Una Cenicienta en La Oficina

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Una segunda oportunidadPilar Parralejo

 

¿Puede una chica con el corazón roto enamorarse de nuevo?

Puede un chico ciego enamorarse de alguien a quien nunca ha visto y de alguien a quiézás nunca pueda ver?

Mary Jane no pensaba encontrar el amor después de su ruptura con el amor de su vidbert, con quien tuvo que romper a causa de las amenazas del padre de éste.

Por suerte o por desgracia terminó en casa de Alex Ferrell, un chico asocial que quedgo después de un accidente de moto.

Pronto el destino empezará a hacer de las suyas poniéndoles situaciones difíciles,mánticas y divertidas.

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NDICEICE

ítulo 1 El comienzo

pítulo 1.1

ítulo 2 - Deshaciéndose de Mary Jane

ítulo 3 - De nuevo una familia

ítulo 4 Reencuentro con Gilbert

ítulo 5 El adiós de Gilbert

ítulo 7 Encontrando a Vicenta

ítulo 7 Conociendo a Alex

ítulo 8 Cambiando a Alex

ítulo 9 Llevándose bien

ítulo 10 ¿Celos?

ítulo 11 ¿Soy tuyo?

ítulo 12 Recuperando su pasado

ítulo 14 Un secreto que no sospechaban

ítulo 18 Vuelta a empezar

ítulo 20 Recuperando algo perdido

ítulo 21 Buscando a Mary Jane

ítulo 24 “Cartas a un ciego”

ítulo 26 Recuérdame, te lo ruego

ítulo 28 Mariposas como las de mi estómago

ítulo 31 Ese l ibro… ¿lo escribí yo?

ítulo 32

ogo

ecial

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Capítulo 1 El comienzo

Todo comenzó el día antes del cuarto cumpleaños de Mary Jane. Como siempre, jun Gilbert corriendo por la casa, en uno de los enormes cuartos de juego o en los jardspreocupados e infantiles como cualquier niño de su edad.

Esos jardines eran grandes laberintos de paredes bajas con varias salidas, a la casacina, a la enorme fuente central, donde Helen se sentaba a leer en los días cálidos,na de recreo que habían habilitado para MJ… no era fácil perderse ya que era sencillo sparedes de setos recortados pasando simplemente una pierna por encima.

Gilbert era un par de años mayor que ella, tenía unos bonitos ojos claros que decorbonita cara, su pelo rubio siempre parecía emitir destellos de luz cuando le daba el s

sar de ser mayor que ella tenían la misma estatura. Era delgado y de piel pálida. Gilbeúnico nieto Swend, el mayordomo de la familia Daniels.

Swend era para Mary Jane como su segundo abuelo, un abuelo que en lugar de senun enorme sillón de terciopelo granate se quedaba en pie al lado de éste. Swend e

mbre amable y atento, siempre daba caramelos a la pequeña MJ a escondidas dedres o de Jason, el padre de su padre. Siempre la abrazaba antes de ir a dormerencia de su verdadero abuelo, que creía que el carácter se forjaba desde la infancnca le regalaba tiernas sonrisas ni apacibles abrazos, en su lugar su abuelo postiz

en le consentía, quien le leía cuentos o quien le enseñaba cosas nuevas cada día. A pser una niña caprichosa Mary Jane nunca le pidió regalos, tenía 3 años pero a pesdo lo que no sabía, sabía quién manejaba el dinero en la casa y era a ellos a quienes pgalos, cuando salían, cuando viajaban...

El día en que todo comenzó jugaban Mary Jane y Gilbert en el la enorme zona de reándo un enorme pájaro negro se estrelló contra la ventana de una de las mubitaciones del segundo piso.

Curiosos corrieron hacia la casa para ver el pájaro, el abuelo Jason estaba reunido e

an despacho de aspecto colonial en la planta baja, Gilbert y ella se detuvieron a husmearendija de la puerta del estudio cuándo una sirvienta les hizo un gesto poniendo uno dedos sobre sus labios mientras se acercaba a la puerta en la que estaban agazapados.

― Tshhh, chicos no hagáis ruido, Mary Jane, tu abuelo está en una reunión importapedido expresamente que no se le moleste, anda, sed buenos y salid al jardín…

Gilbert tiró de la manga de la sudadera rosa que llevaba MJ y entre risas corrieron ccelas a la segunda planta, dónde después de buscar durante un rato habitaciónbitación encontraron al ave inmóvil.

En aquel amplio y largo pasillo comenzaron a escuchar algo.

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― No puedo creer que estés embarazada ―decía una voz de mujer a través de una dertas de las habitaciones que no habían revisado.

― Hace tanto que no nos vemos que no había tenido ocasión de contártelo ― respona mujer.

Mary Jane idéntico rápido aquella voz debido a que era su madre.

― Habían rumores dado a tu aumento de peso...

― Si bueno... Mary Jane será aún más feliz con un hermanito ―respondió intent

mbiar de tema.Helen era una mujer reservada, no le gustaba escuchar chismorreos ni contar su v

die ajeno a su pequeña familia.

― ¿Patrick sabe de tu embarazo? ―preguntó la mujer.

― ¿Por qué debería saberlo él? ―respondió Helen con tono molesto.

― Bueno, ya sabes… ―dijo con tono de obviedad.

― No, no sé, dime.

― No importa, olvídalo. Helen fingía no saber, fingía haber olvidado su pasadotrick, le dolía demasiado esa etapa de su vida. Gilbert se detuvo cerca de la puerttudio donde ella había entrado ya y miró curioso a la habitación de donde debían vences cuando escuchó el nombre de su padre, pero pronto Mary Jane llamó su atencrrió entre risas hacia su amiga.

― Vamos MJ, ¿a que no te atreves a tocarlo? ―le retó él dándole un pequeño emn la cadera.

― ¡No!... bueno, sólo si lo tocas tú primero ―le miró ella con un simpático puchero.

Mientras los pequeños se retaban a ver quién tocaba al pájaro muerto las dos musaron por el pasillo, ignorando que los niños que vociferaban tras la puerta.

― Debido a tu gordura… ya mismo nacerá el bebé. ¿Sabes si es niño o niña?

― Es niño ―respondió Helen.

Gilbert y MJ se quedaron indiferentes al oír hablar a las dos mujeres hablando de bmadre estaba más gorda, la pequeña no sabía verlo, pero siempre decía que su vi

mpezaba a abultarse y compraba vestidos nuevos todas las semanas.

Después del obvio regaño que se iban a llevar y se llevaron por estar jugando coaro muerto el abuelo Swend les llevó al comedor, pronto seria la hora de ir a dovieron la cena a Gilbert y a Mary Jane y tras la cena los llevaron a sus dormitoriosche Patrick estaba ocupado con una cena benéfica y Gilbert se quedaba a dormir en los Daniels.

Helen y Elliot decidieron que debían contar a su pequeña que pronto tendría un hermando la prepararon y la llevaron a su habitación entraron los padres y mientras la arropcontaron que pronto tendría un hermanito, que estaba creciendo en la barriga de su mad

― ¿Sabes pequeña? ―le dijo su padre, cuando su padre se sentaba a hablar conmpre se volvía loca, saltaba en la cama, se colgaba en la espalda de su padre…

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― Dime, dime ―decía ella saltando en la cama.

― Vamos pequeña, estírate ya, si no te lo contamos ―la regañaba el padre mientradre miraba sonriente apoyada en el marco de la puerta.

― D éjala Ellio, sabes que nunca te hace caso este pequeño diablillo ―decía su mentras fingía tirarle de un mechón de pelo.

La niña siempre que su madre le hacía eso guiñaba un ojo arrugando toda la cara comhiciese daño.

― Vamos cariño, estírate ―la pequeña obedeció a su madre.― Decidme, decidme, ¡¡ya estoy estirada!! ―reclamaba la pequeña.

― Pues verás… ―continuó su padre mientras la arropaba ―vas a tener un hermanito

Ellio estaba emocionado por su primer hijo varón, le encantaba su hija pero todo hoeña con un hijo varón y esa era su deseado hijo.

― ¿Y dónde está? Quiero verlo ―la pequeña estaba impaciente por ver a su hermani

― Está aquí, pequeña ― dijo su madre acariciándose el abultado vientre.

― Quiero verlo ―repitió impaciente.

Los padres se miraron sonrientes, cómo explicarle a una niña de 3 años que hasta qugara el momento no nacería el bebé.

― Pues verás, Mary Jane ―decía su padre sin saber cómo explicarle.

― Aún faltan unos días para que lo puedas ver, porque es muy pequeñito y no le pr la luz ―explicó convincente Helen.

― ¿Y cuando pasen esos días lo podré ver?

― Si te portas bien podrás incluso cogerlo.La niña se sonrió y fingió dormirse para demostrar que se estaba portando bien.

Después de despedirse de su pequeña le dijeron que al amanecer sería su cumpleañregalarían muchas cosas, le pidieron que se durmiera rápido, así de esa manera lletes la mañana y con ella los regalos. A pagaron la luz y entre cerraron la puerta para e la luz de los pasillos iluminase suficiente la estancia como para que la pequeña no tuedo.

Esa noche el matrimonio Daniels también tenía esa importante cena benéfica, de me se vistieron elegantemente y se marcharon.

Estaba soñando con su poni y con Gilbert cuando comenzaron a escucharse grintos, salió al pasillo frotándose los ojos y llamó a su madre, ella no respondía, entomó a su padre pero tampoco respondía, esos gritos la asustaban, no dejaba de ser unaqueña sola en un enorme dormitorio, quería que se callasen, pero parecían no escucr más que gritase, el abuelo Swend fue el único que llegó para consolarla y meterevo en su cama, en mitad del llanto de la pequeña fue a buscar a Gilbert, que tamtaba asustado por el escándalo, lo llevó con ella para que se hicieran mutua compañía

etió juntos en la misma cama y ambos acurrucados bajo las gruesas mantas intentarse el miedo el uno al otro.

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― ¿Te has dormido ya? ―le preguntaba ella a su amigo.

― ¿Aún no, y tú? ―le respondía él.

Pasado un buen rato cayeron rendidos.

 Amaneció, todo seguía muy agitado había gente que Mary Jane no conocía, sus padabuelo no aparecían por ningún sitio, buscaba entre la gente pero solo conseguía perd

tre la multitud. En un momento la pequeña pensó que era Halloween, todos vestíagro, las señoras llevaban sombreros negros con redes que cubrían sus rostros y plu

gunas lloraban, otros la miraban con caras extrañas y otros murmuraban o alévolamente. Por fin halló una cara conocida, Swend, él también vestía de negro y tenmblante serio.

― ¿Dónde están mí mamá y mi papá? ―preguntó la chiquilla a punto de llorar.

― Ellos... no sé cómo decírselo, ella es tan pequeña... ―dijo Swend mirando a su hijo

― Sólo díselo acabará por entenderlo ―respondió Patrick el tono uniforme.

Patrick no parecía molesto, triste o cualquier otra cosa, estaba ahí, simplemente, comueble más de la casa.

― Tu papá y tu mamá no van a volver, cariño, ellos... ― dijo por fin S wend, con unmargo en su voz.

Para Swend, Helen y Ellio eran como sus propios hijos.

― ¿Y el abuelo? ―Mary Jane seguía preguntando por los miembros de su familia aúnrespuestas negativas que recibía.

― Está con ellos, pequeña.

― ¿Y mi hermanito? Patrick miró en ese momento a Swend, creyendo no haber oíd

bien.

― ¿De qué habla, padre? ―Patrick frunció el ceño mirando extrañado a su padre.

― Helen estaba embarazada, de 6 meses ya...

― No lo sabía...

― En ese momento el gesto de Patrick se volvió serio y pensativo.

― ¿Y mi hermanito? ― volvió a preguntar la niña alzando la voz para que le respondie

― Tu hermanito también Mary Jane, también está con ellos.

― Mira Mary Jane, tus padres están muertos, tu abuelo también y tu hermano no hcido aun así que también está muerto.

― Santo cielo Patrick, se más suave, solo tiene 3 años, 4, ya tiene 4.

― Esa era la edad que tenía Gilbert cuando murió su madre, simplemente hay que cosas como son, de pequeños asimilan las cosas mejor que de adultos, no podemo

oístas y no decir las cosas como son por no sentirnos mal.

Pasó un rato hasta que la limusina pasó a recogerlos y les llevó a un lugar extraño

a, una iglesia. Aparentemente todos sabían dónde debían sentarse, al fondo los

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aúdes que la niña interpretó como que eran 3 cajones, Swend se acercó a la primera filpequeña de la mano, había flores decorando la iglesia que junto con el incienso creaba

mbiente extraño. Mary Jane se sentaba obedientemente al lado del mayordomo mientrassujetaba la mano.

La niña miraba curiosa los tres cajones cuando creyó ver a alguien dentro de uno de ando Swend liberó su mano ella se levantó de un salto y corrió instantáneamente paren se escondía en los ataúdes. Subió corriendo los 3 escalones y se acercó al quedaba más próximo, esa persona que creyó que se escondía se trataba de su padre,

mundo la miraba impactado pero a ella ya no le importaba porque su padre estabatiró la mano para tocarlo y que se despertara.

― ¿Dónde estuvisteis? Papá ―zarandeó a su padre que permanecía inerte ―¿pestiró su pequeña mano para tocar su cara pero notó que estaba frío ―¿papá tienes sin pensarlo se quitó la chaqueta y se la puso encima para que no tuviera frío.

 Algunas personas se escandalizaron de aquel acto, otras muchas comenzaron a llor la ternura con que la niña trataba a su difunto padre.

Swend subió a por ella y la sacó del recinto. Fue tan deprisa que no supo quiécondía en los otros dos cajones.

Pasado un rato el hombre del vestido blanco hizo un gesto con la mano, todo el munda vez una palabra y se pusieron de pie. La niña quiso saber quién había en los otros cajro Swend la sostuvo en brazos y se alejaron hasta la limusina.

Todo el mudo salió y tras dar las condolencias a la pequeña, que no entendía nadjaron. Subieron al vehículo mientras el uniformado chofer que siempre les llevaba se alla iglesia con dirección a la mansión Daniels.

Mary Jane se sentó delante de Swend

― Abuelo, papá irá a casa después con mis regalos, me dijo que cuando se hiciera dría mi cumpleaños y me regalarían muchas cosas.

― Tu papá... él no va a volver, pequeña, él se ha... ido ― Pero si estaba durmienduel cajón, irá cuando se despierte... ¿y mamá?

― Ella tampoco ―dijo angustiado.

― ¿Y a la noche? ― insistía sin parar.

― No, ellos no van a venir más.

Patrick observaba pensativo sin decir nada, no quería mostrar ningún tipo de emociónr dentro estaba realmente dolido. Ese día enterraban a tres personas que habían jugadpel importante en su vida.

Pasaron las horas y realmente sus padres no llegaban como ella creía que harían, lleche y tenía sueño. MJ se sentó en la parte alta de la escalera de mármol del primer pisovientas iban y venían, parecía invisible, nadie la miraba, nadie la veía y nadie se dio cu

que la pequeña estaba sentada en el frío mármol. Varios minutos después esurrucada en uno de los escalones. Swend la encontró ahí dormida y la llevó a la cocina

e le dieran algo de cenar y luego la acostaran pero al parecer nadie había cocinado.

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― Quédate aquí Mary Jane, buscaré a alguien que te prepare algo y te lleve a dormir

― ¿Y Gilbert? ¿N o se queda conmigo hoy? Tengo miedo

― No pequeña, él está con su padre hoy.

― Yo también quiero a mi papá ―comenzó a llorar desconsoladamente ―tengo mied

― No lo tengas, no te pasará nada.

MJ se quedó sentada en la isla de la cocina durante un buen rato, todos estaban ocup

adie fue a atenderla.Estaba asustada y aburrida, salió al jardín y caminó sin saber dónde ir, empujó la enerta de hierro de la entrada y salió a la calle, todo el mundo la miraba como si fuemal exótico pero nadie se acercaba a pregúntale por qué lloraba o porqué estaba sola le tan tarde.

Una señora se acercó a la niña, llevaba a un bebé en un carro, se agachó y sacó dorme bolso un paquete de pañuelos de papel y con uno de ellos limpió las lágrimas dra.

― Y tus papás, pequeña?La señora era amable y cariñosa a pesar de no conocer de nada a la pequeña Mary J

― No lo sé, el abuelo me ha dicho que no volverán, pero tengo miedo.

― ¿Has salido a la calle solita?

― Si ―respondió mientras agitaba la cabeza.

― ¿Dónde vives?

― En mi casa… ―la señora rió como si le hubiera contado algo gracioso.

― ¿Sabes volver a tu casa? ―MJ miró alrededor, todo parecía extraño frente a ellconocía nada, siempre había salido de la mano de uno de sus padres o de Swend.

― No ―le respondió mientras comenzaba a llorar de nuevo.

― No te preocupes, vente conmigo, no deberías estar sola a éstas horas, puedigroso. ―la señora sujetó su mano al borde del carro de su bebé―No te sueltes, ¿vale

Pasaron un rato caminando, la mujer preguntaba continuamente a la pequeña pombre y por su edad, le preguntaba continuamente donde estaban sus padres y dondbía visto la última vez. Llegaron a una comisaría, se acercaron al mostrador, la mujentó que la había encontrado en la calle llorando, les dijo el nombre de la pequeña y parato Swend llegó a por ella. Tras agradecer a la señora por su amabilidad el abuelo

queña se marcharon.

Durante varios días fueron a la mansión varias personas pidiendo dinero diciendomiliares, a veces gritaban, otras lloraban y suplicaban, pero siempre se iban sin nada, Swblaba con el abogado que se había ocupado de los temas de la herencia de Jason entar darles algo pero el hombre siempre le respondía que para recibir algo debían apael testamento.

Unos días después Swend y el resto de los empleados cubrieron todos los muebles

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sa con enormes sábanas blancas y la mansión se cerró.

El anciano no iba a dejar a la niña a su suerte, de modo que en una maleta puso algpa de ella y algún juguete y se llevó a la pequeña a su casa, para disgusto de Patrick.

En aquella casa casi siempre estaban solos los dos pequeños, Patrick debía encargsus empresas y Swend seguía encargado del papeleo de la herencia de los Daniel

uella casa trabajaba Vicenta, una señora española que había vivido durante 40 añouella ciudad, aquella mujer los cuidaba como si fueran sus propios nietos.

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Capítulo 1.1

MJ jugaba en el jardín como todos los días, en la lejanía se escuchaba el lamento dtito, curiosa se acercó para ver cómo era el gatito.

 A l llegar encontró una pequeña cría de pocos días, tenía los ojitos pegados y no pnerse en pie. MJ sin pensarlo lo cogió con cuidado del suelo y lo arropó con la cam

rrió a la cocina dónde estaba Vicenta.― ¡Vicenta ¡mira lo que he encontrado!

― Madre mía niña, como se entere Patrick… ―dijo sujetando a aquella criaturita consus dedos, ―¿Qué es lo que quieres hacer con él?

― Me lo voy a quedar…

Vicenta pidió permiso un par de horas y salió con la pequeña, llevaban al gatito envuea toalla pequeña. Llegaron al veterinario, antes de que la niña se quedase con aquel acenta quería asegurarse de que estaba sano, no podía permitir que se pusiera enfermpa de un animal enfermo.

 A l salir del veterinario la niña llevaba una bolsa con las cosas necesarias para alimenhe especial, un biberón del tamaño apropiado y lo esencial, su gatito.

Pasaron días y el gatito abrió los ojos, la niña estaba tan emocionada que casi le cuetrick que escondía un gatito en su habitación.

 A veces entraba en el estudio con las manos llenas de arañazos, cuando Patrieguntaba siempre le respondía que no sabía lo que era pero un día preguntó a Vicen

e le pasaba a la niña, ésta le contó que Mary Jane solía jugar en el jardín, y en el jbía rosas, Patrick se lo creyó y no volvió a tocar el tema hasta que lo descubrió y lo r suerte el gatito había crecido lo suficiente como para poderse alimentar por su cuenta

Patrick en el fondo no era una mala persona, él también había perdido a alguien, bía perdido más, la persona a la que amaba, su esposa y ahora a su padre.

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Capítulo 2 - Deshaciéndose de Mary Jane

Poco después de que Mary Jane cumpliera 6 años Swend murió, ella jugaba detrás ando ocurrió. El anciano recortaba las hojas secas de las plantas que bordeabaminos, arrastraba un cesto de goma con una mano y sujetaba una tijera podadora en laary Jane siempre iba a su lado, jugueteando con las hojas secas del cubo, colgándose palda de aquel anciano que la adoraba, saltando con una comba. D e pronto comen

cer ruidos extraños, la niña dejó su juguete en el suelo y se agachó a su lado― Abuelo, ¿estás bien? ―preguntó asustada pero Swend no respondía.

Llamó a los sirvientes a gritos, a Vicenta, a Gilbert y a Patrick, gritó y lloró pero nadver lo que sucedía.

Por más que gritase no conseguía nada, de modo que se agachó de nuevo a su laocó sus pequeñas manos sobre el pecho del anciano, esperando que se pusiera bienn ese gesto, pero al ver que él no reaccionaba trató de tirar de él hasta la casa, su cunvulsionando era una pesada roca para sus débiles brazos con todo el esfuerzo del m

nsiguió arrastrarlo un par de metros, pero no fue suficiente.Todas las tardes venía una profesora a darles clases a MJ y a Gilbert, pero dado q

a tenía 2 años menos que su amigo no podía alcanzar el nivel de Gilbert y sieminaba antes con ella, que corría como caballo desbocado a por su merienda de todo

as, un enorme bocadillo de crema de chocolate y un enorme vaso de zumo de frutascenta preparaba expresamente para ellos.

Cuando la profesora de Gilbert terminó su clase con él, se puso en pie y, mientraasajeaba los hombros se aproximó a la ventana para contemplar la anaranjada luz

de sobre las flores del jardín. Recreaba la vista en las hermosas vistas observó extrovimientos de la pequeña Mary Jane, deteniéndose a mirarla curiosa por saber qué ee hacía vio que la niña lloraba desconsoladamente mientras tiraba de algo que pasado, prestando aún más atención al suceso vio que la niña tiraba de Swendrmanecía inmóvil mientras la pequeña gritaba. La profesora llamó a una ambulancia y ccaleras abajo hasta el jardín para ayudar a Swend, hizo un gesto brusco y apartó queña como si estorbase, se arrodilló a su lado y comenzó a presionar sobre el pechciano, que aparentemente ya no respiraba.

Mientras la mujer continuaba con el RCP MJ se agachó a un lado del camino rodeanddillas con sus delgados brazos y apoyó la frente en sus rodillas. Gilbert se asomó psma ventana que su profesora curioso por saber que la había escandalizado tanto cra hacerla correr de ese modo y encontró a la pequeña encogida a un lado del camino ujer masajeando el pecho de su abuelo. Bajó a toda prisa la escalera, salió por la enerta del jardín y alejó de allí a la niña, corrió con ella de la mano hasta su habitación, destiró en la cama para estirarse él a su lado.

― No te preocupes Mary Jane, el abuelo se pondrá bien ―le dijo Gilbert sabiendoentía con el fin de tranquilizarla y calmar su llanto desconsolado.

― Nadie venía Gil, he llamado pero nadie venía ― decía ella casi inentendible por el ll

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― No te preocupes, no pasa nada.

Gilbert no dejó salir a la niña de su habitación, escuchaban el ir y venir de la gentuchacho recordó cuando los padres de MJ murieron y no quería que volviera a vivir algonuevo, de modo que se quedaron durante horas ahí encerrados.

Por mucho que la profesora intentó reanimarlo no pudo hacer nada por Swend, cuanmbulancia llegó solo pudieron certificar su muerte. Un problema en el corazón se llevó su

que nadie pudiera hacer nada.

D os días después enterraron al anciano.Gilbert y Mary Jane pasaron aquellos dos días encerrados en la habitación, primer

untad propia, luego porque el padre de Gil no quería que los niños estorbasen coeglos para el funeral y el entierro.

Patrick esperó solo unos meses para enviar a Gilbert a otro país, tenía doble intencióo, la primera era apartarlo de Mary Jane, no soportaba la idea de que su hijo se enamoaquella niña sabiendo que él había estado enamorado de su madre años atrás, la seg

a que su hijo se formase desde joven para poder gestionar sus empresas cuando

diera, para ello necesitaría varios años y con suerte Mary Jane ya estaría casadaalquiera cuando él regresase.

― ¿Has preparado ya la maleta? ―Preguntó Patrick a Gilbert.

Patrick creía que los niños debían aprender a hacer las cosas por ellos mismos, deodo cada vez se desarrollarían más rápido y no dependerían de nadie. Gilbert con cos debía preparar su maleta él solo.

― Papá ¿hará frío allí?, ¿qué debo llevar?

― Lleva lo que quieras, hijo.

― Ven conmigo Mary Jane ―dijo Gilbert a MJ que estaba sentada en el alfeizar ntana con un cuaderno y unos colores.

― Ni hablar Gilbert, deja aquí a MJ , no le va a pasar nada, es más, va a teneostumbrarse.

― Pero papá. Patrick se acercó a su hijo y le sujetó por un brazo mientras tiraba era del estudio. MJ miraba sin saber qué hacer. Cuando Patrick regresó MJ disimuló mo pudo y dejando los colores y el cuaderno en la ventana fingiendo que debía ir al brrió tras Gilbert que estaba sentado en la cama enfadado.

― Mary Jane, ¡has venido! ―el muchacho abrazó a su amiga unos instantes y la esco la mesa del escritorio―va a venir a buscarte, escóndete hasta que yo te lo diga ―Amnrieron traviesos.

― Gilbert, ¿te vas de viaje? ―preguntó la muchacha mirando la maleta sobre la cama

― Si ―respondió el muchacho con tono triste.

― ¿Puedo ir contigo? ― preguntó ella.

― No, voy a ir a estudiar, pero vendré a verte todas las vacaciones ―prometió sin s

planes de su padre.

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― Te olvidarás ― reprochó la niña.

― No, no me olvidaré ― rebuscó en la maleta en busca de algo―¿ves? ―leseñándole un marco con una foto de ella que había cogido secretamente del estudio dunto abuelo, ―aunque no vengas conmigo en persona estarás conmigo siempre, y cuamos grandes nos casaremos.

La niña salió de su escondite y abrazó a su amigo. En ese momento Patrick aparecipuerta, Gilbert escondió la foto nuevamente en la maleta para que su padre no se la qu

― Debí suponer que no irías al baño, pequeña desobediente.MJ y Gilbert se despidieron con la mirada y con una sonrisa dibujada en el rostro mie

trick arrastraba a la niña por el pasillo de vuelta al estudio.

Tras la cena fueron a dormir sin saber el plan secreto del ahora cabeza de familia.

 Antes del amanecer un coche se llevó a Gilbert al aeropuerto, donde cogería un stino a Londres, éste no pudo despedirse de su amiga que a esa hora docentemente.

Ya entrada la mañana alguien llamó a la puerta, Patrick se adelantó a los sirvientes esar al desconocido, un hombre de pelo cano que vestía una larga gabardina oscura, ne bajó curiosa para ver de quién se trataba.

― Anna, Chris id al dormitorio de la niña y meted todas sus cosas en una maledenó Patrick.

― De acuerdo señor, pero… ¿todo?

― Si, todo la niña se va de la casa ―respondió severo.

Las dos sirvientas se miraron horrorizadas, temían que sucediese lo que estaba pasa

trick se estaba deshaciendo de la pequeña sin miedo a lo que le ocurriese y sin sentimuno por una pequeña que no tenía culpa de haber perdido a su familia.

Pasados unos minutos bajaron con una maleta, los dos hombres salieron con la niña ys pertenencias y se dirigieron al coche.

― ¿Yo también voy con Gilbert? ―preguntó curiosa.

― No.

― ¿Dónde vamos? ― Nadie le respondió.

― A delante, aquí tiene su comisión, espero no volver a verla, ―le dijo Patrick al hon un tono de voz tan frío y seco que estremeció a las dos sirvientas que esperaban nudenes a los pies de la enorme escalera unos metros más atrás de ellos.

El hombre extraño sujetó la mano de la niña que se negaba a caminar de la mano de aividuo, la arrastró intentando no hacerle daño, la metió en el coche entre llantos y patalealejó con la pequeña para nunca regresar.

Varias horas más tarde llegaban a un edificio con aspecto antiguo. El hombre desce coche y sacó la maleta del maletero.

― Vamos pequeña, ven conmigo ―le dijo con voz amable.

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― ¿Dónde estoy?

― Estás en un orfanato ―respondió con voz afligida.

― ¿Qué es eso?

― Es un sitio donde hay otros niños que no tienen familia.

La niña le siguió temerosa, el hombre entregó un sobre a una de las monjas que habíí y tras las órdenes recibidas llevó a la niña hasta la tercera planta, donde dejó la malea de las habitaciones.

― A hora ésta es tu casa, olvídate de aquella familia y adáptate a la nueva situación o mortificado.

 Aquel hombre de aspecto rudo y desaliñado era en el fondo una buena persona a lale partía el corazón cada vez que alguien se deshacía de una pequeña criatura inocen

uel modo. Su trabajo en el orfanato era siempre el mismo, una llamada anónima que av paradero de algún bebé o de algún niño abandonado, una llamada de alguien que qshacerse de un hijo no deseado o en éste caso una llamada de alguien que deseaba ca deshacerse de un pequeño intruso, una niña huérfana que se quedaba sin familia

gunda vez en su corta vida.Nancy era su compañera de dormitorio a pesar de ser una niña muy guapa y adorable

nía 12 años y, eso no era una virtud, o algo que valorasen las personas a la hora de llevniño en régimen de acogida o de adopción, siempre que alguien iba a adoptar a un

dían que fuera siempre un bebé, o al menos muy pequeño.

Cuando el hombre salió del nuevo dormitorio de MJ Nancy se acercó a la niña, que lloo el pelo que le cubría la cara.

― Hey, vamos, no llores, tampoco es tan malo estar aquí, eres pequeña, seguro

uien te adopta pronto. Dime, ¿cómo te llamas?― Mary Jane ―respondió entre sollozos.

― Muy bien Mary Jane ¿me acompañas? Te voy a enseñar la casa ―le dijo mientrndía una mano.

La simpática muchacha estaba acostumbrada a tener compañeros de habitación, sieucho más pequeños que ella y siempre se marchaban pronto, de modo que su rutinmpre era enseñarles el edificio, enseñarles las zonas de recreo y las aulas…

Mary Jane y ella pronto se hicieron amigas, a pesar de que Nancy doblaba su edsaban muy bien jugando juntas, la acompañó y la consoló los primeros meses, que fumás duros para MJ. Aún no era muy consciente de la situación en la que se encont

ro sabía que estaba sola a pesar de tener una amiga.

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Capítulo 3 - De nuevo una familia

Pasaron pocos meses hasta que un matrimonio entró en el orfanato con intencióoptar a una niña. Sus requisitos eran claros, necesitaban una niña, no importaba ra

or, tenía que tener 7 años, la edad de su hija Alice. Llamaron a varias niñas quunieron con ellos uno a uno, les hacían unas preguntas y luego decidirían qué niña seónea, todos los niños ahí tenían un pasado traumático en mayor o medida, pero nportó.

Cuando llegó el turno de Mary Jane comenzaron las preguntas, a pesar de estar dandspuestas correcta y educadamente había algo en ella que les llamaba la atepecialmente, no era su físico ni su forma de expresarse sino el modo en que intentabados los medios que le eran posibles que adoptasen primero a su compañera de curiosos por conocer a Nancy la hicieron reunirse con ellos. Cuando la joven entró bitación donde estaban entendieron el motivo que tenía MJ para que se llevasen a su ates que a ella. En ese momento lo tenían claro, querían a MJ, pero habían simpatizadoncy, de modo que antes de llevarse a MJ buscaron a alguien que adoptase a Nancy

anera que la pequeña no se sentiría mal por dejar a su amiga ahí.

Unas semanas más tarde un matrimonio amigo de ellos se llevó a Nancy, y un pamanas después éstos se llevaron a MJ.

La llegada a la casa fuetraumática, Alice se negaba a tener a una extraña como hermmpre estaba dispuesta a tirarle de los pelos, a echarle la comida por encima o a fingi le había pegado.

Los padres, cansados de la actitud egoísta y malintencionada de su hija.

― Alice, acércate al despacho hija, tu padre quiere hablar contigo, ―gritó su madre da habitación, Alice sospechó que su “hermana” se había chivado, pero al entrar al desppadre le hizo sentarse en el sillón y comenzó a contarle.

― ¿Sabes hija? ―hizo una pausa, ―sé que no te gusta Mary Jane, porque llegó asa después que tú, ¿sabes? Esa niña perdió a sus padres el día de su cumpleañossmo día también murió su abuelito y se quedó sola, se la llevó el mayordomo de la nde vivía y cuando éste señor murió su hijo no la quería en su casa y la mandó aanato de donde nos la trajimos. Te acuerdas de Pinch? ―el padre recordó a Alice un pe habían tenido.

― Si ―asintió la niña pensativa.

― ¿Qué es lo que ocurrió con su cría cuando Pinch murió?

― Que no tenía mamá y se murió.

― Mary Jane tampoco tiene mamá, ni papá, ni a nadie.

 Alice apretó los labios resignándose a tratarla bien.

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Cuando Alice salió del despacho de su padre y se dirigió a su habitación, que esspués de la de Mary Jane. La puerta de ésta estaba entre abierta, pero no le importó e pasando de largo escuchó un sollozo, se detuvo y miró al interior del enorme dormido estaba como debía estar. Por un momento pensó que no había escuchado bimenzó a caminar de nuevo pero de nuevo un sollozo ahogado llamó su atención, éstatró al dormitorio y cerró la puerta tras de sí, la puerta del armario se entreabrió y una mqueña tiró de ella para cerrarla. En ese momento Alice pensó que aquella niña que hgado a su casa no tenía familia y sintió un poco de lástima por ella. Se acercó al arma

rió las puertas de par en par, descubriendo a Mary Jane, que permanecía escondidaa manta blanca.

― Llorando no arreglas nada ―advirtió ésta a Mary Jane, que ni siquiera levanbeza para mirar.

― ¿Qué quieres decir?

― No lo sé, eso siempre se lo dice mi padre a mi madre cuando llora.

Mary Jane levantó la vista hasta su ahora hermana. Ésta tiró de la manta dejando caary Jane al suelo.

― Vamos, levántate. Ven vamos a jugar ―Alice quería ser amable.

MJ se levantó y sin decir una sola palabra siguió a Alice hasta la sala de juegosorme habitación plagada de juguetes que aquellos amorosos padres habían habilitadodos pequeñas.

Desde ese día Alice empezó a ver a MJ como a su hermana, poco a poco funvirtiéndose en amigas y poco después fueron inseparables.

 Alice y MJ cumplieron 15 años. Los padres de Alice lo habían planeado hacía años

ando cumplieran 15 años irían a Londres a estudiar. Estaban muy emocionadas, eraejores amigas y estaban dispuestas a estudiar cuanto fuera necesario y a divertirse.

Con ellas fueron un par de sirvientas y un mayordomo, el apartamento era un lujo, todeño moderno, decoración minimalista, suelos de mármol blanco tan pulido que reflejababitaciones eran lo mejor, parecían habitaciones de princesa, ambas habitaciones daba terraza que conectaba las dos habitaciones.

Nada más llegar decidieron salir a pasear por la ciudad, el clima era húmedo y desaparo estaban tan emocionadas que nada podía fastidiarles.

Por el día estudiaban y estudiaban pero por la noche lo pasaban en grande bailandda la casa contándose secretos o escapándose en secreto para salir con compañerotituto.

Una mañana Alice decidió no ir a clase, buscó a su hermana y se escaparon para ir al nían una película de dos amigos que eran separados de pequeños y se reencontrando su vida estaba a punto de terminar 80 años después. Cuando la película terminó Mencontraba bien y se marcharon a casa.

― Dime MJ, ¿qué parte de la película ha hecho que te pusieras así?

― No ha sido la película.

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― No me engañas hermanita ―avisó―Ha sido cuando han separado a los dos amo?

La conocía perfectamente para saber cuándo engañaba en algo

― Bueno, esto nunca lo he contado a nadie, cuando yo nací el mayordomo de la nde vivía, a quien consideraba mi abuelo tenía un nieto. Siempre jugaba con él y luegcuerdo porqué me llevaron a su casa, siempre estábamos juntos. Luego el abuelo mue enviaron al orfanato.

― Si, si, pero… ¿y ese chico?― Bueno él se llama Gilbert.

 Alice estaba emocionada por saber esa parte de su hermana que no conocía.

― ¿Te gusta ese chico?

― Bueno, crecí un tiempo con él.

Mary Jane no quería hablar de Gilbert porque se sentía mal sabiendo que nunca helto a saber de él.

―Te he preguntado si te gusta MJ ―Alice reprochó que anduviera con rodeos.― Si, supongo que sí, o al menos pensé mucho en él. Incluso me hizo una promesa.

― ¡Qué emocionante! ― rebotó en la cama haciendo fuerza con los pies eelo―cuenta, cuenta!!

― Son solo cosas de niños pero… ―se quedó pensativa un momento―se llevóografía mía y prometió venir a verme todas las vacaciones y que cuando fuéramos mas casaríamos.

― No me lo puedo creer, ¿en serio? ―Alice estaba tan emocionada que se abrazórmana adoptiva, ―Gilbert… voy a tener que buscar a alguien así de romántico parsma, ―ambas rieron durante un rato.

Pasaron unos años, las chicas cumplieron 18 años y MJ decidió volver, en Londres esuy a gusto, pero el recuerdo de aquel niño de su infancia comenzaba a inquietarla. Alientaba a irse, le encantaba la idea de conocer algún día a Gilbert y de saber que su hermnía a alguien tan maravilloso como ésta le contaba.

Después de la emotiva despedida de su hermana Mary Jane volvió. Las primeras semtuvo en casa de los Howard, sus padres adoptivos, pero ella quería trabajar en el orfande estuvo, quería trabajar allí hasta saber qué hacer con su vida, tenía claro que no ir de ellos toda su vida por muy ricos que éstos fueran. Esa fortuna que ellos trtenecía a su hija Alice, a pesar de que ellos no lo veían de ese modo.

La casa de sus padres quedaba bastante lejos con lo que le dieron dinero para puilar un apartamento y tener para sus gastos hasta que empezara a ganar dinero po

sma.

Un par de manzanas calle arriba encontró un bonito apartamento de una habitaciónande y espacioso y quedaba lo suficientemente cerca como para ir caminando au

viera.

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Cuando entró en el orfanato todo seguía igual, el mismo color en las paredes, el mor… se adentró hasta un salón donde siempre se reunían los profesores y las monjasgentaban el orfanato, cuando abrió las puertas dos de las monjas la recordtantáneamente, Mary Jane no había cambiado, seguía teniendo ese aspecto delicagil, su pelo seguía siendo tan rubio como cuando era pequeña, corrieron a abrazarlarle la bienvenida. Rápidamente le ofrecieron el trabajo que pedía y así comenzó a traaquel orfanato que le había dado una familia.

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Capítulo 4 Reencuentro con Gilbert 

Poco tiempo después que MJ regresara lo hizo Gilbert había completado sus estudiondres y volvía desesperado por encontrarse con ella.

Cuando llegó a su casa su padre no estaba, había ido de vacaciones a una de sus pvoritas a miles de kilómetros y no iba a regresar hasta pasado un mes. Buscó a Mdas las habitaciones, no había ni rastro de ella, ni rastro de que hubiera vivido ahí alguna

Todas las sirvientas que hubieron trabajado ahí alguna vez habían desaparecido tamvo una, que reconoció a Gilbert tan pronto como entró en la cocina.

― Perdona, ¿Vicenta no trabaja aquí?

― No señorito, hace años que ella no está aquí.

Gilbert no sabía lo que pasaba, había desaparecido ella y todos los sirvientes que hnocido estaba confundido y molesto.

― Usted es el señorito Gilbert, ¿verdad? ― preguntó la sirvienta.

― Si, el mismo.

― Hacía años que no le veía.

El muchacho se quedó extrañado, ella parecía conocerlo pero él no la recordaba.

― Disculpa, ¿tú conocías a Mary Jane Daniels? Vivió aquí…

― Por supuesto que me acuerdo de la señorita, es una pena que su padre la mandaanato, era tan pequeña…

―¿C ómo que al orfanato?

― Si señorito, el mismo día que usted se fue a Londres su padre nos envió a mí y a ecoger todas sus pertenencias, un hombre vino a por ella y se la llevó.

― ¿Cómo? ¿Un hombre? ―alzó la voz atónito por lo que estaba oyendo.

― Siento mucho si he metido la pata, supongo que si no sabía nada será porque su pquería que supiera.

― Maldita sea, quién sabe dónde esté ella ahora.

― Bueno señorito, se supone que yo no debo saber, pero creo que la llevaron al orfaRichardson Square, el hombre fue muy disimulado en esconder el logotipo del coche,

matricula lo delató.

― Muchas gracias. El chico corrió al orfanato en busca de Mary Jane. Cuando llegno había terminado y no la encontró. No hubo suerte ninguna de las siguientes veces qscó.

Tras dos semanas de insistencia por fin la encontró. Mary Jane estaba en el com

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― Yo también en ti, Gilbert, todo el tiempo.

― Quiero que me cuentes lo del internado ―le dijo apartándola por los hombros.

― Preferiría no hablar de ello ―respondió ella mirando al suelo.

― Necesito que me lo cuentes ―pidió él, elevando la cara de ella por la barbilla.

Pasaron horas hablando. A Gilbert le resultaba imposible que su padre hubiera actuadezquino. No podía creer el modo en que la había hecho sufrir. Cuando MJ comenzó a cde sus padres adoptivos se sintió tan agradecido que no sabía cómo debía agradecer

e habían hecho por su Mary Jane.Luego le contó sobre Alice, MJ hablaba tan cariñosamente de su “hermana” que Gilbe

oría por conocerla y que ésta le contase cosas de MJ, de lo que hacían juntas…

MJ le contó que había estado viviendo en Londres 3 años y él se sintió molesto poberle visitado, hasta que pensó que lo mismo que su padre nunca le dijo como se hshecho de MJ a ella nunca le habría dicho que él estaba en Londres.

Llegó la noche y Gilbert debía irse.

― Gilbert, quédate ― pidió ella―tu puedes dormir en mi cama y yo en el sofá.― No debería quedarme pequeña, recuerda que no somos dos niños, además, ¿

fá? ―reclamó burlonamente.

― Si, se convierte en cama y ¡es muy cómodo!

― Ésta noche no será, debo resistirme.

― ¿Resistirte? ― preguntó intrigada. La mirada de él cambió de expresión y se fijó enbios, ella entendió a lo que se refería y le acompañó a la puerta ruborizada.

Las próximas semanas no volvieron al apartamento de ella. Salían todos los díastos a todos lados, desayunaban juntos, comían juntos, cenaban juntos pero a la hora dsa él siempre la dejaba en la puerta hasta que ella subiera sola.

Pasaron los días y con dificultad confesaron lo que sentían, estaban destinados a tos desde que nacieron y ellos lo sabían.

Patrick regresó de sus vacaciones, al encontrar a su hijo se alegró mucho por vesar de hablar todas las semanas hacía 4 años que no se veían; pero pronto terminaría

egría, su hijo le confesó que había buscado a MJ y que estaban enamorados. Pmenzó a gritarle y a maldecirle, no podía creer que la distancia que puso entre ellos hos no hubiera podido separarlos, miles de kilómetros, 11 años sin saber uno del otro yí se encontraron.

― Me niego a que sea esa niña.

― No me importa papá, yo la quiero, siempre la he querido.

― No digas idioteces hijo, tenías 9 años cuando te separaste de ella, ahora tienes cas

― Nunca la he olvidado y, a pesar de tus intentos nunca lo haré.

― No lo voy a permitir, ¿me oyes? Disfruta mientras puedas. ―amenazó, promet

mplir sus amenazas.

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Gilbert, enfadado con su padre decidió marcharse, buscaba un sitio donde quedarse perarlo ella le ofreció su piso, quiso mantenerse reticente a aquella oferta, pero no qantenerse alejado de ella ni un minuto más de modo que aceptó la oferta y comenzar juntos.

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Capítulo 5 El adiós de Gilbert 

Patrick no soportaba la idea de que su hijo estuviera enamorado de la hija de Heleodo que investigó a familias adineradas y con el tiempo dio con los Howard, pa

optivos de MJ, concertó entrevistas y logró convencerlos de casar a Alice con Gilbecir nada de MJ.

 Alice estaba completamente en contra pero ante la imposición de sus padres no garse, tuvo que regresar de Londres y dejar sus estudios..

Gilbert en un intento por que su padre se rindiera le dijo que podía intentar lo que quro Patrick amenazó con deshacerse de MJ como debía haber hecho de pequeña yntarle que había comprado el edificio donde ella vivía y el orfanato que tanto adoraba Gustado aceptó casarse con Alice, a la que no conocía, a pesar de que Mary Jane siemp

blaba de su hermana nunca sospechó que sería la misma persona hasta que llegó el dreunión que Patrick había organizado con los Howard.

Habían quedado en el hotel más lujoso de la ciudad, una sala de reuniones habíabilitada para los 5 que ahí asistirían esa tarde, los Howard con su hija, Patrick y su hijo.

Gilbert llegó tarde, entró corriendo por el vestíbulo y corrió al mostrador, un formado le acompaño a la sala donde debía encontrarse con aquellas personas. Al eo estaban el matrimonio Howard y su padre. Alice no había llegado aún de modoperaron en silencio, Gilbert estaba nervioso, sus piernas se movían incontrolablemente

dos acariciaban sus labios nerviosamente.― No estés nervioso, nuestra hija es fantástica.

― Si, eso dicen todos los padres…

Patrick golpeó la pierna de su hijo bajo la mesa mientras se llevaba una mano a sura cubrir con ella la vergüenza que su hijo le acababa de hacer pasar.

Unos minutos más tarde una muchacha uniformada como el chico que había acompaGil entró en el salón tras tocar a la puerta para avisar que Alice no iba a asistir a la reu

manera que la reunión comenzó y terminó sin que Gilbert pudiera conocer a su f

posa.Tras la reunión y bajo la amenaza de Patrick juntó valor para abandonar a MJ.

― MJ tenemos que hablar ―le dijo él con el corazón a mil, ―nos vemos en la esquinmpre en un par de horas.

― ¡Genial!, me muero por verte ―dijo ella ignorante de lo que Gilbert quería hablarle.

Siempre que se encontraban en aquella esquina iban a cenar a restaurantes elegacía un mal día, cielo gris, frío y ventoso pero no le importó para vestir elegantemente,

armario el vestido que mas le gustaba, un vestido azul que Gilbert le había regalado os meses. S e puso sus zapatos de tacón, se maquilló y salió para encontrarse con el

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e lo era todo para ella.

 Al llegar tuvo que esperar, se había anticipado tanto que llegó una hora antes. Ggó, extrañamente tarde y con mala cara.

― He esperado tanto que casi muero de impaciencia ―le dijo mientras se colgaba eello en un abrazo.

― Tenemos que hablar ― le dijo mientras se ponía rígido.

― Perfecto, ¿vamos a cenar y me cuentas lo que sea allí? ―le dijo tras un be

ocándose frente a él.― No MJ. Yo… te dejo ― su cara estaba sin expresión, sus ojos parecían vacíos.

Con aquella expresión casi podía haberse oído el corazón de Gilbert romperse edazos. Por un momento creyó no tener el valor de decírselo a ella, a la única chicadía hacerlo feliz de verdad y a la única a la que quería hacer feliz.

― No entiendo, ¿tengo que ir sola a cenar? ―reprochó en broma ella mientras frunño.

― No Mary Jane, te dejo, no podemos seguir juntos, lo nuestro se termina aquí, ―surompía con cada palabra, mantuvo los ojos abiertos para no dejar caer las lágrimastos a duras penas retenían.

― ¿Hablas en serio? ― preguntó asustada.

Llevaban 3 años juntos, estaba completamente loco el uno por el otro, y no podíaás felices, pero todo aquello se debía terminar, Patrick no iba a dejar que se salieran cya, quizá al principio si huían salieran airosos, pero con el tiempo la ira de Patricanzaría, a su hijo quizá no lo torturase como lo haría con ella, a la que odiaba de verdabert realmente la amaba haría el sacrificio de dejarla para que no sufriera daños por su odioso padre.

― Lo siento mucho Mary Jane, lo siento tanto… ―le dolía tanto verla sufrir que no prarle a la cara.

― Por favor Gilbert, dime que no… que… Gilbert… ―MJ lo miró temblorosa sin colcara, temiendo que fuera real lo que su amado Gilbert le estaba diciendo, buscaba algcara que le delatara, que delatase que era una broma, una de mal gusto.

― Lo siento… ―el muchacho estiró una mano para acariciarle una mejilla pero ante

zarla dejó caer la mano, la miró y apretando puños y dientes se marchó dejándola sola.Ella le miraba mientras se alejaba, pronto desapareció en la lejanía. Era tan grand

steza que no pudo mantenerse en pie y se dejó caer de rodillas en el suelo.

La amenaza de lluvia se cumplió y comenzó a diluviar pero ella siguió ahí, mojmpletamente el vestido que tanto le gustaba. Sus lágrimas se mezclaban con las gotavia que resbalaban por su cara.

Ya había oscurecido y había dejado de llover, pero Mary Jane seguía en el suelo, caquillaje corrido bajo sus ojos y el vestido empapado.

Un coche se detuvo al lado suyo un hombre con voz amable la invitó a subir, ella du

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e se ahí, quizá Gilbert lo pensara mejor y volviera a por ella, continuaba llorando incesauel hombre retomó su marcha.

Pasado un rato el mismo vehículo se detuvo a su lado, aquel hombre volvió a invitabir, habían pasado horas y Gil no había venido a por ella como esperaba que hiciesodo que subió al coche tras la insistente invitación sin pensar en las consecuenciasdría haber para ella el subir con un desconocido.

Mary Jane solo lloraba, sin decir ni una palabra. Unos minutos más tarde se detuvieropuerta de una casa de aspecto señorial, enormes cristaleras separaban la calle de aq

ajestuosa construcción, guiándola por la espalda entraron en la vivienda, dos sirvirrieron a llevarse el sombrero y la chaqueta de aquel hombre y cuando éstas se marcándolos solos en el vestíbulo estiró el brazo y sujetó el tirante de su vestido para quitár se asustó y salió a la calle corriendo, cruzando de acera sin mirar.

Tras un estridente chirrido de neumáticos todo de volvió oscuridad para ella.

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Capítulo 7 Encontrando a Vicenta

Cuando despertó un día después del accidente se encontró en una casa ajena, ermitorio que no conocía. El aspecto de la habitación era muy señorial, era amplio y lumin

cama en la que encontraba tenía un cobertor de color miel, el dosel de la enorme cnía decoraciones doradas y olor de la estancia era agradable. A varios metros de la cbía una mesita, con un jarrón repleto de flores y al lado un teléfono móvil. Saliórmitorio y se apoyó en la puerta que había cerrado tras de sí para terminar de colocarspatos. Miró a su alrededor y pronto una mujer de aspecto refinado apareció en el asillo.

― Oh querida ¡has despertado!

― Sí, yo… ¿qué ha pasado? ¿Dónde estoy?

Mary Jane se llevó una mano a la frente, dejando ver con ese gesto la confusión en lataba sumergida

― Oh querida, lo lamento mucho, mi esposo sin querer te golpeó con el coche cuuzaste sin mirar, creíamos que habías muerto, pero solo estabas inconsciente. Quisvarte a un hospital pero no tenías identificación y preferimos traerte a casa, el médico milia te ha hecho un reconocimiento y dice que todo está correcto… ― explicó la señora

― Yo… un hombre me llevó a su casa e intentó desvestirme, por eso corría, yo… lamhe estropeado su coche.

― ¡Oh no querida!, el coche no es importante, lo importante es que te encuentres s dormido 29 horas seguidas, ¿quieres que mi esposo te lleve al hospital para que te ro médico?

― No… estoy bien. Me gustaría ir… ―calló.

MJ recordó que Gilbert la había dejado, sin explicación alguna y comenzó a llorar.

― Oh querida, no llores, dime, ¿dónde quieres ir?

― Supongo que… no lo sé, simplemente me marcharé. ¿Podría darme un vaso de ag

― ¡Por supuesto! Acompáñame.Mientras ella se dirigía a toda prisa por el pasillo que daba a la cocina Mary Ja

guía en silencio por detrás.

 Al entrar una señora corpulenta le sirvió un vaso de agua, no le vio la cara pero sus mresultaron familiares, la sirvienta de la cocina se giró y continuó cortando zanahorias pana, MJ alzó la vista y tan pronto como reconoció el peinado saltó y abrazó a la cocicho que dejó boquiabierta a la señora Ferrell.

― Dios mío, Vicenta, ¡eres tú! ―dijo con alegría.

― Señorita Mary Jane ¿es usted? ―respondió incrédula la anciana.

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― Sí, soy yo ―le dijo mientras ella se giraba para verla de frente.

―Cuanto tiempo sin verla, ha crecido usted muy hermosamente, se ha convertido eneciosa señorita.

La señora Ferrell miraba sorprendida, supuso que se conocían por la reacción de amb

― Pero Vicenta, ¿qué haces aquí? ―preguntó sorprendida.

― Pues verá señorita…

― Por favor, no me llames señorita, solo llámame Mary Jane ―interrumpió a la cocine― Está bien. Cuando el señor Olsson murió y su hijo envió al señorito Gilbert a Europvió a usted al orfanato a mí me despidió. Mientras yo buscaba trabajo los Ferrell busca cocinera y, aquí estoy, hace 14 años que estoy con ellos.

Miró sorprendida a la señora F errell, curiosa por la situación, Vicenta había cuidaden de ella como lo había hecho Swend y ahora trabajaba para ella.

― N o sabía que os conocíais ―dijo ella al ver que MJ la miraba curiosa.

― Es una larga historia, señora. ―le contó Vicenta.

― Ya veo, la señorita… ― la señora Ferrell miró a la joven, esperando un apellidoe respondió.

― Daniels. A pesar de haber sido adoptada legalmente Mary Jane nunca tomó el apelos Howard.

― Daniels ―sonrió haciéndole un guiño―debió ser preciosa de pequeña.

― Lo era señora Ferrell, lo era, pero aún lo es, ¿no cree? ―los colores subieron ejillas de MJ ―Aunque su hijo también es un chico muy apuesto.

― ¿Tiene un hijo? ― Preguntó la joven curiosa, en esa casa no parecía haber rastdie más que las sirvientas y el matrimonio Ferrell.

― Sí, lo tengo, pero después de la desgracia vive solo.

― O h, lo… ¿siento? ― dijo poniendo cara de consecuencia.

La señora Ferrell bajó la mirada y no respondió.

― No se preocupe señorita Mary Jane.

― Solo Mary Jane ― advirtió MJ de nuevo.

― El señorito Alexander no murió, él tuvo un accidente de motocicleta y se llevó un fpe en la cabeza, pero no murió, él está...

― O h Dios mío… ― murmuró.

Mary Jane horrorizada se imaginó que habría quedado en coma, o parapléjico o asa aún peor.

― El quedó ciego, los médicos no saben aún el motivo ―explicaba Vicenta, ―Despuécidente se negó a ver a nadie y vive recluido en su piso desde hace 3 años.

― Vaya, lo siento, debe ser muy duro para ustedes, ―le dijo a la señora Ferrell pona mano sobre su hombro derecho.

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― ¿Quieres ayudar? ― preguntó de pronto, sorprendiendo a Vicenta y a la joven.

― ¿Ayudar?

― Sí, eres joven y bonita, cuida de él durante unos días, a ver si se anima.

Mary Jane llevaba cuidando de los pequeños del orfanato desde hacía 3 años, el tiee llevaba con Gilbert, a pesar de ser un trabajo que le gustaba hacer no creía queber sido abandonada de ese modo pudiera cuidar ni siquiera de ella misma.

― Debo negarme señora, lo siento, pero lo que me pide es un poco… embarazoso, a

smo ni siquiera sé dónde quedarme.La joven no quería volver a aquel apartamento donde había compartido tantas cosas

amado Gilbert, sabía que si encontraba allí a Gil no podría levantar cabeza, de modo qejor sería no verlo en un tiempo.

― Pero entonces es perfecto, señorita Daniels, él vive solo en su piso, podrías quen él.

― Lo siento pero no ―comenzaba a sentirse violenta ante aquella insistencia, la serrell no la conocía de nada y quería que cuidara de su hijo ciego…

― Solo ven a verlo una vez y luego opinas.

― Pero es que yo nunca he cuidado de nadie ―omitió que hasta hacía unos días htado cuidando de aquellos niños en el orfanato, no tenía ni fuerzas ni ganas para cuiddie.

― Pero él está solo y se niega a vivir con nosotros…

― No, señora, no… es que de verdad no tengo ánimos tampoco, hasta hace unos dcalló, no quería recordar que Gilbert la había dejado, no podía olvidar ver com

archaba y la dejaba sola.― Hace unos días ya es pasado ―sonrió.

Se le agotaban las excusas y la señora Ferrell era cada vez más insistente, Vicnreía al verla presionada, pero no era una sonrisa malévola, era más bien una sonrisrobación, como si realmente estuviera bien que cuidase de un extraño y se mudase crepente, claro que él no solo era un extraño, además estaba ciego y no salía nunca d

arto, ¿cómo iba a cuidar de alguien así?.

― ¡¡Vamos!! ―continuó presionando de un modo que la incomodaba de sobremane

r favor, ―su tono decayó de anímico y fingidamente alegre a un tono de súplica qrtió el alma. Vicenta se dio cuenta…

― Señorita Mary Jane acompañe a la señora Ferrell a ver a su hijo y luego decidaró con un gesto compasivo hacia la mujer―A demás es un chico muy guapo, ―le susudo, con una agradable sonrisa en los labios.

Vicenta parecía la abuela que nunca tuvo, y ahora, después de haberlo perdido todocuperó a ella.

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Capítulo 7 Conociendo a Alex

Eleanor abrió la puerta del apartamento, un escalofrío recorrió la espalda de la joveiba abajo, aparentemente era un sitio espacioso pero la oscuridad lo inundaba

pidiendo ver incluso sus zapatos.― Espera que encienda la luz querida, Alexander prefiere todo cerrado y oscuro.

― Oh ―alcanzó a decir con el hilo de voz que pudo empujar por su garganta.

― Ven, sígueme ―dijo la madre guiándola por un pasillo.

 Al fondo había una puerta, Mary Jane supuso en seguida que tras ella estaría el heanor y comenzó a ponerse nerviosa, en efecto, al abrir la puerta, tras las mantasoluta oscuridad se encontraba Alexander.

Eleanor la invitó a pasar, pero ella se mostró reticente a entrar en el cuarto oscuro dco al que no conocía.

Su aspecto era completamente descuidado, aparentaba unos 40 años, vestía un pul celeste, tipo hospital, pelo largo y desgreñado, barba de varias semanas. Se enconespaldas a la puerta y no se inmutó cuando su madre se adentró en el enormem

sordenado dormitorio.

― Alexander, hijo, saluda a nuestra invitada...

― Dirás tú invitada, madre ―respondió él hosco, su voz sonó entre cortada y llen

margura. ―Entiende de una vez que no soy una mascota de zoo, no me gusta que me margaos de una vez! ― Pidió medio en ruegos.

Eleanor miró a la chica que se encontraba en el marco de la puerta, se acercó aagó la luz del dormitorio y cerró la puerta tras de sí.

― Te lo ruego Mary Jane, cuida de él aunque sólo sean unos días, lleva así 3 añodas maneras no tienes donde ir y aquí no tendrías que preocuparte de nada, solo de hampañía. Incluso puedo pagarte si quieres.

― Oh, no, por favor. Yo es que... bueno, está bien, me quedaré, pero sólo unos días.

― Muchas gracias Mary Jane, de verdad. No hace falta que intentes hablar con éle sepa que hay alguien con él ya bastará.

La señora Ferrell dio un abrazo a MJ y salió del apartamento después de indicarle dtaban las cosas.

Cerca del piso de Alexander había tiendas de ropa, Mary Jane adoraba la ropa, adostirse con ropa de tiendas juveniles.

― Después de recoger esto un poco iré a por algo de ropa ―se dijo mientras m

dadosa a su alrededor.

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La madre de Alexander la dejó sola en el enorme apartamento hacía cerca de mediaaún no se había movido ni un centímetro cuando alguien tocó a la puerta. Dudó si abrirro un grito al fondo del pasillo la despertó del trance.

― ¿Quieres abrir la puerta? No soporto que venga nadie a mí casa a molestar.

―¿Cómo podía él saber que estaba ahí si no he hecho el menor ruido? ―pregunsurros.

Corrió a la puerta pero al abrir no había nadie, sólo un montón de cajas apiladas.

La señora Ferrell sabía que no llevaba equipaje y compró montones de ropa qvaron directamente desde la tienda.

― ¿Cómo podía ella saber mí talla? ―preguntó de nuevo en susurros mientras sacaba caja unos bonitos vaqueros desgastados con adornos de cristales, ―¡¡qué bonitos!!

De pronto sonó su teléfono móvil, en una de las cajas, al levantar la tapa encontró el n una nota adherida a la pantalla.

“Querida, te lo dejaste en la mesita antes de salir de la habitación, era lo único

vabas ayer. La ropa es un agradecimiento por lo de mi hijo.

P.D.: me he tomado la libertad de añadir nuestro número a tu agenda.” 

Mary Jane se sorprendió de no haberlo visto antes de salir. Al despegar la nosbloquear la pantalla encontró 12 llamadas perdidas, solo 2 eran de Gilbert, las restaan todas de Alice, todas las llamadas de Alice tenían mensaje en el buzón de voz. Enomento no tenía ánimos para escuchar mensajes de aliento de su hermana, de modocogió la ropa y fue a la habitación que quedaba libre en aquel enorme apartamento.

La habitación era tan espaciosa como esperaba, toda decorada en gris y blanco. E

mbiente serio, no podía ser de otra manera, el cobertor de la cama tenía un aspecto suventana estaba cerrada como el resto de ventanas de la casa.

― N o estoy dispuesta a estar en penumbra ―dijo elevando la voz lo suficiente comoe Alexander la escuchara a través de su puerta.

Levantó las persianas y abrió las ventanas para dejar entrar el aire fresco.

Tardó un par de días en atreverse a entrar en el cuarto del muchacho, pero cuandpo con el suficiente valor tras tocar a la puerta pasó al triste y oscuro dormitoruchacho se acurrucaba bajo un montón de mantas, la comida que la cocinera había d

la mesita estaba sin tocar, el suelo lleno de ropa revuelta y las ventanas cerradas.― Sé que no te alegras de que esté aquí ―le dijo ella acercándose hasta la cama, e

brazo para tocar el bulto y que él supiera que estaba cerca.

― Pues si sabes que no me gusta que estés aquí no sé porque te has quedadprochó toscamente el joven.

― Bueno, tengo una razón, estoy agradecida con tu madre por…

― Si estás agradecida con ella vete a su casa. Mary Jane pensó por un momento qejor sería irse, pero volvió a mirar el desastre de la habitación y decidió que quería ayu

menos a ser un poco más sociable.

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Los días siguientes se limitó a sentarse en el marco de la puerta, sin terminar de entra

Se aburría estando ahí sin hacer nada de modo que cuando ya llevaba una semana topuerta, él como siempre no respondió, pasó al dormitorio y abrió la ventana, dejando ebrisa matinal y el olor de la lluvia de esos días, recogió la ropa que había en el suelo vó el plato de comida a la cocina.

― Si no vas a comer deberías decir a la cocinera que no preparase comida, de ese mhabría que tirarla.

― Y a ti que te importará… ―reprochó él entre dientes.― Bueno… realmente no es asunto mío, es cierto, pero…

― Corre, llama a quien sea y sal un poco, quiero estar solo ―Mary Jane recordensajes de Alice y corrió a por su teléfono, volvió a la habitación de Alex y se sentó cercventana en una silla.

Los mensajes en el contestador se habían acumulado, ya eran más de 20, ningunbert, cosa que la entristeció. Marcó el número del buzón de voz y comenzó a escucharlo

1. M ary J ane, vuelvo a casa, necesito hablar contigo. ― decía la morena con escifrable.

2. Soy Alice, respóndeme…

3. Mary Jane, ha pasado algo, necesito a mi hermana, por favor, llámame.

Los siguientes 8 mensajes eran iguales, pero llegó uno que dejó a Mary Jane perpleja

12. Por favor Mary Jane llámame, papá y mamá han concertado una boda para mí

so en una semana, te necesito.

 Alice se casaba, hacía tiempo que no visitaba a sus padres adoptivos pero jam

maron para decirle nada de una boda para Alice.13. Al parecer el señor Olsson ha convencido bien a papá de que es lo mejor, realm

sé qué hacer, no podré seguir estudiando.

 A Mary Jane se le hizo un nudo en la garganta, de vez en cuando carraspeaba entar deshacer ese nudo que le impedía respirar.

14. Dios mío Mary Jane dime que el señor Olsson no es el padre de Gilbert, tu Gi

Alice sonaba cada vez más acongojada.

Mary Jane comenzó a llorar, Alexander había podido escuchar parte de los mensbido al volumen del altavoz, no entendía lo que le pasaba, el motivo por el que lloraba mpoco se molestó en preguntar. Mary Jane se levantó de la silla dejando en ella el telée continuaba reproduciendo los mensajes, corrió a su dormitorio y se tendió sobre la c

oró durante horas.

Por la mañana se levantó decidida a no derramar una sola lágrima más a caustrick, estaba segura de que Gilbert y ella encontrarían una solución cuando se calmaseco las cosas, al fin y al cabo ni los kilómetros ni los años pudieron separarlos.

 

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Capítulo 8 Cambiando a Alex

Hacía 2 meses que ella vivía con él. Como cada día entró en su dormitorio, ese dtaba especialmente molesto, estaba frustrado por no poder ver a esa chica que en

da día a su habitación y nunca decía nada, estaba frustrado porque la había oído llovés de la habitación y no podía ayudarla. Ella entró y él le pidió que se fuera.

― Hoy no necesito tu compañía. ¡Vete!

― Pero… yo nunca hablo, ni hago ruidos para no molestarte…

― He dicho que te vayas ―gritó impaciente.

― Solamente me sentaré aquí en la puerta si no quieres que entre…

De pronto Alex cogió la base de mármol de uno de sus trofeos de motociclismo y lo l

ntra la puerta a modo de amenaza, pero sin querer lo lanzó directamente contra la cpeándola directamente en la cara, en el pómulo izquierdo, justo un centímetro y medibajo del ojo. El golpe fue tan fuerte que ella solo pudo decir “lo siento” antes de capaldas contra el suelo. Cuando Alex la oyó caer se levantó inmediatamente.

― ¿Estás bien? ―Ella no respondió, siguió tendida en el suelo, Alex se acercó hasta pando las paredes se agachó a su lado. ―¿Lo he tirado con mucha fuerza, estás bienver que ella seguía sin decir nada acercó sus dedos a la cara de ella y notó una humiente que empapó sus dedos. ―¿No me digas que…? ― acercó su mano temblorosarcibir el aroma del líquido y tan pronto como notó el aroma ferroso supo lo que acababcer.

Ella continuaba inmóvil en el suelo, él acercó la mano a su pecho y palpó con cuidador si respiraba. Respiraba y tenía pulso, con cuidado acarició sus caderas en buscéfono móvil que sabía que siempre llevaba consigo, en sus bolsillos delanteros no esslizó la mano derecha hacia los bolsillos traseros y ahí lo encontró, al palparlo en buscclas vio que su teléfono no tenía.

― Malditos teléfonos táctiles, ¿cómo se supone que he de llamar si no puedo saber dco?

 Alexander se levantó con cuidado de no golpearla aún más y corrió a buscar el teléfocasa.

―Madre, ¿puedes venir? ―dijo él con voz nerviosa tan pronto como descolgaron.

― Dios mío, Alexander, ¿eres tú? ―respondió Eleanor sorprendida al oír la voz de suotro lado.

― ¿Puedes venir? ― preguntó impaciente.

― ¿Te va bien si voy en una hora?

― N o, necesito que vengas ahora, es la chica, se ha desmayado.

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― Oh Dios mío, ¿tú estás bien?

― Sí, ven rápido ―dijo apresurado, y sin dar tiempo a que su madre respondiera ao del teléfono colgó. A tientas cogió una toalla del armario y se acercó a Mary Janachó a su lado y con cuidado puso la toalla en la herida.

― Yo no quería hacerte daño, solo asustarte… ―con la mano temblorosa acercódos a la cara de Mary Jane, y encontró la herida, herida en la que entraban las yemas dedos índice y corazón.

Pasaron solo unos minutos hasta que la señora Ferrell llegó al apartamento de Alex, oda prisa sin darse cuenta de que toda la casa estaba iluminada y con todas las ventertas.

― Dios mío Alex, ¿qué ha pasado? ―dijo arrodillándose junto a la chica, que permanmóvil e inconsciente.

― Yo…

― ¿La has golpeado? ― Eleanor miró a su hijo con horror.

― Yo no quise, lancé el soporte del trofeo de mi mesita y lo lancé para que saliera darto, hoy no quería que ella estuviera ahí, pero lo lancé mal y al parecer le di de lleno ra ―Alex cerró sus puños y los llevó contra su cara, ―de verdad que no quería darle.

― ¿El soporte? Pero santo cielo Alex, ¡¡es de mármol!! ―ella miró a la muchacha, ―e llevarla a un hospital, parece grave, sangra mucho y la herida está muy abierta.

Poco a poco el ojo izquierdo fue poniéndose morado, la cara comenzó a hincharse poco.

― Quiero ir con ella ― afirmó poniéndose en pie.

―¿Cómo? ―respondió su madre en un tono casi en grito, completamente sorprendidafirmación de su hijo, en 3 años no había querido salir nunca bajo ninguna circunstaora él era quien se ofrecía voluntario.

― Quiero ir. ―Cuando llegaron al hospital la trataron inmediatamente, la herida dejascubierto músculo y parte del hueso maxilar, la radiografía mostró una fisura importantequeriría bastante tiempo para curarse.

Eleanor llamó a su casa y preguntó por Vicenta.

― Vicenta, conoces bien a Mary Jane, ¿verdad?

― Sí, señora, ¿ocurre algo? ―preguntó la cocinera extrañada.

― Bueno, ha pasado algo, pero luego te cuento, ¿sabes algo de la familia de ella?

― Bueno, señora, ella no tiene familia, sus padres y su abuelo murieron cuando ella s años.

― ¿Hay alguien a quien pueda contactar?

― Ella estuvo quedándose en la casa de mis antiguos jefes, pero antes de despedira la enviaron a un orfanato, luego la adoptó una familia pero no sé nada de ellos. ¿Ella

n?

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― Sí, bueno, está en el hospital, ella ha sufrido un golpe y la hemos traído al hospitalyo.

― ¿El señorito ha salido de casa?

― Si Vicenta, ha salido, ¡y por voluntad propia! Cuando llegue a casa te lo cuento todo

Después de la sutura de la herida la llevaron a una habitación y buscaron aompañantes, hasta que se despertase solamente podía estar en la habitación la familiodo que la señora Ferrell mintió diciendo que Alexander era su marido y pudieran su

rla.― ¿Familia de la señorita Daniels? ―preguntó una enfermera.

 Alexander ni siquiera sabía el nombre de ella, de modo que ni se inmutó, pero su maccionó de inmediato y él se levantó también. Siguieron a la enfermera hasta la habitnde la habían ingresado.

―Oh querida, ¿estás dormida? ―La chica no respondió, le habían suministrado tibióticos y unos antiinflamatorios, eso pudo con ella y cayó dormida. Llegó la noche cía tarde para volver, de modo que la señora Ferrell decidió que la dejarían dormi

che y por la mañana vendrían a por ella para cuidarla en casa. ― Vamos Alex, émosla descansar aquí esta noche, mañana vendremos por ella, pediremos el alta

varemos a casa.

― No madre, yo no voy a ninguna parte, vete tú y descansa, yo me quedo con ella.

― Pero Alex…

― Madre, ella está aquí por mi culpa, no la voy a dejar sola.

Eleanor se fue sonriendo, su hijo comenzaba a cambiar, había salido por voluntad pro

a a quedarse con Mary Jane toda la noche en el hospital sin que nadie se lo hubiera pedPasadas unas horas Alex se había dormido apoyado en la cama de Mary

steniéndole una mano. Cuando ésta se despertó se encontró con el muchacho que dogado a su cama y que sujetaba su mano, no podía imaginar que fuera Alex.

―Disculpa… ―Preguntó Mary Jane sujetando con su mano derecha la muñeca fermera que estaba cambiando el suero.

― Oh perdona, ¿te he despertado?

― No, tranquila… ¿quién es él? ―preguntó asustada señalando con los ojos a a

xtraño” que sujetaba su mano.

― ¿Él? Tu marido, ¿no? ―preguntó la enfermera confundida.

― ¿Mi marido? ―MJ levantó el tono de voz, cosa que hizo que Alex se moviera y somano, de pronto pudo verle la cara y lo reconoció.

― Dios mío señorita ¿no es tu marido?

― Ehm… ¿sí? ―miró confundida a Alex. ―Verás, es que él a causa de un accidrdió la vista y nunca sale de casa, por eso me ha sorprendido verle aquí ―ella suje

ano de él que fingía estar dormido.

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― Supongo que también ha de influir el golpe y las medicinas que te hemos dado fermera sonrió.

Mary Jane esperó a que saliera la enfermera, se puso en pie y arrastró el soporte paero hasta el otro lado de la cama, como pudo arrastró a Alex que seguía haciéndormido hasta el sofá de la habitación para que durmiera más cómodo.

Cuando MJ se apartó Alex se incorporó.

― Pensaba que dormías ―Le dijo ésta casi en susurro.

― Dormía. A hora duerme tú, por la mañana mi madre pedirá tu alta y volveremos a c― Perdona, ¿volveremos? Yo no voy contigo a ninguna parte ―advirtió.

― Yo… siento lo de tu cara, no era mi intención darte.

― ¿Y lo de mi marido? ―A pesar de que estaba molesta con él por el golpe y por dacho que iría con él después de aquello le resultó curioso que mintiera de ese modo derse quedar con ella esa noche en el hospital.

― Eso ha sido cosa de mi madre, para que nos dejasen estar contigo…

― Yo lo siento, pero como te he dicho contigo no voy a ningún sitio, es más, llamaadre y vuelve a tu casa, cuando salga de aquí volveré a por mis cosas.

― Yo… de verdad que lo siento, nunca quise darte a ti, solo quería asustarte…

― No importa Alex, no me asustaste, me diste, pero no importa, quiero que te vayas.

― Me iré por la mañana, cuando venga mi madre.

Pasaron varias horas sentados cada uno en su sitio, hasta que ella le preguntó.

― ¿Por qué has venido Alex? ¿De verdad llevabas 3 años sin salir? ―la curiosidad la

omper su silencio.― 3 años… sí.

― ¿Porque estás aquí?, ¿acaso querías golpearme en la otra mejilla?

― ¡¡Por dios no!! Ya te he dicho que nunca quise darte a ti.

 Alexander estaba realmente arrepentido y ella se había dado cuenta, pero qolestarlo.

― Entonces no lo hubieras tirado, darme a mí era una posibilidad dado a que no ves

bías donde lo lanzabas.― Lo sé, tienes razón.

― ¿Por qué estás aquí?

― Ya te de dicho que no quería darte, simplemente quería estar contigo, no queríatuvieras sola.

― Qué romántico… ―le respondió intentando camuflar una sonrisa.

 A pesar de cómo se sentía, molesta y dolorida, estaba satisfecha pensando que hrado hacer salir a Alex de su cuarto y de su casa, aunque fuera por esas circunstancias

Llegó la mañana, la señora Ferrell entró en la habitación pero Alex no estaba.

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― ¿Oh, Mary Jane querida, te duele mucho?

― No te preocupes Eleanor, los sedantes son bastante buenos en su labor, recogeo y marchaos, yo… iré a por mis cosas en un par de días, cuando me den el alta.

― Alexander no está, habrá ido al baño. La señora Ferrell se sentó y esperarperaron, en vista que Alex no regresaba a la habitación Eleanor salió en busca de sur si no sabía qué habitación era la de MJ, pero por más que buscó por los pasileguntó en los mostradores su hijo no estaba.

 

Cuando Alexander escuchó la profunda respiración de Mary Jane supo que se hrmido, se puso en pie y caminó por el largo pasillo, su mano izquierda rozaba la paresca de la puerta de salida.

― Disculpe señor Daniels ―llamó una enfermera a sus espaldas.

― Señor Ferrell, en realidad ―corrigió él.

― Señor Ferrell ―repitió la enfermera con una sonrisa―¿puedo ayudarle?

― Bueno, pues sí, podría llevarme hasta la salida, necesito ir a casa y cambiarmpa.

― S í, sujete mi brazo ―la joven enfermera sujetó la mano derecha del rubio y la sta su brazo.

Caminaron despacio hasta la salida.

― ¿Necesita que llame a un taxi?

― No hace falta, gracias, ya hemos pedido uno con el móvil de mi mujer ―mscaradamente.

― De acuerdo ―ambos sonrieron cortésmente y la enfermera volvió a su trabajo.

 Alex caminó y caminó, nunca había experimentado nada igual, percibía sonidos que ntes había escuchado, olores y texturas. Cuando pasaba delante de una pastelería ptinguir el aroma de los bizcochos, de los brownies y de los gofres, podía percibir el oloramelo y el olor del horno caliente.

 Al pasar por delante de una cafetería llegaba a él el tintineo de las cucharas de los clie movían fogosamente el café de la mañana.

Todo a su alrededor era una sinfonía de cosas nuevas, o cosas a las que jamás antbiera prestado atención.

Con sumo cuidado y con la ayuda de varios viandantes llegó hasta un enorme parquedines a varios kilómetros del hospital, le había llevado 3 horas llegar hasta allí.

 Al entrar por las puertas de acero de la entrada un sinfín de sonidos nuevos le alcanzarillos piando por encima de él, el sonido de sus pasos sobre la graba del camin

ovimiento de las hojas acompasando la brisa matinal, que parecía susurrarle. Eran tantamociones que le producía todo aquello que no pudo contener la emoción, casi podía verlo

Notaba el sol de la mañana acariciando sutilmente su piel y el peculiar aroma del esta

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pleto de patos.

Eleanor había pedido el alta de MJ antes de entrar en la habitación y mientras buscahijo la enfermera que había acompañado a Alex hasta la entrada entró a informar a MJalta estaría lista en unos minutos y ya podría irse. Antes de salir se dirigió a Mary Jane

― Espero que su esposo haya llegado bien a casa.

― ¿Qué quiere decir? ― respondió MJ extrañada por aquella afirmación.

― Bueno, hace como 2 horas le acompañé a la entrada, decía que iba a ca

mbiarse de ropa.― ¡¿QUE?! ―preguntó exasperada MJ.

N o podía creer lo que estaba oyendo en boca de aquella enfermera.

― Dijo que había llamado a un taxi con su móvil ―afirmó convencida.

― ¿Con mi móvil? Mi móvil está en su casa, ¿sabes? ― preguntó al borde de un ataq

― Vaya, lo siento, ¿lleva el bastón, al menos?

― En tres años no ha salido de casa, no tiene bastón ni idea de cómo moverse.

MJ comenzaba a ponerse más nerviosa por momentos, no podía creer lo que essando, Alexander se había marchado solo. Se levantó de la cama y comenzó a quitarama del hospital.

― Voy a llamar a la policía.

―Tramita mi alta porque voy a salir a buscarle ― reclamó mientras se vestía con la e Eleanor había traído.

― ¿La señora era su madre?

― Sí, si la encuentras por el pasillo dile que me he ido, si no la ves avisadleegafonía.

Unos segundos más tarde MJ salía por la puerta a toda prisa con la cara amoratadaan parche de gasas que cubría la herida suturada.

MJ no sabía por dónde empezar a buscar, comenzó preguntando a los viandantes.

Extrañamente solamente se acordaban de él las mujeres, de modo que fue preguntandas las que iba encontrando.

― Oh sí, ya me acuerdo, ¿ese muchacho era tu novio?―No señora, era mi marido ―continuó con la farsa, ―díganme, ¿dónde le han visto?

―Bajaba por aquella avenida acompañado de unas muchachas, pero de eso hacucho rato, quizá una hora o más.

―Muchas gracias, ― respondió ella corriendo en aquella dirección sin dejarntinuasen hablando.

Siguió unas instrucciones, luego otras, llevaba más de una hora dando vueltas en ua dirección, de pronto un grupo de chicas que pasaba por el lado de MJ iban coment

bre un tipo con barbas y ojos azules que se hacía el ciego, Mary Jane descaradament

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eguntó.

― Disculpad, ¿habéis visto a un chico alto y rubio por aquí perdido?

― ¿Tú también quieres verle? ―preguntaron las chicas.

― Bueno… él es mi marido.

― ¿Lo de la cara te lo ha hecho él? ―preguntaron curiosas.

― ¡No!, por Dios, ¿cómo me va a hacer esto él? ―mintió sin saber por qué le protegí

― ¿Cómo te lo has hecho? MJ pensó unos segundos como salir airosa de esa pregro pronto se le ocurrió algo que podía encajar perfectamente.

― Realmente no creo que sea algo que os concierna, pero estaba sacando la comprche y la puerta cerró con el aire y me dio en la cara ― sonreía por dentro al ver lo bienhabía quedado la mentira.

― El chico está en los jardines al final de la calle, cuando le hemos visto estaba senel césped riéndose él solo.

MJ no esperó que dijeran nada más y corrió calle abajo a toda prisa, entró en los jar

scando desesperadamente.― Si hubiera sido un poco más amable… ―dijo en voz baja volteando un mur

bolitos.

― Me hubiera ido igual ―respondió Alex, que se había sentado en un banco trabustos.

MJ se sintió tan aliviada por escucharlo y saber que estaba bien, que no dio la vueltarlo.

― Te odio ―dijo mientras se sentaba en el bando al otro lado de los arbolitos, quedespaldas al rubio.

― ¿Por qué has venido a por mí? ―preguntó curioso.

― Imagínate como se habrá puesto tu madre cuando la enfermera le haya dicho queido sin decir nada.

― ¿Has salido sin permiso del hospital solo para buscarme?

― Estaban tramitando el alta, de modo que es como si me hubieran dado el permiso ir. Espero que al menos hayas disfrutado el paseo.

 Alex no respondió.

MJ dio la vuelta hasta ponerse frente a él, sujetó su brazo y tiró para ponerlo en pie.

― Vamos, no preocupemos más a tu madre, primero has desaparecido tú y luego mo yo.

― De modo que te has escapado ―dijo burlón.

― Estaban tramitando el alta ―replicó ella simpática.

 Alexander comenzó a reír mientras comenzaba a caminar al lado de ella sujetand

gado brazo.

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― Algún día me contarás como has llegado tan lejos tu solo. ―preguntó ella al raomar la macha.

― ¿Te vas a quedar?

― Si quieres que me quede voy a poner normas.

― Me parece justo, pero recuerda que es mi casa.

― Tu madre me dijo cuándo accedí a quedarme que estaba en mi casa... de modoy a poner normas si quieres que me quede.

1. No debe volar absolutamente nada, casi pierdo un ojo por objetos voladores

2. Nos llamaremos por el apellido o el nombre, no tu ni oye ni hey.

3. No quiero gritos ni malas caras, somos adultos y hablaremos como persona

4. No quiero hablar de temas personales, no voy a estar tanto tiempo comoser amigos de manera que los temas personales sobran. Y ya se me ocalgo más. ¿Quieres añadir algo tú?

― Si, siento mucho lo del golpe.

― No te preocupes, ya se me pasará ―le tranquilizó.

Dos horas más tarde llegaron al hospital, en él estaba la policía registrando plantaanta y Eleanor llorando en recepción.

― Dios mío Alexander… ―dijo MJ al ver a la señora Ferrell.

― ¿Qué pasa? ― preguntó él curioso.

― Es tu madre, está llorando.

 Alexander caminó torpemente hasta la ventanilla de recepción, dónde su madre l

mediatamente. Corrió hacia su hijo abrazándolo como si hiciera siglos que se hubiera idoCuando se solucionó el asunto de Alex dieron a MJ un sobre con el alta, los resultado

radiografías y la receta de lo que debía tomarse para el dolor.

Cuando llegaron al apartamento de Alexander éste se fue a su cuarto.

― ¿Querrás salir luego? ―le dijo ella a voz en grito para que la escuchara.

― Por hoy he tenido suficiente.

Ella se fue a su dormitorio y tras tomarse su medicina se quedó dormida en aq

nfortable cama.

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Capítulo 9 Llevándose bien

 A pesar de que MJ no pretendía estar mucho tiempo en casa de Alexander iban pasdías y con ellos las semanas y los meses. El golpe de su cara se había cu

mpletamente, dejando solo una cicatriz que se iría con el paso del tiempo. Alex no había vuelto a impedirle el paso a su habitación.

MJ solía sentarse en la silla frente a la ventana en el cuarto de Alex, sobre su reocaba el portátil blanco que Eleanor le había regalado y escribía incesante.

― ¿Qué es lo que escribes? ―preguntó Alexander curioso.

― Lo mal que te queda la barba y ese pelo sin arreglar ―bromeó ella.

 Alexander pensó entonces en arreglarse, siempre había sido un chico muy guapo

bía. Antes del accidente que le hizo perder todo lo que tenía, así al menos lo considerabchicas hacían corro alrededor suyo acariciando sus brazos o su pelo hasta que llechelle y las echaba a todas.

Michelle y él llevaban juntos 5 años y aún se sentía insegura de su novio, era demaapo y aunque él no hacía caso a ninguna otra siempre se sentía mal pensando que scuidaba un segundo otra se lo quitaría.

Cuando MJ se marchó a su cuarto a dejar el ordenador Alexander se puso en pie, fño, buscó la cuchilla y llamó a su compañera, que corrió a ver lo que necesitaba.

― Voy a afeitarme ―le dijo sonriente. Ella no lo podía creer, a veces era como si conabras le hiciera recapacitar y eso le hacía sentir bien.

― Me da miedo que te cortes ―le dijo sujetando la mano con la que Alex sostenada cuchilla.

― No voy a cortarme, vas a afeitarme tú.

― ¿Yo? ―preguntó sorprendida. Ese chico tenía la habilidad de sorprenderlealquier cosa.

― Yo nunca lo he hecho solo… desde ya sabes… siempre lo ha hecho mi madre, ahoca a ti.

Mary Jane temió por un momento hacerle daño y estuvo a punto de negarse cuandonquilizó.

― Tranquila Mary Jane, ― el modo en que él decía su nombre le gustaba tanto que pomento pensó que sería genial escucharlo por siempre.

― Está bien, pero nunca lo he hecho antes. Él buscó a tientas sus manos y trasetarlas con fuerza intentó suavizar sus nervios.

― No te preocupes si me cortas un poco, ¿de acuerdo? Cuando yo comencé a afeit

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mbién me cortaba a veces.

―Está bien… Con cuidado repartió la espuma por encima de su barba, perfilandonitos labios, marcando el borde de su mandíbula y comenzó a pasar la cuchilla dejanscubierto su final piel.

Continuó hasta dejar la cara completamente desnuda de pelo.

― Y dime Alex…

― ¿Si? ―preguntó tras la pausa de ella.

― ¿Qué vamos a hacer con éste pelo? ―Él rió ante la obvia respuesta.

― Cortarlo, claro… Ella rió pensando que se trataba de una broma pero pasada unaexander parecía una persona completamente diferente, incluso cambió el pijama azuía llevar por un chándal que le quedaba especialmente bien.

― ¿Sabes Alex? No has salido desde el día del hospital, de eso hace varios mesese ha terminado el helado y el chocolate, ―dijo ella al verlo cuando salió del dormitorio ve

ese modo.

― ¿Qué quieres decir?― Que vamos a ir a comprar.

 Alex se quedó estático por un momento, sin dar un paso adelante o hacia atrás.

― No sé… ―dijo el temiendo salir.

No le gustaban esas gafas oscuras que su madre le había regalado, no por que purlas y no le gustase el modelo sino porque todos los que le vieran con esas gafas sae era ciego y no le gustaba.

― Yo si sé, ¡vamos! ―ella sujetó su brazo e iba tirando de él mientras éste se resistía

― No sé Mary Jane, no creo estar preparado.

― Sí lo estás, sólo confía en mí.

Segundos más tarde subían al ascensor del edificio y luego salían a la calle.

Mary Jane no soltaba el brazo de él, gesto que le daba seguridad a ambos, si le eto no se alejaría y no se perdería, si ella le tenía sujeto sabía que iba a cuidar de que sara nada.

Las puertas del centro comercial se abrieron, hacia la derecha estaban los carros yner una moneda tiraron de uno de ellos.

―Vamos Alex, sujeta aquí ―le dijo colocando sus manos en la barra transversal dnde se empujan los carros de los supermercados.

― ¿Y si me choco? ―dijo el temiendo empujar algo sin saber dónde lo llevaba.

― N o lo harás, yo te guio… ―respondió ella con una sonrisa.

 A medida que iban llenando el carro con cosas escuchaban comentarios de señorascían las últimas compras del día, ya había anochecido pero aún y así la tienda estaba lle

― Pobre chico, tan joven y ciego… ―se escuchó a una señora

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―Una lástima, una chica tan guapa y que el novio no la pueda ver ―se escuchaba arsona, eso ruborizó a la joven pero por suerte él no podía verla avergonzada.

Ella aceleró el paso tirando del carro en el que aún estaba sujeto el joven.

― ¿Sucede algo? ―dijo preocupado al ver que ella no decía nada en un rato.

― No, es solo que no me gusta que hablen de nosotros…

― No te preocupes, a mi no me importa.

― Pero creen que soy tu novia, Alex…― Ya hemos fingido estar casados… ¿no? ―sonrió.

De vuelta a casa Alex llevaba una bolsa en una mano mientras con la otra sujetaba ompañante, ella llevaba dos bolsas y lo guiaba a él.

― Que emoción Alex ― dijo ella soltando las bolsas en la isla de la cocina.

― ¿Que emoción el qué? ―preguntó él.

― ¡Llevarte a comprar! Dime que lo haremos más veces.

―Bueno… supongo que sí… ―respondió acomodándose las gafas sobre la nariz.Eleanor visitó a su hijo unos días después que MJ le contase que habían ido a compra

o estaba genial, el carácter ya no era el de un solitario y amargado ermitaño, disfrutabcompañía y eso se notaba en su sonrisa. Estaba casi irreconocible, arreglado, bien ve

uera de su dormitorio. A pesar de que la mayor parte del tiempo seguía encerrado MJ hrado sacarlo de su habitación, comía fuera, en la mesa con ella, escuchaban música j

bromeaban a menudo.

Tal y como Mary Jane le había pedido la señora Ferrell llevó dos entradas al parqu

acciones, ninguna de las dos dijo nada a Alexander.Sonó el despertador muy temprano, MJ se levantó y se vistió, corrió a despertar mpañero, a él le gustaba que ella se acercase a su cama para despertarle.

― Vamos perezoso ¡levanta!

― ¿Porqué tan temprano?

― ¡Vamos al parque de atracciones!

― Yo no voy, déjame dormir, ―gruñó acurrucándose bajo las sábanas.

― Ni hablar, tu vienes conmigo. A MJ le daba igual cuanto insistiera él en no ir, sabíadría convencerlo aunque le llevase horas, pero a pesar de sus negativas Alex también qTodo lo que ella le enseñaba era especial para él. Una persona ciega no ve las cosasmo modo y a Alex le gustaba las cosas que Mary Jane le enseñaba. Con ella todo o color, a pesar de no ver.

Pasaron por el torno de la entrada, una chica con voz de estar resfriada les puso unnsparente en el reverso de la mano, MJ agarró su brazo y se dirigieron a las tazas giga

― Te propongo un juego ―le dijo ella en tono juguetón, él sonrió.

― A ver…

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― Te voy a llevar a algunas atracciones y sin decirte qué atracción es… tienesvinarla.

― Me parece bien ― sonrió ante la idea de jugar con ella.

 A sí pasaron horas, como niños yendo de una atracción a otra.

Compraron fotos de todas las atracciones, él no podía verlas, pero a ella le hacía ilner un recuerdo de ese día para conservarlas el día que se fuera.

Exhaustos fueron a sentarse en uno de los montículos de césped que rodeaban to

rque. Había familias comiendo o parejas haciéndose arrumacos o amigos hablando, s se sentaron bajo la sombra de un árbol.

― Dime Mary Jane ¿tenías novio antes de venir a mi casa? ―preguntó de repente.

― Yo… no ―respondió ella con un tono triste. N o esperaba una pregunta así y menoexander.

― Recuerdo la primera semana de estar en mi casa, entraste en mi habitación ntaste en la silla a escuchar tus llamadas perdidas. ¿Eran de él? Ya sé que dijiste qublásemos de temas personales, pero hace 6 meses que vivimos juntos y…

― Tienes curiosidad…

―Sí.

MJ se quedó en silencio unos minutos, mientras recordaba aquellos mensajes de Alicenca respondió.

― Hace meses que deben estar casados… ―pensó en voz alta con la vista fija nito.

― ¿Casados? ―preguntó él sorprendido por la respuesta. Despertando a MJ del tr

el que se había sumergido.― No, no tenía novio, ―el tono de ella fue apagándose y él entendió que no debía vol

car el tema―¿Y tu Alex? ― preguntó de pronto.

― Yo… verás es fácil, tuve el accidente y Michelle me dejó antes de despertar del co

― Lo siento ―dijo ella lamentando lo que le había ocurrido.

― Yo no. No debía quererme tanto como decía cuando me abandonó sin mirar aemás nunca ha vuelto a contactar conmigo.

La muchacha no supo que responder, en ese momento le vino Gilbert a la mente pe quizá él no la quería como ella creía cuando le dejó.

La tarde comenzó a arreciar, a pesar de estar llegando el verano había tardes en lasaire frío estremecía hasta las hojas de los árboles, preparadas para el caluroso veranoavecinaba.

Viendo como él tenía la piel de gallina a causa de la bajada de temperatura descolga del bolso una sudadera de cremallera que le había cogido antes de salir y tras ayudanérsela sujetó su brazo y se marcharon a casa.

 

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Capítulo 10 ¿Celos?

Llegó por fin el verano y con él las temperaturas abrasadoras, MJ muerta de opuso a Alex ir a la playa, él también estaba terriblemente acalorado de modo que acn rotundamente que parecía que la iba a obligar a ir a refrescarse.

Cogieron una toalla tamaño gigante para tenderse en la arena y otra más pequeña carse.

 Al llegar MJ divisó un hueco entre la muchedumbre y pidiendo a Alexander que noviese y extendió la toalla, ambos se sentaron y comenzaron a desvestirse quedánamente con la ropa de playa que llevaban bajo la ropa, ella un bikini de rayas de coloresbañador también de rayas que parecía escogido adrede para que pareciera que

vios.

Esquivando otras toallas llegaron hasta el agua y se remojaron un rato, luego substa la toalla y se estiraron en ella para secarse con el sol.

De pronto una pareja se detuvo a delante de ellos, Mary Jane de pronto se quedbla, mirándolos en modo de disculpa, cuando la morena le sonrió con lágrimas en los se puso en pie dejando a Alex sentado en la toalla y abrazó a su hermana durante un o.

― Lo siento mucho, ―se lamentó MJ sin soltar a su hermana.

―Yo también lo siento― respondió la morena secándose una lágrima que se escurrímejilla.

Gilbert estaba feliz por verla, se moría por abrazarla y llevársela de allí, no la recor

n tan buen aspecto, ella siempre le había parecido preciosa, pero estaba mucho más ge unos meses atrás, cuando la dejó; estaba nervioso y emocionado pero fingió estar mor la falta de comunicación. Le molestaba que estuviera con otro chico en la playa, aden otro tipo tan guapo.

― ¿Él es tu novio? Dios mío Mary Jane, ¡es guapísimo! ― exclamó la morena mirquiabierta al rubio de la toalla.

― ¡Tshhh! ―corrió Mary Jane para cubrir la boca de su hermana.

― Tampoco es tan guapo ―Dijo Gilbert con desdén, muerto de los celos.

― Y… ¿qué tal os va? ― preguntó MJ, por el tono de su pregunta no hubiera parenca que había estado toda su vida enamorada de él.

― Supongo que no tan bien como a ti ―respondió

Gilbert mirando de reojo al acompañante de su amiga.

 Alice volvió a abrazar a su hermana con el ansia de los 4 años que no había prazarla.

― Mary Jane tenemos que hablar ―le dijo.

― Lo sé ―Alex percibió el tono de obligación en su voz y supo que algo no iba bienuella pareja.

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Pasaron unos minutos hablando, Alex, a pesar de no haberse levantado de la toataba escuchando todo, y los celos comenzaron a hervir en él, parecían cercanos y eco tenía una voz bonita, ambos se dirigían a MJ con cariño, quizá él más que ella, cufueron Mary Jane volvió a la toalla, Alex estaba molesto y le pidió que lo llevase a casa

La muchacha se vistió quitándose cuidadosamente la arena de la piel para no llenche de ella, ayudó a Alex a ponerse la ropa, él estaba notablemente enfadado y cuandontencionadamente le rozaba el brazo o la espalda al ayudarle con la camiseta él bufaba

artaba.― Alex, ¿qué te pasa? ¿Estás molesto por algo?

― No ―respondió inmediatamente, ―¿ese era tu ex novio?

MJ recogió la toalla de la arena y después de unos minutos, cuando subían al cocspondió.

― Él es mi ex novio, ella es Alice mi mejor amiga y mi hermana adoptiva.

 Alex no dijo nada en todo el camino de regreso a su casa.

 Al entrar aún se le veía más molesto.― No vuelvas a entrar en mi habitación, ni para despertarme, ni para traerme com

ando yo quiera comer ya saldré, ―dijo mientras se dirigía por el pasillo hasta su habitacrró la puerta de un portazo.

― ¿Pero qué he hecho? ― preguntó Mary Jane sorprendida por la actitud extrañexander.

Se dirigió al baño, se quitó la ropa y se metió en la ducha, Alex estaba en su habittado por lo que acababa de pasar y molesto por no entender nada, no sabía por qu

bía molestado de esa manera con ella.Escuchaba a su compañera en la habitación de al lado y comenzó a irritarse de nuevo

― Ni siquiera se ha molestado en presentarme. ¿Tan poco significo para ella? Si é… ―comenzaba a molestarse de que aquel tipo de voz agradable fuera su ex n¿Aquella vez lloraba por él?

Mary Jane estaba en su habitación terminando de vestirse cuando de pronto irrumpió habitación sin avisar.

― Dios, Alex, llama antes de entrar.Su primer instinto fue cubrirse con cualquier cosa para que no la viera semi desnuda,

onto se dio cuenta de que no podía verla.

― Tengo que hablar contigo.

― Un segundo ― respondió ésta.

Se dio la vuelta y terminó de vestirse mientras él palpaba el aire en busca de la camantarse en ella.

― Dime, ¿de qué quieres hablar?

― Necesito que me cuentes qué pasó con ese tipo.

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― ¿Por qué Alex?

― Porque quiero que me lo cuentes ―casi se lo estaba imponiendo

Ni él mismo podía creerse haber irrumpido así en la habitación de ella y estar exigiée le contase algo que sabía que no quería recordar.

Mary Jane se sentó al lado de Alexander, comenzó contándole sobre lo poco cordaba de su infancia, sobre como el padre de Gilbert los había separado y sobre combía enviado a un orfanato porque la odiaba demasiado como para tenerla bajo su m

cho. Alex empezó a sentirse mal por ella. Le contó sobre Alice y sus padres adoptivoando ella tenía 18 años y Gilbert la encontró, los 3 años que para ella fueron maravillomo luego la abandonó por culpa del padre de él, el mismo que la envió a un orfanato.

 Alexander le preguntó por aquel día que comenzó a llorar en su habitación y espondió que las llamadas eran de Alice para contarle que sus padres la estaban obligansarse y que su futuro marido era el mismo del que había estado enamorada MJ toda.

Ella apoyó la cabeza en su hombro.

― Por suerte o por desgracia terminé aquí, contigo ―le dijo ella.― Lo siento.

― ¿Qué sientes qué Alex?

― Todo, lo que te pasó, que tuvieras la desgracia de venir a cuidar de un ciego solitaberte obligado a contármelo.

MJ se puso en pie inmediatamente, se puso frente a él y colocó las manos a ambos lsu cara, sujetándola con firmeza para obligarlo a tenerla de frente.

― Venir a tu casa no ha sido una desgracia Alex, no puedes imaginar lo agradecidatoy y lo bien que lo paso contigo ―comenzó a decir mirándolo directamente a eciosos y azules ojos que, aunque sin vida lucían hermosos.

 Alex cogió aire profundamente, las palabras de ella habían provocado sensaciones en

― Estoy agradecida con tus padres por traerme aquí y contigo Alex, sobre todo conpaso tan bien a tu lado que me olvido de mi pasado y soy feliz.

― Gracias ―le dijo él con la voz entre cortada.

Realmente se sentía a gusto con él, quizá al principio pensó en irse y dejarlo comargura y su ansiada soledad, pero ahora era diferente y le gustaba estar con él a t

ras, hablar, enfadarse, reír... 

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Capítulo 11 ¿Soy tuyo?

Después de los meses que llevaban sin verse Mary Jane y su hermana quedó con ra ir al zoo, un día en que podrían disfrutar los tres como nunca antes lo habían hecho,mbién quiso ir, no iba a dejar a MJ con su ex novio, sabiendo que Gil estaba enamorada.

 Al llegar ella como siempre iba sujeta de su brazo, pero para darle un poco má

ovilidad deslizó su mano Hasta la de él, cogiéndole de la mano, Alex sintió un millónsaciones en el estómago, su mano era suave y parecía frágil pero a su vez le sujetabameza, como si no quisiera dejarle ir. Sin pensarlo dos veces entrelazó sus dedos con loa, Gilbert vio el gesto y cambió su tono de voz, solo Alex se dio cuenta de que esolesto.

Caminaban por los amplios caminos de arena deteniéndose en cada recinto. frutaba de la risa de MJ cuando reía por las cosas de algunos animales, uno de los mzó un chupete que se le había caído a uno de los bebés de la gente que también mira

animales, la puntería quiso que el chupete golpease directamente en la frentexander, que llevó su mano libre al golpe con cara de asombro sin saber qué había ocur

― Oh Dios mío Alex, ¿estás bien? ―le preguntó MJ intentando contener la risa.

― Eso, tu ríete, ¡¡que el golpe me lo he llevado yo!! ― respondió burlonamnteniendo la risa, ―¿qué ha sido? ―preguntó refiriéndose a qué le había golpeado.

― No quería reírme, lo siento, ―se contuvo ―ha sido un chupete, lo ha lanzadmpancé ― explicó, quiso soltar la mano de él para mirar de cerca el golpe de su frentese aferró aún más fuerte, ―si no me sueltas no puedo mirarte el golpe.

― Estoy bien, no es necesario que me sueltes ―ella sonrió ruborizándose mieretaba de nuevo su mano con la de él.

 Alice y Gilbert estaban en el recinto de al lado observándolos.

― Hacen una pareja estupenda, ¿no crees? ―dijo Alice a su marido.

― Él no me gusta para ella.

― Lo sé… ―respondió ella sabiendo que a ojos de Gilbert nunca nadie serficientemente bueno, ―pero yo creo que es el adecuado, alto, guapo y la quiere, sólo

como sujeta su mano. Parece tan indefenso…― Seguro que solo lo parece.

 Alice sabía que Gilbert seguía enamorado de su hermana. Nunca la había mencioro ella lo sabía, siempre recordaría la promesa que se habían hecho de pequeños su y se sentía culpable por la infelicidad que había causado a ambos pero al menos p

entar ayudar a su hermana.

Continuaron caminando por los caminos y de pronto las chicas necesitaron ir al baño.

― Gil, ¿te quedas con él un momento? ―preguntó MJ a su amigo, que estaba muer

celos de que ella no soltase a Alex ni un momento.

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― Ni hablar ―respondió con desdén―quédate tú con él.

MJ pareció confusa por unos momentos, pero pronto supo qué hacer. Volvió a agarano de Alexander y tiró de él, entrando al servicio de chicas con aquel hermoso chico.

― ¡Atención chicas! está entrando un chico, pero no puede veros así que no gritéis y téis mal, ¿de acuerdo?

― ¿Cómo? ―gritó Alex sorprendido palpando en busca de la salida.

― Gilbert no quiere estar contigo y yo no quiero dejarte solo, así que… ―ruborizad

que le iba a decir se acercó a su oído y le dijo, ―quédate conmigo, no te vayas con nina, ¿vale?

MJ entró en una de las cabinas, dejando a Alex apoyado en los lavabos del gran cuarño, fuera escuchaba murmullos, sabía que Alex despertaba pasiones y eso de algún monquilizaba, mientras las chicas murmurasen lo estarían tratando bien.

― Mary Jane,¡¡Se llevan a Alex!! ―gritó la morena de pronto.

Tan pronto como lo escuchó salió en busca de él, no le dio tiempo ni de remeter la car el borde del pantalón.

― Perdonad chicas, ―dijo entre jadeos cuando alcanzó a las 3 muchachas que bían llevado con la excusa de que ella le había dejado ahí tirado. ―Buscaos a otro ar ¿vale? Él es mío, ―matizó esa última palabra, que dejó ir de sus labios con un tonsesión que los 4 ajenos a ella entendieron a la perfección.

Las chicas se marcharon a regañadientes, soltando el brazo del rubio.

― Mmm… ¿soy tuyo? ― preguntó él divertido mientras caminaban hacia la otra parej

― Sí, bueno, ya sabes.

― N o… no sé ―afirmó para molestarla.― Bueno… no es que estuviera diciendo que eres mi novio ni nada de eso, es solo q

sé, olvídalo ― comenzaba a ponerse nerviosa por no saber explicar.

― ¿Querías dejar claro que estábamos juntos?…

― Yo… Juntos, juntos… ―respondió ella tímidamente, algo que provocó una carcajad

Gilbert los miraba desde la distancia corroyéndose de los celos, no podía seguir vién

esa actitud con otro chico.Después de un rato paseando se detuvieron en la tienda del zoo para comprar recue

ce compró postales de animales para sus padres y un enorme peluche para su anbitación, MJ solamente miraba en busca de algo que Alex pudiera identificar con el ando de pronto su hermana cogió de una de las estanterías un peluche de un monoernas y brazos largos, rodeó el cuello de Alex con los brazos del peluche juntando el v

los extremos y rodeó el cuello de MJ con las piernas del mismo, juntando del mismo mvelcro de las extremidades, dejando a la pareja unidos por un peluche. Alex palpó intent

entificar lo que le habían puesto y en el otro extremo encontró a MJ.

― Vaya, ahora parece que no voy a poder separarme de ti ―con esa inocente fras

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a indirecta que Gilbert entendió a la perfección.

― Si, eso parece, ― respondió la muchacha ruborizada mirando a su hermana connrisa.

― Os prohíbo que os lo quitéis hasta que no os lo diga ―dijo la morena sonriente miesaban por caja para pagar todo lo que habían comprado.

 Alice quiso ver las ballenas desde que habían llegado al zoo e insistía como una nda rato, de manera que se encaminaron hacia el acuario con los peluches y la bolsa co

stales.El día se había nublado, el sol resplandeciente de hacía unas horas había dejado pa

nubes negras que ahora lo cubrían todo, aun así siguieron paseando tranquilamente po. Al llegar al acuario la función de las ballenas ya había empezado y las últimastaban llenas, dejando solo las dos primeras filas vacías.

La orca saltaba, aleteaba, salpicaba con la boca. El entrenador se subía en su lomoseaba por debajo del agua para luego dar un gran salto sobre ella.

En uno de los saltos salpicó abundante agua hacia el público Alex no había qu

nerse el chubasquero que les habían repartido y se mojó, solo llevaba una camiseta fcía frío como para ir mojado sin pensarlo MJ le rodeó por la cintura con su brazo para or. Alex colocó sus manos sobre sus brazos con una tímida sonrisa en los labios.

― ¿No te estás excediendo Mary Jane? ― preguntó Gilbert irritado, ―tampoco nto frío ―Alice le golpeó cuidadosamente con el codo a modo de advertencia para qu

interrumpiera.

 Alex sujetó su brazo para apartarlo, no quería causar un ambiente incómodo entratro.

― No, Alex, ¿qué haces? ―replicó MJ cuando éste apartó su brazo.― No es necesario, no importa.

― Déjame Alex ―replicó ― solo quiero darte calor, hasta que encontremos una tieneda comprarte algo para que te cambies ―le dijo volviendo a rodear su cintura mieraba a Gilbert de un modo que nunca había hecho. Alex estaba feliz, todo lo que hacíaa le hacía feliz.

S e detuvieron en una tienda y MJ eligió una sudadera de cremallera cruzada y llevó asta el probador de la tienda, Gilbert deseó no haber visto como Mary Jane le ayudanerse la prenda, era tan cuidadosa con él, tan gentil que comenzaba a sospechar qutaba con él solo por ayudarle, la forma en la que le sonreía, o la forma en la que él buszar su brazo “accidentalmente”.

 A l llegar a casa aún colgaba de sus cuellos el mono de peluche que Alice había compra ellos, se dirigían cada uno a su habitación cuando Alex recordó el peluche y llevó su mre a él.

― ¿Sabes Mary Jane? ― preguntó con un tono juguetón.

― Dime ―respondió mirándole a los ojos.

― Vas a tener que dormir conmigo de ahora en adelante.

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― ¿Cómo? ―Exclamó ella con sorpresa cuando escuchó aquella última frase.

― Si, lo que oyes ― bromeó entre risas. Al ver que ella no respondía elevó la mana hasta su cuello, ―¿ves? Esto no nos lo podemos quitar hasta que Alice no nos lo ordesonrió, ella suspiró relativamente tranquila, ―tu hermana me cae cada vez mejor...

― Dios, no me vuelvas a asustar así ―dijo empujándolo suavemente con una mano echo, el corazón se le había acelerado incontrolable.

Llevó las manos al peluche y se liberó de él.

― Siento comunicarle señor Ferrell… que esta noche dormiré acompañada como tnoches… ―hizo una pausa de suspense, ―solamente por mi pijama y mis mantas.

―Vaya, es una lástima, con lo bien que podríamos pasarlo… ―bromeó sonriendo dodo que MJ no podía dejar de mirar, ―Buenas noches Mary Jane ―continuó con unrno y cálido.

― Buenas noches Alex ―sonrió, por un momento miró su sonrisa y se sintió nerviosa.

 A mbos desaparecieron sonrientes tras las puertas de sus dormitorios. 

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Capítulo 12 Recuperando su pasado

Gilbert fue a casa de su padre, no lo visitaba desde que le obligó a casarse con Aliceestaba y paseando por la casa entró en el antiguo despacho de su abuelo, sob

critorio encontró una carta hecha pedazos, curioso montó la carta como si de un puztase, la carta era para Mary Jane Daniels y estaba firmada por su abuelo, en ella le én era su familia, la casa donde había nacido y vivido hasta los 4 años y le informaba q

bía firmado su herencia, le contaba que en la caja fuerte que encontraría en aquella taban todos los documentos para pasar a su nombre las posesiones de sus padruelo.

Gilbert recogió aquellos pedazos y corrió a su casa, llamó a MJ tan pronto como llegó

― Mary Jane, tengo algo que va a cambiar tu vida, necesito que vengas inmediatamdijo él tan pronto como descolgó.

― Un segundo, por favor, ella está dándose un baño y no se puede poner ―dijo Alex.

― ¿Tú?, ¿por qué respondes tú su teléfono?

― Bueno, insistían mucho y respondía para coger el mensaje y decírselo a ella cutuviera disponible.

― Bueno pues es urgente, muy urgente.

― Espera un momento, voy a buscarla

― ¿Al baño? ¿Vas a buscarla al baño? Seguro que está desnuda, déjalo, luego la nuevo, ―Alex no respondió.

Gilbert estaba nervioso por la noticia que acababa de recibir con aquella carta y asus

rque pudiera pasar algo entre Alex y MJ― Mary Jane ―Dijo Alex.

― Estoy… un segundo… ¡pasa! ―respondió la voz de ella en la lejanía.

― Es para ti, es urgente ―le dijo Alex.

― ¿Ha pasado algo? ― preguntó ella.

― No lo sé, ponte. ― Gilbert no sabía que decir, a él nunca le había dejado entrar ño cuando ella se estaba bañando, ni siquiera la había visto cepillarse los dientes y a

taba al otro lado del teléfono con ella en el baño mientras otro tipo estaba ahí dentroa.

― ¿Diga?

― Ehm… Mary Jane tengo algo muy importante que enseñarte, necesito que vengas asa cuanto antes, no, cuanto antes no, ¡necesito que vengas ya!

― Yo… bueno vale, me visto y voy para allá, mándame la dirección en un SMS, ¿vale

― ¿Estabas en el baño?

― Si, ¿por qué?

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― ¿Y has dejado a ese tipo entrar?

― Bueno… ―no sabía que responderle, ―llevo el albornoz y además él… él es ciegpodría verme ni yendo desnuda ni yendo vestida de fiesta.

Sin querer y sin pensarlo con ese comentario hirió los sentimientos de Alex,mablemente le había llevado el teléfono con esa llamada urgente, salió del cuarto de ba

encerró en su habitación.

Cuando MJ colgó fue a vestirse, pensando que Alex la estaría esperando para

ando terminó salió y fue al salón, esperó unos minutos pero Alexander no salía, impacr saber que era lo que Gilbert le tenía tan urgentemente buscó a Alex en su habitación.

Éste estaba estirado en su cama boca abajo.

― Alex, ¿vamos?

― No

― No ¿qué? ―preguntó ella sin saber qué le pasaba.

― Que yo no voy a ninguna parte.

No hizo falta ni una sola palabra más de Alex para que Mary Jane supiera que con aqumentario de hacía un rato le había molestado.

― Realmente no pensaba lo que he dicho, Alex ― dijo intentando disculparse.

― Si no lo pensases no habría salido de tu boca.

― Solo intentaba disculparme, además creo que Gilbert se imagina cosas que no son

― ¿Y qué más da lo que piense Gilbert, Mary Jane? ¿Tanto te importa?

Ella no supo que responder, evidentemente le importaba, Alexander sabía todo lo

bía compartido con él desde que nació, le importaba, mucho, pero ya no como Alex cre― ¿Entonces… no vienes conmigo?

― No.

― Muy bien, entonces me marcho, volveré pronto, ¿de acuerdo? ―le dijo ella impacie

 Alex no respondió, se quedó estirado en su cama escuchando como se iba y desee se diera la vuelta para pedirle que fuera con ella.

La puerta se cerró y Alex se quedó solo, como tantas veces antes había deseado mo ahora temía quedarse.

Mary Jane bajó a la calle y pidió un taxi, cuando éste arrancó y ella le dijo la diremenzó a alejarse de la casa de Alex, un apartamento que odiaba dejar sola desde que h

mpezado a ir con él a todas partes, a medida que se alejaba se sentía peor, un nudo erganta le impedía respirar con normalidad, no podía creer que hubiera dicho semejanteante de él, era cierto que no pensaba en aquello, a ella no le importaba que fuera cro quería justificarlo delante de Gilbert, no quería que Gilbert pensase nada raro de Aleería que lo acusara de nada, bastante mal se sentía consigo mismo como para añadiror a su dolor.

― Hemos llegado señorita ―ella no respondió, se quedó mirando al vacío hasta q

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xista repitió―¿Señorita? Hemos llegado ya.

― O h, perdone, me había perdido en mis pensamientos, lo siento.

― N o importa. ―sonrió ― ésta es la dirección que me ha dicho.

― ¿Podría llevarme de nuevo donde me ha recogido?

― ¿No quiere hacer lo que fuera para lo que viniera mientras le espero y luego la llevgreso?

― No, prefiero volver. ― El taxista dio la vuelta en dirección al apartamento de ACuando llegó le dio bastante propina al taxista por llevarla de vuelta y subió corrienapartamento, al llegar arriba corrió al dormitorio de Alex, que seguía en la cama, ésta veespaldas a la puerta.

― Siento mucho haberme ido sin ti Alex, lo siento ―le dijo ella acercándose hascama, sentándose a su lado y apoyando una mano en su espalda.

Él no respondió, estaba tan emocionado de que ella hubiera vuelto que temía que tase en la voz pero a la vez molesto con ella por haberse ido corriendo cuando otro ti

bía llamado.― Quiero que vengas conmigo.

― ¿Por qué debería ir? El tema no va conmigo ―fingió estar molesto.

― Simplemente no quiero ir sola, yo te ayudó con tus fantasmas, necesito que túudes con los míos.

― Que te ayude ese tipo.

― Vamos Alex, no seas así, acompáñame necesito que estés conmigo.

― ¿Por qué?― Porque tengo miedo de eso tan importante que Gilbert quiere decirme. Él nunca ha

n impaciente, eso es que debe ser algo grande y no quiero estar sola...

― Lo tienes a él, ¿no?

― Si me obligas a ir sola solo volveré a por mis cosas, ― amenazó ella cansada bezonería de ese chico.

El muchacho se giró como si pudiera verla y ella vio las lágrimas en sus ojos.

― Dios mío Alex, ¿estás llorando?― No, bueno es solo...

― ¿Solo?

― Bueno, yo... ―no sabía cómo justificar su emoción.

― Te alegra que haya vuelto a por ti, ¿no?

El asintió, le pareció tan encantador que sin poderlo remediar estiro los brazos y lo abando Alex la sintió tan pequeña y tan tierna la abrazó con la misma intensidad. Enomento no sabían por qué se abrazaban, pero algo los impulsó a dar un paso máuchacho llevó una mano a su cintura, la otra a su mejilla y la llevó hasta sus labios sin lle

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sarla, el cálido aliento de ella rozaba los húmedos labios de él intensificando el deseo deso que ambos querían cuando el móvil comenzó a sonar en el bolso de Mary Jane.

― Lo siento ―se lamentó ella acariciando su cara con una mano.

― N o importa, responde al teléfono ―dijo él.

Ella buscó nerviosa el teléfono, el corazón le latía a mil por hora y las manos le temblaalmente deseaba ese beso que acababa de ser interrumpido.

― ¿Diga?

― ¿Qué ha pasado? Llevó rato esperando y no llegas.

― He llegado Gil, pero había olvidado algo y he vuelto a por ello ―bajo la mano hasél y la sujetó, el entrelazó sus dedos con los de ella y apretó su mano para sentirla mej

― A hora mismo salimos.

― Salimos...―repitió Gilbert amargamente. MJ tiró de la mano del rubio poniéndo. ―Vamos, no pienso ir sin ti a ninguna parte.

 Alexander tiró de ella y la abrazó con fuerza solo unos instantes.

― Gracias ―le dijo.

Ella estaba agradecida también por esa gratitud pero simplemente respondió a su adecir nada.

Llegaron a la casa de Gilbert. Éste estaba completamente impaciente, necesitaba conque había descubierto. A l entrar una sirvienta los hizo pasar al estudio de Gilbert y una

éste les señaló el sofá para que se sentasen en él mientras soltaba la bombaardaba.

― No sé por dónde empezar Mary Jane…

― ¿Por el principio? ―le sonrió ella amablemente.

Gilbert desvió la mirada inintencionadamente a las manos de ella y de su acompañtaban sujetas la una a la otra y eso hacía que se perdiera a la hora de empezaregable que Gilbert seguía loco por Mary Jane, no podía olvidar que había esamorado de ella toda su vida pero estaba casado y debía dejarla ir, aunque no pretenarla alejarse demasiado.

― Verás Mary Jane, hasta ahora has creído que no tenías nada, ¿no es cierto?

― No tengo propiedades ni dinero propio, si a eso te refieres, hasta ahora he vivido ce me dieron mis padres, adoptivos.

― Pues te equivocas ―le respondió.

Gilbert dio la vuelta al escritorio y abrió el cajón donde guardaba la carta rota.

Sacó un papel troceado pegado con cinta adhesiva.

― ¿Qué es eso Gilbert?

― Ésta mañana fui a visitar a mi padre pero no estaba, hacía años que no entraba

spacho de mi abuelo pero hoy he entrado y esto es lo que he encontrado encima dcritorio.

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Gilbert tendió la mano y ofreció a Mary Jane la carta recompuesta.

― Gilbert, ¿esto… es del abuelo?

― Sí, al parecer escribió esto en algún momento antes de morir, pero estaba rota ecritorio, de modo que alguien no quería que la recibieras.

― ¿Tu padre?

― Eso parece pequeña. ― Cuando MJ terminó de leer aquella carta sus ojos estmedos de alegría y tristeza a su vez.

― Tu padre realmente me odia ―dijo ella dejando rodar una lágrima por su mejilla.

― Pero eso no importa porque solamente es él quien te odia, sabes que el resto te arespondió, ―Toma, ésta es la dirección de la mansión Daniels.

MJ y Alex se marcharon de la casa de Gilbert cerca de una hora después. Tomandxi fueron juntos hasta aquella dirección en la que había una enorme verja con asdado por el paso de los años. Entró en la abandonada mansión, todo estaba cubiertbanas, polvo y vagos recuerdos.

― ¿Recuerdas algo de ésta casa? ―preguntó Alex al notar que la presión del agarrary Jane aumentaba.

― No se… creo que si, ― ella hizo una pausa ―aquella escalera… ―dijo señalandodedo, gesto que aunque él no podía ver podía percibir, ―Gilbert y yo… ―volvió a h

a pausa, ―había un pájaro que se chocó con una de las ventanas. Creo que fue demos días en esta casa.

― Pasasteis mucho tiempo juntos, ¿no? ―preguntó.

― Si, prácticamente todos los días, cuando Patrick trabajaba…

Caminaron por el salón, vagos recuerdos de gente vestida de negro inundaba sus rea mujer embarazada de la que no recordaba su rostro, un hombre mayor sentado tudio…

Minutos más tarde salieron de allí, Mary Jane se sentía extraña en aquella casa, comle perteneciese, como si aquello perteneciera a un sueño extraño. Con los Howard

ido envuelta en lujos, no le sería extraño vivir en una casa tan lujosa, pero el sentimienuella casa era indescriptible, como si la vida en ella se hubiera esfumado en unos minuto

 Alex tenía una revisión en el médico, necesitaban hacerle unas pruebas para ver el essu ceguera, Alex quería que fuese Mary Jane quien fuera

 Alex tenía una revisión en el médico, necesitaban hacerle unas pruebas para ver el es

su ceguera, Alex quería que fuese Mary Jane quien fuera con él, pero ella se negó,

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e eran sus padres quienes debían acompañarle en esa visita, de modo que ella se quedsa mientras la señora Ferrell acompañaba a su hijo.

Sabiendo que al menos tardarían un par de horas Mary Jane fue a visitar a Gilberce para que no se le hiciese tan larga la espera, estaba tan acostumbrada a A lex quo sin él le parecía una eternidad.

Pasaron las horas y MJ volvió a casa, Alex había vuelto antes de tiempo y fingía olesto porque se había negado a acompañarle y había tenido que ir con su madre.

― Te compensaré ― afirmó ella sonriente.― ¿De qué manera?

― No se... ¿quieres ir mañana a cenar conmigo? ― preguntó ella.

― ¿Solo nosotros? ― respondió él con otra pregunta.

― Si, solo nosotros.

― Me gusta la idea. ― Realmente le gustaba la idea de salir juntos a cenar, de entrrestaurante y que todos supieran que estaban juntos.

― Pero... ―añadió ella.― ¿Condiciones? ― preguntó elevando una ceja por encima de las gafas oscuras.

― Solo una grandullón.

― ¿Grandullón? ―ambos rieron.

― Primero iremos al cine, quiero ir contigo al cine.

― Pero MJ , ¿para qué? No puedo... ―Mary Jane cubrió su boca para que no dijee pretendía decir.

― Solo di que vendrás conmigo, no importa donde…Las suaves manos de ella contra sus labios provocaban que quisiera besarlas, pero

cía querría continuar por sus brazos, por su cuello y luego por esos labios que casi ando el inoportuno Gilbert los interrumpió.

Mary Jane acarició aquellos labios que se moría por besar, pero luego pensó quesaba no podría detenerse y desconocía los verdaderos sentimientos de Alex, de modoartó sus manos llevándoselas al estómago donde miles de sensaciones intentaban calm

 Alex pasó ese día deseando poder verla cuando se arreglase o en el cine, quizá riera

mocionase y no podría ver su sonrisa…Después de arreglarse MJ y Alexander fueron al cine y a cenar. Mary Jane creía q

e él no viera no era impedimento para que no se divirtieran juntos, pero con el paso das para él iba convirtiéndose en una tortura, cuando terminaron la cena y salierouchacha lo encontró serio.

― Alex, ¿qué te pasa? ―le preguntó.

― Me hubiera gustado ver la película contigo, poder comentar los escenarios, la roalquier cosa, ni siquiera he podido ver tus emociones, no sé si has reído o has lloconfesó.

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― Has venido conmigo, ¿no es eso lo importante? ―le dijo ella colocándose delante poniendo sus manos en las mejillas de él. ―¿Sabes Alex? Yo… ―de pronto se atrevnfesar lo que sentía por él.

― Oh, madre mía, ¡eres Alex! ―dijo una muchacha acercándose rápidamerrumpiendo la confesión de Mary Jane.

MJ dejó caer los brazos a los lados de su cuerpo.

Cuando él escuchó esa voz no pudo evitar el escalofrío que recorrió su espalda, busc

n t as la mano de MJ, que parecía cada vez más confundida.― ¿Alex? ¿ no te acuerdas de mí? ―preguntó la intrusa

― Oh sí, claro que me acuerdo ―dijo sin un atisbo de emoción en su voz―cidarte…

― ¿Y ella quién es? ― preguntó señalando a Mary Jane, MJ no supo qué decir.

― Ella es mi mujer. ―Las dos muchachas lo miraron con los ojos de par enrprendidas por tal respuesta.

― Oh ¿te casaste? ―indagó tan curiosa que ofendía.― Bueno no realmente ― respondió Mary Jane, ―Es… complicado.

Cuando MJ analizó a la otra muchacha se dio cuenta de lo bonita que era, alta y delgnitos ojos azul cristalino, pelo negro y largo hasta la cintura, era sexy. Rápidamente sue se trataba de Michelle la ex de Alex, encontró el repentino interés que tenía en menzó a sentirse insegura, tampoco es que fueran novios, pero lo único que faltaba os era el estallido de ese impulso irrefrenable que ambos trataban de contener cutaban demasiado cerca uno del otro. D e pronto se sintió pequeña. Y se encontró a si m

ntiendo.― Entonces solo eres su novia. ―Afirmó Michelle quitando importancia a la relación.

― Hmm… ¿sí?

― Mucho mejor así, así podremos ver quién gana.

― ¿Cómo? ―preguntó él, incrédulo, ―me parece mentira que después de 5 añoaras como si nada y ahora te atrevas a…

― Bueno ya conoces a Justin, me convenció cuando tuviste el accidente parabajara en su agencia como modelo y me ha ido muy bien.

― A mí también me va muy bien, ―dijo él pasando la mano que sujetaba la mano de cintura apretándola contra él.

― Te busqué, ¿sabes? ― mintió creyendo que Alex iba a creerla.

―Nunca me cambié de casa.

―Oh, no fui a tu casa, intenté llamarte.

― Nunca cambié de número.

― Bueno es que… lo intenté, ¿sabes? Pero estaba muy ocupada y…― Vamos MJ, vamos a casa ―interrumpió a su ex.

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La pareja se fue dejando a la modelo plantada mientras los miraba rabiosa.

― No te podrás deshacer de mi tan fácilmente, ― le dijo sutilmente mientras se alejab

Esos tres años había alcanzado el extremo de creer que podía alcanzar siempre lo qopusiese y ahora ese objetivo era Alex.

Mary Jane fue todo el camino sin decir nada, cuando llegaron a casa corrió bitación. Estaba asustada, no sabía cómo debía reaccionar.

― ¿Qué va a pasar ahora? ¿Y si aún no la ha olvidado? ¿Y si quiere volver con ella

…? ―se decía a sí misma, ―y yo estaba a punto de… ―dijo mientras se miraba pejo ―no me puedo comparar con ella ―se lamentó.

 Alex fue a su dormitorio, se sentó en el borde de la cama y se llevó las manos a la oyando los codos sobre las rodillas.

― Maldita seas Michelle, ¿tenías que aparecer ahora?

Pasaron horas hasta que uno de los dos se decidiera a salir.

El primero en salir fue Alexander, esperaba encontrarla en el salón o en la cocina,

ún sitio, pero no estaba, no había salido. C aminó sigiloso hasta su habitación, espercucharla hacer algo, cuando estaba contenta bailaba, cuando estaba triste lloraba y cutaba inspirada la oía teclear a toda velocidad en el ordenador. Ella no hacía n

mplemente estaba en silencio.

― Mary Jane, ¿puedo pasar? ―preguntó él tras la puerta.

― Es tu casa, supongo… ―le respondió sin ánimo.

― ¿Te pasa algo? ― preguntó preocupado sentándose al lado de ella.

― Yo… ¿qué ha sido lo de antes?

― ¿Lo de antes? ― preguntó él sin saber a qué se refería.

― La chica Alex, la chica.

― Bueno, ella es Michelle mi ex.

― No me refiero a eso, eso lo he deducido yo sola cuando le has dicho lo de los 5 año

― ¿Lo de que eras mi mujer?

― Sí, eso ―respondió inmediatamente sin saber siquiera lo que le estaba preguntand

― Bueno, es solo que…― ¿Me estabas utilizando para quitártela de encima?―le interrumpió.

― Lo siento, no quería molestarte.

 Ambos se quedaron en silencio, ella miraba sus manos, deseando poder agarrarlas ycontacto se llevase sus repentinos miedos, pero no hizo nada.

― Es muy bonita ―dijo Mary Jane de repente, rompiendo el incómodo silenciorecía quererse instalar permanentemente en aquel dormitorio.

― No lo sé.― Si lo sabes Alex. ¿Qué pasó?

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― Bueno, eso es evidente.

― ¿El accidente?

― Me quedé ciego Mary Jane, ¿te parece eso poco?

― ¿Poco? No, me parece una tontería, solo es un sentido, puedes oír, hablar, tedes… puedes… ― quiso decirle que podía amar y ser amado pero no se atrevió, enomento creía que sonaría ridículo.

― Si Mary Jane, pero no todo el mundo ve de la misma manera, ser ciego es una care

uy grande podría ser guapísimo y simpático y un millón de cosas más, pero o lo tienesno tienes nada. Dime, ¿cómo una chica como ella podría haber seguido conmigo? No pcirle lo bonita que es, o lo bien que le quedan esos pantalones o lo bien que le queuel vestido, no puedo ver ¿sabes? Solo has de hacer memoria, ¿no dijiste tú algo asz?

― Yo… ―de pronto recordó el momento exacto en el que lo dijo.

Mary Jane se quedó helada ante la frialdad de sus palabras, no podía creer quenospreciase de ese modo por haber perdido la vista.

― Olvídalo, cuando vuelva, porque volverá... le contaré la verdad, que solo vives aquícerme compañía, que estas siendo de mucha ayuda pero que solamente eres una amda más.

La segunda parte aún fue peor que la primera, no sabía ni siquiera como respondede que él pensara que eran amigos, pero para ella él era muy importante, había olvidae había sentido por Gilbert solo con el paso del tiempo y su compañía, había recordae era vivir con alguien y discutir por tonterías o lo que era salir y disfrutar de la compañcesidad de decir nada más, le quería, le quería más de lo que era incapaz de recon

ex sin decir nada más se marchó enfadado a su habitación, sabía que la había herido, se ella sentía igual que él, que no eran sólo amigos, pero no era capaz de reconocerlo pe había dicho, porque era ciego y jamás podría verla.

Cuando él cerró la puerta tras de sí, la primera de muchas lágrimas golpeó el edredóbre el que se sentaba.

Un par de horas después llamó a su puerta de nuevo pero ella no respondió, entró y bcama y ahí estaba ella, tendida boca abajo. Acarició su pelo sabiéndola dormida, dderla ver dormir, poderla mirar durante horas.

― Perdóname por lo que voy a hacer MJ pero me gustas demasiado para estar coereces un chico completo, un chico como Gilbert, que pueda verte dormir, que pueda

mocionarte, que pueda verte sonreír ―le dolió el pecho con cada palabra, se acercó a só su frente, luego se marchó a su dormitorio reteniendo las lágrimas hasta llegar ma.

Pasaron días si hablar más de lo necesario, ella estaba enfadada con él por su formnsar y él estaba molesto consigo mismo por intentar apartarla de su lado como si huo mejor para él.

― A noche me llamó Michelle, creo que le daré una segunda oportunidad ―dijo entras comían en silencio.

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MJ no respondió, lo miró confundida unos instantes y devolvió la mirada a su plato.

― Creo que podríamos empezar donde lo dejamos ― continuó.

― S i, seguro que sí. ― afirmó Mary Jane irónicamente.

― Luego vendrá para que salgamos…

Unas horas más tarde sonó el timbre del interfono, MJ abrió la puerta y la otra muchadentró en el salón haciendo a Mary Jane a un lado.

― Éste piso necesita un toque más… femenino, no entiendo que gusto tan raro tmolestó la modelo.

― Yo no lo he decorado, está tal y como lo tenía Alex.

― No entiendo como no puedes haber decorado esto, de todas maneras él no ve, poberlo decorado a tu gusto.

 Alex escuchaba las provocaciones de Michelle desde su dormitorio, deseaba sfender a MJ.

― No es mi casa ¿sabes?

―¿En serio vives aquí? ¿Dónde duermes? si no recuerdo mal este apartamento tienermitorios.

― Yo no duermo con Alex, si es lo que preguntas.

― ¡Gracias por la aclaración! ―Sonrió satisfecha.

Él salió de su dormitorio, vestido elegantemente, aún sin ver sabía escoger la ropaejor le quedaba.

― Madre mía Alex, sigues siendo guapísimo ―Dijo la modelo mirando a su ex novio.

― ¿Vamos? ―dijo él sonriendo hipócritamente.Mary Jane se fue a su cuarto a vestirse, supuso que él le pediría que les acompañ

ro mientras se vestía sonó la puerta y todo se quedó en silencio, se habían marchadobían dejado sola, completamente sola. Las lágrimas amenazaban con salir, pero terminstirse y salió, Alice y Gilbert siempre la recibirían en su casa.

Pasada la media noche MJ llegó de vuelta a casa, se había pasado bebiendo y el mmenzaba a hacer tambalear el suelo, a trompicones se acercó a la habitación de Alex,egurarse de que había vuelto, pero no lo había hecho, revisó las llamadas y el contest

ro ni rastro.― Muy bien Alex, pues yo también voy a divertirme.

Una arcada la amenazó con manchar de vómito todo a su alrededor y corrió al bañomanchar nada. Poco a poco el sueño la venció y se durmió agachada en el suelo, apola pared al lado del lavabo.

Por la mañana, a medio día Alex regresó, acompañado de esa intrusa, Michelle.

― ¡Qué cara tienes!, se nota que lo pasaste bien anoche… ―dijo la molesta modelo.

― ¿Te encuentras bien? ―preguntó él preocupado.

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― Perfectamente ―dijo ella dándose la vuelta y alejándose de ellos―Por cierto, lo nial ―se giró con desdén y desapareció tras la puerta de su dormitorio.

― ¿Estarás bien? ― preguntó Michelle, colocándole el cuello de la camisa.

― Es mi casa, claro que estaré bien.

― Bueno pues me voy ―la intrusa esperó que él le diera un beso de despedida, pehizo, así que se giró golpeando el brazo de él con su pelo y se marchó.

 Alexander se quedó allí, en pie, sin saber qué hacer. Realmente estaba preocupad

, quería ir y preguntarle qué era lo que le ocurría, pero no quería herir másntimientos.

Un par de días después se marchó con su ex novia sin decir una sola palabra al respun aviso, sin una llamada, no podía soportar saber que Mary Jane estaba sufriend

cir nada.

Mary Jane esperó toda la noche a que él volviera, pero no lo hizo, esperó todo euiente, pero tampoco regresó, llamó una y otra y otra vez a su móvil, pero no respondímadas. Después de aquello y tras mucho pensar decidió que ya era hora de de

exander con su vida y continuar ella con la suya propia, ahora tenía una gran herencia e encargarse, una mansión enorme con jardines en los que habían crecido tan alto las m

erbas que si se adentraba mucho entre los matorrales no podía ver la construcción, teníasa a la que algún día llamaría hogar y tenía un corazón roto que debía sanar.

Pasó la noche entre lágrimas y pesadillas pero por la mañana se levantó lúcspejada. Aquella sería su última mañana en el piso de Alexander Ferrell y la iba a p

mpaquetando sus pocas cosas.

Entre el ensordecedor silencio de aquel apartamento de decoración minimalista se co

tridente sonido del teléfono. S e acercó a él con temor a que algo le hubiera pasado a ro no fue así.

― Hola querida, ¿puedes ponerme con mi hijo? ―preguntó anímicamente Eleanor.

― Lo siento Señora F errell, pero tu hijo no está ― respondió con tristeza.

― ¿Cómo que no está?

― Supuse que te lo contaría, pero parece que no lo ha hecho, él se fue hace 2 díaranda o Melissa o como quiera que se llame ―sabía su nombre a la perfección, pegaba a mencionarlo.

― Dime que ella no es Michelle ―suplicó la señora Ferrell.

― Sí, eso, con Michelle.

― ¿Y tú estás sola? ― preguntó medio en gritos.

― Bueno, solo será un momento, estoy terminando de recoger mis cosas, en cumine me marcho.

― ¿Dónde vas? ― preguntó la mujer escandalizada.

― Eleanor, me voy, quiero decir, vine para cuidar de Alexander, pero él ya tiene a alge lo haga, de modo que ya no me necesita.

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― Pero querida… ― replicó.

― No, lo siento, no intentes convencerme, no quiero quedarme más tiempo, llevo aeses y necesito retomar mi vida.

― Esa chica le abandonó cuando tuvo el accidente y el médico nos comunicó queusas desconocidas había perdido la visión, ni siquiera esperó a que se despertase.

― Lo sé, Alex me contó algo. Eleanor, me ha encantado conoceros, por la tardesaré a despedirme.

― ¿Él tiene su teléfono consigo?― Bueno, yo he intentado llamarle un par de veces pero no responde.

― ¿Pero lo lleva con él?

― Llevárselo creo que si se lo ha llevado.

― Vale Mary Jane, querida, luego te veo ―le dijo apresurada, luego colgó.

MJ terminó de recoger sus cosas y tras una leve mirada hacia atrás el silenció votalarse en aquel ahora solitario apartamento.

 

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Capítulo 14 Un secreto que no sospechaban

Había hablado con Alice sobre la situación con Alex y ésta le ofreció una habitación esa hasta que su mansión estuviera lista para que se mudase, soltó la pequeña maleta sas en el dormitorio que habían habilitado para ella.

S e estiró en la cama por unos minutos para hacerse a la idea de estar en una casa nufondo se escuchaba a Gilbert hablando por teléfono y de pronto recordó una convers

e tuvo con él cuando ambos eran pequeños, Gilbert le dijo que en una conversación entdre y su abuelo creyó escuchar que eran familia de Jason Daniels, su abuelo, MJ de psintió curiosa, no quería creerlo por el amor que había sentido por Gilbert, no quería

e siendo familia Patrick la hubiera enviado a un internado.

Mary Jane, haciendo tiempo para ir a despedirse de los Ferrell fue a visitar a Patrickla esperaba y se sorprendió al verla.

― Vaya, como te pareces a tu madre ―exclamó al abrir la puerta.

― ¿Sabes quién soy?

― Por supuesto. N o te esperaba.

Patrick a pesar de tener 48 años no aparentaba muchos más de 35, tenía un egante y serio.

― No te robaré mucho tiempo, solo tengo unas preguntas y cuando sepa la respuestarcharé y si me lo pides no volveré

― Eres tan insolente como tu madre, pero me gusta. Adelante, pasa y siéntate.

Ella entró en el recargado estudio, el escritorio tenía montones de papeles apilados

tanterías estaban repletas de libros, la ventana estaba cubierta por cortinas oscurasmenea encendida.

― No recordaba éste estudio.

― No espero que lo recuerdes. Vamos siéntate y comienza el interrogatorio ― ortilmente.

En su cara se dibujó una media sonrisa que arrebató a la chica la poca valentíabergaba.

― La verdad es que no sé por dónde empezar ―dijo ella con repentina timidez.― Muy bien, ¿que tal si te ayudo? ―su mirada se volvió amenazante―¿quieres sabe

é casé a Gilbert con la hija de los Howard?

Quizá esa sea una de las preguntas, ― sí, pero no es la que me inquieta, supongoviste tus motivos dijo con frialdad, ¿Somos familia? ― preguntó de repente.

Patrick la miró con los ojos desorbitados, de todas las cosas que esperaba queguntase esa era la última.

― Supongo que no puedo ocultarlo más…

― Entonces ¿lo somos?

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― Verás, esto no se lo he contado a Gil.

― Creo que deberías, al fin y al cabo es tu hijo.

Patrick le lanzó una mirada amenazante y llena de odio, se giró hacia una mesita y llenso de bebida.

― Swend, mi padre, perdió a sus padres cuando era pequeño, los mejores amigos dedres se hicieron cargo de él y lo adoptaron como hijo propio, Jason, tu abuelo y él crecmo hermanos, pero cuando sus padres murieron repartieron las herencias, Swend se

herencia, la que pertenecía a sus padres biológicos y la mitad de la de sus paoptivos.

― Eso a Jason no le gustó… ―afirmó en voz baja

― Exacto, listilla, no le gustó, mi pobre padre sintió que le debía algo y trabajó comviente. Como su sirviente, ¿entiendes? Le dije mil veces que dejase esa casa, pencipio no quiso y luego no pudo.

― ¿Por qué no pudo?

― Porque estabas tú, maldita sea, mi padre te adoraba ―respondió enfadado.

― Patrick, ¿por qué me odias? ―le preguntó curiosa.

― Eso también se lo tienes que agradecer a tu abuelito Jason. Desde los 10 años esamorado de una chica, desde los 13 hasta los 18 fuimos novios, compré un anillo y taba planeando pedirle en matrimonio cuando Jason anunció en una fiesta de sociedometida de su hijo, ella no lo sabía pero Jason y sus padres lo planearon todo. En eses los casaron, a Elliott y a Helen

― ¿Mi madre?

― Si, tu madre. Patrick caminaba por el estudio con una pose de fingida autoridad.― ¿Mi madre y tu…? MJ abrió los ojos como platos

― Si, fuimos novios, incluso después de que se casaran seguí enamorado de ella, he comprendí que no debía torturarme más, en un baile de sociedad me ofrecí a los mara casarme con sus hijas, en poco más de un año estaba casado con la madre de Gia era increíble y una de las personas más importantes en su campo, a pesar detremadamente rica trabajaba hasta el agotamiento. Luego nació Gilbert y unos spués murió en un accidente.

― Pero no entiendo por qué me odias, yo no tengo la culpa de los actos de mi familia.― Te odio porque mi hijo ha sufrido por ti como yo por tu madre y ha terminado ca

n alguien a quien no ama por tu culpa, igual que yo, pequeña insolente.

― Sabías que el Howard son mis padres adoptivos, ¿no es así?

― Por supuesto. Ellos no querían casar a su hija de ese modo, de hecho debes sabemedio hermana no quería casarse y lloró hasta que agotó las lágrimas de toda una vida

― Yo no soy la indicada para decir algo así, pero esos actos denotan cuanto quieres

o, que estás dispuesto a hacerlo infeliz por no serlo tú, y arrastras a todos los que pun tus míseros actos.

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 A Patrick se le encendieron los ojos de furia, si hubiera podido la hubiera fulminado crada, levantó un puño en el aire, dispuesto a golpear a MJ cuando ella se puso en pie.

― Adelante, desahógate, golpéame ―le retó ella.

― Largo, no te quiero en mi casa. ―ella lo miró sin hacer n a d a ―¿No me has oargo!! ―gritó.

Mary Jane salió por la puerta, temblorosa. Estaba realmente asustada, no solo pmenaza de Patrick sino por todo lo que acababan de hablar en ese despacho de as

tiguo. Gilbert y ella eran primos, no de sangre, pero si moralmente. Gilbert podría haberhermano si Jason no hubiera separado a Helen y a Patrick.

― Maldita sea, esa niña no podría parecerse más a su madre ―dijo Patrick lanzanso de whisky a las llamas de la chimenea.

Mary Jane volvió a casa de Gilbert para contarle todo.

― ¿Gilbert? ―tocó la puerta de su estudio y entró con urgencia, ―necesito hntigo.

― ¿MJ ha pasado algo? Tienes mala cara, ¿te encuentras bien? ―preguntó poniénpie detrás de su mesa.

La muchacha se acercó al sofá donde días atrás se había sentado con Alex y mbert con expresión desconcertada.

― ¿Recuerdas aquella conversación cuando éramos pequeños donde me dijiste queejor éramos familia?

― No, no me acuerdo, éramos pequeños Mary Jane, de pequeños imaginamos cosas

― Lo somos Gilbert.

― ¿Que somos qué? ― preguntó confundido.― Familia, Gil, somos familia…

― No puede ser ―dijo sentándose de golpe en la silla, ―pero… ¿cómo?

― He recordado aquella conversación y he ido a ver a Patrick.

Los dos se quedaron mirando confundidos.

― Tu abuelo y el mío eran hermanos adoptivos Gilbert ―continuó―pero aún hay mápor qué me odia tu padre y por qué eligió a los Howard para tu matrimonio.

― ¿Por qué te odia Mary Jane?

― Tu padre y mi madre… ―tuvo que hacer una pausa para coger aire, ―Gdíamos haber sido hermanos… Patrick y Helen habían estado enamorados nactamente cuánto tiempo.

Mary Jane continuó contándole lo que había estado hablando con su padre. Cuminó Gilbert estaba traspuesto, casi no podía creer lo que le estaba diciendo, pero ntido, todo cuadraba cuando pensaba del modo en el que les había separado enasiones.

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Llegó la tarde y Mary Jane fue a casa de los Ferrell a despedirse de ellos y de Vicenque había visitado muy a menudo, sin esperarlo allí estaba Alex, sentado en un eleg

ón, con sus oscuras gafas cubriendo sus ojos ciegos y sin decir nada.Mary Jane se despidió de Eleanor y de su esposo. Abrazó a Vicenta como si fuese

su familia y sin querer comenzó a llorar.

― Vamos querida, no llores, puedes venir cuando quieras ―le dijo Eleanor poniendoano en su espalda.

― Gracias ―respondió ella sujetando su mano.

― Señorita Mary Jane ¿dónde va a ir ahora?

― Vicenta te he dicho que no me llames señorita... ―sonrió―de momento vedarme con Gilbert.

― ¿Con el señorito? Es una pena que su padre lo casase con otra chica, estáis hecho para el otro.

― Lo sé ―dijo ella mirando a Alex, omitiendo de lo que se había enterado hacía solo ras, el no pudo ver su mirada pero notó en su voz el tono que había puesto al decirlo, ―ando algo no puede ser o las personas son demasiado cobardes no nos queda máseptarlo. ―otra indirecta que Alex cogió al vuelo ―bueno… sintiéndolo mucho he de irme

― Está bien querida. Alex acompáñala a la puerta ― pidió su madre.― O h, no es necesario, puedo ir sola ―le dijo ella intentando evitar hablar con él.

― Vamos ―dijo el poniéndose en pie.

 Al llegar a la puerta buscó su brazo y la acercó lo suficiente a si mismo como para psurrarle sin que nadie escuchase.

― Por favor no te vayas ―pidió.

― Lo siento Alex ― respondió ella cerrando con fuerza los ojos.

― Por favor...― No ―respondió enfadada―Espero que te vaya todo bien. Y que encuentres a al

e no te quiera por tus ojos.

― Mary Jane no te vayas, ―casi le estaba rogando y ella lo sabía, pero no espuesta a ver a Alex con otra.

― Lo siento Alex, pero me están esperando ―le dijo cerrando la puerta tras de si.

Por más que tratase no conseguía quitarse ese nudo en su garganta, estaba enamo

él, acababa de darse cuenta y a medida que se alejaba la angustia de saberlo tras aqerta se hacía aún mayor.

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Cuando la puerta se cerró y escuchó sus pasos alejarse supo que estaba profunemediablemente enamorado de ella y que dejarla marchar era el error más grande da. Se apoyó en la puerta haciendo un esfuerzo enorme por respirar, su garganta se hcogido con cada paso que ella daba para alejarse.

― Hijo, sabes que ella es la indicada, ¿verdad? ― preguntó Eleanor apoyándose arco del recibidor, viendo como su hijo se había quedado apoyado en la puerta de la en

mpletamente abatido.― Madre, soy ciego, ella merece algo mejor.

― Hijo eres ciego, pero eres el único que lo ve todo el rato. Os habéis divertido juna nunca ha pensado como tú. Te ha llevado al parque de atracciones, a la playa, al zbéis hecho tantas cosas juntos…

― Lo se madre.

― Ella te aprecia, y no es por tus ojos.

― Le he pedido que se quedase pero no ha querido y, tiene razón.

― Yo me encargaré de que vuelva.

Pasaron varias semanas hasta que Eleanor llamó a MJ Al principio le supo mal mero la mentira salió sola de sus labios cuando la escuchó al otro lado del teléfono.

― O h Mary Jane querida…

― ¡Eleanor!, ¿ha pasado algo? ―preguntó la joven extrañada por la llamada.

― Es Alex, él se cayó esta mañana y se hizo daño, ahora está en la cama.

― Vaya lo siento mucho, ¿puedo hacer algo?― Puedes venir ―le dijo de pronto.

Mary Jane pensó que si iba se encontraría a Michelle con él y estaba demasiado enfan él para eso. Titubeó pero al final se negó a ir, a pesar de las insistencias de la serrell.

 Al principio MJ se negó pero a medida que iban pasando las horas sus remordimientogarse a verlo nuevamente iban creciendo, de pronto y sin darse cuenta se encontró llamtimbre del piso de él.

Subió por la escalera casi en modo automático.― ¿Cómo está? ― preguntó cuándo Eleanor abrió la puerta.

―Bien, solo fue un golpe, Alex no quería decirte nada, pero creímos que deberías samintió.

―No entiendo, yo no soy su novia, solo estuve aquí para ayudarle unos meses, por ciu novia lo sabe? ― preguntó con el ceño fruncido.

Le había extrañado verla en la cafetería en lugar de ahí, al lado de su novio. A pesar d

uantar imaginarlos juntos pensaba que ella debía estar con él en esos momentos, dcerle compañía y ayudarlo en todo lo que necesitase, ella lo habría hecho, nunca se hu

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parado de Alex.

― ¿Su novia?

― Si, Michelle…

― Yo, oh… pues.

― Sé dónde está, al venir la he visto cerca de aquí. A hora vuelvo ―MJ se dio la vueió tan deprisa que no dio tiempo a Eleanor de reaccionar.

Eleanor estaba encantada con Mary Jane, siempre la sorprendía, era súper cariñosservicio, especialmente con la cocinera, había sacado sin proponérselo a su hijo qugaba a salir, había conseguido que se arreglase por voluntad propia, había conseguidmbio en su actitud…

― No me lo puedo creer, esta chica… ―rió mientras cerraba la puerta e iba bitación de su hijo.

― ¿Era ella? ―preguntó él, impaciente.

― Sí, bueno… era ella, pero ha creído que debía avisar a Michelle y ha ido a buscarla

― ¿Cómo? ―preguntó molesto, ―¿a Michelle? ¿Por qué?― Si hijo, no sé, me he quedado helada también yo.

― Esta chica es tonta. ― dijo decepcionado.

― O demasiado buena. ―respondió su madre con una sonrisa en los labios.

― O demasiado buena ― repitió la afirmación de su madre con un tono cálido.

Cuando MJ llegó a la cafetería donde había visto a Michelle cuando iba al piso deta continuaba en el mismo banco, hablando por teléfono. Se acercó a ella para decirle

ex, cuando accidentalmente escuchó la conversación que mantenía.― Ya sabes Justin, totalmente ciego ―hizo una pausa para escuchar al interlocutor.

supuesto!, le convenceré de que lo mejor es que nos casemos, lo más gracioso esmás se dará cuenta que saco dinero de su cuenta. ―Otra pausa, ―por supuesto cariños meses pido el divorcio y solo con la mitad de su fortuna no tendremos que trabajar nás, ve mirando casa en las Bahamas, ―rió ―No, ella ya no es rival, nunca lo ha sidalidad, solo era su criada y quien lo sacaba a pasear imagínate, como si fuera una mascontinuó.

Mary Jane, completamente confundida salió del local sin decir nada a nadie, le tembpiernas. No podía creer lo que había escuchado, aquella arpía pretendía embaucaedarse con su dinero, quería aprovecharse de él porque estaba ciego y además eltaba con alguien.

No podía decírselo, era injusto, si realmente quería retomar su relación con ella, peroz era injusto que el creyera que ella era una buena persona, solamente quería su dinero

Caminando sin mirar por donde llegó hasta la mansión Daniels, tenía todo el aspectobía tener una casa abandonada, y un sentimiento de melancolía le hizo pensar en Giuel tiempo en el que se divertían con todo, aquel tiempo en el que solo querían abrazuel tiempo que realmente nunca debió ser, eran familia y a partir de ese momento de

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mportarse como tal y olvidar los sentimientos del pasado sentimientos que había llegaidar en solo unos meses gracias a Alex.

― ¡Alex! ―Exclamó mirando extrañada a su alrededor, como si hubiese llegado a Dadarse cuenta.

S e dio la vuelta y corrió al piso de Alex al que llegó 1 hora después de haberse marchbió y al entrar una angustia aparentemente inexplicable comenzó a hacerla sentir taba ahí de nuevo, en el piso del chico del que se había enamorado irremediablementco que tenía novia, una novia que planeaba engañarle y quitarle cuanto pudiera, luego,

era poco estaba Eleanor, más que su madre parecía su amiga y lo único que pasesionarla era juntar a su hijo con ella.

 Alex estaba estirado en la cama, fingiendo estar dormido.

― ¿Dónde se golpeó? preguntó

― Bueno, se hizo daño en un hombro ―I mprovisó la madre.

― ¿Ha ido al médico?

― Si, dicen que en 3 o 4 días se le pasará el dolor ― continuó decorando la mentirahabía inventado para atraerla de nuevo hacia Alex.

 Ambas se quedaron observándolo.

― Que guapo es, ¿verdad? ―preguntó Eleanor.

― Lo es ―respondió Mary Jane con tono melancólico.

― ¿Te gusta mi hijo? ― fue directa al grano aun sabiendo la respuesta.

― Bueno, hay muchas maneras de gustar, me gusta salir con él, ir a sitios, ensexturas y olores, me gusta protegerlo cuando lo siento indefenso, sentarme con él en aq

a ―señaló la silla de al lado de la ventana, donde solía sentarse, ―me gusta…Hubiera hecho falta una semana para que MJ terminara de enumerar todas las cosas

gustaban de ese chico.

― ¿No te importa que sea ciego?

― ¡No! ―exclamó medio en grito, ―¿Porqué todo el mundo se empeña en eso? portante es para el resto de personas que una solo pueda ver o no?

― Bueno, a su familia no nos importa, no por ello vamos a quererle menos.

― No, señora Ferrell, pero sentís lástima porque antes pudo ver y ahora no ― respecta, ―os compadecéis de él, ―atacó sin intención de hacerlo.

 Alexander comenzaba a emocionarse, realmente le estaba defendiendo de su madrsona que estaba programada para quererle y defenderle siempre, le estaba defendluso de sí mismo.

― Claro que nos compadecemos, ha vivido aquí recluido desde el accidente.

― Yo nunca lo he hecho, quizá por eso lo hemos pasado tan bien, quizás por eso... errumpió a sí misma para no decir algo de lo que arrepentiría después.

Las dos se quedaron en silencio, observando a Alex, que se moría por levantar

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razarla.

― ¿Le quieres? ― preguntó directamente y sin rodeos para sorpresa de su hijo y de

― Bueno, la pregunta no debería ir hacia mí, sino hacia Michelle, ―respondió deprpensar que casi revela lo que había escuchado un rato antes.

 Aún no podía creerse lo que había escuchado en boca de Michelle. N o podía creerodo en que pretendía jugar con los sentimientos de ese chico que ya había sufrido unar ella. Pretendía usarlo y luego deshacerse de él de un modo horrible.

― ¿Por qué la mencionas?― Porque ella es su novia, no yo ―su voz sonó triste y preocupada.

 Alex percibió esa angustia en su voz, esa angustia que le hizo sentir mal y cuando orporarse MJ dijo que se marchaba.

― He de irme ―continuó.

― ¿Ya? ¡Pero si solo has estado unos minutos!

― Bueno Eleanor, ya no vivo aquí, tengo otra casa donde regresar.

― ¿Sigues en casa del chico ese?

― S í, estoy con ellos hasta que termine de arreglar unos asuntos.

 Alexander supo que se refería a su mansión, a la mansión que había heredado dmilia.

― Ese chico es importante para ti, ¿verdad?

― Él es… si, es muy importante, demasiado importante, desde que nací estuvoando mi familia murió me llevaron a su casa, luego fuimos novios unos años, si

paramos fue por… bueno ya sabes, por cosas del destino. ―dijo melancólica, ―Esperoex se reponga pronto.

Mary Jane se marchó tras despedirse de Eleanor. Ésta quedó impactada después dcariño con el que MJ recordaba a Gilbert, no podía imaginar a alguien queriendo a su he mismo modo.

Pasó un mes entero desde que se vieron por última vez, en esos días MJ contó las hos minutos lejos de Alex. Realmente no vivían muy lejos uno del otro y a veces pasrca de su casa con la esperanza de encontrarlo aunque fuese con Michelle. Pasaba losnsando cómo estarían yendo las cosas con la modelo.

 Al fin los papeles de la mansión Daniels decían que le pertenecían y hacía unos díasía allí, había descubierto los muebles, había limpiado el polvo que se había acumulado

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go de los años y había retirado algún que otro objeto que no le terminaba de agradar.

Entraba en su dormitorio y casi podía recordar a sus padres deseándole dulces suuna que otra noche, recordaba perfectamente a Swend, recordaba cómo la arropaba tnoches o como se acercaba y entrecerraba la puerta dejando pasar a su habitación

pasillo para que sus temores se alejaran con ella.

Una mañana se levantó con ánimos para pintar un par de habitaciones y comprar cra decorar el salón y su habitación.

El centro de decoración no quedaba demasiado lejos de su nueva casa y se acercómprar aquellas cosas que harían su estancia en aquella solitaria mansión un pocoegre.

Mary Jane caminaba por el amplio pasillo central empujando el carrito que iba llenandtura, objetos de decoración y otras cosas cuando se encontró a Alex y a Michelle.

― Vaya, vaya, ¡mira a quién tenemos aquí! ―dijo la modelo sarcásticamente.

― Oh, hola, ―respondió desganada MJ, Alex no respondió.

― ¿Comprando cosas de decoración? ―preguntó echando una ojeada al carro, eía que tu no hacías esas cosas.

― N o con las casas que no son mías ―respondió igual de sarcástica.

Mary Jane no podía apartar la vista de Alex, era mucho más guapo de lo que recorddías sin él le habían parecido infinitos pero por fin había podido verlo, aunque fuera

a vez.

― Tengo una noticia que te va a dejar helada ―Alex sacudió el brazo de Michelle paradijera nada, pero estaba ella tan ansiosa de decir que se iban a casar como asustad

r oírlo.

― Ah…―le dijo mientras notaba que sus manos comenzaban a sudar.

― ¿No quieres saber qué es?

Realmente no quería saberlo, no quería saber cómo de infeliz iba a hacerlo, no qber qué sería de Alex cuando ella desapareciera y se quedara solo de nuevo.

― Pues no sé… ―dijo dudosa. Alex supo que MJ lo sabía.

― Alex y yo ¡¡nos casamos!! ―Michelle disfrutaba molestando a MJ y sabía queticia no iba a gustarle.

― Vaya ―quedó sin palabras, no sabía que decirles, ―supongo que me alegrspondió dolida.

― ¿Por qué solo lo supones?, ¿acaso no te alegras de que tú… amigo se case?

― Me gustaría que se casase sí, pero…

― ¿Pero?

― Pero nada, no importa, enhorabuena ―hizo una pausa para coger aire y sentir el o sus pies, ―tengo que irme, ― dijo apresurada.

MJ se dio la vuelta y comenzó a alejarse lo más rápidamente posible sin saber dón

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amente quería apartarse de ellos.

― Por cierto, estás invitada, ―gritó la futura esposa, a lo que MJ respondió con un gn la mano a modo de gracias.

Pagó la compra casi sin darse cuenta y salió tan deprisa como pudo, estaba maretaba angustiada por la noticia y las ganas de llorar inundaban sus ojos. D e verdad sarse, iba a casarse con aquella arpía que no le amaba.

Volvió a su casa sin ánimos para decorar nada, sin ánimo para pintar las paredes

mo ni siquiera de moverse.Unos días más tarde Alice llegó a su casa, MJ no esperaba a nadie pero llevaba día

ir y su hermana estaba preocupada por ella.

― Que mala cara tienes M J ,¿te encuentras bien? ―le preguntó preocupada al vsmejorada que estaba.

Llevaba días sin arreglarse, llevaba días sin comer adecuadamente y llevaba díaner ánimos para nada.

― Es solo que llevo unos días sin dormir bien.

― ¿Ha pasado algo?

― No, ¿qué iba a pasar?

 Alice miró a la cocina, en el mármol se acumulaban platos y ollas para fregar, el peqbo de basura estaba a rebosar de envases vacíos y al lado de éste, en el suelo habbre dorado elegantemente decorado con un lazo rojo. D ejó el bolso encima de la mesaercó hasta el sobre, deshizo el lazo y al abrirlo encontró el motivo por el que su hermtaba de esa manera.

― ¿Alex se va a casar?― S i ―respondió sin un atisbo de emoción.

― ¿Es ese el motivo por el que estás así? ―le dijo elevando la mano con el sobre abella.

― Bueno, realmente no es el motivo principal ― respondió con la medio verdad.

― ¿Quieres que llame a Gil y que él te obligue a contarme lo que te pasa? ― amenaorena, sabiendo que eso no era realmente una amenaza para ella.

― No me pasa nada, en serio.― Si no me lo quieres contar me marcho, ya volveré cuando estés dispuesta a habla

hermana.

 Alice se levantó, recogió su bolso y fue directa a la puerta. MJ corrió tras ella, sujeazo para que se detuviera y se dejó caer al suelo de rodillas.

― Solo le está usando Alice, ella tiene novio ―le dijo con la voz rota.

― ¿Cómo? ―preguntó extrañada.

― ¿Recuerdas cuando Alex se hizo daño y su madre me llamó?

― Si

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― Supongo que estaba lo suficiente enfadada con él y fui a buscar a su novia círselo porque ninguno de ellos le habían dicho nada, al llegar a la cafetería estaba hablr teléfono, no quise escuchar pero cuando comencé a oírla no pude hacer otra cosa.

Recordaba la malicia con la que Michelle le decía a su interlocutor lo que pretendía hn Alex, recordaba tan perfectamente aquella conversación que había pasado los ormentándose con aquello.

― Pero ¿de qué hablaba?

― Quería casarse con él, como no puede ver ella iba a sacar dinero de su cupongo que tanto como ella quisiera, luego le pediría el divorcio y volvería a dejarle otrao que ésta vez llevándose consigo la mitad de la fortuna de Alex.

― Pero… MJ ¡eso es horrible!, no me lo puedo creer… ¿y no le has dicho nada?

― No, no he vuelto a verle hasta hace unos días en el centro de decoración, cuandoe dijo que iban a casarse. Por favor Alice no se lo cuentes a Gilbert, ni a nadie, ¿vale?

 Alice quedó horrorizada y cuando volvió a su casa, a pesar de que MJ le había pediddijera nada a Gilbert ella se lo contó.

Éste al principio pensó que era mejor que se casara, así de una vez por todas se alelos pensamientos de MJ, pero luego pensó en ella y lo disgustada que estaría si realm

saba lo que había escuchado.

Pasaron unos días y Gilbert decidió actuar a espaldas de Alice y de MJ, fue a casexander. De mala gana éste accedió a abrirle la puerta.

― Que haces aquí ― preguntó el invidente.

― Realmente no tenía intención de venir ¿sabes?

― ¿Qué haces aquí entonces? A ninguno de los dos le gustaba estar frente al otro, ambos eran rivales, ambos est

amorados de la misma chica y ambos se odiaban, cada uno por haber compartido concosas que compartió, solo que Gilbert sabía que había perdido, el amor de Mary JanAlex y él no podía hacer nada.

― Pues verás, ―hizo una pausa, ―MJ escuchó algo…

― ¿MJ está bien?

― No, la verdad, no está bien, pero eso ahora no es de tu incumbencia. Solo vencirte algo que sé, y no te lo digo por tu bien sino por el de ella.

No tenía intención de contarle el estado en el que la había encontrado su hermana.

― ¿Cómo? ¿Por el bien de ella? ―Alexander no entendía nada.

― Tu novia quiere usarte para casarse contigo, robarte todo el dinero que pueda y lorciarse de ti para quedarse con la mitad de tus pertenencias y volver con su novio, usper, Jason… o

―¿Justin?

― Eso creo, Justin.

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―¿Ella como lo sabe? ¿Cuánto hace que lo sabe? ― indagó desesperado por saber.

― Ella lo sabe hace más de un mes, cuando tu madre le mintió diciendo que te haído… ella fue a buscar a tu novia a la cafetería y sin querer escuchó aquella conversació

Gilbert supo en seguida que la caída de Alex había sido una farsa para atraerla de nsu casa, sabía las intenciones de Eleanor incluso sin conocerla. Sabía también que a Alstaba MJ y supuso que su madre trataría de hacer algún juego sucio para volver a junex y a MJ.

― ¿Por qué no ha venido ella a decírmelo? ―no entendía por qué ella no le había conda.

― Porque no quiere verte Alex, además ella tampoco sabe que yo lo sé.

― ¿Pero por qué no quiere verme?

― Imagínatelo Alex. Sabes que está enamorada de ti. ¿No había una forma más ruin carla de tu vida que yéndote de aquí y dejándola a ella sola?

― N o me lo recuerdes… ¿Pero qué puedo hacer? me caso mañana…

― Eso a mí me da igual, ¿sabes? Yo no te lo he dicho por ti, te lo he dicho por elenos te casarás sabiendo lo que pretende hacer tu novia, así al menos MJ no tendráguir atormentándose con ese tema pensando que te han estafado, ahora, si te casasa sabiendo eso es porque quieres y MJ no tendrá que atormentarse más pensando en t

Sin decir una sola palabra más Gilbert salió del apartamento dejando a Alex de pie fresillones.

Toda una noche sin dormir no era bastante para decidir qué hacer con aquella intexander no podía creer que apartara de su vida a la única persona a la que realm

maba para casarse con una que le había abandonado en el momento más crítico de su ve planeaba volverlo a hacer.

Se levantó y se vistió para la ocasión, al fin y al cabo era el novio y debía ir presentab

Eleanor le ayudó con la corbata sin decir nada a su hijo, estaba molesta con Michelleque había hecho tiempo atrás y molesta con su hijo por haber vuelto con ella.

El traje blanco hacía resaltar el azul de sus ojos y su 1,95 de altura.

― Madre, necesito que llames al abogado McNeal, y que le llames ahora, hay algobo hacer.

― ¿Eso porqué hijo? ¿Hay algún problema?

― Te enterarás a su debido tiempo.

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Una hora antes de la ceremonia Alexander se reunió con el abogado. Iban a redactcumento de separación de bienes que ella debería firmar antes del “sí quiero”. Alexataba dispuesto a hacer pagar a Michelle que hubiera pensado siquiera en utilizarlodían divorciarse en al menos 3 años, vivirían con las ganancias de ella ya que según lomodelo le había contado ganaba mucho dinero. Si a él no le apetecía salir ella dedarse en casa de modo que no se vería con su amante, Justin.

Llegaron a la iglesia, Eleanor acompañaba a su hijo al altar donde esperaba impacienura ex esposa vestida con un hermoso vestido que resaltaba su espectacular figura.

El cura comenzó la ceremonia cuando Alexander la interrumpió.

― Antes de continuar necesito que firmes esto ―dijo de pronto.

La morena miró sorprendida un sobre blanco que Alexander se sacó del interior aqueta de esmoquin que vestía.

― ¿Qué es? ―preguntó temerosa.

― Esto, querida, es un acuerdo prenupcial y una separación de bienes.

Ella abrió el sobre y ante la atenta mirada de todos los invitados comenzó a leer.

― Pero… ―dijo con la voz temblorosa―Maldita sea Alex, ¿porque me humillas deodo? No voy a firmar eso.

― Entonces ya podemos irnos porque no hay boda.

― ¿Cómo? ―gritó ― pensaba que me querías.

― Yo también, pero lo único que quieres de mí es la mitad de mi patrimonio.

― Eso son injurias Alex, yo... yo…― Si me quieres tanto como dices firma los documentos y continuamos con la boda.

 Alexander sabía que Michelle no iba a firmar.

― Me ofendes Alex, lo siento pero no me puedo casar contigo.

― ¿Te ofendo? ―gritó callando el murmullo de todos a su alrededor, ―ibarovecharte de mí, maldita sea, ibas a robarme mi dinero y a divorciarte de mí para irtestin. 2 veces con el mismo tipo Michelle, ¡¡2 veces!!

Ella comenzó a llorar de rabia y salió corriendo del edificio avergonzada por haberscubierta.

Gilbert y Alice pasaban con el coche por allí sin saber que esa era la iglesia dexander iba a casarse y vieron salir a la modelo enfadada y pateando el suelo con so, ninguno de los dos dijo nada, solamente se miraron y sonrieron, Alice no sabíabert había contado todo lo que sabía a Alex y pensó que era cosa del destino, Gilbembio estaba satisfecho por haber ayudado a Alexander, a pesar de no soportarlo pene no merecía que le estafasen por estar ciego.

En la iglesia Eleanor se acercó a su hijo sorprendida aún por lo que acababa de pasar

― Dios mío hijo, ¿cómo lo sabías? ―dijo la señora Ferrell mirando hacia la puerta

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esia por la que había salido la fallida esposa.

― Bueno, la verdad es que esto también es cosa de Mary Jane… desde hace casi 1do lo bueno que ha pasado en mi vida ha sido por ella.

Eleanor supo en seguida que su hijo estaba enamorado de ella, no hacía falta que nfirmase con palabras, su sonrisa y el cariño con el que hablaba de ella era suficiente.

― Supongo que ahora querrás que vuelva…

― No madre, no la voy a arrastrar conmigo de nuevo, ¿no crees que merece q

emos tranquila? ―dijo― Pero estarías mejor con ella cerca, ¿no?

― Evidentemente pero no la quiero cerca de nuevo, no sin con ello voy a destrozuro.

La señora Ferrell podía leer entre líneas aunque su hijo no insinuase nada, siegiversaba las cosas para que se amoldasen a lo que ella quería oír.

 

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Capítulo 18 Vuelta a empezar

Eleanor llamó a Mary Jane, desesperada por la nueva actitud de su hijo. D e nuevbía encerrado en su cuarto, había bajado todas las persianas de la casa y llevabamanas sin comer.

Mary Jane no entendía por qué volvían a llamarla, y porqué la llamaba siempre con cAlexander. S e negaba a volver al piso de él.

 Alice y Gilbert le contaron lo de la boda fallida y estaba realmente feliz por ello, peería volver a ver a Alex, aún estaba demasiado dolida por el modo en que la había tratamodo en que se había ido sin decir nada.

― Mary Jane necesito que vengas, aunque solo sea una vez, ―rogó Eleanor.

― Pero yo prefiero no ir, de verdad.

― Quieres a mi hijo, ¿no es así? Mary Jane sabía que si, aunque se hubiera propuestgarlo con su vida si hacía falta.

― Eleanor, lo siento pero prefiero no ir.

― Por favor ―le dijo antes de empezar a llorar. MJ no soportaba hacer llorar a nadie anera que aceptó de forma obligada.

― No me voy a quedar, solo iré un rato ―advirtió.

Pasadas dos horas Mary Jane llegó al apartamento de Alex. Estaba realmente asusnervios se habían instalado en su estómago provocándole calambres dolorosos. Sub

caleras más despacio que nunca, haciendo tiempo para entrar de nuevo en

artamento.No sabía si Michelle habría decorado aquel piso dejando en él su dolorosa huella.

Cuando al fin llegó al ático nadie abrió la puerta, tocó y tocó sabiendo que Alex esntro.

― Oh Mary Jane querida estás aquí ―dijo Eleanor saliendo del ascensor―tienes ra, ¿te encuentras mal?

― No, es solo que me siento rara al venir de nuevo después de tanto…

― Sólo hace 4 meses, tampoco es tanto tiempo… ― afirmó la madre, ―adelante, do está como se quedó cuando te fuiste.

Mary Jane no respondió, accedió al piso tras la invitación y observó gratamente comecto Michelle no había tocado nada.

Todas las persianas habían sido bajadas, todas las ventanas cerradas y cubiertas cortinas, sobre la isla de la cocina una bandeja con la comida sin tocar que Eleanor hirado del dormitorio de su hijo. MJ se quedó de pie, al lado de la puerta de la entradentrarse demasiado en el piso.

― ¡Madre te dije que no quería verla! ―gritó Alexander al fondo del pasillo en el interidormitorio, a MJ se le hizo un nudo en la garganta que le impedía respirar con norma

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a si quería verlo, aunque solo fuera una vez y esa vez fuera dolorosa.

― Alex, eres ciego, no la vas a ver ―gritó Eleanor. Esa era la primera vez que había a señora Ferrell elevar el tono de voz y hablarle con tanta dureza.

D e pronto se dio la vuelta para marcharse, se detuvo en la puerta con el pomo a punrirle paso cuando Eleanor apareció tras ella asustándola.

― A delante, puedes pasar.

― No, yo… mejor me marcho… ―dijo al abrir la puerta.

― No, no vas a ninguna parte ―le dijo Eleanor cerrando la puerta de un golpe, ―tu eca que puede ayudar a mi hijo y aunque tratéis de ocultarlo sé lo que sentís el uno po.

― ¿Cómo? ―respondió ella atónita ante esa agresividad y esa respuesta.

― Si querida, hace mucho que lo sé. Mary Jane no dijo nada para defenderse, dejóbolso al suelo como si pesase una tonelada, abrazó a Eleanor y comenzó a

sconsoladamente.

― Le quiero Eleanor, le quiero tanto…― Lo sé… ―le dijo la madre de él correspondiendo a su abrazo, ―esto también es p

Pasaron varios minutos hasta que la joven se tranquilizó.

Cerca de una hora más tarde Eleanor se marchó, dejando a su hijo en compañuella muchacha que siempre estaba dispuesta a ayudarle.

S in saber que hacer Mary Jane se acercó ventana a ventana iluminando todartamento, Alexander estaba en su dormitorio sin decir nada.

Bajo la puerta de su antiguo dormitorio se filtraba luz y al abrir la puerta encontró quehabía bajado aquella persiana, su habitación estaba iluminada como a ella le gustaba

onto comenzó a llorar de nuevo.

S e acercó a la habitación de él sin atreverse a entrar, tocó la puerta con la yema ddos como acariciándola creyéndolo tendido en su cama.

 Alexander la había escuchado llorar en su antigua habitación y estaba dispuesto ansolarla cuando escuchó que se detenía tras su puerta. Él estaba de pie a punto deando ella se acercó, colocó las yemas de sus dedos como si pudiera acariciarla como

seaba, pero se vio a si mismo hiriéndola de nuevo.― Márchate Mary Jane no necesito que vuelvas a venir ―le dijo cerrando los o

retando las manos y la frente contra la puerta.

― Yo… ―le dijo en voz baja―le he dicho a tu madre que me quedaría un rato.

S u voz le sonaba tan triste que abrió la puerta de golpe quedando uno frente al otro.

Ella no le miró, se limitó a bajar la mirada para no tenerlo de frente.

― Sólo me quedaré un rato Alex ―le dijo con un hilo de voz.

S in poderlo controlar estiró los brazos y la abrazó, ella dejó los brazos caídos a su

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saber qué hacer, pero pronto rodeó su cintura agarrándose las manos por detrás dnguno de los dos dijo nada durante un rato. Hasta que ella sintiéndose con valor le apartó

― Lo siento Alex, tengo que irme ―dijo dando unos pasos hacia atrás, el corazón paererse salir de su pecho, ―Asegúrate de comer y de no preocupar a tus padres.

― No te vayas ―le dijo avanzando unos pasos, palpando una de sus manos. ―Nyas Mary Jane.

Cuando la mano del chico casi toca la suya MJ la apartó, dejándolo frente a ella palp

vacío entre ellos.― Lo siento Alex, pero no me puedo quedar.

― ¿Por qué?

― Porque no quiero. Se alejó de él sin darle la espalda, no podía quedarse, no queríansase que iba a ser tan fácil retenerla después de haberse ido como se fue. Se acercóerta y sin decir una sola palabra más se marchó dejándolo en pie frente a su habitarada en el vestíbulo con el dedo en el botón del ascensor sin terminar de presionarlo, tre marcharse o quedarse con él, había adelgazado, su barba había crecido de nuevo

rada volvía a parecer triste como cuando lo vio por primera vez.― No me lo puedo creer, soy tan débil… ―se dijo con media sonrisa en los labios.

ne no podía alejarse de ese modo, habiéndolo dejado tan solo en aquel soartamento. Se acercó a la puerta y se agachó apoyada en ella hasta sentirsficientemente fuerte como para volver a su mansión.

Pasó la noche sin haber podido pegar ojo, la visión de Alex en aquel pasillo solo, conpecto dejado era superior a lo que ella podía aguantar. F ue a su habitación, cogaleta, la rellenó con sus cosas y salió de allí en dirección al apartamento de Alex.

Sonó la puerta pero nadie abrió, Mary Jane siguió insistiendo pero Alex seguía sin a soltó la maleta en el suelo y se sentó encima, en el piso más alto del edificio sólo habartamento, el apartamento de Alex, de modo que no le importaba pasar las horas sení porque a nadie le iba a parecer ridícula, al menos a nadie que la viese.

Llegó la noche pero ella continuaba ahí, sentada en su maleta. De vez en cuando inra que le abriera la puerta pero él seguía sin abrir.

Por la mañana Eleanor fue a ver a su hijo, con la esperanza de que Mary Jane nbiera ido, si su hijo era listo le hubiera pedido que se quedase. El ascensor se detuvo

o 22 y cuando la puerta se abrió encontró a MJ durmiendo en el suelo, con la caoyada en su maleta.

― Mary Jane querida, ¿pero qué haces en el suelo? ― preguntó sorprendida.

― O h Eleanor, buenos días, le dijo mientras se desperezaba.

― ¿Qué haces aquí? ― preguntó.

― Bueno ya sabes… después de marcharme tuve la necesidad de volver pero al pano tenía necesidad de abrirme…

La señora Ferrell abrió la puerta y encontraron a Alex tirado en el suelo tras ella.

― Dios mío Alex ―gritó la madre.

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― ¿Alex? ―dijo ella asomándose por detrás de Eleanor. En ese momento su mundo abajo.

Llegó la ambulancia, Eleanor fue con él al hospital, Mary Jane se marchó en su coche

 Al llegar les hicieron esperar en la sala de espera. Pasó una hora hasta que les avisar

― Señora Ferrell diríjase a la puerta número 2, ―dijeron por megafonía, allí esperabédico con una carpeta.

MJ se levantó inmediatamente siguiendo con el corazón a mil por hora a Eleanor,bía perdido el color de su cara.

― ¿Señora F errell? ―le dijo el hombre cuando llegaron MJ y Eleanor―¿es su madreguntó a la mayor.

― Yo soy su madre, ella es su novia ―Mary Jane había dado por hecho que mera que le dejasen entrar―venimos juntas…

― Está bien, tengo unas preguntas que hacerle, necesito que me responda con la mceridad.

MJ agarró asustada el brazo de Eleanor.

― ¿Su hijo se ha llevado algún golpe en la cabeza recientemente?― No, no que yo sepa…

― Señorita, ¿de verdad es su novia?

 A pesar de no ser novia de Alexander se sentía como si lo fuera, cuando se fuechelle le dolió como si la hubiera abandonado, cuando Eleanor le llamaba se preocualmente y cuando lo encontraron en el suelo se sintió a morir.

― Prometida en verdad, soy su prometida ―adornó en vista de la duda de aquel méd

― ¿Sabe usted si ha tenido algún golpe recientemente?

― No, no ha tenido ninguno ―respondió con completa seguridad, de haberse llevado pe Eleanor le habría llamado como siempre.

― ¿Toma medicinas de algún tipo? ―preguntó el médico mirando a las dos.

― No ―respondió Eleanor, ―no toma ningún medicamento.

― De acuerdo, ―marcó con un bolígrafo en un papel. ―¿come correctamente?

―Verá doctor, él lleva 2 semanas sin probar bocado, está atravesando una depresiónere comer. ―le contó Eleanor preocupada por las preguntas extrañas del médico.

― ¿Puedo saber el motivo de esa depresión?

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― Eleanor miró a MJ esperando que ella le dijese.

― Estamos atravesando un momento difícil en la relación y me había mudado condres una temporada ―mintió Mary Jane, ―Pero díganos doctor, ¿él está bien?

― Aparentemente si, sólo ha sufrido un desmayo por la debilidad. Queremos espee terminen de hacerle las pruebas que les están haciendo para saber si tiene algo más.

― Gracias a Dios ― suspiró Eleanor.

― ¿Cuándo podremos pasar a verle? ―preguntó impaciente Mary Jane.

― Imagino que en una hora, no se impacienten.

 Algo más de una hora después una enfermera salió en busca de Eleanor y de Mary e le siguieron silenciosamente sujeta el uno en el brazo de la otra.

 A l entrar en la habitación donde estaba Alex el médico les esperaba dentro.

― Se ha despertado hace unos minutos, ahora está durmiendo. Hay dos posibilidadesantenemos ingresado con suero intravenoso y, le vamos inyectando todos los nutrientesfaltan o, puede ir a casa y que alguien esté pendiente de él y le obligue a comer al men

ces al día.MJ ni lo pensó y, en menos de 6 horas volvían juntos al apartamento.

― ¿Estarás bien? ―le preguntó Eleanor 

― Solo estaré bien cuando él lo esté.

― Eleanor se sonrió viendo la sinceridad de la joven.

― ¿Sabes Mary Jane? N o te lo he dicho hasta ahora pero me alegro mucho de hanocido, me alegro de que hayas entrado en nuestras vidas de esta manera tan…

― Gracias Eleanor, de verdad, yo también me alegro de haberos conocido. Ambas se abrazaron sinceramente, sintiendo a la otra parte de su familia.

La señora Ferrell se marchó dejando a Alexander en compañía de su mejor medicina.

― N o quiero comer Mary Jane, no me apetece, de verdad.

―Alex, no me iré de aquí hasta que te lo comas ―le dijo intentando convencerle paramiese.

― ¿Te das cuenta… de que eso no es una amenaza?, si me dices eso me invitas

mer. ―le dijo con una débil sonrisa.― Muy bien, veámoslo de éste otro modo… si no te lo comes… me iré y no volver

rme… ―dijo amenazándolo en serio esta vez―no te perdono otro susto como el de aye

― Yo… iba a abrir la puerta pero…

― Casi me muero del susto Alex, creía que de verdad te había pasado algo.

― ¿Por qué te asustaste tanto?

― Porque… bueno ya sabes… ―esa pregunta la intimidaba, no quería confesarle lo

ntía por él―¿eres mi amigo, no?― Tu amigo… ―dijo con tono apagado aun sabiendo la verdad.

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 Alex estaba loco por ella y, el hecho de que hubiera vuelto le hacía tan feliz que no pgarse a cualquier cosa que le pidiera, de modo que tomó la cuchara y comenzó a co la atenta mirada de la joven.

Un par de días después Alexander había comido bastante y se sentía algo mejor perhabía descansado apropiadamente en 3 días.

Cuando llegó la noche el cansancio hizo que se estirase en la cama de Alex un momentras él había ido al baño. Cuando el chico volvió la encontró durmiendo estirada justo

ar donde había querido tenerla tantas veces. S e estiró a su lado, ajustó sus piernas coella, con cuidado la trajo hacia sí y la cubrió con la colcha. Con una mano en su cintoyado en su nuca se durmió.

Por la mañana MJ se despertó con una agradable sensación de calidez, había descanmo no hacía desde hace tiempo, él la abrazaba por la espalda, con sumo cuidado sesu agarre, volvió a arroparle y le besó en la mejilla antes de salir del dormitorio.

― No me lo puedo creer MJ ―se dijo a si misma mirándose en el espejo del bañooponértelo ¡has dormido con él! ―los colores subieron a sus mejillas y las emocioneemolinaban traviesas en su estómago.

S e miró por unos minutos sin terminar de creer que estaba de nuevo con Alexanduel apartamento, sin terminar de creer que a pesar de todo seguía queriéndole del modo y sin terminar de creer que aquella noche, a pesar de no haberlo podido disfrutar pnsancio había dormido bajo aquellas mantas con los brazos de Alex dándole calor.

Mary Jane preparó esa mañana el desayuno de ambos, dando el día libre a la cocinenrisa no se borraba de su cara y no podía esperar para verlo de nuevo, de modominó de cocinar y tras colocarlo todo coquetamente sobre la bandeja fue al dormitorio erido señorito Ferrell.

― Pensaba que no ibas a volver a entrar ―le dijo cuando ésta abrió la puerta.

― ¿Por qué no iba a querer entrar?

― Te dormiste en mi cama obligándome a dormir en el suelo… ―bromeó con una solos labios.

― ¿Es muy cómoda sabes?

― Claro que lo sé… ¿olvidas que paso aquí muchas horas al día? ―respondrcásticamente pero con tono burlón―pero ¿sabes tú una cosa?

― No, dime…

― Mi cama es mucho más cómoda si estás tú en ella ―su voz sonaba seductora.

― Dios Alex, si lo dices de ese modo parece que hubiera pasado algo entre nosoto hemos dormido juntos ―dijo completamente avergonzada por el atrevimiento de él.

― Voy a tener que llamar a Alice para que nos coloque de nuevo el peluche queohibía separarnos… de ese modo tendrías que dormir siempre conmigo…

Mary Jane lo miraba completamente ruborizada, le encantaba el modo en que jugab

a, y le gustaba que le insinuase que no quería separarse de ella.

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― Olvídate de esas cosas y come ―pidió ella, desviando la atención.

― Huele diferente, ¿qué es? ―preguntó husmeando el aire.

― E s tu desayuno, claro, pero hoy te lo he preparado yo… ―le dijo satisfecha.

― Uhm… A sí que… ¿después de una noche juntos me preparas el desayunontinuó molestándola sabiendo que se avergonzaba.

― Alex ya… ―MJ estaba a punto de pedirle que lo dejase, que no continergonzándola, si seguía insistiendo no podría seguir callando y le diría todo lo que sentí

― Ven aquí ―le dijo estirando los brazos y abrazándola fuertemente.

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Capítulo 20 Recuperando algo perdido

La señora que limpiaba todos los días el apartamento de Alexander no pudo ir esebido a unos asuntos personales, Mary Jane decidió limpiar el piso ella misma. Se asomóbitación de Alex, él fingía estar dormido para ver si ella se acercaba para despertarle o cirle algo, pero frente a los ojos de ella estaba durmiendo, de modo que comenzó a limrrió, limpió cristales, baños y los cacharros del desayuno y después de volverse a ase

que él dormía y no saldría de su cuarto comenzó a fregar.Estaba fregando el suelo del baño cuando un estruendo rompió el silencio

artamento, corrió a ver a Alexander para ver si estaba bien, pero estaba de nuevo tenel suelo, ésta vez en un enorme charco de agua que empezaba a teñirse de carmesí.so sorprenderla, sabía que estaba limpiando la casa y quiso burlarse de ella, pero no e el cubo estaba en medio y tropezó con él cayendo contra el marco de la puerta, se hpeado la frente-ceja, a la altura casi de la sien, el golpe había sido muy fuerte y la htaba muy abierta.

MJ no sabía que hacer primero, llamó a una ambulancia mientras arrastraba a Alexacia su cama, llegarían en unos minutos, mientras llegaban y como pudo cortó la came llevaba dejándolo semi desnudo y como pudo le puso una sudadera de cremallera; le

pantalones y le puso unos de chándal secos, colocó las prendas que le había qucima del charco para que los enfermeros pudieran pasar sin mojarse y fueron al hospita

Se perdieron entre las puertas y Mary Jane se quedó sola y desesperada en la sapera.

MJ llevaba horas intentando contactar con los Ferrell, no había manera.

― Familiares de Alexander Ferrell ―anunció una chica desde las puertas de acceso.― Yo ―ella levantó la mano y corrió hacia la chica.

― ¿Es usted familiar del señor Ferrell?

―Sí, soy su esposa.

―¿Cómo ha sucedido?

― Verás, estaba limpiando la casa, me aseguré de que él no se moviese de su cutaba durmiendo, me puse a fregar y de pronto sonó un golpe, había salido de su cuarto

bía caído ―decía deprisa y atropelladamente―Dime, ¿él está bien?― Está en coma ― respondió clara y concisa. La impresión fue tan grande que M

smayó en la sala de espera, la llevaron a la habitación donde lo tenían a él.

Cuando despertó habían localizado a los padres de él y estaban en la habitación. Esteocupados y enfadados

― ¿Ya te has despertado? ―preguntó el padre, molesto.

― Sí, he intentado llamaros pero no estabais.

― ¿Qué ha pasado? ― preguntó Eleanor entre lágrimas.― Estaba limpiando me aseguré de que no saliera de su habitación pero lo hizo y s

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ído.

― Está en coma, ¿lo sabes? ―dijo el hombre de malas maneras.

Mary Jane volvió a marearse, no podía creer que estuviera así por su culpa, poberle despertado para decirle que iba a limpiar, que no saliese.

― Yo… no sé qué decir ―dijo angustiada

― No digas nada ―dijo el señor Ferrell realmente enfadado, ―ve a su casa, recoge s cosas y márchate. No queremos volverte a ver.

Mary Jane se quedó mirando al señor Ferrell completamente impactada.

― Pero querido… ― comenzó a decir Eleanor.

― Ni querido ni nada Eli, nuestro hijo ha podido morir por su culpa, ya has oído al mésabemos si va a salir de éste coma, no quiero verla por aquí.

― Lo siento querida, no sé qué decir ―se disculpaba la mujer.

― No importa ―dijo MJ resignada.

― ¿Que no importa? Maldita sea… ―continuó replicando el padre.

― ¿Puedo despedirme de él?

― Está en coma, ¿es que eres sorda? ―gritó el señor Ferrell rudamente.

― Adelante MJ esperaremos fuera, ―dijo la madre preocupada por su hijo, ―vaera querido, solo un minuto.

MJ se acercó a Alex, acarició con la yema de los dedos la cara de ese chico, ceriendo memorizar cada curva de su cara, continuó por el brazo hasta su mano y entr

dedos con los de la mano inmóvil de él. S e acercó y tras darle un beso en la fren

surró al oído.― Alex ponte bien pronto, te lo pido por favor ― paró un segundo pensándose si de

lo que pensaba―no olvides nunca que te quiero.

S e alejó sin apartar la mirada de él hasta la puerta, la abrió y mientras dejabbitación las lágrimas corrieron por sus mejillas.

La señora Ferrell no quería que MJ se fuera, pero no quería ponerse en contra darido y estaba aterrada por el estado de su hijo.

― ¿Son ustedes los padres de Alexander? ―dijo la voz de un hombre detrás de ellos

― Si, somos sus padres.

― Vamos a ver, vengo a hablarles sobre el estado de su hijo.

Ellos se miraron asustados y se cogieron de las manos.

― ¿Él está bien?

― De eso quería hablarles, verán, hemos estado durante horas haciéndole pruebas, rque está en coma todo en él es perfectamente normal, los escáneres cerebraleuestran daños, las radiografías no muestran daños de ningún tipo.

― El ojo, doctor, lo tiene amoratado, no lo va a perder, ¿verdad?

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― No, por supuesto que no, golpes en las cejas son habituales, son muy escandarque sangran abundantemente, se hinchan y se amoratan, pero no, su hijo no va a perdojo ni la visión de él.

― Disculpe doctor, él es ciego, quedó ciego tras un accidente de motocicleta hace 4 a

― Las pruebas no muestran ningún daño, ni ninguna deficiencia en la visión, las puaccionan correctamente a los estímulos lumínicos. D e todos modos habrá que espee despierte para continuar con las pruebas.

― Muchas gracias doctor.Los angustiados padres parecieron alegrarse con la noticia, a pesar de cómo estab

o.

Mary Jane llegó a su casa completamente abatida, no tenía fuerzas ni para llamarrmana y contarle todo lo que acababa de pasar. Pasó esa noche y a la mañana siguieno a si misma que la única manera de permanecer alejada de Alexander era viajandería demasiado como para que una orden la mantuviera alejada de su amor. Sus panían varias propiedades en otros países, Mary Jane eligió el más alejado en el mapa y

billete, solamente de ida.― Si le ocurre algo nunca más regresaré, ―decía mientras preparaba una maleta

o de ropa.

Horas después miraba a su alrededor para despedirse visualmente de todo.

Cuatro días después del accidente Mary Jane se instalaba en la que sería su nueva cático de lujo en una de las ciudades de moda, era increíblemente espacioso, lumino

da la ciudad quedaba a sus pies bajo esa enorme terraza.

 

Mientras ella disfrutaba de sus nuevas vistas Alexander abría los ojos. Sus padremocionaron enormemente al ver a su hijo despertar, intuyendo que no podría ver no abros.

― Dios mío hijo, menos mal que despiertas, nos tenías preocupadísimos. ¿Cómo esCómo te encuentras?

― Bien, estoy bien, ¿donde está Mary Jane? ― Siempre era ella su primer pensamando despertaba.

Los padres se miraron culpables.― Bueno, ella tenía unas cosas que arreglar, quizá venga más tarde, ―mintió su p

scaradamente.

Por un momento temió la misma escena de 4 años atrás, cuando despertó y su bía desaparecido, pero ésta vez confiaba ciegamente en la chica a la que amaba y se ella no le dejaría por nada en el mundo.

― Tengo que disculparme con ella por… ―Alexander entreabrió los ojos expresivamsorpresa fue mayúscula cuando notó que la luz llegaba a ellos.

― ¿Qué ocurre hijo? ―Preguntó el padre confundido, Alexander no respondió, cerr

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os de inmediato impactado.

― ¿Alex? ―Preguntó la madre asustada―¿qué te ocurre? ¿Estás bien?

― Madre… ―dijo con la voz entrecortada―creo que…

― Di, habla, no nos asustes más…

Los Ferrell zarandearon el brazo de su hijo para hacerle reaccionar y que les responuna vez por todas.

― Creo que puedo ver…

― ¿Qué? ―preguntaron los padres al unísono.

― ¡Puedo ver! Eleanor y su esposo corrieron en busca del médico que atendexander. Las siguientes horas las pasaron entre prueba y prueba, para asegurarse dedo era correcto. Un par de días después Alexander recibió el alta.

Estaba muerto de ganas por llegar y encontrarse con Mary Jane, por conocerla de npoder mirarla a esos ojos que se moría por explorar.

 Aún no veía correctamente, todo era una mezcla de bultos, colores, luces y sombra

mocionaba redescubrir la forma y los colores de las cosas.Llegó al apartamento, entró con los ojos cerrados y la llamó, MJ no respondió, bus

bitación, tocó a la puerta pero no respondió, decepcionado entró en el dormitoriocontró vacío, Mary Jane se había llevado todas sus cosas. P reocupado llamó a sus pa

― ¿Que ha pasado con Mary Jane? ―preguntó esperando la respuesta.

― Bueno hijo, Mary Jane se ha ido.

― ¿Cómo? ¿Pero por qué? ―preguntó disgustado.

― Yo… bueno…― Dímelo, dime ya lo que sea, ¿qué le ha pasado?

― Ella se ha ido, ―respondió la señora Ferrell con tono nervioso

― ¿Pero por qué? ¿Por qué se ha ido?

― Verás… mira, mejor ven, te lo explicaremos aquí.

 Alexander colgó el teléfono, corrió hacia la puerta y a toda prisa se dirigió a la casa ddres. Exigiendo una respuesta.

― Cuando te caíste… bueno ella… ―Eleanor tenía miedo de decirle a su hijo que la ca que le ha valorado de verdad se había ido a causa de ellos.

― No me habéis hecho venir para andaros con rodeos, decidme de una vez lo que n MJ ―levantó la voz exasperado.

― No alces la voz Alexander, yo le dije que se fuera y que no regresara ―dijo el pn voz áspera, ―por un descuido de ese calibre podrías haber perdido la vida, la viluso un ojo.

― Maldita sea papá, ¿es que no recuerdas que he pasado 4 años ciego, sumido

ás profunda oscuridad? No me lo puedo creer, ¿perder la vista? No me hagas reír.

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― Tu padre se preocupó Alex.

― ¿Y tú, madre? ¿También te preocupaste tu?

― Yo también hijo, también me preocupé.

― N o me puedo creer que la metieras a la fuerza en mi casa, que la engañaras paraviera conmigo y que luego la echaseis de mi lado por un maldito accidente que yo provAlex estaba tan enfadado que se giró y se marchó sin decir nada más.

Caminó hasta su casa, intentando recordar la dirección de ella, pero solo recordaba

a la llamaba mansión Daniels.I maginaba cuan dolida podría estar, después del susto que recibió y luego que sus pa

echaran. 

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Capítulo 21 Buscando a Mary Jane

Llamó a un taxi, cuando éste llegó le preguntó si sabía dónde estaba la mansión Daniexista llamó a la central por radio y tras unos minutos le dieron la dirección.

S e acercó nervioso a la entrada, Mary Jane había mantenido limpio y cuidado el jardndo podía verse la elegante casa. D e pronto la puerta se abrió y una chica morena rrándola con llave tras de sí, Alex estaba impaciente por verla de cerca, nervioso

nca lo había estado, deseando poder hablar con ella, poder decirle cuanto sentíacidente, como sentía el que sus padres la echasen del hospital, de su piso y de su vida…

Cuando la muchacha llegó a la puerta le preguntó sorprendida.

― ¿Alex? Dios mío Alex, ¿pero qué haces tú aquí? ―Alex recordó la voz inmediatamtiéndose ridículo por esperar que fuera ella.

― ¿Alice? ―respondió él, mirándola.

De pronto se vio superado ante la posibilidad de que MJ estuviera en aquella mansió

pecto señorial.― No me lo puedo creer Ale x, ¿puedes ver? ―preguntó Alice con los ojos

sorbitados.

― Si, ahora puedo ver… ¿Está… está Mary Jane? ―no podía esperar a verla.

― Lo siento mucho Alex, ella no está en el país.

― ¿Cómo? ―preguntó sorprendido.

― Yo… lo siento.

― ¿Pero… por qué?― Verás, cuando tus padres la echaron del hospital le pidieron que no volviera, qu

erían volverla a ver, ella pensó que la única manera de poderse mantener alejada de ndose lejos ―Alex se quedó mirando a Alice como si se tratase de una broma de mal go siento.

― No me lo puedo creer ―le dijo con la voz apagada.

Se sintió abatido por la afirmación de Alice, ¿MJ se había ido? N o, no lo podía creer.

― Créelo Alex. N o me puedo creer que puedas ver, ¡te ves mucho mejor sin las gcuras! ―exclamó feliz por su recuperación.

― Gracias. Dime… ¿Dónde es que está MJ ?¿dónde ha ido? ―preguntó él

― No lo sé, pero de todos modos nos dijo que aunque lo supiéramos nunca dijéramdie dónde estaba.

― Maldita sea Alice, pero yo no soy cualquiera, yo soy… soy… yo…

El muchacho comenzaba a desesperarse por verla, por encontrarla.

― Lo sé y lo siento Alex, créeme.

― ¿Puedo ver a Gilbert? ―Alex pensó que ese chico sabría dónde estaba Mary Jane

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entando buscarle defectos.

No sabía nada de él pero en su cara podía verse todo lo que había sufrido, quizá no cas personas pero sí mucho a su manera, tampoco podía olvidar que Alex había esgo, y que se había enamorado de ella de verdad, no por su riqueza, que llegó despuénocerla, o por su belleza porque nunca la había visto. La había conocido de verdad ya lo que apreciaba de Alex, a pesar de no gustarle.

Encima del escritorio había una foto de Gilbert y Alice, y a un lado había una foto dea pequeña, una foto que Gilbert había guardado toda su vida, Alex no se imaginó quequeña era MJ.

― Yo… he de marcharme ―dijo Alexander con el tono apagado.

― Me parece bien. ― S i habláis con ella… ― rogó.

―Pásate la semana que viene, te contaré todo lo que sepa nuevo de ella.

― ¿De verdad? ― preguntó Alex.

― Sí, de verdad ―afirmó Gil.

― Está bien, pero si ocurre algo antes házmelo saber, por favor.― Descuida.

Los dos chicos se dieron la mano y Alexander se marchó.

Los siguientes meses Alexander visitó a Gilbert todas las semanas llegando a forjarmistad que ninguno quería reconocer pero que existía y cualquiera podía ver.

Una tarde entre tantas otras en los que se reunían fue Gilbert quien se personó ansión Ferrell. Eleanor solo tuvo que ver lo guapo que era Gilbert para saber quién entras éste esperaba la llegada de Alexander Eleanor le invitó a ver la cocina. Para sorp

Vicenta, Gilbert también había crecido hermosamente, entendió de inmediatontimientos de MJ las primeras veces que se reunieron.

― ¡Señorito Gilbert! ― exclamó la anciana.

― ¡Vicenta! ―corrió a abrazar a la antigua sirvienta de su casa.

― ¿Cómo ha estado? Supe por la señorita Mary Jane que se había casado… eguntó cariñosamente.

― Si, bueno ya conoces a Patrick ―dijo refiriéndose a su padre, ―no soportaba a

ne y nos separó de éste modo.― Pero se siguen llevando bien, ¿no es así? La señorita Mary Jane es muy buena.

Gilbert llevó la mirada hasta la puerta, dónde había aparecido Alex.

― Lo es Vicenta ―dijo Alex mirando a Gilbert―¿no es así?

― Ella es la mejor ―dijo con melancolía. Gilbert y Vicenta se despidieron y segundosde salían los dos jóvenes de la cocina y de la mansión.

Gilbert tenía una reserva en un restaurante de lujo al que iban a cenar de vez en cuce y ellos. Siempre hablaban de MJ y de otras cosas sin importancia cuando Alex cone iba a ir a buscarla.

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― Necesito verla, necesito disculparme y necesito decirle lo que siento.

― Qué romántico Alex ― le dijo Alice emocionada por ver el amor que sentía pormana, ―estoy un poco celosa, los dos hombres más guapos del mundo están enamormi hermana.

― Pero tú tienes uno para ti sola, ―le dijo Alex simpático.

― Ya bueno… ―dijo mirando a Gilbert, ―pero su corazón no lo es…

Gilbert la miró de forma cariñosa. No sentía por ella lo que había sentido por MJ pe

rto modo la quería, tenía la necesidad de protegerla, de cuidarla y de atender todo loa necesitase. Incluso había llegado a desearla en algún momento.

― Perdona que te corrija pero… no estés tan segura ―le respondió mirando a Gilbermiraba cariñosamente.

― Dime Alex ―dijo Gilbert, ―¿por dónde vas a empezar a buscar?

 Alex investigó hasta localizar las propiedades de MJ en el extranjero. Gilbert nunca nde vivía MJ, aun siendo buenos amigos no podía ayudarle.

― Empezaré a buscar en el lugar más lejano ―respondió.Unos días después de aquella cena con sus ahora amigos preparó la maleta y comen

squeda..

― Viajeros con dirección a París por favor, diríjanse a la puerta de embarque númedijo una voz femenina a través de la megafonía del aeropuerto. Alex acababa de facturaleta, era realmente poco lo que llevaba pero no quería tener que llevar el equipaje haón. Se sentó impaciente en el asiento número G3, tenía la esperanza de encontrar a Me en París.

 A l llegar, después de muchas horas de viaje su cuerpo le pedía un descanso, pero nhotel, tomó un taxi y después de dar al taxista la dirección a la que debía ir llegó hasartamento de MJ en Francia. El edificio parecía antiguo y descuidado, la puerta d

trada de la calle era toda de cristal, una señora le abrió la puerta y él le preguntó, anuna respuesta.

― Discúlpeme señora, vengo a ver a la señorita Mary Jane Daniels ―le dijo a la see se puso a mirar una lista de las personas que habían en el edificio.

― No señor, la señorita no se encuentra ―le respondió para desilusión de él.

― ¿Cree usted que podría subir a su apartamento? No desconfío de usted pero necar una nota bajo su puerta.

― No tengo permitido dejar pasar a nadie sin autorización expresa pero si solo va ar una nota… puede pasar.

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 Alex olvidó que había ascensor (lo tenía de frente mientras hablaba con la portera) ccia las escaleras y subió casi volando hasta el ático, un 10º piso.

En la última planta del edificio solo había un apartamento, el de MJ. El exterior de éstogedor, había un sofá de raso blanco con una mesita, bajo éstos una alfombra deanca. Casi parecía un salón pequeño más que el rellano de un edificio. La puerta era anc

un negro tan brillante y liso que reflejaba. Tocó a la puerta aun sabiendo que Mary Jantaba en casa, quizá esperaba con aquel gesto que ella supiera que le buscaba, que hado cientos de kilómetros para verla, para encontrarse con ella, pero Mary Jane no a

tenía previsto, pero le dolió no encontrarla en París. D ejó una carta bajo la puerta y esas horas en aquel incómodo sofá. Cansado del viaje y cansado por la espera tuvo quetel.

Los siguientes días continuó yendo con la esperanza de encontrarla, pero MJ no estabancia y ese era uno de los destinos que debía tachar de su lista.

Echando una última ojeada a aquella ciudad en la que había estado otras veces aur otros motivos tomó el taxi que le llevaría al aeropuerto para buscar en su siguiente dela lista. Barcelona.

El avión aterrizó y tras recoger la maleta tomó un taxi que le llevó a su hotel.

 Alex tenía miedo, tenía miedo de no encontrarla tampoco en España, tenía miedo deestuviera en ninguno de los destinos de su lista. Había olvidado pedir a Gilbert y a Alicele dijesen nada y quizá le habrían dicho que la estaba buscando, quizá le habrían dichopodía ver y tenía miedo de enfrentarse a él frente a frente.

Ésta vez no fue a verla directamente, esperó unas horas para tranquilizarse, necese, necesitaba calmar esos nervios que le estaban matando y necesitaba apaciguar nas locas por tener a su amada MJ delante, ganas de decirle cuanto la amaba.

 Al llegar a la dirección de MJ en Barcelona encontró que también vivía en un ático, tamun edificio de aspecto antiguo y desmejorado y al subir al apartamento con permis

rtero encontró que también había una especie de salón pequeño y tras tocar insistenteerta y dejar la segunda carta esperó y esperó, pero MJ tampoco estaba en Barcelonacepción volvió a echar a un lado a la esperanza.

― Estoy seguro que te encontraré MJ ―dijo con la voz rota mientras se marcrando por última vez la puerta de aquel apartamento.

Viajó a Paris, a Oslo, a Tokio, Nueva York, Barcelona, en todas las propiedades esperante horas para ver si volvía, dejaba una carta con la dirección del hotel dondspedaba, esperaba días por una respuesta y viajaba a otro país. Buscó incansabcenas de ciudades pero MJ parecía haberse esfumado del mapa, Gilbert no sabía dtaba y él era incapaz de encontrarla.

En unos meses creyó que ya era bastante tortura y se rindió, había gastado mucho tiebuscar a alguien que se escondía de él.

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ería mucho, Vicenta, ella me trataba muy bien cuando era pequeña, casi como si fues

opia abuela.

Es un poco raro escribir esto de éste modo, lo sé, pero es un modo de desahogarme

envenida no ha sido muy cálida, me has hecho sentir mal por haber irrumpido así e

nquilidad…

 Alex estaba temblando de la emoción, no podía creer lo que estaba leyendo, esas eraabras más sentidas que nunca había leído, pero solo era el comienzo.

Espero que algún día podamos llevarnos bien, aunque me vaya a marchar pronpero también poder ayudarte aunque sea solo un poco.” 

― N o ha sido un poco MJ, no ha sido poco ―dijo mirando al monitor como si purla a ella.

Pasando más archivos adelante abrió otro.

“Querido Alex:

Hoy ha sido un día… emocionante, creo que podría decir.

Hemos ido a la playa, al principio me daba un poco de vergüenza quitarme la lante de ti, pero estaba realmente acalorada… he de reconocer que me he puesto un

rviosa cuando te has quitado la camiseta, nunca hubiera parecido que te pasas los

ostado…

Cuando he visto a Alice y a Gilbert casi me muero, llevaba meses sin saber de e

ando llegué a tu casa desconecté por completo de mi vida y comencé poco a po

vidarme de mi familia, si, aunque Gilbert y yo hubiéramos estado enamorados ahora e

milia, bueno, en verdad siempre lo fue, al menos en mi corazón.

Siento mucho no haberte presentado como es debido pero no sabía cómo explic

e estaba viviendo en tu casa y bueno, tampoco quería que se dieran cuenta de cuánt

stas. Sí, me gustas, me gustas mucho.

 A veces quisiera abrazarte. Cuando has entrado en mi habitación para exigirme q

ntase lo de Gilbert te hubiera abrazado y te hubiera dicho que te olvidases de él, qu

ora ya no importa, o no al menos de ese modo.

Oh y terminar en tu casa no ha sido mala suerte Alex, de hecho incluso pagaría

der estar contigo.” 

 Alex estaba emocionado, leía atentamente cada palabra, sentía profundamente ntida frase. N o podía entender por qué no se habían confesado antes ninguno de losa más que evidente que llevaban el mismo tiempo sintiendo lo mismo el uno por el otro.

Leer las cartas que se suponía nunca iba a leer estaba siendo una tortura, saber quebía estado sintiendo lo mismo y que no había podido mantenerla a su lado le mataba, n así decidió abrir una más.

Ésta no empezaba con un estimado, un querido o un amado, empezaba de la peor mae podía empezar una carta.

“Me estoy muriendo, me estás matando lenta y dolorosamente.

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Esa frase hizo que se le encogiese el alma.

Llevo tres días con miedo y nunca había tenido miedo Alex. Te estoy perdiendo sin p

cer nada al respecto.

Hace 3 días cuando apareció Michelle me sentí a morir, al principio me emoc

ando dijiste que era tu mujer, me emocioné pensando que quizás me querías de la m

anera que yo te quiero a ti, pero luego me recordaste la llamada de Gilbert donde le

e no me podías ver porque estabas ciego y eso me partió el corazón, realmente no s

que dije, me sentí mal después y me has hecho sentir mal de nuevo.Por si no fuera esa bastante herida te has ido con ella, no has venido en todo el día

toy volviendo loca pensando que quizás ella estará besando esos labios que me muer

sar desde hace tiempo.” 

El chico comenzó a llorar apretando los puños cerrados contra la frente.

― Maldita seas Michelle… no sabes cuánto te odio ―dijo Alex en voz baja mieentaba no seguir leyendo.

Te he llamado cerca de 100 veces pero no respondes, ¿por qué no respondes Alex?

He intentado convencerme de que no siento nada por ti, pero no puedo lograrlo. C

z que veo tu habitación, cada vez que veo alguna prenda que vestía estando contigo,

z que percibo un olor… Maldita sea Alex, estoy en tu casa y tú no estás en ella.

He estado pensando, quizás sea tarde para reaccionar, pero si no vuelves esta n

añana por la mañana me marcharé." 

Esa carta no era como ninguna de las otras, esa carta le había llegado a lo más hondser.

N o sabía cómo encontrarla pero lo necesitaba, necesitaba disculparse por todofrimiento, necesitaba poder decirle que siempre ha sentido como ella y que la quería, qería más que a nada en el mundo.

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Capítulo 24 “Cartas a un ciego”

 Alex pasó los días encerrado en su dormitorio, leyendo aquellas cartas que nunca er, Mary Jane no las había escrito esperando que él las leyera algún día, las escribió cirle lo que en verdad no podía decirle, para desahogarse cómo no podía hacerlorgüenza, miedo o inseguridad. Esas cartas habían provocado tantos sentimientos en é

cidió intentar encontrarla de nuevo, pero ésta vez sería de otro modo, ésta vez iba a inte fuera ella quién viniese a él. Imprimió todas sus cartas y con paciencia y amor respdas y cada una de ellas. Contactaría con una editorial, una buena manera de llamención era publicando aquel diario. Sentía como si la estuviese traicionando, pero necescontrarla, a pesar de haber decidido rendirse y no buscar más no podía permitirse perdquería demasiado.

“Mi querida Mary Jane:

El día en que entraste por primera vez en mi vida volví a nacer, sin haberlo planead

rancaste de la oscuridad en la que estaba completamente sumido.

He de reconocer que al principio no te quería en mi casa, ahí nadie podía juzgarme

tar ciego, nadie podía burlarse de mí, nadie me recordaría con un par de ojos sanos

traste tú, poniendo patas arriba mi mundo.

N o tengo palabras para agradecerte el bien que me has hecho, no tengo palabras

radecer a mi madre que te haya empujado a mi.

Quizá en su momento no te diera una grata bienvenida, pero te invito a volver, a vol

quedarte para siempre.” 

 

“Mi amada Mary Jane:

También yo creo que el día que fuimos a la playa fue especial, quizás no de la m

anera para ti que para mí.

 Aquel día fue el primero en el que me di cuenta de cuánto me gustabas, aquel día

los de Gilbert, sentí por el tono de vuestras voces cuanto os queríais, quizás ya n

mabas de la misma manera, pero era un cariño que quería solo para mí, y no q

mpartirlo con ningún otro hombre.

Las presentaciones no eran necesarias aunque he de reconocer que me molestó q

quiera les dijeras mi nombre.

Cuando salí de tu cuarto sentí haberte obligado a hablarme de tu pasado, sabi

anto te dolía hablar de ello, pero lo que más sentí fue haber salido sin haberte abra

mo deseaba hacer.” 

“Mi deseada Mary Jane:

Ojalá no te hubieras ido aquel día, ojalá hubieras estado ahí para hacerme recapa

lo con tu presencia.

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 A pesar de todo lo que lamento lo ocurrido, lo que más lamento es haberte hecho s

berte hecho llorar y haberte perdido.

Cuando veo tu habitación imagino que estás dentro, descansando o con tus cosas

la única manera de sobrellevar esta soledad y éste vacío que has dejado en mi.” 

 

Pasado un mes tenía el libro orientado a como quería que fuera. Q uería que pactante, que quien lo leyese sintiera la necesidad de que MJ y Alex estuvieran juntos

mpre y no volvieran a hacerse daño. Tenía pensado hasta el título del libro “Cartas go”

― Señor F errell, tengo que serle sincero, nosotros nunca hemos publicado un libtas características, sí diarios, pero nunca de estas características.

― Puedo pagarles, de hecho no tenía intención alguna de publicar un libro de maatuita.

― No, vamos a ver, señor F errell, nosotros no trabajamos así, nosotros leemoanuscritos y después de una selección elegimos lo mejores y los publicamos, su libro n

alo, por favor, no me malinterprete, es simplemente que no sabemos qué éxito podría te― Es de vital importancia que me publique éste libro.

― Hagamos una cosa, déjeme el manuscrito, lo leerán unos cuantos de nuestros agellos serán los que actúen de jurado, si les gusta lo editamos y lo publicamos, eso noasionarle gastos, es más puede incluso hacerle ganar mucho dinero si el libro tiene éxito

 Alexander se marchó con la esperanza de que publicasen ese libro tan importante paperó un día tras otro hasta que pasaron dos semanas y comenzó a desesperarse. Eguro de que con ese libro la atraería hacia él y no podía perder la oportunidad.

S e levantó esa mañana con intención de acudir a otra editorial cuando de pronto soéfono, no imaginaba la noticia que le aguardaba tras aquella llamada.

― ¿Alex?

― ¡Oh Alice! ―dijo sorprendido por la llamada―¿Ha pasado algo?

― ¡Es Mary Jane!

― Dios mío Alice no me asustes así, dime lo que sea…

― ¡Ella vuelve! ¡¡Volverá en un mes Alex!! ―le dijo repleta de alegría.

 Alex dejó caer el teléfono sobre el sofá, no lo podía creer, MJ volvía, después de una a regresar.

Caminaba impaciente por la casa, las dudas le asaltaban repentinamente, no sabblicar ese libro, quizás ella vendría sola sin tener que publicar sus confesiones para atraro ¿y si no volvía para estar con él? ¿Y si no quería verlo? ¿Y si se había olvidado de

nía novio?

El timbre del teléfono volvió a sonar, ésta vez respondió con miedo, con un repeedo porque fuera ella.

― ¿Señor Ferrell? ―dijo una voz masculina.

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― Sí, soy yo, dígame.

― Soy el editor, Davis O’Connell.

― Oh sí, señor O ’Connell ―respondió relajando sus hombros, que se habían tensados pensamientos.

― Veamos, la decisión ha sido unánime, vamos a publicar su libro, estamos seguroe será un éxito rotundo. ¿Podría usted venir a nuestras instalaciones mañana?

 Alex se sentó por la impresión, ahora se encontraba en una encrucijada en la que no

é camino tomar.

Mary Jane llevaba fuera de casa un año, del que 10 meses había vivido en India. Allí había vivido con una familia extremadamente pobre a la que había comprado una

orme, en esa familia eran 15 personas y habían estado viviendo en una chabola.

MJ había sido para la gente de la zona como una especie de benefactora, con poco dbía logrado que aquel barrio marginal, dónde todos vivían en las calles y las moscamentaban de sus platos de comida, se convirtiera en un sitio respetable. A llí no vivía nportante, ni famosos, ni ricos, ni gente notable por la sociedad, pero para Mary Janente se había convertido en gente importante, la trataban como a una reina, una reina

bía convertido sus chabolas derruidas en casas con habitaciones, baños y cocinas.Los Rai, la familia con la que MJ vivía tenían una hija, una joven de 19 años con la qu

vaba muy bien. Indhira, como se llamaba estaba embarazada y a punto de dar a luz.

La familia de la joven querían tanto a MJ que le dijeron que debía ser la madrina del bo que MJ se ofreció encantada, lo que desconocía era la tradición de la zona en la quemadre le pasa algo la madrina o el padrino tienen que hacerse cargo de la criatura.

eses después nació el bebé.

Faltaba solo un mes para que Mary Jane volviera, había decidido que ya estaba bie

conderse. Estaba como loca por ver a Alex pero a pesar de ello no iba a hacerlo, semiendo cómo disculparse por el accidente. A pesar del miedo que tenía de encontrarex tenía ganas de ver y abrazar a su hermana y a Gilbert y eso fue lo que le impuerer volver.

Indhira y ella fueron a Bombay, un médico tenía que revisar al bebé cada dos semane día era su tercera visita.

Caminaban por la calle cuando vieron una tienda de ropa de niños, sin pensarlo dos vtraron y compraron un montón de cosas, ropa, peluches, colonias, pañales… Salieron

ra después. Completamente felices con una compra enorme en las manos.

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 A lo lejos MJ vio a una chica que le recordó a su hermana y tuvo la necesidad de llamta vez no iba a esconderse más y usó su teléfono móvil para comunicarse con ella.

― Dios mío MJ ¡eres tú!

― Si, ¡soy yo!... ―le dijo anímicamente―sé que hablamos ayer, pero me apetecía hntigo hoy también.

― ¡Me encanta que me llames! Te hecho mucho de menos MJ quiero que vuelvas ya…

De pronto el conductor de un coche que conducía ebrio perdió el control del coche y

a acera atropellando a varias personas, incluidas MJ , Indhira y el bebé.La llamada con Alice se cortó y ésta quedó completamente paralizada por los grito

rror que había escuchado. Intentó llamarla cientos de veces más pero MJ no respondió.

 Alice estaba desesperada, su hermana, la persona a la que más quería en el mundspondía a su móvil después de esa llamada, no sabía dónde estaba y le aterraba quediera pasarle.

Varias horas más tarde el estridente sonido del teléfono rompía el silencio de su casarle una noticia que le destrozaría el alma.

― ¿Es usted familiar de la americana?

― ¿De la americana? Soy hermana de Mary Jane Daniels… ¿Ella está bien?

―Bueno… Ella ha sufrido un terrible accidente y está en estado crítico, no sabemos loeda pasar, agradeceríamos que vinieran a por ella en el caso de…

― ¡No!, no lo diga… pidió Alice con desesperación en su voz―¿Dónde está ella?

― En el hospital, claro…

― Discúlpeme, la ciudad, ¿en qué ciudad está?― Bombay, India. Alice estaba destrozada, su hermana estaba en un hospital en Indes de kilómetros de su familia, estaba herida y sola.

De pronto entró Gilbert en la casa y encontró a su esposa llorando, sentada en el sueo del teléfono. N o sabía lo que tenía pero no quiso preguntarle, la levantó en brazos

vó a la habitación. D e repente dejó de llorar y sacó del vestidor un par de maletas.

― Llama a Alex, nos vamos a India ―dijo acelerada, como si jamás hubiera derrama lagrima, como su carácter hubiera pasado de amable y alegre a alguien oscuro y agre

― Alice, ¿te encuentras bien? ―preguntó Gil preocupado.―Es MJ, ha sufrido un accidente y está en estado crítico en un hospital de Bombay. N

edo dar más detalles porque no los sé. Llama a Alex, viene con nosotros ―pidió.

― Oh dios mío… ¿y él lo sabe?

― No, se lo vas a decir tú, pero llámalo, ¡ahora! ― ordenó.

Gilbert nunca había visto en ese estado a su mujer, a pesar de llevar casados casos nunca la había visto tan nerviosa y angustiada.

Llamó a Alex y en unas horas estaban rumbo a Bombay. 

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Capítulo 26 Recuérdame, te lo ruego

 Al llegar buscaron en uno y en otro hospital. Parecía que se la hubiera tragado la tierrgún sitio la reconocían o sabían de ella.

 A punto de darse por vencidos alguien se acercó a ellos.

― ¿Son familia de la señorita Daniels? ―preguntó un hombre ajeno.

― Si, lo somos ―exclamó su hermana.― Vengan por aquí. El hombre se metió por una calle que daba a otra mucho más atres se miraron preguntándose dónde estaría MJ. Entraron en un edificio que parec

nas y subieron a la tercera planta.

 Alex estaba completamente nervioso, hacía 2 años que conocía a MJ pero por fin rla, por fin iba a conocerla de verdad.

En la 4ª puerta había una cama y una cuna, en la cama estaba MJ con un brazo yerna escayolados, un collarín y un vendaje en la cabeza que le cubría media cara, el ojo

edaba descubierto lo tenía amoratado por los golpes del atropello, respiraba con ayuda máquina de respiración asistida.

― Oh dios mío ―gritó Alice cuando la vio, se acercó inmediatamente a su hermaetó su mano mientras, sin poder evitarlo, comenzaba a llorar.

 Alex se quedó en la puerta sin atreverse a entrar, había ansiado tanto ese encuentroresultaba imposible parar los nervios en su pecho.

― Alex, ¿no vas a entrar? ―le dijo Gilbert, ―Te advierto que no es uno de sus meomentos ―fingió una sonrisa que ocultaba su más absoluta preocupación.

― Yo… he esperado tanto éste momento…

― Lo sé Alex, créeme que lo sé. Vamos, entra, está dormida, creo.

De pronto les asaltó un médico en medio del pasillo.

― ¿Son ustedes los familiares de la americana?

― ¿Si? ―respondió Alex.

― Vengan conmigo, tienen que rellenar unos papeles.

Gilbert y Alex siguieron al médico sin que el segundo hubiera podido ver a MJ.― Verán, son varios los documentos que necesito que firmen, la denuncia, la adopció

reso y las facturas de su tratamiento.

― Perdón, adopción ― dijo Gilbert extrañado.

― Si, sabrán que la madre del bebé ha fallecido y la americana es su madrina, de me tiene que hacerse cargo de la niña.

Los dos jóvenes se quedaron mirándose incrédulos, pero después de leer y firmar vcumentos entendieron a lo que el médico se refería.

Mary Jane, que aún permanecía inconsciente debía hacerse cargo de un bebé que aú

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nía un mes de vida, su madre, Indhira, había fallecido por culpa del atropello junto con s personas más, Mary Jane tuvo la suerte de chocar contra el cristal de un escaparaterompió, eso ayudó a que no muriera, aunque había quedado en ese estado.

― Deseamos llevárnosla a casa ―dijo Gilbert al médico.

― Sacarla del país en ese estado es peligroso ―le respondió éste―quizás al mberían esperar a que se despertase y que comenzase a respirar por sí misma.

Gilbert no quería dejar a MJ en aquel hospital, haría lo que fuese necesario

vársela.Los dos chicos fueron a la habitación dónde estaban Alice, MJ y el nuevo miembro

milia, el recién adoptado bebé. A l entrar MJ había despertado y se quejaba de quolestaban los tubos, al parecer estaba mejorando y quizá ya no necesitaba esa maque le ayudaba a respirar.

 Alex y ella cruzaron las miradas y el silencio se instaló en la habitación. Alexander tenso tan acelerado que casi podía el latido de su corazón en todo el hospital quería ccia ella y abrazarla por siempre pero el miedo a una reacción negativa lo mantuvo ancla

elo. La mirada de MJ sin expresión alguna pasó de Alex a Gilbert, que la miró connrisa radiante.

― Menos mal que te despiertas, dormilona ―dijo feliz porque hubiera despertado.

― Alice, ¿quiénes son ellos? ―preguntó a su hermana mirándolos como a extrañorecer recordaba toda su vida a excepción de Gilbert y Alex.

― Mary Jane cariño, no bromees, estaban tan preocupados como yo, Alex incluso má

― ¿Alex? ―preguntó mirando a los chicos, como si se supusiera que debía sabera.

 Alex salió de la habitación con lágrimas en los ojos, no podía creer lo que estaba pasa no le recordaba y eso le dolía incluso más que el tiempo que había estado escondida dbert se quedó completamente helado, después de lo que habían pasado al parecer tamrecordaba a él, de pronto salió corriendo en busca del médico que la atendía.

― Disculpe doctor, necesitamos que vea a la señorita Daniels cuanto antes.

― ¿Ha pasado algo? ¿Ha despertado?

― No sólo ha despertado… vamos venga ― pidió histérico.

Después de varias pruebas los resultados fueron positivos, n o había daños cerebralegún tipo y que no reconociera era algo pasajero.

Pasada una semana en la que Alex no se movió de al lado suyo a MJ le quitaron la vla cabeza y el collarín, la inflamación de sus ojos había desaparecido y los morat

menzaban a desaparecer, se sentía mejor y más animada aunque un poco extraña por e cuidar al bebé de Indhira, a la que recordaba perfectamente.

― Dime Alex, ¿de qué nos conocíamos? ―preguntó ella.

Hacía días que Alex estaba ahí, tenía bastante confianza con su hermana y con su cu

e resultaba muy atractivo.

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― No lo pienses, ya me recordarás ―le dijo él con una sonrisa.

― Pero dime, ¿de qué nos conocemos? ―volvió a preguntar curiosa.

― No te lo diré ―jugó con ella aunque con un tono tristón del que ella se perendrás que recordarme tú.

Una semana y media después estaban de regreso a América.

Hacía días que habían vuelto y Alex había preferido dejar las cosas tranquilas por as, MJ tenía que cuidar un bebé y Alice y Gilbert estaban con ella, no quería verla de nsta que no estuviera recuperada del todo para evitarle el estrés de tener que lidiar adn un extraño.

 Alice le mantenía informado de todo lo que hacían y de su mejoría, de hecho ya ibtarle las escayolas y se había recuperado bien de sus heridas.

Pasados unos días sonó de pronto el timbre del apartamento de Alex, pensando qutaba de su madre abrió la puerta sin mirar y volvió a su habitación dónde estaba terminvestirse, MJ se quedó en la puerta con el carrito del bebé, esperando a que le invita

sar pero no lo hizo y se quedó esperando.

Después de unos minutos Alex salió para ver por qué su madre no entraba y encon con una sonrisa radiante.

― O h, Dios mío Mary Jane, ¿pero qué haces tú aquí? ― Sin poderlo evitar corrazarla, abrazo que devolvió tímidamente.

Vestía unas botas de cowboy con unos vaqueros ajustados de una forma muy sexy ymiseta rosa recortada por la cintura que dejaba su ombligo al descubierto, su pelo rudulado caía hasta la cintura y sus bonitos ojos azules se habían iluminado al verlo.

― ¿Cómo sabías donde vivo? ¿Has recordado? ―dijo repleto de emoción.

― No aún no, ha sido Alice quién me ha dado tu dirección, pero dime Alex, ¿por qué nnto extraña? ¿Por qué tengo la sensación de haber estado aquí antes? ― preguntó mir

su alrededor.Casi no podía creer que pudiera recordar de un momento a otro.

― Ven, te voy a enseñar el resto de la casa ―le dijo tomándola de la mano, ―puar al bebé aquí.

MJ le siguió incondicional, como si sintiera que podía fiarse de él. La llevó hasta el qudormitorio, que no había cambiado ni un poco, la llevó a su habitación, allí aún sintió

a sensación de haber estado ahí antes.

― Me siento extraña ―le dijo con el ceño fruncido a modo de confusión―tengo sensDéjà vu, pero… no sé qué es lo que me hace sentir así.

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― ¿Soy yo quién te hace sentir rara? ―preguntó preocupado.

― ¡No! Me haces sentir bien ―sonrió

Las ganas de abrazarla superaban sus fuerzas para contenerse pero debía aguantarsdía asustarla, no debía olvidar que ahora él era un extraño.

Pasadas unas horas el bebé necesitaba comer y tuvo que marcharse a casa.

― Dime Alex, ¿vendrás a vernos? ¿Sabes dónde vivo?

― Por supuesto, si me lo pides iré a veros todos los días y, por supuesto que sé des ―sonrió guiñándole un ojo.

― Pues… te pido ―pidió ella tímidamente.

Para Alex tener a MJ delante, poder verla y poder sentirla era más de lo que pportar, si antes estaba enamorado de ella el sentimiento ahora se había multiplicado po

 

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Capítulo 28 Mariposas como las de mi estómago

Comenzaron a pasar los días y Alex empezó a visitar a MJ cada vez con más frecueeparaba los biberones, cambiaba los pañales de la pequeña, se comportaba como sbé fuese también su hija.

MJ lo miraba siempre disimuladamente, solo con su presencia comenzaba a ponrviosa pero no entendía el por qué.

Después de varios días Alice fue a por ellos, quería que salieran juntos como lo hates, cuando Alex estaba ciego así, quizás, con ese método conseguía que su herman

ese cuenta de lo que en realidad pasaba, que se estaba enamorando se Alex sin recoda de él.

― Vamos chicos, vestid al bebé, hoy tenemos entradas para el mariposario ―dijo n una sonrisa.

― Pero con la niña… ― replicó Mary Jane, ―sería mejor que nos quedásemos en ca

― Mary Jane, Mary Jane… lo que tú quieres es estar sola con Alex, no es ascubrió la morena.

― Por favor, no digas eso… ―respondió ruborizándose al ver que Alex la mnriente.

― Vamos Mary Jane ―le dijo Alex cogiéndola de la mano, ―prepara tú el bolso y to.

― Parecéis un matrimonio con vuestro primer bebé ―dijo Alice riéndose a la vez quegiraba y la miraba sonriente.

Estaban en la habitación mientras Alice observaba desde la puerta, su hermana nbía podido engañarla, siempre podía leer en sus gestos lo que pensaba y sus gestcían que le gustaba Alex, que sentía algo por él, aunque no lo recordase.

Pasada media hora Gilbert tocó al timbre y un momento después estaba en la puerta bitación junto con su mujer.

― ¿No te parece tierno? ―le preguntó ella a su marido.

― Me parece increíble que ahora de repente tenga que cuidar de ese bebé.

― Hace ya 3 meses del accidente que casi nos la roba, a cambio tenemos una sobrin― Parece feliz ―sonrió é l, mientras la miraba con esa niña.

― Lo es… observa como mira a Alex ―decía ésta emocionada.

Gilbert comenzó a sentir celos repentinos, no entendía como una persona pamorarse de otra 2 veces, pero a su vez estaba emocionado de ver lo bien que esbía sufrido tanto por Alex que ahora merecía ser feliz, aunque no le recordase.

Cuando entraron en el recinto de las mariposas parecían haber entrado en un mágico, un mundo donde parecía que nada podía hacerles daño, hacia el fondo se exten

entes y cascadas, árboles y plantas, y mariposas, miles de mariposas.

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 Alex llevaba ahora el carro con la niña y MJ miraba embobada como una cría todaariposas que revoloteaban cerca de ella.

―¡Mira Alex! ¡Esa es naranja! O ¡esa parece una hoja! ―señalaba completamcinada.

Caminaba sin mirar dónde ponía los pies tropezando a cada rato con las farolascoraban el recinto o con los troncos con los que estaban hechos los puentes.

 Alice le pidió a Alex que le dejase llevar al bebé, de manera que pudiera adelantarse

n su hermana. De pronto ésta tropezó, Alex tuvo reflejos y la sujetó inmediatamente e no cayese al riachuelo artificial que había.

― Ya está bien señorita, no puedo dejar que te tropieces otra vez, de modo que… errumpió a si mismo levantando a MJ en brazos, ―a partir de ahora harás la visita enazos.

― No Alex, ¡suéltame! ― pidió avergonzada, temía que él se diera cuenta de los efee causaban en ella.

― N o te voy a soltar, y si no quieres que te cargue en brazos súbete en mi espalda.

― ¡N o! Bueno, en la espalda mejor ―rió. La visita al mariposario terminó y volviesa caminando, realmente parecían un matrimonio. Mary Jane había estado sintariposas en el estómago, tantas que creía haberse comido un millar de ellas, parmarse cuando se alejaba del rubio, pero cuando Alex se acercaba…

 A l llegar a casa Alexander bañó al bebé y después del biberón la metió en su cuna.

― Yo… he de irme MJ, es tarde.

― Alex, son las 10, ¿te apetece quedarte a dormir?

― ¿En tu cama? ―dijo para molestarla, le encantaba molestarla, le recordaba eses pasados en los que ella había estado en su casa y la molestaba con tonterías.

― ¡Oh no! Tengo más habitaciones, ¿sabes?

 Alex rió a carcajadas cuando escuchó su respuesta, era exactamente la misma chicarecordaba, a pesar de que él no la había visto y ella ahora no recordaba esos mesessaron juntos.

― Creo que me iré a casa, de verdad me apetece quedarme, pero será mejor quya.

S in querer dio un golpe a la silla donde MJ tenía colgado su bolso y éste se cayó, dejera un libro.

― O h, lo siento… ―dijo mientras lo recogía del suelo―¿Te gusta leer?

― ¡Claro! ¡A quién no! ― sonrió― Este va de una chica que escribe un libro basado a de alguien a quién ella no conoce pero que en verdad es real…

― Interesante, si ― fingió, a él no le gustaban las novelas románticas donde al prindo es una tortura y luego todo es felicidad, le parecían puras fantasías, pero no pensó

vida era exactamente así.― Ojalá pudiera escribir un libro que llegase al corazón de todo el mundo ―

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ntaseando con el libro entre los brazos.

 Alex recordó entonces que su plazo para publicar “Cartas a un ciego” caducaba en udías.

― Bueno MJ, mañana nos vemos, ¿de acuerdo? ―ella respondió con una media sons un abrazo se marchó, dejando a Mary Jane con las ganas de haberlo tenido ahí un

ás al menos.

Cuando llegó a casa se fue directamente al sofá, ahora estaba en una encrucijada, en

verdad, si publicaba ese libro cumpliría el deseo de MJ de “llegar al corazón de toundo”, y quizá, con suerte iría recordando poco a poco. Por otro lado sentía que si puble libro la estaba traicionando.

Después de varias horas sentado y a oscuras dio con una solución, algo que realmseaba hacer y, con su decisión tomada se fue a dormir.

MJ llevaba cerca de una semana sin ver a Alex y comenzaba a desesperarse, había casa todos los días, Alice le había dicho que esa semana estaba muy ocupado co

unto. Estaba un poco molesta por que le hubiera contado a su hermana pero no a ella, pesar de su enfado no podía evitar el deseo de verlo de nuevo.

 Alex estaba tramitando la publicación del libro y no tenía tiempo de visitar a su querida su adorada niña. Durante la semana tenía reuniones, visitas, trámites, firma de docume

cuando por fin tenía un rato libre era por la noche, pero a pesar de su deseo por verlaería molestar.

Después de los días de tortura en los que no se habían visto se publicó el diario en fcartas que había escrito MJ.

 Alex se estaba vistiendo para ir a visitar a MJ cuando alguien llamó a la puerta, comz anterior creyó que era su madre y abrió sin mirar volviéndose a marchar a su habitata vez MJ y él tenían bastante confianza como para que entrase sin permiso eartamento.

De pronto el bebé comenzó a llorar y Alex que no había terminado de vestirse rriendo para ver a MJ , sabiendo con total certeza que era ella.

― ¡No te esperaba!, estaba… ―se miró el torso desnudo con cara de consecuemo si le diera vergüenza que ella le viera así.

S in pensarlo y sin terminar la frase se dio la vuelta para ir a su habitación y terminstirse.

― Estoy enfadada contigo Alex ―le dijo ella para que no terminase de irse―termin

nerte la camiseta aquí ―le dijo señalando la mano de la que colgaba la camiseta que nerse.

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― ¿Enfadada? ― preguntó él.

― Creía que teníamos bastante confianza como para que me contases las cosas... o que no.

― N o entiendo ―afirmó él sin saber a lo que se refería.

― Ibas a estar toda una semana tan ocupado como para no venir a vernos… ¿diste decírmelo?

 Aquella última frase provocó en él unas ganas incontenibles de abrazarla, de modo qu

nsarlo se dejó llevar y la abrazó rodeándola con sus largos, fuertes y cálidos brazos.― Perdóname… hubiera pagado por conseguir tiempo para pasarlo contigo, créeme,

taba realmente ocupado y cuando tenía tiempo ya era muy tarde por la noche…

― Pero aunque fuera tarde… hubiera preferido verte aunque solo fuera un rato…

 Alex apartó a MJ por los hombros dejándola justo de frente.

― Mary Jane, ¿te gusto? ―preguntó.

S i la conocía tan bien como creía le daría exactamente la respuesta que le dio

adre tiempo atrás “hay muchas maneras de gustar, me gusta salir con él, ir a sitios con écambio sólo se ruborizó y asintió tímidamente. En ese momento Alex creyó que se traun sueño, no podía creer que estuviera admitiéndolo, que tuviera delante a la persona

e más amaba en el mundo y, que esa persona estuviera admitiendo que le gustaba.

― Pero no me gustas como hombre ―mintió deliberadamente―me gusta salir contigoos contigo... ―de pronto él comenzó a reír a carcajadas.

― Dios, lo sabía ― continuó riendo, para confusión de ella.

― ¿Que sabías qué?

― Olvídalo, ¿vamos a casa?

 A casa… esas palabras la hacían sentir bien, ni siquiera se había dado cuenta de qubía acostumbrado tanto a Alex que no podía pasar un solo día sin él.

― Podías mudarte con nosotras… ―dijo sin pensar.

― No… no quisiera ser una molestia.

― No lo serás, me ayudas mucho con el bebé.

― De modo que… ¿solo es por la ayuda del bebé? ― preguntó jugando, con el entreugado.

― ¡No! Es solo que… bueno así no tendría que venir hasta aquí para verte… ―soentando justificar su atrevida propuesta, realmente quería verlo a cada momento, aunquesen pareja.

Sin pensarlo demasiado le pidió que esperase unos minutos y en una bolsa de deportando hacía motociclismo metió un par de mudas, su cepillo de dientes, su portátil…

 A l llegar a la mansión D aniels Alex llevó a la pequeña hasta su cuna y pidió a MJ q

ostrase cuál sería su cuarto, sin pensarlo le llevó a un dormitorio enorme de la seganta, uno que quedaba justo al lado de ella, la cama la tenía situada justo en el lado opu

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ín para que él, en la habitación de al lado no pudiera escucharla.

 Alice llegó a la mansión de su hermana, donde ahora vivía Alex y pidió reunirse a sola

estaba molesta por no haberles dicho nada acerca del libro. MJ ni siquiera recordaba hcrito esas cartas y él las estaba publicando.

― Alice, la quiero y vosotros sabéis mejor que nadie cuanto he sufrido, sabéis mejodie que hubiera dado cualquier cosa por tenerla conmigo otra vez.

― Pero no engañándola Alex.

― No me hagas sentir peor, te lo ruego…

― Pero, ¿por qué discutís? ―preguntó MJ detrás de la puerta del antiguo estudio d

uelo, no entendía por qué su hermana había llegado tan molesta.La niña comenzó a llorar, interrumpiendo la discusión del rubio y la morena.

― Tengo que atender a la niña ―dijo él intentando zafarse de la reprimenda.

― Si, muy oportuno, pero mi hermana es su madre adoptiva y tú no eres nada parao un amigo ―Alice lo dijo sin querer herirlo, lo dijo sólo para darle a entender que ellén debía hacerse cargo del bebé, no él.

 Alex sintió como si su amiga le clavase un puñal, hacía más de un año que se conocaño desde que salían los 3 juntos y en ese momento, en ese preciso instante sintió qu

a nada, que realmente no le apreciaba, no al menos como lo hacía él con ella y con Gilb― S i, lo sé. Yo… debería mejor irme a mi casa y olvidarme, dejar tranquilas a Mary

a la niña ―dijo saliendo por la puerta

― ¡Alex! ―gritó Alice, pero éste corrió escaleras arriba para ir a su habitación.

Metió su ropa en la bolsa de deporte y se marchó de la casa sin decir nada cerranerta de un portazo.

― Alice, ¿qué ha pasado? ―preguntó MJ al haber escuchado el golpe e

erta―¿dónde ha ido?― Yo… lo siento MJ , es solo que he dicho algo que no debía ―se disculpó.

― ¿Alex, se ha molestado?

― Y se ha marchado, me temo.

― ¿Cómo?

Mary Jane corrió sin pensarlo a la calle, esperando encontrar a Alex pero no lo hizo, vcasa extrañada, no sabía que le había molestado tanto como para marcharse de ese m

 Alexander llegó a su apartamento con el ánimo por los suelos, no esperaba que Alicempre le había dado ánimos con su hermana ahora le hubiera dicho que él solo era un a

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sentó en el sofá y lanzó la bolsa con la ropa contra la puerta. A poyó la frente sobreanos y los codos sobre las rodillas.

― Maldita sea, ya sé que solo soy un amigo, pero daría lo que fuese por ser más queo.

 A hora debía añadir cómo iba a disculparse con MJ por marcharse de esa forma, sinda, sin despedirse.

 Alice nunca había visto a Alex tan molesto, parecía realmente ofendido y se sintió cul

r haber dicho algo así y antes de marcharse pidió a su hermana que fuera a verle.Después de despedirse de su adorada hermana subió con el bebé, cambió su

dadosamente, la peinó y la perfumó.

Caminó todo lo deprisa que pudo, arrastrando el carrito con la niña para encontrarseex.

 A l llegar a su piso tocó incesante el timbre, llamó a la puerta incontables veces pero ría. Alex supuso que Alice querría disculparse por el modo en que le había hecho sentire momento estaba demasiado dolido como para poder hablar civilizadamente. H

scado un hotel en la parte más lejana de la ciudad y se había instalado para pasar ache.

D os horas después llegaba a Daniels de nuevo con la pequeña, era extraño no ver a aponente chico de 1,95m paseando por la casa con la niña o en la cocina sirviéndosmo… se acercó a la que había sido su habitación, habitación de la que se había llevadodo, como si no fuese a volver. Buscó su teléfono móvil y le llamó una y otra, y otra vezás, una docena de veces, hasta que por fin respondió.

― Dios mío Alex, por fin respondes, no sabes lo asustada que estaba pensando q

bía ocurrido algo… ― dijo ella feliz al escuchar que descolgaba.― Estoy bien Mary Jane siento mucho haberme marchado de ese modo, pero por fav

e llames en unos días… ―respondió él con tono triste.

― ¿Pero por qué? ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Qué te ha dicho Alice?

―¿Te importa si lo hablamos en otro momento? Me temo que en este momento nnmigo con quien puedas tener una conversación agradable. Lo siento mucho, pero harte, te llamaré dentro de unos días, ―le dijo antes de colgar mientras cerraba con fojos, y apretaba la mandíbula y los puños.

Mary Jane se quedó mirando la pantalla del móvil completamente asombrada por loababa de pasar, no solo había cortado la llamada, además le había pedido que nmase y que ya contactaría él. Molesta lanzó el teléfono contra la cama maldiciéndolntir lo que decía.

Poco a poco iban pasando los días, los minutos parecían horas y las horas días, tamente iba avanzando el reloj y con él el calendario.

Eran ya 3 días los que Alex no daba señales de vida, a pesar de su petición MJ no ptar llamarle, quería hablarle, escuchar su voz, pero él no respondía.

―Está bien Alex, ¿no quieres hablar conmigo? Me parece bien… ―se decía, ―no, n

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rece bien… no sabes cuánto te odio… ―se mintió a sí misma para convencerse de quiAlexander de los pensamientos.

 

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Capítulo 31 Ese libro… ¿lo escribí yo?

Pasaron unos días, después de pensar y descansar estaba más tranquilo, hganizado sus pensamientos y sus prioridades, así que, cuando se supo con valor volsa de MJ . Necesitaba hablar con ella, necesitaba decirle lo que sentía y pedirle que satos como pareja pero MJ estaba enfadada, le rehuía, quería hacerle pasar por ese car el que él le había hecho pasar esos días sin que ella hubiera hecho nada para merece

― Lo siento Alex, pero ahora soy yo quien necesita unos días, no vengas y no me llacontactaré contigo cuando se me pase.

― Lo siento MJ, sé que me excedí un poco, sobre todo porque no tenías la culpa.

― N o tenía la culpa pero me lo hiciste pagar a mí…

― Lo sé, lo siento, perdóname…

― N o sé… ya te llamaré ―dijo cerrando la puerta y dejando al rubio en la calle.

 Alex no se lo podía creer, MJ estaba actuando de un modo que nunca se hu

aginado pero tenía razón, él se había molestado con Alice y era a MJ a quien había hgar.

 A pesar de sentirse de un modo extraño cuando Alex no estaba continuó con su vida dodo casi normal.

Siguió leyendo ese libro que Alex le había llevado, ese libro que le hacía sonreír y llda vez con más frecuencia tenía sueños que parecían recuerdos rotos en los que nnía cara pero en los que ella sufría y reía, cada vez más ese libro le parecía máspecie de memorias, en las que la protagonista no era una extraña sino ella misma.

― Alice… ―dijo a su hermana cuando ésta descolgó―creo que recuerdo acontinuó, cerrando el libro a la vez que sus ojos―recuerdo a un chico… alguien que mea promesa, pero no puedo recordar su cara…

― Dios mío MJ ,¿estás bien? ―preguntó su hermana asustada.

― Estoy feliz Alice, parece que por fin podré recordar… ―dijo emocionada―tu erermana, ¿sabes algo de ese chico?

 Alice no podía decirle quién era aquel chico que le había hecho aquella promesa, edo de que a su hermana le ocurriese algo si recordaba de pronto, a parte había otro multo que se negaba a reconocer, se había enamorado de Gilbert, ese chico al qurmana había querido toda su vida y que había perdido por su culpa.

S in saber muy bien qué hacer llamó a Alex, debía informarle que su hermana comencordar, era poco, solo un recuerdo de su infancia con Gilbert, pero era un recuerdotaba retomando una parte de sus recuerdos de donde nunca debió borrarse.

― Soy Alice ―dijo ésta cuando él descolgó―no me cuelgues.

― N o lo haré Alice, dime, ¿para qué me llamas? ― preguntó con monotonía.

― Bueno, sé que es un poco tarde, pero discúlpame por lo de la otra vez…

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― N o hay nada que perdonar, tenías razón, en la vida de tu hermana solo soy un am

― No eres solo eso Alex, lo sabes, sabes que ella te quiere…

― ¿Es ese el motivo de tu llamada?

― N o, es MJ , creo que empieza a recordar algo.

― ¿Cómo? ―preguntó sorprendido.

S in pensarlo cortó la llamada y fue hasta su habitación, no podía creerlo, comenza

cordar. S e vistió a toda prisa y corrió hasta la mansión D aniels, necesitaba vcesitaba estar con ella.

 A l llegar tocó al timbre insistentemente pero MJ no abrió. J usto frente a la puerttrada había un banco y, sabiendo que ella miraba desde una ventana se sentó coperanza de que se apiadase de él y le dejase entrar.

― S é que me estás viendo, voy a quedarme aquí hasta que me abras ―susurró miemaba asiento frente a su casa.

Mary Jane lo miraba desde la ventana, tenía un nudo en el estómago que le imp

spirar con normalidad, le quería demasiado como para dejarlo en la calle, pero eolesta por haberse ido de aquel modo y por haberle pedido que no le llamase. Cerrtina mientras una lágrima caía por su mejilla y se dijo a sí misma que iba a ser fuerte y a a abrir.

Llegó la noche y, tal como decían las previsiones comenzó a nevar, Alex había dichose iba de allí y a pesar del intenso frío y de la nieve seguía sentado frente a la mansión

Eran más de las 2, a pesar de llevar más de 3 horas en la cama no podía dnsando que quizás Alex seguía allí sentado y aunque deseaba con todas sus fuerzas qu

hubiera ido lo mejor era que se hubiera resguardado de la nevada.S e puso en pie, se cubrió con una fina manta y se acercó a la ventana.

― Dios mío, ¡estás loco! ―dijo mientras corría para hacerle entrar, su corazón etado sabiendo que en pocos segundos más iba a tenerlo cerca otra vez―¡Alex! ― lsde la puerta, tenía los pies desnudos hundidos en la nieve.

― Yo… ―dijo él sin poder decir nada más a causa del frío.

― Pasa… ―le dijo señalándole hacia la puerta.

 A l ponerse en pie estaba entumecido, las piernas no le respondían y MJ comenntirse mal por él. S e acercó y le rodeó con la misma manta que ella. Mientras le sujer la cintura le ayudó a entrar.

― ¿Estás loco? Podrías ponerte enfermo por esto.

― Estaba dispuesto a hablar contigo, aunque hubiera tenido que dormir una semane banco.

― S i, ¡¡definitivamente estás loco!! ―sonrió nerviosa.

Le ayudó a subir al dormitorio que había ocupado Alex, y a pesar de la vergüenza

ntía le ayudó a quitarse la ropa mojada, tenía el pecho al descubierto y la miraba dodo que la ponía nerviosa, de pronto Alex agarró una de sus manos y la colocó jus

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edio de su pecho, tenía la piel fría y el contacto con su mano caliente hizo que se le erpiel.

― Date una ducha caliente Alex ―le dijo mientras temblaba, tenía miedo de que quntinuar lo que estaba empezando.

― Estoy bien así MJ ―le dijo mirándola a los ojos mientras apretaba su cálida mntra su pecho.

― Alex, no quiero que te enfermes, date una a ducha caliente, por favor.

El modo en que se lo había pedido era más de lo que podía soportar de modoedeció, la sacó del dormitorio para poder terminar de desvestirse y se metió en el baño

MJ no podía creerlo, no podía entender de qué modo aceleraba ese chico su corazónoyó en la puerta, cerró la mano que había tocado el pecho de él en un puño y la llevó hsuyo, que latía desbocado.

Cuando se supo más tranquila bajó a la cocina para prepararle algo caliente.

Pocos minutos después salió Alex del baño vestido con un chándal azul. Cuando ella menzaron de repente a llegarle imágenes de un chico vistiendo exactamente lo mismco por el que sentía algo y con el que salió de compras, un chico ciego. C reía viéndose loca, era exactamente lo que había soñado al leer ese libro, una coincidenci

ande no podía ser real.

― O h dios mío… ―dijo buscando algo dónde apoyarse.

― Mary Jane, ¿estás bien? ―preguntó preocupado.

― Alex… yo… ¿has estado ciego alguna vez? ― preguntó sin pensarlo―Oh no, perdquería decirlo en voz alta… ―dijo sintiéndose tonta por preguntar algo así.

― Si MJ, he estado ciego, tuve un accidente y me quedé ciego...Esas palabras movieron el suelo bajo sus pies, sin querer se dio cuenta de que ese

a su vida, el protagonista se llamaba igual, Alex también había estado ciego y también ha Alice y un Gilbert… sin decir una sola palabra se marchó a su habitación, se estiró ma y comenzó a mirar el techo.

 Alex supo que algo no estaba bien, pero estaba aterrado, no podía preguntarle, no poa su habitación a indagar, tenía demasiado miedo de herir los sentimientos de MJ o aún n, de provocar su enfado.

Cuando MJ despertó por la mañana estaba un poco más tranquila, bajó a la cocina, dóex estaba dando el biberón a la pequeña, se acercó a la nevera y sirvió dos vasos de zuentras lo observaba de reojo, sacó del horno un par de pastas que había horneado la taterior, y, cuando se s u p o con el suficiente coraje para enfrentar lo que sabía que era ualidad le preguntó a Alex por ese libro.

― Alex, ese libro… ¿lo escribí yo antes de perder la memoria? ―preguntó de repente

 Alexander supo que pasaba algo, la pregunta que le había hecho por la noche no le ado dormir.

― S i, lo hiciste ― respondió sereno.

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― ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué no me dijiste que el Alex del libro eras tú? é no me dijiste que te quise de ese modo?

― Yo… ―dudó un momento si contarle o no la verdad, pero ya que había empezaddía parar―verás MJ , cuando te marchaste se quedó en tu dormitorio tu tarjeta de memella guardabas esta especie de diario en forma de cartas hacia mí, no quería, pe

trañaba demasiado, las leí y creí que sería un buen cebo para que volvieses, retublicación del libro pero luego tuviste ese accidente en India y creí que podría usarlo paracuperases la memoria, para que me recordases…

De pronto MJ se puso en pie y abofeteó al muchacho en la cara.

― No me puedo creer que hicieras algo tan bajo ―le dijo con desprecio, ―¿publicasario para atraerme a ti? ¿Aunque fuese enfadada?

― Lo siento, yo… ―Alex no sabía cómo disculparse, tenía sus bonitos ojos azules llágrimas y la voz se negaba a salir.

― Alex vete, vete de mi casa. Hasta que te perdone no quiero volver a verte ―ida.

El chico obedeció, se puso en pie y se marchó una hora más tarde completamerrado, aterrado porque ella no quisiera volver a verle, aterrado porque no le perdonaseición.

 

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Capítulo 32

Mary Jane no se hacía a la idea de que el libro lo hubiera escrito ella, además, Alex hspondido todas y cada una de las cartas, haciéndola sentir aún peor por haberse enfadsó varias semanas llorando por la marcha de Alex, una marcha forzada ya que ella era había echado, se moría por verlo, le costaba conciliar el sueño y le costaba comermalidad.

 Alice comenzó a preocuparse por su hermana, un tiempo atrás la había visto del modo, un tiempo en el que le angustiaba saber que Alex iba a casarse.

Fue para ayudarle como todos los días pero ese día se cansó de ver a su hermanprimida de modo que la obligó a llamar a Alex o a ir a su apartamento para verle miea se hacía cargo de la pequeña.

― ¿Sabes? Ésta es la segunda vez que te encuentro así de deprimida.

― L a segunda? ― preguntó MJ

― Supongo que no está de más si te lo cuento, de todos modos has leído el librbes saberlo. Cuando Alex iba a casarse con aquella… chica, Michelle, estabasprimida que no te tenías en pie.

― Pero yo no estoy deprimida… ―mintió.

― Mary Jane, Mary Jane… soy tu hermana y por si no te has dado cuenta te conejor que tú misma… tienes que hablar con Alex, ponte un poco en su situación, está tanr ti que publicó el libro incluso bajo su misma tortura, él sabía que te ibas a molestar n así quería que le recordases, todos queremos que le recuerdes…

Mary Jane abrazó a su hermana, ella era la única que parecía entender a todo el munmprendía a la perfección los sentimientos de MJ y los de Alex.

Estaba en la duda, no sabía si ir al apartamento de Alex o no hacerlo, pero el deserlo podía con cualquier sentimiento que rechazase esa idea, de modo que subió a ves

ce iba a quedarse con la pequeña el rato que fuese necesario mientras ella arreglabsas con aquel chico del que se había enamorado dos veces.

 A l llegar al apartamento de Alex llamó al ascensor, esperó completamente impacientegase hasta el ático, pero cuando las puertas se abrieron una chica esperaba ese asceel que ella estaba, vestía un elegante traje de chaqueta con una minifalda que deja

scubierto casi todas sus largas piernas, la chaqueta insinuaba el peligroso escotevaba debajo, llevaba su melena color chocolate recogida en un moño, elegantes gafasta y tacones de vértigo. En una mano sujetaba un maletín y en la otra una carpeta.

Cuando MJ la vio al abrirse las puertas se sintió a morir, Alex llevaba unos días sin inverla, no la llamaba, no iba a su casa y tampoco llamó a Alice.

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― Buenos días ―le dijo pasando al interior del ascensor mientras la rubia la obser¿bajas?

― ¿E h ?―dijo despertando del trance―No, perdón, no bajo.

S alió del ascensor casi de un salto mientras la otra chica presionaba el botón conguísimas uñas rojas.

MJ no se atrevió a llamar al timbre, estaba tan nerviosa por haberse encontrado aca que esperó de nuevo el ascensor y se marchó de allí sin hablar con Alex.

 A l llegar a casa su hermana esperaba impaciente por una respuesta, deseaba de vee se arreglase la situación entre Alex y ella. MJ pasó a la cocina dónde Alice preparab

berón para la pequeña.

― ¿Y bien? ―preguntó mirándola prestando toda su atención.

― ¿Bien? No…

― ¿N o has hablado con él? ¿No estaba? MJ se sentó en uno de los taburetes de lla cocina y apoyando la cabeza en los brazos dejó ir un suspiro.

― Supongo que es demasiado tarde…― ¿Tarde?

― Cuando llegué había una chica despampanante fuera de su apartamento esperancensor.

― ¿En el ascensor… del piso de Alex? ―preguntó exaltada.

Seguro que tenía que haber una explicación aunque… podría tener sentido que tuvia, Alex era increíble, sus profundos ojos azules enamorarían a cualquiera, su voznsual y su forma de moverse invitaba a cualquiera a enamorarse de él, además lle

rios días sin dar señales de vida, ya ni siquiera llamaba.Pasaron algunos días Gilbert invitó a Alex a su casa, hacía varias semanas que los

migos no se reunían.

Cuando Alex llegó al lugar de la cita, su casa, esperó que Alice hubiera avisado a tuviera allí, la joven abrió la puerta y se encontró con él.

― ¡Alex! ―dijo sorprendida―yo… no te esperaba, no sabía que venías ― conitándole a pasar.

― ¿N o te dijo Gilbert que venía?― No… Alex se sonrió, pensando que se trataba de una broma y esperando encontra

rubia sentada en uno de los sillones. Pasaba el rato pero MJ realmente no estaba alrdad Gilbert no había dicho nada acerca de su reunión.

― ¿Qué tal te va Alex? ― preguntó Alice.

― N o lo sé, supongo que bien…

― ¿Supones? ¿Qué tal con tu nueva novia? ―preguntó, no quiso molestar pero efadada de esa actitud distante que tenía con su hermana y sin querer le molestó.

― ¿Perdona? ―preguntó Alex frunciendo el ceño―¿nueva novia?

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― Bueno, es solo que MJ estuvo en tu casa hace un par de días y se encontró conca saliendo de tu apartamento.

― ¿Una chica? Quizás era la cocinera ―preguntó

― Por la descripción no era la cocinera, era más bien una especie de ejecutiva sexy…

 Alex hizo memoria y recordó a la chica en cuestión, no recordaba el tipo de ropavaba, no supo decirle si el adjetivo de sexy estaba bien aplicado.

― Verás Alice, la señora Curtis vino a traerme un cheque con los primeros beneficio

ro.― ¿Cómo?

― Si, no es ni mi nueva novia, ni una amante, ni nada por el estilo, es la secretaria y esposa del director de la editorial.

― Lo siento, yo… Alex se sentía mal, MJ estaría pensando que aquella joven que salapartamento se trataba de su novia cuando en el mundo nada podría reemplazarla. Cuminó la cena se despidió de Alice y Gilbert y comenzó a pasear. S in querer recordó ee salió del hospital sin avisar a nadie y MJ incluso con un vendaje en la cara salió a bussta que le encontró. Pensó que quizás ese era el día en el que había empezado a sentirr ella.

Ya era de noche pero aun así paseó por las calles por las que había pasado estgo.

― Qué diferente resulta todo cuando uno tiene los ojos sanos… ―dijo tristemente.

Sin darse cuenta llegó a Daniels, por un momento dudó si llamar al timbre o no, zás MJ no solo estaría enfadada sino también decepcionada.

Caminó y caminó hasta llegar a su casa. Estaba a punto de ir a dormir cuando su o un pitidito.

“Me ha dicho mi hermana que la chica que vi en tu apartamento no era nada tu

nto mucho haber pensado mal Alex, perdóname” 

N o quiso contener más las ganas de ir a verla. Corrió y corrió por las calles ya dessta llegar de nuevo a Daniels, a través de la verja de la puerta se veía una ventana conencendida.

― ¿Estás despierta? ― preguntó en voz baja sonriendo mientras veía la silueta d

overse inquieta por la habitación.Sacó su móvil del bolsillo del abrigo y comenzó a teclear el mensaje que le iba a devol

“N o podría reemplazarte nadie MJ, mis ojos solo te ven a ti y solo te verán a ti” 

MJ se alejó de la ventana y él sonrió, teniendo la certeza de que estaba leyendensaje. De nuevo sonó un pitido.

“¿Quizás me sobrepasé?” 

 Alex no sabía a lo que se estaba refiriendo, con esa frase podía referirse a cua

omento en el que ella se enfadó o se fue.

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“¿Con qué?” 

Respondió.

“Con todo Alex, si el libro es fiel a la realidad sólo me trataste mal una vez y fue

otegerme” 

 Alex estaba intentando encajar ese mensaje cuando sonó otro.

“Quiero verte” 

Solo dos palabras fueron suficientes para acelerar su corazón, estaba frente a su n el deseo de verla y ella también quería verle a él. Tocó el timbre instantáneamenterió la puerta y corrió hacia él. A brió la puerta sin decir una sola palabra y él entró cerrpuerta tras de sí mirándola sin apartar la vista.

Cuando entraron dentro de la mansión ninguno de los dos quiso contener el desesar al otro, ella entrelazó sus dedos detrás de su nuca atrayéndolo hacia ella, haciendotuviera que agacharse, acercó sus labios a los del r u b i o sin llegar a tocarlos.

― ¿Lo recuerdas? ―le preguntó mirándola a los ojos con sus enormes manos etura.

― No sé a qué te refieres ―mintió sonriendo. En el libro hablaba de ese casi besobert había interrumpido.

Poco a poco fue acercándose hasta que sus labios se rozaban. Él no quiso esperarra besarla así que tiró de su cintura trayéndola hacia sí, profundizando ese beso.

― Nunca más me pidas que me marche o te vayas tú, no nos hagas sufrir, sabesestro destino es estar juntos ―le dijo apartándola solo unos centímetros para tenernte.

MJ solo negó con la cabeza y volvió a apoderarse de sus deseables labios.Pasaron la noche juntos, sin decir una sola palabra, solo estando juntos, recuperand

ricias y las miradas perdidas.

La niña comenzó a llorar y en ese mismo momento alguien llamó al timbre, amboraron y empezaron a reír.

― Tú la puerta y yo la niña ―le dijo ella sonriendo.

― Pero pueden creer que vivo aquí… ―le respondió él.

― ¿Y no vas a volver? ― le sonrió torciendo un poco la cabeza mientras se ponía ente a él.

― S i me lo vuelves a pedir así jamás podrás deshacerte de mí ―le dijo con una so

entras colocaba las manos en su cintura.

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― N o quiero deshacerme de ti ―le dijo sujetando su cara y besándolo en los labios ir a ver a la pequeña.

En la puerta esperaba Alice, que se sorprendió de encontrar al rubio abriéndole.

― ¡Alex! ―exclamó.

― Si… ―sonrió él.

―N o me lo puedo creer, ayer mismo…

― Si, ayer mismo ―dijo él, feliz. Alice se refería a su enfado y él a su reconciliación

Cuando Alice entró vio a su hermana bajando las escaleras con una amplia sonrisa,pudo evitarlo y corrió para abrazar a MJ.

― Me alegro tanto de que volváis a… ―le dijo.

― Yo también A lice… no pienso volver a dejarlo ir ― respondió a su hermana miránd

― No deberías.

 Alex debía ir a firmar unos documentos y MJ quiso tomar un poco de aire. Vistió y pera pequeña y salió a pasear.

Caminó por el paseo marítimo. E l día había amanecido perfecto, pero poco a pocbía estropeado, unas nubes negras cubrían el cielo y un viento desagradable levanvo y despeinaba su pelo. A rropó a la niña para que no cogiese frío y continuó su maregreso a casa esta vez.

― Vaya vaya, mira a quién tenemos aquí ―dijo una voz femenina.

― Oh Michelle, eres tú… ―justo al decir su nombre se quedó helada, hubiera juradoa la primera vez que la veía pero sin embargo sabía su nombre.

― Tienes un bebé… ―dijo ésta mirándola con desprecio.― Si, ya ves, cosas del destino ―no terminaba de resultarle familiar pero hablaba co

mo si la conociese, ―¿y Justin?

― ¿Cómo sabes tú de Justin? ―le preguntó cambiando el tono de voz.

― No lo sé, si te digo la verdad… ni siquiera te conozco ―respondió sincera.

― ¿Te lo ha contado Alex?

Ese nombre en boca de esa chica hizo que se marease, corrió a buscar un banco pa

erse cuando de pronto centenares de recuerdos llegaron a su mente, Gilbert, Pacenta, Eleanor, Michelle y sobre todo Alex, su Alex.

Recordó todo, cada detalle, cada sentimiento, cada palabra, cada sitio al que futos… todo, lo recordaba todo, lo recordaba todo como si hubiera pasado el día anterio

― Oh Dios mío… ¡¡Alex!! ―dijo comenzando a llorar.

Michelle pensó que se había vuelto loca, y se marchó de allí sin siquiera preguntataba bien.

MJ estaba nerviosa, ver a ese chico que le había robado el corazón dos veces le poní

rviosa que no sabía cómo iba a reaccionar, era como verlo por primera vez despué

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ucho tiempo pero a su vez era como si nunca lo hubiese perdido. A l llegar a casa él aúbía llegado y comenzó a impacientarse, necesitaba verlo, lo necesitaba de verdad.

 Aún no quería contarle a Alice que había recuperado sus recuerdos, a pesar de ser upersonas más importantes de su vida primero quería decírselo a él, a su amado Alex.

Por fin llegó, sonó la puerta y MJ se colocó de espaldas a ella para no verle directame

―Hola preciosa ―le dijo abrazándola por detrás, ―te he echado de menos ―se agsuficiente como para besarle el cuello.

― Alex tenemos que hablar, ―le dijo fingiendo estar seria.― No me asustes MJ, te lo ruego, ―pidió asustado.

―Quiero que hagamos una cosa, ―le dijo girándose para tenerle de frente, ―quierovengas con nosotras, pero no temporalmente, quiero que vivas aquí, conmigo, mpre...

― ¿Cómo? ―dijo sorprendido.

― No te voy a perder de nuevo.

 Alex la rodeó por la cintura y la alzó del suelo, mirándola con felicidad y satisfacción.―Pero antes he de decirte algo ―dijo mientras la bajaba, le miró a los ojos, a

eciosos y azules ojos e impulsivamente saltó, se colgó de su cuello y empezó a lloraex perdóname por el accidente, perdóname por marcharme en lugar de enfrenrdóname por no contarte a tiempo lo de Michelle, lo siento.

― MJ yo… ¿lo de Michelle? ―preguntó extrañado.

― Te quiero Alex, y… ¿sabes lo mejor? Te recuerdo, recuerdo cada cosa de tcordado todas y cada una de las cosas que hemos pasado juntos...

― Mary Jane… ―Alex la apartó para mirarla a los ojos, no podía creer lo que esendo, ―¿pero cómo?

Lo llevó hasta la sala, se sentaron en el sofá y le contó cómo había sido, lo que hntido, lo que sintió cuando todos los recuerdos la alcanzaron. Alex se emocionaba con abra, con cada mirada, cuando ella sujetaba las manos de él...

S in querer volver a estar separados nunca más se abrazaron y se besaron como si primera vez, prometiéndose que nunca nada los separaría de nuevo.

 

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Epílogo

Estaba ayudando a la pequeña Indhira a ponerse su vestidito, era el primer día de coAlex y MJ estaban impacientes por llevar a la niña, estaban impacientes por saber cría dejarla allí, como se sentiría la niña al conocer a muchos otros niños con los que juga

Conducía Alex mientras MJ, en la parte de atrás del coche ajustaba la chaqueta de Inra que no tuviera frío. De pronto ésta sintió un mareo, un mareo extraño que la lle

scar la mirada de Alex.― ¿Qué te ocurre? ― preguntó asustado al verla pálida.

― Nada, es solo un pequeño mareo, ¿recuerdas que estos días he tenido nauseas? ntió nervioso, ―creo que le daremos un hermanito o una hermanita a nuestra peq

dhira ―dijo ella abrazando a la pequeña.

― ¡Tenemos que asegurarnos! ―dijo Alex nervioso.

Él adoraba a la niña, la quería como si fuera suya, como si fuera parte de él, pe

aginó acunando a un bebé suyo y de la chica a la que más había amado en toda su vtió unos nervios extraños, una anticipación que no podía explicar.

 A l dejar a la niña en el colegio llevó a toda prisa a MJ al coche, debía llevarla al hora que le hicieran las pruebas pertinentes.

 A l llegar al hospital no vieron en la sala de espera a Gilbert y a A lice, esta presentomas parecidos, nauseas, mareos… pero ellos si los habían visto entrar nerviososca de alguien que la atendiera.

Gilbert no sabía cómo había pasado pero con el tiempo se enamoró perdidamente d

ujer, se sentía ridículo al pensar el tiempo que había ignorado su belleza por su obsesió. Alice era toda ternura, todo comprensión y ganas de ayudar a los demás y eso comenaerle hasta el punto en el que ya no había marcha atrás, estaba enamorado de ella, máque había podido amar nunca a nadie, ni a su Mary Jane.

― ¿Estarán aquí por lo mismo? ―susurró ella mirando los ojos emocionados darido.

― N o lo sé pero sería gracioso ―sonrió besando su mejilla.

 Alguien salió y llamó a las dos muchachas para hacerle las pruebas, al verse sonrie

abrazaron emocionadas.Horas más tarde salieron con los resultados, evidentemente ambos eran positivos

dieron controlar la felicidad al ver a sus parejas.

Para sorpresa de todos Alex estaba a punto del desmayo, estaba tan emocionadotió la necesidad de sentarse para no caer.

― ¿Puedes llegar a emocionarte de esa manera Alex? ―preguntó Gilbert entre rlándose de una emoción que él mismo sentía en su propia piel, la emoción de saber quvientre de su mujer había algo suyo creciendo.

― Sabes la sensación que es, Gil, vamos a ser padres, ¡padres! ―emocionado se

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pie y abrazó a las dos chicas que lo miraban sorprendidas―ven aquí tú también ―estazo y atrajo al abrazo a Gilbert, que correspondió abrazando a las chicas.

― Ahora solo queda que os caséis ―dijo Alice en broma.

― ¡Alice! ―exclamó MJ frunciendo el ceño simpáticamente a su hermana.

―Eso tiene solución. ― dijo Alexander―Llevo meses pensando en cómo preguntávo meses deseando pedirte algo, llevo meses nervioso por la respuesta a una preguary Jane Daniels, ¿quieres casarte conmigo? ―preguntó arrodillándose en el suelo co

ecioso anillo en sus manos.― Dios mío Alex, ¿tenías el anillo hace meses? ― él asintió.

― Dime, ¿quieres? ¿Quieres ser la señora Ferrell? ¿La esposa de quien se enagamente de ti? ¿La esposa de quien te quiere hasta el extremo de hacer cualquier cosamor?

Mary Jane lo abrazó con todas sus fuerzas.

― Sí, quiero, claro que quiero, tendría que estar loca si no quisiera… te quiero ex… ―le dijo antes de besarle.

La felicidad era plena para los 4, ambas parejas estaban enamoradas y ambas paan a ser padres.

Lo difícil estaba hecho, ahora solo debían amarse por siempre y no dejar quecultades que pudiesen presentarse les hicieran dudar de su amor.

 

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Especial

La carrera estaba a punto de comenzar estaban ayudándole a colocarse la chaqueel y las botas mientras los mecánicos terminaban de ajustar tornillos y abrazaderas.

 Alex adoraba las motos, correr en carreras profesionales en circuito cerrado era su sasta ahora siempre había sido el mejor.

Hacía 5 años que tenía novia, la adoraba, Michelle era atractiva y egocéntrica perdía pedir más, le gustaba el modo en el que ella se sentía insegura e infantil cuando os de que otras chicas le rodeasen.

La carrera iba a dar comienzo, después de un beso a sus padres y a su novia Alex acasco y se acercó con la moto al punto de salida.

Decenas de motos acelerando ensordecían a cualquiera, pero Alex disfrutaba, se sz, aceleraba y comprobaba marcadores.

Bang!

Todas las motos aceleraron al mismo tiempo alejándose de la línea de salida, Alexarto, nunca le preocupó que le adelantasen unos cuantos

rivales, sabía y confiaba en que iba a ganar.

Todo iba como la seda, terminó 4º la primera vuelta, terminó 3º la segunda vuelta…ercaba al rival que tenía a solo unos metros cuando algo se desprendió de la motante y le golpeó directamente en el casco. Alex perdió el equilibrio y cayó, la moto diomera vuelta con él aun encima, y una segunda golpeándole en el casco.

Un numeroso equipo de emergencia se acercó a asistir el accidente, unos con extin

taban que la moto ardiese, otros recogían los pedazos de plástico del suelo. Alex no se movía, aparentemente no respiraba, todos los espectadores se quedaro

encio ante la duda de si el campeón Alex Ferrell había muerto.

Un helicóptero voló a toda prisa sobre la pista, se detuvo al lado del accidentado ymo cuidado lo subieron a la camilla, lo metieron en el helicóptero y éste despegó dejandos con la intriga.

Minutos más tarde los Ferrell llegaron al hospital acompañados de Michelle, esterrados porque le hubiera pasado lo peor pero después de 3 horas las puertas se abrie

allí salió un médico.

― ¿Familiares de Alexander F errell? ―preguntó alzando la voz lo suficiente como e todos en la sala pudieran escucharle.

Eleanor, su marido y la novia se acercaron corriendo ante el llamado.

― Nosotros, somos nosotros ―dijeron casi al unísono.

― Bien, su hijo ―hizo una pausa de suspense, ―veamos, ha recibido un fuerte golpe beza, a causa de ello se encuentra en coma.

― Oh dios mio… ―exclamó la madre.

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― ¿Podemos verle? ― preguntó el señor Ferrell.

― Por supuesto, no va a ser muy agradable puesto que está conectado a… ya saganme.

De pronto al mirar hacia atrás para intentar dar ánimos a la novia. Ésta no estaba.

Después de unas horas Eleanor llamó a Michelle, quería decirle que no se preocupe no había empeorado el estado de Alexander pero ella no respondió. Pasados dos vió a llamar, pero de nuevo la novia de su hijo no respondió y, pasados unos días, cuand

o despertó, estaba ciego, estaba ciego sin que los médicos pudieran decir el motivo pe no veía.

La angustia de Alexander era indescriptible, no comía, no gesticulaba pese a hncido a la muerte… Los Ferrell llamaron incontables veces a Michelle, Alex necesitabavia a su lado, pero ella no respondió.

 Alex pasó los días notablemente deprimido, no hablaba más de lo necesario, no reía, sus ojos se había apagado por completo sin que los médicos pudieran encontrar

ución. Después de unas semanas volvió a su apartamento, mandó bajar todas las pers

la casa y se encerró en su habitación, esperando que la oscuridad se apoderase de émpleto.