Triente de Sisebuto y dinar de indicción en dos villae ...

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Brigecio, 27 (2017), pp. 11-24- ISSN: 1697- 5804 11 Title: A Tremissis of Sisebut and an Indiction Dinar in two Roman Villae of León. Resumen: Se dan a conocer dos valiosos hallazgos monetarios procedentes de dos villae romanas leonesas: un triente de Sisebuto de Los Villares (Quintana del Marco) y un dinar de indicción, de El Piélago (Cimanes de la Vega). En am- bos casos se trata de piezas excepcionales en España, desconocidas en la Meseta Norte. La primera parece prolongar la ocupación de la villa al menos hasta el siglo VII; la segunda sitúa el viejo enclave romano en el camino del ejército mu- sulmán en dirección Astorga o León, aunque desconozcamos el estado en que se encontraba. Summary: Two valuable monetary finds from two Roman villae of León are showed: the first coin, one tremissis of Sisebut from Los Villares (Quintana del Marco); and the second coin, one indiction dinar from El Piélago (Cimanes de la Vega). In both cases, they are exceptional pieces in Spain and unknown in the Meseta Norte. The first one seems to prolong the occupation of the villa at least until the 7th century; the second one places the old Roman settlement on the way of the Muslim army in the direction of Astorga or León, although we do not know enough about the state of the villa. Palabras Clave: villas romanas leonesas, Quintana del Marco, Cimanes de la Vega, monedas, triente de Sisebuto, dinar de indicción Key Words: Roman villae of León, Quintana del Marco, Cimanes de la Vega, coins, Tremissis of Sisebut, Indiction Dinar. * [email protected] ** [email protected] Triente de Sisebuto y dinar de indicción en dos villae romanas leonesas Fernando Regueras Grande* Isabel Rodríguez Casanova**

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Title: A Tremissis of Sisebut and an Indiction Dinar in two Roman Villae of León.

Resumen: Se dan a conocer dos valiosos hallazgos monetarios procedentes de dos villae romanas leonesas: un triente de Sisebuto de Los Villares (Quintana del Marco) y un dinar de indicción, de El Piélago (Cimanes de la Vega). En am-bos casos se trata de piezas excepcionales en España, desconocidas en la Meseta Norte. La primera parece prolongar la ocupación de la villa al menos hasta el siglo VII; la segunda sitúa el viejo enclave romano en el camino del ejército mu-sulmán en dirección Astorga o León, aunque desconozcamos el estado en que se encontraba.

Summary: Two valuable monetary finds from two Roman villae of León are showed: the first coin, one tremissis of Sisebut from Los Villares (Quintana del Marco); and the second coin, one indiction dinar from El Piélago (Cimanes de la Vega). In both cases, they are exceptional pieces in Spain and unknown in the Meseta Norte. The first one seems to prolong the occupation of the villa at least until the 7th century; the second one places the old Roman settlement on the way of the Muslim army in the direction of Astorga or León, although we do not know enough about the state of the villa.

Palabras Clave: villas romanas leonesas, Quintana del Marco, Cimanes de la Vega, monedas, triente de Sisebuto, dinar de indicción

Key Words: Roman villae of León, Quintana del Marco, Cimanes de la Vega, coins, Tremissis of Sisebut, Indiction Dinar.

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Triente de Sisebuto y dinar de indicción en dos villae romanas leonesas

Fernando Regueras Grande*Isabel Rodríguez Casanova**

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1 Regueras Grande, F. et alii; El mosaico de “Hilas y las ninfas”. Museo de León, León 1994, con toda la bibliografía anterior. IDEM; “Villas romanas leonesas: una ordenación”, en VV.AA.; Actas Ar-queoLeón. Historia de León a través de la arqueología, León (1994) 1996, 91-106. IDEM; “Algo más sobre mosaicos leoneses”, Brigecio 9, 1999, 59-72. IDEM; Villas romanas del Duero. Historia de un paisaje olvidado, Valladolid 2003, passim.

2 El País, 29 de julio de 2013.3 Regueras et alii; 1994, passim. Más recientemente: Regueras Grande, F.; “Mosaicos romanos

del Conventus Asturum. Estado de la cuestión y encrucijada patrimonial”, en VV. AA.; Actas. Encontros Portugal-Galiza. Mosaicos romanos. Fragmentos de cultura nas proximidades do Atlántico, Rabaçal/Braga/Lugo (2013) 2015, 279-304, sobre todo 296-298. IDEM; “Mosaics of the Hispanic Meseta Norte: Phases, Officinae, Artistic Taste”, Journal of Mosaic Research 10, 2017 (en prensa).

4 Entre las esculturas de bronce destaca el quema-perfumes del Museo de León: Grau Lobo, L.; “Niño jugando con una oca: ¿Quema perfumes?”, Las Edades del Hombre, Astorga 2000, 110. Entre los objetos de plata y oro, descuellan dos: la placa oval de plata y letras de oro del MAN con inscripción MARTI TILENO: Regueras et alii 1994, 18, nota 13, con biliografía anterior; y el anillo de oro macizo con engaste de caballo vencedor: Blánquez Pérez, C.; “El anillo de Los Villares (Quintana del Marco, León)”, Hispania Antiqua 13, 1986-1989, 229-237. Regueras Grande 2013, Lám. 77b.

5 No menos de cuatro bustos romanos, otras dos estatuas de cuerpo entero (?) y una peana de mármol con el pie desnudo de un niño, es el elenco de escultura mayor que puede rastrarse en la bibliografía, aunque probablemente su número sea mayor: Regueras Grande, F.; “Escultura de las villae romanas del Duero. Síntesis e inventario”, Brigecio 21-22, 2011-2012, passim, sobre todo 45-46, con bibliogafía anterior. Re-gueras Grande 2013, ver capítulos: “Escultura: ornato e ideología” y “Las cosas de la casa”.

Damos a conocer dos importantes hallazgos monetarios en las villae romanas de Los Villares (Quintana del Marco, León) y El Piélago (Cimanes de la Vega, León) sobre los que nos ha informado nuestro amigo Miguel Rodríguez Cenador. En ambos casos se trata de localizaciones casuales, el de Quintana, de hace años, actualmente en una colec-ción privada de Oviedo; el segundo, reciente (verano de 2016), se conserva también en manos particulares en La Bañeza (León). La primera moneda es un triente de Sisebuto, citado en varias ocasiones por uno de nosotros (FRG) y que ahora finalmente damos a la luz; la segunda, un dinar de indicción. Las dos quintas están bien documentadas en la bibliografía, ninguna ha sido excavada, pero son muy frecuentes y numerosos los hallaz-gos arqueológicos de distinta naturaleza. En ambos casos se trata de ejemplares únicos y desconocidos en villae romanas de la Meseta Norte.

Los Villares (Quintana del Marco, León)

A pesar de ser solo conocida “por jirones” y no disponer de fotografía aérea que haga justicia, al menos virtual, de su imponencia, Quintana del Marco es, sin lugar a dudas, la gran villa romana leonesa1. Perseguida por una siniestra fortuna patrimonial, el último episodio de este fatídico sino ha sido la “decapitación” del retrato romano (vulgo “Marco Aurelio” o “San Pedro”) de la espadaña de su iglesia de San Pedro en febrero de 2013, recuperado, por suerte, meses después2. No cabe ningún género de dudas, Quintana es la más cumplida villa de todo el NO hispano, por la variedad y riqueza de sus mosaicos3, el número y calidad de sus hallazgos metálicos4, esculturas marmóreas5 y la amplitud y abundancia de su numerario, principal atractivo de sus incontables “visi-

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6 Mangas, J. Francisco, J. y Pedregal, A.; “Circulación monetaria y medios de cambio durante la Antigüedad en el área astur (Provincias de Asturias y León)”, Numisma 186-191, XXXIV, 1984, 81-157. Para Quintana del Marco 108-144.

7 Campo, M.; Las monedas de la villa romana de La Olmeda, Palencia 1990, 39-40 y 52.; Rodríguez Casanova, I.; La circulación monetaria antigua en los valles de Benavente, Benavente 2002. Gómez Barreiro, M.; “Circulación monetaria en la Antigüedad en la provincia de Palencia”, Fernán-dez Ibáñez, C. y Bohigas Rolodán, R. (eds.); In Durii Regione Romanitas. Estudios sobre la presencia romana en el valle del Duero en homenaje a Javier Cortes Álvarez de Miranda, Palencia/Santander 2012, 211-222.

8 Regueras Grande, F; “Un contorniato de Nerón con el Rapto de las Sabinas de la villa de Quin-tana del Marco (León)”, Brigecio 23, 2013,

9 Miles, G.; The Coinage of the Visigoths of Spain. Leovigild to Achilla II. New York 1952. CNV = Vico Monteoliva, J.; Cores Gormendio, Mª C., y Cores Uría, G.; Corpus Nummorum Visigothorum. Ca. 575-714. Leovigildus-Achila, Madrid 1976. Pliego Vázquez, R.; La moneda visigoda, 2 vols., Sevilla 2009.

10 Barral I Altet, X.; La circulation de monnaies suèves et visigothiques. Contribution à l’histoire économique du royaume visigot, Munich 1976, 155, Fig. 24. Su número 88 de la p. 183.

tantes”, desde su descubrimiento en 1899. Se tienen noticias de antiguas colecciones de cientos de monedas, hoy irrastreables, y en 1984 se publicó6 un elenco representativo de 150 hallazgos de superficie –desde Augusto a Valente– con predominio absoluto de especies de la Anarquía Militar y de Constantino y sus sucesores, que presenta rasgos similares a otras quintas de la Meseta Norte7, pero a otra escala. Si el perfil de la cir-culación monetaria no difiere, el abastecimiento y calidad de los hallazgos sí que choca con el tenor de las villae, no sólo de su entorno. Entre los más notables, un excepcional contorniato8 de Nerón con el Rapto de las Sabinas en el reverso, de la segunda mitad del siglo IV, que define el alto rango de los usuarios de la quinta. En el territorio al que pertenecen estos dos yacimientos, los porcentajes más altos de circulación monetaria coinciden con el periodo 324-361, momento a partir del cual el aporte va disminuyendo progresivamente, lo que en ningún caso debió de suponer su desaparición, manteniéndo-se probablemente hasta época visigoda (ver infra).

El triente de Sisebuto de Los Villares, Quintana del Marco

Triente de Sisebuto (612-621 d.C.) de la ceca de Tarraco (Tarragona).Anv. + SISEBVTVS RE +. Busto frontal.Rev. + COIV : TO . TARR . Busto frontal.Desde el punto de vista estrictamente tipológico, estamos ante una pieza que per-

tenece a una variante bastante rara de su tipo (Miles 178b, CNV 275.2, Pliego 255b)9 de la que hasta este momento únicamente se habían publicado cinco ejemplares. En un espectro más amplio, el interés numismático de esta moneda reside en su localización en una villa romana de la Meseta Norte. Lamentablemente, hay que subrayar que al tratarse de un hallazgo sin contexto arqueológico, se pierde mucha de la información que hubiera podido proporcionar y que nos movemos en el campo de las hipótesis. Los hallazgos de moneda visigoda en esta zona son bastante escasos, más si nos fijamos en el reinado de Sisebuto. Barral10 recoge una sola pieza de este rey al norte del Guadiana, en concreto en

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Lám. 1. Triente de Sisebuto de Los Villares, Quintana del Marco (León). Anverso y reverso ampliados

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el castro romano de Tintinolho (Guarda, Portugal). Posteriormente se añadió el tremissis de Calapa (identificada con la actual Calabor, en la provincia de Zamora), descubierto en Astorga11. Curiosamente, la mayor concentración de hallazgos de monedas de Sise-buto se da en el cuadrante suroeste peninsular y no coincide con aquellos lugares donde desarrolló sus victoriosas campañas militares contra astures o cántabros, como anotó hace años Faria. Otro hallazgo visigodo en la región es el de una moneda de Recaredo de la ceca de Petra, encontrada hace años en Villar de los Barrios, cerca de Ponferrada12. Tampoco se ha documentado hasta el momento ningún tesoro de época visigoda en la provincia de León.

Esta escasez de hallazgos aislados de moneda visigoda no es exclusiva de la Ga-llaecia, provincia a la que pertenecería nuestra villa, puesto que tampoco abundan en el resto de la Península13. Sin embargo, ya desde los trabajos de Barral, se ha visto un cierto predominio de su concentración en zonas urbanas. Centrándose en el nordeste de Lusitania, I. Martín Viso ha ahondando más recientemente en los patrones de disper-sión de los numismas visigodos apuntando que la mayoría de los hallazgos se concentran en tres tipos de asentamientos: ciudades, sitios de altura o centros eclesiásticos14. En la misma línea, los trabajos de Castro Priego15 sobre el centro peninsular –Toledo, Madrid, Guadalajara– insisten en la ausencia de moneda en el ámbito rural o en asentamientos ur-banos de nivel medio. En principio, pues, el hallazgo que estamos comentando de la villa de Quintana del Marco, no se acomoda a ninguna de las antedichas tres tipologías, pero al carecer de excavaciones arqueológicas, desconocemos la evolución del asentamiento y si su ocupación habría alcanzado el siglo VI, aunque la documentación de esta moneda sea un indicio para pensar que así fuese.

La aparición de monedas visigodas en villae romanas no es inédita, pero tampo-co es nada común. El caso mejor conocido es el de El Saucedo (Talavera la Nueva, Toledo) donde se localizaron un tremís de Recaredo de la ceca de Toleto y otro de Witiza de Emerita. Este último, además, se encontró en excavación, en un estrato con indicios de destrucción violenta, por lo que parece corresponder con el último perio-do de ocupación del yacimiento, que habría sido destruido durante la invasión musul-

11 Mañanes 1988, 292, recogido por Faria, A. Marqués de; “On find of suevic and visigotic coins in the Iberian Peninsula and their interprtation”, en M. G. Marques y D.M. Metcalf (eds.); Problems of Medieval Coinage in tha Iberian Area, Santarem 1988, 74, nº 17; o Pliego, R.; “Gallaecia en tiempos del reino visigodo de Toledo: sus emisiones monetarias”, en F. Cabreiro Ares (ed.); Introducción a la historia monetaria de Galicia, Santiago de Compostela 2012, 303.2.

12 Barral I Altet 1976, 180, nº 75. Mañanes, T.; “Hallazgos numismáticos en el Bierzo (León)”, Numisma 138-143, 1976, 114.

13 La última actualización de Pliego 2012, 73, añade algunos datos a la obra de referencia de Barral 1976, pero el número sigue siendo muy bajo.

14 Martín Viso, I.;“Tremisses y potentes en el nordeste de Lusitania (siglos VI-VII”, Mélanges de la Casa de Velázquez, 38-1, 2008, 1-24, especialmente 7 y ss.

15 Castro Priego; M.; “La circulación monetaria de los siglos VII-VIII en la Península Ibérica: un modelo en crisis” en L: García Moreno y A. Vigil-Escalera (coord.. cient.), 711. Arqueología e Historia entre dos mundos, Alcalá de Henares 2011, vol II, 225-242.

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mana16. Sin embargo, esta quinta presenta la peculiaridad de que en sus últimas fases se transformó en una basílica de culto paleocristiano, que estuvo en funcionamiento hasta el siglo VIII. Quizás sea esta circunstancia de reconversión en un lugar de culto la que explique la presencia de la moneda visigoda, ya que en otras villae importantes los hallazgos monetarios no abarcan una cronología tan amplia. Por el momento en Los Villares no hay ninguna constancia de su transformación en un espacio cristiano.

Otro caso reciente es el del triente de Égica y Witiza del yacimiento de “La Vega”, en Boadilla del Monte (Madrid), interpretado como un pequeño asentamiento agrícola de época visigoda17 muy próximo a la villa tardorromana de “La Pingarrona”, documen-tada en la misma campaña arqueológica. Este ejemplo, junto con el ya comentado de “El Saucedo” (Talavera la Nueva, Toledo), han impulsado a Castro Priego a considerar que la moneda visigoda está significativamente presente en “grandes villae con nítida continuidad en época visigoda”18. En nuestra opinión, ambos ejemplos, muy diferentes entre sí, no deberían dar lugar a una afirmación tan categórica19, aunque el hallazgo de Quintana del Marco podría ir en esa misma dirección.

Por otra parte hay que anotar –como decíamos más arriba– que cada vez se confirma con más nitidez la circulación de moneda romana del siglo IV en las centurias posteriores20. Como sucede en Quintana del Marco, el numerario del IV supone un altísimo porcentaje de los hallazgos recuperados en villae21 en línea con el incremento de llegada de mone-da a la Península que se atestigua a partir de las primeras décadas de la centuria 22. Este abastecimiento comienza a decaer durante la segunda mitad del siglo y son muy pocos los ejemplares fechados ya en el siglo V23. Sin embargo, factores como la falta de un flujo de aprovisionamiento monetario constante, inducen a creer que estas monedas, llegadas por lo general en un grado de desgaste muy acusado, siguieron en circulación durante un largo

16 Castelo Ruano, R.; Rodríguez Casanova, I.; Panizo Arias, I. y López, A.; 1999, “Aproxima-ción a la cronología y desarrollo de la villa de El Saucedo (Talavera la Nueva, Toledo), a través de las estructuras arquitectónicas y los hallazgos numismáticos”, en R. de Balbín Behrmann y P. Bueno Ramírez (eds.), II Congreso de Arqueología Peninsular, Zamora, (1996) 1999, 267-281.

17 Castro Priego, M.; 2005, “Arqueología y numismática: los hallazgos de época visigoda de “La Vega” (Madrid) y Recópolis (Guadalajara)”, en C. Alfaro, C. Marcos y P. Otero (eds.); Actas XIII CIN, Madrid, 1165-1171.

18 Castro Priego 2011, 240.19 Máxime si tenemos en cuenta que el asentamiento visigodo de “La Vega”, donde apareció el

triente, y la villa de “La Pingarrona”, son yacimientos próximos pero diferentes. Un completo análisis del yacimiento de “La Vega” en Vigil-Escalera Guirado, A.; “Granjas y aldeas altomedievales al norte de Toledo (450-800 d.C.)”, AEspA 2007, 80, 239-284. especialmente 269 ss.) quien lo considera claramente como una granja.

20 Ripollès, P. P.; “La moneda romana imperial y su circulación en Hispania”, AEspA 75, 2002, 195-214.

21 Véase un cuadro con los porcentajes de monedas recuperadas en varias villae representativas de la Península en Cabello Briones, A. M.; 2008, Moneda e historia en tierras de Talavera de la Reina. Los hallazgos monetarios del yacimiento de El Saucedo (Talavera la Nueva, Toledo), Talavera.2008, 262, tabla 15). El porcentaje de ejemplares del siglo IV se acerca al 90%.

22 Ripollés 2002, 212 y ss. 23 Ripollés 2002 ibidem.

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periodo de tiempo, incluso durante la época visigoda.24 Faltan, sin duda, excavaciones ar-queológicas y hallazgos estratigráficos que lo confirmen, pero es razonablemente previsible que no exista ese paréntesis de circulante entre acuñaciones del siglo IV y visigodas.

Otros indicadores permiten certificar que como explotaciones agropecuarias es-pacios relacionados con algunas villae mantienen su actividad mucho después, como ocurre en el caso de Almenara de Adaja25. El cese de la ocupación de la pars urbana y de la ocupación de las alas rústicas debió de ocurrir sobre mediados del siglo V a partir de los registros cerámicos, reformas y huellas de uso de termas y pavimentos. Prospec-ciones superficiales revelan que el hábitat rural se desplazó en época posimperial hacia el contiguo pago de La Vega-El Caballo donde datos cerámicos e indicadores polínicos permiten sospechar una ocupación que podría alcanzar el siglo VIII.

Por otra parte en el área que nos ocupa, algunos hallazgos coadyuvan a registrar una “presencia visigoda” nada desdeñable. En Benavente, no lejos de Quintana del Marco, apareció hace años en el yacimiento de Las Dibujas una pizarra visigoda con inscripción numérica26 “tipo Lerilla” y, algo más alejado, en Villafáfila, un tesorillo27 con tres cruces de lámina de oro y un incensario de tipo copto-bizantino, que han sido datados en la segunda mitad del siglo VII. Su hallazgo parece presuponer la existencia de una iglesia cercana aunque no se haya documentado. Otro caso ejemplar es el de la villa de Camar-zana de Tera28, en tantos rasgos pareja a la de Quintana, especialmente en la riqueza y variedad de sus mosaicos figurados y cuyas termas quizás se reaprovecharon para un centro cristiano posterior que habría pervivido en su iglesia actual. Lo que, sin embargo, no es hipotético es que la villa altomedieval de Camarzana, conocida desde el siglo X, se asienta sobre el viejo emplazamiento tardorromano, aunque la evolución del pobla-miento entre los siglos V y X sea difícil de precisar. A este propósito resulta ilustrativo el caso de los capiteles entregos de la villa, hoy en el Museo de Zamora. Por su “aire”

24 Marot, T.; 2001-2002, “La Península Ibérica en los siglos V-VI: consideraciones sobre provisión, circulación y usos monetarios”, Pyrennae, 31-32, 2001-2002, 133-160.

25 García Merino, C. y Sánchez Simón, M.; El final de la villa de Almenara de Adaja-Puras (Va-lladolid). Los contextos cerámicos, Madrid 20176, 176. López Merino, L. et alii; “Estudio polínico de una laguna endorreica en Almenara de Adaja (Valladolid, Meseta Norte): cambios ambientales y actividad humana durante los los últimos 2800 años”, Revista Española de Micropaleontología 41 (3), 2009, 333-347.

26 Regueras Grande, F. y Martín Benito, J.I.; “Hallazgos arqueológicos en el área de Benavente. V. Fragmento de Pizarra con inscripción tipo Lerilla, Las Dibujas (Benavente)”, Brigecio 7, 1997, 310-311, Fig. 5. No lejos de allí, en el conocido castro de La Corona (Manganeses de la Polvorosa, Zamora) se localizó un molde de cruces en tau que, en su momento, se consideró visigoda: Regueras Grande, F.; San Pedro de la Nave: una iglesia en busca de autor, Zamora 1996, 48, Lám. XXVI. De cronología tampoco muy segura, siglo X según sus publicadores, es un epígrafe sobre pizarra con texto profiláctico contra el granizo que re-coge un fragmento de una vida de san Bartolomé de autor apócrifo. Procede de Teso Sordo, Fuentencalada, Zamora), yacimiento de escasa entidad donde se rastrean trizas de cerámica romana y medieval(?): Esparza, A. y Martín Valls, R.; “La pizarra altomedieval de Fuente Encalada (Zamora). Contribución al estudio de las inscripciones profilácticas”, Zephyrus LI, 1998, 237-262.

27 Fernández González, J.J.; “El tesorillo visigodo de Villafáfila”, Numantia III, 1990, 195-208.28 Sobre la historia, materiales y hallazgos recientes de la quinta y sus mosaicos: Regueras Grande,

F.; Camarzana. Pasado y presente de una villa romana del Tera, Salamanca 2009, passim, con bibliografía anterior.

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altomedieval se les ha fechado en época visigoda (Gómez-Moreno) o entre los siglos IV y IX (¡ahí es nada!).29 S. Noack30 los consideró, junto con otros similares de la Meseta Norte, modelo de los que luego se utilizarían en la cabecera de Santullano, a principios del siglo IX y J. Domingo31 más recientemente los da como asturianos. Sin embargo, un capitel exento32, de las mismas características que aquellos, formaba parte con su fuste y basa del ambiente del peristilo de la villa del Tera localizado en 2007, sin que, a falta de criterios arqueológicos firmes, se pueda precisar su cronología, aparentemente tardo-rromana. Nuestra moneda y la islámica primitiva que veremos a continuación, ponen el dedo en la llaga sobre una ocupación de nuestras quintas hasta el momento” invisible” que tal vez, en algún momento, pudiera explicar la “anomalía” de estos capiteles.

El Piélago (Cimanes de la Vega, León)

La villa de El Piélago es bien conocida en la bibliografía arqueológica del territorio con el valor añadido de estar sellada por la más famosa ermita de la zona, la de la Virgen de la Vega33, patrona a su vez de Benavente. Forma parte de una serie de instalaciones rústicas que ocupan buena parte de las fértiles terrazas del valle medio del Esla, donde prácticamente cada pueblo actual coincide con una villa romana34: San Cristóbal de Entre-viñas35 (Zamora) –quizás un vicus–, Cimanes de la Vega, Villaquejida36, San Millán de los Caballeros37, Fresno de la Vega38, Campo de Villavidel39, etc. todas ya en León. En torno a Cimanes, que J. Rodríguez40 en un trabajo pionero sobre las vías romanas leonesas llegó a

29 Larrén, H.; “Capiteles de pilastra. Camarzana de Tera”, en Astures, Gijón 1995, 297.30 Noack, S.; “Westgotenzeitliche Kapitelle im Duero-Gebiet und in Asturien”, Madrider Mitteilun-

gen, XXVII 1986, 389-409.31 Domingo Magaña, J.; Capiteles tardorromanos y visigodos en la Península Ibérica (siglos IV-VIII

d. C.), Tarragona 2011, 250-251. Los incluye dentro de lo que denomina Núcleo mozárabe, Área arqueoló-gica de Camarzana de Tera: nº 826 y nº 827 y les asigna una cronología asturiana pero sin precisar datación.

32 Regueras Grande 2009, 33 y 31-32.33 Gómez-Moreno, M.; Catálogo Monumental de España. Provincia de León (1906-1908), Madrid

1925, Texto, 522. 34 Sobre los problemas de continuidad de las villae en época tardoantigua hasta su consolidación en un

poblamiento altomedieval: Gutiérrez González, J. A.; “La villa y la génesis del poblamiento medieval”, en Fernández Ochoa; C., García-Entero, V. y Gil Sendino (eds.); Las villae tardorromanas en el Occidente del Imperio. Arquitectura y función, Gijón 2008, 225-229 (Páramo leonés)

35 Regueras Grande, F.; “Un yacimiento romano en el valle del Esla: la “villa” de Las Cañamonas (San Cristóbal de Entreviñas”, Archivos Leoneses 65, 1979, 11-21.

36 Regueras Grande, F.; “Villaquejida, veinte años después: entre la nostalgia y el remordimiento” Brigecio 23, 2013, 297-302, con bibliogafía anterior.

37 Regueras Grande, F.; “Addenda et corrigenda a “Noticias sobre tres villae romanas con mosaicos del valle del Esla: Cimanes de la Vega, Villaquejida, S. Millán de los Caballeros”, Brigecio 3, 1993, 75-80.

38 Existen dos yacimientos, mal conocidos: La Vigilia y La Arbujal: Regueras (1994) 1996, 95.39 Mingarro, F. et alii; La villa romana de Campo de Villavidel (León), León 1994.40 Rodríguez, J.; “Las vías militares romanas en la actual provincia de León”, Legio VII Gemina,

León 1970, 422 y 434.

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identificar con Brigecio41, encontramos un importante “nudo viario”. En sus inmediaciones discurría un ramal de la vía de la Plata, otro de la de Asturica a Caesaraugusta y alguna vía secundaria no recogida por las fuentes, paralela al río Esla en dirección León42. Vías roma-nas que, como se sabe, fueron utilizadas por los musulmanes en la conquista de Hispania.

El Piélago es además una villa sobrada en materiales de superficie43 (cerámicas44, objetos y pequeñas esculturas de bronce45, monedas46) cuya necrópolis47 está perfec-tamente documentada. A juzgar por los datos conocidos, especialmente los numismá-ticos, presenta una secuencia ocupacional desde el cambio de era hasta más allá del siglo IV48.

41 Hoy hay un consenso y una documentación arqueológica, sobre todo aérea, que permite ubicar dicha mansio, con pocas dudas, en la Dehesa de Morales de las Cuevas (Fuentes de Ropel, Zamora): Olmo Martín, J. del; Arqueología aérea en Castilla y León, Valladolid 2016, 136-147.

42 No es momento de referirse a un tema tan “delicuescente” como el trazado de las calzadas romanas que, por otra parte, dispone de una abundante bibliografía. Bástenos algunos títulos coincidentes en el carác-ter de “nudo viario” en torno a Cimanes: Rodríguez 1970, Rabanal, M.A.; Vías romanas de la provincia de León, León 1988, 30, 49 y 50, Planos de pags. 232 y 270. Idem;” Las vías romanas en las provincias de Zamora y León”, Actas Segundo Congreso de Historia de Zamora, Zamora (2003) 2006, T. I, p. 455. De Benavente a Legio VII por el valle del Esla. Bragado Toranzo, J. Mª.; “Aproximación al estudio de la red viaria romana en la provincia de Zamora”, Iº Congreso de Historia de Zamora, Zamora (1988) 1990, T. I, 379-435. Loewinsohn, E.; “La vía de la Plata en sus extremos septentrionales”, Brigecio 4-5, 1994-1995, 99-107. El Itinerario 26 entre Asturica y Caesaraugusta se bifurcaba a la altura de Benavente, uno se dirigía a Legio siguiendo la margen derecha del Esla y la otra giraba al NO con dirección Asturica, 104 y 107. San-tiago, J.; “Notas para pensar y andar la vía de la Plata en la región de Benavente”, Brigecio 13, 2003, 11-41, con bibliografía anterior.

43 Por citar un ejemplo controlado: en la “colección Nicasio Rodríguez” de Benavente se han inventariado 122 piezas de diversa naturaleza, la mayoría de época romana, 38 de las cuales se encuentran depositadas en el Museo de León. Referencias sobre dicha colección: Regueras, F. y Iturbe, V.; “Caballi-tos: un nuevo “pasarriendas” procedente de Villaobispo (Fuentes de Ropel, Zamora)”, Brigecio 26, 2016, 28, nota 8

44 Mañanes, T.; “Contribución a la carta arqueológica de la provincia de León”, León y su Historia IV, León 1977, 322-323.

45 El más notable de los bronces es sin duda el “pasarriendas” depositado en el Museo de León: Re-gueras, F.; “Un pasarriendas romano en Cimanes de la Vega (León)”, BSAA L, 1984, 162-170. Otros hallaz-gos significativos: Grau, L. y Regueras, F.; “Bronces romanos de Benavente y sus Tierras. I. (Instrumentos médico-quirúrgicos, de aseo personal y amuletos fálicos”, Anuario del Instituto de Estudios Zamoranos “Florián de Ocampo” 1991, piezas nº 1, 4 y 6, 325-343. Regueras Grande, F. y San José Rodríguez, C.; “Miscelanea: algunos bronces romanos del área de Benavente”, Brigecio 4-5, 1994-1995, pieza nº 1 (Júpiter), 122-125.

46 Rodríguez Casanova 2002, 86-95 (52 monedas).47 Albertos, Mª L.; “Una estela funeraria en Cimanes de la Vega (León)”, BSAA L, 1984, 216-220.48 Rodríguez Casanova 2002, 87, as de Carisio acuñado en Emerita el 25-23 a.C. En el otro extre-

mo cronológico, un broche de cinturón “tipo Bienvenida”, propio de la metalistería tardorromana de la Meseta que suele fecharse en los siglos IV-V: Aurrecoechea, J.; Los cinturones romanos en la Hispania del Bajo Imperio, Montagnac 2001, 164-166. Figs. 68-70. Sobre el ejemplar de Cimanes: Regueras e Iturbe 2016, Lám. 3.

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Lám. 2. Dinar de indicción de el Piélago, Cimanes de la Vega (León). Anverso y reverso ampliados

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El dinar de indicción de Cimanes de la Vega

Dinar o sólido. Indicción XI (o XII?). Ceca: Span.Anv. Estrella de ocho rayos; alrededor leyenda N I N I N SLIT FDT (…). Alre-

dedor, gráfila de puntos.Rev. En la parte central INDC XI(I?) con pequeños trazos horizontales sobre N y

X; alrededor leyenda N N SLDS FRT N I N S(…). Alrededor, gráfila de puntos.Ref.: Bernardi49, 30 o 31.Los dinares de indicción50 pertenecen a las primeras emisiones realizadas en la Pe-

nínsula por los musulmanes, denominadas “transicionales”. Se trata de acuñaciones que en el caso del oro comienzan por copiar modelos bizantinos y finalmente pasan a tipos epigráficos en latín o bilingües. Desde el punto de vista numismático, como recuerda E. Manzano, Hispania fue una excepción en la expansión islámica. Mientras en territorio bizantino o sasánida los árabes imitaron las monedas en curso, en la Península Ibérica, acuñaron especies muy diferentes en módulo, peso y leyendas a las visigodas.

La moneda que analizamos corresponde al grupo con leyendas únicamente latinas, en las que son comunes numerosos errores epigráficos y deformaciones en las letras. Además en este caso la acuñación descentrada y el desgaste del cospel no permiten descifrar las le-yendas en su totalidad. En el caso del anverso, la leyenda que rodea la estrella es la profesión de fe musulmana del nombre de dios y de su unicidad en abreviatura, aunque al carecer casi por completo de vocales y por las diferentes grafías de las letras se ha discutido mucho sobre la fórmula concreta utilizada, que variaría en los diferentes grupos de monedas. La más aceptada es IN Nomine DoMiNi NoN DeuS NiSi DeuS SoLus51.

Respecto a la estrella, siempre en el centro del anverso, Balaguer52 señala que “debe ser considerada como el emblema diferencial, reconocible a simple vista, de las emisio-nes peninsulares”. Unas veces con seis, otras con ocho rayos, lo más común –como en nuestro caso– su número no parece tener un carácter significativo. De cualquier modo el tema astral es un rasgo distintivo de las monedas transicionales. Según Gasc53podría

49 Bernardi, G.; Arabic Gold Coins. The first essay of a Corpus I. For the first issue -65H (hegira era = - 684 C (common era) to the Beginning of the beginning of the Buwayhid domination 334H (hegira era) = 946C (common era), Trieste 2010.

50 Sistema de datación del Bajo Imperio Romano –común en Bizancio– basado en periodos de 15 años cuyo final marcaba la revisión de las estimaciones fiscales: Manzano Moreno, E.; Conquistadores, emires y califas. Los omeyas y la formación de al-Andalus, Barcelona 2006, 58. Ver cap. 2. “El pago de los conquis-tadores. Las monedas de la conquista”.

51 Entre las aportaciones más importantes tendentes a una clasificación de la epigrafía de estas emisio-nes se encuentra el artículo de Navascúes, J. Mª, de; 1959, “Los sueldos hispano-árabes”, Numario Hispá-nico, VIII, 1959, nº 15-16, 5-66.y, por supuesto, la obra de referencia de Balaguer, A. M.; Las emisiones transicionales árabe-musulmanas, Barcelona 1976. Más recientemente ha vuelto sobre el tema Pliego Váz-quez, R., “El dinar epigráfico latino acuñado en al-Andalus. Una reinterpretación a la luz de nuevos hallazgos”, Nvmisma 245, LI, 2001, 39-154.

52 Balaguer 1976, 82.53 Gasc, S.; “L’iconographie des monnaies transitionnelles d’al-Andalus”, Anales de Historia del Arte

22, 2012, Núm Especial (II), 161-165.

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estar en relación con el lucero vesperal, Hésperis, asociado en la Crónica Mozárabe54 (754) a Hispania, tierras occidentales del Mediterráneo. Sin embargo, la misma estrella se encuentra también en algunos dinares transicionales denominados “con el Califa en pie”, acuñados en Homs55, interpretada como representación de la estrella Sirio, que simboliza el papel de guía del Califa y por extensión el astro que conduce las tropas de la yihad, lo que podría explicar asimismo su presencia en el extremo occidental del Imperio Islámico.

En el reverso encontramos la denominación de la moneda, el lugar de acuñación y la fecha, según el año de la hégira, aunque lamentablemente en esta cara tampoco es visible la leyenda al completo. La fórmula modelo en este caso sería Novus Numus SoLiDus Fe-RiTus IN SPaNia ANNus XCIIII. El mal estado de las leyendas impide adscribir con certeza este ejemplar a un grupo concreto, y tampoco tenemos seguridad a la hora de trans-cribir correctamente los signos empleados, en muchos casos utilizados en sentido inverso.

En el caso que nos ocupa, no es posible determinar con certeza la fecha de la acu-ñación, que aparece cortada en la moneda, tanto en la parte central, correspondiente a la fecha indiccional, como en la leyenda circular, en la que debería mostrarse el año de la hégira. Aun así podemos decir que parece corresponder a la indicción XI o XII, esto es, 94-95 h., o 713-715 d.C. Así pues, nos situamos en los primeros años de la conquista, un periodo muy mal conocido en las crónicas y para el que los testimonios numismáticos son una de las mejores fuentes de información.

La importancia de este dinar reside en que, a pesar de carecer de contexto arqueo-lógico, se sabe su lugar de procedencia. Los hallazgos documentados de este tipo de acu-ñaciones son escasísimos, y este de Cimanes es el primero dado a conocer en la Meseta Norte. La recopilación realizada por Balaguer hace ya algunos años apenas registraba media docena de dinares de indicción en toda la Península (Algeciras, Carmona, Córdo-ba y sus cercanías o Setúbal), en su mayoría muy mal conocidos56, y en todo el cuadrante noroeste el único testimonio monetal de la primera época de la ocupación musulmana era un medio dinar acuñado en Africa aparecido en Lugo57.

La aparición de esta moneda en la villa de “El Piélago” podría ser un indicio de que el lugar habría estado ocupado hasta el siglo VIII, un enclave viario de fácil acceso a Astorga, a través de la vía de la Plata y a León, por el valle del Esla. Hasta ahora, los hallazgos monetarios recuperados proporcionaban (ver supra) un amplio espectro cro-nológico desde el inicio de época imperial hasta el siglo IV, si bien todos de superficie,

54 Chronica Mvzarabica 51, 5, en GIL, I.; Corpus Scriptorum Mvzarabicorum, Tomo I, Madrid 1973, 35. Citado por GASC 2012, nota 8. Hay edición crítica y traducción al castellano: López Pereira, J.E.; Estudio crítico sobre la Crónica Mozárabe de 754, Zaragoza 1980

55 Citado por GASC 2012, nota 10, que remite a un artículo del presidente de la Numismatics So-ciety in the Arab and Islamic World, El-Khaden, S.; “Dinar of Abdul Malik the Standing Caliph struck in Homs”, Beirut 2010, 29-36.

56 Balaguer, A. M.;“Nuevos datos sobre la moneda transicional árabe-musulmana de Hispania y África”, Gaceta Numismática 42, 1976 a, 27-41. Más recientemente Pliego 2001, 150, publicó un conjunto de piezas procedente de Écija, insistiendo en que suelen aparecer en los alrededores de Sevilla.

57 Balaguer 1976 a, hallazgo nº 11.

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por lo que lamentablemente no ha sido posible asegurar la correlación entre esta cro-nología y la secuencia de ocupación de la villa. Frente al aparente lapso temporal entre las últimas monedas romanas y este dinar de principios del siglo VIII hay que tener en cuenta, como señalamos más arriba, que cada vez son más los testimonios arqueológicos que confirman la permanencia en circulación de la moneda de bronce tardorromana no solo durante el periodo visigodo, sino incluso hasta la época emiral, como sucede en yacimientos bien estudiados como el Tolmo de Minateda (Albacete), la Vega Baja de Toledo o el arrabal de Saqunda en Córdoba58 .

Monedas como la que estamos dando a conocer en este artículo, –a las que se han sumado recientemente, y con creciente importancia los precintos de plomo–, aunque escasas y en algunos casos difícilmente encajables con las fuentes literarias, más tardías y a veces contradictorias entre sí, son la principal evidencia arqueológica del periodo de conquista59 . Desde los primeros años de su presencia en la Península, las tropas mu-sulmanas impusieron a los territorios ocupados una serie de impuestos en oro –dinares o sólidos- que se materializarían en forma de estas monedas. Por este motivo es lógico pensar que su fabricación se hubiera realizado en talleres móviles que se desplazarían con las tropas en sus campañas de conquista60, lo que explicaría también sus leyendas defectuosas y en ocasiones casi indescifrables..

Trabajos realizados en el NE peninsular y S de Francia han demostrado que la dispersión de hallazgos de moneda musulmana de primera época, que se concentran en asentamientos situados a lo largo de la antigua via Domitia, marca el camino utilizado por los conquistadores musulmanes en sus campañas de penetración hacia Francia61. Y todo indica que los resultados de estas investigaciones podrían ser fácilmente extrapola-bles al resto del territorio peninsular.

Efectivamente, hallazgos arqueológicos de los últimos años confirman la ocupación islámica del N peninsular62 en un momento muy temprano (711-722), con dos fases distintas. Una planificada y dirigida por un ejército de conquista que en las primeras

58 Estos ejemplos y otros muchos en Martín Escudero, F.; 2012, “Monedas que van, monedas que vienen… circulación monetaria en época de cambios”, Actas. XXXIX Semana de Estudios Medievales. Este-lla. De Mahoma a Carlomagno, 2012, 311-350, especialmente 315 ss.).

59 Ibrahim, T.; 2011, “Nuevos documentos sobre la Conquista Omeya de Hispania: Los precintos de plomo”, en L. A. García Moreno y A. Vigil-Escalera (coord. cient.); 711. Arqueología e Historia entre dos mundos, vol. I, pp. 147-161.

60 Canto García, A. J.; “Las monedas de la conquista”, en L. A. García Moreno y A. Vigil-Esca-lera (coord. cient.), 711. Arqueología e Historia entre dos mundos, vol. I, 2010, 135-143. En contra, Pliego 2001, 150 que sigue defendiendo la acuñación en el taller de Hispalis (Sevilla).

61 Sénac, PH.; Gasc, S.; Melmoux, P-Y. y Savarese, L.; 2014, “Nouveaux vestiges de la présense musulmane en Narbonnaise au VIII e siècle”, Al-Qantara, XXXV, 2014, 1, 61-94. Véase también el ilustra-tivo mapa de S. Gasc reproducido por F. Martín 2012 con los hallazgos de moneda del emirato dependiente en todo el cuadrante noreste.

62 Sobre la conquista del territorio astur: Gutiérrez González, A.; “Poblamiento de los siglos VII-VIII y conquista musulmana del antiguo Conventus Asturum”, (X. Ballestín y E. Pastor, editores); Lo que vino de Oriente. Horizontes, praxis y dimensión material de los sistemas de dominación fiscal en Al-Andalus (ss. VII-IX), BAR International Series 2525, 2013, 102-121.

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63 Gutiérrez González, J. A.; 2012, “Oviedo y el territorio astur entre Mahoma y Carlomagno (siglos VII-IX). El poder del pasado en el origen del reino de Asturias”, Actas. XXXIX Semana de Estudios Medievales. Estella. De Mahoma a Carlomagno, 2012, 377-433, sobre todo 399 ss.

64 Zozaya, J., Larrén, H.; Gutiérrez, J.A. y Miguel, F.; “Asentamientos andalusíes en el Valle del Duero: el registro cerámico” Atti del IX Congresso Internazionale sulla Cerámica Medievale nel Mediterraneo, Venecia (2009) 2012, 217-229, con bibliografía anterior.

campañas se basaría en la capitulación y el pacto con las autoridades locales asegurando la sumisión tributaria a cambio de la conservación de sus bienes, comportamiento de las élites no muy distinto al que mantenían con el estado toledano. Y una segunda de más intensa ocupación y sometimiento fiscal por parte de los nuevos dueños que pro-vocó rebeliones, entre ellas la muy conocida de Pelayo en Covadonga. Según las fuentes literarias, en el 711 Tariq llega hasta Asturqa y Yilliqiya (Galicia) dejando a Munnuza como gobernador en Gijón, y en el 714 es Musa quien se traslada desde Pamplona hasta Lugo, valiéndose de nuevo de una vía romana, pasando por Amaya y Astorga63. Esas mismas fuentes árabes y cristianas confirman el asentamiento gradual de guarniciones en los principales núcleos amurallados visigodos (Astorga, León, Zamora, Gijón, Lugo), corroborado ahora por la investigación arqueológica64. Desde aquí partirían expedicio-nes hacia la cornisa cantábrica siguiendo un itinerario similar al de la conquista romana, unas guarniciones abandonadas a mediados de siglo tras la crisis desatada por la rebelión bereber y las campañas de desalojo de Alfonso I y Fruela de Asturias.

Y es en este mismo contexto de campañas de conquista e instalación de guarni-ciones militares donde encuentra sentido el descubrimiento del dinar de Cimanes, lo-calizado en la misma área geográfica, junto a las vías que conducían a aquellas ciudades (Astorga y León). No sabemos la entidad del establecimiento por aquella sazón, si fue un simple lugar de paso arruinado, objeto quizás de saqueo o –más difícil–si sirvió de estadía al ejército agareno que, en cualquier caso, discurrió por allí en su expedición hacia el N de la Península.

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