Un Plan Siniestro

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UN PLAN SINIESTRO Alex G. Brown

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Una historia en la que dos chicas soñaban con el mejor viaje de sus vidas, pero todo cambio por los deseos psicopatas de una persona que las llevo por caminos diferentes: el de la muerte y el de la locura.

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UN PLAN SINIESTROAlex G. Brown

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Todo comenzó a finales de cursos, cuando me encontraba en vacaciones de verano. Nuestros padres (empresarios de una marca textil muy famosa en Manila, Filipinas; lugar en el que vivimos) nos ofrecieron a mi hermana Samantha y a mí un viaje a Europa, exclusivo para nosotras dos, cuyo destino sería la majestuosa ciudad de Italia. En celebración del décimo quinto aniversario de mi hermana, puesto que esta era su ciudad favorita, desde hace tres años que la habíamos visitado en Navidad; simplemente se enamoró de ella. Todo era de maravilla, recuerdo que junto con mi hermana pasábamos horas planeando lo que haríamos en Italia y en las cosas que compraríamos pero sobre todo en lo mucho que nos divertiríamos. Cuando se llegó el día para abordar el viaje aéreo en el Aeropuerto Internacional Ninoy Aquino rumbo a dicho destino en asientos de turista, Samantha y yo íbamos charlando acerca de lo fascinante que sería el viaje y en lo mucho que lo disfrutaríamos, pero no contábamos con las duras rachas del destino: El avión sufrió un accidente en los motores de propulsión y se estrello inevitablemente en una isla desierta... o al menos eso creíamos; fue el viaje hacía nuestro seguro suicidio.

— ¡Oh, hermana estoy tan feliz y al mismo tiempo tan emocionada! — Exclamó Samantha con sus ojos azules llenos de alegría al mismo tiempo que me daba un cálido abrazo.

— Lo se, Samantha. Yo también lo estoy — Y me puse a dar de brincosy gritos de emoción junto con ella aún abrazándonos.

— Es que me parece increíble que en un par de horas estaremos volando rumbo a Italia tú y yo solitas sin nadie que nos de restricciones. ¿Tedas cuenta de todo lo que podremos hacer? — Me decía con los ojos bienabiertos (probablemente imaginando lo que podría hacer sin que nuestros padres nos dijeran nada porque no estarían con nosotras) — Y, lo mejor de todo, es que nos han dado el dinero suficiente como para estar de viaje, continuó toda una semana y además hospedarnos en hoteles de hasta cinco estrellas ¡No es fabuloso! — se encontraba tan emocionada que no se percato de que mi madre estaba detrás escuchando toda la conversación.

— ¡Samantha! — Le llamó mi madre con tono enfadado — , espero que sepas apreciar todo el esfuerzo que hemos hecho tú padre y yo para poder costear los gastos de este viaje. Tenemos ahorrando más de tres años; así que espero de tu parte RES-PON-SA-BI-LI-DAD ¿Escuchaste? — pronunció la penúltima palabra un poco más fuerte y dividida en sílabas para hacer notar que era lo que deseaba de su parte; ya que Samantha siempre ha sido muy inmadura y todo se le hace fácil sin detenerse siquiera a pensar en las consecuencias que sus actos puedan atraer.

— Alice — Me llamó — Tienes que cuidar de tu hermana y no dejarla hacer lo que se le pegue en gana, espero que tus veintiún años te sirvan de experiencia para saber cuándo decirle ¡NO! ¿Me entiendes?

— Sí, madre. No te preocupes — Asentí.— Y tú deberás obedecer a tu hermana en todo porque a la mas mínima

queja tuya se suspende el viaje ¿De acuerdo? — Amenazó a Samantha porque le preocupaba su bienestar.

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— ¡Si, mama! Entiendo. Ya es la veintiunava vez que me los dices — Asintió a regañadientes con el entrecejo fruncido.

La puerta de la habitación se abrió: era papá. Traía consigo lo que parecían dos pedazos de papel.

— ¡Buenos días, familia! — Saludó emocionado — Hijas — Se volteó hacia nostras — Aquí les traigo sus boletos para el viaje el cual es en cuatro horas así que apresúrense las estaré esperando en el coche — Decía al mismo tiempo que nos entregaba los boletos y nos daba un gran abrazo de oso, mientras nosotras brincábamos de la emoción. Mi madre ponía una cara de preocupación; le costaba mucho trabajo el permitir que sus dos únicas hijas viajaran tan lejos sin el cuidado de ella. Acto seguido, mi padre salió de la habitación y nosotras nos fuimos por las maletas las cuales ya estaban listas desde dos semanas anteriores en el recibidor; preparadas al igual que nosotras para un viaje emocionante.

…Las luces del Aeropuerto Internacional Ninoy Aquino iluminaban el lugar

como un aura divina. Todo era perfecto. Mi hermana y yo nos encaminamos en compañía de nuestros padres al lugar donde se revisa el equipaje; el cual no era mucho principalmente un poco de ropa y cosas de uso personal ya que compraríamos ropa nueva en Italia. Una vez que pasamos el largo y complejo proceso de revisión tanto de equipaje como de nosotras mismas, nos volvimos hacia nuestros padres, quienes tenían una mirada de preocupación, sobre todo nuestra madre que casi rompía a llorar.

— ¡Adiós padrecitos! — Exclamé al mismo tiempo que los abracé a los dos a la vez; fue entonces que mi madre no resistió más y comenzó a chillar.

— ¡Oh, hijas cuídense mucho! Cualquier problema que tengan no dudenen hablarme y en cuanto lleguen a Italia llámenme que estaré con el alma en un hilo — Decía al mismo tiempo que nos abrazaba y nos llenaba de mimos.

— ¡Sí madre, te prometo que así será! — Farfulló Samantha con cara de desencanto. No comprendía que a mi madre lo único que le pasaba era queestaba preocupada por nuestro bienestar.

Después nos despedimos en definitiva y a la vez que avanzábamos para ir al lugar donde abordaríamos el avión mi madre nos gritaba: ¡Samantha noolvides tomarte tú medicamento para la migraña una vez al día! ¡Alice recuerdaque me llamarás en cuanto llegues! ¡Samantha recuerda que te guardé en tú bolsillo una hoja con todos nuestros datos por si acaso!... Eso me avergonzaba un poco y ni que decir de Samantha quien enfadada sólo se limitó a ignorarla y a seguir caminando a grandes zancadas para salir de su vista.

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El avión ya tenía cerca de tres horas volando hacia nuestro destino: Italia. Nosotras ya íbamos fastidiadas del viaje, atrás en los asientos de turista. Yo, quien iba leyendo ya por quinta vez el tercer libro de la saga de Los Hijos de la tierra de Jean M. Auel llamado Los cazadores de mamuts, me detuve por un momento a pensar en las grandes dificultades que habían tenido que resolver nuestros antepasados y el cómo se las habían arreglado para sobrevivir. Me imaginaba en el papel de Ayla, la protagonista. Pero era imposible que yo fuera capaz de hacer todo lo que ella si era capaz. Me imaginaba sin mi celular, sin mi ropa y en lugar de ésta, cueros de animal, sin mi shampoo, acondicionador, sin mi laptop, sin las comodidades de mi dulce y cálido hogar, sin medicinas… sin nada. Me parecía algo aterrador. Definitivamente, yo no hubiera sobrevivido a tantas dificultades.

— ¿Hay alguien ahí? ¡Samantha llamando a Alice desde el planeta Tierra, respondan! — Me interrumpió en mis pensamientos al mismo tiempo que se burlaba.

— ¿Pero qué diablos te pasa? ¿Qué quieres? — Contesté molesta.— Nada, es sólo que me estabas asustando. Estabas como en otro

mundo y hablabas sola —.No supe que decir. Estaba sonrojada, llena de vergüenza.— Pues déjame. Así soy yo — Le dije después de un momento, sin saber

que más decir.— Pero… —.— ¡Ya, déjame! — Le interrumpí.

Samantha prosiguió a ignorarme, justamente como se lo había pedido. Seguramente enfadada por haberle dicho que me dejara en paz. Se puso sus auriculares y le subió a la música de su celular a lo más alto. Probablemente escuchaba música de Simple plan o Green Day; ya que eran sus cantautores preferidos sobre todo porque a ella le gustaba mucho el ambiente americano, ella se consideraba una “loca-feliz”. Yo, sin embargo, era un poco más romántica y simple. Mis expositores preferidos desde que había visitado México, aunque no eran mexicanos, sin embargo, sonaban mucho ahí, eran Ricardo Arjona y Calle 13 que aunque son muy diferentes, las letras de sus canciones son muy profundas y siempre te dejan un mensaje positivo o alguna idea que reflexionar.

Yo, por mi parte volví a mi lectura de Los Cazadores de Mamuts de JeanM. Auel hasta que finalmente, cansada, me quedé profundamente dormida con mi libro preferido entre mis brazos.

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Ahí estaba yo, en medio de un campo lleno de flores. Yo corría libremente por él. Arrancaba y olisqueaba el delicioso y refrescante aroma de aquellas coloridas flores. De pronto, sentía que volaba pero después me percate que no estaba volando: estaba cabalgando en un caballo negro. No vestía nada… cabalgaba totalmente desnuda…

— ¡Alice! ¡Alice! ¡Alice, despierta! — Me llamaba una voz aterrorizada al mismo tiempo que me estrujaba.

Desperté asustada, la forma en que me hablaba Samantha realmente me alteraba. El avión comenzó a tambalearse. La gente estaba en pánico. Gritaban, lloraban y algunos se abrazaban. Las alarmas del avión sonaban a todo volumen. Samantha estaba chillando. Mientras yo asustada me aferraba a mi asiento tratando de que el pánico no me invadiera pero era inevitable.

— ¿Qué pasa? — Pregunté con un hilo de voz que apenas fue audible totalmente aterrorizada ya que no comprendía lo que sucedía pero por lo que observaba no era algo bueno. Como era de noche no distinguía bien mí alrededor a parte que las luces del avión parpadeaban bruscamente. De pronto el avión se tambaleo tan bruscamente que provocó que me golpeara en la cabeza contra la ventana.

— ¡Oh, hermana vamos a morir! — Me decía estupefacta — ¡Vamos a morir! ¡Vamos a morir! — exclamaba repetidamente abrazándome a la vez que chillaba.

Yo sólo me aferraba a ella sin saber qué hacer o qué sentir estaba atónita, sólo me limitaba a abrazar a mi hermana fuertemente sin hacer nada más. Cuando volví la mirada hacia la ventana miré lo más horrible y espeluznante de mi vida: El avión estaba colapsando rápidamente hacia abajo. Fue entones cuando comencé a llorar y a pedirle a Dios que nos ayudara. Pensaba en mis padres pero sobre todo en mi madre ¿Cómo se sentiría al enterarse que sus dos únicas hijas habían muerto en un accidente aéreo?, sería fatal para ella simplemente no lo soportaría. Mi padre era, sin duda, más fuerte y tal vez soportaría este aterrador hecho ya que él tenía otras razones para vivir: dos hijos más que había tenido en su anterior matrimonio. Pero no creía que soportaría la pérdida de su amada Mercedes. Todas las personas que estábamos a bordo en el avión llorábamos y gritábamos tanto que parecían, más bien, alaridos desgarradores. Era imposible dejar de pensar en la muerte. Abracé más fuertemente a Samantha y cerré los ojos fuertemente esperando la hora de nuestra muerte. Después de un momento el avión, por fin, llegó a tierra. No podía soportar el seguir teniendo los ojos cerrados: quería ver que es lo que sucedía. Así que abrí nuevamente los ojos; lo que estos vieron fue ciertamente algo abrumador. El violento golpe del avión contra el suelo provocó un brusco zangoloteo entre las personas que íbamos a bordo, acto seguido, el avión se partió en dos por la mitad. Fue tan fuerte el golpe contra el suelo que al chocar contra el suelo volvimos a salir volando por el aire. Tres personas

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que se encontraban en esa parte de la estructura (en la mitad) salieron despedidas en el aire: dos hombres y una niña. Al suceder esto una mujer comenzó a gritar desesperadamente por la niña llamándola hija. Mientras continuaba gritando exasperadamente por su hija no se percató que un trozo de metal que tambaleaba en la orilla del contorno que se había creado después de partirse el avión en dos, se había soltado y fue a dar directamente hacia ella.

— ¡Cuidado señora! — Grite desesperada pero ya era demasiado tarde: El trozo filoso de metal la había degollado. Nos empapó de sangre el rostro. Fue entones que Samantha echó un vistazo a lo que sucedía y al ver aquellas siniestras y atroces imágenes acerca de como el cuerpo de aquella pobre mujer salía despedido por el aire sin cabeza, comenzó a llorar más desesperadamente mientras me estrangulaba con un fuerte abrazo al observar. Comenzó a llorar y a gritar desesperadamente. Mientras la cabeza y el cuerpo de aquella pobre mujer salía a toda velocidad por el aire.

Lloraba y lloraba exasperadamente junto a mí hermana, sentía que el corazón me iba a explotar en cualquier momento. ¡Esto no podía ser verdad! Parecía una película de terror pero era mucho peor porque era la horrible realidad. Repentinamente se escuchó un ruido ensordecedor: el avión finalmente se había estrellado en el suelo. De pronto se vieron grandes llamas en cielo el cual era indicio de que la parte delantera del avión había explotado, observé por la ventanilla inmensas llamas que comenzaban a consumir la parte del avión lentamente, algunos pedazos de metal que conformaban parte de la estructura del avión volaban a distancias gigantescas, fue entonces de que me percaté que también nosotros estábamos a punto de estrellarnos así que volví la mirada hacia adentro, de las cuatro personas que quedamos en la parte trasera del avión estábamos realmente atónitos llorando por nuestras vidas. De pronto nuestra mitad del avión finalmente se estrello, nuevamente, en el suelo volviendo otra vez a provocar un ruido ensordecedor, se estrelló tan bruscamente que la parte restante de aquella máquina voladora comenzó a tambalearse provocando que un joven saliera a toda velocidad por el aire mientras que nosotras (las tres restantes) nos aferrábamos fuertemente a las partes sólidas del avión, la cola del avión terminó por desprenderse quedándonos más vulnerables a salir volando por el aire. La mujer que iba delante de nosotros no resistió más la fricción que provocaba que la parte del avión en la que estábamos fuera deslizándose rápidamente por el suelo y finalmente también provocó que saliera volando hacia aquel cielo infinito que al no ser por el trágico accidente hubiera sido admirado por su elegancia y belleza por cualquier espectador a abordo del viaje. Ya solamente éramos Samantha y Yo, seguimos aferrándonos con brutalidad en los asientos en los que viajábamos. Después de un momento nuestra parte del avión terminó por detenerse, enseguida salimos corriendo mi hermana y yo con miedo que también explotara como la otra estructura, pero no lo hizo. Corríamos rápidamente como una flecha, sin rumbo fijo, lo único que queríamos era estar lejos de allí. Cuando ya supusimos que estábamos lo suficiente lejos como para evitar ser heridas si explotaba nuestra parte del avión nos detuvimos y dirigimos la mirada hacia atrás: lo que vimos fue verdaderamente horrible. Dos personas

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gritaban llenas de dolor que al final se convertían en alaridos de muerte porque se estaban incendiando en vida; sus gritos de dolor hacia que se nos enchinara la piel. Yo al igual que mi hermana también estaba horrorizada y anonadada. No sabía qué hacer ni que pensar, sólo estaba ahí en pie, sin mover ni un solo músculo, totalmente en silencio observando todo el terror que estaba ante nosotras. El ambiente era siniestro, maligno, totalmente terrorífico. Hubiera preferido que me hubiese partido un rayo para no ver todo lo que estaba mirando e incluso nunca haber nacido. Olía a carne chamuscada la piel de aquellas dos personas que se estaban incendiando de las cuales no se podía saber si eran hombres o mujeres porque las llamas ya les habían destrozado su vestimenta, cabello y desfigurado el rostro. Pedían ayuda con desesperación pero por más que observaba a mí alrededor no veía el vital líquido que ellos necesitaban para apagarse. De pronto, uno de ellos finalmente cayó en el suelo totalmente calcinado y al poco tiempo la otra persona también lo hizo; ya no sufrían porque estaban muertas. Di unos pasos hacia atrás y me tropecé con algo que me hizo caer, Samantha grito al ver con lo que me había tropezado: La cabeza degollada de la mujer que gritaba exasperadamente por su hija, la cual todavía expulsaba chorros de sangre por la vena yugular. Esto provocó que mis piernas se mancharan de aquel espeso liquido el cual tenía un olor a oxidado: sangre. Al percatarme también yo de ello me estremecí y grité nuevamente horrorizada; era repugnante. Me levanté rápidamente y corrí como loca hacía adelante ya no quería estar ahí lo único que quería era estar sola y tratar de digerir todo esto. Por donde corría desesperadamente había muchos árboles lo que hacía difícil el recorrido pero seguí corriendo sin detenerme mientras mi hermana me gritaba que me detuviera y me suplicaba que no la dejara sola pero yo no coordinaba, mi instinto de supervivencia se apoderó de mí y sólo pensaba en mí bienestar.

Ya cuando tenía tiempo corriendo me detuve pero seguí caminando en la negrura de la noche en aquel lugar extraño que parecía un bosque, una selva o una jungla ya que estaba repleto de árboles; mi cuerpo estaba agotado ya no resistía más así que decidí echarme en el suelo, recostarme para descansar. No pensaba en el horror de hace un momento si no más bien en mis padres. Me imaginaba a mi pobre y moribunda madre al enterarse de lo que había sucedido, seguramente mataría a mi padre porque ella se había opuesto rotundamente al viaje pero mi padre finalmente la convenció de que nos diera el permiso aunque nunca estuvo totalmente de acuerdo ya que siempre que se presentaba la oportunidad salía a exaltar su negatividad ante tal viaje de quinceañera pareciera que desde un principio presentía que algo malo iba a suceder pero siempre la juzgábamos como dramática ya que era muy nerviosa. Nadie sabía en lo mucho que me arrepentía de haber aceptado tal viaje. Sentía furia hacia Samantha por haberme invitado aún sabiendo que yo no quería ( Ya que yo tenía planeado irme de viaje a visitar a mis amigas de la isla Príncipe de Gales del archipiélago de Alexander situado al sureste de Alaska, en el océano Pacífico) y que finalmente había terminando convenciéndome con la promesa de que me ayudaría a que Gabriel, un amigo de ella, fuera mí novio. Estaba enamorada de él no solo porque era muy guapo sino lindo, comprensible y

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muy maduro para su edad lo que hacía que yo muriera por él. Me imaginaba casándome con Gabriel, él como siempre se veía guapísimo con un traje de gala esperándome al pie del altar mientras que todos nuestros amigos estaban a nuestro alrededor, todos de pie, y yo tenía los ojos iluminados de gozo. Mientras que Gabriel vestía ese lindo traje de gala yo traía conmigo un elegante y sofisticado vestido blanco con una cola larguísima la cuál varias niñas la sostenían y al llegar al altar Gabriel me tomaba de la mano y me sonreía, yo por mi parte me sentía en el cielo ya que él era como un ángel… después no supe ya nada de mí, ni tampoco si seguí contemplando aquellas lindas imágenes producto de mi imaginación en un intento infantil de olvidar todo lo sucedido porque me quedé profundamente dormida, a la deriva.

….Todo estaba borroso. Me encontraba temblando de frío a tal grado que

me castañeaban los dientes sin cesar. El frío me calaba hasta los huesos. Giraba la cabeza a mí alrededor para ver donde estaba, sin embargo, sólo distinguía matices verdes. Mi vista se iba recuperando lentamente, cada vez veía mejor. Fue entonces que recordé todo lo sucedido, me invadían atroces imágenes: el avión colapsándose contra el suelo, una mujer degollada, personas en llamas, una niña quien salía volando en el aire… los llantos de Samantha cuando estaba abrazándome con gran fuerza.

— ¡Samantha! — exclamé exasperada poniéndome de pie de un solo brinco, totalmente extasiada. Eché una mirada pero sólo lograba percibir árboles y más árboles. Traté de buscar la dirección por donde había llegado a este lugar pero todo me parecía igual, podía haber llegado desde cualquier dirección. Entonces me fijé en el suelo y para mi alivio observé mis propias huellas en el suelo así que proseguí apresuradamente a seguirlas. Caminaba velozmente haciendo hábiles movimientos para esquivar todos los obstáculos que se presentaban en mi camino: árboles, ramas, rocas, arbustos… después de algunos minutos por fin llegue al lugar del accidente. Miré desesperadamente a mí alrededor en busca de mi hermana. Me espanté al mirar un gran charco de sangre justo al lado de la parte trasera del avión. Me dirigí hacia aquél charco rojo con el cuerpo temblando de miedo e imaginándome lo peor al mismo tiempo que me cubría la boca con la mano derecha tratando de ahogar el llanto que sentía venir además de las nauseas que me provocaba el olor a oxidado de la sangre. Cuando ya estaba lo suficientemente cerca observé dos pies con zapatos gruesos de color café; caminé un poco más para ver de una vez por todas quien era el cadáver que yacía muerto en el suelo. Sentía un gran miedo

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casi insoportable, no quería ver el rostro del cadáver. Di unos seis pasos más y pude apreciar lo que nunca hubiera querido ver: el cadáver de una mujer cuyo rostro era cubierto por su larga y castaña cabellera, era Samantha. No hacía falta verle el rostro para saber que era mi pobre hermana. Sentí una gran apuñalada en el pecho, me solté llorando de dolor junto al cadáver de Samantha, me recriminaba por haberle dejado sola de cualquier manera me sentía culpable de su muerte ya que yo le tenía que cuidar y proteger, se lo había prometido a mi madre. Por mi culpa estaba muerta. Me recriminaba una y otra vez sin parar de llorar al mismo tiempo que le pedía perdón. No sabía cómo se lo iba a explicar a mi pobre y atolondrada madre. Hubiera deseado no haber nacido. Pero eso ya era imposible, lo hecho estaba hecho, era inevitable. De pronto una risa macabra interrumpió mis pensamientos, mi sufrir. Me gire rápidamente llena de miedo hacia la dirección de donde venía aquella macabras carcajadas, lo que vi fue verdaderamente increíble. Un hombre sostenía una navaja cubierta de sangre. Acababa de apuñalar algo o a alguien. Comencé a temer por mi vida de alguna manera mi instinto de supervivencia me decía que el peligro estaba ante mis ojos. Entonces ya no lo dude más ya que él se echó a correr en dirección mía con su navaja en la mano con la intención de apuñalarme. Me levanté de un salto y me eché a correr como una flecha rumbo a la espesa selva. Seguía corriendo apresuradamente buscando un poco de refugio. Sentía que el corazón se me salía; una parte por lo cansada que me encontraba pero por otra parte (y la más importante) por el gran miedo que me invadía: estaba aterrorizada. Mis pulmones me ardían debido al esfuerzo, sin embargo, no estaba dispuesta a detenerme. No, mientras el peligro me asechaba. Me volví hacía él y aún seguía pisándome los talones lo tenía muy cerca, en poco tiempo me alcanzaría, era muy veloz. Después de un tiempo agotada sólo me limité a esconderme detrás de un gran árbol, ya no podía seguir corriendo, él se dio cuenta de que me había detenido, sin embargo, no pudo saber dónde estaba.

— ¿Dónde estás, chiquilla ven con papa? — Me dijo con un tono burlón. Yo por mi parte agarré una gran roca al sentir que se iba acercando. Cuando lo sentí a no menos de cuatro pasos salí a hacerle frente con la intención de darle un buen golpe en la cabeza con la intención de que le dejara inconsciente, pero todo salió mal, tenía buenos reflejos. Esquivo hábilmente mi golpe y me tomo por detrás y me hizo doblegar hasta que caí de rodillas en el suelo luego tomó mi cuello y me puso la afilada arma blanca en el amenazándome con degollarme.

— Eres traviesa — Me hablaba repugnantemente al oído al mismo tiempoque me daba un lengüetazo en la oreja provocándome un gran escalofrió con una combinación de repugnancia e impotencia — ¿Sabes? eres la que más trabajo me ha costado matar y por eso te mereces un premio — Comenzó a acariciar mis pechos con la mano derecha mientras que con la izquierda mantenía la navaja en mi cuello — Anoche después de que explotara la parte delantera del avión eché un vistazo para comprobar que todos hubieran muerto, cerca de donde andaba encontré a una mujer rubia quien se habría quebrado una pierna y me pedía ayuda pero ¿sabes qué hice? — Me desgarró la blusa

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junto con el sostén dejando mis pechos al aire. ya no aguantaba más, ya no me importaba si me degollaba, asesinaba o masacraba. Era tan repugnante, humillante y vergonzoso, pero después consiguió captar mi atención — La degollé igual que a tú hermana — Ya no resistí más me sentía tan impotente y tan llena de irá ante aquel hombre que me confesaba haber asesinado a mi hermana en mi cara como si fuera algo para aplaudirle así que intenté zafarme pero de pronto recibí tres grandes puñetazos en mi rostro dejándome tirada en el suelo, comencé a llorar, no de miedo sino de impotencia — Me recuerdas mucho a tú hermana, tenía la misma cara de estúpida que tú, me imploraba que no le hiciera daño, que haría lo que yo quisiera pero finalmente le apuñalé el pecho igual que lo hare contigo, es por eso que te lo descubrí — Me levanté ferozmente y me abalancé sobre él, lo único que quería era asesinarle, pero mis intentos fueron inútiles su fuerza era muy superior a la mía así que luego de un buen golpe nuevamente en el rostro me hizo caer sobre el suelo, nuevamente — Nada mejor que asesinar a seres humanos tan ineptos como tú,¿sabes? Llevaba años planeando este momento. Fue algo difícil de lograr pero finalmente lo conseguí. Tuve que estudiar pilotaje un par de años, luego tuve que hacer grandes meritos y humillaciones para conseguir un trabajo en el Aeropuerto Internacional Ninoy Aquino ¿Sabes lo repugnante que me resultó andar de lame botas con los altos ejecutivos para que me dieran el trabajo? Realmente era algo insoportable pero sólo el hecho de imaginarme este momento hacía que todo fuera soportable. Así anduve hasta que finalmente me dieron mi primer vuelo hacía Grecia donde me fue genial, todos los viajes los hacía con excelencia para ganarme la confianza de todos. Entonces dije que ya era suficiente, era hora de llevar a cabo mi plan, entonces se me ofreció pilotear el vuelo 543 rumbo a Italia, el vuelo de ayer, el vuelo donde sería el seguro suicidio de los pasajeros, el vuelo donde desgraciadamente viajarían tu hermana y tú querida — Comenzó a carcajear siniestramente — No sabes lo vivo que me siento, ni todas las torturas que me provocaba me hicieron sentir ni la mitad de vivo como me siento ahora — Se levantó la camiseta, su estómago estaba llena de heridas y cicatrices — El olor a sangre, el ambiente siniestro es dinamita pura para el corazón y ahora te toca a ti linda — Levantó la navaja al aire lista para apuñalarme pero en todo el tiempo en el que alardeaba aproveché sin que él se diera cuenta para agarrar un pedazo de rama que se encontraba en el suelo y para mi fortuna esta era puntiaguda. Se la encajé en la pierna derecha con todas mis fuerzas lo que provocó que soltara un grito desgarrador al mismo tiempo que me maldecía, sin embargo, yo ya me encontraba corriendo a toda velocidad de nuevo hacia donde había visto a Samantha: hacia donde estaban las partes del avión. Iba en busca de un pedazo de la estructura de la máquina voladora que estuviera lo suficientemente filosa para defenderme. Cuando llegué hacía el cadáver de Samantha buscaba a mí alrededor el objeto que deseaba encontrar pero no lograba percibir algo útil. Volví a escuchar maldiciones que aquel hombre cuarentón y barbudo quien ya volvía otra vez hacia mí dispuesto a asesinarme. Volví a correr pero ahora corrí rumbo hacia donde me había quedado profundamente dormida la noche anterior. Pero aún con la apuñalada que le di en la pierna derecha seguía siendo muy veloz «¿Es que acaso no le dolía?» Pensé, pero automáticamente me respondí aquella tonta

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pregunta: el disfrutaba del dolor. Justo cuando iba a meterme de nuevo hacia lo espeso de la selva me tomó del pelo haciéndome caer brutalmente.

— Ahora si maldita, ¡te vas a morir! —— ¿Hay alguien ahí? — preguntó una voz varonil a unos cuantos pasos

de nosotros. Agradecí al cielo desde mis adentros por aquel evento. El maniáticohombre se asustó tal vez a la idea de que estuviera una gran guardiaesperando para arrestarlo o simplemente que lo descubrieran así que me dio una gran patada en el rostro provocando que dos dientes frontales me salieran volando, mientras él se internó en la selva huyendo de aquel hombre para evitar ser descubierto y como consecuente ser castigado. Yo me quedé chillando.

— ¿Se encuentra bien, señorita? — Me preguntó observándome lentamente con cierta reserva poniendo especialmente atención en mis pechos haciéndome sentir incomoda, al percatarme de ello me puse mis manos para ocultarlos de su vista.

— ¡Siga a aquel hombre! ¡Está escapando! ¿Vamos qué espera? — le gritaba desesperada y violentamente.

— Pero si no hay nadie, señorita. Tranquilícese.— ¡¿Cómo quiere que me tranquilice si ésta dejando escapar a un

maniático que asesino a todos?! — Le grité exasperada.— Ésta en un shock emocional, ésta muy alterada — le decía a su

compañero quien llegó al instante.

…Después de cinco años encerrada en el estúpido manicomio más

prestigioso de todo Filipinas ubicado en Manila el cual obtiene recursos por parte del gobierno: el Centro de Tratamiento y Rehabilitación para la Salud Mental con Amor de Locura (CTRSMAL) donde las autoridades me condenaron al encierro de media década. Claro está, el gobierno costeó todos mis gastos como obra caritativa. Con la estúpida idea de que yo estaba loca fue la razón por la que me internaron en el CTRSMAL. La estúpida hipótesis que dedujeron para catalogarme de “loca” es que todos habían muerto por el “accidente” cuándo el avión se había estrellado y que yo milagrosamente había sido la única sobreviviente y al ver cadáveres alrededor de mí y sobre todo el de mi hermana había provocado una gran inestabilidad emocional, tanto que mi cabeza junto con mis nervios habían provocado que me imaginara una infantil idea de que un maniático piloto nos había estrellado a propósito como parte de un plan siniestro que lo estuvo planeando durante años con el propósito de sentir adrenalina, lo único que lo hacía sentirse vivo. Y que después a las tres únicas sobrevivientes (todas éramos mujeres) nos había dado caza de a una por una pero gracias a que me habían encontrado a tiempo el equipo de rescate justo cuando estaba punto de masacrarme cobardemente escapó en la profundidad de la selva y como consecuente me dio la oportunidad de seguir viviendo. Todo les

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pareció una loca y descabellada mentira, aunque era la verdad absoluta. Ese maldito planeó todo tan perfecto que hizo creer a las autoridades que todo había sido un accidente. Así que dedujeron que necesitaba tratamiento para superar los horrores que había vivido en carne propia. Por ese único motivo fue que me encerraron en el CTRSMAL. Mi historia se publicó en todos los medios de comunicación con la falsa historia que el gobierno había hecho creer a todos que incluso ellos mismos creían: El avión sufrió un accidente en los motores de propulsión y se estrelló inevitablemente en una de las islas Samales ubicadas en el archipiélago de Sulú, al suroeste de Filipinas. En cuyo accidente la única afortunada había sido yo al ser la única sobreviviente de tal atroz evento. Se hicieron reportajes especiales sobre mí al ser la sobreviviente que se volvió loca. Era la noticia que vendía. E incluso los medios de comunicación sin importarles los sentimientos de las personas quienes sólo querían hacer fortuna de una desgracia, ponían atroces y descomunales títulos en los encabezados de los periódicos, tales como: “La mujer que vio morir a su hermana ante sus ojos”, “Un viaje de locura en las profundidades de las islas Samales”, “La joven desagradecida de la vida quien a pesar de haber sobrevivido a un infierno no lo valoró y cobardemente se encerró en un manicomio llena de culpa y soledad”… Y eso por mencionar algunos que vi en la oficina del director del CTRSMAL cuando me metía a la misma a escondidas para leer el periódico buscando desesperadamente información del maldito maniático ( del quien nunca se supo nada, aún es un misterio) y de mis padres ya que me habían prohibido verlos hasta mi “recuperación total” ya que el verlos supuestamente podía volver a provocar una inestabilidad emocional en mí, así que era mejor mantenerlos lejos de mí. La información como la usaban los medios de comunicación era tan cruel y despiadada como el maniático piloto.¿Cómo era posible que pensaran que yo había despreciado la vida, la segundaoportunidad de vivir? ¿Acaso si ellos hubieran vivido el horror que viví en carne propia, ellos habrían podido sobreponerse? ¿Era a caso tan débil? ¿Ellos hubieran tenido las ganas de vivir incluso cuando tu hermana fue asesinada por el mismo tipo que trato de hacerte lo mismo? ¿Habrían querido seguir viviendo sabiendo que tú madre había muerto de tristeza por la fatal pérdida de sus dos únicas hijas? Una por haber muerto en el fatal accidente (evento que les hicieron creer a mis padres) y la otra hija haberse vuelto tan loca y peligrosa que la habían tenido que encerrar en un manicomio con alta seguridad y para colmo no la dejaban verla, pues prácticamente era como si yo también hubiera estado muerta ¿Hubieran tenido ganas de vivir al enterarte que también tú padre había muerto al no resistir la muerte de la mujer que amaba con toda el alma con quien había compartido casi la mitad de su vida? ¿Hubieran tenido ganas de vivir sin haber asistido a ninguno de los funerales de tus seres queridos, a darles la última despedida? ¿Hubieran tenido ganas de vivir si la persona que provocó todo este infierno en tu vida hubiera salido libre de todo castigo y anduviese por ahí como si nada hubiera pasado? ¿Hubieras tenido ganas de vivir si te consideraran una loca, una demente, sin estarlo en realidad (Aunque volverse loco no era para más pero por alguna extraña razón del destino no lo hice)? Ni todos los especialistas ni todos los tratamientos que existiesen hubieran podido hacer nada por mí, esto había marcado mí vida permanentemente. Y si

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aún no era suficientes razones para creérmelo sólo bastaba con mirar los periódicos que guarde durante los cinco años que estuve encerrada, o bien, simplemente bastaba con ir al principal cementerio de la ciudad de Manila: el cementerio Miguel López de Legazpi y buscar dos lapidas dónde yacían grabados los nombres de tres personas a quienes amaba profundamente: la primera de color rosa, un gran crucifico y con mucha elegancia tenía el nombre de Samantha McThorner Villegas 1992 — 2007; la segunda era tan blanca como la nieve, con una gran imagen de la virgen María y al igual que la anterior muy elegante, tenía incrustados los nombres de Mercedes Villegas Talamantes 1970 — 2009 y Clark McThorner Coelho 1952 — 2011.

Durante el primer año en el CTRSMAL la pase muy mal ya que insistía en que no estaba loca y me daba por gritar y golpear a todo diciéndoles que me dejaran salir, quería estar con mis padres, era comprensible. Pero comencé a notar que cada vez que hacía eso simplemente reforzaba sus teorías acerca de mí: que estaba loca. Así que comencé a comportarme muy serenamente hasta el día en que me declararon “Sana” y me dejaron salir. Hace una semana que salí del CTRSMAL. Ahora mismo estoy a bordo de un barco pesquero que robe en la playa rumbo a las islas Samales, voy en busca de aquel maldito maniático con la intención de vengarme. Pensaba en torturarlo hasta la muerte o simplemente matarlo de un buen plomazo ya que ahora si iba preparada con mi arma de fuego lista para dispararle, pero eso lo decidiría en aquel momento. Ya nada me importaba él me había arrebatado todo lo que yo amaba en este mundo ¿Qué sentido tenía seguir viviendo si no para vengarles su muerte?.

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