Una huerta un futuro

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08 | Obra Social de Viajantes Vendedores de la República Argentina Huerta Niño es una organización sin fines de lucro que promueve la construcción de huertas comunitarias en escuelas rurales de todo el país, con el fin de reducir la malnutrición y la desnutrición infantil. Más de 10.000 niños y 5.000 familias se benefician hoy con el trabajo de la Fundación y ya saben lo que significa cultivar su propia tierra. EL MEDIO AMBIENTE Y LA SALUD! página 08 UNA HUERTA, UN FUTURO

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08 | Obra Social de Viajantes Vendedores de la República Argentina

Huerta Niño es una organización sin fines de lucro que promueve la construcción de huertas comunitarias en escuelas rurales de todo el país, con el fin de reducir la malnutrición y la desnutrición infantil. Más de 10.000 niños y 5.000 familias se benefician hoy con el trabajo de la Fundación y ya saben

lo que significa cultivar su propia tierra.

EL MEDIO AMBIENTE Y LA SALUD!

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La idea de la fundación surgió hace

muchos años, cuando un joven argentino de origen

belga realizó un viaje de estudios a una localidad del Chaco y mantuvo un

contacto muy cercano con su comunidad rural.

Luego de visitar las escuelas y hablar con los maestros

de El Aguará, Felipe Lobert entendió que el principal

problema de los alumnos de ese lugar era el hambre y la

mala alimentación, y que ese era su principal obstáculo

para el aprendizaje.

El joven regresó a Buenos Aires y terminó sus estudios

de ingeniero, pero el tema siguió dando vueltas en su cabeza durante gran parte

de su vida. Hasta que mucho tiempo después, con su

familia formada, comenzó con el apoyo de varias

personas a construir huertas en escuelas rurales como un

emprendimiento personal. Así nació la fundación Huerta Niño en 1999.

Los comienzos

“Lo que siempre le llamó la atención a él fue que en un país

con tanto espacio verde y tanta riqueza la gente no supiera

cómo cultivar ni cómo trabajar la tierra”, explica Constanza Feldman, Coordinadora de Comunicación Institucional de Huerta Niño. “Entonces pensó en llevar a estos lugares una

solución sustentable que fuera una herramienta de la que se

pudieran valer para siempre”, cuenta.

La primera huerta que se construyó fue en el Chaco, pre-cisamente en la localidad de El Aguará. Aquel lugar que Felipe había visitado en su juventud. Para poder llevar a cabo este primer proyecto se contactó con técnicos de Prohuerta, un programa que depende del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), y del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.

Las distintas fasesdel proyecto

En primer lugar, Huerta Niño recibe un pedido institucio-nal de un maestro o de un director para la construcción de una huerta en una escuela ubicada en algún punto de la Argentina. Luego, miembros de la organización viajan para reunirse con la comunidad, hablar con la gente y verificar si realmente existen las ganas y el compromiso necesarios para encarar el proyecto.

Los técnicos de Prohuerta, que están dispersos por todo el país, son el nexo entre la fundación y la escuela, además de ser los encargados de brindar las capacitaciones.

La primera huerta se construyó en El Aguará, Chaco

Una vez que se llega a un consenso entre todos, comienza la parte más complicada que es conseguir el dinero necesario para comprar todos los materiales. “Nos reunimos, firmamos un

acuerdo y a partir de ahí nosotros buscamos un donante”, [+]

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continua el relato Constanza. Una vez conseguido el ca-pital que por lo general proviene de una empresa, lo que sigue es ponerse a trabajar la tierra y aguardar cerca de un año para que el proyecto comience a dar sus frutos.

La fundación en números

Huerta Niño tiene actualmente 170 proyectos en curso, desde Jujuy hasta Tierra del Fuego, incluyendo la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano Bonaerense. Las pro-vincias del noroeste argentino son las más necesitadas y es allí donde hay mayor cantidad de proyectos activos. En Santiago del Estero, por ejemplo, hay 37 huertas y en Formosa 16. En total son 10.000 niños y 5.000 familias que se benefician con el trabajo originado por la Fundación.

La Alimentación, el pilar principal

Las huertas ocupan aproximadamente media hectárea, se construyen dentro del terreno de la escuela y son ciento por

ciento orgánicas (no se utilizan fertilizantes ni ningún tipo de químico). Las frutas y verduras que se obtienen de ellas aportan una alimentación variada a chicos que, en muchos casos, reciben en la escuela su única comida diaria.

Además, las huertas abren un mundo nuevo ante los ojos de estos chicos, ya que muchos de ellos descubren ali-mentos que no habían consumido antes. “Todos lo que son

nutrientes que provienen de hortalizas, verduras, frutas,

etc., son cosas que en su mayoría no reciben, y en muchos

lugares incluso ni siquiera conocen. Hay chicos que no

saben que es una fruta… una naranja. Nos hemos encon-

trado con cosas insólitas”, cuenta sorprendida Constanza.

“Una solución sustentable de la que se pudieran valer para siempre”

Cada una de las huertas que se construye es diferente dependiendo del tamaño del terreno, las características climáticas del lugar y la época del año. Esto es lo que hace que los proyectos sean muy diferentes entre sí.

Una herramienta educativa para el futuro

Además de ser la principal fuente de alimentos del co-medor, la huerta forma parte de la currícula escolar ya que los maestros la utilizan en las distintas materias. Así es que “por ejemplo en matemáticas la usan para medir

distancias y en lengua para hacer una narración”, agrega Constanza.

Por otra parte, la huerta constituye también un modelo que los chicos pueden replicar luego en sus propios hogares si cuentan con la ayuda de sus padres para construir el cerco perimetral. Los chicos se encargan después de la siembra, el riego, la cosecha, y el mantenimiento de la tierra; todas actividades nuevas que significan mucho para ellos.

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Trabajar en comunidad, todo un desafío

Para los miembros de la comunidad que se embarcan en un proyecto co-mo este, la tarea no es fácil, ya que en la mayoría de los casos no se conocen entre sí o es la primera vez que realizan un trabajo en conjunto. Y en este contexto tienen que enfrentar todas las dificultades y contratiempos que surgen de la construcción de una huerta.

Un obstáculo muy común es la falta de comunicación, ya que por lo ge-neral las escuelas rurales están en lugares totalmente aislados; y otro problema suele ser también la falta de agua. En la escuela de El Aguará, por ejemplo, se tuvo que frenar la producción de la huerta por falta de riego.

“Lo importante, más allá de que perdure la huerta intacta, es justamente la

semilla de la educación, del aprendizaje de una herramienta cercana a la que

pueden recurrir”, señala antes de terminar la Coordinadora de Comunicación Institucional de Huerta Niño.

“Cuando finalmente pueden superar los problemas y se comienzan a ver los

resultados, es muy placentero ser testigo de ese progreso como institución. Es

emocionante ver como solo a partir de una huerta, una comunidad se puede

transformar a sí misma”. Ø

Un padrino de lujoMartiniano Molina se sumó a Huerta Niño en el 2006. Como padrino, participa activamente en campañas y eventos especiales que realiza la fundación, ya que comparte muchos de sus valores principales como son la ecología, la vida natural y la alimentación orgánica. Actualmente es la cara principal de la campaña de recaudación de fondos.

-CÓMO AYUDAR-Huerta Niño recibe donaciones individuales desde $20 en adelante, que se pueden hacer con tarjeta de crédito o por medio de “Pago Fácil”. Para mayor información: Web: www.mihuerta.org.arTel: (5411) 4328-2180email: [email protected]