Un viejo que leía novelas de amor. La relación entre el alcalde y el viejo.

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Llus NOLLA PICOS UN VIEJO QUE LEA NOVELAS DE AMOR. LA RELACIN ENTRE EL ALCALDE Y EL VIEJO.

Universidad de DalarnaFacultad de Humanidades Spanska I, Delkurs 4:Text och litteratur 2011

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Un viejo que lea novelas de amor La relacin entre el alcalde y el viejoEl alcalde y Antonio Jos Bolvar Proao son personajes antagnicos. La aparicin del alcalde en la obra es circunstancial un castigo (Seplveda, L. 21:2011)- e intrusiva. El alcalde era un maltratador, racista y malhablado que odiaba a los shuar1 a los cules llamaba selvticos, salvajes, indios en pelotas, etc-. (Seplveda, L. 22, 24 y 88:2011). Adems era el nico hombre instrudo y con status en el pueblo. Lo demuestra el hecho de que las pocas veces que se dejaba ver el empleado de Correos por El Idilio, de su maletn gastado slo aparecan papeles oficiales destinados al alcalde (Seplveda, L. 13:2011). Antonio Jos Bolbar era un hombre justo que respetaba la naturaleza en todas sus formas de vida. La primera vez que se enfrent al alcalde fue para defender a sus hermanos jbaros. Era un hombre implacable y directo como demuestran las primeras palabras dirigidas al alcalde en esta obra: Disculpe. Usted est cagando fuera del tiesto. Esa no es herida de machete (Seplveda, L. 24:2011). O como demuestra el gesto de tirar las pieles al alcalde El viejo miraba al alcalde y mova la cabeza. De pronto, tom una de las pieles y se la lanz. El sudoroso gordo la recibi con un gesto de asco (Seplveda, L. 27:2011). A pesar de su tosquedad tena mucha astucia, como demuestra el hecho de que llamaba al alcalde excelencia, cuando por la espalda lo llamaba babosa (Seplveda, L. 32 y 87:2011). Para Antonio Jos Bolvar Proao, el alcalde, simplemente era uno ms, de todos aquellos que emputecan la virginidad de su amazonia (Seplveda, L. 135:2011). El alcalde era un urbanita que desconoca completamente el medio en el que viva, Antonio Jos Bolvar era todo un experto de la selva. Al alcalde le sacaban de quicio dos cosas de l: que fuera un contestn y que tuviera siempre la razn. Siempre lo desacreditaba ante de los dems, y al alcalde no le sentaba nada bien perder su autoridad (Seplveda, L. 24:2011). El alcalde adems era un hombre muy rencoroso, quiso cobrar impuestos al dentista por haberse posicionado a favor del viejo: En ese momento suban el cajn a bordo y el alcalde vigilaba la maniobra. Al ver al dentista, orden a un hombre que se le

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Los shuar son el pueblo amaznico ms numeroso (aproximadamente de 80.000 individuos). Los shuar habitan entre las selvas del Ecuador y Per. Los conquistadores espaoles les dieron el nombre de jbaros.

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acercase. El alcalde dice que no se olvide de los impuestos. (Seplveda, L. 32:2011). La relacin entre ambos se acab de torcer cuando a bordo de una novedosa embarcacin llegaron cuatro norteamericanos provistos de cmaras fotogrficas, vveres y artefactos de uso desconocido para los habitantes de El Idilio. Despus de atosigar de whisky al alcalde durante varios das, el gordo se acerc con ellos hasta la choza del viejo, nombrndolo como su amigo y sealndolo como el mejor conocedor de la amazonia. Los americanos sin pudor y mostrando una falta de respeto absoluta, entraron sin permiso en choza, y descolgaron el retrato que lo mostraba junto a Dolores Encarnacin del Santsimo Sacramento Estupin Otavalo, dejndole a cambio un puado de billetes encima de la mesa. En esta situacin, el viejo volvi a ser claro y directo como lo haba sido antes con el alcalde: Dgale al hijo de puta que, como no deje el retrato en donde estaba, le meto los dos cartuchos de la escopeta y le vuelo los huevos. Y conste que siempre la tengo cargada. (Seplveda, L. 85:2011). Esta situacin termin por enfurecer al alcade Viejo pendejo. Me ests haciendo perder un gran negocio. Los dos estamos perdiendo un gran negocio. (Seplveda, L. 85:2011), El que se va a marchar eres t, viejo de mierda. (Seplveda, L. 86:2011). De forma tal que lo amenaz con quitarle su inmunda covacha. Y en ese momento, como habamos apuntado antes, el alcalde sac su lado ms vengativo y rencoroso De sta que me hiciste no me olvido, y yo no soy de los que perdonan. (Seplveda, L. 86:2011). Y es que el alcalde era un hombre muy autoritario como demuestran sus palabras: Alto! Ustedes esperan aqu hasta que yo decida otra cosa orden el gordo (Seplveda, L. 27:2011). Antonio Jos Bolvar tambin saba que el gordo podra causarle problemas, y se lo haba hecho saber antes (Seplveda, L. 84:2011). Por muy amenazante que sonara el alcalde era un cobarde, e hizo una espantada cuando vio al viejo verdaderamente enfadado: El gordo, al ver los ojos encendidos del viejo, opt por alejarse rpido y al trote alcanz al grupo de norteamericanos. (Seplveda, L. 86:2011). En cambio, Antonio Jos Bolvar Proao era todo un valiente, as se qued esperando la visita del gordo con la escopeta preparada. (Seplveda, L. 86:2011). Pero, por la cuenta que le traa, el alcalde no se atrevi a volver para cumplir su palabra, si no que volvi en son de paz. Y es que, su faceta de tacao mezquino, poda sobre su faceta de rencoroso:

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Mira, viejo, hablando se entienden los cristianos. Lo que te dije es cierto. Tu casa se levanta en terrenos del Estado y no tienes derecho a seguir aqu. Es ms, yo debera detenerte por ocupacin ilegal, pero somos amigos, y, as como una mano lava la otra y las dos lavan el culo, tenemos que ayudarnos. (Seplveda, L. 88:2011).

De hecho, en el pueblo murmuraban que antes de llegar el alcalde a El Idilio estuvo asignado en alguna ciudad grande de la sierra, y que a causa de un desfalco lo enviaron a ese rincn perdido del oriente como castigo (Seplveda, L. 21:2011). El alcalde saba cmo atosigar con alcohol a la gente para conseguir sus propsitos y as lo hizo con el viejo: El alcalde sac del bolsillo una botella culera de whisky y le ofreci un trago. El viejo acept nada ms que por conocer el sabor, y se avergonz enseguida de esa curiosidad de mico. (Seplveda, L. 90:2011). As, el alcalde le hizo saber que la responsabilidad de la muerte del colono y del americano era suya por haberse negado a acompaarles. La muerte del colono haba metido al alcalde en un lo ya que venan recomendados por el mismsimo gobernador- (Seplveda, L. 90:2011). De esa forma el alcalde no lo dejara en paz si no participaba en la nueva expedicin, y de eso dependa que el viejo pudiera seguir disfrutando de momentos placenteros frente al ro, de pie ante la mesa alta, leyendo pausadamente las novelas de amor (Seplveda, L. 92:2011). En la expedicin, el alcalde demostrara su ms absoluto desconocimiento del medio natural al que se enfrentaba, as en la partida, exceptuando al alcalde que no saba que las botas de goma le estorbaran la marcha-, iban todos descalzos. Haban forrado los sombreros de paja con bolsas plsticas, y en morrales de lona engomada protegan los cigarros, las municiones y las cerillas de las lluvias que azotaban la zona (Seplveda, L. 95 y 97:2011). De esa forma la marcha se interrumpa constantemente por causa de las botas del alcalde, as, cada cierto tiempo, hunda los pies en el fango. El alcalde debido a su inexperiencia era un autntico estorbo, una de las noches espant a unos murcilagos con la linterna y sus gritos y provocaron que estos lanzaran una chorrera de mierda sobre todos los miembros de la expedicin (Seplveda, L. 102 y 103:2011). Poco despus, en un episodio muy desagradable, el alcalde mat a un oso mielero, el animal ms inofensivo de toda la selva (Seplveda, L. 105:2011).

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Pero en cambio, el alcalde posea una cultura general mucho ms amplia que el viejo. Por ejemplo, el viejo nunca antes haba odo hablar de Venecia, y mucho menos de sus numerosos palacios, catedrales, castillos, puentes y calles. Cuando el viejo le pregunt cmo lo poda saber si no haba estado all, el alcalde le replic que l era instruido y que por eso era alcalde (Seplveda, L. 112:2011). Pero por mucha instruccin que hubiera recibido el alcalde, ste no era comparable a la genialidad y a los sarcasmos del viejo, lo que empuj al alcalde a no querer permanecer junto al viejo ms tiempo, ya que haba quedado totalmente desacreditado, y se demostr lo que realmente era, un cobarde y un intil (Seplveda, L. 114 y 115:2011). As, el alcalde, fruto de la vergenza y el miedo, reconoci a su manera que el viejo era mucho ms inteligente y que l era un estorbo. Le propuso que el Estado le pagara cinco mil sucres si consegua matar a la tigresa (Seplveda, L. 115:2011). De esa forma el alcalde podra zafarse del viejo. Sus respuestas agudas ya lo haban herido bastante, y esa era una frmula elegante de quitarse de encima al viejo (Seplveda, L. 115:2011) o a la tigresa si el viejo tena xito-.

BibliografaA) Libros consultados

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SEPLVEDA, L., Un viejo que lea novelas de amor., Maxi Tusquets Editores., Barcelona., 2011.

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