Una pareja escandalosa - librosonlineparaleer.net · el primogénito, una especie de héroe local...

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UNAPAREJAESCANDALOSA

MarciaCotlan

1.ªedición:febrero,2015

©2015byMarciaCotlan

©EdicionesB,S.A.,2015

ConselldeCent,425-427-08009Barcelona(España)

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Contenido

Portadilla

Créditos

CAPÍTULO1

CAPÍTULO2

CAPÍTULO3

CAPÍTULO4

CAPÍTULO5

CAPÍTULO6

CAPÍTULO7

CAPÍTULO8

CAPÍTULO9

CAPÍTULO10

CAPÍTULO11

CAPÍTULO12

CAPÍTULO13

CAPÍTULO14

CAPÍTULO15

CAPÍTULO16

CAPÍTULO17

CAPÍTULO18

CAPÍTULO19

CAPÍTULO1

Charleston(CarolinadelSur),mediadosdels.XIX.

LafiestaenlahaciendadelosDeverilestabasiendoeléxitoesperado.Lagentehabíacomenzadoallegaralasoncedelamañanaaproximadamente.Los Du Maurier, en cambio, llegaron poco antes de que comenzara aservirse labarbacoaenelenormepatio trasero.Laculpa lahabía tenidoAimée, cuya coquetería hacía imposible salir a la hora en punto ya quenunca parecía estar lista del todo. Cuando el carruaje se detuvo ante lapuerta principal de la hacienda, uno de los esclavos corrió a avisar aClevon Deveril, el anfitrión, para que recibiese él mismo a tan ilustresinvitados.RonaldDuMaurier y su esposaAnne fueron los primeros enhablarconDeveril.Acontinuación,éstesaludóaAlexanderDuMaurier,elprimogénito,unaespeciedehéroelocalporsusmagníficosresultadosen la academia militar de West Point el curso anterior. Por último, elanfitriónbesólamanodelabeldaddelcondado:AiméeDuMaurier,unajovencita de diecisiete años que traía de cabeza a todos los caballerossolteros de varios kilómetros a la redonda. Tenía el pelo negro, la pielblanquísima y unos chispeantes ojos verdes adornados con enormespestañas. Era más atractiva que hermosa. No poseía, por ejemplo, labellezaclásicadeJuneDeveril,lajovenhijadelanfitrión,perosucaráctery sus rasgos llamativos la hacíanmuchomás deseable para los jóvenescasaderos.

Cruzaron el impresionante hall de losDeveril y accedieron al patio

posterior. Cuando los jóvenes vieron llegar al patriarca Du Maurier,buscaron con ojos anhelantes a Aimée. La rodearon de inmediato,pidiéndole atropelladamente que comiese a su lado o que les reservasealgúnbaile.Ellaasentíasincomprometerseformalmenteconninguno.Erasu primera temporada. Había debutado en sociedad hacía apenas tresmeses (estaban de luto por la muerte de la abuela Vagness y no pudo

debutaralosquince,comoeranormaenlaépoca)ypensabadivertirseunpocoantesdeelegiresposo.Sesentíaresplandecienteconsuvestidoazulclaro de organdí que se abría como una cascada gracias al magníficomiriñaque y eso se notaba en su actitud segura, aunque estaba deseandoponerse su escotado vestido nuevo para el baile.Antes de las tres de latardeestabamalvistollevarloshombrosdescubiertosyAiméesabíaquesusdelicadoshombroseran,juntoasusojosysudelgadotalledejunco,unodesusgrandesatractivos.

Paseó la vista por la multitud de personas que abarrotaban el patio.HabíanvenidocaballerosdetodaslaspartesdeCarolinadelSur,nosólodeCharleston.AquellafiestaanualdelosDeverileramíticaenlaciudad.Lehubiesegustadotomarunjulepedementa,comohacíanloscaballeros,eso la refrescaría (elcalorera sofocante),peronoestababienvistoqueuna dama bebiese nada que llevara alcohol y el julepe llevaba unaconsiderable cantidad de bourbon. En casa, solía tomarse, a escondidas,algúnqueotrosorbodelosquelosesclavospreparabanparasupadreysuhermano.

“Cuántos jóvenes desconocidos”, pensó excitada ante la novedad.Ya

estabacansadadeversiempre lasmismascarasen todas las reunionesalasquehabíaasistidodurante los tresúltimosmeses.Depronto, se topóconlamiradaoscurayaltivadeaquelhombremiserable,elamigodesuhermano Alexander: Edward Robilard. Siempre la miraba así, como sifuesesuperioraella.LaodiabayAiméedesconocíaelmotivo.Siempreteníaesaactitudaltaneraydesuficienciaquelohacíainsoportable.Sisupadre aceptaba sus visitas en casa no era sólo porque fuese el mejoramigo de su hermanoAlexander, sino porque la suya era una excelentefamiliadeCharleston,lamayoríadedicadosalapolíticaylabanca.Todosellos eran unos buenos caballeros del sur, hombres de honor, patriotas.Edward,encambio,y talvezporhaberpasadobastante tiempoviviendoenelnorte,eralaovejanegradelafamiliaylassuyas,segúnelpadredeAimée, eran unas ideas un tanto atípicas, casi se puede decir quetraicionabaalsurconsuformadepensar.ClaroqueaAiméenoledecíanenquéconsistíandichospensamientos.Habíatemasconlosquenuncasedebíamolestarlatranquilidaddeunadama.EdwardRobilard,además,era

unconocidomujeriegoyesoasupadreno legustaba.Parecíaquesólosabía ser amable con losmiembrosde su familia y con lasmujerzuelas¿Cómoseatrevíaamirarlaaellaconactituddejuez?Almenosellaerauna dama intachable y no se relacionaba con gentuza ni mujerzuelas.¡Habrase visto! Creerse tan superior porque era un Robilard. ¿No eranacasolosDuMauriertanbuenoscomoesosmalditosRobilard?¿Noeraacaso ellamuchomejor que esasmujerzuelas que tanto le gustaban?Lajovenloodiabaintensamente.

ApartódeinmediatolamiradadeEdwardRobilardparacentrarseen

los pretendientes que la rodeaban. No volvería a pensar en él ni en sumiradadesdeñosa.Ypensarquelaprimeravezquefuealahaciendaconsuhermano a ella le había parecido tan atractivo.Literalmente, se habíaderretido por él, aunque trató de no demostrarlo, tal y como era sucostumbre, coqueteando con otros jóvenes para despertar sus celos.Hubiesejuradoquealserpresentadosélsesentíaatraídoporella,perodeprontocambiódeactitudysevolvióodioso, la ignorabacasi siempreycuando le dirigía una de sus gélidas miradas, lo hacía con esasuperioridad que a ella la ofendía profundamente. Sí, le había parecidomuyatractivocuandoloconoció.Ahora,encambio,leparecíaunhombredespreciable,unhipócrita,unindignocaballerodelsur.Ytampocoeratanatractivo.Deacuerdo,eraaltoymusculoso,ycuandomontabaacaballotenía una magnífica estampa. Los pantalones que llevaba se ajustabanmaravillosamente a sus piernas y la chaqueta favorecía sus anchoshombros.Susojosnegrosysupielmorenatransmitíanunapasiónporlavidadifícil deobviary el rictusdurode suboca erade lomás sensual.“¡No!”,sedijoAimée,“¡noquieropensareneseestúpido!”,yseloquitódelacabezasinmás.

GeraldDeveril,elhijomayordelanfitrióndelafiesta,seacercóaella

y le dijo: “Señorita Du Maurier, es usted una aparición celestial. Debecomeramilado,noaceptaréunanegativa,yelprimerbailedelatardemeloreservotambién”.Ella lesonrió.“Deacuerdo,señorDeveril.Coneseímpetuquedemuestra,cualquieralellevaaustedlacontraria”.

- ¿Y amí, señoritaDuMaurier? ¿Me reservará un baile? -preguntó,casisuplicando,elpelirrojodelosDuBois.

-Claro,señorDuBois.Austedlereservoelsegundo-ledijoconuna

sonrisaluminosa,aunquenoleapetecíasonreír.Génesis,sucriadanegra,le había apretado el corsé más de la cuenta. Nada era suficiente pararealzar su delicada figura, pero esta vez había sido demasiado. Aiméesentíaquecasinopodíarespirar.

De inmediato se arremolinaron a su alrededor más muchachos

compitiendopor su atención.EdwardRobilard, lamiró conuna sonrisadespreciativaenelrostro,despuésdiomediavueltaysedirigióalgrupodecaballerosquehabíajuntoaljardíndegladiolos.

EdwardRobilardno soportabaaAiméeDuMaurier.Desdeeldíaenque la conoció en la hacienda de su padre, dos años atrás (habíaacompañado a su amigo Alexander, el hermano de Aimée), le habíaparecidounamocosacoqueta, frívolaymalcriada.No tendríaporaquelentoncesmásdequinceañosyyahabíaintentadocaptarsuatención,queeraunhombredeveintitrés.Es cierto que en el sur era habitual que lasmujeres a losquince añosya estuvieran casadas, pero a él nodejabadeextrañarleestacostumbre.

-Debe de parecerle tan poca cosa esto, señor Robilard -dijo,

mostrandoconlamanolaampliaextensióndeLasMagnolias,lahaciendaque tenían losDuMaurier a las afueras deCharleston-, usted que es unhombredeciudadyhaviajadotanto,mientrasquenosotrossomosgentedelcampo-lehabíadichoestoconun levealeteodesus largaspestañasnegras. “Tan joven y ya tan falsa”, había pensado Edward. No entendíatampoco cómo todos los jóvenes de Charleston estaban locos por ella.¿Acasonoveíanloqueveíaél,queeraunacoquetasincorazóny,lopeor

detodo,sinunapizcadecerebro?Susconversacionessiempregirabanentornoasímismaycuandosehablabadeotracosa,seaburríaconrapidez.Cadaunadesuspalabrasbuscabaelhalagodelhombrequeteníaenfrente.

-Conestecalores imposible lucirbonita.Ojaláviviesemásalnorte,

seguroqueestaríamáspresentable-laescuchódecirunavez,yelcorodeaduladoresexclamaronalunísono:“¡Perosiesimposiblequeustedluzcamásbonitadeloqueyaluce,señoritaDuMaurier!”.

¡Ag,quéascosentíaEdwardhacialagenteencorsetadadeCharleston!

Con sus mentes cerradas y su incapacidad para evolucionar, estabanechando a perder el futuro. Las jóvenes eran educadas para fingirveinticuatrohorasaldía.Nadiellegabaasabercómoeranenrealidad,niellasmismaslosabían.Loshombreseraneducadosenunobsoletosentidodel honor que les hacía pensar que sólo con intenciones se ganaban lasguerrasyse levantabanimperios.“Yosoyuncaballero”,decíanaveces,como si eso fuese el mayor escudo para defenderse de todomal. “Losyanquisconsus ideasdeprogresoysuabolicionismonopodránacabarcon nosotros los sureños, porque nosotros somos caballeros”. Quéestupidez.Ni siquierapensabanque en el sur nohabíani una fábricadearmasyquesiestallabaunconflictoconelnorte,éstostendríancañonesmientrasqueellossóloteníanhonoryunviejocódigodecaballerosidadquesóloservíaparacortejaraalgunaqueotradamitaestúpida,peroparapocomás.

AiméeDuMaurierrepresentabatodoloqueEdwardodiabadelsur,a

pesardeserhermanadesumejoramigo.Alexandereraunhombrecabal,inteligente, un buen caballero del sur que defendía los valorestradicionales, pero que no dejaba de ver que el norte tenía razón enalgunascosas,aunqueningunadeesascosasleconvinieranaélnialrestode loshacendadoscuyascosechas salíanadelantegraciasa losesclavos,porquesituviesentrabajadoresasalariados,nopodríanhacerfrentealosgastos,loperderíantodo.Aimée,encambio,representabaalprofundosurde potentados blancos: tenía diecisiete años recién cumplidos y su únicametaeracazarunbuenpartido,nosinantesrompertodosloscorazones

que pudiera. No sería él quien criticase a las mujeres apasionadas eimpetuosas, le gustaban esasmujeres, élmismo era unmujeriego, perojamás jugóconelcorazóndeninguna: retozabaconmujeresquesabíanque él no podía dar más que eso, ratos de placer, y nunca rompiócorazones a propósito ni se embarcó en aventuras con jovenzuelasdecentes que buscaban marido. Aimée rompía corazones a propósito,jugabaconlosjóvenesquelacortejaban,leshacíateneresperanzas,nuncallegabaarompérselasdeltodoniaofrecerlesnadaqueelloslepudieranreclamar y así tenía una corte rendida de admiradores. Pero EdwardRobilard odiaba lo que representaba Aimée porque era la típica mujersureñadeclasealta:conunligerotoquedeeleganciaenlasformas,peroconlacabezallenadeserrín.Dehecho,Edwardestabahartodeaquelloscomentariospaternalistasquetantodañohacíanalasociedad:estetemanosediscutedelantede lasdamas,unadamanodebepreocuparsepor talocualcosa,demaneraquehabíatodaunamasadedamitascasianalfabetasque ibansumandoaños,perose lasmanteníanenunperpetuodesinterésinfantil.

Él era capaz de valorar también las cosas buenas, por supuesto. Por

ejemplo, la manera que tenían algunas damas sureñas de manejar conmanodehierrosushaciendasdepuertasparaadentroyquetodoestuviesesiempreperfecto.

Cuando había vivido en el norte, había conocido a damas

increíblementeinstruidasyhabíasentidolástimadequeensutierranosefomentaraese tipodeamorporel saberen lasdamas (y tambiénen loscaballeros, dicho sea de paso). El resultado de tan poco conocimiento,finalmente,erandamascomoAiméeDuMaurier, incapacesdehablardenadaquenofueseellasmismasporquenoteníanniunasolaideasólidaensuscabezasdechorlito.

Los Deveril habían colocado largas mesas y bancos para que los

invitados comieran bajo la sombra de los robles centenarios. Habíanasado cochinillo y cordero y se decía que el postre consistía en unosheladoshechosporuncocinerotraídoexpresamentedesdeAtlanta.AiméeDuMauriersesentóenelcentrodelamáslargadelasmesasyelrestodelos puestos en la misma fueron ocupados por sus pretendientes, unoscuarenta en total. Alguno de ellos no tenían espacio en los bancos y sehabíansentadoenelsueloalladodelajoven,queapenasprobóbocado,talycomoexigíalaetiquetasureñaparaunajovendama.Ellafrunciósunaricita,hizoaleteosconsuspestañas, sonrióconpicardíayhablódesímisma sin cesar.Los jóvenes estaban encandilados y cuando por fin lasmuchachassefueronadormirlasiestatraslacomida,conelfindeestardescansadas para el baile posterior, los casi cuarenta pretendientes deAimée Du Maurier permanecieron en el gran salón de los Deverilfumando puros, bebiendo licores y hablando de lamuchacha, charlandosobreaquién lehabíaprometido talocualbaileyquién lesparecíaqueeraelpretendientequeestabamáscercadesucorazón.Tambiénhablarondel norte, claro, de aquellos malditos yanquis norteños que pretendíanacabarconlaesclavitudy,depaso,conelestilodevidasureño.Peroeso,pensaban los jóvenes, era imposible: esos renegados del norte nuncapodrían vencerlos a ellos que eran caballeros que sabían lo que era elhonor.

Lasjóvenesquehabíanasistidoalafiestasepreparabanparadormirla siesta.Habían traídoa sus criadas,queahora se afanabanenquitarleslosvestidosde lamañanay losmiriñaquesparaquepudierandescansar,aunque no era fácil dormirse con el corsé oprimiéndolas. Génesis, laesclavadeAimée, era unanegrita hermosadeunos catorce añosyojosverdeclaro.LosDuMaurierselahabíancompradoalosO’Malleyhacíaya muchos años. Génesis no tendría más de cuatro, pero ya se parecíademasiadoaldueñodelahaciendaylamujerdeéstenoqueríatenercercaal recordatorio de los escarceos de sumarido en los barracones de lasesclavas.LamadredeGénesislehabíaconfiadoasuhijaquesupadreera

el amo.Poco después sumadre había desaparecido sin dejar rastro y laniñafuevendidaalosDuMaurier.

La relacióndeGénesisyAiméeeramuyespecial.Cadaunaconocía

los secretos de la otra y se protegían mutuamente con una lealtadinquebrantable. Aimée sabía con seguridad que Génesis era la hija deAlbert O’Malley, el patrón de la plantación algodonera más grande deCarolinadelSuryesohacíaquemirasealaesclavacasicomoaunaigual.Unaigualquehabíatenidoladesgraciadenacernegraenunaépocayunlugardonde losnegrosnogozabandeningúnderecho.Aiméemanteníaestos pensamientos en el más estricto secreto, pues sabía que eraescandaloso para sus vecinos hacendados, pero la verdad es queconsiderabaqueGénesiserainfinitamentesuperioralrestodemuchachascon las que se supone que debía trabar amistad y tener mil cosas encomún.YaquisieranesasbobasdeJuneDeveril,LauraDolbert,ElizabethO’RiordanoBetty-SueMcBeinserlamitaddehermosasyelegantesqueGénesis.Suesclavaerasuúnicaamiga.Nuncasehabíallevadodemasiadobienconlashijasdelrestodeloshacendados.Hablabaconellasypasabanelrato juntasenlasfiestas,peroAiméenoibaavisitarlasasuscasasniellasveníanaLasMagnoliasaveralajovenDuMaurier.AellalebastabaconGénesis.Además,sabíaquelasdemásjóveneslacriticabandebidoaque tenía más pretendientes que ninguna. En ese instante, por ejemplo,sentía losojosdeellasclavadosen sucuerpo, comprobandoporqué sutalle era tan delgado o si debajo del vestido las piernas eran bonitas otorcidas.

Cuandosetumbósobreunadelascamasvacías,Génesislepreguntósi

queríaquelaabanicase,comoestabanhaciendootrasesclavas.“Nihablar,vete a descansar y sube después a ayudarme con el vestido del baile”.Aiméechasqueólosdedosyllamóaunaesclavaqueestabadepiecercade la puerta. “Abanícame, por favor”, le dijo. La muchacha sorteó loscuerpos de las señoritas que dormitaban sobre los improvisadoscolchones, en el suelo (no había camas suficientes para todas), y tomóentrelasmanosuninmensoabanicoquecomenzóamoverconsuavidadsobrelacaradeAimée.

El vestido de baile era de seda color fresa. No tenía demasiadosadornos porque ya el color, por sí mismo, era lo suficientementellamativo. Sólo una elegante puntilla blanca festoneando el escote y lasmangascortasyabullonadasrompíalaexplosiónrosafuertequecubríaelcuerpodelajoven.Llevabaunosguantescortosblancos.Algunasjóveneslos llevabandecolores,peroaella leparecíaunavulgaridad.LaabuelaDu Maurier, que era hija de los duques de Chenonceau (de soltera sellamaba Cecile Beaumont), decía que los guantes debían ser blancos onegros.Yellasíquesabíademodaydeelegancia.

Elvestidodelajovenhabíallegadoenperfectascondicionesalbaile:

habíasidoprimorosamenteplanchadoyguardadoenunaenormecajadecartónyhabía llegadoencarruaje(habíanutilizadounodeloscarruajesde la familia exclusivamente para llevar su vestido de baile y el de sumadre)sinunasolaarruga.Laschinelaseratambiénnuevas,lasestrenabaesa misma noche, y eran del mismo color que el vestido y conincrustacionesdecristal.

Mientras el resto de las jóvenes estaban durante algunas piezas

sentadas,AiméeDuMaurier tenía todos losbailescomprometidosyesoquelamayoríadesuspretendientessehabíanquedadoconlasganas,puesnohabíabailesparatodos.Comenzóbailandoconelhijodelanfitrióndelafiesta,continuóconelpelirrojode losDuBoisyacontinuaciónpasópor los brazos de los primogénitos de los grandes terratenientes deCarolinadelSur.Cuandolaorquestahizounapausa,ellafueasentarseenunasillavacíaquehabíacercadelasmatronas,lasmujerescasadasquenoiban a la fiesta a bailar, sino a acompañar a sus hijos y esposos y aenterarsedequiénsehabíacasado,quiénhabía tenidooperdidobebésyquéescándalosestabanmásenbogaenesemomento.AAiméeledolíanterriblementelospies.Loszapatosnuevosleestabanhaciendodaño,peroni locahubieseabandonadoelbaile.Suspretendientesno tardaronniun

minuto en rodearla y la algarabía general le impedía comprender lasconversacionesdeellosylascosasqueledecían,peroseimaginabaqueeranhalagosysonreíacoqueta.VioasuhermanoAlexanderacercándoseaellaconaquelhombremiserable,EdwardRobilard,peronopensóquecruzaría la marabunta de pretendientes para hablarle. Los músicosregresaban y estaban comenzando a ocupar sus lugares dentro de laorquesta. “¿A quién le prometiste este baile, hermanita?”, le preguntó.Mirósucarnetydijo:AGeraldColbert,¿porqué?”.SuhermanobuscóaGeraldentrelospretendientesyledijo:“Amigomío,debesperdonaramihermana, pero ya había comprometido este vals. Como compensación,ven a cenar a casa el juevespróximo”.El jovenColbert no se atrevió arechistar ante la imponente figura de Edward Robilard, que además loestabamirandoconunodioquenocomprendía.QuélehabíahechoélaEdward Robilard, se preguntó Gerald Colbert, para que lo odiase.Alexander tomó a su hermana de la mano, la sacó del círculo de suspretendientesy lepuso lamanosobre ladeEdward.El joven fruncióelceño.Supresencia imponíarespetoy tenía la raracualidaddehacerquetodoelmundoasualrededorsesintieseempequeñecido.“Detestobailar,Alex,ylosabes”,peroAlexanderyasealejabadelapareja.“Sinoquierebailar, pormí, encantada”, le dijo secamente Aimée, pero lamúsica yaestabasonandoyseencontrabanenelmediode lapista,asíqueEdwardRobilardlatomódeltalleconmanofirmeyempezóadarvueltasconellaporel salón.Élmirabaal frente; comoeraalto, en realidadmirabaporencimadelacabezadeAimée,quemantenía lamiradafijaenlacorbatadeljoven.Paranogustarlebailar,pensóella,lohacíademaravilla.Siellahubiesemiradoasualrededor,hubiesevistoelodioen losojosdeJuneDeveril,lahijadelanfitrióndelafiesta.JuneestabaenamoradadeEdwardRobilardynadieparecíadarsecuenta,exceptoelpropioEdward,aquiennole llamabalaatenciónJuneenabsoluto,perosí laconsiderabamejorque el resto de jóvenes del condado. Quizás fuese igual de boba, perocomoeradiscreta,lodisimuladamuchomejor.

ElvalsleparecióterriblementelargoaAimée,talvezporquedeseaba

que se terminaradeunavez.Cuando lamúsica cesó, ella se soltó de sumano, hizo una reverencia descuidada y sin mirarlo siquiera, se alejó.

Hastaeseinstantenosehabíadadocuentadelacalidezdelamanodeélsobrelasuya,puesalsepararsesupropiamanosequedóhelada.Edwardinclinólacabezatambiéncondesgana,diomediavueltaysaliódelsalóndebaile.Sehabíasentidoincómodaconél.Lemolestótambiénsentirsumano sobre su talle.Minutos después de que el vals hubiese terminado,ellaaúnsentíaunmolestohormigueoenlazonabajadelaespalda,dondelamanodeEdwardhabíaestadoapoyada.

Casiamedianochesupadreseacercóaellayledijoqueseibanacasa

porque sumadreestaba indispuesta.Ellapodíamarcharsedespués, enelsegundocarruaje,conGénesis.Además,Alexandertambiénsequedabaenlafiesta,demodoqueteníaalguienquelavigilaba.Aiméesequedóhastael final. Bailó hasta el último vals y sólo se preocupó de sus piesdestrozadoscuandosesubióalcarruaje,caminodeLasMagnolias.

Apenas faltaban un par de curvas para llegar a LasMagnolias y suhermano,queibaacaballoal ladodelcarruaje, ledijoquedesdeallíyanadamalopodíapasarle,asíqueélnoibaacasaaún.“Iráafrecuentaraalgunamujerzuela”,pensóAimée,peroenvezdedecirnada,simplementele sonrió.Alexander se alejó al trote y pronto lo perdieron de vista. Lajoven siguió hablando con Génesis sobre el baile y sobre suspretendientes.

-¿Peronolegustaninguno,señorita?-lepreguntólaesclava.-Bueno,GeraldColbertesagradableymuyrico.Tieneunaestupenda

planta a caballoy es todo loqueun caballerodel sur debe ser.Peronosueñoconél,nipiensoenélcuandoestoyasolas,nitiemblocuandometomadeltalleparabailar-explicóAimée.Génesiselevólascejasenseñalderesignación.

-Debería elegir al que vaya a hacerlamás feliz.Debe ser dócil parapodermanejarlo,peronotandócilcomoparaparecerestúpido.Muyrico.Ydebeamarlaconlocura.

-¡Ay,Génesis!Todoscreenamarmeconlocuratrasvermeunaspocas

horasenalgunosbailesyfiestas,aquíyallá,sóloporquesoybonitayséjugarunpocoalcoqueteo.Peronocreoqueningunomeamedeverdad,aunque todos ellos estarían dispuestos a casarse conmigo, sin titubear,mañanamismo.

La negrita se rió y Aimée se unió a esta risa. Fue entonces cuando

sintieronelbandeodelcarruaje.Loscaballosibanalgalope,comolocos,yelcarruaje saltabaconcadapiedraque tropezabaenelcamino.“¿Quéocurre?”, preguntóAimée.Génesis trató de asomarse por el ventanuco,perocomonopudopor losbandeosque las lanzabandeun ladoalotrodelcarruaje,legritóalcochero.

- ¡Jills, Jills, detén ahora mismo a los caballos! -no notaba ningún

cambio.SeabrazóaAiméeyvolvióagritar-¡Jills!LosiguientequesupoGénesisesqueestabandentrodelcarruaje,que

este había volcado y que debían de haberse desmayado durante un buenrato.ZarandeóaAimée,peroestanodespertaba.Pegósuoídoalpechodela joveny se tranquilizó al comprobar que respiraba.Salió del carruajetrepando,puesalvolcar, lapuertaquedósobresucabeza.Unavez fuerallamóa Jills ynadie contestó.Lovio tendido en el sueloy aterrorizadacomprobóqueestabafríoyquenorespiraba.“¡Jills,pordios!”,gritóenvano.Sediocuentatambiéndequeloscaballossehabíandesenganchadoy habían huido. Trepó nuevamente a la puerta del carruaje y sin entrarllamóaAimée.Lajovenbalbuceóalgo.

- ¿Está bien, señorita Aimée? -se notaba el nerviosismo en sus

palabras.-Meduelehorriblementeelpie-dijolajovenconunhilodevoz.

-Deboiracasaapedirayuda.Estáapocosminutos.Volveréenseguida

-ledijo.- ¡No me dejes sola! Que vaya Jills -Génesis no hubiera querido

decirlelodeJillsparanoasustarla,peroteníaquehacerlo.-Jills está muerto, señorita, y si no voy a pedir ayuda, podemos

pasarnosaquíhorasyhoras.-Dios mío, Génesis, no quiero quedarme sola con un muerto -dijo

aterrorizada,perosabíaquenohabíaotrasolución,asíquerespiróhondoy trató de controlarse-, pero no hay otra opción, ¿verdad?De acuerdo,vete.

Edward Robilard iba en su carruaje camino de Las Magnolias. Erademasiado tarde para ir a su casa en la ciudad y Alexander lo habíainvitadoapasarlanocheensuhacienda.OtroscuatrojóvenesdormiríanenLasMagnoliastambiénparaevitartenerqueregresaralaciudadaesashorasdelanoche.Noestaríaamásdediezminutosdelahaciendacuandooyóelgalopedesatadodeunoscaballos.Seasomóporelventanucoylepreguntó a su cochero: “¿Qué ocurre, Evangelista?”. “Me pareció ver alos caballos blancos del carruaje de la señorita Aimée, señor Robilard.Iban a galope”. Edward se preocupó y le ordenó a su cochero ir másrápido. Unos minutos más tarde, el cochero frenaba en seco y Edwarddescendíadelcarruajeparacomprobarqueotrocarruajehabíavolcadoaunladodelcamino.TropezóconelcuerpodeJillsyaltomarleelpulsosediocuentadequeestabamuerto.Oyóunavozdébilpidiendoayuda.Aiméelo había escuchado llegar. Edward saltó sobre el carruaje volcado y atravésdelapuertametiómediocuerpo.Laoscuridaderatalquenovioanadie.PalpóhastadarconAimée.

-¿Estábien?-lepreguntó.La jovenreconoció lavozmasculinayse

quejó en silencio de su mala suerte. De todos los hombres del mundo,tenía que ser precisamente aquel altanero quien la encontrase ensemejantescircunstancias.

-Sí,peromeduelemuchountobillo-explicódemalagana.- ¿No la acompañaban Génesis y su hermano? -quiso saber él. Le

extrañaba que la muchacha estuviese allí sola, teniendo en cuenta quecuandolosviosalirdelbaileibantodosjuntos.

-Sí-musitólajoven-,peroAlexnosdejóhaceunosminutosparaira

ver a una de sus amiguitas -en ese instante Aimée comprendió suindiscreción y su voz tuvo una pequeña inflexión, pero trató derecomponerse; la oscuridad le impidió ver la sonrisa en los labios deEdward- y Génesis ha ido a pedir ayuda. Jills está… -no fue capaz determinarlafrase.

-Lo sé -dijo él-. Rodéeme el cuello con los brazos -ella obedeció y

Edwardpudosacarlaagarrándoladeltalle.Lasmanosdelhombreestabantancercadesussenosqueellacontuvolarespiración.Lallevóenbrazoshasta su propio carruaje, en parte porque había perdido las chinelas yestaba descalza y en parte porque pensaba que podía haberse torcido untobillo. La depositó con sumo cuidado en el asiento. “Ya pasó todo.Llegaremosprontoacasa”,ledijoconsudistantevozvaronil.Sihubiesesido cualquier otro hombre, ella se habría desahogado llorando, peroEdward Robilard ni siquiera cambiaba su expresión ceñuda en unasituacióncomoaquellayAiméenopodíamostrarsedébilanteunhombreasí.Seacurrucóenelasientocomoungatitoasustado.Enalgúnlugardesucerebrosedijoqueaquelloeraincorrecto:irasolasconuncaballeroen el interior de un carruaje cerrado, por la noche y sin carabina, peroestabademasiadoasustadaydoloridacomoparapensarenloconvenienteoinconvenientedelasituación.Además,¿quién,exceptosufamilia,ibaasaberqueél lahabía llevadoacasayhabíaestadounosminutosa solas

conelladentrodeuncarruaje?CuandollegaronaLasMagnolias,elpadredeAiméeyvariosdelos

jóvenesque ibanapasar lanocheen lahaciendaestabanyamontados acaballoy listosparasalirabuscarla,puesGénesis loshabíaavisado.Alver a Edward Robilard sacando en brazos a Aimée del interior delcarruaje, se quedaron estupefactos. ¿Cómo se había atrevido a ser tandescortésypococaballerosocomoparaestarasolasconellaenunsitiocerrado? Acababa de meter a la muchacha en un terrible problema.Acababa de destrozar completamente su reputación y si no reparaba eldañohecho, la sociedaddeCharleston al completo le daría la espalda aAiméeDuMaurier.

ElpadredeAiméebajódelcaballo,apretó lospuñosconfuerzaysi

no hubiera sido porque el matrimonio con ese hombre era la únicaoportunidad de Aimée para no caer en la más ignominiosa deshonra,hubiesematadoallímismoysinmiramientosaEdwardRobilard.

CAPÍTULO2

ANNE Du Maurier, la madre de Aimée, retorcía entre sus delicadasmanos un hermoso pañuelo blanco ribeteado de puntillas y con susinicialesbordadasenhilodeplata.

-Diosmío, querido -le dijo a sumarido-, si el señorRobilard sigue

negándoseacasarseconAimée,¿quéserádenosotros?-No te preocupes, querida. Alexander está hablando con él y lo

convencerá.Sonamigosdesdehaceaños.Nosotroslohemosrecibidomilvecesenestacasaconlamayorcortesíadelaqueéramoscapaces.Alfinyal cabo, es un caballero del sur. Hará lo que debe hacer -el señor DuMaurier decía esto para tranquilizar a su esposa, pero en realidad noestaba seguro de que aquel renegado de Edward Robilard hiciese locorrecto.¡DiosSanto!¿Quéseríadeellossicaíanensemejantedeshonra?

-Nome casaré,Alex, y lo sabes. ¡Por todos los demonios!No le hehechonadaatuhermana.Enloqueamírespecta,estátanintactacomoeldíaquevinoaestemundo.¡Ynomecasaréporunaestúpidanormasocial!

-Siento escuchar eso, Edward. Tendremos que hablar con tu familia,

entonces. A ver si ellos te hacen entrar en razón. Has deshonrado amihermanaydebesreparareldañohecho-dijoAlexanderDuMaurier,quesesentíaculpablepornohaberacompañadoasuhermanaaquellanochehastacasa.Teníaunacitaconunaviudamuycomplaciente.SiélhubieseestadoconAiméenadadeaquellohabríaocurrido.

-Diablos, Alex, no puedes estar hablando en serio. Yo no he

deshonrado a nadie. La situación era dramática: el cocheromuerto y tu

hermana herida en un carruaje volcado. ¿Qué hubieras hecho tú si teencuentras a una joven en semejantes circunstancias? ¿La dejarías allítirada esperando que alguien, en una situaciónmenos comprometida, larescatase? ¿A quién, en su sano juicio, se le ocurriría pensar que yoabusaría de una joven que acaba de tener un accidente? -dijo Edwardtratandodeconvencerasuamigo.

-Yoteentiendo,amigomío,peroesdemihermanadequienestamos

hablando, y de su reputación. De la reputación de toda la familia, enrealidad. Nadie querrá casarse con Aimée después de esto. Nadie lainvitará a ninguna parte. Acabará encerrada el resto de su vida en estahaciendaoenunconvento.Ynosotros,sufamilia, tambiénestaremosenbocadetodos.¿Teparecejusto?

-¡Tampocoesjustoqueyomecaseconunamujerquenomegustalo

másmínimo sólo porque esta sociedad nuestra es demiras estrechas! -exclamóEdwardRobilard.

-Deacuerdo.Deberéretarteaundueloentonces-ledijoAlexanderDu

Maurier.-¿Peroquédices,Alex?¿Estásloco?-Edwardestabaverdaderamente

asombradoporelcaminoqueestabantomandolosacontecimientos.-Noestoyloco.Eselprocedimientohabitualenestoscasos.Yllevarás

sobre tu conciencia la deshonrademihermanay lamuertede tumejoramigo,puesambossabemosqueapesardequeyoheestadoestosúltimosañosenWestPoint,túmeaventajasconcrecescuandodearmassetrata.

Edward Robilard se sintió atrapado. De todas las malditas mujeres

estúpidasquehabíaenelsur,aél lehabíatocadocomprometera lamásestúpidadetodasellasy,paracolmo,eralahermanadesumejoramigo.

En el club de caballeros más exclusivo de Charleston, un grupo dejóveneshacendadoscomentabanlanoticiaquedesdehacíadíasestabaenboca de todos: la beldad del condado, Aimée Du Maurier, había sidosorprendidaenunaactitudbastantecomprometidaconEdwardRobilard.Éldeberíacasarseconella,peronomostrabaintencióndereparareldañoocasionado.

-No es un caballero -dijo Gerald Colbert, uno de los múltiples

pretendientes de Aimée-. A estas alturas yo ya habría comunicado elmatrimonio y me sentiría, además, el hombre más afortunado de todaCarolinadelSur.

-Es la primera vez que esta norma de moralidad me parece injusta.

NuestrahermosaAiméecasadaconeserenegadoquepasólosdosúltimosañosviviendoenelnorte,contaminándoseconlasideasyanquis.Además,¿alguien piensa que realmente ocurrió algo dentro de ese carruaje? -comentóJasonO’Linney.

-Porsupuestoqueno-dijoRobertCardingtonyelgrupodehombres

quehabíaasualrededorasentíadándolelarazón-.Aiméeacababadetenerunaccidenteysoloelmásruindeloshombresaprovecharíaunasituaciónasí.¿PorquéelladebecasarseconRobilardcuandoestanperfectamenteintachablecomoloeraantesdelaccidente?

-Oh, vamos, Robert… ¿Te casarías tú con ella? Por mucho que te

guste,noloharías,porqueenelfondodetucorazón,yaúncreyendoqueentre ellos no ocurrió nada, siempre te quedaría una pequeña duda, demodo que no te casarías con ella. Además está el qué dirán. Nadie enCharlestonestanfuertecomoparapasarlashabladuríasporalto.

Los hombres callaron unos instantes. Todos ellos pensaron que lasúltimas palabras de Peter Dobston eramuy ciertas. Seguramente Aiméeseguíasiendo lamismamuchachita inocenteyvirginaldesiempre,perosureputaciónyaestabadañada,esonohabíaformadecambiarlo.

-PeroesmuyinjustoparanuestrahermosaAimée.Sialmenoshubiese

sidootrohombreelquelahubiesecomprometido.Unodenosotros,porejemplo-aseguróGeraldColbertytodosestuvierondeacuerdoconél.

EnlahaciendadelosDeverilungrupodejóvenesdamastomabaneltéenlaterrazaquedabaaljardíndegladiolos.EstabanhablandodeAiméeDuMaurier.Seregocijabandefelicidadsólodeimaginarselomuchoquelamuchachaestabasufriendo.Ladetestabanporquenuncahabíahechonielmásmínimoesfuerzoparaseramigadeellasy,además,traíadecabezaatodoslosjóvenesdelcondado.

-Se lo merece -sentenció Mary Elizabeth Robertson-, por ser tan

descocada.¿Aquiénseleocurrebailartodaslaspiezasdeunafiestaconhombresdiferentesycomerrodeadadecasicuarentacaballeros?Estoseveíavenir.Ningunajovendecenteharíajamásalgoparecido.

-Sí,selomerece-afirmóSuellenGibbson,quenoleperdonabaqueelpelirrojodelosDuBois,eljovenalqueellaamabaensilenciodesdeniña,notuvieraojosnadamásqueparaAimée.

LaúnicaquenoparecíacontentaeraJuneDeveril.Sísealegrabadela

desgraciadeAimée,peropensabaqueinclusoenladesgracia,teníasuerte.EdwardRobilarddebíacasarseconella.¡EdwardRobilard!YpensarqueJunesederretíaporél.ImaginarloenbrazosdeAiméelahacíatenerunasensacióncercanaalvómito.

-Ojalá el señor Robilard se niegue a casarse con ella -dijo antes de

poder refrenar su venenosa lengua. El resto de las damas que laacompañabansequedaronperplejas.TodasteníanaJuneenaltaestima,laconsideraban prudente y buena porque June sabía refrenarmuy bien sulenguaysucarácter.Peroaquellaspalabraslesparecierondeunacrueldadintolerable. A pesar de todo, ninguna de ellas le deseaba a Aimée queEdward Robilard no cumpliese con su obligación. Esa deshonra erademasiadohorriblecomoparadeseárselaaningunamujer.Serevolvieronincómodas en sus sillas y pensaron qué podía tener June en contra deAiméeparadesearlealgocomoeso.

-Oh, vamos Edward, no exageres -la que estaba hablando eraMarieRobilard, suhermanapequeña.La jovennopodía levantarsede la camadesde hacíameses. Nadie sabíamuy bien qué le ocurría, ningún doctorsupoexplicarelmotivodequelaspiernasnopudieransostenerla.SolounmédicodeAtlantaseatrevióaponerleunnombre:“Nervios”,lesdijo,yesofuetodoloquesacaronenlimpiotrasdecenasdeestudiosyconsultasconlosmejoresdoctoresdelsur.

-Marie,querida,cómosenotaquenolaconoces-dijoEdwardtratando

de obviar las ganas de fumar, pues en el cuarto de su hermana estabaterminantemente prohibidohacerlo-.Ella no es como tú y comoyo.Notienenadaenlacabeza,queridamía.Escoqueta,insensible,superficialy-bajó repentinamenteel tonodevoz-muy,muy ignorante.Más ignorantequelasdamassureñasqueconocemos,asíquepodrásimaginarteconquéespécimenvoyacasarme.

-A vecesme cuesta comprender cómo puedes ser tan cruel. Eresmi

hermanoytequiero,peroimaginoquealamayoríadelagentedebesderesultarle absolutamente insoportable con esos aires de superioridad.Creessaberlotodoy,loqueespeor,hermanito,creesquelapersonaquetienesenfrenteessiempreunredomadaidiota-Marielomirabaconojoscansadosy supiel seveíapáliday enfermiza.Había sidounamuchacha

bonita,perotantoencierrolaestabamarchitando.-¿Noteapeteceríasaliraljardín,Marie?Tevendríamuybienunpoco

deairefresco-tratódeconvencerlaEdward.-Oh, no, no… No cambies de tema. Este me resulta tremendamente

divertidoybiensabesquenotengodemasiadasdiversiones-suhermanola miraba con el ceño fruncido-. ¿Nunca te has preguntado por qué teresultatanodiosalaseñoritaDuMaurier?Quierodecir…¿Noesextrañoese odio tan visceral? Recuerdo bien que cuando la conociste en suhacienda te despertó cierta admiración tanto por su físico como por subriosocarácter…

-Vaya, querida hermanita, ¿tan aburrida te encuentras que necesitas

inventartehistoriassobreymíylaseñoritaDuMaurier?-aEdwardnoleestaba gustando aquella broma de su hermana. Se encontrabaverdaderamentefastidiadoporaquelmatrimonioimpuesto.

-No invento nada, Edward -respondió ella, alisando con su delicada

manolapuntilladelasábanadesucama-.Yoestabaallí,¿recuerdas?Aúnpodíacaminar-elgestodeMarieseensombrecióunossegundos,peroelcarácter fuerte de ella impidió que esa tristeza permaneciese muchotiempo tiñendo su rostro-. Estaba allí y pude ver cómo la mirabas. Teencantóqueteprestaseatenciónysucarácterpizpiretotegustómásaún,no lo niegues…Pero después dejó de hacerte caso para volcar toda suatenciónenaquelotrojoven,creoqueseapellidabaColbert,yesoesalgoquetuvanidadnopudosoportar…-laspalabrasdeMariepusierondemalhumoraEdward.NoeraasícomoélrecordabaelprimerencuentroconAiméeDuMaurier.Nadiepodíanegarquelehubieraparecidobonita,porsupuesto, pero ya desde el primer instante había sentido ciertoaborrecimientoporsucarácter.NosabíadedóndesacabaMarieaquellasfantasías,peroleresultabandelomásmolestasaEdward.

-Vaya, qué tarde semehahecho.Mehabía olvidadode que tenía un

compromiso -dijo amodo de excusa para escabullirse de la habitación.

Queríademasiadoasuhermanaparasergroseroconellaysipermanecíadurante más tiempo en el cuarto yMarie seguía provocándolo con suscomentariossobreAimée,terminaríadiciéndolealgoinadecuado.Alabrirlapuertadelcuarto,Edwardsetropezóconsupadre,queibaaentraraverasuhija.Emitióunabrevedisculpaydesapareció.

- ¿Qué le ocurre a tu hermano, que escapa de aquí como si hubiese

fuego? -le preguntóGeraldRobilard a su hija,mientras le acariciaba elcabelloconternura.

-Papá,¿nocreesqueelcarácterdeEdwardeslosuficientementeduro

e inflexible como para que nadie pueda obligarlo a hacer algo queverdaderamentenoquierahacer?-quisosaberMarie,sinhacercasoaloquesupadrelehabíapreguntadosegundosantes.Elancianoseencogiódehombros.

-Yosólosé,querida,queunmatrimonioquesellevaacaboaraízde

un escándalo tendrá siempre el escándalo rondándolo -dijo el anciano.Parecíapreocupado-.Perounhombretienequehacerloquedebehacerytuhermanoestáactuandotalycomoexigeelcódigodehonor.

-Dímelotodo,Génesis,palabraporpalabra.Noquieroquemeocultesnada-lepidióAiméeasucriada.Ambasseencontrabanenlahabitacióndelajoven,unaestanciadecoradaentonosclarosyconmueblesdecaoba.LacamateníaunenormedoselyloscojinesllevabanbordadasconhilosdecolorrojolasinicialesdeAimée.

-¿Estásegura,señoritaAimée?Algunascosassonunpocoduras-le

reconocióGénesis.Aiméeenderezólaespalda,comoungatoquerecibeunsobresalto.Estabasentadaenlacamaysucriadadepie,asulado.

-Aunqueseaduro,quierosaberlo…-Estábien-Génesissetomóunossegundosantesdecontinuar.Sehabía

escondido,porordendesuama,entreloscortinonesdelasalaprincipaldelaplantacióndelosDuMaurierypermanecióallíporespaciodemediahora, hasta que el señorDuMaurier y su hijoAlexander se encerraronpara conversar sobre los detalles del próximo enlace de Aimée-. ElseñoritoAlexanderledijoalamoqueelseñorRobilardnoqueríacasarsecon usted de ninguna de lasmaneras y que fuemuy difícil convencerlepues…, pues él aseguraba que usted no le gustaba nada de nada y quetampoco le había hecho nada indecente dentro del carruaje, así que noentendíaporquédebíancasarse.ElseñoritoAlexanderledijotambiénalamo que había tenido que retar a duelo al señor Robilard y que este,sabiendoqueerasuperioraAlexander,habíaoptadoporcasarseconustedyaquelaotraopcióneramatarasuhermano,queessumejoramigo.

- ¿Y mi padre qué dijo? -preguntó Aimée con un hilo de voz. Su

orgullo, hasta su dignidad, habían sido pisoteadas por aquel malditohombre,EdwardRobilard. ¡Siella fuesemásvalienteyno tuviesesobresushombros elhonorde toda la familia, senegaría a casarse conél, leescupiría a la cara que prefería permanecer soltera y deshonrada queplantearse siquiera una boda con semejante hombre miserable y pococaballero!¿Cómoseatrevíaahumillarlaasí,aella,queteníaasuspiesatodosloscaballerosdelcondado?-¿PapánodijonadaencontradelseñorRobilard?

-No, señorita, él sólo suspiró aliviado cuando supo que el señor

Robilardalfinhabíaaccedidoacasarseconusted-leexplicóGénesis.Demodo que a nadie le importaba el orgullo herido de ella, su dignidadpisoteada.Aquelmalditohombresehabíaatrevidoainsultarladelapeormaneraimaginableynadiehabíareparadoeneso,sóloenelhechodequeteníanquecasarse.TodoCharlestonestaríariéndosedeella,puessabríanqueEdwardRobilard noquería casarse. ¡Suhermano era el culpable detodo! ¡Si él no la hubiese dejado sola por ir a visitar a una de susmujerzuelas, nada de aquello habría ocurrido! ¡Era su hermano quien

debíasolucionarlotodo,retaraundueloaEdwardRobilardymatarlo,sí,matarlo, meterle una bala entre ceja y ceja!… Aimée hundió la cabezaentrelosalmohadonesdesucamaycomenzóasollozar.

-No se preocupe, señorita Aimée. Ahora no la quiere, pero podrá

hacerquelaquieray…-Génesistratabadeanimarla.- ¡Yo no quiero queme quiera! ¡Yo sólo quiero que semuera! -De

prontosediocuentadequesisemoríasincasarseconella,ladeshonralaperseguiríatodalavida-.¡Yosóloquieroquesecaseconmigoyqueactoseguidosemuera,allímismo,enlaiglesia!-aGénesislaactituddeAiméeleestabapareciendocómica.Ibaacasarseconunhombremuyatractivo,no creía que fuese tan difícil para ella hacer del matrimonio algoplacenteroparaambos.

LolaDelcloseraladueñadelburdelmáselegantedeCharleston.Sóloloscaballerosmásdestacadospodíanaccederaél.Lolahabíaelegidounnombreespañolyunapellido francésparadarunairemásexóticoa supersonalidad.EnrealidadsellamabaNellyWilsonyeradeWichita,perola leyenda decía que era hija de un francés y una española y que habíanacidoenParís.Eraunamujerllamativa,másatractivaquehermosayconel cabello teñido de rojo. Conocía a Edward Robilard desde hacíabastantes años, antes incluso de que él hubiera pasado aquella largatemporada en el norte, entre los yanquis. Al principio fueron amantes.Mejordicho:habíaentreellosunarelacióncomercial.EdwardpagabaporlosserviciosdeLola,peroellacometióelerrordeencapricharsedeélyjugó mal sus cartas. Le dijo que, como madame, ya no iba a seguiracostándose con clientes. Creyó que él insistiría y su relación daría unpasomás allá, peroEdward semostró comprensivoy comenzó apagarporlosserviciosdecualquieradelasotrasmuchachas.Lolasearrepentía,pues Edward era unmagnífico amante, pero ya era tarde para volverseatrás. Sufrió un poco al principio, pero acabó por conformarse con

aquellarelaciónamistosaqueteníanynuncaperdiólaesperanzadequeélvolvieraaintentaracostarseconella.

El burdel se llamaba “París Dorado” y los hombres iban

principalmenteparaacostarseconlasmuchachas,peronosóloparaeso:jugaban a las cartas y al billar, bebían, hablaban, incluso se cerrabannegocios. Edward Robilard bebía un whisky en uno de los salonesacompañadoporLola.Ladecoraciónerauntantoexagerada:terciopelosdecolorrojoportodaspartesylámparasdoradas.

-Nopongasesacaratanlarga,tecasasconlamujermáscodiciadade

laciudad-dijoLola,estudiandolasreaccionesdeEdward,puestemíaqueélacabaraporencapricharsedeAiméeynovolvieraapisarelburdel.

-Esunalástimaquenosecaseconellaunodeesospretendientesque

tantolacodician-refunfuñóél.-Oh, no conseguirás que sienta lástima por ti. Te casas con una

muchachahermosaqueademáseshijadeunodeloshombresmásricosde Carolina del Sur. Cualquiera de los caballeros que hay aquí ahoramismosecambiaríaportisindudarlo-ledijoLolayechóunvistazoaloque se veía a través de la puerta entreabierta: las muchachas yendo yviniendoylosclientespersiguiéndolas.

-Importapocoquiénesellaocómoes.Loqueimportaesquemeveoobligado a casarmeynuncahequerido casarme.Menos aún conAiméeDuMaurier-Edwardencendióunpuroysurostroreflejabaunciertoaireentreelenfadoyladespreocupación.

-Tú no eres de los que hacen las cosas por obligación, querido -la

sonrisa de ella mostraba unos dientes blanquísimos. -No sigas por esecamino, Lola.Acabo de irme demi casa porquemi hermana trataba dehacerme creer que amíme interesa la señoritaDuMaurier y nadamáslejosdelarealidad-enelsemblantedeélyasereflejabaciertofastidio.

-Conviene que sepas que a lo largo de estos días son muchos loscaballerosquesehanpasadoporaquílloriqueandoporlaquevaasertuesposa.Jamáshevistoaunajovencontantosytandevotospretendientes.Pobrecilla -Lola lodecíadecorazón-, con tantoshombresadorándolaytienelamalasuertedecasarseconunoquelaignoracompletamente.

-Aellanocreoqueleimportelomásmínimo,Lola.Viveenunmundodistintoalnuestro.Mientraspuedairafiestasyestrenarvestidos,dudoquesedécuentadequeyolaignoro-explicóEdwardconelconvencimientoabsolutodequeAiméeeraunaidiotaincapazdedarsecuentadenada.

- ¿Es eso lo que realmente piensas de la queva a ser tu esposa?No

acabodecreérmelo,Edward.Siella fuera tanestúpidacomodices,nadaenestemundoteobligaríaacasarteconella,nisiquieraelhechodequesea lahermanade tumejoramigo-Lolaestaba insistenteaquella tardeyEdward,demasiadofastidiadotraslaconversaciónconsuhermanacomoparaaguantarla.Selevantó,hizounainclinacióndecabezatratandodeserhumorísticoy semarchódel burdel.Estabahartodeque todoelmundoquisieraobligarloapensardiferentedeAimée,comosiélfueseunpobreboboquenosupieraquésentiroquépensarconrespectoalamuchacha.Talvez fueseel sueñodoradode todosaquellospretendientes imberbes,perodesdeluegonoeraelsuyo.Sealejabamuchísimodeltipodemujerque a él le resultaría tentador y atractivo. Se alejaba tanto, que Edwardcreía imposible que nunca pudiese despertar en él un solo sentimientopositivo.

CAPÍTULO3

ELcomedordelosDuMaurierestabaespecialmenteengalanadoparalaocasión. Aquella cena era una especie de petición de mano, si podíallamarseasíteniendoencuentalascircunstanciasespecialesquellevabanaaquellaparejaacasarse.

Encabezandolamesa,seencontrabanelseñorylaseñoraDuMaurier.

Ocupando los puestos de honor, a la derecha de los anfitriones, estabansentados Edward Robilard y su padre. Alexander ocupaba el lugar a laizquierdadesupadreyAiméealaizquierdadesumadre,demodoquelajoven se encontraba justo enfrente de su prometido. Eso la hizo perdercompletamenteelapetito.Apenasseatrevíaalevantarlamiradadelplatoy no participó en la conversaciónmás que para responderle a su futurosuegro cuando le preguntó qué tal se encontraba tras el accidente delcarruaje y si aún le dolía el tobillo. “Ya me encuentro recuperada yfinalmente el tobillo no estaba torcido, pero no puedo olvidarme delpobreJills”,dijoella.

-¿Jills?-preguntóelancianoseñorRobilard.-Jills era el cochero, murió en el accidente. Llevaba con nosotros

desde antes de nacer los muchachos -explicó el señor Du Maurier ydespuéssedirigióasuhija-.Todosestamosconsternadosporloquepasó.

-No sabía que el accidente había sido tan grave como para dejar un

muerto-comentóelseñorRobilard.-Enrealidadnomurióenelaccidente,sinoantes-comentóAlexander-.

Parece que llevaba un tiempo con molestias en el brazo y el pecho.Probablementelediounataquealcorazónymurió,poresosedesbocaronloscaballos.

-Comprendo-dijoRobilard.

-NuestraqueridaAiméesehaempeñadoenhacerdelnietodeJillssu

protegido-dijolaseñoraDuMaurier-.Notieneanadiemásenelmundo,porquesumadremurióenelparto.Metemoque lomalcriará,comohahecho con Génesis -hasta ese momento, Edward había permanecidocallado durante toda la comida. Su silencio resultaba de lo másmaleducado.Peroalescucharlahistoria,miróaAiméeyledijo:

-Puedesllevárteloscuandonoscasemossiquieres,aambos-sumiradaera fríacomoelhieloy tanaltaneraquea la joven lehubieseapetecidoabofetearlo.

-Gracias-musitó,sinatreverseadirigirlemásqueunamiradahuidiza,

pues la asustaban aquellos ojos inquisidores y duros-, pero no sé simipadrequerráprescindirdeellos.

-¡Porsupuestoquesí,hijamía!Considéralosunregalo.Además,los

tienes tanmimados queno sé quépodría hacer yo condos esclavos tanpocoacostumbradosaltrabajoduro-unaampliasonrisasedibujódebajodelbigotillodelseñorDuMaurier.

Cuandoterminarondecenar,elseñorRobilard,Alexanderyelseñor

Du Maurier pasaron al salón para fumar un puro y tomarse un licor,mientrasquelamadredeAiméedecía:

-Lajovenparejapuedesaliralaterrazayhablarsincarabina,puesto

queyaestáncomprometidos.Yoestarévigilandodesdelasala-aningunode los dos les hizo ninguna gracia, ni a Aimée ni a Edward, pero seencaminaronhaciaellugarquelesindicaron.

Lanocheeraagradable.Nohacíademasiadocaloryhabíaunasuave

brisa.Desde la terrazasepercibíaelolora floresprocedentedel jardín.Una inmensa luna llena iluminaba el cielo. Aimée pensó que sería unanochedecompromisoperfectasiellosestuvieranenamorados.Esoesloque fallaba:el amor,unsentimientoqueellanuncapodríaexperimentar,puesno amaba al que sería sumaridoy tampocopodría enamorarse de

otrounavezcasada.SuspiróinconscientementeyEdwardlopercibió.-Imagino que echarás esto de menos cuando te vayas -le dijo,

malinterpretandosususpiro.Sereferíaaque, tras laboda,viviríanenlacasaquelosRobilardteníanenelcentrodeCharleston.Elladejaríalavidacampestre en LasMagnolias para vivir una vida urbana. El viejo señorRobilardhabíadichoque,coneltiempo,Edwardconstruiríaunacasaparaellos solos, puesunos recién casadosnodebenvivir rodeadosde tantosparientes:elpadrey losdoshermanosdeEdward,MarieyDesmond,elprimogénito.

-Sí-respondióellaconsequedad.Respiróprofundamenteycruzólos

brazos.Labrisanocturnahabíahechoqueseleerizaralapiel.Seinstalóel silencio entre ellos y Edward se negó a sacar un nuevo tema deconversación. Bastante amable había sido ya. Vio cómo Aimée mirabahacia el interior de la casa y, tras comprobar que su madre estaba losuficientementelejosdeelloscomoparanooírlos,ledijo:

-Nohacefaltaquefinja.Sémuybienqueloúltimoqueleinteresaes

hablarconmigo.Comotampocoyotengoelmásmínimointerésenhablarcon usted, permanezcamos aquí en silencio sinmolestarnos -Edward nocreíaquepudieraserciertoqueaquellamuchachadescarada leestuvieramandandocallar.

-Nosepreocupe,señoritaDuMaurier.Silehamolestadomiintentode

ser amable, le ruego que me perdone. Nunca más volveré a intentarlo.Ahorasimplementeseréconustedcomomeapeteceser-dicholocual,sealejódeelladejándolasolaenlaterraza.Aiméeimaginóqueiríaalsalón,conelrestodecaballeros.Ellafingiríaundolordecabezayseiríaprontoa la cama.Sabíaque iba a costarlehorrores contener las lágrimashastallegarasucuarto.

Losdíaspreviosalabodafueronunaauténticalocura.LaseñoraDuMaurierenvióaGénesisalacasadelosRobilardparacomprobarquelascosasdesuhijaseinstalabandeacuerdoasusindicaciones,perocomonosefiabatotalmentedelajovenesclava,ordenóquelaacompañaraDotty,su propia doncella. “La habitación de la señoritaAimée esmaravillosa,muygrandeyconunosmueblesmuybonitos.Todoestálisto,laropaenlos armarios, los objetos de aseo personal, el camisón de la noche debodasylagrasadeoca”,dijoDotty,hablandomásdelacuenta,locuallevalióunabuenareprimendaporpartedesuama.

-¿Grasadeoca?¿Yparaquévoyanecesitarlaenminochedebodas?

-quisosaberAimée.Laexpresióndesumadrefuedesustoyvergüenza,loque le hizo pensar a la joven que nada bueno le depararía esa primeranochedecasada.

-Esos no son temas para hablar con una madre, querida. Sabrás las

cosascuandohayaquesaberlas.Loimportanteesquetumaridosepaparaquésirvelagrasadeoca,notú-contestóAnneDuMaurierconlamiradafijaenelbordadodefloresqueestabarealizando,unpocosonrojada.

Cuando,mástarde,AiméeseencontrósolaensucuartoconGénesis,laesclavalecontóloquehabíapodidodescubrir.

-DiceDottyquelaprimeravezduelemuchísimoyquelagrasadeocaseuntaen…en…bueno,ahí-señalóconeldedoellugarentrelaspiernas-paraqueseamás fácil,peroqueaunasí…Tehandejadounabotelladewhiskyescondidadebajodelacamaycomotúentrarásalcuartoantesqueél,podrásbeberteunbuenvaso.Dottydicequetelobebasdeuntrago,sinpensar,yasítodoserámásllevadero.

-¿Tanhorribleydolorosoes?-preguntóAiméecompungida.-Nolosé,yonuncalohehecho,señorita.-Oh, por Dios… -la joven no era capaz de pronunciar ni una sola

palabra más. Estaba aterrorizada, especialmente porque pensaba queEdwardRobilard disfrutaría de lo lindo haciéndole daño, ya que no era

másqueundesalmado.Esa tardevenía lamodistaparahacerle laúltimapruebadelvestidoyAiméenodeseabaotracosaquedormirseydespertarlamañanasiguienteasuboda.

Sumadre,Génesisyel restode lascriadasnopudieroncontener las

lágrimasalverlavestidadenoviayesoqueelvestido,segúnlamodista,aún no estaba completamente listo. Faltaba coser el cinturón deincrustacionesdecristal.“EnCharlestonnosehavistonuncaunvestidomásbonitoque este”, dijoMimiOlsen, lamodista, y sabía loquedecíapues ella era la encargada de hacer los vestidos de novia de todas lasseñoritas de la ciudad. Se habían utilizado once varas de seda paraconfeccionar la falda, que caerían en cascada sobre el miriñaque másenormequesehabíavistonuncaenCarolinadelSur.“Puedequesecaseparataparunadeshonra”,habíadichoelseñorDuMaurier,“perolabodaserátanescandalosamentecaraqueharemosolvidaresepequeñodetalleatodoCharleston”.

Dosnoches antes de la boda,EdwardRobilard había sido invitado a

cenar nuevamente en casa de los Du Maurier y asistió sin demasiadoentusiasmo.Llegóacaballo,desde laciudad,yvinoacompañadodesustresperrosdecaza,talycomoeracostumbreentrelosterratenientesdelsur, que no semovían sin su caballo y sus perros.Aimée lo vio llegardesde la ventana de su habitación y cuando apareció por el recodo delcaminoseleencogióalgoenelpecho.Eratanaltoylequedabantanbienlospantalonesdemontaryaquellachaquetalargacolorburdeos.¡MalditoEdward!Ojaláfuesehorrorosamentefeo.

Cuando bajó por la escalera de caracol, Prescot, el mayordomo, yahabíaabiertolapuertaysuspadresysuhermanosaludabanaEdward.Ellase unió al saludo y recibió el seco besamanos de costumbre, pero alenderezarseéldenuevo,sumiradayladeEdwardsecruzaronuninstanteyellacontuvolarespiración.¡Élparecíatanenfadado!,peroellanohabíahechonadaparaenfadarlo.Nohabíahechonada…aún.

EdwardRobilardsepusofuriosoencuantoviobajaraAiméepor la

escalera. Aquella era una ocasión normal y corriente y ella se había

vestido como si fuese a un baile de etiqueta. ¿Acaso creía aquellamuchachitaqueporlucirhermosaélibaacaerasuspies?Llevabaelpelosuelto,negro,onduladoysedoso.Lecaíasuavementesobreloshombrosylohabíasujetadoconunacintavioletaquehacíajuegoconelestampadofloraldelvestido.ElescotedejabaverunapielblanquísimaysutallenoeramuchomayorqueelmusculosoantebrazodelpropioEdward.Siélnosupiera cómo era ella, hubiera caído subyugado ante aquella visiónencantadora.Perosabíacómoera,demaneraquepormuybonitaquesevistiese,élnocaeríaensusredes.

Cuando salieron solos a la terraza, tras la cena, el silencio volvió a

reinar entre ellos. Esta vez, lamadre deAimée ni siquiera los vigilaba.Edwardfumabaunpuroyparecíarealmenteenfadado.Hartadeesejuego,ellalomirófijamentealosojos,armándosedevalor,ylepreguntó:

- ¿Siempre es usted tan terriblemente maleducado? Tiene la rara

cualidaddehacerqueelqueestáasu ladosesienta incómodo.Dígame,¿es siempre así? -ella, cuya estatura no superaba el metro cincuenta ycincocentímetros,lomirabadesafiante,consubarbillaalzada.Laluzquesefiltrabaatravésdeloscristaleslafavorecía.Susojosbrillaban,verdesyfuriosos,yEdwardsemaldijoporencontrarlatanbonita.

-Sólosoydesagradablecuandolacompañíamedesagrada-dijoélcon

unamuecaentrañaenloslabios.-Oh, bueno, pero eso tiene fácil solución -le respondió ella, y dio

media vuelta para alejarse de él. Edward la tomó de la muñeca paraimpedirquesefuerayellaemitióungemidodesorpresa.

-¿Tegustatenerlaúltimapalabra,verdad?Puesnocreasquetevoya

permitirquemedejesplantadocondospalmosdenarices-ledijoéldesdetancercaqueellapudopercibirelolordesucolonia.Sediocuentadequela tuteaba y, por algún extraño motivo, eso hizo que le temblaran laspiernas.

-Sóloqueríaevitarle lacausadesumalhumor.Simipresenciaes la

queloponeeneseestado,esmuyfácil:mevoy-dijoella,altanera-.¿Oesquesecreequememueroporcompartirlaveladaconusted?-lamiradadeélsevolvióoblicuaysusonrisanoeramásqueunamuecacínica.

-Puesteesperaunalargacondena…Deberáscompartirconmigotodas

lasveladasdelrestodenuestravida-murmuróél,máscercadeelladeloqueseconsiderabadecente.Lajovenempezóarespirarcondificultad.

-Apártese de mí o gritaré -le comunicó Aimée furiosa. Él, para

ponerlaaprueba,diounpasoyseacercómásaún.Inclinólacabezacomosifueseabesarla.

-Vamos,grita-ledijoél.Aiméesediocuentadequelaponíaaprueba

ydeque si claudicaba, habría perdido terreno con él, quenuncamás setomaría en serio sus amenazas, de modo que decidió gritar, pero algodebiódeverEdwardenella,ladeterminacióndellevaracaboloquedijoqueharía,pueslamanodeélletapólabocadeinmediatoyelgritomurióenlagargantadelajoven.Élfruncióelceño,comosinosecreyeraqueellaibaasercapazdehacerlo.Estuvoasí,conlamanosobresuboca,mástiempo del necesario. Cuando se dio cuenta, tenía a Aimée estrechadacontra su cuerpo y la asía fuertemente por el talle. La soltó entonces,apartándosedeellacomosisucontactoquemara.

-No eres un caballero -dijo ella, tuteándolo por primera vez-. Te

comportaspeorquelosjornalerosdelcampo.Esperoquenoseasasídebruscoen…-ellahabíapensadoenaltoyquisomorirsedelavergüenzacuando se dio cuenta del tema que había sacado a la luz. Él la miró,comprendiendoaquéserefería,ysoltóunacarcajadaquehizoqueAiméesesintieramásridículadeloqueyasesentía.

-Demodoquelajovenzuelapiensaenlanochedebodas,¿eh?-Volvió

a soltarunacarcajada-.Apuestoaque tehancontadocosashorribles, tehabrándichoqueesunmartirio,queeldoloresinsoportable…-élvioelrostrocompungidodelajovenysediocuentadequeesoeraexactamenteloquelehabíancontado.

-Uncaballeronohabladeesostemasenpresenciadeunadama.Eres

unlibertino,unbárbaro,un…-ellasecallóalescucharlonuevamentereír.-El tema lo sacaste tú, querida -le recordó Edward. Ella ahogó una

exclamación.-Imagino que te estás divirtiendo con esto, ¿verdad? Encuentras un

placerespecialenhacermesentirmal.Noentiendoporquémeodias.Yono tehehechonada.También tú amíme resultas insoportable, peronopor eso trato de hacerte sentirmal, en cambio tú… -lamirada de él sevolviótanturbiayamenazadoraqueelladejódehablar.CuandoEdwardla escuchódecirqueél le resultaba insoportable, algo se removióen suinterior,una furiaciegaysalvaje.¿Queno losoportaba?Malditasea, sihabíaconsentidoaquelmatrimonioparalimpiarelhonordelamuchacha,unhonorquenisiquierahabíamancilladodeverdad.

-Sí-declaróél-,encuentrounaespecialsatisfacciónenhacértelopasar

mal -dio un paso hacia ella y trató de besarla con furia, pero Aiméeretrocedió y como Edward la sujetó por una muñeca para que no seescapara,ella levantósupequeñamanoyloabofeteótanfuertequedejósuscincodedosmarcadosenelrostrodelhombre.Lasorpresadeélfuemayúscula.

-Dentro de dos días me casaré contigo y me veré obligada a hacer

cosasquenodeseo,peroaúnnosoydetupropiedad,señorRobilard,asíqueniseteocurratocarme-elladiomediavueltaysedisponíaaentrarencasa cuan él volvió a sujetarla, esta vez por los hombros, y la empujóhastaquesuespaldaquedócontralafachadadelahacienda.

-Podría besarte ahora mismo si me diera la gana, pero no lo hago

porquenomeapetece,¿ocreesquesoycomoesegrupodeimbécilesqueterodeanentodaslasfiestas?Habríaquebautizarloscomo“LoscuarentaidiotasdeCharleston”.No,querida,yono tedeseomásde loque túmedeseas amí, así quenome trates como simemurierapor tusbesos.Elmundoestállenodemujereshermosasycomplacientes-leespetó.

-Tambiénestá llenodehombresguaposycomplacientes -ledijoella

elevandotantolabarbillaqueledolíaelcuello.Lomiró,conlosbrazosen jarras-. Oh, sí, me has oído perfectamente. Humíllame públicamentetrasnuestrabodateniendoamantesyporDiostejuroquesabrásquiénesAiméeErnestineDuMaurier -diomediavuelta,entróen lacasay logródejarlosinpalabras.EdwardRobilardsequedóallíparado,enla terrazade Las Magnolias, tan sorprendido que no pudo ni pestañear durantevarios segundos. Repasó mentalmente las últimas palabras de ella ycomprendió loque implicaban, ¿acaso ella lo estaba amenazando, acasosería capaz de tener amantes si él le era infiel? ¿LosDuMaurier no lahabían educado para comportarse como una señora? Pues esecomportamiento era más propio de una bribona de las calles. Él iba aenseñarlequenadieamenazabaaEdwardRobilardymenosconalgodeesecalibre.PorDiosqueleenseñaríaaesamocosaquiéneraél.Entoncesdiotalpuñetazosobreunadelascolumnasdelaterrazaquesusnudilloscomenzaronasangrar.

CAPÍTULO4

- ¿Qué te ha pasado en los nudillos? -preguntó Marie Robilard a suhermano.Élselosmirósindarledemasiadaimportancia.

-Nada. Un pequeño golpe -Edward la miró. Llevaba un hermoso

vestido verde y el cabello negro recogido con una sencilla cinta-. Nosabescuántoteagradezcoquemeacompañesenundíacomohoy-Mariehabíaaccedidoaasistiralabodadesuhermano,poresosecelebraríaenlosjardinesdelacasadelosRobilard,puesseríamásdifícilyhumillanteparaellaquelallevasenenbrazoshastalaiglesia.ElTíoWillyeraquienibaadepositarlaensusillaantesdequellegaranlosinvitados.

-Por ti lo que sea, hermanito, ya lo sabes -el rostro de la joven

reflejabapreocupación.Suhermanosemostrabacomounbloquedehieloyellasabíaqueeralosuficientementetestarudocomoparamanteneresaactitudante sumatrimoniodurantemeses.Con lo fácilqueseríaadmitirque Aimée le gustaba, a pesar de todo, y si la muchacha se mostrabaesquiva, él sabría cómo conquistarla, pero aquel maldito orgullo leimpedía hacer las cosas bien. Edward nunca olvidaría que Aimée habíacoqueteadoconel jovenColbertdelantedesusnaricesdespuésdehabercoqueteadoconél.Fingíaquenolorecordaba,peroMarieestabaseguradequerecordabaelepisodioalaperfecciónydequeeraprecisamenteesoloquelohacíacomportarsedeaquellamaneraabsurda.

TíoWilly,unmulatoenormedecasisesentaaños,perolamentalidad

de un niño pequeño, llamó a la puerta del cuarto deMarie y asomó sublancayrizosacabezaparapreguntarconunaenormesonrisasiyapodíabajarlaaljardín.

-Claro,TíoWilly.Estoylista-elhombretónlatomóenbrazoscomosi

Marienopesaramásqueunaplumay labajópor laescaleradecaracolconsumocuidado,cruzóelhall, salióal jardínhermosamentedecoradocon hileras de sillas blancas, adornadas con gladiolos, formando un

improvisadopasillohastaelaltarysentóalajovenenellugardehonor,muycercadelapérgolabajolacualsedaríanel“sí,quiero”suhermanoyAimée.ElvestidodeMarieeradeunhermosoestampadoentonosverdesy sumiriñaque, especialmente confeccionado para ella, era muchomáspequeñodelohabitualparaquefuesemásfácilestarsentadayserllevadaen brazos, ya que los enormes miriñaques que estaban de moda en laépocaimposibilitabanquenadieseacercasealasmuchachasamenosdemedio metro (se dice que la función primordial de tal moda era hacerimposible que los caballeros se acercasen más de lo que requería ladecencia).

Los invitados comenzaron a llegar pasadas las once de lamañana y

fueron entrando al jardín y ocupando los diferentes asientos tras serrecibidos por los tres hombres de la casa:GeraldRobilard,DesmondyEdward.TodosesosinvitadosseacercabanasaludaraMarieconmuchocariño, pero esasmuestras le parecían a la jovenmásde lástimaquedeotracosaylahacíansentirsemal,condeseosdequelabodafinalizaraypoderrefugiarse,omejordicho:esconderse,ensucuarto.

Todo estaba listo para la entrada de la novia. La buena sociedad deCharleston esperaba ansiosa la aparición de la señorita Du Maurier, lajovenmáscodiciadayconmáspretendientesdelcondado,laprotagonistadelúltimogranescándalo,aquellaniñamimadadelaciudadquesehabíavistoenvueltaenunasituaciónextremadamentecomprometidaconunodelos jóvenesmás disolutos deCarolina del Sur: el señorRobilard, aquelhombrequetantosreceloslevantabaporhabervividolargotiempoenelnorte,entrelosyanquis.

Edwardibavestidodeoscuro,impresionanteconsutraje,quelohacía

parecer más alto y atlético. Todos los ojos estaban puestos en él, puessabían lomuchoque leshabíacostadoa losDuMaurierconvencerlodeque se casara con Aimée. El rostro de él era duro e inexpresivo, pero

cuando la vio entrar vestida de novia no pudo más que abrir la boca,asombrado.Dehecho,losinvitadosdelasprimerasfilassupieronquelanoviahabíasalidoaljardínantesdequesonaralamúsicadelosviolines,y lo supieron por el murmullo de admiración de los primeros que lavieron.Edwardsedioentonceslavueltayvioaquellaaparicióncubiertade metros de seda blanca, con un miriñaque que la hacía parecer unamuñeca y el hermoso pelo negro recogido, lo que hacía posible ver elcuelloesbelto,eleganteymuysensual.Supadrelacondujohastaelaltaryel que iba a ser sumarido no pudo apartar los ojos de ella, en cambioAiméenoseveíacapazdemirarlofrenteafrente.Saberloqueélpensabaeramásde loquesuorgullopodíasoportar.Casarseconalguienque latenía en tan baja consideración y que incluso días antes de la bodadeclaraba que había demasiadas mujeres bonitas y complacientes en elmundocomopararepararenellaeraalgoquelearañabaelpechocomolas zarpas de un tigre. Se fijó en los invitados y observó los rostrosapagadosdealgunosde suspretendientes, losquedeverdad sentíanporellaalgomásqueunsimplehechizopasajero.Tambiénvioalgunamiradade envidia en las muchachas que admiraban su vestido y después vioaquellaotramirada,unamiradaquenosupodescifrar:lamiradadeJuneDeveril, oscura, rencorosa, fija en ella como la de un ave rapaz en sufuturapresa.Llegóentoncesa laalturadeEdward,querecibiósumano,ofrecidaporelseñorDuMaurier,yelrestodelaceremoniasedesarrollócomounanebulosaenelrecuerdodelajoven.Nosupocómofuecapazdeasentirenlosmomentosenlosqueteníaquehacerlo,nicómopudoevitarsalir huyendo de allí, que es lo que realmente deseaba hacer, pero larealidad es que cuando quiso darse cuento el reverendo los declarabamarido y mujer y los aplausos comenzaron a sonar a sus espaldas.Recordabatodaslasbodasalasquehabíaido.Elnoviosiempredabauncándidobesoenlafrentedelacontrayenteeneseinstante.Edwardtambiéncumplióconese requisito, comocon todos losdemás,pero lohizoconunafrialdadquellevóaAiméecasihastaelllanto.

-¿Tehas fijadoenAimée? -lepreguntóMaryElizabethRobertsona

JuneDeveril-.Estáemocionada.¿Creesquesehabráenamoradodeél?-JuneDeverilnopudoevitarungestodedesprecioalresponder.

-Nosésiellaestaráenamorada,perodesdeluegoélpreferiríaestaren

cualquierotrolugarantesqueaquí,esoesevidente-dejoellaconmuymalhumor. Había estado a punto de no asistir a la boda, le resultabainsoportableimaginarseaEdwardcasadoconotramujer,perosiademásesaotramujereraAiméeDuMaurier,eldolorseintensificabayseuníaalarabia.¿Porquéteníaqueserprecisamenteella…Ella,quepodíateneratodosloshombresdelcondado?¿PorquéEdwardtuvoquerescatarladelaccidentedelcarruajeycomprometerla?

Todo transcurrió como enun sueño.Aiméenunca lograría recordarcon exactitud cómo había sido su boda, pues sólo su cuerpo estabapresenteenlaceremonia,elbanqueteyelbaileposterior.Sucerebro,sucorazóny sualmaestabanamilesdekilómetrosdedistancia.Loque sírecordaba es que cuando la estaban ayudando a vestirse varias de lasesclavasdelafamilia,sumadrelehabíapreguntado:“¿Estáscontenta?”yaella lehabíaparecidouninsultoaquellapregunta.Porsupuestoquenoera feliz. Por supuesto que no estaba contenta. Todos la tenían por unapobre idiota que sólo con llevar un vestido bonito alcanzaba el cielo,comosinadaenelmundoimportaseapartedeeso,comosiellanotuviesecerebro para nada más. ¿Por qué opinaban así? ¿Acaso les había dadomotivosparaquetuviesenunaopinióntanpobredeella?Sumadrehabíacreídoqueaquel impresionantevestidoborraría todolodemás:elhechode que su hija fuese la primera de la familia en ser el centro de unescándalooquecasihabíantenidoquesuplicarleaEdwardRobilardquese casara con ella. Todo Charleston lo sabía y no había vestido, porhermoso que éste fuera, capaz de borrar todo eso, pero no se atrevió adecírseloasumadre.Noqueríapreocuparla.Asintiósinmirarla,paraquenodescubrieraqueestabamintiendo.

-¿SabesporquétellamamosAimée?-lepreguntósumadre.Lajoven

losabía,puesyaselohabíanexplicadomilesdeveces,perosumadreno

esperaba una respuesta por su parte, sólo quería contar su historia otravez-.TellamamosAiméeporqueenfrancéssignifica“amada”ycuandotupadre te vio recién nacida, tan pequeña y tan bonita, con esos enormesojosverdes,pensóqueseríasperseguidayamadapor todos los jóvenesdelcondado,talycomodespuésocurrió.“Amada”,pensamosentonces…¡Qué bonito nombre!, ymás bonito aún en francés, en nuestra lengua -Aimée no quiso decirle que el francés no era su lengua, pues ella soloconocía alguna que otra palabra. Su madre continuó hablando-. Serásamada, hija mía. Tal vez él no te ame hoy, ni te ame mañana, pero teamará.Nopodráevitarlopormásqueluchecontraello,yesunhombremuy testarudo. Luchará hasta las últimas consecuencias, pero te amará.Confíaenmí.Hevistocómotemira…-lajovensifijóensumadre.AnneDuMauriereraunamujerextremadamentedulceysensible,parecíaqueera inocente hasta el extremo de no darse cuenta de la mayoría de lascosasqueocurríanasualrededor,perotalvezesonofueraasí:talvezsíse diera cuenta demuchas cosas y simplemente se hiciera la despistada.Habíacomprendido,porejemplo,queelgranpesardesuhijaeracasarseconunhombrequenolaamabayalqueellanoamaba,pueshabíasidocortejadapordecenasdecaballerosysiempreimaginóparasímismaunaboda de ensueño con una especie de príncipe azul que la adorase. Lascircunstancias,encambio,lahabíanllevadoaaquellasituación.

EnestopensabaAiméecuandolaorquestacomenzóa tocarelvalsy

Edwardlatomódelamanoparallevarlaalcentrodelapistaquehabíanimprovisado en los jardines de la casa familiar. Aimée, qué ironía denombre.Sumadre asegurabaque algúndía sería amada,pero a ella esailusiónleparecióunimposible.Nuncanadielaamaríadeverdad,quizáslaamaradelejos,perosinlaposibilidaddeacercarseaella,puesestabacasadaconunhombrequeladespreciabayeseeraelsentimientoconelquedeberíavivirelrestodesuvida:eldespreciodesumarido.SaliódesuensimismamientoalsentirlafuertemanodeEdwardasiéndolaporeltalley acercándola a él demanera casi indecente.Los ojos de las damasqueobservaban a la pareja se abrieron desmesuradamente y algún que otrocaballero un tanto libertinomostró una sonrisa comprensiva: ¿quién, siestuviese en el lugar de Edward, no estrecharía contra sí a aquella

deliciosacriaturamásalládeloslímitesdeladecencia?Aimée trató de alejarse de él, pero no pudo pues la firmeza de los

brazos deEdward la tenían sujeta con fuerza. “Sé que has encargado elmiriñaquemásenormedetodoCharlestonparaquememantengalejosdeti,peroconvienequesepasquenadadeloquehagasmemantendrálejossi loquequieroesestarcerca”, lesusurróél,mirándola fijamentea losojos. El cuerpo de ella tembló entre sus brazos. No podía negar laatracciónquesentíaporAiméeenesosmomentos,aunquesedespreciabapor ello. Aquella muchachita se engalanaba con la clara intención deatraerloymanipularlo,comohacíacon todossuspretendientes,yéleratan imbécil de caer en su juego y no poder evitar aquella malditaatracción. Pero lucharía contra ella, lo haría hasta las últimasconsecuencias.ÉlnoseríaunomásdelostíteresdeAimée.

-Haz lo que te plazca -dijo ella con un tono derrotado que a él le

extrañó.Estabacansada,sóloqueríaquetodoterminaradeunavez,dejarde ser el centro de atención. Le dolían las mejillas de tanto fingir unasonrisaconstante.Vioelceñofruncidodeél,inclusoenmediodeaquellatristeza,ydelmalestar,ydeldeseodedesaparecerdelafiesta,éllahacíatemblar comoningún otro hombre antes y se odió a símismapor ello.¡Debíadetestarlotantocomoélladetestabaaellaynodejarsellevarporsu atractivo viril! Sus labios comenzaron a hormiguear en el mismoinstanteenqueEdwardposósusojosenellos.Sesonrojóintensamenteydiounpequeñotraspiés,peroél,comoexpertobailarín,salvólasituaciónasiéndolatanfuertecontrasupechoquenotólarespiraciónentrecortadadelajoven.

-Por supuesto que lo haré… y no falta demasiado para ello. Quién

sabe,talvezatitambiénteplazca-lerespondióél,conunasonrisaquenole llegó a los ojos, fríos y duros como el hielomientras la observaba.Aiméebajólamiradayfingiónocomprenderlasimplicacionesdeaquelcomentario. A ella nunca le placería nada de lo que él le hiciese en lacama. Era bien sabido que sólo las mujerzuelas disfrutaban en talescircunstancias.Lasdamas,jamás.

CAPÍTULO5

HABÍANsidonecesariasdoscriadas,ademásdeGénesis,paraayudarlaaquitarseelhermosovestidodenovia.Elcamisónquesepusodespuéserade seda blanca, bordado por lasmonjas del convento de SantaCatalina.Era tan liviano que se sentía desnuda con él y eso la ponía nerviosa.Sentadafrentealtocador,mientrasGénesiscepillabacienvecessunegrocabello, Aimée observó su rostro. Aquel brillo alegre y juvenil quesiempre lacaracterizóhabíadesaparecido.Estabaojerosay triste.Nuncasehabíavistotanpocobonitacomoaquellanoche.

-Eshoradequemevaya,señoritaAimée…Perdón,quisedecirseñora

Aimée-murmuróGénesis-.ElseñorRobilardestaráapuntode…-¿DóndedejóDottylabotelladelicor?-preguntólajovensinpermitir

quelacriadaterminaradehablar.-Debajo de la cama -Génesis frunció los labios, como siempre que

algoladisgustaba,yaquelloladisgustabaprofundamente:veraAiméetanderrotadaynopoderhacernadaparaayudarla.

-Yapuedesirte,entonces-dijoconunhilodevoz.Levantólamiraday

sonriócontristeza-.Notepreocupespormí.Todaslasmujerespasanporesto y ninguna se hamuerto, que yo sepa.No puede ser tan terrible -laesclavadiovariospasosdirigiéndosealapuerta.

-Es un hombre muy hermoso -se atrevió a comentarle a Aimée- y

ustedsiemprehasidocapazdeconseguirdelosjóvenescualquiercosa.-Estavezesdistinto.Estavez…-lavozselequebróynofuecapazde

explicar por qué esa vez era distinto. Tal vez ni siquiera ella mismasupieraporquéenaquellaocasióntodoeratandistinto,niquéhacíaqueEdwardRobilardfueratancondenadamentediferenteatodosloshombresconlosquehabíatratado

Cuando Génesis salió del cuarto, Aimée aún seguía sentada ante eltocador y miró la estancia a través del espejo. No se podía negar queaquellosRobilardteníanbuengusto.Losmuebleserandecaoba,macizosy hermosamente tallados, traídos desde Francia en la época de PierreRobilard,elabuelodeEdward, lacamaera tanenormequehacíaquesucama,enlacasadesuspadres,parecieraladeunaniña.Sedirigióhaciaellayseagachóbuscandolabotelladelicor.Laencontródetrásdeunadelaspatastraseras.Dottyhabíadichoquedierauntragolargo,queesoloharíatodomásllevadero.Laabrióyolióellicor.Eranauseabundo,perono se lo pensó dos veces y dio un buen trago. El licor le quemó lagarganta y la hizo toser. Se sentó en el tocador, esperando sentir algodiferente, nunca antes se había emborrachado, pero se encontrabaperfectamente normal, de modo que dio varios tragos más al licor.Cuando Edward entró en el cuarto, Aimée ya comenzaba a sentirsebastantemareada.Seguíaenaltocadorylovioatravésdelespejo.“Diosmío”, pensó enmedio de la nebulosa que el alcohol le provocaba, “hallegado el momento”, y sintió un escalofrío recorriéndole la columnavertebral. Edward se quitó la levita negra y la corbata sin decir unapalabra.ComenzóadesabrocharselacamisayentoncesreparóenAimée.Lajoventeníalamiradafijaenelvellodelpechomasculinoyloslabiosdeélesbozaronunasonrisadecrápulaconocedordelasmujeres.Ellalodetestaba,selohabíadicho,perotambiénsentíacuriosidad.Laformaenlaquelomirabaeraunamuestradeello.¿Podíadespreciarsealgoquedemanerapuntualtambiénnosresultasedeseable?Edwardhabíallegadoalaconclusión de que sí, pues Aimée y él no se soportaban, pero en esepreciso instante él la deseaba y si todos sus sentidos no le estabanengañando, la joven tambiénsentíaalgomuysimilaraldeseocuando lomiraba. La camisa blanca de él cayó al suelo. Se sentó en la cama paraquitarselasbotasnegrasycuandosólolocubríaelpantalón,sedirigióasuesposa,quelomirabasonrojada.

Aiméenosabíasilaculpalateníaelalcoholoelhechodeque,alfiny

alcabo,ellaquizásnoeraunadama,apesardelostrabajosdesumadreysu nodriza Portia, muerta meses atrás. Tal vez una mezcla de ambos,alcohol y desvergüenza, era lo que le impedía apartar la mirada del

cuerpodeEdward.Lasensacióndeansiedadaumentóalverloacercarse,tomarladeltalleylevantarlaenvolandashastaquelosrostrosdeambosquedaronfrenteafrente.Élnotódeinmediatoelterribleoloralicorqueemanabadelajoven.Frunciólaboca,enfadado.

-¿Hasbebido?-preguntótontamente,puessabíaquelarespuestasería

afirmativa. No esperó las palabras de la joven-. ¿Tan insoportable teresultaestarconmigo?

-Notedeseomásdeloquetúmedeseasamí-contestóella,repitiendo

laspalabrasqueEdward lehabíadichodosdíasatrás.Senotabaque lospárpadoslepesaban.

-Esoes loque tedijeronquehicieras, ¿noes cierto?Tedijeronque

bebierasparapoder tolerara tuesposoenel lecho…¡Quésufridas soislasdamassureñas!-murmuróélcondesprecioyfuriaenlavoz.Edwardmiró a Aimée y dudó que la joven pudiera mantenerse en pie si él lasoltaba-. ¡Despierta! -ledijozarandeándolaconsuavidad,puesellahabíacerrado los ojos por espacio de unos segundos. Lamuchacha parpadeócondesganay,parasacarladeeseestadodeadormecimiento,éldejódesujetarla en vilo, apoyó los pies de ella en el suelo, inclinó la cabeza ytomó uno de los pezones de la joven entre los dientes, por encima delcamisón. Lo mordisqueó delicadamente. Eso provocó la reacciónesperada:Aiméeabriólosojos,desorbitados,yseretorcióparaapartarsedeél.

-¿Qué estás haciendo? -le preguntó con un chillido. Edward no

respondió.Mirósuslabiosduranteunsegundoydeinmediatolabesó.Lajovenseresistióalbeso,pegabaconlospuñosenelpechodesumaridotratandodeapartarlo.Elbesoeraduro,sinunsoloápicedeternura.Sintióquelatomabanenbrazosyladepositabansobrelacama,todoellosinquelos crueles labios de él le dieran una tregua. El alcohol hacía que susmovimientos fuesen lentosydesacompasadosy casi no sedioni cuentadel momento en el que Edward se tumbó sobre ella, inmovilizándola,sujetandosusmuñecas sobre sucabeza.“Quieresnosentir,peromaldita

sea,teobligaréaquesientas”.Lafuerzadelhombreeraalgocontraloqueella no podía luchar.Dejó de resistirse, semordió el labio para que notemblaraytratódecontrolarelllanto.Lanubedealcoholsobresucabezaleimpidiórefrenarlalenguaehizoloquejuróquenoharía:suplicarleaEdward-.Nomehagasdaño…Porfavor.

Antes de escuchar sus palabras, él ya había notado el cambio en la

actituddeAimée.Nosehabíarelajado,nosedejaballevar.Noeraeso.Sucuerpoestabaenunalaxituddolorosa,rendido,quizásporelpavorqueleprovocaba que le hiciera daño. Malditas matronas y malditas criadas,meterlesesosmiedosalasmuchachasenelcuerpo.

-El daño es inevitable. La primera vez siempre duele, pero tendré

muchocuidado-lesusurróélaloído.Enesemomentonoladespreciaba,tampocoeralástimaloquesentía.Portodoslosdemonios, legustabaloque estaba viendo, los ojos asustados de Aimée, el cuerpo delgado depequeñospechosycaderassuaves,labocaentreabierta.

Aiméesintió los labiosdeEdwardnuevamentesobre lossuyos,pero

estavez ladelicadezadelcontactohizoquese sorprendiera.Elbeso fuebreve y delicado, casi cariñoso. Él levantó la cabeza paramirarla. A lajoven le daba todo vueltas, como si fuera a desmayarse.Apartir de esemomento las cosas ocurrieron sin que ella tuvieramucha conciencia denada,sólocuandosintióundolorpunzantequeletraspasabalasentrañassupoquehabíaperdidolavirginidad.Gritó,peroEdwardsacallósuquejaconunbeso.“Yapasó”,ledijo,“yanuncavolveráadoler”.Aiméecreyódistinguir ternura en su voz y se abrazó a él, que la recibió contra supecho y siguió moviéndose con exquisita lentitud. La joven tenía unasensualidad natural que lo sorprendió y lo dejó embobado, susmovimientos eran torpes e inexpertos, pero logró encenderlo con sucadenciaysuentrega.

Alamañanasiguiente,Edwardsedespertóconlosprimerosrayosdel

sol.Aiméeyélestabandesnudosyconlaspiernasentrelazadas.Lamirófijamentemientras ella aúndormía.Erapreciosa,muchomásbonita sin

susvestidosysuspeinados,así,desnudayconelpelosuelto,sinadornos.Levantó lamanopara acariciarle el rostro, pero ladetuvoenel aire, lopensó mejor y no la tocó. Él había sido tierno la noche anterior, tandelicadocomofuecapazparaquelamuchachasufrieralomenosposible.No había esperado la actitud apasionada de ella, quizás hubiera sido elalcohol el que la había desinhibido, pero de todos modos el alcoholsacaba a la superficie algo que la joven guardaba oculto. Ella eraapasionada,pensóEdwardmientraslamirabaysentíacrecerdenuevoeldeseo.EntoncesAiméeabriólosojosytratódetapárselosconlasmanos,mientrasemitíaunquejido.Edwardsonrió,conteniendoeldeseodebesarelpechodesnudodelajovenquesubíaybajabaconcadarespiración.Lanocheanteriorhabíacomprobadoquesuspechoseranmáspequeñosquela palma de su mano, tiernos y delicados, y que reaccionaban a sucontacto.Lajovensehabíaquejadocuandoélhabíadejadodeacariciarlosy había arqueado la espalda pidiéndole sin palabras que siguiera. Semoriríadevergüenzacuando lo recordaseyesohizoque la sonrisadelhombreseampliaraaúnmás.

-Ese malestar que sientes es la resaca. Es la consecuencia de haber

bebidomásdelacuenta-dijoél.Ellalomiróconsorpresa,comosinoseesperaraencontrarloallí,ydehechonoloesperaba,puesaldespertarnorecordabaquesehabíacasadoeldíaanterior.EsosprimerosminutosellaseguíasiendoAiméeDuMaurier,labeldaddelcondado,lamuchachaconcuarenta pretendientes a sus pies, y no la señora Robilard. Tardó enacostumbrarsealaclaridad,quelehacíadañoenlosojoscomocuchillasclavándose,ycuandoporfinpudodistinguirelrostrorisueñodeEdward,comprobó algo que la dejó estupefacta… ¡Ambos estaban desnudos,completamentedesnudos!Emitióunaquejaguturalytratódecubrirseconlasábanaantelamiradadivertidadesuesposo,queestabadisfrutandoalverlamortificada.

-¿Cómopuederesultartedivertido?¿Me…medesnudaste?¿Cómohas

sido capaz de hacer algo… así? -ella estaba enfadada, pero sentía másvergüenzaqueenfado.SehabíatapadohastaelcuelloconelembozodelasábanaysealejótodoloposibledeEdward,demodoquecadaunoestaba

enunextremodelacama.-Sí,querida,yotedesnudé,perorecuerdoperfectamentequetúestabas

más que encantada con que te desnudara -declaró él con una enormesonrisa cínica. Los ojos de ella se abrieron de par en par y su piel sesonrojó.

-¡Esonoescierto!Yo…norecuerdotalcosa-aseguróellaconunhilodevoz,mortificadaporlaspalabrasdeélyporladuda,puesenrealidadno recordaba casi nada de lo ocurrido la noche anterior, excepto aqueldolorintensoyunsueñobastanterecurrente:trotabaconelcaballoquelehabía regalado su padre una Navidad, años atrás, y saltaba la cerca delvecino. Siempre que emprendía un nuevo camino en su vida tenía esemismosueño,quizásporqueaquellahabíasidolaprimeravezquedecidióhacer algo sin pedir permiso a sus padres y logró llegarmás lejos quenuncaconPúrpura,sucaballoespañoldepelajenegro.

-Sabíaqueocurriríaesto,quediríasquenorecordabastodoloqueno

teinteresarecordar…Quizásteavergüences,peroenrealidadnoesnadamalo ser tan… apasionada -Aimée hubiera deseado borrarle aquellasonrisa cínica de un bofetón. Ella nunca se habríamostrado apasionadaconél.¡Conél,nunca!

-Te equivocas, realmente no lo recuerdo, pero a pesar de no

recordarlo,loquesíséesquejamásmemostraríaapasionadacontigo-leespetóellaenfadada.Elruboraúnteñíasusmejillas-.Paratuinformación,sólologrorecordareldolor-seruborizóaúnmás-yunsueñoquetengomuyamenudo.

-¿Un sueño? ¿Qué sueño? -quiso saber él, divirtiéndose de lo lindo.

Nuncapensóquesunochedebodasseríatansatisfactoria,sujovenesposatanapasionadayelprimeramanecerjuntostandivertido.Ellaerainocenteyresultabamuyfácilencendersufuria,mortificarlayhacerqueelrubortiñera susmejillas. Aimée no era la clase demujer con la que él habíaimaginado casarse, no era alguien con quien compartir todos suspensamientos, aficiones e inquietudes, era una mujer que vivía para

estrenarvestidosbonitos,irafiestas,peroporDiosqueeradivertida,aunsinpretenderlo.

-SueñoconPúrpura,unpurasangrenegroquemeregalópapápormi

decimotercer cumpleaños. Aprendí a montar en él, pero apenas medejabandaruntrote,pormiedo,asíqueundíamearmédevalor,cuandoyame sentía segura, y salí al trote, crucé la plantación, llegué hasta lacercadelapropiedaddelosvecinosylasalté,simedirlasconsecuencias.Fue lo más osado que he hecho en mi vida -nunca la había escuchadohablar durante tanto tiempo. Su conversación era infantil y llena demohines y de gestos coquetos que habría practicado mil veces ante unespejopararesultaratractiva,peroestaveznolemolestaba,alcontrario:le resultaba muy graciosa y no pudo evitar sonreír-. Muchas veces serepiteesesueñoysientolamismalibertadyveolascarasdesustodelosColbertcuandomevieronsaltarsucerca-lajovenserió,peroelrostrodeEdwardcambióradicalmentecuandoescuchóelapellidoColbert.¿Ellahabía estado soñando conGeraldColbertmientras él le hacía el amor?¡Cómo había podido ser tan imbécil de pensar que aquella pequeñasabandija había disfrutado entre sus brazos? Era la segunda vez queanteponía a Colbert, la primera había sido el día que la conoció en lahacienda,peroestavezelasuntoeramuchomásgrave.¿MientrashacíanelamorellahabíasoñadoconColbert?

AiméesediocuentadelcambiodeactituddeEdwardynosupoaqué

sedebía.Deprontosediocuentadequehabíahabladodemasiadoyparaalguien que la consideraba una estúpida debía de ser horrible tener queescuchar sus tonterías durante tanto tiempo. Frunció el ceño al darsecuenta de que ella misma estaba comenzando a considerar susconversacionescomoestupideces,contagiadaporlaopiniónqueEdwardteníadeella,yseenfadódemanerairracional.Unremolinodeodioseleinstalóenelestómago.¿Cómoeraposiblequelaopiniónqueélteníadeellaestuvieracondicionandolaopiniónqueellateníadesímisma?

-Quizásnoquierasrecordarlo-dijoélfuriosodepronto,mientrasse

levantaba de la cama yAimée podía contemplar sumagnífica desnudez

con cierto pasmo -, pero anoche fuiste tan apasionada que nadie podríaadivinarqueerasunadama-ellaahogóungritoysepusoderodillasenlacamaolvidandoqueestabadesnuda-.Gemisteyteentregasteamíconunhambre ferozy susurrabasminombreconunarrobamientoquebien sepodríapensarquemeamabasconlocura-ellalelanzólaalmohadayéllaesquivó.

- ¡Yo jamás haría eso que dices que he hecho ymenos contigo! -él

saltóalacamayquedótancercadeellaquelajovencomenzóatemblarde furia. Trató de abofetearlo, pero él le agarró la muñeca y la doblódetrásdesuespalda.Hizolomismoconsuotramanolibre.

-Noteatrevasalevantarmelamanojamás.Yameabofeteasteunavez

y lo consentí, pero nuncamás -el cuerpo de él estaba pegado al suyo yAimée tuvo miedo de que él tratara de hacerle nuevamente el amor, aplena luzdel día.Si esoocurría, ella iba a gritar tan fuerte quehasta elúltimo habitante de la casa creería que Edward la estabamatando. Perocontrariamentealoqueesperaba,éllasoltóycruzódesnudolapuertaqueseparabael cuartoenelquehabíandormido,yquemás tardedescubrióque era el suyo, y el cuarto de él.Los padres deAimée siempre habíancompartido lecho, por eso a ella le parecía extraña esta decisión deEdward,perosesintiómuyaliviadapornotenerquedormirconélcadanoche-. Vístete para bajar a desayunar -le dijo él mirándola de arribaabajo-.Escuriosotupudorvirginalysureño,tanprontoteavergüenzasdetu desnudez como la muestras con total impudicia. ¿Realmente eres ladamaque presumes ser? -fue entonces cuando ella se dio cuenta de queestaba de rodillas sobre la cama y completamente desnuda. Su furia lehabíahechoolvidaresedetalle.Envezdetaparseconlassábanas,tomódeencimadelamesitadenocheloprimeroqueencontró(unjarrónpequeñodeporcelana)y se lo lanzóaEdward,peroéstecerró lapuertaantesdequeledierayeljarrónsehizoañicosalestrellarsecontralapared.Sóloentonces ella volvió a sentir aquel terrible dolor de cabeza y aquellarevolturaenelestómago.Sejuróasímismaquejamásvolveríaaprobarelalcohol.

CAPÍTULO6

ENunprimermomento,Aiméehabíadecididonobajaradesayunar,puesnoqueríaencontrarsenuevamenteconEdward,nitampocoveralrestodelosRobilard,alosqueimaginabaigualdecruelesydesagradablesquesumarido. Pero eso fue en un primer instante.Después comprendió que sihabíaunmomentoparaservalienteyorgullosa,eraaquel.NopermitiríaquelasburlasdeEdwardlaacobardaran.Bajaríaconlacabezabienalta,sesentaríaentrelamanadadelobosyningunodeelloslaveríatemerosa.Nolaaplastarían.ElmalditoEdwardRobilardnolograríaaplastarla.

Génesis entró en el cuarto, expectante. No sabía cómo iba a

encontrarseasuseñoraylasorprendióverlaconunbrillotanintensoenlosojos.Laconocíalosuficientecomoparasaberqueesebrillonoeradefelicidad, sino de rabia, de modo que no le preguntó cómo habíatranscurridolanochedebodas.SeríamejoresperaraqueAiméedecidieracontárselo.

-Quieroponermeelvestidoazuldecuadros-ledijoaGénesis.Eraun

vestido muy original, confeccionado con una tela comprada en BatonRouge, Luisiana, y tan de moda, que sólo ella en Charleston tenía unvestido como aquel, algo habitual, por otra parte, pues era una de esasmujeresquenoseguíanlamoda,sinoquelaimponían.Lacriadabuscóelvestidoenelarmarioylocolocósobrelacama.EsperoaqueAiméesedieraunbañoytuvoqueesperarmucho,puesloscriadosdelosRobilardnoerantanrápidoscomolosdelosDuMaurier,otalvezsedebíaaquelacasadelosRobilarderamuchomayor,yelaguacalientetardóenllegarcasiquinceminutos.Traselbaño,Génesislaayudóavestirse:lasmedias,los pololos que hacían la función de ropa interior, el corsé que apretóhastaqueAiméecasinopodíarespirar,elmiriñaqueatadoalacinturaconlazosde rasoy finalmente laschinelasazules.Sinhabersepuestoaúnelvestido,sesentóeneltocadorparaquesucriadalapeinase.Comoestabacasada,elpelodebíairrecogido.Yanopodíallevarlosueltoycayéndolesobreloshombros.

-Hazme un recogido juvenil,Génesis, como el de aquellamuchacha

que vimos en Atlanta el verano pasado, ¿recuerdas? -dijo la joven. Lacriada asintió y comenzó a peinarla. Aimée tuvo que reconocer que elresultadofinaleraencantador,pueselpelorecogidohacíamásvisiblesyllamativoslosrasgosdesurostro,losojosverdes,lospómulos,yponíademanifiestoquesucuelloeraotrodesusatractivos.Sonrióalverseenelespejo.Selevantódeltocadorypermaneciódepieenelmediodelcuartomientras Génesis tomaba el vestido de encima de la cama. Comenzó aponérselo por la cabeza y dejó que el organdí resbalase por su cuerpohastalospies.Finalmenteloabotonóenlaespalda-¿Quétalestoy?-quisosaber.

-Estámaravillosa,señoraAimée-dijoGénesisconlamiradallenade

orgullo.Sibienaquellanegritanoeraunacriadaaluso,sísentía,comoelresto de esclavos de los Du Maurier, el orgullo de trabajar para unafamilia tan ilustre. En el caso de Génesis, a eso había que añadir quequeríaaAiméemáscomoaunahermanaquecomoaunama.La jovenseñoraRobilardseencaminóentonceshacia lapuertadelcuarto,alzó labarbilla, elevó el busto y se decidió a bajar a desayunar con su nuevafamiliaconungestodedesafianteorgulloenlamirada.

LosRobilardteníanlacostumbredesermuypuntuales,demodoqueestaresperandocasiveinteminutosparaqueAiméebajaraadesayunarlesparecióunainsolenciaatroz,peroningunodeellosdijonadaytratarondetomárseloconcalma,pueslamuchachaaúnnoconocíaloshorariosdelacasayprobablementeenLasMagnoliaslosDuMaurierselevantasenmástarde.

Entróenelcomedorcuandoya todosestabansentadosyeldelicioso

olor de su perfume de rosas y el frufrú de su vestido hicieron que la

estanciasellenasedeunairenuevo,másalegre.UnnegroescuálidoydegrandesojosverdesalquetodosllamabanWelltomleapartólasillaparaayudarlaasentarse.Eraimposiblenorendirseantelavisiónmaravillosadelajoven.

-Buenosdías-dijoella.Todoslerespondieron,alavezquecolocaban

las servilletas en el regazo. Marie miraba a Aimée embobada. ¡Cuántohabíaoídohablardeellaynuncahabíantenidotiempodededicarsemásqueun saludo!Lahabíaconocidoenuna fiestaenLasMagnolias,habíaido acompañando a su hermano Edward, y a pesar de que el atractivoarrebatadordeAlexanderDuMaurierlahabíadejadohechizada,tambiéntuvo tiempoparaobservarasuhermana.Aimée teníaunañomenosqueMarie,perosiempresehabíaoídohablardeellaenCharleston.Cuandonoeramásqueunaniña,enlasreunionessocialesyasedecíaquedemayorseríamuyhermosaymástarde,enlosbailesylasfiestas,cuandonopodíaasistir, aunque tenía quince años, por estar de luto tras la muerte de suabuelamaterna, Vagness Roix, ya los jóvenes suspiraban por ella. Tresmeses atrás había debutado en sociedad y no había otro tema deconversación en toda la ciudad que Aimée DuMaurier, su maravillosocutis, su naricilla respingona, su brillante pelo negro, los vestidosexclusivosque lucía, la cantidaddepretendientesque la rondabanen lasfiestas e iban a visitarla a Las Magnolias. No era la muchacha máshermosadeCharlestonnimuchomenos,perosusensualatractivodegatadejabamalparadasaotrasjóvenescuyasfaccioneseranmásparecidasalasdelasestatuasgriegas.

-Enestacasasedesayunaalasochoenpunto,secomealasdoceen

puntoysecenaalassieteenpunto.Niunminutomás,niunomenos-dijoEdward sin mirarla siquiera y con un tono tan duro que su familia sesorprendió.Aimée lo ignorópor complejoy sudisculpa fuedirigida alpadredeEdward.

-Lo siento muchísimo, señor Robilard. En Las Magnolias

desayunábamos a las nueve ymedia y, tonta demí, nome di cuenta depreguntar loshorariosdeestacasa.Novolveráaocurrir -Aiméemintió

para guardarse las espaldas. En realidad, siempre llegaba tarde a todaspartes, pero se juró a sí misma que su maldito marido no volvería aponerla enun aprietopor la impuntualidad.Apartir de esemomento secuidaríadecumplirconloshorarios.

-Querida,porfavor,notedisculpesporesatontería-dijoelanciano,

dedicándoleunasonrisaasunuerayunamiradaglacialasuhijoEdward.-No permitiré esto, Edward. Te hemos permitido muchas

excentricidades, pero por Dios que mientras vivas en esta casa tecomportarás como un caballero con tu esposa, aunque no seas talcaballero,ylatrataráscomoloquees:unadama-eralaprimeravezqueAiméeescuchabaaDesmond,elhermanomayordeEdward.Separecíanenormemente, pero Desmond no tenía ese toque canalla que hacía aEdwardtanarrebatador.Erauncaballeroy,comotal,asusmovimientosles faltaba la vivacidad y el brío de los de su hermano, mucho menosinteresadoenmantenerlasformas.Habíaoídohablardeélporlaciudad.Se dedicaba a la política, aunque ese era un tema en el que nunca se lehabíapermitidoparticiparalajovenynosabíaaquépartidopertenecíaoqué ideas eran las suyas, aunque imaginó que sería un sureño leal, unpatriota,ysusideasnopodíansermuydiferentesalasdetantossureñospatriotas que ella conocía, sus amigos y vecinos. La mirada que loshermanossedirigierondemostrabalamalarelaciónentreambos.

-Tenemosideasmuydiferentesdeloqueesuncaballero,Desmond,y

de todos modos no tendrás que soportarnos mucho tiempo. Prontoabandonaremosestacasa-Aiméenosabíasisumaridosereferíaaqueenun mes aproximadamente emprenderían su luna de miel a Saratoga, eldestino de moda en la época, o a que construiría una casa para ellos.Ningunode los hermanosdijo ni unapalabramásdel asunto.Marie, encambio, trató de salvar la situación, pues nunca había soportado lastensionesenlamesa.

-¿TenéisalgúnplanEdwardytúparahoy,Aimée?-lepreguntóasucuñada.

-No -se apresuró a responder la joven con una sonrisa e ignorandocompletamenteasumarido.

-Quizás quieras acompañarme al jardín, entonces. Hace un día tan

bonito…Edward suele leerme en el jardínmuchasveces.Me encantaríaque también tú me leyeras algo que te guste -la joven trataba decongraciarseconsucuñada.Lecaíabiendeunaformainstintiva,nosóloporquefueselahermanadeAlexanderyéllehicieselatirelcorazónhastacasi salírsele del pecho, sino porque adivinaba una fuerza en ella, unadecisión,queleresultabaadmirable.

-¡Oh! -dijo Aimée sin pensar antes de hablar- pero es que no hay

ningunalecturaquemeguste.Noheleídounlibroenmivida-todossinexcepción levantaron la mirada de sus platos y la clavaron en ella conexpresióndeincredulidad.Ellalonotóyhubiesedadomediavidapordarmarchaatrásynohaberdicholoquedijo.LosRobilarderanfamosos(yextraños,puesesonoseestilabaenelsur)porsuamoraloslibros.Esaconfesión por su parte haría que la tomaran por una idiota y le daría aEdward munición para seguir burlándose de ella. Trató de arreglar sumeteduradepata,peroloempeorómásaún-.EsqueenLasMagnoliasnohaylibrosynuncahevistoconunlibroentrelasmanosanadie,niamifamilia,nianuestrosvecinos…Anadie-lamiradaburlonadeEdwardlahirió profundamente. ¿Qué se creía esementecato? Enmuchos aspectoserasuperioraél.Seríacapazdellevarsolalahaciendadesupadre,milesdeacresycasidoscientosesclavos.Élnopodríahacerloyaquenuncasehabíandedicado al algodón.Montaba a caballo tanbienomejor que él,pero la maldita moral de la época la obligaba a no demostrar sushabilidades para que los caballeros no se sintieran cohibidos. Habíamuchascosasqueseguramentehacíamejorqueél,asíquenocomprendíaaquéveníaesamaníadeleerlibros.Ningunodesusconocidosleíayeranperfectamente felices,mantenían sus fortunas, llevabanunavidadigna…¿Paraquéservíanloslibros?

-Vaya, cuánto lo siento -dijo Marie entristecida, como si Aimée se

hubieseperdidoalgopornohaberleídounlibro-,¿esquenohasidoala

escuela?-¡Cómonoibaairalaescuela!Claroquesí.Fuihastalosquinceaños

a laAcademiaFemeninaLeflerc,peroallínadiemepidióque leyeraunlibro-explicóella.Lasjóvenesconsiderabancompletadasueducaciónalllegar a los quince, pues entonces eran presentadas en sociedad ycomenzabanabuscarmarido.

- ¿Y qué os enseñaban allí? -quiso saber Marie, verdaderamente

interesada,puesellahabíasidoeducadaencasaporunprofesorfrancés,Monseur LePen, que le obligaba a leer almenos tres libros almes y aestudiar historia, geografía, literatura, matemáticas y, por supuesto,francés.

-Cómo comportarnos, cómo arreglarnos, qué hacer y qué no hacer

nunca e incidíanmucho en los rezos. He leído La Biblia… ¿cuenta esocomo un libro? Si es así, puedo decir que almenos he leído uno -dijoAiméeconunainocenciaqueencandilóatodoslosRobilardexceptoasuesposo,queintervinoenlaconversaciónparamortificarla.

-PoresolosRobilardsiemprenoshemoseducadoencasa,porquelas

academias no enseñan nada de provecho -miró fijamente a Aimée conojos furiosos y altaneros-. Marie, por ejemplo, habla perfectamentefrancés, tocaelpiano,haestudiadoarte, literatura,matemáticas,historia,geografía…

-Yonotengoesetipodeconocimientos-locortóAimée-,sinembargo

tengootros.Cuandomipadre se puso enfermoymihermano estaba enWest Point, yo sola llevé la plantación durante más de un año y losbeneficios fueron muy cuantiosos. Disparo y monto a caballo tan biencomocualquierhombre,aunqueconlamayoríatengaquedisimularparano hacerlos sentir incómodos y… -la carcajada de Desmond Robilardhizoquesecallara.¡Quiénibaaimaginarqueaquellajovendeexquisitadelicadezayfeminidadtuvieracualidadestan…masculinas!

-Mealegro inmensamente,queridoEdward,dequehayasencontradolahormadetuzapato-dijo,mirandoburlonamenteasuhermano-.Ahora,señorasyseñores,deboirme.Noquierollegartardealdespacho-Edwardlomirótambiénconsarcasmo.

-Noterespondo,hermano,porqueseríademasiadofácilhumillartey

hasta yo tengomi corazoncito y no quiero abusar -Desmond apretó lospuños,inclinólacabezacomodespedidaysaliódelcomedor.Losdemásterminarondedesayunarenabsolutosilencio.

Marie y Aimée estaban sentadas a la sombra de un sauce. La jovenRobilardmirabaasucuñadaconelceñofruncido.

-ImaginoquesabesquecuandoEdwardtedicecosasodiosasnohablaenserio.Éltieneuncaráctermuydifícil-leexplicó.

-Sí lasdiceenserio,Marie,no lo justifiques,y lasdicecon laúnica

finalidad de herirme, pero nome importa, nome hace daño -mintió lajoven-. Me considera inferior a él porque no me interesan las mismascosas, pero no se da cuenta de que yo puedo despreciarlo a él por elmismo motivo -disimulaba tan bien su congoja que nadie hubieseadivinado hasta qué punto su orgullo había sido magullado por laspalabrasdeEdward.

-Eseesunargumentoestupendo.Sialgúndíaseponealtaneroyquiere

quedarporencimade ti,díselo -Marie sonrió-.Nunca lohabíavisto tanenojado.Consiguessacarlocompletamentedequicio-volvióareír,peroAiméepermanecíaseria.

-Estriste,¿sabes?Consiguesacarlopeordemíeimaginoquetambién

yosacolopeordeél.Perodejémonosdecosasdesagradablesycuéntameporquétegustantantoloslibros-Aiméetratódeanimarse.

-Megustanporquealgunosdeellosponenpalabrasamissentimientos.

Los leo y pienso: “esomismo siento yo, pero hasta que lo he leído nosabíaexplicarlo”.Otroslibrosmegustanporquemehacenviajaraépocasylugaresquesonlejanosymeintroduzcoenhistoriasquenopodríavivirde otro modo. Me gustan, sobre todo, porque sin esfuerzo aprendomuchas cosas. Por ejemplo,me di cuenta de que estaba enamorada trasleerladescripciónquehacíadelamorStendhal.

-¿Estás enamorada? -Preguntó sorprendidaAimée-. ¿Puedo saber de

quién?-Mariesesonrojóhastalaraízdelcabello.Noteníatantaconfianzacomopara confesarle a su cuñada que amaba de su hermanoAlexanderdesdequeloconociera,dosañosatrás.

-Nopuedodecirtequiénesél-declaróconciertatristezaenlavoz-.De

todosmodos,élnuncasefijaráenmí.Jamásnadiesefijaráenmí.-¿Lodicesporquenopuedescaminar?Quizásalgúndíapuedasvolver

ahacerloy,además,erestanbonitaquecualquierhombreseenamoraríade ti -Aiméelopensabadeverdad,perosesorprendióaldecirloporqueera la primera vez que sentía afinidad con otra muchacha además deGénesis.ComprendíaaMarie.Ellatambiénteníalasensaciónquenadielaamaríanuncayasílodijo.

-Yo siento algo parecido, Marie. Nadie me amará nunca y estoy

atrapadaenunmatrimonioconunhombrequemedesprecia -Aimée,enestaocasión,nopudodisimularsutristeza.

-¡No creo que Edward te desprecie! Él… es complicado -podría

explicarleaAiméecómolehabíaafectadoasuhermanoverlacoquetearconGeraldColbert despuésdehaber coqueteado con él, dos años atrás,cuando se conocieron en LasMagnolias. Podría explicarle que Edwardhabíaquedadohechizadoalverlaylohabíaheridoenelorgulloysialgono soportaba Edward Robilard era sentirse humillado y manipulado yAiméehabíatratadodehacerambascosasconél.Podríaexplicárselotodoy su cuñada entendería, peroMarie no iba a decir ni una palabra, pues

sabíaqueesoseríatraicionarasuhermano.Éljamásseloperdonaría.La conversación entre las cuñadas se alargó una horamás y cuando

finalmenteMariequisoentrarencasa,Aiméefueabuscaraalgúnesclavopara que la ayudara. Edward, que había estado observándolas desde elventanaldeldespacho,salióalencuentrodesuhermanacuandoéstaquedósola.Ellalesonrióalverloacercarse.

-Debesprometermequemañanatecomportaráscomouncaballero-le

exigió la joven. Edward no comprendió esta petición-. Los Colbertvendránapresentarsusrespetos-eraunacostumbresureñaquelalunademielcomenzaseunmesdespuésdelaboda,puesalolargodeesemes,losreciéncasadosrecibíanlasvisitasdelosvecinos,queveníanafelicitarlospor el enlace, y también eran invitados a múltiples recepciones en suhonor. Para Edward, el hecho de que fuesen los Colbert los primerosvecinos en visitarlos era peor que recibir una puñalada. No iba acomportarsecomouncaballero.No ibaacomportarseenabsoluto.Si aeseimbécilseleocurríapisarsucasa…

-SiGeraldColbertpisa esta casa, lo echaré apatadas -rugióEdward

con los ojos inyectados de furia. Marie abrió la boca con gestohorrorizado.

-Eresunloco…¡GeraldColbertnotehahechonadaparaqueloodiesasí! -dijo la joven,consternada, temiendo loquesuhermanoseríacapazdehacer.

CAPÍTULO7

LAculpa no era deGeraldColbert yEdward lo sabía. La culpa era deAimée,peroaunasíélnopodíaevitarodiaraGerald.

Edward no quería reconocer ni siquiera ante símismo elmotivo de

eseodioodelrencorquesentíaporsuesposa.Erademasiadohumillantereconocerlo,perolaverdadesquetodohabíacomenzadodosañosatrás.

AlexanderDuMaurieryEdwardRobilardempezaronacoincidirenel

casinodeCharleston,enelburdeldeLolaDelclos,enlascasasdealgunosconocidos comunes y se hicieron amigos. Edward había llegado hacíamesesdesulargaestanciaenelnorteyseencontrabafueradelugarensuciudad.SóloconAlexanderfuecapazdehablardepolíticasintapujosy,apartir de ahí, compartieron otras muchas aficiones. Alexander era másconservadorqueEdwrad,podríadecirsequeeramássureño,peroamboseraninteligentesycríticosconlasociedadenlaqueleshabíatocadoviviryesolosunió.

EdwardfueinvitadoapasarunosdíasenLasMagnolias.Elveranose

iba acercando y las jóvenes preparaban el inicio de la temporada defiestas.Algunas sedisponíana serpresentadasensociedad,porejemploAimée Du Maurier. Edward había escuchado hablar tanto de ella quedeseabaconocerla,noconuninterésromántico,puesentresusplanesnoestababuscaresposaaún,nimuchomenosconinterésconquistador,puesera la hermanade sumejor amigo, y aunqueno la uniera el parentescocon Alexander, él no jugaba a hacerse el conquistador con jovencitasdecentesquebuscabanmarido.Elinteréssehabíadespertadoenélporqueno había un lugar en Charleston en el que no se la nombrara conadmiración.SuhermanaMariehablabadeella, las jóvenesqueveníanavisitarlatambién,lasmujeresenlasreunionessociales,loscaballerosenel casino, incluso en el burdel de Lola Delclos se hablaba de aquellamuchachitabellísimayllenadepicardíaqueibaadebutarenapenasdossemanasyyaestabaprovocandoestragosentrelosjóvenescaballerosde

Charleston. Finalmente, Aimée no fue presentada en sociedad hasta dosaños después, cuando terminó el luto por su abuelaVagnessRoix, peroporlosdíasenqueEdwardlaconoció,lajovenestabaentusiasmadaconserdebutante.

Edward yMarie habían ido juntos a LasMagnolias. La reunión fue

muy agradable y se dieron cita algunos jóvenes de Charleston en edadcasadera:lashermanasMacBein,elmuchachodelosRobertsonyGeraldColbert, entre otros. La primavera tocaba a su fin y los camposdesprendían ese particular olor a hierba seca que recordaba al verano.EdwardhabíavistoporprimeravezaAiméedeespaldas,enelporchedeLasMagnolias,recibiendoinstruccionesdesunodrizaPortiaparaqueelsol no le oscureciera la piel, ni le salieran pecas. “Tápese, hágame elfavor, señorita Aimée, aunque haga calor, que se le puede estropear lapiel”,ledecíaPortia,unaancianamulataqueyahabíasidolanodrizadeAnne, lamadre deAimée.Edward reparó en su cintura finísimay en lavozgraveyautoritariaconlaqueledijoaPortia:“Notepongaspesada.Séperfectamenteloquetengoquehacer.Yanosoyunaniña”.PortiavioaEdwardantesque lapropiaAiméey enrojeció al comprenderqueaquelcaballero,unperfectodesconocido,habíaasistidoaunariñaprivada,unaescena que no debía ser observada por nadie que no perteneciese a lafamiliapuesdemostrabaelcaráctervoluntariosodelajovenDuMaurier,algoquenoconveníaenabsolutosiqueríaencontrarunbuenpartido.

Edwardhabíainclinadolacabezacomosaludoyalelevarnuevamente

lamirada,setropezófrenteafrenteconunosojosverdesyvivacescuyogesto burlón mostraba el carácter poco convencional de la muchacha.Edwardpensóquelashabladuríasnolehacíanjusticia.Nosólollamabalaatención por bonita. Charleston estaba lleno de mujeres preciosas.Llamaba laatenciónpor la seguridadensímismaque transmitía,por lafuerzadecarácter,lasensualidaddesusmovimientosyporquedesdelejosse notaba que le gustaba divertirse y se tomaba pocas cosas en serio.AEdward le gustó lo que estaba viendo. Tenía todos los atributos de unadama,perolamiradaylasonrisaeranpropiasdeunabriboncilla.Ellalesonrióylomiróconinterés.

-Creoquenohemos sidopresentados, señor…-y esperó aque él le

indicase su apellido. Tardó un poco en responder pues había quedadoimpactado por la joven. Con su vestido amarillo chillón estabaencantadora.

-Robilard-respondióélconunasonrisaquenolehabíagustadonadaaPortia,pues laveíapocogentil.“Lahamiradocomoun lobomiraauncordero”,ledijomástardeaAiméeylerecomendóquesecuidaradeesehombre,pueseraunmujeriego.

-¡Oh,elseñorEdwradRobilard,elamigodeAlexander!Heescuchado

hablarmuchoymuybiendeusted-exclamóellaconcoquetería.Nopudoevitar un escalofrío cuando él se acercó, le tomó lamano y se la besó.Habíanotadoque lamiradamasculina resbalabadesde susojoshasta suboca,deahíasubustoyfinalmentealdorsodelamano,dondedepositóunbesobreve.Elladeberíahabersesentido insultadaporaquellamiradatanimpropiadeuncaballero,perolociertoesquelegustó.“¡Diosmío,qué me está pasando!”, se preguntó la joven, sintiéndose de prontoacaloradaytemblorosa.

-¿Mepermitequelaacompañealsalón?-Edwardleofrecióelbrazoy

ella lo tomó ante la atenta mirada de Portia, que reprobó elcomportamiento de ambos, pues le pareció demasiado familiar paraacabardeconocerse.

Durante toda la tarde, y a pesar de que otros jóvenes se acercaban

tratandode llamar su atención,Aimée le dirigiómiradas aEdwardy lobuscodisimuladamentecuandoélsalíadesucampodevisión.Éltampocopodía apartar los ojos de ella. PorDios, lamuchacha le gustaba.Era lahermanadeAlexanderyqueríaandarconpiesdeplomo,estarsegurodeque no era un simple capricho antes de dar cualquier paso. Entoncesescuchó una conversación de ella. Estaba en medio de un grupo dejóvenes.

-¿Museos? -Preguntó fingiendo estar escandalizada- ¿A quién le

interesanlosmuseos?No,amínuncameveránenel interiordeuno.Sialgúndíamepierdo,caballeros,búsquenmeencualquierparte,exceptoenun museo -lo dijo con una sonrisa encantadora y los jóvenes a sualrededor rieron el comentario jocoso, pero Edward no pudo evitarfruncir el ceño. Justo en ese instanteAimée lomiró y le sonrió y él sedebatió entre las dos imágenes opuestas que tenía de la muchacha: lavivaracha y sensual que despertaba sus sentidos, por un lado, y la quemenospreciaba los museos y a saber cuántas otras cosas, por otro. Sinembargo,lavisióndeellaerademasiadopoderosaparaolvidarseporelhecho de que fuese absolutamente inculta, como lo eranmuchas damassureñas.AiméehabíadespertadolossentidosdeEdward,eraunacuestióndepiel:laveíaysesentíacomounchiquilloansioso.Nadieeraperfecto.La jovennuncadespertaríaun interésprofundoenély losabía,puesnotenía las cualidades necesarias para ello, pero despertaba un interéssensualevidente.Nopodíaquitárseladelacabeza.LossiguientesdíasenLasMagnolias fueronunaauténticacondena.Ellaerauna jovendecente,buscaba marido, era la hermana de su amigo Alexander, característicastodasellasqueevitabanqueEdwardseacercaseaAimée.Peroladeseabay su cuerpo no comprendía las razones de sumente. Casi había decidopasar por alto el hecho de que ambos no tuviesen nada en común yacercarse a la joven, comprobar si podíahaber algoentre ellos, cuandoAiméecomenzóacoqueteardescaradamenteconGeraldColbertantesuspropias narices. La lucha interior de Edward había sido titánica, habíaobviado que con ella no podría hablar de nada de lo que realmente leinteresabay,alfinal,habíallegadoalaconclusióndequedebíaconocerlamejor, de que a pesar de todo quizás sería ella la elegida, cuando depronto comprendió que para la joven él no había sido más que uncoqueteo intranscendente y que, en cuanto había captado su atención, suorgullo se vio satisfecho y comenzó a coquetear con Gerald Colbert.Cómo ladetestóEdward entonces, y cómo sedetestó a símismo, cómocomenzó a mirarla con desprecio, a minimizar sus cualidades y aexagerarsusdefectos…

EdwardnosabíaqueelcomportamientodeAiméesehabíadebidoal

miedoy,sobretodo,alaspalabrasdePortia.“Lehacedemasiadocasoal

señorRobilardyqueyosepa,élaúnnolahapedidoenmatrimonio”.Eracierto,niEdwardlehabíapedidomatrimonio,niselehabíadeclaradoyella estaba dejando demasiado claro su interés. Eso no era inteligente.Portia decía que los hombres eran como niños que quieren siempre eljuguete que tiene otro niño. No debía mostrarse tan disponible, pues ladificultaderaparaellosunaliciente.“Coqueteeconcualquierotro,noleallane el camino al señor Robilard… Y no sé por qué le doy buenosconsejos, señoritaAimée, porque ese señorRobilard nome gusta nada.No,señor.Amínomeengaña:noesuncaballero.Esunbribón.Perosiusted lo quiere… Al fin y al cabo es de buena familia”. Trató decontentarse Portia, que había soñado para la joven poco menos que unpríncipe.

Aiméecreyóquesunodrizaestabahablandoconsensatez,claroquesí.

Esahabíasidosiempresutáctica,seramabilísimacontodos,peronoserespecialconninguno,deesamanerasuspretendientesteníansiemprevivoelinterésporella.¿Cómohabíasidotantonta?¿QuélehabíapasadoconEdwardRobilard?Habíaolvidadolasreglasmásbásicasdelcoqueteo.Seprometióasímismaquealdíasiguienteactuaríaconmásinteligencia.“Yque me aspen si no logro una declaración por su parte antes de quetermineelmes”.

Aimée se equivocaba.Edwardnoeraunmuchachoconelque jugar.

Eraunhombreexperimentadoytanorgullosoytozudocomoellamisma.Que la joven pisoteara su orgullo coqueteando con Gerald Colbert eramásdeloqueélpensabasoportar.ElcambioqueseoperóenEdwardfuetan drástico y repentino que Aimée no comprendió a qué se debía. Eraingenuay aunque se jactabade conocerbien a loshombres, en realidadnuncaunhombrelahabíacortejado,solomuchachos.Creyóqueelinterésde Edward Robilard por ella había decaído debido a que había sidodemasiadoexplícitademostrándolequelegustabaycuandoquisosermásesquiva y darle celos, ya era tarde: él había comprendido que la teníacomiendodesumanoyconquistarlahabíadejadodeserunaliciente.Sesintió estúpida, tremendamente estúpida. Era el primer hombre que leinteresabadeverdadyloperdíapornoactuarconinteligencia,ella,que

llevabacoqueteandodesdequesehabíapuestosuprimerpardechinelas.Comenzóasentirseangustiadaytorpeensupresencia.Éllamirabadeunaformatandespectiva…¿Acasoqueélsehubieradadocuentadelinterésdeellaeracausasuficienteparaaquellosdesprecios?Huíadeélcomodelapesteycuandoseveíaobligadaa tolerarlosucuerpo reaccionabacomoante un corsé demasiado apretado: le costaba respirar y temíadesvanecerse en cualquier momento. No estaba acostumbrada a lascríticas,niamásmiradasreprobatoriasquelasdesumadreyPortia.Loshombres la adoraban, había sido así desde siempre. Quedaban tanhechizadosanteellaquelosdesliceseimprudenciasquehabríancriticadoduramenteenotrasmuchachas,enAiméelesresultabanencantadoresyunrasgo que demostraba su carácter excéntrico y fuera de lo común. LamiradadeEdward laponía frente aunespejo enelquenoqueríaversereflejada:elespejodesuslimitaciones,desustorpezas.Ensupresenciasesentía más frágil, más estúpida, más fea y ella deseaba con todas susfuerzas que la rabia que sentía se transformara en odio y que éste leimpidiera reconocerelatractivodeEdward,peroellanosabíaqué teníaaquelmalditohombrequelahacíatemblarcomounahojasecaarrastradaporelviento.

Edward tenía un sentimiento idéntico al de ella, había logrado

despreciarlaprofundamentey,sinembargo,algohacíaquecuandoAiméeestaba presente, hasta el último poro de su piel fuera consciente de sucercanía. Ejercía sobre él una fascinación que detestaba. Sabía de sobraque ella había coqueteado con muchos, pero justo aquel día, cuando élhabíadecididoolvidarsusprejuicios,susplanesdefuturo,su ideade loqueeraunamujerperfecta,justocuandosesentíaconlaguardiamásbajaquenuncaantesfrenteaunamujer,ellahabíaposadosusojosverdesenaquel maldito muchacho barbilampiño y, frente a sus propias narices,habíacomenzadoacoquetearconél.CadavezquepensabaenColbert,unafuriaprimitivahacíaquelehirvieralasangre,volvíaasentirsevulnerableyridículocomoaqueldíaydeseababorrarlelasonrisabobaliconadeunpuñetazo a aquel imbécil. Tampoco ayudaba el hecho de que Edwardcreyera que Colbert era el preferido por Aimée entre todos suspretendientesyque,denoserporelmalditoincidentedelcarruajequeles

había obligado a aquel absurdo matrimonio, tal vez ella estaría yacomprometida con él.Tal vez incluso ya fuera la señoraColbert en esemomento.

-Piensabienloquevasahacer-ledijoMariemomentosantesdequelosColbertatravesaranelumbraldelacasadelosRobilardenelcentrodeCharleston-.Sihacesloquemedijistequeibasahacer,siloechasdecasa, Aimée sabrá que lo haces por celos… Y si se da cuenta de eso,queridohermano, te tendráensusmanos.¿Eseso loquedeseas?-MariequeríaasegurarsedequeEdwardnohacíaninguna idiotezynadamejorqueapelarasuorgullo.PreferiríamorirantesdequeAiméesupieraqueestabaceloso.

-No digas tonterías, Marie. Ni yo estoy celoso, ni Aimée pensaría

jamássemejantecosademí-tratódesonreírburlonamente,perolamuecaselecongelóenloslabios.Mariesabíaquehabíadadoenelclavoyque,muy probablemente, su hermanomantendría las formas en presencia deGeraldColbert.

Sonaron en la puerta los tres golpes metálicos del anciano señor

Colbert,que llamabaconlaempuñaduradesubastón.Elmayordomoseapresuró a abrir y los Robilard al completo se dirigieron al hall pararecibirlos.

CAPÍTULO8

GERALDColbert estaba verdaderamente interesado enAimée, lo habíaestadosiempre,perocomounverdaderocaballerodelsurqueera,desdeelmismo instante en el que ésta se casó, se esforzó por apartarla de sumente. No siempre era fácil dejar de pensar en ella, pero lo que síresultabasencilloeracomportarsecomodebíaconunamujercasada.Lesalía de forma natural. Lo habían educado para respetar una serie decuestionesinviolables,entreellaselmatrimonio.

Aquella tardeasistíaconsupadreapresentarsusrespetosa lanueva

pareja. Quería hacerlo cuanto antes para poder olvidarse después delasunto. No era agradable darle la enhorabuena a Edward Robilard. LoenvidiabaporestarcasadoconAiméeylodetestabaporquenovalorabalasuerte que tenía. Qué clase de hombre se niega a casarse con unamuchachadespuésdehaberlacomprometidoyobligaalafamiliadeéstacasi a que le suplique para hacer lo correcto. Desde luego, no era uncaballero.

Gerald y su padre vivían juntos y solos en Los Sauces, la hacienda

vecinaaladelosDuMaurier.LamadredeGeraldhabíamuertomuchosaños atrás y el señor Joseph Colbert no había vuelto a casarse. GeraldconocíaaAiméeyAlexanderdesdesiempreysiendounniñoyasehabíahechoalaideadequelajovenDuMaurieryélestabanpredestinadosalmatrimonio,poresonuncareparóenquehabíamásmuchachas.Nuncasehabía dado cuenta, por ejemplo, de que Mary Elizabeth Robertson loadorabaodequeSuellenO`Malleyloperseguíadesdequenoeramásqueunaniña.NoteníaojosnicorazónparanadiequenofueseAimée.Verlacasada con Edward Robilard era lomás doloroso que había tenido quesufrir,traslamuertedesumadre.

Ellaestabaalladodesumarido,enelhalldelacasadelosRobilard.

Llevaba un vestido blanco con flores rosadas y el pelo recogidograciosamente.Lesonriónadamásverloyseacercóconlaconfianzacon

laqueseacercabaasuhermano.-Querido Gerald, cuántome alegra verte -dijo Aimée. Llevaba sólo

dos días viviendo en casa de Edward, pero le parecían semanas. Habíaviajado muchas veces a distintas ciudades del sur (Atlanta, Savannah,Nueva Orleans, Baton Rouge), había estado alejada de Las Magnoliasdurante meses enteros, pues debido a la hospitalidad sureña, que noconocía límites, cuando alguien iba a visitar a un familiar no solíapermanecermenosdetresocuatromeses.SabíaloqueeravivirlejosdeLasMagnolias,perosiempreteníaclaroquetrascadalargaestancia,ibaaregresar.Ahoraeradistinto.EstabacasadaconEdwardyLasMagnoliasnunca más sería su hogar. Iría de visita, se quedaría alguna que otratemporada,peroyanoseríasucasa.Echabademenos todo loqueantesdabaporsupuesto:elcantodelgalloporlasmañanas,lavozdelcapatazllamando a los esclavos para ir al campo, el olor de las magnoliasentrando a través de su ventana (por eso la hacienda había recibido esenombre),losvecinosqueseacercabanacaballoysequedabanacomery,aveces,inclusoacenar.Extrañabaasumadre,quenuncateníalasmanosociosasycuandolequedabatiempolibre,trasorganizareldíaadíaenlacasa,sesentabaenlasalaconunbordadoylaespaldamuyrecta,yasupadre, que fumaba puros y maldecía como un bucanero cuando algúnasuntodelahaciendaloperturbaba.Extrañabasuvida,cómoplaneabalasfiestas o cómo trataba de adivinar, por las mañanas, cuál de suspretendientesseacercaríaalatardecerparavisitarla.VeraGeraldColbertlerecordabaloquehabíasidosuvida,aquellavidaqueparecíatanlejanayqueencambiohabíasidolasuyahastapocotiempoatrás.

-Teveoestupenda,Aimée.Tehasentadobienelmatrimonio -ledijo

ColbertconaquellagalanteríasureñaqueEdwarddetestabayunasonrisatriste.Hacíamucho tiempoquehabía comprendidoque la gente hablabaporhablar,dabaigualquetuviesealgoquedecirono.Colberteraesetipodepersona.Edwardpensóquesucaráctereraparecido,enciertosentido,al deAimée y que tal vez la unión entre ellos no hubiese dado unmalresultado,al finyalcabo.Lesorprendió lapunzadaenelestómagoquehabía sentido al tener este pensamiento. Soportó con estoicismo queAiméelorecibieratancalurosamente.“¿Tratarádeponermeceloso?”,se

preguntóEdward.Aqueljovenestabaenamoradodesuesposa,noerauncaprichoounsimpleflirteo,no:laamabaylaconocía.Laconocíamejorque él, pues habían sido vecinos durante toda su vida. Sabría cosas deAiméequeélnisiquieraimaginaba.Laconfianzaentreambos,senotaba,era mucha. Cuando Edward había escuchado hablar de Aimée y de suscuarenta pretendientes, también había oído el nombre de Colbert comofavorito. ¡Hubiera sido tan ventajosa una unión entre ambos! Ella setrasladaría a la propiedad colindante a LasMagnolias y su vida apenascambiaría, se conocían de toda la vida, las familias eran amigas desdesiempre…Edwardvolvióasentireldeseodeestrellarsuspuñoscontralacara de Gerald Colbert. Los apretó e hizo acopio de toda su fuerza devoluntadparanotomaraaquelmuchachoporlassolapasyecharlodesucasa.

Pasaronalsalónysesirvieronunoslicoresyunospastelitossalados.

LosinvitadossaludaronaMarie,queestabasentadafrentealachimenea.Edward,comosiemprequesesentíaincómodo,apenasdijounapalabra.AAimée, en cambio, le sorprendió mucho la conversación. Los Colberthablaban con los Robilard del próximo estreno de una obra teatral, deunosnuevoslibrosllegadosdeFranciaaquelmismomesyqueestabanenla tienda del librero McDermont, en la calle King. Aimée habíacompartido innumerables veladas con los Colbert y jamás los habíaescuchado hablar de nada semejante. Cuando iban a Las Magnoliashablabandelarroz(lasplantacionesdeCharleston,alcontrarioquelasdeGeorgia,nosededicabanalcultivodelalgodón,sinodelarroz,deahíquetodasellasestuviesenaorillasdeunrío;LasMagnoliasseencontrabaaorillas del ríoAshley), de la necesidad demás esclavos, de quién habíahechonegociosconquién,dealguienque sehabíaarruinadoo sehabíaenriquecido repentinamente, de las fiestas que iban a celebrarse o de laguerra, siempre de la guerra, al menos en los últimos tiempos loshombresnosabíanhablarmásquedeunfuturoynomuylejanoconflictocon los yanquis, casi como si lo desearan. Pero nunca de libros, ni deestrenos teatrales, ni de tonterías por el estilo.De hechoAimée hubieradadopor supuestoque a losColbert les interesaban tanpoco esas cosascomoaellamisma,peroconelpasodelosdíasylallegadadevisitasala

casade losRobilard, se fuedandocuentadeque solo losDuMaurieryalgún que otro hacendado de las afueras de Charleston, como losO’Malley o los Ducan, eran inmunes a los supuestos encantos de lacultura. El resto de los caballeros de la ciudad parecían interesados enesostemas.Lasdamaserandistintas.Ellasseveíanobligadasaparticiparconsusmaridosendeterminadosactosculturales,peronolohacíanpordevoción.Aiméecomenzóarecordarloquedurantemuchotiempoestuvoen un rincón oscuro de su mente, como todo lo que no le llamaba laatención:enmuchasdelashaciendasenlasquehabíaestado,sobre todoconmotivo de las fiestas, había una gran biblioteca con libros desde elsuelohastaeltecho,peroellajamáspensóqueloshabitantesdelacasaloshabían leído, del mismo modo que en las haciendas había cuadros ojardinesylagentenosedeteníademasiadotiempoacontemplarnilounoni lo otro. Creyó que los libros también eran simples elementosdecorativos. Comenzó a sentirse, entonces, un poco avergonzada. Ellahabía hecho tantos comentarios estúpidos delante de sus pretendientes yellos habían reído con ganas de modo que Aimée interpretó esas risascomounaconfirmacióndequeellosopinabandelmismomodo.Ahorasepreguntabacuántosdeellos,igualquesupropiomarido,laconsiderabanuna cabeza hueca, una cara bonita, pero vacía como la cáscara de unanuez.

-¿Teapeteceiralestrenoteatral,querida?-laspalabrasdeEdward,con

evidente afán demortificarla, la sacaron de su ensimismamiento. Habíaestado demasiado callada y eso era poco habitual en ella, que tenía lahabilidad de llevar siempre las conversaciones a su propio terreno. Sesonrojóalverelgestodeburlaconelquelamirabasumaridoytratódesalvardignamentelasituación.

-Me encantaría, y en cuanto a la librería de la calle King, mañanamismome acercaré a ver esas novedades de las quehabláis.Mepica lacuriosidad -sonrió mientras paseaba la mirada por los rostros de lospresentes, excepto el de Edward. Volvió a permanecer callada y sólocuandohablarondelaguerraprestóoídos.

-Tarde o tempranoocurrirá -dijoDesmondRobilard, el hermanode

Edward.LosColbertnoparecíanestarsegurosdequeesofueraasí.-Los yanquis son demasiado cobardes, no se atreverán. Serían

necesarioscuatroyanquisparapoderconuncaballeroyenelsurloquesobransoncaballeros-dijoGeraldColbert.Elcomentariolepareciótanabsolutamente descerebrado a Edward que no pudo más que sonreírirónicamente-.Siesosmalditosyanquissiguenasí,dentrodepocodiránquedebemoseducaralosesclavosyquetienenderechoaposeertierrasyhasta a votar -continuó el joven Colbert con la voz cada vez másencendida.

-¿Yporquéno? -preguntóAiméeantesdepoder refrenar su lengua.

Se daba cuenta de que desde que su nodriza Portia había muerto y sumadre no estaba cerca para juzgarla, su lengua estabamás suelta de lohabitualyhablabadetemasquesiemprelehabíanestadoprohibidos.Unaverdaderadamanosepreocupabadeesetipodecosas.Todosvolvieronlamirada hacia ella, sorprendidos, pero quizás el más sorprendido eraEdward.

-¿Quéquieresdecir,Aimée,que tienenderechoa todasesascosas? -quisosaberGerald,incrédulo.Lajovensediocuentadeloinconvenientequehabíasidohablardeesetema,perocomoyalohabíahecho,diríaloquepensaba.Aldiablocontodos,¿nolaconsiderabanunaimbécil?Puesquelaconsideraranporalgo.

-Simplementemepreguntoporquéno tienenderechoaesascosasy

nosotrossí,¿Porquesonnegrosynosotrosblancos?¿Porquesonpobresynosotrosno?¿Porquesonesclavos?Perosisonesclavos,¿essuculpa?¿NohansidolosblancoslosquefueronaÁfrica,losmetieronenbarcoscomosifueranmercancíasylosobligaronapalosadoblegarse?-AiméesediocuentadequelosColbertlamirabanboquiabiertos.NoseatrevióamiraralosRobilard,muchomenosaEdward.

-Nopuedescreerdeverdadenloqueestásdiciendo.Además,ellosno

quieren la libertad, no sabrían qué hacer con ella. Son como niños quenecesitanunguía-murmuróGerald.

-¿Les has preguntado a tus esclavos si desean la libertad, acaso?Tal

veztedijeranquenopormiedoalasrepresalias.¿Yquiéndecidequenoestánpreparadosparaserlibres,túyelrestodehacendadosalosquelescompensa tenerlos trabajando gratis? Ellos deben elegir la vida quequieren llevar, igual que tú decides tu vida -acabó acaloradamente sudiscurso.

-Terecueroquetupadretambiéntieneesclavos-dijoGerald,dolido.-Losé,peroresultaquemipadrenoesperfectoporelhechodesermi

padre.Enalgunascosastienerazónyenotrasestáequivocado.-QueridaAimée-estavezeraelancianoJosephColbertquienhablaba.

Hizo girar su bastón antes de continuar-. Eso que dices es altamentepeligroso.¿Sabetupadrequepiensasasí?Esunpensamientoindignodeuna damadel sur, querida.Es traición.Aquí estás entre amigos, pero lomejor será que nunca más lo repitas en ninguna parte. No son buenostiemposparaesetipodepensamientos.

-Nosabeloquedice-tratódemediarelpadredeEdward-,esjoveny

estámuyencariñadacondosdesusesclavos:GénesisyTobey,elnietodelcocheroquemurióenelaccidente.Noselotomesencuenta,Joseph.Nosabeloquedice.

-Contodosmisrespetos,señorRobilard,séperfectamenteloquedigo.

No son tonterías sólo porque yo no piense como usted -estaba dolida yhartadequetodoslatratarancomoaunaniñaestúpida.TalveznotuvieralaculturaqueteníanlosmalditosRobilard,peroeraperfectamentecapazdetenerpensamientoscoherentes.MiróentoncesaEdward.Nohabíaburlaensusojos,nidesprecio,niodio,sólosorpresa.Aiméenosabíasiesoerabuenoomalo,peroalmenoseraunamiradadistintaalasquesolíarecibirdeél.

Como siempre, fue Marie quien salvó la situación tensa y trató dellevareltemadeconversaciónporotrocamino.RetomóelestrenoteatralylafiestadelosVaugham,quetendríalugarendosdías,peronadahizoque el ambientemejorara. La discusión sobre la esclavitud había hechodecaerlaveladaylosColbertdejaronlacasadelosRobilardmediahoramás tarde con el gesto aún contrariado. “¿Acaso aquel maldito EdwardRobilard había logrado infectar a Aimée con sus ideas yanquis?”, sepreguntóGerald,quecreíaimposiblequelajovenhubiesellegadoatalesconclusionesporsímisma.

ElancianoRobilard,cuandolasvisitassehubieronmarchado,ledijoasu nuera que necesitaba hablar con ella. Edward se quedó en la salamientras Desmond tomaba en brazos a Marie y ambos desaparecíanescalerasarriba.

-Siento haberte ofendido ante losColbert, no erami intención, perodebescomprenderqueeltemadelaesclavitudesmuydelicadoynodebestratarlo con tus vecinos. Menos aún en estos tiempos. Si tu opinión esdiferente, lomejoresescucharycallar.Sifinalmenteestallaelconflictoconlosyanquis,Diosnoloquiera,seránhombrescomolosColbert losquetedefiendan,noloolvides.Ningúnyanquitedefenderá.Puedespensarigual o distinto a tus vecinos, pero ellos son tu gente y los yanquis noluchan para abolir la esclavitud, al menos no sólo por eso. Quierenarrancarnos nuestras costumbres, nuestro modo de vivir. Quierencambiarnoshaciendocorrernuestrasangre,sindarnostiempoaasimilarlos cambios -la joven lo escuchó en silencio-.No pienso así porque yotenga esclavos,Aimée.Hacemuchos años que losRobilard no tenemosesclavos. Los liberamos hace tiempo. Los que se quedaron en casa sonempleados, trabajan a cambio de un salario -lamuchacha abrió tanto labocaporlasorpresaqueEdwardesbozóunasonrisadivertida.

-Nolosabía,señorRobilard-dijoellaenunmurmullo.-Pues ahora ya lo sabes, querida. No te reprendí ante los Colbert

porque opine distinto a ti. Te reprendí, aun opinando igual, porque meparecióqueeraspocoprudenteyestamosviviendounaépocacomplicada.No debemos buscar enemigos en casa, pues ya tenemos demasiados

afuera.

Esamismanoche,cuandosefueaacostar,lecontólaconversaciónaGénesis,mientrasellalaayudabaaquitarseelvestidoyprepararseparairadormir.

-Eso es lo que quiero hacer contigo y con Tobey, quiero que seáis

libres. Le preguntaré al señor Robilard qué hay que hacer. Le pediré apapálospapelesdepropiedad-miróasucriada-.Despuéspodráshacerloque quieras. Quizás en el norte tengas más oportunidades que aquí. Teecharé horriblemente de menos, pero… -Aimée la miraba con infinitocariño.

-¿Me está hablando en serio? -Preguntó Génesis, incrédula, con

lágrimasenlosojos-.¿Voyaserlibre?-Sí,tedoymipalabra-Aiméeterminódeatarselabataderasogranate

yabrazóaGénesis.-Bueno,cuandosealibre,seguirétrabajandoparaustedypocascosas

cambiarán-dijoella-.Nopiensoabandonarla.-Todocambiará.Serásdueñadetuvida,detucuerpoypodráshacerlo

que quieras. Todo cambiará… -Aimée le sonrió. En ese momento seoyeron unos golpes en la puerta que separaba su cuarto del de Edward.“¿Puedopasar?”,preguntóél.GénesisseapresuróadejarsolaaAimée.

-Pasa -dijo la joven con voz altanera. Edward entró con el pecho

desnudoyelprimerbotóndelpantalóndesabrochado.Lajovenseobligóanoescandalizarse,puesesoeraloqueélquería,escandalizarlaconsusmodales de libertino. Si deseaba compartir su lecho, ya podía ir

olvidándose.LanocheanteriorAiméehabíaesperadolavisitanocturnadeEdwardsóloparadarseelgustoderechazarlo,peroélnocruzólapuertaqueseparabasuscuartos.Ahíestabaahora,frenteaellaymediodesnudo-.¿Quéquieres?-lepreguntó.

-Avecesdicescosasasombrosamentecoherentes-ledijoél,haciendo

alusiónaltemadelaesclavitud.Ellahizoungestodeimpacienciaantesderesponder.

-Sólodicesesoporqueopinoigualquetú.Siopinaradiferente,darías

por supuesto quemis opiniones son estupideces -él sonrió y cambió detema.

-Quería comunicarte que mañana me voy a llevar a tu chico -le

explicó.Aiméenosabíadequéleestabahablando.-¿Michico?-preguntócontrariada.-Sí, Tobey. Se viene conmigo.Volveremos a la hora de la comida -

Edwardledabapocainformaciónapropósito,paramantenerlaenviloyquelehicierapreguntas.

-¿Y se puede saber a dónde te lo llevas y por qué? -ella temía que

Edwardtrataradehacerqueleniñollevaseacaboalgunatareadurayelladeberíaponerloensusitio.

-Adora los caballos y como mañana tengo que comprar uno, he

pensado que le gustaría venir conmigo -miró a Aimée con sus ojosburlones-.Mehatomadomuchocariño.

-¿Teconocedesdehacedosdíasyyatehatomadocariño?-preguntó

lajovenconimpaciencia.-Tiempodesobra.Lagente inteligente tiendea tomarmecariñomuy

prontoporquecaptacómosoy-susojossevolvieronmásburlonesaúnysubocasecurvóenunasonrisaseductora.

-¡Cuántas tonterías tengo que escuchar, Dios mío! -exclamó,

malhumoradayapartando lamiradadeélparanocaerenelhechizodesusojosnegros.Edwardseacercóaella,peroAiméenoretrocedióniunpaso, no le daría ese gusto. No le tenía miedo y podía manejarperfectamentelasituación.Sicreíaquepodíaintimidarlaporacercarseaellamediodesnudoesquenolaconocíaenabsoluto.

-¿MedaspermisoentoncesparallevaraTobey?-lepreguntóconuna

vozsuavecomoelterciopelo.-Por supuesto -respondió ella. Su corazón casi galopaba ante la

cercaníadelhombre.-Bien,puesmeretiroamicuarto,tedejoparaquedescanses.Buenas

noches.-Buenas noches -dijo ella. Edward pasó a su lado, pero no cruzó la

puerta que separaba sus cuartos, pareció pensárselo mejor, la tomó deltalle y la acercó a él.Ella emitió un gemido de sorpresa.Lamiró unossegundos,comosiquisieradarlelaoportunidaddequeseapartara,peroAimée estaba demasiado aturdida por la cercanía y el contacto de susmanos, que ceñían su cintura con una intimidad que la desarmaba. ElrostrodeEdwardcomenzóadescenderlentamentesobreeldesuesposaydejó los labiosaescasoscentímetrosde losdeella.Aiméeentreabrió laboca,anhelante,ysóloentonceslabesó.Nofueunbesoduro,niexigente,ella podría haberlo evitado de no haberse sorprendido tanto por lacercaníadesumarido.Fueunbesotierno,aunqueinvasor.EnunprimermomentosussentidosseagudizaronysólofueconscientedelasmanosdeEdward asiéndola con delicadeza, del cuerpo de ambos, uno contra elotro, y de aquella boca sensual y tibia que le obligó a abrir la suya yrecibir el beso con más deleite del que hubiera deseado. Su cuerpotemblaba contra el de él y tuvo que hacer acopio de fuerzas para no

echarlelosbrazosalcuello.ManteníasusmanosapoyadasenelpechodeEdwardynotabasusmúsculostensos,sutorsodesnudo.Elbesodurótansólounossegundos,puescuandoEdwardmordisqueóunodesuslabios,ella salió del estado de hipnotismo en el que se encontraba sumida y loapartódeunempujón.Aúnteníalarespiraciónjadeantecuandoledijoconfuria:

-¡Nocompartirásmicama!-élseguíaestandodemasiadocercadeella

y su mirada oscilaba entre los ojos de Aimée y sus labios, levementehinchadosporelbeso.LasonrisadeEdwardseguíasiendoburlona.

-Notehepedidocompartirtucama-nodejabadesonreír.Susojosse

entornaronysuaparienciaeraladeunenormefelinoapuntodecapturarunapresa.

-Tampocovolveré a besarte -dijo ella tan furiosaque su respiración

casieraentrecortada.-Niyotelohepedido,apesardequetengotodoelderecho,¿osete

olvidaqueeresmiesposa?-Aiméerióalescucharlaspalabrasdeél.Nosólodeberíasrecordarquesoytuesposacuandodeseescompartir

micama,sino tambiéncuandotratasdehumillarmeenpúblico…¿Creesque he olvidado tu truquito para hacerme quedar mal delante de losColbert?¿Quécreías,queibaadecirunademisimpertinenciasencontradelosestrenosteatralesytodosmemiraríancomoaunapobreestúpida?-aesasalturasestabayatanfuriosaquelohubieraabofeteado-.LosColbertmeconocenperfectamente.Sabenloquemegustayloquenomegustayno me desprecian por ello…-como vio que Edward no decía nada,simplemente sonreía, continuó-. Te crees mucho mejor que yo, ¿no escierto?Peronoloeres…Enrealidaderesunserdespreciable,noeresuncaballeroytampocoeresnilamitaddeatractivodeloquecrees-Aiméeno sabía por qué había dicho esto último y se arrepintió al instante.Edwarddejódesonreír,peronoestabaenfadado.Lamirabaconatencióny sus ojos se tornaron más burlones que nunca. A veces le parecía tan

bonitaqueleapetecíaestrecharlaentresusbrazosybesarlahastahartarse.Inclinólacabezahacialadeellay,tancercaquesusbocascasisetocaban,lesusurró:“Tambiéntúteconsiderasatractiva,¿nuncatehaspreguntadosi realmente lo eres?”.Ella contuvo la respiracióny sólo exhaló el airecuandoélhubocerradotrasdesílapuertaquecomunicabaamboscuartos.

CAPÍTULO9

AIMÉE no podía olvidar las palabras de Edward. Ella, en efecto, seconsiderababonitaporquecreíaqueloera.Cuandosemirabaalespejoloqueveíareflejadoeraunrostrohermoso.Nuncasehabíaplanteadositalvez estaba demasiado pagada de sí misma, ya que sus múltiplespretendientes le corroboraban que era atractiva. Sólo cuando Edward lehizolapregunta, lasdudascomenzarona invadirla.Alfinyalcabo,suspretendientes eran hombres de Carolina del Sur cuyo viaje más largonunca les había llevado, ni siquiera, a territorio yanqui. Edward, encambio,habíaviajadomás.HabíaestadoinclusoenEuropaysuvisióndelmundo y de la belleza eramás confiable. Sus pretendientes conocían labelleza sureña. Su marido conocía la belleza, de manera más amplia.Quizás ella no fuese atractiva para un hombre como Edward, esoexplicaría que no hubiera vuelto a insistir, tras la noche de bodas, encompartirsucama.Cadavezquelabesabaparecíauncastigomásqueunbeso.“¡Diosmío,esoes loqueocurre:no legustoenabsoluto!”,pensóAimée,yestepensamientolahirióprofundamente.Nosóloladespreciabapor su ignorancia, tampoco le gustaba físicamente.La joven sintió unasterriblesganasdellorar,perosecontuvo.IbaflanqueadaporGénesisyelpequeño Tobey, que no dejaba de repetir una y otra vez lo bien que lohabía pasado con el señor Edward comprando caballos. “¡Dejó que memontaraenuno!”,exclamabaelchiquillo,emocionado.EstabanenplenacalleKing, la arteriaprincipaldeCharleston, el centroneurálgicoen loqueacomprasserefería.AiméehabíarecorridoesacallemilesdevecessinrepararnuncaenlalibreríadelseñorMcDermont.Cuandoseencontróante el escaparate, observó la gran cantidad de libros que había en elinteriorytambiénexpuestosfrentealventanal.Muchosdeellosestabanenotros idiomas.Aiméesehabíapropuestoentraramirar, talvezcompraralgo que pudiera resultarle entretenido, pero la visión de aquellasmontañas de libros la hizo sentirse insignificante e insegura. “¿A quiénvoy a engañar?”, se dijo a sí misma. “Jamás seré como los Robilard”.Siguió su camino hasta la tienda de la señorita Poppy Stevens. Siempreque quería un vestido de fiesta especial acudía a ella y la fiesta de losVaughan era muy especial. Por primera vez, asistiría. Mucho antes del

incidentedelcarruajequelahabíaobligadoacasarseconEdward,Aiméeyasoñabaconaquellafiestayhabíaencargadolaconfeccióndeunvestidomuyespecial, enmuselina azul nochey conun escote en formadeuve,ribeteadoporunvolantedelamismatela.Dejaríaaldescubiertobastantepiel, haciéndole el pechomás voluminoso de lo que en realidad era, yadornaría su cuello con el camafeo que había heredado de su abuelaVagnessRoix.Cuandoporfinseloprobóanteelespejodelatienda,nopudomásquesorprendersedesuimagen.¡Estabahermosa!Mejordicho:estabahermosaalamanerasureña.“AEdwardseguroquelepareceráunhorror”,pensómientrasfruncíaloslabiosconunamuecadedisgusto.

Losdosdíasquemediabanhastalafiestanisiquierabajóacomercon

la familia. Fingió un terrible dolor de cabeza. No hizo otra cosa quevisitar a su cuñada en su cuarto cuando Génesis le comunicaba queEdward había salido de casa. “Quiero que me lo cuentes todo cuandoregresesdelafiesta”,lepidióMarie.“Nopuedoasistir,asíqueserásmisojos y mis oídos”. Aimée asintió, complacida. Le gustaba poder haceralgopara entretener a su cuñada. “Ojalápudiéramos ir juntas…”, estabahablandocuandodepronto leparecióqueelvestidodeMariesemovía.La joven Robilard estaba sentada en una silla de su cuarto, frente alventanal.Aiméehubierajuradoqueacababademoverunpie.Ellaestabasentada sobre la cama, se levantódeun salto, se arrodilló al ladode sucuñadayexclamó:“¡Estásmoviendounpie!”.MariesellevóundedoaloslabiosyordenócallaraAimée,despuésseleescapóunarisitanerviosa.

-Hace dos días comencé a notar que me picaba la planta del pie

derecho,cuandolonormaleranosentirnadaenabsoluto.Desdeentoncespuedomoverlo un poquito, mira -la muchacha lomovió ligeramente ysonrió-,peroporfavor,noselodigasanadieaún.Siesunafalsaalarmayvuelve a quedar inmovilizado, sería…Oh,Dios…Papá ya ha sufridobastanteconesto.Noquierodarlefalsasesperanzas.Hablaréconélsivoyganandosensibilidadenlaspiernas,porahorasóloesunpie.

-Notepreocupes,noselodiréanadie,perotenemosqueejercitarlo-

Aiméeestabaemocionada.MariesólopensabaenAlexanderDuMaurier.

Tal vez si ella podía volver a caminar… Pero no, no quería hacerseilusiones.Aúnno.

-Porsupuestoqueharéejerciciosy túmeayudarás,peronoahora…

Ahora debes prepararte para el baile. Y ya sabes: ¡quiero que me locuentestodo!-AiméesesentíafelizporMarie.Nopodíaniimaginarseloquehabía sufrido lamuchachacuando laspiernasdejaronde responder.Sedespidiódeella,trasprometerlequeseríasusojosysusoídosencasadelosVaugham,ycorrióhaciasucuartoparacomenzaraprepararse.

Aimée descendió por la gran escalera de caracol con gesto tenso.Edwardlaestabaesperandoenelhallyesoqueellanosehabíaretrasado.Eralaprimeravezensuvidaquesalíaantesdetiempoparairaunbaile.Estaba preparada para todo y lo resistiría con la cabeza bien alta,fingiendoquenoleafectaba.NosabíasiEdwardsereiríaabiertamentedeellaydesuvestido,silamiraríaconburla,talvezcondesprecio…Perofueraloquefuese,estabapreparada.

Edwardmirabalahoraensurelojdebolsillo.SuponíaqueAiméese

retrasaríaycomenzóaenfadarsesinmotivo,sinsabersilajovenseríaonopuntual.Laoyóentoncesdescenderporlaescaleraymirócondesgana.Lo que vio lo dejó sin palabras. El vestido, de muselina azul oscuro,estabasalpicadodealgunosbrillosaquíyallá,nadamuyrecargado,quelerecordabanauncielodeveranollenodeestrellas.Elescote,enformadeuve,eratanpronunciadoqueEdwardcontuvolarespiración.Sushombrosquedaban al descubierto y él pensaba que no habría un solo hombre enaquellafiesta,solteroocasado,jovenoviejo,quenoquedaseimpactadoante semejante visión. El color del vestido era muy poco habitual, dehecho Edward no recordaba haber visto a ninguna joven con nadasemejante. Solían llevar tonos pastel y estampados florales. Las másatrevidasavecesusabantelasdecuadros.Peronadiellevabavestidosazuloscuro,ysinembargoeradelomásfavorecedor.

CuandoAiméellegóalaalturadesumarido,esteleofrecióelbrazoy

lacondujohastaelcarruaje,ayudándolaasubir.ElviajehastalacasadelosVaughannodurabamásdequinceminutosy lohicieronenabsolutosilencio.Lasrespiracionesdeamboseraloúnicoquepodíaescucharseenelinteriordelhabitáculo.Edwardlaobservabadereojosinpoderdejardeadmirarla.

Lacasade losVaugham tenía la entradaapiedecalleyunpequeño

jardincillodeestilofrancésservíacomopreludioaloqueseencontraríanenelinterior.Lafachadaestabapintadadeuncoloramarillochillón.Eranfrecuentes los colores alegres en las fachadas charlestonianas. Losrecibieron los anfitriones: el insignificante señor Vaugham, unhombrecillo de metro y medio con una inmensa nariz, y su esposa,altísima y oronda. Formaban una extraña pareja. Aimée no conocía aAnabelleVaugham porque hacía años que esta no salía de casa.Recibíavisitas casi a cualquier hora y celebraba reuniones literarias muy amenudo. Saludó a Edward en francés, a pesar de que ni era francesa nijamáshabíaestadoenFrancia,yeste le respondiócon lamismafluidez.Aimée se limitó a sonreír, pues no había entendido ni una palabra. Lepareció irónico que Anabelle Vaugham, de origen irlandés, hablara elfrancés mientras ella, francesa por los cuatro costados, no supiera nimediadocenadepalabrasenesalengua.

Toda la casa estaba iluminada con luz de gas, igual que la de losRobilard.LosDuMaurier,encambio,sólolahabíaninstaladoenlasalaprincipalyenelcomedor,peronoenelrestodelacasa,pueshabíanoídoqueelexcesodeestetipodeluzeramalaparalosojos.LosmuebleseranmuysimilaresalosdelacasadeEdwardyligeramenteparecidosalosdesu propia familia, solo que los Du Maurier eran más ostentosos.Terciopelos,brocados,amplioscortinones,caobas,candelabrosdorados,un piano aquí y un arpa allá y libros, libros, cientos de libros en loslugares más insospechados: en muebles pequeños al lado de los sofás,juntoaunamesa,cercadeloslicores…

Habíaninstaladolaorquestaenunaesquinadelsalóndebaile.Todas

las casas disponían de uno porque toda familia que se preciara daba, almenos,unagran fiestaanual.LosDuMaurier lacelebrabana finalesdemayo.LosRobilard,amediadosdejulio.

LaentradadeAiméefue tan triunfalcomoeradeesperar, tratándose

delabeldaddelcondado,aunqueyaestuviesecasada.Suvestidohizoquelasmujeresmurmuraranyloshombressequedaranboquiabiertos.Estabaespléndida. Para ella fue extraño que el coro de pretendientes no larodeara de inmediato, como ocurría en todas la fiestas. Tuvo querecordarseasímismaqueyaestabacasadayquelavida,apartirdeesemomento,ibaasermuchomásaburrida.Peroviotantaadmiraciónensusantiguospretendientesquesuánimoseelevóhastalasnubes.“¡AlinfiernoconEdwardRobilard! Él nome encuentra atractiva, peromuchos otroshombres sí”, pensó. El calor era sofocante y se moría de sed, pero nopodíabebernada,pues le sería imposible ir albañoconsuvestidoy suenormemiriñaque,asíquenuncaseveíaaningunamujerdelsurbebiendoenningunapartequenofuesesupropiacasa.Laexcepciónerael téqueiban a tomar con alguna amiga, pero incluso entoncesnodabanmásdetresocuatrosorbos.Tambiénhabíapastelitossalados,queleencantaban,aunque ahoraque estaba casadaypodía comer tantos comoquisiese sinser blanco de las críticas como antes, cuando estaba soltera, no teníaapetito,ytodoporculpadesumarido.Lagenteibayvenía,lasaludabanyfelicitaban por su reciente matrimonio, algunas mujeres aplaudían suvestido,ellafingíasentirsefeliz.PeroentoncesEdwardsedespegódesulado y Aimée observó que se dirigía a un grupo de mujeres parapresentarles sus respetos. Entre todos los rostros, la joven se detuvo enunoporqueloquevioreflejadoenéllapasmó:elrostrodeJuneDeveril.Era tan evidente, con sus enormes ojos de corderillo, que estabaenamorada de Edward que Aimée se preguntó cómo no se había dadocuenta antes. Recordó con qué odio lamiraba el día de su boda, ahoracomprendíaelmotivo.Diosmío,JuneDeveril.Sefijódetenidamente,porprimera vez, en sus facciones. Había escuchado alabar su belleza demuñeca de porcelana, sus perfectas facciones de estatua clásica,significaraesoloquesignificase.Ahoralaobservabaconojoscríticosyse daba cuenta de que era condenadamente bonita, con unos rasgos

armoniososyunadelicadezaqueemanabanosólodesubelleza,sinodesus movimientos y su porte. “¡Dios mío!”, volvió a exclamar Aimée,porque creyó comprenderlo todo de un plumazo. ¿Y si Edward hubieseestadocortejandoaJuneDeveril,pensandoinclusoencomprometerseconella, y el incidente del carruaje lo obligara a casarse para reparar ladeshonra? Cómo la odiaría Edward entonces, y cómo adoraría a June.Aiméesesintiómareada,porun instante lamúsica leparecióestridente,las parejas bailaban en círculos y el simple hecho de observarlos lamareó.Necesitabaairefresco.Necesitabasalirdeallí.Teníaquesalirdeallí como fuera. Semovió entre la gente con cierta torpeza,mirando lapuerta que daba al jardín como un sediento mira el agua que está alalcance de su mano, pero antes de llegar, Gerald Colbert salió a suencuentro e hizo una fría inclinación ante ella. Aimée imaginaba queestaría enfadado por la discusión sobre la esclavitud. Ella no habíaquerido herirle, simplemente decir lo que pensaba. El joven lucía muybienconsuslargaspatillasysutrajenegro.Comenzóadecirlealgo,peroAiméelointerrumpió.

-Perdóname,Gerald,peronecesitosaliratomarelaire-éllamirócon

ojossuplicantes.Era tan fácilestarenfadadoconellacuandono la teníacerca,perotandifícilmanteneresaactitudcuandolomirabaconaquellosincreíbles ojos verdes. Hubiera deseado acompañarla a la terraza, peroeso sería terriblemente inapropiado. Permaneció de pie, mirándolamientras salía del salón, sin ser consciente de que a unos pasos dedistanciaEdwardRobilard lovigilabaycasideseabaqueColbertsalieradetrásdesuesposaparatenerlajustificaciónperfectaypoderromperlelacaraagolpes.Nohizofalta,sinembargo,puesColbertdiolavueltasobresus talones y se dirigió al grupo de caballeros que charlaba junto a lachimenea.ElquesísiguióaAiméefuesumarido.Laencontróapoyadaenlabarandilla,al fondode la terraza,enunrincónrecogido.Alprincipiono la había visto, tuvo que caminar hacia el centro de la terraza yacostumbrarsusojosalaoscuridad.

Aimée sintió unos pasos detrás de ella y se dispuso a entrar

nuevamente al salón de baile. Dio media vuelta y se sorprendió al

comprobarqueeraEdward.-Ah, eres tú -comentó con fastidio, tratando de controlar su mal

humor.Élentrecerrólosojosysurespiraciónsevolviómáspesada.- ¿Esperabas a otra persona? -le preguntó con el tono de voz tenso.

¿Esperabas al imbécil de Colbert?, hubiera querido preguntarle, perorefrenóelimpulso

-Noesperabaanadieymuchomenosati.Seteveíatanentretenidoen

el salón… -estaba furiosa, sus mejillas ardían y deseaba gritarle,abofetearlo,demodoquenopensóenloquedecía,sóloqueríaescupirlesuveneno.Edwardarqueóunaceja, sin comprender loque suesposa leestaba diciendo-. ¡Oh, no te hagas el tonto! ¿No te ha bastado concomprometermihonorparatratardecomprometerahoraelhonordeotramuchacha?-losojosdelajovencentelleaban.

- ¿Pero se puede saber de qué diablos estás hablando? -él no

comprendíaniunapalabra.-Tehevisto coqueteandocon JuneDeveril.Deberíadartevergüenza.

Cuando me comprometiste a mí tuviste que pagar con el matrimonio.¿Cómo la compensarás a ella si la comprometes? ¡Al menos podíascontrolarteenpúblico!-élnosalíadesuasombro.Aiméesehabíavueltocompletamenteloca.

-¡Túteatrevesadecirmeamíquemecomporteenpúblico!¡Tú,que

tehaspuestounvestidoquetentaríaalmismísimosantoTomás!-Lajovenahogoungrito-.Estásmuertadecelos, esoes loque teocurre -Edwarddiounpasoyseacercóaellairacundo,conelfindeamedrentarla.

- ¿Celosa? ¿De ti? No me hagas reír. Lo que me preocupa es mi

reputación. Hace pocas semanas fui centro de murmuraciones yescándalosportuculpa,quemecomprometistepaseándoteconmigosolo

y de noche en el interior de un carruaje.Ahora no quiero ser de nuevocentrodeloschismesporquemimaridocoqueteaconcuantamujerselecruza en el camino -estaba tan furiosa que había dejado de tenerconciencia de sus palabras hacía mucho tiempo. Eran su dolor y suamarguralosquehablabanatravésdesuboca.

-Nohecoqueteadoconesamuchachajamásenmivida.Además,eres

lamenosindicadaparahablardecoqueteos,¿ocreesquenomehefijadoen cómo te comportas cuando Gerald Colbert está presente? ¡Esvergonzoso!-éldiounnuevopasohaciaella,conlospuñoscrispados.

- ¿Me estás diciendo que no te habías dado cuenta de que a June

Deverillegustas?-preguntóellaconmiradainquisidora.-¿MeestásdiciendotúquenocoqueteasconColbert?-laspalabrasde

élcomenzabanasercortantescomocuchillas.-¡NoniegaslodeJune!-casigritóella.- ¡Ni tú niegas lo de Colbert! -él sentía un extraño malestar en el

estómago, unas ganas enormes de retorcerle el pescuezo a aquelmuchachobarbilampiñoyblancuzco.

-¡Colbertesmuchomejorhombredeloquetúserásjamás!Élnunca

me haría sufrir. Nuncame faltaría al respeto como lo haces tú -le dijoAimée para mortificar a Edward. Este la agarró fuertemente por losantebrazosylaelevóunoscentímetrosdelsuelohastaqueelrostrodelamuchachaquedóalaalturadelsuyo.

-También June esmejormujer de lo que tú serás jamás, hermosa y

discreta, el sueñode cualquier hombre -le dijo a su esposa casi con loslabioscontralossuyos.Aiméetratabadecontenerlaslágrimas,perosusojosbrillabanconunafuriayunatristezaquesorprendieronaEdward.

- ¿Porquéno tecasasteentoncesconella?Esmásbonitaqueyo,es

mejorqueyoentodo…¿Porquédemoniosnoestáscasadoconella?-lepreguntó la joven alzando la barbilla, aún en el aire, sujetada por losfuertesbrazosdeEdwardy con los labios tancercade los suyosque lecostabarespirarconnormalidad.

- ¿Por qué no estás tú casada con Gerald Colbert, si es el mejor

hombre de Charleston? -le preguntó él. No recordaba haber estado tanfuriosojamás,nihabersentidoesoscelosnuncaantes.

Ambos escucharonunospasos a sus espaldasyunavoz familiar los

sacódesuensimismamiento.-Suéltala inmediatamente, Edward -él soltó a Aimée como un acto

reflejo, noporhacerle caso a la voz.Cuando la jovenhubopuestos lospiesenelsuelo,miróhaciaellugardelqueprocedíanaquellaspalabrasydescubrió aDesmond, el hermanodeEdward.Ellani siquiera sabíaqueasistiríaalafiesta.Habíallegadomástardequeellosycuandoviosalirasu hermano a la terraza, lo conocía lo suficiente como para saber queaquellamiradaindicabaquehabríaproblemas.

-Métete en tus asuntos, Desmond, y déjame a mí con los míos -le

espetóEdwardconrabia.Desmond,enlaoscuridad,eratanparecidoasuhermano que a Aimée le hubiese costado distinguirlos, pero suspersonalidades era muy diferentes: mientras Desmond era afable ytranquilo, un perfecto caballero del sur, Edward era hermético ypeligroso,conunaconstantemuecadeburlaenelrostro.

-Nomeharéeltontomientraslatratasdeesemodo.Eresunanimal-la

vozdeDesmondsonabasecaycortante.-SiteacercasaAiméenorespondo…-Sienalgúnmomentolajoven

percibió que Edward era peligroso fue aquel. Desmond, en cambio,sonrió.

-¿Quéocurre,hermanito,temesqueseacomotú?Despreocúpate.Yojamás haría, para vengarme, lomismo que túme has hecho -Aimée nocomprendió las implicaciones de ese comentario, pero intuyó que algograve flotaba bajo la superficie de aquellas palabras. Antes de darsecuenta, Edward se abalanzaba sobre su hermano y lo tumbaba de unpuñetazo.TomódespuésaAiméedelamanoyledijo:“Nosvamosacasa.Lafiestasehaterminado”.CruzóelsalóncasiarrastrandoasuesposaycuandoabandonaronlacasadelosVaugham,dejarontrasdesíunreguerodehabladurías.

CAPÍTULO10

CUANDOporfinsubieronalcarruaje,Aiméenopudoevitarpreguntarlea Edward por las palabras de su hermano. No inmediatamente, pues alprincipio su marido resoplaba como un caballo de carreras y prefirióesperar a que se calmase un poco. Percibía que algo terrible habíaocurrido entre los hermanos y, por unos instantes, este secreto logródistraerla del descubrimiento de que Edward se sentía atraído por JuneDeveril.

-¿QuésignificanlaspalabrasdeDesmond?¿Quéquisodecir?-Aimée

no lograba ver bien a Edward debido a la oscuridad, sólo distinguía superfil,recortadocontralaventanadelcarruaje.Élgiróelrostroytratódeescudriñarlaentrelassobras.

-Miqueridohermanoestuvocomprometidohaceunosaños-comenzó

explicandoEdward.-Ahoraquelodices,creoquerecuerdoalgo…Elenlacefinalmentese

cancelóporquelanovianoquisoseguiradelante,¿verdad?-preguntóella.-Más omenos. En realidad fue Desmond el que lo canceló, pero el

caballero sureño que lleva dentro lo empujó a ese último acto degenerosidadconella:permitirquetodospensaranqueelabandonadoeraél.Conmigonofuetangeneroso,metemo-lavozdeEdwardsetornódeprontounsusurro.

-¿Quéocurrió?-Aiméeestabaverdaderamenteintrigada.-La joven se encaprichó de otro hombre… No quería cancelar el

enlace con Desmond, sólo quería probar el fruto prohibido sin que sufuturoespososupieranada-sedetuvounosinstantes-.Eseotrohombreerayo-Debidoa laoscuridad,EdwardnopudoverelgestohorrorizadodeAimée,perosíescuchósugritoahogado.

-¿Fuistecapazdehacerleesoatuhermano?-lavozdeellamostrabaincredulidad.Edwardesbozóunasonrisatriste,cerrólosojosduranteuninstanteydespuésmiróatravésdelaventana.

-Veoquenisiquierameconcedeselbeneficiodeladuda.Mecondenas

sinpreguntarmesiquierasisoyculpable-respiróhondo-.Bueno,imaginoqueesaeslaimagenquedoy…TuadoradoGeraldColbertjamásseveríainvolucradoenunasuntoasí,¿noescierto?Ysisevieseinvolucrado,túno dudarías de él como dudas de mí, eso seguro… -volvió a ponersefurioso.Ledolíamásdeloquequeríaadmitirantesímismo,peroestabacansadodeexplicarse,dehacercomprenderquehabía límitesquenuncacruzaría.Hartodelaimagenqueteníanlosdemásdeél.Aiméenoeraunaexcepción. Tal vez si lo hubiese amado, habría deseado escuchar lahistoriadelaprometidadeDesmondhastaelfinal,peroellalodetestaba.Tambiénlodeseabaaratos,élnoeratanimbécilparanodarsecuentadeeso,perolajovenlodeseabaconculpayseodiabapordesearlo.

-Siyo fuese JuneDeveril fingiría creerte, aunquemecorroyeran las

dudas.Es loquehaceunaperfectadama:decirlea loscaballeros loquequierenoír,loquenecesitanoírparasentirsefortalecidos-elcomentariodeAimée tenía lamisma finalidadquehabía tenidoeldeEdward,hacerdaño. Ambos se mantuvieron en silencio durante el resto del trayecto,sintiendo que la furia crecía nuevamente en su interior y recordando ladiscusión que acababan de protagonizar en la terraza de la casa de losVaugham. Aimée no quería recordar los ojos con los que June habíamiradoasumarido,peronopodíaolvidarlos.Edwardqueríaolvidar lacaradepánfiloenamoradoqueseleponíaaColbertcadavezqueveíaasuesposa,perolarecordabaunayotravez.

-Un verdadero escándalo, Phyllis… No te imaginas de qué manerasalierondelsalón:élcasilaarrastrabacomosifueraunodesusperrosdecaza. Y después aparece Desmond, que también venía de la terraza,

sangrandoporel labio, figúrate…Todosnospreguntábamosquehabríaocurrido.

-Dios mío, Ellen, ¿crees que Desmond trataría de propasarse con

Aimée?-preguntólamatronamientrassellevabalatazadetéaloslabiosybebíaunbrevesorbo.

-¡No!-RespondióescandalizadaPhyllis-.Desmondesuncaballerosin

tacha…NosepuededecirlomismodeEdward…Noséquépudopasar,perolaculpanohasidodeDesmond.Seguramenteelculpableeselotroytambién ella, siempre ha sido una muchacha tan voluntariosa eimpredecible.CuandomihijoBusterlapretendía,rezabacadanocheparaque ella no lo aceptase. Siempre he deseadoparaBuster unamujermásdócil.

-AmítampocomegustabaqueCharleslapersiguiera,peroyasesabe,cuandoloshijossehacenmayores…Detodosmodos,Phyllis,esaparejaes muy escandalosa… Se casaron rodeados de escándalo y parecencómodos viviendo así -ambas mujeres bebieron otro sorbo de té y sequedaron pensativas.Ojalá ellas nunca tuvieran que sufrir una situacióntandeplorableensuspropiasfamilias.

YasehabíaconvertidoenunacostumbrequeAiméenosalieradesucuartodurantedías.Comíaensucuartoypasabael tiempomelancólica,enlacamaysinarreglarse.Cuandotodosseibanadormir,sedeslizabaenbatapor lospasilloshastael cuartodeMarie.Hacíanalgunosejerciciosjuntas,Aimée laayudabaa rotarel tobilloy la jovencomenzabaa tenersensibilidadhastalapantorrilla.“Creoqueeshoradequeselodigasatupadre.Haymédicosquepuedenayudarteamejorartumovilidad”,ledijoaMarie.DosdíasdespuésdelincidenteencasadelosVaugham,Aiméeseatrevió a preguntarle a su cuñada por la prometida de Desmond. LeexplicólaconversacióndeloshermanosyloqueEdwardlehabíacontado

enelcarruaje.-Oh, no, Edward no hizo nada malo… Lilian se encaprichó de él.

Quería casarse con Desmond, pero le apetecía probar su atractivoconquistandotambiénasuhermano.EdwardselodijoaDesmondyésterompióelcompromiso,perosiempreculpóaEdward.Mishermanossonunos tontosorgullosos, ¿sabes?Desmond semoríade los celos sólodepensarloqueLilianhabíatratadodehacerycreyó,oquisocreer,quenofue ella quien tomó la iniciativa, sino su hermano. Pero los problemasentre ambos vienen de antes, siempre competían para ver quién era elmejor en todo, desde niños. No me extrañaría que Desmond tratara deconquistarte-explicóMarie.

Aimée se escandalizó ante esta afirmación y sintió un leve

remordimiento por haber juzgado a Edward antes de escuchar de supropia boca la historia completa, pero después recordó que él la habíacomparadoconJune,aplaudiendolabellezayencantodelamuchacha,ala que consideraba mejor que su esposa en todo, y ese remordimientodesapareció,puesAiméevolvíaaestarfuriosaconél.

Aldíasiguiente,lepidióaGénesisquelaacompañaraalcentrodela

ciudad.Había recibido una nota de sumadre diciéndole que estaría conunasamigasenelsalóndetédemadameBlancheyellasedirigíaallí.Sehabía arreglado especialmente para lucir lo más hermosa posible. Laspalabras de Edward hacían más mella en su corazón de lo que ellareconoceríajamás.“¿Notehaspreguntadosirealmenteerestanatractivacomocrees?”, lehabíapreguntadoél,ydeprontoAiméeseplanteabasitalvezsiemprehabíatenidodemasiadabuenaopinióndesímisma.Alfiny al cabo, la suya no era una belleza de líneas puras, como la de JuneDeveril.Subocaeragrande,sunarizrespingona,losojoseranhermosos,esonadielopodíanegar,lospómulosmarcados,elcutistanblancocomolos pétalos de lasmagnolias, el talle fino y el porte regio. En conjuntoresultaba muy atractiva, pero observada por partes quizás no fuese tanhermosa,aunqueel resultadofinalera llamativoynoeraunamujerquepasasefácilmentedesapercibida.

IbapensandoenestascosasyacompañadadeGénesis,cuandovioaun

grupo de gente en medio de la calle rodeando un carruaje. “¿Qué haocurrido?”, preguntó la joven a una mujer que estaba en la aceraobservandolaescena.“Hanarrolladoaunpobreniño”.Aiméesellevólamanoaloslabios.“Oh,¿ylehaocurridoalgo?”.Lamujerleexplicóqueno,peroqueelniñosehabíallevadotalsustoquenopodíanihablar.Yasedisponíaacruzardeaceracuandosediocuentadequelosbalconesdelacasa de enfrente estaban abiertos y varias mujeres y caballeros seasomabanparamirar.Lasmujeresibanconlospómulosllenosderuborrosadoyloslabiosescandalosamentepintados.“Vaya”,pensóAimée,“esla primera vez que veo a una de esasmalasmujeres que trabajan en elburdel”. Estaba observando fijamente a una de ellas, que hubiera sidoverdaderamentebonitasinofueraporsusropasinmoralesyelexcesodepintura, y entonces vio algo que le paralizó el corazón durante unossegundos. ¡Era Edward! Había visto su rostro durante escasos instantesdetrásdelamalamujerydespuésélsehabíaretiradodelaventana,peroaella no le cabía ninguna duda de que se trataba de sumarido. “¡Malditobastardo!”,utilizóporprimeravezensuvidaunapalabramalsonante.NolebastabaconhumillarlacomparándolaconJuneDeveril,diciéndolequehubierapreferidocasarseconella,queeralamujerperfecta.¿Ahoradebíasoportar también aquella humillación, que todo Charleston viera a sumarido en el burdel? No iba a consentirlo de ningún modo. EdwardRobilard iba a saber quién eraAiméeErnestineDuMaurier. “Espérameaquí”,ledijoaGénesismientrascruzabadeaceraysedirigíaalapuertadelburdel.

Traspasarlapuertadeaquellocalfuelomásosadoquehizoensuvida

y lo más indecente también. Las muchachas llevaban vestidos tanescotadosqueaalgunasselesveíanlaaureoladelospezones.Todasibanadornadasconplumasydecenasdevolantes,coloresllamativosymuchapintura en la cara. Aimée vio a varios caballeros conocidos, algunoshabíansidopretendientessuyos.ElpelirrojodelosDuBois,porejemplo,derramó su bebida cuando la vio entrar, y lomismo le ocurrió al hijopequeñodelosThorton,queeneseinstantebesuqueabaelcuellodeunade

laschicas.Unajovenlesalióalpaso.“Señora,debeirse.Estenoeslugarparausted”.

-Vengoabuscar amimaridoyporDiosque sinome llevasconél

montaré tal escándalo que os cerrarán el local… -algo aterrador vio lamuchachaenlosojosdeAimée,pueslacreyó.

-¿Quiénessumarido,señora?-lepreguntóellademaneratancortés

yeducadaqueAiméesesorprendió.-ElseñorEdwardRobilard-lajovenasintió.-Sígame -a Aimée le temblaban las piernas. ¿Acaso encontraría a

Edward en la cama con una de esas mujerzuelas? No, la joven no lellevaríaauncuartosisupieraquedentroestabaEdwardhaciendo…eso…conunade lasprostitutas.¿DóndeestabaEdwardentonces?La respuestallegó enseguida-. Alguien le busca, señor Robilard -Aimée entró a unsaloncito decorado con terciopelos granates y candelabros dorados portodoslosrincones.Sumaridofumabasentadoenunbutacóny,frenteaél,tambiénsentadaycompletamentevestida,seencontrabaaquellamujerquehabíavistodesdelaventanayquelehabíaparecidobonita,apesardesuaspectode inmoralidad.Edwardse levantódel sillóncomosi tuvieraunresorteyelcigarrilloselecayóalsuelo,quemólevementelaalfombra,peroenseguidaseapagó.LamujerqueacompañabaaEdwardtambiénselevantódesusillón.

- ¿Qué haces aquí, Aimée? -él había perdido el color, la miraba

sorprendido,comosinopudieracreersequeellahubiesedadoaquelpasoyhubierahechoalgo tanabsolutamente inadecuadoyescandalosocomoentrarabuscarloaunburdel.

-Tedijequenomehumillarasteniendoamantes.Teloadvertíantesde

casarnos -le dijoAimée enfurecida. Se acercó a él con pasos decididos.Paraentoncesmuchasdelasjóvenesyvarioscaballerosestabanasomadosal saloncito observando la escena-. ¿Acaso nunca te vas a cansar de

humillarme? -tras decir esto alzó la mano y le cruzó la cara de unabofetada a Edward. Lo había golpeado con toda la fuerza de la que eracapaz. Un grito ahogado y sorprendido se escapó de la garganta dealgunas de las prostitutas. El rostro de Edward reflejaba un emocióndesconocida para Aimée, algo fiero y salvaje que la asustó. Retrocediódospasos,peroéllaagarróporlamuñeca.

-Te dije que no volvieras a abofetearme jamás -viendo su rostro

desencajado,Aiméesintiómásterrorquenuncaensuvida.¿Acasoibaagolpearla? Él trató de tomarla del talle y echársela sobre los hombrosperoelenormemiriñaquedelvestidoseloimpedía.Lajovengritabaysedebatía contra él para apartarlo. Edward la soltó un instante, tomó labotellade licorquehabía sobreunamesitay laestrellócontra lapuertadel salón-. ¡Todo el mundo fuera de aquí! -las muchachas se alejarongritando,asustadasporloscristalesrotosdelabotella,yloscaballeroslassiguieron. Aimée había retrocedido hasta esconderse detrás de lamujerconlaquehabíaestadosentadoEdward-Venaquí,malditasea.NoutilicesaLolacomoescudo.

-Porfavor,Edward,bastaya.Laestásasustandoymeestásespantando

alaclientela-Lolatratódecalmarlo,peroélnoatendíaarazones.Tomóla muñeca de Aimée y la sacó de detrás de la dueña del burdel. Lamuchachaestabahorrorizada,tantoquenisiquierapodíagritar.Creíaqueibaadesmayarse.Sinpensarsiquieraenloquehacía,Edwardlelevantóelvestido a Aimée para desatarle el miriñaque, pero como llevabademasiado tiempo hacerlo, arrancó los lazos de raso que lo ataban alcorséycuandoelmiriñaquecayóalsueloyelvestidonoeramásqueunenorme trozode telacolgandosobreeldelgadocuerpode lamuchacha,Edwardselapusosobreloshombrosylasacódelburdelantelamiradaescandalizadadetodos.

LajovenquehabíallevadoaAiméeantesumaridoledijoaladueña

delburdel:“Esehombreestáloco”.-Sí, está loco, pero loco por ella -respondió Lola con gesto

contrariado. Aimée era mucho más hermosa de lo que todos decían yEdward estaba enamorado de ella, absolutamente loco por ella. Lola loconocíalosuficientecomoparanodudarlo.

Yaenplenacalle,Edwardsubióasumujeralcaballo,ahorcajadasy

nocomodebemontarunadama,ydeun salto se subió tras ella.Aiméeestabatanhumilladaquenolequedabanfuerzasniparagritar.LagentesearremolinóalrededordeambosyEdwardarreóalcaballo,peroenvezdeir a sucasacon lamayorceleridad, lohizoapaso lento,paraque todoCharleston pudiera contemplar horrorizado la escena. Si hubiera sabidoquiéneraLadyGodiva,Aiméesehubiesesentidocomoella,apesardenoir desnuda sobre aquel caballo. Nunca, aunque pasaran mil años, seolvidaríaenlaciudadunescándalocomoaquel.

-Arreaalmalditocaballo-mascullóellaentredientesconlosúltimos

restos de orgullo y furia. Edward se apretómás contra su espalda y laaprisionóconsusmusculosaspiernas.

-Ni lo sueñes. TodoCharleston te verá. ¿No era eso lo que querías,

humillarme?Pueslahumillaciónserápúblicaycompartida,nosóloyolasufriré-respondióélconunavozroncaycruelqueAiméenoleconocía.Alotroladodelaacera,Génesisviolaescenaycorrióhaciasuama,peroesta la detuvo con unmovimiento de lamano, pues temía que Edward,furiosocomoestaba,pudierahacerledaño.

Se pasearon a caballo por las callesmás céntricas de Charleston. A

Aimée le pareció que tardaban siglos en llegar a casa, pero cuandollegaron el castigo no terminó. Él la bajó del animal tomándola por eltalle y se la echó nuevamente sobre los hombros. Entró en casa y,afortunadamente, no se tropezaron con nadie, ni una solo criado, nitampoco losmiembrosde la familia.Subióconellahasta sucuartoy lasoltósobrelacamacomoquiensueltaunenormesacodearroz.

-Acabasdeavergonzarmecreyendoquehabíahechoalgoquenohice.

Nohe estado conningunamalditamujer desde el incidenteque tuvimos

conelcarruaje.Debídejarteallítiradaenvezdesocorrerte.Noheestadoconningunamujer y estoyharto.Vas a ser tú,miquerida esposa, quiencalmemisardores-Aiméeestabaaterrorizada.NoconocíaaeseEdwardiracundoycongestomalvadoqueteníaenfrente-.Ynofingiréquenomedoycuentadequemedeseas.Medeseas,séquemedeseas,malditasea,yporunavezentuvidavasacomportartecomounamujerynocomounaniñaidiota.

CAPÍTULO11

EDWARDsecolocóderodillasenlacamaentrelaspiernasdeAiméeylelevantóelvestido.Ellacomenzóarevolverseparatratardeescapardelcontactodesumarido.

-¡No seas ridículo! ¿No te das cuenta de que no podrás quitarme el

corsé si yo no quiero que lo hagas? ¿Crees que voy a mantenermequietecitamientrascometestusfechoríasconmigo?-dijoellaconunarisaburlonamientrasluchabacontraél,aumentandolairaylafrustracióndesumarido.

-Nonecesitoquitarteelcorsé,niñaboba-bramóél-.Sólomemolestan

tusmalditoscalzones-ledijo,mientrasconsusdedosdesatabalacintadeloscalzonesylosdeslizabapiernasabajohastaquitárselos.Ellaestabatansorprendida que dejó de pelear por unos segundos y él aprovechó esaventaja. La miró. Las medias le llegaban hasta la mitad del muslo y elcorsé tapaba su ombligo. Entre ambos, entre los muslos y el ombligo,absolutamente expuesta y desnuda ante los ojos de Edward, aparecía lablancurade lapieldesuvientre, losdelicados rizosnegrosdesupubis.Ella se sentía consternada, humillada. Edward apoyó su mano entre losmuslosdelajovenycomenzóaacariciarlacondelicadeza.Aiméecerrólaspiernascomoactoreflejo,peroélnodejódeacariciarlayaumentólapresión.Encuantolahabíatocado,lafuriadeEdwardhabíadesaparecidoyensulugarseinstalóundeseosalvaje,animal.Ladeseabatanto,llevabadeseándolatantotiempo,lasintiótiernayhúmedayperdióelcontrol.No,malditasea,estaveznofingiríaquelacreíaindiferente.Puedequeellanoloamara,puedequelodespreciase,perolodeseabayélladeseaba,ynadaen el mundo impediría que fuese suya. Siguió acariciándola entre laspiernas y notó cómo ella se relajaba, cómo se abría para él. La jovenmanteníanlosojoscerradosylacaraenterradaenlaalmohada,excitadaytambiénavergonzadaporlosdeseosqueélledespertaba,porelmodoenquesucuerposeentregabaaEdwardapesardetodo.

-Mírame, Aimée -le dijo él sin dejar de acariciarla íntimamente,inclinándose sobre ella y mordisqueándole el lóbulo de la oreja. Ellavolvióelrostroylomiró,conlosojoshúmedos,comosifueseallorar.Edwardsedetuvouninstante,peroentoncesellagimióyélsupoquenopodíasoportarlopormástiempo,debíaposeerla.Maldijoaldarsecuentade que aún seguía vestido. Se desabrochó el pantalón torpemente y nollegónisiquieraaquitárselo.Enalgúnrincóndesumentesedijoquenoestababien,quedebíairmásdespacio,desnudarlaydesnudarse,peroyaera tarde, estaba ardiendo y Aimée gemía contra él, estaba húmeda yentregada.Lamiróalosojosyentoncesentróenellaconsuavidad,muydespacio,apretandolosdientesparapodercontrolarse.Lajovenarqueólaespalda contra él y gimió su nombre. Lo miraba con las pupilas muydilatadas. Edward comenzó a moverse dejándose arrastrar por aquellalocura,aqueldeseosalvajedeposeerla.Elplacerqueexperimentabaconella no lo había sentido antes, quizás porque nunca antes habíaexperimentado tampoco los celos, ni la frustración, ni el dolor delrechazo.

Aiméenopodíapensarennada,sólosentir,aunqueenelfondosabía

queestabamalentregarseaél,quenolaamaba,quedeseabaaJune,queaellaladespreciaba.Elplacerseunióalamortificaciónycadagemidoerauna mezcla de ambos: no debía desearlo y lo deseaba, no debía sentirplacer con él y se comportaba como una mujerzuela entre sus brazos,entregada.Experimentóalgoprimitivocreciendoensuinterior,algoquela volvía más voluptuosa y sensual, algo que estalló en mil pedazoshaciéndola sentir que se cuerpo y el de Edward eran uno solo. Cuandovolvió a la realidad, él descansaba sobre su pecho y ella lo abrazaba.Edward se incorporó sobreuncodoy sólo entonces ella comprendió lamagnituddeloquehabíahecho.Sequedósinpalabras.

Edward no sabía qué decir, ni qué hacer. Los sentimientos que lo

invadían le atenazaban la garganta. ¿Qué diablos era aquello? ¿Amor?¿Acasohabíasidotanimbécilcomoparaenamorarsesindarsecuentadeunajovenquelodespreciaba,quenuncapodríaamarlo?Nofuecapazdedecir ni una palabra. Estaba aún sobre Aimée. Se echó a un lado y fue

conscientede la escena: él todavíavestido, con lospantalonesbajados amedias.Ellaconelvestidoenrolladoenlacintura.Lajovenselobajódeinmediatoaldarsecuentadequeéllamiraba.Susojosestabanhúmedos,llenos de lágrimas.Se ovilló, dio la espalda aEdwardy le pidió que ladejarasola.

-Vete, por favor -le suplicó ella con voz temblorosa. Allí estaba el

maldito arrepentimiento, pensó él. Lo deseaba y se odiaba por ello. Sehabía entregado a él en un momento de debilidad y ahora solo queríaolvidarloyqueélsealejara,mientrasEdwardaúnseconsumíadedeseo…Aúnladeseabay,loquemásloasustó:creíaquelaquería.Queríaaunamujerquenolosoportaba.

Aimée, en ese instante, solo quería morirse. “A June no le hubiera

hechoel amorasí.Con Junehubiese sidogentily sehubiese tomadosutiempo,nolahubieratumbadosobrelacamacomoaunamujerzuelaylahubiesetomadoconprisasysinunapizcadeternura”,sedijoasímisma.Y ella lo deseaba… Lo deseaba y lo quería… Por fin lo reconocíaíntimamente.Queríaaunhombrequeestabaenamoradodeotrayquesólosentíaporelladesprecio.

-Sientohabersidobrusco.Yo…-comenzóadecirél,peroAiméenole

permitiócontinuar.-Porfavor,déjamesola-volvióasuplicarleentrelágrimas.Elapretó

lospuños,seabrochóelpantalónysaliódelcuarto.Sedirigióaldespachodelaplantabaja,abrióunabotelladelicorycomenzóabeber.

Aimée se asomó a la puerta de su cuarto y le pidió a uno de los

criados,queenesemomentoestabacerca,queavisaraaGénesis.Cuandolanegritallegó,ledijo:“Preparadiscretamenteuncarruaje.Nohagaslasmaletas,habrátiempodeeso.RegresamosaLasMagnolias.Porelcaminoteloexplicotodo”.

Elcarruaje sedetuvo frente a la entradaprincipaldeLasMagnolias.Alexander DuMaurier se disponía amontar en su caballo Trueno paravisitarloscultivoscuandoviodescenderasuhermana.

-¿NohabíasquedadoconmamáenelsalóndetédemadameBlanche?

-preguntóél,extrañado.Lajovencorrióarefugiarseenlosbrazosdesuhermanoyhundióelrostrocontrasupecho-.¿Estásllorando,Aimée?¿Leha ocurrido algo a mamá? -Ella negó con la cabeza-. ¿Qué ocurreentonces?

-¡NoregresaréacasadeEdward!¡Noloharé,aunquemeazotéis,no

lo haré! -Alexander la estrechó entre sus brazos. Conocía bien a suhermana pequeña, era voluntariosa, coqueta, caprichosa, pero no erallorona…Algoteníaquehaberocurridoparaencontrarseeneseestado.

-Entremos en casa -le dijo, y le dio un beso en al frente-.Las cosas

suelensermenosgravesdeloquenospareceenunprincipio.Media horamás tarde, Aimée contaba a su hermano y también a su

padre loquehabíaocurridoaquellamismamañanaenelburdeldeLolaDelclos.

-¿Entrasteabuscaratumaridoalburdel?-Seescandalizósupadre-.No te quejes entonces de lo que él hizo. Fue blando, ¡yo no te hubiesellevadoacaballosinmiriñaqueyahorcajadas,tehubiesedadounabuenatundaparaqueaprendierasacomportartecomounadamaynocomounamujerzuela!

-Padre,porfavor…-tratódemediarAlexander.-Oh,claro,padre-gritóAimée-,avecessemeolvidaquecomomujer

quesoymiúnicocometidoessoportar.Novivir,noexigir,sólosoportarloqueamimaridose leantojequedebasoportar. ¡Yonosoyasí,no losoy!-Aiméeestabacompletamentefueradesí-.Ysimeobligasavolvercon él haré tantas locuras que querrás morirte de la vergüenza…Arrastraré nuestro apellido por el lodo y… -las palabras de Aiméequedaroninterrumpidasporlasonorabofetadaquelediosupadre.Ellasellevólamanoalazonadoloridadelamejilla,lomiróperplejaycorrióescalerasarriba,haciasucuarto.

CuandoAnneDuMaurierllegó,pocodespués,ysumaridolapusoen

antecedentes,ellasacótodoelcarácterquehabíamantenidoarayadurantelos largosañosdematrimonioydefendióasuhijacomouna leona.“SiAiméedicequenoregresaráconél,noregresaráhastaqueellalodesee.Pobrede ti si tratasdeobligarla, porqueharé lasmaletasyAiméeyyonosiremosaAtlantaconmihermana.Loquelepasaanuestrahijaesalgomuyserio.Nuncalahabíavistoasíyestaremosasuladopaseloquepase,¿entendido?”.Másporamora suesposaquepor temoraquecumplierasusamenazas,elseñorDuMaurierasintióantelaspalabrasdeAnne.

Aiméenohabíaqueridosalirdesucuartoysumadretratódehablarcon ella. “Tienes que decirme lo que ha ocurrido, Aimée, sinmiedo nivergüenza.Siéltehahechoalgo…”.

-No,élnomehahechonada,mamá…Solamentemeodia,peroesoes

algoqueyasabíaantesdecasarme.Élmeodiayyo…-lajovensecallódepronto.

-Él te odia y tú lo quieres, es eso le que ibas a decir, ¿verdad? -su

madrelamirabaconternura.Lajovenasintióysecubrióelrostroconlasmanos.

-¿Cómohepodidosertanidiota?¡Enamorarmedeunhombrequeno

mesoportacuandoteníaatantosamispies!-Querida,creoqueexagerascuandodicesqueélnotesoportaoquete

odia.Puedequenoestéenamoradodeti,peronocreoqueteodie-tratódeconvencerlasumadre.

-Noshemosdichocosashorriblesyaélnoleduelen.Amí,encambio,

medesgarran.Tengoquealejarmedeél,mamá.NomeobliguéisavolveralacasadelosRobilard-suplicóAimée.

-¿PorquénotevasaSavannahapasarunassemanascontíaSolange?

-sumadretratabadeanimarla,peroloquehizofuedarleunaidea.-¡Oh, mamá, podría hacer algo mejor que eso! Dime que sí por

favor…DimequepodréiravisitaratíaAmarille.Simedicesqueno,memoriréde lapena,mamá…-aAnneno legustaba la ideadequeAiméeviajara tan lejos,pero si ese era elúnicomododeverladenuevo feliz,tendríaqueconvencerasumarido.

-Esunviajedemasiadolargo,querida.¿Estásseguradequenecesitas

irtanlejosparasuperarlasituacióncontumarido?-quisosaberAnne.-Sí, mamá, es el único modo. Déjame ir, por favor, por favor… -

Aiméeestabadispuestaahacerloquefueraparaconseguirlo.

AlexanderhabíaidoavisitaraEdwardasucasayéstecreyóqueibaareclamarleporloocurridoconsuhermanaaquellamañanaenelburdel.

-MeenvíamipadreparadecirtequeAiméeestáenLasMagnoliasyno

quiere regresar aquí -Edward abrió muchos los ojos. Pensaba que suesposa seguía en su cuarto y él estaba dándole tiempo hasta la noche,

cuandopretendíadisculparseconella.-¿Quédices?-lepreguntóaAlexander.Estelepusoalcorrientedela

situaciónagrandesrasgos-…Ydicequenoquiere regresar aún aquí, quenecesita tiempopara

pensar. Ha decidido pasar una temporada con tía Amarille -explicóAlexander.

- ¿Amarille regresó a Savannah? -preguntó Edward. En su época,

AmarilleDuMaurierhabíasidocomoAimée,unabeldad,unamujerqueteníadecenasdepretendientes.HacíaañosquehabíaabandonadoSavannahparavivirenEuropa,peroaúnsehablabadeellaenelsur,puessubellezahabíasidotanfamosacomoladesusobrina.

-No, no regresó a Savannah, sigue viviendo en París -Edward tardóunosinstantesencomprenderloqueesoimplicaba…¿AiméehuíaaParísparanoverlo?

-Dios,¿tantomeodiatuhermanaquenecesitaponerunocéanoporel

medio para separarse de mí? -su voz sonaba desesperada y Alexandersintiólástima.

-Déjalaquevaya,pasaráallí tresocuatromesesycuandoregreselo

habrá olvidado todo. Conozco a mi hermana, en cuanto esté en Parísechará tantodemenosCharlestonqueno tardarádemasiadoenregresar.Eso también le servirá para echarte de menos a ti -Edward rióburlonamente.

-A tu hermana no le importa si vivo omuero, Alexander, pero está

bien: que vaya. ¿Puedo, al menos, hablar antes con ella? -el joven DuMaurierapretóloslabios.Sentíatenerquedecirleaquello.

-Noquiereverte.Losiento -Edwardsepasó lamanoporelpelo, su

gestoeraderrotadoytriste.

-Dios mío, creo que no hay un marido más odiado que yo en toda

CarolinadelSur.

CAPÍTULO12

AIMÉEestuvocuatrodíasenLasMagnoliasantesdeemprenderelviaje,preparandolosbaúles.TemíaqueEdwardsepresentaraporsorpresa,noestabapreparadaparaverlo,nosesentíaconfuerzas.Él,sinembargo,nodio señales de vida y la joven creyó que era una prueba más de suindiferencia.Escribiódoscartasdedespedida:unaparaMarieyotraparaelpequeñoTobey,quequedabaalcuidadodeEdwardhastasuregreso.

GénesisyellatomaroneltrenaSavannahunmartesalmediodía.Allí

las esperaba tía Solange, que había recibido un telegrama días antespidiendoque las acompañara aParís.TíaSolangenunca sepensabadosveces realizar un viaje. “Puedo preparar veinte baúles en cinco horas ysalir de inmediato hacia la otra punta delmundo”, solía decir, yAiméecomprobóqueeracierto.DurmieronaquellanocheenSavannahyaldíasiguientetomaronelbuquequelasllevaríaaIrlanda.Latravesíadurócasidos semanas y lamelancolía de Aimée se vio en partemitigada por laalegre algarabía de aquellos irlandeses bulliciosos que regresaban a latierradesuspadres.Eranamablesyleshicieronelviajemuyagradable.Lucían cada noche sus mejores galas y sus mejores joyas y las cenasterminabanconlosbailesmásalegresqueAiméehabíavistojamás.“Estaes tu gente”, le había dicho aGénesis, ya que al ser hija del hacendadoO’Malley y de la esclava Tirsia, eramedio irlandesa ymedio africana.Desdeluego,susincreíblesojosverdeseranirlandeses.

Permanecieron unos días en Irlanda antes de tomar otro barco a

Inglaterray,unavezallí,otroaFrancia.LlegaronaParísen tren.Habíapasado mes y medio. Aimée se enamoró del paisaje irlandés y de susgentes,delabulliciosaLondres,perosialgoladejóimpactada,fueParís.SolíadecirquenohabíanadacomoLasMagnolias(yseguíacreyéndoloenparte,puesnoamamosloslugaresporlohermososquesean,sinoporlos recuerdosquenosvinculanaellos),peroParísnoseparecíaanadaqueellahubieravistoantes.Sufamiliaprocedíadeallí,concretamentedela zona de SaintGermain. Imaginar a sus antepasados emprendiendo un

viaje tan largo sin una moneda en el bolsillo, pasando las mayorescalamidades, para llegar al Nuevo Mundo y construir de la nada unafortuna hizo que sintiese un inmenso respeto por su estirpe, los DuMaurier, losRoix, losDelafont y tantosotros apellidosque corríanporsusvenas.Noteníaniunagotadesangrenofrancesaensusvenas.

La tíaAmarille las recibióverdaderamente emocionada.Cuando aún

vivíaenSavannahyAiméepasabatemporadasconella,deniña,planeabanvivir en París, pero entonces Amarille estaba casada con el capitánLeclerc, uno de esos hombres que consideraba que nada fuera deSavannahmerecíalapenaservisto.Cuandoenviudóysediocuentadequeheredabaunafortuna,setrasladóaEuropadeinmediato.LlevabaviviendoenParísdesdeentoncesycuandoescribíaasusobrina,lepedíaquefueseavisitarla.Bien,allíestabaporfin.

TíaSolangeyTíaAmarillese llevaronmaravillosamentebiendesde

el principio. Ambas habían vivido años en Savannah y se habíanencontrado enmultitud de ocasiones en bailes y fiestas, pero no habíanllegado a intimar. SolangeRoixDubois yAmarilleDuMaurierLeclercdescubrieron que eranmás parecidas de lo que pensaban: tenían gustossimilares, ambas era jóvenes, hermosas y habían enviudado sin hijos.SolangecomprobóqueAmarillehabíahechounmejorusodesulibertadqueellaydecidióaprenderlalección.

Conellas,Aiméeterminócontandotodoloque,pormiedoyrespeto,

no le había contado a su madre. Sus tías eran alegres y desenfadadas,hablabandesuspretendientesydebesosrobadosenbailes,y finalmenteAiméesesinceróconellas.Asísupieronquenoeranlaspeleasloquelehabíaempujadoalotroextremodelmundo,sinounamorimposibleysinesperanzasporunhombreque ladespreciabayque, para colmo, era sumarido.“Elvinoamicamaparacastigarmeyyolorecibíconlosbrazosabiertos”,lescontóundíaquelascuatro(Génesisincluida)habíantomadomáslicordelacuenta.

La estancia en París fue curativa. Comprobó que los hombres

reaccionabananteelladeunmodosimilaracomolohacíanensutierra,de modo que sus dudas sobre las palabras de Edward acerca de suatractivo se disiparon. De todos modos, el dolor seguía ahí: él no ladeseaba. Edward deseaba a June Deveril. Pero era su marido y, pordesgracia, seguiría siéndolo toda su vida.Había divorcio, pero ningunabuenafamiliadeCharlestonseplanteabanadatanescandalosocomoeso.Cuandoregresara,sedijo,élnotendríaniunsolomotivoparaburlarsedeella.Alprincipio,estepensamientoeraalgoabstracto,perofinalmenteseconcretó:tíaAmarillelepropusoquetomaraclases,sideverdadsesentíatan avergonzada por su ignorancia. Fue así como Aimée comenzó aestudiar a los diecisiete años todo lo que no había estudiado de niña.Aprendiófrancés,historia,arte,literatura,comenzóaleertodoslosdíasyacomprarnovelasenunalibreríadelBoulevardDonstainyloqueibaaser una estancia de tres o cuatro meses se convirtió en dos años deausencia.

Al principio esperaba noticias de Edward. Creía que sus padres, su

hermano o su cuñadaMarie le hablarían sobre él, pero tal vez porquecreíanque lamolestarían,nadie lonombrósiquiera, exceptoelpequeñoTobey,perolassuyaseranoticiasqueaportabanpoco:“ElseñorEdwardmeobligaaestudiarmucho,ojalávuelvaspronto”(escritodesupuñoyletra con una caligrafía clara y elegante que sorprendió aAimée) o “elseñorEdwardyyohemosestadomontandoacaballo”,nadaqueindicaseloquesumaridosentíaopensaba.Pocoapocoélfueconvirtiéndoseenun nombre que dolía cada vez menos y si bien al principio habíacomenzado a estudiar por su culpa, para evitar que se burlase de ella,pronto lohizoporsímisma.Aiméesealegródealgunasde lasnoticiasquerecibíadeCharleston: lascosechasdeLasMagnoliasestabansiendoestupendas,DesmondRobilardhabíaganadolaseleccionesalaalcaldíadeCharlestonapesardeque,porsersoltero,noloconsiderabanelcandidatofavorito. Charleston era una vieja ciudad que se había fundado sobrevalorescomoeldelafamiliayunhombresolteroaciertaedaddespertabacierto recelo y disgusto. Le había alegrado saber, sobre todo, que sucuñada Marie había logrado volver a caminar y que por una de esasjugadas extrañas del destino, Alexander Du Maurier y ella se habían

enamoradoyestabancomprometidos.RecibiónoticiasdeEdwardcuandoyano loesperaba, aunqueseguíapensandoenél cadadía,peroconunaresignación mayor ante el hecho de que nunca iba a quererla, quizásporquesequeríaasímismalosuficientecomoparaquesuautoestimayanodependieradelamordeélodesuaprobación.

El señor Hartford, el abogado de Edward, le envió un documento

donde le explicaba que su marido solicitaba el divorcio y que eranecesaria su presencia en Charleston para firmar los documentos. Elimpacto inicial la dejó postrada en la camadurante varios días. Sus tíastratarondeanimarlaydeaconsejarla.“VuelveaCharlestonyhazqueseenamorelocamentedeti”,decíaSolange,siempretanromántica.“Aceptacon dignidad el divorcio, piensa que vuelves a estar disponible y quemuchosdetusantiguospretendientessiguensolteros”,comentóAmarille,muchomásrealista.“Además”,dijosutía,podráspermitirteellujodenoaceptar ni un centavo de Edward”. Aimée lamiró extrañada. ¿Pretendíaqueregresaraacasadesuspadresconlasmanosvacías?Almenosdebíarecuperar ladote. “Quese laquede,dilequeespor lasmolestiasque lehayacausadounmatrimonioporobligaciónparareparartuhonor.Vasaser mi heredera y no voy a esperar a morirme para darte parte de esaherencia”.

El viaje de regreso duró casi dosmeses y fue triste no sólo por el

divorcio, sino también por separarse de tía Amarille. El divorcio, bienpensado,noeradeextrañar,elloshabíansidounapareja rodeadaporelescándalo y así terminarían, con un escandaloso divorcio, pues ningunaotra buena familia de Charleston tenía tal mancha. Aún recordaba lashabladuríasquesuscitóenlaciudadelhechodequeellaentraseabuscaraEdward al burdel y que él la paseara montando a horcajadas y sin elmiriñaque por toda la ciudad. Ahora, con la perspectiva que le daba eltiempo,sepreguntabaquédiabloseleshabíametidoaambosenelcuerpoparacomportarsedeunmodotanindecoroso.

Una vez que tía Solange hubo quedado en Savannah y que Aimée

tomabael trenque la llevaría a casa, comenzóapensarqué ledeparaba

esa nueva etapa en su vida. El vagón de primera clase se detuvo en laestación de Charleston y cuando divisó los rostros sonrientes de suspadresydeAlexander,supoqueteníafuerzaparasoportarlotodoysalirairosa.No,nadie lograríahundirla,niEdwardcon sudivorcio,ni aquelamorenfermizoporélquenohabíalogradoarrancarsedelcorazóntrasdosañosenParís.

Alprincipio,cuandoAiméesefue,Edwardhacíaverdaderosesfuerzospor llevarunavidanormalynoaparentareldolorquesentía.TuvoqueenfrentarlasmiradasacusadorasdelasbuenasfamiliasdeCharlestonnosóloporlosescándalosprotagonizadosconAimée,sinoporelhechodequeellahuyeraaParístansolounmesdespuésdelaboda.Cuandodebíacomenzarsulunademiel,enrealidadhabíacomenzadolaescapadadesuesposa.Pasadas las primeras semanas, sevolcó en el pequeñoTobey, elesclavodeAimée.Contratóunprofesorparaelniño,loobligóaestudiary se ocupó de pasar tiempo con él. Era el único modo que tenía dedemostrarlealgoaAimée.Erasuformadedecir:“Estohehechopor ti,nosédequéotramalditamanerademostrarteloquesiento”.Pasarontresmesesyellanoregresó.Pasaronseis,nuevemeses,yseguíasinnoticiasdeella,pues lascartasrecibidasporMarienodabancuentadeotracosaque no fueran pequeñas excursiones hechas con sus tías a pueblecitoscercanosaParísomeriendascontalocualdamaoveladasybailesalosqueasistía.Lainformacióneraescasaysuperficial.Parecíafeliz.Casiunaño después, Edward volvió a frecuentar las fiestas en Charleston y enotras ciudades del sur. Se encontraba con Gerald Colbert y con JuneDeveril y recordaba a Aimée, aquellas violentas discusiones llenas decelos y frustración. Poco a poco el dolor se fue mitigando. En ciertamanera,siempreestaríahechizadoporella,esdifícilcurarsedeunamorque no pudo ser u olvidarse que quien debió habernos amado y no nosamó.Conelpasodeltiempo,comprendióquedebíaaceptarlo:ellanuncalo había querido ni nunca lo querría y sus reacciones ante el hecho dedesearlo eran lógicas. Aimée había sido educada para no desear a un

hombre y si esos deseos la hubiesenmortificado amándolo, sin amarlodebía de haber sido un infierno para ella. Sus cuerpos se comprendíancomosuscorazonesnoseentenderíanjamás.Eldivorcionohabíapasadoaúnporsumente,perocomenzabaadarsecuentadequenopodíanvivirasí. Se arrepentía de cómo se había comportado con ella, de suvisceralidadysusmodales.Nuncavolveríaaocurrirnadasemejante,novolveríaatratarladeesemodonipermitiríaqueellalotrataraasí.Edwardno sabía siAiméepretendía volver algúndía y cómo se comportaría lajoven trasel regreso,peroEdwardhablaríaconellaparaestablecerunaseriedelímites.

CuandolosDeverilcelebraronsufamosabarbacoa,dosañosdespués

delincidenteconelcarruajequelohabíaobligadoacasarseconAimée,ocurrió algo que hizo que abriera los ojos. Tal vez porque era elaniversario del inicio de su historia con su esposa, Edward estabaespecialmentemelancólicoenesaocasión.Alanochecersalióafumaralaterrazay,entrelassombras,apareciólahermosasiluetadeJuneDeveril,lahijadelanfitrión.

-Últimamente lo veo un poco triste, señor Robilard -dijo ella, y

Edward se dio cuenta de inmediatodeque estabaunpoco achispada, talvezhabíabebido.Lehizograciaqueunajovencitatancomedidaentodocometieraesatorpeza-.Loveotristeynoselomereceporqueesustedelmejorhombredelmundo-lasonrisadeEdwardseborródeunplumazo.Demodoqueaquellamuchachaseguíaencaprichadaconél.Quéirónico,habíadichoqueeraelmejorhombredelmundo.Dosañosatrás,enunaterraza similar a aquella, Aimée le había dicho que Colbert era mejorhombredeloqueélsería jamás.Eraagradablecomprobarqueparaunamujeréleraelmejorenalgo.

-Serámejorquevuelvadentro,señoritaDeveril,antesdequehagao

digaalgodeloquemañanasegurosearrepentirá-Edwardtiróalsueloelcigarroysedisponíaaentrardenuevoenelsalóndebaile.

-No, por favor, escúcheme -suplicó ella-. Llevo años reuniendo el

valornecesarioymehebebidomediabotelladelicorparaadquirirlohoy.Necesitoquemeescuche.Yo…loamo.Teamo,Edward -secorrigió-ynomeatreveríaadecirlosinosupieraqueAiméey túnosois felicesyque ella jamás regresará deFrancia. ¿Por qué seguir atado a unamujerausentecuandoyoestoyaquíyteamoyestoydispuestaahacertefeliz?-laluzdelalunasereflejabaensupelorubio,ensuspálidosojosazules,ensus facciones de escultura griega. Hasta que no la escuchó hablar así,Edwardnosediocuentadelomuchoquenecesitabaquealguienloamara.SehabíaagotadodeamaraAimée,necesitabaseramadoylonecesitabaconurgencia,peroélnoseaprovechabadelasmuchachitascomoJune.

-Vamos, entra dentro.Olvidaremos esto que ha ocurrido -Edward le

hizounainclinacióndecabezayentróenelsalóndebaile,peronopudoolvidar lo ocurrido. No quería olvidarlo. Merecía ser amado, merecíahacerelesfuerzodeenamorarsedealguienquelocorrespondieseyJuneeraperfecta.

Volvieron a encontrarse en varias ocasiones, siempre sin ocasión de

verseasolas,perocuandoJunerecibiólanoticiadequeAiméeregresaba(loescuchóenunareunióntomandoelté),elcorazónlediounvuelcoyfueabuscaraEdwardalasalidadelcasino.Estabanenplenacalle,peroellaparecíaolvidarlo.Cuandoéllavio,sequedóparalizado.

-¿Quéhacesaquí?-lepreguntó.-SéqueAiméeregresa.Yocreíque…Penséqueellanunca…-Edward

laviomortificadayno legustó. Juneestabaenamoradadeély él ibaaenamorarsedeellaaunqueelesfuerzolellevaratodaunavida.Nopodíasertandifícil:Juneerahermosa,loamaba,nopodíasercomplicadoamaraunamujerasí.

-Aiméevuelveporquelehepedidoeldivorcio-leconfesó.Elrostro

deellaseiluminócomounamañanadeverano.-¡Oh,Diosmío,vasaserlibre!

-Noteempeñesenimposibles,June-tratódedisuadirla-,medivorcio

de Aimée, pero no volveré a casarme. Pon tus ojos en objetivosalcanzables,noenmí-élnoqueríadecirlenadaindebidoaJunemientrasaúnestuvieracasado.Eraabsolutamenteinapropiadotodoaquelloycomolajovennoparecíaconocerlamesura,Edwardnoquisodarleniunasolaesperanza por temor a que ella misma se pusiera en una situacióndeshonrosaydifícilyloarrastraraaél.

-Oh,sívasavolveracasarte.Teenamorarásdemí,yaloverás-dijo

ellaconunasonrisaluminosa.Eratanagradableversereflejadoenunosojosqueloamabanasí,comoélhabíaamadoaAimée.Sí,lahabíaamado,quizás seguía amándola, pero el tiempo habíamitigado la angustia y eldolor,demodoqueelamortambiénseríamuchomásdébilyquebradizo.Nunca como en aquelmomento su corazónhabía estadomás preparadoparaamaraotramujer.Sinembargo,recibióunanoticiaqueloalegrabayloentristecíaalmismotiempo:AlexanderyMariehabíanfijadolafechade su próximo enlace y su hermana le había suplicado que aplazara sudivorcioparaqueelescándalonoempañarasuboda.“¿Estonoseráunode tus truquitos, verdad Marie? Nada de lo que hagas evitará que medivorciedeAimée”.Ellalerespondiófingiendoinocencia:“Claroqueno,hermanito.SébienquelotuyoconAiméenotienesolución,sólotepidoque cuando ella regrese, viváis dos meses bajo el mismo techo paraevitarme el bochorno del escándalo antes demi boda, ¿quémás da dosmesesmásomenos?”,peroaEdwardsí le importaba.Noquería tenerlacerca. Le había costadomucho volver a la normalidad y arrancarse esemalestarquesentíacuandopensabaenellaocuandodiscutían.Poreso,eldíaqueellaregresabaaCharlestonentrendesdeSavannahyélacompañóalafamiliaDuMaurierparadecirlealajovenqueeldivorciodebíaseraplazado,cuandoesperabaenelandénapoyadoenunacolumna,apartadodel resto, su único pensamiento fue que debía permanecer frío como elhieloconellaynovolverapermitirqueledestrozaralavida.

CAPÍTULO13

CUANDOporfinseapeóenlaestacióndetrendeCharleston,todassusdudas se disiparon. Aquella era su tierra, su hogar, y tenía la fuerzasuficientecomoparacomenzardenuevoyganarseelrespetodelagente.Ysinolograbaelrespeto,pocoimportaba,puesenParíshabíaaprendidoadarunaimportanciamínimaalaopiniónquelosdemásteníandeella.

Alaprimeraqueviofueasumadre.Sefundieranenunabrazo.“Estás

preciosa”,dijoAnnealtiempoqueobservabaelelegantevestidodeviajedesedaarayas,rosaynegro,desuhija.Aiméeabrazóasupadreyasuhermano.TodossevolvieronhaciaGénesis,quebajódelvagóndel trencon un bonito vestido de seda y parecíamás una damaque una esclava.Ninguna esclava vestía así y los Du Maurier unieron a la alegría delregresodeAimée, lapreocupaciónporsusexcentricidades.Lasesclavasvestían con trajes de paño barato y llevaban el pelo bajo un turbanteblanco o negro. La visión de Génesis con ropas elegantes y el pelograciosamente peinado con ondas hizo quemuchas de las personas queestabanenlaestaciónsedieranlavueltaparamirarlasindisimulo.UnodelosmaleterosledijoaAimée:“¿Seencargarásuesclavadelequipaje?”.

-La señorita O’Malley no es mi esclava, es mi amiga, y no, no se

ocuparádelequipaje.Podríaenviarloa lahaciendaLasMagnolias,¿porfavor? -respondió al hombre mientras depositaba en su mano variasmonedas.

-¡SeñoritaAimée!-lajovensediolavueltayseencontrófrenteaella

aunmuchachomulato,altoyhermoso,elegantementevestidoyconunosmodalesexcelentes.LecostóreconocerlocomoTobey,elnietodeJills.

-¡QueridoTobey,quéaltoyquéhermosoestás!-exclamóella,dándole

un abrazo. Entonces recordó a Edward. Si el niño estaba allí, tal vez éltambién.Lobuscóconlamiradayloencontróapoyadoenunacolumna,alejado de su familia. Se le paralizó el corazón por unos segundos. Iba

vestidodeoscuroyconunacorbatacolorburdeosquelofavorecía.Diosmío,dosañossinverloyseguíareaccionandodelmismomodoanteaquelhombre.Alto,morenoyfuerte,aAiméelepareciómásarrebatadoramenteatractivode loquerecordaba.Lamirabafijamenteyellasedirigióaél.Aqueleraunbuenmomentoparademostrarlequehabíacambiado,apesardeldolorydelahumillaciónquesuponíaquelepidieseeldivorcio,ellaledemostraríaquesepodíacomportarcomounadama,controlarsumalgenio.Sedirigióhaciaél,queinstintivamenteseapartódelacolumnayseirguió.

-HolaEdward-fueunsaludosencillo,perocálido.Élsesorprendióy

su intenciónde ser frío conella sequedóenalgo imposiblede llevar acabo. ¡Estaba tan encantadora¡Había crecido, ya no era lamuchacha queabandonaraCharleston,eraunamujerhermosa.Edwardtomólamanoqueellaletendíaylabesó.

-Hola Aimée -se detuvo unos instantes, observándola. Hacía mucho

tiempoquenolateníacercayretuvosumanomásdelodebido.Supielerasuaveycálidayaúnprovocabaenéloleadasdenerviosismo-.Sientoestaraquí.Imaginoquedeseabasreencontrartecontufamiliaasolasy…

-Tútambiéneresmifamilia-lointerrumpióella.Sintiólabocaseca,

quizás porque su mano aún estaba entre las suyas-. No sé cómoagradecerte lo que has hecho por Tobey -Aimée estaba hipnotizada porEdward. Su cuerpo estaba temblando y le costaba respirar. Él lamirabacon un gesto extraño, como si no la reconociera o como si estuvieraviéndolaporprimeravez.

-No tiene importancia. Es un niño fantástico. Aimée… tengo que

hablar contigo del divorcio -Edward notó el gesto triste de la joven…¿Triste? ¿Era posible que Aimée sintiera tristeza ante el hecho dedivorciarsedeéloerasóloelfastidioporelescándaloquesupondríadaresepaso?Élsepersuadiódequeeraporlosegundo-.Sinotienesningúninconveniente, deberíamos retrasar el divorciodosmeses, hasta despuésdel enlace de Marie y Alexander. Mi hermana me lo pidió

encarecidamente, no quiere que el escándalo enturbie se boda -Aiméecontuvo la respiración… ¿Sería posible? ¿Tendría tanta suerte de podermostrarlesucambioaEdwardantesdeldivorcio?Vivirdenuevobajoelmismotecho,verlocadadía…Laexcitaciónylafelicidadseasomaronasus ojos y sumarido pensó que esto se debía a que se alegraba por elenlacedeAlexanderyMarie.

-Claro que estoy de acuerdo -dijo ella, tratando de no demostrar su

euforia anteEdward-.No podemos ser tan egoístas.Debemos pensar enlosdemás.Hemoscausadotantodañoconnuestraconducta irreflexivayescandalosa…-élnosabíacómopodríasoportareltormentodetenerladenuevoasulado,deverlacadadía.Sesentíanerviosoyemocionadocomounmuchacho.

-Tendremosqueguardarlasformas…Deberásvivirenmicasahasta

eldivorcio-lavozdeamboseraapenasunsusurroynisiquierasedabancuenta de que los Du Maurier, Tobey y Génesis observaban la escenaextrañados, sin comprender qué estaba ocurriendo entre ellos. Lalocomotora se puso en marcha y abandonó el andén, el ruido eraestridente,peroniEdwardniAiméeparecierondarsecuenta.

Aimée y Marie se abrazaron y comenzaron a hablar como si nohubiese dos años que no se veían. Como la correspondencia había sidofrecuente entre ambas, pocas eran las cosas que no se habían contado.AiméeaúnnopodíacreersequeMarieyacaminara.

-Cuando me pidió matrimonio, tú ya habías iniciado tu viaje de

regresoynopudecontártelo.¡Vamosaserdoblementecuñadas,esocasiteconvierteenmihermana!-dijoMarieentrerisas.

-No te imaginas qué sorpresa me llevé al enterarme de que tu

misterioso amor platónico era mi hermano. ¡Y ya ves! Decías que eraimposiblequesefijaraentiyvaisacasaros-Aiméeestabafelizporellos.

-Laverdadesquenohaynadaimposible,poresoyonomeconformo

con vuestro divorcio. Sigo soñando con que todo se arreglará entreEdwardytú.

-Oh, no, Marie, eso es imposible. Edward jamás me ha querido, ni

siquieralehegustado.Esnormalquequieraeldivorcio.Alfinyalcabo,tienederechoaencontraraalguienquelohagafeliz.Además,elnuestrofueunmatrimonioparaacallarrumores.Nuncadebimoshabernoscasado-Marie estaba sorprendida de la tristeza que reflejaban las palabras y lamiradadeAimée.

-Por Dios, ¡tú quieres a Edward! -ella se sorprendió al escuchar en

bocadesucuñadacuáleseransussentimientos,peronotuvofuerzaparanegarlo.

-¡Quémásdaloqueyosienta!Él…-Oh, por favor, basta de estupideces. ¡No lo soporto más! -Marie

resopló, impaciente-. ¿Por qué huiste a Europa y permaneciste allí dosaños?-Aiméeibaaresponder,perolainterrumpió-.¡No,nomelodigas,lo séde sobra!:Porqueno soportabaspensarquemihermano teodiabamientras tú lo amabas, ¿no es cierto? -Aimée asintió-. Pues quiero quesepas que Edward enloqueció con tu partida, estuvomás de un año sinpisarunactosocial,bebíademasiadoyAlexandermehadichoquecuandotenegasteaverloantesdepartiraParís,éllecomentódesesperadoquenocreíaquehubieseunesposomásodiadoqueélentodaCarolinadelSur.¿Creesqueesassonlasreaccionesdeunhombrequeodiaasuesposa?-AiméenopodíacreerseloquesucuñadaleestabacontandoycomoMariese dio cuenta, decidió revelar aquel secreto que mantenía oculto pormiedo a que su hermano no volviera a hablarle nunca-. Debo contartealgo,Aimée…Diosmío,Edwardmematarásisabequetelohecontado.CuandoteconocimosenLasMagnolias,élseprendódeti.Nuncalohabía

vistotaninteresadoporunamuchachayesoque,noteofendasporloquevoyadecirte,querida,peronoerasenabsolutosutipo.Dehecho,siendolo estricto que es Edward, estaba dispuesto a pasar por alto que no teinteresabanadadeloqueleinteresabaaél.Estabalocoporti,Aimée.Loestuvodesdeelprimerinstante,peroentoncestúcomenzasteacoquetearcon Gerald Colbert ante sus propias narices y lo humillaste, lo hicistesentir como un pobre imbécil, como un títere en tusmanos. Creyó quehabías jugado con él. Ese es elmotivo de que siempre te tratara de esomodo cruel y despectivo. Se sentía herido, Aimée, pero le gustabas y,después,traselmatrimonio,séquellegóaquererte,losé…

-Oh,Dios,coqueteéconGeraldColbertporqueminodriza,Portia,me

dijo que estaba siendo demasiado explícita con Edward y que a loscaballeros no les gustaban las mujeres que estaban tan disponibles. Lesinteresabanlosretos-suspiródesesperada-.AmímegustabaEdward,megustaba,malditasea,yloheperdidoporserbobayhacercasoaquiennodebía-laslágrimasleresbalabanporlasmejillas.Marieseacercóaellaylaabrazó.

-Aún estás a tiempo. Tampoco seas demasiado directa, porque no te

creerá, pensará que vuelves a jugar con él. Vete poco a pocodemostrándolequetussentimientosytusactitudeshaciaélhancambiado,hazquesesientacómodocontigo,¡diablos!,coqueteaconél,túsabesmuybiencómohacerlo-Mariebajóeltono-.Vuélvelolocodedeseo.

JuneDeveril,acompañadadeunaesclava,seencaminóhaciaelclubdecaballeros donde Edward iba cada tarde. Su idea era interceptarlo en laentradayhablarconél.“Estonoesapropiado,June”,ledijoencuantolavio.Perolajovenestabaenfadadaynolehizocaso.

-Creí que te ibas a divorciar de Aimée y me entero de que se ha

instalado en tu casa -la joven parecía triste. Cómo habían cambiado lascosas desde hacía unas pocas horas.Ver de nuevo aAimée le demostróquenohabíaparaélmásmujerqueellayquedeberíaesforzarsemuchoparaamaraJune.

-Enprimerlugar,señorita,ustedyyonotenemosningunarelaciónni

ningúncompromiso.Yonoleheprometidonada,loúnicoquehehechoha sido escuchar sus palabras y recomendarle que ni las repitiese ni seexpusiera,puessuhonorpuedequedarmalparado.Ensegundolugar, lehesuplicadoquenosehagailusionesconmigo-Edwardnoqueríaquelamuchacha se pusiera más en entredicho. El día que él estuviera yadivorciado la buscaría, se casaría con ella, formaría una familia que lohiciera sentir querido, pero aún no podía darle esperanzas a aquellamuchacha,seríaunacanalladaporsuparte.

-Nomedoyporvencida.Teamoyséquetúmeamarás.Soylamujer

perfectaparati,Edward.Aiméenoesmásqueunacoquetasincorazón-Edwardhizouna inclinacióndecabezaydesapareciódentrodel clubdecaballeros. Su humor se había oscurecido. Lamentablemente, June teníarazón:Aiméeeraunacoquetasincorazón.Éllehabíaentregadosuamoraalguien capaz de pisotearlo y burlarse sin sentir ni un ápice deremordimiento… ¿O no? Aimée parecía tan distinta ahora a aquellamuchachaconlaquesehabíacasado.¿Erarealmentedistintaoesqueélqueríacreerloasí?

CAPÍTULO14

ERAsuperiorasusfuerzassaberqueAiméeestabaalotroladodeaquellamaldita puerta que comunicaba los cuartos y no acercarse a ella. Diovariasvueltasenlacama,apagólaluz,volvióaencenderla,tratódeleerel libro que tenía sobre lamesilla de noche, pero nada lo distraía de laideaobsesivadequeellaestabatrasaquellamalditapuerta.Habíacreídoqueloquesentíaporellasehabíamitigado,peroesoeraantesdehaberlavisto de nuevo. Cuando bajó del vagón, su corazón se había detenidoduranteunossegundos.Hablarconelladespuésnoloayudóacalmarsuslatidos desbocados. Parecía otra. Él recordaba a una Aimée distinta,beligerante,déspota,conmiradasrencorosasydardosenvenenadosenvezde palabras.No esperaba encontrarse a esa nuevaAimée que lomirabacon aquellos ojos limpios de rencor y en cuyas palabras él encontrócalidezyhastaternura.EsanuevaAiméelodesarmaba,debíareconocerlo.No hizo ningún escándalo por el divorcio, ni por tener que aplazarlo eirse a la casa de losRobilard. Parecía dispuesta a hacer las cosas de lamaneramenos dolorosa para todos.Entonces él recordó cómo se habíacomportadoconella, lascosashorriblesquelehabíadicho,cómohabíatratadodehumillarla.Cerrólosojosconfuerza,avergonzado.Decíaqueella se había comportado como una niña, pero él no había sido másmaduro en sus reacciones. Su manera de sobrellevar sus celos, sufrustración y su amor no correspondido era burlándose de ella, de suformación,decadacosaquehacíaodecía.Noteníajustificación.Nadadeloquedijeraohicieselacompensaríajamásportantabarbaridadytantoatropello.Ledolíacadapalabraquelehabíadicho.Antesdedarsesiquieracuenta,selevantódelacama,sepusoelbatínyllamóconlosnudillosalapuerta que comunicaba los cuartos. Lo hizo muy suavemente, para nodespertarlaencasodequeyaestuviesedormida.Teníasólounaideaenlacabeza:disculparse,demostrarlehastaquépuntosearrepentíadetodoloquehabíahecho.

Aimée no lograba conciliar el sueño. Todo estaba resultando muydiferenteacomohabíaimaginado.CreíaqueesanocheestaríadurmiendoenLasMagnoliasyquenoveríaaEdwardnadamásqueparalafirmadeldivorcioyenalgunaqueotrafiesta,desdelejos,demaneraqueibaasercomplicadodemostrarlequehabíacambiado.Sinembargo,labodadesuhermano yMarie y la petición de su inteligente cuñada de posponer eldivorcio para que el escándalo no afectase a la boda le daría unaoportunidaddeoroquedebíaaprovechar.

Tenía demasiadas cosas en la cabeza como para conciliar el sueño.DebíapensarenloquelehabíadichoMarie…¿SeríaciertoqueEdwardlaquería? Era demasiado hermoso para ser cierto y, además, elcomportamiento de él indicabamás bien lo contrario. Claro queAiméereflexionó sobre su propio comportamiento con Edward y no era el deunamujerenamorada,apesardequeloestaba,ymucho.Losgolpesenlapuerta interrumpieron sus pensamientos. ¿Procedían del cuarto de sumarido?¿AcasoeraEdwardquienllamaba?Unaoleadadecalorarrebolósusmejillasyelestómagolediounvuelco.

-¿Sí?-dijolajoven.-¿Puedopasar?-lavozdeEdwardsonóenlosoídosdeAiméemejor

que lamejor de las sinfonías. Diosmío, iba a entrar en su cuarto, ellaestabaenlacama,¿debíalevantarseyponerunabataopermanecerentrelassábanas?Enunadécimadesegundodecidióhacerlosegundo.

-Pasa -le había temblado un poco la voz y esperaba que él no se

hubiera dado cuenta.Edward abrió la puerta y dio unos pasos indecisoshaciaelcentrodelahabitación.Llevabaunbatínazuloscuroyunpantalóndedormirdelmismocolor.Elpelo,untantodespeinadoynegrocomoelazabache,ledabaunaspectopeligrosoyenormementeatractivo.Cuando

vioaAiméeenlacamasintióunaternuraquenuncaantessuesposahabíadespertado en él. Atracción, deseo… Amor… Ahora ternura. ¿Acasonuncadejaríadeasaltarlounnuevosentimientocuando la tuvieracerca?Ellallevabapuestouncamisónblancodesedayelpelosueltoseextendíasobrelaalmohada,eramuchomáslargoquecuandohabíapartidohaciaParís. Si ella seguía manteniendo esa actitud con él, Edward estabadispuestoadarseotraoportunidad,claroquedebíaestarsegurodequenojugabaconélydequecuandocomprendierasusverdaderossentimientosno haría como cuando era una muchachita y la había conocido en LasMagnolias, que tras comprobar que le interesaba, comenzó a coquetearcon Gerald Colbert ante sus narices. No, iría con cuidado, pero noignoraríaaquelcambioenAimée.

-Sientomolestarte,peronohemospodidoestarasolasdurantetodoel

día y hay algo que quiero decirte sin demorar un instante más -Aiméecontuvolarespiración.Éllamirabadeaquelmodoquesiemprelehabíadadomiedo,tanprofundamentecomosisusojospudiesenescarbarenlasprofundidades de su alma o como si quisiera absorberla en una solamirada-.NotuvelaoportunidaddedecírteloantesdequetemarcharasaParísyalolargodeestosdosañosnisiquierasabíasiqueríasescucharloosaberdemí,peronecesitodecírtelo-tomóaire-.Laformaenlaquemehe comportado contigo no tiene perdón. No he sido un caballero, nisiquierahesidounhombre.Meportécomoniñomalcriadoeirrespetuosoy te pido perdón por ello. Jamás volveré a hacerlo y quiero que estéstranquila, ahoraquevuelves a vivir por una temporada en esta casa.Noharé ni diré nada que te incomode -se calló y esperó las palabras deAimée.Lajovenseremovióentrelassábanas.Estabasentadaenlacamaeirguióunpocomáslaespalda.ParecíaincómodaoincrédulayEdwardlocomprendía,peroibaademostrarlequesuspalabrasysusdisculpaseranciertas.

-Yo también debo disculparme por muchas cosas, Edward. Mi

comportamientonohasidomejorqueel tuyo.Noshemoshechodañoapropósito,noshemosfaltadoalrespetoyyotambiéntedoymipalabradequenovolveráaocurrir.Sóloquieroqueseamoscivilizadosporunavez,

que el divorcio, ya de por sí escandaloso, sea lo menos desagradableposible.Noquierosufrir,niquierohacersufriranadie-Aiméeparecíatansinceracuandohablaba,queEdwardestabatentadoacreerlasinreservas,pero algo dentro de él gritaba que tuviese cuidado, ya había sufridomuchoporella,unnuevogolpeseríamortal.Debíairconpiesdeplomo.

-De acuerdo, entonces…¿amigos? -le preguntó con una sonrisa que

habría derretido el hielo, pícara y a la vez con un desvalimiento que lajovennuncahabíavistoenlosojosdeEdward,comosiéldeseasesersuamigo,comosilonecesitaraylarespuestadeellapudieradarlepaz.

-Claroquesí.Amigos-respondióAimée,tambiénsonriendo.-Meretiroentonces.Tedejodescansar.Hasllegadohacepocashoras

deunlargoviaje…Buenasnoches,Aimée-sumiradasedetuvo,sinpoderevitarlo,enlabocadelamuchacha.

-Buenas noches, Edward -le dijo ella, con la voz entrecortada. Él

desapareciótraslapuertaylajovensintióqueelcuerposelehelaba.Yahabíaolvidadolasreaccionesfísicasqueteníaanteél,lamaneraenlaqueEdwardpodíahacerlasentir.

El desayuno se desarrolló tranquilamente. Todos estaban animadosanteelpróximoenlacedeMarieyhabíatantascosasquehacerqueapenashabíatiempoparanadamás.

-¿Quéharáshoy,Edward?-lepreguntósuhermana.-MástardeiréavisitaraViktorKoplotz.Seencuentramuchomejorde

su achaque y creo que ya ha comenzado a recibir visitas -Edward eradolorosamente consciente de la presencia de Aimée. En un par de

ocasioneslehabíadedicadounamiradafurtivaysehabíatopadoconqueellatambiénlomiraba.

-Oh,mealegrodequeestémejor.Preséntalemisrespetos.Iréaverlo

lapróximasemana-dijoMarie,despuésmiróasucuñada-.Creíqueibaanecesitartehoyparalapruebadelvestido,perolamodistavendrámañana,asíquepuedesacompañaraEdwardensuvisita,siquieres-Aiméelevantólamiradadesutazadecaféysesonrojó.

-Estaríaencantadodequemeacompañaras-ledijoEdward,mirándolaconlacejalevantada,ansiosoporqueelladijeraquesí.

-De acuerdo, te acompañaré -el hilo de voz de la joven no pasó

desapercibido para el anciano señor Robilard, el padre de Edward, quehabíaasistidoalaescenaconpreocupación.

-¿Puedo hablar contigo un instante en el despacho, Edward? -dijo el

ancianocuandotodossehabíanlevantadoyadelamesa.-Por supuesto, padre -Edward ya se imaginaba los reproches que su

padreibaahacerleyleresultaríamuydifíciljustificarse.-Por cierto -anunció Marie antes de salir del comedor-, esta tarde

vendráDesmonddevisita-elrostrodeEdwardseensombrecióysuceñofruncidofueloúltimoquevioAiméeantesdequeéldesaparecieraporlapuertadeldespachodesupadre.

ElancianoseñorRobilardsesentótrassuescritorioyesperoaquesuhijotomaraasientofrenteaélantesdecomenzarahablar.

-Creía que le habías pedido el divorcio a Aimée y que los papeles

estaban listos, a falta sólo de la firma de ambos -dijo, aparentemente

tranquilo.-Sí,exactamente-respondióEdward.-¿Sepuedesaberentoncesquéestáshaciendo?-Eltonodesupadreya

indicabaciertatensión-.Ynotehagaseltonto,sabesperfectamenteaquéme estoy refiriendo. Si quieres divorciarte, por qué parece como siestuvierascortejandoatumujer.Jamástehevistotanatentoconellacomoahora.

-Parecemuycambiada,padre.CreoqueEuropalahahechomadurar.

Si ese cambio es cierto, tal vez exista una posibilidad de que podamosintentarlodenuevo,peroconAiméenuncasesabe.Estancoquetayfingetanbien,quedelanochealamañanapuedodescubrirquetodoestonohasidonadamásqueun juegosuyo,poresovoyconpiesdeplomo,peroquiero comprobar si realmente ha cambiado y si… -Edward seinterrumpió.

-Ysiestásenlociertoalcreerqueestáinteresadaenti,¿noescierto?-

Preguntósupadre-.Voyasacartededudas,porquesoymásviejoquetúyveo luz donde tú solo ves oscuridad: le interesas mucho, tanto que hautilizadosuestanciaenParísparacambiary lohahechopor ti -Edwardtuvo la sensación de que alguien introducía unamano en su pecho y leapretaba el corazón. ¿Sería cierto? ¿Aimée estaría interesada en quesiguierancasados?¿Sentía,acaso,algoporél?

CAPÍTULO15

VIKTOR Koplotz era el socio de Edward. Aimée nunca le habíapreguntado a sumarido a qué se dedicaba exactamente. Sabía que teníaalgoqueverconpréstamos.Enrealidad,ViktoryEdwarderadueñosdelBanco Sureño de Crédito, una entidad dedicada a prestar dinero a loshacendados en épocas de escasas cosechas, dinero que recuperaban conintereses cuando estos tenían cosechas mejores. Parte de ese dinero loinvertíanenotrosnegocios.Edward,porejemplo,habíainvertidosupartede los beneficios en muchas empresas del norte: textiles, madereras,…Estabatanconvencidodequelaguerraconlosyanquiseraunhecho,quenoqueríatenertodosudineroenelsur,queríadiversificarlo.Encasodeconflicto, el sur no ganaría la contienda.Los yanquis tenían fábricas dearmas, ellos no tenían nada con qué defenderse. Cuando el sur fueraderrotado,lasgrandesfortunasdesapareceríanenmanosdelosyanquisopor la propia devastación de la guerra. Por eso había convencido aAlexanderDuMaurier,elhermanodeAimée,dequetambiénélinvirtieraen territorio yanqui. Sólo así podría salvar Las Magnolias de unadestrucciónsegura.

CuandoAimée subió al carruaje con Edward, se sentía tan nerviosa

quenopodíaevitarquesusdedostamborilearansobresusmuslos.Élnoparecía darse cuenta y su actitud tranquila molestaba a la joven. Ojaláestuviesetannerviosocomoella.Nopudosoportardurantemuchotiempoelsilencioypreguntójustoloquenodebíapreguntar.

-Marie dijo que vendría Desmond de visita y me pareció que te

disgustaba la idea… ¿Estáis enfadados? -la joven comprobó cómo seoscurecíalamiradadeEdward,peroélfueamableensurespuesta,apesardequenoqueríatrataresetema.

-Nohemosvueltoahablardesdeelincidentequetuvimosenlaterraza,

lafiestadelosVaugham-dijoél,sindarleimportancia.

-¡Dios mío, han pasado dos años! -ella estaba asombrada-. Soishermanos, debéis tratar de arreglar las cosas. Desmond tiene quecomprenderquetúnoeresculpabledeloqueocurrióconsuprometida,que te comportaste lealmente al contarle lo que ella pretendía hacer… -habíavehemenciaenlaspalabrasdeAiméeyEdwardsonrió.

- ¡Vaya, demodoqueme consideras inocente!Recuerdoque cuando

traté de explicártelo… -él no pudo terminar la frase porque la joven lointerrumpió.

-¡Nomelorecuerdes!Losé,séquenotedejéexplicarteytejuzgué-

ellaparecíaafectada.-Vamos,Aimée,no temortifiquesporeso.Todoelmundopiensade

mílaspeorescosas,estoyacostumbrado-ellalomiróboquiabierta.-Peroyonoeratodoelmundo,yoeratuesposaydebí…-selequebró

lavozycomenzóa juguetearconlosplieguesdelafalda-.Debíhaberteescuchado-dijoporfin.Élactuóantesdepensar.Estabansentadosdentrodel carruaje uno frente al otro, tan cerca que sus rodillas se tocaban.Edward se inclinó hacia ella, tomó una de susmanos, se la llevó a loslabios y depositó un beso sobre la piel suave del dorso.Cerró los ojosparadisfrutarelcontactoycuandoporfinlevantólamiradaysetopóconlaspupilasdilatadasdeella,ledijo:

-NotemortifiquespormíymuchomenosporDesmond.Ningunode

losdosmerecemostalesquebrantos,créeme.Yo,porquetehetratadodelapeormaneraqueunhombrepuede trataraunamujeryél,porquenome extrañaría que, ahora que vas a ser libre de nuevo, comience amolestarte con la única intención ponerme celoso. Tratará deconquistarte…-elrostrodeEdwardestabamuycercadelsuyo.Notabalacalidezdesualiento.¿SentiríacelosEdwardsilaveíaconDesmond…oconalgúnotrohombre?

-Poco importa que él quiera conquistarme, porque yo no quiero ser

conquistadaporél.Quehayaperdidoaloriginalnosignificaquevayaaconformarmeconlacopia-laspalabrasdeAiméefuerondichasconunasonrisa en los labios y con tal desparpajo que a Edward no lo cuponingunadudadequesuesposaestabacoqueteandoconél.Dijoquehabíaperdidoaloriginal,comosiesoladisgustara.Dijoquenoseconformaríacon la copia, como si él fuesemejor.Eso sí que era una novedad, puesDesmonderaelhombreperfectoparatodoCharlestonyél,nadamásqueelhermanodíscolo.SonrióyAiméenotóclaramentelamiradajuguetonadeél,suactituddeenormefelino.Acercóunpocomáselrostroaldesuesposa.

-¿Estáustedcoqueteandoconmigo,señoraRobilard?-lepreguntócon

ironía,nopudiendocontener elbrillo en lamirada.Ella también sonrióconpicardía.Negóconlacabezayunodesushermososrizosnegrosseescapódesupeinado.Éllotomóentrelosdedos,provocandoqueAiméecontuviera la respiración-. ¡Dios, adoro París! -exclamó él de pronto,descolocando a su esposa, que no comprendió el comentario. Si esaciudaderalacausantedeaquelcambioenAimée,adorabaParís.

Elcarruajesedetuvo,interrumpiendoelcoqueteodelapareja,antelacasa de Viktor Koplotz, una de aquellas elegantes y coloridasedificacionesdecuatroplantasenplenocentrodeCharleston.UnesclavoabriólapuertayloscondujohacialasaladondeestabaKoplotzhablandocondosmujeres,unadeellaseraunaencantadorajovenrubia.Aiméenola reconoció al principio, pero Edward sí supo al instante que aquellacabellerapertenecíaaJuneDeverilypalideciódeinmediato.

Juneestabaencantadora,conunvestidorosaclaroyelpelorecogido

hacia un lado con unas horquillas plateadas, pero ni aun así podíacompararse con la vivacidad y el porte de Aimée. La joven Deverildisimulómuybiensusorpresa,noasíEdward,alqueseveíaincómodo.Suesposasediocuenta,peroporprimeraveznodesconfió,puescreyóque él temería una de esas escenas que ella protagonizaba cada vez queJuneaparecía.

-¡QueridaAimée!Estuveencantadacuandomedijeronqueregresabas

deParís.Noteimaginasloaburridoqueesesto.EstoydeseandoquenoscuentestodoloquevisteenEuropa-lafalsedaddeJunepillóporsorpresaa Edward. La joven le había guiñado un ojo con picardía cuando losdemásnomiraban,algoqueofendióprofundamenteaEdward.¿Peroquésecreíaesamocosa?Ocomenzabaacomportarsecomoeradebidooéltendríaqueponerlaensulugar.LoquehabíasidodifícildecreerparaéleraelextremocinismoconelquesedirigíaaAimée.Junesesentíamuyufana,creyendoqueEdwardsedivorciaríadesuesposayeso ledaríaaellalaoportunidaddeconquistarlo.TratabaaAiméeconcondescendencia,creyendoqueseríalagranperdedoradeesahistoria.AEdwardlehubieraapetecidoborrarleesasonrisade lacaragritándolequeamabaaAimée.DeprontosesintióasqueadoporJune,quefingíaserunamuchachabuenayhonestaysecomportabacomounaharpíaconAimée,alaquepretendíaquitarelmarido,¿yaquellaeraunadamadelsur?¡Cómohabíaestadotanciego,creyendoqueAiméeeralapeordelasmujeres,sinhaberledadolaoportunidad de conocerla, y considerando a June poco menos que unasanta,cuandoenrealidaderaunafalsayunamiserable!Afortunadamente,la dama que acompañaba a June, una tía soltera que había venido avisitarla desdeNuevaOrleans, se levantó de su asiento diciendo: “Creoqueyadebemos irnos,querida,paraqueel señorKoplotzdisfrutedesunuevavisita”.LajovenDeverilsefuearegañadientes,nosinantesbuscarcondesesperoquesusojosseencontraranconlosdeEdward.Éstelamiródeunamanera tan fría ydespectivaque a ella no le pasódesapercibida.Fruncióelceñoycomenzóapreguntarsequédiablos leocurría,aunquellegó a la conclusión de que su enfado se debía a alguna riña con suesposa.

AiméesediocuentadelcambiodehumordeEdward,peronosupoaqué achacarlo y,más tarde, cuando ya iban en el carruaje de regreso acasa,tampocoseatrevióapreguntárselodirectamente.

-¿Teencuentrasbien? -quiso saber,puesél tenía lamiradaperdiday

parecía preocupado. Edward se dio cuenta de que estaba siendotremendamenteambiguo:antesdeentrarencasadeKoplotzhabíanestadocoqueteando y ahora se volvía taciturno, como si fuera dos personasdistintasocomosisehubieraarrepentidodesuscoqueteos.Suesposalomiraba con el ceño fruncido sin sabermuybien cómo interpretar aquelcambio brusco. Edward no podía hablarle de June, no hasta que tuvierauna conversación con la muchacha y le dejase claro que no debíaperseguir a un hombre casado y, menos aún, a un hombre casado yenamoradodesuesposa.

-Estoy preocupado por unas cuestiones…Ahora no puedo hablar de

ello,peroalgúndía,cuandoloresuelva,telocontarétodo-sedabacuentade que estas palabras no sólo no aclaraban nada, sino que daban uncaráctermáspreocupanteasuhumor,demaneraquequisoevitarmalosentendidosconAimée.Noqueríaqueellapensasequeélestabalevantandoun muro entre ellos-. Pero no tiene nada que ver contigo, nada, ¿deacuerdo? -ella lomiraba sindarmuchocrédito a suspalabras, triste.Serecolocóen suasientoycomenzóamirarpor laventanilladel carruajemientrassemordíael labio inferior-.Aimée,soyelmismoqueantesdeentrarencasadeKoplotz…

-No,noloeres-dijoellasinmirarlo.Edwardselevantóysesentóal

ladodeella.Aiméesesobresaltó.-Te doymi palabra de que soy elmismo…Mira, no sé lo que está

pasando.Nosésiestoesunespejismo,perocreoquetúhascambiadoyqueyohecambiadoyquieroconocerte,conoceralamujerqueeresahora-ella respiraba con dificultad y lo miraba fijamente. Edward estabaapostandofuerte,noestabahaciendocasoasuinstinto,queloobligabaairconcautelaporsisuesposajugabaconél-.¿Esunespejismo,Aimée,overdaderamente eres tal y como temuestras ahora conmigo? Porque lamujerqueeresahoramegusta,megustamuchísimo,yquieroconocerla-ellaseguíacallada-.¿Es,acaso,unespejismo?-Ellanegóconlacabeza-.Pues si no es un espejismo, permíteme conocerte y confía en mí. Micambiodehumornosedebeanadaquetengaquevercontigo.Desdeque

hasvuelto,erescausantedeemocionespositivas,Aimée,perohaycosasquedebosolucionar-lajovenseguíamuda-.Dimealgo.Dimesiteparecebienquete…corteje-Edwardsonrióaldecirlaúltimapalabra.

-¿Cortejarme?-preguntóellaasombrada.-Noscasamospormotivosequivocados,sinconocernos.Notuvimos

noviazgo,nicortejo,ninospermitimosconocernoselunoalotro.Quierocortejarte ahora si me lo permites, hablar con calma, ver si surgensentimientosentrenosotrosquepuedanevitareldivorcio-Edwardnoseatrevióadecirlequeesossentimientosyaexistíanensucorazón.Lajovensonrió de unamanera exquisita. Estaba tan cerca que él hubiera podidobesarlaconunaleveinclinacióndecabeza,perodebíairdespacio.QueríaqueAimée lodeseara,que lapróximavezqueestuviesena solasella seentregaracompletamenteaél.No lebastabasucuerpo,queríasualmayhastaelúltimorincóndesuspensamientos,queríaquefuesesuyayquelofuese de forma absoluta, de la misma manera que él le pertenecíaabsolutamenteaella.

-¿Eres…mipretendiente,entonces?-dijoellaconunasonrisadulcey

emocionada. Él asintió y la joven levantó la mano para acariciarle elrostro. Edward tembló ante este contacto y la miró muy quedo,conteniendolarespiración.Noibaabesarla,aunquesemoríaporhacerlo.Aiméequedaríatanexcitadayansiosacomoél.No,nolabesaría…aún.

CAPÍTULO16

LAvisitadeDesmondaquellatardetraíadecabezaaAimée.DeseabaqueEdwardyélsecomportarancomohermanos.Noconcebíacómopodíanllevardosañossinhablarse.Ellanoseimaginabatantotiempoenfadadacon Alexander. Estaba decidida a hablar con Desmond para hacerlecomprenderloinjustoqueeraconsuhermano.

Edward ni siquiera había asistido a la reunión, pero el resto de la

familia Robilard sí y Aimée esperó a que Desmond decidiera retirarseparahablarconél.Leextrañóencontrarseaunhombretandistintoalquehabía conocido cuando se casó. Llevaba un año ymedio al frente de laalcaldíadeCharlestonyhabíaenvejecidodiezaños.ElpelocomenzabaapresentaralgunascanasyAiméesediocuentadequeloquesedecíasobrelapolíticaeracierto:demasiadasresponsabilidadesterobantranquilidadyaños. Desmond había envejecido, pero no había cambiado. Ella se diocuentadeesoencuantotratódehablarledeEdward.

-¿NocreesqueEdwardytúdeberíaisresolvervuestrasdiferenciasde

unavez? -le preguntódirectamente, cuando su cuñado estaba apuntodesubirasucarruaje.Desmondsehabíadadolavuelta,sorprendido.

-Laverdadesqueno,nocreoquedebamosresolvernada.Edwardy

yonuncanoshemosllevadobien-aélnoparecíaimportarle.-¡Perosoishermanos!-exclamóella.-¿Yqué?¿Dóndeestáescritoqueloshermanosdebanllevarsebien?

Unonoeligealafamilia.Consuerte,eligealosamigos,alasamantes,ala esposa… Además, ¿desde cuándo tratas de interceder en favor deEdward?Creíqueosodiabais-éllamirabaconelceñofruncido.

-¡Nonosodiábamos!Simplementenosllevábamosmal,peroyano-

dijoella,sonrojándose.

-Bueno,siesoesloquetehacefeliz…Sóloesperoquemihermanote

tratebien,aunquelodudo-labesóenlamano,amododedespedida.-Ambos pensáis lo peor el uno del otro. Crees que él no puede

hacermefelizydebessaberquetuhermanoesmaravilloso.Élpiensaquetú serías capaz de coquetear conmigo… y Marie también lo cree -élpareciómolesto.

-¡Yojamásharíanadasemejante,nipormolestaraEdwardnipornada

del mundo! Puede que él no lo sea, pero yo sí soy un caballero. NoentiendoporquéélyMariecreenqueyotendríauncomportamientoasí-estabarealmenteenfadadoymolesto.

-Quizásdeberíaspreguntarteporquétushermanostienenesaopinión

sobre ti -le dijo Aimée. Él se despidió con una inclinación de cabeza,cerrólapuertadelcarruajeydesaparecióporlaavenida.

LafiestaquelosBoltonofrecíanenhonordeAlexanderyMarieconmotivo de su próximo compromiso era todo un acontecimiento. No sehablabadeotracosaenlaciudaddesdehacíasemanas.LosBoltonteníanun salón bastante pequeño y estaba comprobado que sólo cabían,holgadamente, unas setenta personas, lo cual obligaba a ser muypuntillososalahoradeelegiralosinvitados.Lossetentacharlestonianosmásinfluyentesestaríanallíyquienesquedaranexcluidossecontentaríanconversalirdeloscarruajesataninsignesciudadanosdesdelacalle.

Edward había querido darle una sorpresa aAimée y habíamandado

confeccionarparaellaunvestidodesedaverdemanzana.Cuandolajovenlo vio extendido sobre la cama, no puedo contener un grito desatisfacción.Éllamirabaconunaenormesonrisa.Estabaapoyadocontra

elquiciodelapuertaydisfrutabaalobservarelgestomaravilladodelajoven.

-¡Es…notengopalabras!-Lotomóentrelasmanosyseobservócon

élfrentealespejo-.¿Cómosabíasqueestecolormefavorecería?-Fácil-respondióél-.Tefavorecentodosloscolores-ellalomirócon

una sonrisa que indicaba que él estaba exagerando-. Cuando te vi porprimeravez,enLasMagnolias,llevabasunvestidoamarillo.Noconozcoa nadie a quien le quede bien el amarillo. Tú, en cambio, estabasespléndida -la joven lo miró a través del espejo. Se sorprendió de queEdwardrecordaracómoibavestidacuandoseconocieron.

-¿Recuerdaseso?-dijoellaconlavoztomadaporlaemoción.-Lo recuerdo todo -se miraron unos segundos, ambos a través del

espejo,hastaqueEdwardseacercóaAiméeylaabrazóporlaespalda.Laestrechóporlacinturaydepositóunbesosuavesobresuhombro-.¿Seríamuyatrevidositupretendientetepideunbeso?-ellanegóconlacabeza.Edward la hizo girar hasta que quedaron frente a frente. Ella elevó elrostro y lomiró con los ojosmuy dilatados y los labios entreabiertos.¡Cuántas veces había soñado con verla así, deseándolo, ansiando que labesara,quelatocara!Inclinólacabezaparairdepositandopequeñosbesosalolargodela líneadelamandíbulaydespuésdescendióporsucuellopara, finalmente, ascender de nuevoy detenerse antes de tomar su boca.CuandoAiméeabrió losojos, lovioaescasoscentímetrosdesurostro,observándola. Tenía una sonrisamalévola. “¿Estás ansiosa, Aimée?”, lepreguntó él antes de besarla. “No más que tú, Edward”, le dijo ella,juguetona,altiempoqueseponíadepuntillas,lotomabaporlassolapasde la chaqueta y lo obligaba a besarla. Edward la estrechó contra sucuerpo con delicadeza y la besó tiernamente al principio. Sus manosrodeaban la delgada cintura de la joven y tenía que hacer verdaderosesfuerzos para no arrastrarla a la cama.Trató de controlarse, peromuyprontosuslabiosansiaronmásyelbesosetornómásprofundo.SentíalatibiezadelcuerpodeAiméepegadoalsuyo,surespiraciónentrecortada,ycomenzóaexplorar labocade lamuchacha,que seentregóconpasión.

Edwardsupoqueellaeraapasionadadesdesunochedebodas.Habíaunvolcánbullendobajoesaaparienciadefrívolabeldadsureña.Ladeseabade unamanera tan intensa que cuando se obligó a detenerse sintió casidolor físico, pero no quería hacerle el amor con prisas y en dos horasdebían estar en la fiesta de los Bolton. Apartó sus labios de los de lamuchachayellaemitióunquejido roncodeprotesta.Él tampocoqueríadejar de tocarla. Sabía que era tentar al diablo, pero creía tener lasuficiente fortaleza para seguir jugueteando con ella sin que ocurriesenada más, de ese modo Aimée iría a la fiesta tan excitada como él ytambién ansiaría regresar a casa para hacer el amor. Sí, así era: suintencióndeirdespacionoparecíaposible.Edwardnohabíacontadoconquelapasiónylasensualidaddesuesposadieranaltrasteconsuplandetomarseaquelcortejoconcalma.

-Déjamequeteayudeaquitarteelvestido-ledijoasuesposamientras

lemordisqueabaellóbulodelaoreja.-No tenemos tiempo -murmuró ella, ahogando un gemido y

apretándosecontraél.-Séquenotenemostiempo,sóloquieroquitarteelvestido-ledijoél,

mientrascomenzabaadesatarloslazosdesuespalda.Latelaresbalóhastacaer al suelo.Edwardacarició losbrazosde la jovenantesdecontinuarcon el corsé.Aimée se sentía embriagada, incapaz de pensar, y dejó deimportarlellegartardealafiestao,simplemente,nollegar.Sintiócómoélacariciabasucinturaconlayemadelosdedosylibreyadesucamisola,lallevóalacama.“Tencuidadoconelvestido,noloarrugues”,dijoella.Edward la depositó sobre el colchón con sumo cuidado y, sin dejar demirarlaalosojos,ledesatólacintadeloscalzones.

-Recuerdolaúltimavezquemequistasteloscalzones-dijoellaconun

hilo de voz-. Nunca había estado tan excitada en toda mi vida… hastaahora. Me sentía tan culpable… Tú querías castigarme y yo… Yo tedeseaba-oírselodecirhizofelizaEdward.¡Sehabíasentidotanculpablepor haberse dejado arrastrar salvajemente por aquella pasión

avasalladora!-Séquefuibruscoenaquellaocasión,Aimée,perofuitorpeybrusco

por culpa del deseo. No era unamanera de castigarte, es que no podíacontrolarme. Siempre me cuesta controlarme contigo -le dijo, antes devolver a besarla en la boca. La joven se sentíamareada, le parecía queaquelloqueestabaviviendonoerareal.Edwardladeseabayenelpasadotambién la deseó, no podía creerlo. Estaba completamente desnuda,expuesta ante él, a excepción de las medias, y él las deslizó despacio.Aimée creyó desmayarse al sentir las yemas de los dedos de Edwardrecorriendosuspiernas.Cuandonohabíaniunmilímetrode telaque lacubriera, él la miró con las pupilas dilatadas por el deseo y se tumbósobreella-.Noteimaginascuántohesoñadoconesto,miamor.

-Yo también -confesóAimée. Intentó quitarle la chaqueta, pero él la

detuvo.-Elúnicomododeasegurarquepodrécontrolarmeespermaneciendo

vestido-ledijo,ycomenzóabesarlaenelcuello,bajóporelvalleentresus senos hasta alcanzar el ombligo y finalmente se detuvo cuando suslabiosalcanzaronlosrizosdelpubisdelamuchacha-.¿Medeseas,Aimée?

- ¡Sí! -Exclamó ella, al tiempo que arqueaba la espalda-. ¡Por favor,

Edward,notedetengas!-murmuró,tratandodeapretarsemáscontraél.-Sin embargo, debo detenerme o llegaremos tarde a la fiesta.

Alexander yMarie cuentan con nuestra presencia -unamalévola sonrisailuminaba su rostro-, pero almenosme he asegurado de que esperarásestanocheconlamismaansiedadqueyo…ydequeestarástanexcitadacomoloestoyyo-selevantódelacamatrasbesarlaenlafrente.Observódurante unos instantes la espléndida desnudez de su esposa, que ledespertaba,almismotiempo,undeseovorazylamayordelasternuras.

-¡Eresundemonio,EdwardRobilard,mástevalecompensarmeesta

noche! -dijo ella con un desparpajo que arrancó en él una sonora

carcajada.-Notepreocupes,meaplicaréalmáximoparaquenotengasninguna

queja -le dijo, fingiendo seriedad. Ella lo miraba sonriente, tierna. Lomiraba,pensóEdward,comosiestuvieraenamoradadeél.

GénesisestabaayudándolaaponerseelvestidoverdemanzanaquelehabíaregaladoEdward.

-Estosdíasnosvemosmuypoco-ledijoAimée-Bueno,estoydejandoquedisfrutesdetulunademielsinmolestias-la

negritasonrióconpicardía.- ¿Seguro que ese es el único motivo? -le preguntó Aimée. Le

extrañabaqueGénesis no la bombardeara a preguntas sobre su relaciónconEdward.

-Bueno, laverdadesqueestoypasandobastante tiempoconTobeyy

estoy aprovechando que el señorHobbes viene a darle clases en casa…Tambiényoestoyrecibiendoclases-dijoconunasonrisatímida.

- ¡Esoes fantástico,Génesis!Mealegromuchopor ti.Esoes loque

debes hacer, estudiar… Si ese es el motivo de tu lejanía, te perdono -Aiméeeratanfelizquesóloqueríaqueelrestodelmundofuesetanfelizcomoella.EsanocheiríaalafiestadelosBoltonydespués…Después…NopodíapensareneldespuésnienEdwardsinsentirqueunescalofríolarecorríadepiesacabeza.

CAPÍTULO17

JUNE Deveril observó a Edward y a Aimée desde que estos habíanllegado a la fiesta de losBolton. Tenía que reconocer que parecían unaparejafeliz.Demasiadofeliz.Nadieconunmínimodedecorosemuestratan explícitamente cariñoso en público a menos que quieran demostraralgo. ¡Eso era! Seguramente Aimée estaría tratando de chantajearlo dealgúnmodo.¿Conquéloamenazaría?Debíadeseralgoterribleparaqueélseplegaraalosdeseosdelamuyvíboraypareciesetansinceroensusmuestras de afecto, pensó June. Tenía que hablar con Edward, erasumamenteurgente.Queríadecirlequeellaloapoyaríaentodomomentoy estaría a su lado pormuy escandaloso que fuera el divorcio. Edwarddebía ser suyo.Fueracomo fuese, ella teníaqueconvertirseen lanuevaseñoraRobilardyaAiméeibaacostarlesangreylágrimasinterponerseen su camino. Estaba tan cerca, tan cerca de lograr lo que más habíaansiadoensuvida.Sí,Edwardteníaquesersuyoacualquierprecio.

La escandalosa pareja despertómurmullos en el salón de baile. Susmuestras de afecto eran tan evidentes y exageradas, se mirabandesprendiendotalfuego,quelainmensamayoríadelasmatronasllegarona la conclusión de que aquello no era decente, aunque ya estuvierancasados.“Diosmío,esehombreladesnudaconlamiradayellanopareceofendida,alcontrario”,dijoalgunade lasviejas lechuzasque ibana losbailesconelúnicoafándecriticar.“Talvezsehayacasadoporobligacióncon ella y quizás su matrimonio estuviera roto cuando Aimée se fue aParís, pero nadie puede dudar de que ahora se quieren. Por Dios, esinmoralgustarsedeesamanera.Ningunadamase sentiría cómodasi sumarido lamiracon talansia,ymenosaúnenpúblico”,comentóotradelasmatronas. La verdad es que cualquiera de ellas hubiera dado lo quefueraporquesusmaridoslashubieranmiradoasíalmenosunavezenlavida.

-Estoydeseandollegaracasa-murmuróEdwardconlabocapegadaa

laorejadesuesposa-.Teharéelamortodalanoche.Tendrástalesojerasporlamañanaquenadiepondráendudaloquehaocurridoenelinteriordetucuartoencuantotevean-Aiméeserióconganas.

- ¡Eresunexagerado!Eso tendréqueverloparacreerlo -lo retócon

una mirada coqueta. Él respiró pesadamente mientras apretó más sucintura, laatrajohaciaél todo loqueelmalditomiriñaque lepermitióysiguióhaciéndolagirarenlapistadebaile.

-Si siguesmirándome de esemodo, no esperaré a llegar a casa. Te

arrastraré al jardín y te haré el amor bajo el roble de los Bolton -ellavolvióareírse.SusojosbrillabandefelicidadyEdwardestabahechizadoporesasonrisayporserelcausantedelafelicidaddeAimée.Depronto,ellatratódeponerseseria.

-Esta es la fiesta de Alexander yMarie y no nos hemos acercado a

ellosdesdequellegamos.Creoquedeberíaestarcontuhermanaduranteun rato. Pensará que soy muy egoísta por dedicarme sólo a mi propiafelicidad-lesonriódenuevoasumarido.Élresopló.Definitivamente,ibaasermuydifícilcontrolarsehastallegaracasa.

-De acuerdo, saldré a fumar a la terraza, entonces.A ver si la brisa

frescadelanochemecalmalosardores-Aiméehizoungraciosomohínconloslabios.

-Yocalmarétusardores,Edward.Sólotienesqueesperaunashoras-se

dio la vuelta con garbo y se encaminó hacia donde estaba su cuñada,contoneándosetodoloprovocativamentequepudo,pueseraconscientedequesumaridolamirabaembobado.

June Deveril había estado esperando la oportunidad apropiada paraacercarseaEdwardyyahabíallegado.ÉlnosehabíaseparadodeAiméeni un solo instante desde que había llegado a la fiesta, pero ahora sedirigía a la terraza y su esposa se había unido al grupo demujeres quehabíaalrededordeMarieRobilard.

Salióalaterrazayseloencontródeespaldas,fumando.“¿Edward?”,lollamóconvoztemblorosa.Hacíamuchotiempoquenohabíacruzadounapalabraconél,desdequeAiméeregresó.Elhombresediolavueltaconunamiradaglacial.Habíareconocidolavozysesentíafastidiadoporlainsistenciadelamuchacha.Nisiquierasehabíadadocuentadequeellatambiénestabaenlafiesta,puesAiméelohabíatenidoabsorto.

-¿Quédiabloshacesaquí,June?¿Notedascuentadeloterriblemente

inconveniente que es esto para tu reputación? -iba a hablar con lamuchachadeunavezportodasparaaclararlascosas.LediríaqueestabaenamoradodeAimée,quedebíaolvidarsedeél.

-Nomeimportanada,nimireputación,niabsolutamentenadaquenoseastú,Edward.Yo…-diounpasohaciaél,peroEdwardladetuvoconungesto,alzandolamano.

-Estoy enamorado de Aimée y ella también me quiere. Nos hemos

dado una segunda oportunidad. Siempre te dije que no debías hacerteilusiones conmigo -Edward se lo había comunicado de una manera tanfría y directa, que June tardó en comprender el significado de suspalabras.

-¡No! -exclamó-.Ella te está chantajeandopara que le digas eso a la

gente porque teme el escándalo del divorcio, pero no os queréis… ¡Nopodéisquereros! -la jovenestaba fuerade sí, pálida comounamuertayconlasmanoscrispadassobreelbrazodeEdward.

-No digas locuras, June… ¿De qué chantaje hablas?Ella nome está

obligando a nada.Yo la quiero, siempre la he querido -Edward trató dezafarsedelasmanosdelajoven,queloasíanfuertementedelbrazo.

-¡No!-Gritóelladenuevo-.Túvasaenamorartedemí,vasacasarte

conmigo. ¡No la quieres a ella! -estaba levantando la voz y el hombretemióquealguienlaescucharadesdeelsalóndebaile.

-Basta de escenasmelodramáticas, June. Sabías a lo que te exponías

persiguiendo a un hombre casado -Edward estaba siendo excesivamentecruelylosabía,peronosentíalástimaporlamuchacha-.Notratesdequesienta compasión por ti, no eres la cándida jovencita que quieres hacercreer a todo elmundo.Te vi en casa deViktorKoplotz, comportándotecon Aimée como una víbora miserable, diciéndole palabras dulces yriéndote internamente porque pensabas que ibas a quitarle el marido.¿Cómotesientesahoraquelagranperdedoraerestúynoella?Porquelaamo,June.Laamocomonocreíquefueracapazamaranadie-élestabadiciendo estas palabras por primera vez en voz alta y el vértigo seapoderódeél.Callódepronto.

-¡No,noyno!-gritóJune,desencajada-.¡Túeresmío!Entrelassombras,DesmondRobilardhabíaobservadotodalaescena,

impactadopor losprofundossentimientosdeEdwardhaciaAiméeyporelcomportamientodeJuneDeveril,aquiennuncahabíacreídocapazdealgotanbajoyruin.

AiméehabíavistoaDesmondmoviéndoseporel salóndebaileysehabíapuestonerviosa.TemíaqueélyEdwardseencontrasenyterminaranporestropearlafiestadeAlexanderyMarie.Cuandovioquesucuñadose

dirigíaalaterraza,tratódecortarleelpaso,perounaseñorainterceptóaAiméeantesde esta saliera a la terrazay la jovenno tuvomás remedioqueintercambiarunaspalabrasconella.Cuandoporfinseviolibredeladama, caminó con rapidez hacia la puerta acristalada en busca deDesmondyEdward,peroaquienvioentrelassombrasfueasumarido…Asumaridoacompañadodeunamujerenunaterrazaoscura,bajolaluzdelaluna.Lamujerloagarrabadelbrazoconconfianzaydesesperación,casicomosiquisieraarrancárselo.“¡Túeresmío!”,oyóclaramentequedecíalavozfemenina.Lasiluetaleresultabafamiliar,aquelcabellorubioy hermosamente peinado… Y entonces se dio cuenta: ¡June Deveril!Aiméeahogóungrito,sellevólamanoalabocaysetambaleó.Edwardlaviojustoeneseinstante,susmiradassecruzaronyélnotóelreprocheyeldolor desgarrador en los ojos de Aimée, que se dio la vuelta y volviócorriendoalsalóndebaile.ÉlibaairtrasellacuandolamanodeJuneloagarró de nuevo fuertemente del brazo y la joven lo amenazó: “Si medejas aquí de esta manera, te juro que armaré tal escándalo que no tequedarámás remedio que divorciarte de Aimée. Acabaré con ella, ¿meoyes?¡AcabaréconAimée!”.DesmondsaliódeentrelassombrasyJunepalideció de pronto al darse cuenta de que Edward no era el único quehabíasidotestigodesuverdaderaformadeser.ElmayordelosRobilardmiró a su hermano con un gesto de comprensión y le dijo: “Busca aAimée.YomeencargodeJune”,ledijo.Edwardmiróasuhermanocomosi no lo conociera, sorprendido de que apareciese de la nada en elmomento más conveniente. “Gracias”, le dijo con una sinceridad queDesmondcaptóalinstante.CorrióalsalóndebaileylajovenDeverilnoseatrevióamoverniunsolomúsculocuandoseviobajolaatentamiradadespreciativa del alcalde de Charleston. “¿No se avergüenza de sucomportamiento, señorita Deveril? Jamás en mi vida había visto a unajovendamarebajarsetanto”,ledijoDesmond.

EdwardencontróaAiméeenunaesquinadelsalóndebaile.“Déjameque te explique…”, comenzó a decirle.A la joven le estaba costandoun

esfuerzoenormenoromperallorarallímismo.-Quieroirmeacasa.Ponlaexcusadequemeencuentroindispuestay

avisaalcochero,porfavor-ledijoconungestohelado,sinmirarloyconlavoztemblorosa.

-Aimée…-éltratódetomarladelbrazo,peroellaretrocedió.Eldolor

de Aimée le dolía, no soportaba la idea de que estuviera sufriendo,pensandolaspeorescosassobreélyJune.

-Llamaal cocheroo lo llamoyo, comoprefieras -Aimée seguía sin

mirarlo. Edward se despidió de los Bolton aduciendo que su esposa seencontrabamal.Elrostrodeellaestabatandesencajadoquenadielopusoenduda.

CAPÍTULO18

-AIMÉE,debemoshablar-acababandesubirsealcarruaje.Edwardteníaelceñofruncidoyestabaverdaderamentepreocupado.NopermitiríaquelamiserabledeJuneDeverilestropearaelacercamientoquehabíalogradoconsuesposa.Esaibaasersugrannocheyaquellamuchachaalocadalohabía estropeado todo. Maldita sea-. Mírame, Aimée, por favor. Estásimaginándotecosasquenoson-lajovenseguíasinquerermirarlo.-Noquierohablarahora,Edward-suvozeratemblorosaytemíaqueéllonotara.No le daría la satisfacción de verla sufrir.Aquella era lamayorcanalladaqueélpodíahacerle:cortejarlacomosileimportara,comosilaquisiera,yalmismotiempocoquetearconJune.Eramásdeloquepodíasoportar-. Si hablo ahora, diré cosas crueles, hablaré sin pensar, y noquierocomportarmecomolohacíaantes.Metomaréunosdías,iréaLasMagnoliasy…

¡No,noirásaLasMagnolias!¡Nopermitiréquevuelvasaescaparte!

¡Losproblemashayqueenfrentarlos,nohuirdeelloscomounratoncitoasustado!-exclamóélconfirmeza.Aiméenopudoevitarquelaslágrimasacudieranasusojos.

¿Cómoteatrevesadecirmeloquepuedoynopuedohacerdespuésde

la canallada que acabo de presenciar? ¿Qué pretendes, dime, quédemonios pretendes jugando conmigo y con June? -las lágrimas hacíanque viera a Edward borroso y, tratando de controlar el llanto, sedescontrolóporcompletoyrompióallorardesesperadamente.Edwardseacercóparaabrazarlayellaserevolviódeformasalvaje-.¡Nometoques,aléjate de mí! -el carruaje se detuvo ante la casa de los Robilard puesvivían muy cerca de los Bolton y, antes de que Edward pudiera darsecuenta, ella saltaba al exterior y corría hacia la entrada. Él la persiguióescalerasarribayentródetrásdeellaenelcuarto-.¡Déjamesola!-gritódenuevolamuchacha.

No,Aimée.YaunavezhuistedurantedosañosaParísytodoporno

haberaclaradolascosas.Estaveznoocurriráeso.Debemosaprenderdenuestros errores. Hablaremos de esto y después decidiremos qué hacer.Déjamequeteexplique…-lajovenlevantólamanoparaquesedetuviera,pues él comenzaba a acercarse a ella. Estaban de pie, en medio de lahabitación. Ella, por momentos, tenía los hombros hundidos y, pormomentos, levantabaelmentóndesafiantecon losojos llenosde furiaydolor.

¿Quieresexplicarmeloqueyasé,loquehetratadodeolvidarparano

sufrir? No hace falta que me expliques nada, lo sé todo: te gusta June,siempretehagustado-suvozserompióduranteunossegundos-.¿Porquéhasjugadoconmigoasí,Edward?¿Porquénotedivorciastesinmássiloque querías era estar con June? ¿Tanto me odias para hacerme esto? -estaba temblando,comosideprontounfríoglacialhubiese inundadoelcuarto.

-Aimée, por Dios, no digas locuras. Yo no he jugado jamás conninguna mujer y contigo menos aún… No di ni un solo paso que meacercaraaJune.Debessaberquefueella…Ellasemeacercóenlafiestaquedieronsuspadreshacedosotresmeses,medijoquemequeríayqueseatrevíaadecírmeloporquealllevartútantotiempoenParísdabaporsupuesto que nuestromatrimonio estaba roto.Volvió a insistir en dos otresocasionesysiempre,siempre,ledijequeseolvidarademí.¡Siempre!-él movía las manos mientras trataba de explicarse, parecía confuso yasustadoantelaideadequeAiméesevolvieraaalejar.Lajovenlomiródirectamente.Teníael rostro llenode lágrimas.Edwardhubieradeseadotomarese rostroentre susmanosyborrar con susbesos las lágrimasyhastaelúltimovestigiodedolor.

-¿Porquéestabasentoncesconellaenlaterraza?-lamiradasuspicaz

de ella le dolió. Era terrible tener que pasar por una situación así paradarsecuentadecuántoloamabaAimée,perosóloenesemomentosediocuentadequelamuchachanosólolodeseaba,sinoquetambiénloquería,queestabaenamoradadeél.Lacertezaseleinstalóenelmediodelpechollenándolodeunaeuforiadesconocida.Tambiénéldebíahacerleentendera Aimée que sus sentimientos eran verdaderos y que para él no existía

ningunaotramujerqueella.-Salíafumar,talycomotedije.Ellamesiguióparatratardeinsistir

en lomismo de siempre: que tú nome amabas, que no podías hacermefeliz y que ella era la mujer ideal para mí -Aimée no podía creer queaquellamosquitamuertade JuneDeveril fueraunamiserablearrastrada.Sí, una miserable arrastrada, porque sólo así podía explicarse que seofrecieraaunhombrecasadocomosifueseunacualquiera.

- ¿Y esa es la mujer a la que tú considerabas perfecta, con la que

siempremecomparabas?¡Vayadamadelsur!-ellaretrocedióunpasoalverqueEdwardtratabadeacercarse.

-Aimée… Cuando te hablaba de June quería hacerte daño, como

cuandotúmehablabasdeGeraldColbert…Éramosotrotipodepersonas.Ahorasomosdistintos-Edwardcomenzabaadesesperarse.NopermitiríaqueAimée se alejara de él.No esta vez.No sin luchar hasta las últimasconsecuencias.

-¿Yporquédebocreerte?-ellasediocuentadequecreíaaEdward,

era una locura, pero lo creía.Sólonecesitabaque él dijera aquellas dospalabras,quelaquería.ÉlnuncadiríaalgoasísinsentirloyAiméesabíaquelecostaríamuchoreconocerlo.

-Losabes,Aimée.Sabesqueteestoydiciendolaverdad.Yojamásle

prometínadaaJune.Esciertoqueestabadesesperado,creíque túnuncame amarías, y cuando la oí decir que me quería, me di cuenta de quenecesitaba que alguien me quisiera y pensé que tras el divorcio debíaobligarme a querer a June, dejarme amar por alguien, casarme conalguien así, que me quisiera… -dio un paso hacia ella y la joven noretrocedió,estabaconmocionada.

-¿PensasteencasarteconJunetrasnuestrodivorcio?-Aiméenopodía

pensarnadamásqueeneso.PocoleimportabanelrestodepalabrasquehabíadichoEdward.Noeracapazderecordaryatodasudeclaración,el

modo en el que había estado exponiendo veladamente sus sentimientoshaciaella.SólopodíapensarenEdwardyJune,enesaposiblebodaquesehabría llevado a cabo tras el divorcio. Su marido tenía un plan bientrazadoporsilosuyonofuncionaba.

-Lo estás malinterpretando todo. Tienes que darte cuenta de que yo

creíaquetúmedespreciabas.Estabasdesesperado,¿nolocomprendes?-preguntóél.

- ¿Comprender? ¿Qué es lo que debo comprender, que antes de

divorciarte ya tenías una sustituta buscada? ¿Qué diablos debocomprender? -Ella comenzaba a perder los nervios-. Fui una imbécildesdeelprincipio.Unaredomadaidiota.Yonuncamefijéenotrohombre,nisiquieracuandotodoibamal,nicuandoestabaenParís,nicuandomeescribiótuabogadohablándomedeldivorcio.MefuiaParísyheestadoestudiandocomounaidiotadurantedosaños,queríamejorar,quedejarasdereírtedemiignorancia.¡Queríaserdignadeti!-Edwardestabamudoporelasombro…¿DeverdadAiméehabíahechotodoesoporél?-.Estabatanconcentradaenmejorarparaserdignadetiqueentodoesetiemponomedicuentadequetalvezerastúelquenoeradignodemí.Esoesloqueveo ahora claro: yomemerezco algomejor, Edward.Merezco alguienquemeamecomosoy,queaceptequenosoyperfecta,alguienquenomeconsidereprescindibleybusqueunrecambiocomosiyonovalieranada.Sívalgo,ahoralosé.Valgomuchomásdeloquenitúninadieimaginayya no necesito ni de ti, ni de mi familia, ni de estos malditoscharlestonianos cortos demiras.Nome importa la opinión de nadie, nisiquiera la tuya. Mi tía Amarille ha puesto a mi nombre parte de sufortuna.Soy independiente, librey rica.Nopermitiréquenadievuelvaatratarme como lo has hecho tú -ni siquiera se daba cuenta de que habíadejado de llorar. Era su dignidad la que hablaba ahora y lo hacía consinceridad.Edwardestabaconsternado.

-No sabía que habías hecho esas cosas por mí y quería arreglar

nuestro matrimonio. Imagínate ahora, Aimée, ahora que lo sé todo… -tratódeacercarseaella,queretrocedióunpaso.

-Peroyoyanoquieroarreglarlo,Edward.Seacabó.Noquieroestar

conunhombrealque le importo tanpococomoparahumillarmeunayotra vez, primero negándote a casarte conmigo y haciendo que toda laciudadserierademí,lapobrecitaAimée,cuyafamiliatuvoqueimploraraEdwardRobilardporqueélnoqueríacasarseconellanimuerto.Ahoramehumillasdejándoteverenunaterraza,asolasyrománticamente,conJuneDeveril.Puedehabertevistomuchagente,peroesonoteimportó.Yojamás hubiera hecho semejante cosa con Gerald Colbert y tú memortificabas con él, pero Gerald y yo siempre nos comportamos demanera intachable. Juney tú, encambio,habéis sido ruinese innoblesyrealmenteosmerecéiselunoalotro-Edwardnoconocíaalamujerqueteníadelantedeél.Esasíqueeraunamujer,portodoslosdemonios.Nopodíaamarlamásdeloquelaamabaeneseinstante.Ellateníarazón:noera digno de ella, pero jamás nadie la amaría como la amaba él. Ellatambiénloamabayéllosabía,debíalucharparaqueelamordeellanoseapagara.

-Porfavor,tienesqueescucharme…-lepidióEdward.-Ya he escuchado suficiente. Estoy cansada y deseo dormir.

Seguiremoshablandomañana-éltratódehablar,peroellaseloimpidió-.Sisigueshablandoahora,sóloconseguirásquemeenfade.Respétame,esloúnicoquetepido.Noquieroseguirhablando.

-Deacuerdo-dijoEdward-.Seguiremosmañana,entonces,peronome

daré por vencido -aseguró justo antes de dejarla sola en el cuarto. Nopudo dormir en toda la noche. Habían llegado a un punto muerto y losabía: Aimée quería castigarlo por June aun sabiendo que él no habíahecho nada, porque realmente Aimée lo sabía. Sabía que él no era elculpable, pero sus celos la estaban cegando. Quería castigarlo y punto.Edwarddebíahaceralgorápidoparahacerlaentrarenrazón.

A lamañana siguiente, Aimée se levantó temprano y cuando bajó adesayunaralcomedor,seencontróaEdwardalpiedelasescaleras.

-¿Podemoshablarahora?-preguntóél,mirándoladearribaabajo.La

conocíalosuficientecomoparasaberquesilucíaespecialmentehermosaeraparatorturarlo.

-Puedeshablartúsiquieres.Yoyahedichotodoloqueteníaquedecir

-AiméeteníaaquellamiradaaltaneraquetantoofendíaaEdward,peroestaveznoibaapermitirlequeecharatodoaperderporsumalditoorgullo.Éllaamabaysabíaquetambiénellaloamaba,asíquedejódeladosumiedoydecidióhablarabiertamentedesussentimientos.

-Te amo -respiró profundamente al ver que ella parpadeaba

sorprendida y, de inmediato, trataba de disimular. El corazón deAiméecomenzóadescontrolarseyellaestuvoapuntodeclaudicaryecharseensusbrazos,perono,noloharía,nodespuésdequeélsehubieraplanteadouna relación con June-. Estoy loco por ti -continuó él, y subió losescalonesqueleseparabandeellahastaquedarasulado-.Nohepodidoarrancartedemicabezanidemicorazóndesdeque teviconelvestidoamarilloenLasMagnoliasyhesufridocadadesplante,cadacoqueteoconalguno de tus pretendientes, muriéndome de la rabia -la tomó por lacinturaylaestrechócontraél.Lajovennoseloimpidió,perolomirabacon aparente frialdad, aunque le temblaban las piernas y se le habíaaceleradoelpulso-,perositúnosienteslomismo,meiréynovolveréamolestarte, te doy mi palabra -ella estaba callada, casi no pestañeaba-.¿Quieresquemevayadetuvida,Aimée?-preguntóél,sabiendoqueesonoesloquequeríalajoven.

-Quizás eso sea lomejor, que te vayas demi vida -dijo Aimée con

frialdad.-Mentirosa-lavozsusurrantedeEdwardsonababurlona.Ellalomiró

furiosayseencontróconaquellosojosnegrosychispeantes.¡Quéseguroestabadesímismo!

- ¿Acaso te ríes de mí? No creo que esta situación sea como para

reírse-ledijoellaconunavozcortantecomouncuchillo.Élsepusoseriodepronto.

-No,jamásmereirédetidenuevo.Solomehacegracialamaneraen

laquetratasdemanipularme-Edwardvolvióasonreírylaestrechómáscontraél.Lajovenloempujóysealejódesuesposo,peroélseguíaconlas manos sobre su cintura, aunque ahora había unos centímetros deseparaciónentreambos-.Deberíassaber,queridamía,queestoylocoporti, pero no soy ningún pelele. Te amo y no me asusta tu carácter. Yotambién tengo elmío.No he hecho nada por lo quemerezca tu enfado.Desdeelmismoinstanteenquetesaquédeaquelcarruajeaccidentado,nohetocadoaningunaotramujernihepensadoenningunaotramujer-losojos de Aimée se abrieron enormemente, incrédulos-. Y por todos losdemonios,no finjasqueno te importaque te amo. ¿Acasocreesquenoestoyescuchandoloslatidosdesbocadosdetucorazón?-ellafruncióloslabiosysemarchóescalerasabajo.Éllaoyómurmurar:

-Vete a decirle tonterías a June. Tal vez ella te las aguante -justo al

llegaralhallseencontróconDesmond.Eraloquelefaltaba,enfrentarsetambiénalotrohermanito.

-VeoqueelarmisticioentreEdwardytúhaacabado.¿Volvéisaestar

enguerra?-ledijo.Desmondvioasuhermanoenloaltodelaescalera-.Para estar en guerra con alguien debes manejar toda la información,Aimée, y yo tengo mucha información de primera mano sobre June yEdward.¿Quieressaberla?

-Porsupuesto-respondióella,alzandolabarbillaparadaraentender

quenadadeloquelecontaralapillaríaporsorpresa.EstabaconvencidadequeEdwardyJuneeranlaspeorespersonasdelmundo,aunsabiendoque sumarido la amaba, pues ya no le cabía ninguna duda al respecto,perounarabia interna laobligabaacastigarlo.EntraronaldespachodelviejoseñorRobilardytomaronasientoenlossillonesquehabíafrentealachimenea.

-Ayer yo también estaba en la terraza mientras June y Edwardhablaban, pero ellos no me vieron -Desmond observó la miradaexpectante de Aimée-. Sabes que no le tengo demasiado aprecio a mihermano,peronosoportolasinjusticias.TediréquejamáshevistoaunadamamásirrespetuosaqueJune.Edwardnosecitóconellaenlaterraza,fueellalaquelosiguió.Enlaconversaciónquedóclaroqueellalehabíadeclaradosuamoreinsistióenvariasocasiones,inclusoloamenazó.Noséloquecreesqueocurrió,peroEdwardteama.Nolocreícapazdeunsentimiento tan profundo y limpio, pero te ama de verdad -Aimée lomirabaconelceñofruncido.

-Losé-admitióporfin.Ahoraerasucuñadoquienfruncíaelceño.-¿Entoncesquétepasa?-lepreguntó.-Estoyenfadada.Yonohepensadoennadiemásqueenéldesdequelo

conocíyél,encambio,mepideeldivorcioypiensaqueJuneseríaunabuenasustitutaparamí-lecostabanollorar.SesorprendióantelasonoracarcajadadeDesmond.

-¿Cómo puedes ser tan ingenua,Aimée? ¿Acaso no te das cuenta de

que fue la desesperación lo que lo llevó a pedirte el divorcio y aplantearse otra relación?Pensó en Juneporque fue la primeraque se leofreció.Siotrasehubieraadelantado,seríaesaotralasupuestasustituta.Cualquier cosa o cualquier mujer hubieran servido para tratar de noseguirsufriendoporti…¡Perosidejódeiralburdelynomeextrañaríaquenohubieratenidoningunarelaciónconnadieduranteestetiempo!Mihermano se ha convertido en unmonje por ti, Aimée. Si June no se lehubieseofrecidodeesamanera,¿creesqueélhabríapensadoenellauna

solavez?Esmás,¿creesqueaunasíhapensadoenellaniunasolavez?Apuestolacabezaaqueno.

-Mataría a esa maltita June… Mosquita muerta… -la odiaba de un

modotanintensoquenopodíadejarpasarlaocasióndedecirleensucaraloquepensaba.

Aiméefuealacasitaquehabíaeneljardín,dondesabíaqueelseñorHobbesestaríadandoclaseaGénesisyaTobey,parapedirleasu jovenamigaquelaacompañaraacasadelosDeverilparahablarcaraacaraconJune,peroloqueviolaconmovióintensamente.ElpequeñoTobeyhacíasustareasenlamesamáspequeñadelasalayenlaotra,elseñorHobbesle estaba explicando algo a Génesis. Los dos estaban muy cerca, casicabezaconcabeza,sobreunlibro,ysemirabancontimidezyternura.Lamaneraenlaqueambossemirabaneraunsignoinconfundibledeamor.ElseñorHobbeseraunmulatoaltoyatractivo,deprofundosojosnegrosygrandesconviccionespolíticas.“Unhéroeparalossuyos”,habíadichoEdwardenalgunaocasión,pueslorespetabaprofundamente.AligualqueEdward, Zacharias Hobbes había pasado varios años en el norte,formándosecomoprofesor,yhabíaregresadodespuésaCharlestonparaayudaraotrosnegrosasalirdesuignoranciayalucharporsusderechos.Era una extraordinaria influencia paraTobey y paraGénesis.Aimée nodio ni un paso más por miedo a romper la magia de aquel instante.Retrocediósihacerruidoylosmiróunaúltimavezantesderegresaralinteriorde lacasa.Decidió ir solaa lahaciendade losDeveril.SuodiohaciaJunelebullíaenvenasycuandolahicieronpasaralasalaprincipaldelafamilia,dondetambiénestabanlospadresdelajovenysuhermano,antiguo pretendiente de Aimée, y la vio palidecer por la impresión, lahubieraabofeteadogustosamenteallímismo.

-SeñorDeveril, señora,perdonenque losmolesteaestashorasde la

mañana,peroesdesumaimportanciaquehableasolasconJune-dijo.El

rostrodeAiméeeratanserio,quetodalafamiliaseretiróparadejarlasasolas.Junenolevantólamiradadelsueloy,sicabe,habíapalidecidoaúnmás-.Tenlavergüenzademirarmealmenosalacara,pequeñasabandija,¿otecreesqueaestasalturasmecreoesapose?Tenelmismovalorparaenfrentarme que tuviste para tratar de quitarme a mi marido -la otralevantó losojoshaciaella,chispeantesdeorgulloheridoy furia-.No tereprocho haberte enamorado de él, ni te reprocho que le declarases tuamormientrasyoestabaenParís,puescreístequeelmatrimonioestabaroto.Amar nos engrandece y no voy a juzgarte por ello, trataré de serbuenaygenerosacontigo,aunquenotelomerezcas.Loquetereprochoeslodeanoche:amenazaraunhombrecuandotedascuentadequeamaasuesposaeslomásruinqueheescuchadojamás.Túnoeresunadama.Ysí,asúmelo:meamayloamo.Nosamamosconlocura,JuneDeveril,ysisiguesobsesionadaconéltújamásexperimentarásloqueesqueteameunhombre, ¿lo comprendes? ¿Temerece la pena rebajarte por alguienquenoteama?

-¿Yati,temerecelapenaestarconunhombrequenoqueríacasarse

contigo?-leescupióconfuriaJune.Aiméerióconganas.-¡Ay, June! ¿Acaso importa que no quisiera casarse? Paramí lo que

importaahoraesquenoquieredivorciarsenimuertoporquemeama.-¡Noserásfeliz!-larabiadeJunenoconocíalímites.-Oh,sí,querida,serétriplementefeliz:porquemeama,porqueloamo

yporquetúestássufriendo.Triplementefeliz.Ysivuelvoatenernoticiasde que nos amenazas o tratas de hacernos una jugarreta, diré ante todoCharleston la verdad: que has perseguido a mi marido como unamujerzuela y que quieres provocar nuestro divorcio. El escándaloparalizará la ciudad, te lo aseguro. Edward y yo podemos superarcualquierescándalo,June,yalosabes,pero…¿Podrástú?¿Seráscapazderecuperartedespuésdequetureputaciónquedédestrozadaparasiempre?-Juneretrocedióunpaso,nuevamentepálida,yAiméesemarchótriunfantedelacasadelosDeveril.

CAPÍTULO19

CUANDOAiméellegóacasayentróensucuarto,descubrióqueEdwardestabaechadodespreocupadamentesobresucama.Ibavestidoconuntrajegris, de los que solía llevar cuando iba al banco, y estaba curioseandoentre los libros que ella tenía sobre lamesilla de noche, todos ellos detemática amorosa. La joven se sonrojó. Semoriría si algún díaEdwardllegabaasaberqueloveíaaélencadaprotagonistadenovelarománticayencadasonetoamorosoqueleía.

-¿Siguesenfadadaohablarconmihermanotehaaclaradolasideas?-

le preguntó él. Ella se encogió de hombros. No sabía muy bien cómoarreglarlascosasy,aunquenofueralaculpadesumarido,seguíadolidapor todo lo ocurrido con June-. Bueno, si sigues enfadada, tendré quecentrarmi interésen June, entonces…-dijoélparaqueAiméeestallara.Sabía que si se enfadaba lo suficiente, aflorarían sus verdaderossentimientos y diría lo que de verdad pensaba. Edward no contó, sinembargo,conquelajovenlelanzaraelpequeñobolsodetelaquellevabaenlamanoyledieradellenoenelmediodelpecho.

-¿Creesquepuedesponermecelosadeunamaneratanburda?Como

sino supieraque estás locopormí.Déjatede tonterías -Edward sonrió.Ahí estaba lo que él quería escuchar. Su esposa estaba alargando aquelenfado por pura pataleta infantil, pero ella sabía toda la verdad. Él selevantódelacamayseacercóaella.

- ¿Tan segura estás? -el tono de Edward era burlón e irónico. Su

mirada la recorría de arriba abajounayotra vez, comoungatoque serelameantesuinmediatofestín.Aiméenopudoevitarunasonrisaymiróalsuelo.

-Completamente segura -dijo. Él se acercó a la joven que,

instintivamente, pegó su espalda contra la puerta. Edward apoyó susmanosaambosladosdelamuchacha.

-Esperoquenotengasnadaimportantequehacer,porquenosaldrásde

este cuarto en muchas, muchas horas -ella volvió a sonreír ante suspalabras y no respondió, pero él se puso serio de pronto-. Aimée,prométemequenuncavolverásahuircuandotengamosunproblema,niteirásaLasMagnoliasoacualquierotrolugar.Prométemequetrataremosdesolucionarlo-dijoEdwardmientrasconeldedoíndicedibujabalalíneaimaginariaqueuníasubarbilla,sucuelloyeliniciodesuescote.

-Prometido -respondió ella, conteniendo la respiración-. Prométemequenuncameocultarasnada,aunquecreasquepuedehacermedañoyqueesmejorque lo soluciones túmismo.Sidesdeelprincipiomehubierascontadolodeesaestúpida,anochenohabríamosdiscutido-comentóella.

-Prometido -él sonrió y depositó un beso en su cuello-. Quiero que

comiences a confiar enmí.Yo confío en ti -dijo, sin dejar de depositarpequeñosbesosalolargodesucuelloysuclavícula-.Noquieroquehayaentre nosotros más malos entendidos. Nos lo contaremos todo y nodesconfiaremoselunoenelotro.Nuncamáspermitiremosquenadieseinterponga entre nosotros -la estaba mirando fijamente, con sus manosasiendofuertementelacinturadeAimée.Laseriedadseborróentoncesdesurostroyensulugarsedibujóunaenormesonrisa-.Deacuerdo,ahoradímelo,séqueloestásdeseando.

-¿Decirtequé?-preguntólajovensinsaberaquéserefríaél.-Dimequemequieres-lamiradadeéleraburlona,arrolladora.Aimée

sonrió.-Novoyadecírteloahorasóloporquetúmelopidas…-lamiradade

ellatambiénsetornóburlona.-Entoncestendremosquehacertodolonecesarioparaquenotequede

más remedio que decírmelo. Conozco métodos infalibles para hacertehablar… -ella sonrió más ampliamente. Edward comenzó a desnudarlamuy lentamente, besando cada centímetro de piel que quedaba desnudo

ante sus ojos. Ella también le iba quitando la ropa, acariciándolo,descubriendo los puntos débiles de su marido, al igual que él ibadescubriendolosdelajoven.Elamorhacíaqueeseactodeerotismofuesemás profundo, como una comunión que iba más allá de los cuerpos.Aiméeescuchabaelmartilleodeloslatidosdesucorazónysentíalosdesumarido al apoyar la mano en su pecho. Edward tenía un nudo en lagarganta,laamabatantoqueaquelinstantenoleparecíareal:tenerlaentresus brazos, saberla enamorada de él y excitada por sus caricias era unaexperienciadeextremaemoción.Seacariciaronconlaternuraylaavidezdelosinexpertos,puesaunqueEdwardsíteníaexperiencia,aquellaeralaprimeravezquehacíaelamorsabiéndoseprofundamenteenamorado.Seentregaronelunoalotroconalegríayabsolutodesenfado.Aiméeolvidótodaslasnormasqueimponíancontencióna lasdamassureñasyllevóacabocadadeseo.DescubrióquehacerelamorconEdwarderaunactoquele resultaba tan natural como respirar. Lo deseaba de una maneraavasalladora,igualqueélladeseaba,peroenvezdetemerunsentimientotan intenso, la disfrutaba y lo saciaba sin sentirse culpable por ello.Cuando alcanzaron el momento de máximo placer y se abrazaron,relajadosysatisfechos,AiméemurmuróaloídodeEdward:“Teamo”.Élsonriócomplacidoylerespondió:“Nomásqueyoati”.Ellalopellizcoenelbrazo,juguetona,yledijoconvozquejumbrosa:“Nocomencemosapelearporquiénquieremásaquiénporqueperderías”.Élserióyledijo:“Yojamáspierdo,pequeña”,ycomenzóabesarladenuevo.

Pocosmesesmástarde,AbrahamLincolmganólaseleccionesytomóposesión de su cargo. Después de esto, los estados de Luisiana, Texas,Georgia,Alabama,Florida,Misisipi yCarolina delSur proclamaron suindependencia y se constituyeron en los Estados Confederados deAmérica, pues se oponían a la política antiesclavista de Lincolm. Losyanquis atacaron Fort Sumter, pero los Estados Confederados lorecuperaron, loque lesvalióque se lesunieran los estadosdeVirginia,Tennessee,CarolinadelNorteyArkansas.Seiniciabaasílaguerraentre

losEstadosConfederadosdelSurylosEstadosdelNorte.EdwardRobilardnoestabaa favorde laesclavitud,perosíapoyóal

surenlacontiendayfuealfrentejuntoasucuñadoAlexanderDuMauriery su hermano Desmond. Todos ellos, verdaderos caballeros sureños,sentían que debían al menos eso a la tierra en la que habían nacido.Estuvieron un año en el frente, tiempo en el que ni Aimée ni Marietuvieron noticias de ellos durante la mayor parte del tiempo. El 1863DesmondsalvólavidadeEdwardyAlexanderenlabatalladeGettysburg,pero los tres resultaron heridos y regresaron a casa. Encontraron laciudaddestruida.LasMagnoliashabíasido tomadacomocuartelpor losyanquis y cuando terminó la guerra y el Sur resultó la gran perdedora,sólolossureñosquedecidieronnegociarconlosyanquispudieronseguiradelante.LosRobilardylosDuMaurier teníaninversionesenelnorteysu fortuna apenas se había visto mermada. Pudieron reconstruir LasMagnoliasyabrierondenuevoelBancoSureñodeCrédito.Ayudaronasus vecinos en todo lo que pudieron y poco a poco, con el paso de losaños,Charlestonsefuerecuperando.

Génesis y Zacharias Hobbes se casaron antes de que terminara la

guerra y se convirtieron en activista en favor de los derechos de losantiguosesclavos.Tobeysefueavivirconellosaunacasaenelcentrodelaciudad.LosDuMaurierhabíanliberadoyaatodossusesclavosdeLasMagnolias yAlexander yMarie sacaban adelante las cosechas gracias aesos antiguos esclavos, muchos de los cuales eran ahora trabajadoresasalariados.

Edward y Aimée, tras la guerra, viajaron a Europa y vivieron allí

variosaños.CuandoregresaronaCharleston,seincorporaronalavidadelaciudaddeunamaneramuypocoescandalosa.Yanoeranlosquehabíansido. Se convirtieron en una pareja feliz y bien avenida. Finalmente,Edward y Desmond comenzaron a tratarse de un modo más cercano,aunque seguía habiendo muchas diferencias entre ellos, pero se dieroncuentadequeenelfondosequerían.SienalgúnmomentoDesmondfueinjustoconEdward,esteloperdonóporquehabíasalvadosurelacióncon

Aiméeylehabíasalvadolavidadurantelaguerra.JuneDeverildiomuestrasdeserunamuchachamuypocorazonable.

SiguióobsesionadaconEdwardduranteun tiempo,peronoseatrevióahacernadapormiedoaqueAiméecumplierasupalabradeconvertirlaenelcentrodeunenormeescándalo.Sinsabermuybiencómo,laobsesiónde la joven se trasladó de hombre, pero no de familia, Comenzó aobsesionarseconDesmondRobilard,pero igualquehabíaocurridoconEdward,Desmond tenía su corazónocupado, en este caso eraunaviudayanquilaqueseconvirtióenlanuevaenemigadeJuneDeveril.

Aimée supo (y lo recibió con gran alegría) que Gerald Colbert se

había casadoMary Elizabeth Robertson. La joven siempre había estadoenamorada de él y por fin Colbert se dio cuenta de que aquella era lamujerdesuvida.

Losancianosde la familia, tristemente, fueronmuriendo:primeroel

padredeEdward,dosañosmástardeelpadredeAimée.Perolasfamiliastambién se llenaron de niñas y con ellas llegó la alegría: las hijas deEdwardyAiméese llamaronAmarille,por laquerida tíaDuMaurier, eIsabelle,porlamadredeEdward.Susprimas,lastreshijasdeAlexanderyMarie, revolucionaron durante años Las Magnolias con sus travesuras.CuandoDesmondsecasófinalmenteconlaviudaWhite,unayanquiqueconoció durante la guerra en la frontera con Arkansas, ésta ya estabaembarazada de Odette, la última de las primas Robilard. Las seismuchachasseconvirtieronconlosañosencentrodemiradasycotilleosen el Charleston de la posguerra. Unas llamaron la atención por subelleza, otras por su inteligencia, o por su valentía, o por su forma deromper las convenciones de la época.Lo cierto es que ninguna de ellaslogrópasardesapercibidaenlaciudad,dandoasícréditoalosquedecíanquelosDuMaurierylosRobilardnoestabanfelicessinohacíanelruidosuficiente como para que la gente se diera cuenta de que ellos habíanpasadoporallí.

FIN