TOMÁS ALBALADEJO Universidad Autónoma de Madrid · rhetoriké' y 'ars oratoria', así como los...

28
[Publicado en Oralia. Análisis del discurso oral, 2, 1999, pp. 7-25.] RETÓRICA Y ORALIDAD TOMÁS ALBALADEJO Universidad Autónoma de Madrid 1. RETÓRICA Y ORATORIA EN RELACIÓN CON LA ORALIDAD. La retórica nació como técnica de la construcción y comunicación oral de discursos lingüísticos con la finalidad de influir en los oyentes. La relación de la retórica con la oralidad es evidente desde sus orígenes y está apoyada por las denominaciones mismas que han recibido históricamente los distintos componentes de la comunicación retórica: 'rhétor' es la palabra que designa en griego al orador, 'akroatés' es el oyente y 'lógos', relacionado con 'légo' ('decir'), es el discurso. 'Rhétor' es traducido al latín por 'orator', 'akroatés' por 'auditor' y 'lógos' por 'oratio'. Por su parte, el nombre griego de la disciplina, 'tékhne rhetoriké', es traducido al latín por 'ars oratoria'. De este modo, 'tékhne rhetoriké' y 'ars oratoria', así como los sustantivos españoles 'retórica' y 'oratoria', funcionan como expresiones equivalentes. La retórica es definida por Quintiliano como «ars bene dicendi» (Quintiliano Institutio oratoria: 2, 17, 27), como arte o técnica de hablar bien, con la consiguiente asociación a la oralidad. La relación entre retórica y oralidad se hace patente en la expresión latina y española 'oratoria'. Sin embargo, las inicialmente equivalentes expresiones 'retórica' y 'oratoria' presentan una divergencia en la medida

Transcript of TOMÁS ALBALADEJO Universidad Autónoma de Madrid · rhetoriké' y 'ars oratoria', así como los...

[Publicado en Oralia. Análisis del discurso oral, 2, 1999, pp. 7-25.]

RETÓRICA Y ORALIDAD

TOMÁS ALBALADEJO

Universidad Autónoma de Madrid

1. RETÓRICA Y ORATORIA EN RELACIÓN CON LA ORALIDAD.

La retórica nació como técnica de la construcción y

comunicación oral de discursos lingüísticos con la finalidad

de influir en los oyentes. La relación de la retórica con la

oralidad es evidente desde sus orígenes y está apoyada por las

denominaciones mismas que han recibido históricamente los

distintos componentes de la comunicación retórica: 'rhétor' es

la palabra que designa en griego al orador, 'akroatés' es el

oyente y 'lógos', relacionado con 'légo' ('decir'), es el

discurso. 'Rhétor' es traducido al latín por 'orator',

'akroatés' por 'auditor' y 'lógos' por 'oratio'. Por su parte,

el nombre griego de la disciplina, 'tékhne rhetoriké', es

traducido al latín por 'ars oratoria'. De este modo, 'tékhne

rhetoriké' y 'ars oratoria', así como los sustantivos

españoles 'retórica' y 'oratoria', funcionan como expresiones

equivalentes. La retórica es definida por Quintiliano como

«ars bene dicendi» (Quintiliano Institutio oratoria: 2, 17,

27), como arte o técnica de hablar bien, con la consiguiente

asociación a la oralidad. La relación entre retórica y

oralidad se hace patente en la expresión latina y española

'oratoria'.

Sin embargo, las inicialmente equivalentes expresiones

'retórica' y 'oratoria' presentan una divergencia en la medida

2

en que el término 'retórica' se ha ido especializando para la

configuración teórica de la técnica del discurso lingüístico

persuasivo y 'oratoria' se ha concretado en la práctica

comunicativa oral propia de esa técnica, si bien se trata de

una divergencia que no es absoluta, pues pueden encontrarse

empleos de 'retórica' y de 'oratoria' como sinónimos. La

divergencia entre 'retórica' y 'oratoria' tiene sus

implicaciones en la asociación con la oralidad. Mientras que

el sustantivo 'oratoria' mantiene en exclusividad su relación

con lo oral, el sustantivo 'retórica', que no pierde dicha

vinculación, adquiere también relación con la escritura. Puede

hablarse, consiguientemente, de retórica de los textos

periodísticos escritos o de retórica de los textos legales,

así como de retórica parlamentaria o de retórica académica,

por ejemplo, pero no puede hablarse de oratoria de los textos

periodísticos escritos ni de oratoria de los textos legales y

sí, en cambio, de oratoria parlamentaria o académica.

'Retórica' se presenta así como un término más amplio que

'oratoria'.

Toda práctica oratoria tiene un soporte teórico retórico,

consciente o inconscientemente asumido por el orador, del

mismo modo que la retórica en su dimensión teórica tiene una

muy estrecha relación con la oratoria o retórica práctica. La

explicación de la retórica como «análisis sistemático del

discurso humano que busca disponer de preceptos útiles para el

futuro discurso» que ofrece James J. Murphy (1989: 9) da

cuenta de la necesaria relación que hay entre la construcción

de los discursos concretos, en el ámbito de la oratoria, y la

teorización retórica. Precisamente esta relación entre la

retórica como técnica abstracta y su realización práctica en

la construcción de discursos orales concretos sustenta la

conexión tanto de ésta como de aquélla con la oralidad.

La oralidad de la retórica no es, en general, oralidad

primaria, es decir, oralidad de una cultura desconocedora de

3

la escritura, sino oralidad secundaria, esto es, oralidad que

se da en una cultura con conocimiento de la escritura1. No

obstante, no hay que descartar la práctica oratoria en la fase

de oralidad primaria de la cultura griega. La presencia de

discursos en la Ilíada es prueba de la existencia de esta

práctica con anterioridad a la configuración de la retórica

como arte2.

En cuanto a su objeto, la retórica se conecta

tempranamente con la escritura. La retórica, sin perder su

condición principalmente oral, deriva ya en la Antigüedad a la

instrucción de la escritura, con lo que se convierte en una

disciplina completa del discurso, tanto oral como escrito3.

Como es sabido, la poética no llegó a desarrollar una

sistematización propia de los recursos de expresividad

lingüística en la literatura porque tomó la producida por la

retórica (García Berrio 1984: 12-13), en lo que es una

manifestación de la conciencia común retórico-poética del arte

de lenguaje. La retórica acoge, de este modo, las figuras y

los tropos no sólo de discursos orales, sino también de obras

escritas. El desarrollo en la Edad Media de las artes

dictaminis y de las artes poeticae, asociadas a la escritura,

1 Para los conceptos de oralidad primaria y oralidad secundaria, véase principalmente Ong (1996: 20); también Havelock (1996: 76 ss.). De gran interés es Cole (1991: 33-46). 2 Véase Murphy (1989: 9-11), Cole (1991: 34 ss.), López Eire (1995: 13, 1996: 9) y Ong 1996: 109-110. 3 George A. Kennedy se ocupa de esta relación de la retórica con la escritura, sin dejar de insistir en la fundamental relación con el discurso oral: «We should not, however, exaggerate the influence of writing in the history of rhetoric; it was an important tool for developing rhetorical theory in treatises and handbooks and for studying rhetorical models to be imitated. But the objective of the study of rhetoric in the classical period was primarily the ability to speak in public, including extempore speaking; only secondarily did instruction in rhetoric take on the goal of teaching students how to compose or analyzing written texts» (Kennedy 1994: 28). Walter J. Ong explica el paso de la retórica desde la oralidad a la escritura (Ong 1996: 115-116).

4

junto a las artes praedicandi4, relacionadas con la oralidad,

refuerza esta doble implicación oral-escrita de la retórica

(Chico Rico 1987: 111-113). Por otra parte, en cuanto a su

constitución como disciplina, la retórica no puede separarse

de la escritura. Como recuerda Walter J. Ong, la retórica

tiene como objeto el discurso oral, pero como técnica del

mismo se formula por escrito; como reflexión teórica, la

retórica se configura en la escritura (Ong 1996: 109-110)5.

2. LA ORALIDAD EN EL HECHO RETÓRICO.

El hecho retórico es la realidad comunicativa constituida

por la construcción, comunicación e interpretación de los

discursos retóricos. Los elementos del hecho retórico son el

orador, el oyente, el texto o discurso retórico, el referente

de éste, el código, el canal y el contexto de la comunicación

retórica6. El canal del hecho retórico está normalmente situado

sobre el eje acústico-momentáneo de la comunicación, aunque en

algunos casos el canal puede situarse sobre el eje visivo-

estable de la comunicación7, esto es lo que sucede con los

textos retóricos construidos de acuerdo con las artes

dictaminis.

4 Sobre la retórica medieval, véase Murphy (1986). 5 La relación entre oralidad y escritura constituye una de las cuestiones más importantes en el estudio de la comunicación lingüística artística en la medida en que permite confrontar la constitución de dos sistemas con sus divergencias y confluencias dentro del sistema general del lenguaje (Ong 1992; Havelock 1996; Derrida 1978; Lázaro Carreter 1980: 158 ss.; Cole 1991: 44-45). Es de gran interés la traslación a la escritura de rasgos retóricos de oralidad (García Berrio 1994: 100-102; Jiménez Cano 1996: 157; Gauger 1998: 10, 19-20). 6 He propuesto el concepto de hecho retórico en Albaladejo (1989: 43-57) como adaptación del esquema de la comunicación lingüística de Jakobson (1975: 352-353). 7 Para estos ejes, véase Heilmann (1975: 14). Véase también Gauger (1998).

5

Discurso retórico y texto retórico son expresiones

sinónimas que significan objeto lingüístico de características

textuales que el orador produce y dirige a los oyentes con el

propósito de influir en ellos. La forma prototípica de

realización del texto o discurso retórico es la oral, de tal

modo que es emitido por el orador en el canal situado sobre el

eje acústico-momentáneo e interpretado por los oyentes. La

configuración escrita del texto retórico se da cuando la

retórica produce un texto retórico escrito; es el caso de las

cartas de las artes dictaminis o de determinados textos

periodísticos. En cambio, los componentes retóricos presentes

en los textos literarios no hacen que éstos sean textos

retóricos. A este respecto, es conveniente insistir, frente a

una panretórica para la que todos los textos serían textos

retóricos, de cuyos riesgos ha advertido Antonio García Berrio

(1984: 53), en que la retórica está conectada con las

distintas clases de discursos puesto que de la constitución

esencial de éstos forma parte una más o menos marcada

dimensión retórica, la cual, por sí sola, no hace que sean

textos retóricos.

Así pues, al objeto lingüístico que es el texto retórico

le es inherente primariamente la oralidad y secundariamente la

escritura. El texto retórico puede ser un texto oral, que es

lo más frecuente, o un texto escrito. La fuerza de la

oralidad, como rasgo presente en la retórica desde sus

orígenes, es tan grande que aspectos de la misma penetran en

los textos retóricos escritos.

El hecho retórico prototípico es aquel en el que la

comunicación es oral, encontrándose envueltos en la oralidad

todos los elementos que lo componen. La emisión del texto se

produce a través de un canal situado sobre el eje acústico-

momentáneo, que también tiene implicaciones visuales (Gauger

1998); el orador pronuncia su discurso y los oyentes lo

interpretan al escucharlo. Esta comunicación requiere que

6

orador y oyente estén en posesión del código lingüístico con

todos sus mecanismos de oralidad. La oralidad está asociada en

una primera instancia a la inmediatez comunicativa, lo cual

implica la coincidencia temporal y espacial de los contextos

en los que se desdobla el contexto de la comunicación

retórica, el contexto de pronunciación y el contexto de

recepción del discurso, a diferencia de lo que es normal en la

comunicación escrita; no obstante, en una segunda instancia,

con la traslación del discurso a la escritura o con la ayuda

de los medios de difusión y de grabación visual y fónica

existentes en la actualidad, esa inmediatez puede llegar a ser

sólo temporal o sólo espacial e incluso desaparecer, no

coincidiendo los contextos de pronunciación y de recepción del

discurso (López Eire 1995: 10-12). El hecho retórico está

organizado contando con la oralidad como rasgo constitutivo;

su configuración escrita es una realización derivada.

El discurso retórico se extiende al conjunto central del

hecho retórico formado por el orador, el oyente, el referente

y el propio discurso; escribe Aristóteles: «Porque consta de

tres cosas el discurso: el que habla, sobre lo que habla y a

quién; y el fin se refiere a éste, es decir, al oyente»

(Aristóteles Retórica: 1358a39-1358b2). Por ello, cualquier

cualidad o característica del discurso retórico es compartida

por los demás componentes de dicho conjunto central y, a

partir de éste, por el resto del hecho retórico. En este

sentido, un elemento fundamental de la comunicación retórica

es la poliacroasis8, audición múltiple, por la que el orador

se encuentra con importantes diferencias entre los oyentes de

su discurso, las cuales determinan sus interpretaciones y sus

actitudes y actuaciones; es un rasgo propio del discurso que

se extiende a la totalidad del conjunto orador-discurso-

referente-oyente y que afecta a los demás elementos del hecho

8 He construido este término a partir de la palabra griega akróasis: audición, interpretación (Albaladejo 1997, 1998).

7

retórico. La poliacroasis es un concepto basado en la oralidad

del discurso retórico y, en definitiva, en la oralidad del

hecho retórico. Si la poliacroasis se produce en relación con

el auditorio de un mismo discurso, la polifonía retórica9 se

establece en conjuntos de discursos retóricos como los que se

pronuncian en situaciones retóricas parlamentarias, judiciales

o de otro tipo, correspondiendo a cada una de las voces, a

cada uno de los oradores que intervienen en las mismas, uno o

más discursos. Esta polifonía retórica responde plenamente,

como la poliacroasis, a la oralidad del discurso retórico:

diferentes voces hacen sus propuestas oralmente en sus

respectivos discursos, que son verdaderas manifestaciones

verbal-estéticas de contenidos y posiciones ideológico-

sociales enraizados éticamente en los oradores10.

El orador construye su auditorio al delimitar el conjunto

de oyentes en quienes intenta influir con su discurso

(Perelman, Olbrechts-Tyteca 1989: 55 ss.). La oralidad

retórica, a la que está unida la visualidad, es la vía de

ampliación del auditorio que puede llevar a cabo el orador con

su proyección en los medios de comunicación audiovisuales11,

con la consiguiente extensión del hecho retórico, que crece,

lógicamente, en cuanto al auditorio, pero también en cuanto al

contexto de recepción.

3. LA ORALIDAD EN LAS OPERACIONES RETÓRICAS.

En la medida en que la oralidad atañe al discurso retórico

y al hecho retórico, tiene implicaciones en las distintas

partes artis u operaciones retóricas sistematizadas en la

9 Para la polifonía retórica a partir de la noción de polifonía de Bajtin (1968: 9, 11-63), véase Albaladejo (1997). 10 En el sentido del elemento cognitivo, el elemento ético y el elemento estético de Bajtin (1989: 24 ss.).

8

rhetorica recepta (Albaladejo 1989: 29), por las que el

discurso retórico es producido y emitido. Estas implicaciones

se dan en las operaciones no constituyentes de discurso —

memoria y actio o pronuntiatio—, que son aquellas que están al

servicio de la emisión del discurso, y en las constituyentes

de discurso —inventio, dispositio y elocutio—, que son las que

conjuntamente dan como resultado el discurso retórico que va a

ser emitido12. No en vano, para Walter J. Ong, la retórica es

prueba de la persistencia de restos de oralidad primaria (Ong

1996: 109).

3.1. Operaciones no constituyentes de discurso.

Puesto que estas operaciones son las que hacen posible la

llegada del discurso retórico, una vez construido, a los

oyentes, son, de todas las partes artis, las más directamente

relacionadas con la oralidad. Son la memoria, de la que

depende la memorización por el orador del discurso que ha

construido por medio de las operaciones constituyentes de

discurso, y la actio o pronuntiatio, operación que consiste en

la comunicación efectiva del discurso ante el auditorio.

La operación de memoria13 y la operación de actio o

pronuntiatio están muy estrechamente relacionadas entre sí en

la emisión del discurso retórico, en su comunicación a los

oyentes. Del trabajo que lleve a cabo el orador en la memoria

dependerá en gran medida su realización de la actio o

pronuntiatio. La operación de memoria está plenamente

orientada a la oralidad del discurso retórico: el orador

11 Martínez Arnaldos (1990); Buell (1996); Pujante, Morales (1997). 12 Para la distinción entre operaciones constituyentes de discurso y operaciones no constituyentes de discurso, véase Albaladejo (1989: 57 ss., 1993). 13 Sobre la memoria como facultad y como técnica en la que se sitúa la operación retórica de memoria, véase Yates (1974).

9

memoriza el discurso resultante de su actividad en las

operaciones constituyentes de discurso con el fin de estar en

condiciones de pronunciarlo de manera plenamente oral ante los

oyentes.

El orador puede aprender de memoria el discurso retórico

oración por oración, palabra por palabra, es decir,

microestructuralmente, o bien de manera global, esto es,

macroestructuralmente (Beristáin 1997: 308-309). Quintiliano

se ocupa de estas dos posibilidades de memorización del

discurso en un fragmento decisivo para la teoría de las

macroestructuras textuales:

Ex hac ingeniorum diuersitate nata dubitatio est, ad uerbum sit ediscendum dicturis, an uim modo rerum atque ordinem complecti satis sit. Nam si memoria suffragatur, tempus non defuit, nulla me uellim syllaba effugiat (alioqui etiam scribere sit superuacuum) [...]. Si uero aut memoria natura durior erit aut non suffragabitur tempus, etiam inutile erit ad omnia se uerba alligare, cum obliuio unius eorum cuiuslibet aut deformem haesitationem aut etiam silentium indicat, tutiusque multo comprehensis animo rebus ipsis libertatem sibi eloquendi relinquere (Quintiliano Institutio oratoria: XI, 2, 44-49).

La operación retórica que tiene la doble denominación de

actio y de pronuntiatio responde a estos dos nombres. Esta

operación, que puede ser denominada conjuntamente

actio/pronuntiatio, es la más directamente relacionada con la

oralidad del discurso retórico. Consiste en la pronunciación

del discurso ante los oyentes y en la actuación retórica ante

éstos. No hay que olvidar que esta operación es llamada en

griego hypókrisis, con todos los vínculos que esta palabra

crea con la actuación teatral. La rhetorica recepta establece

como elementos principales de esta operación la voz, el

movimiento y el gesto. El orador se sirve de la voz para

pronunciar el discurso y actúa mediante gestos y movimientos.

Esto supone que en esta operación lo visual está asociado a lo

oral y que el oyente del discurso retórico es también

10

espectador de la actuación que el orador lleva a cabo al

emitirlo. La pronunciación del discurso retórico presenta una

situación similar a la de la puesta en escena de la obra

teatral: una construcción de arte de lenguaje, como el

discurso retórico o la obra teatral, es actualizada

comunicativamente ante los receptores, a quienes llega por el

canal de la oralidad, situado sobre el eje acústico-momentáneo

y combinado con la visualidad no estable. Tanto los oyentes

retóricos como los espectadores teatrales escuchan e

interpretan el texto, pero en su interpretación interviene su

percepción visual de lo que hacen quienes hablan, pues su

hablar es un actuar pleno. Cicerón expone:

Quo modo autem dicatur, id est in duobus, in agendo et in eloquendo. Est enim actio quasi corporis quaedam eloquentia, cum constet e voce atque motu (Cicerón Orator: 17, 55)14.

También la anónima Retórica a Herennio toma en

consideración la voz y el cuerpo, con la consiguiente

implicación de lo oral y de la expresión corporal, así como de

lo aural y lo visual:

Dividitur igitur pronuntiatio in vocis figuram et in corporis motum (Retórica a Herennio: III, XI, 19).

Quintiliano presenta la primacía del componente oral en la

actio/pronuntiatio:

Cum sit autem omnis actio, ut dixi, in duas diuisa partis, uocem gestumque, quorum alter oculos, altera aures

14 Quintiliano explica el nombre de la operación en estos términos: «Pronuntiatio a plerisque actio dicitur, sed prius nomen a uoce, sequens a gestu uidetur accipere» y, tras referirse a la idea de esta operación en Cicerón, expone: «Idem tamen duas eius partes facit, quae sunt eaedem pronuntiationis, uocem atque motum: quapropter utraque appellatione indifferenter uti licet» (Quintiliano Institutio oratoria: XI, 3, 1-2).

11

mouet, per quos duos sensus omnis ad animum penetrat adfectus, prius est de uoce dicere, cui etiam gestus accommodatur (Quintiliano Institutio oratoria: XI, 3, 14).

Establece, pues, Quintiliano, correspondencia entre voz y

oídos y entre gesto y ojos. Puede considerarse que tanto los

oyentes en la oratoria como los espectadores en el teatro son,

en realidad, oyentes-espectadores, pues escuchan y ven. La

oralidad del discurso, asentada sobre la operación de

actio/pronuntiatio, tiene como correspondencia la auralidad y

la visualidad de la interpretación por sus receptores15.

Aristóteles equipara la acción retórica al arte teatral y

reconoce la importancia de la influencia de aquélla en el

efecto del discurso sobre los oyentes (Aristóteles Retórica:

1403b1-1404a39).

La importancia de la operación de actio/pronuntiatio

radica en que es la operación por la que el orador y su

discurso son conectados con los oyentes; es la operación en la

que culmina la serie de las operaciones retóricas y, por

tanto, el esfuerzo de construcción y comunicación discursivas

del orador; es la operación de presentación del discurso a los

oyentes. Una mala actio/pronuntiatio puede significar el

fracaso de un buen discurso, mientras que un discurso mediocre

puede ganar mucho gracias a una buena realización de esta

operación (Quintiliano Institutio oratoria: XI, 3, 2-5).

La rhetorica recepta proporciona una sistematización

exhaustiva de los diversos recursos de los que el orador

15 Véase Gentili (1996: 24). Al ocuparse de la poesía y la música en Grecia, Bruno Gentili se refiere al «sistema cultural de la Grecia arcaica, basado casi exclusivamente en la oralidad de la comunicación del mensaje poético, en la auralidad y la visualidad de su recepción: poesía-espectáculo, pues, que se convierte en el principal instrumento de difusión y transmisión del saber» (Gentili 1996: 60). Véase también Menéndez Pidal (1957), Auerbach (1969: 229 ss.), Ong (1996), Havelock (1996) y Zumthor (1989).

12

dispone en la actio/pronuntiatio para cumplir con la exigencia

de pronunciar efectivamente el discurso16.

La operación de memoria y la de actio/pronuntiatio

confluyen en una comunicación adecuada del discurso retórico

en esta última operación. La actividad del orador en la

memoria está orientada a la actio/pronuntiatio, operación para

cuyo adecuado desarrollo aquélla es imprescindible: «[...] et

memoriter dicat, cum quadam etiam actionis dignitate» escribe

Cicerón (De oratore: I, XV, 64). El resultado de la operación

de memoria y el desarrollo y el resultado de la de

actio/pronuntiatio contribuyen a afianzar el ethos del orador

ante los oyentes. La opinión de los oyentes sobre el orador,

que es importante para que éste consiga la persuasión que

intenta con su discurso, puede resultar gravemente debilitada

si el discurso retórico no es pronunciado a partir de una

adecuada realización de la operación de memoria. La oralidad

está asociada al ethos del orador, pues en la medida en que

los oyentes valoren positivamente la capacidad de aquél para

memorizar razonablemente el discurso y comunicarlo de manera

verdaderamente oral, sin leerlo, podrán sentirse en

disposición más favorable ante el discurso17. La presencia del

16 El libro XI de la Institutio oratoria está dedicado a la memoria y a la actio/pronuntiatio (Quintiliano Institutio oratoria: XI). Véase la interpretación que hace David Pujante del tratamiento de la actio/pronuntiatio en Quintiliano (Pujante 1996: 219-218). 17 De la importancia de que la pronuntiatio esté apoyada por una adecuada realización de la operación de memoria es prueba el rechazo a un discurso fúnebre con motivo de la muerte de Nebrija, según Juan Huarte de San Juan: «A propósito de lo que dijo Cicerón, que el buen orador ha de hablar de memoria y no por escrito, es de saber que el maestro Antonio de Librija había venido ya a tanta falta de memoria, por la vejez, que leía por un papel la lección de retórica a sus discípulos; y como era tan eminente en su facultad y tenía su intención bien probada, no miraba nadie en ello. Pero lo que no se pudo sufrir fue que, muriendo éste repentinamente de apoplejía, encomendó la Universidad de Alcalá el sermón de sus obsequias a un famoso predicador; el cual inventó y dispuso lo que había de decir como mejor pudo. Pero fue el tiempo tan breve, que no

13

orador en la pronunciación del discurso retórico es inherente

a la oralidad de su comunicación y a la inmediatez propia de

ésta. Dicha presencia está unida a la visualidad de la

recepción del discurso retórico y hace posible que los oyentes

obtengan la imagen visual del orador y de su actuación en la

pronunciación, con las consiguientes implicaciones en cuanto a

la influencia que éste pueda ejercer en aquéllos.

La importancia de la activación de la memoria y la

realización de una actio/pronuntiatio firmemente basada en la

oralidad tiene una relación muy estrecha con los géneros

retóricos: judicial, deliberativo y demostrativo o epidíctico

(Aristóteles Retórica: 1358b2-8). Como es sabido, en la

sistematización que Aristóteles hace de los discursos

retóricos en géneros, la diferencia fundamental se da entre el

género demostrativo o epidíctico, del que forman parte

discursos ante los que el oyente no toma decisiones, y los

géneros judicial y deliberativo, ante cuyos discursos el

oyente decide, en el caso del género judicial sobre hechos

pasados y en el caso del deliberativo sobre hechos futuros. En

los discursos de estos dos últimos géneros, el orador pone al

servicio de la obtención de una decisión favorable a su

propuesta todos los medios retóricos posibles, entre ellos una

adecuada realización de la memoria y de la actio/pronuntiatio.

Conscientes de esta unión entre memoria y

actio/pronuntiatio y de la importancia de una comunicación

hubo lugar de tomarlo de memoria; y así se fue al púlpito con el papel en la mano, y entró diciendo así: "Lo que este ilustre varón acostumbraba hacer, leyendo a sus discípulos, eso mesmo traigo yo determinado de hacer a su imitación; porque fue su muerte tan repentina, y el mandarme que yo predicase en sus obsequias tan acelerado, que no ha habido lugar ni tiempo de estudiar lo que convenía decir, ni para recogerlo en la memoria. Lo que yo he podido trabajar esta noche traigo escrito en este papel: suplico a vuestras mercedes lo oigan con paciencia y me perdonen la poca memoria". Pareció tan mal al auditorio esta manera de predicar por escrito y con el papel en la mano, que todo fue sonreír y murmurar» (Huarte de San Juan 1575: 191-192).

14

oral del discurso retórico no basada en la lectura del mismo,

quienes tienen la facultad de regular la pronunciación de

discursos públicos han optado, en general, por fijar, mediante

las oportunas normas, la oralidad como forma de comunicación

discursiva. Es lo que sucede, en general, en la regulación de

los debates parlamentarios (Cazorla 1985: 117-123). El

Reglamento del Congreso de los Diputados establece:

Los discursos se pronunciarán personalmente y de viva voz. El orador podrá hacer uso de la palabra desde la tribuna o desde el escaño (Congreso 1982: artículo 70.2).

En este artículo, la expresión «de viva voz» refuerza la

oralidad de los discursos y descarta implícitamente la lectura

de los mismos18.

Por su parte, el Reglamento del Senado prescribe:

Los discursos se pronunciarán sin interrupción, se dirigirán únicamente a la Cámara y no podrán, en ningún caso, ser leídos, aunque será admisible la utilización de notas auxiliares. Si un Senador, al ser llamado por el Presidente, no se encuentra presente, se entenderá que ha renunciado a hacer uso de la palabra (Senado 1995: artículo 84.1, párrafo segundo).

La Constitución Española prevé la oralidad en los procesos

judiciales:

El procedimiento será predominantemente oral, sobre todo en materia criminal (Constitución Española 1978: artículo 120.2)19.

18 Como es sabido, «viva voz» significa «Expresión oral, por contraposición a la escrita», segunda acepción, DRAE (1992). 19 En el Capítulo Primero, «De la oralidad, publicidad y lengua oficial», del Título III, «De las actuaciones judiciales», de la Ley Orgánica del Poder Judicial se determina: «Las actuaciones judiciales serán predominantemente orales, sobre todo en materia criminal, sin perjuicio de su documentación» (Poder Judicial 1985: artículo 229.1). Sobre los informes orales del fiscal y las partes en el juicio oral, véase Enjuiciamiento Criminal (1882: artículos 734-737); véase

15

La intellectio20 puede ser considerada una operación no

constituyente de discurso, en la medida en que su

funcionamiento no produce directamente discurso retórico, a

diferencia de la inventio, la dispositio y la elocutio. Esta

operación es decisiva para la puesta en marcha de la serie de

operaciones retóricas constituyentes y no constituyentes de

discurso y regula el funcionamiento de todas ellas. La

intellectio continúa activada en la pronunciación oral del

discurso, durante la cual el orador examina las reacciones de

los oyentes a su discurso, en función de las cuales puede

reconducir el mismo, modificando no sólo la pronunciación,

también Jurado (1995: artículo 48.3). La Ley de Enjuiciamiento Criminal establece en su Título III, «Del procedimiento abreviado para determinados delitos», redactado conforme a la Ley Orgánica 7/88, lo siguiente: «Terminada la práctica de la prueba, el Juez o Presidente del Tribunal requerirá a la acusación y a la defensa para que manifiesten si ratifican o modifican las conclusiones de los escritos inicialmente presentados y para que expongan oralmente cuanto estimen procedente sobre la valoración de la prueba y la calificación jurídica de los hechos» (Enjuiciamiento Criminal 1882: artículo 793.6, párrafo primero), donde es importante la expresión «expongan oralmente», en la medida en que la exposición oral es distinta de la lectura. De gran interés es la Exposición de Motivos de esta Ley, por la defensa de la oralidad en el proceso que hace Manuel Alonso Martínez: «No desconoce el Ministro que suscribe que la aplicación y cumplimiento de la nueva Ley, singularmente en los primeros años, tropezará con graves dificultades, siendo la mayor de todas ellas la falta de costumbres adecuadas al sistema acusatorio y al juicio oral y público. Educados los españoles durante siglos en el procedimiento escrito, secreto e inquisitorial, lejos de haber adquirido confianza en la Justicia y de coadyuvar activamente a su recta administración, haciendo, como el ciudadano inglés, inútil la institución del Ministerio público para el descubrimiento y castigo de los delitos, han formado ideas falsas sobre la policía judicial y se ha desviado cada vez más de los Tribunales, mirando con lamentable recelo a Magistrados, Jueces, Escribanos y Alguaciles, y repugnando figurar como testigos en los procesos. [...]» (Enjuiciamiento Criminal 1882: Exposición de Motivos).

16

sino incluso estructuras y elementos referenciales y textuales

que ha obtenido en su realización de las operaciones

constituyentes de discurso.

3.2. Operaciones constituyentes de discurso.

En las operaciones constituyentes de discurso, que hacen

posible la existencia del discurso retórico en cuanto a su

referente —inventio—, en su nivel macroestructural —

dispositio— y en su nivel microestructural —elocutio— y que

son previas a la memoria y a la actio/pronuntiatio, no radica

la oralidad de la retórica de manera tan directa como en

éstas. Para las operaciones constituyentes de discurso la

oralidad supone una influencia o condicionamiento en la

realización y en el resultado de cada una de ellas, en la

medida en que estas operaciones son activadas para producir un

discurso que va a ser comunicado oralmente. Igualmente, la

memoria y la actio/pronuntiatio influyen en dichas operaciones

(Gómez Alonso 1997).

La oralidad está presente en la elocutio, operación de la

que depende la configuración final del discurso retórico como

construcción textual. La elocutio, como operación

principalmente asentada en la microestructura, produce el

nivel textual en el que entran en contacto comunicativo el

orador y los oyentes: este nivel es punto de llegada del

orador en su elaboración textual y punto de partida del oyente

en su interpretación. La inmediatez comunicativa que hace

posible la oralidad implica una firme y directa confluencia

entre orador y oyente en el discurso. Por otro lado, muchos de

los recursos de expresividad lingüística de la elocutio

(García Berrio 1994: 69 ss.) tienen una raíz eminentemente

20 A propósito de la intellectio, véase Chico Rico (1987: 93 ss., 1989) y Albaladejo (1989: 65-71).

17

oral, por su constitución fónica, como es el caso de la

aliteración o de la paronomasia, y por su fundamentación en la

linealidad del significante, como sucede con la anáfora o con

el quiasmo.

Las partes orationis o partes del discurso retórico,

vinculadas tanto a la dispositio como a la inventio

(Albaladejo 1989: 82-108), presentan una organización

conectada con la comunicación oral del discurso. La sucesión

de las partes del discurso responde no solamente a la

estructura lógica del discurso, sino también a la linealidad

de la oralidad, que, a diferencia de la linealidad de la

escritura, no permite la vuelta atrás del receptor en su

interpretación; así, el exordium, introducción del discurso,

y, sobre todo, la peroratio, con su recapitulación, son partes

estratégicamente situadas al comienzo y al final del discurso,

respectivamente, en función de la interpretación del discurso

oral, que es recibido por el oyente de modo lineal.

La conciencia de la oralidad del discurso que tiene el

orador actúa en las diferentes operaciones retóricas

constituyentes de discurso determinando la configuración de

éste en los niveles discursivos correspondientes a dichas

operaciones. La conciencia de la oralidad funciona como

ahormadora del discurso, conduciéndolo a la construcción más

idónea para la comunicación oral, tanto en lo referencial como

en lo textual. Por su parte, la interpretación que, desde su

perspectiva de auralidad discursiva, lleva a cabo el oyente

está vinculada también a su conciencia de la oralidad de la

comunicación en la que participa. Esta conciencia forma parte

de la conciencia retórica, gracias a la cual el orador

construye y pronuncia un discurso en una variedad diafásica

(Coseriu 1981: 305-306) con entidad propia21.

21 A la conciencia retórica está unida la realización de los distintos estilos en la oralidad retórica (Curtius 1976: I, 217 ss.; Auerbach 1969: 30 ss.; Coseriu 1981: 28-29; García Berrio 1994: 100-102).

18

4. DIÁLOGO INTRADISCURSIVO Y DIÁLOGO INTERDISCURSIVO EN LOS DISCURSOS

RETÓRICOS. LA INTERACCIÓN RETÓRICA.

La presencia del dispositivo de sermocinatio en el

discurso retórico tiene una importante incidencia en la

oralidad del discurso, ya que supone el desdoblamiento o la

multiplicación de la voz del orador, que, además de la voz

principal, conductora del discurso en una función similar a la

que tiene la voz narrativa en el género literario narrativo,

ha de asumir las voces correspondientes a las personas a las

que hace hablar en su discurso en estilo directo con

expresiones monológicas, individuales, que no llegan a

constituir diálogo, o con intervenciones que constituyen

diálogos, con las consiguientes adaptaciones lingüísticas, que

pueden llegar a ser auténticas transformaciones vocales del

orador en dichas personas, del tipo de las que se producen en

el género narrativo y en el teatral. Así pues, en el discurso

retórico puede haber diálogo intradiscursivo, diálogo interno,

situado en el ámbito de la sintaxis pragmática (Albaladejo

1982a, 1982b), es decir, en la textualización de la

comunicación, en la inclusión de la pragmática en la sintaxis

semiótica, en el interior del texto. Este dialogismo

constituye una transposición de la polifonía bajtiniana a la

oralidad de un solo discurso retórico, con las consiguientes

exigencias propias de todo discurso referido (Bajtin 1989: 141

y ss.).

Pero la relación entre el diálogo y el discurso retórico

no se limita a la presencia en éste de diálogos internos, sino

que concierne también a la interacción retórica, que es

interacción entre orador y oyentes, entre discursos retóricos

y también entre éstos y otros discursos no retóricos. Esta

interacción entra en la estructura de diálogo como forma

19

general de la comunicación lingüística en el sentido en que

ésta es planteada como interacción discursiva por Voloshinov

(1992: 118-137). El discurso retórico es interacción (López

Eire 1995: 139; van Dijk 1997: 7-11).

La intellectio, apoyada en la inmediatez comunicativa

asociada a la oralidad, hace posible la interacción entre el

oyente y el orador que se da en el discurso retórico con las

reacciones de aquél, que constituyen una forma de respuesta,

ante las cuales el orador puede reaccionar modificando su

proyecto de discurso y, en definitiva, el discurso mismo.

La relación entre discursos que se da en las situaciones

retóricas en las que hay polifonía retórica, relativa a varios

discursos, constituye un diálogo interdiscursivo, un diálogo

global de carácter oral cuyos componentes son discursos. Esta

interacción se produce en las situaciones retóricas en las que

son pronunciados varios discursos; tales situaciones pueden

ser de varias clases, dependiendo del género retórico al que

pertenezcan los discursos que acogen. En las situaciones

retóricas en las que se pronuncian discursos de género

judicial, el diálogo interdiscursivo, con su correspondiente

polifonía retórica, está constituido por los discursos que

pronuncian los acusadores y los defensores, debiendo tenerse

en cuenta que, dado que los oradores de estos discursos

mantienen entre sí un orden de intervención, los discursos

pronunciados posteriormente son en parte respuesta a los

pronunciados antes. Los discursos constituyen un entramado de

interrelaciones y respuestas que los enlaza sobre la base de

que tratan de una misma causa y presentan diferentes

planteamientos a propósito de aquélla. El diálogo

interdiscursivo se produce también en las situaciones

retóricas en las que se pronuncian discursos de género

deliberativo, los cuales tienen su principal realización en el

espacio político, sobre todo en el ámbito parlamentario

(Cazorla 1985), en el que tienen lugar sesiones con

20

intervenciones de varios oradores pertenecientes a diversos

grupos parlamentarios. En el ámbito electoral del espacio

político el diálogo interdiscursivo no suele producirse en una

misma situación retórica con la misma intensidad que en las

sesiones parlamentarias, ya que lo más frecuente es que en un

acto electoral intervengan oradores de la misma o parecida

ideología; en este ámbito dicho diálogo puede extenderse a la

relación que se establece entre discursos pronunciados por

oradores de distintas ideologías en diferentes actos

electorales. En las situaciones retóricas propias de discursos

de género demostrativo o epidíctico también se da el diálogo

interdiscursivo a partir de la relación entre los discursos

que pronuncian los distintos oradores en un acto organizado

para conmemorar un hecho histórico o celebrar un

acontecimiento político; la trascendencia política de estos

discursos hace que, a propósito de ellos, aunque no se tomen

decisiones, se presenten, muy matizadas, las confrontaciones

que se dan entre los discursos deliberativos de carácter

político.

Son de gran importancia en esta organización

pluricomunicativa oral de la interacción retórica las

interrupciones que oradores que no están en el uso de la

palabra llevan a cabo sobre el discurso del que son oyentes22.

Las intervenciones de los oradores están, en general,

perfectamente reguladas en las situaciones retóricas de los

distintos géneros; hay prohibición explícita de las

interrupciones en el ámbito parlamentario23, lo cual no impide

que a veces se produzcan dichas interrupciones, de carácter

22 Sobre la interrupción conversacional, véase Bañón (1997); en la oratoria parlamentaria, véase Carbó (1992). 23 El Reglamento del Congreso de los Diputados prescribe: «Nadie podrá ser interrumpido cuando hable, sino por el Presidente, para advertirle que se ha agotado el tiempo, para llamarle a la cuestión o al orden, para retirarle la palabra o para hacer llamadas al orden a la Cámara o a alguno de sus miembros o al público» (Congreso 1982: artículo 70. 3).

21

excepcional salvo en algunos casos, como el de la oratoria

parlamentaria mexicana entre 1920 y 1960, en la que, a pesar

de estar prohibidas, son frecuentes y no son impedidas por la

presidencia de la sesión (Carbó 1992: 25). Las interrupciones

parlamentarias suponen una ruptura de los espacios reservados

a los discursos y también de los discursos mismos, dentro de

cuyos límites institucionales se sitúan de este modo voces que

no son introducidas por los oradores que están pronunciando

los discursos. Las interrupciones son posibles solamente en la

oralidad de los discursos.

La interacción retórica hasta ahora expuesta se produce

entre discursos y otras formas de intervención pública de

índole oral. Una interacción relacionada con la retórica puede

darse también con participación de lo oral y lo escrito, con

respuestas no sólo orales, sino también escritas, a los

discursos retóricos. Es lo que sucede cuando un discurso

retórico oral genera respuestas que se materializan en textos

de crítica retórica, en textos periodísticos, en discusiones y

comentarios escritos, etc. La estructura dialogística

fundamental del lenguaje permite, por tanto, la combinación de

intervenciones orales y escritas en una cadena de la que no

están excluidas las respuestas que, a su vez, puedan darse,

con discursos orales e incluso escritos, a los textos escritos

que han sido respuesta a los discursos orales iniciales

(Voloshinov 1992: 132-133); se llega así a un diálogo

interdiscursivo no exclusivamente retórico, no completamente

retórico, pero conectado con la retórica.

La forma más inmediata de interacción retórica con

constitución de diálogo interdiscursivo plenamente retórico es

la oral, en la medida en que las intervenciones de réplica,

algunas de ellas por alusiones, se producen a continuación del

discurso que las genera. De igual modo que el diálogo tiene su

forma inicial y básica de configuración asociada a la

oralidad, este diálogo interdiscursivo, que no en balde se

22

establece sobre la dimensión dialéctica de la retórica, es

también fundamentalmente oral.

El diálogo interdiscursivo formado por diferentes

discursos retóricos se asienta sobre un conjunto de relaciones

semióticas entre los mismos. La correferencia, las

implicaciones pragmáticas y las relaciones intertextuales que

se dan entre los distintos discursos contribuyen al

establecimiento de un entramado interdiscursivo retórico que

refuerza la constitución sintáctica, semántico-extensional y

pragmática del discurso global que es este diálogo.

5. ORALIDAD Y ESCRITURA EN EL MODELO RETÓRICO.

El modelo de la comunicación retórica, que cuenta con el

hecho retórico como categoría global y con el texto o discurso

retórico como categoría central, tiene que acoger y

representar la comunicación oratoria (o comunicación retórica

oral), destacando su carácter de comunicación retórica

primaria, junto a la comunicación retórica escrita, de

carácter secundario y derivado de la primaria. Un modelo

retórico se plantea así como modelo general y global,

comprehensivo de las distintas formas de la comunicación

dirigida a influir en los receptores: no sólo los distintos

géneros retóricos, sino también las distintas modalidades de

comunicación basadas en la oralidad y en la escritura

encuentran su lugar en dicho modelo, que tiene una estructura

semiótico-textual encuadrada pragmáticamente (Albaladejo

1987). La elaboración actual del modelo retórico exige tomar

en consideración la evolución histórica de la retórica, con el

fin de situar diacrónicamente las realizaciones orales y

escritas de los discursos retóricos y las reflexiones teóricas

sobre las mismas.

23

No obstante, esta atención a lo oral y a lo escrito no

debe hacerse duplicando la organización y la constitución del

modelo, sino centrando el modelo en la oralidad y

estableciendo las oportunas indicaciones en las categorías del

hecho retórico a propósito de su posible asociación a lo

escrito en relación con la clase y las características del

discurso retórico. De este modo, la configuración primaria del

modelo está fundamentada en la oralidad, dada la inscripción

de ésta en la constitución original y básica de la retórica, y

sobre dicha configuración primaria se establece una

conmutación que permite la inclusión de la configuración

derivada o secundaria, de carácter escrito, de la retórica.

Clave para el establecimiento de dicha conmutación es la

categoría canal de la comunicación, pues su doble situación en

el eje oral y en el eje escrito, junto con la configuración

del discurso, determina la condición oral o escrita del hecho

retórico. Esta doble condición apoya la inclusión en el modelo

retórico de la posibilidad de asociación, dentro de una

perspectiva multimedial como la de la textología semiótica

(Petöfi, Vitacolonna, a cura di, 1996), de los medios de

comunicación de masas a las categorías del hecho retórico. La

oralidad fundamental del modelo retórico debe ir acompañada de

todos los factores que, unidos a aquélla, condicionan la

comunicación, como la inmediatez, la visualidad, etc. Por otra

parte, el modelo tiene en cuenta las implicaciones que en el

código tiene el hecho de que la comunicación y, por tanto, el

discurso retórico sean orales o escritos, así como los

factores de oralidad que influyen en el discurso retórico

escrito.

La oralidad se presenta, pues, como un cimiento

imprescindible del modelo retórico, que, para dar cuenta de

las distintas posibilidades comunicativas retóricas, acoge

también la escritura, así como la relación de ésta con

aquélla.

24

BIBLIOGRAFÍA

ALBALADEJO, T. (1982a): «Struttura comunicativa testuale e proposizioni performativo-modali», Lingua e Stile, XVII, 1, págs. 113-159. ALBALADEJO, T. (1982b): «Pragmática y sintaxis pragmática del diálogo literario. Sobre un texto dramático del Duque de Rivas», Anales de Literatura Española, 1, págs. 225-247. ALBALADEJO, T. (1987): «Componente pragmático, componente de representación y modelo lingüístico-textual», en E. Bernárdez (comp.), La lingüística del texto, Madrid, Arco/Libros, págs. 179-228. ALBALADEJO, T. (1989): Retórica, Madrid, Síntesis. ALBALADEJO, T. (1993): «The Pragmatic Nature of Discourse-building Rhetorical Operations», Koiné, III, págs. 5-13. ALBALADEJO, T. (1997): «Polifonía y poliacroasis en la oratoria política. Propuestas para una retórica bajtiniana», en A. López Eire (ed.), Retórica, política e ideología. Desde la Antigüedad hasta nuestros días, Actas del II Congreso Internacional de Logo, Asociación Española de Estudios sobre Lengua, Pensamiento y Cultura Clásica, 24-29 de noviembre de 1997, Salamanca. (En prensa). ALBALADEJO, T. (1998): «Polyacroasis in Rhetorical Discourse», The Canadian Journal of Rhetorical Studies/La Revue Canadienne d'Études Rhétoriques, 9, págs. 155-167. ARISTÓTELES: Retórica, ed. bilingüe griego-español de A. Tovar, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1971. AUERBACH, E. (1969): Lenguaje literario y público en la baja latinidad y en la Edad Media, Barcelona, Seix Barral. BAJTIN, M. (1968): Dostoevskij. Poetica e stilistica, Turín, Einaudi. BAJTIN, M. (1989): Teoría y estética de la novela, Madrid, Taurus.

25

BAÑÓN HERNÁNDEZ, A. M. (1997): La interrupción conversacional. Propuestas para su análisis pragmalingüístico, Málaga, Universidad de Málaga. BERISTÁIN, H. (1997): Diccionario de retórica y poética, México, Porrúa, 8ª ed., 1ª ed. corregida y aumentada. BUELL, T. (1996): «McLuhan, Ramus, and Rhetoric», The Canadian Journal of Rhetorical Studies/La Revue Canadienne d'Études Rhétoriques, 7, págs. 29-41. CARBÓ, T. (1992): «Towards an Interpretation of Interruptions in Mexican Parliamentary Discourse (1920-60)», Discourse and Society, 3, 1, págs. 24-45. CAZORLA, L. M.ª (1985): La oratoria parlamentaria, Madrid, Espasa-Calpe. COSERIU, E. (1981): Lecciones de lingüística general, Madrid, Gredos. CHICO RICO, F. (1987): Pragmática y construcción literaria. Discurso retórico y discurso narrativo, Alicante, Universidad de Alicante. CHICO RICO, F. (1989): «La intellectio. Notas sobre una sexta operación retórica», Castilla. Estudios de Literatura, 14, págs. 47-55. CICERÓN, M. T.: De oratore, ed. bilingüe latín-inglés de E. W Sutton y H. Rackham, Londres-Cambridge, Mass., Heinemann-Harvard University Press, 2 vols., 1976. COLE, T. (1991): The Origins of Rhetoric in Ancient Greece, Baltimore, The Johns Hopkins University Press. CURTIUS, H. R. (1976): Literatura europea y Edad Media latina, México, Fondo de Cultura Económica, 2 vols. Congreso (1982) = Reglamento del Congreso de los Diputados. Constitución Española (1978). DERRIDA, J. (1978): De la Gramatología, México, Siglo XXI, 2ª ed. DRAE (1992): Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española, Madrid, 21ª ed. Enjuiciamiento Criminal (1882) = Ley de Enjuiciamiento Criminal.

26

GARCÍA BERRIO, A. (1984): «Retórica como ciencia de la expresividad (Presupuestos para una retórica general)», Estudios de Lingüística. Universidad de Alicante, 2, págs. 7-59. GARCÍA BERRIO, A. (1994): Teoría de la Literatura (La construcción del significado poético), Madrid, Cátedra, 2ª ed. revisada y ampliada. GAUGER, H.-M. (1998): «Lo acústico y lo óptico: las dos materialidades de la materialidad que es el lenguaje», Oralia, 1, págs. 9-25. GENTILI, B. (1996): Poesía y público en la Grecia antigua, Barcelona, Sirmio-Quaderns Crema. GÓMEZ ALONSO, J. C. (1997): «Influencia de memoria y actio en la construcción del discurso retórico», The Canadian Journal of Rhetorical Studies/La Revue Canadienne d'Études Rhétoriques, 8, 129-139. HAVELOCK, E. A. (1996): La musa aprende a escibir. Reflexiones sobre oralidad y escritura desde la Antigüedad hasta el presente, Barcelona, Paidós. HEILMANN, L. (1975): «Premesse storiche», en L. Heilmann y E. Rigotti (a cura di): La lingüística: aspetti e problemi, Bolonia, Il Mulino, págs. 13-34. HUARTE DE SAN JUAN, J. (1575): Examen de ingenios para las ciencias, ed. de E. Torre, Barcelona, Publicaciones Periódicas Universitarias, 1988. KENNEDY, G. A. (1994): A New History of Classical Rhetoric, Princeton, Princeton University Press. JAKOBSON, R. (1975): «Lingüística y poética», en R. Jakobson, Ensayos de lingüística general, Barcelona, Seix Barral, págs. 347-395. JIMÉNEZ CANO, J. M.ª (1996): «Bosquejo general para el comentario sociolingüístico de textos literarios», en P. Díez de Revenga y J. M.ª Jiménez Cano (eds.) Estudios de Sociolingüística. Sincronía y diacronía, Murcia, Diego Marín, págs. 155-183. Jurado (1995) = Ley Orgánica del Tribunal del Jurado. LÁZARO CARRETER, F. (1980): «El mensaje literal», en F. Lázaro Carreter, Estudios de Lingüística, Barcelona, Crítica, págs. 149-171.

27

LÓPEZ EIRE, A. (1995): Actualidad de la retórica, Salamanca, Hespérides. LÓPEZ EIRE, A. (1996): Esencia y objeto de la retórica, México, Universidad Nacional Autónoma de México. MARTÍNEZ ARNALDOS, M. (1990): Lenguaje, texto y mass-media. Aproximación a una encrucijada, Murcia, Universidad de Murcia. MENÉNDEZ PIDAL, R. (1957): Poesía juglaresca y orígenes de las literaturas románicas, Madrid, Instituto de Estudios Políticos. MURPHY, J. J. (1986): La Retórica en la Edad Media, México, Fondo de Cultura Económica. MURPHY, J. J. (1989): «Orígenes y primer desarrollo de la retórica», en J. J. Murphy (ed.), Sinopsis histórica de la retórica clásica, Madrid, Gredos, págs. 9-33. ONG, W. J. (1996): Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra, México, Fondo de Cultura Económica. PERELMAN, C. y L. OLBRECHTS-TYTECA (1989): Tratado de la argumentación. La nueva retórica, Madrid, Gredos. PETÖFI, J. S. y L. VITACOLONNA (a cura di) (1996): Sistemi segnici e loro uso nella comunicazione umana. 3. La Testologia Semiotica e la comunicazione multimediale, Macerata, Università di Macerata. Poder Judicial (1985) = Ley Orgánica del Poder Judicial. PUJANTE, D. (1996): El hijo de la persuasión. Quintiliano y el estatuto retórico, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos. PUJANTE, D. y E. MORALES (1997): «Discurso político en la actual democracia española», en Discurso, 21-22, págs. 39-75. QUINTILIANO, M. F.: Institutio oratoria, ed. de M. Winterbottom, Oxford, Oxford University Press, 2 vols., 1979. Retórica a Herennio = Ad C. Herennium de ratione dicendi, ed. bilingüe latín-inglés de H. Caplan, Londres-Cambridge, Mass., Heinemann-Harvard University Press, 1978. Senado (1995) = Reglamento del Senado. VAN DIJK, T. A. (1997): «Discourse as Interaction in Society», en T. A. van Dijk, Discourse as Social Interaction. Discourse

28

Studies: A Multidisciplinary Introduction, Vol. 2, Londres, Sage Publications, págs. 1-37. VOLOSHINOV, V. N. (1992): El marxismo y la filosofía del lenguaje, Madrid, Alianza. YATES, F. A. (1974): El arte de la memoria, Madrid, Taurus. ZUMTHOR, P. (1989): La letra y la voz. De la «literatura» medieval, Madrid, Cátedra.