Tur Report Azerbaijan

La historia comienza cuando le comento a mi amigo Juan Carlos Martínez que dispongo de dos licencias para la caza del tur en Azerbaiyán. Sin pensarlo

acepta compartir conmigo la que será una inolvidable experiencia de caza, y con gran ilusión nos disponemos a programar los vuelos y los visados de nuestros pasa-portes en la embajada de Madrid, aunque esto no representa un gran problema, ya que también se pueden tramitar a la llegada al aeropuerto de Bakú, capital de la República Azerbaijana.

Así, tras un largo vuelo, llegamos a este moderno aeropuerto vía Frankfurt, donde nos esperaba puntualmente nuestro caza-dor profesional “el Gran Mirbala“. Allí tuvimos la ocasión de conocer a Carlos Hernández, gran cazador americano de origen cubano que compartiría con noso-

POR JUAN IGLESIAS (FOTOS DEL AUTOR)

EN ESTA AVENTURA EL AUTOR CONSIGUE UNO DE SUS SUEÑOS

MÁS DESEADOS DENTRO DE LA CAZA DE ALTA MONTAÑA,

EL “GRAN EAST CAUCASIAN TUR”. ESTA MAJESTUOSA

CAPRA CYLINDRICORNIS ES POSIBLEMENTE LA DE MÁS ENVERGADURA Y PESO DE

ENTRE TODOS LOS ÍBEX, Y SU DIFÍCIL CAZA ENTRE LOS 3.000

Y 4.000 METROS DE ALTITUD EN LAS MONTAÑAS BABADAG,

LAS ‘MONTAÑAS CUCHILLO’ LLAMADAS ASÍ POR SUS

AFILADAS CRESTAS Y DURÍSIMAS PENDIENTES, LO HACEN UNO DE

LOS TROFEOS MÁS DESEADOS ENTRE LOS CAZADORES DE

RECECHO EN ALTA MONTAÑA.

EN PORTADA

CAZA DE TUR EN EL CÁUCASO

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tros esta inolvidable experiencia de caza. Tras los trámites normales nos alojamos en el lujoso Hotel Palace de Bakú, donde nos esperaba nuestro anfitrión y presi-dente de la compañía Sr. Yulat, con una cena típica en la cual nos va a comentar las directrices más importantes de nuestra cacería.

Al día siguiente partimos hacia Guba, a unos 160 kilómetros dirección noroeste, bordeando el Caspio. Tramos de autopis-ta y carreteras en reparación nos llevan a una ciudad agrícola donde los puestos de frutas multicolores adornan sus calles. Allí compramos pan y otros víveres para nuestra estancia. Los Toyota de última

generación hacen del trayecto un paseo relajante.

Una de nuestras paradas la aprovecha-mos para recoger a quienes serían nues-tros cocineros en los próximos días en el refugio de caza, y proseguimos el viaje por el amplísimo cauce de un río hasta llegar al último poblado y morada de nuestros guías derk. Todos está listo, los sherpas, término utilizado para llamar a los antiguos ayudantes guía en el Himalaya, perfectamente uniformados, un moderno camión todo terreno y un grupo de caba-llos que harán posible nuestro traslado hasta la abrupta área de caza. Tras dos horas sorteando rocas y vadeando ríos

llegamos al campamento 1, un magnífico refugio de piedra con todas las comodi-dades, donde repusimos fuerzas con un almuerzo antes de continuar. El paisaje es bellísimo con bosques a media altura y cumbres sobrecogedoras. No hay duda, poco a poco estamos adentrándonos en el Cáucaso.

Dos horas más de camión y llegamos al campamento 2, una casa de madera muy confortable en pleno centro de las montañas Babadag a 2.400 metros de alti-tud. Mientras los guías organizan nuestros aposentos probamos los rifles y cenamos junto al relajante sonido del agua que circulaba con fuerza por los cauces cerca-nos.

Al día siguiente y primero de caza, desayunamos temprano y partimos cada cazador con su respectivo equipo guía y sherpas, equipados con las tiendas –fly camp– y los víveres necesarios para cuatro días en la alta montaña. Comienza la dura subida a pie.

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LA CACERÍA SE DESARROLLA A FINALES DE JUNIO DE 2007 EN UN ENCLAVE ÚNICO: LAS MONTAÑAS BABADAG DE AZERBAIYÁN, AL ESTE DEL CÁUCASO.

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Después de tres horas de durísima ascenso por las verticales torrenteras de piedras sueltas llegamos a la cota de los 3.000 metros, allí fijamos el campamento móvil y saboreamos los fiambres típicos de la zona, salami, queso agrio y las riquí-simas sardinas enlatadas del Caspio. Tras un pequeño descanso, mi guía Lucas y yo iniciamos la cacería. Después de subir casi 500 metros más, nos adentramos en la montaña en busca de este sensa-cional e impresionante animal que es el tur caucásico. Conseguimos alcanzar una atalaya con impresionantes vistas y tras unos minutos de prismáticos, localicé una gran cabrada en una de las praderas que definían las montañas cuchillo. Estaban a más de dos kilómetros, eran las cinco de la tarde y pensé: poco tiempo y difícil entrada, los barrancos de piedra rodante y los cortados rocosos hacían imposible la aproximación y darían al traste con nues-tro rececho.

Otro de los agravantes que dificulta-ban la entrada era que el tur, al igual que el resto de las cabras, goza de una vista excelente, y está continuamente en aler-ta, ya que los lobos están al acecho en esta época y diezman las poblaciones de chotos. La única posibilidad pasaba por seguir subiendo ocultos por nuestra cresta y volcar a la otra vertiente. Poco a poco las fuerzas flaqueaban y los músculos queda-ban atrofiados, normal tras una ascenso

que se inició a las ocho de la mañana.Por fin llegamos a esa cumbre que nos

permitía acercarnos por la cuerda sin ser vistos. Tras una hora más de ascensión tocaba bajar en dirección a la zona donde calculábamos el rebaño. Si subir fue duro, bajar en vertical casi 700 metros de desni-vel con pendientes superiores al 80% fue agotador.

Casi llegamos a la zona prevista cuan-do un joven tur aislado nos descubre y emprende una carrera en dirección al grupo. En ese momento nuestros ánimos se desplomaron y pensamos lo peor. Unos minutos bastaron para darnos un leve descanso y continuar la bajada sin muchas esperanzas. Apenas tomamos contacto visual con el prado donde se presuponían las cabras y efectivamente, ni rastro de tures, nuestro gozo en un pozo, pero bueno, aún quedaban cuatro días más de caza, si la fuerza y el ánimo no nos abandonaba.

Así las cosas yo no tiraba la toalla, y mi experiencia de caza del macho montés me recordaba situaciones similares, e insistí a Lucas en revisar una zona contigua que se ocultaba tras una vertiente difícil, pedre-gosa y pobre en pastos. Cuando asoma-mos y para sorpresa nuestra, había un grupo de más de 30 machos de todos los tamaños. Estaban tumbados a unos 500 metros. Desde que los localizáramos al otro lado de la montaña habían transcu-

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DATOS BÁSICOS• La Republica Independiente de

Azerbaiyán (Azarbaycan Respubliskasi) declara su independencia a la Unión Soviética el 30 de agosto de 1991.

• Su superficie total es de 86.000 km2

• La población es de 8.900.000 habi-tantes de los cuales el 89% son musul-manes moderados.

• Su moneda oficial es el manat (= 100 gopik), y la capital Bakú supera los 2.000.000 de habitantes.

• Goza de una economía ascendente gracias a las extracciones petrolíferas en el Mar Caspio. El turismo, la pesca y la agricultura también son pilares impor-tantes de su desarrollo. El comercio de bellísimas alfombras es habitual pues estamos a pocos kilómetros de Irán, antigua Persia.

• Bakú es una gran ciudad donde se entremezclan edificios modernos con casitas bajas, testigos de la pasada época, sus gentes amables y hospita-larias le ayudaran a conocer un pais de sueños. Su belleza arquitectónica antigua y la variada gastronomía hacen de la ciudad un buen destino turístico a precio razonable.

• Tiene frontera política con Rusia, Irán, Armenia, Georgia y Turquía.

• Otras ciudades importantes son Granja (304.000 habitantes) y Sumgait (293.000).

• Lengua: azerí (oficial), ruso, armenio y otras.

• El país está situado en la transcauca-sia oriental, al SO del Caspio. La mayor parte del territorio está constituida por una llanura, en medio de la cual fluye el río Kurá, que confunde su delta con el del Araxes. Al N. la extremidad oriental del Gran Cáucaso o Bolshoy Kavkaz (altura superior a los 4.000 m.) se prolonga hasta el Mar Caspio por la península de Apserón, y en el S se encuentra el Pequeño Cáucaso o Malyj Kavkaz, que se funde con la meseta de Armenia. El Kurá, que se extiende desde el lago Mingachevir hasta el mar Caspio, es el río principal.

rrido casi dos horas y los tures se habían movido a la otra vaguada.

Es el momento en el que el cazador se viene arriba y en segundos planifica el lance final, y momento en el que se olvida la fatiga y todo se transforma en tensión. Hay que actuar rápido pues los vientos cambiantes podrían delatarnos. Tras un acercamiento en oblicuo nos colocamos en una risca a unos 120 metros del reba-ño. Seguimos reptando varios metros y al asomar la visera de la gorra… ¡sorpresa!… estaban todos en pie, estáticos, mirando en nuestra dirección, como si de piezas de museo se tratara, y en pocos segun-dos rompen la formación y emprenden

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la huida. Fue el peor momento de mi vida de cazador, tenía que elegir un trofeo aceptable a la carrera, sólo con la ayuda del visor, pues no había tiempo de prismáticos. Entre tantos cuernos y cuerpos en movimiento pude seleccionar uno de ellos al que sus puntas se retorcían hacia arriba y sin dudar apreté el gatillo mientras Lucas gritaba ¡shot, shot, shot! Permanecí inmóvil tras el disparo sabiendo que había alcanzado al animal, oí el “ploff” del impacto y no era mi intención la de hacer doblete. La cabrada se perdía por la cordillera próxima con rapidez sin verse ningún animal renqueante o herido.

Pasada la tensión del disparo, ahora toca la búsqueda. Al llegar al tiro contemplé las primeras gotas de sangre. Mi corazón se aceleró de la emoción y avisé a Lucas que se encontraba buscan-do más arriba. En el momento que se acercaba vi a lo lejos en una laja de piedra una gran mancha roja a unos 40 metros arroyo abajo y respiré tranquilo, el tur no podía estar muy lejos. Segui-mos rastreando montaña abajo y a cien metros hayamos al animal que se encontraba encajado entre dos piedras resultado de la caída. Ya desde la distancia se apreciaba un gran trofeo. Di gracias a Dios por el lance in extremis. Y con el tur en nuestros pies y valorando la importancia de la pieza abatida nos fundimos en un abrazo de felicidad.

Las fotos de rigor y el desollado de la piel pondrían el broche de oro a un lance extraordinario, que este cazador nunca olvidará. Si trabajoso fue abatir al animal, bajarlo no iba a ser menos. Para ello

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fue necesaria la intervención del resto de sherpas, los cuales fueron avisados para transportar la carne de este bellísimo tur al campamento.

Sobre las nueve de la tarde y ya con la noche encima llegamos al río, punto de inicio de la expedición a pie, exhaustos y agotados por la bajada pero felices por la suerte que habíamos tenido. Allí nos espe-raban los caballos para volver al campa-

TUR DEL ESTE DEL CAUCASO (Capra cylindricornis)

También llamado Dagestan tur o tur oriental.Esta capra o íbex es junto con la del Tien San, la de mayor envergadura del

mundo, llegando a superar los machos los 100 kilos de peso, con unos cuernos cilíndricos y macizos de singular belleza que pueden alcanzar hasta los 98 cm de largo.

HÁBITATSu hábitat natural esta entre los 3.000 y 4.000 metros de altitud, en las verdes

praderas que protegen los acantilados y riscos, y en los meses de nevadas suelen bajar a cotas inferiores.

DISTRIBUCIONSe distribuye al este del Caucaso, principalmente en las montañas Babadag y

las montañas Dykhtau, que son las mayores alturas del país.


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mento, a donde pudimos llegar sobre las once de la noche sin la necesidad de haber pernoctado arriba. En el campa-mento estaban todos esperándonos, pues las emisoras habían hecho correr la noticia con fluidez. Mi amigo Juan Carlos también había cobrado su tur, un viejo animal de 13 años con unas enormes bases de 33 centímetros, y nuestro otro compañero Carlos había pinchado a otro tur, que herido tras caer se perdió y aparecería el último día.

Al día siguiente tras el hervido de los cráneos y las primeras mediciones, mi tur con 96 centímetros de largo y 31 de bases se consolidaba como el segundo mejor trofeo de la zona, en los cinco años que esta compañía lleva gestionando caza… Un trofeo excelente.

Tres días de descanso para hacer fotos y relajarnos con los deberes bien hechos, entre buenas comidas y relatos de chime-nea. Vuelta a Baku y un día de turismo cultural pone fin a una cacería dura y gratificante, apta para los cazadores más exigentes, y que gocen de una buena forma física. Desde estas líneas, mostrar nuestro agradecimiento a toda la organi-zación, desde los cocineros, los sherpas, especialmente a mi guía Lucas, el jefe del equipo Mirbala y su presidente Yulat, quienes hacen posible esta espléndida y atractiva cacería de alta montaña, en el corazón del Cáucaso. H

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