Trafico de Pieles

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TRAFICO DE PIELES Hasta fines del siglo XIX, las flotas ibéricas dominaron el atlántico e impidieron la e expansión en Norteamérica de otras naciones de Europa, pero a medida que decae el poderío ibérico, aumentaba con rapidez la colonización por parte de países del norte de Europa, que trajo consigo el florecimiento del comercio de pieles en la América del norte. Para los europeos que buscaban riquezas, las pieles no eran bienes de alta prioridad; más deseables pare ellos eran oro, plata, azúcar, especias y esclavos pues dejaban más provecho. Así y todo, la búsqueda de pieles tendría una repercusión profunda en los pueblos nativos de la América del norte y en sus modos de vida, y constituiría uno de los episodios más espectaculares en la historia de la expansión mercantil europea. Para cuando los primeros comerciantes europeos en pieles iniciaron sus actividades en el continente americano, el comercio de pieles ya tenía una historia larga y remunerativa en Europa y Asia. Escandinavia había proporcionado a la antigua roma no nada más pieles sino también ámbar, marfil marino, y esclavos y recibió a cambio oro, plata y tesoros. El objetivo principal del comercio norteamericano fue el castor, especialmente después de las postrimerías del siglo XVI, en que el animal menguo mucho en Europa. Se le busco no por la piel, sino por la lana de piel, una capa de pelo suave y rizado que crece junto a la piel, la cual debía ser separada del pellejo y de la capa de pelos más largos y tiesos. A esta lanilla se le procesaba y se convertía en fieltros propios para telas o sombreros.

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TRAFICO DE PIELES

Hasta fines del siglo XIX, las flotas ibéricas dominaron el atlántico e impidieron la e expansión en Norteamérica de otras naciones de Europa, pero a medida que decae el poderío ibérico, aumentaba con rapidez la colonización por parte de países del norte de Europa, que trajo consigo el florecimiento del comercio de pieles en la América del norte. Para los

europeos que buscaban riquezas, las pieles no eran bienes de alta prioridad; más deseables pare ellos eran oro, plata, azúcar, especias y esclavos pues dejaban más provecho. Así y todo, la búsqueda de pieles tendría una repercusión profunda en los pueblos nativos de la América

del norte y en sus modos de vida, y constituiría uno de los episodios más espectaculares en la historia de la expansión mercantil europea.

Para cuando los primeros comerciantes europeos en pieles iniciaron sus actividades en el continente americano, el comercio de pieles ya tenía una historia larga y remunerativa en Europa y Asia. Escandinavia había

proporcionado a la antigua roma no nada más pieles sino también ámbar, marfil marino, y esclavos y recibió a cambio oro, plata y tesoros.

El objetivo principal del comercio norteamericano fue el castor, especialmente después de las postrimerías del siglo XVI, en que el

animal menguo mucho en Europa. Se le busco no por la piel, sino por la lana de piel, una capa de pelo suave y rizado que crece junto a la piel, la

cual debía ser separada del pellejo y de la capa de pelos más largos y tiesos. A esta lanilla se le procesaba y se convertía en fieltros propios

para telas o sombreros.

Los abenakis del este, de habla algonquina, del litoral de Maine, fueron de las primeras poblaciones americanas nativas con quienes los

europeos tuvieron comercio de pieles sostenido. Su caso pone de relieve dos efectos recurrentes de este contacto. Uno fue la caída vertical de la

población nativa, el otro fue un cambio en la mezcla de actividades económicas realizadas por los grupos indígenas, y los cambios

resultantes en sus relaciones sociales.

Los hurones, inicialmente se dedicaron con ahínco a la horticultura; se establecieron en las orillas de la bahía georgiana en el lago hurón e

iniciaron relaciones comerciales con cazadores y recolectores que vivían al norte de ellos; trocaban maíz, tabaco y cáñamo indio, por pieles, ropa,

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peces, cobre, y artículos de caza y de viaje. Los hurones se hallaban, pues, en una posición estratégica para poder llevar a cabo el creciente comercio en pieles con los habitantes de los bosques septentrionales.

En el curso de la segunda mitad del siglo XVIII, el comercio de pipeles se propago hasta la cuenca de Saskatchewa, lo cual produjo una serie de

cambios escalonados: hubo un cambio en la logística de comercio en si, que produjo como consecuencia cambios en la estructura interna de los grupos americanos nativos que participaban en el comercio y cambios

en las relaciones entre comerciantes y tramperos