Traidores 1

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CARLOS MANUEL ACUÑA LOS TRAIDORES

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historia argentina

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  • Carlos Manuel aCua

    los traidores

  • Carlos Manuel aCua

    Los traidores

    ediciones del Prtico

  • Dedicatoria

    Dedico este libro a mi familia que soport con paciencia mi dedicacin para llevar adelante este trabajo; a mis amigos que comparten las vicisitudes de ser polticamente incorrectos; muy especialmente a quienes hicieron posible este primer tomo con descarnadas revelaciones sobre la Guerra Contrarrevolucionaria y el accionar novedoso y cruel de los oponentes a los que las Fuerzas Legales debieron adaptarse sobre la marcha y, a los presos polticos, civiles, militares, de las Fuerzas de Seguridad y Policiales que hoy sufren las consecuencias de haber cumplido con su deber y sus conciencias. Finalmente, a quienes apoyaron la llegada de este libro a los lectores:en particular a mis amigos Csar Barros Bies, Horacio Fernndez Shoo y Pablo Coni Molina que, como todos los otros, persisten en el honorable rol de argentinos que luchan.

    El autor

  • Intimidades de la Guerra Revolucionaria

    El olvido es sumamente peligroso. Por desgracia, el conocimiento de la historia del siglo xx es muy imperfecto a causa de la ignorancia generalizada y de diversas falsificaciones interesadas.

    Julin Maras.(revista del diario La Nacin,

    29 de junio del 2003, pgina 31)

  • Prlogo

    Los lectores se percatarn de que este libro no es la continuacin de Por Amor al Odio, cuyo tercer tomo est an demorado por razones de fuerza mayor, pero su contenido tampoco relega lo que all tenemos escrito y falta publicar. en realidad, lo que hoy ofrecemos es una visin comple-mentaria, informativa y actualizada en funcin de los tiempos que vivimos, de las tensiones progresivas que dividen peligrosamente a la sociedad ar-gentina y de la acumulacin de nuevos datos y elementos de esa tragedia que fue la Guerra Revolucionaria y que nunca fueron relatados.

    Por eso creemos que la riqueza de estas pginas tambin reside funda-mentalmente en dicha circunstancia esclarecedora. de all que una parte del ttulo que hemos elegido reclame la importancia histrica que poseen estas revelaciones que llegan a la superficie para integrarse a ese fenme-no extraordinario que motoriza el interior, el alma dira, de ese compendio substancial y sustantivo que constituye la opinin pblica. ella es la gran destinataria que deber juzgar, como en este caso, secretos de ese pasado sangriento que involucra a argentinos que pelearon con sus convicciones, a veces con sus bajezas y que sus derivaciones persisten gracias a un mezquino inters poltico que involucra a los triunfadores de ayer trans-formados en vctimas de hoy. tambin a polticos distrados, igualmente comprendidos de una u otra manera por los hechos y a jueces que debern soportar el resultado de sus acciones presentes gracias a las minuciosas conclusiones de las investigaciones que se realizan y acumulan en archivos obligadamente resguardados y casi listos para incorporarse, como conti-nuacin de lo que aqu anticipamos, al segundo tomo en elaboracin.

    sin esfuerzo, podemos decir que los episodios y antecedentes que hoy salen a la luz ratifican aquello de que por encima de las diferencias tnicas, culturales y geogrficas, la naturaleza del hombre es nica e indivisible y se expresa en todas las circunstancias. Pero es en la guerra y especialmente en las guerras civiles por el odio que las alimenta donde el conflicto, que gira en torno de la vida y de la muerte, constituye la mxima oportunidad para que esa naturaleza se revele en toda su magnitud, en toda su crudeza y salvajismo.

    Por eso este primer libro con esta apasionante y reveladora temtica, tambin trata de traiciones crueles y lealtades sinceras o por conveniencia hasta hoy desconocidas por la opinin pblica; de asesinatos alevosos que

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  • 10 los traidores Prlogo 11

    formaron parte del terrorismo organizado y aporta elementos de juicio para entender mejor lo ocurrido en el plano estratgico, poltico y moral de lo que da en llamarse los aos setenta.

    La informacin que aportamos gracias a la colaboracin de numerosos protagonistas que necesariamente deben permanecer en el anonimato y pusieron a lo largo de varios aos a nuestra disposicin documentos y otras pruebas contundentes que respaldan a este trabajo incuestionable, contiene asimismo un anlisis sobre el origen de comportamientos sociales e intereses geopolticos que caracterizaron al mundo bipolar de la Guerra Fra que, es necesario decirlo, fue una de las causas de lo que globalmente llamamos la subversin y que hoy se resume en el vocablo generalizado de terrorismo.

    se trata de un proceso complejo, ahora extendido, aunque se perge especialmente para esta regin del mundo donde la Argentina apareci, por mltiples razones, como el blanco ms apetecible pero no conquistado, hasta entonces, militarmente. sin embargo y aqu lo explicamos pese a que es objetivamente apreciable ese peligro hoy est en la puerta gracias a la continuacin de esa guerra por otros mtodos que enumeraremos en-seguida y que ocupan una parte de las pginas de lo que hoy llega a manos de los lectores. Lo hacemos con la certeza que ofrece el conocimiento del presente, donde la inseguridad pblica en el orden interno inseguridad legal y fsica slo es comparable con otra que ocupa un lugar superior en las inquietudes que se abalanzan sobre el nimo y el pensamiento: la inde-fensin virtualmente absoluta en que se ha colocado a la repblica.

    aunque no nos detengamos en sus detalles, tenemos que agregar en nuestro prlogo con el que pretendemos resumir muy apretadamente las motivaciones de este libro, que el proceso revolucionario al que aludimos se remonta al 31 de diciembre de 1958, cuando por indicacin del pre-sidente de su pas, general Dwight David Eisenhower, el embajador nor-teamericano Earl T. Smith le recomend con vehemencia al entonces pre-sidente de Cuba, Fulgencio Batista, que deba abandonar el cargo para permitir la formacin de un gobierno democrtico destinado a superar la crisis impulsada por la guerrilla castrista.

    Vana ilusin reiterada en muchas ocasiones. el intento fracas y poco despus triunf la Revolucin Cubana que puso a Fidel Castro y Ernesto Guevara de la Serna, alias el Che, en el centro de un poder que convirti a Latinoamrica en un sangriento campo de batalla y de propaganda mar-xista financiada por la ex Unin Sovitica a travs de La Habana.

    antes de proseguir con este prlogo debemos insistir con otra realidad. es la que nos muestra como inexplicable la continuacin del conflicto ha-bida cuenta de la modificacin del escenario estratgico mundial del que colaps una de las potencias del conflicto bipolar y as la referida Guerra Fra, cuya polarizacin fue determinante de la Guerra Revolucionaria en Amrica Latina, convirtindola consecuentemente en internacional. ese nuevo escenario nos habla del rotundo fracaso del comunismo como

    sistema, lo que ampla la curiosidad por la persistencia en continuarlo bajo distintos disfraces que aggiornan su propuesta. el lenguaje utilizado por la propaganda para disimularlo entre nosotros adquiri el nombre de progresismo.

    Los llamados Foros Sociales en Amrica Latina donde el Foro de San Pablo ocupa un organizador lugar prominente del que es un instru-mento el denominado Socialismo del Siglo XXI con el que el presidente de Venezuela, teniente coronel Hugo Chvez intenta crear un movimiento regional de ese signo, es una ampliacin de esta maniobra que aparece como una mezcla de ideologismo y poltica antihistricos, sumados al nar-cotrfico en auge e incorporado a otros intereses econmicos que se mues-tran aparentemente indefinidos y a veces hasta contradictorios pero, eso s, exportadores de una violencia a la vieja usanza an no instrumentada en su plenitud.

    somos conscientes de que estas afirmaciones resumen en exceso lo ocu-rrido y lo que ocurre; aunque decid abordarlas con estas pocas palabras introductorias por cuanto son un tema bsico que queda incluido de hecho en este escrito que hoy se prolonga en el campo de las luchas polticas y partidarias e institucionales.

    aunque resulte evidente, pensamos que ese tema se anuda al agregado de otras armas como es la desculturalizacin, la progresiva modificacin de los estilos y costumbres, el ideologismo en la educacin, la conquista de los medios de comunicacin social, la alteracin del lenguaje que provoca una paulatina modificacin del pensamiento, la vulneracin del derecho posi-tivo que no sin esfuerzo se haba logrado en occidente, la tergiversacin de la historia, el debilitamiento del sentido de pertenencia y por ende, del de identidad y la capacidad de retransmitirlo, el manipuleo de la Justicia adecundola al inters poltico y la consecuente desarticulacin del factor militar, componentes todos estos que provocan la puesta en marcha de un proceso de disolucin del estado soberano. en pocas palabras, el avance de la decadencia para reemplazar el vaco que sta deja.

    si bien de la lectura del ndice ubicado al final del libro surge con cla-ridad la temtica a la que nos referimos, la mencin de la Justicia merece aqu un comentario adicional aunque sea breve en exceso. Hay jueces bue-nos y jueces malos y con seguridad los primeros son ms que los segundos, pero el corrupto comportamiento de estos ltimos corrupcin en todos sus matices pero preferentemente en el moral o doctrinario, si se prefiere apor-ta una cuota determinante en el objetivo de este libro y su continuacin, pues esos jueces no slo evitaron una adecuada investigacin de sucesos que no son ajenos al contenido de estas pginas, sino que adems y funda-mentalmente aceptaron la trasgresin de una norma por la cual bregaron con reconocida insistencia las dirigencias de nuestro mundo occidental: la irretroactividad de las leyes. Concurrentemente, esas dirigencias crearon un andamiaje jurdico cuya solidez ha sido vulnerada en la Argentina con la escandalosa cuota de parcialidad y alevosa que produjo otras conse-

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    cuencias cuya exteriorizacin an no se ha manifestado con toda su fuer-za. Muertes injustas, testigos falsos, causas inventadas, premios polticos y materiales a delincuentes que disfrazaron sus actos bajo el paraguas poltico, se entrelazan entre s con nombres y apellidos que ya complican y complicarn ms todava a los jueces protagonistas. todo esto hizo que este primer libro ofrezca de hecho un subttulo que seguramente llamar la atencin: traidores y dobles traidores.

    La referencia no slo desmitifica el montaje de una exitosa propaganda interesada, sino que explica con claridad el papel desempeado por aque-llos subversivos que una vez detenidos decidieron colaborar con las Fuerzas Legales. Lo hicieron a la perfeccin, delataron a sus compaeros de lucha, relataron los planes y proyectos de las bandas que operaban, aceptaron los beneficios obtenidos por su comportamiento tanto en lo personal como a sus familias, reconstruyeron sus vidas econmicas y en varios casos infor-maron que sus organizaciones resolvieron asesinar a sus compaeros mi-litantes por disidencias internas. Lo hicieron con argumentos tan endebles y vacuos que hieren las sensibilidades ms firmes y duras. estos muertos suelen figurar como desaparecidos.

    Pero por qu dobles traidores? La respuesta es simple: prime-ro traicionaron a sus compaeros y luego, una vez concluido el gobierno militar, volvieron a traicionar olvidndose de lo que haban denunciado; ocultaron la doblez que le cost la vida a sus amigos y reincidieron en su conducta traidora para perjudicar a quienes fueron sus captores y los ayu-daron a salvar sus vidas. Lo crematstico suele vencer a la moral, sobre todo en los espritus ms dbiles, espiritualmente enfermos y con una conducta emparentada a la de los testigos falsos y la de quienes los aceptaron y aceptan.

    La lista, larga y minuciosa, se ampliar en la prxima entrega de esta saga que revela por primera vez estas intimidades de la Guerra Contrarrevolucionaria que desnuda, posiblemente con crueldad, esa na-turaleza humana a la que nos referimos al comienzo.

    el autor

    A modo de introduccin

    La razn de ser de este libro

    este libro tiene por finalidad ampliar y profundizar el conocimiento de una parte todava oculta de la Guerra Revolucionaria que sufri la Argentina en la dcada de los aos setenta y comenz a inicios de la ante-rior. Para ello nos referiremos en detalle a la trayectoria de muchos de los terroristas cuya actuacin los llev a convertirse en paradigmticos, en un emblema vivo y activo de lo que signific el conflicto antes y despus de los aos ms duros de la guerra y que hoy reaparecen en la escena poltica a travs de sus testimonios en el plano jurdico, donde contina una parte del enfrentamiento que provocaron

    Lo que aqu se relata, indito y sorprendente, forma un conjunto des-carnado a veces doloroso segn la opinin de quienes leyeron este trabajo antes de su publicacin de lo que puede llevar a un ser humano a apartar-se de los valores no ya fundamentales, sino mnimos para desenvolverse en la vida. No vamos a hablar aqu en este resumen introductorio que convoca a la lectura, de cuestiones sentimentales que podrn o no afectar a los actores que en el futuro afrontaran remordimientos apurados por el paso de los aos, sino que aportaremos una informacin histrica, objetiva, de-mostrable y demostrada, que sirve para pintar un aspecto del escenario que estuvo en juego durante el conflicto que persiste.

    en esta parte del libro que ahora leen quienes debern juzgar lo acon-tecido, no queremos detenernos en el anlisis de un sistema que progresi-vamente fue utilizado con un innegable e inteligente montaje, sino acercar a los lectores elementos de juicio para que puedan apreciar hasta dnde puede llegar la condicin humana, con sus lados positivos y los extremos opuestos que a veces dudamos en calificar de terribles pues siempre hay instancias que los superan. esos elementos de juicio y los hechos corres-pondientes son los que forman la esencia informativa de una parte subs-tancial y desconocida, hasta ahora, de cmo se desarroll buena parte de la guerra. es la que lleva consigo un conjunto de circunstancias que con-figuran la verdadera historia de muchos ex terroristas prominentes, algu-nos emblemticos para las bandas que integraron y dirigieron y que ahora

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    reaparecen en los estrados de la justicia como Testigos Necesarios para continuar por otros medios la guerra que ellos y slo ellos desataron.

    Lo que aqu van a leer est destinado a la opinin pblica en gene-ral, pero tambin tiene algunos destinatarios preferenciales: los jvenes que comienzan a interesarse por los problemas pblicos y la poltica que los determina, los miembros de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, Policas y civiles que sobrevivieron a la lucha y cuyos hijos poseen la vo-cacin de sus padres y sobre todo, est destinado a los integrantes de la Justicia que entre otras, tienen la enorme responsabilidad de mantener una institucin bsica para la convivencia sociopoltica y de intervenir, en consecuencia, en la proyeccin derivada de lo ocurrido que an divide, forzosamente, a los argentinos. en pocas palabras, tienen la misin de contribuir a reestructurar un pilar ancestral del Estado Argentino que se desangra y destruye por los cuatro costados.

    Asco y tristeza

    Lo que relatamos es una historia o si se prefiere, un conjunto de his-torias que expresan las intimidades de esa guerra donde ocupa un des-tacado lugar uno de los fenmenos ms clsicos de todo conflicto de esta naturaleza: La traicin. Pero en nuestro caso aparece un nuevo factor agravado de este disvalor: la figura del doble traidor cuya funcin se apreciar a lo largo de estas pginas y fue la que principalmente sealaron quienes nos dijeron que les provoc asco y tristeza el conocimiento de esa parte de nuestra historia ms reciente y oculta.

    Con ello, surge una pregunta tal vez difusa e indefinida que inevitable-mente flotar para siempre en la conciencia y nimo de todos aquellos que llegaron a conocer las intimidades del conflicto. Nosotros ya transitamos ese camino. ahora, les toca a nuestros lectores participar de este fenme-no moral que en el caso especfico que nos ocupa lleva una pesada carga de delaciones, de muertes y supervivencias logradas dentro de un sistema de inteligencia que hizo posible derrotar a una revolucin dirigida desde el extranjero.

    En cifras y as lo leern podemos decir que ms del 20 por ciento de los detenidos por las Fuerzas Legales despus del 24 de marzo de 1976, fueron arrestados por ellas como consecuencia de las traiciones de los militantes a sus propias organizaciones armadas.

    estos se transformaron en verdaderos operadores de la lucha, delata-ron, denunciaron, marcaron a sus amigos, jefes o subordinados, maridos o esposas y en algunos casos hasta los capturaron. en funcin de su exitosa tarea se aceler la derrota terrorista y acort sensiblemente el desarrollo de la Guerra; en esas funciones llegaron a viajar libremente por el pas y el exterior subvencionados por las Fuerzas Legales y facilitaron notablemente el triunfo de la ley sobre un proyecto revolucionario que se impuls desde

    ms all de nuestras propias fronteras. Muchos de ellos viven an en el exterior.

    en algunos de los niveles dirigentes, gracias a esa mano de obra barata y descartable de inocentes militantes de aquella poca, muchas veces pri-m la apetencia econmica por encima de los ideales y proyectos. Muchas veces, los innumerables secuestros terroristas tuvieron esta finalidad re-pugnante.

    Los traidores, el progresismo yel disfraz de los derechos humanos

    en el desarrollo de esta trama podr apreciarse la magnitud que alcan-zaron las estructuras guerrilleras, la dimensin de la guerra sorda que se vivi y se podr saber cmo y por qu se produjo el fenmeno de los traidores, cuya importancia es ms significativa al darse en un medio ambiente fanatizado al extremo.

    Como una conclusin obligada de los componentes que hasta aqu he-mos abreviado, los lectores jueces, militares, policas, polticos, periodis-tas y estudiosos podrn deducir, inferir, relacionar, entender y anticipar, las condiciones perversas en que se desarrolla la nueva etapa revoluciona-ria que hoy est en plena ejecucin bajo el disfraz del vocablo progresis-mo, abarcativo del mismo enfoque del pasado aunque actualizado frente a la modificacin del escenario global y estratgico que influye abiertamente en la regin en que vivimos, sin que se dimensione en forma precisa la proyeccin de este importante problema que ya afecta nuestro futuro como repblica.

    sin apartarnos de la vigencia de ese utilizado disfraz progresista que dirige una minora hbil y sin limitaciones morales, por su trascendencia y la estrecha relacin que posee el tema con los acontecimientos que to-dava vivir la repblica antes y despus de la aparicin de este trabajo, recordaremos que ya en 2003 escribimos1 que en toda guerra existen dos factores prioritarios: la informacin para conocer qu hace o har el enemigo y la desinformacin para confundirlo y tratar de paralizarlo. En la nueva guerra que soportamos se ha incorporado un nuevo elemento que ocupa el lugar principal del conflicto: La estrategia del disfraz. as, hoy el principal disfraz que est en plena vigencia utiliza un valor superior pero denigrado por su uso poltico parcial y psicolgicamente concurrente: se trata de los derechos Humanos.

    1 H. Verbitsky: De La Habana a la Fundacin Ford. Pgina 41. ediciones del Prtico. obra de este autor.

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    Los jueces y fiscales

    Usados como elemento de combate, tergiversados en su aplicacin a favor de unos y en detrimento de otros, el proceso que sintetizamos marca un rumbo exacto y preciso. desde el poder y esta afirmacin incluye a los jueces y fiscales se califica arbitrariamente a quienes hipotticamente los violaron y se argumenta a favor de aquellos que presuntamente aparecen como vctimas. en la prctica se desconoce que estos ltimos cometieron delitos aberrantes signados por una violencia ideolgica que alcanz lmi-tes inimaginables: atentaron contra el estado incluso durante gobiernos constitucionales, provocaron muertos a mansalva, asesinaron a mujeres y nios y lo que es ms grave, ese manipuleo no ofrece siquiera un horizonte de pacificacin posible y constructora. La voluntad es inversa porque sigue comprometida con algunas excepciones en la continuidad revolucionaria o el retorcimiento de la venganza y de eso forma parte esencial la ruptura jurdica dedicada a seguir este camino por la va judicial. Ms an, senten-cias contrarias a derecho encubiertas bajo la figura de lesa humanidad, aparecida con posterioridad a los delitos imputados, condenan a quienes dentro de la legalidad cumplieron rdenes acorde con las normas de la guerra para la cual fueron formados. Por el contrario, favorecen a quienes se levantaron subversivamente contra el orden constituido, participaron de esa guerra armada contra sus compatriotas y ahora, como combatientes rasos, traidores simples o doble traidores, actan como una demostra-cin palpable del agotamiento poltico de todo lo que comentamos.

    Como dijimos, la apetencia crematstica tambin forma parte del tras-fondo de este quiebre institucional. de aqu en adelante, a este factor se le suma el de la droga y el narcotrfico, pero durante la etapa que tratamos en estas lneas ese nuevo componente incorporado como novedoso elemen-to del conflicto moderno, no era determinante de los acontecimientos que narramos.

    Para facilitar la comprensin de esta colaboracin histrica que formu-lamos, la hemos dividido en dos partes: la primera trata del ser militar y del ser poltico, factores que a su modo, son opuestos pero tambin concu-rrentes de un mismo problema. al ingresar en la segunda es donde est implcita la culposa distraccin de los polticos que contiene hechos, definiciones e historias inditas de la guerra acordes con el ndice corres-pondiente.

    Hemos limitado al mximo las correcciones literarias de su conte-nido y preferimos respetar en la mayora de los casos el clsico len-guaje utilizado en esta clase de documentos y en especial el utilizado en los partes de inteligencia que tambin servirn para la confeccin de la se-gunda parte de este libro, como una extensin de lo que aqu anticipamos y otras intimidades seguramente ms graves relativas a su manejo.

    esto que dejamos dicho produce a veces a lo largo de las pginas una aparente reiteracin de los hechos y personajes, pero slo se trata de am-

    pliaciones tendientes a dibujar mejor las circunstancias y actores, para no dejar en el aire las consecuencias de su desempeo y perfeccionar el entendimiento de los sucesos y protagonismos histricos.

    Ms an, los lectores atentos observarn que en algunos de los tes-timonios se repiten casi textualmente pasajes de otros, pero ello se debe a que nuevos protagonistas cuya trayectoria tratamos, no fueron ajenos a los hechos. Hacemos esta advertencia para que el lector pue-da seguir la ilacin de los acontecimientos sin necesidad de retroceder en las pginas para constatar la cronologa que le ofrecemos.

    tambin, adems del ndice, para ayudar al lector, consignamos un no-menclador de siglas indicativas de organizaciones terroristas, de la estruc-tura montada en todo el arco legal para combatirla y otras relacionadas con el problema y aclaramos que en esta primera presentacin abundamos en los casos correspondientes a la armada por ser los primeros aunque an incompletos pero elocuentes que hemos ordenado para llegar al pblico.

    Por cierto, sern los jvenes, los analistas e historiadores y todos los profesionales que hemos mencionado a lo largo de esta introduccin, quie-nes tendrn la ltima palabra de lo que dejamos en sus manos.

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    TTulo I

    La situacin argentina

    Captulo I

    La oligarqua que domina al pas

    en algn lugar del Arte de la Guerra de Sun Tzu y sus analistas chinos decan en su bien conocido Ssu-ma-Fa que uno de los principales proble-mas de los estados consista en los diferentes sistemas de valores absolu-tamente discordantes entre el mbito civil de los burcratas y el marcial de los militares.

    sabemos todos como en nuestro pas se lleg a una guerra interna muy dura (devenida en internacional por su amplitud regional y financiacin externa) que conocimos por impulso de dos doctrinas filosficamente diferentes, enfrentadas en todo el mundo durante buena parte del siglo XX. es tan grave lo que nos ocurri y reiteradamente graves las extendidas consecuencias vigentes en este decenio del nuevo siglo pese al tiempo transcurrido entre el inicio de los hechos que nos convocan en estas pginas que consideramos necesario al comenzar a escribirlas, aunque sea sinpticamente, efectuar algunas pocas consideraciones dada la trascendencia que adquiere el intento de transformar lo que significa ser militar en la Argentina.

    el asunto alcanza una dimensin especial en los tiempos que corren, en los que se avecinan y en el ejercicio civil de la poltica que est llamado a definir los destinos de la Nacin.

    Cuando ya se haba lanzado en todos los campos el enfrentamiento de los dos sistemas de valores discordantes en ese siglo XX, la lucha se pro-fundiz progresivamente por los medios ms diversos, inicindose en el te-rreno de las armas, prolongndose en la propaganda y logrando hasta hoy da su penetracin en todos los estamentos pese a la derrota militar de una de las partes. el gramscismo que busca conquistar las mentes, la cultura y los sentimientos, es, hasta hoy, la principal metodologa que conquista las mentes, fenmeno que reemplaza al conflicto frontal.

    desde sus orgenes, esas fuerzas discordantes tenan algo en comn: pese a sus notables diferencias, los dos sectores enfrentados coincidieron en una suerte de identificacin: ambos asumieron el rol de los valores militares, ambos pusieron en el escenario dos ejrcitos y es aqu donde se produjeron grandes confusiones porque unos lo eran y los otros pretendan serlo, sin saber que para tener valores y pensamientos marciales son nece-sarias muchas dcadas, centurias y asumir la profundidad de la historia, adems de otras grandes diferencias de fondo.

  • 20 los traidores CaP . i - la oligarqua que doMina al Pas 21

    desde los aos ochenta, la Argentina insiste con una extraa amal-gama de necesidades circunstanciales para adoptar y aplicar medidas de gobierno que contraponen las formas y contenidos de todo sistema poltico. Las excepciones siempre existen pero sirven para confirmar la regla. aqu el mecanismo es formal y muchas veces artero y poco sincero, largamente estratificado y siempre con expresiones evaluadas minuciosamente pero slo pensadas para obtener alguna ventaja del partido o el movimiento que es dominado por la lucha por el poder. esta ha devenido en el objetivo principal de lo que es una actividad supe-rior destinada, en su esencia, a encontrar el mejor camino para satis-facer las necesidades colectivas. Hacer poltica es una tarea intelectual, creadora e intuitiva y obviamente espiritual, pues junto con las ideas pone en juego el respaldo de los valores e interpreta las condiciones del momento. Por eso, la mala poltica es correlativa a la poca en que se procesa y ms tarde o ms temprano, ocurrir el enjuiciable comporta-miento de sus actores que merecern las sanciones de los hombres y de la memoria histrica.

    Hoy, entre nosotros el sistema poltico es casi cortesano y formador de una burocracia que alcanza niveles inslitos cuanto ms grande es el paraguas del ideologismo utilizado para cubrir los verdaderos y ocultos objetivos.

    entre nosotros, antes no fue as, pero eran las grandes pocas denosta-das de la construccin nacional, cuando se absorban distintas culturas y orgenes para hacer ese ser argentino formado por imposicin de la pampa poderosa, como nos ense Ezequiel Martnez Estrada en su olvidada Radiografa de la Pampa.

    ambos, militares y civiles entroncados en un objetivo comn, participa-ron de esa inmensa tarea fundacional y si las formas ms ntimas de sus estilos expresaron diferencias, stas quedaron superadas por el esfuerzo y la dedicacin de las dirigencias que intervenan activamente en la admi-nistracin de los intereses pblicos. incluso hubo civiles que vistieron uni-forme y militares que actuaron como verdaderos polticos y estrategas. No lo fueron, acaso, Belgrano, Gemes, Mitre, Rosas, Urquiza, Sarmiento, Dorrego, Roca y tantos otros de distinto signo?

    desde siempre la forma y el espritu que regan los asuntos civiles y po-lticos, no fueron los mismos que correspondan al mbito militar. es ms: si las formas y el nimo que caracterizaban a los primeros se extendieran a los segundos o viceversa, las virtudes ciudadanas declinaran y quedara afectado el normal desenvolvimiento de la sociedad.

    Hoy pagamos las alteraciones que describen este escenario, esta realidad cotidiana fcilmente perceptible por aquellos que se dedican al periodismo, a la investigacin o a recoger estos datos para hacerse una composicin de lugar til para un anlisis que suele caer en saco roto. incluso por quienes tienen responsabilidades concretas para actuar y jerarqua para tomar de-cisiones con miras al bien comn. Ciertos empresarios, por ejemplo.

    observamos que en niveles superiores del mbito poltico el alcance de las palabras suele ser relativo aunque denoten formalmente una construc-cin culta. el habla adopta un tono que, excedindonos, podemos calificar como lnguido y hasta montono cuando se producen discusiones o en-frentamientos para satisfacer a los observadores o conquistar adherentes y salvo excepciones, eluden muchas veces expresar pblicamente pensa-mientos precisos que, en privado, reconocen, dado que las circunstancias merecen un tratamiento distinto al que pregonan pero puede no ser polti-camente correcto. La simulacin impone su estilo y ms de un caricatu-rista es decir, un observador que aplica esa forma superior de la inteligen-cia que es el humor y la irona lo ha reflejado en sus dibujos que muestran a un orador que promete y convoca pblicamente para luego rerse en la intimidad con sus colegas y amigos de lo que haba dicho.

    en ese estilo adoptado por la nueva oligarqua que domina al pas es decir, los organizados partidariamente con cuotas de poder, las corporacio-nes sindicales, empresariales, profesionales y ms recientemente las lla-madas redes sociales tienen muchos representantes que son corteses y se cultivan a s mismos para servir a sus pares o a un pblico conquistado para que los vote. este mundo dominante tiene sus reglas no escritas: no se es convocado no se adelanta y rige una espera organizada con un tejido y destejido de promesas y compromisos; si les hacen preguntas, prefieren vaguedades y en esa vigilia paciente aguardan el momento preciso para expresarse segn lo que estimen conveniente. Hasta parece difcil el avance con propuestas, ofrecimientos y reclamos, pues ante cualquier dificultad en el entramado agobiante cargado de psicologa, intuicin y audacia, r-pidamente se retrocede para reubicarse. as, buena parte de los polticos profesionales dedican su tiempo a este ejercicio sin descanso y continan amoldndose a las cambiantes realidades formadas con esta impronta ol-vidadiza que moldea a la historia pequea, suprime compromisos y elude responsabilidades. Pero tambin dejan varias preguntas pendientes: Cul es la concepcin del rol que debe cumplir la Argentina y cules son los objetivos que vislumbran? de hecho, queda instalado el reinado de la impericia, el signo marcador de la argentina de hoy, del todo vale y de la decadencia integral.

    Las formulamos entre muchas otras pues el desconocimiento y la incul-tura forman parte del comportamiento de esa oligarqua y la desinforma-cin casi nunca la suplen los asesores. de all que en su mayora, repeti-mos, carezcan de la capacidad para concebir la posible o mejor ubicacin del pas en el mundo y, por supuesto, la de llevar adelante una organizada tarea de prospectiva para prever, competir, avanzar o defenderse y, en el caso de perder, encontrar las mejores y posibles soluciones para salir ai-rosos de una eventual derrota o un traspi. obviamente, lo que dejamos dicho tambin abarca la inexistente poltica inmigratoria, la ausente orga-nizacin de alianzas polticas y militares y aunque en nuestro aparato de relaciones exteriores existan personas capacitadas para participar de estas

  • 22 los traidores

    tareas, obviamente no son consultadas y hasta deben soportar el desprecio clsico de los ignorantes con poder. otra vez y con pocas palabras, vamos a sealar que hablamos de la crisis de representatividad y de una dirigencia ausente.

    Con estos vacos se elabora la mayor parte de los discursos que desde hace muchos aos y cargados de promesas incumplidas que siempre se repiten, se pronuncian en el mbito poltico que, a su vez, fue inficionado por el poder de una sociedad casi secreta que lidera las apariencias que perfilan a la poltica argentina. Ya lo explicamos pero conviene agregar que sta se caracteriza por un lenguaje elusivo de las causas profundas y reales de los conflictos que vive la repblica. esos discursos plagados de lugares comunes, advocaciones a la igualdad, la paz y la democracia, la promesa de un destino de grandeza y las culpas siempre adjudicadas a gobiernos anteriores, son lugares comunes repetidos a modo de sonsonete ejercido como una obligacin moral pero formulado exclusivamente para una convocatoria a ejercer responsabilidades ajustadas a estos conceptos, aunque sin ofrecer normalmente siquiera las pautas concretas, realistas y posibles para poder enfrentar los problemas que se abaten y ahogan.

    aqu est el meollo de la cuestin pues la idea es no ofrecer flancos que puedan afectar el perfil blando y maleable que se debe mostrar siempre. incluso cuando se llega a situaciones extremas en que necesariamente debera producirse la ruptura y la consecuente confrontacin, se deriva hacia una situacin laxa y como esos juegos infantiles de antao, todo se reinicia sin solucin de continuidad. esto ltimo no siempre es defini-tivo pero tal vez sea una explicacin aproximada de la liquidacin de las Fuerzas Armadas y lo que stas todava representan como parte sustanti-va de un estado que se agota y corre el riesgo de convertirse en fallido. de tal manera, el ser militar tiende a ser desplazado como factor de referencia e institucional, pese a que la dinmica de los hechos polticos universales contemplan a la violencia profesionalmente preparada para jugar un rol poltico dentro del esquema legtimo.

    en reemplazo de su influencia y de su capacidad representativa, con-tenedora de los desbordes y reserva activa, su ausencia ha contribuido al proceso de deconstruccin de los valores que genricamente llamamos gramscismo y plantea un dramtico choque cultural que llega a modificar el lenguaje, las relaciones sociales y los parmetros dentro de los cuales se produce la normal evolucin de las generaciones.

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    Captulo II

    El ser poltico y el ser militar

    Valga esta apretada descripcin para mostrar de paso, la gravedad de lo que viva la argentina cuando en los setenta se produjeron expresiones categricas y contundentes con frases duras surgidas desde distintas ban-cas del Congreso para aniquilar a los terroristas. entre muchos otros, el diputado nacional justicialista de origen sindical, Alberto Stecco, reco-mend la sancin de leyes que otorgaran amplios poderes a las Fuerzas armadas sin que con ello se quiebre la libertad para perseguir a los sub-versivos y matarlos como ratas porque no merecen vivir en este suelo (diario de sesiones, pginas 2506, 2532 y 2533).

    todo eso ocurri, fue real y hoy no se recuerda pues el principal esfuer-zo colectivo en el actual mbito poltico est dirigido a ignorarlas, olvidar-las y eludir el sentido de aquellas expresiones que exigan una solucin tajante para el grave conflicto. Ya lo dijimos, modificar la historia tambin es una de las formas de la Guerra Moderna, sea de Cuarta Generacin o Guerra Molecular como se denomina al actual y permanente conflicto, con sus hiptesis cambiantes adaptadas a los humores, la moda que tambin se maneja o la fortaleza o debilidad de los objetivos a demoler, mal que les pese a nuestros polticos.

    Por qu existen diferentes cdigos de justicia

    en el mbito militar en cambio, a la inversa de lo que contiene esta su-cinta descripcin de lo poltico en la actualidad, se habla en forma directa, precisa y sin alternativas, pues la guerra o el conflicto es algo que tiene vi-gencia permanente con diversas formas y expresiones que siempre hay que seguir con detenimiento y ofrece un escenario que puede ser fijo, movedizo o simultneamente ambas cosas, donde toda prevencin es poca y requiere decisiones rpidas y contundentes. Llegado el momento, si la formacin no es buena se producir el fracaso y la derrota.

    Lo que se ordena no debe dar lugar a dudas y debe hacerse sin ob-jeciones: lo que se dice se mantendr con firmeza, sea para ordenar o responder.

  • 24 los traidores CaP. ii - el ser PoltiCo y el ser Militar 25

    Por eso existen diferentes cdigos de Justicia y es imposible juzgar con-ductas militares con los cdigos y fueros civiles. La supresin arbitraria de los primeros forma parte de una concepcin poltica contraria al derecho natural al mismo tiempo que facilita el manipuleo poltico e ideolgico. Por aadidura, es imposible juzgar situaciones de guerra con normas dictadas para los tiempos de paz.

    al tratar este tema con amigos militares, estos asienten con naturalidad y consideran que as transcurre la normalidad de la relacin profesional, co-mn a todos los institutos armados del mundo y aclaran que pueden darse matices por tradicin y costumbres formales, pero que en los hechos la base instructiva, cultural y de relacin, es exactamente la misma, aun cuando puedan darse y de hecho se dan, relaciones coloquiales durante la conviven-cia social. sin embargo, tambin dicen, la jerarqua y las rdenes se mantie-nen expresa o larvadamente ms lo primero que lo segundo lo que es indis-pensable para establecer especialmente en situaciones crticas la cadena de mandos, un instrumento fundamental para desempearse con xito en cualquier circunstancia, desde las ms extremas hasta las ms simples.

    as, nadie duda que una orden ser cumplida pues beneficia y da seguri-dad al conjunto. Por eso, la vida de riesgo requiere el cumplimiento absoluto de este principio que, adems, asegura alcanzar los objetivos tanto para avanzar, mantener una posicin o emprender la retirada, siempre con las menores prdidas posibles.

    as fue cuando se despleg la fuerza para aquella guerra iniciada antes de los setenta y se prolong casi toda esa dcada como etapa preparatoria para la que estallara poco antes de la siguiente.

    Las conducciones militares fueron reemplazadas acorde con los regla-mentos; sus experiencias y formacin son el ejemplo bsico que se traslada a los sucesores, pero la nica que permanece inalterable es la oligarqua poltica inconmovible a las nuevas realidades estratgicas que se acentan con el transcurso del tiempo.

    desde entonces hasta hoy los mandos, que son reemplazados en el tiem-po a diferencia de lo que sucede en la oligarqua poltica, o se hacen pol-ticos luego, lo que resulta virtualmente imposible, o se mantienen firmes en su rol de militares y cuando llega el momento de retirarse como activos de la Fuerza a la que pertenecen, deben hacerlo carentes de la experiencia necesaria para enfrentar ese otro idioma si es que llega el momento de hacerlo.

    La nueva guerra

    en aquellos aos 0 los militares se expresaron en esa forma directa y firme; exista una nueva clase de guerra, con contenidos novedosos, es-trategias concebidas fuera del terreno del combate y perder era perder a manos de un poder internacional ajeno a los estados de la regin y a las

    formas civiles, polticas y econmicas de las naciones atacadas. Y lo ms importante de ese enfrentamiento, es que se trataba de una verdadera guerra, una condicin espiritual y profesional con modalidades, estilos y formas diseados estricta y precisamente para ejercer todo aquello para lo que fueron formados.

    Cuando las fuerzas estuvieron desplegadas y combatan en el territo-rio nacional, haba que centrarse en la singularidad de la tarea y actuar decisivamente. Cuando se est en batalla las armaduras de la guerra no permiten doblegarse. en la lnea de contacto o en los carros de guerra no se puede ni se necesita observar las formas habituales de la convivencia civil; quienes guarnecieron las bases, los fuertes y las ciudades no se esca-bullan ni emigraban para conducir desde lejos, desde Europa por ejemplo, una guerra en la Argentina. no concurren a eventos sociales ni polticos, deben enfrentar la lucha dura y atenerse exclusivamente a las circunstan-cias que la determinan. tienen que aferrarse a las acciones blicas en for-ma integral. as son las formas militares y as difieren de las que se utilizan para la poltica.

    en alguna otra parte el Wei Liao Tzu dice: Los militares toman lo mar-cial como su tronco y lo civil como semilla. Quien pueda investigar y compren-der a ambos conocer el significado de la victoria y la derrota.

    el mbito civil es el que puede distinguir entre el beneficio y el dao, so-pesar lo primero y los por qu. all acta quien debe decidir entre beneficio y dao o entre seguridad y peligro.

    Los polticos no estuvieron a la altura de lo que estaba en juego

    durante nuestra guerra interna los polticos no estuvieron a la altura de lo que estaba en juego y por consiguiente no fueron capaces de dictar las pau-tas para llevar adelante el conflicto y los pocos que firmaron rdenes serias hoy son atacados y procesados por el inexistente delito de Lesa Humanidad, que en ese entonces no figuraba en nuestros cdigos hasta 1998.

    el sector militar es el que debe contrarrestar al enemigo para lo cual la norma consiste en atacar con vigor, defenderse, impedir el xito del agresor y aplicar toda su capacidad intelectual y anmica para alcanzar el nico fin que establece el combate: la victoria.

    Hoy olvidamos la guerra sucedida y paradjicamente el sector poltico, con todas sus formas, su lenguaje y caractersticas, le recrimina judicial-mente las rdenes que l mismo imparti a toda la estructura armada de la Nacin para enfrentar a un enemigo que, por aadidura, impuso reglas novedosas y crueles que determinaron nuevas tcticas y estrategias para el combate.

    Ms an: lo que se dirima era un conflicto internacional, acentuado en la regin, con la Argentina de entonces elegida como blanco principal,

  • con un frente de batalla no convencional, sin lneas definidas para el com-bate y con claras definiciones aportadas por las experiencias francesas en Indochina y Argelia. Roger Trinquier, el coronel francs que fue el prime-ro en estudiar el modernizado fenmeno en su libro Guerra de Guerrillas, tambin fue el primero en quejarse amargamente del principal problema que tuvieron sus fuerzas en argelia: Aqu ganamos la guerra y en Pars la perdemos por culpa de los polticos.

    aqu sucedi algo parecido. en 193, al asumir Hctor J. Cmpora la presidencia de la Nacin, con el respaldo expreso de todos los polticos hubo slo dos excepciones se liber a peligrosos terroristas sentencia-dos o en pleno proceso por la Cmara Federal en lo Penal de la Nacin (CAFEPE) mediante una amnista sin condiciones. La medida reanim la guerra y gener una brecha enorme entre polticos y militares. Los gue-rrilleros cumplieron su promesa de retomar las armas y esta accin, ex-presiva de la mayor irresponsabilidad poltica ocurrida en la historia de la argentina moderna, fue la causa principal de nuestra tragedia, de los desaparecidos y de los ms de veinte mil hechos terroristas, centenares de heridos, miles de muertos y el intento sistemtico de ocultar esta verdad irrefutable.

    los traidores

    2

    Captulo III

    La guerra se gan en el terreno de las armas y se perdi en el poltico

    entre nosotros, el actual sistema reprocha sin reparar en el peso de las rdenes impartidas y sin recordar las circunstancias que las motivaron. todas las Fuerzas cumplieron exitosamente la misin para las que fueron convocadas, se adecuaron sobre la marcha a las nuevas estrategias que se abatieron sobre la sociedad, comenzaron a entender que libraban un con-flicto que tena sus races en el exterior y sus complicidades en el territorio, factores todos estos que convergieron en el escenario global determinado por la Guerra Fra del mundo bipolar de ese entonces.

    No es posible asegurar que todos los jefes y responsables de la Guerra tuvieran la visin internacional de lo que originaron aqu y en la regin, pero lo cierto es que, como hoy, la injerencia extranjera, ideolgica y mate-rial, constituye el eje de un conflicto que no ha concluido pese a las modi-ficaciones del escenario estratgico mundial que acelera y profundiza una violencia que ya no podemos enfrentar.

    Pasaron los aos y la venganza montonera invalid lo que en todos los pases se llamara hoy Una lamentable guerra interna revolucionaria impor-tada y, al confundir los sistemas, los lenguajes y las formas de los aos 70, recomenzaron la guerra.

    Mientras se desarrollan los Juicios de Lesa Humanidad en medio de esta mezcolanza de conceptos arbitrarios, frases y contra frases sin mayor sentido, asistimos a una suerte de obra teatral de contenido mgico, sobre un gran teatro montado en tantas ciudades del pas en los cuales los jueces, instalados en los estrados de las salas de audiencia, esconden tras sus rostros impasibles su conciencia de que no estn presidiendo juicio verdadero alguno, que los acusados por crmenes de hace treinta aos estn absolutamente condenados antes de comenzar el juicio por el nico crimen comprobado: haber aplastado la subversin de los setenta usando el sistema, idioma, mtodos y actitudes que les exigan las leyes y reglamentos vigentes a esa fecha.

    Que los testigos necesarios no son confiables surge fcilmente. No son ms que emisarios de los ex subversivos encaramados en el gobierno, verda-deros testigos estrellas y enemigos a muerte de los imputados y lo ms grave

  • 28 los traidores CaP. iii - la guerra se Perdi en el terreno de las arMas 29

    es que muchos de ellos fueron importantes traidores que enviaron a la muerte a cientos de sus compaeros como verdaderos apstatas de su causa.

    Fueron traidores a aquella militancia terrorista en nombre de un pero-nismo que no los cobij, esa misma que en nombre de la tirana cubana y del marxismo internacional destruy cuanto pas toc con sus dictaduras asesinas cuando se instal en ellos.

    Hoy aquellos grandes traidores durante la Guerra revolucionaria por ellos iniciada vuelven a traicionar, pero no slo a los militares a los que al fin y al cabo odian a muerte, sino a sus principios militantes y osan mos-trarse vctimas de un sistema militar que slo se movi por rdenes consti-tucionales en defensa de la Nacin en peligro de dejar de serlo porque ellos, los militantes, luchaban para tomar el poder por la fuerza.

    Las pruebas no interesan: se arman y repiten en todos los casos para ejercer una persecucin jurdica y judicial

    Las pruebas no interesan. se arman, se repiten como letanas. No es importante ni siquiera pensar en los miles de muertos que ellos originaron con sus traiciones. No importa, la condena est cantada y es en general irremediable.

    sin temblarles el pulso muchos de estos jueces firman y firmarn sen-tencias y rdenes de prisin inmediata vulnerando principios fundamenta-les del derecho, puesto que pese a saber perfectamente que esos hombres son objeto de una rabiosa persecucin poltica, no levantan un dedo en defensa de la Justicia que juraron solemnemente impartir.

    No est dems recordar que lo hacen en pleno conocimiento de que en todos esos juicios se traiciona, uno a uno, los principios bsicos del derecho Penal (como surgi de conversaciones con jueces en los baos de Comodoro Py que costaran el cargo a un magistrado). salvo algunas honrosas excep-ciones, no se atreven siquiera a pensar en la posibilidad de declarar en sus sentencias que esos presuntos crmenes estn prescriptos, que las leyes y tratados penales no pueden aplicarse retroactivamente, que la amnista es un derecho definitivamente adquirido y que los indultos no pueden ser anulados. La permanencia en el cargo, futuros ascensos y las ansiadas jubilaciones in-gresaran en un terreno no incierto sino de seguras consecuencias negativas.

    Para no despertar la indignacin del gobierno de turno, la gran mayora de ellos llega al colmo de negar la prisin domiciliaria a estos perseguidos pese a la evidencia de que las prisiones no estn preparadas para atender debida-mente a hombres de entre sesenta y ochenta aos, motivo por el cual mueren uno a uno en sus prisiones.

    Valga al respecto recordar al lector la estadstica llevada al detalle en el momento de escribir estas pginas sobre los muertos en prisin y los jue-ces que ms mrito han hecho al respecto sobre un total de 145 muertos en prisin o detenidos de distintas formas.

    Cito algunos prrafos de Abel Posse en uno de sus artculos, cuando dice que a los militares: se los discrimin judicial y jurdicamente, alte-rando uno de los fundamentos bsicos del derecho (argentino y mundial): la no retroactividad de la ley, especialmente la penal. se anularon indultos con irritante parcialidad tambin se fabric una visin casera de los de-litos de lesa humanidad. (excluyendo al terrorismo!).

    Ametrallar a conscriptos indefensos mientras se duchaban, como suce-di en el ataque terrorista al regimiento de Formosa, es monstruoso y de lesa humanidad, sea que los asesinos hayan vestido uniforme o lo hayan hecho con boinas guevaristas como las que usaba Gorriarn Merlo.

    Se neg a los oficiales toda exculpacin por el juramento de obediencia y verticalidad ante sus mandos, principio bsico de todas las fuerzas armadas del mundo, sin el cual sera imposible actuar y comandar en una guerra.

    De modo que los que ejercieron la violencia por orden del Estado care-cen de toda esperanza legal. Los violentos del otro sector, con sus miles de atentados, reciben un trato inaceptable en sociedades civilizadas o son pro-tegidos internacionalmente como en el caso del chileno Apablaza Guerra tan mencionado ltimamente o el del etarra Lariz Iriondo, amparados le-gal y polticamente por el gobierno argentino, pese a su condicin de asesi-nos y terroristas Esto hace que se desmorone el edificio legal desde sus bases romanas y germnicas e instaura un indito caos, al afectar el rigor de la razn jurdica.

    desde ahora, la ley a medida de la voluntad poltica dominante ser una anomala que podra extenderse ms all del tema de los aos 0.

    Como dice Posse, el drama actual de la Argentina no se detiene en la injusticia que padecen estos mil prisioneros polticos y sus familias el nmero baja por los que mueren y sube por los que se incorporan a las denuncias privados de los derechos que tiene cualquier otro procesado penal, privados incluso de verdaderos procesos que garanticen sus defen-sas y encerrados en crceles que, debido a la edad de estos hombres, se convierten en cmaras de muerte.

    el drama es, adems, que esta persecucin feroz y sistemtica se ha convertido en el pivote sobre el cual gira y se desarrolla el proceso de des-truccin de todo nuestro orden jurdico y de todas nuestras instituciones, especialmente aquellas sin las cuales no hay Nacin posible: la Justicia, las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Seguridad y Policiales, paulatina-mente deshonradas, desarmadas y con concretos ejemplos de corrupcin provocados, entre otras causas, por la progresiva degradacin del estado y concurrentemente, esta terrible epidemia subversiva que asola a nuestra Argentina.

    este libro, bsicamente documental, se relaciona de modo directo con estos juicios e intenta mostrar varias Historias no conocidas de la guerra que vivi la Argentina en los 70; desarrolla denuncias a los juicios, al manejo poltico actual de esta Justicia casi revolucionaria; da opiniones fundadas sobre la intensidad de la guerra que se vivi y esencialmente,

  • 30 los traidores

    como dice su segundo ttulo, muestra a ms de 5 testigos necesarios con sus antecedentes terroristas y sus traiciones militantes.

    testigos que son absolutamente parte de los que acusan y estn com-prometidos concretamente en uno de los dos bandos en guerra, es decir fueron enemigos abiertamente declarados de los acusados por delitos de Lesa Humanidad; y pese a ello son presentados por las fiscalas federales en los juicios orales donde se imputa a esas personas con quienes com-batieron abiertamente en una Guerra impulsada por el marxismo inter-nacional.

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    Captulo IV

    Una estafa de mltiples aristas

    el desarrollo de este trabajo mostrar los siguientes temas: Primero, el entorno de las Historias Terroristas que protagonizaron los traidores en cualquiera de sus categoras;

    segundo, las acciones cometidas contra sus organizaciones armadas y la cantidad de personas que enviaron a la muerte;

    tercero y simultneamente, las narraciones de sus roles como eficientes colaboradores de las reas de inteligencia militar;

    Cuarto, su desempeo como dobles traidores, ttulo que les hemos asig-nado a aquellos que declaran historias cuidadosamente elaboradas para actuar contra quienes les permitieron salir del infierno y reconstruir sus vidas.

    al final del libro consignamos una bibliografa esclarecedora para legos, polticos y muy especialmente para quienes pertenecen al Poder Judicial.

    La guerra y las ofertas crematsticas que se giraron como un negocio para quienes las administraban y administran mediante un eficiente mon-taje de distintas formas de victimizarse, muchos de estos dobles traidores se convirtieron en buscavidas o mercenarios de la traicin.

    La primera vez traicionaron sus ideales y entregaron a cientos de sus compaeros de las organizaciones de las que formaban parte; en muchos casos tal como lo relatamos ms adelante a cambio de una simple oferta verbal formulada por un terrorista prestigiado en su medio y con una reco-nocida trayectoria pblica, detenido con anterioridad y ya en plena funcin colaboracionista. La conversacin inicial, generalmente breve, lo convenca de lo estril de la lucha desplegada durante todos esos aos, lo que marca-ba normalmente el dbil perfil ideolgico y psicolgico del detenido.

    Ms tarde traicionaron por segunda vez a quienes durante la guerra les salvaron la vida cuando ellos y sus organizaciones armadas solo queran matar, matar y matar.

    Pasaron los aos llenados con una propaganda sostenida, inteligente y organizada mediante canalizaciones financieras a costa de los contribu-yentes. de all los secretos oficiales que la caracterizan y forman parte de

  • 32 los traidores CaP. iv - una estafa de MltiPles aristas 33

    la estafa organizada que suele disfrazarse de contribuciones benficas a diversas estructuras montadas especialmente con esa finalidad. Hoy, estos colaboradores de otrora vuelven coordinadamente a los estrados para par-ticipar de los juicios orales a ratificar con historias unificadas y delineadas por especialistas, pertenecientes o simpatizantes de las viejas organizacio-nes, las que ahora estn enlazadas por las llamadas Organizaciones de Derechos Humanos entre las que se destacan las ONG extranjeras, que forman parte de un proyecto poltico mucho mayor y universal. el regre-so, sin gloria y signado por novelescas mentiras que parecen no pesarles moralmente, pone en marcha la teatralizada danza de las segundas trai-ciones.

    as, acordaron negar su condicin de militantes terroristas o la perte-nencia a algunas de las bandas, asegurando que fueron torturados y veja-dos de mil formas, inventando y agregando nombres de personas inocentes con la finalidad de que se los incorporara a las causas armadas con el fin de llevar adelante los procesamientos y relatando historias imposibles de comprobar; armando verdaderos circos de mentiras, la mayora, desmin-tiendo toda accin terrorista ejecutada por sus manos, y esperando cobrar los juicios civiles que devendrn a futuro. aqu reside la explicacin de una parte de sus conductas y el inters de los abogados comprometidos Para qu si no se proponen cifras fantsticas como embargos y para eventuales garantas reales inalcanzables que permitan la libertad de quienes real-mente lo merecen?

    Por un instante convocamos a nuestros lectores para que mediten unos segundos acerca del factor econmico que rodea a esta gran estafa. Fondos para compensar a supuestas vctimas de un inventado terrorismo de Estado; fondos para compensar a sus familias cuando se trate de desaparecidos; fondos para acallar supuestos padres que reclaman su parte; fondos para girar al exterior a vctimas que residiran fuera del pas; esfuerzos para aumentar el nmero de desaparecidos y con ello los recursos del estado de la sociedad para alimentar supuestas compensaciones; fondos para pagar a los intermediarios (a veces ocultos) las comisiones previamente pactadas; fondos para las Madres de Plaza de Mayo cuya titular tiene a sus hijos vivos en el exterior y libra decenas y decenas de cheques recha-zados sin que intervenga la Justicia y el gobierno contine con sus aportes mensuales; fondos en fin, para convertir en millonarios a progresistas que consideran al dinero como un instrumento de satisfaccin poltica. acaso no hubo divisiones en las estructuras guerrilleras por la distribucin de los dlares obtenidos con los innumerables secuestros?

    Tres objetivos fundamentales

    este libro quiere contribuir a desentraar la historia completa de la gue-rra desarrollada en nuestro pas en la dcada del 0; busca rescatar la otra

    parte de la verdad sobre lo ocurrido y hoy la ofrecemos a la opinin pblica con la necesaria precisin con que debe construirse la historia. estas pgi-nas contribuyen a mostrar que hubo una guerra muy dura y de varios aos librada por organizaciones armadas militantes y contra el estado Nacional y sus insituciones (FF.aa., de seguridad y las policas) y el conjunto social de la argentina. Y conviene an a riesgo de iterarlo hasta el aburrimien-to recalcar que dichas organizaciones fueron estructuradas, equipadas e instruidas por la intervencin directa del estado terrorista cubano, para lo cual cont con la distraccin (culposa o dolosa?) de las grandes naciones de la tierra y los organismos internacionales.

    en segundo lugar, aportamos datos casi todos desconocidos de ms de setenta y cinco de los hoy Testigos Necesarios que estn diariamente acusando en todos los juicios orales y pblicos a sus vencedores de hace 30 aos, aportando muchos datos a lo poco que se conoce de ellos y que, como por necesidad conceptual, queda consignado reiteradamente desde el comienzo del mismo y en cada Caso desarrollado. sorprender al lector el elevado nivel que, como terroristas, tuvieron muchos de ellos en el texto que detallamos.

    Como tercer objetivo, deseamos neutralizar el permanente resentimien-to de muchos de los vencidos de ayer que hoy ocupan cargos en los distin-tos poderes del estado y simultneamente satisfacer la honorabilidad de quienes sufrieron o sufren prisin como un acto de servicio dato que no es menor pues expresa una voluntad y una formacin que necesitar la repblica cuando llegue el momento de la pacificacin real y sobre todo deseamos contribuir al restablecimiento de aquello que es imprescindible para ser respetados como Nacin: la Justicia.

    aqu debemos detenernos unos segundos para sopesar el sentido de es-tos tres objetivos fundamentales. Buscar la verdad histrica y aceptarla sin la explotacin de venganzas, ser uno de los caminos que nos permitir su-perar el resentimiento ideologizado, la nica va posible para alcanzar una convivencia civilizada que permitir el funcionamiento institucional de las diferencias polticas y el respeto entre unos y otros. entender la voluntad y estoicismo con que los perseguidos de hoy enfrentan su presente como un acto de servicio y comprender que esos valores son determinantes para la recuperacin del futuro institucional de la repblica, significa, nada ms y nada menos, que tener la clara percepcin y el convencimiento de que mientras esta situacin no se corrija, persistir el impulso disociador que vive nuestra sociedad. disociador en lo moral y espiritual pero tambin en el mantenimiento de la unidad territorial, hoy en verdadero peligro.

    Finalmente, aceptar la vigencia intelectual, espiritual y poltica de todo este conjunto no excluyente de realidades vigentes, ser un acto de ma-durez que, desgraciadamente, an no se vislumbra en el horizonte de la Patria enferma en que vivimos. Y en buena medida esto es as porque la Justicia, elemento fundamental de este apretado escenario que apenas he-mos dibujado elemento que va ms all de la concepcin abstracta de su

  • contenido tiene a sus hombres y mujeres encargados de aplicarla conta-giados de una decadencia ya prxima a no tener retorno. Y cuando esto es as

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    TTulo II

    Desarrollo

    Captulo V

    A la bsqueda de los Testigos Necesarios

    Bastante antes de iniciada aquella sutil persecucin a las Fuerzas Armadas, de Seguridad y Policiales en la presidencia de Ral Ricardo Alfonsn, se puso en marcha la organizacin de una red de conexiones nacionales e internacionales para la deteccin de quienes en el pasado haban sido detenidos por las Fuerzas Legales. Poco despus, se busc a aquellos que haban sido colaboracionistas y se negoci con ellos para su intervencin en lo que seran los futuros juicios orales que deberan sen-tenciar a quienes enfrentaron a las organizaciones terroristas.

    Para montar esta verdadera estructura que requiri negociaciones pre-vias y apoyos internacionales asi como rastrear a quienes se haban insta-lado en el exterior con otras identidades los que en su mayora se nega-ron a cumplir con lo que se les solicitaba se utiliz la base de datos que haba formado el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) desde el momento en que Horacio Verbitsky se hizo cargo de la presidencia del organismo financiado por entidades extranjeras, especialmente la norte-americana Fundacin Ford.

    se acordaron los trminos contractuales con los subversivos que es-taban dispuestos a participar; stos pasaron a adoptar la condicin de Testigos Necesarios, habida cuenta que la mayora de ellos estuvieron cau-tivos durante aos hasta el final de la guerra y, adems, conocieron a mu-chos de sus captores.

    Hoy se dan interesantes formas de comportamiento en los juicios pues las declaraciones aparecen construidas casi como un calco unas de otras, pese a lo cual son consideradas como una verdad irrefutable por parte de la mayora de los jueces intervinientes. se selecciona a los candidatos a ser procesados segn hayan sido nombrados ms de una vez en algn lado, ya sea por ser verdad, como por mentiras urdidas ltimamente o por alguna relacin de las viejas organizaciones militantes con los ex detenidos y hoy testigos necesarios. Por su parte, los fiscales, no indagan como se espera de su funcin y los defensores luchan por demostrar los testimonios falsos, y vanamente intentan formular preguntas demostrativas de las mentiras esgrimidas por esos testigos necesarios. objetivamente, las declaraciones

  • 36 los traidores CaP. v - a la bsqueda de testigos neCesarios 3

    de stos son rayanas en lo ridculo por varias razones: los argumentos y episodios relatados son siempre similares, todos tuvieron la suerte de po-der quitarse las vendas y observar a sus captores en un descuido de stos, pese a la eficiencia que les asignaban; todos fueron capaces de observar y reconocer el lugar donde estaban detenidos pero en todos los casos el vuelo de la imaginacin tropieza con la falta de informaciones completas o datos contradictorios. as, estos testigos confunden circunstancias y personas, mienten sobre los hechos observados y tergiversan las circunstancias, fe-chas y horarios; mencionan la presencia de presuntos captores pese a que stos pudieron demostrar que se desempeaban en otros lugares distantes incluso en el exterior los das y horas mencionados por estos testigos no muy hbiles actores teatrales son normalmente equivocados e inexactos y lo ms destacable es que en muchas declaraciones formuladas aos an-tes por las supuestas vctimas o terceros detenidos junto con ellos, sur-ge claramente que estos actuales declarantes haban operado junto a las Fuerzas Legales de aquel entonces y en compaa de las personas que hoy acusan.

    demostraciones sucesivas pusieron de manifiesto que fueron precisos y eficientes colaboradores de esas Fuerzas Legales y que sin su participa-cin nunca se hubiesen logrado los cientos de detenciones que permitieron desbaratar a las organizaciones del terrorismo argentino.

    La colaboracin de los que cambiaron de bando

    Consecuentemente, puede decirse que durante esos aos, la participa-cin de los detenidos que optaron por cambiarse de bando, result tan des-tacada que sus trabajos muchas veces fueron inapreciables. en esta clase de enfrentamientos, una palabra, el simple recuerdo de la ubicacin de una casa de seguridad que utilizaban las bandas para refugio de quienes deban apartarse por un tiempo del combate, referencias aproximadas de estos lugares que solan ser tan compartimentados que eran muy pocos quienes los conocan, constituyeron datos esenciales para futuras deten-ciones, descubrimiento de arsenales clandestinos y hasta para detectar crceles del pueblo donde se ubicaban a secuestrados por el terrorismo.

    Los secuestrados casi siempre eran militares o policas que despus podan ser asesinados o utilizados para un intercambio que nunca se con-cretaba, o empresarios por los que se solicitaban rescates, los cuales, en-cerrados bajo tierra, sobrevivan, en condiciones infrahumanas.

    estos traidores se acostumbraron totalmente a su papel colaboracio-nista, a su nueva vida, y con el tiempo desarrollaron algo as como una gimnasia para la delacin. existan diferentes categoras: desde los simples marcadores que acompaaban en los automviles a los encargados de en-contrar en la va pblica a terroristas especialmente en las ciudades ms pequeas y barrios importantes hasta verdaderos operadores antisubver-

    sivos cuya misin consista en tomar el primer contacto con el prisionero, explicarle cul era su situacin, qu ventajas poda obtener si colaboraba y cmo le aseguraban el impedimento para que sus compaeros tomaran venganza por su nuevo desempeo. Pasando incluso por operadores de inteligencia en el exterior de nuestro pas.

    esta tarea no siempre result fcil y a veces demand tiempo, pero siem-pre se alcanzaba el xito, en particular a partir del momento en que los je-fes abandonaron a su tropa militante y muchas veces soadora de la lucha a muerte, incurriendo en la canallada ms vil y demoledora que ocurre cuando se elige el camino de las armas y se entra en combate sea del lado legal o del lado guerrillero; eso es traicin y no fue por razones estratgicas sino por miedo. algunas veces se utilizaba el argumento de algunos pocos pesos, con facilidades para las familias de los traidores e incluso para salir del pas con recursos y trabajo en el exterior.

    Una nueva clase de combatientes: el quebrado y el traidor

    de esta manera apareci en la escena una nueva clase de combatiente: el quebrado, colaborador y traidor, con distintos grados de entusiasmo para llevar adelante su tarea. documentos falsos, promesas de todo tipo siempre cumplidas, libertad de movimientos dentro de los lugares de de-tencin e incluso trabajos externos relacionados con el tema central de la Guerra Contrarrevolucionaria, se convirtieron en una habitualidad de esa lucha cuya evolucin ha sido documentada y constituye prueba irrefu-table de lo que dejamos dicho.

    Cmo se origin en los detenidos esa accin comn de delatar, de marcar en la calle y colaborar as con las Fuerzas Legales?

    Cmo se entiende este comportamiento que cuenta con testigos y do-cumentos vlidos que lo certifican?

    Hubo varias causas y formas que veremos ms adelante. su conoci-miento permitir al lector llegar fcilmente a la conclusin que este factor de la lucha apareci como una forma de beneficio tanto para los detenidos como para las Fuerzas Legales.

    Una vez adquirida la categora de detenidos clandestinos, se les ofreca alternativas de todo orden que iban desde el resguardo de sus vidas; lo me-ramente crematstico hasta el arrepentimiento, aunque uno de los motivos ms generalizados fue la necesidad de alejar el peligro de futuras venganzas por parte de las organizaciones a las que pertenecan o pertenecieron.

    esto ltimo permiti que en varios centenares de casos los ex terroristas liberados jams se acercaran a los estrados, al menos en forma voluntaria, aunque como lo dijimos precedentemente se dieron negociaciones exito-sas que llevaron a muchos ex terroristas involucrados con la venganza a participar en la parodia a la que ahora asistimos y comentamos.

  • 38 los traidores CaP. v - a la bsqueda de testigos neCesarios 39

    Con seguridad ha sido una decisin poltica y doctrinariamente equivo-cada la que tom el estado para darle vigencia legal y retroactiva a la figura penal de Lesa Humanidad que no exista antes de 1998. en consecuencia, esa misma figura es pasible de ser aplicada a todos los testigos necesarios habida cuenta que se la hace regir para quienes combatieron a la subver-sin. a sabiendas, los testigos necesarios actuaron con plena conciencia de lo que provocaran sus actos, lo que hace abarcativa la extensin de esta figura jurdica y el principio de igualdad ante la ley.

    de igual forma la decisin de procesar exclusivamente a ms de mil militares, miembros de las Fuerzas de Seguridad y Policiales y en mu-chos casos a personal civil adscripto a esas Fuerzas, hasta a un periodis-ta inocente a los que se acusa de cometer esos presuntos delitos, viene a transformar la accin penal en una clara y evidente manifestacin de revanchismo, es decir, en un acto ajeno y hasta contrario a la objetividad de la norma por ms discutible que sea sta. La parcialidad ideolgica profundiza la anomala que comentamos e invalida cualquier avance en la materia, avance que llegar a la prevaricacin con todas sus implicancias.

    Vale una ltima consideracin importante: de la lectura de antecedentes de los traidores, el lector podr apreciar la cantidad de hechos de tipo terro-rista en los que cada uno de ellos particip durante su militancia, grados y organizacin dentro la que trabajaba y sacar la conclusin hoy tan negada que La Argentina vivi un guerra revolucionaria interna desatada por las or-ganizaciones terroristas contra el Estado y sus Instituciones as lo expresa la llamada causa 13 que dict sentencia a las juntas, aunque podra sealar-se y esto deber ser motivo de otro trabajo que en realidad fue parte inte-grante de una guerra internacional librada en territorio patrio, pues debemos tomar en cuenta que las fuerzas terroristas tuvieron formacin doctrinaria y militar por parte de instructores cubanos, desde donde partan subversivos a distintos pases de la regin, en cumplimiento de las conclusiones de la OLAS (Organizacin Latinoamericana de Solidaridad), realizada en la Habana en 1967 cuando se resolvi exportar la revolucin a todos los pases de la regin.

    Funcionaron verdaderos tribunales revolucionarios

    del anlisis que ofrecemos, observamos la medida del compromiso al-canzado por cada uno de estos terroristas devenidos en traidores, pero tambin el grado delictual que alcanzaron aquellos que resolvieron montar y hasta intervenir en la aplicacin de penas de muerte en los casos en que el traidor era detectado. Los llamados Tribunales Revolucionarios fusila-ron incluso por presuncin o por cometer actos menores contemplados en los cdigos elaborados para regir la vida interna de las bandas.

    debemos aclarar que esta tarea de traidores o jueces revolucionarios, segn los casos, no se limit a actos aislados, pues se convirti en una rei-

    teracin con lo que la responsabilidad culposa se extendi en el tiempo. de esta manera, disponer su procesamiento legal es una imposicin estableci-da por las leyes vigentes de la repblica de no mediar una intencionalidad poltica o ideolgica por parte de quienes ejercen el poder en el estado y la Justicia.

    Infiltrados en sus propias organizaciones

    Con toda lgica, estas actitudes colaboracionistas muchas veces colo-caron a los traidores que operaron como verdaderos infiltrados dentro de sus propias organizaciones y arriesgaron sus vidas a partir de un ntimo convencimiento de lo que hacan. de por medio estaban sus compaeros que adquiran la categora de muertos potenciales como resultado de su colaboracin activa con las Fuerzas Legales.

    dejamos para nuestros lectores la valorizacin moral de estas conduc-tas duales, donde la lealtad se converta en un mero y despreciable voca-blo, al igual que la amistad o los vnculos afectivos, valores todos stos que fueron despreciados y sometidos a los fines personales que perseguan.

    Como vamos a ver ms adelante, los casos ocurridos fueron numerosos y reiterados, pero para un mejor ajuste a las pruebas que hemos obtenido mencionaremos en este tomo nicamente aquellos hechos comprobados a los que hemos llegado gracias a una documentacin de mltiples alcan-ces, pues una base substancial de este trabajo consiste en las informacio-nes suministradas por las propias bandas en sus publicaciones habitua-les como podemos ver en la bibliografa y las referencias que se detallan. Comentarios, relatos o partes de inteligencia de autora comprobada, que daban cuenta del funcionamiento de estos Tribunales Populares con el fin de ejemplificar y disciplinar a los militantes, cualquiera fuera su ca-tegora o graduacin jerrquica. Las penas menos severas correspondan a disidencias parciales y operativas respecto de la poltica adoptada en circunstancias especiales, como sucedi una vez con Galimberti a quien se le restringi su capacidad de decisin y se lo traslad de la columna norte que diriga.

    existe en proceso de investigacin otra cantidad de asesinatos no cate-gorizados con la necesaria claridad, circunstancia que mencionamos pues esas vctimas figuran como desaparecidas y engrosan los correspondientes listados elaborados con fines de propaganda o para explotar el negocio de los derechos humanos del que, como se sabe, se ignora cantidades y mon-to de los subsidios en centenares de miles de dlares que no son informa-dos por la correspondiente Secretara de Estado que, en contravencin de la ley, guarda celosamente esta informacin.

    No obstante se conoce a una buena parte de parientes de desaparecidos que cobraron importantes indemnizaciones. dichos desaparecidos figuran en documentos oficiales y sus nombres se incorporaron a los monumentos

  • 40 los traidores

    que los recuerdan. aclaramos que estamos hablando de aquellos casos de militantes que fueron asesinados por sus propias bandas al ser consi-derados delatores o traidores, lo que permite inferir que estos acusados y condenados a muerte fueron nada ms que piezas descartables, destina-das luego a formar parte de un sistema de exterminio muy sofisticado de represin interna, ya en el gobierno constitucional, a engrosar el nmero de desaparecidos con deriv en fines comerciales, lo que permite una calificacin ms ttrica de este sangriento escenario. de all que la cifra de treinta mil desaparecidos no es gratuita, dicho esto en todos los alcances de la expresin.

    ese mito de forzada instalacin en el imaginario pblico, forma parte de una organizada propaganda que no resiste anlisis. Los combatientes cados apenas s superan la cifra de seis mil quinientos (6.500).

    Captulo VI

    Muertes y relatos de los juicios revolucionarios

    entre los asesinados por las organizaciones guerrilleras mediante estos tribunales de disciplina con sus Juicios Revolucionarios, se mencionan algunos con la correspondiente causa del procesamiento y otros sin esa formalidad, tal como consta en la documentacin capturada y las publi-caciones de las distintas bandas que hoy estn disponibles al alcance de cualquier interesado. algunos de esos muertos son:

    Agustn Canello (acusado de traicin)Carlos BaglietoEstela Edn de BaglietoMario CascotillaAgustn ChvezMiguel Pozo Zenn Snchez (acusado de permitir que informacin propia cayera en poder del enemigo).Pedro Guzmn (acusado de indisciplina).Csar Groswald y Adolfo Rotblat; fusilados (Miembros del EGP (Ejrcito Guerrillero del Pueblo, que dirigi Jorge Masetti en Orn, Salta): fu-silados. el EGP tuvo varios muertos, entre ellos el mismo Masseti cuyo cuerpo nunca se encontr, el jefe militar del grupo, Hermes Pea, miembro de la guardia personal de Guevara y capitn del ejrcito cu-bano y Jorge Guille tambin cado en combate). otros integrantes del eGP que perdieron la vida fueron: (Ver Por Amor al Odio, primer tomo, pgina 3, de Carlos Manuel Acua)

    Jess Ranier (traicin).Jos Luis Aspiazu (Ver Caso 64).Los hermanos Sabao DomnguezCsar Carneval (muerto de hambre).Marcos Szlachter (dem).Diego Magliano (dem).Antonio Pal (despeado).

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    en los dos casos que consignamos a continuacin, hemos considerado conveniente ampliar los detalles:

    17. Fernando Haymal: Como consecuencia de la detencin y muer-te de Marcos Osatinsky, el militante montonero Fernando Haymal, NG: Valds, fue condenado a muerte por delacin. tambin se le imput, entre otros cargos, haber provocado la cada de varios terroristas, causar el pase a la ilegalidad de compaeros y con su actitud haber favorecido un triunfo poltico-militar al enemigo.

    el caso Haymal tiene varias particularidades que lo hacen especialmen-te peligroso para quienes utilizan la historia (devenida en historieta) de los 0 con fines polticos y/o rentsticos. Primero, su nombre fue incluido en los nuevos listados del Nunca Ms, retocados en el ao 2006 por la Secretara de Derechos Humanos a cargo de Eduardo Luis Duhalde per-sonaje ubicado en la estructura terrorista por encima de las organizaciones armadas, conectado inicialmente con las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y luego con Montoneros adems de las otras organizaciones subver-sivas. Ya ms cerca en el tiempo, Duhalde tambin intervino en la creacin del Movimiento Todos por la Patria que condujo el terrorista Gorriarn Merlo, durante los aos 80 y que ocupa un lugar en la historia cuando atac al regimiento de La Tablada durante la presidencial constitucional de Ral Alfonsn.

    segn el actualizado listado, Fernando Haymal habra sido, enton-ces, vctima de las Fuerzas Armadas. Cmo comprobar que esto no fue as? Pues los propios terroristas montoneros confesaron la verdad, a modo de hazaa, en su revista Evita Montonera, en octubre de 1975: Fue eje-cutado en Crdoba deca la publicacin el delator Fernando Haymal (Valds), en cumplimiento de la sentencia dictada el 26 de agosto por el Tribunal Revolucionario.-2

    Fernando Haymal no fue vctima de las Fuerzas Armadas, sino del propio terrorismo que utilizaba como mtodo de lucha revolucionaria la organizacin en la que l participaba. Cmo seguir comprobndolo? Pues el diario cordobs La Voz del Interior cubri la noticia de su muerte in-formando que: Alrededor de las 8.0, se detuvo () un automvil Peugeot color blanco, ocupado por varios sujetos. Los desconocidos llevaban secues-trado a un hombre joven a quien, tras detener la marcha del coche, lo hirieron de dos balazos en el trax. Luego, los criminales abrieron una de las puertas y procedieron a arrastrar al herido con el automvil en marcha, retenindolo

    1 H. Verbitsky. de La Habana a la Fundacin Ford. Pgina 41. ediciones del Prtico. obra de este autor.

    2 Comunicado de Montoneros a oficiales y aspirantes titulado Juicio revolucionario a Fernando Haymal. Copia en poder del autor.

    3 diario La Voz del Interior, Crdoba, 3 de septiembre de 1975. Copia en poder del autor.

    por las extremidades inferiores (...). Entre sus ropas, se encontr un docu-mento de identidad de Fernando Haymal.

    18. Hilda Clara Gerardini; no era militante aunque simpatizaba con el ERP por su esposo, Ramn Ibez, NG: Plomo. el fue detenido a principios de enero en un domicilio donde estaba refugiado con l Marcelo Kurlat, NG: Monra Jefe de la Columna Norte de Montoneros con su hija Mariana.

    Kurlat era esposo de Mercedes Ins Carazzo, NG: Lucy a quien co-noceremos en el Caso 6 de este libro tambin traidora quien ya estaba detenida en la mencionada institucin naval.

    Plomo Ibez llam telefnicamente a su mujer desde la ESMA, aler-tndola para que abandonara el lugar porque sera atacado por un grupo naval; concretamente le dice que con algn pretexto se raje; ella parti velozmente pero no le avis al Monra sobre lo que iba a suceder. se supone que esa llamada fue inducida por personal naval.

    el operativo se realiz de acuerdo con lo previsto y Kurlat result muer-to durante los hechos de violencia en que deriv el procedimiento, pero su hija result sana y salva gracias a la arriesgada accin de un oficial de ma-rina que logr rescatarla en medio del tiroteo y poco despus fue entregada a sus abuelos.

    Pocos das despus, Graciela Daleo, NG: Victoria a quien conocere-mos tambin en este libro en el Caso 20 y quien se encontraba todava en libertad como miembro activo de Montoneros fue quien secuestr a Hilda Clara Gerardini, la mujer de Ramn Plomo Ibez para formarle un Juicio Revolucionario.

    el cargo fue colaborar con el enemigo y provocar la cada del Jefe de la Columna Norte Ramn Kurlat, NG Monra con el agregado de No haber dado parte a la organizacin de la detencin de su esposo por las Fuerzas Legales

    el Tribunal Revolucionario estuvo conformado por: Jess Mara Lujn, Horacio Mendizbal y Graciela Daleo y la sentencia que dict fue muerte por fusilamiento.

    Graciela Daleo: La preferida de los fiscales

    La nica integrante de ese tribunal revolucionario que hoy est con vida es Graciela Daleo, convertida en una habitual y muy solicitada testi-go estrella especialmente seleccionada por las Fiscalas. Ya declar varias veces y en el momento de redactar este libro, lo hace en el juicio oral contra miembros de la armada por la Causa ESMA.

    ese tribunal revolucionario, del que form parte la Daleo, conden a muerte a Hilda Clara Gerardini quien inmediatamente fue fusilada, suce-so del que debe tomar conocimiento la familia de esa joven asesinada que,

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    adems, no era militante de esa ni ninguna organizacin terrorista. este hecho, por sus especiales caractersticas y la circunstancia que una de sus asesinas adems de estar en libertad testimonia ante la justicia, debe ser conocido no slo por la opinin pblica a travs de nuestros lectores, sino tambin (y diramos que casi especialmente), por los fiscales y jueces que escuchan sus palabras, los ex montoneros que por no pertenecer a los niveles dirigentes ignoran la catadura de quien es Graciela Beatriz Daleo, hoy acusadora implacable en los tribunales orales. este apretado relato sirve para la calificacin del personaje pero tambin contribuye a que se tenga una clara conciencia de quienes fueron aquellos que se abrogaron el derecho de cobijarse bajo el ttulo de Jueces revolucionarios; sin ningn mandato constitucional para matar fuera del fragor del combate y ampa-rarse detrs de la valenta que otorga apuntar sin riesgo con un arma a quien est incapacitado fsicamente para defenderse y apretar el gatillo.

    Su desempeo como colaboradora de la Armada

    adems y atento al inters poltico demostrado por las autoridades para revelar los entretelones e intimidades de la Guerra, debemos comentar que esta combatiente militante mientras estuvo detenida durante casi dos aos en dependencias de la armada, tambin entreg a muchos otros montoneros de los que en su mayora no se sabe qu ocurri con ellos. Pese a esto y dems antecedentes de quien es algo as como un personaje des-tacado de la subversin, hoy desempea un rol seleccionado como Testigo Necesario en los enredos judiciales con los que se pretende elevar una curiosa categora moral de los derechos humanos, pese a su condicin de doble traidora alcanzada a costa de la vida de otros para obtener benefi-cios en su favor.

    en coincidencia con estos valores bsicos vulnerados a travs de un re-lato histrico fcilmente demostrable, es interesante que el lector y con l la opinin pblica conozca adems los detalles correspondientes al com-portamiento de los otros dos jvenes idealistas que junto con Victoria Daleo fueron los Jueces de facto en el Juicio Revolucionario que nos ocupa. Veamos:

    Los otros dos jueces del fusilamiento

    Uno de ellos fue el ya mencionado Jess Mara Lujn, NG: Gallego Willy, un militante montonero que intervino en la toma de La Calera, en Crdoba, el 1 de julio de 190, en lo que fue el segundo suceso en impor-tancia con que esta banda se present en pblico despus del asesinato del teniente general Aramburu. tambin particip en el secuestro del ejecutivo alemn de la Mercedes Benz, Heinrich Franz Metz el 24 de octubre de

    1975, liberado luego del pago de un importante rescate. Lujn lleg a ser miembro del Consejo Nacional de los Montoneros, organizacin en la que lleg al cargo de segundo comandante.

    Fue detenido durante la contraofensiva el 14 de septiembre de 1979, cuando estaba al mando de un pelotn de las llamadas TEA (Tropas Especiales de Agitacin). su cuerpo fue encontrado al costado de la ruta Panamericana. (Ver libro Los de abajo. Pgs. 314 y 315).

    el restante juez fue el ya citado Horacio Alberto Mendizbal, NG: Hernn destacado cuadro que oper en las organizaciones Tacuara, Descamisados y finalmente en Montoneros como parte de la Conduccin Nacional o CN (Carolina Natalia en la jerga militante), lleg a tener respon-sabilidades como secretario Militar y Comandante del Ejrcito Montonero. tambin era conocido por varios sobrenombres, especialmente Mendicrim o Lauchn. en agosto de 195 fue detenido en Crdoba donde demostr su peligrosidad al lograr fugarse.

    Mendizbal, posiblemente el terrorista ms inteligente de esos aos, fue el coordinador inicial del vnculo logrado entre los montoneros con la OLP (Organizacin para la liberacin de Palestina) en la poca que su fundador Yasser Arafat, era el comandante superior de esa organizacin terrorista para occidente y que al momento de esos viajes de contacto a los que nos referiremos varias veces tena en su carta orgnica como objetivo bsico la aniquilacin del Estado de Israel.

    esa coordinacin tuvo por finalidad enviar a Palestina la mayor cantidad posible de militantes montoneros para ser entrenados por la OLP en sus campos de adiestramiento con instructores especialmente seleccionados.

    a cambio los terroristas argentinos proveyeron una planta para la fa-bricacin de un explosivo inventado y desarrollado en nuestro pas por los qumicos montoneros quienes se iniciaron confeccionando explosivos elementales y llegaron a un producto de altsima calidad. se trataba de un explosivo (exgeno o C2) que despus fue utilizado por la OLP en muchos atentados cometidos durante la dcada del 0 y comienzos de los aos 80 en Europa.

    Mendizbal reapareci durante la Contraofensiva del 79 cuan-do su principal tarea consisti en dirigir las transmisiones de radio Liberacin hasta que fue detenido el 19 de septiembre de 1979 en el supermercado Canguro, de Munro. (Ver libro La Memoria de los de Abajo, roberto Baschetti, Vol i y ii, de la campana, Campana de palo, 200 pgs. 43 y 44).

    FUeNtes:

    Ver revistas de la militancia.

    Ver Argentina y sus Derechos Humanos ed. Libertad 198 de Jos Luis Aspiazu.

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    Ver Norte-Chaquea del 01/06/03 informe especial de Mario Vidal. Zapata Soz Reynaldo Amalio.

    Ver Por amor al odio captulo sobre la aparicin del Ejrcito Guerrillero del Pueblo. de Carlos Manuel Acua. ediciones del Prtico.

    Ver B (revista Vitamina para la Memoria de la Guerra en los 70) ao iii N 11 en Pg. 13 Correo de lectores - Carta de un terrorista a la revista B, entre otras cosas habla de una Operacin Gallina (aspiazu, J. L.) y operacin Buchn (Zapata soz), donde Montoneros fusila a estos in-tegrantes de su organizacin por delacin como veremos ms adelante.

    Condenados no ejecutados

    Los nombrados a continuacin fueron Juzgados en ausencia por los Tribunales Revolucionarios y condenados a muerte; sus nombres fueron anotados en listas donde se fijaban las siguientes indicaciones: a ser ejecutados cundo y dnde se los encuentre.

    La causa fue, en trminos generales: Por acciones de abandono de la tropa militante o traicin ellos fueron:

    rodolfo GalimbertiJuan Gelmanroberto QuietoPablo Fernandez Longroberto Maurio Julieta BullrichClaudia Genoud

    Ver: revista Evita Montonera N 8 y causa