Tulio Bayer Jaramillo

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Tulio Bayer Jaramillo, un intelectual revolucionario En todas las sociedades del mundo han existido lideres y redentores, personas que quieren arreglarlo todo, gente con una sensibilidad social muy grande, que sacrifican si es necesario su propia vida para lograr sus objetivos, aunque estos no sean mas que una utopía. Colombia un país con una problemática tan compleja y antigua, no podría dejar de tener individuos que se amolden a este perfil; los hay cientos muchos han tenido pequeños logros, y otros solo lucharon con ansiedad sin conseguir mayor cosa. Uno de estos últimos es Tulio Bayer Jaramillo, un entregado a las causas sociales, que a pesar de sus luchas contra las maquinarias del estado, termino derrotado y hecho a un lado sin oportunidad de una revancha justa. Tulio, desde muy pequeño sobre salio por su inteligencia, constancia y tenacidad, cualidades que le permitieron formarse intelectualmente, tanto en Colombia como en el exterior, a pesar de que en su época la educación era para unos pocos acomodados económicamente. Desde sus primeros años de vida laborar observo la corrupción frente a sus narices, sin que sus denuncias tuvieran respuesta alguna en el gobierno y mucho menos de los afectados. Pero era de esperarse, con la mayor parte de la población sumida en la ignorancia, y los restantes con los ojos cerrados a una realidad que esta golpeándolos casi a diario, sometidos están a vivir con este flagelo destructor que es la corrupción.

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Tulio Bayer Jaramillo, un intelectual revolucionario

En todas las sociedades del mundo han existido lideres y redentores, personas que quieren arreglarlo todo, gente con una sensibilidad social muy grande, que sacrifican si es necesario su propia vida para lograr sus objetivos, aunque estos no sean mas que una utopía.

  Colombia un país con una problemática tan compleja y antigua, no podría dejar de tener individuos que se amolden a este perfil; los hay cientos muchos han tenido pequeños logros, y otros solo lucharon con ansiedad sin conseguir mayor cosa. Uno de estos últimos es Tulio Bayer Jaramillo, un entregado a las causas sociales, que a pesar de sus luchas contra las maquinarias del estado, termino derrotado y hecho a un lado sin

oportunidad de una revancha justa.

  Tulio, desde muy pequeño sobre salio por su inteligencia, constancia y tenacidad, cualidades que le permitieron formarse intelectualmente, tanto en Colombia como en el exterior, a pesar de que en su época la educación era para unos pocos acomodados económicamente.

  Desde sus primeros años de vida laborar observo la corrupción frente a sus narices, sin que sus denuncias tuvieran respuesta alguna en el gobierno y mucho menos de los afectados. Pero era de esperarse, con la mayor parte de la población sumida en la ignorancia, y los restantes con los ojos cerrados a una realidad que esta golpeándolos casi a diario, sometidos están a vivir con este flagelo destructor que es la corrupción.

  Su segunda gran derrota la sufrió en la frontera con Venezuela, donde estuvo trabajando como medico y como cónsul, en uno de los hechos más extraños que pueden suceder en estos casos: lo expulsan del hermano país por indocumentado, de una forma no muy amable, y al mes siguiente regresa como cónsul, del gobierno colombiano. Su lucha por los derechos de los indocumentados (inexistentes por su condición), lo lleva a un nuevo enfrentamiento con el poder estatal, y a lo que seria la tercera gran derrota.  Ante la impotencia que sentía, tomo la decisión de alzarse en armas, con su amigo Rosendo Colmenares, en los llanos orientales, aventura que acabo a los ocho meses, cuando la división de los comandantes hizo que fueran capturados y encarcelados por mas de 2 años, hasta que fueron dejados en libertad por algo así como vencimiento de términos.

  Esta situación muy común en la época, el surgimiento de “líderes y caudillos”, que no lograban nada por los medios políticos y decidían tomar las armas, para implantar esa justicia social tan anhelada, inspirada en la revolución cubana que recientemente triunfaba.

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  Pero los grupos guerrilleros que nacieron por aquellos tiempos, tampoco han logrado nada hasta ahora, la sangre derramada no ha logrado nada Lde o que la política y las prácticas clientelistas si: El tan deseado poder, que es al fin de cuentas lo que todos buscan. Y mucho menos ahora que esas ideologías socialistas se remplazaron por las del dinero, con el narcotráfico como la fuente de el.

Un personaje como T. Bayer utilizando otra estrategia, ¿hubiera logrado que el país tomara otro rumbo? ; Muy seguramente no, su impulsiva personalidad no le permitió, hacer las cosas de la manera adecuada, y su terquedad lo encarrilo a un triste destino de olvido, que sufrió en encerrado hasta el último día de su vida, con su cabeza llena de frustraciones y objetivos jamás alcanzados.

  En conclusión todos los años de estudio y dedicación de Tulio fueron cambiados por un errado sentido social que lo llevaron de ser un prometedor científico y escritor a solo un exiliado que vivía con lo justo en los suburbios de Paris. La violencia en la mayor parte de sus formas surge por un deseo de poder, sin importar que el fin sea social ó personal.

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El 18 de Enero de 1924 Nace Tulio Bayer Jaramillo en la población de Río Sucio Caldas. Es el hijo de Rafael Bayer y Elisa Jaramillo primos entre si, ya que proliferaron los matrimonios entre miembros de la familia.

Su único hermano fue Javier, que le ayudo económicamente , en la realización de sus estudios, y al cual hace referencia en algunos apartes de sus obras.

Se trasladan a comienzos de los 30 con toda la familia a Manizales, donde Tulio empezó su primaria, en el colegio de los hermanos Maristas.

En 1935 su padre vende la casa en Manizales y se trasladan a la población de Aranzazu, la cual ocupa con toda su familia. Era el mes de Julio y sus estudios quedaron truncos; a cambio se dedica se dedica a las actividades de la finca, sin dejar de lado la lectura de textos, periódicos y literatura que su padre le proporcionaba.

Ya como estudiante de Bachillerato en el colegio Nuestra Señora, en Manizales, cuestionó el funcionamiento del mismo en todos los estamentos, llegando al punto de promover una huelga. En 1941, fue expulsado del colegio

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cuando cursaba 5º, pudiendo reingresar al mismo hasta el año siguiente, bajo condiciones y restricciones.

Su hermano y familia notaron que el deseo de Tulio de estudiar medicina no era un simple capricho, si no que realmente era su vocación, ya que en repetidas ocasiones lo escucharon en la Iglesia decir “Señor, ayúdame a estudiar medicina o mandame la mejor de las medicinas: La muerte”. En 1943 obtiene el cupo, y el año siguiente inicia sus estudios en la universidad de Antioquia.

En 1950 termina materias, pero este logro es empañado por la muerte de su padre. Su año rural lo realiza en el municipio de Dabeiba, paso obligado en la vía al mar, y en cuyo contexto serviría de inspiración para su obra “Carretera al Mar”. En 1953 obtiene el titulo de medico con la tesis “Medicina Legal Rural”. En el mismo año contrae matrimonio con Morelia Angulo, y a escasos cuatro meses se separan de común acuerdo.

Es nombrado secretario de salud de Manizales, y catedrático de la facultad de medicina de la universidad de esta ciudad. Al siguiente año viaja a Estados Unidos, donde realiza una especialización en Farmacología en la Universidad de Harvard. A su regreso de es nombrado en la Universidad de Manizales como coordinador Científico de Ciencias Medicas Básicas, donde tras seria dificultades debido a su ideología es destituido.

Viaja a Puerto Leguízamo en el Putumayo en busca de nuevos horizontes; allí conoce a l doctor Gustavo Páez Escobar con el cual establece una gran amistad. Es nombrado jefe de laboratorios CUP, pero pronto tiene que renunciar, hechos que relata en su obra “Carta abierta a un analfabeta Político”.

1960 es el año en que publica su primera novela, “Carretera al Mar”, contrae matrimonio con la venezolana Amira García y Es Nombrado cónsul de Colombia ad honorem, en Puerto Ayacucho, Venezuela.

Renuncia al cargo de cónsul en 1961 tras los dardos que el gobierno lanzaba, atacando su reputación. Toma las armas con las guerrillas del Vichada, y es capturado al poco tiempo en la región denominada como Guacamayas, por el Batallón Colombia, y es llevado a la cárcel modelo de Bogota.

Recobra su libertad después de un año, por vencimiento de términos, y busca asilo en otro país debido a la persecución política y judicial. Exiliado en México viaja a la Habana Cuba, donde intercambia ideas con el Che Guevara y Fidel Castro. Vuelve a Colombia de forma clandestina y se refugia con un amigo en Barranquilla que lo ayuda a salir de nuevo del país.

Ocupa por un año un cargo diplomático en Paris, donde se radica definitivamente. Se gana la vida traduciendo libros de Medicina y ejerciendo su profesión en los barrios periféricos de la ciudad. Desde su exilio escribe artículos analizando la anatomía política y social de Colombia y publica su libro “San Bar Bestal y contratista”, junto con”Gancho ciego”.

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El 27 de Junio de 1982 muere en Paris Tulio Bayer Jaramillo, de un infarto fulminante, que lo cogío de sorpresa, porque como el decía “todavía no he decidido morirme”.

Un talentoso medico, escritor y científico, que ante las injusticias y abusos de la clase dirigente, decidió levantar su voz de protesta, desafortunadamente también sus armas.

Su tenacidad y entrega por la defensa de sus ideales lo hizo blanco de la persecución de sus contradictores, llevándolo al exilio, y casi al olvido.

TRIBUNA DE OPINION

Fue una vida ardiente combativa y sin reposo. Llevaba 18 años en París , donde gozaba de un estatuto de refugiado político, y desde allí seguía con interés la suerte Colombia. Se hizo guerrillero por necesidad, cuando se vio cercado perseguido.

Un día, en sus luchas intensas por las desigualdades sociales, se levanto en armas al no quedarle otro camino. Se había ido contra el establecimiento al descubrir en Manizales, como secretario de salud publica, a los encumbrados adulteradores de la leche y traficantes de lotes oficiales, y mas tarde al destapar en los laboratorios Cup el negocio de las drogas. En estas andanzas se iba haciendo a enemigos cada vez mas poderosos que terminaron acorralándolo las posibilidades de subsistir decorosamente.

Sufrió hambres, cárceles, afrentas.

  Pero no desistía de su denuncia social, “Yo he sido toda mi vida un luchador contra el abuso y la explotación, y además contra el absurdo”; lo ratifica categóricamente al final de sus días. Con esta convicción libro sus tenaces y desproporcionadas batallas. Lo afligía la suerte de los humildes. Lo sublevaba la arrogancia de los poderosos. Pocos lo entendieron o lo perdonaron, porque lo creían un loco. Era rebelde con causa. No se doblega ante el alago ni la adversidad. No lo convenció el esplendor ni se dejo tentar por la fama. Hubiera podido ser un brillante político o un eminente hombre de ciencia, que para ambas cosas tenía madera.

  Prefirió ser un ideólogo. Devorador de libros y dueño de una vasta cultura, así entendía mejor la condición privada humana. Conocedor de la miseria que el mismo había padecido y que quería redimir en los demás, buscaba que el hombre fuera más digno o siquiera menos explotado. Y como su voz se perdía en el vació, escribió su verdad, iba por el cuarto libro, y la muerte le trunco otros importantes proyectos. Respirando el denso ambiente de la cultura parisiense, su inteligencia se enriquecía de conocimientos y de experiencia s vitales. Alí se le admiraba y se le respetaba.”Dejo mis libros como testimonio de

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un hombre que morirá como ha vivido: como territorio libre del cosmos”, me dice en una de sus cartas.

Se empeño en estudiar y difundir los peligros que se encierran sobre el planeta por la contaminación ambiental. La destrucción progresiva de los recursos naturales, contra la que se lucha intensamente en otros sitios, lo preocupaba para Colombia, una nación sin conciencia ecológica.

  Tulio Bayer, un día tertulio apetecido de destacadas figuras de las letras y la política del país actor de sonados sucesos guerrilleros que están frescos en la memoria de muchos, esencialmente un hombre de combates ideológicos y de agudas controversias, ha muerto solitario en Paris. No era un comunista militante, ni lo fue nunca. Se había decepcionado de Cuba y de la Unión Soviética. Alrededor suyo se formo un gran silencio y pretendió ignorársele.

  Yo, hace mucho tiempo trabé con el una amistad personal, al margen de ideologías y de identidades políticas, que generalmente no compartía, solía recordarle que se había equivocado de estrategias. Pero siempre creí que en la sinceridad de sus luchas. Su posición en la vida no fue nada cómoda, pero el prefería la inconformidad a la entrega .Era un especialista en bancarrotas y no lo asustaban los fracasos.

  Cuando supe que le habían suprimido el tabaco, el coñac y la sal, tres debilidades que difícilmente se renuncian, presentí que estaba próximo su final. Al comienzo del año escribí “La Patria ajena”, una nota que lo conmovió hondamente. Me dijo que era el primer articulo en la prensa colombiana que “defendía a Tulio Bayer, su obra, su lucha vital”. Y agregó que, acostumbrado a recibir de la barrera opuesta palos y piedras, un ramo de flores lo desconcertaba. “Este Páez está loco”,, exclamo su mujer entre sorprendida y jubilosa, se sentía nostálgico de la Patria . Me confeso que se consideraba sin suerte histórica y que las batallas que había librado las había perdido. Pero aun perdidas, algún día se tomaría conciencia sobre su significado.

  No me cabe duda de que tulio Bayer fue un Gran Patriota. Sentía el dolor de Patria. Se equivoco de caminos, pero no de objetivos, su vida es un enigma difícil de descifrar. Yo creo poseer algunas claves, sobre las que pienso trabajar, que me explicaran su rebeldía, su desacomodo en la sociedad. Hombre inquieto, fogoso, tenaz, sentimental, nuca desfalleció en sus principios. Es, es por tanto, una vida admirable, aunque desafortunada.

  Y remata así su despedida: “Yo moriré en París , posiblemente con aguacero, con la satisfacción de haber escuchado en vida, de tu boca, un elogio fúnebre tan bonito, que hasta he tenido ganas de creer que soy tan valiente como tú dices.”  

PAEZ ESCOBAR, Gustavo. “Ese era Tulio Bayer”. El espectador. Bogota. (Marzo 7 de 1982). p.9

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La triste aventura de ex guerrillero colombiano exiliado en París

Para muchos colombianos y venezolanos, Tulio Bayer es un hombre conocido. A ambos países estuvo ligado y en ambos le tocó sufrir ese destino de desgracia y frustración que él hoy recuerda con tristeza y rabia. En Colombia no se le ha podido dar aún una imagen clara y precisa. Su figura aparece contradictoria: para unos era un loco, para otros un extremista peligroso, para algunos un farsante, y quizás para todos, en definitiva, un misterio.

Esta imagen ambigua tiene fundamento. La vida azarosa que le tocó vivir a Tulio Bayer es suficiente para pensar de él todas las cosas que se piensan. Un hombre que sale expulsado de Puerto Ayacucho, en la frontera colombo-venezolana, como médico indocumentado, y vuelve al sitio un mes después como cónsul de Colombia y médico indigenista del gobierno de Venezuela. Un hombre que pasa de cónsul a guerrillero, en los Llanos, y que se pudre dos años en la Cárcel Modelo de Bogotá sin poder ser juzgado, para que un día cualquiera lo dejen en libertad sin ninguna explicación. Un hombre que intenta rehacer su vida pero una línea minúscula de un artículo de prensa hace que nuevamente quede en el aire, siga huyendo, se exilie en México, vaya a Cuba, discuta con Fidel y el Che, solos en una oficina a las dos de la mañana, y también salga de la isla como siempre: por la ventana. Un hombre que estudió medicina, que es un experto en farmacología (con título de Harvard) y que vive ahora en París, después de todo eso, de traducir textos franceses al español. Un hombre así tiene que ser contradictorio, su imagen ambigua, evidentemente.

  EL AISLAMIENTO EN PARIS

Aquí vive desde hace ocho años. Al principio París fue muy duro. No pudiendo colocarse como médico decidió traducir textos. Escribió mil cartas ofreciéndose para esta tarea y después de largos meses de espera, el método funcionó. Desde entonces así se gana la vida y dos veces por semana trabaja en un hospital en su carrera originaria de médico.

Los textos llegan a su casa, por correo, él los traduce con la ayuda de su mujer, una venezolana que lo ha acompañado siempre, y luego se van también por correo. Así su contacto con la realidad exterior es mínima, vive en una especie de exilio voluntario. Sus amigos son pocos, sus compañeros ninguno, exceptuando la mujer: es ella quien conoce las fechas importantes de su vida, es ella quien le recuerda su experiencia pasada, es su archivo y confidente. El resto del mundo, nada. Quizás por esto se aferra

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a quien lo visita ocasionalmente. Con él conversé toda una tarde y toda una noche y aun así él quería seguir hablando. Era extraño contemplar esa pareja solitaria, sólo rodeada de animales (peces, hurones). Viven en un edificio moderno de París, y desde su ventana se divisa un mundo gris, otoñal, que podía ser de cualquier ciudad moderna de la tierra. Era imposible pensar que ese hombre extraño hubiera Intentado hacer una revolución en Colombia en los años sesenta.

 UN GUERRILLERO DE OCHO MESES

Tulio Bayer aún está convencido que la revolución habría triunfado en Colombia, si ellos (su grupos armado) no se hubieran dividido. La historia comienza estando él de cónsul colombiano en Puerto Ayacucho. Allí la situación se le estaba poniendo insostenible. El inte taba resolver el problema a los indocumentados colombianos, pero le llovían quejas y reclamos de ambos gobiernos. Un buen día, decide levantarse en armas con otro guerrillero amigo Rosendo Col menares, en el Llano colombiano. Fidel Castro es en ese momento un ídolo y Bayer se ha dado cuenta que todo lo que ha querido cambiar en su vida lo puede hacer ahora, con las armas. Pero su vida guerrillera dura poco: apenas ocho meses.

El grupo se divide y el Ejército se encarga de diezmarlos. Así, de esa ilusión sólo quedan recuerdos y nombres que se pierden en la vasta llanura Guadalupe Salcedo, Marín, Barney, y uno que sólo Bayer recuerda: “Plumita”. “Plumita” fue un compañero de armas. Siempre se caracterizó porque toda pluma o adorno que encontraba se lo colocaba en la cabeza. Por eso lo llamaban así. “Plumita” soñó siempre con una boina de carabinero, y quizás por eso se metió a la guerrilla. Cuando el grupo de Tulio Bayer se tomó Puerto López en una maniobra relámpago, lo primero que hizo “Plumita”, en pleno corazón de la balacera, fue coger una boina de carabinero y ponérsela en la cabeza, para lucirla y vino lo terrible, lo Inevitable, lo que quizás Plumita buscaba sin saberlo: un compañero de armas, lo vio con su gorro de carabinero, lo confundió con un carabinero de gobierno y lo mató de un tiro.

UNA VIDA COLMADA DE GOLPES

Mataron a Plumita, la guerrilla se dividió por problemas internos, Bayer se entrego al Ejército: otra batalla perdida. Tulio Bayer recordaba toda su vida pasada, mientras era conducido a la cárcel en Apiay, cerca a Villavicencio. Otra batalla perdida: la primera batalla la perdió siendo médico en Dabeiba. Allí conoció a Hernando Echeverry Mejía, el pasado candidato presidencial de la UNO con quien lo une una amistad. “A los enfermos había que salvarlos dos veces —dice---: “de las heridas y de la chusma”. Era la época

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de la violencia colombiana y lo que ellos querían era que ese pueblo tuviera una salida al mar: había que construir una carretera, sería la liberación de ese pueblo, aislado del mundo. Todos trabajan en esa obra descomunal. Bayer, siendo de familia conservadora ya era liberal en ese tiempo, es amigo del capitán que dirige la obra, conservador que apenas si sabe construir puentes militares pero que no tiene ni idea de cómo se hace una carretera. Bayer le colabora pero también le colabora a la chusma liberal. Hasta que una noche el militar desaparece misteriosamente y al día siguiente Bayer tiene que hacer la autopsia a muchos campesinos muertos. Bayer dictamina como médico:

“Muertos con tiros de fusil, y por la espalda”. Es la causa del rompimiento con el militar amigo, y tiene que volver a Medellín y luego a Manizales como profesor universitario.

LA INSOLITA SITUACION PUERTO AYACUCHO

Bayer vuelve a la selva porque de ella tiene un recuerdo grato. En ella escribió su primer libro, “Carretera hacia el mar”, donde contó toda su experiencia de Dabeiba. El libro pudo publicarlo gracias a las cinco tías monjas que él tiene, quienes pidieron limosna para darle la plata con qué pagarle al editor. Y ahora, en Puerto Ayacucho él quiere escribir otro libro, pero no puede. Se lo impide todo el trabajo en el hospital. “Uno de los hospitales mejor dotados que he visto. Ni en París existe uno igual” —di ce. Pero el cónsul de Colombia, un comerciante venezolano lo hace expulsar del país por indocumentado. Sin embargo, el director del hospital le promete que si él vuelve con sus papeles en regla lo nombra jefe de la Comisión Indigenista de Venezuela en el Orinoco. Bayer vuelve a Bogotá. En el trámite de su pasaporte conoce a Julio César Turbay Ayala, ministro de Relaciones Exteriores en ese momento, quien, sabiendo las irregularidades de Puerto Ayacucho lo nombra cónsul en aquel sitio de la selva. Así, por esas cosas extrañas de la vida, Tulio Bayer vuelve a Puerto Ayacucho un mes después de haber sido expulsado con todos los honores de cónsul y jefe de la Comisión Indigenista de Venezuela. “Es la única vez que he sentido lo que se llama emoción patriótica. Ver esa placa de cónsul, contemplar la bandera nacional: sentía que yo era el país, que debía ayudar a los indocumentados, solucionándoles su situación”. Pero, el sino de la tragedia persigue a Bayer, y aburrido de no poder hacer nada, por los trámites burocráticos, y por la presión de ambos gobiernos, renuncia y se lanza a la aventura guerrillera.

LOS 125 FOSFOROS GASTADOS EN UNA TARDE

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Mientras Tulio Bayer va relatando su azarosa vida el ánimo le va variando. Al principio, muy calmado coloca el rollo fotográfico que el cronista llevó hasta su apartamento. La cámara es de él, su mujer toma las fotos,,y mientras él habla en su largo monólogo triste con un marcado acento antioqueño, ella revela las fotos en un laboratorio casero que tienen. Pero cuando aparecen las fotos ya Tulio Bayer no es el mismo: todo el peso del pasado se le ha subido al cabeza, revuelto con wisky. Ahora es más agresivo, más triste. Desde que comenzó a hablar sus manos encendían fósforos paran darle fuego su pipa que en toda la tarde y parte de la noche no pudo fumar. Fueron 125 fósforos que él encendía y apagaba casi al instante, en un extraño gesto de nervios y pesadumbre.

  El resto de su historia sigue siendo cruel. Sale de la Modelo de Bogotá, después de la aventura guerrillera, donde lo visitó varias veces como amigo el general Valencia Tovar, rumbo a Caracas. Y allí, cuando él ya cree que su vida se ha normalizado (está trabajando en una compañía), una simple línea de un artículo de Selecciones Readr's Digest, donde se dice que es un elemento subversivo al servicio de Fidel Castro, hace que huya a Maicao. Buscado por las policías de ambos países, Bayer se exilia en la Embajada de México, y de allí pasa a Cuba.

 CONVERSACION CON FIDELY EL CHE

Cuba: allí Bayer sólo habla dE la revolución colombiana, que se la financien. Y tanto insistió que, al fin, un día lo recibe Ernesto Che Guevara, a las diez de la noche, en su Ministerio de Industria. “Guevara habló de problemas generales del socialismo. Yo insistía en mi revolución. Así pasaron horas, hasta que de pronto a las dos de la madrugada sonó la puerta: era Fidel Castro Me asusté muchísimo, ver a esas imponentes figuras, allí, frente a mí. Jamás lo soñé. propuse a Guevara un punto guerrillero estratégico en la Sierra Nevada de Santa Marta, ese paraíso terrenal. Su respuesta me asombró: conocía perfectamente

Sitio. Pero más me extrañaron las palabras de Fidel: ‘Bueno no hablo porque yo no soy más que un comandante burócrata”. Sólo hasta hoy,! comprendo esa frase de Castro”. Pero después de esa conversación Bayer no los vio más, incluso con ellos también tuvo diferencias. Y entonces, decepcionado de todo, llega a París y desde hace ocho años vive oscuras y azarosas traducciones del francés al español.

 

 GARCIA, Eligio “La triste historia de un exguerrillero colombiano exiliado en Paris” Cromos. Bogotá Colombia. 1977 (Agosto). Reportaje especial. p. 15.

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La muerte de un guerrillero

Tulio Bayer Falleció en Paris, gordo, solo y desencantado

 Los últimos dieciséis años de su vida los pasó en Francia, ganándose el pan como traductor y médico ocasional de un pequeño hospital, mientras en Colombia nadie se ponía de acuerdo sobre él: algunos lo tildaban de loco, otros lo calificaban de extremista y los demás lo llamaban farsante, ó también, ‘hombre misterioso”.

 Sólo lo vi una vez en la vida. Fue en París, hace siete años y medio, con el pretexto de un reportaje, al cual él accedió más que gustoso, agradecido. Tal era su ansiedad por saber de Colombia, por hablar de su país, por estar vinculado a él, aunque sólo fuera de una manera tan precaria como era la conversación con un periodista.

Sin embargo, a todo lo largo de la entrevista, y también a través de posteriores referencias, comprobé que Tulio Bayer era uno de los colombianos en el exterior que más sabía de nuestro país, que más vínculos materiales y afectivos había mantenido siempre con él, a pesar de sus tantos años de exilio.

Pero también era uno de los colombianos más desencantados no sólo de Colombia sino de la revolución, de la guerrilla y de la vida en general. Transpiraba frustración, desidia, amargura. Ese día fue duro, violento, especialmente después de haber tomado toda la tarde y parte de la noche, mientras yo le hacia la entrevista.

Fue en noviembre de 1974, hacía ocho años que estaba en París, ganándose la vida como traductor, aunque también, trabajaba dos veces por semana en un hospital en su originaria carrera de médico, en dicho reportaje lo describí así: “Para muchos colombianos y venezolanos, Tulio Bayer es un hombre conocido. A ambos países estuvo ligado y en ambos le tocó sufrir ese destino de desgracia y frustración que hoy recuerda con tristeza y rabia. En Colombia, por ejemplo, no se le ha podido dar aún una imagen clara y precisa. Su figura aparece contradictoria: para unos es un loco, para otros un extremista peligroso, para otros más un farsante, y quizá para todos, en definitiva, un misterio”.

A él, personalmente, no le gustó mucho que yo lo llamara así, ni tampoco que dijera que tenía “una imagen ambigua”. Sin embargo, como se explicaba en el reportaje, la vida azarosa que le tocó a Tulio Bayer daba suficiente para pensar todo lo que se pensaba y se decía de él.

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Un hombre que sale expulsado de Puerto Ayacucho, en la frontera colombo-venezolana, por médico indocumentado, y vuelve al mismo sitio sólo un mes después como cónsul de Colombia y médico indigenista del gobierno de Venezuela. Un hombre que pasa de cónsul a guerrillero, en los llanos, y que se pudre dos años en la cárcel Modelo de Bogotá sin ser juzgado, para que un día cualquiera lo dejen en libertad sin la más mínima explicación legal. Un hombre que intenta rehacer su vida como ciudadano corriente, pero una minúscula línea de un artículo de prensa hace que, una vez más, quede flotando en el aire rojo de la subversión, tenga que seguir huyendo y exiliarse en México, vaya a Cuba y discute con Fidel Castro y el “Che” Guevara, solos los tres en una oficina a las dos de la mañana, para terminar saliendo de la isla, como siempre: por la ventana. Un hombre que estudió medicina, que fue experto en farmacología, título que obtuvo en Harvard, pero que se ganaba la vida traduciendo textos del francés al español. Un hombre así tenía que ser contradictorio , y su imagen necesariamente ambigua.

EL AISLAMIENTO DE PARIS

Su contacto con el mundo exterior era mínimo. Sus amigos pocos, sus compañeros, probablemente ninguno, exceptuando a su mujer, una no menos extraña persona de aspecto indígena que él trasplantó a París de las selvas colombianas. Era ella quien conocía las fechas importantes de su vida, quien le recordaba detalladamente su experiencia pasada, en definitiva su archivo y confidente. Para mí fue una experiencia perturbadora contem plar esa pareja solitaria, viviendo en un edificio moderno de París, pero rodeado de animales de todo tipo.

Con él conversé toda una tarde y una noche, y aún así él quería seguir hablando, ha blando y hablando, para relatar íntegramente su azarosa vida. Sus 32 guerras perdidas. Tulio Bayer estaba convencido —y probablemente con esa convicción murió— de que la revolución que intentó llevar a cabo en Colombia habría triunfado si ellos (su grupo armado) no hubieran terminado divididos.

La historia verdadera de su vida —me confesó— se inició estando de cónsul colombiano en Puerto Ayacucho. Una de sus preocupaciones más inmediatas era la de resolverle el problema a indocumentados pero lo único que consiguió fue que le llovieran reclamos de ambos gobiernos. Como la situación se Volvió insostenible, decidió levantarse en armas en compañía de un amigo, pero también con la chusma taje, sino por haber asistido a Rosendo Colmenares. Pero su vida guerrillera, con la cual él aspiraba cambiar todo el país, duró casi nada: apenas ocho meses. Fue la segunda batalla perdida.

La primera había sido en Dabeiba, Antioquia, ejerciendo la medicina. A enfermos tenía que salvarlos dos veces: “de las heridas y luego de la chusma”. Lo que quería, y por eso trabajaba en Dabeiba, era que

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se construyera la carretera que conducía al mar. Bayer era amigo del director de la obra, una capitán conservador que sólo sabia construir puentes militares. Colaboró con él, liberal. Hasta que una noche, el militar desapareció misteriosamente y al día siguiente Bayer debió hacer las autopsias de muchos campesinos muertos. “Muertos a tiros de fusil y por la espalda”. Fue la causa del rompimiento con el mi litar amigo, y tuvo que volver a Medellín y luego irse a Manizales, como profesor universitario.

“Yo no salí de Manizales, en donde era profesor de tiempo completo en la facultad de medicina, por amor a la selva, como dice poéticamente García, escribió Bayer a CROMOS, refutando un punto del reportaje, sino por haber asistido a una comida en el club Manizales acompañado de una prostituta, por lo demás muy respetuosa, que era entonces mi amiga. Esta fue la causa suficiente, eficiente y sobre todo jurídica para la cancelación de mi contrato como profesor de la facultad”.

 

MARCADO POR UN SINO TRÁGICO

Mientras Tulio Bayer relató su vida a este periodista, su estado de ánimo fue curiosamente variando. Al principio, muy calmado, fue él quien colocó el rollo de película en la cámara fotográfica. El rollo era mío, la cámara de él. Fue su mujer quien tomó las fotos, y mientras él relataba su vida, en su largo monólogo triste con marcado acento antioqueño, su mujer reveló las fotos en su laboratorio casero que tenían allí mismo en su apartamento. Pero cuando las fotos aparecieron ya Tulio Bayer no era el mismo: todo el peso del pasado se le había subido a la cabeza, revuelta con el whisky que tomó esa tarde. Entonces se volvió más agresivo y más triste. Encendía y apagaba y volvía a encender fósforos, nerviosamente, para darle fuego a su pipa que en toda la tarde y la noche nunca pudo fumar.

La figura de la pipa no la olvidaré jamás porque fueron gestos de nervios y pesadumbre, y que definieron bien la clase de vida que siempre ha bía llevado. Siempre estuvo marcado por un sino trágico. Toda tarea que emprendía le fracasaba, toda acción se le tergiversaba, incluso, hasta el hecho trivial de la entrevista que le hice. El reportaje fue enviado a CROMOS, donde permaneció dos años en una gaveta, hasta que en enero de 1977 fue rescatado misteriosamente por Ignacio Ramírez, quien era el jefe de redacción de esa época, y publicado con el título “La triste aventura de un ex guerrillero colombiano en París”.

Una semana después, el propio Tulio Bayer le envió una carta al director de la re vista para agradecer ese reportaje “menos insidioso que de costumbre”, pero pidiendo aclarar dos puntos, uno de los cuales fue el incidente de Manizales. El otro tenía que ver con su

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constante afán de justicia y honradez que lo llevó a la lucha guerrillera. Director cien tífico de un laboratorio de drogas, renunció pocos meses después por haber descubierto y denunciado una adulteración de medicamentos, y que el consideró siempre como un genocidio contra el pueblo colombiano.

Espero que este recuento sea absolutamente fiel, como él lo deseó siempre, porque ya no podrá rectificarlo, como tampoco su azarosa vida.

 GARCIA, Eligio. “La muerte de un guerrillero”. Cromos. Bogotá, (Julio 16 1982). p38

Tulio Bayer

Mi recuerdo de Tulio data de la gran esperanza del MRL. Llegaba alto y desgarbado alas oficinas de “La Calle”, siempre como en tránsito, presuroso y señalando hitos lejanos entre la selva perdida y los últimos disparos de la guerrilla.' Pero además de la leyenda de su lucha desesperada, se sabia que Tulio Bayer, médico e investigador científico, había pasado por la Universidad de Harvard dejando el recuerdo de su nombre, y tenía un testimonio escrito como remembranza de su condición de soldado Insurgente: la novela “Carretera al Mar”, que “Ulises”, el ausente “Ulises”, había calificado elogiosa mente.,

  Cuando - apenas comenzaba el “Frente Nacional”, y “La Calle” era el -campanero del ‘descontento, y el MRL alumbraba como una promesa seria de cambio, gran parte de aquella juventud arrojada e idealista que había hecho sus primeras armas en la lucha contra la dictadura, se sintió atraída por -las -tesis y prédicas del MRL e Intentó acompañarnos con su - desprendimiento y pasión política. Parecía en-esos momentos como que- Una conjunción de fuerzas renovadoras se constituía en vanguardia de la- Indispensable, transformación n nacional, tan desatendida desde entonces por los conductores políticos que encarnaban la primacía del poder.

En medio -de' esa desazón y esa angustia, triunfó en Cuba el movimiento armado de Fidel Castro, y apareció especialmente en los países hispanoamericanos corno un faro de redención al que era imprescindible copiar, imitar, calcar. De las juventudes del MRL salieron hacia el “monte”, como entonces se decía, algunos de sus, más destacados valores, por las condiciones intelectuales y el arraigo viril de las ideas. Habría que desentrañar en su profundidad aquella

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luz que venía de Cuba, y proyectaba enceguecedora sobre la juventud y las masas del continente, estimuló o detuvo el avance de nuestros pueblos. Y despejar otra incógnita, de muy difícil absorción aun por los más avanzados personeros del cambio político y social. Aquélla tan repetida que habla de la imposibilidad de exportar las revoluciones, y señala a cada país la necesidad de hacer la suya propia dentro de la afirmación consciente de los valores nacionales, su aprovechamiento y exaltación.

  De tiempo atrás, en París, según expresan sus más allegados, Tulio Bayer hizo la crítica de los movimientos guerrilleros, y combatió abiertamente su sujeción a poderes extraños y mentalidades distantes. Reafirmó la conciencia determinante de patria, y sin arrepentirse de cuanto había hecho como mensajero activo de un ideal en el pasado tuvo la intrepidez. civil, elocuente ya en los momentos difíciles de su lucha armada , de rectificar errores y contribuir con su experiencia a señalar nuevos caminos a la juventud colombiana.

Plantea la desaparición de Tulio Bayer un problema casi insoluble en nuestro medio, el del idealista que Incursiona en la política, el del intelectual que empuña las armas en defensa de sus ideales. Una contradicción intima de fe esperanza e intrepidez enfrentadas todas ellas a lo sórdido de la lucha política signa el destino trágico de estas personalidades excepcionales. Mucho más allá de la aridez del mundo Inmediato, como en el caso del “Che” Guevara, o como en el caso de Camilo Torres, terminan siempre Inmolados en aras del ideal que los conduce, y de poder abrir de nuevo los ojos se encontrarían con un mundo adverso al que soñaron.

No corresponde la muerte de Tullo Bayer a lo inagotable de su existencia mas que en lo acelerada y sorpresiva, e invita a pensar en lo transitorio de la historia y lo permanente de sus lecciones.

 DE LA ESPRIELLA. Ramiro. “Tulio Bayer”. El Espectador. (2 de Julio de 1982). Bogotá Colombia. p. 2A Editorial.