Todo Lo Que Quiero Para Navidad Eres Tu

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TODO LO QUE QUIERO PARA NAVIDAD ERES TU Nira - ¿Ya has terminado con las compras? -. Su madre la recibía sorprendida de ver a su hija, enemiga declarada de las tiendas, llegar a su casa con las manos repletas de bolsas. - Como detesto salir de compras, y más en estas fechas. Ahí fuera hay una multitud con una única idea en la cabeza: comprar y comprar y después de comprar, comprar más -. - Hija, siempre quejándote. Déjame ver lo que has traído, ¿compraste lo de tu sobrino? -. Dejó pasar a su hija para ojear cada una de aquellas grandes bolsas con la curiosidad de una niña. - ¡Oh, dios mío!, sabía que algo se me olvidaba. Tendré que salir otra vez, pero hoy no. Me niego a enfrentarme una segunda vez con esa jauría - protestó, al tiempo que se dejaba caer sobre el sofá del salón soltando las bolsas por toda la habitación - Está todo empaquetado, no creo que puedas ver nada -. Su madre miraba curiosa el interior de las bolsas. Le encantaban estas fiestas, y disfrutaba aún más con los regalos. Se sentía rejuvenecer. - Vaya, aquí hay una cajita sin empaquetar, ¿para quién lo has comprado? - preguntó mientras rápidamente la cogía y la abría para sacar de su interior una cajita de música - Es una preciosidad -. Se trataba de una bola de cristal en cuyo interior había una calle en miniatura adornada por minúsculos motivos navideños. Delante se alzaban dos figuras que representaban a dos personas, separadas la una de la otra y que miraban hacia el frente. - ¿De dónde ha salido eso?, yo no lo he comprado - dos ojos azules se abrían sorprendidos y miraban fijamente el objeto que su madre tenía entre las manos. - ¿Cómo que no?... ¡Laura, dime que no lo habías comprado para mí! -.

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Uber XGTodo lo que quiero para navidad eres tú: Nira Laura se conocen un día haciendo las compras de navidad pero curiosamente están ligadas por una bola de cristal en donde se muestran la figura de las dos.

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TODO LO QUE QUIERO PARA NAVIDAD ERES TU

Nira

- Ya has terminado con las compras? -.

Su madre la reciba sorprendida de ver a su hija, enemiga declarada de las tiendas, llegar a su casa con las manos repletas de bolsas.

- Como detesto salir de compras, y ms en estas fechas. Ah fuera hay una multitud con una nica idea en la cabeza: comprar y comprar y despus de comprar, comprar ms -.

- Hija, siempre quejndote. Djame ver lo que has trado, compraste lo de tu sobrino? -.

Dej pasar a su hija para ojear cada una de aquellas grandes bolsas con la curiosidad de una nia.

- Oh, dios mo!, saba que algo se me olvidaba. Tendr que salir otra vez, pero hoy no. Me niego a enfrentarme una segunda vez con esa jaura - protest, al tiempo que se dejaba caer sobre el sof del saln soltando las bolsas por toda la habitacin - Est todo empaquetado, no creo que puedas ver nada -.

Su madre miraba curiosa el interior de las bolsas. Le encantaban estas fiestas, y disfrutaba an ms con los regalos. Se senta rejuvenecer.

- Vaya, aqu hay una cajita sin empaquetar, para quin lo has comprado? - pregunt mientras rpidamente la coga y la abra para sacar de su interior una cajita de msica - Es una preciosidad -.

Se trataba de una bola de cristal en cuyo interior haba una calle en miniatura adornada por minsculos motivos navideos. Delante se alzaban dos figuras que representaban a dos personas, separadas la una de la otra y que miraban hacia el frente.

- De dnde ha salido eso?, yo no lo he comprado - dos ojos azules se abran sorprendidos y miraban fijamente el objeto que su madre tena entre las manos.

- Cmo que no?... Laura, dime que no lo habas comprado para m! -.

- No, mam, te digo que yo no he comprado eso. Se le debi caer a alguien o, quizs, la chica de la tienda me lo metera en la bolsa por equivocacin -.

Cogi la cajita y la mir con extraeza descubriendo en la parte inferior de la base una pequea rueda. Enseguida la hizo rodar y la msica inund la estancia mientras las bolitas de nieve volaban enloquecidas en el interior del cristal.

- Extraa cancin para uno de estos chismes navideos - Coment al tiempo que frunca el ceo, nunca le haba gustado el sonido de esas cajas.

- No me suena... cul es? - pregunt la madre curiosa y maravillada a la vez.

- Creo que es... All I want for christmas is you... me parece -.

- Con razn no la conozco, es que ya no ponen blanca navidad, o noche de paz, o alguna de esas canciones tan bonitas -.

Laura sonri, pues estaba segura de que su madre jams haba odo esa cancin y adems no haba entendido ni una palabra. El ingls no era su fuerte. Recogiendo con desgana las bolsas, se dirigi a el que hasta haca slo un ao haba sido su cuarto. Aunque tena su propio apartamento siempre le gustaba guardar los regalos en la casa de sus padres, as los tendra a mano cuando se reuniera la familia el da de reyes.

*****

Faltaban an dos semanas para Navidad pero las calles ya estaban repletas de gente que entraban y salan de las tiendas con bolsas y paquetes en las manos. Se sent un momento para admirar la que sin duda era su calle preferida por estas fiestas. En general, toda la zona del centro de la ciudad era adornada con diversos motivos luminosos pero, no saba por qu, a esta calle le prestaban siempre una especial atencin. O, por lo menos, as lo senta ella. No era la principal y las tiendas ms importantes se encontraban en una paralela, pero mucha gente tena que pasar por all. Haca slo un par de aos que la haban hecho peatonal, de manera que era mucho ms fcil pasear, sin tener que fijarse continuamente en los coches que la atravesaban.

No era muy larga, a penas 200 metros, y ms bien estrecha. Tena edificios de siete u ocho plantas a ambos lados y varias calles que la cruzaban. Una hilera de rboles a cada lado formaban un pasillo y entre ellos, se situaban bancos de madera que normalmente estaban siempre ocupados por cansados compradores. As como farolas cuya luz era absorbida por la inmensa luminosidad que producan los diversos adornos colocados aqu y all, a lo largo de toda la calle. Los rboles estaban cubiertos de hilos de colores y de sus ramas colgaban figuras parpadeantes, rojas, azules, verdes, que representaban paquetes de regalo, Pap Noel, la estrella de Navidad, bastones de caramelo y dems motivos. Hasta las mismas farolas se vean abrigadas por un hilo luminoso dorado desde la base hasta la copa.

En un golpe de suerte haba encontrado un banco vaco y aunque no estaba cansada, pues acababa de llegar, se sent slo para admirar y disfrutar de las vistas, de los colores, de las caras de los nios que desde sus cochitos alzaban las manitas, sonriendo y gritando, en un intento por tocar las luces. La ilusin de los nios, eso era lo maravilloso de la Navidad. Se relaj y sonri, haciendo brillar an ms esos ojos verdes que tanto admiraba todo aquel que la conoca.

De repente, pens en todo lo que tena que comprar, y de un salto se levant, tropezando con una mujer que en ese momento pasaba a su lado y haciendo que una de sus bolsas se cayera al suelo derramando parte de los paquetes que contena.

- Oh, lo siento!, lo siento mucho, de verdad que lo siento - se disculpaba una y otra vez mientras se agachaba rpidamente para recoger los paquetes - Haba algo frgil? - pregunt con preocupacin.

- Por suerte, no, siempre se levanta usted con tanto mpetu? - dijo Laura mientras se colocaba junto a la mujer rubia que estaba metiendo los paquetes en la bolsa.

- Perdone, estaba absorta con las luces y me he acordado de repente de algo - dijo avergonzada - Esta cajita es suya? -.

En ese momento se gir para encontrarse con los ojos ms azules que jams haba visto. Ambas se miraron fijamente durante unos segundos incapaces de reaccionar. De repente comenz a sonar una meloda que proceda del interior de la caja que an sostena en sus manos, lo que hizo que ambas despertarn al mundo real.

- No, no es ma -.

- Creo que s, me parece que la vi salir de su bolsa... tiene una bonita meloda, a qu me suena? -.

- All I want for Christmas is you - le contest la morena sorprendindose a si misma.

- Es verdad, es esa -.

Laura cogi la cajita asombrada. La abri y volvi a ver la misma bola de cristal con las mismas figuras en su interior pero algo haba cambiado y no saba el qu.

- Vaya, es preciosa!, esa calle se parece mucho a esta - dijo la mujer ms baja.

- Pero, cmo ha venido a parar aqu esta caja?... si la haba dejado en mi casa... cmo - balbuce la morena.

- Perdn, cmo dice? -.

- Nada, nada, no importa. Gracias por ayudarme a recoger las cosas -.

- De nada, y perdone nuevamente -.

- No se preocupe, hasta luego-.

- Adis -.

Se qued mirando a la rubia mientras se alejaba y volvi a dirigir su mirada haca la caja que sostena en su mano. No sala de su asombro. La caja estaba en casa de sus padres, ella no se la haba llevado. Adems cuando sali slo llevaba su bolso. Seguramente es otra caja distinta, pens, debe estar de moda estas navidades, y por alguna extraa razn ha ido a parar una vez ms dentro de mi bolsa. De hecho, estaba diferente. Era una persona demasiado curiosa como para dejarlo pasar sin ms, as que se par en frente de un escaparate y con cuidado sac la caja de msica de su envoltorio, mirndola detenidamente. Las dos mujeres estaban ahora una enfrente de la otra, mirndose, pero alejadas casi a la distancia de un dedo.

- Jurara que estas dos figuras estaban mirando al frente - pens - Puede ser slo que se muevan con la msica, en eso no me fij ayer -.

Volvi a guardar la caja en la bolsa y decidi no darle mayor importancia. Se centr en la siguiente tienda dnde tena que ir. Qu le faltaba?. S, s el regalo de su revoltoso sobrino. Tena once aos y era, ante todo, un goloso. As que lo primero sera comprarle algunas golosinas que normalmente no tena la oportunidad de comer.

Gir por la primera bocacalle a la izquierda y sigui recto, cruzando la plaza de la iglesia, que estaba igualmente adornada con flores de Pascua, era una lstima que esta flor durara tan poco pues le daba mucha vida al jardn. Se par un momento buscando la vieja tienda de golosinas a la que su padre sola llevarla de pequea. No era muy grande pero tenan de todo, y no la conoca demasiada gente por lo que tampoco estara abarrotada.

Cruz la pequea puerta de madera sin dejar de mirar el pequeo escaparate dnde un Pap Noel hecho enteramente de caramelos y gominolas, sonrea a quin quera mirarle. Y, la verdad, una golosa como ella no poda evitarlo y sonrer con l. La tienda era en forma de ele y estaba adornada entraablemente, con enormes cestas de caramelos a ambos lados, y amplias estanteras con cestas ms pequeas que contenan todos los tipos de frutos secos que se pueda imaginar. Las paredes estaban pintadas en tonos suaves que contrastaban con la madera que cubra el suelo. Al fondo, en la esquina, haba un pequeo mostrador, con una antigua caja registradora y, a su lado, un bote con largos bastones de caramelo. Del techo colgaban estrellas doradas y plateadas que combinaban con cintas verdes y rojas estiradas de un lado a otro de la tienda.

Le extra no ver a nadie sentado en el mostrador, y descuidadamente gir en el pasillo que quedaba a su derecha para tropezarse de bruces con una mujer que miraba distradamente una de las cestas.

- Ay, perdn!, lo siento -.

- Vaya, ahora s es verdad que no he sido yo -.

A causa del golpe la cajita de msica comenz a sonar otra vez haciendo sonrer a la joven rubia con la que haba tropezado. Laura la mir encontrndose con unos ojos como nunca la haba visto, sin contar, por spuesto, pocos minutos atrs. El sonido de la caja envolva por completo la habitacin mientras las dos mujeres se miraban sin poder apartar la vista la una de la otra.

- Vaya, pero a quien tenemos aqu!, si es la pequea Laura! - Un anciano de pelo blanco y blanco bigote, apareci en escena rompiendo el embrujo del momento.

- Ho... hola, Paco - le dijo Laura al tiempo que se giraba para encontrarse con los brazos del hombre que la apretaron con dulzura.

- Bueno, eso de pequea es ms una mana ma, mira que has crecido, muchacha!, cunto mides?, 1,80?, te has hecho toda una mujer y guapsima adems, ay si yo tuviera 30 aos menos!

Paco la conoca desde que era un nia. Era un hombre encantador y siempre la haba tratado como si fuera su nieta. De repente, la msica haba dejado de sonar, y Laura mir extraada el interior de su bolsa.

- Hola Karen!, no te haba visto, qu casualidad que sean amigas! - Paco salud a la rubia con otro dulce abrazo.

- Bueno, en realidad... - contest Karen - slo nos hemos tropezado un par de veces, verdad? - le gui un ojo a la alta morena.

- Pis - le sonri Laura sin saber muy bien qu decir, por alguna razn se encontraba de repente como un flan - Se conocen? -.

- Desde hace un par de aos, siempre vengo a esta tienda a comprar para mis nios - la sonrisa de aquella mujer le iluminaba la cara ms que cualquiera de los adornos que Laura haba visto - Por cierto, Paco, tienes ya las cajitas que te ped? -.

- Claro que s, preciosa. Voy al almacn y te las traigo en un momento -.

Paco se dirigi al fondo del pasillo desapareciendo tras una vieja puerta de madera al tiempo que se le oa rebuscar entre cajas. Las dos mujeres se miraron y se sonrieron.

- Es un sol de hombre, verdad? - coment la morena que no poda dejar de mirar a la joven mujer.

- S, s que lo es, vienes mucho por aqu? -.

- No demasiado, pero cuando era pequea era una parada fija para mi padre y para m. Ahora estoy buscando golosinas para regalarle a mi sobrino -.

- Ah!, en eso puedo ayudarte si quieres -.

- En serio?, me vendra bien un poco de ayuda - minti, pues se conoca la tienda como su propia casa.

Se entretuvieron durante media hora ms, analizando las golosinas y seleccionando las que ms podan gustar al sobrino de Laura, al mismo tiempo que Karen terminaba de comprar las suyas. Las dos se despidieron de Paco con un beso y salieron de la tienda.

- Bueno ha sido un placer - se despidi de mala gana.

- Oye... este... como me has ayudado tanto, pensaba que quizs... bueno, quizs poda... poda invitarte a algo, ir a tomar un caf o algo as - pregunt Karen que de repente encontr algo interesante que mirar en la baldosa sobre la que se encontraba.

- Vale, me vendr bien tomar el aire un poco y relajarme - contest Laura contenta porque Karen hubiera sido capaz de dar el paso que ella misma no estaba segura de atreverse a dar.

Caminaron varias calles, esquivando al gento que haba aumentado segn se acercaba la hora de salir del trabajo. Durante todo el trayecto no pararon de hablar, se encontraban muy cmodas la una con la otra, como dos viejas amigas que acabasen de encontrarse. Se dirigieron a un parque cercano, aunque ms bien, era una plaza, y se sentaron en una de las mesas por fuera del bar situado en una de las esquinas.

Era el nico parque que se encontraba en la zona centro de la ciudad. La tierra era de un color rojizo y tena un camino redondo de baldosas grises que daba la vuelta al recinto, grandes bancos de madera verde se encontraban a un lado del camino a la sombra de frondosos rboles, y en el centro reinaba una gran plazoleta en donde un grupo de nios se disponan a cantar villancicos bajo la atenta y orgullosa mirada de sus padres que, de pie, ocupaban la mitad del terreno.

- Y dime, cuntos hijos tienes? - pregunt Laura, mientras soplaba suavemente en un intento de enfriar el cortado que le acababan de servir.

- Hijos? -.

- S, antes te o decir... uy, qu caliente esta esto - dijo dejando la taza nuevamente sobre la mesa-.

- S, habr que esperar un poquito o nos quemaremos la lengua. Aunque creo que para m es algo tarde - dijo Karen mientras sacaba la lengua intentando comprobarlo con sus propios ojos, gesto que provoc una risa en ambas.

- Te o decir que comprabas las golosinas para tus nios -.

Karen no pudo ms que echarse a rer ante la seriedad de Laura con el comentario.

- No, no es eso. Vers, yo soy profesora de preescolar, doy clase a nios de 4 aos y por Navidad siempre me gusta comprarles golosinas, y tambin en fin de curso. En fin, en fechas sealadas, sabes? -.

Karen miraba fijamente a Laura mientras hablaba, maravillndose cada vez ms con la belleza de aquella desconocida mujer. Laura era muy guapa, tena el pelo largo y negro, con mechones que le caan suavemente sobre la cara mientras revolva su taza intentando enfriar el lquido, y unos ojazos azules que se le clavaban en el alma cada vez que la miraban. Era alta y atltica, tena cuerpo de modelo. "Seguro que frecuenta mucho el gimansio" - pens. Slo haca un par de horas que la conoca pero senta que poda hablar con ella de lo que quisiera, que la conoca de siempre. Nunca haba tenido esa sensacin antes y en el fondo le asustaba un poco.

- Para eso eran tantas cajitas? - pregunt Laura, que por fin haba podido probar algo de su cortado.

- Efectivamente. Voy a estar por lo menos dos das llenndolas, cada una debe contener exactamente las mismas cosas y en la misma cantidad. Si no, puede formarse una pequea batalla. Tienen slo 4 aos pero se la saben todas. Qu edad tiene tu sobrino? -.

- Diez, y es un autntico bicho. Todava tengo que comprarle algo ms -.

- Podemos ir si quieres - Karen estaba sorprendida con ella misma, no poda creerse lo que estaba haciendo, sobre todo porque le sala natural, no era incmodo ni forzado.

- No s si ir hoy, estoy algo cansada. No me gusta nada ir de tiendas, sabes? -.

- No?, pues lo debes de pasar mal en estas fechas. A m me encanta, soy muy presumida para esas cosas - contest un poco decepcionada ante la expectativa de que aqu terminase la velada.

- Bueno, pues si quieres, puedes venir conmigo maana y me ayudas con el regalo de mi sobrino - Laura senta que le tocaba a ella dar el siguiente paso y echarle una mano a Karen.

- Va... vale -.

Karen segua sin creerse lo que estaba pasando.

- Podras ensearme la caja de msica?, estoy pensando en comprarle una igual a mi madre, le encantan esas cosas -.

- S, claro... pero no puedo decirte dnde comprarlas. En realidad me la encontr ayer en casa de mis padres, metida en las bolsas que traa de la calle. No s como lleg all -.

Mientras hablaba sacaba la caja de msica y la dejaba sobre la mesita del bar. Casi grit cuando la vio.

- No puede ser!!, eso no estaba as!! -.

- Qu pasa?, est rota o algo? - pregunt Karen sorprendida por la reaccin de Laura.

- Dirs que estoy loca pero creo que estas figuras se mueven -.

- Qu se mueven? - sonri - Bueno, supongo que con la msica, no? -.

Las dos figuras seguan mirndose la una a la otra pero ahora se encontraban sentadas sobre dos sillas, e incluso un poco ms cerca que antes, pero eso Laura no lo lleg a apreciar.

- Me estoy volviendo loca. Me creas o no estas figuras cuando las vi ayer con mi madre estaban las dos mirando al frente, cuando me tropec contigo antes, la primera vez, estaban mirndose la una a la otra, y ahora... estn sentadas en una silla - No lograba entender nada.

- Creo que s - Karen mir muy seria la caja y despus a la morena fijamente - Te ests volviendo un poco loca - sonri - A ver yo he escuchado esa msica hoy dos veces si mal no recuerdo, es perfectamente normal que se hayan movido -.

- S, supongo, puede ser algo as - Laura mir a Karen avergonzada de parecer una loca - Vaya impresin te estoy dando, debo parecerte una loca total -.

Karen tuvo que morderse la lengua para no decir lo que en realidad le estaba pareciendo Laura, en lugar de eso mir atentamente la pequea cajita.

- La verdad es que es muy bonita, qu pena que no sepas dnde comprarla -.

Se despidieron una hora ms tarde. Laura llev a Karen a su casa en el coche y quedaron para verse al da siguiente.

*****

Durante las dos semanas siguientes no dejaron de verse un slo da. Siempre encontraban algo que hacer juntas, alguna excusa para verse de nuevo. Entre ellas haba surgido una complicidad que no podan entender pero que tampoco necesitaba explicacin. Se sentan atradas la una por la otra y ambas tenan los mismos problemas para decrselo a la otra. Por ahora se conformaban con estar juntas como amigas, pero saban que as no podan durar demasiado tiempo. No era suficiente para ninguna de las dos.

*****

Laura se levant sobresaltada. Intent calmarse y mir la hora, las 3:30 de la maana. Haba sido una pesadilla!, dios mo, pareca tan real!. Su corazn empezaba a calmarse cuando de repente escuch un sonido. Al principio era muy suave pero poco a poco se increment hasta que fue capaz de identificarlo.

- Es la caja de msica!! - grit en voz alta.

Se levant asustada y se dirigi al saln en cuya mesa central haba dejado, a modo de adorno, la bola de cristal. No la haba vuelto a ver en dos semanas, y no entenda como ahora poda estar sonando. Encendi la luz y se qued horrorizada ante lo que vean sus ojos. Sin saber por qu corri a su habitacin y cogi el mvil o celular donde tena el nmero de Karen grabado. No dejaba de sonar pero nadie responda.

- Karen, Karen!!, por dios, por lo que ms quieras, contesta!! -.

Sin saber muy bien lo que estaba haciendo abri el armario y sac unos vaqueros y un suter. Se visti lo ms deprisa que pudo y se calz unos tennis, sin soltar por un momento el mvil que permaneca pegado a su oreja sonando. Una vez estuvo vestida cogi las llaves de su coche y sali corriendo al garaje donde estaba aparcado.

En el saln, sobre la mesa, descansaba la caja de msica. En su interior segua la calle iluminada con pequeos adornos, mientras que las dos figuras ya no estaban sentadas. La primera que representaba una mujer de pelo negro y largo estaba arrodillada con las manos en la cara, mientras que la segunda mujer de pelo rubio y corto estaba tumbada en el suelo sobre un charco rojo. La msica segua sonando.

De repente la puerta del apartamento volvi a abrirse y Laura corri hacia el comedor, cogiendo la caja de msica que, al momento, dej de sonar, y volvi a salir. Arranc el coche poniendo la bola de cristal en el silln de al lado del conductor. Las figuras seguan en la misma posicin pero el charco rojo haba aumentado de tamao.

Sin saber por qu, condujo hacia la casa de Karen. Estaba situada a las afueras de la ciudad y la primera vez que la vio le haba gustado pero no entenda como Karen poda vivir sola en una casa tan grande. Le haba confesado se senta sola pero le gustaba su independencia y su ilusin fue siempre vivir en una casa. As que cuando un amigo le dijo que se la venda a un buen precio no lo dud, era una buena oportunidad. Haba comprado la alarma ms ruidosa que existe en el mercado pero, le confes, a veces fallaba. Tena que llamar al tcnico. Laura rezaba porque lo hubiese hecho mientras se acercaba a la casa. En ese momento casi choca con una furgoneta que circulaba a gran velocidad y en sentido contrario.

Aparc justo en frente y volvi a mirar en el interior del cristal. La figura arrodillada tena la cabeza apoyada en el cuerpo de la que estaba tumbada y ahora s pudo darse cuenta que el charco rojo creca. No tena tiempo para pensar en todo lo que estaba pasando, corriendo se dirigi a la puerta principal de la casa. Se asust mucho al verla entreabierta, alguien la haba forzado. Con el mvil en la mano marc el nmero de la polica mientras, sin dudarlo un instante, corri dentro de la casa llamando a Karen.

Al entrar en la cocina completamente oscura, tropez cayndose al suelo. En ese momento se oy una voz al otro lado del telfono. Laura le contest indicndole la direccin exacta de la casa para que mandasen a alguien enseguida. Se levant y encendi la luz para percatarse horrorizada que con lo que haba chocado era el cuerpo de Karen. Un ligero susurro le indicaba que segua con vida.

- Siem... pre te... tropiezas... con... migo - susurr Karen entre muestras de dolor pero esbozando una leve sonrisa.

Se hallaba tumbada en el suelo de la cocina en posicin fetal, apretndose la barriga, y acostada en un charco de sangre. Laura se arroj al suelo y levant con cuidado a la persona de quien se haba enamorado, abrazndola y dndole nimos.

- Aguanta, cario. La ambulancia ya est en camino... mi amor, aguanta, por lo que ms quieras - Laura no poda contener sus lgrimas que brotaban con total libertad - No me dejes sola, no te vayas -.

- Te... quie... ro - logr decir Karen con un hilo de voz.

- Y yo a ti, mi vida. Escucha, la ambulancia ya est aqu, lo oyes? -.

Sin embargo, Karen no poda escucharla. La polica entr pistola en mano para encontrarse con la imagen de dos mujeres abrazadas sobre un charco de sangre. Tras ellos lleg al fin la ambulancia.

*****

Se dispona a tomarse su segundo caf cuando volvi a mirar a la caja de msica. Las figuras seguan en la misma posicin pero ya no haba ningn charco rojo. Tras cuatro horas en la sala de espera ya no saba que pensar, no saba si aquello era una buena seal o no, si haba dejado de sangrar o es que ya no le quedaba sangre. Intent donar pero le fue imposible su tensin era demasiado baja y no se lo permitieron.

Volvi a mirar por la ventana para observar una vez ms la fila de montaas que rodeaban al hospital. Haca dos horas que haba amanecido, pero Laura era incapaz de ver otra cosa que no fuese la cara de Karen. Desde que la haba conocido de forma tan fortuita no haba dejado un momento de pensar en ella, incluso cuando estaba con ella. Recordaba la maana que se haba presentado sin avisar en su casa para ayudarla con las cajitas de golosinas para sus nios, como ella los llamaba. Se haban redo mucho y le haba enseado una foto de toda la clase, y los regalos que le haban echo por su cumpleaos alguno de los padres. Tena un corazn tan grande que slo esperaba que pudiese aguantar esto.

Las lgrimas le rodaban por la mejilla. Esa noche la alarma haba vuelto a fallar con tan mala suerte que unos ladrones que pasaban por la zona se dieron cuenta de ello. Les fue fcil entrar en el momento en que Karen se preparaba un chocolate en la cocina. Mientras dos llenaban las bolsas con lo que podan el otro se acerc a Karen con lascivas intenciones, para defenderse le dio una patada, con todas sus fuerzas, dnde ms le poda doler. Lo dej en el suelo y cuando intent escapar, este la cogi de una pierna y la lanz contra la pared, tropezando y cayendo al suelo, momento en que le asest dos pualadas. Cuando estuvieron llenos se fueron y casi tropezaron en su huida con Laura. Dos horas ms tarde los haban cogido gracias a la descripcin de un vecino que pudo coger la matrcula de la furgoneta.

- Disculpe, es usted familia de Karen Santos? -.

Laura se volvi, abandonando con brusquedad sus pensamientos e intentando enjuagarse las lgrimas. La pregunta la haba hecho un hombre joven de unos 35 aos ataviado con una camisa y pantalones verdes reglamentarios que cubra con una bata blanca. Unos ojos marrones serios la miraban fijamente detrs de unas gafas.

- Es mi amiga - contest, sin ms explicacin.

- Bien. Su amiga ha entrado muy grave y nos hemos visto obligados a operarla de urgencia -.

- Por favor, perdneme, pero intente ir al grano - Laura se preparaba para lo peor.

- Ha sido un milagro. No sabemos cmo pero su amiga se ha salvado y va a salir de esta. Deber permanecer en el hospital al menos dos semanas en recuperacin, dentro de un momento la subirn a planta. Estar en traumatologa, en la planta ocho. La habitacin exacta no lo s, la enfermera la avisar -.

Laura no saba que decir, slo poda llorar y sorprendindose a si misma, se vio abrazando al joven mdico que no poda ms que sonrer.

- Ha sido un milagro de Navidad - Sonro el mdico.

La felicit y volvi a su trabajo, no sin antes recibir las gracias de una alta morena que luca una esplndida sonrisa, por primera vez, desde que haba entrado en aquella fra sala.

*****

Karen abri los ojos muy despacio intentando acostumbrarse a la luz que entraba por el gran ventanal que tena a su derecha. Dnde estaba?, no recordaba nada. A medida que iba despertando tambin lo fueron haciendo sus recuerdos. Record la agresin, volvi a sentir el fro acero que le cortaba por dentro, y la voz de Laura mientras la abrazaba con fuerza y con dulzura a la vez. De repente, esa misma voz, volvi a resonar en su cabeza.

- Hola cario -.

Gir la cabeza despacio para encontrarse con esos ojos azules que tanto amaba, sinti unos dedos que se entrelazaban con los suyos y levantaban con suavidad su mano para ser besada por unos labios no menos suaves.

- Hola... quin... eres... t? - dijo casi en un susurro. Por alguna razn no poda hablar muy alto.

Laura se sorprendi y le pregunt, un poco asustada.

- No me recuerdas? -.

- Bueno... creo que... te recor... dara mejor... si trope... zaras... con... migo - dijo, mirndola fijamente al tiempo que le guiaba un ojo.

- Pero sers tonta!!, no sabes el susto que me has dado! - suspir aliviada Laura - Lo he pasado muy mal, sabes?... he sentido miedo -.

- Tam... poco es... tan malo... que no te re... cuerden - sonri Karen - podras... men... tirme... y no lo... sabra -.

- Sern idiota - le sonri - Ha sido horrible, cre que te perda, Karen, que me quedaba sola otra vez -.

Karen le hizo un gesto a Laura para que se acercase. Esta se incorpor un poco, y otro poco, y un poquito ms, hasta que las manos de Karen le cogieron la cara acercndola con suavidad y estuvo a escasos centmetros de la suya.

- Te... quiero -.

A continuacin apret sus labios con suavidad contra los de Laura que temblaban por la emocin mientras no poda evitar que una lgrima rodase por su mejilla. Esa lgrima fue atrapada por los dedos de Karen que le limpiaron suavemente el pmulo.

- Te amo, Karen - Laura le devolvi el beso.

- Qu da es hoy? -.

- 24 -.

- Noche... buena?, debe... ras... estar... ce... nando... con... tu... fa... mi... lia? -.

- Ya he hablado con ellos y les he explicado que lo que ms quiero est aqu, enfrente de m ahora mismo, y no puedo celebrar nada sin ella -.

Karen sonri y le apret fuerte la mano.

- Es curioso... hemos comprado muchos... regalos juntas y... no tengo... ninguno... para ti. - respir un poco.

- Ya me has dado el mejor regalo de mi vida. Todo lo que quiero por Navidad eres t -.

Laura se qued pensativa durante un segundo.

- Espera un momento -.

Se levant rpidamente y se dispuso a salir del cuarto bajo la atenta mirada de Karen.

- Dnde... vas? -.

- A buscar la caja de msica, la dej olvidada en la sala de espera - abri la puerta y se qued parada cuando escuch a Karen.

- Hey!... est ah... sobre... la mesa - contest Karen mientras intentaba sealar el lugar exacto.

Laura se dio la vuelta y sigui con los ojos la lnea imaginaria que marcaba el dedo de Karen. Sobre la mesa descansaba la caja de msica. Se acerc, la cogi con ambas manos y se la llev a la cama de su amor mostrndosela.

- Qu... pasa? - pregunt un tanto sorprendida por la expresin de aquella cara que tanto quera.

- Mira, fjate en las figuras - le dijo incorporndose y volviendo a besar en los labios a la convaleciente.

La calle que tanto se pareca a la que a ella tanto le gustaba pareca brillar ms que nunca. Una figura que representaba a una mujer de pelo largo negro se encontraba de pie con ambas manos rodeando el cuerpo de la otra figura ms baja y que representaba a una mujer rubia con el pelo ms corto. Ambas se abrazaban y unan sus cabezas en lo que pareca ser un largo beso. De repente un msica inund el fro cuarto de hospital hacindolo un poco ms clido y amenizando la escena de una mujer rubia de pelo corto acostada en la cama mientras otra de pelo largo y moreno se recostaba a su lado, abrazndola y recibiendo a cambio un clido y largo beso.

FIN