¡Todos a bordo del HRS Beagle! - Junta de Andalucía · pertenecía todo él a los pinzones....

¡Todos a bordo del HRS Beagle!

Sigan la travesía alrededor del mundo de Charles Darwin en el BEAGLE y descubra hechos fascinantes en las distintas paradas del mapa.

Travesía Del Beagle

En 1831, el joven de 22 años, recién licenciado Charles Darwin se enroló como naturalista del barco con el capitán FizRoy en el HMS Beagle para hacer un travesía alrededor del mundo. En vez de durar los

dos años previstos, la travesía duró casi cinco años.

Durante la mayor parte de los cinco años, mientras El Beagle reconocía la costa sudamericana, Darwin dispuso de libertad para explorar el continente y las islas, incluidas las Galápagos. Escribió muchos cuadernos con meticulosas observaciones sobre animales, plantas y geología, recogiendo miles de muestras (especimenes), que guardó en cajas y mandó a Inglaterra para estudiarlas con más profundidad. Más tarde, Darwin comentó que esta travesía fue, «con mucha diferencia, el acontecimiento más importante de mi vida».


27 de diciembre de 1831 Plymouth, Inglaterra

Charles Darwin, de 22 años, se embarca en el HMS Beagle como ayudante del capitán. ‘

«El sufrimiento que soporté debido a los mareos fue mucho mayor de lo que nunca imaginé».


Enero de 1832, Islas de Cabo Verde

Darwin está jubiloso tras sus primeras observaciones. «Caí luego en la cuenta de que quizás podría escribir un libro sobre la geología de los diversos países que visité, y la idea me entusiasmó».


Febrero de 1832

Cruzando el Ecuador

«Hemos cruzado el Ecuador y he sufrido la desagradable operación de ser afeitado... el agente me vendó los ojos y luego lanzaron cubos de agua por todas partes; Me pusieron luego en un tablón que podía inclinarse fácilmente hacia una gran bañera de agua... Todo el barco era una bañera-ducha». El capitán FizRoy escribe: «La desagradable práctica aludida se ha permitido en la mayor parte de los barcos debido al tiempo que lleva realizándose, y aunque muchos la condenan por ser una locura absurda y caprichosa, también tiene muchos defensores».


Cruzando la línea, de T. Landseer.


Febrero de 1832 San Salvador, Bahía, Brasil

Darwin explora la selva tropical por primera vez. «Aquí vi por vez primera una selva tropical en toda su sublime grandeza... nunca experimenté un placer tan intenso». Queda cautivado por la experiencia: «He estado deambulando solo por una selva brasileña: entre tantas cosas es difícil decir qué es lo más sorprendente; la exuberancia de la vegetación lleva consigo el triunfo, la elegancia del césped, la novedad de las plantas parásitas, la belleza de las flores».


Diciembre de 1832 Tierra del Fuego, Argentina

Nativo de Tierra de Fuego

El capitán Robert FizRoy repatría a tres nativos que había llevado Inglaterra en un viaje anterior. FizRoy intenta poner en marcha una misión cristiana que fracasa de forma estrepitosa.


Septiembre de 1832 Punta Alta, Argentina

(Fósil de armadillo gigante o glyptodon)

Darwin se muestra intrigado por los fósiles gigantes que ve. «He tenido muchísima suerte con los huesos fósiles. ¡Algunos animales deben de haber sido muy grandes! Estoy casi seguro que muchos de ellos son bastante novedosos».


Marzo de 1833, Islas Malvinas

Braquiópodos

Darwin califica las áridas y azotadas por el viento islas Malvinas de «desoladas y desdichadas». Pero se anima cuando logra agrietar algunas «rocas de aspecto primitivo» y encuentra fósiles. Las Malvinas estaban llenas de braquiópodos (animales bivalvos) que estaban antiguamente entre los organismos más abundantes de la Tierra.


Agosto de 1833, Río Negro, Argentina

Gauchos cazando ñandúes con bolas

Darwin explora las fértiles tierras bajas llamadas Pampas con los nativos de la zona o «gauchos».

«La independencia de la vida del Gaucho es muy placentera – ser capaz de montar tu caballo en cualquier momento».


Enero-Febrero de 1835 Islas Chiloé, Chile

Darwin es testigo de la erupción del volcán Osorno mientras se encuentra en la isla de Chiloé y experimenta el terremoto en los bosques cercanos a Valdivia. Le afectó mucho contemplar las consecuencias del terremoto. «Creo que este terremoto ha influido más que cien años de erosión normal en la degradación y reducción del tamaño de la isla».


Septiembre-octubre de 1835

Islas Galápagos

Darwin encuentra muchas especies de plantas, pájaros y tortugas endémicos de las islas Galápagos, pero parecen misteriosamente emparentados con especies del continente. Le fascinan y le divierten especialmente las “inmensas” tortugas de las Galápagos. Eran tan grandes que no pudo resistirse a cabalgar sobre ellas. De las muchas iguanas que observa en la Galápagos, la iguana marina es especialmente característica: ninguna otra iguana nada y se alimenta en el océano. Intrigado, Darwin abre los estómagos de varias de ellas y ¡sólo encuentra algas!


Septiembre-octubre de 1835

Islas Galápagos (cont.)

Muchos animales de las Galápagos eran tan raros como su entorno (hábitat), y sus colores a menudo se mimetizaban con la lava de su alrededor. Sin embargo, unos pocos, como el pájaro bobo de patas azules y el cangrejo Sally de pies ligeros, tenían colores brillantes. Los pájaros bobos, cuyo nombre significa «persona estúpida», son famosos por carecer por completo de comportamiento defensivo. De vuelta en Londres, Darwin queda anonadado al comprobar que el grupo de especímenes de las Galápagos que él creía que incluía a muchos pájaros diferentes, pertenecía todo él a los pinzones.


Arriba: Iguana marina

Derecha: Iguana terrestre


Enero de 1836 Sydney, Australia

Al llegar a la cala de Sydney, lo primero que hizo Darwin fue: «felicitarse por haber nacido inglés... es una bonita ciudad». Maravillado por los marsupiales, Darwin se pregunta por qué existe en Australia un grupo completamente diferente de mamíferos.


Abril de 1836 Islas de los Cocos (Keeling Islas)

Estudios sobre el coral, proveniente de la obra de Darwin “Geología de la travesía del Beagle”

Darwin estudia los arrecifes de coral que crecen alrededor de las islas para comprobar su teoría sobre la formación de los atolones. «Estoy contento de haber visitado estas islas; estas formaciones se encuentran con seguridad entre los objetos más maravillosos del mundo».


Mayo de 1836 Mauricio

«Di un tranquilo paseo por la costa norte de la ciudad; la llanura, casi prácticamente sin cultivar, consiste en un campo de lava negra cubierta de de hierba basta y de arbustos, la mayor parte de los cuales son mimosas» observa Darwin.


Junio de 1836 Ciudad del Cabo, Sudáfrica

«En Ciudad del Cabo, lo primero que llama la atención del forastero es la gran cantidad de carretas de bueyes... aún no he mencionado la famosa Table Mountain; esta gran masa de arenisca estratificada horizontalmente, se levanta justo detrás de la ciudad a una altura de 3.500 pies».


Agosto de 1836 Bahía de Pernambuco, sudamérica

Perezoso de tres dedos – Bradipus variegatus

En la jungla sudamericana, Darwin descubre muchas criaturas increíbles. Sin embargo, mareado y echando de menos su tierra, se deprime cuando el Beagle da un rodeo no programado para hacer nuevas mediciones de longitud. «Esta forma de avanzar en zig-zag me resulta muy gravosa... Lo odio. Detesto el mar y todos los barcos que navegan en él».


2 de octubre de 1836 Falmouth, Inglaterra

«Anoche, tarde, llegué a casa. Me encuentro confuso de tanta alegría».

El Beagle medía sólo 27 metros de largo (90 pies) y llevaba a 74 personas y 22 relojes en ¡un espacio muy reducido!

El origen de las especies

Desde su llegada del viaje hasta 1839 Darwin trabajó en la redacción de su diario de viaje y en la elaboración de dos textos sobre sus observaciones geológicas y zoológicas.

En julio de ese mismo año comenzó a escribir un cuaderno de notas sobre la “Transmutación de las especies”.

Sus investigaciones pronto le convencieron de que la selección era la clave del éxito humano en la obtención de mejoras en las razas de plantas y animales.

La posibilidad de que esa misma selección actuara sobre los organismos que vivían en un estado natural se le hizo patente cuando en octubre de 1838 leyó el “Ensayo sobre el principio de la población”, de Malthus.

En sus prolongadas observaciones sobre los hábitos de animales y plantas se le ocurrió que, en la lucha por la existencia, las variaciones


favorables tenderían a conservarse mientras que las desfavorables desaparecerían, con el resultado de la formación de nuevas especies.

A comienzos de 1856 Lyell aconsejó a Darwin que trabajara en el completo desarrollo de sus ideas acerca de la evolución de las especies.

Cuando se hallaba en la mitad del trabajo, recibió un manuscrito que contenía una breve pero explícita exposición de una teoría de la evolución por selección natural que coincidía exactamente con sus puntos de vista.

El texto, remitido desde la isla Ternate, en las Molucas, era de Alfred Russell Wallace, un naturalista que desde 1854 se encontraba en el archipiélago malayo, y que anteriormente había enviado a Darwin un artículo sobre la aparición de especies nuevas con el que éste se sintió ampliamente identificado.

Ante esta situación, y con la intervención de Lyell y el británico Joseph Dalton Hooker, se optó por una solución salomónica: presentar ante la


Linnean Society el 1 de julio de 1858 el manuscrito de Darwin junto al trabajo de Wallace.

Tras trece meses de duro trabajo, quedó por fin redactado el libro “On the origin of species by means of natural selection, or the preservation of favoured races in the struggle for life”.

El día de su publicación (24 de noviembre de 1859), se vendieron los 1250 ejemplares editados.


Llegó al concepto de selección natural al tiempo e independientemente de Darwin.

Realizaron el 1 de julio de 1858 una presentación conjunta ante la Sociedad Lineana de Londres, en la que ambos figuraron como codescubridores.

Su principal publicación es “El archipiélago malayo”

Las implicaciones del darwinismo

Darwin, con el Origen, inaugura la cosmovisión naturalista de la biología.

La selección natural de Darwin introduce en escena el “relojero ciego” que, como en la mecánica celeste de Laplace, hace innecesaria la hipótesis de Dios. La evolución de la vida, al igual que la revolución copernicana había demostrado para el Universo, no se subsume al diseño de Dios. Los fenómenos naturales se esclarecen a partir de las leyes y procesos que se dan en la naturaleza. El proceso de selección natural permite explicar el carácter teleonómico de los organismos biológicos, sin la necesidad de postular una intervención sobrenatural. El pensamiento poblacional, la especiación, la selección natural, son conceptos y procesos naturales que permiten explicar el origen, diversificación y adaptación de los seres vivos.


“El Origen de las especies” da el golpe de gracia a la participación del Creador en la historia de la vida.

La teología natural se consideraba entonces la respuesta a las preguntas relativas a la génesis y a las adaptaciones de los organismos, y la mayoría de los naturalistas del tiempo de Darwin la aceptaba como explicación a la complejidad de las estructuras de los organismos.

Las consecuencias teológicas del evolucionismo darwiniano son si cabe mayor que el heliocentrismo de Copérnico, Galileo y Kepler. Darwin refuta la creación de la vida, la juventud de la Tierra, la teleología cósmica y el antropocentrismo.

Las ideas de Darwin tuvieron un rechazo inicial muy fuerte. Primero por los naturalistas fijistas,


pero principalmente por los teólogos y ministros de la Iglesia.

De las muchas descalificaciones, insultos y caricaturizaciones burlonas de la teoría evolutiva, es bien conocido la del enfrentamiento entre el obispo de Oxford, Samuel Wilberforce, apodado por su oratoria persuasiva y resbaladiza “Sam el jabonoso”, y Thomas H. Huxley, amigo de Darwin y paladín de la teoría evolucionista. La respuesta contundente de Huxley a la pregunta insidiosa de Wilberforce sobre si su antepasado mono provenía del lado paterno o el materno fue inmediata: “estaría en la misma situación que su señoría”.

Coincidiendo con los preparativos del año 2009, el año de Darwin, la Iglesia Anglicana pidió el 15 de septiembre de 2008 disculpas a Darwin por haberse opuesto de manera “excesivamente emocional” a su teoría de la evolución.

La Evolución y la Iglesia católica

Algunos teólogos católicos no sólo aceptarán el evolucionismo como medio empleado por Dios para la creación, sino que lo utilizarán como trampolín hacia una visión teleológica de mayor trascendencia y contenido poético que el creacionismo.

El jesuita francés Theilard de Chardin (1881-1955) propone una versión mística de la evolución, según la cual toda la materia, orgánica e inorgánica, evoluciona intrínsecamente en un sentido direccional, ascendente, hacia una meta final, el punto Omega, un lugar de encuentro de conciencias en perfecta armonía espiritual.

Versiones teístas de la evolución como la de Chardin pueden explicar que la oposición de la Iglesia Católica al evolucionismo fuera menor que la de otras confesiones.

La Evolución y la Iglesia católica

En 1950, el Papa Pío XII declara en la encíclica Humani generis que no hay oposición entre el evolucionismo y la doctrina católica, a pesar de mostrar reservas sobre la “hipótesis evolucionista”.

El 23 de Octubre de 1996 Juan Pablo II reconoce que el peso de la evidencia científica hace que la teoría de la evolución sea “más que una hipótesis”.

Sin embargo, más recientemente, en 2006, y reflejando quizá el auge del pensamiento conservador de los últimos años, el Papa Benedicto XVI declaró en una catequesis en Ratisbona en 2006 que una parte de los científicos se empeñan en demostrar que Dios es “inútil” para el hombre, afirmando que la teoría de la evolución es “irracional”, que el ateísmo moderno nace del miedo a Dios y que el odio y el fanatismo destruyen la imagen de Dios

Darwinismo y Creacionismo

A pesar de la resistencia inicial al darwinismo, a principios del siglo XX la idea de la evolución de la vida era ya aceptada por la mayoría de las confesiones cristianas. Sin embargo, en el sur y el medio oeste de los EE.UU., numerosos grupos de cristianos evangélicos muy activos han intentado repetidamente prohibir la enseñanza de la evolución en las escuelas o compartirla en tiempo y reconocimiento científico con el relato bíblico del Génesis. En tiempos recientes, los creacionistas se han renovado y organizado a través del movimiento del diseño inteligente, ganando adeptos de otras confesiones. La persistencia, 150 años después del Origen de las Especies, de creencias abiertamente anticientíficas es una gran paradoja de nuestro tiempo. La universalización de la práctica de la ciencia no se ha traducido en la adopción de una cosmovisión común del Universo y la vida.

(Lo tenemos a la vuelta de la esquina)

Tras la publicación de la Descendencia del

Hombre en 1871, Charles Darwin fue caricaturizado frecuentemente como un mono.

En España, los hermanos Bosch, propietarios de una destilería, al parecer estaban en contra de la teoría de la evolución y caricaturizaron a Darwin

en la etiqueta del anís del mono en 1872.

Expedición de González Ahedo

Felipe González Ahedo (Santoña, Cantabria, España, 1702 - 1792) fue un navegante y cartógrafo español, conocido por tomar posesión de la isla de Pascua en nombre del Rey de España Carlos III y rebautizarla como isla de San Carlos.

Expedición de González Ahedo

González Ahedo mandó dos barcos españoles, el San Lorenzo y el Santa Rosalía, enviado por el Virrey del Perú, Manuel de Amat y Juniet. Llegaron a la isla el 15 de noviembre de 1770, sólo era la segunda vez que un europeo había visto la Isla de Pascua, y se quedó cinco días, investigando a fondo la costa, y la llamó Isla de San Carlos, tomando posesión en nombre del Rey Carlos III de España. Firmaron solemnemente un tratado de anexión con los habitantes y levantaron tres cruces de madera en la parte superior de tres pequeñas colinas en el volcán Poike. Informaron de la isla como en gran parte sin cultivar, y con una costa bordeada con estatuas de piedra.

Alessandro Malaspina

Expedición de Malaspina

La expedición tenía el objetivo principal de cartografiar el Océano Pacífico y señalar las mejores vías para la navegación. Además, pretendía formar colecciones botánicas, zoológicas y mineralógicas y adquirir objetos representativos de las culturas nativas. A su regreso a España, en 1794, los marinos traían consigo cientos de miles de referencias botánicas y zoológicas.


El 30 de julio de 1789 partieron del puerto de Cádiz las dos corbetas que Malaspina logró que se construyeran para la expedición: “Santa' Justa” y “'Santa Clara”, alias “La Descubierta” y “La Atrevida”.

El de Montevideo fue el primer puerto que pisaron después de atravesar el Atlántico. La ruta continuó por la costa suramericana hasta el cabo de Hornos -pasando por las Islas Malvinas- y prosiguió por la costa oeste del continente hasta que alcanzaron los territorios de las actuales Canadá y Alaska, ignorados por el capitán Cook.

Pero antes, la expedición habría de hacer en el puerto de Valparaíso una de las más importantes incorporaciones a la tripulación: el botánico y polifacético hombre de ciencia nacido en el norte de Bohemia, Tadeo Haenke.


Nunca habían visto nada semejante. Cuando las corbetas españolas “La Descubierta” y “La Atrevida” llegaron en 1792 al puerto de Nutka, en la actual Columbia Británica (Canadá), los nativos de las tribus mowachath y muchalat sólo pensaron en una cosa: llegaba la guerra.


El capitán de las embarcaciones, Alejandro Malaspina, no podía estar más alejado de esas intenciones. Ordenó a su equipo de naturalistas que recogieran plantas y que anotasen los detalles de cuanto animal fuese avistado; a los geólogos, que tomasen muestras del suelo, y a los geógrafos y cartógrafos, que explorasen la península. Él sería el encargado de presentar la expedición ante el jefe Macquinna. «No buscaban el conflicto. Se bajaron del barco y se pusieron a recolectar flores y a cavar en la tierra. Sus viajes eran producto de la curiosidad», dice dos siglos después Mike Macquinna, descendiente de aquel Macquinna y jefe actual de la nación Mowachath-Muchalat, quien el día nueve del mes de mayo de 2006 acudió a la presentación del libro “El Paraíso Ilustrado” en el Instituto Italiano de Cultura de Madrid.


A su regreso a España, los hallazgos científicos y sociológicos de la expedición fueron poco reconocidos. La mentalidad abierta e innovadora que dominaba a Alejandro Malaspina tras sus casi cinco años a bordo de “La Descubierta” le trajo más pesar que gloria. Tan sólo un año después de su regreso fue encarcelado por Godoy por su deseo de renovar la monarquía. Pasó siete años encerrado en el Castillo de San Antón -frente a la costa gallega- y sólo salió de allí a cambio de abandonar sus pretensiones políticas.

Murió en 1810 en Pontremoli (Italia), muy cerca del pueblo donde nació.

Félix de Azara (Barbuñales, Huesca, 1742-1821)

Era ingeniero militar y estaba versado en matemáticas y ciencia moderna, pero no tenía una preparación adecuada como naturalista. Sin embargo, su sólida formación científica le llevó a elaborar una obra naturalista sólida, admirada en toda Europa por su rigor observacional, por sus métodos de clasificación y por sus teorías. La obra de Azara quedó recogida en tres libros fundamentales: Viajes por la América Meridional, editados en París, y en francés, en 1809; Apuntamientos para la Historia Natural de los páxaros del Paraguay y del Río de la Plata, ultimado en 1796 y publicado en 1802; Apuntamientos para la Historia Natural de los cuadrúpedos del Paraguay y del Río de la Plata, que completó al final de sus estancia americana. Esta conversión en naturalista se produjo en 1781, después de haber participado en la guerra contra Argel, fue destinado a Paraguay para demarcar


las fronteras de los territorios colonizados por España, en cumplimiento del tratado de San Ildefonso de 1777 (una redefinición del Tratado de Tordesillas). Abrumado por la exuberante fauna de Suramérica, comenzó a apuntar en un cuaderno sus observaciones, que cuajaron en los libros de Historia Natural citados antes. En algunos de sus viajes por el continente estuvo acompañado por su ayudante José Gervasio Artigas, posteriormente uno de los artífices de las independencias de Argentina y Uruguay.

Como naturalista le llevó a corregir afirmaciones erróneas emitidas por Buffon en su Historia Natural y a ser considerado por algunos autores como precursor de las teorías hereditarias del siglo XIX y de las evolucionistas de Darwin.

Debe hacerse notar que la obra de Azara dio a los naturalistas de su tiempo y a los posteriores un material observacional útil y abundante junto a unos temas sobre los que investigar y reflexionar.


Así, para explicar la aparición de especies idénticas en diferentes continentes, no aceptaba la hipótesis de las grandes emigraciones. Por ejemplo, había observado diferencias entre los animales de una misma especie que no se debían a una causa superficial (Tesis Fijista) sino a una causa interna. El no sabía explicar los mecanismos de la evolución, pero observa que existe, en el ser vivo, la posibilidad de cambiar, con lo cual introduce el desorden, algo que se escapa a la perfecta armonía del universo newtoniano del siglo XVIII y además se acerca al concepto de mutación de la biología moderna. La importancia como naturalista de Azara no está en la formulación de hipótesis, sino en la ruptura del orden científico del siglo XVIII (*), abriendo un abanico de posibilidades a futuros científicos. Desde esta perspectiva podemos afirmar que Azara fue un precedente de la "Teoría de la evolución de las especies" de Darwin.


Darwin cita a Félix de Azara en su “Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo, una quincena de veces. En El origen de las especies, dos. Y en El origen del hombre, una. * Conforme Azara va conformando su propia estructura científica basada en sus observaciones, se va alejando del "Modelo Creacionista" y la "Teoría Fijista" en la que se apoyaban Buffon y los naturalistas de la época. Para ellos, estas teorías eran un fiel reflejo, en las Ciencias Naturales, de las tesis de Newton, quien afirmaba que en el universo rige un orden perfecto al modo de una maquinaria de relojería y que el universo es un sistema cerrado en cuanto a sus posibilidades. Precisamente, en aceptar el orden cerrado, o no, en cuanto a posibilidades, está la clave de la diferencia de los planes de investigación entre los naturalistas del s. XVIII y del s. XIX.

Celestino Mutis

Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada

Celestino Mutis

José Celestino Mutis nace en Cádiz el 6 de abril de 1732 (†1808). Estudia medicina en su ciudad natal y en Sevilla, y algún tiempo ejerce en Madrid. En su formación naturalista y botánica influyeron su mentor Pedro Virgili, director del jardín botánico del Real Colegio de Cirugía de la Armada, el joven botánico


Celestino Mutis

Pehr Löfling, discípulo de Linneo, que coincidió en Cádiz con Mutis y que había sido enviado a España por el sabio sueco para difundir su sistema de clasificación biológica. Carlos III le encomienda en 1783, la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada (Virreinato español que comprendía prácticamente los actuales estados de Panamá, Colombia, Venezuela y Ecuador. Su capital era Santa Fé de Bogotá). Cuando Mutis parte para América lleva consigo una sólida formación botánica pero lleva sin duda algo mucho más importante: la voluntad de proyectar en América todo ese conjunto de conocimientos adquiridos. A ello va a ayudarle el obsequio que ha recibido antes de partir de otro discípulo de Linneo, el botánico Klas Alströmer. Se trata de las joyas bibliográficas del autor sueco: el “Systema Naturae”, la “Philosophia Botanica” y las “Species Plantarum” que constituyen, en su conjunto, la piedra roseta de la botánica moderna.


Celestino Mutis


Celestino Mutis y Linneo

Cuando Mutis envió ejemplares herborizados de esta planta a Suecia, a casa de Linneo, éste no daba crédito a sus ojos.

Se sentó, tomó la lupa y revisó a placer los detalles de un ejemplar que le pareció sorprendente y nunca visto.

Era la primera vez que encontraba zarcillos en una planta de la familia de las compuestas.

Agarró la pluma y escribió a Mutis de inmediato: «jamás he visto una planta tan particular, su flor es de singenesia, presenta zarcillos, las hojas son compuestas y tomentosas, el aspecto es de clemátide; ¿pero quién había visto una planta semejante en este orden natural? La llamaré Mutisia y así su nombre inmortal no lo podrá borrar el tiempo».

Hoy hay descritas ya más de cien especies de Mutisia.


Celestino Mutis y Linneo

Como dato curioso sobre la importancia de los conocimientos y descubrimientos de Mutis en la biblioteca de Ciencias Biológicas de la Universidad de Upsala (Universidad en la que Carlos Linneo elaboró la taxonomía general de los seres vivos), en la pared del fondo estaba ocupada por dos retratos: uno era de pequeño tamaño y correspondía al sabio sueco, natural de Upsala, Carlos Linneo; el otro, de mayor tamaño, correspondía al botánico José Celestino Mutis.


Celestino Mutis y Darwin

El científico gaditano es mucho menos conocido que Darwin y, sin embargo, figura con él en el panteón de ilustres pioneros de las ciencias y la razón. Hasta hay hilos históricos y biográficos que los unen.

A principios del XIX, Darwin era un admirador, y lo tomaba como ejemplo, de uno de los grandes sabios de la época, el barón alemán Alexander von Humboldt, quien había realizado expediciones sentando las bases de una nueva forma sistemática de estudiar la naturaleza.

Humboldt fue un adelantado de la Ecología y era un dios para Darwin, pero ocurre que a quien admiraba aquel alemán era a un sacerdote español instalado en Bogotá: José Celestino Mutis. Humboldt se carteó con él durante años intercambiando inquietudes y conocimientos. Y fue a buscarlo a Bogotá cuando sus viajes lo llevaron a la América española. Con él se quedó dos meses aprendiendo todo lo que sobre la flora tropical sabía el científico gaditano.


Celestino Mutis y Darwin

Mutis con sus escritos, diario y su inmensa biblioteca de más de 9000 volúmenes que Humboldt calificó como la mayor biblioteca privada del mundo después de la de Joseph Banks, presidente de la Royal Society. Alexander von Humboldt


Celestino Mutis

Mutis es un referente indispensable para entender los viajes naturalistas del siglo XVIII, impulsó la cultura y el conocimiento en Latinoamérica, fundó estudios como la cátedra de matemáticas en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario de Santa Fé, en la que enseñó matemáticas y astronomía. Realizó la primera traducción de los Principia Mathematica de Newton al castellano (aunque nunca llegaron a publicarse). Promovió la construcción del primer observatorio astronómico americano en Santa Fé, desarrolló nuevas técnicas en la mineralogía, practicó la medicina e hizo importantes estudios sobre la quina siendo uno de los primeros en reconocer sus virtudes medicinales.

Un último rasgo hay que destacar en la vida y en la obra de José Celestino Mutis. Se trata del equilibrio que manifiesta entre su actividad como hombre de acción capaz de trabajar en contacto con la naturaleza y su actividad como hombre de ideas y pensamiento.

Información sobre las expediciones

Las expediciones científicas del siglo XVIII tenían como fundamental objetivo observar y describir una naturaleza desconocida susceptible de una futura explotación y aprovechamiento. Es posiblemente la primera vez que el conocimiento científico es visto como fuente de poder y base del desarrollo económico de los pueblos. Algunas expediciones como la de Mutis son de carácter regional que busca el conocimiento del propio territorio en el que el científico que la dirige vive y desarrolla su actividad. La singularidad de este hecho no merma en absoluto rigor científico a la expedición, la cual aporta además de información concreta sobre la flora y la fauna de la región, conocimiento y aplicaciones de consecuencias universales.

Flora del Nuevo Reyno de Granada

Roseta basal, hojas e inflorescencia de podostemác


Planta, flor y fruto de zingeberáce


'Pontederia rotundifolia en su hábitat


Hábito completo de una ciperácea


Detalle de las inflorescencias de una caldasia


Composición sobre un pteridofito


Desarrollo del esporofito en un musgo


Rama y flores de Heliconia

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