Una de las aristas del abogado: maestro.

Mtra. Nora Olivia Armenta Icedo

La profesión del abogado merece una reflexión especial considerando la infinidad de ejemplos de abogados que realizan su práctica profesional poniendo sus conocimientos y manejo de las normas al servicio de la impartición de justicia como unos verdaderos mercenarios.

Los profesionales que consideramos y queremos nuestra profesión, los que tenemos vocación para ejercerla y compartirla, los que sabemos que sin el derecho y sin estos abogados que creen en las leyes, las interpretan, las integran y las aplican, estamos seguros que no es posible la vida armónica en la sociedad sin la existencia de esta profesión.

Es ahí donde el abogado que ejerce el rol de maestro juega un papel trascendental en la vida de sus estudiantes: debemos dejar en nuestros alumnos una inquietud además de una serie de interrogantes que los conminen a buscar respuestas, no solamente durante su estancia en la Universidad sino durante toda su vida.

Qué pena que se diga a un estudiante de Derecho: ¿estudias Derecho para caminar chueco? o “el que no tranza, no avanza” y para terminar con esa concepción, el quehacer académico tiene que ir enriquecido de un gran contenido ético para que al estudiante no le surja la menor duda o sienta vergüenza por dedicarse a esta profesión, tan digna y necesaria como cualquiera otra.

Así pues, la misión del maestro de esta carrera no es nada fácil: transmitir el conocimiento de la normativa jurídica: cómo nació, cómo ha evolucionado y hacia dónde va pero también debe estar complementada con un alto grado de contenido ético que nos permita, tanto a los maestros como a los estudiantes, sentirnos orgullosos de nuestra profesión.