamosdequé.Oigotantashistorias…—Estodomuycomplicadodeexplicar.Yomismoestoysufriendosus

ataques.Me acusan de formalista, descalificanmi trabajo,me dicen quepeco de individualista. Antes el enemigo era el trotskismo, ahora es elformalismoyelnaturalismo.Todoestácambiandodemasiadodeprisa.Ynada tiene sentido, nada tiene lógica. ¡Desde cuándo ha tenido lógica elterror!—¿Yporquénotevas?YoselodigoconstantementeaSerguéi,pero

medicequeespere,queestopasará,queessolopolítica.—Mimujer,Zinaida,medicelomismo.Peroyonoquieroirme.Esmi

país,esmitierra,eramirevolución.Heluchadoporella,hedefendidolosidealesrevolucionariosquesesuponedefiendenellos.¿Porquétengoqueirmesisoyunodelossuyos?—¿De los suyos? ¿Y no eran de los suyos Grigori Zinoviev y Lev

Kámenevyotroscatorcedirigentesbolcheviquesalosquenodudaronenarrestar,abrirlesunprocesojudicialpúblicoycondenarlosamuerteporhaberorganizado,segúnellos,unaconspiraciónterroristaparaasesinaralosmiembrosdelPolitburó?Todos eran revolucionarios,miembrosdelPolitburó:KámenevfueelprimerjefedeEstadodelestadosoviéticoruso,Zinoviev era amigo de Lenin, aunque fuera uno de los mayorescompetidoresdeStalinparahacerseconelcontroldelpartido…¡Cómovasaencontrarlalógicaquebuscas!—Linasereferíaalprimerodelosprocesos públicos celebrados en agosto de 1936 contra altosrepresentantes bolcheviques. Y aún habría más dirigentes del partido

ejecutados como Georgi Piatakov, Nikolái Krestinski, Karl Radek o elpropio Nikolái Bujarin, el que fuera principal ideólogo de la NuevaPolítica Económica, que pagó cara su oposición a la colectivizaciónagrícolaforzadaordenadaporStalin,alseracusadodeintentarungolpede Estado contra el gobierno. La mínima disidencia u oposición antecualquier medida del líder soviético se pagaba con la muerte, aunqueviniera de sus propias filas, de su propia familia o de su entorno másíntimo—.Ylopeoresquetodosconfesaronserautoresdelosdelitosdelos que les inculparon: organizar centros terroristas para derribar algobierno soviético, asesinar a sus dirigentes, restaurar el capitalismo,colaborarconnacionesenemigascomoAlemania…Esunalocura.—Es todo una farsa, pura propaganda. ¿No escuchaste a Stalin en su

discurso de hace unos meses, diciendo que quería estrechar la alianzaentreelpueblollano,elsimplemilitante,elportadordelasoluciónjustayque quería hacerlo denunciando a dirigentes del partido, «señoressatisfechos de sí mismos que por su actitud inhumana producenartificialmente cantidad de descontentos y de irritados que crean unejércitodereservaparalostrotskistas»?—LinaobservóqueMeierholdloestabarecitandodememoria.Sepreguntócuántasveceshabríatenidoqueleer aquel discurso de Stalin de marzo de 1937 para memorizarlo deaquella manera—. Es exactamente igual a lo que hizo en 1930, cuandopublicó su artículo «El vértigo del éxito» en el Pravda criticando yregañandoalosfuncionariosdelpartidoporsuexcesodeceloalahorade llevar a cabo la colectivización de las tierras, de las granjas y deltrabajo de los campesinos que él mismo había ordenado y seguíaordenando.¡Cabemayordescaro!—¿Sabes lo que he pensado muchas veces?—le confió bajando aún

máseltonodesuvoz—.QueStalinseinspiróenHitleryensuNochedelosCuchillosLargosparacomenzarlaspurgasensupropiopartido.Nomemiresasí,serántodoloenemigosquequieras,seodiarán,sedesearánlamuertetodoslosdíasdesuvida,peroenelfondosoniguales,cadaunoenunextremode labaraja,peroactúande lamismamaneradictatorial,autoritaria,personalista.Dos iluminados,dossalvadoresde lapatriaquenosecansandepisotear.—Selevantóparairapormáscaféalacocina.Cuandoestabatannerviosa,elténolesentababien.Ypreferíaquelacasaolieraacafé—.Hitlerseproclamójuezsupremodelpuebloalemán.¿TerecuerdaaalguiendesimilarpersonalidadinstaladoenelKremlin?

Linainterpretabaesasconversacionescomopequeñoslujosdelosqueno solíadisfrutardesde su llegadaaMoscú.Seentristeciópornohabervaloradomáslalibertadparahablardecualquiercosadelaquedisfrutódurante toda su vida. No pudo evitar recordar sus conversaciones conHemingway, Chanel, Picasso, Rubinstein, Rachmáninov, Ravel,Radiguet…LoquedaríaahoraporacudirunsábadoacasademissSteino por sentarse en la terraza de un café parisino para charlar con JeanCocteausintenerquebajarlavoznimirarsobresuespaldaporsialguienlaobservaba.Qué fácil eraapreciar las cosasunavezperdidasmientrasresultaba tan difícil hacerlo cuando se entendían como un derechoasumido. Los ojos se le humedecieron. Gracias a Meierhold habíarecuperadounapartedelaesenciadeesalibertad.Aquella tardeeldirectorde teatrosehabíaacercadoacasade lacalle

Chkalovporalgomuydistinto.QueríahablarconProkófievdeunanuevaópera,SemiónKotkó.—¿DóndeestáSerguéi?—preguntóaLinacuandoregresódelacocina

conunanuevateteradetédevainillaparaélyuntazóndecaféconlecheparaella.—No tardará. Tenía una reunión con las autoridadesmusicales. Creo

que querían verle. Y que estaría Viacheslav Molotov en la reunión —comentócontotalnormalidad.—¿ElpresidentedelConsejodelosComisariosdelPueblodelaUnión

Soviética, el primer órgano ejecutivo del país, está reunido con tumarido? —preguntó incrédulo Meierhold. No debería extrañarle. Éltambién guardaba una buena relación con él, aunque desde hacía untiempolascosashabíanempezadoacambiar—.Todavíarecuerdocuandoen1923meentregóeldiplomaalArtistadelPuebloenelTeatroBolshói.¿Yporquéquierenverle?—Esporlacantataqueestácomponiendoparaelvigésimoaniversario

de la Revolución de Octubre. Supongo que quieren verla y escucharla.Tienenprevistosmuchosactos,ycomoyaseacerca lafecha, leshabránentradolasprisas.Nohabíaacabadolafrasecuandoescucharonel ruidode lacerradura

de la puerta. Era Serguéi. Estaba visiblemente enfadado, fuera de sí. Nisiquiera fue capaz de quitarse el abrigo. Algo había pasado y no teníafuerzasparaverbalizarlo.Hastaquefinalmenteloconsiguió.—No van a incluirmi cantata en la celebración del aniversario de la

revolución.—Elgestodeasombrofuegeneralizado—.ConsideranpocomenosqueunablasfemiaquehayaincluidofrasesdeLeninenlaobra.¡Aversiahoraresultaquenotuvonadaqueverconlarevolución!Peroamínome engañan.Yo sé perfectamente lo que les hamolestado.Lo sé tanbienqueleshepropuestoincluiralgunafrasedeStalinaversiconesosecalmaban.—¿Peroquiéntelohadicho?¿Quéhapasado?—quisosaberLina.—Prácticamente el gobierno en pleno. Teníais que haberles visto.

Inclusohahabidoun imbécilqueha llegadoadecirquemicantataes lamúsicaclásicamenosclásicaquehaoídoensuvida.¡Asaberquémierdade música ha escuchado ese! —El tono de su voz iba subiendo endecibelios,ytantoLinacomoMeierholdleconminaronabajarlavoz—.Losúnicosquemehanapoyadoo almenoshanpedidoquemedejarancomponer con libertad han sido Viacheslav Molotov y MijaílTukhachevsky,elMariscalRojo.Increíble.Verparacreer.—¿ElmaridodeNataliaSats?—preguntóLina.—Siquieresquetedigalaverdad,yocreoquemehaapoyadoporeso,

porque acepté el encargo de su mujer de componer Pedro y el lobo.Pensándolobien,esloqueteníaquehabercompuestoparaelaniversariodelarevolución,aversiesolessonabaamúsicaclásicamenosruidosayquizáalgomásexplícita.Aunquedudoquesu inteligencia lespermitieraentender nada. Lo pueden tener delante, prácticamente comiéndoles, quenoseenterarándenada.—Bajaeltono,porfavor.Alguientepuedeoír.—Laaseveracióndesu

amigohizoqueamboslemiraran.Nonecesitabanmáspresiónyaquellainsinuacióndequehubieraenlacasaoídosajenosgraciasalatecnologíadelespionajecontribuíaaello.CuandoMeierholdcomprendióloquesuspalabrashabíanprovocadoenlossuspicacesoídosdesusamigos,intentóremediar el impacto—. Me refiero a los vecinos, por Dios, vamos atranquilizarnosunpocoyamirartodoestoconperspectiva.El sonido del timbre les sobresaltó como si un avión acabara de

estrellarse en la puerta de su casa. Los tres clavaron sumirada en ella,como si con eso fueran a saber quién se encontraba al otro lado. Seestremecieron más por la naturaleza de la conversación que estabanmanteniendoqueporlaidentidaddequienpudieraestaralotroladodelapuerta.Oquizápor todoa lavez.¿Quiénpodíaser?Por finescucharonunavozenelexterior.

—Mamá, soy yo. Ábreme. —Era Sviatoslav, lo que hizo que todosrecuperaran el hálito robado durante unos eternos instantes. Lina leobservó en silencio. No hizo falta que expresara con palabras eldesconciertoqueleprovocabaverasuhijoencasaenhorariolectivo.Suexpresiónlodecíatodo—.Hancerradoelcolegio.—Tresparesdeojosselanzaron sobre él en una claramuestra de requerirmás información—.Handetenidoalospadresdetodoslosalumnos.Comosonextranjeros…—dijoconunapasmosanaturalidadamododeexplicación,seguramentelamismaquelehabríaescuchadoaalgúnresponsabledelcentro—.Ymehan dicho queme fuera ami casa.—De su espalda salió, sin que nadiehubiera advertido su presencia hasta entonces, el pequeño Oleg—. Hepasadoaporelenano.Noséporqué,creíqueeralomejor.Oleg parecía encantado con la decisión de su hermanomayor. No le

gustabansucolegionisuscompañeros.Lellamabanhijodecompositoryesolehacíasentirsediferentealresto.Apesardesucortaedad,notardómuchoencomprobarquelodiferentesolíaacarrearproblemas.Losotrosniñosseburlabandeélporquesu rusonoerademasiadobuenoynosecansabandeimitarsuconfusiónalahoradepronunciarciertaspalabrasyelbailede letrasquealgunasvecesresbalabanensuboca.Noteníamuyclara la diferencia sonora entre la letra l y la r. Claro que tampoco leparecíatanimportante.Élpreferíadibujar,laúnicadiferenciaqueparecíaimportarle era la cromática y no entendía por qué los demás no loconsiderabandelamismamanera.Al tiempo que Lina instaba a sus hijos a entrar en casa y cerraba la

puerta de la vivienda, escuchó cómoSerguéi hacía lo propio con la deldespacho.DespuésdeunossegundoscomenzóasonarsuConciertoparapiano nº 2, una de las composiciones más difíciles de ejecutar, inclusopara los pianistas más experimentados. Sentada en el suelo, junto a lapuerta del despacho, pudo escucharla entera. Incluso el más perfectoaislamientoacústicodejaescaparalgúnsonido.Aveces,resultaimposibleamortiguarlavida.

18

—¿Quésucederádetrásdeaquellasventanas?Linanopudoevitarunescalofríoalpasarpordelantedeaquelenorme

edificio de granito de color gris oscuro. La Lubianka se alzabaamenazanteenlaplazaDzerzhinski.Nadienecesitabasaberqueocupabaelnúmero 2 de la calle Lubianka Bolshaia porque todos conocían suemplazamientoexactomejordeloquehubiesendeseadonunca.Igualquehabía personas familiarizadas con el número 22 de la calleKuznetski ycon el execrable patio que ensamblaba Kuznetski Most, allí donde ellahabíaidotantasvecesaveralgunaexposicióndelaUnióndePintores,yla calle Pushechnaya, donde las bocas acalladas por el miedo iban apreguntar por un padre, unmarido, unamadre, una hija o un hermanodesaparecido. Antes de acceder a la galería para disfrutar de la últimaexhibiciónpictórica,Linanoacertabaaentenderdedóndeveníaelintensoolor a cebolla y ajo que desprendía aquel lugar. Todavía tardaría enaveriguarlo.Contemplaba el portón negro de la entrada de la Lubianka desde la

ventanilla del coche que les conducía a casa después de una cena en eldomicilio de Aleksander Afinoguénov. Le pareció macabro que aqueledificio hubiera sido sede de varias compañías de seguros, una de ellasllamada El Ancla, durante la época zarista, antes de la revoluciónbolchevique. Las contradicciones en aquel país seguían resultándoleinsidiosas. Aquella mole de piedra ejercía sobre ella una especie dehipnosisespeluznantequeletransformabalaexpresión.NoentendíacómoapocosmetrosseerigíaeleleganteTeatroBolshóiolascúpulasdoradasdelKremlin,mientrasaqueledificio,sededelcuartelgeneraldelapolicíasecreta soviética, el entonces Comisariado del Pueblo para AsuntosInternos y antigua Checa, ofrecía una imagen lúgubre que lograbaestremeceralmásvaliente.Lehabíancontadoquelaprincipalcárceldelaciudad ocupaba la planta sexta, que el despacho del director del NKVDestabaen la tercerayque lasceldasseagolpabana lo largode laplantabaja. Su imaginación tejía un laberinto de pasillos, calabozos, oficinas,pasadizos secretos por los que caminaban los detenidos como sombras.

Peroeran lasventanas loquenopodíadejardeobservar.Esaspequeñaspuertas a lo desconocido, los ojos de un enorme monstruo quecontemplabainsidiosamentelaciudadparaasegurarsedequenadiemirasedondenodebía.Leintrigabaloquesucedíatrasellas,aunqueenrealidadnoquisierasaberlo.«¿Quésucederádetrásdeaquellasventanas?».LavozdeSerguéiintentódisiparsuinterésinútilmente.—Nadaquedebapreocuparte—respondióSergéi.—¿Porquésiempreestánlaslucesencendidas?—Lellamólaatención

el tono amarillento de aquella luz. No era blanca, no era clara, parecíahuirdetodaintencióndeiluminarcuantopasaraensuinterior.Eraunaluzenferma,temblorosa,raídayartificial,comolavidaquesucedíadentro.Yaveces,eraquebradaporsombras,siluetasanodinasdeformadasporunreflejosucio,oscuro,amarronado—.Dicenqueesahídondellevanalosquedetienenydondeacabanlosquedesaparecen.—Sinohashechonada,notienesporquéacabarallí.Linalemiró.Nosabíasisumaridopecabadeinocenteodesuperficial,

pero no le gustó aquella respuesta y mucho menos el tono empleado,dirigidoúnicamenteaquesumujerabandonaraeltemadeconversación.ASerguéinolegustabahablarenloscochesconchófer,losconocieraono,aunquefueraentremurmullos.ElsusurroeraelnuevoidiomaquesehablabaenMoscúyelaprendizajedelanuevalenguafuerápidoentrelasociedad.Unacosaesquenoquisieratenermiedoyotramuydistintaquenolotuviera.Además,esanocheparecíatenersumenteocupadaconotrosasuntos. Hizo amago de compartirlos con ella cuando la voz delconductor,hoscayprofunda,lessorprendióaambos.—DicenqueeseledificiomásaltodeMoscúporqueyadesdeelsótano

sedivisaperfectamenteSiberia.Losdosavistaronlosojosdelchóferreflejadosenelespejoretrovisor.

Parecían no tener movimiento ni expresión, sin vida. Ni un ligeropestañeoperturbósuvisióndespuésdelcomentarioqueacababadehacer,como si ni siquiera notara la presencia de los viajeros que ocupaban laparte trasera. En ningún momento se desviaron de los adoquines delpavimentohastaelpuntodehacerlespensarsirealmentehabríasidoélelautor de la macabra acotación. Si era una broma, no tenía gracia. Almenosnoleshizoninguna.Lina prefirió escuchar esas otras cosas que ocupaban la cabeza de

Serguéi,quetampocolesonaronnadahalagüeñas.

—No vamos a poder pasar juntos las vacaciones de verano. No hayplazas suficientes en la casa de reposo de Kislovodsk. Estoy intentandoreservarteunahabitaciónenalgúnhotelcercanoenlaciudad.HehabladoconlosresponsablesdelHotelInturist.Noestámuylejos,adiezminutosandando.—Linaleescuchabasinpoderasimilarloquesumaridoledecía.SabíaqueKislovodskeraeldestinopreferidoporlosartistasalosqueelpartido facilitaba pasar el periodo estival para que pudieran trabajar sinser molestados. Por eso muchas veces no se preocupaban de reservarplazasparalosfamiliaresquesiemprepodíanrepresentarunadistracción—.Peronopasanada.Yaveremoscómoloarreglamos.Siempreestá laposibilidad de que pases unos días en Sochi. A ti te gusta el mar y losniñosselopasaránmejorallí.Linadejódeoírelrestodelaexplicación.Sehabíaquedadoenlafrase

nopasanada.Estabaenelpaísenelquepasaba todoperonuncapasabanada. No es que tuviera algún interés especial en disfrutar de la ciudadbalneariosituadaenelCáucasoNorte,dondelavidaleparecíamonótonaalnoencontrarmásactividadesquelosbañosensusmanantialestermales,los paseos por el campo, los torneos de tenis, las partidas de ajedrez yalimentarseconunacomidamáspropiadeunadietahospitalariaquedeunlugar de descanso. Pero nunca había pasado las vacaciones lejos de sumarido, a no ser que el trabajo le hubiera obligado a ello. Estaríanseparados por seiscientos kilómetros de distancia por carretera que lesllevaríaunasdiezhorasdeviajesicualquieradelosdosdecidiesevisitaralotro.Noparecíamuyalentador.Alllegaracasa,losniñosyaestabanacostados.Linaseguíasinhablar

para evitar una nueva discusión. Serguéi pensaba encerrarse durante unpar de horas para trabajar en algunas partituras aunque sin intención deque susmanos acariciaran el piano.Losniñosdormíany losvecinos almenoslointentarían.Noeranhorasparahacersonarlamúsica.El semblante cincelado por el miedo de Frosia, la mujer que solía

cuidar de Oleg y Sviatoslav y que también cuidaba de la casa, no pasóinadvertidoaningunodelosdos.—¿Qué sucede? —preguntó Serguéi mientras sus ojos recorrían la

estanciacomosibuscaranelmotivodeaquellafisonomíaalterada.—Frosia,habladeunavez.—Linaadorabaaesamujer.Noerasolouna

empleada más. Desde el primer día encontraron la una en la otra unaaliada en la que poder confiar, algo inaudito en una tierra sembrada de

traicionesydelacionesinfundadas.Seentendíaninclusoenelsilencioylohacíanconlamirada.Poresoleinquietótantolaexpresióndesurostro.—¿No se han enterado?—Serguéi yLina tuvieron que acercarse aún

másalamujerporquesuvozapenaspendíadeunhiloqueapuntoestabade quebrarse—.Hanmatado aMijaíl Tukhachevsky.Me lo ha dichomihijo, Vasili, ya saben que trabaja en las oficinas —dijo a modo dejustificación. Siempre que lo hacía, remarcaba lo de las oficinas de laLubianka, como si se sintiera culpable o portadora de algún tipo dedeshonra,comosituvieraquedisculparseporellugardondetrabajabasuhijo—.FuedetenidohaceunosdíasporagentesdelNKVDytrasladadoalaLubianka.Hoylejuzgaronyhasidoejecutadodeinmediatoalasoncedelanochejuntoaotrossietealtosmilitaresdelejército.—Pero Natalia no me dijo nada de que estuviera detenido. —Lina

repitió el nombre un par de veces más. «Natalia. Natalia». No podía niimaginarloqueesamujerestaríapasandoenesosmomentos.—No es algo que suela decirse. Dudo que ni siquiera a estas horas

conozcalasuertedesumarido—apuntillóFrosia,quenoquería insistirenquelainformaciónleveníadesuhijo.—Tengo que ir a verla. Debo contárselo —dijo Lina sin pensar,

dirigiéndosealapuerta.—Túnovasaningúnsitio—leordenóSerguéienuntonoseveroque

logrófrenarlaenseco—.¿Estásloca?¿Hasvistolahoraquees?Pornohablarde…—¿Dequé,Serguéi?¿Pornohablardequé?—Ledoliólamiradadesu

marido,seguramentetantocomoleestabadoliendoaél.Frosiaintentómediar,comosolíahacerycasisiempreconéxito.—Sumaridotienerazón.Ahoranodebeiraningúnsitio.Noesseguro,

niparaustedniparaNataliaSats.Pornohablardeloquepodríasucederleamihijosiseenterandequehasidoélquienhadadolainformación.—Y usted tampoco debería irse. Es demasiado tarde—le recomendó

Serguéi.Frosiacontabaconello,yaquehabíadeclinadovolveracasaconsu hijo cuando había acudido a buscarla como hacía cada noche, parapodercontárselopersonalmentealosProkófiev.SabíaqueLinaeramuyamiga de la mujer de Mijaíl Tukhachevsky y consideraba un deberdecírselo, teniendo en cuenta lo bien que siempre se había portado conellos—.Serámejorquepase lanocheencasa—leofrecióSerguéi,quehabíaempezadoaquitarselachaqueta.Linanopodíahacerlomismocon

su abrigo. Estaba helada, podía sentir cómo en su cuerpo empezaba ainstalarseunaescarchacortantequelaenvolvióenuntemblor.Sumaridole sirvió un taza de té caliente que aceptó de buen grado, aunque algomenos de lo que apreció el abrazo con el que intentaba detener suconvulsión corporal. La besó en la frente y sostuvo su mirada duranteunosinstantes.—Yasabesloquepasadetrásdeesasventanas.Sabíamuchas cosas que hubiese preferido no saber.Las órdenes del

Politburó y del propio NKVD a las autoridades locales y regionales,muchasdeellas realizadasa travésde telegramasosimples llamadasdeteléfono,fijabancuposdedetenciones,deprocesosjudicialesrápidos,singarantías,celebradosentribunalessinexperiencia,restaurandoinclusolastroikasutilizadasdurantelaguerracivilrusaparajuzgaralosenemigosycondenarlosamuerte,donde lavenganzasolía sustituiral imperiode laley. Se estipuló un número mínimo de ejecuciones, deportaciones ytrabajosforzadosque,segúnlaferocidadrepresoradelosquemandaban,podíainclusoversesuperado.Habíaquecumpliresecupoynoimportabasiparaesotendríanquementir,falsearloshechos,cobrarsevenganzasorecurrira laspropiasfilas.«Noacabanen lacárcelnien loscamposdetrabajo los enemigos, los adversarios, los contrarrevolucionarios, sinolosverdaderosbolcheviques,losmiembrosdelpartido.Leninhoyestaríaen la Lubianka y Marx estaría muriendo en un campo de Siberia»,comentabaFrosiaenvozbajacuandoLinayellaestabansolasenlacasa.Enparteporloquelecontabasuhijo,enparteporloqueveíaella.Enlosarchivos secretos guardados en las oficinas del NKVD, un grupo deoficiales trabajabanmañana, tarde y noche para contabilizar el terror yconvertirlo en simples números. Y no se registraba todo. No habríatiempo ni disposición humana para hacerlo.«En definitiva, ¿a quién leimporta?Además,tampococonvienequeestainformaciónllegueamanosdenadie,ysialgúndíallegara,larevoluciónagradeceráquelosdatosnosean los correctos», solían decir algunos dirigentes del partido con laanuencia de los jueces. Esos archivos hablaban de más de un millón ymediodepersonasdetenidasenapenasunaño,delasquecasisetecientasmil fueron condenadas a muerte. «No redondeemos las cifras. Cadanúmero es un nombre y un apellido, y toda una legión de familiares y

amigosquevendrándespués.Entre1937y1938,elNKVDhadetenidoa1.575.259personas,de lasque681.692fueronejecutadas».Asísonaba lavozdeVasili,quesolosequebrabacuandosuperabaelumbraldesucasa.El hijo de Frosia era uno de esos oficiales, siempre serio, rígido,disciplinadoytratando,enunconatodemantenerlaintegridad,dequelascifras que desfilaban por su retina como un ejército de hormigas nollegaranasucerebroconvertidasenhistoriasreales,protagonizadasporpersonas de carne y hueso, con familia, con sueños, con ideales. Sucondición humana le impediría soportarlo. Debía industrializar sussentimientos, maquinizar sus emociones, convertirse en un simplecontablede larealidadynoenunnotariode impresiones.Susojosysucabeza debían ser impermeables, pero cuando llegaba a casa y seencontraba con su madre, se desprendía del barniz impenetrable y elhombredegestoadustoseconvertíaenunniñodeexpresióntaciturna.ElpesodelainfamiaquetranscribíamecánicamentecadadíaensumesadelasoficinasdelaLubiankasedesmoronabasobreél.«Noséquéesloquequieren.No entiendo hacia dónde van. Todos podemos ser culpables encualquiermomento,encuantoalguiendecidaemitirunaordendearrestocontranosotros, inclusocontra losqueredactanesaordendearresto.Esunaauténticalocura».A lospocosdías, desobedeciendo los consejosdeSerguéi,Lina fue a

ver a Natalia Sats. La directora del Teatro Musical Infantil se mostrósorprendida por su visita. Sinceramente, no la esperaba. Fue ellamismaquien le puso al día de lo que había sucedido. Su marido ya sabía quedesconfiaban de él. Poco importaba que fuese uno de los mejoresgeneralesconlosquecontabaRusiayelpropioStalin,yquesujuventudysuvalorhubieranservidoparamodernizarelejércitosoviético.—Desdeprincipiosdeañosabíaqueexistíauninformeconsunombre

enelqueseleacusabadeplanearelderrocamientodeStalin.Selohabíaentregado un general del Ejército Blanco que residía en París a losserviciossecretosnazis,aReinhardHeydrich,elsegundoenelmandodelasSSdeHeinrichHimmler.Recuerdoperfectamentesunombre,NikoláiSkoblin.Estodotanabsurdo,¿cómopudierondarporbuenouninformeelaborado por su enemigo en la guerra civil rusa? Pero Mijaíl era elblanco perfecto para elaborar una mentira que hiciera sospechar a losagentes del NKVD: viajaba mucho a Alemania, a Londres y a otrosmuchos países extranjeros. ¡Pero era porqueStalin lemandaba allí para

elaborar informes! —Natalia intentó que la emoción no le venciera y,aunqueleresultabacomplicado,logrócontenerla—.HeydrichselopasóaHitler, que vio la oportunidad perfecta para debilitar al Estado Mayorsoviético a través de una información falsa. Pero ellos no podíanentregárseloalosrusosporqueeranenemigosysabíanquenosefiarían.Así que provocaron que la información llegara a los servicios secretoschecos, que no tardaron en ponerla en conocimiento del presidente deChecoslovaquia. Sabían que era amigo de Stalin y que no tardaría enenviársela.EsosdocumentosllegaronenmayoalasmanosdeStalin.Yyanadie pudo pararlo. Alguien se lo contó a Mijaíl. Le advirtió de quetuviera cuidado,que ibanapor él, que las sospechasdeque liderabauncomplotcontraelrégimenestalinistaerancadavezmásfuertes.Peroélnoquisocreerlo.—Nataliayanopudoreprimirelllanto.—Notienesporquécontarmenadamás.Tranquilízate,porfavor.Esto

no tehacebien.Nonecesitoquemedesexplicaciones.Séperfectamentequiéneratumaridoyquiénerestú.—Yo sí necesito contarlo.Quiero hacerlo.No voy a permitir queme

callen,quenopuedanicontarcómohanasesinadoamimaridodespuésde servirles toda la vida. —Bebió un poco de agua y continuó—: Ledetuvieronyletorturarondurantevariosdías.Imagínatecómoseríanlastorturasparaqueconfesaraquehabíasidoreclutadoporunagentealemánen1928yque estaba conspirando junto al secretariogeneral del comitéejecutivo del partido y casualmente enemigo de Stalin, Nikolái Bujarin.¿Te lo puedes creer? ¡Después de lo que ha hecho por su país, por larevolución,porelpartido,porStalin…!Yleejecutancomoaunperro,denoche,deun tiroen lanuca,y tiran sucuerpoauna tumbaanónima.Nisiquieramehandichodóndeestá.—Intentaremos hacer algo para averiguarlo—mintió Lina. Sabía que

lossecretosdelaLubiankaseenterrabanavariosmetrosbajoelsueloysecubríanconunagruesacapadecal,aunqueelmantomásgruesoeraeldelsilencio.Ahíresidíasuprincipalpoder,enelsilencioqueconvirtieronensumayorarmaderepresiónyenlamejorcoartada—.Lointentaremos.Tengounaconocidacuyohijotrabajaallí,quizásihabloconella…—¿Ymeteramásgenteenproblemas?—lepreguntóNataliaconuna

mirada de dolor y tristeza que la conmovió—. Qué pena que no noshayamos conocido en otro lugar y en otro tiempo. Hubiésemos hechograndescosasjuntas.

Aldespedirse,sintióqueNatalialaabrazabacomosifueralaúltimavezqueseverían.—Te agradeceré toda mi vida que hayas venido a verme. Pero no

vuelvas más. Nos vigilan, nos están persiguiendo y sé que irán a pornosotros porque somos sus familiares: sumadre, sus hermanas, yo…yquienmásmepreocupa,nuestrahija.—¿Qué vais a hacer? ¿Cómo puedo ayudaros?—preguntó sin poder

controlarlaansiedad.Nataliasonrió.—Comosenotaquenotienessangrerusa—dijoconciertaternuraen

su tono—. La única manera que tienes de ayudarme es yéndote,desapareciendodemivida.Nopuedenverteconmigo.Esmuypeligroso.Tieneshijos,tienesmarido.Notearriesguesaveniravermemás.Siguió las instrucciones de Natalia y salió del edificio por la parte

trasera. Agradeció la bofetada de aire helado que sintió nada másabandonar el edificio. Caminó unos metros intentando controlar laturbaciónquebullíaensuinterior.Siemprequeseenterabadeladetenciónyejecucióndeunamigooconocidonopodíaevitartrasladaresarealidada su casa. ¿Qué pasaría si eso le sucediera alguna vez a Serguéi? ¿Quépodría hacer ella? ¿Cómo reaccionaría? ¿Con quién podría contar?¿Acudiríaalguienaayudarlacomointentabahacerella?ElcomentariodeNataliaresonabaensucabeza.«Cómosenotaquenotienessangrerusa».Claroqueteníasangrerusa,sumadreerarusacomoloeransusabuelos,pero no era momento para circunloquios sanguíneos ni genéticos. Erainevitablequelaobservaciónlerecordarasucondicióndeextranjera.Pensóencogerelmetro,peroprefirió ircaminandopor lascallesde

Moscú.Eldía,ajenoalosacontecimientos,erapreciosoyluminoso,yesole ayudaría a tranquilizarse. Necesitaba tomar aire. Al malestar que lehabíadejadolavisitaseañadióunadesagradablesensaciónde laquenopodíadeshacerse,comodeloloracomidaimpregnadoenlaropacuandosalíadeunrestaurante,unolorquetodospercibenexceptoelquelollevaencima.Fuelaprimeravezquenotólaextrañaimpresióndequealguienle seguía. Quizá era una percepción falsa, fruto de lo que acababa deconfesarle Natalia y su advertencia de que podía ser arriesgado que lavieran con ella. Pero se sorprendió a sí misma mirando en variasocasiones hacia atrás. Ese incómodo presentimiento no le abandonaríaduranteunosdías,inclusosemanas.CuandoSerguéiseenteródeaquellavisitafueincapazdecontrolarsu

violenta reacción. Fue una de las discusiones más desagradables queprotagonizaron, aunquealmenos sirvióparaque, en el transcursode lamisma,secayeranvariasvendasdelosojos.—Eres una inconsciente. ¿Cómo se te ocurre? Estás poniendo en

peligroatushijos,amí,pornohablardeti.¿Acasonosabesdóndeestás?—Erestúelqueparecenosaberlo.—Loséperfectamente.Ymeduelemásqueati.¿Quéquieresquehaga?

¿Quémeenfrenteaellos,quemuestrealmundolovalientequesoycomohahechoMijaílTukhachevsky?¡Dimeparaquélehaservido!Paradejarasu mujer viuda y a su hija huérfana. ¿Crees que nos iría mejor sipronunciaraencadaconcierto,cenaorecepciónlosnombresdeTaírovoShostakóvichcomohacestúparamostrarleatodoelmundoquelagranLinaProkófievnotemeanadieyestáporencimadelbienydelmal,ynocomo el resto, que somos unos completos imbéciles? ¿Crees que sipresumieradeconocerelúltimodecretoaprobadoporelNKVDenelquelegitimanque lapersecuciónyel arrestopolicialdebenextendersea lasesposas y a los hijos de los condenados, nuestra situación mejoraría?¿Crees que no me duele tener que dejar de ver a mis amigos, a miscompañerosonopoderrecordarenvozaltaalosqueyanoestánporquese han convertido en enemigos del pueblo por el capricho de algunos?¿Que nome parece repugnante pasar a diario por un plaza que lleva elnombredelpadredelaCheca,deunadelasmayoresfuentesdeterrorquevivemipaís,delagujeronegroalquehanidoapararpersonasalasquequeríayquiero?¿Piensasqueno tengomiedocuandoelComitéCentralprohíbeaEisensteinsupelículaBezhinLugporconsiderarla inapropiadaydepravada,yleamenazanconjuzgarleyejecutarlesinoseretracta?—preguntó visiblemente exaltado—. ¿Crees que no temo que yo sea elsiguiente porque estoy trabajando con él en la música de su nuevoproyecto,AleksanderNevski?¿Deverdadpiensasquenomegustaríasalircorriendoyabrazarasusviudas,asushijosyasushermanos?¿Tecreesmejorpersonaqueyo,máslistaqueyo?Losientosipiensasquesoyunegoísta porque callo y sigo adelante, porque mientras otros tienendificultades,yonoparoderecibirencargos,dedarconciertos,derecibirlosaplausos,lasbuenascríticas,ysí,tambiénmuchasdecepciones,muchacensura,muchasadvertenciasquedecidoescucharyadmitirporquenomequedaotra.Peroesonomehaceinsensiblealoquesucedeamialrededor.Mehaceentenderlomejoryencontrarlamejormaneradeenfrentarmea

ello,lamejormaneraparamíysobretodoparalosmíos.Lina fue incapaz de reaccionar ante la avalancha de sinceridad que

inundólaviviendadelacalleChkalov.LosgritosdeSerguéinuncahabíanresonadocontantafuerzaensusoídos,susojosnohabíanirradiadotantoodioy rencorcomolohacíanentonces.Seasustó.Nosabíacómopodíaterminaraquelepisodiodemáximatensiónqueestabanviviendo.—Serguéi,yo…—¿Porquénodejasdedecirmequeabralosojosylosabrestú?¡Estoy

intentandosalvaramifamilia,quemimujerymishijosnoseveanenunasituaciónquenotengasolución!—Serguéilaagarróporlosbrazoscomosiquisierazarandearlaparaqueentraraenrazón,paraquedeunavezportodasentendiera suactitudydejaradecondenar su inmovilismo—.Eresextranjera,Lina,nuestroshijossonextranjeros.Yosoyuncompositorqueluchaporsobreviviry,paraevitarquemifamiliaseveaundíadetrásdeesasventanasamarillasdelaplazaDzerzhinskiquetantotepreocupan,metragaré mi orgullo, mi vanidad, mi dignidad, mi bilis, mi sangre, mipropiaesenciasiesnecesario.Ysolotepidoquetúhagaslomismo.Nocreoqueseamuchopedir.Linaleobservócomosifueralaprimeravezqueleteníadelante.Ante

sí apareció la imagen de un hombre con un rostro nuevo, esculpido enbarro y fuego, con lamirada ardiendo enmiedo y la voz hilvanada ensusurrosyreventadaporungritodedesesperación.Sehabíadesprendidodelhalodeinconscienciaqueparecíahaberregidosucomportamientoyse mostraba descarnado ante la mujer a la que juró amar, respetar yproteger.ClaroqueProkófieveramuyconscientedeloquepasabaensupaís.Lovivíaadiarioensilencio,laúnicamúsicarealqueseescuchabaenaquellaciudad.Perolanegacióndelarealidad,elapartarlamiradaydesviarla sobre las teclas negras y blancas de un piano eran su tabla desalvaciónyladesufamilia.Sinembargo,apesardelaevidencia,Serguéiestabaconvencidodequeaquellasituaciónseríatemporal,nopodíadurarmucho, todo pasaría y las cosas volverían a la normalidad. Solo debíanesperar sin hacer ruido, componiendo simplemente música y obviandotodolodemáscontodalanaturalidaddelaquefuerancapaces.Asistiendoa la reaccióndesumarido,sintióqueeraella laquehabíaestadociega.Después del estallido de realidad que tanto había anhelado y que tantoaborrecióenaquelmomento,Serguéiparecíaagotado,vencido,albordedelcolapsofísicoymental.

—Losiento,yo…—acertóabalbucear.—Quizá nos venga bien estar separados estos meses de verano —

afirmó Serguéi—. Ambos nos tranquilizaremos. Las cosas serándiferentesalavuelta.Aquellaspalabras lehicieron temerporvezprimera laposibilidadde

perderle.Lasimplesospecha ladevastó.Aquelloeraalgoquenopodríasoportar jamás. Preferiría la muerte, el encierro, la condena injusta,cualquiermartirioytorturaantesqueperderaProkófiev.Esaposibilidadnoentrabaensusplanes.Sintiócómoalguienencerrabasucorazónenunpuñodehierroyloapretabaconfuerza.Tuvoquesentarseparaevitarquela falta de flujo sanguíneo terminara venciéndola y haciéndola caer alsuelo. Una nube nubló su pensamiento. Sabía lo que pasaba en aquellasdachasdereposo.Loconocíaporvariostestimonios,entreellos,eldelamujerdeAfinoguénov,quien lecontóentre risasybromasqueaquellosretiros estivales propiciaban aventuras, pequeños escarceos que solíantenerun interéspuntual,unaduraciónnosuperioralperiodoveraniego,unsimplepasatiempo,unaactividadmás.Lafaltadeplazasoficialesenlascasas de descanso no parecía ser algo tan aleatorio e inocente comopudiera parecer. A Lina le costaba imaginar a Serguéi en esascircunstancias, incluso le parecía ridículo, pero el temor comenzó aquemarleelánimo.—¿Me vas a dejar?—preguntó angustiada ante una posible respuesta

afirmativa—.¿Esesoloquequieres?¿Esdeloquevatodoesto?—Jamáspodríahacerloaunquequisiera—ledijoabatido.Hablabacon

sinceridad. Seguía amándola, no quería perderla, se sentía incapaz deprescindir de su compañera de viaje, pero la tensión comenzaba aerosionar una relación hasta entonces perfecta—. Eres imposible deabandonar,aunqueestemosamilesdekilómetrosdedistancia.

Llegóelveranoycadaunocumplióconlosplanesprevistos.Linase

fueaSochi con losniños, adisfrutardelmar,de la arenaydel solquetantoextrañabamientrasintentabasuperaraquellapruebadefuegoquelehabía puesto la vida, y Serguéi se dirigió a la dacha de Kislovodsk. Apesarde suajetreado ritmode trabajo, escribíacasi adiarioa sumujer.Necesitaba contarle, como siempre había hecho, sus avances en lascomposiciones,susnuevasideas,ladificultadqueleestabadandoalguna

delaspiezasmusicales,perotambiénledetallabacómoerasurutina,sudíaadía,susbañosenelrío,suspaseos,suexcursióndecasicincohorasde marcha al monte Sedlo y la decepción que sufrió al no podercontemplar en todo su esplendor el volcán Elbrús, ya que el día estabademasiado nublado. Le relató su reencuentro con Taírov, que le habíahabladodeunnuevoproyectoteatral,estavezderivadoalacomedia,Ladueña,deSheridan,enelhipotéticocasodequelascosassecalmaranunpoco después de que las autoridades le hubieran dejado sin teatro paraconvertirlo en elTeatroStanislavski.Le relataba las bromasmantenidasconEisensteinhaciendodivertidosjuegosdepalabrasysusdudassobresilaóperaRomeoyJulietadebíatenerunfinalfeliz,aunqueesodesbaratarala idea original. «Necesito saber tu opinión, no me fío de nadie más,muchomenos deRádlov, que este año está desatado, algomeloso ymepreguntamuchoporti.Todosmepreguntanporti».Aquellasfraseseranoxígeno para la claustrofobia emocional de Lina. Le gustaba cómoencabezabasuscartas,«QueridaAvecilla»,unapodocariñosoqueduranteunaetapadesuvidaenParísllegóaaborrecer,peroqueahoraeramúsicapara sus oídos. Sonreía al leer cómo le habían convertido en un simplenúmeroenelcomedordelbalneario,alescucharqueunadelascamarerasdelrestaurantesereferíaaélcomolaservilletanúmero173.Cadavezquereleía la correspondenciadeSerguéi escudriñabacadaunode los foliosmanuscritos y respiraba tranquila cuando ningún nombre de mujeraparecía en ellos. Entendía que era un consuelo absurdo, que si hubierapasadoalgoconalgunamujernoseloibaacontarensusmisivas,peroleconocíaperfectamente,sabíaleerleentrelíneasysilencios,interpretarsuspalabras,susgirossintácticos,suspuntos,inclusolasminúsculasmanchasqueaparecíanen los foliosdesusescritos.Lesuníaun lazo tan fuerteyauténtico que resultaría difícil que alguno de los dos se atreviera acortarlojamás.Respiróaliviadaal tenerlacertezadequeelfantasmadeunengaño,undesliz,unacortaaventuranohabíaaparecido.Enunadesusúltimas cartas lemencionaba una idea, todavía un esbozo, de componeralgo sobreLaCenicienta. Aprovechó para hablar de ello al final de lacuartilla y a Lina le reanimó leer su frase final. «Tú siempre serás miCenicienta».Encualquierotromomentopodríahaberleparecidoinfantil,cursi, incluso ñoño, pero cuando sus ojos lo leyeron fue unreconstituyenteparaelalma.Habíatrabajadointensamentedurantetodoelveranoenlamúsicadela

película Aleksander Nevski de Eisenstein, que, tras retractarsepúblicamente por su labor como director en su anterior películaBezhinLug,pudocontarconunasegundaoportunidadparaseguir trabajando,ycompartióconéldescansoestivalenKislovodsk.Stalinseguíasinfiarsedeél, pero, comogranamanteque eradel séptimoarte, entendíaque eldirector era un maestro, especialmente del montaje. Además enKislovodsk Serguéi había tenido tiempo de empezar a dar los primerospasos en la ópera Semión Kotkó que le había propuesto Meierhold. Sesentía enérgico, preparadopara afrontar nuevosproyectosydispuesto alograrloséxitosprometidos.

El reencuentro resultó uno de los mejores momentos que la pareja

recordabahabervividoenlosúltimostiempos.Nosepusierondeacuerdoen saber quién había echado más de menos al otro. Serguéi volvió acontemplar lassonrisasdeLinareciénestrenadasparaélyellavolvióasentirse el centro del universo Prokófiev. Las dudas, los miedos y losreprochesdesaparecieron comopor ensalmo.Al final iba a resultarqueSerguéiteníarazón,queaveceshabíaquepararyrespirarparaaclararlascosas, para ajustar la perspectiva, para inyectar un poco de calma a lassituaciones de tensión. Cuando le ayudó a deshacer el equipaje deKislovodsk, descubrió que no solo venían partituras, pentagramas,cuadernosyunsinfíndenotasmanuscritas.Entrelaropayelmaterialdetrabajo Serguéi había metido algo más. Y como buen regalo, resultabainesperado.—NosvamosdegiraalosEstadosUnidos.Losdos.Enunosmeses.—

Sabíaquehabíasorprendidoasumujerylegustaba.Hacíamuchotiempoquenoloconseguíaconlaspalabras, tansololohacíaconsumúsica—.Hayqueempezaraprepararlotodo.Unañopasaantesdeloquepiensas.Linanopodíacreerlo.¿SalirdelaUniónSoviética?¿Leshabíandado

permiso?—Júramelo.Dimequeescierto,quenoestásbromeando.—Nosuelobromear.Yameconoces.Nosoybuenoeneso.—¿Ypodremos ir también aParís, a ver amimadre? ¿YaLondres?

Dime,¿podremos?—preguntósuperadaporlanoticia.Serguéileaseguróqueasísería.Sucabezacomenzóallenarsedeencuentrosqueabrazaríanfuturosrecuerdos,depersonasalasqueveryestrechar,delugaresalos

que ir y donde hablar en un tono normal, de restaurantes sobre cuyasmesas aparecerían los más exquisitos manjares, de tiendas en cuyointerior perderse para encontrar algo que colmara tanto la necesidadcomoelcapricho.Su interiorestabaapuntodeexplotar.Estaba tanfelizque ni siquiera podía reír a carcajadas como le pedía el cuerpo. No leimportaba cómo lo había conseguido, a quién había tenido que pedirpermiso, ni por qué extraña razón habían accedido a que los Prokófievrealizaran ese viaje. Tampoco le interesó saber por qué Serguéi no lehabíacomentadoconanterioridadnadasobrelaposibilidaddeaquelviaje.Pensóquenoquerríailusionarlasiluegolascosasnosalíancomohabíaplaneado.No le importabanada.Lavidavolvíaa sonreírle,denuevoseabría ante ella y no le incumbía conocer los detalles. ¿Acaso iba eso acambiarelresultado?—Nopuedoesperaracontárseloa losniños.Verás lacaraqueponen

cuandosepanquenosvamos.NuncahanestadoenlosEstadosUnidos.—Ellos no vienen. —La contestación de Serguéi hizo que la fiesta

dibujadaenelrostrodeLinacesaraabruptamente.—¿Cómoquenovienen?—Ellos se quedan aquí. No es un viaje para los niños. Estaremos

viajandoconstantementeytrabajando.Estaránmejoraquíquedehotelenhotel.—PeroSerguéi…—Nisiquieraencontrólaspalabrasparaexpresarsu

desilusión.—Esmejorasí—dijo,conscientedequeaellanopodíaengañarla—.

Además, no puede ser de otra manera. Es la única condición que hanpuesto.Lina lo entendió todo. Les permitían salir porque sabían que

regresarían.Sushijosseconvertíanenlosrehenesdeunsecuestro.Seríanel rescate en caso de que sus padres decidieran no regresar a la UniónSoviética.Eralaestrategiaperfecta.Todoestabapensado.—Habráotrasocasiones.Teloprometo.

19

Cualquierapodríahaberlocalificadodemagia.Encuantolosabrigos

de nutria desaparecieron de los andenes de las estaciones de tren, Linarejuveneció veinte años. Alejarse de la Unión Soviética era tanto comosumergirse en un oasis de vitalidad. No había sido consciente de lahibernacióninvoluntariadesucuerpohastaquevolvióapisarunteatrodeLondres, donde acudieron a una representación de Pedro y el lobo, ocaminódelbrazodeSerguéiporlascallesdeVarsovia.PoloniasiemprelehabíagustadoaProkófiev,leparecíatremendamentemusical,bohemiaypasional.LaestanciaenPragaseprolongómásdelacuenta,porloquesupermanenciaenParísfuecasitanfugazcomounrelámpago.Unavisitarápida a Olga Nemiskaia, reproches maternos por los silencios y lasprolongadas ausencias, y unos breves paseos por el mapa de losrecuerdos. Lina no quiso abandonar la ciudad sin pasar por la rueCambon.NoseiríadeParíssindarleunabrazoaCoco.—Lo de la delgadez no hay que llevarlo al extremo, querida —la

reprendióChaneldespuésdepercibirenelabrazoquesuamigasehabíaconvertido en un atractivo sacode huesos—. ¿Cuánto pesas? ¿Cincuentakilos?—Cincuentayuno—lacorrigió,aceptandodebuengradoelcaféquele

ofrecíaunadelasoficialasdelaMaison—.Notepuedesimaginarcómotriunfé enMoscú con el abrigo queme regalaste. Están convencidos dequelohicistepensandoenellos.—¿En los bolcheviques? ¡Pobres ignorantes!Si ellos supieran—dijo,

recordandoasuamadoelgranduqueDimitriPavlovichylasperlasdeladinastíaRomanov.—Loguardocomounajoyaenmiarmario.—Mi ropa es para lucirla en la calle, no para que sea pasto de las

polillas—lerecriminóenuntonomilitar.—TúnosabescómoestánlascallesdeMoscú.—¿Cuándovasasalirdeallí?—lepreguntó,repentinamenteseria.—Acabo de hacerlo —respondió con una amplia sonrisa que no

traspasólosnivelesdedeteccióndementirasdesuamiga,experimentada

enmilbatallas.—Sabesperfectamentealoquemerefiero.Notehagaslatonta.Detesto

alastontas.Ytúnoloeres.—Pronto—mintió.CocoChanelsedirigióasumesayabrióunapequeñaagendadetapas

blancasquehabíasobreella.ExtrajounpapelquetendióaLinaparaqueloleyera.—«Quéseríadelossueñossilagentefuerafeliz».Nosésieslomás

hermoso que he oído en mi vida o si es lo más triste—comentó Linaabriendolosojosinterrogantesenbuscadeunaexplicación.—Es lo que queda de un hermoso amante que un día quemó unos

cuantosescritosanteungrupodeamigos,seretiróaunacasa juntoa laabadíadeSolesmes,dondedecidióbuscaraDiosyterminóviviendoconsu mujer Henriette —dijo refiriéndose al poeta Pierre Reverdy—. Lapasiónmaduróenamistad.Hayqueaceptareldestino.Comprosusobrasysubvencionosuspublicacionessinqueélsepanada.Yacambio,leinspirounas cuantas letras. «Tú no sabes, querida Chanel, cómo las sombrasreflejan la luz; y de las sombras se nutre mi ternura por ti»—repitiópaladeandocadapalabra—.Leadoro.Yasabesquemisamantessequedanconmigocomolohacenmisvestidosenelarmariodelasmujeres,parasiempre. —Coco seguía fumando sin parar y el humo continuabaenvolviendo en una enigmática nube su presencia—. Te encantaría. Unpocomísticoperosoportable.Aunquesupongoquetugustoesquizáalgoruso para un poeta francés nacido en Narbona. Porque entiendo queconservamos lamisma acertada elección, ¿me equivoco?—preguntó enreferenciaaProkófiev.Linaasintiósonriendo—.Losospechaba.—Creoquenadiehaescritoalgotanbonitopensandoenmí.—No seas injusta. Pensando en ti han creado las melodías más

hermosasyvalientes.Ynoes loúnicoquetengopara ti.—Cocomandótraer a su asistente una funda de traje y se lo entregó.Era el vestido desatén blanco con una capa con bordados y pedrería que Lina habíaadmiradohacíaunosaños—.Quieroquelesdejessinalientocomoyolesdejé sin las perlas de losRomanov—dijo con su habitual sarcasmo.Alverelademánderechazodesuamiga,acallósusexcusas—.NocreoqueenParísvayaa tenermuchaoportunidadde lucirlo, laverdad.—Chanelseguía siendo una de lasmujeresmejor informadas deFrancia y eso lehacía ser garante de muchos secretos y cómplice de grandes silencios.

Sabíaquelascosasibanacambiarmuyprontoyqueelescenarioqueseavecinabanoadmitiríaunvestidocomoaquel.CogiólamuñecadeLinayla olisqueó—. Veo que sigues fiel a las cosas importantes —dijo alpercibirsuperfume,elnúmerocinco,tatuadoensupiel.—Merecuerdaatodaestavida,ati,aParís,alteatro,losconciertos,las

flores,loslargospaseos,laluz.Lamemoriahechaperfume…—Lamemoria es femenina, ¿recuerdas? Siempre ha sido así, aunque

ellos no se hayan dado cuenta todavía. Ni creo que se la den, no lesconviene.De nuevo promesas de encuentros, de comunicaciones periódicas, de

cartas de ida y vuelta, de telegramas inesperados. Todo era fácil en elmundo mágico del interior de la Maison Chanel. Lina inhaló el olorimpregnado en su ambiente. Lo reconoció y la reminiscencia le hizosonreír. Pensó en la suerte que tenía de poderse llevar aquel recuerdoaromáticoenunpequeño,sencilloyelegantefrasco.Ojalápudierahacerlomismoconelrestodelaciudad.—Nodesaparezcassinmás—lepidióCoco—.Estoycansadadequela

gentevueledemividacomosifueranfugacesráfagasdeaire.—Noloharé.Teloprometo.Lina aceleró el paso con la intención de poder llegar a la rue de

L’Odeonycomprarun librodepoemasdePierreReverdyen la libreríaShakespeareandCompany.LeapenóprofundamentenoencontraraSylviaBeach.Lehubieseencantadoverlaydecirlequeseguíaleyendosinprisas.Peronosefuesinelejemplarquehabíaidoabuscar.

EmbarcaronenLeHavre,abordodelmodernotransatlánticofrancés

Normandie procedente deBishopRock, en el sudoeste deGranBretaña,condestinoaNuevaYork.Linaagradeciólacalmadelmardurantetodoelviaje, como si la naturaleza se hubiera aliado con ellos para hacermásfácil el trayecto.Mientras sumarido escudriñabapentagramasy jugadasde ajedrez, Lina se dejaba mecer por las palabras del amante de Cocoquedandoatrapadaenlosversosdeunodelospoemas,Laenvidia,cuyaúltimafraselehacíasentirvértigo

Situascru,destin,quejepouvaispartir,ilfallaitmedonnerdesailes.[2]

Quizá fuese una impresión tremendamente subjetiva, pero a ojos deLinalavidavolvíaarecuperarlatonalidadcromáticaqueelgrissoviéticomantenía oculto bajo una densa niebla. Nada más llegar a los EstadosUnidos,volvióaacapararmiradas,elogiosasuelegancia,subellezaysumagnetismo. Su sonrisa regresó impresa a los diarios y su gusto en elvestir acaparó titulares y comentarios.Aunque esta vez fue Lina quienquedó atrapada por las calles de Nueva York, de Washington yespecialmente de Los Ángeles, convertidas en una algarada de coloresbrillantesyvivosquesaltabandelapaletadelospintoresalaropadelasmujeres. Muchas de sus compras quedaron monopolizadas por laadquisicióndetelas,vestidosytrajesqueamenazabanconhacercederlascosturasdelasmaletas.PerosihuboalgoquelogróembelesarlaenaquelviajefueelambienteglamurosodeBeverlyHills,lapotenteluminosidadqueirradiabaHollywoodylaalegríavitaldesugente.Nohubounlugarde moda en el que los Prokófiev no hicieran acto de presencia. Linadisfrutó de las emblemáticas piscinas del Beverly Hills Hotel y delRooseveltHotel,convertidasenlugardereferenciaparatodaslasestrellasqueteníancomocitaobligadaocuparlastumbonasbicoloresenblancoyazuldispuestasalrededordelapiscina,escoltadasporgrandespalmerasyunaindispensablebarradecócteles.EnunacenaorganizadaenhonordeProkófiev en el restaurante Victor Hugo de Beverly Hills tuvieron laoportunidaddecomprobarcómolamúsicadelcompositorentusiasmabaporigualaladivadelcinemudoenlosañosveinte,GloriaSwanson;alaconocidaactrizycantantefamosaporsusmusicales,JeanetteMacDonald;alasactricesGretaGarbo,JoanCrawford,MaeWest,MarleneDietrichya una de las principales figuras de la producción del espectáculo,WaltDisney.Todosqueríanestrecharsusmanos,escucharsusvoces,compartirconversacionesconlaparejareciénllegada,convertidaporunashorasenla sensación del momento, y observar los diseños parisinos que lucíaLina, envuelta con un gusto exquisito en lamé, seda y piel. Serguéiagradeció lapresenciadesumujerque,comoerahabitualenella, sabíarepartir el juego de la conversación, las sonrisas justas, losagradecimientosprecisosyhacerpropioelartedelasrelacionespúblicas.Estaba en el lugar del mundo donde quería estar, el que añoraba ensilencioporamorasumarido,enelmundodelasluces,lasestrellas,losbrillos, las fiestas y las conversaciones cruzadas. En aquel rincón delmundoerafeliz.Sufiguracrecía,susonrisaseampliabayelbrillodesu

miradaseintensificaba.PerosuhaloestelarpendíasiempredeSerguéi.Élseguíasiendoelcentrodelmundo,larazóndetodo,elfocodetodaslasconversaciones. Cuando Walt Disney estrechó su mano, venía con unapropuestabajoelbrazoyestabadispuestoatodoparaconseguirla.QueríaconvertirPedroyelloboenunapelículadedibujosanimados,aunquelosmilquinientosdólaresqueleofrecióporlosderechoseranlodemenos.—Siconvenceasumarido,lecontaréunsecreto—ledijoWaltDisney

enuntonoconfidencial.—Sileconvenceusted,soycapazdeconfiarleyomásdeunsecreto—

lecontestójugandoconlaspalabras.Linaabriólosojostantocomolohacíansusdibujosanimadoscuando

DisneylehablódeunpuebloalmeriensellamadoMojácar.Nosuposielreconocimiento de su supuesto origen español sería una artimañaestratégicaparaconseguiraquelcontrato,peroledabaigual.NodependíadellugardondehubieranacidoniellaniWaltDisney,sinodellugaralquedebíavolverProkófiev.—Esunagranoportunidad.¡Elsueñodetodocompositor!Triunfaren

Hollywood, en la meca del cine. ¡Es la Paramount, Serguéi! —le dijo,refiriéndoseaunasegundaofertadetrabajarenlamecadelcinequehabíarecibido Prokófiev en los últimos días—. ¡Es Walt Disney! —Lina nisiquierapodíacreerqueesosnombresestuvieransaliendodesuboca.Porunmomentovolvióa rozarcon laspuntasde losdedos lavidade luzycolorquehabíanvividoenParís.Eravolveranacer.Regresaralavida.Yhacerloportodoloalto.—¿Noserámás tusueñoqueelmío?—lepreguntóél, recordandoel

anhelo de su mujer de convertirse en una conocida artista, ocupar lasprincipales portadas de las revistas y, por qué no, transformarse en unagran actriz como le vaticinó su profesora de canto, en una importantemodelo como le sugirió Coco Chanel, o en una estrella «de lo quebuenamentequiera»,comoleauguróPicasso.Nocreyóqueelcomentariolemolestara.Nolohizoconesaintención.Peroerró.—Misueñoesverteconvertidoenelmayorcompositordelahistoria,

vertunombreenlosprincipalesluminososdelosteatrosyloscinesdelmundo entero ya que yo no pude conseguirlo—apostilló con evidentehastío. Había veces que le reprochaba a Serguéi haber tenido querenunciar a su sueño de luces y estrellas por mantener su matrimonio,paracriarasushijosyparaacompañarlealládondenecesitarair.Noera

algodeloquesolieraquejarseporquehabíasidounadecisióntomadaporvoluntad propia, pero no le gustaba que el reproche se volviera contraella.Decidió centrarse en el temaque en esemomento le importaba.Lapropuesta que encerraba nuevamente el sueño americano—. Esta ofertapuedellevartealacima,¿esquenoloves?—Pero, ¿dequéhablas,Lina?Sabesquenopodemosquedarnos aquí.

¿Crees que nome gustaría darles un sí como respuesta?Me encantaría.PerohemosdevolveraMoscú.Allíestánnuestroshijos.Creíqueestabasdeseandoverlos.—¿Terefieresaltoquedequeda?—Creoqueyahemoshabladodeeso.Nocreoenlanecesidaddevolver

sobreeltema.—Pero sí crees en la necesidad de volver.—Respiró profundamente

mientras cerraba sus ojos como si no quisiera ver el horizonte que lequedabapordelante—.Almenosinténtalo.Llámales.¡Quémáslesda!—¡Amímeimporta!TengoelestrenodelapelículaAleksanderNevski

endiciembre,yeldelballetRomeoyJulieta.Meesperanconciertosqueofrecer,óperasqueterminar…¿enquémundovives?—Enunoqueterminarámatándonos.Serguéilamirósinrencorantesuscontinuosreproches,apoyadoenla

convicción de que el carácter latino de su mujer la empujaba a undramatismo sobreactuado.No quería discutir.Optó por callar y guardarsilencio. La música no era la única habilidad de la que se erigió enmaestro.De regreso a laUnión Soviética, el único tono pastel que coloreó la

realidad de los Prokófiev fue el azul del automóvil Ford que SerguéiencargóparaquelefueraenviadoaMoscúdesdelosEstadosUnidos.ConesosetuvoqueconformarLinamientrasobservabaporlaventanadeltrencómo losabrigosdepieldenutriavolvíanaapareceren losandenesdelasestaciones.

Todos parecían nerviosos en la vivienda de la calle Chkalov. Oleg

mirabaeldeambulardesuspadresrecorriendoelsalóndeunladoaotro,entrandoeneldormitorio,saliendoenbuscadealgoqueparecíanhaberolvidadoamitaddecamino, eligiendoelvestidoapropiado, rechazandouna camisa, buscando los zapatos. Era el día del estreno de la película

Aleksander Nevski y la expectación era máxima. Las últimasinformaciones hablaban de la posible asistencia de Iósif Stalin. Por unmomentoLinanosabíasisevestíaparaellídersoviético,parasumaridooparaellamisma.Pero laeleccióneraclara.Elvestidodesaténblancoconunacapaconbordadosypedrería.Nopodíaserotra.Pensóquequizásumaridoleinstaríaaelegirunvestidomásoscuro,peroseequivocó.Ajuzgar por el embeleso con el que la miró, la elección había sido lacorrecta.«Laideaesquemirenalapantallaynoamiseñora»,bromeó.Apesardelosnervios,estabadebuenhumorysucaracterísticogestoserionohabíasombreadosusemblante.—¿Yporquénopodemosir?—preguntóalgodecepcionadoOleg—.A

Sviatoslavlellevasteisaverapapáenunteatro.—Yosvamosallevar.Peromejorotrodíaquehayamenosgente.Hoy

novamosapoderestarpendientesdevosotros.Perocuandoregresemosos contaremos todo sin olvidarnos de un solo detalle —Lina intentóconvencer a su hijo menor, que sujetaba en su mano el juguete queencontró en el interior de una caja traída desde Los Ángeles. Estaba apunto de cumplir los once años, pero aquel muñeco le gustó mucho.Encontró un poco absurdo que un ratón se llamara Mickey, vistierapantalones rojos con dos enormes botones, calzara unos llamativoszapatos amarillos y luciera guantes blancos, pero era el regalo que suspadres le habían traído de los Estados Unidos y debía de ser bueno—.Además,papánosaleenlapelícula.Essumúsicalaqueseescucha.—Ustedeslaquedeberíasalirenelcine—ledijoFrosia,admirandoel

resultado final del vestuario y delmaquillaje de la señora Prokófiev—.Estábellísima.

Ajuzgarporlosaplausosquesurgieronabruptamentecomolalavade

unvolcánenplenaerupción,muchoantesdequeseencendieranlaslucesde la sala, la nueva película de Serguéi M. Eisenstein con música deSerguéi Prokófiev fue todo un éxito y cumplía los requisitos paraconvertirseenunclásicodelcinemarcadamentesoviético.Porelímpetucon el que se levantaron los asistentes para aplaudirla, también habíacumplidoconel encargodeStalindeelevar losánimosde lapoblaciónante una posible invasión de la Alemania nazi. La historia épica delpríncipe ruso que defendió su patria atacada por los teutones había

gustadoatodos.Ysumúsica,muchomás.Alasalida, todosqueríanfelicitaralautorde lacantatade lapelícula.

Sinduda,lacintanohubieraemocionadoigualsisubandasonoranoseescucharaenlosmomentosmásdecisivosdelahistoria.Sorteandocomopudieron las nubes de saludos, apretones demanos y felicitaciones, losProkófiev intentabanavanzarhasta lasalidadel teatroparadirigirsea lacena con amigos que habían planeado para después del estreno. Unainesperada visión interceptó sus apresurados planes de salida.Nadamásverle,Linasintióqueelcorazónleempezóalatirconvulsamente.ApenaspudomoversecuandoavistóaStalindirigiéndosehaciaellosmientraselrestode los asistentes al estreno se apartaban a los lados, haciéndoleunpasillo.Leparecióestarasistiendoalarepresentacióndelaescenabíblicaen la que las aguas del mar Rojo se abrieron para que Moisés y susseguidorespudieranpasar.Contemplándole,tuvolaimpresióndequeunodelosgrandesretratosqueaparecíanpresidiendolascalles,ocupandolasfachadasde losedificiosocolgandode lasparedesdecualquiercasasehabíaapeadodelaperenneverticalidadycaminabahaciaellos.LehubiesegustadorefugiarsetrasSerguéi,perosucapacidadmotrizsevioanulada.Aunquelointentóylodeseaba,nopudomoverse.Nisiquierafuecapazderozar la mano de su marido para sentirse más segura. Era demasiadotarde.Yaestabaamenosdeunmetrodedondeseencontrabanellos.—Camarada Prokófiev. —Su voz sonó firme pero no tan severa ni

metálica como en la radio—. Le quiero felicitar por haber conseguidoaunarlaexaltacióndelpatriotismo,lafuerzafísicaylacombatividadalaevocación de un pasado glorioso. Me ha gustado mucho la melodíamarcial Levántate, pueblo ruso, ese lamento del campo de la muerte.«¡Levántate, pueblo ruso, hacia la gloriosa batalla, hacia la batalla amuerte! ¡Alzaos, gentes libres, en defensa de la santa tierra! En nuestramadreRusia,enlagranRusia,nohabráenemigos.JamásmancilleRusiaelenemigo, jamás laocupe. Jamás transitenuestroscaminos, jamáspisenuestroscampos».CuandolavozdeIósifStalincomenzóatararearlaletradelacanción,

todoscontuvieron la respiración.Lina sepreguntó si estaría soñando, sitodoaquello seríaunabromaosi su imaginación leestaba jugandounamalapasada.JamáscreyóquellegaríaaoíraStalincantar,ymenosaúnque lo hiciera con una composición de Prokófiev y delante de ellos.Esperóaquelasurrealistaescenaterminaraylohizosinpermitirqueel

aire llegara a sus pulmones. El improvisado cantante parecía satisfechoconsuinterpretación.Nadieseatrevióadecirlequenohabíasidoasí.—Quierosaludarpersonalmentealamezzosoprano.Haestadobrillante

—dijoStalinamododeacotación,girandolevementesucabezahaciaelhombre que estaba a su derecha, su secretario personal. No habíaautoridad en su voz, sonaba relajada, libre de la supremacía que leacompañaba en sus discursos. Enseguida volvió a Prokófiev—. Halogrado emocionarme lamúsicadurante la escenade la batalla sobre elhielo.»“Peregrinus, expectavi, pedesmeos, in cymbalis.Expectavi, expectavi,

est.Vincantarmacrucifera!Hostispereat!”.Mehatrasladadoalabatallade Kerjenets de la ópera Kitege de Rimski-Korsakov y ha habidomomentosenlosquemeharemontadoalaBatalladeloshunosdeLiszt.—Mientrashablabadelamúsica,elhielodesumiradaparecíaderretirseenunahogueradenotasardiendoenunpentagrama—.HevibradoconesamelodíatrágicadelcantosobreAleksanderNevski.Yesaapoteosisfinal,digna de las grandes óperas rusas, digna de nuestra madre patria. Sialguienme preguntara qué es la esencia rusa, le diría que escuchara sucantata.Esustedunverdaderoejemplodenuestraesencia.»Enhorabuena.SabíaquenuestroProkófievnonosfallaría.—Stalinle

tendió la mano y, ante el asombro de todos, decidió añadir al saludoformal un abrazo que incluso pareció afectuoso.El líder soviético teníafama de ser un gran melómano y un amante del buen cine, y todosentendieronesegestocomounaaprobacióndeloqueacababadever.Unamuestraafectivadellíderrusoteníalapotestadapocalípticadecambiareldestinodeunapersona,asícomounapalabradedesaprobaciónlehundíaenelinfierno.Sileabrazabaolesonreíasuvidadaríaungiro.Moríanovivíanpersonaspor la entonaciónde suvoz,por el rigorde sumirada,por un gesto de beneplácito o de reproche. Y a Prokófiev le habíaabrazado afectuosamente, había charlado con él, se había permitidobromearyhabíaelogiadosu trabajo. Inclusosehabíaatrevidoaentonarsumúsica.Elcompositorhabíasidoelegidoaquellanocheparalagloria.ALinalecostócreerloqueestabacontemplandoaquellanoche.Porun

momentoleparecióqueaquelhombreseparecíamuchoaStalin,peronopodíaserél.Teníaqueserunimpostor,undoble,unadeesaspersonasderecambioque,segúnhabíaoído,utilizabanloslíderesmásimportantes.Leextrañóver lapielde su rostroenérgicamentepicadapor laviruelaque

padeciódepequeñodelaquenohabíanirastroenlosretratos,ysucortaestaturaqueleobligabaautilizaralzasenloszapatos,loqueleconferíaunos andares extraños. Le observó casi sin respirar. Tenía cara dejornalero,aunquemuchosdecíanquesurictuseraeldeunvigilantedeuncampo de trabajo, un gran bigote y unos ojos que parecían demuñeca,inertes,decristaloscurocasisiniris,fríoscomoelhielo,yermosdevida.Sinembargo,allíestaba,hablandocomounapersonanormal,alabandolamúsica,felicitandoasumarido,apreciandosucomposición,canturreandoy hablando de la historia de una película como lo haría cualquier otrapersona.Peronoloera.EraelsecretariogeneraldelComitéCentraldelPartidoComunistade laUniónSoviética.Yestabaaescasoscentímetrosdeella.Aquel momento se le hizo eterno. Y lo más sorprendente es que no

parecía tener prisa por despedirse. Súbitamente, Prokófiev se giró haciaLina.—Mimujer,camaradaStalin—lepresentóconceleridadSerguéi,que

lejosdeparecernervioso,estabaextrañamenterelajado.—Un verdadero placer, señora Prokófiev —le dijo, tendiéndole la

mano. Durante un instante, la examinó con minuciosidad—. Usted esespañola, ¿verdad?—preguntó sin esperar contestación. Le valió con elgestoafirmativodelacabezadelaaludida—.Heseguidomuydecercalaguerra civil de su país, la sublevación del general Franco contra elgobierno republicano de España—comentó, sabiendo que en esa fecha,diciembre de 1938, su sueño de convertir al país más estratégico delmediterráneo para la causa soviética había fracasado—. Confío en quefinalmenteganelacordurayseimpongalarazónenEspaña.—Estoyunpocodesconectadademipaís—reconocióella,sinperder

la sonrisa—. Hacemucho tiempo que salí deMadrid y no he tenido laoportunidaddevolver.—Las oportunidades hay que buscarlas, camarada. Siempre hay que

volveralamadrepatria,hágamecaso.Selodebemos.Linaasintióconlacabeza,esforzándoseaúnmásesesbozarunaamplia

sonrisa.Abriósubocaparadeciralgo,peronofuecapazderecordarsirealmente logróhacerlo,ydehaberlohecho,nopudoevocarquéfue loque dijo. La realidad se había convertido en una nebulosa de la quedesconocíasisetraduciríaenpesadillaoensueñoreparador.Cuandoyasedisponíaairse,ellídersoviéticoretrocediósobresuinicioderetirada

y se volvió pararmirar nuevamente a Lina. La contempló durante unossegundos en losque logróparalizar cadamúsculode su cuerpo. Intentóbuscar en su mirada la frialdad cortante que advirtió en el primerencuentro,casualmentetambiénenunteatro,peronolaencontró.—¿Por qué no ha cantado usted Levántate, pueblo ruso? Tengo

entendido que es usted soprano y que no lo hace mal. Creo haberlaescuchadoalgunavezenlaradiodeMoscú.Enesemomentosintióquelosojosdeaquelhombrelaestrangulaban,

peronodeunamanera tan fuertecomo lohicieronsuspalabras.Fueunmilagroquepudieraescucharlasteniendoencuentaelruidoensordecedordesuslatidos.—Quizá en otra ocasión. Al menos, así lo espero —dijo finalmente

mientras contemplaba una especie demueca en los labios de Stalin quehizoelevarsesupobladobigote.Jamás había oído hablar tanto a Stalin. Cuando finalmente se alejó,

SerguéiyLinasemiraron.Lohicierondurantesegundos,quizáminutos,pero ninguno de los dos fue capaz de articular palabra alguna. Secontemplaroncomoloharíandoscómplicesdeungransecretoaquieneslesestabanvedadaslaspalabras.Seaferróalbrazodesumaridoycaminójuntoaél,nosuposipororgullooporqueestabaapuntodedesmayarse.Ninguno de los dos fue capaz de romper el silencio. No sabían cómo.Tampocosabíanparaqué.Yaenelcoche,fueSerguéiquiensedecidióahablar.Agradeciópoder

ir en su propio vehículo sinmás compañía que la de sumujer.Aquellanoche todavía conducía él, ya que el chófer que decidió contratar paraolvidarse del tráfico suicida de Moscú aún no se había incorporado altrabajo.—¿Leimaginabasasí?—No,laverdad—respondióLinasiendocompletamentesincera—.Su

vozeratandistintaacomosuenaenlaradio.Estoyconfusa.¿Deberíamosestarcontentosoasustados?—Yo votaría por lo primero. Siempre resulta más alentador —dijo

mientras retirabaduranteunmomento lavistadel firmeparamirara sumujer—.¿Estásbien?—Nolosé.Serguéisonrió,cogiólamanodesumujerylabesó.Eralaprimeravez

quelahabíacontempladoalgoturbadaanteunapersonalidadpública.Lo

interpretócomounabuenaseñal,pensandomásenloquesolíaimponerlapersona de Stalin que en el terror que destilaba su presencia y querealmenteeraloqueparalizabaalaspersonas.Perodemomento,aquellanoche se había mostrado como un fiel seguidor de Prokófiev, le habíahecho suyo incluyéndole en su particular nomenclatura. «NuestroProkófiev», había dicho. Sin entrar en más detalles, siempre resultabamejor y más práctico estar a bien con las autoridades, fueran las quefueran.—¿Noqueríasverelnombredetumaridoengrandesluminosos?Esta

nochelohasvisto.Ydespuésdel«nuestroProkófiev»deStalin,creoqueloveremosmuchasmásveces.—Volvióabesarsumano.Lanotóhelada,pero lo atribuyó al frío de una gélida noche de diciembre enMoscú—.¿Estásorgullosadetumarido?—Siempreloheestado.Ysiempreloestaré.PorqueeresmiProkófiev,

denadiemás.Serguéi entendió aquella frase como un juego de palabras destilando

orgullo y vanidad. Pero de la boca de Lina había salido en forma deadvertencia.

20

«Si esehombre se enamora, suamordebe serde losverdaderos,de

losquedurantodalavida».Lellamólaatenciónlamusicalidadencerradaenaquellafrasemásque

elcontenidoensí.Sintiócuriosidadporobservaralapersonaquelahabíapronunciado.Volteó sucuerpomientras terminabade firmar la solicituddel coche que le acercaría a la estación de tren para regresar aMoscú,después de pasar los primeros días del verano en Kislovodsk junto aSerguéi. Se sintió decepcionada al ver a una joven veinteañera nodemasiado agraciada físicamente, con el pelo desaliñado y con un ticnervioso que no le ayudaba a resaltar su femineidad. Después decontemplarladuranteunosinstantes,enlosquellegóadesarrollarporellaun amago de compasión, quiso buscar al destinatario de la sentidaobservación.Siguiendolatrayectoriadelamiradadelachica,encontróalreceptor. La visión le sorprendió e incluso le dibujó una sonrisa en loslabios.EraSerguéi.Linasevolvióhacialajoven,queesperabajuntoasupadreaqueleasignaranunamesaparaentrarenelcomedordelacasadereposo.—Noseequivoca,querida.Elamordemimaridoesdelosverdaderos,

de los que duran toda una vida—dijo, regalándole una sonrisa ante elasombro de la muchacha, mientras se dirigía hacia la mesa donde laesperabaSerguéi,concentradoen la lecturadeldiario,congestoserioyajenoalinterésquehabíadespertadoenlajoven.Porunmomentosesintiómalporlareacciónqueacababadetenerante

aquellamujer.Peroestabaseguradehaberutilizadountonodulceaunquecontundente.Adecirverdad,elcomentariotampocoleparecíaapropiadoparaunaveinteañera.—Creoqueesajovencitadelaterceramesaalaizquierdadelapuerta

principalacabadedarsecuentadequesehaenamoradodeProkófiev.—Serguéi levantó levemente su cabeza, lo suficiente para que sus ojosobservaranasumujerporencimadelaslentesydespuésbuscaraconsumiradaazuladalapresamencionada—.Peroyatienela informaciónqueprecisa. —El comentario le valió una leve sonrisa de su marido que

volvióaperdersumiradaenelperiódico.—MepreocupalaguerraconPolonia.—¿Ahoratepreocupanlasguerras?—Siemprelohanhecho.EstuvimoshaceunañoenVarsovia,nopuedo

dejardepensarenello.Megustaesepaís.Ytambiénestoypreocupadoportumadre.EsperoquetodavíanohayavueltoaParísysigadevacaciones.Estáelambientedemasiadosucio.—¿Laconoces?—¿Aquién?—Lapregunta, lejos de tranquilizarla, la inquietó.Era la

mismaquehabíautilizadoellaveintiúnañosatrás,el10dediciembrede1918,enelCarnegieHallcuandoVeraDanchakofflainvitóapresenciarelprimerconciertodeProkófievylepreguntósileparecíaguapo.Claroqueleparecióguapo,poresocontestóunembustero«¿Quién?».—Atunuevaadmiradora.¿Lahabíasvistoantes?Serguéi volvió amirarla, achinó los ojos y después de una contenida

búsquedaensumemoria,encontróalgo.—Creo que hace unos díasme preguntó algo sobre un concierto. La

verdad,nolorecuerdomuybien—dijo,pasandolahojadelperiódico—.Sinomeequivoco,eslamismamuchachaqueelañopasadoseempeñóenleermeunpoemaquehabíaescrito.Pretendeserpoetisa.—¿Ytodavíalarecuerdas?—preguntóentredivertidaysorprendida.—Nopodríaolvidarloaunquequisiera.Enlavidahabíaoídoalgotan

horrendo.Deberíandetenerla.Linariolagraciadesumarido,aunqueesecomentarioenreferenciaa

cualquierotrapersonanolehubieraparecidocorrectoteniendoencuentala realidad del país. Serguéi dejó el periódico sobre lamesa cuando lacamareravinoconlacomida.—¿Por qué te quieres ir a Moscú? Todavía nos quedan días de

vacaciones. Los niños no te necesitan en casa. Seguramente se lo esténpasandomejorsinnosotros.Sinmí,desdeluego.Además,mevasadejarsolo.—No te dejo solo. Estás rodeado de nuestros amigos. Son nuestros

hijoslosquemepreocupan.Sonelloslosquenoquieroqueesténsolos.Ydeboarreglarlascosasquedejamospendientesencasa.Deboadquirirlapropiska—se refería al permiso de residencia y de desplazamiento enMoscú—,averquépuedohacerconlaputiovka—elpermisodeestanciaen una de las casas de reposo y balnearios que el gobierno ponía a

disposición de los artistas— y conseguir la domoupravlenie —unostrámitesburocráticos referentesa laadministraciónmunicipalde lacasa—.Y por si fuera poco, tengo pendiente comprar los receptores de losgramófonos que se rompieron y localizar a alguien que arregle elcalefactorpara cuando llegue el invierno.Si no estoyyo, estas cosas sedejanparaúltimahorayluegosonunproblema.Frosiaesadorableymuycompetente,peronosabeimponersecomolohagoyo.—Hizounapausaybajólavozacercándoseasumarido—.YluegoestálodeMeierhold.YlapobreZinaida.—Unescalofríolerecorrióelcuerpo.Seestremecióalrecordar el trágico final de la mujer de Vsevolod Meierhold, ZinaidaReich.Apenas hacía una semana, la noche del 15 de julio de 1939, quehabíasidoasesinadaensucasaamanosdeunosasaltantesque,despuésdetorturarla, le asestaron hasta diecisiete puñaladas por todo el cuerpo,inclusoenlosojos—.Todavíanopuedocreerlo.Dehecho,noterminodeentenderlo.Nocreoquefueranunossimplesladronesenbuscadejoyasnidinero.Nose llevaronnada.Ellamismase temíaquealgo ibaapasarledesde que se negó a aceptar el encargo de hacerle un retrato a Stalin.Primero la detención de sumarido y, cuando no hacía ni unmes de suentradaenprisión,sucedeesto.Esatardehabíaenviadoasushijosacasadesuhermana.Tedigoquesospechabaalgo.Estoysegura.Noeratonta.Serguéiempezabaamostrarevidenciasdeintranquilidad.Noeralugar

paraesetipodeconversaciones,aunqueeltonoresultaracasiinaudible.—Lina…—leadvirtió.—DebimosiralentierroenelcementeriodeVagankovo.Sutumbaestá

cercadeladesuprimermarido,elpoetaSerguéiEsenin.—Linasequedópensativa durante unos instantes, sin que ninguna palabra saliera de suboca—.Nofuenadie,salvotrespersonasysuhermana.MehandichoquelaenterróconelvestidodeLaDamadelasCamelias,laúltimaobraquedirigióenunteatroVsevolod.Ladejamossola.NuncameloperdonaréyMeierholdtampocolohará.¿Creesquelosabrá,queselohabrándichoapesar de estar en…? —preguntó sin atreverse a pronunciar la palabraLubianka.—Bastantetieneconloquetiene—comentóélcontrariadosinretirarsu

vistadelplato—.Nuncadebiódecir loquedijo.Se loadvertíunaymilveces.Llevabatiempobajosospecha,habíasidoacusadodeformalista,lecerraronelteatroygraciasaqueStanislavskilediotrabajocomodirectordeensayosensuteatroylepusobajosuprotecciónpudosobrevivir.Pero

cuandoÍgormurió…—AhorafueSerguéielqueguardósilencioanteelrecuerdo.HacíasolounassemanasqueMeierholdhabíaacudidoalPrimerCongresodeDirectoresdeEscena,enelquesenegóaaceptarlascríticasdesuspropioscompañerosyamigos,queleacusabandeformalistaydehaberabandonadolosidealesrevolucionariosensustrabajosteatrales,yafirmó que el teatro ruso había retrocedido veinte años. Su voz sonódemasiadoclaraparaunaciudadtomadaporlanieblasombría.«Ustedesdicenquesoyformalista,simbolista.Esverdad,yagregoalgomás:loqueustedesafirmanqueesrealismosocialistanoesrealismonisocialista,esunamediocridad espantosa.El teatro rusoha retrocedidoveinte años enimaginación.Paramílarevolucióntienequeserimaginativa.Leninfueuncreador de la imaginación, un utópico. Ustedes han asesinado al teatroruso,hancastradolarevoluciónimaginativadenuestroarteysonporlotanto los responsables de su decadencia». Serguéi todavía recordaba laspalabrasquesuamigoledijocuandoabandonabanelrecinto.«Aunqueundíaacabenconmigo,miteatrovaaseguirvivo.Alguienloretomará».El20dejuniode1939eradetenidoynadievolvióapronunciarsunombreenvozalta.—Tansolodijoloquepensaba.Yencimateníarazón.Siemprehasido

un hombre imaginativo, creativo, original, pero eso no le ha impedidosentirsemás soviético que cualquier otro.Nadie debería ser detenido nitorturado por eso ni por negarse a hacer un retrato de Stalin.Ymuchomenosasesinadacondiecisietepuñaladas.—Lina… —Su nombre en la voz de Serguéi sonaba a reproche, a

advertencia,aprudencia.—MelodijoZinaidacuandofuiaverladíasdespuésdequedetuvieran

aMeierhold. Ella sabía que le estaban torturando, que estaban buscandoqueconfesara,quereconocieraserunespíaalemán,oquetrabajabaparalos servicios británicos o japoneses. ¡Si es que les da igual, como si leimportaralanacionalidaddelamentira!—¡Lina,porfavor…!—repitió,reprendiéndolaestavezconlamirada.—Yalosé—dijo,encerrándoseenelsilencio.Conocíaaqueltonodesu

marido.Enelfondosabíaqueteníarazón,peroseresistíaaaceptarlo.—No sé si es bueno que te vayas aMoscú.Tal vez deberías quedarte

aquí.—La preocupación de Serguéi residía en que Lina se fuera de lalengua. Al menos cuando estaba él, conseguía sujetar sus desenfrenosverbales.

La conversación les tenía lo suficientemente inmersos en temasdelicadosparaqueelmatrimoniosepercataradequelajovenaspiranteapoetisanodejabadeobservarlos.Alaspocashoras,LinaregresabaaMoscú.Leesperabamuchotrabajo

porhacer.LascartasdeSerguéillegabancasiadiario.Undíarecibióunaescrita

conunlápizrojo.Aunquelesorprendió,nolediomayorimportancia.«Sehabráquedadosintintanegra»,pensó.Noveníaencabezadaporelhabitual«QueridaAvecilla»,yesosíqueleextrañó.Leparecióraronoencontrarningúnrecordatoriosobrelosarreglospendientesdelacasa,losavancesenlacantataZdravitsa(Salud),unacomposicióndecatorceminutosenlaque estaba trabajando para el sexagésimo cumpleaños de Stalin sobretextosdecancionespopularesdediversasrepúblicasdelaUniónSoviéticay que le habían invitado a realizar sin opción alguna de declinar lainvitación.Enlacartatansoloinsistíaenquefueraapasarunosdíasconélyquenohabíabailado.«¡Cómovaabailar!¡Sinosabe!».Linasonrió,moviendo la cabeza en señal de negación ante su hijo Sviatoslav. «Tupadreseestáhaciendomayor.Medicequevayaapasarunosdíascuandoacabode regresary cuando sabeque tengomil cosasquehacer.Esperoqueanteelpianoestémáscentrado».Doblólacuartilladepapelsobresuspliegues,laintrodujoenelsobreylaguardóenelcajóndelmuebledelaentrada.Novolvióapensarenella.

Durante un descanso de las reuniones con Katáiev y Birman, que

estaban resultando demasiado pesadas y, en ocasiones, tensas, Serguéiocupó una de las mesas del jardín junto a Nikolái Miaskovski; PavelLamm;sumásfielparejadetenisydeajedrez,DavidOistrach;elpianistayprofesordelconservatoriodeMoscú,HeinrichNeuhaus;ylacantanteyestrella delTeatroBolshói,VeraDavídova, entre otros.Le alegró ver aAfinoguénovenelcírculodeamigos.Eranmásde lasseisde la tardeyacababa de rechazar su baño de agujas de pino semanal. Hacía frío, elcielo amenazaba lluvia, como casi todos los días de aquel inestableverano,yleapeteciótomaralgoquelecalentaraelcuerpo.Prefiriópedirun café, aunque la decisión le acarreara problemas de insomnio por la

horaqueera.DehaberestadoLinanoselohubierapermitido.Peronolegustaba el sabor que dejaba la miel en el té y la falta de azúcar enKislovodsk hizo que esta solo se sirviera con el café y no con lasinfusiones herbales que tenían que conformarse con la melaza para serendulzadas.—Linaseríafeliz.Leencantalamiel.Yonomeacostumbro.Demasiado

dulzor—comentócomosirealmentetuvieraimportancia.Lateníaparaél.AlmenosdejabadediscutirconKatáievsobreeltrabajoSemiónKotkó.Nisiquiera se había dado cuenta de que un par de hombres, entre ellosTseitlin, que estuvo acompañándole infatigablemente durante su primerviaje oficial en 1927 junto a Tsukker y a Vladimir Derzhanovski, sehabíanincorporadoalatertuliadelamesa.—Y dígame, ¿cómo es que se enamoró de unamujer española?—A

Serguéilesorprendiólapregunta,sobretodoviniendodeTseitlin,aquiendiez años antes Lina le parecía una de las mejores elecciones delcompositor—.Nomemalinterprete, sumujer es preciosa, encantadora.Siempreparecetanfeliz,siemprerodeadadetantagente,sonriendoatodoelmundo…—Esoesporqueyolahagofeliz.—Serguéisonriódemaneraforzada

y empezó a revolverse levemente en su silla, intentando acomodar sucuerpo en ella, como hacía siempre que estaba incómodo. Empezaba asentirse molesto. Nadie había invitado a Tseitlin a sentarse a la mesa.Cierto que a nadie solía importarle la llegada de un nuevo miembrodispuesto a participar de la tertulia, pero aquella era una charla entreamigosyTseitlinnoparecíaserlo,ajuzgarporeltemadeconversaciónquehabíaelegido.—Esoesmuypropiodelasmujeresextranjeras.Sontan…occidentales.

Caminanenvueltasenairesdelibertadquealguienpodríamalinterpretar.Hasta me he fijado que lleva su alianza en el dedo anular de la manoizquierda,comolosamericanos.Siempremehepreguntadoporquénoseenamoróusteddeunamuchacharusa.—Esonoparecíaimportarledemasiadocuandoustederaunodelosque

corríanparahacerseunafotojuntoamimujer.LleguéapensarqueustedyTsukkersetraíanunaespeciedeguerrillainternaporverquiénaparecíamás veces al lado de mi esposa. —A Serguéi no le había gustado elcomentarioynosemolestóenocultarlo—.Detodasmaneras,nocreoqueesodebapreocuparleprecisamenteausted,de lamismaformaqueamí

nointeresaenabsolutoconquiénestáustedcasado,siesqueloestá,ysisonríe mucho o poco su mujer. Claro que siempre dependerá de quiéntengaallado.—Perdónemesilehemolestado.Noeraesamiintención.Yosolodigo

quedesde1937,comodebesaberyaqueleconsiderounbuenciudadanoruso,laleysoviéticaprohíbealosrusoscasarseconextranjerosysegúntengo entendido el decreto tiene carácter retroactivo. —Sus palabrasprovocaron la ira de Serguéi, que sintió por primera vez unas ganasirrefrenablesdepegaraalguien.LamanodeMiaskovskisobresubrazoimpidióquerealizarasudeseo.—Noséconquiénsecreequeestáustedhablando.—Lotengomuyclaro:connuestroProkófiev—dijo, imitandoel tono

utilizadoporStalineldíadelestrenodeAleksanderNevski—.Esustedelquepareceolvidarlo.—Exactamente, yo soy Prokófiev —comentó a punto de perder los

nervios—.Leconvienenoolvidarlo.—Yellossonlaley.Ytambiénleconvienenoolvidarlo.Yahora,sime

disculpan—dijomientras se levantaba y abandonaba lamesa. Estaba deacuerdoconSerguéi.Noeraélquiendebíapreocuparse.—Tranquilízate —le aconsejó Miaskovski, impidiendo que su amigo

saliera tras él—.Es solo un cretino, siempre lo ha sido…, aunque tienerazón en lo que dice.—Serguéi le atravesó con la mirada. No era esecomentario el que necesitaba escuchar—. Me refiero a lo del decretosobreelmatrimonioconextranjeros,anadamás.SabeslaadoraciónqueprofesoaLina.Nisiquieratengoquerecordártelo.—Ellos también lo hacían. Se comportaban como auténticos babosos.

Túfuistetestigo.Noséaquévieneesto.Linapuedesermássoviéticaquetodosellosjuntos.—Olvídalo. Solo quería provocarte. Nada más. —Se pensó unos

segundosendecir loque teníaen lacabezadesdehacíamesesydecidióque era un buenmomento para hacerlo—.Además, te habrá visto…—hizounapausa—,yesolehabrádadopie.Debessermáscuidadoso.—¿Quéquieresdecir?—lepreguntóconunmarcadotonodeofensa.—No seas crío, Prokófiev.Y sémás discreto. Si no por ti, hazlo por

Lina.Laconversaciónseinterrumpiócuandounpequeñotumultocomenzóa

formarse en una de las entradas de la casa de reposo.Un hombre hacía

aspavientosconlosbrazos,lasenfermerasseechabanlasmanosalabocay alguna camarera incluso lloraba. Entre los ilustres huéspedes habíasemblantes para todos los gustos: preocupación, desdén, algunos seencogíandehombros,otrosselimitabananegarconlacabezayloshuboquetambiénrieronyasintieronafirmativamente.—¿Quépasará?—preguntóMiaskovski.—Seguramente nada que deba preocuparnos —vaticinó Prokófiev

mientrasveíaacercarsealautordellibretoenelquetrabajaba.Surostroreflejabaunaligeraturbación—.AhívieneKatáiev.Ahoraescuandodebopreocuparme. Como vuelva a decirme que él es más partidario de unaóperadecortemásclásicoparaSemiónKotkó,tejuroqueletiroalríoymeniegoasacarledeélaunquenosepanadar.Perosucoleganoveníaconánimosdehablardesuobra.Dehecho,ni

siquieraseacordabadeella.—HitleracabadeinvadirPolonia.Lohanescuchadoenlaradiopolaca.

Polonia no ha aceptado las reclamaciones del Führer. Han declarado laguerra.Todos compartieron como única respuesta un silencio prolongado

durante unos eternos instantes. Fue Boris Asafiev, a quien la noticia noparecióextrañarle,elprimeroenromperelmutismo.—Las cosas que no se resuelven bien, siempre traen problemas.Y la

GranGuerranosecerrócomosedebía.Alenemigotienesqueaplastarleparaquenoserevuelvanisiquieracuandoestáagonizandoenelsuelo,yaAlemania,comoaItaliayaJapón,seladejósinalientoperorespirando.AhoraHitlernosolovaaquererrecuperarelterritorioperdidoaraízdelTratado de Versalles, sino que ese loco nacionalista se lanzará a laconquistadeotrosnuevos.—Ynoseráporquenollevatiempoavisándolo—comentóPavelLamm

—. El primer aviso fue en marzo de 1936, cuando Hitler ocupómilitarmenteRenania,saltándoseelTratadodeVersallessinimportarlelomásmínimo.Peroelmundopermaneciócallado,nadiereaccionó.Francialointentó,peroalnocontarconelapoyodeGranBretaña,decidiódejarlopasarymirarhaciaotroladoporqueelFührer,aunquefascista,almenosesanticomunista,ytodospensaronqueseríaunamaneradepararalterrorrojo. En el fondo esta guerra es por el miedo a que se extienda elcomunismoporelmundo,aquelaRevoluciónrusacontagiealresto.Eseeselgranmiedo.YlaúnicaquesehaplantadohasidoPolonia.Yacabade

ser invadida.Señores, lahistoriaesdignadeunanovela rusa.¿Quiénseanima?—Irá a peor —vaticinó Miaskovski—. Yo no creo que Francia e

Inglaterra tarden mucho en declararle la guerra a Alemania. Tienen unpactoconPoloniaynovanadejarlasola.Aunquesoloseaporquenolesconviene.Yterminaránarrastrandoalrestodelaspotenciaseuropeas.—Peroesoesunalocura—comentóSerguéi.—Laguerrasiempreloes,camarada.—Miaskovskiparecíatranquilo.—¿Yquéharemosnosotros?—insistióProkófiev.—¿Se refiere a Stalin?—preguntóVeraDavídova—. Es listo.Y frío.

Sabequenuestroejércitonoestápreparado.¿EsquenovieronelabrazodeMolotovaJoachimvonRibbentrop?—Verase referíaalpactodenoagresiónfirmadoentreAlemaniaylaUniónSoviéticael23deagostode1939—.NuevedíasantesdequeHitlerinvadieraPolonia.Nueve.Menudaprecisión. Creo que podemos estar tranquilos.—Todos escucharon conatención su razonamiento, quizá porque sabían que la estrella deTeatroBolshóiguardabaunaestrecharelaciónconStalinysuinformaciónpodíasermásprecisaqueladelresto.—Perosomosenemigos.LaUniónSoviéticayAlemanianopuedenir

juntas —comentó Prokófiev—. El fascismo no podrá entenderse nuncaconelcomunismo.Nacióparadestruirle.—Sí, pero eso era antes, en los veinte años que ha durado este

simulacrodepaz.—VeraDavídovaobservólosrostrosvacilantesdesuscompañeros—. ¿Acaso puede extrañarle a alguien? Todo esto se veíavenir. Ahora los enemigos se convierten en amigos para hacer nuevosenemigos.Además,yasabenloquedicen,convieneestarmáscercadelosenemigosquedelosamigos.Suelendarmásymejorinformación.Sería egoísta, pero Serguéi pensaba en cómo aquellos nuevos

acontecimientos podían afectar a sus proyectos. Como si un resorte sehubieraactivadoensuinterior,seacordódeLina.Teníaquellamarla.Al levantarse se encontró con la imagen de Tseitlin observándole

mientras departía con un grupo de personas a unos cien metros dedistancia. Ambos se observaron en un duelo de desconfianza, que en elcasodeSerguéisetraducíaenodio.Deseóecharacorreryabofetearle.Sehabíaatrevidoainvadirsuterritoriomásíntimo,elquesololepertenecíaaélpormuchasleyesescritasqueexistieran.Delamaneramásbásicayobservando a Tseitlin, sintió crecer en su interior un sentimiento de

solidaridadconPolonia.LinaseguíaenMoscú.SehabíaenteradodelcomienzodelaSegunda

GuerraMundialporlaradio,unpocoantesdequeSerguéilatelefonearaparainformarle.«Notepreocupes.Porloqueheoído,laUniónSoviéticano participará en la contienda. Puedes estar tranquila». Aprovechó lallamada para informarla de que retrasaría en unos días su regreso aMoscú porque habían surgido unos problemas con los ensayos, le dijoalgodelaineptituddeuncolaborador,delatabladesalvaciónquepodríasuponer contar con Serafima Birman para la puesta en escena, de lacabezoneríadealguienquenosupoquiéneraydelascoquelehabíadadoencontrarse con el presidente del Comité para los Asuntos del Arte,Kérzhentsev, principal responsable de todos los ataques, censuras yprohibiciones que sufrían los artistas. Lina sonrió. Esa confidencia eraalgoquenunca se habría atrevido a hacer por carta.Antes de colgar, ledijolomuchoquelaextrañaba.—Yamehedadocuenta.Leí tu carta en laquemepedíasque fuera a

verteaKislovodskalosdosdíasderegresaraMoscú.Medetallabashastaelitinerariodelviaje.Notienesremedio.¿Nocreesqueaestasalturasséperfectamentecómoiralacasadereposo?¿Ydesdecuándoesnoticiaquenobailas?—Serguéisequedócalladoduranteunosinstantes.Linatemióque se hubiera cortado la comunicación. Le hubiese gustado seguirbromeandoconélsobresuincapacidadparaelbaile,algoquesiempreleechabaencaraespecialmentecuandoenlasrecepcionesdelasembajadasoenlasfiestasquesecelebraban,seveíaobligadaabuscarlosbrazosylos pies de otros bailarines más diestros que su marido, en vista de suincapacidad manifiesta para el baile. Pero no pudo. Al parecer enKislovodskleurgíanparadejar libreel teléfono.Lanoticiadelestallidodeunnuevoconflictobélicodebíatenerlaslíneastelefónicasconunniveldesaturaciónimportante.Nolehizograciaqueretrasarasuvueltaacasa,peronolequedómásremedioquecomprenderla.Unos días más tarde, al salir de una reunión en la Unión de

Compositores donde hizo gestiones para cerrar su participación en unconcierto de la radio, ya que Serguéi la convenció de que sería mejorevitarsumediaciónparaquenadiepensaraqueelcompositorutilizabasusinfluencias para colocar a su mujer, Lina se encontró a Valentina, la

hermanadeMiaskovski.Sealegródeverla.Hacíaalgunosmesesquenocoincidían.—ASerguéilevielotrodía.Leencontréalasalidadeunconciertode

violonchelo. Estaba con esa joven poetisa, ¿cómo se llama?, MiraMendelson.—ALina le sorprendió el comentario, pero le extrañómásque Valentina conociera su nombre cuando ella ni siquiera se habíamolestado en interesarse por él. En su cabeza apareció la imagen de lajovenveinteañeradespeinada,conunaspectodescuidadoyquecaminabaseparando las rodillas conun aire hombrunonimuchomenos seductor,comocabríaesperardealguiendesuedad.UnaligeraturbaciónobligóaValentina a explicarse mejor, aunque su tono sonó más a excusa—.Conozcoa su familia.Supadreesun importanteprofesordeeconomía,muylaureadoenelpartido,ysumadretambiénestámuybienrelacionada.Es miembro de las Juventudes Comunistas, una alumna del Instituto deLiteratura…Esnormalqueestémuyencontactoconlosartistas…Duranteunossegundos,lasdosmujeresseobservaron.Linaintentóver

enlosojosdeValentinaalgunaverdadnoreveladaentretantainformaciónvacía,superficialycarentedesentido,almenosparaella.—¿Debopreocuparme?—preguntó,intentandonoimprimirdemasiada

solemnidad a su duda y guardando una dignidad que cualquiera podríahaberperdidoanteunainsinuaciónsemejante.—Mujer, qué cosas tienes…, yo… —dijo, sin poder disimular la

incomodidadqueleprovocabalamiradadesuamiga.Aquel gesto la inquietó en parte.No pudo evitarlo, aunque enseguida

rechazólanubededesconfianzaquecomenzabaaformarseensucerebro.ConocíaperfectamenteaSerguéi.Nopodíaimaginarletonteandoconunamujer que no fuera ella. Ni siquiera sabría cómo hacerlo. Todavía seacordabadelatorpezaquemostróduranteelincidentedelasbarcasenlacasa de los Stahl, cuando quería llamar su atención y casi provocó quetodoslosinvitadoscayeranalagua.¿Aquiénqueríaengañar?Serguéinotenía ninguna experiencia con las mujeres, no sabía cómo tratarlas, ymuchomenos tontear con ellas.Le daba vergüenza incluso entablar unaconversación con unamujer guapa. Se ruborizaba como un niño, se letrababalalengua,leempezabanasudarlasmanosynopodíapararquieto.Era impensable que aquel hombre tímido con los desconocidos,especialmente si eran mujeres, pudiera pensar siquiera en una aventuraamorosa.SuvidaeralamúsicayhabíavecesquelapropiaLinasentíaque

teníaquelucharcontraellaparaarrebatarleelprimerpuestoensuescalade valores. Era un incapacitado para las relaciones públicas, para lossentimientosyparaentablarconversacionesconextraños.SupropiohijoOleg,quenosolíasacarlanarizdesusdibujos,teníamáscapacidadqueélpara el arte de la conversación. Encontró absurda la insinuación de lahermana de Miaskovski. Eso podría pasar con cualquier otro hombre,peronoconSerguéi.Sinduda,Valentinanoleconocíalosuficiente.Linasemontóelargumentodelahistoria.Sehabríaencontradoalajovendelbalneario que habría insistido en ir a ver el concierto, a él no le habríaquedadomás remedio que invitarla y al salir no pudo evitar recibir losparabienes de la joven. ¿Dónde estaba el problema? ¿Por qué iba apreocuparse?Ysinembargo,lohizo.Volvióapreguntarle.—Valentina,¿debopreocuparme?—Debistehacerlohacetiempo.Larespuestadesuamigahizoqueelmundocomenzaraaderrumbarse

sobreella.Experimentólamismasensacióndeunpúgilqueabandonaelcuadrilátero después de recibir un fuerte golpe que anula sus sentidos,pero inexplicablemente sigue manteniéndose en pie. Qué absurda podíaser lamente humana cuando algo la turbabay amenazaba con saturarla.Sacudió figuradamente su cabeza como si quisiera desalojar de ella lospensamientosinoportunosydejarlesclaroquenoeranbienrecibidos.Senegó a que las dudas y las sospechas continuaran fustigándolamientrasimprimíamásvelocidadasuspasos.Queríallegaracasacuantoantes,aterritorioamigo,aunlugarsegurodondenadielaamenazara.Nopensabadar pábulo a rumores infundados. Demasiados infundios existían yatejiendolavidadelaciudadparadarcredibilidadatodoloquesedecía.Sabía que su relación siempre había despertadomuchas envidias, estabapermanentemente bajo el foco público, y en esos momentos habíapersonasqueporhacerdañonosedetendríanantenada.Sihabíapadrescapaces de delatar a sus hijos, hijos capaces de denunciar a sus padres,hermanos inventando traiciones, cuñados o esposas sosteniendoacusaciones falsas, ¿por qué no iban a inventar bulos que persiguierandebilitarunarelacióndeparejaquellevabamásdeveinteañosdevidaencomún?Sabíaquehabíapersonasquelaobservabanbajounaenormelupapor su condición de extranjera. Pero ella era lamujer de Prokófiev, lollevaba siendo dieciséis años, desde 1923, y no estaba dispuesta a que

nadielopusieraenduda.Llegó a casa jadeando, haciendo un esfuerzo extraordinario para

respirarconunaciertanormalidadyevitarasíqueaparecierauncuadrode ansiedad que resultaría francamente inoportuno. Su cabeza se habíaconvertidoenunafábricadeexcusas,consuelosyargumentosqueintuíabaldíos, y que trabajaba a toda velocidad sin temor a que el engranajesaltara por los aires debido a un exceso de actividad.Ni siquiera oyó aFrosiapreguntándolesi todoibabien.Tampocohubiesevistoanadieencasodequealguienhubieraestadoenlavivienda.Comosilehubiesesidoreveladaalgúntipodeseñaldivina,sedirigióaldespachodondeSerguéisolíatrabajar.Rebuscóunpocoentresuspapeles.Nolecostóencontrarlo.El diario de pastas negras en el que Prokófiev vertía su día a díadescansaba sobre el escritorio entre un enjambre desordenado departituras, carpetas, libros y cuadernos. Ni siquiera lo había abiertocuandode su interior se escapóuna cuartilla sueltaquenopertenecía algruesodeldiario.Alguienlahabíadepositadoallí,quizáolvidada,quizáanhelando que una persona la encontrara. Era otro tipo de papel, estabaescrito conuna caligrafía diferente y conuna tinta distinta a la habitual.Entoncessediocuenta.SaliódelahabitaciónconeldiariodeSerguéienlamano.Nisiquiera

fue consciente de la profanación que acababa de cometer al abrir aquelcuadernoíntimoquecontantavehemenciaescribíayguardabasumarido.Seapresuróabuscaralgoenelcajóndelmueblequehabíaalladodelapuertadeentrada.Lohabíadejadoallíhacíaunassemanas.Teníaqueestarahí.Alfinalloencontró.Confrontólosdosescritosypudocomprobarloque su cabeza aún se negaba a admitir y su corazón anhelaba que fuerafalso.Elmismolápizrojohabíadelineadolasdoscuartillas.LacartaquehabíarecibidodesumaridohacíaunassemanasdondelepedíaquefueraunosdíasaKislovodsky leconfiabaquenohabíabailadoestabaescritaconelmismolápizrojoquelapoesíaabandonadaentrelaspáginasdesudiario. No le costó entender la nueva realidad que se abría ante ella.Aquella carta tenía comodestinataria a la autora del poemaabandonadoentrelashojasdeldiario,MiraMendelson.Poresolepareciótanextraña,poresoynoporunolvido,lamisivanoestabaencabezadacon«QueridaAvecilla»…Linacerrólosojosduranteunossegundos.Nopodíacreerlo.Noerala

primeravezqueSerguéiseconfundíaycruzabalosmensajesdirigidosa

distintasdestinatarias.RecordóeldíaqueProkófievenvióelmismoramode rosas a ella y a la actriz Stella Adler pero con la tarjeta cambiada.Aquella vez ganóLina.Había conseguido conquistar al genio y unir suvidaaladeélylaactrizhabíapasadoalolvido.Yahora,estabadecididaarepetirlavictoria.Volvióadejarlacartaenelcajónehizolopropioconeldiario,nosinantesextraerlacuartilladondeestabaescritalapoesíadeMira,queaparecíaencabezadapordospalabras:ELAMOR.Sesentóenunade las sillas del comedor y volvió a leerla sin importarle la torturaqueellolesuponía.

Todollegaderepente,así,tantolaalegríacomolapena.Mellevéaldelosojosazulesymedije«Parasiempre».Elcorazónleremovíconlapalabra,continuédirecta.«Noesunconvidadoniuntranseúnte,tómalocomolavidamisma».Sinreconocerlolovistepasarmuchasvecesperoyaestáunidoaticonlazosinvisibles.Miraatrás,entussueñospasadosencontrarássuhuella.Alaesperadealgobelloyenel«no»reiterativo.Sihayvoluntaddecruzarelcampodelavidaconél,elcorazónaceptarátodoslosbachesdelcaminoporvenir.Ysubílosescalonesempujadaporeldestino,mesescomopeldañosquedejéenelcamino.M.

Sintiócómosuestómagoserebelabayrugíaporexpulsarunaingente

cantidaddebilis amododedesahogoque suorgulloycierta templanzalograrondetener.Recordó laspalabrasdeSerguéi laprimeravezque lepreguntó por ella en el comedor de la casa de reposo de Kislovodsk.«Pretende ser poetisa.Tendrían que detenerla».Lina pensó que deberíanhacerlealgopeorporosarinterponerseensumatrimonio.Sintiócómosuvidasehacíaañicos,agrietándosepeligrosamentecomo

lo hacía el hielo que cubría la superficie de los ríos cuando alguien logolpeabaviolentamente.Susvivencias convertidas enpiezasdeunpuzleenorme,empeñadasenmezclarseparadesdibujarlaimageninicial.Ysinembargo, esa catarsis le permitió observar con claridad algunosmomentos del pasado que hasta entonces permanecían cubiertos por unvelodeignoranciaeinocencia.EnsumenteapareciólacenaenlaCasadelos Escritores celebrada unos meses atrás. No había sido una veladaespecial, tan solo uno más de los muchos encuentros con amigos,compañeros y personas a las que convenía ver aunque no apeteciera.

Compartieron mesa con el historiador teatral Aleksey Dzhivilégov,empeñadoenconvencerlesunavezmásdequeelartenohubierasidolomismosinMaquiavelo,LeonardodaVinci,CastiglioneyMiguelÁngel,yengeneraltodoelRenacimientoitaliano.Forzandosumemoria,recordócómoun joven sehabía acercado a sumesaparapedirle aProkófiev sitenía inconveniente en saludar a una joven admiradora, estudiante deliteratura y que amaba su música. Lina observó una vez más cómo latimidez de Serguéi estuvo a punto de alimentar su leyenda de hombreserio, seco y adusto, y fue ella misma la que le instó a levantarse ysaludarla. Le resultó imposible acordarse de cómo terminó su maridobailandoconaquellamuchacha,tansoloquesutorpezaenlapistadebaileprovocólahilaridaddetodalamesa.Nisiquierarecordaríaelrostrodeaquellamujer,carentedeningúnrasgoqueevocaraligualquenolohizocuandolaencontróenelcomedordelacasadereposodeKislovodsk,silos acontecimientos no se hubieran precipitado de la manera en que lohicieron. Pero escenificando de nuevo en su cabeza aquel momento, síencontróalgúngesto,algúndetalle,algunaminúsculaseñalquelallevóapensarquequizánoeralaprimeravezqueaquellasdospersonasbailabanjuntas. Le sorprendió cómo podían cambiar las cosas vistas con laperspectiva del tiempo y con la información precisa. Se sintió unaestúpida, condenó su torpeza al tiempo que se arrepintió de haberabandonado antes de tiempo la casa de reposo de Kislovodsk pararegresaraMoscúconsushijos.Quizá si sehubieraquedado, sihubierapermanecido junto a sumarido, si no le hubiera dejado el terreno libreparaqueMira…En plena tormenta de sentimientos encontrados, frases cruzadas,

recuerdosqueinsistíanenmontarseunossobreotroseimágenesborrosasde la joven que escribía sus pensamientos en rojo, Lina recuperó sucapacidadauditivaconlasuficienteprontitudparaescucharlaspisadasdealguienquesubíalasescalerasdeledificiohaciendocrujirlacastigadayajadamaderadelosescalones.Lopodríareconoceramilesdekilómetrosdedistancia.EraelcaminardeSerguéi.Frosiacorrióhacialahabitacióndelosniños.Noqueríaverlo,aunque

suponíaqueibaaoírlotodo.Habíaasistidocomotestigomudoatodalaescena y decidió dejar de preguntar a Lina cuando se dio cuenta de loinútilqueresultaba,quenisiquieralaescuchabayquenosacaríadeellaninguna explicación, al menos en aquel momento. Nada de aquello le

extrañaba.Sabíaqueteníaquepasaralgúndía.Searrepintiódenohaberhablado con ella antes, de no haber vencido un falso sentimiento deprudenciaque laobligóacallarseciertosdetalles,comolas llamadasdeteléfonoconvozdemujerquepreguntabaporSerguéiyquesiempresenegabaadejarunnombre.Olascartassinremitente,dejadasdirectamenteenelbuzóndecasa, sin selloni franqueo, encuyosobre solo se leíaelnombredeSerguéi.NisiquieraProkófiev.SencillamenteSerguéi,escritoen una letra redonda y ligeramente ladeada hacia la derecha. FrosiaagradecióqueSviatoslavyOlegnoestuvieranencasa.Benditocolegio.Sesentó,cerrólosojosysepreparóparalatormenta.ConocíamuybienelcarácterdeLinacuandoalguienloprovocaba.Ylaprovocaciónhabíallegadoescritaenunainusualtintaroja.TansoloesperóaqueSerguéicerraralapuertatrasdesíparaempezar

ahablar.Nisiquieralediotiempoadeshacersedelabrigoyaduraspenaspudo quitarse el sombrero. No se lo esperaba. En realidad, nadie loesperaba.

21

—Mírame.La petición en la voz de Lina sonó a orden, aunque a los oídos del

recién llegado llegó en forma de reprimenda quebrada y doliente. Notardó en ver la hoja que sostenía su mujer en la mano. En una actitudinfantil,senegóaobedecer.—SerguéiSerguéievichProkófiev,mírameahoramismo.—Finalmente

transigióalmandatodesuesposa—.¿Tienesunarelaciónconestamujer?Elazulcálidodesumiradasemudóenunazulíndigo,oscuro,propio

delfondodelmar,delasprofundidadesdelocéanoheladoadondelellevólamudezdeSerguéi.Aquelsilenciodesucompañerodevida leatóunacuerdaalrededordelcuelloconunapiedraensuextremo,ylaarrojóalasprofundidadesdeunmardedudasymiedos.Esesilencioledoliómásqueel impuesto forzosamente en las bocas soviéticas. Aquel era demasiadoíntimo, personal, desgarrabamás que el susurro en el que vivía el país.Ese silencio le perforaba el corazón y no podía hacer nada más quecontraatacar,defenderseygritar.Sobretodogritar.ResponderalamudezculpabledeSerguéiconlosgritosdedolorparidosporsugarganta.Erasu única arma, su única venganza imaginable y pensaba oponerresistencia.—¿Ni siquiera vas a negarlo?—preguntó al borde de la locura por

aquel tortuoso mutismo. En el fondo, deseaba que lo hiciera, querechazaralasacusaciones,quenegaralaobviedaddeaquellacartaescritaen rojo, que luchara contra la verdad aunque fuera con mentiras, confalsas esperanzas, como había hecho ella cuando escuchó la primerasospechasaliendodelabocadeValentina.—¿Serviría de algo? —preguntó, rehusando levantar la voz—. Has

sacado tus propias conclusiones. Y por lo que veo, no te ha importadotraicionarnuestraconfianza—dijo, refiriéndosealdiarioendondeLinahabíaencontradoaquellahojaqueenseñabacomopruebadeldelito.—¿Teatrevesahablarmedetraicionarconfianzas?—Suirritacióniba

creciendo por momentos. Su rostro estaba encendido, sus faccionesparecían estar ardiendo, lo que le aportaba una mayor luminosidad al

rostro. A Serguéi le pareció deshonroso pensar en lo bella que estaba,perolohizo.Comootrasmuchascosas,nopudoevitarlo.—No es nada de lo que piensas. Pero estás demasiado nerviosa para

entenderlo.—Dimequéesloquedeboentender.Dímelo,porfavor,porqueestoya

puntodearrojarmecontrati.—Quenopasónada.Yloquepasónotienemásimportanciaquelaque

túmismaestásalimentandoentucabeza.—Te han visto con ella —dijo, como prueba evidente de sus

acusaciones.Estabaapuntodeecharseallorar,peronopensabahacerlo.SeaguantaríahastaqueSerguéidesaparecieradesuhorizonte.—A ti también te han visto bailar con embajadores, secretarios de

prensa, directores de diarios extranjeros, y no se me ha ocurridoorganizarteunaescenadecelos.—Yonoguardopoesíasdeningúnextrañoentremispertenencias.—Yotampoco.¿Quéquieresquehagasialguienmedaunescritopara

quelolea?¿Quelorompaylotiredelantedesusnarices?—Nohubieseestadomal siquien lohaceesuna jovencitaquepodría

sertuhijayqueescribequesehallevadoaldelosojosazules.Noleextrañóquehubieraleídolacarta.Lehubiesedecepcionadoque

no lo hubiera hecho. Conocía a Lina y sabía que esa mujer menuda,hermosa,defuertecarácteryespírituinquietosolíaencararlosproblemasde frente por muy profunda que fuera la herida que le dejara. Pero nopudo evitar la irritación que sentía por cómo se había precipitado todo.ImaginarseaLinaentrandoaescondidasensudespachoe invadiendo laintimidaddesudiarioleencolerizó.Nosabíacómocontrolarlasituaciónyoptóporhacerloconfuria.—Nohasbuscadotanbiencomopiensas.¿Quieresvermás?—Serguéi

lacogiódelbrazobruscamenteylallevóasudespacho.Linanisiquierasintiólafuertepresióndelosdedosdesumaridosobresuantebrazohastaque más tarde comprobó las pequeñas y redondeadas sombrasamarronadas tatuadas en su piel—. También me mandó esto. —En sumano aparecióun sobreque contenía la traduccióndel poemaHighlandMary,delpoetaescocésRobertBurns.RezóparaqueLinadesconocieralahistoriadeesepoema,escritoporBurnsasuamante,MaryCampbell,conla que tenía pensado fugarse sin importarle abandonar a su mujer JeanArmoury a sus hijos gemelos.Loúnicoque impidió la traición fueron

unas fiebres que acabaron con la vida de Mary días antes de la huida.SerguéiagradecióqueelinterésliterariodeLinanolehubierallevadoaconocerlospormenoresdelaobradelpoetaescocés,nacidoen1759,nisuaficiónacoleccionaramantes—.Ynohasidoloúnico.Tambiénmehaentregado el libreto de una obra que puede interesarme, La dueña, deRichard Brinsley Sheridan. Es estudiante del Instituto de Literatura,miembrodelasJuventudesComunistas,estámuybienrelacionada…—Conozco su biografía laboral,muchas gracias.Ya se ha encargado

alguiendeponermeal corriente, paramivergüenza.Aunquenodejadesorprendermequealguienpuedaestudiarliteraturacuandosupaísnodejade censurar y prohibir a grandes autores—le interrumpióLina, que noestabadispuestaapasarporeltrancedetenerqueescuchardenuevolosméritosdeaquellapersonaporlaqueyaprofesabaunodiodesconocidohastaentonces.Porunmomento,eltítulodelaobrabuscóunanclajeenelpasado.Ladueña.Noeralaprimeravezqueloescuchaba.Lohabíahechoconanterioridad.Hastaqueporfinloencontróyelhallazgohizoqueseirritaraaúnmás—.Ynoseasridículo,yaquelacobardíateimpidetenerdignidad.EsaobratelapropusoTaírov.Élfueelprimeroquetehablódeella. Yo estaba delante. Y, además,me lo escribiste en una de tus cartasmientrasyoestabaenSochi.Perocomprendoquecontantaspersonasatualrededortambiénatitefallelamemoria,sobretodocuandoteempeñasenensuciarlaconmentiras.—Miraestáescribiendoalgunaspartesdellibreto.Yestátrabajandoen

sutraducción.Tieneunamigo,eldirectorartísticodelTeatroKomsomolLenin,queestaríainteresadoencontratarlayponerlaenescena.—Serguéiintentó reconducir la conversación al plano profesional para abandonarcuantoanteselpersonal,peronoleresultófácil.—¿Mira? ¿Ya la llamas por su nombre? —preguntó indignada pero

dispuesta a seguir con la batalla, que no pretendía abandonar nimuchomenos perder—. No sabía que tuvieras nueva secretaria. Creí que esepuesto lo ocupaba yo, junto al de traductora, por el mismo precio, esdecir,ninguno.Esperoquetraduzcamejordeloqueescribe.Yesunapenaque,comobiendijiste,noladetuvieranporescribirsemejantebazofia—dijo,desprendiéndoseporfindelamalditapoesíaescritaconlápizrojoyarrojándola al suelo—.Merece ocupar una de las celdas de laLubiankamás que nuestro amigo Meierhold, ese del que ni siquiera te acuerdasquizá porque no está tan bien relacionado como tu nueva amiguita. Y,

desde luego, merece ir en uno de esos trenes que viajan a Siberia condestinoa loscamposde trabajo,esosquenoexisten,como laspersonasque entran en ellos, como tampoco existen las aventurasextramatrimonialesbajoelrégimendeStalin,nieltifus,nielhambre,nilasdelaciones,nilasconfesionesforzadas,nilastorturas.Comotampocoexisten en este país los nombres de Aleksander Taírov, de DimitriShostakóvich, de ÓsipMandelstam, de VsevolodMeierhold, de ZinaidaReich…Supongoque,paraciertascosas,esmejornotenermemoria,novayaaserqueelarrepentimientoylavergüenzaarruinenlaesenciarusa.—No sabes lo que dices. Te ciegan los celos. Creí que ya habíamos

superado esa etapa. Pero no voy a renunciar a un proyecto solo porquevenga de manos de una mujer que no seas tú y que consideres unaamenaza.Frosia continuaba con los ojos cerrados, en silencio, conteniendo el

resuelloy lanzandosusplegariasparaqueLinanocediera,nosedejaraconvencer. El silencio la hizo creer que quizá así había sido. Pero seequivocaba.—Quierocreerte,Serguéi.Esloquemásdesearíaenestosmomentos.

Pero no puedo. —Lina recuperó el tono pausado de su voz. Respiróprofundamente y comunicó su veredicto—. Quiero que dejes de verla.Quieroquelagentedejedecomentar.Quieroquequemesestacartayqueborressunombredetumente.Quieroquevuelvasacasayteolvidesdetodo,ymeda igual loqueese todocontenga.Vuelveacasa.NoparecióresultartedifícilcuandoregresamosaMoscúhacetresañosrenunciandoatodo lo queEstadosUnidos nos ofrecía.Ya sabes lo que dice tu amadoStalin, ese para el que estás tan ocupado en escribirle una cantata queinclusosetehaolvidadoelcumpleañosdetuhijopequeño:laoportunidaddevolveracasahayquebuscarla—dijo,recordandolaspalabrasdellídersoviético en el estreno de Aleksander Nevski. Le parecía mentira estarparafraseando a Stalin, pero aúnmás increíble le parecía estar viviendosemejanteescenamotivadaporunainfidelidaddesumarido—.Puesbien,yoteestoydandoesaoportunidadyesperoqueseaslosuficientevalienteeinteligenteparaaprovecharla.—Antesdeabandonareldespacho,detuvosupasosinqueencontraranecesariovolverlacabezaparamirarle—.Noquierovolverahablardeesto.Tedejoqueterminestucomposiciónparael sexagésimo aniversario de Stalin. Y dile a tu secretaria dos cosas:primero, que junte las rodillas al andar para que deje de parecer un

camionero.Pensándolobien,quelas juntepara todo.Ydos,elTeatrodeCámara va a estrenarEl burlador burlado, una nueva traducción de Ladueña, esaqueasegurashaberdescubiertograciasa tuamiga lapoetisa.Pormuybienrelacionadaqueestéymuyimportantequeseasupadre,nocreoqueelTeatroKomsomolLeninvayaaprogramarlamismaobradosvecesenunintervalodetiempotancorto.

Serguéi se quedó a solas en el despacho, encerrado con sus propias

mentiras, aunque aliviado porque sabía que la naturaleza de aquellaincipienterelaciónconlajovenMiraMendelsonestabaabocadaaunfinalseguro.EldescubrimientodeLinaloprecipitaríatodo.Enlasoledaddesudespachoenlaquepagabalapenitenciadesupecado,sepreguntócómopodía haber sucedido aquello, cómo había permitido que ocurriera. Searrepintiódelprimerbesoduranteaquelinocentepaseoenelquepensabaestaracompañadodeunasimpleadmiradora.Nocreyóque la lecturadeun poemapor parte de la joven escondiera alguna intención oculta.Tansolo pretendía ser amable, aunque no podía negar que su presencia lehacíasentirbien,noporsufísico,sinoporlaslisonjasdeadmiraciónquesalíandesuboca.Aquellolehizosentirseridículo.Abatidoporlatensiónvivida, se dejó caer en la butaca, sujetándose la cabeza en un intento dedetener el ataquedeunanuevamigrañaqueno tardó enpresentir.En elfondo, se sentía una víctima.Mira había sido la culpable de sus brevesencuentros. Es cierto que él había respondido a su llamada después derecibir la traducción del poema de Robert Burns, acudido a verla parahablardeLadueña,dejadoinvitacionesparaunodesusconciertos,ynose había negado a dar largos paseos por parques y se había animado avisitarla en casa de sus padres. Nunca le prometió nada, no existíancondicionesenaquellarelación,nohabíadesigniosocultos,almenosporsuparte.Nopretendíadescargarsedetodaresponsabilidad,perosesintióabocadoaello.Sesentíabienenlacompañíadeaquellajovenmujerquenolepedíaexplicaciones,nilehablabaderesponsabilidades,nidehijos,nidelosproblemascotidianosdelacasa,nidelanecesidaddeabandonarlaUniónSoviéticaparaserfeliz.Noleinstabaaabrirlosojos,adespertarde su letargo, ni se enfurecía por los silencios, los arrestos, lasprohibicionesylasdecisionesdelpartido.Solosemostrabaenamoradadesumúsica,delgenialcompositor,exhortándoleacomponer«enungran

país y para un gran pueblo como el ruso, porque la Unión Soviéticanecesitaba talentos como el de Prokófiev para mostrarle al mundo lagrandezade la esencia rusa».Serguéi no se había planteado que aquellarelaciónamenazarasunúcleofamiliar,quealteraralavidaencomúnconLinayconsushijos.Nuncapensóenabandonarelhogar,jamásbarajólaidea de romper su familia por aquella joven. Quizá por eso eldescubrimiento de su aventura por parte de sumujer le enfureció tantocomo para no comprender quién era el verdadero culpable de aquellasituación que había sacudido su vida. Que Lina hubiera descubierto susecreto le había trastocado sus planes de dejar fluir aquel lanceextramatrimonialalquenoaugurabamayorfuturo.PerolarevelacióndeLinalotrastocótodo.Decidióquelamejorestrategiaeraesperar,soportarelcastigoyseguir

caminando sin volver la vista atrás. No podía cambiar el pasado. Quémejorquemiraralfuturo.

Por fin alguien se había dado cuenta de que el Romeo y Julieta de

Prokófievdebíaestrenarseen laUniónSoviéticadeshaciendoasíelvetoque sobre la obra aparecía impuesto desde hacía años y que habíaprovocadoque seestrenaraenun teatrodeBrno.EnningúnmomentoaSerguéiseleocurrióquesurelaciónconMira,queempezabaaestarenboca demuchos, hubiera influido en algo. Nadie lo pensó, aunque oyócómolapropiajovenpresumíadeello.NofueProkófiev,desdeluego.No resultaron fáciles los ensayos deRomeo y Julieta en el Teatro de

Leningrado.Las discusiones fueron continuas entre el compositor y el resto de la

compañía, especialmente con el director de escena y los bailarines.Serguéi estabanervioso,más alteradode lonormal, y la susceptibilidadante cada palabra, gesto o comentario hacía saltar su paciencia por losaires.—¿Dónde está el problema de un final feliz? —preguntaba furioso

Prokófiev,queparecíahaberaprendidoaproyectarlavozengritoenunteatro—.Además,noesfeliz.¿Quéentendéisvosotrosporfelicidad?Nome atrevería a enmendar a Shakespeare, ¡ni siquiera yo estoy tan lococomoparahacerlo!¿Esquenadieestudiael textoy lapartituraantesdehacerobjecionesamimúsica?Enelúltimoacto,Romeollegaunminuto

antesyencuentraaJulietaviva.Noesuncaprichomío,estoyhaciendounfavor al coreógrafo y a los bailarines. Me tomo esta libertad, ¡bárbaralibertad!,conlaobradeShakespeareylohagoporunmotivopuramentecoreográfico:lagentevivapuedebailar,nadieesperaquelosmoribundosdancenenlacama.LoquenoentiendoesporquéenLondresentiendenmilicencia en elmontaje y aquí parece queShakespeare hubiera nacido enOdesa.LeonidLavrovsky,elnuevocoreógrafodelTeatroKírov,escuchabaen

silencio y aguantaba la explosión del carácter del compositor. Solocuando este parecía haber terminado de desahogarse por completo, seatrevíaaproponerquequizáeranecesarioqueescribieraalgunaspiezasmusicalesmásparaquealosbailarinesledieratiempoadesplazarseentreactoyacto.TampocoaquellapropuestaleparecióacertadaaProkófiev.—Heescritolacantidadexactademúsicanecesariaparaelmontaje.No

voyahacernadamás.Estáhecha.Lapiezaestálista.Sideseaproducirla,ahí está. Si no es así, no perdamos más el tiempo. Me voy y seguiréestrenandoenLondres,enParísoBrno,dondeparecenentenderunpocomásdemúsicaqueenotroslugares.—¿Pero desde cuándo es usted un experto en amor?—le dijo en un

momentodedesesperaciónLavrovsky,quesevioerigidoenportavozdelteatroporserelúnicoqueseatrevíaabregarconProkófiev.—Aquí trabajamos en un ballet, señor mío, déjese de tonterías

sensibleras. Ni el teatro es el lugar apropiado ni yo soy su madre, nisiquierasumejoramigo,para tenerqueaguantar leccionespsicológicassobreelcomportamientodedosamantes.A pesar de las continuas negaciones que recibía y los altercados con

Serguéi, Lavrovsky, el nuevo coreógrafo del Teatro Kírov, prontoaprendió cómo lidiar con la obcecación del compositor. Y lo hizoencontrandoalmejorcómpliceposible.Linaacudíaalosensayosynoerala única que veía a Serguéi fuera de sí. No estaba bien y sabía que suactitudférreaycontrariaaadmitir,oalmenos,aconsideraralgúncambioensucomposiciónmusicalsedebíaaotrosmotivosquenadateníanqueverconlamúsica.Sentadaenelpatiodebutacas,semanteníaensilencio.En cualquier otro momento de su vida en común, se hubiera levantadopara sentarse al lado de su marido, le hubiera dicho algo al oído o lehubierapuestolamanoenlarodillaparaconseguircalmarle.Peronosedaban ni el escenario ni las circunstancias adecuadas para aquellas

estrategias.Sinembargo,seresistíaaqueeldelicadomomentopersonalque estaban atravesando como matrimonio condicionara el éxito delespectáculo, sobre todo cuando entendía que las anotaciones delcoreógrafo eran correctas y la negación de Serguéi respondía a unasimpleeinfantilcabezonería.Asíqueoptóporconvertirseenapuntadoraconfidente deLavrovsky, a quien instruyó en cómo debía bregar con elcarácter de su marido para conseguir que cediera y que pareciera quehabíasidodecisiónsuya.—Se hará como usted diga. Usted es el maestro —admitió sumiso

Lavrovsky siguiendo las instrucciones de Lina—. Pero ellos esperan lamúsicaapasionadaycoloridaquetantoadmirandeProkófiev.Peroustedmanda. Aunque tengamos que llenar el fondo del escenario de sillas,puestoqueenalgúnlugartendremosqueponeralosbailarinesmientrassuena lamúsica, ya que en escena no van a poder estar.—Prokófiev lemiródesafiante—.Lodigoporquenohaescritoningunamúsicadedanzaen laprimeraparte.Y sinohaydanza, losbailarinesnobailan.Pero loimportanteessumúsica.Deesonohayningunaduda.Losbailarinesquebailenencasa.—Mealegrodequelotengatanclaroporquenovoyacomponermás.—Muybien,nohayningúnproblema.Utilizaremosunmovimientode

unadesussonatasparapiano.Solotengoquecontrataraunpianistaparaquelatoque—respondiócontranquilidaddesdeelconvencimientodequeaquelloleirritaría.—¿Está usted loco o quiere que le estrangule? —gritó Prokófiev—.

Nuncaaceptaréeso. ¡Nunca!—dijo, abandonando,visiblementeenojado,elensayo.LavrovskymiróaLina,sentadaalamitaddelpatiodebutacas.Sonrió

al ver cómo le regalaba un gesto afirmativo con su cabeza. «Tranquilo,volverá».Alamediahora,Serguéientrabadenuevoconelmismogestodecontrariedad,peroconunmensajediferente.—Estábien.Loharé.Cadaensayo se convirtió enun suplicio.Raroera eldía enelqueno

surgiera un problema. Y siempre tenía a Serguéi en el epicentro de latormenta.Cuandoentrabaenelteatro,elegantementevestidoconsutrajede tres piezas, siempre pensaba que quizá seríamás conveniente acudirataviado con una armadura. Se preguntaba cuál iba a ser la nuevaobservación de Lavrovsky que conseguiría sacarle de sus casillas. Y

siempreterminabasorprendiéndole.—Letemen—leespetóLavrovsky.—¿Metemenamí?—Temen a sumúsica. No la entienden. Es algo nuevo para ellos. Se

sientenperdidosenmitaddelaorquestaciónyenlascontinuasvariacionesdelritmo.—Perdidos—repitió Prokófiev—. Pues regáleles una brújula y quizá

nuestros problemas desaparezcan. —Caminaba arriba y abajo por elpasillo central del patio de butacas y volvía al emplazamiento deLavrovsky—.¿EstosjóvenesilustradossabenquiéneraDiáguilev?Selodigo porque los bailarines de los Ballets Rusos de mi gran amigoentendían perfectamente mi música. Claro que para eso quizá hay queestudiarytrabajarmásdurodeloquelohacenahora.—Hay otro detalle. Los bailarines no escuchan la música en ciertos

momentos de la obra, concretamente en la escenamás dramática.Creenqueesmuytenue,nisiquieralesllegaelsonidodealgunosinstrumentos.Necesitarían una mayor orquestación. Si no oyen la música, no puedenbailar.—¡Ah!,quetambiénsonsordos.¿Ydóndedicequehaencontradousted

aestacompañíadeprodigios?Siguiendolarecomendacióndesualiadasecreta,Lavrovskylecondujo

alfondodelescenarioymandóalaorquestainterpretarelmovimientoencuestión. Tras unos minutos, Serguéi recuperó su lugar en el patio debutacasdespuésdeadmitirquerealizaríaunosarreglos.

El10deenerode1940,LinaySerguéientrabanenelTeatroKírovde

Leningrado. Los nervios por el inminente estreno alfombraban más laentradaqueladensanievecuajadasobrelascallesdelaciudad.Linalucíahermosa,conunvestidodeencajeycrepédedelicadatexturayexcelentecaída en un tono bermellón, elegante, del brazo del hombre con elsemblantemásseriodetodoelteatro.PorfinunteatrosoviéticoestrenabasuRomeoyJulieta.Teníaqueestarpletórico,perose lenotabaretraído,inquieto, distraído. Lina lo atribuyó a la expectación por la acogida delpúblico.Cuandoseapagaronlasluces,sumanoseaferrófuertementealasuya, en un gesto cómplice, una especie de ritual secreto que amboscompartíanencadaestreno.Serguéilerespondióalademándelamisma

manera.Comosiempre.Conunpocodesuerte,todovolveríaasucauce.Sentadaensubutacadelasextafila,Linavivíasuparticularversióndelaópera,especialmenteenelmomentoenelqueRomeosepregunta:«¿Esfrágil el amor? Es áspero, brutal, turbulento; y punzante como unaespina».Todoparecíaperfecto,todoencajabacomoenunmecano.Lamelodía,

los movimientos, el ambiente. Los personajes interpretaban la músicatransmitiendola jovialidaddeJulieta, laalegríadevivirdeMercucio,elorgulloyelodiodeloscaballerosenelbailedelpalaciodelosCapuletos,una sensualidad que contrastaba con la fuerza de otras escenas másdesgarradas,comolapeleaentreRomeoyTeobaldoenelsegundocuadrodel primer acto o la conmovedoramarcha fúnebre al final del segundoacto. Por momentos, todos olvidaron que se hallaban en un teatro y semimetizaronconlahistoriaquesedesarrollabaenelescenario.Elpúblicoagradeció la utilización de una orquesta de mandolinas rusas como unguiñoasuidentidadySerguéiporprimeravezsonrióensubutaca.Linanopudoevitarquesusojosseinundarandelágrimasalfinaldelprimeracto,enlaescenaenlaqueRomeoyJulietaseencuentran.Laternuraylasensualidad mostrada logró superarla. Lina tuvo que disimular suslágrimascuandoseencendieronlaslucesyelpúblicosepusoenpieparaaplaudir la obra. No solo les había gustado, les había arrebatado lossentidos,aunque fuerapordiferentesmotivos.Serguéi sonreíanervioso,admitía los plácemes, le turbaban los aplausos. Temió que el exceso deéxitoleprovocaraunaansiedadquelehicierasalircorriendo.Peroparaeso estaba su mujer con él, para guiarle, conducirle y administrar sutriunfo.Serguéilabesócuandoaúnnohabíanabandonadosusbutacasenla sexta fila.Aquelbeso le insuflóunadosisextrade fuerzas renovadas.Así fue hasta que sus ojos captaron una imagen que no se esperaba, ymenos situada dos filas por delante. No podía creerlo. No entendía quéhacía esamujer allí, acompañadapor supadre.Linabuscó lamiradadeSerguéi y al encontrarla se dio cuenta de que ni siquiera se habíapercatado de la indeseable presencia hasta que siguió la senda visualdibujadaporsumujeryencontrólacausadesuturbación.Lerogóconlamiradaquesetranquilizara,quenomontaraunescándalo,ycreyóhaberrecibido una respuesta afirmativa a su petición. Podría haberlo hecho siMira Mendelson no hubiera roto todas las barreras de la prudenciaacercándoseaSerguéiparafelicitarle.LohizocuandoLinaseencontraba

saludando a unos amigos, creyendo que ese sería suficiente motivo dedistracción.Pensóquetansolotardaríaunossegundosensaludarleyquesumujernisiquierasepercataríadesupresencia.Peronocontabaconelprodigioso control de la situación tan característico de la señoraProkófiev.Enelterrenodelaprovocaciónylaimprovisación,ellaeralamaestraysiempreestabadispuestaaimpartiralgunaclaseextra.—¿Novasapresentarnos,Serguéi,querido?—dijo,observandocómo

supreguntahabíasembradoelruborenelrostrodeMira—.¿Ytúeres?—insistióensupregunta.LacomplicidadenelsilenciosellólaunióndeSerguéiyMira.Ninguno

parecíacapazdecontestarymuchomenosdereaccionarantelapreguntadeLina, que seguía observándolos fijamente sin borrar su sonrisa de laboca.—Permítame que la felicite por el éxito de su marido —terció

finalmenteelpadredeMira—.Hasidoimpresionante,inconmensurable.—Qué amable —recogió galantemente el cumplido. No tenía nada

contraesehombre,nosabíanisiquierasiestaríaaltantodelescarceodesu hija con sumarido. «Qué culpa tendrá él», pensó—.Y dígame, a sumujer,¿lehagustado?—dijo,refiriéndoseaMira,sabiendoelvenenoqueportabaelcomentario.Laimagendelajovendistabamuchodelglamur,labelleza y la elegancia que siempremostrabaLina y eso le hizo sentirseganadora.—Es mi hija. Y sí, es una gran admiradora de su marido. Le gusta

mucholamúsica.—Ya lo creo. Cualquiera no se deja llevar por la belleza de estas

composiciones.Por fin Serguéi reaccionó, cuando logró desterrar la lividez de su

rostro.—Lina,ellaesMiraMendelson,unaestudiantedeliteratura.Recuerdas

quetecomentéquemeestabaayudandoenlatraducciónyadaptacióndeLadueña…YélesAbram,supadre.—Nosupoquémásdecir.—Encantada—fingió,sinquenadiepudierareprocharleelmásmínimo

cinismoen sus palabras ni en su tonodevoz, como la buena actriz querealmente tenía que haber sido—. ¿Vendrán a la pequeña fiesta quecelebramosdespuésdelestreno?Aunque su pregunta iba dirigida directamente aMira, la turbación le

impidiópoderofrecerunarespuesta.Linapudopercibirqueaquellamujer

que había osado inmiscuirse en su relación le tenía miedo. Y estabadispuestaahacerleentenderqueledeberíatenerpavor.—Debemosvolveracasa—explicóelpadre,queparecíaelportavozde

su hija. No supo si era un buen hombre, tranquilo y sosegado, o si lavergüenzaquesentíaanteelencuentrolehacíamostrarsebonachón—.Sumadrenosesperaencasa.—Lo entiendo perfectamente. Y hacen ustedes muy bien. Nada como

estar en casa con la familia.—Cualquiera que observara la situación, yeranvarios,entreellosMiaskovski,podíapensarqueobienLinanosabíanadaoestabadisfrutandoaltenerelcontroldelaescena—.Perohaceunanochehorrible.Estálloviendo.¿Porquénolesinvitasaquevengan?—lepreguntó directamente a Serguéi, que escuchó el anuncio como si leacabarandecancelarunestreno—.Vengan,aunqueseaatomarunté.Sinoeshoy,mañana.Venganacasaundía.¿Quierequelefaciliteladirección,Mira,osabrácómoconseguirla?O no terció contestación o al menos Lina no la escuchó, demasiado

concentrada en oír sus vítores internos por cómo había manejado laescenaydefendidosuposición.MientrasMirayAbramabandonabanelTeatroKírov,Serguéisealejó

de sumujer con la excusa de saludar a unos compañeros. Pero antes seencargó demirarla como pocas veces lo había hecho. Lina no sabía siempezaralloraroabandonarseaunrecitaldecarcajadas.Nosabíaquésele podía estar pasando por lamente a sumarido para dedicarle aquellamirada. No supo dilucidar si quería pedirle perdón, si se arrepentía detodo, si le reconocía el valor por afrontar la realidad comoél nohabíasabido hacer, o si directamente estaba proyectando todo su odio contraellaylamirabaamododedespedida.Hubieseagradecidoalgunapalabra,perosabíaqueSerguéinotendríavalorsuficienteparapronunciarlas.Aldespedirsedelgrupodeamigosyconocidosquehabíanasistidoal

estreno,Lina agradeció demanera especial las palabras queMiaskovskidepositóensuoídocuando leabría lapuertadelcocheque llevaríaa lapareja de vuelta al hotel de Leningrado. Las entendió como un laurel ydeseó que Serguéi las hubiera escuchado. Aunque su carácter deconfidencianolerestóbrillonipesoalaconfesión.—Querida,nacisteparaserreina.Ningunodelosdospronuncióunasolapalabraenelcocheoficialque

lostrasladabaalhoteldespuésdeunapequeñarecepcióntraselestreno,a

laquefinalmentenoacudieronniMiranisupadre.Denuevoelsilenciotejía su unión, aunque los dos sabían que estaban haciendo acopio dereproches. No estaban locos. Sabían que si algo salía de sus bocas, sepodíadesatarunincendiodifícildeapagarynoqueríanquesucedieraenpresencia de un extraño como el chófer. Cuando accedieron a lahabitaciónycerraronlapuerta,elmantodesilenciosetransformóenuncampodebatalla.—Creí que lo que querías era que me olvidara de ella y que no se

volviera a pronunciar su nombre. No entiendo por qué has tenido quehacerelnumeritopidiendoque te lapresentara.—Serguéi sedeshizodelfracairadamentearrojándolocontraelsuelo—.¿Aquéhavenidoeso?—¿Porquélahasinvitado?¿Esqueestásloco?—Estátrabajandoconmigo.Tambiénheinvitadoaotraspersonasyno

tehamolestadotanto.—¿De verdad crees que soy tan estúpida como para creer que no la

siguesviendo?Túmismotehasdelatado.Nadiesepondría tannerviosocomo te has puesto tú cuando te he dicho que me la presentaras si notuvierasalgoqueocultar.Notepuedesimaginarloridículoquepareces.¡Tedoblalaedad!¡Podríasertuhija!—Peronoloes.Linaprefirióobviaraquelcomentario tanpocoprudenteycruelmente

esclarecedor.—Nohepasadomayorvergüenzaenmivida.Almenospodíashaber

elegido a alguien que supiera peinarse, vestirse y que no pareciera unamonja recién salida de un convento. Claro que, para fiarse de lasmojigatas.—¿Vergüenza? Pensé que estabas disfrutando. Se te veía feliz

poniéndonosenuncompromiso.—¿Poniéndonos? ¿El plural es por nosotros o por tu querida

colaboradora?—Serguéilamiróconteniéndosedepalabrayacto.Estabademasiadofuriosoparacontrolarseytemióquesucedieraalgodeloquemás tarde se arrepintiera—. Eso se llama clase, saber estar y dignidad.Tres nociones que ni tú ni ella conocéis. —Lina sentía que estabaperdiendoaquelcombate—.Sihastaelpadreestabaavergonzado.Pobrehombre,nosabíadóndemeterse.Yespecialmentedóndemeterasuhija.—Elpadreestáencantado—dijosinpensarloquedecía.—¿Dequéestáencantado?¿Desaberquesuhijatieneunarelacióncon

elgranProkófiev?Asíqueesunhecho.Yanisiquieraloniegas.Serguéisesentóenelbordedelacamasujetándoselacabeza.Nopodía

más.Noqueríaencararunanuevadiscusiónenlaquesabíaqueteníatodoperdido.Erasugrannoche.SuRomeoyJulietahabíasidounéxito.PorfinhabíaconseguidoponerlaenescenaenunteatrodelaUniónSoviética,ylejos de estar feliz y poder celebrarlo con la gente que quería, estabaencerradoenunahabitacióndehotelescuchandoreprimendas, insultosygritos.Aquellonoesloquequería.Noeraasícomolohabíaimaginado.La voz de Lina volvió a alimentar el fuerte dolor que empezaba amartillearsucabeza.Peroestavezsonabacalmada.—Meextrañaquehayassabidoplasmardeunamaneramagistralloque

esunahistoriadeamor inquebrantablequevamásalláde lamuerte.Tefelicito. Has sabido captar brillantemente la esencia de la tragedia deShakespeare.Elchoqueentreelamoryelodio,launióndelaternuraylaviolencia. Supongo que no hay nada como inspirarse en la realidad.—Antes de entrar en el cuarto de baño, quiso arrancarse del pecho lo queteníaprendidodesdequehabíaterminadolafunción—.Enhorabuena.Lohas conseguido de nuevo. Has hecho una obra maestra. Esta noche hasrozadolaexcelencia.NohabíaletrerosluminososcomoenBeverlyHills,pero tu nombre ha quedado grabado en la historia de lamúsica de estepaís.Una vezmás.—Al escuchar estas palabras, Serguéi hundiómás lacabeza entre sus manos. Se sentía aún más culpable. No sabía cómogobernar aquel dolor y aquella sensación de culpa que le atravesaba elpecho—. Estoy segura de que se hablará durante mucho tiempo de tuRomeoyJulieta.Excelente.Simplementemaravillosa.Nocreoquenadierecuerde la obertura de Tchaikovski o la sinfonía dramática de BerliozcuandosehabledeRomeoyJulieta.Recordaránlatuya.SitepudieravernuestroDiáguilev, estaría orgulloso de lo que has hecho.Me refiero alballet,porsupuesto—matizóconciertosarcasmo,sinpoderevitarlo.Serguéiseincorporóviolentamente.Porunmomento, temióperderel

equilibrio.Debíadetenerlatensiónarterialporlasnubes,podíanotarlo.El exceso del alcohol consumido durante la velada para mitigar losnerviosdelestrenoydelinesperadoencuentronoleayudabaamantenerla verticalidad. Recogió la chaqueta del suelo y volvió a ponérsela,haciendo lo propio con el abrigo. Se dirigió a la puerta con claraintencióndeabandonarlahabitación.—¿Adóndevas?—preguntóLina.

—MevuelvoaMoscú.—¿Aestashoras?Elportazofuelaúnicarespuesta.Linasequedópetrificadaenmitadde

lahabitación.Nopudonegarqueaquellareaccióndesumaridolehabíasorprendido.Habíadecididoirseenmitaddelanochealaestacióndetren.MástardedescubrióqueenelmismovagónqueélocupóviajabaMira.Alparecerno fue algo improvisadonimotivadopor ladiscusión.Conocíaperfectamenteelvagónyelnúmerodeasientoenelqueibasuamante.Esanoche Lina fue consciente de que debía llamarla así. Al fin y al cabo,habíansidopresentadasdemaneraformal.

22

LarelaciónentreSerguéiyLinasetornótensaycomplicada,aunque

amboscreíanquepasadountiempotodovolveríaalanormalidadsinqueesosignificasequefueracomoantes.Tampocolopretendíandespuésdeveinte años de relación, aunque los dos reconocían que aquella crisissuperaba a todas las anteriores. Ella se volvió desconfiada, más fría,estabatristelamayorpartedeltiempoylavitalidadqueladefiníaseibaapagando poco a poco, al menos cuando estaba con Serguéi. Dejó deestrenarsonrisasparaélyesofueloquemásechódemenos.Éltambiénmudósucarácter,volviéndosemásarisco,máshuraño,inclusoefusivoenlasdiscusionesqueantesevitabayahoraparecíabuscarconelúnicofinde expulsar la furia que le carcomía por dentro. Las creencias de laCienciaCristiana,útilesenotrosmomentosdesuvida,ahoranoparecíanfuncionarenlarelacióndepareja.Ylopeoresquesushijosempezabanadarsecuenta,especialmenteSviatoslav,queoptóporposicionarsedelladode sumadre. El ambiente en casa se volvió irrespirable a pesar de queambos procuraban mantener las formas. Los únicos momentos deverdadera paz eran cuando Serguéi se sentaba al piano y comenzaba acomponer.Linanoperdió lacostumbredesentarseenel suelo,apoyadaenlapuertadeldespacho,yescucharlosprimeroscompasesdelasnuevascreaciones.Trabajabaentresnuevassonatasyenunasinfonía.LaSonatanº6yelConciertoparapianonº5ocupabansushoras.Lamelodíaquesecolaba tímidamente por la precaria insonorización del despacho era loúnicoquelahacíasonreír,olvidarsedelatragediashakesperianaenlaquesehabíaconvertidosugranhistoriadeamor.Unoasisdetranquilidad,unatregua enmitad de la batalla.Eso seguía siendo lamúsica deProkófievparaella.Perocuandodejabadesonar,elmundovolvíaa recuperarsusverdaderasdimensiones.Nisiquieralasdesgraciaslesunían.Másbienalcontrario,encontrabanunnuevomotivoparahacerdelosreprochesylasofensas el único vínculo de unión entre ellos. Así sucedió cuandoAfinoguénov se acercó a la vivienda de la calle Chkalov paracomunicarles la tristenoticia.Requirióde tresvueltasa lamanzanaparareunir las fuerzas necesarias y subir las escaleras del edificio. No le

gustabanlosascensores.Nosefiabadeellos.QuedabanpocascosasdelasquefiarseenMoscú.—Lehabían llevadoaSiberiadesde laLubianka,despuésde confesar

queeraunespíaalemán.Murióallí,enuncampode trabajo.Peronadiesabemás.Nohanfacilitadomásdetalles.Yyolosé…bueno…porloquelosé,esonoimporta.—TemiópronunciarelnombredelapersonaquelehabíainformadodelfataldesenlacedeVsevolodMeierhold.—¿Unespíaalemán?—preguntóretóricamenteLina,queaduraspenas

podíacontenerlaslágrimasalconocerlamuertedesuamigoyconfidente—. No sé ni cómo quedan rusos en la Unión Soviética si insisten enconvertirlosatodosenespíasextranjeros.—Hablan de que ha sido el propio Stalin quien le sentenció—siguió

Afinoguénov—. El mismo ministro de Exteriores, Viacheslav Molotov,intentó intercederporélpor laamistadqueexistíaentreellos.SabíaqueMeierhold había sido torturado, él mismo se lo dijo. Había perdido laaudición a causa de los golpes, apenas veía. ¡Cómo iba a saber lo quefirmaba!AsíseloexplicóMolotovaStalin.Peroestesololepreguntóquéeraloquehabíafirmadoexactamenteenlaconfesión.Aldecirlequehabíareconocidoserunespíaalemánanticomunista,antiestalinistaytrotskista,Stalinmandóqueleejecutaranenmenosdeveinticuatrohoras.Yantesuorden,yanadiepudohacernada.—PrimeroZinaiday ahora él—balbuceóLina—.Almenos sumujer

novivióparasufrirestapérdida.Nolohubieraresistido.Simepasaraamí,noséqué…El relatodeAfinoguénov lavacióde fuerzas.Ni siquiera teníaánimo

parahablar.Nosoloselehabíaidounamigo,sinouncómpliceconelquepodíahablardemiedos,sospechasytemoressinquelamandaracallaroreprendiera su opinión como hacía continuamente su marido, aunquefuera por su propia seguridad. La noticia de lamuerte deMeierhold sesumóalapesadalosaquecargabaasusespaldasdesdehacíatiempo.Erandemasiadas cosas.Sederrumbó sobreunade las sillas del comedor.Noerahabitualverlavencida,abandonadaporlasfuerzas.Serguéiseacercóaellay la abrazó.Sintióquequeríahacerlo,queél también lonecesitaba.Porunmomento,ningunodelosdostuvieronmemoria.

La realidad de la pareja parecía acercarse azarosamente a la vida

artificial.Cadavezeramenosfrecuenteverlosjuntosenlasfiestas,enlosconciertos,enlosteatrosyenlasrecepciones.Pasabanpormomentosenlos que parecía que podía haber una salida, que podía producirse unaaproximación entre ellos, recuperar el tiempo pasado, pero un nuevorumor, una nueva sospecha, una salida a deshoras o un regreso a casademasiado tardío convertía la esperanza en un mero espejismo. Hastacuando Serguéi traía regalos a casa era motivo de desconfianza. Linanuncapensóqueunacajadepomelospodría representarunaclaraseñaldesospecha.«Sisepresentaencasaconestoesporquesesienteculpable»,pensaba.Frosiaintentabaayudarle.—Nolopiense,Lina.Aguante.Todoestopasará.Peroestéatenta.—Pero¿cómohapodidosucederalgoasí?¿Quéveenella?Esqueno

puedoentenderlo—dijoimpotente.—Supongoquetodoloquenoveenusted:debilidad,sumisión,tristeza,

inexperiencia, desde luego belleza no ha visto ninguna—comentó conmediasonrisaFrosiaparaintentarsuavizarlatensión—.Aciertaedad,hayhombres que pueden encontrar atractivas ciertas carencias. Y él está apuntodecumplircincuentaaños.—He llegado a pensar que todo es un montaje organizado por el

partido. No les gusto, eso lo sé desde hace tiempo. Me ven como unaamenaza, un incordio para la reeducación ideológica de Prokófiev.Cualquiera se puede dar cuenta de eso, cualquiera menos él. Soy unaextranjerayesorepresentapocomenosquetenerlapeste.Undíamevanaacusar de espía alemana —lo dijo medio en broma, pero el tono noacompañósuintención—.Yloquemedamiedoesquemishijostambiénson extranjeros. Prefieren que esté con una mujer rusa que puedaencaminarleporelcaminocorrecto.Esaessumisión:separarledemíyhacerdeélunhombredelpartido.Sabenquesiyoestoyasulado,nolotendránfácil.Quierenconvertirleenunciudadanosoviéticocuandoyomehe pasado la vida haciendo de él un ciudadano del mundo. Es uncompositor de éxito y van a convertirlo en un rehén político. Ahoraescribeartículossobredecisionesdelpartidoqueellacorrige,seatreveafirmar los libretos junto a él, ¡pero sino tieneoído,ni sabeescribir, esuna negada para todo lo que tenga que ver con la música! —A cadapalabra,surostroseencendíamás—.LehaconvencidoinclusoparaqueseunaalaUnióndeCompositores,algoqueélsiemprehabíarechazadoparanosentirsevinculadoaningunaorganización.Peroélnolove.¡No

love!Esdemasiadoinfantil.Vanahacerdeéluninfelizyyotengoqueimpedirlo. Ella solo está con él porque es famoso. He visto muchasmujerescomoelladetrásdeunospantalonespordinero,porfama…Peroesa mujer es una arpía, es un lobo con piel de cordero que buscaarrebatárseloasufamiliasoloparapoderpresumirantelosdemásdeserlaamantedeungenio.Esunadepravada.—LasangrelehervíacadavezquehablabadeMiraMendelson.Probablemente,nohabíaodiadoanadieconlaintensidadquelaodiabaaella.—Sedicenmuchascosas.Nopuedehacercasodetodoloqueseoye.—¿Ya está en boca de todos? —Su miedo a que la aventura de

Prokófiev fuera pública se vio confirmado en las palabras de su fielFrosia—.Lagentelosabe,¿verdad?Nisiquierahatenidolaprudenciadeguardarlasformas,aunquesoloseaporrespetoasushijos.—¡Cómo no lo van a saber! La lleva a los conciertos, les han visto

comiendo en restaurantes, aparecen juntos en algunas reuniones de lasJuventudes Comunistas, han asistido juntos durante meses a clase debaile…Noseestácomportandobien,noloestáhaciendo.—Amíme llevaba a campeonatos de ajedrez y de bridge, y a ella la

poneabailar.—Y además… —Calló durante unos segundos. Lina la observó

preguntándosesitodavíapodíahabermás.Notardóenreanudarsuamagodeadvertencia—.Ustednopuedefiarsedenadie.Selohedichosiempre,pero ahora se lo digo con más motivo. —Frunció el ceño porque noentendía lo queFrosia quería decirle—.No se fíe de quien usted piensaque es su amigo. Tenga cuidado. Hay personas que presumen de seramigossuyos,peroluegosemuestranigualdeamablesconella.HevistoaValentina,lahermanadeMiaskovski,acompañándolacomosifueranlasmejoresamigasdelmundo.Tampocoesquelaculpe,pero…—ElgestodedecepcióndeLina laobligóa seguirhablando—:Pero lamayoría ladefiende a usted. Me refiero a la gente de la calle. Todos piensan queProkófievsehavueltolocoalabandonarla…—Nomehaabandonado—dijomuyseria—.Sigueviviendoennuestra

casa.Noseatreveráaabandonarnuncaasufamilia.Nolovoyapermitir.Decidió poner en práctica conmás ahínco la enseñanza de laCiencia

Cristianadequelosproblemaseranunengañoproducidoporelcerebromortal,porloquenoteníanpodersobrelapersona,quedebíaresolverlosconlamenteylaactitud.

Yenactitudnadieibaaganarle.Unanochesecelebróunarecepciónenlaembajadaalemanaenhonor

alministroJoachimvonRibbentropconelobjetivodeestrecharvínculosdespués del pacto de no agresión firmado entre Alemania y la UniónSoviética.Unadelasconsecuenciasdeestanuevaamistadentredosviejosenemigos quemás directamente afectó a Prokófiev fue la retirada de lapelícula Aleksander Nevski, que pasó de ser laureada a convertirse enmaldita, algo que sucedía con bastante frecuencia en laUnión Soviéticabajo el criterio caprichoso de Stalin.No era elmomento histórico parahablarmaldelosalemanes.Lina no tenía muchas ganas de salir y menos de asistir a una fiesta.

Temíalasmiradasindiscretas,loscomentariosenvozbaja.Nosoportabalaideadequepudieransentircompasiónporella.«Esmejorquetetenganenvidiaaqueteprofesenlástima.Delocontrarioteconviertenenalguiendébilysecreenconderechoamachacarte»,pensaba.Decidióponersesusmejoresgalas.Eraunafiestaenlaembajadaeiría

comolaocasiónsemerecía.Abriósuarmarioylovio.Sonrióalsentirelaliento de Coco Chanel en su oído. «Para ser irreemplazable uno debebuscar siempre ser diferente». Y Lina siempre había sido diferente sintenerquehacergrandesesfuerzosparaconseguirlo.Eligióunvestidodelamé con encajes bordados que acentuaba las líneas de su cuerpo, queseguíanmarcadas por la delgadez ymostrandouna anatomía tonificada.La guerra hacía que la escasez de tejidos redujera la posibilidad dehacerse condiseñosnuevos, pero ella siemprehabía tenidobuenamanoparalacostura.Además,habíatraídovariastelasdediferentesgénerosdesuúltimoviajea losEstadosUnidosyconlaayudadeunamodistarusahabía logrado llenar su armario de diseños espectaculares que cuandovestíansucuerposeconvertíanenverdaderasjoyasdeldiseño.Siqueríanmurmurar sobre ella, les daría razones para hacerlo. Pero no estabadispuestaainspirarpena,sinoaquetodaslasbocassusurraranlamismapregunta: «¿En qué está pensando Prokófiev?». Una mujer hermosa yfuerteenunvestidoelegantedeformasexquisitassiempresalíavictoriosa.Llegó sola a la embajada. No había ido del brazo de Serguéi, que

también había acudido a la recepción. No faltaba nadie. Aunque estabaconvencidadequeMiranoestaríaallí,quisohacerunainspecciónvisualrápida por toda la sala para confirmar sus sospechas. Se alegró de noencontrarla. Sabía que no era sitio ni ambiente para ella. Le animó

encontrarseconamigosqueenseguidalainvitaronacompartirsucírculoysuconversación,aunquemásbienelefectofueelcontrario,y fueellaquien se convirtió en el centro de los corrillos. Le gustaba sentirseadmirada, querida, piropeada, cortejada. Aquello le infundió seguridad,aunque no le hacía falta.Le alegró saludar aBoris Pasternak, aNikoláiMiaskovski, a Aleksander Afinoguénov, a Vladimir Derzhanovski, tanatento como siempre desde la primera visita que hizo en 1927,acompañadocomoerahabitualporTsukkeryTseitlin,yVeraDavídova,entre otros.Recordó la recomendación de Frosia de no fiarse de nadie,pero todos se mostraron tan atentos y educados con ella que resultabadifícilnohacerlo.NolecostóencontraraProkófiev,conquiencruzólamirada.Apesardequefueellaquienapartólavista,pudonotarcómoélseguía observándola desde la distancia. Detectó la presencia deKérzhentsev, el temidopresidente delComité para losAsuntosdelArte,por quien Prokófiev reconoció sentir verdadero asco cuando le veía enKislovodsk. Por un momento deseó que la invitara a bailar para asíprovocarlairadeSerguéi.Estabadispuestaatodoparahacerleabrirlosojos y que despertara de una maldita vez. Sin embargo, alguien se leadelantó. Cuando recibió la invitación y vio cómo le ofrecía la mano,dudó que aquel hombre fuera en realidad quien ella pensaba. Elmismísimo ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, Joachim vonRibbentrop,leestabapidiendoqueleconcedieraelhonordebailarconél.«Anoserquetengasucarnetdebailecompleto»,leconfióelmandatariogermano, a lo que ella le respondió en un perfecto alemán: «No semeocurrenadiemejorconquienbailar».Siyahabía logradoatraer laatenciónde losasistentes, incluida ladel

propio Prokófiev, que no pudo dejar de admirar lo bella que estaba sumujer,elvalsquebailójuntoaJoachimvonRibbentroplesconvirtióenelcentrodetodaslasmiradas.Alterminar,elministroteutónlepidióquenoabandonaralaembajadasinconcederleelplacerdebailarjuntosunavezmás,algoqueellaaceptóamablementeantesderecuperarsu lugarentresusamigos.Seincorporóaunadelastertuliasquehabíaabandonadoyseproponía integrarse en la conversación cuando su semblante empezó amudar la expresión.Apenas pudo controlar la irritación que le provocóoíralescritorKonstantinSimonovrefiriéndosealarecientedesaparicióndeVsevolodMeierholdy levantandosospechasdequefueraculpabledealgo.

Algo se rompió en su interior. No pudo controlar su ira. Habíacompartidomuchosmomentosconsuamigocomoparapoderescucharun comentario tan injusto, que además venía de alguien que se habíaconsideradoamigoycompañerodeldirectorteatral.Leasqueótantoquenecesitabagritar,deciralgoendefensadeMeierhold,envistadequenadietenía intención de hacerlo. Serguéi estaba demasiado lejos para cogerladel brazo, como solía hacer en esas situaciones en las que sumujer seencendíayserevolvíapordentro.Eracomolalavadeunvolcánapuntode estallar. Si no se la detenía, seguiría avanzando. FueBoris Pasternakquienimpidióqueprotagonizaraunincidentequelehubiesetraídoseriasconsecuencias.—Déjaloestar—ledijoenvozbajaelescritor,mientrasse la llevaba

del brazo a otra estancia cercana—. Tranquilízate. No serviría de nada.PiensaenProkófiev.Estoledestrozaría.Esaeralaúnicaargumentaciónquesolíapersuadirla,peroesanocheno

estaba segura de que fuera la más convincente. Aunque recapacitórápidamente. No podría soportar que Serguéi sufriera algún tipo derepresalias por algo que dijera ella. No podía evitar sentirlo así pormuchoqueFrosialadearasucabezaenseñaldeincomprensión.«Esusteduncasoperdido», ledecíaalversuincondicionalamoryrespetoporelhombrequelaestabatraicionando.—¿Esquenadievaadefenderanadieenestepaíspormuygrandeque

sealainjusticiaquesecometacontraél?Noentiendocómopuedesseguirmirándolealosojos—dijo,refiriéndoseasuconocidaamistadconStalin—.Dehecho,nosécómonadiepuedehacerlo.UnamiradasuyacongelamásqueelhielodeSiberia.¿Cómopudisteescribirunpoemallamándolegeniodelaacción?—Borislamirósintenerencuentasusreproches.LegustabaLina.Legustabamucho.Erainteligente,directa,valiente,atractivay terriblementepasional, loquenocasabademasiadobienconloqueseespera de una ciudadana rusa. La observó convencido de que habíaequivocadosulugarenelmundo.—Esoyadaigual.Laspersonascambian.BorisPasternak sabíamuybiende loquehablabaporquedesdehacía

unos años había perdido la confianza y la protección de las autoridadessoviéticas, que desde su primer poemario, El gemelo de las nubes, leconsiderabanunodelospoetasrusosmásimportantes.Ahoraleacusabandesubjetivo,deserdemasiadopersonalista,dedarlaespaldaalinterésdel

puebloparahablardesupropiointerés.—Ya lo creo que las personas cambian. Pero unas lo hacenmás que

otras—replicóLina.PorunmomentonosuposihablabadePasternak,deStalin o de Prokófiev. O quizá de los tres. Se sintió abrumada—.Perdóname.Estoydemasiadonerviosa.No le cuentesnadaaSerguéi.Seenfadaríaconmigoyúltimamentenohacemosmásquediscutir.—Bajólamirada.NoqueríaconfirmarenelrostrodeBorissiél tambiénconocíalosrumoresdeinfidelidad.—Noloharé.Conunacondición.—Borislamirócontantainsistencia

queobligóaLinaaanclarseenaquellamirada.Nisiquierahubieranhechofaltalaspalabrasparaconfirmarlequeloqueibaadecirleeragraveyleresultaba incómodo—.Tienesquedejardevenir a las embajadas.Noesbueno que te vean en sus fiestas y en las recepciones. Alguien puedeinterpretarlomal.—¿Quéquieresdecir?—Losabíaperfectamente,peropreferíaqueélse

lo dijera. Desde hacía tiempo, oír hablar a las personas se habíaconvertidoenunlujoalalcancedemuypocos.—Eresunamujerinteligente,notehagaslatonta,notevaenabsoluto.

Losabesmuybien—dijo,refiriéndosealadesconfianzaqueempezabanaprovocar los extranjeros, sobre los que en cualquier momento podríarecaerlaacusacióndeespías,asícomosobrecualquieraqueseacercaraaellos y mantuviera una relación continuada, aunque fuera por temas detrabajoo familiares.YLinaestabaen lasdoscategorías—.Hazmecaso.Teloestoydiciendocomounamigoquetequiereyquenosoportaríaqueteocurrieranada.—Nosabíaquetodavíaquedaranamigosenestepaís.Boriscogiósumanoy labesósindejardesonreírle, loquehizoque

Linasesintieramalporlainjusticiaqueencerrabasuúltimaincontinenciaverbal.Estabaequivocandoeldestinatariodesuira,comosolíaocurrirlecuandodiscutíaconSerguéi.—Venundíaacasa.Quierocompartircontigounaideaalaqueestoy

dando vueltas para una nueva novela. Una gran historia de amor de unhombreenamoradodedosmujeres.—Linalemiróregalándoleunatristesonrisa—.¿Quéquieres?Soyruso,nolopuedoevitar.Necesitotupuntode vista. De momento es solo un proyecto, pero seguro que podrásayudarmeconYuriZhivago.—¿Yuri? ¿Ya tienenombre tuprotagonista?—preguntó, sabiendoque

elproyectoyacomenzabaateneralmasielautorllamabaasupersonajeporsunombre—.Entoncesyaestásatrapadoporél.—No tanto como él lo está entre dos mujeres, Larisa y Tonia. Me

resisto a decidir quién de las dos ganará. O si Yuri será el único quepierda.Aquella frase sembró en ella cierto desasosiego. La ficción, cuando

estaba basada en la realidad, resultaba demasiado cruel, desgarrada,pasional.Porfinentendióenquéconsistíalafamosaesenciarusa.Nohacíani unminutoqueBoris sehabía alejado enbuscade alguna

bebida que le calmara la agitación, cuando notó la mano de Serguéisujetandosubrazo.—¿Estás loca? —dijo en voz baja, mirando a su alrededor antes de

posarsumiradaenella—.¿QuéhacesbailandoconVonRibbentrop?Teestabamirandotodoelmundo.—Estoysiendocortés.Esélquienmelohapedido.Yyateadviertoque

tu querido Molotov ha hecho lo propio. Como ves, siguen quedandohombresconbuengusto.—Deja de decir tonterías. Estás jugando con fuego.No sé ni siquiera

quéhacesaquí.—Lomismoquetú,peroconmáséxitoyconmásclase.—¡Peroyonosoyextranjero,malditasea!—dijoenvozbaja,perocon

lasuficienterabiaparaasustarla.Serguéiintentótranquilizarse—.Lina,telodigoporquetequiero.—Elcomentariopropicióunasonorayartificialcarcajadadesumujer,queéloptóporignorar—.Nopuedesdejarteverenestoslugaresymuchomenosbailando,riendoydepartiendoconellos.Espeligroso.—¿Por qué? ¿Tienes miedo de que me detengan? Y si lo hacen,

¿reaccionarías,intercederíaspormíotampocoentoncesquerríasofenderal Padrecito de Todos los Pueblos? Eres muy amigo de Stalin, le hascompuestounacantataporsusexagésimocumpleañosapesardequefueél quien ordenó asesinar a Meierhold y a otros muchos de nuestrosamigos.Peroclaro,esascosastuamantenotelascuenta…—Tudescaronosvaameterenproblemas.Estoycansadodedecírtelo.—Elúnicoquemeestámetiendoenproblemaserestú.Semiraronduranteunosinstantesenlosquesostuvieronenelairelos

reproches. Había veces en las que a Serguéi le dolía mirarla. En esosmomentosdeseabaabrazarla,decirlequenosealejaradesulado,quele

diera tiempo, que la amaba, que no podía vivir sin ella, que se estabacomportandocomounmaldito traidor, injusto, cruely caprichoso,peroquenopodíaevitarlo.Linapodíaleerelmensajeensusapagadosiris.—Vuelve conmigo —le rogó cediendo a la ternura—. Vuelve a tu

verdaderacasa.Serguéimascullóunsilencio.Nisiquierasabíadóndeestabasuhogar.Laindecisiónquegobernabasuvidasentimentalempezabaaafectara

sutrabajo.HabíadíasqueteníaclaroquedebíaponerfinasuaventuraconMirayotrosenlosquedeseabahacerlamaletaycorrerhaciaella.PeroLinaeraunanclademasiadopesada.Cadavezqueintentabaalejarse,habíaalgomuyfuertequeseloimpedía.Serguéitambiénsediocuentadequesushijosempezabanasufrirporsuaventuraamorosa.Duranteelverano,los dos decidieron mandarle a Nikólina Gorá, a una dacha que lesalquilabalaviudadelpintorNikoláiKravchenko.Iríanbajolasupervisióndeunestudiantedemedicina,MijaílKirsánov.Asíestaríanlejosdeaquelambiente, lejos de sus padres, como si la distancia fuera a despejar susmiedos ante una posible ruptura familiar. Sviatoslav estaba preocupadoporquetendríaquecumplirconelserviciomilitarantesdetiempo,debidoaunnuevodecretogubernamentalqueasí loestipulaba.LinaintentóqueSerguéimoviera sus contactos para impedirlo, o almenos, para que loretrasara,peroélparecíatenerlacabezaenotrositio.Seenteródequesumarido había rechazado un nuevo proyecto con el director Eisenstein yunaofertadelaFilarmónicadeUzbekistán.Esoleconfirmóquesuvozyano era escuchada, que su opinión ya no contaba a la hora de tomardecisionesartísticas,quehabíaperdidoeltimóndelbarcoprofesionaldeProkófievquesiemprehabíagobernadoconbuenrumbo.AhoraeraMiraquien le elegía las obras, confeccionaba los libretos e incluso osabafirmaralgunosdeellos,yquiendecidíaquéproyectosdebíaaceptaryquétemáticadebíantener.ALinaseleescapabalavidaentrelosdedoscomosifueraunmanantialdeaguahelada,dejándolesobrelapielunasensaciónde frío cortante que la inmovilizaba y apenas le permitía reaccionar.Serguéi trabajaba cada vez menos en casa. Salía a primera hora de lamañanayvolvíatarde.LaexcusaeranlosensayosdeSemiónKotkó,cuyoestreno estaba previsto para septiembre de 1940. Por primera vez enmucho tiempo, apenas se vio a Lina ocupando un lugar en el patio de

butacas.ProkófievechabademenosaMeierholdyno solocomoamigo, sino

como compañero de escena. Sin él, el montaje de SemiónKotkó estabaresultandounverdaderoquebraderodecabeza.ValentínKatáiev,elautordelrelatoSoyhijodelpueblotrabajador,enelqueestababasadalaópera,estaba empeñado en hacer valer su criterio sobre las partituras delcompositor,quenoentendíaquéteníaélquedecirenelterrenomusical.Salió del ensayo hambriento de una bocanada de aire fresco.

Comenzaba a ahogarse en el interior del Teatro Stanislavski donde elúnicoaliadoqueparecíatenereraeldirectordeescena,SerafimaBirman.YtambiénsuamigoVladimirMiaskovski,quenodudabaenaparecerporel coliseopara infundirle ánimoe intentar difuminar susdudas sobre elmontajeosobreloquefueraqueocupabasumenteyleestabaimpidiendoobservarlotodoconlaclaridadquesolíacaracterizarle.Sabíaqueeraelúnico con el que Serguéi se permitía abrir su pensamiento.Y, almenosaquella tarde, también su corazón. Miaskovski encontró a su amigoconfuso,abatido,completamenteperdido.—Enestassituacionessiemprehayalguienquesufre.Noesfácil.Noes

algoagradable.—YonoquieroqueLinasufra.Nosoportoverlainfeliz.Semeparteel

corazón cuando la oigo llorar o la veo sin la alegría que siempre hatenido.Daríaloquefueraparaquevolvieraaserladeantes.—Y entonces, ¿qué estás haciendo, Serguéi? Si continúas así, los dos

vaisaserinfelices.Sideverdadlaamas…—Laamo,laamocomonuncaheamadoanadie.Comonuncallegaréa

amaranadie.Losé.Estoyconvencido.Paseloquepase,laamarésiempre.—Serguéidecíalaverdad.Linaeraelamordesuvida.Desdeelmomentoenquesusojoslavieron,desdeaquelprimerinstanteenelqueaparecióanteélenmitaddelhalldelAeolianHalldeNuevaYorkdiciéndolequea«Rachmáninov lo ha interpretado de manera magistral, aunque conAleksanderScriabin,desdeelpuntodevistadelaexactitud,lehafaltadounpocodefidelidadaltexto»,supoqueellaeralamujeralaqueestabadestinadoaamar.Esonohabíacambiado.Y,sinembargo,nopodíaestarconella.Onosoloconella.Intentabaentenderlo,perohabíaalgoquelefrenaba,que le impedía continuar sintiendo lomismopormuchoque larazónleempujaraaello—.Noséquémepasa.Meestoyvolviendoloco.No puedo dejar de ver aMira. No puedo evitarlo. Y te juro que lo he

intentado, ¡te lo juro! He luchado por no verla, me he propuesto nollamarla,nocontestaraningunadesuscartas,borrarlademivida,hastahuiraotraciudad.Peronopuedo.Escomosiunafuerzatirarademíhaciaellasinpodercontrolarmeymearrastrasinquepuedaresistirme.Esunamaldita tentaciónde laquenopuedozafarme.—Serguéisedesesperaba.Sabíaquefueracualfuerasuelección,noconseguiríasercompletamentefelizcomolohabíasidohastaahora.SiseibaconMira,elsentimientodeculpaleabrasaríapensandoeneldañoqueleestabainfligiendoaLina.Sisequedabaconsumujer,estaríarenunciandoaloquerealmentequeríaenesemomento,aMira,aunqueintuyeraquefueraalgopasajero,quedesdeque comenzó tenía fecha de caducidad. Sin embargo, aquel sentimientosuperabasuvoluntad,noestabaensumano,nolosentíaasí.—Sabesquesiempreestaréatulado,eresmiamigo.Peroesquenolo

entiendo…—Sé lo que piensas. Es lo que piensan todos. Cómo teniendo a Lina

puedohabermeenamoradodeMira.Serguéieraconscientedeloquecomentabalagente.Linaeraunamujer

bella,elegante,conglamur,inteligente,capazdehablarencasicualquieridiomaysobrecualquiertemadeconversación,conundondegentesquelaconvertíaen lamejor compañeraqueunhombrepudiera imaginar.YMiraeralacaraopuestadeaquellamonedadeoro:cuandoellaentrabaenun lugarnadiesegirabaamirarlanisedisputabaun lugarasu lado,suaspecto era pobre, descuidado, no le gustaba arreglarse, ni cubrir sucuerpoconelegantesvestidos,nimaquillarse,suvozeraaflautadaydébil,su inexperienciamanifiesta…Noes queMiaskovski tuviera incapacidadparaentenderlo.Esqueresultabacomplicadohacerlo.—Supongo que es joven…—dijo el amigo, casi obligado, sabiendo

queMirateníaveinticuatroañosmenosqueél,dieciochomenosqueLina.Esapodíaserlaclavequeexplicaralatragedia.—Siempre has sido generoso conmigo —admitió Serguéi con una

timorata sonrisa—. Otros creen que estoy con ella porque está bienrelacionadaconelpartidoyqueasímeresultarámásfácilaccederalosfavoresdelasautoridadesparaestrenarmisobras.—Noestabafueradelarealidad, aunquemuchas veces diera esa impresión. Sabía perfectamenteloquesecomentabay,lopeor,apartedequesuvidaprivadaestuvieraenbocadetodos,esquenopodíaculparlesporpensarasí.—Nodigas tonterías.Prokófievnonecesita eso.Además, loquedebe

importarteesloquepiensestúynolosdemás.—Nohemosnacidoenelmejorpaísparacreereso.—Serguéisonrió

alescucharse.PensóqueeraLinalaquehablabaporsuboca.—Perotú¿aquiénamas?—ALina…—respondiósinnecesitartiempoparapensar.Laexpresión

de Miaskovski se dulcificó, como si por fin hubiesen resuelto el grandilema, como si hubiera encontrado la solución, como si al final todopudierarecuperarelrumbo—.PeroesconMiraconquienquieroestar.Almenosahora,enestemomento.Noséquépasarámañana.Miaskovski sacudió la cabezamientras sonreía sin ganas, forzando la

muecaantelaavalanchadesinceridadqueacabadeescuchar.Observóasuamigo, lánguido y abatido, que por primera vez se mostraba abierto aexpresar sus sentimientos a pesar del infierno emocional que estabaviviendo.—Ytodavíahaygentequedudadequeseasruso.

23

Durante diez días soñaron que podría ocurrir, que se obraría el

milagro, que habían logrado superar el periodo más traumático de laenfermedad y que volverían a ser una familia feliz. Los cuatro juntos.Nadiemás.Diez días. La pesadilla desgarró la realidad con tanta fuerza que

condenó aLina a permanecer en cama, presa de su destino, enferma detraición,dedesamor,ysobretodo,deunodiovisceralquenoteníavisosdepodercontrolar.CuandoSerguéilecomunicósudecisióndeabandonardefinitivamente

lacasadelacalleChkalovyasufamilia,nopudosoportarlo.Sucuerpolaabandonóynosolomentalmente.Sufrióunataquedeansiedadunidoauncuadro de neuralgia severa que lamantuvo enclaustrada en la cama. Sutemperatura corporal se elevó hasta alcanzar los cuarenta grados. Noqueríacomer,nibeber,norespondíaalassúplicasdelmédiconialasdesus propios hijos. Solo lloraba y repetía una y otra vez el nombre deSerguéicomosifueraunmantraenformaderuego,deoraciónredentora.Noescuchabaanadie,nohablabaconnadie.NoeraLina.TampocoqueríacontinuarsiéndoloporquesinProkófievsuvidayanoteníasentido.Yanoerasuya.Losdoshijosdelaparejaasistíancomotestigosmudosdeldrama,sin

opción a hablar ni a protestar. Oleg prefería no verlo y mantenía sumirada clavada en las tablas de madera del suelo, las mismas que selamentabancadanochecuandosumadrecaminabasobreellasintentandocalmarsuansiedadycanalizar la impotenciaquelaestabaenterrandoenvida. Sviatoslav optó por mantenerse de pie. Había sido él quien habíaavisadoasupadredequesumadreestabaverdaderamenteenferma,queteníamiedode loquepudierapasarleyqueno sabíaquéhacer.CuandopusoalteléfonoalmédicoparaquehablaraconSerguéi,estequisosaberlaverdaderagravedaddelestadodesumujer.Temíaquefueraunamaneradesesperada de evitar sumarcha, aunque se arrepintió de aquel rastreropensamientonadamáspronunciarlo.Elfacultativodebiópercibirlodelamismamaneraysemostróclaroycontundente:«Mire,Prokófiev,yoya

lehedichocuáleslasituación.Elrestodependedeusted.Mitrabajonoesinmiscuirme en la conciencia de los hombres». Aquellas palabras lehirieron,pero las entendiócomounapenitenciamerecida.Tardóapenasmediahoraenllegaracasa.Sviatoslavleabriólapuerta.Noledijonada.Tan solo le observó durante unos segundos. Siguió con lamirada a supadre,queentródirectamentealahabitacióndondeestabaLina.Lecostóreconocerla. Parecía un animal herido de muerte, ocultándose bajo lassábanas, revolviéndoseentreconvulsionesdedolore impotencia. Intentótranquilizarla. Apenas podía respirar por un continuo ahogo que nisiquieraloscalmantesprescritosporeldoctorhabíanlogradoaplacar.Searrodillóantelacamadondeyacíasumujer.Eralaúnicamaneradeverla,de poder hablarle al oído para que nadie pudiera escuchar lo que iba adecirle. Cualquiera que contemplara la escena la creería extraída de unfragmentodeRomeoyJulieta.Pero la realidaderaaúnmáscruelque lahistoria escrita en una novela deWilliam Shakespeare o bailada en unballet.Enlavidarealdolíaynohabíamúsicaquesuavizaraoviolentaralaescena.—Quieroquesepasqueteamo.Yquieroquemeperdonesporloque

voy a hacerte—le pidió Serguéi, cuyo semblante aparecía desfigurado,incapazdesoportarlacontradiccióndesuspalabras.—Ysimeamas,¿porquétevas?—dijoellaconsurostroinundadopor

elsudordelafiebreylaslágrimasquelobañaban.—Nisiquierapuedoexplicártelo.Peronecesitoestarconella.—Noloentiendo.Nopuedohacerlo.¿Cómohaspodidoolvidartodolo

que hemos vivido juntos? No podré vivir sin ti y tú tampoco podráshacerlosinmí.Sitevas,lodescubrirás.Peroentoncesyaserádemasiadotarde.—Losé.Teprometoquelosé.—Tambiénmeprometistequemeamaríassiempreyquemesacaríasde

aquí.—Lapromesaquetehiceentoncesnopuedocumplirlaahora.FueronmásdeveinteminutoslosqueestuvoenlahabitacióndeLina.

Alsalirdeldormitorioleesperabainquisitivalamiradadesuhijomayor.—¿Deverdadvasairte?—lepreguntóconrabiaenlosojos.Esafuria

no venía solo por el abandono, sino por su manifiesta incapacidad deodiarasupadre.Lehubiesegustadogritarle,insultarle,echarleencarasudesvergüenza, abalanzarse contra él y pegarle, pero no podía hacerlo.

Soloqueríaabrazarle,sujetarle,mantenerleencasa,convencerledequesulugarenelmundoestabajuntoaellos.Peronopudohacernadadeloqueledictabansusdeseos.—No me queda más remedio. No tengo salida.—Miró a su hijo en

buscadeuna ráfagade comprensiónque le aliviara el dolor—.Mirahaamenazado con suicidarse. Lo ha intentado. Si no vuelvo a su lado, sumuerterecaerásobremiconcienciatodalavida.—¿Y mamá? ¿Qué pasa si muere mamá? ¿También caerá sobre tu

conciencia?—Ellajamásrecurriríaaesosjuegossucios.—Rodeóconsusmanosel

rostrodesuhijo—.Tumadreesunaprimeraactriz,jamássaldríaaescenacomounaactrizsecundaria.Serguéiechómanoalbolsillointeriordesuabrigo,quetodavíaestaba

cubiertodenieve,yextrajounacartaqueletendióasuhijo.—Daleestoatumadre.—¿Por qué no se lo das tú?—le contestó airadamente—. ¿Tampoco

tienesvalorparaeso?—Noserviríadenada.Nopodríaleerlaahoraeneseestado.Besó aOleg, que le abrazó quizá con la esperanza de que sus brazos

tuvieraneléxitoquenohabíanconseguidolosdesumadre.Resultóigualde inútil. Después se acercó a Sviatoslav y repitió el abrazo, pero elcuerpodesuhijomayornoreaccionó.—Algúndíaloentenderás.—Nolocreo.Serguéi recibió la respuesta mientras se dirigía a la puerta y sintió

cómoseintroducíabrutalmenteensuespaldacomolahojadeunaafiladaespada. Se detuvo durante unos instantes. La respiración de los treshombres quedó en suspenso, manteniendo deseos, acariciando sueños,amasando esperanzas. Serguéi cerró la puerta. Sus acelerados pasosresonaron como campanas tocando amuerte en la escalera del edificiohastaquefinalmentedesaparecieron.

1941habíaempezadopara la familiaProkófievconuna traiciónque

amenazabacondevastarsuexistencia.Peronofuelaúnicaqueaquelañomarcaría sus vidas. El 22 de junio, Adolf Hitler traicionaba a Stalinrompiendo el pacto de no agresión firmado porMolotov yRibbentrop,

autorizandolainvasióndelaUniónSoviética.ElFührerhabíaolvidadosupromesadenoatacarmilitarmenteasualiadoyresolversusdiferenciasmediante lanegociación.Aquelpacto lehabíapermitido invadirPoloniael1deseptiembrede1939mientraslaUniónSoviéticaentrabaenelpaís,atacabaFinlandiadosmesesmástardeyanexionabalasrepúblicasbálticasen1940.PeroHitlerqueríamásy laUniónSoviéticadejóde interesarlecomoamiga.Ambicionabael territoriosoviéticoynodudóen lanzar laOperación Barbarroja para saciar su ansia conquistadora. Stalin podríahaber interpretado sus señales si se hubiera molestado en leer el libroescrito por el dirigente nazi, Mein Kampf —Mi lucha—, en el quedetallaba abiertamente sus planes invasores y supublicitadoDrang nachOsten,suempujehaciaelEste.TodohubierasidodistintosiStalinhubierasabido interpretarelgestodedesaprobacióndeJoachimvonRibbentropcuando escuchó a su homólogo ruso Viacheslav Molotov mostrar supreocupaciónporlapresenciaalemanaenFinlandiayRumanía,yporelcrecientedominioalemánsobreEuropa.El siglo XX no parecía ser una época apropiada para cumplir las

promesas realizadas. Europa tampoco fue un escenario ideal para loscompromisos cumplidos.Denuevo lavidadeSerguéiProkófievyLinaCodinaparecía seguir lamismahojade rutade lasprincipalesnacioneseuropeasenaquelconvulsosigloXX.Noeralaprimeravezquesentíansusuerteunidaaldevenirpolíticoysocialdelviejocontinente.Aleksander Afinoguénov se había acercado a la vivienda de la calle

Chkalov para comunicárselo en persona a Lina. Podía haberla llamadopor teléfono para informarle de la invasión alemana contra la UniónSoviéticaysusposiblesconsecuencias,perosabíaqueestabasolaconsushijosysesentíaenlaobligaciónmoraldedarleelcalorhumanodelquesehabíavistoprivadadurantelosúltimosmeses.SerguéiestabaconMiraen una dacha alquilada en Krátovo y, aunque se habría enterado de lanoticia,nosabíasihabíatenidooportunidaddellamarasutodavíamujer.No lo había hecho. Afinoguénov apreciaba a Lina, un sentimiento quecompartía su esposa Jenny Marling, una bailarina estadounidense cuyavida había cambiado desde que empezó a leer a Lenin y se declaró unacomunista convencida, fiel a los ideales del partido, que no dudaba ensituarporencimadetodo.Unosmesesmás tarde, cuando el otoño comenzaba a anunciar que el

inviernoseríaunodelosmásdurosenMoscú,Linaseencontrabaencasa

con sus hijos. Desde que Serguéi les abandonara había empezado atrabajarcomotraductoraparaunaagenciadenoticias,Informburó.Podíahacerlo desde casa, gracias a que disponía demáquina de escribir y sulaboreratranscribirdiferentestextos,loquenoleobligabaasalirdesudomicilioparaacudiralcentrodetrabajoanoserquetuvieraquehaceralgunaentrega.Ganabaunsueldoquelepermitía, juntoalascartillasderacionamiento concertadas en plena invasión alemana, mantener a lafamilia.Sviatoslavhabíaterminadoelcolegioesemismoañoyesperabaencasalaresolucióndelasautoridadessobresiseríaaptoparacumplirelservicio militar, ya que tenía problemas en la vista. Oleg se pasaba lashoraspintando,muchasveceseneldespachodesupadre.Unos golpes en la puerta les sobresaltaron. Se miraron en un tenso

silencioduranteunossegundos.Pasadosunossegundosfueeltimbrequeelque informabade laurgencia.Lina sedirigióa lapuertay se inclinósobreellaparaotearporlapequeñamirilla.Segiróhaciasushijosque,con el susto tatuado en el rostro, esperaban algún tipo de informaciónsobrelaidentidaddelapersonaqueesperabaalotroladodelapuerta.Unasúbitaalegríaleinvadió.Sinperdermástiempo,abrió.EraSerguéi.—Venconmigo—dijo,intentandorecuperarelalientoperdidodespués

de subir corriendovariospisos—.El trenhaciaelCáucaso saleenunashoras.Podemosirnostodos.Linamiró los pequeños papeles de color sepia que traía en lamano.

Eran billetes de tren, todos los asientos en un mismo vagón. DestinoNálchick. El gobierno había decidido evacuar a una gran parte de losartistas ante la posible entrada de las tropas alemanas enMoscú.Queríamantenerlosalejadosdeunescenariobélico,aunque fueraporel interésde asegurarse un trabajo que se utilizaría como mera munición depropaganda.—¿Todos? —dijo al contabilizar un total de cinco—. ¿De verdad

esperasquemishijosyyoviajemosenelmismovagónconlamujerquehatraídoladesgraciaaestafamilia?—Deja el orgullo a un lado, Lina. Te hablo de salvar la vida. Ven

conmigo. Ya lo arreglaremos luego.—Serguéi se acercó a ella. No leimportó sumirada gélida—.Acepta una relación abierta. El tiempo quedure. Quizá no sea mucho. No puedo ofrecerte más. Al menos demomento.Teloruego,venconmigo.—Debesdeestarlocoparaproponermealgoasí.

—Nomenosdeloquedebesestarlotúsirechazassalvarlavidadetushijos por una cuestión de celos y de orgullo mal entendido. —Prontoentendió que el chantaje emocional utilizando a sus hijos no daría losfrutos esperados. Pero tenía que intentarlo. Estaba dispuesto a cualquiercosaparaconseguir llevárselaconél—.Teestoypidiendoque salves tuvida.—¿A qué precio, Serguéi? ¿A cambio de qué? Es como si no me

conocieras. —Le acarició la cara con las manos. La notó caliente,sudorosa,seguramentetendríaunasdécimasdefiebre,yesolepreocupó.No teníabuenaspecto.Estabasufriendo.Podíaparecerabsurdo,peronopodíaevitarseguirdesvelándoseporél.Sinembargoesonolehizocederen su voluntad.No podía acceder a su propuesta—.Tu deberías saberlomejor que nadie.Rechacé ser primera actriz, y lo hice por ti.No voy aconformarmeconserunasimpleactrizdereparto.Serguéi dirigió su mirada a su hijo Sviatoslav. Sin duda le había

confiadoasumadre laúltimaconversaciónque tuvieron.No leextrañó.Tampoco le decepcionó. Al contrario, agradeció que sus hijos seposicionaranalladodesumadreynoladejaransolacomohabíahechoél.Nopodía serdeotramanera.Su comportamientonopermitíaque lofuera.—¿Qué quieres que haga con ella? —preguntó, esperando algo de

comprensión o, mejor aún, alguna salida alternativa que le aliviara laincertidumbrequelegobernaba.Ahoraeraélquienlesujetabalasmanos.—Lomismoquehashechoconmigo.Abandonarla.Serguéinegóconlacabeza.Aquellonoestabasaliendocomoélhabía

pensado.Noerasícomolohabíaplaneado.—Estáscometiendounerror.—Tú también lo has cometido. Ambos tendremos que asumir las

consecuencias de nuestras equivocaciones y vivir con ellas el resto denuestrasvidas.—Si cambias de opinión, ya sabes dónde voy a estar —dijo,

claudicando.—Es curioso que pensemos de la misma manera cuando estamos a

puntodesepararnuestrasvidasparasiempre.HastaqueeltreniniciósumarcharumboalCáucaso,Serguéimantuvo

laesperanzadeverapareceraLinaacompañadadesushijosenelandéndelaestacióndeMoscú.Lamismafequemanteníaenquealfinal,cuandoel silbato sonara anunciando la inminente salida del convoy, una fuerzainterior le impulsaría a apearse de ese tren y emprender la huida haciaella.Linagolpeabalasteclasdesumáquinadeescribirconrabia,intentando

acallar el sonido tintineante de las agujas del reloj, que la observabancomoúnicotestigodesdelacómodadelsalón,lamismaencuyoscajoneshabía guardado tiempo atrás la carta escrita con lápiz rojo que habíadesatadoelinfiernoencasadelosProkófiev.Nolevantólacabezaniunasola vez. No quería verlo. Solo levantaría la vista si el hombre al queesperabaentrabaporlapuerta.Eltraqueteodeltrenempezóamoversuscuerpos.Miraestabasentadaa

su lado. No se había quitado el abrigo de paño gris ni el sombrero deastracán con el que intentaba combatir el frío. Su gesto continuabaimpertérrito, como si alguien acabara de esculpirlo y todavía no lehubiera dotado de vida. Nada sabía de las maquinaciones mentales deSerguéinidesudesesperadavisitaalacalleChkalovbuscandoampliarelnúmerodeviajerosdeaquelvagón.Linanisiquieraquisovercómolasmanecillasmarcabanlahoradela

salidadeltrenqueaparecíaenelbillete.Nohubiesepodidoverlascomotampocopodíaverlasletrasdelteclado.Susojossellenarondelágrimas,inundando su horizonte y haciéndolo desaparecer. Su futuro quedabayermodepalabrasqueescribieransudestino.Miraobservabaporlaventana,sinqueningunapreocupaciónleturbara

laexpresión.CuandovolviósumiradahaciaSerguéi,descubrióalgoquelesorprendió.Porprimeravez levio llorar,dejandodócilmenteque laslágrimassedeslizaranporsurostrosinhacernadaparadetenerlas,comosinisiquieralassintieracaer.Pensóquellorabaporabandonarsupatria.Enciertomodo,eraasí.

CUARTAPARTE

LAGUERRA

Esdifícilimaginarsehastaquéextremosepuedecorromperalanaturalezahumana.FIÓDORDOSTOIEVSKI

Siseteapareceunloboenelbosque,¿quévasahacer?SERGUÉIPROKÓFIEV,Pedroyellobo

24

Decidió ignoraralmundo.Tenía la impresióndequese reíadeella,

quedisfrutabaahogándolaenunmardecontradiccionesdolorosas,enuntorbellinodecasualidades funestasque lograbanmartirizarlamásque lapropiaguerra.Alguienparecíaestardivirtiéndoseacostadesudolorydesusrecuerdosynoencontrabamejorresistenciaqueladesobediencia.Poresoaqueldía,cuandolosaltavocescolocadosenlasfachadasdelos

edificios, losmismos por los que se escuchó durante díasZdravitsa, lacantata compuesta por Prokófiev para el sexagésimo cumpleaños deStalin, anunciaron un inminente ataque aéreo, uno más, Lina decidiórebelarse.Nocorreríacomosiemprebuscandorefugioen laestacióndemetrodeKurskaya.Sequedaríaencasa,eneldespachodondecomponíaSerguéi,aferradaasusrecuerdos,asusobjetosmásvaliosos:lasfotosdelmatrimonio con los niños, los libros de Mary Baker Eddy que ambosleían, las grabaciones de los conciertos de Prokófiev, la partitura de suSinfoníaClásica, la fotodeJuanCodinaenLaHabana,el jerseyde lanagris que Serguéi no había metido en la maleta el día que decidióabandonarasufamilia…Susmanosseaferrabana todoelloguardandounlugarespecialparaunpequeñoobjetodelquejamássehabíaseparado:el botón con forma de hoja de su primer abrigo comprado en unasgalerías de moda de Moscú. Después de tantos años había adquiridocategoríadeamuletoy siemprehabíacumplido lamisiónencomendada,aunque últimamente le resultase más complicado. Se quedaría en casa,plantándolecaraalmiedo,observandoporlaventanacómolosquehabíandecidido quedarse en la capital moscovita durante el asedio alemáncorríancomoratasaesconderseencualquierrefugioquelelibraradeunamuertesegura.Solo la voz de Sviatoslav le hizo cambiar de opinión. «No iremos a

ningún sitio sin ti, mamá. Moriremos juntos. A nosotros tampoco nosimporta».Laspalabrasdesuhijoactuaroncomounabofetadaderealismoque la hizo deshacerse de su absurdo brote de rebeldía torpementeentendida. Jamás imaginó que pudiera ser tan egoísta. Se levantórápidamente, cogió a sus hijos de la mano y a los pocos minutos ya

estabanbuscandounhuecoqueocuparenlasentrañasdelatierra,dondemiles de personas se guarecían de los bombardeos de los avionesalemanes. Miró a su alrededor. En tan solo unos meses, un universoalternativohabíacrecidobajolatierra.Encadaobjetoquelagentellevabaconsigoparapoder reconocerunhogarenaquelagujero,Linaveíaunaburla cruel del destino. Se apilaban colchones sobre los que poderdescansarsielasediodurabamásdeloesperado,espejosquesehacíanunhuecoenlosequipajesimprovisadosenlosqueencontraralgunaimagenfamiliarquereconfortaraelcuerpoyelespíritu,gramófonoscuyamúsicaintentaríataparelsonidodelaguerrayqueavecesloconseguían.Eseeraelobjetomáspreciadoporsucondiciónredentoraquedistinguióenaquelmundonacidoen lasprofundidades.Tantoqueinclusoseanimóa llevaralguno de sus discos. Escuchar el Preludio a la siesta del fauno, deDebussy, en un refugio antiaéreo era una experiencia difícil de explicarconpalabras.Laacústicadeaquellugarsuperabaladelmejorteatrodelaópera.Oquizáesquelosoídosqueloescuchabanconverdaderapleitesía,como si de él saliera el bálsamo para sus heridas, estaban máshambrientoscuandolatierracubríasuscabezas.Lomássorprendenteeracuando algunas personas elegían una composición de Prokófiev, nosiempre siendo conscientes de que la familia del compositor compartíarefugiojuntoaellos.YsonabaLevántate,puebloruso,yelánimodelosrefugiados se elevaba hasta desear incorporarse y salir al exterior paraencararlaviday,sihicierafalta,tambiénlamuerte.YLinalloraba,nodealegría ni porque su orgullo sangrara como el de los que le rodeaban,sinoporelrecuerdodeunavida,deunamorquelofuetodoyqueseguíasiéndoloaunquehubierahuidosecuestrado.Lagenteacudíaconsusobjetosmáspreciadoscomosi tuvieramiedo

de que alguien se los robara y con ellos les sustrajera también susrecuerdos.Elprimerdía,Linaestuvotentadadellevarseelimpresionanteabrigo que le regaló Coco Chanel el día que la conoció. No era uncapricho absurdo y sin sentido.Aquella prenda la había acompañado ensus mejores momentos y vestía sus mejores recuerdos. ¿Por qué noconvertirloenunabrazoprotectorenlosmalosmomentos?Perodeclinóla idea. Llevárselo hubiera significado renunciar a la esperanza delregreso, ya que estaría dando por hecho que no volvería más. Decidiódejarlo en el armario al que debería acudir si de verdad queríarecuperarlo.«Nohayquellamaralasdesgracias.Yavienensolas»,solía

decirlesupadre.Ydecidióhacerlecaso.Le parecía imposible que aquel fuera su nuevo lugar en el mundo.

Mirabalashilerasdepersonashacinadasenlostúnelesdelsuburbano,ensusandenes,en lasescaleras,algunosen lospropiosconvoyessiesquehabíanllegadocontiempodecogerlosmejoreslugares.Estabaseguradeque aquel lugar se convertiríamuy pronto en un foco de enfermedades.Lascondicioneshigiénicaseranprecariasonulasyeraimposibleconocerlasafeccionesqueencerrabanensecretoaquelloscuerpos.Eltifuseralamayoramenazafantasmadelaciudad,igualoinclusomásqueelhambre,peroadiferenciadeestaúltimasusprimerossíntomasde incubaciónnoeran tan evidentes. Había personas que preferían vivir bajo tierra aenfrentarse a los peligros que les asediaban en el exterior, incluso senegabanasalircuando laamenazayahabíapasado.Habíancolocadoenlasparedesfotografíasdepersonasqueridas,delimitandosuterritorioconobjetospersonales.Unpeine,unataza,unacucharaounacafeterapodíandeslindar los márgenes de un nuevo hogar. Se organizaban lecturas,partidas de cartas, de ajedrez, incluso algunos bajaban con susinstrumentos musicales para protagonizar un improvisado concierto.Siempre había alguien que se encargaba de que la radio estuvieraencendidaeinstaladaenunaubicaciónperfectaparaunabuenarecepción.Desde el ataque alemán sobre la Unión Soviética, todos se pegaban alreceptor esperando escuchar a su gran líder, Iósif Stalin, dando undiscurso esperanzador que alguno necesitabamás que el comer. Pero elúnicoquehablóporlaradiofueViacheslavMolotov.Porlostúnelesdelsubsuelo,dondelapoblaciónseamontonabaparasobrevivir,seextendióelrumordequeStalintambiénserefugiabaenelmetroeinclusollegaronsusurros de un posible golpe de Estado en el Kremlin. Pero no habíaningunaconfirmaciónyelpuebloteníacosasmásimportantesdelasquepreocuparse, la principal de ellas, seguir viviendo, aunque fueraescondidoenelsubsuelodesuciudad.Lina intentaba no familiarizarse demasiado con esa realidad, que

percibía artificial. Procuraba no desarrollar lazos afectivos con nadie,aunque a veces era complicado no ceder a la tentación de sentirseprotegida y acompañada. Alguna vez se animó, instada por sus hijos, aleeralgúnfragmentodeunlibrooacantaralgunacanción.Lediofuerzascontemplar los rostros de embeleso cuando una noche interpretó unfragmentodelaobraquesiempresoñórepresentar,Ladoncelladenieve,

deRimski-Korsakov.Mientras lo hacía, cerró sus ojos para recordar eldíadesutrigésimocumpleaños,cuandoSerguéilallevóaverlaobrayleprometióqueundíalainterpretaríanjuntossobreunescenario.Nocantócomo si estuviera ante Dios, como le recomendó su instructora de laCienciaCristiana,laseñoraGetty.LohizocomosiestuvieraanteSerguéi.Cuando terminó,unos segundosde silencioparecieron respetareldueloqueescondíaensuinterior.Ydepronto,elrefugiorompióenuncerradoyensordecedoraplausoquepretendíadevolverleelregaloqueacababadeentregarlesalrestituirleslacapacidaddesoñar.Esanochesíquelograronacallar el sonido de los bombardeos. Sin embargo, no era algo que legustarahacer,comotampocoleagradabahablardesuvidaconextraños,sobre todo desde que creció la desconfianza hacia ella cuando la oíanhablar en otro idioma que no fuera el ruso, especialmente el alemán.SurgióelrumordequelosquehabíandecididoquedarseenMoscúynohuircomolamayoríaeraporquesimpatizabanconlosalemanes.Otravezlosrumores,lassospechas,losrecelos.Linatuvoclaroquenopasaríamásqueel tiemponecesarioescondida

bajo la tierra. Preferíamorir en libertad que convertir en cotidiana unavidadeencierroavariosmetrosdeprofundidad.Fueronmuchaslasvecesquehabíaescenificadoensu imaginacióncómoseríasumuerte,pero lohacíasindramatismos,sinningúnsentimientomacabro,conlafrialdadyla tranquilidad que otorgaba la irrealidad de un sueño. Se veía tendidasobre el suelo, boca arriba, mirando al cielo, que lucía completamenteazul,sinnubes,sinhumo,sinlaesteladelosavionesgermanos,sinsentirdolor, ni odio, ni pena, aislada de toda realidad sensorial. Poco a poco,con la precisión de una escena cinematográfica, su sangre teñía losadoquinesdelacalle,losmismosqueenuntiempoanteriornotanlejanoLinamaldecíaporlatrampaquerepresentabanparasusaltostacones.«Lavida», pensó, dibujándose una sonrisa en su rostro.Le alegró saber quesus hijos compartían su visión de esa vida, aunque en aquel escenariodenominar vida a la mera supervivencia era una licencia artística yoptimistaqueellasiempreseempeñabaenacentuar.Sevioforzadaaadecuarsealanuevarealidadyseprometiónodejarse

vencer. Le hubiese gustado ver la cara de su madre al contemplarla enaquellasituación.Seguroqueselopensaríadosvecesantesdeacusarladeestardemasiadomimada,devivirunainfanciarepletadecomodidadesydemantenerlasdurantelamadurez.Peropreferíanocontarlenadaenlas

pocas cartas que podía escribirle y enviarle a su residencia deParís. Seconvenciódequetodoeracuestióndeacostumbrarse,perosinolvidarqueaquellotambiénpasaría.

Lina pasaba horas traduciendo montañas de papeles, pero debía

controlarqueelsonidodelamáquinadeescribirnoalertaralacuriosidaddealgúnvecinoyladenunciara.Suusoestabaprohibidoyellateníados,una de la marca Corona, que solía ser la elegida, quizá porque lerecordaba a su primer encuentro con Ernest Hemingway, y otraUnderwood, más moderna, con un teclado de cuatro filas y no de trescomoteníanlasmásantiguas,yunmarcadocerradoporunasláminasdemetal. Cuando el trabajo le urgía, solía utilizar esta última. Era máscómoda,másrápidaysolíaevitarquesusdedosterminarantatuadosporla tinta como le sucedía cuando escribía en la Corona. Solíamecanografiarlostextosporlamañanayporlatarde.Hubiesepreferidolanoche,peroentoncesnopodríautilizarlaradioparataparelruidodelamáquinacuandosusdedosapretabanconceleridadyapremiolasteclas.Jamáspensóquecolgaríaungranmapaenlapareddesusalónsobreel

queibamarcandocontachuelasyclavoselavancedelastropasalemanasantesuinminenteentradaenMoscú, talycomotodoelmundoesperaba.Incluso se molestó en confeccionar pequeñas banderas sobre losmarcadoresquedelimitabanlasposicionesrusasygermanas,yendefinirconhilosdedistintoscoloreslosavancesdecadaejércitoparaayudarleaentendermejorlasituación.Cadadía,mientrasescuchabalaradioconlospartesdeguerra,pasabauntiempoobservandoycolocandolaschinchetassobreelmapa,comosifueranlasnotasdeunapartituradondeseescribíalamúsicadelnuevomundo.AAfinoguénov lemaravillaba la precisióny la delicadeza con la que

LinahabíatrazadoelavancealemánsobrelaUniónSoviéticayladefensade esta última. Podía pasarse horas ante el panel contemplándolo con lamisma curiosidad y detenimiento que si estuviera ante la pared decualquiermuseopictórico.—PorDios,Aleksander,quenoeselGuernica.—Enestosmomentosyenesteel lugar,dicemásqueelGuernica—

dijo,dirigiendosusojoshaciaelotroextremodelmapasinimportarlelablasfemia que acababa de pronunciar. Estaba ante Lina, todo estaba

permitido—.EstoysegurodequetehaayudadoSviatoslav.Ellasonrió,negandoconlacabeza.—Yo soy la que quiero que le ayudes. Como sabes, ha terminado el

colegio,porfinsehapodidolibrardelserviciomilitarporsusproblemasenlavista,unmilagro,teniendoencuentaquelomásprobableesquelellamaranafilasapesardeserextranjero.—Sabíaquenohabíaexistidotalmilagro, sino la intervención de un amigo suyo ante la negativa deSerguéi de mover sus contactos por la inconveniencia que eso lesupondría—. Quiero que entre en la escuela de música, pero solo leofrecenunaplazaenelauladeflauta.Haaccedido,peronoestoyseguradequesealoquequiereniloquemásleconviene.Nocreoquedure.Estápensandoenponerseatrabajarenunaindustriademanufacturamadererapara construir maquinaria. Creo que está un poco perdido. Me da laimpresióndequeloquequiereesconseguirunaplazaencualquierlugarparahacerseconunacartilladealimentos.Unamigolehahabladodelaposibilidad de estudiar arquitectura. Pero no lo tiene claro. Lo que noquieroesquedejedeestudiar.YOlegtampoco,aunqueélnotienedudas:losuyoeseldibujo,sepuedepasareldíadibujandosinenterarsedenadamás.Sifueraporél,noharíaotracosa.Cuandopaselaguerra…—Linacalló.Demasiadosplanesparacuandoacabaralaguerra.—Cuentaconello.Hablaréconquiendebaparaconseguirlo. Intentaré

conseguir alguna plaza para Sviatoslav en algún instituto demúsica. Encuanto a Oleg, conozco a alguien en la Facultad de Dibujo Técnico.Aunque quizá no haga falta… —Afinoguénov seguía con la miradaprendida entre chinchetas, hilos y banderolas de colores—. Puede quequizáprefieranbuscarunaacademiaenParísoenLondres.Trasunossegundosdeabsolutomutismo,decidióqueeraelmomento

deapartarlavistadelaparedymiraraLina,queadivinó,sinmargendeerror,debatiéndoseentre lasorpresay laperplejidadpor loqueacababade escuchar. Ambos callaron durante unos segundos en los que solohablaronlasmiradas.—¿De qué estás hablando?—preguntó, negándose a dar libertad a su

imaginación.Noqueríadecepcionesporabrazarfalsasesperanzas.—CreoquetengolamaneradeayudarteasalirdelaUniónSoviética.A Lina aquellas palabras le iluminaron el rostro. Por un instante, se

borrarondesumentelosrefugiosaéreos,lascartillasderacionamiento,las traduccionesenpapel reciclado, lasnoches subiendoarenayaguaal

tejadodelosedificiosparaapagarlosfuegosqueprovocabanlasbombasincendiariasyelvértigodeOlegque ledificultaba subir a las azoteasacumplirconaquellaobligación. Incluso, sinsabercómo,desaparecieronlos rostros de Serguéi y de Mira, desahuciados milagrosamente de supensamiento.—Teruegoquenobromeesconeso,Aleksander.—Nolohago.TengoqueiraLondresyaEstadosUnidospormotivos

detrabajo.Voyanecesitarunatraductora.MeibaaacompañarJenny,peroestá embarazada de nuestro segundo hijo y su estado está demasiadoavanzadoparaemprenderunviajedeesascaracterísticas.—Afinoguénovsealegródecontemplardenuevolaimagendelafelicidadenelrostrodesuamiga.Unaspocaspalabrasdeesperanzayvolvíaaser ladesiempre—.Yhepensadoquetúseríaslacandidataperfecta.Sinotienesmejoresplanesqueatender.Linanopudoevitarcorrerhaciaélparaabrazarle.Unataquedellanto

leimpidióhablar.Tansolopodíarepetirunayotravezunasolapalabra.Pormuchasvecesquelogrópronunciarla,nuncasonóigual.Cadagraciasteníaunmatizdistinto,unsentidodiferente,abrigabamundosdiversos.Unrepentinopánicoborrólaexpresividaddejúbilodesurostro.—¿Estás seguro? ¿No me pondrán problemas para salir, para poder

viajar?—El miedo empezó a cincelar sus facciones. Hacía tiempo quehabíadejadodeacostumbrarsealafelicidad.—Estoy seguro. ¿Crees que sería tan loco de proponerte algo así si

antesnohubierahechomisaveriguaciones?Tepermitiránsalir,siempreycuandovengasconmigo.Yatushijostambién,peroesoserámástarde,yame he encargado de ello. No conviene asustarles desde el primermomento. Tú déjamelo a mí. Arreglaremos tu salida. Nadie pondráproblemas. —Afinoguénov no podía ocultar la satisfacción que leprovocabaserelportadordeaquellanoticialargamenteesperada—.El29deoctubre tengounacitapara recoger ladocumentaciónen lasoficinasdel Comité Central. —Lina asentía a todo lo que le decía. Conocía lasoficinas, estaban cerca del Kremlin. No podía creerlo. Le daba miedoincluso soñar con ello—.Allí nos darán los permisos para viajar. Serámejorquepreparestumaleta.Perohazloconprudencia,sololoelemental.No queremos que crean que no vas a volver.—Antes de irse volvió aechar una ojeada al mapa prendido en la pared y colocó una chinchetafuera de aquel atlas, en una imaginaria Cambridge, en el estado de

Massachusetts—.ConunpocodesuertepuedequelleguemosparaverelGuernica en el FoggMuseum de Harvard. Estará allí durante todo esteotoño.

Le prometió llamarla en cuanto tuviera los permisos. Lina había

insistido en acompañarle, pero Afinoguénov le explicó que no eranecesario.Teníaunacitaconunoficialalqueconocíayleaseguróqueletendría preparado todos los salvoconductos necesarios para su viaje.Nisiquiera tendríaquepermanecermucho tiempoen lasoficinasyaquesucontactolehabíaevitadolademoraquesueleacompañaraesostrámitesburocráticos.Le había hecho caso. Unamaleta pequeña, nada voluminosa, algo de

ropa,algunosdiscosyunaspocaspartiturasquenopudoevitaracomodarentre los pliegues de algunos vestidos. No muchas. Comprendió queSerguéipodíanecesitarlasyvolveraporellasalgúndía.Eseeraelúnicodolorqueleapremiabaenaquelviaje.AbandonarparasiempreaSerguéi,novolverleaverynisiquierapoderllamarleparadecirlequeporfinseiba, que alguien iba a cumplir la promesa que él no pudo. Le resultabaridículoabrigarese sentimientodeculpa.Al finyalcabo,habíasidoélquien les había abandonado, pero no podía evitarlo. No volver a ver aProkófievlepartíaelalma.Peroahoraloimportanteerasalirdeallí.Yatendríatiempoparareconstruirloqueserompiera.Esavezsímiróelrelojenvariasocasionesylediolaimpresióndeque

estabaparado,dequealgofallabaensumecanismo.Lopeoreralaespera.Decidió calmar la tensión leyendo el ejemplar deGuerra y paz que lehabíacompradoaSerguéienlalibreríaparisinadeSylviaBeach.Sonrióante la idea de volver a verla. Nunca le había hecho tanta ilusiónreencontrarse con el pasado. Aquello no decía nada bueno ni de supresente. Leyó las primeras páginas, pero no pudo prestarles muchaatención.Lehabía llegado lanoticiadequeSerguéipreparabael libretopara la adaptación operística de esa obra de Tolstói. Sabía que la ideahabíasurgidodeaquelregaloqueellalehizo,peroestabaconvencidadequeMiraseencargaríadeadjudicarseelmérito,comohabíahechoconlaadaptacióndeLadueña.

Seconcentróunratoenlalectura.Afinoguénovtardabademasiadoenllamarla.Dejó el ejemplar deGuerra y paz sobre lamesa y comenzó apasearporlahabitación.Quisopensarqueerasudeseoloqueleurgíaynoqueeltiemposeralentizaraporalgúnmotivoqueconseguiríatrastocarsusplanes.Eraimposibleimaginarlo.Afinoguénovhabíallegadounosminutosantesdelahoraconvenidaa

lasoficinasdelComitéCentral.Enelúltimoinstante,habíadecididocogersucocheparticularyrechazarlaopcióndeltransportepúblico.Encontróunaplazaenelaparcamientooficialysecongratulódesusuerte.Caminóhacia la garita de entrada.Dio el nombre del oficial con el que tenía lareunión.Todoestabaenorden.Leestabaesperando.«Haidounmomentoal servicio. No tardará mucho. Serán unos segundos». Ni siquiera tuvotiempodealzarsumiradaalcieloparaidentificarvisualmenteelsilbidometálicoquesusoídoshabíancaptado.Murióenelacto.Unabombasobreelgarajedeledificioqueacogíalasoficinashizosaltarporlosairesgranpartedel recinto.Unagranexplosión lo cubrió todo.Eloficial salvó suvida por esa urgencia de última hora.Afinoguénovmurió precisamentepor esa espera inoportuna y por adelantarse unos minutos a la horaprevista.Denuevo,laburladeldestino.Alenterarsedeloquehabíasucedido,Linasesintiómorir.Nisiquiera

pudogritar.Susaullidosseahogaronenlagarganta,sordoscomolosdelGuernica.Sumundosedesvanecía,susueñodesalirdelaUniónSoviéticaseleresbalanuevamentedeentrelasmanos.Suvidavolvíaadeformarse.Todo había sido una ilusión fugaz, un sueño efímero que únicamentehabíacobradovidaensuimaginación.

Le costó recuperarsede lamuertedeAfinoguénov, aunque se estaba

convirtiendo en toda una experta en sobreponerse a la muerte de laspersonasqueamaba.Aquellabombahabía segadonosolo lavidadeunamigo,deunconfidente,sinosusueñodesalirdelaUniónSoviética.Setragó sus miserias personales para consolar a Jenny. Ella acababa deperderasumarido,estabaapuntodedaraluzasusegundohijoydebíaestarasuladocomounapoyoynocomounlastre.Lavidadurante laguerra tampoco lepermitiópararse a llorarpenas,

pérdidas ni duelos. Debía seguir por mucho que doliera. Cada día eradistintoporquecadadía traíauna realidaddiferentey solía sermala.Labúsqueda de alimentos se convirtió en algo inminente. Contaba con dos

aliados en losque apoyarse.UnoeraFrosia, incansable aldesaliento, lapersona que seguía acudiendo a casa incluso cuando los bombardeosarreciaban, negándose a abandonar a la familia de Lina por muchasobligacionesexternasquetuviera.Setomómuyenserioloqueledijoundía Serguéi Prokófiev sobre su condición de ángel de la guarda de sufamilia.InclusollegóaofrecerseacuidardeSviatoslavydeOlegsialgosucedía.«Notieneporquésucedernadamalo,noloveaasí.Quizásurjaotraoportunidadde salir del país y entoncesyomeharé cargode elloshasta que puedan salir. Confíe, es lo que nos queda. Confiar». Fue ellaquienlaconvencióparaalmacenarvíveresencasapreviendolallegadadetiempospeores.Yllegaron.Los estantes de las tiendas comenzaron a vaciarse, incluso los de

aquellasqueofrecíanproductosdeestraperlo,máscarosyselectos,solodestinados a bolsillos pudientes. Ni siquiera estos resistieron elaldabonazodelhambreydelaescasez.Yentonceseracuandoaparecíaelsegundoaliado,suhijomayor.Losdossalíanalacalleenbuscadeloquelas tiendas les negaban. Tenían que recorrer largos paseos, ampliastravesías, cruzar avenidas, adentrarse en oscuros callejones paraconseguircualquieralimentoquellevarsealaboca.Cualquiercosavalía.Celebrabanlaadquisicióndeunpequeñotarrodemermeladadepétalosderosa con la que poder endulzar el té o el café a falta de azúcar, de unapequeñabolsadecereales,deunsacodeunsucedáneodelcaféodeunalata de champiñones secos. Conseguían pan seco que habían tostado enforma de anillas, que engarzaban en una cuerda y que, a falta de unahogazadepantierno,lograbaengañaralestómago.—Tú no lo sabes, pero en la tierra de tu madre hacen unos dulces

exquisitos llamados churros, que tienen forma de lazo, al menos enMadrid,ysecolocanenunaristraparecidaaesta.Estánhechosconunamasadeharinadetrigoyagua,sefríenenaceiteysuelentomarseconunbuentazóndechocolateespeso.Estándeliciosos.LedijeatupadrequelosprobaracuandofueaMadridadarunconcierto.Ymehizocaso.Erauntiempo en el que aún me hacía caso. —Sviatoslav sonreía y la muecacontagiabaasumadre—.Teprometoquealgúndíatellevaréaprobarlos.—Nomeprometasnadaquenopuedascumplir.—Yonosoytupadre.Yocumplomispromesas.Había productos que se habían borrado de la faz de la tierra y cuyo

saborhabíasidodesterradode lospaladaresyolvidadosen lamemoria.

El chocolate se convirtió en leyenda y un trozo de tocino era unaexquisitezimposibledeconseguir.Lalecheadquiriócategoríademanjar,puescostabadiezvecesmásdelonormal,lacarneeraunespejismoquealgunossoloveíancuandolesubíalafiebreylamantequilladesapareciódel vocabulario diario. El valor de las cosas cambiaba a cada segundo.Habíapersonas tanazotadasporelhambrequeerancapacesdecambiarunanillodeoroporunkilodepatatas,unapulseradediamantesporunsacodeharina,unoszapatosnuevosporveintegramosdeazúcar.Enunaocasiónunadelaspersonasrelacionadasconelmercadonegroleofrecióunsacodeazúcar,otrodeharinayuncuadradodetocinosalo.Linamirócondevocióneltrozodemantecacortadoenformarectangular,conunaanchacapadecortezamarrónyespolvoreadoconpimientanegra,loqueaseguraba su conservación durantemás tiempo. Dudó si procedía de laespaldaodelapanzadelcerdo,comosiaquellorealmenteimportaraenaquelmomentodeltrueque.Empezóaimaginartodoloquepodríahacercon ese tocino que mantenía el vendedor en sus manos: cortaría finaslonchas para que sus hijos pudieran untarlas en el pan que también leofrecíaelcomercianteucranianoque la tentaba, trocearíaunaparteparafreírlo,sacaríadeéllagrasaconlaquepodercocinareinclusodaríaunusoespecialalacorteza,queleserviríaparaecharlaalpucheroydotarlodesaborydealgodeconsistencia,yunavezdesechadaparaelconsumo,todavíaleserviríaparaimpermeabilizarloszapatosparalaslluviasylasnievesdelinvierno,einclusoFrosiapodríafabricaralgodejabónapartirdesusrestos.Notóqueseactivabansusglándulassalivares,lassuyasylasde Sviatoslav, siempre a su lado.El vendedor hizo la inesperada oferta.«Séquiénesusted.Yosoyungranadmiradordesumarido.Sololepidoacambioalgunadesuspartituras».Linalemiróduranteunosinstantesparaenseguidaofrecerleunadeesassonrisasqueparecíandormidashastaesanoche. «Vámonos, hijo. Este señor tan amable no ha debido entendertodavíaquehaycosasquenotienenprecio».Elucranianoseencogiódehombros.«Cuando su familia se estémuriendodehambre, seráusted laquenoloentiendayentonceslepesaráhaberrechazadomioferta».Linasediolavueltayabandonóelimprovisadodispensariocallejero.Noselotomó amal ni muchomenos le guardó rencor al estraperlista. En otromomentoyenotrolugaraquelhombresehubieraacercadoaellosenlapuerta de un teatro para expresar su admiración por su marido y elloshubieran accedido al cumplido con un ligero cabeceo. No era nada

personal.Tansololavidaleshabíacolocadoenelescenarioequivocado.Jamás le pesó su decisión. Si había rechazado una vida en libertad enOccidenteporestarconsumarido,sinohabíaaccedidoapagarunpreciodemasiadoaltoparasudignidadalrechazarviajarenelmismovagónqueMira,osisehabíanegadoaabandonarMoscúcomohicieronmuchosel16dediciembrepormiedoalaentradadelosalemanes,unmíserotrozode tocinosalo no ibaadesmontar suescaladevalores.Lasmedidasdelmundo habían saltado por los aires, como todo en aquel rincón de latierra.Ese episodio vivido a medianoche no evitó que pensara en vender

algunascosas,perosiemprearrinconabamentalmentelaspertenenciasdeSerguéi.Seresistíaadesprendersedeellascomosiconelloalbergaraelsueñodeunposibleregreso.«Novaavolver,mamá—ledecíaSviatoslav,rompiéndole toda esperanza—. Tenemos que venderlo». Aquel era elúnicomomento en el que su subconsciente le permitía odiar a Serguéi,cuando veía el fantasma de la desnutrición cerniéndose sobre sus hijos.Esofueprecisamenteloquelehizorompersuorgulloyescribirle.Sabíaque el gobierno le había enviado a Alma Ata, en Kazajistán. Le hacíaresponsable del futuro de sus hijos, de los problemas de salud quepresentaríanduranteelrestodesuvida,siesqueconseguíanesquivarlamuerte enel lugardonde leshabía abandonadopor seguir aotramujer.No escatimó palabras fuertes ni reproches que estaba convencida que ledolerían,peromás ledolíaaellaverasushijospasandohambre.A lospocosdíasrecibióunacantidaddedinerodeSerguéi,unosbotesdemielenvezdelosfrutossecosquelehabíapedidoyunacartaderespuestaenlaqueledecíaqueéltampocoteníaaccesoamuchacomida,quetambiénhabíaescasezallídondeestaba,quesepasabaeldíacomiendomacarronessemicocidos y que, a pesar de todo, intentaría ayudarles más. Lina noquisopensarenquécircunstanciashabríaescritosumaridolacarta,peroestaba convencida de que la sombra deMira le estaría aplacando tantocomoelhambreasushijos.MástardeconsiguiódospasesdecomidadelaUnión deCompositores para sus hijos que les permitieron hacer doscomidas diarias en el restaurante de la sede.De estamanera, Lina pudoutilizarloscuponesylascartillasderacionamientoparaconseguirotrosproductos.Lamantequillavolvióaentrarencasa.Y,conella,unpocomásdeazúcar.

Noestabasola,aunqueavecessesintieralapersonamásabandonadadelmundo por no estar en brazos de la persona a la que amaba.Ni lasbombas,nielhambre,niel frío,ni losamigosperdidos,nielmiedo,nisiquieraelfusilamientodesussueños,habíanhechoolvidarle.Dehecho,estaba convencida de que ese amor inmortal era lo que lamantenía convida.Había personas y situaciones que le daban fuerza y detalles que

alimentaban su ánimo, a veces vencido. Como la luna azul que laobservabaalgunasnochesyqueparecíasalirsoloparaella.Unanocheletocósubiralaazoteaparabregarconlossacosdearenay

los cubos de agua. No había sido un buen día. Unos emisarios delgobiernosepresentaronaprimerahoradelamañanaenlacasadelacalleChkalov para confiscar el Ford azul que Serguéi había mandado traerdesdelosEstadosUnidos.NosirviódenadaquedíasantesLinalepidieraaFiódor, el chófer que aún seguía haciéndole favores y recados, que lequitara las ruedas, el radiador, el carburador y otras piezas importantesconelobjetivode inutilizarloyasíevitarunposible robodisfrazadodeconfiscación,comoerahabitualenlaUniónSoviética.Eraalgoquetemíadesdehacíatiempo.Laverdadesqueleextrañóquenolohubieranhechoantes.Sellevaronelcocheconlaridículaexcusadequelorequeríanenelfrente.«¿Vana trasladarenautomóvilaungeneraldelEjércitoRojodeuna trincheraaotra?», seatrevióa ironizarFrosiamientrasLina,alverquetambiénsellevabanunabicicletadesushijosyelpiano, lesgritaba:«¿Porquénomeloquitantodoymedejandesnudaenlacalle?».Sviatoslav sujetó a su madre y la metió en casa, mientras Fiódor

intentabahacerlopropioconFrosia,quelesincrepabapreguntándolessitambiénibanatocarelpianoenelfrente.Asusdieciochoaños,Sviatoslavera muy consciente de que todo lo que se decía en Rusia podía tenerconsecuencias.Nohabíasidoundíafácilyporesonodejóquesumadresepusieraa

haceruna trinchera en la azoteapormuchoquehubieraqueproteger lapartealtadeledificio.Loharíaél.SabíaqueLinaestabamalaunquenosequejara.Habíaperdidocasidiezkilosysumoralerauncampodeminas.Ella quiso permanecer en la azotea. Le gustaba aquel lugar cuando elsilencioreinabasobrelaciudadyaquellanoche,milagrosamente,asíera.Noselohabíadichonuncaasushijos,perodemadrugadasolíasubiralomásaltodeledificioparacontemplarelcielo todoabiertoyenteroante

susojos.Lucíarealmentehermoso.Noentendíacómodeaquellugartanbellocaíanlasbombasquedestrozabanvidasysueños.Sequedabahorascontemplado el cielo. «Todo el cielo entero», pensó recordando losversos de su amigo Ósip Mandelstam: «Las flores inmortales. El cielotodo entero.Y lo que habrá de ser, solo promesa vana». Se preguntó siaquelmismocielo loveríaelpoetadesdeelcampodeconcentracióndeSiberia donde había sido encerrado por utilizar las palabras de unamanerasuprema.Pensóqueelcielo leparecía tanbelloporque la tierraestaba demasiado sucia de toda la injusticia que se derramaba en ella.Aquellanocheunaespesanubedehumocubríalalunallenatiñéndoladeazul. Le habían hablado de ese fenómeno astronómico que se producecuandoaparecendos lunas llenasdentrodeunmismomes.Peroaquellaluna azul que contemplaba era traidora y algo embustera. Era unmeroefectovisualdebidoalahumaredasuspendidaenelairequelacubría.Elhumo acompañaba a un intenso olor a quemado. No era fruto de lasbombas,nide lasexplosiones,sinode losdocumentosquesequemabanportodalaciudadanteeltemordelaentradainminentedelosalemanes.Lina se negó a quemar nada. Tampoco teníamucho que lanzar al ferozapetito de las llamas. No pensaba que una partitura, unas fotos o unoslibrospudieransuponerunhallazgoquedesataraunconflicto.Ellamismase rio de su ingenuidad. Qué pensarían Mandelstam, Shostakóvich,Meierhold, Maiakovski, Taírov o el propio Prokófiev si escucharan supensamiento.«EnRusiasevalora tanto lapoesíaque inclusofusilana lagenteporella».DenuevoÓsipMandelstam.

Linanosecansabadellamaratodaslaspuertasparaquelavidafuera

unpocomásfácilparaellaysushijos.NohabíadesterradolosplanesdeabandonarlaUniónSoviéticaencuantotuvieraocasiónyparaesoestabadispuesta a encontrarse con quien fuera necesario y hablar con quienpudiera ofrecer algo de oxígeno a sus sueños. Ese era el empeño queperseguía,juntoaldetaparelagujeroenelestómagodesushijos,cuandoconocióaunestadounidensedelaCruzRojaquehabíallegadoaMoscúen misión humanitaria. Gracias a un acuerdo entre las delegacionesamericanasysoviéticas,laayudaenmedicamentosyenropapasódeestarvalorada en quinientosmil dólares a superar los cuatromillones y paraeso necesitaban a una persona con la experiencia suficiente para

administrarunproyectodeesaenvergadura.Petereraunhombreamable,muchomayorqueella,decomplexiónfuerteyconunavocacióndeayudacasisacerdotal.SelopresentóJennyMarling,que,despuésdedaraluzasusegundahija,empezóapensaren laposibilidadderegresarasupaísnatal,losEstadosUnidosdeAmérica.NoentendíaquépodíahacerellaenlaUniónSoviéticacondosniñaspequeñasysinAfinoguénov.Desde el principio percibió la bondad de lamirada de aquel hombre

generoso,deexquisitaeducaciónyespíritulibre.Peroloqueélvioenellafuealgobiendistinto.Apesardelasituaciónprecariaenlaquevivíaydelasnecesidadesqueatravesaba,Linaseguíasiendounamujeratractiva,yaunque no lo hiciera de forma premeditada, seguía proyectando unaimagenseductoraparaloshombres.Peternotardóenenamorarsedeella,aunque no verbalizó sus sentimientos abiertamente. Sabía que estabacasada,ynoconcualquierhombre,perotambiénconocíaquesumaridose había ido con otra mujer y estaba lo suficientemente lejos para nosuponer ningún problema. Contempló otras estrategias. La colmaba deatencionesyderegalos.AlacasadeChkalovllegabancajasderopaydemedicamentoscasitodaslassemanasyenellasintroducíatambiénalgodecomida.«Sialgonotesirve,repárteloentretusvecinos.Loagradecerán»,escribía en las cartas que metía en el interior de las cajas. Incluso leofrecióqueSviatoslavyOlegfueranacomerasucasayaducharseconaguacaliente,yaqueenlaviviendafamiliardelosProkófievsolohabíaagua fría. Lina tenía experiencia suficiente para entender lo que estabapasando y la verdadera naturaleza de las atenciones de Peter. Ella lerespondía con cartas en las que le expresaba su gratitud e incluso leenviabaalgunafotoenlaqueincluíaunpequeñotextoquesolíaterminar«Concariño,Lina».Nuncafueasucasaexceptopararecogerasushijos,a los que prefería esperar en la calle. Jamás subió a la vivienda deldelegadodelaCruzRoja.SabíaqueenlascallesdeMoscúsiemprehabíamil ojos queobservabany eran expertos en tergiversar cualquier gesto,cualquiermirada,cualquiermovimiento.NodejabadeserunaextranjerayPetertambién,yaquellopodíadarlugaramalasinterpretaciones.Perolanecesidadapremiabamásqueelmiedo.Undíatuvounaurgenciamédica,algonofuncionababienensuboca.

Desdehacíadías llevabanotandoun fuertedolordemuelas.Resultó serunaseverainfecciónaraízdeunamalapraxisdeundentistaalquehabíaacudido unos meses antes. Peter le ofreció que la viera un odontólogo

americano,queendosvisitassolventóelproblema.Se loagradecióconnuevas misivas de cortesía y con un café cerca del edificio de la calleVesin,queacogíaalasdistintasdelegacionesdelasmisionesextranjeras.No quería engañar a nadie, ni jugar con los sentimientos de un hombrebuenoygenerosoquesemostrabaentodomomentodispuestoaayudarla.Sin embargo, ella no podía sentir la reciprocidad requerida en aquelsentimiento.Nuncaledioesperanzasdenada.Sucorazónseguíaocupadoporlamismapersonadesdehacíamásdeveinteañosyestabaconvencidadequecontinuaríasiendoasíelrestodesuvida.Perotampocopodíaheriralhombrequetangentilsemostrabaconella,aunquesoloevitarahacerloporpurointerés,mirandoelbienestardesushijos.Noestabadispuestaahacer nada que no sintiera, pero pensó que no iba a hacer daño a nadiemanteniendo con él una prudente relación de amistad. Lo que cada unopudierainterpretarensuimaginaciónyanoeraproblemasuyo.AlmenosnolofuehastaquePeter tuvoqueregresarasupaís.Nuncase lodijoaLina,pero intentóarreglaralgunos trámitesburocráticosparasacarladeallí. Le resultó imposible, siempre se encontraba con demasiadosproblemas. En cuanto decía su nombre se topaba con un muroinfranqueable incapaz de superar, aunque hubiera traído más de cuatromillones de dólares en ayuda humanitaria. Lina no supo valorar lo quetenía con aquel hombre hasta que el americano desapareció de su vida.Duranteunosmeseslogróhacérselamuchomásfácil.

25

ElcontactoentreLinaySerguéiselimitabaadosotrescartasanuales

y solo cuando tenían que pedirse o reprocharse algo. Los escritos deProkófieverantanfríosyfaltosdealmaqueLinallegóapensarqueeraMira quien los escribía. Además, su caligrafía se había vuelto extraña,diferente,comosisupulsoestuvieraenfermo.Pedíacosasabsurdas,comoqueleenviaraungorrodepielquesehabíaolvidadoencasa,unpardezapatos viejos o un traje oscuro.Aveces las peticiones irritaban tanto aLina que terminaba rompiendo en mil pedazos la carta, aunque luegotuviera que arrodillarse sobre el suelo e intentar unir de nuevo losfragmentos. Algunas de las prendas de vestir le hacían más falta a sushijos y en varias ocasiones se negó a enviárselas. «Comprendo quedesatiendasa tushijos,quelosabandones,peroquelesquierasdejarsinropadeabrigoesvergonzoso.¿Quéserálopróximo?¿Dejarlosdesnudosenlacalle?».Difícilmenterecibíarespuestaaesosescritostanencendidos.Tampoco lo esperaba. Y no obstante, a los pocosmeses llegaba algunacarta dirigida a sus hijos, sin hacer referencia a la última reprimendamanuscritadesumadre,diciéndolesquelosechabademenos,queestabadeseando ver las pinturas de Oleg y jugar una partida de ajedrez conSviatoslav. En las cartas que enviaba a sus hijos siempre terminabamandando un abrazo para Lina y les instaba a cuidarla. Esamención lesuponíaunabrazocálidoporqueintuíaenellamuchascosasquenoveíaescritas pero que sin embargo sentía. Por eso estaba convencida de quehabíamisivasqueescribía lapropiaMira,esasen lasque tansolopedíacosasynisiquierapreguntabaporelestadodesufamilia.ElteléfonosonabapocoenlaviviendadelacalleChkalovy,cuandolo

hacía, eraparacomunicaralgunamalanoticia.Aquella tardeno fueunaexcepción.FueSviatoslavel encargadodecontestar.«NikoláiRádlovhamuerto»,lecomunicóasumadre,quientansolopudorepetirsunombremientrasperdíasumiradaenunpuntoindeterminadodelaestancia,comosienélseabrieraunaventanaalpasado.«Nikolái».Convencióasuhijode que debía ir al velatorio en la sala de exposiciones de la Unión dePintoresdeMoscú.«Ve.Seguramente tupadreestaráallí.Yo,mejor,me

quedoencasa».Alllegarallugar,eljovennoencontróasuprogenitoryleextrañósu

ausencia, porque alguien le aseguró que estaba en la ciudad y que sealojabaenelHotelNacional.ASviatoslavledecepcionóescucharaquello.Estaba enMoscú y ni siquiera les había llamado. Eran sus hijos. Si noquería tener contacto con su madre, podría entenderlo o al menosintentarlo.Peroellos¿quéculpa teníandeque lascosasentresuspadresno hubieran funcionado? Llamó furioso a su madre, que prefiriótranquilizarle. «No le culpes.Ya sabes cómoes tu padre.Tampocodeberesultar fácil para él. Llámale al hotel y dile que vaya a despedir a suamigo». De nada sirvieron las protestas del hijo mayor, que terminóhaciendoloquesumadrelehabíaencomendado.Alospocosminutoslevio entrar en la sala de exposiciones de laUnión de Pintores. Le costóreconocerle.Parecíamayor,cansado,visiblementedesmejorado.Vestíauntrajeraídoqueleveníagrande,lejosdelaeleganciadelostrajesdetrespiezasquesolíallevarcuandoestabaconsumadre.Lecostabacaminarysuexpresióneraladeunenfermoqueintuíasufuturo.Sesituódepieanteel féretro de su amigomuerto y así permaneció durante más de veinteminutos, inmóvil, con la mirada fija en el cuerpo de su antiguocolaborador y colega durante tantos años. Estaba como ausente, con lamiradaperdida, conunaactitudconfusae indolente.Porunmomento leentristecióqueaquellaafligidafigurafueranosolosupadre,sinoelgranProkófiev.Prefiriópensarquelamuertedesuamigolehabíaconsternadoysesintiómejorconaquellamentiraelaborada.Noseatrevióaacercarseaél.Lehubiesegustadoabrazarle,hablarconéldespuésdecasidosañossinverse.Peronosintióquefueraunabuenaideaparaningunodelosdos.Algoparecidoestabaexperimentandosumadreenelexteriordelasala

de exposiciones, disimulando su presencia entre árboles, coches yedificios. Lina se había atrevido a acercarse al lugar que acogía elvelatorio,peroteníaclaroquenoaccederíaalasinstalaciones.Noqueríaser vista. Solo necesitaba ver a Serguéi, observarle aunque fuera en ladistancia.Queríasabercómoestaba,quéaspecto teníaysi lassospechasdequealgolesucedíaviendosuescrituraestremecidateníanalgoqueverconsuestadofísico.Pensóensucorazón,ensutensióndemasiadodadaapeligrososaltibajos,ensusdoloresdecabezaysusproblemasdeespalda.Se preguntaba siMira le daría las friegas de alcohol de romero que ledaba ella converdaderadevociónpor todoel cuerpo,o si leprepararía

unagenerosatazadechocolatecalienteparacalmarsusmigrañas.Seguíapreocupándoseporél,resultaríaabsurdo,peroasíera.Yaquellainquietudporsuestadodesaludlereconfortabaporquelehacíasentirsemáscercadeél.Aguantóelfríodevariosgradosbajoceroreinanteenlacallehastaque le vio entrar. Apenas pudo contener un quejido cuando le vio.Cabizbajo, subyugado, triste. Una sombra encogida y apocada quecaminabadespacio sinobservar elmundoque se abría alrededor.DesdequesehabíatrasladadoalCáucasosucreaciónartísticarenqueaba.Linanoquisobuscarexcusasenlapocoprolíficayaúnmenoslaureada

composición musical de Prokófiev durante sus años en el Cáucaso.Aquella imagendepauperadadebíadeberseaalgomásqueal fracasodesus obras. Sabía que le estaban presionando, que le estaban obligando acomponer obras que él no quería pero debía hacer. En el fondo queríaconvencersedequeeraasíyqueelhechodenoestarasuladoteníaalgoque ver en su bajón, tanto artístico como personal. «No puede ser. Esimposiblequeseaél.¿Peroquéteestánhaciendo,miamor?».Nofueconscientedesiaquelpensamientohabíasidopronunciadoenel

interiordesucabezaosilohabíaproferidoenvozalta.Loquesíescuchócontotalnitidezfueunavozasuespalda.—¿Lina?¿EresLinaProkófiev?Al girarse distinguió a una mujer cuyo rostro se escondía entre sus

recuerdosy, sin embargo,no lograba encontrar sunombre.La conocía,estabasegura.—¿Noteacuerdasdemí?SoyVarvara,VarvaraMassalitinova.EnseguidaelrostrodeLinaseiluminó.Sumentelaubicórápidamente

enunaépocaanteriordesuvida.Eraunadelasactricesmásconocidasdela escena rusadehacíaunos años.Lahabía conocido en el rodajede lapelículaAleksanderNevskiycoincidióconellaenelestreno.Siempre lehabíacaídobienaquellamujer.Ynosoloporquealabaracontinuamentesubellezaysuglamur,sinoporqueerahonesta,directaynosolíacallarselo que pensaba. Siempre pensó que debía de tener unos contactos muyimportantesparaqueloquedecíanuncatuvieraconsecuencias,comolessucedíaaotraspersonas.—Varvara, pero ¡qué alegría! ¿Quéhaces aquí?—Lasdosmujeres se

abrazaron en mitad de la calle. Realmente se alegraban de verse—.¿Cuánto tiempohace?¿Tres, cuatro años?No sabíaniqueestuvieras enMoscú.

—Claro que estoy en Moscú, como tú. Solo las ratas abandonan elbarco cuando… Pero mírate, estás preciosa —le dijo mientras seesmerabaenelabrazo—.MeenterédelodeSerguéi.—Lasolamencióndel comentario ensombreció tenuemente el semblante de Lina—.Perdóname,noqueríaentristecerte.Estansoloque…¡Hombres!Quémássepuededecir.Peroesqueenestecaso sepuededecir tanpoco…—ElcomentariohizoreíraLinaalentenderquesereferíaalnuloencantodeMira, especialmente si se comparabaconella.Eraunaobservaciónmuyextendidaqueellaagradecía,peroquerealmenteleservíadepocoviendoeldevenirdelosacontecimientos.SerguéiestabaconMiraynoconella.Miró a Varvara sin poder dejar de sonreír. Ahora la recordaba con

mayorclaridad.Siemprelahacíareírconsusocurrenciasynohabíadíaque no alabara su elegancia. «Se supone que la actriz soy yo. Y sinembargo, mírate —le decía—, eclipsas a cualquiera. Voy a pedirleseriamente a Prokófiev que deje a su mujer en casa, al menos en losestrenos.Noterías,piensoimponerloporcontrato».—¿Qué hacemos en la calle?Ven ami casa. Tenemosmucho de qué

hablar.—¿Ahora?—preguntó,comosien suagendaaparecieraun recitalde

citas ineludibles—.Nosé sipuedo.Tengoqueestarprontoencasa.Mishijosymistraducciones…—LinacomenzabaapensarqueeraunabuenaocasiónparaaceptarelamableofrecimientodeVarvara.Había idohastaallísoloconlaintencióndeveraSerguéi,nisiquieraSviatoslavlosabíayno le gustaría que su presencia fuera descubierta.Entendió que irse conVarvaraeraunabuenaopciónparaqueesonoocurriera.—Que esperen—le dijo el torbellinoMassalitinova, agarrándola del

brazoyhaciéndolasubirasucoche—.Tenemostantodeloquehablar.No fue la primera vez que se vieron. Incluso organizaron comidas y

cenasencasadelaactriz,alasqueinvitótambiénaSviatoslavyaOleg.En casa de Varvara nunca faltaba buena y abundante comida ni vino nimucho menos conversación. Y Lina era una experta en conversacionestantoomásquelagenerosaanfitrionaenllenardemanjareslamesa.Supaladarrecobróelsentidodelgustocuandoelsabordelcaviarfríosobrelosbliniscalientesvolvióarozarsuboca.

Notardómuchoencomprobarnuevamenteunaregladeorograbadaa

fuego en el inconsciente soviético según la cual cuando todo parece irbien es cuando las cosas empiezan a complicarse.ALina le despertó elataquedetosdeOlegamedianoche.Conformeseacercabaalahabitaciónde su hijo menor escuchaba cómo su respiración presentaba un ritmodiscontinuo,herido,jadeante,comosilefaltaraelaire.Teníadificultadesparatragar,tiritabadefríoapesardequealtomarlelatemperaturapudocomprobar que presentaba un cuadro de fiebre muy alta. Llamó aSviatoslav,que compartió el diagnósticode sumadre sobre lagravedaddelestadodesuhermano.Notardaronenaparecerlosvómitosyeldolorabdominal.Aquellossíntomasya loshabíavistoantes,aunqueenmenormedida,ensuhijomayorcuandocayóenfermopordisenteríahacíaalgomásdeunaño.Intentófrenarloconremedioscaserosabasedezumodelimón mezclado con huevo, miel y sal, ante la dificultad de encontrarmedicinas o acudir a un hospital. Finalmente consiguió una plaza en unsanatoriodeGagra,cercanoalmarNegro,dondelograronqueel jovense restableciera, segúncontabaSviatoslav,conunabuenaalimentaciónylaestimulacióndelapetitoabasedevodka.MientrasLinamaquinabaensupensamientocómoactuarysobretodoa

quiénacudir, intentababajarle la fiebrecolocandocompresas frías en lafrente, en las muñecas y en los tobillos de Oleg. Pero nada parecíafuncionar. Sviatoslav propusometerle en una bañera de agua fría.Algoparecido habían hecho con él cuando fue ingresado en el hospital deGagra. Lina sabía a lo que se enfrentaba. Oleg estaba infectado dedisentería, una dolorosa y grave afección que se traducía en una severainflamacióndel intestinoprovocadaseguramentepor la ingestadealgúnalimentoenmalestado.Yconocíaperfectamentequesinoeratratadademanera urgente y correctamente, podía provocar la muerte. Su hijonecesitabaserrehidratadoynosoloporvíaoral,sinoespecialmenteporvíaintravenosaytambiénrequeríauntratamientoconpenicilina.Nohabíaqueserunexpertoparaentenderlo,habíavistodemasiadoscasos,inclusoen su propio edificio. Solo rogaba para que no fuera tifus. Había quehospitalizarle, pero ¿cómo? No era algo que pudiera hacerse confacilidad, requería mucho dinero, muchos contactos y muchos favores.MaldijoquePeteryanoestuvieraenMoscúparapoderayudarla.Hubierahecho lo que hubiese sido necesario para conseguir que ingresaran aOleg. Pero aquello era imposible y debía pensar rápidamente en otrasposibilidades. No dudó en coger el teléfono y llamar a Serguéi. No le

importaron las horas intempestivas, ni que su llamada le molestara enplena madrugada ni siquiera le preocupó la posible respuesta de Mira.Cuando al fin le tuvo al teléfono, no escatimó en el empleo de unvocabulario duro. «Tu hijo se muere. Necesito que reacciones ahora ydejesdeesconderteenelcaparazónenelqueestás.Sinolohaces,noteloperdonaréenlavida.Ytútampocoloharás».Porelsilencioqueencontrópetrificado al otro lado del hilo telefónico, temió no haber sido losuficientementeclara.Asíquedecidióserlo.«Escúchamebien,soycapazde irandandohastaAlmaAtaparamatarteconmispropiasmanossinohaces lo que se supone que un padre debe hacer, aunque eso le hagaterminar con sus huesos en Siberia. ¿Entiendes ahora lo que quierodecirte?».A las pocas horasOleg ingresaba en el Hospital del Kremlin con un

ritmo cardiaco comprometidamente deficiente y una inflamación severade sus tejidos internos. El resultado de los análisis evidenciaba que sehabíainfectadoporelconsumodelechecontaminada,loquehizosentirsea Lina aún peor por entender que era culpa suya al haber comprado lalechedondesupresupuestolepermitía.«Sihubieravendidoesasmalditaspartituras, si las hubiera vendido», se castigaba sin piedad ante lareprensióndeSviatoslav,que insistíaen loabsurdodeaquelsentimientodeculpa.Elsangradoeracontinuoylasdiarreascomplicabanalcanzarunestado

estacionariodelpaciente.Losmédicosnoeranoptimistas,perohabíaqueesperaraverlareaccióndelcuerpodeOlegaltratamiento.NuncasuposifuelamediacióndeSerguéioladelrestodelosamigos

a los que llamó con la urgencia desgarrada en la voz. Ni siquierarecordabaatodosalosquellamóaquellaaciaganoche.EstabadispuestaapresentarseeneldomiciliodelministrodeAsuntosExteriores,ViacheslavMolotov,aquiennodudaríaenrogarquehiciera loquefueranecesariopara salvar a su hijo, cuando de repente sonó el teléfono. Una vozdesconocidaleindicabaqueacudierainmediatamentealHospitalKremlin.Asílohizo.Sviatoslavlepreguntósisupadrepensabapresentarseenel

centrohospitalario.«Mebastaconquepaguelasfacturas»,lerespondiósumadre.Lohizo.Mandótresmilrublosparalosgastoshospitalarios.LinasiempreesperóqueencualquiermomentoSerguéi entrarapor lapuertadel hospital. Pero eso nunca sucedió. Tampoco lo hizo cuando, yarecuperadoOleg,ellatuvoqueseringresadadespuésdeundesmayoque

ocultaba una dolencia aún más grave que la de su hijo. Apenas pudoafrontar eldictamenque salíade los labiosdelmismodoctorquehabíatratado a Oleg. «Tiene usted tifus, seguramente transmitido por piojos,comomediaciudad».Laligerezaconlaqueelfacultativolecomunicóeldiagnóstico no casaba con su particular interpretación de aquellaspalabras, que apuntaba a una condena a muerte. Cuando se le estabacayendoelmundoencima,unavezmás, recibióotrodiagnóstico,alquedecidióagarrarseaunquesolofueraporpurointerés.«Loqueustedtieneesunainfecciónrespiratoriasevera,unaneumoníaensupulmónderecho.Nadaqueunbuentratamientodeantibióticosyunabuenaalimentaciónnopueda curar. Tranquilícese, señora Prokófiev. Está en buenas manos».Aquellaspalabrasyaqueltratamientoyaconsiguierontranquilizarlatantocomouncócteldevitaminas.Sabíanquiénerayajuzgarporeltonodeladoctora, eso le despertaba cierta admiración. Luego supo que Varvarahabía contactado con aquella amable doctora y que incluso se habíapreocupadodesushijosel tiempoqueellaestuvoingresada.Nofueunaexperienciafácil.Apesardelosexcelentescuidadosqueleprofesaron,yaque la alimentaban como solo lo hacían con las mujeres embarazadas,incluyendo en su dieta huevos cocidos y una generosa raciónde gachaspor la mañana, la fiebre complicó su recuperación y la envolvió enepisodiosdedelirio,fuertesconvulsionesyalucinaciones.Linaseagitabaviolentamente porque aseguraba ver cómo las enfermeras les quitabancomidaaunosniñosqueaguardabanlallegadadesumadreycómoestoslloraban de hambre y de abandono. La doctora tranquilizó a Sviatoslav.«Esalgonormal.Lafiebrehacequeseproduzcaunaalteracióndellóbulotemporaldelcerebrodondeguardamoslosrecuerdos,lasimágenes,partedenuestramemoria,yempecemosaescucharyversonidosyobjetosquenoexisten,quesoloestánennuestrocerebro».Tardóalgomásdeunmesen recuperarse. Lo primero que le preguntó a Sviatoslav el día que ledieron el alta fue si su padre estaba al corriente. «Le llamé yo paracontárselo.Mandóuntelegrama»,dijomientrasleentregabauntrozodepapeldobladohastaelextremo.Eraeltelegrama.«Cuidademamá».Trespalabras.Lina leobservóduranteunos instantes.Nohizo faltapreguntarmás.ConsiguióentenderseconsuhijoatravésdelamiradaconlamismaprecisiónquelohizoconSerguéi.

TraseléxitodelEjércitoRojosobre las tropasalemanasdeHitlerysus aliados del Eje en la batalla de Stalingrado entre agosto de 1942 yfebrerode1943yenlabatalladeKurskenelveranode1943,lamoraldelossoviéticossevioreforzada.Ynosoloenelfrente,sinoentodoelpaís,especialmente en las grandes ciudades como Leningrado, Moscú y porsupuestoStalingrado,quesehabíaganadoapulsoelapelativodeCiudadHeroica,alrepelerelataquealemán,cuyastropassevieronsuperadasporlaférrearesistenciadelaciudad,queencontróunosaliadosperfectosenelintensofríoyenelhambre,queterminaronpordefenestrarlafortalezamilitar germana. El miedo y la incertidumbre se fueron relajando amedida que el fantasma de la entrada de los alemanes en Moscú fuedesapareciendo del imaginario moscovita. Algunos se mostrarondecepcionadoscomoelpropioDerzhanovski,eleditorde lapublicaciónMusikayunodelosprimerosguíasdeLinaenMoscú,conquiensiguiómanteniendouncontactocontinuado,yque,sinabandonarelbuenhumorquecaracterizabasusconversaciones,vaticinabaquecuandoentraranlosalemanesenlacapital,«losnobleslevantaremoscabeza».Linasiemprelecontestabaconunasonrisamientrasinsistíaenquelosalemanessiemprehabían sido personas educadas y civilizadas. Tampoco mentía. Siemprehabíatenidoalpuebloalemánenmuyaltaconsideración.Poco a poco, la ciudad fue recuperando algunos aspectos de su vida

normal, sin olvidar que el mundo estaba en guerra. Pero los teatrosreanudaron su actividad cultural, los conciertos volvieron a engrosar lacartelera con parecida intensidad a la mostrada dos años atrás y losestrenosreanudaronsuespírituagitadordelalmasoviética.Linatambiénparticipóde aquella revitalización en laquenodejabadeverunanuevaoportunidad para sus ansias de huida. Desempolvó sus mejores galas,volvió a arreglarse para acudir a los estrenos a los que seguíaninvitándola en su condición demujer de Prokófiev. Lasmedias de sedavolvieronavestir suspiernas, los tacones reaparecieronen supiesparaelevaryestilizar sucuerpo, la sedayelencaje retornarona supielyelmaquillaje regresó a su rostro de una manera perfectamente esculpida,aunque para ello y debido a la escasez de productos tuviera que echarmanodesucapacidaddeimprovisaciónyrecurriralbetúndeloszapatoscomoespontáneorímel,atriturarlospétalosderosasparadarcolorasuslabiosoaintroducirjironesdetelaenlospososdelvinotintoparalograrunapastaqueiluminarasusmejillasamododecolorete.Linahabíavuelto

y no fue la única. Pronto le llegaron noticias de que Serguéi habíaregresado de su retiro en Alma Ata y se había asentado en Moscú. SehospedabajuntoaMiraenvarioshotelesdelaciudad,comoelMetropol,elMoskva,elNacionaloelSavoy,aunquenoconseguíasentirsecómodoparapodercomponer.Nolegustabalavidaenloshoteles,noencontrabaelcalornilacomodidaddelhogar,latranquilidad,lasensacióndeanclajeemocionalquenecesitabayquesiemprehabíatenido.Desde que había vuelto a la capital soviética se negó a verla, a tener

ningún contacto con ella o con sus hijos. Se cerró en banda. Le hacíansentir incómodo e intentaba suplir esa falta de contacto con el envío dechocolate.Cadavezquerecibíanunadeesascajas,Linaponíalosojosenblancoynegabaconlacabeza.«Estehombrenoestábiendelacabeza».Sinembargo,prefirió interpretaraquellanegacióncomounamuestradedebilidaddeSerguéi,entendiendoquequizásenegabaaverlaporsiaquelencuentro le hacía recapacitar, replantearse la situación y volver a casa.Seguíaconservandolacertezadequealgúndíavolveríaasuladoyellaestaría dispuesta a perdonarle todo. Lo había pensado mil veces. Habíaimaginado la escena en su cabeza. Estaba dispuesta a tragarse losreproches, los llantosyeldolorque lehabía causado suabandono si leveíaentrarnuevamenteporlapuertaconlamaletaensusmanos.Poresotambién hacía todo lo posible para acudir a las diversas recepciones,fiestasyalosestrenosqueseorganizabanenMoscú,paraasegurarsedeque él la viera y fuera consciente de su gran error. Así lo hizo cuandorecibiólainvitaciónparaunarecepciónmuyespecialquesecelebraríaenlaembajadafrancesayquecontaríaconlapresenciadelgeneralCharlesde Gaulle, el líder de la Francia libre, cuatro meses después de laliberacióndeParís,conlaentradadelosaliadosenlacapitalenagostode1944. Europa todavía hablaba de la gesta francesa, consecuencia deldesembarcodeNormandía,quehabíasupuestounnuevovarapaloparalostropasalemanas.Otromás,unidoalahumillaciónvividaenStalingrado.Mientrasesperabasuturnoparasaludaralinvitadodehonor,aLinale

impresionóelfísicodelgeneralDeGaulle.Noesperabaquefueratanalto.Ledio la sensacióndeque su espaldano sedoblabanunca.Siempre tanrecto, tan serio, pero cuando le tuvo delante se mostró galantementecercanoyamable.DudósienlasconversacionesquemantuvoconStalindurantesuvisitaalaUniónSoviéticapresumiríadelmismotalante.—Acabodeverasumaridohaceunosminutos—dijoamablementeel

general francés—.Ya lehedichoqueno tardenmuchoenhacernosunavisita.Estamosdeseandovolveraescucharsumúsica.—Nomenos de lo que yo deseo volver a su país, general. Nada me

gustaríamás.—Laesperamosansiosos,señoraProkófiev.—No veo el día de poder caminar de nuevo porMontparnasse o de

contemplarelSena.—No tema. Ni tampoco desespere. La vida cambia en un segundo.

Mírenosalosfranceses,hemospasadodequeelmundonosvieracomocolaboradoresdelosnazisaseramigosysociosdelosaliados.Linaagradeciólaspalabrasysonriódemaneracómplice.—Nosabeloquecelebrélaliberacióndesupaís.Allípasélosmejores

añosdemivida.—Ledebemosmuchoaunpuñadodeespañoles.—DeGaulleseacercó

aellaparahablarledemaneracómplicealoído—:¿SabequelosprimerosenliberarParísfueronungrupoderepublicanosespañolesqueformabanla SegundaDivisiónBlindada de la Francia Libre almando del generalLeclerc?Peronolocuentemucho,novayaaserquenosquitenelméritoalosfranceses.¡Conloquenoshacostadoconseguirlo!

Linadisfrutóde la veladadepartiendo con amigosy conocidos, casi

todos extranjeros. Tenía grandes amigos en las embajadas británica,francesa y estadounidense y solía verse con ciudadanos europeos quevivían en Moscú, como algunos periodistas de la publicación semanalBritish Ally. Esas compañías le hacían sentirse viva y mantener laesperanzadedarconlaspersonasadecuadasquepudieranarreglarle lospapeles necesarios para abandonar la Unión Soviética. En esa mismarecepciónseencontróaunadelasmujeresconlasquequedabaamenudo.Era Anna Holdcroft, una funcionaria del Ministerio de Informaciónbritánico. Se habían conocido gracias a unas traducciones que Lina leayudó a hacer. Ella también era intérprete, pero su conocimiento noabarcabaladiversidaddeidiomasqueteníalaespañola,quiensemostróencantadadepoderecharleunamano.Desdeentoncessolíanquedarparacharlar y conversar de muchos temas, especialmente de música yliteratura.NoerafácilparaAnnaencontrarenMoscúaalguienconquienpudiera mantener una conversación fluida en inglés sobre William

Shakespeare,GioachinoRossinioFranciscodeGoya.EnunmomentodelaveladasecruzóconlamiradaazuladadeSerguéi,

quien rápidamente decidió esquivarla. No entendía esa cerrazón porevitarla, así que decidió ser ella la que pusiera fin a aquel sinsentido.Tenían dos hijos en común, habían sido pareja durante dos décadas, nohabíaningúnmotivoparacomportarsecomoniños.Seacercóaélconlamisma firmeza con la que solía enfrentarse a la vida, de frente, sintribulacionesyconelvalorqueaéllefaltaba.—¿Porquémeesquivas?¿Tanavergonzadoestásdeloquehashecho

quenopuedesnimirarmealacara?—Supongoqueporlamismarazónquetúteempeñasennosacardesu

erroratodoelqueseteacercallamándoteseñoraProkófiev.—Queyosepa,seguimossiendounmatrimonio,aunqueatisetehaya

olvidado.Esoyquetienesdoshijos.—Ya no eres la señora Prokófiev—le dijo, retándola con lamirada,

quesostuvosobreelladurantevariossegundos.Porunmomentonosuposi quería besarla o abofetearla, arrastrarla por el suelo o cogerla enbrazosyllevárselalejosdeallí—.Estoyconotramujer.Estoyenamoradodeella.Yano tequiero,Lina.Cuantoantes loentiendasserámejorparatodos.—Nunca has sabido mentir. Te aletea la nariz y te tiembla el ojo

izquierdo.—¿Porquéhasvenidoaestafiesta?—Porqueme han invitado y soy unamujer educada, no como lo que

tienesencasa.DeberíasexplicarlequehastaelpropioStalinsehareunidoconDeGaulle.A ella no le va a salir urticaria por darle lamano a unfrancés,aunqueloúnicoquetengarojosealasangre.—Lainvitacióneraparamíyparamiseñora.—Poresoestoyaquí.Porquealmenoslosquemandanlasinvitaciones

lotienenclaro.—EralaprimeravezqueescuchabaaSerguéireferirseaMiracomosumujerynopudoevitarqueledoliera.Sintióunapunzadaenelcorazónydecidióalejarsedeélporquenosabíasipodríacontenerlaslágrimas. Pero al intentar hacerlo, la retuvo del brazo, tiró de ella y lallevó a un rincón más discreto, entre unas columnas que convertían ellugar en un ángulo muerto para la visión del resto de invitados a larecepción.—Tienesquedejardeveniralasembajadas.Teexponesdemasiado—

ledijomientrascontemplabaelgestodehartazgodeLina,queempezabaacansarsedeescucharsiemprelomismo.—¿Yquiéntecreestúparahablarmeasí?—¡Soytumarido!—dijo,levantandolavozmientrasintentabacontener

las palabras entre sus dientes, olvidando todo lo que acababa de decirleconlamiradainyectadaensangre.—¿Ahoraeresmimarido?Tenotomuyvolubledesdequetedieronla

ordendelabanderarojadeltrabajo.—SerguéiparecióextrañarsedequeLina siguiera de cerca su carrera.Y no pudo evitar sentir un amago deorgullo.—No seas estúpida. Eres demasiado confiada. Ese ha sido siempre tu

principalproblema.—Ytantoquelohasido.Confiéenticuandomepedistequeesperaraun

pocomás,quetúmesacaríasdeaquíymellevaríasdevueltaaParís.Pornomencionarelhechodequemejurastequejamáspodríasvivirsinmí.Ymíranos,Serguéi.Miracómoestamos.Prokófievsoltóasumujerdelbrazo,peropermanecióanteella.Estaba

hermosa y tan brava como siempre. Le resultaba difícil sostenerle lamirada,peroloconsiguióalmenosduranteunosinstantes,hastaquebajóla vista para contemplar el vestido.Sedio cuenta deque era unode susfavoritos.SelohabíacompradoélmismoenParís,enunatiendadelarueMadeleine.Siemprelegustócómolesentabaelazulcobaltoasumujerycuando la seda conseguía tener esa caída sobre el cuerpo, aúnmás. Susojosrecorrieroneltupidoencajenegroquedelineabasuescote,dibujabala cintura ymarcaba los puños de lamanga a la altura de lasmuñecas.Aunquelecostóentenderlo,sabíaquesehabíavestidoespecialmenteparaélynoparalarecepciónconelgeneralDeGaulle.Laodióylaamósinsaberporquéextremodecidirse.—Solotedigoqueseasprudente.—Dimequeeresfelizydesaparecerédetuvida.Telojuro—dijocon

undolorenelpechoalserconscientedea loquesearriesgabaconeseórdago—.Perodímelomirándomealosojos.—Cállate—contestó, sinmirarla, en un tono brusco—.Siempre estás

conlomismo.Resultatremendamenteridículo.—Dímelo,Serguéi,ymeiré.Notelopuedoponermásfácil—insistió.

Por un momento pensó que se lo diría, o que quizá terminaríareconociendolocontrario.Laesperalaestabamatando.

—Dejadeiralasembajadas.Dejadeverteconextranjeros.Quédateencasaynodesquehablar.—No,Serguéi.Yanotienesningúnpodersobremí.Nopuedespararme,

nitúnitusamigos.Soylibre.¿Recuerdasloquesignificaesapalabra?—Tearrepentirásdeelloynopodréhacernada.—Nuncahaspodidohacernada.Alintentarmarcharse,Serguéiladetuvonuevamentedelamuñecayla

atrajo hacia él. Se quedaron cara a cara, apenas unos centímetros losseparaban.—Eslaúltimavezquehablamos.Noquierovertenuncamás.Yteestoy

mirando a los ojos. —Por primera vez, la vehemencia de Serguéi laasustó,parecíafueradesí—.Quieroquesepasquecadabesoquetedimehace sentir comoun adúltero por traicionar ami verdadero amor,MiraMendelson.Ahoralosé.Mividahaestadovacíadesentidohastaquellegóellaylallenó.Soloahoraentiendoloestérilquehasidomiexistenciamásalládemitrabajo.¿Tevaleconesoparadesaparecerdemivida?Linaleviomarcharnosolodesuladosinodelaembajada,delaque

salió precipitadamente y sin despedirse de nadie. Necesitó unos cuantosminutos para recuperarse de lo que acababa de escuchar. En ese breveespacio temporal en el que se meció como una sonámbula solo pudorecordar laspalabrasqueuncríticomusical,LeonidSabaneiev, escribióen el diario ruso Las Noticias de la Temporada en diciembre de 1916sobre Serguéi Prokófiev y que lograron enfurecerle: «Prokófiev solodemuestra tener alma sobre las teclas.El restodel tiemposualmaesdepiedra».Cuandollegóalhotel,Serguéiestabafurioso,fueradesí.Elencuentro

con Lina había conseguido descomponer su fabricado y cómodoequilibrio,suconcienciatranquila,suvidasinsobresaltos.Habíavueltoaverlay eso lehabía alteradomásde loquepensaba.Su cabezavolvía amartillearle con salvajes contradiccionesque le empujabanaunagujeronegro al que no quería regresar. Necesitaba recuperar el control, laarmoníaperdida al tenerladenuevoante sí.Aldía siguiente comenzóapedir a su familia que le devolvieran algunos de sus objetos personalescomolibros,ropa,grabaciones,cuadernos.Inclusollegóasolicitarropadecamayelescritoriosobreelquesolíacomponercuandoestabaencasa.FueFrosialaencargadadeacercarlealhotellaspertenenciasquehabía

pedido.Ynolohizodebuenagana.

—Olvídese del escritorio. Sus hijos tendrán que estudiar y trabajarsobre algún mueble. ¿O quiere que lo hagan en el suelo?—La voz deFrosiasonabaseria—.Ysientonopoderle traerelFordazul,aunquenomelohayapedido.SeleadelantaronsusamigosdelNKVD.Linaintentóportodoslosmediosquenolohicieran,perocomoyoledije,«Sinoselo llevan ellos, vendrá Prokófiev, así quemejor que se entiendan entreellos,quesoniguales»—dijo,siendomuyconscientedeltonoutilizadoydelagravedadqueencerrabasuinsinuación.—Notieneningúnderechoahablarmeasí.—¿Pero nome dijo que era el ángel de la guarda de su familia? ¿O

también sobre esto ha cambiado de opinión? Además, tengo el mismoderecho que le asiste a usted al abandonar a su familia y pretenderrequisarlelopocoquelequeda,loquehandefendidoconuñasydientesmientras usted y… —no se calló por decoro sino para inclinarligeramente su cabeza y observar la presencia de Mira al final de lahabitación—…comoquieraquesellame.—Yabasta.Nolevoyapermitir…—Usted ya no tiene ninguna autoridad para permitirme o dejarme de

permitir nada. Tome—dijo, dejando sobre el suelo dos bolsas con suspertenencias—.Unacosalevoyadecir:sipretenderecuperarelpianoyquierequeyoselotraiga,mejorvayapensandoenotracosa.—No pensaba pedirle el piano a Lina. Prefiero que se lo quede ella,

paraquepuedaensayar…—replicó,comosisesintieraculpabledepedirloqueerasuyo.—Cuántagenerosidadpor suparte.—Frosiacontinuóconsu ironíay

no pensaba abandonarla.Había esperado esemomentomás de tres añosparadecirleloquepensaba—.Mealegro,porquetambiénselollevaron,aunqueLinalorecuperóhaceunpardesemanas.Yavecómoeslavida,ellarecuperandocosasyustedperdiéndolas.—¿Siguecantando?—preguntóSerguéi,entretímidoypreocupadopor

sialguienenelinteriordelahabitaciónpudieraoírle.—Ydigo yo, ¿no serámejor que se lo pregunte a ella?—respondió,

convencida de no tener edad para soportar esos juegos de adolescentes.Sinembargo, lohizo—:Sí.Siguecantando.Ymuybien,porcierto.¿Estodo?—AlrecibirunatímidainclinacióndecabezaporpartedeSerguéi,sediomediavueltay,despuésdedarunoslacónicosbuenosdías,inicióelcaminoderegreso.

—¡Frosia!—Lallamadaladetuvoylaobligóavolversobresuspasos.Duranteunossegundossequedaronmirándosehastaquelamujerledijoque si quería algo lo pidiera, porque, de lo contrario, teníamucho quehacer.Serguéientróensuhabitaciónsincerrar lapuerta,abrióuncajóndelacómodayextrajounsobrequetendióasuantiguaamadellaves—.¿Leimportaríadarlesestoamishijos?SonunasentradasparaelestrenodelaSinfoníanº5enelgranconservatoriodeMoscú.—¿Asushijos?—preguntóFrosia,convencidadequeladestinatariade

aquellas invitaciones era otra. Pero optó por seguir el cauce de laconversación—.Nosepreocupe.Asíloharé.CuandosupoqueyanoestabaenelpuntodemiradeSerguéi,abrióel

sobre.Contabilizótresentradas.Enelfondo,sonrió.«Oselehaolvidadoque tienedoshijosyno tres,que todopuedeser,o loquequiereesquevaya usted», le dijo a Lina nada más llegar a casa. Después de muchotiempo,volvióaveresa luzespecialenlosojosdelaseñoraProkófiev,talycomoellaseguíallamándola,aligualqueelrestodelmundo,apesardelosesfuerzosdeSerguéipordarsusitioaMira.Lina rezó para que losmilagros existieran, aunque no se prodigaran

muchoenlosúltimostiempos.El destino quiso que el estreno de la nueva obra de Prokófiev

coincidiera con una gran victoria del Ejército Rojo el 13 de enero de1945.Dehecho, se vio obligado a retrasar el comienzode su conciertounosminutos hasta que el tañer de las campanas celebrando la victoriacesó. Esperó pacientemente enmitad del escenario hasta que se hizo elsilencio.Linacogiólamanodesushijos,comohicieraconSerguéiantesde cada estreno, ejerciendo una ligera presión sobre ellas.Y los dos ledevolvieron el apretón. Sviatoslav se sintió por primera vez en muchotiempoorgullosodesupadre.Verleallí,vestidoelegantementeconaquelfrac, recuperando la imagen que siempre tuvo de él, de sus noches deestreno saliendo de casa y regresando horasmás tarde entre susurros yrisas con su madre para no despertarlos, viendo cómo sus brazos semovíanpautandolamúsicaquesalíadelosinstrumentosygobernandoelsentimiento que afloraba en todos los presentes, le hizo sentirseplenamentefeliz,henchidodelasatisfacciónquetodohijodeberíasentirpor supadre.Hacíamuchoqueno escuchabaunamúsica tan alegre, tan

llenadeoptimismo,tanauténtica,queexpresaradeunamaneratanabiertay directa la alegría de vivir. En palabras del propio Prokófiev,pronunciadasaquellamismamañanaen la radio,era«unhimnoparaunhombrelibreyfeliz».No hubo encuentro entre padre e hijo después del concierto, como

tampocolohuboentresuspadres.Peronohizofalta.Linahabíavueltoavivir la emoción de compartir la música del genio. Sin embargo,extrañabasucontacto,quesuspalabrasfueranlasúltimasy lasprimerasqueescucharaalentraryalsalirdelescenario,quesuvaloracióncontara,quefueransusojoslosqueSerguéibuscaraenmitaddelosaplausosparalaconfirmacióndeléxitoodel fracaso,quecompartieran lacelebraciónposterior y que finalmente volvieran a casa juntos. Echaba demenos suvidaencomúnynosabíacómorecuperarla.—¿Porquétodotienequesertandifícil?—lepreguntóentrehipidosa

Frosia,quesesentíaincapazdedetenersullanto.—Porque siempre nos empeñamos en complicarlo todo cuando en

realidadesmuchomássencillo.Yporquequizáfuedemasiadofácil.LaSinfoníanº5habíasido todounéxitoalqueseguirían lasbuenas

críticas de la película Iván el Terrible, de la que Prokófiev habíacompuesto la música por encargo de su director, Serguéi Eisenstein,cuando ambos se encontraban evacuados enAlmaAta.Le había llevadomásdetresañosterminarlaporlacomplejidaddelahistoria.Lellegóelrumor de que había sido el propio Stalin quien había ordenado queProkófievseencargaradelamúsicadespuésdeléxitoconseguidoconlapartitura de la película Aleksander Nevski. Todos sabían que ellargometrajehabíasidounempeñopersonaldellídersoviético,alqueleagradaba la idea de verse reflejado y comparado con quien fuera elprimer zar de Rusia, Iván IV Vasílievich. Tan contento quedó el lídersoviético con el resultado que no dudó en otorgar a la cinta el PremioStalin.1945fueunbuenañoparaProkófiev,comosieldesahogoconLinaen

laembajadafrancesaenMoscúdurantelarecepciónenhonordelgeneralDeGaullelehubieradadosuerte.Muchasdesusobrascompuestasdurantesuretiroempezabanaestrenarseyarecibirbuenascríticas.LinaseentusiasmóconlaSonatanº7yDerzhanovskifuetestigodeese

raptosensorialqueparecíasufrirlaqueexigíaostentartodavíaeltítulode

esposadeProkófiev.—¿Hasescuchadoesosacordesal final?Nodejanrespiraralpianista.

Debe tener unamuñeca de hierro para poder interpretarla sin descanso.¡Quéfuerza!Ycómocierralasonata,conesefortissimo.¿Lohasoído?—Lina estaba emocionada con la música que acababa de escuchar—.Siemprehasabidoescribirgrandesfinales.—Nosiempre—lecomentóDerzhanovski.Nohizofaltaexplicarmás.Aunque no ocupara las primeras filas en los estrenos, Lina no

abandonabasuagendaculturalyasistíaatodoslosconciertosquepodía,tambiénalosdeProkófiev.Normalmenteibaacompañadadesushijos,deDerzhanovski, de cuya compañía disfrutaba especialmente, ya que susconocimientos de música le permitían mantener una interesanteconversacióntraselconcierto,odealgunaamiga,quepodríaserlaactrizVarvara Massalitinova o la funcionaria británica Anna Holdcroft. Sinembargo,paraelestrenodeLaCenicienta,el21denoviembrede1945enelTeatroBolshói,fueacompañadaporunhombredesconocido.LaCenicientasehabíasuspendidoporlainvasiónalemana,loquehabía

contrariadobastantealcompositor.YcuarentaynuevedíasmástardededeclararseelfinaldelaSegundaGuerraMundial,sepudoporfinestrenarel ballet en el Teatro Bolshói. Había expectación por ver si Prokófievsería capaz de superar el éxito conseguido conRomeo y Julieta. Nadiequisofaltaralestreno.Todoaquelqueeraalguienenelmundocultural,políticoy socialdeMoscúocupabaunasientoenelBolshói, queestabaabarrotado.Nodecepcionóenabsoluto.Linaconocíaasumaridoyestabaseguradequedeaquelballet saldrían suites sinfónicasycomposicionesparapiano.Ynoseequivocó.Tampocoaquellavezseacercóasaludarle.SelohabíadejadobienclaroenlarecepcióndelgeneralDeGaulleyesanocheeralamenospropicia,yaqueestabaacompañada.Nisiquierapudodistinguirsupresenciaentreelgruesodelos invitadosqueseagolpabanen elhall, algo que sí hizo Serguéi. La vio a lo lejos, pero no fue ellaquienllamósuatenciónsinoelhombrealto,eleganteybienparecidoqueaparecía a su lado. Su rostro no le era familiar. No era uno de susinvitados. Se preguntó quién sería aquel misterioso acompañante y quéhacía con Lina.Ni siquiera se dio cuenta de que estaba invirtiendomástiempodelconsideradoadecuadoenobservarlecuandoescuchólavozdesuamigoMiaskovski.

—¿Noes loquequerías?—lepreguntó, adivinando suspensamientos—. Está haciendo lo que le pediste. Olvidarte. —A Miaskovski no leimportóno recibircontestación.Conocíaperfectamente loque lacabezade su amigo estaba rumiando y decidió darle una respuesta—:Se llamaGeorgeVanden,estercerbarónDerwent,lesobraeldineroylaposicióny,lomásimportante,estálibreyenbuscadeunnuevoamor.Yporsilefaltaraalgo,ademásescribepoesías.Esperohaber respondidoaalgunasdetuspreguntas,esasquenisiquieratehasatrevidoahacer.Esa noche, al volver a casa, Serguéi, sufrió una aparatosa caída. No

supieron nunca si fue accidental o como consecuencia de una fuertemigrañaquelehizoperderelequilibrio,yaqueelenfermonofuecapazde recordar nada. El golpe fue fuerte, aparatoso y le provocó unaconmocióncerebralqueletuvovariosmesessinpodertrabajar.Loúnicoque recordaba eran las elucubraciones que turbaban su pensamientomomentosantesdelafatalcaída,enlasquerecordabalaspalabrasqueundíapronunciósobresuobraLaCenicienta.«TodaCenicientanecesitaunpríncipe». La memoria también le devolvió el recuerdo de algo que lehabía confesado a Lina el verano que estuvieron separados, él enKislovodskyellaenSochi:«TúsiempreserásmiCenicienta».

ElmisteriosoacompañantedeLina,aunquenoostentaraese títulode

maneraoficial,habíaaparecidoensuvidahacíapocosmeses.FueAnnaHoldcroftlaresponsabledeaquelencuentroeneltranscursodeunafiestaenlaembajadabritánica.—Quiero presentarte a un compañero. Se llama George Vanden, es

tercerbarónDerwenty tevaaencantar.Esun respetadodiplomático, legustaleerpoesíayencimatienetiempoytalentoparaescribirla.Nosoloesmuyatractivo,sinoquetieneunosmodalesquenosevenhoyendía,ymenosaquí.—Anna,porfavor,yasabesquenoquiero…—No tepidoque tecasesconél, soloque leconozcas.Hayvidamás

alládeProkófiev,Lina.Cuantoantesloentiendas,mejorparatodos.—Noestoypreparada.—Puesmás tevaleestarlo.Yanoeresunaniña.—Annase riopor lo

que acababa de decir casi sin pensar y se alegró de que su amiga se lotomara con el mismo talante—. Perdóname, pero es que me da mucha

rabia verte enamorada de un fantasma que además ha perdido todo elencantoqueundíapudotener.Ytevuelvoapedirquemeperdones,peroesquemeponefuriosaqueunamujertanbellaytaninteligentecomotúseniegueaseguirviviendosoloporquealguienhayaperdidolacabeza.—Estábien,deacuerdo.Peroaccedoaconocerlepornooírtemás.No

digasquenoteloadvertí.A Anna se le olvidó contarle que aquel hombre con la incontestable

compostura que muestran los que han estudiado en la Universidad deOxforderaunviudoquehabíaperdidoasumujerhacíaseisañosyquedesdeentoncesestababuscandoelamorenotramujer.YLinapresentabaelperfilperfecto.Enloquenomentíasuamigaeraenqueeraunhombretremendamente seductor, de los que cedían el paso, abría la puerta a lasmujeresynodudabaenretirarleslasillaparaquepudieransentarseconmáscomodidad.Peroloquemáslegratificófuelafacilidadquemostrabaparamantenerunaconversaciónsobrecualquierasunto.Erauncaballeroabierto,feliz,dispuestoadisfrutardelavida,peronoconlainconscienciade un adolescente, sino con la madurez de alguien que ha vivido ypretendía seguir haciéndolo. Disfrutaba de una buena posición y de unnivel de vida bastante acomodado, incluso enMoscú. No sabría cuántotiemposequedaríaenlacapitalsoviética,perotampocolepreocupabanile obsesionaba hacer planes que le obligaran a cumplirlos a rajatabla.Conocía a Lina, sabía de su situación personal y profesional, y eraevidentequesentíaunaatracciónporellaque lemostrócon laexquisitaeducación que le caracterizaba. La diplomacia le había llevado adesarrollar su trabajo en Bruselas, Varsovia y Madrid, por lo querápidamenteencontraronunnexodeuniónparasusprimeraspláticas.Salieron en varias ocasiones. El cine se convirtió en un buen lugar

dondequedar,muchomejorquecualquiermesadiscretaenunrestaurante,aunque también las ocuparon. Solían acudir por separado. George ledejabaunaentradaasunombreenlataquillaycuandolaslucesdelasalaseapagaban,solíaaccederalrecintoysentarsejuntoaella.Alosdosleshubiera gustado que sus manos se encontraran aprovechando lacomplicidadde lapenumbra,pero lapresiónambientalque recaíasobreelloserademasiadograndeypreferíanevitarposiblespolémicas.Losdosse sentían cómodos en la compañía del otro, a pesar de todas lasestrategiasqueGeorgeteníaqueidearparaevitarquelesvieranjuntosenunasituaciónincómodaofácilmentetergiversable.Noleimportabatener

que dar varias vueltas en su coche para recoger aLina, o incluso verseobligadoadejarlaenlabocadelmetroyasegurarsedequesubíaaunodelosvagonessinquenadielasiguiera.Nopodíandeshacersedeesaextrañasensacióndeestarcontinuamentevigiladosnizafarsedelapercepcióndetener unos ojos agazapados en su nuca con vocación de convertirse ennotarios de sus acciones y sus movimientos. Sin embargo, no estabandispuestos a que el miedo les negara la posibilidad de vivir momentosagradables y solían responder con humor a las dificultades a las que seenfrentaban.Algunasvecespensaronqueestabanpecandodeparanoicos,quequizá

estaban viendo fantasmas donde no existían. Pero estaban en la UniónSoviética, pisaban suelo moscovita y los hombres que intentabanescondersetraslashojasdelPravda,quesubíanybajabandelostranvías,que cambiaban de acera, que viraban bruscamente la dirección de suspasos o que se postraban ante los escaparates en busca del reflejo de lapersonaacechadaenlasvidrieras,noeraninvencionessuyas.Linaestabasegura de que la seguían. Se convenció de ello cuando reconoció almismohombreaescasosmetrosdeellahastaendosocasiones,unavezenel interior de un vagón demetro y la otra a la salida de un cine al queacudió con George. Había dejado de creer en las casualidades. En laciudaddondelaluzamarillentaseguíaluciendocadanocheenlasventanasde la Lubianka, donde la gente seguía hablando en susurros, donde lospadresdesaparecíanconlamismafacilidadconlaquelohacíanloshijosy donde nuevos nombres desconocidos hasta entonces como Vorkutá,Karagandá, Kolymá o Kotlas pasaron a engrosar el vocabulario enalgunas conversaciones, en una ciudad así, las eventualidades eran puraficción.Laestabanvigilando,de esonocabía lamenorduda.Faltaba saber el

porqué.Georgeeraelhombreperfecto.Hablabadelabandonodelainfluencia

deCaravaggioenlaformadecaptarlaluzdelpinceldeVelázquezensucuadroLarendicióndeBredaodelimpresionismodeManetconlamismanaturalidadque lohacíade laúltimapelículadeHollywoodexhibida enunasalamoscovitaparalaqueacababadeobtenerpasesporsucondicióndediplomáticobritánico.Leía lapoesíade losgrandesmientrasescribía

lasuya.LinarecibiócongranilusiónunejemplardesulibrodepoemasBeforeZeroHour,quepublicóen1946yquelededicóconelamorqueleprofesaba.Escribíaconlamismabellezayfranquezaconquesusojoslaobservaban. Era divertido, amable, educado, atractivo y se habíaenamoradodeellayestabadispuestoa convertirla en sumujer.Ansiabaformarunanuevafamiliayqueríahacerloconlaespañola.Teníatodoloque una mujer podía soñar en un compañero de viaje. Y no solo eso,también podría representar una oportunidad única para cogerse de subrazo y poner tierra de por medio. Ni siquiera la salida de la UniónSoviética con dirección a Los Ángeles de Jenny Marling, viuda deAfinoguénov, a la que escribió una carta de recomendación que firmócomoLinaProkófievparaquesepresentaraenlosestudiosWaltDisney,lehizoreplantearsesudecisión.Podíahabersidosugranoportunidad.Losabía.Peroelconocerunarealidadnogarantizaqueseaposible.Algoseloimpedía.Enrealidad,eraalguien,unhombreconvocacióndeespectroque se había ido de su vida, pero se negaba a abandonarla del todo. LasombradeProkófieverademasiadograndeydemasiadopesada.«Séquemequieres,yaunquetodavíanosientaspormíloquesentiste

por él, te prometo que haré que ese sentimiento crezca cada día. Venconmigo,nomeimportalodemás.Solovenconmigoyempecemosunanuevavida»,lerogabaGeorgecuandosuregresoaLondresyateníafechacerrada. Abandonaría la Unión Soviética en la primavera de 1947 y noquería irsesolo.PerodespuésdeSerguéi,elamorenelcorazónyenelcuerpodeLinasolopodíaaspiraravestirsedeidealesplatónicos.Muchasvecessemaldijoporello.Seodióporamar lo imposible,pornopoderdeshacersedelancladeaquellararezabolcheviquequeaparecióensuvidaen1918,pornoamarselosuficienteparadarunanuevaoportunidadalavida y hacerlo junto a George, el hombre más perfecto que se habíaencontrado nunca. Y lo peor es que su decisión le invalidaba parareprocharlenadaalafortuna.Lepesaríadurantetodasuexistencianohaberaccedidoasupeticiónde

matrimonio,comolepesóhaberseidodelacasadereposodeKislovodskaquel maldito verano de 1939 en el queMira apareció en su vida paradestrozarla. Llegó a arrepentirse de no aceptar aquella proposición deGeorgeVandende lamismamaneraque se arrepintió dehaber dado subeneplácitoaProkófievpararegresaraRusiaen1936.Llegóapensarquesuserroresdefiníanmássuvidaquesusgrandesaciertos.

La ausencia deGeorge le pesó comouna losa demármol. Pensó queasistir al estreno deGuerra y paz de Prokófiev en el Teatro Maly deLeningradoenjuniodeesemismoañoleayudaríaabatallarafavordelolvido,peroseequivocó.PorprimeravezlamúsicadeSerguéinocurósuinteriorplagadodeheridas.Continuósangrando.Yesoacentuómássuarrepentimientoyaumentósupenitenciaporhabersenegadoalavida.

26

«¿Quehahechoqué?».El grito de Lina se escuchó en todo el edificio de la calle Chkalov.

Acababa de enterarse de que Serguéi Prokófiev había escrito una cartapidiendoperdónporsumúsica.

Enlasúltimasdécadaselarteoccidentalhaempobrecidoextraordinariamenteellenguaje

musicalylehadesprovistodelasencillez,delacomprensibilidadydearmonía.Lapresenciadel formalismo en mis obras se explica por una deficiente comprensión de lo que nuestropueblo espera. Trataré de buscar un lenguaje claro, comprensible y cercano al pueblo. Yagradezco al Comité Central del partido por separar en la obra de los compositores lostejidoscontaminadosdelapartesana.Serguéi Prokófiev, junto a Shostakóvich, Khachaturian, Popov,

MiaskovskiyShebalin,habíasidoacusadodeformalistaydemanifestaren su obra «tendencias antidemocráticas que atentaban contra lasensibilidad soviética. Su música recuerda al espíritu de la músicamodernista burguesa de Europa y América, reflejo del marasmo de lacultura burguesa, de la negación total del arte musical, un callejón sinsalida», rezaba la resolución del Comité Central del PartidoComunista.Las palabras malditas cayeron sobre él: enemigo del pueblo. Y esaacusaciónveníaunosmesesdespuésdehaberrecibidoeltítulodeArtistadelPueblo.Trabajarbajoelyugodelgobiernoestalinista,glorificandoasulíderindiscutible,remarcandosuheroísmo,enarbolandosusidealesencadacomposición,encadanota,encadaballet,encadaópera,noparecíaser suficiente.Había que respirarlo segundo a segundo, dar la vida porello, no cansarse jamás de repetirlo, de manera mecánica y constantecomo unamáquina sin raciocinio propio, carente de vida y de criterio.Prokófiev entraba en un terreno pantanoso y muy peligroso. No era laprimeravezquelasombradelasospechaylaacusaciónsecerníasobreél.Yaen1939habíaestadoapuntodeserdetenido,juzgadoyquiénsabesicondenadoamuerteportraidordebidoasuobra.Ahora,lahistoriaserepetíaynadiepodía asegurarleque corriera lamisma suerteque en suprimeraacusacióndetraidoralosidealesdelarevolución.—Ya no es problema tuyo, Lina—la intentó calmarDerzhanovski—.

Créeme si te digo que ya no es problema tuyo —repitió de manerapuntillosaeinquisitiva.—Sí,síloes.Pedirperdónporsumúsicayprometerqueloharámejor.

¡Quésoviético todo!Esunadecisiónabsurda,cobardeyestúpida. ¡Claroque es asunto mío!—gritó mientras deambulaba de un lado a otro delsalón, sin rumbo definido, incapaz de quedarse quieta. Estaba furiosa,triste,decepcionada—.Hasidoella,esavíborainfectadeMiraMendelson.Ella le ha convencido para que escriba esta basura humillándose ydevastandosu trabajo.Siyohubieraestadoconél, jamáshabría tomadoesadecisión.—No creo que sea usted la persona más adecuada para criticar

decisionesabsurdasyescandalizarseporsusconsecuencias—la increpóFrosia, que todavía no le había perdonado que hubiera rechazado lapropuestadeGeorgeVanden.Estabadispuestaacastigarladurantemuchotiempo por haber dejado pasar esa oportunidad y prueba de ello fue lanoticiaque le había traídohacíaunosdías sobre el recientematrimoniodel barón Derwent con la hija de un empleado de la embajada chilena,Carmen Gandarillas. «Me alegro por él. Ha elegido a la personaadecuada». Fue todo lo que dijo. Frosia se desesperaba cuando la oíahablarasíynisiquierahacíaunesfuerzoparadisimularlo.Pero el pensamientodeLinahabíadejadode estar enGeorgeVanden

paracentrarseenProkófiev,siesquealgunavezhabíadejadodeestarlo.—Nolehaquedadomásremedio—tratódeexplicarleDerzhanovski—.

Eraestooversecondenadoalostracismo,alasequíamusicalyquiénsabesiaalgopeor—dijo,refiriéndosealosintelectualesyartistasquehabíanterminadoenuncampodeconcentración,enlacárceloconuntiroenlanucapornoacatarlaideologíaoficialensusobras—.Recuerdacómoydónde acabaronVsevolodMeierhold,ÓsipMandelstamymuchosotros.Serguéiacabadesalvarsuvida,yconella,latuyayladetushijos.Siledetienen y le confinan al gulag, vosotros seríais los siguientes, seríaisperseguidosdeporvida,hastaelfinal.

ElarrepentimientopúblicodeSerguéi lesalvó lavida,peronoevitó

queelpesode lagraveacusacióndeformalistay lahumillaciónsufridacayera como una losa sobre él y su nueva ópera,Historia de todo unhombre, que fue calificada de antinacional y antimelódica. El partido le

acusó de parodiar la realidad soviética. Demasiado peso para unProkófievqueveíamermadasuestrellaaltiempoquesusaludflaqueaba.Sumúsicadejódeemitirseenlaradio,exceptosuobraLevántate,puebloruso.Sunombredesapareciódel repertoriodeconciertosde lasgrandessalas.Susóperas, susballets, sus sinfoníasysumúsicadecámaranoseprogramaban en los teatros, ymuchos de sus amigos cruzaban la callepara no tener que saludarle. Ser declarado formalista y enemigo delpuebloeraunestigmaequivalentea tener lapeste.Así regíaelmiedoelcomportamiento de las personas, alimentando traiciones como la quesufrióamanosdesuamigoyantiguocolaboradorBorisAsafiev,quenodudóenformarpartede laacusacióncontraProkófievy tambiéncontraMiaskovski. Este último no se lo perdonó nunca, ni siquiera aceptó susdisculpascuandoAsafievestabaensulechodemuerte.Lina asistía al nuevo calvario deSerguéi desde la distancia, sin saber

quépodíahacer.Lehubieragustadoverle,hablarconél,darlelosánimosqueestabaseguraqueMiranoleofreceríaporqueparaellaloimportanteno era Prokófiev, sino el partido. Sabía perfectamente cómo pensaba.Habíasidotestigodeelloenmásdeunaocasión.Laaborrecíacontodassusfuerzas.Creyóquenuncapodríaodiarlamásdeloquelaodiabaenesemomento.Peroseequivocaba.Había algo mucho más grave que todavía no conocía. Esa era la

verdaderarazóndelapresenciadeDerzhanovskiensucasaynolacartade perdón que había escrito Prokófiev. Creyó que era él quien deberíadecírselo,entreotrascosas,porquenadieseatreveríaahacerlo.—Siéntate,Lina.Hayalgoquedebessaber.—¿Todavíahaymás?—Aúnno has escuchado nada.—Quiso decirlo en voz baja, pero sus

palabrasseescucharonnítidamente—.HayalgoquemetemoteresultarámuchopeorquelacartadearrepentimientodeSerguéi.No sabía cómo empezar ni si debía mirarla o clavar sus ojos en el

suelo, no por vergüenza, sino por el respeto que la tenía. Sabía que elanuncio iba a resultarledevastadory temía cuál fuera a ser su reacción.DirigióunamiradaaFrosia,queleobservabacasiconlamismapremuraqueLina,instándoleadecirlodeunavez.—¿Sonmishijos?—preguntóalarmada.—No,nosontushijos.—¿Mimadre?

—Tampoco.Nosénadadetumadre,exceptoloquetúmecuentas.—¡Maldita sea, Vladimir! ¿Vamos a tener que adivinarlo? —saltó

Frosiasinpoderevitarelexabrupto.Derzhanovski no sabía cómo dilatar el anuncio durante más tiempo.

Sabíaqueeraabsurdo,perosutardanzaleestaríaotorgandountiempodefelicidad extra aLina.Finalmente, no tuvomás remedio.Respiróhondoparanoquedarsesinvozamitaddelafrase.—SerguéiProkófievsehacasadoconMiraMendelson.Esperóunos segundos a que se produjera la explosiónde cólera a su

alrededor.Alnollegar,levantólavistaparacomprobarqueladestinatariade la impactante noticia seguía allí y que seguía respirando. Nadie dijonada.Selimitaronaobservarseensilencio.LinabuscabaenlamiradadeDerzhanovskialgúnatisbodeconfirmacióndequetodoeraunabroma,opuede que un absurdo rumor de los que parecían formarse en lasalcantarillasdelaciudad.Peronooyónadadeeso.Comopudoseacercórenqueante hasta el centro de la estancia donde su mano alcanzó elrespaldo de una silla en la que lentamente acomodó su cuerpo, concuidado,comosisupieraquepodríaromperseconlafacilidaddelcristal.—Pero…esonoesposible…—Linaintentababuscaralgodelógicaen

sucabezasinsabermuybiendóndeposarsumirada.Lahabitaciónhabíacomenzadoadarvueltas,suestómagoempezabaavirarysobresupielseiniciabaunlánguidoprocesodeescarcha—.Nopuedeser.Élsiguecasadoconmigo.Nonoshemosdivorciado.Esematrimonionopuedeserválido.—Negaba una y otra vez con la cabeza, como si de un tic nervioso setratara—.Esoquedicesnopuedesercierto.—Se casaron hace casi un mes, el 15 de enero de 1948. Fueron al

registrodelacallePetrovkaainscribirelmatrimonioyallíobtuvieronelcertificado.Esunhecho,estáncasados.—Pero ¿cómo lo han podido hacer? Han cometido una ilegalidad.

¿Acasoestáadmitidalabigamiaenestepaís?—Selevantódeunbrincoyfuecorriendoalacómodadelsalón,dedondeextrajounpapelguardadoen una carpeta azul con gomas transversales—.Mira, aquí lo pone bienclaro. Este es el documento que acredita nuestro matrimonio —dijo,mostrandoelcertificadoexpedidoenelregistrocivildeEttal,Alemania,confechade8deoctubrede1923—.Siesciertoquesehancasado,esauniónnoesválida.Espapelmojado,novalenada.Soloquierenhacermedaño.

—Notemartirices.Elmatrimonioeslegal,comoloeseltuyo.Loqueno entiendo es cómo han podido inscribirlo sin mediar un divorcioprevio.Alguienhadebidodehaceralgo.Alguienubicadomuyarriba.Esosolo pueden hacerlo en las altas instancias, donde reside el poder real.Algoasínopuedehacerlounfuncionario.Esunairregularidad.—¡Dios mío! —dijo de repente Frosia como si acabara de ver un

fantasma entrando por la puerta. Lina y Derzhanovski la miraronintentandoaveriguarelmotivodesusobresalto—.Creoquepuedo tenerunaidea.—Lamujerempezóaataralgunoscabosensucabeza.Nosabíasitendríansentido,peroempezóaelucubrarinterpretacionesvariasdeloquehabíasucedidohacíaunosdíasyqueentoncesdecidiónocomentarleaLinaparanopreocuparla.DespuésderechazarlapropuestadeGeorge,susalidadelpaís lahabíadejadomuybajadeánimoypasóunatemporadabastante deprimida. No se lo pensaba ocultar, tan solo esperaría unmomento más adecuado para contárselo—. Hace unos días mi hijo mecontóquehabíavistoaProkófievenlasdependenciasdelaLubianka.—Elrostro de Lina se transformó y le dirigió una mirada exigiendo unaexplicación—.Noesmomentodereproches,noselocontéypunto.¿Quéiba a hacer usted? Conociéndola, se hubiese plantado en la puertaexigiendo saber qué había pasado con él. Y conociéndoles a ellos, lahubieranmetidodentroytodavíaestaríamospreguntandoporsuparadero.—Frosiaprosiguiósurelato—:LlegóalasoficinasdelaLubiankaenelcochedelpadredeMira,conducidoporsuchóferparticular.Mihijomecontóqueestuvounpardehorasallídentro.Porunmomentosetemiólopeor,peroeraimposibleporquelosquesequedandentronovanencocheoficialconducidoporunchófer.Vasilinopudoenterarsede las razonesde su visita. Lo único que me contó es que vio a Prokófiev muydesmejorado, abatido, como si algo le preocupara. Pensó acercarse a élparasaludarle,peroselopensómejorydeclinólaidea.Entendióquenoeraunbuenmomentoajuzgarporsuactitud.¿Iríaparaintentararreglarlo del divorcio o para conseguir que alguien permitiera inscribir sumatrimonioconMira?Perosieraasí,¿porquésalíatanabatido?Estododemasiadoextraño…Lina no contestó. Se levantó con rapidez, como si un rayo hubiera

atravesado su cuerpo. Cogió el abrigo, las llaves y salió de casacorriendo.AFrosiayaDerzhanovskilesresultóimposibleseguirla.Solopudieron clamar al cielo para que no cometiera ninguna estupidez que

complicaraaúnmáslascosas.Durantemás de treintaminutos Lina caminó con paso presto por las

calles deMoscú. Podía haber cogido un taxi u optar por elmetro, peropreferíaqueelvientogélidolecortaraelrostro.Esoalmenosevitaríaquesedesmayaracomotemióquesucedieraenvariasocasiones.Debíapensary hacerlo rápido.Necesitaba estar despejada para preguntar todo lo quenecesitaba saber en cuanto llegara a su destino. Se sabía el caminoperfectamente.Habíaidomuchasvecesperonuncatancargadadedudas,rencores e impotencia. Entró en el portal del edificio sin responder alsaludo de la persona encargada de controlar las entradas y salidas. Nisiquiera supo cómo le permitieron acceder, ya que no pertenecía alvecindario.Descartólaopcióndelascensor.Subiólasescalerasdedosendoshasta llegaralcuartopiso,casi sin respiración.Buscóelnúmerodeapartamento donde recordaba que vivía el mejor amigo de su marido,Nikolái Miaskovski, y empezó a golpear la puerta con sus manos. Notardóenabrirun sorprendidoNikoláique, alverla,nopudomenosquecerrar los ojos y soltar un suspiro que encerrabamás comprensión quecontrariedadporlainesperadavisitaqueenrealidadesperabadesdehacíaun mes. Comprendió que Lina ya conocía la noticia. Aquello tenía quepasar.Noteníaintegridadmoralparaculparla.Lepidióqueentraraenlavivienda.Denadasirvieronlosprolegómenosnielofrecimientodeuntéo un café para serenar los ánimos. Su visita necesitaba detalles,explicacionesynobrebajesmágicos.Exigíasaberlaverdad.—Sí, es verdad, se han casado. Pero yo no puedo explicarte qué ha

pasado porque no lo sé. Tampoco creo que te resulte muy difícilsuponerlo, ya sabes cómo funcionan las cosas en este país. Nuestrosistema jurídico no se caracteriza precisamente por la transparencia nimucho menos por respetar la legalidad. Alguien de arriba quería queestuvieran casados y supongo que lo arregló para que así fuera, sinescatimarenarguciaslegales.Peronomepidasquetedigacómoporquelo desconozco. A mí también me ha extrañado.—La miró mientras seacercabaparacogerlelasmanos.Apreciabaaaquellamujer,laadmirabaylaquería, pero en esosmomentosno sabía cómoayudarla.Su amigo lehabía colocado en una posición incómoda—. Incluso a Serguéi leconfundió, no lo entendió, ¡sigue sin entenderlo! Él sabía que vuestromatrimonioeslegal.Dehechoconfiabaenque,alnohaberseconseguidoel divorcio, la boda no pudiera celebrarse. Le conozco muy bien, lo

hablamos muchas veces. Él no quería casarse con Mira, pero se vioabocadoaello.Peroaunasí,queríahacerlascosasbien.—¿Hacer las cosas bien?—repitió Lina con lágrimas en los ojos y

tragándose toda la rabiay la impotencia almacenadasdesde su casa a laresidenciadeMiaskovski.—Merefieroaquequisopedirteeldivorcio,noqueríadejarteenesta

situación de vacío legal. Se acercó al juzgado, pero allí le dijeron quevuestromatrimonio no era válido, que al haberse producido en un paísextranjerono figuraba registradoenelconsuladosoviético.—Alversuexpresión,Miaskovski quiso detener su incipiente brote de cólera—.Losé,losé.Séqueseregistró,melodijoSerguéi.InclusollamóalcoronelEwald para confirmarlo.Es todo tan absurdo…A él también le parecióunalocura.Pensóenllamarte,pero…—Estonopuedeestarpasando.—Linaparecíaquefueraaenloquecer

pormomentos—.¿EnquémomentosesuponequedejédeserlamujerdeProkófiev? Me recibieron como tal, me hicieron fotos, entrevistas, mecontrataron en la radio, en teatros, me situaban a su lado en todos losestrenosyrecepciones,sigorecibiendo invitacionesanombredeseñoradeProkófiev…¿Enquémalditomomentodejédesersuesposa?Miaskovski la miraba impotente, sin saber qué decirle porque en

realidadnohabíanadaquepudieraexpresarquelahicierasentirsemejor.—Si te sirve de consuelo, él nunca contempló la idea de casarse con

ella.—No,nomesirve.—Serguéinoestábien.Susaludesdelicada.Elmismodíade la…—

Pensó que sería mejor evitar la palabra boda o matrimonio. Probó denuevo—:Cuandoregresarondelregistro,seencerróenelbañoysufrióundesvanecimiento.Segolpeólacabeza.Llevauntiempodébil,cansado,tieneproblemasdecorazónylatensiónlehadadomásdeunsusto,noeselmismo…—Claroquenoeselmismo.Ynoloesporquedesdehaceunosdíases

elmaridodeotramujer.Yahora, ¿enquésituaciónmedeja todoestoamí, amishijos?Nopuedocreerqueni siquierahaya tenidoelvalordellamarme.—Noquierodisculparle,pero…—Pues para no querer, lo haces con bastante asiduidad—le dijo con

todo el rencor que fue capaz de atesorar en la mirada—. ¿Y en qué

momento decidiste unirte a su traición y dejarme a un lado? ¿Cómopuedes mirarla a ella como me miras a mí? ¿Cómo puede hacerlo tuhermana?¿Porquénointentastedetenerle,sacarleesaabsurdaideadelacabeza?Contodoloquehemoscompartido,Nikolái,cómohassidocapazdehabermehechoesto.—Escomplicado…—intentójustificarse,aunquesutonosonabamása

disculpa.—No,noescomplicado.Esinjusto.Essucio.Escruel.Es…estodouna

granmentira.—Sin intencióndedespedirse, sedirigió a la puerta.Peroantes de salir de la vivienda volvió sobre sus pasos para encararsenuevamente con él.Aún tenía algo que preguntarle—: ¿Qué fue a hacerSerguéialaLubiankaunosdíasantesdecasarseconMira?—LapreguntadesconcertóaMiaskovski.—Noteníani ideadequehubiera idoallí.Nomehacomentadonada.

¿Porqué?Sin responder,Lina abrió lapuertay la cerródeunportazo.Denada

sirvieron las llamadas de Miaskovski. Ya había escuchado todo lo quetenía que escuchar. Ahora solo le quedaba llorar, pensar y encontrar lamejormanera,siesqueexistíaalguna,decomunicárseloasushijosydeempezaradigerirlo.Sabíaqueseríaundurogolpeparaellos,sobretodoparaSviatoslav,dequientemíaunareacciónvisceralalhaberheredadoelcaráctermaterno. Ninguno de los dos hijos sentía aprecio porMira, surelación había sido complicada y su nuevo estatus junto a su padre nomejoraríalascosas.Detuvoensecosucarrera.Sesentóenunbancodelacalle.Nisiquiera

le importó que estuviera cubierto por una gruesa capa de nieve. Intentórecuperar el alientoy la cordura, peronopudoevitar abandonarse aunllantodesconsolado.«¿Porquémehashechoesto,Serguéi?¿Porquémeodiastanto?¿Quéesloquetehehecho?»,sepreguntabasinencontrarunarespuesta que le calmara. Oscureció de repente, al menos eso creyó.Estabahelada,sucuerpoempezóatiritarperoeraincapazdemoversedesuubicaciónenaquelbanco.Cuando levantó lavista, lovio.Estabaanteella,contemplándolaconaquellosojosamarillos,encendidosenmisterio,ensecretos,enmiedosqueacechabanenmitaddelanochesirviéndosedela oscuridad. El edificio de la Lubianka la vigilaba con la mismasuperioridad con la que fiscalizaba a toda la ciudad. Pero por una vezaquellavisiónnolesembróelcuerpodeescalofríosnileprodujomiedo.

Solounadudaqueempezabaaobsesionarla.«¿QuéhacíasenlaLubianka,Serguéi?¿Quéfuisteahacerallí?».

No recordaba haber vivido unmes de febrero peor que el de aquel

1948.Pasadosdiezdíasdelafatalnoticia,niLinanisushijoserancapacesdeacostumbrarsea lanuevasituación.Todo lesparecíaextremadamenteirreal, como si su vida se hubiera vuelto artificial, como si estuvieranprotagonizandounapesadillade laqueanhelabandespertarencualquiermomento. Su universo pareció encerrarse en una nebulosa que lesmantenía anestesiados ante lo quepasaba en elmundo real. Por si fuerapoco,Linaestabaresfriadayteníaunosgradosdefiebre,seguramenteporlashorasqueestuvosentadaenunbanco,amásdeveinticincogradosbajocero, después de salir de la casa deMiaskovski.Apenas salía a la calle,más que por su estado de salud, por la vergüenza que le suponía ser elblanco de todas las miradas y el centro de todos los rumores. A esasalturas,pensóquetodoelmundodeberíaconocerquehabíadejadodeserlamujerdeProkófiev.Sinembargo,eldíaanteriordecidióquedarconsuamigaAnnaHoldcroft,lafuncionariadelaembajadabritánica.Necesitabadesahogarse con alguien y hacerlo abiertamente, un lujo que no podíapermitirseconsushijosporquedemasiadomalloestabanpasandocomoparacargarlesconelpesoextradelllantodesumadre.Sevieronenunacafetería,evitandolaembajadabritánicacomopuntodeencuentro.Noerael mejor momento. Lo cierto es que nunca lo fue a ojos del régimenbolchevique.Annalacolmódeunregimientodeánimos,delconsueloquesusoídosprecisabanescucharyresultóserunencuentroreparador.Peronofueelúnicomotivoporelquedecidieronverse.QuedabaunasemanaparaelcumpleañosdeSviatoslavyLinaqueríahaceralgoespecialparacelebrar el vigésimo cuarto aniversario de su primogénito. Sabía queAnna, a través de sus contactos en la embajada, podía conseguirle unapartitura especial quequería regalarle y que por sus propiosmedios nolograría encontrar enMoscú.Se emplazaronpara verse de nuevo al díasiguiente,el20defebrero,porlatarde.AnnalepropusoquedarenlacasadelacalleChkalov,envistadelfuerteresfriadoquetenía,yasíleevitaríatenerquesalirdecasayqueempeoraraaúnmássuestado.Lina se estaba preparado un café para intentar reconfortar su cuerpo

cuandosonóeltimbredelteléfono.Mirólahora.Annaseretrasabaunos

minutos. Quizá fuera ella para disculparse por la tardanza. Le gustóescuchar que la voz al otro lado del hilo telefónico, que se identificócomounfuncionariodecorreos, sedirigióaellacomoLinaProkófiev.Le comunicó que tenía un paquete a su nombre y que debía bajar arecogerlo.Nolehizoningunagracialapropuestaeintentóconvencerledeque subiera él, ya que no se encontraba bien. Sviatoslav asistía a laconversación.«¿Quieresquebajeyo,mamá?Aversivasaenfriartemás».Perolavozdelteléfonoinsistíaenquedebíaserellapersonalmentequiensehicieracargodelaentrega.Linapensóquequizáaquelpaquetefueraunregaloparasuhijo,inclusobarajólaposibilidaddequeSerguéi,apesardetodo,sehubieraacordadodelcumpleañosdesuprimogénito.Venciólapereza y decidió bajar. Como no iba a ir muy lejos, se puso sobre elvestido la chaqueta de lana gris de Serguéi que siempre llevaba cuandoestabaencasa.Cogióelbolso,lasllavesycuandoestabaapuntodesalirseacordódequelefaltabaalgo.Corrióasutocadorysediountoquedecolorenloslabios.Sviatoslavsonrióalverla.—Notienesremedio,mamá.—Algúndíacomprenderásquelasaparienciaslosontodo,hijo—dijo,

introduciendolabarradelabiosensupequeñobolso.Al salir del portal de su edificio, sintió un escalofrío que la obligó a

encogerseaúnmásenelinteriordesuchaqueta.Hacíafrío.Miróaambosladosdelacalle.Lecostóacostumbrarsealaoscuridadquelacaídadelatarde había dejado en la ciudad. Vio a dos hombres acercándose a ella.Mientrassuspasosacortabanladistanciaquelosseparabadeella,divisóuncochenegrodoblandolaesquinadelacalle.Pudoescucharelsonidodel contacto de arranque al tiempo que observaba que en lasmanos deaquellos hombres no había ningún paquete. Todo sucedió demasiadodeprisa.—¿Esella?—preguntóunodeloshombresasucompañero,recibiendo

ungestoafirmativodeeste.Ni siquiera le dio tiempo a reaccionar cuando los dos individuos la

introdujeronviolentamenteenelinteriordelcochenegro.Linacayósobreelasiento traseroydebidoalempujón,sucuerpocasiacabóenel suelodel vehículo. Desde allí pudo ver que las botas de aquellos hombresestabanlimpiasybrillantes,loquelehizosuponerquenoerandelosquese pateaban la calle, elmetro y los autobuses siguiendo a sus supuestasvíctimas.

—¿Qué sucede? ¿Quiénes son ustedes? —preguntó sin obtenerrespuestamientraselhombrequeocupabaelasientodelcopilotolecogíaelbolsoybuscabaensuinteriorparaextraerladocumentación.—¿Esperabalavisitadealguien,señoraProkófiev?Linaestabaconfusa,noentendíaquépasaba.Elhombrevolvióarepetir

lapregunta,peroestavezgritándole,loquelaconfundióaúnmás.—Sí, supongo que sí —admitió, pensando en Anna. Aún no era

conscientedequeaquellarespuestacasiimprovisadaseríasucondena—.Díganmequiénessonustedesyadóndemellevan.—Nosepreocupe.Prontoseenterará.Apenassepodíamoverentrelosdoshombresquelacustodiabanenel

asiento trasero del coche. Desde su ubicación pudo ver a través de laventanilla cómo dejaban atrás la estación de trenKursk, cómo el cocheenfilaba la calle Prokovka y accedía con diligencia al centro deMoscú,comosiseconocieraeltrayectodememoriaporlasmuchasvecesquelohabría recorrido.CuandoLina sediocuentadequeentrabanen laplazaDzerzhinski,vioabrirseanteellaelenormeedificiogrisdelaLubianka,sucorazónempezóa latirurgiendosalirdelpechocomoleurgíaaellasalirdeesecoche.Estabaapuntodedescubrirloquepasabadetrásdelasventanasconlucesamarillastenuesyenfermas.Al traspasar el portalón de hierro de la entrada pudo sentir cómo

empezaba a formar parte de la leyenda negra que aquel lugar tejía condevocióndesdequefuesededelaCheca,elcuartelgeneraldelapolicíasecretadurantelaRevoluciónrusa,mástarderenombradacomoGPU,unasección del NKVD, el Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos,después como OGPU, hasta convertirse finalmente en el DirectoradoPrincipaldelaSeguridaddelEstado.Lanomenclaturadelorganismoqueacogíacambióduranteaños.Eledificioysuleyendanegrasemantenían.La condujeron entre empujones por unos largos, estrechos y oscuros

pasillos hasta una habitación donde un hombre le cogió bruscamente lamano y le tomó las huellas dactilares.De nada sirvieron sus ruegos, suexplicaciones, sus exigencias de que alguien le explicara la razón de sudetención. Hablar de derechos y necesidades resultaba inútil en aquellugar.Aúnconsuvestidodetelaylachaquetadelanagris,leordenaroncolocarse contra una pared, donde le hicieron las fotos de frente y deperfilparalaseccióndelregistropenal.Conscientedelmomentoalqueseenfrentaba, su rostrosemostrabaserio,perodecidiódesterrarcualquier

vestigiodemiedodesusemblanteysustituirloporunamiradadesafianteque pareció enfurecer a la mujer que la esperaba para llevarla a lasiguienteparada.Eraunoscuroy fríohabitáculo,nodemasiadogrande,conun intensoolorahumedadyalgúnproductodefuertehedorquenofuecapazdedistinguirhastaquesupiel fue ladestinatariadeunabuenacantidaddeél.Cuandoaúnseencontrabainspeccionandoaquellasiniestraestancia, en cuyas paredes distinguió algo parecido a unos azulejos, lamujerseabalanzósobreellaparaquitarlelaropayelcalzado.Nisiquieratuvo tiempo de sentir pudor por mostrar su desnudez ante una extraña,cuando la mujer embadurnó su cuerpo con un polvo blanquecino,deteniéndose sobre todo en las zonas más íntimas. Cuando terminó demanejarsucuerpocomosifueraunmuñeco,dejándoleclaroeltratoquedesdeahoraibaatener,lagritóparaquesedirigieraalfinaldelpasillo.Linacomenzóaandarysuspiesnotaronlahumedadquerápidamenteseconvirtió en pequeños charcos.Se paró cuando la vozde la funcionariavolvióataladrarsusoídosyfueentoncescuandonotóunatrombadeaguafríacaersinpiedadsobreella.Unavezfinalizadoloqueellosentendíanpor limpieza y desinfección, apenas tuvo oportunidad de quitarse elexceso de humedad de su cuerpo cuando la desafiante mujer empezó aarrancar los broches, los botones y los bolsillos de su vestido y de lachaqueta,antesdeexigirlequesevolvieraavestiryquelohicierarápido.Cuando lamujer intentóhacer algocon supelo,Linaabortó suademánconunmanotazo. «Nome toque», le gritó.Fue la primerabofetadaquerecibióenlaLubiankadeunlargonúmero,delqueterminóporperderlacuenta.La llevaron ante un mostrador igual de lúgubre que el resto de las

estanciasquehabíaconocidohastaentoncesyallí lequitaronel restodesuspertenencias.Unpolicíavaciósubolsoenunabolsadeplástico.Ensuinterior vio caer el pequeño botón con forma de hoja. Aquella vez nohabíacumplidosufuncióndeeficazamuleto.Inmediatamentedespués,elmismopolicíalequitóelrelojdelamuñecayunafinapulseradeoroquelehabíaregaladoSerguéi.Todofueapararalamismabolsa, juntoasupasaporte y al poco dinero que había en el interior de su monedero,veintinueverublosynoventaycincokopeks.Loquemásledoliófuequeladespojarandesualianza.Se alegró de perder de vista a la desagradable mujer que parecía

disfrutarconsuviloficio.Perolaalegríaledurópocoalserintroducida

enunaceldaenlaqueapenascabíaunapersonadepie.Lasdimensionesde aquel agujero no le permitían sentarse, ni doblar sus rodillas, nisiquieraagacharse.Debíapermanecerdepie,aunqueeltechoeratanbajoquelaobligabaamantenersuespaldaligeramentecurvada.—Estoesunerror.Yonohehechonada.Tengoquellamaramishijos.

Debodecirlesloqueestápasando.—Yanoshemosencargadonosotros.—Peronecesitohablarconellos.—Créame,noesesoloquevaanecesitar.Alospocosminutos,elfuncionariovolvióparahacerleentregadeun

trozodepapelsuciosobreelqueleinstóaescribirloquenecesitara,conlapromesadeentregárseloasushijos.—¿Qué van a hacer conmigo? ¿Qué va a pasarme?—le preguntó al

hombre, que recogió su papel y lo dobló en tres para introducirloposteriormenteenunpequeñosobredecolormarrón.—Señora, está usted en la Lubianka. No creo que le cueste mucho

imaginarporquéestáaquí.—Pero yo no he hecho nada. —Solo la mención de su defensa le

parecióridícula.—Esodicentodos.Sifueraverdad,noestaríaaquí.Lina se quedó sola en aquel zulo que le impedíamoversemás de un

metro a izquierda y derecha. Estaba a punto de sufrir un ataque deansiedad. Intentó gritar todo lo fuerte que pudo, pero nadie la oyó, o almenos, no obtuvo respuesta. Le hubiera gustado dejarse caer al suelo yabandonarseal llanto,pero lasdimensionesde laceldani siquiera se lopermitían.Intentóserenarseacompasandosurespiración.«Todovaasalirbien.Nomepuedenteneraquí.Nohehechonada»,serepetía.Sucuerpose resentía del frío y de la humedad reinantes en la celda. Solo podíapensar en sus hijos. En Oleg, en Sviatoslav. Se preguntaba qué habríapasadoconellos.

Alverquesumadretardabaenregresar,Sviatoslavcogiósuabrigoy

decidióirabuscarla.Quisopensarqueseguramentesehabíaentretenidoconalgunavecinaquehabíaencontradoenlaescalera,perosumadrenosolíadistraerseconnadieyempezóaauspiciarunmalaugurio.Cuandoapenashabíabajadountramodeescaleras,seencontróconunvecinoque

subíaatodaprisahaciaél.—Sehanllevadoatumadre.Hevistocómounoshombreslametíanen

uncochenegro.Nohacíanfaltamuchosmásdetallesparasaberquiéneseranlosquese

lahabíanllevadoyadóndesehabíandirigido.Intentóreaccionarsinsabermuybienhaciadóndeencaminarsuspasos.Necesitabahaceralgo,peroelestado de confusión en el que se encontraba le limitaba la capacidad dereacción.«Hasidotodomuyrápido.Lacalleestabaprácticamentevacía»,continuabaelvecino.Nohabíaterminadolafrasecuandovieronaparecerporlaescaleraaungrupodecincopersonasquesedirigíanasucasa.—¿Es usted Sviatoslav Prokófiev, el hijo de Lina Prokófiev? —

preguntóunodeloshombres.Alrecibirsuafirmación,lehizoungestodeautoridad—.Entreencasa.Oleg intentó buscar una explicación en lamiradade su hermano, que

llevabavariosminutosconunalividezenfermizamientraspresenciabaeldestrozo que aquel grupo de hombres comenzaba a acometer en sudomicilio.Fueron horas de registro exhaustivo. Por la manera que tenían de

arrojar al suelo cualquier cosa que encontraban a su paso no parecíanpolicías,sinounabandadeladronesenbuscadealgúnobjetodevalorquele arreglara el día. Vaciaron de un golpe los cajones, abrieron losarmarios desmantelando su interior, levantaron los colchones,descolgaronloscuadrossinimportarlessieranonodevalor,rajaronlasmaletas,levantaronalgunastablasdemaderadelsueloyalgunosazulejosdelacocina,inclusoalgúnmarcodelaspuertas,desvalijaronlosmueblescontalímpetuquerompieronalgunosdeellos.Todoquedóesparcidoporel suelo: libros, fotografías, discos, cuadernos de notas, ropa, lápices,alimentosquesemezclabanconproductosdelimpieza.Enunashoras lavivienda quedó convertida en un estercolero. Al final, los hombres sellevaron las dos máquinas de escribir de su madre, la Corona y laUnderwood, la montaña de papeles que había a su lado, la máquina decoserSinger,loslibrosdelaCienciaCristianadeMaryBakerEddy,unascuantascarpetasconpartiturasoriginalesdeProkófieveinclusoelpianoque Serguéi le había dejado a Lina para que siguiera ensayando. Olegintentóimpedirloyunodeloshombreslepropinóunfuerteempujónquele hizo caer al suelo. «¿Quizá quiera acompañarnos?», le preguntó conuna velada amenaza en su tono. Sviatoslav se interpuso entre los dos,

pidiendo disculpas al policía y ayudando a su hermano a incorporarse,instándoleaquesecalmarayquelesdejarallevarseloquequisieran.Loibanahacerdecualquiermodo.Nopodíanhacernada,exceptoempeorarlascosas.Lesordenaronmantenerseaciertadistanciaeinsistieronenquenohablarananoserqueelloslespreguntaran,algoquetansolosucedióen un par de ocasiones para interesarse por el contenido de algunasgrabaciones y por si había dinero en la casa. Los objetos que no sellevaron, como cuadernos, libros, varios tomos de una enciclopedia,grabaciones de los conciertos de sus padres, discos que representabanauténticasjoyasmusicalesoqueteníanunaltovalorsentimental,comolagrabación de una canción de Juan Codina que Lina guardaba como sifuera un lingote de oro, los metieron en bolsas de basura queamontonaronenunadelashabitaciones,queposteriormentesellaronconvariosprecintosparaquenadieaccedieraa laestancia.Cuandocreyeronque el registro ya había terminado, llegó una mujer de unos cincuentaaños,malencarada, que se limitó amirarlesduranteunos segundosparadespuésdedicarse a inspeccionardenuevo lavivienda.Caminabapor lacasalentamente,mirandoelestropicioquesuscompañeroshabíanhecho.Separóanteunodeloscuadrosquehabíandescolgadoycolocadocontrala pared. Era una pintura de Natalia Goncharova que la artista habíaregaladoasuspadresduranteunadelasveladasconamigoscelebradasenla casa de verano de París, donde solía acudir con su marido MijaílLariónov, que colaboró conProkófiev en variosmontajes deDiáguilev.Sin dudarlo, cogió el cuadro y salió con él de la casa. Fue ella la queentregóaSviatoslavunpapelamarillo.Eraunacopiadelactadelregistrodetallandolosobjetos incautados.Sinembargo,noaparecíanielcuadroqueseacababadellevarnialgunasdelasjoyasqueunodeloshombreshabía extraídodel joyerode sumadreyhabíadepositadoenunode losbolsillosdesuabrigo.Cinco horas más tarde abandonaron la vivienda. Antes de que lo

hicieran,Sviatoslavsedirigióaunodeellos.—¿Dóndeestámimadre?—preguntó—.¿Adóndelahanllevado?—Eso no nos corresponde a nosotros —dijo secamente uno de los

hombres,elprimeroenabandonarlacasa.Elúltimoensalirparecióapiadarsedeloshijos.—EstáenlaLubianka.Puedeniralaoficinadeinformacióndelacalle

Kuznetski, aunque no creo que les digan mucho. Les notificarán algo

cuandoloconsiderenoportuno.Animadoporelgestolocuazdelpolicía,volvióapreguntarle.—¿Porquélahandetenido?Ellanohahechonada.Elhombreleobservófijamenteduranteunosinstantes.Nohabíaensu

mirada la severidad que existía en la mayoría de sus compañeros. Sinembargo, no dijo nada. Se limitó a salir por la puerta y abandonar lavivienda.Desde ese mismo instante y mientras Oleg intentaba poner algo de

orden en el desaguisado que le tenía al borde del llanto, Sviatoslavrebuscó entre los papeles dispersos por el suelo hasta encontrar elcuaderno donde su madre guardaba la mayoría de sus contactos. Losllamóatodos,sinimportarlelahora.Necesitabaqueayudaranasumadre.Noescatimóniennombres,niencargosniennacionalidades.Todoaquelque era amigo de Lina recibió una llamada: actores, directores,compositores,políticos,poetas,actrices,pintores,escritores,personaldeembajadas.Todosprometieronhaceralgo,aunquesabíanqueseríapocooprácticamente nada, excepto poner en riesgo sus propias vidas porinteresarse o intentar mediar por un detenido y un más que posibleenemigodelpueblo.La detención de Lina Prokófiev olía a voluntad ideada por los

estamentos superiores, como olía la acusación de formalismo contraSerguéiysuprecipitadomatrimonioconMiraMendelson.YenlaUniónSoviéticalasvoluntadesdeciertaspersonaspesabancomoelacerodelamiradadeStalin,comoelplomodelasbalasqueacababanenlanuncadeloscondenados,comoelhierrodelosvagonesdelostrenesquecruzabanSiberiaparaacabaralaspuertasdelosgulags.LavoluntaddeStalinsolíaequipararse a la voluntad deDios, aunque la primera eramás palpable.Frosiafuelaúnicaquesepresentóenlavivienda,haciendooídossordosala petición de Sviatoslav de que esperara a la mañana siguiente, que lamadrugada no era el mejor momento para transitar por las calles deMoscú.Derzhanovski se ofreció a hacer lomismo, pero él sí aceptó lasugerencia del hijo mayor de Lina de esperar al día siguiente parapresentarseallí,aunquesecomprometióamoverlospocoshilosqueaúnconservaba.Él,comomuchosotros,llevabaañosconelestigmadeartistamaldito,aunquetodavíanoconocieralosmotivosexactos.Alúnicoquenopudolocalizar,porquenoteníateléfonoencasa,fuea

supadre.Hacíatiempoquehabíaabandonadolaviviendadelospadresde

MiraenMoscú,dondevivióunosmesesdurantesuestanciaenlaciudad,parainstalarseenunadachaalasafueras,dondeyahabíanidolosmesesdeverano.Aunquealprincipiolecontrarió,mástardeentendióqueseríamejor decírselo en persona. Apenas quedaban unas horas para queamaneciera.EntoncesiríajuntoasuhermanoOlegparaexplicarletodoloquehabíapasado.Fueronmás de dos horas de viaje en tren. Al llegar a la estación de

Perjúshkovo no encontraron ningún coche que pudiera acercarles a ladacha donde vivía su padre y tuvieron que caminar los casi quincekilómetros que los separaban del destino. Tardaron más de lo normal.Nevaba intensamente y el frío apenas los dejaba avanzar con ciertapresteza.Nisiquierahabíantenidotiemponiganasdedesayunarantesdesalirdecasa,exceptouncafécuyoolorlerecordódemasiadoasumadreparaqueaquelbrebajeasentaracorrectamenteensusestómagos.PorfinllegaronalaviviendadonderesidíaSerguéijuntoconMira.No

había nadie en la calle. Llamaron a la puerta. Sviatoslav rezó para quefuerasupadrequienaparecieraenelumbralyleahorraraeltrancedeveralamujerquehabíadestrozadosufamilia.AlospocossegundosaparecióMira. La observó con la misma desconfianza con la que ella lescontemplabaalosdos.ParecíamayorapesardetenersolodiezañosmásqueSviatoslav.Quizáeraporquesiemprevestíaconropadecolornegrooporquesucabellosiempreestabadespeinado.Surostrolucíasinluz,sincontrastes, ajeno a todo cuidado femenino, como si alguien hubieraolvidado cincelar sus facciones con un fino escalpelo y dotarlas deexpresión.Elgestodecontrariedadquemostróalverlostampocoayudabaadulcificarsusemblante.—Necesitamos hablar con nuestro padre —dijo lacónicamente

Sviatoslav.—Nohabéis llamadoantes.Sabéisque si queréisver avuestropadre,

debéisdellamarantesyavisarnos—dijoconunavozvidriosaperofirme.Sviatoslavodiabaelsonidonasaldesudicción.Llegóaaborrecerlotantocomo esa imagen de fragilidad y debilidad que estaba convencido querespondía a una estrategia predeterminada, «como casi todo en esamujer».Aligualquesumadre,estabasegurodequeMiraMendelsonerafruto de una estrategia elaborada por el partido para hacerse con lasriendasdelavidadeProkófievyreeducarleenlosidealesbolcheviques,obligándoleacaminarporesasenda.

—Notenéisteléfono,Mira.Esundetalleatenerencuenta.—Sabéis donde debéis llamar para localizarnos…—dijo, dispuesta a

repetirlesunavezmásquellamaranalnúmerofacilitadoporsupadre,quecorrespondía a un compositor amigo que vivía en una dacha cercana, yque él sería el encargado de pasarle el mensaje. Pero el grito delprimogénitoleimpidióhacerlo.—¡Teimportallamaranuestropadreydejaraunladotuabsurdapose

deesposade…!Mira lemirócon toda la iraque fuecapazdeatesorarensuspupilas,

que se encendieron peligrosamente. Su intención era fulminarle con lamirada, pero su víctima supo repeler la agresión. Tenía problemasmayores que la cólera de aquella mujer, que no le provocaba más querepulsa desde el primer día que supo de su existencia. Sin que nadie loesperara, Mira cerró la puerta violentamente. Sviatoslav y Oleg semiraron sin decirse nada. No entendieron muy bien si el portazosignificabaquedebíanirsepornohaberllamadoantesdepresentarseallíosi,porelcontrario,debíanaguardaraquesalierasupadre.Despuésdecincominutos,Olegfruncióelceño.Noestabadispuestoaesperarmásylevantósubrazoconlaintencióndegolpearlapuerta.Suhermanoseloimpidió.—Esperemos.Novamosamovernosdeaquíhastahablarconpadre—

dijo, observando el rostro de su hermano menor, que no parecía muyconvencido—.Mamáloestápasandopeorynovaaporreandolaspuertas.—Eso no lo sabes —dijo, aceptando la observación de su hermano

mientrasbajabaelbrazo—.Además,yahasvistocómoaporrealasteclasde lamáquinadeescribir.Compadezcoalpolicíaquesehayaatrevidoaencararseconella.Amboscompartieronunasonrisacómplice.Llevabanmásdequinceminutosesperandoaquelapuertaseabrieray

empezabanasentirelcuerpoentumecidoporelfrío.Olegdabapequeñossaltosparasacudirselaescarchadelaropa,queparecíaserlamismaquetenía alojada en sus huesos. Si no odiaban lo suficiente aMira, aquellaespera a la intemperie le hizo sumar puntos para aborrecerla aún más.Pasados veinte minutos, decidieron que quizá su padre no tenía a bienrecibirlos e iniciaron una tímida retirada. En esemomento, la puerta seabrióyaparecióSerguéi.Sequedaronmirándolecomosihicieraunavidaquenoseveían.Enciertamanera,asíera.Supadretambiénlosmiróde

una manera extraña aunque con un punto imperturbable, como sirealmente no los conociera. No era una expresión de miedo, deinseguridad, de pena o de disculpa. Respondía más bien al asombro.Encontraron a su padre envejecido, con aspecto descuidado, como siacabara de levantarse a pesar de ser pasado elmediodía. Es como si lavida le hubiese caído encima con más ímpetu que los bombardeosalemanescayeronsobreellos.—Tenemosquehablar.—¿Sobrequé?—Han detenido a mamá. Se la llevaron ayer a la Lubianka —dijo

telegráficamente Sviatoslavmientras observaba el gesto de turbación desupadre.Alverquenoreaccionaba,lepropusoalgo—.¿Podemosentrar?—Mejordemosunpaseo—dijoSerguéi,cerrandolapuertatrasdesí.

Olegnoentendióporquésuprogenitorpreferíacaminarsobreelhieloybajolaintensanevadapudiendoestarcalientesyguarecidosdelfríoenelinteriordeladacha,quizáconunatazadetéenlamano,sinoeramuchopedir a su nueva esposa. Pero Sviatoslav comprendió que su padrepreferíahablarconlibertadsinqueMiralosescuchara.Niellaninadie.—¿Quéhapasado?¿Cómohasido?Después de narrarle cómo había sucedido la detención, cómo

desmantelaron el piso y cómo nadie quería darles información sobre elestadodesumadre,elturnodepreguntaslecorrespondíaaél.—¿Porquéhandetenidoamamá?—No lo sé. Pero no puede sorprendernos. Se lo dije mil veces. Que

dejara de ir a las embajadas, que no se dejara ver, que no quedara conamigos extranjeros, muchos de ellos declarados enemigos del pueblo,porquesuamistadpodríaentendersecomoundelitocontraelEstadoyesaseríasucondena.Peronomehizocaso.—Según ellos, tú también eres un enemigo del pueblo. ¿Eso quiere

decirquetambiénmepuedendeteneramíporestarhablandocontigo?—preguntóSviatoslav con la intenciónde hacerle daño al entender que supadreintentabajustificarelarresto.—Nomeextrañaríanada—susurróSerguéiparaluegomantenerseen

silencioduranteunossegundos—.Cadavezquellamanalapuertapiensoquevienenadetenerme.—Notehandetenidoati.Lahandetenidoaella—matizóSviatoslav—.

Porunavezestaríabienquedejáramosdehablardetiparacentrarnosen

ella.—Elsilencioacompañósuspasosduranteunosminutos—.¿Porquéte casaste con esa? —preguntó Sviatoslav sin mirarle—. Desde que lohiciste, las cosas solo han ido a peor. Te declaran enemigo del pueblo,prohíbentumúsica,prácticamentetedestierran,ylomásimportante—fueconsciente del hincapié que quiso hacer en este adjetivo—, detienen amamá, supongo que por extranjera o por ser tu mujer.—A Serguéi ledolió el comentario, pero tampoco reaccionó ante eso—. ¿Has pensadoquelahandetenidoaellapornoencarcelarteati?Comprendía ladurezade supregunta,perohabíanpermanecidocerca

de dos horas metidos en un vagón, habían caminado casi quincekilómetros desde la estación de tren, y por si no hubieran invertidosuficientetiempo,Miraleshabíahechoesperarveinteminutosenlapuertade su casa, a la intemperie, soportando temperaturas bajo cero enplenomesdefebrero.Sviatoslavpensóqueteníaderechoapreguntarcontodaladurezaquecreyeraoportuna.—Puedequeahoranoloentiendas…—comenzóadecirSerguéihasta

quefueinterrumpido.—Esoyamelodijistecuandodecidisteabandonarnoshacesieteaños.Y

sigosinentenderlo.Asíqueteagradeceríaquecambiarasdeargumento.—Mecambiaríaportumadresipudiera—dijoconundejedeemoción

ensuvoz.—¿Yporquéno lohaces?—preguntóOleg,quehastaentonceshabía

preferidoasistircomooyenteaesepeculiarencuentroatresbandas.—Porqueno serviríadenada, hijo.Al final acabaríamos todosdonde

estáella,vosotrostambién.—¿Eso quiere decir que no vas a ayudarla? —preguntó Sviatoslav,

levantándosey,estavezsí,observándoledemanerainquisitoria.—Harétodoloqueestéenmimano.—Hazunpocomás,aunqueseaporunavez—lerespondióconrabia.

Permaneciócalladounossegundos—.Silahubiesesayudadoaconseguirel permiso de salida, esto no hubiera pasado. ¿Qué más te daba queregresaraaParís?Túyateníasotravida,otramujer.—Nopudehacerlo.Notengoesafacilidadparaconseguirlascosas.—Pues bien que has podido casarte de nuevo sin necesidad de

divorciarte—leespetóairadamente,haciendoelademándealejarsedeél.—¿Por qué me odias, hijo? —le preguntó Serguéi, reteniéndole del

brazocomopudo.

—¿Porquéodias túamamá?¿Porquénosodiasanosotros?¿Qué tehemoshecho?—Estásmuyequivocado.Yonoosodio.Essoloquelavidahavenido

deestamanera.—¿La vida ha venido…? —repitió mientras reía sin ganas—. Tú te

encargastedellamarla.Esincreíbletucapacidaddeencontrarsiempreunculpableaquienresponsabilizardetuserrores.Debedeserunavidamuyagradable,padre.Sviatoslav se levantó e inició el camino de vuelta.Habían estado casi

dos horas fuera, aunque lamayor parte del tiempo habían permanecidosentados en un banco de un parque cercano. La resistencia física de supadrenoestabaparaexcesos.Serguéiysuhijomenorlesiguieron.—Parecescansado—ledijoOleg.—No he dormido bien —respondió sin pensarlo ni mucho menos

sentirlo.—¿Sabes lo que te diría mamá? —Serguéi le miró esperando la

respuestacomosisupieraqueibaaresultarconsoladoraparasuespíritu—.Que loque tepasa esquehasdejadode soñar.—Olegvio cómo supadreladeabasucabezacomosiquisieraobservarloquepasabaal ladocontrariodedondeestabaél.Perosabíaperfectamenteque loqueestabahaciendo era ocultar su rostro. Nunca había visto a su padre llorar, ytampocoloibaaverentonces.Cuandoapenasquedabanunosquinientosmetrospara llegar a la casa

dondesupadrevivíaconMira,Sviatoslavvolvióaencararseconél.—¿QuéfuisteahaceralaLubiankahacemásdeunmes?—Lapregunta

mudólaexpresióndesupadre—.¿Puedescontármelo?—Esoyanotieneningunaimportancia.—Dejaqueseayoquiendecidaeso.¿Quéhacíasallí?¿Acasosabíasque

iban a detener amamá o solo intentabas buscar un arreglo para anularvuestromatrimonioypodercasarteconesa?—SellamaMira.—Ymimadre se llamaLinay está en la cárcelpor tu culpa.Sino te

hubiese acompañado a Rusia, si jamás te hubiese hecho caso, si nohubierassidotanegoístadepensarsoloentussueños…—Pensabaseguirescupiendo todo lo que llevabadentro, peroOleg se interpuso entre losdos. Por un momento temió que fuera a golpearle. Además, Mira losobservabadesdeladistancia.Noqueríaestropearaúnmáslascosas.

—Déjalo, Sviatoslav, eso ya no tiene solución —le confió Oleg,intentando tranquilizarle—. Vámonos, se está haciendo tarde y todavíatenemosqueregresar.Acompañaronasupadrealadacha,aunquetampocoestavezentraron.

VieronaMirasaliralaentradadelacasa.—La próxima vez llamad antes de venir.Vuestro padre está enfermo.

Noquieroquelecanséisconvuestrosproblemas.—SviatoslavyOleglamiraron. Ni siquiera se molestaron en odiarla, aunque Oleg tuvonuevamenteque sujetar a suhermanodelbrazoparaqueno fuerahaciaella. Hacía demasiado frío. El primogénito miró a su padre, esperandoinútilmente alguna respuesta por su parte que reprendiera el comentariopocoafortunadodesunuevaesposa,peronollegó.Enesemomentotuvolacertezadequesupadrenopodríahacernadaporsumadre.Unatristezaagónica le invadió.Se acercóaSerguéiy lediounabrazoqueno teníaprevisto,peroqueentendióquedoleríaaMira,ysoloporesomerecíalapena.Alapartarsedeélledijoaloído.—Espero que no vuelvas a fallar amamá. Espero que esta vez hagas

algo.Llegaron a la casa familiar de la calleChkalov ya entrada la noche.

Estaban agotados, física y sobre todomoralmente. El encuentro con supadrehabíasidotodomenoselmanantialdecomprensiónydeeficienciaque anhelaban, aunque Sviatoslav tampoco había acudido a verle condemasiadasesperanzas.Queríaasupadre,nopodíaevitaradmirarleperosabía de sus carencias personales. Amaba a Prokófiev pero había vecesqueodiabaaSerguéi.Deseócontodassusfuerzasqueestavezsíestuvieraalaaltura,quepudierahaceralgo,quefueracapazdeenfrentarseaquienfueraparasalvarlavidadelamujerqueamó,quepusieraenprácticaensu vida real lo que tanmagistralmentemostraba en sus obras. Pero erarealista. Su padre había perdido toda influencia, le habían defenestrado,humillado, arrinconado. Bastaba que levantara la voz con el fin deinterceder por una persona para que alguien la acallara para siempre.Entendíasumiedo,yanoporél,sinoporlasposiblesconsecuenciasquesusupuestamediaciónpodríaocasionarleaellosdos.Estabaaltantodeloquepasaba.Conocíaperfectamentecómofuncionabaelrégimendeterrorenelquevivían.QuiencaíaendesgraciaaojosdeStalin tenía todas las

puertas cerradas y la vida seriamente amenazada. No importaba quiénhubierasido,quécargoshubieseostentado,quégrandesfavoresoconquédiligenciay sumisiónhubiera servido al líder soviético.Stalin ejecutabacomogobernaba,acapricho.ConocíaloscasosdeViacheslavMolotov,elque había sido hombre fuerte del partido, presidente del Consejo deComisarios del Pueblo y actual ministro de Asuntos Exteriores, queempezabaaperderelfavordeStalinyesolehabíaimpedidoayudarasumujer Polina Zhemchúzhina, que acababa de ser detenida y encarceladabajo las acusaciones falsas de ser espía y colaboradora de agentesextranjeros,enemigadelpueblo,endefinitiva.Sudelitohabíasidohacerseamiga de la embajadora de Israel en laUnión Soviética,GoldaMeir, yactuar como intérprete entre su marido y la embajadora, gracias a suconocimientodelidioma.Saberdemasiadosidiomastampocoestababienvisto.AMolotov leobligaronadivorciarsedeellaydíasmás tarde fuedetenida. Lo mismo le había sucedido al presidente del Presidium delSoviet Supremo, Mijaíl Kalinin, que falleció sin poder resolver lasituacióndesumujer,YekaterinaIvánovnaLorberg,detenidaytorturadaen la cárcel deLefortovo bajo la acusación de ser trotskista y de habercriticadoaStalinsiendomiembrodelaCorteSuprema.Fuecondenadaaquince añosde trabajos forzados enungulagdeSiberia.Nadie estaba asalvo del puño de acero de Stalin. Incluso lamayoría de los jefes de lapolicíasecretadelaUniónSoviética,responsablesdelasmayorespurgasordenadas por el propio Stalin, como Yákov Peters, Nikolái Yezhov oGuenrijYagoda,habíancaídoendesgraciayfuerondeclaradosenemigosdelpueblo,acusadosdetraidores,encarceladosyejecutadosencamposdeconcentración o en los propios sótanos de la Lubianka donde ellosmismoshabíanordenadolamuertedemilesdedetenidosdeuntiroenlanuca.Ante esamacabra realidad,Sviatoslav sepreguntóquépodíahacer su

padre.Porunmomento,searrepintiódeltonoseveroquehabíautilizadocon

él.Peronohabíapodidoevitarlo.Noestabadolidoporquenisiquieraleshubierapreguntadosinecesitabanalgo.Ledolíaquenoselopreguntaraportemoralarespuesta.CuandoOleg estaba poniendo la tetera en el fuego de la cocina para

calentar algo de agua con la que prepararse un té, llamaron a la puerta.Losdoshermanossemiraronensilencio.Podíanesperarcualquiercosay

ningunaerabuena.Eraunvecinoqueveníaaentregarlesuntelegramaquehabía llegadoen suausencia.VeníadeParís.Erade la abuelaMemé,deOlgaNemiskaia:«Mepreocupavuestrosilencio».Sviatoslav sedejócaer enel sofádecasamientras susdedos jugaban

conel telegrama.Desde luego, laabuela teníarazonesparapreocuparse.Pero no creyó que necesitara conocerlas.Hasta saber qué iba a sucederconsumadre,nomerecíalapenapreocuparla.Optóporelsilenciocomorespuesta,laúnicaymáscomúnenaquellaUniónSoviética.

27

Perdiólanocióndeltiempo.Nosuposihabíanpasadominutos,horas,

días o semanas. Nadie apareció para decirle nada. Nadie había ido abuscarla.Nohabíavistoaotraspersonasensumismasituación.Tansolohabía tenido contacto conel guardiaque lehabía entregadoun trozodepanácidoyunbrebajemaloliente,aguadoydecoloramarillentoalquellamabansopa.Leaconsejóquecomieraporquenosabíacuándotendríalaoportunidaddevolverahacerlo.PeroLinateníaelestómagocerrado.Lo último en lo que pensaba era en comer. Solo quería que alguien lehablara,que leexplicaraporquéestabaallí,que ledijeracuándopodríasalir y si hablaría con sus hijos en algún momento. Necesitaba ver aalguien ante quien poder defenderse de lo que le acusaban. Pero en sulugarnooíamásqueextrañosruidos,timbres,campanas,elsonidodelaspuertasdelasceldascerrándoseyabriéndose,eltintineodelasllavesquelosguardiasllevabancolgadasenelcinturón.Leangustiabaescucharlosllantossofocadosqueproveníandealgún lugarcercano.Estabacansada,tenía frío y notaba que la fiebre le había subido. Sentía las piernasagarrotadas,hinchadasantelaimposibilidaddemoverseenunespaciotanreducidocomolaceldaenlaquelehabíanintroducidoyencuyointeriorle resultaba imposible extender sus brazos o mantener una posturaerguida.Necesitaba ir al servicio.Había evitado el vómito hasta en tresocasiones, aunque no estaba segura de que pudiera hacerlo una cuarta.Hubiera agradecido poder arrodillarse, sentarse en el suelo de la celda.Aunqueconsiderasepocoprobablelaposibilidaddedormirdurantecincominutos,lapequeñaperopotentebombillaqueiluminabaelreducidoboxlohacíaimposible.Además,cadavezqueintentabacerrarlosojos,aunquesolo fuera como mecanismo para controlar su estado anímico, elcarcelero le gritaba: «Abre los ojos. No te duermas. No está permitidodormir».Mástardeentendióquelafaltadesueñoydedescansoeraunadelas torturasmáseficacesempleadaspor losórganosde laSeguridaddelEstado. Cuando estaba a punto de desfallecer, vinieron a buscarla. Sinexplicarle nada, la condujeron por los mismos pasillos que habíarecorridonadamásllegaralaLubiankaylasacaronalexterior.Tuvoque

cruzarunampliopatiointeriorqueconducíaaunazonadeaparcamiento.Susoídossellenarondegritoshumanosqueprocedíandelinteriordelasventanasquedabanal cenadordel edificioyque lograronestremecerla,aunque no más que la frase que uno de sus custodios pronunció a suespalda. «No te preocupes por ellos. Tú gritarás más cuando llegue tuturno».Hacía un frío intenso y el viento convertía la helada nocturna en

cuchillosafiladoscapacesdedevastaruncuerpo.Linatansoloibavestidaconun ligerovestidodeuna telademasiadofina.Alguienseencargódearrebatarle la chaqueta gris de Serguéi que llevaba cuando llegó a laprisión.«Estono tevaahacer falta», ledijoelhombreque laconducíaporlospasillos.Laintrodujeronenuncamióncubiertotansoloporunalona en su parte posterior. Durante la más de media hora que duró eltrayecto, pudo observar cómo pasaba cerca de algunos edificios de laciudadqueconocíaperfectamente,comoelTeatroBolshói,elKremlin,elHotel Metropol, la plaza Roja, incluso distinguió el edificio en el quevivía,yaqueelvehículoatravesólacalleChkalov.Porunmomentopensóque su pesadilla había terminado, que la devolvían a casa, que podríaabrazar de nuevo a sus hijos y que aquel tiempo de detención quedaríaguardado en la memoria como un mal sueño. Ni siquiera pensabaprotestar anteel errorcometidoyaceptaría sinmás lasdisculpasde suscaptores.Soloqueríabesarasushijosyempezarapreparar la fiestadecumpleaños de Sviatoslav. La quimera duró lo que tardó el camión engiraraladerechayabandonarlacallefamiliar.Entoncescomprendiólopueril de su pensamiento. Fue inocente y absurdo pensar que la iban asoltaryqueencimalallevaríanhastalapuertadesucasa.Cuando el camión detuvo sumarcha,Lina ya notaba cómo su cuerpo

convulsionabacontinuamente.Nosoloeranel fríoy la fiebre losque laasolaban, el miedo también quería participar del aquelarre anímico queempezabaaagitarsuorganismo.Oyólosladridosdeunosperrosque,ajuzgar por la proximidad, parecían formar regimiento alrededor delcamióny la intimidaron tantocomo losaullidosde los lobosdurante lanochequedeniña llegabana susoídos cuandopasaba temporadasenelCáucaso con sus abuelos. Aquella evocación le trajo la imagen de suabuela Carolina y sus esfuerzos para que la pequeña no temiera a lossonidos de la noche. Intentó recordar sus enseñanzas, pero no le iba aresultarnadafácil.Laapearondelvehículoconlabrusquedadprecisapara

informarledequeladelicadezanoibaaformarpartedelaestrategiaylasentaron en una silla frente al vehículo, que permaneció con los farosencendidos. Apenas podía ver a quién tenía enfrente. La potente luz laobligóagirar lacabezamientrasunavozfuerteyrecia leordenabaquemirasealfrente.Obedeció.Alguiensituóunamesayunasillaanteella.Nopudodistinguirelrostrodelapersonaquecomenzóahablarle.—¿PorquévinoalaUniónSoviética?—preguntóunavozquelellegó

pausadaynadacrispada.El tonoutilizado ladescolocó tantoqueapenaspudo contestar. Su silencio motivó que el interrogador repitiera lapregunta,peroestavezescupidaagritos.—Vine con mi marido, el compositor Serguéi Prokófiev —dijo,

esperando que aquel nombre le sirviera como tabla de salvación o almenoslalibraradeunacondenaprematura.—Sabemos quién es su marido, un maldito traidor a la patria, un

emigrante blanco que abandonó Rusia para convertirse en un burguéseuropeoyconspirarcontrasupaís.—ALinaseleolvidaronlosladridosdelosperros,acalladosporloqueacababadeladrarel interrogador.Seencendióalescucharaquellosinsultosinjustosycalumniadoresolvidandoqueteníamayoresproblemasqueaquellasinfamiasdelhombresinrostrocontrasumarido—.Peroesoyaestáarreglado.—LarespiracióndeLinase alteró. ¿Qué quería decir con «ya está arreglado»? ¿Se refería a queSerguéi había sido detenido, encarcelado o quizá algo peor?Deseó contodas sus fuerzas que el arreglo se refiriese a sumatrimonio conMira.Pero si lo sabían, ¿por qué la seguían tratando como la señora deProkófiev?Estabaconfusa,albordedelcolapso,suimaginaciónlaestabatorturandomásquelacegadoraluzdelosfarosdelcamiónylaspalabrasdelhombresinrostroquecontinuabahablando—.Sabemosquehaestadousted colaborando con fuerzas extranjeras contrarrevolucionarias paradesestabilizarnuestrosistemayparticipandoenaccionesterroristascontrael camarada Stalin. Se le acusa de un delito de traición contra la patria.¿Tienealgoquedecir?—Esmentira.Los primeros golpes fueron los quemás le dolieron porque, aunque

esperados, nunca se veían venir. Almenos sirvieron de eficaz anestesiapara los posteriores, que la dejaron en un estado de semiinconsciencia.Duranteunmomentosolooyólosgolpessecossobresucuerpo,peronisiquiera los sintió. Su visión quedó borrosa y únicamente distinguió

sombrasmoviéndoseenunhazdeluzconvertidoenunaniebladensacuyosonidosefueapagandopocoapoco.Despertóenunaceldaconelcuerpodoloridoyconlasensacióndeque

lacabezaleibaaexplotar.—¿Estásbien?—lepreguntóunavoza su lado,quenoquisoesperar

una respuesta para formular una nueva pregunta, que resultó ser lainterpelación más formulada en las cárceles de la Unión Soviética—.¿Quiéneres?Lina intentó incorporarse y aceptó la ayuda de la mujer que había

aparecido ante ella nada más despertar. Sintió una fuerte punzada en elvientre,peronorecordóaquésedebíaaqueldolor.Miróasualrededor.Estaba en una celda algo más amplia que el box en el que había sidointroducida nada más llegar a la Lubianka. Tenía capacidad para dospersonas aunque más tarde comprobaría que las dimensiones en aquellugar siempre engañaban y el espacio era un simple efecto óptico convocación de trampa. Olía al mismo desinfectante que había arrojadocontrasucuerpoladesagradablemujerqueladesnudónadamásllegar,laobligó a ducharse y le propinó la primera bofetada física que habíarecibidoensuvida.VolvíaaestarenlaLubianka,peroalmenosaquellacelda tenía una ventana en la parte posterior de una de sus paredes. Nosupopor qué aquella visión la reconfortóyaqueni la contempló comounaopcióndeescapenisiquieraestabaabiertaparapermitirlaventilacióndelcerradohabitáculo.Tansoloseabríadurantecuarentaminutosaldíacon la intención de que la urgente ventilación arrastrara el olor ahumanidad,dolorymuerteincrustadoenlasparedesdelacelda,algoqueresultabaprácticamente imposible.Enel techopersistíaelafán luminosodelaLubiankaporacribillareldescansodelospresos.Contemplólaluzamarillentaque irradiabaelglobodevidrioquecolgabadel techo.«Lasluces amarillas de la Lubianka», evocó el día en el que le preguntó aSerguéiquéhabríadetrásdeaquellasventanas.Lamemorialedevolvióelrecuerdodelanocheanterior,eltrayectoenelcamión,elfríointenso,losladridos de los perros, los potentes y cegadores faros del furgón y losprimerosgolpes.—¿Dóndeestoy?—preguntó,obviandolapreguntaanteriordesunueva

compañeradecelda.Lamujersonrió.Linalaobservómásdetenidamente.Eraunajovende

no más de treinta años, de aspecto débil, aunque los golpes en su cara

invitaranapensarlocontrario.Teníaunosenormesyvivacesojosverdesenmarcados en un rostro angelical, casi infantil, sobre el que caíanalgunosmechonesnegrosquelahubieranconvertidoenportadaderevistaencualquierotrorincóndelmundo.Ysinembargo,enaquelagujero,erauna pieza de carnicería. Natacha era una abogada que había servidodurante años al partido y a sus dirigentes, y que desde que tuvo uso derazón había defendido los ideales revolucionarios inculcados por suspadres.Perounamigosuyohabíatenidolaosadíadecomentarydivulgarlas críticas a Stalin incluidas en el testamento de Lenin en una discretareunióndeamigoscelebradaensucasa,apuertacerrada,sinpublicidadnimás oídos que los de sus propios amigos. Ese había sido su delito y elmotivo de su más que segura próxima sentencia de muerte. Pero susemblanteparecíaaceptarsudestinoytambiéneldeLina.—Yodiríaqueestásenellugardelmundoquenotecorresponde,como

casitodos.—Soy Lina Prokófiev—reconoció finalmente, dibujando la sorpresa

en el rostro de lamujer, que repitió con cierta admiración. «Prokófiev,nuestro Prokófiev», pensó—. Y no sé lo que habrás oído, pero soyinocente.—Notepreocupes.Digasloquedigas,resistasloqueresistas,yaestás

condenada. —Lina la miró con estupor. No necesitaba escuchar esaspalabras.Sucasoseríadiferente.Encuantopudierahablarconeljuez,loentendería—.Sientosertanclara,peroesloquevaapasarycuantoanteslo asumas, mejor. —La miró con más miedo que tristeza—. Tecondenaránporelartículo58.EsunartículoincluidoenlaParteEspecialdelCódigoPenalde1926,quetipificalosdelitos.Constadediezpuntos,pero en el primero ya queda resumido tu destino: cualquier acciónorientada a debilitar el poder bolchevique puede ser consideradacontrarrevolucionaria.Yporsinoquedasuficientementeclaro,elCódigoPenal ruso,ensuartículo6,añadequecualquieromisión tambiénpuedeserlo.Así que, sea lo que sea que hayas hecho o dejado de hacer, estásjodida, como todos.Recuerda, artículo58.Aunqueyoapostaríaaque tecondenaránporelpuntosexto,porespionaje.Siempreoptanpor lomáscómodo, por lo más recurrente, sobre todo si el juez que te toca llevamuchashorasdeguardiay tieneganasde irseacasaconsumujer.Hayalgunosqueduermenaquídurantedíasynovenalafamiliaensemanas,sino meses. Al parecer, disfrutan con su trabajo. Lo que no tengomuy

claro es si tu delito entrará en el apartado de sospecha de espionaje,espionaje no demostrado o relaciones conducentes a sospecha deespionaje.—Natachasequedóobservándolacomosihubiesedescubiertoalgonuevo—.Túeresextranjera,¿verdad?—Sí, soyespañola.Peroobtuve lanacionalidad soviéticacuandovine

con mi marido a la Unión Soviética en 1936 —reconoció Lina, yadelantándose a la siguiente pregunta, continuó—: Y sí, tengo amigosextranjeros,heasistidoarecepcionesenembajadas,einclusobailéunvalsconJoachimvonRibbentrop.Yademás,hetrabajadodetraductoraenunaagenciadenoticias.¿Cuántomepuedecaerporeso?—Lo que quieran. Olvida el punto seis. Van a ir directos al punto

décimo.«Lapropagandaoagitaciónincitaaderribar,socavarodebilitaral régimen soviético, así como la difusión, impresión o tenencia depublicaciones con ese contenido». Y eso va desde una conversaciónprivadacontumarido,unacartaconfidencialatumadreounpensamientoquealguiencreaescucharentucabeza.¿Quieresunconsejo?Firmaloquetepongandelante,almenosevitarásquetetorturendurantedías,semanasomesesyconunpocodesuerteinclusoevitesquetematen.Hazmecaso.Terminaráshaciéndolodetodasmaneras.Firmaloquetepongandebajode tu nariz. Ni siquiera te molestes en leerlo. Encontrarán la forma depresentarpruebasytestigosqueloacrediten.—¿Y tú? —le preguntó, observando las señales de violencia en su

rostro—. ¿Por qué no lo has hecho? ¿Por qué no has firmado y hasevitadoqueteponganasí?—Porque conmigo están disfrutando. Ni siquiera me han dado esa

opción.Soyunode los suyosy ese es un crimenmayorquemereceuncastigomásexhaustivoypormenorizado.Linahubiesedeseadoquesuimprovisadacompañeradeceldafuerauna

pintora, una estudiante o una campesina, y no una abogada que parecíaconocerdemasiadobienlaaplicacióndelasleyesqueregiríansufuturo.Oiríanombrareseartículo58durantemuchosañosalolargodesuvida.Ycadavezqueeseartículomarcabasuvidaysudestino,seacordaríadeNatacha, de sus ojos verdes, enmarcados en grandes círculos negros,amoratados por los golpes, pero desprendiendo más luz que todas lasbombillasamarillasdelaLubianka.

Eltintineodelasllavescolgadasdelcinturóndelcelador.Esesonidoyeldelatapacolorverdeolivadelamirillaalserlevantadaporlasmanosdeloscarcelerosparaobservarelinteriordelaceldaeranlosdosruidosquelograbandescomponerelcuerpodelpresoconmayorfacilidad.Solocabíaesperarparasabersi laaperturadelapuertasignificabalaentradadeunnuevoinquilino,algoquesolíaseranunciadoporelsonidodelaspisadasporelpasillooelarrastredelospiesdelreoacarreadopordosguardias en el caso de que viniera de un interrogatorio, o si por elcontrario venían a recoger carne fresca, como solían decir algunosvigilantes.Aquellavezfuelaprimeraopción.Cuandolapuertaseabrió,despuésdequelallaverugieravariossegundosenlacerradura,elcuerpodeunamujercayódesplomadosobreelsuelodelacelda,provocandoqueLinayNatachatuvieranquepegarsuscuerposcontralaparedparadejaralgodesitioydeairea la recién llegada.Porunmomentodudaronqueaquel guiñapo de carne y huesos todavía guardara algo de vida en suinterior.Estabaenmuymalestado,sangrabasinparar,especialmenteentrelaspiernas,yapenaspodíareconocersesufisonomía.Veníaprácticamentedesnudaydesprendíaunolornauseabundo,peronoadesinfectante,niasuciedad, ni a una mezcla de orines y vómitos, sino a quemado. Linatodavíanohabíaoídohablardelosinfiernillosydelacarnequemada,delas barras de metal calentadas al fuego buscando recovecos corporalesíntimosenlosquealojarse,nideltristementefamosoherradosecretoquesufriólamayoríadelospresos,asíquesudesconocimientoenlamateriamitigósucongoja.—¿Quién es? —quiso saber Lina. Era la primera vez que hacía la

pregunta más popular en la Lubianka y en cualquiera de las cárceles ygulagsquepoblabanlaUniónSoviética.—Ahora no sé. Cuando entró era una famosa bailarina del Teatro

Bolshói.CreoquesumadrebailóenlosBalletsRusosdeDiáguilev.—Lamencióndelnombredesuamigoenmitaddelinfectoagujeronegrodelaceldaatravesósupechocomounestileteenfurecidocontraunbloquedehielo—.Gritódurantehorasquequeríaveraljuezinstructorparadecirleque era inocente.Vinieron dos hombres que la sacaron de la celda y ladejaronsentadasobreuntabureteenelpasilloduranteseisdíashastaquehacedosnochesselallevaron.Yhoylahantraídodevuelta.ElsilencioenlaLubiankasonabaaúnmásaterradorquetodoelcorode

gritosquepudieraescucharse.Loquemásleextrañóesquenisiquierase

oyeralarespiracióndelaantiguabailarinadelBolshóiquecontinuabasinmoverse.Enesemomentopensóqueaquella jovenpodríahaberbailadoenRomeoyJulietaoenLaCenicienta.—¿Yestavaasernuestracondena,morir torturadasenunacelda?—

preguntó.—¿Condena?Aquínocumplimoscondena.—Natachaabriósusmanos

—.Estoesunaceldadeprisiónpreventiva.Estamosalcomienzodelafasedeinstrucciónjudicial.Todavíanohasvistonada.

Aprendió rápidamente la rutina de la cárcel: no se hablaba con los

guardiasamenosqueellospreguntasen, loquenosolíaocurrir,porquesuscomunicacionesselimitabanalasórdenes,losinsultos,lasamenazasy las burlas. No se miraba al frente, siempre con los ojos pegados alsuelo, borrando cualquier horizonte que pudiera contemplarse, bueno omalo.Estabaprohibidogesticular,hacerruido,murmurareinclusopensarysentir.Paraesosehabíandiseñadolamayoríadelos interrogatoriosylas técnicas de tortura, para anular toda capacidad de raciocinio, decontrolmental,cualquiermuestrade reacciónydedignidadhumana.Enrealidad, estaba prohibido vivir, pero evitaban expresarlo con tantacontundencia. Cada vez que un preso salía de la celda debía caminarmirando al suelo y con las manos a la espalda, y cuando al final lepermitíanacostarseydormirduranteunosminutosuhoras,debíahacerlosiempremanteniendo lasmanosencimade lamanta.Daba igual sihacíafrío,lasmanossiemprealavistadelcelador,queacualquierhoradeldíay de la noche podía abrir la mirilla para vigilar lo que pasaba en elinteriorde lacelda.«Nopreguntes, soloobedece—leaconsejabanotraspresas—. ¿Qué quieres, debatir con ellos?». Había vertujais quedisfrutaban haciendo el mayor ruido posible, sobre todo en plenamadrugada, cuando por fin se les había concedido a los presos laposibilidaddedormirduranteunaspocashoras.Levantabanunayotravezlatapadelamirillaygolpeabanconsusbotasmilitareslapuertametálicadelaceldaparaquelosinternossedespertaranconlaansiedadsupurandopor cadaporode su piel. Sus organismosya estabanprogramadosparasaltar ante cualquier sonido por pequeño que fuera, ya que podíasignificar que venían a por ellos para un nuevo interrogatorio, paraencerrarlos en una celda de castigo, llevarlos a las afueras de la ciudad

dondecontinuarconprocesos intimidatoriosconel findearrancarles laconfesióndeseada, trasladarlos a unanuevaprisión, acompañarlos a lossótanos de la Lubianka donde ponían la radio almáximo volumen, o aalgúnpatiointeriorodescampadocercanodondemanteníanelmotordeun vehículo encendido, creando un sonido ambiente que se tragaríacualquierruido,estallidoodetonación.Todoselloseranlugaresdedondenuncaseesperabaregresar.El día comenzaba muy temprano y en realidad nunca acababa, en

algunoscasos,ensentidoliteral.Porlamañana,elruidodelapuertadelacelda y los gritos de los guardias instando a los detenidos a levantarsedespertabanalospocosquehabíantenidolasuertedeconciliarelsueño.Enunossegundos,eranobligadosasituarseenfiladedos,conlasmanosa la espalda, excepto la persona encargada de portar el cubo donde lospresos hacían sus necesidades durante el día. En algunas celdas esascubetas tenían tapa, pero no en todas. El guardia era quien designaba alpreso que debía transportar la parasha cada día. Y desde que habíallegado, la elegida fue Lina. A los guardias parecía divertirles verlaencargándose de aquella desagradable tarea. «De las recepciones en lasembajadasylosbailesdesalónallevarlamierdadelapoblaciónreclusaen sus manos. Esto es el reino del proletariado, aquí todos somosiguales»,ledecíanentreburlasyrisas.Deesamanera,Linayelrestodelas reclusaseran trasladadasa laúnicavisitaalbañoquese lespermitíadurante todo el díaydebían aprovecharla lomejorquepudieran.Todasdisponían del mismo tiempo, entre tres y cinco minutos, que debíanrepartir para usar el retrete, asearse y lavar su ropa, sin importar quealgunarequirieseunmayorintervaloparalimpiarafondolashuellasquealgún interrogatorio hubiese dejado en su cuerpo. Los guardias noentendíandecuerposdoloridos,decostras,deheridasabiertasnideloquecostaba retirar la sangre seca de algunas partes del cuerpo. Había unhorarioquecumpliryeltiempoeraloúnicoquenopodíaperderseenlacárcel políticamás importante de toda laUnión Soviética. Si alguna deellas tardabamásde la cuenta era sacada a la fuerza, sin importarles enqué momento del aseo se encontrara, lo que daba lugar a espantosasescenas.Elpapeleraunbiendemasiadopreciadoparadesperdiciarloconlosdetenidos,porloqueladireccióndelacárceldecidióqueacadapresose le daría un trozo de dimensiones ridículas con el que tendrían queapañarse como buenamente pudieran. Durante una temporada, esos

papelesfueronarrancadosdeloslibrosalmacenadosenlabibliotecadelaprisión, lamayoríaprocedentesde los registrosy los requisamientosenlas viviendas de los detenidos. Lina rezaba para que nunca tuviera queencontrarse con un trozo de alguna partitura mutilada firmada porProkófiev. Al principio le pareció absurdo ese pensamiento, pero seconvenciódequeera loúnicoque lamanteníavivay losuficientementecuerda, y lo más importante, esa consideración la diferenciaba de suscaptores,elpoderdedistinguirelpapelhigiénicodelahojadeunlibreto,lapáginadeunlibroodeunapartitura.Devueltaalaceldanotardabanenescucharlasruedasdeloscarrosde

comidachirriandocontraelsuelo.Untazóndesopadecolpodridadeuncolorquesolíavariarentreunverdosomohoyunamarillentofuel,enlaquealgunasvecesflotabaalgoparecidoauntrozodevíscera,yunpedazodepan,casisiemprehúmedoyconunatexturapastosa,alqueselehabíanegadoelderechoaserfermentadoyqueenelpaladardejabaunsaborapatatay cal.Desdequehabía entradoen laLubiankaLinahabíaperdidopeso.Calculóqueseríanseisosietekilos,sinomás.Nosoloporlafaltadeapetitoopor laprecariaalimentación, sinoporelestadodeansiedadque regía su cuerpo a causa del miedo y la violencia. No sabía si leaterrabamásimaginarloquepodríapasarlelapróximavezquevinieranabuscarlaoloquerealmentelepasaría.Los primeros días apenas pudo probar bocado. Su cuerpo no admitía

alimentos y cuando cedía a la recomendación de alguna presa que leinsistía enquedebía comer, lo vomitaba todo.En su boca todo tenía unsabormetálico.Selimitabaabeberunpocodeagua,ounaespeciedetéverde que sabía a aguas residuales, pero que al menos estaba caliente.Aprendió a administrar lamuleta, su ración diaria de pan. Al principiopreferíaconsumirlopocoapocoydejaruntrozoparalasúltimashorasdeldía,cuandoelhambreapretaba,peropor recomendacióndeNatachaterminó comiéndoselo de una vez para evitar que otras detenidas se lorobaranyprovocarmayoresaltercados.Sabíaquealgunasde laspresasencerradas en otras celdas tenían el privilegio de ser sacadas a dar unpaseo, aunque fueraa laazoteadeledificio,o inclusoacudir almédico,pero Lina no estaba entre las afortunadas. Existía un interés especial enquelaúnicaluzquevierafueralairradiaciónamarillentaquedesprendíanlasbombillasdelasceldas.AsícomenzósuestanciaenlaLubianka.

Nohabían pasadoni veinteminutos de la llegada de la bailarina del

Bolshói,cuandolapuertadelaceldavolvióaabrirse.Sinmediarpalabra,doshombressacaronaLinadelacelda,queapenaspudosoltaruntímidoe inútil no. La llevaron casi en volandas por los pasillos, subieron untramo de escaleras y llegaron a una puerta cerrada, que uno de loshombres aporreó con tres golpes continuos. Al escuchar el permiso deentrada,accedieronalinteriordeldespacho.Eraunhabitáculoamplio,almenosasíleparecióaLina,aunqueteniendoencuentalosagujerosenlosquehabíaestadodurantelasúltimashorasodías—lanocióndel tiempohabía dejado de existir en su cabeza—, su capacidad de cálculocomparativo podría haber mermado. No tuvo mucho tiempo deinspeccionar la estancia porque enseguida la sentaron en una silla quehabíafrenteaunamesallenadepapeles,sobrelaqueescribíaunhombre,queresultósereljuezyquenisiquierasemolestóenmirarladurantelosprimeros minutos. En ese intervalo de tiempo pudo distinguir que lasparedesestabanpintadasdeuncolorverdeyblanco,yquepartedelsueloera tarima de madera y otra parte de cemento rojo. Al entrar habíadivisado a dos hombres al fondode la habitación, recostados sobre dosgrandes sillones, que le dirigieron una mirada indagadora con la queparecíaninspeccionarunamercancíareciénllegadaalmercado.—Número3939—dijoeljuez,leyendounpapelqueteníaenlasmanos.

La miró durante unos segundos sin preguntarle nada—. Creo que yaconocedeloquese leacusa—dijo,extendiéndoleundocumentodedospáginas y colocando sobre él una pluma—. Nos facilitaría mucho lascosas que firmara la confesión que realizó ayer a mis camaradas. Nosahorraríamosmuchotiempo,dineroyesfuerzo.—Yo no realicé ninguna confesión—se atrevió a decir sin que se le

quebrara la voz, como supuso que le pasaría—. Solo fui insultada ygolpeadapornegarunasacusacionescontramíycontramimarido.El juez la miró como si fuera la primera vez que oía a un detenido

denunciarunmaltratosimilar.—¿Está diciendo que alguien la maltrató y que realizó acusaciones

falsassobresupersona?—lepreguntóel juez—.Peroesonopuedeser.¿Ha presentado ya una queja?—dijo, buscando entre los papeles de sumesa un formulario que finalmente encontró—. En cuanto lo haga, lapodréadjuntarasuinformeyquedaráconstanciadeella—ledijoconun

deje pausado, sin alzar la voz. Lina comenzó a intranquilizarse cuandopresintióunapresenciaenformadesombraaproximándoseasuespalda.Pensó en mirar hacia atrás, pero un súbito temor la paralizó. Vioincorporarsealjuezdesumesa,despuésdedirigirsumiradaalascuatropersonas que empezaban a tomar posiciones detrás de la detenida—.Vamosahacerunacosa.Ledejoaquílaconfesiónqueletomaronayerycuandovuelvaustedmedicesiestátodocorrectoosihayalgúnerrorquequieraquecorrijamos.

Esa noche aprendió dos nombres que no lograría borrarse de la

cabeza en toda su vida.Nikolái yPyotr.Eran dos de los cuatro policíasespecialistasenobtenerconfesionesquesiempreestabanpresentesensusfrecuentesinterrogatorios.Nosedeteníanantenadaymuchomenosantelasmuestrasdedolorolassúplicasdesusvíctimas.Teníanuntrabajoquehacer y no pararían hasta conseguirlo. Si tenían que retorcerextremidades,quemarconcigarrilloslapieldelcuerpo,clavaragujasenbrazos y piernas, sembrar de sombras verdes y moradas el mapaanatómicode lospresosoexplorar condiversosmaterialespunzantesyardienteslaszonasmásíntimasdeaquellosquesenegabanaconfesarloinconfesable,loharían.Yelnúmero3939noibaaserunaexcepción.Másbienalcontrario,NikoláiyPyotrdisfrutabandemaneraespecialcuandoencontrabanunterritoriovirgen,yermodeunpasadodetorturas,sobreelquepodertrabajarymostrarsuespecialización.Amenudosolíaperderelconocimiento,peroparaeso también tenían

soluciones en la Lubianka. La despertaban con amoniaco y, si le habíatocadoelturnoaalgúnalmaredentora,learrojabanuncubodeaguaporlacabezayledabanunatazadekawa,unsucedáneodecaféconsuficientecafeína para despertarla. Algunos presos habían sido despertados coninyeccionesabasededrogasquemezclabanconsuerosdelaverdad,peroLinanorecordabanadadeeso.Mástardeentendióquelafaltadememoriaeraunaconsecuenciadelosepisodiosdetorturayquenorecordarlonosuponíanohaberlovivido.Después del interrogatorio no la devolvieron a la celda de donde la

habían sacado y en la que habían quedado Natacha y la bailarina delBolshói. La introdujeron en otra situada en una planta distinta, si no leengañaba su sentido de la orientación, que hubiera sido lo lógico en

aquellas circunstancias. La bajaron un par de plantasmás abajo, juraríaqueenelsótano.Denuevounestrechoyreducidoboxlaesperaba,peroestavezlasedtorturadoradesusguardianeshabíaidounpocomáslejos.Laobligaronameterlospiesenuncubodeaguaheladaconbloquesdehielo, y así permaneció durante veinticuatro horas en las que alguien seencargaba de reponer el hielo derretido. Después fue llevada de nuevoanteeljuezinstructor.«¿Está preparada ya para confesar», le preguntó. Ante la negativa,

volvía a la celda o quedaba al arbitrio de sus dosmaltratadores, que sehabíanganadoapulsoeltítulodeoficiales.Peronosinantesescucharunade las peores sentencias que se podían oír allí dentro. «Llévensela.Seguiremosotrodía».Eraelpeorveredictoquepodíarecaersobrecualquierdetenido,porque

eso significaba que los interrogatorios continuarían y que de nuevotendríaquepresentarseanteeljuez.Podíanestarsemanas,meses,añosdela celda al despacho del juez instructor, dependiendo de la resistenciafísicay,sobretodo,psicológicadelreo.Linadecidióaguantar.Su sentidode laconcienciay ladignidadno le

permitía firmar el reconocimiento de un delito que no había cometido.Podíanhacerconellaloquequisieran,peronofirmaríanada.DesestimóseguirelconsejodeNatacha.Estabaconvencidadequeloresistiríatodo.Losgritosde losguardianes, los insultosde lapolicía, lasamenazasdeljuez. Le impedían dormir e incluso cerrar los ojos durante días, latrasladabanunayotravez,acualquierhora,alasaladeinterrogatorios,donde solían enfocarle a la cara un potente haz de luz durante horas.Aveces ni siquiera había preguntas, ni intimidaciones, solo la torturalumínica,queresultabasermásefectivade loquepudieraparecerenunprimer momento. Notaba los párpados hinchados, le dolían, le pesabancomo si hubieran recibido un reguero de golpes. Descubrió que laviolenciafísicanosiempreeranecesaria,queallídentrohabíaverdaderosexpertosen torturapsicológicaporquesabíanquesolíasermásefectivoenlamentehumanaeltemorporunpeligrodesconocidoeintuidoqueelpropio peligro en sí. Por eso a un detenido con la tensión alta podíanhacerlereventarsin tocarleunsolopelo.Bastabaconnodejarledormir,amenazarledurantehorasconlastorturasquepodríaninfligirleyconlasrepresaliasquesufriríansusfamiliares.EsoeralopeorparaLina,porquedifícilmentepodíacontrolarse.Quepudierantocarasushijos.Inclusolo

intentaron con el propio Prokófiev, al comprobar que su sola menciónconseguíaafectarle.Lallegaronaamenazarconmatarlesinofirmabalaconfesión que tenía sobre la mesa, asegurándole que los gritos que seescuchaban en la habitación contigua correspondían aSerguéi.EntoncesLina perdía el control, sacaba fuerzas no sabíamuy bien de dónde y serevolvía tanto que hacían falta los cuatro brazos de sus centinelasparticulares para sujetarla. Se dio cuenta de que acababa de mostrar supuntomásdébil,elúnicoumbraldeldolorquenoseríacapazdesoportar.Noeraunaexcepción,solíasucederlesatodoslospresos.

Losinterrogatoriosserepitieronunayotravez.Habíadíasquevarias

veces en menos de veinticuatro horas, mientras que en otras ocasionespodía pasar diez y quince días aislada en celdas de castigo, sin apenascomidaniaguaynadieconquienhablar.PeronadaparecíafuncionarparavencerlaobstinacióndeLina,queseguíanegándoseaconfesaralgoquenohabíahecho.Hablardeconcienciaydedignidadenaquellugareratanabsurdo como intentar hacerles entender uno de los principios de todosistema jurídico democrático, la presunción de inocencia. Hacía muchoque conocía la arbitrariedad del sistema soviético y la mentira que lodefinía.Lohabíavistoconalgunasdesusamistades.Laúnicadiferenciaeraqueentonces loestabaviviendoenprimerapersona.Suresistenciaysucontumaciaparanocedersuvoluntad,inclusobajotortura,desesperóaljuez.YasíselohizosaberlaúltimanochequepasóenlaLubianka.—Sialgoheaprendidoentreestascuatroparedesesquelos inocentes

no ofrecen ninguna resistencia. Les podemos amenazar conmatar a sushijos,consacarleslosojos,conquemarleslasentrañasconunabarradehierroardiendo,queellosnoofrecenningunaoposición.Selesdetieneysedejan.Selesacusayloaceptan.SelesponeunahojaparaquefirmenquesonespíasalemanesyquequeríanatentarcontraelcamaradaStalin,ylo firman. ¿Se acuerda, camarada Pyotr…—le preguntó a uno de loshombres situados a la espalda de Lina— de esa mujer que vino a lasoficinas a preguntar qué debía hacer con el hijo de una detenida, ledijimosqueesperaraycomonosfaltabaunapersonaparacubrirelcupodedetenciones,lametimosparadentroynisiquieraseresistió?—EljuezmiróaLinasabiendoqueapesardesualtaneríaestabamuertademiedo—. Y usted, sin embargo, se resiste. Eso me obliga a pensar que es

culpable.—¿Dequé?Dígamedequésoyculpable.—Ustedeslasextranjerassecreenconderechoatodo.—¿Ese esmi delito? ¿Ser extranjera?Soymuchomás rusa de lo que

puedapensar.—Me juzga a la ligera. En este país estamos muy agradecidos a los

extranjeros.DenoserporellosnosehubieseproducidoelasesinatodelembajadorsoviéticoenVarsovia,delcamaradaPyotrVoykov,en1927,ydíasmás tarde la explosión de una bomba enLeningrado.La poblaciónsalió a la calle para pedirmedidas de defensa social contra los agentesextranjeros y los contrarrevolucionarios, y nosotros se las dimos,curiosamente,coincidiendoconeldécimoaniversariodelnacimientodelaCheca.Sinofueraporustedes,losextranjeros,nuestrosorganismosdeSeguridad del Estado no gozarían de tanto éxito.Usted en esa fecha, en1927,yahabíaabandonadojuntoasumaridoSerguéiProkófievlaUniónSoviética, ¿verdad? Disfrutaron de un gran recibimiento, conocieron amuchagenteimportante…—Pero¿quéquieredemí?¿Porquémehacenesto?—preguntóLina,

queyanosabíadequémaneradeclararsuinocencia.—Yonoquieronadadeusted.Yalotengo.Aquídentro,quientieneun

hombre tiene una causa.—El juez volvió a perder su mirada entre lospapeles que había sobre su mesa—. Ya que conoce a tanta gente y tandistinguida, entre ellos grandes escritores que se volvieronpequeños encuantosesentaronenelmismotabureteenelqueestáusted,dígame,¿tuvooportunidad de leer el artículo del camaradaLenin «Cómoorganizar laemulaciónsocialista»?Esdeenerode1918.PorentoncesestabaustedenNuevaYork,sinomeequivoco.—ALinanolesorprendióquetuvieraesedato,sinoquefueraelúnicoverdaderodetodoslosquesospechabaibanaendosarle—. En él hablaba de «limpiar la tierra rusa de toda clase deinsectos nocivos». ¿Responde eso a su pregunta? —El juez volvía aescribirenlospapelesysinlevantarlavista,diolaorden—.Leconvienecolaborar conmigo, señora Prokófiev. —Era la primera vez que lallamabanporsunombreyutilizóuntonosinceroyamigableque,lejosderelajarla, la intranquilizóaúnmás—.Verá, sino firmasuconfesión,meveré obligado a enviarla a otra prisiónmucho peor, que ni siquiera suimaginaciónpuedesospechar.YcréamecuandoledigoquesilaLubiankalepareceelinfiernoenlatierra,encuantocrucelaentradadeLefortovo

comprenderáelgranerrorenelqueestaba.Llevamásdedosmesesconnosotrosynopuedoperdermástiempoconusted.Necesitosulugarenlacelda.Semeamontonael trabajo.Estamismanochefirmarésutraslado.Nolemientocuandoledigoquesearrepentirátodasuvidadenohaberestampado una firma justo aquí —dijo, señalando la parte baja deldocumento—. Firme, mujer, ya sabemos que no ha colaborado paraatentar contra el camarada Stalin, pero eso ya da igual. No está en susmanos,nisiquieraenlasmías.Mitrabajoesconseguirqueustedfirmesinimportarme si lo hizo o no. Y debo cumplir con él para que mi vidaprofesional siga el camino de las condecoraciones, las felicitaciones demissuperioresy laposibilidaddeunascenso.Debocumpliruncupodeconfesionesydecondenasy,silosupero,seráaúnmejor.¿Esquenoloentiende?Suobstinaciónmepuedesalirmuycara,mepuedeprivardemisprivilegios,demiscomodidades.Asíqueimagínesedeloquepuedosercapazparamantenermisprivilegiosymivida.Yaheconseguidoelpagodehorasextrasquemehaprovocadosuobstinación.Peroaestasalturasnisiquieramecompensa.Supresenciaaquínosestácostandodinero.—Elsermón del juez no convenció aLina, que continuó negándose a firmaruna confesión falsa. Eso le irritó aún más—. Llévensela. Por hoy heterminado.Esperen—mandóalosguardianesqueabortaranlasalidadelapresa—.Lolamentará.Perocontraeso,tampocoyapuedehacernada.

Aquellamismanochefuetrasladadaaunadelascárcelesmásseveras

einhumanasdeMoscú:Lefortovo.

28

EnelinteriordelcuervonegrodelNKVD,lasfurgonetasdetransporte

que utilizaba la policía política para trasladar a los presos, supo queestuvieronapuntodeenviarlaaotracárcelsemiclandestina,ladeButirski,ubicadaenelnúmero45delacalleNovoslobodskai,dondesolíarecalarlamayoríade losdetenidosenotros lugaresde laUniónSoviéticaantesdeserdeportadosaSiberia.PerofinalmentefuelaprisióndeLefortovolaelegida.Aquellanoeraunabuenanoticiaajuzgarporlaexpresióndelrestode

las presas con las que compartía celda y que estabanmejor informadasqueella.Una de las prácticas habituales nada más llegar a la prisión de

Lefortovo, en especial si el preso era una mujer, consistía en desvestircompletamente al prisionero y encerrarle en una celda por la quedesfilaríanlamayoríadeloscarceleros,quenoseahorraríanniunsoloinsultoniexabruptorelacionadoconel físicode ladetenidahastaque lahumillación consiguiera que su fortaleza moral se derrumbara. Lasegundaparadaeraelserviciodepeluqueríaespecial,comosolíanllamara la operaciónde rasurar el cuerpode los prisioneros.Eraunaprácticahabitual, aunque Lina se había librado en la Lubianka. Muchos localificaron de milagro, aunque en algunos interrogatorios hubierapreferido que su pelo hubiese estado rapado. Volvieron las largas einhumanasestancias enelbox, combinando lasaltas temperaturasen lasque el cuerpo llegaba a sangrar por la presión, con las bajas, que laparalizabandurantedías.SilosjuecesenlaLubiankaleparecieronatroces,comparadosconlos

que se dejaban ver en Lefortovo eran auténticos ángeles redentores. Seenfrentóalosmismosinterrogatoriosperomásfrecuentesybrutales.Enelinteriordeaquellamoledecementonohabíapiedad,ycuandoalguienlamostraba,significabaqueelpresosehallabaenlaantesaladelamuerte.Porsusojosibandesfilandonuevosjuecesdeinstrucciónqueteníancomoúnicoobjetivollevarseelpremiodelaconfesióndelapresaespañolaqueseresistíaalbrazoletaldelsistemapenitenciariosoviético.

—Mecuentanquenoquiereconfesar—ledijounnuevojuezalquenohabía visto hasta entonces. Era mucho más joven que los anteriores y,aunqueenunprimermomentosujuventudyrostroaniñadopodríainvitara pensar que quizá susmétodos aún no se habían deshumanizado, a lospocos minutos esa creencia no era más que una quimera absurda. PorentonceselaspectodeLinayahabíacomenzadoamostrarnotoriossignosdedeterioro—.Esono estábien.Nonos conviene a nosotros, y a ustedtampoco.—¿Porquénoacabanconestoymematandeunavez?—¿Yporquévamosamatarla?Aquínos tomamos la justiciamuyen

serio.Además,elcautivopuedegritar,elmuertono.—Noconseguiránquefirmenada.Yosoyinocente.Nohehechonada.—Bueno, todoshemoshechoalgoenalgúnmomentodenuestravida.

Tan solo hay que encontrar la manera de encajarlo en nuestro CódigoPenal. Pero si es cierto que no ha hecho nada, y todos los informes denuestroscamaradasestánequivocados,seguroqueconoceaalguienquesíhahechoalgoquenodebía.Esotambiénpuedeservirnosparahacerfuertea nuestra madre patria y limpiarla de enemigos. ¿Me puede dar algúnnombre?—Novoyadeclararcontranadie.Nopiensodelataranadie.—No le estoy pidiendo que delate a nadie. Le estoy ofreciendo que

colaboreconnosotros.Perosinoquiereayudarnos,muchometemoquevolveremosavernosyquesuperiodode instrucciónvaa ser largo.Deaquípodemosmandarlaaotraprisiónaúnpeor,aSujánovka,ysuvidasepuedeconvertirenuntrasladocontinuodondetodoiráapeor.Leaseguroquelomásdolorosonoeslacondenanielgulag,lopeorsonlascárcelesylosperiodosdeinstrucción.Hevistoamuchosdetenidosrogarparaserjuzgadosyenviadosacualquiercampodetrabajo.Pormuyduroquesea,nunca es comparable con estar en la Lubianka o en Lefortovo. De mídepende enviarla a un campo o a otro. No todos son iguales. Si siguenegándoseafirmarsuconfesión,lapuedodestinaralasminasdecalcitadeIzvestkovaya,dondehayunaenormeleproseríahabitadaporasesinos,delincuentes, lomás siniestro de la sociedad.No creo que sea elmejorlugar para unamujer como usted. No la imagino talando árboles en elkilómetrosietecercadelcampodeMagadan.Pero,claro,laimaginaciónestáparasorprendernos.Firmelaconfesiónyharéloposibleparaquelaenvíenauncampoderégimenmenossevero.

Eljuezconcaradeniñoerajoven,perohabíatenidolaoportunidaddeconoceramuchoscolegasveteranosyaprenderdesusenseñanzas.AnteLina recordó las palabras del juez Mironenko a un detenido: «Lainstrucciónyeljuicionosonmásqueformasjurídicasqueyanopuedencambiarsudestino,trazadodeantemano.Sihayquefusilarle,aunqueseausted absolutamente inocente, la fusilaremos de todos modos. Y si esnecesarioabsolverle,pormásculpaquetengausted,quedarálimpioyleabsolveremos».Laintimidaciónverbalestaveztampocofuncionó.Eljuezconcarade

niño levantó la mirada buscando a los guardias que esperabanhambrientos el momento de comenzar su trabajo. Lina ya conocía lasórdenesqueencerrabanesasmiradas.Eraelúnicomomentodesumisiónqueofrecíasucuerpo.Nopodíahacernadaantedosotresparesdebrazosarmados.Tansolodesearquepasarapronto,queperdieraelconocimientooqueaquellavezfueralaúltima.

Eljuezsabíamuybiendeloquehablaba.Elperiododeinstrucciónde

Lina duró cerca de cuatromeses en los que no faltaron un solo día losinterrogatorios, los golpes, las salidas a medianoche, las celdas decastigo,lasamenazas.Ytodoslosepisodiosintimidatoriosterminabandelamismamanera y con lasmismas tres palabras: «Firme la confesión».Habíadíasenqueel juezsedesesperabaante la insistentenegativadesudetenida.Dehecho,porsucasopasaroncuatro juecesde instrucción.Segrabaronensumemorialosnombresdetodos:Súbov,Málikov,BelovyRiumin. Cada uno desplegaba su particular estrategia, aunque todasterminaban igual, con el cuerpo de Lina sobre el suelo de una celda,amoratado,doloridoysangrante,yagradeciendoqueestavezlaporradelpolicía no hubiera golpeado en su nervio ciático, algo que la habríadejadodemasiadomaltrechadurantedías,sinosemanas.Ellanolosabía,pero los jueces habían hecho una apuesta para ver quién conseguíaarrancarlelaconfesiónaLinaProkófiev.Suenterezasehabíaconvertidoen un trofeo y los participantes se mostraron ávidos de conseguirlo,aunquetuvieranqueemplearsemásafondo.Enunaocasiónlaencerraronenunaceldadecastigodondesolohabía

luz y chinches. No le dieron agua ni comida durante siete días ni lepermitieroncerrarlosojos.Siintentabadormir,aparecíaunguardiánque

le gritaba, la zarandeaba o la golpeaba. Cuando fueron a buscarla parainterrogarla, la obligaron a arrodillarse ante el juez, que se disponía acomer.Porunaveznolainstóabajarlamirada,sinoqueleordenóelevarlavistaparaquepudieraverlodispuestosobrelamesa.Unagranjarradeagua, una botella de vino y un sabroso solomillo ocupando el plato delque estaba dando buena cuenta el juez. La obligaron a permanecer asídurante el tiempo que empleó el magistrado en almorzar. Cuando esteterminó, se levantóy se fuedeldespacho.Volvióa las cincohoraspararepetir la misma operación durante la cena. Solo cuando finalizó,comenzóelinterrogatoriodeLina,queporentoncesyasentíalagargantaacuchilladaporlasequedad,lalenguahinchadayconvertidaenunobjetopunzantequeconseguíaherirlacadavezque lamovía.Apenaspodíaverloqueteníaantesí,yaquelafaltadehidrataciónyelexcesodeluzhabíansecadosusojos.Estabapróximaaldesmayo,peroaúnteníalacapacidadauditiva intacta.La faltade sueño, la sed, la luz, el cansancio físicoy elhambrelaestabansituandoalbordedelcolapso.Sabíaquepodíaperderlacorduraencualquiermomento.Laobligaronasentarseenlasilla,peroleinstaronahacerloenelborde.«Más,unpocomás.Ahí».DespuésdeunosminutosLina entendió que hasta elmásmínimodetalle en la prisión deLefortovoestabapensadoparahacersufriraldetenido,yelintensodolorque empezó a sentir en el coxis era buena prueba de ello. Pero aun asíestaba dispuesta a resistir, a permanecer entera y si eso le llevaba a lamuerte, lo asumiría. Intentó centrarse en las enseñanzas de la CienciaCristiana:«Losproblemasdelaspersonassonunamerafantasíaquedebevencerlamente.Elsufrimientonoexiste,esalgofísico,sepuedelucharcontraélconlamente».Esaerasuúnicaarma,lamente.Perolastorturaslateníananestesiadaydescargadademuniciónparasalvaralcuerpo.—¿Pero no comprende que al negarse a declarar y a firmar su

confesiónmeestádejandoenunmallugar?¿Quévanapensardemímissuperiores?Diránquesoydemasiadoblando,quenoséhacermitrabajo,quequizámehapodidomiadmiraciónporlamúsicadeProkófiev.Lina guardaba silencio. Había comprendido que no servía de nada

respondernialaspreguntasconformadeamenazanialasinsinuaciones,que no eranmás que el anuncio de la llegada de un nuevo episodio detorturas.—Probemosdenuevo.Micamarada—dijoel juezRiumin,mirandoa

otro de los jueces que en aquella ocasión había decidido no esperar su

turno y se hallaba en la misma habitación— le va a leer de nuevo loscargosdelosqueseleacusa,ydespuésharálopropioconsuconfesión,queesperemosqueestavezfirmeenpresenciadetestigos,paraquenadiedudedelalegalidaddelamisma.EljuezempezóaenumerarloscargosqueLinahabíaescuchadounay

otravez.Natacha lehabíadichoqueenaquellasprisionesnosecumplíacondena,peroempezabaadudarlo.Lasvoces,lasmiradas,lostonosyenespecial la rutinaseconvertíanenuna torturamayorque losgolpesconsacosdearenaqueperseguíannodejarhuellaolalluviadepatadassobresucuerpo.A mitad de la lectura, el juez instructor perdió los nervios ante el

silenciodeLinaysuactitudderesistenciapasiva.Corrióhacialasillaqueocupaba la detenida, derribándoladeuna fuertepatadaque acabó con elcuerpodelaprisioneraenelsuelo.Lalevantóbruscamenteylepusoanteunhazdeluzmáspotentedelonormal.—Mevaacontestaracadaunodeloscargosqueseleimputan.Mevaa

darunaexplicacióny,siseniegaahablar,voyaempezaracortarunoporunolosdedosdesusmanosydesuspies,yseguirécon laspiernas, losbrazos,lasorejas,lesacarélosojos,todosycadaunodesusdientes,ynoseríalaprimeramujeralaqueextraigolosintestinosporelmismolugarqueestáustedimaginando.Perolepuedoasegurarqueestanocheyovoyasalirdeeste lugarconunadeclaraciónsuya,onosaldré.—LosgritosdeljuezRiuminlograrontaladrarleeloído.Élmismoarrebatóelinformedelasmanosdelotrojuezyempezóaleerloenvozalta,pegandosubocaaloídodeLina.Cadaamagode retirar suorejade labocadel juez,erarespondido con un fuerte golpe en la cabeza. El juez ordenó a sucompañerosituarseenelotrooídode ladetenidaygritarcon lamismapotencia.Aquelmecanismode torturaeranuevoparaellay resultómuyefectivo.—Selaacusadeintentodehuidaalextranjero.Laúltimavezen1946.

¿Quétienequedecir?Linaoptóporcontestaraunquesolofueraporquedejaranderomperles

lostímpanos.—Nointentéhuir.Soloqueríairavisitaramimadre.Estámuyenferma

yesmuymayor,vivesolaenParís.Poreso inicié los trámitesoficialesparaobtener el permiso con el quepoder viajar aFrancia.—Cuando lacontestaciónnoeradesuagradoolaconsiderabademasiadobreveyfalta

de detalles para ser transcrita en un papel, el juez golpeaba la silla o elcuerpodeLina,loquetuvieramásamano,paraobligarlaacontinuarconsusexplicaciones—.Noheintentadohuir.Nuncalohehecho.LleguéalaUniónSoviéticaconmimarido,SerguéiProkófiev,en1936,pordecisiónpropia.Enseguidaadoptélanacionalidadsoviética.—En1937y1938viajaronustedes al extranjero, entreotrospaíses, a

losEstadosUnidos,dondeconspiraroncontranuestrapatria.—¡No! ¡Hicimos todo lo contrario! Hablamos bien de la Unión

Soviética en cada entrevista con la prensa, en cada concierto, en cadaencuentro,encadafiesta.SiemprehablamosdelobuenoqueocurríaenlaUnión,siempre.—Pensaronquedarseallí,desertar.—No, no es verdad. Nuestros hijos estaban aquí, en Moscú. Nunca

pensamos en quedarnos a pesar de los contratos que le ofrecieron amimarido.—Colaborócon sumaridoen todos susactosdelictivosycriminales,

sacando información y varias divisas de nuestro país. Tienen ustedesgrandescantidadesdedinerodepositadasenelexteriorpara financiar lacampañadetraiciónanuestramadrepatria.—Esonoescierto.Nosotrosnotenemosnada.Mimaridonohahecho

nadayyo tampoco.Solodecidimosdemutuoacuerdoveniravivir connuestra familia a Moscú como nos venían pidiendo las autoridadessoviéticasdesdehacíaaños.Nadamás.Porfavor…—SeleacusaderobardocumentossecretosenelInformburó.¿Conqué

propósito? ¿Para qué potencia extranjera trabajaba para desestabilizar anuestrapatria?—Para ninguna. Yo solo trabajo como traductora. Lo hago en mi

domicilio.FueuntrabajoquemerecomendóhacerelescritorAleksanderAfinoguénov. Trabajo desde casa y solo acudo a la oficina general delSovinformburópararecogerlatareaquemeencomiendan.Nisiquieramepermitenelaccesoalasoficinas.—¿Conquiénsereuníaenesasinstalaciones?Necesitamosunnombre.—No me reunía con nadie. Me entregaban varias carpetas llenas de

folios que estaban escritos en el anverso y me decían que utilizara elreversoparaescribirlastraducciones.Erapapelusado.Meexplicaronqueera una manera de ahorrar papel. Y es lo que hice. Jamás robé ningúndocumento.Lodevolvíatodocuandolastraduccionesestabanacabadas.

Eljuezlecolocóunescritoaescasoscentímetrosdesucara.Nisiquierapodíadistinguirloqueponíaenél,peropareciódarlelomismo.—¿Reconoceestedocumento?¿Lohavistoalgunavez?Esunodelos

manuscritos que usted robó y pasó a sus amistades extranjeras en lasembajadasalemana,británicayestadounidense.—No, no es verdad, yo no robé nada. Yo no pasé nada a nadie —

exclamóLinaque,atolondradaporlosgritos,elritmodelinterrogatorioylaextremacercaníadelosdosjuecessobresusoídos,habíaoptadoporutilizarelmismotonodevozquesusinterrogadores.Unnuevopapeldecolorsepiaescritoamáquinaaparecióantesusojos.

Tampocopodíadistinguirnadadeloescritoenél.Estabademasiadocercade su cara y lasmanos del juez le impedían echar la cabeza hacia atrásparapodervereldocumentoquelemostraba.—Entregó esta carta del ingeniero Shestopal a su esposa Susanna

Rozenberg.¿Porqué?¿Quéperseguíaconella?—Susannaeraamigamía.LoúnicoquehicefueentregárselaaFanny

Chipman, esposa del secretario de la embajada de EstadosUnidos, paraqueselahicierallegar.Ellaibaaviajaralextranjeroyasílacartallegaríaantes.—¿Leyólacarta?—Sí,noconteníanada.Eransimplescuestionesdomésticaspropiasde

unmatrimonio.—Sieraunacartaprivada,¿porqué la leyó?Lohizoparaconocerel

contenidoypodercompartirloconagentesextranjeros.—No,noséporquélaleí.Nopuedorecordarlo.Hacemuchotiempode

eso.—¿No es cierto que contenía información secreta del gobierno ruso?

UstedySusannarecogíandatosdeespionaje.¡Reconózcalo!—Pero¿quédatos?Porfavor,nohabíadatos.Eraunasimplecarta.—¡Nomienta!—volvióagritarle,estavezconmásfuerza—.Elpropio

Shestopalloreconocióenuninterrogatorio,confesóquelacartaconteníainformaciónsobreunafábricaenlaciudaddeGorkiyquetantosuesposacomoustedactuabancomoespíasparaelgobiernodelosEstadosUnidos.Esinútilqueloniegue.Losabemostodo.—¡Noescierto! Jamáshe sidoespía.—Linanopodíamás.Sabíaque

nadade lo quedijera iba a convencerles ni representaría ninguna ayudapara su defensa. Tan solo era una tortura más que asumió como pudo,

comosupusoquehabríahechoShestopal:sideverdadlehabíaacusadodeserunaespía,habríasidobajocoacciónytortura.Eralareglahabitual.—¿QuérelaciónteníaconlossecretariosdelaembajadadelosEstados

Unidos, Norris Chipman y Frederick Reinhardt? ¿Por qué manteníarelaciónconlafuncionariadelaembajadabritánicaAnnaHoldcroft?—Eran simples amigos. A Fanny Chipman la conocí en París hace

muchos años, incluso antes de que se casara conNorris. Y a FrederickReinhardtleconocíencasadelosChipmanen1939.—Asíquereconoceloscontactoscriminales.—Yonohedichoeso.—¿Dequéhablaronensuprimerencuentro?Lapreguntalaconfundió.Eraimposibleacordarsedeloquehablaron

en una conversación banal mantenida diez años atrás. Pero consideróabsurdo explicárselo a su insistente interrogador. Estaba convencida dequenisiquieralaescuchabayquelospapelesquehabíaenlacarpetadesucasoyaconteníanunadeclaraciónysuconfesiónescrita.—Nomeacuerdo.Nopuedorecordarlo.—¿No puede o no quiere?Yo se lo diré: allí empezaron a planear la

maneradedesestabilizarnuestrorégimen.Linase limitóanegarcon lacabeza.Estabaalbordedesuresistencia

mental.—¿Para qué quedó conAnnaHoldcroft el día antes de su detención?

¿Quédocumentosseintercambiaron?¿Noesciertoqueeralapersonaconlaqueteníaprevistoencontrarseensucasael20defebrero?¡Conteste!—Esmiamiga.Meibaaayudaraconseguirunregaloparamihijo.Es

su cumpleaños… —Se dio cuenta del error que había cometido almencionarasuhijo,inclusoantesdeterminarlafrase.Hastaahoranielnombre de Sviatoslav ni el de Oleg habían aparecido en ningúninterrogatorio,algoquesíhabíaocurridoconeldeSerguéi.Semaldijopor ello aunque no fuera culpa suya. La presión, los gritos, el afán detergiversacióndelosinterrogadoreslateníantanaturdidaquenisiquierapodíapensarlascosasantesdedecirlas.Ymuchomenospodíaimaginarlamaneraenque los jueces ibanamalinterpretarydarle lavueltaa susdeclaraciones. El juez Riumin no tardó en aprovechar su deslizinvoluntarioy loanuncióconunasonrisade triunfoensurostro.Sintióqueporfinhabíaconseguidoloquetantotiempohabíaperseguido.Estabamuypróximoaganarleslaapuestaasuscamaradas.

—AsíquesuhijoSviatoslavProkófiev tambiénestá implicadoenestarelacióndelictiva.—¡Élno tienenadaquever!¿Qué relacióndelictiva?Nohay relación

delictiva —gritó mientras intentaba que el nombre de su hijodesaparecierade labocade los interrogadores.Enesemomentohubierahecho cualquier cosa para que dejaran de nombrar a su hijo. Latranquilidad y la sumisión que regían su comportamiento hasta esemomento se deshicieron y su cuerpo empezó a agitarse de rabia y deimpotencia,comosilasdescargaseléctricasqueaplicaronaotrospresosahorallegaranaella—.Élnotienenadaquever.¡Dejeenpazamihijo!—Es usted quien acaba de involucrarle. Hay testigos —dijo,

refiriéndosealsegundojuezya loscuatroguardianesconaparienciadematonesqueleacompañabanenlasala,yqueyasehabíanacercadoparasujetara ladetenida—.Nisiquiera lehemostocadounpeloparasacarleesavaliosainformación.—¡Miente! Yo no he dicho nada. Usted intenta hacerlo por mí. Es

mentira,es todomentira.Quierenquereconozcaalgoquenoexiste,quenohice,quesoloestáensuimaginación.Ynopiensohacerlo.¡Jamás!—Eso ya lo veremos—dijoRiumin, recuperando el tono tranquilo y

sosegadodeliniciodelinterrogatoriomientrassesentabaensumesaparaescribiralgoenunospapeles—.Llévensela.Linaodiabaesa frase,peroaquellavez temiómás loquepodríaestar

escribiendo el juez en el informe. Estaba segura de que acababa desentenciarasuhijoporprecipitarseensurespuesta,porunafáninútildeesclarecercondetallesuinocencia.Laimpotenciayelremordimientolaconsumieron en el interior del box al que fue devuelta. El desasosiegoapenas le permitía respirar y mucho menos pensar. Solo imaginar queSviatoslavpodríapasarporelmismoinfiernoenelquesehabíainstaladosuvidaladestrozabapordentro.Pasaron más de quince días sin comunicación alguna con nadie, ni

siquieraconsusguardianes,quenoparecíanatendersusruegosparaqueledijeranquéestabapasando.Entodoesetiemponohabíaoídoniunavozhumana. El único sonido que llegaba a sus oídos en forma de torturaeficazeraelincesanteydesesperanteruidoprocedentedelostúnelesquecomunicaban con el Instituto Central de Aerodinámica. Era un rumorconstante que podía enloquecer a cualquiera. También oía la peculiarcomunicacióndelrestodelaspresasdistribuidasporlasdistintasceldas,

que golpeaban las tuberías, los barrotes o las paredes con algún objetocontundenteparahacerseentenderyobtenerinformación.Unadeellaslehabía explicado que cada golpe correspondía a una letra del abecedarioruso,perosucabezanoeracapazdedescifraraquelgalimatíasderuidosporqueestabaocupadaporunenjambrededudas,miedosysospechas.Fuelaprimeravezquesesintiócomounanimalenjauladoalqueselenegabatoda atención y que parecía no merecer ninguna consideración. Seconvirtióenunobjetoinvisible.Linahabíadejadodeexistirinclusoparalos juecesdeinstrucciónyparasustorturadores.Nisiquierahabíanadiequesemolestaraenamenazarla,insultarla,golpearlaointentarasacardeella algunas palabras por muy falsas que estas fueran. Pensó que simuriese allí nadie iba a enterarse. Quizá lo harían por el olor, perotampoco estaba segura. Sus manos y sus dedos estaban destrozados detantogolpear lasparedesy lapuertade laceldapidiendoquealguien ledijeraloquepasaba.Sequedósinvoz,sinfuerzas,sinlágrimas,casisinrespiración.Suvidaseconvirtióenunalargaydensaesperadealgoquenisiquieraanhelabaqueacaeciera.Por fin fueronabuscarla.Doshombres lacondujeronhastaelmismo

habitáculoenelquehabíaestadocasidossemanasantes.EljuezRiuminlaesperaba de pie detrás de lamesa. La contempló durante unos instantes,algoquenosolíahacerconlosdetenidosqueentrabanporlapuertadesudespacho. Su gesto mostraba la aquiescencia de sus métodos y suestrategiaconlosdetenidos,alverelaspectolamentablequepresentabaladetenida.Mandóquelasentaranfrenteaél.Denuevolavozinquietantementeamable.El juezseincorporó,rodeó

la mesa y se sentó sobre ella, situándose justo enfrente de Lina, quemantenía sumiradabaja, como le habían enseñado a hacer.Enungestoimpensable,cogióunajarradeagua,llenóunvasoyselodioabeberalaprisionera,queloaceptódócilmente.—¿Sabe lo que pesa una bala? —le preguntó el juez Riumin,

mostrándoleunproyectil que leobligóamirar.Ella lomiró.Eradeuncolorentredoradoyamarillo.Lellamólaatenciónlobrillantequeestaba.Pensó que Riumin habría dedicado un tiempo para lustrarla antes deenseñársela.Después se fijóen su rostro.Eldel juezRiumin fueunodelos pocos nombres de aquel infiernoque retuvo en sumemoria duranteaños. Aquel hombre era especialmente cruel, aunque disfrazaba susadismoconbuenasformas,untonodevozconciliador,alejadodegritos

yórdenesaltisonantes.Solohabíaperdidolosnerviosendosocasiones:laprimera noche le escupió a la cara, lo que desconcertó aLina, ymesesmástardeterminódándolepatadasenlaspiernasyenelvientrecuandoleirritó la obcecación de lamujer aparentemente frágil ymenuda por nofirmar la confesión. Pero aquella noche, se comportaba de una maneracontrolada,serena,demasiadotemplada.Temíaesetonodevoz.Sabíaquenada bueno podría traer el sosiego del juez Riumin, que insistió enpreguntarlesisabíacuántopesabalabalaquesosteníaentresusdedos.Erainútilpreguntarle.Eraimposiblequeellalosupiera—.Nuevegramos.¿Ysabeloqueocupaenlanucadeunapersona?Nada.Aunquedependedelcuerpoenlaquesealoje.Porejemplo,ensucaso,¿cuántosañostiene?—EsperóaqueLinalecontestaracincuentaydos—.Quizáensucasolabalapuedequesedesplacehacialoslados,porquelosmúsculosyloshuesosyaestánenunprocesodemadurezavanzado.Noesusteduna jovencita,precisamente.Pero,sinembargo,enlacabezadeunjovendediecinueveodeotrodeveinticuatroaños,lacosacambia.Lashevistoinclusoexplotarenelinteriordilatandoeldolorylamuertedelejecutado.—LaexpresióndeLinamudóenunintervalonosuperioraloscincosegundos.Eljueznohabíapronunciadoesasedadesalazar.VeinticuatroydiecinueveeranlosañosqueteníanSviatoslavyOleg—.Perocomoledigo,cadapersonaesunmundoycadacuerpouncampodeexperimentos.Yestoydispuestoademostrárselo—dijo levantándose y haciendo un ademán a uno de sushombres.—¡No!—gritóaterrada.—¿Porqué?Nomecuestanada.Estánaquíallado—afirmó,señalando

laparedquehabía trasél,dándoleaentenderquesushijosestabanenlahabitacióncontigua.—Porfavor,nopuede…—Claroquepuedo—matizócontodalasuperioridadqueleconferíasu

posición y elmomento,mientras se acercaba y se colocaba nuevamenteanteella—.Yusted tambiénpuedepresenciarunaescenaqueunamadrenoescapazdeolvidarjamásymuchomenosdeperdonarsepornohaberqueridoevitarla.Porqueustedes laúnicaquepuedeevitarquesucedaloqueestáapuntodesucederleasushijos.—Por favor… —Era la primera vez desde que estaba detenida que

suplicabaasustorturadores.Ledioigual.Siesoservíaparasalvarlavidadesushijos,estabadispuestaahacerlounaymilveces.

—Yonohagofavores,Lina.—Tambiénfuelaprimeravezqueeljuezrecurrió al tuteo y que la llamaba por su nombre. Estabamuy cerca deconseguirlo, lo sabía. Y era un experto en estrategias. La miró duranteunossegundosenlosquepudoverensusojoslaproximidaddeladerrota—. Pero contigo estoy dispuesto a hacer una excepción siempre que tútambién colabores. Favor por favor—le dijo, acercándole el papel quedescansabasobrelamesa—.Firmalaconfesiónyyoteprometoquemetoa tus hijos en el coche en el que han venido y los devuelvo a la calleChkalov.—Linatatuóensuretinaelrostrodeljuez.Sepreguntócuántasveceshabríautilizadoesamismatácticaparaconvencerasusvíctimasdefirmar loquefuera.No teníamaneradesabersieraonoverdad loquedecía, si sus hijos estaban en la habitación adyacente y si realmente losmandaría de vuelta a su casa, pero conociendo sumanera de actuar, noalbergabaningunadudasobrelaveracidaddesuburdochantaje.LadudaestabaesculpidaensusemblanteyRiuminloadvirtió.Nuncahabíaestadotan cerca de doblegar la voluntad de la detenida rebelde—. Firma Lina.Sabemosqueno eres espía.Pero las cosas están así.Nopodemoshacernada. No es nada personal. Firma y salvarás la vida de tus hijos. Es loúnicoquedebespensar.Esloúnicoquetequeda.Lemiróconlamismadosisdeclemenciaquederesignación.Tansolo

rogó que, de ser cierto,Riumin cumpliera su palabra.No tenía ningunagarantía,perotampocopodríaexigirla.DuranteunosinstantessepreguntócómonohabríanutilizadoesabazaenlaLubiankaenvezdelosgolpes,lasquemaduras,losdíassindormir,sinbeber,sincomer.Cogiólaplumaentresusdedos.Hastaendosocasionesseleresbaló.Letemblabalamanoy en realidad todo el cuerpo.Riumin la ayudó amojarla en uno de lostinteros.Solíahaberdossobrelamesa,unoaguado,elqueofrecíanalosdetenidoscuandoqueríanescribirunaqueja,yotronormal,paralafirmadeconfesiones.Noqueríanque,unavezconvencidos,lospresostuvieranque repetir y una y otra vez los trazos de su firma porque estos noquedaranmarcadossobreelpapel.—¿Puedoconfiarenquenoharádañoamishijos?—preguntóantesde

estamparsufirmatemblorosaenelpapel.—No, no puede —respondió con franqueza el juez Riumin, que ya

había abandonado el tuteo—. Pero no les haré ningún daño. Esta nochedormiránensucasayustedmuchomástranquila.Todohaterminado.Lina no sabía qué era exactamente lo que había terminado. Estaba

convencidadequeapartirdeesemomento,consuconfesiónfirmada,suvidayanovolveríaaserladeantes.Podríahabersalvadolavidadesushijos, pero la suya quedaba condenada. Solo le restaba conocer de quémanera pagaría su pretendido delito y a qué campo de concentración laenviarían. En mitad de las elucubraciones, la voz de Riumin volvió aaparecer.Comosetemía,nadahabíaterminado.Todocomenzaba.—Hayalgomás—anuncióeljuez,colocandounnuevopapelantesus

ojos. Tal y como ocurrió con el primero, ni siquiera lo leyó. Hubiesefirmado cualquier cosa si aquello lograba salvarle la vida a sus hijos.Aquelformularioeraelconocidocomo206,undocumentorubricadoporel reopor el que se comprometía anodesvelar losmétodos empleadosdurantelainstruccióndesucaso.Denocumplirlo,podríarecaersobreélla imputación de un nuevo delito, una nueva detención y un nuevoprocedimiento de instrucción con todos los detalles que aquel papeltratabadeimpedirquesalieranalaluz.Nopodríacontarleanadieloquehabíapasadoenel interiorde laLubiankanideLefortovo.No firmarlosería una manera de que todo volviera a empezar, incluso antes deacabarse. Lina certificó aquel papel con el mismo espíritu desometimiento con el que rubricó el primero. Ni siquiera sabría sirealmentetendríalaoportunidaddecontárseloaalguienalgúndía.Cuando terminó de firmar todo, sintió que su cuerpo acababa de

abandonarla, tuvo la sensacióndeque su alma sedesdoblaba, se alejabahorrorizada de ella y la observaba desde lo alto de la sala, sin dudaavergonzadaporloquehabíahecho.—Lina,míreme.—Dudóporunmomentoqueaquellavozperteneciera

al juez Riumin. Tuvo que observar el movimiento de sus labios paracerciorarse de ello.Había bajado la vozmás de lo que acostumbraba ahacer,inclusocuandohablabaenuntonorelajado—.Noseacuerdademí,¿verdad? —le preguntó, consiguiendo sembrar de confusión elpensamiento de Lina, ya de por sí turbado y anestesiado por lo queacababadehacer—.Coincidimosenelestrenode lapelículaAleksanderNevski.—Lamencióndeaquelrecuerdolenublólamirada,quenosabíacómoescapardelpresentequeleapresaba,parahuiralpasadolibertadordelquelehablabaRiumin.Noentendíanada—.Yofuiunodelosqueesanochefelicitéasumaridoytambiénausted,despuésdequelohicieraelcamarada Stalin, por supuesto. Cuando antes le dije que no era nadapersonal, lo decía de verdad. Soyun gran admirador deProkófiev y de

usted.Laescuchémuchasvecesenlaradio,enelconciertoquedioconlaFilarmónica deMoscú o aquel otro con la orquesta deArjanguelsk.Megustaba su voz. Siempre me ha parecido una mujer preciosa, elegante,infinitamentemisteriosacuandolaveíaenlasfotografíasquepublicabanlos periódicos prácticamente a diario durante su primera visita oficial aRusia.—Callóduranteunossegundos—.Aveces lavidanossitúaenunlugarquenonoscorrespondeynopodemoshacernadaparaevitarlo,másque asumir el destino. Quería que lo supiese. No creo que volvamos avernosnunca.DuranteunossegundosLinaoyócómolasbotasdeljuezresonabanen

un eco por toda la habitación. Aquella última confesión de Riumin lasumió en un desconcierto aún mayor y en una decepción todavía másprofundadeladevastadoranaturalezadelserhumano.«Yaestá.Seacabó.Acabo de firmarmi sentencia demuerte».Riumin no habíamentido. Sequedómástranquila.

Seismesesmástarde,el1denoviembrede1949,fuellevadaalasala

de juicios para que el tribunal le comunicara su sentencia. Buscóesperanzadaconlamiradaasushijos,SviatoslavyOleg,oaalgúnamigo.Inclusodeseóquesusojosreconocieranenalgúnlugardelasalalafigurade Serguéi. Pero era imposible, nadie sabía que iba a ser juzgada. Nisiquiera sus hijos habían logrado averiguar dónde estaba su madredespués de que en la oficina de información de la calle Kuznetski lescomunicaran que no acudieran más allí porque la detenida 3939 habíaabandonado lacárcelde laLubiankahacíameses.Todas las instanciasylostrámitesporconocersuparadero,aunquefueraparahacerlellegarunpaquete de ropa, de víveres o una simple carta, porque las visitas eranimposibles, resultaron inútiles. Ni siquiera Prokófiev pudo saber dóndeestaba.TampocoVasili, elhijodeFrosia,pudoenterarsedeaqué lugarhabía sido trasladada.TodoalrededordeLinaProkófievestabaenvueltoenunsilenciocontumaz,y romperlopodríasignificarduras represalias.Por eso tuvo que enfrentarse en solitario a la sentencia, como habíaafrontadotodolodemásdesdequehabíasidodetenidael20defebrerode1948.Sujuiciodurómenosdequinceminutos,enlosquenopudodecirnada,

tan solo escuchar su confesión leída por un funcionario y el posterior

veredictodel juez,que sededicóadetallar la resoluciónde lacomisiónextraordinaria del Ministerio de Seguridad Nacional de la UniónSoviética,dictadaunosdíasantes,el16deoctubrede1949.

CiudadanaLinaIvánovnaProkófiev,nacidaenMadrid,España,el20deoctubrede1897.

Deacuerdoconel artículo58,puntoprimero,delCódigoPenalde laRepúblicaSocialistaFederativa Soviética de Rusia, se la condena a veinte años de privación de libertad en uncampodereeducacióndetrabajosforzadosconconfiscacióndebienes.Linayanooyóloscargosporespionajeytraiciónalapatriarecogidos

en la condena. Su respuesta nada más escuchar el fallo fue una sonoracarcajada,quesorprendióyenmudecióalosmiembrosdeltribunal.Eralaúnicacontestaciónquesemerecía lacortequeacababadesentenciarlaapasar el resto de su vida encerrada en una inhumana cárcel de hielo,aunque sabía que lo que acababa de oír era la oficialización de susentenciademuerte.Nadieresistíaveinteañosdetrabajosforzados.Yaúnmenos en el gulag al que había sido enviada, calificado de régimensevero.AldíasiguienteiniciósuviajealqueibaasersunuevohogarenKomi,

eneldistritodeIntinsk,enlaaldeapolardeAbez,muycercadelaciudaddeVorkutá, al norte del paralelo 67, a cincuenta kilómetros al norte delCírculo Polar Ártico, una ciudad construida por los prisioneros de loscampos de concentración y donde su nombre quedaría ligado a unapequeñaranuraamododebuzónconelnúmero388/16b.

ElmismodíaqueLinafuecondenada,enladachadeNikólinaGorá,

Serguéi Prokófiev sufría una severa insuficiencia vascular cerebralacompañadadeuna fuertehemorragianasalquehizo temerpor suvida.Losmédicosleprohibierontrabajar,leobligaronapararelritmodesuscomposiciones.«Debeentenderquesuvidahacambiado,debeserotra.Yanadapodráserigualqueantes».Durantesuestanciaenelhospital,Serguéiescribía lo que seguía sonando en su cabeza en las cajas de losmedicamentos, que se encargaba de esconder en el cajón de la mesillacuandoelpersonalsanitarioolapropiaMiraaparecían.Pero de eso, como de otrasmuchas cosas, Lina no se enteraría hasta

pasadountiempo.

QUINTAPARTE

ELGULAG

Seequivocanalpensarquelamemorianotieneunvalorcrecienteoquelamalezadeltiempocrecerácubriendocualquierhechoodolorverdaderodelpasado.Queelplanetasiguegirandolosdíasylosañospasan.Eldeberordenaahoraquetodoloquenohayasidodichoseadichototalmente.

ALEKSANDERTVARDOVSKI

Ennuestropaís lamuerteviolentahaarrancadoa laHumanidadnounsolohombre,sino millones. La apisonadora del terror estalinista ha acabado con un númeroincalculabledeseres.Yelcrujidodesushuesosnodejaránuncaderesonarenlosoídosdetodosloshombres.

LEVE.RAZGON

29

El destino seguía tejiendo horrorosas arbitrariedades dirigidas a la

líneade flotaciónde sudolor.Por las rendijas del vagónde trenque latrasladaba de la prisión de tránsito deKírov, donde permaneció duranteunassemanas,hastaelcampodeconcentraciónenAbez,Linapudoleerunindicadorquelehizodesearcerrarlosojos,aunquenolohizo.Elcartelanunciaba la ciudad de Arjanguelsk, con cuya orquesta cantó sin poderimaginar entonces que el juez de instrucciónRiumin le escucharía añosantes de condenarla de por vida al infierno del hielo. Arjanguelsk eraconocida como la ciudad del arcángel. En esas tierras heladas, dondeahoraseabríaelgranmapadelgulag,Linaocuparíasulugarenelmundoenunodeloscamposdeconcentración,sarcásticamentellamadoscamposdetrabajo.El traslado a bordo de los vagones fue una de las experiencias más

terriblesquelecostaríavariasvidasolvidar,siesqueaquelloeraposible.Millonesdepresoseranobligadosaviajaren laspeorescondicionesenestostrenesconocidoscomovagónzack,talycomolosdenominabanlosguardias como diminutivo de vagón de zakliuchónie. Sin embargo, loshombres ymujeres que viajaban en ellos los llamaban stolypin ya que,aunque fabricados en 1902, su uso empezó a generalizarse bajo elmandatodePyotrStolypin,ministrodelinterioryprimerministrodelzarNicolásIIdeRusia.Elviajeeraunaauténticapesadilla.Apenashabíalugarpara los presos, lo que les obligaba a viajar durante días y semanasapiladoslosunossobrelosotros,sinapenasaire,comida,aguayconunatemperatura no apta para la supervivencia humana. Los vigilantes semostraban particularmente crueles con los prisioneros, negándose adarles de comer más que pequeñas porciones de pescado seco y ensalazón,arenquesoanchoascubiertasdeunagenerosacapadesalgordayuna minúscula ración de pan ácido, alimentos que aumentaban más lasensacióndeseddelospresos.Habíadíasenlosquenisiquieralesdabandebeberlosdosvasosdelaguasuciaquelescorrespondían,siempreconuncolorverdosodebidoalosrestosdelubricantequesolíanflotarenlasuperficie.«Creoqueestoespeorquelaslavativasdesalenlagarganta

quemehicieronenlaLubianka»,comentabaalgunapresa.Además,sinolesdabandebeber tampoco tendríannecesidadde llevarles albaño,unaoperaciónenlaquepodíantardarhorasdebidoalosmilesdeprisionerosquetransportabanlostrenes.Teníanlostiemposperfectamentecalculados:parapermitirelusodelaseoaunoscienpresosnecesitaríanalmenosdoshoras,yanoserquealgunosdelosguardianesquisierandivertirseconelespectáculo de humillaciones, era una faena que no les gustaba realizar.Estaban demasiado ocupados amedrentando a los presos con sus gritosabruptoseintimidatorios:«¡Venga. Aprisa. Aprisa!», «¡Todos sentados en el suelo!»,

«¡Desnudaos!»,«¡Derodillas!»,«¡Cogidosdelostobillos!»,«¡Agarradosdelbrazo!»,«¡Fueratodosyquenohayaúltimo!»,«¡Elquehayaperdidoelconocimientoquesalga!».Losconvoyesseconvertíanenunfocodeinfecciones,desuciedad,en

un gran contenedor de basura en el que hombres, mujeres y niños —nacidosde lasmadresquehabían sidodetenidas estando embarazadas—debían sobrevivir antes de llegar a los campos, algo que no siempresucedía.Cuandofallecíaalgunodelospresos,ylapropuestademantenerocultoelcadáverparaqueelrestopudieraaccederasuracióndecomidano era aceptada por la mayoría de los prisioneros, los vigilantes selimitaban a sacar el cuerpo y dejarlo abandonado sobre la nieve, sinmolestarsesiquieraenenterrarlo.Loúnicoquepodíanhacerpara intentarmantenerelvagónalejadode

unaepidemia,queresultaríaletalporelestadoinsalubredesuinterior,eracambiarcadatresocuatrodíaslapajaquecubríaelsuelo,algodeloqueseocupabanlospropiospresos,que teníanqueabrir lapuertacorrederadelvagóncuandoeltrenestabaenmarcha,romperelbloquedenievequecubría el portón y arrojar los desperdicios de manera rápida, yprocurando no caer al vacío porque nadie iría a su encuentro. Algunosaprovecharon esas sesiones de limpieza para optar por el suicidio yarrojarse, sin temor a una muerte segura, más bien al contrario,abrazándoseaellacomoúnicasalida.Cuandoalgunodelospresosqueríaimpedirlo, ya era demasiado tarde e incluso el intento de auxilio podíaacabarconunnuevocuerpocayendoinvoluntariamentealexterior.—Porlomenosnonoshantrasladadoenuntrenrojo—dijounadelas

presasconrostrodemacradoylosojoshundidos,comosiseescondierandel terror.Linasehabía fijadoenelladesdeelprimermomento.Erade

apariencia frágil, extremadamente delgada y con el pelomuy rubio. Alparecer le gustaba a uno de sus carceleros y eso le salvó de que larasuraran. Pero su fortaleza interior superaba a la de muchos de loshombres que viajaban en elmismo tren. Le sorprendió que utilizara suración de pan para introducir en él un papel amodo de carta que habíaescrito a su familia para informarla de adónde la llevaban, y luego loarrojara por una de las aberturas del convoy. «Si alguien lo encuentra,puede que se apiade y envíe la carta. Siempre se agacharán antes paracogeruntrozodepanqueunsimpletriángulodepapel»,dijo.—¿Qué diferencia hay entre un tren rojo y este en el que vamos?—

preguntóLina.—Deunconvoy rojopuedequeno tengasoportunidaddebajarte.No

suelendirigirseaundestinoreal.Siguenlavíadeltrenhastaqueseacabay allímismo llevan amillones de desgraciados para que construyan unnuevocampodeconcentración.Lleganalanadayallídescargan.—¿Quédescargan?—Lo que quede. Y suele quedar poco, porque las condiciones de los

vagonesrojossonaúnmásinhumanasquelosdelvagónzack.Confíaenmí:estetrenenelqueviajamosesunapartamentodelujo.—Lamujerlamirócomosihubieraalgoquenoentendiera—.¿Túnoeresdelartículo58?—preguntó,refiriéndoseasuenjuiciamientolegal—.Esraroquenotehayanllevadoenuntrenrojo.Desdehaceunosmesesalosdel58lostransportanenlosrojos.Alparecer,soismuchosynosabencómohacerlimpieza.En realidad, había tenido suerte.Almenos en su vagón solo se había

producido el robo por parte de los vigilantes de los pocos objetospersonalesquelospresosaúnmanteníanensupoder,peroningunamujerhabíasidovioladapor losguardiaso inclusoporalgunosde lospresosquelesayudaban,comohabíasucedidoenotrodelosvagonesdelmismotren.Cuandointentaronprotestarydenunciarlo,larespuestadeloficialalmandofuetanclaracomodeleznable:«ElEstadonopuedeproporcionarun medio de transporte individual a cada uno de vosotros. Nuestrosrecursos sonescasos,yadeberíais saberlo.Estamos intentandoconstruirnuestramadrepatria.Nopodemosgastárnoslotodoenvosotros».Lina decidió no seguir preguntando a la presa, que parecía tenermás

experiencia que ella a pesar de su juventud. No le ayudaba. Necesitabaestar fuerte para enfrentarse al infierno que le esperaba los próximos

veinte años de su vida. Aunque estaba segura de que aquella pesadillaterminaría antes, había veces que su moral flaqueaba y resultabacomplicadolucharcontraello.Al llegar al campo de concentración y abandonar el interior de los

vagones,sintióunextrañoymacabroalivio,unainexplicablesensacióndelibertad, de descargo físico y mental. Había tardado mes y medio enalcanzarsudestinodefinitivo.Seislargaseintensassemanasconlasquesoñaríaenformadepesadillaelrestodesuvida.Habíarecorridolosmilseiscientos cincuenta y cinco kilómetros que separabanMoscú de Inta yotroscientosesentaysietekilómetroshastaelcampodeconcentracióndeAbez.Solohabíapermanecidounas semanasen laprisiónde tránsitodeKírov,desdedondepudoenviaruntelegramaasushijosparainformarlesde cuál sería su destino definitivo. Les prometió que les enviaría sunúmero de buzón para que pudieran escribirle y les recomendó queiniciarancuantoanteselprocesoparasolicitarunavisitaalcampo.Apesardelcansancio,elhambreylamoralagrietada,agradeciódejar

de hacer kilómetros en el interior del vagón y atravesar el portón delcampodeconcentración.Elrecibimientonofueelmejordetodos.Podíahaberevitado lavisiónsisumiradahubiese imitado ladel restoynosehubieraalzado,desobedeciendolasórdenesde losvigilantes.Perono lohizoyentoncespudoverlo.Allíestaba,avisandodeloquelesesperabaenellugardondeestabanapuntodeentrarydelquelamayoríanosaldría,exceptoparatrabajarmásdedocehorasdiarias.SeguramenteLinasintióun escalofrío, pero su cuerpo ya estaba helado y acostumbrado a unapermanentesensacióndefríoynisiquieraloalertó.Alfinyalcabo,eraunsimple lemaforjadoenunaesculturadehierrodeunacruzardiendo.Lohabíanescritoentresidiomas.«Aaquellosquenoregresaron».Pensóquién sería el autor de las frases que solían presidir la entrada de loscampos y de las prisiones.«Con el trabajo justo pagaré mi deuda a lapatria»,«Conunpuñodehierrollevamosalahumanidadalafelicidad»,«Libertadmedianteel trabajo»,«El trabajoen laUniónSoviéticaesunacuestióndehonradez,gloria,valoryheroísmo».No loentendiócomounaamenazanicomounmecanismode tortura,

sino como simple información.En el peor de los casos,moriría.Habíadíasenlosquelepreocupabamásdespertarsealladodelcadáverdeunapersona con los ojos abiertos, mirándola como si realmente la viera,comosiquisieraadvertirledequelapróximapodíaserella,comoyale

habíasucedidoenelinteriordeunodelosvagones.Lepareciócuriosolafacilidad con la que el ser humano se acostumbraba a las situacionesadversas.Lapreocupacióndelamayoríadelospresosnoeramorir,sinola manera de hacerlo. El problema no era la muerte sino el caminorecorridohastallegaraella.Todavía no había atardecido y eso le permitió observar con cierta

nitidezellugarqueenlospróximosveinteañossedibujaríaensumentecuandohablaradehogar.Ni siquierael colorvioletadel cielo reflejadosobrelaintensaeinacabablecapadenievesesentíacapazdeembellecermedianamentelavisión.Anteellasealzabauncomplejodeedificacionessimple, en el que destacaba una construcción alineada de barracones demadera, todos iguales en forma, y valiéndose como única señaldiferenciadora de carteles colocados en el frontal sobre los que alguienhabía escrito con tiza blanca y en letras mayúsculas las palabrasCOMEDOR, CELDA DE CASTIGO, BAÑO, HOSPITAL… El campoestabarodeadoporunacercadepuntalesdemaderadeentrecuatroyseismetrosdealturaseparadosentreellosporunadistanciaquenosuperabaloscincometros,yunidosporunahileradealambredepúascustodiadapor grandes torres donde los guardianes vigilaban a los prisionerosdelgulaglasveinticuatrohoras.Cercadelaentradasealzabanlasgaritasdevigilancia y las casas de los guardianes del campo, cuyo exterior no sediferenciabademasiadodelosbarraconesdelospresos,aunqueelinteriorgozaba de un mejor acondicionamiento. Por orden del comisario delpuebloparaAsuntosdeInterior,eldirectordelNKVD,LavrentiBeria,sehabíaconstruidounafranjademásdecincometrosalrededordelacercade madera y alambre que bordeaba el campo para que en caso de quealgúnpresodecidierahuir,cayeraenlaratonera.Muchosloconsiderabanabsurdoporqueeranpocoslosintentosdefuga.Resultabacompletamenteinútil. Escapar de allí era abrazarse a una muerte segura, casi como elhechodepermanecerdentro.Sinembargo,eraunabuenaopciónparalosquequeríanacelerarsufinal.Todalaconstrucción,realizadaporlospropiosreos,estabahechapara

humillar al preso y centrarle únicamente en el trabajo y en la absolutaprivacióndetododerecho.EranpropiedadprivativadeunEstadoquenoadmitíalapropiedadprivada.LaUniónSoviéticaseguíasiendoelpaísdelascontradicciones.

No supo en qué momento dejó de ver rostros masculinos con su

mismo semblante. Los guardias habían realizado uno de los primerosprocesosselectivos.Losúnicoshombresqueaparecieronantesíeranlosguardianes, losvigilantesyelpersonaldelcampodeconcentración.Loshombres y las mujeres estaban separados en distintos campos, aunquedebido a su cercanía y para la realización de ciertas actividades, podíanvolveracoincidir.Las recién llegadas fueron trasladadas a un barracón donde les

ordenarondesnudarseydepositarenungranbarrildemadera laspocaspertenenciasqueaúntuvierandespuésdelsaqueoporpartedelosguardiasde los trenes.Leconminaronaducharseconagua fríay someterseaunférreoydesagradableprocesodedesinfección.Enesecamponoparecíahaber vigilantes femeninas o no les había tocado en el turnodeLina.Apesar de que los cuerpos de las presas ya estaban acostumbrados a lasvejaciones, el hecho de que una mano masculina extendiera de maneraabrupta una crema densa y apestosa entre sus piernas supuso unahumillacióndifícildeaceptar.Amuchasdeellaslesvolvieronaraparlacabezaylesrasuraronelrestodelcuerpo.Linanosupomuybienlarazónpor la que se libró nuevamente de esa degradación. Las que peor lollevaban eran las mujeres jóvenes, aunque ya habían descubierto en elinteriordelosvagonesquelastrasladaronhastaelcampo,asícomoenlascárcelesdondehabíanpasadoelprocesodeinstrucción,quesujuventudysu lozanía eran terreno abonado para la ignominia a mano de susinterrogadores.Almenos demomento, ella también se había librado deaquella iniquidad.Más tarde las obligaron a salir desnudas al exterior ycaminar por la nieve durante interminables minutos, el tiempo quetardaronenrecorrerladistanciaentreelbarracóndelbañoyaqueldondelesdaríansunuevaropa.Eranlosvigilanteslosquemarcabanelpasoyseencargabandequeeste fuera lentocuando laspresasestabandespojadasde toda prenda que no fuera su propia piel. Tampoco permitían que suscuerpossejuntarandemasiadolosunoscontralosotrosparadarsecalor.Silohacían,nodudabanengritarlesyengolpearlasconsusarmas.LinasintiócómoleapuñalabanunosseresinvisiblesconlamismafierezaquelohacíanlospuñosdePyotryNikoláienlaLubianka.Tuvoquemirarsevarias veces su cuerpo para comprobar que no tenía ninguna heridaabierta por arma blanca, que todo había sido el efecto del frío ártico

azuzado por la tormenta de nieve, que dejaba una temperatura exteriorcercana a los cincuenta y cinco grados bajo cero.Allí les entregaron elque sería su uniforme durante su cautiverio, que deberían utilizar en elcampoyensussalidasalexteriorpararealizarel trabajoapartirdeesemomento,yconservarcomoelbienmáspreciado,porquenoselesdaríaninguna prendamás. La entrega era una auténtica lotería de tallas. A lamayoría de las presas la ropa, usada y enmal estado, les venía grande,peronohabíaopcióndequeja.ElpeculiarpetatedeLinaestabacompuestoporunasbotasde fieltrodoso tresnúmerosmayoresqueel suyo, algoparecidoaunabrigode lanayungorropara lacabeza.Buscóentresusnuevaspertenenciasalgunoscalcetinesounosguantes,peroloúnicoqueencontrófuelamiradainquisitivadequienleentregabalaropa.Mástardeaprenderíaquedebíaenvolversuspiesysusmanoscon trapossiqueríaresguardarlosdeunacongelaciónseguraysuposterior tumefacción.Enla parte alta de su equipación alguien acababa de dejar su nueva ropainterior, nueva para su cuerpo porque venía de cubrir otrosmuchos. Sevistieron allí mismo, a los ojos de todos, bajo la inspección de losguardianes y la vergüenza demuchas de lasmujeres. Lina hacíamuchoquehabíadejadodepreocuparseporloscomentariosajenos.Habíaoídodemasiados como para dejarse intimidar por unos ojos enfermos depensamientoscerriles.Fue allí donde les explicaron la primera regla de oro que debían

memorizarsiqueríanseguirconvida:unpasoaladerechaounpasoalaizquierda era considerado un intento de fuga. Salirse de la fila, aunquefueraporunacaídaounempujóndealgúnotropresoodealgúnguardia,podríaresultarmortal.Yenesecasoelvigilantedispararíasinpreguntar,sin que nadie pidiera futuras explicaciones. Con esa nueva enseñanzafueronconducidasalbarracóndelacocina.Después de la separación de los prisioneros por género, tocaba la

selección y la clasificación del tipo de preso según su fortaleza y sucapacidadparael trabajo.Deesodependería la raciónalimentariadiariaque recibirían. Había tres tipos de dietas: la básica, reservada para loscalificadoshábilesparaeltrabajo,lafuncionalreforzada,destinadaaloscualificadosparatrabajosmáslivianos,yladietadelcastigo,paralosqueestaban demasiado enfermos para trabajar o los que solían quedarmuylejosdelcupodiariodeproductividadmarcadoporelpartidoparacadacampo.Unavezterminadoelprocesodeselección,lesinstaronaesperar

haciendocolaparaobtenerlabalanda,elcuencodesopaaguadahechoabasedecolpodrida, cabezasdearenque,víscerasdepescadoydeotrosanimales, trozos de carne de perro, y si había suerte, algún afortunadopodríaencontraralgoparecidoauntrozodetocinodecerdo,aunquenoerademasiadohabitual.Secorrióelrumordequemuchosdelospresosquedesaparecíandelanochealamañanaenloscamposacababandandosaboralabalanda.Esaracióndecomidalesestaríaesperandoaltérminode la jornada laboral, en caso de que hubieran cumplido con la cuotaestablecida. Si no era así, podrían ser castigadas privándoles de esacomida, o reduciendo su ración diaria a lamitad. Sus vidas entraban enuna nuevamecánica donde había dejado de existir lo bueno y lomalo,pararegirseporelúnicoparámetroválido:elcastigooelpremio.Cuandollególahoradeocuparsulugardentrodelosbarracones,Lina

siguiólasindicacionesdelguardia,queleseñalóconungestodedesdénelcatrequelecorrespondía.Erauntablóndemaderaendeblesobreelquealguien había colocado una especie de colchón sucio y con evidenteshuellasdehabersidousadoyvividoenelmásampliosentidodeltérmino,sobre el que habían dejado unamanta deshilachada. Sin desvestirse, y apesarde la repugnanciaque leprovocabaelcontactoconaquelcatre,sedejó caer sobre él. Había soñado con aquella horizontalidad durantesemanas. Estaba realmente cansada. Pensó que no podría dormir por elrugido del vendaval que bramaba en el exterior del que algunas trazasheladasconseguíanentrarporlasrendijasmalselladasdelbarracón.Tuvotiempoparaespecularconqueseguramentehabríanobligadoalospresosque lasconstruyeronadejaresasaberturasparamartirizarasus futurosinquilinos.Intentóconcentrarseparadormir.Selevantaríaenunashoras,alas cincode lamañana, ya que, como les habían comunicado, a las seisdebían estar todas en el trabajo. Sería su primera salida. Tenía miedo,especialmentealfrío,queeraloquemásleaterrabaaldesconocertodavíalabrutalidaddel trabajo físicoque le esperaba.Al final logródormirse,aunquenofueunsueñoprofundonimuchomenosreparador.Enningúnmomentodelanochetuvolaimpresióndedescansar.Sedespertabaacadaminutoporlosdesconocidosruidosexteriores,porlosllantosdealgunasde las presas o por el sonido de continuas pisadas que su mente eraincapaz de distinguir si procedían de fuera o si estaban a escasoscentímetrosdeella.Aloírlosgritosdelosguardianes,seincorporódeunsaltoysintióun

grandolorenlacabeza.Cuandosumanoquisoinspeccionarlanaturalezadeesapuñaladaalaalturadesuoccipital,sediocuentadequesupelosehabíaquedadopegadoenlamaderadelcatre,dedondecolgabaprendidounmechóndesuoscuracabellera.Sehabíacongeladodurantelanocheytenía la consistencia de un carámbano. Pensó que no le pasaría más. Apartirdeentonces,envolveríasucabezaconuntrapo.Sololefaltabasabercómoconseguiríaeltrozodetela.También aprendió a no dormir con toda la ropa de abrigo puesta, ya

queal salir al exteriornotaría ladiferenciaabismalde temperaturay sucuerponoreaccionaríaentodoeldíaantelafaltadeabrigoextra.Antesdesalirhaciasuprimerdíadetrabajosforzados,hizolacolaparaobtenerun cazo de gachas de avena acompañadas de un trozo de pan negro enproceso de congelación, que fueron los causantes de la indigestión quesufrióduranteelrestodeldía.Cuandocruzabaconelrestodelacomitivadepresaslaverjadelcampo,unodelosguardianeslesfueabriendounaaunalaropaalaalturadeltórax.«Estáprohibidoenvolverseelcuerpoconperiódicos,papelesocualquier tipode trapo.Soloestápermitidoelusodeluniforme.Soloeluniforme».Silaspresasalmacenabanalgodecalorensuscuerposloperdíaneneseregistro.Aquellainspecciónimprovisadalesupusoungolpedefríoenelpechodelquenoserecuperaríaendías.Nopodíaempezarpeorsucondena.Lamujerquecaminabaasu lado lecomentóqueestabaprohibidodesnudaralospresos,queelartículo9delcódigo ruso lo decía. Lina la miró sin entender cómo podía tener esainformación. «Mi marido lo redactó», dijo sin atreverse a mirar a sucompañera,nosuposiporvergüenzaoparaevitarquelaculatadelfusildelguardiaseestrellaracontrasuespaldaoenlabocadesuestómagoporestar hablando cuando estaba prohibido. Pero eso no la frenó paracontinuar empleando un tono de voz casi inaudible. «Y lo peor es quecuandomelocomentócreíqueeraunreglamentodemasiadoblandoconlosprisionerosporquesiestabanenuncampodetrabajoesporquealgohabríanhecho.Memerezcoestaraquíporestúpida».Linalamiródereojoy pensó en qué situación mental tendría que encontrarse aquella mujerparajustificarycreermerecerelmartirioqueestabasufriendo.Caminarondurantehorassobrelanieveyelhielohastallegaraunzona

despejada,sinseñaldevida,deningunaclase.Niunárbol,niunacasa,niunpájaro,niunasimpleflor.Solohieloyfrío.Sinofueraporlosgritosdelosguardias,seoiríalaescarchadelaire.Linanonotabanilasmanos

nilospies,queyapresentíacongeladosytodavíanohabíacomenzadoconel trabajo. Un instructor empezó a dar las órdenes y a repartir lasherramientas de faena. Para Lina había una pala y un pesado barril. Sulaboreralimpiarloscaminosylascarreterasderesiduosdetodotipoydemás basura acumulada en el lugar, echarlos en el barril y empujarlohasta un terreno cercano, donde se encargaría de cavar un agujero yenterrarlosescombros.Debíallenaralmenoscuatrobarrilescadadíaconla ayudadeotrapresa.Por supuesto, era imposible.Elbarril demaderaerademasiadopesado inclusopara ser transportadoporcuatrobrazosyenelcasodequepudieranconseguirlo,cavarunagujeroenunbloquedehielo irrompible era del todo irrealizable para dosmujeres.En aquellascircunstancias, cada esfuerzo se ralentizaba cienvecesmás.A los pocosminutos su cuerpo comenzó a quejarse. Sus huesos crujieron y notómúsculos hasta entonces desconocidos para ella. Tenía los brazos y laspiernas entumecidos, lo que apenas le permitía moverse y caminar. Ledolíahasta respirar,elairequeentrabaen lospulmones lequemaba.Nohabíadescansoentodoeldía,exceptounapausadediezminutos,quealalargaresultabacontraproducenteparalaspresasyaquereanudarlafaenasuponía un esfuerzo doble después de un parón. Algunas aprovechabanpara fumar o para llenar la boca de nieve con la esperanza de poderhidratarse,yaquenohabíatiemposuficienteparadardebeberatodasylosguardiasnopensabanrompersurutinapararepartiruncazodeaguaacadauna.Demasiadoesfuerzoinútil,pensaban.Laotrainterrupcióndelajornada laboral era para comer. Sentadas en la nieve, las prisionerasengullíanuntazóndesopadearenqueaguadayprácticamentecongelada,yuntrozodepannegromientraslosvigilanteslasapremiabanaterminarrápidoparavolvercuantoantesaltrabajo.Unamanchanegraenelhorizonterompióelmonótonoblanco.Porun

momento pensó que se trataba de una ilusión óptica, como sabía queocurríaeneldesierto.Enfocólamiradaydistinguiótresvagonesdecolorverde oliva, empujados por una nube de hombres que se agolpaban aambosladosyquedejabanmediavidaencadacentímetroqueconseguíanhaceravanzareltren.Habíaoídohablardelasminasencuyascuencaslosprisionerosdelgulagsedejabanelcuerpoyelalma,comolohacíanenexcavaciones de carbón, en las talas masivas de árboles, en laconstruccióndelasvíasdeltren,oenlasfábricasdetodotipodistribuidasportodoelsistemadecamposdestinadasaconvertirseenelmotordela

economíarusa,sinimportarlasvidashumanasquesecobraran.Alfinyalcabo, eran vidas sentenciadas, eran enemigos del pueblo, sinmás valorquelaexplotacióndeunamanodeobragratuita,invisiblealaconcienciadelpoderysilenciosa.Siempresilenciosa.Linasequedóobservando laborrosamanchaqueavanzabapor lavía

del tren cubierta por una espesa capa de nieve que varios hombresarmadosconpalasseencargabandelimpiar.—No los mires—le dijo su compañera de trabajo—. Los vigilantes

puedenpensarqueestásdesobedeciéndolosoquequieresirteconellos.Ydel lugar adonde van ellos —dijo, refiriéndose a los hombres queempujaban los convoyes— no se vuelve.—Se quedómirando el rostrocansado de Lina mientras ambas bebían una especie de té que sabía amadera y que ni siquiera estaba lo suficientemente caliente parareconfortarelcuerpo—.MellamoKarina.—YosoyLina.—Séquiéneres.Aestasalturaslosabetodoelcampo.Yofuiamuchos

conciertosdetumaridoysiempreteveíaasulado.—Elrecuerdolehizoperder la mirada en el vaso de té con el que intentaba inútilmentecalentarse las manos. El pasado le pesaba más que el barril dedesperdiciosquedebíallenar.Los gritos de los guardias instándolas a volver al trabajo zanjaron la

conversación.Fue el día más largo que recordaba haber vivido en su vida. De

regreso al campo, la columna de presas se había convertido en unaenorme sombra que se deslizaba por la nieve con dificultad y casi sinaliento.Sihabíansalidodocehorasantescon frío,conhambreyconelmiedo a lo desconocido que les esperaba unos kilómetrosmás allá delhorizonte,alregresar,lasituaciónfísicaymoraleraaúnpeor.Alcruzarel portónde entradadel campo, les esperabaunanueva inspección.Estaveznosololesabrieronlaropadeabrigoalaalturadelpecho,sinoquelasobligaronadescalzarseydesnudarseporcompletoparaasegurarsedeque no llevaban ningún objeto punzante que hubieran conseguido en elexteriordurantelajornadalaboral.Hacíaunosdíashabíandescubiertoenla bota de una de las presas un trozo de rama con uno de sus extremostímidamenteafilado.Denadasirvieronlasexplicacionesqueintentódarla

reclusaentreunalluviadegolpes,diciendoqueeraparautilizarlocomocubierto,yaquelehabíanrobadoelsuyo.Lajovenfueintroducidaenunaceldadecastigodeapenasunmetrocavadaenelsuelo,enelexteriordelosbarraconesyprecintadaporunasrejasquedejabanentrartodoelfríoylanieve.Losprimerosdíasseoyeronsussúplicas,suarrepentimiento,sus gritos, pero a las cuarenta y ocho horas no se volvió a oír su voz.Nadiesupoquéhabíasucedidoconellaynadieseatrevióapreguntarpormiedoaserelpróximoinquilinoenocuparaquelagujero.Temiónotenerfuerzasniparahacerlacolaenelbarracóndelacocina

paraobtenersuracióndiaria.Yalehabíanadvertidodequeaquellanocherecibiría la mitad debido a su poca productividad. «Si no se trabaja loestipulado, no se come lo acordado», decíaunode losvigilantes.Pensóquenolemerecíalapenaesperarsuturnobajoelfríoylaintensaventiscapara recibirmediocazodesopaymedia racióndepan.Cuandoapuntoestabadedarse lavueltaparadirigirsea subarracón,creyóescuchar sunombreentrelasráfagasdevientoqueempezabanaazotarlanoche.

—Lina, Lina… —Hacía tanto tiempo que nadie la llamaba por su

nombre que le costó reaccionar. Buscó con lamirada a la persona quehabíapronunciadoaquellaspalabrasycuandoladescubrió,leparecióunauténticomilagro.EraInna,unajovenrusaquetrabajabaenlaembajadabritánicayquehabíaconocidoenunafiestaenelHotelMetropol.Hacíaalmenoscincoañosquenolaveía,peronolecostóreconocerla,apesardeltatuajequeelgulagmarcabaenelrostro,enlamiradayenelcuerpodetodossushijos.—Nopuedo creerlo, Inna—dijo al tiempoque se abrazaban como si

fueranlaúnicatabladesalvaciónenmitaddeunnaufragio.Elrestodelasreclusas intentabanocultarlasconsuscuerposparaque losvigilantesnopudieranverlasy lascastigaranencerrándolasunosdíasenunaceldadeaislamiento.Habíamuchascosasprohibidas,ylasmuestrasdeafecto,losgestos de cariño o cualquier cosa que indicara un mínimo conato defelicidadquepudieradefiniraunserhumanoerancotovedadoenaquellugar.Innalecontóquellevabacasitresañosenelcampo,quetrabajabaeneldepartamentodeabastecimientodeproductosymercancías,yquedeelladependíaladistribucióndelacomida,asícomoelrepartodecartasydemáscorrespondenciaenviadaalcampoporlosfamiliaresdelospresos.

La suerte, una palabra despojada de todo significado en el gulag, quisoque ambas compartieran elmismo barracón. Eso les posibilitaría poderhablarenlospocosmomentosdedescansoqueteníanyponersealdíadesus vidas. Inna la convenció para colocarse en la cola porque ya seencargaría ella de entregarle la ración completa de comida, burlando lavigilanciadelosguardias.Esamismanochelellevóuntrozodepanextra,unas galletas y un trozo de tocino que alivió el estómago y el alma deLina.Leparecióunauténticomanjarque,enaquelmomento,noteníanadaqueenvidiaralosbliniscalientesconunafinacapadecaviarsobreellosquesolíacomerconSerguéi.Empezabaacreerenlosmilagros, inclusoenelrincónmásinhóspitodelmundosobreelqueestabaseguraqueDioshabía olvidadoposar sumirada.Era la primera vez que supensamientorecuperaba la imagendivina.Sediocuentadequehabíaabandonado lasenseñanzas de la Ciencia Cristiana cuandomás falta le hacían. Quizá elencuentro con Inna había sido una señal de que no estaba sola, de quehabía alguien velando por ella aunque la realidad se empeñara endemostrarlelocontrario.DespuésdeenvolverseelpeloconuntrapoqueInnaleconsiguióenla

cocina,cerrólosojosparapermitirquesupensamientoseconvirtieraenun eco prolongado y monótono. «Esto también pasará. Solo tengo quepensarenello.Mimenteesmásfuertequecualquieracciónhumana».Todoindicabaqueeldíasiguienteseríaigualalanterior.Perodenuevo

se equivocó. La racionalidad no era algo que tuviera cabida en eseescenario.Alterminarsuprimeracomidadeldía,alguientiródeellaylaapartóenunrincón.—Ponte esto—le dijo uno de los guardias entregándole un jersey de

algodónyasegurándolequenolecostaríadisimularloentresusropajes.Linaloobservótemiendoqueenunodeloshabitualesregistros,tanto

enlosbarraconescomoalahoradesalirporelportónhaciaunanuevajornadadetrabajo,algunodelosvigilanteslodescubriera.Pero,parasusorpresa, el guardia le indicó la manera de encubrirlo para burlar elincisivorastreodesuscolegas.Dudódenuevo,perofinalmenteaceptóelregalo. Ya había aprendido que vivir allí era hacerlo en un continuoriesgo.Almenoscombatiríaelfríohastaquealguienlointerceptarayseloarrebatara.Miróelrostrodelguardiánamable,sospechandoquepodríatratarse de una prueba o un engaño para encerrarla en una de lasinhóspitasceldasdecastigoconstruidasbajotierraenelexterior.

—Elvientodelnorteenfríaelairehastadiezgradosydebemosdeestaracincuentagradosbajocero.Todoelmundoseequivoca.Esahora,alasalidadesol,cuandomásfríohace,porqueescuandosealcanzaelpuntomásintensodelacongelaciónnocturna.—Linalemiró.Noentendíaporquéestabasiendobenévoloconella.Notardóenaveriguarlo—.Yoamabalamúsicadesumarido.Creoquefueelmásgrandecompositorrusoquehemostenido,conpermisodeStravinskiyTchaikovski…—¿Fue?—LaexpresióncongeladadeLina seconvirtióde repenteen

arcilla líquida, moldeable para dejar un gesto de terror en su rostro.Aquella conjugación del verbo en pasado le quemó el alma—. ¿Acasosabesiha…?—No, no me refería a eso. Bueno—titubeó el guardia durante unos

segundos—.Laverdadesquenolosé—reconocióconsinceridad—.Nocreo,noshubiésemosenterado.Lohedichoenpasadoporquecomoahoraescomplicadoescucharsumúsica…Lina aceptó el obsequio del hombre y lo agradeció con una tímida

sonrisa,comocuandoseaceptaelpésameporlapersonaamada,elánimodadoporunterceroenmitaddeldueloolapalmaditaenlaespaldaparaintentaraminorarelimpactodeunamalanoticia.Noeralohabitual,perotambiénhabíagentebuenaentrelosguardianes

ylosverdugos,siesquelanocióndebondadpodíaexistirenaquellugardelmundo. Se les distinguía enseguida porquemientras otros vigilantesdelcampodisfrutabanconsutrabajoyseesmerabanenhumillaryvejarmás de lo estipulado al preso («No necesito tu trabajo. Necesito quesufras»,gritabanalgunos),ellosretirabanlamirada,torcíanelgestoynopodíandisimularunamuecadedesprecioanteelcomportamientodesuscompañeros.Había muchas maneras de hacer más llevadera una condena: una

sonrisa, un trozo de pan, una mirada apartada a tiempo para no ver elincumplimientodeunanorma,ounacamisetaentregadaenunrincóndelbarracónpara intentarqueel fríonocarcomieraelcuerponielespíritudelpreso.Enelgulagtambiénhabíaángelesconuniformebajoloscualesparecíanocultarunasalas.Laspresaslosllamabanlosángelesnegrosporquesiempreteníandos

caras. Todo parabién que procedía de ellos impresionaba más por suvocacióndeverdugos.Nocabíaesperarmuchosfavoresdeellos,yaquealgunas veces venían disfrazados de engaño o de burdo chantaje al que

muchas presas accedían, en especial las jóvenes, porque no les quedabaotro remedio. Muchas aceptaban convertirse en sus esclavas sexuales acambiodeunaracióndobledecomida,deunosdíasenlaenfermería,odepapel necesario para escribir una carta a su familia. Pero, a cambio,debíanestaralaenteradisposicióndelguardia,aunquefueraalfinaldelajornada,cuandosuscuerposnoresistíanunesfuerzomás.Linaagradeciótener la edad que tenía y que su cuerpo no ofreciera la lozanía y lafrescura que el de las jóvenes del campo. Eso consiguió salvarla dedeterminadas situaciones que a buen seguro no hubiera sido capaz deresistir. Se conformaba con la ayuda de Inna, que la instó a escribir suprimera carta a sus hijos, sin esperar al plazo marcado por el camposegúnelcualdebíadetranscurriralmenosunañoparapoderescribiryrecibir correspondencia. Incluso le consiguió unas gafas, que habíaperdidoelprimerdíacuandountropiezohizoquecayeraalsueloydesdeallíviocómolabotadeunguardiaseesmerabaenpisarlasytriturarlasaconciencia.Tiradaenelsuelo,contemplócómolostrozosdeloscristalesse confundían con la nieve hasta terminar desapareciendo en ella,engullidas por el monstruo blanco. Desde entonces su vista había dadomuestras de cansancio, se resentía cuando intentaba leer algunas de lascartas que recibían las demás presas con derecho a escribir y recibircorrespondencia, o cuando el director del campo permitía la lectura dealgunos de los libros seleccionados que descansaban en uno de losbarracones.Innaleconsiguióunasnuevasgafas,construidasdemanerauntanto rudimentaria,conalambresyunosvidriosque lepermitieronsalirdelpasohastaqueundía,entrelospaquetesqueenviabanlosfamiliaresdelas presas y que los guardias abrían y decidían no entregar a susdestinatarias,Innaencontróunasgafas.Lasviomedioenterradasentrelosdesperdicios.Decidiócogerlasyarreglarlaspatillasquehabíanquedadodobladas.FueelmejorregalodecumpleañosconelquepudosoñarLinaen su nuevo hogar. No eran exactamente de su graduación, pero seaproximaban lonecesarioparapermitirla leer.Loprimeroquehizoconellasfueescribirunacartaasushijosenmitaddelanoche,escondidaensu camastro. Se moría por tener noticias de ellos, de Serguéi y de sumadre.SepreguntabasiSviatoslavhabríaescritoaOlgaparacontarlesusituación. Deseó que no lo hubiera hecho. Olga Nemiskaia no hubierapodidosoportarlocuandoestabaenperfectascondicionesyconJuanasulado,asíquemuchomenosloharíaahora.PensarenSerguéileayudabaa

resistir, y no solo rescatando momentos del pasado, sino tambiénimaginando cómo sería su reencuentro, o pensando en cómo estaríareaccionando su marido ante su confinamiento en el gulag. Le gustabaimaginarle preocupado, llamando a unos y a otros, sufriendo porencontrarlamaneradesacarladeallí,intentandoconvenceraquienfueradequesumujererainocente.Leenternecíanlasvisionesqueseesmerabaporproyectarensumente.SeolvidódeldañoquelehabíahechoconsudecisióndecasarseconMira;sabíaquenohabíasidoculpasuya,Mirayel partido estaban detrás de esa decisión. Igual que habían obligado amuchosdirigentesbolcheviquesadivorciarsedesusmujerese inclusoaacusarlasdedelitos falsos, la reeducacióndeProkófievhabía empezadoporlairrupcióndeaquellamujerensusvidas.Estabaconvencidadequecuandotodaaquellalocuraterminase,lavidavolveríaaunirlesyentoncesnosesepararíannuncamás.Enlasconversacionesquemanteníaconotraspresasenelcamposolía

decirqueellahabíasidocondenadaporextranjera,porqueeraespañola.Aunquealgunasdesuscompañerasdegulagteníanotraopinión.—Tú estás aquí por ser la mujer de Prokófiev—le confió Inna con

cierto desparpajo, como era habitual en ella—. Eres el rehén de ungobierno que quiere castigar y torturar a tumarido, y que entiende quehacerlo a través de sus seres queridos duelemás y lesmantiene bajo elyugobolchevique.Esmuchomáseficazdestrozartucuerpoqueelsuyo.—¿Qué crees que le ha pasado a Nadezhda Mandelstam, a Marina

Tsvetáyeva, a Anna Ajmátova o la propia Olga Ivínskaya? —preguntóAnastasia,otradelasprisioneras.Linasintióunaconmociónalescucharelúltimonombre,elgranamordeBorisPasternak.—¿Yél?—preguntóLina—.¿Sabéisalgodeél?—No.Perosupongoquehabrácorridolamismasuertequesuscolegas

apesardehabersidoamigodeStalin.Aquínosesalvanadie.—Innasearrepintiódesusúltimaspalabras.SabíaqueLinapensabaenProkófieveintentó arreglarlo—. Perdóname, no me refería a… no quiero decirque…,enfin,quenotodossonconfinadosenuncampo,odeportados.Lina intentó tranquilizarla con una sonrisa.No estaba dispuesta a que

máspersonascargaranconlaculpadelaquetansoloeranresponsablesunospocos.YademásagradecíaqueenaquellugarnadieparecierasaberqueyanoeralamujeroficialdeProkófiev.Oeso,otomabantanenserioelmatrimoniodelcompositorconMiracomolohacíaella.Sinembargo,

Anastasia,quetambiénhabíavividolatraicióndeunmaridomásobligadoa la defensa de unos ideales revolucionarios que a la vida de sumujer,necesitódecirlealgomás.—Nuncahabíavistoaunamujertanenamoradadesumaridocomolo

estástú.Heestadoobservándote.CadavezquenombranaProkófievseteilumina la cara, los ojos se te salen de las órbitas cuando normalmenteestánhundidosenellas.Túnisiquieratedasnicuenta,peroinclusodejasdecaminarencorvadacuandoalguien lemenciona.¿Teacuerdaselotrodía,cuandoalregresaralcamponoscruzamosconuncamióndepresosque empezaron a gritar «Tres naranjas, tres naranjas», en alusión a laóperaElamordelastresnaranjasdeProkófiev,paraevitarpronunciartunombre y que pudiera suponerte algún problema? Tu cuerpo se irguiócomoeltroncodeunárbol.Mediolaimpresióndequecrecíasunmetro.—Anastasiahablabaentreelpesarylaadmiración—.Nosésiteenvidiootecompadezco.¿Lasespañolassoléisenamorarossiempredeesamanera?Menudo desgaste.Y luego hablan de la capacidad de sufrimiento de losrusos.Linasesintióafortunadadepoderreflejaresesentimiento.Notodoel

mundo tenía laoportunidaddeencontrarelamorverdaderoen todaunavida,yellalohabíalogradotenerduranteveinteaños.Decidióaferrarseaello y no soltarse nunca. Por un momento todas se quedaron calladascomosiestuvieranpensandosiellasrealmentehabíanconocidoalamorde su vida. Fue entonces cuando Lina preguntó algo que provocó lahilaridaddetodas.—¿Creéis que Stalin sabrá que existe todo esto? Me refiero a la

crueldadquemuestraelserhumanoenestelugar.—Eresunángel,Lina.Ynotelodigocomopiropo.Esainocenciatuya

tevaapasarfactura—ledijoInna—.Enrealidad,creoqueyalohahecho.—¿Estás loca? Todo esto es obra suya —afirmó Anastasia con

rotundidad.—¿Cuántospresosseremos?—preguntóconlamismaingenuidadque

nielmásseverogulagpodríadestruir.—Dime, ¿cuántosmillones eres capazde contar?—Anastasia desistió

de dar una cifra. Podía tener una idea, pero era imposible saberlo conexactitud.Deseóquealgúndía,conlaperspectivaqueotorgaeltiempo,elmundopudieradescubrirlo—.ClaroqueStalinconoceloquesucedealolargo y ancho de laUnión Soviética, desde elmarBlanco hasta elmar

Negro,desdeelCírculoPolarÁrticohastamásalládeAsiaCentral, lostentáculosdelgulagloabarcantodo.Loconocemuybien.Élmismofueencerrado hasta en cuatro ocasiones en los campos zaristas. Consiguióescapartresveces,perodesusistemadegulagnadieescapazdehuir.Seasegurómuybiendediseñarlodeunamanera infalible.Lenin fuequiendecidió que había elementos inseguros en su revolución y que eraconveniente encerrarlos en los campos de concentración y ponerlos atrabajar sin descanso.Así conseguían quitarse de enmedio a los que seoponían a su manera de hacer las cosas, aunque fueran másrevolucionarios que ellos, y además ponían los medios humanos paraaumentarlaproducciónrusa.Manodeobragratis.Ysilospresosmuerenextenuados,nopasanadaporquetansolosonpresos,basura,lopeordelasociedad.Nadielesecharádemenos.PeroStalinseencargódeendurecerloscampos,dehacerloscrueles,deconvertirlosenenormestrituradorasdecarnehumana,enungrancementeriodehielo.—Un día el mundo tendrá que saber lo que está sucediendo aquí—

comentó Lina mientras intentaba tejer una especie de bolsa usando unaespinadepescadocomoagujayloshilosdeunamantadeshilachada,talycomolehabíanenseñadoalgunaspresas.—Paraqueesoocurra,alguientendríaquecontarlo.Ynosésivanaser

muchoslosquesobrevivanaveinteañosdecondenaenestaratonera.—Poresonotepreocupes—dijoInna,recurriendodenuevoalaironía

—.Porcadaunoquemuereenuncampo,entrandiezenotro.Yasabéis:«Alquenohaestadoaquílellegarásuturno,alquehaestadoaquínoloolvidará»—recitó, refiriéndosealdichoque,convertidoen lema,corríadebocaenbocaportodoelgulag.—¿Túcreesqueolvidaremostodoesto,Lina?—preguntóAnastasia.—Yoloharéenelmomentoquecruceeseportón.Nisiquieramiraré

atrásparaasegurarmedequenohasidounsueño—respondiómásseriaysegura que nunca, como si hubiera dedicadomucho tiempo a pensar enaquella decisión. Anastasia admiró su firmeza, y por eso prefirióguardarseparasíelpensamientoquelecruzabalamente:«Nadadeloquesucedeseolvidajamás,aunquenoquierasonopuedasrecordarlo»—.Novolveréarecordarlonunca,nihablarédeelloconnadie.Loborrarédemicabeza.Loquenoserecuerda,muere.¿Porquécreéissinoquelamúsicasiempreestáviva?

Lamúsica jamáshabía salidode su cabeza, en especial lamúsicade

Prokófiev.Elrecuerdodesumúsicaydeéleraloquelamanteníaalejadadeunamuertesegura.Cadadía,alregresaralcampo,cuandolasfuerzasle habían abandonado y el sol corría a esconderse, reproducía en sucabeza las notas de la Suite Escita de Prokófiev. Mientras su menteestuvieraocupadaenesapartitura,sucuerposeolvidaríadelodemás.

30

LamediahoramásfelizenlavidadeLinaenelgulagteníalugaruna

vezalaño.Sucedíacuandollegabanlosmesesdeprimaveraylosdíassesuspendíanalmediodía.Entonceselhorizonteseteñíadeunrojopasión,deunrojovida,deunrojorebelde.Duranteunosminutos,todolodemásdesaparecía. Resultaba liberadora aquella ruptura cromática porque porunosminutoselinfiernodejabadeserblanco.Porfinuncolorseatrevíaaplantarle cara al blanco perpetuo, mortal y enloquecedor que tintaba elgulag.Eratristepensarqueesoeralafelicidadparaunapersonaquehabíaconfraternizadoconlavidaysehabíaatrevidoatutearla,peroasíeranlascosas.Enelmarblancosobreelquesecimentabasunuevaexistencia,lafelicidad solía medirse en parámetros de intensidad, nunca de duracióntemporal.EnelCírculoPolarloúnicoquealternabaconlaeternidaderala oscuridad permanente que solía durar más de seis meses. Cualquieralegríagozabadeunatempranacaducidad.Elblancoerapartedesucondena.Todoerablancoasualrededor,era

imposiblehuirdeélporqueloapresabatodo,inclusocuandosuspiesnoestabancaminandoporlanieveosusmanosintentabaninútilmentepartirlatundradehieloimpenetrable.Eratalladictaduradelblancoqueenlasnochesenlasquenopodíaconciliarelsueñoyseentreteníamirandoporloshuecosdelastablasdemaderadelbarracón,inclusocuandonohabíaluna,elexteriorbrillabailuminadoporlafuerzadelanieve.Ycuandolaluna se unía al concierto nocturno, el espectáculo resultaba cegador. Apesardelasleyendasquesolíanacompañaralaluna,Linasiemprehabíasentidopredilecciónporella.Leinspirabatranquilidad,confianzayciertaseguridad.Se sentíaprotegidacuandopresentíaque la luna laobservabadesdelomásalto.Enalgunasregionesrusasalalunaladenominabanelsol de los lobos. Siempre le gustó aquella definición, aunque pudieraresultaralgocontradictoria.EstabaenRusia, tampocopodríaserdeotramanera.Sindudaleagradabaaqueltérmino.Esegranocéanodehieloperpetuosobreelquecaminabaeraabonode

tumbasinvisibles,depersonasquefueronperodejarondeexistirexceptoen el recuerdo de sus seres queridos. Los cementerios mienten y sus

lápidas son monumentos al embuste, hay más muertos que tumbasreconocidas.Quémayor tortura que negar la existencia de una persona,negarsupasado,borrarladelmapacomosinuncahubieraexistido.Sinosehablabadeella,noexistía.Sinoselapodíaenterrar,esporquenuncaexistió.Al igualquesucedíacon lospueblos,unapersonasinpasadonotenía futuro. Dar visibilidad a los muertos era un privilegio que muypocospodíanconseguirtantoenlavidacomoenlamuerte.Eralamayordictadurahumana,negarlavidaylamuerteapartesiguales.—¿Sabes por qué es tan difícil caminar en la nieve? —le preguntó

Tatiana,unadelaspresasmásantiguasdelcampo—.Porqueloshuesosdelosprisionerosquehansidoenterradosdebajodeella seestremecen, seagitan, se revuelven e intentan rebelarse en muerte como no pudieronhacerloenvida.Lina no pudo evitar mirar la nieve bajo sus pies, como si tuviera

respeto por pisar la gran fosa humana improvisada que se extendía amodo de alfombra. Sintió cierto temor por si los muertos decidíancogerla de los tobillos y arrastrarla hacia ellos. Tuvo pesadillas con laimagen que las palabras de su compañera Tatiana habían labrado en suimaginación.—¿Losentierranaquí?—preguntóconciertaconsternación.—Los entierran donde pueden y quieren. Sepultan con más mimo y

cuidado a los perros que a los prisioneros. Es increíble ver cómo sudespreciohaciaelpresosobrevivea sumuerte.Pero lavenganzade losqueundíapisaronestamismatierra,antesdeconvertirseeninquilinosdesu subsuelo, siempre llega. En primavera y en verano, con el deshielo,empiezanaaflorarcadáveresalasuperficiequeelhielohaconservadoenperfecto estadoy eso les suponeunproblema.Cuando salen al exterior,algunoscuerpostodavíamantienenlabocaylosojosabiertos,comosilamuerteleshubierasorprendidoohubieranqueridoescapardeellaopedirayuda en el último segundo a pesar de haberlo deseado durantemuchotiempo. Es curioso, algunos guardias sienten verdadero pavor alencontrarlosporquepareceque lesmiranaellos,queregresana lavidaparacobrarseunaofensa.Hasidolaúnicavezquehevistoaunodelosvigilantesvomitaryponerseblancodemiedo.Merecelapenasobreviviryverllegarlaprimavera.Lomaloqueatiyamínostocarácargarlosenuncamióny llevarlosaalgún lugar lejanodondecavaremosuna fosayamontonaremosloscuerpos.Loquehagandespuésconellosyanosuele

serproblemanuestro.—¿Porqué?¿Quéhacenconellos?—preguntó,intentandonodaralasa

suimaginación,dondetodosolíaadquirirunmatizmásdantesco.—Unavezfuitestigodecómounodelosvigilantesrociabalamontaña

de cadáveres con un líquido inflamable y arrojaba una antorcha. —Sequedó con la mirada perdida en la nieve, algo que no convenía hacerdurante mucho tiempo porque podría quedarse ciega. Pero estabacontemplandootravisión,alejadadelaestepablanca—.Jamáshabíavistosalirfuegodelanieve.Fuehorrible,comosilatierraseabrieraparaqueel infierno aflorara a la superficie y se instalara en ella. No he podidoborrar esa imagen de mi mente, ni el olor tan fuerte que desprendíaaquellapirahumana.—Cállate—lepidióInna—.Laestásasustando.—Aquí no llega nadie con la capacidad de asustarse. No creo que se

impresione por nada a estas alturas de su vida. Y si es así, te pidodisculpas.Lina se vio forzada a negar con la cabeza ante lamirada de Tatiana.

Hacíamuchoquenadielepedíadisculpasyesolaemocionó.Esosrelatosleseguíanmartirizandoelestómagoyalimentandosuspesadillas,queladespertabanamedianocheentreconvulsionesytemblores.Peronohabíanadamejor que hacer en el gulag y para algunas presas verbalizar susrecuerdos, sus temores y la realidad les servía como válvula de escape.Tatianaeraunadeellas.—No creo que exista otro lugar en el mundo tan horrible como la

carreteradeloshuesos.—Linanoestabaseguradequereroíresenuevorelatoconunenunciadotansiniestro,peroquémáspodíahacer.Rechazarla palabra hablada y el calor de la conversación no estaba entre susprivilegios—.EslacarreteradeKolymá,másdedosmilkilómetrosentreYakutia, la república deSajá, la región rusamás fría delmundo, dondeestáelpueblodeOymyakon,queen1926registrólatemperaturamásbajadelplaneta,71,2gradoscentígradosbajocero,ylaorilladelPacíficoenMagadan. —Lina y el resto de las presas abrieron los ojosdesmesuradamente, como si las palabras fueran capaces de tatuarimágenesen su retina,dondecobrabanvida. Incluso lasqueconocían lahistoria se estremecían anticipando su final—. La carretera comenzó aconstruirsehacecasiveinteaños,aprincipiosdelosañostreinta.FueronlosprisionerosdelcampodeSevvostlagymástardelosquellegabande

cualquiergulagrusoquienesseencargarondesuconstrucción.Cientosdetrabajadores murieron cuando apenas habían logrado pavimentar unmetrodecarretera.Elintensofrío,lastormentasdenieve,elhambreylasenfermedadessecobrabanlavidademilesdepresos,queeransustituidosrápidamente por nuevas hornadas de reos que llegaban arrastrados almatadero.Perolosmaterialesescaseabanoeranmuycarosyaalguienseleocurrióquelosmilesdeprisionerosquemoríanenlaconstruccióndelcaminopodíanseguirsiendoutilizadosdeotraforma.—Enesemomentodel relato, Tatiana guardó un instante de silencio, que sirvió paraalimentar escenas próximas al infierno de Dante—.Decidieronmezclarlos huesos, las vísceras y los restos de los muertos con la masa dehormigón para la pavimentación del camino. Al parecer, los restoshumanosdanmásestabilidadaunterrenopantanoso.Enesazona,elbarrolo desborda todo y arruina el asfalto y los restos humanos sirven parasoldarlamezcla.Esimposiblesaberconexactitudelnúmerodepersonasenterradas en las entrañas de la carretera, pero algunos hablan de tresmillonesdevidasconvertidasenunmeromaterialdeconstrucción.Nosésialgúndíaelmundoserácapazdevertodoloquesucedeenestatierra.Ysilohace,¿seráncapacesotraspersonasdeseguirutilizandoesacarreterasabiendoquesuasfaltohaengullidoliteralmentemillonesdevidas?—¿Qué se supone que harán con las fosas cuando todo termine?—

preguntóLina.—Nada.Noseharánada.Muertoyenterrado.Asíresuelveunapartedel

mundo los problemas de la otra parte. —Tatiana la miró. No queríaasustarla, aunque lo estaba haciendo—. ¿Sabes por qué te cuento todoesto? Para que luches por sobrevivir, por mantenerte viva. Te llevoobservando desde hace días y caminas encorvada, arrastrando los piescomohacemos todas.Tehasconvertidoenunade lassombrasqueestasbestias alimentan, como si cargaras sobre tu espalda el peso de unasentenciademuertequetodavíanote toca.Nolesdesesegusto.Quenohuelanlamuertecadavezquetetengancerca.Esoesloúnicoqueteharámás poderosa que ellos.No dispones demás armas. Solo la actitud. Tueres española, demuéstralo, tira de orgullo, que no te vean vencida.Recuerdaloquetehedicho:merecelapenasobreviviralaprimavera.SiempreagradeceríaaTatianaelrelatoqueempezóhablandodemuerte

yterminóllenándosedevida.

Después de los primeros meses en el gulag, Lina fue carne de

enfermería.Suedadysusaludnolahacíanválidaparasaliradiarioaloscamposdenieveyhielo.Tuvosuertededarconunmédicoqueseapiadóde ella y redactó un informe recomendando que realizara su trabajodentro de las lindes del campo. El trabajo no sería agradable nimenosinhumano que el realizado en el exterior, pero no devastaría su nulafortaleza físicani losefectosde lacongelación torturaríansucuerpodeuna manera tan intensa. Su nueva labor consistía en la limpieza de losbarracones y eso incluía todo, desde las casas de los vigilantes, elcobertizodelas letrinas, lacocinaylasestanciasdelaspresas.Sesintióunaprivilegiadapornotenerquesaliralexteriorcomolamayoríadelaspresasyporesoparecíadisfrutarconeltrabajo,aunquesucuerpoacabaratan dolorido como durante los primeros meses de gulag. Incluso teníahumor y ganas de compartir con el resto de las presas algunas de susvivencias en París, Nueva York, Milán, Londres, Los Ángeles, en losestrenos, las fiestas, las recepciones, incluyendo anécdotas con losgrandesartistasquehabíaconocido.Legustabahablarenfrancésporqueelecodesuvozletraíarecuerdosdelaépocamásfelizdesuvida,juntoaSerguéi.A pesar de quemuchas no entendían el francés que utilizaba a veces

para narrar una anécdota, el sonido les hacía dibujar una sonrisa en elrostroyviajarlejosdeallí.Disfrutabahablandoconelrestodelaspresas,era unamedicina terapéutica, como todo lo que le hacía olvidarse de larealidad que le había tocado vivir. A veces, en su afán por conversar,recibíacastigosporsaltarselaprohibicióndeguardarsilenciooacudirenmitadde la noche a otros barracones enbuscade conversación.Lina seconvirtió en la compañía más deseada del campo. Con su verbo fácil,amable y cargado de humor lograba cambiar el semblante de muchosrostros.Lamayoríanoentendíacómoenunescenariotancruel,dondelasbajas temperaturas congelaban la lengua, las ventiscas esculpían lasfacciones faciales con la precisión de un eficaz bisturí hasta conseguirdesfigurarloylaescarchataladrabaloshuesos,Linateníaganasdehablar.—¿Esquea ti no se te congelan lasorejas?¿No tedueleny tequitan

todaslasganasdehablar?—lepreguntaban.—Puesclaro,peroCharlesChaplinmeenseñóunveranoamover las

orejas al tiempo que la mandíbula, y así las ejercito. ¿Veis? —decía,

mostrando a todos su habilidad para mover la ternilla de sus órganosauditivos.Todas reían susocurrencias, sin importarles si eranonoverdad.Eso

resultabacompletamenteindiferente.Anadieleimportabalarealidad,tansolosobrellevarla.—Has conseguido confundirme, desbaratar mi pensamiento —le

confesaba Inna—.Siempre creí que la únicamanera de ser feliz en estelugar era vaciar la cabeza de recuerdos y episodios pasados. Olvidarlotodoparanocaerenlatentacióndecompararpresenteypasado.Ytúnosolo lo recuperas, sinoque locompartescon todas.Ereselprototipodepresa feliz que estos indeseables preconizan —dijo, refiriéndose a losguardias.—Nosoyfeliz.Tansololoparezco.Nosemeocurremejormanerade

vengarmedelosquememetieronaquí.En su campode concentración lamayoría de las prisioneras estaban

relacionadas con elmundo del arte. Había escritoras, pintoras, actrices,profesoras de universidad, cantantes, poetas, y en su defecto, esposas,hijas, hermanas y madres de representantes de la cultura que se habíanvistocondenadasporelvínculofamiliar.—Nosabíanquéhacerconlaculturarusaylahanenviadoacavarenel

hielo al lugar más inhóspito para un ser humano —bromeó la actrizTatiana Okunevskaya, encarcelada por negarse a mantener relacionessexuales con uno de los jefes del NKVD, Víctor Abakumov. Lina laadmiraba.No se cansaba de observarla. Le recordaba a ella cuando eramás joven. Y tuvo la suerte de que la admiración resultase ser mutua.TatianalaconocíanosoloporsucondicióndemujerdeProkófiev,sinoporsusconciertosenlaradiodeMoscúyporsusfotografíasaparecidasenprensa—.Quizáesquenosapreciantantoquenosquierenconservarenhielo.¿Sabesquehaypersonasqueantesdemorirdecidencongelarseporsialgúndíaalguiendescubrelamaneradedespertarlasyhacerlasvolveralavida?Talvezesoes loquequierehacerconnosotroselPadrecitodeTodos losPueblos,congelarnuestramente,nuestrashabilidades,nuestracapacidaddepensar,deescribir,decrear.Malditoignorante.Si la música había enriquecido la vida de Lina fuera del gulag, allí

dentrohabíalogradosalvársela.Oalmenos,selahizomásllevadera.Y

no fue la única presa que fue rescatada in extremis. Cuando LinaProkófiev ingresóenelcampodeconcentracióndeAbez,nadiedabaunrublo por ella. «No aguantará ni seis meses», decían carceleros yprisioneros. Su apariencia frágil y delicada, su edad y su vida anteriorllenadeprivilegiosnoeran losmejorescimientospara lasupervivenciaenelinfiernodehielo,conunastemperaturasmediasdecincuentagradosbajoceroyunrégimendetrabajoquesecobrabamilesdevidascadadía.Pero quienes aventuraban sobre su suerte en el gulag no conocían sucarácter ni su fuerza interior ni su fortalezamental desplegada ante lasadversidades.Olvidabanqueaquellamujermenuda,tiernayamablehabíaconseguido levantar lamoral y la vidadeSerguéiProkófiev, convividoconsugenioysalidoairosade todos losavataresde lavida.Muchasdesus compañeras del campo de concentración decían de ella que era unángel, pero enfatizándolo más como condena que como virtud. Prontodescubriríanquelasalasdeeseángelconseguiríanllevarlalejos,elevarlaunos cuantos metros del suelo y salvarle de una muerte anunciada. Supreparaciónysupasadoeranlaúnicaarmadelaquedisponíaenelcampode Abez, así que sabía que tenía que emplearla. Por eso no tardó enconvencerasuscarcelerosyalpropiodirectordelcampoparaorganizareventos musicales, lecturas organizadas y montajes teatrales en elbarracón. Al principio la propuesta fue rechazada, pero los mismoscarceleroscomenzaronaverconbuenosojoselteneralgunadistraccióncon la que poder evadirse de las pésimas condiciones en las que ellostambiénseencontraban.Lina sabía que había perdido la voz y que sus nuevas circunstancias

vitales no contribuirían amejorar el estado de sus cuerdas vocales. Poreso se centró en la direcciónde losmontajes, en la puesta en escenadeobrasyenbuscarcancionesparapodercantarenelcorodelcampo.Suprincipalmisióneraconseguirponerenpieunconciertocompleto.Sabíaqueensupabellónhabíamujeresquetocabanuninstrumento,perose leocurrió que la composición musical podría ser más rica si tambiénparticipaban los hombres de otros pabellones. Las peticiones a sussuperiores, así como las visitas al despacho del director del campo, sehicieron más frecuentes. Le contaba sus planes para organizarespectáculos y otras actividades culturales en el recinto, y aunque eldirector al principio se limitaba a fruncir el ceño, poco a poco fuecediendo.Alfinyalcabo,eranrusosyLinatodavíanohabíaconocidoa

ningúnrusoquenoamaralamúsica.Tuvolaideadeformarunaorquesta.Sabía de la presencia demuchosmúsicos en otros campos cercanos.Laausencia de instrumentos supuso el primer obstáculo, pero prontoencontrólasolución.Algunasveceselpropiodirectorhacíalasgestionespara adquirir a bajo precio o para que le hicieran llegar algunosinstrumentos musicales de los requisados en los registros, aunque lamayoría estuvieran rotos y enmal estado de conservación y los presosnecesitaran improvisarparaconseguircuerdasopequeñaspiezas sin lascualesseríaimposiblesacaralgúnsonidodeaquellosobjetos.Linaponíaremedioaestaescasezrecurriendoala imaginaciónyconstruyendoconlosmaterialesqueteníaasualcance,comolamaderaoellatón,algunosdelosinstrumentos.Quizálaformanoestabamuylograda,peroelsonidose parecía bastante al original. Y así fueron apareciendo en mitad delcampounaguitarra,unpardeviolines,unoboe,unacordeón,unabatería,una flauta, unosplatillos y unpianoqueparecía un animal herido, peroqueaLina leparecióunSteinway.El espectáculoparecía sacadodeunapelícula italiana donde el absurdo que va tejiendo el hilo argumental esasumido como acto cotidiano. Llegar al campo después de una jornadaextenuantedetrabajooestarenlacolaparaconseguirsuracióndiariadepan negro y sopa de arenque, y ver aparecer a un grupo de guardiascruzandoelcampoconvariosinstrumentosmusicalesenlasmanos,alosque solían llevar con más cuidado que a los propios presos, no era lavisiónhabitualyamásdeunaleparecióestarteniendovisiones.«EsoescosadeLina,seguro»,decían.Ynoseequivocaban.Desde que estaba inmersa en la preparación de estas actividades

culturales, la española presentabamejor aspecto, amén de una fortalezamentalmayor.No se libraba del trabajo forzado durante horas, pero esciertoquesu intensidadsevioreducida,yaquelepermitíandisponerdecierto tiempo para la organización y la preparación de los ensayos.También tuvo la oportunidad de escribir más de una carta al año a sushijos,perosiempreparapedirlesqueleenviaranpartituras,arias,óperasymúsicavocal e instrumental.AlprincipioSviatoslavno entendíanada.No alcanzaba a comprender por qué su madre no se limitaba a pedir,comohacíaelrestodelospresosenelgulag,ajoycebollaparacombatirelescorbuto—porfinentendieronelporquédelolorcaracterísticoaestashortalizas en las oficinas del número 22 de la calle Kuznetski, adondeacudían los familiares de los presos para realizar sus envíos—, la

dolencia más extendida en los campos debido a la escasez, o algúncondimento, como la sal y la pimienta para dotar de algo de sabor a ladesaborida sopa, o alguna prenda de abrigo. Lina prefería pedirles laspartituras de composiciones de Puccini, como las arias de MadameButterfly o de La Bohème. También solicitaba composiciones deProkófiev, entre ellas la deAleksanderNevski, en especial la exaltacióncoral delLevántate, pueblo ruso. Se encargó de conocer los gustos deldirector del campo para que la elección le resultara más sugerente ehiciera todo lo posible por conseguir aquello que necesitaban. PusoespecialénfasisenquesushijoslemandaranTheWishdeChopin.Queríarepresentarlaenelcampo,legustabaesahistoriadeamorquehablabadelibertadydeamorincondicional.Perosobretodo,porquelerecordabaaSerguéi.Eralapiezaquesolíatocarparaanimarla,enespecialdespuésdeunadiscusión,convirtiéndolaensuparticularmaneradepedirperdón.Pronto empezaron los ensayos y con ellos, la comunicación entre

campos. Lina no era la única que se implicaba. Poco a poco escritores,músicos,poetas,compositores,tantohombrescomomujeres,comenzarona aportar ideas y a dar consejos. Las actividades culturales ofrecían elúnicomomento de libertad que vivían los presos, ya fuese participandodirectamenteensupuestaenescenaocomomerosespectadores.Resultabaconmovedora la manera en la que todos se esmeraban en participar,aunquefueserecogiendoramasdealgúnárbolperdidoenmitaddelhieloque poder utilizar en el escenario, o trayendo serrín de las fábricas, ocartones que luego se encargarían de colorear y recortar según lasnecesidades de los decorados. El teatro, los conciertos, las lecturasorganizadasyelcorosalvaronmásvidasenelgulagqueelranchodiariooelcuidadoeneldispensariomédico.Uno de los días, mientras organizaba los ensayos para la Cavallería

rusticana, de Mascagni, sucedió algo imprevisto. Lina estaba sobre elescenario, de espaldas a la entrada, revisando los arreglos de unapartitura, cuando una voz comenzó a hablarle en un fluido y perfectoespañol. Aquel sonido le pareció redentor. Giró su cuerpo rápidamenteparaasegurarsedequenoestabasoñando.¿Quiénpodríaestarhablándoleensulenguapaternaenaquellugar?—¿TúeresLinaProkófiev,lamujerespañoladelgenioruso?Cuando

locuente,nomevanacreer.—Tecreerán,confíaenmí—respondió, sabiendoqueelgulagestaba

lleno de personajes conocidos, famosos e ilustres de la cultura rusa yeuropea con quien los mejores teatros, editoriales y salas de conciertosoñabanconescribirsusnombresensuscarteles—.¿Ytúquiéneres?—Mi nombre es Pedro Cepeda, pero me llaman Perico. Y siento

decepcionarte,peronosoyniescritornimúsiconipintor.SencillamentesoyunanarquistaespañolquevinohuyendodelfascismoydecidiólucharconelEjércitoRojosoñandoconunaverdaderapatriadelproletariado.Ymiradóndeacabé.Almenossoydelospocospresospolíticosverdaderos,un auténticomanosblancas, no como lamayoría de los que estáis aquí,quedepolíticasabéisloqueyoderimapoética.—También fueron detenidos el cirujano Julián Fuster y el político

FranciscoRamosMolins.ConelloscoincidíenlaLubiankahastaquenosjuzgaron. —Lina se dio cuenta de que Perico pasaba por alto lainstruccióndelcasoenelque,comotodos,viviósusepisodiosdetortura—.AnosotrosyaFusternoscondenaronaveinticincoañosde trabajosforzados.Ramostuvomássuerte,sololecayerondiez—dijo,comosienlas condiciones de vida del gulag la condena de diez o veinte añosdifirieraenalgo.Nadiepensabaquepodríanresistir tanto tiempoenunazonatanletalcomoelcampodeAbez,dondeapenasunasextapartedelosprisionerosqueingresabanenélsobrevivía—.Yaquímetienes.Lina se quedó pensativa. Había algo que no entendía, aunque eso no

fueranadanuevoenlarealidadrusa,peropodríaextrañarlealdesconocercómoestabanlascosasensupaísnatal,enEspaña.—YteniendorelaciónconelPartidoComunistadeEspaña,¿porquéno

hanhechonadaparaayudarte?—¿YquéhaceelPartidoComunistadeStalincon los revolucionarios

rusos,conloscomunistasconvencidos,conlosquehanentregadosuvidaalarevoluciónyalpropiopartido?Yotelodiré:encerrarlosenelmismositioenelquetúyyoestamosahoramismo.¿Sabesloquemedijoelotrodíaunpresorusodemibarracón?Quedeberíaconsiderarmeafortunadoporque los que me golpean y me tienen encerrado en este campo deconcentraciónsonrusosynoespañoles.Peroquienletorturaaélyquienle amenaza de muerte son de su misma nacionalidad y, posiblemente,compartan los mismos ideales revolucionarios. «Son los nuestros», medecía casi llorando. Me miró y me dijo que no envidiaba a los quedisfrutabandelalibertad.Linaguardósilencio.Nuncapensóquedentrodelcamposucondición

deextranjera,queeraendefinitivaunadelascausasquelehabíanllevadoallí,pudieraprovocarlaenvidiadealguien.Pericodecidiócontestarasupreguntaparanoalargarmáselmutismo.—Al Partido Comunista en España no le conviene que regresemos y

empecemos a contar cómo se las gastan sus camaradas en la UniónSoviética,deteniendo,encarcelando,condenandoyejecutandoalossuyos.Quedaríafeo.Poresoaloscomunistasespañolesqueestamosenelgulagmuchosnosacusandefascistas,dehabernospasadoalenemigoydeserespías encubiertos del régimen franquista. ¿De dónde habrá salido estaobsesiónporconvertirnosa todosenespías?EstoyconvencidodequeaIbárrurilegustaríavermecolgadodeunmástildelaavenidaGorki.ALinalegustabaaquelhombre.Sumaneradeser,sucaráctersiempre

afable, su gracia andaluza y su positivismo le hacía sonreír. Agradecióvolver a escuchar el idioma español. Le recordaba a su padre, JuanCodina,ynopodíaevitarsentirciertapredilecciónporaquelmiembrodesu improvisado reparto artístico. Y sabía que le hacía un favor alrequerirleparaparticiparenlarepresentacióndelaópera,porqueesolelibrabadealgunos trabajosque lepartíanel alma,el cuerpoy lamoral.Aunque tenía una buena voz, Pedro Cepeda solía despistarse en losensayos, se distraía con otras cosas.Lomás seguro es que se sentía tancómodo en aquel barracón que el director del campo les habíaacondicionadoparaqueensayasenquesoloqueríadisfrutardelmomentoyesolehacíaolvidarlaletra.ALinaledivertía,perodebíaevitarqueselenotara.—Pedro, no entras nunca a tiempo y cuando lo haces, tarareas, no

cantas la canción. ¿Tanto te cuesta recordar una letra?—le dijo, no enruso, como solían hablar para que todos lo entendieran, sino en unespañol preciso y tirando a castizo, que contrastaba con el andaluz dePedro.—Esqueescomplicado,Lina,dirigesmuyraro—replicóconlaúnica

intencióndepicarla.—Túsíquecantasraro.Dejadehacerelboboopongoaotro.—Yamecentro—admitiósinmásreproches—,yamecentro.¿Dónde

se supone que está la iglesia y dónde mi amada? —preguntó mientrasbuscabaunlugarimaginarioqueocupar.—Estáspisándola—lecontestóLinaalverquesehabíasituadomalen

elescenario.

Cuandonoletocabaestarencimadelasmaderasquehabíancolocadoamododeescenario,Pedro se acercabaa sucompatriotay le confiabaaloído.—¿Cómosellama?—dijo,señalandoconungestoaunadelaspresas

queayudabanconeldecorado.—¿Ella?—preguntó,mirandoalamujerquecontemplabaPedro—.Se

llama «céntrate en la letra, porque si se te vuelve a olvidar, nos van ameteratodosenunaceldadecastigoporasesinaraPietroMascagni».—Tienes razón, tienes razón.—Pedro tenía por costumbre repetir la

mismafrasedosveces—.Pero¿mediráscómosellama?Porqueseguroqueesenombretanlargoqueacabasdedecirmetienealgúnapelativomáscorto.Lina lemiró sin poder evitar dejar a un lado su pose de directora en

ciernesycederaunasonrisa.—Irina.SellamaIrina.—PuesIrinaesmuyguapa.—Ypiensaquetienesunavozdetenormuybonita.—Esquelatengo.PoralgoestuvedepequeñoenelcorodelTeatrode

Stanislavski—dijosinfaltaralaverdad.—Pero para que Irina pueda ver lo bien que lo haces, tienes que

recordarlaletra.—Esoayudaría,sí.Definitivamenteloharía.Aprovechaban cualquier momento para conversar, para recordar

costumbres españolas, para hablar de sus familias, para compartir susmiedos y sus sueños.Los dos eran vitalistas, no caían fácilmente en losbajones anímicos, al menos no les gustaba hacerlo a la vista de todos.Aunquesabíanque fantaseaban,planearonverseunavezsalierandeallí,«porque de aquí se sale», solían decirse como saludo en un correctoespañol y como un revulsivo para abrazar la esperanza. Quizá era porcompartir la misma nacionalidad, pero Pedro y Lina tenían en comúnmuchosrasgosdesucarácter.Nolesgustabalapalabramiedo,nosolíanhacer ni decir nada que fuera contra su conciencia y se atrevían aencararse si fuera necesario con el guardia, el vigilante o el juezinstructor, como ambos hicieron en la Lubianka, a pesar de lasconsecuenciasquesuarrojo leshabíaacarreado.Siqueríanalgo, ibanaporello,aunquequizáPedrolohacíadeunamaneramásimpulsiva.Asíocurriólanocheque,rompiendolasreglasdelcampo,decidióabandonar

subarracónparatrasladarsealdemujeres.Noeralaprimeravezquelohacía. Algunas noches, siempre que no hubiera luna llena, los hombressolían arriesgarse y traspasar losmárgenes prohibidos en busca de unaconversación animada con las presas, que solían esperarles con algo decomida y bebida. Casi siempre era Inna la encargada de conseguir losvíveres.Linahabíaparticipadodemuchosdeesosencuentrosclandestinosdonde se hablaba de todo, incluso de política. Pero esa noche PericoqueríaveraIrina.Esamujerlegustabaypensóquelaoscuridadseríaunabuena tapadera y que el contumaz frío que como cada noche helaba elexterior haría que los vigilantes relajaran su guardia. Cuando a puntoestabade llegaralbarracón, fuedescubiertoporcuatroceladoresque lepropinaronunapalizaquelellevódirectoalhospital.Mientrasrecibíalosgolpesy laspatadas,pensabacómoeraposiblequesupresenciahubierasido advertida por los cuatro vigilantes con tanta precisión, como sirealmenteleestuvieranesperando.Enrealidad,asíera.IrinasabíadelosplanesdePedro,perotambiénlosconocíaotradelaspresasquesehabíaenamorado del español y que, al no ser correspondida, había decididovengarsecontándolesalosguardiassusintencionesnocturnas.Latraiciónlevalióunaraciónextradebalandaydepan.CuandoLinaseenteró,hizotodo lo posible para que una presa amiga suya que trabajaba en eldispensario se ocupara de él y le pidió a Inna que le facilitara algúncuidado y algo de comida. Así lo hicieron. Sobre la cama delrevolucionario español metido a tenor aparecieron unos cuantoscigarrillos,untrozodetocinoyunasgalletas.Duranteunasemana,Pedronopudoabandonarelhospital.Algunos sentimientos relacionados con el amor resultaban igual de

peligrosos tanto fuera como dentro del gulag. Pero, algunas veces,merecíalapenaarriesgarseparavivirlos.

31

Olena recorría con extremado cuidado el interior de la casa del

vigilante jefe del campo, como si temiera encontrarse en un campo deminas. Esa semana le tocaba a ella limpiar la vivienda de uno de losguardias más déspotas y crueles del campo y toda prudencia era poca.Cualquier error o desperfecto podría salirle muy caro. La prisioneraucranianahabíanacidoenlamismalocalidadqueProkófiev,enDonetsk,yesohabíaservidoparaconvertirseenunadelaspresasquemáscariñodespertaba en Lina, un sentimiento que se terció recíproco. Cuando apuntoestabadeterminarsufaenaysedisponíaaabandonarlacasa,Olenase fijóenelcontenidodeunade laspapeleras situadasbajo lamesadeldespacho.Seacercótímidamenteparaexaminarloconmásdetenimiento.Al hacerlo comprobó que era un fardo de cartas atado con una cuerdadeshilachada.Mirónerviosahacialapuertadelaestanciayduranteunossegundos agudizó el oído para comprobar que no se oían pisadas queanunciaran la proximidad de algún guardia. La curiosidad la empujó acogerelpaqueteycomprobarqueerancartasdestinadasalaspresasqueni siquiera habían sido abiertas. Era una práctica habitual que losfuncionariosdelcamposequedaranconelcorreodelospresos,bienporcuriosidadmalsanasisetratabadeunpersonajefamoso,bienparaintentarrecabar algún tipo de información o para ahorrarle uno de los pocosmomentosdefelicidaddelquepodíadisfrutarelpenado.Algunosinclusose negaban a entregar la correspondencia escrita a sus destinatarios,porqueesolessuponíamástrabajoynosolíanrecibirnadaacambio.Almenos con los paquetes que enviaban los familiares, algunos guardiaspodíanexigirunamordida, ademásdel roboprevioque solíanhacerdelos víveres que contenían los envíos. Los cigarrillos, el azúcar y lamantequilla solían desaparecer de los petates y rara vez llegaban a lasmanosdelosprisioneros.Todossabíancómofuncionabanlascosasenelcampoytambiénquetodaquejaoprotestaseríacontraproducente,yaquela insolencia del que no teníamás derecho en la vida que el del trabajoforzadosolíaterminarenunaestanciadevariosdíaseinclusosemanasenunaceldadecastigodelaquenotodossalíanconvida.

Después de un rápido y nervioso vistazo, distinguió en uno de lossobresunnúmerodebuzónqueleresultófamiliar.388/16b.EraeldeLinaProkófiev.Extrajolacartayaldarlelavueltavioenelreversoelnombrede su hijo, Sviatoslav.Apenas lo dudó.Armándose de valor, y sabiendoqueaquelgestopodíacostarlecaro,Olenaescondiólamisivaensuropainterior.Prefiriócorrerelriesgoydarleunaalegríaalamujerquetantoestaba haciendo por ella y por muchas de sus compañeras, aunque esavalentía podría suponerle el verse privada de su ración diaria de pan opasarunosdíasencerradaenunzulobajolanieve,aoscuras,confríoysinapenasalimentos.Tuvoquepasartodoeldíaconlacartaocultaensucuerpo, porque esa semana aLina le había tocado salir al exterior paracargar la basura y los desperdicios en barriles de arenques. Sabía queaqueltrabajofísicominabasusaludapasosagigantados,dehechoeraunaespeciedecastigoparasaldarelcaprichodeunvigilante.Habitualmentese quedaba en el interior del pabellón, encargada de la limpieza de losbarracones,oenlacocina,dondepelabakilosdepatatascongeladasconun cuchillo romo, lo quehacía casi imposible realizar el trabajo.No esqueesafueraunafaenaagradable,peroalmenosnorequeríaelesfuerzofísico de levantar grandes pesos, empujar carros y camiones o recorrerkilómetros sobre la nieve endurecida y el hielo. Los días que tenía quesalirahaceresosmenesteres,llegabaallímitedesusfuerzasynisiquieratenía ánimo ni voluntad de acercarse a la cocina para recibir la cena,consistenteenuninsípidocazodesopa,untrozodepanyunvasodeagua.Prefería dejarse caer sobre su camastro de madera y descansar con laesperanzadepoderafrontar lanueva jornadade trabajoquecomenzaríaen apenas unas horas. Cuando sus ojos ya habían empezado a cerrarse,Olenaseacercóasucamastro.«Toma.Heencontradoesto.Unacartaparati.Esdetuhijo.Intentaque

note laencuentreny,si lohacen,porfavor,recuerdaqueyonote lahedado».No sería la primera carta omensaje queLina se veía obligada acomerse para evitar que los vigilantes la descubrieran. Era lo máspróximoalestraperlooaltráficodemercancíasqueexistíaenelcampo.Susojosnoencontraronsuficienteagradecimientoparaelgestodesu

compañera.Sieldíadetrabajoenelgulaglehabíarobadounañodevida,aquellamujerleacababadeconcederotroañoensulugar.LosdedosdeLina estaban amoratados, agrietados, sin sensibilidad debido a lasquemaduras.Moverloslesuponíaundolorqueterminabainstaladoenla

bocadelestómago,peroelsufrimientomerecíalapena.ObservólaletradeSviatoslav,queeratantocomodecirqueelmismoDioshabíabajadoalatierraparamantenerconellaunaconversaciónprivada.Lecostórasgarel sobre, por la inmovilidad de sus dedos y por miedo a que la torpeapertura estropeara algo del contenido escrito. Le sorprendió que algúnresponsabledelcampono lahubieraabiertopara interesarsepor loquecontaba,peroporloqueleconfesóInnahabíavecesqueeldesprecioeratantoquetirabanelfardodecartassinnisiquieraabrirlo.Cuando al fin lo consiguió, sus ojos recorrieron hambrientos las

palabras que alimentaban líneas. Intentó buscar significados ocultos encadasignodepuntuación,encadapalabra,encadaexpresión,inclusoenla inclinación de la caligrafía. Quien escribía sabía que su carta seríainspeccionadaporojoscensores,quealamínimadudaosuspicaciaseríarechazada.Poresarazóncasitodaslacartasseparecían.Frasesescuetasytramposas como «Estoy bien de salud», «La vida aquí no es tan dura»,«Estuveunosdíasenelhospitalporunainfecciónestomacal,peroyahesalidoyhepodidovolveraltrabajo»,«Estoyaprendiendomuchascosas»,«Pienso en vosotros», solían repetirse como expresiones prefabricadas,aunquequien lasescribíaestabaconvencidodequeeldestinatariosabríainterpretarideasquenohacíafaltaescribir.Eramejorpecardeausterosalahoraderelatarsentimientos,compartiropinionesyfacilitarsegúnquétipo de informaciones. Lo sabía y por eso la frialdad del escrito no lesupusoningunadecepción.Alcontrario.Enlacarta,Sviatoslavlecontabaqueseguíatrabajando,quetodoibabien,quecontinuabanviviendoencasacon la ayuda de Frosia, que Oleg había abandonado la Facultad dePedagogíadelArteparadedicarseporcompletoa lapintura—noquisocontarle que estaba recibiendo enseñanzas de Robert Falk, uno de losgrandespintoresrusos,quedespuésdevivirenParíshabíaregresadoalaUnión Soviética, donde vivió las mismas dificultades, acusaciones yolvido que lamayoría de los artistas; que su nombre apareciera escritopodríaacarrearproblemasatodos—,yquehabíaconocidoaunachicadenombreMaia,concuyaincipienterelaciónestabailusionado.Linasonreíaencada frase,aunquesepreocupóporquesuhijocometieraeldeslizdeescribirelnombredelamujerqueempezabaaamar.Peroalrecordarquelacartanohabíallegadoamanosdelosresponsablesdeinspeccionarelcorreo, se sintió aliviada. Hasta que llegó a la mención de Serguéi.Tampocolenombrabadirectamente,sereferíaaélcomopapá.Alabrirel

sobreyextenderlacuartilla,quisocomprobarsihabíaalgunareferenciaaélenlacarta.Cuandoladescubrió,quisoesperarasaborearelmomentoyrechazóirdirectamentealafrasedondesereferíaaél.Queríadisfrutardelallegadadeeseinstante.Noestabaenunlugardondelaesperanzaechararaíces y alimentara sueños, y cuando surgía una oportunidad de hacerlohabía que aprovecharla. Las noticias no eran buenas. Serguéi no seencontrabamuy bien. Su salud se había resentidomucho en los últimostiempos —mención velada a su matrimonio con Mira—. Había estadoingresadoporunacaída,porunaccidentevascularporproblemasconlatensiónarterial.Leapenó saberque losmédicos lehabían recomendadoaminorarelritmodetrabajooabandonarloduranteunatemporada.Linasabíaqueaquelloeracomomatarleenvida,queparaProkófievnopoderescribir música era como no respirar. Un sentimiento de angustia y dedeseodeprotecciónleinvadió.«Siyoestuvieraconél.Siningunodelosdosestuviéramosenellugardelmundoquenonoscorresponde»,pensóconscientedelainutilidaddesureflexión.Lehubiesegustadoleerqueelhombre quemarcó y seguía marcando su vida estaba haciendo todo loposibleparasacarladeallí,que lehabíaafectadomuchoenterarsedesudetención, de su encierro y de su destierro en el gulag, que se habíainteresadoporella,quenohabíadíaquenopreguntaraasushijosporsuestado.Pero aquello hubiera sido un suicidio para el propioSerguéi. Sieseinterésdelcompositorporunaprisioneradelgulagcaíaenmanosdealgún responsable del campo, como era lomás lógico, podría ser letalpara él, para sus hijos y para la propiaLina, que lomás seguro es quehubieradesaparecidoenmitaddelanocherumboaalgúnlugardondelaspersonasseevaporaban,dejabandeexistirynosevolvíaasabernadadeellas. Y cuando sus familiares preguntaran por ella, recibirían unalacónicayfríacontestación:«Presosinderechoacorrespondencia».Esoquería decir que estabamuerto, que no semolestaran en buscarle ni enpreguntarporél.Yanoexistíaysisucasocaíaenmanosexpertasenelcamuflaje de vidas ajenas, serían capaces de asegurar que nunca habíaexistido, que todo había sido un sueño, que los que decían recordarlementían y traicionaban la credibilidad del partido, un delito por el quemereceríanserencerrados,deportadosyejecutados.Linaseconformóconpensarqueseríaasí,queeraimposiblequenose

preocuparaporellaapesardeestarconMira.Leconocíamuybien.Nopodía haber cambiado tanto. Y sobre todo, ella no quería que hubiese

cambiadotanto.Estaba atrapada entre las líneas manuscritas por su hijo cuando algo

interrumpiósulectura.Unosgolpessecosycontinuadosseescucharonenel exterior. Al principio creyó que sería algún tablón de madera alcapricho del viento, o un objeto golpeando una de las paredes delbarracón, pero los golpes eran demasiado precisos para dejarlos a laimprovisacióndelaire.Linadoblósucarta,laescondióbajolaropayseincorporóprocurandonohacerruido.Aprovechandolasrendijasdeunade las paredes del barracón, observó cómo dos vigilantes sacaban arastras el cuerpo de una presa. Ni siquiera se habían molestado enenvolverloenunatela.Losgolpesqueoíaeranelruidodelacabezadelcadáver chocando contra cada peldaño de la escalera del barracón. Leparecióunaimagenhorrorosa,peronopudodejardemirar.Sefijóenunpequeñocarroaescasosdosmetrosdondedistinguióungranbultoinerteque enseguida comprendió que eran otros tantos cuerpos. Asídesaparecíanlospresosdeloscampos.Unanocheestabanyalamañanasiguientenohabíarastrodeellos.Lasautoridadesdelgulagteníanordende recoger los cadáveres de madrugada, llevarlos fuera del campo yabandonarlos a merced de la tundra de hielo. Lo que hicieran con suscuerpos, si eran o no enterrados y dónde se les sepultaba, era unaincógnita.Acababadedescubrirunodelosgrandesmisteriosdelcampo,descorriendo el velo de secretismo que solía acompañar a lamuerte enaquellugar.Linadiounpasoatrássinpoderevitarquesucuerpohicieracrujir una de lasmaderas. El ruido hizo que uno de los vigilantes, quehabía dejado la faena para fumar un cigarrillo, volviera la vista haciadondeestabaella.Enunactoreflejoseagachóyrezóparaqueelecodelaventiscadesatadaenelexteriorhicieradesistiralguardiadeunaprobableinspección ocular para conocer la procedencia de aquel crujido. Esperóduranteunos segundosen losqueni siquiera respiró.No seatrevíani amirar lo que estaba pasando fuera. En caso de que el guardia estuvieraaproximándose a su barracón, prefería no verlo.Tras una espera que leparecióeterna,volvióamiraryobservócómoelcarrodemaderaenelquehabíancargadoloscadáveresavanzabahaciaelportóndehierrodelcampo.Respiróaliviada.Sehabíalibradodeuncastigoseguroencasodeser descubierta mirando algo que no debía. Volvió a refugiarse en sucamastroysetapóconlamanta.Nopodíaborrardesuretinalaimagendela cabeza de la presa muerta golpeando uno a uno los escalones ni

tampocopodía dejar de escuchar su retumbomacabro.Decidió leer unaúltimavezlacartadesuhijo.Sabíaqueesolealiviaría.Aquella noche soñó con sus hijos y con Serguéi. Sobre todo con

Serguéi.Al despertar no recordaba exactamente las imágenes de aquella

ensoñación, pero sí que los dos hablaban tranquilamente, sonriendo,mirándose a los ojos, sin prisas, sin vacilaciones, como siempre habíasidoensuhistoriadeamor.Aquellamañana,antesdelaprimeracomidadeldía,queloúnicoqueconseguíaeracalentarlelasmanosyraravezelestómago, cumplió con su visita al retrete.Allí, a escondidas y con losgritos de los vigilantes urgiéndole, se alimentó de las palabras delSviatoslavconsaboracelulosa rancia.Aunasí, le resultó la raciónmásnutritivaysabrosaconlaquesucuerposealimentaríaenmuchotiempo.—¡Eh, tú!—lavozdelvigilantenopusonombrea laprisionera,pero

Lina sabía que se refería a ella. Como todos los presos en los campos,había desarrollado un radar especial para saber cuándo un grito o unrugido ibandirigidosaella.Temióque lahubieravistoyque lehicieradevolver loqueacababade ingerir abasedegolpes en el estómago.Sellenódefuerzaspensandoquenoleimportaríanlasconsecuencias.Habíaleído la carta y eso ya nadie podía arrebatárselo ni siquiera a golpes—.Tienesqueiraldespachodeldirector.Quierenhablarcontigo.No sabía qué le esperaba en aquella sala, pero había evitado que por

unosminutossusmanossalierandelasletrinasydejarandepelearseconlos piojos y las chinches que infectaban las celdas de castigo. Aquellasvisitasnuncasolíansuponerbuenasnoticiasylopeoreraeltrayectohastaacabarenpresenciadeldirectordelcampo.Alentrarvioaldirectordelcampoyaunhombrealto,decomplexiónfuerteydepelorubioasulado.Linaquisoreconocerle.Noeraunfísicoquesevieramucho,almenosensucamponienelcampopróximohabitadoporhombres.Desdeluegoeraunprisionero,peronoteníalamismaactitudqueelresto.—¿Sabeustedalemán?—leinterpelóeldirector.Aquella pregunta le recordaba a los interrogatorios vividos en la

Lubianka y en Lefortovo. Una cuestión aparentemente inocente podíasuponerqueenlacabezadelinterrogadorseconstruyeralamayortramade espionaje y traición de la historia. Por eso Lina respondió

afirmativamenteconlacabezaconciertaprudencia.—Apartirdehoytrabajaráconeldoctor—dijo,señalandoconlamano

al hombre rubio—. Necesita una ayudante que sepa hablar alemán paratratar a algunos de los internos. Estará con él hasta nueva orden.—Eldirector la miró y quiso añadir algo más—. Por supuesto, esto no laalejarádesulaborconlasactividadesculturalesdelcampo.¿CómovalapreparacióndeCavalleriarusticana?—preguntó.—Bien,todovabien—dijoLina,quetodavíanopodíacreerqueenel

plazodeunashorasestuvierarecibiendotantasbuenasnoticias:lacartadeSviatoslav,laliberacióndeltrabajoenelexterioryahorasunuevalaborjuntoalmédicoalemán—.Nosvendríanbienalgunascuerdasparaviolín.—Yamímevendríanbienunasvacacionesparaperderlosa todosde

vista y, sin embargo,me tengo que conformar con seguir viéndoles lascaras.Creoqueestorespondeasuinsinuación.—Sí, señor —contestó Lina. No le importaba. Esa mañana no iba a

estropeársela nadie.Y, sin embargo, volvió a la carga, lo que obligó almédico alemán a disimular la sonrisa—.Aunque si usted pudiera hacerque mi carta llegara a mis hijos con mayor apremio, seguro quepodríamosteneratiempolaspartiturasquelessolicito.SéquelasariasdeStrauss,PucciniyChopinserándesuagrado.—Notenselacuerda.Puederomperse—lecontestóeldirector,queno

obstante, tomó nota y dio orden de apremiar ese envío. Era un granmelómanoyLinalosabía.Salierondeldespachoprincipal losdos juntos,elmédicoalemánysu

nuevaenfermera.Linalemirabadereojo.Dudabasiabalanzarsesobreélpara darle las gracias por salvarle la vida o romper a llorar. Decidióguardar las formas por miedo a que el doctor cambiara de opinión alconsiderar que su decisión había sido una locura viendo elcomportamientodesunuevaayudante.Ya en el hospital, no pudo contenerse. Eran tan pocas las veces que

podíaexpresarsuagradecimientoenelcampoqueguardarseesagratitudenlagargantalehubieraquemado.—Yo…—empezódiciendo—…quieroagradecerleque…—Soy yo quien estoy agradecido a su marido —le dijo sin dejarla

terminar—.Loqueesehombremehahechosentirconsumúsicaesunadeuda que no podré saldar en toda una vida. Y para que eso pudierasuceder, a su lado debía haber una granmujer—añadió sin deshacer la

amplia sonrisa que logró aguar los ojos de Lina—. Además, dígamedóndeencuentroyoaalguienconsuconocimientodelalemán.Estonosvieneigualdebienalosdos.Notienenadaqueagradecerme.Porcierto,mellamoErikSommer.—Lina Prokófiev —dijo, aceptando su mano y devolviéndole la

presentación.Elnombredesumaridoseguíamarcándolelavida.Larelaciónentreeldoctorysunuevaenfermerasenutriódebuenas

conversaciones, de un entendimiento mutuo casi inmediato y de unacadenadefavoresquesiemprepartía,porquenopodíaserdeotraforma,de Erik. Empezó a administrarle inyecciones de complejos vitamínicosque restablecieron su cuerpo, especialmente del grupoB,B1, tiamina, yB2,riboflavinaparacombatirlafaltadenutrientes,asícomodevitaminaAyC, y le suministraba suplementosde aceite depescadoydeglucosaparahacerfrentealaltogradodedesnutriciónquepresentaba.Nuncasupocómo lo logró, pero adquirió unas pequeñas ampollas de sinestrol, unasustanciacasimilagrosapara lacaídadelpelo,queaLina lecongratulómásquelospequeñostrozosdechocolateconlosquealgunasnoches,alfinal de la jornada de trabajo, solía obsequiarle y que ella insistía encompartirconél.Seguíaconservandolamismacoqueteríadesiempre,apesardelascircunstancias,loquesindudaalguna,eraunrevitalizante.—Eresdemasiadobuenoconmigo.—Noesfácilencontrarpersonascomotú.—Losojosazulesdeldoctor

la observaban con algo más que el mero agradecimiento. Quizá sihubieransidodeotrocolor…—.Ymenosenunlugarasí.—¿Por qué estás aquí? —preguntó, procurando desterrar las

evocacionesdelpigmentoazuladoensuiris.—Por alemán. Para ser exactos, espía alemán—dijo con ironía. Los

másdequinientoscamposqueconformabanelsistemadelgulageranunagranfábricadeespías—.¿Ytú?—Por española y por espía también, por supuesto. Pero yo soy más

espíabritánicaoestadounidense.Demasiadosamigos,supongo.Linavolvióaescucharelsonidodesurisa,quecreíaolvidado.YErik

fueelprimeroenvolveracontemplarsussonrisasreciénestrenadas.No solo trabajaban juntos, se entendían perfectamente, compartían

conversaciones sobremúsica, arte, literatura, de todomenosdepolítica.No porque estuviera prohibido, aunque todos los presos terminaranhablandodeellaentresusurrosenalgúnrincóndelbarracón,sinoporquese sentían totalmente ajenos a ella cuando estaban juntos. No queríanperdereltiempoconalgoquenolesserviríadenada.—Yahora vamos a hacer algo con esa ceguera nocturna—le dijo el

doctoranteeltemordeLina.Sabíaquelospresosconesadolencia,frutode una carencia vitamínica y una alimentación insuficiente, eranconsideradosinútilesporlasautoridadesdelcampoporquecuandocaíalanocheoen lugaresconpoca luz, seconvertíanenauténticosciegosquedebían andar con los brazos extendidos como si fueran fantasmas si noquerían caerse en cualquier zanja o tropezar con algún obstáculo. Eranconsiderados inválidosy su finalnoeramuyhalagüeño:odesaparecíanenmitaddelanocheoerantrasladadosalmortuorio.Independientementedeldestino,nadielosvolvíaaver.—¿Vas a decírselo?—preguntó, temiendo acabar en el mismo lugar

que los demás—. Te prometo que puedo hacer mi trabajo. Apenas meafectalaceguera.—¿Yquedarme sin lamejor ayudante que he tenido nunca?Debes de

estarloca.Vaaserverdadloquecuentandelalunallena—dijocontodalacomplicidadquefuecapazdeimprimirasutono—.Tehevistomirarlamuchas noches, es como si te alimentaras de ella. Te voy a dar unasvitaminas,estasampollasdeglucosayademástepondréunasinyecciones.Noquieroquelalunasequedesinsuprincipalespectadora.—Eselsoldeloslobos—dijo,respondiendoasucomplicidad.Erauna

denominación que no había compartido con casi nadie, excepto conSerguéi y con sus hijos. Le gustaba guardar aquella expresión enpropiedad, casi en secreto, escondida para que nadie pudiera dañarla oapropiarsebanalmentedeella.—¿En serio?—preguntómientras le buscaba la vena para ponerle la

primerainyección.—Nolosé,peroamímegustacomosuena—respondió,encogiendo

subrazoalsentirelpinchazo.—¿Te he hecho daño?—quiso saber al ver cómo su cuerpo daba un

pequeñobrincocuandolaagujaseintrodujoenlavena.—No,esquenomegustan lasagujas.—Sumente recuperóporunos

segundos las agujas empleadas por Pyotr y Nikolái durante los

interrogatoriosenlaLubianka.VolvióamiraraErik.Preferíasumiradaazulada.

Linaseconvirtióen lasombradelbuendoctor.Hacía todo loque le

decía,sedejabaguiarporsuspalabrasysusmanos,aprendióainterpretarsuspalabras,susmiradas,sussilencios,hastasusrespiraciones,quesolíandar una idea de la gravedad de un enfermo. Le enseñaba cómo curarheridas por congelación, reanudar el ritmo respiratorio y normalizar latemperaturadelpresoqueacababadesalirdelaceldadecastigoocómosujetarlapiernadeunenfermoalqueestabanoperandosinanestesia.Leindicó la mejor manera de verter las gotas necesarias de cloroformosobreunamascarilla,quecolocabacondelicadezasobrelabocaylanarizdelpaciente,ocómoiluminarconlalinternaunaheridaqueeldoctorseesmerabaencerrarcuandolaluzdeldispensariomédiconoerasuficiente.Erik descubrió una costumbre en su nueva ayudante que le llamó laatención. Lina solía afanarse en cubrir con una sábana o unamanta loscuerpos desnudos de los pacientes. Lo hacía incluso cuando fallecían,como si quisiera ahorrarles la vergüenza de la desnudez una vezabandonada la vida.El doctor pensó que habría alguna explicación paraesamaníaylavisualizóenelpasado,seguramenteenalgúninterrogatoriooenalgunasesióndetorturaenlacárceloenloscampos.—Todos estamos desnudos bajo nuestras ropas —se decidió a

confesarle un día. Al ver el gesto de sorpresa de Lina ante semejantecomentario,optóporconfesarsuprocedenciareal—.Lafrasenoesmía,no sería capaz. Es de un poeta alemán, Heirich Heine. Uno de misfavoritos. Hace tanto que no le leo. Menos mal que tengo una buenamemoria.—¿Tegustalapoesía?—Mucho. Debí ignorar los consejos de mi padre y optar por seguir

escribiendoynoporestudiarmedicina.Perolaverdadesquenoeramuybueno juntando palabras. Quizá si lo hubiera hecho… —se quedópensativo—,oquizáno,quizáhubieseacabadoenelmismolugar.—Mimadre Olga suele decir que nunca hay que arrepentirse de una

decisión.Sobretodoporqueyanohayremedio.Ycréeme,tantoellacomoyo hemos tomado decisiones de las que ahora mismo no estamos muyorgullosas—dijo,pensandoenelmomentoenelquedecidiótrasladarse

definitivamente a Moscú—. Además, gracias a eso hemos tenido laoportunidaddeconocernos.Anastasiasiempremedicequelasverdaderasamistades, las que seránmás duraderas, las que nunca desaparecerán denuestravida,sehacenenlugarescomoeste.—TienemucharazónAnastasia.Yalocreoquelatiene—convinoErik,

observandocomoLinaterminabadeapilarlascajasdemedicamentosenelpequeñomuebleacristaladodeldispensario.EldoctorSommertambiénresultóserunacajadesorpresas.LaadmiracióndeLinaporeldoctorcrecía,enespecialporquetrataba

a los presos con lamismadedicaciónque si estuviera enunhospital deBerlín.Habíaobservadoenélmuestrasdehumanidadcomodiagnosticarenfermedadesimaginariasapresossoloparaprolongarsuestanciaeneldispensarioporquesabíaqueundíasin trabajos forzadossignificabaunañomásdevida.Habíacuerposquellegabanalaenfermeríaenvueltosenlos últimos hálitos de vida, exhaustos por el trabajo forzado, por loscastigosdelosguardias,porelhambre,porlosdolores,conpartesdesucuerpo congeladas, gangrenadas, heridas, y solo el descanso y la buenaalimentación podrían obrar el milagro de resucitarlos. No era ningúnsecreto que la estancia en el hospital alargaba la vida: sábanas limpias,ropanuevaytresracionesdecomidaaldíaquenadateníanqueverconelpan negro congelado y la aguadabalanda de col podrida, sin rastro denutrientesnidegrasa.Elpanblancovolvíaalpaladar,asícomoelazúcary la mantequilla. Los rostros se transformaban y las miradas volvían allenarsedevida.EsemilagrodelavidaresidíaenlasmanosdeErik,quenoteníaproblemaenalargarelpasedeestanciaenelhospitaldealgunospresos.Esolecostóaldoctoralgúnqueotrodisgustoconlasautoridadesdel campo, que a punto estuvieron de despojarle de su bata blanca,prescindirdesusserviciosydevolverleasucondicióndeprisioneroraso.Lasexigenciasselectivasdeenfermos ideadasporeldirectordelcampono casaban bien con su juramento hipocrático. «Esto no es una casa decaridad ni una dacha de reposo para vagos. Aquí necesitamos personasque pongan su esfuerzo al servicio del poder futuro de nuestra madrepatria. Y a quien no se encuentre en condiciones, hay que retirarle delprocesoproductivo—ledecíaeldirector—.Quieroquesaquedelhospitalalosqueyanosonválidosparaeltrabajoylosmandealmortuorio.Allí

sabráncómoocuparsedeellos,yaqueustednoescapaz.Ysinoobedecemisórdenes,aténgasealasconsecuencias».Loqueleestabanordenandoera que negara la asistencia a los internos con un cuadro médicoirreversible, con graves dolencias cardiacas, con una desnutricióncrónica,con tuberculosis terminaluotrasenfermedades infecciosas,conavitaminosis aguda, con niveles incontrolables de extenuación físicaseverayconcegueranocturna,esdecir,lamayorpartedelospresos.Cuando le llevaban ante el director,Erik asentía dócilmente a todo lo

queselerecriminaba.Denadaservíansusruegos,queprocurabarealizardesde la sumisión, acatando lasórdenesy lashumillacionesque recibía.«Ustedes losmédicos se creen padres de la patria y aquí el único granpadre es el camarada Stalin. Le recomiendo que no olvide quién le estámanteniendoconvidayenunascondicionesprivilegiadas,apesardeserunmatasanos alemán». El director no hacíamás que compartir el odiovisceral que el secretario general del partido profesaba a los médicos.«Nos aborrece, está convencido de que hay un complot de los doctorespara asesinarle a él y al resto de los dirigentes del partido. Cree quedebajo de cada bata blanca hay un asesino, un criminal, un traidor a lapatria, un enemigo del pueblo», le decía el doctor Sommer a Linarefiriéndose a Stalin, aprovechando la intimidad de una de las salas delhospitalysiempreenvozbaja,apesardequehablabanenalemánentreellos y difícilmente alguno de los guardias podía entenderlos. «Se creequesomosloscausantesdetodossusmales.Comosilosmédicostuvieranla culpa de que naciera con sindactilia en su pie izquierdo y eso leacomplejara.Nosresponsabilizadenohabersidocapacesdeborrardesurostrolascicatricesqueledejólavaricelaquetuvo,oladeformidaddesubrazofrutodeunaccidenteconuncarrodecaballoscuandoeraniño.Ycomo nadie ha conseguido hacer desaparecer la psoriasis de su piel,somostodosbasura,unosenemigosquehayqueerradicar.Pornoentraravalorarsusaludmental…».Quizá como venganza o como represalia silente a las vejaciones que

sufría cada vez que era llamado al despacho del director para pedirlecuentas y darle órdenes inhumanas, cuando elmédico volvía al hospitalerasucriterioelqueprevalecía,aunquelecostaraesfuerzosmantenerloydisfrazarlo de prácticamédica. También tenía otra válvula de escape detodo aquel absurdo que a Lina al principio le asustaba por si alguienpudieraescucharles,peroalfinalsiempreacababariéndose.Erikcontaba

chistes.Lohacíaenuntonomuyserioyenalemánparaevitarquealguienpudiera enterarse. De todas maneras, procuraba hacerlo al oído de sunueva enfermera. «Un conejo ruso emigra a Finlandia y cuando lepreguntanlarazón,éldicequeenRusiaestánmatandocamellos.“Perotúnoeresuncamello”, ledicen.Yelpobre conejo responde: “Ya, ¡peroavercómolodemuestro!”».Lina le observaba actuar y hablar con los presos, vestido con su bata

blanca,haciéndolesolvidarquetodoseranpresos,éltambién,queestabanen un campo de concentración y que nadie podía asegurarles que todoaquello fueraa tenerunfinal feliz.Lanuevaenfermerasonreíaparasusadentros.Siemprehabíapensadoque los alemaneserangente civilizada.Otracosaeransusgobernantes,comosucedíaconlosrusos.Recordólaspalabras de su amigo Derzhanovski diciendo en pleno asedio germanosobrelacapitalmoscovitaque«cuandolosalemanesentrenenMoscú,losnobleslevantaremosdenuevolacabeza».Enciertamedida,Eriklehabíadadolaposibilidaddemantenerlaerguida.Duranteeltiempoquetrabajaronjuntos,compartieronbuenosymalos

momentos.Linanotabacómoeldoctorhabíadesarrolladounsentimientodeprotecciónhaciaellaquesinceramenteagradeció.Enespecialcuandollegabanpresosconelcuerpodestrozadoporellosmismosensuafándesupervivencia. Se familiarizó con palabras como samorub y mastyrka ycon las realidades que encerraban aquellas letras: la automutilación deciertaspartesdelcuerpoamanosdelospropiospresosylasimulacióndeenfermedadesprovocandolaaparicióndeciertossíntomas.Habíapresosquenodudaban en cortarse unpie con el hacha con la quepodaban losárboles, envolverse con papel y prenderse fuego, tragarse todo tipo deobjetos como agujas, cuchillas, fichas de ajedrez o dominó, clavos,alambredepúas,cristales,romperselosdedosdelasmanoscolocándolosen la bisagra de las puertas, envolverse alguna extremidad conun trapohúmedoyesperaraqueelvientoyelfríolacongelaraypoderasíocuparuna de las camas del hospital. Hubo incluso a quien no le importóquedarseciegodeporvidavertiéndoseácidoenlosojos,destrozarselosintestinos, el esófago y el estómago bebiendo cal viva, o rasparse laespalda con una piedra día tras día hasta conseguir que la herida nuncacicatrizasey terminara infectándose.Lina recordabael casodeunpresoqueduranteunaestanciaanterior enelhospitalhabía logrado robarunajeringuillapreviendoqueprontoabandonaríaelbarracónmédico.Cuando

salió, esperó unos días y se inyectó en sus partes jabón líquido parasimularunainfecciónvenérea.Noleimportóeldolornilaincomodidadquelaautolesiónleprovocó.Almenospodíaestarenlacama,alejadodeltrabajoydelhambre.Erikconocíatodaslasartimañasdelospresos,poreso cuando llegaba alguno con síntomas de silicosis, sabía que lo másseguro es que hubiera raspado algúnmetal, lo hubiesemezclado con eltabacoyalfumarloleprovocaseunatospermanente.Bebiendoaguafríao tragándose la nieve e inhalando repetidamente el aire gélido delexterior, la fiebre alta no tardaba en aparecer. Había tratado a muchoshombresymujeresquenohabíancalculadobiensusfuerzasysuintentoporsobreviviralamparodeunhospitalleshabíacausadolamuerte.HubounpresoquedecidióbeberdurantedíaselaguadeunpantanodeKolymá.Pero no calculó bien ni la dosis ni el número de días que la ingirió yterminó falleciendo de un edema, una fatal acumulación de líquidos. Eldoctor también había tratado muchas infecciones mortales a causa delconsumodealimentosenmalestado.En los campos del gulag cualquier objeto, cosa o desperdicio era

comida. Los presos, hambrientos hasta enfermar, se echaban a la bocacualquier cosa: les había visto rallar las suelas de sus botas, rasparcordones o aprovechar restos de basura que llevaran adheridos algo decomidaodegrasa,inclusolamismatierraolanievesobrelaquealguiendejaracaeralgodesopaorestosdelacomidadelosguardias.«Elhambreeslopeor,peorqueelfrío,queeltrabajo,quelasoledad,quelatortura»,solíadecirErik.«Esunarmaletal,comounvenenoquevaconsumiendopocoapocolaproteínay lagrasadelascélulasdelcuerpo,ablandaloshuesos hasta convertirlos en chicle, devora los músculos, engulle susistemanerviosoydestrozalosórganosvitales».CuandoLinasesentíasobrepasadaypreguntabalomásestúpidoeinútil

que podía preguntarse en el gulag, ¿por qué?, Erik le ofrecía la mejorrespuesta que había escuchado para justificar lo injustificable: «Aquí nohay porqués». Tenía razón. No los había, por lo que resultaba absurdobuscarlos o preguntar por ellos. Tan absurdo como preguntar por quéhabían acabado en un gulag. Había respuestas para todos los grados deinsensatez,rozandoloridículoyloestrambótico.Habíapresosquehabíansidocondenadosadiez,quinceoveinteañosporoponerseausarretalesdecueroparaponer las suelasa loszapatos,pornohabernombrado losuficienteaStalinysinembargocitardemasiadoaLeninyaMarxensu

clase del instituto o de la universidad, por preguntarle a un secretarioregional del partido por qué no había recibido el suficiente trigo paraalimentarasufamilia,porformarpartedeunaorquestadejazzalaquesedetuvo al completo después de un concierto en el CineModern bajo laarbitrariaacusacióndeserenemigosdelpuebloporentenderquealguiennohabíainterpretadobienalgunanota,poragradecerunpremioechandomanodelhumorreconociendoquehubierapreferidounsacodeharinaaunamedalla,porapagarlaradiocuandoStalinestabadandoundiscursoaunquefueraporquenoescuchabaloqueledecíasuhijo,porenamorarsedeunapersonaextranjerayconsiderarlouna traiciónyunahumillaciónhacialosrusos,porenseñargenéticacuandoStalinconsiderabaquetodadiferenciahereditariaeraantisocialista,porunsimpleerrordecálculodelosgeólogos,losfísicosylosquímicos,oporqueunjugadordehockeysobrehielohubierafalladounajugada.Cualquiercosa,porextraña,nimiao estrafalaria que fuese, tenía suficiente entidad para ser consideradadelito,ysinolatenía,esaeratambiénunarazóndepesoparacondenaraalguien y enviarle a un gulag.Y siempre existía una nomenclatura paracada delito: agitación contrarrevolucionaria, sabotaje industrial yagrícola, elementos socialmente peligrosos o nocivos, propagandaantisoviética, abrigo de ánimos antisoviéticos, relaciones conducentes asospechadeespionaje…

Unodelospeoresmomentosvividosenelhospitalsucedióunanoche.

Había sido un día tranquilo y la madrugada prometía ser igual. Linaobservóporlasventanasdelbarracónmédicolapresenciadelalunallenayesolallenódefuerzas.Sedisponíaaregresarasubarracóndespuésdehaber recogido el escaso e insuficiente instrumental médico utilizadodurante el día, ordenado las vendas, limpiado las tijeras, las agujas, lasjeringuillasycolocadoalgunascajasdemedicinas,cuandooyólavozdeErik reclamándola. Era la primera vez que le oía gritar y aquel nuevosonido la alarmó.Nopodía imaginar loquepasabahastaqueentró casisinalientoenlasaladondesolíanatenderalospresosantesdedecidirsiquedabanonoingresados.LoprimeroqueviofueronlasmanosdeEriktintadasdeun rojo anaranjado, casi dorado.Porunmomento creyóqueera sangre, pero enseguida comprobó que lasmanos del doctor estabanbañadas en yodo. Lo siguiente que vio fue a una joven postrada en una

camilla con las piernas abiertas, ahogada en gritos de dolor yrevolviéndose comoun animal herido.No había brazos suficientes parasujetarla. Lina se fijó en el gran charco oscuro y viscoso sobre el queestaba recostada lamujer. Jamás había visto tanta sangre en su vida.Nopodíadejardemirarcómocaíadelacamillaalsuelocomosifueraunacascada.Laimagenlaparalizó.—Te necesito aquí —le ordenó Erik. Al ver que su enfermera no

reaccionaba, probó a elevar nuevamente el tono de su voz—. ¡Lina,rápido!Elgritodelmédicosurtióefecto.Apresuradamentesepusoasuladoy

empezóaseguirsusinstrucciones.Lamujerhabíasidovioladademaneracontinuada por algunos guardias del campo y al descubrir que estabaembarazada quiso provocarse un aborto introduciéndose un puñado declavosenlavagina,quelehabíanprovocadoundesgarroyunsangradodifícil de controlar. Lina estaba en shock y eso hizo posible que secomportara como una autómata, sin dejarse dominar por el pánico, lasnáuseasyelvómitoquenotabasubirybajarporsuesófago.Semantuvoen su sitio, procurando no incordiar la labor de sujeción que ejercíanotrasdospresasparamantenerquietoelcuerpodelajoven.Durantehorasel doctor Sommer intentó detener la hemorragia. Lina le observaba.Sudaba abundantemente y tenía restos de sangre en la cara. Nunca lapreocupaciónporunpacientelehabíacinceladotantassombrasyhuecosen el rostro. Ni siquiera hablaba. Tan solo cuando debía ordenarle queaumentaraladosisdecloroformo.Linanoseatrevíaadecirlequeapenasquedaban unas gotas.En unmomento, la joven dejó demoverse.Todoscreyeronquesehabíadesmayadoporeldolor.Linainclusoloagradeció,porquealmenos la inconsciencia leevitaríasufrimientos.Peroel rostrodeldoctornomostrabaningúnalivio.Colocósumanoenelcuelloyenlamuñeca de la muchacha. Buscó con la mirada a Lina, que empezaba aentender la gravedad de su expresión. No tenía pulso. Había muertodesangrada.Seguramente,aunquehubierasidocapazdedetenerlaseverahemorragia,lajovenhabríafallecidoigualporlainfeccióndelasheridasprovocadasporlosclavos.El semblante del doctor se transformó. Su respiración se volvió

jadeante,comosiacabaradecorrervariasvueltasalrededordelcampo.Sesentíaculpablepornohabersalvadoaquellavida.Seacercóalajovenylamiró por última vez antes de tapar su cuerpo con una de las sábanas

ensangrentadas, ya que no quedaba ninguna limpia después de haberlasutilizado todas. Se llamabaAlina, tenía apariencia de niña, apenas habíacumplido los dieciocho años al llegar al campo y enseguida llamó laatención por su belleza natural. Esa había sido su segunda condena. Laprimerafueconvertirseenlanoviadeundiplomáticofrancés.Erikesperóaquelosdosguardiasquefueronenviadospararecogerel

cuerpo sin vida de Alina hicieran acto de presencia y se lo llevaran.Despuésfuealavarseyalimpiarlosrestosdesangredesucuerpo.—Conelmaterialquepedíhaceunassemanasaladireccióndelcampo

hubierapodidosalvarla…—dijo,dispuestoamartirizarsepor lamuertedelamujer.—¿Te has fijado dónde estás? —le intentó consolar Lina—. Haces

milagros cada día con cada preso que entra por la puerta. Ni siquierapuedo entender cómo lo consigues. No eresDios, Erik, aunque te estéscomportandocomoél.Almenostúapareces…HoynohaspodidosalvaraAlina,peromañanasalvarásamuchosmás.—¿Porqué?¿Porquétodoesto?—preguntó,exhaustoyabatido.—Aquí no hay porqués —le dijo, arrodillándose ante él para poder

mirarledirectamentealosojos—.Túmeloenseñaste.Lina rodeó con sus brazos al médico. Un abrazo volvía a ser más

efectivoquecualquiermedicina.Notócómopocoapocosereconfortaba.—¿Has pensado lo que harás cuando salgas de aquí? —le preguntó

Erik,aúnafectadoportodoloocurrido.—Ni siquiera sé si voy a salir de aquí —contestó entre sarcástica y

melancólica.—No digas eso, ni lo pienses —le rogó, tomando su mano y

apretándola fuertemente con la suya—.No puedes ocupar tu cabeza conesascosas.—¿Y con qué quieres que la ocupe? —preguntó, rompiendo

delicadamenteelcontactoquesusmanoscompartían.Noobtuvorespuesta.Erikselimitóaobservarlaensilencioyellahizolomismo,hastaquelaprudencia le hizo retirar su mirada—. Es una locura. Ni siquiera lopienses.—Discúlpame,noquería…—Novuelvasapedirmedisculpaspornada.Noloresistiría.Tedebola

vida.

—Telodijeelprimerdía,nomedebesnada…almenosnadaquenoquierasdeberme.Linalemiróysonrióalverelruboralojadoensurostro.Supielcasi

albina no era una buena aliada para disimular sonrojos espontáneos. Sevolvióhaciaél.—Eres un gran hombre, Erik. No pierdas el tiempo conmigo. Yo no

tengonadaqueofrecerte.Eldoctorlamiró.Nopodíaocultárselomás.Teníaquedecírselo,debía

saberlodesuboca.—Me voy dentro de una semana. Vuelvo a Alemania.—El rostro de

Linamudódecolorycasideforma—.Melohancomunicadoestamismamañana.Hanconmutadomicondena.Todavíanoséporqué.—Alverelsilencioyeldesconciertodesuenfermera,sesintióculpable—.Losiento.—¿Estás loco? No puedes sentirlo. Es la mejor noticia que podrían

darte.—Quizánosealamejor.—Loes.Ymealegromuchoporti.Mehacemuyfeliz.—Si túme dijeras…—Apenas había comenzado a enunciar la frase,

cuandoLinaleinstóaquenosiguiera.—Nolodigas.Nilopienses,porfavor.Erik comprendió el fracasode su intento.Ni siquiera sabía si aquello

quehabíaimaginadoensucabezaseríaposibleosisehubierapermitidoenaquellugar.Perodenadaservíayapensarenello.Linahabíasidoclaraysincera,comosiempre.—Estoy intentando que permanezcas en este puesto—añadió, después

deunsilencioobligadoporlacontestacióndeLina—.Ytejuroqueharétodoloposibleparaayudarte.—Yamehas ayudadobastante.Además, no puedes.Te vuelvo a decir

quenodebesperdereltiempoconmigo.—Eso es imposible estando a tu lado —dijo acercándose a ella y

rodeando su rostro con sus manos. Deseaba besarla, pero se detuvo enparteporlaresistenciapasivadeLina.Denuevoenellugarequivocado.Denuevo,noeranadapersonal.EnaquellanochedelunallenaqueLinahabíacomenzadoacontemplar

unashorasantes, suparticular solde los lobosaulló conuna intensidaddesconocida.

A los dos días, Erik Sommer abandonaba el campo, la Unión

Soviética,elgulagyaLina.—Prométemequenosvolveremosaver—lepidióErik, escondiendo

unaveladagarantíadequeseguiríaluchandoporsobrevivir.—Te lo prometo —le confió sonriendo mientras se fundían en un

abrazofurtivoqueambosanhelaronquemudaraenbeso.

32

CuandoEriktraspasóelportóndelcampodeAbez,losdíasdeLinaen

elgulagvolvieronasertodosiguales.Cuandocomprobóquelamañana,latardeylanochedecadadíanosediferenciabanennadaalasdelosdíasanteriores, empezó a pensar que estabamuerta en vida. Sin pretenderlo,ibaacumulandodecepciones,abandonosypérdidasdepersonasalasquerealmenteapreciaba,queríayamaba.Yesodificultabalacicatrizacióndelaherida.LlevabacincoañospresaenelcampodeconcentracióndeAbezylavidaseibaconvirtiendoenunacargademasiadopesada.Debidoasuprecipitadasalida,eldoctorErikSommernisiquieratuvoocasióndeverlarepresentaciónquedurantetantotiempoLinahabíapreparadoycuyosdetalles solía comentarle. Resultó todo un éxito y todos parecieronencantadosconelresultado.Apartirdeesemomentosemultiplicaronlasactividades culturales, especialmente lasmusicales.LaacogidaporpartedelospresosydelospropiosvigilantesdelcampofuetanbuenaquesehicierongestionesparaconseguirquelassiguientesobrasyconciertosserepresentaranenlaCasadelaCulturadelpueblodeAbez.Hubosemanasenlasqueserepresentabanespectáculostresycuatrodías.«Presidiarios,lasautoridadessoviéticassabenperdonarasusenemigosyasustraidores,yaprecianeltrabajohonrandoelplandeproducciónencomendadoaestecampo. Como recompensa, podréis ver esta obra. Este acto debenevolenciadeberíaanimarosaintensificaraúnmáseltrabajoparabiendenuestramadrepatria».Eldiscursoeraelmismoparaunconcierto,unafunción musical o una película. El director del campo no permitía larepresentación de obras de teatro habladas porque presentía que laspalabraspodíantergiversarseymanipularseparadeciralgoquenoeraloestipulado.Nosefiabadelostonos,delosgestosnidelasintencionesdelospresos.Tambiénaccedióaproyectarpelículas,casisiempremusicalesodecortepropagandístico,dondeseexaltabanlasproezasdelcamaradaStalin.Se permitió la lectura de algunos libros, siempre bajo la censuradel director, que solía autorizar obras como Los fundamentos delLeninismo, deStalin;El folclore de la República deKomi o la obras deAleksanderGriboyedov,comoElmaldelarazónoLosjóvenesesposos.A

algunosde los libros lesfaltabanhojasquealgúnpresohabíaarrancadoparapoderescribirasufamiliaantelaimposibilidaddeconseguirpapel.Conunaprecisiónmilimétricasedejaba lavistayelpulso,yadeporsíperdidos,procurandoencajarsuletraentrelaslíneasyaimpresas.Decíanque también había un ejemplar del libroApuntes de la casa muerta, deFiódorDostoievski,perolociertoesquenadielohabíavistonipodíadarfe de haberlo tenido en las manos. Incluso contaban que alguien habíasubrayadounadesusfrasesylahabíagrabadovaliéndosedeunacucharaen una de lasmaderas de su camastro: «Es difícil imaginarse hasta quéextremosepuedecorrompera lanaturalezahumana».Aldescubrirlo,eldirectordioordendehacerdesaparecerlanovela.Loslibros,aligualquelaspersonas,sedesvanecíanconunainauditafacilidadenloscampos.Sinembargo, algunos de los presos habíanmemorizado ciertos fragmentosde los textos prohibidos y aprovechaban cualquier descuido de losvigilantes para compartirlo con sus compañeros. Escucharles era unauténtico regalo para los oídos. Pero para Lina había reservado algoespecial.Lasorpresavinodemanosdeunodelospresosqueparticiparonenalgunosdesusmontajes.Eraunjovenpianistaque,despuésdevencersu vergüenza inicial, se presentó ante ella para decirle que había sidoalumnodeProkófiev,loqueconsiguióiluminarsurostro.Traíaenvueltoen un trozo de tela un ejemplar de El jugador, de Dostoievski. Seemocionó al ver aquel título y recordar el libreto que con tanto trabajohabíaescritoSerguéi,basadoenlanovelaycómoapesardelasnegativasseguía intentando sacarla adelante.No pudo contener las lágrimas, algoque inquietó al jovenpianistapor si su regalo lahabía importunado.Letranquilizó diciendo que tan solo era un ataque de nostalgia, que aquellibro le traía muy buenos recuerdos. A su mente volvió la imagen deaquellamañanaencasademissStein,cuandoErnestHemingwaysacódelbolsillo de su abrigo un ejemplar de esa misma novela. Recordaba laspalabrasdelescritorestadounidense:«Hedecididohacerlecasoydaréunanueva oportunidad a Dostoievski. A ver si descubro cómo alguien queescribetanmalpuedeemocionartanto».Linasonrióconlasombradelanostalgia en su rostro. No sabía cómo agradecérselo al joven pianista.«Debeesconderlobien.Nocreoquelesgustesiseenterandequelotieneen su poder. Podía meternos en problemas. Quédeselo el tiempo quenecesite.Paramíesunplacerquelotenga»,leconfióeljovenpianista.A pesar de sus problemas de visión, incluso después de que Erik

remediaraenpartelasconsecuenciasyaliviaralossíntomasdesucegueranocturna, Lina se empeñaba todas las noches en leer un fragmento dellibro.Utilizabaparaellolaclaridadquesecolabaporlasranurasdelostablones del barracón y así, con mucha dificultad, podía avanzar unaslíneascadanoche.Habíamomentosenlosquesentíaunintensopicordeojos, lacabezaledolíayunligerovértigolenublabalavisión,peronopodía resistirse, aunque supiera que estaba alimentando una cegueraprematura.Paraqué reservar un sentidopara el futuro si quizáno iba apoderdisfrutardeél,solíapensar.Cuandolavencíaelcansancio,cerrabaellibro,locolocabaensupechoconlosbrazoscruzadosyseabandonabaalsueño.EralomáscercaquepodíasentirsedeSerguéi.Despuésdemuchopensarlo,seconvenciódequesumaridohabíasido

detenidoyenviadoalgulag.Eramuyextrañoqueni siquiera lehubieraescritounacarta,aunquefuerautilizandootronombre.Habíamilmanerasdeburlarlacensuradelosguardias,tantasomásquelosmétodosdeestospara instaurarla. Le preocupaba no tener ninguna noticia suya. Lasmenciones que sus hijos hacían de su padre en las cartas eran sencillas,brevesynoentrabanendetalle.Solosebasabaenelpresentimiento,perointuía que algo no iba bien. Llevaba tiempo teniendo sueños en los queaparecíaél, sonriendo,hablando,cogiéndolade lamanoydando largospaseos. No podía distinguir dónde estaban, si era un parque de NuevaYork,unaavenidadeParísounaplazadeMoscú,solorecordabaqueeraungranespacioabierto.Aldespertarnuncapodíarecordarquésehabíandicho ni tampoco el tema del que conversaban, pero lograba animarlaparaelrestodeldía.Leextrañabasusilencio,aunquefueraepistolar.Apesardeloquehabía

pasadoentreellos,unasituaciónsemejantesensibilizabaacualquiera.Noqueríaperder laesperanza,aunquehabíadíasque lecostabamantenerla.Estaba convencida de que algún día llegaría una carta suya. No leimportabaqueestuvierallenadefraseshechas,decomentariosabstractosyermos de todo tipo de compromiso. Se conformaría con ver su letraescritaenuntrozodepapelyquesiguierarecordándolaypreocupándosepor ella. Pero de momento esa carta, como otras muchas, no habíallegado. Encontró el consuelo que necesitaba pensando que quizá losguardiashabíandecididodeshacersedeellaynoentregársela.Noseríalaprimerani la últimavezque lo hicieran.Recordó la carta deSviatoslavqueOlenaencontrósinabrirenlapapeleradelaresidenciadeunodelos

guardias.Preferíaesoalaausenciatotaldenoticias.Gracias a los ensayos de las obras, los hombres y las mujeres

coincidíanmásytodosparecíanestarmásanimadosydemejorhumor.Mientrasrecogía labasuradelcampo,encontróentre losdesperdicios

lashojasamarillentasdeunperiódicodeMoscú.Solíanllegaramanosdelos vigilantes con bastante retraso y rara era la vez que un prisioneropodíaolernisiquieralatintadeldiario.Linaalargósumanoylocogió.EralapáginadeportadadeldiarioPravda.Mirólafecha,13deenerode1953, casi mes y medio después de aparecer publicado. La noticiaprincipalera laexistenciadeuncomplotdemédicosparaeliminara losprincipalesdirigentesdelaUniónSoviética.Hablabadeladenunciadeladoctora jefa delKremlin en noviembre de 1952 contra quincemédicos,muchosdeellosjudíos,porunintentodeconspiraciónparaenvenenaralos comandantes del ejército ruso y a los dirigentes del partido,principalmente a Stalin. Leyó unas líneas más, intentando encontrar lapublicacióndealgúnnombrepropio.Noloencontró.LinadeseóquenolehubierapasadonadaaldoctorSommer.A principios de marzo, una noticia revolucionó el campo. Por los

altavoces empezóa escucharse lamismamúsicaque transmitía la radio.Las composiciones deBach, en especial la Suite en re, sonaban a todashoras, sin interrupción.Seveíaa losvigilantesdel campocuchicheandoentresímásdelonormalyaldirectornervioso,saliendoyentrandodesucaseta.Aquelcomportamientoextrañóalospresos,queparecíanhabersevuelto invisiblesaojosdesuscarceleros.No tardaronenconvocarlosatodosenlaexplanadadelcampo.Elsucesohabíaocurridoalastresysieteminutosdelamadrugadadel

5al6demarzoyenlosmicrófonosdeRadioMoscúcomenzóasonarlaSinfonía Patética de Tchaikovski. Fue el director del campo quien,situándoseenel lugarenelque lohaceundirectordeorquestaantesusmúsicos,seposicionóanteelregimientodeprisionerasqueteníabajosumando. La noticia le quemaba en la boca, pero le costó ponerla enpalabras:«Prisioneras, el 5 demarzo de 1953 a las diez de la noche, elcorazón de nuestro camarada presidente delConsejo deMinistros de laUnión Soviética, camarada secretario general del Comité Central delPartidoComunistadelaUniónSoviética,IósifStalin,hadejadodelatiren

su apartamento del Kremlin. La muerte del mariscal constituye unapérdida irreparable para los trabajadores de la Unión Soviética y delmundoentero».Una oleada de asombro inundó las bocas y los rostros de las presas,

comoocurriríaentodosloscamposdeconcentracióndiseminadosporelterritorio de la Unión Soviética. El eco de la noticia dejó estupefacto atodoelgulag.Nadieseesperabaalgoasí,noporquepensaranqueStalinfuera inmortal, aunque algunos habían sido capaces de firmarlo, sinoporque habían sido ajenos al revuelo de noticias y comunicadostransmitidosporradiodurantelasúltimascuarentayochohoras.LasprimerasinformacionesoficialessalierondeRadioMoscú,el4de

marzo, a las seis horas y diecinueve minutos. «Stalin está gravementeenfermo». Saltaron todas las alarmas. LaUnión Soviética y el resto delmundoesperabannoticias.LaradiosiguiódandolainformaciónenviadadesdeelKremlin.«Durantelanochedel1al2demarzo,Stalinsufrióunahemorragiacerebralyhaperdidoelusodelapalabra.Tieneparalizadosel brazo derecho y la pierna izquierda». Las emisiones de los boletinesinformativosnocesaronentodoeldía,intercalandolasrepeticionesconnuevasinformaciones.«ElpulsodelcamaradaStalinlatea120yelritmorespiratorio es de 38 porminuto». Por fin llegó el primer comunicadodesde la sede del Comité Central. «El camarada Stalin ha perdido elconocimiento.ElComitéCentralyelConsejodeMinistrosconfíanenqueelpartidoyelpueblosoviéticosabránenestosdíasdifícilesmanifestarlamayor unidad y cohesión y redoblar su energía para la edificación delcomunismoennuestropaís».Tal y como sucedía con los discursos que el secretario general del

ComitéCentraldelPartidoComunistade laUniónSoviéticadabapor laradio,eldiarioPravda,queretrasósusalidamásdecuatrohoras,recogíatextualmenteloradiado.«Hasufridounaarritmiacompleta.Lapresióndelasangrealcanzóunmáximode220yunmínimode120.Latemperaturafue de 38,2. Se observa falta de oxígeno. En este momento se estánaplicandociertonúmerodemedidas terapéuticasconobjetoderestaurarlasfuncionesvitalesdelorganismo».

Aquella noche la vigilancia se relajó considerablemente porque los

guardias estaban más preocupados conversando entre ellos sobre su

futuroquedeasegurarsedequelosprisionerosestabandondedebían.Poresohubountranquilotrasiegodepresosdesdeelcampodeloshombresal de las mujeres. Todos habían oído cosas. Todos sabían detalles einformaciones y necesitaban compartirlas. No entendían por qué, peroteníanlaimpresióndequeaquellanoticialeshacíamáslibres.—He oído que han sacado de un campo cercano a Ilia Zbarsky, el

embalsamador que se encargó demomificar a Lenin después de que elprofesor Aleksey Abrikossov lo hiciera de manera provisionalinyectándole en la aorta seis litros de alcohol, formol y glicerina. AlpobreZbarskyleencerraronenelgulaghaceunañobajolaacusacióndeser un espía alemán y un nacionalista judío, después de haber estadocuidando de lamomia del padre de la revolución durante años. Inclusodurante el asedio alemánno se separó de su cuerpoparamantenerlo enperfecto estado. —Vladimir era uno de los presos que más solíaarriesgarsealahoradeacercarsealbarracóndelasmujeres.Enrealidad,se arriesgaba en eso y en todo. Esa noche no le costó conseguir laatención de sus compañeros—. Y después de hacer todo eso, al pobrejudío le acusande espía alemán. ¡Quépatria la nuestra!Pero al parecer,ahoralenecesitandenuevo.QuierenquehagalomismoconStalin.Claroquenolovaatenerfácil.Avercómodisimulaenelféretroqueteníaunbrazomáslargoqueotro.—¿OsacordáisdecómoestabanlascalleseldíadelfuneraldeLenin?

—preguntóestavezAnastasia,queestabamásemocionadaquenunca—.Estoy segura de que las colas para contemplar el féretro de Stalin semultiplicarán por cien. Aunque la mayoría irá para asegurarse de querealmenteestámuertoynoesunaestrategiaparacomprobarquérusonollora lo suficiente ante la noticia de su muerte y emprender una nuevapurga.En el campo todos los prisioneros habían aprendido a reírse hacia

dentro para no hacer ruido, para no ser descubiertos, para evitarrepresaliasdelosvigilantes.Todosparecíanestarfelicesporlanoticiayencantadosconlaimprovisadatertulia.—Creoquehatenidounamuerteagónica.SideverdadDiosexiste,así

habríatenidoqueser,aunqueseaparacompensarlosmillonesdemuertesquehaprovocadoesemonstruo.—Lástima no tener vodka para brindar por la muerte del hijo del

zapateroborrachoquepornoser,noeraniruso.Erageorgianoyvenía

dando clases de cómo ser un verdadero ruso. Y estas cosas hay queexplicarlas bien. Como Hitler, que todo el mundo se cree que era unmaldito nazi alemán, cuando lo que era realmente era un maldito naziaustriaco.—Vladimir, por favor—le pidió Lina—. Baja la voz, que nos van a

mataratodosportusbrindis.—¿Sabesqué?Medaigual.Todoloquedigoescierto.Stalinnosolo

sentenció a muerte a millones de personas, incluso con idealesrevolucionariosmásfuertesquelossuyos,sinoqueasesinólossueñosdelsocialismo, de una sociedad justa en manos del proletariado. Nos harobadolosderechosquenosdiolarevolución.¿Ytodoestoennombredelalibertadylademocracia?Muchohatardadoenmorirseesteperro.—Shhh—leinstaronalgunaspresasaquecontrolarasulengua—.¿No

vesquepuedenoírte?—Esos—dijo, refiriéndose a los vigilantes del campo— están ahora

mismomáspreocupadosquetúyqueyo.Muchosempiezanaverseenestelado.Si realmenteesciertoqueel sucesordeStalin traeráairesnuevos,losquevanasufrirlasventiscasheladasconlapalaenlamanopuedequeseanellos.Las conversaciones de los guardias no distaban mucho de las que

estabanprotagonizandolospresos,niencontenidonientono.—¿Se puede gobernar un país con ciento diez kilos de peso? —

preguntóunodelosvigilantessobreelaspectofísicodelquesabíaibaasersucesordeStalin,NikitaJruschov.—Silohahechounode1,65deestaturaduranteveintinueveaños…—

replicóelqueestabaasulado,refiriéndoseaStalin—.Terecuerdoqueserodeaba de personas de poca estatura, como el director del NKVD,Nikolai Yezhov, que no llegaba al metro y medio, o su secretariopersonal,elgeneralAleksanderPoskrióbyshev,quecuandoestabasentadolecolgabanlospiesyapenasseleveíalacabezaporencimadelamesa.AStalin no le gustaba parecer bajito en las fotos, se ponía alzas en loszapatosparadarlasensacióndequeeramásalto.—El director ha hablado con Moscú. Al parecer han preparado un

féretroforradodesaténrojoparaelcamaradaStalin.Levanacolocarenel Salón deColumnas de laCasa Sindical y ya hay cientos demiles depersonashaciendocolaparavisitarle.Lehanvestidoconeluniformedegeneralísimoyvanacolocartodassusmedallassobreunoscojinesrojos

quesituaránasuspies.—¿Cuálhasidolacausadelamuerte?—Dicenqueunderramecerebral.Quizáporesotieneunadesusmanos

cerradas y al parecer nadie ha sido capaz de abrirla ni siquiera paracolocarleenelinteriordelféretro.—Underrame cerebral.ComoLenin.Es curiosa la historia y su afán

porrepetirse.Enesosmomentos,unode losguardiasbajóaúnmássu tonodevoz.

Aunque solo fuera por el volumen de sus conversaciones, esa nocheparecíanprisioneros.—AmísiempremehandichoqueaLeninleenvenenaron—susurró—.

YcuentanqueloencargóelpropioStalin.—En elmomento de sumuerte estaban el comisario del pueblo para

Asuntos Internos, Lavrenti Beria, Nikita Jruschov y otros ministros yallegados.Unodelosguardiassefijóenelsemblantedeunodesuscompañeros.—¿Quépasa?¿Quémássabes?—Yonada.Peropor loquemeha contado el director, la genteyaha

empezadoahablaryMoscúahoramismoesunhervideroderumores.Ynotodoscompartenlaversióndelosmédicossobrelacausadelamuerte.CuentanqueStalincomenzóasentirsemaldespuésdebeberunacopadecoñacquealparecerpodríaestarenvenenada…—AlcamaradaStalinsiemprelegustómáselvodka,noséporquéiba

acambiardegustosprecisamenteahora—comentóelmásreticenteadarcredibilidadalosrumores.—También dicen que tuvo una violenta discusión con Beria y con

Malenkov porque quería poner en marcha una nueva purga. Lo másseguro es que fuera contra los doctores por todo lo del complot de lasbatas blancas con el que estaba obsesionado. De hecho, había metido atodosuequipomédicoenungulagporquenosefiabadeellosyleestabatratandounonuevo,capitaneadoporunamujer.Alparecer,enmitaddeladisputahabríacaídoalsuelo,golpeándoselacabezaconelmármol.—¿Sehabríacaídoolohabríanhechocaer?—Hayalgomás—dijoelguardiaquemejorinformaciónparecíatener,

anoserquetodofueraméritodeunanutridaimaginación.Peroerapocoprobable, teniendo en cuenta su condicióndemanoderechadel directordel campo, quien permanecía encerrado en su despacho, con la luz

encendida, bebiendo vodka, fumando sin parar y con la mancuerna delteléfono pegada a su oreja. El guardia siguió informando a suscompañeros—.CuentanqueBeria,cuandoyalecreyómuerto,sepusoagritar a losque le acompañabanen lahabitacióndeStalin:«Camaradas,somoslibres.Porfineltiranohamuerto.Yyooshehecholibres,melotenéisqueagradeceramí».—¿Esoeraunaconfesión?—preguntódivertidounodelosvigilantes.—No lo sé. Lo único que es seguro es que ha tenido una muerte

agónica.Haestadosufriendodurantehorasyademásconpúblico.Todoscontemplandosudolor.Losmédicostampocoseatrevíanahacernadapormiedoaquelesmandarafusilarsiserecuperabaynolegustabaalgunasde lasdecisiones tomadas.Daría loquefueraporsaberquése lepasabaporlamentecuandoabríalosojosyseencontrabacontodaslasmiradasintentando comprobar si seguía respirando o si había expirado, no porinterés personal ni llevados por la amistad ni la admiración, sino pararepartirse el podery abalanzarse sobre él.Si hubierapodido, de segurohabríaordenadounanuevapurga,estavezdeposiblessucesoressuyos.Cuanto más hablaban más parecían perder el miedo a hacerlo y el

respetoquehastahaceunosdíasmostrabanconfervorreligiosohaciasudiosateo,haciaellídersoviéticoreciénfallecido.Mijaíl,eljefedetodosellos,fueelprimeroenatreverseadecir loqueopinaba,quenoparecíaestarendesacuerdoconloquepensabaelresto.—Enrealidad,camaradas,Stalineraunpolíticomediocre,unaccidente

del comunismo. ¡Nomemiréis así! Sabéis que tengo razón.Ni siquierafue marxista ni revolucionario. Nos engañó a todos. ¡Pero si hastacontrató a un actor al que caracterizaron como si fuera él para queapareciera en un documental sobre su supuesta llegada en avión a unaeropuerto, donde fue recibidopor el pueblo entre vítores, haciéndonoscreer que era él cuando no pisaba un avión ni en sueños porque teníamiedo a volar!Hasta ahí llega su farsa.Quizá no es elmejormomentopara decirlo porque tan solo hace unas horas que falleció. Pero lamemoria se la ganauno a pulso.Y él no respetó a nadani a nadie.Fuecruelconlossuyosyconlosquenoeransuyos.Fueélquiendijoqueunbolcheviquenodebería tener familia y estoy convencidode que lo hizopara justificar las represalias que ordenó contra los familiares de loscondenados.¡Queeldiablosellevesualma!La conversación de los guardias, amparada por la clandestinidad y

animada por la ingesta de vodka, fue creciendo en intensidad ydesinhibición demostrando que lamemoria solía ser frágil y el respetopor sometimiento bastante endeble.No se diferenciabamucho de lo queestaba sucediendo en el resto del país, siempre entre prudentes susurrosaunque impulsados por la esperanza de un cambio de rumbo. Ademástodos parecían estar mejor informados de los detalles del mandato deStalin de lo que lo estaban cuando el Padrecito de Todos los Pueblosestabavivo.—Decir que era cruel es quedarnos cortos —comentó otro de los

guardiasanimadopor laclaridady la sinceridadmostradaporMijaíl—.¿Os acordáis de la celebración de su setenta aniversario, que inclusoinvitó al presidente del Partido Comunista chino Mao Zedong parasentarleenprimerafila?Puesbien,laniñaquedeclamóunpoemaloandolafiguradeStalineralahijadeAleksanderPoskrióbyshev,susecretariopersonal,yseguramentelapequeñaNatalianosabíaqueaquelhombrealque homenajeaba diciéndole «Vive cerca de nosotros, bien amado, ycondúcenos por tus veredas para que el régimen soviético se ilumine yrefuerce cada día» había ordenado asesinar a su madre, BronislavaMetallikova, por haberse atrevido a pedirle a Beria piedad para suhermanodetenido.—Noerahumano.Nisiquieratuvopiedadconsupropiohijo,¿cómola

ibaa tenerconel resto?—Se referíaaYákovDzhugashvili, elhijoquetuvoconsuprimeramujer,YekaterinaSvanidze,yquecombatiendoconelEjércitoRojo fuehechoprisioneroen labatalladeSmolenskdurante laofensiva de las tropas alemanas sobreMoscú y trasladado al campo deprisioneros de Sachsenhausen. Cuando Stalin fue informado de lasituacióndesuhijo,senegóahacernadaporélalconsiderarleuntraidorporrendirseantelastropasenemigasyhabersedejadocapturaryutilizar,yaquelosalemaneslepusieronelcaracterísticoabrigodeluniformenaziy le fotografiaron con las tropas alemanas, haciendo pública lainstantánea.Nocontentoconeso,dioordendequesunuera,lamujerdeYákov, Yulia Meltzer, sufriera la misma condena y persecución quesufrían los familiares de los declarados enemigos del pueblo, de lostraidores. Cuando los alemanes le ofrecieron canjear a su hijo por unprisionero alemán, Stalin respondió: «Yo no tengo ningún hijo llamadoYákov».Quizá por eso aprobó la orden número 227 del comisario delpuebloparalaDefensadelaUniónSoviéticael28dejuliode1942porla

quetodosoldadorusoqueserindieraofuesecapturadoporelenemigoseríaconsideradountraidor.«Elenemigoenvíacadadíamásefectivosalfrentey,sinconsideraciónalgunahacialasbajas,avanzahaciaelinteriorde laUniónSoviética, apoderándosedenuevos territorios,devastandoysaqueandonuestrospueblosyciudades,yviolando,asesinandoyrobandoal pueblo soviético. El invasor alemán se dirige a Stalingrado y estádispuesto a pagar el precio que sea preciso por hacerse conKubany elCáucasoNorte,porsuabundanciadepetróleoytrigo.Muchossonlosquemaldicen al Ejército Rojo por retirarse al este y abandonar a nuestropueblobajoelyugoalemán»,dijoelpropioStalinparajustificarsunuevaorden.—¡Pero si ni siquiera fue al entierro de su madre porque no le

perdonabalaspalizasqueledabasupadredepequeñoymuchomenosqueleobligaraaentrarenunseminario!—seanimóacomentarotrodelosguardias—.¡Nialsepeliodesusegundamujer,Nadezhda!¿Osacordáis?Nosdijeronquehabíamuertodeunataquedeapendicitis,peronadie locreyó.Sesuicidódeundisparoenelpecho,seguramenteavergonzadaporhaber amado a un monstruo. ¿Y qué hizo Stalin? Considerarlacontrarrevolucionaria. Iba quejándose por los pasillos del Kremlin,maldiciéndola por haberle abandonado y por destrozarle la vida. ¡Quéironía!Fuelomismoquelereprochóella,diciéndolealacaraqueeraunverdugo que disfrutaba humillando a sus hijos, a su mujer y al puebloruso, y que era imposible vivir con él. ¡Y tanto que resultó imposible,camaradas! Lo raro es que no lamandara fusilar como hacía con todoaquel que se atrevía a criticarle o a mirarle mal. ¡Mató a todos losdirectoresdelNKVD,losquehabíansidoelbrazoejecutordesuparanoialetal!Pero,camaradas, si inclusomandó fusilaraloficialalemánquesepasóaMoscúparainformardelainminenteinvasióndelejércitodeHitlercontra Rusia porque no le gustaba lo que decía aunque le estuvieraadvirtiendodelverdaderopeligro.Eraunloco.—¿Creéis que mientras agonizaba alguien habrá hecho una de las

caricaturas que tanto le gustaba dibujar a Stalin, pintando a suscolaboradores en posturas sádicas, como la que le hizo al ministro definanzas,NikolaiBriukhanov,desnudoycolgadodesusgenitalesporunacuerda? Junto al dibujo escribió: «Será colgado por las pelotas y siresisten,serádeclaradoinocente,perosiceden,seráahogadoenelrío».Estabaenfermo.

Uno de los guardias, tratando de que la conversación no se caldearatanto como el alcohol en la boca de sus camaradas, intentó terciar paracalmarlosánimos.—Losrusossiemprehemossidomuytremendistas.Notodohasalido

de la mente podrida de Stalin, ya había trabajo hecho en materia dedetenciones y deportaciones. Parece que hemos olvidado que ya existíaunaleyde1736queestablecíaquesiloshabitantesdeunaaldeadecidíanquealgunodeelloseraunamalainfluenciaparalosdemás,losancianosde la aldea podían repartir la propiedad y ordenarle que se fuera a otraparte.YaentonceselEstadopodíaenviarloaldestierro.¿NoosacordáisdequeestaleyfuecitadaporJruschoven1948parajustificarsupolíticade destierro de los agricultores de las granjas colectivas? Todos seaprovechandelpasadoaunqueinsistanendenostarlooinclusoolvidarlo.El problema de los rusos es que nunca hemos querido molestarnos enconocernuestrahistoria,pormiedo,porcomodidadoporvergüenza.Elsistemadedestierrosemencionóporprimeravezenlaleyrusade1649,erauncastigomáshumanofrentealapenademuerte,elhierrodemarcarolamutilación.—Aversiahoralosrusosvamosatenerlaculpadeloquehahechoun

georgianoloco—apostillóotrode losguardiasvisiblementemolesto—.¿AcasolosalemanesseculpandeloquehizoHitler?—Loharán,tardeotemprano,aunquesoloseaporquefueronelloslos

queloeligieronenlasurnas.Cadapueblotienealtiranoquesemerece.—Loimportanteesque,graciasaDios,elhombredelmostachoseha

idoalinfierno—dijoMijaíllevantandosuvasoconganasderecuperarsudiscursocontraellídermuerto—.Yanopodráseguirconsuexterminioagolpe de capricho. ¿Sabéis que de los bolcheviques y miembros delpartidoqueportabanelféretrodeLeninnoquedaprácticamenteningunovivo?Él losmató a todos.Les engañó, no levieronvenir y lopagaronconlavida.Suerrorfueinfravalorarleporpensarqueerauncretinosincriterio.Claroqueelrestotampocopodemospresumirmucho.Stalinnosha robado los derechos que nos dio la revolución y encima lo hizo ennuestronombre.—Estás hablando del hombre que gobernó este país, Mijaíl —dijo

Dimitri, unode losvigilantesque semostrabaalgoalteradoante loqueestabaescuchandoapenasunashorasdespuésdelfallecimientodesulíder—.Elhombrequeconsiguióindustrializarnuestrapatria,elqueluchópor

devolver el poder al pueblo, el primero que venció a Hitler enStalingrado…—Ynoolvidesporquélevenció—leinterrumpiósecamenteMijaíl—.

Porquedecidiónointervenirenlagestióndelabatallaylodejóenmanosdel teniente general Vasili Chuikov al mando del 62º ejército, por esollególavictoria…—SinStalinnohayorden…—¿Quéorden,camaradaDimitri?—preguntó,elevandolavozmásde

lacuenta—.Aquísolohaexistidoelcaos.—Comosea, camarada—volvióa recuperar suargumentoDimitri—.

Pero fue nuestro líder. El que asombró al mundo, el que pidió a losaliadosmedia Europa para la Unión Soviética y se la concedieron, porquienelpropioChurchillbrindóparaquevivieramuchosaños,elmayorcapitándetodoslostiemposydetodoslospueblos…—Y también un asesino, camarada, no lo olvides. O al menos no

olvideslosmásdecincomillonesdepersonasquemurieronenUcrania,lamitaddeellosniños,poresaspolíticasafavordelproletariado—dijocínicamenteMijaíl—. Estoy seguro de que pasará a la historia como elmayordictadordelahistoriasialgúndíaseconoceloquehapasadoennuestrapatriayenestoscampos.Tampocotúolvideseso.—Tútambiénhasasesinadoapersonas—leincrepóDimitri,esperando

desarmarleconsuspropiosargumentosacusadores.—Comotú—replicóMijaíl,vaciandoelvodkaquequedabaensuvaso

—. Pero él asesinaba por capricho, movido por la locura y la sedgenocida,disfrutabaconello, firmabasentenciasdemuerteydespuésseibaalteatrooalcine.Y,sinembargo,nosotroslohemoshechoporquenonos quedaba más remedio, porque si nos negábamos a cumplir susórdenes, nos convertíamos en las víctimas y no en los verdugos, y connosotros, nuestras familias. Se encargó personalmente de diseñar esecírculovicioso.Además,enestaprofesiónconvienenotenermemoria.Eslaúnicamaneradesobrevivir.¿Noeras túelque leexplicabasa todoelqueentrabaporesapuertaqueparaserunpreso felizhabíaqueolvidartodo lovividoyborrar los recuerdosde lamemoriaparanocaeren latentacióndecompararlavidapresenteconlapasada?Quizátengamosquehacernosotroslomismo.—Aquienrecuerdeelpasadoquelearranquenunojo.Aquienloolvide

que le arranquen dos—dijo otro de los guardias recitando el conocido

proverbioruso.Aunque alguno de los guardias torció el gesto, ninguno más salió a

defender la memoria de Stalin. A pesar de las exequias y el funeral deEstadoqueseestuvierapreparandoenMoscú,enloscamposdelgulagnoera hora para las alabanzas. De ellas ya se encargaría el Pravda y ellocutorYuriLeviatánatravésdelosmicrófonosdeRadioMoscú.

Nunca habían estado tan cercanas ni habían sido más parecidas las

conversacionesmantenidas por los presos y aquellas entabladas por losvigilantes.Algunosparecíansentiryalosnuevosairesrozándoleslacaraynoeranprecisamentelosdesiempre,losvientosprovenientesdelárticoquecortabanlapieldelrostro,quemabanlosojos,hinchabanlasmanosycongelaban lospiesde losprisioneros.Eranairesdealgoparecidoa lalibertadoelsueñodequeasífuera.Demomento,aquellanochetodoslapasaronhablandosintemoraser

escuchados.—¿Sabesloqueespero,Lina?—lepreguntóeljovenpianistaquehabía

sido alumnodeSerguéi—.Que por esos altavoces deje de escucharse aBachyempecemosaescucharaProkófiev.PeronoelLevántate,puebloruso, sino su Suite Escita, su Concierto para piano nº 2, la SinfoníaClásica,labellezadelapartituradesuRomeoyJulietaoLaCenicientaolaSinfoníanº5.Lina sonrió. Estaba feliz. Siempre lo estaba cuando le hablaban de

Serguéi.Pensóenélenmuchosmomentosduranteaqueldíatanespecial.Pensó cómo habría recibido la noticia, qué estaría haciendo en esemomento, si la habría escuchadopor la radioo se la había comunicadoalgúnvecinooamigo,cuálhabríasidosureacciónysi,comoellaestabahaciendo,habríapensadoen lapersonaqueestaba lejosenespacioperomuycercaenelpensamiento.Deseóqueaquellolesterminaraacercando,que,endefinitiva,eraloquehabíasoñadosiempre,enloquepensabacadanocheantesdecerrarlosojosyloquedeseabacadadíaaldespertar.El5demarzode1953seríaundíaqueningún rusodesterraríade su

memoriacolectiva.Eraunafechaque tampocoLinaolvidaríanunca.Noobstante, en contra de lo que pensaba, losmotivos del imposible olvidoseríanotrosbiendistintos.

33

Lina llevaba varias noches soñando con Serguéi. Sin embargo, en

aquella ocasión había algo distinto. Había tenido un sueño placentero,como resultaban ser todos en los que aparecía él, pero esta vez, aldespertar, le había dejado un poso de turbiedad que no logró acertar adescifrar.Quizá era el traje blanco inmaculadode tres piezas que vestíaProkófievenlafantasíaonírica,suampliasonrisaosumanerademirarla.Porprimeraveznoterminabalaensoñaciónconlosdoscaminandodelamano y adentrándose en el horizonte.Ella se quedaba a unosmetros dedistancia y contemplaba cómo se alejaba en solitario. Serguéi se girabaconstantementepara dedicarle una sonrisa.Hacía tanto tiempoqueno lesonreíaasí…Yapesardetodo,Linalesintiómáscercaquenunca,lediolaimpresióndequeelsueñosehabíamaterializadoduranteunosinstantes.Inclusocreyópercibirsuperfume,elqueellasiemprelecompraba,sentirnuevamenteelcontactodesupielydesuslabios,yescucharsuvozconmásnitidezqueensueñosanteriores.Porunmomentopercibiócómosucuerpo traspasaba la barrera de la inconsciencia, de lamera realidad, yentrabaenunplanomásalejado,mássensorial,másverdadero,dondesesentía libre y recuperaba la esencia que siemprehabía tenido suvida encomún.Despertóconunasonrisaenlaboca,peroconunligeroamargorenlagargantaquelebajabaenformadeacidezhastaelestómago.Llevabadíasconproblemasdigestivosyloatribuyóaesasincómodasmolestias.Amediodíaseguíacargandocajonesdebasuraydesperdicios.Desdela

marchadeldoctorErikSommer, lahabíanapartadodelhospitalyhabíasidodestinadaalaslaboresdelimpiezadelcampodelasqueseocupabaanteriormente. Era cierto que los guardias le encomendaban trabajosmenosfatigososquealrestodelaspresasyprocurabannoenviarladondemás dura y alta estaba la nieve. Por otro lado, la organización de loseventosculturaleslepermitíadedicarmástiempoaesosmenesteresquealtrabajo en sí. Su jornada laboral se había visto reducida de las catorcehorasinicialesalasochooanuevediarias.Ya había terminado la limpieza del barracón de la cocina cuando se

dirigía a ocuparse de las letrinas. Por la tarde tenía que ensayar con el

restode lospresosydebíadarseprisapara terminarel trabajosiqueríaque se lo permitieran. Amedio camino vio acercarse a Inna. Caminabadespacio,nomostrabalamismaprestanciahabitualenella.Nisiquieralasaludó de lejos con una ligera inclinación de cabeza como hacíahabitualmente. Pensó que algo le ocurría, quizá un mal día, una cartaportadoradepésimasnoticiasoalgunadolencia física.Conformese ibaaproximando a ella pudo comprobar el gesto azorado de su amiga. Noveníasola.Asu ladocaminabaunade laspresas recién llegadas,Dasha,queparecíahabersemimetizadoconelsemblanteapagadodeInna.Se lepasópor lacabezaquesus temores finalmentesehabíanhechorealidad:seguramentelehabríancomunicadoquelatrasladabandecampo.Eraalgofrecuente, una estrategia de las autoridades para que los presos no sesintieranespecialmentecómodospor lasestrechasamistadessurgidasenlosbarracones.Cuandoelpresocomenzabaaacostumbrarseyencontrabael apoyo que necesitaba en otros prisioneros, siempre llegaba una cartacomunicándolesureubicaciónenotrogulag.Decidiónoconjeturarmás.Seríamejorqueellamismaledijeraloqueocurríaantesdequelacabezale explotara. Cuando la tuvo enfrente comprendió que su expresión nopermitía albergar muchas esperanzas de que lo que traía fueran buenasnoticias.—Será mejor que hablemos dentro. Tengo algo que decirte. —Lina

obedeció sin más. Inna estaba pálida y no era la voz lo único que letemblaba. Dasha caminaba tras ellas, como si así se encontrara máscómoda,comosiesolelibraraenpartedelaresponsabilidaddelanoticiaque portaban. Una vez dentro del barracón de las presas, Inna volvió adirigirseaLina—.¿Porquénotesientas?—No quiero sentarme. ¿Qué pasa? —preguntó mientras miraba a

Dasha, que aún estaba más desencajada que ella. Las otras presas queestaban a su alrededorno tardaron en aproximarse al entenderque algopasaba o estaba a punto de pasar—. Me estáis poniendo nerviosa. ¿Tetrasladan?¿Metrasladanamí?—Dasha es la encargada de limpiar la garita del vigilante del portón.

Noeraloqueletocabaestasemana,perocomo…—Inna, no me interesan los turnos de Dasha —la interrumpió

bruscamente—.Dime,porfavor,quépasa.—La radio estaba puesta y ha oído algo… que no sabe cómo

decírtelo…

—Pues que pruebe a hacerlo rápido porque de lo contrario me va aobligarasacárseloagolpes—dijouna irreconocibleLina,cuyamiradaacababadeposarseenlajoven.Elexabruptoresultóproductivo.—Ellocutorestabahablandodeunconciertosinfónicoqueacababade

celebrarse en Argentina —dijo finalmente Dasha, tragándose el miedojunto con algunas palabras—. Y luego ha dicho que se trataba de unhomenajealcompositorSerguéiProkófiev,fallecidohacíaunassemanasenMoscú.El gesto deLina semudó delmismo color de la nieve que lo cubría

todoyqueempezabaadesaparecerporlaépocadelañoenlaqueestaban.Sellevólamanoalabocacomosiquisieraacallarelasombroydetenerel vómito. Dudó de haber entendido bien lo que la voz casi infantil deDashaacababadeanunciarle.Eraimposible.Debíatratarsedeunerror.Nopodíahaberoídobien.—¿Estás segura de lo que dices? —preguntó, intentando digerir el

bloquedecementoquesehabíainstaladoensugarganta—.¿Notehabrásequivocado y escuchado otro nombre? Sería lo más normal, quizá elvolumende la radioestabademasiadoaltoodemasiadobajo,oquizá tehablaronenesemomentoparadarteunaorden,oestabasdistraídacon…—Lina dejó de conjeturar al observar cómo la joven negaba con lacabeza.—Estoysegura.EllocutorhadichoSerguéiProkófiev.—Peroesonoesposible—dijo,envueltaenuntemblorqueleagitaba

elcuerpo—.Lohabríasabido.Melohabríandicho.Mishijosmehubieranescrito.Nopuedeser.Estásequivocada.¡Todosestánequivocados!Oalomejor es que quieren engañarme para que sufra. No saben ya cómotorturarmeyseleshaocurridoquelamuertedeSerguéiseríaunabuenamanera de hacerlo. Inna—dijo, buscando desesperada la mirada de suamiga, esperando encontrar un apoyo en su absurdo razonamiento—.¿Verdadquedebesereso?¡Dime!—Lina,Serguéihamuerto.—Innateníamotivosparahablarcontanta

seguridad. No solo tenía la información de la radio, sino que habíaconseguido que uno de los guardias le confirmara la impactante noticiaantesdecomunicárselaasuamiga.Intentó tranquilizarla, pero fue imposible. Lina salió al exterior y

comenzó a andar sin rumbo fijo.Ya no parecía una sombra, como casitodoslospresosdeloscampos,sinounmuertoviviente,unespectro,un

desvalido cuerpo herido de muerte, sin vida, sin un destino fijo al quedirigirse porque ya no había lugar en el mundo para ella. Todo habíadejadodeexistir, todohabíadesaparecido.Nisiquieraescuchólasvocesdelguardiaquelegritabaquevolvieraalinteriordelbarracón,quedejarade caminar por la explanada, y que si persistía en su desobediencia nodudaría en disparar. Podía haber muerto allí mismo, caída en la nievesobre susmanosy sus rodillas, fallándole la respiración, intentandodarsentidoaloqueacababandedecirle.Ungrupodepresascorrióhaciaellamientraspedíanalvigilantequenodisparara.Dosguardiasseacercaronpara deshacer el corrillo.Uno de ellos era quien le había confirmado aInnalamuertedeProkófiev.FueélquienlasobligóallevarseaLinasinoqueríanquelatrasladasenaunaceldadecastigo.TodasagradecieronquedesdelamuertedeStalinelcomportamientoylaactituddelosvigilantesde lamayoría de los campos se hubiera relajado.De no haber sido así,Linayaestaríaconvariosdisparosenelcuerpo,conunalluviadegolpescayendo inmisericorde sobre su estómago, su espalda y su cabeza yretorciéndosededolor,defríoydehambreenelinteriordeunaceldadecastigo.Aunqueseguramentelehubiesedadoigual.Yaestabamuerta.

Esa misma noche, el guardia que había confirmado a Inna el

fallecimientodeProkófievlallamóparaqueacudieraasubarracóndelacocina.A esas horas solía estar vacío y no era probable que aparecieranadie, excepto para protagonizar encuentros clandestinos, entre algúnempleadodelcampoyunapresa,marcadosporelpurochantajeoporunsentimiento algo más verdadero aunque poco habitual. No era normal,peroLinanotemiónadaextraño.Tampocolehubieraimportadodespuésdeladevastadoranoticiaqueacababaderecibir.Además,eraunodelosvigilantes que mejor trato tenía con ella y con casi todas las presas.Cuando accedió al interior, ya la estaba esperando. Sin mediar másexplicación,sacóunsobredelbolsillodelpantalón,alargósumanoyseloentregó.Eraunacarta.Estabaabierta,porloqueLinanodudódequelahubieranleído,comoerahabitual.Lemiróextrañada.Noentendíaporquéselaentregabadeesamanera.—Nopensabadártela,peroahoranotieneningúnsentidonohacerlo.—

Fue toda laexplicaciónque ledio.SabíaqueencuantoLina la leyera locomprendería—.Ahoramárchate.

—¿Debodeshacermedeella?—preguntó, sintiéndosealgoobligadaaresponderalaconfianzaqueparecíamostrarleelguardia.—Ya da igual. No fueron ellos los que me pidieron que no te la

entregara —dijo refiriéndose a los responsables de que lacorrespondenciallegaraonoasusdestinatarias—.Fuedecisiónmía.Linasaliódelbarracónsinentendernada.Estabadeseando llegarasu

cobertizoparaleerlacartaysalirdedudas.Elcorazónlelatíaacienporhoramientrassucabezanaufragabaenunmardedudas.¿Quéeraaquelloquenoqueríaquesupieraunosdíasantes?¿Yporquéselodabaahora?Sesentóensucamastroyempezóaleerla.LacartaeradeSviatoslav.La

leyóconunahambrunaferozdecuriosidad,queriendobeberselasletrasylas palabras a grandes sorbos para descubrir el gran misterio queencerrabalamisiva.SuhijolecontabaqueOlegsecasabayqueprontoseconvertiríaenpadre.«Teencantaráconocerasumujer.Esbuena,guapaylequiere»,leexplicaba.Ledabadetallessobrelapinturaquehabíaelegidopara pintar la casa, de unos pequeños cambios que había hecho en elmobiliario,delosrecuerdoscasidiariosqueledabaFrosiaparaellaydelfinaldesuhistoriadeamorconMaia.LeeraquelloledisgustóporqueencartasanterioresnotabaaSviatoslavmuyenamoradodelachica.Perolopeorestabaporvenir.Suhijohabíadecididodejarparaelfinallanovedadmás importante, la noticia de la muerte de Serguéi. Le relataba que supadresehabíalevantadotranquiloeldíadesumuerte,quenoestababiendesalud,quecaminabacondificultadaunquesucabezaseguía tanágilycreativa como siempre pese a que susmanos no podían seguirle con lamismaceleridaddehacíaaños.DesdelacaídaquehabíasufridoelmismodíadeljuiciodeLina,susaludsedebilitóaúnmásyélyanofueelmismo.Sinembargo,yaprovechandoundescuidodeMira,quesetomabamuyenserio la prohibición de los doctores de que Serguéi siguieracomponiendo,dedicópartedelamañanaagarabatearunapartitura.Estabatrabajandoenlosensayosdesunuevoballet,Laflordepiedra,quehabíancomenzadohacíaunassemanas.SumédicohabíaidoaverleyProkófievinclusoseanimóadarunpaseoconlamujerdelfacultativo.Despuésdedescansar unas horas tras una comida frugal, comenzó a sentir unosfuertesdoloresdecabeza.Pensóqueseríaunadesushabitualesmigrañas,pero todo se complicó. Apenas podía respirar, no lograba vocalizar ycuando lo hacía, decía cosas sin sentido, como si estuviera delirando.Agonizó durante una hora. Nadie pudo hacer nada por él. Acababa de

sufrir un derrame cerebral o al menos eso dijeron los médicos. Linadescubriódosfrasesenterasensombrecidasporelcensor,quesolohabíatenido a bien dejar sin tachar una palabra: trágica. ¿Qué quería decir?¿Quéeraaquellotangravequenoqueríanqueleyera?Despuésdemuchoesfuerzoydepedirleayudaaunadelaspresasrogándolequeencendierala única vela que le quedaba para colocarla tras el papel e intentardescifrarloquehabíaescritobajolacontumaztachaduraconlaayudadeunpocodelimón,consiguióleergranpartedelocensurado.«Yquécruelytrágicacoincidencia:papámurióelmismodíaqueStalin».Linanecesitósentarse. Sintió un pequeño vértigo. Las palabras de la carta temblaroncomosihubieransentidolamismaconmociónqueella.AnastasiaeInnaconsiguieronagarrarladeambosbrazosparaevitarquecayeraal suelo.Intentabanentender loquelepasaba,averiguarquées loquehabía leídoenlamisivaquehabíalogradoimpactarlatanto.Leconsiguieronunpocodeagua,queLinabebiócasisinganas.Nosentíanada.Nisiquierasabíasitenía sed o si seguía teniendo pulso. Estaba completamente ida, con lamirada perdida en mitad de la nada. De su boca no salió ni una solapalabra.Acababadedescubrirlatiraníadeldestino.Porsinohabíajugadocon

ellos lo suficiente, se había preparado un último número final. SerguéiProkófiev había muerto el mismo día que Iósif Stalin. Más tarde seenteraríadequeProkófievhabíafallecidocincuentaminutosantesqueelresponsable de su caída a los infiernos. Ni siquiera pudo tener lasatisfacción de sobrevivir al verdugo de su vida, de su música y de sufamilia, lapersonacuyorégimenpersonalistahabíaevitadoquesiguieracomponiendo como él quería, como él sentía, privando almundo de sumúsica. Ni siquiera el destino le permitió a Prokófiev disfrutar de esepequeño lujo, aunque fuera durante unos minutos. Era otra nuevamodalidadde condenayde tortura, la vividamás allá de lamuerte.Eseguiño del destino también quiso que el cuerpo de Serguéi Prokófievtuvieraquepermanecerhasta tresdíasen lacasaque lospadresdeMiraMendelson tenían cerca de la plaza Roja porque las exequias por elfallecimientodeStalin impidieron su traslado.Las calles, lasplazas, losedificios, las avenidas, cada rincón del centro de la ciudad de Moscúestaba tomadopara homenajear al que había sido secretario del partido.Los amigos que se enteraron de lamuerte de Prokófiev no pudieron nisiquiera enviarle flores en señal dedueloporque toda la ornamentación

floral existente en la ciudad, desde coronasmortuorias hasta un simpleramo de crisantemos, había sido destinada a colmar de honores yengalanar los funerales por Stalin. Si Lina lo hubiera sabido, habríaenfermado aún más. Y si hubiese conocido que el diario Pravda nopublicólanoticiadelamuertedelgrancompositorenlafechaenlaqueocurrió,sinoseisdíasmástarde,seconvenceríadequeelmundoseguíagirando al revés. Su obituario apareció en la página 116 de la principalpublicaciónmusicaldelpaís.Lascientoquincepáginasanterioresestabandestinadas a ilustrar la gran melomanía de la que siempre había hechogala Iósif Stalin. Agradeció no conocer esos detalles. Solo hubierancontribuidoaahondarmásensudesgarro.Horas más tarde, cuando fue capaz de recuperar la capacidad de

pensamiento,entendióqueelguardiahabíadecididonoentregarlelacartaparaevitarqueseenterasedelanoticia.Peroalsaberqueyalaconocía,noencontró razónparanodársela.Almenos lequedaríaelconsuelodeleerlodeletradesuhijoydeconocerlosdetallesdecómohabíamuertosumarido.Yentonces tambiénentendió la rarezadesusúltimossueños,donde Serguéi aparecía vestido de blanco, perdiéndose en el horizontesolo,persiguiéndosea símismo.Llorósinparardurantedías,y lohizoporlapérdidadelnortequehabíasufridosuvidayporlaimpotenciadenohaberestadoalladodeSerguéimientrasagonizaba.Habíaestadojuntoa él en los mejores momentos de su vida y debía haber estado en losúltimos.Serguéierasuverdaderoyúnicolugarenelmundo,ylavida,eldestino, Mira Mendelson y Iósif Stalin se lo habían arrebatado. Así loentendía.Nopudocontemplarmayortortura.

34

Aveceseldestino te regalaapersonasqueaparecenen tuvidayno

desaparecennunca,nisiquieracuandosevan,porquesoneternas.Lavidade Lina siempre estabamarcada por las personas que un día se fueron,aunque todavía permanecían a su lado. Su historia era la historia de losamigos que nunca se habían marchado de su lado. En eso no sediferenciaba de la vida de los demás, pero sí en la capacidad de poderabrazaryvera losseresqueridosquehabían logradonoconvertirseenausencias. Desde que supo que Serguéi había muerto, los dos únicospilaresquelamanteníanenpieeranSviatoslavyOleg.Igualqueensudíapensóquehabíaunamanonegradecididaaimpedirleconseguirunvisadopara salir de la Unión Soviética, ahora presentía que ocurría lomismoparapermitirquelafamiliadeProkófievsereencontrara.LaúnicafuerzaqueencontrabaLinaparanocedereralamismaquedefiníalamúsicadeProkófiev,enpalabrasdelpropioSerguéi:«Mimúsicaestámásalládeltiempoydelespacio».ElamordeLinahaciaélyhaciasushijostambiénlo estaba, pormuchas trabas que algunos se empeñaran en poner en sucamino.Lospermisosdevisitasesolicitabanunavezalaño,tantoporpartede

lafamiliadelpresocomodelpropioprisionero.Ambosdebíanreclamarpor escrito la autorización del encuentro y demostrar que sucomportamientoseajustabaalascondicionesineludiblesparaaccederalderechodevisita.Elpreso teníaqueadjuntara lapeticiónuncertificadode lasautoridadesdelcampo,dondeestas reconocieranquehabía tenidouna buena conducta, no había visitado las celdas de castigo y habíacumplido con el cupo de producción. Por su parte, el familiar debíacertificar su relación directa con el condenado, preferiblemente convínculo de sangre, y un buen comportamiento social, alejado de todoaltercadoysinmásmanchaensucurrículoquelacondenadelfamiliaralque aspiraba visitar, algo que se antojaba muy complicado, porquecualquierapodíaprovocarun incidenteen lavidadeunapersonaconelúnico objetivo de impedir esa visita o simplemente para complicarle lavida.

Lo más difícil era pasar limpiamente los procesos de selección. Erainclusopeorquelasentrevistasdetrabajoenlasquesedebíaespecificar,antesdepresentarelgruesodelacualificaciónprofesional,sihabíaestadoalguna vez detenido o si tenía algún familiar en esa situación. Era laprimera criba de muchas otras y solía dejar fuera la mayoría de laspeticiones. La última decisión no dependía de la Dirección General deCampos de Trabajo, como creíanmuchos, sino del fiscal general de laUniónSoviéticao,ensudefecto,delaoficinadelNKVDmáspróximaalaresidenciadelfamiliardelpreso.Sviatoslavbuscólamáscercanaalacalle Chkalov. Después de más de cinco años esperando una respuesta,recibióelavisodequesepresentaraen lasoficinasparaprocederaunaprimera entrevista. Desde que entró en las instalaciones, le sudaban lasmanos.Deseóquesuentrevistadornoledieralamanoamododesaludoyla notara pringosa.Cualquier detalle podía dar al traste con su petición.Era la sexta vez que la presentaba en un periodo de cinco años. Habíatenidoqueesperaraquesecumplieraunañodelingresoenprisióndesumadrepara tenerderechoa solicitarunavisita.Tardabancasiunañoencontestaryhastaelmomentosiemprelehabíandenegadolaautorización.—¿Esustedextranjero?—preguntóelfuncionario.—Mimadreesespañolaperoconpasaporteruso,mipadreesruso,mi

abuelaesrusayyovivoenlaUniónSoviéticadesdehacemásdequinceaños.—Sí,peronacióustedenParís.—Enalgún lugarhayquenacer.—Enseguida sedio cuentadeque su

respuestanohabíasidodelagradodelfuncionarioyaquellonoayudabaaconseguirelpermiso—.Yonotengolaculpadehabernacidoallí.—Unosiempretienelaculpadealgo.Solohayquesaberbuscarenel

lugarcorrecto.Enlamiradadelhombrequeinstruíasuposiblevisitaalcamponose

vio reflejadomucho convencimiento.A cada pregunta que le hacía veíamáslejosqueleconcedieraelderechodevisita.—Verá,llevoseisañossinveramimadre.—Elfuncionarionisiquiera

levantósusojosdel formularioque teníasobre lamesa—.Séqueestaráhartodeescucharalosquesesientanaesteladodecirlequesufamiliarnohahechonada,asíquenoselodiré.Probablementelohabráhechosiasílo ha considerado el partido. —Aquella mención patriótica, elaboradadurante largo tiempo en casa y que por supuesto no sentía, pareció

motivar losuficienteal funcionarioparaquesedignaramirarle—.Peroes mi madre. Está enferma y seguramente no dure mucho más tiempo.Sololepidoquemeconcedalaposibilidaddeverlaconvidaporúltimavez.Nadamás.Pensó si habría sobreactuado en su declaración aunque no lo creyó.

Sabía poco de la salud deLina, pero lo intuía. Le bastaba con observarcómo regresaban algunas personas del gulag y escuchar algunas de lascosasquecontabanparahacerseuna ideadelestadoenelqueestaría sumadre.«Solo hay quemirar a los ojos de una persona para saber si haestadoenelgulag»,solíandecir.Viocómoelfuncionariocogíaunselloyloestampabaenlasolicitud.Nopudodistinguircuáldelosdosera,sielque denegaba la autorización o el que la facilitaba. Y el hombre no semostraba decidido a ofrecerle esa información. Hasta en las ventanillasparecíandisfrutarconelsufrimientoajeno.—Recibirá una respuesta en su domicilio, en la dirección que ha

indicadoenelmargenderechodelasolicitud.—¿Cuándo?—Nosoyadivino.—Peropuedeserlo.Solotienequedecirmequéponeenelsello.—Es cierto, solo tendría que hacerlo—dijo, sosteniéndole lamirada.

Sviatoslav agradeció que aquel ejemplar humano no estuviera en lossótanos de la Lubianka. A saber hasta dónde llegaría su afición por elmartirio—.Apártese,tengoqueseguiratendiendoamáscamaradas.—Muchasgracias.Obedecióyseencaminóalasalida,nosinantesvolverlacabezapara

mirar de nuevo el rostro del funcionario. Deseaba cogerle del cuello,zarandearley,sinadielemirase,asestarleuncerterorodillazodondemásledoliera.Almiraratrásyseguircaminando,nosepercatódequedelantede él apareció una joven con la que chocó sin ni siquiera verla. Sedisculpóatolondradamenteantesdecomprobarquiénera.Maia,lamujerconlaquehabíavividounaprofundahistoriadeamorhastahacíaunparde años, de laque sehabía enamoradoperdidamentey todavíanohabíaconseguido quitarse de la cabeza ni del corazón, la misma que un díadecidió romper la relación sin mediar más explicación que simples yburdasexcusas.Eraellalaqueacababadeaparecersúbitamenteanteél.Laobservóduranteunossegundos.Estabatanbellacomosiempre.Creyóverunbrilloespecialensumiradaquehablabadetristezaydevergüenza.

—Quésorpresa,despuésdetantotiempo.¿Quéhacesaquí?—preguntóSviatoslav.—Trabajoaquí.—Laexpresióndesuantiguonoviolehizomatizarsu

respuesta, que había sido poco explícita—. No tiene ningún mérito. Mipadremeconsiguióeltrabajo.Conocíaaunamigo…Sviatoslavpercibióensurostroalgodeturbación.—Losiento,noquieroincomodarte.—Nolohaces—respondiórápidamenteMaia.—Yocreoquesí.—Dime,¿porquéestásaquí?¿Quénecesitas?—Mimadreestápresaenelgulag,enel…—Losé—contestóescuetamente.—¿Losabes?—leextrañó.Noeraalgoquelehubiesecontadoél.—Sí, me enteré, pero eso ahora no importa. Dime, ¿qué necesitas?

¿Puedoayudarte?—Sinceramente,nolocreo.La joven se quedó observándole aumentando su dosis de culpabilidad

porladecisióntomadadosañosatrás.—¿Novasaperdonarmenunca?—Tengoque irme—dijo,devolviéndole lospapelesqueenelchoque

se lehabíancaídoalsueloyélhabíarecogido.Senegabaaresponderaesapreguntaporqueleconvertiríaenunrencoroso—.Mealegravertetanbien.—Espera.Damealmenoselnúmeroderegistrodetusolicitud.Sviatoslavdeseaba irse,alejarsedeella.Nopodíaestarniunsegundo

másantelamujeralaqueseguíaamandoyquelehabíaabandonado.Perolaposibilidaddeverasumadre,porpequeñaquefuera,lehizotragarseelorgullo.Buscóenelbolsillolacopiadelasolicitudquelehabíaextendidoelfuncionario.—Teprometoqueharétodoloposible.—Claro—respondiósinganas,porqueyahabíaescuchadodemasiadas

vecesaquellapromesa—.Adiós,Maia.—Adiós,Sviatoslav.Sequedóun ratoobservandocómoavanzabaendireccióna la salida.

Cuando desapareció de su vista, Maia volvió a mirar los númerosimpresos en el papel. Pensaba dirigirse a su despacho.Ya llegaba tarde,pero no pudo evitar hacer una parada en el aseo.Ya en la intimidad se

echóallorarcondesconsuelo.Habíaamadoaesehombrecomoaningúnotro.Dehecho,leseguíaamando.Perosupadre,unimportantemiembrodel partido, la había obligado a abandonarle, bajo la amenaza de tomarrepresaliascontraélysuhermanoOlegsinolohacíayhacerlopropioconella.«Debesbuscarteaunhombremásadecuadoanuestros ideales,alguienquenotengamanchacomoladeunamadreencerradaenAbezyunpadredeclaradooficialmenteenemigodelpueblo.Nopermitiréquemihijaestéconunextranjeromuertodehambre.Buscaaunhombreruso.Note lo repetirémásveces».Sabíaquesupadrepodíacumplir suamenaza.Yalohabíahechoconsumadre,consuhermanayconotraspersonasalasqueundíahabíaconsideradoamigoscercanos.MaiaprefirióocultarlelaverdadaSviatoslav.Leconocíabien,sabíadesucaráctery temióquepudieracometeralgunalocura.Creyómejordecirlequehabíadejadodeamarle y que aquella relación no tenía futuro. Aquella mañana fue laúltima vez que le vio. Pero antes se encargó de que la petición cursadacorrespondientealosnúmerosescritosenelpapelquedararesuelta.

Alospocosdías,cuandoSviatoslavacudióasubuzónenbuscadela

correspondencia, encontró un sobre con membrete oficial. Era de laoficinadelorganismodondehabíaacudidoapenashacíaunassemanas.Loabrió rápidamente, sin esperar a hacerlo en casa en presencia de Oleg.Algoestallóensupecho.Por fin leconcedíanelderechodevisitarasumadre, cinco años después de la primera petición realizada.Además, leinformabandequeLinaProkófievhabíasidotrasladadaauncampomáscercanoy,por loquelecontaronalgunosamigos,menossevero.EstabaenPotmá,situadoenlarepúblicadeMordovia,desdehacíaunassemanas;latemperaturaeramásbenévola,laoscuridadnodurabaseismesesylasfloressobrevivíanmásdediezdías.LaimagendeMaiavolvióconfuerzaa lamente de Sviatoslav.No albergaba dudas sobre quién había sido laresponsabledeesemilagro:primero,laconcesióndelpermisodevisitay,segundo, lavaliosa informaciónsobreel trasladodesumadre,algoquenosolíafacilitarse.Sabíaqueestabasaldandounadeudaconéldespuésdedos años de abandono. Siempre supo que algo extraño había motivadoaquelladecisión,perohastaquinceañosmástardenoconoceríaquehabíasidoporlapresiónpaterna.

CuandosecumplíamásdeunañodelamuertedeProkófiev,ydespués

deseissinpoderverniabrazarasumadre,SviatoslavyOlegsalierondela casa de la calle Chkalov con dirección a la República SocialistaSoviéticadeMordovia.SudestinofinaleraPotmá,dondeestabaubicadoel nuevo campo de concentración al que Lina había sido trasladada en1954.Fueunadelasconsecuenciasdelaamnistíaqueelnuevogobiernode la Unión Soviética acordó tras la muerte de Stalin. A todos los queteníanunacondenainferioracincoañosselespusoenlibertadyalrestode los presos se les prometió revisar sus casos. Ni al nuevo secretariogeneral del partido, Nikita Jruschov, ni al director del NKVD, LavrentiBeria, les convencía el sistema establecido en el gulag, no tanto por elnúmerodemuertosquehabíaprovocado,sinoporlafaltaderentabilidadeconómicaqueofrecíaloqueStalinhabíavendidocomouneficazsistemaproductivo.Despuésdelamuertedellíderrusocomenzaronaoírseenlaradio informaciones sobre los métodos ilegales en la detención depersonas,enlainstrucciónjudicialdeloscasosyenelencarcelamientoyconfinamientoenloscamposdeconcentración.Lina estaba tan conmocionada por la noticia de lamuerte de Serguéi

quenisiquieralesupusounmotivodealegríasaberquehabíanrebajadosupenadereclusiónytrabajosforzadosdeveinteaochoaños,delosqueyahabíacumplidoseis.Tampocoeltrasladoauncampodeconcentraciónmenosseveroleparecióunabuenanoticia.Yanadapodíaserlo.Fueunviajelargoycansadoendistintostrenesytuvieronquerecorrer

a pie varios kilómetros hasta llegar al campo de Potmá. Durante eltrayecto, Sviatoslav y Oleg pudieron comprobar las enormes manchasnegras que salpicaban la estepa rusa. Eran los campos de concentraciónqueseextendíanalolargodelainmensatundradehieloynieve.Elgulagentodasuextensión,quenosolodejabaunamanchasobreelterreno,sinoqueloharíamuchomástardeenlaconcienciacolectivademediomundo.Cualquiera que hubiera pasado por allí había tenido que ver lasinstalacionesde los campos, entre ellos, algunos líderes internacionales.Eraimposiblenohacerloporladimensióndelosmismosyporlaaureolade terrorque les rodeaba.Losquepresenciaban la impresionanteescenadesde laventanilladel treneran incapacesde retirar lamirada.Elgulaghabía robado lavidademillonesdepersonasyhabíadejadosinhablaaotrastantas.

—Cuando loscierren,porquealgúndía loscerrarán—aventuróOlegque,segúnledecíasuhermano,siempresolíapecardeingenuidadydeunexcesodeoptimismo—,¿creesqueharánfotografíasylograbaráncomohicieronlastropasamericanascuandoentraronenloscamposnazis?—Lo dudo. Esto es Rusia.—Sviatoslav hablaba en voz baja. Aunque

viajabansolosenelcompartimentodel tren,yasehabíaacostumbradoasusurrar y sabía que en la Unión Soviética había ojos y oídos en loslugares más recónditos e insospechados—. Este país no se parece aninguno. Además, los rusos prefieren no recordar el pasado porque elpresenteyelfuturoyaselesantojalosuficientementecomplicado.Rusianoquiererecordarporquelosrecuerdosduelen,humillanyavergüenzan.Tampococreasquelesculpo.—¿Por qué crees que los crímenes de Stalin no han provocado el

mismorechazoquelosdeHitler?—Porquelosnaziseramalosylosrusossoloestándeformados.—¿Yesoquéquieredecir?—Pues que Stalin era malo, pero no tan malo como Hitler. Para

muchos,noestabanenlamismacategoríademaldad.Eltenerunenemigocomúnunemuchoy por esoFrancia, Inglaterra y el resto deOccidentemiransinveroapartanlamirada,novayaaserquequienvencióaHitlerresulteserotroasesinodemasasigualopeorqueél.Avercómoibanamantener eso, cómo justificarían su silencio cómplice, cómo iban avenderloalrestodelmundo.Mejorcallarymirarhaciaotrolado.Porquees loquevanahacer, estoyconvencido. Incluso lospropios comunistasquevivenenelexterior.¿Acasonohasoídocómoalgunos intelectualesfrancesesapoyaronlaconstruccióndelsocialismoque,segúnellos,estabahaciendo Stalin? ¿No recuerdas al escritor Louis Aragon alabando elgulagen1933porrepresentarlareeducacióndelhombreporelhombre?Ensucegueracomocomunista,envezdeverelgulagcomoelprogramadeexterminiomáslongevosufragadoporunEstadoentiemposdepaz,loconsideró como un mecanismo patriótico para reeducar a la sociedadrusa.Quépensaránahora…—Alprincipio,cadavezqueescuchabaoleíaen prensa algunos de estos apoyos, Sviatoslav optaba por apuntarlos enuna libreta para acudir a ellos cuando fuera necesario. No entendió laspalabras de Dubois: «Stalin no pedía ni adulación ni venganza. Erarazonableyconciliador»,nimuchomenoslasdeBernardShaw:«Nonospodemos dar aires de moralidad, cuando la Unión Soviética, nuestro

vecinomásemprendedor,liquidaconhumanidadydeformajuiciosaaunpuñado de explotadores y especuladores para hacer de este mundo unlugar seguro para los hombres honestos». Aún menos entendió lasmuestrasdeapoyodeRafaelAlberti:«Stalinhamuerto.Padreymaestroycamarada:quierollorar,quierocantar.Queelaguaclarameilumine,quetualmaclarameilumineenestanochequetevas»,olasdeclaracionesdePabloNeruda,«Stalinavanza.Yasí,conblusablanca,congorragrisdeobrero.Stalin,consupasotranquiloentróenlaHistoriaacompañadodeLeninyelviento».LeyóunaymilveceslaspalabrasdeJeanPaulSartre:«Paramantenervivalaesperanzadebemos,apesardetodosloserrores,horrores y crímenes, reconocer la obvia superioridad del camposocialista», y las de Bertolt Brecht, que, a preguntas del filósofoestadounidense Sidney Hook sobre su opinión acerca de las purgas demillonesderusosamanosdeStalin,contestó:«Cuantomásinocentesson,másmerecenmorir».Nosabíaquéharíaenunfuturoconesarecopilaciónde frases, a su entender lapidarias, pero siguió nutriendo la libreta depastasnegrasdurantemuchosaños—.AcuérdatedeladelegaciónfrancesaqueviajóaUcraniaenplenahambrunay,comoelpartidohabíalimpiadoel territorio de cadáveres y de cuerpos famélicos y en su lugar puso afigurantes con bocadillos en la mano mirando los escaparates de lastiendas que habían encargado llenar de víveres para la ocasión,determinaronqueloquepublicabalaprensaextranjeraeramentirayqueUcrania eraunhermoso jardínverdedonde sugentenopasabahambre.¿Quésabránlosfrancesesdementirasydepropagandas?—Terecuerdoquenosotrossomosfranceses—lecomentóOleg.El comentario hizo que Sviatoslav sonriera. Había heredado de su

madre la manera de sonreír. Podía resultar encantadora, aunqueescondieraotrasintenciones.Eltrenhabíasalidoconretrasoyunaintensanevadahabíadetenidolos

convoyesdurantevariashoras.Llegarondemasiadotardeparapoderverasumadre,pero lasautoridadesdelcampo lesofrecieronun lugardondepoderquedarse.Elesperadoencuentrotendríaqueposponerseunashorasmás.Alamañanasiguiente,seacercaronaunadelastiendasdelpueblo,dondecompraronunatartadelimónyvodkaparacelebrarelcumpleañosde Sviatoslav. Era el postre ruso quemás le gustaba a Lina, la torta deNapoleón. Ellamisma solía bromear diciendo que le gustaba porque sunombrelerecordabaaFrancia.

Los trasladaron a un sala destinada a los encuentros con familiares.TuvieronqueesperarcasiquinceminutoshastaquevieronapareceraLinapor la puerta. Los tres se observaron sintiéndose más cerca que nunca,perocomosifueranunosextraños.Lesdiolasensaciónderegresardeunlargoypenosoviaje.Noimportabaloqueleshubieracostadollegar,yaestaban allí. Lina había dejado a dos criaturas en su casa de la calleChkalov y ahora aparecían dos hombres mayores, o al menos, conaparienciadeserlo.El tiempohabíapasadosuparticularfacturaa todos.Sviatoslavcontemplóasumadre.Laúltimaimagenqueguardabadeellaensuretinaeraladeunamujerguapayelegante,enfundadaenunvestidoligerodepequeñoscuadraditosnegrosyverdes,poniéndose la chaquetagrisdeSerguéiypintándoseloslabiosparasalira lacallearecogerunpaquete.Aquella visión quedó grabada a fuego en sumemoria el 20 defebrero de 1948 y desde entonces no había vuelto a verla. La encontródesmejorada, como si la vida le hubiera caído encima encogiendo sucuerpo, haciéndolo más pequeño. La artrosis que padecía había hechomellaensuanatomía,asícomolosproblemasdevisión,aquejadadeunagravecoroiditisytodounrosariodeproblemasdesalud.Tosíaamenudoydemaneramuybronca,ysusojosparecíanhaberseconvertidoendospozos profundos donde se escondían los más recónditos secretos quepuedenasolarelalmadeunserhumano.Enesemomentosupoquejamáspreguntaría a sumadre sobre el infiernoquehabíavivido, a no ser queella misma decidiera contarlo por iniciativa propia. Había demasiadodolor en la mirada, demasiado vacío, una mezcla de miedo, dolor eincredulidad. Comprendió a la perfección lo que había oído contar amuchas personas que habían estado presas en el gulag: «Para saber sialguienhaestadoenesatrituradoradecarnehumanabastaconmirarlealosojos.Nosefíedelaspectofísico,busquelaconfirmaciónensusojos».Ytambiénsesintiómáscercadelpueblorusocuandoseempeñabaennorecordaryolvidarelpasado.Se abrazaron como nunca antes lo habían hecho ninguno de los tres,

como si quisieran convertir ese abrazo en un contenedor del tiempoperdido, de la vida no vivida, de los recuerdos no fabricados, de laspalabrasnopronunciadas.Queríanvivirenuninstantemásdeseisañosdeausencias, de pérdidas, de distancia. Temieron que el tiempo no lesalcanzara toda lavidaque teníanpor recuperar,pero lasautoridadesdelcampo les habían permitido alargar la visita durante tres días,

autorizándoles a pasar juntos entre tres y cuatrohoras diarias.Sintieroncomosifueranlosúltimossegundosdevidaquelesquedabany,enciertamanera,asíera.El último día Sviatoslav parecía serio, más bien preocupado. Algo

barruntabaensuinteriorquenoleestabapermitiendodisfrutardelpocotiempo que quedaba como lo había hecho los días anteriores. Por unmomento dudó si sería adecuado hacerlo, pero finalmente venció suresistencia. Su madre tenía derecho a verlo. Ya le habían privado dedemasiadascosas,noseríajustoseguirhaciéndolo.—Mamá, quiero enseñarte algo.No sabía si debía hacerlo, pero creo

queenelfondoquerrásverlo.Nomeperdonaríadespojartedealgoqueesmástuyoquedenadiemás.Linalemiróextrañada,sincomprendereljuegodepalabrasdesuhijo.

Peroestabatranquila.Yalehabíandicholopeorquepodíandecirleenlavida y no existía noticia que rivalizara en dramatismo con lamuerte deSerguéi.Sviatoslavextrajolacarteraquedescansabaenelbolsillointeriorde su chaqueta y sacó una pequeña cuartilla. Era una fotografía que sumadrerecogióconlamismadelicadezaquesisetrataradelcorazóndeunniño que temiera romper. En su expresión se reflejó el dolor decontemplaraquellaimagen.EraSerguéi,enunadelasúltimasinstantáneasquesuhijolehabíahechoen1952,apenasunosmesesantesdemorir.Lecostóreconocerle.Parecíaveinteotreintaañosmayor,privadodelagranenergía que le había acompañado siempre, del porte elegante que solíamostrarlosañosenlosquecompartieronlavida,ysinlamiradalimpiaycristalinamenteazuladaconlaqueobservabaelmundoyadmirabaaLina.Sefijóespecialmenteensusojosydescubrióquesucolorhabíamudadohaciaunatristeyapáticatonalidadgris.Nisiquierapensabapreguntarquélehabíapasadoasupadre.Losabíamuybien.Nonecesitabaquenadieselorecordaray,aunasí,sushijoslohicieron.—Amítambiénmedueleverla—dijoSviatoslav.—Nopareceél—fuetodoloqueLinafuecapazdedecir.—Selahiceenotoñode1952.Tienelamiradallenadetristeza.—Noestristeza,hijo—rebatiósumadre—.Esdesesperación,esrabia,

esimpotencia.Leconozcobien.—LinaeraincapazdehablardeSerguéienpasado.Noevitabahacerlo,lesalíasinmás.—Desde que tú te fuiste, desde que… —Oleg detuvo en seco su

observación.Lasmiradas de sumadre y de su hermano convirtieron en

tabú el nombre propio de mujer que ninguno de los tres volvería apronunciarjamás.Lointentódenuevo—.Enlosúltimosañosnoeraél.Nisiquiera se arreglaba, siempre estaba en pijama, con la bata puesta. Senegabaasalirdecasa.Noqueríavernos,comosihubiéramosdejadodeexistir,comosinolepreocuparaloquenospasara.—Peronoeraél.Le indujeronacomportarseasí—matizóSviatoslav

—.Eraella.Nisiquieranosdejabairavisitarlelosdosjuntos.Decíaqueteníamosque irdeunoenunoporqueestabahartadequecansáramosanuestropadreconnuestrosproblemas.SviatoslavsecallómuchosepisodiosvividosconMiraMendelsonpara

no cargar de más sufrimiento a su madre. No se gustaban, es más, seodiaban. Los hijos, porque la veían como la causante de todas susdesgraciasyresponsabledelasituaciónenlaqueestabasumadre,yMiralos veía como parte del pasado de Serguéi que entendía como unaamenaza y estaba dispuesta a todo para mantenerlo alejado de él.Protagonizaronmuchosdesencuentros,algunosdeellosviolentos,dondeno faltaron los gritos e incluso los insultos.Mira les reprochabaque seaprovecharandesupadre,quesoloacudieranaélparapedirledineroofavores. Y ellos la veían como una gran manipuladora que habíaconvertidoaSerguéienunpelele,enuntrozodearcillaquedeformabaasuantojo.Enlosúltimostiemposfueimposibleinclusoqueentablaranunaconversación sin exabruptos y amenazas. Y Serguéi siempre estaba enmedio,sinmásrolqueeldesimpleespectadorautista,comosinovieranioyeranada.—Perocuandoestábamosconélseemocionaba—continuóSviatoslav

—.Habíaperdidosupersonalidad,sucarácter,sufuerza,suespíritu,susganas de vivir, aunque no su capacidad creativa. Esa lamantenía intactacomoel primerdía, perono se lapermitían.Teníaque esconderseparaescribirsumúsica.Teníalamiradatantriste.—ASviatoslavselellenaronlosojosdelágrimas,loqueemocionóasumadre—.Siemprepreguntabaportiaunquelohacíabajandolamirada,comosileavergonzara,comosisesintieraresponsabledeloquetehabíapasado.Peronoerasí,mamá—ledijo convehemenciaparaque le creyera—. Intentóhacer todo loquepudo.Lohizoaescondidasde…,bueno,lohizoaescondidas,sinquesenotara, paraquenonosperjudicara aningunodenosotros.—Cogió lasmanosde sumadrey las sostuvoentre las suyas—.Tienesquecreerme.No hubo día en el que no pensara en ti. Nuncame lo dijo, ya sabes la

incapacidadqueteníaparaexpresarsusverdaderossentimientos,peroséquesearrepentíademuchascosas,sobretododehaberteabandonadoydeveniralaUniónSoviética.—Tecreo,cariño.Además,yalosabía.Podíasentirlo.Hesoñadocontu

padremuchas veces e incluso de algunamanera presentí sumuerte.Nopenséisqueestoyloca,perounanochesoñéconvuestropadrevestidodeblanco y con una actitud diferente a la quemostraba en el resto de lossueños.Haestadopresenteduranteestosseisañosyseguiráestándolotodamivida.Yasí loestará tambiénenvuestrasvidas.—Linamiróasuhijomenor, que parecía estar peleándose con un ejército de dudas quesombreaban su semblante. Esa expresión de ceño fruncido y miradaperdidalahabíaheredadodeSerguéi—.¿Mehasoído,Oleg?—Sí,mamá.—Entonces,¿quépasa?¿Quétecruzaporesacabecita?—Quenoentiendoporquépadredejódeamarte.Linaexhibiólasonrisamásauténticaquehabíamostradonunca.—¿Yquiéntehadichoatiquedejaradehacerlo?

35

«Salgoestatarde.Ochoymedia.Besos.Mamá».ElescuetotelegramaqueLinaenvióasushijosel30dejuniode1956

desdelaestacióndetelégrafosdePotmásignificabaelfindelapesadilla.LaSaladeloMilitardelTribunalSupremodelaUnióndeRepúblicas

Socialistas Soviéticas había aceptado revisar su caso, como el de lamayoríadelospresos,yel15dejuniode1956decidióanularsucondenay archivar su caso. «No existe hecho delictivo». Lina se quedó un buenrato mirando aquellas cuatro palabras sobreimpresionadas en elcertificado judicialque leconfirmabaquehabíavivido losúltimosochoañosdesuvidaenuncampodeconcentraciónporningúnmotivo.Quenohabíapodidodespedirsedelamorde suvidaporningúnmotivo.Que lehabían roto la vida y sus sueños por «una ausencia de delito», según leexplicóelcoroneljurídicoLijachov,elpresidentedelasalaqueladejabaen libertad. No entendió muy bien el tribunal por qué la mujer no sealegraba en vez demirarles como si exigiera algún tipo de explicacióncomplementariaoquizáunadisculpa.Aúnentendieronmenosquefueralaúnicapresadel gulagque se negara a firmarun arrepentimiento ante eltribunal.«Pero,¿dequéquierenquemearrepientasisonustedeslosqueme están diciendo que no cometí ningún delito? ¿Es que este juegoabsurdo no va a terminar nunca?», se atrevió a reprocharles. Por uninstante,creyóquepeligraríasulibertad,peronopensabacallarse.Enesemomentoseacordódeundichopenitenciarioquehabíaescuchadohastalasaciedaddurantesucautiverio:«Quienentreaquínopierdalaesperanzayquenosealegretampocoelquesalga.Quiennohaestadoaquíacabaráporentraryquienyahaestadonopodráolvidar».Pensóquesulibertadnovalíalomismoentoncesquehacíaochoaños.Queríasalirdeallí,peroeraconscientedequelapersonaquedeseabaqueestuvieraesperándolaenelexteriornoestaría.Yanoteníaprisa.Norechazabalalibertad,perolaemoción por ella había bajado en intensidad. Le habían arrebatado todomenos la dignidad y esa pensaba conservarla como fuera, estuvieraencerradaenunaceldadecastigo,en lossótanosde laLubiankaoenelúltimo campo de concentración del gulag. Y que le preguntaran

insistentemente por Serguéi Prokófiev, que llevaba más de cuatro añosmuerto, afianzó su determinación. «No pienso firmar másmentiras. Lohiceunavezbajotorturayprincipalmenteporlaamenazadequeiríanapor mis hijos. Pero eso se acabó. —La firmeza del rostro de Linacontrastabaconlaincredulidaddelosmiembrosdeltribunal—.Ahorasonustedeslosquedecidensifirmanonomilibertad».Lohicieron.Linaestabaseguradequefueporpuroaburrimientopor

parte de la sala que revisaba su caso más que por un sentimiento devergüenzaajenaoderemordimiento,porlaobligaciónimpuestadesdeelgobiernosoviéticoparaproyectaruna imagendenuevaetapaenelpaís.Además,estabanhartosdevercuerposescuálidos,avejentados,deshechosy abandonados, con lamirada vacía, la voluntad destrozada y el corajeenterrado en alguna fosa común junto a sus antiguos compañeros decampo que no consiguieron sobrevivir, como para tener que soportar aunomás,yencimaconcarácter.Lina ignoraba que las cosas se habían relajado más de lo que había

intuidoenelgulagdesdelamuertedeStalin.Desconocíaquecuatromesesantes,enfebrerode1956,durantelaclausuradelVigésimoCongresodelPCUS, el secretario del Partido Comunista de la Unión Soviética y elpresidente del Consejo de Ministros soviético, Nikita Jruschov, habíacompartido con sus camaradasun informe secreto en el quedenunciabalos abusos cometidos por su predecesor en el cargo, Iósif Stalin, yreconocíaycondenabalaspurgasyelrégimendeterrorcontraelpueblosoviético iniciado en la década de los treinta. Todos los delegados secomprometieronamanteneraquel reconocimientoclandestinodequeenelOlimpodelproletariadosehabíaperseguido, torturadoyejecutadoalpropioproletariado.Todosexceptouno,quien lo filtróaOccidente.Erauna informacióndemasiado jugosa paramantenerla oculta.UnmesmástardeTheNewYorkTimespublicabaensuspáginasextractosdelinformesecreto. Elmundo empezaba a saber lo que había ocurrido en laUniónSoviética, pero no todo lo que debería. Sin embargo, las formas sesuavizaron.Linanopudoleernadadeeso,peropudocomprobarquealgoestabacambiandoviendolaactituddeltribunalquerevisabasucasoantesufirmeactituddenocederantesus indicaciones.Nofirmónada,nosearrepintió de nada. Escuchó la advertencia en forma de amenazapronunciadaporunode losmiembrosdel tribunal informándoladequeteníaprohibidohablardeloquehabíavividoenelgulag.Linanisiquiera

se inmutó, ni mucho menos pensó en contestar. Su mente recuperó elmomentoenelqueel juezRiumin laobligóa firmarel formulario206porelquesecomprometíaanodesvelarlosmétodosempleadosdurantelainstruccióndesucasoenlaprisióndeLefortovo.Pensóquenuncamásloharía.Elreinodeloabsurdoseguíadominandolosorganismosoficialesdel

partido. Le estaban negando la libertad para contar su propia vida. Nopensabagastarmás tiempo en ello.Guardó el papel de la resolución, elcertificadodeliberación,unbilletedetrenaMoscúyelpasaporteselladoenelcampodeconcentracióndePotmáquelerecordabaque,comopresapolíticaquehabíasido,estabaprivadadesusderechosciviles.«¿Peronodicen que no hubo hecho delictivo? ¿Por quéme siguen tratando comopresa política?», pensó sin preocuparse demasiado. Ya estabaacostumbradaalascontradiccionesdelamadrepatria.Diomediavueltaysefuearecogersuscosas.Loúnicoquemetióensupequeñopetatefueunpañuelo de colores que le regaló una presa y del que se habíaencaprichadolaprimeravezquelovioenelcampodeAbez,lafotografíadel ensayo de uno de los conciertos organizados en el campo y elejemplardeEl jugador, deFiódorDostoievski, que lehabía regaladoeljovenpianistaalumnodeProkófiev.Eseeraelequipajequelequedabadetoda una vida en el gulag. Le devolvieron en una bolsa de plástico losobjetosquelefuerondecomisadosdurantesudetenciónyencarcelamientoen la Lubianka ocho años atrás. Imitando la táctica de las muñecasmatrioskas, las bolsas se habían metido unas en otras en cada traslado.Vació su interior sobre sus rodillas: no había ni rastro de su pulsera deoronidesureloj,regalodeProkófiev,nidesuanillodecompromiso,nitampoco encontró los veintinueve rublos y noventa y cinco kopeks quellevabaensubolsoeldíadesudetención.Tansolohabíaunasllaves,unpintalabios y algo que agradeció recuperar después de tanto tiempo: elbotónconformadehojapertenecientealabrigocompradoporsumadreen unos grandes almacenes de Moscú cuando era niña y que le habíaacompañadotodasuvida,exceptodurantesuestanciaenelgulag.Sonrióalverlo.Losrecuerdosylosobjetosquelossustentabanibanvolviendoasu vida. Lo apretó con fuerza en su puño, como si quisiera darmarchaatrás en el tiempo. Se quedó pensativa mientras le confirmaban suinmediatasalida.Hubierahechotodoexactamenteigual,exceptounacosa,laúnicadecisióndelaquesehabíaarrepentidotodasuvida:regresarala

Unión Soviética en 1936 e instalarse en Moscú con su familia. Estabaconvencida de que Serguéi, si tuvo la oportunidad de cerrar sus ojos ypensarduranteuninstantecomoloestabahaciendoella,tambiénsehabíaarrepentido.Ningunode losdosvolvieronaser losmismos.Suhistoriadeamor se representóenunescenario tomadopor lamayorhistoriadeintrigasytraicionesdelahistoriadeEuropa,enunteatroiluminadoporlaslucesylassombrasquealumbraronelsigloXX.Lafunciónllegabaasufin,peronohuboovaciónfinal.Linapensóquefaltabaelprimeractorynoqueríasalirasaludarensolitario.Sedespidiódelaspocasamigaspresasqueaúnquedabanenelcampo,

ya que casi todas habían salido hacía tiempo: Inna, Anastasia, Olena,Tatiana…Alcruzarelportóndehierrodelúltimocampodeconcentracióndonde

habíaestadodurantecincomeses,cumpliólapromesaquelehabíahechoun día a Anastasia y no miró atrás. Ni siquiera le otorgó al gulag elprivilegiodequedargrabadoconunaúltimaimagenensuretina.Dejaríael pasado en su lugar. Cerró los ojos, respiró hondo y continuócaminando.EnsucabezaresonabaeliniciodelafábuladePedroyellobo.

Unahermosamañana,Pedroabriólarejadeljardínysalióalaanchayverdepradera…

Sobrelaramamásaltadeungranárbol,seencontrabaunpequeñopajarito,amigodePedro,quealverlelesaludó.

—HolaPedro, todo está tranquilo por aquí arriba. Pero cuidado, este sitio es peligroso.Puedesaliralgúnlobodelbosqueyeresdemasiadopequeñoparairsolo.

—Losniñosgrandescomoyonotenemosmiedodeloslobosynosgustacorrerporlosprados.Durante unos instantes su vida se convirtió en una fábula, una fábula

sobre la eternidad y la valentía, y fue motivo suficiente para que LinaestrenaraunadeesassonrisasquetantolegustabanaSerguéi.Miróhaciael cielo y siguió sonriendo por si estuviera observándola.Tenía sesentaañosyestrenabaunnuevavida.

36

Su tren llegó a la estación de Moscú ya entrada la noche. Estaba

nerviosa por la nueva vida que le esperaba. Le invadió una ligerasensacióndevértigocuandotuvoqueabandonarelvagóndetrenyponersus pies en el andén. Se quedó observando el empedrado del apeaderoduranteunosinstantes.Echódemenosquenoestuvieracubiertodenieveyesadiferenciaconrespectoalquehabíasidosuhábitatdurantelosúltimosaños le intranquilizó, le creó una extraña sensación de inseguridad. Eraprimero de julio, pero la memoria de la costumbre no entendía decalendarios.Porunmomentotemióquetodofueraunsueñoyqueprontosedespertaríasobreelcamastrodelbarracóndelcampo.«¿Necesitausted ayuda, señora?», ledijo el hombreque esperaba tras

ella para abandonar el tren. Aquella voz educada y amable deldesconocido la reconfortó. No había gritado, no había insultado, nisiquiera había intentado empujarla para que se apresurara. Se sintiósuperada por la escena exenta de toda urgencia y crispación. Eldesconocido había roto su rutina de brusquedad de ocho años con unasimple pregunta y un tono generoso. Por un instante estuvo tentada deromperalloraryabrazarseaél,aunqueeldeseoquerealmentealbergabaensupechoeraquesuvidasenormalizara.Leasustónoestarpreparadapara ello y que aquella reacción sensiblera se convirtiera en unacostumbre.Tendríaquehabituarseasunuevarealidadintentandonocaeracadapasoenunexcesodeemotividad.«Es usted muy amable. Pero ya puedo yo», le contestó al hombre

regalándoleunadesussonrisas,quetambiéntendríanquehabituarsealanuevasituación.Sviatoslav y Oleg la esperaban en el andén, a escasos metros de la

entradadesuvagón.Linalosvioprimero.Lehizograciacómosushijosescudriñaban cada ventanilla del tren en busca de su madre en vez dedirigir su mirada al andén, que es donde ella estaba. Decidió darles sutiempo, no quería apremiarles. Prefería que la descubrieran por ellosmismos. Cuando por fin lo hicieron, los tres fueron uno. No habíapalabras suficientes para decirse lo que sentían. Mejor los abrazos.

Siemprefueronmejorlosabrazos.LlegócasiamedianochealacasadelacalleChkalov.Noeraelmismo

apartamento del que salió el 20 de febrero de 1948. Las autoridadessoviéticas leshabíandadootrodepartamentoen lamismacalle.Eramáspequeño, pero bastante cómodo. Sin embargo, Lina sabía que no sequedaría allí mucho tiempo. Tenía pensado vivir en un apartamentopropio, de manera independiente, mientras intentaba emprender lostrámitesparasalirdelaUniónSoviética.Alllegaralacasaseencontrócondosmujeresjóvenesquelabesaron

comosiacabarandeencontraraunamadre.Eransusnueras.Ynoeranlosúnicos inquilinosde lacasa.Habíadosniñospequeños, susnietos,y losdos compartían el mismo nombre: Serguéi. Estaba agradecida por elrecibimiento,peronopodíamás.Estabarealmentecansadaporelviajeyporlaemociónacumulada.Sufísicoloevidenciaba.Noparecíalamismamujer de la que sus hijos habían hablado tanto a sus nueras. Lina eraconsciente de su aspecto demacrado nada más llegar aMoscú. Por esoesperóveinticuatrohorasparaenfrentarseaunmomentoconelqueveníasoñandodesdehacíaaños.Necesitabaestarguapa,presentable, recuperarsu elegancia natural, su glamur. Sabía que había perdido su lozanía, sufrescura,quelajuventudselehabíaescapadocasisindarsecuenta,perolaLinaProkófievquetodosconocíanseguíaestandoahí.Tansoloteníaquevestirse,maquillarse y peinarse como ella sabía. Solo necesitó dos díaspara conseguirlo y para hacer lo más importante que en ese momentosentía que debía hacer. A Sviatoslav no le sorprendió la petición de sumadre.AOlegtampoco.Laesperabandesdequerecibieronel telegramael30dejuniode1956.—Vamosaveratupadre.Másqueuncamposanto,elcementerioNovodévichiparecíaunparque

enelqueseabríaungranmuseocultural.Sutierraacogíaailustresdelacultura,delarte,delacienciaydelasociedaddelaUniónSoviética.Lastumbas de algunos escritores, músicos, directores de cine, bailarinas,militares,médicos, poetas o compositores eran auténticosmausoleos deobras de arte hechas a base de bronce, hierro, granito y cualquier otromaterialquesirvieraparadefinirlapersonalidadoeloficiodelapersonaque yacía bajo la tierra. Se podían ver reproducciones exactas de losrostrosdelosfallecidoseinclusoesculturasdecuerpoentero,sepulturas

sobrelasquesehabíaconstruidountanquesobrelacriptadeuncapitándela Segunda Guerra Mundial, una hélice de avión en la tumba de uncomandante del aire o un teléfono sobre la lápida de un ministro deComunicaciones. Sobre algunas tumbas había grabados de fórmulasmatemáticas, pentagramas y algunos versos. Lina pudo ver la de labailarina Anna Pávlova, con su imagen clásica sobre los escenariosesculpidaenunmonolitodegranito,comosianhelarapasaralaeternidadenfundada en un tutú y con los brazos extendidos sobre su cabeza. NopudoevitarquesumemoriarecuperaselanochedelestrenodelConciertoparaviolínnº1 de Prokófiev en laÓpera de París, justo después de suregreso de Alemania, donde acababan de contraer matrimonio, y Linahabía descubierto que estaba embarazada de su primer hijo. Al estrenohabíaacudidoAnnaPávlova.«Québuenovertesiempre,seadondesea»,lehabíadicho.Másburlasdeldestino.Sus ojos también encontraron el sepulcro de su amigo Serguéi

Eisenstein, con su perfil labrado en piedra blanca sobre una lápida degranito negro. Se estremeció al contemplar la tumba de otros amigos ycompañeros,comoladeVladimirMaiakovski,ladeNikolaiMiaskovski,la deÓsipMandelstam, la del cantante y actor FiódorChaliapin.Tantosmomentos compartidos abrazando sueños comunes. Le hubiese gustadohablarles,peroledioreparoporloquepudieranpensarsushijos.SiguióavanzandoensurecorridoparallegaralatumbadeSerguéi.Creyóestarviviendounencuentromacabroeirreal.Sinquerersecruzóconlatumbade Nadezhda Alliluyeva, la segunda esposa de Stalin, a la que segúncontaban se acercaba el líder soviético por las noches para llorardesconsoladamentesobreella.Linanuncacreyóesaabsurdaleyenda,eradel todo imposible que un hombre carente de sentimientos derramaralágrimaspornadieymuchomenos si, comodecían lasmismas lenguaspopulares, él había sido el responsable de su muerte y no el revólverWaltherqueapareciójuntoalcuerpodeNadezhda.Las más de sesenta hectáreas del cementerio acogían la eterna

contradicciónrusa,losguiñosylasbofetadasdeldestino:enlasentrañasde su tierra descansaban víctimas y verdugos, miembros del PartidoComunista y directores del NKVD enterrados a escasos metros de laspersonasqueellosmismosseencargarondeperseguir,arrestaryejecutar.La misma historia de siempre que impregnaba la estepa rusa, lapersistencia de la venganzay el tormentomás allá de la vida.LaUnión

Soviética seguía siendo la historia de las grandes traiciones, terrenoabonado para lasmayores intrigas, y aquella necrópolis era un capítulomás.Había miles de tumbas dispuestas en riadas desordenadas que no

parecíandiferenciarentrelaverticalidadylahorizontalidad.Sihabíaunapalabra que definiera el gran cementerio deMoscú era caos.Agradecióhaber ido con sus hijos, porque era complicado encontrar la sepulturabuscada,anoserquealguienconocierasuubicaciónyejercieradeguía.Al llegar a la de Serguéi Prokófiev sintió que el pecho se le hundía.

Jamásimaginóquesuencuentroseríaasí,separadosporlafrialdaddeunalápidademármolnegro sobre laqueaparecíagrabado sunombrey lasfechasdesunacimientoysufallecimiento:

SERGUÉIPROKÓFIEV23-IV-1891–1953-5-III

Lesorprendiólaextrañamaneraenlaquehabíanescritoeldíayelmes

delañodesufallecimiento,comosialguienquisieraconfundiralvisitanteconlafechaoquizáocultaresedatopormiedoafuturasconjeturassobreel destino. Para Lina, que Prokófiev hubiera muerto el mismo día queStalinnoeraunadelasconsabidasyhabitualesburlasdeldestino,eraunactodevenganzaentodaregla.La tumba le pareció demasiado sencilla para la grandeza del hombre

cuyo cuerpo yacía en su interior. No había ninguna ornamentación odetalle que la diferenciara de otros sepulcros o que indicara que allídescansabaparalaeternidadunodelosmásgrandescompositoresrusosdelsigloXX,capazdetutearseconStravinskiyTchaikovski.Loúnicoqueagradeciófuequeestuvierarodeadadevegetación,deárbolesydeplantasdehojasverdesqueparecíanarroparleyconcederleunaúltimavoluntad,reconociendosuamorporlanaturaleza.Searrodillóanteella.Susmanosacariciaron la lápida vertical que se alzaba impertérrita y altivamentedigna ante ellos. La notó fría. Sus dedos recorrieron la inscripción deletrasynúmeros como si anhelaraborrarla y, con ella, el devenir de lavida. Durante unos minutos no fue capaz de decir nada, como si laverdadera losa estuviera creciendo en su pecho y echando raíces en sugarganta.Sushijoscontemplabanlaescenacompartiendoelsilencioylacongojaprendidaenelcorazóndesumadre.

Despuésdevariosminutos,seincorporóconciertadificultad,secolocóentresushijosylescogiósusmanos.Lostresquedaronantelatumbadelmarido y del padre, ante la tumba del gran Prokófiev. Por fin Linadespegósuslabios,queinstantesantespermanecíanselladospararetenerlaemoción.—Ahorayaestamostodosjuntos.Nadieseimpondráentrenosotros.

UNASNOTASSOBRELINA

LinaProkófievloviviótodoytodolesirvióparaserlaprotagonista

indiscutibledesuvida.Nuncahablabadesuexperienciaenelgulag,nopormiedo,sinopor

negarle a lamemoria la capacidad de recuerdo.El olvido verbal fue suparticularvenganzaporloquelehicieronvivir.Desdesuexperienciaenlos campos de concentración soviéticos, vivió hasta el final de sus díascon el temor de ser detenida en la calle y se alteraba cuando un cochepasaba cerca de ella. Nunca dejó de sufrir pesadillas con susinterrogatoriosenlacárceldeLubiankayenlaprisióndeLefortovo,asícomodurantesuestanciaenelcampodeconcentración.

Ya en libertad, consiguió recuperar su certificado dematrimonio yhacerloválido, lograndoquese lereconocierasucondicióndeviudadeSerguéiProkófievycambiandoasílaúltimavoluntaddelcompositorquelegabatodassuspertenenciasysusderechosdeautorasusegundamujer,MiraMendelson.Al restablecer susderechos, también restableció losdesushijos,SviatoslavyOleg.Recibió lamismapensióndeviudedadqueMira,setecientosrublos.

Se tomócomoundeber personalmantener lamemoria y el legadomusical de Serguéi Prokófiev, constituyendo una fundación con sunombreygestionandosusobras.

Su primera aparición pública en Moscú después de su puesta enlibertad fue el 24 de septiembre de 1956, en un concierto de violín deShostakóvich, en la conmemoración del quincuagésimo aniversario delcompositor. A partir de entonces, y como sucediera antes de que elmatrimonioProkófievcomenzaraasufrirlapersecución,seconvirtióenun referente de la vida cultural moscovita. Allá donde acudía, erareconociday tratadacomo laviudadeProkófiev.Solía ira losestrenos

con uno de sus nietos, Serguéi, la viva imagen de su abuelo. Manteníaintacta su capacidad de seducción, su elegancia, su don de gentes y sucapacidadparaentablarcualquier tipodeconversaciónenel idiomaquefuera.

SolohubounapiezamusicalqueLinasemostróincapazdeescucharyquecuandosonabaenlaradiopedíarápidamentequelaapagaran.EralamarchamilitarPoliushkopole, cantada por los coros del Ejército Rojo.Era labandasonorade laLubianka, laqueseescuchabaconstantemente.Susnotaslavolvíanatrasladaralinteriordesusceldas.

Durantetodasuvidasoñóconelpan.Nopodíasentarsealamesasinteneruntrozodepan,quecomíadespacioyarrancandopequeñostrozosquesemetíadelicadamenteenlaboca.

Consiguióunejemplardel libroDoctorZhivago deBorisPasternakpublicado en Italia en 1957 y que no aparecería en Rusia hasta más detreinta años más tarde, en 1988, debido a la censura y la represión delrégimensoviético,lamismaqueleimpidióirarecogerelPremioNobeldeLiteraturaen1958.LinanoparódesonreírylloraralleerlahistoriadeamordeYuri,marcadapordosmujeres,LarayTonia.Aunquenopudoverletodoloquelehubiesegustadodespuésdesusalidadelgulag,yaquePasternakfallecióel20demayode1960,siemprelequisoyleagradecióquedurantesuestancia,enelcampodeconcentraciónsiemprepreguntaraporellaasushijos.

LinaseenteróporlaradiodelamuertedeErnestHemingwayel2dejulio de 1961. Le afectó conocer que el escritor que le invitó a susprimerasostrasenLeCafeduPantheondeParíssehabíaquitadolavidaensucasadeKetchum,enIdaho.SiempreleimpactóqueelmismoañoenquemurióProkófiev,en1953,HemingwayconsiguieraelPremioPulitzerporElviejoyelmary,unañomástarde,elPremioNobeldeLiteratura.

Undía,enuntrenquelellevabaaPolonia,encontróalquehabíasidouno de sus principales y más crueles interrogadores trabajando comoempleadoenunodelosferrocarrilesdelaUniónSoviética,comomuchosde los antiguos carceleros y vigilantes.No la reconoció, pero ella seríaincapazdeolvidaraquellosojos.Alverla turbada,elotroracarcelero lepreguntó:«¿Puedohaceralgoparaayudarla,señora?»,aloqueLina,conunagransonrisa,respondió:«No,yano.Perotampocopuedehacernadaparaconseguirlocontrario».Elhombrenoentendiólarespuesta,aunquepudointuirlaalserconscientedesupasado,yoptóporofrecerleungesto

amododesaludoyzanjarlaimprovisadaconversación.En 1962, cuando Ígor Stravinski visitó Moscú para ofrecer un

conciertoen laSalaGrandedelconservatorio,se reencontróconLinaycon su hijo Sviatoslav, a los que quiso invitar personalmente: «Éramosbuenosamigostupadreyyo».SiempredijoqueSerguéiProkófieverauningenuoenelplanopolítico.YachacósuregresoaMoscúa«unsacrificioalaperradeidaddelafama».

En 1974 logró abandonar la Unión Soviética, después de escribirleunacartaaldirectordelKGB,YuriAndropov,explicándolequenecesitairaverasuhijoyasunieto,quevivíanenLondres,yquealserrequeridasupresenciaporvarios teatrosdeEuropaempezabaanoentenderseporquéelgobiernorusonoladejabasalir.Hubodosdenegacionesdesalidasalexteriorqueledolieronespecialmente:unacuandoelgobiernofrancésdecidió poner una placa en homenaje a Serguéi Prokófiev en la calleparisinadondefijósuresidenciajuntoaLinaduranteaños,enelnúmero5delarueValentinHaüy;laotrafueelestrenodelaobraGuerraypaz,deProkófiev,enelTeatrodelaÓperadeSídney,dondecolocaronunarosaroja en una butaca de la primera fila para hacer presente la ausencia deLina.Quizá eso fue loque forzó algobierno rusoapermitirle salir delpaísyentregarleelansiadovisado.

Se instaló en Londres, pero viajaba con asiduidad a Francia. LoprimeroquehizocuandollegóaParísfuepedirlealtaxistaquelallevaraa larueValentinHaüyparaver laplacaconmemorativaqueelgobiernofrancés le había puesto a Prokófiev en la vivienda que fue la residenciaparisinadelmatrimoniodeSerguéiyLinaduranteaños.

Le dolió especialmente no poder reencontrarse con Coco Chanel,fallecidaen1971.Peronodejódevisitarsutienda,comotampocodejódetomarsecadamañanaunagrantazadecaféconlecheenalgunaterrazadelos cafés parisinos, así como dar largos paseos por los barrios, loslugares y los rincones especiales que descubrió durante su primeraestanciaenParísjuntoaSerguéi.Comoleocurríaconstantemente,todoytodoslerecordabanaél.QuisoiralaruedeL’OdeonparacomprarenlalibreríaShakespeareandCompanydesuamigaSylviaBeachunejemplardel librodeErnestHemingwayParíserauna fiesta.No la encontró.Unvecino le explicó que la librería había cerrado en diciembre de 1941,cuandoSylviasenegóavenderleaunsoldadoalemánelúltimoejemplarque le quedaba de Finnegans Wake, de Joyce. Nunca más se abrió la

libreríaenaquelemplazamiento,peroenlosañoscincuentaunamericano,George Whitman, abrió una nueva librería, que a la muerte de SylviaBeachrenombrócomoShakespeareandCompany,enelnúmero37delacalledeBûcherie,aorillasdelSenayfrentealacatedraldeNotreDame.Allí compró el libro de Hemingway. No pudo esperar a llegar al hotelpara perderse entre sus páginas. En una pequeña banqueta de maderadispuestaenelexteriordelapequeñalibrería,sesentóaleer.«SitieneslasuertedehabervividoenParísdejoven,luegoParísteacompañarávayasdondevayas, todoel restode tuvida,yaqueParísesuna fiestaquenossigue».

En1984serepresentóenBonnlaóperaElángeldefuego,deSerguéiProkófiev. Lina no cejó hasta localizar al doctor Erik Sommer parainvitarle. La noche del estreno se reencontraron, cumpliendo ambos lapromesadevolveraverse.

Visitó su ciudad natal,Madrid, a finales de los años setenta, dondeintentóencontrarlasraícesdelafamiliaCodina.Laviudadelcompositorcatalán Federico Mompou consiguió mandarle el certificado denacimientodeJuanCodina.PeroLinanuncapudoverlo,porquefallecióunosdíasantesdequelacartallegaraasusmanos.

DurantelosquinceañosqueviviódespuésdesusalidadeMoscú,nodejó de acudir a actos, estrenos, recepciones y fiestas en las embajadasdonde la claridad de sus conversaciones, especialmente cuando seencontraba con políticos, agitaba conciencias. No le importaba que lanacionalidaddesuinterlocutorfuerafrancesa,alemana,polaca,británicaorusa.Linahablabaconlalibertadquelesecuestraronduranteochoaños:«¿Sabe usted que enUcrania, durante la terrible hambruna del terror de1932 y 1933, Stalin asesinó amás ucranianos queHitler judíos? ¿Creenque algún día el mundo querrá verlo? ¿Por qué el artículo 53 de laConstituciónrusaaseguraquecualquierpersonatendráderechoarecibiruna compensación por el daño infligido por acciones ilegales ycomisiones de los órganos estatales y oficiales, si en la práctica nosucede?¿Porquénadiefilmóelgulagcomohicieronconloscamposdeconcentraciónnazis?¿Porquéprivaronalmundodeesavisión?¿Porquéhasta 1966 Alemania Occidental ha condenado a ochenta y seis milcriminalesnazisy laUniónSoviéticatansoloa treintaestalinistas?¿Porquéenelnúmero3delacalleGranóvskayavivesinproblemaelquefueraministro de Exteriores de Stalin, Viacheslav Molotov, mientras sus

víctimasdebencambiardecasaodeaceraparaevitarverle?».Raravezencontrabamásrespuestaquelasmiradas,elasentimientodelascabezasde sus interlocutores y un silencio de anuencia que respondían a losporqués.Linasesintióorgullosadepoderdarlelavueltaalaexplicaciónque le confió el doctor Erik Sommer sobre que en el gulag no habíaporqués.Conesolevalió.Duranteunencuentroenlaembajadafrancesa,sorprendió al matrimonio Chirac preguntándoles por qué eran tan dederechas.«¿YcómonoloesusteddespuésdeloquehavividoenlaUniónSoviética?», repreguntó él. «Porque aquello no tenía nada que ver conideologíasdeizquierdasodederechas.Aquellosolotuvoqueverconunrégimendeterror».

GraciasalamediacióndeunmatrimonioamigoconsiguiósuspenderlasubastaqueibaacelebrarseenlacasaChristie’sdeLondresdeunlotedeobjetospersonalesdeProkófiev,entreellosunacartadeamoramododedespedidaqueleescribióSerguéiaLinacuandolaabandonóporMiraMendelson.EsosdocumentoshabíansidofacilitadosporlapropiaLinaalembajador francésenRusiaparaque lossacaradelpaísmuchoantesdeser detenida, pensando que su regreso a París estaría próximo. Cuandofalleció el embajador, su hijo intentó vender ese legado. Lina logrócomprarelloteyconvertirseensuúnicapropietaria.NadiemásleyóesacartadedespedidadeSerguéi,perocadavezqueLinalohacía,terminaballorando.

Fueron muchos los intentos del gobierno soviético para conseguirque Lina les visitara. Una de las últimas veces fue con motivo de laconmemoración del noventa aniversario del nacimiento de SerguéiProkófiev en 1981. Pero ella siempre se negó. «No cometeré elmismoerrordosvecesenunamismavida».

Lina se esmeró en enseñarle dos cosas a sus nietos: la primera, lamejormaneradesonreír:«Probadahacerloasí,escomosipronunciaraisuna z prolongada». La segunda y nomenos importante, que no dejarannuncade luchar. «Lavida es fabulosa si no se deja nuncade luchar porella». La sabia enseñanza de la madre de Serguéi, María Grigórievna,siempreleacompañó.

Toda suvidapresumiódenohaber ido jamáscontra suconciencia,excepto una vez: cuando firmó la confesión ante el juez Riuminreconociendoserunaespíabajo laamenazadeque,sino lohacía, iríancontrasushijos.

LinaempezóasentirsemalenunavisitaaBonndondefueingresadaenunhospital.Allícumpliónoventayunañosysusamigosyfamiliaresse encargaron de que fuera un cumpleaños especial. El teléfono de suhabitaciónnodejódesonarpararecibirfelicitacionesyabrazóunregaloinesperado:elrepartodelaóperaElángeldefuego,deSerguéiProkófiev,queseestabarepresentandoenColonia,fueavisitarlaalhospital.

El corazón empezó a fallarle y el tumor maligno en su estómagoevidenciaba un final próximo. Su hijo Oleg decidió trasladarla a unhospitaldeLondres.

Ensuúltimafasedelaenfermedad,confundíaa losenfermerosconlos carceleros de laLubianka que venían a por ella, y les gritaba: «Soyinocente,soyinocente».

Suúltimavoluntad fue serenterradaenelcementeriodeMeudon,alas afueras de París, junto a la madre de Serguéi, María Grigórievna.Jamáspudosaberdóndeestabaenterradasumadre,OlgaNemiskaia,nilafechaexactadesumuerte.Fuedespuésdesudetenciónel20defebrerode1948, de la que nunca se llegó a enterar. Sviatoslav supo que se habíagastado sus últimas monedas para enviar el telegrama «Me preocupavuestrosilencio»,alquenuncarecibiócontestaciónporquesusnietosnoquerían responderle hasta que su madre fuera liberada. Fue demasiadotarde.«Quépena,unamujerdealtonivel,hijadeunconsejerodeEstadoyenterradaenunafosacomún».

LinaProkófievfallecióenlamadrugadadel2al3deenerode1989,a los noventa y un años de edad. Sobrevivió treinta y seis años a sumarido,SerguéiProkófiev,yveintiúnañosaMiraMendelson,fallecidaenjunio de 1968. Mira fue enterrada junto a Prokófiev y se colocó unapequeñalápidadegranitonegroalospiesdelatumbadelcompositorenelcementeriodeNovodévichideMoscú.

HuboundíaenelqueLinasoñócontumbaspareadas.Noleparecíaundeseomacabro, sinounamuestrade romanticismoquesuhistoriadeamor fueramás allá de la eternidad.Estar juntos inclusomás allá de lamuerte. Juntos, para siempre. Pero la realidad le negó nuevamente susueño y su lugar lo ocupó otramujer.Mira vivió sola hasta sumuerte.EscribióvariosartículossobreProkófiev,aunquedesdeelgobiernoselerecomendónohablardesuvidaencomúnconelcompositor,algoquesinembargo sí se le permitió aLina.Almenos, en ese sentido, la españolaganó su particular batalla por ocupar el lugar en el mundo que le

correspondía.NuncaperdonóaMiraMendelson.Rechazótodointentoporpartede

Miradeencontrarsecaraacara.Siemprelaculpódetodossusmales.Su hijoOleg falleció el 20 de agosto de 1989 después de darse un

bañoenelmarquetantolegustabaaLina.Loencontraronsushijos,queadvirtieronenélunaexpresióndesorpresaensu rostro.Laenfermedadque contrajo durante la guerra y las dificultades vividas precipitaron sufinal.

Sviatoslavfallecióenelaño2010.En2011, secolocóenMadridunaplacaconmemorativaenhonora

Linaenlacalledondenació,enBárbaradeBraganzanº4.«Enestacasanació LINA PROKÓFIEV (CAROLINA CODINA NEMISKAYA). 1897-1989,cantanteyesposadelcompositorSerguéiProkófiev».

Lina jamás dejó de amar a Serguéi, a quien le perdonó todo y leagradeciótodo.Nuncadejódesonreírydeestrenarsonrisas.

OTRASNOTAS

—Elsistemadelgulagsedesmanteló«oficialmente»el25deenerode

1960porlaordennúmero20delMinisteriodelInteriorRuso.Larealidadofreceotraversiónbiendistinta.—Losarchivossoviéticosseabrieronparcialmenteporprimeravezen

ladécadadelosnoventa.—Escasiimposiblecontabilizarconexactitudelnúmerodeprisioneros

yelnúmerodepersonasmuertasquedejóelgulag,pero las cifrasmásfiableshablandecercadeveintinuevemillonesdepersonas recluidasenlos aproximadamente quinientos campos de concentración a lo largo desiete décadas de comunismo en la Unión Soviética. Se desconoce lacantidad exacta de fallecidos en el gulag. Las cifras hablan de unahorquilladeentrelosquinceylosveintemillonesdemuertos,segúnlasfuentes.—DurantelaépocadeStalinsecalculaqueentreochoydiezmillones

de personasmurieron en el gulag. Entre dieciséis y dieciochomillonesfueronenviadasaloscamposdelsistemadelgulagenlaUniónSoviética.—Soloendosaños,1932y1933,secalculaquemurieronenUcrania

entre cinco y siete millones de personas durante la época de la GranHambruna, conocida como Holodomor, motivada por la decisión delgobierno ruso de requisar la producción de cereales a los campesinosucranianosdurantelacolectivizaciónforzosa.El23deoctubrede2008,elParlamento europeo aprobó una resolución por la que se reconocía elHolodomorcomocrimencontralahumanidad.—Según cifras «oficiales», unos cuatro mil novecientos setenta

españolesfueronapararalgulag,deloscualescuatromilquinientosseiseran republicanos y cuatrocientos sesenta y cuatro nacionales. Unostrescientosfallecieron.—IósifStalinfuenominadoalPremioNobeldelaPazen1945y1948

por«susesfuerzosparaponerfinalaSegundaGuerraMundial».

Notasalaedición

[1]Esustedmalo.

[2]«Sicreíste,destino,queyopodíapartir,tendríasquehabermedadoalas».

UnapasiónrusaReyesMonforte

Nosepermitelareproduccióntotaloparcialdeestelibro,nisuincorporaciónaunsistemainformático,nisutransmisiónencualquierformaoporcualquiermedio,seaésteelectrónico,mecánico,porfotocopia,porgrabaciónuotrosmétodos,sinelpermisoprevioyporescritodeleditor.Lainfraccióndelosderechosmencionadospuedeserconstitutivadedelitocontralapropiedadintelectual(Art.270ysiguientesdelCódigoPenal)

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