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TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN

ETNOGRÁFICA EN LA ESCUELA

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TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN

ETNOGRÁFICA EN LA ESCUELA

Rodrigo Parra Sandoval

Francisco Parra Sandoval

Ménica Lozano

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TRES TALLERES. NOTAS PARA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ETNOGRÁFICA EN LA ESCUELA

Edición del Convenio Andrés Bello. Unidad Editorial

Francisco Huerta Montalvo - Secretario Ejecutivo Ornar José Muñoz Ramírez -Secretario Adjunto

Guillermo Soler Rodríguez - Coordinador Área de Educación

Sylvia Amaya Londoño - Coordinadora (e) Área de Cultura Henry Yesid Bernal Malagón - Coordinador (e) Área de Ciencia y Tecnología

Dirección editorial: José Antonio Carbonell Blanco

Diseño y diagramación: Margarita García, Tangrama

Corrección de estilo: Claudia Susana Rodríguez Impresión: Editorial Nomos S. A.

Primera edición: abril de 2006

@ 2006, Convenio Andrés Bello

@ 2006, Rodrigo Parra Sandoval, Francisco Parra Sandoval, Mónica Lozano

Derechos reservados Prohibida la reproducción parcial o total de su contenido,

sin la previa autorización de los autores y del editor.

ISBN 958-698-187-8 Impreso en Colombia

Printed in Colombia

Convenio Andrés Bello

Avda. 13 (Paralela de la autopista) No. 85-60

Teléfono (57 1) 644 92 92 Fax (57 1) 610 01 39

Página web http://www.cab.int.co

Bogotá, D. C. – Colombia

Parra Sandoval, Rodrigo

Tres talleres. Notas para una pedagogía de la investigación etnográfica en la escuela / Rodrigo Parra Sandoval, Francisco Parra Sandoval, Mónica Lozano.

Bogotá: Convenio Andrés Bello, 2006.

300 p.

ISBN 958-698-187-8

1. INVESTIGACIÓN ETNOGRÁFICA. 2. ENSEÑANZA DE LA INVESTIGACIÓN

3. SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN. 4. ESCUELA Y SOCIEDAD

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CONTENIDO

PRESENTACION

INTRODUCCION

PRIMER TALLER: ESCUELA Y SOCIEDAD

Nota 1: lo que es texto y lo que no es

Nota 2: la escuela que investiga y aprende

Nota3: ¿etnografía en la era de la informática?

Nota 4: la caja negra

Nota 5: la ruptura fáustica

Herramienta el tiempo mestizo

SEGUNDO TALLER: LOS MOMENTOS DE LA INVESTIGACION

Nota 6: el ping pong de la ciencia

Nota 7: el primer momento: los ojos del marciano

Nota 8: segundo momento: polifonía de voces

Nota9: tercer momento: la alcachofa metodológica

Nota 10: cuarto momento: la hoja en blanco

Sobre la propuesta de investigación y la metodología

Algunas consideraciones sobre las propuestas de investigación

Una nota sobre la metodología

Nota adjetiva sobre las autobiografías

Herramienta: la propuesta de investigación

Herramienta: la metodología

Herramienta: información: Las autobiografías

Ejemplo 1

Ejemplo 2

TERCER TALLER: POLITICAS, EVALUACION Y RITUALES

Nota 11: el nuevo papel de científico social

Nota 12: los talleres

Nota 13: la construcción de conceptos y políticas

Nota 14: la evaluación cualitativa de la investigación

Nota15: la importancia de los rituales

Herramienta: conclusiones y recomendaciones de política

BIBLIOGRAFIA

Textos y manuales de pedagogía

Publicaciones del proyecto escuela y modernidad

Investigaciones realizadas por maestros del proyecto escuela y modernidad.

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PRESENTACIÓN

Este no es un libro de metodología común y corriente. Es el fruto de una relación de más de

dos décadas entre investigadores y maestros de primaria, secundaria y normales superiores,

unidos por la práctica de la investigación sobre la escuela. Esa experiencia se organiza a

partir de quince notas acerca de los momentos nodales de la investigación científica e

incluye, además, lecturas que iluminan las zonas más problemáticas de las mismas y

ejemplos que ilustran la manera de enfocar los asuntos más complejos. El libro es una guía

práctica y una conversación útil para: directivos docentes, maestros, estudiantes y padres de

familia, que ayuda a comprender el proceso de investigación etnográfica de la escuela y a

tomar decisiones sobre políticas educativas a partir de sus hallazgos. Utiliza un lenguaje

sencillo y claro, sin las oscuridades de la jerga de los investigadores profesionales.

El libro ofrece también dos bibliografías sobre la investigación etnográfica en la escuela

colombiana. Es un libro muy útil para los actores del mundo escolar que llevan a cabo

investigaciones sobre la escuela y sobre su contexto social, para el desarrollo de cursos de

investigación etnográfica en escuelas, normales superiores, facultades de educación y

trabajos que impliquen ejercicios similares.

El Convenio Andrés Bello se complace en poner esta publicación a disposición de los

educadores, investigadores, estudiantes, ministerios de educación y otras instituciones de los

países signatarios, porque la investigación etnográfica, al fijar su mirada en la cotidianidad

de la escuela, produce la información más rica en experiencias y en vivencias de la realidad,

y es a partir de esa mirada existencial, que las instituciones, investigándose a sí mismas,

deciden sus procesos de auto transformación.

Este proceso de autogestión de los cambios realizado por las escuelas, es el ejercicio que el

Convenio Andrés Bello ha promovido a través de los proyectos del Área de Educación en

los países miembros, y su efecto en el cumplimiento de la misión integracionista se reconoce

en el intercambio de experiencias, de materiales y de saberes, porque fortalece el

conocimiento mutuo, el afianzamiento de las identidades, el análisis de las diferencias y el

trabajo colaborativo. Este libro iluminará la creación de nuevos diálogos en torno a las

transformaciones de la cultura escolar que la pedagogía de la investigación etnográfica

inspirará, particularmente en directivos y educadores.

Francisco Huerta Montalvo

Secretario Ejecutivo

Convenio Andrés Bello

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Como todo el mundo sólo tengo a mi servicio tres medios para evaluar la existencia

humana: el estudio de mí mismo, que es el más difícil y peligroso, pero también el más

fecundo de los métodos; la observación de los hombres, que logran casi siempre ocultarnos

sus secretos o hacernos creer que los tienen; y los libros, con los errores particulares de

perspectiva que nacen entre sus líneas. He leído casi todo lo que han escrito nuestros

historiadores, nuestros poetas y nuestros narradores, aunque se acuse a estos últimos de

frivolidad; quizá les debo más informaciones de las que pueda recoger en las muy variadas

situaciones de mi propia vida. La palabra escrita me enseñó a escuchar la voz humana, un

poco como las grandes actitudes inmóviles de las estatuas me enseñaron a apreciar los

gestos. En cambio, y posteriormente, la vida me aclaró los libros.

Marguerite Yourcenar, Memorias de Adriano.

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INTRODUCCIÓN

Una de las necesidades más sentidas que expresan los maestros y estudiantes que han

participado en proyectos de investigación etnográfica en las escuelas colombianas, es la falta

de un eslabón que medie entre los manuales de investigación y b realización de la

investigación. Los manuales, expresan los maestros en las evaluaciones que se llevan a cabo

dentro de los proyectos, son demasiado abstractos, son más una colección de técnicas

generales y la investigación educativa tiene aspectos específicos y concretos que exigen

tomar decisiones inéditas. La indagación educativa no es investigación "pura", ésta está

determinada por metas múltiples y aplicadas, tales como el mejoramiento de las pedagogías

y de las didácticas de la creatividad y de la investigación científica; la formación de

maestros, de directivos v de alumnos; o la transformación de la escuela a partir de su

autoinvestigación.

Este texto intenta llenar ese vacío. El procedimiento que utiliza podría llamarse "expansión"

y opera de la siguiente manera: Propone conversar, durante tres talleres, acerca de quince

puntos neurálgicos sobre los que se toman las decisiones más complejas y en los que se hace

necesaria, de manera más aguda, la imaginación en la investigación. El propósito es llevar a

cabo algunas reflexiones que enlacen los asuntos de la investigación, la pedagogía y la

transformación de h escuela. Esos quince puntos se relacionan, a la manera de un hipertexto,

con "instrumentos" fundamentales de investigaciones reales que pueden servir como

ejemplos, nunca como modelos para seguir acríticamente. Las quince notas se expandirán

por medio de dos tipos de herramientas:

Ejemplos de proyectos reales de investigación presentados y aprobados por

organismos financieros de investigación. En esas propuestas se incluyen: formas

de presentar y ampliar las preguntas de la investigación a través de la revisión de

literatura o de los estados del arte, cuando sea necesario; desarrollo de la

metodología que exigen las preguntas y su justificación; presupuesto del proyecto

(gastos en personal, viajes y trabajo de campo, materiales, imprevistos,

cofinanciación, etc.); ejemplos de registros etnográficos, cronograma o

distribución del trabajo en el tiempo que dura la investigación; ejemplos de

conclusiones y de cómo se derivan políticas educativas a partir de los resultados de

la investigación.

Bibliografía relevante sobre manuales de metodología, puesta en hipertexto,

además del texto Formación de docentes en investigación educativa de Guillermo

Briones al que se alude constantemente como contraparte del diálogo.

Bibliografía de las investigaciones de etnografía escolar que conforman el cuerpo

del proyecto investigativo Escuela y modernidad en Colombia que se utiliza

como ejemplo en este escrito. Bibliografía de las investigaciones llevadas a cabo

y publicadas por maestros y estudiantes dentro del dicho proyecto.

Pensamos que la interacción entre las notas sobre la investigación etnográfica en la escuela,

los ejemplos de herramientas y ensayos derivados de investigaciones reales, y las

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bibliografías que pueden ser consultadas para profundizar, juegan un papel de mediador

entre los manuales de investigación y el proceso real de investigar la escuela, que reclaman

los maestros y estudiantes investigadores.

Los materiales y las experiencias que se exponen en este libro provienen de un conjunto de

investigaciones que podría denominarse Escuela y modernidad en Colombia ya que están

dedicadas al estudio de la escuela durante el período de la modernización, aunque incluye el

momento de transición hacia lo que se ha dado en llamar la posmodernidad o la

globalización. Estas investigaciones comenzaron en los años setenta y su énfasis etnográfico

se inició en la segunda mitad de la década de los setentas del siglo XX. En ese momento

apareció, como un antecedente, el trabajo de Miriam Ferro, Mi vida, la historia de una

maestra rural. Al mismo tiempo Araceli de Tezanos estudiaba las relaciones entre la escuela

y la comunidad, y el maestro como intelectual. Conjuntamente con las investigaciones de

Tezanos se llevaron a cabo, también en la Universidad Pedagógica Nacional, los primeros

trabajos que conforman la dimensión etnográfica del proyecto "Escuela y modernidad",

dirigidos por Rodrigo Parra: La escuela campesina y Sociología de una normal rural. Es

importante anotar que por diversas circunstancias los proyectos de Ferro y de de Tezanos no

se desarrollaron.

Con el proyecto de "Escuela y modernidad" se ha continuado hasta hoy, principios del siglo

XXI. Éste ha estudiado escuelas de primaria, de secundaria, normalista y universidad en

áreas rurales, en ciudades intermedias y en grandes centros urbanos, particularmente en sus

zonas marginales. Ha estudiado escuelas de las principales zonas culturales del país; ha

investigado los asuntos pertinentes a la organización social de la escuela; a las

manifestaciones del poder, la justicia, la autoridad, el conocimiento, la violencia y la

solución de conflictos; a las formas que asume la pedagogía; a los actores fundamentales del

mundo escolar: los niños, los adolescentes, los maestros (sus autobiografías, su desempeño

profesional, sus migraciones, su formación).

Por otra parte, el proyecto ha pasado por momentos que han supuesto cambios sustanciales

en su orientación: el primer momento de las investigaciones iniciales fue dirigido por

Rodrigo Parra cuyos resultados se encuentran en los cuatro volúmenes de Escuela y

modernidad en Colombia. Un segundo momento en el que aparecen, con los primeros

ensayos en la Universidad del Quindío en la segunda mitad de la década de los ochenta-, la

formación de los maestros como investigadores del mundo escolar y los asuntos de la

pedagogía de la creatividad o de la investigación en contraste con la pedagogía de la

distribución, predominante en la educación colombiana. A su vez, Francisco Parra y César

Vera, desde la Universidad Pedagógica Nacional y a partir de su actividad privada, llevaron

a cabo proyectos de formación de maestros por medio de la investigación y de la

organización de proyectos en el Tolima y en la zona cafetera.

Un tercer momento es el de los grandes proyectos auspiciados por la Fundación FES y

Colciencias en los que Rodrigo Parra, Elsa Castañeda y otros colegas llevan a cabo

investigaciones sobre la formación de ciudadanos en la escuela, los adolescentes escolares,

la innovación escolar, la vida de los maestros y sobre la capacitación a poblaciones

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numerosas de maestros. En este momento Francisco Parra, Carmen Inés Cruz y Luz Ángela

Castaño investigan la escuela rural y urbana y coordinan trabajos de investigación de

maestros desde la Coruniversitaria. Los estudios sobre la vida de los maestros colombianos y

los más recientes trabajos de Elsa Castañeda sobre la deserción escolar, se llevan a cabo en

la Fundación Restrepo Barco.

Estas investigaciones han perseguido dos objetivos fundamentales durante las casi tres

décadas de trabajo y más de un centenar de publicaciones de los investigadores, los maestros

y los estudiantes:

La construcción de un mapa etnográfico de la escuela colombiana que incluya la

descripción de su vida diaria, los elementos centrales de la cultura escolar,

diagnósticos de la problemática escolar, líneas de interpretación conceptual y de

política para poner las bases de una teoría de la escuela colombiana y, posiblemente,

de su transformación. De igual manera, se ha trabajado para que el mapa etnográfico

llegue a servir de archivo de la memoria de la vida escolar durante el período de la

modernización, como un documento útil para su reconstrucción histórica.

La búsqueda de elementos prácticos y conceptuales para sentar las bases de una

pedagogía de la creatividad o de la investigación en el mundo escolar. Este trabajo

ha partido de la necesidad de cambiar la idea tradicional de investigación educativa,

donde la escuela se ponía al servicio de los intereses del investigador profesional,

generalmente externo a la escuela, que venía a comprobar si las teorías o los

paradigmas internacionales funcionaban en las escuelas del mundo subdesarrollado,

e intentaba pasar a un modelo de investigación escolar en el que las preguntas y los

objetivos de la investigación fueran diseñados de acuerdo con las necesidades e

intereses de los actores de la escuela: maestros, alumnos, comunidad; y en el que el

investigador profesional o coordinador se pusiera al servicio de la formación de la

escuela investigadora y de sus necesidades de transformación. En últimas, contribuir

para convertir la escuela en actora eficaz de su propia vida.

Estas discusiones sobre la investigación etnográfica escolar se presentan organizadas en tres

talleres para facilitar el trabajo: escuela y sociedad; los momentos de la investigación, y

evaluación, políticas y rituales.

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PRIMER TALLER

ESCUELA Y SOCIEDAD

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NOTA I:

LO QUE ESTE TEXTO ES Y LO QUE NO ES

Este es un texto que intenta ser útil para reflexionar sobre la investigación cualitativa

y etnográfica en la escuela y sobre la escuela.

No es un texto de metodología de la investigación cualitativa en educación.

No es un texto sobre teoría de la investigación cualitativa en educación.

Este es un documento escrito por investigadores quienes han tenido la necesidad y el

propósito de contar su experiencia de más de tres décadas de investigación

cualitativa etnográfica en las escuelas de Colombia. Éste está constituido por una

serie de notas sucintas y provocadoras entresacadas de la experiencia de desarrollar

un programa de investigación que hemos llamado "Escuela y modernidad en

Colombia", orientado al estudio de los aspectos esenciales del sistema educativo

nacional, para lo cual se ha examinado desde la escuela primaria hasta la

universidad, desde la educación rural hasta la más urbana, llevando a cabo trabajos

en las diferentes regiones culturales, incluyendo biografías de maestros bogotanos,

caribeños, negros e indígenas, hasta sinfónicas investigaciones sobre los

adolescentes escolares en 17 ciudades. También se han examinado desde pequeñas

escuelas con un único grado hasta complejas instituciones escolares; desde clases de

historia patria hasta el estudio de la violencia escolar y nuevas maneras de pensar la

deserción escolar en los barrios marginales urbanos.

Ahora bien, este texto no incluye los estudios cualitativos de la vida escolar realizados en

otros países porque los investigadores no tienen las herramientas de conocimiento necesarias

para hacer una lectura de la historia de la educación y de las culturas de los demás países que

pertenecen al Convenio; y puesto que la investigación etnográfica cualitativa es

fundamentalmente una investigación sobre la cultura, es decir, un conocimiento dentro y

desde la cultura, cuando se hace abstracción de esa frontera que la contiene pierde mucho de

su sentido.

Este es un texto escrito para mostrar cómo el investigador educativo para llevar a

cabo investigaciones relevantes para nuestras sociedades y sus gentes, además de

conocer las reglas del método, debe convertirse en un anarquista metodológico. El

escrito quiere mostrar cómo el trabajo del investigador, además de interactuar con el

método debe relacionarse aún más íntimamente y de manera prioritaria con la

realidad escolar y nacional. A partir de ella y de las preguntas que el investigador se

haga sobre esa realidad, adquiere sentido el asunto del método y de las técnicas de

investigación. Los métodos y las técnicas de recolección de información o de

interpretación y análisis deben estar al servicio del esclarecimiento de los problemas

reales de la escuela y no al contrario, como suele pensarse y hacerse.

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Este libro está constituido, pues, por una serie de notas, algunas de tono heterodoxo,

sobre la investigación en y sobre la escuela. Por eso no está organizado como un

libro de métodos (los presupone, conversa con ellos, entra en conflicto con ellos,

sigue algunas de sus reglas). No intenta reemplazar los textos de metodología, pero

sí se propone mostrar que investigar es una actividad bastante diferente y mucho

más compleja e imaginativa que manejar un manual de métodos y técnicas, que va

más allá, que desborda los manuales. Se puede saber mucho de metodología y

técnicas de investigación, se puede ser profesor universitario de métodos, se puede

haber escrito libros de metodología, manuales, artículos en revistas indexadas, y no

haber hecho una investigación o no poder hacerla. Investigar es algo muy diferente

de saber metodología. Saber metodología no basta para llevar a cabo investigaciones

útiles para la sociedad y que al mismo tiempo sean imaginativas y apasionantes. Sin

embargo, el investigador debe trasegar con libros de metodología y técnicas, así sea

para sobrepasarlas. Al fin y al cabo la metodología ha sido construida a partir de los

trabajos más brillantes de los investigadores. El investigador educativo debe conocer

las reglas del método, comprender las grandes discusiones que alimentan el pensa-

miento metodológico pero, sobre todo, debe saber que el investigador es un

generador de nuevas técnicas y un rebelde contra el método imperante, cuando la

realidad que estudia así se lo pida.

Además de hablar de métodos, aquí se habla de la escuela, de la cultura, de la

formación de maestros y alumnos, del papel de los científicos en la investigación

escolar. Se dan apuntes sobre una pedagogía de la investigación en la escuela. Se

discute la influencia de la experiencia investigativa en las personas, las instituciones

escolares y en la sociedad. Se habla de la relación entre la historia de la educación y

de la investigación.

El relato, muy sucinto por lo demás, de las investigaciones en las que se basa este

trabajo no pretende ser ni es un modelo para hacer investigación. Es sólo un

ejemplo, con sus más y sus menos, que quiere hacer reflexionar sobre la manera de

cómo llevar a cabo investigación en cada escuela, región y sociedad. No debe

tomarse, tampoco, como un recetario de métodos o decisiones sino como una

solución útil y criticable, por supuesto, a las necesidades de investigación en la

escuela en una sociedad dada y en un momento (la modernización) de su historia.

Sólo eso.

Así pues, cada nota desea ser un pretexto para reflexionar, para controvertir, para

buscar ideas sobre el propio proyecto de investigación, para aprender sobre lo que

no se debe hacer en algunos casos. Una herramienta para pensar, para imaginar, para

soltar el pensamiento, para desalmidonarlo. Nunca una regla para seguir.

Este no es un texto contra el método ni una crítica a un método o manual

determinado de metodología. Por supuesto tampoco intenta ser otro método ni

constituirse en una reflexión sobre el método. Es una conversación con los métodos

y las técnicas de investigación etnográfica cualitativa, una charla informal en

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hipertexto con ellos. Muy particularmente está construido para dialogar con el texto

de Guillermo Briones, Formación de docentes en investigación educativa,

ampliamente difundido por el Convenio Andrés Bello. El diálogo, insistimos, no es

solamente sobre los asuntos del método, sino también sobre la compleja aventura de

investigar la escuela, sobre algunos aspectos de pedagogía de la investigación en las

escuelas, sobre la formación de maestros, alumnos y directivos en los caminos de la

ciencia cuando se investiga. Así hay que entenderlo.

Este libro ha sido pensado para un público específico y bien definido: maestros, estudiantes,

directivos docentes, padres de los estudiantes, científicos e instituciones de la sociedad civil

que llevan a cabo proyectos con y en el mundo escolar. Esta delimitación de los lectores

incide en la manera como está escrito el libro o como se ha intentado escribirlo: buscando la

claridad, excluyendo, siempre que sea posible, la jerga científica, los tecnicismos

innecesarios, las discusiones eruditas o centrarse en las reglas y en las técnicas abstractas del

método científico. No intenta ofrecer reglas sobre cómo investigar, sino plantear

sugerencias, narrar experiencias, iniciar discusiones, sugerir ideas sobre algunos de los

momentos y asuntos más complejos del proceso de investigación cualitativa en la escuela.

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NOTA 2:

LA ESCUELA QUE INVESTIGA Y APRENDE

El Convenio Andrés Bello tiene como propósito para sus programas educativos el

"consolidar escuelas que transformen su cultura. La cultura escolar comprende el conjunto

de saberes, concepciones prácticas y discursos que circulan en la institución educativa,

considerándola como organización situada en contextos específicos y como parte de la

cultura de la sociedad que la rodea. Por ello la escuela tiene la posibilidad de comprender,

criticar y contestar esa realidad. El resultado del aprendizaje de la escuela es la

transformación de la institución y de su cultura, hasta llegar a convertirse en centro del

ejercicio de la pedagogía, con formas eficientes de organización y gestión escolar, que logra

resultados efectivos en términos de calidad de sus procesos pedagógicos, se transforma de

manera permanente desde dentro, pero con apoyos externos, y sirve de punto de referencia

para el desarrollo de las reformas educativas de la región y para los procesos de integración

educativa y cultural de América Latina. El programa, en síntesis, se propone transformar la

cultura de la escuela respetando su autonomía, apoyando sus procesos internos, creando,

junto con todos sus estamentos, las condiciones para:

Diagnosticar los problemas.

Investigar y generar alternativas.

Construir colectivamente los planes de solución y mejoramiento gradual en un

proceso de aprendizaje permanente.

Evaluar de manera constante el desarrollo y cumplimiento de ese plan.

"Un proyecto de esta envergadura implica no solamente el manejo de técnicas de

investigación educativa sino la discusión del sentido que la investigación tiene para la

escuela situada dentro del acontecer de una sociedad específica. La escuela, en efecto y

como es obvio, se inserta en una sociedad y en la historia de la educación de esa sociedad.

¿Por qué caminos se ha buscado la modernización de la escuela? ¿Para cumplir qué

funciones dentro de la sociedad? ¿Cómo ha afectado esa definición de la escuela, a la

naturaleza de su trabajo, a su concepción y práctica de la pedagogía? ¿Cuáles son,

consecuentemente, los asuntos prioritarios que debe afrontar la investigación educativa en

una escuela con el fin de que le sirva para examinarse, para aprender sobre sí misma y

transformarse?

Estas preguntas, que constituyen un elemento clave para la comprensión de la escuela,

implican, en primera instancia, una discusión y un estudio de las fuentes secundarias,

trabajos y programas de investigación de largo alcance ya realizados sobre el tema. A partir

del esclarecimiento de esas preguntas y sobre la base de esa discusión, se puede construir, de

manera más eficaz, una investigación escolar que no sea casuística, que no esté condicionada

por factores coyunturales de financiación, o por intereses puntuales y momentáneos, sino

que responda a una necesidad más general y amplia que lleve a investigar y resolver los

asuntos centrales de la educación en la escuela. Plantear que la investigación educativa

considere a la escuela como una institución vinculada a su sociedad y a su historia.

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NOTA 3:

¿ETNOGRAFÍA EN LA ERA DE LA INFORMÁTICA?

¿Por qué hacer estudios cualitativos, etnográficos, sobre la escuela en un mundo globalizado

en el que la informática y los medios electrónicos comienzan a permearlo todo y a presentar

imágenes del mundo, de costumbres y de formas de vida del orbe, y cuando resurgen con

fuerza los estudios cuantitativos de la educación? Intentemos algunas ideas que pueden

servir para comenzar la discusión:

Hay dimensiones esenciales de la vida escolar que no pueden expresarse con un

porcentaje, un índice o una regresión. Por ejemplo, la visión de mundo de los actores

de la escuela: directivas, maestros, alumnos, padres. Las historias que narran y

encarnan su manera de ver el mundo en que viven, sus actitudes, emociones y

sentimientos. La sinfonía de voces que forma el diálogo de los múltiples actores que

se encuentran en la escuela. Esas voces, esos diálogos, esas interacciones, son la

escuela, la cultura escolar.

La etnografía toma las voces de los actores de la escuela y contribuye a

descentralizar el punto de vista desde el que se observa y se intenta comprender la

escuela. El punto de vista del investigador tradicional, externo a la institución

escolar, orientado por marcos teóricos o paradigmas internacionales, centra la

mirada en lo externo, mira desde concepciones foráneas, extraculturales a la escuela.

Se hace necesario descentralizar la mirada sobre la escuela, no interpretar la cultura

escolar con teorías exógenas, comprender la escuela en sí, extraer de ella una teoría

de sus fenómenos culturales, de sus sentidos. Lo intercultural sí, pero no el dominio

de interpretaciones hechas desde otras culturas.

Es tarea del nuevo científico aprehender las estructuras conceptuales con que actúan

los actores de la escuela. Briones habla de dos maneras de hacer etnografía, una que

utiliza teorías ya construidas y mira la escuela desde ellas y otra cuyo objetivo es

mirar la escuela y construir, a partir ella, una teoría sobre su cultura. Esta segunda

posición es la que se adopta aquí porque le devuelve a los actores de la escuela la

capacidad de mirarse y de producir conceptos o teorías para conocerse más

profundamente y transformarse. Para convertirse en actores conscientes de su propia

construcción.

Para lograr estos propósitos el científico que trabaja con la escuela debe intentar

partir de una "ignorancia teórica y metodológica premeditada", esto es, poner en

paréntesis sus certezas. El científico entre más esté dispuesto a suspender sus

certezas más dispuesto estará a aprehender la realidad en términos que no sean los

suyos propios que provienen de otra cultura. Su tarea es la de hacer suyas las formas

con las que los actores de la escuela interpretan su realidad, y facilitar el que esos

actores logren explicar, desde ellos mismos y desde su propia experiencia, el sentido

de su propia realidad.

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La investigación no se hace sobre la población escolar sino 'con' ella, 'a partir de'

ella y 'para' ella. El fin de esta manera de investigar no es solamente producir

conocimiento sino transformar la escuela al hacerlo.

Es conveniente ampliar las fronteras culturales de la investigación escolar. Dibujar

un mapa de las más importantes dimensiones culturales de la escuela del país, de la

región; hacer una red de estudios etnográficos que muestre lo que tienen en común

las escuelas situadas en diferentes zonas culturales y lo que las hace únicas; perfilar

el tejido o el mapa de todas las circunstancias o mundos (educación universitaria,

secundaria, primaria, preprimaria; espacio rural y urbano; comunidades indígenas,

negras, mestizas...) en los que trabaja una escuela, para que esa diversidad sirva no

para discriminar sino para vivir la diversidad con equidad.

Otra de las funciones sociales que cumple la investigación etnográfica de las

escuelas es la construcción de un archivo de la cultura de la escuela. Dicho archivo

es fundamental para la lectura que futuros historiadores lleven a cabo sobre la

educación de nuestros tiempos. El archivo compuesto por los estudios de científicos,

maestros, alumnos y directivos, se constituye en la memoria de la escuela de

nuestros tiempos. Sin esa memoria la historia de la educación habrá perdido una

fuente de información irremplazable.

Por estas razones, por estas necesidades de identidad, parece aún más importante,

que en otros momentos, llevar a cabo investigaciones etnográficas sobre la escuela,

porque la globalización requiere reforzar las culturas autóctonas para que sus vientos

homogeneizantes no las barran como hojas secas, sino que bs encuentre en

capacidad de entrar en relación con ella sin desaparecer.

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NOTA 4:

LA CAJA NEGRA

Hacia mediados de los años setenta la discusión sobre la educación en el país se centraba en

dos planteamientos: uno giraba en torno a la manera como la educación engendraba

desarrollo económico y social, el otro a la manera como la educación era un claro

mecanismo de reproducción de la sociedad o, como también se decía, un aparato ideológico

del Estado. En pocas palabras, la discusión era sobre cómo la educación servía para cambiar

o para conservar la sociedad. La teoría del desarrollo se cimentaba en los conceptos de

capital humano y de recursos humanos, y mostraba, con estudios empíricos, que a medida

que las personas lograban una mayor escolaridad tenían mayores probabilidades de obtener

mejores posiciones laborales y mejores ingresos. Tal afirmación se basaba en estudios sobre

el rendimiento escolar, y sobre el rendimiento económico gracias al nivel de escolaridad. Sin

embargo, esta afirmación se puso rápidamente en entredicho debido al agotamiento del

modelo de modernización y que la famosa ecuación "a más escolaridad más empleo y más

ingresos" entró en barrena, formulándose de manera opuesta: "a más educación menos

probabilidad de empleo e ingresos decrecientes". La teoría de la reproducción no se fundaba

en estudios empíricos en el país y pronto comenzó a hacer agua con la crítica de que una

educación de tan baja calidad no tenía el poder ni de promover la movilidad social ni de

reproducir la sociedad.

En medio de esta discusión brillaba por su ausencia la escuela. La escuela era pensada como

una caja negra, es decir, un espacio cerrado y sellado donde sucedían procesos desconocidos

que no estudiaban las ciencias sociales. A ella entraban unos "inputs" y de ella salían unos

"outputs" que sí se podían medir y analizar. Los inputs eran la inversión en educación, el

currículo escolar, la capacitación de los maestros, y los outputs eran el rendimiento escolar,

el beneficio económico de los años de escolaridad en términos de la capacidad de obtener

empleo e ingresos más altos. La escuela, su vida cotidiana, las implicaciones pedagógicas de

las relaciones entre maestros y alumnos, la organización del poder, la autoridad, la solución

de conflictos y el sistema de justicia, la concepción de ciencia y otras formas de

conocimientos, es decir, la cultura escolar, conservaban su naturaleza de caja negra.

Es, sin embargo, de justicia mencionar algunos antecedentes de los estudios cualitativos de

escuelas en el país. Los antropólogos culturales y los sociólogos rurales generalmente

incluían un capítulo en sus libros o hacían anotaciones generales sobre la escuela rural o

sobre los grupos étnicos. También hay que nombrar el solitario estudio de Miriam Ferro en

el que una maestra narra su biografía a la que tituló Mi vida.

La situación de las investigaciones acerca de la educación (crisis de los estudios del

positivismo cuantitativo y del uso de teorías sin piso en la realidad cultural del país) nos

llevó a pensar en la necesidad de estudiar la desconocida y misteriosa caja negra para

iluminar los procesos que se llevaban a cabo dentro de ella, para estudiar la cultura de la

escuela y su relación con los fenómenos educativos. Dentro de este marco de la sociedad, de

los estudios sociales sobre la educación del país y del desconocimiento del mundo escolar,

se dio comienzo a. la serie de estudios etnográficos sobre las escuelas, realizados por

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científicos sociales en diferentes contextos sociales. Posteriormente, en condiciones sociales

muy diferentes, las investigaciones de las instituciones escolares serían llevadas a cabo por

los actores mismos de la escuela.

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NOTA 5:

LA RUPTURA FÁUSTICA

El proceso modernizador de la escuela en Colombia comenzó tardíamente en comparación

con otros países de América Latina y en consecuencia se adoptaron políticas educativas

dirigidas a acelerar la cobertura escolar, políticas que tuvieron hondas repercusiones que

sobreviven hoy; una de ellas llevó a la ruptura fáustica.

En las zonas más desarrolladas de Europa y Estados Unidos la escuela tenía dos funciones

centrales: distribuir el conocimiento existente y crear conocimiento en el quehacer cotidiano.

La decisión de traer a Colombia una escuela centrada en la distribución de conocimientos -

proceso que podía llevarse a cabo más rápidamente- significó el abandono de actividades y

pedagogías dirigidas a cultivar la creatividad y la investigación y a centrarse en una

pedagogía de la distribución. Derivamos así hacia una escuela erudita, libresca, que basa su

autoridad intelectual en el manejo de teorías, conceptos y narraciones separadas de su

potencialidad creativa y asentadas en el memorismo y en la necesaria autoridad del maestro.

Desarrollamos pues una escuela escindida, no creativa, que separa lo conceptual de lo

investigativo. La urgencia de modernizar la escuela nos hizo tomar el atajo más fácil y

abandonar el esfuerzo de la creación, y de una pedagogía de la creatividad. De esta forma se

llevó a cabo una expansión acelerada de la cobertura de los niños y jóvenes en edad escolar,

pero se descuidó aquello que tenía que ver con la calidad de la educación.

Además de los saberes disciplinarios, del manejo de los conocimientos que contienen los

curriculum, la calidad de la educación tiene por lo menos dos dimensiones más que son de

capital importancia para desenvolverse con eficacia en el mundo contemporáneo: 1) la

integración entre la erudición y la creación y, 2) la formación de ciudadanos.

La separación entre información y creación que el predominio del modelo

"distribucionista" ha traído a la educación colombiana la ruptura entre lo teórico y su

aplicación a la vida cotidiana, y ésta se encarna en hechos concretos de la vida

escolar: la maestra que no permite a sus alumnos buscar ejemplos del concepto que

les ha explicado por temor a salirse del libreto que utiliza para dictar clase; el

profesor universitario de metodología de la investigación que nunca ha hecho una

investigación; la maestra de pedagogías modernas en una escuela normal que

explicaba a sus alumnos que la modernidad en pedagogía consistía en que el alumno

se convirtiera en el centro del aula, y que debía ser un alumno creativo, crítico,

participativo, y al tiempo, los conminaba: "a ver, copien bien lo que les dicto porque

si no lo saben repetir en el examen se van a rajar". Esta ruptura que permea al

conocimiento, a la organización escolar y a toda la cultura de la escuela, es lo que se

ha denominado "la esquizofrenia escolar", "la pedagogía de la desesperanza", "la

escuela vacía", "el agujero de gusano", "la modernización precaria". Tales

denominaciones se refieren a las diversas consecuencias educativas y pedagógicas

de la "ruptura fáustica", como puede verse en las investigaciones aludidas.

En la formación de ciudadanos también se manifiestan las consecuencias de la

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ruptura fáustica. La pedagogía distributiva intenta formar los ciudadanos por medio

de un discurso sin práctica. Educación cívica, ética, historia patria se enseñan como

discurso. Pero este discurso generoso y atildado tiene poco que ver con la vida

escolar, con el conocimiento y con la organización social en los que predomina el

autoritarismo, el poder omnímodo, la carencia de mecanismos de justicia respetados

por todos y que resuelvan los conflictos del mundo escolar, y enseñen en la práctica

que se puede vivir dentro de un sistema justo sin que la violencia en cualquiera de

sus formas (de los maestros hacia los alumnos, de los alumnos y la comunidad hacia

los maestros, y de los alumnos a sus condiscípulos) se transforme en la única manera

de sobrevivir.

De esta ruptura, que llamamos fáustica porque nuestra escuela le vendió el alma al diablo de

la mediocridad para obtener una mayor velocidad de expansión, se deriva una buena parte de

los problemas de la calidad de la educación, y de ella también se han originado formas de

organización social y cultural de la escuela, maneras de preparar a los docentes,

concepciones del conocimiento que hoy son muy difíciles de cambiar. La investigación de

este fenómeno de la educación colombiana ha orientado buena parte de las investigaciones

que componen el programa que se ha llevado a cabo durante casi tres décadas.

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HERRAMIENTA

EL TIEMPO MESTIZO

ESCUELA Y MODERNIDAD

EL PRESENTE TEXTO FORMA PARTE DEL INFORME DE INVESTIGACIÓN DEL

PROYECTO atlántida, adolescencia y escuela, publicado por la fundación FES,

COLCIENCIAS Y TERCER MUNDO EDITORES EN BOGOTÁ, 1985.

Rodrigo Parra Sandoval

Tal vez el asunto educativo que con mayor frecuencia y angustia se ha discutido en la última

década en Colombia sea el de la muy baja calidad de la educación que imparten nuestras

escuelas desde la primaria hasta la universidad. Innumerables artículos y editoriales de

prensa, programas de televisión, congresos y talleres de maestros, de pedagogos y de

científicos, reuniones de sabios, alegatos de algunos padres de familia y, sobretodo, el

clamor de los jóvenes que viven en carne propia la inadecuación de nuestro sistema escolar

al mundo contemporáneo, han analizado, criticado y propuesto soluciones a este vital pero

escurridizo tema. Intentaré en seguida, con base en las investigaciones que se han llevado a

cabo sobre la escuela colombiana y particularmente con los informes que constituyen el

proyecto Atlántida, encontrar algunos elementos esenciales y algunos caminos recorridos

por la educación colombiana que nos ayuden a comprender un poco mejor lo que constituye

la calidad de la educación.

Pero antes de entrar en el tema central debo hacer algunas anotaciones iníciales: en primer

lugar, el concepto de "calidad de la educación" no se entenderá aquí en su sentido más

tradicional, es decir, como algo que se mide por medio de exámenes, previas, test o pruebas

nacionales. Este concepto es sólo una manera de intentar dar un valor cuantitativo al manejo

que los estudiantes hayan logrado del plan de estudios. Mide únicamente un aspecto del

complejo mundo escolar, como veremos, y este aspecto se reduce al mundo interior de la

escuela. Esta concepción de la calidad de la educación es una forma de aislar la escuela de la

sociedad y de soslayar lo que tiene que ver con la función social del conocimiento.

En segundo lugar, es necesario anotar que la preocupación por la calidad de la educación es

un asunto de la modernidad, porque con su advenimiento el papel de la educación se

transforma en una necesidad de toda la población y porque su función en el desarrollo de la

sociedad es reconocida por todos. La modernización del país, es decir, la urbanización de su

economía y de su estructura demográfica; la industrialización y el nacimiento del

proletariado industrial y con él de extensas zonas marginales en las ciudades; el surgimiento

de clases medias urbanas y la expansión de la escolaridad; la presencia de la ciencia y la

tecnología; la planificación como forma de inducir el futuro; el advenimiento de una forma

de vida y de cultura urbana; la internacionalización de la economía y de las maneras de ver

la vida; la difusión de los medios masivos de comunicación y la popularización de los

sistemas electrónicos de computación; todo ello es el suelo histórico que le da a la educación

el sentido que tiene actualmente1. Es entonces necesario entender "la calidad de la

1 Fernando Viviescas; Fabio Giraldo, comp., Colombia, el despertar de la modernidad, Bogotá, Foro Nacional

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educación" dentro de este contexto, el contexto creado por la modernización de la sociedad,

por la modernidad como una manera de comprender el mundo, de vivir en él.

La cultura escolar y el tiempo social son dos asuntos esenciales para comprender la escuela y

su relación con la sociedad, con la modernidad. La cultura escolar se refiere a: las formas de

organización social de la institución escolar; a los valores y normas que la informan; al

concepto y manejo del poder, de la participación, de la solución de conflictos; a las reglas

que rigen la violencia, las relaciones entre maestros y alumnos, y la disciplina; a la

naturaleza del conocimiento y a la manera de tratarlo. La cultura escolar es tal vez el

instrumento pedagógico más complejo y poderoso con que cuenta la escuela no solamente

para llevar a cabo su trabajo en el campo del conocimiento, sino fundamentalmente para

ejercer su labor de formadora de ciudadanos. La cultura escolar se expresa en la vida

cotidiana y es en esa vida, y no en los discursos escolares sobre la democracia, donde se

crean y refuerzan valores, normas y formas de ver y vivir la vida. La eficacia pedagógica de

la cultura es notable: si la escuela tiene una organización social y una cultura autoritaria,

estará formando ciudadanos para d mantenimiento de una sociedad autoritaria. Si la escuela

vive una cultura democrática real estará entonces formando ciudadanos para la vida

democrática. La cultura escolar se entiende así como un elemento vital para pensar la calidad

de la educación.

El tiempo social -para distinguirlo de otros tiempos: histórico, psicológico, cronológico tiene

que ver con el juego de las múltiples temporalidades que vive esta sociedad, con la velocidad

con que se transforman las diferentes zonas, sectores, instituciones y grupos. La

temporalidad social no es única ni uniforme m su progreso es unilineal. Los diferentes

sectores de la sociedad se mueven a velocidades temporales diferentes, complejas,

cambiantes. Puede, sin embargo, hablarse, en primer término, de sectores lentos como el

Estado y las expresiones religiosas, cuyo objetivo social es lo permanente, lo estable, la

persistencia que encarna la identidad; representan el mundo de lo sagrado. En segundo lugar,

hay sectores de velocidad intermedia donde se sitúa la vida cotidiana organizada dentro de

marcos institucionales, donde están los actos individuales que responden a los movimientos

del vivir diario, al acontecimiento, tales como la escuela y la familia. En tercer lugar, puede

hablarse de un sector de temporalidad rápida en el que se ubican la ciencia y la tecnología,

las comunicaciones, el mundo fluctuante de los ciclos cortos en la economía.

Estas diferentes temporalidades dan lugar a cambios, discordancias, fracturas, desajustes,

que a medida que avanzan y se hacen más visibles generan situaciones cercanas a la

incomunicación, a la ruptura, al desorden. Constituyen la otra cara del orden social y de las

maneras imprevisibles que se convierten en el embrión de nuevas formas de orden. En

palabras de Gerorges Balandier "La sociedad se capta como un orden aproximado y siempre

amenazado, con grados variables según sus tipos y formas, es el producto de las

interacciones del orden y del desorden, del determinismo y de lo aleatorio"2. Como

expresión de ese incesante juego entre el orden y el desorden vamos a discutir las fracturas

fundamentales que se han ido produciendo en la escuela colombiana a partir de su inserción

por Colombia, 1991. 2 Georges Balandier, El desorden, la teoría del caos y las ciencias sociales, Barcelona, Gedisa, 1994.

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en los procesos de la modernidad y sus consecuencias en la calidad de la educación.

LA LENTITUD: EL PRIMER MOMENTO DE LA MODERNIDAD

Pueden diferenciarse dos momentos en el proceso de modernización en Colombia: el

primero se caracteriza por los cambios introducidos en la sociedad gracias a las tecnologías

llamadas lentas (ferrocarril, telégrafo, teléfono, automóvil, maquinaria industrial) que

acompañaron los procesos básicos de la urbanización y de la industrialización del país. El

segundo momento es definido por la expansión de las tecnologías rápidas (medios de

comunicación electrónicos, computación, aviación) y que algunos teóricos denominan

postmodernidad3.

Desde el ángulo de la educación, durante el primer momento de la modernidad el fenómeno

fundamental fue la amplia expansión de la cobertura escolar. Hasta mitad del siglo XX la

escuela era una institución fundamentalmente elitista que, consecuentemente, incluía a una

proporción muy baja de la población4. Con la primera modernidad vinieron afanes

educativos que fueron influidos por concepciones y prácticas venidas del exterior. Entre

ellas deben mencionarse las siguientes: la noción de escuela y de pedagogía, de capital

humano, de recursos humanos y la teoría del dualismo, la planeación educativa y la idea de

relación ocre educación y modernización5. Estas ideas marcaron el rumbo de nuestra escuela

y condicionaron su identidad, identidad que persiste actualmente a pesar de los grandes

cambios que se han sucedido en la sociedad desde entonces. De llevar a la práctica esas

ideas surge la primera fractura educativa: la fractura fáustica.

LA FRACTURA FÁUSTICA

La primera fractura cardinal de la educación colombiana se gesta en la naturaleza misma de

nuestro proceso de modernización. Existían ya sociedades modernas y Colombia debía

emprender el camino de su modernización. Se definen así dos temporalidades: la

temporalidad de la modernidad, el tiempo ya avanzado, el futuro de los países modernos y la

temporalidad atrasada, el pretérito de los países en proceso de modernización. Las teorías

dualistas, en boga en los países modernos, plantearon estas dos temporalidades y

propusieron que el camino para que el pretérito alcanzara la modernidad del futuro debía ser

recorrido a mayor velocidad. La manera de aumentar la velocidad y ganar tiempo consistía

3 Kenneth Gergen, El yo saturado, dilemas de identidad en el mundo contemporáneo, Buenos Aires, Paidós,

1992. 4 Rodrigo Parra Sandoval, La calidad de la educación, universidad y cultura popular, Bogotá, Tercer Mundo y

Fundación FES, 1992. Martínez A., La expansión de la escolarización en Colombia, trabajo presentado en el

Segundo Congreso Colombiano de Sociología, Bogotá, 1967. 5 T. W. Shultz, The economic valué of education, New York, Columbia University Press, 1963. Marcelo

Selowsky, "El efecto del desempleo y el crecimiento sobre la rentabilidad de la inversión educacional: una

aplicación a Colombia", en Revista deplaneacióny desarrollo, vol. I, n° 2, julio de 1969. Departamento Nacional

de Planeación, Plan de desarrollo económico y social, Sector educación, Documento DNP, URH, Planes y

Programas de Desarrollo, 1969-1972.

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en tomar los puntos neurálgicos que habían llevado a los países modernos a ser modernos.

Uno de esos puntos capitales era la educación, y el camino más corto para lograr que ésta

llevara a cabo su papel modernizador era definirla como transmisora de conocimientos. Es

decir, que educar, para la modernización, era fundamentalmente tener una escuela que

distribuyera de la manera más eficaz y en lo posible a la mayor cantidad de población en

edad escolar, los conocimientos que circulaban en la educación de los países modernos.

Había razones científicas para pensar que una vez que las poblaciones de los países atrasados

expandieran su sistema escolar se pondrían en el camino de la modernización. La teoría

económica del capital humano había mostrado, con suficiencia matemática, que el aumento

en la escolaridad se traducía en incremento en la productividad de la mano de obra y esto a

su vez producía mayores salarios y movilidad social.

Por otra parte, la teoría de los recursos humanos planteaba como tarea de la escuela, el

formar una mano de obra calificada que respondiera a la estructura de la demanda que

generaban el sector productivo y el sector terciario o de servicios. El deber de la escuela era,

entonces, adaptarse, volverse proteica en su composición curricular para responder a las

demandas. La escuela se convierte así en un instrumento de las variaciones de la economía.

Por eso, durante este medio siglo, una de las líneas más estables de la política educativa ha

sido la diversificación curricular, especialmente en la universidad.

Se impuso entonces una escuela distribuidora de conocimientos —atajo para acelerar el

camino a la modernización- y, consecuentemente, se definió a la pedagogía, con propósitos

prácticos, como la ciencia que capacitaba maestros para repartir eficientemente el

conocimiento escolar. No obstante, al tomar este atajo la escuela modernizadora vendió su

alma, hizo un arreglo fáustico que la ha llevado al estado de postración en que se encuentra

actualmente.

La escuela alcanzó una velocidad artificial y de esta manera logró la lentitud. ¿Por qué

razón? Porque la escuela al centrarse en la función distributiva de conocimiento, abandonó la

otra función esencial de toda institución escolar: la creación de conocimiento. Ni el currículo

ni los planes de estudio, ni la noción de conocimiento ni la cultura escolar, hicieron suya esta

función esencial. El pacto fáustico se consumó: la escuela se expandió rápidamente y en

términos generales logró absorber proporciones aceptables de la población en edad escolar y,

por lo menos en la primera etapa de la modernización, hizo suponer que por medio de ella

nos acercaríamos a la modernidad, que los colombianos lograríamos ágiles procesos de

movilidad social y que la escuela sería la institución encargada de disminuir las enormes

diferencias sociales, constituyéndose en factor de igualdad: en la escuela todos somos

iguales, sólo el rendimiento escolar nos diferencia.

Pero el pacto fáustico hizo algo más: dividió lo indivisible, separó lo inseparable: el

conocimiento y la información derivada del conocimiento, la creación y la erudición, y de

esta manera transformó el sistema escolar en un gran castillo de luces artificiales donde

brillan la erudición y la información. La producción de conocimiento, se convirtió en un

convidado de piedra. Por este camino el conocimiento escolar se hizo estéril, no aplicable a

la vida de la comunidad o de la sociedad. Es lo que algunos investigadores han denominado

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la esquizofrenia escolar6. Esta ineficacia social del conocimiento escolar es un demento

crucial de la calidad de la educación, puesto que lo transforma no sólo en inaplicable sino en

un exiliado de la sociedad circunscrito a los muros de la escuela. El conocimiento escolar,

definido inicialmente como el agente modernizador por excelencia por su relación con la

sociedad, se transforma, a partir del pacto fáustico, en un conocimiento aislado, encarcelado

en la escuela, valido solamente dentro de sus muros, un conocimiento de clausura7. La

fractura Fáustica lleva a la escuela a romper sus relaciones con la sociedad, a centrarse en sí

misma, en su eficacia interna, en los índices de rendimiento escolar, en las pruebas del Icfes.

Este aislamiento es el primer paso para el auge del narcisismo escolar que se siente venir.

Esta es pues la fractura inicial, la cisura fundacional del sistema escolar, la factura fáustica

que permanece, con algunas adaptaciones, hasta nuestros días y que ha jugado y sigue

jugando un papel importante en el destino de la escuela modernizadora y, por consiguiente,

en la calidad de la educación.

6 Rodrigo Parra Sandoval, Los maestros colombianos, Bogotá, Plaza y Janes, 1986.

7 Rodrigo Parra Sandoval, et al, La escuela vacía, Bogotá, Tercer Mundo y Fundación FES, 1994.

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ECO Y NARCISO: LA FRACTURA PEDAGÓGICA

La segunda fractura fundamental de la escuela modernizadora es la fractura pedagógica que

se deriva directamente de la fractura fáustica y que transforma a la escuela en un ámbito

esencialmente verbal. Se define por la escisión drástica entre el discurso pedagógico y la

práctica pedagógica. Es una escisión que pertenece al ámbito propio de la escuela, a la vida

dentro de la institución escolar, al contrario de la fractura fáustica que se ubica en un ámbito

de relación entre la escuela y la sociedad que se moderniza.

La separación entre el discurso pedagógico y la práctica pedagógica asume dimensiones

cada vez más críticas que los lleva a separarse e independizarse, generando en la vida de los

maestros, en la escuela, dos culturas. La palabra colma la escuela, y utiliza a ésta como

amplificador; la palabra se revierte sobre sí misma y la realidad escolar excluye la llamada

"lógica en uso", esto es, al contar lo que se hace, experimenta una radical metamorfosis

hacia la "lógica reconstruida", es decir, que se densifica la realidad de lo que se dice que se

hace. La escuela experimenta un egocentrismo, un centrarse en la brillantez de su propio

discurso que se hace más real que su acción. La escuela construye un pulido espejo de

palabras grandilocuentes y se regodea en ellas, se escucha en ellas y se gusta, se ama con el

amor solipsista de Narciso. Esta escuela solamente puede amar a un estudiante: Eco, una

ninfa que repita sus palabras, que le devuelva la sonoridad de su discurso, que sea parte de

ella, que sea ella misma8. Por eso la erudición es el alma de la escuela modernizante: el saber

verbal, el saber citar, el saber repetir con brillantez, oportunamente y dar vueltas sobre un

maelstrom de palabras que se erige en la realidad escolar. Raro narcisismo que construye su

ser, su naturaleza discursiva, con palabras prestadas de teóricos que van y vienen, que son

sustituibles, efímeros. El narcisismo escolar es en realidad ajeno, no encarna el ser de

Narciso sino que refleja el ser de otros.

Los alumnos de las escuelas autoritarias son más autoritarios que sus maestros. Basta

observar qué sucede con uno de los cambios de discurso en boga: el reglamento

transformado en 'manual de convivencia'. Los alumnos que construyen manuales de

convivencia son más duros y autoritarios en sus medidas disciplinarias que sus propios

maestros: prohiben mirar por las ventanas, recostarse en las paredes, masticar chicle, las

manifestaciones de afecto. Hacen que el paso del concepto de 'reglamento' al de 'manual de

convivencia' sea un simple cambio de nombre sin que haya una transformación de sustancia,

a no ser que se entienda el cambio como la mayor rigidez de las normas, de las

prohibiciones, d caminar aún más hacia un autoritarismo cerrero y salvaje. El eco, por no ser

la palabra misma sino su repetición, un sosias ansioso de identidad, exige ser más papista

que el Papa.

El lenguaje escolar de la modernidad esconde el lenguaje premoderno, lo viste pero no lo

transforma. Basta mirar lo que está sucediendo con la tutela aplicada al mundo escolar,

instrumento que estaba amenazando la organización autoritaria y que ha llevado a trabajar

8 Nelly del Carmen Suárez; Luz Amparo Villegas, "Los escribientes del maestro", en La evaluación escolar, Cali,

FES-RESURGIR, 1995.

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conjuntamente a la escuela, al estudiante reo y a los abogados en la redacción de un manual

de convivencia a prueba de tutelas. Se emplea el lenguaje moderno de la democracia

mientras se lucha por conservar el aislamiento escolar, la vida imperturbada de Narciso y

Eco, en el quehacer cotidiano de la escuela.

La primera diferenciación entre el discurso y la práctica es la velocidad de sus

temporalidades. El discurso pedagógico tiene un tiempo muy veloz mientras que la práctica

es de discurrir lento, cercano a la inmovilidad. El discurso del maestro es cambiante, ágil,

hasta adquirir la velocidad de la moda: por medio de h capacitación, los postgrados, los

talleres, los cursillos que se ofrecen en abundancia, los maestros renuevan constantemente su

discurso a partir de las teorías de los pensadores europeos y norteamericanos de turno, de los

más recientes planteamientos del Ministerio de Educación, de las concepciones pedagógicas

se divulgan en revistas o que traen los estudiosos que regresan de Europa, circulación

conceptual es rápida, el discurso del maestro se rehace vertiginosamente con afán proteico.

Sin embargo, es importante diferenciar entre la velocidad de un discurso con coherencia

interna y con cierto grado de profundidad -aunque siempre sin relación con la práctica- de

las instituciones privadas de mejor calidad, y la velocidad del discurso de la escuela pública

que se adelgaza, se hace externo, superficial, epidérmico, hasta llegar al intangible barniz de

la mera nominalidad, a la empobrecida habilidad de nombrar sin la lenta apropiación que lo

teórico requiere para hacerse eficaz. El recambio teórico en la escuela oficial es más rápido

en cuanto más vacío es y de esta manera el discurso mismo traiciona la modernidad por

cuanto se transforma en mero movimiento sin densidad, sin verdadero contenido, cuya

habilidad distributiva es nula al punto que no genera la transferencia de una tradición de la

vida, de la sociedad, del origen, de la raíz del mundo social, que construya una identidad

social. Es una velocidad que se agota en sí misma como un movimiento inútil, desarraigado,

generador de meras apariencias. Una velocidad del atraso, sin eficacia social, mero

movimiento narcisista sin capacidad para dinamizar la escuela hacia la modernidad. Por este

camino la escuela ha lisiado el lenguaje como herramienta pedagógica haciéndolo vano e

inofensivo y le ha abierto campo, con una reverencia, a la imagen y a lo acústico.

Por otra parte, la práctica pedagógica muestra una lentitud exasperante. Permanece

silenciosamente invariable desde sus orígenes en la escuela premoderna, firmemente

asentada en una pedagogía del poder y en el autoritarismo del conocimiento. El quietismo,

verdadera naturaleza de la escuela, se hace fuerte por medio de su invisibilidad, de su

capacidad de mimetismo, de su variopinta naturaleza de camaleón. Esta doble situación

genera una escuela aparentemente moderna en el discurso y realmente premoderna en la

práctica. Un ejemplo nos puede ayudar a aclarar esta fractura: en una escuela normal rural la

maestra de teorías pedagógicas contemporáneas dice a sus alumnos de décimo: "Las teorías

pedagógicas modernas plantean que el alumno es el centro de la escuela, del aula, que sus

intereses e inquietudes deben primar en la educación, que la escuela debe formar alumnos

participativos, creativos, críticos, independientes, que el deber del maestro moderno es velar

y trabajar para que estos objetivos se lleven a cabo... a ver, copien bien ¿copiaron

exactamente todo? o de lo contrario se van a rajar en el examen." 9 Es obvio que la práctica

9 Rodrigo Parra Sandoval, et al., "Maestros de maestros", en los maestros colombianos, Bogotá, Plaza y Janes,

1986

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de la maestra de teorías pedagógicas contemporáneas no se compadece con su discurso, sin

embargo, para ella y para sus alumnos todo sucede normalmente y no hay contradicción

visible ni motivo de protesta. Los alumnos aprenden que el discurso es una cosa y la vida, la

práctica, es otra: dos mundos separados, independientes: el discurso no es para aplicarlo a la

vida sino para sacar buenas notas, otra forma de confinar el conocimiento a los muros de la

escuela, una escuela aislada, que se mira a sí misma, narcisista.

Es importante considerar algunas características de la manera como se presenta esta fractura:

su origen yace en la forma como se organiza la institución escolar y en la formación de los

maestros. La participación de los estudiantes es hasta cierto punto de aceptación, de

participación pasiva dentro de la cultura generada por la fractura pedagógica. Esto la

refuerza y va generando una cultura escindida en la escuela: la velocidad temporal de lo

teórico y la lentitud de la práctica pedagógica. ¿Cómo se mantiene semejante situación en

una sociedad que experimenta todos los movimientos y reorganizaciones socioeconómicos

de la modernización? La velocidad del cambio en el discurso pedagógico crea la ilusión de

una escuela en movimiento, actualizada, dinámica, modernizante, y oculta el estatismo de su

vida institucional, el dominio de las fuerzas de la conservación de la escuela autoritaria.

Además, la omnipresencia del discurso sobre el cambio escolar crea la ilusión, en los

docentes, de que el cambio está tomando lugar en realidad; genera una realidad virtual de la

transformación de la vida escolar por medio de la palabra, convence de que el discurso lo

puede todo, discurso omnipotente, rey falso, espejo sordo que no refleja, antídoto de la

modernidad. Mirada desde este ángulo la fractura pedagógica aparece como una fractura

fundamentada en lo verbal, Narciso y Eco, y, claro está, la pedagogía que le corresponde

define la escuela como una institución hecha de palabras, una catedral de vocablos hermosos

que ocultan la deformidad de la práctica.

Consideremos ahora tres aspectos de la organización social de la escuela para observar los

efectos que esta fractura provoca en ellos: el conocimiento escolar, el papel de la escuela con

respecto al desarrollo desigual de la sociedad inducido por la modernización y la formación

de ciudadanos. En cada uno estos tres aspectos de la vida escolar la fractura pedagógica

alenta fracturas específicas de acuerdo con su naturaleza. La fractura pedagógica tiene la

capacidad de per-mear toda la cultura escolar.

La fractura pedagógica tiene una incidencia directa en el conocimiento escolar: escinde la

teoría de su práctica, separa al concepto de su uso, divorcia el discurso del mundo a que se

refiere. Este es, por supuesto, el camino de la castración de la creatividad que puede

entenderse como la capacidad de relacionar la teoría y su práctica para concebir algo nuevo.

Este aislamiento de dos elementos que están destinados a caminar juntos para propiciar la

creación, es lo que produce en el campo del conocimiento escolar la fractura científica,

puesto que esta es una acción necesaria, esencial, en el trabajo de la ciencia.

La fractura científica en la escuela conduce al memorismo, refuerza la ausencia de

participación de estudiantes y de maestros en procesos de creación, como expresión de la

fractura pedagógica. Pero fundamentalmente genera el autoritarismo del conocimiento, que

hace gravitar el conocer alrededor de lo ya hecho, lo ya creado por otros, erige los

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conocimientos, la información conceptual y fáctica en verdad, osifica su validez, convierte el

conocimiento en erudición, suprime la creación, la investigación, la crítica de la cultura del

mundo escolar. La verdad es la que está escrita en los libros, la que posee el maestro, el

conocimiento ya está hecho y el estudiante debe aprenderlo, memorizarlo. Más allá de esta

esterilización del conocimiento escolar, el comprender el conocimiento como algo hecho,

incambiable, lleva al estudiante a pensar que posee el conocimiento "verdadero" y que los

que creen otra cosa están equivocados10

.

Esta manera autoritaria de pensar es la semilla del cesarismo y de la intolerancia que está

sembrando la escuela en los hábitos de pensamiento de los jóvenes colombianos. Es la

persistencia del pensamiento teologizado de la escuela premoderna que obstaculiza la

reflexión científica, que introduce la ciencia en su plan de estudios, pero oculta la manera de

pensar y de crear ciencia, y la reemplaza con el pensamiento autoritario. La fractura

científica, hija también de la escuela distributiva, niega a los jóvenes no solamente la

posibilidad de crear sino también la flexibilidad de la inteligencia que les permitiría ver

aciertos, verdades, razones, en las ideas de los otros.

Las consecuencias sociales de ambas caras de esta fractura son devastadoras para una

sociedad violenta que intenta la búsqueda de la paz y de la vida democrática. La idea

pedagógica moderna de que la escuela debe ser un ámbito de reflexión, creación, crítica y

participación, se convierte en letra muerta en la práctica escolar del conocimiento11

. Se

enseña sobre los hallazgos de la ciencia, pero no se enseña a pensar científicamente; de esta

manera, el tiempo del conocimiento escolar moderno se hace denso, espesa su materia y se

hace lento.

Uno de los efectos de la modernización ha sido la intensificación del desarrollo desigual de

las regiones del país y, dentro de las regiones o de las ciudades más modernizadas, el

surgimiento de amplias zonas de marginalidad. Esta manera marginal de participar de la

modernización marca un agudo proceso de desigualdad social. El encaminar a la sociedad

moderna hacia la igualdad social por medio de una educación que propicie procesos de

movilidad social, es una de las características fundamentales de la escuela modernizadora o

por lo menos así lo plantean sus teóricos. ¿Qué hace la escuela modernizadora para

desempeñar su papel como medio para la igualdad social en las zonas marginales urbanas de

nuestras grandes ciudades, donde la modernización se ha asentado más firmemente? Las

investigaciones realizadas muestran dos caminos: el primero, que podríamos llamar la

pedagogía de la desesperanza, es una respuesta claramente impotente ante la enorme

dificultad que la marginalidad le plantea a una escuela que vive la fractura fáustica y la

pedagógica al tiempo, esto es, generar una cultura escolar que reemplace las deficiencias del

conocimiento con conductas afectivas12

. El afecto como manera de encubrir la incapacidad

10

Rodrigo Parra Sandoval, "Calidad y democracia: hacia la educación del siglos XXI", "La calidad de la

educación en la escuela rural", "La educación de adultos: cultura popular y calidad de la educación", en La

calidad de la educación: universidad y cultura popular, Bogotá, Tercer Mundo y Fundación FES, 1992. 11

Nancy Stella Bobada, et al., La fuga de la ilusión, Cali, Fundación FES, 1993. María Eugenia Arias, et al., La

autocracia escolar, Cali, Fundación FES, 1993 12

Rodrigo Parra Sandoval, La pedagogía de la desesperanza, Bogotá, Plaza y Janes, 1989

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de enseñar conocimientos eficaces en situaciones indudablemente difíciles. Dar menos

educación eficaz a los que más la necesitan, descartar el papel de ésta como medio de

igualdad social, y santificar la dramática estratificación de la sociedad, con el poder de la

educación y con el fracaso escolar de los marginados…

El segundo camino podría denominarse la escuela vacía: dar más de lo mismo, con mayor

intensidad, a los que más necesitan de los beneficios del conocimiento. Más de lo mismo

implica una mayor velocidad de la temporalidad del discurso pedagógico y más de la

práctica pedagógica autoritaria y, sobretodo, más de la fractura pedagógica. El resultado es

la exasperación de la fractura pedagógica, una acentuada ritualización de la organización

escolar que se multiplica en actividades, reuniones, comités, cursos de capacitación que no

se aplican en realidad y que además no resuelven los verdaderos problemas de la educación

en zonas marginales, por lo menos los que tienen que ver con la fractura pedagógica y que,

al acelerar aún más el tiempo del discurso pedagógico, incrementa los problemas de la

calidad de la educación. Nos enfrentamos así a una rotura específica de la interacción entre

la escuela modernizadora y el desarrollo desigual: la fractura de la igualdad, que lleva a la

escuela a reemplazar el conocimiento por afecto o a acelerar el discurso, ahondando todavía

más su separación de la práctica, cubriendo con un manto más denso de activismo su

vaciamiento13

. En ambos casos la escuela pierde su habilidad para convertirse en un factor

de igualdad social. Ante las enormes dificultades que le plantea la marginalidad, la escuela

reacciona deteniendo el tiempo social del discurso, haciéndolo lento hasta volver ineficaz su

trabajo o, por el contrario, acelerando el tiempo social del discurso hasta vaciarlo de

contenido en la práctica pedagógica.

La fractura democrática se opone a la tarea fundamental de la escuela: formar ciudadanos

para una sociedad democrática. Esta fractura consiste en la presencia de un discurso

contemporáneo, acorde con las necesidades de la modernidad, revestido del lenguaje de la

educación cívica, la cátedra bolivariana, la democracia, según sus sucesivas manifestaciones,

y la vivencia de una organización social arcaica de la escuela. Observaremos cinco

elementos de esta fractura: el poder y la participación, el conflicto, la justicia, los valores

ciudadanos y la violencia escolar.

La autocracia escolar es la forma de gobierno de la escuela autoritaria, el gobierno de uno de

los estamentos sin la participación real de los otros. Múltiples investigaciones muestran este

fenómeno en el que los padres de familia, los estudiantes e inclusive el Estado tienen

solamente una participación nominal en la configuración de la organización escolar. Es

cierto que el discurso sobre la democratización de la escuela está tomando fuerza, se cambia

el 'reglamento escolar', que implica una posición más autoritaria, por el 'manual de

convivencia' que supone la participación de los actores en su formulación. No obstante, este

cambio es en realidad sólo un cambio de nombre, un predominio del discurso sobre la

práctica.

En algunos ámbitos privilegiados de ciertas zonas de la escolaridad, como la Escuela Nueva

13

Rodrigo Parra Sandoval, et al., La escuela vacía, Bogotá, Tercer Mundo y Fundación FES, 1994. Análisis de

un mito: la educación como factor de movilidad social en Colombia, Bogotá, Universidad de Los Andes, 1975

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en áreas rurales desarrolladas, se implementan gobiernos escolares e inclusive reuniones de

gobiernos escolares municipales o de conjuntos de municipios. Algunas de esas experiencias

son reales y dignas de imitación, pero en su mayoría la presencia de gobierno escolar no

implica una participación sustancial de los alumnos sino una forma de organización para

acompañar b labor de los maestros en actividades de limpieza, liderazgo en ausencia del

maestro, ayuda en las labores del docente. En lo sustancial se trata de una aceleración del

discurso que esconde la permanencia de una práctica autoritaria en el gobierno escolar. El

poder autocrático y el autoritarismo del conocimiento son facetas que se complementan y se

esconden detrás de discursos democráticos y que hablan sobre la importancia de la

creatividad. Por estos caminos la escuela modernizante colombiana pierde una de las más

interesantes posibilidades pedagógicas: formar a los jóvenes en el manejo y en la solución

pacífica de los conflictos.

El conflicto es un fenómeno social omnipresente y de su manejo depende la naturaleza de

muchas zonas de la sociedad. El conflicto puede enfrentarse, en términos generales, de dos

maneras: democráticamente, por medio de la generación de valores que interpongan el

diálogo y la tolerancia por encima de cualquier otra cosa. La segunda manera podría ser por

intermedio de conceptos y sistemas de justicia que diriman los choques de intereses. Pero la

escuela autocrática y autoritaria no engendra ninguno de estos dos caminos. El diálogo y la

tolerancia en las escuelas autoritarias son aves exóticas, las formas predominantes de

organización se contradicen con el poder autocrático.

Las instancias de aplicación de justicia, instancias creíbles, reales, tampoco existen. Los

conflictos son dirimidos por quienes ostentan el poder los cuales, en muchos casos, son juez

y parte14

. Por este camino la escuela ha perdido la extraordinaria oportunidad de emplear el

conflicto como una herramienta pedagógica para formar ciudadanos pacíficos. La escuela

maneja el conflicto de manera autoritaria, es decir, solucionándolo desde el poder o

escondiendo, negando, velando su presencia en la vida escolar. El conflicto no existe, las

faltas disciplinarias las solucionan las autoridades escolares de acuerdo con el reglamento o

con el manual de convivencia. Cuando no operan ni los valores de la convivencia ni el

sistema de justicia, los conflictos que se subsumen en el sótano de la vida escolar se

resuelven por medio de la violencia.

No resulta entonces sorprendente la sólida presencia de tantas formas de violencia en la

escuela modernizante: violencia física de los maestros a sus alumnos como en la escuela

tradicional; violencia de la cultura escolar sobre los maestros que no se atienen a las reglas

de la escuela autoritaria; deformaciones de la ética docente; el regaño omnipresente hasta

transformarse en el más socorrido estilo pedagógico; la humillación de los alumnos; el acoso

sexual; el boleteo; el recreo como un espacio en el que se genera violencia; sistemas

alternativos de defensa y de justicia entre estudiantes, para quienes la violencia física es

positivamente valorada, así como es aceptada la constitución de organizaciones tipo pandilla

entre los niños de la escuela primaria oficial, donde se enseñan normas y valores contrarios a

14

Francisco Cajiao, Poder y justicia en la escuela colombiana, Cali, Fundación FES, 1994. Ana Rita Forero, et

al., ¿Es fácil la comunicación con los niños? Hacia un maestro democrático, Cali, Fundación FES, 1994. Amilvia

Blandón, et al., ¿Cumplen los castigos una función educativa? Cali, Fundación FES, 1992.

Page 35: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

un régimen democrático15

. Esta organización social que nutre la vida cotidiana de la escuela

modernizante está formando ciudadanos para una sociedad autoritaria y no ciudadanos con

aprendizajes sociales derivados de b práctica cotidiana, de la vida en la cultura escolar,

preparados para participar plenamente en una sociedad democrática.

Así pues, la escuela modernizante ha inducido en la vida cotidiana tres fracturas a partir de

la relación amorosa entre Narciso y Eco, y de la fractura pedagógica entre el discurso y la

práctica. Tres fracturas que escinden la cultura escolar de manera dramática: la fractura

científica que separa teoría y práctica del conocimiento, haciéndolo estéril. La fractura de la

igualdad, al darle una educación de menor calidad a las escuelas de los sectores sociales

marginales a causa o de una aceleración extrema o de una desaceleración, también extrema,

del tiempo social del discurso pedagógico. Y la fractura democrática que impone, frente al

discurso democrático, una organización social arcaica, autoritaria y autocrática. Con la

aceleración del tiempo social del discurso pedagógico y con el estancamiento del tiempo

social de la práctica, de la vida cotidiana de la escuela, entramos al segundo momento de la

modernidad colombiana en el que la veloz naturaleza del tiempo social, la lentitud del tiem-

po escolar y las dislocaciones de la cultura escolar, plantearán turbulencias y desafíos,

desórdenes y potencialidades, semillas del caos en las cuales se alcanza a intuir la urgencia

de la conformación de un nuevo orden escolar en el país.

15

Rodrigo Parra Sandoval, et al., La escuela violenta, Bogotá, Tercer Mundo y Fundación FES, 1992.

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LA RAPIDEZ: EL SEGUNDO MOMENTO DE LA MODERNIDAD

Con esta escuela entra Colombia al segundo momento de la modernidad, llamado por

algunos teóricos, postmodernidad. Entra al agitado devenir de lo más contemporáneo y se

coloca a las puertas del siglo XXI con una organización escolar que no ha podido cumplir

con el sueño fáustico de desarrollar la sociedad ni cumplir con el sueño narcisista de

transformarse a sí misma. ¿En el nuevo mundo que nace lleno de vitalidad en las grandes

ciudades del país, qué le espera a esta escuela? ¿Con qué fortuna, de qué manera enfrentará

en este nuevo momento lo contingente, lo aleatorio, lo inestable de la nueva velocidad del

tiempo social, la incertidumbre y las dificultades por las que atraviesa la noción de verdad,

de ciencia, de saber? ¿Cómo manejará pedagógicamente este desafío, si las fracturas

heredadas le impiden ser creativa y lo opacan todo en una espesa nube de palabras? Para

intentar la búsqueda de una mejor comprensión del papel de la escuela en la vida

contemporánea discutiremos dos fracturas gemelas que ya se ven nacer, fundamentalmente,

en las poblaciones escolares de las ciudades colombianas más modernizadas: la fractura de

la temporalidad y la fractura de la cultura escolar.

JANO Y LA FRACTURA RIÉRONTE: TIEMPO Y CULTURA

Jano es el dios de dos caras, una mira al norte y la otra al sur, una observa el día y la otra

contempla la noche, una mira hacia el pasado y la otra hacia el futuro. Es el dios de la doble

mirada, pero también es el dios de la mirada escindida que lo hace ciudadano de mundos

opuestos, un dios con doble identidad, indeciso, fracturado. La escuela colombiana

contemporánea encarna la tragedia de Jano: su escisión, su fragmentación, la rotura de su

ser.

La fractura temporal se expresa por la manera como el tiempo escolar se hace lento, a pesar

o precisamente debido a la apariencia de su rapidez incubada por la verbosa rotura

pedagógica. Tiempo que expresa el atraso, el anacronismo con respecto al tiempo de la

sociedad, particularmente de las zonas más modernizadas de la sociedad, las más

urbanizadas y, muy especialmente, con respecto a los jóvenes de esas zonas. Mientras la

sociedad y los jóvenes son la cara de Jano que mira hacia la velocidad, la escuela adopta la

cara que perezosamente observa la sociedad del pasado al igual que su ritmo pausado. Desde

las desarmonias que propician los diversos tiempos sociales de la escuela se generan las

turbulencias pedagógicas, las nuevas valoraciones del conocimiento, de la organización

social, del mundo escolar, de los procesos de identidad. Esta inédita manera de ser del

tiempo sirve de vehículo a la fugacidad cultural, a la incertidumbre, a las nuevas formas de

la rebeldía y de la sumisión, a la manera como se relacionan los jóvenes con los adultos que

representan la institución escolar arcaica en la que tienen que vivir. De allí nace la segunda

cara de la fractura bifronte de Jano: la fractura cultural que se define como la tendencia a la

separación del mundo escolar en dos culturas que conviven en el mismo espacio, pero que

habitan temporalidades distintas y, al hacerlo dividen la escuela en dos regiones de

socialización drásticamente diferentes.

Page 37: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

La primera cultura es la institución encarnada en los adultos. Cultura que se mueve con

lentitud, propone un conocimiento arcaico y un modelo de vida en el que el tiempo se hace

denso, se solidifica y se queda apoltronado en el pasado. La segunda cultura es la de los

jóvenes que sigue el ritmo de las zonas más modernizadas de la sociedad, influidas por la

ciencia y las tecnologías, los medios electrónicos de comunicación, la computación, la

vertiginosa movilidad espacial j de las relaciones sociales16

.

Son, precisamente, la naturaleza del desorden social y la naturaleza del caos escolar, las que

provocan las diferentes temporalidades presentes en la institución educativa, las que marcan

la esencia de la escuela en este segundo momento de la modernidad. De allí surge la

comprensión de la escuela como un palimpsesto que guarda dos escrituras en la misma

superficie; espacio en el que habitan dos mundos que a veces se rozan, a veces entran en

conflicto, a veces uno coloniza al otro con la fuerza de su poder, aunque la mayor parte del

tiempo se ignoran.

Es la exacerbación del anacronismo escolar y la modernidad de la sociedad encarnada en los

jóvenes lo que lleva a la fractura bifronte, a la gestación de dos culturas que hacen que la

función socializadora de la escuela se divida en dos procesos divergentes, cada vez menos en

contacto y, en esa medida, a la separación de las generaciones, a la pérdida de eficacia

socializadora de los maestros. Por supuesto, el cambio, la transformación, lo efímero, son

rasgos de la adolescencia, y lo estable, lo perdurable, es el material de la escuela. Pero ya

hemos visto que la escuela no transmite la tradición, las raíces culturales de Colombia, y

también vimos que la nueva rapidez del tiempo que viven los jóvenes está anclada en

cambios fundamentales de la sociedad. De manera que lo que ahora vive Colombia es en sí

un momento particular del desarrollo de la sociedad y de la institución escolar.

EL FUTURO ESCOLAR

El primer hecho fundamental es la compartimentación del tiempo, su encarcelamiento en

estancos como producto de la interacción forzosa que se da entre la modernización de la

sociedad y la fractura pedagógica17

. Este tiempo social está dividido en porciones que, se

reparten de la siguiente manera: el pasado y el futuro para la institución escolar y el presente

para los adolescentes. El futuro es el tiempo más publicitado por la institución escolar, se

habla del futuro, se predica que la institución forma a los hombres del porvenir, a los futuros

ciudadanos: padres de familia, profesionales, dirigentes, líderes. La meta de la escuela es

futuro y en él pone toda su intencionalidad formadora. Así, la juventud, la adolescencia no

tienen entidad en sí, no son seres del presente sino seres que serán, cuyo destino es el futuro,

su única alternativa es ser futuro, adultos en el futuro. El presente de los jóvenes escolares se

16 Néstor García Canclini, Culturas híbridas, estrategias para entrar y salir de la modernidad, México, Grijalbo,

1989. Marshall Berman, Todo lo sólido de desvanece en el aire, México, Siglo XXI, 1988. Claudio Magris, El

anillo de Clarisse, Barcelona, Ediciones Península, 1993. Gilíes Lipovestsky, La era del vacio, ensayo sobre el

individualismo contemporáneo, Barcelona, Anagrama, 1986. Fernando Cruz Kronfly, La sombrilla planetaria,

ensayos sobre la modernidad y la postmodernidad en la cultura, Bogotá, Editorial Planeta, 1994 17

Marina Camargo Abello, Desconcierto y melodías escolares, el adolescente y la básica secundaria, Bogotá,

Fundación FES, 1994. Beatriz García, et al., Medalla en el corazón, Proyecto Atlántida, 1995.

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futuriza: el presente existencial se exporta al futuro en que se será. El presente del

adolescente se dispara a un futuro lejano ("ser alguien en el mañana") o a un futuro próximo

("aprender ahora cosas nuevas para el tiempo venidero"). Para la institución escolar el

presente tiene poco valor: la utilidad de la vida, del ser, del conocimiento, están todos en el

futuro, como diría Milán Kundera: la vida está en otra parte18

. De esta manera el presente se

futuriza, pero se construye a la imagen y semejanza de los adultos actuales, no de los adultos

que requerirá el futuro modernizado. El futuro se diseña de acuerdo con el pasado que se

encarna en los maestros de hoy, como veremos; el futuro se hace pasado reprimendo los

sueños y los proyectos de vida19

.

La pedagogía de lo porvenir, de la construcción del futuro en los jóvenes, debería incluir la

construcción de proyectos de vida propios, enclavados en la previsión del futuro moderno.

En realidad esta pedagogía que predica el futuro como el tiempo de la institución escolar,

está llevando autoritariamente a los estudiantes a adoptar como proyecto, los proyectos de

sus padres y de sus maestros, a tomar prestado de los adultos el futuro, a pensar en su futuro

como algo ya hecho, ya definido por las generaciones anteriores, un futuro trocado por el

pasado: muestra y medida del anacronismo de la escuela colombiana contemporánea.

Una heterogénea combinación de elementos hace posible esta confusión temporal, este

desorden de los tiempos en la escuela: la preeminencia del discurso sobre la práctica cuando

la escuela habla del futuro, la naturaleza distributiva del conocimiento y la percepción que

los estudiantes tienen de él como un "cheque posfechado" sin valor en el presente y

posiblemente sin valor en el futuro, el tiempo expandido en el presente que plantea un hoy

sobredimensionado en la cultura de los estudiantes y que hace fácil aceptar el futuro de los

adultos para obtener ganancias para el presente, dinero para estudiar, para vestirse, para

divertirse: de esta manera se extirpa el deseo como fundamento de la ética y de la proyección

del futuro, se siembra una semilla de indiferencia social ante el porvenir y los jóvenes tienen

ante sus ojos la justificación para vender su futuro por un plato de lentejas, un futuro que la

escuela no les ha enseñado a comprender ni a valorar.

EL PASADO ESCOLAR

El pasado es el otro tiempo del que se apropia la escuela. Cuando habla del pasado la escuela

se refiere centralmente a la historia, a la enseñanza de la historia. Pero no a la Historia con

mayúsculas cuyas leyes inexorables marcan los procesos de las sociedades con su fuerza

avasalladora y escriben en letra indeleble el destino de los hombres. La escuela no se refiere

a la capacidad de explicación, al ansia de totalidad de esta Historia, porque esta forma honda

de entender la vida y el desarrollo de las sociedades ni siquiera rozó con sus alas de

18

Gloria Álzate, La escuela está en otra parte, Proyecto Atlántida, Bogotá, Universidad Javeriana, 1995 19 María Teresa Antía, et al., La universidad adolescente, Cali, Fundación FES -RESURGIR, 1994. Armando

Duque, et al., "Los proyectos de vida", en Tres miradas al mundo escolar, Fundación FES, Cali, 1995. María

Fernanda Delgado, et al., El deseo y la necesidad: la ética del joven caleño, Universidad del Valle, Cali,

Fundación FES, 1995. Rodrigo Parra Sandoval, Ausencia de futuro, la juventud colombiana, Bogotá, Plaza y

Janes, 1985.

Page 39: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

complejidad de la historia patria escolar. Esta escuela tampoco entiende por historia a la

manera moderna de hacer historia, al estudio de procesos sociales acuciosamente

documentados y comprendidos teóricamente que pueden auxiliar en la ubicación temporal,

en el descubrimiento del origen, en vislumbrar una tradición. La escuela modernizante

entiende por historia la memorización de fechas, lugares, nombres, instituciones, batallas,

héroes, períodos, leyes, límites y demás inutilidades del pasado de la sociedad colombiana.

La historia patria escolar es como un cuarto de los trebejos. La historia como pasado que se

enseña en la escuela no sirve para construir sobre sus bases proyectos de vida que tengan

sentido social. Pero tampoco sirve esta historia escolar para generar una identidad, un

sentido de pertenencia local y global, una comprensión de la vida personal o grupal en la

vida de la sociedad, en el teatro expandido de la cultura mundial contemporánea. Una

historia que no sirve ni para el pasado ni para el futuro, una historia sin temporalidad social,

mero amontonamiento de datos, inútil para el presente.

Por este camino la escuela ha contribuido, desde su ámbito pedagógico, a que desdibuje la

Historia, a la desaparición del tiempo histórico en la concepción del mundo de los jóvenes.

Contribución hecha a partir de no haberse movido de su penosa manera premoderna de ver

el pasado histórico. La percepción del pasado en nuestra escuela modernizante permaneció

tan estática que no se percató ni del nacimiento ni de la muerte de la Historia.

No hay que olvidar que una genuina modernidad exige un fuerte enraizamiento en el pasado

y en los lazos de la cultura, de tal manera que desde el mundo que nos viene de fuera

podamos hacer la crítica de nuestro atraso, pero, al tiempo, no perdamos de vista lo que

somos para no volatilizarnos en la vorágine de la velocidad e intentar redefinir el sentido de

esa modernidad. O en palabras de Octavio Paz: "un día descubrí que no avanzaba sino que

volvía al punto de partida: la búsqueda de la modernidad era un descenso a los orígenes. La

modernidad me condujo a mi comienzo, a mi antigüedad."

La noción de pasado que transmite la escuela a las nuevas generaciones está basada en la

organización social premoderna que ha heredado y guardado celosamente la escuela: el

poder autoritario; la autocracia como forma de gobierno; el conocimiento teologizado,

autoritario y, consecuentemente, nada creativo; el aislamiento del mundo exterior, la

homogenización del ser encuadrado en las normas de la escuela, la fragmentación de la

personalidad dinamitada por la violencia de lo sagrado. Este pasado raquítico, inútil para la

vida moderna, particularmente para la forma de vivir lo que hoy se denomina

postmodernidad, es recibido por los jóvenes como inoficioso, como un pasado de museo,

algo inimaginable como origen, con él que no existen lazos de unión, como un dinosaurio

que hace una digestión de siglos en mitad de una climatizada sala de computación.

Ese pasado arcaico, desarraigado, es un pasado falso, mezquino, construido con la materia

de la verbosidad escolar que por estar escindida de la vida, no comunica ni une sino que

separa y aleja, introduce en el ser la terrible soledad de vivir únicamente en presente, hace

del ser joven un exiliado del tiempo. Aunque también, a fuerza de no darles raíces

significativas, catapulta en los jóvenes su pertenencia a una cultura planetaria, los hace un

poco más ciudadanos del mundo. A esto se suma la ausencia de adultos significativos que

Page 40: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

transmitan de manera efectiva el tiempo pasado, el origen social y la identidad de grupo, que

sirvan de ancla con el pasado. La empobrecida imagen que los alumnos tienen de sus

maestros, de su saber, de su ética, de su capacidad de comunicación, de su valor humano,

hace que difícilmente puedan jugar un papel de trascendencia como adultos significativos20

.

Claro está con honrosas y meritorias excepciones de maestros que encarnan una

manifestación rebelde de contemporaneidad, contraria a la pesada temporalidad premoderna

de la escuela.

El maestro contemporáneo se convierte, de esta manera, en un ser peligroso, amenazante

para la escuela que vive enclaustrada en una aparentemente inexpugnable burbuja de

premodernidad y, a la vez, encarna la mejor oportunidad que la escuela brinda a los jóvenes.

No obstante, no sólo es el maestro, en general los adultos del mundo escolar se han liberado

de una de las funciones fundamentales de la escuela: socializar a los jóvenes, confrontar al

adolescente, transmitir de manera eficaz el núcleo vital de la cultura como preparación para

el futuro, servir de modelo y objeto de su rebeldía.

LA ESCUELA SAGRADA

La escuela ha ido tomando características de institución sagrada, con un tiempo lento, casi

inmóvil, con una consustancial resistencia al cambio, cercana más al mito que a la

modernidad, defensora de una tradición que tampoco logra encarnar de manera clara. ¿Por

qué caminos ha logrado la escuela "modernizante" convertir una institución diseñada para

diseminar y producir el pensamiento laico, secular, racional, en una institución sagrada? El

primer camino es el pacto fáustico, la exclusión de la creatividad y la sobrevaloración de la

erudición. La creatividad es un efectivo camino al cambio y su exclusión prepara el sendero

de la permanencia, de lo estable, de lo incambiable, corazón del mundo sagrado.

La abrumadora naturaleza verbal de la escuela le ha dado la apariencia del cambio, ha

sugerido que es una institución dinámica y que está al día con las corrientes contemporáneas

del pensamiento. Este disfraz la ha transformado en camaleón y la ha protegido de los

embates de la modernidad. Por otra parte, la escuela ha sabido apropiarse de elementos

modernos como la ciencia, pero matándola en su significado esencial al transformarla en

mera teoría, excluyéndola como forma contemporánea de mirar el mundo, convirtiéndola de

este modo en un artificio que oculta el verdadero ser premoderno de la escuela. Por medio de

este sincretismo la escuela ha teologizado la ciencia y la ha transformado en un pensamiento

premoderno carente de la garra de la modernidad.

Pero además otros mecanismos contribuyen al surgimiento de la escuela sagrada: el

aislamiento, la homogeneización y la fragmentación. El aislamiento es un mecanismo que

engendra un tiempo detenido dentro de la escuela porque es un aislamiento del frenesí

20

Luis E. Chamorro R., "La imagen del maestro bajo la óptica de los estudiantes", en Tres miradas al mundo

escolar, Cali, FES-RESURGIR, 1995. Amparo Ardua, et al., Todo lo que nos gusta se evapora, Proyecto

Atlántida, Corporación Universitaria Minuto de Dios, Bogotá, Fundación FES, 1995. Gloria Álzate, et al., El

adolescente como actor social, Universidad Javeriana, Proyecto Atlántida, Bogotá, Fundación FES.

Page 41: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

temporal de la modernidad, es un estar por fuera de lo que cambia, un intento por no tener en

cuenta dentro de la organización social de la escuela las transformaciones de la sociedad

donde ella se ubica, sus necesidades respecto al conocimiento y a la formación de los

ciudadanos. Para lograr este difícil aislamiento la escuela convierte en privado su espacio

social v pedagógico que debería ser público, transforma la escuela en una burbuja de tiempo

inmóvil desde donde observa pasar la modernidad y la postmodernidad como quien ve una

película que cuenta historias fantásticas de otros planetas que han equivocado su rumbo. Y si

esas temporalidades extrañas, foráneas, intentan entrar en el castillo de ese yo escolar que se

mira a sí mismo en éxtasis narcisista, les declara la guerra: "la televisión pervierte, está

cargada de sexo y violencia y, además, le quita a los estudiantes el tiempo que deben

emplear para hacer sus tareas escolares.

La homogeneización, por su parte, es la tendencia a excluir lo diferente, las particularidades

individuales y medir a todos por el mismo rasero: la misma velocidad pedagógica, el mismo

plan de estudios, las mismas normas disciplinarias, el mismo vestido o uniforme, el mismo

horario, los mismos exámenes o pruebas estandarizadas, una especie de exacerbación de la

idea de igualdad en un mundo en el que de múltiples formas todos somos diferentes. Una

especie de pesadilla pedagógica totalitaria derivada de la producción en serie. Tal vez la más

refinada forma de violencia pedagógica que se haya inventado.

Finalmente, los estudiantes experimentan la fragmentación del ser no solamente desde la

dinámica frenética de la modernidad sino también desde la vida escolar quieta y apoltronada.

Cito tres caminos de fragmentación. El primero es la violencia pedagógica de la

homogeneización que reduce el ser del escolar a lo que es definido por la reglamentación de

la escuela y excluye de ese ser sus otras caras que permanecen suspendidas, censuradas

durante las horas de colegio. Desde este punto de vista la estandarización es una forma de la

fragmentación, por cuanto produce una escisión entre el ser permitido en la escuela, el ser

escolar, y el no escolar.

El segundo camino de fragmentación es el de la segmentación del conocimiento, a cuyo

resorte teórico se le extirpa la práctica, el uso personal, la eficacia social fuera del ámbito

escolar. También el fraccionamiento del ser, del deseo de aprender, llevado a cabo por el

autoritarismo escolar y muy particularmente por las múltiples formas de violencia escolar.

Desde las físicas y más visibles hasta las psicológicas, culturales y pedagógicas que se

esconden detrás del discurso modernizado.

Entre las formas de fragmentar el ser debe citarse, irónicamente, la idea de lo integral, la

presentación de una vertiente pedagógica que persigue la formación integral del ser y que de

acuerdo a los planteamientos conceptuales y verbales de las instituciones, éste debe ser

equilibrado, armónico e integrado, una especie de Adonis del ser21

. Algunas investigaciones

muestran, sin embargo, que es precisamente el desequilibrio del ser en su cuerpo: una cabeza

grande, unas extremidades raquíticas, un corazón miniaturizado, un estómago pequeño y un

sexo vacío, lo que produce la práctica escolar, una especie de Frankenstein del ser, un ser

21

Martha Luz Parodi; Adriana Triana, De Adonis a Frankenstein, tesis de psicología, Universidad de Los Andes,

1992

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retaceado, fragmentado hasta la monstruosidad.

El tercero camino a la fragmentación es el acorralamiento del joven en el presente, su

exclusión del pasado y del futuro, su confinamiento en los límites del ahora, un presente

expandido que empieza a tomar posesión de todo, a colonizar el ser. El tiempo dividido en

compartimentos estancos es un mecanismo de fragmentación del ser de los jóvenes

escolares.

Estos son algunos de los procesos por medio de los cuales la escuela modenizadora, que fue

instaurada para que sacara al país del atraso y de la premodernidad, se ha ido transformando

en una institución sagrada, refractaria al espíritu de los nuevos tiempos, adherida a la veloz,

incierta, desordenada y turbulenta sociedad que nos llega. ¿Qué puede pensarse de la calidad

de la educación, de una educación que se plantea como formadora de los hombres del futuro

y que es llevada a cabo por una escuela sagrada, enclavada en el pasado? ¿Cómo deben, en

este marco, valorarse los esfuerzos "pedagógicos" que no se dirigen a modificar la autoritaria

organización social de la escuela? ¿Y mientras tanto qué ha pasado con los jóvenes de

nuestras escuelas? ¿Cómo viven ellos, jóvenes postmodernos, en las arcaicas estructuras de

nuestras instituciones educativas?

El PRESENTE EXPANDIDO

El presente es el tiempo de los jóvenes. La naturaleza del tiempo presente que viven los

estudiantes de las zonas más modernizadas del país es la velocidad. Un tiempo veloz que

contrasta de manera apabullante con la lentitud del tiempo escolar. Esas dos velocidades

extremas marcan la vida de los adolescentes y los someten a una experiencia que los violenta

al someterlos a fuerzas opuestas, como si estuvieran en una caja de vientos encontrados22

. Es

la turbulencia, la incertidumbre, el desorden de la socialización lo que viven estos grupos de

jóvenes.

1a socialización tradicional en la que una generación, a través de unas instituciones y unos

ritos heredados, enseña e introduce a otra en los secretos de la cultura, difícilmente puede

aplicarse en el presente. El orden de esta transmisión de la naturaleza social humana ha dado

paso al desorden, a la agitación, a lo inesperado, porque el centro de la socialización se halla

no en la enseñanza de lo perdurable de la cultura, en el núcleo de la identidad grupal, sino en

el cambio, en la renovación, en el advenimiento de un nuevo mundo no vivido y no creado

por la generación adulta. Este nuevo mundo viene de afuera de la cultura nacional y ha sido

generado en sociedades más modernizadas.

22

Varios autores, La vida es una fiesta, Universidad del Atlántico, Proyecto Atlántida, Bogotá, Fundación FES,

1995. Elizabeth Howard, San Andrés y Santa Catalina, paraíso mudo, Secretaría de Educación, Proyecto

Atlántida, Fundación FES, 1995. Amparo Ardua, et al., Todo lo que nos gusta se evapora, Corporación

Universitaria Minuto de Dios, Proyecto Atlántida, Fundación FES, 1995. Gloria Álzate, et al., El adolescente

como actor social, Universidad Javeriana, Proyecto Atlántida, Fundación FES, 1955. Beatriz García et al.,

Medalla en el corazón, Pontificia Universidad Bolivariana, Medellín, Proyecto Atlántida, Fundación FES, 1995.

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De ahí proviene el sentido de expropiación general que la generación adulta experimenta en

su función de formadora de los jóvenes.

Es desde fuera de la sociedad, desde la lógica de la velocidad de los medios de

comunicación y de las computadoras, desde los centros mundiales, es allí donde se produce

y se disemina una nueva cultura predominantemente visual, que transforma de modo radical

la vida de las sociedades tradicionales o débilmente modernas. Se crean, de esta forma, las

condiciones sociales que llevan a los adultos actuales a perder poder de socialización sobre

los jóvenes de las zonas más modernizadas de la sociedad colombiana. Condiciones que

tienen que ver con la notoria influencia de la cultura emanada de los países modernos,

debilitan, como socializadores de sus hijos y de sus jóvenes, a las generaciones adultas que

vienen de una modernidad débil; y, por otra parte, con la lentitud y el arcaismo de la

institución de socialización "secundaria" por excelencia: la escuela.

La fragmentación es el mecanismo fundamental de la velocidad. Lleva implícita la corta

duración; la actividad enérgica, continua; el cambio de actividad; la movilidad de un

fragmento a otro, su abulia e intercambiabilidad en cuanto actividad; la aceleración del

tiempo y el debilitamiento de lo constante, lo durable: de la tradición. Pero la fragmentación

no opera en una sola dirección: la fragmentación escolar, debido a las características ya

descritas, vehicula la lentitud, mientras que la fragmentación que viven los jóvenes en sus

relaciones con sus pares y bajo la sombrilla de la modernidad internacional engendra la

rapidez.

El tiempo presente de los jóvenes escolares está hecho fundamentalmente de relaciones

sociales, del aprendizaje de la vida con otros, de criticar y crear sus normas y valores, del

estrenar la vida como ser social con sus pares y de la naturaleza que toman estas relaciones

centradas en las diferentes facetas del afecto. Los jóvenes construyen relaciones sociales

predominantemente rápidas, efímeras, tumultuosas; para los jóvenes el amor puede ser flor

de un instante, la amistad y los grupos de trabajo o diversión pueden transformarse en

relaciones de corta duración: los espacios de la rumba son cambiantes; los adultos del mundo

escolar descartables una vez que han terminado sus cursos; el conocimiento es desechable y

se olvida una vez que se ha presentado el examen, las canciones de moda son reemplazadas

por otras cuando apenas se las están aprendiendo. En sus propias palabras: "todo lo que nos

gusta se evapora", y, sin embargo, viven igualmente la lentitud de la escuela que prolonga su

adolescencia, que la define y la transforma en un asunto escolar al que imprime su ritmo, su

quietud, su marasmo. La escuela es la institución encargada de prolongar la lentitud de la

adolescencia para que los jóvenes experimenten la rapidez de la fragmentación.

De una manera aparentemente contradictoria los adolescentes buscan el pasado que les ha

sido negado por la escuela y llevan a cabo complejos procesos de reciclaje de la música, del

arte, de las costumbres, de los valores de la sociedad premoderna o, más próximamente, de

la sociedad moderna: reviven, con nuevos ropajes, el romanticismo, el cuento de hadas, el

melodrama a lo Corín Tellado, la música y los valores de la sociedad señorial, las religiones

alternativas y ciertas dimensiones del mundo sagrado de la religión y la magia, la búsqueda

obsesiva del orden, la personalidad centrada en metas que dan sentido a la existencia.

Page 44: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

EL TIEMPO MESTIZO Y EL ARCHIPIÉLAGO CULTURAL

Es importante insistir en que los adolescentes escolares de las zonas más modernizadas

viven la educación, la experiencia escolar, como un "cheque posfechado", según su propia

expresión. Para ellos la propuesta de la institución escolar es algo que tal vez sea útil en el

futuro, pero estéril para el presente. La educación escolar es un aplazamiento de la vida, una

sala de espera, un tiempo de no ser. Por eso es necesario crear una vida alternativa, un

presente de ellos, una cultura que les permita ser ahora, un tiempo para ser. Ese tiempo está

hecho de relaciones sociales, del aprendizaje de vivir con otros, de compartir con sus pares

porque "los adultos habitan en otro planeta". Mientras la cultura de la escuela se centra en el

conocimiento, en la disciplina, en el control, en la lentitud y en el atraso, la cultura que los

jóvenes viven entre pares se centra en los afectos, en las relaciones sociales, en el

aprendizaje de ser hombres de su tiempo.

Como la escuela se ha definido como un espacio privado, los alumnos han construido

maneras de coexistir, de rehuir, de adaptarse, de confrontar la cultura de la escuela. Muchas

de las energías empleadas en la gestación de su cultura se dirigen a sobrevivir la escuela, a

encarar los conflictos con ella. La escuela que elude la creatividad incita altos grados de

imaginación e inventiva en los alumnos para que tejan una cultura aparte, una cultura

contrapuesta a la cultura que impone la escuela. No obstante, esa cultura creada por ellos es

parte de la fragmentación que hiere sus vidas23

. Es creación que los fragmenta, aunque

también ejercicio de imaginación y búsqueda del ser. También por eso los espacios públicos,

la calle, los sitios de la rumba, las reuniones de grupos de pares, todos son espacios

fervientemente buscados; espacios donde no hay adultos ni padres ni maestros; ámbitos

donde ellos pueden ser, ejercer y enriquecer su cultura por fuera del mundo escolar; espacios

de creatividad que también pueden jugar el papel de santuarios, patrias en el exilio, sitios de

fuga, nidos de socialización entre pares que sirven para paliar la ausencia socializante de los

adultos que se han liberado de esta tarea.

Es entonces fundamental definir los tiempos sociales en los que operan los adolescentes

escolares, las múltiples dimensiones de la realidad que se entrecruzan como en una novela

de ciencia ficción. El primer tiempo social es el de la lentitud de la escuela (y el de la

familia, posiblemente con algunas variaciones) que ya hemos discutido en este trabajo. El

segundo es el tiempo de la cultura moderna que llega del exterior, que es fundamentalmente

veloz, tiempo de las tecnologías rápidas, de los medios de comunicación, de la computación;

el modo de vida que produce lo que se ha dado en llamar "el yo saturado" y "la utopía del

instante", cultura internacional que Fernando Cruz Kronfly denomina "la sombrilla

planetaria".

El tercer tiempo social es el de la sociedad colombiana en el que se mezclan, a causa del

reciente advenimiento de la modernidad y a su débil penetración en la cultura, el tiempo

premoderno, el tiempo moderno y el tiempo denominado postmoderno; tiempos que se

juntan en un amasijo de temporalidades que invaden tumultuosa y desordenadamente la

sociedad, la cultura y la personalidad de los colombianos. Sus características fundamentales 23

Beatriz García, op cit., Amparo Arcila, op cit., María Fernanda Delgado, op cit., Gloria Álzate, op cit.

Page 45: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

son la velocidad y la instrumentalidad: el proceso de modernización que ha tomado siglos en

las sociedades europeas se ha llevado a cabo en Colombia en cinco décadas.

La modernidad colombiana es epidérmica e instrumental, es decir, que ha adoptado las

formas, las tecnologías, las teorías, pero no la hondura de la identidad cultural ni la habilidad

para crear una modernidad propia, hija del ser nacional y de las corrientes internacionales

contemporáneas24

. Los jóvenes escolares coexisten en el tiempo de la velocidad y de la

lentitud, viven en un presente expandido que es, a su vez, su propio presente construido para

diferenciarse del tiempo adulto; habitan en el futuro proveniente de las sociedades modernas,

moran en el raquítico pasado y en el futuro sin proyectos, de la escuela. Viven también el

tiempo de la sociedad colombiana que amalgama los tres tiempos sociales en uno, que

involucra, en mezcla desordenada, los tiempos internacionales, los institucionales y los

personales. Mundo complejo, incierto, cambiante, turbulento, donde reina el desorden,

donde pasar de un grupo a otro puede ser un viaje en la máquina del tiempo, un viaje a través

de culturas diferentes.

A este decurso social donde habitan los tiempos de la premodernidad, de la modernidad y de

la postmodernidad —los tiempos del atraso educativo—, donde la personalidad de cada

hombre y cada mujer ha sido modelada con el barro de todos estos tiempos, podríamos

llamarlo tiempo mestizo. Tiempo mestizo propio de la sociedad colombiana, engendrado por

los tiempos fundamentales del mundo que se hicieron nuestra herencia biológica y cultural.

El tiempo mestizo es nuestro mundo, en él habitamos y él nos habita. Es el agua materna de

nuestro ser, por lo que para entendernos debemos mirarnos en su espejo.

Así pues, los jóvenes viven en una tormenta temporal, en un archipiélago de culturas. Esta

experiencia asume un alto grado de complejidad y de dificultad que, a su vez, desarrolla en

los jóvenes una aguda habilidad de etnógrafos que los hace capaces de vérselas con mundos

diferentes, con realidades distintas en las que la variedad de los parámetros valorativos exige

el desarrollo de un alto grado de imaginación y de percepción de la naturaleza de las culturas

humanas y de sus temporalidades. ¿Ganancia o pérdida para sus urgencias de identidad?

¿Cómo se desenvuelven entonces los adolescentes en esta exuberante multiplicidad temporal

y cultural, en esta sobreoferta de versiones de la realidad, en este hiperactivo festival de

fragmentaciones de su sociedad? Las investigaciones muestran dos caminos que es necesario

describir: uno que tiene que ver con el desarrollo personal, interior, con la capacidad de

definir la propia vida por medio de la construcción de proyectos de vida; camino centrado en

la elección ética entre necesidad y deseo. El otro camino se refiere a la relación con los

demás, a la imagen que de uno se ofrece, al mostrar al ser navegando de isla en isla del

archipiélago cultural de la vida contemporánea colombiana. Miremos de manera sucinta

ambos caminos.

Las investigaciones muestran que los adolescentes tienden a responder más a las

necesidades, a los elementos que componen lo que se llama "el nivel de vida", las urgencias

económicas, de consumo, todo lo que facilita la vida cómoda, el confort. Encuentran

24

Rodrigo Parra Sandoval, et al., La escuela instrumental, en proceso de publicación, Bogotá, Tercer Mundo y

Fundación FES.

Page 46: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

dificultades en organizar el futuro, en definir el deseo, en construir metas vitales, proyectos

de vida que organicen su acción, que desaten una actividad con sentido en lo que se refiere a

"la felicidad". Predomina una elección pragmática a corto plazo, una especie de ética del

instante, se instaura el reinado de la necesidad y se destrona el deseo, la capacidad de soñar

la propia vida25

. El archipiélago cultural y temporal unido al fracaso de la escuela en

construir, arraigos con la tradición, y sueños fuertes y significativos para el futuro, están

llevando a que el deseo muera en la vida de los jóvenes, están llevando a que su respuesta al

desafío de la contemporaneidad se limite a la satisfacción de las necesidades más inmediatas,

más fugaces y menos dadoras de sentido; que se limite a un horizonte temporal y vivencial

empobrecido.

Por otra parte, las relaciones sociales de los jóvenes que habitan los espacios más

modernizados de la sociedad tienden, según lo muestran varias investigaciones, a basarse en

la mentira. La multiplicidad de tiempos sociales y versiones de la realidad con que tienen

que lidiar en una sociedad de tiempo mestizo -sociedad fragmentada en archipiélago de

culturas- incita una respuesta también fragmentada en los jóvenes. La necesidad de adaptarse

a la multiplicidad de valores de los diferentes grupos, los lleva a generar relatos diferentes o

a producir adaptaciones de su relato personal para manejarse mejor en cada isla del

archipiélago. Esos diversos relatos son una forma de fragmentación de la historia personal,

una respuesta al archipiélago cultural y van construyendo lo que podría denominarse "la

función social de la mentira".

Los diferentes relatos que presentan a los padres, a los maestros, a los diversos grupos de

pares a los que pertenecen, adquieren una nueva ciudadanía, diferente a su carácter

mentiroso, debido a que son respuestas socialmente necesarias y esperadas por los

interlocutores. Una respuesta única, homogénea, surgida de una personalidad centrada, no

fragmentada, crearía conflictos dolorosos. Los adultos y algunos grupos de pares, cada uno,

exige un relato de la vida del joven que se adapte a sus expectativas porque en realidad no

desean "la verdad"26

.

En contraste la verdad, la honestidad, la narración de la historia "auténtica" se erigen en

valores muy preciados que se practican con los amigos más cercanos, con el grupo de

incondicionales. La amistad es el espacio para ser, para liberarse de la violencia de la

fragmentación, para integrarse. La fragmentación del ser en este archipiélago es real pero

también, de alguna manera, es meramente instrumental como lo muestra la experiencia con

los grupos de amigos íntimos y la entusiasta participación de los jóvenes en proyectos

científicos, artísticos y periodísticos que los incentivan a participar integrada y creativamente

en proyectos centrados en valores de naturaleza más permanente. Estos proyectos, al

contrario de la escuela, generan espacios de solidez y de unión que permiten enfrentarse a las

incertidumbres del tiempo mestizo, del archipiélago cultural, sin que se produzca el

cataclismo de la fragmentación.

25

María Fernanda Delgado, op cit. 26

Beatriz García, op cit., María Luisa García, Soledades e ilusiones, Instituto FES de liderazgo. Proyecto

Atlántida, Fundación FES, 1995. Amparo Ardila, op cit.

Page 47: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

Así pues cabe preguntarse ¿la escuela colombiana actual crea una cultura apropiada para

enfrentarnos a la aceleración del tiempo del siglo venidero, a la expansión de la cultura

"postmoderna" del futuro, a las grandes masas de nuestra sociedad? ¿Genera nuestra escuela

un conocimiento eficaz para que los jóvenes puedan responder con éxito a los desafíos del

mundo contemporáneo? ¿Nuestra escuela forma ciudadanos que sabrán vivir de manera

democrática y pacífica en la sociedad colombiana del futuro? ¿Ofrece la escuela una

experiencia vital que les permita a los jóvenes transformarse en ciudadanos del mundo actual

sin que se diluya la esencia de su identidad cultural? Todo sugiere que no es así. Que

mientras no se corte el nudo gordiano de las cuatro rupturas fundamentales es muy difícil

cambiar la naturaleza de nuestra escuela.

Es menester exorcizar la fractura fáustica y readjudicarle a la escuela su papel central de

creadora de conocimiento para enriquecer la experiencia de maestros y alumnos con la

iluminación del acto creativo. Es necesario subsanar la verbosidad vacía de la fractura

pedagógica devolviéndole a la palabra escolar su eficacia práctica de relación con la vida y

con el conocimiento, con la participación y con los valores de la modernidad. Es

imprescindible acelerar el tiempo de la escuela, reducir su atraso hasta traerla de su actual

estado de "escuela sagrada" a otro de escuela contemporánea; llevarla a que produzca la

crítica de lo contemporáneo desde su propia contemporaneidad y no desde su anacronismo.

Es preciso que nuestra escuela comprenda tanto la urgencia que los jóvenes sienten de un

pasado significativo sobre el cual construir su identidad, como las implicaciones del tiempo

mestizo y del archipiélago cultural. Todo esto significa, por supuesto, una transformación

honda y radical de la organización social de la escuela, de su estructura de poder, de la

naturaleza del conocimiento que imparte, de la cultura que genera; supone revertir su

arcaísmo para que consiga jugar el papel para el que fue originalmente diseñada: ser un actor

protagonice en la modernización de nuestra sociedad.

Page 48: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

SEGUNDO TALLER

LOS MOMENTOS DE LA INVESTIGACIÓN

Page 49: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

NOTA 6:

EL PING PONG DE LA CIENCIA

¿Qué es la ciencia? ¿En qué consiste pensar científicamente? ¿Cómo procede un científico

para hacer ciencia, esto es, para investigar?

Se han escrito volúmenes y volúmenes sobre estas preguntas. Es una discusión que no

termina y no terminará porque la ciencia es cambiante, muda de piel y se transforma. La

ciencia, y sobre todo la ciencia social sobre la cual estamos reflexionando aquí, es un

fenómeno histórico. Cambia cuando la sociedad se transforma y cuando mudamos de la

manera de percibir el mundo. Para nuestro propósito, sin embargo, basta comprender lo que

permanece como esencial al pensamiento científico: la relación entre la realidad que

observamos (sujeto de nuestro interés) y la construcción de conceptos, de teorías, que

diseñamos a partir de esa observación con el propósito de comprender mejor esa realidad.

Tal vez un buen camino para acercarnos a la comprensión de esta relación sea una analogía

con el juego de ping pong.

Si observamos una mesa de ping pong vemos que es una superficie rectangular dividida, por

una malla, en dos partes iguales. Sobre esa superficie se juega con una bola. Si suponemos

que en un extremo de la mesa está el objeto de observación (la escuela, el grupo, el aula de

clase, el conflicto entre alumnos, el investigador mismo que participa, que se hace parte

esencial de la observación) y en el otro los conceptos, las teorías que construimos o que

utilizamos para explicar el sujeto de observación, tenemos entonces dos posibles maneras de

iniciar d juego. Una posibilidad es sacar la bola desde el lado de la teoría para lanzarla hacia

la orilla de la realidad o del sujeto que queremos investigar. En este caso leeríamos textos

científicos en los que se expusieran teorías sobre nuestro problema de investigación y a

partir de esas teorías o por medio de ellas, miraríamos la realidad.

La segunda posibilidad sería sacar la pelota desde el lado de la realidad que estudiamos y

después de observarla detenida y sistemáticamente construir, a partir de las observaciones,

conceptos que nos ayuden a comprender la realidad. Pensar científicamente es como un

juego de ping pong entre lo que queremos comprender y los conceptos a través de los cuales

comprenderemos un poco mejor.

Estas consideraciones nos llevan a los siguientes asuntos: la distribución y la creación de

conocimiento en la escuela; las pedagogías que cada una de estas formas de entender la

práctica docente implican y generan; la relevancia que cada una tiene para el trabajo del

hombre contemporáneo; las maneras y consecuencias como esas dos visiones de la escuela

se relacionan con los paradigmas internacionales de la ciencia y con la creación de una teoría

que responda a las situaciones y necesidades nacionales o regionales. Estas consideraciones

nos llevan, en síntesis, a los problemas del método científico, a preguntarnos cómo

investigar, cómo enseñar a investigar en la escuela; nos conducen a los asuntos de las

técnicas de investigación.

Una manera de discutir estas preguntas es planteando las etapas o momentos fundamentales

Page 50: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

de la investigación científica en el ámbito escolar. Las etapas que se exponen aquí se

plantean específicamente para el estudio de la escuela y en la escuela, no porque en otros

ámbitos la investigación sea esencialmente diferente sino porque la escuela plantea asuntos

específicos, particularmente de pedagogía de la ciencia o de la investigación para

académicos no dedicados directamente a la investigación en su quehacer cotidiano. Etapas

que, entonces, parece útil considerar. Comencemos, pues, con el asunto de los momentos de

la investigación cualitativa.

Los problemas fundamentales que deben resolverse para llevar a cabo una investigación

educativa pueden agruparse en cuatro momentos:

La construcción de las preguntas.

El trabajo de campo.

La organización e interpretación de la información.

La escritura del informe.

Page 51: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

NOTA 7:

PRIMER MOMENTO: LOS OJOS DEL MARCIANO

Es crucial saber qué se va a preguntar en una investigación. El desarrollo, la pertinencia o la

inutilidad de una investigación dependen de lo que se considere importante preguntar. No se

pregunta, desde luego, en el vacío, desde lo primero que se le ocurra a uno. Se pregunta

desde un marco, desde una manera de ver la sociedad y la escuela. Se hacen, entonces,

necesarias algunas consideraciones sobre el arte de preguntar asuntos relevantes sobre la

escuela.

En primer asunto que se debe considerar es algo que ya hemos enunciado cuando se

hizo la analogía con el juego de ping pong: ¿desde qué lado de la mesa sacar la

bola?, ¿desde el lado de la teoría o de las teorías que leemos en los libros? ¿O desde

ciertas realidades de la escuela o de la sociedad, es decir, desde los asuntos que nos

interesan en nuestro trabajo? En las investigaciones a que hacemos alusión siempre

hemos intentado transitar el segundo camino: preguntar sobre la realidad. Para

hacerlo hemos tomado dos puntos de vista que combinamos: primero, los asuntos

generales que vinculan la educación y la sociedad; segundo, los asuntos de la

escuela, de nuestra escuela, de su cultura, de su vida cotidiana y de la manera como

afectan la calidad de la educación, tanto desde el punto de vista del conocimiento

como de la formación de ciudadanos.

Iniciar una investigación desde el lado de la realidad de nuestra escuela provoca

algunas dificultades en el mundo escolar colombiano. Detengámonos un poco a

considerarlas. El sistema de enseñanza de la ciencia que se emplea en las

universidades induce a hacer preguntas de una manera específica que corresponde al

paradigma cuantitativo dominante: construir hipótesis, es decir, relacionar variables.

Este procedimiento hace muy difícil preguntar sobre la realidad de la escuela en la

que trabaja el maestro debido a que, por una parte, es necesario manejar técnicas de

procedimiento muy elaboradas y, por otra, es muy frustrante reducir la realidad -

siempre intrincada- que viven los actores de la escuela, generalmente experimentada

como una narración polifónica compleja constituida por un conjunto de voces,

variables e hipótesis. Adicionalmente, la visión cuantitativa de la ciencia social

plantea la necesidad de hacerse cuestionamientos a partir de la teoría existente,

insertando de este modo la investigación y las preguntas posibles en el paradigma ya

establecido. El investigador se transforma así en alguien que comprueba si las

teorías actuales funcionan bien en nuestras escuelas tercer mundistas. El conjunto de

estas prácticas docentes sobre la enseñanza de la investigación genera una enorme

dificultad al maestro y al alumno para observar su mundo y formularse preguntas a

partir de la observación de su realidad.

Además de las razones de tipo técnico que plantea la investigación cuantitativa, en la

que han sido mediocremente iniciados el maestro y el alumno, estos deben enfrentar

otras dos dificultades. La primera es la imagen del científico como un hombre de

bata blanca, metido en su laboratorio, que trabaja en Nueva York, París o Londres,

Page 52: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

que habla inglés o alemán y es blanco, rubio y de ojos azules. Esa imagen

estereotipada es inmensamente desalentadora para los actores de nuestras escuelas.

Nuestros maestros y alumnos viven en sociedades del mundo subdesarrollado,

sociedades que son mayoritariamente mulatas, mestizas, negras, indígenas o son

descendientes de españoles. Igual sucede con los niños con quienes trabajan los

investigadores que han contribuido a darle forma al paradigma dominante,

investigadores que en poco se parecen, por lo menos en su exterior, a nuestros niños.

¿Cómo aspirar a ser investigadores en esas circunstancias? Este estereotipo, aunque

a primera vista parece banal y más bien humorístico, suele ser un obstáculo tozudo

que el investigador externo a la escuela debe debatir y, al tiempo, intentar una

comprensión del origen de tal imaginario. Obstáculo que se presenta con mayor

fuerza en áreas rurales y en pequeños pueblos, aunque a medida que se ha ido

popularizando la investigación educativa llevada a cabo por los actores de la

escuela, éste ha ido perdiendo fuerza.

El primer problema es, pues, la imagen que los actores de la escuela tienen de sí mismos, de

su exclusión de la tarea de producir ciencia y del estudio de su propia realidad. La ciencia la

hacen los extranjeros. Detrás de esta noción de inferioridad se esconden, en no pocas

oportunidades, algunos de los obstáculos que los maestros oponen a la idea de embarcarse en

la aventura de llevar a cabo una investigación científica.

Otra dificultad para formular preguntas desde la realidad, emana de la idea de que

dichas preguntas deben surgir de un proceso exclusivamente racional, cuando en

realidad es lo opuesto. Hay un estrecho vínculo entre los investigadores y el mundo

que investigan; los afectos, preferencias, gustos, odios, conflictos, amores, que ellos

viven cotidianamente pueden transformarse en grandes ventajas y en fuentes de sus

preguntas más interesantes. Lo afectivo se convierte, o puede convertirse, en la

investigación cualitativa, en una manera de mirar, de comprender, de formular

preguntas. La relación emocional con las preguntas, con los asuntos que se desea

investigar, puede transformarse en un poderoso estímulo para llevar a cabo un

proyecto, y en un medio para entender mejor la complejidad de la realidad que se

estudia. Llevar a cabo una investigación y resolver los conflictos que puede

desentrañar la investigación de una institución, en la que se trenzan cotidianamente

las relaciones de maestros y alumnos, implica un derroche de esfuerzo. Para persistir

y llevar a cabo plenamente este esfuerzo es estimulante tener un interés emocional

en la tarea. No se trata de una exacerbación de la subjetividad y de las emociones,

sino de su profundización como una manera de comprender.

Valga un ejemplo: en el proyecto La vida de los maestros colombianos se transcribieron

alrededor de ochenta autobiografías de maestros de Bogotá, de una ciudad intermedia de la

Costa Atlántica Caribe, de maestros indígenas de varias etnias y de maestros negros del

Pacífico. El proyecto partía de la idea de que los maestros forman no solamente cuando

trabajan en el aula, sino también en sus relaciones con los alumnos; en la relación con sus

colegas, con su manera de vivir el poder, la autoridad, la solución de conflictos; en su forma

de participar en la vida de la escuela, de la política; en su manera de amar, de respetar, etc.

Page 53: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

Esta es, en una buena parte, la manera como la escuela forma ciudadanos y personas. El

modo de conocer esos aspectos de la vida personal y profesional de los maestros era que

ellos escribieran sus autobiografías. Para lograrlo hubo que resolver dos asuntos centrales:

Los maestros, en su mayoría, no habían hecho una reflexión sobre su vida como una

narración, en la que algunos antecedentes podrían haber incidido en su presente; no

habían considerado detenidamente que había un ordenamiento secuencial en sus

historias de vida en el que, por supuesto, tenía lugar el azar. Los maestros veían su

existencia como una sucesión de eventos aislados, sin conexión psicológica o social

o narrativa, como un archipiélago sin contacto entre las diversas islas. Buena parte

de los primeros talleres se emplearon para trabajar con ellos la manera de construir

una narración más compleja y con más interrelaciones entre los diferentes eventos

de su vida.

Los distintos niveles en el manejo de la escritura de los cuatro grupos culturales de

maestros, hicieron necesarios talleres literarios que condujeron a formas diferentes

de escritura de las autobiografías. Los maestros de Bogotá escribían, casi en su

totalidad, en computador y narraban de manera extensa y detallada sus vidas. Los

maestros de la Costa Atlántica escribían a mano o en máquina de escribir y hacían

digitar la versión final. Otros tenían una narración oral de una gran riqueza y

preferimos recoger sus historias a través de la técnica de la historia de vida, es decir,

grabándolos y después editando sus narraciones para organizarías, conservando la

frescura de la oralidad. Los docentes afrocolombianos escribían a mano y en su

inmensa mayoría desconocían la escritura con computador. Los maestros indígenas

tenían, como es de esperarse, enormes dificultades para escribir en castellano puesto

que esta es su segunda lengua. Completamos, pues, sus escritos con grabaciones y

conservamos la sintaxis de su forma de hablar el castellano.

La concepción de la propia biografía como un archipiélago y las diferencias en la habilidad

para contar por escrito la propia vida, son dos ejemplos de los problemas que debe resolver

el investigador, sea éste un científico externo, un maestro o un alumno de la escuela que se

estudia. Problemas que son particularmente agudos y sensibles en sociedades donde

coexisten diversas culturas y en las que hay grandes diferencias en las forma de vivir a causa

de los distintos grados de urbanización o de exposición a la modernidad.

Dos anotaciones más al arte de hacer preguntas: sacar la pelota desde el lado de la realidad

no significa que no se lleve a cabo una lectura cuidadosa de la literatura científica sobre los

asuntos a que alude la pregunta. Solamente implica observar antes la realidad que se desea

estudiar, aprender a preguntar a esa realidad sobre asuntos que para ella son de relevancia

social y educativa. Una vez hecho este ejercicio, y seguros de que se investigará a partir de

una pregunta surgida de la realidad y no tomada de los libros que abordan asuntos

pertinentes a otras sociedades y a otras culturas, es el momento de confrontar nuestras

observaciones con los hallazgos de la ciencia.

Cuando se saca la pelota de ping pong desde el lado de la realidad se hace más perceptible la

Page 54: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

importancia de la herramienta metodológica básica de la ciencia: la observación. Los

manuales de metodología ofrecen largas consideraciones sobre la observación, que no vamos

a repetir aquí, no obstante, queremos hacer una anotación sobre la observación de la escuela,

sobre el mundo cotidiano que conocemos al detalle porque en él vivimos, y precisamente lo

más difícil de observar es lo que pensamos que conocemos mejor, nuestro mundo de todos

los días. Se hace pues necesario despojarnos de ese conocimiento para ver nuestro mundo

con ojos maravillados, sorprendidos, para mirarlo como algo extraordinario en el que cada

detalle nos hace abrir los ojos como si aquello fuese algo de otro mundo, como si fuésemos

marcianos enviados a observar el planeta Tierra del que nada sabemos, con el fin de hacer un

informe de su cultura, de sus formas de organización social, de su manera de educar a los

jóvenes. Mirar con ojos frescos, inquisidores, con ojos de extraterrestre.

Para una discusión sobre el origen histórico y la naturaleza de la dificultad que entraña para

la escuela relacionar la realidad con el concepto, ver, en este texto la Parte II, herramientas,

El tiempo mestizo. Para un ejemplo de cómo expresar las preguntas y cómo formalizarlas

ver la sección dedicada a la propuesta de investigación en el capítulo dos: Herramientas

útiles para la investigación etnográfica educativa: algunos ejemplos.

Page 55: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

NOTA 8:

SEGUNDO MOMENTO: POLIFONÍA DE VOCES

¿Cómo preguntar? ¿Cómo recoger información?

Para hacer el saque de la bola desde el lado de la realidad que se estudia es necesario llevar a

cabo el trabajo de campo en esa realidad. Hay que preguntarse asuntos como los siguientes:

¿Cómo prepararse para observar y para preguntar, esto es, para recoger información? ¿A

quién preguntar? ¿A quién observar? ¿Cómo comenzar a observar y a preguntar? ¿Cómo

saber cuándo se ha terminado de recoger información? ¿Cómo solucionar la esquizofrenia

del conocimiento y conseguir la polifonía de voces? Veamos algunas consideraciones sobre

estas preguntas:

Para saber qué preguntar y cómo preguntar es oportuno llevar a cabo una ampliación

de los temas centrales de las preguntas. Una vez que hemos hecho preguntas

derivadas de nuestra realidad escolar es conveniente confrontar esas preguntas con

otros puntos de vista y con las investigaciones que se han realizado sobre el tema de

nuestro trabajo. La expansión puede llevarse a cabo por lo menos de tres maneras:

1. Observando el espacio que se quiere estudiar, ensayando las preguntas con los

actores de ese espacio (escuela, aula, comunidad, junta de profesores, entre otros)

para tener en cuenta aspectos no considerados, maneras de ver, aspectos que habría

que profundizar.

2. Discutiendo las preguntas con investigadores, colegas y/o personas que puedan dar

luces sobre la manera de llevar a cabo el trabajo de campo.

3. Realizando una revisión bibliográfica de los trabajos que se han hecho sobre el

tema; una forma inicial de lo que podría llamarse un estado del arte del problema.

En este momento es necesario saber que además de tener en cuenta lo que se ha

planeado hasta antes de comenzar el trabajo de campo es fundamental estar

preparados para lo inesperado, para lo que no se había previsto; llegar a la

observación del sujeto de investigación con una actitud de "ignorancia", es decir,

dejando en suspenso la teoría y la propia cultura para poder ver la escuela desde sus

actores y no interpretarla o juzgarla con nuestro sistema de valores, en cuanto sea

posible. Se trata de estar preparados para mirar al otro, aunque el otro sea muy

cercano a nosotros; a escuchar lo que puede considerarse "la verdad" de esos otros,

su punto de vista. Esta actitud de ignorancia premeditada para comprender al otro

puede ser particularmente difícil para los maestros investigadores puesto que la

escuela trabaja desde la erudición, es decir, sobre lo que se sabe, y la investigación

trabaja desde la ignorancia, esto es, sobre problemas o preguntas cuyas respuestas o

explicaciones se desconocen. Esto nos lleva a pensar en dos características

importantes que desarrolla la investigación en quienes la practican:

Page 56: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

1. El riesgo, por oposición, a la autoridad en que el maestro es formado a mantener en

su práctica docente. Arriesgarse para descubrir, para crear, se transforma en un valor

fundamental en el mundo contemporáneo. La autoridad, la seguridad, ya no bastan.

2. La ignorancia sobre lo que se investiga y el riesgo que conlleva (puedes interpretar

de manera eficaz la pregunta o fallar y no llegar a hacerlo) conducen a una relación

menos autoritaria y más democrática entre maestros y alumnos puesto que todos son

igualmente ignorantes sobre lo que se investiga y porque la respuesta no se halla en

libros o textos ni obedece a ningún tipo de autoridad escolar o intelectual. Estas

características de la investigación tienen consecuencias de importancia en la

naturaleza del trabajo del investigador, del científico o de la persona que coordine la

investigación en la institución escolar, como veremos más adelante.

¿Cómo empezar el trabajo de campo en la escuela? El investigador, inclusive

cuando pertenece a la misma institución, tendrá que resolver algunos temores y

algunas actuaciones de los actores de la escuela, derivados, por supuesto, de la

cultura escolar. Los maestros y los directivos han expresado en la mayoría de

nuestras investigaciones un temor a ser evaluados tanto en sus conocimientos

disciplinarios como en su práctica docente. Temen que los evalúen organismos del

Estado o particulares. Les alarman las consecuencias profesionales que se deriven de

esa evaluación. Les asusta, también, la pérdida de la autonomía, la posibilidad de

decidir cómo llevar a cabo su trabajo pedagógico, su independencia, casi su secreto

de maestros. Cuando vencen esos temores y permiten al observador entrar en su aula

de clase, es muy posible que durante los primeros días lleven a cabo una actuación

muy comprensible: prepararán mejor sus clases, serán maestros más democráticos,

darán lo mejor de sí mismos. Esta actuación es un buen indicador de qué tan buenos

maestros pueden ser o, mejor, de la imagen que tienen de lo que es un buen maestro.

Pero en el mediano plazo esa puesta en escena es insostenible, maestros y alumnos

comienzan actuar de forma natural porque se acostumbran al observador, éste entra

a ser parte del aula.

Las dos técnicas fundamentales del trabajo etnográfico son la observación y la entrevista.

Ambas pueden aplicarse a una persona o a varias. El punto de vista es entonces monofónico

o polifónico. Una historia de vida o la biografía de un maestro, por ejemplo, puede ser

presentada desde su punto de vista, con la voz del docente que escribe su autobiografía, o

puede incluir las voces y versiones de padres, amigos, colegas, alumnos o enemigos. ¿Cuál

utilizar? Depende de lo que se propone investigar. Tres ejemplos ilustran la decisión. Dos

ejemplos de narraciones de una sola voz: en el libro Semillas de violencia se reúnen una

serie de pequeñas historias o microbiografías de alumnos de escuelas primarias de pueblos

del Tolima. Historias de niños que ellos mismos narran cuando se les pide que cuenten su

vida. Son historias concentradas, intensas, dramáticas la mayoría de las veces porque lo que

importa es la voz de los niños contando su corta vida en un mundo cruel, carente de afecto.

En el libro La vida de los maestros colombianos el propósito es centrarse en la narración de

la vida de cada maestro. ¿Cómo la vive, la ve, la recuerda, la siente, la reflexiona? Son

Page 57: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

narraciones más complejas y extensas, más pensadas por ser narraciones de maestros adultos

jóvenes y de aquellos que están cerca al retiro, que viven en condiciones regionales y

culturales diferentes. Ambas investigaciones se centran en la voz del protagonista, pero el

conjunto de historias compone con sus voces un coro que muestra la variedad y la diversidad

de maneras como se vive (ver ejemplos incluidos en el segundo capítulo Herramientas útiles

para la investigación etnográfica educativa: algunos ejemplos).

Un tercer ejemplo puede ser la investigación llevada a cabo en el Proyecto Atlántida,

adolescencia y escuela. Lo que allí interesaba era la variedad de puntos de vista sobre lo que

significa ser joven en el mundo escolar, familiar y en el de sus coetáneos, en 17 centros

urbanos, desde Bogotá hasta ciudades intermedias y pequeñas. De manera que tenemos las

voces de los adolescentes, de sus maestros y directivas, de sus padres, de sus amigos y

novios, de psicólogos y psicoanalistas, de sociólogos y filósofos. Es un gran fresco que

representa el mundo de los jóvenes colombianos, que orquesta una sinfonía de su realidad y

de lo que piensan sobre ellos los que no son jóvenes.

Hay una manera de observar el proceso de recolección de información que puede ser de

utilidad: sentir el ritmo. La recolección de información etnográfica en la escuela es como un

acordeón. Hay momentos en que recoger información es como expandir el acordeón, llenarlo

de aire, hacer una operación rastrillo que permite tanto seleccionar la información que se ha

pensado necesaria de antemano como "pescar" información sobre fenómenos no previstos, lo

nuevo, lo sorprendente, que puede ser significativo para los propósitos del estudio. Pero lega

el momento en que esta inspiración, este expandirse, debe ser puesto en cintura. Se trata de

reflexionar si al recoger información hemos omitido aquello que parecía interesante, si lo

que creíamos interesante lo es o no lo es con referencia a nuestro propósito investigativo, si

alguna o algunas zonas de información inesperadamente llamativas requieren de un esfuerzo

de concentración en ellas y por el contrario otras deben ser abandonadas. Se trata, en la fase

de término de prescindir de información no útil, no conducente a nuestros propósitos y

enfocarnos en lo que nos falta, en lo que está débilmente ilustrado y necesitamos.

Este ritmo, espiración - inspiración, puede presentarse como dos momentos únicos en el

trabajo de campo o puede repetirse dos o más veces, según se necesite o sea más útil. Pensar

o sentir el trabajo de campo como una acordeón. Estar alertas a lo que queremos recoger y

también a lo inesperado. Ver la herramienta dedicada a metodología.

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NOTA 9:

TERCER MOMENTO: LA ALCACHOFA METODOLÓGICA

Los dos primeros momentos, el de la pregunta y el del trabajo de campo, se ubican en el

espacio de la mesa de ping pong que corresponde a la salida de la bola, esto es, a la realidad

que se observa, al sujeto de la investigación. Los dos momentos que consideraremos ahora

corresponden a la parte de la mesa a la que llega la pelota, al área de los conceptos o de las

teorías. El tránsito de la bola entre los dos espacios representa la búsqueda de las relaciones

entre la teoría y su aplicación a la realidad estudiada. Lo esencial del pensamiento científico

es observar una realidad, un fenómeno, para construir conceptos, teorías que expliquen o

interpreten esa realidad, y utilizar esos conceptos para intentar de nuevo la comprensión de

la realidad. Es una búsqueda crucial que integra lo que ha estado tradicionalmente separado

en la escuela, como vimos anteriormente: la erudición y la creación. Separación que se ha

bautizado como esquizofrenia escolar; fruto de la manera como se adoptó la concepción de

escuela como impulsadora a la modernidad. Tal vez aquí se encuentre el centro de la

importancia que tiene la práctica de la investigación científica en la escuela para mejorar la

calidad de la educación: corrige la esquizofrenia escolar y permite a maestros y estudiantes

llevar a cabo un acto creativo que tenga el suficiente nervio como para inducir

transformaciones en la manera como se concibe y se busca el conocimiento. Cuando la

escuela maneja una pedagogía o un conocimiento esencialmente eruditos lo que hace es

tomar una bola, una raqueta y jugar del lado de la mesa que podemos llamar "teoría", y juega

consigo misma, no pasa la pelota al otro lado. No aplica la erudición, las teorías, los

paradigmas, a una realidad sino que las maneja en abstracto, separadas de la realidad. Esta

práctica, la mayoría de las veces, lleva a que el conocimiento escolar sea ineficaz e inútil.

Pasemos a considerar algunas anotaciones sobre la interpretación del material que hemos

recogido en el trabajo de campo:

El tiempo de la interpretación del material lo podemos considerar como el momento

núcleo de la creatividad de la investigación cualitativa. El momento de la generación

de conceptos y teorías sobre la realidad estudiada, que es el punto fuerte de la

manera etnográfica de investigar.

Los investigadores se enfrentan al material recogido en el trabajo de campo, que

puede llegar a ser voluminoso, para generar conceptos y, posiblemente,

comprometerse con el diseño de un modelo o conjunto de conceptos que hagan más

clara, que den más sentido a la pregunta que han planteado al inicio de la

investigación. Se encontrarán con múltiples posibilidades, con caminos variados y

que, todavía, no hacen sentido como conjunto sino que toman la forma fragmentada

de un archipiélago que es necesario unir e integrar. Se hallan los investigadores ante

lo que podría llamarse "una caja de vientos encontrados", es decir, una zona de

turbulencias como la que se emplea para probar la resistencia de los aviones; y estar

parado en medio de la caja de vientos encontrados produce perplejidad y, a veces,

desaliento cuando el camino hacia la comprensión es lento. También causa un poco

de desesperación.

Page 59: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

El desafío de la apuesta que supone hallar lo que está escondido es bastante parecido al

trabajo de un detective que debe descubrir aquello por lo que el criminal ha hecho grandes

esfuerzos para esconder y esconderse. Pero tal vez la metáfora más apropiada sea el estriptis

de una hermosa mujer, como veremos más adelante. Generalmente se camina hacia la

solución por medio de una serie de aproximaciones, con avances y retrocesos. No es una

supercarretera, se parece más al proceso de hallar la salida de un laberinto. Así es el camino

de la creatividad. Investigar es trabajar con la propia ignorancia, trabajar sobre lo que uno no

sabe y, claro está causa perplejidad, desánimo, excitación y, finalmente, una alegría intensa,

plenitud, cuando se llega a una solución.

Tan intensa es esa alegría que produce adicción y constituye una de las razones por las que

los hombres se dedican a la investigación.

Un par de anotaciones sobre el trabajo en este momento crucial de la investigación: una de

índole analítica y otra de naturaleza interpretativa:

Tal vez resulte conveniente para algunos, dependiendo de las maneras de trabajar,

intentar una organización temática del material. Esta organización es solamente una

ayuda para su manejo, particularmente cuando éste es voluminoso. La organización

no tiene que corresponder a la forma como finalmente se comprende o se interpreta,

es solamente un intento por facilitar la lectura atenta del material con anotaciones,

ideas, sugerencias de interpretación que van haciendo los investigadores. En estas

anotaciones posiblemente estén buena parte de los elementos que integran los

conceptos o el modelo a que se llegue.

Un camino que puede ayudar a llegar a la producción de conceptos es la búsqueda

de metáforas, imágenes, comparaciones que son formas intuitivas en las que se

esconden los conceptos. Por ejemplo, la siguiente metáfora metodológica: la

alcachofa interpretativa o, si se quiere un vegetal más popular, el repollo o la

cebolla, es una manera de hablar del estriptis, del desnudamiento. La interpretación

puede concebirse como una alcachofa que después de cocida, se come arrancando

las hojas de afuera hacia adentro, se untan en una salsa y se saborea la carne. Entre

más se acerca uno al centro de la alcachofa más carne encuentra en las hojas. Hasta

que la desnuda completamente y se encuentra con el corazón de la alcachofa, o sea,

el fenómeno (o si se quiere, el concepto) que se busca. Hay que tener en cuenta, sin

embargo, que no solamente es importante el corazón de la alcachofa sino también

las hojas externas. Estas hojas pueden pensarse como la apariencia que esconde lo

que buscamos. Pero la apariencia suele ser parte substancial de lo escondido. El

disfraz que se usa es parte del ser. La cotidianidad del mundo escolar esconde a

nuestros ojos los fenómenos que buscamos. Investigar la escuela es hacerle un

estriptis, descubrir lo que esconde, exponerla en sus prácticas pedagógicas, en su

educación disciplinar, en la organización de su práctica del poder y de la autoridad,

de la justicia y de las formas vicarias de participación, es decir, en su cultura de

institución educativa.

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Cuando la escuela investiga, se investiga, se conoce de una manera diferente, más clara, sin

las vestiduras de la dulcificación, del azucaramiento institucional, yendo más allá de la mera

apariencia. Este es el camino para transformarse, lo que se puede llamar la escuela que

aprende. Aprende a conocerse no solamente para aprender a investigar sino también para

relacionarse de una manera más eficaz con su comunidad, con su sociedad. Para mejorar su

calidad.

Page 61: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

NOTA 10:

CUARTO MOMENTO: LA HOJA EN BLANCO

La escritura del informe de una investigación tiene caminos que son diferentes de los que

sigue la investigación misma. Investigar es distinto de comunicar, de transmitir, de exponer.

Esto implica que debemos pensar cómo exponer a los demás lo que hemos encontrado en la

investigación; un momento fundamental para que nuestro trabajo no quede inédito, sin

lectores, sin usuarios, prácticamente inútil o por lo menos inconcluso.

La etnografía es una forma de narración científica, la narración de la cultura. Se le narra a

otro, que hace de lector, a cerca de una cultura que es muy diferente a la suya, tan diferente

que le resulta exótica. O, como en nuestro caso, se narra sobre una cultura que nos resulta

intensamente familiar, conocida, cotidiana de manera tal que al lector le resulte

extraordinaria. Los investigadores miran la escuela con nuevos ojos, con una mirada que le

permita sorprenderse. Es, consecuentemente, de importancia pensar cómo hacer la narración

de nuestra investigación. Las notas siguientes pueden ser de utilidad para este propósito:

Antes de sentarse a escribir el informe puede ser de ayuda el ejercicio de hablar

sobre la investigación a una o varias personas. La reacción de estos interlocutores,

su comprensión o la falta de ella, sus preguntas por cosas que quizá hemos omitido,

pueden indicarnos lo que hay que mejorar o eliminar de la narración. Einstein

explicaba sus teorías físicas a su ama de llaves y aseguraba que si que ella no las

comprendía era porque éstas no estaban maduras y claras aún. En ese caso regresaba

a trabajar sobre ellas. Pueden hacerse versiones orales de quince minutos para

ejercitar la síntesis o de media hora, según el grado de detalle de la narración.

A partir de este ejercicio es posible construir un índice de temas, es decir, organizar

el orden en el que se va a narrar la investigación y el cómo se lava dividir en

capítulos que faciliten la escritura y la lectura.

En una narración es importante saber quién o quiénes cuentan la historia, esto es, los

puntos de vista desde los que se presentan los hechos. El que habla propone una

visión del mundo. Puede hablar una sola voz y constituirse en monólogo, como en

una autobiografía o en la observación que hace un investigador sobre una cultura y

quien después elabora una reseña sobre ella tal como él la ve. O puede ser un

diálogo implícito o explícito como ocurre en una entrevista. O la historia puede ser

tejida por una serie de voces en lo que hemos denominado narración sinfónica.

Puede haber, además, una voz que hace de directora de orquesta, que presenta o une

fragmentos de otras voces en un una gran voz que interpreta lo que los otros dicen y,

además concluye; esta es, generalmente, la voz del investigador.

Pero cualquiera que parezca que sea la manera más apropiada de narrar, siempre debe ser

claro quién está hablando. Particularmente debe quedar claro cuándo habla un actor o un

personaje de la escuela y cuándo lo hace el investigador. Una manera de hacer esto es

organizando la presentación del informe en bloques: un bloque de los investigadores en el

Page 62: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

que presentan la idea del proyecto, su metodología, los resultados conceptuales y las

recomendaciones de la política y la de acción. Otro bloque de las voces de la escuela que

hablan sobre la cultura escolar.

La transcripción de las voces de la escuela (entrevistas, grabaciones en el aula,

documentos escritos) tiene también sus reglas de veracidad. Debe transcribirse

literalmente: la manera como se habla dice mucho, aporta mucha información que

probablemente permitirá comprender el mundo escolar. Por lo demás deben

eliminarse: las muletillas que hacen pesada la lectura y no aportan al sentido, las

informaciones que se repiten y no añaden nada. En últimas debe suprimirse todo lo

que sea irrelevante para la investigación.

Page 63: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

SOBRE LA PROPUESTA DE INVESTIGACIÓN Y LA METODOLOGÍA

Hemos tomado el proyecto La vida de los maestros colombianos como ejemplo para estas

"herramientas" de investigación cualitativa. En algunos casos hemos añadido ejemplos de

otras investigaciones con el propósito de mostrar diferentes formas de cómo se puede

resolver un punto de interés. La intención al coger ejemplos de una misma investigación es

facilitar la percepción de las conexiones que hay entre las diferentes "herramientas". De

manera que las distintas partes muestren las uniones: la unión de la propuesta con la

investigación; la juntura de las preguntas o de los objetivos, con la metodología y la manera

de organizar el proyecto; el empalme entre las preguntas que se plantean sobre la vida del

maestro, con la exposición de la "vida" de una maestra; la costura entre el tamaño de la tarea

investigativa y los costos y/o el cronograma; la unión de todo el proyecto con las

conclusiones conceptuales de diferentes tipos y con las recomendaciones de las políticas y

de las maneras de transformar, a partir de la investigación, el mundo escolar.

Importa particularmente que los investigadores escolares perciban cómo la investigación es

una red de relaciones entre momentos, que cada paso que da la investigación está vinculado

y depende uno del otro, gracias a lo cual la investigación no es un archipiélago aislado e

independiente de tareas. Por eso el ejercicio de investigar no puede estribar en la

construcción de una propuesta, la investigación tiene que realizarse de manera completa. Un

partido de ping pong no es en la primera jugada de un lado de la mesa al otro sino es ver

quién completa primero un número pactado de jugadas con el que venza al contrario.

Hemos escogido las siguientes herramientas por ser esenciales al proceso de investigación y

por su particular dificultad: la propuesta de investigación, la metodología y la organización

del trabajo, la forma particular de recolección de la información, la historia de vida —de la

que se incluyen dos ejemplos: la historia de vida de una maestra y de una estudiante (tomada

ésta última de un trabajo de Francisco Parra y otros titulado Semillas de violencia)- y tres

ejemplos de conclusiones conceptuales y recomendaciones de políticas: uno que pertenece al

proyecto La vida de los maestros colombianos; otro que reconstruye una dinámica que

eterniza una situación, proyecto titulado Agujeros de gusano, tomado de investigaciones de

Elsa Castañeda sobre la escuela en barrios marginales. Un tercer ejemplo que intenta mostrar

una visión global de la situación de la escuela actual en el país, escrito por Rodrigo Parra

para El proyecto Atlántida: escuela y adolescencia en Colombia.

Presentamos en seguida algunas consideraciones introductorias a las diferentes herramientas.

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LAS PROPUESTAS DE

INVESTIGACIÓN

La propuesta de investigación, su tema, su desarrollo, su costo, son unos de los

secretos mejor guardados de los investigadores profesionales. Son su arma secreta

para obtener fondos en las instituciones financieras. Resulta, en consecuencia, muy

Page 64: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

ilustrativo echarle una mirada a una propuesta real, presentada a una institución de

gran exigencia en términos de la calidad de los proyectos y que haya tenido éxito, es

decir, que haya sido financiada y llevada a cabo.

Una propuesta no es igual a otra, esto significa que no hay una sola forma de escribir

proyectos. La escritura de una propuesta depende de varios factores. En primer lugar

depende de la naturaleza de las preguntas que se formula el investigador. Si una

pregunta exige una metodología cuantitativa o cualitativa conduce a escrituras

diferentes.

En segundo lugar, la escritura de las propuestas de investigación depende de los requisitos

de las entidades financiadoras. Cada entidad, según sus objetivos o sus definiciones

institucionales, establece una manera de escribir los proyectos que se le presenten. Algunas

hacen más énfasis en los aspectos teóricos y metodológicos de la propuesta, otras en los

asuntos de su aplicación práctica y en la solución de problemas concretos.

Para preparar la presentación de una propuesta los investigadores en la escuela

deben enfrentarse a dos asuntos esenciales:

Tener una idea clara de lo que quieren investigar, y escribir esto en una, dos o cuatro

páginas porque al escribir surgen los vacíos, los asuntos sin definir, las relaciones

entre lo que se pregunta y los caminos metodológicos seleccionados, etc.

Conocer detalladamente los objetivos de la o las entidades que podrían financiar su

investigación. La propuesta debe adaptarse a esos objetivos en lo esencial y en la

forma. En lo esencial es necesario buscar entre las entidades que pueden financiar su

proyecto aquellas que coinciden con sus intereses investigativos, pues las que

difieren sustancialmente de sus propósitos no los financiarán. En la forma en cuanto

que cada institución tiene un formato de presentación de las propuestas que debe

seguirse so pena de que la propuesta sea excluida. No hay que olvidar dos cosas: a.

La propuesta no es una camisa de fuerza. Pueden llevarse a cabo al mismo tiempo la

propuesta que interesa a la institución financiera como la que interesa a la escuela, b.

El mismo trabajo de campo puede compatibilizarse para ambos propósitos. Además

no hay que olvidar que el propósito de una investigación es descubrir lo que no se

conoce y que para lograrlo debe irse más allá de la propuesta, adentrarse por

caminos no previstos. Esto, por supuesto, implica cambios en el plan de

investigación que la desvían de la propuesta inicial.

Un paso preliminar es, entonces, buscar las entidades que podrían financiar el

proyecto. Esas entidades van desde instituciones nacionales o instituciones

internacionales (como entidades gubernamentales, ministerios de educación o

cultura, fundaciones internacionales, organismos internacionales, ONG) hasta

instituciones locales (secretarías de educación, industrias, ONG locales, entidades

financieras, la escuela misma, etc.). Una vez halladas hay que estudiar sus fines y

sus requisitos para desde ahí hacer la presentación de las propuestas. Sin olvidar que

Page 65: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

esas búsquedas son maneras de conocer el mundo que rodea la escuela.

La redacción de las propuestas, su corrección, las distintas veces que, en ocasiones,

es necesario presentarlas haciendo correcciones o adendas, todo ello encierra una

lección pedagógica. La constancia, la tenacidad, la sagacidad en la mirada, el

aprovechar cada oportunidad para aprender, son características del investigador

escolar. Oportunidades que deben servir para la formación de maestros y alumnos.

En general una propuesta de investigación incluye tres aspectos fundamentales: Un

estado del arte de la discusión en relación con las preguntas u objetivos específicos

de la investigación; momento inicial de ésta y del que ya hablamos en la primera

parte.

La metodología y la organización del proyecto (personas que participan y sus

funciones, presupuesto, entidades financieras, cronograma o distribución del tiempo

para las diferentes tareas) corresponden a nuestro segundo momento.

Lo que se llama en la jerga de las propuestas "los resultados esperados" o sea lo que

uno anticipa, a partir de la naturaleza del proyecto, que podrá ofrecerse como

resultado cuando finalice la investigación. Esta parte se refiere entonces a la

escritura o a la presentación del informe -que incluye hallazgos conceptuales y

recomendaciones de las políticas— que no es otra cosa que el acto de comunicar a la

comunidad los resultados del proyecto, sin los cuales éste pierde buena parte de su

sentido e importancia.

UNA NOTA SOBRE LA METODOLOGÍA

En la investigación cualitativa etnográfica la metodología tiene dos momentos. Un primer

momento en el planteamiento inicial que aparece en la propuesta, y un segundo momento, en

el informe de la investigación una vez la metodología ha sido empleada y transformada por

las particularidades de la realidad escolar. El primero es un instrumento, y el segundo es una

conclusión, un aprendizaje, logrado después de haber jugado hasta el final la partida de ping

pong. La primera es una metodología hipotética y la segunda una metodología real,

descubierta mientras se caminaba y según los avalares del trayecto. Esta manera de hacer la

investigación es un descubrimiento de la misma, va más allá de lo que nos dicen los

manuales de metodología; es un ejercicio de creación metodológica.

NOTA ADJETIVA SOBRE LAS AUTOBIOGRAFÍAS

Incluimos dos autobiografías: la autobiografía, corta, dramática y dolorosa de una niña, y la

autobiografía, extensa, razonada y expositiva de una maestra, con momentos conmovedores

de su vida y de su trabajo. Parece de interés comparar estas dos biografías, lo que constituye

el centro de la vida de dos mujeres que pertenecen al mundo escolar y que están en dos

Page 66: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

momentos diferentes, casi en los extremos de las edades de la vida.

Tal vez sea interesante anotar que la idea inicial del proyecto era acompañar a los maestros,

a través de talleres, a reflexionar sobre su vida, a buscar la manera de narrarla, a construir su

autobiografía. Esta estrategia funcionó en Bogotá y en Cali, pero en Cartagena descubrimos

que lo escrito era un pálido reflejo de la capacidad oral de los maestros para contar sobre su

existencia. Allí pasamos, entonces, de la autobiografía a la técnica de la historia de vida.

Técnica a través de la cual los maestros narraron, de forma verbal, su vida y luego el

investigador editó, organizó y depuró de repeticiones cada narración. Con esta técnica las

historias ganaron en riqueza anecdótica y en soltura verbal.

El trabajo con los maestros indígenas tuvo otra cara: el castellano era su segunda lengua, no

siempre dominada, que hacía de lo escrito una especie de telegrama sin imaginación.

Decidimos entonces mezclar el procedimiento de la autobiografía, con el de la historia de

vida, conservando sus formas particulares de hablar: la mezcla de las dos lenguas y la

estructura -casi siempre sorprendente- que toma el castellano en sus voces.

Al resolver los problemas investigativos que plantea una realidad no siempre observada con

rigor, se hace necesario ser creativos, cambiar de camino, adaptarse a las culturas que se

descubren diferentes y a los desafíos inesperados. La metodología no es lo que está escrito

en los textos de métodos sino lo que el investigador encuentra como solución para llevar a

buen término su trabajo. La metodología no es un asunto de técnicas ya hechas, sino el

trabajo concienzudo de descubrir aquellas que son apropiadas para nuestros propósitos.

Claro está que sin ignorar el acerbo de reflexiones y técnicas existentes.

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HERRAMIENTA:

LA PROPUESTA DE INVESTIGACIÓN

LA VIDA DE LOS MAESTROS COLOMBIANOS

LA CONSTRUCCIÓN DE SU DESTINO SOCIAL

LA PROPUESTA DE INVESTIGACIÓN QUE SE PRESENTA A CONTINUACIÓN FUE

REALIZADA ENTRE 1997 - 1998 Y SE PRESENTÓ A LA FUNDACIÓN ANTONIO

RESTREPO BARCO Y AL INSTITUTO COLOMBIANO PARA EL AVANCE DE LA

CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA "FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS" - COLCIENCIAS,

ENTIDADES QUE

APROBARON Y FINANCIARON SU EJECUCIÓN.

Por: Rodrigo Parra, Bisa Castañeda, Angélica Ocampo, Juan Carlos Tedesco.

INTRODUCCIÓN

La actual crisis de la sociedad no puede dejar de preocupar a sus distintas instituciones en la

medida en que se ven permeadas por ella y tienen una doble responsabilidad: comprender de

qué manera contribuyen a generarla o a mantenerla e idear alternativas de solución.

Para el caso de la educación parece ya un lugar común la referencia a la crisis en términos de

la ineficiencia del sistema (cobertura, retención, promoción), de la baja calidad de la

enseñanza, de los limitados aprendizajes de los alumnos, de la falta de pertinencia de los

conocimientos, de las malas condiciones en que se desarrolla la labor, de la escasez de

recursos y materiales de apoyo, de la ineficacia de la organización, administración y gestión.

Si a lo anterior se agrega la acrecentada violencia de la sociedad y la manera como ella

ingresa a la educación a través de los procesos de interacción social y pedagógica, la

situación se complica de manera preocupante.

El docente, quien ejerce un papel protagónico como mediador de las relaciones del alumno

con el conocimiento y a través de éste con el mundo, con la sociedad y con la vida,

generalmente se desempeña en escenarios conflictivos que reflejan la crisis y la violencia

social que caracterizan a la Colombia de hoy.

La influencia del maestro en niños y jóvenes es fundamental y decisiva. Durante los años de

escolarización primaria los estudiantes tienen en el maestro a un adulto significativo en

quien depositan su credibilidad y de quien aprenden no sólo conocimientos sino también

relaciones, significaciones, sentidos, visiones de mundo y representaciones que los

estudiantes van incorporando, con mayor o menor intensidad, contribuyendo así a su

constitución como seres sociales.

Del mismo modo como la sociedad depositó en el maestro la responsabilidad de ser

"modelador" (deber que se torna más exigente y demandante en épocas de crisis) esta misma

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sociedad lo abandonó y se preocupó poco por vigilarlo y acompañarlo en su tarea, así que el

maestro progresivamente se ha visto relegado a un lugar secundario y hoy difícilmente

puede considerarse un profesional de la educación o un trabajador intelectual.

Los rápidos cambios producidos en la sociedad colombiana a partir de la segunda mitad de

siglo XX han traído consigo la transformación del maestro y de su práctica; las

características individuales, sociales, culturales, políticas y económicas del maestro de hoy

distan mucho de ser las del maestro de hace diez, veinte o más años, e igual puede decirse de

las condiciones en que ejerce su práctica pedagógica, de la manera como concibe el mundo y

como construye su proyecto de vida.

Comprender los cambios en la vida del maestro, como ser individual y social, y como

profesional de la educación encargado de la socialización de niños y jóvenes, es un

compromiso necesario y obligatorio si el país quiere incidir con decisión y claridad en el

mejoramiento de la educación para colocarse competentemente frente a las exigencias

científicas y tecnológicas del mundo moderno.

Esta investigación propone ahondar en la vida del maestro, entendida ésta como un proyecto

que él construye y desarrolla, en cuanto individuo, en sus relaciones con la sociedad y con

sus instituciones, con otros individuos, con la educación y con el conocimiento. Propósito

que tiene sentido bajo el supuesto de que dicho proyecto de vida se pone en circulación en

las aulas y en la institución educativa toda, permitiendo a los estudiantes la adquisición de

herramientas vitales para su construcción personal y social.

El proyecto de vida no se encuentra necesariamente estructurado ni organizado; existe en

cuanto concepciones y acciones que van dotando de sentido y de sin sentido a la existencia,

a la acción social, al desempeño en los ámbitos institucionales, a la pertenencia a una

sociedad particular. El proyecto de vida contiene sueños, deseos, aspiraciones, frustraciones,

logros, acomodamientos, pasiones, amores, desamores, luchas, retos en cada uno de los

escenarios donde se desenvuelve la vida.

Intentar acercarse a la reconstrucción de la historia cultural del maestro es el propósito del

trabajo para dejar a los lectores de este nuevo milenio un testimonio sobre las maneras como

habitaban el mundo los maestros de la segunda mitad del siglo XX, mostrar cómo se fueron

constituyendo en las diferentes épocas o momentos de la historia de la modernización

colombiana; caracterizarlos a partir de sus condiciones culturales y de existencia material;

penetrar en sus mundos vitales, en sus concepciones, relaciones y sentidos; mostrarlos en su

evolución como profesionales o como grupo gremial; trabajar sobre las diversas relaciones

en que se ven comprometidos a propósito de su proyectos de vida y de su definición como

maestros, y comprender sus aportes a la construcción del destino de la sociedad.

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I. JUSTIFICACIÓN

Colombia ha sido escenario de los más rápidos y variados cambios durante la segunda mitad

del siglo XX. El advenimiento del modelo modernizador transforma una sociedad

esencialmente tradicional, agrícola, cerrada y con un sistema educativo precario en una

sociedad bastante compleja que, no obstante, no logra sustituir del todo a la anterior;

fenómeno que prevalece hasta el día de hoy.

La modernización del país avanza en la medida en que se van generando procesos de

industrialización; las ciudades empiezan a crecer, se construyen vías para comunicar al país

y dar salida a los productos de la naciente industria; en el campo de la economía cambian las

relaciones internacionales y la economía se estructura en función de esas relaciones, se

introducen procesos de planificación y racionalización económica en el Estado y en general

en las empresas; crece el Estado en su función empleadora y garante del bienestar social y se

expande el sistema educativo.

Distintos procesos sociales y culturales acompañan estos cambios, tales como: la migración

del campo a la ciudad y, por ende el crecimiento y desarrollo desigual de las ciudades, la

urbanización de la vida, los cambios en el mercado del trabajo, las alteraciones de la

estructura demográfica poblacional, la violencia en parte herencia de las guerras anteriores y,

de otro lado, presente en la expulsión, la colonización o la búsqueda de nuevas condiciones

de supervivencia. A todo ello se agrega la violencia de los partidos políticos que por esta

época se instala en el país.

Lo característico del fenómeno modernizador es su rapidez, pues si bien se inicia por los

años veinte y adquiere toda su vitalidad en los cincuenta, ya en los setenta se tiene una

sociedad muy diferente a la de inicios de siglo. El desarrollo a expensas de la agricultura, su

desigual distribución a lo largo del país y el desajuste social que provoca a nivel de las

instituciones, de la inserción de los individuos en la sociedad y de la pertenencia ciudadana

en términos de participación social y política, son otras características sobresalientes del

proceso de modernización. Podría decirse que durante estos pocos años se construye una

nueva cultura, se configura una nueva estructura económica, de clases y política en el país, y

lo propio le cabe a cada una de las instituciones sociales que cambian de acuerdo con las

nuevas circunstancias.

En materia de educación los cambios provocan demandas -de la industria y de la

población— por mayor cubrimiento, mayores niveles, diversificación y una mejor

articulación con el empleo; consecuentemente se produce una respuesta expansiva o

masificadora del sistema a través de mayor número de escuelas, de aulas y de maestros para

las zonas rurales y urbanas. El acceso a la educación corre parejo con la creencia en su papel

como canal de movilidad social vía la consecución de mejores empleos, ilusión que

prevalece en la población hoy.

Lo interesante de este escenario, en lo concerniente al maestro, es la manera como a lo largo

del proceso se van configurando cambios en la constitución de su mundo vital en relación

Page 70: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

con su origen social, con sus relaciones familiares, con la manera como elige la carrera, con

la trayectoria profesional que hace, con las concepciones y modelos pedagógicos en los que

se socializa y ejerce posteriormente su profesión, con la forma de vincularse a la sociedad

como sujeto y como ciudadano y el con puesto que ocupa a su interior, con los lazos sociales

que establece con sus pares y con otros profesionales, con sus relaciones con el Estado y con

sus vínculos e identidades profesionales con el gremio de maestros.

La rápida expansión del sistema educativo provoca un masivo reclutamiento de maestros en

desmedro de la calidad de la profesión y por tanto de la educación. Si a ello se agregan la

politización de la profesión durante la violencia de los años 50, época en que los maestros

son perseguidos por su pertenencia a uno u otro partido; el aislamiento en que vive y trabaja;

el bajo nivel de remuneración; el escaso interés de las autoridades y en general de la

sociedad por la educación y por el profesional encargado de ella, no puede menos que

configurarse un tipo particular de maestro que contribuye a conformar una manera también

particular de concebir el mundo y la sociedad y por tanto, de actuar en ellos.

Hoy, y como resultado de un proceso de cambio cultural, podría decirse que el maestro

ocupa un lugar de segunda en la sociedad, no obstante, como persona y como profesional, se

le ha encargado una función de primera importancia: la formación de los niños y de los

jóvenes del país. En esta línea, la sociedad que se está construyendo -en el presente y hacia

el futuro- pasa por el filtro de las concepciones, conocimientos, ideas, representaciones,

actitudes, creencias, pasiones y valores de una persona cuyo proyecto vital se desconoce y se

subvalora.

En resumen, se ha pasado con inusitada rapidez de una sociedad con baja alfabetización y

poco cubrimiento educativo, a otra en la cual la educación se masifica y para toda la

población le es más fácil acceder a ella; el nivel de escolaridad se amplía y se diversifica; la

educación básica empieza a llegar a todos los sitios del país; aumentan las aulas, los alumnos

y los maestros; pero en este afán de cubrimiento se olvida la calidad.

Este fenómeno abre las puertas a la estratificación y desigualdad educativa vinculadas a los

procesos de desarrollo igualmente desiguales y estratificados, no sólo a nivel regional sino

también al interior de cada región y ciudad. La in-equidad educativa y la calidad de ésta se

tornan en un problema de primer orden para la población y para la política educativa, sobre

todo a partir del momento en que la educación deja de servir como canal de movilidad social

al saturarse la oferta de empleo y la demanda educativa.

Así como la modernización tiene su auge, también hace un recorrido hacia su decadencia y

con ella a la configuración de nuevas formas sociales, culturales, políticas y económicas que

abren a lo educativo a retos distintos y variados. En la perspectiva del maestro parece

asistirse a una situación crítica de deterioro de su imagen social y profesional, a una

burocratización de su oficio, a una mecanización de su quehacer, a una desarticulación de su

proyecto individual con relación a los proyectos social y educativo, y, por último, a una

pérdida de sentido social y político de su acción. Sin embargo, faltan elementos de

comprensión para dilucidar las formas particulares que esto asume y las alternativas que

Page 71: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

podrían generarse para rescatar el carácter de primacía que merece la profesión y el ejercicio

docente.

Para el proyecto resulta interesante pensar -como posibles hipótesis justificativas del mismo-

en la presencia de diferentes tipos de maestros desde las siguientes perspectivas:

Desde el punto de vista de la inserción en la sociedad se ha pasado de un maestro

altamente valorado por su vocación, por su sentido altruista y humanitario del

trabajo, por su entrega al ejercicio educativo como un apostolado, a un maestro con

pobre imagen social, profesionalmente degradado y con un puesto no significativo ni

importante en la sociedad. Desde el punto de vista de su proyecto de vida se ha

pasado de un maestro que se construye vitalmente desde el deseo, esto es desde "ser

en el mundo" entorno de su profesión, a un maestro que se construye desde la

necesidad, es decir, desde "el estar en el mundo" como docente mientras aparece

algo mejor.

Desde la perspectiva de su relación con la educación y la pedagogía también se

intuyen diferentes tipos de maestros: aquél formado en las pedagogías y modelos

tradicionales centrados en los contenidos, en la formación en valores y en los

métodos retóricos; el docente que tiene acceso, posteriormente, al movimiento

pedagógico europeo de la Escuela nueva que centra la atención en el niño y en su

contacto con la realidad para la construcción del conocimiento; el maestro formado

en la tecnología educativa y a través de ella convertido en un instrumento de los

medios educativos y despojado de su contacto directo con la planeación y

organización del conocimiento; el profesor producto de las teorías crítico-

reproductivistas de la educación con dificultades de construcción de futuro frente a

las limitadas posibilidades aportadas por esas teorías; el maestro de los últimos años

inscrito en un ámbito de internacionalización del conocimiento, de apertura de las

fronteras de las disciplinas científicas, de la aparición de nuevas y complejas

explicaciones de la realidad, del derrumbe de verdades absolutas, de la penetración

de nuevas tecnologías en la vida cotidiana y de la renovación acelerada de las

mismas. Con relación a la política podría decirse también que se vislumbran tipos

distintos de maestro: de un maestro aislado y solitario se pasa a uno agremiado

sindicalmente; de un maestro dependiente de los departamentos y nombrado en

masa por ellos, a uno nacionalizado y, posteriormente, a uno inscrito en la política

de la descentralización; se pasa de un maestro sin estatuto docente a uno con

estatuto. Todas estas variables entran en juego para definir y caracterizar las

relaciones del maestro con el Estado, con la política educativa, con la toma de

decisiones en distintos ámbitos y con su gremio.

Finalmente, en cuanto a su profesión también se ha pasado de un maestro definido

fundamentalmente por su vocación y apostolado a un maestro asalariado que no se

diferencia en nada de otros asalariados de la sociedad y para quien el oficio de ser

maestro no es una actividad retadora, competitiva y por ello permanentemente

cualificada.

Page 72: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

Insistimos, entonces, en la idea de reconocer el papel no delegable del maestro en el proceso

educativo, ante lo cual la primera necesidad para el sector es el cabal conocimiento de este

actor, la comprensión de su ser y quehacer en los múltiples espacios de desenvolvimiento,

con el fin de descubrir los sentidos de su vida y de su actividad y ser más realistas a nivel

programático. Esta tarea debe emprenderse como un reto de proporciones adecuadas a los

cambios de siglo y de milenio, así como a los cambios presentes; no sólo porque es

importante esta investigación como actividad comprensiva y con sentido en sí misma, sino

porque permite construir derroteros desde múltiples campos y perspectivas, para el

mejoramiento cualitativo de la educación, en la línea de la formación y capacitación docente

así como de la profesionalización, sobre bases más reales. La política educativa —tanto a

nivel macro como micro— no podría desconocer un trabajo como el propuesto en este

documento.

Al comenzar este nuevo milenio se impone una revisión cuidadosa sobre el ser del maestro

colombiano, de tal manera que a través del conocimiento y comprensión de sus facetas,

vínculos y características podamos estar seguros de contar con él para las transformaciones

que se avecinan. Y sólo puede contarse con él si realmente se apunta a profundizar en su ser

actual y en su visión de posibilidad futura.

Page 73: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

II. ANTECEDENTES

La preocupación por los maestros tiene dos antecedentes cercanos que permitieron orientar

la primera fase de pilotaje del proyecto y algunos resultados parciales, producto de éste, que

hacen pensar en la necesidad de extender el proyecto a otras zonas del país.

Los antecedentes de la fase piloto son:

1. Una revisión preliminar de la literatura relacionada con la producción intelectual

del maestro, en Reduc1 y en la Biblioteca Luis Ángel Arango, muestra una

voluminosa información acerca de maestros colombianos y de otros lugares del

mundo. Aunque en ambos casos no se da cuenta exhaustiva de la producción

nacional e internacional en educación, sí permiten pensar que representan -con

cierto carácter de generalidad- las temáticas que se abordan, los énfasis de

acuerdo con los diferentes momentos históricos y los vacíos de conocimiento de

algunas problemáticas.

En el anexo se encuentra una lectura aproximativa a la documentación encontrada y la

bibliografía sobre la literatura consultada.

2. Tres investigaciones sobre la profesión del maestro realizadas por Rodrigo Parra

y publicadas en Plaza y Janes, en la década de los ochenta. Proyectos elaborados

en la década de los noventa por el equipo de investigación dirigido por Rodrigo

Parra Sandoval (Pirceb, Atlántida, Génesis) y los hallazgos, muchos de ellos

críticos sobre la educación, pero reflejo de la crisis por la que pasa el sector, la

institución y la sociedad en general. Sin embargo, estos trabajos no han centrado

su mirada en el docente como persona bajo cuya responsabilidad reposa buena

parte del "éxito" o del "fracaso" de la educación. El docente no ha aparecido

como población a la que se le recupera directamente su mundo, sino

tangencialmente:

Como sujeto investigador y, desde este punto de vista, partícipe de los diferentes

proyectos.

Como sujeto de conocimiento vinculado a alguna problemática que lo afecta

directamente: la autoridad, la violencia, el poder, la evaluación.

Como sujeto al que le cabe alguna responsabilidad en dinámicas y procesos

particulares comprometidos en el diagnóstico y análisis de la institución educativa y

del sector educativo. A la asignación de esta responsabilidad se llega por inferencia

o por deducción a partir de las atribuciones que le dan otras poblaciones.

La perspectiva del maestro no ha sido recogida y es muy importante hacerlo pues se

desconocen las raíces y motivaciones profundas de sus pensamientos y actuaciones, que

operan en su vida profesional e inciden en la población con la cual interactúa. El maestro 1 los resúmenes analíticos en educación recogen no sólo y tal vez mínimamente, resultados de investigación, sino

artículos de revista, documentos de trabajo, escritos de política, propuestas y, últimamente, tesis de grado.

Page 74: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

ejerce un poder importante en la institución educativa, no sólo con relación al conocimiento,

a los métodos, a las normas y a la vida escolar en general, sino a su visión de mundo, a su

capital cultural, a su mundo afectivo y al significado que le asigna a ser y a estar en el

mundo. Por tanto, interesa escudriñar sus opciones y decisiones, aquellas dimensiones que

dan sentido a su proyecto vital.

Los resultados preliminares del pilotaje, que hacen pensar en la necesidad: darle al proyecto

una dimensión nacional, son:

1- El posicionamiento social y profesional del maestro en la medida en que ha empezado a

reflexionar sobre su vida, a reconstruirla, a escribirla y a hacer conciencia de la

propiedad social de su biografía individual. Este posicionamiento tiene que ver

fundamentalmente con el sentido que le va asignando a su ser como maestro y a las

nuevas formas de interacción familiar y profesional que establece con los otros y

consigo mismo cuando indaga con sus padres, con sus hijos, con sus familiares, con sus

colegas, sobre su vida; cuando acude a la memoria, a sus recuerdos, a sus sensaciones, a

sus imágenes, a sus espacios, a sus objetos, a sus sueños, como mecanismos para

reconstruir su trayectoria vital.

2- El carácter formativo del proyecto porque el maestro al construir su autobiografía se

enfrenta a sus propias potencialidades y debilidades, tomando conciencia de la

fragilidad humana y de la imposibilidad de educar para la perfección. Esto le ha

permitido acceder y construir una pedagogía más humana que rompe con el deber ser

rígido y tradicional de la educación, de la escuela, del maestro, de los niños, de los

jóvenes.

3- Los procesos escritúrales que experimentan los maestros en la construcción de sus

autobiografías, se constituyen en caminos para ahondar y complejizar la comprensión

de su mundo personal, social y educativo.

4- La tensión permanente entre la diversidad de biografías y las constantes que van

apareciendo y repitiéndose en cada una de ellas.

5- La relación estrecha entre la producción intelectual escrita y publicada sobre los

maestros y las biografías reconstruidas por ellos que permiten llenar de contenidos

cualitativos muchos de los fenómenos planteados en los documentos revisados. Por

ejemplo, la expansión escolar, el poblamiento urbano, los asuntos de género, la

fundación de las escuelas, la violencia, las migraciones, el desarraigo, las prácticas

pedagógicas en las escuelas normales y las facultades de educación, la configuración de

zagas familiares de maestros.

6- Los vacíos evidenciados, después de la revisión documental, sobre algunos aspectos

vitales de las biografía de los maestros: su mundo familiar, emocional, afectivo; su

mundo de amores y de pasiones; sus gustos, intereses, sueños, fantasías, ideales,

proyectos, frustraciones, satisfacciones, nostalgias...

Page 75: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

7- Los distintos orígenes sociales, culturales y económicos de los maestros de Bogotá, nos

lleva a pensar en la diversidad como elemento clave para abordar el estudio de la vida

de los maestros colombianos, no sólo en términos documentales y biográficos escritos,

sino también en imágenes fotográfica que permitan ilustrar dicha diversidad.

En consecuencia, estos hallazgos preliminares han potenciado las hipótesis justificativas

planteadas para el pilotaje del proyecto y han generado nuevos interrogantes. Argumentos

válidos para pensar en la necesidad de seguir ahondando en las hipótesis y de extender y

confrontar los resultados del pilotaje en otros escenarios culturales, geográficos y étnicos

donde se mueven los maestros.

III. CONCEPCIÓN DEL PROYECTO

La vida es un trabajo continuo de composición donde en el devenir cotidiano se construyen

los destinos individuales, sociales y culturales de los grupos humanos. En este sentido el

proyecto se plantea en términos de la reconstrucción social de la trayectoria vital y

profesional de los maestros colombianos durante el proceso de modernización del país.

Concebir el proyecto de esta manera implica asumir la complejidad que reviste, por una

parte, intentar atrapar teórica y metodológicamente la diversidad vital de los maestros

durante el proceso de modernización, y, por otra, reconstruir dicha trayectoria sin traicionar

la pluralidad de transformaciones y acontecimientos sociopolíticos, esencialmente diversos,

que han recorrido la historia económico-cultural de nuestro país en los últimos cincuenta

años.

En consecuencia, el esfuerzo investigativo debe posibilitar tanto el ensamblaje de lo macro -

lo social- con lo micro -lo personal- así como también reflejar la naturaleza conflictiva y

paradojal del proceso de modernización, para poder desde allí dar cuenta del recorrido vital

que siguen los maestros en la construcción de su destino social.

Para acceder a la zona de lo social -lo macro-, metodológicamente se consideró pertinente

optar por el análisis documental de la producción intelectual publicada en los últimos

cincuenta años acerca del tema de los maestros. Mientras que para aproximarse a la zona de

lo personal —lo micro—, se acudirá a los métodos biográficos, fundamentalmente a la

construcción de autobiografías ilustradas con fotografías del álbum familiar de la vida de

los maestros y otras tomadas por un profesional en los contextos donde viven y trabajan los

maestros.

El hecho de contextualizar el proyecto en el proceso de modernización, significa que dicho

proceso es a la vez su telón de fondo y también el organizador fundamental de la

información, en la medida en que al hacer el ensamblaje de lo micro con lo macro es

indispensable reconstruir la trayectoria vital de los maestros, de manera tal que refleje la

naturaleza del recorrido del mundo moderno en nuestro país2.

2 Fabio Giraldo; Héctor López, en Colombia el despertar de la modernidad, Ediciones faro Nacional por

Page 76: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

De acuerdo con algunos expertos, el recorrido de la modernidad colombiana es el resultado

de un proceso abigarrado, heterogéneo y dinámico de constitución social, donde convergen

toda una pluralidad de transformaciones y acontecimientos histórico sociales, supremamente

diversos, que recorren casi toda la gama del gran continente conceptual que se ha dado en

denominar "sociedad tradicional", y que van desembocando progresivamente en una sola

corriente que fluye en el sentido de la sociedad moderna. La modernización pasa

rápidamente de ser opcional a hacerse imperativa y se acentúa como consecuencia de la

relación sinergética entre historia universal y sociedad planetaria3. Por tanto, es evidente que

en esos tres momentos: sociedad tradicional, sociedad moderna y sociedad posmoderna y, en

las mezclas y sincretismos que se dan entre ellos, construirse vital y profesionalmente como

maestro tiene un sentido y una función diferentes.

Bajo esta perspectiva, es precisamente aquí donde radica la riqueza y el desafío del proyecto

porque permite hacer conciencia de que los destinos individuales y sociales no siguen

trayectorias de vida homogéneas. En consecuencia, la reconstrucción de la vida de los

maestros que se realice mediante el ensamblaje de lo macro, obtenido por la vía documental,

con lo micro, recogido por la vía i biográfica, debe llevar a construir la historia cultural de

los maestros y dejar uní testimonio escrito de la biografía social de los maestros

colombianos, y por ende de la manera como se ha constituido su destino social en los

diversos momentos de nuestra modernidad.

IV. OBJETIVOS

La pretensión fundamental del estudio es reconstruir la trayectoria personal y profesional del

maestro a partir de: la ubicación de su origen e influencias socializadoras primarias y

secundarias; de su formación para ser maestro y de las experiencias que configuran su

quehacer personal y profesional; las formas de vivir, entender y asumir su vida y su

profesión en contextos particulares. También se pretende, explícitamente, producir

orientaciones de política para la formación y capacitación docente como una estrategia más

para incidir en la calidad de la educación.

El objetivo central y articulador del estudio es la reconstrucción de la trayectoria vital del

maestro buscando mostrar las diferentes maneras como ha recorrido su vida: infancia,

juventud, formación profesional, ingreso a la práctica docente, acumulación de experiencia y

culminación de la vida profesional, trayectoria vital que da cuenta de la construcción de su

destino social durante el proceso de modernización ocurrido en Colombia fundamentalmente

en la última mitad del siglo XX.

Colombia 1991, p.259, afirman que el mundo moderno en nuestro país, no es uno, son muchos, articulados en

multiplicidad de formas de existencia y mundos diversos concatenados en una compleja trama simbólica e

imaginaria donde tiene existencia sociedad concreta, la sociedad real. Ibid., p.258.

Page 77: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

V. METODOLOGÍA

De acuerdo con la concepción del proyecto éste tendrá dos lógicas metodológicas. La

primera, de carácter analítico orientada hacia la reconstrucción de las diferentes relaciones

del maestro con la sociedad, con la pedagogía y la educación, con su profesión, con la

política, así como con las narraciones de sus biografías. La información reunida de esta

manera permitirá realizar una segunda mirada, ésta de carácter interpretativo, para ensamblar

lo micro con lo macro y construir desde allí las diferentes trayectorias vitales del mundo de

los maestros.

Por su complejidad la mirada analítica del proyecto no es posible desarrollarla sino

acudiendo a estrategias metodológicas diversas entre las que se encuentran, el análisis

documental que apunta a acceder a la información macro constituida por la literatura

producida y publicada sobre los maestros colombianos en los últimos cincuenta años, y a la

construcción de biografías de maestros seleccionados, a partir los criterios de: edad, género,

ubicación en las diferentes zonas culturales y geográficas del país y en los distintos

contextos socioeconómicos.

Por su parte, la mirada interpretativa posibilitará hacer un ensamblaje de toda la información

recolectada para comprender y otorgar sentido a las diferentes maneras de constituir la

trayectoria vital de los maestros en su recorrido por la infancia, la juventud; en su decisión

de ser maestro; en su primera experiencia profesional y en su trayectoria posterior. Este

recorrido vital posibilitará encontrar las concepciones, representaciones y actuaciones que

han guiado las distintas maneras que el maestro, durante el proceso de modernización del

país, ha tenido para construirse individual, profesional y socialmente.

De manera puntual, en la mirada analítica se procederá de la siguiente manera:

El análisis documental centrará el foco de atención en cuatro módulos: 1) maestro y

sociedad, 2) maestro y profesión, 3) maestro, educación y pedagogía 4) maestro y política.

Cada uno de ellos se estructurará alrededor de un eje que posibilite articular las diversas

temáticas que puedan abarcar desde su singularidad, así:

Módulo 1: maestro y sociedad. Hace referencia a la relación vital del maestro con

su entorno sociocultural inmediato, en las distintas etapas de su vida, y a las formas

de inserción en la sociedad en cuanto a su diversidad económica, política, social y

cultural, sobre todo hoy en relación con las más o menos acentuadas formas de

violencia que le toca vivir.

El eje articulador del módulo es su historia individual, social y cultural. Por tanto, tendrán

cabida temáticas relacionadas, por una parte, con concepciones, representaciones y formas

de vivir del maestro en los contextos sociales particulares: origen, familia, niñez, experiencia

escolar, juventud, primeros amores, conformación de pareja, hijos, migraciones, espacios y

formas de socialización, amigos, gustos, sueños, deseos, frustraciones. Por otra parte, con las

formas de inserción en la sociedad: funciones y valoraciones que la sociedad le otorga al

Page 78: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

maestro.

Módulo 2: maestro y profesión. El eje articulador es la trayectoria típica que sigue

un maestro en la construcción de su profesión. Contempla aspectos relacionados

con: origen social, decisión vocacional, formación académica, primer trabajo,

mercado de trabajo, vinculación laboral, salarios, prestigio social, formas de

agremiación, actividades extralaborales, auto-percepción de la profesión, movilidad

social y laboral, migraciones, y los cambios ocurridos a lo largo de los años en estos

aspectos.

Módulo 3: maestro, educación y pedagogía. Siendo la pedagogía el núcleo central

de la profesión docente, este módulo se desarrollará en torno a su visión de la

educación, de la escuela, de los niños, de los jóvenes. Desde esta perspectiva

interesa buscar las concepciones, teorías y modelos educativos y pedagógicos a

través de los cuales se ha formado el maestro y aquéllas que han contribuido a

conformar su práctica. La relación con el conocimiento, con el saber o disciplina

específica de su formación y las formas como esa relación contribuyen a articular su

proyecto de vida, a desarrollarse como individuo y como profesional, a vincularse a

la sociedad y a proyectarse a las generaciones con las cuales trabaja en la escuela.

Módulo 4: maestro y política: El centro de este módulo será la relación del maestro

con la política en un doble sentido: por un lado, la presencia de lo político en su

proyecto vital entendido como la posibilidad de participación activa en la

construcción de la sociedad a través de su labor profesional; de otra parte, la

vinculación gremial con sus pares y las formas como esa vinculación moviliza

diferentes concepciones y prácticas del ejercicio profesional. En esta problemática

aparecen entonces las relaciones del maestro con el Estado, sus formas de entenderla

y asumirla, la política educativa y su contribución a la conformación de la profesión

y del trabajo docente, las formas de desenvolvimiento de la relación Estado-

gobierno-gremio-maestro y su articulación a las maneras como se estructura el

oficio y particularmente el estatuto docente como dispositivo configurador de una

manera particular de ser docente.

Con respecto a la construcción de biografías de maestros colombianos, se intentará construir

con ellos autobiografías que reflejen la complejidad que reviste, por una parte, los modos de

inserción individual en sociedades como la nuestra, y por otra, su responsabilidad de formar

y socializar a las nuevas generaciones en cuanto que lo que comparten con sus alumnos son

mundos simbólicos, visiones de mundo. En consecuencia, se construirán autobiografías

ilustradas con fotografías que den cuenta de la diversidad de factores, mecanismos y

dinámicas sociales y culturales asociadas a la composición de la vida de los docentes y a la

construcción de su identidad social.

Traducida esta intencionalidad en términos del proyecto vital del maestro significa llevar al

investigador a indagar sobre:

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Quién es el maestro como individuo (su mundo familiar, emocional, afectivo, de amores y

de pasiones, gustos, intereses, sueños, fantasías, ideales, proyectos, frustraciones,

satisfacciones, nostalgias), quién es como ser social (sus relaciones, su inserción en las

instituciones, su desempeño y su papel en los espacios donde lleva a cabo su acción, sus

concepciones de mundo, de sociedad, de ciencia, de desarrollo y las posibilidades de

participación en ello, su relación con el conocimiento), quién es corno sujeto ético-político

(asignaciones de valor a su vida, a su profesión, a su proyección; compromisos y sentidos de

su acción en la posibilidad transformadora y cambiante de la sociedad), quién es como sujeto

económico que requiere una calidad de existencia en un mundo competido profesionalmente,

y quién es como profesional de la educación.

1. CONSECUCIÓN DE LA INFORMACIÓN

En la medida en que la búsqueda central de la investigación es la comprensión e

interpretación de la trayectoria profesional del maestro, presente en su proyecto vital, y la

construcción de su destino social, se privilegia un enfoque cualitativo. Podría delimitarse así

la búsqueda de información:

Rastreo documental de la producción intelectual sobre las temáticas maestro-

sociedad, maestro-política, maestro-educación y pedagogía, maestro-profesión. A

partir del acopio de la información se generan estrategias de lectura del material que

permitan otorgarle sentido con relación a los cuestionamientos centrales del

proyecto y respecto a cada temática; y posteriormente se realiza una interpretación

comprensiva de la información así recolectada.

Entrevistas no estructuradas y en profundidad dirigidas a educadores, investigadores

educativos y decisores de política en relación con las temática maestro-educación y

pedagogía, y maestro-política. Contribuirán no sólo a aportar datos para afrontar la

lectura e interpretación, sino también para iluminar con comprensiones las

problemáticas particulares de esas relaciones.

Construcción de autobiografías en talleres realizados con maestros ubicados en

diferentes contextos de desarrollo socio-económico y cultural, seleccionados para tal

fin. Las autobiografías serán ilustradas con material fotográfico proveniente de los

álbumes familiares de los maestros, con fotografías de archivos y con algunas

tomadas por un profesional en los contextos donde viven y trabajan los maestros.

3. POBLACIÓN

La población total con la cual se trabajarán las autobiografías estará constituida por ochenta

(80) maestros ubicados en cuatro (4) regiones del país.

Obedeciendo al criterio de diversidad cultural, la selección de los maestros que participarán

en el proyecto se realizará así:

Page 80: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

Maestros que hayan ejercido su profesión en los diversos momentos de la

modernidad colombiana.

Maestros pertenecientes a los diferentes contextos sociales, culturales, étnicos y

geográficos de nuestro país.

En tal sentido se trabajará con maestros de la costa del Caribe, maestros afrocolombianos,

maestros indígenas y maestros de Bogotá.

En resumen la muestra de población con la que se trabajará será:

VI GESTIÓN DEL PROYECTO

Los proyectos de investigación desarrollados en los últimos siete años por el equipo de

investigación proponente de este estudio, se han caracterizado, entre otros aspectos por:

Trabajar entorno de la democratización y en la construcción del conocimiento, al

involucrar en los procesos de investigación a maestros en ejercicio o en formación y

a otros profesionales vinculados a la educación como investigadores de su mundo

escolar.

Abordar temáticas relacionadas con la cultura escolar que al ser comprendidas por

sus actores (maestros, niños, jóvenes, rectores, administradores de la educación,

supervisores) contribuyan desde los resultados de los estudios y, fundamentalmente,

desde su experiencia como investigadores de su cotidianidad, al mejoramiento de la

calidad de la educación.

Aprovechando la experiencia que se ha acumulado durante estos años, el efecto que ha

tenido esencialmente en las universidades, los maestros, la estructura organizativa del

proyecto, se privilegiará el trabajo directo con ellos.

La organización del equipo de investigación, la operación del proyecto, sus estrategias de

trabajo y las responsabilidades de los equipos y de las personas serán las siguientes:

1. Organización general del equipo de investigación

Estará constituido por:

Page 81: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

Equipo coordinador de investigación

Un director.

Un investigador principal.

Dos coinvestigadores.

Una secretaria.

Un administrador.

Equipo consultor del proyecto

Un consultor institucional.

Un consultor internacional.

Equipo regional de investigación

De acuerdo con la experiencia acumulada por el equipo de investigación gracias a proyectos

desarrollados anteriormente, los maestros seleccionados como sujetos de investigación serán

a la vez investigadores y reconstructores de sus propias autobiografías. El equipo estará

conformado por cuarenta (40) maestros de escuelas y colegios de las cuatro (4) zonas

seleccionadas por su diversidad, según criterios regionales de carácter cultural y por el grado

de modernización de la región. A su vez los maestros serán seleccionados según edad,

género, formación académica, movilidad geográfica, ubicación en el sistema escolar: sector

oficial o privado, en docencia o administración, nivel en el que enseña. En lo posible los

maestros serán contactados a través de las secretarías de educación.

Además de las personas mencionadas, se contará con un fotógrafo profesional encargado de

tomar fotografías, en las regiones donde funcione el proyecto, de las escuelas, los niños, los

maestros, los padres de familia y sus contextos.

2. Operación del proyecto. Se llevará a cabo a través de tres actividades básicas

desarrolladas no necesariamente de manera secuencial:

Documental: en ésta se realizará la recolección de información documental para

acceder a la producción intelectual escrita que permita llenar de contenido los temas

propuestos en los cuatro módulos: maestro y sociedad; maestro y profesión; maestro,

educación y pedagogía; maestro y política. Esta actividad será desarrollada por los

tres investigadores, el director y el asesor internacional.

Biográfica: Corresponde a la construcción de autobiografías de maestros

colombianos. Los investigadores conformarán grupos de trabajo con los equipos

regionales de investigación para, a través de talleres realizados en la región,

construir conjuntamente las autobiografías.

Interpretativa: a partir de la información recolectada en las actividades anteriores y

teniendo como núcleo articulador la secuencia que sigue la construcción de la vida y

de la profesión de un maestro, el equipo coordinador de investigación realizará el

ensamblaje de la información documental con las autobiografías levantadas en las

regiones, para reconstruir la biografía social de los maestros colombianos.

3. Estrategia central del proceso de investigación. Actividad de taller, desarrollada en

dos modalidades.

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Talleres internos del equipo coordinador de investigación. Durante las diversas

actividades del proceso de investigación se realizarán, por lo menos una vez a la

semana, talleres de un día de duración. Participarán el director científico y los tres

investigadores principales. El consultor internacional asistirá a tres (3) de ellos.

Talleres regionales con maestros. Tendrán una duración de dos (2) días y su

propósito será construir las autobiografías. Para tal fin, se realizarán cuatro (4)

talleres en cada una de las cuatro (4) regiones seleccionadas, para un total de

dieciséis (16) talleres. A ellos asistirán los investigadores de cada región y el equipo

de investigación. Los temas de los talleres regionales serán:

Taller 1: presentación del proyecto, selección de posibles maestros para

levantar las autobiografías, inducción a su escritura, lectura y

retroalimentación de los primeros ensayos de escritura autobiográfica.

Taller 2: lectura de los avances autobiográficos y retroalimentación sobre

estructura, estilo narrativo, énfasis y ampliación de los contenidos

autobiográficos.

Taller 3: taller de escritura a partir de las historias autobiográficas narradas

por ellos.

Taller 4: ajustes finales de las autobiografías y entrega definitiva.

4. Responsabilidades de los integrantes de los equipos

Director del proyecto.

Orientar conceptual y metodológicamente el proceso de investigación en sus

diferentes etapas, a través del desarrollo y participación en los talleres de

asesoría, con el equipo de investigadores.

Participar en las reuniones de trabajo con las instituciones financieras.

Dirigir los talleres para la construcción de las autobiografías.

Coordinar la búsqueda de la información documental.

Dirigir la escritura de los informes finales y su publicación.

Investigador principal

Coordinar y desarrollar la actividad investigativa en todas sus actividades.

Asistir y participar en los talleres con el equipo de investigación y en las

reuniones de trabajo con las instituciones financieras.

Coordinar los talleres para la construcción de las autobiografías.

Coordinar la búsqueda de la información documental.

Realizar la gestión académica del proyecto.

Preparar los informes de avance.

Escribir los informes finales.

Preparar las publicaciones.

Coinvestigadores

Participar en el desarrollo de la investigación en todas sus actividades.

Asistir y participar en los talleres con el equipo de investigación y en las

Page 83: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

reuniones de trabajo con las instituciones financieras.

Apoyar el desarrollo de los talleres para la construcción de las

autobiografías.

Realizar la búsqueda de la información documental.

Apoyar la realización de la gestión académica del proyecto.

Participar en la preparación de los informes de avance.

Participar en la escritura de los informes finales.

Participar en la preparación de las publicaciones.

Consultor institucional

Gerenciar el proyecto en sus aspectos administrativos y académicos.

Representar al proyecto y establecer relaciones administrativas y

académicas en los distintos ámbitos donde se requiera.

Asistir a las reuniones con el equipo de investigación y con el consultor

internacional.

Consultor internacional

Participar en el proceso de investigación a través de tres (3) talleres con el

equipo coordinador de investigación.

Suministrar al equipo de investigación bibliografía internacional sobre el

tema.

Ayudar a establecer comunicación con equipos internacionales de

investigación que trabajen en proyectos similares.

Conectar el proyecto con las tendencias investigativas mundiales.

Participar en las decisiones que se tomen sobre la escritura del informe final

y su proceso editorial.

Participar en la escritura del informe final.

Equipo regional de investigación

Conformar el equipo regional y nombrar a uno de sus miembros como

coordinador.

Asistir a los talleres para la elaboración de las autobiografías.

Escribir su autobiografía.

Fotógrafo

Tomar fotos en todas las regiones donde opere el proyecto.

Entregar los contactos de todas las películas tomadas, y doscientas (200)

fotos de todas las regiones en tamaño postal.

Administrador del proyecto

Realizar los trámites administrativos y presupuéstales del proyecto.

Elaborar y entregar los informes financieros del proyecto.

Secretaria

Realizar labores propias de secretariado para el apoyo del proyecto.

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VII PRODUCTOS OFRECIDOS

La investigación en la medida de su desarrollo arrojará varios productos:

1. Un informe, al final de los resultados obtenidos durante las dos fases del proyecto,

editado y listo para ser publicado donde se plasme el objetivo de la investigación: la

reconstrucción de la vida del maestro en términos de su trayectoria vital como

profesional de la educación. Incluye no sólo la interpretación y comprensión del

fenómeno sino las orientaciones de políticas resultantes.

2. Sesenta (60) biografías de diverso tipo ilustradas con fotografías que muestren la

vida del maestro colombiano de fin del siglo XX.

3. Doscientas (200) fotografías en tamaño postal de todas las regiones cubiertas por el

proyecto para ilustrar la publicación de la investigación.

4. Una bibliografía sobre la producción intelectual escrita y publicada sobre los

maestros colombianos en la segunda mitad del siglo XX.

5. Dos (2) artículos acerca el proyecto, publicados en revistas académicas de

divulgación nacional y uno (1) para revistas de carácter internacional.

VII. CRONOGRAMA

El proyecto se desarrollará a lo largo de ocho (8) meses y tres actividades:

Primera actividad: desarrollo de los cuatro módulos (maestro-sociedad; maestro-

educación, pedagogía; maestro-política; maestro-profesión).

Segunda actividad: construcción de las autobiografías de sesenta (60) maestros

con sus respectivas ilustraciones fotográficas.

Tercera actividad: Ensamblaje e interpretación de la información recolectada en las

dos etapas anteriores para construir la biografía social del maestro colombiano.

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* Incluye impuestos y tasa de cambio del dólar a las fechas de pago.

** Incluye pago al administrador del proyecto, a la secretaria y costos de papelería, fax,

fotocopias, etc. Propuesta presentada por Rodrigo Parra Sandoval, Elsa Castañeda Bernal,

Angélica Ocampo. Asesor: Juan Carlos Tedesco.

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HERRAMIENTA:

LA METODOLOGÍA

EL MÉTODO BIOGRÁFICO:

EL RETORNO AL SUJETO Y A LA INTERACCIÓN COMO CENTRO

DEL PROCESO INVESTIGATIVO

LA METODOLOGÍA INCLUIDA EN ESTA SECCIÓN FORMA PARTE DEL INFORME

FINAL DE INVESTIGACIÓN DEL PROYECTO LA VIDA DE LOS MAESTROS.

Por: Rocío Rueda Ortiz, Patricia Calonje1

Nuestro punto de partida es este: un método responde a una pregunta, tema o problema y no

a un enfoque establecido de antemano, es la pregunta la que define el modo de abordarla.

Así, la pregunta por la vida del maestro, entendida como un proyecto que él construye y

desarrolla en cuanto individuo y en sus interacciones con la sociedad y sus instituciones, con

otros individuos, con la educación y con el conocimiento, nos implicó asumir la complejidad

que reviste, por una parte, intentar atrapar teórica y metodológicamente la diversidad vital y

cultural de los maestros durante el proceso de modernización2, y por otra, reconstruir dicha

trayectoria sin traicionar la pluralidad de transformaciones y acontecimientos sociopolíticos

esencialmente diversos, que han recorrido la historia económico-cultural de nuestro país en

los últimos cincuenta años.

La complejidad del problema nos llevó a considerar que el método no podía ser "aséptico" a

tal condición y que más que intentar desarrollar una teoría única, nos debería ayudar a

encontrar articulaciones, ligazones entre fenómenos, adaptándose precisamente a la

complejidad y a la diversidad cultural de los maestros colombianos. En efecto, sabíamos,

que dado el carácter de nuestro estudio, un enfoque cualitativo era el más apropiado, por

cuanto para éste la cultura, estrechamente vinculada con el significado y el contexto -entorno

e interacción social-, permite representar e interpretar los grupos sociales tal y como son

vistos por sus miembros. En este orden de ideas, problemas como el descubrir el sentido, la

lógica y la dinámica de las acciones humanas concretas, la reivindicación de lo subjetivo, lo

intersubjetivo, lo significativo y lo particular, se convierten en una prioridad y en una

constante desde las diversas búsquedas cualitativas.

Sin embargo, es claro, que dentro de tal enfoque existen variaciones. Sabemos de las

bondades de la etnografía para representar una cultura particular, pero en ésta, aunque se

1 Con las orientaciones de los directores del proyecto Rodrigo Parra Sandoval y Elsa Castañeda Bernal.

2 Es importante aclarar que aunque hablamos aquí de "los maestros" la muestra que de ellos tuvimos en las cuatro

regiones es muy pequeña, por lo cual no podemos -ni fue nuestra pretensión- generalizar los resultados, ni para

las regiones ni para el país. En consecuencia, creemos que las autobiografías nos dibujan las vidas de "unos

maestros" en las cuales -quizás- se encuentren identificados otros, más no pretendemos con ellos explicar la

cultura del maestro colombiano. Tenemos sólo pistas comprensivas de ésta. En este sentido, agradecemos

entonces que la lectura que se haga de las afirmaciones que aquí presentamos sea "relativizada" y las

afirmaciones consideradas como "indicios" o "señales" para comprender el universo cultural de los maestros

colombianos

Page 88: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

reconocen las perspectivas de los otros, se parte de un observador que da cuenta del

acontecer social en "una cultura". Para nosotros, en cambio, el interés estaba en comprender

a los sujetos en la construcción de su vida, desde su propia biografía, con autonomía, pero a

la vez integrada a la trama social y a la diversidad cultural de una manera compleja y

relativa3, y para ello el método biográfico nos pareció el camino más apropiado.

Si bien es cierto que el enfoque biográfico resulta, a primera vista, para algunos, como un

método vetusto y ocupado de temas antiguos o marginales, hoy vuelve a resurgir

precisamente cuando la concepción de historia y las formas de identidad experimentan una

fuerte crisis y piden ser nombradas y narradas de nuevas maneras. Frente al

resquebrajamiento de los ideales modernos sobre el consenso social y sobre los proyectos

comunitarios; frente a la fractura de nuestros saberes sociales de cara al conjunto de

fenómenos de rotura de códigos culturales e ideológicos de los sistemas convencionales de

referencia, es urgente que los sujetos, que los actores sociales, tomen una mayor consciencia

de su legado y de su tarea. La difícil y necesaria labor de contarse, de reconstruir la propia

historia, personal y colectiva, es un campo de problemas propios de las ciencias sociales

hoy.

A continuación presentaremos algunas distinciones conceptuales sobre el método biográfico

—la historia oral, la historia de vida, las autobiografías—, que en cualquier caso, para

nosotros, son un caminos que permiten "escuchar la voz del otro" e indagar el mundo "desde

la visión de los otros". Lo fundamental allí es el proceso de interacción y de intercambio en

que se constituye la investigación, por lo cual se transforma tanto el proceso de

conocimiento como la relación entre investigador e investigado. En particular, abordaremos

cuatro tópicos centrales: la cuestión de quién narra y cómo narra su vida; la entrevista como

centro de construcción de las historias de vida; los criterios de validez de un estudio

biográfico y el valor del método biográfico en la formación docente y en la construcción de

saber pedagógico. Dentro de cada uno de estos aspectos indicaremos las opciones de la

investigación en las cuatro regiones del país, señalando algunas de las preguntas y los

cambios que fueron emergiendo. Finalmente presentamos algunas conclusiones y

perspectivas del método biográfico. Asumimos pues, que el oficio de investigar requiere de

la exploración y de la reflexión permanente, tanto sobre los mundos sociales que se estudian

así como sobre los modos de aproximarse a estos, lo cual deviene a su vez, en un medio para

resistir la simplificación y construir la complejidad.

3 Esta relación individuo-sociedad es vista de manera paradojal por E. Morin, para quien el individuo es un

objeto incierto. Desde un punto de vista, es todo, sin él no hay nada. Pero desde otro, no es nada, se eclipsa en

medio de la urdimbre social. En consecuencia, cuando un sujeto habla, como un yo, al mismo tiempo habla un

nosotros, habla la comunidad, la cultura de la que se forma parte. Adicionalmente hay un se habla, como algo

anónimo que es la colectividad fría. En cada yo humano hay algo del nosotros y del se. Pues el yo no es puro y no

está solo ni es único. Si no existiera el se, el yo no podría hablar. Cf. E. Morín, "La noción de sujeto", en D. Fried

Schnitman, Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad, México, Editorial Paidós, 1998

Page 89: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

EL MÉTODO BIOGRÁFICO: SU ORIGEN Y SU APUESTA

INVESTIGATIVA

La pregunta por cómo los maestros otorgan sentido y construyen una cultura profesional en

su proceso biográfico personal y colectivo, nos llevó a asumir una perspectiva

epistemológica en la que se consideran dos dimensiones. La primera, parte de la pregunta

por el conocimiento, quién conoce y cómo se conoce. Si bien para ciertos investigadores

sociales observar lo social implica una concepción de un mundo-objeto que se 'disecciona

con pulcritud', con distancia entre el investigador y los sujetos sociales y en donde sólo aquél

tiene la cualidad de la reflexión, para el enfoque biográfico, en cambio, tanto investigadores

como actores involucrados son sujetos reflexivos y por lo tanto ambos, en el proceso de

investigación conocen. En el enfoque biográfico la relación con la vida social en vivo y

espontánea es intensamente mayor y los umbrales de la interacción tienen límites borrosos

puesto que el status del investigador pasa a un segundo término y es la interacción misma

entre los actores sociales y su reflexividad lo que importa. De lo que se trata, en el proceso

de construcción de conocimiento, es de crear una relación de intercambio, de diálogo, de

amistad, de intimidad, para entrar en el universo del "otro".

La segunda dimensión, en estrecha relación con la primera, pone especial énfasis en el hecho

de que, participando en una sociedad, en una cultura particular, se adquieren ciertas formas

de comprender y participar, ciertas metáforas y parámetros, ciertos ejes o herramientas

cognitivas y destrezas4. Estos guiones organizan los horizontes de sentido de las

interacciones sociales, generando expectativas, imaginarios, creencias y visiones de futuro.

Por eso al recoger las historias individuales se está recuperando a su vez el imaginario social,

posibilitando así la reflexión de la estructura, dinámica y evolutiva, de las relaciones sociales

que subyacen a la constitución como sujetos individuales o colectivos.

La construcción de autobiografías tiene entonces también un carácter ético y político, por

cuanto existe una apuesta por la capacidad de recuperar la memoria y narrarla desde los

propios actores sociales, rompiendo el aislamiento y la soledad de los archivos e informes de

investigación que legitiman lo oficialmente aceptado, así mismo, acompaña la intención de

capturar los sentidos de la vida social que no son fácilmente detectables desde otras

perspectivas investigativas5. "La conciencia de cambio de época, sin un dibujo preciso de

futuro; el haber roto con las formas de identificación del linaje o de las subculturas y la

revisión fuerte de lo que es el sentido de la historia o la Historia como sentido general,

universal; además de los diagnósticos del "fin de la historia", generan profundas

redefiniciones de las formas de identidad. Estos elementos confluyen en el síntoma

4 Cf. J Bruner,. 1986, 1990; S. Moscovici, 1984; D.F. Schnitman, 1998.

5 Según Peter Burke y Jim Sharpe (1991;1993) la crítica al modo convencional de hacer historia o la historia

oficial, se ha venido haciendo desde lo que se conoce como "historia desde abajo", la cual cumple dos funciones

importantes: la primera, es la de servir de correctivo a la historia de las personas relevantes, y, la segunda, es que

al ofrecer un enfoque diverso, abre al entendimiento histórico la posibilidad de una síntesis más rica, de una

fusión de la historia cotidiana del pueblo, con los temas, de los tipos de historia más tradicionales. Cf. Peter

Burke, Formas de hacer historia, Madrid, Ed. Alianza, 1996, pp. 11-37. Y del mismo autor: "Los relatos de vida

en el análisis social", en Revista historia y fuente oral, N°. 1, Barcelona, 1991, pp. 87-96.

Page 90: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

biográfico, en el que las historias particulares son las que intentan llenar de contenido a un

tipo de historias universales que han resultado, la mayoría de las veces, más dominadoras

que explicativas y emancipadoras"6.

Tal comprensión de la subjetividad, en tanto intersubjetividad, en una cultura particular,

requiere una óptica investigativa descentrada y abierta al cambio y a la incertidumbre, a la

complejidad. En efecto, para nuestro caso, no podríamos hablar de un "perfil del maestro

colombiano", sino por el contrario, se trata de identificar, en la pluralidad de subjetividades

de los maestros, los diferentes matices y condiciones de realización profesional, es decir, de

nuestra diversidad cultural. Como lo plantea Dora Fried Schnitman: "asistimos a la

disolución de los discursos homogeneizantes y totalizantes en la ciencia y la cultura. No

existe narración o género del discurso capaz de dar un trazado único, un horizonte de sentido

unitario de la experiencia de la vida, la cultura, la ciencia o la subjetividad. Hay historias en

plural; el mundo se ha vuelto intensamente complejo y las respuestas no son directas ni

estables (Jiménez, J. 1989). Si bien no podemos hablar de un curso único para la historia, los

proyectos humanos tienen un asentamiento social que ya permite abrir el presente hacia la

construcción de futuros posibles. Devenir un ser humano consiste en participar en procesos

sociales compartidos en los cuales emergen significados, sentidos, coordinaciones y

conflictos" 7

En este sentido la construcción de las biografías, de una historia colectiva, otorga a los

sujetos maestros en este caso- la participación y la coautoría para actuar como protagonistas

de sus propias vidas, que por supuesto incluye la reflexión de cómo se constituyen como

sujetos individuales, históricos y de cómo son partícipes e interdependientes de entramados

y urdimbres sociales y culturales. Desde esta perspectiva, investigar no es solamente

conocer, también es hacer en el sentido de las posibilidades que abre el proceso reflexivo

que tanto investigadores como maestros realizan, para repensar el pasado, el presente y el

futuro, para ser conscientes de sus vínculos e imaginarnos, y efectivamente crear sociedades

posibles. "La vida en sociedad sobrevive cuando cambia, y sólo cambia cuando se crea a sí

misma. La ciencia social aparece para promover este acto creador"8

6 C. Santamarina; J.M. Marinas, "Historias de vida e historia oral", en AAW. Métodos y técnicas cualitativas de

investigación en ciencias sociales, Madrid, Ed. Síntesis psicológica, 1995, pp. 261 y ss. 7 D. Fried Schnitman, Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad, México, Ed. Paidós, 1998, pp. 27 y ss. 8 Para Jesús Galindo (1998) la investigación social debe incluir una apuesta metodológica de tres dimensiones de

organización de la información: sobre lo social, lo cultural y la ecología. La dimensión de la sociedad se refiere a

lo más evidente de la composición, lo que aparece a la mirada del observador que inicia una indagación. La

dimensión de la cultura es lo que se encuentra más allá de lo evidente, la estructura que configura un poco la

diversidad y la heterogeneidad de lo social. Y la dimensión de la ecología es lo más amplio y se refiere a la

relación social-cultural con lo no social ni cultural, lo que marca los ámbitos generales de configuración de la

escena humana y los límites de lo humano y lo no humano. Las tres dimensiones se componen de niveles de

abstracción y de complejidad en la configuración y en la trayectoria. Cf. Jesús Galindo Cáceres (comp.),

Técnicas de investigación en sociedad, cultura y comunicación, México D.F., Consejo Nacional para la Cultura y

las Artes & Adddison Wesley Longman de México, 1998.

Page 91: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

PERO DE DÓNDE PROVIENE EL MÉTODO BIOGRÁFICO ¿CUÁLES

SON LAS DIFERENCIAS ENTRE LA HISTORIA DE VIDA Y LA HISTORIA

ORAL? ¿CUÁNDO SE CONSIDERA PERTINENTE UTILIZARLO EN LA

INVESTIGACIÓN SOCIAL?

En general, algunos autores (Bertaux 1982,1989, 1991; Galindo, J. 1997) plantean que el

enfoque biográfico es una cuestión que se aprende en la experiencia, más que leyendo textos

metodológicos y que en consecuencia, no existen unos parámetros fijos que condicionen el

proceso investigativo; no obstante, reconocen que el modo en que se van a recoger los

relatos de vida anticipa su utilización posterior9.

La historia oral y la historia de vida, tienen su origen principalmente en la historiografía,

pero también en la etnografía, en el análisis del discurso y en la investigación participativa;

sin embargo, sólo al desarrollarlas y ejercitarlas se transforman en una metodología de

experiencia para los investigadores de las ciencias sociales y se convierten en una

herramienta de gran valor para el desarrollo de la historia social de carácter crítico. El giro

que en la actualidad ha tenido la historia de vida en las áreas no pertenecientes a la

historiografía, no sólo afecta el campo de aplicación sino a los personajes mismos, pues se

pasa de centrar el esfuerzo investigativo de individuos excepcionales a personas lo más

comunes posibles, justamente para lograr un acercamiento a la realidad social que ellos

representan y de la cual son síntesis10

. Se reconoce que la historia oral facilita la

pluralización de perspectivas de investigación; más que alentar la parcialización del experto,

alienta el aprendizaje de diversas perspectivas y principios de estudio, y centra su visión y

versión desde dentro, desde lo más profundo de la experiencia de los sujetos sociales

considerados centralmente en el ámbito de la historia social-local-oral.

"La historia oral es un término que viene mayormente asociado al campo de la historia, y

concretamente a la historia social y sus derivaciones, tales como la historia local y popular.

En la actualidad, la historia oral es una subdisciplina asociada a la práctica historiográfica

que se enfoca a los acontecimientos y fenómenos inmediatos o contemporáneos. La historia

de vida es un término que se refiere más al campo de la acción de la antropología y la

psicología, pero también al de la sociología. Como técnica de investigación ha sido relevante

en dichos campos, casi desde sus orígenes. El enfoque biográfico sería un término de

acuñación más reciente que corresponde al campo de la sociología de corte cualitativo,

9 Si bien es cierto que el método biográfico se practica desde hace mucho tiempo por diversos profesionales de

las ciencias sociales, parece que en el contexto actual se da una importancia general fuera de la investigación

social- a lo que significan los recuerdos de los sujetos y las historias que recogen experiencias vitales, como un

"derecho de todos a k autobiografía" o como algunos han denominado el síntoma biográfico (Cf. Passerini, 1986;

C Santamarina; J. M. Marinas, 1995). 10

Cf. Jorge Aceves Lozano, 1998:207; C. Carlos Sandoval, 1996:84-85. Las historias de vida y los análisis

biográficos cada vez se vuelven más un recurso de propuestas metodológicas más amplias como la

sistematización de experiencias e incluso como medios indirectos, como fue el trabajo de Howard Gardner y su

grupo dentro del Proyecto Cero de la Universidad de Harvard, para estudiar los diversos tipos de inteligencia

humana, trabajo éste en el que se analizaron las biografías de grandes personajes de la humanidad caracterizados

por su talento en distintos campos.

Page 92: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

desarrollado en los últimos 25-30 años"11

. Sin embargo, este mismo autor precisa que la

historia de vida es un proyecto de investigación en torno a un individuo, donde lo que

importa es la experiencia y la trayectoria de vida del sujeto. La autobiografía se refiere al

tipo de documento que se produce en la interacción entre el investigador y el

narrador/informante. Así toda historia de vida tiene como centro de análisis una

autobiografía y los relatos de vida son las unidades de narración que organizan el contenido

de una narración personal, de una autobiografía o de una entrevista.

En suma, podemos decir que es en el contexto de una confluencia disciplinar -la

historiografía, antropología, psicología y sociología- donde se han desarrollado la historia

oral y la historia de vida12

; por un lado, como una propuesta de método adecuado para

realizar el estudio de la historia de los grupos subalternos y, por otro, como uno de los

métodos más pertinentes para recoger y conocer, por voz propia de los sujetos históricos, los

hechos sociales o las experiencias humanas que han interesado. En el caso de las historias de

vida no se trabaja con muestras amplias y heterogéneas, sino que se trata con casos únicos -o

fuentes vivas-, de manera individual e intensiva, directa, abierta y con profundidad, mientras

que la historia oral propende más por historias o experiencias colectivas.

Sin embargo, aunque en la historia de vida el tipo de evidencia predominante es testimonial,

no está exenta de material perteneciente al ámbito colectivo y tradicional; aquí lo importante

es encontrar la trayectoria de los sujetos en torno a una diversidad de campos y áreas de

experiencia biográfica, de tal manera que permita identificar las principales etapas,

acontecimientos y experiencias de las personas, con el objetivo de lograr una cronología de

las experiencias relacionadas con el desarrollo de la identidad social y personal.

Para nuestro caso, si bien partimos de la intencionalidad de recuperar las historias de vida de

los maestros, a través de los escritos autobiográficos, el proceso mismo de investigación y el

encuentro con los diferentes grupos de maestros, con su diversidad, nos llevó a ir haciendo

ajustes por el camino. Básicamente el proceso investigativo se desarrolló de dos maneras: a

través de la escritura de los mismos maestros de sus biografías y desde entrevistas que

fueron grabadas y luego transcritas. Así, en las dos primeras regiones, con los grupos de

maestros de Bogotá y los maestros afrocolombianos, ellos mismos escribieron sus

autobiografías. Nuestro papel se restringió a ser sus interlocutores, a sugerir relaciones o a la

11

Jorge Aceves Lozano, en Jesús Galindo Cáceres (comp.), Técnicas de investigación en sociedad, culturay

comunicación, México D.F., Consejo Nacional para la Cultura y las Artes & Adddison Wesley Longman de

México, 199, pp. 210 y ss. 12

Es importante destacar que en el caso de la psicología y en particular del psicoanálisis, se han aportado

elementos en cuanto a la consideración de la existencia de otras dimensiones, como el inconsciente en el

tratamiento de la información oral. También se ha desarrollado el aspecto fundamental de la precaución

metodológica a través de los controles sobre la generación y trato a la evidencia oral, así como la peculiar

relación entre el entrevistador y el informante. Consideraciones sobre conceptos tales como la transferencia, la

contratransferencia, la identificación, la idealización, la contención, etc., han ayudado a los historiadores orales a

comprender y utilizar la información oral recolectada y construida por ellos como fuente histórica. Desde el

campo de los estudios literarios, sus métodos y propuestas de análisis, han aportado un andamiaje para la

interpretación de la información oral, considerando que los testimonios pueden constituirse como textos

narrativos y como tales examinarlos desde muy distintos puntos de vista y propósitos (Cf. Jorge Aceves Lozano,

1998, pp 215 y ss.)

Page 93: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

profundización de temas. El investigador aquí acompaña al maestro en la construcción de su

relato biográfico. En las dos otras regiones, Caribe y los grupos indígenas, las historias de

vida fueron comunicadas, en su mayoría, de manera oral y motivadas por la interacción del

investigador como entrevistador. En ambos casos, la interacción se dio de manera libre y

espontánea, y con acceso y conocimiento del uso posterior de la información.

En consecuencia, más que hacer historias orales, nuestro trabajo se centró en la realización

de historias de vida, bajo las dos modalidades que arriba se mencionaron, quedando como

producto las autobiografías. Así, aunque el interés por realizar una indagación biográfica de

la vida del maestro partió inicialmente del equipo de investigadores, rápidamente los

maestros que deciden participar en el proyecto, asumen responsable y autónomamente la

realización de sus autobiografías, ya sea a través del relato oral o escrito.

Pero, ¿por qué en unas regiones los maestros escribieron y en otras se decidió acudir a la

entrevista grabada y luego transcrita? Veamos un poco más en detalle el proceso en este

ítem, sin embargo, este punto será desarrollado en todo el capítulo. El estudio partió de una

indagación exploratoria, en Santa Fe de Bogotá, por cuanto aquí nos lanzamos por primera

vez a arriesgar nuestras ideas sobre del método autobiográfico y los modos de transitar por

éste con los maestros. Ésta se realizó con base en unos talleres de escritura de autobiografías,

en los que más que favorecer unos escritos "perfectos" esperábamos encontrar una

diversidad de experiencias vitales narradas por quienes decidieron acoger la invitación a la

escritura.

Iniciamos los primeros cuatro meses de fase exploratoria con los siguientes acuerdos entre

los investigadores y los maestros: respeto por la experiencia individual de cada maestro en la

construcción de sus autobiografías y la realización de encuentros periódicos para socializar

el desarrollo de las mismas. A cada maestro le entregamos un "kit" de materiales de apoyo13

.

No existía una guía previa en la producción de las mismas. Sólo sugerimos traer consigo lo

que denominamos "El baúl de los recuerdos": situaciones, objetos, imágenes, mentales o

fotográficas, canciones, escritos, todo aquello que de una u otra manera le da sentido a

nuestra existencia y nos ha constituido como seres humanos. También propusimos agregar

las expresiones oníricas de su ser más personal y cotidiano. Intuíamos que explorar el mundo

de los sueños era un camino para incursionar en territorios de oscuridad que habita al ser

humano. Su interpretación -no psicoanalítica, no era nuestra intencionalidad-, pensábamos,

podría ayudar a tejer relaciones entre los hechos de la vida.

El proceso reflexivo en la construcción de autobiografías, tuvo distintos momentos. Un

primer momento de reflexión colectiva en la que se intercambiaron opiniones tanto sobre el

sentido, como sobre las técnicas y tácticas que se pueden utilizar para la elaboración de las

autobiografías. Aparecían allí, por ejemplo, fotografías, conversaciones con amigos y

familiares, los primeros cuadernos y otros objetos o detonantes que podían suscitar

13

Myriam Stella Ferro, Mi vida. Historia de la vida de una maestra rural colombiana, Santafé de Bogotá, Ed.

Guadalupe, 1978, 183 p.

Angela M. Robledo, Luis Bernardo Peña, "Pistas para escribir una autobiografía", en Alegría de enseñar, N°. 26,

1996, pp. 27-31.

Page 94: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

recuerdos. Posteriormente, nos reuníamos el equipo investigador (dos o tres personas) y el

maestro que estaba escribiendo su autobiografía para que éste leyera su texto y pudiésemos

dialogar sobre el mismo y así visibilizar percepciones, opiniones, sentimientos, que iban

emergiendo en cada relato. El equipo de investigadores cumplió las tareas tanto de preguntar

y retroalimentar a los maestros, como de reconocer y estimular su trabajo escritural, el cual

por cierto no les fue fácil. Los maestros reconocen la ausencia de una disciplina para la

escritura.

Con los maestros afrocolombianos los primeros talleres estuvieron orientados a mirar los

posibles caminos para la realización de las autobiografías, apoyándonos en nuestro "kit" de

materiales, al cual adicionamos algunos autobiografías, la de Chaplin, Cannetti y Frida

Khalo, entre otras. Nuestro interés era que los maestros pudieran tener varios modelos y

vieran en ellos, tanto estilos escritúrales como opciones metodológicas para escoger su

forma de contarse. Además pensamos que tales modelos provenientes del mundo del cine, la

literatura, la poesía y la pintura, les mostrarían a su vez los sortilegios y la magia de la

escritura, abriendo así su dimensión estética y lúdica, que en general, no han vivenciado los

maestros.

Los encuentros se realizaron mensualmente. Cada maestro traía su escrito autobiográfico y

lo leía a sus compañeros. Tanto maestros como investigadores, enriquecían los puntos de

vista sobre los relatos de vida. Esta dinámica fue muy interesante porque el escuchar y el

reflexionar sobre las historias de cada uno de los miembros, alimentaba y animaba la

construcción de los relatos individuales.

Esta primera aproximación tuvo un carácter más libre y exploratorio como lo señalamos

antes. Empezamos con el presupuesto de que entrábamos en una zona desconocida: la vida

de los maestros. No sabíamos con qué nos íbamos a encontrar y en la medida que fuimos

desarrollando los talleres fueron apareciendo algunas temáticas que empezamos a vislumbrar

como nodales dentro del estudio y que además se enlazaban fuertemente con los hallazgos,

que en paralelo, íbamos obteniendo en la revisión documental macro. Pero además nos

dimos cuenta de dos aspectos fundamentales: primero, que en general, la escritura es una

actividad dispendiosa y difícil para los maestros, especialmente cuando nos alejamos de las

zonas urbanas. Además toda la expresividad que permite el relato oral quedaba por fuera en

los textos escritos. Segundo, que para efectos de la investigación, la autobiografía escrita por

los maestros requería mucho más tiempo, por cuanto prácticamente se entraba en un proceso

de formación e investigación y ciertos tópicos centrales para el estudio como los conflictos

escolares, la cultura institucional, entre otros, quedaban fuera de los relatos. Estas dos

razones nos llevaron a optar por la vía de la entrevista como el camino más expedito para la

construcción de las autobiografías, el cual además se adaptaba más a la cultura oral a la que

pertenecen los maestros caribeños y más aún a la de los maestros indígenas para quienes el

español es su segunda lengua.

En las historias de vida realizadas con los maestros caribeños, el proceso reflexivo más

consciente sucede al final cuando se validan las historias con los sujetos que las narraron,

cuando ellos ven, en el relato transcrito por el entrevistador, reflejada su vida o al menos la

Page 95: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

versión que desean hacer pública. Así, en el último encuentro se le entregó a cada maestro

una versión definitiva, para que ellos la leyeran con calma y le agregaran o quitaran lo que

consideraran del caso. Adicionalmente, se sugirió colocar título y subtítulos a las historias de

vida. Esto con el fin de hacerlas de más fácil lectura. El proceso de generación de

consciencia se presenta al final, cuando el sujeto puede ver completa y articulada su historia.

En el caso de los maestros caribeños, que fue junto con los maestros indígenas del Valle del

Cauca, la última región que abarcó el proyecto, realizamos no sólo la validación de las

historias de vida con los maestros, sino que además hicimos un taller donde todos los

docentes que participaron socializaron sus vivencias personales sobre lo que había

significado para cada uno narrar su historia de vida o autobiografía. Este fue un aprendizaje

muy importante para la investigación.

El proceso con los maestros indígenas fue diferente. Con ellos se partió de una primera

entrevista y su correspondiente transcripción, a partir de la cual se hicieron las siguientes

entrevistas. Mientras con los maestros del Caribe logramos un proceso de coescritura, en

tanto que ellos adicionaron textos, reescribieron párrafos y en algunos casos escribieron las

autobiografías, con los maestros indígenas la opción fue grabar todas las sesiones y luego

hacer la correspondiente transcripción. Para ellos escribir en español, aunque lo hablen, es

todavía un proceso muy costoso en esfuerzo y en tiempo por ser éste su segunda lengua. De

hecho, sus historias son muy cortas -sólo aquello que la comunidad, el nosotros, permite

contar del yo- y su ritmo de lectura muy lento. De nuestra parte, por supuesto, se encontraba

el desconocimiento de su primera lengua. En primera instancia, las construcciones de las

frases y el uso de los tiempos verbales no corresponden totalmente a las reglas sintácticas y

semánticas del español, así es que allí nos enfrentamos al dilema de respetar "tal cual" los

relatos de los maestros, o "editar", cortar, aquellas palabras que, a nuestro modo de ver

sobraran o generaran problemas de lectura.

Finalmente, a partir de la experiencia en Bogotá y en el Valle del Cauca, vimos que la

interacción de cuatro o cinco personas (investigadores y maestros) sería mucho más

enriquecedora que una interacción más íntima, individualizada e "in situ, puesto que habría

más puntos de vista desde los cuales comprender las historias de vida". Es decir,

descubrimos que en este tipo de estudios, el espacio mismo donde se realizan los encuentros

está afectando -positiva o negativamente— la interacción misma. En efecto, el método y su

técnica no podían imponerse por encima de la diversidad cultural de los grupos de maestros,

por el contrario, ésta misma generó formas de expresión que no estaban previstas de

antemano.

¿QUIÉN NARRA Y CÓMO NARRA SU VIDA?

Quizá una de las preocupaciones frente a las historias de vida se refiere a su construcción

desde los recuerdos y eventos que la memoria trae al presente. Por supuesto, a partir de los

relatos fragmentarios de las historias de vida no se pretende aprehender la dinámica "real" de

la vida de los sujetos ni la conjunción en el espacio y el tiempo de sus vivencias, de su

Page 96: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

movimiento, de sus recuerdos. "Son ventanas con cristales de distinta tonalidad: claros,

oscuros, transparentes y aún distorsionantes, etc. Son catalejos al pasado que resaltan unos

hechos y discriminan ciertos otros; son incursiones a lo más adentro y a lo más atrás de la

vida de los individuos, son procesos de reencuentro y de extrañamiento con el pasado. La

memoria y los recuerdos, concluiría uno, resultan más objetivos mientras más cercanos están

a la experiencia personal, y más lejos del presente y de las percepciones y concepciones

decantadas por el tiempo y la biografía personal. Es en este sentido donde se encuentra una

gran limitación de las reseñas autobiográficas o historias de vida, puesto que la acción

consciente desde el presente sobre lo acontecido en el lejano pasado no siempre asegura una

cristalina fidelidad. Más bien con frecuencia acontece lo opuesto. El recordar las vivencias

desde el cristal y el humor del presente, cargado con una historia personal ya acumulada y

distinta a la que en el pasado se configuró, ahora ya no puede ser vista ni sentida de la misma

manera"14

.

Es claro, en cualquier caso, que la solicitud de narrar una historia de vida, está demandando

la puesta en escena de un Yo cuya posibilidad de existencia es la expectativa de un Otro. Un

Yo que construirá la narración que se hace, un Yo actualizado y que se pondrá en juego, en

tensión constructiva, en diferentes aspectos o universos analíticos. En este sentido, recoger

historias de vida es asistir y participar en la elaboración de una memoria que quiere

transmitirse a partir de la demanda del otro, del investigador. Es por ello, que tal

circunstancia, obliga al investigador a tener una actitud de escucha atenta "de quien se sabe

receptor y depositario de lo imperfecto irrepetible". Obviamente cabe preguntarse ¿hasta qué

punto la historia de vida es capaz de recuperar los procesos verdaderos, cuando el

entrevistado construye su relato desde una petición externa, esto es, desde el interés de un

investigador?

Quizás para responder a esta pregunta debamos devolvernos a la apuesta epistemológica del

método biográfico, antes que a su innovación técnica. Es decir, el método biográfico es un

camino que pretende, ante el pasado, construir la veracidad, antes que la verdad en términos

absolutos y devolver el protagonismo a los propios actores de las historias o historia, y

participar en la recreación de un pasado desde formas narrativas particulares, subjetivas e

irrepetibles; de hecho, la relativa facilidad para producir un testimonio significativo sin

pretensiones de espectacularidad, que señale un camino diferente, menos ortodoxo, para

recuperar el pasado, ya es una razón importante. "Recuperar el pasado y dejarse mirar

mientras esto se hace, parecen ser los dos momentos más obvios de la dialéctica relacional

en la historia de vida. Pero el sujeto que miramos no es el sujeto del pasado, sino el que lo

construye, es el sujeto que mira buscando una memoria desde la diferencia de ser, después

de sus heridas y de sus cambios"15

.

Podemos decir entonces, que si bien en el proceso de construcción de la autobiografía, en

esa dialéctica de mirar y de ser mirado, la fantasía y la realidad, la consciencia y la

inconsciencia pueden confluir como un factor de riesgo, es justamente ese sujeto desdoblado

14

Cf. Ibíd. Jorge Aceves Lozano, 1998, p 246. 15

Cristina Santamarina, José Miguel Marinas, "Historias de vida e historia oral", En: AAVV. Métodos y técnicas

cualitativas de investigación en ciencias sociales, Madrid, Editorial Síntesis psicológica, 1995, pp. 274.

Page 97: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

en varias facetas, el único capaz de reconstruir el pasado, considerarlo desde el presente,

revisarlo, pasarlo por diferentes filtros de diversas categorías y desarrollar una lógica

narrativa en la que procura dotar de sentido aquello que cuenta. Esto implica que la

información estará bajo la interpretación significativa de la experiencia del sujeto que narra.

Orientación, deformación o interpretación que muchas veces resulta más interesante que la

propia exposición cronológica o sistemática de acontecimientos más o menos factuales. Así,

la subjetividad que emerge del relato biográfico es la principal característica, y a su vez su

principal limitación; es decir, en la relación concreta de la entrevista como un lugar en el que

se expresa un yo que poco tiene que ver como "realidad objetiva", sino un yo narrativo, que

cuenta historias en las que se incluye un bosquejo del yo como historia, típico de la

perspectiva constructivista que hace ya tiempo se viene abriendo paso en diversos espacios

de las ciencias del comportamiento humano16

.

Es por ello, que en el desarrollo de esta investigación, se buscó que fueran los mismos

maestros, en tanto autores de sus biografías, quienes escogieran los temas a tratar y su forma

de abordarlos. Como lo esperábamos la selección de los temas se produjo en función del

significado y de la relevancia que ciertos acontecimientos han tenido en sus vidas. Al definir

sus planes de escritura fueron ellos mismos quienes comenzaron a darle forma y contenido a

sus narraciones. Privilegiaron así la narración de ciertos hitos, de sucesos vitales

significativos en tanto que representaron cambios decisivos en sus vidas. En primer plano,

en algunas autobiografías, fueron apareciendo entonces ciertos sucesos que en otras

permanecieron, consciente o inconscientemente, en el olvido. En unos maestros, por

ejemplo, es el paso por la escolaridad primaria y secundaría o por la universitaria, la fuerza

de las relaciones familiares, los lazos afectivos, lo que le imprimió un rumbo a su existencia;

en otros, es la muerte del padre o de la madre, su separación y ausencia del hogar, los

problemas familiares, lo que produce fisuras, desgarramientos o roturas con el mundo

cultural de origen y lo que los lleva en busca de nuevos horizontes. En un número

significativo de los maestros son las condiciones de pobreza, el origen racial o étnico, los

que han marcado su vida y los que han influido en la escogencia de la profesión y en el

ingreso al mundo laboral a una edad temprana.

La autobiografía, producida desde la escritura del mismo actor social, permite indagar por la

historia vital de un sujeto desde él como protagonista y narrador principal de su vida. Es un

esfuerzo fundamental en la escritura, en la clasificación de las cosas, en seleccionar qué se

incluye, qué se excluye. Su mayor fortaleza reside en el proceso de toma de conciencia, en la

capacidad de reflexión del sujeto que escribe. Los procesos escritúrales que experimentan

los maestros en la construcción de sus autobiografías se constituyen en caminos para

ahondar y complejizar la comprensión de su mundo personal, social y educativo, pero

también en medios para plantear procesos de formación y cualificación docente.

En efecto, la autobiografía escrita por el mismo maestro lo compromete más

conscientemente en la reflexión sobre su propia vida, sobre sí mismo y su quehacer

16

Cf. Jerome Bruner, 1991; Luis E Alonso, 1995. En especial el texto Jerome Bruner; Susan Weísser, La

invención del yo: la autobiografía y sus formas, en: David Olson; Nancy Torranced (Comp.). Barcelona, Gedisa,

1998, pp. 177-202.

Page 98: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

profesional. Este elemento es fundamental en los procesos de cualificación docente pues

apunta a fortalecer aquella tarea a la que el maestro debe apostarle cotidianamente en la

formación de sus estudiantes: "aprender a ser". Y, como lo hemos planteado desde el inicio

de nuestra investigación, partimos del supuesto de que el maestro enseña, sobretodo con su

vida, con su "forma de ser", y tal autoconocimiento, creemos que puede ayudar a favorecer

en él mayor criterio para el desarrollo pleno de sus potencialidades, así como mayor

liderazgo en la construcción de su destino social.

Cuando la autobiografía surge como un relato de historia de vida que el sujeto narra de

manera oral, el proceso se centra fuertemente en la interacción con el investigador, por

cuanto intervienen las preguntas de éste para complementar, relacionar, profundizar en

tópicos que van apareciendo en la narración. El proceso de toma de conciencia y de

autorreflexión que ofrece la escritura, no se produce de igual manera; es decir, cuando se

está relatando la vida oralmente también se producen procesos de toma de conciencia y de

selección de aquello que se desea contar, pero no se tiene el tiempo de reflexión y de

reelaboración que ofrece la escritura. Sin embargo, se realiza en menos tiempo, y reduce en

cierto grado, la incertidumbre que genera la escritura de las autobiografías, por cuanto en

ésta no necesariamente los sujetos abordan los tópicos de la investigación.

Con las historias de vida, narradas por los sujetos, el entrevistador o investigador al trazar

una ruta o un posible mapa, asegura que se aborden los tópicos del estudio, con la

flexibilidad de que si aparece un nuevo puerto de llegada, es posible dirigir la atención a

éste. El proceso de toma de conciencia y de mayor reflexión sucede al final cuando el sujeto

tiene la visión de totalidad de lo que han sido sus relatos de vida, ahora convertidos en una

autobiografía. Es decir, con las historias de vida, producto de una narración oral, se gana en

profundidad, se indagan y se hacen señalizaciones sobre asuntos que los sujetos no han

mencionado, se induce a reflexiones y a hacer conexiones entre un evento y otro. Por lo

tanto, en términos investigativos, es más pertinente en cuanto cubre de manera deliberada los

objetivos y los tópicos de la investigación.

¿Y qué pasa con los relatos orales cuando se convierten en un escrito autobiográfico? Una

opción que tiene el investigador es tomar los relatos y convertirlos en insumo de sus

elaboraciones conceptuales, "borrando los orígenes de éstas": sólo el investigador sabrá de

dónde está sacando sus ideas. La otra vía consiste, por el contrario, en trabajar el relato

dejando sin modificar los contenidos concretos. Esto puede hacerse en interacción con los

sujetos; si esto no es materialmente posible, entonces, la solución es la reescritura, la cual es

muy delicada porque algunos pueden sentir traicionados sus relatos. No se puede transcribir

textualmente el lenguaje oral, porque la oral y la escrita son dos lenguas diferentes. En esa

reescritura el investigador se borra; lo que ha comprendido en lugar de expresarlo él mismo,

buscará hacerlo a través de una elaboración de la forma escrita, autobiográfica. Nuestra

apuesta se halla en un camino intermedio o de "coescritura" como la denominamos, por

cuanto se mantiene el primer relato (oral o escrito) como estructura organizadora desde el

cual se van juntando los siguientes relatos y en la transcripción de las entrevistas se edita

solamente aquello que pueda ser redundante en la lectura. No sobra recalcar que todo el

tiempo los maestros tuvieron acceso a las transcripciones de sus relatos orales y pudieron

Page 99: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

escribir fragmentos, adicionar nuevos textos, quitar otros y en general, tener las "riendas" de

su escrito final.

Page 100: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

LA ENTREVISTA, EL CENTRO DEL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN

DE LAS HISTORIAS DE VIDA

El emerger de estos sujetos que se narran y se van haciendo conscientes de sus relatos y de

su experiencia vital, se logra concretar en la entrevista en profundidad, que más allá de ser

un simple registro de discursos que "hablan del sujeto", es un constructo comunicativo. Los

discursos no preexisten de una manera absoluta, sino que se constituyen en el marco social

de la situación de la entrevista. El discurso aparece, pues, como respuesta a una pregunta en

una situación conversacional, en la que con la presencia y la participación de cada uno de los

interlocutores (entrevistador y entrevistado) se co-construye la respuesta en cada instante.

Es, como lo señala Jesús Galindo, "un encuentro de subjetividades".

Sin embargo, a veces las entrevistas, especialmente en los primeros encuentros, se

convierten casi en una sesión terapéutica. Evidentemente, para algunos sujetos hablar de

ciertos aspectos de su vida que están en la trastienda, significa tanto un proceso doloroso

como de autoafirmación de su identidad, que en cierto modo, podría equipararse a algunas

dimensiones de un tratamiento psicológico clínico, terapéutico. Por ello es importante hacer

la distinción entre la entrevista de investigación social y la entrevista terapéutica y clínica.

La entrevista de investigación social pretende, a través de la recolección de un conjunto de

saberes privados, la construcción del sentido social de una actuación individual o del grupo

de referencia. La entrevista clínica o terapéutica tiene un propósito casi opuesto, favorece a

través de la construcción de un discurso y unas prácticas discursivas un saber privado capaz

de estructurar y estabilizar una determinada acción personal. La entrevista de investigación

social es por lo tanto una conversación entre dos personas, un entrevistador y un informante,

dirigida y registrada por el entrevistador con el propósito de favorecer la producción de un

discurso conversacional, más o menos continuo y con una cierta línea argumental del

entrevistado sobre un tema definido en el marco de la investigación17

.

Adicionalmente para nosotros se fue clarificando, en el desarrollo del estudio, que la

información no tiene una existencia fija e independiente del contexto y de la interacción

social que lo genera -y por supuesto del método que la recoge— por tal razón realizamos dos

desplazamientos en la manera como estábamos realizando la investigación. En el primero,

pasamos de la idea de que entre cuatro o cinco entrevistadores sería mucho más

enriquecedor el proceso por cuanto habría más puntos de vista desde los cuales comprender

las historias de vida, como sucedió en Bogotá y en el grupo de maestros afrocolombianos,

que una interacción "cara a cara", de mayor intimidad entre un investigador entrevistador y

un maestro que narra su vida, que fue el caso con los maestros caribeños e indígenas.

17 Cf. Luis E. Alonso, 1995, p. 228 y Carlos A Sandoval Casilimas, "Investigación cualitativa", en Programa de

especialización en teoría, métodos y técnicas de investigación social, Módulo IV, Santafé de Bogotá, ICFES,

1996, p. 433

Page 101: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

El segundo se refiere a la realización de las entrevistas "in situ"18

, puesto que el espacio

mismo donde se realizan las entrevistas afecta la espontaneidad y tranquilidad de las

conversaciones. Así, con los maestros caribeños y los indígenas, si bien no nos desplazamos

a todos sus centros educativos -especialmente a las escuelas indígenas era muy complicado

el acceso físico-, sí estuvimos o en sus propias escuelas o en lugares cotidianos y familiares

de reunión como son las casas indígenas. En este último caso, por ejemplo, es muy

interesante que los maestros indígenas consistentes con la idea de comunidad, del nosotros,

por encima del yo, asistieron a los encuentros con sus familias, abuelos, hijos y compadres.

La interacción de la entrevista se fundamenta, entonces, en la apertura de los sujetos de la

comunicación (investigador/ entrevistador y entrevistado) y en la aceptación de sus reglas.

Se puede distinguir entre la interacción no focalizada, como el simple intercambio de

mensajes sin un proyecto de construcción común, y la focalizada, en la que dos personas se

reúnen y cooperan para mantener un único centro de atención. En el caso nuestro, la

focalización de las entrevistas se logró con base en el primer pilotaje realizado en Santa Fe

de Bogotá, que como lo comentamos antes nos permitió tener una primera aproximación al

método y a sus alcances. Precisamente las primeras autobiografías se centraron demasiado

en la vida extraescolar, tocándose muy tangencialmente la experiencia vital en el mundo

escolar y la vida afectiva, lo cual pensamos también tenía que ver con la idiosincrasia del

bogotano, y en general, con las personas más urbanas que tienden a establecer una relación

cada vez más impersonal con lo otros. Decidimos entonces diseñar unos ejes temáticos que

orientaran las entrevistas con los maestros. Adicionalmente, se incluyó una ficha técnica,

que junto con los ejes temáticos, nos permitió orientar las entrevistas. Esta ficha técnica

contiene información sobre aspectos personales, formación básica, ocupacional y

profesional. El interjuego de estos dos materiales nos permitió generar nuevas preguntas,

cotejar los relatos y construir nuevas relaciones tanto al interior del grupo de maestros de

cada región como con el proyecto macro.

Los ejes temáticos se dividieron en dos aspectos centrales: la vida no escolar, caracterizada

por el mundo infantil y juvenil, el mundo familiar y afectivo, y la participación social y

política; y la vida escolar, conformada por la experiencia escolar, la formación inicial, los

programas de cualificación docente, la cultura institucional, los asuntos gremiales, las

políticas educativas, las tendencias educativas y pedagógicas, entre otros aspectos.

Obviamente, esta separación entre mundo no escolar y escolar, tuvo sobretodo un carácter

metodológico, puesto que sabemos que en el mundo real hay cruces y traslapes permanentes

entre ambos. Estos ejes temáticos fueron el marco que nos permitió focalizar la interacción,

pero no estaban organizados ni estructurados secuencialmente; es decir que era la

interacción, la conversación misma con los maestros la que iba haciendo

18

La investigación sobre la cognición en la práctica, desarrollada por el antropólogo cognitivo Jean Lavé (1990)

quien retoma la tradición de otros antropológicos y psicólogos culturalistas que plantean la investigación "de

puertas para fuera" y la "investigación in situ", aporta un elemento fundamental para comprender cómo

razonamos y actuamos en la cotidianidad. La tesis de Lavé, por oposición a los trabajos de la psicología cognitiva

que centran el estudio de la inteligencia y la cognición en el laboratorio y en la resolución de problemas

artificiales, es que la distribución del conocimiento en el cerebro está organizada socialmente, de forma que

resulta indivisible. La cognición observada en la práctica cotidiana, se distribuye desplegándose, no dividiéndose,

entre la mente, el cuerpo, la actividad y los entornos organizados culturalmente.

Page 102: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

emerger las secuencias y los relatos de las biografías. En efecto, el diálogo con los maestros

de cada región fue llenando de contenido esos ejes temáticos, puesto que cada grupo sugirió

aspectos, que a su juicio, debían incluirse. Por supuesto, no se trataba de un cuestionario que

obligara, como camisa de fuerza, a responder unas preguntas en un orden prefijado, podemos

decir que con cada grupo de maestros esta guía de ejes temáticos tuvo su propia identidad.

La entrevista orientada por los ejes temáticos le imprime un rumbo al relato biográfico, sin

embargo, como lo hemos anotado antes, el entrevistado también se formula nuevas

preguntas a partir de sus constantes búsquedas de reconstrucción de significados. No

obstante, tal como lo señalamos al inicio de este apartado, la creación de los relatos

biográficos desde un yo que acude a su memoria, que se va representando en la medida que

se narra y responde a las peticiones de un entrevistador, puede idealizar y, en cierto modo,

moldear su relato según la forma arquetipica de su rol -y más cuando se trata del maestro

que, como actor social, ha considerado que él mismo debe ser "ejemplo" de principios y

valores sociales—. Esto nos lleva a hacernos la pregunta sobre cómo aseguramos, hasta

donde ello es posible en este tipo de estudios, la validez de los resultados.

CRITERIOS DE VALIDEZ EN UN ESTUDIO DE CARÁCTER

BIOGRÁFICO

Como en cualquier estudio de tipo cualitativo, la validez está sustentada en la triangulación

de la información. Ésta comprende tres procedimientos específicos que consisten en la

contrastación de fuentes, métodos e investigadores. Para nuestro caso, la fuente por

excelencia son las autobiografías de los maestros colombianos, orientada por una mirada a

grupos diversos, que se constituyeron a su vez, en fuentes diversas para el estudio. El uso de

múltiples fuentes se refiere no sólo a buscar la verificación por saturación, como plantea D.

Bertaux a través de un número "representativo"19

de historias de vida, sino que alude

también, en nuestro caso, al cotejo, en la mirada micro, entre el análisis documental -como

otra fuente- y las biografías, esto es, la voz y la versión de los maestros.

Otro procedimiento considerado dentro de la triangulación consiste en la utilización de

diferentes métodos para unos mismos objetivos de investigación. En nuestro caso, acudimos

a la realización de entrevistas para la construcción de las historias de vida, así como al

estudio documental y a una encuesta, a través de la ficha técnica, que recogiera de manera

sistemática datos básicos sobre la historia ocupacional y profesional de los maestros pues en

los relatos biográficos esta información aparecía difusa y dispersa, lo cual no nos permitía

contrastar ni la información macro documental ni el mismo proceso de modernización del

país. En este sentido, más allá del uso estadístico que también se le puede hacer a la

información proveniente de la ficha técnica, ésta tuvo un doble carácter: como organizadora

de la interacción durante la entrevista y como dispositivo para contrastar la información

proveniente de los relatos de los maestros.

19

Para Daniel Bertaux (1993) la verificación por saturación se refiere a que superado cierto número de

entrevistas el investigador o equipo de investigación tiene la impresión de no aprender ya nada nuevo, al menos

por lo que respecta al objeto sociológico de la investigación.

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La otra técnica de triangulación tiene que ver con el empleo de varios investigadores que

pueden pronunciarse sobre uno o más temas o aspectos de un mismo estudio. Dado el

carácter de emergente del método biográfico y de la relación personal empática que cada

investigador adquiere con los miembros del grupo de estudio, no es posible recurrir a otros

investigadores en momentos posteriores para nacer la contrastación de experiencias. Por eso,

esta técnica tiene aplicación cuando, como en el caso nuestro, varios investigadores forman

un equipo y están en contacto con las personas que participan en la investigación y

continuamente están intercambiando ideas sobre el trabajo realizado. Por ello si bien la

construcción del documento de descripción e interpretación del fenómeno estudiado, sólo se

hace después de terminado el trabajo de campo, es evidente que tener entre el equipo de

investigadores discusiones e intercambio de interpretaciones, preliminares, es de vital

importancia para mantener permanente una perspectiva de los hallazgos. Así mismo, el

retornar y contrastar la información biográfica con los sujetos mismos que participan en el

estudio, no es sólo asunto de validación del método, sino es además un asunto ético que

tiene que ver con que se asegure que el sujeto sabe con exactitud qué es lo que se va a decir

de él y las posibles implicaciones que ello pueda traer para su propia vida.

Insistimos, en todo caso, que en el presente estudio no hubo una intencionalidad de

verificación por saturación, en estricto sentido, puesto que la investigación tenía

fundamentalmente una intencionalidad exploratoria. La reflexión conceptual, entonces, parte

no de especulaciones abstractas, se funda en las entrevistas y en sus consecuentes

autobiografías, pero especialmente, en la repetición de un relato a otro. Estas repeticiones,

donde lo social se expresa a través de lo individual, permiten identificar ciertos grados de

saturación de un fenómeno y en consecuencia, desarrollar niveles de teorización. Es por ello

que no podemos afirmar que los maestros y maestras que participaron en el estudio encarnan

a la totalidad de los maestros colombianos, ni siquiera a los de las regiones, en tanto ellos

son representaciones parciales de tales culturas. En consecuencia, el estudio es susceptible

de ser cuestionado por otros maestros situados en el mismo subconjunto de relaciones

socioestructurales, pero en lugares diferentes.

Finalmente, queda la pregunta sobre cómo se involucran las autobiografías en el proceso de

interpretación y presentación de los resultados. Una de las cualidades de las autobiografías,

señaladas por Bertaux, D. (1991), es que no existe una manera única de utilizar el mismo

relato de vida, sino varias; el relato no será leído del mismo modo, será siempre el mismo

relato pero se insertará en contextos diferentes. En una fase exploratoria se utilizará para

descubrir líneas de fuerza pertinentes. En un segundo caso para sostener una teoría, lo cual

obligaría a tener muchos relatos para tener saturación y validación, y una función expresiva

como síntesis para "comunicar el mensaje". En nuestro caso, la primera y la última función

han sido el eje desde el cual hemos construido el proceso investigativo. Sin embargo, es

claro, que el contraste con lo macro y con la teoría, también se hizo aunque no partimos de

una teoría o hipótesis preliminar a comprobar, sino más bien se construyó un marco

interpretativo para desde allí trabajar teóricamente tanto lo documental como lo biográfico.

El uso de un fragmento o segmento de los relatos para ilustrar las conceptualizaciones tiene

el inconveniente de que el lector no cuenta con la totalidad del sentido de las historias de

Page 104: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

vida y al intentar juntar los fragmentos que se le dan, no necesariamente logrará captar ese

sentido. Otra posibilidad expresiva se refiere a la presentación de la totalidad de las historias

de vida, lo cual permite captar el relato en todo su contexto de significación. Para el presente

estudio, hemos querido conjugar las dos posibilidades expresivas de las autobiografías, tanto

el uso de fragmentos, que si bien se entresacan del contexto del relato pueden iluminar la

comprensión de los fenómenos encontrados; como la revisión documental, como una unidad

independiente que puede ser leída en su totalidad o para hallar una comprensión global de

las historias de vida, o para que el lector u otros investigadores puedan construir sus propias

interpretaciones a partir de éstas. Intentando ser consistentes con una visión compleja del

tema que nos ocupaba, optamos por no elaborar ni una visión analítica ni sintética sino

expresar en la descripción y en la interpretación, la diversidad de los maestros colombianos.

De otro lado, la autobiografía contiene el placer inherente de toda forma narrativa y le añade

el sabor específico de la identificación con el narrador (quién quiera que sea, tan alejado

como esté del lector) y en esa medida de la subjetivación de la lectura: el lector puede

experimentar emociones, su capacidad emotiva es alertada, lo cual no se asegura desde los

textos o ensayos sociológicos. Utilizar la fuerza expresiva de la forma autobiográfica puede

ser muy importante para generar procesos de sensibilización entre las personas que

pertenecen al mismo campo profesional o al mismo grupo social, como entre aquellas que

tienen a su cargo la toma de decisiones a nivel de políticas, por ejemplo.

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EL VALOR DEL MÉTODO BIOGRÁFICO EN LA FORMACIÓN DOCENTE Y EN LA

CONSTRUCCIÓN DE SABER PEDAGÓGICO.

La investigación originalmente concibió la producción de autobiografías y de historias de

vida como elementos fundamentales de una metodología que habría de permitir

aproximarnos a nuestro problema de estudio. Sin embargo, el avance en su elaboración fue

mostrando, cada vez con más énfasis y nitidez, que podían ser un recurso excelente para

suscitar la reflexión de los maestros en torno a sus vidas, a su escolaridad, a sus experiencias

formativas y de trabajo. Por lo tanto la autobiografía y la historia de vida podían erigirse

como elementos útiles en la automodelación de los maestros. Con este hallazgo planteamos,

en consecuencia, algunos aportes en torno al valor del método biográfico en este campo.

Conviene comenzar haciendo algunas precisiones acerca de la relación entre estas

narraciones particulares y la formación docente20

. Schulze (1993), por ejemplo, después de

constatar que históricamente la autobiografía ha sido utilizada "como fuente de la ciencia

pedagógica, como destino educativo estructurado y como órgano o medio de propósitos

pedagógicos", registra diferentes dominios parciales de la investigación pedagógica en los

que metodológicamente opera la orientación biográfica: historia de la pedagogía,

exploración de grupos de edades claves y mundos de la vida importantes y, finalmente,

instituciones y medios pedagógicos. En estos contextos, afirma Schulze, "se aplican y se

hacen fructíferos materiales, métodos y categorías biográficos en medio de otros nexos de

pensamiento y de investigación".

A juzgar, pues, por las afirmaciones de Schulze, las posibilidades de uso de las

autobiografías en el terreno de lo educativo y de lo pedagógico son muy grandes. Pero si se

circunscribe la aplicación de esta metodología de lo autobiográfico a la formación de

maestros y se postula al mismo tiempo que sólo la comprensión propia de sus condiciones

presentes e históricas les ha de permitir a los docentes un mejor control del ejercicio de su

trabajo, entonces las autobiografías y, también, las historias de vida se constituirán en

herramientas de gran valor para que los maestros alcancen el entendimiento de sí mismos y,

a través de él, el de los otros.

Aún más, si se considera que "las prácticas de un docente están determinadas en parte por su

situación y su historia dentro de la organización escolar y por los hábitos debidos a su

20

La discusión fundamental sobre este tópico se encuentra en: Vincent De Gaujelac. "Approche socio-

psychologique des histoires de vie", in Education permanente # 72-73, 1984; Araceli de Tezanos, Maestros

artesanos intelectuales, Bogotá, Universidad Pedagógica Nacional, 1986; Alicia de Valle y Viviana Vega, Una

escuela en y para la diversidad, Buenos Aires, Aique, 1998; Fierre Dominice, "La biographie éducative: un

itinéraire de recherche», in Education permanente # 72-73, 1984; Gilíes Ferry, Pedagogía de la Formación,

Buenos Aires, Ediciones Novedades Educativas, Universidad de Buenos Aires, 1997; Guy Jobert, "Les histoires

de vie: entre la recherche et la formation", in Education permanente # 72-73, 1984; Gastón Pineau, «Sauve qui

peut! La vie entre en formation permanente. Quelle histoíre!», in Education permanente # 72-73, 1984; Theodor

Schulze, «Pedagogía de orientación biográfica», en Educación, Tübingen, Instituto de Colaboración Científica,

1993.

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formación y experiencia e, incluso, a su origen o a su clase social de pertenencia, su sexo,

edad, situación familiar, posición en el conjunto del ciclo vital [...]" Perrenoud (1990:31).

En efecto, las autobiografías o las historias de vida resaltan aquellos aspectos de una

trayectoria vital que han dejado una huella particularmente significativa para el narrador.

Estos aspectos, aunque aislados de la totalidad que es una vida, no existen, sin embargo, por

fuera de esta última. Su separación ha sido efectuada respondiendo únicamente a criterios

metodológicos con la finalidad de facilitar el análisis. Al contrario, estos fragmentos no

adquieren sentido pleno sino por ella y en ella. Si cada individuo debe ser asumido como una

totalidad para que pueda ser entendido por los otros o para que él mismo pueda entenderse,

los fragmentos de su propia vida, esparcidos en un orden a veces racional y a veces

anárquico sobre la superficie de una historia que él mismo ha contado, deben ser portadores

de la totalidad de la cual se han desprendido, de la misma forma que los restos de un

naufragio arrojan luces sobre la identidad del barco naufragado o como un meteorito nos

habla de la nostalgia de su planeta original. La totalidad de la vida se manifiesta en esos

trozos elegidos.

Esos fragmentos son, pues, privilegiados. ¿Por qué haber elegido narrar la experiencia de

una formación plena de tropiezos, de una trayectoria de trabajo llena de conflictos y

dificultades, la muerte del padre o de la madre, en detrimento de otros hechos sino porque

cada uno de estos acontecimientos representó una escisión profunda en su espíritu? Se puede

considerar que esos momentos son privilegiados porque condensan una visión de la vida. Y

al ser condensados, el significado del cual son portadores está dotado de una enorme fuerza,

de la misma manera que las brasas de carbón contienen más energía que un papel en llamas.

Que esta elección haya sido hecha por el narrador de manera consciente o inconsciente, poco

importa. Los hechos evocados están allí irradiando la fuerza de su propia evidencia

significativa, y en la dimensión de esa fuerza se pueden encontrar las razones que explican la

naturaleza estructurante de esos fragmentos. Lo cual significa además, dicho sea de paso,

que los momentos que no hayan aflorado a la superficie del texto tienen muy pocas

probabilidades de constituir al individuo. Es decir, a diferencia de los fragmentos silenciados

-que son reveladores también de un sentido de la vida, pero no son estructurantes a no ser

que hayan sido callados en virtud de un fuerte proceso inhibitorio y autorepresivo - los

momentos reconstruidos en las autobiografías o en las historias de vida constituyen puntos

de anclaje de la personalidad del narrador, forman la estructura sobre la cual se construye la

totalidad del individuo que narra.

Llevando estas observaciones a la problemática específica de la educación, la aparición en el

texto de los momentos claves de un autor debe proveer las condiciones mínimas para

identificar el sentido de su realidad. Considerando el caso de un maestro, uno podría

preguntarse entonces cuál es el sentido de su formación, de las condiciones en que realiza su

práctica docente, de su papel en la escuela, de sus relaciones con los estudiantes, de los

nexos con otros maestros, etc. Probablemente esta perspectiva sea la que le da la razón a

Gastón Pineau (1984) cuando afirma que "no es la persona quien produce la historia de vida,

es la historia de vida la que produce a la persona".

Page 107: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

El esclarecimiento de la realidad del narrador-maestro es tanto más importante en el marco

de una estrategia de formación y cualificación docente, si se tiene en consideración que las

prácticas pedagógicas se encuentran íntimamente relacionadas con la manera como se piensa

el maestro y de la manera como percibe su propia práctica. Es comprobable allí una clara

coherencia, voluntaria o no.

Por una parte, el efecto producido por la utilización de este método tiene que ver en primera

instancia con el propio conocimiento del narrador, como se acaba de mostrar. Pero también

se encuentra relacionado con la disposición que se tiene para aprender. En efecto,

parafraseando a Shulze, entre los adultos la disposición para aprender se puede ligar a

acontecimientos e intereses determinados por la historia vital. O, para decirlo en términos de

otro autor, Fierre Do-minicé (1984), "el valor formativo de una acción educativa nos ha

parecido estar más ligado a su dinámica interna y a la historia de vida de los participantes

que a la claridad de las intenciones del formador o a la calidad de su intervención".

Si se aceptan las consideraciones anteriores, se podría aseverar que el esfuerzo representado

en la reconstrucción de la propia historia produce, de una parte, efectos en sus autores, en la

manera de asumir sus propios procesos de formación y, de otra, sobre el valor mismo de la

formación. Esto es todavía más válido si, como una vez más lo dice Schulze integrando en

esta ocasión el pensamiento de otros autores, "el decurso vital y la educación se constituyen

mutuamente, se prestan un sentido recíprocamente: [...] qué significa la educación para un

ser humano, se hace inteligible en el horizonte del decurso vital; qué significado reciba el

curso vital para un ser humano, depende de la educación". Las luces de los esclarecimientos

de lo educativo y de lo vital se barren mutuamente. En consecuencia lo que se está

afirmando con esto es que la formación de los adultos se encuentra en una relación de

dependencia con respecto a su propia historia.

El método que se apoya en las autobiografías y en las historias de vida tiene también la

característica de revalorizar al sujeto como constitutivo de los procesos de investigación.

Esta revaloración se produce contra las tendencias dominantes por mucho tiempo, que

habían venido postulando que su método debía excluir al sujeto para privilegiar

exclusivamente al objeto. Dicho de otra manera, según esta concepción del trabajo

investigativo, el objeto debía ser completamente externo. Ahora bien, ocurre que la persona

que escribe su propia biografía o narra su propia historia de vida se instala en el corazón

mismo del proceso. Es un "Yo" que habla y recuerda. Se trata de un objeto que es también

sujeto, y, en tal sentido, enrarece la pretendida pureza excluyente que ostentaba el objeto.

La revaloración a la cual nos estamos refiriendo entraña también una revaloración social.

Tratándose de maestros y conociendo la discriminación social de la cual han sido objeto en

el país, se entiende fácilmente la importancia que podría jugar esta consideración en la

puesta en marcha de una estrategia política que busque el rescate y la reivindicación de la

figura del maestro.

A esta posibilidad de valorización debe agregarse una perspectiva concomitante: el

nacimiento, a través de las autobiografías y de las historias de vida, de dimensiones

Page 108: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

pedagógicas nuevas, cuya sola irrupción desestabilizadora de la oficialidad de los temas

aceptables, puede dar pie para que aspectos sin visibilidad en el marco de los desarrollos

investigativos predominantes ganen aprobación como una estrategia de formación, y de paso

arrastren hacia esa legitimidad a los sujetos que las encarnan. La aparición de estas

dimensiones inéditas es factible porque, en palabras de Vincent de Gaulejac (1984), "el

método biográfico permite atrapar lo que escapa a la norma estadística, a las regularidades

objetivas dominantes, a las determinaciones macrosociológicas. Este método vuelve

accesible lo particular, lo marginal, las rupturas, los intersticios y los equívocos que son

elementos claves de la realidad social [...]"

El supuesto que hemos venido planteando, reconoce que la formación de maestros es

principalmente una autoformación. A diferencia de la heteroformación, caracterizada, según

Guy Jobert (1984), "por la relación de dependencia con relación al saber, a sus maestros y a

sus difusores", la autoformación cede a "relaciones permanentes de concientización de todas

las influencias vividas, sociales y no sociales". En consecuencia, la formación del maestro

que plantea el uso de autobiografías y de historias de vida, compagina de manera más

precisa con la autoformación puesto que se trata de la elaboración de textos personales que

exigen un movimiento reflexivo y de repliegue sobre sí mismos y un pronunciamiento

recurrente sobre el discurso mismo, sin importar que hayan sido escritos por los propios

maestros (la autobiografía) o suscitados por otros (la historia de vida). Este tipo de textos se

va construyendo con anotaciones sobre su propia marcha y condición, y las anotaciones

pasan a ser parte constitutiva del discurso que comentan.

Lo que importa realmente destacar aquí es que las autobiografías e historias de vida se

vislumbran como medios valiosos en los procesos de formación y de cualificación de

maestros porque con ellas se reconoce la importancia que tiene el conocimiento de sí mismo

y el reconocimiento del otro en las relaciones sociales e interculturales. El trabajo

investigativo con estos medios ha mostrado el valor que tienen para trabajar en la dimensión

dialógica.

La producción de autobiografías y de historias de vida ofrece un espacio favorable para la

formación y cualificación de maestros porque orienta hacia la construcción de puentes entre

los maestros y los otros, sus semejantes: los alumnos, sus compañeros de trabajo, los padres

de familia. Es esta comprensión la que da elementos para actuar en las complejas situaciones

de la vida cotidiana. De esta manera, la elaboración de las autobiografías e historias de vida

se constituye en una posibilidad de reflexión de ciertas problemáticas cruciales en su

formación y desempeño como maestro y en la construcción de su destino social. Hay que

decirlo con todo el énfasis: en las estrategias formativas de los adultos, las historias de vida

son indispensables si se entiende la formación, siguiendo la definición dada por Gilíes Ferry

(1997:98), como "un trabajo sobre sí mismo, un trabajo de sí mismo sobre sí mismo".

Un excelente ejemplo de esta definición está dada por la siguiente cita tomada de una de las

historias de vida de un maestro indígena Woounan:

No quiero seguir estancado. No, quiero salir adelante. Lo que pasa por ahorita es para

yo salir adelante me falta una capacitación en la parte pedagogía, en la parte de conocer

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muchas cosas. Por ahorita, pues, la capacitación que me está dando usted es una

capacitación en que está aprendiendo de cómo es la vida, entonces, a medida que se da

esto, uno está conociendo o recordando lo que pasó anteriormente. Y reflexionando y

eso pues como nosotros nunca no hemos tenido esa oportunidad, es bueno, es muy

bueno. Y también a nosotros no han enseñado que su historia de uno va por escrito sino

que simplemente pasaba y no uno no había visto nada. Entonces, ahora, pues ya con esta

experiencia hay un conocimiento por escrito. ¿Qué es lo que pasó en anterior? ¿Qué es

lo que sucede en el año siguiente? Entonces, pues para mí esto es un trabajo muy

importante que estamos haciendo.

Ahora bien, no obstante el trabajo de formación es, como acaba de plantearse, un trabajo de

sí mismo sobre sí mismo, no puede negarse el hecho de que en su desarrollo intervienen

mediaciones de todo tipo (ideológicas, políticas, religiosas, personales, familiares, las

relaciones sociales, la misma escuela, etc.) ni confundir los recursos con la formación: "los

dispositivos, los contenidos de aprendizaje, el curriculum no son la formación en sí sino

medios para la formación" Devalle y Rendo (1998:133).

Las instituciones formadoras de docentes deberían reflexionar sobre el valor de las

autobiografías e historias de vida y sus implicaciones en los procesos de formación de

docentes. Deberían, por lo tanto, tener entre sus presupuestos básicos la idea de hacer de la

escuela, tal como lo propone Araceli de Tezanos (1986:206), "[...] una mediadora no sólo del

saber acumulado históricamente sino también creadora de espacios para el trabajo cultural,

donde trabajo intelectual y manual se articulan y desarrollan con el fin de dar al futuro

maestro una formación en las causas". Es de esta manera como se podrán crear espacios en

los que el maestro se forme a través de procesos de toma de conciencia sobre sí mismo,

sobre su trabajo, sobre su vida y sobre las formas de asumirlos.

ALGUNAS CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS SOBRE EL MÉTODO

Es interesante señalar que buena parte de la discusión en torno a la artesanía de la

producción autobiográfica, proviene del campo de la literatura, más que de debates

científicos. Mientras los ensayos científicos se caracterizan por sus argumentos que

quieren convencer de su verdad, los relatos se caracterizan, en cambio, por su

semejanza con la vida (Cf. Bruner, J. 1988). El método biográfico apuesta por el

relato y su veracidad, no por el argumento y su verdad, quizá por ello, éste tenga

tanta familiaridad con las formas narrativas de la novela, pues su preocupación

epistemológica más que por conocer "la verdad", es por conocer cómo llegamos a

darle significado a la experiencia cotidiana. Este encuentro entre investigación en

ciencias sociales y literatura no sólo es novedoso sino que empieza a abrirse paso en

el escenario contemporáneo de las ciencias y de la producción de conocimiento.

Insistimos en que tanto las autobiografías, producto de la escritura de los mismos

actores o como producto de un proceso de entrevista, son vías posibles para la

investigación y para la formación. En el primer caso, creemos que su mayor

fortaleza se encuentra en los procesos de formación y toma de conciencia de los

maestros sobre sus proyectos vitales, personales y profesionales. Mientras que en el

Page 110: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

segundo caso si bien se logran generar procesos de toma de conciencia y de

reflexión, su mayor potencialidad se encuentra en ser una vía más expedita para la

investigación, por cuanto cubre y se adapta de manera deliberada a los tiempos, a los

objetivos y los tópicos de ésta.

Las autobiografías, como historia particular, son fundamentalmente la comunicación

de una sabiduría práctica, de un saber de la vida y de experiencia, que en general se

ha "menospreciado" y en consecuencia, perdido. Es, en estas experiencias y en las

preguntas, respuestas y decisiones vitales frente a los problemas de la cotidianidad

escolar, donde podemos hallar una cartografía interesante para nóveles maestros

quienes se enfrentan a nuevos o similares problemas. Es por ello, que el trabajo con

autobiografías en el campo de la formación de docentes puede ser significativo en la

medida en que propicie la reflexión del maestro sobre sí mismo y la comprensión de

su experiencia como tal. Tendría que suscitar, también, nuevas responsabilidades

pedagógicas en el maestro, de forma que pudiera asumir la conducción de su

quehacer y de su propia vida teniendo mayores elementos y más retos. Si biografía

significa literalmente "descripción de la vida", el proyecto de formar y cualificar

maestros con este tipo de enfoques y metodologías puede suscitar la escritura de

textos que por poseer ciertas características tienen implicaciones muy precisas. Una

de ellas está relacionada con el potencial que ofrece para revivir el transcurrir de una

vida y de una profesión como parte integral de la misma vida. Otra de sus

implicaciones es que favorece la construcción de instrumentos de reflexión sobre las

relaciones entre sociedad, historia y educación, e igualmente ayuda al conocimiento

de las formas particulares como se estructura una vida humana, como textos que dan

cuenta de experiencias individuales que posibilitan revivir una génesis de

problemáticas e identidades colectivas.

Finalmente, en el escenario contemporáneo de fracturas de proyectos e ideales, los

actores sociales estamos llamados a ingeniarnos alternativas que nos permitan

aproximarnos a descubrir quiénes somos, cómo hemos cambiado y cómo

construimos sentidos en nuestra experiencia histórico-comunitaria y biográfica-

individual. Una comprensión sobre qué es lo que hace posible y satisfactorio que la

gente viva junta, aún a costa de sacrificios personales, aún a costa de la violencia y

de las injusticias de un país como el nuestro, implica una posición no sólo más

optimista de la condición humana, sino hacer estudios que nos señalen o nos den

pistas sobre cómo conocemos, cómo nos relacionamos, cómo opera nuestro

pensamiento y nuestra acción en diferentes entornos y circunstancias, y sobretodo,

cómo les otorgamos sentido, para ir construyendo la sociedad justa y equitativa a la

cual aspiramos.

En la reflexión sobre la condición social y cultural del maestro contemporáneo en Colombia

se destaca un aspecto que ha marcado profundamente su vida y su trabajo: el aislamiento

intelectual en que ha vivido. Sin un reconocimiento social real, vigilado por distintos

poderes, otros han definido los asuntos de su competencia. Desactivado el poder de su

palabra, sin una participación efectiva en procesos en los que se deciden asuntos de su

Page 111: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

competencia, el maestro ha guardado silencio, en la mayoría de los casos forzado por las

circunstancias y en otros porque ha aceptado estas coerciones como fatales.

Si la palabra de los maestros y maestras ha sido siempre una palabra vulnerada, ¿por qué no

comenzar a quebrar esta situación? ¿Cómo hacerlo entonces? Existen y, de hecho, han

existido diversas maneras. Una de ellas es la realización de propuestas que les permitan

construir y consolidar una reflexión en torno a sí mismos, a su oficio, a sus acciones y

realizaciones, a sus inquietudes y sus sueños. En lo que concierne a este trabajo se puede

decir que sus reflexiones se suscitaron a través de procesos que se fueron dando en distintas

regiones del país. Fue la ocasión para que los maestros hurgaran en su memoria, recordaran

otros tiempos, reflexionaran sobre lo vivido, pero también sobre el presente, en un intento

por reconstruir el itinerario de sus propias vidas o, al menos, de los acontecimientos que

consideraran más importantes.

Este fue un proceso en el que se los invitó a abrir distintas posibilidades: pensar en lo

impensado, elaborar inquietudes, tímidas intuiciones que en algún momento de sus vidas

cobraron importancia pero que no lograron convertirse en ideas sólidas o en proyectos

realizables. Oportunidades como ésta les permitieron a los maestros y maestras volver la

vista atrás y considerar las condiciones en que han realizado su trabajo, la manera como han

participado en la construcción de su destino social y cultural, en la formación de los alumnos

y, lo que es más importante, de su propia práctica como docentes. Reflexión importante

porque es la condición para abrirse al mundo, para dar a conocer a través de sus propios

testimonios sobre la vida escolar, la imagen que tienen de su trabajo y de su papel como

maestros.

Ha sido también una invitación para reflexionar, para volver a dar un sentido a los sueños, a

la posibilidad de inventar una forma de ser maestro donde le sea posible pensarse a sí

mismo, pertenecerse plenamente y pensar en los demás. Este trabajo ha permitido a maestros

y a maestras de establecimientos educativos oficiales y privados, en ejercicio, que trabajan

en zonas urbanas o rurales, en la juventud o en la madurez, participar en la recuperación de

su memoria colectiva para rescatar las historias de las vidas de maestros que en otras

condiciones se perderían. Esta labor ha sido, en fin, la de recobrar los testimonios de un

grupo de maestros y maestras que han contribuido con su trabajo, con sus esfuerzos, con sus

luchas y con su participación, a forjar la historia de la escuela en las regiones donde han

vivido y trabajado.

Puesto que en el magisterio no existe una tradición fuerte de escritura, este proyecto se

constituyó en una excepcional oportunidad para que los maestros se acometieran en una

tarea de largo aliento y se sintieran reconocidos en una actividad reflexiva. El proyecto

igualmente ha querido romper una paradoja que ha dominado la actividad intelectual del

maestro: a pesar de que su práctica está estrechamente ligada a la palabra, su posibilidad de

escritura ha sido siempre marginal. Al proponerle que escribiera su experiencia, los que

aceptaron el reto se dieron la posibilidad de realizarse en un campo que de hecho por razón

de su oficio les pertenece.

Invitar a los maestros a recrear su pasado, su presente y su futuro, ha sido la ocasión para

Page 112: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

descubrir distintas representaciones sobre su vida y la de la escuela. A medida que se fueron

produciendo los encuentros se pudieron escuchar distintas voces en las que afloraron unas

veces las decisiones, en otros momentos las dudas; voces en las que están presentes también

las inconformidades, las luchas, las vicisitudes, los avatares del magisterio, sus miserias,

esperanzas e ilusiones. Voces todas ellas distintas que en su variedad dan cuenta de las

trayectorias vitales de un oficio.

Y así de encuentros en encuentros, de recuerdos en recuerdos, las palabras de los maestros

han ido al encuentro de las palabras de otros maestros -seres con quienes han estado unidos

por experiencias— para descubrir lo que han sido y lo que son. Estas experiencias han sido

significativas por haberse constituido en un modo de descubrir, juntos, caminos para la

construcción de un porvenir pleno de esperanza para la escuela y la educación colombianas.

Page 113: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

HERRAMIENTA: INFORMACIÓN. LAS AUTOBIOGRAFÍAS

EJEMPLO I

MLJA, ESO ES PARA QUE CONOZCA A LOS HOMBRES

LA TERCERA HERRAMIENTA EJEMPLIFICA UN TIPO ESPECIAL DE

INFORMACIÓN RECOLECTADA A TRAVÉS DE LAS AUTOBIOGRAFÍAS. SE

INCLUYEN DOS EJEMPLOS: EL PRIMERO DE ELLOS: MIJA, ESO ES PARA

QUE CONOZCA A LOS HOMBRES, AUTOBIOGRAFÍA DE "MARÍA" QUE HACE

PARTE DEL LIBRO SEMILLAS DE VIOLENCIA: NIÑAS Y NIÑOS CUENTAN SU VIDA,

TEXTO QUE RECOGE LOS RESULTADOS DE UNA INVESTIGACIÓN

REALIZADA POR FRANCISCO PARRA, LUZ ÁNGELA CASTAÑO, CARMEN

INÉS CRUZ. EL SEGUNDO EJEMPLO, TRAS LAS HUELLAS DE UNA VIDA DE

ALEYDA MENESES NUÑEZ, ES UNA DE LAS AUTOBIOGRAFÍAS

RECOLECTADAS DENTRO DEL PROYECTO DE INVESTIGACIÓN LA VIDA DE

LOS MAESTROS COLOMBIANOS.

Soy María, una mujer acuerpada. Con 14 años no terminé el grado quinto. Vivía con un

hermanito, mi mamá y mi padrastro. No cuento con mi papá porque no lo conozco. Todos

vivíamos en un rancho a orillas del río, sin ninguna privacidad. Todos dormíamos en la

misma habitación sólo dividida por unos trapos viejos.

Él era una persona especial conmigo. Siempre ha sido borracho, fumador y dicen que le

gusta el vicio, eso que llaman perica. Su profesión es embolador. Yo casi no salgo de la casa.

Cuando tenía doce años mi padrastro empezó a mirarme de una manera que yo sentía una

cosa extraña en todo mi cuerpo, pero nunca dije nada. Un día llegó borracho. Yo estaba sola

y empezó a tocarme en forma grosera. No podía pedir ayuda porque tenía su boca contra la

mía y me tenía tan sujetada que estaba inmóvil, pero con una de sus manos me tocaba donde

ya sabemos.

-¿Y qué es lo que sabemos? Pues los senos y por aquí abajito y las nalgas. Su cuerpo

apretado contra el mío y cuando sintió que mi mamá venía me soltó y me dijo que si le

contaba a alguien dejaba a mi mamá y se iba lejos porque él me quería a mí y no a mi mamá.

Yo lo empecé a rechazar pero él insistía y aprovechaba que mi mamá salía a lavar ropa ajena

en casas de familia. Una tarde estaba sola, había llegado de la escuela, almorcé, arreglé la

cocina y me acosté a dormir, cuando sentí que me bajaban los calzones, pero tenía tanto

sueño que volteé y seguí durmiendo. Pero algo pesado me despertó y qué sorpresa cuando lo

vi encima de mí con esa cosa por fuera y tratando de abrirme las piernas. Y así fue que me

violó. Lloré toda la tarde, mi mamá me encontró llorando y me preguntó por qué lloraba y le

conté todo, pero me sorprendió la tranquilidad con que me contestó: "eso no es nada, mija,

eso es para que conozca a los hombres".

Él siguió atento, muy formal con las dos y siempre con su insistencia. Hasta que un día

acepté, pero por venganza contra mi mamá, porque yo no le importaba. Esas relaciones

Page 114: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

íntimas seguían frecuentemente y ambas aceptamos esa situación. Yo, mientras tanto, me

despreocupaba del estudio, fallaba mucho, no llevaba tareas, durante las clases yo era

concentrada en lo que me pasaba y me preguntaba ¿por qué yo tengo que estar viviendo esta

situación? ¿Y por qué con el marido de mi mamá?

Las profesoras se preocupaban por mí y me preguntaban si estaba enferma y por qué fallaba

tanto y les contestaba con evasivas. Un día me sorprendió que tenía deseos de vomitar pero

no fue más y al llegar a casa me pegué una vomitada y así seguí un tiempo. Casi no comía y

fallé más a la escuela y un día decidí no volver. Una profesora le preguntó a mi mamá y ella

se comprometió a averiguar qué me pasaba y a contarle. No volvió a dejarse ver de ella, le

daba vergüenza contarle mi triste historia.

De toda mi venganza resultó una hermosa niña que es lo único que me alegra la vida. Yo

sigo viviendo con mi mamá y al padrastro ya no le pongo cuidado. Él es cariñoso con la niña

pero yo trato de que la niña lo rechace, le digo que no se le acerque y donde él está no dejo

la niña, es algo involuntario, pienso que cuando la niña esté más grande consigo un trabajo

donde una familia que me acepte con mi hijita y me voy lejos para alejarme de estos

recuerdos tristes.

Yo soy y he sido siempre una mujer solitaria, mi mamá nunca se preocupó por mí. Por eso

no se me da nada irme y dejarla. Nunca, pero nunca le perdono que no hubiera hecho algo

para detener a mi padrastro, siendo yo todavía una niña. Les digo a todas las mamas que

cuiden a sus hijas y mucho más de los padrastros, tíos, hombres de confianza y hasta de sus

propios padres, que no les vaya a pasar lo que a mí me pasó.

No quiero saber más de hombres, siento asco por ellos. Mi corazón está congelado pero

sangrando y así seguiré hasta que me muera. En ocasiones pensaba matarme para dejar esta

vida pero al darme cuenta de que estaba embarazada prometí vivir por y para mi hija que no

tiene la culpa de nada. Le daré mucho amor, la cuidaré y la protegeré de los malos hombres.

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EJEMPLO 2

TRAS LAS HUELLAS DE UNA VIDA

POR: ALEYDA MENESES NÚÑEZ

Tras los sucios cristales de la ventanilla, veo pasar los árboles, guayabos, mangos,

almendros, cachimbos, lentos como el paso de "La Rayuela", la buseta que conduce don

Fefo, como cariñosamente llaman los muchachos al conductor que todas las mañanas nos

transporta desde Santander hasta Guachené, lugar donde trabajo como maestra.

Don Fefo es uno de aquellos personajes que silenciosamente se ganan la fama y el aprecio de

muchos. Él, un hombre pequeño, cuarentón, un indio en medio de una comunidad negra, fue

el único capaz de establecer las rutas de transporte que todos habían ensayado y que para

nadie fueron rentables. Un día, de repente, apareció con su vieja buseta crema y rojo y

empezó no sólo a transportar a las personas que necesitan desplazarse entre Santander y

Guachené, sino a servir de correo y mandadero de todos. Desde entonces, es él quien compra

el galón de petróleo para el Esso Candela de doña María, el bulto de engorde para los pollos

de don Etelvino, la remesa para la tienda de la esquina, además de que lleva, de aquí para

allá, los mensajes, las cartas, los papelitos, las listas, los recados, las razones, las excusas, los

amores y desamores de un pueblo que estaba urgido de un correo seguro y confiable que

siempre pasa a la misma hora, con la misma lentitud de siempre.

Estoy convencida de que si García Márquez lo conociera, lo raptaría para llevarlo a habitar

en uno de aquellos calurosos pueblos de sus cuentos. Don Fefo no tiene afanes, no sufre de

mal genio, no discute ni contradice ni siquiera cuando nosotros, los profesores que viajamos

todos los días con él y que por esto a veces nos creemos dueños del carro, le reprochamos su

lentitud, lo culpamos de nuestra llegada tarde, le gritamos que espere al compañero que

levanta la mano allá a tres cuadras, le pedimos que cambie la música, le reclamamos porque

espera y porque no espera. En fin, él sigue allí, como si no escuchara, como si nada en este

mundo pudiera afectarlo, conduciendo parsimoniosamente mientras tortura nuestros oídos

con los quejumbrosos amores de Darío Gómez o con el estruendoso escándalo de "La

Recocha".

Casi siempre llegamos tarde al colegio. Cinco, diez o quince minutos, a pesar de que la

buseta arranca de Santander a las 6:30 de la mañana y más aún, a pesar de que yo debo salir

de mi casa a las 6:10 por tardar, para alcanzar a recorrer, qué digo, a correr, los dos

kilómetros que separan mi casa del lugar donde nos espera "La Rayuela".

Sin embargo, sé que aunque me tarde una hora y media en llegar a mi trabajo, tenemos un

transporte que está esperándonos sin falta todos los días, desde hace casi dos años. Antes,

cuando a don Fefo todavía no se le ocurría la idea de cambiar su linda casa por "La

Rayuela", nuestro viaje era incierto. No sabíamos ni el tiempo ni la clase de carro, ni la hora

de llegada, ni siquiera la ruta que tendríamos que seguir para llegar al colegio y menos aún

para regresar a casa.

Page 116: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

Durante mucho tiempo nuestro único transporte fueron las volquetas que van al río Palo a

asaltar el banco de arena y balasto que hay allí, utilizado para pavimentar calles y carreteras

de otros lugares, para que personas extrañas disfruten del asfalto, mientras los

guacheneseños se quedan con los huecos y se ahogan en el polvo que levantan a su paso los

pesados vehículos.

Cuando todavía no contábamos con "La Rayuela" nos tocaba viajar apretujadas contra el

conductor después de rogarle a más de uno para que nos llevase. Al final, casi siempre mis

compañeras debían cargarme para poder viajar todas en la cabina, porque si no teníamos que

irnos en el volco sobre el material que transportaban.

Cuando terminábamos la jornada, muchas veces caminábamos hasta el río bajo el calcinante

sol de la una de la tarde. Allí debíamos esperar, con el hambre reflejada en el rostro y

defendiéndonos de la nube de mosquitos que encontraban en nuestras piernas su sangriento

banquete, otra volqueta que fuera a Santander o siquiera hasta Caloto, la cabecera municipal.

En muchas ocasiones, después de una o dos horas de infructuosa espera, decidíamos regresar

al pueblo a buscar los llamados "cusumbos" o "guanábanas", los carros más chatarra que he

visto en mi vida y que servían de transporte entre Guachené y Puerto Tejada. El viaje en

ellos implicaba -o implica porque aún sobreviven muchos- someterse a un baño de polvo

continuo, acompañado por el penetrante olor a gasolina que emanaba del galón que, con

frecuencia, llevábamos a nuestros pies.

Al apearnos del carro nos habíamos convertido en seres extraños. A mí a veces me producía

mucha risa ver a mis compañeros tan empolvados como si estuvieran recién sacadas del

cuarto de San Alejo, pero a veces también sentía rabia, porque creía que ya era suficiente

con vivir a orillas de una carretera destapada como para, de sobremesa, tener que transitar

por una similar todos los días hasta mi trabajo. Pasaba de la rabia al desconsuelo, sobre todo

cuando mi mamá me veía llegar toda sucia y me decía con asombro: ¡Ay mija, parece que la

hubieran tenido colgada!

Todos estos ires y venires me han dejado ya una herencia: una laringitis que cada vez me

quebranta más la voz, una escoliosis lumbar que me tuvo tirada en una cama casi un mes, sin

poder sentarme y una piel que, sobre todo en los veranos, se me marchita a pasos

agigantados, confundiéndose con el paisaje agreste y desolado que se puede observar en esos

días. En las temporadas de lluvia y en la época de vacaciones, renace mi piel junto con los

árboles y los pastos, con el río Palo que es lo más bonito que tiene Guachené y con todos los

riachuelos y quebraditas que en verano casi desaparecen. Lo único que he podido salvar de

las inclemencias del clima es mi cabello, gracias a que adopté una de las costumbres de la

región.

Cuando llegué a Guachené -de eso hace ocho años- creía que las únicas que usaban

pañoletas eran algunas faranduleras, las chicas "gómelas" y las mujeres negras quienes la

usaban para taparse los rulos. Yo, ni era farandulera ni era gómela, ni era negra, ni me

colocaba rulos, pero igual terminé usándola -aunque en principio me daba pena hacerlo— al

comprobar que si no lo hacía, llegaba a mi casa con el cabello tan quieto como el de mis

Page 117: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

alumnos.

No era esa la única idea equivocada que yo tenía. En octubre de 1990 obtuve mi título de

Licenciada en Literatura y Lengua Española, en la Universidad del Cauca. A finales de ese

mes, estando todavía en Popayán, recibí una llamada de mi mamá, quien entonces asistía a

algunas reuniones políticas, ante la inminente necesidad de que yo consiguiera trabajo. La

noticia que me dio fue que había una plaza en el área de Español, en Guachené. Cuando oí

mencionar ese nombre, pensé que mi mamá estaba bromeando. No era la primera vez que lo

escuchaba, pero siempre había creído que Guachené era una invención del negro Palomino

para amenizar sus cuentos. Por eso tuve que preguntar por todos los detalles y confieso que

me sorprendió saber que aquella localidad quedaba tan cerca de Santander. Mi sorpresa

aumentó cuando, después de haber ido a presentarme, la rectora del colegio me informó que

todos los días salía un bus a las siete de la mañana (en ese tiempo había una ruta de buses

que salía de Santander y llegaba a Puerto Tejada, dando la vuelta por Guachené. Sólo duró

hasta que el puente sobre el río Palo se quebró). Para mi era increíble que hubiera pasajeros

que quisieran o tuvieran que viajar a aquel lugar tan desconocido. Después me di cuenta que

la desconocida y la que desconocía muchas cosas era yo.

Debo decir también que hubo otra cosa que me sorprendió. A pesar que desde los ocho años

vivo en Santander, pueblo donde conviven personas pertenecientes a todos los grupos

étnicos, jamás me había detenido a pensar que, así como existen reservas indígenas, también

existen pueblos de comunidades negras. Mi conocimiento sobre ello se remontaba y limitaba

a la historia colombiana que, fugazmente, nombra los palenques. Por eso mi primer día, día

de reunión de padres de familia para completar, me sentí como dice mi mamá: "como parche

donde no es el dolor", ante tantas personas negras juntas, mirándome, escuchándome,

escudriñándome, mientras las mil agujas del susto se clavaban en mi estómago.

Fue la misma sensación que tuve hace veintitrés años, cuando mi familia y yo fuimos a vivir

a Santander. Mi padre, por cuestiones de trabajo, se pasaba siempre de traslado en traslado,

lo que hizo que nosotros nos acostumbráramos a no ser de ninguna parte. En cualquier

momento llegaba a la casa con la noticia de que lo habían trasladado y eso significaba

abandonar muchas cosas: los lugares, los árboles, los animales, los vecinos, los amigos y

para mí en ese año, también la escuela. Habíamos vivido en muchas partes, yendo y viniendo

del Huila al Cauca alternativamente. El último traslado de mi papá fue precisamente de

Popayán a Santander. A pesar de haber andado tanto, a mis ocho años, no sabía de la

existencia de personas negras pues jamás en mi vida había visto una. Por eso cuando el

camión del trasteo se parqueó frente a la casa donde íbamos a vivir en Santander, y yo, que

venía en la parte trasera, me dejé llevar por la curiosidad y saqué mi cabeza de en medio de

todos los trebejos que llevábamos, mis ojos se desorbitaron. En el andén de aquella casa y de

las vecinas, había una hilera de niños negros, mirando el camión, curiosos también por saber

quiénes llegaban en él.

Mis hermanos y yo nos bajamos del carro y los continuamos mirando con extrañeza, pero en

una mente infantil tan sana como era la nuestra en aquella época, ni siquiera existía la idea

de discriminación, así que comprendimos rápidamente, mucho más rápido de lo que

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pudieron o quisieron comprenderlo los españoles hace más de quinientos años, que ellos

eran tan humanos y tan niños como nosotros.

Muy pronto, con la facilidad que tienen los niños para hacer amigos, compartíamos juegos y

peleas, sobre todo en las noches cuando todos salíamos a jugar al yeimi o a la líber

No siempre fue fácil la convivencia. En una cuadra donde mi familia era la única "blanca",

existía cierta resistencia hacia nosotros de parte de algunos vecinos, la cual trataban de

transmitir a sus hijos con frases como "no se junten con esos amarillos HP".

Por ese resentimiento ancestral que algunos no han podido superar, tal vez producto de su

falta de instrucción, tuvimos que sufrir cuatro años en los que no dejaron de llover las

piedras sobre mi casa y en los que sólo bajo el cuidado de nuestros padres podíamos salir a

jugar porque, de lo contrario, éramos víctimas de maldades supuestamente infantiles, como

aquella en la que me esperaron para llenarme el cabello de cadillos o aquella otra en la que

atisbaron a uno de los gemelos para romperle la cabeza de una pedrada. De todas maneras,

con maldades o sin ellas, nosotros disfrutábamos de los juegos, de los chistes y de la alegría

de aquellos niños, entre los cuales hubo algunos cuya amistad sobrevivió al resentimiento y

al tiempo, para permanecer hasta hoy como mis grandes amigos.

Desde esa época la raza negra se integró a mi vida, representada en compañeros, vecinos y

amigos. Incluso recuerdo que mi primer amor, ese amor de los quince años, fue un

muchacho alto, delgado, muy apuesto y negro. Para mí no importaba el color de su piel sino

aquellos ojos de mirada profunda que me hablaban de todas las cosas que su timidez y la mía

no permitían decir con palabras. Fue un amor limpio y callado, un amor enmarcado en el

más puro romanticismo, un amor sin caricias, sin besos, como el de Efraín y María, novela

que en esos días releía con deleite. Muy pronto aquel amor se quedó atrás pero me dejó en el

alma un grato sabor a comunión con los seres humanos sin importar la raza que en el horno

divino les haya correspondido.

Un hecho que para mí es significativo en este aspecto es el par de excompañeras del

bachillerato con quienes aún conservo una estrecha amistad. La una, blanca, muy blanca, de

hermosos ojos verdes y de una inteligencia clara y juguetona; la otra, una negra linda, de

carácter fuerte, una luchadora infatigable que, estoy segura, llegará muy alto.

Ellas dos y yo, compañeras desde segundo de bachillerato, hemos sido amigas inseparables,

a pesar de que en el plano académico fuéramos rivales. Entre nosotras existía la más sana

competencia. Trabajábamos juntas, resolvíamos las inquietudes en conjunto y, al final,

disfrutábamos mucho con la expectativa de saber cuál de las tres había sacado la mejor nota.

No había envidias ni peleas, a pesar de que cada una tenía sus propias "seguidoras" entre las

compañeras e, incluso, entre algunos profesores. Al finalizar el año, yo siempre me quedaba

con el primer puesto, como lo hice durante los once años de primaria y secundaria y después

incluso, durante algunos semestres de la U. Sin embargo, para nosotras lo importante no era

quién ganaba sino lo bien que la pasábamos durante la competencia.

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Nos graduamos de bachilleres y de ahí en adelante la vida nos ha llevado por senderos

distintos; la primera está radicada en Bogotá desde hace algún tiempo y es una gran

economista. La otra vive en Cali, es profesora de idiomas y está terminando su Magister en

lingüística. Las dos, estudiosas y disciplinadas, alcanzan cada día nuevos triunfos, triunfos

que yo celebro con la misma alegría desprevenida con la que ellas disfrutaron los míos en

nuestra etapa estudiantil.

Cada una de nosotras vive ocupada en sus cosas y por eso, y obviamente por la distancia,

casi no nos vemos y rara vez hablamos por teléfono. Sin embargo, hemos institucionalizado

una fecha que no es precisamente el 12 de octubre, día de la raza, ella reúne a tres personas

de distintas razas, de distintas clases sociales, de distinta ideología, con un sentimiento

invariable: la amistad.

Es sí como desde hace trece años nos encontramos indefectiblemente todos los 31 de

diciembre, a las tres de la tarde, en la casa de Fabiolín, como llamamos cariñosamente a la

que es profesora de idiomas. El pretexto es celebrar su cumpleaños, pero realmente nosotras

llevamos la intención de contar experiencias, de vestirnos de informalidad, de despojarnos

de todos los secretos y compartir con las amigas de siempre las amarguras y alegrías

guardadas durante un año.

En las cuatro o cinco horas que dura la reunión, una reunión de tres solamente, se ventilan,

en un ambiente festivo, todos los temas, los trascendentales y los que no lo son, los relatos

más variados, desde las satisfacciones personales hasta las más intrincadas historias de amor.

Allí nos encontramos, cada año más maduras, más solteras y también más dispuestas a

reírnos de una vida que a veces nos hace subir como palmeras tras el encanto de una ilusión,

para luego dejarnos caer como cocos en un estrepitoso desengaño.

Es éste un momento especial que nos sirve, no sólo para reiterar nuestra amistad, sino

también para fortalecer el espíritu, porque cada una ha aprendido que el humor es el único

que puede hacer de cualquier problema, un problema menor.

Así pues, desde niña me he rodeado de personas de distintos grupos étnicos, de distintas

posiciones frente a la vida, con quienes he entablado relacionesmuy cercanas, lo cual me ha

permitido ampliar mi visión respecto de los conflictos humanos. Esto es importante si se

tiene en cuenta que ser maestro exige una vasta capacidad de comprensión, de "ponerse en

los zapatos del otro" y entender el por qué de sus actitudes para empezar a buscar soluciones.

Grandes dosis de humor he necesitado muchas veces en mi trabajo como maestra. Recuerdo,

de una manera especial, aquel día, hace unos tres o cuatro años, que habían citado a una

reunión de profesores de ambas jornadas. El motivo de la reunión yo lo desconocía, así que

llegué desprevenidamente, sin mucho entusiasmo, pues siempre he pensado que los maestros

somos especialistas en hacer las reuniones más interminables, más tediosas y menos

productivas.

Al iniciar la reunión me di cuenta con sorpresa que ésta había sido convocada con el ánimo

de que cada uno de nosotros dijera lo que le disgustaba de los demás o mejor, dicho en

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lenguaje popular, que sacáramos "los trapitos al sol" en un supuesto esfuerzo por mejorar la

convivencia. Yo, si soy sincera, aunque extrañada por el motivo de la reunión, me dispuse a

observar uno de los espectáculos de rasgadura de vestiduras que por esa época se

presentaban con frecuencia.

Mucho antes de que yo llegara al colegio, según algunas narraciones entre burlescas y

emocionadas que he escuchado, las relaciones interpersonales habían sido un poco tensas y

las reuniones de profesores se convertían en el espacio ideal para descargar el peso de las

broncas germinadas cualquier día, broncas que estallaban en alaridos, pupitrazos, lágrimas y

estampidas, como en la mejor de las telenovelas mexicanas. Tanto así que en mi primer día

de clases, la primera frase célebre que escuché fue: "aquí le va bien dependiendo del bando

en el que se meta". Después de ocho años, todavía no sé en qué bando me metí, si es que lo

hice, pero en todo caso me ha ido bien.

En los días de aquella reunión, las cosas no estaban tan graves; al menos habían

desaparecido las lágrimas, pero las relaciones no eran buenas sencillamente porque los seres

humanos perecemos ante el reto de tener la lengua quieta y ello nos acarrea más de un

descontento. El chisme, el va y viene, la misma desorganización administrativa del colegio,

eran el caldo perfecto para que se cocieran historias y comentarios que terminaban

ofendiendo a más de uno además porque también nos caracteriza una extremada, dramática e

inservible susceptibilidad.

Yo aprendí a observar a mis compañeros, a saber cómo reaccionaban, a darme cuenta en qué

momento se podían transformar; me aprendí sus razones, sus explicaciones, sus cambios

intempestivos de posición; me conozco sus alegrías y sus escándalos, sus agradables bromas

y las de doble filo; los interpreto cuando me saludan con un "quiubo" y también con un

"buenos días profesora"; me los aprendí como si fueran personajes de alguna de las novelas

psicológicas que tanto me apasionan y por eso he logrado entenderlos, apreciarlos en sus

cualidades y disfrutar de su compañía en los momentos en que se relajan y dejan brotar la

amistad, inundando mi alma de risa para que ninguno de los dardos que de vez en cuando me

lanzan, logre clavarse en mi corazón. Así me había salvaguardado en varias ocasiones, pero

esta vez el personaje se me salió del libreto y alcanzó a herirme.

Pues bien, aquella reunión comenzó y tomó la palabra en primera instancia, un compañero

hijo de la comunidad guacheneseña y con quien siempre tuve relaciones muy cordiales. Sus

palabras me cayeron como un baldado de agua fría. La primera persona que salía a la

palestra era yo, acusada nada más y nada menos, que de racismo. Muchas cosas se pasaron

por mi mente en esos instantes; muchos sentimientos tambalearon dentro de mí y se

tradujeron en una gran ira que me hizo temblar la voz y participar activamente del

zafarrancho del que, minutos antes, pretendía disfrutar con toda la calma que me caracteriza.

Entonces recordé a mis amigos negros de la infancia, a Fabiolín y a todos mis alumnos

negros a quienes tantas veces les había insistido en que debían amar su raza. No sé por qué,

pero en ese momento la acusación me dolía más por ellos que por mí. Yo en realidad jamás

había pensado siquiera que algún día fuera a ser señalada como racista. No porque sintiera

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un inmenso amor por la raza negra sino porque para mí las personas son valiosas como tales

y no por la mayor o menor pigmentación de la piel. De alguna manera siempre me he sentido

por encima de aquellas ideas de discriminación racial que me parece, a las puertas del siglo

XXI, los hombres debiéramos haber superado.

Así lo expresé aquel día y aunque al final mi compañero se retractó, estuve disgustada con él

un buen tiempo, por no ser capaz de reconocer que una crítica no siempre viene vestida de

negro. En efecto, la razón de su señalamiento consistía en que desde que llegué y como era

natural, quise hacer un diagnóstico de los avances y dificultades que tenían mis alumnos en

el área y en el proceso de aprendizaje en general. Los resultados no eran nada halagadores:

además de que existían y existen aún grandes deficiencias en un proceso fundamental como

es la lectoescritura, el problema iba mucho más allá. Los alumnos de sexto grado llegaban al

colegio con carencias en lo más elemental del conocimiento. Muchos, por ejemplo, no

podían identificar cuál era su primer apellido y jugaban con ellos como si se les pudiera

aplicar la propiedad conmutativa; otros ni siquiera lograban escribir correctamente su

nombre, pensando tal vez en aquello de que "los nombres propios no tienen ortografía".

El examen de admisión, que en ese tiempo era obligatorio y en cuya elaboración participé

durante tres o cuatro años consecutivos, hablaba por sí solo. En el primer año elaboramos un

examen acorde con lo que, en nuestra opinión, debían manejar los alumnos que aspiraban

ingresar al colegio. El fracaso fue total. En el segundo año se disminuyó el grado de

dificultad, se obviaron conocimientos teóricos y... volvimos a fracasar. En el tercer año

decidimos elaborar otro tipo de examen; nos documentamos, establecimos los parámetros

más elementales de evaluación basándonos en una prueba que había sido aplicada a

estudiantes de segundo grado. La verdad es que cuando terminamos el examen y lo leí,

pensé que estábamos subestimando a los muchachos. Un hondo desconcierto fue lo que me

embargó cuando, una vez más, nos tuvimos que olvidar de la nota mínima y dejar que los

recibieran a todos sin tener en cuenta el examen.

En fin, las dificultades eran tales que en mis primeros años de trabajo me sentía como

hablando chino cuando dictaba clases y al tratar de leer los escritos de mis alumnos,

experimentaba la misma sensación que debieron sentir los arqueólogos ante los

indescifrables jeroglíficos egipcios.

Era un abismo muy grande el que nos separaba, un abismo que en mí producía angustia, la

angustia de pensar que todos mis esfuerzos eran estériles y que, de seguir así, mi

conocimiento, mis ganas de hacer bien las cosas, mis ansias de buscar nuevos caminos, se

iban a consumir en el mar de la indiferencia, del "no me importa", del "por mí que se caiga

el colegio", que algunas veces se ha escapado de los labios de algún compañero que ya se ha

dado por vencido.

A pesar de que en principio me mostraba algo tímida en las reuniones, cuando me

preguntaban las razones por las cuales tantos estudiantes perdían español, no podía dejar de

presentar ante mis compañeros el cuadro de carencias que, a mi modo de ver, no iban a

permitir nunca que los muchachos guacheneseños tuvieran un nivel competitivo, como era el

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sueño de muchos, incluyéndome.

Siempre me he caracterizado por ser directa, algunas veces cruda para decir las cosas, y

quizás fue eso lo que motivó a mi compañero a pensar que mis opiniones no eran fruto de un

análisis real de la situación sino de una mezquina posición racial.

No obstante, lo que verdaderamente importa no es quién tiene la razón sino qué podemos

hacer colectivamente por una comunidad que pone en nuestras manos a sus hijos, con el

ánimo de que nosotros los orientemos en un sendero que para ella también es escabroso: la

construcción y apropiación del conocimiento.

Muchos han sido los intentos, los caminos iniciados en busca de una respuesta positiva en el

aprendizaje de nuestros alumnos. Recuerdo con un cariño especial a mi amiga Angela, una

"sardina" que estuvo trabajando conmigo en el área de español durante cuatro años, a quien

involucré en mis esfuerzos y en mis decepciones, quien con esa sonrisa hermosa de las

mujeres chocoanas, me decía siempre : ¿y ahora, qué se te ocurrió?.

Creo que esos cuatro años han sido hasta ahora mi mejor etapa en el colegio, no sólo por

tener sentada a mi lado la más sincera amistad, sino porque por fin había encontrado alguien

que hablaba mi mismo lenguaje. Vinieron entonces los ensayos; se sucedieron uno tras otro

y si seguimos así, serán tantos como los de Thomas Alba Edison, hasta que algún día se haga

la luz.

Empezamos por desconfiar del programa que teníamos de sexto a once, programa que hasta

ese momento sacábamos de los textos escolares. Tratamos de determinar la importancia que

cada tema podría tener en la formación de nuestros estudiantes y nos dimos cuenta de lo

lejos que están esos conocimientos de la realidad de un adolescente.

Entonces empezamos a eliminar temas para enfatizar en aquellos que creíamos podían tener

mayor importancia. Ese fue nuestro primer ensayo, pero la verdad es que nos vimos

ahogadas por la desmotivación de los muchachos, para quienes seguía siendo más

importante la pelea, la bulla, el desorden, que cualquier tema de español.

Si quieren juego, juego tendrán —nos dijimos— y empezamos a buscar y a diseñar

dinámicas, juegos de palabras, de agilidad mental, crucigramas, sopas de letras y todo lo que

sonara a entretenimiento. ¡Claro! En cierta forma la idea era "inyectarles" el conocimiento

sin que se dieran cuenta. Allí nos vimos sorprendidas por otra realidad con la que no

contábamos: los muchachos tenían serios problemas para entender y seguir las instrucciones,

de tal manera que, en ocasiones, se nos iba la mitad de la clase explicándoles la mecánica del

juego, además de que algunas veces se necesitaba, sobre todo en las dinámicas, un buen

manejo espacio-temporal, así que tocó empezar por hacer ejercicios de lateralidad, de los

que hacen en preescolar, porque a algunos niños se les dificultaba identificar su derecha e

izquierda. A la par trabajábamos primero con talleres y luego a base de guías, que

diseñábamos de la manera más explicativa posible. Sin embargo, no lográbamos motivar

suficientemente a los estudiantes, hecho agravado con el bajo nivel de lectura que aún

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persiste.

Por esos días el colegio me patrocinó para que asistiera a la Semana del Lenguaje que se

realiza cada año en la Universidad del Cauca. Asistí con verdaderas ansias de encontrar

algunas respuestas a mis múltiples interrogantes. Lo cierto es que en ese tipo de actividades

se teoriza mucho y sale uno con la tentación de invitar a alguno de los conferencistas —que

tan lindo pintan la pedagogía- a que pongan en práctica tan inmejorables teorías, en uno de

aquellos grupos atiborrados de muchachos que gritan, que se agreden por insignificancias,

que olvidaron la noción de respeto y cuya capacidad para escuchar tiende a desaparecer.

Siempre me ha asaltado la inquietud de por qué cada que asistimos a uno de esos talleres de

capacitación o actualización, los ponentes se expresan peyorativamente de la clase magistral,

del profesor tradicional, como si al final cabo todos los que ahora somos maestros no

hubiésemos sido forjados dentro de ese sistema educativo y, después de todo, no salimos tan

mal librados. Lo más paradójico es que, con muy raras excepciones, los conferencistas

pretenden hacernos entender qué cosas están "out" pedagógicamente hablando, y para ello se

valen de largas y aburridas charlas en las que invariablemente se está poniendo en práctica la

clase magistral.

No obstante, en aquella semana y al margen de la teoría, dos experiencias atrajeron

poderosamente mi atención: la creación de un espacio dentro del plantel dedicado

exclusivamente a la lectura y el desarrollo del programa llamado Prensa Escuela.

Inmediatamente pusimos manos a la obra. Elaboramos un proyecto con miras a implementar

el Rincón de la Lectura; en él establecimos qué tipo de actividades se iban a desarrollar allí y

en qué momentos; hicimos la cotización de implementos para organizar y decorar el lugar de

una manera especial; sugerimos el espacio donde se podía establecerse y finalmente pasamos

el proyecto a la dirección del colegio, donde fue recibido de muy buena gana. Jamás

volvimos a saber de él. No lo aceptaron, no lo rechazaron, no lo sé. El hecho es que no hubo

espacio, no hubo presupuesto y no hubo ningún Rincón de la Lectura.

Entonces decidimos emprender camino por otro lado: el del proyecto Prensa Escuela. Para

ello lógicamente era necesario contar con los periódicos. El programa era patrocinado por un

diario de Cali y se requería que el colegio se inscribiera para que le fueran enviadas las

ediciones diarias del periódico. Tampoco esto fue posible. Sin embargo, nosotras decidimos

comprar nuestros periódicos -porque a Guachené no llega ningún tipo de publicación

periodística— y llevarlos al colegio para trabajar con los estudiantes. Fue una época de

tijeras, pega, carteleras y recortes por todos lados. La idea era a partir de la lectura de

noticias para llegar a crear las noticias propias de la región. Era un trabajo difícil, que

empezaba con el titular y terminaba con el punto final.

Debo destacar aquí una experiencia. Tenía yo en ese tiempo el español del grado noveno y

no había logrado entenderme con el grupo. Eran pocas las clases en que no teníamos un

altercado. Según ellos, porque les dictaba rápido o porque no les dictaba, porque no

alcanzaban a leer la obra de turno, porque no la entendían, etc. A mi parecer, porque los

muchachos no dejaban dar clase, nunca tenían buena disposición para ella, no realizaban los

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trabajos, etc.etc. El caso es que terminó el primer período y los resultados, como era de

esperarse, fueron desastrosos. Ellos estaban muy molestos conmigo y viceversa. Nos unía,

sin embargo, una cosa: la preocupación. Ellos no querían seguir perdiendo la materia y a mí

me angustiaba que lo hicieran. Eso nos motivó a hablar. Nos sentamos calmadamente a

examinar la situación y a buscar las razones por las cuales habíamos llegado a ella y, sobre

todo, a plantear algún tipo de solución, porque las cosas definitivamente no podían continuar

así. Entonces surgió la propuesta. Teníamos cuatro horas semanales distribuidas en tres

clases. Nos dividiríamos las actividades de tal forma que en una clase yo desarrollara lo que

atañe a algunos aspectos gramaticales y de literatura; en la otra los estudiantes expondrían

algunos temas relacionados obviamente con la materia y, en las dos horas restantes, nos

dedicaríamos a reforzar la lectoescritura mediante la creación de un periódico. La idea fue

aceptada con entusiasmo por todos y, para no hacer largo el cuento, diré que además de que

nos hicimos muy buenos amigos, logramos que muchos de los estudiantes que no eran

capaces de escribir cinco frases seguidas coherentes, empezaran a redactar noticias, a

realizar entrevistas y lecturas en forma bastante aceptable.

En todos los grados, sin embargo, no nos fue tan bien. Buscando otras alternativas "nos picó

el bicho del teatro" Con la certeza de que nuestros alumnos poseen una gran capacidad

histriónica, organizamos actividades en torno al teatro. La dificultad radicaba en que ni

Angela ni yo poseíamos el suficiente conocimiento en este aspecto.

Mi gusto por el teatro venía de mucho tiempo atrás. Cuando era niña no me gustaron las

muñecas. Más era el tiempo que mis papas dedicaban a ahorrar para comprarme una, que el

que yo me demoraba en dañarlas o en regalarlas.

Mi imaginación infantil, en cambio, se sentía atraída por otra cosa: inventar escenas y

representarlas. Bien peculiar era, eso sí, que yo jamás asumía el papel de los personajes; me

limitaba a disfrazar, maquillar, ensayar y dirigir a mis tres hermanitos quienes terminaban

usando vestidos de mi mamá o míos, con la cara pintarrajeada por todos lados, con moños en

sus cabellos y con las uñas llenas de esmalte. Esto nos ocasionó más de un reclamo de mi

mamá por gastarle los pocos implementos de maquillaje que tenía y la ira de mi papá quien

les gritaba a mis hermanos si era que se querían volverse maricas. Disfrutaba mucho esos

instantes en donde mi capacidad creativa aumentaba sus revoluciones. Siempre he sido una

observadora minuciosa y ello me servía bastante para indicar a mis hermanos cómo debían

interpretar su personaje, aunque yo jamás intentara hacer de actriz en aquellos juegos porque

ahí sí afloraba mi timidez.

En la vida real sólo en dos ocasiones me tocó actuar. La primera vez cuando cursaba mi

primer año de escuela, en el que la profesora se empeñó en que las mejores del curso

representáramos una obra en la que debíamos salir vestidas de viejitas, tosiendo y chupando

bombombum. Eso es lo único que recuerdo. La segundo fue en la universidad donde, como

parte del trabajo de grado, debimos representar una de las obras dramáticas de Jairo Aníbal

Niño, las cuales eran objeto de nuestro análisis. A pesar de que me fue bien y que lo disfruté

mucho, fue difícil para mí porque siempre he preferido estar "detrás de cámara". Por eso el

trabajo en el colegio me emocionó tanto. Era la oportunidad de revivir aquellas dotes

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infantiles de dirección y la verdad es que fue esa la tarea en la que obtuvimos verdaderas y

completas satisfacciones.

La idea de representar una obra surgió a raíz de la necesidad de organizar un acto cultural

para celebrar el Día del Idioma. Por algunos ejercicios teatrales hechos en clase, sabíamos

que nuestros estudiantes eran muy buenos para ello. Así que empezamos por seleccionar,

entre todos los alumnos, un grupo que, a nuestro parecer, podría responder a tales propósitos.

Teníamos "buen ojo" para identificar actores potenciales, así que no nos demoramos mucho

en la selección.

El segundo paso fue elegir la obra a representar. Debíamos escoger una que agradara al

público por su contenido humorístico y por eso nos decidimos por "Las Convulsiones" de

Luis Vargas Tejada. Así, con todo entusiasmo, nos dispusimos a realizar el ensayo, el cual

consistía simplemente en que cada actor leyera la parte que le correspondía a su personaje.

Ese día volvimos a saborear la decepción. El muchacho que hacía el papel protagónico y en

quien teníamos cifradas gran parte de nuestras esperanzas por la gracia innegable que

revelaban sus gestos, cursaba el grado décimo y, a pesar de ello, cuando le correspondió su

turno, no logró leer correctamente dos versos; no leía, tartamudeaba. Angela y yo nos

mirábamos con desconcierto, haciéndonos la misma pregunta: ¿cómo habíamos permitido

que este muchacho llegara a décimo sin saber leer? Salimos bastante desmotivadas del

ensayo dejándoles, sin embargo, la tarea de aprenderse el papel de cada uno. La verdad es

que no creíamos que lo lograran porque el texto era bastante largo (a pesar de que lo

habíamos adaptado), estaba compuesto en verso y con una lectura tan lenta sería casi

imposible aprendérselo. Tuvimos la intención de "tirar la toalla" ese mismo día. No obstante,

decidimos esperar a justificar nuestra renuncia en el siguiente ensayo.

Nuestra sorpresa fue mayúscula cuando Cirilo, representado por el alumno de décimo, no

olvidó uno solo de sus versos. Estábamos atónitas. Creo que ni nosotras lo hubiéramos

logrado en tan poco tiempo. Los demás muchachos ya se sabían la mayor parte de su papel,

así que empezamos los ensayos con un entusiasmo inusitado. Trabajábamos casi todas las

tardes. En esos dos meses se hizo corriente que yo saliera de mi casa a las seis de la mañana

y regresara a las seis de la tarde; sin almorzar, porque hasta ese momento era alérgica al agua

impotable de Guachené. Pero eso no me importaba. Tanto para Angela como para mí ese era

un trabajo lúdico y lo disfrutábamos al máximo. Los muchachos ponían todo su esfuerzo y

nosotras debíamos corresponder a él.

El silencio, el respeto y después el aplauso cerrado del público, fueron el mejor premio para

una actuación impecable. Fue una inyección de entusiasmo que nos sirvió para continuar

realizando obras de teatro, mimos, concursos, etc., que hacían de los meses anteriores a abril

un tiempo en el que sentíamos realmente la satisfacción de ser maestras.

En 1995 se llevó a cabo la única Semana Cultural que ha habido en el colegio desde que

laboro allí. Nunca había visto un trabajo tan bien sincronizado; en esos días nos sentimos

como una gran familia en fiesta, libres de resentimientos y de prevenciones; no había tiempo

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para ello. Cada uno, con las consabidas excepciones, puso lo mejor de sí en aquella serie de

actividades entre las cuales tuvimos espacio para lucirnos con tres obras teatrales. Debo

decir que en esos días el colegio renació. Nos dimos cuenta de todo el potencial humano que

tenemos. Fueron unos días inolvidables porque allí supimos lo que es el esfuerzo por un

interés común.

Después, la gruesa capa de la rutina volvió a caer sobre nosotros y las cosas volvieron a ser

como antes. Ángela y yo presentamos un proyecto para la creación de un grupo de teatro en

el colegio, no solo porque entendíamos la necesidad de que lo hubiera, sino porque cada una

había adquirido compromisos en las tardes y eso hacía difíciles los ensayos. El proyecto

corrió con la misma suerte del Rincón de la Lectura, así que nos dejamos contagiar por la

desmotivación reinante y le disminuimos el ritmo al trabajo.

En 1996 llegó la fiebre del PEÍ al colegio; un poco tarde como siempre, pero empezamos un

buen trabajo asesorados por un profesor de la Universidad del Cauca, de quien recibimos

orientación durante todo el tiempo que duró la elaboración del Proyecto Educativo de

nuestra institución. Nos dividimos en grupos para realizar el diagnóstico y nosotras (Ángela

y yo) nos ubicamos en el grupo que debía elaborar el diagnóstico del aspecto cultural y

socio-educativo de la región. Aprendimos mucho al respecto y disfrutamos la labor porque

nuevamente nos sacaba de la rutina a la que ni ella ni yo podíamos adaptarnos con facilidad.

De este trabajo surgió la idea de dejar plasmado como el proyecto principal del colegio el

que se tituló "Desarrollo del pensamiento lógico y de estrategias de aprendizaje a través de la

lecto-escritura", con el cual se pretendía integrar la labor de todas las áreas alrededor de este

aspecto fundamental. Era la culminación de un esfuerzo de mucho tiempo que no sólo a mí

sino a algunas compañeras que compartían mi criterio, nos había ocasionado tropiezos y las

malas interpretaciones de algunas personas. De allí en adelante se creó un clima renovador

que nos llevó albergar la esperanza de que ahora sí íbamos a encontrar el camino para llegar

a nuestros estudiantes. Siempre con la actitud reacia de algunos pero con el compromiso de

otros, intentamos darle vida a la teoría poniendo en práctica tan bellos propósitos.

Hubo aún un intento más. Ante los desastrosos resultados obtenidos hasta ese momento por

los estudiantes de los grados undécimos en las pruebas del ICFES, la directora de grupo de

ese año (1996) decidió organizar un PREICFES con la expectativa de mejorar aunque fuera

un poco dichos resultados. Yo estuve encargada de la parte de aptitud verbal, y español y

literatura. Caí en cuenta de algo. Los profesores estamos acostumbrados a preparar a

nuestros alumnos para unas pruebas que ni siquiera nosotros mismos conocemos. Decidí

entonces que, para ser más honesta en mi labor, debía presentarme al examen. Como

sospechaba, la prueba ha cambiado mucho. Yo me había presentado en 1985 para optar mi

título de bachiller y, transcurridos once años, comprobé que realmente los maestros

hablamos a veces de lo que no sabemos. Cada uno se refiere al ICFES simplemente porque

alguna vez, hace cinco, diez, quince o veinte años se presentó, pero no tiene en cuenta las

nuevas exigencias de la prueba.

A mi modo de ver se ha disminuido al grado de dificultad pero se hace necesario que el

estudiante haya desarrollado cierto tipo de habilidades lingüísticas y de aplicación de la

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lógica para resolver problemas, en los que ya no se exige tanto el conocimiento teórico como

la capacidad para vislumbrar soluciones prácticas.

Me fue muy bien en el examen, lo que me sorprendió ya que me había presentado sin repasar

nada y mis conocimientos en áreas como la física, química y matemáticas eran precarios. Sin

embargo, una buena comprensión de lectura y aplicación de la capacidad lógica a lo que no

se sabe con exactitud, es decisivo en la superación de cualquier prueba. Esta experiencia nos

sirvió para implementar la aptitud verbal, en una asignatura llamada lectoescritura que en esa

época se había creado en el colegio con el ánimo de dedicar más tiempo a la solución de las

graves dificultades de los alumnos en este campo.

Trabajábamos con empeño, tratando de atender los distintos frentes que se habían propuesto

en el Proyecto Educativo. No obstante, tal vez no lo hicimos de manera estructurada y

suficientemente coordinada, tal vez a veces nos dejamos arrastrar por la decepción ante los

pocos avances que veíamos, tal vez el ambiente desorganizado del colegio y la posterior

crisis que llevó a un cambio en la dirección del plantel ocasionaba demasiado malestar en

nosotros, tal vez los continuos ceses de actividades que frenaban intempestivamente el

desarrollo del trabajo nos quitaban demasiado empuje; en fin, creo que todos estos factores

no han dejado prosperar el proyecto al punto que hoy lo siento moribundo.

Ahora hemos dado marcha atrás. Aquellos intentos de labor mancomunada han quedado en

el pasado. Angela, mi compañera inseparable, después de sufrir todos los tropiezos que

ocasiona ser maestra municipal y luego OPS, terminó su trabajo en el colegio y se fue a

laborar en un colegio privado donde han sabido valorar más sus actividades

extracurriculares. Carmen, una compañera del área de sociales con quien también me

identificaba bastante, se presentó y ganó un concurso en el Valle y se fue a trabajar allá,

lejos del polvo y de los "cusumbos" que estuvieron a punto de acabar con sus vías

respiratorias.

De alguna manera me he quedado sola, con algunas compañeras que, aunque saben mucho,

no tienen la fogosidad de otros días ni la disposición para sacrificar su tiempo en la

experimentación de nuevas alternativas pedagógicas.

Una cosa es cierta. Aunque casi todos sentimos el hastío de quien ha intentado y fracasado

muchas veces, muy dentro de nosotros existe la esperanza de que algo, aún no sé qué, nos va

a llevar a descifrar el lenguaje de aquellos muchachos alegres, sanos, amigos de la parranda

y de la bulla pero todavía no de la droga ni del pelo largo, ni del árctico en la oreja, que hoy

son nuestros alumnos. Tal vez en sus almas llevan demasiadas cargas ancestrales que no les

permiten aprovechar el nuevo mundo que se abre para ellos; tal vez nosotros no hemos

encontrado la forma de ayudarlos a liberarse de las cadenas, pero en todo caso, el día que lo

logremos, espero estar allí para celebrar el derrumbe de una torre de Babel que hoy nos

mortifica a todos.

Nunca quise ser maestra. Creo que lo soy por uno de esos asaltos de la vida en que las

Moiras abren de repente un camino para nosotros. La verdad es que muchas cosas se fueron

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tejiendo, sin que me percatara, para traerme a este destino. Frecuentemente me pregunto

cómo llegué aquí, si esto es realmente lo que quiero y si lo es, por qué ahora estudio una

carrera como la Contaduría Pública, disciplina tan distinta de mi labor docente. Sobre estos y

otros aspectos de mi vida, escribí hace tiempo algunas reflexiones. He aquí unos apartes:

Soy de todas partes. Antes y a veces todavía, me preocupaba definir mi futuro de un

solo pincelazo y me devanaba los sesos pensando en cuál debía ser el rumbo

profesional que le daría a mi vida.

Crecí sin sueños. Todos los niños sueñan. Estudié los primeros años sin otra

motivación que la de alejar mi mente de las presiones familiares que me ahogaban en

casa. No pensaba en luchar por ser tal o cual profesional, porque creía no tener los

recursos para lograrlo.

Sin embargo, me acostumbré a hacer las cosas bien; a poner todo mi empeño en lo

que me ocupara en el presente. Aprendí a ser minuciosa y perseverante. De niña me

despojé de muchos rasgos infantiles para tratar de entender, y a veces tomar parte, en

los conflictos de los adultos. Me forjé o me forjaron como un "ejemplo" y siempre me

preocupé por serlo a cabalidad para no defraudar a los demás, especialmente a mi

padre a quien siempre le temí. Desde la escuela, por ser "la mejor", debí siempre

explicarle a mis compañeras, tomar lecciones, calificar exámenes y así me inicié en

mi primera carrera, la cual me ha permitido doblegar muchos de mis fantasmas,

entre ellos mi excesiva timidez.

Amo las humanidades, el tratar de entender a las gentes, amo las diversas formas de

comunicación y me gusta, y sobre todo disfruto, observarlas, analizarlas,

interpretarlas, no tanto desde los libros, sí desde la vivencia. Una parte de mí ha

tendido hacia esos aspectos de la vida que no poseen una sola respuesta. La otra, en

cambio, añora las respuestas exactas, las cuentas, los cálculos mentales, la

materialidad y allí nace mi segunda carrera, en la que espero doblegar otros

fantasmas.

Disfruto siendo maestra y me encanta sentirme alumno; creo que es una buena

forma de vivir el aprendizaje.

Ahora sé que no quiero ser nada específico, que no quiero determinarme, que

quiero dejar que mi razón y mi alma exploren muchos campos, en la búsqueda

de una sola cosa: no estacionarme en la vida sino extasiarme en ella.

Cómo me hice maestra es una pregunta cuya respuesta incluye especialmente dos factores.

En primer lugar creo que de alguna manera y sin saberlo a conciencia, cumplí uno de los

sueños de mi madre, quien había visto frustrado su deseo de ser maestra ante las reacciones

absurdas de una familia falta de toda instrucción. En segundo lugar, mi experiencia en la

etapa estudiantil marcó decididamente el sendero que habría de tomar más tarde.

Mi madre, una campesina opita, fue muy estudiosa. Hizo su primaria en sólo cuatro años,

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porque era tan aventajada que logró cursar el primero y el segundo en un sólo año.

Pertenecía a una familia muy numerosa cuyo jefe, mi abuelo, un viejito simple, bonachón y

de inmejorables sentimientos, esperaba a que despuntara el día para salir a buscar el sustento

diario. Por eso mi mamá no albergaba muchas esperanzas de poder continuar sus estudios

hasta aquel día en que, después de haber demostrado su gran inteligencia en los exámenes

finales orales que en ese tiempo se hacían ante las principales autoridades del pueblo y ante

la comunidad en general, surgió la posibilidad de que obtuviera una beca para ir a estudiar a

la Normal de Gigante (Huila). Mi mamá estaba feliz. Sus hermanas mayores hicieron las

gestiones necesarias ente el párroco de Garzón, nuestro pueblo natal, y ante el Concejo

Municipal, y la anhelada beca se hizo realidad. Sólo faltaba que llegara la época de

matrículas puesto que el uniforme se lo daría uno de los doctores del pueblo, quien estimaba

mucho a mi abuelo.

Tenía mi madre catorce años, porque en ese tiempo los niños no empezaban a estudiar tan

rápido y menos aún si eran niñas ya que, según mis abuelos, el estudio no se hizo para las

mujeres.

Como era natural, en plena etapa de la adolescencia, mi madre empezó a sentir cierta

atracción hacia el sexo opuesto, lo que manifestaba en las alegres sonrisas y en las furtivas

miradas intercambiadas desde la calle con los muchachos del colegio varones.

Uno de ellos, sin jamás haber cruzado palabra, le envió un papelito con una amiga que se

había criado en la casa de ella, en el que le pedía que fueran novios. Mi mamá, con el

corazón en la boca, apenas pudo garabatear un tembloroso sí. Eso fue todo. De ahí en

adelante sólo tenía la alegría de saber que aquel muchacho, al que también se le encendían

las mejillas cuando la veía a lo lejos, era su novio. Sin embargo, la cómplice de aquel amor

candoroso fue la misma que le reveló a su madre, mi abuela, tan inocente secreto.

Creó que allí empezó la cadena de maltratos de que ha sido objeto mi mamá a lo largo de

toda su vida. Su madre y algunos familiares tomaron el hecho como el más escandaloso de

los sacrilegios. Los castigos e insultos se volvieron el pan diario, al punto que una de sus

hermanas, cuyo resentimiento era inexplicable, le gritaba con frecuencia: "Que tal esta

mechuda, que pone la Virgen de matojo pa'ndar con los hombres en la loma".

No puedo imaginar lo que fue esto para alguien cuyo único delito había sido no lograr

controlar el palpitar de su corazón cuando veía a su supuesto novio a dos cuadras de

distancia.

Al evocar estos acontecimientos con algunas de mis tías, quienes en ese tiempo eran niñas,

no logramos entender de dónde vinieron tantas ínfulas de moralidad de parte de mi abuela, si

ella, al casarse con mi abuelito, tenía ya dos hijos de padres distintos y estaba esperando el

tercero.

Tres años más tarde, buscando tal vez un escape, se casó sin saber lo que era un beso, con el

hombre que le arrancó de una vez por todas la infantil alegría de su corazón.

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Tiempo después, ya como nuestra madre, desarrolló un afán casi obsesivo porque sus cinco

hijos estudiáramos, en especial las dos mujeres a quienes nos inculcó la idea de nunca

depender de un hombre para que, según sus propias palabras, "no las humillen toda la vida

por un peso".

Mi madre pues, desde mis primeros años de escuela hasta mis estudios universitarios, me ha

dado la fuerza, me ha infundido la fe, ha celebrado mis éxitos y compartido mis días grises,

sin permitirme jamás desfallecer, sobreponiéndose incluso a su supuesta debilidad de

carácter. Además, en muchos aspectos ha sido mi mejor maestra. Fue ella quien me enseñó a

leer, razón por la cual no necesité preescolar y me pasé el grado primero desbaratando la

cartilla, porque ya sabía la mayoría de las cosas que nos enseñaba doña Rosbita.

Con ella aprendí también la importancia de una buena ortografía a punta de pellizcos y

tirones de oreja (creo que por eso me crecieron tanto). Nunca pude igualarla, pese a que lo

intenté, en su hermosa letra y en su agilidad mental para hacer cuentas. Sin embargo,

desarrollé un gran gusto y habilidad para las matemáticas, que se incentivaron también al ver

a mi padre, siempre haciendo cuentas y recuentas en un papelito, supongo que referentes a

cómo distribuir los $ 1.300 que ganaba en 1974, el año en que ingresé a la escuela.

Mis tres hermanos y yo estudiamos con esfuerzo porque los recursos económicos eran

escasos. Cuando estábamos aún en la escuela, papá empezó la que habría de ser su carrera de

agricultor. Su primer cultivo fue de tomates y lechugas, los cuales nos envió a vender a la

plaza de mercado. Mis hermanos demostraron sus aptitudes para ello, pero yo no hice más

que rebajar y rebajar el precio acordado, de manera que en tiempo récord había terminado.

Tenía mis mejillas tan rojas como los hermosos tomates que casi regalaba.

Desde entonces mis hermanos se costearon sus estudios, desempeñando diversas labores,

desde vendedores de canela y aliños, cargadores de canastos hasta que, finalmente, los

gemelos se construyeron su carretilla donde acarreaban cargas mayores, mientras que Javier

se dedicaba a vender ropa.

Yo, que había demostraba mis pésimas habilidades de vendedora, me dediqué a estudiar con

ahínco, de tal manera que en quinto de primaria gané una beca del ICETEX que me sirvió

para comprar parte de mis útiles escolares hasta que estaba en octavo, año en el cual fueron

suspendidas las becas. Siempre ganaba matrícula de honor, así que mi papá no pagó

matrícula ni pensión por mí, más que el primer año de primaria y bachillerato.

Estudiaba con el constante apoyo de mi madre, quien vivía pendiente de mis tareas, de mis

trabajos, de mis notas, de todo, enseñándome a ser estricta en mis cosas hasta que, casi sin

que nos diéramos cuenta, me convertí en una perfeccionista a veces obsesiva. Eso me

ayudaba obviamente en la escuela, donde mis resultados académicos no podían ser mejores.

Mi primer año lo hice en Popayán, en una escuelita que olía a moras y florecillas campestres.

De segundo en adelante estudié en Santander, donde por única vez probé la regla de la

profesora un día en que no había aprendido todavía a dividir por una cifra. Fueron tres

reglazos que me dolieron en el orgullo de buena estudiante más que en las piernas. Aprendí

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rápidamente para no repetir aquella escena. Después mi papá se encargaría de herir no sólo

mis piernas sino mi alma con el insulto y el correazo que seguía a cada titubeo mío en una

división por dos cifras. Así aprendí antes de que la profesora pensara siquiera en enseñarnos

esa clase de división.

En tercero de primaria, ya con otra profesora de quien guardo gratos recuerdos por su gran

paciencia, empezó, sin que yo lo imaginara siquiera, mi carrera de maestra.

Recuerdo que doña Yolanda nos tomaba lección todos los días y para determinar el orden de

salida, no usaba el terrible dedo señalador de la profesora de segundo, sino que dejaba la

designación al azar. Como cada estudiante tenía un número en la lista, colocaba en una

bolsita de tela, que seguramente ella misma había cosido, tantas fichas amarillas marcadas

con un número como alumnas tenía en su curso. Así que nosotras sabíamos que iba tomar la

lección cuando empezaba a sacudir aquella bolsita ofreciéndola a alguna alumna para que

extrajera la primera ficha.

La lección debía ser impecable, sin titubear, sin omitir ni una palabra de lo que el día

anterior ella misma nos había dictado.

Yo empecé a sobresalir no sólo porque en ese tiempo tenía una memoria casi fotográfica,

sino porque asimilaba los conocimientos con gran facilidad. La profesora entonces empezó

por pedirme que me quedara en horas de recreo explicándoles a algunas compañeras que no

entendían, especialmente el área de matemáticas. A mi no me disgustaba explicarles, pero

me mortificaba enormemente tener que sacrificar algunos de los recreos que acostumbraba

aprovechar para disfrutar mi afición por el juego del yaz, en el que llegué a ser muy buena.

Era, por demás , lo único que me gustaba hacer en los recreos, porque nunca me he sentido

segura en otro tipo de juegos, sobre todo en aquellos en los que pueda recibir algún golpe.

La profesora tenía dificultades para que yo le colaborara en la tienda escolar el día en que a

ella le correspondía, porque yo evadía siempre la labor de vender. Lo único que me gustaba

era hacer las cuentas finales para determinar la ganancia. Tampoco le colaboraba en la

preparación del tinto para las demás profesoras, que le correspondía también una vez por

semana. Recuerdo cómo mis compañeras casi suplicaban que las eligiera para preparar y

servir el tinto, mientras yo me escabullía rápidamente entre tanta algarabía. Doña Yolanda

nunca supo que yo detestaba servir porque a mis nueve años ya estaba cansada de hacerlo.

Por esto se quejó alguna vez con mi madre de que yo era muy poco colaboradora, aunque

excelente estudiante. En esos días tuve que hacer unos esfuerzos enormes para salir a vender

la cancharina y para servir el tinto a las otras profesoras de la escuela, mientras mis manos

sudaban copiosamente y las tazas temblaban en la bandeja.

En todo caso la profesora debió conformarse con mi calidad de estudiante y poco a poco

empezó a delegarme otras responsabilidades.

Ya no se conformó con que les explicara a mis compañeras. A veces, mientras ella

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desarrollaba otra actividad fuera del salón de clase, me pedía que les revisara la tarea. Ahí, a

mis nueve años, aprendí a hacer mis primeros vistos buenos.

Después, un día en que no podía llegar a tiempo, me pidió que les tomara la lección a mis

compañeras. Yo estaba aterrada cuando me entregó su bolsita con las fichas amarillas,

porque por primera vez debía dar una nota, de uno a cinco como se usaba en aquel tiempo.

Lo hice tal como ella lo hacía. Era sorprendente que asumiera el papel con la misma seriedad

y responsabilidad de una maestra de verdad. Al principio mis compañeras estaban escépticas

creyendo tal vez que no sería capaz de hacerlo y que les colocaría cualquier nota o inventaría

algún pretexto. Sin embargo, al ver mi determinación, se quedaron perplejas, viéndome

sacudir la bolsita y cada una fue poniéndose de pie y recitando su lección como si estuvieran

ante la maestra.

Ahí me di cuenta que poseía una cualidad que he tratado de cultivar toda mi vida: la

imparcialidad, pues ni siquiera hice concesiones con mis mejores amigas. Desde el momento

en que acepté el encargo de la profesora, todas mis compañeras empezaron a ser iguales para

mi. Tal vez eso lo aprendí de mi profesora, pues ella me delegaba aquellas responsabilidades

sin demostrar ninguna deferencia especial conmigo; lo hacía con naturalidad y con la misma

naturalidad me daba las gracias continuando su clase con esa serenidad que la caracterizaba,

sin siquiera volver a determinarme. Así que yo no me sentía su alumna preferida, sino

obligada a hacerle un favor como cualquier otro.

El paso al bachillerato no me afectó mucho. Había aprendido a adaptarme a cualquier

ambiente, así que para mi lo único nuevo fue que hubiera un profesor para cada asignatura.

Por lo demás, nunca he tenido problemas de nostalgia ni de resistencia ante los cambios.

Nuevamente empecé a destacarme como la mejor alumna y allí sí encontré algunos

profesores que demostraban cierto cariño especial por mí, aunque de vez en cuando también

uno que otro trataba de opacarme. Todo el tiempo mis compañeras recurrían a mí para que

les ayudara en sus tareas escolares.

En el colegio siempre era tenida en cuenta en las izadas de bandera o en los actos culturales,

en donde debía hacer lecturas, cantar o participar en concursos de conocimientos, cosas que

hacía bastante bien aunque nadie sabía el esfuerzo que para mí representaban.

Ya en los grados superiores volví a ejercer labores de maestra cuando, un día la profesora de

química me pidió que calificara los exámenes que nos acababa de hacer, incluso el mío.

Pensé que estaba bromeando pero ella se quedó seria pasándome las evaluaciones, mientras

mis compañeras se frotaban las manos de alegría, pensando que ahora sí iban a ganar el

examen. Con dolor, pero con firmeza, dibujé el uno o el diez que cada examen merecía, sin

mirar el nombre para que no me doliera tanto. De ahí en adelante debí hacerlo varias veces,

ya sin la expectativa de mis compañeras porque sabían que siempre calificaba lo justo, ni

más ni menos.

Todas estas experiencias me habrían podido servir para hacer muchas amistades en el

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colegio, pero mi carácter introvertido me impedía tocar terrenos distintos de los meramente

académicos.

No era una niña alegre. Mi niñez y sobre todo mi adolescencia, las pasé refugiada entre los

libros no sólo porque aprendí a disfrutarlo, sino porque el resto del mundo me daba miedo.

En los cuatro años de primaria que hice en Santander, estudiaba y estudiaba con el ánimo de

ser la mejor por una sola razón: el temor a mi padre.

Recuerdo que en esos años sufría de una anemia constante ocasionada por frecuentes

hemorragias nasales y por la mala alimentación que recibíamos. Casi todos los días llegaba

mareada a la escuela pero eso era muy corriente, así que no le prestaba mayor atención.

Un día llegué más mareada que de costumbre y debí sentarme un buen rato porque estaba a

punto de caer. Teníamos examen de español a primera hora y no fui capaz de decirle a la

profesora que estaba enferma, sino que lo presenté en ese estado. Lógicamente me fue mal,

lo que hizo que mi nota en ese bimestre fuera de 3.5. Cuando llegó el día de la entrega de

libretas de calificaciones, estaba aterrada. Mi padre decidió asistir esa vez y yo me quedé en

casa temblando de miedo. Le conté a mi mamá lo que había pasado y ella tembló conmigo.

Fue tan grave mi estado de nervios que empecé a vomitar y me dio una fiebre tan alta como

si estuviera muy enferma. Cuando regresó mi padre, debió quedarse con toda la furia a

cuestas, pues no se atrevió a pegarme al verme desmadejada en la cama. Di gracias a Dios

por permitir que me hubiera enfermado.

Para mí no era muy agradable ser la mejor en la escuela. Eso significaba salir a izar bandera,

cosa que me ocasionaba mucho susto. En ese tiempo hubiera preferido ser una niña más para

que nadie me mirara. Pero seguía estudiando porque esto me servía también para olvidar de

alguna manera el ambiente que me rodeaba.

La situación en mi casa era difícil. Mi madre, mis hermanos y yo vivíamos atemorizados por

la actitud constantemente agresiva de mi papá. Me duele mucho recordar aquella época no

sólo porque creo que allí empezaron a surgir mis fantasmas, sino porque mi padre tuvo

mucho que ver con ellos y él, con todos sus defectos y equivocaciones, sigue siendo mi

padre, a quien también le debo mucho.

Siempre ha sido de mal carácter, lo fue desde el primer día de matrimonio, según dice mi

madre, y creo que lo será hasta el día de su muerte, muerte que ha anunciado desde que

tengo uso de razón.

Sin embargo, cuando éramos niños, su carácter era poco menos que insoportable, lo cual era

alimentado con el terrible miedo que le demostraba mi madre.

En ese tiempo todo debía estar a la medida de sus deseos. Hay imágenes que no puedo

olvidar como la de los "platos voladores" que salían del comedor e iban a estrellarse al patio,

simplemente porque a mi papá le había parecido que la comida estaba muy caliente o muy

fría, o pasada de sal o simple, mientras mi mamá se tragaba las lágrimas y empezaba a

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preparar otra cosa.

Tampoco puedo olvidar las descargas de furia cuando hacíamos algún daño o cuando

sucedía algo que no podíamos evitar. En la escuela y también en el colegio, por ejemplo, era

muy frecuente que hicieran rifas con cualquier pretexto. Yo temblaba cuando la profesora

nos anunciaba que debíamos llevar la hojita de la rifa. Sabía el rosario de insultos que me

esperaba por no haber sido capaz de decir que no la llevaría. Cuando llegaba a la casa le

contaba a mi mamá y ella empezaba a buscar el mejor momento y la mejor manera para

contárselo a mi padre. De todas formas las palabras más soeces que he escuchado en mi

vida, empezaban a salir furiosamente de su boca, mientras me amenazaba con que él no iba a

pagar ninguna rifa y que yo debía devolvérsela a la profesora.

Me sentía en una encrucijada. Por un lado estaba la profesora diciéndonos que la rifa era

obligatoria y que no dejarían entrar a nadie a clase sin que llevara el dinero. Eso era terrible

para mí si se tiene en cuenta que yo cargaba con la fama de ser la "niña modelo". Por eso y

porque mi timidez no me lo hubiera permitido, no me atreví nunca a contarle la verdad a la

profesora. Por el otro lado estaba mi padre con sus insultos y sus amenazas. Finalmente,

después de los muchos ruegos de mi madre, él terminaba accediendo a pagar y empezaba a

hacer otra cosa que hoy me parece graciosa pero que, en esa época, dada mi excesiva

inseguridad, era terrible para mí.

Pues bien, él empezaba a llenar los puestos, apuntando a todos los miembros de la familia.

El problema era que no usaba nuestros nombres sino los apodos que nos había colocado,

incluyendo al perro y al gato que nunca faltaban en nuestra casa. De modo que el día que

hacían la rifa en el colegio, mientras todas mis compañeras cruzaban los dedos para que

saliera su lista y se ganaran el premio, yo elevaba mis más fervorosas oraciones para que

aquella mano que revolvía los papeles se alejara lo más posible de mi lista. En efecto, nunca

la sacaron pero muchas veces tuve pesadillas en que la profesora sacaba mi lista y empezaba

a llamar a Sué, Bejuco o a Curramba Meneses mientras yo me sentía morir de la vergüenza.

Siempre le temí al ridículo y eso es algo que aún no supero del todo.

Es importante mencionar en nuestra relación con papá su forma de comunicarse con

nosotros. Él siempre ha sido un hombre de pocas palabras y en esa época a la única hora que

le sobraban era cuando estaba enojado. De lo contrario, las raras veces que se dirigía a

nosotros lo hacía con monosílabos o hablando entre dientes. En muchas ocasiones ni

siquiera hablaba. Cuando quería que le sirviera agua, por ejemplo, se presentaba ante mí con

un vaso en la mano. Yo no sabía si quería agua, jugo o agua de panela y le preguntaba pero

él no hacía otra cosa que enojarse porque no le servía rápido.

A veces se acostaba y alzaba una pierna y yo debía entender inmediatamente que deseaba

que le quitara los zapatos y las medias. Nunca pedía el favor y yo detestaba servirle porque

sus maneras me hacían sentir humillada. Nosotros debíamos no solamente cumplir sus

órdenes sino también adivinarlas, si no queríamos que se armara un zaperoco.

Mis tres hermanos y yo le temíamos tanto que su sola presencia nos intimidaba. Recuerdo

que a mí me tocaba lavar la loza todas las noches y, si él estaba cerca, casi siempre rompía

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un plato.

En ese tiempo -la época de mi niñez- comíamos sentados en unas banquitas de madera que él

mismo había hecho porque no teníamos juego de comedor. Esa hora era casi la más temida

por nosotros porque allí quedábamos bajo la inquisidora mirada de mi padre. En una ocasión

estábamos comiendo rápidamente y en silencio como lo hacíamos todos los días que él

estaba en casa. De pronto, no supe por qué, hice un movimiento nervioso y el plato se soltó

de mi mano, quedando a mis pies el montón de espaguetis revueltos con los pedazos de loza.

Mi padre se enfureció mucho gritándome que estaba muy equivocada si creía que me iba a

salvar de comer tirando la comida. Según él, la había regado porque era muy "resabiada" y

no quería comer. Entonces me puso a recoger el plato roto y me obligó a tomar nuevamente

la cuchara y empezar a comer del suelo. Una rabia callada se revolvía dentro de mí. Eso se

repitió algunas veces, especialmente con mis hermanos gemelos quienes eran muy nerviosos

y le tenían demasiado miedo.

Las palizas que nos daba también eran memorables. En ellas no solamente empleaba su

correa sino sus patadas, sus puños y cualquier cosa que tuviera a la mano. Una vez le

alcanzó a colocar un lazo en el cuello a uno de mis hermanos y estuvo a punto de ahorcarlo.

Todo era una locura. Los gritos, el llanto, el miedo, se confundían en un ambiente que se

hacía irrespirable.

Las condiciones económicas también fueron precarias, especialmente en los diez primeros

años de nuestra residencia en Santander. Al parecer el sueldo de mi padre no alcanzaba más

que para la comida, el arriendo -que pagamos sólo los cuatro primeros años- y mis libros;

porque eso sí, siempre había dinero para comprar mis libros así fuera sacado a regañadientes.

Mis hermanos se costeaban sus útiles escolares.

Al principio sólo estrenábamos en diciembre. Después, cuando mi papá empezó a construir

la casa, no volvimos a estrenar y esperábamos con ilusión las encomiendas que nos enviaba

una tía de mi madre desde Neiva, con ropa usada que había logrado recoger entre sus

amistades. Ese día era alegre porque mis hermanos y yo nos lanzábamos sobre la caja

buscando con ansiedad la prenda que nos podía servir. Nos medíamos una y otra mientras

mamá tomaba medidas para ver dónde podía soltar o coger según el caso.

Era una ropa fina, olorosa a perfume de niños ricos, que yo sabía no encajaba con nuestra

condición. Muchas veces no llegaba nada que les quedara bien a mis hermanos y mi madre

debía desbaratar los vestidos y hacerles camisas o pantaloncitos cortos con aquellos retazos.

Nos vestíamos con la resignación de quien no tiene más; algunas veces, incluso, con alegría.

No obstante, para mí era una mortificación muy grande cuando en el colegio nos decían que

podíamos ir sin uniforme. Algunas veces falté a clase porque no soportaba que mis

compañeras me vieran sin uniforme. Me parecía que la ropa iba a gritar que no era mía y

hubiera preferido que la tierra me tragara. No sé cuándo se desarrolló en mí semejante

complejo, pero he tenido que luchar mucho conmigo misma para superarlo.

Hubo muchos momentos difíciles en mi niñez. Fueron demasiadas escenas amargas que se

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quedaron grabadas en mi retina y esculpidas en mi alma. Mi padre, seguramente sin saberlo,

hizo que nuestra infancia fuera dolorosa. No me refiero a la pobreza -más pobres hubiéramos

podido ser- ni a los latigazos ni a los castigos que muchos padres imponen a sus hijos en su

afán de educarlos bien. Hablo de una constante tortura psicológica de la que fuimos víctimas

mis hermanos y yo, y especialmente mi madre.

Fueron tristemente duros los nueve meses del último embarazo de mamá. Olvidaba decir que

soy la mayor de cinco hermanos, tres hombres y dos mujeres. Pues bien, por uno de esos

caprichos de la vida y cuando los gemelos tenían ya siete años, mi mamá volvió a quedar en

embarazo, justo cuando lo que estaba buscando era su esterilización definitiva. La ira de

papá no se hizo esperar. La culpó, al amenazó, en fin. Él no quería saber nada de ese "bulto

de mierda", según sus propias palabras. Fueron nueve meses en los que no hizo más que

ultrajarla y recriminarle su embarazo porque, según él, toda la culpa era de ella. No le

compró ni un sólo vestido de maternidad. No permitía que mamá tocara un centavo aunque

para ello tuviera que hacer el mercado él mismo.

Mi madre siguió usando la poca ropa que tenía. Desbarató algunos pantalones para hacer

blusas pero la tela no alcanzaba, así que, muy pronto, empezaron a quedarle cortas. Él no se

apiadó ni siquiera cuando ella debía salir con una blusa que le dejaba al descubierto parte del

abultado vientre. Tampoco compró ni un solo pañal para la bebé. Se refería a ella con las

peores expresiones, mientras mi madre contenía su llanto, un llanto que aprovechaba los

rincones de la casa para desbordarse en todo su caudal.

Cuando se acercaba la hora del parto, mi madre alistó unos trozos de sus viejos vestidos

pensando en usarlos como pañales, mientras mi papá seguía empecinado en mostrar el lado

más rocoso de su corazón. Sin embargo, Dios quiso que aquella criatura tuviera mucho más

de lo que tuvimos nosotros. Tres días antes del parto llegó una encomienda llena de los más

primorosos vestiditos, pañales y todo lo que puede necesitar un bebé.

Nunca olvidaré el día que la llevaron a casa. Era una bebé preciosa, con su carita rosadita y

sus labios bien rojos. Se me pareció al Niño Dios que había visto en mi Catecismo de cuarto

de primaria.

De alguna manera lo fue porque por un buen tiempo el carácter de mi padre se suavizó,

enternecido por aquella criatura que, meses antes, parecía odiar. Debo reconocer que con mi

hermanita trató de ser diferente, pero se fue al otro extremo y también se equivocó. No

consentía nada con ella. Con frecuencia desautorizaba a mi madre para evitarle cualquier

castigo. No le reprochaba ni le exigía nada. A veces yo no reconocía a mi padre en ese

hombre cariñoso que mimaba sin cesar a su hija preferida.

Tímidamente, mi mamá intentaba hacerle caer en cuenta que tampoco se traba de ser

extremadamente flexible con la niña, porque podría "malcriarse". Pero mi papá no escuchaba

razones y la dejaba callada con un "déjela que no se críe tan sonsa como esa otra".

En efecto, mi timidez cada día iba en aumento. Tenía demasiados problemas para entablar

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relaciones sociales. A medida que crecía y debía enfrentarme a las nuevas exigencias de mi

adolescencia, me iba llenando de un terrible miedo que a veces se me hacía insoportable. Le

temía a todo. Era demasiado insegura. Siempre pensaba que no iba a ser capaz de hacer lo

que se me encomendaba. Vivía nerviosa, temiendo siempre que se presentara algo nuevo,

por insignificante que fuera, porque no sabía cómo habría de enfrentarlo. El valor era

desconocido para mí.

Pero no siempre fui así. Hasta los siete años era una niña bien distinta. Alegre, segura,

parlanchína y muy sociable. La gente decía que era una niña linda y yo me lo creía. No

obstante, el último año que pasamos en Popayán y los diez primeros que vivimos en

Santander, sucedieron cosas en mi hogar que me marcaron demasiado y mi carácter cambió

tanto que parecía una rosa marchita antes de tiempo.

Si hubo instantes felices en mi niñez fue gracias a la compañía de mis tres hermanos quienes

siempre me invitaban a sus juegos y trataban de protegerme. Ellos sufrieron tanto o más que

yo. La única diferencia es que no estaban al tanto de los detalles de aquella historia.

Los únicos momentos en los que me sentía realmente dueña de mí misma eran las horas de

estudio, hacia donde trataba de dirigir todas las energías que tenía reprimidas. En los demás

espacios procuraba estar siempre sola o con cualquier amiga cuyos temas de conversación

giraran siempre en torno al estudio. No me gustaba que me preguntaran nada de mi familia

ni de mi casa y temía enormemente que alguien pensase siquiera en ir a visitarme. Me

avergonzaba de todo. De mi ropa, de que en mi casa no había muebles ni televisor, ni

nevera, ni nada. Más aún, en el bachillerato me avergonzaba también de que supieran que yo

vivía en la cárcel del pueblo.

En efecto, cuando mi papá compró el lote donde hoy es nuestra casa decidió que para

construir era necesario recortar aún más los gastos del hogar, así que empezó por buscar un

lugar donde pudiéramos vivir sin pagar arriendo. Creo que allí se formalizó el presidio en el

que había tratado de mantenernos hasta ese momento, aunque yo sé que no lo hizo con esa

intención.

De todos modos, como él trabajaba en la Guardia Nacional, hoy llamada el INPEC, y como

la cárcel, habitada ahora, en ese tiempo apenas estaba en construcción, fue fácil que le

otorgaran la autorización para que fuéramos a vivir allá. Era un lugar muy grande que

compartíamos con otra familia. Lúgubre, frío, gris, como grises fueron los cuatro años que

debimos permanecer allí.

No quisiera recordar mi adolescencia. Fue una etapa difícil. Ya no solamente era la

agresividad de mi padre ni las lágrimas de mi madre, sino una tormenta que se desató en mi

interior que a veces parecía ahogarme. Era una confusión de miedos, rebeldía, compasión e

incluso odio, sumados a una autoestima totalmente acabada.

Mi madre nos había enseñado el arte de la resignación, del no contestar los ultrajes, de evitar

problemas, de caminar despacito todo el día para que mi padre no se despertara porque había

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hecho el turno nocturno; de hacer siempre su voluntad, incluso cuando las cosas parecían

imposibles.

Recuerdo que con mucha frecuencia papá enviaba, especialmente a mis hermanos, a hacer

alguna diligencia o a comprar algo en el centro del pueblo. Con mucha frecuencia también, y

ante las pocas explicaciones que él daba, traían el artículo equivocado (un tubo más grande o

más pequeño, porque no habían entendido aquello de las pulgadas, por ejemplo) y venía la

consecuente explosión de insultos. Enseguida les gritaba: "Aquí escupo y antes que se seque,

debe estar aquí con lo que yo le ordené que me trajera".

En ese tiempo ya vivíamos a dos kilómetros del centro del pueblo, así que los piececitos de

mis hermanos corrían despavoridos para llegar un rato después sin aire, con el corazón

saliéndose del pecho, no sólo por la carrera sino también por la angustia. Esas cosas eran

muy corrientes así que, de alguna manera, ya estábamos acostumbrados. Porque hasta al

dolor se adapta el hombre.

Realmente lo que pasaba dentro de mí era lo que me atormentaba. En mi adolescencia llegué

a odiar a mi padre, Todo lo que se refería a él me fastidiaba. No quería verlo ni saber de él.

Estaba cansada de sus órdenes y de su maltrato. Dentro de lo posible era feliz el día que él

no estaba. Desde niños habíamos desarrollado un especial temor por los días en que él estaba

en casa y un casi terror cuando nos anunciaba que le iban a dar vacaciones. Afortunadamente

esto no era muy frecuente porque él era un trabajador obsesivo.

A mis quince años no quería siquiera mirarlo. Creía que él tenía la culpa de toda mi

desgracia, porque yo me sentía desgraciada. A mi modo de ver para lo único que servía era

para estudiar. En las demás actividades mi padre tenía razón: era un fracaso, una inútil, una

"momia", como frecuentemente me llamaba.

Él se refería a mi futuro casi con sorna. Si acaso serviría para ir a "mantequiar" a Cali. Lo

peor era que no me sentía capaz ni siquiera de eso. De manera que yo seguía estudiando,

devorando los libros sin saber con certeza para qué lo hacía.

En mi adolescencia me retiré del mundo. No tuve amigos. Le tenía un especial temor a los

hombres. Siempre mostraba mi peor cara para que ninguno se atreviera a acercarse a mí y, si

alguno osaba hacerlo, le iba muy mal pues lo recibía con mis peores respuestas.

Mi padre me había prohibido tener novio con la amenaza de que si se daba cuenta que

andaba con alguien, hasta ahí llegarían mis estudios. Esto de alguna manera me daba

tranquilidad porque al menos sabía lo que debía hacer: rechazar a todo muchacho que se

acercara aún cuando a los quince años el corazón empezaba a traicionarme.

En el colegio no participaba en ninguna actividad extraclase. No iba a las fiestas ni a los

paseos, argumentando que no me gustaban. En realidad pasaban dos cosas: La primera era

que una rebeldía reprimida me impedía pedir permiso. No quería darle la oportunidad a mi

papá para que se negar y aprovechara para humillarme. Me acostumbré a no ir a ninguna

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parte para no tener que pedirle permiso. La segunda era mi miedo al ridículo. No iba a los

paseos porque no tenía vestido de baño y aunque mis compañeras me ofrecían prestármelo,

me negaba porque la verdad era que me avergonzaba de mi cuerpo. Me sentía demasiado fea

y pensaba que todo el mundo se burlaría de mí. Tampoco sabía nadar ni bailar. Esto último

ha sido un obstáculo que, a pesar de mis esfuerzos (años después estuve incluso en

academias de baile), no he logrado vencer. Creo que la razón para ello es que a mí se me

olvidó la alegría y hasta hoy, cuando me encuentro en un grupo que canta, baila, aplaude,

grita, manifestaciones propias de la euforia, algo en mí se retrae, algo se encoge en mi

estómago y vuelvo a sentir miedo. Eso me hace vivir la alegría artificialmente, al punto que

muy pronto me siento ridícula, me apago y no me permito perder el control y la compostura

en ningún momento.

Tuve tantas conflictos emocionales en mi etapa adolescente que en ciertas ocasiones deseé

morir. Le pedía a Dios que me llevara y a la vez me sentía culpable por desearlo. Mis

sentimientos eran confusos. Por un lado mi resentimiento hacia mi padre y mi compasión

por mi madre. Por el otro, una sensación de culpabilidad por no amar a mi papá.

Paradójicamente, también era rebelde. No con una rebeldía explosiva, sino más bien

analítica, por llamarla de algún modo. No tenía el valor para contestarle nada a mi papá ni

para desobedecer sus órdenes, pero iba haciendo una lista en mi cerebro de las cosas que un

ser humano no tiene por qué soportar y me odiaba por no ser capaz de gritarlas.

También llegué odiar la actitud extremadamente pasiva de mi madre. A veces me cansaban

sus lágrimas y sus interminables y tristes confidencias. Sin embargo, si alguna cosa aprendí

a hacer bien fue a convertirme en su apoyo moral. Desde ese tiempo hasta ahora soy no

solamente su confidente y consejera sino la única persona capaz de levantarla de los estados

de angustia en que la sumen las actitudes de mi papá. Creo que en ese campo también, en

cierto modo, he sido maestra. Para ella me vestía de todo el positivismo, el valor y la fe que

no tenía para mí.

Aún me atormentaba otra cosa. De alguna manera yo entendía la razón del comportamiento

de mi padre y por ello me sentía más culpable al condenarlo en vez de tratar de ayudarlo.

Él tuvo una niñez triste. Su padre no quiso reconocerlo y su madre lo abandonó en brazos de

su abuela, una viejita que seguramente ya había olvidado lo que era un niño. Era demasiado

mayor y estaba demasiado sola. Vivían en una finca alejada del resto del mundo y allí debió

criarse mi padre soportando las vejeces, resabios y locuras de su abuela. No tuvo amigos y

apenas si pudo hacer hasta segundo de primaria, aún cuando su inteligencia añoraba los

estudios. Desde niño debió trabajar. Muy joven se fue de la casa y empezó a ir y venir,

trabajando en fincas y en construcciones hasta que, finalmente, se fue a prestar el servicio

militar. Creo que eso marcó demasiado su carácter porque frecuentemente hacía referencia a

las duras experiencias que pasó allí y siempre quiso educar a sus hijos varones con un

régimen militar. No sé cómo hizo pero logró ingresar a la guardia carcelaria y eso acabó de

endurecer su golpeado carácter.

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Nunca ha sido feliz. Llegó a adulto con una carga de resentimientos que se aumentaban al

sentir el rechazo de la gente. Pienso que en el fondo es una persona demasiado carente de

afecto, pero no se permite mostrar tales "debilidades" porque desarrolló una soberbia que le

hacía pensar que cualquier vacilación era una flaqueza. Imagino que debió sufrir mucho.

Imagino también que algún día se prometió no permitir que nadie volviera a pisotearlo. Sé

que se equivocó al cobrar venganza con el mundo en la persona de sus hijos y su esposa.

Pero las cosas sucedieron así y ya no pueden dar marcha atrás.

No todo ha sido malo, sin embargo. A él le debemos también muchas cosas positivas. De él

heredamos principios como la responsabilidad y la honradez que definen nuestra

participación en cualquier campo de nuestra vida. En sus ratos buenos era cariñoso, aunque

nosotros no lográbamos disfrutarlos del todo porque siempre vivíamos temiendo los

estallidos de su mal humor, los cuales eran impredecibles.

Creo que nos amaba secretamente. Se preocupaba por nuestra salud. A él, a Dios y a la

medicina les debo el poder caminar correctamente, puesto que nací con una luxación de

cadera que no fue tratada a tiempo y que, de no haber sido porque mi papá se sobrepuso a

todos los prejuicios que tenía la gente hace treinta años respecto de los tratamientos médicos

con yeso, estaría condenada a cojear toda mi vida.

De él aprendimos también el amor por el trabajo, por hacer las cosas con toda corrección. De

él aprendí a ser franca, a llamar las cosas por su nombre y, contradictoriamente, heredé

también su altivez, sólo que la guardo en mi interior para tratar de no ofender a nadie con

ella, aunque a veces no puedo evitarlo.

Como es de suponer, todas estas circunstancias hicieron que al terminar mi bachillerato, el

panorama fuera oscuro. Mi papá no había contemplado siquiera la posibilidad de costearme

una carrera. Él siempre se cerraba en que no tenía un peso y eso daba el punto final a

cualquier conversación.

No obstante, mi excelente desempeño en mis labores académicas por fin dio sus frutos.

Obtuve el mejor puntaje del colegio en las pruebas del ICFES y eso me valió para que mis

profesores no concibieran la idea de que yo no siguiera estudiando. Así que la directora de

mi curso llamó a mi padre y trató de hacerle entender que era un gran error no apoyarme

para continuar mis estudios, dadas mis capacidades. Esto lo hizo reflexionar y empezó a

buscar la manera de que yo pudiera hacer una carrera. Habló con un medio hermano suyo

que vive en Popayán, quien siempre ha sido muy cercano a nosotros, y él accedió a

recibirme en su casa, sin recibir nada a cambio.

Así que en los seis meses que siguieron a mi graduación de bachiller, se definió mi futuro y

las cosas empezaron a cambiar positivamente para mí. Una nueva etapa se abría en mi

camino. Llegar a Popayán y a la universidad era todo un reto. Había decidido casi al azar la

carrera que habría de estudiar, porque la Universidad del Cauca no ofrecía en ese tiempo

ingeniería de sistemas, que era lo que yo quería.

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En los cinco años que permanecí allí tuve que enfrentar cara a cara a cada uno de mis

fantasmas y empecé a ganarles la guerra. Poco a poco y no sin esfuerzo de mi parte, fui

venciendo miedos tan tontos como el de comer frente a otras personas, el miedo a que

llegaran visitantes a la casa que en tiempos no muy lejanos me había llevado incluso a

esconderme debajo de la cama, y uno de los más difíciles, el temor a relacionarme con

personas del sexo opuesto.

Justamente en ese aprendizaje estuvo a punto de repetirse la historia de mi madre y por poco

mi papá me lleva de vuelta a casa, cuando apenas iniciaba el primer semestre, al ser

informado de que, al parecer, ya tenía novio.

Mi mamá, quien estaba feliz de que yo estudiara, se opuso rotundamente con un valor casi

desconocido en ella, y le hizo entender a mi papá que no se podía desaprovechar aquella

oportunidad por un simple chisme. Así que seguí estudiando y todavía me demoré un año

más para saber lo que era tener novio.

Los estudios en la universidad me aportaron, más que una estructura de conocimientos

teóricos, una gran formación humanística. Creo que en fin de cuentas elegí la carrera

indicada para un alma prisionera como la mía. La lectura, la escritura, la posibilidad de

compartir experiencias con personas de distintos lugares, y el mismo ambiente, un ambiente

matizado con las pinceladas de los estudiantes de artes plásticas, las interminables y

enrevesadas discusiones de filósofos y antropólogos, en medio de las sublimes notas

arrancadas a bajos, pianos y violonchelos, además de la poesía y la literatura, eran los

elementos perfectos para empezar la reconstrucción de un espíritu.

Yo lo entendí y lo viví así. Sabía que era mi oportunidad no solamente para obtener un título

profesional que me garantizara la independencia tan anhelada, sino para liberarme de todas

las cadenas de prejuicios y temores que hasta ese momento me maniataban. No perdí la sana

costumbre de estudiar con responsabilidad pero trataba siempre de dejar abierta una puerta

en mi vida para las amistades que me propuse cultivar, en un afán por recobrar mi

sociabilidad. Por eso mi sitio preferido de trabajo era la cafetería de la Facultad de

Humanidades, a donde llegaba todo el mundo con ánimo de conversar y compartir un tinto,

para lo cual yo siempre estaba dispuesta.

Otra experiencia me ayudó en mis propósitos. Como el dinero que papá me daba era escaso

y la situación cada día se hacía más difícil, mi mamá, quien estaba dispuesta a no permitir

que yo dejara de estudiar, empezó a asistir a reuniones políticas y logró conseguir mi primer

trabajo. Era justamente lo que necesitaba, dado el poco tiempo libre que me permitían mis

estudios. Yo estaba contenta y aterrada a la vez. Era la oportunidad de ganar mi propio

dinero para no tener que seguir dependiendo completamente de mi padre. Pero también era

un reto frente al cual no tenía el suficiente valor. Fue decisivo el apoyo de mi madre y mi

propia decisión de superar la cobardía de otros tiempos. Así que lo acepté. Ganaría $ 5124 y

trabajaría solamente los viernes y algunos sábados.

El día que debía presentarme en el colegio estuve a punto de no ir. Tenía los pies clavados

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en el piso. Me sobrepuse y fui. Lo que me dijo la hermana rectora del colegio acabó con mi

poco valor. El trabajo consistía en crear un centro de educación de adultos que integrara la

alfabetización con labores manuales como tejido, bordado, etc. Para ello tendría a mi cargo a

las estudiantes del último grado del colegio, el cual era de un estrato medio alto. Aquellas

niñas eran muy finas, vestían elegantemente y al principio me miraron de arriba a abajo

como preguntándose por qué debían obedecerle a aquella muchacha de pueblo cuya pobreza

revelaban a gritos sus gastadas sandalias. Me sentí pequeñita, tan insignificante como

Gregorio Samsa. Quería salir corriendo.

No sé si premeditadamente o por casualidad la monja hizo algo que me puso a prueba de una

vez por todas y que hoy le agradezco. A veces uno necesita terapia de choque. Dijo que era

necesario difundir la información sobre la creación del centro y que para ello nada mejor que

fuera la coordinadora en persona quien realizara la campaña de difusión puerta a puerta. Me

envió a mi sola por todo el barrio mientras yo sentía que las piernas me temblaban. En la

tercera casa, sin embargo, ya me sentía dueña de mí misma y terminé la labor con una

serenidad que me sorprendió.

En los días siguientes me sometió a pruebas similares, esta vez acompañada por las

estudiantes que tenía a mi cargo, con quienes llegué a entablar una gran amistad. Sin

embargo, mi inseguridad no me permitía disfrutar suficientemente el trabajo, así que me

atreví a pedir al coordinador de Educación de Adultos que me trasladara a un centro de

educación nocturno, donde pudiera dictar clases. Después de tres meses conseguí el

anhelado traslado y por primera vez me enfrenté oficialmente a un grupo de alumnos.

Era esa una labor con la que ya estaba familiarizada de alguna manera, así que fue más fácil

para mí. Allí se trabajaba por quimestres. Había un profesor de planta para cada grado y el

resto eran estudiantes que estaban cumpliendo su servicio de alfabetización.

En el quimestre que siguió a mi llegada a aquel centro no nombraron a mis otros compañeros

de planta y me dejaron sola a mí con el cargo de directora del centro. Pasé muchos trabajos

ya que había varias cosas que desconocía del manejo administrativo, pero logré

desempeñarme aceptablemente, aprendiendo cada día más. Luego nombraron una licenciada

para aquel cargo y yo volví a mi puesto de seccional, convirtiéndome en su mano derecha.

Después fui directora por otro quimestre.

Ese empleo me sostuvo durante cuatro años hasta que obtuve mi título universitario. Mis

experiencias allí forjaron mi carácter de maestra con un gran deseo de dejar en cada clase mi

mejor esfuerzo. Creo que fue la mejor práctica docente puesto que los elementos

pedagógicos que nos dio la universidad no me dejaron del todo satisfecha.

Respecto de la formación universitaria tengo dos objeciones. La primera es que los

elementos teóricos se alejan demasiado de la realidad educativa del país. En nuestra carrera

jamás conocimos siquiera los programas que se siguen en la educación secundaria que, al fin

y al cabo, después serían nuestra herramienta de trabajo. También éramos totalmente ajenos

a la problemática del magisterio y a las luchas sindicales, lo que también es contradictorio

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porque ello hace parte de la formación de un maestro.

Mi segunda queja es que en nuestro país todo el mundo puede ser maestro. Es decir, no se

tienen en cuenta las aptitudes personales de quienes aspiren a serlo, sino que se recibe a todo

aquel que cumpla requisitos como el puntaje del ICFES, que por cierto es bastante bajo, y no

se hacen pruebas adicionales de aptitud que busquen medir ciertas capacidades especiales

que debiera poseer un maestro, como sí las hacen en otras carreras. Me refiero

específicamente a las habilidades comunicativas. Son miles los profesores de hoy a quienes

se les dificulta enormemente escribir en forma coherente una carta, hacer un resumen,

exponer un problema o argumentar una posición. Más aún, los maestros en general nos

caracterizamos por ser reacios a escuchar y amantes obsesivos de que nos escuchen. Sé de

muchos profesores cuya vocalización es tan deficiente que difícilmente podemos entender lo

que dicen y, sin embargo, son profesores de idiomas. Todo ello sin contar la cantidad de

maestros que hacen víctimas a sus alumnos de sus desviaciones psicológicas.

En fin, creo que el gobierno colombiano tiene tan abandonada la educación que, en últimas,

le da lo mismo si el profesor tiene o no la formación adecuada.

En mi opinión, ser maestro debería integrar una serie de valores y habilidades que nos

distinguieran como los orientadores de una sociedad en formación. No obstante, las

carencias son alarmantes y el declive de la educación cada día más triste.

Fue en octubre de 1990 cuando obtuve mi título profesional. Significaba entre otras cosas,

regresar a casa donde la situación había tomado un sendero menos escabroso. El cambio en

mi carácter se veía reflejado en cierto respeto que había ganado ante los ojos de mi padre,

quien estaba orgulloso de mí aunque no hubiera querido estudiar derecho, la carrera de sus

sueños. Significaba también consolidar una vida fabricada a punta de empeño, luchando

contra mí misma para lograr ser diferente. Significaba dejar lugares que para mí serían

inolvidables, dejar amistades sinceras, una familia que me acogió en su seno y que merece

toda mi gratitud, y abandonar mi empleo, mis alumnos, mi colegio y todo lo que él

representaba. Dudé mucho en abandonar tantas cosas pero finalmente, con tristeza profunda,

lo hice.

Quince días más tarde empecé a trabajar en Guachené, nombrada con 22 horas cátedra. Al

principio ni siquiera entendía la diferencia entre un profesor catedrático y uno de tiempo

completo.

Cuando fui a conocer aquel pueblo, del que nada sabía, tenía toda la intención de irme a

vivir allá pero, dadas las condiciones, desistí de la idea.

Guachené es un corregimiento de Caloto, ubicado al norte del Cauca, a orillas del río Palo.

Su población es, en su mayoría, negra. Es casi tan grande como la cabecera municipal y

tiene tanto potencial electoral que con frecuencia decide quién ha de ser el alcalde del

municipio. No obstante, esto no ha servido más que para atender ciertos intereses

particulares porque en el desarrollo del corregimiento se respira el olvido de los gobernantes

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locales. Sus habitantes son alegres, amantes de la parranda y de la algarabía; sencillos,

resignados a una vida de carencias ante las cuales les falta empuje y organización para tratar

de solucionarlas. Es un pueblo extremadamente caluroso que carece de agua potable. La

mayoría de ocasiones ni siquiera hay agua y se puede observar el desfile de mujeres con

grandes cestos de ropa sobre su cabeza, acompañadas de sus numerosos hijos quienes llevan

tarros para traer agua del río. Cuando hay invierno, deben dejar que se asiente el barro para

consumirla.

Antes su medio de subsistencia era la agricultura. Cada familia tenía su parcela y allí

cultivaban hortalizas, plátano, yuca, soya, fríjol, maíz, además de los variados árboles

frutales. Después los ingenios empezaron a devorar tierras con sus cultivos de caña y los

guacheneseños se vieron obligados a vender o a alquilar sus lotes para terminar quemándose

en medio de los cañaduzales por un salario ínfimo que apenas sí les alcanza para subsistir. El

desempleo cunde en las esquinas del pueblo donde hombres y mujeres se dedican a jugar

dominó o parqués o simplemente a ver pasar la vida sin hacer nada por ella.

Pues bien, ese es el lugar a donde fui a trabajar recién desempacada de la universidad.

Los grados que me correspondieron llevaban tres meses sin clase de español, esperando a la

nueva profesora. Para mí no fue difícil adaptarme al medio porque la mayoría de mis

compañeros eran muy especiales con quien, en ese momento, era la "niña" del cuerpo de

profesores. También los estudiantes me recibieron con cariño, a pesar de que en general no

son demasiado afectuosos. Para lo único que tenía dificultades era para distinguirlos pues

todos me parecían igualitos.

Valoraba mucho mi nuevo empleo porque sabía lo afortunada que había sido al conseguirlo

tan rápido. Era la oportunidad de desempeñarme en mi especialidad pues hasta ese momento

había sido profesora de todas las áreas, especialmente de matemáticas. También era la

oportunidad de recibir, ahora sí, un sueldo de verdad con el cual empezaría comprar todo lo

que necesitaba.

Era una completa "lechera" haciéndome ilusiones con el dinero que ganaría, y la primera

decepción me la llevé cuando la pagadora me hizo la cuenta de todo lo que me debían

descontar, además de informarme que no me pagarían sino dos o tres meses más tarde. Allí

empecé a vivir la verdadera realidad del maestro.

Muy pronto comprendí las diferencias entre un catedrático y un profesor de tiempo

completo. Me sentí inconforme por ser catedrática y decidí afiliarme al sindicato. Desde ese

tiempo asistí a todas las reuniones que se programaban para los maestros y, especialmente,

para los catedráticos, donde siempre se planteaba la imposibilidad de pasar a tiempo

completo.

El salario prácticamente no me alcanzaba sino para pagar el transporte y la alimentación.

Todos mis sueños empezaron a quedarse sin fondos. Me molestaba no tener la manera de

comprar aquellas cosas necesarias en cualquier hogar. Opté entonces por endeudarme, por lo

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que siempre había tenido mucho recelo, y poco a poco fui comprando lo que hacía falta en

mi casa, muchas veces con la ayuda de mi mamá.

Así transcurrieron tres años entre reuniones, marchas y paros. Me fue difícil aceptar la idea

del cese de actividades porque en mi bachillerato no había hecho otra cosa que criticar a los

maestros por su constante pérdida de tiempo -la cual interpretaba como pereza- con los

consecuentes perjuicios en el nivel académico de los estudiantes. Creo que la desdibujada

imagen que yo tenía de los maestros fue una de las razones por las cuales dudé tanto en

decidirme por esta profesión.

Siendo ya profesora, me sentía culpable por traicionar mis principios de responsabilidad y

cumplimiento del deber, al dejar de trabajar en mis clases. Comprendí, sin embargo, la

compleja problemática que aqueja al gremio y entendí que el arma más inmediata para

protestar es el cese de actividades. No estaba muy segura de que fuera el adecuado pero la

verdad, no veía otra opción.

Salir a marchar, agitar consignas en las calles también me costó bastante esfuerzo, ya que no

había sido criada para protestar sino para callar. Pero me obligaba a hacerlo porque entendía

que ello me podía servir en mi proceso de autosuperación.

A los tres años entonces, y después de mucho trabajo sindical, empezó la conversión de

catedráticos a profesores de tiempo completo. Fue la culminación de una lucha. Más de 800

profesores del departamento dejaríamos la hora cátedra.

Todavía en la semana en que debía salir nuestro nombramiento tuvimos que hacer

actividades tendientes a presionar la diligencia administrativa y nos tomamos la

Gobernación del Cauca. No me perdí ni una sola actividad porque consideraba un deber

participar si queríamos obtener un beneficio, como efectivamente sucedió.

Normalmente yo asistía sin falta a cuanta asamblea y marcha se programaba. Me gustaba

hacerlo porque era la manera de estar al día en todo lo relacionado con la problemática del

magisterio. Me acostumbré a asumir las actividades sindicales con la misma responsabilidad

y disciplina con la que asumo mis clases diarias. No puedo entender cómo muchos

profesores acatan la orden de cese de actividades y se desconectan de su labor de maestros,

quedándose en su casa sin la menor preocupación y el mayor descaro.

Precisamente esto, unido a los pocos resultados que hoy en día obtiene el movimiento

sindical en Colombia, ha hecho que cada día me distancie más de ello, aunque jamás perderé

el interés por vivir bien informada sobre nuestra situación.

Me preocupa sobremanera la actitud que hemos asumido los maestros en general frente a

nuestro trabajo. El paro se ha convertido en un arma de doble filo. Por un lado, cesar las

actividades pretende llamar la atención de un gobierno sordo a las peticiones de los

maestros. Por el otro, parar se ha convertido en un verbo que nos hemos acostumbrado a

conjugar en todos los tiempos y personas. Somos conscientes de que éste es un mecanismo

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de protesta que ha perdido eficacia ante la indiferencia gubernamental frente a la educación.

No obstante, nos es difícil deshacernos de el porqué, en mi opinión, en el fondo hemos

empezado a anhelar secretamente el paro como una prolongación indefinida de las

vacaciones.

Para muchos, un paro es el momento perfecto para ir de compras, pasear a los niños, visitar a

los amigos, conversar en las esquinas, realizar la diligencia pendiente desde hace tiempo,

etc., etc., todo, menos una verdadera lucha sindical. Es más, me he encontrado con maestros

que, estando en paro, si se les pregunta cuáles son los motivos de éste, no logran expresarlos

con claridad porque difícilmente asisten a una reunión y cuando lo hacen se dedican a hacer

lo que tanto queremos corregir en nuestros estudiantes: desorden (charlar atrás, leer el

periódico, mirar revistas de Yanbal, etc.)

Tampoco yo he sido del todo ajena a esa situación. Y es que en muchas ocasiones nuestras

cabezas sindicales nos envían a ceses de actividades, llenándonos una hoja con un pliego de

peticiones que, palabras más, palabras menos, contiene los viejos asuntos por los que ya se

han hechos muchos paros. Después de una semana, un mes o dos de supuestas y arduas

negociaciones, nos leen un acuerdo gobierno-sindicato, lleno de promesas vestidas

solamente con palabras. En el fondo todos sabemos que una vez más hemos sido utilizados

en los manejos clientelistas que se presentan también a nivel de las directivas sindicales y,

sin embargo, en un esfuerzo por tapar el sol con un dedo, rompemos en un sonoro aplauso

porque "una vez más el magisterio colombiano ha triunfado".

No desconozco las conquistas que, a nivel sindical, se han logrado. Sé que los profesores

jóvenes hemos encontrado un camino abierto gracias al sudor y la sangre derramada en las

luchas sindicales de antaño. Sé también que los trabajadores colombianos necesitamos de un

movimiento que vele porque no se violenten nuestros derechos. No comparto, sin embargo,

que muchos dirigentes sindicales hayan empezado a responder más a sus intereses

particulares que a los intereses del magisterio que, en fin de cuentas, es el que los elige y los

sostiene allí.

Tampoco comparto que nosotros, como base veamos en el sindicato el escudo perfecto para

justificar los pretextos de nuestra irresponsabilidad, convirtiéndose incluso en abogado de

causas perdidas.

Pienso que a los maestros nos falta una verdadera cultura sindical que nos lleve a las luchas

con plena conciencia de lo que ellas significan. También creo que en los últimos años han

sido tan seguidos los paros, que en algunos maestros ha empezado a filtrarse la idea de no

trabajar como una tentación atractiva y para ceder a ella, sino hay paro, nos ataca la

"reunionitis", enfermedad muy común en las instituciones educativas estatales. Todo esto

porque no hemos interiorizado la importancia real que tiene nuestra profesión en el destino

de la sociedad.

A veces pienso que en nuestro gremio hay gente tan capaz que, si canalizara toda la energía

que posee en el sentido de un trabajo comprometido, nuestro sistema educativo podría

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mejorar aún en contra de las propias prioridades de los gobiernos centrales. No obstante, los

profesores colombianos seguimos empeñados en creer y hacer creer que realmente con los

ceses de actividades se alcanzan grandes conquistas, lo que se desvirtúa si se observa el

contenido de los últimos acuerdos. Se hace necesario, entonces, empezar a buscar nuevas

alternativas de presión que reivindiquen nuestra imagen ante las comunidades y propendan

verdaderamente por defender nuestros derechos y hacer respetar el derecho a la educación

que tienen todos los colombianos.

La conversión de profesores de hora cátedra a tiempo completo fue justamente el producto

de una serie de actividades de distinta índole, incluyendo el aspecto jurídico y las

concertaciones, aunadas a la presión constante por parte de las bases magisteriales. Como

decía, entre septiembre de 1993 y marzo de 1994 se realizó dicha conversión en nuestro

departamento y todos pasamos a ser profesores de tiempo completo, solucionando en gran

medida los problemas de déficit de profesores de que adolecían las instituciones en ese

momento.

Justamente en el ir y venir de la semana en la que nos nombraron, conocí a. hombre que

habría de estremecer todas las estructuras de mi alma, con un amor que se introdujo por cada

poro de mi piel.

A mis veintiséis años desconocía casi por completo las tormentas y las mieles que nos hace

probar un amor de verdad. Había salido con algunas personas, pero mis romances

comenzaban y terminaban con una facilidad increíble. Aunque a veces me arrancaban

algunas lágrimas, era cuestión de muy poco tiempo para que hubiera enterrado mi amor por

ellos con todos los recuerdos que lo circundaban.

Esa experiencia fue totalmente distinta. Mi corazón, mi razón y mis sentidos coincidieron en

amarlo con las mayores descargas de amor de que fuera capaz todo mi ser. Fue un idilio de

aquellos en los que uno se adormece con el susurro de un "te amo" para despertar al día

siguiente con el sabor de un beso que se ha quedado grabado en los labios. Fue un amor que

me hizo romper las últimas cadenas que me ataban a los prejuicios y a las inseguridades de

la adolescencia.

Él, un hombre inteligente y tierno al que también lo sorprendió el amor, fue dejando caer

frente a mí todas las máscaras que a veces usan quienes temen enamorarse, para terminar

desnudando su alma en busca de alguien que lograra acogerla.

Vivimos un romance que nos hizo entender que el amor y la felicidad no son invenciones

líricas de los poetas, sino que pueden llegar a arrasar nuestra vida con todos sus néctares y

manjares.

Estábamos siempre juntos, aún cuando la distancia se midiera en kilómetros, y para ello nos

convertimos en los mejores clientes de Telecom y revivimos además aquella costumbre de

los amores de antaño que las nuevas generaciones tienden a olvidar: escribir.

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Debo decir que él me enseñó y me incentivó a escribir. Hasta entonces toda mi producción

escrita se limitaba a los fríos y dirigidos trabajos universitarios y a uno que otro ensayo que

nunca conservé. No sabía lo que era darle la pluma al alma para que fuera ella quien se

expresara. Nunca había escrito una carta de amor Pensaba que era ridículo y que ella no

podía contener más que tonterías. Pero cuando comencé a recibir sus cartas, me di cuenta

que el género epistolar podía ser mucho más valioso y empecé a incursionar en ese campo.

Recuerdo su gran alegría cuando recibió mi primera carta. Después «guio una serie de

misivas que intentaban traducir el torrente de inspiración que fluía por cada una de mis

fibras. Él se deleitaba tanto con su lectura que un día me sorprendió al mostrarme un álbum

en el que las había ordenado por fechas, en una colección que alcanzó un gran número.

Siempre me decía que algún día las iba a publicar. De ellas tampoco conservo más que

algunos fragmentos. Todas se quedaron en sus manos, las manos de quien podía ser su mejor

crítico porque, en fin de cuentas, habían sido escritas sólo para él.

En ese tiempo mi alma se asemejaba a aquellos campos reverdecidos tras una suave y

bondadosa lluvia, para luego disponerse incluso a florecer.

Aquella primavera, sin embargo, poco a poco fue tornándose en un otoño prolongado que

iba deshojando nuestras ilusiones de permanecer juntos. Se convirtió finalmente, en el más

largo invierno de mi vida , de su vida, de una vida que dejó de ser nuestra para arrastrarnos

lejos, muy lejos uno del otro, en una ausencia que no cedió a las lágrimas, sumiéndonos en

el dolor del silencio.

No sobrevivió nuestra relación a los tres años, aunque el amor se quedó dentro de nosotros,

como una llamita inconfesable, durante mucho tiempo más. Es difícil recuperarse de algo

así. Es difícil despertar y volver a ver el mundo con sus nubes oscuras. Pero el tiempo

remedia todos los males y cierra todas las heridas, aunque aún la luna llena se asome

nostálgica a mis recuerdos.

Hoy mi vida está en el proceso de abandonar los tonos grises para intentar matizar sus días

con nuevos colores. Hoy camino de la mano de alguien que ha hecho todo por rescatarme de

la soledad a la que me había condenado, para llevarme a una playa tranquila, lejos de las

tormentas del llanto y del vacío. Su alegría y la firmeza de su amor me han hecho albergar el

deseo de una familia, de un hogar.

Muchas cosas han cambiado dentro de mí. He crecido. He superado los abismos insondables

que me atormentaban y pude llegar a la otra orilla. Hoy veo las cosas de distinto modo. Y en

esa experiencia he tratado de despojarme de todo aquello que me hacía daño.

La situación en mi familia es diferente. Todos crecimos, maduramos y en ese recorrer

tratamos de olvidar. Para algunos ha sido más fácil; para otros, los fantasmas de la infancia

aún se asoman de vez en cuando.

Mi padre ha envejecido y ahora me duele. No ha logrado superarse a sí mismo. Aunque

Page 149: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

disminuyó considerablemente su agresividad, quizás porque nuestra actitud indiferente lo

obligó a ello, tuvo la pésima idea de cambiarla por autocompasión. Me duele porque ahora

lo entiendo más. Trato de comprender sus razones aún cuando no las comparto. Me duele su

afán de cariño, un cariño que no logró cultivar en nuestro corazón y que hoy es tierra estéril.

No aprendimos a abrazar, a besar, a decir te quiero y a veces he sentido muchas ganas de

decírselo.

De todas maneras nosotros, sus hijos, con conflictos o sin ellos, trasegamos por la vida

demostrándonos a nosotros mismos que somos personas capaces, que podemos alcanzar

cualquier meta que nos propongamos. Le debemos a Dios toda la fuerza de voluntad que nos

ha sobrado. Le debemos a nuestra madre su abnegación, una abnegación a toda prueba y,

paradójicamente, aunque le debemos muchas de nuestras limitaciones, le debemos también a

nuestro padre la mano oportuna que nos ha tendido cada vez que hemos caído.

Mis hermanos y yo somos ahora como dice mamá: "harina de otro costal"; cada uno ha

encaminado su vida por rumbos distintos en busca de la superación. Ahora tan sólo me

preocupan ellos, mis padres, el hecho de que tras treinta y dos años de matrimonio aún no se

han dado cuenta que sólo se tienen el uno al otro para ser felices; que ya no hay tiempo para

el mal carácter de mi padre ni para los tardíos destellos de rebeldía de mi madre; que Dios

les está dando vida para reconstruirse, para entender que cada minuto es tan valioso que no

se puede desaprovechar en revivir inútiles rencores del pasado.

Es esa mi filosofía de la vida. Hoy entiendo que el tiempo corre inexorablemente,

enfrentándonos cada vez a la realidad de que nos quedan menos días para ensayar, para

experimentar, para aprender, para vivir. Por eso trato de disfrutar al máximo lo que hago,

sabiendo que el único pretexto para el arrepentimiento es el haber dejado de vivir, de

aprovechar las oportunidades que se cruzan en nuestro camino.

Me he hecho fuerte, dispuesta asumir la vida con responsabilidad, con disciplina pero

también con alegría. Por eso ya no me quejo; no porque me haya convertido en una

conformista sin igual sino porque sé que con ello no van a cambiar las cosas; por el

contrario, van a empeorar puesto que un estado de ánimo negativo sólo reclama decepciones.

Por eso no entiendo porqué los seres humanos tendemos con tanta frecuencia a convertir los

lugares donde se desenvuelve la mayor parte de nuestra vida (el hogar y el trabajo) en

oficinas de quejas y reclamos. Vivimos tan preocupados en darnos golpes de pecho por el

pasado y en construir un futuro, que se nos olvida que realmente lo único que tenemos es el

presente. A este respecto, hace poco escribí estas líneas:

No sé si el futuro existe y a decir verdad poco me interesa comprobarlo. Inmolé muchos

años de mi vida en su honor. Por demasiado tiempo anduve como un relojito, como un

soldadito de plomo que no perdió jamás el compás, temerosa de que en un instante de

distracción o de descuido, pudiese escaparse mi futuro por las hendijas de una vacilación.

En las noches, en aquellas largas noches de mi adolescencia que a veces quisiera olvidar, lo

Page 150: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

veía como un gran pulpo que me amenazaba con sus tentáculos y me aprisionaba en la idea

del mañana.

No sabía exactamente dónde estaba mi futuro pero lo presentía, le temía y trabajaba como

hormiga por él y para él. No existía otra cosa para mí. El presente se esfumaba tan rápido

que en un instante era pasado, dejándome sola frente a un futuro incierto que en ocasiones

me hizo albergar el cobarde deseo de la muerte.

Un día empecé a despertar; abrí los ojos con dolor ante la triste realidad de que había

dejado escapar diez años de mi vida sin saborearlos, sin tropezados, sin reconstruirlos, sin

disfrutarlos, pasándolos como se traga una pastilla, sin sabor y sin dolor, escondida tras los

papeles, los libros, los lápices, las notas, los aplausos, metida en las cuatro paredes de mi

miedo, ese miedo que disfrazaba de disciplina y que no era otra cosa que un inmenso miedo

a la vida.

Me di cuenta de todas las cosas que no aprendí, de todas las oportunidades que

desaproveché, de todos los errores que no cometí, malbaratando así posibilidades

irrepetibles, mientras la vida se deslizaba como una barca lejana que y o no había sido

capaz de abordar.

De ahí en adelante me dejé estremecer por las palabras de Jorge Luis Borges, las cuales

empezaron a hacer eco en mi conciencia:

"Si pudiera vivir nuevamente mi vida en la próxima

cometería más errores.

No intentaría ser tan perfecto,

me relajaría más,

sería más tonto de lo que he sido;

de hecho tomaría muy pocas cosas

con seriedad...

Correría más riesgos,

haría más viajes,

contemplaría más atardeceres,

subiría más montañas, nadaría más ríos...

tendría más problemas reales

y menos imaginarios..."

De ahí en adelante entonces, empecé a enterrar el futuro en las sombras de lo desconocido y

descubrí el ahora, el ya, el presente, ese instante fugaz que nos ofrece la vida como el único

momento en que podemos arrebatarle todos sus tesoros.

No sé si mi trabajo de hoy esté forjando un futuro, como tampoco sé si mañana estaré en

este mundo. No sé si este sendero que he empezado a andar me llevará al triunfo social y

económico que todos anhelan. Quizás muchos esperen un día especial para estallar de

felicidad por el éxito obtenido. Por lo pronto, yo he dejado que mi alma se convierta en zona

volcánica en permanente actividad y no espero la felicidad porque ahora sé que ella está

Page 151: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

conmigo...

Por eso lo único que me interesa es el hoy y en el hoy trato de hacer las cosas bien porque

disfruto haciéndolas. Porque mi único compromiso es con el presente; del porvenir que se

ocupen los astrólogos.

Hay una frase que me encontré hace días en alguna parte: "Si el problema tiene remedio,

¿por qué te quejas?, y si no lo tiene, ¿para qué te quejas?"

Ya no me quejo. Ya no dejo que la ira o el desconsuelo se apoderen de mí. Ni siquiera

cuando las nubes de polvo que entran ahora por las ventanillas abiertas de la Rayuela,

empiezan a cubrirnos con su fina capa color rojizo. No hemos hecho nada por remediarlo,

como sí lo hicimos en cambio en mi barrio, donde por fin, después de veinte años, vimos

llegar uno de los regalos de la civilización: el asfalto.

A lo lejos alcanzo a ver ya el puente sobre el río Palo, el mismo que estuvo quebrado durante

mucho tiempo, tiempo durante el cual el bus debía pasar por el río, mientras nosotros

sentíamos un profundo frío en el estómago, tan profundo y tan frío como las oscuras aguas

de nuestro río.

Desde ese tiempo aquella ruta de buses desapareció para dejarnos a la vera del camino

esperando el buen corazón de algún volquetero.

Poco a poco, con la eterna paciencia de don Fefo, nos acercamos al pueblo. Se ven ya sus

casas, algunas viejas, otras apenas en proceso de construcción; sus calles llenas de huecos

revelan los últimos vestigios del rudimentario pavimento que lucieron algún día.

Desde aquí se alcanza a escuchar la estruendosa música que sale de la cantina ubicada en la

primera esquina del pueblo. Es lunes. Día de mercado. Día de fiesta, según me ha parecido,

pues los lunes salen las mujeres, los muchachos y los niños; unos a hacer el mercado, otros,

a darse una vuelta por la pequeña plaza. En todo caso siempre queda espacio para "darse una

bailadita", para tomarse un trago o para apostarle a la suerte en alguno de los juegos de azar

que llevan hasta allí gentes de otros lugares.

Definitivamente en Guachené no existe el silencio. Los hombres, parados en las esquinas,

conversan a gritos y estallan en sonoras y a veces grotescas carcajadas. Algunos de ellos son

"paleros" y están esperando las volquetas para ir a sacar la arena del río. Otros, simplemente

han salido a departir con los amigos, a hablar de fútbol -la pasión del guacheneseño- y a ver

"cómo es el parche para hoy".

La Rayuela cruza en la tercera esquina a la izquierda y sigue derecho dos cuadras. Allí está

mi colegio, esa construcción que un día fue blanca y que es víctima de nuestro descuido, con

una zona verde que envidiarían muchos planteles y que, sin embargo, nosotros no hemos

valorado y aprovechado suficientemente.

Page 152: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

El carro que transporta a los profesores que vienen de Cali, Puerto Tejada y Villarrica,

también acaba de llegar. Los estudiantes, con sus camisas blancas y sus faldas y pantalones a

cuadros, van entrando uno a uno en este plantel que nos acoge a todos. Siempre me ha

gustado la hora de llegada al colegio. Es bonito ver cómo cerca de quinientas personas nos

damos cita en un mismo sitio para entretejer nuestras vidas, en un esfuerzo mutuo de

superación. Quizás sólo nos falta enhebrar bien el hilo de la comunicación para evitar que

todo aquel trabajo empiece a desmoronarse. En fin, todos los días son una nueva oportunidad

para intentarlo y éste es un nuevo día.

Page 153: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

TERCER TALLER:

POLÍTICAS, EVALUACIÓN Y RITUALES

NOTA11:

EL NUEVO PAPEL DEL CIENTÍFICO SOCIAL

En la investigación La vida de los maestros colombianos se revisaron más de seis mil

trabajos sobre los maestros y la educación en el país, elaborados durante los últimos

cincuenta años del siglo XX. De estos documentos se seleccionaron los tres mil más

relevantes y de mejor calidad. El análisis de ese material reveló que en la gran mayoría de

los casos los temas y la manera de tratarlos seguían una tendencia uniforme que iba variando

con los cambios de las políticas generadas y financiadas por los organismos internacionales

que dictan la política educativa. La investigación, los ensayos y las consultorías sobre

educación en esa segunda mitad siglo estuvieron determinados por organismos foráneos y

por temas y políticas diseñadas desde el exterior; una clara demostración del agudo grado de

dependencia de los intelectuales de la educación.

Sólo un pequeño grupo de los trabajos se refería a las problemáticas nacionales, a la realidad

educativa del país. La situación es muy clara: la mayor parte del esfuerzo investigativo, de

consultoría y de proyectos que producen informes con resultados, son financiados directa o

indirectamente por organismos internacionales. Esta situación crea un inmenso techo de

trabajos y de políticas con escasa relevancia para las necesidades de la educación real del

país. Por eso es de suma importancia la aparición de un nuevo tipo de científico social y

pedagógico que trabaje con y para la escuela, que labore en favor de la formación de

maestros, de alumnos, de directivos, incluso de padres de familia y de instituciones de la

sociedad civil, que generen un cuerpo vigoroso de investigaciones, de diagnósticos y de

políticas educativas basadas en la realidad nacional, regional o local. Razón por la cual

vamos a exponer algunas notas que sirvan para comenzar una discusión sobre lo que podría

ser y hacer ese nuevo tipo de científico social que, sin perder sus vínculos cognoscitivos con

la comunidad científica internacional, sea capaz de generar conocimientos relevantes y útiles

a la escuela y al país; y de practicar y sistematizar una pedagogía que democratice el saber

científico, particularmente el que tiene que ver con la labor investigativa en la escuela.

La investigación educativa nacional ha sido llevada a cabo casi exclusivamente por

científicos sociales, economistas, sociólogos, psicólogos, historiadores y antropólogos.

¿Cómo conseguir que los pedagogos y educadores se apropien de esta actividad y

resignifiquen, ellos mismos y dentro de la institución escolar, su trabajo? ¿En esta tarea

esencial porque la escuela asuma el estudio y la transformación de sí misma, qué papel juega

el científico? Indudablemente hay varios caminos que pueden colaborar en esta tarea. Aquí

queremos referirnos a la investigación científica en la escuela y a los cambios que

experimentará el papel del científico dentro de ella.

¿Cómo enseñar a investigar a maestros, estudiantes, directivas, padres de familia? Así como

Page 154: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

los actores del mundo escolar aprenden a investigar y amplían sus horizontes culturales

también los científicos que trabajan coordinando investigaciones en la escuela aprenden de

su cultura y sobre la manera de investigarla. Aprenden que es conveniente un cambio en el

papel que detenta el director de investigación, quien suele tener un equipo que trabaja para

investigar lo que él propone; cambio que debe darse para que el director de investigación se

convierta en un coordinador que trabaja acompañando a los actores de la escuela, para que

sean ellos los que definan su investigación, la diseñen, la lleven a cabo y para que al final

sean ellos quienes escriban su informe. Hay pues un cambio de centro: el centro de la

investigación no es el investigador sino los actores de la escuela que investigan. Es lo que se

puede llamar "desempoderamiento" del investigador.

La investigación y la formación de investigadores en las universidades, han sido

tradicionalmente fenómenos elitistas. Toda investigación supone y genera un conocimiento

especializado que requiere largos años y generalmente es costoso. Pocos tienen acceso a este

conocimiento. Pocos entienden su lenguaje sofisticado, técnico y complejo. Es un

conocimiento exclusivo, es decir que incluye a pocos y excluye a muchos. Por lo tanto es un

conocimiento generador de poder.

¿Cómo llevar a cabo el desempoderamiento del científico elitista?

El científico que desea enseñar el arte de la investigación en la escuela y sobre la escuela, no

debe llevar las preguntas ya precisadas ni una propuesta de investigación rígida y diseñada.

Debe trabajar con los maestros y alumnos para definir las preguntas que la realidad les

sugiere a ellos; debe guiarlos metodológicamente para que descubran cómo recoger

información que ayude a resolver sus preguntas; debe ayudarlos a interpretar, a construir

conceptos a partir de su investigación, a escribir el informe de la investigación que ellos se

plantearon a partir de su realidad escolar, y no de las discusiones teóricas en boga en el

ámbito internacional. El científico debe poner su conocimiento al servicio de los actores de

la escuela y no como tradicionalmente ha sucedido, que el científico pone a los actores de la

escuela al servicio de sus intereses.

De esta manera el científico puede llevar a cabo una tarea que va más allá de la investigación

en la escuela:

Puede contribuir a generar una pedagogía de la investigación en el mundo escolar, es

decir, con actores cuya función primaria no es ser investigadores.

Formar en investigación más allá de la ortodoxia de los manuales de metodología,

de acuerdo con los asuntos de la escuela, de acuerdo con las necesidades de

transformación de la escuela.

Multiplicar su acción formadora con la capacidad de irradiar el conocimiento que

posee la escuela.

Contribuir a la democratización de la investigación como una forma de conocer,

quitarle la naturaleza elitista a esa actividad.

Organizar proyectos de publicación de las investigaciones hechas de esta manera en

la escuela, con el fin de devolverle a ésta la palabra y la iniciativa de aprender, de

Page 155: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

crear conocimiento, de transformarse y de difundir ese conocimiento en otras

escuelas.

NOTA 12

LOS TALLERES

Una de las herramientas fundamentales de un proyecto de investigación escolar es el trabajo

en talleres. Los talleres son formas de organización del trabajo, muy elásticas y adaptables a

la naturaleza de la investigación, a las circunstancias de los actores de la escuela y al tiempo

de los científicos. Su diseño puede adecuarse a los temas, los espacios, los tiempos, la

diversidad de los investigadores escolares, las técnicas de recolección de información, los

horarios y cronogramas escolares y los momentos de la investigación. Enumeramos en

seguida algunas de sus ventajas, de sus deficiencias y de los procesos que puede desatar.

Una de sus ventajas pedagógicas más valiosa es la práctica del trabajo en grupo, forma

de organización fundamental en la ciencia. El trabajo en grupo permite incentivar

modos de participación como la solidaridad, la división del trabajo, la expresión de

ideas diferentes como parte esencial y positiva de la colaboración en el trabajo y no

como una forma de agresión. En la labor investigativa disentir es un valor, una

característica de la cultura. El trabajo científico es esencialmente grupal y necesita

generar una cultura del trabajo en equipo para desarrollar su empresa. La creación de

valores relativos a la aceptación del otro, del diferente, del que piensa de distinta

manera, es de la mayor importancia para propiciar la convivencia social y aprender a

resolver diferencias y conflictos por medio de la palabra, sin violencia o agresión.

El trabajo en grupo permite también la inclusión de un número mayor de

participantes, lo que facilita procesos de formación costeables dada la duración,

relativamente prolongada, que exige un proceso de investigación por ser ésta una

actividad compleja. Es además una forma de inclusión y una manera de contrarrestar

la naturaleza elitista de la investigación.

El trabajo en grupo genera reacciones emocionales como parte del proceso de

investigación que tienen efectos deseables tales como que, los maestros y los alumnos

se sienten y son protagonistas de su vida laboral al recoger e interpretar datos sobre su

propia vida, sobre sí mismos y sobre su realidad inmediata, lo que los lleva a ver

aquello de manera diferente, a verse con nuevos ojos. Esta nueva mirada los incita a

escribir sobre aquello original de sí mismos y de su mundo. Descubrir produce un

cambio en el interior de los actores de la escuela porque no están hallando algo ajeno

que pertenece a un mundo externo, sino algo sobre su propio mundo, el que ellos

mismos han ayudado a construir.

Investigar el mundo escolar es una manera de aprender a leerlo, a leer su cultura, su

significado, a leer la forma de su organización. Es también el esfuerzo de comunicar

ese hallazgo, de escribir algo que resulta fundamental a sus vidas, a sus experiencias

Page 156: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

cotidianas. Es leer y escribir con un sentido más profundo. Una forma de

alfabetización, tarea esencial del maestro y del alumno, de la escuela. Un ciudadano

que aprende a leer con sentido su mundo y su sociedad, es un ciudadano más pleno,

un ciudadano que puede participar de manera consciente en la vida pública. Ésta es la

alfabetización ciudadana, la educación para la ciudadanía.

Descubrir, por ejemplo, la dinámica y el sentido del poder en la escuela,

particularmente teñida por su tradicional autoritarismo; conocer cómo los alumnos, y

los padres de familia viven el poder escolar; entrar a mirar las consecuencias de ese

poder en la formación de ciudadanos y en la vida en sociedad, lleva a la crítica y a la

necesidad de transformar el autoritarismo en vida escolar democrática.

Es también importante para maestros y estudiantes hacer consciencia de que no se

necesita piel blanca ni ojos azules, ni hablar en inglés ni bata blanca para ser

científico, para atreverse a hacer ciencia trabajando en su propio mundo multicultural

y multirracial. Los actores de la escuela también deben ver que para hablar de sus

investigaciones no es necesario utilizar una jerga que solamente comprenden unos

pocos. El investigador puede hablar de manera clara y es muy poco lo que pierde al

eliminar la jerga, al contrario, gana en comunicación dentro de la escuela y dentro de

su sociedad.

La experiencia nos ha enseñado que los incentivos que reciban la escuela y los

maestros por hacer investigación no deben consistir en dinero o en descargas

académicas excesivas o en prerrogativas derivadas de reivindicaciones laborales.

Preferiblemente los participantes deben ser voluntarios y estar motivados por los

aprendizajes resultantes, por la oportunidad de mejorar su magisterio. En cambio son

de singular importancia incentivos como la publicación de los resultados de la

investigación, de tal manera que tengan la posibilidad de circular por canales de

distribución al alcance de la sociedad y no solamente del mundo escolar. La

publicación de los resultados de la investigación es el modo de celebrar el "cierre de

tejado", es el premio al trabajo de los investigadores y también la manera de dar un

paso para comenzar la discusión de los hallazgos de la investigación por fuera del

ámbito escolar; es contribuir a que la educación se convierta en un asunto público.

Los talleres pueden organizarse en diferentes niveles y en un número acorde con las

necesidades del proyecto. Supongamos, por ejemplo, que un proyecto dado requiere

de un grupo de tres científicos, cinco coordinadores de la escuela (directivo, maestros,

estudiantes, padres) y quince investigadores de la escuela. Tenemos tres instancias o

niveles diferentes. Se puede pensar en este caso que los científicos necesitan reunirse

en taller para preparar el trabajo en cada uno de sus momentos, hablar de las tareas,

pensar la forma de evaluar el proceso, etc. Los coordinadores y los científicos pueden

organizar talleres de formación, de realización de tareas específicas, de discusión de la

marcha de la investigación y de la manera de resolver asuntos que tienen que ver con

la organización del trabajo de campo, por ejemplo. Los coordinadores junto con los

investigadores harán talleres específicos a cerca de organización, acerca de conceptos,

Page 157: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

sobre técnicas de recolección de datos, sobre evaluación de los trabajos, sobre

búsqueda conceptual a partir del material recolectado, etc. Finalmente se llevarán a

cabo talleres en los que participen todos los que trabajan en la investigación. Lo

fundamental es la fluidez de la información y de la formación entre los niveles, de

manera que todos aprendan y enseñen, que entre todos descubran, decidan cómo

interpretar, cómo organizar el informe, etc. Es esencial la circulación de saberes,

ideas, tareas, descubrimientos en grupo, evaluación, diseño de políticas. Esa

circulación, esa discusión y solución de problemas planteados por la investigación

tiene un alto poder formativo y tal vez sea uno de los puntos pedagógicos más

importantes del proceso de investigación educativa en la escuela.

NOTA 13:

LA CONSTRUCCIÓN DE CONCEPTOS Y POLÍTICAS

Este es tal vez uno de los puntos más difíciles de la investigación etnográfica en la escuela y

en él el científico que coordina el proyecto es quien juega el papel más complejo y delicado.

Veamos por qué:

En los trabajos de tipo cuantitativo la teoría antecede al trabajo de campo, es decir,

la pelota se saca desde la parte "teoría" de la mesa de ping pong. La teoría que se

emplea es de alguna manera derivada de los paradigmas o de las teorías en uso, y se

trata generalmente de observar si funcionan bajo circunstancias diferentes o si la

inclusión de factores o variables no tenidas en cuenta por el paradigma, afectan los

resultados; si en las teorías es necesario hacer variantes en su funcionamiento bajo

circunstancias diferentes a las que le dieron origen. Se trata de concluir si los datos

obtenidos en la recolección de información afirman o niegan estas hipótesis y

reformular, si es del caso, la dinámica social que plantea la teoría, bajo

circunstancias diferentes.

Inscribirse en una teoría o en un paradigma construido con una metodología delineada con

rigor y con la aceptación de la comunidad científica, ofrece muchas seguridades y evita los

riesgos de la construcción de conceptos a partir de una realidad. En la investigación

cualitativa sin teoría, en cambio, no existe un referente teórico explícito anterior para la

escuela o conjunto de escuelas, y se trata de generar conceptos y recomendaciones de

política desde la realidad que se estudia.

Por otra parte, la responsabilidad del científico que coordina la investigación en la

escuela se deriva de que él ha sido formado teórica y metodológicamente y ha

desarrollado de manera profesional la capacidad de hacer teoría y a partir de ella

proponer recomendaciones de política. Mientras que los actores de la escuela tienen

un saber diferente que no consiste precisamente en hacer ciencia y carecen de ese

conocimiento específico.

Los dos hechos anteriores conducen a la necesidad de formular una estrategia pedagógica

para resolver éste que tal vez sea el obstáculo principal del trabajo en las escuelas con la

etnografía. He aquí algunas sugerencias iniciales:

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El camino más claro de esta manera de trabajar es lo que se denomina en el mundo científico

"aprender haciéndolo", es decir, trabajando con los que saben cómo hacerlo. La discusión y

solución de los múltiples desafíos que platea la investigación con el científico es una forma

particular de docencia y aprendizaje muy activa y poderosa puesto que ambos están

trabajando sobre un asunto que desconocen y enfrentan el mismo problema como equipo.

Una estrategia para iniciar la creación conceptual consiste en propiciar la imaginación de

metáforas significativas que ayuden a entresacar hechos centrales, fenómenos, procesos,

conflictos, que puedan conducir a la construcción de conceptos. Un ejemplo podría ser dado

por un grupos de maestros de San Andrés y Providencia, islas del Caribe colombiano que

hablan un "patois" o inglés propio y que como pertenecientes a la cultura Caribe son muy

comunicativos. Los maestros plantearon que el problema central de las islas era su mudez.

"Los sanandresanos somos mudos, —aseveraban— porque si hablamos nuestro inglés nadie

nos entiende y nuestro castellano es básico, puesto que poco lo usamos entre nosotros". La

mudez es una metáfora que encierra elementos centrales de su situación cultural y educativa,

elementos que fueron posteriormente desarrollados.

Una vez trabajada la construcción de conceptos al nivel de producción metafórica, puede ser

conducente la preparación, por parte del científico, de lecturas teóricas que puedan ayudar a

cada grupo a avanzar en la creación conceptual según temáticas y asuntos que estén en

discusión.

Pueden también organizarse, en el momento oportuno, talleres sobre teoría

pertinente a la investigación que lleva a cabo la escuela. Talleres dirigidos por el

científico coordinador o llevados a cabo con invitados, en los que haya discusiones

sobre los ejercicios de teorización o construcción de conceptos hechos por los

investigadores.

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NOTA 14:

LA EVALUACIÓN CUALITATIVA DE LA INVESTIGACIÓN

En cada uno de los pasos, momentos o asuntos fundamentales de la investigación puede

llevarse a cabo un proceso de evaluación de la marcha del proyecto, tanto del desarrollo

cognoscitivo como de las situaciones emocionales que se han generado o de los procesos

pedagógicos que se utilizan para la investigación y para la formación. Esa evaluación, de la

que se hará un reporte cuidadoso, constituirá un aporte de gran importancia para comprender

procesos de aprendizaje, aciertos y desaciertos pedagógicos, formas de resolver problemas,

conflictos, situaciones emocionales que surgen de la investigación en grupo (Castañeda y

Parodi). Puede convertirse en una investigación sobre el proceso de investigación en la

escuela. Sobre este proceso permanente de evaluación pueden mencionarse algunos puntos

que parece conveniente tener en cuenta:

Es útil grabar el desarrollo de las reuniones y de las mesas de trabajo en las que se

organizaren los talleres (o de las reuniones y mesas que se considere de importancia

grabar según la naturaleza de la investigación) con el objetivo de trabajar

posteriormente con ese material tanto en la investigación como en el proceso de

evaluación.

En cada taller al finalizar las reuniones es conveniente llevar a cabo evaluaciones en

forma de discusión en grupo, sobre los resultados de la evaluación oral, para así

obtener información más explícita. Esto con el objeto de comprender los puntos

débiles y los momentos más problemáticos del trabajo en cada momento de la

investigación, momentos que requieren un mayor trabajo y, tal vez, preparación de

instrumentos que faciliten la solución de las dificultades.

En el trabajo conjunto de la escuela en el que participan actores escolares con

diferentes edades y diferentes grados de experiencia académica (como maestros,

alumnos, padres de familia) es importante evaluar las dificultades y ventajas que

surgen a raíz de esas diferencias y pensar la manera de usarlas en favor de un mejor

desarrollo de la investigación y de la formación.

Puede resultar útil grabar expresamente la expresión oral del problema o pregunta

que se va a investigar y luego compararla con su expresión escrita. Generalmente los

comentarios del grupo, incluidos los coordinadores, son diferentes en una y otra

forma de expresión —escrita y verbal—, siendo más estrictos y exigiendo más

precisión a la forma escrita. El paso de una a la otra, marca un punto de dificultad en

el trabajo de los investigadores y un punto de avance en el trabajo. Es un momento

en que el investigador pasa de expresar opiniones y creencias, lugares comunes

sobre la escuela, de los cuales es muy difícil desprenderse, a "mostrar" con

evidencia etnográfica cómo realmente funciona la escuela. Es de suma importancia

que la expresión escrita de la pregunta sirva de guia, de libreto, para pensar y

desarrollar tanto la recolección de la información pertinente como la interpretación

de esa información y, también, con el propósito de no perderse nuevamente en la

Page 160: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

recolección de toda la información que resulte interesante. Es un ejercicio crucial en

la investigación y una actividad que crea grandes dificultades a los investigadores.

Es importante evaluar las transformaciones del clima de trabajo, la capacidad para

trabajar en grupo, la cooperación, los conflictos que surgen, las angustias que se

disparan en la búsqueda de soluciones a los diversas dificultades que plantea la

investigación, el desconsuelo en los diferentes momentos en que se hace necesario

repetir el trabajo ya realizado para darle otro enfoque o mejorarlo, precisarlo. Es

conveniente hablar sobre estas reacciones emocionales, comunicar, conversar sobre

cómo las emociones son parte del proceso de investigar como lo son de cualquier

actividad humana.

También que llevar a cabo el mismo trabajo varias veces, para mejorarlo o hacerlo progresar,

es parte de la labor misma y no una manifestación del fracaso o de la poca capacidad del

investigador. Hablar de las habilidades y de la voluntad que necesita todo investigador y que

a veces parecen contradictorias como la habilidad para correr riesgos, trabajar sobre lo que

no se sabe, sobre su propia ignorancia y la tenacidad, la constancia, el tesón, el insistir hasta

encontrar una solución a lo que se busca. Ningún investigador encuentra la solución a sus

preguntas de primerazo y fácilmente. El riesgo de fracasar es parte inherente del investigar y

aún cuando no se encuentra lo que se esperaba, hay que buscar en ese 'no encontrar' cosas

útiles para la próxima investigación y las causas de ese no haber hallado.

Como la investigación en la escuela tiene también una función formativa y una

función transformadora es importante observar si éstas se dan y el momento en que

empiezan a darse; hay que mirar manifestaciones de los investigadores que sugieran

el cambio en su vida de maestros, de estudiantes o de directivos. Registrar esas

manifestaciones y su naturaleza puede ser un indicador de la efectividad o

deficiencia del proceso en este sentido. También hay que estar atentos del momento,

en el desarrollo de la investigación, en que este tipo de fenómenos comienzan a

aparecer, porque esto podría llevar a comprensiones de interés para una pedagogía

de la investigación y de la formación.

Otro punto de interés para la evaluación es la organización del proyecto de

investigación. Hay en su desarrollo muchos asuntos de logística que tiene que ver

con las actividades tales como, su localización física en espacios adecuados,

transportes, alimentación, horarios, etc; o asuntos logísticos durante los talleres; o

todo lo relacionado con el envío, por correo regular o electrónico, de los trabajos que

llevan a cabo los investigadores y que los coordinadores, particularmente los

científicos, deben recibir con un tiempo prudencial antes de cada taller y en un

tiempo determinado para leerlos y enviar sus reacciones, preguntas y propuestas de

mejoramiento. Que todo esto fluyan con precisión es de suma importancia para

obtener una mejor calidad de relación entre investigadores y coordinadores

científicos del proyecto.

Page 161: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

NOTA 15:

LA IMPORTANCIA DE LOS RITUALES

Los rituales juegan un papel muy positivo en el desarrollo de las tareas investigativas en la

escuela. De alguna manera, que sería interesante investigar, la experiencia muestra que los

rituales cumplen una función parecida a lo que los antropólogos llaman ritos de paso, que

marcan la transición de una etapa de la vida a otra, por ejemplo, de la juventud a la vida

adulta. Quizá sea la rotura de la imagen tradicional del maestro y de la actividad escolar; el

comprender lo que hace un científico y poderlo ver, en consecuencia, de una manera más

cotidiana y menos inalcanzable; tal vez la posibilidad del maestro y de los alumnos de hacer

investigación, algo que antes no se había avizorado; quizá la experiencia, intelectual y

afectiva, del trabajo en grupo para crear conocimiento y formarse; quizá el sentir que se

puede vivir más significativamente dentro de una concepción diferente de la escuela. El

hecho es que algunos rituales juegan un papel muy positivo en proyectos de investigación

escolar. Veamos algunas anotaciones sobre el tema:

Los rituales son ceremonias de cierre y apertura, de finales y comienzos,

celebraciones y confirmaciones de la transición entre algo que termina y algo que

comienza, entre un mundo antiguo y otro nuevo. Celebran lo que se ha caminado y

anuncian el desafío de lo que habrá que caminarse. Así, la ceremonia de apertura de

una investigación y la ceremonia de su cierre son de extrema importancia

emocional. Comprender y compartir la trascendencia que un proyecto de esta

naturaleza tiene para la escuela y sus actores, para lo que van a vivir y sus posibles

impactos para su futuro; lo que ya han vivido, los afectos que han crecido, el trabajo

que han realizado, la despedida y los caminos futuros de relación entre ellos, son

algunos hechos que hay que resaltar en las palabras de los coordinadores científicos.

Pero más importante que las palabras de los científicos y coordinadores son las

expresiones de los investigadores en las que ellos interpretan su experiencia, en las

que hablan de la participación de los distintos grupos de investigadores (maestros,

estudiantes, directivos, padres); expresiones en las que ellos evalúan y ofrecen

alternativas, caminos para mejorar y para que se prolonguen los efectos o la

permanencia del proyecto. Algunos símbolos del logro académico y de la

permanencia de los lazos que produce la experiencia de investigación pueden

ofrecerse en ceremonias de cierre: diploma personal de participación en el proyecto,

lista impresa de las direcciones de todos los participantes.

Un proyecto de investigación no es una reunión de corto plazo sino que implica un

tiempo relativamente largo, con varios talleres. No es una carrera de cien metros

sino una carrera por etapas. Es conveniente que cada etapa tenga sus rituales de

apertura, evaluación y cierre en la que se plantee cuáles son las metas, cuáles los

logros y fallas de cada taller. Se pueden aprovechar momentos como comidas

conjuntas, hacer una reunión especial con palabras de los implicados, copa de vino,

aguardiente o champaña, según la cultura del grupo y las posibilidades económicas.

Es una forma de rubricar el proceso.

Page 162: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

Es de suma importancia organizar, cuando haya posibilidad, la publicación de los

trabajos (o de los mejores trabajos) en un libro que se distribuya lo más eficazmente

posible y que abra las puerta para crear un programa de publicaciones hechas por

maestros y alumnos, directivos y padres, publicaciones que hablen de los asuntos de

la escuela, de sus hallazgos científicos, y que comiencen a devolverle a la escuela la

palabra sobre sí misma y sobre la manera de mejorarse, que devuelva a los maestros

la posibilidad de comunicarse con sus colegas de manera activa, y la respetabilidad

que en algunos lugares o espacios sociales ha ido perdiendo la profesión de maestro.

Page 163: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

HERRAMIENTA:

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES DE POLÍTICA

LOS MAESTROS DEL SIGLO XXI

SE INCLUYEN TRES EJEMPLOS LOS MAESTROS DEL SIGLO XXI, DE ELSA

CASTAÑEDA BERNAL, ELABORADO A PARTIR DEL ANÁLISIS DE LOS

RESULTADOS QUE ARROJA LA INVESTIGACIÓN LA VIDA DE LOS MAESTROS.

LA DESERCIÓN ESCOLAR Y LOS AGUJEROS DE GUSANO DE RODRIGO PARRA

SANDOVAL Y ELSA CASTAÑEDA BERNAL, LIBRO PRODUCIDO A PARTIR DE

LOS RESULTADOS DE LA INVESTIGACIÓN DESERCIÓN ESCOLAR. DE

RODRIGO PARRA SANDOVAL EL TEXTO CONCEPTUAL EL TIEMPO MESTIZO:

ESCUELA Y MODERNIDAD EN COLOMBIA, RESULTADO DEL PROYECTO

ATLÁNTIDA.

Por: Elsa Castañeda Bernal

Analizar los docentes a partir de sus biografías confirma una de las principales conclusiones

de los debates internacionales sobre políticas educativas en general y sobre las políticas

dirigidas al personal docente en particular: es necesario superar los enfoques

unidimensionales con los cuales se enfrentaron los problemas de la formación y el

desempeño docente, para adoptar enfoques integrales y sistémicos, que permitan entender la

complejidad de los problemas que las políticas deben resolver.

La necesidad de políticas integrales constituye una exigencia no sólo desde el punto de vista

macro social o institucional, sino también desde el punto de vista del docente como sujeto.

Las biografías nos muestran que la oferta educativa diseñada para formar esta categoría de

profesionales, se expresa finalmente a través de experiencias curriculares y del desempeño

de roles institucionales que conforman el complejo proceso de formación de la personalidad.

Lograr la inclusión plena de los docentes en los procesos de modernización social implica,

por ello, trabajar conjuntamente desde múltiples dimensiones. Reconocer el carácter

sistémico de las estrategias de acción política no significa, sin embargo, que todo deba o

pueda ser efectuado simultáneamente. Desde este punto de vista, parecería necesario

reconocer que el carácter sistémico está asociado al contenido de las estrategias, pero

también a sus modalidades de implementación. La definición de secuencias temporales, de

procedimientos administrativos, de formas de participación, etc., tiene tanta importancia

como los aspectos discursivos de las estrategias de acción política.

1. LOS COMPONENTES DE UNA POLÍTICA INTEGRAL PARA LOS

DOCENTES

En el caso de los docentes, los componentes de una política integral se refieren, por lo

menos, a tres grandes dimensiones: la formación, las condiciones de trabajo y el diseño de la

carrera.

Page 164: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

La formación incluye tanto la formación inicial, como en servicio, pero las historias de vida

de los docentes nos indican que en realidad la socialización que define los principales rasgos

del ejercicio de la docencia como profesión comienza desde mucho antes.

Con respecto a las condiciones de trabajo, es preciso incluir en esta categoría, además del

salario, otros aspectos tales como los recursos de los que dispone el docente en las escuelas y

las condiciones que rodean su desempeño profesional, en términos de lo que podríamos

llamar "condiciones políticas de trabajo": protección frente a la inseguridad, garantías de

estabilidad frente al clientelismo político, etc.

Con respecto a la carrera, incluimos todo lo que se refiere a las estrategias destinadas a

regular el proceso por el cual el docente desarrolla su vida profesional en términos de

promoción, cambio de funciones, etc.

Dadas las características de este estudio, pondremos el acento en el primero de los aspectos -

la formación-, ya que tanto lo relacionado a las condiciones de trabajo como a la carrera

docente suponen un nivel de análisis donde los aspectos financieros y administrativos son

muy relevantes. Este énfasis en la formación no implica desconocer que su consideración

debe efectuarse en el marco de conjunto, definido por lo que llamamos el carácter integral de

las políticas.

El conjunto de competencias que podría condensar el objetivo final de la formación docente

puede resumirse en dos grandes categorías: competencias ligadas al dominio del proceso de

aprendizaje (aprender a aprender) y competencias ligadas al dominio de los procesos de

constitución de las identidades (aprender a vivir juntos).

APRENDER A APRENDER

Las biografías mostraron que el conocimiento como dimensión de la cultura y de la vida

personal no constituye un componente central de la estructura de la personalidad de los

docentes. Esta relación "débil" con el conocimiento por parte del actor social responsable de

la distribución de conocimientos en la sociedad, es un fenómeno de significativa relevancia

social. No es éste el lugar para un análisis pormenorizado del papel del conocimiento en el

desarrollo social, pero es preciso recordar que los pronósticos acerca de la evolución

probable de la sociedad moderna indican que el conocimiento y la información tienden a

constituirse en los factores centrales de la nueva estructura social que se está configurando a

partir de los cambios producidos en la organización del trabajo y en los modos de

producción. La "debilidad" de la relación con el conocimiento que se percibe en los docentes

es, desde este punto de vista, un obstáculo muy significativo en los intentos de utilizar la

escuela como instrumento clave en la distribución democrática de las competencias

vinculadas al desarrollo cognitivo de las personas.

Al respecto, vale la pena recordar que los estudios históricos sobre el desarrollo de la

educación, particularmente en los países de temprana expansión educativa, mostraron que

Page 165: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

uno de los factores de dinamismo fue la fuerte convicción que existía tanto en las familias

como en los docentes, acerca de la importancia del acceso al conocimiento como base para

la movilidad social y el ejercicio de la ciudadanía política. Recuperar este vínculo "fuerte"

con el conocimiento es, en las circunstancias actuales, mucho más difícil que en el pasado.

Las dificultades provienen no sólo de los cambios económicos y productivos (aumento del

desempleo, precariedad en el trabajo, devaluación de las credenciales educativas, etc.) sino

de la propia dinámica de la producción de conocimientos. A diferencia del pasado, los

conocimientos e informaciones adquiridos en el período de formación inicial en las escuelas

o universidades no permitirán a las personas desempeñarse por un largo período de su vida

activa. El que el conocimiento se haga obsoleto será cada vez más rápido, obligando a

procesos de reconversión profesional permanente a lo largo de toda la vida.

En estas condiciones, y para decirlo rápidamente, la educación ya no podrá estar dirigida a la

transmisión de conocimientos y de informaciones sino a desarrollar la capacidad de

producirlos y de utilizarlos. Este cambio de objetivos está en la base de las actuales

tendencias pedagógicas, que ponen el acento en los fenómenos meta-curriculares. David

Perkins, por ejemplo, llama la atención acerca de la necesidad de distinguir dos tipos de

conocimientos: los de orden inferior y los de orden superior. Los primeros son los

conocimientos sobre determinadas áreas de la realidad. Los de orden superior son

conocimientos sobre el conocimiento. El concepto de meta-curriculum se refiere

precisamente al conocimiento de orden superior: conocimientos acerca de como obtener

conocimientos, de como pensar correctamente, acerca de nociones tales como hipótesis y

prueba, entre otros.1

Los procesos actuales de modernización social obligan cada vez más a dominar estos

conocimientos de orden superior, lo cual modifica o redefine el papel de los docentes, que

no puede seguir siendo el mismo que en el pasado. Su función se resume, desde este punto

de vista, en la tarea de enseñar el oficio de aprender, lo cual se contrapone al actual modelo

de funcionamiento de la relación entre profesor y alumno, donde el alumno no aprende las

operaciones cognitivas destinadas a producir más conocimiento sino las operaciones que

permiten triunfar en el proceso escolar. En el modelo actual, el oficio de alumno está basado

en una dosis muy alta de instrumentalismo, dirigido a obtener los mejores resultados

posibles de acuerdo a los criterios de evaluación, muchas veces implícitos, de los profesores.

La débil relación de los docentes con el conocimiento es transferida a los alumnos, que

reproducen de ese modo un modelo que los priva de uno de los componentes básicos del

desarrollo personal y social.

En este contexto, la formación docente y su práctica profesional deberían orientarse hacia

una relación distinta con el conocimiento, mucho más compleja y difícil que en el pasado,

pero la única que puede garantizar una inclusión efectiva en los procesos de modernización

que vive actualmente la sociedad. Sería necesario, en consecuencia, que los programas de

1 Ver, por ejemplo, David Perkins, La escuela inteligente; Del adiestramiento de la memoria a la educación de la

mente, Barcelona, Gedisa, 1995. Stuart MacLure y Peter Davies, Aprender a pensar, pensar en aprender,

Barcelona, Gedisa, 1995

Page 166: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

formación docente y las prácticas pedagógicas con las cuales son formados, se orienten hacia

este objetivo.

APRENDER A VIVIR JUNTOS

Con respecto a las capacidades vinculadas a aprender a vivir juntos, es necesario aceptar que

las formas de promover cohesión social a través de la educación se han modificado

profundamente. En el proceso de modernización capitalista tradicional, la cohesión social se

lograba a partir de un proceso de socialización destinado a lograr que cada uno aceptara el

lugar que le correspondía en la sociedad.

En el pasado la cohesión social implicaba grados muy altos de "aceptación", que iban desde

la resignación cristiana hasta la disciplina social. En este marco, el proceso de

modernización en Colombia fue muy precario y los niveles de cohesión logrados fueron (y

son) muy frágiles. Sin embargo, los desafíos para el futuro no pueden ser definidos en los

mismos términos que en los procesos de modernización tradicional. Tanto el fracaso de los

procesos tradicionales como los nuevos contextos culturales, políticos y económicos de

globalización creciente y de penetración de las nuevas tecnologías de la información,

obligan a pensar en estrategias distintas de acción socializadora. Estimular procesos de

cohesión social basados en el respeto a la identidad de cada uno supone asumir que la

cohesión será más voluntaria y estará apoyada en mayores niveles de adhesión.

Formar docentes capaces ellos mismos de vivir con el diferente y, al mismo tiempo, de

formar a otros en esa capacidad, es una tarea compleja, que requiere esfuerzos significativos

de análisis de las representaciones mentales que cada uno tiene del "otro". En este sentido, es

importante promover investigaciones que permitan identificar el grado de desarrollo global o

específico de actitudes o de capacidades como la tolerancia y la solidaridad. Se suele

suponer que si se desarrolla en alguien la tolerancia hacia un tipo de "diferente", esa

capacidad se generalizará a otros. No obstante, la experiencia demuestra que esta

transferencia no es mecánica ni segura. Se puede tolerar a los discapacitados y, al mismo

tiempo, ser profundamente intolerante con personas de otra religión o raza. Se puede ser

muy solidario con los miembros del propio grupo, y desarrollar conductas xenófobas con los

extranjeros. El problema de la transferencia de estos aprendizajes debería ser estudiado

cuidadosamente en cada uno de los contextos culturales a los cuales pertenecen los docentes

colombianos.

En términos de política de formación docente, este debate supone introducir en los diseños

curriculares responsables de la formación de los docentes, mucha más densidad de

experiencias de socialización dirigidas a reforzar la identidad cultural de cada uno y,

además, experiencias de socialización democrática destinadas a permitir contactos con el

diferente. Fortalecer la identidad cultural y promover la apertura hacia horizontes culturales

más amplios, pueden parecer objetivos contradictorios o utópicos. Sin embargo, la historia

de la cultura nos muestra que la intolerancia, la violencia y la exclusión no forman parte de

la identidad cultural de nadie. Así como se ha podido afirmar que la democracia no está

Page 167: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

inscrita en el código genético de ningún pueblo y que, por ello, es necesaria una educación

para la democracia, tampoco el autoritarismo y la intolerancia están inscritos en el código

genético de nadie.

Page 168: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

2. LINEAMIENTOS DE POLÍTICAS DE FORMACIÓN DOCENTE

Además de estas orientaciones en términos de competencias a desarrollar, nos parece

pertinente señalar algunas orientaciones de políticas referidas a los aspectos metodológicos.

En primer lugar, consideramos que las estrategias de formación docente deberían otorgar la

prioridad a la formación de formadores. Procesos como los que requiere la formación de

docentes capaces de enfrentar los desafíos de la integración a la modernidad supone contar

con una masa crítica de recursos capaces de asumir esa función. Los diagnósticos

disponibles y las propias biografías de los docentes indican que los formadores de

formadores tienen serios déficits en sus propias capacidades para integrarse activamente a la

modernidad, lo cual los inhabilita para transmitir aquellas competencias a los futuros

docentes.

En segundo lugar, una formación docente orientada a promover la capacidad de aprender a

aprender y de aprender a vivir juntos, debe apelar a metodologías que incidan sobre el

cambio de mentalidades, de representaciones y de estereotipos. Esto supone introducir la

dimensión afectiva y emocional, en las estrategias de capacitación y formación docente.

Aprender a manejar su propia afectividad parece ser condición necesaria para que pueda

transmitir esta capacidad a sus alumnos. La relación "fuerte" con el conocimiento,

mencionada en los puntos anteriores, no es contradictoria con una igualmente fuerte

dimensión afectiva.

En tercer lugar, nos parece importante insistir en que la formación docente utilice y enseñe a

utilizar una batería muy variada de estrategias de acción pedagógica. En necesario salir del

enfoque basado en la idea que formación y capacitación docente consiste en dar cursos. Será

necesario utilizar estrategias distintas como las visitas de estudio, entrevistas, pasantías,

tutorías, clínicas, consultas, etc., que permitan aprendizajes más efectivos.

En cuarto lugar, la formación docente debe preparar para el trabajo en equipo. Las

estrategias de inserción en la modernidad suponen una fuerte capacidad de relacionarse con

el otro. Pero, además, sólo a través del trabajo en equipo desde una dimensión institucional,

será posible enfrentar los nuevos desafíos planteados a la educación.

Por último, es importante considerar el tema de la relación entre el docente y las nuevas

tecnologías de la información. Este problema es, sin duda, una de las cuestiones

contemporáneas que más preocupan a todos los interesados en el desarrollo de la educación.

Las consecuencias educativas del desarrollo de la informática y de su utilización es objeto

actualmente de un intenso debate que incluye diferentes dimensiones, tanto pedagógicas

como políticas, económicas y culturales2. Con respecto a los efectos sobre el propio proceso

de aprendizaje, y a pesar de la intensa pasión que ponen tanto los militantes del uso de las

nuevas tecnologías como sus oponentes, el estado actual del debate no permite formular

conclusiones categóricas. Las hipótesis catastrofistas que prevén la desaparición de la

2 Ver UNESCO/BIE. Communnities and the information society: the role of information and communication

technologies in education, Geneve, 1996.

Page 169: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

escuela y de los maestros, así como las ilusiones tecnocráticas que consideran a las nuevas

tecnologías como la solución a todos los problemas, se han visto desmentidas por la

realidad. La historia de la educación muestra, en todo caso, que el desarrollo cognitivo y las

competencias que se requieren para aprender pueden desarrollarse a través de tecnologías

menos costosas y menos sofisticadas.

Además, la función de la escuela no es exclusivamente el desarrollo cognitivo sino la

formación integral de la personalidad y tal como lo reconocen algunos de los propios

productores de materiales educativos- la tecnología no es capaz de colaborar en el desarrollo

de todas las competencias que se promueven en la escuela3. Su presencia, sin embargo, ya es

un hecho en múltiples aspectos de la vida social y no habría razones para que no lo sean en

la educación. En este sentido, el problema que presenta la existencia de estas nuevas

tecnologías es que su desarrollo produce un fenómeno de acumulación de conocimientos en

los circuitos creados por ellas. Lo que no exista en esos circuitos tendrá una existencia

precaria, como la tuvieron todas las informaciones y saberes que no fueron incorporados al

libro o al documento escrito a partir de la expansión de la imprenta. Es este fenómeno, más

que las potencialidades de las nuevas tecnologías desde el punto de vista puramente

cognitivo, lo que determina la necesidad de incorporar adecuadamente la dimensión

tecnológica en las políticas educativas democráticas. No hacerlo puede condenar a la

marginalidad a todos los que queden fuera del dominio de los códigos que permitan manejar

estos instrumentos.

Pero la incorporación de las nuevas tecnologías en la educación no supone necesariamente la

aplicación y el desarrollo de estrategias pedagógicas innovativas desde el punto de vista del

proceso cognitivo. Existen numerosos ejemplos, incluso en los países más avanzados, de

utilización de las nuevas tecnologías para reforzar funciones pedagógicas tradicionales4. Las

tecnologías, tanto en educación como en cualquier otro ámbito, permiten convertir el trabajo

humano en actividades simples, liberando tiempo para que las personas se ocupen de las

tareas más complejas. En educación, como criterio general, la introducción de nuevas

tecnologías debería permitir liberar el tiempo hoy ocupado en tareas administrativas o en

tareas pedagógicas tradicionales como transmitir o comunicar información, y permitir que

sea dedicado a construir conocimientos y vínculos sociales y personales más profundos.

La introducción de estas nuevas tecnologías implica, obviamente, un enorme y sistemático

esfuerzo de capacitación del personal. Si bien no existe una información confiable y

exhaustiva sobre este tema, es posible sostener que los déficits de disponibilidad de equipos

y de formación para su utilización son importantes. Las barreras son financieras, pero

también culturales y psicológicas. Desmistifícar el secreto que rodea la utilización de estas

tecnologías así como diseñar políticas democráticas que permitan un acceso equitativo a su

conocimiento y utilización es una exigencia impostergable de toda estrategia destinada a

fortalecer el rol de los docentes.

3 Ver, por ejemplo, la entrevista a Susan Schilling, "Gerente general de una de las empresas más importantes de

productos educativos multimedia", en Wired, enero de 1997, p. 98-103 4 Goery Delacóte, op. cit.

Page 170: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

3. POLÍTICAS DIFERENCIADAS Y RESULTADOS HOMOGÉNEOS

Finalmente, es preciso señalar que el aspecto más importante que se deduce del análisis de

las biografías de los docentes colombianos es la necesidad de diseñar políticas

diferenciadas que aseguren resultados homogéneos. La diversidad cultural de Colombia

es muy fuerte, lo cual obliga a reconocer la necesidad de diferenciar los puntos de partida de

cualquier estrategia de política docente. Pero si los docentes deben ser agentes

fundamentales de la modernidad y eso implica que ellos mismos estén integrados

plenamente a ella para que actúen como promotores de dicha integración frente al resto de la

población, es preciso que ciertos aspectos fundamentales sean concebidos como resultados o

puntos de llegada homogéneos. Desde un punto de vista teórico, esta articulación entre

diferenciación y homogeneidad es posible a partir del conocimiento y del reconocimiento de

las representaciones que en cada cultura hay acerca de los elementos centrales de la

modernidad. En este sentido, en el futuro la formación docente y el conjunto de la

especulación teórica sobre la educación estarán obligadas a incorporar con mayor grado de

centralidad la reflexión cultural en el marco de los procesos de globalización que afectan a

las sociedades contemporáneas.

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BIBLIOGRAFÍA

Page 172: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

Las bibliografías que se incluyen en este aparte cumplen una función pedagógica e

informativa. Si los actores de la escuela que lleva a cabo una investigación etnográfica han

leído la primera parte y encuentran en la segunda ejemplos, momentos del trabajo,

propuestas, conclusiones, de investigaciones en las que se ha utilizado una técnica de

recolección o de interpretación o se ha resuelto un asunto que les interesa, pueden recurrir

también al trabajo completo con el fin de tener una visión global del proceso de

investigación y de su escritura. La bibliografía ofrece las fichas bibliográficas de las

publicaciones de lo que hemos llamado el proyecto "Escuela y modernidad". Lo que hace

más útil estas bibliografías es que despliegan los trabajos realizados dentro de una misma

óptica conceptual y metodológica, que guarda unidad en el tiempo y cubre una parte

sustancial del mapa etnográfico de la escuela de una misma sociedad, durante un momento

histórico generalmente conocido en América Latina como modernidad. Existen, por

supuesto otras investigaciones, meritorios trabajos etnográficos sobre la escuela colombiana

durante el período en cuestión pero generalmente parten de puntos conceptuales diferentes.

Difícilmente podría decirse que forman parte del proyecto que aquí se utiliza como ejemplo.

Se ofrecen tres tipos de bibliografías. La primera, más corta, se refiere a trabajos de

metodólogos, textos, manuales, que llevan a cabo un trabajo de exposición de la "caja de

herramientas" con mayor o menor detenimiento. Por supuesto son útiles como textos de

consulta y estudio. La segunda es la bibliografía de las investigaciones del proyecto "Escuela

y modernidad". La tercera incluye algunos de los trabajos de maestros y alumnos llevados a

cabo dentro del proyecto "Escuela y modernidad".

Con excepción del primer aparte, textos y manuales de metodología, las citas de los libros se

organizan comenzando por los títulos de los textos con el objeto de facilitar la búsqueda y la

selección de los investigadores del mundo escolar de acuerdo con sus intereses y búsquedas.

1.TEXTOS Y MANUALES DE METODOLOGÍA

Guillermo Briones, Formación de docentes en investigación educativa, Bogotá, Convenio

Andrés Bello:

Tomo 1. La investigación social y educativa.

Tomo 2. La investigación en el aula y en la escuela.

Tomo 3. la investigación de la comunidad.

Tomo 4. Evaluación educacional.

Miguel Martínez M., La investigación cualitativa etnográfica en educación, Caracas, 1989.

Elssy Bonilla Castro; Penélope Rodríguez Sehk, Más allá del dilema de los métodos,

Bogotá, Universidad de los Andes, 1995.

Bisa Catañeda Bernal; Martha Luz Parodi, Hacia una pedagogía de la creatividad, Cali,

Fundación Fes, 1992.

Martha Luz Parodi, La escuela investiga, la experiencia del programa Cuclí-Plé-yade,

Page 173: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

Bogotá, Fundación Fes, Colciencias, Programa Ondas, 2002.

2. PUBLICACIONES DEL PROYECTO "ESCUELA Y MODERNIDAD"

Escuela y modernidad en Colombia, Rodrigo Parra Sandoval, Bogotá, Tercer Mundo,

Fundación Fes, Fundación Restrepo Barco, Colciencias, Idep, 1996. Cuatro volúmenes.

Volumen 1: Alumnos y maestros. Este volumen contiene las siguientes

investigaciones:

Análisis de un mito: la educación como canal de movilidad social en Colombia,

Rodrigo Parra Sandoval, Bogotá, Universidad de Los Andes, 1975.

Clases sociales y educación en el desarrollo de Colombia, Rodrigo Parra S., Revista

UN, abril-agosto, 1969.

Entre Dios y el pueblo: el pensamiento social de los seminaristas, Rodrigo Parra S.,

Universidad Nacional, Monografías sociológicas, N° 17, 1964.

Ausencia de futuro: la juventud colombiana, Rodrigo Parra S.; Bernardo Jaramillo;

Olga Lucía González, Bogotá, Plaza y Janes, CEPAL, 1985.

El tiempo mestizo: escuela y modernidad en Colombia, Rodrigo Parra S., Bogotá, 1995.

Estudios sociales sobre el maestro colombiano, Rodrigo Parra S., Revista colombiana

de educación, Bogotá, CIUP, Universidad Pedagógica, noviembre, 1980.

Los maestros normalistas, Rodrigo Parra S., en Los maestros colombianos, Bogotá,

Plaza y Janes 1986.

Maestros de maestros: sociología de una normal rural, Rodrigo Parra S.; Leonor

Zubieta; Olga Lucía González, en Los maestros colombianos, Bogotá, Plaza y Janes,

1986.

La profesión de maestro y el desarrollo nacional, Rodrigo Parra S., en Los maestros

colombianos, Bogotá, Plaza y Janes 1986.

Volumen 2: La escuela rural. Este volumen contiene las siguientes

investigaciones:

Escuela, marginalidad y contextos sociales en Colombia, Rodrigo Parra S.; Leonor

Zubieta, Cuadernos de pesquisa, Sao Paulo, Brasil, agosto, 1982.

La educación rural en la zona cafetera colombiana, Rodrigo Parra S., Buenos Aires,

Unesco-Cepal. Pnud, 1977.

La escuela campesina, Rodrigo Parra S.; Lenor Zubieta, en La escuela inconclusa,

Bogotá, Plaza y Janes, 1986.

La escuela nueva, Rodrigo Parra S.; Elssa Castañeda; Jaqueline Panesso; Francisco

Parra S.; César A. Vera Gil, Bogotá, Plaza y Janes, 1996.

La calidad de la educación en la escuela rural, en La calidad de la educación:

universidad y cultura popular, Bogotá, Tercer Mundo-Fes, 1992.

Volumen 3: la escuela urbana. Este volumen contiene las siguientes

investigaciones:

Marginalidad urbana y educación formal: enseñar en Ciudad Kennedy, Juan Carlos

Page 174: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

Tedesco; Rodrigo Parra S., Proyecto educación y desarrollo en América Latina y el

Caribe, Unesco-Cepal-Pnud, Buenos Aires, Fichas, 1981.

La pedagogía de la desesperanza: enseñar en Las Cruces, Rodrigo Parra S.; Olga

Lucía González; Leonor Zubieta; Rosario Jaramillo, Bogotá, Plaza y Janes, 1989.

La escuela vacía: enseñar en Ciudad Bolívar, Rodrigo Parra S.; Elsa Castañeda;

Maribel Delgadillo; Rocío Rueda; Olga Cristina Turriago; Mercedes Vargas,

Bogotá, Tercer Mundo Editores-Fes, 1994.

La escuela violenta, Rodrigo Parra S., Adela González, Olga Patricia Moritz,

Amilvia Blandón, Rubén Bustamante, Bogotá, Tercer Mundo Editores-Fes, 1992.

Educación para el trabajo: calidad y deserción, Rodrigo Parra S.; Bernardo Jaramillo

Hoyos, en Calidad de la educación, Bogotá, Tercer Mundo-Fes, 1992.

Educación de adultos: cultura popular y calidad de la educación, Rodrigo Parra S.,

en Calidad de la educación, Bogotá, Tercer Mundo-Fes, 1992.

Volumen 4: La universidad

Las migraciones universitarias, Rodrigo Parra S., Bogotá, Universidad de Los

Andes, 1975.

La universidad moderna: diferenciación curricular y estratificación de la calidad,

Rodrigo Parra S., en ¿La universidad a la deriva?, Bogotá, Tercer Mundo-Uniandes,

1988.

La universidad escindida, Rodrigo Parra S.; Bernardo Jaramillo, en ¿La universidad

a la deriva?, Bogotá, Tercer Mundo-Fes, 1988.

La universidad de masa, Rodrigo Parra S.; Olga Lucía González; Laura Arcila,

Bogotá, Tercer Mundo-Fes, 1992.

El surgimiento de una comunidad científica en un país subdesarrollado, Rodrigo

Parra S., en La calidad de la educación, Bogotá, Tercer Mundo-Fes, 1992.

Proyecto Atlántida: adolescencia y escuela, Francisco Cajiao; Rodrigo Parra Sandoval; Bisa

Castañeda Bernal; Martha Luz Parod; Jorge León Muñera (coordinadores), Bogotá,

Fundación Fes, Colciencias, Tercer Mundo Editores, 1995.

Primer volumen: La cultura fracturada.

Segundo volumen: Todo lo que nos gusta se evapora.

Tercer volumen: La ciudad nos habita.

Cuarto volumen: El silencio era una fiesta.

Antología de historias y testimonios, base de datos.

Poder y justicia en la escuela, Francisco Cajiao, Cali, Fes, 1995.

Innovación escolar y cambio social, Rodrigo Parra Sandoval; Bisa Castañeda Bernal; Marina

Camargo Abello; Juan Carlos Tedesco (coordinadores), Bogotá, Fundación Fes, Colciencias,

1997. Dos volúmenes, estudio de doce casos de innovación educativa:

Innovación y modernidad.

Tradición, desarraigo y modernización.

Aislamiento e integración.

Page 175: TRES TALLERES: HACIA UNA PEDAGOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ...

Violencia y segmentación.

La vida de los maestros colombianos, Rodrigo Parra Sandoval; Bisa Castañeda Bernal

(coordinadores). Cuatro volúmenes: ochenta autobiografías de maestros, Bogotá, en edición,

2002:

Los maestros bogotanos.

Los maestros del Caribe.

Los maestros negros.

Los maestros indígenas.

La deserción escolar, Elsa Castañeda Bernal, en imprenta.

La educación rural: de la utopía a la realidad, Francisco Parra Sandoval; Carmen Inés Cruz,

Ibagué, Corporación Universitaria de Ibagué, Fondo Resurgir-Fes, 1996.

Semillas de violencia: niñas y niños cuentan su historia, Francisco Parra Sandoval; Luz

Ángela Castaño; Carmen Inés Cruz, Ibagué, Fondo Resurgir-Fes, Corporación Universitaria

de Ibagué, Fundación Fidec, 1998.

Capacitación de los maestros, Francisco Parra Sandoval; César A. Vera Gil, Bogotá,

Editorial Nueva América, 1988.

La voz de los jóvenes, Francisco Parra S.; Luz Ángela Castaño, Ibagué, Alcaldía de Ibagué-

Corporación Universitaria de Ibagué, 1999.

Armero: diez años después. Carmen Inés Cruz; Francisco Parra S.; Nelsy Gincd Roa,

Ibagué, Fondo Resurgir-Fes, Corporación Universitaria de Ibagué, 1995.

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3 INVESTIGACIONES REALIZADAS POR MAESTROS DENTRO DEL

PROYECTO "ESCUELA Y MODERNIDAD"

¿Cumplen los castigos una función educativa?, Amilvia Blandón, Cali, Fundación Fes, 1991.

¿Alumnos problema o maestros problema?, Mirlan Reina y otros, Cali, Fes, 1989.

Timidez y agresividad en la escuela, Martha Lina Arias y otros, Cali, Fes, 1990.

La autocracia escolar, María Eugenia Arias Reyes y otros, Cali, Fes, 1993:

Conflicto disciplinario en la escuela.

El castigo en pasado y presente.

Las pandillas y la cultura escolar.

La fuga de la ilusión, Nancy Stella Bohada y otros, Cali, Fes, 1993.

La universidad adolescente, Varios autores, Cali, Fes-Resurgir, 1996.

¿Es fácil comunicarse con los niños?, Ana Rita Forero y otros, Cali, Fes:

Retrato hablado del poder escolar.

La tolerancia, salvaguarda del desempeño escolar.

El docente y el poder que maneja.

Tres miradas al mundo escolar, Armando Duque y otros, Cali, Fes, 1995:

El espíritu científico, un fantasma en la escuela.

Los proyectos de vida de los adolescentes.

La imagen del maestro bajo la óptica de los estudiantes.

Usos, desusos y abusos del cuaderno y la gráfica en la escuela, Varios autores, Cali, Fes-

Resurgir, 1996.

La evaluación escolar, Varios autores, Cali, Fes, 1996.

Armero, paraíso perdido, Ana Inés Gómez y otros, Cali, Fes, 1995:

El paraíso perdido.

Valores escolares después de Armero.

La gestión educativa, realidad y propuestas, Francisco Parra Sandoval; Carmen Inés Cruz

(coordinadores) y otros, Ibagué, Corporación Universitaria de Ibagué, 1998:

Capacitación y formación docente: lejos de la realidad.

Participación y gobierno escolar.

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El centro de recursos educativos: vehículo de tecnología.

La supervisión educativa: invitación al cambio.

Plan educativo municipal: ejercicio de la ciudadanía.

La cara oculta de la escuela, Carmen Inés Cruz; Francisco Parra Sandoval; Rodrigo Parra

Sandoval, Ibagué, Corporación Universitaria de Ibagué, 199

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