Un día con mi primo

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UN DÍA CON MI PRIMO Autora: Ana María Sánchez Nieto

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UN DÍA CON

MI PRIMOAutora: Ana María Sánchez Nieto

¡Hoy toca chococrispis!. Y es que hoy es sábado. No es que los sábados toque desayunar chococrispis, pero como mi madre no quiere que coma mucho chocolate y quiere que coma sano (que obsesión tienen las madres por lo sano), pues hicimos un pequeño trato, durante la semana desayuno lo que ella me dice y los fines de semana elijo yo. Creo que no está mal del todo, pues con los años estoy entendiendo que es mejor ceder un poco y poner algo de tu parte que quedarte sin nada, en mi caso sin chococrispis. ¿Estaré

madurando?

Al terminar mi banquete porque para mi era un banquete (aunque los mayores no lo entiendan) me tocaba ordenar mi habitación (que obsesión tienen las madres por ordenarlo todo).

¿Has hecho la cama?

¿Has metido la ropa sucia en el

cesto?

Si mama

¿ Has colocado los cajones?

Si mama.

Si mama.

Al terminar mi banquete porque para mi era un banquete (aunque los mayores no lo entiendan) me tocaba ordenar mi habitación (que obsesión tienen las madres por ordenarlo todo).

   Aunque en realidad el orden de los hechos se invertían, cuando mi

madre me lanzaba la pregunta yo me ponía a cabo con la misma y es que las madres son muy rápidas

siempre, siempre van por delante de ti.

Tras haber ordenado mi cuarto, haberme aseado y haberme vestido nos dirigíamos los cinco, mis padres, mis dos hermanas pequeñas y yo a casa de mi primo a comer.

Mi primo Bruno tiene 11 años y a mis hermanas y a mi nos encanta estar con él.

Bruno es diferente a casi todos los niños de su edad, pero muy parecido a otros, aunque en realidad todas las personas somos distintas, todavía sigo buscando a un Oliver como yo (que es así como me llamo) pero no lo encuentro.

Es una obsesión que tengo desde hace unos años. Me imagino paseando por la calle y encontrarme a una persona idéntica a mi, con mi mismo pelo, con mis mismas facciones, con mis mismos ojos, con la camiseta por fuera del pantalón (que obsesión tienen las madres de meternos la camiseta por dentro para que no cojamos frío “pero si yo no tengo frío”) en definitiva un clon mío. Pero esta obsesión poco a poco va perdiendo fuerza pues resulta agotador buscar ese espejo colgado de la nada y aunque lo encontrara sería muy difícil que le gustara el baloncesto como a mí, que hablara como yo, que sacara las mismas notas que yo, vamos, que creo que voy a dejar esta misión apartada, ya se me ocurrirá otra.

Llegamos a casa de mis tíos y Bruno nos esta esperando impaciente pues creo que a él también le gusta estar con nosotros. Intercambiamos pocas palabras y nos vamos a jugar a su habitación.

Mi primo no habla como yo, tiene dificultad para vocalizar y aunque le entiendo casi todo hay algunas veces que se me escapan sus palabras, pero eso no le pasa a mi tía, ella le entiende todo o casi todo incluso sin hablar sabe lo que está pensando ¿serán las madres unas superhéroes? A lo mejor mi siguiente misión será esa, descubrir dónde esconden su capa.

Mi primo no tiene el mismo equilibrio que yo, es fácil que se caiga, por eso ese doble cuidado que dice mi madre que hay que tener con él, pero a mi no me sorprende, mi primo es más mayor que yo y yo siempre le he conocido así.

¿Qué hacéis? Tened cuidado con Bruno,

no corráis que se puede caer. – gritaba mi madre desde la

cocina.

Llega la hora de comer y mi hermana mediana hace la misma pregunta de siempre: ¿Por qué Bruno

tiene ese cuchara tan rara?

Es una cuchara adaptada para él – responde

mi tío.

Adaptada, una palabra que no entiende mi hermana, yo sí, porque también tengo un utensilio adaptado para mi, son mis tijeras. Soy zurdo, una cualidad de la que estoy orgulloso porque con la derecha también se hacer muchas cosas y los diestros según mi madre son menos habilidosos con la izquierda.

Terminamos de comer y mi primo se toma sus medicinas, como todos los días, aunque dice mi tía que no le duele nada, yo he llegado a la conclusión que las medicinas de mi primo son como un cargador de pilas, pues he oído a mi tía y a mi madre que Bruno funciona mejor por la mañana que según va acabando el día.

Después de comer hemos quedado con algunos de los amigos de mi primo para ir a la “asociación”, que palabra tan rara, aunque esa palabra ya forma parte de mi vocabulario, como estuche, judías, libro… Me acuerdo el primer día que le pregunté a mi madre por la palabra asociación.

- Pues hijo, una asociación es un grupo de personas con los mismos

intereses que se reúnen para conseguir unos fines.

Con esas palabras vi el cielo abierto, reuniría a todos mis amigos para formar una asociación, el objetivo estaba claro, que hubiera dos días de clase y cinco de descanso en la semana.- No hijo eso no se puede hacer, lo

que tú planteas no lo tiene nadie. Mira, se trata de conseguir las

mismas cosas que tienen casi todos los niños.

¡Ah! Ya lo había entendido que todos los niños tuvieran una Wii, una Nintendo, una PSP, me gusta eso de la asociación, así podría conseguir la PSP que tantas veces le había pedido a mi madre.

- No Oliver, es más sencillo que todo eso, son cosas de la vida cotidiana que tú tienes y ellos

tienen que luchar por conseguirlas. Como por

ejemplo, que tengan un colegio en su localidad, una ludoteca, que no halla escalones por las aceras, que halla ascensores en los edificios y un etcétera

muy largo.

Poco a poco he ido comprendiendo las palabras de mi madre. Aunque mi primo viva en un pueblo muy grande con muchos colegios, tenía que desplazarse al pueblo al lado cada día, porque en su localidad no había un colegio para él, no había un colegio especial.

ASOCIACIÓN DEDINES

Cuando llegamos a la asociación saludamos a todos los amigos de mi primo. Eran todos distintos, como mis amigos. Había niños que no andaban o con dificultad como mi primo, niños que no hablaban o lo hacían con dificultad, niños en sillas de ruedas y que si hablaban, niños en sillas de ruedas y que no hablaban, niños que hacían movimientos raros continuamente.

Mi hermana pequeña, que tiene dos años no paraba de mirar a un niño sentado en una silla de ruedas, supongo que es muy pequeña, porque a mi no me impactó ni a mi hermana mediana tampoco los hemos visto muchas veces, son los amigos de Bruno. Cuando ya habían llegado todos decidimos ir a dar un paseo y buscar una cafetería para tomar chocolate con churros, otro manjar para mí.

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Aunque había una cafetería cerca, tuvimos que andar más para ir a una más grande porque además de que éramos muchos llevábamos cuatro sillas de ruedas y no podíamos entrar en cualquier sitio. Cuando ya estuvimos acoplados empezaron a desfilar de mano en mano los churros, las porras, los cafés, los chocolates…muuum! Se me hace la boca agua solo de recordarlo.

Me senté al lado de Bruno a disfrutar de mi merienda. A mi izquierda había una mesa con dos niños que tendrían unos doce o trece años, bueno no sabría decir exactamente la edad pero iban al instituto seguro y muy cerca dos matrimonios que debían de ser sus padres. No dejaban de mirarnos desde que entramos aunque tenían una PSP. Parecía que nuestra presencia les importaba más que la maquinita (cosa que no entiendo, lo que daría yo por tener esa máquina en mis manos).

En el bar había una máquina de esas que por un euro te sale la bola de plástico con una sorpresa dentro, si esas máquinas que mi madre nunca nos deja echar porque dice que a los dos minutos ya hemos perdido la sorpresa, si esas máquinas que mi padre siempre nos echa aunque mi madre le diga que no.

¡Mamá, mamá, quiero una bola! –

Gritaron mis hermanas

desesperadas.

- Toma Oliver cuatro euros. Una

bola para cada uno.- dijo mi padre.

No ves siempre nos echa, es que mi padre es muy bueno, no digo que mi madre no lo sea, por Dios, pero es un poco más pesada, recoge la habitación, comete el plátano, lávate bien los dientes, bueno vosotros ya me entendéis porque creo que casi todas las madres son como la mía.

Mi primo y yo abrimos la bola sin hacerle mucho caso a la sorpresa, pues en realidad mi madre casi siempre tiene razón.A nosotros nos interesaba la bola de plástico, ya se sabe cuando no tienes un balón cualquier cosa es buena para dar unas pataditas.El bar era muy grande con una zona que casi no había mesas y Bruno y yo nos colocamos allí dispuestos a meternos gol. A mi primo le encantaba el fútbol, cuantas veces he oído decir a mis abuelos que si Bruno no tuviera ninguna discapacidad hubiera llegado lejos en el balompié. Pero Bruno es así, con sus limitaciones como muchos otros niños, como yo que también las tengo, como vosotros que también las tenéis pero con la diferencia de que nuestras limitaciones se alejan un poco de la vida cotidiana y nos dejan ser independientes y a él y a muchos como él no.

Me acababa de colar la bola por debajo de las piernas, por supuesto a mí no me hacía ninguna gracia, si había una cosa que llevara mal en mi vida era perder. Entre mi furia y mis ganas de marcarle un gol a Bruno, cruce la mirada con los niños de la psp y ahí estaban partiéndose de risa. Me estaba poniendo de mal humor, esas risitas no me gustaban nada y encima iba perdiendo.

- ¡ Gol, gol, gol! – gritaba Bruno de

contento

No tardaron mucho en acercarse a nosotros, bueno, en acercarse a Bruno. - ¿Cómo te llamas?- le preguntaron a

mi primo. - ¡Eh! Chaval que te estamos hablando a ti.

Pero no contestó.

Bruno ignorando las carcajadas de aquellos

chicos y sin alzar la mirada se fue

acercando a mí.

- ¿Qué le pasa a tu amigo es que no sabe hablar o es que no está bien

de la cabeza? Ja,ja,ja!

Aquellas risas lo decían todo. La mirada de mi primo lo decía todo. No les hagas caso Bruno le dije, vámonos de aquí.Sentados en la mesa con los demás seguía oyendo las risas de aquellos dos estúpidos y perdón por la expresión, pero viendo la cara de mi primo era lo más sutil que podía decirles.

No tardamos mucho en irnos y lo agradecí, la impotencia, la rabia, y la pena que sentía en ese momento me estaban ahogando. Nos despedimos allí mismo en la puerta del bar.

- Bueno primo, hasta otro día campeón que me has metido cada gol, pero el próximo día te vas a enterar. Le di un abrazo brutal, como si con ese abrazo quisiera compensarle por no

haberme pronunciado ante aquellos estúpidos (perdón otra vez, pero no me sale otro

adjetivo).

Tardamos poco en llegar a casa aunque mis hermanas se durmieron en el coche como de costumbre. Yo no tenía sueño pero quise irme a la cama enseguida. Necesita pensar, organizar todo en mi cabeza. Estaba confundido con todo lo que había sentido esa tarde, me preguntaba si el episodio sucedido ya le había vivido mi primo más veces, seguro que sí, y si ese sería el último, seguro que no. No entendía nada, esos niños eran más mayores que yo, ¿que no entendían? ¿Qué Bruno tuviera una discapacidad?, seguramente la palabra discapacidad la habrían oído en muchas ocasiones pero dudo mucho que la comprendieran. A lo mejor la culpa era de sus padres por no haberle explicado nunca esa palabra como hicieron conmigo, o no, a lo mejor no tenían porque hacerlo porque no tenían ningún primo, sobrino o amigo discapacitado y no tenían esa necesidad. A lo mejor la culpa la tenía el colegio por no dedicar algunos días de los tantos que tenemos a hablar de ese tema, o no, a lo mejor el colegio si había dedicado tiempo para hacerlo pero a ellos no les había interesado. O a lo mejor la culpa era de todos, o a lo mejor la culpa no era de nadie ¿Por qué encima que lo tienen complicado en la vida nosotros se lo complicamos más?.

Mi madre dice que siempre hay que apoyar a los más débiles, pero ¿piensan todos como mi madre?Probablemente yo si no tuviera este primo tan maravilloso no sabría muchas cosas de las que se ahora, pero teniendo una madre como la que tengo si se lo que el respeto, el amor, la empatía, las ganas de luchar en la vida y estando lleno de todo esto no hace falta que la discapacidad este cerca de ti para entenderla. Y ahora en frío y más tranquilo me hubiera gustado decirles.- Se llama Bruno y si habla pero no le da la gana, no está mal de la cabeza tiene una discapacidad y es mi primo, pero podría ser primo tuyo, o tu hermano, o tu vecino o que se yo el niño con el que te cruzas todos los días, estúpido (…bueno eso mejor me lo ahorro) Buenas noches.

Dedicado humildemente a todos los niños discapacitados, en especial a Dedines por crecer tan deprisa, por tener esas ganas de luchar por vuestros pequeños (y nuestros), y en especial a

mi sobrino Álvaro que le quiero con toda mi alma.