Triptico San Antonio
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DIOCESIS DE LOS TEQUES
PARROQUIA SAN FRANCISCO DE PAULA
IGLESIA SAN ANTONIO DE PADUA
PASTORAL JUVENIL
SAN ANTONIO DE PADUA
J u n i o d e 2 0 1 3
¿Por que lleva un niño entre sus brazos? Una
vez el beato Antonio se encontraba en una ciu-
dad para predicar, fue hospedado por una per-
sona del lugar. Éste le asignó una habitación
separada, para que pudiera entregarse tranqui-
lo a la oración.
Mientras observaba con atención y devoción
la habitación donde rezaba San Antonio solo,
ojeando a escondidas a través de una ventana,
vio entre los brazos del beato Antonio a un niño
hermoso y alegre. El Santo lo abrazaba y lo be-
saba, contemplando su rostro incesantemente.
Aquel hombre, asombrado y extasiado por la
belleza del niño, pensaba por sus adentros de
dónde habría venido un niño tan gracioso.
Aquel niño era el Señor Jesús. Y fue el
mismo Niño Jesús quien reveló al beato Antonio
que el huésped los estaba observando. Después
de una larga oración, acabada la visión, el Santo
llamó al propietario y le prohibió que revelara a
nadie, mientras él viviera, lo que había visto.
El corazón del avaro
En Toscana - Italia, se estaban celebrando solemne-
mente, como sucede en estos casos, las exequias de
un hombre muy rico. Al funeral estaba presente
nuestro San Antonio, que, movido por una inspiración
impetuosa, se puso a gritar que el muerto no tenía
que ser enterrado en un sitio consagrado, sino a lo
largo de las murallas de la ciudad, como un perro.
Y esto porque su alma estaba condenada al infierno,
y aquel cadáver no tenía corazón, como había dicho
el Señor según el santo evangelista Lucas: Donde está
tu tesoro, allí está también tu corazón.
Ante esta exhortación, como es natural, todos se que-
daron estupefactos, y tuvo lugar un encendido cambio
de opiniones. Al final se abrió el pecho del difunto. Y
no se encontró su corazón que, según las prediccio-
nes del Santo, fue encontrado en la caja fuerte
donde conservaba su dinero.
Por dicho motivo, la ciudadanía alabó con entusiasmo a
Dios y a su Santo. Y aquel muerto no fue enterrado en
el mausoleo que se le había preparado, sino llevado
como un asno a la muralla y allí enterrado .
Estos y muchos otros son los milagros que Nues-tra Patrón ha realizado en desde su Nacimiento y aún después de su muerte
Muerte de San Antonio de Padua
Después de predicar una serie de sermo-nes durante la primavera de 1231, la salud de San Antonio comenzó a ceder y se reti-ró a descansar, con otros dos frailes, a los bosques de Camposampiero. Bien pronto se dio cuenta de que sus días estaban conta-dos y entonces pidió que le llevasen a Pa-dua. No llegó vivo más que a los aledaños de la ciudad. El 13 de junio de 1231 , en la habitación particular del capellán de las Clarisas Pobres de Arcella recibió los últi-mos sacramentos. Entonó un canto a la Santisíma Virgen y sonriendo dijo: "Veo venir a Nuestro Señor" y murió La gente recorría las calles diciendo: "¡Ha muerto un santo! ¡Ha muerto un santo!. Al morir tenía tan sólo treinta y cinco años de edad. Durante sus funerales se produje-ron extraordinarias demostraciones de la honda veneración que se le tenía. Los pa-duanos han considerado siempre sus reli-quias como el tesoro más preciado.
¿Quien fue San Antonio de Padua? Santo franciscano de origen portugués, sacerdo-te y doctor de la Iglesia, su apellido por el que lo conoce el mundo, lo adquirió en la ciudad italiana de Padua, donde murió y donde todavía se vene-ran sus reliquias. León XIII lo llamó "el santo de todo el mundo", porque su imagen y devoción se encuentran por todas partes.
Vida de San Antonio de Padua
Vino al mundo en el año 1195 y se
llamó Fernando de Bulloes y Taveira de Azevedo, nombre que cambió por el de An-tonio al ingresar en la orden de Frailes Menores, por la devoción al gran patriarca de los monjes y patrones titulares de la capilla en que recibió el hábito francis-cano. Sus padres, Martín de Alfonso y Ma-ría Taveira, jóvenes miembros de la no-bleza de Portugal, dejaron que los clérigos de la Catedral de Lisboa se encargaran de impartir los primeros conocimientos al ni-ño. El se fortalecía visitando al Santísimo Sacramento. Además desde niño se había consagrado a la Santísima Virgen y a Ella encomendaba su pureza. Estando en Coim-bra, se dedicó por entero a la plegaria y el estudio; gracias a su extraordinaria me-moria retentiva, llegó a adquirir, en poco tiempo, los más amplios conocimientos so-bre la Biblia.
Sucedió que al celebrarse una ordenación en Forli, los candidatos franciscanos y do-minicos se reunieron en el convento de los Frailes Menores de aquella ciudad. Segu-ramente a causa de algún malentendido, ninguno de los dominicos había acudido ya preparado a pronunciar la acostumbrada alocución durante la ceremonia y, como ninguno de los franciscanos se sentía ca-paz de llenar la brecha, se ordenó a San Antonio, ahí presente, que fuese a hablar
Y que dijese lo que el Espíritu Santo le ins-pirara. El joven obedeció sin chistar y, des-de que abrió la boca hasta que terminó su improvisado discurso, todos los presentes le escucharon como arrobados, embargados por la emoción y por el asombro, a causa de la elocuencia, el fervor y la sabiduría de que hizo gala el orador.
Milagros de San Antonio
Se le llama el "Milagroso San Antonio" por ser in-terminable lista de favores y beneficios que ha obtenido del cielo para sus devotos, desde el mo-mento de su muerte. Uno de los milagros mas fa-mosos de su vida es el de la mula: Quiso uno retar-le a San Antonio a que probase con un milagro que Jesús está en la Santa Hostia. El hombre dejó a su mula tres días sin comer, y luego cuando la trajo a la puerta del templo le presentó un bulto de pasto fresco y al otro lado a San Antonio con una Santa Hostia. La mula dejó el pasto y se fue ante la San-ta Hostia y se arrodilló.
Otro Milagro realizado por San Antonio fue el de Una mujer en Ferrara fue salvada de una terrible sospecha. El Santo reconcilió a la consorte con el marido, un personaje ilustre, una persona impor-tante de la ciudad. Hizo un verdadero milagro, al hacer hablar a un recién nacido, que tenía pocos días de vida, y que contestó a la pregunta que le había hecho el hombre de DIOS. Aquel hombre estaba tan furioso a causa de los infundados celos hacia su mujer, que ni siquiera quiso tocar al niño que acababa de nacer algunos días antes, convenci-do de que era fruto de un adulterio de la mujer. San Antonio cogió el recién nacido en brazos y le habló: "Te suplico en nombre de Jesucristo, verda-dero DIOS y verdadero hombre, nacido de María Virgen, que me digas en voz clara, para que todos puedan oírlo, quién es tu padre". Y el niño, sin bal-bucear como hacen los niños pequeños, sino con
voz clara y comprensible como si fuera un chi-quillo de diez años, fijando los ojos en su padre, ya que no podía mover las manos, ligadas al cuerpo con las fajas, dijo: "¡Éste es mi padre!". Se giró hacia el hombre, y el Santo añadió: "Toma a tu hijo y ama a tu mujer, que está ate-morizada y se merece toda tu admiración".
El pie reinjertado
Un hombre de Padua, llamado Leonardo, refirió
una vez al hombre de Dios, entre otros pecados
de los cuales se había acusado, que había dado
una patada a su madre, con tal violencia que la
había hecho caer por el suelo de forma terri-
ble. El beato padre Antonio, que detestaba fe-
rozmente todas las maldades, en fervor de es-
píritu y con aire de declaración, comentó: "El
pie que golpea a la madre o al padre, merecería
ser cortado al instante".
Aquel hombre, no habiendo
entendido el sentido de la fra-
se, lleno de remordimiento por
la falta cometida y por las du-
ras palabras del Santo, al vol-
ver a casa no dudó en cortarse
el pie. La noticia de un castigo
tan cruel se difundió en un
abrir y cerrar de ojos por toda
la ciudad, y llegó hasta oídos
del siervo de Dios. Antonio se dirigió a toda
prisa a casa de éste y, después de una angus-
tiada devota oración, unió a la pierna el pie
cortado, haciendo la señal de la Cruz.
San Antonio de Padua