Una joven bella, rica, y muy hermosa, hastiada del cortejo ...

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Unajovenbella,rica,ymuyhermosa,hastiadadelcortejodesusamigossolterosydelasfiestasyviajesinterminablesdelaaristocraciainglesa,planeaunaaventuraacaballoatravésdeldesiertoargelino.Contodassusesperanzaspuestasenesteviaje,Diananosabequeelmismocambiarásuvidaparasiempre.Lejosestádesaberquedos días después conocerá a Ahmed Ben Hassan, quien hará de ella, arrogante yaltanera,unamujermuydiferente.

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EdithMaudeHull

ElÁrabeePubr1.0

Titivillus24.03.2019

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EdithMaudeHull,1919Traducción:DesconocidoEditordigital:TitivillusePubbaser2.0

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Índicedecontenido

Cubierta

ElÁrabe

CapítuloI.Unamuchachaextraña

CapítuloII.Ellugardelosdemonios

CapítuloIIISolaeneldesierto

CapítuloIV.Endondemandaelsheik

CapítuloV.Bajolasestrellasrelucientes

CapítuloVI.Uncaráctersombríoyextraño

CapítuloVII.Laemboscada

CapítuloVIII.Elsheikladrón

CapítuloIX.Lavidadeunsheik

CapítuloX.Amoreneldesierto

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CapítuloIUnamuchachaextraña

—¿Vaaentraraverelbaile,ladyConway?—Deningunamanera.Desapruebototalmentelaexpediciónqueseorganizacon

estebaile.Alcontemplarunagiraasí,solaeneldesierto,sinningúnacompañanteosirvientedesupropiosexo,consolocamellerosysirvientesindígenas,DianaMayoobraconunatemeridadyfaltadedecorodestinadasaarrojarunborrónnosolosobresu reputación, sino también sobre el prestigio de su país.Me ruborizo al pensarlo.Nosotros, los ingleses,nopodemosdescuidarnuestraconductaenelextranjero.Nohay ocasión, por insignificante que sea, que no la aprovechen nuestros vecinoscontinentales para arrojarnos piedras, y esta oportunidad dista mucho de serinsignificante.Eselcasomásdisparatadodelocuraquehayajamásoído.

—¡Vamos, lady Conway! No es tan grave. Ciertamente es algo fuera de loconvencional y… este…, probablemente no del todo prudente, pero recuerde laeducaciónpococorrientedemissMayo…

—Noolvidosueducaciónpococorriente—interrumpióladyConway—.Hasidodeplorable.Peronadapuedeexcusarestaescapadaescandalosa.ConocíasumadrehacemuchosañosyconsiderémideberreconveniraDianayasuhermano,perosirAubreyestáencerradodentrodeunmurodecomplacenciaegoístaquesolounpicopodríapenetrar.Segúnél,losMayoestánporencimadetodacrítica,ylareputaciónde su hermana es cosa exclusivamente de ella. En cuanto a la muchacha, parecíafrancamentenocomprenderlagravedaddesuposición,yestuvosumamentefrívolaynopocomaleducada.Melavolasmanosdetodoelasunto,ynodarémiaprobacióna la fiesta de esta noche apareciendo en ella.Ya he advertido al gerente que, si elruidocontinúadespuésdeunahorarazonable,dejaréelhotelmañana.

Y, arrebujándose en su Chal de noche, con un ligero estremecimiento, ladyConwayatravesómajestuosamentelaampliagaleríadelBiskraHotel.

Losdoshombres,quesehallabandepiejuntoalapuertadeaccesoalsalóndebailedelhotel,semiraronsonriendo.

—Meparecequeasíescomoseoriginanlosescándalos—dijounodeellos,conmarcadoacentonorteamericano.

—¡Quéescándaloniquédiablos!ElnombredeDianaMayonuncasehavistonisiquiera rozado por el escándalo. La conozco desde que era una criatura, y es unbicho bastante raro por cierto. ¡Que el diablo se lleve a esa vieja! Sería capaz dedestruir la reputacióndelarcángelGabriel sibajaraa laTierra,ynodigamos ladeunasimplecriaturahumana.

—No es una muchacha muy humana precisamente —dijo riéndose elnorteamericano—.Conseguridadestabadestinadaaserunmuchachoylacambiaron

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aúltimomomento.Pareceunjovencitoconfaldas,unjovencitoendemoniadamentebonito… y endemoniadamente altanero —agregó riéndose—. La escuché estamañanaeneljardínhaciendopicadilloaunoficialfrancés.

Elinglésserio.—Estaríahaciéndoleelamor,supongo.Algoqueellanocomprendeynotolera.

Eselsermásfríodelmundo,sinningunaideaenlacabezafueradeldeportey losviajes.Inteligente,sinembargo,yvaliente…Nocreoqueconozcaelsignificadodelapalabratemor.

»Hayalgoraroenlafamilia,¿noescierto?Oíaalguienquecharlabadeesolaotranoche.Elpadreestabalocoysesaltólatapadelossesos,segúnmedijeron.

Elinglésseencogiódehombros.—Puedellamarlelocosiquiere—dijopausadamente—.VivocercadelosMayo

en Inglaterra y conozco la historia. Sir John Mayo estaba enamoradoapasionadamentedesumujer;despuésdeveinteañosdematrimonioseguíansiendoamantes. Entonces nació esta muchacha y la madre murió. Dos horas después sumaridosesuicidó,dejando lacriaturasoloalcuidadodesuhermano,queentoncesteníaapenasdiecinueveaños,yeratanperezosoyegoístacomoahora.Elproblemade criar y educar a una niña significaba demasiada molestia, así que solucionó ladificultadtratándolacomosifueraunvarón.Elresultadoesloqueve.

Seacercaronmásalapuertaabierta,mirandoalsalóniluminadoyllenodegentequecharlabaalegremente.Sobreunestradoalgolevantadoenunextremodelsalón,los anfitriones recibían a sus invitados. Hermano y hermana eran singularmentedistintos.Sir AubreyMayo era alto y delgado, acentuándosemás la palidez de surostroal contrastarcon lanegruradelcabellobiencepilladoy susespesosbigotes.Mantenía una actitud mezcla de cortesía innata y lánguido aburrimiento. Parecíademasiadocansadohastaparamantenerensulugarelmonóculoqueusaba,porquese le caía continuamente. Por contraste, lamuchacha que estaba a su lado parecíallenadevida.Erasolodemedianaestaturaysumamenteesbelta,suposturaerguidaledabaelportesueltoyvigorosodeunjovenatlético,conlapequeñacabezaalzadaorgullosamente.Subocadespectivaylabarbillafirmemostrabanunadeterminaciónobstinada, y los ojos azul oscuro eran extraordinariamente límpidos y fijos. Laspestañas largasy rizosasque los sombreaban,y lascejasoscuras,contrastabanconsus espesos y rizados cabellos dorados, que llevaba recortados y apretujadosalrededordelasorejas.

—Elresultadoesdignodeservisto—dijoelnorteamericanoconadmiración,alreferirsealaúltimaobservacióndesucompañero.

Otrohombremásjovenseunióaellos.—Hola,Arbuthnot.Llegas tarde.Ladivinidadestáya rodeadapordiez filasde

presuntoscompañerosdebaile.Unfuerteruborcubrióelrostrodeljoven,quesacudiólacabezaconaireirritado.

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—Medetuvo ladyConway…, ¡esaviejavenenosa!Teníamuchoquehablar demissMayoysugira.Deberíanamordazarla.Creíque ibaaseguirhablandotoda lanoche,yalfinalmeescapé.Detodasmaneras,estoydeacuerdoconellaenunpunto.¿PorquénopuedeesabestiaperezosadeMayoacompañarasuhermana?

Ningunopareciópoderdarlelarespuesta.Laorquestahabíaempezadoatocaryelpisoestabacubiertodeparejasalegresybulliciosas.

SirAubreyMayosehabíaapartadoysuhermanaquedódepie,rodeadadevariosjóvenesqueesperabanprogramaenmano;peroellalosalejóconunasonrisayunaresueltasacudidadecabeza.

—Parecequeestoseanima—dijoelnorteamericano.—¿Vaaprobarsuerte?—lepreguntóelmayordelosdosingleses.Elnorteamericanomordióelextremodeuncigarroconunaligerasonrisaenlos

labios.—No pienso. Esa joven altanera me rechazó como bailarín cuando recién nos

conocíamos. No la censuro —añadió con risa un poco embarazada—, pero susinceridad extrema aún duele.Me dijo, con toda claridad, que no le interesaba unnorteamericano que no sabía montar a caballo ni bailar. Le indiqué, muydelicadamente,queenlosEstadosUnidoshabíaunascuantasoportunidadesparaloshombresapartedearrearhaciendasydebailarenloscabarets;peromecortóconunamirada,yyomeesfumé.

»DentrodeunratojugaréalbridgeconsirComplacenciaEgoísta;esoestámuchomásdeacuerdoconmisgustos.Noesunamalapersonaenel fondo,siunopuedepasar por alto sus rarezas, y es un sportman.Me gusta jugar en su compañía. Leimportauncominoperderoganar.

—Esonoimportacuandosetieneunacuentacorrientedeltamañodelasuya—dijoArbuthnot—.Personalmente encuentro el bailemás entretenido ymenos caro.Voyaentraryacorrerelalburconnuestraanfitriona.

Susojossevolvieronanimadamentehaciaelextremodelsalónendondelajovenestaba sola, de pie, erguida y esbelta, con los tupidos y brillantes rizos queenmarcabansupequeñorostro,hermosoyaltivo,doradosporlaluz.Contemplabaalos bailarines con una expresión ausente en los ojos, como si sus pensamientosestuvieranlejosdelanimadosalóndebaile.

ElnorteamericanoempujóaArbuthnotconunarisita.—Vayayquémeselasalas.Cuandolabellacruelhayaterminadodepisotearlo,

llegaréyopararecogerlosrestos.Pero,encambio,sisutemeridadencuentraeléxitoquemerece,podremoscelebrarloadecuadamentemástarde—ytomandodelbrazoasuamigolollevóhastalasaladejuego.

Arbuthnot cruzó la puerta y avanzó lentamente pegado a la pared del salón,esquivando a los bailarines y abriéndose paso a través de grupos de hombres ymujeresdetodaslasnacionalidades,queconversabananimadamente.LlegóalfinalestradoenelcualaúnseencontrabaDianaMayoysubióhastallegarasulado.

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—Estoessuerte,missMayo—dijo,conunaseguridadqueestabalejosdesentir—.¿Tengorealmentelabuenafortunadeencontrarlasinpareja?

Se volvió ella lentamente, con una ligera arruga en el entrecejo, como si sullegadafuerainoportunaeinterrumpieraelhilodesuspensamientos,peroenseguidasonriófrancamente.

—Dijequenobailaríahastaquetodoelmundohubieraempezado—contestócontonomásbiendeduda,mirandoelsalónabarrotado.

—Todoelmundoestábailando.Hacumplidonoblementeconsudeber.Nopierdaestebaile—laexhortó,persuasivo.

Dudóella,dándosegolpecitosenlosdientesconellápizdelprograma.—Herechazadoaunmontóndehombres—dijo,conungestoyenseguidaserio

—.Vamos,soyconocidapormismalosmodales.Estenoserámásqueotropecado.Arbuthnotbailababien,peroconlajovenensusbrazosparecíahaberperdidoel

habla. Giraron alrededor del salón varias veces y luego se detuvieron junto a unventanalabiertoysalieronaljardíndelhotel,parasentarseenunsillóndepajabajoun chillón farol japonés. La orquesta seguía tocando, y por el momento el jardínestaba vacío, iluminado débilmente por los faroles coloreados colgados de laspalmerasylaslucestitilantesqueseñalabanlostortuosossenderos.

Arbuthnotseinclinóhaciaadelante,conlasrodillasentrelasmanos.—Creo que usted es la bailarinamás perfecta que he conocido—dijo con voz

algoentrecortada.—Esmuyfácilbailarsisetieneunoídomusicalysehatenidolacostumbrede

entrenar el cuerpo para que haga lo que uno quiere. Poca gente parece estaracostumbradaahacerquesusmiembroslesobedezcan.Losmíosmeobedecendesdequeeraunacriatura—agregócontonoreposado.

Lo inesperado de la respuesta sirvió para enmudecer aArbuthnot durante unosminutos,y lamuchachaqueestabaasu ladonoparecía tenerapuroporquebrarelsilencio.Elbailehabíaterminadoyelvacíojardínseviopobladodegenteduranteunrato. Luego los bailarines volvieron al hotel al empezar a tocar nuevamente laorquesta.

—Se está bien aquí en el jardín —dijo tentativamente Arbuthnot. Le latía elcorazónconextraordinariarapidezyensusojos,queestabanfijosenlasrodillas,seacentuabaunamiradaansiosa.

—¿Quiere decir que pretende seguir sentado conmigo durante este baile? —replicólajovenconunafranquezajuvenilquelodesconcertóligeramente.

Alzóellaelprogramaalaluzdelfarol.—Prometí esta pieza a Arthur Conway. Nos peleamos cada vez que nos

encontramos.Nopuedopensarporquéme lapidió, reniegademímásaúnquesumadre…, esa vieja tan entrometida. Estará encantado de quedar libre.Y no quierobailar esta noche. ¡Espero el día de mañana con tanto entusiasmo!Me quedaré ahablarconusted,perotienequedarmeuncigarrilloparaconservarmedebuenhumor.

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Aélletemblóligeramentelamanoalofrecerleelfósforoencendido.—¿Estádecididaarealizaresagira?Ellalomirósorprendida.—¿Porquéno?Hacealgúntiempoqueestoyarreglándolotodo.¿Porquéhabría

decambiardeideaaúltimomomento?—¿Porquéladejasuhermanoirsola?¿Porquénovaconusted?Oh,notengo

ningúnderechoapreguntarlo,perolopregunto—exclamóconvehemencia.Seencogióelladehombros,conunarisita.—Aubreyquería ir a losEstadosUnidos.Yoqueríahacerunaexcursiónporel

desierto.Disputamosdurantedosdíasenteroshastamedianoche,yluegollegamosaun arreglo. Yo tendría mi gira y Aubrey iría a Nueva York; y para demostrar sufraternalapreciopormigraciosapromesadeseguirloalosEstadosUnidossinfaltaaltérmino de un mes, ha consentido en honrar mi caravana con su presencia en suprimera etapay endespedirme con subendición.Lemolestó enormementequenopudieraordenarmeirconél,siendoestalaprimeravezennuestrosvagabundeosquesusgustosylosmíosnosehaninclinadoenlamismadirección.Alcancélamayoríadeedadhaceunosmeses,yenadelantepuedohacerloquequiera.Noesquehayahechootracosa—admitióconotrarisa—,porquelosdeseosdeAubreyhansidolosmíoshastaahora.

—¡Peroporunmes!¿Quédiferenciapodríahaberparaél?—preguntóArbuthnotasombrado.

—AsíesAubrey—replicómissMayosecamente.—Noesseguroeseviaje—persistióArbuthnot.Ellasacudiódescuidadamentela

cenizadelcigarro.—No estoy de acuerdo con usted. No sé por qué todo el mundo está

preocupándose tanto.Otrasmujereshanviajadopor territoriosmuchomás salvajesqueeldesierto.

Él lamiróconcuriosidad.Parecía ella ignorar totalmentequeen su juventudybellezaresidíatodoelpeligrodelaexpedición.Cayóenlaexcusamásfácil.

—Parece reinar intranquilidad entre algunas de las tribus. Últimamente hancirculadomultitudderumores—dijoconseriedad.

Hizoellaunligerogestodeimpaciencia.—Oh,esoesloquesiempreledicenaunocuandolequierenponerobstáculosen

el camino. Las autoridades ya me han puesto ese fantasma delante. Pedí hechosconcretosysolomedierongeneralidades.Preguntésiteníanpoderparaprohibirmigira.Medijeronqueno,peromeaconsejaronrepetidamentequenolaintentara.Dijeque iría, amenos que el gobierno francésme detuviera… ¿Por qué no?No tengomiedo.Noadmitoquehayanadadequétenermiedo.Nocreounapalabrasobrelaintranquilidad de las tribus. Los árabes siempre estánmoviéndose de un lado paraotro,¿noesasí?

»Tengo un excelente conductor de caravanas, del que responden hasta lasautoridades,yestaréarmada.Soyperfectamentecapazdecuidarme.Sétiraryestoy

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acostumbradaaacamparalairelibre.Además,hedadomipalabraaAubreydequeestaréenOrandentrodeunmes,ynopuedoirmuylejosenesetiempo.

Habíaunacentoobstinadoensuvoz,ycuandocesódehablarpermanecióélensilencio,consumidoporlaansiedad,obsesionadoporsubellezayatormentadoporeldeseodedecírselo.Luegosevolviórepentinamentehaciaella,almismotiempoqueseponíamuypálido.

—MissMayo…Diana…, aplace esta excursión solo unos días y concédame elderechodeirconusted.Laamo.Laquieroporesposamásqueanadaenestatierra.No seré siempre un subalterno pobre. Uno de estos días estaré en condiciones dedarleunaposicióndignadeusted;no,ningunapodríaserlo,peropor lomenosunaque no me avergüence ofrecerle. Somos muy buenos amigos; usted me conoceperfectamente.Elmundohasidounlugardiferenteparamídesdequeustedentróenél.Nopuedosepararmedesupersona.Estáustedenmipensamientonocheydía.Laamo; la deseo. ¡Dios mío, Diana! ¡Una belleza como la suya enloquece a loshombres!

—¿Eslabellezatodoloquequiereunhombreensumujer?—preguntóella,conuna especie de fría extrañeza en su voz—. La inteligencia y un cuerpo sano meparecencosasmuchomássensatas.

—Perocuandounamujer tienelas trescosas,comolas tieneusted,Diana…—susurró él ardientemente, cubriendo con sus manos las finas manos de ella, quedescansabanensuregazo.

Peroconunafuerzaqueparecíaimposible,dadosupequeñotamaño,DianaMayolaslibródesuapretón.

—Basta,porfavor.Losiento.Hemossidobuenosamigosynuncasemeocurrióquepudierahaberotracosa.Nuncapenséquepudieraamarme.Nuncapenséenusteddeesamanera.Noloentiendo.Nuncaheamadoanadieenmivida.Mihermanoyyonos hemos tolerado mutuamente, pero nunca hubo afecto alguno entre nosotros.Póngase en el lugar de Aubrey. Imagínese un joven de diecinueve años, con unanaturalezafríay reservada,cargandoconelcuidadodeunahermanareciénnacida,puestaensusmanossinquererloniesperarlo.¿Eraprobablequepudierasentiralgúnafecto haciamí?Yo nunca lo quise.Nací con lamisma naturaleza fría. Fui criadacomo un muchacho y mi educación fue dura. La emoción y el afecto han sidoeliminadosdemivida.Sencillamentedesconozcosusignificado.Noquierosaberlo.Estoymuycontentaconmivida.Elmatrimoniopara lamujersignificael finde laindependencia.

»Nuncaheobedecidoanadie;noquieroensayarel experimento.Sientomuchohaberlecausadodaño.Hasidousteduncamaradaespléndido,peroeseladodelavidanoexisteparamí.Sihubierapensadoporunminutoquemiamistad ibaacausarledañonolehubieradejadollegaralaintimidad,peronoloimaginéporqueesuntemaenelquenuncapienso.Unhombreparamíessolamenteuncompañeroconelcual

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salgoacaballo,oacazar,oapescar,uncamarada,yesoestodo.Diosmehizomujer.¿Porqué?,SoloÉllosabe.

Su voz pausada y tranquila se detuvo. Había habido en ella un tono de fríasinceridad que Arbuthnot no pudo menos de reconocer. Sentía todo cuanto habíadicho, pues no había dicho más que la verdad. Su reputación indiferente ante laadmiración, y su actitud invariable hacia los hombres eran tan conocidas como suvalorintrépidoysuobstinadadeterminación.

ConsirAubreyMayoseconducíacomounhermanomenor,ycomotalrecibíaasusamigos.Erapopular,inclusoentrelasmadresdehijascasaderas,porqueapesardesufortunaybelleza,susnotoriasrarezaslahacíanmásinsignificantecomorivalqueotrasjóvenesmásfeasymenosbiendotadas.

Arbuthnotcontinuósentadoensilencio.Erapocoprobable,pensóamargamente,que tuviera éxito donde habían fracasado otros hombres y algunosmejores que él.Había sido un estúpido en sucumbir a la tentación; la conocía sobradamente parasaberdeantemanocuál ibaasersurespuesta.El temorverdaderamenterealporsuseguridad,que lehabía inspirado la expedición, suproximidadenelmisteriode lanocheoriental,lasluces,lamúsica,todosehabíacombinadoparahacerbrotardesuslabiospalabrasqueenotromomentonuncahubieraproferido.Laamaba, laamaríasiempre,massabíaquesuamoreratansinesperanzacomoimperecedero.Peroellaqueríacomoamigosahombresquefueranhombres,asíquedebíapasarconvalentíaesetragoamargo.

—¿Puedoseguirsiendosucamarada,Diana?—preguntóconvoztranquila.Ella lo miró un momento, pero a la luz tenue de los faroles los ojos de él

permanecieronfirmesbajolosdeella,yentoncesletendiólamanoconfranqueza.—Encantada—le dijo con tono sincero—. Tengomultitud de conocidos, pero

muypocosamigos.SiempreestamosviajandoAubreyyyo,ynuncatenemosocasióndehaceramistades.RaravezpermanecemostantotiempoenalgúnlugarcomohemosestadoenBiskra.EnInglaterranosconsideranmuymalosvecinos;¡estamostanpocoallí!Generalmentevamosacasaportresmeseseninviernoparalascacerías,peroelrestodelañoerramosporlasuperficiedelglobo.

Mantuvo él los finos dedos de la muchacha apretados en los suyos por unmomento,ahogandounlocodeseodellevárselosaloslabios,cosaquesabíahubierasidofatalparasuamistad,yluegolossoltó.MissMayocontinuósentadaasuladotranquilamente. Lo sucedido no la había desazonado en forma alguna. Le habíatomadoliteralmentelapalabraylotratabacomoalcamaradaqueélhabíapedidoser.Noseleocurríaquepodíalibrarlodesupresencia,comotampocoqueestapodíaserembarazosa. Y mientras seguían sentados en silencio, los pensamientos de ellaperdidoseneldesiertoylosdeélllenosdevanosanhelosyrecuerdosmelancólicos,sealzólavozgravedeunhombreenlacalmadelanoche.

—Manos pálidas que amé junto al Shalimar. ¿Dónde estáis ahora? ¿Quién hacaídobajovuestrohechizo—cantabaconunavozapasionadayvibrantedebarítono?

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Cantaba en inglés, y sin embargo, la suave transición casi imperceptible de nota anota era extrañamente poco inglesa. DianaMayo se inclinó hacia adelante, con lacabezaerguida,escuchandoatentamenteconojosbrillantes.Lavozparecíasurgirdelasespesassombrasal fondodel jardín,o talvezvinierademás lejos,delcamino,másalládelcercodecactos.Elhombrecantabadespacio,deteniendosuacariciantevoz en las palabras, dejando morir el último verso clara y suavemente hastadesvanecerse,casiimperceptible,enelsilencio.

Por unmomento reinó la calma total; luegoDiana se echó hacia atrás, con unpequeñosuspiro.

—LacancióndeCachemira.MehacerecordarlaIndia.Laoícantaraunhombreenestepaíselañopasado,peronoasí.¡Quévozmaravillosa!¿Quiénserá?

Arbuthnotlamiróconcuriosidad,sorprendidoanteelrepentinoacentodeinterésquedescubrióensuspalabrasyladesusadaanimacióndesurostro.

—Usteddicequenoexistelaemociónensunaturaleza,ysinembargolacancióndeesehombredesconocidolahaconmovidoprofundamente.¿Cómoconciliaambascosas?—lepreguntó,casiconrabia.

—¿Laapreciaciónde lohermosoesemoción?—preguntóellaalzando losojos—.Conseguridad,no.Lamúsica,elarte, lanaturaleza, todo lohermosomeatrae.Peronohaynadaemocionaleneso.Essolamentequeprefierolascosashermosasalasfeas.Poresemotivohastalosvestidosbonitosmegustan—agregóriéndose.

—UstedeslamujermejorvestidaenBiskra—admitióél—.¿Peronoesesounaconcesiónalossentimientosfemeninosqueusteddesprecia?

—Nadadeeso. Interesarse en la ropanoesunvicioexclusivamente femenino.Me gustan los vestidos bonitos. Paso algún tiempo pensando en combinaciones decoloresquevayanbienconmicabellohorrible,peroleaseguroquemimodistatieneunavidamástranquilaqueelsastredeAubrey.

Guardóellasilencio,esperandoqueelcantornosehubieramarchado,peronoseoíasonidoalguno,salvoelchirridodeunacigarracercana.Sevolvióenelasiento,mirandoenladireccióndedondevenía.

—Escuche.¡Quéanimalitosimpático!EsloprimeroquetratodeoírcuandollegoaPortSaid.SignificaelOrienteparamí.

—¡Bicharracosenloquecedores!—dijoArbuthnotirritado.—Van a ser unos bicharracos muy amigos míos en las próximas cuatro

semanas… Usted no sabe lo que esta excursión significa para mí. Me gustan loslugaressalvajes.LosmomentosmásfelicesdemividaloshepasadoacampandoenAméricay la India,y siemprehedeseadoconocereldesiertomásqueningúnotrolugar.Vaaserunmesdepuraalegría.Voyasentirmeenormementefeliz.

Se incorporó con una risa de intenso placer, y se volvió amedias esperando aArbuthnot. Este se puso en pie de mala gana y permaneció en silencio a su ladoduranteunosmomentos.

—Diana,quisieraquemedejarabesarlasolounavez—exclamócontristeza.

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Ellalevantólavistarápidamente,conundestellodeiraensusojos,ysacudiólacabeza.

—No.Esonoestáenelconvenio.Nohesidobesadaenmivida.Esunadelascosasquenocomprendo.

Echóaandar sinprisahaciaelhotel,yélmarchóa su ladopensandosihabríaperdidolaamistaddelajoven.Peroenlagaleríaellasedetuvoydijoconeltonodefrancacamaraderíaconquesiemprelehabíahablado:

—¿Loveréporlamañana?Élcomprendió.Nodebíadehaberningunanuevaalusiónaloquehabíapasado

entre ellos. El ofrecimiento de amistad se mantenía, pero solo en los términosconvenidos.Serehizo.

—Sí. Nos hemos combinado una docena de nosotros para servirle de escolta,acompañándolalosprimeroskilómetros,ydespedirlaenformaadecuada.

Hizoellaungestosonrientedeprotesta.—Serán necesarias cuatro semanas de soledad para contrarrestar la presunción

quevoyaadquirir—dijoligeramente,alentrarenelsalóndebaile.

Unashorasmástarde,Dianaentróensudormitorioy,encendiendola luzeléctrica,arrojólosguantesyelcarnédebaileenunasilla.Lahabitaciónestabavacíaporqueladoncellahabíasufridounavértigoaloírquedebíaacompañarasuamaaldesierto,y tuvo que ser enviada a París para esperar allí su regreso. Había partido ese díallevándoselamayorpartedelequipajepesado.

Dianasedetuvoenelcentrodelahabitaciónycontemplólospreparativosparalapartidadelamañanasiguiente,conunapequeñasonrisadesatisfacción.Todoestabaenorden;losarreglosfinaleshabíanquedadoconcluidosunosdíasantes.LacaravanadecamellosconelequipodelcampamentodebíasalirdeBiskraunashorasantesdela fijada por los Mayo para partir con Mustafá Alí, el guía que las autoridadesfrancesas habían recomendado de mala gana. Las dos grandes valijas que Dianallevabaconsigoestabanabiertas, con todopreparado, soloenesperade lasúltimascosas necesarias, y al lado de ellas el baúl de camarote, del que se encargaría sirAubrey,paradejarloenParísasupasoporallí.Enunachaiselongueestabasutrajedemontar, listopara lamañana.Susonrisa seacentuóalmirar lospantalonesbiencortadosylasbotasdemontarmarrones.Eralaropaquehabíausadolamayorpartede su vida, y con la que se encontraba mucho más cómoda que con los vestidosbonitosdeloscualessehabíareídoconArbuthnot.

Sealegrabadequehubieraterminadoelbaile;noeraunejercicioqueleatrajera.Solopensabaenlainminentegira.Estirólosbrazosconunarisitadefelicidad:«Eslagranvida, y va a empezar de nuevomañanapor lamañana».Cruzóhasta lamesatocador y, apoyando los codos en ella, semiró en el espejo dirigiendo una sonrisaamistosa a la imagen reflejada. A falta de otro confidente siempre había hablado

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consigomisma,sinpensarenlabellezadelrostroqueledevolvíalamiradadesdeelespejo.

El único comentario que se hacía a veces sobre su aspecto era desear que sucabellonofueradeuntonotanmonótono.

Se contempló ahora con un asomo de curiosidad. «Quisiera saber por qué mesiento tan especialmente feliz esta noche. Debe ser porque hemos estado muchotiempoenBiskra.Hasidomuyagradable,peroempezabaasentirmemuyaburrida».Seriodenuevoytomósurelojparadarlecuerda.Unadesuspeculiaridadeseranousar joyas de ninguna clase. Hasta el reloj que sostenía en lamano tenía una lisacorreadecuero.

Sedesvistiólentamente,yconcadamovimientosesintiómásdesvelada.Despuésdeponerseunafinarobedechambresobresupijamayencenderuncigarrillo,salióala amplia balaustrada que daba a su dormitorio. El aposento estaba en el segundopiso,y frentea suventanasealzabaunode lospilaresesculpidosquesosteníanelbalcónubicadosobresucabeza.Miróalosjardines,abajo.Erafácilsubir,pensóconuna sonrisa juvenil…; muchomás fácil que muchas de las ascensiones que habíarealizado cuando sentía imperiosamente la necesidad de una escapada solitaria; lossirvientes indígenas tenían la desconcertante costumbre de echarse a dormir encualquier lugar en que los venciera el sueño, y no hacía mucho que se habíadescolgadode subalcónparacaerde lleno sobreunamasahumanadurmientequehabía despertado a medio hotel con sus aullidos. Se inclinó sobre el antepecho,tratandodemirarenlagaleríasituadadebajo,ylepareciódiscernirunropajeblanco.Miró de nuevo y esta vez se alzó sobre el ancho borde de la baranda. Sentándosecómodamente,conlaespaldaapoyadaenlacolumna,miróporencimadelosjardineshacialanoche,tarareandosuavementelacancióndeCachemiraquehabíaoídopocoantes.

La luna llena estaba alta, y su luz fría y brillante llenaba el jardín de espesassombras. Contempló algunas, que incluso parecían moverse, como si el lugarestuviera animado por figuras que se arrastraran precipitadamente, y se divirtiósiguiéndolashastalapalmeraoelcactoquelasoriginaba.Una,enparticular,resultóserlasombradeunagrotescaestatuadeplomo,medioocultaporunarbustoenflor.Olvidando la hora y las ventanas abiertas a su alrededor, prorrumpió en unacarcajada,interrumpidaporlaaparicióndeunafigura,vistademaneradifusaatravésdelenrejadoquedividíasubalcóndelpróximo,yelsonidodeunavozirritada.

—Por amor del cielo, Diana, deja que duerman los demás, si tú no puedeshacerlo.

—Loque,bien interpretado, esdejardormir a sirAubreyMayo—replicóella,riendo—.Miqueridomuchacho,duermesiquieres,peronosécómopuedeshacerloenunanochecomoesta.¿Hasvistoalgunavezunalunatanmaravillosa?

—¡Oh,aldemonioconlaluna!

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—No te enojes por eso.Vuelve a la cama y no la verás. Pero yo voy a seguirsentadaaquí.

—¡Diana,noseasidiota!Tevasadormir,caerásaljardínytedesnucarás.—Tantpispourmoi.Tantmieuxpourtoi—dijoella,alegremente—.Tehedejado

todocuantoposeoenelmundo,queridohermano.¿Puedeirmáslejoselcariño?Volvióamirar al jardín.Eraunanochemaravillosa,misteriosa, conelmisterio

inexplicablequeexistesiempreenlasnochesorientales,enlasqueelsilenciosoloesrotoporelmonótonochirriardelascigarras.LosaromasdelOrientesealzabanasualrededor;parecíanmásperceptiblesdenochequededía.Confrecuenciaensucasahabía permanecido en el pequeño balcón de piedra de la habitación aspirando losaromasdelanoche:elolorpenetrantedelatierradespuésdelalluvia,elaromadelospinospróximosalacasa.

Fueronlosoloresexcitantesdelanochelosqueprimerolaimpulsaron,demuyniña,adescolgarsedesubalcón,aferrándosea lasgruesasraícesde lahiedra,paraerrarconunadeliciosasensacióndeculpabilidadporelparqueiluminadoporlalunay a veces por el sombríobosquevecino.Siempre estuvo totalmente desprovista demiedo.

Suniñezhabíasidoextraña.Nohuboparientescercanosqueseinteresaranenlaniñahuérfanaquehabíaquedadoconfiadaalostiernoscuidadosdeunhermanocercade veinte años mayor, horrorizado ante la carga que le había sido impuesta.Interesado en símismo y en libertad de saciar el ansia de viajar que lo consumía,habíaeludidolaresponsabilidaddelamaneramásfácilposible.Durantelosprimerosañosdesuvidalacriaturahabíasidodejadaenmanosdeniñerasysirvientesquelamimaronsindiscriminación.Luego,cuandoaúneramuypequeña,sirAubreyMayoregresó de una larga gira y, estableciéndose por un par de años, se ocupó de laeducaciónfuturadesuhermana,quetuvocomopatrónsupropiacrianza.Vestidaytratada como unmuchacho aprendió amontar a caballo, a tirar y pescar, no comodiversiones, sino seriamente, a fin de poder más tarde ocupar un lugar comocompañeradelhombrecuyosúnicosintereseseranesos.Suairedefatigaerafingido.Enrealidad teníaunaconstitucióndehierro,ysu intencióneraqueDiana llegaraaser igual. Con ese objetivo, la crio de manera espartana, no haciendo ningunaconcesiónalsexooaltemperamento,ynadaobvióparalograrelresultadodeseado.

Lamuchachahabíarespondidobizarramente,dedicándoseencuerpoyalmaalavidaarduayfatigosaquelehabíanplaneado.Losúnicosobstáculosqueleimpedíandisfrutar perfectamente de esta existencia eran las lecciones necesarias que debíarecibir,aunquehastaestaspodíanhabersidopeores.Todaslasmañanasibaacaballoatravésdelparquehastalarectoríaparaestudiarunpardehorasconelrector,cuyocorazónestabamásenelestabloqueensuparroquia,ycuyareputacióneramayorcazandozorrosqueenelpúlpito.Susmétodoseranásperos,peroellaerainteligente,yadquirióunacantidadasombrosadeconocimientosdelamásdiversaíndole.

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Pero su educación quedó interrumpida, en forma abrupta, cuando cumplió losquinceañosyllegóalarectoríaunmuchachote,quehabíasidoenviadoalmusculosorectorcomoúltimorecursoporsudesesperadopadre.Estedescubriórápidamenteloqueaquellos,entrequienessehabíacriado,apenasnotaban:queDianaMayo,conlasropas y modales de un muchacho, era en realidad una joven de hermosura pococomún.

Con el desenfado acostumbrado en su tipo, había aprovechado la primeraoportunidadparadecírselo,acompañandolaconfesiónconunatentativadelograrelbeso que hasta entonces su buena presencia siempre había conseguido. Pero estamuchacha eramuchacha solo por un accidente de nacimiento;más rápida con susmanos,muchomejor entrenadaqueél,y con la fuerzanatural acrecentadaporunarabiafuriosaleennegreciólosojosantesdequesedieracuentadeloquepasaba,ycuando el rector apareció ante ellos, atraído por el alboroto, Diana daba vueltasalrededordeélcomoungallodepeleaenfurecido.

Loque ella dejó lo terminó elmaestro, y luego, sin aliento e irritado, cruzó elparque con la joven y anunció en pocas palabras a sir Aubrey, quien daba lacasualidad que estaba en casa en una de sus raras visitas, que su alumna erademasiado crecida y bonita para continuar sus estudios en la rectoría. Luego sedespidió tan de prisa como había llegado, dejando que sir Aubrey solucionara elnuevo problema de Diana. Y, lo mismo que antes, fue resuelto de la manera máscómodaposible.Enlofísicoeraperfectamentecapazdedesempeñarelpapelparaelcual siempre la había preparado; mentalmente suponía que sabía todo lo que eranecesarioqueellasupiese,y,decualquierforma,elviajarensíeraunaeducación,ymuchomejorquelaquepodíaaprenderseenloslibros.Así,Dianainicióincesantesviajes con su hermano, y en quince días la vieja vida había quedado atrás. Estoscontinuarondurantelosúltimosseisaños;añosdecambioperpetuo,deexcitaciónydepeligros.

Pensó en todo eso, sentada en la ancha balaustrada del balcón, con la cabezareclinada contra la columna en que se apoyaba. «Ha sido una vida espléndida»,pensó. «Y mañana…, hoy, empieza la parte más perfecta». Bostezó, sintiendorepentinamenteunsueñodesesperado.Volvióalahabitación,ydejandolasventanasabiertasdeparenpar,yarrojandolarobedechambre,seechóenlacamaysequedódormidacasiantesdequesucabezatocaralaalmohada.

Debiódeserunahoramás tardecuandosedespertóderepente,completamentedespabilada.Permanecióinmóvil,mirandoconcautelaentresusespesaspestañas.Elcuartoestababañadoporlaluzdelaluna,noseveíanada,peroellaexperimentabalasensación de que había otra presencia en la habitación además de la suya; habíatenidounavisiónsemiconscienteenelmomentodedespertar,deunalgovago,quehabíaparecidodesvanecerseporlaventana.Alabrirsepasolarealidadactualdeesepensamiento a través del sueño que embotaba su mente, y convertirse en unasugerencia concreta, saltó de la cama y corrió al balcón. Estaba vacío. Se inclinó

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sobreelantepecho,escuchandoatentamente,peronopudovernioírnada.Intrigada,volvióalahabitaciónyencendiólasluces.Nadaparecíafaltar:surelojestabadondelohabíadejado,sobreeltocador,yalparecernadiehabíatocadolasvalijas.Alladodelacamasehallabaelrevólverconculatademarfilquesiemprellevaba,talcomoella lohabíapuesto.Miródenuevoalrededorde lahabitación, frunciendoel ceño.«Debedehabersidounsueño»,sedijoconairededuda.«Peromepareciómuyreal.Parecíaalto,blancoysólido,ylosentíallí».

Esperó unmomento o dos, luego se encogió de hombros, apagó las luces y semetió en la cama. Sus nervios eran admirables, y cincominutosmás tarde estabanuevamentedormida.

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CapítuloIIEllugardelosdemonios

La despedida prometida fue entusiasta. Los arreglos hechos para la excursiónresultaronperfectos;nohuboningúntropiezo.Elguía,MustafáAlí,parecíacapazyeficiente,retirándosecuandonoselenecesitabayrespondiendoconcortésdignidadcuandose ledirigía lapalabra.Eldíahabía sidoparaDianaelsummum del placerfísico.Hacíaunahoraquehabíanllegadoaloasisdondepasaríanlaprimeranocheyencontraronelcampamentoestablecidoya,lastiendasdecampañaalzadasytodotanordenadoquesirAubreynopudocriticarnada;hastaStephens,susirviente,que lohabíaacompañadoensusviajesdesdequeDianaeraunacriatura,yqueeratandifícilde complacer como su amo en la cuestión de campamentos, no pudo hallar faltaalguna.

Diana contempló su pequeña tienda de campaña con entera satisfacción. Eramuchomenor que la que habitualmente utilizaba, ridículamentemás pequeña si secomparaba con la que tuvo en la India el año anterior, con su baño separado y sucuartodevestir.LossirvienteshabíanabundadotambiénenlaIndia.Aquíelservicioprometíaserinadecuado,peroenestagirasehabíaencaprichadoendejaraunladolas comodidades a que estaba acostumbrada con sir Aubrey, para vivir en formarelativamente primitiva.El estrecho catre de campaña, el bañode zinc, la pequeñamesaplegableysusdosvalijasparecíanocupartodoelespaciodisponible.Perotomóarisalaincomodidadapesardehabersalpicadoelcatrealbañarse,ydequeeljabóncayódentrodeunadesusbotas.Habíacambiadosutrajedemontarporunvestidoceñidodesedaverdejade,queterminabaencimadesusfinostobillos,conunescotebajo que revelaba el blanco brillante de su pecho juvenil. Salió de la tienda y sequedóquietaunmomento,cambiandounasonrisadivertidaconStephens,quedabavueltasasu ladoconairedubitativo,unojopuestoenellayelotroensuamo.Sehabía retrasado, y a sirAubrey le gustaba ser puntual para la comida. Este estabaechadoenunasilla,conlospiespuestosencimadeotra.

Dianaagitóundedoconairedeadvertencia.—¡Vuela,Stephens,ytraelasopa!Siestáfríasevaaarmarunescándalo.Caminóhastaelbordedelalona,quehabíasidotendidaenelsuelodelantedelas

tiendas, y contempló extasiada la escenaque la rodeaba, brillándolede entusiasmolos ojos al mirar lentamente alrededor del campamento enclavado en el oasis: losgruposdepalmeras,eldesiertoquesedifundíaondulante,peroqueparecíallanoalaluz del anochecer, hasta llegar a las colinas distantes que semejaban una manchaoscuradestacándoseenelhorizonte.Respiróprofundamente.Eraeldesierto,porfin,el desierto por el cual había suspirado toda su vida.Hasta estemomento no habíasabidocuánintensahabíasidoesaansia.Seencontrabaextrañamentecómoda,como

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silaenormeysilenciosaextensiónlahubieraestadoesperandocomolahabíaestadoesperandoella,yahoraquehabíallegado,ledieralabienvenidasuavemente,coneldébil rumor de la arena y el misterioso encanto de su superficie cambiante queparecíallamarla.

Lavozdesuhermano,detrásdeella,lahizovolveratierraderepente.—Has tardado un tiempo endemoniado. Volvió ella a la mesa con una débil

sonrisa.—Túnopuedesquejarte,Aubrey.TienesaStephensparaafeitartey lavarte las

manos,perograciasaesaidiotadeMarieyotengoquehacérmelotodo.Sir Aubrey retiró los pies de la segunda silla, arrojó el cigarro y, ajustando su

monóculoconmásagresividadquelahabitual,lamiróconairededesaprobación.—¿Piensas arreglarte así todas las noches para agradar a Mustafá Alí y a los

camelleros?—NopiensoinvitaraldignoMustafáacomerconmigo,ynotengolacostumbre

de«arreglarme»comotanagradablementelohasexpresado,paradargustoanadie.Si crees que me visto en el campamento para agradarte, mi querido Aubrey, teengañas. Lo hago enteramente por mi gusto. Esa exploradora que conocimos enLondres,elprimerañoqueempecéaviajarcontigo,meexplicóelverdaderovalormoralyfísicodeponerseropascómodasybonitasdespuésdepasarundíaduroenpantalonesybotas.Tútecambiastambién.¿Cuálesladiferencia?

—Ladiferenciaestáenquenohaynecesidaddequetehagasmásatractivadeloqueeres—dijoélconsequedad.

—¿Desdecuándosetehaocurridoquesoyatrayente?Debesdeestardelirando,Aubrey—replicóella,tamborileandoimpacienteconlosdedosenlamesa.

—No eludas la cuestión. Sabes perfectamente bien que eres bonita, demasiadobonitaparaseguiradelanteconesteasuntoabsurdo.

—¿Quieres decirme, por favor, qué insinúas?—preguntó ella sin alzar la voz.Perolosojosazuloscurofijosenelrostrodesuhermanoseibanoscureciendomásalmirarlo.

—Heestadopensandomuchohoy,Diana.Estagiraque tepropones realizar esimposible.

—¿Noesunpoco tardeparahaberlodescubiertoahora?—interrumpióellaconsarcasmo,peroélignorólainterrupción.

—Debesdartecuenta,ahoraqueestásfrentealasituación,dequeesimposible.No se puede ni siquiera pensar en que todo el mes próximo puedas vagarcompletamente sola por el desierto con estos malditos negros. Aunque mi tutoríasobre ti terminó en septiembre último, aún tengo ciertas obligacionesmorales conrespecto a tu persona. A pesar de que ha sido conveniente educarte como a unmuchacho y considerarte como un hermano menor en lugar de una hermana, nopodemosolvidarqueeresunamujer,yunamujermuyjoven.Hayciertascosasqueuna jovennopuedehacer.Sihubieras sidoelmuchachoqueyosiempredeseéque

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fueses el asunto sería completamente diferente, pero no lo eres, y todo esto esimposible…,completamenteimposible—habíaimpacienciaensuvoz.

Dianaencendióuncigarrillo lentamente,y sevolvióen suasientoconuna risaseca.

—Si no hubiera vivido contigo toda mi vida, Aubrey, me sentiría realmenteimpresionada por tu solicitud fraternal, creería en tu sinceridad. Pero sé que no teimpulsalaansiedadporloquemepuedasuceder,sinolopocoqueteagradaviajarsolo.Hasllegadoadependerdemíparaahorrarteciertasmolestiaseinconvenientesquesiempreocurrenviajando.FuistemáshonestoenBiskracuandoteopusisteamiexcursión sin dar explicaciones. ¿Por qué has esperado hasta esta noche paraexponermeesasrazones?

—Porquepenséqueaquí,almenos,tendríassuficientesentidocomúnparaverlas.En Biskra era imposible discutir contigo. Tú hiciste tus preparativos contra misdeseos.Salídeallíconvencidodequeaquí tedaríascuentade la imposibilidaddelasunto,yqueportimismaloverías.Diana,abandonaestagiraabsurda.

—Noloharé.—Tengobuenasganasdeobligarteahacerlo.—Nopuedes.Soydueñademis actos.No tienesningúnderecho sobremí.No

tienesnisiquieraeldeunafectofraternalordinario,porquenuncamelohasdado,asíquenopuedesesperarlodemí.Notenemosningunanecesidaddeenfrentarnos.Nopiensodiscutirmás.NovolveréaBiskra.

—Sitienesmiedodequeseríandeti…—empezóélirónicamente,peroellalointerrumpióenelacto.

—Notengomiedodequeseríandemí.Solamenteloscobardestemeneso,yyonosoycobarde.

—¡Diana,escucharazones!—¡Aubrey,hedichomiúltimapalabra!Nadaalterarámidecisióndeefectuaresta

gira. Tus argumentos no me convencen, porque te conozco. En el fondo de tusreprochesestátupropiaconvenienciaynolamía.Noloniegues,nopuedes,porqueescierto.

Seenfrentabanatravésdelamesita.ElrostrodeSirAubreyseencendiódeira,ysumonóculocayóchocandoconagudotintineocontraunbotóndelchaleco.

—¡Eresunmalditodiablitoobstinado!—dijocon furia.Ella lomiró fijamente,suslabiosdespectivosestabantanfirmescomolosdeél.

—Soy lo que me has hecho —dijo lentamente—. ¿Por qué enojarte con elresultado? Túme has educado haciéndome ignorar las restricciones propias demisexo. Toda mi vida me has dado un ejemplo de egoísmo y obstinación. ¿Puedesextrañarte de queme haya aprovechado de él?Me has hecho tan dura como tú, yahora finges sorprenderte ante la decisión que tu enseñanzame ha impuesto. Eresilógico. Es culpa tuya y nomía. Forzosamente teníamos que chocar algún día.Hasucedido antes de lo que esperaba, eso es todo.Hasta ahoramis inclinaciones han

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coincidido con las tuyas, pero este parece ser el punto donde se separan nuestroscaminos. Como te recordé antes, soy dueña de mis actos y no toleraré ningunainjerenciaenellos.Teruegocomprendasesoclaramente,Aubrey.Noquierodisputarmás.MeuniréatienNuevaYork,comoteheprometido.Notengolacostumbredequebrantarmispromesas,peromividaessolomía,yharédeellaexactamenteloqueyoquieraynoloquequieraningúnotro.Haréloquemeparezca,cuándoycómomeparezca, y noobedeceré otra voluntad.Los ojos de sirAubrey se entrecerraron derepente.

—¡Entoncesespero,porelcielo,queundíacaigasenmanosdeunhombrequetehagaobedecer!—exclamóiracundo.Suslabiosdesdeñosossefruncieronmásaún.

—¡Y entonces, que el cielo se apiade de él! —replicó sarcásticamente, y sedirigióasutienda.

Porunasolavezsuirritaciónsetrocóendiversión.Habíasidoalgo,despuésdetodo,provocarlairadelperezosoAubrey.Conocíaexactamentelaíndoledelagravioque había estado alimentando en contra de ella en las últimas semanas pasadas enBiskra. Aunque viajaba perpetuamente y con frecuencia por lugares remotos ydesolados,lohacíaconelmáximodecomodidadesyelmínimodeinconveniencias.No se molestaba por nada, y las inevitables dificultades que se presentaban caíansobreloshombrosmásjóvenesymenosexperimentadosdeDiana.Ellasiempresupolacomodidadquerepresentabaparaél.Esposiblequetuvieraalgunossentimientoslatentes respecto a lo poco recomendable de la conducta de ella, es posible queinclusoexperimentaraalgunos remordimientosdeconcienciaacercade la formaenque la había educado, pero lo que más le inquietaba era pensar en su propiacomodidad.Esolosabíaella,ysaberlonocontribuíaafomentarningúnsentimientomás amable hacia él. Siempre había sido y continuaría siendo sumamente egoísta.Todasuvidajuntoshabíasidoencauzadadeacuerdoconsuconvenienciaynoconladeella.

Sabía también por qué él deseaba especialmente su compañía en los EstadosUnidos.Eraunaexpedicióndecaza,peronode la índolede lasquehabitualmenteestabanacostumbrados;eraunaesposaynolacazamayorloquehacíaatravesarelocéanoasirAubreyenestaocasión.Habíaestadoocupandosuespíritu,desdehacíaalgúntiempo,conunanecesidadinevitableynodeltodoplacentera.Lasmujeresloaburrían,ylaideadelmatrimonioledesagradaba,peroeraindispensableunhijoquelo sucediera —un Mayo debía de ser seguido por otro Mayo—. Era esencial unherederopara lagranpropiedadque la familiahabíaconservadodurantecientosdeaños. Ninguna mujer había llegado a atraerlo; pero, de todas las conocidas, lasnorteamericanas eran lasquemenos lo irritaban, ypor eso sedirigía a losEstadosUnidosenbuscadeunaesposa.

SeproponíaalquilarunacasaenNuevaYorkporunosmesesymástardeotraenNewport,yparaelloconsideraba indispensable lacompañíadeDiana.Leahorraríainfinidaddemolestias,yaquetodoslospreparativospodíanquedarensusmanosy

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las de Stephens. Habiendo decidido hacer una cosa que consideraba como unsacrificioenelaltardelafamilia,sudeseoerahacerloloantesposible,ylaalteraciónde sus planes, causada por Diana, lo había exasperado. Por primera vez habíanchocadosusvoluntades,yellaseencogiódehombrosimpacientementealrecordarlo.Unpocomásylaconversaciónhubieradegeneradoenunadisputavulgar.

ApartóaAubreyysuegoísmoresueltamentedesumente.Hacíamuchocalorypermaneció muy quieta, en el estrecho catre, deseando no haber sido tan rígidarespectoasuanchura,ypensandosialgúnmovimientorepentinodurantelanochenolaprecipitaríaenelbañoqueestabaal lado.Pensóconpenaenunpunkahy luegosonrió despectiva. «¡Sibarita! —murmuró soñolienta—. Necesitas unas cuantasincomodidades».

Semostrócasiagresivamentealegrealamañanasiguiente,duranteeldesayuno,yel tiempoquepermanecieroneneloasis,despuésdehaberpartidoloscamellerosportadores de los equipajes. Sir Aubrey estaba silencioso y malhumorado, y ellacharló la mayor parte del tiempo con Stephens, que vigilaba la colocación de lasvituallas en la canasta del almuerzo que la acompañaría, a cargo del hombre quehabíasidoelegidocomosusirvientepersonal,yqueesperabaconMustafáAlíyunosdiezhombres,paramarcharacaballoconella.

Llegóelmomentodepartir.Stephens seocupabadel caballoquedebíamontarDiana.

—¿Está todo bien, Stephens? ¿Estás conforme? No te pongas tan serio. Mehubieragustadoquevinierasparacuidarme,peronohapodidoser.SirAubreyestaríaperdidosinti.

La idea de una gira sin Stephens le pareció repentinamente trascendental y lasonrisaqueledirigiófuemásseriadeloqueellahubieraquerido.Volvióalladodesuhermano,queseretorcíafuriosamentelosbigotes.

—Nocreoquevalgalapenaesperarmás.NoquerrásapurartemuchoydesearásestarenBiskraatiempoparalacena—dijoconlamayorindiferenciaquepudo.

Élsevolvióhaciaella.—Diana,noesaúndemasiadotardeparacambiardeidea.Abandonaestalocura.Por vez primera hubo un acento genuino de ansiedad e su voz yDiana vaciló,

perofuesolounmomento.Luegomiróconunasonrisagrave.—¿Debo caer en tus brazos diciendo: «Llévame de vuelta, querido tutor; me

portaré bien»?, o ¿debo postrarme tus pies y golpearmi cabeza contra tus botas ygemir?,(elidiomadelpaís:«oíresobedecer»).NoseasridículoAubrey.Nopuedesesperarquecambiedeideaaúltimomomento.Esperfectamenteseguro.MustafáAlíseencargarádequetodomarchebien.TienequecuidarsureputaciónenBiskra.Sabelarecomendaciónqueledieronlasautoridades;noesprobablequequieraperder.Decualquier forma, puedo cuidarme, gracias a tu educación.Nome avergüenza decirquemeenvanezcodebienquesétirar.Hastatúadmitesquedoycréditoaenseñanza.

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Con una alegre carcajada sacó el revólvermontadomarfil, y, apuntando a unarocachataquesehallabaciertadistancia,disparó.

Era una tiradora de revólver extraordinariamente buena, pero esta vez parecióhaber errado. No había ninguna señal en la piedra. Diana se quedó mirandoestúpidamente, con la frente fruncida y un aire de perplejidad. Luego miró a suhermanoynuevamentealrevólverqueempuñaba.

SirAubreyprofirióunjuramento.—¡Diana!—exclamófurioso—.¿Quéjactanciainsensataesesta?Ellanolehizocaso.Seguíamirandolasuperficielisalaroca.—Noloentiendo.¿Cómohepodidoerrar?Estangrande,decomounacasa—

murmuróconairepensativo,yanuevamenteelrevólver.PerosirAubreylatomóporlamuñeca.

—Por amor de Dios, no te hagas la tonta otra vez. Has rebajado tu prestigiobastante ya —dijo en voz baja, con una ojeada al grupo de árabes que loscontemplaba.

Dianavolvióelarmaasulugardemalagana.—No lo entiendo—dijo de nuevo—. Debe ser la luz. Montó y aproximó su

caballoasirAubrey,tendiéndolelamano.—Adiós,Aubrey.Espérameunmesdespuésdetullegada.Tecablegrafiarédesde

Cherburgo. ¡Buena suerte!Llegaré a tiempopara sermadrina—añadió riéndosey,conunainclinacióndecabezaaMustafáAlí,enderezósucaballohaciaelsur.

Durantelargotiempocabalgóensilencio.LadisputaconAubreylehabíadejadomal sabor en la boca. Sabía que lo que estaba haciendo estaba fuera de loconvencional,perohabíasidoeducadaparanoserlo.Nisiquierahabíapensadoporunmomento,alplanearsugira,enposiblescríticas;lehabíaasombradoydivertidolasensaciónquecausósuproyectadaexcursión.Lapublicidadquehabíaoriginado lamolestóintensamente;mirabacondesprecioquelagentenopudieraocuparsedesuspropios asuntos, dejando que ella se arreglara con los suyos. Pero que Aubrey seunieraalacríticageneralypresentaraunavolte-facetancompletaalasopinionesquesiemprehabíasostenido,eraalgoqueescapabaasucomprensión.Estabafuriosaconélyeldespreciosemezclabaconlafuria.Eraincompatibleconlaactitudquehabíamantenidotodasuvidahaciaella,yeldescubrimientodesucambiodeideaslahabíadejado más decidida que nunca a adherirse a sus convicciones profundamentearraigadas.Aubreyeraresponsabledeellas,éllashabíainculcado,ysiahorapreferíaabandonarlas,eracosasuya.

Por su parte, no veía razón alguna para variar los principios según los cualeshabíasidoeducada.SiAubreyrealmentecreíaqueexistíapeligroenestaexpedición,podía haberse sacrificado por una vez acompañándola. Como había dicho JimArbuthnoterasolamenteunmes,peroelegoísmodeAubreynolepermitíahaceresaconcesión, de lamismamanera que la propia obstinación deDiana no le permitía

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ceder. Era esperar demasiado. ¡Y esto era el desierto! Era la expedición que habíasoñadoduranteaños.Nopodíaabandonarla.

La idea del peligro la hizo reír. ¿Cómo podía causarle daño alguna cosa en eldesierto? Siempre la había atraído. No había nada extraño en la escena que larodeaba. La región le parecía extrañamente familiar. El sol ardiente en lo alto delcielosinnubes,elairerecalentadoqueascendíadelsueloreseco,lassiluetasdeunaspalmeras en unminúsculo oasis eran como recuerdos que veía de nuevo con unasensacióndealegría,máscompletayprofundaquecualquierotraconocidaantes.Sesentíaradiante,feliz:felizensujuventudyvigor,ensuperfectoestadofísico,felizconsucapacidadparadisfrutardelavida,felizconelcontactodelfuerteynerviosocaballo entre sus rodillas, radiante con su nueva autoridad. Lo había esperado contantaansia,ylarealidadestabaresultandoserinfinitamentemejorqueloanticipado.

Ydurantetodounmesestafelicidadperfectaseríasuya.PensóconimpacienciaensupromesaaAubrey.Abandonarlaalegrelibertaddeldesiertoporlavulgaridaddelavidasocialnorteamericanaleparecíaabsurdo.LaideadelassemanasenNuevaYork era francamente tediosa; Newport sería algo menos malo, porque habríacompensaciones.LaúnicaesperanzaeraqueAubreyencontraraprontolaesposaquebuscabay la relevaradeunaobligaciónque iba a ser sumamente fatigosa.Aubreycontaba con ella y no estaría bien decepcionarlo; tendría que cumplir su promesa,perosealegraríaeldíaenqueterminara.

ElcasamientodeAubreyconcluiríadefinitivamenteconlaposibilidaddenuevosdesacuerdosentreellos.PensóvagamenteencómoseríalafuturaladyMayo,peronosintió mucha lástima por ella. Las muchachas norteamericanas, en general, sabíanmuybiencómodefenderse.Acariciósucaballoconunaligerasonrisa.Aubreyysuposible esposa le parecían singularmente poco atractivos junto al vivo interés delmomento.Unacaravana,quehabíasidovisibledesdehacíamuchotiempoviniendohaciaellos, seaproximaba,yDiana frenóparacontemplar la larga filadecamellosque pasaban balanceándose con lento andar. Los grandes animales, con su pasodesdeñoso y largos cuellos ondulantes, nunca dejaban de interesarla. Era una grancaravana;losfardosenloslomosdelosanimalesparecíanpesados,yademásdelosmercaderesmontadosencamellosdesillasyunaturbaabigarradadeacompañantes—algunosmontadosenasnosescuálidosyotrosapie—,habíaunaguardiaarmadadejinetes.

Tardó algún tiempo en pasar. Una o dos bestias llevaban figuras acurrucadas,envueltasenmultitudderopasinformes,queDianasabíaeranmujeres.Elcontrasteentreestasyellaeracasiridículo.Sesentíaahogadasolodemirarlas.Pensóencuálseríasuvidasialgunavezserebelabancontralarutinaylasrestriccionesqueselesimponían,sialgunavezansiabanlalibertadqueellaestabadisfrutandoplenamente,osilacostumbreyelhábitoerantanfuertesquenoteníanningúnpensamientoapartedelaestrechavidaquellevaban.

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Elpensamientodeesasvidas la llenabadeaversión.Laideadelmatrimonio—aún en su forma más elevada, teniendo por base la consideración y la toleranciamutuas—lerepugnaba.Pensabaenélconunestremecimientodeabsolutarepulsión.ParaAubreyeradesagradable,peropara su temperamento fríoy reservadoeraunacosa horrible y repugnante. Que las mujeres pudieran someterse a la intimidaddegradante y la existencia llena de trabas de la vida de casadas, la llenaba dedesdeñosaadmiración.Quedarsometidairrevocablementealavoluntadyeldeseodeunhombreque tendríaelderechodeexigirobedienciaen todo loqueconstituíaelmatrimonio,ylafuerzadehacercumpliresasexigencias,lecausabarepulsión.Paraunamujeroccidentalerayamalo,peroparalasmujeresdelOriente,simplesesclavasdelaspasionesdeloshombresqueeransuspropietarios,sinconsideraciones,sinsertenidas en cuenta, reducidas al nivel de animales, ese solo pensamiento la hizotemblarydejócaerpesadamentesumanosobreelcuellodelcaballo.

Elnerviosoanimalarrancóbruscamenteyellalodejóir,llamandoaMustafáAlíal pasar al galope junto a él. El guía había salido al encuentro de la caravana ydesmontó,conversandoanimadamenteconeljefedelaguardiaarmada.Acausadelospensamientosquehabíaprovocado, estahabíaperdido todo interésparaDiana.Queríaalejarsedeella,olvidarla,ysiguióalgalopesintenerencuentasuescolta,quelomismoqueelguía,sehabíadetenidoparahablarconlosmercaderes.ElcaballodeDianaeravelozypasóalgúntiempoantesdequesucomitivalaalcanzara.Habíaunaexpresión de disgusto en el rostro deMustafá Alí cuando se volvió ella al oírlosdetrásylehizoseñadequesepusieraasulado.

—¿Noleinteresalacaravanaamademoiselle?—preguntóconcuriosidad.—No—replicóella secamente,y lepreguntóalgunosdetalles relacionadoscon

suexpedición.Elhombrehablabaunfrancéscorrecto,ydespuésdesuministrarlainformación

requerida,relatóanécdotasrelacionadascongenteconocidaalaquehabíaguiadoeneldesierto.

Diana lo observaba interesada. Parecía ser de edad madura, aunque era difíciladivinarlo,porque la tupidabarbapuntiagudaque le cubría labocay elmentón lohacía parecer mayor de lo que en realidad era. Esa barba había sido su únicadesventaja desde el punto de vista de Diana, quien acostumbraba juzgar a loshombres por sus bocas. Los ojos eran muestras de un carácter poco digno deconfianzaenunoriental,porquegeneralmentevacilabanantelosdeuneuropeo.LosdeMustafá Alí vacilaban ahora bajo su mirada, y se le ocurrió que no le habíanparecidotanescurridizosenBiskracuandolocontrató.Peronoleatribuyóningunaimportancia a la idea, y la desechó, como mucho menos interesante que la grandiferenciaexistenteenlaformademontardeambos.Elestriboexageradamentecortolahubierahechoacalambrarsehorriblemente.Señalóeldetalleconunarisadivertiday llevó al hombre a hablar de sus caballos. El que montaba Diana era un animalexcepcionalmente bueno, y había sido uno de los favoritos del guía cuando se lo

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presentó para que ella lo inspeccionara. Fue entusiasta en sus elogios, perovolublementevagoensusantecedentes,loquedejóaDianaconlaconviccióndequeelanimalhabíasidorobado,osino,adquiridoenalgunaformairregular,yqueseríaunafaltadetactoseguirhaciendomásaveriguaciones.Despuésdetodonoeraasuntodeella.Bastabaquesugirafuerarealizadasobreuncaballoqueeraunplacermontar,y cuyos caprichosprometíanhacer interesante a loquedeotra formapodría habersidomonótono.Algunosde los caballos quehabía visto enBiskra eranverdaderascalamidades.

Hizopreguntas aMustafáAlí sobre el territorio que estaban cruzando, peronoparecíatenermuchainformacióninteresante,oloqueselehacíaimportanteaéleratrivialparaella,ycontinuamentevolvíaalaconversaciónsobreBiskra,delaqueellaestabaharta,osobreOran,quenoconocíaenabsoluto.

La llegada al pequeño oasis donde el guía sugirió podría hacerse el alto delmediodía, fue oportuna. Diana saltó a tierra y, arrojando los guantes, se estiró. Elcalor se hacía sentir cabalgando bajo el sol ardiente, y el descanso resultaríareparador.Teníaunapetitorealmentesaludableyvigilóconinteréscómoseatendíasualmuerzo.Seríalaúltimavezqueerapreparadocontantogusto.Stephenseraunverdaderoartistaconunacanastadepicnic.Echaríademenosalsirviente.

Terminó rápidamente su almuerzo, y luego, apoyada la espalda contra unapalmera,uncigarrilloenloslabiosylasmanoscruzadasalrededordelasrodillas,seabandonó satisfecha, contemplando el desierto. El silencio del mediodía parecíareinarsobretodo.Niunsoplodevientoagitabalaspalmeras;unlagarto,sobreunarocacercadeella,eralaúnicacosavivientequealcanzabaaver.Echóunaojeadaporencima del hombro. Los hombres, con sus grandes capas cubriendo la cabeza,dormíano,porlomenos,parecíandormir;soloMustafáAlíestabadepie,enelbordedeloasis,mirandofijamenteenladirecciónquedebíanseguirmástarde.

Dianaarrojóelextremodelcigarrilloallagartoyseriodesuhuidaprecipitada.No tenía deseos de seguir el ejemplo de su escolta echándose a dormir. Se sentíademasiadofelizparaperderunminutodediversión,malgastándoloenundescansoquenonecesitaba.Estabaperfectamentecontentaysatisfechaconsigomismayconsusperspectivas.Noteníalamenorpreocupaciónopensamiento.Nohabíanadaquedesearacambiar.Suvidasiemprehabíasidofeliz;habíaextraídohastalaúltimaonzadeplacer de cadamomento.Que su felicidad eradebida a la fortuna, que le habíapermitidodedicarsea losdeportesy losviajes,queconstituíanlasumatotaldesusdeseos, nunca se le había ocurrido. No había entrado en su cabeza que el mayorplacer en la vida era posible solo porque era lo suficientemente rica como paracomprarlosmediosdesatisfacerlo.Nopensabaenlariquezamásdeloquepensabaen su belleza. Los asuntos relacionados con su mayoría de edad, cuando la granfortunaquelefueradejadaporelpadrepasósinreservasasusmanos,habíasidounanecesidadmolesta.Esta fue cumplida lo antesposible, con tanpoca atención a losdetalles como permitió el viejo abogado de la familia, y una falta de interés

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evidenciada en el descuidado rasgo que estampó en cada documento que le fuepresentado para firmar. El dinero en sí no era nada, solamente un medio paraconseguirunfin.NisiquierasehabíadadocuentadelomuchoquesehabíagastadoenlascontinuasylujosasexpedicioneshechasconsirAubrey;susgustosparticulareseransencillosyapartedelcostosoequipo,queeraindispensableparasusexcursionescinegéticas, no era extravagante. La larga lista de cifras, tan aburrida durante lashoras tediosas que había pasado con el abogado, lamentando cada segundo de lahermosamañanadeseptiembrequedebiódesperdiciarenlabibliotecacuandoestabadeseandoencontrarsealairelibre,nohabíansignificadonadaparaella,salvoqueenadelante, cuando necesitara algo, tendría que tomarse la molestia de escribirpersonalmenteenuntrozoabsurdodepapel,enlugardedejarelasuntoenmanosdesuhermano,comohabíahechohastaentonces.

Habíaentendidoaduraspenasysehabíasentidosumamenteembarazadaporlasfelicitaciones formales y pedantescas con que el abogado había terminado suexposición. No comprendía que fuera motivo de congratulaciones. Todo ello leparecíaestúpidoypocointeresante.Nosabíanadadelavidareal,ymenosaúndeloslazosyrelacionesordinariasdelavidafamiliar.LaeducaciónfríaypococariñosadeAubreylahabíaapartadodetodoafecto;habíacrecidodesconociéndolo.Elamornoexistíaparaella;seapartabainstintivamentehastadelpensamientodelapasiónconelmismodesagradoquelohacíadelasuciedadfísica.

Eldespertarunaemoción,quenocomprendía,enciertoshombreshabíasidounamolestia cada vez más intolerable con la repetición. Los odiaba y se odiaba a símismaimparcialmente.NuncahabíasidotanamableyhumanaconningunodeelloscomolofueraconJimArbuthnot,yesosolamenteporquesesentíatanradiantementefelizesanochequenisiquieraelrecuerdodesagradabledequeeraunamujerdeseadaporunhombre,fuecapazdeinterrumpirsudicha.Peronoeranecesarioinsistirahoraenmolestiasorecuerdostanenojosos.

Diana hundió los talones en la tierra blanda con un ligero estremecimiento desatisfacción;aquíseveríalibredetodoloquepudieraperturbarsuperfectogocedela vida. En este lugar no había nada que pudiera echarle a perder su buen humor.Mientras meditaba dejó caer la cabeza, y durante los últimos minutos sus ojospermanecieronfijosensuspolvorientasbotasdemontar.Peroahoralevantólavista,mirandoasualrededorencantada.Eraeldíamásfelizdesuvida.HabíaolvidadoladiscusiónconAubrey.Habíaalejadodesumentelacadenadeideassugeridasporelpasodelacaravana.Noexistíanadadiscordantequealteraralaperfectaarmoníadesuespíritu.

Unasombraasuladolahizovolverlacabeza.MustafáAlísaludóamablemente.—Eshoradepartir,mademoiselle.Dianalomirósorprendidayluegoechóunaojeadaporencimadelhombroala

escolta. Los hombres ya estaban montados. La sonrisa desapareció de sus ojos.

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MustafáAlíeraelguía,peroellaeraeljefedeestaexpedición;sisuguíanosehabíadadocuentadeello,tendríaquehacerloahora.Miróelreloj.

—Haytiempodesobra—dijocontonofrío.MustafáAlísaludódenuevo.—Hay una larga jornada hasta el oasis donde debemos acampar esta noche—

insistióapresuradamente.Dianacruzóunabotamarrónsobrelaotray,recogiendounpuñadodearenaenla

palmadelamano,ladejóresbalarlentamenteentresusdedos.—Entoncespodemosmarcharconmásrapidez—dijopausadamente,mirandolas

partículasquebrillabanalsol.MustafáAlíhizoungestodeimpacienciaypersistióconterquedad:—Mademoiselle haría bien en salir ahora —dijo. Diana alzó la vista con un

chispazo de ira en los ojos. Bajo los modales suaves y las sencillas palabras delhombre, un acento autoritario se había deslizado en su voz. Permaneció ellacompletamenteinmóvil,jugandoconlaarena,ybajosumiradaaltaneralosojosdelguíavacilaronyseapartaron.

—Saldremos cuandome parezca,MustafáAlí—dijo con brusquedad—.Ustedpodrádarórdenesasushombres,perorecibiráórdenesmías.Ledirécuándoquieromarchar.Puederetirarse.

Vaciló él aún, balanceándose, sin decidirse, hacia delante y hacia atrás. Dianagolpeóconlosdedoselhombrodelárabe,comoselohabíavistohaceraunoficialfrancésenBiskra.

—¡Hedichoqueseretire!—repitiósecamente.No se fijó para verlo partir y tampocomiró hacia atrás para saber qué órdenes

dabaaloshombres.Nuevamentemiróelreloj.Talvezfueratarde,talvezlajornadahastaelcampamentoresultaramáslargade

loquepensaba;peroMustafáAlí teníaqueaprendersu lección,aunquecabalgaranhasta medianoche para llegar al oasis. Deseaba que cayera la noche antes de quellegaranasudestino.EnBiskrahabíaparticipadoenunoodospicnicsalaluzdelalunayelencantodelasnochesdeldesiertoselehabíaidoalacabeza.Estamarchaen terreno desconocido, alejándose de la multitud ruidosa y charlatana que habríaechado a perder la calma perfecta de la noche, sería infinitamentemás agradable.Exhaló un ligero suspiro de pesar al pensar en ella. Realmente no era práctica.AunqueibaaesperarcercadeunahoramásparahacersentirsuautoridadaMustafáAlí, luego tendría que apurarse para llegar al campamento antes de que cayera lanoche.Loshombresnoestabanacostumbradosasuformadeseryellanoloestabaaladeellos.EstanochenocontaríaconlaayudadeStephens;tendríaquedependerdesímismaparaordenartodoasugusto,yeramásfácilhacerloalaluzdeldía.Unahoranoharíamuchadiferencia.Loscaballosestabanbiendescansadosypodríanirmás deprisa sin sufrir nada.Miraba el reloj de tiempo en tiempo, con una sonrisadivertida,peroreprimiólatentacióndemirarcómolotomabaMustafáAlí,porquesuactopodíaservistoymalinterpretado.

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Cuandollegóelmomentosepusodepieymarchólentamentehaciaelgrupodeárabes.Elguíateníaunaexpresiónsombríaenelrostro,peroellanolehizocaso,ycuando iniciaron la marcha lo llamó nuevamente a su lado con una referencia aBiskraqueprovocóuntorrentedepalabras.Eraelúltimolugardelcualqueríaellaoír hablar, pero era uno sobre los que él hablabamás y sabía que no era prudentedejarloguardarsilencio.Sumalhumorseevaporaríaconelsonidodesuvoz.Siguiógalopandoensilencio,ocupadaconsuspropiospensamientos,sinprestaratenciónalanarraciónquesonabaasuladoysindarsecuentadecuándocesó.

Habíaestadoenlociertorespectoaloscaballos.Respondíansinningúnesfuerzoaparentealpasomásrápidoquelesexigió.ElquemontabaDianasemovíaconungalopelargoysuavequeeralaperfeccióndelmovimiento.

Llevabanvariashorasdemarchacuandollegaronalprimeroasisavistadodesdequedejaronaquelenquehabíanhechoelaltodelmediodía.Dianafrenósucaballoparamirarlo,porqueeradeunabellezapococomúndebidoalaformaenqueestabandispuestos sus grupos de palmeras y frondosos arbustos. Algunas palomas searrullabansuavemente,escondidasentrelashojasdelosárboles,conunamelancolíaquejumbrosaqueparecíaestardeacuerdoconese lugardesierto.Al ladodelpozo,formando un triángulo, estaban las que fueran tres palmeras particularmentehermosas, pero habían sido cortadas a unos seis metros del suelo y los troncosaparecían desnudos y con aspecto desolado. Diana se quitó su pesado casco y loarrojóalhombrequelaseguía.Sequedómirandoaloasis,mientraslalevebrisaquese había levantado agitaba sus espesos y cortos cabellos y refrescaba su cabezaacalorada. Las tristes notas de las palomas y las palmeras mutiladas sugeríanvagamenteunatragediaydabanallugarunairedemisterioqueleagradaba.

SevolvióanimadamentehaciaMustafáAlí.—¿Porquénodispusoqueelcampamentoseestablecieraaquí?Hubierasidouna

jornadasuficientementelarga.El hombre se agitó en su montura mesándose la barba con aire inquieto,

desviandolamiradadeDianayfijándolasenlosárbolesrotos.—Ningúnhombredescansaaquí,mademoiselle.Esellugardelosdemonios.La

maldicióndeAláhacaídosobreél—murmuró,tocandosucaballoconlostalonesyhaciéndolocaracolear;unaindirectaqueDianaignoró.

—Megusta—insistióellaobstinadamente.Hizoélungestorápidoconlosdedos.—Está maldito. La muerte acecha al lado de esas palmeras truncas —dijo,

mirándolaconcuriosidad.Alzóellalacabezaconunasonrisarepentina.—Para usted, tal vez, pero no para mí. La maldición de Alá cae solo sobre

aquellosquelatemen.Peroyaquetienemiedo,MustafáAlí,vámonos—lanzóunaligeracarcajadayMustafáAlíespoleósalvajementesucaballoalseguirla.

El terreno ante ella se extendía con la claridad distinta que precede al solponiente.Siguiómarchandohastaempezarapensar si realmente seharíadenocheantesdellegarasudestino.Habíanavanzadomástiempoyconmayorrapidezdelo

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que hubiera creído, y parecía raro que no hubieran alcanzado los camellos quetransportabanelequipaje.Miróelrelojfrunciendoelentrecejo.

—¿Dóndeestálacaravana,MustafáAlí?—dijo—.Noveoseñaldeunoasisylaoscuridadseaproxima.

—Simademoisellehubierapartidoantes…—dijoélcontonomalhumorado.—Si hubiera partido antes igualmente sería demasiado lejos. Mañana

dispondremoslascosasdeotramanera—replicóconfirmeza.—Mañana…—gruñóélentredientes.Dianalomiróconfijeza.—¿Quéhadicho?—Sellevólamanoalafrentemecánicamente.—MañanadispondráAlá—murmurócontonopiadoso.Temblóenloslabiosde

Diana una respuesta enérgica, pero su atención pasó de su molesto guía a unacolección de puntos negros a lo lejos, en el desierto. Estaban demasiado distantesparaquepudieraverlosclaramente,perolosseñaló,mirándolosconatención.

—¡Mire!—exclamó—.¿Esaeslacaravana?—¡Como Alá disponga! —contestó él más piadosamente que antes, haciendo

desear aDiana, conuna repentina sensaciónde irritación, quedejara de relegar suresponsabilidad en la divinidad y tomara un poco más de interés personal en laperdidacomitiva.

Lospuntosnegrossemovíanconrapidezatravésdelallanura.ProntovioDianaque no estaban alcanzando a los lentos camellos sino a una banda de jinetes queavanzaban veloces hacia ellos. No habían visto a nadie desde que pasaran a lacaravanademercaderesporlamañana,peroparaDianalosárabesqueseacercabaneranmásinteresantesaún.ViomuchasvecesentrarysalirdeBiskraaestosgruposde viajeros, pero eran pequeñas agrupaciones de cabileños que frecuentaban laciudad, y nunca un cuerpo tan grande de jinetes. Tampoco los había visto comoahora, a tonoconel panorama salvajeypintorescoque los rodeaba.Era imposiblecontarcuántoseran,porquecabalgabanen formacióncerrada.Elviento inflabasusgrandescapasblancas,haciendoqueparecierangigantescos.Unaintensaexcitaciónse apoderó deDiana. Era como pasar a otro buque en unmar hasta esemomentovacío. Parecían agregar un toque necesario a la sombría soledad de la escena quehabía empezado a ser algo atemorizadora. Tal vez tuviera hambre, tal vez estabafatigada o a lomejor estabamolesta por lasmalas disposiciones adoptadas por elguía, pero antes de la aparición de los jinetes árabes Diana había estadoexperimentando una sensación de opresión, como si la silenciosa desolación deldesiertopesarafuertementesobreella,peroelcuerpodehombresycaballosquesemovían rápidos cambió totalmente el aspecto del lugar. Una atmósfera de vida yacciónparecióreemplazarelsilenciosoestancamientoquehabíareinadoantesdesullegada.

Ladistanciaentrelosdosgruposprontodisminuyó.Diana,fijasuatenciónenlosjinetesqueavanzabanrápidamente,galopódelantedesuguíaconlosojosbrillantes.Ahoraestabansuficientementecercaparaverquesuscaballoseranhermososyque

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cadahombremontabaconmagnificencia.Tambiénestabanarmados,sosteniendolosfusiles delante de ellos y no terciados a la espalda como había visto en Biskra.Pasaronmuycerca, soloaunosmetros, encuadrocerrado, indicando lasapretadasfilasunainstrucciónydisciplinainesperadas.Niunacabezasevolvióensudirecciónal pasar y no disminuyeron el paso. Inquieto por la proximidad de los animales algalope,sucaballoseencabritóimpaciente,peroDianalodominó,volviéndoseenlasillaparaverpasaralosárabes,yrespirandoaceleradamenteacausadelaexcitación.

—¿Qué son?—gritó aMustafáAlí, que se había quedado algo detrás de ella.Peroéltambiénestabacontemplandoalosjinetesynoparecióoírlapregunta.

Suescoltasehabíaquedadoaúnmáslejosqueelguía.Dianacontemplóabsortael cuadro compacto que se movía rápidamente: era un hermoso espectáculo.Enseguidaprofirióunaexclamacióndesorpresa.Losjineteshabíanllegadoaponerseal nivel de los más rezagados de su propio grupo, y justo al pasarlos se pararonrepentinamente.Diananohubieracreídoposiblequepudierandetenersetanensecoyenformacióntancerradacuandomarchabanaesavelocidad.Latremendatensiónenlasriendashizoqueloscaballossesentaransobresuscuartostraseros.

Elcuadrocerradoseabrióyextendióenunalargafiladedoshombresenfondo,dandovueltadetrásdelúltimoescoltadeMustafáAlí.Luego,volvieronconmayorrapidez aún de la que habían llevado al pasar y describieron un amplio círculoalrededor de Diana y sus acompañantes. Azorada por esta maniobra, la mujer loscontemplósinsaberaquéatenerse, tratandodecalmarasucaballo,medio locodenerviosismo.Pordosvecesgaloparonalrededordesupequeñabanda,consuslargascapas flotando y agitando los fusiles al aire. Diana ya estaba impaciente. Era unespectáculosumamente interesante,peropasabael tiempoy la luzseextinguía.Lehubiera alegrado que la exhibición hubiera tenido lugar más temprano, cuandoquedaratiempoparadisfrutardeella.NuevamentesevolvióhaciaMustafáAlíparasugerirlequeseríamejortratardeseguirviaje,peroestesehabíaalejadomásdeellayledabalaespalda.Luchóconsunerviosocaballo, tratandodehacerledarvuelta,cuando una repentina descarga de fusilería la sobresaltó, haciendo encabritarseviolentamentealabestia.

Enseguida se rio.Ese sería el final de la exhibición, el saludodedespedida, ladécharge de mousqueterie que tanto amaban los árabes. Apartó la mirada de surecalcitrantecaballoparaverlosmarcharylarisaseextinguió.

No era un saludo de despedida. Los fusiles que disparaban los árabes noapuntaban al cielo, sinodirectamente a ellay a su escolta.Ymientrasmiraba, conojos asombrados, incapaz de hacer nada con su caballo encabritado, los árabes deMustafáAlí fueron borrados de su vista, cortados por una banda de árabes que seinterpuso entre ellos. El escolta estaba echado sobre el cuello de su caballo, quepermanecióquietoenmediodelaconfusióngeneral.Muypronto,sonóotradescargayelguíacayólentamentedelasillaalsuelo,yalmismotiempoelcaballodeDianaarrancóconunsaltoviolentoquecasiladesmontó.

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Hasta que empezaron a tirar no había cruzado por sumente la idea de que losárabespudieranserhostiles.

Supusoquesoloestabanhaciendoalardedesuhabilidadconlaaficióninfantilalaostentacióncaracterísticaenellos.Lasautoridades francesashabían tenido razóndespués de todo. El primer sentimiento de la joven fue de desprecio por unaadministración que hacía posible un atentado de esa especie tan cerca de lacivilización.El segundo, de fugazdiversión al pensar cómo seburlaría deAubrey.Peroladiversiónpasóaldarsecuentadelagravedaddelataque.Porprimeravezseleocurrióquelacaídadesuguíasehabíadebidoaunaheridaynoaltemorqueenelprimer momento, con disgusto, le atribuyó. Pero pensó furiosa que nadie habíaofrecidoresistencia.Tiróirritadadelasriendas,peroelcaballo,desbocado,continuósualocadacarrera.

Supropiasituaciónlaponíafuriosa.Mustafáestabaherido,sushombresrodeadosy ella era arrastrada ignominiosamente por un caballo sin control. ¡Si solo pudierahacerdarvueltaalmalditoanimal!Seríasolounacuestiónderescate,deesoestabasegura.Debíadevolvercomofueraalladodelosotrosyconcertarlascondiciones.

Constituíaunamolestia,desdeluego,perodespuésdetodoañadíaciertosaborasu gira. Sería una experiencia. Era solamente un atraco. No creía que los árabeshubieran, incluso, pensado dañar a nadie, sino que estaban excitados y algún tiroperdidoencontróunblancoinesperado.EstabandemasiadocercadeBiskraparaqueexistieraverdaderopeligro,sedijoasímisma,tirandoaúndelasriendas.Noqueríaadmitir que existiera ningún riesgo, aunque su corazón latía en forma desconocidahastaentonces.Enseguida,mientrastirabaineficazmentedelasriendas,oyódetrásdeella un silbido agudo y prolongado. El caballo alzó las orejas, y notó que su pasodisminuía.Instintivamentemiróhaciaatrás.Unárabesolitariogalopabatrasellayalmirarsediocuentadequeibaganandoterreno.Esoapartódesumentetodaideadedeteneraldesbocadoanimal,yenlugardeesoleclavólasespuelasensusflancos.Había un aire siniestro de determinación en la forma en que la seguía el hombre;estabatratandodecapturarla.

Dianaapretófuertementeloslabiosyensusojosfirmessedibujóunaexpresióndecidida. Una cosa era volver voluntariamente para llegar a un arreglo con loshombres que habían atacado a su grupo y otra, completamente distinta, ser cazadadeliberadamentea travésdeldesiertoporunbandoleroárabe.Sumentónobstinadoparecía casi cuadrado.Luego la sombradeuna sonrisapasópor susojosy lehizocurvar los labios.Eseeraundíaenqueseamontonabannuevasexperienciassobreella.Muchas veces había pensado en cuáles eran los sentimientos de una criaturaperseguida.Ahoraparecíaestarencaminodedescubrirlo.Siemprehabíamantenidofirmemente que el zorro disfrutaba de la caza tanto como la jauría; hacía faltademostrarlo, pero ella estaba dispuesta a hacer correr de firme a ese perro. Sabíamontaryelasustadoanimalparecíacontaraúnconenergíasabundantes.

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Se inclinó, recostada sobreel cuello, conunacarcajadadedesafío, alentandoyespoleando alternativamente al animal. Pero pronto cambió su estado de ánimo.Fruncióelceñoansiosamentealmirarlosúltimosrayosdelsolponiente.Muyprontoseríadenoche.Nopodíaseguirgalopandoatravésdelanocheconeseárabemolestopisándolelostalones.

Dianaempezóairritarse.Enelterrenollanoquelarodeabanohabíaaccidentesnaturalesquepudieranservirdeescondite.Noparecíaquedarotrorecursoqueeldeadmitirsuderrotaydetenerse…sipodía.Laideadetratardeeludirloyderegresarporsupropiavoluntadfuedesechadaenelactocomoinútil.Habíavistolosuficienteensucortaojeadasobrelastácticasdelosárabescuandosecruzaronconella,parasaberqueestabafrenteaunjinetecumplidoenuncaballoperfectamenteenseñado,yquesuideanuncapodríateneréxito.Pero,almismotiempo,sabíaquejamáscederíaaeseárabeparticularque laseguía.Antesqueesoseguiríagalopandohastacaer,ohastaquecayeraelcaballo.

Se oyó nuevamente el silbido, y a pesar de su continuo espoleo, la bestiadisminuyósupaso.Sintióunainspiraciónrepentina.Talvezelcaballoquemontabafueralacausadetodoeldisgusto.Ciertamenteelsilbidolehabíahechomoderarsucarrera;eraevidentequerespondíaaunaseñalconocida.Laresistenciadelguíaadardetallessobrelaadquisicióndelcaballovolvióasumente.Nocabíanmuchasdudas.Elanimalindudablementehabíasidorobadoypertenecíaoeraconocidoporelgrupodeárabesconquesehabíaencontrado.

Laingenuidadquedemostrabaalexhibiruncorcelrobadoa travésdeldesierto,corriendoel riesgodeencontrara sudueño, lahizosonreírapesarde sudisgusto;pero no fue una sonrisa agradable, pues sus pensamientos fueron del alazán a suactual propietario. La suma de las faltas de Mustafá Alí estaba acrecentándoserápidamente.Peroesoeracosadesuescoltaynosuya,puesellahabíapagadoporelcaballoparacabalgaratravésdeldesiertoynoparaserdetenidaporbandidos.Estabaperdiendorápidamentelapaciencia.

Acicateóalcaballo,peroestesedeteníaperceptiblemente.Echóotraojeadaatrás.El árabe estaba cerca de ella; más de lo que había creído. Tuvo una visiónmomentánea de una gran figura blanca, ojos negros penetrantes y dientes blancosbrillantes. Una rabia incontrolable se apoderó de su persona. Sin pensar en lasconsecuencias, sin pensar en otra cosa salvo en un deseo salvaje de librarse de superseguidor,impulsadaporunalocurarepentinaquepareciósurgirenellayquenopudo dominar, empuñó el revólver y disparó dos veces, de lleno, en el rostro delhombrequelaseguía.Estenisiquierasemovió,yprorrumpióenunacarcajada.

Alsonidodelarisa,labocadeDianasequedórepentinamentesecayuntemblorfríorecorriósuespinadorsal.Sintióunasensaciónextrañaquejamásexperimentarahastaentonces.Habíaerradonuevamente,lomismoqueesamañana.Nosabíacómo;erainexplicable,peroeraalgoquelehizoexperimentarunasensacióndeimpotencia.Dejócaerelinútilrevólver,tratandoenvanodeacelerarlacarreradelcaballo,peroel

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espléndido alazán que montaba el árabe iba acercándose a su lado centímetro acentímetro.Noqueríavolversedenuevo,peromirandodeladopodíaversucabezapequeña, con las orejas tendidas y los ojos inyectados de sangre y de malignaexpresiónaniveldesucodo.Porunminutoodossiguióasí;luego,conunimpulsorepentino,elcaballoseadelantó,yalpasarseaproximóaella;entonceselhombre,alzándoseenlosestriboseinclinándose, laestrechóensusbrazospoderososy,conunasacudida,laarrancódelasillaylapusodelantedeél,sobresupropiocorcel.

Elmovimientofuetanrápidoquelatomódesprevenidaeincapazderesistir.Porun instante quedó aturdida, luego recuperó el sentido y luchó salvajemente, peroahogada entre los gruesos pliegues de las vestimentas del árabe, contra los cualesestaba aplastado su rostro, y sostenida en un apretón que parecía ir sofocándolalentamente, todos sus esfuerzos eran fútiles. El brazo duro y musculoso que larodeabalahacíasufrirconintensidad,parecíaquesuscostillasseibanaromperbajolapresión, leeracasi imposible respirarporelestrechocontactodesucuerpo.Eraextraordinariamentefuerteparaunamuchacha,perocontraesafuerzaaceradaqueladominabaera impotente.Duranteun rato la sensacióndesu incapacidadyeldolorque lecausabacualquier resistenciaalbrazoque laestrechaba lahicieronquedarsequieta.Notóqueelárabefrenabasucaballo,sintióvolversealalazángirandosobresuspatastraserasyluegosalirnuevamentealgalope.

No sabía qué pensar. Era incapaz de coordinar coherentemente ningúnpensamiento. Lo que había sucedido era tan inesperado, tan absurdo, que ningunaconclusiónparecíaadecuada.Solosesentíallenaderabia;unarabiaciega,violenta,contraelhombrequesehabíaatrevidoatocarla,quesehabíaatrevidoaponerlelasmanosencima,yesasmanoseranlasmanosdeunindígena.Unestremecimientoderepulsión le recorrió el cuerpo. Se ahogaba de furia, de rabia y de disgusto. Laignominiadesusuerteheríasuorgullo.Habíasidoalcanzadayarrancadadelasillacomo si se tratara de unmuñeco, y obligada a soportar la proximidad del cuerpoodiosodelhombreylafuerzadesusbrazos.Nadiesehabíaatrevidoatocarlaantes.Nadiesehabíaatrevidoatratarlacomoeratratadaahora.

¿Cómo iba a terminar? ¿Adónde iban?Con la cara tapada, había perdido todosentidodeladirección.Noteníaideadehaciaquépuntosehabíavueltoelcaballoalgirar tan repentinamente. Iba galopando veloz, con saltos desconcertantes queindicaban temperamento o nervios, pero el hombre que lo montaba no parecíaalterarse lomásmínimo por la conducta del animal. Podía sentirlo balanceándosefácilmenteenlasilla,ynilospeoressaltoslehacíanaflojarelbrazoquelasujetaba.

Perogradualmente,mientrascontinuaba inmóvil, lapresiónsobresucuerpofuedisminuyendo ligeramente y pudo volver un poco la cabeza buscando el aire cuyafaltacasiladesmayaba,peronolosuficienteparapermitirleverloquepasabaasualrededor.Aspiróansiosamente la frescaatmósfera.Aunquenopodíaversabíaquehabíallegadolanoche,lanochequeesperabaantesdellegarasudestino,peroqueahora leparecíahorrible.Lasnuevas fuerzasque ledioelaireacicatearonelvalor

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queaúnlequedaba.Diorepentinamenteunsaltodesesperado,tratandodelibrarsedelbrazo que ahora la rodeaba casi flojamente, hiriendo el flanco del alazán con susespuelashastahacerloalzarseperpendicularmente,resoplandotembloroso.

Pero con un rápidomovimiento el árabe la estrechó nuevamente,mientras ellaseguía luchando con furia. Tenía ambos brazos alrededor de ella y dominaba alcaballoconlapresióndelasrodillas.

«Doucement,doucement»,oyóellaindistintamentelavozbajaysuave,porquedenuevoleestabaélapretandoestrechamentelacabezacontrasucuerpo,ynosabíasilaspalabraserandirigidasaellaoalcaballo.Luchóporalzarelrostro,porescapardelapretón,haciendofuerzahastaqueélhablódenuevo.

—¡Quédate quieta, estúpida! —gruñó, y con manos brutales la obligó aobedecerlohastahacerlapensarsiledejaríaunsolohuesointactoenelcuerpo.

Lamantuvoasíhastaquefueimposibletodaresistencia.Buscandoaire,cedióalafuerza que la dominaba y cesó de luchar. El hombre pareció darse cuentaintuitivamente de que estaba vencida, y dedicó toda su atención al caballo, con lamismarisadivertidaquehabíahechoqueellaexperimentaraesaextrañasensacióndeimpotenciacuandoerrósusdostiros.Elmalestarlahabíadejadoperplejaentonces,peroaumentóahoraconunahorribleintensidad,hastaquesediocuentadequesentíamiedo por primera vez en su vida; un temor extraño contra el cual luchabadesesperadamente,peroqueibaganandoterrenoenellaconunafuerzaqueminabasuenergíaylehacíaperderlacabeza.Nosedesmayó,perotodaellaparecióquedarinsensiblealdarsecuentarepentinamentedelohorrorosodesusituación.

DespuésdeesoDianaperdiólanocióndel tiempo,comoyahabíaperdidotodosentidode ladirección.No sabía si eranminutosuhoras losquepasaronmientrasseguíangalopandorápidamenteatravésdelanoche.Nosabíasiestabansolososilabandade árabes a quepertenecía estehombre cabalgaba con ellos, sinhacer ruidosobreel terrenoblando.¿Quéleshabíasucedidoasuguíaysushombres?¿Habíansido asesinados y dejados donde cayeron, o también ellos eran llevados contra suvoluntad a alguna oscura región del desierto? Pero por el momento la suerte deMustafáAlíysuscompañerosnolainquietabademasiado;nohabíandesempeñadoun papel muy valeroso en el breve encuentro, y su propia situación le llenaba lamenteconexclusióndetodolodemás.

Lasensacióndetemoribaaumentandoenella.Quisodesecharlaydespreciarla.Tratódeconvencersedequenoexistía,peroestabaahí,torturándolaconsunovedad.Nuncaesperóalgoasí.Nuncapensóenunacontingenciaqueoriginaratalsituación.Su valor se estaba despedazando frente al horror que veía ante ella, cosa esta quesiemprelehabíaparecidounaposibilidadremota,quejamáspodríatocarla,peroqueahorasecerníasobreella,imponiéndolelarealidadhastahacerlatemblarybrotardesufrentegruesasgotasdesudor.

Elárabecambiódepostura,abruptamente,peroellasealegródelcambioporquelibró su cabeza de los sofocantes pliegues de sus vestiduras. No volvió a hablar,

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exceptuandounavezenqueelalazándiounaviolentaespantadayélmurmuróalgoentredientes.

Pero su satisfacción duró poco. Unos minutos después el brazo se apretóalrededor de ella una vezmás y le envolvió la cabeza con un pliegue de la capa,cegándola.

Y entonces comprendió.El caballo fue detenido casi con lamismabrusquedadquelahabíaasombradocuandovioporprimeravezlacomitiva.Sesintióestrechadaentre los brazos del árabe, quien la dejaba resbalar de la silla; había voces a sualrededor…confusas, ininteligibles; luegoseextinguieronmientras sentíaqueél lallevabaunospasos.Lapusodepieyluegolequitólaenvolturadelacabeza.Laluzque iluminaba el ambiente le pareciódeslumbradora, en contraste con la oscuridadanterior. Confusa, se cubrió los ojos con las manos unos momentos y luegomirólentamente.Seencontrabaenunatiendadecampañadegrandesdimensionesytechoelevado,brillantemente iluminadapordos lámparas.Peroellanoprestóatenciónallugar;susojosestabanfijosenelhombrequelahabíallevadoallí.Habíaechadoaunladolapesadacapaqueloenvolvíadelacabezaalospiesysehallabaanteella,altoydeanchoshombros,vestidocon ropasblancas flotantes,conuna fajabordadaennegroyplataqueledabavariasvueltasalacinturaydelacualasomabalaculatadeunrevólver.

LosojosdeDianalorecorrieronlentamentehastadescansarensurostromoreno,bienafeitadoyensucrespacabelleracastañarecortada.Eralacaramáshermosaymáscruelquejamáshubieravisto.Sumiradafueatraídainstintivamentehacialadeél.Laestabamirandoconojosfierosyardientesquerecorríansufigurahastahacerlesentir que la desnudaba de las ropas juveniles que cubrían sus esbeltosmiembros,dejandoelhermosocuerpoebúrneodescubiertobajosumiradaapasionada.

Dioellaunpasoatrás,temblorosa,cerrandolassolapasdesuchaquetademontarsobreelpechoconmanosfebriles,obedeciendoaunimpulsoqueapenasentendía.

—¿Quiéneres?—preguntóconvozronca.—SoyelsheikAhmedBenHassan.Elnombrenoteníaningúnsignificado.Nuncalohabíaoído.Ellahabíahablado

impensadamenteenfrancésyenfrancéslehabíareplicadoél.—¿Porquémehastraídoaquí?—preguntó,luchandocontraelmiedoqueseiba

haciendomásterribleacadamomento.Repitióéllaspalabrasconunalentasonrisa.—¿Por qué te he traído aquí?BonDieu! ¿No eres suficientementemujer para

saberlo?Dio ella otro paso atrás, una oleada de sangre cubrió su rostro, y se retiró

inmediatamente,dejándolomáspálidoqueantes.Susojos sebajaronante la llamaqueardíaenlosdeél.

—Noséloquequieresdecir—murmuródébilmente,conlabiostemblorosos.

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—Creoquelosabes—serioél,ysurisalaatemorizómásquetodocuantohastaentonces había dicho. Se acercó a ella y aunque apenas podía tenerse de pie tratódesesperadamentedeeludirlo,peroconunmovimiento rápidoél la tomóentre susbrazos.

El terror hizo presa de ella, un terror de agonía que estremeció su alma, comojamás hubiera imaginado. La llama del deseo que ardía en los ojos del hombre lahacía sentirse asqueada y a punto de desmayarse. Su cuerpo palpitaba con unpresentimiento que la espantaba. Comprendió su propósito y con horror sintió elfuegodevoradordesumiradaardienteyelviolentoabrazoqueibaestrechandomásymás sus miembros temblorosos contra el cuerpo palpitante del árabe. Se debatiódesesperadamenteenlosbrazosquelaaplastabanenunaccesorepentinodepasiónposesiva. Vio su cabeza inclinarse sobre ella lentamente, sus ojos ardieron conintensidad, y, sin poder moverse, soportó el primer beso que había recibido. Elcontacto de los labios abrasadores, el cerco de los brazos, la estrecha unión a sucuerpo cálido y fuerte, la privaron de odas sus fuerzas, de todo el poder deresistencia.

Conunfuertesollozocerrólosojosabrumados;labocaardienteapretadacontralasuyaeracomounnarcótico, llevándolacasialainsensibilidad.Vagamentesintióquelaalzabaensusbrazos,conloslabiosaúncontralossuyos,ylallevaba,atravésde la tienda, aunaposentocontiguo separadopor cortinas.Allí ladejó sobreunossuavescojines.«Nomehagasesperardemasiado»,susurró,yladejó.Ylaspalabrasdichas le produjeron un choque que pareció galvanizar sus nervios anestesiadosdándole nuevas fuerzas. Saltó con los ojos desorbitados, las manos apretadasfrenéticamentesobreelpecho;luego,conungritodeamargura,sedejócaeralsuelocon los brazos extendidos a través del amplio y lujoso lecho. ¡No era cierto! ¡Nopodía ser… esta cosa horrible que le estaba sucediendo a ella…, a ella, a DianaMayo! Era un sueño, una pesadilla monstruosa que pasaría y la liberaría de estaagonía.

Estremeciéndose, levantó la cabeza. El extraño aposento osciló ante sus ojos.¡Santo Dios! No era un sueño. Era real, era un hecho del cual no podía escapar.Estaba acorralada, impotente, indefensa, y detrás de las pesadas cortinas, cerca deella,seencontrabaelhombreesperandotomarloqueconsiderabasuyo.Podíallegarencualquiermomento; la idea lahizohundirsemáscontraelsuelo, temblando,sinpoderdominarse.Suvalor,quelehabíapermitidohacerfrenteapeligrosyhastaalamuerte sin estremecerse, la abandonó. Era inevitable; no podía esperar ayuda nimisericordia. Había sentido esa fuerza arrolladora ante la cual era impotente.Resistiría,peroseríainútil;lucharía,peroenvano.Dentrodelatiendaestabasola,ensupoder,comounanimalenjaulado;afuera,ellugarestaballenodecompañerosdelhombre. No tenía a dónde ir, no tenía a quién pedir ayuda. La seguridad delcumplimientodeloquetemíalaaplastabaconsucerteza.Todaposibilidaddeacciónhabíadesaparecido.Nolequedabamásqueesperarysufrirenelcompletoderrumbe

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moral que la abrumaba,mayor aún por su temperamento peculiar. Tenía el cuerpodoloridoporelapretóndesusfuertesbrazos,teníaloslabioslastimadosporsusbesossalvajes.Crispólasmanosangustiada.«¡SantoDios!»,sollozóconlágrimasardientesquequemaronsusmejillas.

Y con esas palabras aún en los labios llegó él, silencioso, hasta su lado.Poniéndole lasmanos en los hombros, la obligó a ponerse de pie. Sus ojos ardíanfieramente, su boca severa partida en una sonrisa cruel, su voz profunda y lenta,mitad irritada,mitad impacientemente divertida: «¿Tendré que ser valet además deamante?».

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CapítuloIIISolaeneldesierto

LoscálidosrayosdesolinundabanlatiendacuandoDianasedespertódelprofundosueño causado por un agotamiento que casi había llegado a la insensibilidad, y sedespertó con un recuerdo inmediato y completo. Una rápida mirada temerosaalrededordelamplioaposentolediolaseguridaddeestarsola.Sesentólentamente,conlamiradaensombrecidaporeldolor,mirandoindiferenteellujosodecoradodelaposento.Teníalosojossecos,nolequedabanlágrimas.Selehabíanacabadocuandose arrastró a los pies del árabe implorando lamisericordia que él no le concedió.Habíaresistidohastaquelaluchadesigualladejóagotadaeimpotenteensusbrazos,hastaquetodosucuerponofuemásqueundolor lacerantecausadopor lasmanosbrutalesquelaobligaronasometerse—hastaquesuespírituvalerosofueaplastadoporsupropiaimpotenciayelextrañotemorqueelhombrehabíadespertadoenella—, a caer de rodillas.Y el recuerdo de sus ruegos abyectos y llorosas súplicas lallenabadevergüenza.Seodiabaasímismaconamargodesprecio.Suvalorsehabíaquebrado;hastasuorgullolehabíafallado.

Cruzó lasmanos sobre las rodillas y escondió el rostro entre ellas. «¡Cobarde!¡Cobarde!»,murmurófuriosa.¿Porquénolohabíadespreciado?¿Oporquénohabíasufrido todo lo que le había hecho en silencio?Le hubiera gustadomenos que losruegos frenéticos que solo provocaron la risa que la estremecía con solo oírla. Seestremeció ahora. «Creí que era valiente»,murmuró entrecortadamente. «Solo soyunacobarde».

Porúltimo,alzófinalmentelacabezaymiróasualrededor.Elaposentoeraunamezclacuriosadelujoorientalycomodidadeuropea.Lasuntuosidaddelmobiliarioindicabasutilmentealguienacostumbradoasatisfacersuscaprichos:todoelambienteeravoluptuoso,yDianasesintiómolestaporlaimpresiónquelecausaba,sinsaberexactamente el motivo. No había nada que chocara artísticamente, las ricascolgadurasarmonizabanentreellas,nohabíaincongruenciasmanifiestas,comohabíavistoenresidenciasindígenasenlaIndia.Ytodoaquelloenqueposabalamiradalehacíasentirimplacablementesuhorriblesituación.

Lascosasdeélestabanportodaspartes.Enunamesitamuypequeña,contapadelatónqueestabajuntoalacama,sehallabaelcigarrilloamedioconsumirquellevabaenloslabioscuandoentró.Laalmohadajuntoaellateníalaimpresióndesucabeza.La miró con una expresión de horror creciente en sus ojos, hasta que sintió untemblorincontrolableyseechóenellechoahogandoungrito.Entoncessearrebujóentre las suaves almohadas y los cobertores de seda como si pudieran servirle deprotección.Volvióavivirtodoslosmomentosdelanochepasada,hastacreerquesevolvíaloca,yfinalmente,agotada,sequedódormida.

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Eramediodíacuandovolvióadespertar.Estaveznoestabasola.Unamuchachaárabepermanecíasentadaenlaalfombraasulado,contemplándolaconsuavesojospardosenlosquesedescubríauninterésabsorto.AlsentarseDiana,ellasepusodepie,ylasaludó,conunatímidasonrisa.

—SoyZilah,paraserviramadame—dijoen francéschapurreado,ofreciéndoleunarobedechambrequeDianareconocióadmiradacomolasuya.

Miró detrás de ella. Sus valijas estaban cerca, abiertas y parcialmentedesempacadas. Los camellos portadores de los equipajes habían sido capturadosprimero,entonces.Porlomenosselepermitiríausarsuspropiascosas.Unchispazodeirabrillóensuscansadosojosysevolvióconunapreguntaformuladasecamente,perolamuchachaárabesacudiólacabezasincomprenderla,yretrocedióconojosdesusto,guardandosilencioa todassusotras interrogantesconlabocafruncidacomounniñoasustado.Evidentementesoloentendíaamediasloqueledecíanynopodíacontestarloquenocomprendía,poresosevolvióconevidentealiviocuandolajovendejódepreguntar.Atravesólatiendayapartóunacortinaquedabaaccesoauncuartode bañomayor ymuchomejor equipado que el que tuvoDiana en la tienda de laIndiayque,hastaesemomento,lehabíaparecidolaúltimapalabraencomodidadylujo.

Aunquelosconocimientosdefrancésdelasirvientafueranlimitados,susmanoseransuficientementehábiles,perosuignoranciadelascomplicacionesdelatoilettedeunamujereuropeaeraevidenteyprovocabaenellaunacarcajadainfantilquesetransformaba rápidamente en una gravedad asombrosa cuando eramirada. Lo quemenos teníaDiana eranganas de reírse, pero nopudomenosde sonreír de vez encuandodesuscómicoserrores.

Laindígena,consusgrandesojosasombrados,sufrancéstímidoyvacilanteysucuriosidadinfantil,enunaformainexplicableledevolvióalamujereldominiodesímisma. Su orgullo se volvió a afirmar, suprimiendo rígidamente toda señal desentimientooemociónquepudieraserobservadapor losojossuavese inquisitivosfijosenella.

Elbañocalientehizodesaparecereldolordesusmiembrosydevolvióelcolorasurostroyasuslabios.Selavótambiénlacabeza,frotandolosbrillantesrizosparasecarlosconvigor furioso, tratandoasíde librarsede lacontaminaciónqueparecíahaberlasaturado.Sinembargo,lasropascontralascualeshabíaestadoapretadaeranimpecables,ylasmanosquelasujetaronestabanperfectamentelimpias,inclusohastalasbiencuidadasuñas.

VolvióaldormitorioparahallaraZilahderodillasobservandosureducidoperovariadoguardarropaconasombro,tocandolosvestidosdenocheconmanostímidasyofreciendo finalmente a Diana la falda de tweed que había sido guardada con susotras cosas para el viaje después de llegar aOran. PeroDiana la dejó a un lado yseñalóeltrajedemontarquehabíallevadoeldíaanterior.Conélsesentíamáscapazdehacerfrentea loque leesperara; losrecuerdosunidosaélparecíandarlefuerza

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moral;vistiéndolosesentiríanuevamenteella:Dianaelmuchacho,noeltemblorosoejemplar de feminidad que había nacido entre lágrimas y dolor la noche antes. Semordióloslabiosalcolocarselaslargasbotasdemontar.

Despidió finalmente a la muchacha y observó que evitaba pasar al aposentovecino,desapareciendo,encambio,por lascortinasquellevabanalcuartodebaño.¿Queríadeciresoqueenlahabitaciónexteriorestabaesperandoelsheikárabe?Laidea desvaneció el dominio de sí misma que había recuperado y la hizo sentarsedébilmenteenelbordedellechoconlacabezaocultaentrelasmanos.¿Estaríaallí?Sus preguntas a la sirvienta se habían referido solamente a la situación delcampamento a donde había sido llevada y también a la suerte de la caravana; delhombrenohabíapodidodecidirseahablar.

Elextrañotemorquelehabíainspiradolallenabaderabiayhumillación.Laideade volver a verlo le producía una vergüenza inenarrable. Pero dominó la agitaciónque amenazaba rebasar todos los límites, ayudada nuevamente por su orgullo. Eramejorhacerfrentealoinevitableporsupropiavoluntadquenoserobligada,quisierao no. Porque ahora conocía la fuerza del ser que la había raptado, sabía quefísicamente era impotente ante él. Alzó la cabeza y escuchó. Reinaba completosilencio en la habitación vecina. Tal vez le fuera permitido un nuevo respiro.«¡Cobarde!», murmuró de nuevo despectivamente y atravesó el aposento. Pero alllegara lascortinassedetuvounmomento; luego,congestodecidido, lasapartóypasó.

Ellugarparecíaestarvacío.Peroalcruzarlaespesaalfombraelcorazónpareciósaltarledelpecho,porquevioaunhombreparadodepieenlapuertaexterior.Estabadeespaldasaella,perounmomentodespuésvioquelafigurabajayesbelta,enropaseuropeasdehiloblanco,noseparecíaalaltoárabequehabíaesperadover.Creyóquesuspasoseransilenciosos,peroelhombresevolvióconunaligerainclinación.Eraun francés típico con un rostro alargado, vivaz, bien afeitado, cabello negro liso yojos oscuros inquietos. Tenía las piernas algo arqueadas y el cuerpo ligeramenteinclinado; su aspecto era el de un jockey con los modales de un sirviente bieneducado.Dianaseruborizóbajosumirada,peroélbajólosojosalinstante.

—Madameestarásindudadispuestaaalmorzar—hablabaconrapidez,peroteníalavozgraveyagradable.Susmovimientoserantanrápidosysuavescomolavoz,ycomo en un sueño Diana se halló, unos momentos después, ante un almuerzoperfectamentepreparadoyservido.Elhombresemanteníajuntoaellaconsolicitud,atendiendoasusdeseosconmanosdiestrasyojosatentosqueanticipabantodassusnecesidades.Ella estabaaturdidaydébilpor faltadealimento.Todoparecía irreal.Por elmomento solo podía permanecer sentada dejándose servir por el francés depasosilenciosoyvozsuavequeresultabaunmiembrocuriosodelpersonaldomésticodeunjefeárabe.

—Monseñor ruega lo excuse hasta la noche. Volverá a la hora de cenar —murmurómientrasleservíauncouscous.Dianamirósincomprender.

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—¿Monseñor?—Miamo.Elsheik.Ella se ruborizó y se tornó dura la expresión de su rostro. ¡Hipócrita bestia

orientalque«rogabaserexcusado»!Rehusósecamenteelúltimoplato,ymientraselsirvientelollevaba,pusoloscodosenlamesaydescansósudoloridacabezaenlasmanos.Estedoloreraunadelasnuevasexperienciasquelahabíanabrumadodesdeeldíaanterior.Elsufrimientoencualquierformaeraunacosanuevaparaella,ysuodiohaciaelhombrequelahabíahechosufriraumentabacadavezquerespiraba.

Elfrancésvolvióconcaféycigarrillos.Leencendióunfósforo.—Monseñor come a las ocho. ¿A qué hora quiere madame tomar el té? —

preguntó,mientraslimpiabayplegabalamesa.Diana ahogó la respuesta sarcástica que subió a sus labios. El tono suave y

deferentedelhombre,almismotiempoquesenegabaavernadaextraordinarioensupresencia en el campamento de su amo, era casi más difícil de soportar que unaflagrante impertinencia. Con esta hubiera sabido cómo responder; pero aquel leproducía una sensación de impotencia, como si una red la fuera encerrandogradualmenteensusmallasapretadasqueparecíandestinadasaahogarsuexistencia.Contuvo con brusquedad sus desvaríos. No debía pensar si queríamantener algúndominiosobresímisma.Lediounacontestaciónindiferentey levolviólaespalda.Cuando volvió a mirar se había marchado, y exhaló un suspiro de alivio. Habíaestadoconteniéndosebajosusojosvigilanteshastaquelasensaciónderepresiónsehizointolerable.

Respiróconmáslibertadahoraquesehabíaido,alzandolacabezaeirguiendoloshombros con una enérgica decisión de dominar el temor que la avergonzaba. Lacuriosidad natural había estado luchando con sus otras emociones, y cedió ahora aellaparatratardedesviarelcursodesuspensamientos.Recorrióelvastoaposento.Lanocheanteriornohabíaobservadonadadeloquelarodeaba,puessusojoshabíanestadofijossolamenteenelhombrequedominabatodo.

Aquí tambiénhabíaunmobiliario tan lujosocomoeneldormitorio.Conocía losuficienteparaapreciarquelasalfombrasycolgaduraseranexquisitas;aquellaseranpersasyestasdeungruesomaterialnegroconpesadosbordadosdeplata.Elmuebleprincipaldelaestanciaeraungrandivánoscuro,cubiertodegrandescojinesforradosde seda negramate. Al pie de él, extendida sobre las alfombras persas, había dosgrandespielesdeosonegro,conlascabezasdisecadasunaal ladodelaotra.Enelextremo de la tienda se destacaba una pequeña puerta y una minúscula mesaescritorioportátil.Habíaunoodostaburetesmoriscoscubiertosconunaabigarradacoleccióndemarfiles,ycigarrerasdeoroyplata,ybibelots,ycontraeltabiquequeseparaba los dos aposentos estaba adosadounviejo arcóndemadera curiosamentetallado.Aunqueelmobiliarioeraescasoyhacíaparecerlatiendamásespaciosadeloquerealmenteera,todalahabitaciónteníaunairedebárbaroesplendor.Lassombríascolgadurasquebrillabanconsusrecamadosdeplata,ledieronaDianalaimpresión

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de un efecto teatral estudiado, un fondo contra el cual debían contrastar másvivamente las blancas vestiduras del árabe ceñidas por la faja negra y plata que lehabíavistoarrolladaalacintura.Habíauntrazodevanidadentodoslosindígenas,pensódespectivamenteehizoungestodesdeñosoconloslabios.Sindudaagradabaalavanidaddeestellevarlacombinacióndecoloresdesutienda,inclusoensusropas,y posar en los cojines negros del lujoso diván. Profirió una ligera exclamación dedesagradoyseapartócondesdéndelasuaveseduccióndelampliolecho.

Cruzólatiendahastalapequeñabibliotecaysearrodillóasuladoconcuriosidad.¿Qué leía un árabe francófilo? Probablemente novelas que armonizaran con laatmósfera que vagamente presentía en el ambiente que la rodeaba. Pero no erannovelasloquellenabanlabiblioteca.Eranlibrosdedeportesydeviajes,convariosvolúmenes sobre cirugía veterinaria. Todos estaban en francés y habían sidoutilizadosfrecuentemente,llevandomuchosdeellosnotasmarginalesescritasalápizenárabe.Unestanteestaballenoenteramenteconlasobrasdeunhombre,unciertovizcondeRaouldeSaintHubert.Conexcepcióndeunanovela,queDianasolamentehojeóapresuradamente,erantodoslibrosdeviajes.Porlaspocaspalabrasescritasenlastapasdecadaunopudoverquetodoshabíansidoenviadosalsheikporelpropioautor;unodeellosincluso,estabadedicado:Amiamigo,AhmedBenHassan,sheikdeldesierto.

Volvió a colocar los libros en su lugar con una expresión de duda. Hubieradeseado,conunasensaciónquenopodíaanalizar,quehubieransidoloquesehabíaimaginado. La evidencia de educación y de gustos no imaginados en el hombre aquienpertenecíanlaagitaban.Eraundetalleinesperadoenlapersonalidaddelárabe,vagamenteinquietante,porquesugeríaposibilidadesquenohubieranexistidoenunindígenacorriente,ounocubiertosolosuperficialmenteconunacapadecivilización.Parecía volverse infinitamente más siniestro, infinitamente más horrible. Miró sureloj con repentina aprensión. El día estaba transcurriendo con rapidez. Prontollegaría.Larespiraciónselevolvióentrecortadaylaslágrimasinundaronsusojos.

—¡No debo! ¡No debo! —murmuró con una especie de desesperación—. Sivuelvoallorarmevolveréloca—reprimióelllanto,ycruzandohastaelgrandivánnegro que había despreciado antes, se dejó caer entre los blandos cojines. Estabacansadayledolíapersistentementelacabeza.

Estabadormidacuandoelsirviente le trajoel té,perose incorporósobresaltadacuandopusolabandejaenuntabureteasulado.

—Eseltédemadame.Siquieretenerlabondaddedecirsiestáasugusto…—dijoansioso,comositodasufelicidadestuvieracontenidaenlaminúsculateteraquecontemplabaconairededuda.

Diana reconoció que era sincero en sus esfuerzos por agradarla, pero en esemomentosololeparecíaunahumillaciónmás.Deseabagritar:«¡Márchese!»,comoun estudiante enojado, pero logró darle la información que deseaba, y poniendo

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cigarrillos y fósforos a su lado el sirviente se retiró con una pequeña sonrisa desatisfacción.

Elansiaderespirarairefrescoyeldeseodeveraquélugarhabíasidollevada,sehicieronirresistiblesalacercarselanoche.Fuehastalapuertaabierta.Delantedeellaseextendíaungrantoldosostenidoporlanzas.Saliódesusombraymiróalrededorcon curiosidad. Era un enorme oasis, mayor que ninguno de los que había visto.Delantedelatiendahabíaungranespacioabiertoconunaespesafranjadepalmerasmásallá.Elrestodelcampamentosehallabadetrásdelatiendadeljefe.

El lugarestaba llenodehombresycaballos.A lo lejoshabíaalgunoscamellos,pero los primeros atrajeron la atención de Diana. Los había por doquier, algunosatados,otros sueltos,otros siendoejercitadosenmanosdepeones.Ocasionalmentecruzaban su vista árabes montados en las afueras del oasis. A su alrededor habíagrupos de hombres entregados a diversas tareas. Los que pasaban cerca de ella lasaludaban,peronolehacíanmáscaso.

Una extraña expresión se dibujó en los ojos de Diana. Esto era realmente eldesierto, el desierto como nunca había esperado verlo, como pocos podían esperarverlo. ¡Peroaquécosto!Seestremecióy luegosevolvióaloírun ruido repentinocercadeella.Unfuriosoalazán,quemordíayrelinchaba,pasabacercadelatiendasujetadoaduraspenaspordoshombresqueseaferraban,gritando,asucabeza.Ibaapelo,peroDianaloreconocióinmediatamente.Labreveojeadaquehabíaechadoasucabezapequeñayferozcuandopasójuntoasucodolanocheantes,estabagrabadaen sumemoriapara siempre.Sedetuvo frente a ella, negándosea avanzar, con lasorejas pegadas a la cabeza, temblándole todo el cuerpo, y tirando continuamentemordiscos a los dos peones, que no parecían poder dominarlo.De repente se alzósobre laspatas traserasysuscruelesdientesbrillaroncasien lacaradeunode loshombres,quienfuetomadodesprevenidoysedejócaeralsuelo,rodandolejosconunaullidoqueprovocóunacarcajadageneralenungrupodeárabesquesehabíanjuntado para contemplar las habituales excentricidades vespertinas del alazán. Elsirviente francés, que llegaba de detrás de la tienda, se detuvo a hablar al hombremientras se incorporaba, y dio un manotazo a la cabeza del caballo, volviéndoseluegoaDianaconsuagradablesonrisa.

—Ha sido llamado apropiadamente Shaitan,madame, porque ciertamente estáposeído por un demonio—dijo, señalando al animal que en esemomento, con unsaltoviolento,seescapódeloshombresquelosujetabanysedirigióhaciaelbordedeloasisseguidoporlosárabes.

—Los hombres montados lo agarrarán —añadió riéndose, en respuesta a laexclamacióndeDiana.

—¿Estádivirtiéndoseoesrealmenteresabioso?—preguntóella.—Puroresabio,madame.Hamatadoa treshombres.Diana lomiróconairede

incredulidad, porque su tono era casual y su gesto no indicaba ningún sentimientoextraordinario.

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—Debíadesersacrificado—dijoindignada.Elhombreseencogiódehombros.—Monseñor le tiene afición—dijo con calma.Y,por tanto, comomonseñor le

tenía afición, el salvaje animal estaba rodeado de todos los cuidados para que sudueñosedivirtiera.Evidentementelavidadesupueblomiserablevalíaparaélmenosqueuncaballofavorito.Sonabacompatibleconlainflexibilidadqueellamismahabíaexperimentado.Loquenocreyeraayer,hoyparecía terriblementedignodecrédito.El valor que el alivio de su ausencia le había devuelto iba desvaneciéndoserápidamente,tantocomoseibahundiendoenelhorizonteelgloborojoquebrillabaen el cielo.Desechó sus temerosos pensamientos paramirar a varios caballosmásqueeranllevadosalotroladodelcampamento.

—Loscaballosparecenmagníficos.Perosondemásalzadaquelosotroscaballosárabesquehevistoantes.

—Pertenecen a una raza especial,madame—replicó el francés—. La tribu hasidofamosaporellosdurantegeneraciones.LoscaballosdemonseñorsonconocidosentodoslosestadosdeBerberíayhastaenFrancia—añadió,notándoseensuvozunligeroacentodeorgullo.

Dianalomiróreflexivamente.Habíaensuspalabrasunainflexión,cadavezquemencionaba a su amo,que indicabaun afectoquenopodía atribuir al bruto cuyosmalos tratos aún estaba sufriendo. Pero sus pensamientos fueron interrumpidos enformaabrupta.

—Ahíestámonseñor—dijoelsirviente.Habló como si ella también debiera alegrarse de su llegada. ¿Podría el valet

imaginarporunmomentoqueellaseencontrabaallíporsupropiavoluntad?¿Oeratodoellopartedelahipocresíaenqueparecíahallarseenvuelta?

Echóunaojeadaaljinete,quienatravesabaenesemomentolafajadeárbolesquebordeabaeloasis,yunsudorheladolahizoestremecersedelacabezaalospies.Serefugióbajoeltoldo,dentrodelafrescuradelatienda,rabiandocontraeltemorquenopodíadominar.Perojustoenlapuertasemantuvofirme;nisutemorpodíahacerlairmásallá.Laencontraríaahí,norefugiadaenelaposentointeriorcomounanimaltembloroso, acurrucado en el rincónmás lejano de la jaula. Por lo menos, aún lequedabasuficienteorgulloparaeso.

Desdeelrefugiodelatiendacontemplólallegadadelatropaalespacioabiertodelantedeella.Elcaballoquemontabaelsheikeranegroazabache,yDianadesviólamiradade la piel satinadadel hermoso animal a las vestiduras blancas del hombreconiracundodesprecio.

«¡Blanco y negro!», murmuró entre sus dientes apretados. Luego, cuandodesmontó,sedesvanecierontodossuspensamientos,salvoelterrorqueleinspiraba.Esperó sin aliento, sintiendo un verdadero dolor físico por las aceleradaspalpitacionesdesucorazón.

Él se demoró acariciando al hermoso caballo negro, y aun después de que fuellevadosequedómirándoloyhablandoconunárabejovenyaltoquehabíallegado

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conél.Finalmente,dio lavueltay seencaminóa la tienda.Sedetuvoen lapuertaparahablaralfrancés.Eraunafigurapintorescaybárbara,conampliasvestidurasyuna gran capa blanca; el perfil de su enjuto rostro se destacaba contra el cielovespertinoylaposturaaltaneradesucabeza,acentuadaporlaactitudenquesehabíadetenido,lohacíaparecermásarroganteydominador.Movíalasmanosalhablar,congestosrápidosyexpresivos;perosuvozeralentaysuave,deuntonomusicalgrave,aunque indudablemente autoritaria a pesar de su suavidad. Señalaba con la manotendida firmemente algo que estaba más allá de la línea de visión de ella, y alvolverseparaentrarenlatiendaserio,y,Dianaseestremecióinvoluntariamente.

Enseguidaentróylajovenseapartódeélconlosojosbajos.Noqueríamirarlo;noqueríaencontrarsumirada.Supresenciaeraunaofensa,lavergüenzalaabrasaba.Todaslasfibrasdesuserprotestabancontraaquellaproximidad.Deseabaconfuriaquemuriera.Temblabafebrilmenteyseapretóellabiotemblorosoentrelosdientesparasujetarlo;losrizosrojizossepegabanhúmedoscontrasufrente.Elrápidolatirdel corazón le agitaba tempestuosamente el pecho, pero se mantuvo erguida conorgullo.

Cruzóéllatiendaconpasolargoysilencioso.—Espero queGastón te habrá atendido debidamente y dado todo lo que hayas

deseado—dijocomoporcasualidad,inclinándosesobreunamesitaparaencenderuncigarrillo.

La frialdad de sus palabras y susmodales fueron como una ducha fría. Habíaestadopreparadapara cualquier cosamenospara esa tranquila indiferencia, enunasituaciónqueeraintolerable.Sutonoindicabalaexcusaderutinadeldueñodecasaanteunaausenciainevitable.Eltemordiopasoalafuria,sucuerposeirguióyselecrisparonlasmanos.

—¿Noeshorayadequeesto termine?¿Nohashechoyabastante?—exclamófuriosa—.¿Porquéhascometidoesteultraje?

Unafinacolumnadehumoascendióhaciaella,comosilamanoquesosteníaelcigarrillo se hubiera movido en su dirección con uno de los gestos que habíaobservadoafuera,peronohuborespuesta.Susilencio laenfurecióy lehizoperdertodanocióndeprudencia.

—¿Creesquepodrásguardarmeaquí,estúpido?¿Quepuedodesvanecermeeneldesierto y que no se tendrá en cuenta mi desaparición; que no se realizaráninvestigaciones?

—Nohabráinvestigaciónalguna—contestóélconcalma.Hundióellaeltacodesubotaenlaespesaalfombra.

—Habráinvestigaciones—dijofuriosa—.Nosoyunanulidadtalcomoparaqueno se haga nada cuando se note mi falta. Las autoridades inglesas harán que elgobiernofrancésencuentrealresponsable,ytendrásquepagarporloquehashecho.

Serioél,conesarisitairónicaquelahacíaexperimentarlamismasensaciónfríadetemorquehabíasentidoeldíaanterior.

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—Elgobiernofrancésnotienejurisdicciónsobremí.Noestoysujetoaella.Soyun jefe independiente,mipropiodueño.Noreconozcoaningúngobierno.Mi tribumeobedeceamíysoloamí.

Susdedostemblorososhallaronelpañueloquebuscabanysesecóelsudorquelehumedecíalaspalmasdelasmanos.

—Cuandome echen demenos…—empezó desesperada, tratando demantenerunafrentealtiva,peroestabaperdiendosuseguridad.

—Cuandoteechendemenoshabrápasadotantotiempoqueserádemasiadotarde—replicósecamente.

—¡Demasiadotarde!¿Quéquieresdecir?—Tus propios planes impedirán toda posibilidad de una investigación durante

algúntiempo—hizounapausaydetrásdeellaDianaleoyóencenderotrofósforo.Ese pequeño incidente banal casi hizo estallar sus nervios, que habían llegado almáximodetensión.Sellevólasmanosalacabezaparatratardesuavizarloslatidosdesussienes—.ContratasteunacaravanaacargodeMustafáAlí—continuóélconlamismacalma—paraviajarduranteunmesporeldesierto.SalistedeBiskra,perotu intención era al final de ese tiempo dirigirte hacia el norte, hasta Oran, paradespedirallíalacaravana.DeallícruzaríasaMarsellayluegoaCherburgo,dondeteembarcaríaspara losEstadosUnidosa finde juntartecon tuhermano,quienyahamarchadohaciaesepaís.

Ella escuchaba sin respirar con un temor creciente.Esa voz tranquila y casual,quedetallabasuitinerarioconlaseguridaddeunconocimientoperfecto,lallenabadeun terrorque ledabaganasdeempezaragritar.Vacilósobresuspies,con losojosfijos en la extensión ilimitada del desierto y del cielo salpicado de oro, visibles através de la apertura de la tienda, pero no veía ni la arena ondulante, ni el rojoesplendordelsolponiente.

—¿Cómosabes…todo…eso?—murmuróconlabiosresecosytemblorosos.—Quisesaberlo.Fuemuyfácil—larespuestafuedadaaldescuidoynuevamente

lafinacolumnadehumosubióhastasurostro.Otravezsintióquelainvadíalaira.—¿Es dinero lo que quieres? ¿Me retienes para pedir rescate?—Pero su voz

desdeñosavacilóyseextinguióconlaúltimapalabra,nosiendonecesariosusilencioparaconvencerladequenosetratabadedinero.Habíahabladosolamenteparatratarde sofocarel convencimiento interiorque ibaaumentandoapesarde susesfuerzosporahogarlo.Teníalasmanosestrechamenteentrelazadasysusojosseguíanmirandosinverlamaravillosapuestadesol.Sesentíaaturdida,sinesperanza,lomismoqueun fugitivo que ha entrado en un callejón sin salida, acosado por todas partes; noparecíatenersalida,nohabíaningunaposibilidaddeescape.Susmanossecrisparonconvulsivamenteyunfuerte temblor lasacudió.Peroenmediodeladesesperaciónpercibióundébilrayodeesperanza.

—MustafáAlíoalgunodeloshombresdelacaravanatalvezhayandadoyalaalarmaenBiskra…,sinoloshas…asesinadoatodos—murmuróentrecortadamente.

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—No los he asesinado—replicó él secamente—, peroMustafá Alí no dará laalarmaenBiskra.

—¿Porqué?—Tratódeguardarsilencio,peroseleescapólapreguntayesperórígidasurespuesta.Porsumentedesfilaronrelatosdelaimplacablecrueldadárabe.¿Cuál había sido la suerte del infortunado conductor de caravanas? Los ojos se lecerraronyseleresecólagarganta.

—No hubo necesidad de ningún asesinato —continuó él sarcásticamente—.Cuandolleguesaconocermemejorcomprenderásquenodejolascosasalazar.TodaslascosasdependendelavoluntaddeAlá,alabadoseasunombre.¡Magnífico!PeroconvienerecordarqueÉlnosiempresepreocupapor losasuntosde loshombresyhay que disponer las cosas bien. Si hubiera dejado este asunto al azar, fácilmentehubiera podido haber, como sugieres, asesinatos…, aunque no los llamamosasesinatoseneldesierto.Fuemuysencillo.Voyons!TúpagastebienaMustafáAlíparaqueteguiaraeneldesierto.Yolepaguémejorparaquetetrajeraamí.Lepaguélo suficiente para que se alejara de buen grado de Biskra, en donde podríanformularlepreguntasincómodas,aotraesferadetrabajoendondenoesconocidoyendondepuedecrearseunanuevareputacióncomoconductordecaravanas.

Hubo otro silencio y ella se llevó las manos a la garganta. No había sido unasuntocasualentonces,unareuniónaccidentalqueeljefeárabehabíaaprovechado,sino un ultraje organizado que planeó cuidadosamente desde el primer momento.Habíasidoengañadadesdeelprincipio.Chirriólosdientesderabia.Suguíasuaveysumiso la había estado llevando todo el tiempo, no en la dirección que había sidotrazada en Biskra, sino hacia el hombre que lo había comprado para que latraicionara. Los ojos falsos deMustafá Alí, su deseo de hacerla salir del oasis endonde habían descansado al mediodía, su tono, quedaban explicados. Habíarepresentadobienelpapel.Elúltimotoque—laheridaimaginariaquelohabíahechocaerlentamentedelasilla—habíasidounaobramaestra,reflexionóconamargura.No había sido omitido nada para que la tentativa tuviera éxito. El caballo que lehabíandadopara suusoera, sindudaalguna,del sheik, educadoparaobedecer susilbido.Inclusohabíanmanipuladosurevólver.Nohabíaerradoeltirocomocreyó.Recordóelruido,lavisiónfugazquetuvoenelhoteldeBiskra.Fuealguien,MustafáAlíounodesushombres,quienentróensucuartoycambiólasbalasporcartuchosdefogueo.TambiénhabíasidoconsideradalaposibilidaddequeAubreycambiaradeideaylaacompañara,porqueelsheikhabíatomadoprecaucionescontralaresistenciaqueindudablementehubierahalladoconelgrannúmerodeacompañantesquellevó;unafuerzasuficientementegrandecomoparafrustrarcualquiertentativadeoposiciónalataque.

Laredqueanteslehabíaparecidosentirestrechándoseentornosuyolaenvolvíaahoraenformainexplicable,oprimiéndolamásymás,asfixiándola.Respiróansiosa.Elsolponientepareciósaltarrepentinamentedelcielo;enseguidaserecuperóconuntremendoesfuerzo.

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—¿Porquéhashechoesto?—murmuródébilmente.Luego,porunmomento,seleparalizóelcorazón,dilatándoselelosojos.Élselehabíaacercadopordetrás,yellaesperó temblorosahastaque la estrechócontra su cuerpo, aplastándola contra él, yobligándolaaecharhaciaatráslacabezasobresubrazo.

—Porquetequería.PorqueundíaenBiskra,hacecuatrosemanas,teviporunosinstantes, lo suficiente para saber que te quería. Y yo tomo lo que quiero. Túmehicisteeljuegoalorganizarlagiraporeldesierto.Elrestofuefácil.

Habíacerradoella losojos, temblándole las largasyoscuraspestañassobresuspálidas mejillas para no verle el rostro, pero sintió que la estrechaba aún más, yluego, sus besos ardientes sobre sus labios. Se resistió furiosamente, pero eraimpotente en sus brazos y él se rio suave,mientras le besaba apasionadamente loslabios, el cabello y los ojos. Luego permaneció completamente inmóvil, pero ellasentíael fuerte latirde sucorazón juntoa susmejillasycomprendióvagamente lapasiónqueenélhabíadespertado.Experimentósutremendafuerzaysediocuenta,porloquelehabíadicho,dequenoreconocíaotraleyquesuvoluntadyqueestabadispuestoa llegaracualquier límiteporcumplirla.Sabíaellaquesuvidaestabaenaquellasmanos,quepodríaquebrarlacomounacañaentresusdedosafilados,ysesintiólamentablementedébilyatemorizada.Estabaporcompletoensupoderyasucapricho…,alcaprichodeunárabeimplacable.

Cedió de repente, quedándose inmóvil en sus brazos. Había llegado a ladegradaciónmásprofunda;nopodíahacerlenadapeor,deloquelehabíahecho.Porelmomentonopodíalucharmás,estabatotalmenteagotada.

Unmudosentimientodedesesperaciónseapoderódeellayconélunasensacióndeirrealidad,comosisetrataradeunahorriblepesadilladelaqueseibaadespertar,porquelarealidadparecíaimposible,laescenademasiadoteatral.Elhombremismoeraunmisterio.Nopodíaconciliarsupersonayelambientebárbaroenquevivíaconlas pruebas de refinamiento y educación contenidas en los volúmenes de subiblioteca.Lellamabalaatenciónlorefinadodeldecorado;erararoencontrarloenunlugar así. Una docena de incongruencias que había observado durante el díaacudieron a sumente, hasta que la cabeza le empezó a dar vueltas. Desechó esospensamientos fatigosamente; estaba demasiado cansada para pensar, demasiadoagotadamentalyfísicamente.Yconladesesperación,unaespeciedeindiferenciaseapoderódeella.Habíasufridotantoqueyanadaleimportaba.

Losfuertesbrazosquelarodeabanseestrecharonlentamente.—Mírame —dijo él con la voz suave y pausada que parecía habitual y que

contrastabaextrañamenteconelfrancésprecisoycortadoquehablaba.Ellaseestremecióysusoscuraspestañasseagitaron.—Mírame—suvozeraigualmentepausada,igualmentesuave,peroahoratenía

unainflexióninconfundible.Veinticuatrohorasantes,DianaMayoignorabaelsignificadodelapalabramiedo,

yjamásensuvidahabíaobedecidoanadiecontrasuvoluntad,peroenveinticuatro

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horashabíavividoañosdeemociones.Porprimeravezhabíaenfrentadosuvoluntadconotramás fuerte,porprimeravezhabíaencontradounaarroganciamayoryunadeterminaciónmásfirmequelasuya.Porprimeravezhabíaconocidoaunhombreque no se había inclinado ante sus deseos y a quien una mirada no había podidotransformarenunesclavo.Enpocashorashabíaaprendidoaconocer elmiedo,unmiedoterriblequelaenfermabadeaprensión,yestabaaprendiendoaobedecer.

Obedienteahora,seobligóaalzarlamiradahastaencontrarseconladeél,yunrubor vergonzoso cubrió lentamente sus mejillas. Aquellos ojos oscuros yapasionadoslaabrasabancomounallamaardiente.Susbrazoserancomobandasdefuegoquelaquemaban.Sucontactoeraunatortura.Impotente,comounafierecillaacosada, estaba apoyada en su pecho, sin aliento, temblorosa, con los ojosdesmesuradamente abiertos, fijos en él, contra su voluntad. Fascinada, no podíaapartarlo,ylaimagendelrostromorenoyhermosoconojoschispeantes,labocafinay cruel y el fuertementón parecían imprimirse a fuego en sumente.Emanaba delhombre el suave aroma de un tabaco turco poco común, que la envolvía. Habíanotadoelmismoaromaeldíaanteriorcuandolallevabaensusbrazosdurantelalocamarchaatravésdeldesierto.

Deprontoéllamirósonriendo.—BonDieu!¿Sabeslohermosaqueeres?—murmuró.Peroelsonidodesuvoz

pareció haber quebrado un hechizo que la había hecho enmudecer. Luchónuevamenteporliberarse.

—¡Déjame!—gritó, y lo que ella rogaba era la completa inmunidad, pero él apropósitohizocomosinolacomprendiera.Lapasiónseborródesusojosydiolugaraunchispazodeburla.

—Haytiempodesobra.Gastónesunsirvientesumamentediscreto.Looiremoscuandovenga—dijoconunarisasuave.

Peroellainsistióconelvalordeladesesperación.—¿Cuándomedejarásmarchar?Conunaexclamacióndeimpaciencialaapartó

élbruscamentedesulado,ydirigiéndosealdivánseechósobreloscojines,encendióotrocigarrilloytomóunarevistaquesehallabaenuntaburetequeestabaasulado.

Se mordió ella los labios para ahogar los sollozos histéricos que subían a sugarganta,dándoseánimoconlasmanoscrispadas,ylosiguió.

—Tienesquedecírmelo.Tengoquesaberlo.¿Cuándomedejarásmarchar?Volvió él una página deliberadamente y tiró la ceniza del cigarrillo antes de

contestarle.Unaexpresiónsombríasedibujóensurostroysusojoslarecorrierondelacabezaalospiesenunlentoescrutinioquelahizotemblar.

—Cuandomecansedeti—ledijofríamente.Seestremecióellaviolentamenteydándoselavueltaconungemido,sedirigióa tropezoneshaciaelaposentointerior,pero al llegar a las cortinas su voz la detuvo.Había echado a un lado la revista yestabarecostadoeneldiván.Tendidoindolente,conlasmanoscruzadasdetrásdelacabeza.

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—Parecesunmuchachoencantador—dijoconunadébilsonrisa—,peronofueunmuchacholoquevienBiskra.¿Entiendes?

Detrásdelacortinasedetuvounmomento,temblandodelacabezaalospies,conelrostroocultoentrelasmanos.¡Sí!Habíacomprendidodesobra.Eraunaordendealguienqueestabadispuestoahacerseobedecer,dehacersemásatractivacontodoloqueimplicabaalosojosdelhombrequelateníaensupoderyquelamirabacomoningúnotrosehabíaatrevidoamirarla,conunairedecríticacalculadoraquelahacíasentiragudamenteconscientedesusexo,ypadecercomounaesclavaexpuestaalaventaenunmercadopúblico.

Debía quitarse el traje masculino que parecía darle valor y cambiarlo, para,satisfacerelcaprichodelsalvajeenelaposentocontiguo,porelvestidofemeninoquerevelabamás íntimamente las líneas esbeltasde su figura e intensificaba labellezapococomúndesurostro.

Se dirigió con paso lento a la mesa tocador y miró con sentimiento al rostropálidoyojosfatigadosqueledevolvíalamiradaenelespejo.Parecíaelrostrodeunapersona extraña. Recordó las palabras de Aubrey con una horrible sensación deironía.Estanochenosevestíaparadarsegusto.Ensurostrosehabíanfijadolíneasrígidasysusojosparecíancasinegrosderabia,perodetrásdeesarabiaacechabaeltemor.Cadaruidoquellegabadelcuartovecinolasobresaltaba.Susdedos,húmedosde sudor, parecían casi incapaces de obedecerla. Lo odiaba, se odiaba a símisma,odiaba labellezaquehabíaacarreadoesehorror sobreella.Sehubiera rebeladodeatreverse,peroinstintivamenteseapresuró;eltemorlahabíaempujadoyahastaesepunto.Perocuandoestuvolistanosemoviódelamesa.Elpánicolahabíaobligadoaapresurarse,peroelorgullo,aúnvivo,nolepermitíaobedecermásalládelmiedo.

Levantó losojosnuevamenteal espejo,mirando iracundaalpálido reflejo,y laantigua obstinación se mezclaba con el nuevo dolor que los llenaba. ¿Tenía quesoportarsumiradaburlonaconmejillasblancascomounasábanayunamiradacomoladeunperro azotado? ¿No le quedabani siquiera valor suficiente para ocultar eltemorquelallenabadedespreciohaciasímisma?Laoladeiraquelainvadióhizovolver el color a su rostro, y se inclinómás cercadel espejo, conunmurmullodesatisfacciónqueseinterrumpióderepente,mientrassusdedosseaferrabanalbordede lamesay ella continuabamirandoel reflejonode supropio rostro, sinode lasvestimentasblancasqueaparecierondetrásdesucabeza,borrandolavisiónlimitadaqueteníadelaposento.

El sheik estabadetrás de ella.Había llegado con el peculiar paso silenciosodeantes. La hizo darse vuelta para mirarla, y ella se encogió bajo su mirada deadmiración,apartándosedeéltodoloquesubrazolepermitió.Sujetándolaconunamano, le tomó el mentón con la otra y le hizo levantar la cabeza con una ligerasonrisa,atiempoqueledecía:

—No tengas tantomiedo.Noquieronadamás terriblequeunpocode jabónyagua.Supongoquehastaunárabepuedelavarselasmanos.

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Suvozburlonaylaalusiónaltemorlahirieron,peronoquisocontestarley,conuna carcajada y un encogimiento de hombros, la dejó libre, mientras tomaba unanavajadeafeitardelamesaysedirigíaalcuartodebaño.

Conlasmejillasencendidas,Dianahuyóalahabitaciónexterior.Susmodalesnohubieransidomásindiferentessiellahubierasidosumujerdesdehacíaunadocenadeaños.

Loesperóagitadaporuntumultodeemociones,peroconlallegadadeGastónylacena,élvolvióalaactituddehuéspedcortésydesapasionadoquehabíaasumidoasu llegada. Se había retrasado unosminutos y le pidió disculpas con aire grave alsentarse frente a ella.Mantuvo lamisma actitud durante la cena y, consciente delsirviente,Dianaseforzóacontestarasuamenaconversación.

Habló principalmente del desierto y del deporte que ofrecía, como si hubieraestudiado losgustosdeellayelegidoel temaparaagradarla.Hablababien; loquedecía era interesante y mostraba un conocimiento completo de la materia. Encualquier otra ocasiónDiana hubiera escuchado fascinada y absorta, pero ahora lavoz suave, pausada y culta únicamente parecía aumentar la incongruencia de lasituación.Elpapeldeinvitadavoluntariaquelaforzabaaadoptareracasimásdeloque podía tolerar, y la necesidad de permanecer sentada y contestarle estaballevándolaallímitedesuresistencia.Ytodoeltiemposedabacuentadesuconstantevigilancia.

Asupesar,confrecuenciafijabalamiradafurtivaenelrostrodeél,ysiempresusojos oscuros y ardientes la miraban con una fijeza que la excitaba, hasta hacerlarecordaruna representaciónvistaenuncircodeViena,endondeunadomadoradeleoneshabíaconcluidounapruebaextraordinariamenteatrevidacomiendoenlajauladelosfelinos,rodeadadefierasrugientes,muydistintasdelosanimalesadormiladosymedionarcotizadosquehabitualmenteseexhiben.Interesadaenlasfierashabíaidoa verlas junto con Aubrey y, después de la función, mientras acariciaba a unoscachorrosdeleónquelehabíantraídoparaquelosviera,conversóconladomadora,unamuchachapocomayorqueella.Sehabíamostradomuyreservada,hastaqueviopor el tono amistoso de Diana que sus preguntas eran originadas por verdaderointerés y no por simple curiosidad. Entonces cambió de actitud con rapidezsorprendente, aceptando los cigarrillos que le ofrecía la inesperada amiga yllevándolaaversus leonesespecialesquehabíansidoencerradosdurante lanoche.Dianapaseódeun ladoparaotropordelantede lasestrechas jaulas,mirandoa losgrandesanimales,inquietosaúndespuésdelafunción,yfrotandosumejillacontralasuavecabecitadelcachorroqueteníaenbrazos,sonriendoaloírsuronroneo.

—¿Notienenuncamiedo?—preguntóderepente—,nodelafuncióncorriente,sinodeeseúltimonúmero,cuandocomesolaentreellos.

Lamuchachaseencogiódehombros,arrojandounanubedehumoalacaradelcachorro,ysusojosseencontraronconlosdeDianaporencimadelcuerpoamarillodelcachorro.

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—Nose saboreagran cosa—contestó lacónicamente.Y lomismo le sucedía aDiana.Habíacomidomecánicamente todo loque lehabíanpuestodelante,peronohabíasaboreadonada.Sumenteestabaocupadaporunpensamientoqueexcluíatodolodemás:ocultardelosojosescrutadoresquelavigilabanincesantementeel temorque aumentaba por momentos. Había observado una cosa durante la comida. Elsirvientesolamenteleservíaaellaelvinoblancofrancésquehabíatraído.Susojosse posaron en el vasovacío del sheik, y encontrando sumirada él sonrió, conunaligerainclinación.

—Perdóname. No tomo vino. Es mi única virtud —añadió, con un chispazorepentino en sus ojos que hizo que se retirara toda la sangre de lasmejillas y quefijaralosojosenelplato.

Habíaolvidadoqueeraárabe.La cena le pareció interminable y, sin embargo, deseaba que nunca acabara.

Mientraselsirvienteestabaenlahabitaciónsesentíasegura,perolaideadequeteníaquemarcharsehizoquelasacudierauntemblorfrío.Juntoconelcaféentróunperrodecazapersa,quecasiderribóalfrancésalaentradaalquererpasarantesqueélporlapuerta.Echósulargocuerpogrisencimadelasrodillasdelsheikconungemidodeplacer y luego volvió la cabeza para gruñir a Diana. Pero el gruñido se extinguiórápidamente, y bajándose se le acercó con aire curioso, mirándola un momento yluegofrotandosucabezacontraella.

Elsheikserio.—Eso es un honor. Kopec tiene pocos amigos —dijo. Ella no contestó. La

respuesta natural casi seguro provocaría una réplica que ella no deseaba, así quepermaneciósilenciosa,acariciandolapielásperadelperro,conlasensacióndequeelcorazón se le iba volviendo lentamente de plomo.Demoró el café hasta que no lequedóningúnpretextoposibleparacontinuarenlamesa,yentoncessepusodepieconunsuspiroentrecortado.

Elsheikhabíaseguidosentadoensilenciodespuésdehaberterminadosucaféunbuen rato antes.Nohizo ningún comentario cuando ella se levantó, y se dirigió algrandiván,seguidoporelperro,quehabíavueltoasuladotanprontosemovió.

Diana se introdujo en la pequeña biblioteca, aprovechando la oportunidad queofrecíadecontinuarcallada,ytomóunlibroalazar.Nosabíaloqueestabamirandoy no le importaba. Únicamente deseaba fervientemente que la dejaran sola, quecontinuaraelrepentinoaccesodesilencioenquehabíacaídoél.

Cerca de ella,Gastón estaba recogiendo lamesa, y al terminar hizo una pausaparahablarasuamo.Dianaoyólaspalabraslepetitsheik,peroelrestofueenárabeeininteligibleparaella.Elsheikfruncióelceñoconungestodemalhumor, luegoasintióconlacabezayelsirvientesaliódelatienda.

Unosinstantesdespuésunavozquenohabíaescuchadoanteslahizolevantarlacabeza.

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El jovenárabequehabía llegadoacaballoconmonseñorestabadepie juntoaldiván.Losojosfierosquevigilabantodossusmovimientosseencontraronconlosdeella,yelcigarrilloseñalóaljoven.

—Mi tenienteYusef,unhijodeldesierto conel almadeun flaneur.Sucuerpoestáaquíamilado,perosucorazónsehallaenlostrottoirsdeArgel.

El joven alto se rio y saludó con una profunda inclinación, luego se irguióarrogante hasta que una palabra seca del sheik le recordó sumisión; su actitud setransformórápidamenteenunadeferenciacuyosignificadonoperdióDiana.Elárabepodíacondescenderconsugentesi lodeseaba,pero losmanteníaconriendacorta.Miróaltenientemientrashablabaconsujefe.Eraaltoyesbeltocomounamuchacha,conunairedelánguidaindolenciaevidentementeestudiado,porqueloibaperdiendomientrashablaba.Surostroeranotablementehermoso,salvándosedelafeminamientosolo por su firmementón.Era evidente que se daba cuenta de su buena presencia,pero tambiénerapatenteque temíaa su jefe,y lasnoticiasdequeeraportadornohabíansidogratas.

AtravésdesusespesaspestañasDianaloscontemplóinteresada.Elhombremásjoven, voluble, gesticulante, a veces casi servil. El sheik silencioso, salvo algunapalabraocasional,elceñofuertementefruncidoyelrostrocadavezmássombrío.Porfin, conungesto de impaciencia, se pusode pie y salieron juntos, seguidos por elperro. La muchacha se sentó en la espesa alfombra junto a la biblioteca. Por unmomento estaba nuevamente sola, libre de los ojos vigilantes que parecían estarabrasándolatodoeltiempo,libredesuodiadaproximidad.Dejócaerlacabezaentrelasrodillasconungemidodefatiga.Poruninstantenonecesitabacontenerlaoladedolor que la invadía. Estaba cansada espiritual y materialmente, agotada por laemociónquelahabíasacudidohastasaberquenoleimportabaloquesucedieraenelfuturo. La Diana de ayer había muerto, y su nueva personalidad era extraña ydesconocida.Noconfiabaensímisma; temía le faltaracapacidadparamantener lalucha que había resuelto librar. La antigua personalidad valerosa nunca le habíafallado,peroestanuevapersonalidadtemerosaycobardelallenabaderecelo.Habíadesaparecido la confianza en símisma.El desprecio que sentía por su persona erainenarrable. Con la fuerza que le quedaba no podía vencer el temor que se habíaapoderadodeellaen forma tancompleta.Loúnicoqueesperabaeraocultarloparanegarleporlomenosesasatisfacción.Sehabíaarrastradoasuspiesunavezyesolohabía divertido. ¡Se rio! Prefería morir antes de volver a ofrecerle un espectáculosemejante.Jamásolvidaríasufaltadevalor;éllorecordaríasiempreytambiénella;peropodíaexpiarla si conservabasus fuerzas.Y rogóqueasí fuerahastaquese leescapóunsollozoysusmanossecrisparonsobresusrodillas.

Echóhaciaatráselcabellodelafrenteconunfuertesuspiroymiróporencimadel hombro la estancia vacía. Había cambiado desde la mañana en la formaindefinibleenquecambiaunahabitaciónextrañadespuésdeunashorasdehabitarla.Sipudieradejarlaahoraynovolveraverlamásensuvida,noolvidaríaniunsolo

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detalle.Suscaracterísticas sehabíanestampadoen sumentede forma tan familiar,comosilashoraspasadasallíhubieransidoaños.Yayereranañosatrás,cuandolapobreestúpidaquehabíasidoDianaMayocayóciegamenteenlatrampadelaquesutancacareadaindependencianohabíapodidosalvarla.Habíapagadoporladecisióndeignorarlasrestriccionesimpuestasasusexo,yelpagonohabíaconcluidoaún.Sucuerpofatigadoseestremecióalpensarenlaluchaquedebíarecomenzartanpronto.¡Si solo la dejara tranquila hasta que esa fatiga abrumadora, que la reducía a laimpotencia, disminuyera!Oyó suvoz en la puerta y susdedoshelados se cerraronsobreellibroquehabíaresbaladoalsuelo.Lasespesasalfombrasapagabanelruidodelosmovimientos,peroellasediocuentainstintivamentedequehabíaentrado,yvueltoaldiván.Sabíaquelaestabamirando.Podíasentirsusojosfijosenellayseestremeció bajo sumirada. Esperó, temblando, a que él hablara o semoviera. Susmétodos de tortura eran diversos, pensó con amargura. Detrás de la tienda estababatiendo un tom-tom, y el ritmo irregular parecía martillar dentro de su cabeza,torturándolahastadarledeseosdegritar.

—Venaquí…,Diana.Se estremeció sobresaltada, reconociendo apenas en el primer momento su

nombre pronunciado al estilo francés, y luego se ruborizó irritada sin contestar omoverse.Eramuypocacosaparaquelaagitaradespuésdetodoloquehabíapasado,peroelempleodesunombrehizollamearlairaquehabíasidocasiahogadaporeltemor.Eltonodepropiedadenlavozhabíadespertadotodasutenacidadinnata.Noera suya para obedecer a su llamado. Lo que quería tendría que tomarlo; jamás lodaríaellavoluntariamente.Sesentóconlasmanosentrelazadasfuertementesobresuregazo,respirandoaceleradamenteylosojosensombrecidosporlaaprensión.

—Venaquí—repitióélconsequedad.Siguióellasinhacerlecaso,perosurostroseibaponiendosumamentepálido.

—Noestoyacostumbradoaqueseandesobedecidasmisórdenes—dijoporfin,muydespacio.

—Yyonoestoyacostumbradaaobedecerórdenes—replicóellaenérgicamente,aunqueletemblabanloslabios.

—Aprenderás —el acento siniestro de su voz casi barrió el valor que aún lequedaba.

Seacurrucó,respirandoentrecortadamente,sobreelpiso,sintiendoqueelmismoterror que la había dominado la noche anterior la iba invadiendo irresistiblemente,paralizándola.Elsonidodeltom-tomibaenaumento…¿Oerasoloelgolpearensucerebro?Conungritoahogadosepusoenpiedeunsaltoyhuyó,retrocediendo,hastaqueunodeloscostadosdelatiendaladetuvo,yallíquedóconlosbrazosextendidos,aferradaalascolgadurasnegrasyplateadas,hastaqueéllaalcanzó.

Inclinándose, soltó susmanos de las pesadas colgaduras y las unió lentamentesobresupechoconunaligerasonrisa.

—Ven—murmuró,devorándolaconsusojosapasionados.

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Luchóellacontralafascinaciónqueladominaba,resistiendoensilencioconloslabiosapretados,hastaqueéllaestrechópalpitanteensusbrazos.

—Tonta—ledijo,acentuandosusonrisa—.Mejoryoquemishombres.Lafrasequebrósusilencio.

—¡Oh,bestia!¡Bestia!—gimió,hastaquesusbesoslasilenciaron.

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CapítuloIVEndondemandaelsheik

«¡Unmes! ¡Treintayundías! ¡SantoDios!Solo treintayundías.Parece todaunavidaysolohaceunmesquesalídeBiskra.¡Unmes!¡Unmes!».

Dianaseechódebruces,sepultandolacabezaenloscojinesdeldiván,apartandodesuvistaellujobárbarodelambienteytemblandoconvulsivamente.Nolloraba.Elcolapso completo de la primera noche no había vuelto a repetirse. Con frecuenciahabíanasomadoasusojos lágrimasdevergüenzayrabia,perono lashabíadejadobrotar.Noqueríadarasuraptorlasatisfaccióndesaberquepodíahacerlallorar.Suorgulloseresistíaamorir.Sumentevolvíaarecordarlosdíasynochesdeangustia,el choque perpetuo de voluntad contra voluntad, la obediencia a la que había sidoforzada durante ese mes de horror. Un mes de experimentar tal amargura que semaravillabaellamismadequeaúnlequedaravalorderebelarse.Porprimeravezensu vida había tenido que obedecer. Por primera vez la habían hecho sentir lainferioridaddesusexo.Elhábitodeañossehabíaderrumbadoante laexperiencia.La situación hipotética en que se había mantenido con respecto a Aubrey y susamigosnoeratoleradaaquí,endondeacadainstanteselehacíasentirintensamentequeeraunamujer,obligadaasometerseatodoloquesusexolaexponía,obligadaasoportar todo cuanto él quisiera imponerle: un objeto, una esclava obligada aobedecer sus órdenes, a soportar su agrado y desagrado, sacudida hasta las raícesmismas de su ser con el trastorno de sus convicciones y la violencia implacableperpetradacontrasutemperamentofríoysensual.

Esa humillación quemaba su corazón orgulloso. Él era despiadado en suarrogancia,despiadadoensudesdénorientalpor lamujer sojuzgada.Eraunárabe,paraelcualnoexistíanlossentimientosfemeninos.Lahabíatomadoparasuplacerylaconservabaparadarsegusto,paraquelodivirtieraensusmomentosdedescanso.

ParaDiana,antesdellegaraÁfrica,lavidadeunsheikárabeeneldesiertohabíasido una cosa sumamente vaga.Elmismo término sheik era elástico.EnBiskra lehabían mostrado sheiks que regateaban para alquilar camellos tiñosos y burroscubiertos de llagas, para realizar viajes al interior. Sumismo e infiel conductor decaravanas se hacía llamar así. Pero había oído hablar también de otros sheiksdiferentes que vivían lejos, a través de las candentes arenas; jefes poderosos connumerosossúbditos,queseparecíanmásalosárabesdesuimaginaciónydecuyasvidas teníauna idea sumamentevaga.Cuandonoestabanocupadosenmatara susvecinos los imaginaba pasando días enteros bajo la influencia de narcóticos,aletargadossensualmente.Lasfotografíasquehabíavistoengeneralfuerondeviejosobesos sentados en cuclillas a la entrada de sus tiendas, atendidos por hordas de

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sirvientesy contemplando lánguidamente, conairedemortal aburrimiento, a algúnmiserableesclavoqueeraazotadohastamorir.

No había estado preparada para la incesante actividad del hombre del cual eraprisionera. Su vida era dura, azarosa y atareada. Sus días estaban plenamenteocupados,enparteconlosmagníficoscaballosquecriabayenparteconasuntosdela tribuque loalejabandelcampamentohorasenteras.Enunaodosoportunidadeshabía estado ausente la noche entera y había regresado al amanecer con todas lasseñalesdehabergalopadodefirme.Algunosdíasellasalíaacaballoensucompañía,perocuandoélnoteníatiempooganaslaacompañabaelvaletfrancés.UnhermosocaballotordillodepurasangrellamadoSilverStarhabíasidoreservadoparasuuso,yavecessobreellomodelbriosoanimalpodíaolvidarporunrato.Losmomentosdedescansoeranmenosfrecuentesdeloquehubieranpodidoser,yeraporlasnochescuandoGastónseretirabaysequedabasolaconelsheik,cuandounamanoheladaparecía estrujar su corazón. Y, según el humor que tuviera, él le hacía caso o laignoraba. Exigía una obediencia implícita a su menor capricho con la tiraníainconsciente de una persona que había estado siempre acostumbrada a mandar.Gobernaba a sus indisciplinados súbditos despóticamente, y era evidente que almismo tiempo lo querían y lo temían.Había visto ella incluso a su tenienteYusefamilanarseantesuceño,queellahabíaaprendidoatemer.

«Los tratascomoperros», ledijounavez.«¿No tienesmiedodequeundía selevantencontratiyteasesinen?».

Yélsehabíalimitadoaencogersedehombrosyareírse,conlamismarisasuavequenuncadejabadehacerlaestremecer.

La única persona cuyo afecto no parecía mezclado con otro sentimientocontradictorioeraelvaletfrancés,Gastón.

Loquemás la afectabaera la completa indiferenciadel sheika todo loquenofuerasuvoluntad,suegoísmooriental.Tratabasussúplicaseinvectivasconlamismaindiferencia. Los paroxismos de loca furia que la atacaban periódicamente no loimpresionaban. Los acogía con un encogimiento de hombros desdeñosos o lacontemplabaconfríacuriosidad,mostrandoloslabiosabiertosenunasonrisacruel,como si la disección de sus lacerados sentimientos lo divirtiera, hasta que supaciencia se agotaba, y entonces, con unmovimiento rápido que ella nunca podíaeludir,susmanoslaaferrabanylamiraba.Solamenteeso,perosujetaporsusdedosafiladosybajolamiradadesusojososcurosyardientes,lossuyossebajabanylaspalabrasseextinguíanensuslabios.Teníamiedofísicodeél,yseodiabayloodiabapor el temor que le inspiraba. Su fuerza era anormal, y detrás de ella estaba eldespreciodelaleyyelabsolutismoquelepermitíandarriendasueltaasusimpulsossalvajes.Ensusmanosteníapoderdevidaomuerte.

Unospocosdíasdespuésdehaberseapoderadodeella, lohabíavistocastigaraunsirviente.Nosupocuálhabíasidolafaltacometidaporelhombre,peroelcastigolepareciófueradetodaproporciónimaginable,yhabíamiradofascinadadehorror,

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hastaqueélarrojóellátigo,ysinunaojeadaalbultosanguinolento,acurrucadoenelsuelo con sugestiva inmovilidad, se volvió despreocupadamente a la tienda. Elespectáculo la había enfermado y siempre la perseguía. Su insensibilidad lahorrorizabamásaúnquesucrueldad.Loodiabacontodalafuerzadesunaturalezaorgullosa y apasionada. Lo odiaba todavíamás por su hermoso rostro y su cuerpoflexibleymusculoso.Laúnicavirtudqueposeíaasusojosera lacarencia totaldevanidad,cosaqueseveíaobligadaaadmitirdemalagana.Eratanpococonscientedesímismocomoelanimalsalvajeconelcuallocomparaba.

«Es igualaun tigre»,murmuróentre loscojinesconunestremecimiento,«Unafierahermosa,crueleimplacable».RecordóauntigrequehabíamatadoelinviernoanteriorenlaIndia.Despuésdehorasdefatigosaeincómodaesperaenelmachan,elhermosoanimal sehabíadeslizadosilenciosoentre losmatorralesyhabía salidoalclaro.Avanzóamitaddecaminodelárboldondeellaestabaencaramadaysedetuvoaescuchar;y elpaso largoy suelto, la actitudaltivade la cabezaerguida, elgestocrueldeloslabiosylosojosferoceschispeantesalaluzdelaluna,eranidénticosalaexpresiónyposturadelhombrequeerasumío.Entonceshabíasidoadmiraciónsintemor, y había vacilado ante la idea de destruir caprichosamente una cosa tanperfecta, hasta que la presiónde los dedosde su shikari en el brazo lavolvió a larealidad y le hizo recordar que «la cosa perfecta» había devorado a una mujer lasemanaanterior.Peroahoraeramiedoconunaadmiraciónaregañadientesporlaquesedespreciaba.

Unamanoque seposóen suhombro lahizo incorporarse sobresaltada, conungrito. Habitualmente dominaba mejor sus nervios, pero las espesas alfombrasapagaban todos los ruidos, y ella no lo había esperado tan pronto.Había salido alamanecer y regresadomucho después de la hora habitual, después estuvo echandounasiestatardíaenelaposentovecino.

Irritadaconsigomisma,semordióloslabiosyapartódeungolpeloscabellosdela frente. Él se dejó caer en el diván a su lado y encendió el inevitable cigarrillo;fumabacontinuamentemientrasnoestabaacaballo.Lomirócondisimulo.Sehabíarecostado con la cabeza echada hacia atrás en los cojines, soplando, descuidado,sortijas de humo ymirando cómo eran arrastradas hacia la puerta abierta. Al ratobostezóysevolvióhacialamujer.

—Zilahesmuydescuidada.Insísteleenqueguardetusbotasynodejetusropastiradas en el suelo. Hoy había un escorpión en el baño —dijo perezosamente,estirandosuslargaspiernas.

Ella se ruborizó intensamente, como siempre le ocurría cuando él hacía algunareferenciacasuala la intimidaddesusvidas.Esa indiferencia laasustaba,puesesedescuido implicaba la continuidad de un estado que la llenaba de vergüenza. Suactitud invariablemente sugería una duración de sus relaciones que la dejabaanonadada, conunaespeciededesesperación impotente.Se sentía tan segurode símismo,tansegurodeposeerla.

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Sintióque lasangre lesubíaahoraal rostro,cubriéndolohasta lasraícesdesuscabellosycoloreandosufinocuello,yse llevólasmanosa lacaraparaocultarlaasus ojos. Exhaló un suspiro de alivio cuando entró Gastón, trayendo una pequeñabandejacondostazasafiligranadasdecafé.

—He traído café; el té de madame se ha acabado —murmuró con tono deprofundaaflicción,yconungestoquesugeríaunacalamidadnacional.

Había llevado ella en la gira té suficiente para que le durara unmes. Era otroalfilerazo, otro recuerdo. Apretó los dientes, moviendo irritada la cabeza y seencontrómirandounpardeojosburlonesy,comosiempre,lossuyoscedieron.

Gastóndijounaspalabrasenárabeasuamo,yelsheiksorbióelcaféhirvienteysalió conpremura.El valet semovió dentro de la tienda con su habitual habilidadsilenciosa, recogiendo colillas de cigarrillos y fósforos apagados, y arreglando lahabitaciónconunsentidopeculiarmentesuyodelorden.Dianalocontemplabacasifastidiada.¿Eralainfluenciadeldesiertoloquehacíaquelosmovimientosdetodosesos hombres fueran felinos, o estaba el sirviente copiando consciente oinconscientementeasuamo?Conunimpulsorepentinodeirritabilidadinfantilsintióel deseo de romper algo y, con mano impetuosa, hizo volar la pequeña mesaincrustadaconlabandejaylastazasdecafé.Seavergonzódelimpulsoantesdequecayeran y miró a Gastón cuando limpiaba los restos con ojos ansiosos. ¿Qué lepasaba? El genio equilibrado de que se jactaba, y los nervios que habían sido suorgullosehabíandesvanecidoenelúltimomes.Silosnervioslefallabantotalmente,¿quéseríadeella?¿Quéharía?

Gastón se marchó y ella miró alrededor de la tienda con expresión de fieraacosada.Noparecíahaber escapatoriaposibledeuna situaciónangustiosaquecasirebasabaloquepodíasoportar.

Habíaunasalidaenlaquehabíapensadoconfrecuencia,yhabíabuscadomuchasvecesconlaesperanzadehallarelmedio.Peroelsheiktambiénlohabíapensadoytomadoprecauciones.Undíaleparecióquepodríarealizarsudeseodesesperado,ysolovacilóunmomentoalextenderlamanoparaempuñarelrevólverquehabíasidodejado sobre una mesa, pero al cerrarse sus dedos sobre la culata una manomusculosaatenazólasuya.Élhabíaentradoconpasosilenciosoyllegadoasuladosinquesedieracuenta.Lehabíaquitadoelarmaensilencio,conlosojosfijosenlosdeella,ylaabriómostrándoleelcargadorvacío.

—¿Creesquesoycompletamenteestúpido?—lepreguntósinlamenorexpresiónensuvoz.Ydesdeentonceshabíaestadobajounavigilanciaincesanteydiscretaqueno lehabíadejadoocasióndeponer enpráctica su terrible resolución.Escondió elrostroentrelasmanos.«¡Oh,Diosmío!¿Noterminaráestojamás?¿Nopodrénuncaalejarmedeél?».

Se puso en pie de un salto y empezó a caminar con agitación alrededor de latienda, con lasmanos cruzadas a la espalda, la cabeza erguida y comprimidos los

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labios.Surespiracióneraentrecortadacomosihubieraestadocorriendoyensusojoshabíaunamiradalejana,vacía.

Gradualmente recuperó el dominio de sí misma y la excitación nerviosa seextinguió,dejándolasumamentefatigada,cosamuchomejorqueelvacíosilenciosodelagrantienda.Unruidoafueralaatrajoysalióalapuerta,debajodeltoldo.

Cerca de ella, el sheik conGastón yYusef estaban contemplando un potro sindomar,contenidocondificultadpordosotreshombresqueseaferrabantenazmenteaélapesardesusesfuerzosporescaparse,ymásalláhabíaunsemicírculodeárabes,algunosmontadosyotrosapie,quedejabanunamplioespaciolibreentreellosylatienda. Todos estaban intensamente excitados, hablando, gesticulando y girandoalrededordelcírculoexteriorqueformaban.Dianaseapoyóenunadelaslanzasquesujetaban el toldo y contempló la escena con creciente interés. Este campamentoestabamuchos kilómetros al sur del que había sido llevada la primera vez, y quehabíasidolevantadounosdíasdespuésdesucaptura.Laescenaeramaravillosa,laslejanascolinasborrosasalaluzdelatarde,losjinetesmoviéndosecontinuamentedeun lado para otro, los racimos de palmeras detrás de la tienda, la turba de figurasbárbarasconsuspintorescasvestimentasblancas,yenmediodetodo,elhermosoysalvajeanimal,enloquecidoporelruido,coceandoymordiendoaloshombresquelosujetaban.Despuésdeunmomentoelsheikalzóunamanoyunhombreseseparódelamultitudparlanchinaparaaproximarseaélhaciendounareverencia.Elárabedijounas palabras, y con otro saludo y una sonrisa dio la vuelta y se acercó al grupoagitadodelcentrodelapista.

Dianaseincorporóinteresada.Ibanadomaralenloquecidopotrillo.Yahabíasidoensillado. Varios hombres se adelantaron a la carrera, y entre ellos el animal fuesujetado a la fuerza por unmomento; solo unmomento, pero lo suficiente para elhombre, que saltó como un relámpago sobre su lomo. Los otros se apartaron,huyendo del alcance de sus terribles cascos. Sorprendido por unmomento, ante elpeso al cual no estaba acostumbrado, el potrillo se detuvo y luego se alzóverticalmente hasta darle a Diana la impresión de que iba a caer de espaldasaplastandoaljineteaferradoaél.Perofinalmentebajóyporunosinstantesfuecasiimposible seguir susmovimientos espasmódicos,mientras tratabade librarse de sudomador.El final llegó rápido.Conunaviolenta sacudidade todo su cuerpo lanzópor encima de la cabeza al árabe, que cayó con un golpe sordo y quedó inmóvil,mientras losdemás,quelohabíanestadoconteniendo,seabalanzabansobreély losujetabanantesdequesedieracuentadesulibertad.

Dianamiróhaciaelcaído;unpequeñogruposehabíareunidoasualrededor,ysucorazónlatiómásaprisaalpensarqueestabamuerto.Muertotanrápidamenteysolounminuto antes había estado lleno de vida y de energía.Lamuerte no significabanadaparaesossalvajes,pensóconamargura,mientrascontemplabacómoelcuerpoinanimadoera llevadopordoso treshombresquediscutíanviolentamentesobresucarga.Miró al sheik. Parecía completamente despreocupado, y ni siquieramiró en

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dirección al accidentado.Por el contrario, se rioy, volviéndose aYusef, le puso lamanoenelhombroyseñalóconlacabezaalpotrillo.

Diana lanzó una exclamación.No perdonaba a nadie. Iba a hacer que el jovencorriera su albur como lo había corrido el domador. Sabía ella que el tenientemontababien,comolohacían todos lossúbditosdeAhmedBenHassan,yquesusmodaleslánguidoseransolounaafectación,peroeratanjovenyalegre,yelriesgoparecía enorme.Habíavistomuchasveces antesdomarpotros,peronuncauno tansalvaje como aquel. Sin embargo, era evidente que Yusef aceptaba encantado laoportunidad. Con una carcajada por respuesta, avanzó arrogante, siendo acogidoruidosamenteporloshombres.SehizolomismoqueantesyYusefmontódeunsaltoen la silla. Esta vez, en lugar de alzarse, el asustado animal corría hacia adelantetratandoalocadamentedeescapar,peroloshombresmontados,cerrándoleelpaso,lovolvieronallevaralcentrodelapista.Entoncestornóasusprimerastácticasconunarapidezexcesivaparaelagraciado jovenque lomontabay,pocosminutosdespués,fuedespedidopesadamente.Conunagudorelinchoelpotrilloselanzósobreélconlaboca abierta yYusef alzó el brazo hasta la cara. Pero los hombres lo alcanzaron atiempo, arrastrandoal animalpor la fuerza.Yusef sepusodepie tambaleándosey,cojeando, marchó a las tiendas situadas detrás. Diana no lo pudo ver bien por lamultitudquelorodeaba.

Nuevamentemiróalsheikyrechinólosdientes.SehabíainclinadoparaencenderuncigarrilloconunfósforoqueleofrecíaGastón,yambosseacercaronalcaballo.Elanimalestabaahoracompletamenteenloquecidoycadavezeramásdifícilsujetarlo.Seaproximaronalospeonesquesedebatíanygritaban,yunsegundodespuésDianavioaGastónsentadofirmementeenlasilla.Elhombrecitomontabamagníficamenteyofrecióunaresistenciamáslargaquelosotros,peroalfinalletocóelturnoypasóporencimadelacabezadelcorcel.Cayósobrelasmanosylasrodillas,ysepusodepieenuninstante,enmediodefuertesrisotadas.Riéndoseéltambién,volvióalladode Ahmed, encogiéndose de hombros y con las manos extendidas en un gestoelocuente.Hablaron los dosunmomento, demasiadobajopara queDianaoyera, yenseguidaAhmedBenHassanvolvióotravezalcentrodelapista.LarespiracióndeDianaseaceleró.Adivinósuintenciónantesdequellegaraalpotrillo,yavanzóunospasossaliendodedebajodeltoldo,yendojuntoaGastónqueestabavendándoseconelpañuelounadesgarraduraenlamano.

—¿Vaaintentarmontarmonseñor?—preguntóconvozalgoentrecortada.Gastónledirigióunamiradarápida.

—¿Intentar,madame?—replicóconvozrara—.Sí,lovaaintentar.Nuevamentefueocupadalasillavacíayunsilenciocuriosoreinóenlamultitud.

Diana miró con ojos brillantes y duros, mientras el corazón le latía con fuerza.Deseabaapasionadamentequelabestialomatara,yalmismotiempo,ilógicamente,queríaverlodominaralenfurecidoanimal.Elinstintodeportivoenellareconocíayrespondíaalaluchaqueseestabadesarrollandoantesusojos.Loodiabaydeseaba

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que muriera, pero se veía obligada a admirar la maravillosa demostración deequitación que estaba contemplando. El sheik semantenía firme como una roca ytodos los esfuerzos que hacía el animal por desmontarlo fracasaban. El potrilloluchabalocamente,lanzándoseconfuriahaciadelanteyatrás,deteniéndoseensecocon la esperanza de desmontar al jinete, y girando hasta parecer imposible que semantuviera de pie.Luego empezó a encabritarse, verticalmente, agitando sus patasdelanterasenelaire,cadavezmásalto;acontinuaciónsedejabacaerparaempezarotravezsinunmomentoderespiro.

DianaoyósilbarentredientesaGastón:—¡Mire,madame!—gritóderepente.Dianavioqueelsheikechabaunarápidaojeadadetrásdesí,ycuandoelpotrillo

se encabritó de nuevo, casi perpendicular, con un tirón deliberado lo hizo caer deespaldas, saltando limpiamenteconun tremendoesfuerzoenelmomentoenqueelcaballosegolpeabacontraelsuelo.

Estabamontadodenuevocasiantesdequeelaturdidopotrosehubierapuestodepie.YentoncesempezóunaescenaqueDianajamásolvidaría.Eralaluchafinalquedebíaterminarconladerrotadelhombreodelcaballo,yelsheikhabíadecididoquefueraladelúltimo.Elcastigofueejemplarparaelindómitoanimal.Enélsemezclóelsalvajismoyladeterminacióndelhombrecontralalocadeterminacióndelcaballo.Fueunahorribledemostracióndefuerzabrutaycrueldadimplacable.Dianacasiseenfermó de horror desde el principio; quería apartarse, pero sus ojos se fijabanfascinadosenlabatalla.Elsilencioquehabíacaídosobrelamultitudsehabíatrocadoen rugidos de excitación, y los hombres se adelantaban ansiosos, para retrocederprecipitadamentecuandoloscascosdelanimalrelampagueabandemasiadocerca.

Dianatemblabaentera,ysusmanossecrispabanyaflojabanmientrasmirabaalhombre que parecía formar parte del caballo quemontaba. ¿No terminaría nunca?Ahora no le importaba cuál de los dos mataría al otro, con tal de que cesase. Laresistencia del hombre parecía simple bravata.Apretó el brazo deGastón con unamanocompletamentemojadaensudor.

—¡Eshorrible!—exclamóconacentodeodio.—Esnecesario—replicóélconcalma.—Nadapuedejustificareso—gritóellaapasionadamente.—Perdón,madame. Tiene que aprender. Esta mañana mató a un hombre, lo

desmontóyluegolotrituró.Dianaescondiólacaraentrelasmanos.—Nopuedo soportarlo—dijo dolorosamente.Unosminutosmás tarde,Gastón

chasqueólalenguacontralosdientes.—¿Ve, madame?, ya está —dijo con voz suave. Levantó ella la vista,

atemorizada.Elsheikestabadepieentierrajuntoalpotrilloquesetambaleabaconlosflancosagitadosylacabezachata,chorreandosangreyespuma.Yjustocuandomiróella,vacilóysedesplomóagotado.LagentecorriódetodaspartesyGastónsedirigióalladodesuamo,quedominabaalamultitudquelorodeaba.

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Diana se volvió con una exclamación de disgusto. Era ya bastante haberpresenciado una demostración de tal brutalidad; pero era demasiado continuar allíparapresenciarcómoloaclamabansussalvajescamaradasporsucrueldad.

Se dirigió lentamente a la tienda, alterada por el espectáculo que habíacontemplado, y permaneció indecisa al lado del diván.La sensación de desamparoque había experimentado con tanta frecuencia la invadió con fuerza renovada. Noteníaadóndeirparaalejarsedeél,ningunaprivacidad,ningúnrespiro.Díaynochetenía que soportar su presencia, sin ninguna esperanza de poder escapar.Cerró losojos,presaderepentinaangustia,peroseirguióaloírsuvozafuera.

Entró riéndose, sosteniendo un cigarrillo en la mano manchada de sangre,mientras que con la otra se secaba el sudor de la frente, dejando en ella huellasrojizas.Seapartóella,mirándoloconojosqueechabanchispas.

—¡Eresunbruto,unabestia,undemonio!¡Teodio!—gritóconfuria.Por unmomento una expresión violenta se dibujó en el rostro del árabe, pero

enseguidasevolvióareír.—Odiamesiquieres,mabelle,peroódiamebien.Detestolamediocridad—dijo

entonodechanza,mientraspasabaalaotrahabitación.Dianacayóeneldiván.Nuncasehabíasentidotandesesperadaeindefensa.Se

quedó con la mirada fija al frente, temblando, mientras recordaba la escena queacababadecontemplar,almismotiempoquesusdedosestrujabannerviosamentelospliegues verde jade de su vestido de seda. Rogaba con ansia que algún poderadormeciera sus sentimientos y embotara su capacidad de sufrir. Al ver entrar aGastónlomiróconexpresióndura.Éltambiénhabíaaprobadoloquehizoelsheik,ytambiénhubierahecholomismodehaberpodido.Erantodosiguales.

—¿Hamuerto el hombre que cayó primero?—preguntó en forma brusca, conalgodesuantiguaaltivezenlavoz.

—¡Oh, no,madame! Ha sufrido una conmoción, pero quedará perfectamente.Estosárabestienenlacabezadura.

—¿YYusef?Gastónsesonrió.—Elpetit sheik tienerota laclavícula.Noesnada.Unosdíasdedescansopara

quelomimenensuharén,yvoilá!—¿Suharén?—repitióDiana,sorprendida—.¿Escasado?—Mais oui, madame. Tiene dos mujeres. Al oír la exclamación de Diana, se

encogiódehombroscomoexcusándose.—¿Quévoulez-vous? Es la costumbre del país—dijo en tono tolerante, con el

airedeadmitirunhechotristeconlamejorgraciaposible.Las costumbres del país eran un tema peligroso, y Diana lo cambió

apresuradamente.—¿Dóndeaprendisteamontar;Gastón?—EnunstuddecarrerasenAuteuil,madame,cuandoeraunmuchacho.Después

servícincoañosenlacaballeríafrancesa.Yporúltimo,entréaservirconmonseñor.

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—¿Ycuántotiempohasestadoconél?—Quinceaños,madame.—Quinceaños—repitióellapensativa—.¿Quinceañosaquí,eneldesierto?—Aquíyenotroslados,madame—contestóélmáslacónicoquedecostumbre,y

con un murmullo de excusa y salió del aposento, Diana se reclinó en los cojinesexhalandoundébil suspiro.Gastónno teníapor qué temerque ella hubiera estadotratando de sonsacarle los secretos de su amo. Aún no había caído tan bajo. Elmisteriodelhombrecuyocaminosehabíacruzadoconelsuyo,enformatanterrible,parecíaaumentarenlugardedisminuiramedidaquepasabaeltiempo.¿Quépodertenía para atraerse el afecto de sus salvajes súbditos y del pequeño exsoldado decaballeríafrancés?Fruncióelceñoperplejaytodavíaestabapensandoenesocuandovolvió él. Inmaculado y bien arreglado, era muy distinto del salvaje de cabellosrevueltosymanchadosdesangredemediahoraantes.Ledirigióunamiradanerviosarecordandosuestallido,perovioquenoestabairritado.Teníaaspectograve,peroesagravedadparecíaconcentradaenélmismo,mientrassepasabasuavementelosdedospor su barbilla. Había visto hacer lo mismo a Aubrey centenares de veces.Occidentalesuorientales,loshombreseranmuyparecidos.Esperóquehablaraperofueenvano.Erapresadeunodeesosaccesosdetaciturnidadalosqueellasehabíaacostumbrado. A veces pasaban horas en que él sencillamente la ignoraba porcompleto.Lacenafuesilenciosa.HablóunavezaGastón,perolohizoenárabe,yelsirvientereplicóúnicamenteconunainclinacióndeasentimiento.Despuésdehabersemarchado Gastón, no habló durante largo rato, sino que se sentó en el diván, alparecerabsortoensuspensamientos.

Inquieta,Dianafuedeunladoparaotroenlatienda,examinandodistraídamenteobjetos que conocía dememoria, y hojeando las páginas de revistas francesas quehabíaleídounadocenadeveces.HabitualmentedabagraciasaDiosporesosaccesosde silencio, pero esta noche, con veleidad femenina, quería que hablara. Tenía losnerviosalteradosyelsilenciolaoprimía.Unaodosveceslomiródesoslayo,perosuaspectoerainabordable.Sinembargo,cuandolallamó,deseóquehubieracontinuadocallado. Fue lentamente hacia él. Se sentía demasiado enervada para resistir estanoche.¿Dequéserviría?,pensócontristeza,forzosamenteterminaríaenunaderrota,comosiempre.Lahizosentarsea su lado,eneldiván,yantesdequeella sedieracuenta de lo que él hacía, le pasó por la cabeza un largo collar de jade. Por unmomentocontemplóellaatónita lamaravillosa joya,casiúnicapor lapurezadesucolorylatallamagníficadelostrozoscuadradosuniformesdequeestabacompuesto,yluego,conungritosordo,seloarrancóyloarrojóalsuelo.

—¿Cómoteatreves?—exclamó.—¿Notegusta?—lepreguntóélconsuvozgraveypausada,alzandolascejas

con sorpresa real o fingida—. Sin embargo, hace juego con tu vestido —y tocóligeramenteconsusdedosalargadoslosplieguesdesedaverdequecubríanlacurvajuvenildesuseno.Miróunacajaabiertallenadepiedrasbrillantesqueestabasobre

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un tabureteasu lado—.Lasperlassondemasiadofríasy losdiamantesdemasiadovulgaresparati—dijolentamente—.Nodeberíasusarmásquejade.Eselcolordelcielodelanochecercontralapuestadelsoldetucabello.

Nuncalehabíahabladoasíniempleadoesetonodevoz.Susmétodoshabíansidomásviolentosque tiernos.Ledirigióunarápidamiradaal rostro,peronosupoquépensar.Ensusojosnohabíaamor,nisiquieradeseo,sinounagentilezainusitada.

—Tal vez preferirías los diamantes y las perlas —continuó, señalandodesdeñosamentelacaja.

—No, no, ¡los odio! ¡Lo odio todo! No usaré tus joyas. No tienes derecho apensarquesoyesetipodemujer—gritóhistéricamente.

—¿No te gustan?BonDieu! Ninguna de las otras mujeres las rechazó. Por elcontrario,nuncalesparecíanbastantes—añadióriéndose.

Diana levantó la vista con aire sorprendido, y con una expresión de horrorcrecienteensusojos.

—¿Otrasmujeres?—repitió.—No creerás que has sido la primera, supongo —manifestó él con brutal

sinceridad—.Nomemiresasí.Nofueroncomotú,vinieronamídebuengrado…,demasiadodebuengrado.¡Alá!¡Cómomeaburrían!Mecansédeellasantesdequeellassecansarandemí.

Secubrióella losojosconlamano,conunsollozo, tratandodeapartarsedeél.Nuncahabíapensadoeneso;noselehabíaocurrido,eraunadetantas,unadeunaseriedeamantestomadasydejadasacapricho.Seretorciódevergüenza.

—¡Oh,me haces daño!—murmurómuy bajo, pero enseguida la ira extinguiótodootrosentimiento.

Élhabíaaflojadoelbrazoconquelarodeabayellaloaprovechóparalibrarseyponerseenpiedeunsalto.

—Te odio, ¿entiendes? ¡Te odio! ¡Te odio! Él encendió calmosamente uncigarrilloantesdecontestaryadoptóunaposturamáscómodaeneldiván.

—Yamelodijisteestatarde—dijoporfinconfrialdad—,yconlarepeticióntufrasesevuelvemenosconvincente,machérie!

Sufuriasedisipó.Estabademasiadocansadaparairritarse.Sesentíahumilladaydolorida,yelhombrequeteníadelanteposeíaelpoderdeherirla,peroellaestabaasumerced y esta noche no podía luchar. Se despejó el cabello de la frente con unhondosuspiroymiróalsheiktendidoeneldiván,lafuerzaaceradadesusmiembrospotentes aún en esa actitud indolente en que estaba acostado, su hermoso rostromoreno, inescrutable como siempre para ella, y la sensación de impotencia laenvolvióconfuerzarenovada,yconella,elsentimientodesudebilidadantelafuerzadeél,obligándolaahablar.

—¿Nuncahassentidolástimaporalguienmásdébilquetú?¿Nohasperdonadonadanianadieentodatuvida?¿Notienesentunaturalezanadamásquecrueldad?

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¿Sontodoslosárabescomotú?—dijoconvozentrecortada—.¿Elamornuncatehahechosiquieramisericordioso?

Lamiróélconunaásperarisotadaysacudiólacabeza.—¿El amor?Connaispas! Sí, lo conozco—agregó burlonamente—.Amomis

caballos.—Cuandonolosmatas—replicóella.—Biencorregido.Cuandonolosmato.Habíaalgoensuvozquelahizosentirse

audaz,quelahizosentireldeseodeherirlo.—Sinodasamoralas…mujeresquetraesaquí,¿lesdasamoralasmujeresdetu

harén?Supongoquetendrásunoenalgúnlado,¿no?—lodesafiócongestoy tonodesdeñoso,peroalhablarsediocuentadequesolosehabíaheridoellamismaylevacilólavoz.

Extendióéllamanoderepenteylaatrajonuevamenteasusbrazos,riéndose.—Y si lo tengo, ¿tienes celos? Y si las noches que he pasado lejos de ti las

hubierapasadoenmiharén…,¿quédirías,entonces?—¡Entonces, que Alá ponga en el corazón de una de tus mujeres la idea de

envenenarte,paraquenuncavuelvas!—dijoellaconfuria.—¡Alá!Tanhermosaytansanguinaria—dijoélconfingidoreproche.Enseguida

lehizovolverlacarahaciaél,sonriendoconairedivertidoasusojosirritados—.Notengoharény,graciasaAlá,tampocoesposas,chérie.¿Tegustaeso?

—¿Quémeimporta?Metienesincuidado—replicóella,nerviosa,ruborizándosevivamente.

Laestrechóélmás,mirandoal fondode susojos, reteniéndole lamiradacomopodíahacerlo cuandoquería, a pesar de los esfuerzosde ella por apartarla, conunpodermagnéticoirresistible.

—Haré que te importe. ¿Quieres que haga queme ames? Puedo hacer que lasmujeresmeamencuandoyoquiero.

Sepusoellasumamentepálidayletemblaronlospárpados.Sabía que él se divertía, que sus sentimientos lo dejaban completamente

indiferente, queno le importabaque ella loodiarao lo amara, pero eraunanuevaforma de torturamás detestable que todas las anteriores. La enfurecía que pudieraincluso sugerir que ella podía llegar a amarlo, que podía llegar a mirarlo de otraformaqueno fuera comoun salvajebrutal quehabía cometidounhorrible ultraje.Quepudieracompararlaconlasotrasmujeresdequehablabalasublevaba,sesentíadegradadaymancilladacomonunca,apesardehabercreídoquehabíallegadoalamásbajahumillación.

Levolvióelcoloralrostro.—¡Preferiríaquememataras!—exclamóamargamente.—Y yo también —contestó él con sequedad—, porque si me amaras me

aburrirías y tendría que dejarte marchar. Mientras que así —se rio burlón— nolamentolacasualidadquemellevóaBiskraesedía.

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Lasoltóysepusoenpiebostezando,mientraslamirabaconairedeaprobacióncuando cruzaba la tienda.La solturade su figura juvenil y el aire desafiantede sucabezalerecordabanaunodesuscaballosderaza.Era tanhermosayariscacomoellos.Yasícomodomabaaestos,ladomaríaaella.Estabayacasidomada,peronodel todo, y, ¡porAlá!, tenía que serlo totalmente.Al volverse, su pie chocó con elcollardejadecaídosobrelaalfombradondeella lohabíaarrojado.Lorecogióylallamó.Ellavolvióaregañadientes,conexpresiónderebeldíaenlosojos.

—No—fueapenasalgomásqueunsusurro.—Lo vas a usar para agradarme—continuó él con el mismo tono suave, y la

odiadaexpresióndeburlaasomóensusojos—,paraagradaramiespírituartístico.Tengounespírituartístico,aunquesoloseaunárabe.

—¡Noloharé!La burla desapareció de sus ojos como un relámpago, y dejó el lugar a la

ferocidadhabitual;ensufrentesemarcólatantemidaarruga.—Diana,¡obedéceme!Apretóellalosdientesmordiéndoseellabioinferiorhastaqueunhilodesangre

manchó su blancura. Si gritara o amenazara como habitualmente hace cualquierhombreirritadoestabaseguradequepodríadesafiarlomástiempo,perolarabiafríaque lo caracterizaba siempre era infinitamentemás siniestra y la paralizaba con sufuerzasilenciosa.Nuncalehabíaoídoalzarlavozcuandoestabairritadoniapurarsutono lentoy suavehabitual, pero senotabauna inflexiónen lavozyasomabaunaexpresión a sus ojos mucho más terrible que cualquier explosión. Había vistoretrocederasushombrescuando,estandocercadeél,apenashabíapodidoescucharlo que decía. Había visto acallar con una mirada una disputa que había surgidodemasiadocercadesutienda.Yahorahabíaesainflexiónensuvozyesaexpresiónensumirada…

Era inútil resistir más. El temor que le inspiraba era una agonía. Tendría queobedecer, como finalmente siempre él la obligaba a hacerlo.Apartó los ojos de lamirada imperiosa, con el pecho agitado y tembloroso elmentón, y extendiendo lamanotomóelcollar.Peroelfríodelajoyaensupechoparecióreavivarelvalorqueaúnnohabíamuertodentrodeella.Alzólacabeza,seleencendieronlasmejillasyabrióloslabios,peroéllatomóensusbrazosylecolocólamanosobrelaboca.

—Yalosé,yalosé—dijoconfrialdad—.Soyunbruto,unabestiayundemonio.No necesitas decírmelo de nuevo. Empieza a ser aburrido—le deslizó una manohasta el hombro, apretando con sus dedos su brazo bien torneado y delicado—.¿Hastacuándovasaluchar?¿Noseríamásprudente,despuésdeloquehasvistohoy,reconocerquesoyelamo?

—¿Quieresdecirquemetrataríascomotratastealpotrilloestatarde?—murmuróella,atraídossusojosirresistiblementeporlosdeél,apesardesusesfuerzos.

—Quierodecirquedebesdartecuentadequemivoluntadesley.—¿Ysino?—Adivinóélmásqueoyólaspalabras.

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—Entoncesteloenseñaréycreoqueloaprenderás…pronto.Se estremeció ella entre sus brazos. Era una amenaza, pero no sabía hasta qué

punto debía tomarla literalmente.De nuevo todos los horribles detalles de la tardepasaron como un relámpago por su mente. Cuando él castigaba, castigaba sinmisericordia.¿Hastaquépuntollegaría?Lasnormasárabesnoeranlasmismasdeloshombresentreloscualesellahabíavivido.Lasituacióndeunamujereneldesiertoerasumamenteprecaria.Habíavecesenqueseolvidabaporcompletodequeéleraunárabe,hastaquealgunacosa,comoahora,selorecordabaenformainconfundible.Era un árabe, y comomujer no podía esperar ningunamisericordia de susmanos.¡Susmanos!Miródesoslayo,porunsegundo,losdedosqueoprimíansuhombroylosviodenuevomanchadosdesangre,losviocrispadossobreellátigo.Conocíayaporamargaexperienciaelférreoapretóndeesosdedosafiladosylafuerzairresistibledesusbrazos.Suimaginaciónseechóavolar.Loquehabíasufridoyanoseríanadacomparadoconloquesufriría.Elrecuerdodelafigurapostradaysanguinolentadelsirviente que había azotado se alzó ante ella.Ymientras combatía consigomisma,vacilandoaúnenelapasionadodeseodehacerquesuvoluntadenérgicaysuespírituvaliente triunfaran sobre su cobarde cuerpo de mujer, que instintivamente queríaescapar de toda tortura física, el brazo de él se estrechó alrededor de su cuerpo ysintióellalosfuertesmúsculoshaciendopresiónsobresushombrosysusuavecuellodesnudo,indicandolafuerzalatenteasulado.Levantólentamentelavistahaciaél.

Su expresión no había cambiado, la frente seguía fruncida y no se habíasuavizadosumirada.Laslíneascruelesdelabocapermanecíanylaexpresiónfelinadesucaraeramásmarcadaquenunca.Noamenazabaenvano;habíadicholoquesentía.

—Seríamejorquememataras—ledijocontonolastimoso.—Esoseríamiderrota—replicóélconfrialdad—.Nuncamatouncaballohasta

haberdemostrado,sinlugaradudaalguna,quepuedodomarlo.Contigonohetenidotalprueba.Puedodomarteyloharé.Perotúdebeselegir,yelegirestanoche,simevas a obedecer de buen grado o si debo lograr yo que lo hagas. He sido muypaciente…—agregó, con una sonrisa rara en su rostro—, peromi paciencia se haagotado.Eligepronto.

Insensiblementelafueestrechandomáscontraélhastaquesubrazofuecomounabanda flexible de acero alrededor de ella, y pensó, con un estremecimiento, en losanillosdeunagranserpienteestrechándosealrededordesuvíctima.Hizounesfuerzofinalpordominarse,peroentreellayelanchopecho tanpróximo leparecíaver lacabezadeuncaballo,caídaenagonía,fluyendosangreyespumadesubocalacerada,losflancosagitándoselastimosamente,entoncessetambaleósobreelhombrequelasujetaba.Eltemorfísicovenciósuespíritu.Nopodíasoportarmás.

—Teobedeceré—murmurópesadamente.Letomóelmentónentresusdedosylelevantóviolentamentelacabeza,mirándolacontantafijezaqueleparecióaellaque

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le estaba mirando hasta el alma. Desapareció la arruga de su entrecejo, pero laexpresióndeferocidadseguíaensusojos.

—¡Está bien! —dijo por fin—. Has sido prudente —agregó con tonosignificativo. Le echó la cabezamás hacia atrás, inclinando la de él hasta que suslabioscasitocaronlosdeella.Seestremeciólamujerinvoluntariamente,apareciendoen sus ojos una expresión angustiada. Entonces él sonrió irónicamente—. ¿Odiastantomisbesos?

Tragóellasalivaconvulsivamente.—Yaquenoeresamable,porlomenoseressincera—ydiciendoesolasoltóyse

diovuelta.Llegó ella hasta la cortina que dividía las dos habitaciones, latiéndole

alocadamenteelcorazón,mareadaporlatensiónquehabíasoportado.Sedetuvounmomento y volvió la vista hacia él, asombrada de su temeridad. Había abierto laentrada de la tienda y estaba en la puerta mirando la noche. El aroma del tabacopeculiarqueusaballegóhastaellaarrastradoporlacorrientedelapuerta.¿Llegaríaalguna vez a comprenderlo? Esta noche, en lugar de imponer simplemente suvoluntad, le había hecho elegir para salvarla, había probado su determinación y sudominio sobre ella. Y con las últimas palabras, la suavidad inesperada habíaaparecidonuevamenteensuvoz,ylaslíneascruelesdesubocasehabíansuavizadotransformándoseenunasonrisadivertida.Esarápida transiciónde la ferocidada laamabilidad era lo que no podía ella captar. Esa naturaleza compleja rebasaba sucomprensión.Haríaporcomprenderlo,perosabíaquenuncaconoceríaelfondodesupersonalidad.Soloestabaseguradequeporalgunarazónpropialahabíaperdonado,ylotemíamásquenunca.

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CapítuloVBajolasestrellasrelucientes

Bajo el toldo de la tienda, Diana estaba esperando a Gastón y los caballos,colocándosenerviosamente susguantesdemontar.Había llegadoal límitemáximodeexcitación.AhmedBenHassansehabíamarchadoeldíaantesynoerasegurosivolveríaesanocheolasiguiente,puesrespondióconvaguedadsobreeltiempoqueestaríaausente.

Se había registrado un constante ir y venir entre sus súbditos; mensajeros quellegabanacaballo,exhaustos,a todashorasdeldíayde lanoche,yel sheikhabíaparecido inusualmente preocupado. No había dado ninguna razón relativa a laextraordinariaactividaddesugenteyellanoselohabíapreguntado.

En las cuatro semanas transcurridas desde que le prometiera obediencia habíaestadomuysilenciosa.Elmiedoyelodiohaciaélaumentabandiariamente.Aprendióa ahogar los salvajes accesos de rabia y las palabras iracundas que subían a suslabios. Aprendió a obedecer; una obediencia de mal grado dada con labioscomprimidosyojosdesafiantes,perodada,yconunsilencioquelasorprendíaaellamisma.Díatrasdíahabíaseguidolarutinahabitual,muda,amenosqueéllehablara;yconsuatenciónocupadaenasuntosmásalládelascuatroparedesdelatienda;élno había notado o no le había interesado notar su silencio. Últimamente la habíadejadomuchosola;habíasalidoacaballoconélcasiadiariohastalasemanaúltima,en que había anunciado secamente que, por elmomento, las cabalgatas debían seracortadas y que Gastón la acompañaría. No ofreció ninguna explicación ni ella lapidió.Había querido ver en eso otro acto de tiranía impuesto por el hombre cuyoejercicioarbitrariodelpodersobreellaytácitaposesióndesupersonalasublevabancontinuamente.

Y bajo la sombría sumisión ardía una furia salvaje de rebelión. Buscabafebrilmente el medio de huir, y ahora la ausencia del sheik parecía ofrecerle laoportunidad esperada. En la soledad de la noche anterior había dado vueltas,impacientedeunladoparaelotrodelancholecho,tratandoenvanodehallaralgúnmediodeaprovecharsulibertadrelativaparaescaparse.SeguropodíahallaralgunaformadeeludirlavigilanciadeGastón.

Laexcitaciónlahabíamantenidodespiertalamitaddelanoche,yporlamañanahizoungranesfuerzoparaocultar suagitaciónyaparecer igualquedecostumbre.Incluso había tenidomiedo de pedir los caballos antes, por temor de que el valetsospecharaalgúnmotivoocultodetrásdeesepedido.Despuésde supetitdéjeunerhabía paseado como loca dentro de la tienda, sin poder sentarse, temiendo que encualquiermomentoseprodujeralavueltadelsheikysefrustraransusesperanzas.

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Miródenuevodentrodelahabitaciónysintióunestremecimientoalrecorrerconsus ojos el lujoso decorado y los diferentes objetos que se habían vuelto tancuriosamente familiares en los dos últimos meses. El inesperado mobiliario y lapersonalidad del hombre quedarían siempre en su recuerdo como un enigma quenunca podría resolver. Había tanto de inexplicable en él y en su modo de vivir.Respiróhondamenteysalióconpremuraalaluzdelsol.

Los caballos estaban esperando y Gastón se encontraba a su lado, presto asostenerle el estribo. Acarició el belfo suave del hermoso tordillo y le dio unaspalmadasensucuellosatinado,conunamanoquetemblabaligeramente.Amabaalcaballo y hoy iba a ser el medio de salvarla. Respondió el corcel a sus cariciasfrotándolelanarizcontrasubrazoyrelinchandosuavemente.Conunamiradafinalalagrantiendadobleyalrestodelcampamento,montóyechóaandarsinotramiradahaciaatrás.

Teníaqueejerceruncontrolrígidosobresímisma.AnhelabalanzaraSilverStaragalopetendidoparadesprendersedeGastón,peroestabaaúndemasiadocercadelcampamento. Debía ser paciente y poner unos cuantos kilómetros entre ella y laposibilidaddeunapersecuciónantesdeintentarnada.Unatentativaprematurasoloserviríaparaquetodalahordasalieraensubúsquedapisándolelostalones.Volvióasumente el recuerdo de la promesa que había hecho al hombre del cual huía. Lehabíaprometidoobediencia,peronohabíaprometidonointentarescapar,yaunsilohubierahechoningunapromesaarrancadaporeltemoreraválida.

Continuó lamarcha,aungalope tranquilo,mientraspasabanporsumenteplantras plan para ser rechazados como impracticables. Silver Star protestabacontinuamentecontraesepasomoderado,sacudiendolacabezaytascandoelfreno.Nollevabacuentadeltiempo,solonotabaquetranscurríaconrapidezyquesialgoibaahacerdebíahacerloloantesposible.PeroGastón,queveníaunospasosdetrásdeella, sedabacuentaperfectamentede lahoraymirandovariasvecesel reloj sepusoalladodeellamurmurandounaexcusa:

—Perdón,madame,perosehacetarde—ylemostróelrelojdepulsera.Dianamirómecánicamentesumuñecayrecordóenesemomentoquehabíaroto

elsuyoeldíaantes.Frenóy,echandohaciaatráselcasco,sesecólafrenteacalorada.Alhacerloselevantóunafuertebrisa,esecuriosovientoquenaceymuerecontantarapidez en el desierto. Entonces se le ocurrió una idea.No eramuy brillante peropodía dar resultado. Echó una ojeada a Gastón que miraba en dirección opuesta;alzandolamanohizoondearsupañuelounmomentoenlabrisayluegolosoltó.Elairelollevóaalgunadistanciayelladiounligerogritoyasiólabridadelcaballodelvalet.

—¡Oh,Gastón,mipañuelo!—exclamóyseñalóellugardondeseencontrabaelpequeñotrozodebatista,destacandosublancurasobreunaroca.

Conunacómicaexclamacióndepesar elvalet echópie a tierray corriópor laarena.

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Esperó ella hasta que estuvo bien lejos, sentada, rígida, con ojos brillantes ylatiéndole violentamente el corazón, y enseguida, quitándose el casco, lo dejó caercon estrépito sobre los cuartos traseros del caballo del sirviente, espantándolo endirecciónalcampamento,yluego,volviendoaSilverStar,tomóhaciaelnorte,sordaalosgritosdeGastón.

Loca de excitación y libre para poder correr como quería, por fin, su caballogalopabacon rapidezyelviento silbabaen losoídosdeDiana.Noseocupóde lasuertedelpequeñofrancésquehabíadejadoapietanlejosdelcampamento.Porelmomentonisiquierapensabaenél,nopensabamásqueensímisma.Latretahabíadadoresultadoporsumismasencillez.Estabaenlibertadynoleimportabaningunaotracosa.Noteníaplanesniideaacercadeloqueibaahacerohaciadóndedebíair,salvo de que seguiría marchando hacia el norte. Abrigaba vagas esperanzas deencontrarseconárabesamistososque,conlapromesadeunarecompensa,lallevaranalacivilización.

Lamayoríadeellospodíanhablaralgodefrancés,yparalodemástendríanqueservirsusescasosconocimientosdeestalengua.

Sabíaqueeraunalocuraintentarcruzareldesiertosola,peronoleimportaba.Eralibre.Estabademasiadoexcitadaparapensarcoherentemente.Sereíaygritabacomolocaysudemenciasecomunicóal tordilloqueibaa lacarrera.Dianasabíaquesehabíadesbocado,quenopodíadetenerloaunquequisiera,peronodeseabahacerlo…,cuantomásrápidomejor.Alalargasecansaría,peromientrastantolodejabahacerloquequisiera.Estabaaumentandorápidamenteladistanciaentreellayelcampamentoquehabíasidounaprisión,entreellayelbrutoquesehabíaatrevidoahacerloquehabíahecho.

Alpensarenelsheiksintióqueladominabaeltemor.¿Siocurrieraalgo?¿Silavolviera a capturar? Se estremeció y un grito escapó de sus labios, pero logródominarse en el acto. Se estaba portando como una idiota despreciable; eraimposible.Pasaríanhoras,y seríaotrodíacuandodieran laalarma;élnosabríaenquédirecciónhabíaido.Tendríamuchoskilómetrosdeventajamontadaenunodeloscaballos más veloces del campamento. Trató de alejarlo de su espíritu. Se habíaescapado de él y de su crueldad; era una pesadilla que se disipaba con rapidez.Sentiría los efectos para siempre; nada volvería a ser igual de nuevo, pero habríandesaparecido el diario temor, la diaria contaminación, la sensación impotente detortura, la vergüenza de la sumisión que la había llenado de un violento odio a símisma, tan intenso, como el odio apasionado contra el hombre que la obligó asometerse a su voluntad. Ese recuerdo viviría para siempre en ella. La habíatransformado en una cosa vil. Le ardieron lasmejillas al pensarlo y se estremeciórecordandotodoloquesoportó.Habíallegadoalomásbajoyllevaríalascicatricestoda la vida. La muchacha triunfante de Biskra se había convertido en una mujerdespuésdeunaamargayhumillanteexperiencia..

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Elpasoeramenosviolentoahora.SilverStaribaconelgalopefirmeeincansablepor el que eran famosos los caballos de Ahmed Ben Hassan. La brisa se habíaextinguidoconlamismarapidezconqueselevantóyhacíamuchocalor.Dianamiróa sualrededorconojosbrillantes.Todoparecíadistinto.Desdeelprimermomentohabíaamadoeldesierto,perodetrásdetodoymezcladocontodosehabíaencontradolasensacióndetemor,lacontinuarestricción,lasumisiónperpetuaaloscaprichosdesuraptor,quelohabíadominadotodo.

Peroahorahabíacambiadoelpanorama.Amabalallanuraondulanteeilimitadaque se extendía ante ella, y a medida que el tordillo subía, cada ondulación delterrenoaumentabasuinterés.¿Quépodríahaberdetrásdelasiguiente?Duranteunahora omás lamarcha se convirtió en una serie de subidas y bajadas enmonótonasucesión, y luego el desierto nuevamente volvió a ser llano y pudo ver a mayordistancia. A unos tres kilómetros de donde se encontraba, veía unas palmerasapiñadas,yDianasevolvióenesadirección.Probablementeindicabanunpozoyerahora de descansar. Era un oasisminúsculo que hizo surgir en ella ciertos temoressobreelpozoquehabíaesperadohallar.Perohabíauno,muyenfangado,ysepusoalimpiarlo lo mejor que pudo para apagar su sed y la de Silver Star, que estabatratando frenéticamente de llegar al agua. Fue un trabajo agotador, pero consiguiósaciaraltordillo,ydespuésdeaflojarlelacincha,seacostóenelsuelo,alasombra.Encendióuncigarrilloyquedóechadadeespaldaconlosojoscubiertosporelcasco.

Por primera vez, después de haberse alejado de Gastón, empezó a pensarseriamente.Loquehabíahechoeraunalocura.Noteníacomidaniaguaparaellaniparaelcaballo,soloDiossabíadóndepodríaestarelpróximopozo.Estabasolaenuna región incivilizada, entre un pueblo salvaje, sin ninguna protección. Podríatropezarconárabesamigosono.Podríallegarauncampamento,opodríaerrardíasenteros sin ver a nadie, en cuyo caso se hallaba en peligro inminente demorir dehambreysed.¿Quéharíaalllegarlanoche?Conungritosepusoenpiedeunsalto.¿Quépodríahacer?Miróalrededordelpequeñooasis conojos sobresaltados, a lasescasaspalmerasyarbustos, elpozodestruidoyel caballo tordilloqueaúnolía subrocal.Porprimeraveztuvomiedo;estabasolayrodeadaporelespaciosinlímites,ysesintióinsignificante.Miróalcielodespejadoysuinmensidadazullaespantó.

Peroenseguidasedesvanecióelpánicorepentinoaquehabíacedidoysuvalorsereanimódegolpe.Eraaúnmediodíaycualquiercosapodríasucederentreentoncesylacaídade lanoche.Soloestabaseguradeunacosa:nosearrepentíade lohecho.DetrásdeellaestabaAhmedBenHassan,yanteellaestabaposiblementelamuerte,yla muerte era preferible. Otra vez se sintió completamente tranquila y volvió a lasombra.Debíadescansarunaodoshorasparaescapardelcalorintenso.Sediovueltabocaabajocon lacabezaentre losbrazosy tratódedormir,peroestabademasiadoexcitadayprontoabandonólaidea.Ademáspodíaquedarsedormidademasiadoratoyperderuntiempoprecioso.Seestiróenelblandosuelodesperezándose,encantadade la sombra que la ponía al abrigo del sol ardiente. El tordillo, cansado de vagar

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entrelosmatorralesydeolerlabocadelpozo,seleacercóempujándolaconelbelfo.Ella le aproximó la cabeza a su cara. Era un caballo cariñoso; se le acercó,relinchandosuavemente,ylamiróconojosgrandesyexpresivos.

«No tengo nada que darte, pobre viejo», le dijo ella pesarosa, besándolo en lanarizyapartándolo.Mirónuevamentealcielo;enloaltoseveíaunpuntoblancoqueparecía flotar, un buitre que volaba lentamente. ¡Tal vez en unas horas estuvierapicoteando sus huesos! ¡Cielo santo! ¿Por qué se le ocurrían esas ideas? ¿No lequedabanadadelvalorquehabíasidosusegundanaturaleza?Sisedejabadominarpor losnervioseramejorqueno realizaraningúnesfuerzomás, sinoque sedejaramorircuantoantes.Condedostemblorosostomóotrocigarrillo;elfumarlacalmaría.Y sin embargo, vaciló antes de encenderlo; le quedaban muy pocos y tal vez sunecesidad pudiera ser mayor después. Pero con una risa nerviosa abrió la finacigarrerayencendióunfósforo.

De nuevo se volvió a echar en una postura cómoda. Sentía a su alrededor losinnumerablesruidosdébilescaracterísticosdeldesierto;elzumbidodelosinsectos,elsusurro de la arena y el crujido de una rama, sonidos que hubieran sidoincomprensibles una semana antes. Durante unos minutos atrajo su atención unaaraña de la arena y contempló su actividad con creciente interés. Poco a pocounasensacióndesoporseapoderódeellayderepentenotóqueelaireestabaimpregnadodelaromadeltabacoquesiempreacompañabaalsheik.Estabafumandounodesuscigarrillos.Siemprelahabíaafectadofuertementelainfluenciadelosolores,yahoraelaromaextraordinariamentepenetrantedeltabacodelárabelehizorecordartodoloquehabíaestadotratandodeolvidar.Conungemidoloarrojólejosyocultólacaraentrelosbrazos.

Elpasadovolvióasurgirydesfilarporsumente.Enlamemoriaseleagolparonincidentes,recuerdosdegalopesdesenfrenadosatravésdeldesiertojuntoalhombreque,apesardeodiarlo,provocabasuadmiración,recuerdosdondeloveíaenseñandoaloscaballosqueamaba,montándoloscomouncentauro,recuerdosdeélentresushombres,recuerdosrelacionadosmásíntimamenteconella,desuhumorvariable,susrápidas transiciones de una crueldad salvaje a una amabilidad asombrosa, de laintolerancia brutal a la consideración repentina. Hubo ocasiones en que la habíainteresado a pesar suyo, y había olvidado la situación en que se encontraban unorespectoalotro,escuchandosuvozgraveypausada,hastaqueunapalabraoungestose lohacía recordarvivamente.Recuerdosdemomentos enque ellahabía luchadocontrasuscaricias,yélsehabíaburladodesuimpotenciaconsuenormefuerza,enquehabíayacidoensusbrazossinalientoyagotada,heladademiedoytratandodeeludirsusbesosardientes.Lehabíatemidocomonuncacreyóqueeraposibletemer.Tratódeapartarlo,haciendotodoloposibleporalejarlodesumente,dandovueltasde un lado para otro en la blanda arena mientras luchaba con la obsesión que ladominaba.Loveíatodoeltiempoclaramente,comosiestuvieraallídelantedeella.¿Laperseguiríasiempre,comounfantasma?¿Elrecuerdodelhermosorostromoreno

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laperseguiríasiempreconsusojosardientesysubocacruel?Hundiómásaúnlacaraentre losbrazos,pero lavisiónpersistióhastaqueconungritose incorporóconelpecho agitado y los ojos desorbitados, rígida, mirando hacia el sur con una fijezadesesperada que le hizo doler la vista. La sensación de su presencia había sidoterriblementereal.Sedejócaersuavementealsueloconunarisahistéricaycongestofatigadosedespejóelcabellodelafrente.

SilverStar,alponerderepenteelbelfosobresuhombro,lahizoincorporarsedenuevo sobresaltada, con el corazón latiéndole violentamente. «Estoy nerviosa»,murmuró,mirandoa sualrededorconunestremecimiento.«Mevolveré locasimequedoaquímuchomás».

Elpequeñooasisquehabíavistocon tantaalegríasehabíavueltorepugnanteyestabaimpacienteporalejarsedeallí.Montódeunsalto,yconelmovimientorápidodelcaballorecuperólacalmayvolvióaanimarse.

Desechólasensacióndeaprensiónquesehabíaapoderadodeellaysustemoresnerviosos se extinguieron.Un sentimiento temerario,parecidoa la excitaciónde lamañana,lainvadióyespoleóaltordilloque,respondiendoalavozysintiendoapenassu peso, siguió galopando incansablemente. Alrededor reinaba el silencio y unasoledad estupendos. El vasto desierto inspiraba temor. La tarde iba pasando; ya sesentíamásfresco.

Diana no había visto ningún signo de vida humana desde que se separara deGastónhorasantes,yunaligerasensacióndeansiedadagitósucorazón.Habíavistovarias veces huellas de caravanas y vuelto con aversión la cara, al ver huesosblanqueadosporelsoldecamellosmuertos.Observóalgunoschacalesyunavez,asupaso,unahienasehabíaalejadotorpementeentreunasrocas.

Eldesiertollanohabíadesaparecidoyestabaahoragalopandoentreunascolinasdepocaaltura,que ledaban la impresióndeestarapartándoladelbuencamino.Seguiaba por el sol poniente, que transformaba el cielo en unmanto carmín dorado,pero las vueltas intrincadas entre las colinas rocosas la confundían. El largo yestrecho desfiladero parecía estar encerrándola, amenazándola por todas partes, yestaba desesperada por hallar la salida a ese laberinto cuando, al dar vuelta a unacurva particularmente aguda, las rocas desaparecieron de repente y salió a terrenoabierto.Exhalóunsuspirodealivioyanimóalegrementeconlavozalalazán,peroalmirarhaciadelanteseleextinguiólavozyfrenódegolpe,almismotiempoqueseleacelerabanlaspalpitacionesdelcorazón.

Atravésdeldesierto,aproximadamenteakilómetroymediodedistancia,vioaungrupodeárabesquesedirigíanhaciaella.Eranunoscincuenta,ysujefemontabaungrancaballonegroaalgunadistanciadelantedesusacompañantes.Enlaatmósferadiáfanaparecíanestarmáscercade loquerealmenteseencontraban.Noeraesoloqueelladeseaba.Habíaesperadodarconalgúncampamentodondehubieranmujeresoalgunacaravanademercaderes,cuyasconstantescomunicacionesconlasciudadesles hubiera hecho comprender la importancia de llevarla a la civilización sin sufrir

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ningúndaño.Estabandadeguerreros,porquepodíaverclaramentesusfusilesysuformación cerrada y ordenada, no tenía nada de pacífica y la llenaba de temor.Solamentesepodíaesperarlopeordeloscabileñossalvajeseindisciplinados.Habíahuidodeunasuertehorribleparacaerenotraqueseríadiezvecespeor.

Surostropalidecióyapretó losdientesdesesperada.Lossereshumanospor loscualeshabíarogadoeranunaamenazamortal,yahorarogaba,conelmismofervor,quepasaransinobservarla.Talveznofuerademasiadotarde,talveznolahubieranvistotodavíaypudieraescaparyesconderseenlasencrucijadasdeldesfiladero.HizoretrocedermásaSilverStardentrodelassombrasdelasrocas,peroalhacerlosediocuentadequehabíasidovista.Eljefesevolvióenlasilla,alzólamanoporencimade su cabeza, y con un grito salvaje, enmedio de una nube de polvo y arena, loshombresfrenaronsusbestiashaciéndolassentarsesobresuscuartostraseros,mientrasél galopaba solo hacia ella. En el mismo momento una mano helada estrujó elcorazóndeDianayungemidoseescapódesuslabios.Noeraposibleconfundirlo,como tampoco al caballo negro que montaba. Por un momento se tambaleó conrepentinadebilidadyluego,conuntremendoesfuerzo,logrórestablecersehaciendodar vuelta a su caballo, obligándolo a volver por el camino que acababa de dejar.DetrásdeellagalopabaAhmedBenHassanespoleandoalagranbestianegra,comonuncalohicierahastaentonces.

Conelrostropálidoylosojosdesencajados,Dianaibaechadasobreelcuellodeltordillo, y montando como jamás lo hiciera. Con total abandono exigió toda lavelocidad posible del caballo, sin fijarse en el camino áspero y peligroso. Tal vezpudieraeludirasuperseguidorentrelossenderostortuososdelascolinas.Esoeraloúnicoque importaba.Mejor una caídamalaydesnucarsequevolver a caer en susmanos.

Presadepánico, sentíadeseosdegritary semordió los labiosparacontenerelalarido que pugnaba por salir de su garganta. No se atrevía a mirar atrás, sinodirectamentedelantedeella,cabalgandocontodasuciencia,ayudandoaltordilloatomar curvas peligrosas e inclinándose cada vez más en la silla para facilitarle lacarrera.

Ensuterrorhabíaolvidadoelescasotrechoenqueseextendíanlascolinasdesdeelpuntoenquehabíaentradoenellas,yciegamentetomóelsenderoporelcualhabíallegado,dejandoasuderechalacadenaprincipalysaliendoaldesiertoabiertoenelladosurdelasierra.Ahorasoloquedabalavelocidaddesucaballoparasalvarla,¿ypor cuánto tiempo podía contar con ella?Luego, con un ligero rayo de esperanza,recordó que el sheik estabamontando aHalcón, hermano del tordillo, y sabía queningunodeelloshabíapodidoganaralotro.Ellahabíagalopadofuerte todoeldía,pero eraprobablequeAhmedBenHassan lohubierahechomás fuerte aún,nuncamimabaa sus caballosy supeso era considerablementemayorque el de ella. ¿Nosería posible que Silver Star, que llevaba la carga más liviana, sacara ventaja alHalcón? Era una posibilidad. Trataría de sacarle partido, pero jamás cedería. La

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transpiración lebañaba la caray respirabacondificultad.Depronto,unosminutosdespuésdehaberdejadodetráslascolinas,oyólavozprofundadelsheikclaramenteatravésdelespacioquelosseparaba.

—Sinotedetienes,matarétucaballo.Tedoyunminuto.Setambaleóellaenlasilla,aferrándosealascrinesdeltordilloparaafirmarsey

porunmomentocerrólosojos,peronovacilóuninstante.Nosedetendría;nadaenelmundolaharíadetenerseahora.Únicamente,comoloconocía,sacólospiesdelosestribos. Había dicho que tiraría y lo haría, y si el tordillo hacía un movimientoextrañoosedesviabaunmilímetroprobablementerecibiríaellalabaladestinadaalcaballo.¡Mejoreso!¡Sí,hastaesoeramejor!

SilverStar continuóa la carreray elminutoparecióunaeternidad.Luego, aúnantesdequeoyeraeltiro,diounsaltoenelaireysedesplomó.Dianafuedespedidadelasillaycayósobrelaarenablanda.Porunmomentoquedóaturdidaporelgolpe,luegosepusodepietambaleándoseyvolviótrastabillandohastaelpostradoanimal,quecoceabadesesperadamentehaciendoesfuerzoporlevantarse.Ycuandollegabaasu lado, el caballo negro llegó también, deteniéndose de golpe y alzándose casiverticalmente.

Elsheiksaltódelasillaycorrióhaciaella.Latomódelacinturaylaarrojóaunlado. Ella quedó inmóvil donde había caído, estremeciéndose involuntariamente.Habíasidoderrotadayconlaextincióndesuúnicaesperanzasedesvanecióelúltimorestodevalor.Cedióaunterroravasalladorysesintiótotalmenteacobardada.Todassusfacultadesquedaronanuladas,absorbidasporlaúnicafuerzadominante,eltemora suspalabrasy elmiedo al contactode susmanos.Oyóun segundo tiroy sediocuenta de que había puesto fin a los sufrimientos de Silver Star, y luego, unossegundos después, sintió su voz al lado de ella. Se puso de pie titubeando,apartándosedeél.

—¿PorquéestásaquíydóndeestáGastón?Convozahogadalecontótodo.¿Quéimportaba?Sitratabadeguardarsilencio,la

obligaríaahablar.No hizo él comentario alguno, y trayendo más cerca a Halcón la alzó sin

miramientos a la silla.Montando detrás, arrancó inmediatamente el caballo con suhabitual galope tendido. Diana no ofreció la menor resistencia; parecía haberseapoderado de ella una apatía completa.Nomiró el cuerpo de Silver Star, nomirónada, aferrada a la silla con lamirada fija hacia delante, sin ver.Había perdido elcasco al caer y lo dejó, contenta de verse aliviada de la presión sobre su doloridacabeza. El colapso mental la había afectado físicamente y necesitó un verdaderoesfuerzo de voluntad paramantenerse sentada.No tardarían en unirse a los jinetesque losestabanesperando,ysuorgullo leexigíaconcentrar todas lasenergíasparaevitarmostrardebilidad.

AhmedBenHassan no volvió por el desfiladero. Tomó un sendero queDianahabíapasadoporaltoyquebordeabalascolinas.Unamediahoramástardelatropa

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seencontróconellos,puesllegabaapasolentoenladireccióncontraria.Ellanoalzólavistacuandoseacercaron,perooyólavozdetenordeYusefquellamabaalsheik,quiencontestósecamentemientrasloshombresformabandetrásdeellos.

Devueltaporelterreno,quehabíaatravesadoenformatandistinta,comprendióquehabíasidouna locuradesdeelprimermomento.Debíahabersedadocuentadequenuncahabríatenidoéxito,dequenuncapodríallegarsolaalacivilización.Fueuna tonta al pensar que podía lograrlo. La casualidad que la había hecho caer denuevo en poder del sheik, podía con lamisma facilidad haberla hecho caer en lasmanosdecualquierotroárabe.LasuertehabíafavorecidoaAhmedBenHassandelamismamaneraqueella,sinsaberlo,habíaidoacaerensusmanoscuandolacapturópor vez primera. El destino estaba con él. Era inútil tratar de luchar en su contra.Tenía lamente confusay llenadepensamientos indescifrables, de ideas extrañasycontradictoriasquepasabanlocamenteporsuespíritu.Nolascomprendía,nitratabade hacerlo. El esfuerzo de pensar le provocaba dolor de cabeza. Sentía una graninquietud,undolor sordoen sucorazónyuna terribledepresión, totalmente apartedel temor al sheik.Dejó de tratar de pensar; solamente le preocupaba conservar elequilibrio.

Alzó la cabeza por primera vez y contempló el cielomagnífico. El sol casi sehabía puesto, descendiendo como una bola de fuego líquido, y el firmamento, aamboslados,eraunaorgíadeoroycarmín.Elverdemáspálidoquecubríaelcielosedesvanecía en un azul vivo que iba oscureciéndose a medida que se extinguía lagloria de la puesta del astro. Las palmeras dispersas y las colinas lejanas sedestacabanconfuerterelieve.Eraunaregióndemaravillosabelleza,yelcorazóndeDianadiounvuelcorepentinoaldarsecuentadequevolvíaatodoeso.Seinclinabafatigada, incapazde seguir sentadaderecha, y unaodosveces chocópesadamenteconelhombrequemontabadetrásdeella.

Suproximidadhabíadejadoderepugnarle;pensóenesoconunasensaciónsordadeextrañeza.Inclusohastaexperimentabaalivioalpensarenlafuerzatancercanaaella.Susojossefijaronenlasmanos,queaparecíanmorenasymusculosasbajolosplieguesdelasblancasvestimentas.Conocíalafuerzadeloslargosyafiladosdedos,quepodíanserbiensuavescuandoélquería.Susojossellenaronrepentinamentedelágrimas,perologrócontenerlas.

Deseaba desesperadamente llorar.Una ola de terrible soledad se apoderó de sualma,unasensacióndedesolaciónyunanheloextrañoeincomprensible…nosabíaporqué.Aldesvanecerse lapuestadel soly aumentar rápidamente laoscuridad selevantóunvientofrío,ycomenzóatemblardevezencuando,vencidacadavezmáspor la fatiga. Había caído en un completo olvido, cuando fue despertada por unasacudida que la hizo caer violentamente sobre el sheik, pero estaba demasiadocansadaparadarsecuentadeotracosaquenofueraquesehabíandetenidoporalgoyque había palmeras cerca de ella. Sintió que era alzada y envuelta en una capa, yluegonorecordónadamás.

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Se despertó poco a poco, sacudiendo gradualmente una modorra persistente.Estabacansadaaún,perohabíadesaparecidolafatigadesesperada,yexperimentabauna sensación de bienestar y seguridad. El aire fresco de la noche soplaba en surostro, disipando su sueño. Se dio cuenta de que había caído la noche y de queseguían galopando hacia el sur. Unos instantes más tarde se encontrabacompletamente despierta y vio que estaba recostada a través de la silla delante deAhmed,quelasosteníaconsubrazo.Descansabalacabezaencimadesucorazónypodía sentir el latido regular bajo sus mejillas. Tibiamente envuelta en la capa ysostenidafirmementeporsubrazofuerte,alprincipiosecontentóconabandonarsealasensacióndedescansofísico.Erasuficienteporelmomentoestarrecostadaconlosmúsculosflojos,sentirelsoploacariciadordelvientoenlacara,notenerquehacerningúnesfuerzo,ydisfrutarelgaloperápidoyfácildeHalcónmientraslosllevabaalosdosatravésdelanoche.

¡Losdos!Sobresaltabaelpensarlo, sediocuentaclaraentoncesdequiéneraelbrazo que la rodeaba y sobre el pecho de quién descansaba la cabeza. Su corazónlatióconrepentinaviolencia.¿Quélesucedía?¿Porquénoseapartabadelapresióndeaquelbrazoydelcontactodelcuerpocálidoyfuerte?¿Quélehabíaocurrido?Yde repente supo… supo que lo amaba, que lo había amado desde hacía tiempo,inclusocuandocreyóqueloodiabaycuandohabíahuidodeél.Sabíaahoraporquésu rostro la había perseguido en el pequeño oasis almediodía: era el amor que lallamaba inconscientemente.Toda la confusiónmentalque lahabíaasaltadocuandoemprendieronelregreso,lospensamientoscontradictoriosyemocionesencontradas,teníanexplicaciónahora.Peroporfinlosabía,yconocíaelamorquelallenaba,unamorsinlímites,apasionado,quecasilaasustabaconsuinmensidadyconlafuerzarepentina que se había apoderado de ella. Por fin había llegado el amor que habíadespreciadocontantafuria.Loshombresquelaamaronnohabíantenidoelpoderdetocarla,nohabíadadoamoranadie;creyóquenopodíaamar,queestabadesprovistadetodoafectonaturalyquejamássabríaloquesignificabaestesentimiento.Perolosabíaahora…unamorconunaentregatancompletacomojamáshubieraconcebido.

Sucorazónsehabíaentregadoparasiemprealfierohombredeldesierto,queeratandistintode todos losdemásqueconociera;unsalvajequedespreciaba toda ley,quelahabíatomadoparasatisfaceruncaprichopasajeroyquelahabíatratadoconimplacablecrueldad.Eraunbruto,peroloamaba,loamabaporsumismabrutalidadysoberbiafuerzaanimal.¡Yeraunárabe!Unhombredediferenterazaycolor,unnativo;Aubreyloclasificaríasinhacerdistincionescomoun«condenadonegro».Nole importaba.No significaba ninguna diferencia.Un año antes, incluso unas pocassemanas atrás, se hubiera estremecido de repulsión ante la sola idea de que unindígenapudieratansiquieratocarla,perotodoesohabíasidobarridoynoeranadafrentealamorque llenabade forma tancompletasucorazón.No le importabaquefueraunárabe,noleimportabaloquefuera,eraelhombreaquienamaba.Sesentíadelirante,locadefelicidad.Estabaapoyadasobresucorazón,yelcontactodelbrazo

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delamadoleproducíaunjúbiloindescriptible.Sesentíaperfectamentecontenta;porelmomentotodalavidasereducíaaloquelarodeabadeinmediatoyexperimentabael deseo infantil de que pudieran seguir cabalgando así para siempre, hasta laeternidad.

Eraunanochebrillante.Lasestrellasresplandecíanen lanegruradelcielo,y laluzdelalunallenaerasorprendentementeclarayblanca.Losaullidosdiscordantesdeunamanadadechacalesseoyeronaescasadistancia,quebrandolacalmaperfecta.Loshombresgalopabanguardandounsilencio inusitado,aunqueocasionalmenteseoyeraunaexclamaciónenvozbajaoelruidosordodelosarneses.Unavezalguienhizofuegoaunanimalnocturnoquesaltócasidebajodelaspatasdesucaballo.Peroelsheikdiounaviolentavozdemandoporencimadelhombroynohubomástiros.Dianaseagitóligeramente,moviendolacabezaparapoderverlacaradeél,quesedelineabaconclaridadalaluzbrillantedelalunayacentuabaalgunosdesusrasgos,dejandoelrestoenlasombra.Lomiróconrespiraciónacelerada.Mirabafijamentehacia delante, en sus ojos brillaba la luz fría, fruncía las cejas de la formaacostumbrada.Elmentónfirme,tanpróximoalacaradeella,parecíadestacarsemásquedecostumbre.

Lasintiómoverseybajólavista.Porunmomentomiróelladirectamenteasusojos,yluegoconunmurmullosordoeinarticuladoescondiólacaracontrasupecho.Elárabenodijonada,peromovióunpocosucuerpoestrechándolamásenlacurvadesubrazo.

Eramuytardecuandollegaronalcampamento.Brillabanlucesdentrodelatiendayentodaspartes.Prontofueronrodeadosporunamultituddeexcitadoscabileñosysirvientes.Apesarde ladura jornada,Halcónempezóadarcorvetas,sucostumbreinvariable al detenerse, que nada podía quebrantar. A una palabra del sheik, doshombreslosujetaronporlacabezamientrasélpasabaaDianaalosbrazostendidosdeYusef.Sesentíaelladoloridaymareada,yeljovenlaacompañóhastalapuertadelatienda,luegovolvióadesaparecerentrelamultituddehombresycaballos.

Diana se dejó caer fatigada en el diván, cubriéndose el rostro con las manos.Temblabade fatigayaprensión.¿Qué iríaahacerle?Se formuló lapreguntaunayotra vez, con labios mudos y temblorosos, rogando al cielo le diera valor ypreparándoseparahacerlefrente.Porfinoyósuvozy,levantandolamirada,lovioen la puerta. Estaba de espalda a ella y daba órdenes a varios hombres quepermanecíanasualrededor,porquepodíaoírsusvoces.Pocodespués,mediadocenadepequeñosgrupossalieronacaballoendiferentesdirecciones.PorunosmomentosmássequedóhablandoconYusefyluegoentró.Alverlo,Dianaseencogióentreloscojines,peroélnosefijóenlajoven,yencendiendouncigarrilloempezóapaseardeunladoparaotrodelatienda.Ellanoseatrevióahablarle;laexpresióndesurostroeraterrible.

Dosárabesdepasosilenciosotrajeronunacenapreparadaconpremura.Fueunacomidahorrible.Élnohablónidiomuestraalgunadehaberseenteradodequeella

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estabapresente.Diananohabíaprobadobocadoentodoeldía,máslacomidacasisele atragantó y apenas pudo pasarla, pero se esforzó por comer algo. Parecióinterminable hasta que los sirvientes finalmente se retiraron, después de traer dostacitasincrustadasenorodecafénativo.Ellalotomócondificultad.Elsheikhabíareanudado su paseo agitado, fumando cigarrillo tras cigarrillo en interminablesucesión.ElpasomonótonoheríalosnerviosdeDianahastahacerlaestremecercadavez que pasaba delante de ella, y, acurrucada en el diván, lo contemplabacontinuamente,fascinadaytemerosa.

Élnolamiróunasolavez.Detiempoentiempomirabaelrelojensumuñecaycadavezsuexpresióneramássombría.¡Sitansolohablara!Susilencioerapeorquetodocuantopudieradecir.¿Quéibaahacer?Eracapazdecualquiercosa.Elsuspensoeraunatortura.Sintióhúmedaslasmanosydiountirónalcuelloabiertodesublusademontar,sintiendoquesesofocaba.

DosvecesentróYusefadarinformes,ylasegundavezelsheikvolviólentamentede la puerta en donde había estado hablando con él, y se detuvo frente a Diana,mirándolaconexpresiónextraña.

Ella extendió las manos instintivamente, encogiéndosemás entre los cojines yconsumiradavacilandobajoladeél.

—¿Quévasahacerme?—murmuróinvoluntariamente.Éllamirósincontestarledurante un rato, como para prolongar la tortura que sufría, y una expresión cruelasomóasusojos.

—EsodependedeloquelesucedaaGastón—dijoporfin.—¿Gastón?—repitióella,contonoalejado.Habíaolvidadoalvalet;contodolo

ocurridodesdelamañanahabíaolvidadohastasumismaexistencia.—Sí,Gastón—dijoél con tonosevero—.Nopareceshaberpensadoen loque

pudierasucederle.Ellaseincorporólentamente,conunaexpresióndeextrañezaenelrostro.—¿Quépuedesucederle?—preguntó.Apartóélelcierredelapuertayseñalóalastinieblas.—AllíenelsudoesteviveunviejosheikcuyonombreesIbrahimOmar.Sutribu

y lamía han sido enemigas durante generaciones.Últimamente he oído que se haestadoaventurandomáscercadeloquejamásseatrevió.Meodia,ylacapturademisirviente personal sería una suerte mucho mayor que todo cuanto él podría haberesperado.

Dejócaerelcierreyempezóapaseardeunladoparaotronuevamente.Habíauntonosiniestroensuvoz,quehizocomprenderrepentinamenteaDianaelpeligroquecorríaelpequeñofrancés.AhmedBenHassannoerahombredealarmarsefácilmentepornadie.QuesentíaansiedadporGastóneraevidente,yconociéndolocomoellaloconocía,suansiedadsuponíaunpeligrobienreal.HabíaoídocosasantesdesalirdeBiskra, desde entonces había estado viviendo en un campamento árabe, y conocíaalgo de la diabólica crueldad y fría indiferencia ante el sufrimiento de esta raza.

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Horribles cuadrosmentales, con detalles espantosos, invadían ahora su espíritu. Seestremeció.

—¿Quéleharían?—preguntóconvoztemblorosa.Elsheiksedetuvoasulado.Lacrueldadseintensificóensumirada.

—¿Quieresquetedigaloqueleharían?Profirióellaungritoyseechólasmanosalacabeza,cubriéndoselacara.

—¡Oh,porfavor,no!—gimió.Sacudióéllacenizadelcigarrillo.—¡Bah! —dijo despectivamente—. Eres muy delicada. Se sintió enferma al

comprenderloquepodíasucederaGastónacausadesuacción.Nosentíaningunaanimosidadpersonalcontraél.Porelcontrario,leteníasimpatía;nohabíapensadoenelhombre,cuandoespantósucaballoy lodejóapie tanlejosdelcampamento.Lohabíamiradoúnicamentecomoauncarcelero,eldelegadodesuamo.

La presencia próxima de ese sheik hostil explicaba muchas cosas que ella nohabíacomprendido;eldeseoevidentedeGastóndurantesupaseodenoirmásalládecierta distancia, la actividad especial que había reinado últimamente entre lossúbditos más inmediatos de Ahmed, y la velocidad y el silencio que habían sidomantenidos durante el desenfrenado galope a través del desierto esa noche. Habíaconocido todo el tiempo el afecto evidente del árabepor su sirviente francés y eraconfirmado ahora por la ansiedad que no se tomaba el trabajo de disimular, tandistintadesuhabitualycompletaindiferenciaanteelsufrimientooelpeligro.

Lo miró pensativa. Había aún facetas que no conocía de su extraño carácter.¿Llegaría ella alguna vez a comprender siquiera medianamente su complejapersonalidad?Conojoshúmedosseguíaconanhelolafiguraaltamientrasibayveníaporlatienda.Suspiesnohacíanruidoenlastupidasalfombrasysemovíaconesepaso largo y elegante que siempre le recordaba el caminar de un animal salvaje.Mientras lo contemplaba ansiaba expresar su amor recién descubierto. ¡Si pudieradecírselo!¡Sitansolotuvieraelderechodeiraélyborrarconsusbesoslaslíneascruelesdesuboca!Peronolotenía.Habíaqueesperarhastaquelallamara,hastaqueélquisierafijarseenlamujerquehabíatomadoporplacer,hastaquelomásbajodelhombrelanecesitaradenuevo.Eraunárabeyparaunárabelamujereraunaesclava,ycomoesclavadebíadarlotodosinpedirnada.

Cuandovolvieraaelladenuevo,eljúbiloqueexperimentaríaensuabrazoseríauna agonía por el amor que no habría allí. Sus besos sin amor la quemarían y lapasióndesusbrazosseríaunescarnio.¿Perovolveríaaellaalgunavez?Silesucedíaalgo aGastón, si lo quehabía sugerido se convertía en realidady el sirviente caíavíctima del feudo sangriento entre las dos tribus, ¿qué ocurriría? Sabía que seríavengadoterriblementey¿cuálseríasuparte?Pensósombríamentesiéllamataríaycómo. Si los dedos largos y afilados con su fuerza férrea la ahogarían y llevómecánicamentelasmanosalagarganta.Élsedetuvocercaparaencenderunnuevocigarrillo,yellatratódetomaránimoparahablarledeGastóncuandofueabiertoelcierredelatiendayelpropiovaletaparecióenlaentrada.

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—Monseñor…—balbuceó, y con ambasmanos extendidas y las palmas haciaarriba,hizoungestodesúplica.

Elsheikalargólassuyasytomóporelhombroalsirviente.—¡Gastón!Enfin,monami!—dijopausadamente,peroensuvozgravehabíaun

acentoquenuncahabíaoídoDianahastaentonces.Porunmomentoamboshombressemiraron,yluegoAhmedBenHassanserio

conalivio.—LoadoseaAlá,elMisericordioso,elCompasivo—murmuró.—¡Loado sea su nombre!—replicó con suavidad Gastón. Enseguida sus ojos

recorrieron la tienda hasta fijarse enDiana, y en ellos no había resentimiento sinosolamenteansiedad.

—Madame…—vaciló,peroelsheiklointerrumpiósecamente.—Madame está perfectamente bien—dijo, y lo empujó con suavidad hacia la

puertaconunaspocaspalabraspronunciadasrápidamenteenárabe.Sequedóalgúntiempo, después de haberse retiradoGastón,mirando la noche, y cuando volvió aentrartardómuchomásdeloacostumbradoencerrarlatienda.

Diana se quedó de pie, vacilante. Estaba agotada y sus botas de montar leparecíandeplomo.Teníamiedodemarchary teníamiedodequedarse.Él parecíaestarignorándolaapropósito.ElaliviocausadoporlavueltadeGastóneraenorme,peroellateníaquedarlecuentaaúndesutentativadefuga.Queélnohubieratocadoel temaporelmomentonosignificabanada; loconocíademasiadobien.Yademásestaba Silver Star, el mejor de sus magníficos caballos; tenía aún que pagar sumuerte. La tensión que había soportado desde la mañana era enorme, no podíaaguantarlamuchomás. Su silencio la enervaba hasta sentir que sus nervios iban aestallar.Élsehabíadirigidoalamesaescritorioyestabaarrancandolaenvolturadeuna caja de balas para volver a cargar el revólver. La pequeña operación pareciótardarsiglos.Cadaclicseparadoleprodujounsobresalto.Susmanossecrisparonypasó la lenguapor los labios resecos.Si élnoqueríahablar loharía ella,nopodíamás.

—Siento lodeSilverStar—balbuceó, y suvoz sonó roncay extrañapara ellamisma. Él no contestó, limitándose a encogerse de hombros mientras colocaba laúltimabalaeneltambor.Elgestoylaactitudindiferentelaexasperaron—.Mejor,mehubierasmatado—dijoconamargura.

—Tal vez hubieras sido más fácil de reemplazar. Hay mujeres de sobra, peroSilver Star era casi único —replicó él con rapidez, y ella se estremeció ante labrutalidaddesutono.

Unasonrisatristesedibujóensuboca.—Y, sin embargo, distemuerte a tu caballo para conseguirme de nuevo—dijo

convozapenasaudible.Sevolvióélconunjuramento.—¡Estúpida! ¿Me conoces tan poco aún? ¿Crees que dejaré que se interponga

algoentremisdeseosyloquequiero?¿Creesquehuyendodemíharásquetedesee

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menos?¡PorAlá!TehubieraencontradoaunquehubierashuidoaFrancia.Lomíoloconservohastaquemecanso…¡ynomehecansadodetiaún!—laatrajohaciaélmirándola apasionadamente, y por unmomento su rostro fue el de un demonio—.¿Cómotecastigaré?—sintióelestremecimientoqueesperabaenellayserioalverlaapartarsede él yocultar el rostro entre lasmanos.Laobligó a alzar la cabeza condedos implacables—. ¿Qué es lo que más odias…, mis besos?—Y con otra risaburlonaleaplastóloslabiosconlossuyosenunbesolargoysofocante.

Luego la dejó ir de repente. La muchacha, ciega y vacilante, retrocediótambaleándose.Lasujetóalverlaoscilary la tomóensusbrazos.Dejóellacaer lacabezasobresushombrosylaexpresióndelrostrodeAhmedcambióalversufazconvulsa. La llevó al aposento vecino y la depositó sobre el lecho, tardando enapartarlasmanosdelajoven.Porunmomentosequedómirandoconojosardienteslafiguraesbeltadeadolescentequeyacíaenlacama,extinguiéndoseasílaferocidaddesurostro.

—Tencuidadodenovolveradespertareldemonioenmí,mabelle—dijo contonosombrío.

Unavezsola,Dianasepultó lacaraenlaalmohadaconungemidodeangustia.Unas horas antes, en el desierto, bajo las estrellas resplandecientes, cuando porprimeravezsupolaverdad,creyóserfeliz,perosabíaahoraquesinsuamorjamássabríaloqueeralafelicidad.Habíasentidolaamarguradesusbesossinamorysabíaqueibaaconocerunaamarguramayor,yseestremecíaalpensarenloqueseríasuvidaconél.

«¡Loamo!¡Loamo!¡Yquierosuamormásqueanadaenelcieloylatierra!».

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CapítuloVIUncaráctersombríoyextraño

Dianaestabasentadaeneldivándellivingroomdemorándoseantesudesayuno,conunatazadecaféenlamanoyladoradacabezareclinadasobreunarevistaqueteníasobre lasrodillas.Eraunarevistafrancesadefechareciente,dejadaunosdíasatráspor un holandés que estaba realizando una excursión por el desierto y que habíasolicitadohospitalidadporunanoche.Diananopudoverlo,ysolodespuésdequeelviajerohubocenadoensutienda,elsheikleenvióelhabitualmensajeampuloso,queapesardeestarredactadoconpalabrasmelosas,equivalíaprácticamenteaunaordendequesepresentaraatomarcafé.

Fueron atendidos por sirvientes indígenas solamente, y quien lo recibió fue unárabe sin ninguna influencia occidental usando su idioma, que el holandés hablabaconfluidez.Estepusoasudisposiciónsupersona,sussirvientesysusbienes,conlainsinceridadorientalqueelviajeroyaconocía.Elholandés,porsuparte,devolvióelcumplidoconlasfrasesritualesqueelárabeesperaba.

Enunaodosocasiones,mientrasconversaban,unavozapagadademujerhabíallegadoaoídosdelholandésatravésdelasespesascortinas,peroconocíademasiadobienel terrenoquepisabaparadejarasomarensu rostroningunaexpresiónque lodelatara, y sonrió irónicamente para sus adentros al pensar en el cambio que seoperaría en el rostro severo de su grave e impasible anfitrión si él hiciera algunapreguntaindiscreta.Eraunhombredeedadydebuencorazón,ynopudomenosdepensar en el castigo que sufriría lamuchacha de la habitación contigua por haberdejadooírsuvoz.Semarchóalamañanasiguientesinhabervistodenuevoalsheik,escoltadoduranteunpequeñotrechoporYusefyunoscuantoshombres.

Dianaleíaconavidez.Cualquierlecturanuevaeraparaellaalgoprecioso.Parecíaunmuchachoesbeltoconsucamisademontary suspantalonesbiencortados, conunapiernadebajodeellay laotrabalanceándosecontrael ladodeldiván.Terminóapresuradamentesucaféydespuésdeencenderuncigarrillosereclinóconunsuspirodesatisfacción,absortaensurevista.

Habíantranscurridodosmesesdesdesulocafuga,desdesuescapatoriaenbuscade la libertad, que había terminado trágicamente para el hermoso Silver Star y enformataninesperadaparaella.Habíavividosemanasdeintensafelicidadmezcladaconagudosufrimiento,porquelaalegríaperfectadeestarconélseveíadisminuidapor el anhelo apasionado de su amor. Hasta lo que la rodeaba había adquirido unnuevoaspecto,porquesufelicidadcoloreabatodo.Ellujoorientaldelatiendaysumobiliarionoleparecíayateatral,sinoelmarconaturalparaelmagníficoejemplarde virilidad que se rodeaba de todo un ambiente amado por los nativos. Pero ellanuncahabíapodidodeterminarsieraparasatisfacersusgustosoparaimpresionara

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sus súbditos. Las bellezas y los atractivos del desierto se habíanmultiplicado cienveces. Los salvajes cabileños con sus costumbres primitivas y su fiereza, habíandejadodedisgustarla, y lavida libre con suejercicio constantey simple rutinaeracada vez más apreciada por ella. El campamento fue trasladado varias veces —siemprehaciaelsur—ycadacambiohabíasidofuentedemayorinterés.

Ydesde lanocheenque lahabía llevadodevueltahabíasidoamableconella;muchomásamabledeloquehubierapodidoimaginar.Nohabíavueltoareferirseasu fuga o a lamuerte del caballo que tanto valoraba; en eso había sido generoso.Terminadoelepisodionoqueríavolveramencionarlo.Peronohabíaenélnadamásqueamabilidad.Lapasiónqueasomabafrecuentementeensusojososcurosnoeraelamor que ella ambicionaba, era solo el deseo despertado por su físico fuera de locomún,ysutotaldiferenciaconlasotrasmujeresquehabíanpasadoporsusmanos.El recuerdoperpetuodeesasotras leproducía siempreunavergüenzaque soloerasuperada por su ardiente amor, y unos celos locos que la torturaban con dudas ytemores,undemoniosiemprepresentequelerecordabaelpasado,cuandonoeraellalaqueestabaensusbrazos,nisuslabioslosquerecibíansusbesos.Elconocimientodequelosbesosqueanhelabahabíansidocompartidosporlesautres,eraunaheridaabiertaquenoqueríacicatrizar.

Tratódenorecordarelpasado.Sabíaqueeraunatontasiesperabalaabstinenciadeunmonjeenelfuerteyvirilhombredeldesierto.Yteníamiedodelporvenir.Loqueríaparaellasola,queríasuamorexclusivo,yelquefueraunárabeconinstintosorientales la llenaba continuamente de temor, temor del futuro en el cual nunca seatrevía a pensar, temor de que pasara su deseo transitorio. Lo amaba tanapasionadamente, en forma tan completa, que fuera de él no existía nada. Era elmundoentero.Seentregabaaélalegre,triunfal,comodaríatambiénsuvidaporélsifueranecesario.Perosehabíaobligadoaocultarelamor,aentregarseapáticamenteasuscaricias,yaocultarelansiaquelaposeía.Teníamiedodequeeldescubrimientodequeella loamabapudieraocasionareldesastreque temía.Ensumenteestabangrabadaslaspalabrasqueélempleóunavez:«Simeamasesmeaburriríasytendríaquedejartemarchar».

Y ocultaba cuidadosamente su sentimiento dentro del corazón. Era difícil, y ledolía ocultárselo y fingir indiferencia. Era difícil recordar que debía aparentarrepugnanciacuandoestabadeseandoentregarsesinreservas.Dejócaerelextremodelcigarrillo dentro de la taza de café y volvió una página, y al hacerlo levantó derepente la vista, dejando caer la revista al suelo. Cerca de la tienda lamisma vozgraveyvibrantedebarítonoestabacantandolacancióndeamordeCachemira,quehabíaoídolaúltimanocheenBiskra.Sesentórígida,conunaexpresióndecrecienteextrañezaensusojos.

«Manos pálidas que amé junto al Shaliman. ¿Dónde estáis ahora? ¿Quién yacebajovuestrohechizo?».

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Lavozseaproximóyentróél,cantandoaún,yseacercóaella.«Manospálidas,de uñas rosadas», cantó inclinándose delante de ella y alzándole los dedos a suslabios,peroellalosretiróviolentamenteantesdequelosbesara.

—¿Sabesinglés?—lepreguntó,dirigiéndoleunamiradaescrutadora.Élsetendióeneldiván,asulado.—¿Porquecantounacancióninglesa?—replicóenfrancés—.La,la!Unavezen

ParísoíaunmuchachoespañolquecantabaCarmenyquenosabíaunapalabradefrancésfueradelapartitura.Lahabíaaprendidocomounloro,delamismamaneraqueyoaprendotuscancionesinglesas—añadiósonriendo.

Ellalocontemplómientrasencendíauncigarrilloyfrunciópensativalascejas.—¿FuistetúelquecantabadelantedelhotelesanocheenBiskra?—lepreguntó

finalmente,máscomoafirmaciónquecomopregunta.—Unohacelocurasaveces,sobretodoconlalunallena—replicóélentonode

broma.—¿Yfuistetúelqueentróenmidormitorioycambiólasbalasdemirevólver?La rodeó con su brazo, atrayéndola a su lado, y le alzó la cabeza para poder

mirarlaalosojos.—¿Crees que hubiera permitido que otra persona entrara en tu habitación de

noche?¿Yo,unárabe,cuandotequeríaparamí?—¿Estabastanseguro?Serioélsuavemente,comosilaideadequealgunodesusplanespudierafracasar

ledivirtierainfinitamente,ylapasiónlatenteardióensusojososcuros.Laatrajoconansia, como si la proximidadde su cuerpo esbelto hubiera encendido el fuegoquedormíaenél.Ellaresistiólapresióndesubrazo,desviandolacabeza.

—¿Siemprefría?—lereprochó—.Bésame,trocitodehielo.Ellaansiabahacerlo,ycasiledestrozabaelcorazónperseverarensusesfuerzos

porrechazarlo.Entoncessintióundeseolocodedecirlequeloamaba,ponerfindeunavezportodasalcúmulodedudasytemoresqueestabanminandosusfuerzas,yatenersealasconsecuencias.Perolachispadeesperanzaquevivíaensucorazónledaba ánimo, y ahogó las palabras ardientes que pugnaban por salir, forzando unaexpresióndeindiferenciaensusojosyungestoderebeldíaenloslabios.

Fruncióéllentamentelascejas.—¿Siempredesobediente?Dijistequemeobedecerías.Odioalosingleses,pero

creíaquesupalabra…Lointerrumpióellaconungestorápido,yvolviendosucarahaciaelhombrepor

primera vez lo besó voluntariamente, rozando sumejilla tostada con labios fríos yrápidos.Serioéldesdeñosamente.

—BonDieu! ¿El sol ardiente del desierto no te ha enseñadonadamejor? ¿Hasaprendidotanpocodemí?¿Oesqueelclimavildetudetestablepaístehaheladotancompletamentequenadapuedederretirte?¿OesquehayenInglaterraquientieneelpoderdetrocartedeestatuaenmujer?—añadiócontonoderabia.

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Eldolorquelecausaronesaspalabrashizoqueellaseestrujaralasmanos.—Nohaynadie—murmuró—,peroyo…nosientoasí…—Serámejorqueaprendas—dijoélconvozronca—.Estoycansadodetenerun

témpano enmis brazos—y estrechándola fuertemente le cubrió el rostro de besosardientesyfuriosos.

Yporprimeravezellase leentregó totalmente,aferrándoseapasionadamenteaél,ydevolviéndolebesoporbesoconunabandonoabsolutodetodaresistencia.

Porfinladejóir,agitadaysinaliento,ysepusoenpiedeunsalto,pasándoseunamanoporlosojos.

—Temesubesalacabeza,Diana—ledijoconunarisarabiosa,yencogiéndosedehombrossedirigióhaciaelarcóndondeguardabalasarmas,yabriéndolo, tomóunrevólveryempezóalimpiarlo.

Ella lomiró azorada. ¿Qué había querido decir? ¿Cómo podía conciliar lo quehabíadichoconloquelehabíaaconsejadoantes?¿Eracompletamenteincoherente?¿Quería, después de todo, tener la satisfacción de saber que había logrado hacerseamarporella;dedisfrutardelpoderqueteníasobreella?¿Leinteresabatorturarsucorazón con un refinamiento de crueldad que tomaba todo sin dar nada? ¿Queríaverla arrastrarse abyectamente a sus pies para tener el placer de rechazarladespectivo, o deseaba simplemente que sus sentidos respondieran a su ardientetemperamentooriental?

Sintió que su rostro se cubría de vergüenza y rubor. Conocía la naturalezaardientequeseocultababajoelrostroimpasibleysabíaelcontrolqueseimponíaasímismo, sabía también que ese dominio podía quebrarse en forma abrupta. No erafácil gobernar a sus salvajes súbditos, y comprendía que el descanso que buscabadentrodesutiendasignificabaparaélmásdeloquejamásadmitiría,talvezmásdeloqueélmismosabía.Elodioyeldesdénconqueellalohabíarechazado,lohabíanprovocadoydivertido,peroavecestambiénlohabíanirritado.

Era muy humano, y debió haber momentos en que preferiría una compañeravoluntariaantesqueunaprisionerarebelde.Se leescapóunsuspiroalmirarlo.Eratan fuerte, tan vigoroso, tan intensamente lleno de vida. Iba a ser muy difícilanticiparse a sus caprichos y someterse a su humor. Volvió a suspirar. Si tan solopudiera hacerlo feliz y conservarlo así. Se tiró de los sueltos rizos con las cejasfruncidas, un gesto que era un recuerdo de sus días de niñez, cuando solía tirarsefrenéticamente de sus rubios cabellos cada vez que quería solucionar algunadificultadinfantil.

Derepentesepusoderodillassobreloscojinesdeldiván.—¿Por qué odias tanto a los ingleses,monseñor?—Desde hacía algún tiempo

había adoptado casi inconscientemente la forma en que hablaba Gastón; confrecuenciaera incómodonodarleunnombre,ynoqueríadarleelsuyo;el título lesentaba.

Alzóéllavistadesutrabajoy,juntandolaspiezas,lasllevóhastaeldiván.

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—Enciéndeme un cigarrillo, chérie, tengo las manos ocupadas —le dijo, sincontestarasupregunta.

Obedecióellaconunarisita.—Nomehascontestado.Continuóélpuliendolapequeñaarmaensusmanosduranteuntiempoantesde

hablar.—MapetiteDiana,tuslabiossondeunrojoadorableytuvozesmúsicaenmis

oídos,peroyoodiolaspreguntas.Meaburrenhastalaexasperación—dijoporfinyempezóatarareardenuevolacancióndeamordeCachemira.

Loconocíaelladesobraparasaberquenotodaslaspreguntasleaburrían,sinoquedebíahaber tocadoalgúnpunto relacionadoconunpasado ignoradoporellayqueloafectaba,yparaprobarqueestabaenlociertolehizootrapregunta.

—¿Porquécantas?Nunca tehabíaoídocantarhastaahora.Él lamiróconunasonrisadivertidaantesutenacidad.

—¡Curiosa!Cantoporqueestoycontento.Porquevienemimejoramigo.—¡Tuamigo!—Sí, ¡por Alá! El mejor amigo que jamás tuvo un hombre. Raoul de Saint

Hubert.Dirigióellaunamiradaalabibliotecaconungestodelacabezayélasintió.—¿Vieneaquí?—preguntóella,convozenlaquesenotabalaimpresiónquele

habíacausadolanoticia.Fruncióéllascejas,molestoporsutono.—¿Porquéno?—dijosecamente.—Pornada—murmuróella,volviendoahundirseentreloscojinesyrecogiendo

larevistadelsuelo.Lallegadadeunextraño—uneuropeo—eraunasorpresa,perosabía que el sheik tenía los ojos puestos en ella y decidió no dar muestra desentimientoalgunoensupresencia—.¿Aquéhoraestaráslistoparasaliracaballo?—le preguntó con tono indiferente, simulando un bostezo, mientras hojeaba larevista.

—Hoynopuedosalircontigo.VoyaesperaraRaouldeSaintHubert.Sucorreollegóhacesolounahora.Hacedosañosquenoloveo.

Dianase levantódeldivány fuehasta laentrada.Undestacamento loesperabaya,yjuntoalatiendaShaitanestabamordiendoycorcoveandoenlasmanosdelospeones.Miródemal talante lasorejas chatasy losojos chispeantesdelhermosoysalvajeanimal.LohabríamontadosintemorsiAhmedselohubierapermitido,perosesentíanerviosacadavezqueelhombrelomontaba.Solamenteélpodíadominarlo,peroaunquesabíaqueteníauncontrolperfectosobreelcaballo,nuncadesechabaesasensacióndenerviosismo,unasensaciónquelaantiguaDianajamásexperimentó,yquehoylaimpulsabaadesearquefueracualquierotrocaballomenosShaitanelqueloesperaba.

Volviódespacioalladodelárabe.

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—Me va a doler la cabeza si me quedo adentro todo el día. ¿No puedeacompañarmeGastón?—lepreguntótemerosa,sinatreverseamirarloalacara.Nolehabíapermitidomontaracaballomásqueconéldesdesutentativadefuga,ylasveces que había tratado de sugerirle que le permitiera reanudar sus salidas con elvalethabíarecibidounaprontanegativa.Vacilóélahora,yDiana,temiendoquefueraa negarse de nuevo, levantó la mirada tímidamente—. Por favor, monseñor —murmuróconhumildad.

Ahmedlamiróunmomentocongestomásadustoquedecostumbre.—¿Vasaescapartedenuevo?—lepreguntósecamente.Selellenaronlosojosde

lágrimasyvolviólacabezaparaesconderlas.—No,nomeescaparéotravez—dijo,envozmuybaja.—Muy bien, se lo diré. Estará encantado, le bon Gastón. Es tu esclavo fiel, a

pesarde tu jugarreta.Tieneunhermosocarácter, lepauvrediable.Noesunárabe,¿eh, pequeña Diana?—la sonrisa burlona había vuelto a sus ojos al levantarle lacabezaconsuhabitualmodoimperioso.Luego,conrepentinaseriedad, le tendióelrevólver que había estado limpiando—. Quiero que lleves esto siempre. IbrahimOmarandaaúnporlasvecindades.

—Pero…—balbuceóella,mirándoloextrañada.Comprendióélloquelamujerpensaba,yseinclinódándoleunbeso.—Confíoenti—ledijoconvoztranquilaysalió.Losiguióellahastalapuerta,

conelrevólverenlamano,yloviomontaryalejarse.Eraunjinetesoberbioysusojos brillaban al contemplarlo.Volvió a entrar en la tienda, puso el revólver en lafundaqueélhabíadejadoenuntaburete,ytomándolo,juntoconlanoveladeSaintHubert que había sacado de la biblioteca, bajo el brazo, entró en el dormitorio,llamandoaZilahparaquelaayudaraaquitarseeltrajedemontar.Luego,searrojósobreellechoparapasarcómodamentelamañanaytratardeimaginarsealautorporellibroquehabíaescrito.

Lo odiaba por anticipado; tenía celos de él y de su llegada. La ternura querepentinamentehabíademostradoelsheikhizonacerenellaunaesperanzaenlaqueapenasseatrevíaapensar.¿Noseríaposiblequeelpoderquehabíaejercidosobreotroshombreslocomenzaraasentirsobreél,apesardelosmesesenquehabíasidoindiferente a todo cuanto no fuera la simple atracción física que ella ejercía? ¿Nosería posible que de esa atracción surgiera algomás elevado ymejor que el deseoprimitivoquehabíadespertado?Apesardeseroriental,¿noseríacapazdeunafectoprofundo y duradero? Podría haber llegado a amarla si no hubiera venido unainfluenciaextrañaainterrumpirlarutinaenquesehabíaconvertidotaníntimamenteunapartedesuvida.Esosotrosepisodiosalosquehabíaaludidodeformatanligerafueroncosasdedíasosemanas,ynodemesescomoconella.

Podríahaber llegadoaquererladenohaber sidopor la llegadadeeste francés.ArrojóellibrodeSaintHubertalotroextremodelahabitaciónenunaccesoderabiafemeninayescondió lacabezaentre lasmanos.Debíadeserodioso…,¡unegoísta

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afectado y vanidoso!Había conocido a varios escritores franceses, y lo imaginabadespectivamente. Sus libros eran sin duda interesantes. Tanto peor seríaproporcionalmente jactancioso. La novela revelaba un temperamento apasionado yemotivoqueprometía complicar la situación si se dignabamirarla favorablemente.Solo el pensarlo la hacía estremecerse.Y era evidente que iba a verla; el sheik nohabíadadoórdenesensentidocontrario.Noibaaserigualqueenelcasodelviajeroholandés,cuandolasórdenesperentoriasdeAhmedBenHassanlehabíanhechoverquepertenecíaaunárabe,yhabíaexperimentadoporprimeravezlasensacióndeunamujermantenidaenreclusión.

Lasemocionesde lamañanay ladesilusióndelproyectadopaseo, juntoconeldesalientoproducidoporel inesperadovisitante, sehabíancombinadoparaagitarlafuertemente,produciéndoleunestadofebrildetorturamentaleinfelicidad.Terminódurmiéndose durante varias horas. Zilah la despertó tocándola tímidamente en elbrazoyleanuncióelalmuerzo.Dianaseincorporó,frotándoselosojos,acaloradayadormiladaaún.Sequedómirandounmomentosincomprenderalamuchachaárabe,y luego la hizo retirarse imperiosamente y sepultó la cabeza en la almohadanuevamente.¡Elalmuerzo,cuandoseleestabadestrozandoelcorazón!

Teniendoencuentaalrepresentantedesuseñor,aquienmirabacontemor,Zilahse quedó con una insistencia tímida hasta que Diana se incorporó iracunda y leordenóretirarseconuntonodevozquenuncahabíausadoconlapequeñasirvienta.Zilahhuyóprecipitadamente,yyadespierta,Dianapusolospiesenelsueloyconloscodos sobre las rodillas descansó la frente acalorada sobre las manos. Se sentíamareada, le dolía la cabeza y tenía la boca reseca. Se levantó con desgano, ydirigiéndosealamesatocador,estudiósurostroenelespejoyfruncióelceñoalverlaimagenreflejada.Nuncasehabíasentidoorgullosadesubelleza;lehabíaparecidounacosasintrascendencia,yahoraquenohabíapodidodespertarelamorquequeríaenAhmedBenHassan,casilaodiaba.

«¿Vas a tener fiebre o estás simplemente demal humor?», se preguntó en vozalta,yelsonidodesuvozlahizoreírapesardelapesadumbreensucorazón.Fuealbaño y se empapó el rostro con agua fría. Cuando volvió, una Zilah atemorizadaestabacolocandounapequeñafuentesobreunamesacontapadebroncealladodellecho.

—MonsieurGastón—balbuceó, casi llorando.Dianamiró la bandeja arregladaconelcuidadocaracterísticodelvaletfrancésyluegoalrelojqueestabaenlamesaalladodeella.Sediocuentaqueeraunahoramástardequelaacostumbradaparaelalmuerzoyquedespuésde todo teníamuchoapetito.Sumirada fueatraídaporuntrozodepapelquehabíaenlabandejaytomándololeyóloescritoconlaletraclarayminúsculadeGastón:

«¿Aquéhoradeseasaliracaballomadame?».Elsirviente,evidentemente,noteníalaintencióndeabandonarelprogramadela

tardesinluchar.Sonrióellaalponerunacifraalfinaldelanotayfuehastalacortina

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queseparabalashabitaciones.—¡Gastón!—llamó.—¡Madame!Lepasóelpapelensilencioatravésdelacortinayvolvióasualmuerzo.Cuando

hizo retirarse a Zilah con la bandeja vacía recogió el libro del vizconde de SaintHubert del suelo, a donde lo había arrojado y trató de leerlo desapasionadamente.Volvió a la página del título y estudió atentamente la dedicatoria escrita a lápiz:SouvenirdeRaoul.Noparecíalaescrituradeunhombredeespírituestrecho;perolosrasgoscaligráficosnoqueríandecirnada,alegóellaobstinadamenteparasí.Aubrey,queeralaesenciadelegoísmo,teníaunahermosaletra,yunavezunexpertoledijoquesuescrituradenotabaunamorgenerosoporsussemejantes,unadeducciónquenohabíadespertadoningúnentusiasmoenelbaronetyhabíahechoreíracarcajadasasuhermana.

Volvió las páginas leyendo una que otra frase, olvidando finalmente al autorinteresada por el libro. Era un relato maravilloso del amor y la fidelidad de unhombre,yDiana lodejó,porúltimo, aun ladoconunamargo suspiro.Esas cosaspasabanasísoloenloslibros.Enlavidarealsucedíanenformamuydiferente.Miróalrededordelahabitaciónconexpresióndedolorenlosojos,alamezcladesuscosasylasdeAhmed:losartículosdelatoilette,confundidosconloscepillosynavajasdeafeitarenlamesadetocador,yluegoalaalmohadajuntoalasuyadondedescansabasu cabeza todas las noches. Se inclinó y la besó con la respiración entrecortada.«Ahmed. ¡Oh, monseñor!», murmuró tiernamente. Luego, sacudiendo conimpaciencialacabezaseincorporóycalzólasbotasdemontar.Seencajóhastaloshombros un sombrero blando de fieltro y recogió el revólver que le había dado elsheik.Quedóunmomentomirándolo,conunasonrisapeculiar,antesdeceñírseloasufinacintura.

El rostro deGastón se iluminó converdaderoplacer cuando se aproximó a loscaballos. Había experimentado un embarazo momentáneo al salir de la tienda,pensandoenlaúltimavezquehabíagalopadoconél,perosabíadesdeelmomentoenque había vuelto aquella noche que no le guardaba ningún resentimiento, y laexpresióndesumirada,ylaspalabrasquebalbuceóalsheikindicaronqueeltemorquehabíaexperimentadoporellanohabíasidoporloquepudierahaberleocurridoeneldesierto,sinoporloquepodríasucederleenlasmanosdesuamo.

El caballo que montaba ahora era completamente blanco, no tan veloz comoSilver Star ymuymañero. Le llamaban el Bailarín, por su costumbre nerviosa debailarsobrelaspatastraserasalarrancarydetenerse,comouncaballodecirco.Eradifícildemontar,yseapartóal tratarDianadeponerelpieenelestribo.Peroellaconsiguió subir por fin y para cuando el Bailarín terminó su exhibición de hauteécole,Gastónestabamontadotambién.

—Despuésdemontarestecaballometengoconfianzaparaentrarenunconcursohípico—dijoellariéndose,ytocóalanimalconlostalones.

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Primordialmentenecesitabaellaejercicio,unduroejerciciofísicoquelacansaray ocupara sumente impidiéndole pensar, y el caballo quemontaba llenaba ambasnecesidades.Teníaquevigilarlo todoel tiempo.Lopusoagalopeyelaire juntoalmovimientohicieronquesedesvanecierasudolordecabeza,yunaespeciedejúbiloseapoderódesuser,haciéndolasentirsecasifeliz.AlcabodeunratofrenólabestiaehizoseñasaGastóndequeseaproximara.

—HáblamedeesevizcondedeSaintHubertquellega.Supongoqueloconoces,habiendoestadotantotiempoconmonseñor.

Gastónsonrió.—Loheconocidoantesqueamonseñor.Yonacíenlapropiedaddelseñorconde

de Saint Hubert, el padre del señor vizconde. Mi hermano mellizo, Henri y yoentramos en el stud del señor conde, y después de haber servido en la caballería,Henriseempleócomovaletdelseñorvizcondeyyomeempleéconmonseñor.

Diana se quitó el sombrero y se secó la frente pensativa. Quince años atrásAhmeddebíadetenerunosveinte.¿Porquéunjefeárabedeesaedad,odecualquieredad,sepermitíaunaanomalíatalcomounvaletfrancés,otambiénporquéunvaletfrancésentrabaalserviciodeunsheikárabeexiliándoseeneldesierto?Encualquiersentidoquesevierasurgíaelmisteriodelhombreaquiénamaba.Empezóapensaren un círculo vicioso…, por qué tenía el sheik un sirviente europeo o por qué no,hastadesistirenimpotenteconfusión.

SevolvióaGastón,conlaintencióndehacerlemáspreguntassobreelvisitantey,manteniendoaBailaríntodoloquietoquepodía,quedómirandoalvaletconlosojosmuy abiertos y expresión interrogante, abanicándose el rostro acalorado con elsombrero. Gastón, cuyo caballo permanecía inmóvil como una roca, se secaba lafrente. Diana decidió no hacerle más preguntas. El francés naturalmente, seríacompletamenteparcialalhabernacidoycrecidoalasombradelafamilia,ydespuésdetodopreferíajuzgarporsímismaalvisitante.Solosepermitióotrapregunta:

—¿LafamiliadeSaintHubertesdelaantiguaolanuevanobleza?—De la antigua, madame —replicó Gastón con rapidez. Diana hizo que su

nerviosacabalgadurasepusieraalladodesucompañero.Mástranquila,yponiendosusriendasyelsombreroenmanosdeGastón,desmontóyfuecaminandouncortotrecho hasta la cima de una pequeña prominencia. Se sentó en lo alto, dando laespaldaaloscaballos,yconlasmanosenlasrodillas.Todoloquelallegadadeestehombredesconocidosignificabaparaellavinodegolpeasumente.Eraevidente,unhombrequesemovíaenelmundo,sumundo,yaqueaparentementeviajabamuchoysu padre era lo suficientemente rico para sostener un stud de caballos de carrerascomo distracción, y que pertenecía a la clase cada vez más reducida de anciennenoblesse.

¿Cómopodíasoportarencontrarseconunodesumismaclaseenlasituaciónqueestaba?¿EllaquehabíasidolaorgullosaDianaMayoyahoraera…laqueridadeunsheik árabe?Ocultó el rostro entre sus rodillas con un estremecimiento.La prueba

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que leesperaba laheríaenelcorazóncomounpuñal.Elorgulloqueaúnnohabíamatado Ahmed Ben Hassan se sublevó y la llenó de humillación y vergüenza, lavergüenzaqueaúnquemabasualmacomounhierrocandente,deformatalquehabíamomentos en que no podía soportar ni la presencia del hombre que la habíaconvertido en la que era, y a pesar de lo que le amaba, pretextando tener fiebre,rogaba ser dejada sola. Cierto es que él nunca accedía a estos ruegos, sino que laatraíaasuladoconunarisaburlonaqueaúnteníaelpoderdeherirla.

Laideadeloqueseríaparaellaconocerasuamigoprobablementenoselehabíaocurrido, o, de haber sido así, no le habría causado ninguna impresión y la habíadesechadocomonegligente.

Eracuestióndepuntosdevista,pensóellamelancólicamente;elpuntodevistadesde el cuál él miraba las cosas difería fundamentalmente del suyo; racial ytemperamentalmenteestabanenmundosapartes.Paraélellaerasolamentelamujertenidaencautiverio,unacosasinimportancia.

Siguiósentadasinmoverseduranteunrato,conlacaraoculta,hastaqueunatosdiscreta de Gastón le advirtió que el tiempo volaba. Volvió lentamente hacia loscaballos con la cara pálida y los labios apretados. Tuvo la dificultad habitual paramontar,ysusnerviosentensiónlehicieronimpacientarseconlasmañasdeBailarín,yfrenarlodeungolpe,haciendoqueseencabritarapeligrosamente.

—Cuidado,madame—gritóGastón,contonodeadvertencia.—Esaquién…,¿amíoalcaballodemonseñor?—replicóellaconamargura,e

ignorando su sombrero, que Gastón le ofrecía con mirada de reproche, espoleóviolentamentealcaballo,haciéndolopartiragalopetendido.Habíaquepasarelmaltrago, así que cuanto antesmejor.Ydetrás de ellaGastón, por primera vez en suslargosañosdeservicio,maldijoalamoporelcualhubieradadolavidaalegremente.

Losnerviosdelcaballo,comolossuyos,estabanapuntodeestallarytirabaconviolencia,oscureciéndosesucuellosatinadoconelsudor.Dianateníaquerecurriratoda su habilidad para dominarlo y empezó a pensar si cuando llegaran alcampamentopodríadetenerlo.Llegóa loaltodeunaondulaciónqueestabaapocadistanciadelastiendasy,conaprensión,diounavueltaalasriendasparaevitarqueseledeslizaranentrelosdedos.Alacercarsevioalsheikdepie,fueradelatienda,conunhombrealtoydelgadoasulado.Solopudoecharunaojeadaaunoscabellososcuros y crespos, y una barba corta, al pasar a todo galope sin poder contener aBailarín.Perojustodespuésdecruzarlatienda,conlasriendascortándolelamano,consiguióhacerledarvuelta.

Unpardepeones, saltarona lacabezadelcaballo,peroacausadesus tácticaspeculiares no lo alcanzaron, y empezó a corcovear a su gusto, con gran rabia deDiana,hastaquecesódedivertirseysedejóagarrar.Lamuchachanohabíahechonada por contenerlo una vez que consiguió hacerle dar vuelta. Si el caballo queríaportarse como loco, ella no estaba dispuesta a parecer ridícula luchando con élcuando sabía que era inútil. Resoplaba y caracoleaba en manos de los peones y,

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soltando las bridas, Diana se quitó los guantes y quedó sentada un momentofrotándoselasmanos.EnseguidaseadelantóAhmedyellasedeslizóatierra.AntesdemirarlosevolvióyagarrandolacabezadeBailarín,logolpeóirritadaenlanarizcon sus gruesos guantes demontar y contempló cómo lo llevaban, dando saltos yprotestando,tironeandonerviosamentedelasriendas,hastaquelavozdeAhmedBenHassanlahizovolverse.

—Diana,elvizcondedeSaintHubertesperasertepresentado.Se irguióellayel colorquehabía invadidosusmejillasvolvióadesvanecerse.

Lentamentealzó lavistahaciaelhombrequeestabadelantedeellaysumiradaseencontró con los ojos más comprensivos que jamás hubieran visto los suyos. Lamiradasemantuvosoloduranteuninstante;enseguidaélseinclinóconunmurmulloconvencionalapenasperceptible.

Susilenciolediovalor.—Señor—dijoconfrialdadenrespuestaasusaludo,yluegosevolvióalsheik

sin volver a mirarlo—, Bailarín se ha portado abominablemente. ¡Gastón, misombrero,porfavor!Gracias—ydesapareciódentrodelatiendasinvolveramiraranadie.

Eratarde,perosedemoróenelbañoysepusodemalaganaelvestidoverdequeprefería el sheik; una concesión por la cual se despreciaba. Tenía en lasmanos elcollardejadecuandoentróél.

La hizo volverse con aspereza, tomándola por los hombros, y la presiónimplacabledesusdedosfueindiciosuficiente,sinlaexpresiónsombríadesucara,dequeestabairritado.

—Noeresmuycordialconmiinvitado—ledijo.—¿Esnecesarioquelaesclavaseacordialconlosamigosdesuamo?—replicó

ellaconvozahogada.—Loquesenecesitaesobedienciaamisdeseos—dijoélconaspereza.—¿Yestudeseoqueagradeaestefrancés?—Loes.—Si yo fuera una mujer de tu raza…—empezó ella amargamente, pero él la

interrumpió.—Sifuerasunamujerdemipropiarazanohabríadiscusión—dijoélconfrialdad

—.Noseríasparalosojosdeningúnotrohombre,salvolosmíos.Perocomonoloeres…—seinterrumpióconungestoenigmáticodesucabeza.

—Como no lo soy eres menos misericordioso que si lo fuera—exclamó elladolorida—.Casidesearíaserunamujerárabe.

—Lo dudo—dijo él ceñudo—.Difícilmente sería de tu agrado la vida de unamujerárabe.Enseñamosobedienciaanuestrasmujeresconellátigo.

—¿Porquéhascambiadoasídesdeestamañana—murmuróella—,cuandomedijistequenoconfiabasenningúnotroparasubiramibalcóndelhotelfueradeti?

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¿Noerestanárabeahoracomoentonces?¿Mehevueltodetanpocovalorparatiqueyanisiquieraestásceloso?

—Puedo confiar en mi amigo y… no me propongo compartirte con él—dijobrutalmente.

Seencogióellacomosilahubieragolpeadoyescondióelrostroentrelasmanosconungritoahogado.Susdedoslatomaroncruelmentedeloshombros.

—¿Harás loquequiera?—Porel tonode suvoznoeraunapregunta sinounaorden.

—Nopuedohacerotracosa—murmuróelladébilmente.Dejócaeréllosbrazosysevolvióparasalirdelahabitación,perolajovenlodetuvo.

—¡Monseñor!¿Notienescompasión?¿Noquieresevitarmeestaprueba?Hizoélungestonegativo.

—Estásexagerando—dijoconimpaciencia,apartándolelamano.—Si quisieras ser compasivo esta vez…—le rogó ella sin aliento, pero él la

interrumpiósecamenteconunfuriosojuramento.—¿Sí?—repitió—.¿Quieresponermecondiciones?¿Tequedatantoporaprender

aún?Lomiró con un suspiro fatigado. El cambio de talante que se había propuesto

vigilar siempre se había producido repentinamente en él y la había tomadodesprevenida. La amabilidad de la mañana se había desvanecido y volvió aconvertirse en el déspota tiránico y arbitrario de dosmeses atrás.Comprendía quetenía la culpa. Lo conocía sobradamente. No toleraba ninguna contrariedad a susdeseos.Habíaaprendidolofútildeenfrentarsuvoluntadconladeél.Eraelamoenesecampamentocuyasórdenes,pordifícilesquefueran,debíansercumplidas.

Laatencióndelhombresehabíaconcentradoenunauñaquebradaysevolvióalamesa tocador buscando una lima. Lo siguió ella con la mirada contemplándolomientrassearreglabacuidadosamenteeldesperfecto.Muchasveces,entrelasmuchascosas que la desorientaban, había pensado en el cuidado minucioso de sus bienatendidasmanos.Laluzdelalámparaledabadellenoenlacara,ysintióundolorsordo en el corazón almirarlo. Exigía una obediencia implícita y solo unas horasanteshabíaresueltoellasometersesinreservas,habiendofalladoenelprimerintento.

Lapruebaqueélprecisabade suobedienciaeradura,y laviolentaba,peroeramuchomásduroverlaexpresióndeiraquehabíaprovocadoenelrostrodelhombrea quien amaba.Durante dosmeses de loca felicidad había estado ausente el gestoceñudoque aprendió a temeryno sehabíadirigido contra ella.Losojos ardientessolo la habían mirado con bondad o diversión. Podía soportarlo todo menos quecontinuara su desagrado. Ningún sacrificio era demasiado grande para lograr superdón. No podía soportar su ira. Ansiaba tan desesperadamente la felicidad, y loamabaen forma tan apasionada, tan completa, quedebuengradocedía totalmenteantesuvoluntad.Sisolopudieravolverateneralhombredelasúltimassemanas,sinolohubierairritadodemasiado.Estabapostradaasuspies,totalmentedomadapor

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fin, toda suvoluntadaltivay fiera absorbidapor el amorque la consumíaconunaintensidadatormentadora.Elamoreraunamargodolor,unatorturacasiinsoportable,una felicidad que se burlaba de ella con su vaciedad, una desolación que laatormentabaconvisionesdeloquehubierapodidoser.Fuedespacioasuladoyélsevolvióenformaabrupta.

—¿Ybien?—Suvoz eradura e inflexible, y susojos relucían como losdeuntigre.

Ellaapretólosdientesparacontenerelantiguotemorquelaparalizaba.—Haréloquequieras.Harétodoloquequieras,perosébuenoconmigo,Ahmed

—murmurótitubeando.Nuncalohabíallamadoporsunombrehastaentonces;nisiquierasehabíadado

cuenta de que lo había hecho, pero al oírlo una expresión curiosa se dibujó en elrostrodeél,ylaatrajoasusbrazosconmanostanacariciadorascomocrueleshabíansidoantes.

Ella dejó que le alzara la cara hasta la suya y miró con valentía sus ojosescrutadores.Reteniendo sumirada con la fascinación que podía ejercer cuando élquería,leyóenelrostrodeDianasuentregadefinitiva,ycomprendióquealmismotiempoquelehabíagustadoretenerla,lahabíaamoldadoenteramenteasuvoluntad.Una expresión extraña asomó a sus ojos mientras la recorría lentamente con lamirada.Parecíaunfrágilmimbreensusbrazos,quepodíaaplastarsinesfuerzo,ysinembargo,durantecuatromeseslehabíaresistido,haciendofrenteasuvoluntadconunvalorquelohabíaadmiradoapesardeexasperarlo.Sabíaqueletemía,habíavistoasomarelterrorasusojosenlosmomentosenqueluchabamás.Suresistenciaysuodio,quelohabíanpicadoporcontrasteconlaadulaciónrastreraaquehabíaestadoacostumbradoyquelehartabahastalasaciedad,habíanprovocadoenéllaresoluciónfija de llegar a dominarla. Antes de que se cansara de ella tendría que sometersetotalmenteasuvoluntad.Yestanochesabíaquelaluchahabíaconcluido,quenuncamásvolveríaaoponérsele,queensusmanoseraahorabarroparamoldearlocomoquisiera.Ylaconviccióndehaberganadonoleproducíaunasensacióndetriunfo;ensulugar,unsentimientovagoeindefinidodeirritaciónseapoderódeél,haciéndolojurarentredientes.Lasatisfacciónquehabíaesperadoconsutriunfonoexistía,yelinesperado descontento que le había invadido parecía inexplicable. No lo podíacomprender,yvolvióamirarlaconundejodeimpaciencia.Eramuyhermosa,pensó,conunaextrañaynuevaapreciacióndelabellezadequesehabíaapropiado,ymuyfemeninaconelsuaveyajustadovestidoverde.Lafiguraesbeltayadolescentequecabalgaba con él tenía un encanto propio, pero era la mujer la que hacía circulartempestuosamente lasangreardienteporsusvenasy latirsucorazóncomolatíaenesemomento.Susojososcurossedetuvieronunmomentoensusdoradosrizos,enlosojossombreadoseimplorantesyenelcuellodesnudo,sorprendentementeblancocontraelverdejadedelvestido.Enseguidalaapartódesulado.

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—Bien—dijo suavemente—, depéche-toi. Ella lo contempló, mientras pasabaentrelascortinas,conunlargoytrémulosuspiro.Estabapagandounprecioaltoporsu felicidad,perohubierapagadodebuengradounomáselevado.Nada importabaahoraqueyanoestabairritado.Sabíaloquesignificabasusumisióntotal;eraelfindetodaindividualidad,unaabnegacióncompleta,unaentregaabsolutaasusdeseos,suscaprichosysugenio.Yestabacontentadequefueraasí,suamorestabadispuesto^ soportar todo lo que él le exigiera.Nada que pudiera hacer podría alterar eso, ynadaharíaqueconfesarasuamor.Selohabíaocultadoycontinuaríaocultándoselo…costaraloquecostara.Aunqueélnolaamaba,aúnladeseaba;lohabíaleídoensusojoshacíacincominutos,ysesentíafelizconeso.

De repentemiró hacia el espejo y se desnudó los hombros. Observó, con unamueca, lasmarcasde susdedos sobre lapieldelicada, luegocerró losojos conunligero suspiro y ocultó precipitadamente el brazo marcado, con los labiostemblorosos.Peronolocensuraba,ellahabíatenidolaculpa;conocíasugenioyélnosedabacuentadesufuerza.

—Simemataranopodríamatarmiamor—murmuróconunasonrisalastimosa.Loshombreslaestabanesperandoyconunmurmullodedisculpaporsuretraso

ocupó su lugar. El sheik y su invitado reanudaron la conversación que su entradahabía interrumpido.Reinaba lamayor confusión en lospensamientosdeDiana.Sesentíacomosiestuvieraenunsueñoloco,imposible.Unsheikárabe,unexploradorfrancés y ella haciendo de dueña de casa convencional en medio de la falta deconvención más irregular. Miró alrededor de la tienda que se había vuelto tanfamiliar,tanquerida.Leparecíadiferenteestanoche,comosilallegadadelextrañohubiera introducidounaatmósferadistinta.Sehabíaacostumbrado tantoa la rutinaimpuesta, que hasta el sirviente del vizconde de pie, detrás de su amo, le parecíaextraño. El parecido del hombre con su hermano mellizo era notable, la únicadiferenciaeraquemientrasGastónteníalacaraafeitada,ellabiosuperiordeHenriloadornaba un bigote oscuro bien recortado. El servicio era como siempre perfecto,rápidoysilencioso.

Miródisimuladamentealsheik.Habíaensurostrounaexpresiónquenuncahabíavisto,yensuvozseescuchabaalgunainflexióndiferente,inclusodeltonoquehabíaoídocuandovolvióGastónlanochedesufuga.Aquelhabíasidoelalivioyelafectodeunhombrehaciaunsirvientevalioso.Esteeraelprofundoafectodeunhombrealamigoescogido,elamorquesobrepasabaalamorpor lasmujeres.Y loscelosquehabíaexperimentadoporlamañanaaumentaronincontrolablemente.Miróalfrancésqueconcentrabatodasuatención,peroensurostropálidoe inteligente,semiocultoporlabarba,novioseñalesdelegoístavanidosoyfatuoquehabíaimaginado,ysuvoz,tangravecomolademonseñor,peromásanimada,noeralavozdeunhombreexageradamentesatisfechoopagadodesímismo.Almirarlo,susojosseencontraronconlosdeél.Unasonrisaextraordinariamentedulceyalgomelancólicailuminósurostro.

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—¿Puedo permitirme admirar las dotes de equitación demadame?—preguntóhaciendounaligerainclinación.

Diana se ruborizó ligeramente y retorció nerviosa el collar de jade entre susdedos.

—No fue nada—dijo con una sonrisa tímida que le provocó, a pesar suyo, elindividuo simpático—.Bailarín solohacediabluras, perono conmaldad.Perohayquesujetarse fuerte.Hubierasidohumillanteprecipitarmea lospiesdeunextraño.MonseñornohubieraaprobadoesaconcesiónalaspeculiaridadesdeBailarín.Esunaeducaciónmontarsuscorceles,caballero.

—Esunesfuerzoparalosnervioscabalgarjuntoaalgunosdeellos—observóelvizconde.

Dianaseriodivertida.Elhombrecuyallegadahabíaodiadoestabafacilitándoleenormementelaterribleprueba.

—Simpatizoconusted.¿SeportómuymalShaitan?—SielseñordeSaintHubertestátratandodesugerirtequesufredelosnervios,

Diana —interrumpió el sheik, con una carcajada—, no te dejes engañar. No loconoces.

SaintHubertsevolvióaélconunasonrisa.—Et toi, Ahmed, ¿eh? ¿Recuerdas…? —Y se sumergió en una ola de

reminiscenciasqueduróhastaelfinaldelacomida.Elvizcondehabíatraídounmontóndediariosyrevistas,yDianaseacurrucóen

el diván con unos cuantos, ávida de noticias, pero al ir leyendo, su interés fuedesvaneciéndose. Después de cuatro meses de completo aislamiento era difícilretomarloshilosdelosacontecimientosrecientes,lasalusioneseranincomprensiblesy las controversias parecían no tener objeto. Los sucesos del mundo resultabaninsignificantesalladodelagranaventuraquelaarrastrabairresistiblemente,cuyofinnopodíaveryenelquenoseatrevíaapensar.Lospusoaunladodescuidadamenteyconservósobresusrodillassolounarevistaquelesirviódepretextoparasusilencio.

AlentrarGastónconelcafé,elvizcondeloacogióconunaalegrerisa.—¡Enfin,Gastón,despuésdedosañoselnéctarde losdiosesdenuevo!Entre

miscosashayunamáquinanuevaparati,monami,siemprequehayasobrevividoalembalajedeHenri—tomóuna tazadecaféparaDianay lapusoenun taburetealladodeella.

—Ahmedseenvanecedequevengoaverloaél,madame.Nadadeeso.VengoatomarelcafédeGastón.Sehavueltoproverbialesainfusión.Cadavezquevengoloproveo de un nuevo aparato para hacerlo. El último es una maravilla de ingenio.Perdóneme,voya tomarlocon la reverenciaque inspira.Esun rito,madame,ynounasatisfaccióngastronómica.

Unavezmáslosojoscomprensivosmirarondirectamentealossuyos,ysurostrose cubrió de rubor mientras inclinaba la cabeza de nuevo sobre la revista. Sabíainstintivamentequeestabatratandodeayudarla,diciendocosasbanalesconuntacto

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que ignoraba su situación equívoca. Le estaba agradecida, pero hasta sucaballerosidad la hería. Lo observó entre sus espesas pestañas mientras volvía asentarsealladodelsheik,rechazandoloscigarrillosquelemostrabasuanfitriónconun gesto de disgusto y una alusión, en broma, a un «paladar pervertido»,mientrasbuscabalossuyos.Elodioquehabíaestadodispuestaaofrecerlesehabíaextinguidodurantelacomida;soloquedabanloscelos,yaúnestoshabíanperdidosuintensidadprimera para trocarse en una envidia que hizo subir un sollozo a su garganta. Leenvidiaba la luz que hacía brillar en los ojos oscuros del árabe, le envidiaba laentonaciónde lavozgraveypausadaquehacía surgir enquienamaba.Volvió susojos al sheik. Estaba recostado en el asiento, con lasmanos cruzadas detrás de lanuca,hablandoconuncigarrilloenloslabios.Suactitudhaciasuamigoeuropeoeraladeunigual,elacentoaltaneroe imperiosoquesenotabacuandosedirigíaasussúbditos había desaparecido, y una contradicción categórica de Saint Hubert soloprovocóunacarcajadayungestodeasentimiento.

Mientras hablaban sentados, el contraste entre ambos hombres se marcabafuertemente.Alladodelafiguradelgadayenjutaylacarapálidadelfrancés,queledabaunaspectodelicado,elsheikparecíaunanimalmagníficoensoberbioestado,ysu tranquilo reposo acentuaba los gestos rápidos y nerviosos del vizconde.Bajo laprotección de sus espesas pestañas,Diana los contemplaba sin que ellos se dierancuenta. Sus voces se alzaban y bajaban continuamente; parecían tener mucho quedecirse,yhablabanindiferentementeenfrancésyárabe,deformaquemuchodeloque decían era incomprensible para ella. Se alegraba de que fuera así, no queríaenterarse de lo que estaban conversando. Parecía como si hubieran olvidado supresencia con la charla acumulada de dos años. Estaba contenta de que la dejaranapartada,encantadaporlararaoportunidad,porquecuandoestabansolosteníamiedodemirarlomucho,portemoraquesusojostraicionaransusecreto.

Peroahoralomirabasinserobservada,conansiaapasionada.EstabatanabsortaquenovioentraraGastónhastaquepareciósurgirrepentinamentedelanada,alladodesuamo.Murmuróalgoenvozbajayelsheiksepusodepie,volviéndoseaSaintHubert:

—Dificultadesconunodeloscaballos.¿Quieresvenir?Talvezteinterese.Salieron juntos dejándola sola, y ella se fue al aposento interior. Media hora

despuésvolvieronypermanecieronhablandounosminutosmás.Luegoelvizcondebostezóysacóelrelojconunasonrisa.Elárabeloacompañóasutiendaysesentóalborde del lecho de campaña de su invitado. SaintHubert despidió aHenri con unsignodecabezayseempezóadesvestirensilencio.Parecíahaberperdidolasganasde hablar y de reírse, y frunció el ceño mientras se arrancaba los vestidos connerviosairritabilidad.

El sheik lo contemplóun ratoy luego sequitó el cigarrillode labocaconunadébilsonrisa.

—Etbien!Raoul,dilo—dijopausadamente.SaintHubertsevolvióconrapidez.

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—Podíashaberleevitadoesto—exclamó.—¿Qué?—¿Qué? ¡Santo Dios, hombre! ¡Mi presencia! El sheik arrojó la ceniza de su

cigarrilloconungestodeindiferencia.—Tucorreo sedemoró, recién llegó estamañana.Erademasiado tardeyapara

hacerotroarreglo.Saint Hubert dio una vuelta rápida de un lado a otro de la tienda y se detuvo

delantedelsheikconlasmanoshundidasenlosbolsillosyloshombrosalzadoshastacasitocarlasorejas.

—Esabominable—exclamó—.Haidodemasiadolejos,Ahmed.Elsheikseriocínicamente.

—¿Qué puedes esperar de un salvaje? Cuando un árabe ve a una mujer quequiere,latoma.Nohagomásqueseguirlascostumbresdemipueblo.

SaintHubertchasqueólalenguaconimpaciencia.—¡Tupueblo…!¿Quépueblo?—preguntóenvozbaja.El árabe se puso en pie de un salto con los ojos chispeantes, y dejó caer

pesadamentelamanoenelhombrodeSaintHubert.—¡Calla, Raoul! ¡Ni siquiera a ti! —exclamó apasionadamente, para

interrumpirse en forma abrupta mientras la ira se borró de su rostro. Se sentó denuevo tranquilo, con una risa burlona—. ¿A qué se debe este acceso repentino demoralidad,monami?Sabescomosoyylavidaquellevo.Hasvistoantesmujeresenmicampamento.

SaintHubertrechazólaobservaciónconungestodesdeñosodelamano.—No hay comparación. Lo sabes tan bien como yo —dijo sucintamente. Se

dirigióalamesaendondehabíansidocolocadossusenseresdetocador,yempezóaquitarse los gemelos de la camisa—. Es inglesa, con seguridad esa es una razónsuficiente.

—Mepidesqueperdoneaunamujerporqueesinglesa,¿amí?MibuenRaoul,mehacegracia—replicóelsheik.

—¿Endóndelaviste?—preguntóconcuriosidadSaintHubert.—EnlascallesdeBiskra,durantecincominutos,hacecuatromeses.Elvizconde

sevolvióconrapidez.—¿Laamas?—dijo.El sheik exhaló una larga y fina bocanada de humo azulado y la contempló

ascenderhacialoaltodelatienda.—¿Heamadoalgunavezaunamujer?Yestamujeresinglesa—dijoconunavoz

tanduracomoelacero.—Si la amaras no te importaría su nacionalidad. El árabe escupió

despectivamenteelextremodesucigarrillo.—¡Por Alá! Su raza maldita se me atraviesa en la garganta. Pero esa…—Se

encogió impacientemente de hombros y se levantó del lecho donde había estado

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sentado.—Déjala marchar entonces —dijo Saint Hubert rápidamente—. Yo puedo

conducirlaaBiskra.Ahmedsevolviólentamentehaciaél,atiempoquebrillabaensusojosunallama

decelosferoces.—¿Tehahechizado tambiéna ti? ¿Laquierespara ti,Raoul?—Suvozera tan

pausadacomosiempre,perohabíaenellaunainflexiónpeligrosa.SaintHubertalzólosbrazosenungestodedesesperación.—¡Ahmed!¿Estásloco?¿Despuésdetodosestosañosvasadisgustarteconmigo

conunpretextoasí?BonDieu!¿Porquiénmetomas?Noshansucedidodemasiadascosasjuntosennuestrasvidasparadejarqueunamujerseinterpongaentrenosotros.¿Quéesunamujerocualquierpersonaparamíenloqueatiserefiere?Esunmotivocompletamentediferenteporloquetehagoesapregunta,porloquetepidoquedejesmarcharaesamuchacha.

—Perdóname,Raoul.Yaconocesmigenioendemoniado—murmuróelsheik,yporunmomentosumanoseapoyóenelbrazodeSaintHubert.

—Nomehasrespondido,Ahmed.Élsevolvió.—Estácontenta—dijoevasivamente.—Esvaliente—corrigiósignificativamenteelvizconde.—Comotúdices,esvaliente—asintióelsheik,sinlamenorexpresiónensuvoz.—Buenasangre…—dijoconsuavidadSaintHubert.—¿Cómo sabes que es de buena sangre? —dijo el árabe volviéndose

impetuosamente.—Esperfectamenteevidente—replicóconsequedadSaintHubert.—Noesesoloquequieresdecir.¿Quésabes?Elvizcondeseencogiódehombros

yyendohastasuvalijasacódeellaunperiódicoilustradoinglés,yabriéndoloenlapáginacentralseloentregóensilencio.

Ahmed Ben Hassan se acercó más a la lámpara de forma que su luz cayeradirectamentesobreelperiódicoqueteníaenlasmanos.HabíadosgrandesfotografíasdecuerpoenterodeDiana,unaenvestidodenocheylaotracomolahabíavistoporprimeravezelvizconde,conpantalonesychaquetacortademontar,conelsombreroyellátigoasuspiesyenlamanolabridadelcaballoqueestabajuntoaella.

Bajolasfotografíasdecía:

¿DóndeestáDianaMayo?

Miss Diana Mayo, cuya prolongada ausencia en el desierto estácausandoansiedadaungrancírculodesusamistades,saliódeBiskrabajo la guía de un respetable conductor de caravanas hace cuatromeses,conlaintencióndeviajarcuatrosemanasporeldesiertoydevolveraOran.Desdesuprimercampamentonosehasabidonadadeellaodesucaravana.Haaumentadoesaansiedadelhechodequese

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informaquereinaconsiderableagitaciónentrelastribusdelaregiónhacia donde se dirigía. Su hermano, sir Aubrey Mayo, quien seencuentra detenido en Estados Unidos a consecuencia de unaccidente, está en constante comunicación cablegráfica con lasautoridades francesas.Miss Mayo es una deportista conocida y haviajadomucho.

DurantelargotiempoAhmedestudiólasfotografíasensilencio,luego,conlentadeliberación,arrancólapáginadelperiódicoylaarrolló.

—Contupermiso—dijotranquilamenteylasostuvosobrelallamadelalámparaqueestabajuntoalacama.Lamantuvoasíhastaqueelpapelardióporcompletoensusmanosyluegosacudiólascenizasdesuslargosdedos—.¿HavistoHenriesto?

—Indiscutiblemente,Henri lee todosmisdiarios—replicóSaintHubert conundejodeimpaciencia.

—EntoncesHenri puede callarse la boca—dijo descuidadamente, buscando enlos pliegues de su faja la cigarrera y encendiendo otro cigarrillo con aparentedespreocupación.

—¿Quévasahacer?—dijoSaintHubertconinsistencia.—¿Yo? ¡Nada! Las autoridades francesas tienen demasiados asuntos entre sus

manos y aprecian mucho los caballos de Ahmed Ben Hassan para realizarinvestigacionesenmidirección.Ademásno,sonresponsables.MademoiselleMayofueadvertidadelriesgoquecorríaantesdesalirdeBiskra.Eligiócorrerelriesgo,etvoilá!

—¿Nadateharácambiardeparecer?—Noacostumbroacambiardeparecer.Túlosabes.Yademás,¿porquéhabría

dehacerlo?Comotehedichoantes,estácontenta.SaintHubertlomirófijamentealacara.—¡Contenta!Acobardadaesunapalabramásexacta,Ahmed.Elsheikseriosuavemente.—Me adulas, Raoul. No hablemos más del asunto. Es un contratiempo

desafortunado y lamento que te desazone —dijo ligeramente; enseguida, con uncambio repentinode tono,posó lasmanos sobre loshombrosdelvizconde—.Peroestonopuede influirenmodoalgunosobrenuestraamistad,monami; esunacosademasiado grande para quebrarse por una diferencia de opinión. Tú eres un noblefrancés, y yo… —y se rio amargamente—. Yo soy un árabe incivilizado. Nopodemosverlascosasdelamismamanera.

—Podrías,peronoloquieres,Ahmed—replicóelvizconde,conacentodepena—.No es dignode ti—hizounapausay luegovolvió a levantar la vista conunasonrisa torcida y un encogimiento de hombros en señal de derrota—. Nada podráinterponerse entre nosotros, Ahmed. Puedo no estar de acuerdo contigo, pero nopuedoborrarlosrecuerdosdelosúltimosveinteaños.

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Unosminutosmás tarde el sheik lo dejó y salió. Atravesó lentamente la cortadistanciaentrelastiendas,deteniéndoseahablarconuncentinela,yluegohaciendounapausa a la entradade la suyapara contemplar las estrellas.El perro persa quesiempredormíaatravesadoenlaentradasedesperezóylevantándoselepusolanarizhúmedaenlamano.Elhombreacariciódistraídamentealenormeanimal,palmeandomecánicamentelacabezahirsuta,sinapenasdarsecuentadeloqueestabahaciendo.

Unagranagitación,completamenteextrañaasunaturaleza,sehabíaposesionadodeél.SehabíadadocuentadesdehacíaalgúntiempodequelallegadadeRaouldeSaintHuberthabíapuestoel toque finalaunestadodeespírituqueera incapazdecomprender. Nunca pensaba en símismo, ni criticaba o analizaba sus caprichos ofantasíaspasajeras.Todasuvidahabíatomadoloquequería;nadaquehubieravistoconojoscodiciososlehabíasidonegado.Suriquezalehabíapermitidocomprartodocuanto deseó. Su genio apasionado había sido característico, incluso de niño, peroesosextrañosaccesosde irritabilidad irrazonableerannuevosybuscabaenvano lacausa.Conojospenetrantesmiróenlaoscuridadhaciaelsur.¿Seríalaproximidaddesuenemigohereditario,quesehabíaatrevidoaacercarsemásquenuncaaloslímitesdelterritorioqueAhmedBenHassanconsiderabacomopropio,loqueoriginabaesagraninquietud?Seriodespectivamente.Nadapodíacausarlemayorplacerquellegara chocar con el hombre a quien desde niño le habían enseñado a odiar. MientrasIbrahim Omar permanecía dentro de su territorio, Ahmed Ben Hassan seguíatranquiloyconteníaasusfierossúbditos,cuyosojossevolvíanansiosamentehacialaregión que podía ser disputada, pero que el sheik ladrón rebasara una pulgada lafrontera y vendría la guerra, y la guerra hasta que uno de los dos jefes o amboshubieranmuerto.Ysimoríaél,quenoteníaunhijoquelesucediera,laenormetribusedividiríaennumerosasfamiliasporfaltadeunjefequelosmantuvieraunidos,yelgobierno francés, si podía, tendría que hacerse cargo del vasto distrito que habíagobernadodespóticamente.

Se volvió a reír. No, no era IbrahimOmar quien lo intranquilizaba. Apartó alperroyentróenlatienda.EldivándondehabíaestadosentadaDianaestabacubiertoderevistasydiarios,lahuelladesuesbeltocuerpoaúnseveíaenlosmuellescojines,y un minúsculo pañuelo bordeado de encaje asomaba debajo de uno de ellos. Lorecogióylomiróconcuriosidad;sufrentesécontrajolentamentehastaquesurostroadquiriólahabitualexpresiónceñuda.Volviósusojosardienteshacialascortinasqueseparaban los aposentos. Las palabras de Saint Hubert resonaban en sus oídos.«¡Inglesa!»,murmuró como un terrible juramento. «Y la hago sufrir como juré loharíaconcualquieradeesarazamalditasicaíaenmismanos.¡Alámisericordioso!¿Porquésientotanpocoplacer?».

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CapítuloVIILaemboscada

Dianaentróenel livingroom unamañana, alrededordeuna semanadespuésde lallegada del vizconde de Saint Hubert. Había esperado encontrar la habitacióndesierta,porqueelsheiksehabíalevantadoalamaneceryhabíamarchadoenunadesusexpedicionesdistantesquesehabíanvueltotanfrecuentes,ycreíaquesuamigolo había acompañado, pero al abrir las cortinas entre las dos habitaciones vio alfrancés sentado ante el pequeño escritorio, rodeado de papeles y escribiendorápidamente.Asualrededorelsueloestabacubiertodecuartillasmanuscritas.Eralaprimeravezqueseencontrabansolosyellavacilóconrepentinatimidez.

PeroSaintHuberthabíaoídoelrumordelascolgadurasysepusodepieconlacortésinclinaciónqueproclamabasunacionalidad.

—Perdón, madame. ¿La molesto? Dígame si estorbo. Temo haber sido muydesordenado—añadió,conunarisadeexcusa,ymirandoelmontóndehojasllenasdeunaescrituraapretadaquecubríalaalfombra.

Dianaavanzólentamente,sintiendoqueunleveruborcubríasurostro.—Creíquehabíasalidoustedconmonseñor—dijo.—Tenía que hacer un trabajo…, algunas notas que transcribir antes de que

olvidaraloquequeríandecir;tengomuymalaletra.Ademáslasemanahasidodura,asíquepedíundíadevacaciones.¿Puedoquedarme?¿Estáustedseguradequenolaincomodo?

Susojoscompasivosyladeferenciaensuvozhicieronqueinesperadamenteselehicieraunnudoenlagarganta.Lehizoseñasdequesiguieratrabajandoysalió.

Detrásde la tienda el rumorhabitual del campamento llenaba la atmósfera.Ungrupo de árabes, a corta distancia, estaba contemplando a uno de los domadoreseducaraunpotrillo,criticandoruidosamenteyofreciendotodaclasedeconsejos,sinamilanarseporlaindiferenciaconqueeranrecibidos.Otrospasabanocupadosenlasdiversastareasrelacionadasconelcampamento,coneldesdénorientalporeltiempo,quedejabaparamañanatodocuantoposiblementepudieraserrelegadohoy.Cercadeella, uno de los ancianos, más rígido en sus convicciones que la mayoría de lossúbditos de Ahmed Ben Hassan, estaba plácidamente entregado a sus rezos,postrándoseycumpliendosu ritualcon lasublime indiferenciahacia losdemásdelmahometanodevoto.

Fueradesupropiatienda,elvaletyHenriestabansentadosalsol,Gastónsobreun balde puesto boca abajo, limpiando un fusil, y su hermano tendido en el sueloespantandoperezosamentelasmoscasconelpañoquehabíaestadosacandobrilloalas botas de montar del vizconde. Ambos hombres hablaban rápidamente confrecuentesestallidosdealegrerisa.Elperropersaestabaechadoasuspies.Alzóla

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cabezaalaparecerDianaylevantándoseseacercólentamenteaellaparaponérseleendospatas,colocándolelasdelanterassobreloshombrosyhaciendotorpesesfuerzospor lamerle la cara. Ella lo hizo bajar con dificultad, inclinándose para besarle lapeludacabeza.

Mirólamujeralolejos,atravésdeldesierto,másalládelasúltimaspalmeras,eloasis.Habíaunaligerabrumaquereverberabaconelcaloryesfumabalasiluetadelascolinasdistantes.Unasuavebrisalehizosentirconmásintensidadeloloracredeloscamellos,yelcrujidodelaparejodelpozoquesonabanomuylejos.

Dianaexhalóunsuspiro.Todoeratanfamiliar.Leparecíanohaberconocidootravidafueradeestaexistencianómada.Losañosanterioressehabíanconvertidoenunaespeciedevago recuerdo; la época enqueviajaba incesantemente con suhermanoalrededordelmundoparecíamuyremota.Habíaexistidoentonces,llenandosuvidacon el deporte, inconsciente de algo que faltaba en su naturaleza, y ahora por finestabaviva,yelcorazóndecuyaexistenciahabíadudadoardíaylatíaconunapasiónquelaestabaconsumiendo.Susojosrecorrieronnostálgicamenteelcampamentoconunaluzmuytiernaenellos.Todocuantoveíaestabarelacionadoconelhombrequeeradueñodeello.Sesentíaorgullosadeél,orgullosadesusmagníficasdotesfísicas,orgullosadelaautoridadqueejercíasobresusturbulentossúbditos,orgullosaconelorgullo de la mujer primitiva por el hombre dominante que gobernaba a sussemejantesconlafuerzayeltemor.

El anciano árabe había concluido sus oraciones y se puso de pie saludándola.Todos los miembros de la tribu tenían una sonrisa para ella y se apartaban de sucaminoparalograrungestodesaludo.Balbuceóunaspalabrasenárabeimperfectoen respuesta a su largo y florido saludo, y con una risa tímida se retiróprecipitadamentealatienda.

Sedetuvoalladodelvizconde.—¿Es otra novela? —le preguntó con timidez, indicando la creciente pila de

manuscritos.Sevolvióél en la silla,ydescansandounbrazoenel respaldomientras jugaba

conlaplumafuente,ledirigióunasonrisamientrasellaseacurrucabaeneldivánconKopec,quelahabíaseguidodentrodelatienda.

—No,madame.Esalgomásserioestavez.EslahistoriadeestatributancuriosadeAhmed.Sondiferentesenmuchosaspectosdelosárabescorrientes.Hansidounaraza aparte durante generaciones y tienen creencias y costumbres peculiarmentepropias.Usted,porejemplo,habráobservadolaausenciaentreellosdelasestrictasprácticas religiosas que rigen entre otros mahometanos. La tribu de Ahmed BenHassanadoraenprimerlugarysobretodoasusheik, luegoalosfamososcaballosquelehandadorenombre,yporúltimo,soloporúltimo,aAlá.

—¿Esmonseñormahometano?SaintHubertseencogiódehombros.—CreeenDios—dijoevasivamente,volviendoasutarea.Dianaloestudiócon

curiosidadmientrastrabajaba.Sesonrióalpensarenlaimagenmentalquesehabía

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trazado deSaintHubert antes de su llegada, y la comparó con el hombre real queestabaantesusojos.Durantelasemanaquehabíaestadoenelcampamentosehabíaatraído su simpatía y ganado su confianza con el encanto comprensivo de susmodales.Habíasorteadounasituacióndifícilconunadelicadezaysavoirfairequesehabían ganado su gratitud. Le había ahorrado cien humillaciones con un tacto tanespontáneocomodisimulado.YentreellosexistíaellazodelcariñoquesentíanporAhmedBenHassan,esteextrañojefedeunatribuextraña.¿Cuálhabíasidoelorigendelaamistadentreestosdoshombrestandistintos,unaamistadqueparecíadatardelosdíasdesuinfancia?Lapreguntalaintrigabaymeditósobreella,recostadaeneldiván,mientrasacariciabalacabezadelperroquedescansabasobresusrodillas.

El vizconde escribió con rapidezdurante algún tiempoy luego arrojó la plumasobrelamesaconunaexclamacióndealivio,reuniólashojasdispersasenelsueloycolocándolasenunmontónordenadosobrelamesa,sevolviónuevamenteenlasilla.Contempló lafiguraesbeltade la joven,recostadaconlaactitud inconscientementegraciosadeunacriaturasobreloscojines,conlacarainclinadasobrelacabezagrisyásperadelperro,ysintióunaemocióninesperadaqueloagitaba.Laprontasimpatíaque había despertado en él desde el primermomento se había transformado en unsentimientomásprofundo,yconélundeseocaballerescodeprotegerla,unansiadeinterponerseentreellayeldesastrequesecerníainevitablementesobresupersona.

NotóDianasumiradafijayalzólavista.—¿Haconcluidoeltrabajo?—Es todo lo que puedo hacer por el momento. Henri debe descifrar el resto;

siente pasión por los jeroglíficos. Es una persona que no tiene precio; no podríaarreglarmesinél.Abusabademícuandoéramosniños…,almenosasílocreíayo.Éllo llamaba «divertir al señor vizconde», y durante los últimos quince añosme hatiranizadoasugusto—serioychasqueósusdedosaKopec,quegimióyvolviólosojosensudirección,perosinalzarlacabezadelasrodillasdeDiana.

Hubounapausaylamuchachacontinuóacariciandodistraídamentelacabezadelcan.

—He leído sus libros…, todos los que tiene aquí monseñor —dijo por fin,alzandolavistaconairegrave.

Hizoélunapequeñainclinaciónacompañadadeunaspalabrasqueellanopudoentender.

—Su novela me gustó —continuó acariciando siempre al perro, como si laproximidaddelcorpulentoanimalledieraánimo—.Porreglagenerallasnovelasmeaburren,lostemasdequetratannomehaninteresado,peroestamehaconmovido.Esnovedosa,magnífica,pero…¿esreal?

Había hablado desapasionadamente, con la sinceridad juvenil característica enella,nocumplimentandoaunautorporunaobramaestra,sinoexponiendounacosasencillamente,talcomoleparecía.

SaintHubertseinclinósobreelrespaldodelasilla.

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—¿Enquésentido…real?—preguntó.Ellalomiródirectamente.—¿Creeustedquerealmenteexisteunhombretalcomoustedlohapintado…,un

hombrequepuedasertantierno,tangeneroso,tanfielcomosuhéroe?Saint Hubert desvió la vista y volviendo a tomar la pluma empezó a dibujar

distraídamente círculos y trazos sin significado alguno en el papel secante,encogiéndoselentamentedehombros.Eldesprecioenlavozdela jovenyeldolorquesedibujórepentinamenteensusojoslehicierondaño.

—¿Conoceaunhombreasí,oessimplementeunproductodesuimaginación?—insistió.

Terminó él un diagrama complicado en la hoja de papel secante antes decontestar.

—Conozcoaunhombreque,dadas ciertas circunstancias, tiene todas lasdotesparallegaraserlomismo—dijofinalmenteconvozapagada.

Ellaserioconamargura.—Entonces usted tienemás suerte que yo.No tengomuchos años, pero en los

cinco últimos he conocido muchos hombres de diversas nacionalidades, y no heencontradoaunoque,engradoalguno,seasemejealpreuxchevalierdesulibro.Loshombresquehantocadomásíntimamentemividanohanconocidoelsignificadodelapalabra ternura,y jamáshantenidounpensamientoquenofuerasoloparaellos.Ustedhasidomásafortunadoensusrelaciones.

Elrostrodelvizcondesecubriódeunfuerterubor,ycontinuócontemplandolaplumaquesosteníaentresusdedos.

—Lasmujereshermosas,madame—dijoconvozpausada—,desgraciadamenteprovocanenalgunoshombrestodocuantohaydemásbajoyvilensusnaturalezas.Ningúnhombresabehastaquéniveldeinfamiapuededescenderbajolainfluenciadeunatentaciónrepentina.

—¡Ylamujerpaga!—exclamóDianaconvehemencia—.Pagaporlabellezaconque Dios la ha maldecido…, la belleza que puede odiar ella; paga hasta quedesapareceesabelleza.¿Cuánto?

Se interrumpió en forma abrupta, mordiéndose los labios. Movida por elsentimiento de simpatía que inconscientemente se había ido adueñando de elladurantelaúltimasemana,quebrantólarepresiónimpuestaasímismaysedejóirmáslejosdeloquepensaba.Temíalasconfidenciasquesuactitudcasiparecíaexigirdeella.Elorgulloleimpedíaaceptarlacompasiónaquecasihabíacedidosusoledad.

—Perdóneme—dijo con frialdad—,mis ideas no pueden interesarle en formaalguna.

—Porelcontrario,ustedmeinteresaprofundamente—corrigióélconrapidez.Notóellalaligeradiferenciaensuspalabrasyseriomásamargamentequeantes.—¿Comoqué? ¿Un sujeto para vivisección?Póngase su delantal para operar y

traiga sin demora sus instrumentos. La víctima está lista. Seré «material» para supróximolibro.

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—¡Madame!Sehabíapuestoenpiedeunsalto,ylomiródolorosamente,tendiéndolelamano

coninstantáneoarrepentimiento.—¡Oh, perdóneme!No debía haber dicho eso; no lomerecía.Ha sido usted…

bueno,yseloagradezco.Perdonemigrosería.Debeserelcalor…;lavuelveirritableauna,¿noescierto?

Ignoróélsulastimososubterfugioyalzólosdedostemblorososasuslabios.—Siquierehonrarmeconsuamistad—ledijo,conundejodecaballerosidadque

frecuentementepodíaobservarseenél—,mividaestáasuservicio.Peroalhablarcambióeltonodesuvoz.Elcontactoconsusdedosfríoslehizo

experimentarunasensacióntanintensaqueporunmomentolodominó.Dejó ella su mano entre las de él, y por unos momentos eludió su mirada y

contempló la áspera cabeza que descansaba en su regazo. Luego lo miró confranqueza.

—Suofrecimientoesalgomuyvaliosoparaque lodesdeñe.Siustedquieresermi amigo, así como es el amigo demonseñor…—Su voz se extinguió, volvió lacabeza,ysusmanostemblaronligeramente.

Sintióélunsobresaltoyapretóconfuerza involuntariamente lamanoque teníaestrechada entre las suyas, al oír esas palabras. «¡El amigo demonseñor!». Se diocuentadequeenlosúltimosmomentoshabíaolvidadoalsheik,habíaolvidadotodo,arrebatado por una intensa emoción que lo asombraba por ser inesperada, salvo lahermosuraeimpotenciadelajovenqueestabaasulado.Ledabavueltaslacabeza;sucalma,su lealtad,susprimerossentimientosdecompasióndesapasionadahabíandadopasoaunaagitaciónextremaqueloarrastrabadesenfrenadamenteyamenazabadominarlo.Elcorazón le latía furiosoyapretó losdientes, tratandoderecuperarsuhabitualsangrefría.El temperamentoemotivoqueDianahabíaadivinadoal leer lanovelahabíasurgidodegolpe,barriendolarígidarepresióndeaños.Lasangrelatíaen sus oídos mientras trataba de dominarse, de contener la locura que se habíaapoderadodeél.

Cerró los ojos al sufrir el choque de esa revelación; los abrió ahora y lamiróvacilante,casicontemor,estrechandolamanodeellaentrelassuyaseinclinándosehacia lamujer, atraído irresistiblemente por el carismade su proximidad.La vio atravésdeunanieblaquesefuedespejandogradualmente,vioquenosehabíadadocuenta de la emoción que había despertado en él y que, consciente solo de susimpatía,habíadejadolamanoentrelassuyascomolahubieradejadoenlasdeunhermano.Estabainclinadasobreelperro,tocándolecasilacabezaconsurostro,yalmirarSaintHubert,unalágrimacayósobreelcuelloásperoygrisdeKopec.Ellalohabíaolvidado,habíaolvidadoinclusoqueestabaasulado;eraelúnicopensamientoquellenabasumente.

Con un esfuerzo inmenso logró recobrar el dominio de sí mismo. Tenía quevencer como fuera esta locura repentina. La lealtad que había estado a punto de

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vacilar volvió a imponerse y se apoderó de él un sentimiento de disgusto consigomismo.Habíaestadoapuntodetraicionaralhombrequehabíasidoparaél,duranteveinte años,más que un hermano. Ella pertenecía a su amigo y ahora no tenía nisiquieraelderechodediscutirlaéticadesuposesiónporelsheik.

Lacalmaquehabíaperdidovolvió.Laheridasecuraríaaunquetalvezlasintierasiempre,peroerasuficientementefuerteparaocultarsuexistencia,inclusoalosojoscelososque lohabíanvigilado incesantementedesdesuestallidoen lanochedesullegada.

Diariamente se había dado cuenta de ellos. Esa misma mañana Ahmed habíahecho toda clase de esfuerzos, fuera de una orden directa, para inducirlo a que loacompañara en la expedición que lo había hecho salir tan temprano. Seguro de símismoahora,alzólosdedosdeellaasuslabios,nuevamenteconreverencia,conunaespeciederenunciaciónensubeso,ylasoltósuavemente.Sevolvióconunsuspiroahogadoyunapunzadaenelcorazónalverlacompletamenteabsorta,y,alhacerlo,Henrientrócorriendo.

—¡Señorvizconde!¿Quierevenir?Hahabidounaccidente.ConungritoqueSaintHubertjamáspodríaolvidarDianasaltódeldiván,conuna

palidez mortal, y sus labios dibujaron la palabra Ahmed, aunque no salió ningúnsonidodeellos.Temblabadepiesacabezayelvizcondelarodeóinstintivamenteconsu brazo. Ella se apoyó, pero él se dio cuenta con amarga certidumbre, de que elapoyodeunamesaounasillahubierasidolomismoparaDiana.

—¿Quéocurre,Henri?—dijovivamente,conunligeromovimientoquelohizointerponerseentreDianaysusirviente.

—Uno de los hombres, señor vizconde. Le estalló el fusil y tiene una manodestrozada.

SaintHubertseñalósecamentelapuertaconlacabezaysevolvióparaatenderalajoven.Estasedejócaereneldiványabrazandolacabezadelperrohundiólacaraensucuello.

—Perdóneme—murmuró,ahogandosuvozenlosgrisesyásperospelos—.Hasidounaestupidez,perohoymontaaesebrutodeShaitanyestoysiemprenerviosa.Porfavor,iréenseguida.

Salióélsindecirunapalabra.LasanécdotasquehabíaoídodeDianaMayo,alpasarporBiskra,nohablabandenervios,ysurostroseensombreciómientrascorríaatravésdelcampamento.

Dianapermaneció completamente inmóvil despuésdehaberse ido él, hastaquecesósutemblornerviosoyKopecliberólacabezaylelamióelrostroconungruñidoinquieto.

Sepasólamanoporlosojosconunsuspirodealivioysalióalaluzbrillantedelsolconelperrodetrás.

Elclamorruidosodevocesexcitadas laguiohasta laescenadelaccidente,y lamultitud abrió sus filas para dejarla pasar. El herido estaba sentado, soportando

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estoicamente la curaque lehacíaSaintHubert, conunaexpresiónde interés en surostro. En respuesta a la sonrisa y palabras de aliento de Diana se sonrióavergonzado,haciendogirarsushermososojos.

SaintHubertlevantórápidamentelacabeza.—Noesunespectáculoagradable—dijocontonodeduda.—Nome importa.Dejeque tengaesto—dijoella concalma, remangándose la

blusaytomandounapalanganamanchadadesangredemanosdeHenri.SaintHubertledirigióotraojeada,maravillándosedesuvozfirmeybuencolor,

alpensarenlajovenpálidaquesehabíaaferradotemblandoaéldiezminutosantes.Seguía conservando el valor indomable que siempre había poseído; era solamentecuando algo afectaba a Ahmed que se imponía la nueva Diana, con la ansiedadcobardedelamor.

Contemplóinteresadalahabilidadconqueelvizcondetratabalamanomutilada.Había una precisión en susmovimientos y una suavidad en el tacto que indicabanconocimientosypráctica.

—¿Esustedmédico?—lepreguntó.—Sí —contestó, sin levantar la vista—. Estudié medicina y pasé todos los

exámenesnecesarios.Esindispensablecuandounoviajacomolohagoyo.TomóunasvendasqueHenriteníapreparadasyDianapasólapalanganaqueya

nohacíafaltaaGastón.Volvióamiraralárabe,cuyorostroimpasiblenomostrabaseñalalgunadequeexperimentaradolor.

—¿Creesquesufremucho?—preguntóalvalet.Esteserioyseencogiódehombros.—Menosdeloquesufriríayo,madame.Loquerealmenteledueleespensaren

qué dirá monseñor cuando oiga que Selim fue lo suficientemente estúpido paracomprar un fusil inútil a uno de los sirvientes del holandés que pasó por aquí lasemanapasada—yañadióunascuantaspalabrasdebromaenárabequehicieronqueelheridolevantaralavistaconunamueca.

SaintHubertterminódeajustarlasvendasyseincorporosecándoseelsudordelafrente.

—¿Quedarábienahora?—preguntóDianaconansiedad.—Creoquesí.Haperdidoelpulgar,peropiensoquepuedasalvarleelrestodela

mano.Lopiensoobservarcuidadosamente,peroestoshombresdeAhmedestánentanbuenestadofísicoquenocreoquehayacomplicaciones.

—Voyadarunavueltaacaballo—dijoDianavolviéndose—.Esunpocotarde,perotengotiempo.¿Quierevenir?

Era una tentación y vaciló, mientras reunía los instrumentos que había estadousando,perovenciólaprudencia.

—Me gustaría hacerlo, pero tengo que vigilar a Selim —dijo pausadamente,aprovechandolaexcusaplausiblequeseleofrecía.Laencontrómástardedelantedelatiendacuandoibaasaliryesperómientrasmontaba.

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—Simeretraso,nomeespere.DígaleaHenrique le sirvaelalmuerzo—gritóentreloscorcoveosdeBailarín.

Laviomarchar,conGastónunospasosdetrásyseguidosporunaescoltadeseishombresqueelsheikúltimamentehabíainsistidoquelosacompañara.Lapresenciacontinuadeesoshombresasustaloneslairritabademaneraconsiderable.Loslocosgalopes que tanto amaba eran completamente diferentes con el pensamiento de laguardia armada detrás de sí. Parecía que la molestara y coartara su diversión. Lasoledad de sus excursiones había sido para ella su mayor encanto; se habíaacostumbradoaGastón,peroencambio,notabaintensamentelosseisparesdeojosque vigilaban todos sus movimientos. No comprendía tal necesidad. Nunca habíavistonadaensusexcursionesquejustificaralaordendeAhmed.Eloasisnoestabasobreningunarutadecaravana,ysialgunavezhabíavistoárabesaalgunadistanciadel campamento, siempre resultaron ser hombres de Ahmed Ben Hassan. Habíapensadoendiscutirloconél,perolehabíafaltadovalor.SuactituddesdelallegadadeSaintHuberthabíasidoextremadamentefría…,casirepelente.

Las semanas de felicidad transcurridas antes habían transformado la intimidadentreellosencasiunsentimientodecamaradería.Eramáshumano,másoccidental,más considerado que nunca, y el temor que le producía había estado adormilado.Podría habérselo dicho entonces. Pero desde la mañana de la llegada de Raoul,cuandoelfervorinesperadodesuabrazohabíahechorenacerlaesperanzaquecasihabíamuertodentrodeella,cambiócompletamente,mostrandounafríareservaquela helaba. Sus caricias fueron descuidadas y poco frecuentes, y su indiferencia tangrande que la había hecho pensar con dolor si la llama de su pasión no se estabaextinguiendo y si esto no sería el fin. Sin embargo, a pesar de su indiferencia, sehabía dado cuenta, lo mismo que Saint Hubert, de la vigilancia de los ojosconstantemente celosos que la seguían con fiero escrutinio. Pero la chispa deesperanzaqueaúnanimabaelconocimientodeesoscelosnoeralosuficientementefuerteparasuperarlabarreraqueesanuevaactitudhabíalevantadoentreellos.Noseatrevíaahoraapedirleningúnfavor.

El corazón se le contrajo al pensar en su indiferencia. La hería tanto… Estamañanalahabíadejadosinunapalabraalmarchar,yestabaávidadesusbesos.Seencontraba acostumbrada a sus accesos taciturnos, pero su corazón ansiaba unreconocimientotangible.Elamor,quesehabíanegadoasentirdurantetantotiempo,sehabíaconvertidoenunafuerzaque,predominandosobre todo,fueapoderándosedeellairresistiblemente.

Elafectoacumulado,queporfaltadeunasalidahabíaestadocontenidodentrodelajoven,habíarototodaslasbarreras,yelamorquedabaalhombrealquesehabíaentregado,erainconmensurable;unamordeinfinitaternuraysinningúnegoísmo,unamor que la volvía extrañamente humilde. Le había cedido todo, la dominabatotalmente. Su voluntad imperiosa había cejado ante lamayor decisión de él, y sudominio sobre ella había provocado un sentimiento que ansiaba una recompensa.

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Solo vivía para él y con la esperanza de su amor, engolfada en la pasión que laesclavizaba. Su entrega no había sido común. La debilidad femenina que habíadespreciado y contra la cual había luchado triunfó inesperadamente sobre ella enforma humillante por lo completa. El sexo había intervenido anulando todas susnociones preconcebidas.Los instintos femeninos que bajo la enseñanza deAubreyhabíansidoreprimidos,encontactoconlapujantevirilidadypersonalidadatrayentedelsheik,surgieronalasuperficieconfuerzasorprendente.

Hoy estaba casi desesperada. Su indiferencia de la mañana la había heridoprofundamente y surgía en ella una ola de rebelión. No quería ser desechada sinluchar por su amor. Le ardieron las mejillas al pensar en el papel que se estabaatribuyendo. Sería mejor que «esas otras», que aún la hacían estremecerse. Perodesechóresueltamentesurepugnancia,alzandolacabezaconsuantiguogestoaltivoe irguiéndose en la silla con los labios fruncidos. Había soportado tanto ya, quetambién podía soportar este nuevo ultraje a sus sentimientos. Tenía que lograr sucariño a cualquier precio. Aunque odiara los medios, haría que la amara. Peromientraspensabaenello,ensumenteseinsinuóladudadequefueracapazdeteneréxito,torturándolaconrecuerdosinsidiosos.

AhmedBenHassannoeraunserordinarioparasucumbiralafascinacióndeunamujer.Ellahabíaexperimentadolaobstinacióndelhombreyconocíalainflexibilidadde su naturaleza. Su determinación era una roca contra la cual se había estrelladomuchas veces por no conocer su fuerza.Por unmomentodesesperó, pero luego levolvióelvalordisipandolasdudasquelaasaltaban,ymanteniendolaesperanzaqueaúnvivíaensucorazón.Unadébilytrémulasonrisaasomóasuslabiosylevantandolavista,volviósuspensamientosalmomentopresenteconunesfuerzo.

Al empezar la excursiónhabíanpasadoavarios centinelas, inmóviles sobre loscaballosimpacientes,quehabíanlevantadosusfusilesensaludoalverlapasar,yunaodosvecesGastónleshabíagritadounapreguntamientrasgalopabadetrásdeella.Peroenlaúltimahoranohabíanvistoaninguno.Elterrenoeraondulanteahora,condeclivespronunciadosqueimposibilitabanveradistancia.

GastónespoleósucaballoponiéndosealladodeDiana.—¿Quieremadame tener la bondad de regresar?—dijo respetuosamente—. Es

tarde,ynoestamos segurosentre estas colinas.No sepuedeverquién se acercaytengomiedo.

—¿Miedo,Gastón?—replicóellariendo.—Porusted,madame—contestóélcongravedad.FrenóellaaBailarínmientras

hablaba,peroerademasiadotarde.Enelmomentomismoenquevolvíalacabezadelcaballo,parecieronsurgirárabesportodoslados.Antesdequesedieracuentadeloquesucedía,suescoltapasóatodogalopeygiródetrásdeellahaciendofuegocontralahordadehombresqueseabalanzabasobreambos.ConungemidoGastónletomólariendayhostigóaloscaballosdevueltaporladirecciónenquehabíanvenido.El

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ruidoeraensordecedor,mezclándoselosroncosgritosdelosárabesconelcontinuocrepitardelosfusiles.Lasbalasempezaronasilbarasualrededor.

GastónsepusolasriendasbajolasrodillasyconunamanoenlabridadeBailarínysurevólverenlaotra,galopómirandohaciaatrás,porencimadelhombro.Dianatambiénmiróasusespaldasymecánicamentelosdedosselecrisparonsobreelarmabrillantequeelsheiklehabíadadolasemanaanterior.Vioconrepentinodesalientoque los seis hombres que formaban su escolta eran rechazados por un númerosuperior que los rodeaban por todas partes. Dos de ellos habían caído ya y losrestantesestabanapiey,mientrasmiraba,desaparecieronentrelamasadehombresquecayósobreellos.AlmismotiempoungrupodeunosveintejinetessedestacódelcuerpoprincipalygalopótrasellayGastón.

—Tenemos que hacer algo. Hay que ayudarlos. No podemos dejarlos así —exclamó,tomandoaGastóndelbrazoyempuñandoelrevólver.

—No,no,madame,esimposible,sonciencontraseis.Tienequepensarenusted.Siga,madame.PoramordeDios,siga.Talveznossalvemos—lesoltólabridaysequedóatrás,interponiéndoseentreellaylosárabesquelosperseguían.

Unos gritos furiosos y una lluvia de balas que pasaron a su lado hicieron queDiana volviera la cabeza almismo tiempoque se acurrucaba sobre la silla. Se diocuentadelatácticadeGastónycontuvodeliberadamentesucaballo.

—No iré delante.Tiene que ir ami lado—gritó, estremeciéndose al pasar unabalajuntoaella.

—MonDieu!¿Porquésedetiene?¿Creequepodrépresentarmeantemonseñorsilesucedealgoausted,madame?—ReplicófuriosoGastón—.Haga loque ledigo.¡Siga!—Ladeferenciahabíadesaparecido,borradaporeltemorqueenronquecíasuvoz.

Miróhaciaatrásysurostropalideció.Nosentíamiedoporél,peronoseatrevíani siquiera a pensar en lamuchacha que iba a su lado.Habían sido atrapados porhombresdeIbrahimOmar,ymaldecíasulocuraalhaberpermitidoqueDianallegaratan lejos. Sin embargo, había parecido perfectamente seguro. Los informes de losexploradores habían probado últimamente que el sheik ladrón respetaba hastaentonceslalíneafronterizaentreambosterritorios.Estadebíadeserunaincursióndepruebaquetuvounéxitoinesperado.Elceboerademasiadotentadorparaquecesarala persecución. La mujer blanca, último capricho de Ahmed Ben Hassan, y susirviente, que se sabíavaloraba tanto, seríanunapresaquenodejarían escapar tanfácilmente.Aélleesperabaprobablementeeltormento,conseguridadlamuerte,¡yparaella…!

Apretólosdientesalmirarlayelsudorlebañólacara.Lamataríaélantesdequellegara a eso. Y mientras la miraba volvió ella la cabeza y encontró sus ojosdesesperados por un momento, y sus labios sonriendo valientemente. Se habíaabstenido hasta ese momento de tirar, tratando de reservar las municiones comoúltimo recurso, pero vio que no podía demorar más. Empezó a hacer fuego

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pausadamente y con calma, eligiendo cuidadosamente sus hombres. Era unaesperanzaremota,peroconteniendoalosprimerosaunquesolofueraunosinstantes,talvezpodríaganartiempo.Laprecisióndesupuntería,talvezcontuvieralacargahasta que salieran del terreno ondulante al desierto abierto, en donde el ruido deltiroteo probablemente llegara a algunos de los centinelas avanzados, hasta queestuvierandemasiadocercadelcampamentodelsheikparaquepudieracontinuarlapersecución.Lasbalassilbabancontinuamenteasualrededor,peroloshombresquelas disparaban no eran los tiradores cuidadosamente entrenados de Ahmed BenHassan. A pesar de eso Gastón sabía que la situación era casi desesperada. Encualquier momento una bala podía alcanzar a cualquiera de los dos. Susperseguidoresparecierontambiénhaberadivinadosuspensamientosyseabrieronenunalíneaampliaeirregular,maniobrandocontinuamente,haciendoimposibleuntirocertero, al mismo tiempo que exigían un paso terrible a sus caballos, tratando deflanquearlos.Dianaestabatirandoahora.Elpensamientodelaextincióndesuescoltaydelpeligroquelosamenazaba,aellayaGastón,venciólarepugnanciaquehabíaexperimentado en el primer momento, y hasta tuvo un instante en el que sesorprendiódesupropiacalma.Noteníamiedo,lamuertedeloshombresdeAhmedla había enfurecido, con una rabia furiosa y vengativa que la hacía ver rojo y lallenaba del deseo de contestar de la misma manera. Hacía fuego rápidamente,vaciandosurevólver;yacababadevolveracargarloconmanofirmecuandoBailaríntropezó, se restableció dando unos pasos, pero luego se desplomó lentamente, decostado, arrojando sangre por la boca. Diana cayó de pie y un instante despuésGastón estaba a su lado, colocándola detrás de él, protegiéndola con su cuerpo yhaciendofuegoserenamentesobrelosárabesqueseaproximaban.

Lamismasensacióndeirrealidadqueyahabíaexperimentadounavez,elprimerdíaenelcampamentodeAhmed,seapoderódeella.Elprofundosilencio—porquelosárabeshabíandejadodetirar—laarenacandenteysecaconelairecalientequesealzaba comouna bruma de su superficie susurrante, el cielo azul oscuro sin nubesencima de su cabeza, la banda de jinetes amenazadores que giraba cada vez máscerca,Bailarínmuerto, con el caballo deGastón inmóvil al lado de su compañeropostrado,yfinalmenteelhombrequeestabajuntoaella,valienteyfielhastaelfin;todoparecíafantásticoeirreal.

Veíaelespectáculodesapasionadamente,comosifueraunaespectadoraynounaparticipanteenlaescena.Peroesosolofueporunmomento;enseguidalarealidaddela situación se volvió a imponer claramente. Cualquier minuto podía significar lamuertedeunoodelosdos,yconunmovimientoinstintivoseaproximómásalvalet.Ambosguardabansilencio,nohabíanadaquedecir.Lamanoizquierdadelfrancéssecerró sobre la suya en respuesta a la llamada involuntaria de camaradería que ellahabíahecho,ylasintiócontraersealabrirleunabalaunsurcoenlafrente,cegándoloporuninstanteconlasangrequecaíasobresusojos.Lesoltólamanoparapasarseel

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brazo por la herida y, al hacerlo, los árabes renovaron repentinamente sus gritos ycargaronsobreellos.

Gastón se volvió rápidamente y Diana leyó su propósito en el horror que sepintabaensusojos.Alzólacabezaconunligerogestodeasentimientoylamismasonrisaintrépidaensuslabiospálidos.

—Porfavor—murmuró—,¡pronto!Unespasmocruzóporsurostro.—Vuelva la cabeza —murmuró desesperadamente—. No puedo hacerlo si

usted…Seoyóunadescargayconunquejidosedesplomócontraella.Porunmomento

reinóunatremendaconfusión.Depie,alladodelcuerpodeGastóndisparósuúltimotiroyluegoarrojóelrevólveralacaradeunhombrequeseabalanzóparaapoderarsedeella.Sevolvió condesesperación tratandode alcanzar el caballodelvalet, perohabía sido rodeada y durante un segundo se mantuvo acorralada, con las manoscrispadasyapretadoslosdientes,desafiandolosrostrossalvajesquelarodeabanyseechaban sobreella, conojosqueechabanchispas, enfrentándolos.Enseguida sintióun golpe violento en la cabeza, le pareció que el suelo cedía bajo sus pies, todoennegrecióantesusojosycayósinsentido,sinexhalarungemido.

Ya entrada la tarde, SaintHubert seguía escribiendo dentro de la tienda.Henrihabíadescifradolasnotasqueconfundieronasuamoporlamañana,yelvizcondeaprovechaba la soledad para terminar el trabajo atrasado. Se había olvidado deltiempo, se había olvidado también de sorprenderse ante la prolongada ausencia deDiana, absorto en el tema interesante en que estaba ocupado, sin darse cuenta delsignificadodesudemoraenvolver.Ahmedlehabíahabladodelaproximidaddesuenemigo tradicional, pero Saint Hubert no se percató de lo cerca que se habíaaventuradoelsheikladrón.

Estabademasiadoabsortoparaenterarsedelruidohabitualenelcampamentoqueanunciaba la llegadadelamigo,y levantó lavistasobresaltadocuandoAhmedBenHassan entró. Los ojos oscuros recorrieron sombríamente la tienda, y sin decirpalabraentróenlahabitacióninterior.Unmomentodespuésvolvió.

—¿DóndeestáDiana?SaintHubertsepusodepie,extrañadoporsutono.Miróelreloj.—Salióadarunpaseoacaballoestamañana.Dieu!Notenía ideadequefuera

tantarde.—¡Estamañana…!¿Ynohavueltoaún?—repitiólentamenteelsheik—.¿Aqué

horadelamañana?—Creo que alrededor de las diez—replicó Saint Hubert con inquietud—. No

estoyseguro;nomirélahora.Hubounaccidenteyellasedemoróparamirarcómovendabaaunodetusimprudentesmuchachosquehabíaestadojugandoconunfusildefectuoso.

Elsheiksedirigióalapuerta.—¿Llevabaunaescolta?—preguntósecamente.

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—Sí.ElrostrodeAhmedBenHassanseendurecióysuceñosefrunciósombríamente.

¿Habríaestadoengañándolotodasesassemanas…fingiendounasatisfacciónquenosentía, adormeciendo sus sospechas para poder aprovechar otra oportunidad deescapar? Por un momento su rostro se ensombreció, pero luego desechó la idea.Confiabaenella.Solounasemanaanteslehabíadadosupalabra,ysabíaquenoeracapaz de mentirle. Y además, la cosa era imposible, Gastón jamás volvería a sertomadopordescuidoyestabantambiénlosseishombresdelaguardia.Jamáspodríaescapar de la vigilancia de siete hombres. Pero lo que más pesaba para él era laconfianzaqueletenía.Nuncahabíaconfiadoenunamujerhastaentonces,peroestaeradiferente.Lasotrasquehabíanpasado tan ligeras,ni siquierahabíandejadounrecuerdo detrás; se habían desvanecido en un completo aburrimiento.Nunca habíaexistidomotivoparaconfiarodesconfiardeellas,oparaqueimportarasillegabanoseiban.Lasaciedadhabíallegadoconlaposesiónyconellalaindiferencia.

Pero la emoción que la belleza poco común y la esbelta juventud de estamuchachadespertabaenélnohabíadisminuidodurantelosmesesquehabíaestadoviviendoenelcampamento.Susdiversasactitudes,suantagonismo,susaccesosderabiafuriosay,finalmente,suentregainesperada,habíanmantenidovivosuinterés.Se había acostumbrado a ella. Había llegado a anticipar con un placer vago,indefinido, el regreso de sus largas expediciones para ver la exquisita figuraacurrucadaentre loscojinesdelgrandiván.Supresenciaparecía impregnar toda latienda, cambiándola por completo. Se había vuelto necesaria para él, como jamáshubiera creído que unamujer pudiera serlo. Y con el cambio que introdujo en sucampamentosehabíaproducidotambiénuncambioensupersona.

Por primera vez había surgido una sombra entre él y el hombre a quienconsiderabasuamigodesdeque,siendounmuchachodequinceaños,cayóbajosuinfluencia.Sedaba cuentaquedesde lanochede la llegadadeRaoulhabía estadodominadoporunoscelosinsensatos.Confiabaenlastendenciasoccidentalesqueleindicabancómollevaresasituacióndifícil,perosuorientalismoinnatohabíasurgidoa través de la capa superficial. Estaba celoso de cada palabra y cada mirada quedirigíaSaintHubert.Suorgullohabíaevitadounarupturaabiertaconelvizcondeesamañana,perohabíamarchadollenodeunarabiafríaquefinalmentelohabíahechovolverantesdeloquepensaba,galopandoconunatemeridadvisibleinclusoparasushombres.Lavista deRaoul sentado, solo, absorto en su trabajo, había disipado enparte sus sospechas, y había entrado en la otra habitación con un sentimiento deexpectativa que se transformó en un frío repentino al verla vacía. El aposentodesocupadolehabíahechoverenformaabruptatodoloquelajovensignificabaparaél.Unaansiedadlatenteasomóasusojos.

Salió bajo el toldo y dio unas palmadas.Un sirviente contestó al llamado casiinmediatamente.Dictóunaordenyesperóconlasmanosentrelosplieguesdelafaja

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ymordiendouncigarrilloquesehabíaolvidadodeencender.SaintHubertseunióaél.

—¿Quépiensas?—lepreguntóconciertatimidez.—Noséquépensar—replicósombríamente.—¿Perohayverdaderopeligro?—Siempreexistepeligroeneldesierto,particularmentecuandoesedemonioanda

suelto—señalóalsurconunmovimientoimpacientedelacabeza.—¡SantoDios!Nosupondrás…—exclamóSaintHubert.Peroelsheikselimitóa

encogersedehombrosysevolvióaYusef,quehabía llegadoconmediadocenadehombres.Hubounrápidocambiodepreguntasyrespuestas,algunasórdenesbrevesyloshombresmarcharonrápidosendistintasdirecciones,mientrasAhmedBenHassansevolvíanuevamenteaSaintHubert.

—Fueron vistos por tres de las patrullas meridionales esta mañana, peronaturalmente no era asunto de ninguno de ellos averiguar si habían vuelto o no.Saldréinmediatamente…enunosdiezminutos.¿Vendrásconmigo?¡Magnífico!Heenviadoabuscar refuerzosquenosseguiránsinohemos regresadodentrodedocehoras—su voz carecía de expresión, y solamente Raoul de Saint Hubert, que loconocía desde la adolescencia, podía comprender el significado de la sombra quepasóporsurostroalvolveralatienda.

Porunmomentovacilóelvizconde,perosediocuentadequenisiquieraéleradeseadodentrodelatiendavacía,ysintiólasensaciónmitadtristeymitadamargadequelaperfectaamistadyconfianzaquehabíaexistidoentreellosduranteveinteañosnunca volvería a ser igual, el sentimiento de pena ante el cambio inevitable, lasensacióndeserrelegadopersonalmente.EnseguidaeltemorporlasuertedeDianaalejó toda otra consideración y se dirigió a su alojamiento con el corazónapesadumbrado.

CuandovolvióunosminutosmástardeseguidoporHenri,elcampamentohabíasufridounatransformación.Conlarapidezdeladisciplinaperfecta,loscienhombresquehabíansidoescogidosparairalaexpediciónestabanyaesperando,cadaunoalladodesucaballo,yelsheik,tranquiloeimpasiblecomodecostumbre,vigilabaladistribucióndemuniciones.Unpeónpaseaba lentamente aHalcón, yYusef, cuyosojossombríoshabíanestadofijosconairedereprocheensu jefeporhacerlecargodelmandodelosrefuerzosencasodequefuerannecesarios,fuehastaélylequitólabrida para llevar el caballo al sheik. Mientras sostenía el estribo pudo ver SaintHubertqueseguíaargumentandoconinsistenciapocousual,solicitandopermisoparaacompañarlos.PeroelsheiksacudiólacabezayeljovenseapartómalhumoradoparaeludirloscascosdeHalcónalencabritarse.

AhmedBenHassanhizo señaaSaintHubertdeque sepusieraa su lado,yensilencio lacabalgataarrancóconungalope rápido.El silencio impresionóaRaoul,queestabaacostumbradoalclamoreousualdelosárabes,yafectósutemperamentosensible, como si fuera un presagio siniestro. La banda silenciosa, de rostros

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sombríos,galopandoenformacióncerradadetrásdeellos,sugeríaalgomásqueunaexpedicióndesocorro.

La tradición de valor temerario y eficiencia combativa organizada, que habíahechoconocerytemeralatribudurantegeneraciones,habíasidomantenidasiempre,bajo ladirecciónde losdosúltimos titularesdelnombrehereditariohastaungradotanelevado,queningunaotrasehabíaatrevidoadisputarsusupremacía,ydurantemuchosañossucapacidadcombativanohabíasidoprobada.

HastaIbrahimOmarhabíaheredadounfeudo.Solounavezdurante lavidadelúltimoAhmedBenHassansehabíaatrevidoasalirenconflictoabierto,yelrecuerdodel mismo había durado hasta ese momento. Se habían producido y siempre seproduciríanescaramuzassuficientesparamanteneralosmiembrosdelastribusenunestado de perpetua espera, y para esto Ahmed Ben Hassan conservaba la rígidadisciplinaquereinabaensutribu,insistiendoenelelevadonivelquelahabíahechofamosa.Latareaquesupredecesorhabíaheredadodesupadre,elactualAhmedBenHassanlahabíacontinuadoymejoradoconautocráticaperseverancia.Elamorinnatoalaluchahabíasidocuidadosamentefomentadoenlatribu,ylasarmasqueposeíaneran del último modelo. Raoul sabía con perfecta certeza que para los hombresescogidosquelesseguían,estaexpediciónsignificabasolamenteunacosa:laguerraquehabíanesperadotodasuvida,precipitadaahoraporunaccidentequelesdabaaun puñado de ellos la oportunidad que centenares de sus compañeros estabanansiando,unaoportunidadqueloshacíaseguirconjúbiloasujefe,sinpreocuparsedequelosrefuerzosquehabíansidopedidosllegaranonoatiempo.Loreducidodesu número era un motivo de placer más que otra cosa. Si vencían, a elloscorrespondería la gloria del triunfo; si eran aniquilados, tendrían la honrademorircon el jefe a quien adoraban, porque ninguno de ellos dudaba de queAhmedBenHassannosobreviviríaasuguardia,laflordesutribu,loshombrescuidadosamenteescogidos de entre cuyas filas era siempre elegida su escolta personal. Con ellosaplastaríaasuenemigohereditario,oconellosmoriría.

Elbrevecrepúsculohabíapasadoyunabrillantelunaresplandecíaenloaltodelcielo,iluminandolaregiónconunaluzblancaydiáfana.Encualquierotromomento,labellezade laescena,elencantode lanocheoriental,elgalopedesenfrenadoconesabandade fieros guerreros hubieran emocionadoprofundamente aSaintHubert.Sutemperamentoartísticoysuabsolutaintrepidezyamoralaaventurasehubierancombinadoparahacerde laexpediciónunaexperiencia interesante,quenohubieradejadopasarporaltodebuengrado.Perosumotivo,elpeligroenqueseencontrabalamuchachadelaqueestabaenamorado,cambiabatotalmenteelaspectodelasunto,dándoleunagravedadyunsuspensoquellenabadetemorsucorazón.

Ysiesoleocurríaaél¿quéseríaparaelhombrequeibaasulado?LapreguntaqueAhmedBenHassanhabíacontestadonegativamenteenformatandesdeñosaunasemana antes, había sido contestada en forma distinta por la expresión que había

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pasadorápidamenteporsurostroestanoche.Nohabíaabierto los labiosdesdequepartieron,ySaintHubertnosehabíaanimadoaquebrarelsilencio.

Salieron del terreno llano, y ahora estaban entre la serie de colmas ondulantes,cuyascimassedestacabanconcolorblancoplateadoalaluzbrillantedelaluna,ylascañadas llenas de sombras oscuras, como negros estanques de aguas profundas ytranquilas.Yenelfondodeunadeesascañadas,elsheiksedetuvorepentinamenteconunaexclamaciónsordaysibilante.

Unafigurablancayacíabocaabajoyconlosbrazosextendidosenlaarena,casialospiesdeHalcón;alaproximarseellosdosformaslargasyrastrerasdesaparecieronenlanoche.ElsheikyHenrillegaronsimultáneamentealcuerpoySaintHubertcasialmismo tiempoqueellos.Esteúltimohizounrápidoexamenalcaídoquenoeramásqueelvalet.

La bala que aturdió a Gastón había resbalado, dejando una profunda herida, yotras que lo alcanzaron al mismo tiempo le habían atravesado el hombro,rompiéndole la clavícula y causándole además cortes que habían sangradoprofusamente.Marchó tambaleándosemás de kilómetro ymedio antes de volver adesmayarseacausadelapérdidadesangre.BajoloscuidadosdeSaintHubertvolvióensíylevantólavistaturbadahaciaelsheik,arrodilladoasulado.

—Monseñor…,madame…IbrahimOmar…—murmuródébilmente,yvolvióaperderelconocimiento.

PoruninstantelosojosdelsheikseencontraronconlosdeRaoulyenseguidasepusodepie.

—Tardalomenosposible—dijo,yvolvióalladodesucaballo.SeapoyócontraHalcón,susdedosbuscaronmecánicamenteyencendieronuncigarrillo,ysequedóconlosojosfijos,sinverelgrupoquerodeabaaGastón.LaspalabrasentrecortadasdelvalethabíanconfirmadoeltemorquetrataradedesechardesdequedescubriólaausenciadeDiana.

SolohabíavistoaIbrahimOmarunavez,cuandodiezañosatráshabíaidoconelanciano Ahmed Ben Hassan a una reunión de los jefes más poderosos en Argel,convocada bajo los auspicios del gobierno francés, para conferenciar sobre unacomplicadacuestióndelímitesquehabíaamenazadoconunlevantamientoentrelastribus,hechoesteperjudicialparalosprotectoresnominalesdelpaís,quienestemíanserimpotentesparasofocarlo.

Lo había irritado tener que encontrase con su enemigo hereditario en pie deigualdad, y solamente la influencia moderadora del anciano sheik, que exigía unaobedienciaciega,inclusoasuheredero,habíaevitadounacatástrofequepodríahaberanulado la reunión y causado infinitamente más complicaciones que la disputafronteriza original. Pero nunca había olvidado al sheik ladrón, y el recuerdo de surostrodepravadoycongestionadoysucuerpotosco,demovimientostorpes,sealzóclaramenteahoraensuespíritu.

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IbrahimOmary ladelicada criaturaque tanpocohabía apreciado. ¡Diana!Susdientes mordieron rabiosamente el cigarrillo. Los celos insensatos y la irritaciónprovocada por la franca crítica de Saint Hubert habían recaído sobre la causainocente. Ella, y no Saint Hubert, había soportado los efectos de su ira. Con lacrueldad innata de su naturaleza, le había causado un placer sutil observar elasombro,alternadocon temor,quehabíavueltoadibujarseen losojosazuloscuroque durante dosmeses habíanmirado a los suyos con franca confianza. Le habíahecho sentir intensamente su desagrado. Anoche nada más, cuando su falta deconsideracióne irritabilidad injustificada lahabíanhechoestremecersevariasvecesdurante la noche, después de haberse retirado Saint Hubert a su tienda, levantó lavistaparaencontrarsusojos fijosen losdeélconunaexpresiónque,ensuhumorpeligroso, había excitado toda la brutalidad de que era capaz y le había hechoexperimentar el deseo de torturarla. El mudo reproche en su mirada lo habíaexasperado,despertandoelgenioendemoniadoquehabíacontenidodurante toda lasemanaanterior.

Sinembargo,cuandolatuvoimpotenteensusbrazos,temblorosayapartándosede ese abrazo que no era una caricia, sino simplemente el desahogo de su ira, elreprocheen susojosvacilantes se transformóenmuda súplica, elplacerquehabíaanticipadoensutemornohabíaaparecido,cosaqueleirritómásaún.Eldesesperadolatir de su corazón, su respiración sollozante y entrecortada, el conocimiento delpoder que sobre sí tenía, no le dieron ningún beneplácito y la había apartadomaldiciéndolasalvajemente,hastaquehuyóalaotrahabitacióntapándoselosoídosparaahogar el sonidode suvoz lentaydeliberada.Yestamismamañana lahabíadejadosinunapalabraoungestoquehubieraborradoelsucesodelanochepasada.Nohabíapensadohacerlo, su intenciónhabía sidovolvera su ladoantesdepartir,pero lanegativaaacompañarledeSaintHubert ahogóel sentimientomáscariñosoqueloimpulsaba,ysurabiahabíaestalladonuevamente.

¿Yahora?Elansiadetenerlaensusbrazos,deborrarconsusbesoslaslágrimasdesusojosyhacerlevolverelcolorasuslabiospálidos,eracasiinsoportable.Daríasu vida por apartar hasta una sombra de su camino, y ahora estaba en manos deIbrahim Omar. Esa idea y todo lo que implicaba era una tortura, pero no se leescapaba signo alguno del infierno que estaba soportando. La demora le parecíainterminableyvolvióamontar,conlaesperanzadequelaesperaleparecieramenorcon el cuerpo inquieto y nervioso de Halcón entre sus rodillas, porque aunque elcaballosequedaba tranquiloconsuamoal lado,corcoveabacontinuamenteante laespera, una vez montado el sheik, y la necesidad de calmarlo era preferible a lainaccióncompleta.

SaintHubert se puso en pie por fin, y dejando atrás aHenri y a dos árabes aquienes se les encomendó que llevaran al herido al campamento, el galope rápidohaciaelsurfuereanudado.Marchóadelante,sobreelterrenoonduladoalolargodelcual había caminado a tropezones Gastón, enceguecido y débil por la pérdida de

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sangre y el dolor de las heridas. Pasó el cuerpomuerto de Bailarín, de un blancofantasmal a la luz de la luna, caído algo alejado del semicírculo de árabes, queprobaba la certerapunteríadeGastóncuandoDianayélhabíanofrecido suúltimaresistencia.

El árabenohizo signo algunoynodisminuyó el violentogalope, salvando loscuerposcaídosqueyacíanensucaminoconsolounestremecimientoderepugnanciayresoplidodedisgusto.Siempreadelante,pasandolosmontonesderopascaídasqueseñalabansignificativamenteelcamino,evitándoloscuando la luna los iluminabaysaltandoporencimadeellosenlashondonadas,endondeelcaballodeRaoulunaveztropezóyestuvoapuntoderodaryelvizcondeoyóelcrujidodelcráneodelmuertobajosuscascos..

Elaullidodistantedeloschacaleseracadavezmáspróximo,hastaquedespuésdeculminarunalargacuestaydescenderaunahondonada,queerasuficientementelargayanchaparaserplenamenteiluminadaporlaluna,llegaronallugarendondehabíasido tendida laemboscada.AhmedBenHassansabíaqueentreelmontóndecadáveres y caballos estaban los cuerpos de sus hombres.Tal vez entre las figurasinmóviles y los chacales, cuyohorrible aullar habían oído, y que habían escapado,hubieraalgunoconvidasuficienteparadarnoticias.UnodesuspropioshombresquehablaríadebuengradoounodelosdeIbrahimOmar,aquienharíahablar.Suslabiossepartieronenungestodecrueldad.

Elsilencioquehabía reinadoentresusacompañantesse interrumpióde repentemientras buscaban apresurados entre los muertos. El sheik esperó impasible,silenciosoentrelassordasimprecacionesyamenazasdevenganzasdesussúbditosalllegaralladodelosrestosdelosseishombresquehabíansidolaescoltadeDiana,acuchilladosymutiladoshastahacerloscasiirreconocibles.Perofueélquienobservóquelaúltimafigurahorribleseagitóligeramentealserdepositadaenelsuelo,yfueaquel rostro, que se había tornado extraordinariamente suave, lo que el árabemoribundo vio con ojos que se nublaban rápidamente. El hombre sonrió con lasonrisafelizdeunniñoquehalogradounarecompensainesperada,alzópenosamentesumanoengestodesaludoyluegoseñalóhaciaelsur.

Elsheikestrechólosdedosinsensiblesdelhombre,yconunesfuerzopostreroelárabesellevólamanodesujefealafrenteysedesplomósinvida.

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CapítuloVIIIElsheikladrón

Lenta y penosamente, entre oleadas de terribles náuseas y con el rumor de aguasprofundas en sus oídos, Diana fue recobrando el conocimiento. Le dolíahorriblementelacabezaysentíasusmiembrosacalambradosyllenosdecontusiones.Eldolorfísicoembotabasumemoriayenelprimermomentoelpensamientoestabaconfundido con el sufrimiento corporal. Pero gradualmente se fue despejando laniebla de su mente y la memoria volvió poco a poco. Recordó incidentesfragmentariosdeloquehabíasucedidoantesdecaerenelolvidodelqueacababadesalir.Gastón,elhorrorylaresoluciónensusojos,eltemorconvulsivodesuslabiosal mirarla de frente en el último momento, su propio temor —no de la muerteinminente,sinodequelefueraarrebatadalasalvaciónqueofrecía—.Luego,antesdequeelvaletpudierallevaracabosuactodesupremadevoción,habíallegadolalluviadebalasyhabíacaídosobreella,saturandoconlasangre,quemanabadelasheridas,suchaquetadehilo,y rodandoa suspies.Recordabavagamente las figurasque seabalanzaronsobreella,yluegonadamás.

Teníacerradoslosojosaún;lepesabanlospárpadoscomosifuerandeplomoyelesfuerzo necesario para abrirlos sobrepasaba sus fuerzas. «Gastón», murmuródébilmente, y extendió lamano. Pero en lugar de su cuerpo o de la arena seca yardientequesusdedoshabíanesperadoencontrar,secerraronsobremuellescojines.Conelchoquequeestoleprodujoseincorporódegolpe,conlosojosmuyabiertos,perodébilymareadavolvióacaer,cubriéndoselacaraconlamanoparataparlaluzqueheríacomounadagasusórbitasdoloridas.

Duranteunratopermanecióinmóvil,luchandocontraladebilidadquelavencía,y poco a poco fue pasando la horrible náusea y cedió el agudo dolor de cabeza,quedando solo una molestia sorda. El deseo de saber dónde estaba y qué habíasucedido la hizo olvidar su cuerpomagullado.Apartó ligeramente el brazo de susojos para poder ver, y miró cautelosamente por las pestañas entrecerradas,cubriéndose con la manga de la chaqueta. Estaba acostada en una pila dealmohadonesenunrincóndeunapequeñatienda,quenoteníaningúnotromobiliariosalvolaalfombraquecubríaelpiso.Enunrincónopuestodelaestancia,unamujerárabeestabaacurrucadasobreunpequeñobrasero,ysentíaelolorpenetrantedelcafénativo. Volvió a cerrar los ojos con un estremecimiento. Debía de estar en elcampamentodelsheikladrón,IbrahimOmar.

Permanecióinmóvil,acostadaentrelosalmohadonesymordiendolamangadesuchaquetaparaahogarelgemidoquepugnabaporsalirdesuslabios.SeleanudólagargantaalpensarenGastón.Enaquellosúltimosmomentostodaslasdesigualdadesdeclasehabíansidobarridasporalpeligrocomún:habíansidosolamenteunhombre

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yunamujerensuúltimomomento.Recordabacómo,cuandoellasearrimóaél,sumano había buscado y estrechado la suya, comunicándole valor y simpatía. Habíahecho todo cuanto pudo, había escudado el cuerpode ella con el suyo, y debieroncapturarla pasando por encima de su figura exánime. Había probado su fidelidadsacrificandolavidaporsalvaraljuguetedesuamo.Gastóncasiseguramentehabíamuerto, pero ella estaba viva y debía de conservar su energía para cuando lanecesitara.Reprimiólaemociónyconunesfuerzodominóelviolentotemblordesusmiembros. Se sentó lentamente,mirando a lamujer árabe, que al oírlamoverse sevolvióparamirarla.

InstantáneamentecomprendióDianaquenodebíaesperarayudanicompasióndeella.Eraunamujer agraciadaquedebió ser bonita de joven, peronohabía ningúnsigno de suavidad en su cara sombría y sus ojos vengativos. Diana sintió que lapatente amenaza en la expresión de la mujer era inspirada por odio personal y lamolestiaqueleocasionabasupresenciaenla tienda.Yesasensaciónfueelacicatenecesarioparaelvalorqueibarecobrandorápidamente.Lamirócontodalaaltivezde que era capaz; había descubierto su poder entre los nativos de la India el añoanterior,yeneldesiertosolamentehabíaunárabecuyosojosnocedíanantelosdeella; un instante después,murmurando sordamente, lamujer volvió a ocuparse delcafé.

Los músculos de Diana se distendieron y se reclinó cómodamente sobre loscojines;elpequeñochoquedevoluntadeslehabíadevueltolaconfianzaensímisma.Movió una mano que rozó la manga de su chaqueta, retirándola manchada ypegajosa, entonces se dio cuenta, por vez primera, que la manga y todo un ladoestaban empapados en sangre. Se arrancó la chaqueta con un estremecimiento y laarrojólejosdeella,borrandolamancharojadesusmanosconunaespeciedehorror.

Dentro de la tienda hacía un calor intenso y se notaba un olor penetrante yuntuoso, eminentemente nativo, que nunca había sentido en las tiendas bienventiladas,escrupulosamentelimpiasdeAhmedBenHassan.Suslabiossensiblessetorcieron en una mueca de disgusto, rebelándose su delicadeza innata. El caloragravabalasedardientequequemabasugarganta.Sepusodepielentamenteyconinfinitaprecaución,paraevitarningúnmovimientobruscoquepudierahacerlevolverelmartilleoensucabeza;perolosefectosdelgolpeseibandesvaneciendoyaunquelecontinuabandoliendolassienes,noeramásqueeso,ylasensacióndemareohabíadesaparecidoporcompleto.Cruzólatiendahastadondeestabalamujerárabe.

—Dameunpocodeagua—ledijoenfrancés,perolamujersacudiólacabezasinlevantarlavista.

Diana repitió supedido en árabe, unade las pocas frases que sabía sin vacilar.Estavezlamujerseincorporóprecipitadamenteyletendióunatazadecafé.

Diana odiaba ese líquido espeso y dulzón pero no tenía otro remedio queconformarsehastaconseguirelaguaquedeseaba,yextendiólamanoparatomarlataza. Pero sus ojos encontraron los de la otra fijos en ella, y algo en su mirada

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malévola la hizo detenerse. Atravesó su espíritu una repentina sospecha. El caféconteníaunnarcótico.Nosabíaquécosa,apartedelaexpresióndelamujer,lehizopensareso,peroestabaseguradenoequivocarse.Apartóimpacientelataza.

—No.Caféno.Agua—dijoconfirmeza.Antes de que se diera cuenta de lo que sucedía, la indígena la estrechó conun

brazo fornido y le quiso llevar por la fuerza la taza a los labios.Eso confirmó lassospechasdeDianaylarabiaqueseapoderódeellaaumentósusfuerzas.Lamujererarobusta,perolajoveneramásfuerteyágil.Tirólatazaalsuelo,derramandosucontenido y con esfuerzo apartó lasmanos que se aferraban a ella, arrojando a lamujeralsuelo,haciéndolarodarhastaelbrasero,quesevolcó,provocandolacaídadecafeterasytazassobrelaalfombra.Lamujerseincorporóderodillasyempezóaapagarlasbrasas,almismotiempoqueexhalabagritotrasgritoconunavozagudaypenetrante.Y,enrespuestaasuslamentos,unacortinaenuncostadodelatienda,queDiana no había observado, fue echada a un lado y entró un nubio gigantesco.SeñalandoconlamanoextendidaquetemblabaderabiaaDiana,lamujerlallenódeinjurias,acentuandocadafraseconlosalaridosquehabíanatraídoalnubio.

Diana no podía entender nada de lo que decía, pero sus gestos expresivosrelataban con suficiente claridad la historia de la lucha. El nubio escuchó con unaampliasonrisaquemostrabasusblancosdientesysacudiólacabezaenrespuestaaalgúnpedidoexigidoconunpuñoacusador.Recogió lasúltimasbrasasquehabíancaídosobrelaalfombra,frotandolostrozoschamuscadoshastaapagarlostotalmente,yluegosevolvióparasalirdelaposento.PeroDianalollamó.Diounpasoadelante,altalacabezaylomirófijamente.

—¡Tráeme agua! —dijo imperiosamente. Señaló él al café que la mujernuevamenteestabahaciendo,conlaespaldavueltaaellos,peroDianagolpeóelsueloconelpie.

—¡Agua! ¡Tráeme agua!—dijo de nuevomás imperiosamente que antes. Conuna sonrisamás amplia, el negro hizo un gesto de asentimiento y salió, volviendounosinstantesdespuésconunpellejodeagua.

El pensar en su estado la hizo vacilar un momento, pero solo uno. Teníademasiadasedparafijarseenminucias.Recogióunadelastazasdecafélimpiasquehabíancaídoasuspies,laenjuagóvariasvecesyluegobebió.Elaguaestabacalientey tenía un gusto ligeramente salobre, pero la necesitaba demasiadopara tenerlo encuenta. A pesar le estar tibia, alivió la sensación de sequedad y sofocación queexperimentabaensugargantaylarefrescó.Elnubiovolvióasalir,dejandoalamujersiempreacurrucadasobreelbrasero.

Diana volvió a los almohadones y se dejó caer en ellos de buena gana. Losucedidoenlosúltimosmomentoslahabíacansadomásdeloquecreía,letemblabanlaspiernassintióalivio.Perosuvalorsehabíaacrecentadodegoleselhechodequefuerafísicamentemásfuertequelamujerquelehabíasidopuestaparacustodiarlay

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también haberse hecho obedecer por el negro, habían tenido un gran efectomoralsobreella,contribuyendoarestablecerconfianzaensímisma.

Su situaciónera tremenda,peroabrigabagrandes esperanzas.Elquedesdequerecuperaraelconocimientosolo,hubieravistoalamujeryalnubio,parecíaindicarqueIbrahimOmarestabaausentedelcampamento;desechócomopocoprobableelpensamiento de que tal vez estuviera demorando a propósito el momento deinspeccionarlacautivaconelobjetodeprolongarsutorturamental.Nolocreíataninteligente.Ysuausencialedabamásvalor.¡SisoloseprolongarahastaquellegaraAhmed! Estaba segura de que vendría el sheik, su fe en él era ilimitada. ¡Si solollegaraa tiempo!Habíapasadomucho tiempodesdequecayeronen laemboscada.Esohabíaocurridoaliniciodelatarde.Ahoralalámparaencendidaleindicabaleeradenoche,peronosabíalahora.Selehabíarotoelrelojunosmesesantesynoteníamedios ni siquiera de adivinarla, pero suponía que hacía rato que había caído lanoche.Y a estas horas, su ausencia, la deGastóny la de la escolta ya habría sidodescubierta.Élsabríaelpeligroenleseencontrabayvendríaasocorrerla.Deesonodudaba.

Aunque hubiera cambiado tan extrañamente en los últimos días, aunque lamaravillosabondadde losdosúltimosmeses sehubieraconvertidonuevamenteenindiferencia,nodudaba.Aunquehubierapasadoeldeseoysuindiferenciafueratangrande que ya no la necesitaramás, sus celos orientales que tan profundamente lodominaban jamás permitirían que se la arrebataran tan fácilmente de sus manos.Podríadejarlacuandoélquisiera,peronadieselaquitaríaimpunemente.Suintuicióndemujerhabíasentido loscelosquehabíanactuadosobreéldurante losdíaspocofelicestranscurridosdesdelallegadadeSaintHubert.Unoscelosinexplicables,quenoteníanbasenijustificaciónperoporcuyacausahabíasufridoella.

Lo había sabido la noche anterior cuando se había estremecido bajo su lenguasarcástica,ymástardecuandoSaintHubert loshabíadejadoysumalhumorhabíaestalladorepentinamente.Estabapagandoellalatensióndesacostumbradaquehabíaimpuestoélasussentimientos.Susmaldicioneslehabíancorroídoelcorazónyhuyóde él para ahogar el instinto cobarde que le impulsaba a confesarle su amor y aimplorar sumisericordia.Había permanecido despierta, con estremecida aprensión,esperándolo; pero cuando, después de cerca de dos horas, entró con el cigarrillohabitualentresuslabios,laindiferenciahabíaocupadoellugardelarabia,ylahabíaignorado,enlaformaqueellahabíallegadoaacostumbrarseaserignorada.Muchodespués de haber visto por su respiración regular que se había dormido, habíacontinuadoconlosojosabiertosasulado,aferrándosealafelicidadquepodíaestarasualcance,tratandodecontentarseconsuproximidad.Ylaindiferenciadelanochesemantuvocuandosalióalamanecer.Pero,apesardeesovendría,aunquenofueramásqueporloscelosquelodominabaninexorablemente.

¡Vendría!¡Vendría!Selorepetíaparasusadentroscomosiesaspalabrasledieranvalor. No permitiría que le sucediera nada. Cada momento que Ibrahim Omar

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continuabaalejadodelcampamentoerauntiempoganado,ycadamomentoAhmedestaríamás cerca. La inversión del papel que había desempeñado en su vida hizoasomarunasonrisatrémulaasuslabios.Ahorarogabacondesesperaciónquellegaraelhombreaquien,unas semanasantes,habíaodiadopor la formabrutalenque lahabía raptado.Representaba la seguridad, la salvación, todo cuanto hacía a la vidadignadeservivida.

Unruidorepentinoyelsonidodevocesdehombresenelaposentovecinolahizoponersedepieconelsenoagitadoylasmanoscrispadas.Perolavozagudaygutural,quepredominabasobrelasotrasvoces,aniquilólaesperanzaquehabíanacidoenellapor su completa desemejanza con el tono grave y suave por el que suspiraba.¡Ibrahim Omar! ¡Había llegado primero! Apretó los dientes con un suspiroentrecortado,preparándoseparalapruebaqueleesperaba.

Lamujerárabesevolvióparamirarlanuevamenteconunasonrisaburlonallenadesignificación.Peroapartedeesa fugazmiradadesdeñosa,Diananohizoningúncasodeella.Permaneciórígida,golpeandonerviosaconelpieenlamuellealfombra.Notóquelehabíanquitadolasespuelasylafundavacíadelrevólvermientrasestabasin conocimiento, y con ese extraño desdoblamiento que aparta a una cadena depensamientosdelcentrodeimportanciaaunenunmomentosupremo,pensó,conunmalhumorquelepareciófútil,porquélohabríanhecho.

Las voces en la habitación vecina continuaron, hasta hacer que la joven casirogara que llegara el momento que estaba esperando; el suspenso era peor que laprueba para la cual estaba tratando de darse ánimo. Llegó por fin. La cortina fueapartadadenuevoyentróelmismonegrogigantescoquehabíavistoantes.Sedirigióhacia ella y su respiración silbó repentinamente entre sus dientes apretados, peroantesdequellegaraaellafueinterceptadoporlamujerárabe,quelecerróelpasoyconojoschispeantesygestosapasionadosledirigióuntorrentedepalabrasfuriosasenvozbaja.Elnubiosevolvióimpaciente,apartándoladesucaminoy,al llegaralladodeDiana,extendiósumanocomosifueraatomarladelbrazo,peroelladiounpasoatrásconojosrelampagueantesyungestoqueélobedeció.

El corazón le latía con fuerza, pero se dominaba. Solamente le temblaban lasmanos, y sus dedos se abrían y cerraban espasmódicamente, entonces, paraesconderlos los introdujo en los bolsillos de sus pantalones. Se dirigió lentamentehastalacortinaehizoseñaalnubiodequelaapartara,ymáslentamenteaúnpasóalotroaposento.Eraapenasunpocomayorqueelquehabíadejadoycasitandesnudo,pero apenas notó esos detalles, porque toda su atención se concretó en la figuracentraldellugar.

IbrahimOmar,elsheikladrón,descansabasuvoluminosafigurasobreunapiladealmohadones,teniendoasuladounpequeñotabureteincrustadoenelquehabíacaféy detrás de él, de pie, inmóviles como si fueran de bronce, otros dos negros tanparecidosalquehabíallamado,quesemejabanreproduccionesdelmismomodelo.

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Diana se detuvo en la entrada; luego, con la cabeza erguida y paso elástico,atravesópausadamentelasespesasalfombrasyseparódelantedeljefe,mirándolodefrenteconungestoaltaneroenloslabiosyojosinsolentes,semicerrados.

Todossusinstintosserebelabancontralacalmaqueellasehabíaimpuesto.Teníaganas de gritar y de tratar de ganar la entrada que suponía estaba detrás de ella, yaprovecharlaoscuridadexterior.Perosabíaqueaúnenelcasodequellegaraalairelibre, nunca podría alejarsemás de unos pasos de la tienda. Sumejor recurso eramantener ese aire arrogante, que era lo único que le impedía ceder a sus temores.Debía dar la impresión de intrepidez, aunque el miedo estuviera invadiendo sucorazón. Detrás de una máscara de indiferencia sus ojos velados vigilabanatentamentealjefe.

Este era, realmente, el árabe que se había imaginado, esa figura tosca y torperecostadaentrecojineschillones,conrostrohinchadoyferoz,surcadoportodaslasmarcasdelvicio,labiosgruesosysensualesentreabiertosmostrandodientesrotosyamarillentos,ojoshundidoseinyectadosensangreconunaexpresiónenellosquelaobligóa recurrir a toda su resoluciónpara soportarla,unaexpresióndemaldad tanbestialqueelhorrorqueleprodujoladejóbañadaenunsudorfrío.

Suaspectoeradedescuido,lasropas,definotejido,estabanllenademanchasyarrugas,ylasmanosgruesasextendidassobrelasrodillasmostrabantalsuciedad,quese veía a pesar de la piel oscura. El torpe rostro se iluminó con un chispazo desatisfacción maliciosa al acercársele Diana, y en sus gruesos labios apareció unasonrisa maligna. Entonces, inclinando algo el cuerpo hacia adelante, lo descansópesadamenteenlasmanosqueestabansobresusrodillas,ycomenzóaestudiaralajovenconlamirada,hastaquesusojosfueronaposarseensurostro.

—Así que eres la mujer blanca de mi hermano Ahmed Ben Hassan —dijolentamente, en un francés atroz, con una repentina inflexión feroz al pronunciar elnombre de su enemigo—. ¡Ahmed Ben Hassan! ¡Que Alá queme su alma en elinfierno! —agregó con rabia, escupiendo desdeñoso. Volvió a recostarse en losalmohadonesconungruñidoybebiócaféruidosamente.

Diana fijó sus ojos en él y, bajo su firmemirada, pareció encontrarse inquietorecorriéndola incesantemente con sus ojos inflamados,mientras una de susmanosjugueteabacon la empuñadura talladadeunpuñalque llevabaen la faja.Al fin lodominólaexasperación,einclinándosedenuevohaciaadelantelehizoseñadequeseacercaramás.Vacilóella,yenesemomentoseoyóunrumordecolgadurasdetrás,y lamujer árabe del aposento interior, eludiendo al negro que se había adelantadoparacontenerla,searrojóalospiesdeIbrahimOmar,aferrándoseasusrodillasconun ronco gemido. De golpe Diana comprendió el significado del odio que habíabrilladoenlosojosdelaindígenaunratoantes.Ellaeraunarival,cuyallegada,paracompartir los favores de su señor, había despertado todos los celos en la favoritareinante.Unaoleadadedisgustosemezclóaltemorquelatorturaba.Alzólacabezairritada,luchandocontraelterrorcreciente,yporunmomentocerrólosojos.Cuando

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volvió amirar, lamujer seguía acurrucada a los pies del viejo árabe, implorante yllorosa.

IbrahimOmarlacontemplóconcuriosidad,suslabioscontraídosenunasonrisamalévola que dejaba al descubierto sus dientes ennegrecidos, y luego la apartóviolentamente con una bofetada en la boca. Pero lamujer se aferrómás a él, conrostrodesesperadobrotándoledeloslabiosunhilodesangre,yconunroncogruñidoqueparecióelrugidosordodeunabestiasalvaje,eljefeladrónlatomódelagargantay la sostuvo así unmomento,mientras ella agitaba lasmanos, impotente contra suférreoapretón.Luego lentamentesacóel largopuñalde losampliosplieguesdesufaja y con la misma lentitud lo hundió en el pecho de la mujer. Con indiferenciasalvaje,antesdesoltarla,limpiócuidadosamenteelarmamanchadadesangreensuvestido,yporúltimovolvióacolocarlaensulugar,mientrasarrojabaelcuerpoquerodósobrelaalfombraentreDianayél.

Se produjo un silencio en la habitación y la joven notó cerca de ella un ruidosordoyrítmico,parecidoaltictacdeunrelojgrande,ysediocuenta,conasombro,queeraellatidodesucorazón.Parecíahaberseconvertidoenunaestatuapetrificadaporelhorrordelosúltimosmomentos.Susojosnopodíanapartarsedelafiguraqueyacía inmóvil en la alfombradelantedeella, con laheridaabierta enelpechoquemanabasangremanchandolasropasoscurasdelamujerycorriendolentamentehastala alfombra. Estaba aturdida y por sumente cruzaron raros pensamientos. Era unapena, pensó estúpidamente, que la sangre estropeara la alfombra.Era una hermosaalfombraypensó loquehabría costadoenBiskra…,probablementemenosqueenLondres. Luego olvidó la alfombra al posar sumirada sobre el rostro de lamujer.Tenía la boca abierta y el hilo de sangre se estaba secando, pero fueron los ojosdesencajados,conexpresióndeagoníaaún,losquehicieronvolverseabruptamenteaDiana. Pareció despertarse de repente para comprender a plenitud lo que habíasucedidoyelpeligroenqueseencontraba.

Sesintiófísicamenteenfermaporunmomento,perosesobrepuso.Muydespaciofue levantando la cabeza y encontrando los ojos de IbrahimOmar fijos en ella, lomiródefrenteporencimadelcadáverdelamujery…¡serio!Fueesoounalarido.Losrizosempapadosensudorse lepegabana lafrenteypensósialgunavezse leaflojarían los dedos crispados. No debía hacer ningún signo, no debía gritar nidesmayarse, teníaque conservar el dominiode símismahastaque llegaraAhmed.«¡0h,Diosmío,mándalopronto!».Larisavacilóhistéricamenteysemordióellabio.Teníaquehaceralgoquedistrajerasuatencióndeaquellahorriblefigura inmóvilasus pies. Casi inconscientemente tomó la cigarrera que llevaba en el bolsillo y lasacó, apartando sus ojos del horrible espectáculo, y escogiendo un cigarrillo loencendiólentamente,arrojóelfósforoprendidoaúnalaalfombra,entrelospiesdelnegroqueestabacercadeella.Estenosehabíamovidodesdequenopudoimpedirlaentrada de la mujer, y los dos apostados detrás de los almohadones habíanpermanecido inmóviles, siguiendo apenas con su mirada la tragedia que se había

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desarrolladodelantedeellos.Aunaseñaldeljefe,avanzaronysellevaronelcadáverde la mujer. Uno volvió un momento después trayendo más café y luego sedesvaneciósilenciosamente.

EntoncesIbrahimOmarseinclinóhaciaadelanteconunamuecahorribleeindicóa Diana que se acercara, dando unas palmadas en los cojines al lado de él.Dominando la repugnancia que la llenaba, se sentó tratando de fingirdespreocupación.Laproximidaddelhombreledabanáuseas.Olíaasudor,agrasa,ya caballos mal cuidados, el hedor penetrante de los sucios. Sus pensamientosvolvieron al otro árabe, cuyas costumbres se había visto forzada a conocer taníntimamente.Recordando todo lo quehabía oídode la gente del desierto, se habíasorprendido al ver el cuidado minucioso que tenía de su persona, sus bañosfrecuentes, la limpieza inmaculada de sus ropas, el aspecto saludable que tenía, eldébily limpioolora jabónmezcladoconelaromadel tabaco turcoquesiempre loacompañaba.

Elcontrasteerahorrendo.Rechazóelcaféqueleofrecíaconlacabeza,nohaciendocasodesugruñidode

protesta,sintansiquieraentenderloporqueélhabíahabladoenárabe.Aldejarcaerelextremodelcigarrilloconcasilasensacióndeperderunancladesalvación—porqueporlomenoshabíaevitadoquetemblaransusojos—,sugruesamanolatomódelacinturaylaatrajohaciaél.

—¿Cuántos fusiles trajo el francés a ese hijo de las tinieblas?—dijo con vozáspera.

Volvióellalacabeza,sorprendida,yencontrósusojosinyectadosensangrefijosenella,conairemitaddeamenaza,mitaddeadmiración,yvolvióaapartarlamiradaprecipitadamente..

—Nolosé—respondió.Leapretóéllamuñeca.—¿Cuántos hombres tenía Ahmed Ben Hassan en el campamento adonde te

llevó?—Nolosé.—¡No lo sé! ¡No lo sé! —repitió él con una carcajada salvaje—. Lo sabrás

cuandohayaterminadocontigo.Leapretólamuñecahastahacerlaretorcersededolor,yvolviólacabezaparaque

nopudieraversurostro.En rápidasucesión lehizopregunta traspregunta referentesal sheikysu tribu,

peroDianaguardósilencio,conlacabezadesviadayfruncidosloslabios.Nosabríapor ella nada que pudiera causar daño al hombre que amaba, aunque la torturara,aunquetuvieraquepagarsusilencioconlavida,comoprobablementesucedería.Seestremecióinvoluntariamente.«¿Quieresquetedigaloqueleharían?».PodíaoírlavozdelsheiktanclaramentecomoenlanochequelepreguntócuálseríalasuertedeGastón en lasmanos de IbrahimOmar. Podía oír el horrible significado que habíapuestoenesaspalabras,podíaverlaterriblesonrisaquelasacompañó.Larespiración

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selehizomásagitada,peroseguíafirmesuvalor.Seaferrabacondesesperaciónalaesperanza que la sostenía. Ahmed tenía que llegar a tiempo. Ahogó las dudastorturantes que le murmuraban que tal vez nunca la hallaría, que podría llegardemasiadotarde,quecuandollegarapodíayaestarfueradelalcancedeldeseodeunhombre.IbrahimOmarcesósuinterrogatorio.

—Hablarásmás tarde—dijo significativamenteybebiómás café.Suspalabrasreavivaron los pensamientos torturantes que había sofocado. Al mismo tiempo laimaginación leconjuraba loscuadrosespantososque lahabíanaterradocuando loshabíaaplicadoaGastón,peroahoraeraellalafiguracentraldetodosloshorroresqueseimaginaba,hastaqueeltemblorquetratabadereprimirlasacudiódelacabezaalospies,yapretólosdientesparaevitarquecastañetearan.

Ibrahim Omar seguía sujetándola, y un momento después, con horriblerepugnancia,sintiólasmanosdeélquepasabanporencimadesubrazo,sucuelloyluego recorrían las suaves curvas de su esbelto cuerpo. Por último, con unainterjecciónahogada,laobligóamirarlodefrente.

—¿Qué estás esperando? ¿Crees que Ahmed Ben Hassan va a venir? ¡Pobretonta!Ya tehaolvidado.Haymuchasmujeresblancas enArgelyOranquepuedecomprarconsuoroysucaradiabólica.LosamoresdeAhmedBenHassansontannumerosos como las estrellas. Pasan como el viento en el desierto, un hálitoardiente…yseacabó.Novendrá,ysilohacenoteencontrará,porquedentrodeunahoranoshabremosmarchado.

Dianaseretorcióentresusbrazos.Lasodiosaspalabraspronunciadasenpésimofrancésconvozguturalyelrostroviciosoiluminadoporlaadmiraciónquebrillabaen sus ojos inyectados en sangre, eran una horrible pesadilla. Con un tiróndesesperado consiguió liberarse y huyó a través de la tienda, dominada finalmentepor el pánico. Pero en su precipitación tropezó, y con una rapidez que parecíaincompatibleconsuaspectotorpe,IbrahimOmarlasiguióparalaluchafinal.

—Unahora,mipequeñagacela,unahora…—dijoroncamentetomándolaentresusbrazos.Lallevóluchandohastaeldiván.AllíhizounapausayDianapermanecióinmóvil,reservandosusfuerzas.Acontinuaciónelsheikladróninclinósucarasobreladeella.

Conungrito la jovenechósucabezaaun ladoy tratódeapartarsedelabrazo,luchando con la fuerza de la locura. Resistía como un hombre, con un rápidopensamientodegratitudalaformaenquelahabíaeducadoAubrey,yretorciéndosecomoposeídaconsiguiólibrarsedesusmanoshastaponerlospiesenelsuelo.Peroélnolasoltaba;lavolvióaatraerhaciasí,mientrasellaresistíafuriosa,yledesgarrólafinablusa,dejandoaldescubiertosublancopecho.Conlarespiraciónentrecortadasiguió lamujer luchandohasta que, poco a poco, sus brazos la volvieron a rodear.Apoyó ella lasmanos en el pechodel hombre, teniéndolo a distancia, hasta que leparecióquesusmúsculosse ibanaquebrar,peroelpesodeél la ibahaciendocaerpocoapocosobreloscojinesdeldiván.Sentíasualientocálidoenlacarayelolor

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nauseabundo de sus ropas. Comprendió que se debilitaba su resistencia, que elcorazónlelatíapenosamentecasisofocándola.Seibadesvaneciendolafuerzadesusbrazos…,unmomentomásyquedaríaagotada.

Sucerebroseestabaembotando,comolohizocuandoelhombrequelateníaensusmanoshabíaasesinadoalamujerantesusojos.Si tansololamataraahora.Lamuerteseríafácilcomparadaconesto.Eldébilrayodeesperanzaque,aúnteníacasisehabíaextinguido.Ahmednohabía llegado,yensuagonía,pensarenéleraunanuevatortura.LaspalabrasburlonasdeIbrahimOmarnohabíanquebrantadosufe.Llegaría,perollegaríademasiadotarde.Nuncasabríaqueellalohabíaamado.¡SantoDios,cómoloamaba!¡Ahmed!¡Ahmed!Yconesegritoinaudiblelosúltimosrestosde su fuerza sedesvanecieron instantáneamentey cayóbajo el jefe.Laobligó él aponersederodillasycon lamanoaferrandobrutalmentesuscabellos leechóhaciaatrás la cabeza. Había una expresión de locura en sus ojos y sus labios echabanespumarajosal sacarelpuñalde la fajayapoyar su filosobordeen lagargantadeella.Diananohizoningúnmovimiento,ydespuésdeunmomento,elhombrelodejócaerconunarisahorrible.

—No,después—dijo,alzándolasinqueellaresistiera.LaarrojósobreloscojinesyporunmomentosintióDianasusmanosenelcuerpo.

Seoyóafueraun tumulto repentinoy crepitarde fusiles.Luego, enunaltodelfuego,seescuchólavozdelsheikquegritaba:«¡Diana!¡Diana!».

Suvozysuproximidadledieronnuevasfuerzas.SeincorporódeunsaltoapesardelasmanosdeIbrahimOmarquelasujetaban.«¡Ahmed!»,gritóunavez,luegolamano del jefe cubrió su boca, pero frenética se lamordió hundiéndole los dienteshastaelhueso,yenelmomentoenquelaretirabagritódenuevo:«¡Ahmed!».

Pero parecía imposible que aquella voz pudiera ser oída por encima del ruidoendemoniado fuerade la tienda,ynopudo llamarlomás,porqueconun rugidoderabia el jefe la tomó por la garganta como había hecho con la mujer árabe. Y lomismoqueaquellasusmanostrataronenvanodearrancarlosdedosquelaahogaban.Sofocadayasfixiadaporeldolorintensoensugarganta,leparecióqueleestallabanlospulmones,lasangrelegolpeabaenlosoídosconelruidoensordecedordelasolasy lahabitación se ibaoscureciendoante susojos.Losbrazoscayeron impotentesasuscostadosyseledoblaronlasrodillas.Lasosteníaenpie,soloporlagarganta.Elruido en sus oídos aumentó, la tienda iba desvaneciéndose en las tinieblas.Vagamente, sinningunaemoción,sediocuentadeque laestabamatandoyoyósuvozcomosillegarademuylejos.

—No languidecerás mucho tiempo en Hawiyat sin tu amante. Pronto te loenviaré.

Estabacasiinconsciente,perooyóquelavozsarcásticasequebrabadegolpe,ylapresión mortal en su garganta se aflojó al tomarla rápidamente el jefe por loshombros doloridos, apartándola y poniéndola delante de él. Levantar la cabeza eraunaagoníayelesfuerzohizovolverlaespesanieblaquehabíadisminuidoalsentir

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libresugarganta,perosedespejódenuevolosuficienteparalograrver,atravésdeunabrumaborrosa,lasiluetadelaaltafiguraqueestabafrenteaella,depie,alladodelaentrada.EraAhmedBenHassan.

Hubounapausa,unsilencioquecontrastóextrañamenteconeltumultoexterior,yDiana,semiinconsciente,seextrañódequeelsheiknohicieranada,dequenousarael revólver que empuñaba. Luego, con lentitud, comprendió que no se atrevía adisparar, porque el jefe la sostenía como un escudo viviente delante de él,refugiándose detrás de lo único que podía evitar que su amante usara la infaliblepuntería. Cautelosamente, Ibrahim Omar fue retrocediendo, manteniéndola a ellasiempredelantedeél,esperandoganarelaposentointerior.Peroconlasorpresadelaapariciónrepentinadesuenemigo,calculómallaposicióndeldiványtropezócontraél perdiendo el equilibrio, solo por un momento, pero lo suficiente para dar alhombre, cuyo revólver lo cubría, la oportunidad que deseaba. Con el frío cañóncontrasufrente,lasmanosdeljefeladrónsoltaronaDiana,yellasedeslizódébilytemblorosa a la alfombra, agarrándose la dolorida garganta y gimiendo por elesfuerzoquedebíadehacerpararespirar.

Porunmomentolosdoshombressemiraronalosojos,eIbrahimOmartuvolacertezadesumuerte.Conelfatalismodesucredonoofrecióresistenciaalaferrarseasugargantalamanoizquierdadelsheik,mientrasenelrostrodeestesedibujabaunaterriblesonrisa.Eramásrápidousarelrevólver,perodelamismamaneraquehabíasufridoDianamoriría su torturador. Todo el salvajismo de su naturaleza salió a lasuperficie.Apartedelalastimosafiguraquerespirabaentrecortadamenteenelsueloa sus pies, estaba el recuerdo de los seis cuerpos mutilados, sus fieles súbditos,hombresdesumismaedad,quehabíanllegadojuntoconéla lavirilidad,hombresescogidos de su guardia personal que habían estado íntimamente relacionados contodasuvida,yquelohabíanservidocondevociónyresueltaobediencia.Esosyotrosque,detiempoentiempo,habíancaídovíctimasdelodiodeIbrahimOmarcontrasuenemigo más poderoso. El hombre culpable de sus muertes estaba por fin en susmanos, elhombrecuyaexistenciaeraunaamenazaycuyavidaeraunaofensa,decuyasañagazashabíasidoadvertidodesdeniñoporelancianoAhmedBenHassan,quienlelegóelodiótribalalarazadelacualerajefeIbrahimOmar,ycuyasúltimaspalabrashabíansidoparadesearquesusucesorexterminaraalenemigohereditario.

Peromuchomás intensoque los sentimientos inspiradosporelodio tribal,oelrecuerdodelapromesahechacincoañosatrásalladodellechodemuertedelancianosheik, o incluso que la muerte de sus compañeros, era el deseo dematar con suspropiasmanosalhombrequehabíatorturadoalamujerqueamaba.Elconocimientodelpeligroquecorría,lohizocabalgardesenfrenadamenteatravésdelanocheensuayudayelverlaimpotente,agonizante,enlasmanosdeljefeladrón,lohabíahechosentirseinvadidoporunaccesodelocuraquesolamentepodíacurarelplacerfuriosodematar.Antesdequeescucharaelclamordelnuevoamorensucorazón,antesdeque estrechara entre sus brazos la figura de la amada que tanto ansiaba, tenía que

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destruiralhombrequehabíacometido innumerablesasesinatosyquepor finhabíacaídoensusmanos.

Lasonrisaseacentuóensuslabiosysusdedosaumentaronlentamentelapresiónsobre la presa. Pero al sentir el apretón asfixiante en su garganta, se despertónuevamenteenIbrahimOmarelamoralavidayresistiófuriosamente.Acurrucadaen el suelo, Diana contemplaba las dos corpulentas figuras trabadas en combatemortal, con ojos dilatados y llenos de temor, con las manos aún en su doloridagarganta. Ibrahim Omar luchaba por su vida, conociendo su propia fuerza, peroconvencidotambiénqueeramayorladesuadversario.

Elsheikretirólasmanosdelagargantadesuenemigo,yrodeándoloconambosbrazos, maniobró hasta colocarlo en la posición que quería, de espaldas al diván.Luego, con una treta de luchador, aplicó una zancadilla a Ibrahim e hizo caer suenorme cuerpo sobre los almohadones, con la rodilla puesta sobre su pecho y lasmanos en la garganta. Así, y con la terrible sonrisa siempre en los labios, lo fueahogandolentamente,hastaqueelcuerpodelmoribundosearqueóyretorcióenlosúltimosespasmosdelaagonía,ylasangrebrotódesunarizysuboca,derramándosesobrelasmanosquelooprimíancomounastenazas.

LosojosdeDiananosesepararonuninstantedelrostrodelsheik.Sentíaquelainvadía el antiguo miedo paralizador, ahogando irresistiblemente por el momentohastaelamorquesentíaporél.Lohabíavistoenmomentoscrueles,hastasalvajes,peronuncanadasehabíasiquieraaproximadoalaexpresióndehorribleplacerquesedibujabaensurostroahora.Eralarevelacióndelhombrerealunavezquitadalafinacapadecivilización,dejandosoloalsalvajeprimitivodominadoporlaseddesangre.Yteníamiedo,unhorrorconvulsivo,delasmanosimplacables,tintasensangre,quela tocarían,de labocasonrienteycruelquebesaría lasuyayde la luzasesinaquebrillabaensusojosferoces.Peroporelmiserableagonizantequeestabaexpiandosuscrímenesnosentíaninguna lástima;noeradignode lamenorcompasión.Lohabíavisto asesinar por capricho y sabía cuál hubiera sido su propia suerte de no llegarAhmed Ben Hassan. Y la retribución había sido rápida. El sheik era másmisericordioso con él que lo que había sido el jefe ladrón con muchos… unosmomentosdeagoníaenlugardehorasdetortura.

El ruido fuera de la tienda iba en aumento al desarrollarse la batalla en sudirección,yunaodosvecesalgunabalapasóa travésdelcortinaje.Unaque llegómás cerca que las otras hizo volver la cabeza a Diana y vio lo que Ahmed BenHassan,absortoenelcumplimientodesuhorrible tarea,ni siquierahabíapensado:trescorpulentosnegrosymediadocenadeárabeshabíanentradosilenciososdesdeelaposento interior. Por una vez, en la excitación del momento, el sheik se habíadescuidadoyhabíasidosorprendido.

Unaexpresiónangustiadasedibujóensusojos.EltemorqueAhmedleinspirabafueborradopor elque sintiópor él.Tratódeadvertirle,pero sugargantanopodíaproferirsonidoalgunoysearrastrómáscercahastatocarlo.Dejócaeraljefemuerto

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sobreloscojinesdispersosylevantólavistarápidamente;enelmismomomento,loshombresdeIbrahimOmarseadelantaron.Sindecirunapalabralaempujódetrásdeldiványsevolvióparahacerles frente.Antesurevólver retrocedieronunmomento,peroloscorpulentosnubiosqueveníandetráshicieronavanzaralosárabes.Disparótresvecesyunodelosnegrosydosnativoscayeron,perolosrestantessearrojaronsobreélyDiana lovio rodeado.Su fuerzaeraanormal,yduranteunosminutos lamasa humana osciló de un lado para otro. La joven estaba de pie tambaleándosemareada, imposibilitadadeprestarleayuda,paralizadaporel temor.Enseguida,porencimadelclamordentroyfueradelatienda,oyólavozdeSaintHubertquegritaba,yconungritoquepareciódesgarrarsutorturadagargantalollamó.Elsheiklohabíaoído también, y con un esfuerzo desesperado se libró de sus enemigos por unmomento,perounode losnubiosestabaasuespalday,enel instanteenqueSaintHubertyungrupodesushombresirrumpíanenlatienda,dejócaerunpesadogarroteconterriblefuerzasobrelacabezadeAhmedBenHassan.Aldesplomarseelárabe,otrolehundióunanchopuñalenlaespalda.

Durante unosminutosmás siguió la lucha por encima del cuerpo postrado delsheik.Dianatratódellegarhastaél,débilyatropezones,empujadadeunladoparaotro por los hombres que luchaban desesperados, hasta que unamano enérgica lasujetóylahizoaunlado.Seresistiócontraelbrazoqueladetenía,peroeradeunodeloshombresdeAhmed,ycedióenelmomentoenqueseapoderabadeellaunacrecientedebilidad.BorrosamentevioaSaintHubertabrirsepasohastallegaralladodesuamigoyenseguidasedesmayó,perosoloporunosmomentos.CuandoabriólosojosSaintHubertseguíaderodillasalladodesuamado,ylatiendaestaballenademiembrosdelatribuqueaguardabanenestoicosilencio.ElcampamentodeIbrahimOmarhabíasidoaniquilado,peroloshombresdeAhmedBenHassansoloteníanojosparalafigurainconscientedesujefecaído.

SaintHubertlevantórápidamentelavistaalllegarDianaasulado.—¿Estáustedbien?—lepreguntó con tonode ansiedad,pero ellano contestó.

¿Quéimportabaloquelesucedieraaella?—¿Vaamorir?—dijoroncamente,porqueelhablarlecausabaundolorterrible.—Nolosé,perodebemosmarcharnosdeaquí.Necesitomásinstrumentaldelque

hetraído,ysomosdemasiadopocosparaquedarnosycorrerelriesgodeunposibleataquesihaymáshombresdeIbrahimOmarporlasproximidades.

Dianacontemplócontemoralherido.—¿Peroelviajeacaballo…,lassacudidas…?—susurró.—Hayquecorrereseriesgo—replicóSaintHubertenformaabrupta.Diana nunca recordó con claridad la larga y terrible jornada de regreso al

campamentodeAhmedBenHassan.Fueunaagoníadetemoryaprensión,deesperarcadamomentoalgunapalabraoexclamacióndelrobustoárabequienlososteníaodeSaint Hubert, que iba montado al lado, que indicara su muerte, y de aliviosmomentáneos del temor y vagos destellos de esperanza amedida que pasaban los

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minutos y el anuncio que temía no llegaba. En una oportunidad, una detenciónrepentinaparecióqueparalizabaloslatidosdesucorazón,perohabíasidosolamenteparadarunmomentodedescansoalcorpulentoárabe,cuyasfuerzasestabansiendoempleadashastaellímitesosteniendoelpesoinertedelsheik,peroquesenegabaaceder ese privilegio a ningún otro. Momentos de semiinconsciencia, en que setambaleabacontraelbrazodelindígenavigilantequeibaasulado,ysumurmuradaexhortación:«¡Alá!¡Alá!»hizoquesuslabioselevarantambiénunasúplicaalDiosque ambos adoraban en forma tan diferente.No tenía quemorir.Dios no sería tancruel.

De tiempo en tiempo Saint Hubert le hablaba, y el tranquilo valor de su vozserenaba sus nervios destrozados. Al pasar el lugar de la emboscada le habló deGastón.Fueahídondelaprimerabandaquelosesperabalosrecibió,advertidadesullegadaporunpardeárabesaquieneselvizcondehabíaenviadopordelanteconlanoticia.

Estabaamaneciendocuandoarribaronalcampamento.Dianavioalpasarfilasdehombres que guardaban un silencio fuera de lo habitual, agrupados al lado de latienda,perotodassusfacultadesestabanconcentradasenlalargaeinertefiguraqueera descendida cuidadosamente del sudoroso caballo. Lo llevaron a la tienda y locolocaron sobre el diván, al lado del cual Henri había puesto ya todos losinstrumentosquepodíanecesitarsuseñor.

Mientras SaintHubert hacía salir con dificultad de la tienda a los hombres delsheik,Dianasequedójuntoaldiványlocontempló.Estabaempapadoensangrequehabíatraspasadolosvendajesdeemergencia,ytodosucuerpoevidenciabalaterribleluchaquesehabíadesarrolladoantesde recibirelgolpeque loderribó.Unamanoensangrentadacolgabatocandocasilaalfombra.Dianalatomóentrelassuyas,yelcontacto de los dedos insensibles hizo que un sollozo subiera a su garganta. Semordió los labios para detener su temblor mientras colocaba la mano sobre losalmohadones. Saint Hubert se acercó a ella arremangándose significativamente lacamisa.

—Diana,yahasoportadoustedbastante—dijoconsuavidad—.VayaadescansarmientrasyohagoloquepuedoporAhmed.Iréavisitarlatanprontohayaconcluido.

Ellalevantólavistaenérgicamente.—Nosemolesteendecirmequemevayaporquenoloharé.Tengoqueayudarlo

ypuedohacerlo.Mevolverélocasinomedejahaceralgo.¡Mire!Mismanosestánperfectamentefirmes.

Las extendiómientras hablaba, y SaintHubert cedió. La debilidad que la hizorefugiarsetemblorosaensusbrazoseldíaanteriorhabíasidoprovocadaporeltemorel peligro que pudiera correr el hombre que amaba, pero frente a la verdaderanecesidad,elvalor,queerapartedesunaturaleza,nolefallaba.SaintHubertnolehizo nuevas exhortaciones, sino que se puso a trabajar inmediatamente. Y durantetodoeltiempohorriblequesiguió,ellanotitubeó.Sucaraeradeunapalidezmortaly

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susojosestabancercadosporprofundasojeras,perolasmanosnotemblaronysuvozsemantuvofirmeybaja.

Sufrió.Laterribleheridaquehabíacausadoelpuñaldelubioeracomounaheridaen su corazón. Se estremeció como si le hubiera dolido a ella cuando los dedosflexibles diestros de SaintHubert tocaron la cabezamagullada el sheik.Y cuandoterminóyRaoulsevolvióparalavarselasmanos,sedejócaerderodillasjuntoaél.¿Viviría? El valor que la había sostenido hasta entonces no le alcanzó parapreguntárselonuevamenteaSaintHubert,yunaspalabrasmurmuradasporHenrialas que el vizconde solo respondió con un encogimiento de hombros, habíansilenciadolasquepugnabanporsalirdesuslabios.Lomiróconojosangustiados.

Solounaspocashorasanteshabíallegadoensuayudacontodalamagnificenciade su vigor. Contempló los largosmiembros que ahora estaban tan inmóviles, tanterribleysugestivamente inmóviles,ysus labios temblarondenuevo,pero losojosdolientessiguieronsecos.Nopodíallorar,únicamentelagargantaleseguíadoliendocontinuamente.Seinclinósobreélmurmurandosunombre,yderepenteseapoderódeellaunansiadetocarlo,deconvencersedequenoestabamuerto.Miróporencimadel hombro a SaintHubert, pero este había ido a la entrada a hablar conYusef, yestaba bajo el toldo. Se inclinómás sobre el hombre inconsciente; tenía los labiosentreabiertosyhabíadesaparecidolaseveridadhabitualdesuboca.

—¡Oh,Ahmed,queridomío!—murmuróentrecortadamente,ylobesóconlabiosque temblaban sobre los suyos inertes. Luego, por un momento, puso la doradacabeza junto a la de él cubierta de vendas, pero cuando el vizconde volvió, laencontróarrodilladaen lamismaposturaque lahabíadejado,estrechandoentre lasmanosunadelasdelsheikyconelrostroocultoentreloscojines.

SaintHubertlepusolamanoenelhombro.—Diana—ledijo—,seestátorturandoinnecesariamente.Nopodemossaberpor

algúntiempocómoleirá.Tratededormirunashoras;novaaganarnadaquedándoseaquí.Henriyyovigilaremos.Yolallamarésihayalgúncambio;ledoymipalabradehonor.

Sacudióellalacabezasinlevantarlavista.—Nopuedomarcharme.Nopodríadormir.SaintHubertnoinsistió.—Está bien —dijo—, pero si se va a quedar tiene que quitarse las botas de

montaryvestiralgomáscómodoqueesaropa.Comprendióellaqueteníarazónyloobedeció.Nopudomenosqueadmitiruna

sensacióndealiviodespuésdehaberselavadolacabezaylagarganta,ypuestounafinabatadesedaenlugardeltrajedemontarrotoymanchado.

Henri estaba sirviendo café cuando volvió, y SaintHubert se dirigió hacia ellaconunatazaenlamano.

—Hagaelfavordetomarlo.Leharábien—dijo,conunaligerasonrisaquenosereflejabaensusojosansiosos.

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La tomó distraída, y bebiendo el café de un trago volvió de nuevo al lado deldiván,sentándoseenelsuelo,enelmismolugardondeanteshabíaestadoarrodillada.El sheik yacía en idéntica postura.Durante unos instantes lo contempló, luego susojossecerraronvencidosporelsueñoysucabezacayósobreloscojines.Conunamelancólicasonrisadesatisfacción,SaintHubert laalzóen losbrazosy la llevóaldormitorio,vacilandoantesdedejarlaenellecho.¿Notendríaderechoadisfrutardeunmomento en su vida?Nunca volvería a tener la dicha torturante de tenerla así,nuncavolveríaaestrecharlasobresucorazónqueclamabaporellaconlamismalocapasiónquelohabíaarrebatadoeldíaanterior.Contemplóconansialacarapálidaquedescansabasobresubrazoysusrasgossecontrajeronalverlasmarcascruelesquedesfigurabanlablancuradelcuellodelicado.Elamorquehabíaansiadotodasuvida,que había buscado en vano en muchos países, le había llegado por fin, perodemasiado tarde. La hermosamujer que tenía en sus brazos no era para él. Era aAhmedaquienamaba,aAhmed,quehabía reconocido tan tardíamenteelpreciosodonqueellalehabíadado,Ahmedaquiénéldebíasalvardelsombríoespectroquesecernía tancerca,paraque la luzquebrillabaen losojosvioláceosdeellano seextinguieraenlastinieblasdeladesesperación.

Ysinembargo,mientraslamirabaconojosllenosdeangustiasinesperanza,undemonio susurraba dentro de él, tentándolo. Conocía a su amigomejor que nadie.¿Qué posibilidad de ser feliz podía tener cualquier mujer con un hombre comoAhmed Ben Hassan, a merced de su naturaleza salvaje y su humor apasionado yvariable?¿Existíaalgunarazónparasuponerqueeseamortanrepentinosobreviviríacuando la recobrara?Para él todas las cosasdeseadashabíandejadode tenervalordespuésdeposeídas.Consuadquisiciónhabíallegadoeldesinterés.Elplacerdelapersecuciónsedesvanecíaconlaconquista.¿Tendríaestainfortunadamuchacha,quehabíaderrochadotantoamoralospiesdelhombrequelahabíatratadobrutalmente,mejorsuerteensusmanos?Lasposibilidadeseranpocas.Ahmed,unavezrecuperadasufuerza,seríaelhombredesiempre,implacable,cruel,sincompasión.

EldeseoqueexperimentabaSaintHubertysuapasionadotemperamentogalo,loestaban impulsando, como lo habíanhecho el día antes.El ansia de ahorrarle todosufrimiento era intensa, eso, y su amor, impelido por el acicate de su deseo. Uninstantedespuésseestremecióyloinvadióungrantemordesímismo.Ahmederasuamigo.¿Quiéneraélparajuzgarlo?Porlomenospodíasersinceroconsigomismo,podía admitir la verdad.Ambicionaba lo queno era suyo, y disimulaba su envidiaconunahipocresíaqueahoraleparecíadespreciable.Elcontactoconelcuerpoqueestrechaba entre sus brazos le pareció de repente una profanación, y lo depositósuavemente sobre el bajo lecho, cubriéndolo con la livianamanta, y luego volviólentamentealotroaposento.

DespidióaHenriysesentójuntoaldiván,conunasensacióndefatigaquenoerafísica. Nada semovía en la gran tienda. Reinaba un silencio que parecía lleno de

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presagios, una calma sombría que crispaba los nervios ya excesivamente tensos deSaintHubert.Necesitabatodasutranquilidad,ysedominóresueltamente.

Duranteuntiempo,AhmedBenHassancontinuóinmóvilyluego,alamaneceryentrarenlatiendalosprimerosrayosdesol,seagitóinquietoyempezóamurmurarfebrilmente en árabe y francés mezclados. Al principio sus palabras fueron casiininteligibles,ysalíanaborbotones,perogradualmentelavozselehizomáslentayde sus labios salieron frases vacilantes, cortadas, pero claras. Y a su lado, con elrostro oculto entre las manos, Raoul de Saint Hubert dio gracias a DiosfervorosamenteporhaberahorradoaDianalanuevatorturadeescucharlarevelacióndelosúltimoscuatromeses.

Lasprimeraspalabras fueron en árabe, luego la vozpausaday suave siguió enfrancés,tanpurocomoeldelmismovizconde.

«Doshorasalsurdeloasisconlastrespalmerastruncasjuntoalpozo…Quédatequieta,estúpida,esinútilqueluches.Nopuedesescapar,notedejarémarchar…¿Porquétehetraídoaquí?¿Mepreguntasporqué?MonDieu!¿Noeressuficientementemujerparasaberlo?No,noteperdonaré.Dameloquequierodebuengradoyserébuenocontigo,peroresístetey,¡porAlá!,tecostarácaro…Séquemeodias,yamelohasdicho.¡Haréquemequieras…!¿Todavíadesobediente?¿Cuándoaprenderásquesoyelamo…?Nomehecansadodetiaún,preciosa,garçonmanqué.Dicesqueestáacobardada; yo te digo que está contenta…, contenta de dar todo lo que le pido…Durante cuatro meses me ha resistido. ¿Por qué no me da ninguna satisfacciónhaberladomadoporfin?¿Porquéladeseotodavía?Esinglesaylahehechopagarpormiodioaesarazamaldita.Lahetorturadoparamantenermipromesa,ytodavíaladeseo…¡Diana,Diana,quéhermosaeres…!¿QuédemoniomehaceodiaraRaouldespués de veinte años? Anoche no hizomás que hablarle, y cuando él se fue lamaldijehastaquevielterrorensusojos.Meteme.¿Porquémehadeimportarsiellalo quiere…? Sabía que no dormía cuandome fui a acostar. La sentí temblar amilado… Tenía deseos de matar a Raoul cuando no quiso venir conmigo, y si nohubierasidoporesohubieravueltoaella…¡Alá,quélargohasidoeldía…!¿Habrásido largo para ella? ¿Se sonreirá o temblará cuando yo llegue…? ¿Dónde estáDiana…? ¡Diana, Diana, cómo podía saber yo que significabas tanto para mí…!Diana, Diana, mi sol. La tienda está oscura y fría sin ti… ¡Ibrahim Omar! ¡EsedemonioyDiana!¡Oh,Alá!Dametiempopara llegarasu lado…Comoaúllanloschacales…Mira,Raoul,allíestánlastiendas…Diana,¿dóndeestás…?GranDieu!¡La ha estado torturando…! ¿Sabías que vendría, ma bien aimée? Espera unosinstantesmientraslomato,yluegopodréestrecharteenmisbrazos.Dieu!Sisupierascuánto te amo… Diana, Diana, todo se ha vuelto negro. No puedo verte Diana,Diana…».

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CapítuloIXLavidadeunsheik

Era de noche cuando Diana abrió los ojos, adormilados y pesados, con un gustoamargoenlabocaaconsecuenciadelosefectosdeladrogaquelehabíadadoSaintHubert.

Todassuscosasestabanpreparadasparacuandosedespertaraconlospequeñostoques que caracterizaban a Zilah, pero la muchacha árabe no estaba visible. Lalámpara se mantenía encendida y Diana volvió lánguidamente la cabeza, aúnsemidormida,paramirarel reloj.Lacampanilladeldespertadorsonósieteveces,yrecordandodegolpese levantódeunsalto.Másdedocehorashabían transcurridodesdequesearrodillójuntoaéldespuésdetomarelcaféquelehabíadadoRaoul.Comprendióloquehabíahechoytratódesentiragradecimiento,peroelpensamientodeloquepodíahabersucedidoduranteesasdocehorasqueellahabíadormidocomounleñoerahorrible.

Sevistióconapresuramientofebrilyfuealahabitaciónexterior.Estaballenadeárabes,amuchosdeloscualesnoreconocióysediocuentadequedebíanperteneceralosrefuerzosquehabíamandadollamarAhmedBenHassan.Dosdeellos,queporsu aspecto debían ser jefes de menor categoría, hablaban en voz baja con SaintHubert, que parecía agotado. Los demás estaban agrupados alrededor del diván,mirando al sheik todavía sin conocimiento. La agitación y el delirio de lamañanahabíanpasadoyahoraunsopordemuerteloenvolvíatodo.JuntoaélestabaYusef,cuyoairearrogantehabitualsehabíatransformadoenunaactituddeprofundopesar,y sus ojos, que estaban fijos en el rostro deAhmedBenHassan, tenían lamismaexpresiónquelosdeunperroapaleado.

Gradualmente la tienda se fue vaciando hasta quedar solamente Yusef, y porúltimo,aunquedemalagana,tambiénéllaabandonó,deteniéndoseenlaentradaparahablarconSaintHubert,queacababadedespedirsedelosdosjefes.

Elvizcondevolvió trayendouna sillaparaDianay lahizo sentarseenella consuaveimperio.

—Siéntese—ledijocasi conaspereza—.Pareceun fantasma.Ella lomiróconairedereproche.

—Usted puso una droga en el café,Raoul. Si hubieramuerto hoymientras yodormía,creoquenuncapodríaperdonárselo.

—Miqueridaniña—ledijoSaintHubertcontonograve—,ustednosedacuentadelocercaqueestabadeuncolapso.Sinolahubierahechodormir,seríantres,enlugardedos,lospacientesaatender.

—Soyunadesagradecida—murmuróellaconunasonrisatrémula.

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SaintHubertacercóunasillaysedejócaerenellaexhausto.Estabacansadísimo;latensióndelasúltimasveinticuatrohorashabíasidotremenda.Abrigabael temor,querápidamenteseestabatransformandoenconvicción,dequesusconocimientosnoiban a bastar para salvar la vida de su amigo, y además de esa ansiedad y delcansancio físico, había librado una violenta lucha consigo mismo todo el día,arrancandode su corazón la envidia y los celos que lo llenaban, y escondiendo suamor comoun tesoro secretoquedebíapermanecerocultopara siempre.Su afectoporAhmedBenHassanhabíatriunfadoenlapruebamásdifícilquepodíahabérseleimpuesto,yhabíasalidodeella fortalecidoy refinado,eliminando todovestigiodeegoísmo. Fue la lucha más dura de su vida, pero ya había concluido y toda laamargura desapareció, dejando solo un deseo inmenso de que Diana fuera feliz,eliminandootropensamiento.Lequedabaunconsuelo;noseríasimplementeinútil.Ellanecesitabasuayudaysusimpatía,ysoloporesosecontentaba.

La contempló a través del diván y el cambio que había experimentado en lasúltimashoras lo impresionópenosamente.Lavivacidad característica en ella habíadesaparecido.La figura esbelta caída indolentemente en la silla, la cara pálida connuevos sufrimientos dibujados en ella y sus ojos preñados demuda angustia, eranpropiosdeunamujerhecha.Yaunquelemolestabaelcambio,hubierapreferidoquefueramáscompleto.Elfrenoqueimponíaasussentimientosnoeranatural.Nohacíapreguntasynoderramabalágrimas.Hubierapodidosoportarambascosasmejorquelasilenciosaangustiadesucara.Temíalasconsecuenciasdelaemociónqueestabareprimiendotanrígidamente.

Hubounlargosilencio.Henri entró una vez y Diana se incorporó para preguntar por Gastón y luego

volvióacaerensusilenciosavigilancia.Suspiróunavez,unlargoytrémulosuspiroquecasidestrozóelcorazóndeSaintHubert.Selevantóytomólamuñecadelsheikentresusdedos,ycuandovolvióadejarlamanoinsensible,ellaseinclinómáscercaylacubrióconlasuya.

—Su mano es tan grande para ser de un árabe—dijo con suavidad, como siinconscientementehubieraexpresadoenvozaltasupensamiento.

—Noesárabe—replicóSaintHubert,convehemenciarepentinaeimpaciente—.Esinglés.

Dianalevantólavistaconunaexpresióndeasombroensusojos.—Noloentiendo—balbuceó—.Siodiaalosingleses.—Quandmeme,eselhijodeunparinglés.Sumadreeraespañola;muchasdelas

antiguas familias nobles españolas tienen sangre mora en sus venas; suscaracterísticasvuelvenasaliraúndespuésdesiglos.AsíhasucedidoconAhmedylavidaeneldesiertolashaacentuado.¿Nuncalehahabladodeél?

Ellasacudiónegativamentelacabeza.—Aveceshepensado…—dijoconairereflexivo—.Meparecíadiferentedelos

demás,yhahabidotantascosasquenopodíacomprender.Perotambiénhabíaveces

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que parecía un árabe puro —agregó con voz más baja y un estremecimientoinvoluntario.

—Usteddebíasaberlo—dijoSaintHubert—.¡Sí!—continuóconvozfirme,alver que ella trataba de interrumpirlo—.Tiene usted todo el derecho.Eso explicarámuchascosas.Yoasumolaresponsabilidad.SupadreeselcondedeGlencaryll.

—Sí, yo lo conozco—dijoDiana asombrada—.Era amigodemi padre.Lovihacesolounosmeses,cuandoAubreyyyonosdetuvimosenParís.Esunancianodeaspecto tanmagnífico, tan fieroy triste.Oh,ahora séporquéeseceñohorribledeAhmedmeparecía tanfamiliar.LordGlencaryll frunceelceñoigual.Esel famosoceñodelosCaryll.Perosigosincomprender—susojossedesviarondeSaintHubertalhombreinconscienteeneldiványvolvieronalprimeroconexpresióninquieta.

—Es mejor que le cuente toda la historia —dijo Raoul, dejándose caernuevamenteenlasilla:

»Hace treinta y seis años mi padre, que era un viajero impenitente como yo,estabapasandounatemporadaaquíeneldesiertoconsuamigoelsheikAhmedBenHassan.Unconocimientopasajeroentabladounosañosantesporlacompradeunoscaballos, se había transformado en una amistad íntima, poco frecuente entre unfrancésyunárabe.Elsheikeraunhombreextraordinario,muyilustrado,confuertestendencias europeas. En realidad no simpatizaba mucho con la administraciónfrancesaen la formaenqueera llevadaenArgel,perono lo afectaba lo suficientecomoparaquecrearaunasituacióndifícil.El territorioqueconsiderabacomosuyoestabamuyalsur,ymanteníaasunumerosaydispersatribuenunordendemasiadobuenoparaquepudierahaberalgunainjerencia.Erasolteroylasmujeresdesurazano parecían atraerle. Estaba dedicado a su tribu y sus caballos. Mi padre habíallegadoparaunavisitadevariosmeses;mimadrehabíamuerto recientementeyélqueríaalejarsedetodocuantoletraíasurecuerdo.

»Unanoche,apocodesullegadaalcampamento,ungrupodehombresdelsheikque habían estado ausentes unos días en el norte por encargo de su jefe, llegótrayendoconellosaunamujerquehallaronvagandoporeldesierto.Nosabíancómohabíallegadoallíodedóndevenía.HabíanestadomáspróximosalacivilizaciónquealcampamentodeAhmedBenHassancuandolaencontraron,peroconlatendenciaindígenadeeludirtodaresponsabilidad,creyeronquecorrespondíaaljefeynoaellosdecidir lo que se debía hacer con ella. Lamujer no podía decir nada de símismaporque,debidoalosefectosdelsoloaotrascausas,temporalmente,habíaperdidolarazón.Fuellevadaalatiendadeunodelosjefes,cuyamujerseencargódecuidarla.

»Durante algunos días se dudó de su restablecimiento, y su estado se veíaagravadoporqueestabaapuntodesermadre.Recobróelsentidodespuésdeciertotiempo,peronadapodía inducirla ahablardeella,y laspreguntas leproducíanunterrible acceso de llanto histérico, que era perjudicial para su salud. Parecía mástranquilacuandoseledejabasola,peroaunentonceslasobresaltabaelmenorruidoylamujerdel jefe informóquesepasabahorasen lacamallorandosilenciosamente.

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Era muy joven, al parecer de diecinueve o veinte años. Por su acento, mi padredescubrióqueeraespañola,peroellanoadmitíanada,nisiquierasunacionalidad.Asudebidotiemponacióelhijo.

SaintHubertsedetuvounmomentoyseñalóconlacabezaalsheik.»Aun después de haber nacido el niño, se negó a hablar de ella. En eso se

mantenía firmecomouna roca; en todo lodemás resultaba la criaturamás frágil ydulce imaginable. Era pequeña y esbelta, con una abundante y suave cabellera yhermosos ojos oscuros que parecían los de una gacela atemorizada. He oído amipadredescribirlamuchasveces,yhevistoeldibujoalaacuarelaquehizodeella—eraunbuenaficionado—,Ahmedlotieneguardadoenalgúnsitio.

»Estuvo a punto demorir al nacer el niño y jamás recobró completamente susfuerzas. No se quejaba ni nunca hablaba de su persona, y parecía perfectamentecontenta mientras el pequeño estuviera a su lado. Ella misma era una criatura enmuchascosas.Nuncaseleocurrió,alparecer,quehubieraalgoraroensuprolongadaresidencia en el campamento del sheik. Tenía una tienda y sirvientes propios y lamujer del jefe la adoraba, como el resto del campamento. Había un elemento demisterioensullegadaquehabíaimpresionadoalossupersticiososárabes,yelniñoeraconsideradocomoalgomásquehumano,yadoradoportodalatribu.Elmismosheik,quenuncahabíamiradodosvecesaunamujerensuvida,lecobróunafectoespecial.MipadredicequenuncavioaunhombretanlocamenteenamoradocomoloestabaAhmedBenHassandelamuchachablancaquehabíaentrado,demaneratanextraña,ensuvida.Leimplorórepetidamentequesecasaraconél,yhastamipadre,quesientehorrorhacia losmatrimoniosmixtos, tuvoforzosamentequeadmitirquecualquier mujer pudo haber sido feliz con Ahmed Ben Hassan. Ella no queríaconsentir,aunquenodabarazónalgunadesunegativa,yelmisterioquelarodeabacontinuósiendotaninsolubledurantelosdosañosqueviviódespuésdelnacimientodelniño,comolohabíasidoeldíadesullegada.

»Cuando falleció, mi padre estaba de nuevo de visita en el campamento. Ellasabíaqueseestabamuriendoyunosdíasantesdelfinlescontósuhistorialastimosa.EralaúnicahijadeunadelascasasmásnoblesdeEspaña,tanpobrescomonoblesyfuecasadacuandoteníadiecisieteañosconlordGlencaryll,quelahabíavistoconsuspadresenNiza.Fueobligadaacasarse sinconsultar suvoluntad,yaunque llegóaamar a su marido, siempre lo temía. Tenía un genio tremendo que se excitabafácilmentey, enesosdías,bebíaperiódicamentemásde loqueconvenía,ybajo lainfluenciadelabebidasecomportabamáscomoundemonioquecomounhombre.Ella,muyjoven,nohacíamuchasveceslascosasbienporfaltadeexperiencia.Éleramuyexigenteyno sabíadisculpar su juventude inexperiencia, asíque suvidaeraunalargatortura.Yapesardeeso,loamaba.Aúncuandolocontaba,insistíaenqueera culpa suya, que los disgustos se debieron a su estupidez, pasando por alto labrutalidaddesumarido;enrealidad,nofueporella,sinoporlasaveriguacionesquerealizódespuésdesumuerte,quemipadreseenteróloquehabíasidosuvida.

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»Parece serque lordGlencaryll la llevóaArgelydeseabahacerunaexcursiónporeldesierto.Habíaestadobebiendomuchoyellanoseatrevióafrustrarsusplanesnegándoseaacompañarlo,nisiquieraporlopocoquefaltabaparaelnacimientodesuhijo.Asíqueloacompañó,yunanochesucedióalgo…,ellanoquisodecirqué,peromipadrecuentaquenuncaviounaexpresión talde terrorenel rostrodeunamujermientrasrelatabaesapartedelahistoria.Fueraloquefuese,esperóellahastaquetodosestuvierondormidosenelcampamentoyluegoseescapóaldesierto,locadeterror,sinningúnpensamientofueradeuninstintociegodefugaquelaimpulsó,presadepánico,ahacer frenteacualquierpeligroantesquequedarsea soportar lavida miserable de la que huía. Recordaba haber marchado precipitadamente,aterrorizada por cada sonido y cada sombra, atemorizada incluso por las estrellasresplandecientesqueparecíanvigilarlayseñalarelcaminoquehabíatomado,hastaquelafatigaembotósumenteynorecordónadamáshastadespertarenlatiendadeljefe.Habíatenidomiedodedecirquieneraportemoraquelaenviarandevueltaconsumarido.Yalnacerlacriaturasedecidió,másquenunca,aguardarsusecretoparaevitarqueelmuchachosufrieraloqueellahabíasoportado;nopodíapermitirsequecayeraenmanosdelpadreparaquedarasumerced,cuando los frecuentesaccesosalcohólicos lo transformaban en verdaderomonstruo de crueldad. Hizo jurar a mipadre y al sheik que hasta que elmuchacho no llegara a la edad viril no darían aconocersuexistenciaalordGlencaryll.Escribióasumaridounacartaqueentregóamipadre,juntoconsuanillodecasamientoqueteníaunainscripciónadentroyunaminiaturadeGlencaryllque,habíausadosiempreocultaalavistadelosdemás.

»Semostrómuyarrepentidaconelsheik,rogándolequelaperdonaraporeldolorque le había causadoy por haberle ocultadoqueno era libre.Amó lealmente a sumaridohasta el fin,peroen losúltimosdíasde suvidael cariñodel sheikpareciódespertarciertaternuraensucorazón.Sesentíamásfelizcuandoélestabaasuladoymurióensusbrazos,conlosbesosdeélsobresuslabios.LedejóalhijoencustodiayAhmedBenHassanloadoptóformalmenteylohizosuheredero,dándolesunombre,el nombre hereditario que el sheik de la tribu ha usado durante generaciones. Supalabraera leyparaelpueblo,ynadiepensóenoponersea susdeseos;además,elniñoeraconsideradocomoafortunado,ysueleccióncomosucesorfueacogidaconentusiasmo unánime. Todo el amor apasionado que el sheik había sentido por lamadre, fue transferido al hijo. Lo idolatraba y el muchacho creció creyendo queAhmedBenHassanerasupadre.

»Conlosrasgosquehabíaheredadodelafamiliamaternayconlaeducaciónenel desierto, parecía, como ahora, árabe puro. Cuando tuvo quince años, mi padreindujo al sheik a que lo enviara a París para ser educado. Dadas sus tendenciaseuropeas, él también lo quería, pero no había podido decidirse a separarse delmuchacho antes, y resultó un tremendo esfuerzo para él dejarlo marchar. Fueentoncescuandoloviporprimeravez.Yoteníadieciochoañosyacababadeempezarmiinstrucciónmilitar,perocomomiregimientoestabaenParís,podíaestarmucho

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en casa. Era un muchacho muy bien parecido y sumamente vivaz. Los hombresmaduranmuyprontoeneldesierto,yenmuchosaspectoseramayorqueyo,apesardellevarletresaños.Pero,naturalmente,enotrascosaseraunniño.Teníaungenioendiablado y resistía cualquier freno a sus inclinaciones naturalmente rebeldes.Odiabalasrestriccionesqueeranecesarioimponerleylavidaestrechadelaciudad.Había estado acostumbrado a hacer su capricho en casi todo y a la adulaciónconstantedelosmiembrosdelatribu,ynoestabadispuestoaprestaranadiemáslaobediencia que de buen grado daba al sheik. Hubo momentos sumamentetempestuosos,ynuncaadmirétantoamipadrecomoalverlomanejaraaqueljovensalvaje. Sus escapadas daban constantes dolores de cabeza y sus beaux yeux locomplicaron en innumerables conflictos. La única amenaza que lo hacía entrar enveredaeraladeenviarloalsheikcomocastigo.PrometíacorregirseyseibaalBoisadesahogarsuenergíasuperfinaenloscaballosdemipadre…hastaqueestallabadenuevo. Pero, a pesar de su genio y sus diableries, era muy simpático y todos lequerían.

»DespuésdeestarunañoconnosotrosenParís,mipadre, teniendosiempreencuentasuverdaderanacionalidad,loenviópordosañosconuntutoraInglaterra,endonde yo había estado. El tutor era un hombre único, acostumbrado a tratar conmuchachos excepcionales, y Ahmed progresó mucho con él. No quiero decir quetrabajó con ardor; eso lo eludía hábilmente y pasaba la mayor parte del tiempocazandoytirando.Loúnicoqueestudióconseriedadfuecirugíaveterinaria,cosaquesabíamos le sería útil para la cría de sus caballos, y que el tutor tuvo suficientesentidocomúnparainculcarle.Luego,alterminareltiempoplanificadoconeltutor,volvióaestarconnosotrosotroaño.Cadaveranohabíavueltoaldesiertopara susvacaciones,yencadaocasiónelsheiklohabíadejadomarchardepeorgana.Siempretemía que el llamado de la civilización fuera demasiado atractivo para su hijoadoptivo,especialmentealircreciendo,peroaunqueAhmedsehabíatransformado,ydelmuchachosalvajedeldesiertoqueprimerohabíamosconocido,habíasurgidounhombrerefinadoquehablabafrancéseinglésconlamismafluidezqueelárabe,conmediossuficientesparadivertirsecomomejorlegustara—porqueelsheikeramuyricoyledabadineroamanosllenas—,secretamenteestabasiempreansiandoverlahora de volver al desierto, aunque en el último año que estuvo con nosotros fueobsequiadoycortejadoenunaformaquehubierahechoperderlacabezaalamayorpartedelagente.

»Eraeldesierto,no la civilización, loque le atraíaconmás fuerza.Amabaesavidayadorabaalhombrequecreíaerasupadre.SerhijoyherederodeAhmedBenHassanleparecíaelpináculomásaltoquepodíaalcanzarlaambicióndeunhombre.Acogíaconlaindiferenciamásperfectalaadulaciónyloshalagosqueprovocabansudineroysubuenapresencia.MipadrerecibíamuchoyAhmedsepusodemoda—erallamadolebelárabe,ydisfrutódeunsuccésfouqueloaburríaalparecer—,yalterminarelaño,habiendopedidopermisoalsheikpararegresar,sesacudióelpolvo

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deParísdesuszapatosyvolvióaldesierto.Yoloacompañé.FuemiprimeravisitaylaprimeravezqueviaAhmedenprince.Nolehabíavistonuncamásqueconropaseuropeas y sufrí un verdadero choque cuando subí a cubierta la mañana quellegábamos a Oran y me encontré con un árabe genuino que me esperaba. Lasvestidurasyuncambiocompletodeaireyexpresiónqueparecíanacompañarlas,loalteraban curiosamente y apenas lo reconocí. Algunos de sus hombres lo estabanesperando en el muelle y su excitación era extraordinaria. Me di cuenta, por ladeferenciayatencióndelosfuncionariosfrancesesconAhmed,delaposiciónquesehabíalabradoelancianosheik,ydelaaltaestimaenqueeratenido.

»Pasamos el resto del día tomando disposiciones para que el equipajeconsiderablequehabíatraídofuerallevadoporlacaravanadecamellosenviadaconeseobjeto,y tambiénocupadosenalgunosasuntosdelsheikenOran.Pernoctamosenunavilla, en las afuerasde la ciudad,perteneciente aun ancianoárabequenosrecibióconesplendoryquepasólaveladafelicitandoaAhmedporhaberescapadode losodiosos franceses—sin inmutarse lomásmínimocuandoeste le indicóquehabíaunodiosofrancéspresente,porquemeseñalóconungestoquesignificabaqueminacionalidaderadebidaa lamalasuerteynoamiculpa—,yhaciéndolever lanecesidaddequeadquirierainmediatamenteunaesposaodosyseestablecieraparael bien de la tribu, todo esto mientras tomábamos café, escuchando la músicaindígena más monótona y contemplando danzas exóticas primitivas. Había unabailarinaparticularmentebienformadaqueelancianotratabadelograrquecompraraAhmed.Élhizounsimulacroderegatearporella,noporqueleinteresararealmente,sino para ver qué efecto causaba en el anciano. Pero yome negué a presenciar laventa, y como la atmósfera me estaba mareando, me escapé a dormir y lo dejéregateandoaún.

»Salimosalamañanasiguientetempranoyaunospocoskilómetrosdelaciudadsenosunióunfuertedestacamentodeacompañantes.Laexcitacióndeldíaanteriorserepitióenmuchomayorescala.Fueunanuevaexperienciaparamíydifícilmentepuedodescribirmissensacionesenmediodeaquellahordaaullantedehombresquegalopaban locamente a nuestro alrededor, disparando sus fusiles hasta que apenasparecíaposiblequenoocurrieraalgúnaccidente.Loquemásmeimpresionófuelaactitud de Ahmed. Lo recibió todo como cosa que le correspondía, y cuando lepareció suficiente lo hizo cesar con una autoridad perentoria que fue obedecidainstantáneamente, y pidió perdón por el comportamiento exuberante de susmuchachos.EraunAhmednuevoparamí;elmuchachoquehabíaconocidodurantecuatroañosparecíahabersetransformadoderepenteenunhombrequemehizosentirmuy joven. En Francia yo había desempeñado naturalmente el papel de hermanomayor, pero aquí Ahmed estaba en su propio terreno y parecía probable que lospapelesseinvirtieran.

»La llegada al campamento del sheik fue todo cuanto el más extravaganteproductor escénico hubiera podido desear. Aunque había oído mencionarlo a mi

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padreyaAhmed,noestabapreparadoparaelesplendorconqueserodeabaelsheik.Conel lujoorientalsemezclabanmuchoscomplementoseuropeosqueaumentabanconsiderablemente la comodidad de la vida de campamento. El encuentro entre elpadreyAhmedfuerealmenteconmovedor.Paséunatemporadamuyfelizymefuiconpena.Elencantodeldesiertoseapoderódemíentoncesynomehaabandonadomás.Peroteníaquevolveramisestudiosdemedicina.DejéaAhmedabsortoensuvidaymuchomásfelizdeloquelehabíavistoenParís.Teníaentoncesdiecinueveaños,ycuandoarribóalosveintiunomipadretuvoqueencargarsedeladesagradablemisión de cumplir los últimos deseos de su madre. Escribió a lord GlencaryllpidiéndolequesetrasladaraaParísporasuntosrelacionadosconsuextintaesposay,duranteelcursodeunaentrevistasumamentepenosa,lehizosabertodo.Conlacartaque la pobremuchacha había escrito a sumarido, con el anillo de esponsales y elrelicario, junto al dibujo que mi padre había hecho de ella, las pruebas eranconcluyentes.

»Lord Glencaryll se abatió por completo. Admitió que su esposa había estadoplenamentejustificadaaldejarlo,notratódeexcusarselomásmínimo.Serefiriócontodafranquezaalamaldiciónquelohabíatenidoesclavizadoyquelohabíahechoirresponsabledesusactoscuandosehallababajosu influencia.Nuncasupo loquesucedióaquellanocheterrible,perolatragediadelaseparacióndesuesposalohabíacurado por completo. Había hecho todos los esfuerzos posibles por encontrarla ytranscurrieron muchos años antes de que abandonara toda esperanza. La llorabaamargamenteyadorabasurecuerdo.Eraimposiblenotenerlelástima,porquehabíaexpiadosufaltaconunaangustiaquepocoshombreshabránpodidoexperimentar.Elpensamiento de tener un hijo y de que este era de ella casi lo abrumaba. Habíadeseadoardientementeunherederoy,alcreerquenoteníadescendientes,alpensarque su título y su antiguo nombre, del que se sentía muy orgulloso, tuviera queextinguirse con él, le había causado un gran pesar. Su alegría al enterarse de laexistenciadeAhmedfuepatética,loconsumíalaimpacienciaesperandosullegada.NoselehabíadichonadaalmuchachotemiendoquelordGlencaryllresultaradifícildeconvenceryelasuntosecomplicara,perosuprontaaceptacióndeloshechosysudeseo ardiente de ver al hijo hicieron innecesaria toda nueva demora y mi padremandóllamaraAhmed.

»Elancianosheiklodejómarcharignorandoloqueibaasuceder.Siemprehabíatemidoelmomentoenquesuhijoadoptivotuvieraqueserenteradodesuverdaderoorigen,pormiedodeperderlo,celosodetenerquecompartirsuafectoyresistiendoelderecho de cualquiera sobre él por encima del suyo. Y por eso, la única vez quedemostró falta de valor moral, envió a Ahmed a París sin ninguna explicación,dejandoamipadrelatareadehacerleconocerlaverdad.Nuncaolvidaréesedía.SehabíaarregladoqueprimerofueraenteradoAhmedyqueluegoseencontraranpadreehijo.Eljovenllegóporlamañanaatiempodedesayunaryluegofuimosalestudiodemipadre,yallíéllecontótodalahistoriaconelmayortactoposible.

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»Ahmedestabadepiejuntoalaventana.Nodijounasolapalabradurantetodoeltiempoquesenarrólahistoria,ycuandoconcluyósequedócompletamenteinmóvilunosinstantes,conelrostrocasigrisbajolapieltostada,conlosojosfijosenlosdemi padre, y luego su genio diabólico estalló de repente. Fue una escena terrible.Maldijo a lordGlencaryll con una sarta de blasfemias en unamezcla de francés yárabequehizoquesenoshelaralasangreenlasvenas.Maldijoatodoslosingleses.MaldijoamipadreporhaberseatrevidoaenviarloaInglaterra.Memaldijoamíporhabersidocómplice.Laúnicapersonaaquienperdonófuealsheik;quedespuésdetodo,estabatancomplicadocomonosotros,peronolomencionósiquiera.Senegóaverasupadre,senegóareconocerquelofuera,ydejólacasaesatardeyParísesanoche, y volvió directamente al desierto, llevándose aGastón, que había acordadoconél,algúntiempoantes,entrarasuserviciotanprontoterminarasutrabajoenlacaballería.Unacartaque leescribió lordGlencaryll,dirigidaalvizcondeCaryll,sutítulodecortesía,solicitándoleporlomenosunaentrevista,yquenosdioparaquesela hiciéramos llegar, fue devuelta sin abrir con la siguiente leyenda en el sobre:Inconnu.AhmedBenHassan.

»Y desde ese día su odio a los ingleses ha sido una monomanía, y nunca hahablado una palabra en inglés. Posteriormente, cuando solíamos viajar juntos, laformaevidenteenqueloseludíaeraavecesmolestayembarazosa,ymuchasveceshe tenido que representar la farsa de traducirle al francés o árabe observacioneshechasporcompañerosdeviajeingleses;eso,cuandosedignabatenerencuentalasobservaciones,algonofrecuente.Desdeeldíaqueconociólaverdaddesuorigennolovolvimosaverhastadosañosdespués.Entonceselancianosheiknospidióquelovisitáramos. Fuimos con algunos temores acerca de la forma en que nos recibiríaAhmed, peronos acogió como si nadahubiera ocurrido. Ignoró todo el episodio ynuncasehavueltoareferiraél.Esunincidentecerrado.Elsheiknosadvirtióquelehabíadichoquecualquierreferenciaalmismoseríalarupturadetodaslasrelacionesconnosotros.PeroAhmedmismohabíacambiadoenunaformaindescriptible.Todaslas cualidades atrayentes que lo habían hecho tan popular en París habíandesaparecido y se convirtió en el hombre cruel e implacable que ha sido desdeentonces. El único afecto que quedaba en él lo dio a su padre adoptivo, a quienadoraba.Mástardevolvimosanuestraantiguaamistad,ysiemprehasidobuenoconGastón,perofueradeesastresexcepcionesnohatenidoconsideracionesconnadieyconnada.Esmiamigo,loquiero,ynoleestoydiciendonadaqueyonosepa.

SaintHubertseinterrumpióymiróconansiedadaDiana,peroellanosemoviónibuscósumirada.Estabasentadaconsumanoestrechandotodavíaladelsheikylaotracubriendosurostro,yelvizcondecontinuó:

—Es tan fácil juzgar y tan difícil comprender las tentaciones de los demás.Laposición deAhmed ha sido siempre curiosa. Ha tenido tentaciones extraordinariasconlosmediosparapodersatisfacerlas.

Hubounapausamáslarga,peroDianasiguiósinmoversenihablar.

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—Lamaldición de Ismael había caído sobremí para entonces yme dediqué aerrar continuamente. A veces Ahmed me acompañó; hemos matado caza mayorjuntos en lamayor parte del globo.Unas cuantas veces se quedó con nosotros enParís,peronuncamuchotiempo;siempreansiabavolveraldesierto.Hacecincoañosmurió el anciano sheik; era un hombre excepcionalmente fuerte y hubiera vividomuchosañosmásanoserporunaccidentequeleprodujounaparálisisyacausadelcualfallecióunosmesesdespués.LadevocióndeAhmeddurantesuenfermedadfuemaravillosa.Noloabandonóunmomento,ydesdequeasumiólajefaturadelatribuha vivido continuamente entre su pueblo, absorbido por ellos y sus caballos,continuandolastradicionesquelefuerontransmitidasporsupredecesorydedicandosuvidaalatribu.Soncomoniños,excitables,apasionadosytestarudosynuncasehaatrevido a dejarlos solos demasiado tiempo, especialmente con la amenaza deIbrahimOmarsiemprelatente.NuncahapodidobuscardescansomáslejosdeArgeluOran.

SaintHubert sedetuvoen formaabrupta,maldiciéndosepor estúpido sin tacto.Nopodíadejardecomprenderellaelsignificadodeesasvisitasaaquellasalegresyviciosasciudades.Lareferenciaeraobvia.Suspalabras imprudentesnoharíanmásque aumentar su dolor. Su espíritu sensible se apartaría de la contaminación queimplicaban.SiAhmedteníaquemorir,sufriríaellabastantesinnecesidaddehacerlever la indignidaddelhombrequeamaba.Echóhaciaatrás lasilla, impaciente,ysedirigióalapuertaabierta.Sintióqueellaqueríaquedarsesola.Dianalomirómarcharyluegosedejócaerderodillasjuntoaldiván.

HabíacomprendidoelsignificadodelaspalabraspronunciadasdescuidadamenteporRaoul y la habíanheridoprofundamente, perono eraundolor nuevo.Él se lohabíadichohacíameses,crudaybrutalmente,sinocultarniatenuarnada.Apretósumejilla contra la mano que sostenía. No lo censuraba, solo podía amarlo, noimportabacuálhubierasidosuvida.EllaamabaaAhmedtalcomoera.Susdefectosysusvicioserantanpartedeélcomosufísicosoberbioosuscambiosdehumoralosque tandifícileraacostumbrarse.Nunca lohabíaconocidodeotramanera.Parecíaestar aparte, fuera de las convenciones usuales que regían para los hombrescorrientes. Las normas usuales no parecían compatibles con el hombre salvaje deldesierto que dictaba su propia ley y seguía su propio precedente, desafiando losdictadossocialesydespreciandolascríticas.Elcarácterviolentoyaltivoyelgenioapasionadoquehabíaheredado, laposiciónde jefaturadespóticaenquehabíasidoeducado, la adulación de sus súbditos y la vida salvaje del desierto, libre de todarestricción, se habían combinado para producir la orgullosa independencia que noqueríasometersealasreglasordinariasdelavida.Nopodíapensarenélcomoinglés.Elsimpleaccidentedesunacimientoeraunfactorquecarecíadepeso.Erayseríasiempreunárabedeldesierto.

¡Siviviera!¡Teníaquevivir!Nopodíamorirasí,consumagníficovigoryvalorintrépido extinguidos por un golpe traicionero que no se había atrevido a hacerle

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frente—apesarde la superioridadnumérica abrumadora—, sinoque lehabía sidoasestadopordetrás,ungolpecobarde.Teníaquesobrevivir,aunqueellosignificaralamuertede susesperanzasde felicidad;esonoeranadacomparadoconsuvida.Loamabalosuficienteparasacrificarcualquiercosaporél.Porquenomurieraeracapazde soportar, incluso, ser apartada de su vida. Solo él importaba, su existencia eratodo.Era tan joven, tan fuerte, tandignode lavida.Tenía tantoporquévivir.Eraesencialparasugente;lonecesitaban.

En losdías enque elmundoera joven, losdioses eranbuenos, escuchaban lasplegariasdelosamantes infortunadosyaceptabanlavidaqueeraofrecidaenlugardel ser amado cuya existencia era reclamada. Si tan soloDios quisiera escucharlaahora.Sitansoloquisieraaceptarsuvidaacambiodeladeél.¡Sí…!¡Sí…!

Sus dedos se deslizaron ligeramente a través del pecho del hombre, temerosainclusodequesutactotiernopudieraherirsuscarnesmaltrechas,ylomirólargayansiosamente. El encrespado cabello castaño estaba oculto por las vendas que,resaltandosublancuracontra lapiel tostada,cubrían lamagulladacabeza.Susojoscerrados,conlargasyespesaspestañasescondiendolaexpresiónferozhabitualquebrillabaenellos,yladesaparicióndelaslíneasdurasquesurcabansucara,lehacíanparecersingularmentejoven.Eseaspectojuvenilhabíapodidonotarloconfrecuenciacuando estaba dormido, y lo había contemplado pensando en cómo habría sido elAhmed muchacho, antes de convertirse en el hombre implacable en cuyas manoshabíasufridotanto.

Y ahora el conocimiento de su adolescencia se lo hacía más querido aún queantes.¿Quéclasedehombrehubierasidosilamadrehubieravividoparasuavizarloconsubondad?¡Pobremadre,impotenteyfrágil…!Y,sinembargo,suficientementefuerteparasalvaralhijodelpeligroquetemía,peropagandoelpreciodeesafuerzaconsuvida,contentadequeélestuvieraasalvo.

Diana pensó en su propia madre muriendo en los brazos de un esposo que laadoraba, y luego en la muchachita española extinguiéndose, una extraña en tierraextraña, clamando su corazón por elmarido a quien aún amaba, volviéndose, parabuscaralivioenlaagonía,haciaelamantequehabíarehusado,buscandoconsueloensus brazos. Unos celos repentinos de las dosmujeresmuertas la sacudieron. Ellashabíansidoamadas;¿porquénopodíaseramadaella?¿Cuálerasufallaparaqueélnolaquisiera?Otroshombreslohabíanhecho,perosuamoreratodoloqueansiabaen este mundo. Sentir sus brazos alrededor de ella solo una vez con amor en sucontacto, ver sus ojos apasionados iluminados solo una vez con la luz por la cualoraba. Exhaló un trémulo suspiro. «Ahmed, mon bel árabe», murmurónostálgicamente.

Se puso de pie. Tenía miedo de perder la serenidad, de ceder al temor y laansiedadquelaconsumían.Sevolvióinstintivamenteenbuscadelaayudaysimpatíaque necesitaba y se reunió con Saint Hubert debajo del toldo. Habitualmente losmiembrosdelatribuevitabanlaproximidaddelatiendadelsheik;hastaelcentinela

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deguardiaestabaapostadoaciertadistancia,Kopec,recostadoatravésdelaentrada,era suficiente vigilancia. Pero esta noche el espacio estaba abarrotado de hombres,algunosacurrucadosenelsueloencírculos,otrosreunidosenanimadaconversación,yalolejos,entrelaspalmeras,vioocasionalmentelassiluetasdenativosacaballo.Yusefylosjefessubalternosqueestabanbajosusórdenesnoqueríancorrerningúnriesgo;nohabríaoportunidaddeunataqueporsorpresa.

—Debe de estar usted muy cansado, Raoul —le dijo, tomándolo del brazo,porquenecesitabacasitantoapoyofísicocomomental.Elfrancocontactohizoqueélsintieraunestremecimiento,peroloreprimióypusosumanosobrelosdedosheladosdeella.

—Nodebopensarenesoaún.Mástardetalvezpuedadescansarunpoco,Henripuedevigilar;escasitanbuenmédicocomoyo,¡elincomparableHenri!Ahmedyyosiemprehemosdisputadoacercadelosméritosrespectivosdenuestrossirvientes.

Sintióquelamanodeellaselecrispabasobreelbrazoalmencionarelnombredelsheikyescuchóelsuspiroahogadoquesofocó.Permanecieronensilenciounratocontemplando los grupos de indígenas. Uno próximo se abrió y un integrante seacercóaSaintHuberthaciéndoleunapregunta.

—Los hombres están inquietos —dijo Raoul cuando el árabe volvió a suscompañeros con todo el consuelo que el vizcondepudodarle—.Su afecto esmuyintenso.AhmedesunDiosparaellos.Suansiedadsemanifiestadedistintamanera.Yusef,quehaestadoocupadoensustareaslamayorpartedeldía,sehavueltoalareligión,yporprimeravezenlavida,haidoarecitarsusoracionesconelpiadosoAbdul, pues cree que esmás probable queAlá escuche sus ruegos si van hasta elcieloencompañíadelosdelbeato.

LospensamientosdeDianavolvieronalrelatoquelehabíacontadoSaintHubert.—¿SabelordGlencaryllqueustedveaAhmed?—lepreguntó.—Oh,sí.Mipadreyélsehicierongrandesamigos.Confrecuenciasequedacon

nosotrosenParís.SomosunlazoentreGlencaryllyAhmed.Siempreestáansiosoportenernoticiassuyas,yaúnseaferraalaesperanzadequealgúndíaceda.Nuncahavueltoahacerotratentativaparareanudarlasrelacionesconsuhijoporquesabequesería inútil. Si ha de haber algún rapprochement entre ellos, la iniciativa tiene quepartir de Ahmed. Casi se han encontrado accidentalmente una o dos veces yGlencarylllohavistounavez.Fueenlaópera.EstabapasandounosmesesenParísyteníaunpalco.Yohabíaidodesdeelnuestroalotroladodelasala,parasaludarlo.Estaban varias personas con él y yo me encontraba a su lado hablando. Ahmedacababa de entrar en el palco de enfrente y contemplaba la sala. Algo le habíamolestadoyestaba frunciendoelceño.Lasemejanzaera inconfundible.Glencaryllexhaló una especie de gemido y se tambaleó contra mí. «¡Santo Dios! ¿Quién esese?»,dijo,ynocreoquesediocuentadequehablabaenaltavoz.

»Unodelosqueestabaasuladomiróenladirecciónqueélmirabayserio.“EseeselhombresalvajedeldesiertodelosSaintHubert.Tieneunaspectoferoz,¿noes

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verdad?Lasmujereslollamanlebelárabe.Ciertamentellevalasropaseuropeasconmáseleganciaquelamayorpartedelosindígenas.Dicenquesienteunodiopeculiarcontra los ingleses, así que evite su encuentro, Glencaryll, si no quiere serestranguladooquelecortenelcuelloocualquieraquesealaformademuertequeeseindividuoestilaensupaísnatal.Raoulpuededarletodalaclasededetallessobreél”.

»No hubo necesidad alguna de que yo lo hiciera. Afortunadamente larepresentaciónempezó,seapagaronlaslucesyyologrépersuadirlodequeseretiraraantesdefinalizarlafunción.

Diana sintió un ligero estremecimiento.Experimentaba en su corazónuna gransimpatía hacia el solitario anciano, deseando una reconciliación, aunque lo sabíaimposible. A él también se le había destrozado el corazón contra la voluntadinflexibledeAhmedBenHassan.

Temblóotravezyvolvióa la tiendaconRaouldeSaintHubert.Sedetuvieronjunto al diván y permanecieron largo rato en silencio. Luego Diana levantólentamentelacabezaymiróalrostrodeRaoulyélleyólaangustiosapreguntaensusojos.

—Nolosé—dijocondulzura—.TodoestáenmanosdeAlá.

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CapítuloXAmoreneldesierto

Lanoche era cadavezmás calurosay la atmósferamás sofocante.Envuelta enunfinoquimonode seda,Dianaestabaacostada sinmoverseenel amplio lechode lahabitación interior, rodeadadealmohadasparaque la luzdelpequeñovelador,queestabaasulado,cayerasobreellibroquesostenía,peronoleía.

Era el último libro de Raoul, que este había llevado consigo, pero no podíaconcentrarsuatenciónenél,ylodejódistraídamentesobresusrodillasmientrassuspensamientosvolabanmuy lejos.Habían transcurrido tresmesesdesde lanocheenqueSaintHubertcasiabandonó laesperanzadepodersalvar lavidadelsheik;unanochequehabíasidoseguidapordíasdeincertidumbrequeredujeronaunasombralafiguravigorosadeDiana,yhabíandejadoenRaoulmarcasquejamásseborrarían.Perograciasasugranvigoryespléndidaconstitución,elsheiksehabíarestablecido,ydespuésdelasprimerassemanassuconvalecenciahabíasidorápida.Cuandopasóelterriblemiedodequepudieramorir,habíasidoparaellaunadichainmensapodercuidarlo.Conladecisióndevivirparaelmomentoquesehabíaimpuesto,borródesumente todo lo que no fuera el placer de estar cerca de él y de atenderlo. Fue unaatenciónsumamentesilenciosa,porqueelárabesepasabahorasenterasconlosojoscerradossinhablar,yalgoquenopodíavencerlahacíapermanecersilenciosaensupresencia cuando se quedaban solos. Solo una vez se refirió a la emboscada. Alinclinarsesobresucuerpoparaprestarleunpequeñoservicio,losdedosdelhombresecerrarondébilmentesobresusmuñecasysusojos,conescrutadoraaprensión,sefijaron en los de ella por primera vez desde la noche en que huyó de su lado,perseguidaporsusmaldiciones.

—¿Llegué… a tiempo?—susurró, titubeando, y al asentir ella con lasmejillasarreboladas y los ojos bajos, volvió la cabeza sin añadir palabra, pero unestremecimiento,quesudebilidadleimpidióreprimir,losacudió.

Sinembargolafelicidaddecuidarlopasómuyrápidamente.Amedidaqueseibafortaleciendo se las compuso de forma que rara vez se quedaba a solas con ella einsistíaenquesalieraacaballodosvecespordía,avecesconSaintHubert,avecescon Henri, manifestando con claridad que prefería estar solo o en compañía deGastón,quienyaempezabaahacersuvidanormal.Más tarde tambiénestuvomuyocupado con los jefes subalternos que venían de los distintos campamentos, y amedida que pasaron los días se viomás ymás excluida de tan preciosa intimidad.Estabamucho en compañía deRaoul de SaintHubert. Todo lo que habían pasadojuntosloshabíaunidoestrechamente,yDianapensabaconfrecuenciacómohubierasidosuadolescenciasilahubierapasadobajosututelaenlugardeladesirAubreyMayo.Elafectofraternalquenuncasintióporsuhermanoselodabaahoraaél,ycon

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elfirmedominiodesímismo,quenohabíavueltoaperder,elvizcondeaceptabaelpapeldehermanomayorimpuestoinconscientementeporella.

Eradifícilaveces,yhabíadíasenquetemíalospaseosdiariosacaballo,enquela tensión era casi insoportable, y empezó a hablar tentativamente de reanudar susviajes,perosiempreelsheikinsistíaenquesequedara.

El restablecimiento definitivo de Ahmed Ben Hassan fue rápido, y elcampamento no tardó en volver a la vida normal. Los refuerzos volvieron a loscampamentos de donde habían sido llamados. Ya no eran necesarios. La tribu deIbrahimOmar,muertosujefe,sehabíadisueltoydispersadoenelsur;noteníanyaunsheikque losmantuvieraunidosyningunode los lugartenientesdeaquelera losuficientementefuerteparavolverareunirlos,puesIbrahimnohabíapermitidoqueningúnmiembrodesutribualcanzarapoderoriquezassuficientesparaconvertirseenunrival;así,sehabíandivididoennumerosasbandaspequeñas,carentesdecohesión.

Alcumplirlapromesahechaasupredecesor,AhmedBenHassanhabíalibradoaldesiertodeunaamenazaquesehabíacernidosobreéldurantemuchosaños.

Las relaciones entre el sheik y Saint Hubert habían vuelto a lo que fueron lanoche de la llegada de Raoul, antes de que sus francas críticas despertaran elmalhumor deAhmedy encendieran sus celos.El recuerdo de la semanamiserablequeprecedieraala incursiónhabíasidoborradoportodoloquelasiguió.Ningunasombra podía volver a interponerse entre ellos, ya que Raoul, voluntariamente, sehabía apartado sacrificando la posibilidad de alcanzar la felicidad en favor de suamigo.

Yconsurestablecimientocompleto,laactituddelárabehaciaDianahabíavueltoalafríareservaquelahabíaheladoantes;unareservatancortéscomoindiferente.LaevitabatodoloposibleylapresenciacontinuadeSaintHuberthabíasidounabarreraentre ellos. En forma insostenible pero eficaz, se había arreglado para que Raoulnunca los dejara solos. Aunque la incluía en la conversación general, rara vez lehablabadirectamente,yconfrecuenciaellaloencontróobservándolaconsusfierosojos llenos de una expresión que la desorientaba, y cada vez que ella lo mirabaruborizada,sufrentesecontraíaconelcaracterísticofruncimientodelceño.Durantelas comidas, Raoul impedía que decayera la conversación, con sumo tacto yelocuentespalabrasqueabarcabandiversostemas.

Por la noche ambos hombres se absorbían en planear el nuevo libro de SaintHubert,paracuyosdetallesestabautilizando losconocimientosdel sheik,ymuchodespuésdedejarlosDiana seguíaoyendo lasdosvoces, ambasgravesymusicales,peromásrápidayenfáticaladeRaoul,quecontinuamenteascendíaybajabadetono,hastaqueporfinesteseretirabaasutiendayentrabaGastón,tansilenciosoysuavealhablarcomosuamo.Habitualmenteelsheiklodespedíaporlanoche,perodesdesu herida, el valet, tan pronto como se restableció, había estado atendiéndolo.Algunasnochessequedabahablandoyotraselsheiklodespedíaalospocosminutosconunaodospalabrassecas,yDianahundíasurostroenlaalmohadaretorciéndose

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ensudesesperadasoledad,locadeansiasporlosbrazosrobustosqueantestemieraylos besos que antes odiaba. Desde que lo trajeron herido había dormido él en elaposento exterior, y dando vueltas febrilmente en los muelles almohadones delamplio lecho, que ocupaba sola Diana, había sufrido la mayor humillación quehubiera conocido hasta entonces. Nunca la había amado pero ahora ni siquiera ladeseaba.No significabanadapara él; no la necesitaba.Sequedabadespierta horasenterasescuchandocondesalientoeltintineodelacampanadelpequeñodespertador,sintiéndose aplastada por la sensación de inutilidad. Su indiferencia la humillabaamargamente.Lashorasdesoledadenlahabitacióntaníntimamenteasociadasaélestabanllenasdetorturantesrecuerdos.Ensudormiragitado,sussueñoseranagoníasdelascualessedespertabaconelcuerpotemblorosoyentrecortadalarespiracióny,aldesvelarse,sumanoseextendíabuscándolohastaquevolvíaelrecuerdodelacruelrealidad.

Duranteeldíatambiénsehabíaencontradosolamuchotiempo,porquetanprontocomo el sheik se sintió suficientemente fuerte para sostenerse en la silla, los doshombres,todoslosdías,habíanhecholargasexcursiones,visitandoloscampamentosdistantes y haciendo que volvieran a las manos de Ahmed Ben Hassan todos losasuntosquefuenecesariorelegarasussubordinados.

Por últimoRaoul anunció que su visita no podía prolongarsemás y que debíareanudarelviajeaMarruecos.PensabairhastaOranydeallíaTángerenunbarcodecabotaje, para reunirse allí con la caravanaque lo llevaría en su expediciónporMarruecos.Unavez tomada su decisión, había acelerado todos los preparativos demarchaconunaprisaquecasidabalaimpresióndeunahuida.

Para Diana su partida significaba precipitar una crisis que no podía aplazarsemuchomás.Lasituaciónseestabavolviendoinsostenible.Sehabíadespedidodeéllanocheantes.Nuncahabíaadivinadoelamorquelehabíainspirado,yleextrañólatristezadesumiradaysudesacostumbradafaltadepalabras.Élhabíaqueridodecirmucho y ¡había dicho tan poco! No debía ella de adivinarlo nunca ni tampocoAhmed,porloquecontinuódesempeñandosupapelhastaelúltimomomento.Soloque esa noche, después de haberlos dejado ella, las voces se escucharon en lahabitación vecina durantemuy poco rato.Y al amanecer él yAhmedBenHassansalieron.Diananodormía;losoyómarcharycasideseóquevolvieraRaoul,porqueconsupresenciaelvagotemorquelaasaltabaparecíamásalejado.Elcampamentolepareciósolitarioyeldíalarguísimo.

HabíasalidoacaballoconGastónyluegocomiórápidamente;ydesdeentonceshabía estado esperando la vuelta del sheik. ¿De qué humor volvería? Desde queRaoulanunciósupartidahabíaestadomástaciturnoyreservadoquedecostumbre.

Ellibroqueteníaensusmanossedeslizófinalmentealsueloyellalodejóallísinhacer caso. La tranquilidad habitual del desierto parecía esta nochemayor que decostumbre—casisiniestra—yelsilencioeratanprofundoqueelrelinchorepentinode un caballo a poca distancia la sobresaltó haciendo que el corazón le latiera

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locamente. En las primeras horas de la noche un tom-tom había estado sonandopersistente en el campamento, y luego se escuchó el agudo sonido de una flautaindígena enmonótona cadencia; pero estaba acostumbrada a esos sonidos; se oíantodas las nochesy antes que irritarla la calmaban, y cuando cesaron, el silencio seintensificó hasta un punto tal que hubiera acogido encantada cualquier ruido. Estanochesusnerviosestabanexasperados.Estabainquietayexcitadaysumenteerauncaos.

Nuevamente se encontraba sola a sumerced. ¿Cuál sería su actitud?Crispó lasmanossobrelasrodillas.Avecessequedabacasisinrespirar,esforzándoseporoírelmenorsonidoquesignificarasuvuelta.Deseabasupresenciaapasionadamenteyalmismo tiempo tenía miedo. Había cambiado tanto que a veces tenía la curiosasensacióndequeeraunextrañoquienvolvíaaella.Sinembargo,almismotiempotemía su llegada y la ansiaba con una combinación singular de emociones. Conmiradainquietarecorriólahabitaciónendondehabíasufridotantoyhabíasidotanfeliz. Nunca estuvo tan nerviosa antes, pero esta noche su imaginación se habíadesbordado. Había una electricidad en la atmósfera que actuaba sobre sus nerviossobreexcitados.Elpequeñoveladorarrojabauncírculodeluzsobreellecho,peroelresto de la habitación quedaba en una penumbra, y los oscuros rincones parecíanllenosdenuevassombrasextrañasqueibanyvenían.Lascolgadurasyobjetosqueleeranfamiliaresadoptabanformasfantásticasquecontemplabaconnerviosismo,hastaque por último se pasó lamano por los ojos con una risa de irritada impaciencia.¿Estaríaelamor,quelahabíacambiadotancompletamente,trasformándolatambiénenunacobarde?¿Habíaperdidoelsentidocomúnacausadelaintensaemociónquelaembargaba?

Comprendíaperfectamenteelcambioquesehabíaoperadoenella.Nuncasehizoilusiones acerca de sí misma, y nunca intentó reprimir la voluntad obstinada y elorgullo que la había caracterizado. Pensaba en eso con curiosidad al recorrermentalmentelosúltimosmesesquecambiaronsuvidaentera.Laúltimalocuraquetan carohabíapagado fue el resultadodeunadeterminación arrogantedehacer suvoluntadencontradetodaslasprotestasytodoslosconsejos.Yconunaarroganciayunadeterminaciónmayoresquelasuya,AhmedBenHassanlahabíadomadocomodomaba losmagníficos caballos quemontaba. Había sido brutal e implacable, sinmedias tintas, y logró su obediencia completa. Recordó cómo lo había temido yodiadoconapasionadaintensidad,hastaqueelodiofueborradoporunamortambiénapasionado e intenso. No sabía por qué lo quería, nunca había podido analizar lapasión que la dominaba con tanta fuerza, pero en el fondo de su corazón estabaconvencida que ahora iba mucho más allá de su belleza física y soberbio vigoranimal.Loamabaciegamenteconunsentimientoquehabíaaniquiladosuorgulloylahacíacaerasuspiesconhumildeobediencia.Todalapasiónlatenteensucorazónduranteañosselahabíadadoaél.Lepertenecíaencuerpoyalma.

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Y el cambio registrado en su interior se evidenciaba en su rostro; la expresiónaltanera de los ojos se había trocado en una tierna melancolía, con un curiosochispazodeexpectativaquebrillabaenelloscontinuamente;supequeñabocarebeldehabía perdido el gesto desdeñoso. Y con el cambio completo en su expresión eraahoramuchomáshermosaqueantes.Perojuntoconsuamorestabaeltemordeél,quehabíaexperimentadodesde lasprimerashorasdesucautiverio,elmiedofísicoquenuncahabíaperdido,nisiquieradurantelassemanasdichosasqueprecedieronlallegadadeSaintHubert,yeltemormayorquesiemprelaacompañabayqueavecesla impulsaba, con ojos desencajados, a recorrer agitada la tienda como si quisieraescaparde lasombracernidasobreella:el temoralmomentoenquesecansaradeella.Esepensamientoladesgarraba,yahora,comosiempre,tratódedesecharlo,perocontinuaba persiguiéndola persistentemente como un espectro sombrío. Siempre latorturaba la misma idea: no la había tomado por amor. No le había animado otromotivoqueuncaprichopasajero.Lahabíavisto,lahabíadeseadoylahabíatomado,yunavezensupoderlohabíadivertidoconvertirlaensujuguete.Ellasedabacuentadetodoeso.Yhabíasidosincero,nuncapretendióamarla.Confrecuencia,cuandoseleocurría,podíaseramable,comoenesasúltimassemanas,perolaamabilidadnoeraamor,ynuncahabíavistoencenderseensusojoslaluzqueellaansiaba.Suscariciashabíansidoapasionadasodescuidadassegúnsuhumor.

Ellanosabíaquelaamaba.Nohabíaestadoconéldurantelaslargashorasdesudelirio, y no había oído lo que escuchó Raoul de Saint Hubert. Y desde surecuperaciónlaactituddealejamientohabíaaumentadosutemor.Soloparecíahaberunainterpretacióndesusilencioydelaformaestudiadayobviaenquelaevitaba.Elcaprichopasajerohabíapasado.Eracomosilapasiónfugazquehabíasentidohaciaella hubiera sido arrastrada con la sangre que se derramó de la terrible heridarecibida. Estaba cansado de ella y buscando la manera de desembarazarse de supresencia.Vagamente sentía que lo había sabido desde hacía varias semanas, peroestanocheeralaprimeravezquehabíatenidoelvalordeserfrancaconsigomisma.Debíadeserasí.Todoloindicaba:lacuriosaexpresiónquehabíavistoensusojosysuceñoconstantementefruncidoloconfirmaban.Conungemidosecubriólosojoscon las manos. Se había cansado de su presencia y para ella el mundo habíaterminado.Elinstintodelucharporsuamor,quehabíasidotanfuerteeldíaenqueIbrahimOmar la capturó, habíamuerto con lamuerte de todas sus esperanzas. Suespírituestabaquebrantado.Sabíaquesuvoluntaderaimpotentefrentealadeél,ycon el fatalismo aprendido en el desierto, aceptó lo inevitable con una sensacióndefinitivadedesaliento.

Pensódesoladaenloqueseríadeella.Noparecíatenermuchaimportancia.Nadaimportabaahoraquenoeraquerida.Lavidaantiguaestabamuylejos,enotromundoynuncavolveríaaella,yno le importaba,pues le resultabaajena.Habíasidosoloaquíeneldesierto,enlosbrazosdeAhmedBenHassan,dondehabíavivido,donde

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habíaaprendidoloquelavidarealmentesignificaba,dondedespertóalafelicidadyaldolor.

El futuro se presentaba vacío y amenazador ante sus ojos, pero apartó esepensamiento con un fuerte sollozo de desesperación. Sus pensamientos solo seconcentraban en él. ¿Cómo podría soportar la vida sin su presencia? Tristementepensóporquénoloodiabaporhaberlaconvertidoenloqueera.Peronadadeloquehiciera podía matar ahora el amor que le había inspirado. Y nunca lo lamentaría.Siempretendríaelrecuerdodeladichafugazquehabíaconocido;alpasarlosañoseserecuerdoseríasuúnicosostén.Aunensucorazónnolehacíaningúnreproche,nohabíaamarguraensudolor.Siemprehabíasabidoquellegaríaestemomento,aunquehabía tratado de ignorarlo, alejándolo resueltamente de su mente. Nunca le habíadadomotivoparaesperarotracosa.Nohabíaningúnlazoentreellosquelosunieramásestrechamente.

¡Si hubiera podido tener ella la promesa de un hijo!A pesar de estar sola, susmejillasseencendieronyocultóelrostroentrelasalmohadasconuntrémulosollozo.Unhijoquefuerasuyoydeél,unniñoconlosmismosojososcurosapasionados,elmismo cabello castaño crespo, elmismo cuerpo esbelto, que creciera hasta ser tanalto y fuerte, tan valiente e intrépido como su padre. Con seguridad la amaríaentonces.Con seguridad el recuerdode la historia trágicade sumadre le haría sercompasivo con la madre de su hijo. Pero no esperaba esa compasión. Se recostósacudidaporunansiadesenfrenadayunatempestaddeamargaslágrimas,deseandoverseestrechadaensusbrazos,consumidaporeldeseo.Lapenaacumuladadurantesemanas, que ella había sabido reprimir se desbordó. Nadie podía oír los sollozosdesgarradores que la sacudieron entera. Podía abandonar el control que se habíaimpuesto y que había parecido estar transformándola poco a poco en una piedra.Podía entregarse a la emoción que, reprimida, había llegado a sofocarla y habíaoprimidosufrentecomounabandadehierrocandentequeconsumíasucerebro.Laslágrimasnoacudíanconfacilidadasusojos.Nohabíalloradodesdeaquellaprimeranoche en que, temiendo algo peor que la muerte, se había arrastrado a sus pies,implorandomisericordia.Nohabíalloradodurante lashorasterriblesqueestuvoenpoder de Ibrahim Omar, ni durante los días en que Raoul de Saint Hubert habíaluchadoporlavidadesuamigo.Peroestanochenopodíacontenerlaslágrimasquehabía despreciado toda su vida. Torturada por emociones contradictorias, amorinsatisfecho, temor e incertidumbre, totalmente enervada, cedió finalmente a lossentimientosqueyanopodíacontener.Echadaenelampliolecho,conlacaraocultaentre las almohadas, lloró hasta que no le quedaron más lágrimas, hasta que lossollozosangustiadosseextinguieronenelsilencioysequedóinmóvil,agotada.

Luchó consigomisma. La debilidad a que había cedido tenía que ser vencida.Sabíaque,sinningunaposibilidaddeduda,sullegadasellaríasudestino,cualquieraque este debiera ser. Debía esperar hasta entonces. Un largo suspiro entrecortadosacudió todo su cuerpo. «¡Ahmed! ¡Ahmed Ben Hassan!», murmuró lentamente,

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deteniéndoseconmelancólicaternuraenesaspalabras.Apretómáslacaracontralaalmohada,con lasmanoscruzadas sobre lacabezaypor largo ratopermaneció sinmoverse.

El calor era intenso y por momentos parecía faltar el aire en la tienda. Laatmósfera dentro de la habitación era sofocante y, con un gemido,Diana se sentó,apartando supesadacabellerade la frentehúmeda,y secubrióel rostroencendidocon las manos. Una cigarra inició un canto agudo cerca, manteniéndolo conenloquecedorapersistencia.Deprontoasumenteacudióelpensamientodesugente,elantiguohogarenInglaterra,lafamiliadecuyohonorsusantecesoreshabíansidotan altivamente celosos. Hasta Aubrey, perezoso y egoísta como era, valoraba elhonorde la familiapor sobre todas lascosasde la tierra;yahoraella, laorgullosaDianaMayo,queconocíaaldetallelahistoriadesuraza,quesehabíavanagloriadode la larga línea de hombres rectos y mujeres castas, no agradecía que en sudegradaciónnohubierasufridounavergüenzamayor.Juntoasuamortodolodemásquedabareducidoalanada.Élerasuvida,llenabasuhorizonte.Elmismohonorseperdía en la pasión absorbente de su amor. Él se lo había quitado y ella estabacontenta de que yaciera a sus pies. La había rebajado, ella era su juguete, sudiversión,esperandoserechadadesulado.Seestremeciódenuevoymiróalrededordelatiendaquehabíacompartidoconélconunaamargasonrisayojosdesolados.

Despuésdeella…,¿quién?Elcruelpensamientopersistía.Ladesgarrabanunoscelos furiosos, primitivos, un deseo de matar a la mujer desconocida queinevitablementelasucedería,undeseoqueaumentóhastahorrorizarladesuspropiossentimientos, y se encogió, tapándose los oídos con lasmanospara no escuchar lavozinsidiosaqueparecíaestarrealmentemurmurandoasulado.

Elperropersa,enlahabitaciónvecina,sehabíaquejadointranquilodetiempoentiempo,yahorapasóa travésde lascortinasycruzó laespesaalfombra.Apoyó lacabezapeluda sobre sus rodillasgimiendo lastimosamenteymirándolaal rostro.Ycuandoellalehizocaso,sepusoendospatasyseechó,arrimandoelhúmedohocicoasumejilla.Letomólacabezaentrelasmanosyfrotósurostrocontraelpeloáspero,con un suave murmullo. Hasta el perro era un consuelo en su soledad, y ambosesperabanálamo.

Finalmentelohizobajarytomándolodelcollarpasóconélalaotrahabitación.Unalámparasolitariaardíaconllamatenue.Fuehastalapuertayapartólacortina,yunafiguradeescasacorpulencia,vestidadeblanco,sealzódelantedeella.

—¿Eres tú, Gastón? —preguntó involuntariamente, aunque sabía que erainnecesarialapregunta,yaqueélsiempredormíaatravesadoantelapuertacuandoelsheikestabafuera.

—Avotreservice,madame.Duranteunosminutosnohabló,yGastónpermaneciósilenciosoasulado.Debía

haberrecordadoqueestabaallí.Nuncaseencontrabamuylejosdelsonidodesuvozcuando ella se quedaba sola en el campamento. Siempre estaba esperando,

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discretamente,listoparacumplirconsuspedidos,einclusoaanticiparlos.Alverloasu lado recordó la ocasión en que habían luchado codo a codo, eclipsada todadiferenciadeposiciónanteelpeligrocomún.Elsirvientehabíadesaparecidoanteelhombre,yunhombrequeteníaelvalordehacerloqueélhabíaintentado,cuandosepusofrenteaellaenloquepareciósuúltimomomento,conelrevólverenunamanoquenohabíatemblado,unhombreacuyoladoyporcuyamanosehubierasentidoorgullosademorir.Eranhombresesoshabitantesdeldesierto, tantolosamoscomolos sirvientes; hombres resistentes, hombres de acción, acostumbrados a lasprivaciones, imbuidos de unvalormagnífico, seres espléndidamente vigorosos.Nohabía nada afeminado o decadente en los nativos de que se rodeaba Ahmed BenHassan.

DianasiemprehabíasentidosimpatíaporGastón;lehabíaconmovidosuactitudinvariablementerespetuosaquenunca,porunamiradaounapalabra,habíadadolaimpresión de que se diera cuenta de su verdadera situación en el campamento delamo.Erasolícitosinseroficioso,familiarsinningunatrazadeimpertinencia.Eralaprimera experiencia que tenía Diana de una clase de sirvientes que aún queda enFrancia, sobrevivientes a la época anterior a la revolución, que se identificancompletamenteconlafamiliaaquesirven,yenelcasodeGastóneseinterésensuamoerafortalecidoporexperienciascompartidasypeligroscomunes,quelosuníanconlazosquenuncapodríanserquebrantadosyquehabíanelevadosusrelacionesaun plano más alto que el de simple amo y sirviente. Esas relaciones fueron alprincipiofuentedeperpetuaextrañezaparaDiana,educadaenlaatmósferarígidadela residenciade suhermano, endonde el egoísmodeAubreynodabaoportunidadparanadaquenofueraelservicioconvencional,yensusviajes,enquelossirvientespersonalesdebíandesercambiadosconfrecuencia.AúnStephensera,alosojosdesuhermano,unasimplemáquina.

MuypocodespuésdehabersidollevadaalcampamentodeAhmedBenHassan,sediocuentadequeelafectoqueteníaGastónalsheikhabíasidoextendidoaella,perodesdelanochedelaincursiónlahabíaadoradofrancamente.

Corríamuypocoaireafuera.Escudriñóenlaoscuridad,peroeramuytenuelaluzdelalunaencuartomenguante,ynopudovernada.Seadelantóunospasosfueradeltoldoparamiraralasestrellasqueresplandecíanenloalto.¡LashabíacontempladotantasvecesestandoenlosbrazosdeAhmedBenHassan!;sehabíanconvertidoenparteintegrantedelasapasionadasnochesorientales.Éllasamabaylascontemplabaincansablemente, enseñándola a reconocerlas y contándole innumerables leyendasárabesrelacionadasconellas,sentadobajoeltoldomientraspasabanlashoras,hastaquepocoapocosuvozseibaapagandoensusoídos,ymuchodespuésdedormirseseguíaélinmóvil,mirandoalcieloyfumandocigarrillotrascigarrillo.¿Volveríaellaa contemplarlas de nuevo brillando en la negrura azulada del cielo, con el cuerporodeado por su brazo y el firme latido de su corazón bajo la mejilla? Sintió unespasmo de dolor. ¿Volvería algo a ser lomismo de nuevo?Todo había cambiado

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desdela llegadadeRaouldeSaintHubert.Unsuspirodesmayadoseescapódesuslabios.

—¿Madamesesientecansada?—murmuróunavozrespetuosaasuoído.Dianasesobresaltó.Habíaolvidadoalvalet.—Hacetantocalor…,dentrodelatiendaerasofocante—dijoevasiva.La devoción de Gastón era de un tipo que necesitaba ser demostrada

prácticamente.—Madame veut du café? —sugirió. Era su panacea universal, pero en ese

momentopareciócasigrotesco.Dianasintióundeseohistéricodereírsequecasisetransformóenlágrimas,pero

secontuvo.—No,esdemasiadotarde.—Lotraigoenunmomento—insistiópersuasivoGastón,nodeseandoperderla

satisfaccióndeservirla.—No, Gastón, me pone muy nerviosa—dijo amablemente. Gastón exhaló un

suspiro perfectamente trágico. Sus nervios eran de acero y su capacidad ilimitadaparaabsorbergrandescantidadesdecafé.

—Unelimonade?—insistióesperanzado.Lodejóellaquetrajeraelrefrescomáspordarleelgustoquepordesearlo.

—Monseñor seha retrasado—dijo lentamente, fijandosusojosdenuevoen laoscuridad.

—Yallegará—dijoGastónconfiado—.Kopecestáinquieto…,siempreseponeasícuandovaallegarmonseñor.

Miróellaunmomentopensativaalaformavagadelperroechadoalospiesdelvalet,y luego,conunaúltimamiradaa lasestrellasbrillantes,volvióaentraren latienda. Todos sus temores nerviosos se habían desvanecido al hablar con Gastón,encarnacióndel sentidocomúnpráctico;antes,cuandoseapoderódeellaun temortanirracional,habíaolvidadoqueestabaalalcancedesuvoz,fielydevota.Recogióellibrocaído,yrecostándosedenuevoseforzóaleer,peroapesardequesusojosseguíanlaslíneasmecánicamentenoentendíalanarración,ytodoeltiemposuoídoestabaatentoapercibirelmenorsonidoqueanunciarasullegada.

Finalmentelosintió.Solounasugerenciaalprincipio…,unaondacaptadaporsumente atenta, una intuición, y se incorporó rígida de expectativa, con los labiosentreabiertos, los ojos dilatados, respirando apenas, escuchando ávidamente. Ycuandollegófuerepentinamente,porqueenlaoscuridadlapequeñabandadejinetesera invisible hasta estar en el campamento, y los cascos de los caballos no hacíanruido.Laagitacióncausadaporsuarriboseextinguiórápida.Porunmomentohubounaconfusióndevoces,untintineodearneses,unodeloscaballosrelinchó,yluegoenelsilencioquesiguiólooyóentrarenlatienda.

Elcorazónlelatíaconviolenciasofocante.Hubounmurmullodeconversación:lavozgravedelsheikylostonosrápidosyanimadosdeGastóncontestándole;luego

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elsirvientesalióconpremura.Penosamenteconscientedetodoslossonidos,esperóinmóvil, susmanos crispadas en el blanco colchónhasta acalambrársele los dedos,respirandoentrecortadamente al tratar de contener el penoso latir de su corazón.Apesardelcalorunfríorepentinoinvadiósucuerpo,queseestremecíaconviolenciade vez en cuando. Tenía el rostro muy blanco, hasta sus labios habían perdido elcolor, y sus ojos, fijos en la cortina que separaba las habitaciones, brillabanfebrilmente.Consuíntimoconocimiento,cadamovimientoenelaposentocontiguoeratanperceptiblecomosiloestuvieraviendo.Estabaélcaminandodeunladoparaotro,comohabíacaminadolanocheenquelasuertedeGastónestabaenlabalanza,como lo hacía siempre que meditaba algo, y el aroma de su cigarrillo llenaba lahabitación.

Una vez se detuvo cerca de la cortina, y sintió ella que el corazón le saltabadentrodelpecho,perodespuésdeunmomentovolvióaalejarse.Sedetuvodenuevoen el rincón opuesto de la tienda, y el débil clic metálico le indicó que estabacargandoelrevólver.Oyócomolodejabasobrelamesaescritorio,yluegoreanudósupaseo.Talagitaciónlainquietaba.Habíaestadoenlasilladesdelasprimeraslucesdel alba, y Saint Hubert le había advertido que se cuidara todavía durante unassemanas.Eraunaimprudenciaquenodescansaracuandoseleofrecíalaoportunidad.¡Teníatanpococuidadodesupersona!Exhalóellaunligerosuspiroylaluzdesusojossetransformóenunaansiedadsemimaternal.ApesardesuvigorrenovadoysusrientesprotestasantelasadvertenciasdeRaoul,unidasaunademostraciónfísicaquehabía sido sumamente concluyente, no podía ella olvidar que lo había visto yacerimpotentecomounacriatura,demasiadodébilhastaparaalzarlamano.Nadapodríaborrareserecuerdodesumente,ynadaalteraríaelhechodequeensudebilidad,élhabía dependido de ella. Le había sido necesaria entonces. Había sido una dichaefímera.

Por finoyócrujir eldivánbajo supeso,peronohastadespuésdehabervueltoGastóncon lacena.Mientrascomíahabló,ysusprimeraspalabrasprovocaronunaexclamación de desaliento en el francés, que fueron ahogadas con una excusamurmurada,yluegoDianasediocuentadequehabíanentradootrosenlahabitación.Habló él a cada uno por turno, y ella reconoció la voz clara ymás bien aguda deYusefquediscutíaconel taciturno jefedecamelleros,cuyoáspero tonoymodalesestaban de acuerdo con los malhumorados animales que conducía, hasta que unapalabradeAhmedBenHassanhizoguardar silencioaambos.Habíaotrosdosquerecibieronsusórdenesconsoloungruñidodeasentimiento.

Enseguida salieron, pero Yusef se quedó, hablando con volubilidad, mitad enárabe,mitad en francés, pero cayendomásymás en el idioma local amedidaqueaumentaba su excitación. Aún en medio de sus tribulaciones, Diana sonrióligeramentealpensarenél.Seloimaginabadecuclillasdelantedelsheik,perfumadoeinmaculado,girandoloshermososojos,agitandocontinuamentelasfinasmanos,ysu rostro iluminado por un entusiasmo y adoración juveniles. Finalmente se fue

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tambiénélysoloquedóGastón,ocupadoconlacafetiére,queerasuúltimojuguete.Elaromadelcaféhirviendollenólatienda.Seimaginabaellaloshábilesdedosdelsirvientemanipulandoelfrágilartefactodevidrioyplata.Podíaoíreltintineodelacucharitaalremoverenlaporcelana,elruidodelcaféalservirlo,eldébilsonidodelataza al ser colocada sobre la mesa con incrustaciones. ¿Por qué estaba bebiendoAhmed café francés cuando se quejaba siempre de que lomantenía despierto?Denoche tenía la costumbre de tomar la infusión indígena. Con seguridad necesitabadormirestanoche.Habíasidoeldíamásduroquepasaradesdesuenfermedad.Porunosmomentosmás Gastón anduvo en la otra habitación, y por los ruidos Dianaadivinó que estaba colocando en una bandeja las diversas cosas que debían serretiradas.Luegoseoyósuvoz,másfuertequeantes,diciendo:

—Monseigneurdésired’autrechose?Elsheikdebiódehacerunaseñalnegativaporquenohuboningunarespuestaaudible.

—Bonsoir,monseñor.—Bonsoir,Gastón.Diana respiró con rapidez. Mientras estaba aún el hombre en el aposento

contiguo,elmomentoqueesperabalepareciónollegarnunca.Yahoradeseabaquenosehubiera ido.Estabaentreellay…¿qué?Porprimeravezdesde la llegadadeSaintHubert estaba sola conél, realmente sola.Solo los separabauna cortina, unacortinaqueellanopodíaatravesar.Deseabairasulado,peronoseatrevía.

Seencontrabaentreelamoryeltemor,yporelmomentoeltemorprevalecía.Seestremecióysubióunsollozoasugargantaalrecordarotranoche,duranteesosdosmesesdefelicidad,queestabantransformándoserápidamenteenalgoparecidoaunsueñomaravilloso,enquehabíallegadotarde.DespuésdehabermarchadoGastón,ella había ido a su lado, rosada y con los ojos brillantes de sueño, y él la habíasentado en sus rodillas y le había hecho tomar el café indígena que ella detestaba,riéndosealegreantesumuecadedisgusto.Y,tendiéndolaensusbrazosconlacabezadescansandoensushombros, lehabíacontado todos los incidentesde lavisitaquehabíahechoesedíaaunodelosotroscampamentos,ydesushombresysuscaballospasó casi insensiblemente a hablar de detalles relacionados con sus planes para elfuturo,queen realidaderanconfidencias íntimasdeunmaridoaunamujerqueestambién una camarada. La mezcla de dolor y placer al pensarlo le había hechoestremecerse;yélsehabíapuestodepie,declarandoqueteníafrío,yalzándolahastajuntarsumejilla,lavolvióallevaralaotrahabitación.

Pero lo quehabía hecho entonces era imposible ahora.Parecía tan extraño, tandiferentedelhombrequeellacreyóhaberllegadoacomprender.Estabadesorientada.Sesentía terriblementecansada,condolordecabezayconfundidacon los terriblesproblemasdelfuturo.Noseatrevíaapensarmás.Soloqueríadescansarensusbrazosydesahogarelcorazónjuntoaldeél.Ansiabacondesesperaciónsentirelcontactodesusmanos,ysufríahorriblemente.

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Sedejócaerderodillas,hundiendoelrostroenel lecho.«¡Oh,Dios!¡Damesuamor!», murmuró repetidamente en desolada súplica, hasta que el recuerdo de lanoche en que,meses atrás, en lamisma postura había rogado que lamaldición deDioscayerasobreél,lahizoestremecerse.

«¡Oh, Dios querido! No lo pensaba. No sabía… No me hagas caso, ¡no lopensaba!».Ahogólossollozosquesubíanasugargantahundiendomáselrostroenloscobertoresdeseda.

Reinabasilencioenelaposentocontiguoconexcepcióndelraspardeunfósforoqueseoíaconmonótonaregularidad.Ysiempreelaromapeculiardesutabacoquepasabaatravésdelaspesadascortinas,haciéndolarecordarmilcosasasociadasaeseperfume.¿Porquénoveníaélssulado?¿Sabíacómolaestabatorturando?¿Eratanindiferentequenoleimportabaloqueellasufriera?¿Pensabaalgunavezenella,parapreguntarse si sufría o no? E temor del porvenir la asaltó nuevamente con fuerzaabrumadora.Laincertidumbrelaestabamatando.Alzólacabezaymiróelrelojqueestabajuntoalvelador.

HacíaunahoraqueGastónsehabíaretirado.Otrahoradeesperalavolveríaloca.Podía soportar cualquier cosí menos este suspenso. Había llegado al límite de suresistencia.Sepusodepietitubeando,apretandomáselfinoquimonoalrededordelcuerpo.Peroaunentonces le faltó resolución, conmiedodeque secumplieran sustemoresnoteníavalorparaprecipitarvoluntariamentesusuerteSeaferrabaaloquelequedabatodavía.Teníalosojosfijosenelreloj,contemplandocómolasmanecillasgiraban lentamente alrededor de la esfera. Pasó despacio un cuarto de hora queparecióuncuartode siglo,yDianapasómecánicamente lamanopor losojosparadespejar e reflejo deslumbrante de la esfera blanca de porcelana con su largominuteronegro.Noseoíaahorasonidoalgunoen laotrahabitación.El silencio laestabaenloqueciendoEstabadesesperada,teníaquesaber,nadapodíaserpeorquelaagoníaqueestabasoportando.

Apretó los dientes y cruzando el aposento pasó silenciosa entre las cortinas.Luegoretrocedióconlasmanossobrelaboca.Élestabainclinadohaciaadelanteenel diván con los codos sobre las rodillas y el rostro escondido entre lasmanos.Yhabía vuelto a ella como un extraño, despojado de las vestiduras flotantes queparecían parte esencial de su persona; una figura desconocida con camisa de seda,pantalonesybotasmarronesdemontar,cubiertasaúndepolvodelalargacabalgata.Sobrelaalfombraestabaunafinachaquetadetweed;debióhaberlaarrojadodespuésde haberse retiradoGastón, porque el valet, con su innato amor al orden, jamás lahubieradejadotiradaenelsuelo.

Lo miró ansiosa y sus ojos recorrieron su figura, deteniéndose en la cabezainclinada. La luz de la lámpara brillaba en su espesa cabellera crespa haciéndolaparecerdebruñidobronce.Sehabíaapoderadodeellaunanuevatimidezquelahacíatemblar; pero el amor le dio ánimo y se dirigió a su lado; sus pies desnudos,silenciosossobrelasalfombras.

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—¡Ahmed!—susurró.Levantó él lentamente la cabeza y lamiró, y la expresión en su rostro la hizo

correraarrodillarseasulado,tomándoleconambasmanoslapecheradelacamisa.—¡Ahmed!¿Quépasa…?¿Sufres…?¿Tuherida…?—exclamóconlavozllena

deansiedad.La tomó él de lasmanos y levantándose la hizo ponerse de pie con suavidad.

Luego,lacontemplóconunaexpresiónextraña.Despuésseseparódeellasindeciruna palabra, y apartó la cortina que cerraba la entrada, para quedar inmóvil en lapuerta contemplando la noche. Su silueta se destacaba en la oscuridad y parecíaextrañamentealtayesbelta.

AlosojosatemorizadosdeDianaasomóunchispazodeperplejidadysellevólasmanosalagarganta.

—¿Quésucede?,—murmuródenuevo,entrecortadamente.—SalimosmañanaparaOran—replicóél.Suvozerasorda,desfigurada;ycon

unligerosobresaltoDianacomprendióqueestabahablandoeninglés.Cerrólosojosysetambaleó,sintiendoqueledabavueltaslacabeza.—¿Memandasdevuelta?—balbuceó.Hubounapausaantesqueélcontestara:«Sí».Elsecomonosílabofuecomounlatigazo.Setambaleóaloírlo,conlarespiración

entrecortadaydesencajadoslosojos.—¿Porqué?—dijo.Él no contestó, y un intenso rubor cubrió repentinamente el rostro de ella. Se

acercómásalhombre,agitadoelpechoytratandodehablar,perosugargantaestabaresecaysuslabiostemblabandetalmaneraquenopodíaproferirpalabra.

—¿Esporquetehascansadodemí—murmuróporfin,roncamente—,comomedijistequetecansarías,comotecansastede…esasotrasmujeres?

Élnocontestó,peroseestremeció,ysusmanosquependíanaambos ladosdelcuerposecrisparonconlentitud.

Dianasecubriólosojosconunamanoparaapartarlodesuvista.Selepartíaelcorazónysuangustialaimpulsabaaarrastrarseasuspies,perounrestodeorgulloseloimpidió.

Hablóélporfin,conlamismavozmonótonaeincolora:—TellevaréhastalaprimeraestacióndeferrocarrildeldesiertoantesdeOran,en

dondepodrástomareltren.Portupropiobiennodebohacermevercontigoallí,puessoyconocidoeneselugar.Siporcualquiercasualidadfuerasreconocidaollegaraasaberse tu identidad, puedes decir que por razones que solo a ti te incumbenextendiste tu gira, que se extraviaron tus mensajes, cualquier cosa. Pero no esprobablequeesosuceda.SonmuchoslosviajerosquepasanporOran.Gastónpuedeencargarsedearreglartetodaslascosas.TellevaráaMarsella,ysilonecesitaras,irácontigohastaParís,CherburgooLondres…, comoquieras.Bien sabes quepuedestenerconfianzaabsolutaenél.Cuandoyanolonecesites,volveráamilado.No…,

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noquieromolestartemás.Nodebestemerquevuelvaamezclarmeentuvida.Puedesolvidar estosmeses en el desierto y al árabe incivilizado que cruzó tu camino. Elmantenermealejadodetieslaúnicareparaciónquepuedoofrecerte.

Alzóella lacabeza.Loscelos,elamoryelorgulloque luchabanensu interiorcasilasofocaban.

—¿Porquénodices laverdad?—exclamódesesperada—.¿Porquénodices loque realmente piensas…, que ya no te intereso más, que te divirtió tomarme ytorturarmeparasatisfacer tucapricho,peroqueelcaprichoyahapasado?Yano tediviertesmás.Tehascansadoyentoncestelibrasdemícontodaslasprecauciones.¿Creesquelaverdadpuedeherirme?Nadadeloquepuedashacerpuedeherirmeya.Mehasconvertidoenloquesoyporsatisfacertuplacer,yahoratambiénporqueestuvoluntadmeechasaunlado…¿CuántasvecesporañollevaGastónlasqueridasqueabandonasdevueltaaFrancia?—Suvozsequebróenunahorriblecarcajada.

Sevolvióél rápidamentey laestrechóen losbrazos,apretándolafuriosocontraél;sinrecordarsufuerza,echandofuegoporlosojos.

—¡Dios! ¿Crees que es fácil para mí dejarte ir, para que me hagas estosreproches?¿Creesquenohesufrido,quenoestoysufriendoahora?¿Nosabesqueelenviartedevueltameestáarrancandoelcorazónderaíz?Mividavaaseruninfiernosin tupresencia. ¿Creesquenomehedadocuentade lobrutoquehe sido?No tequeríacuandomeapoderédeti;solóqueríasatisfacerlabestiaquellevodentro,ymealegrédequefuerasinglesa,quepudierahacertesufrircomouningléshizosufriramimadre,tantoodiabaesaraza.Creoqueheestadolocotodamivida…hastaahora.CreíquenotequeríahastalanochequesupequeIbrahimOmartehabíaraptado,yentonces supe que si algo te sucedía se extinguiría la luz de mi vida, y que soloesperaríaadarmuerteaIbrahimOmarantesdematarmeyo.

Susbrazoserancomotenazasquelecausabandolorperoleparecíanelcielo,yseestrechócontraélsinpoderhablar,conelcorazón latiéndole locamente.Él lamirólargayprofundamentealosojos,ylaluzquevio—laluzquetantohabíadeseado—lahizotemblar.Sucabezamorenaseinclinómásymás,ysuslabiosestabanapuntodetocarlosdeella,cuandoseechóhaciaatrás,yelamorensusojossetransformóendolor.

—Nodebobesarte—dijosordamente,alapartarladesuladoconsuavidad—.Nocreoquetendríavalorparadejartemarcharsilohiciera.Nopensétocarte—seapartódeellaconungestodefatiga.

Eltemorvolvióaasomaralosojosdeella.—No quiero irme —murmuró débilmente. Se detuvo él junto a la mesita

escritorioytomóelrevólverquehabíacargadoantes,abriéndolodistraídoyhaciendogirareltamborentresusdedos,yluegovolvióadejarloenelmismositio.

—Nocomprendes.Nohayotroremedio—dijoconamargura.—Sirealmentemeamas,nomedejaríasmarchar—gritóellaconunsollozo.

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—¿Siteamo?—repitióélconunarisasarcástica—.¡Sí,teamo!Porqueteamotantoesporloquepuedohacerlo.Siteamaraunpocomenosdejaríaquetequedarasycorrieraselriesgo.

Extendióellalasmanosengestodesúplica.—¡Quieroquedarme,Ahmed!¡Teamo!—exclamódesesperada,porqueconocía

suobstinación,yveíadesvanecerselaposibilidaddeserfeliz.Élnosemoviónilamiróysuscejassefruncieronformandolaprofundaarruga

quetantotemía.—Nosabesloqueestásdiciendo.Nosabesloqueesosignificaría—replicócon

vozenlaquehabíareprimidotodaexpresión—.Sitecasarasconmigotendríasquevivir para siempre aquí, en el desierto.No puedo abandonar ami pueblo y soy…demasiadoárabeparadejarte irsola.Noseríaunavidapara ti.Creesquemeamasahora, aunque solo Dios sabe cómo puedes hacerlo después de lo que he hechocontigo, pero llegaría un momento en que descubrirías que tu amor por mí nocompensaba tu vida aquí. Además, no se puede pensar en que te cases conmigo.Sabes loque soyy loque siemprehe sido.Sabesqué clasedevidahe llevado; elrecuerdo se interpondría siempre entre nosotros; nunca olvidarías, nunca podríasconfiarenmí.Yaunsipudieras,porcaridad,perdonaryolvidar,sabesquenoesfácilvivirconmigo.Conocesmigenioendemoniado;no teheperdonadoenelpasadoypodríanoperdonarteenelporvenir.¿Creesquepodríasoportarverteodiándomeañotrasaño?Creesquesoycruelahora,peroyopiensoenloquemásteconvieneenelfuturo.Algúndíapensarásbiendemíporque tuve la fuerzadevoluntaddedejartemarchar. Eres tan joven; tu vida recién empieza. Eres suficientemente fuerte paraalejarde tuespírituel recuerdodeestosúltimosmeses…,paraolvidarelpasadoyvivirsoloparaelfuturo.Nadietieneporquéenterarse.Notienesquetemerportu…reputación.Todoseolvidaenelsilenciodeldesierto,MustafáAlíestáacentenaresdekilómetrosdeaquí,perono tan lejoscomoparaque seatrevaahablar,yamishombresnohayquetenerlosencuenta;hablanoguardansilenciosegúnyolodesee.SoloquedaRaoulynohayquepensarenél;mehahechosabercuálessuopiniónsinambages.Debesdevolveratupaís,atugente,atuvida,enlaquenotengocabidaniparticipación,yprontotodoestoteparecerásolamenteunmalsueño.

Teníalafrenteperladadesudorysusmanossehabíancrispadoconelesfuerzoquehacía,peroellateníalacabezaocultaentrelaspalmasynoviolatorturadibujadaen su rostro, solo oyó su voz suave decretando inexorablemente su suerte yapartándoladelafelicidadcontonotranquilo,casiindiferente.

Seestremecióconvulsivamente.—¡Ahmed!¡Nopuedoirme!—gimió.Éllevantólavistadegolpe,conelrostro

lívidoylearrancólasmanosdelrostro.—¡Santo Dios! Quieres decir… que yo…, que tú estás… —tartamudeó

roncamente,mirándolaconelterrorretratadoensusojos.

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Ella adivinó lo quequería decir y el rubor cubrió susmejillas.La tentacióndementirle y dejar las consecuencias para el futuro fue casi irresistible.Una pequeñapalabrayestaríaensusbrazos,pero¿ydespués…?Eltemoraesedespuésfueloquela hizo guardar silencio. El color fue desapareciendo lentamente de su rostro ysacudiónegativamentelacabeza.

Soltóélsusmuñecasconunsuspirodealivioysesecóelsudordelrostro.Luegolepusolamanoenelhombroylaempujósuavementehaciaelaposentointerior.Porunmomento, ella se resistió, con losojosdesencajados, desesperada, buscando lossuyos, pero él rehuía la mirada, y tenía la boca fruncida en aquel gesto duro queconocíatanbien.Entoncesconungritosearrojósobresupecho,escondiendolacaracontraél,yconlosbrazosalrededordesucuello.

—¡Ahmed! ¡Ahmed! Me estás matando. No puedo vivir sin ti. Te amo y tedeseo…soloa ti.No tengomiedoa lasoledaddeldesierto, loquemeasustaes lasoledad del mundo fuera del refugio de tus brazos. No me asusta lo que puedashacerme.Nuncavivíhastaquetúmeenseñasteloqueeralavida,aquíeneldesierto.Nopuedovolveramiantiguaexistencia,Ahmed.Tenpiedaddemí.Nomeapartesdemiúnicaposibilidaddeserfeliz,nomealejesdeti.Séquemeamas…¡Losé!¡Losé!Yporquelosénomeavergüenzarogartequeseasclemente.Nomequedaningúnorgulloovergüenza.¡Ahmed!¡Háblame!Nopuedosoportartusilencio…¡Oh!¡Erescruel,cruel!

Un espasmo cruzó el rostro del sheik, pero sus labios se fruncieron con másfirmezayseparósusmanoscondedosinflexibles.

—Nuncahesidootracosa—dijoamargamente—,peroprefieroquemecreasunbrutoahoraynoquelleguesamaldecireldíaquemeconociste.Sigocreyendoquelejosdemítienesmásprobabilidadesdeserdichosaqueconmigo,yportufelicidadestoydispuestoa sacrificarlo todo—dejócaer susmanosysevolvióbruscamente,yendodenuevoalaentrada,paramirarlaoscuridad—.Veteadescansar—dijoconsuavidad,peroeraunaordenapesardeladulzuradesuvoz.

Retrocedióellatemblando,conexpresióndesoladaenelrostroyladesesperaciónretratadaensusojos,loconocíaysabíaqueaquelloeraelfin.Nadaquebrantaríasuresolución. Lo miró con labios temblorosos a través de un velo de lágrimas, locontemplóconfijezadesesperadatratandodefijarindeleblementelaimagenqueridaensucorazón.Aquellacabezaamada,erguida tanorgullosamente sobre losanchoshombros, losmiembroslargosyfuertes,elcuerpoesbeltoyelegante.Eraunplacermirarlo. Un hombre entre los hombres. ¡Monseñor! ¡Monseñor! Mon maítre etseigneur.¡No!Novolveríaaseresomás.

Untorrentedelágrimaslacegóydiounospasoshaciaatrásvacilante,tropezandoconelpequeñoescritorio.Conunamanoloagarróparaafirmarseysusdedostocaronel revólver que él había dejado allí. El contacto con el frío metal le produjo unescalofríoqueparecióherir sucorazón.Sequedó rígida,con losojosdesencajadosfijosen la figuraqueestabaen lapuerta; empuñandoel arma fuertementeconuna

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manoyconlaotraaferrandolabatadesedasobresupecho.Sumenteseechóavolarfebril; solo quedaban unas pocas horas antes de que llegara la mañana, antes delmomentoamargoenquedebíadejaratrásloslugaresquehabíanllegadoaserletanqueridos,quehabíansidosuhogarcomonuncalofueraelviejocastillodeInglaterra.Pensóenlalargajornadahaciaelnorte,ladolorosaprolongacióndesusufrimientoalir a caballo al lado de él, los campamentos nocturnos en los que se hallaría soladentrodelapequeñatiendadeviaje,yluegolaseparacióndefinitivaenlaestación,cuandotendríaqueverlovolvergrupasalacabezadesushombresydesaparecerdesuvida.Entoncesellaesforzaríasuvistaatravésdelpolvoylaarenaparaecharlaúltimaojeadaalafiguramontadaenelfogosocaballonegro.

SeríaHalcón,pensóderepente.HoyhabíamontadoaShaitan,ysiempreusabaaunodelosdosparalosviajeslargos.EraHalcónelquehabíamontadoeldíaenquequisobuscarlalibertadyelquehabíallevadoladoblecargaenlajornadaderegresoenqueencontrósudicha.Elcontrasteentreaquelviaje,enquedescansósatisfechasobre su fuerte brazo, y el que iba a realizar al día siguiente, era terriblementedoloroso.Semordióloslabiostemblorosos,susdedosapretaronlaculatadelrevólveryuna luzdesesperadabrillóensus tristesojos.Nuncapodríasoportarlo.¿Paraquésufriresahorribletortura?¿Quéeralavidasinél…?Nada,menosquenada.Nuncapodríaentregarseaotrohombre.Nolehacíafaltaanadie.Aubreynolanecesitabarealmente;suegoísmoloenvolvíaenunacomplacenciaquelesatisfacíaplenamente.Undía, porperpetuar la familia, se casaría…, tal vez estuviera casadoya, si habíapodidoencontrarenEstadosUnidosunamujercapazdeaceptarsuegoísmojuntoconsuviejonombreysusbienes.Podíaellahacerdesuvida loquequisierayanadieperjudicaríasudesaparición.Esmás,Aubreysebeneficiaríaconsiderablemente.¿Yél…?Veíasufiguraborrosaatravésdelaslágrimasquellenabansusojos.

Lentamentealzóelarmade lamesacondedosfirmesyadelantóconcautela lamano.Miróelrevólverporunmomentodesapasionadamente.Nosentíamiedo.Solonotabauna fatiga abrumadora, undeseode lograrundescansoquehiciera cesar eldolorque roía supechoyelmartilleoensucabeza…Un relámpagoy todohabríaterminado, todas sus penas se desvanecerían…¿Pero, sería así?Un temor delmásallá la invadió. ¿Y si el sufrimiento se prolongaba?Pero el temor se disipó con lamismarapidezconquehabíasurgido,porqueconélvinoelrecuerdodequeenaquelmundodesombrasencontraríaaalguienquelacomprendería:supadre,quesehabíasuicidado,locodedesesperación,cuandomuriólamadrealnacerella.

Alzóresueltamenteelrevólverasusien.No había habido ningún sonido que delatara lo que estaba sucediendo a su

espalda, pero ese sentido especial, el conocimiento del peligro inminente que estádesarrolladoenelhombrecriadoeneldesierto,advirtióalsheik.Sevolviócomounrayo y salvó de un salto el espacio que los separaba, asiéndole la mano en elmomentoenqueapretabaelgatillo,ylabalapasósinhacerledañoaunapulgadadesucabeza.Conelrostrolívidolearrebatóelarmaylaarrojólejos,enlaoscuridad.

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Por unmomento semiraron a los ojos en silencio, y luego, conungemido, sedeslizóelladeentresusmanosycayóasuspiespresadeunterribleaccesodellanto.Ahmedseinclinóconunaexclamaciónsordaylaalzóenlosbrazos,sosteniendoelcuerpo esbelto y tembloroso convigorosa ternura, oprimiendo su cabeza contra él,consumejillaentrelosdoradosrizos.

—¡PorDios!,criatura,nolloresasí.Puedosoportarcualquiercosamenoseso—exclamóentrecortadamente.

Perolosterriblessollozoscontinuaban,ycontemorlaestrechóconvulsivamentecontrasucuerpo,llenandodebesossubrillantecabellera.

—Diane,Diane—murmuró implorante,volviendoausarel francésqueparecíamuchomásnaturalenél—.Monamour,mabienaimée.Nepleurapas,jet’enprie.Jet’aime.Jet’adore.Turesterasprésdemoi,touteámoi.

Ellaparecíasemiinconsciente, incapazdecontener laemociónque,desbordada,la abrumaba. Yacía inerte contra él, desgarrada por los fuertes sollozos que lasacudían.Sus labios firmes temblaronalmirar suobra.Alzándolaen susbrazos lallevóhastaeldiván,yelpesodelcuerposuaveyesbeltohizoquelasangrecircularavertiginosamente por sus venas. La depositó allí y cayó de rodillas a su lado,murmurandopalabrasdeamorapasionado.

Poco a poco fue pasando el terrible temblor, los sollozos entrecortados seextinguieronyquedóinmóvil,taninmóvilypálida,queelhombretuvomiedo.Tratódelevantarseparairabuscaralgúncordial,peroalprimermovimientoellaloretuvo,apretándosemásaél.

—Noquieronadamásqueati—murmuróconvozcasiinaudible.Subrazoseapretóalrededordeellaylehizovolverelrostrohaciaél.Teníaella

los ojos cerrados y las húmedas pestañas destacaban su negrura sobre las pálidasmejillas.Suslabioslarozaronconternura.

—Diana,¿novasamirarmemás?—Suvozeracasihumilde.LosojosdeDianaseestremecieronunmomentoyluegoseabrieronpocoapoco,

mirandoalossuyosconunvestigiodetemorenellos.—¿Novasadespedirme?—murmurósuplicante.Unsollozoseescapódelpecho

deélybesóconfierezasuslabiostemblorosos.—¡Nunca!—dijoconviolencia—.Jamásdejaréahoraque tevayas. ¡Diosmío!

Sisupierascómotedeseaba.Sisupierasloquemecostabadejartemarchar.RuegaaDios que sepa hacerte feliz. Conoces lo peor de mí, pobre criatura: tendrás undemoniopormarido.

ElcolorvolviólentamentealrostrodeDianayunaligerasonrisatrémulacurvósus labios.Deslizó losbrazosalrededordel cuellodeAhmedyhaciéndolebajar lacabezalemurmuróaloído:

—Notengomiedoanadacontusbrazosalrededordemí,miamantedeldesierto.¡Ahmed!¡Monseñor!

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FIN

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EDITH MAUDE HULL (también conocida como EM Hull y Edith M. Hull)(1880-1947)fueunanovelistabritánicamásconocidaporserlaautoradelanovelarománticaElÁrabe,queseconvirtióenunbestsellerinternacionalen1921.

EMHulleraelseudónimodeEdithMaudeWinstanley,nacidaHenderson.Comenzóaescribirenladécadade1910,mientrasquesumaridoestabaausentesirviendoenlaPrimeraGuerraMundialEl Árabe, su primer libro, se publicó por primera vez enInglaterraen1919yrápidamenteseconvirtióenunéxitointernacional,colocándoselosdiezlibrosmásvendidosdelosaños1921y1922.

El Árabe, de Hull, vendió rápidamente más de 1,2 millones de copias en todo elmundo.LasventasseincrementaronaúnmáscuandoParamountestrenóunaversióncinematográficaen1921,interpretadaporRodolfoValentino,inmortalizadocomoelmayoramantedelahistoriadelcinemudo.

Siguióescribiendoenlosaños1930y1925.ElhijodelÁrabe tambiénfueungranéxito,aligualquelaversióncinematográfica,quetambiénprotagonizóValentino.

Falleció a los 66 años en el condado deDuffield,Derbyshire, el 11 de febrero de1947.

Suslibros:

TheSheik,1919ShadowoftheEast,1921SonoftheSheik,1925

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CampingintheSahara,1926TheLionTamer,1928TheCaptiveoftheSahara,1931TheForestofTerribleThings(tituloenUSA:JungleCaptive),1939

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