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Bol. San. Veg. Plagas, 16: 247-262, 1990 Tortrix viridana L. (Lepidóptero Tortricidae) una plaga de las encinas de problemático control S. SORIA y A. NOTARIO En el presente trabajo se analiza el ciclo y modo de vida de T. viridanci L. en los encinares españoles, y se recopilan los actuales sistemas de lucha empleados contra este insecto, juzgándolos desde un punto de vista crítico respecto a las posibilidades reales de aplicación de las nuevas teorías de manejo integrado de plagas. S. SORIA. Sub. Gral. de Sanidad Vegetal. Madrid. A. NOTARIO. E.T.S.I. Montes. Madrid. Palabras clave: Tortrix viridana, control integrado. INTRODUCCIÓN Para abordar el estudio de esta plaga, como de cualquier otra en general, con miras a poder controlarla causando los mínimos daños posibles al ecosistema en que se halla inmersa son necesarios gran cantidad de conocimientos, entre los que consideramos imprescindible conocer, como mínimo los siguientes: — El insecto y sus daños. — Ciclo biológico y etapas sensibles al control. — Parasitismo. — Tratamientos usados en la actuali- dad. — Estudio económico y umbrales. — Evaluación de poblaciones. Conocimientos que, de manera conjun- ta, nos darán las posibilidades de aplica- ción de manejo integrado de la plaga, o dicho de un modo más sencillo y ya tradi- cional, las posibilidades de actuar bien, con las técnicas adecuadas en el momento preciso. Es este intento de "luchar bien" el que nos ha movido a presentar esta ponencia, con este título, ya que al analizar global- mente la información de que disponemos queda la sensación de que podemos solu- cionar, puntualmente, los problemas que la plaga representa, pero no está claro que estemos en el "buen camino", como al final pasaremos a analizar. EL INSECTO Y SUS DAÑOS Tortrix viridana (LINNAEUS, 1758) per- tenece, y dá nombre, a la familia de los Tortricidae, creada por STEPHENS en 1829, familia que engloba gran cantidad de es- pecies en la región paleártica, muchas de ellas dañinas tanto a nivel forestal como agronómico. Esta especie es la plaga más dañina que soportan, de forma endémica, nuestros en- cinares, no por el daño que causa al arbo- lado, que suele ser recuperable incluso dentro del mismo año del ataque si la cli- matología es favorable, sino por la des- trucción de los brotes anuales, y con ellos de la flor femenina, lo que representa la pérdida de la cosecha bellotera, principal

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Bol. San. Veg. Plagas, 16: 247-262, 1990

Tortrix viridana L. (Lepidóptero Tortricidae) una plaga delas encinas de problemático control

S. SORIA y A. NOTARIO

En el presente trabajo se analiza el ciclo y modo de vida de T. viridanci L. en losencinares españoles, y se recopilan los actuales sistemas de lucha empleados contraeste insecto, juzgándolos desde un punto de vista crítico respecto a las posibilidadesreales de aplicación de las nuevas teorías de manejo integrado de plagas.

S. SORIA. Sub. Gral. de Sanidad Vegetal. Madrid.A. NOTARIO. E.T.S.I. Montes. Madrid.

Palabras clave: Tortrix viridana, control integrado.

INTRODUCCIÓN

Para abordar el estudio de esta plaga,como de cualquier otra en general, conmiras a poder controlarla causando losmínimos daños posibles al ecosistema enque se halla inmersa son necesarios grancantidad de conocimientos, entre los queconsideramos imprescindible conocer,como mínimo los siguientes:

— El insecto y sus daños.— Ciclo biológico y etapas sensibles al

control.— Parasitismo.— Tratamientos usados en la actuali-

dad.— Estudio económico y umbrales.— Evaluación de poblaciones.Conocimientos que, de manera conjun-

ta, nos darán las posibilidades de aplica-ción de manejo integrado de la plaga, odicho de un modo más sencillo y ya tradi-cional, las posibilidades de actuar bien,con las técnicas adecuadas en el momentopreciso.

Es este intento de "luchar bien" el quenos ha movido a presentar esta ponencia,

con este título, ya que al analizar global-mente la información de que disponemosqueda la sensación de que podemos solu-cionar, puntualmente, los problemas quela plaga representa, pero no está claroque estemos en el "buen camino", comoal final pasaremos a analizar.

EL INSECTO Y SUS DAÑOS

Tortrix viridana (LINNAEUS, 1758) per-tenece, y dá nombre, a la familia de losTortricidae, creada por STEPHENS en 1829,familia que engloba gran cantidad de es-pecies en la región paleártica, muchas deellas dañinas tanto a nivel forestal comoagronómico.

Esta especie es la plaga más dañina quesoportan, de forma endémica, nuestros en-cinares, no por el daño que causa al arbo-lado, que suele ser recuperable inclusodentro del mismo año del ataque si la cli-matología es favorable, sino por la des-trucción de los brotes anuales, y con ellosde la flor femenina, lo que representa lapérdida de la cosecha bellotera, principal

riqueza económica que genera el encinaren grandes zonas de nuestra Península.

Esta relación lepidóptero-encina, ennuestro país, queda perfectamente refleja-da por VIEDMA G. de (1970) que cita que"Ocupa España por completo, pero sumáxima concentración, condicionada porla mayor abundancia de encinas, corres-ponde al cuadrante sudoeste de nuestraPenínsula". Su distribución a nivel mun-dial es muy amplia, ocupando toda Euro-pa, Norte de Africa, Asia Menor, Trans-caucasia e Irán.

Ciclo biológico:

La influencia del clima respecto a su ci-clo biológico es total, por lo que cualquierreferencia a fecha ha de ser consideradaconjuntamente con la localidad estudiada,ya que puede haber incluso meses de dife-rencia, como luego observaremos, si bienen todas las citas conseguidas la especie secomporta como univoltina, con hiberna-ción en fase de huevo. Si partimos de laspuestas para "recorrer" el ciclo del tortri-cido, vemos que a principio de primaverala oruguita, ya formada, roe la parte su-perior del huevo, dejando una salida ca-racterística, e inmediatamente deambulapor la ramilla en busca de las yemas quele servirán de alimento, pudiendo encon-trarse con tres casos:

— Las yemas aún no se han movido,estando protegidas por la pérula de in-vierno.

— Las yemas están iniciando el creci-miento y han perdido ya su protección deinvierno.

— Las yemas han crecido, formandolos típicos "brotes".

Este efecto puede darse en toda unazona (zonas "atrasadas" o "adelantadas"),en rodales, o incluso, como curiosamentees frecuente, por pies aislados, dentro demasas de encina teóricamente homogé-neas.

En el primer caso las oruguitas neona-tas no pueden "atacar" a las yemas, por

lo que pululan por las ramillas buscandoalimento y refugio, y al no encontrarlo, sedejan caer de las ramas colgadas de pe-queños hilos de seda, de modo que elviento las dispersa en un intento de locali-zar encinas (u otras plantas nutricias) enun estado fenológico propicio a su alimen-tación. Las muertes en este caso son lógi-camente abundantísimas, y si esta disin-cronía se da en grandes zonas puede aca-bar con poblaciones muy numerosas. Lavida de una oruga neonata en condicionesde campo no parece superar las 48 horas,si bien, en laboratorio, puede llegar a serde 6-7 días, en ausencia total de alimento.

El segundo caso, con las yemas sin pro-tección de invierno, es el más favorablepara la oruga, de modo que al localizaruna yema en estas condiciones la oruguitala perfora, no formando ningún tipo decámara, sino un "taladro" de poca másanchura que su cuerpo, de modo que lacabeza queda hacia el interior y el exte-rior se encuentra semitapado por los pe-queños excrementos. Estos "taladros" sonfáciles de localizar por el pequeño agujeroque se observa en la superficie de layema, y que no puede ser confundido conel causado por coleópteros del género Ce-liodes, ya que éstos se encuentran en ye-mas de invierno (que no son atacadas porla Tortrix), dejando además la yemamuerta.

Si las condiciones climáticas son ade-cuadas, la oruga se desarrolla paralela-mente a las yemas, de modo que a los po-cos días de nacer (4-7 días) muda a segun-do estadio, encontrándose con las encinasya con pequeños brotes, pasando de unavida "perforadora" a su fase "libre", sibien nunca del todo ya que siempre fabri-ca pequeños refugios según alguna de lassiguientes técnicas, descritas por DÍAZ en1925.

Si la oruga se encuentra sobre un brotejoven del año, junta las dos hojas interio-res, haz con haz, con hilos de seda, apli-cando sobre ella las hojas exteriores en lamisma disposición.

Si los brotes anuales están ya crecidos,el refugio puede consistir en una sola hojadoblada y perfectamente "cosida" con

seda, en sentido longitudinal, o bien enro-llada del ápice a la inserción, en los doscasos generalmente con el envés hacia elinterior del refugio.

Si la encina está cargada de amentosmasculinos (encinas con "moco") es fre-cuente localizar los refugios entre éstos,ya que le son útiles para alimentación,juntando varios en sentido longitudinal,quedando, por tanto, la cámara paralela aellos.

Por último, si la oruga fabrica el refugioentre las hojas de más de un año, (despla-zándose a comer a los brotes nuevos) pa-rece ser que la distribución es más aleato-ria, puede estar construido sobre una solao varias hojas, sin un orden preconcebi-do.

Si las condiciones climáticas, tras la en-trada en las yemas de las oruguitas, sonadversas, los brotes son destruidos conmayor rapidez que la de su desarrollo, te-niendo que emigrar a encinas más "tem-pranas" o acabar sucumbiendo por faltade alimentación, tras destruir normalmen-te más de una yema.

En el tercer caso las oruguitas neonatasse encuentran con los brotes ya en creci-miento y abiertos, lo que implica una altamortalidad, en este caso no por falta dealimentación, que se encuentra en exceso,sino por la falta de refugio para las orugasde L-l que se adaptan mal a la vida sobrebrotes ya desarrollados.

DÍAZ, en 1925, en el primer estudio se-rio sobre esta plaga que conocemos enEspaña (y que no sabemos que desde en-tonces se haya superado) da cuenta deesta situación en Mérida (Badajoz) y citaque las encinas "tempranas" fueron alprincipio respetadas, encontrándose enlos brotes pocas orugas y ya desarrolla-das, mientras en las ramillas era fácil loca-lizar huevos aún no nacidos. Los brotesfueron destruidos al final por orugas queprocedían de otras encinas.

Las orugas, en principio sedentarias, es:normal que se descuelguen de sus refu-gios, con hilos que rara vez llegan al sue-lo, tanto por cambio de brote, como porcualquier sacudida brusca del árbol quelas sustenta, dando la imagen típica de en-

cinares fuertemente atacados, que llegana ser muy molestos de transitar debido aeste comportamiento.

DÍAZ, en 1925, adelantándose a estu-dios recientes, ya supone una sincroníaentre el nacimiento de la oruga y la brota-ción de la encina, debido a "una adapta-ción al medio", idea en la que insiste enel apartado de medidas a tomar, al citarque no es útil "espesar" la copa del enci-nar y el matorral del suelo para romper lasincronía entre la encina y el tortricido, yaque: "resultaría fácil la adaptación de laviridana al nuevo medio de vida, retrasan-do su salida del huevo los días necesariospara esperar el brote de la encina".

Esta intuición de DÍAZ ha quedado cla-ramente demostrada al localizarse "razas"de Tortrix viridana (L.) perfectamenteadaptadas a las condiciones fenológicas desus plantas huéspedes, con poblacionestanto de árboles tempranos, medios o tar-díos para el momento de la eclosión desus huevos (RUBTSOVA, 1977) como parala fenología de distintas especies de Quer-cus (MERLE y MAZET, 1983; MERLE,1983), suponiendo este último autor queaunque el ajuste no es perfecto, la selec-ción, año tras año, elimina las poblacio-nes intermedias. En zonas de bosquemezclado, típicas en nuestros montes, seha observado igualmente este efecto,achacándose a diferencias climáticas, sinque exista, que conozcamos, ningún estu-dio que aborde el problema en nuestropaís.

Por otro lado, el daño y la posibilidadde gradaciones dependen de la planta nu-tricia; así PATOCKA (1973) demuestra queen condiciones similares las larvas de T.viridana (L) sufren mayores mortalidadesen Quercus pétrea LIEB que en Quercusrobur L., condicionando la dinámica desus poblaciones.

La oruga, por tanto, se encuentra enprimavera, desde la brotación, durandosu desarrollo de 20 a 45 días, según la cli-matología del año, con una media de 30.

La quetotaxia de esta especie en rela-ción a otras próximas puede ser consulta-da en PATOCKA (1980), RUPEREZ (1957) yespecialmente en SWATSCHEK (1958), des-

tacando este autor que el segundo oceloestá más cercano al tercero que al prime-ro. El estigma del segmento segundo esmás grande que el saliente de las cerdasterceras; el grupo séptimo cuenta en lossegmentos primero y segundo con trescerdas y en séptimo, octavo y noveno condos; en el noveno segmento las cerdas oc-tavas están alejadas entre sí el doble queen el octavo; en todos los segmentos lascerdas cuarta y quinta están ordenadasdiagonalmente, ...etc.

Realiza la crisalidación en un capullomuy tenue de seda blanca entre las hojasque formaron su último refugio de ali-mentación o bien simplemente suspendidapor el cremaster de alguna hoja, ramilla ocorteza. La crisálida es negra o castañamuy oscura, alargada, midiendo de media10 mm. por 2 a 2,5 mm. de anchura.

Dura en este estadio unas dos semanas.El adulto es una pequeña mariposa de

18 a 23 mm. de envergadura (si bien losejemplares de cría en laboratorio puedenser más pequeños ) no poseyendo dimor-fismo sexual aparente.

Los adultos son crepusculares y noctur-nos, sitiéndose poco atraídos por las tram-pas de luz, a las que sin embargo algunasveces acuden, por lo que no consideramosque sea un índice válido de evaluar su po-blación.

Sedentaria, normalmente, vuela cercade las encinas, existiendo citas de pobla-ciones claramente migrantes como las ci-tadas por MERLE y PINGUET (1982) enFrancia, SEMEUSKII y SEMENOV (1978) enRusia y WINTER (1984) en Inglaterra rela-cionando éste último autor el fenómenocon el viento. La cópula se realiza al seratraído el macho por la hembra a base deferomona sexual, sintetizada como Z-II-tetradecanyl acetato (ARN et al, 1979), loque podría ser válido para conteos de po-blación, si bien SCHNEIDER (1984) de-muestra que existen cópulas diurnas y cre-pusculares que se deben a fenómenos vi-suales, ya que las trampas de feromonasólo capturan de noche.

Las hembras, según DÍAZ (1925), tie-nen en sus ovarios entre 37 y 72 huevos,de forma prismática-alargada, con los ex-

tremos redondeados y color amarillo-li-món muy subido.

A las 30-40 horas después de fecunda-das, las hembras corretean por las rami-llas con extraños movimientos, detenién-dose en las yemas y rugosidades, efec-tuando un movimiento de vaivén, ar-queando el abdomen, recogiendo con losapéndices del extremo trozitos de cortezaque aglutina con una sustancia pegajosa,que deposita a la vez que los huevos (de 1a 4 cada vez) recubriéndolos con el mate-rial indicado, quedando cada huevo aisla-do por la sustancia indicada además de laprotección total.

Las puestas de 1,3 x 1 mm. aproxima-damente y normalmente formadas pordos huevos (con un total de unos 60 porhembra), son de difícil localización si nose tiene un poco de práctica, ya que seencuentran "disimuladas" de la maneracitada. Las ramillas de puesta rara vez ex-ceden de 1 cm. de diámetro, y no suelenser tampoco las del año.

Es normal encontrar puestas superpues-tas, de la misma o distinta hembra, asícomo puestas juntas de distintos años,dado que los lugares elegidos (bifurcacio-nes, depresiones, yemas abortadas, etc)no son muy abundantes. Las puestas, queson hibernantes, se oscurecen poco apoco con el desarrollo, tendiendo a tomartintes rojizos por ser éste el color del em-brión. En el momento del nacimiento elcolor suele ser amarillo rojizo débil. Lasorugas, una vez formadas, se encuentrandentro del huevo dobladas en arco, con laextremidad del abdomen tocando la bocay con el dorso apoyado en la parte no ad-herida del huevo.

Una vez nacidas las orugas, y completa-do ya el ciclo, los huevos quedan con latapa de salida de color blanco-sucio matey el fondo muy brillante, diferenciándosesin mucha dificultad las de un año de lasde los anteriores.

La dinámica de población de esta espe-cie ha sido estudiada por diversos autoresen sus respectivos países, destacando lostrabajos de HORSTMANN (1984) en Ale-mania; WINTER (1984) en el Reino Uni-do; SEMEUSKII y SEMENOV (1978), Vo-

RONT Sov (1977) y ZNAMENSKII (1981) enRusia, etc.

Modelos matemáticos de la dinámica depoblación en distintas regiones han sidopropuestos por RUBTSOU (1980, 1983) yRUBTSOV y SHUYTOV (1980). Los ataquesde este tortricido dependen en su intensi-dad de gran cantidad de factores, bióticosy abióticos, citando HORSTMANN (1984)en Franconia defoliaciones que duran 4-5años, con períodos de latencia de unos 7años; ANÓNIMO (1973), para Francia, gra-daciones de 2-3 años separadas por perío-dos de recesión variables, etc., no cono-ciendo estudios en España sobre este tema,si bien la historia de sus ataques se puedeseguir sucintamente en los resúmenes delas principales plagas forestales españolas,publicadas por ROMANYK, en distintosaños, en el Boletín del Servicio de PlagasForestales.

De acuerdo con este autor, tras un añode poca plaga en 1957 aparecen fuertesataques, sólo controlados en las zonas contratamiento químico, en los años 1958-59-60-61 y 62, con un incremento casi gene-ral en 1963, destruyéndose toda la cose-cha de bellota y sufriendo fuertes defolia-ciones las zonas no tratadas, mantenién-dose este estado en 1964. El año 1965baja la densidad de plaga, si bien los ata-ques siguen siendo graves y en 1966 elataque depende de las zonas, al igual queen 1967. En 1968 se esperaba un ataquegravísimo, pero las heladas tardías deprincipio de primavera eliminaron hastaun 80% de la población en muchas de las

zonas donde la plaga es endémica. En1969 la situación es parecida a 1966, repi-tiéndose la desigualdad en los ataques en1970, con gran cantidad de especies aso-ciadas, último año del "Boletín de PlagasForestales" y no volviéndose a publicarningún resumen de este tipo, con datossólo de la provincia de Huelva (TOIMIL,comunicación personal) donde desde 1983a 1986 no ha habido prácticamente ata-ques en zonas típicas de la plaga, siendolas orugas de este defoliador menos del10% de las orugas presentes en los enci-nares.

Por último, citar que algunos autoresseñalan la coincidencia de la disminuciónde T. viridana con el aumento de otrosdefoliadores de la encina, bien como unaconsecuencia (ANÓNIMO, 1973) o como lacausa de la disminución (TORRENT, 1959).

Como ejemplo de la influencia del cli-ma en el ciclo biológico del insecto, da-mos los cuadros resumidos de éste en va-rias localidades, según BACHILLER et al.(1981) y SORIA (1987). (Cuadro 1).

PARASITISMO

La primera cita de un parástio españolsobre T. viridana que conocemos, se debea GARCÍA MERCET (1920), que al estudiarlos calcididos parásitos de orugas en Es-paña, cita Chaléis intermedia NESS enésta y otras especies; FEITAUD (1923), citavarias especies españolas, obtenidas en ellaboratorio de la Fauna Forestal Españo-

Cuadro 1.—Ciclo de T. viridana L. según las localidades estudiadas

LOCALIDAD E F M A M Y J X A G S O

HUELVA

BADAJOZ

TOLEDO

MADRID

SEGOVIA

• = huevo, - = oruga, • = crisálida, -I- = adulto.

la, DIAZ (1923) cita Microcentrus thoraci-cus NESS, por primera vez, y Pimpla ma-culator, así como a ésta y Eutelus medite-rraneus como hiperparásitos, GARCÍAMARCET (1923) cita las anteriores yPhaeogenes stimulator y DÍAZ (1925), in-siste en tres de ellos, si bien no encuentraun solo parásito en puesta ni en orugas deLj criadas en continuidad, y deduce,como otros muchos autores, que el índicede parasitismo es bajo, por lo que no sepuede esperar un control natural contan-do sólo con él, recomendando la protec-ción (y estudio) de las aves insectívorascomo más efectivo, si se logra concienciara la población.

THOMPSON (1947) cita 69 parásitos a ni-vel mundial, de los que ocho son citadospara España, no incluyendo Ph. stimula-tor, con lo que serían nueve las especiesconocidas; por fin CEBALLOS (1963) dáuna nueva lista de 76 especies, de las quecita como españolas 32, sin que tengamosnuevas aportaciones para nuestro paísdesde esa fecha, excepto Ephialtes carbo-narius CHRIST, citado por BACHILLER etal. (1981).

A nivel mundial SINADSKII et al. (1975),para Moscú, citan Apechthis resinator(Thnb), Glypta bipunctoria (THBN),Apanteles laevigatus (RATZ), Mesopolo-bus subfumatus (RATZ) y Pseudoperi-chaeta nigrolineata (WLK) (=major), queno están en la lista de CEBALLOS; al igualque sucede con Ischnus inquisitorius(O.F. MULL), citado para Inglaterra porCOLE (1979) y con Dibrachys covus, cita-do para Rusia por TSYBULSKII et al.(1984).

De acuerdo con todas estas citas y sintener en cuenta que algunos de estosnombres pueden ser sinónimos de unamisma especie, el parasitismo que conoce-mos sobre T. viridana L. comprende 83especies, de las que 33 son conocidas enEspaña.

Los datos de parasitismo oscilan segúnlos autores consultados del 0% al 70-80%,pero normalmente se mantienen bajos (±20%) (especialmente en las zonas de me-jor adaptación de la plaga a los encinaresfruteros) por lo que las caídas naturales

de población sólo son comprensibles si sesuman al parasitismo los efectos de preda-ción, climáticos, de emigración, etc.

SERRAO y CARDOSO (1966) estudian lamortalidad en pupa por parásitos y otrascausas, encontrando mayor mortalidad enlos machos que en las hembras (42,33%contra 41,25%).

Estudios de mortalidad, en huevo hansido realizados por MERLE (1983, 83, 83)en cuanto a enfermedades, conocemossólo el trabajo de LIPA y MADZIARA-BO-RUSIEWICZ (1976).

La predación por hormigas ha sido es-tudiada por HORSTMANN (1977), INO-ZEMTSEV (1974) y SMACLYUK (1974); y lade pájaros por TICHY (1981) y ROBREDO(en imprenta).

DAÑOS

El principal daño que causa 7". viridanaen España es de tipo económico, ya queal destruir los brotes anuales impide laformación de la flor femenina, y con ellode la bellota, pues los rebrotes posterioresal ataque no suelen florecer, o lo hacenen muy escasa cuantía, dando la bellotaque en las zonas productoras llaman "SanJuanina" sin duda por su época de apari-ción.

La producción media normal de los en-cinares productores de fruto ha sido eva-luada por aforos realizados por el Serviciode Plagas, durante los casi treinta años decampañas de tratamientos de encinas, lle-gándose a los siguientes valores: la pro-ducción media de fruto es de 618 kg./Ha./año (TORRENT, 1963).

A causa de las plagas citadas, la pro-ducción de bellota era periódica y casinunca se llegaba a los valores medios, conel agravante de que una cosecha muymermada ha de considerarse como nula,ya que su recogida es antieconómica y noes útil para el ganado de engorde. Se va-loró la producción media de un encinarcon plaga en 80 kg./Ha./año de fruto, conlo que la pérdida media de producción acausa de las plagas es superior a 500 kg./Ha./año (TORRENT, 1963).

Dado que el precio de la bellota ha sidolos diez últimos años superior a 10 pesetaspor kilogramo, y que la superficie anualatacada es de unas 400.000 Has., las pér-didas que produce este insecto se puedenevaluar en 2.000.000.000 ptas. suponiendoque se utilizara con toda la producción ydespreciando los ataques ligeros y margi-nales.

Además de a la encina, ataca a otrosQuercus, tanto de hoja perenne comocaediza y a especies de los géneros Popu-lus, Betula, Carpinus, Acer, Fagus, Sam-bucus, Lonicera, Salix, Vaccinium, Urtica,Corylus, Tilia, Fraxinus, Sorbus, etc.,siendo, por tanto, muy polífaga, lo quedificulta, o incluso imposibilita, su teóricaerradiación en amplias zonas.

Los ataques en España se han conside-rado tradicionalmente en relación a la en-cina, y dentro de ella a la cosecha bellote-ra, pero los daños de defoliación en otrasespecies botánicas han preocupado desdesiempre en Europa, ya que árboles defo-liados pierden sus crecimientos en unmargen que oscila entre el 40 y el 100%en los siguientes tres años, dependiendode la especie atacada y de la intensidad delos ataques (FRATIAN, 1985), lo que esinadmisible si la explotación es maderera.Por su tipo de follaje, perenne y muy co-riáceo, la encina resiste bien a esta plaga,que normalmente sólo perjudica al brotenuevo, sin que la oruga sea capaz de con-sumir las hojas de más de un año de vida.

TRATAMIENTOS

La lucha química contra T. viridana hasido el pionero de los tratamientos fores-tales en España, por la gran importanciasocio-económica del encinar, iniciándoseen la década de 1920 por VELEZ DE ME-DRANO y D. ÁNGEL RIESGO (VELEZ DEMEDRANO, 1929) en Córdoba con dos sis-temas experimentales, uno contra adultosa base de trampas de luz y la otra contraorugas, a base de tratamientos químicos.Resumiremos el relato de ROBLEDO ySANCHEZ (1983), donde se cuentan exten-samente este y otros ensayos sobre la re-ferida plaga.

Las mariposas sólo acudían en pequeñonúmero a las trampas luminosas y en con-diciones muy especiales. Era imprescindi-ble agitar las ramas de las encinas paraque se pusieran en vuelo. Actualmentesabemos que son insectos crepusculares yque, por tanto, no se sienten atraídas porlas radiaciones luminosas.

Este hecho, unido a la posibilidad demigración ya citada, y a la gran cantidadde trampas que hubieran hecho falta (delorden de 1 trampa por Ha.) hace in viableeste tratamiento, y cualquier otro basadoen estos principios.

La lucha contra las orugas se orientó endos frentes diferentes: la inyección de sus-tancias tóxicas en el tronco de la encina yla pulverización del follaje con líquidosarsenicales. Estos métodos —hace 55años no había otros— no dieron el resul-tado esperado. Las inyecciones —¡de cia-nuro potástico¡— no se translocaban através de la savia hasta las hojas y, aun-que se traslocaran, la gran cantidad demano de obra necesaria para hacer lostrabajos y la peligrosidad del producto ha-brían hecho inviable la operación a ciertaescala.

Las pulverizaciones con arseniatos te-nían diversos inconvenientes. El arseniatode plomo daba un color a las hojas de laencina que, según el autor, actuaba comorepelente para las orugas y no lo ingerían.El de sosa tenía efectos fitotóxicos en lashojas tiernas y el de cal no mostraba toxi-cidad para las orugas. Además, todos es-tos productos eran sumamente tóxicospara las personas y animales y su persis-tencia en el ambiente muy prolongada.Estos factores descalificarían hoy a dichosproductos, aunque su eficacia fuera total.

Bastantes años más tarde, al fundarseel Servicio Especial de Plagas Forestales,se realizaron nuevamente experienciaspara poner a punto una técnica que per-mitiera el tratamiento eficaz y económicode la lagarta. En esta época ya existían losinsecticidas organoclorados de síntesis, enespecial el D.D.T. que a su bajo preciounía una alta eficacia, y gran campo deacción, sin que se conocieran, aún, sus ac-ciones nocivas sobre los ecosistemas.

J. A. TORRENT dirigió estos estudios en1952 y 1953 poniendo a punto un nuevométodo de aplicación mediante formaciónde nube por espolvoreo, que unía a su efi-cacia y bajo costo la novedad de ser unatécnica de vanguardia, con una contami-nación mínima al aplicarse menos de 1 kg.de ingrediente activo por Ha.

La aviación, cara en aquellos momen-tos, se reservaba para zonas abruptas decaza o montes espesos y poco accesibles ala maquinaria de tierra.

El éxito de este tipo de tratamientos, ysu alta rentabilidad hizo que muchos pro-pietarios repitieran año tras año, a vecescon dosis insuficientes o mal realizados,por lo que en la segunda mitad de la dé-cada de los sesenta comenzaron a apare-cer resistencias de la lagarta al DDT (RO-BREDO, 1969). Se trató de paliar esta si-tuación utilizando la formulación DDT8% + Lindano 0,5% pero los resultadosno fueron muy satisfactorios, debido aque se manifestaron resistencias al Linda-no que, a fin de cuentas, también era unorganoclorado, aunque perteneciente algrupo de los ciclodienos.

La determinación de estas resistenciasse efectuó mediante ensayos realizados enparalelo sobre una estirpe sensible deTortrix viridana procedente de una zonaque nunca había sido tratada, San Pablode los Montes, en Toledo, y sobre otraestirpe manifiestamente resistente proce-dente de la Dehesilla de Oropesa, tam-bién en Toledo (ROBREDO, 1971).

Se ensayaron diversas formulacionespor espolvoreo y entre ellas las que pro-porcionaron mejores resultados fueron:

— Malation 4%.

— DDT 6% + Malation 1,6%.

con mortalidades máximas y diferenciasno significativas entre sí, pero significati-vas al compararlas con el resto de los tra-tamientos, mediante el test de Duncan al5% de nivel de significación.

Algunas formulaciones de organofosfo-rados como Triclorfon 5% y Fentión 3%,así como el Carbaril 7,5%; dieron unasrespuestas diferenciales que parecían re-

flejar una resistencia cruzada positiva enorugas de quinto estadio. Se desecharonpor esta razón.

En cuanto al Malation 4%, ambas estir-pes respondieron óptimamente con un96% y un 97% de mortalidad respectiva-mente, en orugas resistentes y no resisten-tes de quinto estadio. La formulaciónDDT 6% + Malation 1,6% nos propor-cionó unos resultados aceptables en am-bas estirpes. Aunque ligeramente más ba-jos en la estirpe resistente, no tanto comocabía esperar de una formulación en laque la mayor parte de la materia activaera DDT. Esto parece indicar un ciertoefecto sinérgico.

En esa misma primavera en 1969 serealizaron experiencias de laboratoriocomplementarias mediante la misma téc-nica utilizada en la experiencia anterior(ROBREDO, 1969b). De entre ellas se selec-cionaron cuatro formulaciones en polvo abase de malation, que habían dado bue-nos porcentajes de mortalidad, incluyén-dose el DDT 10% como tratamiento es-tándar. Estas formulaciones se ensayaronen el campo para elegir el producto másidóneo para sustituir el DDT 10%.

Estos trabajos se realizaron en la pri-mavera de 1970 (APARISI y CADAHIA,1970). En ellos se evidenció la eficacia detodas las formulaciones empleadas que re-sultaron altamente significativas respectoa testigos, pero no significativas entre tra-tamientos, a excepción del DDT 10%.que sólo dio el 60% de mortalidad.

Las formulaciones que dieron mayorestasas de mortalidad fueron Malation 3% +Carbaril 2% y DDT 6% + Malation 2%.Por su menor costo, la elección recayó enesta última formulación que se utilizó du-rante toda la década de los setenta paralos tratamientos por espolvoreo.

La primera disposición restrictiva delDDT apareció en España en 1971 (O.M.22-3-71). Posteriormente la Orden Minis-terial de 4-12-1975 prohibe las formulacio-nes para espolvoreo y pulverización de losinsecticidas organoclorados, entre ellos elDDT, quedando autorizado solamente elServicio de Defensa contra Plagas e Ins-pección Fitopatológica para utilizar estos

insecticidas en aquellos casos en que re-sultara imprescindible su empleo. No obs-tante, la formulación DDT 6% + Mala-tion 2% continuó aplicándose temporal-mente bajo la supervisión directa de losServicios competentes de la Administra-ción.

Inmediatamente después de la apari-ción de esta normativa comenzaron a es-tudiarse nuevas técnicas de tratamientosmasivos que permitieran sustituir el DDTpor otros productos menos persistentes.Se hicieron diversos estudios preliminaresy, en la primavera de 1975, se realizaronlos ensayos definitivos que sirvieron debase para poner a punto la actual técnicade aplicación ULV, a Volúmenes UltraBajos, por medios aéreos, que tan buenosresultados viene dando en los tratamien-tos del encinar contra Tortrix viridana ydemás lepidópteros asociados.

En 1982 SORIA y TOIMIL (1983) realizanensayos de campo contra Erannis defolia-ria CLERCK, en Toledo, con los siguien-tes resultados:

En las parcelas de campo, en Toledo,T. viridana (L.) representaba (en media)en 8,20% de las orugas existentes.

En las parcelas tratadas con decametri-na 5 g. M.A./Ha. en el muestreo previose contabilizaron 41 y en el muestreo pos-terior al tratamiento 3 orugas, lo que re-presenta una mortalidad del 93,2%. Elporcentaje de orugas de T. viridana (L.)antes del tratamiento era del 12,89% ydespués fue del 18,75%.

En la parcela tratada con Decametrinaa 2,5 g. M.A./Ha. en el muestreo previose localizaron 14 orugas, y en posterior altratamiento ninguna, siendo la mortali-dad, por tanto, del 100%; antes del trata-miento las orugas de este lepidóptero su-ponían el 2,23% del total.

En la parcela tratada con polvo (Carba-ril 1% + Malation 3%) en el muestreoprevio se localizaron 32 orugas, y en elposterior 3, siendo, por tanto, la mortali-dad del 9.1,4%; la propación antes del tra-tamiento era del 8,14% y después del6,25%.

Todos estos tratamientos poseen una

efectividad aceptable, con las considera-ciones sobre ellos realizadas en otrosapartados de este trabajo.

Tortrix viridana es el lepidóptero fores-tal sobre el que se ha realizado mayor nú-mero de ensayos de productos y técnicasdiferentes, no sólo por su importanciaeconómica, sino porque la baja rentabili-dad del encinar ha obligado a encontrarsistemas muy efectivos y de relativamentebajo coste.

La evolución de esta lucha queda per-fectamente reflejada por ROBREDO y SAN-CHEZ (1983) de los que tomamos el cua-dro siguiente de hectáreas tratadas desde1953 (Cuadro 2).

A partir de 1983 el Estado Central cedela competencia de los Tratamientos, tantoforestales como agrícolas a las Comunida-des Autónomas, no existiendo recopila-ción de datos en esta y otras plagas, perose puede asegurar de acuerdo a las sub-venciones concedidas por el Estado, quela cifra de Has. ha crecido astronómica-mente, pasando en los últimos años de200.000 Has.

De las técnicas y productos ensayadosen estos años (ROBREDO y SANCHEZ,1983) sólo dos se usan a gran escala en es-tos momentos (COBOS y SORIA, 1981), delas que pasamos a dar una pequeña rese-ña:

1) Espolvoreo:

Ha sido la técnica más empleada en lasúltimas dos décadas en el tratamiento delas plagas forestales y especialmente en elencinar (TORRENT, 1959).

Las dosis suficientes para el tratamientode encinares, son 10 kg./Ha. en aplicacio-nes terrestres, y 14 Kg./Ha. en caso deaplicaciones aéreas (ROBREDO, 1976), sibien éstas han sido sustituidas por pulveri-zaciones, como veremos después.

El polvo insecticida utilizado en el enci-nar era el DDT 6% + Malation 2% (RO-BREDO, 1976) , pero desde la prohibicióndel primero de ellos, se ha sustituido porMalation 3% + Carbaril 1% también conefectividades aceptables.

Cuadro 2.—Evolución en la lucha contra T. virídana L.

2) Pulverizaciones:

Actualmente se realizan en España laspulverizaciones por medios aéreos contralas plagas forestales, y concretamentecontra las del encinar, usando la técnicade ULV o Ultra Bajo Volumen de insecti-cida, mediante la cual se aplican dosis me-nores o iguales a 5 litros por hectárea deproducto insecticida en forma líquida,gracias a la producción de un espectro degotas muy pequeñas y homogéneo, pormedio de modernos atomizadores rotato-rios tipo "Micronair" consiguiendo unamayor penetrabilidad y eficacia.

Él producto utilizado actualmente en el

encinar es el Malation 96% ULV, a la do-sis de 1 l./Ha. si bien en los dos últimosaños, se ha empezado a utilizar piretrinas,en especial decametrina a 2,5 g. M.A./Ha. y alfacipermetrina, a 5 g. M.A./Ha.

De acuerdo con los datos de archivo dela Subdirección General de Sanidad Ve-getal, el tratamiento, bien realizado, si esen grandes áreas puede mantener su efec-tividad hasta 3 años, dato igualmenteaportado por ROMANYK (1958); COBOS ySORIA (1981) y ROBREDO y SANCHEZ(1983).

La problemática de la encina frutera hasido estudiada poco en otros países ya queno posee la dimensión económica que tie-

ne en España, pero sus daños de defolia-ción en especies de hoja caediza, en espe-cial del género Quercus, ha preocupadoen toda su área de distribución, destacan-do la utilización de formulaciones de B.thuringiensis, bien en solitario, bien conadición de dosis subletales de otros pro-ductos (SORIA, 1987).

El peligro de aparición de resistenciasante este tipo de dosis sub-letales, no per-miten extrapolar sin más estos resultados,que podrían provocar daños graves, sobretodo si estas resistencias aparecen cruza-das a otros productos de gran utilización.

ESTUDIO ECONÓMICO DE LOSTRATAMIENTOS. UMBRALES

COBOS y SORIA (1981) abordan el estu-dio económico de los tratamientos utiliza-dos en la actualidad contra Tortrix virida-na, diferenciando cuatro casos:

— Tratamiento aéreo por U.L.V.— Tratamiento terrestre, con Super

F.L. y rendimiento de 125 Has./dia.— Tratamiento terrestre, con Super

F.L. y rendimiento de 75 Has./día.— Tratamiento terrestre con F.L.

(prácticamente no utilizado en la actuali-dad).

En este estudio llegan a tres fórmulasnuméricas que dependen en total de 22factores, con las que se puede calcular, encualquier momento, el coste esperado déun tratamiento, ya que estos parámetrosson conocidos en todos los casos.

Comparando estos costes con el doblede los beneficios esperados (umbral eco-nómico del tratamiento) demuestran quelos costes representan el 14,84, 10,69,12,03 y 18,65% respectivamente de la in-versión, en el caso de venta directa de labellota en el árbol (en las condiciones másdesfavorables) y del 11,87, 8,55, 9,62 y14,29% en el caso de explotación directade montanera de cerdo (en iguales condi-ciones) lo que demuestra la rentabilidad,en todos los casos, de cualquiera de lostratamientos.

Según los resultados aportados por losautores, el tratamiento resulta claramente

rentable a partir die una cantidad insignifi-cante de terreno (algomás de 2 Has. enel caso más desfavorable) sin contemplarque estos tratamientos oficiales suelen es-tar acogidos a una subvención estatal delorden del 50% del coste del tratamiento,lo que hace que sea mucho más rentablepara el explotador.

EVALUACIÓN DE POBLACIONES

Conocido el ciclo, biológico y la identifi-cación de cada estadio de la plaga, la épo-ca y etapa sensible, los sistemas de luchaefectivos, las mortalidades esperables decada uno de ellos,1el valor de los mismos,la rentabilidad y los umbrales, sólo quedala evaluación de poblaciones, para poderplanificar las campañas con tiempo, demodo que se rentabilicen al máximo losfuturos tratamientos y se minimicen, den-tro de lo posibles los efectos no deseadosde cada intervención.

Los estudios de evaluación de poblacio-nes tradicionalmerfte aplicados en España(APARISI y CADAHJA, 1970; ROBREDO, va-rios años y SORIA, ¡1987, etc.) son de granutilidad para evaluación de mortalidad enensayos de eficacia, o para conocer la si-tuación puntual de una finca o zona en unmomento de ataque, pero dado que todosellos se basan en la contabilización deorugas, bien por vareo de las copas, bienpor embolsamiento de ramillas, y que elciclo completo de < esta fase dura aproxi-madamente un mes, del que los primeros7 días no son útiles por estar dentro de lasyemas, no se pueden utilizar para conoci-miento de zonas de ataque como prepara-ción de las campañas, salvo en contadasexcepciones, ya que la complicada in-fraestructura que el tratamiento conlleva(contratación de maquinaria, adquisicióndel producto, obreros, etc.) no suele dartiempo para realizar esta prospección.

En el desaparecido Servicio de PlagasForestales, en las décadas de 1950-1970,se intentó crear un índice de peligrosidadTortrix a base del número de puestas poruna cierta longitud de ramilla, que permi-tiera evaluar la futura población (y por

tanto los futuros daños) sin que se lograraconcretar el índice en cuestión.

En Extremadura, por parte de los Ser-vicios de Protección de los Vegetales, seestudia en estos momentos un índice deataque mínimo basado en este mismo sis-tema que, de concretarse, sería de granutilidad para realizar o no los tratamien-tos, si bien indudablemente no puede serexacto, ya que la formación o no de plagaestá fuertemente influenciada por factoresque se le escapan (coincidencia de fenolo-gía encina-Tortrix; predación y parasitis-mo, climatología adversa, migraciones deorugas de otras plantas nutricias, etc.).

Los daños sufridos en la anterior cam-paña, y por tanto el "deseo de tratar" porparte de los propietarios ha sido casisiempre el desencadenante de la interven-ción, solo frustada por haber "poca" pla-ga, haberse pasado la época de tratamien-to (existencia de gran número de crisáli-das) o, especialmente, falta de tiempo ode dotación económica.

La afluencia de personal técnico altema "plagas forestales" que puede repre-sentar la estructuración del Estado en Co-munidades Autónomas, puede colaborara aportar la solución a este tema, porahora no abordado.

EL CONTROL INTEGRADO ENTIEMPO REAL

El problema de Tortrix viridana paraaplicar el concepto de manejo de plagas ocontrol integrado en tiempo real, es a lavez uno de los más necesarios y más difí-ciles de abordar con que cuenta la ento-mología forestal española.

El momento de tratamiento parece cla-ro, ya que hay que olvidar, en principio,la fase de mariposa, pues es muy reparti-da en el tiempo, móvil, y en ocasiones mi-grante, lo que podría hacer fracasar cual-quier intervención, por bien ejecutadaque hubiera sido, sobre todo ante la im-posibilidad de usar feromonas, que luegose tratará.

La fase de crisálida, inmóvil, es igual-

mente inatacable, no solo por su escasamortalidad, como en todos los lepidópte-ros, sino porque es aislada y repartida portodo el árbol en refugios difícilmente lo-calizables.

La puesta, aislada y muy mimetizadacon las ramillas, es también prácticamenteindestructible.

La única fase pues en que el insectoestá más o menos atacable es la oruga,desde segundo estadio, en que sale de lasyemas, hasta 5.° estadio, en que rápida-mente crisálida, por lo que el tiempo deactuación se restringe a poco más de 15días.

La actuación, de acuerdo al ciclo estu-diado, solo es necesaria si la conjunciónde la fenología 7orfrá-encina es perfecta,ya que si alguna se adelanta o atrasa lamortalidad total es alta, y puede evitar laintervención.

Pero si el tiempo real de tratamiento esclaro, y está perfectamente definido, nopasa lo mismo con la posibilidad de apli-car el "control integrado" en la mayoríade los casos, por una serie de característi-cas de esta plaga, que dificultan enorme-mente este tipo de actuación.

Todos los productos usados con ante-rioridad (DDT, DDT + Lindano, Feni-trotion, etc.) y los utilizados en la actuali-dad (Malation + Carbaril en polvo y Ma-lation U.L.V.) son productos de amplioespectro, poco o nada selectivos, por loque usados en un ecosistema tan ricocomo es el encinar, sin duda tienen gran-des repercusiones sobre la fauna útil o nodañina, que deben ser minimizados paraevitar unos desequilibrios de difícil eva-luación. Este planteamiento teórico no hasido posible llevarlo a la práctica por unaserie de problemas que citamos a conti-nuación:

Medios físicos y mecánicos:

La dispersión por todo el árbol en todaslas fases del insecto, y su gran polifagiaparecen impedir la utilización de estosmedios, de pequeño impacto ecológico.

Medios legales:

Las medidas legales no son de utilidad,ya que el encinar pertenece en gran medi-da a propietarios particulares y los trata-mientos buscan un fin económico (pro-ducción de bellota) por lo que no se pue-de "obligar" a actuar en zonas extensas ycompactas, ya que siempre hay propieda-des que no están en explotación, o nocontemplan esos gastos en sus planesanuales, etc. Si bien esta circunstancia re-presenta una ventaja desde el punto devista del impacto ecotoxicológico puntualde cada tratamiento, al dejar islas-reser-vas en las zonas, es a la vez negativo yaque la reinfección es rápida lo que obligaa realizar tratamientos repetidos (casianuales) en las zonas de producción, conla problemática que este modo de acciónacarrea.

Lucha autocida:

La lucha autocida y la esterilización demachos no ha sido ensayada con este tor-tricido que sepamos, pero la facilidad decópula que demuestra en cautividad hacesospechar que la "promiscuidad" es total,dificultando, si es así, estos procedimien-tos.

Lucha biológica:

El parasitismo normalmente es bajo(del orden del 20%) y actúa en su mayo-ría cuando el daño está hecho; entre lospredadores destacan los pájaros insectívo-ros y las hormigas, pero tienen poco senti-do la colocación de nidales para los pri-meros, por la gran cantidad de refugiosnaturales que el encinar les brinda, y lostransplantes de hormigueros de las espe-cies más agresivas fracasó en su día porno adaptarse a este medio las colonias(BACHILLER et al, 1981).

Productos sustitutivos:

Los productos del grupo de los piretroi-des o piretrinas de síntesis han entrado

con gran fuerza en el encinar, ya que sonmuy poco tóxicos para mamíferos y aves,y de rápida degradación, sin embargo supoca selectividad respecto a insectos enun árbol como la encina, de la que yaBREMH en 1880 decía que "como es sabi-do nutre más orugas de mariposas queninguna otra planta" no parecen repre-sentar la solución ideal. SORIA (1987) re-copila más de 450 especies de lepidópte-ros sobre Quercus, la mayoría de ellas so-bre encinas, por lo que no parece exage-rado suponer que, entre todos los insectosque dependen de la encina, se pueda pa-sar de 1.000 especies.

Todas las pruebas realizadas hasta laactualidad con este tipo de productos hanalcanzado eficaces altísimas (cerca del100%) contra T. viridana y otros lepidóp-teros defoliadores, pero su influencia enel medio está en evaluación en este mo-mento por los Servicios de Protección delos Vegetales de Córdoba, y los servicioscentrales de Sanidad Vegetal por lo queparece al menos prematuro al recomendareste tipo de actuación en campañas masi-vas a nivel autonómico o nacional.

Los productos inhibidores del desarro-llo se han mostrado eficaces tanto en pla-gas de los robles como en defoliadorespotentes del encinar (OBAMA, SORIA yTOME, 1988), pero no parecen útiles parael caso que nos ocupa, ya que al ser pro-ductos que actúan por ingestión no prote-gen los nuevos brotes de la encina a partirdel momento del tratamiento, por lo queéste ha de retrasarse hasta que la superfi-cie foliar nueva sea grande, con lo que eldaño se realiza en su casi totalidad.

La alta persistencia de estos productos(SORIA, ABOS y MARTIN, 1986) en un ár-bol de hoja perenne es también otro fac-tor a tener en cuenta antes de plantearuna operación de gran envergadura.

Los insecticidas a base de Bacillus thu-ringiensis BERL, tienen la misma dificul-tad que los inhibidores del desarrolo res-pecto a su momento de aplicación, lo quepuede explicar diferencias de eficacia deprácticamente nulas, como en Extremadu-ra hace 3 años (ARIAS, comunicación per-sonal) hasta casi el 100% de Córdoba

(CABEZUELO, en imprenta) de acuerdoposiblemente al mayor adelanto o retrasode la plaga respecto al tamaño de la bro-tación en el momento de la intervención.

Feromonas:

Por último, las feromonas, tan útilespara otros casos por su total especificidad,tienen un gran valor para conocer la exis-tencia o no del insecto, evaluar aproxima-damente la población y conocer sus cur-vas de vuelo, pero no son útiles para elcontrol, ni por el método de captura masi-va de machos ni por el de confusión, yaque en la cópula se ha demostrado que in-

fluyen factores visuales que anulan la po-sible efectividad de estos tratamientos.

CONCLUSION

Estas dificultades causadas por el com-portamiento del insecto, son las que noshan animado a presentar esta ponencia,que no es más que una "petición de ayu-da" a los expertos en entomología aplica-da, para ver si entre todos podemos salirde este punto muerto en que nos encon-tramos, tras tantos y tan profundos estu-dios, que no parecen por ahora ofrecer-nos el "buen camino" del que antes habla-mos para una correcta solución del pro-blema.

ABSTRACT

SORIA, S. y A. NOTARIO, 1990: Tortrix viridana L. (Lepidóptero Tortricidae) unaplaga de las encinas de problemático control. Bol. San. Veg. Plagas, 16 (1): 247-262.

Key words: Tortrix viridana, pest control.

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