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CIUDADES ESCRITAS Soberón y el viaje como autobiografía Página 3 LAURA ALCOBA Contarlo para vivir Página 4 SUPLEMENTO LITERARIO TÉLAM I REPORTE NACIONAL AÑO 4 I NÚMERO 178 I JUEVES 30 DE ABRIL DE 2015 Trejo vive

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CIUDADES ESCRITAS

Soberón y elviaje comoautobiografíaPágina 3

LAURA ALCOBA

Contarlopara vivir

Página 4

SUPLEMENTO LITERARIO TÉLAM I REPORTE NACIONAL AÑO 4 I NÚMERO 178 I JUEVES 30 DE ABRIL DE 2015

Trejo vive

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2 REPORTE NACIONAL SLT JUEVES 30 DE ABRIL DE 2015

Un domingo de mayohace tres años Ma-rio Trejo murió enel Sanatorio Güe-

mes, a los 86 años, parecía finali-zar la leyenda del poeta inasible.A los veinte ya ejercía un tipo deintervenciones que después se de-nominarían happenings, y en1948 fundó junto a Edgar Baileyy Tomás Maldonado el GrupoArte Concreto-Invención. En losaños 50 integró la elite de la van-guardia en la revista Poesía BuenosAires y se acercaría al surrealismojunto a Aldo Pellegrini. Siempreviajero, Brasil y Cuba fueron dosde los destinos donde anudó fuer-tes lazos artísticos y políticos. En1964 recibió el Premio de PoesíaCasa de las Américas. Acá en Vi-lla Gesell, según contaba, escribió“Los pájaros perdidos”, su poemamás tarde hecho canción, el másdifundido, que atravesó continen-tes en más de cien versiones y len-guas, que primero se hizo conoci-do por la versión de Astor Piazzo-lla y las voces de Amelita Baltar ySusana Rinaldi. En el Di Tella su-bió a escena la tortura y la homo-sexualidad. Su ejercicio audaz ybrillante del periodismo lo llevó aentrevistar a figuras como el CheGuevara, Yasser Arafat y SalvadorAllende. Como guionista de cineescribió para Bertolucci y en tele-visión ganó un Martín Fierro. Au-tor de una obra tan breve comocortante, Trejo será recordadocomo una de las grandes voces dela poesía argentina provenientede los años 60. “De dos peligrosdebe cuidarse el hombre nuevo:de la derecha cuando es diestra,de la izquierda cuando es sinies-tra”, escribió. Todos sus poe -mas, todos los que escribió, in-tegran un único libro “summa”:El uso de la palabra.

Nuestra correspondencia em-pezó en el 2009, después queescribí una notalarga que, mástarde, porvoluntad

homónimo. ¿Dónde estaba yo enla segunda batalla de la Marne?Sólo lo sabe Arolas. Abrazo par-tido. Mario”.

En febrero del 2010 sufrí unameningitis. Al enterarse de mi es-tado, Trejo me llamó. Me costóhablar: yo balbuceaba, la lenguano me respondía y la memoria,apenas: había olvidado cómo sellamaban las cosas. Cuando que-ría decir algo, lo que decía no eralo que yo quería. Aterrado, sen-tía que no me acordaba de lo quequería decir. Y cuando me acor-daba, era tarde. El tono de Trejo,ronco, lento, pausado, de tabacoy whisky buscaba alentarme. Loque más me jodía era tener en lalínea al poeta admirado, el maes-tro de “el uso de la palabra” y noconseguir articular una puta pa-labra. Procuré disculparme. Yoapenas podía hablar. Trejo no de-jó de llamar en esos días. Y tam-bién después. Cuando volví a Vi-lla Gesell, nos escribimos nueva-mente. Despacio, yo recuperé elhabla y también el tipeo, ahoramenos vacilante. Además de losmails, con Trejo solíamos con-versar por teléfono. Y la larga dis-tancia se volvía tan corta. En esasconversaciones Trejo me enseña-ba no sólo otra vez a hablar. Tam-bién me ayudaba a recobrar, enlos silencios que mechaba, “el usode la palabra”. Sugestión, me di-go. Pero esto lo pienso ahora.Entonces no importaba.

Quedábamos siempre en en-contrarnos, me acuerdo. Y tam-bién en juntarnos con Noé Jitrik,gran amigo suyo, que había sidoprofesor mío en los 70. No sólonunca llegamos juntarnos. Nun-ca llegué a conocerlo a Trejo per-sonalmente. Pero siempre estuvo,está, estará ahí. Una mañana salí acaminar por la playa desierta conmi ovejero. De pronto el perro selanzó tras una mariposa. La mari-posa aleteaba provocándolo. Elperro la perseguía y le ladraba. Ungolpe de viento se llevó la maripo-sa. Y el perro quedó con la lenguaafuera, jadeando. Después, sin re-signarse, ladró una vez más. Tuveuna intuición. Trejo estaba allí. Yno hacía ninguna falta que expli-cara qué es la poesía.

suya, fue prólogo de Los pájarosperdidos, la reedición de sus poe-mas de amor en el 2010. Para Tre-jo la palabra poética pertenecía alorden de lo sacramental y teníamás de rito, invocación y exorcis-mo que de oficio. Una vez publi-cada aquella nota, con Trejo em-pezamos a escribirnos. De entra-da sus mails impusieron el estilo,entre seco, cortante, mordaz, conla rienda corta. Trexus era el nom-bre fantasía de su correo. Lo quehacía pensar en un héroe mitoló-gico. Y lo era, a su modo, porqueTrejo era un mito. Uno viviente.

Su primer mail está fechado el30 de septiembre del 2009 y diceasí: “1) Pompa y circunstancia, 2)Two marvelous words, 3) Hace 15años entro a un bar en calle Co-rrientes y me presentan a dos jó-venes, uno eras vos Me sorpren-dió el recibimiento. Cálido y ver-dadero. 4) El domingo recordé alGran Ciego: Alabar y denigrarson operaciones sentimentalesque nada tienen que ver con la crí-tica.” En párrafo aparte, Trejo ce-rraba: “Continuará el número 5”.

El siguiente mail, el 1 de octu-bre, en efecto, empezaba con elpunto 5: “5) Mi memoria es comouna manía. No la puedo controlar.Nada olvido. Amo el lenguaje delos médicos, de la ciencia, las batasblancas. Ni el microbio ni la célu-la loca actúan a propósito. La na-turaleza es una ruleta rusa. Hastaque aparece la cultura, 6) Estoy se-guro de que goza conmigo el re-lámpago de David Oliver Selznick:There are only two kind of class:first class and no class.” Así veníanlos mails de Trejo. Otro, del 19 deoctubre: hacía una referencia a Al-berto Cousté, su breve ensayo quees prólogo a El uso de la palabra.

Aquel texto había sido paraTrejo como “la bofetada de

Eiji Okada a EmmanueleRiva”. En ese mail, ademásmencionaba a Eric Roeh-mer y Robert Bresson.

Una digresión, en un ar tículo titulado “Poética

de la certidumbre inquieta”,el poeta Poni Mi-

charve-gas

escribió: “¿Qué pensar de unhombre que confiesa, en unamesa redonda sobre el cine deAlain Resnais, en el Aula Magnade la Facultad de Medicina deBuenos Aires, hacia comienzosde los 60, que se había quedadodormido ante el fenómeno refle-xivo que significaba ‘Hiroshimamon amour’? Dos veces. No unavez, sino dos veces Trejo cayódormido como un tronco. Y sinresignarse a no saber el porqué,hizo un descomunal esfuerzo pa-ra ver el film en una tercera jorna-da: ahora Trejo pretendía averi-guar en qué momento hacía ‘sín-toma’. Se propuso rever esas es-cenas hipnóticas donde capitula-ba estrepitosamente, y encontrar-le algún vínculo con su propia vi-da hasta lograrlo.”

A propósito de la memoria, yvolviendo a los mails, Trejo meescribió: “Come sei Karina vuel-ve desde el verano del 76 en Sé-vres. Certainment. Y aquí va unaperla de Wilcock. Que supo dar-le su nombre a un actor de PPP,antes de irse desde su mecedoracon un libro sobre el miocardioen su falda. Apareció en Sur y só-lo recuerdo éstos versos. Tan cla-ros. … Y se besaban en la boca,audaces,/ Junto a mis libros, jun-to a mi retrato,/ Celebraban suerótico contrato, / Tal vez desnu-dos/ Y tal vez locuaces. En miMuseo Imaginario ese poema esKoh-i-Noor. A presto. Mario”

La Karina que mencionabaera Anna, la compañera y actrizde Godard. En esos mails dondela asociación libre empezaba a te-ner una onda payada la profusiónde sus referencias al cine y al jazzapabullaban. Nada casual, en unreportaje supo declarar que él hu-biera querido ser músico de jazz.A propósito de “Hiroshima monamour” me recordó esa frase cé-lebre que le dice Riva a Okada:“Tú no conoces el frío de Ne-vers”. Y como chicana le puse:“Vos no conocés la escarcha deMataderos”. Otra vez, siempre alinstante, me retrucó: “Ma nuitchez Maud” avanti toute chose,sauf la Belle Anna, la plus belle.Tu n’a rien vu a Berazategui.¿Qué tal un Merlot? Quasi un

GUILLERMOSACCOMANNO

FITZEK, MAESTRO ALEMÁN DEL TERROR PSICOLÓGICO, EN LA FERIA DEL LIBRO

El alemán Sebastian Fitzek, que visita al paí s –por primeravez– con motivo de la Feria del Libro de Buenos Aires,repasó su carrera como escritor, que cuenta en la Argentinacon la publicación de los libros de terror psicológico Terapiay la flamante Noah. “El Muro de Berlí n influyó mucho en mivida”, dice a Télam este berlinés de 43 años, quien imaginaque haber vivido en “una comunidad cerrada” impactó

“sustancialmente” en su manera de ver el mundo y podríaconvertirse en fundamento de su literatura, signada porclimas claustrofóbicos. “Recuerdo Terapia –la novelaprotagonizada por un psiquiatra que sigue las presuntaspistas de su hija desaparecida– y puede ser coincidencia,pero toda la trama se desarrolla en una isla como la que fueBerlí n entre 1961 y 1989”, aventura Fitzek.

TREJO. PARA ÉL LA PALABRA POÉTICA TENÍA MÁS DE RITO QUE DE OFICIO.

Trej

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JUEVES 30 DE ABRIL DE 2015 SLT REPORTE NACIONAL 3

Con humor y ritmo avasa-llante, Fabián Soberónescribe el retrato cultural

de diversas ciudades norteameri-canas. New York, Hollywood,Boston, Los Ángeles, Santa Bar-bara, San Francisco pululan en laspáginas como escenarios fasci-nantes de una realidad vista conlos ojos del cine, la literatura, la fi-losofía y el arte. Ciudades escritas(Eduvim) reúne una serie de cró-nicas corrosivas e irónicas quetrazan un mapa autobiográfico.La crónica es literatura bajo pre-sión, dice Juan Villoro. Soberónescribe con la presión y la preci-sión del viaje y con la fascinacióndel voyeur. Y produce literatura asecas, sin presión, como un discí-pulo lejano del cineasta DavidLynch y como un continuador delgran Edgardo Rodríguez Juliá.“Todo puede ser narrado. No haylímites éticos para el arte de na-rrar. Todos podemos contar conhumor, desenfado o tristeza nues-tra mirada del mundo. Un viaje,un crimen, una orgía: todo puedeser narrado”, afirma el escritorFabián Soberón durante la entre-vista a Télam.

¿Cómo surgió el proyecto de escri-bir Ciudades escritas?Siempre estoy pensando quéfragmento de lo que ocurre pue-de convertirse en un cuento. Mimemoria existe como literatura,cine y arte. La materia de la me-moria es el proyecto de mi escri-tura. Como me dijo Tobias Wolffen una entrevista, los recuerdostienen ya una forma de escritura.La operación del recuerdo, de laevocación, sucede bajo la formade un texto. Dijo Leila Guerrie-ro: todo puede ser convertido enun relato. Lo que veo en internet,lo que escucho en un taxi, lo queextraigo de una película, lo queobservo desde la silla de un bar. Yel viaje fue, en este caso, la mate-ria de la literatura.

Vos ya escribiste un libro con tonoautobiográfico. ¿Qué relaciones

hay entre Mamá (Editorial Culiqui-taca, 2013) y Ciudades escritas?Mamáes una curiosa continuidadde Ciudades escritas. Luego de laexperiencia de escribir las ciuda-des durante el viaje a EE.UU., es-cribí Mamá, la vida de Soledad H.Rodríguez. Pero luego se publi-caron al revés. Soy un lector decrónicas. Y ya sabemos que un es-critor es, antes que nada, un lec-tor. Mi escritura continúa el efec-to de la lectura. Y el cine reapare-ce bajo la lupa de la crónica. Todose retroalimenta. “La naturalezaimita al arte”, dijo Oscar Wilde.En cierto sentido, el viaje es unaforma móvil y aleatoria de la au-tobiografía. La crónica de la vidade mi mamá es también una auto-biografía. Y ambos libros (Mamáy Ciudades escritas) son, creo, ma-neras de reflexionar sobre el sen-tido de la vida y de la muerte. Poreso es que suelo decir que el viajees el espejo móvil de una relación:la ciudad y yo.

¿Por qué te interesan las ciudadescomo objetos narrativos? ¿Qué esuna ciudad para Fabián Soberón?La ciudad es el espejo deforme demi yo. Cuando escribo sobre lasciudades escribo mi autobiogra-fía temporal. Las ciudades que vi-sito alojan en sus calles y en suspasajes mis emociones y mis ideas. La ciudad es como un pla-no de mis humillaciones y fraca-sos, escribió Borges. David Hu-me decía que el yo es un ramille-te de sensaciones. Ese ramilletevuela y se reconfigura con el vien-to de las ciudades. Yo soy yo y misciudades. Todo lo móvil se des-plaza en el yo. El yo es móvil y lasciudades son móviles: viajan jun-tos. El interior de una personaexiste como un misterio, comouna pregunta. Es una caja inasi-ble, difícil de asir. Por eso la ciu-dad me ayuda a descubrir los sen-tidos y los rincones del yo. He na-cido para morir. Las ciudades meayudan a pensar la muerte. Reco-rrer una ciudad es una forma deprepararme para la muerte. Elvagabundeo es una forma filosó-fica. Me ayuda a no pensar en la

SEBASTIÁNBASUALDO

“UN EDITOR ES UN RECOMENDADOR DE LIBROS”, DIJO SANDRA OLLO

La editora Sandra Ollo es la cara visible a cargo deAcantilado, una de las editoriales independientes másprestigiosas de habla hispana, con sede en Barcelona. En su primera visita a la Argentina y de paso por la Feriadel Libro de Buenos Aires se refirió a la construcción de uncatálogo perdurable, la concentración editorial y lospróximos pasos del sello. “Un buen editor tiene que ser un

buen lector, porque en realidad, un editor es un lector y esun lector que prescribe libros a sus amigos, y a los quetodavía no son amigos. Es un recomendador de libros,tienes que tener claro cuál es el espíritu que guía tu sello ycuál es el camino, que debe ser muy recto y definido,aunque se pueden hacer meandros”, expresó la editora enuna charla con Télam.

¿Cómo ves el avance de la cróni-ca en los últimos tiempos?La crónica pasa por un buen mo-mento desde el punto de vista delos editores. La cuestión pasa porsaber qué tipo de lector tiene elgénero. No estoy tan seguro deque la recepción acompañe la ideaque tienen ciertos editores o algu-nas revistas sobre el supuesto fe-nómeno. ¿Quiénes leen crónicas?¿Qué les interesa? La crónica ge-nera una tensión interna que an-tes atravesaba al cine. Por un la-do, se producen más crónicas co-mo piezas literarias. A la vez, hayen muchos lectores un prejuiciopre-moderno sobre la crónica. Elcine fue considerado el arte del si-glo XX a fines de siglo. ¿Y qué su-cede con el cine en la era de la te-levisión? ¿Qué pasará con la cró-nica? Se podría pensar a la cróni-ca en relación con la teoría del re-levo de Walter Benjamin. ¿A quéforma reemplaza la crónica?¿Qué forma literaria o no litera-ria será la encargada de sustituir ala crónica? De estas consideracio-nes rápidas se puede deducir quela crónica es una forma móvil, his-tórica. La crónica “moderna” asi-mila y despliega la historia, es tes-tigo del presente. Metaboliza ycanibaliza las múltiples formas li-terarias y propone una lecturatemporal.

Has escrito novelas, cuentos, po-emas, ensayos. Y todo eso apare-ce en Ciudades escritas. ¿La cró-nica es una síntesis de tu proyec-to literario?No importa el nombre del géne-ro. Lo que escribo puede llevar elnombre de crónica, relato cortoo ensayo narrativo. Le llamo cró-nica a esa forma que ha funciona-do como un laboratorio. He ex-plorado hasta tocar los bordes.Saltar fronteras estéticas me in-centiva, me impulsa a seguir es-cribiendo. Con respecto al futu-ro, nadie sabe qué figura tendrá suescritura. Y menos aún qué explo-raciones hará. No me gusta que-dar ligado a una forma o a un gé-nero. No me interesan las fijacio-nes estéticas. No sé qué me depa-ra la búsqueda. La escritura es unoficio infinito y esa cualidad es laque la hace fascinante.

SOBERÓN. “YO SOY YO Y MIS CIUDADES. TODO LO MÓVIL SE DESPLAZA EN EL YO. EL YO Y LAS CIUDADES VIAJAN JUNTOS.”

Soberón y el viaje como autobiografía

muerte. Y eso es una forma deprepararme para lo inevitable. Lamuerte es lo único que importa.Por eso recorro ciudades. Miroen esos espejos deformes la for-ma de mi agonía. Las ciudadesson fantasmas diurnos, papelesechados al viento, fósiles hirvien-tes que anticipan lo que vendrá.

Vos escribiste esas ciudades. ¿Lasciudades escribieron a Soberón?La crónica traduce un encuentro:el cruce entre ojo y horizonte,pensamiento y urbanidad. Lacrónica sintetiza la relación entremirada y ciudad, desplazamientoy cultura. Las calles y sus ruidos,sus cambios, sus senderos ocultosdibujan un boceto de lo que quie-ro ser. En este sentido, la crónicame permite pensar el futuro de miyo, de lo que seré y de lo que soyen ese instante. La crónica traba-ja como un haiku urbano: reúneen un punto ojo y ciudad y devuel-ve el eco de la lo vivido.

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4 REPORTE NACIONAL SLT JUEVES 30 DE ABRIL DE 2015 DIRECTOR DEL SUPLEMENTO LITERARIO TÉLAM: CARLOS ALETTO SLT.TELAM.COM.AR

ARTURO CARRESA PUBLICA VIGILÁMBULO

Arturo Carrera (Pringles, 1948), uno de los grandes poetasargentinos, autor de Escrito con un nictógrafo, Momentode simetría, La partera canta, entre otros libros, dijo aTélam sobre Vigilámbulo: “Cuando salió el libro y lo viterminado tuve una especie de apagón de sentido. Unasensación comparable con las antiguas técnicas de lacetrería, donde se les ponía una suerte de capuchón a los

halcones por varios días y, cuando se lo sacaban, elhalcón iba directo a la presa. Me imaginaba que mi poesíaya no estaba más, lo que estaba era esa presa con unavibración de luz que es el libro por venir. Después, cuandoleí el prólogo de Chejfec, vi una toma de contacto con losprocedimientos, los recursos, la distancia que tomé de lametáfora en determinada época de mi vida”.

celda, entre las cinco que le sonpermitidas (“Mi papá sólo puedetener cinco fotos en su celda. Asílo dispone el reglamento de la pri-sión. Y tienen que ser fotos de per-sonas a las cuales lo una un víncu-lo de parentesco de que haya da-do pruebas”), y confiesa: “todavíahoy me recuerdo deslizándola enel sobre”. La niña creció, y locuenta para poder volverlo a vivir.Y a la vez darnos la posibilidad deque lo vivamos con ella, de que co-nozcamos esta historia chica co-mo parte de la historia grande.

Uno podría decir que las his-torias de estos dos libros son mo-neda corriente, que con el pasodel tiempo cosas similares se leenen diarios y revistas. Pero comoen toda historia hay un aspectocolectivo y otro individual, que esel que Alcoba rescata aquí, por-que lo puede contar, porque lodebe contar para que ese relato sesume a los otros, que al fin seránla historia colectiva que nos defi-na como país.

Imposible intentar abordar elimpacto de las resonancias que unlibro de estas características pue-

de tener al ser leído desde Fran-cia (con una autora a medias fran-cesa, que escribe en francés), don-de el tema del exilio es una largahistoria que involucra a propios yajenos, a pérdidas antiguas y aotras más recientes. Ella misma lodice en un reportaje: “es de mis li-bros el que más eco tuvo en Fran-cia. No paran de escribirme inmi-grantes que se encuentran refle-jados en la experiencia de la narra-dora”. Pero sí se puede aventurarque eso le agrega a la novela unsinfín de relaciones de las que so-lamente puede ser consciente lamisma Alcoba, y quizá su familia,o los personajes que han sido pri-mero protagonistas de esta histo-ria y luego protagonistas de estaaventura literaria.

Y la vida se abre paso, comosuele suceder, y Alcoba encuentrasu camino para lograr la inmer-sión primero, seguir adelante consu mundo en el nuevo país, y al finvolverse escritora para podercontarnos su historia. O, comodiría esa niña, o esa voz de niña re-cuperada por la Laura Alcobaadulta: “Además, lo sé bien: unosiempre encuentra la punta de uncaos de lana, aun cuando el culpa-ble haya sido el más revoltoso delos gatitos.”

JAVIER CHIABRANDO

CONTRATAPA

En 1979 una niña partehacia París a reencon-trarse con su madre.Pero no llega al París

de las postales sino a la Voie Ver-te en el Blanc-Mesnil, un subur-bio de la ciudad donde su madrevive su exilio en una casa modes-ta en compañía de una amiga, ydonde ella, la niña, deberá reini-ciar su propia vida, que significanueva escuela, nuevos amigos, ysobre todo nuevo idioma, el que,como París, tampoco se parecedel todo al que ella estudiaba.Porque poco antes, esa misma ni-ña alternaba sus últimos días en laArgentina visitando a su padre enla cárcel y aprendiendo los traba-josos sonidos del idioma que ten-dría que utilizar al llegar, y queutilizaría hasta el día de hoy paravolverla al fin su lengua literaria.

Laura Alcoba es nacida en LaPlata y vive en París desde enton-ces, donde se licenció en letras enI’École Normale Supérieure, seespecializó en el Siglo de Oro Es-pañol y se volvió traductora. La ca-sa de los conejos fue su primera nove-la, publicada por Gallimard y lue-go traducida al español. En esa pri-mera novela, esta misma niña, pe-ro con apenas siete años, cuenta suprimera infancia en la imprenta demontoneros en La Plata simuladacomo un criadero de conejos.

Desde su llegada a París, estaniña escribirá una gran cantidadde cartas a familiares que queda-ron en la Argentina. Una de esascartas, cada semana, irá dirigida asu padre. La relación con su padrea la distancia se da también a tra-vés de la barrera y del descubri-miento del idioma, porque ella yél se proponen leer los mismos li-bros, él en castellano, ella en fran-cés, como una forma de compar-tir algo que no destruiría la distan-cia. “A veces me cuesta encontrarlos libros que él quiere que lea co-mo La Vie des abeilles, de MauriceMaeterlinck, que reclamé desdemi llegada a Francia, durante másde un mes, hasta que por fin ma-má encontró un ejemplar usadoen la librería…”, dice la niña.

La adaptación, la nueva vida, o

para dar una referencia sobre supaís de origen y de paso impresio-nar a sus nuevos compañeros.

El mundo que la nena dejóatrás retorna de tanto en tanto, connoticias por lo general ominosas,o con la visita de amigos de la mi-litancia de su madre. También Pa-rís se vive como una visita pasajeracuando la niña acompaña a la ma-dre a su trabajo, que consiste encuidar chicos con problemas deconducta o con discapacidad.

El trabajo que hace la autorasobre el descubrimiento de la ni-ña de las complejas relaciones conel nuevo idioma, y algunas pala-bras sueltas que generan una mo-mentánea confusión (inelucta-blemente, esbozo de bigote, bi-gotes en ciernes), hacen que unodesee que este sea uno de esos li-bros bilingües que le permiten auno adivinar el énfasis de una pa-labra, su probable resonancia, y alfin su significado. También escri-ta originalmente en francés, lanovela está traducida al españolpor Leopoldo Brizuela.

Entonces las palabras inelucta-blemente y esbozo pasan a tenerun nuevo sentido, cuando al finaldel libro, ella decide qué fotomandarle a su padre para que lapueda exhibir en una pared de su

la inmersión, como la llama gra-ciosamente la autora, se mide másen la relación con esa nueva len-gua que por el paso del tiempo. Elidioma es en El azul de las abejas(Editorial Edhasa), la nueva no-vela de Laura Alcoba, un temacentral, mejor dicho vital. Porquele sirve a la niña para lograr la in-mersión, para prepararse para esanueva vida, y para evadir (o paraintentar evadir) la censura que supadre sufre en la cárcel con lascartas que le llegan. En cuanto ala “inmersión”, no es cosa senci-lla, porque por un lado significasumergirse en la nueva cultura, ypor otro intentar pertenecer tam-bién a un mundo (en este caso re-presentado por la escuela) dondeviven niños productos de otrosexilios, de otras inmigracionesforzadas, con diferentes hábitos,culturas, religiones. Por suerte,cuando no los una la nueva lenguaque ella intenta dominar, apare-cerán otras cosas: Asterix, Le petitNicolás, libro que todo niño fran-cés, o que quiera pasar por fran-cés, debe leer; o una mención quela niña hace sobre el Mundial 78

Contarlo para vivir

LAURA ALCOBA. EN EL AZUL DE LAS ABEJAS, LA NUEVA NOVELA DE LA ESCRITORA NACIDA EN LA PLATA, EL IDIOMA ES EL TEMA VITAL DE LA PROTAGONISTA.