Trompeta Evangelizadora · Siembra y cosecha La bendición de Dios ... himno de gratitud está bien...
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Contenido
Trompeta Evangelizadora 10/2014 2
N O OL V ID E S A GR A D E C ER
Cuando un hombre defrauda a Dios
¿Nota realmente el gran Dios las pequeñas
acciones y palabras de nuestra insignificante vida?
¿Podemos realmente por medio de incredulidad y
rebelión directa desprender la intervención de Dios?
El obrar de Dios
Acción de Gracias
Siembra y cosecha
La bendición de Dios
A menudo deseamos bendiciones de Dios.
Pero ¿Qué engloba este deseo?
Ingratitud a Dios
¡Oh, qué fiel es Dios!
Justamente nuestra colmada mesa en el tiempo de la cosecha
debería recordarnos al Dador.
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Mensaje radial
No olvides ninguno
de sus beneficios
¿Puedes recordar aún una bendición
especial del último año?
Lo que mueve al corazón
La buena batalla de la fe
Enseñanzas bíblicas
Sanidad divina hoy
La sanidad divina es una bendición de la
salvación. ¿Podemos experimentarla hoy?
Preguntas & Respuestas
Biografía
Hudson Taylor (parte 19)
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Editorial
Trompeta Evangelizadora 10/2014
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¡Estimado lector!
“Abres tu mano, y colmas de bendición a todo ser
viviente” (Salmo 145,16).
Esta edición nos hace recordar la fiesta de acción de
gracias. Seguramente tú también, querido lector, quieres
agradecer.
Sí, agradecer al creador del cielo y la tierra, que
pone cada día ante nuestros ojos sus promesas y su
infinita fidelidad: “Mientras la tierra permanezca, no
cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el
verano y el invierno, y el día y la noche” (Génesis 8,22).
Así también hemos visto nosotros nuevamente la bondad
de Dios este año. Porque nuestro Padre celestial dejó
salir su sol sobre malos y buenos y envió lluvias sobre
justos e injustos (Mateo 5,45).
No solo hemos experimentado la complacencia de Dios
en la cosecha terrenal. Si, Él ha abierto sus manos y nos
ha suministrado del pan diario abundantemente. Pero
Dios también nos ofrece el divino maná celestial, la
maravillosa palabra de Dios con todas sus promesas.
Hemos experimentado la bondad de Dios por medio de
la entrega de su Hijo Jesucristo. Y de esta plenitud
divina también yo pude obtener gracia sobre gracia,
consolación y ayuda, amor y misericordia. ¿Lo ves
también así? ¿No te ha obsequiado el bondadoso Dios
también a ti con su amor ilimitado?
Oh, alabemos, agradezcamos y reconozcamos a Dios.
Con toda certeza, somos deudores ante Él. En un antiguo
himno de gratitud está bien expresado:
“Agradezcamos todos a Dios con manos, corazón y
labios, el cual hace grandes cosas en nosotros y todos
los demás…”
Quisiera hacerte recordar una especial tarea, para poder
seguir recibiendo la bondad de Dios: “Y de hacer bien y
de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales
sacrificios se agrada Dios” (Hebreos 13,16). Si cumples
con esto y le sirves fielmente, descansará su agrado
sobre ti.
H. D. Nimz
Página juvenil
Días bíblicos juveniles 2014 en
México
Página para mayores
“Quejarme es mi pan diario”
Página infantil
¡Sed firmes!
Informe
Pentecostés 2014 en Herford
Experiencias con Dios
Anuncios
Pie de imprenta
Después
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NO OL VIDES A GRA DECER
Cuando un hombre defrauda a Dios
Un pastor tenía en su iglesia rural a un hombre, que
decía ser convertido, pero era muy tacaño. Razón por
la que le llamaban el devoto tacaño. Él quería
disfrutar de las bendiciones que el Señor había
prometido en su palabra a sus hijos, pero el
mandamiento: “Honra a Jehová con tus bienes, y con
las primicias de todos tus frutos” no quería poner en
práctica. Por ello, el pastor vio como una obligación,
corregir a este hombre. Pero cada vez que se le pedía
que ofrendara algo para el reino de Dios, presentaba
su excusa infundada de que tenía una familia para
mantener y por ello no podía dar nada.
Un día, cuando el pastor realizaba visitas en el
pueblo, se encontró con el “tacaño devoto” en el
campo. Paró para conversar con él. Entre otras cosas,
le propuso que delimitara una parte de su campo, que
lo cultivara y que diera al Señor lo producido de él.
El campesino primero hizo objeciones. Pero
finalmente aceptó la propuesta y el pastor siguió su
camino satisfecho.
Nuestro campesino cultivó una parte de su campo
con grano, y este creció magníficamente. Cuando el
agricultor vio nuevamente al pastor, le dijo que
nunca había visto crecer tan bien el grano. Y que lo
curioso era, que había sido cultivado en el peor suelo
de su tierra.
“Pues bien”, contestó el pastor, “sin duda el Señor
lo bendijo de manera especial. Usted le prometió
darle toda la producción.”
“No sé”, respondió el hombre tacaño, “si estoy
obligado a ello. Yo no esperaba más que una bolsa
llena; y ahora voy a cosechar mínimo seis bolsas
llenas. Yo opino que es suficiente, si doy una bolsa
llena para el Señor. Y lo restante lo dejo para mi
familia.”
El pastor intentó hablar con él, pero no pudo
obtener respuesta satisfactoria y lo dejó con una
amable exhortación. Después de unas semanas, vino
una helada fuera de época, y cuando el pastor vió
nuevamente al hombre, le preguntó si la helada había
dañado su cosecha.
“Debería decir”, contestó molesto, “cada poquito
de grano está arruinado, excepto la pequeña parte
que delimité.” - “De modo que el terreno del Señor
está intacto”, respondió el pastor, y el hombre tacaño
contestó: “Usted lo podrá llamar el terreno del Señor.
Pero yo pienso usar cada espiga de ello para mí.
Ninguna persona en su sano juicio esperaría que yo
regalase algo de ello, si no tengo cosecha alguna que
esperar de mi tierra restante.” - Al respecto el pastor
respondió: “Todo lo que el hombre sembrare, eso
también segará.”
Aquél se volteó apresuradamente, y el pastor se fue
triste por su camino con las palabras: “¿Qué
aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y
perdiere su alma?”
Al poco tiempo, el pastor fue trasladado a otro
lugar. Pero meses después de este acontecimiento,
regresó al vecindario de este hombre tacaño. Entró a
un negocio para hacer compras, y le preguntó al
dueño por el bienestar de la gente.
“¿Seguramente supieron de la pérdida del Señor
E.?” preguntó el comerciante. - “¡No! ¿Qué pasó?”
respondió el pastor. - “Bueno, usted conoce su
hermoso y valioso caballo. Anoche este intentó saltar
la cerca, se hincó un poste en su costado, que lo hirió
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gravemente y murió. ¡Cuánta desgracia tuvo ese
hombre en el último tiempo!”
Unos años más tarde, el pastor regresó a la región
de estos acontecimientos y una noche leía sentado
frente a su casa. Entonces vino hacia él un hombre
arrastrando sus pies, con una vieja pipa en la boca.
Su ropa parecía muy humilde. Estaba muy cansado y
se sentó cerca del pastor, sobre un escalón para
descansar.
Cuando el pastor observó más de cerca al hombre,
le pareció conocer el rostro. Y de pronto se dio
cuenta de que era su viejo amigo E. Por eso le llamó
por su nombre. El hombre le contestó con poco
ánimo. Pero cuando se dio cuenta de que había sido
reconocido, no intentó ocultar su identidad.
“¿Dónde vive usted ahora?” le preguntó el pastor. -
“Oh, ahora no tengo realmente un hogar.” - “¿Dónde
está su esposa?” - “Ella está muerta.” - “¿Y qué pasó
con su granja?” - “¿Mi granja? Ya no tengo granja.
No tengo nada. Todo se perdió.”
“¿Se acuerda usted del tiempo”, preguntó el pastor,
“cuando empezó a robarle a Dios lo suyo, cuando
usted se adueñó del grano de su campo?”
El hombre se asustó, su pipa se le cayó de la boca y
se rompió. Pero erguido, dijo al pastor: “¡Yo sólo
quisiera saber, qué tiene que ver eso con mi
desgracia!”
El pastor intentó explicárselo y hablar a su
conciencia con exhortaciones amables y serias
advertencias. Pero E., molesto con el pastor, con
Dios y molesto porque su pipa estaba rota, se levantó
y se fue.
Tomemos de aquí la enseñanza de que solo somos
administradores sobre nuestros bienes y pertenencias,
y que nos irá mal si engañamos a Dios. Es de
suponer, que el pobre E. no sólo perdió lo terrenal,
sino también su alma inmortal.
M.R.
El obrar de Dios
¡A menudo observaba al agricultor! Con el afilado
arado corta profundos surcos en la tierra. Un
montículo de tierra se encima sobre el otro, hasta que
todo el campo está removido. Para que produzca
frutos, debe ser arado.
Nosotros somos el campo de Dios. Dios mismo
pone sus manos en las personas y realiza profundos
surcos en sus vidas. ¿Por qué y para qué? ¡Para que
produzcan frutos!
Yo no puedo olvidar a mi compañero de estudios.
Era abogado. Ha hecho un extraordinario examen y
comenzó con sus prácticas. En la época de cerezas, en
el huerto de sus padres trepó sobre una escalera al
inmenso cerezo, como lo hacía todos los años, para
cosechar las cerezas. Nadie sabe como aconteció.
Probablemente cayó de la escalera. Se lo encontró
tirado al lado de la escalera con su columna dañada.
Por largos meses estuvo acostado en el hospital. La
ayuda médica no pudo restaurar su salud. Pero
tampoco podía morir. Quedó inválido, postrado en
cama durante 20 años, hasta que finalmente la muerte
lo libró del sufrimiento corporal.
Esto fue el arar de Dios, que produjo los surcos de
sufrimiento en su vida para sembrar en ellos las
semillas, para que produjeran frutos. Él mismo
siempre lo testificó, reconciliado con su destino de
vida: “Él tuvo que dejar venir sobre mí este
sufrimiento, para que mi personalidad interior no se
pierda.” El cuerpo debió ser dañado, para que el alma
ganara la vida eterna. – “¿qué aprovechará al hombre,
si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?”
(Mateo 16,26).
¿Sientes que el arado de Dios está realizando surcos
en tu vida? ¡Permanece quieto! Debe producir frutos
para la eternidad. Pero primero debe realizarse la
siembra. Dios está obrando.
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NO OL VIDES A GRA DECER
Acción de gracias
“Y ahora, he aquí he traído las primicias del fruto de la
tierra que me diste, oh Jehová. Y lo dejarás delante de
Jehová tú Dios, y adorarás delante de Jehová tu Dios.
Y te alegrarás en todo el bien que Jehová tu Dios te
haya dado a ti y a tu casa. (Deut. 26,10-11).
Esta palabra es una orden para Israel, de como debían
mantener sus ofrendas y diezmos. Tal vez parezca
extraño que se inicie con las palabras “tú debes”. Creo
que estas palabras nos pueden decir algo. Si
permanecemos en silencio y dejamos que ella nos
hable, nos daremos cuenta, que llegará al centro de
nuestra adoración a Dios. La instrucción divina se
aplica justo al significado de nuestra fiesta de acción
de gracias. Nos dice:
¡Mira sobre ti! ¿Qué encierra esto? Encima de ti está Dios. Esto
creemos y confesamos también. No solo esta palabra,
sino también la cosecha nos recuerda que dependemos
de Dios. Incluso durante todo el verano recordamos
que Dios reina en los cielos. Él tiene el dominio sobre
el sol y la lluvia. Matthias Claudius describe de esta
manera:
Aramos y esparcimos las semillas en el campo, pero el crecimiento y la prosperidad está en las manos del Altísimo. Él envía lluvia y rocío, sol y luz de luna, de Él viene toda bendición, solamente de nuestro Dios. Él deja salir el sol, ubica el funcionamiento lunar; Él hace soplar los vientos, y posiciona las nubes. Él nos regala tanta alegría, nos hace felices y contentos; Él da pasto al ganado y a su gente pan. Toda buena dádiva viene de Dios, el Señor; por ello dadle las gracias, agradece y confía en Él.
Dios quiere recordarnos a través de la mencionada
palabra, que también nosotros, en acción de gracias,
estamos ante la presencia de Dios. Se repite en este
texto: “delante de Jehová”. Dios no gobierna solo
sobre las estrellas, no, Él está presente entre nosotros.
Al inicio del capítulo 26 de Deuteronomio leemos
acerca del fruto de la tierra, “que Jehová tu Dios te
da.” ¡Si, todo está en la bendición de Dios! Por lo tanto
debemos adorar al Señor. Él nos da el pan diario. Él
nos da las fuerzas para trabajar. Él nos regala las opor-
tunidades de empleo y los ingresos. Debemos adorar a
Dios. ¿Qué significa adorar a Dios? La palabra “adora-
ción” significa, “postrarse ante Dios.” Los israelitas
trajeron su ofrenda. Y luego dice: “¡y lo dejarás
delante de Jehová tu Dios, y adorarás!” La adoración
era la devoción personal a Dios. Si ella ha de ser
genuina, debe tener la referencia externa: la ofrenda.
La adoración y la ofrenda pertenecían juntas. La
adoración corresponde al sacrificio agradable a Dios, y
la ofrenda es parte de la verdadera adoración. Significa
agradecer “con el corazón, las manos y la boca”.
¡Mira a tu alrededor! La palabra nos recuerda a “todo el bien que Jehová tu
Dios te haya dado a ti.” Dios le recuerda a su pueblo,
que Él les dio una tierra donde “fluye leche y miel”,
también en los frutos que ellos podían disfrutar.
También nosotros podemos ver, que el Señor en este
año nos ha regalado tanto bien. Hay muchas personas,
que prefieren ver lo malo. Pero si tenemos los ojos
abiertos hacia lo bueno, lo que Dios nos ha dado y nos
da, no deberíamos quejarnos nunca. Cuando los hijos
de Israel ofrendaban sus primeros frutos, debían
recordar cómo el Señor los había librado de la
esclavitud de Egipto y como les permitía disfrutar de
todos los beneficios. También nosotros queremos dar
las gracias al Señor por librarnos de la esclavitud del
pecado a través de Jesucristo. Fuimos trasladados de la
autoridad de las tinieblas al reino del Hijo de amor.
Comemos de los ricos frutos de su casa. Somos
bendecidos con la bendición espiritual de los lugares
celestiales. Queremos aceptar agradecidos los bienes
naturales de Dios, pero no olvidar de agradecer por los
bienes celestiales. Jesucristo debe ser nuestra vida y
vida en abundancia.
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¡Mira en ti! ¡También nuestro interior, nuestro Corazón, se pone a
la luz de esta palabra! “¡tú debes ser alegre!” Aunque
la alegría no se puede ordenar, ella es regalada. Pero
nos podemos predisponer para la alegría. Ciertamente
no se trata de algo que afanosamente tenemos que
conseguir. La palabra de Dios nos llama: “¡Regocijaos
en el Señor siempre!” Jesús quiere regalarnos la
verdadera alegría. Con un corazón alegre y un rostro
sonriente somos mejores testigos para el Señor.
¡Atrévete a regocijarte! Pero, ¿si las preocupaciones
nos quieren abrumar nuevamente? ¡Héchalas sobre el
Señor! Él no dijo: “¡Debes preocuparte!” Sino:
“¡Regocíjate!” Esta palabra es válida para cada día del
año, sí, para toda la vida. ¡Debes estar alegre delante
del Señor, tu Dios! Él es un Dios fiel. Él es el
eternamente rico Dios, y Él es tu Dios. ¿No es eso
suficiente? En Él tienes el acceso a las riquezas de sus
bendiciones. Tener comunión con Él, significa tener
parte en su plenitud. Y de su plenitud tomamos gracia
sobre gracia. EP
Siembra y cosecha
En el hemisferio norte es tiempo de otoño, y el
hombre de campo cosecha lo que ha sembrado en
primavera. Esto sucede como fundamento inmutable.
“Lo que el hombre sembrare, eso también segará”. El
que siembra trigo, cosechará trigo. Todo el mundo
sabe que esto no puede ser de otra manera. Esta ley
se definió y se confirmó cuando el Señor dijo:
“Mientras la tierra permanezca, no cesarán la
sementera y la siega, el frio y el calor, el verano y el
invierno, y el día y la noche” (Génesis 8,22).
Al igual que la ley para la naturaleza, el Señor ha
establecido una ley para el mundo moral. Pablo escri-
be a los Gálatas: “No os engañéis; Dios no puede ser
burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso
también segará. Porque el que siembra para su carne,
de la carne segará corrupción; mas el que siembra
para el espíritu, del espíritu segará vida eterna”
(Gálatas 6, 7-8). Nadie puede negar esto o esperar
otra cosa. Pues la ley de la siembra y la cosecha tiene
el mismo cumplimiento en el término moral como en
el natural. Nadie puede escaparse de la consecuencia
de una mala siembra. El que entrega su vida al peca-
do, tendrá que cargar con las consecuencias del peca-
do. Esta es una ley permanente. A veces puede pare-
cer que en la vida del pecado se puede tener placer y
felicidad. Pero esto es un gran engaño. La paga del
pecado es de inmediato y no mantiene deuda con
nadie. Él tendrá que tomar la amargura de la compra
del pecado, lo quiera admitir o no. La ley de la siem-
bra y la cosecha es inalterable. Por eso dice: “No os
engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo
que el hombre sembrare, eso también segará”. El
pecador recibirá la paga del pecado.
En Oseas 8,7 leemos: “Porque sembraron viento, y
torbellino segarán”. La verdad de este dicho se puede
probar fácilmente en la vida de aquellos que se
entregan al placer del pecado. No solo que su moral
se hunde, sino que su salud se daña y el hombre llega
a la ruina. Carece de fundamento y es impulsado por
la inquietud de aquí para allá. Continuamente se
hunde y finalmente se pierde en la destrucción.
Observa como jóvenes desesperanzados son
arruinados por el pecado. El pecado los ha marcado,
vergüenza y desgracia le siguen. Una vida de pecado
no puede ganar el cielo. Los que no obedecen a Dios
y transgreden sus mandamientos obtendrán esta
consecuencia: “El que siembra para su carne, de la
carne segará corrupción”.
La influencia de una vida pecaminosa sobre los
demás, a pesar del perdón, raramente puede ser
reparado. El recuerdo siempre será doloroso. Así
también se quejó el apóstol Pablo: “No soy digno de
ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de
Dios” (1. Corintios 15,9). Sin dudas deseamos una
buena cosecha para nuestras vidas. Pero tenemos que
prestar atención en dispersar una buena semilla. Es
importante ser primero personas espirituales. Esto
puede suceder solamente a través del nuevo
nacimiento. Tenemos que hacer un nuevo comienzo
si queremos sembrar para el espíritu, y del espíritu
segar vida eterna. No solo sembramos para esta vida,
sino para la eternidad. Por lo tanto, ¡seamos
cuidadosos con lo que sembramos!
G.S.
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NO OL VIDES A GRA DECER
La bendición de Dios
Dios es bueno. Su misericordia sobrepasa lejos los límites de nuestros pensamientos y conceptos. Y a todas las personas permite tomar parte de esta misericordia y las bendice. Pero bendiciones especiales tiene reservadas para los que le aman de corazón y transitan por su camino.
Fue durante una reunión de oración. Los hermanos
fueron invitados a presentar testimonios para la
honra de Dios. Cuando uno tras otro se levantaban,
parecía que sus pensamientos giraban solamente
alrededor de ese un punto, y este se llamaba:
“Bendición”.
Uno dijo: “Mi oración diaria es, que Dios me envíe
una bendición. No tengo alegría alguna en la vida si
pasa semana tras semana y no recibo ninguna
bendición del Señor. Cuando soy bendecido me
siento feliz. Mi exterior refleja esta alegría y otros
son motivados a través de ello, a conocer la fuente de
bendición.” Como respuesta a esto, otro hermano
reconoció: “Todo depende de cuanto nos es dada la
bendición de Dios”. - Yo creo que el hermano acertó.
Ahora, ¿qué se entiende por bendición?
La bendición terrenal “Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas
veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a
aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición
de Dios” (Hebreos 6,7). ¿No se cumple diariamente
esta palabra? El Señor, en su bondad, derrama
ricamente su bendición sobre justos e injustos.
Regala lluvia y luz de sol, siembra y cosecha. Qué
privilegio hay en reconocer y tomarlo todo de su
mano. Nos regaló un hogar, sustento y vestimenta,
buenos vecinos y amigos. Y a la mayoría de nosotros,
salud y fuerza para hacer nuestro trabajo.
No debemos olvidar la bendición del canto, el cual,
como hijos de Dios, recién podemos disfrutar
verdaderamente cuando nuestra canción sirve de
alabanza a nuestro bondadoso Dios. Si tendría que
enumerar todo lo que tenemos para agradecer a la
bondad de Dios, con mi limitada mente no podría
comprender ni la mitad. Recién en el cielo
reconoceremos correctamente el alcance del amor de
Dios. El salmista profundizó este conocimiento, en
cuanto proclamó: “Como la altura de los cielos sobre
la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le
temen” (Salmos 103,11). ¡Continúa reflexionando en
la belleza y el esplendor de la naturaleza que nos
rodea! En las aves, las flores, las montañas y los
bosques, en el mar, que nos habla en un potente
lenguaje con sus variados espectáculos naturales.
Dios nos regala la primavera con su cantar y sonar, la
lluvia refrescante y miles de cosas más.
¿Reconocemos correctamente todas sus buenas
dádivas? ¿Conservamos siempre un corazón
agradecido? Todas las personas pueden alegrarse con
estas dádivas. Pero para nosotros, que somos sus
hijos, tiene preparadas alegrías aún mayores y
perfectas. No tenemos solamente una mirada en las
maravillas de la creación, sino que disfrutamos del
gran privilegio de reconocer y entender las cosas de
la eternidad y la decisión de Dios.
Así llegamos a la bendición espiritual. Allí está ante
todo la salvación del pecado, la cual ya es señalada
en la promesa que Dios hizo a Abraham como una
bendición: “Todas las familias de la tierra serán
benditas en ti y en tu simiente” (Génesis 28,14). La
salvación, con todo lo que incluye, es la mayor
bendición que Dios pudo regalar a la humanidad.
Mediante la justificación, obtenida por el sufrimiento
y la muerte de su Hijo unigénito, por esta gran obra
de gracia nuestra alma experimenta la liberación de
las cadenas del pecado. Desde ese momento el
pecador se transforma en una nueva criatura, un hijo
de Dios. Y el hombre, que hasta ahora era esclavo del
diablo, entra en comunión con Dios.
Por la segunda obra de la gracia, la santificación,
nuestro corazón es purificado completamente
mediante la fe, y el Espíritu Santo mora en nuestro
corazón. ¡Qué ricas bendiciones y maravillosa
experiencia! Cada día podemos tomar nuevamente de
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la inagotable fuente de su gracia y misericordia. La
gracia nos ayuda a vencer fácilmente el pecado y obtener
la victoria. Aligera la carga, hace agradable el camino
espinoso y nos mantiene con buen ánimo y con un gozo
inamovible, incluso cuando pasa por el oscuro valle de la
tribulación. Por ello deberíamos hacer todo lo posible,
para ser partícipes de esta bendición infinita.
Otra bendición se halla en la sanidad divina. Sólo unos
pocos no reconocen la sanidad del sufrimiento físico
como una bendición. Cuanto anhela de todo corazón el
enfermo, la liberación de sus sufrimientos. Con mucha
frecuencia escuché a personas que agradecían alegres y
de todo corazón a Dios por la sanación.
Bendiciones especiales Como es reanimado el corazón del cristiano, cuando
recibe de la mano de Dios una bendición especial y ésta
fluye como un río desde el cielo sobre él. Cada uno
puede experimentar la bendición celestial de un modo
exuberante. De todos modos, tenemos que cumplir con
ciertos requisitos que nos da la palabra de Dios.
La entrega total es uno de estos requisitos. Allí yace
oculto más de lo que muchos cristianos opinan. Significa
poner cada exigencia que hacemos para nuestro propio
Yo y cualquier capricho que aún se hace evidente en
nosotros, enteramente en las manos de Dios, para que
nos forme completamente conforme a su voluntad. ¡Oh,
si nos entregásemos totalmente al Señor! De la misma
manera es requirida la obendiencia para alcanzar la
plenitud de la bendición divina. “He aquí yo pongo hoy
delante de vosotros la bendición y la maldición: la
bendición, si oyereis los mandamientos de Jehová
vuestro Dios, que yo os prescribo hoy, y la maldición, si
no oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y
os apartareis del camino que yo os ordeno hoy”
(Deuteronomio 11,26-28). Cuando somos estrictamente
obedientes a la completa palabra de Dios, incluso en los
pequeños pormenores, entonces recibiremos corrientes
de bendición de su mano.
La generosidad es otra virtud, que nos asegura la
bendición de Dios cuando es inspirada por el Espíritu
Santo. A veces parece que los hijos de Dios disfrutan de
las alegrías, pero contrariamente piensan menos en dar.
En esto reside con frecuencia, que los cristianos reciben
míseras bendiciones. Hermanos, permanezcamos en
silencio ante Dios y recordemos todas las bendiciones
que recibimos de la bondadosa mano de Dios. ¡Nos
sorprenderemos de la abundancia de lo que Dios hizo por
nosotros!
O. M. Ballenger
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NO OL VIDES A GRA DECER
Ingratitud a Dios
A veces, la ingratitud es una marca comercial en el bienestar de nuestra
sociedad. A pesar de que nuestras necesidades básicas lógicamente
están satisfechas, las quejas no tienen fin. En última instancia, es una
protesta contra nuestro gran, fiel y misericordioso Dios.
“Pues habiendo conocido a Dios, no le adoraron
como a Dios, ni le dieron gracias” (Romanos 1,21).
Este versículo describe la posición, que la mayoría
de la gente mantiene ante su creador. Puede haber
personas que no saben nada de Dios y por lo tanto no
le pueden alabar. Pero son pocas las personas en
países civilizados, que no saben que Dios es el
creador y dador de todo bien.
Todos detestamos la ingratitud. Si le hacemos a
cualquier persona un regalo, aunque sea pequeño,
nos alegramos si vemos que lo aprecia. Dios tiene el
derecho de esperar que apreciemos lo que él nos da.
Él es dueño de todo. Él dice: “Porque mía es toda
bestia del bosque, y los millares de animales en los
collados” (Salmo 50,10). Y también leemos en
Hageo 2,8: “Mía es la plata, y mío es el oro, dice
Jehová de los ejércitos.” Y Ezequiel habla en el
capítulo 18,4: “he aquí, todas las almas son mías”. Él
nos compró por un alto precio, es decir, con la
sangre preciosa de Cristo. Por eso el Señor debe ser
más alabado. Todo lo que tenemos proviene de Él, es
el dador de todo bien. No sé si la gente siempre fue
tan ingrata como ahora. La Biblia nos habla acerca
de como serán los últimos tiempos. Y entre otras
cosas se menciona la ingratitud. Es una hermosa
costumbre, la de definir un día en el año para acción
de gracias a Dios por todas las bendiciones recibidas.
Pero sin duda creo que es agradable a Dios, cuando
constantemente y de inmediato le damos las gracias
por todo el bien que Él nos demuestra. Cuando Jesús
sanó a los diez leprosos, solo uno regresó a darle las
gracias. Jesús preguntó: “¿No son diez los que
fueron limpiados? Y los nueve, ¿Dónde están?”
(Lucas 17,17). Fui testigo de varias maravillosas
sanidades, donde Dios intervino, cuando humana-
mente no había más esperanzas. Lamentablemente
tengo que decir que varias de estas personas que
fueron sanadas, no honraron a Dios. Otros ni
siquiera le sirven. ¡Oh, que ingratitud! En nuestros
días se ora poco, pero mucho menos se agradece. A
menudo oramos por intereses propios, pero solo el
amor nos lleva a dar gracias. Todos tenemos sufí-
ciente razón para estar agradecidos. Hay tantas cosas
en las cuales debemos alegrarnos y agradecer por
ellas. Si somos tentados a quejarnos y estar discon-
formes con nuestra situación, miremos a nuestro
alrededor y pronto nos daremos cuenta que somos
privilegiados ante muchos otros. Un hombre pobre
se quejaba de que no tenía zapatos. Pero cuando se
encontró con un hombre que no tenía pies, dio
gracias a Dios, que a pesar de su pobreza, le fueron
dados pies sanos. Cuanto más agradecemos, seremos
más felices y podremos hacer felices a otros. Una
persona agradecida está satisfecha. Un hombre de
Dios dijo una vez: “La naturaleza es más agradecida
que el hombre. La flor gira hacia el sol. Tu
agradecimiento debe ser la flor, que en ti despierta el
sol de misericordia. Pero a menudo los pensamientos
del hombre van sobre sí mismo y no hacia Dios.”
En horas de agradecimiento el alma se inclina a
Dios. Las oraciones de agradecimientos promueven
tu inocente comunión con Dios, más que las
peticiones. Un corazón agradecido tiene alegría de
venir todos los días delante de su Dios y encuentra
siempre una puerta abierta.
Demos gracias mientras tenemos aliento. Siempre
tenemos motivos para agradecer. John Arndt dice:
“La acción de gracias tiene muchas virtudes:
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conocimiento de Dios, porque reconoce que Dios es
la fuente de todo bien. Temor de Dios, es decir el
temor infantil, como hijo de Dios, recibe del Padre
todos los beneficios. Humildad, por la cual
reconocemos que no tenemos nada por nosotros
mismos, sino que todo de Dios.” En algunos pueblos
es costumbre dar gracias por un regalo primero a
Dios y luego al dador.
¿Hay alguien que no tendría motivo de agradecer?
Cuantos hay que disfrutan el bien que el Señor les ha
dado, sin darle las gracias por ello. ¡Queremos
aprender a agradecer a Dios por todo! ¡Cuántas
bendiciones recibimos! Sigamos el ejemplo del
salmista que dice: “Bendeciré a Jehová en todo
tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca”
(Salmo 34,1). A.G.A.
¡Oh, qué fiel es Dios!
Dios es inmutable, él permanece inflexible ante sus promesas.
Su carácter es un fundamento seguro en todas las vicisitudes de la vida.
Estas palabras escribió el apóstol Pablo en su
segunda carta a los Corintios en el versículo 18 del
capítulo 1. Él se encontraba en una situación difícil,
en la que el Señor le apoyó y le ayudó maravillosa-
mente. En estas palabras reconocemos claramente el
contenido de gratitud y alegría en el corazón. Pablo
da gracias a Dios por su fidelidad.
Sin duda ¡este año hemos experimentado otra vez la
fidelidad de Dios! Visto de modo general, muchas
cosas hemos aceptado como “lógico”. Pero ahora
debemos detenernos y reflexionar. Observa
retrospectivamente y te darás cuenta que -
¡nuevamente es tiempo de cosecha! En este sentido,
Dios quiere recordarnos que “¡Él es el dador de todos
los dones!” Esto nos confirma el apóstol Santiago
con las palabras: “Toda buena dádiva y todo don
perfecto es de lo alto, que desciende del Padre de las
luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de
variación” (Santiago 1,17). ¡Por eso, como sus
discípulos, debemos darle a Él las gracias de todo
corazón! Agradecer con palabras de un corazón
sincero y con hechos. Con palabras en oración y
alabanzas; con hechos de ayuda a los necesitados y
trayendo al Señor ofrendas de Paz.
¡Qué dependientes somos de la fidelidad, la bondad
y la gracia de Dios! Nosotros vivimos de su poder
creador y de su misericordia. Cada pedazo de pan, si,
cada plato de comida sobre nuestra mesa proviene de
la bondadosa mano de Dios. Frecuentemente el Dios
fiel debe observar con corazón doloroso, como su
misericordioso amor es lanzado a la basura sin
agradecimiento. ¡Vivir pródigamente no es para
gloria de Dios! Más bien honremos su nombre en
cuanto, como sus siervos, compartimos el bien que
se nos ha confiado. Traemos nuestra ofrenda de
gratitud con los medios con los que ofrecemos a la
organización para la obra de evangelización. El
salmista Asaf escribe con respecto a esto: “El que
sacrifica alabanza me honrará: Y al que ordenare su
camino, le mostraré la salud de Dios”
(Salmo 50,23). La palabra de Dios nos muestra
claramente que el agradecimiento de corazón es el
camino para las bendiciones espirituales. ¿No hemos
recibimos las diversas bendiciones del Señor? Ellas
serán ricamente aumentadas, si en nosotros aumentan
los agradecimientos.
Oh si, Dios fue y es fiel, - no podemos ser infieles,
cuánto más debemos probar nuestro amor y lealtad a
Él. Una palabra de nuestros fieles padres dice: “Si
permanecemos en el agradecimiento, entonces Dios
permanece en la bendiciones”. Si, ¡Qué fiel es Dios!
Él nunca nos ha defraudado. (Sin embargo, esto no se
puede decir siempre de nosotros). Por eso Dios nos
llama a través de su palabra: “Bendice, alma mía, a
Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios”
(Salmo 103,2). ¿Cómo podríamos olvidar su gracia y
bondad? Comparte lo que Dios te confió. Un lago
que no tiene salida, se estancará y se convertirá en un
pantano inútil. Así también será infructuoso el
hombre que no da lo que Dios le regaló. Queremos
examinar nuestros corazones ante Dios y que nuestro
agradecimiento sea agradable ante Él. ¿Cómo le
agradecerás? Piensa en esto - ¡Él es fiel y quiere
bendecirte!
Alfred Brix, Chillivack (CA)
Trompeta Evangelizadora 10/2014
11
Mensaje Radial Mensaje de Salvación Friedrich Krebs, Kitchener (CA)
¡No olvides ninguno de sus beneficios! En ningún otro momento del año vemos tan esparcidas
las ricas bendiciones de Dios, como en el tiempo de
cosecha. Por eso el tiempo de cosecha es un momento
de alegría especial. Una bendición aún mayor nos es
dada por la salvación espiritual. El profeta Isaías supo
vincular ambos hechos maravillosamente, cuando
escribió respecto de Cristo: “El pueblo que andaba en
tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de
sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.
Multiplicaste la gente, y aumentaste la alegría. Se
alegrarán delante de ti como se alegran en la siega,
como se gozan cuando reparten despojos”
(Isaías 9,2-3).
Nuestro Creador nos presenta la cosecha anual
como un gran milagro ante nuestros ojos. Muchas
personas viajan grandes distancias para ver las
denominadas maravillas del mundo que el hombre
creó. Pero de las maravillas de la cosecha pasan de
largo. Prestemos atención a las palabras de un poeta,
que nos quiere abrir los ojos ante las grandes
maravillas de Dios:
¿Quién plantó las flores en el verde campo? ¿Quién despierta la semilla para que brote? ¿Quién ha puesto espléndidamente, los árboles y los susurrantes arbustos? ¿Quién da vida a los felices pajarillos? ¿Quién le dio alas para volar, tan maravillosamente tiernos y delicados? Y dime, ¿quién les enseñó a cantar? Y si levanto la vista en la noche oscura
y observo la multitud de estrellas, mira como brillan en eterna gloria; anhelo saber: ¿Quién encendió cada una de ellas?
Y luego sigue el potente coro: ¡Esto lo hizo el Padre
celestial! ¿Quién no quisiera entonar esto, y quién lo
negaría?
A este milagro, Jesús hace referencia a sus oyentes
en el sermón del monte: “Mirad las aves del cielo, que
no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y
vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis
vosotros mucho más que ellas?” Y otra vez dice:
“Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no
trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón
con toda su gloria se vistió así como uno de ellos”
(Mateo 6,26-29).
Pero Jeremías predicó: “Este pueblo tiene corazón
falso y rebelde” (Jeremías 5,23). ¡Qué miseria!
¿Quién da gracias hoy en tiempo de abundancia de
cosecha? Jeremías continúa diciendo: “Y no dijeron
en su corazón: Temamos ahora a Jehová Dios nuestro,
que da lluvia temprana y tardía en su tiempo, y nos
guarda los tiempos establecidos de la siega”
(Jeremías 5,24).
Dios, el creador de todas las cosas, en efecto se ha
propuesto y dio su promesa: “Mientras la tierra
permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío
y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche”
(Génesis 8,22). Sin embargo, la cosecha anual no es
algo sobreentendido. Los pueblos experimentaron una
Trompeta Evangelizadora 10/2014 12
y otra vez que la esperada cosecha puede faltar bajo ciertas
circunstancias. El profeta Joel nos recuerda esto. Él
escribe: “El campo está asolado, se enlutó la tierra; porque
el trigo fue destruido, se secó el mosto, se perdió el aceite.
Confundíos, labradores; gemid, viñeros, por el trigo y la
cebada, porque se perdió la mies del campo”
(Joel 1,10-11). Esto es una cosecha y una bendición
perdida. ¡Y la consecuencia es hambre y necesidad! - ¿Y
qué hará el sabio e independiente hombre separado de
Dios?
Hay una historia que encierra una gran verdad. Un
petirrojo y un gorrión conversan un poco sobre la vida de
las personas:
“Una cosa me gustaría saber”, dice ahora petirrojo, “¿Por qué los seres humanos corren temerosos, con dolor, tristeza y mucho sufrimiento, y para alegría y agradecimiento no tienen tiempo? Dime ¿me puedes solucionar este gran problema? ¡La vida me parece tan cómoda y bonita!”- “Lamentablemente, no te puedo decir con exactitud, por qué se quejan, se afligen y se fastidian.” “Yo creo”, continúa el gorrión pensativamente,- “ellos no tienen tanto bien, como tú y yo. Para nosotros, provee fielmente el Padre celestial, día tras día nos da sol y comida. Él sabe lo que nos hace falta a los dos. Me parece, que ellos no tienen al Padre”.
David nos recuerda en el Salmo 103: “Bendice, alma
mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre”. -
¿Qué hay en ti o en mí?- ¿Malhumor, murmuración,
ingratitud, ira, amargura? De esos corazones no pueden
fluir alabanzas al Señor. La melodiosa alabanza, agradable
a Dios, solo proviene de un corazón puro, satisfecho,
agradecido y lleno de fe. - ¿Es esa nuestra postura respecto
a Dios?
“Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de
sus beneficios”. Un corazón humano, que está lleno de
bendiciones espirituales y bienes celestiales, siempre
puede alabar a Dios. ¿No nos ha redimido Él, y salvado de
muchos problemas y peligros? ¿No nos vino Él al
encuentro siempre en gracia y misericordia? ¿No nos ha
dado Él la necesaria lluvia temprana y tardía, y nos ha
bendecido con frutos de los árboles del campo?
Jesús nos enseña a pedir y dar gracias por nuestro pan
diario. El pan proviene de la cosecha, por lo tanto debemos
dar gracias por la cosecha. ¡Quiera Dios regalarnos una
boca y un corazón alegres y agradecidos!
Trompeta Evangelizadora 10/2014
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C. W. N AYLOR - LO QUE MUEVE AL CO RAZÓN
La buena
batalla de la fe
Pablo dijo: Pelea la buena batalla de la fe. Este
mundo es un campo de batallas espirituales. Debido
a que somos seres espirituales, es imposible
mantenerse neutral o distanciados de los conflictos
de estas fuerzas. En uno de los bandos debemos
estar. Jesús dijo: “El que no es conmigo, contra mí
es”. Si estamos en la lucha, nos guste o no, llevamos
la responsabilidad de luchar del bando correcto. Si
sabemos que luchamos del bando correcto, entonces
el método de lucha es de suma importancia para
nosotros. Porque no luchamos contra “carne y
sangre”, sino contra las fuerzas del mal, no es de
extrañar, que nuestras armas no son carnales,
eficaces contra los enemigos terrenales, sino
espirituales, que son “poderosas en Dios”
(2.Corintios 10,4).
Un hecho destacado de esta lucha de vida es, que se
trata necesariamente de una lucha espiritual. En mis
observaciones, percibo que algunas personas en las
luchas cristianas, pelean ante la batalla de la
incredulidad o la duda. En lugar de la confianza que
produce la verdadera fe, constantemente tienen
miedo. Nunca están seguros si triunfarán. No están
convencidos de que sus métodos vencerán.
Constantemente tiemblan en la incertidumbre. Si
alguna vez han alcanzado la victoria, pareciera ser
más una cuestión de buena suerte, que el resultado
de su buena batalla. Si ven venir pruebas sobre si, se
atemorizan, retroceden y buscan una oportunidad
para esquivarla. Tienen miedo del resultado. A veces
atraviesan una desesperada lucha y logran la victoria,
la cual los deja completamente sorprendidos.
Estaban casi seguros de perder la batalla, pero de
alguna manera la han superado. Sin embargo, esta
victoria no les da mucho ánimo, como para enfrentar
la siguiente batalla. Con el mismo miedo, la misma
incredulidad y la misma duda se enfrentan a la
siguiente batalla. Su canto no suena con un alegre
tono de triunfo. No ven el futuro con una expectativa
confiada. Constantemente son acosados por dudas y
oscuros pensamientos los perturban. Claro que es
mejor luchar así, que no hacerlo, pero hay una mejor
manera de hacerlo.
La fe es el arma más poderosa. Si nuestro espíritu
esta armado con fe, podemos enfrentar con plena
confianza cada batalla. Podemos esperar la victoria,
incluso antes de la batalla ya podemos saber, que la
victoria será nuestra. Con serena certeza podemos
enfrentar al enemigo, con la conciencia de una fuerza
inherente que es más fuerte que la suya. ¿No dice la
palabra de Dios: “...mayor es el que está en vosotros,
que el que está en el mundo”? (1. Juan 4,4). Si
nuestra fe aprueba esto como verdad, entonces Dios
lo cumplirá en nosotros.
Debemos tener fe en Dios. Él es nuestro líder. Un
ejército que no tiene confianza en su líder, ya está
prácticamente derrotado antes de que comience el
conflicto. La mayoría de nosotros, creo, tiene
confianza en Dios como líder, en su poder y
sabiduría. Creemos que Él puede vencer a nuestros
enemigos. No es su capacidad, de lo que dudamos.
La pregunta que nos confronta es: ¿Usará Dios este
poder, para derrotar a nuestros enemigos? Sabemos
de sus muchas promesas. No es difícil creer que Él,
de manera general también cumplirá. El punto es, si
se aplica directamente a nuestra propia situación, a
veces nuestra fe es demasiado pequeña. ¿Luchará
Dios en este asunto en particular por nosotros? ¿Nos
ayudará ahora? ¿Hará realmente realidad su palabra
en nosotros? ¿O nos dejará en el momento crítico?
Trompeta Evangelizadora 10/2014 14
Ésta es la
victoria que
vence al mundo:
nuestra fe.
1 . J u a n 5 ; 4
“Un ejército que no confía en su
líder ya está casi derrotado
antes de que comience la batalla. ”
Si las promesas de Dios son verdaderas, entonces
también son verdaderas las que se refieren a nuestras
necesidades específicas, y son verdaderas ahora. Son
verdad para los demás, entonces también para
nosotros, porque Dios no hace acepción de personas.
Y si son verdad para nosotros, entonces lo son ayer,
hoy y también mañana. Es tan fácil pensar que Dios
ayudará a otros, porque ellos son más dignos de esto
que nosotros. ¿Piensas lo mismo? ¿Crees que podrías
creer más fácilmente en la ayuda de Dios, si alguien
otro estaría en tu lugar?
Esto nos lleva al siguiente pensamiento importante.
Debemos tener fe en Dios como también en nosotros
mismos. Debemos estar convencidos de nuestra
sinceridad y lealtad. ¿Somos sinceros con Dios?
¿Nos posicionamos sin reservas a favor de Dios?
¿Estamos absolutamente convencidos que queremos
luchar la buena batalla de la fe, que estamos
haciendo lo correcto? Muchas personas desean hacer
lo correcto, pero no saben si lo lograrán. Es su plena
intención, pero viven en constante temor de que no
tendrán éxito. Esto no es fe. Ten fe en ti mismo. No
solo en cuanto a tu honestidad, tu lealtad, y tus
buenas intenciones, sino también en tu capacidad de
hacerlo. Tú puedes hacerlo. Puedes luchar
legalmente, como cualquier otro ser humano. Tus
dudas y miedos son obstáculos que deben ser
eliminados. Desarrolla la confianza en ti mismo, sin
una autoconfianza excesiva, que reposa en tus
propias fuerzas, sino la plena confianza que cuenta
con la ayuda de Dios, donde serás equipado con
valentía.
Debemos confiar en nuestras armas.
Nuestras armas son “Poderosas en Dios” nos dice.
Dios te ha dicho como puedes superar, igualmente
seguro como obedeces sus mandamientos y confías
en Él, que obtendrás la victoria, así de seguro Él te
dará la corona de victoria. Nuestra lucha es una
lucha legítima. Ten fe y confianza, que lo correcto
triunfará. Recuerda que solo tendrás victoria, si
pones tu fe en la batalla. “Y esta es la victoria que ha
vencido al mundo, nuestra fe” (1. Juan 5,4). Cree en
tu victoria. No importa lo débil que seas o lo
poderoso que pueda ser el enemigo. No importa lo
que encuentres en tu camino, ve a la batalla con el
heroísmo que nace de la fe. Ni siquiera consideres
una derrota. Deja que tu fe se eleve: “Puedo vencer y
voy a vencer. Con Dios voy a triunfar.” Deshazte de
toda duda. Haz un fin con ella. Confía en Dios. Su
palabra es verdad. Tu puedes creer, si realmente
quieres, y si crees, serás más que vencedor por
medio de aquel que te ama.
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15
ENSEÑA NZA S BÍBL ICA S – FÁ CILES DE COMPRENDER │ L ECCIÓN 39
Sanidad divina hoy
¿Podemos experimentar sanidad divina?
En las dos últimas lecciones, hemos demostrado
cómo Dios puede sanar nuestras enfermedades y
dolencias. Hemos mostrado como podemos llegar a
él para experimentar esta sanación. Queremos
reiterar la promesa que Él nos ha dado: “Y estas
señales seguirán a los que creen: En mi nombre
echarán fuera demonios… sobre los enfermos
pondrán sus manos, y sanarán” (Marcos 16,17-18).
Y queremos afirmar una vez más que la sanidad
divina no se limitaba a la era apostólica, sino que es
válida hasta el tiempo presente. Dios también hoy
quiere revelar su gloria en cuanto sana nuestras
enfermedades y dolencias.
Y queremos en esta sección nombrar una serie de
pasajes bíblicos para demostrar que Dios también
hoy desea y puede sanar.
Dios mismo dice: “Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e
hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a
sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos,
ninguna enfermedad de los que envié a los egipcios
te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador”.
(Éxodo 15,26)
“¡Ved ahora que yo, yo soy, y no hay dioses
conmigo! Yo hago morir, y yo hago vivir; yo hiero
y yo sano; y no hay quien pueda librar de mi mano”.
(Deuteronomio 32,39)
“Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”. (Mateo 28,18)
Y los hombres de Dios han dicho: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades y
sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por
azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido
fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por
su llaga fuimos nosotros curados”.
(Isaías 53,4-5)
“Bendice, alma mía, a Jehová y no olvides ninguno
de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus
iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que
rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores
y misericordias; el que sacia de bien tu boca, de
modo que te rejuvenezcas como el águila”. (Salmo 103,2-5)
“¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración.
¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. ¿Esta alguno
enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la
iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el
nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al
enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere
cometido pecados, le serán perdonados”. (Santiago 5,13-15)
Así que tenemos todos los fundamentos
actualmente, a pesar de la avanzada medicina, de
buscar ayuda en Dios para nuestra enfermedad. No
obstante, debemos tener en cuenta dos cosas.
Primero: Debemos buscar en nuestra enfermedad
la gloria de Dios. Especialmente cuando Dios no
responde de inmediato a nuestra petición de
sanarnos, vale la pena probarnos si tal vez nos
concierne solo por bienestar propio. Incluso frente a
todas estas promesas nunca debemos llegar
exigiendo, pensando que Dios nos debe sanar. Él no
tiene que hacerlo. Debemos humillarnos ante Dios y
darle gloria. Él, en su sabia previsión, permite que
tengamos dolor y malestar. A veces nos quiere
enseñar algo a través de la enfermedad. Y debemos
preguntarle que nos quiere decir con ello. Pero,
porque también nos puede sanar debemos venir a él
en oración con plena fe y suplicar por el
Trompeta Evangelizadora 10/2014 16
cumplimiento de sus promesas.
Segundo: No debemos despreciar o incluso conde-
nar a los médicos, ni a los hermanos que buscan
ayuda en las personas por su enfermedad. El
evangelista Lucas era médico y Pablo no lo des-
preció, sino que lo llevó junto en sus viajes misio-
neros. La Escritura no nos da derecho a despreciar a
estas personas, sino que incluye en algún momento
la posibilidad de incurrir en la ayuda humana. Nos
dañamos a nosotros mismos si damos lugar a este
fanático orgullo en nuestro corazón.
Por último, querido lector, queremos señalarte una
vez más a aquel, que vivió en la tierra y sanó a
muchos. “Jesucristo es el mismo, ayer y hoy, y por
los siglos” (Hebreos 13,8).
Robert Witt, Gifhorn (DE)
Preguntas & Respuestas
¿Es importante alcanzar la santificación enseguida o poco después de la conversión?
¿Debemos en realidad obtenerla para alcanzar la vida eterna?
En vista a los seres humanos, Dios ha realizado un
plan único, para hacernos totalmente accesible a su
gracia: el plan de salvación.
Por el pecado, el hombre esta excluido de la
comunión con Dios. Dios odia el pecado que las
personas cometen. Pero Dios es un Dios amoroso,
misericordioso y piadoso. Él ofrece a cada uno la
oportunidad de librarse de la carga y culpa del
pecado. Con la conversión el ser humano
experimenta el perdón de los pecados. Esto le da el
derecho de estar una vez para siempre con Dios. No
hay otra manera de obtener la vida eterna en la gloria
con Dios.
Pero la conversión no es lo único que Dios ha
preparado para nosotros en el plan de salvación. Es la
voluntad de Dios para nosotros, que como hijos de
Dios experimentemos la santificación. Por ello, Jesús
solicitó a sus discípulos poco antes de su ascensión, a
permanecer en Jerusalén hasta que fuesen llenos del
Espíritu Santo (Hechos 1,4).
¿Por qué Jesús atribuyó tanto valor a ello? Como
Hijo de Dios, sabía que llegarían tiempos difíciles
para sus discípulos después de la ascensión. Por un
lado fueron exhortados a ser sus testigos y proclamar
el Evangelio, tanto en su entorno, como llevarlo fuera
al mundo. Por el otro lado advirtió a sus discípulos
que tendrían un gran viento contrario de parte de los
judíos. Puesto que Jesús, su maestro, no estaría más
entre ellos, necesitaban una fuente de fuerza especial
para poder resistir. Esta fuente era para ellos el
Espíritu Santo. Reconocemos bien esto, en la vida del
apóstol Pedro. Mientras que por temor a ser
reconocido como seguidor de Cristo negó a Jesús tres
veces después de su captura, permanece impávido
después de la experiencia de la santificación en
Jerusalén y trae un impactante mensaje de
Pentecostés por medio del Santo Espíritu, donde
cerca de 3.000 personas se convirtieron. Otra bonita
historia que demuestra el poder del Espíritu Santo, la
encontramos en Hechos 4,1-31.
Basado en esta (y muchas otras partes de la
escritura) es claro para nosotros, que si queremos
andar victoriosos por la vida bajo la guía del Espíritu
Santo, necesitamos la experiencia de la santificación.
Si queremos ser una verdadera herramienta en la
mano de Dios, necesitamos la experiencia de la
santificación. Si queremos resistir las tentaciones de
Satanás y las tentaciones en forma permanente,
necesitamos la experiencia de la santificación. Pero,
en relación a la conversión, ¿cuándo es el momento
adecuado para esto? La Biblia no dice nada al
respecto. Una cosa es cierta: Cuanto antes
reconocemos la necesidad para nosotros, tanto mejor
será para nuestra vida espiritual. En Pablo fueron tres
días entre la conversión y la santificación. En otros
eran meses, y en otros años. Dios nos tiene que llevar
en nuestro desarrollo espiritual hasta el punto en que
reconozcamos que la única respuesta adecuada a la
misericordia de Dios, es nuestro sacrificio en el altar
de Dios (Romanos 12,1). Cuando estemos preparados
para ello, entonces entramos al prometido reposo de
Dios, al reposo de nuestras propias obras. Este reposo
incluye un Morir-a-sí-mismo. Precisamente eso
proporciona en nosotros los seres humanos el mayor
obstáculo en relación con la experiencia de la
santificación. Sin embargo, si nos acercamos más, y
leemos la Palabra de Dios con este anhelo, y con el
mismo deseo asistimos a los cultos, inevitablemente
Dios nos llevará a ese punto en que nos entregamos a
él por completo y experimentaremos la santificación.
Cuanto antes, tanto mejor.
Herbert Kowalski, Hamm (DE)
Trompeta Evangelizadora 10/2014
17
PÁGINA JUVENIL
DÍAS BÍBLICOS JUVENILES EN MÉXICO 2014
Jesús dijo una vez a la multitud: “Aprended de mí,
que soy manso y humilde de corazón”. Hasta hoy es
lo mejor que podemos hacer, aprender de Jesús
porque Él es la verdad y con Él siempre caminamos
seguros.
Durante varios años hemos tratado de hacer algo
para nuestros jóvenes, que les proporcione una base
sólida para sus vidas. Este año invitamos al hermano
Mielke, para tratar algunos temas con ellos. En un
tiempo donde rodean tantos falsos puntos de vista,
es importante para los hijos de Dios tener una clara
comprensión acerca de lo que la Biblia enseña. Fue
un tiempo bendecido que será de ayuda para el
caminar diario de los jóvenes con Dios.
A continuación algunos informes escritos de
quienes participaron, que iluminaron aquellos días.
Peter Ens
Doy gracias a Dios por la oportunidad que tuve de
visitar el seminario bíblico con el hermano Mielke.
Cada día me alegraba de pasar la tarde junto con mis
jóvenes hermanos y estudiar la palabra de Dios.
Durante toda la semana, Dios me bendijo
abundantemente, de modo que me fortalecía y
animaba más a estar firme para Cristo y no dejar
vacilar mi fe. A veces parece que creemos algo
únicamente en base a lo que se enseña en la iglesia.
Sin embargo, no nos tomamos el tiempo para
profundizar intensamente el tema y como son estas
enseñanzas con respecto a toda la Biblia. El
hermano Mielke utilizó muchas citas bíblicas, para
demostrar como la doctrina de la Iglesia de Dios
concuerda con los principios de la Biblia.
Por ejemplo, no había reflexionado sobre lo que el
Señor Jesús quiso decirle a Pedro cuando dijo: “Y a
ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo
que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo
lo que desatares en la tierra será desatado en los
cielos” (Mateo 16,19). Durante una de las lecciones
del hermano Mielke, me quedó claro que Jesús
reveló a sus discípulos el camino al cielo. ¡La llave
del cielo es la salvación! Con la experimentada
salvación, ellos poseían la llave del conocimiento.
Hoy conocemos el camino al cielo, con lo que
también poseemos esta llave. Jesús dijo: “Por tanto,
id, y haced discípulos a todas las naciones” (Mateo
28, 19a) Es nuestra responsabilidad compartir esta
llave con los no creyentes. Si no aprovechamos la
oportunidad que Dios nos da, negamos a otros la
oportunidad de encontrar a Cristo y seguirlo.
Mi oración es que Dios me ayude ver estas
oportunidades y que me conceda gracia para utilizar
sabiamente este conocimiento.
Conni Peters
Trompeta Evangelizadora 10/2014 18
Estoy muy agradecida a mi Dios, por su gran amor hacia
mí. Él provee como un padre amoroso tanto en lo
espiritual como en lo material. Estoy muy agradecida a
Dios por haberme permitido participar en el seminario
bíblico para jóvenes con el hermano Mielke. Fui muy
bendecida y he aprendido mucho en esas horas. Quiero
compartir un pensamiento que el hermano compartió con
nosotros. En Romanos 12,2 tenemos el pensamiento
“sino transformaos”. La biblia griega usa la palabra
metamorfosis en este versículo, que significa cambio o
transformación. Metamorfosis es el proceso que realiza
el renacuajo hasta ser un sapo o la oruga hasta ser una
mariposa.
Pablo dice en Romanos 12,2 de una metamorfosis
cerebral (pensamiento), una transformación espiritual.
¿Cómo funciona este cambio? Una oruga come y come
y no puede dejar la tierra. La mariposa en cambio, vuela
libre por el aire. Así se ve la vida del ser humano. Se
satura con lo terrenal y el pecado hasta que se cansa y
Dios puede transformarlo. Estamos creados para el cielo.
Para vivir lo que nos dice en Romanos 12; 14,17 + 19-21
necesitamos la metamorfosis, hasta el cambio al carácter
de Jesús, quien siempre estaba dispuesto a vivir para
otros y no para sí mismo. Ya Jeremías y Ezequiel
predijeron esta transformación “…Y quitaré el corazón
de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón
de carne” (Ezequiel 11,19).
Querido lector, ¿has experimentado esta
transformación espiritual? Jesús quiere regalarte un
nuevo corazón, para que no vivas atado a la tierra, sino
que estés preparado para el cielo.
Netty Knelsen
Trompeta Evangelizadora 10/2014
19
Página para mayores
“Quejarme es mi pan diario”
La pequeña Anne mira a menudo a su abuela con
ojos de asombro. Es la primera vez que la niña visita
a los abuelos sola. En su casa tiene una joven madre
alegre, a la que le gusta bromear y reír con ella. Pero
la abuela se queja mucho. Si le ataca el reumatismo,
Anne puede entender muy bien, porque hace poco,
cuando ella tenía dolor de muelas, le pasaba lo
mismo.
Pero la abuela tiene a diario motivos para quejarse:
justo el día de lavado llueve, o la leche ha hervido y
rebalsó, o la vecina no saludó amablemente.
Al final, las quejas no tienen fin. A Anne no le
gusta eso, y al abuelo tampoco. Hace poco le dijo a la
abuela: “¡Realmente quejarte es tu pan diario
Mamá!”
Una noche, cuando Anne ya estaba en su cama y
con un poco de nostalgia, pensaba en su querida
madre, recordó la linda historia que su madre le
contó el último día.
La madre sabía contar tan maravillosamente, que
las cosas permanecían vivamente ante los ojos. Era la
historia de la pequeña niña que estaba gravemente
enferma, y sus padres estaban muy preocupados.
Nadie les podía ayudar. Entonces el padre corrió al
Señor Jesús y le pidió que viniera de prisa con él.
Pero lamentablemente ya era tarde. Cuando entraron
a la casa, escucharon en el altillo el gemido y el
llanto de las plañideras.
“Raro”, pensó Anne, “que en aquel entonces
habían mujeres que hacían esto”. Sus pensamientos
no llegan hasta el final de la historia, donde Jesús
despierta a la niña y le trae de vuelta a la vida. No,
ella queda en el pensamiento con las mujeres de
lamentación.
Al día siguiente, Anne mira atentamente a su
abuela. Al final le pregunta: “dime, abuelita, ¿Eres tú
también una plañidera?” La abuela dejó su labor de
tejido y un poco aturdida respondió: “pero hijita, ¿En
qué piensas?” – “Te quejas tanto, y yo pensé que…”
– “Tonterías,” dijo la abuela en un tono áspero, “tu
abuela es anciana y tiene a menudo dolores y otras
preocupaciones, tú no lo entiendes aún.”
Cuando la niña jugaba alegremente afuera con su
pelota, la abuela estaba sentada, todavía inmóvil en
su sillón. El tejido estaba en su regazo. “¿Una
plañidera? ¿Soy una plañidera?” piensa. Lamentando
sacude ella su cabellera gris. ¿Qué le dijo su esposo
el otro día? - “¡Quejarte es realmente tu pan diario!”
Involuntariamente sus ojos se dirigen a la gran
cesta de pan sobre el armario de la cocina. ¡Gracias a
Dios no tiene preocupaciones por el pan! El abuelo
estuvo en el correo, y la pensión es suficiente. Ella
puede mantener bien su pequeño hogar. También
está apenas pasando los sesenta. Los hijos y los
nietos están sanos, y cada uno tiene una buena vida.
Sí, en realidad como abuela tengo inmerecidamente
mucho bien, piensa ella de repente. Sin embargo, -
¿Quejarse, es mi pan diario?
La abuela se asusta hasta lo profundo del corazón.
¿Qué sale de todas las quejas que básicamente no
tienen importancia? Su sombra cae sobre la vida de
sus seres queridos, y además, ahora percibe
claramente, que estas quejas son acusaciones,
¡disconformidades con los caminos de Dios! Porque
Él es el que determina el curso de la vida cotidiana.
No, no, todavía quiere tomar su pan diario - y eso
incluye todos los pequeños acontecimientos de la
vida cotidiana - de la mano de Dios. Sin duda, si la
querida abuela practica esto sinceramente, entonces
gradualmente dejará de quejarse tanto, agradecerá y
alabará a Dios. Esto se debe esperar con certeza.
Theodora Gensichen
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PÁGINA INFANTIL
¡Sed firmes!
La Biblia nos cuenta de cuatro jóvenes que eran criados en
el patio del rey. Ellos no comían de su costoso alimento
pagano, tampoco tomaban de su vino. Se mantuvieron firmes
y Dios bendijo su fidelidad de tal forma que llegaron a tener
honra y prestigio ante el rey Nabucodonosor de Babilonia.
La Biblia también nos habla de otros jóvenes que se
mantuvieron firmes. Eran los hijos de Recab, que
permanecieron firmes al mandato de su padre y no bebieron
vino. Dios los honró poniendo su obediencia como modelo y
ejemplo ante todo el pueblo. ¡Queridos niños, sed firmes!
Estad firmes en las pequeñas tentaciones, entonces también
podrán vencer las grandes tentaciones de la vida. Si a
temprana edad ponen en práctica la firmeza, más tarde no les
será difícil hacerlo, porque incluso un antiguo proverbio dice:
“Lo que se acostumbra de joven, se hace de viejo.”
¡Sed firmes! Dios necesita personas firmes, fieles y
obedientes en las que Él pueda confiar. ¡Y tales personas
quisiéramos ser para gloria de nuestro grande y maravilloso
Dios!
Riendo y charlando salían de la escuela un
grupo de alegres niñas. Se detuvieron en el
patio de juegos y en medio del alboroto
dijeron: “Juguemos un ratito a la pelota.”
Todas estuvieron de acuerdo, excepto una
pequeña niña no quiso jugar: “Le prometí a
mamá salir de la escuela e ir directo a casa”
dijo decidida, dio media vuelta y desapareció
en la siguiente esquina de la calle. ¡Ella fue
firme!
Hay un grupo de chicos detrás de la alta
valla. ¿Qué hacen con tanto entusiasmo?
Fuman cigarrillos. Todos intentan aprender a
usar esa sustancia perjudicial. Solo uno de los
jóvenes dijo: “¡Mi padre no fuma y yo
tampoco lo haré!” ¡Él fue firme!
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INFORME
Pentecostés 2014 en Herford
Dios nos ha dado, a mi esposa y a mí, la oportunidad
de participar en la fiesta de Pentecostés en Herford.
Llegamos a Alemania el 13 de mayo. Tuvimos la
oportunidad de visitar varias iglesias locales antes de
la mencionada fiesta, donde hemos conocidos a
nuestros hermanos en Cristo. Apreciados hermanos,
que nunca antes habíamos visto ni conocido, con los
cuales nos sentimos muy unidos. Esto es lo
maravilloso, lo indescriptible entre los hijos de Dios,
el poder ser uno en el Señor.
Pentecostés es una de las fiestas solemnes de la
cristiandad y fue celebrada del 7 al 9 de junio.
Pentecostés en Herford está catalogado como
reuniones especiales de la iglesia de Dios, para la
cual los hijos de Dios desde décadas se reúnen a
celebrar esta fiesta. Nos recuerda la promesa de
nuestro Salvador: “Pero recibiréis poder, cuando
haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me
seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en
Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1,8).
Todos los que han participado este año en esta
maravillosa fiesta, fueron testigos del obrar del
Espíritu Santo en nuestros días. La presencia del
Espíritu Santo era perceptible en cada culto.
Es tan maravilloso que, como familia de Dios de
diferentes iglesias locales de Alemania y del exterior
nos podemos reunir. Porque el trabajar en unidad en
la obra del Señor es de gran importancia. Es la
voluntad de Dios, que el pueblo de Dios sea uno. Por
ello oró nuestro Salvador. Leemos en Juan 17,22:
“La gloria que me diste, yo les he dado, para que
sean uno, así como nosotros somos uno.” Y de los
discípulos de Jesús en la primera fiesta de
pentecostés en Jerusalén se informa: “Cuando llegó
el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos”
(Hechos 2,1).
“¡Sed llenos del Espíritu Santo!” era el lema de esta
fiesta. El hermano Peter Ens de México era el orador
y Dios lo usó para anunciar su palabra con toda
claridad. Habló de los temas: “La ocupación de los
Trompeta Evangelizadora 10/2014 22
discípulos antes de pentecostés”; “El método de sanación para
el pecado”; “El bautismo con Espíritu y fuego”; “El impacto de
pentecostés” y “Dios te ama”.
Sobre el pueblo de Dios del antiguo testamento se informa,
que cuando ellos construían los muros de Jerusalén “el pueblo
tuvo ánimo para trabajar” (Nehemías 4,6). Esta postura también
era perceptible en la fiesta de pentecostés. La presentación de
los coros, coros instrumentales y la alegre presentación de los
niños han embellecido cada reunión.
Las pausas entre los cultos se prestaban para socializar con
hermanos, dando oportunidad de conocernos mejor y compartir
experiencias. Así como muchas otras fiestas, también esta fiesta
de pentecostés estuvo llena de bendiciones y alegrías. Si bien
está vinculado con mucho trabajo en los preparativos y el
desarrollo de la fiesta, valió la pena, porque Dios dio a través de
ello su bendición. Dios quiera compensar ricamente a cada uno
en su ofrenda de trabajo, tiempo y dinero.
En el último día, después de la última reunión, se les dio la
oportunidad a los enfermos y necesitados, a dejarse ungir por
los pastores. También esta hora fue de gran bendición. Más de
20 personas fueron ungidas con ferviente oración. Quiera Dios
manifestarse en la vida de cada una de estas personas, las cuales
tomaron esta promesa como un derecho para sí.
Mi deseo es que esta fiesta cumpla con el lema: “¡Sed llenos
del Espíritu Santo!” O como dice en Efesios 4,15-16
“…crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,
[…] edificándose en amor.”
Manfredo Günter, Oberá (AR)
Trompeta Evangelizadora 10/2014
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Hudson TaylorParte 19
EL M ISIONERO EN CHINA
“Cuanto necesitamos la instrucción de Dios. Nos comprometimos a trabajar en el interior de China,
y esperamos que el Señor supla todas las necesidades. Eso lo podemos solo con sus fuerzas. Si él
realmente nos quiere utilizar, tenemos que vivir muy cerca suyo.”
El primer año (1859) de la Misión al Interior de
China (MIC), se encontraba en un período que se
caracterizó por un gran avivamiento. Ese maravilloso
despertar espiritual no solo había llevado a miles
hacia Cristo, sino que también allanó el camino hacia
un nuevo compromiso de amor por las almas de los
demás, como también la búsqueda de nuevas formas
y medios para su salvación. Se desarrolló la actividad
de los laicos en la iglesia y sorprendentemente clara,
se cumplió en muchos lugares la profecía de Joel: “Y
al mismo tiempo derramaré mi espíritu sobre siervos
y criadas.”
Sobre ese suelo bien preparado Dios dejó caer la
semilla de la filosofía de la MIC. Personas jóvenes y
humildes escucharon de ella. Tal vez había en aquella
misión un lugar para el amor y la fe - incluso sin una
gran formación profesional. Así pensaba entre otros
Rudland, un herrero de un pueblo escocés, este
percibió el llamado de Dios a través de un informe
impreso sobre Hudson Taylor disertado en Perth. En
la conferencia de Mildmay esperaba saber más, o tal
vez encontrarse con Taylor. Pero su empleador
también quería estar allí, sin embargo ambos no
podían dejar la fragua. Rudland libró una dura batalla
consigo mismo, pero luego el joven dio al maestro la
tarjeta de entrada. Al despedirse, este prometió
informar detalladamente sobre la conferencia a su
compañero. Pero extrañamente le habló poco sobre la
conferencia, sobre China, o de la misión al interior de
China. Rudland estaba decepcionado porque ni
siquiera se enteró si Hudson Taylor había asistido a
dicha conferencia. ¿Cuándo y dónde podría
encontrarlo? Continuamente pensaba en las personas
de China - en los miles que morían día y noche sin
Dios. Desde la pared de su fragua lo saludaban
cotidianamente dos textos bíblicos: “No apaguéis el
espíritu” y “El que sabe hacer lo bueno y no lo hace
le es pecado.” ¿Qué podía hacer él temporalmente?
Durante ese tiempo oró mucho.
Mientras tanto su maestro trató de apaciguar el
anhelo de Rudland. Probablemente temía perder a su
inteligente compañero. “Rudland” dijo éste un día,
mostrándole a su compañero un libro escrito en
chino. “Esto se habla en China. ¿Crees que en algún
momento podrás aprenderlo?”, “¿Alguien más lo
estudió?” fue la tranquila contra-pregunta, “Muy
pocos.” “¿Entonces porque no podría yo?” Las
amarillentas hojas con su extraña y desconocida
tipografía, lo empujaron a una ferviente oración para
que el Señor abriera el camino a China. Y Dios lo
escuchó. El recibió una invitación para una reunión
en Londres. “Si, te puedes tomar uno o dos días”,
dijo el herrero. “Pero seguramente si te pasas ese
límite, estarás de camino a China.”
¡Con gran interés Rudland aceptó la impresión del
grupo de misioneros de la calle Coborn! Nunca pudo
olvidar aquellas horas de oración, el gran número de
participantes, los mapas en la pared, la libertad del
Trompeta Evangelizadora 10/2014 24
Espíritu, el fluir de oraciones con súplicas y
agradecimientos. Pero más que eso: fue la perceptible
presencia de Dios y la entrega total de todos los
participantes que en aquellos días la misión ganó a
uno de sus colaboradores más exitosos. En Hudson
Taylor, Rudland encontró a un hombre
completamente entregado a su trabajo, a quién las
perecederas almas en China le eran un problema
personal, y quien vivía exclusivamente para alcanzar
la meta de Dios - su salvación. En todas partes
encontró sencillez, determinación y entrega. (De la
central del sr. Rudland desde Taichow fueron
cerradas durante su vida tres centrales, y se abrieron
treinta y siete nuevos puestos. De estos fueron
bautizadas tres mil personas. Hubo en su muerte en
1912 más de 1900 invitados a la cena. El tradujo todo
el nuevo testamento, así como gran parte del antiguo
en el dialecto local, incluso imprimió una edición tras
otra en la prensa de la misión que el mismo lideraba).
Hudson Taylor estaba preocupado de que no se
retiraba fondos de otras asociaciones misioneras para
enviar a la MIC. Durante aquel tiempo escribió: “Me
di cuenta y cada vez con mayor seguridad, que la
intensiva relación con la palabra de Dios mediante la
traducción, me habilitaba solamente a mí la
constitución de la misión al interior de China para
asentar sus bases. Estudiando la divina palabra,
aprendí que no son necesarios intensos llamados,
sino que por encima de todo son necesarias las
oraciones para que ʽÉl envíe obreros a la cosechaʼ.
Profundizando la vida espiritual en la iglesia, a las
personas les será imposible quedarse en sus hogares.
Vi que el plan de los apóstoles no estaba en buscar
caminos y medios, sino que sencillamente fueron y
trabajaron confiando en su promesa. ʽMás buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia y todas
esas cosas os serán añadidasʼ.”
Lo principal era su fiel confianza de que Dios podía
regalar ese crecimiento espiritual, y el espíritu
misionero a su pueblo. Ni el dinero, tampoco las
colectas debían ser el objetivo en las reuniones, sino
que las personas sean atraídas bajo el poder de la
palabra y tengan comunión con Dios.
“Si nuestro corazón está en orden”, decía reiterada-
mente, “podemos contar con el obrar del Espíritu
Santo como en la primera fiesta de pentecostés, tam-
bién por medio de nosotros serán llevadas personas a
una estrecha relación con Dios. No necesitamos decir
mucho sobre la MIC. Dejemos que la gente vea el
obrar de Dios, dejad que Dios sea glorificado, haced
cristianos santos, felices, acercadlos a Él, entonces no
tendremos que implorar por su ayuda.”
Uno de los principios fundamentales de la joven
asociación misionera, fue la determinación de no
contraer deudas. “Dios puede dar los medios por
adelantado, él también ve las cosas a futuro. Es
demasiado sabio como para frustrar sus planes por
falta de dinero. Pero dinero falsamente aplicado o
mal habido, seguramente va a impedir las
bendiciones. Entonces hacer deudas querrá decir: en
definitiva, Dios no te ha ayudado a pesar de tu
supuesta confianza, no te ha dado dinero, por lo tanto
tendrás que ver por ti mismo y prestar dinero. ¡Si tan
solo pudiéramos esperar hasta el momento adecuado!
Dios no puede mentir y olvidar, él ha prometido
proveer en todo tiempo.”
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Para gloria de Dios quisiera compartir con nuestros
amigos y todos los lectores esta escritura. En
Romanos 10,11 leemos: “Todo aquel que en él
creyere, no será avergonzado.”
Cuando confié a Dios toda mi vida, todas mis
posesiones y a mis queridos, que he recibido de
Dios, empezó para mí un nuevo tiempo en la
escuela de Dios, una escuela en la que debemos
practicar el camino de la fe. Cuando fui recibido
en su escuela, vinieron también las pruebas que
Dios nos pone. Esta posibilidad de glorificar a mi
Salvador, me fue dada en Agosto de 2013.
Mi hijo cayó durante un juego, y como
consecuencia tenía la rodilla tumefacta y caliente.
Los médicos no podían dar respuesta de porque no
se podía igualar a ninguna contusión. Sospechaban
Borreliosis o una enfermedad reumática. Nuestro
hijo fue internado en el hospital, y luego de la
segunda revisión, el diagnóstico fue: Borreliosis.
Por lo que fue iniciada una antibioticoterapia, que
debía durar 12 días. Luego de 3 a 6 días se
esperaba una desinflamación, sin embargo, luego
del décimo día, el estado incluso empeoró.
Evolucionó con una erupción eritematosa en el
rostro. Los médicos intentaron otras técnicas, pero
nada demostró ser exitoso.
Hasta ese momento no había dicho a ningún
médico que yo creía en Jesús. Mi esposa y yo
pedimos a Dios las fuerzas y el ánimo de dar un
testimonio. Al duodécimo día, Dios me dio la
oportunidad de contar de Jesús a 2 médicos, el
médico adjunto y el cirujano infantil, que este
Jesús todavía es el mismo, y que aún hoy Dios
puede obrar milagros.
El cirujano me dijo que haría una intervención
bajo anestesia general. A mi pregunta de que si
luego de la operación todo habría desaparecido,
respondió que de experiencias previas, también
podría empeorar luego de la intervención. Pero que
él igualmente quería hacer un intento.
Respecto a eso, les conté como el leproso en Lucas
5,12-13 dijo a Jesús: “Señor, si quieres puedes
limpiarme” y Jesús le respondió: “Quiero; sé
limpio.” – esta palabra me vino sobre el corazón, y
yo creo que Jesús aún hoy quiere que su nombre
sea glorificado. Dios condujo el corazón del
médico, y éste dijo: “Usted puede orar, pero en dos
semanas viene a control.” Con estas palabras
fuimos dados de alta.
Contamos a nuestros hermanos en la fe de la
iglesia de Eppingen sobre nuestra situación, y les
rogamos por sus oraciones. Luego del tratamiento
en el hospital, no hubo más medicamentos
administrados. Hasta el 31 de Octubre, la
tumefacción todavía estaba allí. Este día estaba
planificado el control. El médico dijo: “Si en
cuatro semanas no desaparece la tumefacción,
tendremos que operar.” Cuando volvimos a casa,
pregunté a mi esposa: “¿Cuál será el motivo por el
que Mark todavía no ha sanado?” – Oramos a
Dios, que nos mostrara el impedimento. A la
noche, antes de dormir, pregunté a mi hijo: “Mark
¿crees tú que Dios puede sanarte?” Él dijo: “Sí
papá, ¡Vamos a orar!”
En ese momento me vino el pensamiento: ¿quién
soy yo para controlar a Dios, cómo y cuándo
puede sanar? Yo medía la tumefacción todas las
noches, tanto en casa como en el hospital. Pedí
perdón, pues yo quería confiar plenamente en
Dios. Oramos con los niños y fuimos a dormir. El
2 de Noviembre, muy temprano me llamó Mark:
“¡Papá, ¿sabes que ya no hay nada más en mi
rodilla?!” Se sacó su pijama y sus dos rodillas
Experiencias con Dios
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La TROMPETA EVANGELIZADORA es una escritura cristiana que se presenta clara y decididamente para la plena salvación en Cristo, la unidad de los hijos de Dios, y revelar todas las verdades de la Santa Palabra. Publicado en intereses de la Iglesia de Dios. Editor responsable: Hans-Dietrich Nimz (CA) Colaboradores: Sieghard Schulz (CA), Ron Taron (CA), Dieter Jeske (DE), Hermann Vogt (DE) Los editores se reservan el derecho de resumir o no publicar los artículos recibidos. Preguntas o sugerencias pueden ser enviadas a: [email protected]
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La Trompeta Evangelizadora es distribuida gratuitamente. Los costos se sustentan por donaciones.
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PIE DE IMPRENTA Año 120
estaban exactamente iguales.
¡Alabado sea el Señor! Luego de la
oración sincera, ya no pedí a Dios
por sanidad, ¡sino que agradecí a
Dios de que Él nos escucharía! Esa
era la repuesta: “Invócame en el día
de la angustia; Te libraré, y tú me
honrarás.”
¡Dios hizo un milagro! Yo compartí
mi alegría con los hermanos,
vecinos, colegas de trabajo y la
gerencia. El 27/11/13 fuimos al
planificado control. Las dos rodillas
fueron revisadas con ecografía.
Entonces el médico preguntó cómo
y con que habíamos mejorado la
inflamación. Yo le dije que en el
último control la rodilla todavía
estaba inflamada, pero nosotros
confiamos en Jesús, y este Jesús es
aún hoy el mismo. El médico
respondió: “¡Deben alegrarse, su
hijo está sano!”
Hermanos, para Dios ninguna obra
es muy grande o muy pequeña. Para
él nada es imposible. Ya David
exclama en los salmos: “Sabed,
pues, que Jehová a escogido al
piadoso para sí; Jehová oirá cuando
yo a él clamare.” Así también
nosotros queremos ser obedientes a
nuestro Señor, y preguntar por su
voluntad. Su obrar en nuestro
tiempo también en un manifestación
de su poder y presencia.
(Hebreos 10,35-36).
Waldemar Raimann, Ludwigsburg
(DE)
ANUNCIOS
Congresos 2014 Congreso en Edmonton: del 11 al 13 de Octubre 2014
NOTIFICAC IÓN
Congreso 2015 en Alemania
Del 29 de Agosto al 05 de Septiembre, 2015 en Blaubeuren
“Solo faltan 14 días para el congreso en Anderson, el que tendrá lugar del 31
de Mayo al 09 de Junio de 1912. Se ofrece a todos los alemanes una noble oportunidad, de escuchar el puro y sincero Evangelio en su lengua materna. La palabra de Dios, que es el único medio para librar el alma, será predicada en la fuerza del Espíritu Santo. Cada uno puede recibir la ayuda necesaria para el alma y el cuerpo. Se ofrecerá rico alimento espiritual, y el alma podrá disfrutar de una gloriosa fiesta espiritual. Donde se reúnen miles de personas, se pueden elevar poderosas oraciones a Dios, las que moverán a Dios en su trono, y por medio de las cuales serán rotas las prisiones de satanás y el pecado. Orad fervientemente para la poderosa obra del Espíritu Santo y el éxito de las reuniones.
(Invitación de la Trompeta Evangelizadora - 17 de Mayo de 1912)
Similar a nuestras madres y padres en Cristo, nosotros también miramos hacia
un tiempo, en el que queremos experimentar la obra divina con gran poder y
fuerza. Orad fervientes por un ardiente hambre y sed por la presencia de Dios
y su Palabra, y el éxito de estas reuniones. Orad por la guía de Dios en la
preparación y presentación. Somos totalmente dependientes de Dios.
Año 120
Después
¡Oh, qué amargo es el cáliz del sufrimiento,
como la hierba medicinal!
Pero luego se aprende agradecido a diferenciar,
lo beneficioso que es.
¡Oh, cómo romper el corazón orgulloso,
tan doloroso, doloroso es!
Pero después podemos decir orando:
¡Es bueno ser quebrantado!
No es alegría cuando la hoz
ejerce su propia norma;
pero después trae a la vid la mejor
fruta madura.
¡Oh, enséñame Señor, en noche y en pavor,
en toda tribulación y angustia
mirar al “después” con confianza
y estar en silencio y quietud!