TRAINERAS - Diario AS · traineras y los remos que manejan los remeros ya no son de madera, y todos...

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© MAS· MUSEO DE ARTE MODERNO Y CONTEMPORÁNEO DE SANTANDER Y CANTABRIA DEPÓSITO DEL CENTRO DE ESTUDIOS MONTAÑESES

TRAINERASDE COMPETIR PARA SOBREVIVIR

A VIVIR PARA COMPETIR

¡JESÚS, Y ADENTRO!

Mueven pasiones en la franja costera en el norte de nuestro país. Muy pocos, sin embargo, incluso allí, conocen el origen de estas embar-caciones tan españolas..., que nacieron en Francia.

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Trece remeros, un patrón y tres millas náuticas por

delante. Eso son, en esencia, las regatas de traineras. Un

deporte muy arraigado en el País Vasco y Cantabria, que

también se practica en Galicia y cuyo origen hay que situar hace siglo y medio. Entonces

querían pescar sardinas.

ROBERTO GONZÁLEZ /

Más!..., ¡más! –gritaba a los extenuados re-

meros, porque había llegado el momento decisivo. Y los remos crujían y los hombres jadeaban y la lancha seguía encaramándose, pero ganando terreno. Cuando la popa tocaba la cima de la monta-ña rugiente y la débil embarcación iba a recibir de ella el último im-pulso favorable, Andrés, orzando brioso, gritó conmovido ponien-do en sus palabras cuanto fuego quedaba en su corazón: –¡Jesús, y adentro!”.

Así reflejaba José María de Pe-reda, el escritor por antonomasia del costumbrismo montañés, los apuros de una trainera para huir de la trágica ‘Galerna del Sába-do de Gloria’ y ganar, en medio del súbito temporal, el abrigo de la bahía santanderina. 322 mari-neros vascos y cántabros no lo consiguieron aquel 20 de abril de 1878. La mayoría de ellos pe-recieron agarrados al remo que manejaban en su trainera. Sí, en-tonces, en los primeros años de estas bravas embarcaciones, ha-bía mucho más en juego que las banderas, la gloria o el dinero.

Aquel mismo año, 1878, ape-nas unos meses después de llo-rar a sus muertos en todos los puertos del Cantábrico, se cele-bró en Santander la primera gran regata de traineras animada por un espíritu deportivo. Un año más tarde, sucedería lo mismo en San

Sebastián y en 1881, en la Ría de Bilbao. Antes de este momento, sólo se habían producido desa-fíos puntuales. Los pescadores de Pasajes de San Juan contra los de Pasajes de San Pedro, los del Cabildo de arriba santanderi-no, contra los de abajo… En torno a 1880, estaba naciendo un de-porte que hoy, 130 años después, desata pasiones del Bidasoa a la

Ría de Vigo. Pero la historia de las traineras empezó cuarenta años antes.

No hay constancia escrita del momento exacto en que un car-pintero de rivera construyó la pri-mera trainera. Tampoco se sabe su nombre, pero sí que debió ser un vasco-francés pocos años an-tes de 1840. Los pescadores del Golfo de Vizcaya, a un lado y otro de la frontera, tenían por aquel entonces necesidad de encon-trar una embarcación ágil y rápida para poder practicar la pesca de cerco, especialmente de sardina, pero también de besugo y de chi-charro. Ágil, para que la velocidad a la que se podía cerrar el círculo de la red impidiera que los peces

se escaparan; y rápida para, una vez subidas a bordo las redes y su captura, llegar los primeros a puerto y conseguir un mejor precio por el pescado. En las primeras décadas del XIX, aquellos valien-tes desafiaban al Cantábrico mon-tados sobre botes más anchos, más pesados, más estables, con más capacidad, pero infinitamen-te más torpes y lentos. Eran, más o menos, como los grandes botes que Hollywood ha popularizado ba-jando de los galeones. Hasta que alguien, en San Juan de Luz o en Hendaya, decidió que merecía la pena arriesgar. Un pequeño paso para la humanidad, pero un gran salto en el Cantábrico.

Fueron los pescadores de

Fuenterrabía los primeros en ‘su-frir’ a la nueva embarcación. De repente, sus colegas al otro lado del Bidasoa, los de Hendaya, em-pezaron a dejarles atrás, casi sin despeinarse, a bordo del nuevo y afilado bote. Y hasta ahí podíamos llegar. Los hondarribitarras copia-ron a sus vecinos y nacieron así las primeras traineras españolas. Inmediatamente después, fueron

los de Pasajes quienes copiaron a los de Fuenterrabía, y luego los de San Sebastián, y los de Orio, y los de Zumaya… Así, de Este a Oeste, luego a Vizcaya, más tarde a Cantabria, fueron botándose tra-ineras por todo el litoral.

Las traineras de entonces no eran, exactamente, como los pro-totipos de competición de hoy en día (medidas exactas, 13 reme-ros, un patrón), pero se parecían mucho. El impresionante cuadro de Fernando Pérez del Camino ‘¡Jesús y adentro!’ que acompa-ña este reportaje habla mejor que mil palabras. Menos remeros, más espacio (para redes y pes-cado) y mástil para aprovechar con una vela el viento de popa…,

Se desconoce quién diseñó la primera trainera, sí se sabe

que fue algún pescador del País Vasco francés

Son botes rápidos, marineros e inestables. Nacieron para practicar la pesca de cerco y volver rápido a la lonja

COLORES.

Cada trainera

y, por

antonomasia,

cada pueblo

se identifica

por el color de

su barco. Los

días de regata,

el aficionado

es su color.

MAR ABIERTO.

Las regatas

de traineras

adquieren

dimensiones

épicas cuando

además de

luchar contra

los rivales, se

pelea con el

oleaje.

LA CIABOGA.

Momentos

clave: se gira

dejando a

babor la

baliza. La

banda de

babor cía

(rema para

atrás) y la de

estribor boga.

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pero claramente una trainera. El pintor, coetáneo y amigo de Pere-da, pone con este cuadro imagen a los capítulos de Sotileza sobre la famosa galerna. Hoy se puede contemplar en el Museo de Arte Contemporáneo de Santander.

Pero estábamos ya en las rega-tas. En los últimos años del XIX, eran pocas, muy señaladas, y toda-vía bogaban los mismos que cada día salían a la mar a pescar. Se seguían enfrentando entre puertos vecinos o entre barrios de las ciu-dades. En 1919 nace la Copa del Rey Alfonso XIII, quién por enton-ces veraneaba en Santander y en San Sebastián, y, a partir de ese momento, traineras de una provin-cia viajan a las vecinas para com-petir con sus traineras. Se institu-cionaliza la distancia que aún hoy tienen las regatas, tres millas náu-ticas, y poco a poco comienzan a competir remeros surgidos de fue-ra de las filas de los pescadores. Las grandes fábricas de la margen izquierda de la Ría de Bilbao, por ejemplo, botan traineras en las que compiten, por deporte, sus obreros.

Tras el paréntesis obligado por la Guerra Civil, en los años cuaren-ta movilizan miles de aficionados los duelos, muchos mano a mano, entre las grandes tripulaciones del momento, Orio, Pedreña y Fuente-rrabía, fundamentalmente. Luego, en los cincuenta, el remo languide-ce (como casi todo, por otro lado, en aquella España) y entra en un agujero negro que casi le lleva a la desaparición. No fue hasta 1964 cuando se dieron los primeros síntomas de resurgimiento. Has-ta el propio franquismo, a través de Educación y Descanso, y con el dictador propiciando la Copa del Generalísimo en A Coruña y asis-tiendo regularmente a las regatas de La Concha donostiarras, se sube a la ola traineril.

En los últimos cuarenta años la competición traineril no ha he-cho más que crecer. Con ciclos de dominio guipuzcoano, los más, y otros vizcaíno o cántabro, con los gallegos esperando su momento (Asturias, salvo núcleos aislados como Castropol, pinta poco en

traineras), el remo en banco fijo sigue apasionando cada verano en el Cantábrico. En el Campeo-nato de España, por ejemplo, ha habido 32 victorias guipuzcoanas, 17 cántabras, 12 vizcaínas y 4 ga-llegas. En la Bandera de La Con-cha, mucho más importante que el propio título nacional, el domi-nio guipuzcoano es apabullante, con Orio, el Real Madrid del remo,

como mascarón de proa.Ya con el cambio de siglo, en

el 2000, llegó a las traineras una suerte de profesionalismo marrón que es el que, con las apreturas propias de la crisis, sigue hacien-do que remeros y preparadores cambien sus pueblos por el de enfrente, o más allá, a cambio de un sueldo. Tal vez fruto de ello, Orio está ahora mismo en la se-gunda división, mientras decenas de oriotarras están como remeros o entrenadores en los mejores clubes de elite. Desde el 2003 existe una Liga, la ACT, seria y or-ganizada (y repleta de intrigas pa-laciegas constantes, dicho sea de paso) que lidera, La Concha apar-te, este deporte.

Por lo que respecta a los bar-cos, hoy solo queda en las tres primeras categorías, una sola tra-inera de madera, la de Santander. Y no por romanticismo, sino por la extrema modestia del club que no se puede ni plantear comprar una de fibra, mucho más compe-titiva. En el 94, en el Campeona-to de España en Castropol, apare-cieron los gallegos de Meira con el primer bote de fibra sintética. Lo que pareció una excentricidad (ganó San Pedro con un barco de madera construido en su pueblo por el astillero Fontán), es hoy la norma. Icaceta, Cuesta, el propio Fontán, otros pequeños astille-ros del litoral han quedado en el camino y todos los clubes tienen

que viajar a Orio (¡Como no!) para comprar las nuevas traineras 2.0 a Amilibia.

Pero que nadie crea que la fi-bra, los superatletas que ahora mueven cientos de watios remo en mano o los cuidados de fisiote-rapeutas y médicos (también hay una lacra con el doping, pero eso, como diría Kipling, es otra histo-ria) han acabado con los peligros

de retar a un mar bravo como el Cantábrico. Nada de eso. Hace apenas cuatro años, en el mis-mo lugar en que Pereda sitúa a sus pescadores, en el paraje que pinta Pérez del Camino, entre La Magdalena y el faro de la isla de Mouro, en la barra que separa el fiero mar del resguardo de la Ba-hía de Santander, una de las tra-ineras punteras, la San José de Astillero, era empujada con fiere-za contra los acantilados de la pe-nínsula de La Magdalena. El barco quedó destrozado, pero, afortuna-damente, esta vez no murió nadie, aunque seguro que los astilleren-ses también gritaron, como sus antecesores del Sábado de Gloria de 1878, ¡Jesús, y adentro!

Las traineras guipuzcoanas tienen, de lejos, el mejor historial. Orio es el más

grande, lo ha ganado todo

La Bandera de la Concha es mucho más importante que la Liga y que el propio Campeonato de España

FIBRA. Las

traineras y

los remos

que manejan

los remeros

ya no son

de madera,

y todos se

construyen en

un astillero de

Orio.

EXTENUANTE.

En, más o

menos, 20

minutos las

traineras

recorren

tres millas

náuticas. El

ácido láctico

fluye sin

control.

PLÁSTICA. La

imagen de

estos botes es

de una belleza

incomparable

a la que hay

sumar el

escenario. San

Sebastián, por

ejemplo, un

día de regatas.

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UNA VIDA DEDICADA A LOS BANQUILLOS

ORIZAOLAENRIQUE

EN EL

EQUIPO DE

SUS INICIOS.

Enrique

Orizaola

muestra

una foto del

Racing, en

la que él fue

jugador.

En el verano e 1971, AS Color entrevistaba a Enrique Orizaola, que meses antes había fichado como técnico del Rayo. Es-tuvo a punto de conseguir el ascenso a Primera con el conjunto vallecano.

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MAITE MARTÍN /

Cuántos años crees que ten-go?”, bromea Enrique Ori-

zaola Velázquez (Santander, 26-03-1922), y su voz no le delata. Ahora vive en Albacete, aunque en verano siempre regresa a su tierra natal, y recuerda con cariño una vida ligada al fútbol. Su historia. Enrique tiene a sus espaldas una dilatada experiencia como entre-nador, pero ha vivido este depor-te desde todas sus vertientes, ya que fue jugador, secretario técni-co… “En cuanto veo una pelota por la calle, me entran ganas de ir corriendo y cogerla. Ese gusani-llo no se pierde nunca, porque yo empecé a jugar cuando sólo tenía diez años. Me gustaba mucho pe-gar al balón, porque tiene algo. Cuando le golpeas, se te queda como un regustillo…”, confie-sa quien fuera delantero del Ra-cing durante siete temporadas y la Gimnástica de Torrelavega, en tres.

Empezó su carrera como fut-bolista en el cuadro santanderino, donde disputó un total de 126 par-tidos y anotó 15 goles, siendo el primero frente al Barakaldo, un 16 de noviembre de 1941. Tras cinco años en Segunda y dos en Terce-ra con los racinguistas, fichó por la Gimnástica y a punto estuvo de conseguir el ascenso a Primera en 1950. Sin embargo, nunca despe-gó los pies de la tierra y aderezó su formación futbolística con la acadé-

mica: “Si volviera a nacer, haría lo mismo. También estudiaba la ca-rrera de comercio, lo que ahora sería equivalente a Económicas y Empresariales. Allí conocí a mi mujer Emilia. Luego ejercí de pro-fesor en la escuela. En aquel tiem-po, en el Racing, con carrera, creo que sólo estaba yo”.

A finales de la década de los cin-cuenta, decidió colgar las botas y se centró en la que, a la postre, sería su faceta más conocida, la de téc-nico. Su nueva etapa en los banqui-llos comenzó en los equipos don-de defendió su camiseta, aunque en su currículum figuran casi una veintena de conjuntos: Gimnástica Torrelavega, Racing, Jaén, Murcia, Barcelona, la Selección española Juvenil, Osasuna, Oviedo, Levante, Deportivo, Valladolid, Salamanca, Rayo, Sabadell, Xerez, Atético Mar-bella, Gimnástico de Melilla, Alba-cete, Calvo Sotelo y Badajoz, donde se retiró en 1982.

Su bautismo de fuego en los banquillos llegó en el Barça, lugar donde aterrizó después de que un periodista, con mucho peso en el

club, le viese en los cursos de en-trenador e intermediara para hacer-le ayudante de Ljubisa Brocic. Los malos resultados hicieron dimitir a éste y su segundo, Enrique, dio un paso al frente para tomar las rien-das del equipo blaugrana (un 12 de enero de 1961) y comandó al grupo en su cita con la historia, su primera final de la Copa de Europa. “El par-tido empezó muy bien, teníamos al Benfica a merced. Fue entonces cuando nos adelantó Kocsis, pero en dos contras los portugueses dieron la vuelta al marcador. Uno de los goles fue de mala suerte, porque Ramallets y Gensana no se entendieron y el sol encima les deslumbró. Nada más comenzar la segunda parte, los lusos ano-taron el 3-1. Nos recuperamos de aquel bajón, seguimos dominando y, a pesar del tanto de Czibor, los postes repelieron otros tres dispa-ros. Nosotros también fuimos un ‘Dream Team’, mis jugadores eran siderales. Esa final del 3-2 siem-pre será recordada como la de los palos. De hecho, en la cena pos-terior donde se encontraban el di-

Fue futbolista, pero se le recuerda más por su dilatada trayectoria en los banquillos. Entrenó en alrededor de 17 ciudades distintas. En Albacete,

recuerda, junto a su mujer, su carrera en la que dirigió al Barça que disputó su primera final de Copa de Europa y casi logró el primer ascenso del Rayo.

PRESENTE Y PASADO. En la imagen superior, Orizaola,

en su retiro en Albacete, muestra un álbum de fotos de

toda su trayectoria. Abajo, una de las fotografías-cromo

de cuando era jugador del Racing.

rector de L’Equipe y dirigentes de la UEFA, comenté que no enten-día por qué los travesaños eran cuadrados, ya que, de haber sido redondos, muchas de nuestras ocasiones hubiesen ido dentro. Además del perjuicio que sufriría un jugador al chocar contra ellos. Me dijeron que lo estudiarían y casi sin querer me convertí en el propulsor de los postes moder-nos, dado que al mes y medio las porterías cambiaron”, rememoró Enrique Orizaola, en una entrevis-ta ofrecida a AS al celebrarse el 45 aniversario de aquel choque.

Aún hoy recita uno a uno y sin errar el once de aquel Barça del 61: Ramallets, Foncho, Gensana, Gracia, Vergés, Garay, Kubala, Koc-sis, Evaristo, Suárez y Czibor. Pero no sólo conserva recuerdos y anéc-dotas, también guarda su pase de libre circulación como entrenador culé: “El número está un poco borrado ya de tanto enseñarlo... 271. En el Barcelona lo único que me falta es que me hagan gober-nador civil (risas). Lo tengo metido en el alma, como ahora lo tienen

jugadores como Xavi, que son ex-cepcionales”. Años después, en el 82, cuando dejó sus labores de téc-nico, volvió a la que había sido su casa y colaboró con Menotti, Vena-bles, Luis Aragonés y Cruyff.

Pasos previos al Rayo. En su camino hasta el Rayo, consi-guió el sexto ascenso a Primera del Deportivo y jugó la promoción para dar el salto a la máxima categoría con el Valladolid. Respaldado por este bagaje y avalado por su expe-riencia, fue contratado por el club franjirrojo el 18 de febrero de 1971, relevando en el cargo a Manolo Pe-ñalva. Esa temporada se estrenó ante el Pontevedra y, con Orizaola en el banco, el cuadro vallecano a punto estuvo de subir a Primera, lo

Empezó su carrera como futbolista en el Racing (debutó

en 1941), donde disputó 126 partidos y marcó 15 goles

PRUEBA DE

FUEGO. En

la imagen

superior de

la derecha,

Orizaola

vestido con la

indumentaria

blaugrana. A

la izquierda,

en el

banquillo del

equipo culé.

Tras perder la primera final de Copa de Europa del Barça, sus quejas impulsaron las porterías de hoy día

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que significaba un hito para los ra-yistas, quienes jamás habían mili-tado entre los grandes. Entonces, el Rayo iba líder y se la jugaba ante el Depor, aunque un empate ya les valía para certificar su billete a la élite. “A sólo cinco minutos del fi-nal, centraron desde la izquierda y marcaron el 1-0 que nos dejaba en Segunda de nuevo. Nos que-damos destrozados, llorando en el vestuario, porque se había des-plazado muchísima gente a A Co-ruña”, recuerda Felines, a quien en-trenó en su etapa franjirroja.

El presidente de entonces, Pe-

dro Roiz, le renovó por una tempo-rada más con la esperanza de que esta vez el sueño no se les esca-para entre los dedos… “Nos dio mucha rabia, estaban en Madrid que se tiraban de los pelos. A la temporada siguiente, volvimos a intentarlo. Recuerdo cómo decía a mis jugadores: ‘Mañana empe-zamos a las 10’. Y a las 08:30, cuando yo llegaba, ya estaban allí y me decían: ‘Míster, coño, que le estábamos esperando. Ya hemos desayunado y estamos los prime-ros’ (risas). Ahora los futbolistas son diferentes, tanto en el juego

como en su forma de ser”, esgri-me el exentrenador, quien pronto se dio cuenta de la extraordinaria cali-dad de dos de sus futbolistas: Feli-nes y Potele. “Jugaban muy bien al fútbol. Les recuerdo como dos de los mejores futbolistas que había en aquella época en toda España. Llamaban la atención por su altu-ra, con altura me refiero a su cali-dad en el campo”.

“Enrique Orizaola fue un inno-vador en la preparación física. Nos llevaba a la Casa de Cam-po y allí hacíamos ejercicios con cuerdas, con picas… Él venía de

haber dirigido al Barça de Kuba-la, y algo que me llamaba mucho la atención del míster era lo bien que le pegaba al balón. Nos decía cómo disparar a puerta sin que se fuera alto”, rememora con es-pecial cariño Felines, que adereza con humor sus recuerdos de aque-lla temporada: “Ese año nos hicie-ron uniforme y todo para viajar, parecíamos acomodadores de cine... Éramos unos gentleman (risas). Aquel vestuario era una familia. No seríamos Di Stéfano o Gento, pero éramos gente que nos dedicábamos a muerte a lo

que hacíamos”. Varios fueron los supervivientes de aquella plantilla que pudieron vivir ese ansiado sal-to a Primera (entre ellos los míticos Felines y Potele), que no llegó has-ta la temporada 1976-77. Curiosa-mente, años después, sería ‘Felo’ quien estuviera al frente del Rayito en su cuarto ascenso, en la campa-ña 1988-89.

Seis ascensos rayistas. Desde aquel año 1971, Vallecas ha celebrado seis ascensos al lado de su equipo, siendo el último en la 2010-11 (el 22 de mayo de 2011

frente al Xerez), y a pesar de todos los problemas extradeportivos de la entidad. Los impagos derivaron en la marcha de la familia Ruiz-Mateos como gestora del club, la llegada de Raúl Martín y la entrada en Ley Concursal, el 20 de junio de 2011, de la que aún no se ha salido.

La pasada campaña se salvó la categoría in extremis, gracias a un gol de Tamudo ante el Granada, y el objetivo de este curso es claro: pasar menos apuros que la tempo-rada anterior y certificar la perma-nencia cuanto antes. El nuevo téc-nico, Paco Jémez, sueña con cotas

DOS ICONOS

DEL RAYO.

Felines y

Potele, dos de

los símbolos

del equipo

y la afición

vallecana,

estuvieron a

las órdenes

de Enrique

Orizaola.

DILATADA

CARRERA.

Como técnico,

Orizaola

entrenó casi a

una veintena

de equipos.

En el Rayo,

los viejos

aficionados

no le han

olvidado.

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más altas y busca la ambición de un vestuario renovado totalmente. Aferrarse a Primera para conseguir la viabilidad del club es la meta.

Como técnico, Enrique Orizao-la era consciente de las vicisitudes del cargo y esas características in-herentes a su puesto le obligaban a tener siempre la maleta a punto, así su familia conoció prácticamen-te toda la geografía española y al-rededor de 17 ciudades diferen-tes. “Cuando fichó por el Rayo, vivíamos en Valladolid, porque la temporada anterior entrenó allí y, como estaban los niños a mitad de curso, se fue solo a Madrid y nos íbamos turnando. Un sá-bado venía él y al siguiente iba yo. Ahora los contratos se hacen por dos o tres temporadas, pero entonces lo mismo en un año ya te echaban, y si no tenías suer-te, ni cobrabas. Eran otros tiem-pos”, cuenta su esposa Emilia, con quien lleva toda la vida. Su mujer y compañera fiel en todos sus proyec-tos: “Nos conocimos y él era juga-dor. Ya iba yo detrás de él (risas). He visto fútbol desde los 16 años, momento en que nos hicimos no-vios. Cuando no acudían mujeres al campo, ya iba yo con mi padre, que era socio del Racing”.

Familia unida. Enrique y Emilia formaron juntos una familia y tuvieron cuatro hi-jos, dos médicos y dos abogados. Uno de ellos, Enrique Orizaola Paz (Santander 1950-Córdoba 2007) terminó ligándose al fútbol ya que, en 1986, comenzó como asesor jurídico del Córdoba y luego pasó a ocupar los puestos de vocal, se-cretario y vicepresidente. Fue clave en la transformación de la entidad en Sociedad Anónima Deportiva y en diciembre de 2003, después de que Ángel Marín Cano se marcha-se, se convirtió en el presidente en funciones del club. Un puesto que tuvo hasta el 29 de mayo de 2006. Apenas un año después, falleció de cáncer.

A pesar de haber respirado fút-bol desde su infancia y de ser de-portistas, el matrimonio siempre ha tenido claro que sus hijos debían estudiar y que sólo les dejarían ju-

gar cuando estuvieran cursando una carrera, para tener así la certe-za de que entonces la terminarían. “De jóvenes, mis hijos jugaban con los hijos de Kubala y les gus-taba. Dos de ellos lo hacían muy bien y no sé si nos perdonan que no les dejáramos seguir la carrera futbolística. Pero en este mundo, si no eres para el Barça o el Ma-drid no merece la pena. Ahora son ‘Don’ y entonces serían cualquier mote. Se vive mejor trabajando, que el fútbol es muy corto, ense-guida se acaba”, afirma Emilia.

Fin en Badajoz. Cerrada aquella época en Valle-cas, Enrique Orizaola continuó su labor en los banquillos diez años más. En la campaña 1981-82, tras dirigir al Badajoz en Segunda B, dio por concluida su trayecto-ria en los banquillos. Después se recluyó en los despachos y traba-jó en la secretaría técnica del Bar-celona, dando carpetazo a su vida futbolística como gerente del Zara-goza. “Ahora soy sólo aficionado, pero no me importa. Todo tiene su etapa y las de futbolista y entre-nador ya las quemé. Amo el tiqui-taca y fui de los primeros que lo utilizó. Admiro a Guardiola porque es inteligente, preparado, hábil y honesto. Tanto como cuando era jugador”, admitió en un reportaje a AS en 2010, donde explicó cómo el deporte le había reportado amigos y una vida sana: “Ya lo decía mi padrino: ‘Éste es duro. Será fut-bolista o torero”.

Enrique se divierte ahora con otra de sus pasiones, la pintura, con la que ha hecho exposiciones. Disfruta recordando su recorrido y se emociona al hablar de su fami-lia. En su casa de Albacete colec-ciona libros de fútbol, fotos anti-guas, cromos en los que aparecía como interior izquierda… retazos de tiempos para esbozar su his-toria. “Tengo una pila de años”, bromea con vitalidad y simpatía, consciente de que las arrugas son simplemente las cicatrices de la vida. “Me gustaría que me recordaran como alguien honrado y amigo de sus amigos”. Y ellos lo certifican.

“Nos conocimos y él era jugador; ya iba yo detrás de

él. He visto fútbol desde los 16 años”, dice su mujer, Emilia

Acabó su carrera en los banquillos en el Badajoz, en

1982, y se fue del fútbol como gerente del Zaragoza

EN VALLECAS.

Orizaola,

que llamó

al atención

por su forma

de preparar

físicamente al

equipo, estuvo

a punto de

conseguir

el ascenso a

Primera en

ese año de

1971.

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ALFONSO HERRÁN /

Euskadi, históricamente, ha tratado de resaltar sus ras-

gos propios que encuentran en el deporte como uno de los puntos vertebradores. Quitando el fútbol, rey intocable, la pelota es el de-porte nacional, aunque la crisis y la saturación de festivales ha provocado el descenso de mo-dalidades antes multitudinarias como la pala, la cesta punta y el remonte.

La pala, el depor te del leño, tiene su mayor arraigo en Bizkaia. Tras años de promoción, Asfedebi dejó en manos de Innpala la ges-tión profesional de los eventos. El adiós a un recinto legendario, como el frontón del Deportivo de Bilbao, provocó enorme incer ti-dumbre. El Bizkaia, enclavado en Miribilla (Bilbao), ha surgido como el templo de la pelota vasca, un recinto majestuoso, el más gran-de de todos, con más de tres mil asientos. En un principio, surgie-ron muchas dudas sobre cómo se-ría el acoplamiento a un frontón

DEPORTE VASCO

Pelota, levantamiento

de piedras, corte de troncos y barrenadores

cuentan con una legión de adeptos

en Euskadi.

EL ORGULLO DETODO UN PUEBLO

AS Color hizo en 1971 refe-rencia a la cultura vasca y sus deportes más arraigados en dos capítulos, con imágenes de aizkolaris y puntistas

LOS REYES.

Aimar

Olaizola

se dispone

a golpear

con la

derecha ante

Martínez

de Irujo, el

otro gran

dominador

de la pelota

en la era

moderna.

50 51P

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O O

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de 38 metros, denominado corto, por eso hubo que adecuar el ma-terial al recinto. El argentino Pablo Fusto es el gran dominador de la era moderna.

“La idea fue de un grupo de personas que aman la pala y que están ligados a este depor-te. Nuestra intención es rescatar la pala, porque vimos que estuvo a punto de desaparecer. De ahí surgió la idea de tratar de resur-gir un depor te tan nuestro, tan bilbaíno”, sostiene Andrés Llosa, director comercial de Innpala. En su afán por refrescar la pala, con-vocó hace unas semanas un fla-mante Torneo Internacional con duetos argentinos, franceses, cubanos y españoles (dos vizcaí-nos, uno ibérico, otro navarro y otro guipuzcoano).

La cesta punta también está pasando su particular ‘vía crucis’. Deporte con mucho arraigo en Flo-rida y Filipinas, es un espectáculo ver a los pelotaris atrapar la pe-lota con tan poca superficie. Iña-ki Goikoetxea es el gran domina-dor de la especialidad, que estos

días, y hasta la final del día 31, celebra en Hondarribia el Cam-peonato Individual del Consejo Mundial. Por primera vez se juga-rá el torneo, que corona al mejor puntista mundial, en formato de liguilla y los dos primeros dispu-tarán la final. Ya estaban clasifi-cados para la liguilla Goikoetxea y Egiguren, campeón y subcampeón vigentes, y las otras dos plazas saldrán entre Hernández, López, Olharan y Enbil. En este caso, es Jai Alive el que lleva el peso del deporte.

El remonte estuvo a punto de desaparecer hace bien poco. Es un juego de origen navarro y la diferencia fundamental con la cesta punta estriba en la forma de la herramienta y en la mane-ra en que ésta se utiliza, ya que en este juego no se retiene la pe-lota, sino que, al recibirla, se le golpea con la parte de la cesta lo más próxima posible a la mano, haciendo, al mismo tiempo, que remonte por toda su longitud para que gane impulso. Koteto Ezkurra, con once txapelas en catorce fina-les, es probablemente el mejor de la historia.

Sin duda alguna, la modalidad estrella de la pelota es la mano. Pelotaris como Aimar e Irujo son rebautizados como el Messi y Cristiano, respectivamente, del frontón. Xala se ha adentrado en ese mundo bipolar en los últimos

tiempos, pero solo tímidamente. Su influencia es tan grande que muchos pueblos se dividen entre irujistas o aimaristas. Por una bu-taca en una final grande se pue-den pagar más de 140 euros y las apuestas bullen a pie de can-cha. Cada temporada alberga tres grandes torneos, como ocurre en tenis: el Cuatro y Medio, Parejas y el Manomanista, el más valorado por todos. Durante el verano, la actividad de los campeonatos ofi-ciales para y se desarrollan tor-neos estivales (San Fermín, La Blanca, Donostia, Zarautz, Lekei-tio, San Mateo…), con gran atrac-tivo entre la afición pelotazale.

Aizkolaris. Con todo, el corte de troncos entre los aizkolaris siempre ha ido al co-razón de los vascos, por conjugar fuerza, destreza y resistencia. Cada uno emplea su tiempo como quie-re: puede tomarse descansos o lan-zarse a tumba abierta. Todo cuen-ta. En noviembre de 2011, contra todo pronóstico, Iñaki Azurmendi consiguió su primer título de cam-

peón de Euskal Herria de aizkola-ris, en un abarrotado frontón Mu-nicipal de Baztan, en Elizondo. En una de las finales más emocionan-tes de los últimos años, el aizkolari de Arriaran le sacó seis segundos al navarro Floren Nazabal, el gran favorito. En la final, se midieron seis aizkolaris: Josemari Olasagas-ti (Igeldo, 52 años), Floren Nazabal (Etxarri Aranaz, 42), Juanjo López Azpilikueta (Lezaun, 42), Luis Txa-partegi (Aizarna, 41), Iñaki Azur-mendi (Arriaran, 39) y Aitzol Atutxa (Dima, 23).

El trabajo de cada aizkola-ri consistía en cortar cuatro ka-naerdikos, cuatro de 60 pulgadas y otros cuatro de 72. El material no fue bueno y complicó el trabajo a los aizkolaris: algunos troncos presentaron nudos importantes, por eso los tiempos fueron altos. Azurmendi pudo saborear su pri-mer gran triunfo, con una marca de 46 minutos y 50 segundos, seis segundos menos que Floren Nazabal.

Un forzudo de 15 años. También hay deportes individuales vascos en los que la lucha se pro-duce sólo contra las marcas de uno mismo. Es el caso de los harrijaso-tzailes (voz compuesta del euskera harri, piedra, y jaso, levantar), en el deporte de records personales en el levantamiento de piedras, que también engloba a dos deportis-

EL MEJOR.

Nazabal,

durante una

competición

de aizkolaris.

En la imagen

grande, un

detalle de un

torneo en el

que se parten

troncos con

un hacha.

La modalidad estrella de la pelota es la mano; Aimar

e Irujo son los grandes dominadores en la actualidad

El corte de troncos siempre ha ido muy directo al corazón de los vascos, por conjugar fuerza, destreza y resistencia

MAJESTUOSO.

Aspecto

del frontón

Bizkaia,

recién

inaugurado,

en el que

caben más

de tres mil

personas y

acoge todas

las grandes

finales de la

mano.

VARIEDAD.

Parte del

cuadro de

Innpala, que

recientemente

disputó

un torneo

internacional

con pelotaris

argentinos,

cubanos,

franceses y

del norte de

España.

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tas para competir por levantar un número superior de diferentes for-mas, dimensiones y pesos deter-minados.

El más famoso de la historia es Iñaki Perurena, que en 1999 al-canzó la marca de 1.000 levanta-mientos continuos de una piedra de 100 kilos, en cinco horas, cua-tro minutos y 46 segundos. Fue el primer levantador que alzó pie-dras de 300 o más kilos, llegando en 1994 a 320. A principios del siglo XX, se realizó la reglamenta-ción de los pesos de las piedras, normalmente fabricadas en gra-nito denso, para levantar, distin-guiéndose cuatro formas geomé-tricas: cilíndrica, esférica, cúbica y rectangular.

En los últimos tiempos, ha sal-tado a la fama Urdax Magunaze-laia, que acaba de cumplir los 15 años y ya levanta 170 kilos. Es el nuevo niño prodigio del herri kirolak, los deportes tradiciona-les vascos. Mientras la mayoría de jóvenes de su edad se dedica al fútbol o los videojuegos, él alza moles. Es su hobby, además del deporte que practica desde hace

años. Todo hace pensar que este portento superará pronto la marca de 177,5 kilos que estableció otro superdotado como Aimar Irigoien, con 14 años y 357 días.

Nacido en Mendiola (Abadiño, Bizkaia), a los 11 años Urdax sólo necesitó nueve segundos para le-vantar una piedra de 106 kilos y, con 12, pudo con una de 133. Un cor te en el gemelo, subsanado con 16 puntos de sutura, le obli-gó a estar un tiempo parado. Pero eso no fue impedimento para que, con 13 primaveras, llegara a los 150 kilos, realizando una tanda de tres alzadas en solo cinco mi-nutos.

Su entrenador desde hace cuatro años es Joxe Antonio Gi-sasola, Zelai, leyenda viva del herri kirolak, que ganó 16 títulos de campeón de Euskadi. “Un día fui con mi hijo y mi sobrino a ha-cer una actuación en la que esta-ba Urdax, que entonces tenía 9 años, y me dijo: ‘Yo también le-vanto piedras, de 50 kilos”, expli-ca. Ahí empezó su carrera. Urdax pesa más 100 kilos y mide más de 1,70 metros.

El levantamiento de piedras está enraizado en la época pre-histórica. Antiguamente, los seres humanos solían tener que trans-por tar moles a rastras para la construcción. Más tarde, al igual que los aizkolaris que trabajaban en el bosque competían entre ellos cortando troncos a modo de

pasatiempo, los canteros medían sus fuerzas levantando piedras. A pesar de que el levantamiento esté muy arraigado en Euskadi, las primeras noticias históricas de dicha actividad de las que dispo-nemos son de finales del siglo an-terior. Eso sí, los desafíos y com-peticiones con piedras eran muy normales durante el siglo XVI, y, al parecer, incluso mucho antes.

Bajo tierra. Por último, la margen izquierda de la ría bilbaína del Nervión, con mu-cha riqueza y tradición minera, re-cuperó hace años como modalidad deportiva el esfuerzo de los barre-nadores. Desde finales del siglo XIX y durante el primer tercio del XX, ese oficio era muy común en las explotaciones mineras, donde era necesario perforar la roca me-diante barrenas (barras de acero de unos dos metros de longitud y varios kilos de peso) para introdu-cir los explosivos que después ha-cían estallar en voladuras controla-das y así poder extraer la rocas que contenían el mineral de hierro. En aquellos tiempos, esa labor se reali-

zaba a puro músculo, sin el empleo de ninguna máquina, por lo que era un oficio de especial dureza y, por lo tanto, muy apreciado, percibien-do los especialistas mayores sala-rios que el resto.

Esta dura actividad motivó que estos profesionales quisieran de-mostrar a los demás su fuerza y destreza en el oficio, causando gran admiración entre el públi-co asistente. La ley de descanso dominical de 1904 favoreció las reuniones de ociosos en las pla-zas de los pueblos mineros, que pronto comenzaron a congregar-se alrededor del espectáculo que protagonizaban los barrenadores. Desde un primer momento, surgie-ron apuestas sobre quién podría hacer el agujero más profundo o en menos tiempo, y pronto se or-ganizaron campeonatos de barre-nadores a los que acudía multitud de espectadores. El dinero de las apuestas era, además, un impor-tante sobresueldo para unos po-cos barrenadores que destacaban sobre el resto.

A principios de los 30, antes de la Guerra Civil, los campeona-tos de barrenadores desaparecie-ron. Con la llegada de maquinaria (martillos hidráulicos y compreso-res), la perforación manual dejó de ser necesaria en las canteras y minas. Con el fin del oficio, se acabó este deporte popular, has-ta su reciente recuperación como modalidad deportiva.

CUATRO

OPCIONES.

Inaxio

Perurena, hijo

del mítico

Iñaki, en una

prueba con

una piedra de

200 kilos. A la

izquierda, el

pelotari Xala,

las estrellas de

la cesta y un

barrenador.

Iñaki Perurena ha sido el levantador de piedras más famoso, y Urdax ya levanta

170 kilos con tan sólo 15 años

Los barrenadores perforan la roca con gran esfuerzo mediante unas barras de acero de dos metros de longitud

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AS Color recogía en sus páginas, en el verano de 1971, pa-labras de la lanzadora vi-guesa María José Fernán-dez, después de que una lesión le hu-biera privado de ir a los Campeonatos de Helsinki.

FERNÁNDEZLAS DOS MEJORES LANZADORAS DE JABALINA DE ESPAÑA

CHILLA

La jerezana, de 32 años, ha sido campeona de España desde 1997 y

fue la primera mujer en conseguir una medalla en la modalidad a nivel

internacional. No ha podido estar en Londres

por una lesión en el tendón de Aquiles.

Esta gallega, que hoy tiene 64 años, fue la

gran dominadora de la especialidad durante casi una década. Fue campeona de España

entre 1968 y 1976 (salvo 1973) y la primera mujer que superó la barrera de

los 50 metros.

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MARTA RODRÍGUEZ /

Dicen que el destino es capri-choso y, unos 40 años des-

pués, la mejor lanzadora de jabali-na de España se ha vuelto a quedar fuera de una competición interna-cional por lesión. Hace cuatro dé-cadas, la campeona de España de jabalina María José Fernández ex-plicaba a AS que no estaría en los Campeonatos de Europa de Helsin-ki de 1971 debido a que no había logrado la mínima para clasificarse por culpa de una lesión. Este vera-no ha sido Mercedes Chilla quien no ha podido estar en los Juegos Olímpicos de Londres por un proble-ma en el tendón de Aquiles.

El lanzamiento de jabalina es uno de los deportes más añejos de la historia y se cree incluso que fue practicado por Hércules. Esta herramienta se utilizaba por las ci-vilizaciones griega y romana para la cacería y la lucha, facetas muy apreciadas en entre esas poblacio-nes, por lo que su inclusión en los Juegos Antiguos se hizo a modo de reconocimiento a esta preciada ha-bilidad. No obstante, no sería inclui-da en el calendario de la Era Mo-derna hasta Londres 1908 para los hombres y hasta Los Ángeles 1932 para la categoría femenina.

En aquella entrevista concedida a AS, la viguesa manifestaba, tam-bién a sus 23 años, que no veía cla-ro que ninguna otra atleta pudiese hacerle sombra, aunque daba algu-na opción a su hermana Luzdivina. Sus predicciones no fueron acer-tadas, pero se ha visto una gran evolución desde Fernández hasta Chilla y, especialmente, a nivel in-ternacional.

Como a lo largo de la historia las marcas eran cada vez más altas y llegaban a suponer un peligro para lanzadores y espectadores, se de-cidió acortar en aproximadamente un 20 por ciento su vuelo, despla-zando el centro de gravedad de las

jabalina de España, María José Fer-nández, Chilla se ha quedado fuera de la cita internacional disputada en Londres este verano, debido a una grave lesión en el tendón de Aquiles. La jerezana sí había logra-do la mínima para participar en los recientes Juegos Olímpicos, pero, tras ser operada en Madrid a fina-les de mayo, continúa con la reha-bilitación.

No obstante, como dice la pro-pia atleta, de 32 años, la jabalina es una disciplina “bastante longe-va” y todavía espera tener más oportunidades para mejorar su marca, tanto a nivel nacional como internacional.

Registros internacionales. A nivel internacional, en la primera época del lanzamiento de jabalina sobresalieron los nombres de la at-leta inglesa Fátima Whitbread, con 77,44 metros, logrados en 1986; la finlandesa Tiina Lillak, con 74,76 (1983); y la noruega Trine Halles-tad, con 72,12 (1993). Aunque ninguna de ellas logró superar el registro de 80 metros que lanzó la alemana Petra Felke en 1967, en Postdam.

Dentro de la nueva etapa, hay una atleta dominadora por enci-ma de todas: se trata de la vigente campeona olímpica, la checa Bar-bora Špotáková, quien llegó a lan-zar en Stuttgart, en 2008, hasta los 72,28 metros y es la actual plus-marquista mundial. Junto a ella, las otras grandes atletas de la discipli-na son la rusa María Abakumova, con 71,99 metros (décima en Lon-dres 2012), y la cubana Osleidys Menéndez, con 71,70.

Para todas ellas, como dijo el exjugador de fútbol americano Earl Campbell, “siempre habrá alguien que rompa tus records. Es cómo vives tu vida lo que al final cuen-ta”. María José Fernández y Mer-cedes Chilla, dos vidas ligadas a la jabalina.

jabalinas hacia la punta para que cayesen antes, por lo que habría que hacer una distinción entre las lanzadoras de antes del año 1999 y posteriores, así que la diferencia entre Fernández y Chilla sería toda-vía mayor a favor de la jerezana.

Existen ya registros de la Fe-deración Internacional de Atletis-mo (IAAF, por sus siglas en inglés) que remontan esta disciplina has-ta el año 1909, cuando la lanza-dora finlandesa Anna Kuparinen logró una marca de 17,99 metros en la ciudad de Sakkola, superada por su compatriota Sandra Kipaila en 1914, en Padasjoki, con 28.84, ambas con un arpón de 800 gra-mos, que es el peso que actual-mente llevan los hombres, por 600 gramos de las mujeres.

Ya oficializada la disciplina para las mujeres con el peso de 600 gra-mos, la alemana Ellen Braumüller estableció en 1932, en Berlín, el récord de 44,64 metros. En Espa-ña, uno de los primeros registros se quedó casi en la mitad de distan-cia de la marca germana, con los 22,07 de Aurora Villa, en el Cam-peonato de España de 1931. Y, de-bido a los conflictos bélicos, no se-ría hasta a partir de la década de los 60 cuando comenzó a desarro-llarse este deporte en nuestro país. Primero apareció el nombre de Pilar Pardo, superando los 40 metros en 1966 y, posteriormente, le llegó el momento a María José Fernández Vázquez, quien destacó en 1970.

La gallega fue campeona de Es-paña de lanzamiento de jabalina desde 1968 a 1976, con la excep-ción de 1973, y plusmarquista na-cional también. María José Fernán-dez estableció el récord nacional de nuestro país en 52,36 metros en Barcelona, en 1970. Pertenecía al Real Club Celta y fue la primera española en pasar de los 50 me-tros. Defendió en 14 ocasiones al equipo español absoluto a nivel in-ternacional. Hoy tiene 64 años y se jubiló hace uno de las oficinas de SEAT en Vigo.

Natividad Vizcaíno fue la otra gran protagonista española de esta primera etapa al lanzar 60,64 me-tros en 1986, en Francia.

La estrella actual.Desde que comenzase el nuevo ci-clo en 1999, la gran dominadora española es la plusmarquista Mer-cedes Chilla, quien llegó a alzarse en 2006 con la medalla de bronce en los Europeos de Göteborg, lan-zando la jabalina a 61,98 metros, por debajo de su actual mejor regis-tro que está en los 64,07, logrados en Valencia en 2010.

La jerezana, que probó tam-bién con el baloncesto y el balonmano, ha sido campeona de España desde 1997 y fue la prime-ra atleta española que ganó una medalla internacional en la catego-ría de lanzamientos.

Al igual que sucedió hace cuatro décadas con la mejor lanzadora de

En los años 60, Pilar Pardo superó los 40 metros, mientras que María José

Fernández, su gran sucesora, estableció el récord de España, en 1970, en 52,36

Desde que comenzase el nuevo ciclo en 1999, la gran dominadora en España es

la plusmarquista Mercedes Chilla: su mejor registro es 64,07, en 2010

MARÍA JOSÉ

FERNÁNDEZ. En

la imagen, la

lanzadora gallega

paseando por su

tierra natal, Vigo.

Hoy tiene 64 años

y hace poco que se

ha jubilado de las

oficinas de SEAT.

MERCEDES CHILLA.

En la imagen, la

atleta jerezana

bajando de un

autocar. A sus

32 años, se está

recuperando de una

operación de lesión

en el tendón de

Aquiles.

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—¿Cómo se siente al ver las imá-genes de estos Juegos Olímpicos de los que la ha apartado una le-sión?—La verdad es que más que envi-dia, siento pena. Tienes ese senti-miento porque son unos Juegos y son cada cuatro años, además ya tenía la mínima hecha, pero estaba tocada del tendón de Aquiles y al fi-nal no he podido participar. —¿Cree que podremos verla en Río 2016?—No lo sé. Ojalá, pero depende de que el tendón se recupere bien y no vuelva a darme problemas. Pero eso no se sabe, todo pasa porque esto salga bien y no vuelva a tener problemas. Ha sido una rotura y eso te impide seguir lanzando por-que no te funciona el pie. Pero sí pretendo seguir hasta esos Juegos. Tengo compañeras que han segui-do tirando hasta por encima de los 40 años, pero es el cuerpo el que tiene que decir si sigues o no. Yo cada vez me siento mejor técnica-mente, más estable y con más fuer-za, sólo hay que mejorar pequeñas cosas, así que el trabajo ya está he-cho para poder estar en esa cita.—¿Cómo va con la rehabilita-ción? —Bien. Los fisioterapeutas están encantados porque en poco tiem-po estoy ganando bastante fuerza en el tendón. Todavía no puedo co-rrer, pero ya trabajo con la elíptica, hago bici y empiezo a caminar de puntillas. Lo bueno es que no com-petimos hasta el verano del año

“SI TUVIERA QUE VOLVER A PLANTEÁRMELO, NO ELEGIRÍA LA JABALINA, NO DA DINERO”

MERCEDES CHILLA

que viene, así que tengo tiempo para recuperarme bien. —¿Se ha puesto alguna fecha en concreto?—No nos hemos puesto fecha porque no hay prisa. Se trata de una rotura longitudinal parcial, que suelen tener mejor pronós-tico, pero hasta que no esté co-rriendo no se va a saber. —Usted también ha lanzado pre-viamente al cambio del centro de gravedad de la jabalina que se realizó en 1999, ¿se siente la diferencia?—Sí, antes se lanzaba más porque, al adelantar el centro, ahora cae antes, pero te vas adaptando, lan-zas según una jabalina u otra. —¿Cómo se logra el lanzamiento perfecto?—(Risas) Técnicamente lo más importante es estar lo más tran-quila posible. Cuanto más tranqui-la estás, más lejos llega. También

es clave tener unas buenas condi-ciones externas, especialmente el viento afecta mucho.—El récord del mundo lo tiene la checa Barbora Špotáková con un lanzamiento de 72,28. ¿Qué hace falta para llegar a esos ocho me-tros más en los que se encuentra su registro?—Es complicado. En su caso, ella mide cerca de 1,90 y sus condi-ciones físicas son excepcionales. Aparte de que técnicamente es muy buena, físicamente es muy alta, y lo que tiene de altura lo tie-ne de envergadura. Lo que pesas de más, si lo aplicas a la jabalina, es una ventaja. Yo, por desgracia, soy canija, me baso en la rapidez y ella en técnica. —Antes de dedicarse al lanza-miento, optó por el balonmano y el baloncesto... —Eso fue en el colegio y con los equipos de Jerez. Se me daba bien porque, aunque soy pequeña, soy hábil. Pero finalmente me engan-ché al atletismo.—¿Y cómo ve su futuro?—Pues me gustaría hacer el curso de entrenadora nacional, pero aho-ra por la lesión no puedo. Aunque sí quiero sacarme el título e ir viendo adónde me lleva la vida. Lo cierto es que se trata de una disciplina de la que es difícil vivir. Pertene-cemos a un país de mediofonderos y fonderos y la jabalina tiene poca tradición; sin embargo, en países europeos es un boom y se nota en el número de licencias y en el nivel

en los campeonatos. De hecho, si compites en Alemania u otros paí-ses nórdicos, todos te conocen o saben quién eres, incluso mejor que aquí. Yo hasta ahora vivo de lo que he ahorrado, porque he esta-do con mis padres, y también de la medalla de Göteborg. Además, ten-go la suerte de vivir en un sitio pe-queño y tanto la Diputación como el Ayuntamiento se han portado bien conmigo, así que voy tirando de los ahorros, pero no es de los deportes que más dinero da. Si tuviera que volver a planteármelo, no elegiría la jabalina… O a lo mejor sí, porque es mi deporte. —¿Cuál es el plan de entrena-miento de una lanzadora de ja-balina?—Hacemos dieta como la de cualquier lanzador, comiendo arroz, atún y pollo todos los días y a todas horas. Yo tengo la ven-taja de ser flaquita y apenas ne-cesito guardar una dieta estricta. Y nuestro entrenamiento es bas-tante completo, hacemos desde velocidad hasta lanzamiento, pa-sando por el balón medicinal y las pesas.—¿Se marca algún objetivo?—Me encantaría volver a batir el ré-cord de España en lo que me que-da de vida deportiva. La verdad es que ahora podríamos haberlo he-cho, pero no se ha dado el momen-to por las lesiones. Técnicamente, me siento mejor que nunca y físi-camente igual, salvo ese problema en el tendón.

La lanzadora, en pleno proceso de rehabilitación, habla de su carrera, que espera que siga en Río 2016.

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