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369 369 Tres miradas, una apuesta: aproximaciones teóricas a la esquizofrenia Zahiry Martínez Araujo Licenciada en Psicología Clínica Dinámica, Universidad Central de Venezuela (1998) y Magíster en Psicología Social Universidad Simón Bolívar (2009). Profesora del Departamento de Ciencia y Tecnología del Comportamiento de la USB y de la Escuela de Psicología de la UCV. End.: Edificio Estudios Generales, piso 1, Dpto Ciencia y Tecnología del Comportamiento. Universidad Simón Bolívar, Sartenejas. Caracas. Venezuela. E-mail: [email protected] Wendy Estrella Yannarella Licenciada en Psicología Clínica Dinámica, Universidad Central de Venezuela (1998), Especialización en Psicodiagnóstico de la Atención Temprana, Universidad Camilo José Cela Madrid, España (2006), Directora y fundadora de la Unidad de Apoyo a la Familia la Integración y la Discapacidad (UNAFID), Profesora de la Universidad Metropolitana y la Universidad Monte Ávila. (Caracas, Venezuela) End.: Centro Comercial Plaza Las Américas I, piso 2, oficina UNAFID, final Boulevard El Cafetal, Caracas, Venezuela. E-mail: [email protected] REVISTA MAL-ESTAR E SUBJETIVIDADE – FORTALEZA – VOL. X – Nº 2 – P . 369-396 – JUN/2010

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    Tres miradas, una apuesta: aproximaciones tericas a la esquizofrenia

    Zahiry Martnez Araujo

    Licenciada en Psicologa Clnica Dinmica, Universidad Central de Venezuela (1998) y Magster en Psicologa Social Universidad Simn Bolvar (2009). Profesora del Departamento de Ciencia y Tecnologa del Comportamiento de la USB y de la Escuela de Psicologa de la UCV.

    End.: Edificio Estudios Generales, piso 1, Dpto Ciencia y Tecnologa del Comportamiento. Universidad Simn Bolvar, Sartenejas. Caracas. Venezuela.

    E-mail: [email protected]

    Wendy Estrella Yannarella

    Licenciada en Psicologa Clnica Dinmica, Universidad Central de Venezuela (1998), Especializacin en Psicodiagnstico de la Atencin Temprana, Universidad Camilo Jos Cela Madrid, Espaa (2006), Directora y fundadora de la Unidad de Apoyo a la Familia la Integracin y la Discapacidad (UNAFID), Profesora de la Universidad Metropolitana y la Universidad Monte vila. (Caracas, Venezuela)

    End.: Centro Comercial Plaza Las Amricas I, piso 2, oficina UNAFID, final Boulevard El Cafetal, Caracas, Venezuela.

    E-mail: [email protected]

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    ResumenEl tema de la esquizofrenia ha representado siempre un asunto de difcil comprensin, de all la necesidad de abrir (o mantener abierto) el debate sobre su origen y destino, su diagnstico y tratamiento, desde perspectivas diversas que dentro del rea de la salud mental y de las ciencias sociales y humanas en general estn interesadas en participar. El artculo presenta, en principio, una revisin sucinta de la historia del trmino esquizofrenia y su aplicacin desde la psiquiatra y el incipiente psicoanlisis, para luego describir desde una perspectiva tradicional de la medicina psiquitrica, su conceptualizacin y caracterizacin, haciendo especial nfasis en su sintomatologa. Posteriormente, se aborda con mayor cuidado los aportes crticos y alternativos realizados por el psicoanlisis, especialmente el freudiano y lacaniano; as como por la teora (comunicacional) del doble vnculo, planteada desde la Escuela de Palo Alto, para atender, describir y comprender las situaciones y actores que configuran la emergencia de la esquizofrenia, como sntoma, como constitucin y como proceso. Desde estas perspectivas crticas, an siendo distintas y distantes, se observan como puntos coincidentes, la trayectoria y configuracin de un sujeto que imposibilitado de entrar en el discurso, da cuenta de la ruptura de su propio vnculo social. Para finalizar, proponemos algunas apuestas de atencin hacia el paciente con diagnstico de esquizofrenia, apuntando hacia el compromiso tico y la dignidad humana.

    Palabras-claves: Esquizofrenia. Psiquiatra. Psicoanlisis. Doble vnculo. Discurso.

    AbstractThe issue of schizophrenia has always been a difficult matter to understand, hence the need to open (and keep it open) the debate about its origin and destination, its diagnosis and treatment, from diverse perspectives within the area of mental health and social sciences and humanities in general are interested in participating. This paper shows, at first, a brief review of the history of schizophrenia term and its application from the psychiatry and the emerging psychoanalysis; afterward, it is described the

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    concept and features of schizophrenia and specially its symptoms from a traditional perspective of medical psychiatry. Later on, it is addressed more carefully the critical and alternatives contributions made by psychoanalysis, with emphasis on Freudian and lacanian perspective, as well as the double bind communicational theory -from the known Palo Alto School- to address, describe and understand the situations and actors that shape the emergence of schizophrenia, as a symptom, constitution and / or process. Similar views are found on these critical perspectives, even though they are so distant and different, such as the focus on the path and shape of a subject who has been isolated from the social discourse and hence its social ties are broken. Finally, we propose some commitments about how to care the patient with a diagnosis of schizophrenia, pointing to the ethical and human dignity.

    Keywords: Schizophrenia. Psychiatry. Psychoanalysis. Double bind. Discourse.

    PresentacinAntiguas y muy variadas son las explicaciones con las que

    se cuenta sobre la esquizofrenia. Cualquier tipo de anlisis en este mbito implica la decisin fundamental de cul o cules teoras considerar al momento de diagnosticar y de emprender tratamien-to alguno. Tres son las corrientes que ocupan nuestras reflexiones en esta oportunidad: La Psiquiatra Tradicional, el Psicoanlisis y la Teora del Doble Vnculo.

    Estas propuestas, lejos de complementarias parecen en prin-cipio contradictorias; no obstante, nuestro elemento de anlisis (el discurso de la persona con esquizofrenia1) nos ha permitido iden-tificar en ellas interesantes puntos de encuentro que posibilitaran mejores resultados al momento de acercarse y atender a la perso-na con (diagnstico de) esquizofrenia.

    Para emprender este camino, resulta necesario en primer lugar, seguirle la pista a la historia del trmino que hoy ocupa nuestras reflexiones: La Esquizofrenia, para luego abordar con mayor profun-didad las propuestas tericas y sus planteamientos diversos.

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    Transitando la historia del trmino EsquizofreniaMientras algunos consideran la esquizofrenia como una en-

    fermedad orgnica, bioqumica e incluso gentica2, otros autores la conciben como un problema de adaptacin social. Sin embar-go, en lo que la gran mayora coincide, es en el hecho de que se trata de una condicin cuya sintomatologa es variada, compleja y difcil de asir. La evolucin del trmino Esquizofrenia y su descrip-cin ha requerido numerosos aos de estudio.

    La psiquiatra ha ocupado gran parte de su tiempo en in-vestigar los elementos asociados a la extravagante y progresiva evolucin de ciertos trastornos mentales que presentan algunas personas y que desde hace un siglo se dio a conocer como es-quizofrenia. Por ejemplo, Henry Ey (1976) presenta en su manual de psiquiatra, definiciones de algunos autores donde inicialmente describan a las personas con dficits intelectuales y/o afectivos, como alienados, dbiles mentales, e incluso afectos de estupi-dez desde su ms temprana edad, asignndoles el nombre de dementes precoces, tal como lo denomin Morel quien en 1860 en-contr jvenes de 20 a 30 aos afectados de una desconcertante disposicin a ser insensible a los fenmenos del mundo exterior (Broustra, 1979, p.24).

    Posteriormente, Hecker, en1871 en Alemania, design esta enfermedad como una hebefrenia (estado demencial de la gente joven); y en 1874, Kalhbaum, por su parte, interesado sobre todo en sus trastornos psicomotores (inercia, flexibilidad crea, catalep-sia, hiperquinesia, patetismo de las expresiones, manierismo) los describi como afectos de catatonia o locura con tensin muscu-lar (Broustra, 1979).

    Kraepelin entre 1890 y 1907 reuni todos estos casos y les dio el nombre de Demencia Precoz: especie de locura caracteriza-da por su evolucin progresiva hacia un estado de debilitamiento psquico y por los profundos trastornos de la afectividad. Distingua tres formas clnicas en la demencia precoz: una simple, la hebefre-nia; una catatnica o hebefrenocatatnica, y una forma paranoide, definida por la importancia de las ideas delirantes, ms o menos extravagantes e intrincadas. (Ey, 1976)

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    Pero todos los observadores de esa poca coincidan en que en tales casos se trataba menos de una demencia (en el sentido de debilitamiento intelectual global, progresivo e irreversible) que de una disociacin de la vida psquica, que pierde su unidad; era por tanto una especie de disgregacin de la personalidad. Es precisa-mente esta nocin la que subyace al concepto de esquizofrenia introducido por Bleuler en 1911, en su libro Dementia Praecox ou groupe des Schizophrenes, para quien estos enfermos no eran de-mentes, sino personas afectadas por un proceso de disociacin o disgregacin (Spaltung, en alemn) de sus funciones psquicas, que desintegra su capacidad asociativa y que al alterar su pensamiento, les sume en una vida aislada (Ey, 1976; Broustra, 1979). De hecho, el origen etimolgico de la palabra esquizofrenia deriva del griego (skhizein) que significa separar, escindir, y (phren) in-teligencia, esto es, espritu desgarrado o escindido. (Diccionario de la Real Academia Espaola de la Lengua, 2001)

    As se impuso la propuesta de Bleuler, ya que correspon-da a una realidad y a una corriente importante de psicopatologa psicodinamista, que al atender a criterios ms clnicos para la de-finicin de la enfermedad, lograba descartar de alguna manera la fatalidad evolutiva a la que estaban sujetos los pacientes bajo la etiqueta de demencia precoz (Broustra, 1979, p35)

    No obstante, en la actualidad, el diagnstico de cualquier patologa suele estar sujeto a los parmetros establecidos por los manuales diagnsticos de trastornos mentales avalados por la American Psychiatric Association (APA) de Estados Unidos, y el DSM IV (y en su edicin TR texto revisado) es, en general, el manual utilizado para el diagnstico en las instituciones psiquitricas

    Sobre la base de una serie de evaluaciones, dice el Manual, para el diagnstico se puede definir un sujeto esquizofrnico como aquel cuya sintomatologa esencial es la presencia de manifestacio-nes psicticas que comprometen la actividad social y laboral por una parte, as como la manifestacin de alteraciones de mltiples procesos psicolgicos: atencin, afectividad, voluntad, sentido del Yo, conducta psicomotora, contenido, curso del pensamiento y en consecuencia del lenguaje.

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    Lo caracterstico de la esquizofrenia, de acuerdo a estos cri-terios, es una mezcla de signos y sntomas presentes durante una parte significativa de tiempo -durante un mes- y con algunos sig-nos del trastorno que han persistido durante al menos 6 meses. Tales signos y sntomas estn asociados a una marcada disfuncin social y laboral. Los sntomas caractersticos se categorizan en po-sitivos o negativos, los primeros indican un exceso o distorsin de las funciones normales y los negativos una disminucin o prdida de los mismos. Los sntomas caractersticos de la esquizofrenia implican un abanico de disfunciones cognoscitivas y emocionales que incluyen la percepcin, el pensamiento inferencial, el lenguaje y la comunicacin, la organizacin comportamental, afectividad, fluidez y productividad del pensamiento y el habla, la capacidad hednica, la voluntad, la motivacin y la atencin.

    Convencionalmente se han tomado algunas conductas con-sideradas tpicas de esta alteracin en base a las cuales ha sido definida clnicamente. Especficamente segn el DSM-IV la esqui-zofrenia es una alteracin que persiste durante al menos 6 meses e incluye por lo menos un mes de sntomas tales como: ideas de-lirantes, alucinaciones, lenguaje desorganizado, comportamiento gravemente desorganizado o catatnico. Tambin se incluyen en esta patologa los subtipos especficos de esquizofrenia (paranoi-de, desorganizada, catatnica, indiferenciada y residual).

    Manifestaciones Clnicas La preocupacin por establecer el diagnstico de una evo-

    lucin esquizofrnica es un hecho cotidiano en cuanto a prcticas mdica-psiquitricas se refiere. En este sentido, nos seala Ey (1976) en su Tratado de Psiquiatra que, a partir de la organizacin progresiva de los trastornos, de su movimiento evolutivo, es posi-ble reconocer el proceso esquizofrnico que se encuentra vas de formacin. En una esquematizacin clnica basada en la continui-dad o discontinuidad del desarrollo mrbido, puntualiza el autor, pueden distinguirse diferentes formas de inicio de la enfermedad.

    Tras peripecias, prdromos, lentas progresiones o estallidos, se instaura la esquizofrenia, pero lo esencial del cuadro debe ser descrito sin olvidar que las psicosis esquizofrnicas evolucionan

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    por lo general durante aos; puede decirse que durante la mayor parte de la existencia. Entre los elementos descriptivos bsicos se encuentran por una parte la disgregacin de la vida psquica (modo esquizofrnico de desestructuracin de la conciencia y de la personalidad, llamado Sndrome de Disociacin), y por otra una produccin delirante. Ambos aspectos son estrictamente comple-mentarios y estn unidos por caracteres comunes: la ambivalencia, la extravagancia, la impenetrabilidad y el desapego, que dan a la sintomatologa su carcter particular.

    La extravagancia aparece corno resultado de la distorsin de la vida psquica, cuya prdida de unidad, incomodidad y malestar conducen a rodeos extraos o fantsticos que dan la impresin de una serie de paradojas encadenadas caprichosamente.

    Igualmente la incoherencia en el mundo de las relaciones, su tonalidad enigmtica, y el hermetismo de sus intenciones, conduc-tas y proyectos determinan la impenetrabilidad que caracteriza al esquizofrnico. Por otra parte, el retraimiento del enfermo hacia s mismo y el abandono a la ensoacin interior definen el desapego tpico de esta condicin.

    Finalmente la ambivalencia se manifiesta como una expe-riencia de antagonismo simultneo o sucesivo de dos sentimientos, de dos expresiones, de dos actos contradictorios: deseos amor-odio, afirmacin-negacin, etc. Los trminos opuestos son vividos conjuntamente en una especie de yuxtaposicin (Ey, 1976).

    La actividad delirantePartiendo de las manifestaciones ya descritas se hace

    evidente la instauracin progresiva del delirio, que va cre-ciendo hasta constituir una modalidad en las relaciones y en la comunicacin. Verdadero signo de alarma en la psicosis, el delirio evidencia la fisura del Yo. Con frecuencia las ideas de-lirantes suelen surgir aparentemente sin razn. Generalmente los temas que aparecen son de tipo hipocondraco, de influen-cia, de envenenamiento o de transformacin.

    Ms a menudo se desarrolla un sistema de ideas que mezcla especulaciones abstractas con interpretaciones e intuiciones deli-

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    rantes. La invasin delirante no se hace entonces calladamente ni por una sorda infiltracin, sino que estalla por medio de experien-cias alucinatorias o de despersonalizacin (Ey, 1976)

    La vivencia delirante es catica, est compuesta de ilu-siones, interpretaciones y alucinaciones, el mundo interior est perturbado y las sensaciones cenestsicas alteradas. El carcter inefable de la experiencia introduce un sentimiento de extrae-za, vivido como un desquiciamiento muy difcilmente expresable, menos aun formulable. La experiencia es y permanece oscura, se trata de algo misterioso. El sujeto no puede encontrar las pala-bras para analizarlo, lo que le permitira despegarse un poco de ello. Muy a menudo la extraeza es vivida en la esfera del cuer-po y el pensamiento. (Ey, 1976)

    Pero la forma ms frecuente de delirio est representa-da en el esquizofrnico por la experiencia de una influencia; se siente entonces bajo la fuerza de una serie de comunicaciones o de gua a distancia del pensamiento; fluidos, ondas radares lo captan y lo constrien (Ey, 1976).

    Disgregacin de la vida psquica: Sndrome de disociacin

    La disgregacin puede definirse como un desorden dis-cordante de los fenmenos psquicos, los cuales han perdido su cohesin interna. Sus efectos se manifiestan en alteraciones del sistema lgico, desorganizacin de la vida afectiva, alteraciones psicomotrices y particularmente en trastornos del curso del pen-samiento, del campo de la conciencia y del lenguaje; estos ltimos de mayor inters en el tema que nos ocupa.

    Las manifestaciones clnicas que a continuacin se descri-birn responden a aquellos avatares que sufre el Yo.

    1. Alteraciones del sistema lgico

    Desde la perspectiva psiquitrica tradicional, el pensamien-to arcaico o irreal constituye no un pensamiento demencial sino un pensamiento regresivo, gobernado por las exigencias afectivas y por la necesidad de modificar el sistema de realidad, de escapar a las leyes y de las categoras lgicas del entendimiento. Arcaico, ya

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    que est caracterizado por una regresin al nivel prelgico donde las palabras poseen el poder de modificar el mundo externo y la persona misma, constituyndose en cierta forma una mentalidad mstica consecuencia de la ingenuidad del pensamiento. Irreal por ser un pensamiento paralgico, a la vez simblico y sincrtico. Las abstracciones de este pensamiento no son los modos lgicos por los cuales se obtiene un concepto en la realidad conocida, sino que son refugios, retiradas sistemticas sin base objetiva. (Piro, 1987)

    2. Discordancia psicomotriz

    De acuerdo a Ey (1976), la ambivalencia provoca una espe-cie de oscilacin perpetua en la iniciativa motriz, as como en la ejecucin y en la suspensin del movimiento. En relacin con la mmica facial, conduce a una serie de expresiones paradjicas que se presentan sin coordinacin entre la expresin y la emocin. Las impulsiones, el negativismo, las estereotipias y la catalepsia res-ponden igualmente a los efectos de esta ambivalencia.

    3. Desorganizacin de la vida afectiva

    Donde la esquizofrenia pone de manifiesto uno de sus as-pectos fundamentales es en la comunicacin; sta cuando no est truncada es realmente limitada. Progresivamente la persona con esquizofrenia se encierra en un crculo de creencias, de deseos y de sentimientos intensos, una mezcla de relaciones ambiguas que se esfuerza en destruir y recrear sin descanso. A partir de la situa-cin parental, proyecta en todos quienes lo rodean, los afectos y fragmentos de imgenes que fastasmatizan las primeras relacio-nes fundamentales. Se evidencia una adaptacin desviada de las expresiones emocionales que aparecen ante el otro de manera des-concertante y aparentemente inmotivadas (Ey, 1976).

    4. Trastornos del curso del pensamiento y del campo de la conciencia

    El pensamiento esquizofrnico aparece desordenado y en ciertas ocasiones lentificado hasta llegar a la perseverancia (estan-camiento, rumiacin mental de interminables series de palabras o ideas, denominacin automtica de objetos), precipitado, prolijo y/o discontinuo.

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    Un fenmeno notable es la interceptacin, es decir, el rela-to se detiene bruscamente durante algunos segundos y sin que se experimente molestia alguna ante este hecho, el pensamiento se eclipsa, queda como en suspenso, para luego reanudar la conversa-cin sobre el tema precedente o sobre otro surgido bruscamente. La persona con esquizofrenia indica por la forma de su razonamiento, la mala coherencia de su contenido psquico: la estructura diferenciada e intencional del acto psquico est dislocada (Piro, 1987).

    5. Trastornos del lenguaje

    Ciertamente no puede separarse el pensamiento de su ex-presin verbal, por ello el estudio del lenguaje de personas con esquizofrenia permitir comprender los procesos de discordancia a los cuales se ha hecho referencia.

    5.1 Alteraciones Fonticas

    Estas presentan la misma falta de intencionalidad unifi-cadora del razonamiento. Entonacin, ritmo y articulacin estn desintegrados; lo mismo ocurre con la estructura de las pala-bras cuya unidad frecuentemente es rota. Con regularidad la elocucin de estos sujetos presenta caractersticos saltos de in-tensidad como son la afona e hipofona voluntarias. Por otra parte la estructura fontica de la palabra sufre en personas con este diagnstico todos los tipos de alteraciones posibles; susti-tuciones, duplicaciones de las vocales iniciales, inversiones son tpicas alteraciones del patrimonio verbal (Piro, 1987)

    5.2 Alteraciones semnticas

    Alteraciones gramaticales e incoherencias sintcticas ca-racterizan las ms frecuentes modificaciones que del lenguaje se observan en la persona con esquizofrenia. Pueden observarse toda una serie de perturbaciones gramaticales y sintcticas que afectan el lenguaje, pero que garantizan de alguna manera la conservacin de la estructura de las frases, as como tambin una prdida com-pleta del orden verbal y/o una extrema simplificacin de las frases hasta alcanzar un estilo telegrfico. Este estilo discursivo -en el sentido de la estructuracin gramatical- tiende como se ha dicho a la simplificacin, por lo cual resultan fcilmente suprimidas de-terminadas categoras de palabras, como artculos, pronombres personales, pronombres demostrativos, conjunciones, adverbios.

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    De esta forma, el lenguaje -y su estilo discursivo- se torna pobre, reducido al mnimo indispensable. Otras veces la simplifica-cin viene dada por el uso de verbos en infinitivo o la supresin del plural, o del gnero. As pues, la significatividad del lenguaje est fuertemente comprometida y el mismo puede volverse del todo in-comprensible (Piro, 1987)

    Por otra parte los neologismos, palabras nuevas creadas por el sujeto, constituyen trminos personales, privados en cier-to sentido, e incomprensibles para los dems.

    La incoherencia sintctica es frecuente y consigue trans-formar el lenguaje en una ensalada de palabras. La forma ms comn de lenguaje semnticamente disperso est constituido por una serie verbigerativa de frases sin aparente significado, y propo-siciones incomprensibles o absurdas hasta el punto de deformar completamente la estructura lingstica, de modo que resulta de ellos una total incoherencia o una (aparente) completa carencia de significado (Ey,1976).

    El lenguaje verbal de la persona con esquizofrenia y su acti-tud hacia el interlocutor pueden estar frecuentemente perturbadas o pueden permanecer en otros casos completamente inalteradas. An as, la conversacin representa para esta persona una situacin a menudo complicada y en ciertos casos dramtica. La dificultad de la relacin con el otro acta aqu plenamente y puede determi-nar situaciones donde a travs del mutismo se alcanza un bloqueo total de la comunicacin.

    En el habla esquizofrnica, una de las formas caractersticas viene dada por el soliloquio, el cual puede adquirir las formas ms va-riadas (conducido en voz alta o baja, en presencia de otros o a solas, breve o extenso) y su contenido puede estar atiborrado de todos los tipos de alteraciones fonticas, sintcticas y semnticas (Ey, 1976).

    Otra de las manifestaciones que resaltan en este lenguaje verbal es el gradual o imprevisto decaimiento de la atencin durante la conversacin. Este fenmeno aparece vinculado a un desliza-miento del inters -ya inicialmente dbil- por el interlocutor. En este sentido la distraccin de la conversacin debe ser diferenciada de la interrupcin, esta ltima psicopatolgicamente determinada.

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    Son frecuentes del mismo modo las verbigeraciones o fra-ses de conversacin rpida, brillante, impulsiva y las ms de las veces privadas (aparentemente) de significado; frases y palabras que se suceden con gran rapidez. De acuerdo a Piro, a pesar de que la actitud de la persona con esquizofrenia es genricamente discursiva, y el lenguaje parece usado como medio de expresin y comunicacin, el resultado en la produccin verbal es nulo a los fines de la comprensin del discurso. Por el contrario, las cantine-las, letanas o declamatorias se diferencian de las verbigeraciones porque en estas ltimas an es visible un esfuerzo de comunica-cin y un residuo de estructura formal; en el caso de las letanas o cantinelas se trata de producciones sonoras que no tienen ningn carcter de lenguaje, ni en la estructura ni en la funcin; no pasan de ser producciones silbicas o vocales (Piro, 1987).

    En el recorrido realizado para la descripcin de la esquizofre-nia y sus manifestaciones predomina indudablemente el discurso psiquitrico, muy eficiente a la hora de describir y taxonomizar con-diciones de la vida psquica.

    Sin embargo, otras teoras como las psicoanalticas y las comunicacionales, han renovado de alguna forma esta actitud fun-damentalmente descriptiva hacia la persona con esquizofrenia, al trascender un poco ms y considerar tambin lo que sucede en su entorno, a travs suyo y en su propia persona. Bajo la mirada de estas teoras, la persona con esquizofrenia ya no puede ser conside-rada en forma aislada, como simple portadora de una enfermedad, sino en una estructura compleja, de la cual representa un sntoma.

    Este hecho ha propiciado una visin teraputica menos sesgada y ha permitido demostrar que adems de describir los sntomas detalladamente, tambin es posible hablar con la perso-na con esquizofrenia, pero sobre todo que es posible escucharla. De estas teoras nos ocuparemos a continuacin.

    Psicoanlisis y PsicosisEl concepto de esquizofrenia ha tenido una evolucin de larga

    data, pero es recin en 1911, y por influencia del psicoanlisis, que surgen tres textos que intentan ordenar el trabajo en el campo de la psicosis para establecer conceptos que ms all del aspecto

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    descriptivo planteen la cuestin de la estructura psictica. Desde ese entonces, aparecen trabajos como los de S. Freud (El caso Schreber, 1911); de E. Bleuler (Demencia precoz: El grupo de las esquizofrenias, 1911); y de C.G. Jung (Acerca de la libido, 1911)

    En general, separando a M. Klein y sus alumnos, los analistas haban tomado un rumbo respecto a la psicosis que la exclua de la prctica psicoanaltica, pues esquivaban su tratamiento y eludan la presencia del psictico argumentando que la doctrina freudiana haba sido concebida para la neurosis.

    Freud en 1911 en relacin al caso de Schreber, plantea su renuncia en el ensayo de un plan curativo para la psicosis, pero deja una puerta sin cerrar al afirmar que dicha renuncia puede ser slo temporaria hasta hallar un plan ms idneo. Al encuentro de ese plan se consagr J. Lacan.

    Al igual que Freud, Lacan se mostr interesado desde muy temprano en el fenmeno psictico, y es con su tesis doctoral en 1933 que marca su inmersin en el mundo de la psicosis. Su trabajo, titulado De las psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad, no slo representa una crti-ca a las teoras de orden organicista planteadas por Henry Ey y otros autores, sino que se constituye como puente de paso de la psiquiatra al psicoanlisis.

    Descripciones Clnicas desde el Psicoanlisis:

    Desde una mirada psicoanaltica tambin es posible en-contrar descripciones claras de las manifestaciones clnicas de la esquizofrenia; Laplanche y Pontalis (1993) por ejemplo, incluyen entre una serie de caractersticas, la incoherencia del pensamien-to, de la accin y de la afectividad (que se designa con las palabras clsicas de discordancia, disociacin y disgregacin), la separacin de la realidad con replegamiento sobre s mismo y predominio de una vida interior entregada a la produccin de fantasas, actividad delirante ms o menos acentuada, siempre mal sintetizada; por ltimo, el carcter crnico de la enfermedad, que evoluciona con ritmos muy diversos hacia un deterioro intelectual y afectivo, con-duciendo a menudo a estados de aspectos demencial.

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    Complejo de Edipo y su relacin con la psicosisSin duda el psicoanlisis est ligado a la idea del Complejo

    de Edipo como estructura fundamental de la constitucin del sujeto y la subjetividad. Es desde all, que cuestiones como la distincin entre neurosis y psicosis adquieren sentido.

    Grosso modo, podemos entender al Complejo de Edipo como un fenmeno cultural, donde la prohibicin del incesto es preexistente al individuo y est mediada por la funcin paterna, introduciendo as la dimensin social, es decir la mayora de los emblemas, tradiciones, valores y dems significaciones ideolgicas en juego para la inscripcin social del sujeto (Aparicio, 1984).

    Desde las ms tempranas etapas de la vida, la relacin madre-hijo se constituye en funcin de un orden de inscripciones, de vivencias, de satisfaccin que el sujeto tratar de renovar continua-mente en forma de fantasas. La prematurez propia del ser humano, crea en el nio algo ms que la fijacin duradera a sus primeros obje-tos de amor: origina adems un deseo de fusin (Horstein, 1979).

    As, la ruptura de la unin con la madre ser vivida por tanto como la prdida de una parte importante de s. Cerca de la madre se encuentra generalmente el padre (o aquel quien ejerza esta funcin), ese otro sujeto al que ella est unida por una relacin privilegiada y que es responsable del quiebre de la relacin exclusiva madre-nio. Al buscar la madre en un tercero lo que el nio no puede colmar, lo destituye de su posicin de privilegio (Horstein, 1979).

    La decepcin Edpica implica que en el lugar del deseo de la madre est el padre, y que el nio, desalojado del privilegio ab-soluto de la relacin dual, deber someterse al orden de la ley. La operacin Edpica es llamada Metfora Paterna en la enseanza de Lacan, pues implica la sustitucin de un trmino por otro: el lugar ocupado por el deseo de la madre pasa a ser ocupado por el sig-nificante del Nombre del Padre.

    La castracin se entiende desde aqu como el momento de ruptura entre la identificacin y la relacin objetal, es el instante de corte que inaugura la prdida de toda unin y representa ese sacri-ficio de objeto que tiene valor estructural para el sujeto. Al desear otra cosa, la madre se presenta ante el sujeto como incompleta,

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    ya el nio no es todo lo que la madre aspira tener, ahora, el deseo materno est dirigido a otro lugar, desalojando al sujeto de su po-sicin (Horstein, 1979).

    Finalmente la situacin Edpica es una situacin de exclusin absoluta para el nio, donde se ve desposedo de la madre por el padre, pero tambin del padre por la madre. El valor antropogni-co del Edipo se sita a nivel del pasaje a lo simblico, pues el nio efecta su entrada en lo humano en tanto la intervencin castra-dora del padre instaura la ley. La prohibicin del incesto funciona como significante de un lmite que no debe ser traspasado.

    El Complejo de Edipo representa en realidad el precio pagado por el sujeto al orden simblico, por su entrada en el reino de la cul-tura. Condicin de posibilidad de todo sujeto, el complejo de Edipo constituye a la vez sus fronteras y sus lmites (Aparicio, 1984)

    Desencadenamiento PsicticoEn el universo del psictico el Nombre del Padre est me-

    ramente excluido, literalmente no existe en l. Lacan emplear el trmino forclusin para el mecanismo en juego en esta opera-cin. El desencadenamiento psictico ocurre entonces ante una situacin que evoca para el sujeto la idea de un referente (simb-lico) que nunca lleg a poseer, se enfrenta por tanto a la falta de un significante primordial (el significante del Nombre del Padre) el cual nunca lleg a ocupar su lugar por la va edpica. As, donde deba estar el registro de la paternidad simblica slo hay un hueco, una brecha a la cual el sujeto debe enfrentarse, de ah la sensacin habitual de fin de mundo que se advierte en los prime-ros estadios de una psicosis.

    Pero el psictico no se desencadena slo bajo la presin de emociones o de afectos ms o menos acentuados, el estallido aparece a la luz de una serie de coyunturas ordenadas y regu-ladas en un momento especfico. Es cuando las circunstancias le piden responder con significaciones a las ideas de la vida, la muerte, el sexo o la identidad, por ejemplo. Se trata de significa-ciones ausentes debido a la forclusin del significante del Nombre del Padre (Miller, 1984).

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    La condicin permanente de la estructura psictica y su des-encadenamiento queda ilustrada claramente por Lacan en lo que llam la metfora del taburete:

    Todos los taburetes tienen cuatro pies (...) Puede que en un comienzo, el taburete no tenga suficientes pies, pero que se sostenga de todos modos hasta un momen-to cuando el sujeto, en una determinada encrucijada de su historia biogrfica, se halla confrontado a este defecto que exista desde siempre (Lacan en Aparicio ,1994)

    As, al llamado del significante del Nombre del Padre responde un puro y simple agujero, agujero simblico determinado por la au-sencia del significante primordial. El desencadenamiento no es ms que el resultado de la recusacin de este significante, cuando el su-jeto se ve enfrentado a una situacin que le exige algo ms que las muletas imaginarias con las que hasta entonces intent suplir dicha falta. La paternidad es una situacin de este tipo; no hay modo de acceder a ella por otra va que no sea la simblica (Aparicio, 1984).

    Confrontado al vaco simblico, el sujeto se precipita en una catstrofe imaginaria, crepsculo de su mundo. El cataclismo ima-ginario y la profunda perturbacin del discurso que se conocen como manifestaciones tpicas de la psicosis, aparecen como con-secuencia de esta falta (la de uno de los pies del taburete).

    Lacan califica como momento fecundo a esta fase preparatoria hecha de dudas y de perplejidad que antecede al desencadenamien-to delirante. De este modo surge la perplejidad, fenmeno clnico que se presenta en las fases agudas durante las cuales el sujeto queda expuesto a una experiencia que le es enigmtica (Aparicio, 1984).

    En el momento del estallido psictico, el fenmeno elemental se muestra bajo la forma de alusin, esto es, el sujeto no puede dar cuenta de lo que le est ocurriendo, puesto que hay algo que perma-nece suspendido, invadindolo y confundindolo (Kizer, 1988).

    Lacan encuentra en el fenmeno de perplejidad el resulta-do de una falla en las relaciones del sujeto con el significante. De esta manera, la perplejidad ya no se explica como una disolucin del yo, o una regresin a funciones ms arcaicas, sino a partir de una falla en el orden simblico. (Uribe, 1996).

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    El hecho de que lo forcluido sea un significante primordial, lleva al sujeto a un punto en el que pone en duda el conjunto de su sistema significante. Por esto, el psictico se ve obligado a respon-der mediante nuevos significantes, a volver a estabilizar su mundo mediante el trabajo del delirio, a suplir como pueda la carencia del Nombre del Padre.

    El delirio, un mecanismo para obturar la brecha abiertaLa ausencia del significante del Nombre del Padre produce

    una ausencia de significado, y el delirio psictico intenta subsanar esa significacin faltante para cerrar la brecha abierta; es en cierto modo una forma de dar sentido al mundo amenazador que le rodea, amenazador justamente por la falta de una significacin esencial que le imponga un orden. Falto de una relacin con un significan-te ordenador, el psictico se agarra a esos juegos de significantes que son los delirios (Miller, 1984).

    Desde el pensamiento psicoanaltico puede entenderse al delirio como algo estructurante en tanto intento de relacin del su-jeto con el Otro, una suerte de restitucin del orden perdido. De all que la formulacin freudiana de la formacin delirante como una tentativa de reconstruccin, equivalente a un esfuerzo del su-jeto por restablecer el vnculo con el mundo, contina vigente en los planteamientos lacanianos.

    Lacan seala, que la construccin de la metfora delirante (como l lo denomina) constituye una suerte de remiendo de aque-lla malla simblica rota y es incapaz de incluirse dentro de cualquier categora plausible o verosmil (Aubert, 1988).

    La pseudo-lgica del delirio, es capciosa y falaz, se autojus-tifica y est subordinada a un postulado afectivo, donde el sujeto se disuelve en su propia creencia. Esta lgica afectiva es de carc-ter binario y por lo tanto no se puede explicar a partir de la lgica tradicional, (Aubert, 1988). Por tanto, aquellas construcciones ver-bales que han sido tradicionalmente descritas como nulas en su valor comunicacional, lo son slo ante un Otro que no comparte el sistema lgico desde el cual estn siendo generadas. Por ende, el prejuicio segn el cual al psictico le falla la lgica, es en s un pre-juicio desde el sentido comn (Lombardi, 1995).

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    Finalmente, desde el pensamiento psicoanaltico es posible debatir aquellas ideas propias de la psiquiatra tradicional sobre la imposibilidad de comunicacin del psictico. La ausencia de signifi-caciones comunes podra hacer pensar que todo en la psicosis es un sin-sentido y es verdad que no se encuentra en ella un sentido comn. Sin embargo, a travs del delirio, el psictico puede estabilizar un campo de significaciones propias no compartido con el interlocutor.

    Psictico: Objeto de Goce del OtroSlo puede tenerse una idea de qu es el goce en la medida

    que se hable de l. Se trata de la referencia freudiana a un estado en que las pulsiones se satisfacen cada una por su propia cuenta sin que exista ninguna organizacin de conjunto, pero sobre todo, sin que en su constitucin se vea implicado el otro. Solo, un cuerpo puede o no gozar. En la acepcin Lacaniana el goce es real, o sea, es algo que est fuera de la simbolizacin y el sentido, es constan-te y vuelve siempre al mismo lugar (Beneti, 1988).

    Lo que separa el goce del cuerpo es el significante, este constituye una barrera fundada por el lenguaje. Esta separacin tiene efecto en la vida humana a travs de la educacin, las reglas y normas del mundo social que instauran cadenas, redes significan-tes que por una parte atemperan el goce y lo separan del cuerpo, y por otra ligan este ltimo al lenguaje. La estructura edpica cum-ple un papel en este sentido.

    Como ya se ha mencionado, la funcin paterna quiebra la relacin dual madre-hijo, destituye al sujeto de su posicin privi-legiada y al tiempo impone la castracin materna. Esto es, coloca ante el nio a la madre (el Otro) incompleta, tachada por una falta. Con esta operacin hay una reduccin en la vida pulsional, un or-denamiento significante.

    Pero, en la estructura psictica, la forclusin del Nombre del Padre, efecto del fracaso del abrochamiento de la metfora paterna, deja permanecer esa relacin privilegiada con la madre, donde sta representa un otro completo, sin barramiento alguno. El psictico tiene que vrselas con un Otro no castrado, no descompletado, y encarna en su cuerpo el objeto de la vida pulsional del Otro. El sujeto sabe, con la certeza de la psicosis que el Otro goza de l (Kizer, 1988).

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    Fuera de toda posibilidad de simbolizacin, el psictico queda invadido por un goce no localizado, no anclado, no sim-bolizable. Excluido de una red significante el goce en el psictico permanece fuera de discurso.

    En la psicosis existe un retorno del goce desde lo real; de all la reflexin freudiana presente en el caso Schreber, en su apartado sobre el mecanismo paranoico, donde afirma que lo interiormen-te reprimido retorna desde el exterior (Freud, 1911/1996, p.1520) y que Lacan va a trabajar rigurosamente.

    En la esquizofrenia, el goce emerge desde su mbito para invadir la vida del sujeto avasallndolo en su cuerpo. No existe la posibilidad de atemperar el goce o separarlo del cuerpo, pues la barrera fundada en el lenguaje no se constituy. El goce en la esqui-zofrenia queda atrapado en el cuerpo y aparece como el sostn de vivencias catatnicas, de putrefaccin o cadaverizacin del cuer-po, as como tambin de ese lenguaje de rgano que define el hablar esquizofrnico (Kizer, 1988).

    Es por ello que aquellas manifestaciones que son descritas desde el discurso mdico-psiquitrico como graves alteraciones en el rea de la psicomotricidad, responden, desde el planteamiento psicoanaltico, precisamente a esa falta de ordenamiento discursi-vo en el sujeto psictico, que lo imposibilita a organizar tan siquiera sus rganos en una unidad llamada cuerpo.

    Cuando la prdida de los lmites es tan brutal, el sujeto se ve ante el caos de sus propios rganos y de las funcio-nes que les adjudica el lenguaje sin la ayuda de ningn rganon, de ninguna lgica (Lombardi, 1995, p 65)

    Psicosis: Dentro del Lenguaje y fuera de DiscursoLa palabra discurso, desde el psicoanlisis remite a la

    idea de vnculo social; es lo que regula segn un orden preciso los vnculos que los humanos establecen entre ellos sin saberlo. Las personas estn encadenadas, unidas, y ello es justamente porque hablan (Rabinovich, 1976)

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    Adems de su uso corriente, en la enseanza lacaniana el trmino tiene una connotacin lingstica, pues apunta a una serie superior a una frase, el discurso forma un mensaje que tiene un comienzo y un cierre.

    El discurso para Lacan tiene un alcance mucho ms am-plio que el uso simple de la palabra. Es una estructura, una estructura que da su marco a la palabra y que, por ello, la orienta segn su lgica propia. En suma, la posi-bilidad de la palabra, es decir, el llamado al Otro, se da en el marco del discurso. El discurso encadena la pala-bra y le da sus leyes. (Clastres, 1986)

    Lo que la observacin del fenmeno psictico revela es que aun disponiendo del mismo lenguaje que los dems, el psictico hace de l un uso muy distinto. Los significantes se agolpan, se aglutinan en fonemas desenfrenados, alejados de la lgica posi-cional, creando neologismos, frases incompletas o vacas (Ateneo psicoanaltico de Crdoba, 1988). De all que para Lacan el psic-tico est fuera del discurso, visto este como una estructura.

    A propsito de la ruptura del sujeto psictico con un orden sim-blico o discursivo, pero desde una postura epistemolgica distinta al psicoanlisis, aparece la Teora del doble vnculo, que intenta dar cuen-ta de la complejidad del fenmeno de la esquizofrenia ms all de las mono-causalidades y simplificaciones medico-psiquitricas que en diversas oportunidades se emplean como nica alternativa.

    Teora de la Comunicacin: Doble Vnculo y Esquizofrenia

    Debido a la relacin entre el papel de la familia y la apa-ricin de sntomas esquizofrnicos, se han llevado a cabo numerosos estudios a fin de determinar el papel del medio familiar en la gnesis de esta patologa.

    La teora del doble vnculo sostiene en este sentido, que el es-quizofrnico ha crecido en una situacin de aprendizaje, en la cual es necesario responder a mensajes de contenido contradictorio. Se considera de esta forma a la esquizofrenia como una forma de adap-tacin secundaria a un tipo de comunicacin aprendida en relacin con un tipo de interaccin (familiar) determinado y constante.

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    Bateson y la escuela de Palo Alto (1956)La teora de la psicosis establecida por Bateson y mantenida

    desde 1956 por su escuela, se apoya bsicamente en la idea de que deberan ser tomados en cuenta los tipos y modos comunicaciona-les en las que est inmerso el sujeto, y en consecuencia plantear los problemas en trminos de comunicacin: el nexo patolgico del es-quizofrnico vendr dado por la hiptesis del doble vnculo.

    Bateson (1972) propone un enfoque de doble vnculo, desde el cual, la continuidad en las comunicaciones humanas se quie-bra reiteradamente y de manera inevitable en la psicopatologa de las comunicaciones cotidianas. La intensin de esta propuesta es demostrar que tal patologa en su forma extrema presenta snto-mas cuyas caractersticas formales la llevan a ser clasificada como esquizofrenia.

    Los seres humanos manejan diferentes formas de comuni-carse, donde entran en juego el humor, la fantasa, la metfora, la imaginacin, entre otras.

    El humor, por ejemplo permite explorar temas implcitos en el pensamiento mediante el empleo de mensajes que se caracterizan por ser una condensacin de tipos lgicos o modos comunica-cionales que evidentemente para el momento no representan una discontinuidad. As, las seales que se emiten son evidentemente de un tipo superior al mensaje en que formalmente vienen dadas e igualmente alcanzan una estructuracin y rotulacin ms com-plejas (Bateson, 1972).

    Ahora bien, los esquizofrnicos presentan dificultades o di-ferencias al asignar los modos comunicacionales correctos a:

    a) los mensajes que recibe de otras personas.

    b) los mensajes que l mismo emite de manera verbal.

    c) sus propios pensamientos, sensaciones, percepciones.

    En cuanto al pensamiento esquizofrnico es posible afirmar que ste opera en base a una silogstica paradjica, silogismos dis-torsionados donde se identifican predicados tales como:

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    Los hombres son mortales.

    La hierba es mortal.

    Los hombres son hierbas.

    El ejemplo anterior nos permite concebir a la elocucin esquizofrnica como rica en metforas, y aunque stas son un re-curso vital en la expresin y construccin de toda comunicacin humana, la diferencia est en que el esquizofrnico hace uso de metforas no rotuladas.

    Segn las propuestas de las teoras del aprendizaje es po-sible afirmar que los seres humanos emplean el contexto como gua de seleccin de los modos de comunicacin. Es decir, que el esquizofrnico vive en un universo donde las secuencias de acon-tecimientos son tales que sus hbitos comunicacionales desviados resultan adecuados de alguna manera (Bateson, 1972).

    La proposicin de esta teora es que tales secuencias produ-cidas en la experiencia externa del paciente son de alguna manera responsables de los conflictos interiores en la asignacin de modos comunicacionales. Para denominar estas secuencias no resueltas de experiencias se emplea el trmino Doble Vnculo (Bateson, 1972),

    Recurrimos a Watzlawick, Beavin y Jackson (1967) para revisar la descripcin que hicieron sobre una situacin de doble vnculo. As, En cualquier situacin particular, dos o ms personas mantienen una relacin intensa y vital, como la familia, la amistad, el amor, la psicoterapia; y en ella se dan procesos tales como:

    Se es emitido un mensaje que constituye una negacin de la existencia del sujeto, pues el mismo contiene proposiciones com-plementarias y contradictorias entre s. Por ejemplo, el nio est situado entre la hostilidad de uno de los padres que niega su cle-ra y al mismo tiempo exige que el nio tambin la niegue; si el nio le cree al padre, mantiene la relacin necesaria para l, pero niega entonces su propia percepcin. Si cree en su percepcin se man-tiene en la realidad, pero piensa que pierde la proteccin del padre y la madre. Es imposible por tanto decidir el sentido del mensaje y el nio queda de esta forma prisionero de este doble vnculo.

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    La experiencia se repite durante un largo perodo. El nio se halla ante la imposibilidad de salir del marco fijado de este modo de comunicacin, prohibindose la posibilidad de reconocer la contradiccin en la paradoja del mismo. La violencia inadvertida es automantenida en el doble vnculo que se convierte as en le modelo de comunicacin esquizofrnica. (Watzlawick et al 1967; Watzlawick en Ey,1976)

    El sujeto no puede comentar la contrariedad de los mensajes que se le estn comunicando para efectuar su discriminacin, es decir, no puede formular una enunciacin metacomunicativa, como lo hara cualquier otra persona fuera de esta situacin.

    Bateson y cols (1972) sostienen que tales comunicaciones distorsionadas tienen efectos directos sobre el comportamiento: En estos casos, si el sujeto cree que la situacin de doble vnculo es lgica y coherente para los otros, buscar entonces constante-mente explicaciones, constituyendo as el delirio paranoide.

    Si el sujeto escoge obedecer al azar (a todas las rdenes o a cualquiera de ellas) de forma literal, adoptar una postura hebe-frnica. Pero si en algn caso el sujeto decide bloquear la entrada de informacin y defenderse contra cualquier percepcin, apare-ce entonces la catatonia.

    El doble vnculo es la clase de comunicacin que se esta-blece entre la madre y el nio (sujeto pre-esquizofrnico) o entre ste y la familia en general. Pero esta no es exclusiva de los suje-tos con esquizofrenia; situaciones altamente estresantes pueden atrapar a cualquier persona en una situacin de doble vnculo ante la cual muy probablemente reaccionar igual a una persona con diagnstico de esquizofrenia.

    La situacin de doble vnculo hace que cualquier persona se sienta en candilejas. El sujeto con esquizofrenia se siente todo el tiempo bajo un foco, de una manera tan terrible que respon-de de una manera insistente y literal an siendo absolutamente inadecuado, confunden lo literal y lo metafrico en sus propias verbalizaciones y slo encuentran seguridad ante una situacin de doble vnculo en el desplazamiento a un enunciado metafrico.

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    Tal desplazamiento es ms seguro y le permite ante una situacin sin salida convertirse en otra persona o insistir que se encuentra en otra parte, ante lo cual la situacin de doble vncu-lo no logra actuar.

    Reflexiones finales: nuevas perspectivasAproximarnos a la nocin de esquizofrenia desde tres pers-

    pectivas tericas, nos demanda un ejercicio de reflexin crtica que posibilite la emergencia de posturas, prcticas, e iniciativas que permitan un tratamiento ticamente responsable.

    Se trata de fomentar un posible tratamiento de la psicosis que responda a las necesidades propias y fundamentales de cada individuo. Pero cmo conocer tales demandas si no se escucha a la persona diagnosticada? cmo contribuir a su recuperacin sin tomar en cuenta sus propios esfuerzos por restablecer el pro-pio orden perdido?

    Si bien es cierto que el encuadre hospitalario (psiquitrico) permite estabilizar a la persona con esquizofrenia con el uso apro-piado del tratamiento farmacolgico, tambin lo es el hecho de que en su mayora la relacin mdico-paciente se fundamenta sobre el prejuicio de la imposibilidad de comprender lo que esta persona dice, siente y padece, dada las alteraciones propias de su sistema lgico y los trastornos del lenguaje.

    Este contexto de contradiccin y sordera institucional, pro-pia de situaciones de doble vnculo; se vuelve insuficiente para la persona con esquizofrenia, no responde a sus demandas, difi-culta an ms el establecimiento del lazo social, lo coloca en una posicin pasiva como objeto de estudio y lo asla del mundo y la realidad social durante un tiempo.

    Por dcadas, la intervencin medicamentosa ha sustituido a la dedicacin necesaria para una verdadera recuperacin. Se dej de escuchar, y la clnica se limit a la bsqueda de la adecuacin del sntoma a la plantilla clasificatoria que son los manuales para el diagnstico de las enfermedades.

    No debera bastar con el control de la actividad neuroqumi-ca mediante el uso de psicofrmacos para el logro de la llamada

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    estabilizacin. Sera justo considerar tambin los mecanismos ge-nerados desde el propio sujeto en la bsqueda de tal fin. Desde la prctica psiquitrica ms tradicional, el delirio es el blanco del trata-miento medicamentoso, y es calificado como anormal y peligroso, pero desde otras perspectivas el delirio resulta un importante com-promiso del sujeto por explicar su propia condicin. Es necesario retomar el hbito de la escucha y validar la construccin delirante en la clnica de la psicosis como algo ms que un sntoma.

    En muchos pases de Latinoamrica y el mundo predomi-na el modelo tradicional psiquitrico, pero no se puede negar el campo que han ganado los modelos de intervencin comunitaria, familiar, y psicosocial. Los lineamientos de salud pblica propues-tos por organismos internacionales de salud como la Organizacin Mundial de Salud (2006; s/f) y la Organizacin Panamericana de la Salud (2009) promueven cada vez ms la psiquiatra comunitaria y la prevencin como estrategias fundamentales. Rehabilitacin cognitiva, capacitacin para el trabajo, modelos de intervencin a domicilio, programas familiares y de sensibilizacin comunitaria, son todas propuestas que prometen una intervencin ms all de la estabilizacin medicamentosa.

    Sin embargo, estos mismos organismos internacionales de salud indican que tales modelos aun no se implementan adecuada-mente; la relacin costo-eficacia contina favoreciendo el modelo psiquitrico tradicional y el presupuesto dedicado a atencin pri-maria en Amrica Latina y el Caribe es prcticamente nulo.

    Abrirse a la escucha del paciente mental, llegar a sus fami-lias y comunidades, considerar su reinsercin social como parte fundamental de la estabilizacin, son todas formas de promover una intervencin ms justa y duradera. El reto: perseverar en la aplicacin de modelos de salud que rescaten el discurso del pa-ciente mental, que fomenten su abordaje como ser social, y que promuevan un verdadero acompaamiento en los contextos ms favorables. En palabras de Freud, el reto sigue siendo no retro-ceder ante la psicosis

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    Notas1. Este anlisis -que no presentaremos en este artculo- forma

    parte de una investigacin nuestra mucho ms amplia titulada: La enfermedad mental y la Institucin Psiquitrica desde el discurso del paciente

    2. Estamos de acuerdo con lo que plantea Pennington, H.J. (2003) en su artculo Esquizofrenia, gentica y complejidad sobre la tendencia, errnea, de algunos bilogos, investigadores y cientficos en general, en sobresimplificar los fenmenos, desatendiendo la complejidad y enfatizando finalmente en explicaciones monocausales de la esquizofrenia.

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    Recebido em 13 de fevereiro de 2010Aceito em 17 de maro de 2010Revisado em 08 de abril de 2010