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1 TODA LA VOZ —POESÍA REUNIDA— José Luis Villatoro COMPILACIÓN Y PRÓLOGO FRANCISCO MORALES SANTOS Colección Poesía Serie Rafael Landívar

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Toda La voz—poesía reunida—

José Luis Villatoro

CompilaCión y prólogo FranCisCo morales santos

Colección poesíaserie rafael Landívar

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MINISTERIO DE CULTURA Y DEPORTES

Ministro de Cultura y DeportesJosé Luis Chea Urruela

Viceministro de CulturaJuan Alberto Monzón Esquivel

Director General de las ArtesEdgar Dagoberto Búcaro Pérez

EditorFrancisco Morales Santos

LA VOZ DE LOS OTROS

Al escribir Pedro a secas, José Luis Villatoro trazó la ruta de su poesía, plantó su voz de cara a la insolencia y a la explo-tación de los poderosos, porque vivió en un tiempo marcado por la esperanza y el desencanto, y dejó constancia del amor que le inspiró su tierra.

Lejos están los días en que el poema en mención fue pre­miado en un certamen municipal que no pasaba desapercibido porque sus promotores tenían el cuidado de publicar las obras premiadas. Fue así como llegó a manos de conocedores,uno de ellos fue el escritor José Mejía, quien dijo que el poema “rompe de una vez por todas con el convencionalismo de los “poetas socialistas” que se cantan eternamente a sí mismos, fingiéndose víctimas…”

Así, pues, lo largo de su poesía, Villatoro se ocupó de re­gistrar el llanto colectivo, las pesadillas, el duelo no concluido de toda esa gente que para las estadísticas no es más que números y números, de esa gen te que no ha probado la libertad “ni en chicha / ni en limo nada”. Así mismo, la ciudad en que vive lo motiva en la me di da que crece la injusticia en contra de sus depauperados ha bi tantes, como las marchas de protesta y las huelgas de los trabaja dores reprimidas con violencia, pero la mayor parte de sus refe rencias están en el campo y esto se debe, no solo a su origen, sino que también a su profesión de maestro, tarea que lo llevó a compartir vivencias, preocupa cio nes, comida, techo, etc., que lo mueven a alzar suvoz con vehemencia:

Arrimamos la voza la verdad que traen amigos y enemigos; recogemos banderas y canciones mientras quemamos el aire de las tardes.

Nos ponemos a dar vueltas en torno a la felicidad y nos reímos y nos entristecemos.

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El poeta también siente que es ineludible dar testimonio de lo que en ese momento está ocurriendo en otras partes del mundo:

Nos duele Vietnam sinceramentelos ojos que caen de sed en Biafra, el amarillo silencio de los indios, la miseria con que Dios reparte el alfabeto.

Y cantamos.

José Luis Villatoro viene de donde parece no haber salido salido nunca, para decirnos:

Yo estuve en un pueblode ojos con ceniza—un pueblo de ademanes lentos—de lumbres y vapores.

Todos los caminostienen la huellade todos los hombres

En un tiempo de muerte, José Luis Villatoro invoca la paz pero, cuando la injusticia arrasa, lo invade el coraje y dice:

Río Negro de los pocomchíes, donde mutilaron la risa de los niños, donde estrangularon el llanto de las mujeres, El sol se retorcía en las arenas.

No hace concesiones al panfleto ni se conforma con ser meramente un poeta descriptivo; lo que anhela es que su voz poé tica sea una constancia y también “una comunicación entre la miseria y el pan para todos / entre la violencia y la paz”.

Desde el comienzo se advierte que ha brá de vivir inten sa­mente para la práctica de la poesía y las lectu ras; buscará siem pre el hueso de éstas, tanto como las llagas y las cicatrices de Juan Nuestro o José Venido, y con todo esto alum brará su camino,

que es también el nuestro. La solidez de su poesía evidencia que estamos frente a un

poeta formado y con un acento personal, pero desde entonces también nos damos cuenta de que es un poeta al que no lo des­vela el ansia de figurar en primer plano. En su li bro La canción registrada se explica claramente:

Nada importa quién soy porque estoy afuera-donde la humildad es hambre y la mi-se-ri-cor-dia tiene olora mariposa disecada.

Estas son las preocupaciones por las que habrá de latir su corazón, lo cual no quiere decir que no se sienta conmovido por la cosecha de estaciones en las que florece el amor; así nos da mues tras su libro Los nombres de tu nombre, donde se manifiesta gozoso y exalta vivamente los atributos de la mujer.

Rasgo singular de su poesía son sus imágenes: las asienta de manera discreta, sin remarcarlas con adjetivos. Es rarísimo que entre en juegos de palabras; prefiere ser directo Veamos:

Te apretaron los ojoshasta que te los tragaste

-ya me imaginola felicidady el cansanciocon que regresaron a casa-los presumidos victimarios

para comercon sus hijos.

En lo visual, tiene un gusto particular por el empleo de rayas, en muchos casos para indicar pausas, las cuales llegan a convertirse en una característica de su escritura.

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Desde Pedro a secas, el lector se encontrará con elementos que van conformando el universo poético de Villatoro: la vida, la muerte, la tierra, el amor y cuanto puebla la geografía de su tierra: todo lo que ha pasado por sus ojos, su tacto y sus oídos. Su vocación por la escritura lo induce a ir hacia adelante sin preocuparse de las corrientes literarias a la moda, lo cual no quiere decir que no estuviera enterado de las mismas, tanto como lo estaba de sus escritores predilectos, César Vallejo uno de ellos.

Conforme pasa el tiempo, su poesía se torna más viva, entrañable y reveladora de la esencia de este país al que por todos lados le buscaba no solo la miseria sino también la gracia.

Francisco Morales SantosPedro a secas

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Amo este poema por su verdad que rompe de una vez por todas con el convencionalismo de los “poetas socialistas” que se cantan eterna-mente a sí mismos, finginéndose víctimas. Porque acaba con toda esa retórica de fusiles, panes, banderas, espigas y novias proletarias inven-tadas; hasta conquistar ese verbo, difícil, pero esencial de José Luis Villatoro que nos enfrenta con el lado oscuro de nuestra nacionalidad, con lo que somos y no queremos ser: el indio. Pero no el inofensivo tecún umán de las estatuas, ni el malamente lírico de los versos de los malos patriotas, sino el otro, el indio real de todos los días, pedro a secas, jornalero, peón que edifica nuestra comodidad y sobre cuyo dolor levantamos nuestra precaria y ficticia libertad. Ficticia, porque nadie puede ser realmente libre sin contar con la libertad de los demás.Pedro a secas es un acto poético y como tal no se agota en sí mis-mo: abre una puerta hacia el mundo, nos aumenta con su verdad dolorosa que cala más allá de la piel luminosa del país, hasta el hueso amargo y hondo. Y por supuesto, expresión y mensaje son inseparables en esta poesía, como en toda gran poesía en que el ser de las cosas, si bien no es igual al nombrar, aparece -cuando aparece- justo en la medida de este nombrar. Palabra de Villatoro: No la fácil flor de la gracia sino la que vivió en la sangre del poeta; no la palabra que se inventa sino la que se vive, ésa, que inventa el poeta, palabra que es la lectura, su re-creación “creación dirigida”.

José Mejía

En su primera edición, este poema apareció acompañado por una presentación vibrante del escritor José Mejía, que he-mos querido conservar por lo certero de sus apreciaciones.

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Pedro, Pedro a secas, tributario, a siete por cuartillo; negado ayer y antesque los gallos aprendieran su oficio.

Pato para el agua como quien dice nada, nada en dos platos si los tuviera; nada de nada si no fuera esta Patria ¡oh Patria sin apellido!

Pedro, Pedrito a secas, Abel político, burro sin quijadas, bíblico y cerbatanero, hijo y padre al mismo tiempo.

¡Pedro sin infancia ni domingo!

Pedro sin voz, voto y hambre únicamente, carne para sudor y estercolero; hermano, amigo,padre mío, Pedro a secas ¡No llores en ayunas!

Ahora, hoy que tu llaga, digo tu espalda, por decir tu lomo,

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tu cerviz encomendada, pide reposo porque pronto estrenarás cadáver, quiero besar los huesos de tu brazo y tu rodilla, las uñas de tus pies intransitivos, los poros de tu pergamino, tu cabeza en pira de ofertorio, tu puño en protestatremolante,tu voz en cicatrices ordenada, tus muelas y tus dientesoxidados.

Y te pido perdón, diariamente,desde las yemas de mi pan y desde las espigas de mi era, desde mi casa en sombra de claveles, desde mi heredady el ocio de mis surcos, desde mi cama y mis zapatos, desde mi camisa inmaculada, desde el botón dorado de mi solapa, desde mis diplomas y mis libros con figuras desde mi Patria y mi Bandera, desde el árbol-ceiba de mi sangre. Pedro ascendido a vegetal desde la hora mineralde Santiago y España.

Yo vengo a tu pecho-donde el viento sopla

el polvo de tus lágrimas rodadas-a tu corazón a flor de arcilla,a tus ojos sin glándulas,a tu hambre y a tu sed—dos recuerdos para engordar la historia-un día antes de tu muerte,o dos o tres —el tiempo es pura espera—antes de tu muerte vengo —rural y escarnecida; urbana, quizás,pero en la efigie—antes del llanto, del búho y el perro que te aúlle, antes del gusano medidor y el gusano que te horade, antes de la cruz y el cirio, antes que te levantes del lado del arcángel y el nahual, antes que encarnes en pájaro agorero, antes que con cal te tapen la sonrisa en tu costado; antes que repitan tu bondad, tu lealtad y tu estoicismo; antes de la plañidera y el alcohol olvidadizo, antes que agonice el aire en tus bofes amarillos, antes que tus huesos metan en el hoyo pardal;vengo pues, sencillo que nada puedo, lúcido, terrible,

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arrepentido, a pedirte perdón mundialmente.

Pero si te quedas por algún olvido, si tus manos presagian que te sigas muriendo, o viviendo de sombra junto a tu esqueleto, o de soldado raso cuidándoles el alfabeto; si la guadaña no quiere segar tu músculo cesante, si te intimidanpara seguir de pie; si te dicen que pidas perdóncon las dos manos y te ponen una flor en la bragueta, si te dejan para constancia o para testimonio, o tal vezpara que guardes el folklore, si te dicen que esperes el milenio y te dan un cigarro y un ocote para pasar la noche. Toma entonces, Pedro a secas, hijo del agua,tu cerbatana y tus más duros pedernales.

Levantaremos tu nombre en llamas, tu patria-esencia; será dicha la verdad.

—no una parte de la verdad sino toda la verdad—

lo que está escrito, lo que han jurado, lo que afirmaron, sus discursos desde las altas tribunas, lo que prometieron, lo que firmaron con sus nombres y por los otros nombres.

Haremos de maíz un grito y una estatua sin pedestales para divulgarlo, para que florezca tu voz y despierte tu bandera.

Pedro desesperado, Pedro a secas, ¡no llores con mis ojos!

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Cantar ahora

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La ETERNIdad ES vERdE

Verdes fueron nuestras cabezas, verdes los brazos y las chispas de los ojos, verde el corazón golpeando al cielo en las pirámides truncadas.

En el valle edificamos un templo para que se enroscara la muerte.—hojitas de salviasanta para los dientes que le duelen a la marimba, para tapar los hoyos del sonido del tun—

Salimos por la puerta un díay éramos eternos,pero se nos secó la voz,el maíz de los dedosy el pellejo en la rodilla.

Verde fue la esperanza y la eternidad es verde.

JUaN PENa

Pueblo es este, Juan dilema, mi duro hermano en pena y pena:la de llevar por dentro, la de arrastrar por fuera.

Pueblo, polvo que suena a miga de pan o miga de campana, pena en polvo que se queda en subidera de sombras por el alma.

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JUaN NUESTRo

No me lo des para que me lo ponga de adorno entre los labios, no me lo regales para ruido de sonajas ni de perfil en el huipil folklórico; no me lo envuelvas en hojas y cortezas, no me lo pongas bajo el brazo, no me lo des para uso de tristezas ni en las ventanas por donde nos sacaron la fatiga y la nostalgia; no me lo des en la marimba; no me lo des para acariciarle los pelos a la noche.

Dánoslo para relieve de alegrías, para el repartimiento, para la paz y la esperanza,porque es tu nombre.

vIGILaNCIa Y CoMPRoMISo

En estos días leemos las señales en lugares entreabiertos.Arrimamos la voza la verdad que traen amigos y enemigos; recogemos banderas y canciones mientras quemamos el aire de las tardes.

Nos ponemos a dar vueltas en torno a la felicidad y nos reímos y nos entristecemos.

Solemos juntarnos para hablar de la ley-el espíritu interpretado de Caín-del compromiso y las influencias,

del que llegó para levantar la mano solamentede algunas obscenidades llamadas cívicas y del que toma la poesía como afrenta.

Nos duele Vietnam sinceramentelos ojos que caen de sed en Biafra, el amarillo silencio de los indios, la miseria con que Dios reparte el alfabeto.

Y cantamos.

La vaSIJa dE HUMo

Esta primavera está cansada—desde que nos sacaron al sol la eternidad del alma—verde de miedo y odio verde.

Esta primavera es una orquídea de humo.Damos golpes con todo lo que podemos,y los ojos suben a la lluviaa repetir lo mismo que ya tienen.

No me la des para sentirme a solas o porque la quiero de todos, desflorada y nutriciapara los sueños y la carne.Porque para hoy no hay nada, sólo esta vasija verde, esta vasija de humo verde.

Digo que para hoy, para borrar la niebla de los dientes, para estirarle los huevos al insecto, para apagar el vidrio en la saliva.

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Porque para hoy, para este desayuno no se encuentra nada.

MadRE

Si bajo estos arcos de fuego y sangre erigieran para perpetuidad tu angustia, una voz fría y una fachada de silencio gritarían frente a nosotros ya construidas.

Si reposaras bajo esta tensión y nadie te evocara —sólo el barro, sólo el polvo de las huellas de 2 en 2—te levantaríamos desde el fondo de la vida porque nosotros somos tu raíz aérea.

Hallarnos sin tu presencia, tu lenguaje sin emoción ni canciones que te cuiden, sería buscar el rastro de la esperanza cuando como de costumbreya ha pasado.

Si te buscaran Madre, si te encontraran ahora que el llanto es tu imagen en el viento—la luz sin repartir, el pan más agrio—es posible y mi hermano que lo diga que todos despertaran de la sangre y dejarían para vivir tu primavera.

La RESPUESTa

Das un grito llamas a todos los vecinos y nadie te responde, porque a todos los pusieron

debajo de la angustia:no acudes más que tú, tú y tu sombra sobornada.

Si partes un pan en dos en más—sólo el agua se multiplica—y lo repartes para un día de fiesta, te quedas gris o ave de rapiña graznido y cielo de otra parte.Por eso nos duele la garganta y hablamos por la herida:porque tú puedes soñar, llamar a los vecinos, repartir un pan y toda el agua pero no te quedas alegre y satisfecho, porque no acudes más que tú, tú y tu sombra sobornada.

LaS dádIvaS

Dame tu paso lento tus manos desechables. Ahora sacaremos los mastines que guardanla orilla de tu sueño.

Dame tu protesta—no para uso de palomos—la nebulosa blanca de tu boca, dame tus fechas marcadas en el aire.

Dame tu miedo enmohecido, el llanto negro congelado,

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no perdonaremos más que sigas presumiendo de tanta miseriay tantísima tristeza.

EL vaHo Y La NIEBLa

Tú vienes de donde se acabó la espera, de donde el vaho guardalos gorgojos de la muerte.Te acercas y hueles a paz o insomnio. Y te alejas otra vez por peces y raíces.

Todo lo cambiaron, alargaron tus ojos, deshabitaron tu lengua, mutilaron tus palabras una por una.

Por eso estoy contigo y me soportas, porque tú cavarás para mi voz en esta tierra.

Pero después del alba.

EL oLoR dE La MUERTE

Quién entiende la muerte de estos indios viejos:tienen un olor a musgo, a ruda;un color a piedra bajo-de-agua.

Se les hincha Dios entre los poros Bajan las ramas y se secan.

EN EL MaRGEN dE La LEY

Ahora si quieres, en condición y menoscabo, para el hastío tu vieja residencia, tu antigua libertad humana.

Ahora, si quieres, repetido, para que goces de luz bajo los ojos, solo abajo, donde se levantan los vapores de los huesos ya molidos.

Y los frutos de la tierra mientras tanto inolvidables, inolvidables, inolvidables.

Repetido pues, el domicilio, la confusión de sueños y de ruidos, la calle con sus leyes y señales; y por adentro este calor, este sudor promiscuo, este gotear de agua y de saliva, este pensamiento no emitido, esta sed ilegal, este pan con sexo de gusano.

Y por último, al terminar el día, la húmeda noche sobre dos tablas.Y pedirle al amigo su costado,y sacarle de la vida un poco de esta muerte,y dejarlo herido ya juramentado.

La CoNTIENda

Si me erigiste, si estoy aquí, es para devolver lo que me has dado,

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es para dejar lo que no podré llevarme.

Yo tengo un toro negro entre la sangre, un pálido puma sobre la piel; un toro flaco, un ácido puma de día convergente.

Quiero esta patria con sus aromas y hedores, sus hierbas y sus erosiones, sus minas de sal y sus aguas estancadas:y si la hieren máscomo hasta ahora,nos seguiremos derramandoy floreceremos en el monte.

Yo sé que no se puede morir y regresar y hallar lo mismo, soy un toro y soy un puma, he regresado—abro las puertas y doy mi nombre—para sacar la basura y el estiércol.Quieroque los que no estén en la contienda se queden ciegos para siempre.

UN aRBoL

Voy a repetir que soy un árbol, esta es mi sombra, mi cuerpo desolado y maderable; estos son mis brazos abiertos insumisos y plegables:no seré talado de rodillas.

Vine de alguna espuma de algún mar

empujado por edades, cuando la inmensa sombra y fuegos de cataclismo; me enseñoreó la luz, soy el dueño del agua, el ánima del aire.

Soy un árbol hijo de árboles, así heredé la tierra.

La dECISIóN

Aquí donde la esperanza se desdice tenemos nuestra casa, nuestros hijos, los amigos, los últimos centavos, la enfermedad, el pan, y esta efigie de dolor que vamos incendiando.Hay un dios larvario residiendo entre nosotros, ensayando su salvación con los que mueren cada día por el agua y por la tierra, los que mueren de patria y los que mueren en paz.Somos unas cosas cotidianas y ambiguas, referencias de algo destituido o simplemente desorientado.Pero la decisión la hemos tomado nosotros todos nosotrosy es noble y es exacta:

viviremos aquí en lo que es nuestro, ahora y antes y despuésde que nos sea devuelto;

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y moriremos, desde luegoy aquí,pero cuando se nos dé la gana.

EL VIEJO AMIGO

a Carlos H. Mérida

Hace diez años que no veo a Jesús mi viejo amigo.

La última vez—cuando lo crucificaron en Malacatán—lloraba por sus hijos.

Ahora lo recuerdo con insistencia, quizá porque la lluvia moja las espinas que le quité aquel día.

EL oTRo RECUERdo

a Antonio Gálvez Villatoro

¿Qué se haría Tono Alfalfa, aquel que profesó en el surco la razón terrestre de su vida?

¿Por qué caminos desiguales andará llevando las semillas, los abonos, la sonrisa y la frase de ilusión?

¿Estará en San Sebastián—copa de la Sierra Madre—midiendo las tierras labrantías, contando los granos de la espiga o los pétalos sencillos del clavel?

¿Quién sabe si estará en Tejutla clasificando las ciruelas por su aroma, su aurora y su sabor? ¿Dónde estará Tono Alfalfa con su joven trébolde cuatro hojas?

EL aÑo LENTo

Lento el año, los meses con fatiga,—¿es este aquel invierno lamentable?—la sangre se desborda de la vida y en sobrevuelo el llanto que no cabe.

—Unidos por el vértigo celeste los abismos del día se reclinan:ponen las horas rojas al poniente y un centavo de sol en la cocina—.Octubre a pausas sin salir de enero.—Hablan de libertad tras de la puerta—La luz es polvo de miedo en las cortinas y el pie termina por perder la huella.

—Amo aquel pan de trigo encarnativo sin rótulos ni amarras que lo hieran. Amo el maíz, su triste geografía, en la región más dulce de la tierra.

Los años de luz no están presentes:amor, palpa mi voz que se deshila,

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mira mis sienes en la edad del hijo y estas manos asidas a la vida.

ELEGIa PoR EL JovEN CadávER

De quién es este joven cadáver que nos mira.

La calle tuvo antenas asesinas.

Sobre limpias baldosas su nombre perforaron, agujerearon su risa sospechosa.

Alguien anduvo cerca de sus labios y le hizo pedazos de sangre la palabra.—Amor, ¿cómo explicarte este cadáver sin lastimar el fruto de tu vientre? Será llegar sin cauce hasta el océano y llorar en la isla que le duele.

Hay un cadáver nuevo y vehemente con los ojos abiertos para siempre.—Amor, ¿cómo explicarte la mañana si apenas la tocamos con los dedos?—

TaRdE MUNICIPaL

a Carlos E. Arango B.

El bochorno de la tarde como un pájaro blanco cae sobre la plaza y recorre las calles.

La paz municipal

tiene un color encendido de flor de cosh, de grama mojada, de chiltote.

El día cierra su gran ojo de vidrio y la noche comienza a bostezar. En su hamaca de jarcia Carmen mira el alero y se rasca el ocio entre los pliegues de la falda.

Jacinto Escobar—soldado sin fortuna y sastre—enhebra las frases de costumbre.

¿LoNTaNaNza?

Me parece que estoy en lontananza Ocósel pueblo aquel que abandonaron:el mar lo abandonó a su suerte con un estero que le moja de rozón la frente.El río lo dejó, buscó otra orilla, dejándole con miasmas las raíces. Se le fue la calle, la palmera, el gato con malaria, el perro que buscaba la luna entre las olas.

Todos lo dejaron, menos los hijos, que le nacen, que le viven, que le mueren, que hacen preguntas

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sin saber qué pasa, que dan respuestas sin saber qué hubo.

EL TUMBadoR

San Marcos

Pueblo de perfil, de frente con arrugas, donde las calles se suben a sus muros y el sol se cuelga de la ropa limpia.

Toda flor se repite en el agua todo viento es destreza del aroma.

Tienes cada crepúsculoy tienes todas las estrellasy tienes una voz amarga y subterrestre.

Los espejos del río son cuellos de garzas que te guardan en líquidos momentos la estatura.Sólo tú cabes en el ojo de la aguja pueblo de dos jorobas, de frente con arrugas.

CaTaRINa, 1964

Catarina es una mujer o es un pueblo.

Tengo una idea comunal de todo esto.

De modo que aquel besoy aquel abrazo fuerte,

en noviembre del 64,no sé si se los dia una mujer o fue a un pueblo.

LaS MaNoS dE EULoGIo oRozCo

Manos para salir al viento y aprehender los sonidos terrestres, manos de viejo mago hacedor de música en maderas.

—hoy invento esta marimba de teclas reunidas alrededor de su nombre—Las manos, sólo las manos con nervadura de hojas de cerezos tibios, las manos nahuales de Eulogio Orozco.

NoCTURNo CoN GUITaRRa

a los que en San Marcos se llaman Carlos y en San Pedro Juan.

Sólo porque extraño la guitarra y su afición nocturna, sólo porque en su bóveda increíble vuelan tibias y lúcidas palomas, diré que no recuerdo ahora la noche congelada y el alma ya excedida, nada bajo el amparo incierto de lúbrica esperanza, de abrazo transitorio, sólo ventanas frías oxidadas de sombra y cielo más profundo,

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así tras el presagio de una luz que no expira, de un murmullo intocable, abríamos al viento nuestras voces sin sueño y tiritantes guitarras.sólo el sonido brilla sobre las voces que pegan en los muros, detrás de las cortinas está vencido el ángel y nada se deplora; esta quietud detiene la sangre del combate, una corriente exacta de madera y metales.

He ido por estas calles al borde de mí mismo tropezando en la piedra que se salió de cauce,levantando el sitio que le puse a ese nombre que siempre se me olvida.En la esquina cambiamos la manecilla al tiempo, sostuvimos asedios desde el brote del canto:si ahora conservara las últimas palabras recorrería una edad, una extensión de sueñosen órbitas eternas.

Sólo porque hay un pueblo de límites más tiernos, triste y sombrío como raíz muy honda; así te conocimos curvado de vellones y débiles silencios, las calles más lejanas estaban siempre cerca y la sonrisa ajena se duplicó en mis ojos sencillos y rurales.

Sólo porque me vence una luz entrañable,sólo porque no duermo sin pensar en guitarras, yo llego de imprevisto hasta el recóndito año, y me voy despegando de esta sed sin medidas agitando en mi pecho otras cuerdas ya rotas.

No porque los relojes nocturnos se olvidaran de dar contra las cimas dormidas de la carne, no porque las palabras murieran en la lengua y los enigmas del cielo todos se desbocaran:

yo no recuerdo ahora más que unas palabras, la oración que cantamos sobre la flor obscura la tierra que anhelamos sin detener la vida pues algo hay de guitarra en la patria que amamos.

Sólo porque habitamos un corazón muy llano, un arbusto crecido de imprevisibles savias, sólo porque subimos a congregar las manos sobre una efervescente cabeza de protestas:

si esta guitarra agraria se vistiera de llanto emigraría al alba donde todos la esperan:sólo es esta costumbre de aligerar el alma, esta afición nocturna de no tener reposo si falta una guitarra.

aMada

Llevas un nombre para cada desvelo,te dilataron los ojos te dilataron la piel:golondrina sin órbita nunca sales al viento helado de la tarde ni bajo el sol te hemos visto para recordarte.

Porque tú sirves para otros recuerdos, para otros rencores, para otros anhelos;eres una cosa dulce, horizontal y momentánea, y te llamascomo el dolor te llamas.

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íntima, tienes voz de guitarra cuando el amor te rasga y te desgarra.

Nadie podrá esperarte ni darte un día de fiesta honradamente alegre, por eso estoy donde me encuentres, donde todos me miren tu nombre entre las manos.

HoMENaJE a MI SoMBRa

Trémulo el contorno, limpio el equilibrio, vas conmigo en el tránsito de este vivir pendiente del polvo y de la estrella.El alba te construye, eres un girasol que adorna mi costado.

Prendida a mis pies —como el esbozo que me nombra y me repite—transcurres junto a mí mientras me dura el día.

dECISIoN aGRaRIa

a álvaro Calvo

Si huelo la hierba en las trancas del potrero, si busco la leche

debajo del mugido, si creo en el tétanos y no creo en la majada, si busco el relincho en los cascos del caballo, en fin, si este lunar es una garrapata, señor mayoral, ya no seré vaquero.

FUNERaL dE FLoRENCIo LoPEz MaTóN

Para este funeral no hace falta un árbol, un árbol frutecido de raíces y de altos mensajes tutelares;

no hace falta un puente, un ojo de luz sobre todas las aguas;no hace falta un sonido, un obscuro sonido de atabales para asistir al duelo, para salvar las voces que no encuentra su estatura;

no hace falta estar presente junto al cadáver o su plañidero—el llanto, la boca seca y un pañuelo, un día con eternidad y todo, el mal de aire bajo la piel soplándole la sangre.

Hace falta ser el cadáver y ese rencor que se le apaga.

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LLANTOS

PoR IRMa oCHoa

llamaremos a los niños para que busquen un nombre más claro que el de Irma

que los niños designen una luz más dulce que la de Irma Ochoa

dónde pondremos ahora estas pequeñas voces dónde reuniremostodas las canciones que se oirán por su nombre.

PoR MaRIo vELázQUEz

quiero estar sin tu nombre este díaesta noche que se lleven tu sombra y que le den mis señas mis manos ocultando tu sonrisa

que busquen mi canción—en san pedrola tiene una marimba—y que la aten a tus huesos

quiero estar sin tu nombre ni mis recuerdos quiero

PoR vIdKaR ovIdIo HERNáNdEz

esta ciudad de san marcos se quedó algo ciega más íntima y detenida.cerrado tiene el tacto esta ciudad de pájaros

esta ciudad se quedó sin hablaporque todos bajamos a la tierra ovidiocon tu muerte sin guitarra

PoR aRMaNdo FUNES

me duele la canción —canto que no rueda—me duele la rosa y el geranio me duele el camino y su distancia me duele el dolor que no dolierame duele el clangor de la campana el día próximo me duelela garza sin el río me duele el ciego sin su lazarillo

me duele el tiempo —desde ahora—me duele la palabra entre los dientes

y ahora ya no sé si es tu nombreel dolor de dolores que me duele

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PoR aNIBaL PIvaRaL PERaLTa

dadme un día olvidado o tan sólo un pañuelo para nombrar apenas el río alucinado —uno sólo—de su sangre y mi sangre

un día sin memoriaun día tristemás largo que un caminoen la noche más ancha

o tan sólo dadme un llanto sin glándulas sin mejillas sólo Dios y líquidas palabrasque lo conmemoren

PoR CoNSTaNTINo BaUTISTa

no serás cadáver fatigadoangustia sobre llantoni llanto sobre herida

estarás comúnmente como todos los muertos bajo palmos obscuros construyendo tu lumbre

no vendrás—polen en la cita del viento a fecundar la sangre que nunca segarías

estarás como el mar

inmensamente solo herida de horizontes tu rosa sin los vientos

PoR RICaRdo oCHoa BaRRIoS

yo que de altura soy niebla silencio espeso—fue en el mar donde me sucedió tu muerte

decía que tus ojos buscaban los muelles de la noche—porque juntos empezamos a izar las banderas de la sombravimos el mar y nos gustó la lejanía—la última distancia—donde se quiebran los labios en el gran sonidoy nos parecemos a la espuma apagadosconsumidos entre arenas

ya no responderás a estos ademanes eres una especiede meridiano caídouna gaviota de humo en tierra fría

qué sabemos del horizonte ahora si tu muerte fue anterior al mar y tu silencio crece como un himno

ELEGía PoR JoSé IGNaCIo JUáREz

José Ignacio Silencio capitán de la marimba,

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cáliz y nervio de la selva, maderamen ancestral de nuestra raza.

Ciudadano de luz en el viejo pentagrama, José del piano salvaje capitán.

Eres como el camino en su más fresca distancia.

Tenías para el sueño despierta la esperanza.

Ya por tus dedos se resbalan latitudes luminosas.Indio desde la piel al alma, atávico y arbóreo, yo sé tu voz pequeña de madera y de son, la tengo de memoria junto al amor clavada como cuchillo dulce que hiere con ternura.

José, frente de niebla,hermano, de barro y de marimba.

La noche tiene señalesde madero amargo.

Tus manos son raícessin tacto entre la tierra.

Has llegado al último adióscon los ojos derramados.

La tierra del amordonde naciste reparte en su vigilia tus fríos litorales.

Los relojes del aire te marcaron el silencio cuando había signos de música en tus huesos.

Tu sangre era rural, tímida mies, líquen abierto.

Tu lengua se hace tierra para quedar en surco.

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La canción registrada

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La CaNCIoN REGISTRada

“de los cantos de las avesme gusta más la del sapo”.—Popular

La libertad fue grabada en las monedas,mis padres conocieron su figuray echaron a rodar sus ojospor donde pasaba la libertad—se dice que para siempre

Los señores de las casas grandes—puertas balcones negros a prueba de vientos voces airadas—jugaban con grandes cantidades de libertad—la tiraban al aire para darse suertey caía balanceándosesentada sobre su cara—como dirían los mordaces compradores de tañidos de campanas

La libertad siempre ha sido de oro y plata—no sé de qué nos extrañamos los intrínsecos y los convencionales —siempre tuvo este sonido amortiguado de redondos granizos sobre las sienes

Todos le conocemos la sombra sucia grande como el hambre —como este dios quebradizo que repite sus mismas oraciones—miedo —miedo

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—miedoprendido a nuestra piel —colgado de los ojos —de nuestra lengua por los dueños de la escudilla—los que reparten el chile la tortilla y el chingaste

Fatigado metalla libertad se les cae de las manos de las uñas—compran telas y mujeres

—pensamientos ilustres —entradas y salidas—nombres

—sombras—tierras y aguas

—juguetes para que jueguen en lugar de sus niños—trastos para cocerle los dientes al espanto—abalorios para las de adentro—intelectuales y otras cosas relucientes los espejitos para mirarlela sed al infinito—la libertad ha servido para tanto.

La libertad ahora es un quetzal—indio domesticado

—nahual sin voz—pico con herrumbre

—ojo legañoso —penacho turbio

—pecho siempre herido —cauda flotante

—todo de metal pulido más brillante que un único centavo

La libertad es un milagro de papel durable y colores diferentes

La libertad es para uso de comerciantes—los que atrasan los relojes para estirar el tiempo—los que detectan oro en el sueño de los niños

—la libertad ha sidopara los que saben discernir las cosas—los que inventan palabras para ponerle ruedas a la esperanza—abogados que venden huellas digitales—jueces que se rellenan de plata

las muelas del juicio—técnicos de la promesa

—sojuzgadores de la pan—tutores de la violencia

—sólo tus señas nos entregan—tu oscuridad cuadrada para jugar

a la gallina ciega

Tomad en cuenta que no es un nombre ni dosni veintelos que ponen sus vergüenzas en las paredes—no sabemos quién eres tú—no te hemos probado ni en chicha

ni en limonadaSólo tu humo negro es lo que vemos—tu cara que publican encima de los vocablos—¿para quién trabajas?

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—¿quiénes son tus enfermos tus sofocados hijosy tus entenados?

La libertad es una canción espesa—la voz que no conoció a su madre—un vapor espeso que sale de mis dedos

—así la extenderemos sobre las lunas amarillas de la flor de muerto

Veo su luz redonda bajándole el trapo a la que se tapó los ojos—la que tiene fría la lengua para prenderse al cieno—tocad al menos los muñones—los fétidos muñones bajo tierra—tocad el pan infladocon azufre y salitre cuál es tu número entre los poseídos por la ira y por el miedo entre los que amanla pazcon toda su pobreza.

La libertad—señoras y señores—es en discurso de grandes ademanes—veces gordasrepitiendo las frases más eternas—citas de libros orinados—golpes de pecho que a nadie le han dolidoYo he visto la libertad en sueños y postales—me aplasta su figura

recostada en el cielo ¿por quién levantará su antorcha?¿qué querrá iluminar?

el miedoo la miseria.

Toda La voz

a don Antonio de León Barrios

Hijo del gran miedo—la soledad es abuela del silencio—ahora sí se me olvidaron todos los recuerdos—y no puedo mirar muy lejos ni tocar los nombres que más quiero

Ahora estoy aquí cerca de las cosas—sobre ellas paso mis manos y las nombro—sé cuál es su lugar en el espacio y en mi sangre

y supongo que son tuyas —que son mías

todo el díatoda la vida

Nada importa quién soy porque estoy afuera—donde la humildad es hambre y la mi-se-ri-cor-dia tiene olora mariposa disecadaDonde la espera es cansancio—polvo la saliva entre la lengua

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—y sed y vientos estallando entre los labiosy en los cielos rajados de la boca

Soy una fuerza viva todo el día—aguantando el trapo prometidomientras lo izano lo extienden para taparnos la vergüenza y la sombra que nos queda

Sólo las entrañas pegadas a los litorales de la mugre—y el pan cercado por perros gusanosos

Todo—para que se alce antes y nos quedemos sin dientes—mucho antes que nos deshagamos los huesos y sin aliento—antes que se nos enturbie el tacto y rodemos por la yerba seca de las hoyas—mucho antesque le saquemos las tripas al espantapájaros y nos hartemos del barrocon el que dicen nos hicieronNada de presentimientos ni promesaso sonidos de botes—nada de superficies pulidas como los chinchines de jícara para los bailes de la conquista

(los moros en la costa seguirán vigilando sus viejos horizontes y las mazorcas cuaches

vestidas de sampedranas bailarán el son de los que ya no son)

Nada de mañana cuando te levantes —cuando pongas los pies en la orilla del sol y tus manos restituyan los símbolos exactos

—la noche no sigue a la noche ni esperaremos el día con la cabeza entre la tierra

—nada de años venideros para poner el tiempo en rojo y la voz

—toda la voz es nuestra sin consumación ni señales

—nada de apuntar necesidades sobre papelitos sellados—y las hojas impresasdonde sólo caben los remordimientos arrepentidas efigiesy larguísimos elogios (porque nada Ixmucané—madre de los abuelos— nada hay más infinitoque un espejo en la nochehasta encontrar tu sonrisa entre la noche)

—porque desde luego ahora—ahora sí

Simón Ixcot—tu huesa nevada en San Cristóbal Cucho

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erigiéndose—tu palabra en la raíz del aire—tu corazón de pinos ocoteros

quemándosecongregado

Ahora sí —Chepe Chato—hijo de árboles—tus visiones y tus alabanzas—repartirás palomas entre los hombres que trabajan que comen y que leen —que procreany son libres

Ahora sí —Atanasio—padre de los tzules—sobre los altares civiles te coronaremos

rey de los desamparados

Ahora sí Rufino Lorenzo-dos ríos para anegarles la luza los sementales de dos sexos

Ahora síMaría Tecún—para que no amamantes muñequitos de masay te puedas bañar desnudaen la pila pública de ChanchicupeAhora síJuan Nuestro—te casarás con tu patria para bien

o para mal—ahora sí—ahora sí

—sobre los tocones del hormigo para sacarle música a la muerte—contra los presumidos y los escapados que hicieron de su generación un pozo de aguas negras

—con los pueblos que se levantan y se acuestan con las manos vacías

—con el nombre de mi madre a la hora de las marimbas

—con los tristes—los desplazadosy los que se lleva la siguanabasobre los caminos transitados por espantosy animales veloces

—en las casas construidas bajo un árbol para tener dos sombras

—con los que sólo son recordados por una vela de seboel día de difuntos—con el rechinar de goznes cuando abramos los portones

—con la piedra piocha para partirles la voz

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a los que han dicho que nacer en esta patria es completamente inútil

—nos levantaremos a la hora de los chiltotes —desprenderemos la estrella nixtamalera para ponerlasobre los latigazos del pecho

—iremos donde nuestros dioses (debidamente perdonados) pusieron la lluvia para mojar el surco

y sembraremos —cosecharemos—haremos los cacharros —construiremos

—grabaremos—pintaremos

—danzaremos—recordaremos

—dejaremos constancias —entonaremos todos los himnos

-y reconoceremos nuestro nombre—nuestra gracia verdadera.

LoS vIdRIoS EMPoLvadoS

Si aparecieras en la próxima esquina —entre la niebla de la tardeSi igualmente sonámbulo—me pidieras mi cobardíao mi camisa

Si me pidieras que guardara

esta calma sucia—mi vigilia de pez entre dos sombras

Si en las manos—moralmente frías—tuvieras la llave de mi casa—o algo más triste como un salero mojado

Si me pidieras que te aplacara la lombriz de tierraque llevas en la sangreSi me confundieras con los que reparten profecíaso cosas por el estilo

Tendría que recordarteque todos tienen su lado flaco—su lado turbio—y que ya nadie volverá para caminar sobre las aguas

Para arrancarnos todas las promesas harías la prueba

—harías la prueba —ofreciéndonos —ofreciéndonos

Mientras estos testimonios los seguimos escribiendo sobre vidrios empolvados.

CaNCIoN EN aYUNaS

Que llamen a sus hijos y recojan sus señas

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—que pepenen su piel—que levanten su sangre —sus ojos de barro manchando el día entero

Que detengan a todoslos que saben su nombre—los que apenas sin pena abrieron las ventanas para mirar sus dientesQue lo registren todo—las gavetas —los floreros—el bote de la sal—la palabra entre la boca—los huesos de los perros—los pelos sin la sopa—que partan en dos el único pan que está en la mesa —que lo registren todo

Que no dejen un lugar —oscuro y subversivo— para encontrar las causas—y los antecedentes y los agravantes de nuestra madre miseria.

JoSE vENIdo

A Ernesto Barrios

Vino José mi primo—hijo de tío Antonio—el dueño de una recua de mulas para comerciar con cerealesentre Tacaná y Comitancillo

Vino José mi primo analfabeto 18 años en la cumbrey bueno para todo

—juliar la milpa—aguantar el frío

—arriar las bestias en la era —espantar la niebla

—matar chocoyos con la honda de pitaVino José mi pueblo—hijo de tía Josefina

—la de la tienda en la esquina del parque:

veladorasocote del colorado cigarros de tusas rapadura, jabón negro y las benditas hojas de caballero para el dolor de cabeza

—Vino José mi primo hermano—el primogénito entre doce—todos con nombres de almanaque— porque se le acabó el solar—se quedó sin surco para el trigo el maíz, la papa—sin rebaño de ovejas en la planada

Lo traje a mi casa—bebimos café caliente con panes descoloridos—y le abrí su corazón de geranio

Platicamos del Serchil—de Calapté —de Ixchiguán—de la enfermedad de Juan Cosh—de los chirmoles de Esteban Orol

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—de los achaques de mamá grande—de los milagros de San Miguel perdido

Pero se quedó como la Piedra Partida—lejanos—llenos de musgosus ojos sin nostalgiaAyer volví a ver a José—mi primo herido——el sol apretaba el aire—llevaba peines hasta entre los dientes—3 por 5—

—cintas para zapatos—baratijas de colorescomo los pequeños crepúsculos de nuestro pueblo—baratos crepúsculos sobre el solar ajeno.

PRIMERa LUz

A Julio Raúl Arce

Juan exprimió sus manos sobre la tierra secaLlegó Matías y repitió su nombre

Amalia miró la oscuridad y habló en silencio

—Desde la sed de todos Marta—la de los ojos sin agua—abrió la niebla con los dedos

Moisés Suruy

se paró sobre las piedras—quemó todas las zarzas y dijo

—que salgan —que vengan

—que se amontonen—que rompan la oscuridad

—que rasguen el silencio.

LoS doS TaTaS

A Carlos Mendoza G.

Todo el estado de ánimo de Pátzcuaro

—agua y lirios—en Janitzio es un crespón líquido y luctuoso:

“san Lázaro Cárdenas ha muerto”—me lo dijo el que cuida el puño celeste

de Morelos.

Tata Vasco—desde las figuras de arcilla—sacude las rodillasde los petateros—y en las charolas de Tzintzuntzanflorece la dura tierra de los tarascos.

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Cristos de a Peso crucificados en tule—para que los turistas adornen con folklore sus altas indolencias—y todavía menos—porque en un jarrito de San Andrés o de Huecoriocabe—apretadita—toda la esperanza.

NovIEMBRE

A Carlos Enrique Arango

La niebla apaga la cal en las paredes de mi cantón San Antonio

Nuestra vecina—Santa Isabel—en el tablado de las loas ensaya un zapateado con música de Lojo Juárez

—y Santa Rosalía baja la cuesta del parque con un manojo de claveles

En la noche salen las ánimas benditas con sus sábanas blancas a pedir caliente de manzanasEl viento zumba

en las flores de durazno —oigo su aroma todavía—

—y Dios nos regala un cielo tibio como una calabaza derramando aguardiente.

Río MaLaCaTE

Hoja espadada—hoja de agua

Más cuello de garza y tallo de palo blanco bajo raíces aéreas—bejucos—sombras movibles

Río—ya mi riachuelo—ya mi delgado jazmín—ya mi líquido camino—ya mi infancia repetida

Para verme sin esta sedsin este miedo.

MI aLdEa

Cómo te viene de bien el cerro aldea míaquedas cabal entre los árboles —entre el cieloy el río—y la vereda por donde las mujeres y los niños

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—suben y bajan a buscar tu calor entreverado

Eres un abecedario disperso en el paisaje—y te reúno en palabras en frases y canciones

Tú eres mi nombre—toda la trementina que cae de mis ojos.

REPETICIoNES

A Luis de Lión

No sé por cuántos caminos he regresado a mi pueblo—a veces por esos tan cercanos al sueño que más que caminos

son escalas de niebla—hojas espadadas en climas de retablo—paisajes con alas—alas

—y alas—retenciones de la luz —adelgazamientos de la sombra—husos para hilar

todos los recuerdos.

Llegar a Candacuchex—San Marcos, nuestro lugar del frío—es volver a los límites azules donde inventamos la esperanza—a la hora que el viento de la trilla

hace volar los desechos dorados de la espiga —en los ojos del aguala refracción de todos los colores—minerales y árboles para entrelazar el sol—milperíos y trigales ¿por dónde estaba el horizonte?—algarabía de chocoyos

—¡y clarineros!en el deslizamiento

de la tarde

Todo es salir del sueño para volver a él —en silencios de polvo ya mordido —cantares de la lluvia —espacios para campanas—álamos en las repeticiones del rocío—aires para el universo crepuscular de los cerezos—instantes del color de todo el tiempo (Aquí es donde me confundo—mundo de tanta verdad diseminada —como este trozo de pan en otros años—este tamal de viaje quebrajoso)

Por eso me anticipo —deshago mis olvidos y me voy regresando—regresandoPero yo hablo de retornos—hasta percatarmeque nunca hemos salido de estas hierbas —que nunca hemos partido hacia ninguna parte

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—porque siempre permanecimos aquí—a pesar del polvo—y la promesa—de las campanas y la niebla —la lluvia —los trigales —todo el tiempo.

JUEGo dE PELoTa

No voy a buscar mi lugar—para ir sobreviviendo—entre estos inmortales

—yo soy más lento y más veloz—y más pobre que un pájaro nocturnoDe día cazo mis señales—me las entrega el niño que construye sueños con trozos de madera —el hombre que lleva sus anhelos en pedazos de papelen la chaqueta—la mujer que habla denuestos de todos los vecinos—las noticias amargas y las amarillas—la música que no quieren entender los apagados y los ensordecidos—la lluvia

—la gracia del sol y los colores de la tarde

En las esquinas los parques y los mercados

levanto mis antenas—y tomo mis palabras de los labios más dulces y las voces ásperas

y las groseras

Cuando en la noche cotejo mis apuntes puedo estar triste y puedo estar alegre—pero estoy en paz porque los he amado

a todosNo creo en los narcisos ni en el aroma cansado de las margaritas

Mis odios los dejo para que me corroan las entrañas—mis envidias tienen moho—y mis egoísmos están llenos de remordimientos

Dejemos entonces que los inmortales—los muy vivos—inventen esa moral literaria que les ha venido floja—mientras nosotros trabajamos honestamentepor una porción de frijoles con apazotey chicharrones

Lo que decimos—bueno o malo—ha sido bueno o malo

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donde lo encontramos—y lo ponemos sobre la luz para que cada uno —según su corazón

según su mente—vaya tomando lo que proporcionalmente le corresponde

No hemos venido a dar soluciones—ya lo dijimos aquella vez que te quitaron el pan pérez pérez hermenegildo—ponemos señas —marcas —decimos las cosas con dignidad

—y con ira

Abrir la brecha es lo que nos toca—ir quitando los guijarros y quemando la malezahasta donde podamos —de modo que nuestros predecesores puedan alzar la vistay abrir la vozcon plenitud eterna

Los de Xibalbápueden seguir desplumando los pajarracosque confundieron con quetzales—mas las tranquilas aguas no les serán propiciaspara seguir mirándose los ojos—y la mejor de sus sonrisas

—porque éste es un reto para el juego de pelota(las reglas fueron escritas por los abuelos infinitos en las cortezas

y las piedras)

Los de Xibalbá podrán escoger el lugar apropiado bajo el sol o la luna

—pues nosotros pondremos las pelotas.

adIoS

A Carlos R. Mazariegos

Pueblo de dos calles—árboles en las esquinas—mi silencio de nardos

Adiós parque de almendros—un kiosko y dos rosales inmensos—adiós

Doña Mencha—la que lavó mis ropas

—adiós manos de agua

AdiósConsuelo Con—la que adobó mis alimentos

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—puso sal en mis ojos y azúcares en la sangreAdiós Manuel adiós Ovidio—los que charlan con silbidos en las noches de insomnio

Adiós corredor de la alcaldía—nostalgia bajo la lluvia

—sombra sin pasos—largo eco

—adiós

Adiós Susana Chávez—un beso en todo el año—tu mar cercano—el río tibio y sin desbordes—adiós.

PoSTaL ENMoHECIda

Todos los caminos son dos—el de adelantey el de atrás

—yo estuve en un pueblo de ojos con ceniza—un pueblo de ademanes lentos —de lumbres y vapores

Todos los caminos tienen la huella de todos los hombres

—el que quiera tocar la luz enmohecida —el aire mojado de la noche

—que venga—no habrá silencio ni palabra que se olvide

Sobre el caminole diré el nombre de aquel pueblo

—pero no importa su gracia—lo que importa es cómo zapatea —cómo baila el son para que se le caiga el miedo—para qne no se le caiga la saliva.

ESTado dEL TIEMPo

Otra vez el día—todo—todo el día

otra vez el sol—la calle—el polvo—el calor—los gatos en la tapia

otra vez la noche—toda—toda la noche

la oscuridad—los perros—el pito del tren—los sonidos lejanosy los cercanos

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otra vez las voces—todas las voces

otra vez la paciencia—toda nuestra paciencia

MoNUMENTo

—Tecún Umán—

He de bajar—no sigo aquí sobre la piedra—tomaré mi lucha y mi caminoNo me pongáis en actitud cobarde —con los ojos sin ver—los músculos dormidos—no me erijáis sin sangre sobre alturas inertes

No soy un héroe exhausto —quitadme ya las telarañas del poema—los discursos que quieren ocuparse todo el aire—no coloquéis nahuales en mi frente ni palo deleznable entre las manos

Quitadme ya las fechas y los adjetivos—porque voy a bajar—abriré las puertas y sacaré a mis hijos—los llevaré a reconocer la luz y la justicia—las dimensiones todasde la patria—los ríos y la tierra

que les pertenecen.

TESTIMoNIo

Te apretaron los ojos hasta que te los tragaste

—ya me imagino la felicidady el cansancio con que regresaron a casa—los presumidos victimarios

para comer con sus hijos.

EL MIEdo

Hemos usado tu nombre como banderita de batalla

—para encubrirnuestro ignominioso miedo

¡oH, Paz!

BILIS

investigarán la muerte—su nombre

y su sobrenombre—será presentada en todos los lugares y por todos los medios

Será difundido su mensaje—entre lágrimas

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abrazosy manifestaciones de aprecio

Serán tomadas las medidasa lo largoy a lo ancho del aire

—la tierra será escarbada detenidamentehasta dejarla sin bilis y sin humus

—para que no se repita en las regiones apartadas ni en los vecindarios sin agua

—sin luz—sin pan—y sin lástima.

CUaRTo dE ESPEJoS

Hemos salido del fondo del espejo—azogados y fríos nos proyectamos hacia la imagen que era nuestra

Pero somos los mismos—hijos de la tierra—astillas del mismo palo

Recorremos las calles—los caminos—la maleza

—sólo el espejo repite nuestras voces

Nada hay más duro que sangrar a solas en la noche

De día nos parecemos al del otro lado—al que nos mira en el espejo

Pero de noche —sin cerrar los ojos—nos gustaría estar vivos para acarrearles la basura a todos nuestros muertos

Sin embargo—resultaque nadie vale un pito ni una canción de despedida

—No tenemos pañuelos para dar las señales y recogemos del aire nuestras manos sin auxilio

A nuestros enemigosles juntamos las manosa la espalda—y los empujamosal vientre de donde vinieron

Hablamos con estos muertos llenos de agua—llenos de burbujas verdes

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—gotaa gota

forman ríos—y confluyen donde se nos hincha la sangre

Cara nos resulta la felicidad¿pero no hay cauce ni madre que nos contenga?

IGLESIa dE CHINaUTLa

Frente al árbol nacional un cerro de juguete—la iglesia de verdes y blancos con un rajón en la frente

El cordero de Dios es un velloncito de barro y calentre dos campanas sin sonidos

—adentro está la virgen echando rayos de hojalata

Dos ángeles suplicantes miran el sol de la puerta—y una cruz pasa el frío envuelta en sábanas blancas.

aRTESaNIa

Desde temprano—todos estos días he salido a buscarte

Por fin quizá te encuentre—amarillenta y desoladaentre una vasija de barrode Chinautla.

PoEMa

Ayer pasó Dios por mi puerta—y me miró los ojos

(nunca lo había visto de aquel modo inquisitivo)

Hizo que repitiera el nombre que llevo entre los labios

—Era tu nombreamor—Vida

—y se puso alegre—y me tocó la frente con sus dedos nudosos

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Esconde la piedra marchita

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AMPAROS

“Y lo que sobrapara futuros señores de Xibalbáágiles como reptiles, lo que sobra para charlatanes y estafadores másmuertos que vivos, oh noche,muéstralos!”

antonio Brañas

“No es imaginación,sino memoria”

Luis Cardoza y aragón

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INTRoMISIoN

este no es un afán de hacer poesía—sino de decir lo que pasa

por eso estos poemas tratan de seres vivos—hombres y mujeres como usted y como yo—y lo que a ellos les sucedeme sucede a mí y nos sucede a todoshasta el día de la libertadasí que ahora yo hablo—pero todos tenemos la palabra

PRIMERa PIEdRa

ahora a estas voces a estas palabrasles llamaremos constancias—bueno será mientras vienen los designados los escogidoslos que no serán llamados bardos portaliras ni nada por el estilo—bueno será mientras nosotros asustamos a los que meten sus dedos en nuestro platoestos que miran sobre el hombro los trapos que se orean en el patio de la casa

mientras vienen mientras se presentan mientras no leamos sus canciones en las paredes y en los puentesen las calles y en los caminos en los cercos y en las piedras en las ventanas y en el viento nosotros meteremos bulla hasta el fondo—hasta que vomiten y salgan de sus caracoles— donde

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dicen que solo ellos se escuchan los muy larguísi-mos cuando hablan con sus sombras y demás espíri tus que los ayudan a podrirnos el aire

no es otra cosa lo que hacemossolo estamos atentos para dejar escrito lo que pasa—cómo se reparten la claridad—cómo escrituran lo que no les pertenece—cómo se agazapan—cómo destilan nuestra sangre para su sed en lasrocaseso es todo lo que dejaremos escrito y lo que pa-saremos de boca en boca hasta la generación del gozo

aquí solo construimos un puenteuna comunicación entre la miseria y el pan para todosentre la violencia y la pazentre las manos asesinas y las que repartirán las cosas simples las cosas provechosas las cosas perdurables.

solo dejamos marcas señalessignos manchas de sangre irapalabra escrita árboles labor honesta caminos y caminosporque cuando acudan nuestros sucesores harán el inventariolevantarán de nuestro tiempo esta presencia atarán los cabos de la pita y llevarán en la mente y en el corazón nuestra canción perseguida llamarán a los amigosa los hermanos a los camaradas y les dirán que de algo han servido

nuestras huellas

no los veremos no sabremos sus nombres no conoceremos sus ojos ni sus manos pero de ellos será el camino la trocha que dejamos abierta

para ellos sembramos estos poemas vulgares por ellos decimos lo que vemos lo que tocamoslo que vivimos—solo dejamos constancias porque ellos construirán con lo que dejamos amadocon lo que dejamos señalado con lo que hemos odiado—las nuevas canciones las nuevas formas de decir las cosas—porque para ellos ya habrá amanecido habrá vuelto de alguna parte la paz que no hemosconocido—abundará la luz el pan la honestidad las promesas serán cumplidas—y la esperanza será solo una palabra en desuso

daToS PERSoNaLES

me identifico y me señalo —aquí nací—semilla de cerezo de pájaro—raíz de milpa—tallo de salvia para el aire—rama de pino silbador—hoja de canaque para envolver la nieblay el silenciono puedo ser más vegetal—ni más rural

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que este pueblo de alas verdes

candacuchex—lugar del frío para que florezca la sangre—para dejar la voz sobre tu frente musgosa y solidaria

y vengo de la evocación a tu presencia —a poner sobre tus piedras cuando va amaneciendo mi sombra consternada—hasta desaparecer entre tus ojos a la hora del crepúsculo

escóndela

escóndela

esconde la piedramarchita

CaSa doNdE vIvo

en todos los cielos te encuentro—y en el agua

te veo en los caminos y en la lluvia en la hoja que cae y en el vapor que se levanta—en la nube que se va deshilando

sobre la montaña—en la hierba—en la corteza de algún árbol

todo lo que dije antes lo dije por ti—y lo que diré desde ahora lo diré por ti

verte de nuevo no es reencontrarte —es cerrar el círculo de angustia para romperlo en todos los pedazos—tu nombre es todo lo que miro y todo lo que siento

si pudiera tocarte como en la última distancia—palparía mi propia piel mis palabras y mis ideas

y si volviera al lugar donde te conocí—llegaría a la casa donde vivoy a la tierra donde he de quedarme

esconde la piedra marchita

escóndela

escónde la

SEGUNda dECLaRaCIóN

en este poema—jadeante

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y presuntuoso

declaro

—que no busco buitre para mis ojos—ni cepo de arañas para mi voz

escóndelaescóndelaescóndela

esconde la piedra marchita esconde la piedra marchita

escóndela

esconde

la piedra marchita

La ÚNICa RESPUESTa

mínima respuesta—delgada herida—pequeña bendición que alcanza para todos

no sé si me despiertan mis gusanos o los pájaros que se afanan en tus sienessalgo a encontrarme con tus días—pero¿de quién es esta sangre que amanece entre mis manos?

no sé si este clamorestá en tus ojos ya despierto y se repite—porque tú eres la única la ofrecida promesa

ESCoNdE La PIEdRa MaRCHITa

escóndela -escóndelaescóndela -escóndelaesconde la piedra marchita-esconde la piedra marchita-esconde la piedra marchita

la tierra y gris oscuro marea de manos sin mensaje—esconde la piedra marchita

los ojos todos los ojos sobre tu piel dilapidada—esconde la piedra marchita

sometieron tu voz consumieron tu sombra—esconde la piedra marchita conocieron tu sueño tu corazón adivinaron—esconde la piedra marchita

mi patria es una luzabundante y honrada—esconde la piedra marchita

tú vas conmigo me acompañas ni por magia ni milagro—esconde la piedra marchita

sólo es uno el camino

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para todas las huellas—esconde la piedra marchita

la pobreza es un panque le sacaron la migaja—esconde la piedra marchita

colaboramos con Dios propiamente dicho—esconde la piedra marchita

mi pueblo no es tu pueblo ni mis dioses te conocen—esconde la piedra marchita

no todos están muertos ni todos están vivos—esconde la piedra marchita

muéstrales la voz no te vean el hambre—esconde la piedra marchita

puedo alquilar mi sudor pero no mi conciencia—esconde la piedra marchita

enemos la medida de tus dientes y tus manos —esconde la piedra marchita

que nadie salude al rey de las tibias y las calaveras—esconde la piedra marchita

arrímales la luz para irlos conociendo—esconde la piedra marchita

pájaro archivero tu palabra es mi palabra—esconde la piedra marchita

yo estoy en la tierra más allá de la historia—esconde la piedra marchita

escóndela -escóndelaescóndela -escóndelaesconde la piedra marchita—esconde la piedra marchita—es-con-de-la-pie-dra-mar-chi-ta—escóndelaescóndelaescóndela

esconde la piedra marchitaesconde la piedra marchita

a valito talalaguaque ama los monumentos de 30 a 50 metros de largo

—esconde la piedra marchita—escóndela—escóndela—esconde la piedra marchita-esconde la piedra marchita-escóndela-escóndela

LaS SIENES ENCENdIdaS

anoche soñé con bolívar—de nombre simón y llamado el libertador—caminaba

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(él y su sombra) por los cerros de caracas entre risas de tuertos y niños sorprendidos

tan humano—tan hombre este bolívar de sienes encendidas—con mejillas manchadaspor aceitey sus ojos viejos de vigiliacada palabra suya (para quebrantarla) la ponían en portales placas de bronce —semipulido ——lugares más discretos como escuelas y parques de bolsillo y kilómetros de estatuas (negro primero es el primero entre otros de barlovento para solaz de palomas y pájaros advenedizos

cada palabra suya repetida por el eco(construido exprofesamente para eco)—niños y muchachos declamando su nombre por los cerros—resbalando a la gran sabana el nombre de bolívar una hora antes de las sombras—mientras —adentro—bajo su única ventana la reina maría lionza se prende al humo de la noche y habla con bolívar—su joven amante

—el rebelde libertador iluminado

nadie puede quedar libre de culpasin repetir el santo y seña de bolívar—nadie podrá dormirsesin negarlo tres veces—hasta la consumación del día que vieney en el vallelos dueños del ruidole tiran caramelos al miedo—inventan sonidos para colgarlo al aire putrefacto—al viento negro “que galopa por los cerros”

pero nadie sube con otra estrella en la bandera—nadie su corazón beligerante más allá de los dientes y la palabra plegada entre los labios

porque este melancólico bolívar que ahora sube por mis manos polvorientos dejalos caminos de la sangre (además de los pasos de montaña)—y lo compadezco (desde la sonrisa que me pongo para saludar a mis vecinos)pues lleva un poco de pan y toda el agua para los sedientos

(señores miembros regulares e irregulares de la academia mandad a levantar un gran monumento a bolívar un dilatado monumento de varios kilómetros de largo que se vea desde todos los cerros

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de todos los cerros al mismo tiempoilustres académicos y baba circundante es preciso que la posteridad os recuerde por vuestro amor ilimitado a bolívarpor vuestras frases alusivasy por la forma como arrugáis el ceño cuando decís su nombre

adorables viejitas y viejitos libidinosos—históricamente hablando—vosotros que amáis el bronce y el mármol libertad a bolívarde vosotros mismos y de los otros...)

mientras tanto los poetas de caracas bautizan con champán sus poemas de protesta (o contestatarios)—trámite para pasar a la eternidad y salir en las páginas amarillasde uno y otro bando.

Caracas, marzo 1974ESCóNdELaescóndela escóndela

esconde la piedra marchitaesconde la piedra marchita

¿dónde está el muerto?—escóndela

esconde la piedra marchita

XoLoTLáN

lago para que naveguen sombras—quemadas calcinada sombras

el sol tritura las pestañas vegetales—negraslas náufragas raíces—ciegos los peces aleteantes

y en todas las orillas el vientoel viento azul abriendo los ojos

de rubén darío

cráteresy cráteres—círculos de lava—los ojos repetidos hasta el fondo—aguas guardadas vigiladas—vapores prendidos de los dedos del sueño los mismos ojos y las mismas huellas—manos superpuestas que se queman y se apaganlos perros en la arena muerden el sol bajo la hierba—son las sombras del inicio—supervivientes ácidas sombras ¿quién las entiende?

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rubén darío entonceses un verso—para que los niños de nicaragua pongan un poco de color en todo el aire

Managua, abril 1972

—¿en dónde está el muerto?

—¡aquí está el muerto!

—esconde la piedra marchita—esconde la piedra marchita—esconde la piedra marchitaescón dela

esconde la piedra marchita

dIoSES SUSTITUIdoS

llegaron todos ellos los dioses—pequeñitos como bichos se prendieron a la pared y comenzarona echarse el muerto

armaron gran barullo —pues pertenecen a la congregación de los escogedores y dispensadores hasta que cayeron exhaustos en la orilla del musgo

a corto plazo todos fueron sustituidos—por otros dioses más o menos pretenciosos que mañana estaremos estrenandoesconde la piedra marchitaesconde la piedra marchita

OTROS SUEÑOS

que te dieran un día —todo el día—para ordenarlo—para poner las cosas en su lugar debido—para limpiar el alba ¡el alba!—para poner parejo el mediodía—igual el tiempo y los espacios—el desayuno

—el almuerzo—y la merienda

ya me imagino el polvo saliendo debajo de las puertas la suciedad bajando a los estercoleros

y en la tarde—compañero, amigo, camarada,—te sentarás a ver las sombras que van con ellos camino de otros sueños

—aquí está el muertoescóndela

esconde la piedra marchita

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REITERaCIoN dEL día

es poco el día—y el que sigue desprevenido lo cogeremos de los párpados—lo cegaremos mientras condicionamos a nuestra suerte sus meridianos tenebrosos—sus nieblas y sus hojas verdosas—los miradores y cogollos de sombra—y esos peces del alba multiplicados hasta el ocasolos desprenderemos en pirotecnia que nos acomodeno es tuyo el día ni lo quiero a mi cuidado—nos pertenece desde la humedad amanecida a todos—tu ventana con rejas y mi rama de pino—la colinay la hierba entre rocíos y voces—el camino donde solo tus señales perecen y esta imagen perseguida por los tristes jaguares que ya domesticaron—porque a veces sobra—no el pan —el día—larga es su dentellada en el airey nube que caminalos niños toman posesión

del día ingenuamente—yo no les miro sin embargo deshilados los labios—van subiendode cereal en letra

y negaciones

¿pero el día es de los niños?—padres ejemplaressumisos e inconclusos para la respuestatomemos el próximo—el día de los niños todo el año—y bajo tierra los cuervos estarán sin ojos definidos definitivamentevolved entonces—las rosas en su rama —la luna de astronautas y perros opulentos—el crepúsculo ¿cuál de ellos? en su lugar estará bienmientras nos apoderamos del día—mientras lo ordenamos—aquí el surco aquí la semilla aquí el tallo todo el árbol y sus frutos el mediodía y el agua—entendiendo que en el día estarás en tu día—y la noche y tu casa de piedra o de madera

es mucho entonces para los mastines —el día

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y la gran moneda de luz enajenada

¿qué entiendes tú de paridades mientras se te oxidael día entre la lengua?—te ponen un grano de sal entre los dientes ceniza para tu frente y sales a pasar el díacon un ramillo desolado entre las manos—a pasar el pan y frío y de memoria ¿comprendes?

porque somos días repetidos insaciablemente—alineadosdesde aquí hasta el día en que llegan las sirenas rojasa levantar lo que queda de tus huesos sobre la piel del día

¿para qué te sirve la calle—el bache—el día del árbol—la madre fotogénicay el almuerzo en tu día?

(porque tienes unoque te queda a la medida justoapretadito lo llevas en el corazón un día)

¿y los demás? —de los demás—nosotros los proclamamos diariamente—mientras nos reproducimossobre esta manzana carcomida

¿para qué lo usasbien dicho y bien medido el día —los de ayer y estey los que vienen? y si no lo comprendes y estás triste—hablemos mal de todos encendidamente—de los escarnecedores como nosotros—de los malos y los que parecen buenos

—porque tú después de todas las palabras eres responsableestás comprometido todo el día todos los días—sucesivamente

mientras tanto tomo mi banderita y la admiro bajo la luz del sol—es mi pañuelo de quebrantos—mi pequeño cobertor—mi hoja para guarecerme de la lluviao para que no me caiga el rayo

—¡oh mi banderita!—mi palabra preferida—mírala tremolarentre mis dedos amarillos.

esconde

la piedra

marchita

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—esconde la piedra marchita

VIGILANCIA

y míralo bien—míralohasta que pierdas tus ojos—este es tu pueblo desde el día del inicio

y todos los ocasos

si hablas muchosi todo se te va en palabras el polvo se pegará en tu boca—así que no divagues porque a veces parece que ni hemos nacido ni hemos muerto—como que somos conciencias sombras de otras sombrasmira a los niños cómo se destiñen mientras caminan por la tapia—mientras asesinan hormigas y margaritas para pasar un tiempo que no les pertenece

en su hamaca de jarcia mi abuelo duerme eternamente—mira sus costras verdes mientras se mece en la bruma de la tarde—siente sus huelgos a limón y aguardiente

para olvidarse de su nombrey de su hambre

yo soy mi abuelo—yo soy el niño que pesca truchas y cacaricos en los rápidos y los gaviones—sucio baja el río y sobre su lomo amarillentoriela el griterío de los lorosno te descuides—alista el candelabro de vigilias—tecolote sobre tecolote—para pasar la noche más larga—hasta que amanezca

—¿en dónde está el muerto?

—¡aquí está el muerto!

—¡levantemos al muerto!

—¡uno!

—¡dos!

—¡tres!

—esconde la piedra marchitaesconde la piedra marchitaesconde la piedra marchita

escondela piedra marchita

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LOS MISMOS TERRITORIOS

sobre territorios baldíos—solares donde los gusanos succionansecan las raíces—la voz cae

como costrasobre las piedras se hace polvo humo espeso—repetición del sueñoen los ojos con herrumbresigilosos se desplazan se deslizan—oigo sus pasos podrir las sementeras- encienden y apagan sus largas velludas antenas espiadoras

se refocilanlos sicarios negros—mastines de las puertas verdes las del asombro—echan espuma—la pestilente espumaen la luz de los puentes—violan los signos que señala el sol—miden los golpes de tu sangre—marcan tu corazón con rama de ciprés

en la noche como plumero—ala sin cuervo plumas sin buitre—

sus lenguas tejidas de sucios minerales—para absorver la humedad del aire la superficie dulce de las hojas— se distorsionany caen sobre tierra—la terrible piel que nos protege

y alimentalas sombras lilas los anuncian los proclamansobre las semillas que en tu pecho

se dispersan

alabanciosos dicen que eres fértilsápidahumbrosamaderableprecariapara que te coma la muerte para que te raspe el comején los huesos

como si ser madre de ríos lagos fúlgidos fuera más fácilque sacar sangre con los dientes —las uñas del jaguar merodeador sicario que ahora acechatus ojos—vigila tu tacto tu escalofrío—mastica tu savia blanca endurecida tu cuerpo tibio en primaveras olvidado

sus sombras tenebrosasse distorsionan

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en el aire—hacen círculos en el agua—bejucos constrictores se prenden a las cortezas registran tu desnudez—sigilosasvan por tu voz por tus manos—tu alegría tus congojas

—hasta que los límites se colmen—hasta saciar la voz y rebosen las vasijas

—y vengan todos —los de fuera y los de dentro —todos los grupos infinitamente

y nuestra sea la luz—y nuestro el territoriopero si no te escuchan

—escóndela-escóndela esconde la piedra marchita—esconde la piedra marchita

MaPa TIBIo

pueblo

mi pequeño pueblo de alas de niebla—lo pongo entre mis manos

cuando amanece y le voy cubriendo de sol sus tejados vaporosos y sus calles en silencio

recorro su mapa tibio—a mediodía—

y lo amodesde la esquina más triste—mi bosque de coníferas con raícessobre todos los caminos—y en las flores del cerezo, amor, que se multiplican en tus ojos

esconde la piedra marchita

OTRA CANCION

eres mi gana de vivir y todo lo que recuerdo—apenas toco tu nombre con los labios se me enciende la vozhoycomo todos los días estoy contigo—eres mi casa (este aire colorado) y sus alrededores (el cielo la luz la lluvia) y vuelvo ¡vuelvo!—pero

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¿de dónde vuelvo si estoy contigo eternamente?

escóndela

esconde la piedra marchita esconde la piedra marchita

ODA A UNA ROSA

con su vestido verde satinado y una rosa in-cendiándole el seno—carmen recorre la gran calle citadina como un espectro de ojos olvidados

—y sin embargo hay sueños que conquista—breves esperanzas que le caben en las manos

mientras el airecillo de la tarde de asueto levanta de su seno el último aroma de la rosa

—en dónde está el muerto

—aquí está el muerto

—esconde la piedra marchita

AZOGUE

Sheny - Sarita - Lolis - JudithQuique - Shaca - Felipe - Mazate

cuando muera ¿podré verme en el espejo?

—y la respuesta es vagaporque en este lado de la vida hoy es mañana—y tú no estarás para el silencio que viene

HACEDORES DE LA LUZ

es-con-de la pie-dra mar-chi-ta

—escóndela—escóndela

ENCUENTRO Y REENCUENTRO

a humberto miranda

¿a qué ritmo de madera y cuerofue hecha tu luz? —no la del puente

—no la del agua

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¿o te inventaronpara encuentro

y reencuentro—para nostalgia?

porque la sombra se te adivina—bajo el puente —y en el agua va el sonido

de tu luz

II

rema el negro rema el blanco —todos están remando

vuelve, me dijo—mientras caíala noche en nuestros brazos—tú puedes ser la rosa que me falta—estoy contando los golpes en el aguael pañuelo de sus ojos desde un adiós me llama—y rema el negro rema el blanco —todos están remando

Panamá 1974

ENCUENTRO

ayer volví a ver a pepe batres—¿recuerdas a ese

desgarbadofeoe irónico poeta?había un parque de cipreses encinosy flores minúsculas amarantas

¿te dice algo ese poeta lírico?

no había monumentos ni palabras en relieve sólo brechas caminos limpios lúcidos

¿quieres que sigamos hablando de pepe batres o lo echamos al infierno por inactual y burgués?

ULTIMO MANIFIESTO

la paz y el amor están en los niños—no debieran estar—-¿y la salud?—¿y la alegría?—¿y...?

los niños juegan con piedras con trozos de madera con hojascon hormigaslos niños juegan con el agua

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la tierray el viento

los niños pocomames juegan con aguas negras vientos enfermizostierra contaminada

¿hay algo más conmovedor que los ojos de un niño enfermo? ¿hay algo más tierno que los ojos de un niño triste?

ven a la sombra—con toda tu paz y todo tu amor—ven a Chinautla para salvar a los niños—los niños de todo el mundo son los niños de Chinautla

-esconde -esconde -esconde

la piedramarchita

NOCTURNO

yel grillo raspa la noche con un pedazo de obsidiana

esconde la piedra marchita

esconde la piedra marchita

esconde

la piedra

marchita

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Otras sOmbras

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LAS VOCES Y EL TIEMPO

BANDERITA DE SANGRE

Tú vienes cada día a dar un nombre, una escala de voces escapadas del vidrio donde extiendenla sangre de tus dedos.

Vienes y me dilatas los metalesque llevo en estos huesos amarillos,un puente de islas que se formadesde donde encontré las manos hilanderashasta el mismo corazón que se me enciende. Por eso están las voces,las talladas voces en el tiemposobre el andamio del alba en equilibrio.

Por eso me amanece la cabeza entre las manos,bandera en cada dedo,sangre para la simiente de tus sueños,

Por eso hay un silencio circundante, un envolvente clima de protestas.

EL REDONDEL DE LA MAñANA

Padre, le digoal que clama desde las frías esmeraldas—las apretadas sombras en sus manos—,al que sólo tiene un pañuelopara las heridas de todo el año,voy por la señal que no te dieron,donde cruza el vientoen el deslumbre de la tarde,

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iris a lomo de los gastados arcos donde se hunden febriles tus latidos: el alba es mies que se levanta a recorrer tu lengua de puntillas; ojo de la oscurana, angustia redimida, tuyo es el redondel de la mañana.

LA SANGRE SE LEVANTA

Levántatepadre amado de las claras corrientes,las que suben y bajan por los relieves de la carne—deja que los gusanos giren,que midan taciturnos su nostalgia—olvídate del polvo que sopla en tus entrañas,vamos a bajarle la luz a las estrellas.

Levántate desde las raíces del tiempo; desde los verdes viejos calendarios los dioses de la piedra de chispa,formadores de hombres inventores de signos, los corazones del cielo ordenarán tu voz; volverán a tus manos las líneas y las huellas, la tierra será aleaje de paz y de canciones.

EL SALTO DE LA LUZ

No te subas al sueño que palpa las paredes —las que guardan desvelos sospechosos—

quédate asido a los hilos de la lluvia —líquido fuego de fiebres diluviales— que por ti venimoscuando todo comienza: las puertas sin sus alas, la tierra interminable, y ¡alzándose!   ¡alzándose!

los surcos entrañables saltan de luz en luz abriendo el paso a Diosque se arrodilla.

TIEMpO EN EL TACTO

Me acerco a los soportes del musgo y de la niebla, redonda es la claridad,claustro de la edad que no termina.

Transito las cornisas donde el tiempo se deshila, los aleros que guardan otras sombras,voces sin salida, amargos propietarios de los últimos vestigios.

Veo tu voz, su luz sobre las rosas: la del maíz, la de los vientos, la del hombre restituido.

IMAGEN Y SOpLO

Tomo la palabra, la que queda,le doy tu forma, tu imagen y mi soplo.Voy hasta tu voz, dibujo es,contorno de tu duelo, la saco y la repito, anda conmigo, somos hermanos de leche y de designio.Me pronuncio por ti que soy el mismo, saliva de tu lengua, filo de tu diente,la primera,la segunda,la tercera, todas las personas en el mismo verbo.

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LAS SOMBRAS Y LAS RESpUESTAS

La sombra se repite y tanto sangraque hay noches que se esconden en el llanto,hay días que se meten en los nerviosy dejan sin caminos la palabra.

¿Dónde llegar con esta sed de amor y canto? ¿Dónde posar el alma en esta hora? ¿Dónde llevar esta pasión de paz y vida? ¿Cómo gritar de frío bajo tierra? ¿Cómo encontrar el nombre y la respuesta?

No basta que tu hueso se derrame, que tu sangre suene a tambor o río, hay que tener del diente las heridas y arriba tremolando los latidos.

LA VOZ DEL AGüERO

No des los golpes que atajen el ritmo de las voces, no hay valladar terrible para el fragor del canto.

Las manos que retoman los sueños redivivos son inmensas, humildes y morenas.Padre que estuviste de pluma en el relieve; padre que sostienes los muros inclinados; padre que has estado traspapelado y triste, dame tu voz de agüero, tu voz más vigilante, el tiempo es la conquistaque adornará tu frente.

RETRATOS Y SOMBRAS

El sapo

El sapo es el tacto de invierno. Ni mineral ni carne, el feligrés del agua es líquido y ausente.

Rezuman las raíces sus notas olorosas cuando en su croar abre las puertas del cielo.

Y surgen de su tórax los abismos sin sombra al poner en sus nervios emoción de solista.

El grillo

Cuando el grillo calienta sus sirenas de frío en la charca está inmóvil su retrato de sombra.

Su canto desdibuja abalorios de escarcha cuando en la hierba cae un ángel blanco, de asombro.

El grillo es el muelle a las islas estrellas, donde derrama savias su vegetal garganta.

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Perro idóneo

Pocholoes el perro idóneopara esta casapintada de blanco hueso.

En el pequeño patio—no obstante— cabe todo el cielo, y la luna tiene un color deliberado, ocre sagrado para ladrar a porfía —antes de rendirse a la burla de las sombras.

De generales conocidas¿en todo el barrio? Pocholoes efluvio de blancos y negros cuando hace su fiesta y sonríe con la cola.

Hay otro color aquí—verde agua— donde se repiten los ojos de este perrorapaz y regalón.

Cerro

¡Cerro del Carmen,cerrito!cúspide de anunciaciones—iglesia de cal y musgos:dame tu campanariopara quebrarle la piñata de estrellasa este cielo con tanta primavera.

Subo a tus murospara mirar entre las bugambiliasel aire claro de los horizontes-—techos y ventanas—montañas y volcanes hasta perder el aliento.

Y cuando te endomingastienes más coloresque los aicoiris que te caen encima—más alegríaque una fiesta de cumpleaños.

Veredas para la gloriade claveles y rosedales—huellas de muchas vidas—resbaladeros de grama—vericuetos donde los niñosinventan sueñosy juegan“pin uno, pin dos, pin tres,pin cuatro, pin cinco,pin seis, pin siete,¡Pinocho! ¡La lleva este viejo colocho!”

¡Cerrazo!mirador de milagros,por tus caminos voy siempresin ida y sin regreso—eres la montaña mágicapara hacer mi costumbre de crepúsculos.

Los del repartimiento—dioses maiceros—te dejaron para solar comunal—cada uno con su sombraverde bajo el sol.

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Eres tan aéreo y tan terrestre —tan íntimo que al cerrar los ojos me pareces el tamborón de todas las cofradías.

Alrededor de tus vientoscreció esta Guatemala de la Asunción—tu ermita le sirvió de atalayaal ángel guardiánen la hora de las horas.

Cerro hecho de otros cerros—tan orondo y tan hermosoque ya parece que te mandaron a hacerpara presumir de volcán apagado.

Yo también bajo tus frondas le prendí en los oídos aquellas palabras olvidadas al amor que amaba.

Se me ponen aguados los ojos de tanto que te quiero —y me cabes en el corazón todo lleno de rocíos —surtidores de aguas —árboles y campanas.

El ángelus:¿Quién hace el ángelus sino túcuando te llenas de luces y sombras? —y los niños gritan jubilosos ¡calabaza!   ¡calabaza! ¡cada quién para su casa!

RoNda PaRa TodoS

La tarde en el mar

Cerca de la playa el pez que vuelase detiene en mariposa,nube y nada,nada por los sótanos del viento,los claros túneles marinos,en las ramas extendidas,hasta los muelles de la estelaylos blancos meridianos.

Ronda en malva. Azules insondables giran, gira la tarde, gira la bruma, gira la ola, gira el sol,gira la sombra, gira la ronda,gira la luz en espirales.

Cerca entonces,cerca para entonces,desde las tibias bahías interioreslos sonámbulos duendes de la sangretienden sus hilos de nieblaen el piélago desnudo y tiritante.

Para siempre ahora,para siempre tu aletear de hojas en la burbuja del tiempo, del pájaro de escamas el detenido vuelo del silencio, el ahogado paso de la tarde.

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En jade te desdoblas,sutil te desvaneces,—en el espacio te sueltas de la lluvia,te sueltas en el gozo del ángelus marino,el derramado plumaje del ocasoen los socavones fríos de la espera;en marejada te acercasy te alejashendida,caliginosa vibras en azogue.De sal tu superficie,de agua tu estatura,como alga ruedas en la brisaruedas en la huella del eco submarino,te afirmas en las aristas del oleaje,tus dedos dilatados los límites recogenlos hondos límites oceánicos,el yodo y las salóbregas raíces.La tarde en las moléculas del airerepta por los silencios que cuidan los ojos de la hierba,la tarde fatigada entre la nieblase sacia en la resaca de oscuros caracoles,se escurre de las algas a la espumay los líquenes creciendo en todas las orillas;tras ella las manos agitadas,las manos imposibles,sostienen al dios de los geraniosel pétalo redondo de dura transparencia.

Ella es en la ensenada el espejo navegable,el flujo de gaviotas en fila de luceros,y alasque mueven otras alas,briznas de luz que se deslíenen los regazos de la sombra.

Entre las olas te enredasy cantasy te agobias—dilapidada ausenciasobre las yemas de los dedos rielassobre la piel del cielode las aguasde la arenaronda oscura y envolvente —los horizontes y los sueños giran gira la garza gira la onda gira la playa gira la hojagira la espuma gira la ronda gira la tarde sobre el mar.

Extenuada te tiendes en la noche,sin perfil,desdibujada,y vienes y te palpodócil angustia de quedarte cuando partes,vegetal es tu cuerpotu cóncava medida,parpadeas en la estrella navegante,te navegan mis brazos,mi tacto entre su musgolíquido y sumiso,cuando me uno a tu contorno,al escalofrío celeste y terrestre,al temblor ligero,a tu cuerpo de jaspe de infinitud cerrado.

Y caes en los negros miradores,en la desembocadura del cielo con el agua,

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—el río estremecido la vesperal urgencia.

Los cauces se voltean y buscan sus reflejos, la conmoción de luz las cimas deslumbradas, pulverizado yeso en las estrías de la noche la espuma se agota sobre la sien marina.

Y vagas por las islas de bostezosobre los hemisferios perennes y despiertos.

Cierro tus labios tu eternidad presentey desembarcas,tiras las amarrasen la sombra tremolante,en la playa,en el opaco corazón del mar.aLTIPLaNo

Altiplano, vértigo del rocío.Piedra de los holocaustos del viento.Cencerro de la niebla.Ojo de aguaque en vertientes de jade se desliza.

Subiendo a tus vellones esponjados está mi corazón insomne, mi sangre revertida.

La luz resbala por el airepara pulir las sombras,para mullir el liquen de las veras,el musgo en los cipreses.

Templo de balidos y trigales—la cúpula nubosa

en la punta de mis dedos,y los hieráticos pinos por vitrales.

Madre tiritantecon helechos en las pestañas.Cima tibia de las señales del sueño.Siempre,siempre llego a ti,porque no cambio todo el tiempopor uno de tus instantes.

S. M. 1965

LA HORA DEL RETORNO

La tarde se sumerge,íngrima tarde,en los caminos plegados por la sombra.

Es la hora del retorno,la libación de hallarte:la lluvia,el musgo,el umbral del sueño.

Vamos por los sonidos que se izan en la piedra, las voces que dejamos al pie de tu silencio.

La niebla de ronda en los tejadostiritante,copa es del frío,crepúsculo en desborde.

Y las campanas de mi pueblo cuelgan—sonido y flor—en las penumbras olorosas,

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hue-le-de-no-chetu día que se acaba.

El sol que llega tarde,entreverado, deslumbrará tus calles, encenderá el rocío.

Mañana,cuando los vapores del alba,nos levantaremos a verte entre las aguas,los relojes tallados en el viento,las edades del polvo en esas torres,los miradores del humo,la paz en espirales, tu quietud de recuerdos—-Siempreviva.

San Marcos - 19

pájARO DE ARCILLA

Ahora recuerdohaber estado en Comalapa—entre personajes pintados por Santiago Tuc Tuc,retablos con imágenes sin ojosy ángeles acostumbrados a la penumbra.

El viento chifladoren el mirador del Calvariohace danzar los cipresesylos cerezos.

Isabel Ruiz trans-forma los verdes y los ocres

¡y los rojos! en la gloria total de los huipiles.

Al terminar el recuerdoes ya tarde en la sombra,y Comalapa es un pájaro de barro—sus alas se desdibujanen milperíos y trigales.

NAHUAL TESTIGO

a Rafael y Mildred

Yo, heredero de códices, pájaros a porfía, árboles que cantan, estelas y dinteles en la casa del ahau, altares y sahumerios en caminos vecinales.

Yo, vigilantede las pirámides truncadas, dueñode las voces apagadas y de la palabra que no se ha dicho, asistente de plazas y juegos de pelota.

Yo, convocado al exterminio, cavador de sepulturas, hortelano sin ganancia,

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árbol indefenso, me resisto y me levanto, llamo a los demás y los demás me llaman.

Yo, nahual-testigo, no desisto, no desfallezco, pongo mi voz como camino, pongo mi pecho como rodela, mi brazo como espada de paz, saldremos del olvido y nos pondremos adelante, brillaremos de nuevo y para siempre.

SIN EMBARGO, TE AMO

País de déspotas condecorados, de elecciones fraudulentas, de corruptos y arrogantes, de alimañas intelectuales, de ricos deshonestosy pobres desahuciados; cuna de pistoleros impunes, de fanfarrones y oportunistas, de escribidores al servicio de los sanguinarios, de traidores y sinvergüenzas, de soberbios repletos de orgullo, de políticos trinqueteros y jueces venales.

Sin embargo, te amo, porque eres la más bella y dulce patria breve,

por umbrosa y musical; porque inventaste el maíz y la marimba, los nahuales y el cadejo; por tu pasado y tu alcurnia, por tus campos verdísimos, por el trajerío de tus mujeres, por el colorido de tus pueblos asentados en honduras y en altares; riberas de ríos transparentes y lagos de jade y esmeralda;por tu sangre convertida en bandera de libertad, por tus gentes de corazón de oro, de habla suave y queda; patria generosa y mágica, entrañable y deliciosa, te amo en tus días aciagos y hasta en tus más humildes regocijos.

LOS HUESOS HERMANOS

A Armando Bravo.

Al otro lado del río, al pie de los árboles hembras, están los huesos hermanos.

De aquí ya no hay retorno, sólo raíces de milpa donde la sangre sube para convertirse en maíz colorado.Los que amontonaron los huesostenían los ojos vidriados, las manos vidriadas, el alma vidriada.

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En este lugar de los cangrejos, San Andrés Chapil, en el valle de las plumas de esmeralda, donde los asesinos escondieron los huesos hermanos, al otro lado del río, más allá del odio y la venganza.

ODA AL HOMICIDA

Que te quedes con los ojos abiertos, que no mueras nunca,que no haya quejaque se escapede tu vil conciencia,que se te haga un nudo;que se te hunda el alma,que de tus brazos quebradosbaje la muertey te ate a la sangreque derramaste.

Que tus ojos de homicidano se apaguen nunca,que no se cierren tus párpados;que tus cuencas ígneasse abran como puertasdel infierno.

¡Baldón sobre tu nombre!que todos recuerdentus crímenes y desmanes.

Que quedes sumidoen la tinieblay pasen por tus pupilas

huesos y llantosque te puncen las sienes.

Que la luz del díahuya de tus ojos, pero no se retire.Que no cierres los ojos,que no,que no mueras nunca,pero que la eternidadte cierre la esperanza.

EL MUERTO INNOMINADO

La sangre se arrastra por la tierra y los malos se acodan en los portales haciéndose los héroesde patrias mancilladas.

La lluvia redobla sus tambores en las doradas tardes de julio, fueron los días aciagos cuando inscribimos tu nombre entre los que mueren por Guatemala.

Nadie te llamó a primera fila, fueron los avechuchos que clamaban sangre, los que en su náusea homicida te prohibieron seguir con vidaEres un muerto más en la noche infinita, una voz indefensaque nunca dijo nada.Tu triste banderita reposa bajo tierra.

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CABRACáN

A los mártires de Sacuchúm Dolores

Tres días estuvo Cabracán derribando cerros y volcanes, tres días sin descanso y sin alivio, porque de noche se afilaba las uñas y se relamía bajo las estrellas.

Fue cuando el diluvio de recina borró los caminos y los atajos, cuando las ollas y los comales mostraron su ira a los hombres de madera.

Los búhos expiatorios ofrecieron sus ojos a Cabracán para penetrar las sombras imposibles.

Tres días luchó el hijo de Vucub-Caquix socavando las serranías, donde la lluvia hace brotar las pequeñas flores del pajón blanco.Pero no pudo con los hijos de la vigilia, los muchachos que nunca duermen, y Sacuchúm sostuvo sus lumbreras, sus ojos de venado sobre las nubes, sus brazos donde derivan los pinares

BALADA DE LOS NIñOS Y DE LAS MUjERESMASACRADOS EN RÍO NEGRO

“Y luego echaban la sangreen el caminoy arrojaban sus cabezassobre las piedras…”

Hace torvos siglosque la sombra ciegahunde su fétido alientohasta las dulces raícesde mi país sagrado.

Oigo el sucio silencio,la sangre coagulada,su avidez que trota,los belfos pegadosa los húmedos caminos.

Río Negro, desdichado río,aquí segaron las vidas,el 13 de marzo de 1963,de cien niños y cien mujeres

¡Oh campos de Rabinal!¡Oh vegas de Río Negro!¡Oh manos turbias de Xococ!

No los olvidaremosderramadores de sangreaquí quebraron las vidasde los niños y las mujeres,aquí sembraron las cenizas.

Nunca olvidaremos, flores del infierno,siempre recordaremos, amarillas osamentas;.

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no morirán tus jaguares,no faltarán tus nahuales.

Oh impávidos diosesde cibaque y de lodo,de cantos rodados y de basalto,los nombramos sin treguadioses, dioses, ¡diositos…!oh huymo espeso de copaloh veladoras funerarias.Regresamos a ustedesdesde los trágicos pedruscos,dioses y semidioses,dioses sin portento, inútiles diosesen los siguanes de Xibalbá:dioses de obsidiana y maíz colorado,dioses olvidadizosde ciprés y de miche;aquí danzamos para ustedes,de dolor y de espanto,sobre las aguas luctuosas;dioses inertes,sin victoria y sin venganza,como lechuzas blancascrecen en las ramas del guarumo.

Oh hijos nuestros, inocentes, sacrificados;oh madres nuestras dolorosas, flageladas.

Río Negro de fúnebres silencios,donde los hijos de la pazfueron carcomidoshasta el último hueso.

Qué haremosoh frustrados dioses,con estas alimañas,

bestias iracundas,las frías herradurasdejan sus huellasen el aire hueco.

Los niños y las mujeresbajaron de sus colinas,de sus pobres sembradíosfueron separados,de sus puertas de adobe los arrastraron.El miedo tenía el rostro baldío, bajo lluvias de arena registraron los quiriapos. allí estaban sus voces arropadas en la sangre.

Sus ojos fueron abatidos, niños sin llanto, desplomados, tallos rasgados en la faz del mundo, asidos de las hojas secas, del vacío se prendieron como inútiles estrellas,

ya sin gritos de dolor abrían sus bocas sin sonidos; el río desplegaba sus abanicos de angustia; crepitaba el sol sobre las piedras, rompía sus estrías en el viento.

El agua flameaba como una bandera rota. El firmamento, un nido vasto de soledades. Los caminos corrían hacia las cumbres de Chuacús buscando el horizonte

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para poder inmolarse. Oh río de los rabinaleros, surtidor donde despierta la mañana blanca de las orquídeas.

La luz cabrilleaba en las cúpulas de la selva. Los niños agitaban los chinchines de jícara. mientras abrían sus sonrisas al alba. Las mujeres bajaban por los recodos luciendo sus huipiles mágicos, mientras los varones de Rabinal, los hieráticos achíes, eran perseguidos por el valle por los siniestros abejones de la muerte. No había cansancio para el miedo. Río Negro de los pocomchíes, donde mutilaron la risa de los niños, donde estrangularon el llanto de las mujeres, El sol se retorcía en las arenas.

Río Negro, abominable y luctuoso. Río de los pedernales en la sombra, río de las navajas en la penumbra.

Quiénes son estos que nos escupen en la cara, quiénes son los desenfrenados, los asesinos de un solo ojo.

De qué sirve postrarse, para qué las rogaciones, el pom y los sacrificios

y nuestros ídolos y el costumbre, si nuestra libertad fue sofocada, si la justicia no tiene memoria, si nuestros niños fueron muñonados; si fueron destrozados en las piedras como calabazas tiernas, como ángeles sin soplo fueron inmolados; si a nuestras mujeres les quemaron las arterias;

si no han de ser vengados nuestros hijos y nuestras madres como lo mandan los dioses, y los hombres de maíz ya no pedirán clemencia; les negaron la justicia y la piedad.

¿Será que la Patria es madrasta para los indios? ¿Será que los sanguinarios son los amos de la vida?

Los niños y las mujeres fueron obligados a bailar sobre las ardientes arenas y los chayes y los tetuntes y las espinas, se llenaban de gritos y lamentos degollados por los monstruos, perforados de plomo y de cuchillos hasta que se les agotó el aliento.

Qué palabras arrostrarles a estos del alma homicida,

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qué pienso darles a las bestias.

Oh absurdos, ilusorios dioses, fuera del tiempo se repliegan levantando sus funestos altares. Los niños sonaban sus pitos de caña por las veredas y las vertientes, cuando llegaron las culebras-cascabel y convirtieron en estertor la alegría.

Socavaron sus sonrisas y destruyeron sus alas, destrozaron sus juguetes de barro, borraron su cielo azul infinito, niños de Río Negro, sacrificados con la infancia en el alma.

Irreverentes dioses en los repliegues de las rocas, dioses de piedra de rayo bajo los hálitos del bosque, anacrónicos dioses sin ofrenda, dioses moribundos sin sosiego, qué hacer con estos mensajeros de la muerte. Río Negro de los agravios, Río Negro, tenebroso río, aquelarre de agua parda, despedazado río, sangriento para siempre.

—(Pasa un asesino empinado con una bandera negra, los demás hacen la ola de fusiles en la sombra, verde y negra se ve la escoria que empozoña los senderos).

—(No quiero ser el río ni su fango despiadado. No quiero ser el agua ni sus tristes esqueletos no quiero ser el viento que va resoplando los blusones de la tarde).

—Sólo el sol escondiera los gritos y los estertores en las piedras, y las manos de los niños asiéndose a los bejucos, prendidos en la tierra como flores sin raíces, las mujeres demolidas vomitando sangre por los ojos.

Eran los dueños de la rabia, los animales de corazón nocturno, los repugnantes homicidas; ellos hicieron de Río Negro cuenca de dolor profundo; hoyo de guardar los alaridos.

—(Oh llanto sin orillas la vida era de los niños, la vida era de las mujeres, la vida está en la tierra; la muerte vino apestando los surcos de Río Negro).

Sólo quedó el guardador de los huesos, una oscura vergüenza, todo el dolor imposible.

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No estaremos solos en la noche, no nos hundiremos en la sangre, no callaremos el sacrificio de los niños, no cerraremos los ojos de las madres. Río Negro de la danza negra, amarga y fétida corriente, funeral de cien niños, estrellas fueron sus cabezas en las rocas, mortajas de cien mujeres violadas y degolladas.

Aquí se quebró la voz, aquí se acabó la palabra, aquí pereció la existencia, toda la tierra reposa en los cuerpos rotos, de los niños y las mujeres de Río Negro.

Río Negro pestilente, sin consuelo y sin ventura, sólo la muerte olvidará los alaridos de los niños, las bocas inertes de las mujeres, los ojos abiertos para siempre.

pRIMERAS pALABRAS DEL FUTURO

—Alabanzas para el Rey Quiché—

A Paco y Chabe

Rey Quiché, hijo de Gucumatz, nieto del corazón del cielo, en la batalla ya ganada, de regreso a los templos y a las plazas,

el de la reconquista:los que no murieron han vuelto, salen de sus casas de melancolía, de sus puertas de angustia se retiran, vienen pisoteandolas sucias hojas del olivo, limpios están sus pedernales, espejean sus flechas de obsidiana.

No vienen a la guerra ni a las vociferaciones, no vienen al mercado a pedir sal, dueños son de sus palabras, sin altanerías.

Rey Quiché, joven idóneo, caen las alambradas y las púas asesinas; hemos destruido la encomienda, se borran los mojones, la luz es ligera como tus piesque vuelan por trochas y rompientes; rasgas la noche, vislumbras los luceros del alba. Este es el gran día y tu voz ululante es clara y definida.

Te nombramos Rey Quiché, te llamamos y estás con nosotros, nos envuelves con tu lumbre huracanada; nada hay que nos resigne, nos hablas y acatamos tu voz, nos acaudillas.

Estamos en la orilla de la paz y de aquí no nos moveremos.Retumba tu corazón en loores a la vida.

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A ras del surco van las voces, lentas pero seguras—la muerte huyea sus fondos oscuros indecifrables—Aquí no hay sueño que se pierda, oleadas de gozo ¡ánimo!recorren nuestra sangre.

Rey Quiché, muchacho puma, vienes del pasado y sus quejumbres; hemos barrido los confines, cerrado está Xibalbá, ya sin búhos mandaderos, no hay querellas de los taimados, rotas vuelan las mariposas del incendio.Estos años aledaños van bajando sus vigilias, pierden sus sombras y aseguran la alborada.

Venimos del escarnio, Rey Quiché, la paz le pertenece al pueblo; no hay insidia en la victoria ni retorno a la noche putrefacta; se acabó la esperanza, aquí comienza la hora fidedigna.

No habrá peligro en la calma, ni esquinas negruzcas, ni vindictas, ni lugares siniestros.Rey Quiché, el quetzal, nahual de nahuales, se alza desde tu corazón, flamígero avanza por la bruma;

hemos emplazado al amor ante la majestuosa noche; muchos siglos hemos girado en torno a los fogonesy las charcas que se forman en los portales; afiliamos la vergüenzaa nuestra dignidad y resonamos hacia adelante.El fulgor de las riberas es el de la paz que salta por los caminos, tus brazos la sostienen, Rey Quiché, tú recibes el arrepentimientoy lo haces reptar por las salidas del olvido.

Este ya no es aquel pueblo exánimeal alcance de los depredadores,hemos despertado plenamentey tenemos derecho a la palabra,al sol, al mar, al árbol, al río,al vuelo de los pájaros, a la vida;tenemos derecho al suelo que pisamos,a la estrella y la nube;a nuestros hermanos y amigos,a cumplir dieciocho años,a morir sin arrastrarnos en los caminos.

Rey Quiché, este país de hojas de salvia, de árboles azules, de hierbas grisáceas, este lindero de silbos argentados, te devolverá las piedras preciosas, los templos y las plumas tornasoles, todo es redivivo en sus antiguos límites precarios.

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Aquí se inaugura la memoria; corazones rebosantes, manos jubilosas, abiertos horizontes.

Tú sólo eres aquel que ya no espera, Rey Quiché, Rey Quiché, en tu más alto cielo, oscilando en el moho del firmamento, para que despliegues tu nombre, porque el futuro arde entre tus manos.El viento, venado veloz, te lleva, Rey Quiché, a galope, por todos los rincones, en la mañana dorada y en la tarde añil; florecen tus lamparillas, como cuando la lluvia sagrada hace brotar la milpa en tus solares.

El trigo se arrodilla después de la tempestad, no antes, y se yergueen el fulgor primero de la noche; tu rostro brilla como carbunclo o como jade labrado, mientras los danzantes deslumbran sobre los tunes y te proclamamosRey Quiché, única voz verde sobre los saltos de agua.

Ya no es ciego el puño ni agrios los amaneceres; nadie se ha quedado atrás, el tiempo ha dado su gran chasquido y avanzamos hacia el primer crepúsculo para repartir todas las estrellas, toda la tierra, toda la claridad.No cambiaremos nuestras máscaras para los bailes rituales, los jóvenes y los viejos frente al sol avanzamos ante el asombro foscode los posesos.

Rey Quiché, nuestra tierra nos alaba, somos sus hijos y sus padres, nuestras manos toman posesión de las simientes; hemos sofocado el desastre. Somos el clamor del surco, el murmullo del agua, la música de la lluvia, el vaho de la luz.

Rey Quiché, alto volcán, arde tu pecho, nos arropa tu valor; se desprende la escoria de los ojos iracundos,desaparecen los mastines y los látigos; oigo tu voz de nuevo, tu numerosa voz alzándose;

“¡Ea, hermanos! ¡Apagad la niebla!

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¡Subid los viejos estandartes!¡Nuestra es el alba y la justicia! ¡Nuestra es la tierra y la libertad!”

Gumarcaj, nido de quetzales, hemos errado por los vericuetos, pero tú, joven jaguar, Rey Quiché, brazo enhiesto, nos has salvado con ensalmos, sin usar tu lanza y tus cerbatanas, y nos hemos desbordado no sin ensalzar tu nombre.Derribaremos las estatuas y los ídolos falsarios; haremos barullo, algarabía, echaremos humo, sacaremos polvo; la soledad seráuna furtiva mano sobre el aire, ciegas las hojas estallarán en sus ramas; no removeremos lo tratado,justo es que la paz florezca.

Erigiremos las estelas y grabaremos las nuevas fechas, para que los que no acudieron, los demorados y los insidiosos, se estremezcan en el alba y los deslumbre el nuevo día.

Ya no nos conturba el odio, el amor suelta sus alas de flor y de ángel; y tú, Rey Quiché, joven denodado, dueño del vértigo y la quietud,nos das tu espíritu de valor inexpugnable,

porque ardemos en la paz, quebrada yace la sombra y aquí anotamos la primera fecha del futuro.

ODA FORESTAL A GUATEMALA Patria forestal, tres veces arbórea, país lluvioso, tres veces verde, región de hojas rojas y azules, árboles de guanábanas y chincuyas, de almendros y limoneros, de tucanes y pericos parloteros, de cerezas y guardabarrancos, árboles de zapotes y lánguidas higueras, de tunculines y chingurritz, de clarineros y balet de tortolitas, de maderas preciosas y jilgueros.

País de nieblas blancas y rosadas, bosques húmedos y tornasoles quetzales, de nubes que truenan y pijuyes en las cercas, de musicales torrentes y polifonía de canarios, árboles con azúcares en la lengua, árboles con xaras en el ombligo, árboles con ríos entre las piernas, árboles con cuxines y paternas en las manos, con bejucos matapalos en la frente, árboles con azahares en los dedos, árboles de guindas, duraznos y ruiseñores, de coronaditos y pomarrosas.

Patria de árboles que cantan, de tallos-atabales, de ramas con silbos misteriosos, de rozunos y manzanillos

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para tablillas que repican, de hormigos con pitorreales en la garganta, árboles-marimbas, árboles-tunes, árboles de pájaros cantautores, región boscosa con ritmo en las raíces, árboles para el vuelo de las garzas y las gaviotas, árboles con sonajas en la cintura, árboles con musgo entre los brazos, árboles con helechos y ciruelas en los labios, bosques de nogales y laureles, árboles nocturnos de tecolotes y lechuzas, de peras y membrillos, de manzanas rojas y amarillas.

País de árboles cerca de los ojos del cielo, de encinos y pinabetes, de árboles de trueno y plateados tempisques, de hojas de canaque para envolver la masa del maíz sagrado, árboles con el viento en las pestañas, árboles de chorchas y sunzapotes, de naranjas y colmenas de guitarrones.

Patria de árboles ceremoniales, de jicareros y esquizúchil, de troncos horadados por chejes y gusanos medidores, árboles con guirnaldas en las sienes, de chilimuyas y papáuses en la bocacosta, de jocotes marañones en el litoral del mar, de cipreses para sombra de cementerios y perfil de serranías, de pinares que cantan en coro, palmeras como estrellas doradas, guarumos y caulotes que brillan bajo el sol,

ixcanales y tamarindo en cálidos atajos, árboles con palomas espumuyes sobre los hombros, árboles con balidos y mugidos en los tallos, manglares con juilines y cacaricos en las raíces negras marineras, árboles con luceros en la coronilla, árboles con hormigas arrieras en las venas, árboles de pamelas y mandarinas, de jilgueros como trompetas en el alba, paxaques y alisos con pitahayas y patas de gallo subiendo por sus troncos.

Lugar de árboles con alas, de ruiseñores y pijijes, de cortezas de amatle para grabar la historia, de árboles de chicozapote para dinteles de templos mayas, árboles de masapán y vuelo de guacamayas, árboles para colgar nidos de chiltotes, árboles para guardar las distancias, árboles para mojones y centinelas, alero de golondrinas y de mariposas con ojos de colores.

Madre de la ceiba pentandra en la plaza del pueblo, la que detiene el cielo con sus brazos poderosos, la que guarda la eternidad en las cuatro esquinas del infinito, la del árbol de fuego en el incendio del crepúsculo, la de los arcos de limas y pataxtes en las ferias patronales, de flores de matilisguate en la cuaresma, de guayacanes acorazados, de cactus que caminan sobre la tierra parda de La Fragua, de palojiote y Palo de los Voladores,

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de hojas de saúco para guardar el pan del pueblo, de árboles de pino para los cofres pirograbados por manos campesinas, árboles para los patios de recreo de las escuelas rurales, árboles femeninos de acacias, eugenias, magnolias y jacarandas, árboles de sabores de canela, pimienta y achiote.

País vegetal de veredas plenas de hojarasca, de lentos bosques umbrosos que se duermen en el gorjeo de los clarineros, y despiertan en la algarabía de los sanates, árboles en horizontes de trigales y cliz-cliz,bosques como jaulas abiertas para el colibrí incesante —piedra preciosa voladora—, árboles para interceptar el trino de los cenzontles, corozos para ponerle aromas a la Semana Santa.

País de árboles de copal y de teocinte, de araucarias y papaturros, palo blanco y conacaste, árboles de chocoyos y torditos, árboles de cojolitas y jocotes tronadores, sauces llorones a la vera de lagunas y riachuelos, árboles para pájaros pixcoyes de oficio zajorines, madre de robles y madrones, de laureles y sabinos en las transparentes mesetas del altiplano.

País de árboles domesticados encadenados a plazas y avenidas,

agobiados de humo negro, árboles maltratados y olvidados, árboles sedientos de las alamedas citadinas, árboles mutilados sin susurros, sin pajarerías y de atormentadas ramas, árboles talados en la oscura selva, caobas y cedros derribados sin clemencia árboles mal heridos guardadores de corrales, árboles quebrados y moribundos, tocones podridos derramando savia inútil, árboles sin retoños y sin sonidos, árboles marchitos para siempre, hojas sin asideros arrastradas por la brisa, flores y frutos que no crecieron, árboles astillados en la mitad del camino, árboles sin voz ni voto.

País abuelo de ahuehuetles y quebrachos, de urracas y loros en la cháchara del trópico, patria de pulmones vegetales, de ámbitos verdes infinitos, país de memoria forestal, de icacos y guayabos voladores, de pajuiles y pavos peteneros, bosque como templos, como altares donde nace el viento, selvas donde el sol picotea la tierra en busca de las fuentes del agua, bosque donde brota la primavera, árboles para bifurcar los caminos, selvas como pueblos popolvúhicos donde nace la palabra, árboles para columpios de monos y micoleones, para hogar de dantas y tepescuintles, selvas para rugido de jaguares,

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bosques-ventanas para que se asomen orquídeas y líquidos jazmines, patria de bosques en la ruta del sol, paraje de árboles donde manan los ríos, país de hormigos donde se inventó la canción de la selva, patria vegetal de brazos verdes, patria de árboles para siempre.

ELOGIO DE LA MARIMBA SENCILLA

La marimba sencilla es hoja de milpa tendida sobre una cruz de madera de pino, de allí levanta su magia vegetal; salen del sueño los fieles tocadores y pulsan intrépidas las manos el rojo teclado que nunca duerme.

Marimba en la mañana del tiempo, marimba aérea de palitos percusores, marimba subterránea, corazón del mundo, marimba de hoyo en la tierra, telúrica; marimba maya de cajón, ceremonial; marimba de arco, marimba-luna, marimba indiana de tecomates, marimba eterna, abuela del son, madre de la guarimba, los dioses que te custodian sostienen en vilo tus escalas tonales.

El pueblo unánime alaba tu voz agraria, alegre y ululante, gozosa y plañidera, lóbrega y compasiva ¡alabemos!

Se escuchan los tunes o los tunkules, las flautas dulces y los teponaztles arrebatando las alas del bosque.

Cae sobre la faz de la tierra el delgado canturreo de las chirimías, brotan las voces de los cántaros de barro dando noticia de la madera que canta, pasa el pregón por calles y caminos llevando en andas a la madre marimba.

Vibran las débiles tablillas como agüeros del pasado; revienta en el viento su flor maravillosa, azotan los verdes ventanales, los tambores que sudan bajo la enramada, no se agotan las dulces raíces que se prenden a las fibras del alma.

Tensa el mecate las rústicas clavijas cuando percuten las teclas doradas bajo el baquetazo de huitzitzil y de hule y surgen de sus recónditas vetas los viejos sonidos de la noble madera Del paraíso de Paxil çvinieron las semillas de los árboles sagrados, de los palos marimberos de hormigo y de rozulde rosazul y de manzanillo con aves cantoras en sus venas.

La marimba sencilla es luz descalza, gentil golpeteo de guirnaldas, margaritas musicales que extiende sus dedos por el espacio,

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nubes que se deslizan como lanzaderas que tejen la trama del tiempo, levantan los caudales de la sangre que se izan como banderas alucinadas.

El cielo repite los ecos dislocados que cuelgan de sus resonadores,resoplan los ombligos de sus cajones al compás del temblor de sus maderas. Nada la detiene sobre la tierra, ni los tallos gigantes de las ceibas ni las hojas de bijagüe impiden que se arrastren sobre las piedras.

Saltan los poros de su piel de hormigo y por el piso de la zarabanda los pies se arrastran como sombras o brincan como clarineros tocados por el rayo.

No hay pájaro que se salve de su conjuro, todos vuelan en su infinita estrella, todos viajan en la escala del gorjeo, todos flotan en su arbóreo cautiverio.

A veces cierra los ojos y va lenta subiendo y bajando las veredas, caen como gotas sus notas febriles, llueven torrenciales en la luz del pecho, baja caudalosa por riachuelos y cascadas, se detiene sobre el espejo de la poza y en la charca de la calle la diluye el sol de mediodía.

No hay valladar para su tintineo, se ata con pita de jarcia a nuestras orejas y por ahí se hunden

sus ramas y siemprevivas o se mete afilada por los huesos y como guaro de caña nos calienta el alma.

Vaga por los rincones de la sangre, va dócil por nuestra piel o irrumpe indómita por la mente.

La marimba sencilla cierra los ojos de la tarde y abre los párpados de día hasta convertirlos en ojeras de desvelo. Es nuestra infancia y nuestra palabra, el primer recuerdo y el torrente de nuestra sangre, golpea nuestras sienes y nos convoca para la vida y para la muerte, es lo más cercano y lo más remoto lo más palpable y lo más infinito lo más real y lo más memorable.

CUANDO REGRESE LA MUERTE

Cuando la muerte regrese, porque vino el año pasado, estaré tras mi fortín, pero con los brazos abiertos. La sentaré junto a mi puerta y discutiremos pausadamente si se lleva mis reflejos o si puedo seguir con mis augurios rumiando mis nostalgias.

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Cuando la blanca segadora se asome por mi ventana con una señal de mis manos la invitaré hasta mi lecho, le ofreceré un café calientito y entre sorbo y sorbo dialogaremos si hay más vida o hay más muerte.

Sucumbir es lo de menos, aunque deje algunas deudas y alguna promesa no cumplida, pero me gustaría reflexionara sobre si me da más tiempo para arreglar algunos papeles y ponerme mi suéter para el frío

SApO

Por qué le dirán batracio a este tamborón del agua, solitario bajo la lluvia brilla como una piedra mojada.

Entre los surcos del huerto este maestro ecologista cotidianamente canta entre saltos y agazapos, con su lengua pegajosa se traga todos los insectos.

En la noche de invierno parece un viejo trombón que con música oxidada desgarra el viento de junio.

Yo admiro a mi amigo el sapo, aunque no lo veo últimamente, bajo la lluvia insistente oigo su intemporal presencia.

ESpEjO SAQUEADO

Ayer me dediqué a morir toda la tarde, puse mi esqueleto bajo la almohada y una rama de ciprés se dobló sobre mis ojos.

Hubo una sombra que creció desde mis manos y ya nadie comprendió que éste no era un poema.

Sólo permítanme sacar mis cosas del espejo; unas cartas rechazadas, los gestos que ya no uso, mis anteojos graduados, tres pañuelos blancos, aquella tristeza que hoy me da grima; luego rompan el silencio y dejemos para mañana la poesía.

CHOREQUE

A Norma García Mainieri.

Flor de muros y corrales, vestido de la luz,

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aroma de patios y solares,mariposa de la miel.

Choreque, amable florecilla, astronauta del jardín, en el cielo te reencuentro, oropéndola sin fin.

Tus alas se desdibujan en el sueño y la distancia, pedrería del aire, singular evocación.

PARA SIEMPRE

Durante dos años nos amamos para siempre. Tu calle no me alcanzaba para andarla y desandarla.

Perdona si te juré con palabra que se marchita, perdona si no te busqué más allá de mis olvidos.

Pero el tiempo se me pasó y perdí sus andaduras. Sólo ahora te desmiento lo que nunca se dijo.

Dejaré que no te vayas, rogaré que no regreses, olvidaré para siempre cada instante de mi vida.

LLáMAME

Desde mi paladar mi saliva, mi lengua, presencio tu imagen, mi luz insigne, me traspasas; y como savia subes del corazón de la tierra a mis raíces ciñes mi boca y me dejas indefenso; esta es mi voz endeble intentado alzarse al vano cielo de la tarde.

¿Quién soy yo? ¿De dónde? Repíteme en tus labios. Nómbrame, amada. Llámame, amada. Llámame ahora mismo y el resto de la vida.

ESCRIBIR SOBRE EL AIRE

¿Cómo puedo justificar estos poemas hechos de milagro entre un horario y otro, una línea en el bus y dos palabras que se marginan a la hora del almuerzo? No es para ganarse el pan o estrenar camisa el día de la patria. Protestar, evocar, amar citar los vuelos del destino,

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dar testimonio, vaticinar, acongojarse, sentir vergüenza, porque los sueños no despiertan hasta que el hambre asoma su lengua estropajosa.

Pero el poema te persigue con sus cuchillos afilados y no escapas a sus heridas aunque escondas la cabeza entre las piernas.

¿De qué te quejas entonces? ¿Quieres el premio a la inmodestia? ¿Para qué empuñas la péñola si has de pedir recompensa?

Mejor será escribir sobre el aire, la emoción en el espacio haga su nido, nadie leerá las palabras que por las nubes vuelan.

Pero podrán captarse como himnos, como canciones populares las repetirán los niños, los analfabetas entonarán la poesía y comprenderán los sueños y la vida.

TARDE DE LLUVIA

Un rimero de libros en la mesa, la tarde gris y la sombra espesa que cae sobre mis hombros. ¿Quién ha dicho que es abril

el que asoma su rostro sobre la lluvia?

El destello de la tarde se ve más vulnerable en este ocaso que se apaga.

Tomo el libro de ayeres y despierto otra vez entre tus brazos. Ya no me importa la hora gris y me lanzo al albur de tu recuerdo.

AUTORRETRATO

La frente con más arrugas que camino de herradura, unos ojos miopes tras unos vidrios graduados y una nariz de pájaro picudo al que le gusta el aroma de la poesía.

Unos labios más gruesos que mascarón de templo maya, una sonrisa que inventa más alegrías que tristezas y unos dientes que por suerte no mordisquearon el hambre. Una cabellera hirsuta como gusano de pino, a los lados unas orejas que ya no captan los sonidos y unas mejillas mofletudas con cicatrices deprimidas.

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No hablemos de barba ni bigotes que apenas se asoman a la piel son desmochados con desprecio, porque no sirven ni para imitar un cepillo de zapatero.

Todos estos contrastes en una cara más ovalada que trompo dando vueltas en la mitad de la calle.

El cuerpo más bien delgado con más barriga que caderas, camisa blanca de manga corta y unos pantalones con los bolsillos rotos, porque de todas las maneras nada hay para meter en ellos.

DETENER LOS CAMINOS

¿Quién contiene los caminos? Ni mi corazón de mil arterias ni las raíces que salen a su paso.

El sol y la luna bajan a los caminos, pero sólo claman por ellos, ni los sofocan ni los oprimen.

Nadie los rinde ni los arrodilla, los ciega el vaho de la noche o los deslumbra el éxtasis del día.

A veces los embiste la tempestad, trata de borrarlos el viento, o la soledad se refleja sobre sus huellas.

Jn arcoiris puede desatar los espíritus que vagan por los caminos o elevarlos al cielo, embebidos y gráciles.

Pero el camino no lo detienen nadie, ni el hombre que va ni el que viene ni el que en su calma se detiene para siempre.

IXBEN

A Mario Gutiérrez Fong

El río bailarín pasa por Malacatán, danza sobre pedregales y entre cafetos y chalunes se le va el aliento.

Cruzando sus aguas lo arremolina el viento, nunca fue tan dócil su mínima hidrografía.

Luego amaina el vuelo y se pone indolente, parece un brebaje que beben las raíces de dorados bambúes.

Malacatán le hila en sus usos de paloblanco una enagua de sauces y un collar de caspiroles.

Ixbén, río bailarín, danzas con el barreño

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trémulo y sonámbulo de mi corazón.

Los nombres de tu nombre

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DESLUMBRAMIENTO Hoy encontré tu nombre, como una enredadera, sobre la máquina de hacer palabras. Verde y fragante es tu nombre, líquidamente acentuado sobre la penúltima sílaba.

Tomar tu nombre entre las manos, repentinamente, es un deslumbramiento que me ha cegado muchas veces.

Tu nombre discurre por la luz como una mariposa de alas rosadas. En la flor del día se detiene. Es cuando sorpresivamente lo tomo y los dedos me quedan del color de tu nombre.

Tu nombre, a veces dúctil, melancólico, alto, musical, se me aleja como un olvido, o como un camino a donde mi huella no llegará nunca.

AMAR AHORA

Hoy, en esta hora, en el instante que digo esta palabra, te amo.

No te amo con prisa ni te amo con paciencia. No lo consulté con el tiempo ni lo puse en la balanza. Aquí,

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en este lugar, sobre la huella que todavía no dejo te amo.

No te amé antes ni sé si te amaré en el futuro Aquí, en este lugar, ahora, hoy te amo.

LA BUENA HORA

Buena hora para las mariposas que se oxidan en el aire.

Buena hora para el rocíoque se congela en diciembre.

Buena hora para los pájaros metálicos de la infinita tarde.

Buena hora para la música que se lanza sobre mi corazón tras el sudario de tu nombre.

Buena hora para tu susurro oh esbelto nardo, oh prematura flor nocturna.

SI FUERAS UNA ISLA

Si fueras una isla —te rodearía con mi sangre en oleajes trémulos y sucesivos.

Si fueras una estrella—te pondría en el cielo de mi boca.

Si fueras un árbol—crecerías verde sobre mi corazón.

Si fueras el viento —sobre tus alas invisibles extendería mis canciones.

Si fueras un río —entre tus nardos líquidos me ahogaría lentamente.

Si fueras una caracola—en tus ecos marinos buscaría mi palabra.

LIRIO pARA SIEMpRE

Hoy amaneciste lirio —en mi corazón y en el aire. Lirio tu pelo, lirios tus ojos navegables, lirios tus labios y tu beso, lirios mis dedos en tu cuerpo.

Hoy amaneciste aroma en todos mis sentidos; y te esparces en mi sangre con lentitud de lirios en el agua.

Hoy amaneciste lirio, íntimo lirio para siempre.

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ERES EL NARDO NUEVAMENTE

Oh antigua ciudad de líquenes en las pestañas: estoy de nuevo en la vigilia, entre tu luz y mi silencio.

Bajo torvos claveles se me apagan tus manos. Te busco entre las hojas de este noviembre amanecido, y te me desdibujas en un viento de rosas y musgos.

El cielo de la tarde, al poniente, repite tus ojos y tus labios, mas estoy circundado de paredes derruidas y al margen de tus sueños.

Oh antigua ciudad de líquenes en las pestañas: en tu soledad crece mi silencio, y tú, amor, jubiloso y total, eres el nardo nuevamente.

ESTE VIERNES DISIDENTE

Hoy. Todo este día. Este viernes oscuro olvidaré tu nombre. Ni siquiera mis manos recorrerán tu huella. Que nada lo recuerde, que todo el día transcurra gris, sin indicios ni fisuras.

Todo este día. Todo este viernes disidente no volveré a los sueños cotidianos. N o buscaré tu nombre.

Todo este día, este viernes ansioso y desolado

olvidaré tus besos, olvidaré tus ojos. Olvidaré tu cuerpo, olvidaré tu nombre, aunque mi alma insista, aunque el corazón me lo repita.

¡AH CORAZÓN!

Ah, corazón, pequeña campana exhausta, algún día volveré convertido en maíz amarillo, tierra negra, o piedra de moler cacao.

Ah, corazón, olvidada marimba sencilla, alguna vez acudiré a la luz de tus corolas, o seré mariposa negra detrás de tu puerta, una mancha de moho en tu ventana.

Ah, corazón, cansado lebrel, alguna tarde iré detrás de tus pasos, absorbido en tu sombra, impalpable, incesante.

Ah,corazón, melodía interrumpida, de algún árbol seré tablilla sonora, caja de resonancias para tus vibraciones. Ah, corazón,

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dócil geranio, pequeño astro alrededor de tu nombre; rojo hemisferio inclinado hacia tu sombra.

Ah, corazón, sitio donde abunda tu voz, donde inscribes tu sonrisa imprescindible.

Ah, corazón, hierba humedecida, delgado riachuelo que por tu piel transcurre decidido.

Ah, corazón, flor inevitable, hábil perfume que se esparce por tus manos, suaves y posibles.

ASÍ TE AMO

Como la campana ama su clangor, como el clangor ama el viento, como el viento ama la hoja, como la hoja ama el rocío,

como el rocío ama el sol hasta consumirse—así te amo.

EL VIENTO TE RECLAMA

María, digo, y el aire se desgrana; una rosa, un clavel, otro cielo caen sobre tu falda.

Digo tu nombre ¡tanto lo digo! que el viento lo reclama: María, una flor roja, tu boca; una flor blanca, tu sonrisa.

María, ¿cuándo? ayer, hoy, talvez mañana, siempre, toda la vida.

María, repito, eco de gladiola, crisantemo, una gota de lluvia en tu mejilla; el mundo en mi corazón, tu nombre de azucena.

ALLÍ ESTA TU NOMBRE

Tiendo las manos en pos de tus manos. Ondean al acaso. Ellas ignoran las palabras,

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sólo de la ocasión más tibia, gestos de amor son sus recuerdos.

Allí está tu nombre, lo que hemos dicho vibra sobre mi tacto.Las despedidas, empero, se alzan en las noches de solitarios signos.

Manos ciegas sin tus manos, se pertenecieron en la promesa y ahora en el adiós y la nostalgia.

TU NOMBRE ENTRE MIS MANOS

Dejo caer tu nombre entre mis manos: es un murmullo de mar entre mis dedos.

Lo extiendo en las arenas y tu nombre se desliza sobre la espuma hasta el horizonte del alba.

Es como un jugar con fuego bajo el sol.

SOLO TU NOMBRE ME ACOMpAñA

Desde dentro, de donde la sangre fluye de sus cráteres oscuros; de todas mis orillas donde gravitas como polen encendido; de lo que voy aprehendiendo para hacerte mi laurel de voces; de las palabras que acumulo para cultivarlas en tu frente; de cada ensueño donde surges como dádiva o angustia; de todo, inmarcesible, sumiso amor, sólo tu nombre me acompaña.

OIGO CRECER MIS SIENES

Oigo crecer mis sienes bajo las sombras de los árboles, hender mis palomas de verano las coberturas de la tierra.

A la muchacha que me besaba le nacieron senderos como años de luz a la edad de las estrellas.

De ceniza quedan los relojes donde crucifico el tiempo, donde veía el momento de la cita iluminada.

Oigo encendidos senderos golpear en mi cerebro, fijar mi voluntad en angustiosas distancias.

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CENIZA EN EL OCASO

El viento arrasa los lirios. Estremecidos, los pájaros escapan al fondo malva del crepúsculo.

He sojuzgado tus manos al borde del agua.

La tarde cae a mordiscos en la boca de los peces. Hemos ardido todo el día hasta convertirnos en ceniza.

ERES UNA ISLA

Eres una isla y te rodeo en oleajes trémulos y sucesivos. Extiendo mis manos en tus playas. Reconozco tus bahías y tus suaves penínsulas de gozo. En tus aguas me veo hasta el abismo. Recorro tus únicas estelas, tus caminos líquidos y vibrantes.

SIN DUDA Y SIN SOSIEGO

Palpitas en mi tacto y creces sobre mi cuerpo, escudriñas mi corazón y lo esclareces; abres los atabales de mis sienes,

apagas mi palabra sólo con tu aliento.

Dueña de mis indicios y mis distancias, subes a mis asideros diariamente, sin duda y sin sosiego.

LA SANGRE ENCENDIDA

Eres un tallo fresco entre mis brazos. Me encendiste la sangre y hoy tengo alas para atarme y remontarme con tu nombre.

Amar el alba es detener el día, diluir el sueño en la canción que dices; volver ahora, retornar entonces, es más que todo descender al fuego.

Amo tus ojos, tu aroma y tu rocío, la provincia luminosa de tu frente; amo amor, hasta dolerme, la ausencia que me diste y que acecha.

pájARO DE ALUMBRE Escribo sobre tus muslos después del acto, amada: “El corazón es una estrella rutilante”.

Sobre tu piel pasó la luna como pájaro de alumbre.

Tu cuerpo vibra lentamente entre mis manos.

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ESTA CIUDAD QUE NOS RECHAZA

Más tarde fui a pueblos, remotos, lentos; techos musgosos, calles repentinas, y [todo te nombraba! hasta el camino sin hojas donde culmina esta ciudad que nos rechaza.

En la próxima esquina ¡y después el camino! ya nada tuyo encuentro, ni dentro ni fuera de estos sueños residuales ¡ya nada tuyo encuentro!

Y no repito recuerdos ni pongo a nadie por testigo: tú me ignoras y el silencio me persigue hoy al ver tus ojos, finalmente, en el autobús de la tarde cuando regresabas al olvido.

MANOS QUE LLAMAN A TU pUERTA

Esta es la mano y me resigno. Estas cicatrices fueron caricias. Esta huella oscura fue línea de la vida. Esta mano ya nadie la retiene, la más amiga, la más amante.

La mano, ésta, la que olvidaste sobre el aire, tiene calor aún, aunque de tarde, de ocaso rezagado y sin olvido.

Manos que llamaron a la puerta de la casa del corazón amado,

manos mías sin más oficio que trazar las líneas de la muerte.

ERES TODO EL DÍA Te llamas alegría ¡alegría! te llamaré camino, campana; árbol florecido, lluvia en mi ventana. Eres todo el día.

Eres mi pueblo; lo que doy, lo que recibo; eres sucesiva.

Eres mi nombre, la música y su silencio. Eres lo que digo y lo que pienso, lo que mi corazón ha decidido.

LOS ASTROS EN TU FRENTE Besas y hay algo que no crece, todo se estaciona en el espacio, hay algo que madura anticipadamente. Nada se palpa sobre la faz terrestre, todo está a ras del fuego y de la sangre.

Llegas y me enciendes todo el cuerpo: ave vernal, la cicatriz que dejas.

Mañana entonces, fuera de la palabra que te alcance, última vez que te confunda, estarás como al principio de las cosas, entre el tacto y el sueño sostenida.

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Agotada entre mis brazos, serás la espiga donde mida el viento; y mis manos, en la fiel urgencia, nuevas raíces serán en tus arterias.

Mientras tanto inventaré otros astros, debidamente repartidos en tu frente.

CIUDAD DE UN HABITANTE

Cuándo, desde cuándo amor, talvez sin tu presencia, las horas sin suerte del olvido, me miras y pasas al futuro.

Sonámbulo, feliz, desatendido, el corazón por donde vives mora; cae, se hunde, se humedece, amor, de sangre a sangre, rueda por tus lúcidas praderas, tus llanuras insignes, las cimas del rocío.

(Arriba están tus ojos convocados, las lejuras rojas de tus labios y el corazón que llega y se enceniza).

Amor, amor, estrella repetida, agua, sed, tibia envoltura; hoy, ayer, mañana a duros plazos, siempre, lívida frontera, índigo contorno de la tarde, antes del vivir y la renuncia, amor, eché mis ojos en tu nombre.

Sueño, escaramuza del deseo, alma en equilibrio, mar abierto,

valle inerme, cielo tiritante, por dónde amor, si resplandeces, mi corazón ya sin medidas a tus sombras llega para asirse.

Vuelo, eres el aire amor, la hoja sibilante; era, puerto, ciudad de un habitante, reposo, angustia, derrotero, amor, porque tú eres, lo que le falta a la vida, lo que le sobra a la muerte.

LLANTO EN LA GUITARRA

Tú tienes este nombre de verano dilatado, golondrina en cielo rojo.

No estás hoy ni te veré mañana sobre el viento helado de la tarde.

Cruzas el recuerdo y lo deshojas, pasas por los ojos de la niebla. Caes en los deshielos del corazón, te llamo y me dueles dolorosa.

Ese asidero alto y desolado, esas posibles ramas arenosas que no las toquen ya mis manos, que no me agiten el silencio: más íntimo que un llanto de guitarra, amor es esa voz andada y desandada.

Aquí donde me encuentres siempre, donde nadie mire tu nombre entre mis manos,

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aquí estaré para esperarte, aunque sólo me falte un día de la muerte.

ALEGRÍA MÍA He de construir sobre tu nombre rosa sobre rosa, el más alto sistema de silencios.

Oh esplendorosa ¿hasta cuándo tus sienes se derramarán sobre mis brazos para siempre?

He de agotar todos mis afanes, angustia sobre angustia, para ponerte sobre mi corazón perpetuamente.

Oh angélica, alegría mía de mi alma ¿hasta cuándo tu dulzura se hará infinita en mi sangre?

MIENTRAS LA LUZ ALCANCE Venir del sueño. Llegar resucitado. Ser río para volvernos mar algunas veces. Buscar el principio de las horas en el reloj desmemoriado de las sienes. Volver de no sé donde ni de qué sendero, cumplir una palabra dada sobre un pecho, un corazón opaco, apacible y triste.

Encontrarnos con las manos propicias para despedir a los que se van de viaje y no vuelven, porque se destiñen.

Cantar mientras la luz alcance y en el aire no oscurezcan las palabras. Abrir la puerta y salir a escuchar un nombre, como se escucha el silencio de la noche. Dejar que los ojos echen raíces mientras tú floreces.

TU NOMBRE ES LLAMA Este mar tan parecido a ti —insondable, imprevisible— brilla de lejos como tu nombre.

Tu cuerpo es fúlgido y en sus horizontes hay aleteos y claridades, vibraciones de azogue.

Eres rosada y eres marina. Uno tus ojos al sol crepuscular en la mañana. En la tarde tu nombre es llama, quemadura de sol sobre la frente.

EN TU SANGRE ENTRETEjIDO

No sé lo que recuerdo cuando te olvido. Ni lo que te amo cuando te beso. Estoy contigo amor entre tu sangre entretejido.

Busco tu corazón y no lo encuentro, sino en la brega de ser el golpe de tu latido.

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Te doy mi amor y no lo mido, ni por la vida ni en la muerte consumido: eres el día, la noche y la casa donde vivo.

SUBE TU VOZ A MIS OÍDOS

Sube tu voz a mis oídos y sus raíces tibias me llegan a la sangre.

Hoy me llenas de luz este vaso de amor donde te amo.

Sobre tus sienes están mis labios aprendiendo tu lenguaje: porque hablas como el agua: y transparente es tu voz, ala de mariposa por mis ojos.

LA NOCHE SOBRE EL MUSGO Volver. Estar aquí. Rodeando, circundando la niebla. Sin evocaciones los ojos. Las manos donde está el sonido.

Dar los pasos necesarios. Las piedras bajo el eco. Sólo así en el balanceo de las hojas, en la orilla del viento. Tenerte junto a mí: decir algo innecesario,

alguna cosa simple, amor; la noche sobre el musgo, la hora en el tejado, la sombra de tu casa, tu nombre, sólo tu nombre.

EL TIEMpO ES UNA HOjA DISECADA

Esta noche subo a tientas por tu cuerpo. El tiempo es una hoja disecada sobre tu sexo tibio.

Blanca es tu voz oscilando entre mis brazos.

Hay algunas preguntas y furtivas respuestas: Te amé hasta en mi futura muerte;te di mi eternidad sin comprenderla.

UN áNGEL EN MI GARGANTA

Dame ahora los renuevos de tus manos musicales para instalar un ángel de luz en mi garganta.

ábreme la puerta clausurada para encontrarme a solas con tu nombre; para que habite mi voz—arbórea y desolada— su casa de frescas melodías.

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LOS NOMBRES DE TU NOMBRE

Ojos para inundar de luz toda la tierra; más líquidos que el agua; para dejar sin sombra los árboles y los caminos: más tibios que la espuma del mar.

Ojos para llevarlos por la vida y para seguirlos por la muerte.

Ojos-espejos para mirar al fondo la voz con que pronuncio—apenas en silencio— los nombres de tu nombre: los que invento, los que sueño, para volver y para irme todo el tiempo.

NADIE LA LUZ RECOjA DE TUS OjOS

Ahora nadie amor, nadie dirá tu nombre más allá de mis labios.

Nadie la luz recoja de tus ojos si no son mis manos, nadie sobre tu piel encuentre el tacto de la vida. Todo lo que recuerdo —lo que vivo y lo que muero— todo está en tu cuerpo de azucena, más dulce y más claro que la palabra paz,

y más cercano que la canción de amor con que te amo.

SUBSUEñO

En todo recuerdo hay un pueblo. En el pueblo hay una noche. En la noche una ventana. y en la ventana tus ojos.

LOS pASOS EN LA SOMBRA Ahora entiende por qué suenan nuestros pasos en la noche: Soñamos ángeles imposibles y amargas, oscuras fronteras en las manos.

Ahora comprenderás —después de oír estas canciones grises— los árboles y la lluvia, el sol y las semillas, cuando te sorprendían mis sueños y mis alegrías, y nuestros pasos se apagaban en la sombra.

CAMINO DE IRNOS SIEMpRE

Y digo siempre por decir ayer, decir mañana todo el tiempo; hasta que vuelvas de tu sombra, hasta que te repartas por el viento, hasta que me reparta por la tierra.

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Llegaremos al mar o volveremos: algún cielo se abrirá para esperarnos.

Y este será el camino de irnos siempre, de quedarnos sin olvido en un pueblo sin muros ni señales.

pARA TODOS LOS VIENTOS

Tu nombre me amanece como una luz inevitable sobre el pecho.

Y busco tus distancias: las señales aéreas de tus manos, las cosas que dices y las que miras, las calles que transitas, unas sombras y otras.

Pongo tu nombre cerca de mis ojos y lo amo detenidamente para todos los vientos.

TU SONRISA ENTRE MIS MANOS

Aquel lugar —mínimo y preciso— el solar de la nostalgia ¿cómo estará sin nuestros ojos?

Mi río y mi ribera de jazmines, mis hojas espadas, mis nubes, y tú bajo el naranjo ya sin azahares apretando tu sonrisa entre mis manos.

TUS SOMBRAS Y TUS CLARIDADES

Amo tu cuerpo, tus rosadas pendientes de manzana. Amo tus superficies: mis manos ondulando, describiendo tus sombras y tus claridades. Amo tu cuerpo todo el día.

Amo tus senos hasta encontrarme las palabras.

Amo tu sueño y tu gemido, todas tus colinas para subir al cielo.

LA pALABRA ENTRE LOS DIENTES

Ahora nos detenemos la palabra entre los dientes. Nos rodea un silencio y otro silencio; le dibujamos peces a la lluvia.

Porque ya no somos los mismos —¿cuántas veces lo fuimos?— Porque nos quedamos sin recuerdos, porque ya no sabemos nada.

EN EL ÚLTIMO CLAMOR DEL DÍA

Oh mi dulce, apagada novia, infinitamente te recuerdo detrás de esa ventana junto al último clamor del día.

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Oh el querube de tu voz subiendo a mis oídos, manso, peldaño a peldaño, a izar su amada victoria. ¿Dónde llevar ahora esta canción transida, estos ojos derribados, este caudal de angustia incontenida?

LA pRISA DE TU NOMBRE

Pero siempre estaré donde te encuentres.

Ahora que la vida más me duele o cuando la muerte me señale: escucharás cómo cae mi sangre, cómo caen mis cenizas en tus sienes.

Y mi voz —esta vidriosa marimba desolada— llevará para siempre la prisa de tu nombre.

TU DELGADA CANCIÓN

Oigo tu canción, amor, tu delgada canción subiendo por el aire.

Me elevo con tu voz y llego hasta tus ojos, más triste y más feliz que nunca.

Llévame contigo, suspéndeme en tu canción, en lo más alto del júbilo y la dicha.

LLÉVAME CONTIGO

Oigo que cantas amor, ¿de qué lado del sueño tu canción me avasalla?

Elévame en tu voz, llévame en tus ondas sonoras en sílabas dulces y altas.

Llévame contigo, suspéndeme en los colores de tus nuevas melodías.

EL MISMO SUEñO

Dóblame los años, nuevamente, súmate a mis ojos de humo y sueño, a las últimas flores que se mustian. Decide si me dejas o me tomas, si por tu río de incipiente cauce navegaré las horas que me quedan. Duerme junto a mí, el mismo sueño, sólo un perfil sobre la sombra, una estrecha silueta en abandono.

LA LUZ ENTRE LA NIEBLA

Dueña de la ternura —te repartes en mi pecho, inusitada y anhelante. Te sorprendo en mis labios y apenas puedo nombrarte, como si Dios cayera de rodillas en mi lengua.

Me rodeas como el mar a la isla, eres el viento que levanta

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las raíces de la sangre cuando se adelgaza la luz entre la niebla.

pASA EL AMOR Y ES INOCENTE

Pasa el son, el sonsonete. Pasa la voz y la marimba. Pasan las plumas y sus cuervos. Pasan las velas y sus dioses.

Pasan barcos sin adioses. Pasan mujeres sin latidos. Pasa la nube sin el cielo. Pasan las manos sin el tacto.

Pasa el son, el sonsonete. Pasa el amor y es inocentePasa el día más amargoPasa San Pedro Sacatepéquez.

UNA FLOR QUE SE ApAGA

Esta es la esquina.—Si te espero ahora ¿llegarás a palparme?

Esta es la esquina. Es la noche serena y silbo la vieja canción que ya nadie recuerda.

Esta es la esquina. Tu ventana tiene, todavía, una flor de tiza que se apaga. ¿Será esta la esquina?—estoy aquí

desde el año postrero, y tú no sales amor, ni yo te espero.

pEZ EN EL ESpEjO

La tarde pesa tanto, como un pez en el espejo, avanza.

¿Cuánta habrá de durar su nardo rezagado?

La tarde está en tus ojos ensayando sus lumbres disminuidas.

EL CORAZÓN SOBRE TUS pASOS

Para esperarte pongo mi corazón sobre tus pasos: blanca es tu huella oh amada infinita.

Y mientras vienes, mientras te acercas, tu sonrisa es de nardos, y me floreces en los ojos y en el alma.

CEREZA SOBRE LA LENGUA

A veces te pones dulce y eres una cereza abierta sobre mi lengua. Muerdo tus suaves hemisferios y la voz se me licúa para siempre.

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No sé dónde interrumpirte si ya vas por las sombras de mi sangre; me eriges una rosa total, definitiva, una raíz para mis delgados ramajes.

CASA QUE TU NOMBRE HABITA

Levanta sus lámparas mi angustia en la misma casa que tu nombre habita. y es entonces, el pueblo natal de mi vigilia, la noche calcinada sobre sombras y sombras.

Sobre mis ojos cae sin latitud tu ausencia, como el perfil herido de los ríos ya muertos.

Y quiero naufragar entre tus manos, cuando sólo hay luz para llorar tu nombre.

SIEMpRE HE DE LLEGAR A TI

Siempre he de llegar a ti, ahora o cuando ya no lo esperes, pero siempre estaré donde te encuentres.

Ahora que mi vida está en tu nombre o cuando la muerte me señale; escucharás como cae mi sangre, cómo caen mis cenizas en tu frente.

Y mi voz, esta vidriosa marimba desolada, llevará para siempre la prisa de tu nombre.

ESpERAREMOS LA LLUVIA

Esperaremos el invierno para hacernos el amor.

La lluvia sonará en el tejado mientras ofrendamos nuestro calor apresurado.

Y quedaremos inmóviles como claveles agobiados.

ÍNTIMA

Ella está en llamas de la tarde.

Ama los crepúsculos: los violetas diluidos, los rojos mutilados ...

Envuelvo sus manos en las mías:

Es una jaula taciturna para dos pájaros de vidrio.

SOMBRAS EN LA pARED

Te amo ahí en el cuarto obscuro donde te desenredas el cabello. Tu sombra se distorsiona sobre húmeda pared. Eres lenta. Posiblemente te desnudas con gran habilidad. Eres ignota.

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Y si no piensas en mí yo estoy al otro lado traspasando lívida penumbra con las manos.

Te amo en todas partes. En las puertas y ventanas sospechosas—los ojos en la lluvia— mientras el joven vicioso se limpia con lentitud las mejillas—antes lo hubieras visto, ominoso— y se abraza fraternalmente a un árbol en septiembre.

Te amo y quien lo creyera firmemente, contra toda duda te amo. Te pareces a una estrella desconocida y vuelvo la vista para escucharme cuando te sigo. No sólo yo estoy vivo.

—Y después de todo, esta música no nos aniquila; en alguna parte, finalmente, por fugaz que seas, volveré por tu nombre. Así que cierres el último jirón de luz estarás sola, pensarás en situaciones imprevistas, se dormirá tu voz y las muchachas de la esquina invitarán al amor.—Fácilmente caeré con ellas, porque no tengo más sueños que los de tus ojos.

LA DICHA ME TRASLUCE

De nuevo despertaré en tus ojos. En mi corazón crepitarán tus manos.

En cada beso quedaré consumido. La dicha me trasluce.

Gota de lluvia soy que cae sobre la piedra en el momento más cálido.

CUANDO FALTAN TUS pALABRAS

Llego a ti de todos mis silencios, de donde tu corazón me llame.

Llego y te participo lo que tengo, lo que siento, lo que soy.

Y vuelvo, hacia mis densas fronteras, a esta pequeña calle abandonada donde faltan tus palabras.

SOMBRAS CONSIGUIENTES

El sol barnizado del atardecer negligente se acomoda detrás de los pinares y encinos.

Desde ahí se desploma tu recuerdo, tu última vez y sombras consiguientes.

Ahora, hoy, ¿cuántas ausencias hace? tomo entre mis manos este irresponsable corazón

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que te contiene: exacta, como tú eres, triste, imprevisible, amada.

TALA

Soy árbol solitario empapado por la noche; en mis resinas arderás hasta que gima el viento.

Tu nombre ya chisporrotea ¡escucha! en esas llamas que encenderás cuando yo caiga.

EN EL NARDO DE TU FRENTE

Cuando tengo una soledad la llevo solo. Por eso al nardo de tu frente me someto: mi voz alzada sobre tu luz en sueño. Cuando tengo un nombre lo pronuncio solo.

¿Cuál es el tallo doblegado ahora? ¿Tu cuerpo quebradizo entre mis brazos?

Aquí rendido por tu amor amado, la voz vencida por la sed de un nombre: una palabra con todos sus sonidos, en la garganta un blanco y desolado ciervo. Cuando tengo una luz y la reparto salgo de mi sombra y del dolor me salvo; la fragancia no sale de la herida, ni es la muerte lo que yo recuerdo.

¿Cuál es el tallo doblegado ahora? Tu cuerpo quebradizo entre mis brazos.

AQUÍ TE OLVIDO

En este lugar te olvido; frente a dos árboles agobiados de humo negro; una torre sin campanas y un letrero que dice: “Se prohíbe toda esperanza”.

BOCETO EN EL AIRE

Vienes hacia mí, amiga, compañera, con tus sueños solidarios, tu angustia de antiguas soledades, tu única palabra repetida, tu vocación de vuelo, tu anhelo débil y flagrante. Hago tu retrato sobre el aire: tus ojos imprevistos, tu cabello aleteante, tu sonrisa como una pequeña flor, tu cuerpo como un delgado tallo en el camino del sol.

LAS VOCES ATURDIDAS

Tejiste sobre mis ojos tus pañuelos de niebla. y no me importara la lluvia si aún tuviera tus palabras. Se marchitan en mis sienes, tus palabras van hacia un lugar que yo he desconocido.

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¿Hasta cuándo medirás mi angustia? ¿Qué diminuto aguijón usas para llegar tan hondo? ¡Oh flores de la sangre cortadas por tus manos!

A lo largo del camino aferré mi voz a tus oídos; apacible, a veces aturdido, otra voz ya no tengo, ni otro corazón no tengo.

Ya he sido abatido y por la herida me floreces; ya he sido derribado y recojo mis hojas, mis sencillas cortezas. Ahora me voy. Vuelvo. Regreso a mi camino.

YO NUNCA TE CONTUVE

Tus manos que ahora toman mis manos, son orquídeas cuidadosamente frías. Frágiles, lentas, indolentes, ¿hasta cuándo olvidaré tus manos?

Yo nunca te contuve. Siempre saliste de mí por más insomne que fuera mi vigilia. Caíste sobre mis párpados y venciste mi sueño.

ESTE RECUERDO INÚTIL

Olga desliza su lejana sonrisa bajo mi lámpara.

Resplandece su voz cuando regreso a recoger la palabra empeñada.

Qué difícil es este recuerdo cuando la acojo en la mente.

Irá cayendo la noche en aquel pueblo del tamaño de un geranio (mi San José El Rodeo en el primer cuenco del alma) mientras la sonrisa de Olga se desliza hasta mi corazón, inútilmente.

REFLEjOS

Piedras sonoras, hojas musicales, cimas y vértigos de la mañana: uno tus caminos, tus manos vegetales, llegan hasta mi corazón tus rosas solidarias, las debidas. Repito nombres: Ojetenam, María, Enriqueta, Tejutla, Olga, Cucho, Carmen, Tajumulco, Malacatán, Ayutla.

Hay una noche atribulada, del 23 al 24 de abril, no antes, en 1964, ahí te yergues al borde de todos los reflejos.

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Y quiero asirme a lo que queda: tanto evocarte, tanto nombrarte, piedras sonoras, hojas musicales, cimas y vértigos del ocaso.

ASÍ TU NOMBRE

Como la luz antes del agua, el geranio a pesar del día, así tu voz ante la sombra, la canción después del viento.

La palabra en la rosa decidida, tus ojos en la luz, tu sonrisa en mis manos: así la vida, así tu nombre.

VUELVES A MIS BRAZOS

Se muestran las huellas en la hierba mientras tú regresas a lugares vacíos. En los dedos te repito: eres un sonido agotado entre mis dientes.

Es inútil tomar tus senos por sorpresa, sentir la luz de tu admirable vientre.

Nunca seremos sorprendidos. Nos evadirnos bajo la lluvia de junio. y no te satisfacen mis manos en tus muslos.

Qué podré esperar de tisi le tienes miedo a la noche. Cuántas veces he llegado para cavar nuestra soledad. Al fin encontraré algún germen que me olvide, fatalmente.

Esta tarde vuelves a mis brazos. Te acercas lentamente. Sin embargo, sólo tú recibes el reconocimiento cuando mis rodillas tiemblan mortalmente al contacto del aire. No hemos tenido ni un momento de modestia. Y para ruborizarnos hemos ido a lugares abiertos. Al final, nos perderemos entre ruidos muy lejanos.

HE VISTO TU CORAZÓN

He visto tu corazón, lo he visto, abierto como un geranio, dulce como una cereza de Tejutla, tu corazón traza imágenes perdurables sobre el viento frío de la noche.

He visto tus ojos esplender bajo todas las estrellas, tus ojos brillantes fulguraban más allá de las sombras.

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He visto tus manos, tus manos tibias que flotan en tu pelo, tus manos suaves y palpitantes acariciando la piel oscura de la noche.

He visto tu sonrisa de nardo, húmeda y luminosa, tu sonrisa sobre mi pecho.

DOS CAUCES

Ahora tú, amada innumerable, viajas por mi sangre y me habitas; desbordas mi río de dos cauces: uno para ir a tus recuerdos, otro para volver de tus olvidos.

BIEN HALLADA TERNURA Enamorado amor, amado territorio de dulzura, ¿Cuándo mis labios sobre tu corazón repetirán tu nombre?

Amada esplendorosa, bien hallada ternura, ahora que tu distancia es una flor abierta entre mis dedos; ahora, más que ahora, dame tu ondulado silencio, tu perfecta blancura, tus vértigos rosados para perder el aliento.

ES pOSIBLE QUE REGRESE

Es posible que regrese. Abro las manos y no encuentro sus ojos, su tacto, sus sonidos. Es posible que regrese. Podría ser este año. Podría ser el año que viene y el siguiente.

El sol en el jardín baja a levantar los vapores blanquecinos. Recojo las hojas que han caído. Debe estar limpio el camino y el aire claro cuando ella regrese. Abro el corazón impenitente. Ahí está la espera y el anhelo: la inútil y fatal esperanza.

ELEGÍA DEL AMOR pERDIDO

Las palabras no son escoria, te digo que en ellas puedes palparme.

Pon tus orquídeas sobre mi corazón, ahí fue donde arrebataste mis raíces y me dejaste exánime.

Ni un poco de vanidad hay sobre mis ojos. Esperaste recoger toda la luz para señalar mis fosos, mis cavernas; en tus sombras los párpados no se cierran, estoy más cerca de tí como partícula de polvo en tu cabello; aunque el amor me fue negado yo sigo sin comprender por qué me he quedado sólo.

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Será difícil para quien no ama amanecer con un nombre entre los dientes, comprender que estas palabras puedan guardar un sentido doloroso.

He transitado de palabra en palabra, una frente a otra, consagradas entre sí, rechazadas hasta la última ceniza.

No ha de volver el tiempo, puedes detenerlo en tu corazón, puedes ser fiel a sus celebraciones, aquí manifestamos sus últimos sonidos.

En la balanza pesan más mis sombras. La primavera se escapa de mis manos y ahora sólo exalto las miserias de sus últimos colores, sus húmedas hojarascas.

Estas son mis sienes enlutadas, el tambor del corazón se ha unido a tu danza hierática, es un clavel colgado de tu frente.

Pon tus manos sobre mis palabras. Nunca negaré tu nombre, a pesar de la repulsa y el olvido.

Nadie necesita dos sueños para amar, ni que sus ojos brillen ante una estrella que se apaga.

Me abrí paso hasta el cielo de tu nombre para quedar iluminado; de manera increíble tomé tus manos y sus suavidades me impregnaron la vida.

Las palabras no son escoria, no se las lleva el viento, te digo que en ellas puedes palparme.

Aquí miro los silencios de tus ojos, tus labios frágiles, tu voz que va cerrando sus más leves sonidos.

Perdí mi primavera. Perdí tus manos pétalo por pétalo, como si ansiaran herir han ido construyendo amargos valladares.

Perdí mi rosa verdadera. Sólo soy una espina obstinada, un dardo que no llegó a la herida. Mi voz ya no sube a tus oídos, ni tus palabras bajan a mi frente.

No germinó mi semilla ni en la noche más alta ni en el día más tibio.

Dile, dile al corazón que vuelva, que hay muchas formas de morir.

La vida pende de tus labios, tu sonrisa se desborda y yo estoy vencido por la sombra.

Tienes todo el tiempo. Tuya es la medida de mi sangre, tuya es esta hora luminosa, aún la luz que se desliza por las hojas; el amor ha colmado tus sienes y eres menos libre que una rosa admirable.

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Mis palabras han golpeado tus corolas, pero no las deseches; te digo que yo estoy en mis palabras, aunque tantas otras han caído arrodilladas o flotan leves en el viento buscando tus silencios.

Amas tus crepúsculos, en sus opacos vasos yo puedo contemplarte; camino todos los días mis calles solitarias hasta que la noche abre sus puertas tristes y sombrías.

Y no podré irme —ni al olvido ni a la nostalgia— por más que tus pañuelos señalen mis rutas subterráneas.

He quemado mis huellas. Quemé todas las salidas. Por eso sigo aquí alzando mi pequeño lucero para que tú me mires.

Pálpalas, entra en ellas que son tuyas, rásgales sus musgos de vigilia, en tí misma están sus vibraciones, mis palabras no son otra cosa que sueños de tu nombre.

Cuántos pasos para llegar a ti, amada, más amada que hoy y que mañana, sueño de una flor, flor misma.

Cuántas veces elevo tus ojos para ver el cielo. Pero no estoy seguro de mi soledad, porque elevo tus ojos para disipar la lúgubre tiniebla de mi corazón lisiado.

MARÍA DE SANTA ROSA Aquí digo tu nombre María de Santa Rosa. A la sombra de claveles, veredas de soledad, tus ojos van por mi sangre sin navegar, delirando.

Abajo pasa el río, sosegado. Arriba crece el cielo, amarillento.

Era en el ochenta y cinco—había un arco de flores en los umbrales del viento— cuando el amor abrió sus hojas, sus sonrisas ovaladas.

La calle de dos cipreses, frente al vértigo más verde, adelantaba sus nardos para recibir mis pasos.

María estaba en la puerta o talvez en la ventana, su cálido corazón era el de Santa Rosa.

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Aquí repito tu nombre, entre la luz y el llanto, María de Santa Rosa: la vereda está en mis ojos y por ella caminamos, los dos el mismo recuerdo, María de Santa Rosa.

Repeticiones por la paz

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MI CANCIÓN

Yo tengo mi canción. Es mía porque la hago con mis manos. El que la quiera cantar, la cante. Se la doy entera para que la entone o murmure. Acaso soy esa rama de pino donde el viento silba impenitente.

No canto para encapuchados o fabricantes de ismos, falsas señales. No canto para dejar huellas ni sobornar intelectuales; no para lunas obsoletas ni para grupos afines; no para dictadores de modas ni para caerle bien a las veletas.

Canto porque sí, como el grillo, humilde, porque me gusta la noche o porque me duele el día; porque murió juan, apenas jilguero; por tu voz desgarrada, pedro; a la calle más larga del pueblo canto.

Mi pequeña lanza apenas esculpe protestas en el aire; mi testimonio no es de símbolos, claves monocordes, es de palabras enteras, oraciones cotidianas encendidas en el pecho.

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OTRA VEZ EL GERANIO

A Otto Raúl González

El geranio ¡otra vez el geranio! para instalarle al viento su estatura sin milagro.

Su color abierto —la claridad es roja en su antigua superficie.

(No dejaremos que los ojos crezcan hasta salirse de los sueños.

No dejaremos que las manos se extiendan como estrellas sin oficio.)

Para eso está el geranio —su voz madura, exacta, su símbolo y vigilancia por la tierra.

MODESTO ERA TAN MODESTO QUE LE DECÍAN MODESTO

La sencillez era en sus ojos frágil hojuela de silencio. Qué calidez la de su efigie, qué levedad la de su voz cuando quebraba las palabras.

Modesto por allá tan ilusorio, pies de papel en salones principales,

el intelecto por fuera lo dejaba caer con humedad de musgo. Todo lo miraba en continencia: la usura, la lengua, la mano larga.

Por pecado era modesto en abolengo: rancio su corazón, sucio su latido; pero para ser modesto este Modesto repartía cartas, poemas descarriados, salutaciones imprecisas, líricos abrazos, como si nada doblegara su sencillez, su pequeña actitud de lobo viejo.

Así que Modesto vivía muy modesto. Modesto por fuera, cándido por dentro. Y si no aprendió bien su papel fue porque perdió todos los libretos.

El mundo decía y repetía: ¡Qué genial este Modesto! Porque para ser sencillo, para ser modesto, se necesita ángel, mucha academia, mucha materia gris, mucha modestia.

EN LA ORILLA DEL ZANjÓN

En Sinjul —la orilla del zanjón —pasa, pegadita a las estacas, una montaña.

Aquí es donde entran los caminos como murciélagos volando en la neblina. Cuando el sol se asoma las mujeres tienden la ropa sobre las piedras redondas.

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Sinjul es la garganta que se traga un río que huele a tatascamites y musgo, es el asiento del agua; la madre de las gotas que se resbalan como leche de las raíces altas y los viejos bejucos.

Pero que no te dé miedo: qué hablarán las veredas, qué hablarán los corrales de tetuntes.

Dirá el camino que el madrón está helado. Dirán los gramales: que pasen los venados, que vuelen los cuervos, que dance la culebra, el tun meta su nido en la montaña.

áRBOL CON OREjAS

Las chicharras se prenden al árbol que tiene orejas. Ahí se ponen a chillar toda la vida.

Por debajo corre la sangre como si nada. Es un río apacible, tranquilo. Nadie lo conoce, salvo las chicharras que caen, asoleadas, secas, de lo alto del conacaste. Así hay más árboles —con la lengua de fuera—, más pájaros y más cigarras; si no es sangre la que corre,

serán aguas amargas, rajadas; También aquí se trenzaron las serpientes, también aquí no llega nadie.

pLAZA pEDRANA

He comprado un almud de maíz hace treinta años en la plaza pedrana.

La mano del agua me ofrece su líquida presencia, un poco de cal y fuego lento, el nixtamal se lava en la pichacha bajo el ojo de la estrella.

Vuelvo a la plaza empedrada, matices amarillos me reciben aromas de retama, ya no hay almudes en el puesto, el agua escasa y el maíz encarecido, la cal en la nube y la leña en la estrella que desde el cielo no calienta.

NI LA REpULSA NI EL OLVIDO

He transitado de palabra en palabra, una frente a otra, consagradas entre sí, rechazadas hasta la última penumbra. Este es mi rostro de ceniza, el sabor amargo de la felicidad, mi nostalgia que clama en el desierto.

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El tambor del corazón se ha unido a la danza, clavel de ceremonias, larva de pesadumbres.

Pon tu palabra sobre mi palabra, nunca será negada aquí tu gracia ni vulnerada tu mansedumbre.

¿Hasta qué cima amarga llegará el amor? ¿Dónde podré esplender, que no sea dedicado a la repulsa o al olvido?

SEñAL EN EL CAMINO

¿Quién cambió la flecha del destino, sola y lánguida en el viejo camino?

Ni la encrucijada que al final la espere, ni huella ni voz que el amor recupere.

Al triste cielo su señal fortuita, eleva su prez de madera marchita.

Pobre flecha olvidada que la nada señalas: ni caminos ni nubes con tus ojos alabas.

AQUÍ NO pASA NADA

La calle pasa a la velocidad de un bus muerto de humo negro, un cana en el aire, un gordo que no cabe y un putazo por pitazo.

No pasa el niño que se orina en las violetas.

Un chino que se ríe para adentro. Un candidato a la ignominia. Una paca que se abre, un suéter en inglés y un vendedor de cucarachas.

Una sonrisa en el poste, un semáforo de dos colores, una ciudad sin basureros.

Todos lo piensan sin creerlo, pero aquí no pasa nada.

LLANTO SIN ATADURA

Viene el día y me rebasa. La noche se desprende de mis ojos, la oigo picotear sobre la mesa. Ahí va mi alma echando espuma por la boca. Sube la calle a temprana hora, tras la fuga del alba, hacia los tallos caídos en el bosque.

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En la plaza está mi palabra disidente. La voz que no escuchaba la he jurado a mis hermanos.

Todo se trasvasa en estos llantos que no encuentran su atadura.

MÚSICA DE CáMARA

Podría ser que la vejez a la vuelta esté con su música de cámara; pero mis despojos no daré en bandeja al dueño de las jaculatorias.

Venturas protervas no hay, no hace silencio el río en el torrente; no exaltaré la sepultura; se trata de existir, de desbordar, morir no es una idea que conturbe, la vida es efusión, dádiva y victoria.

Puede ser entonces que la vejez la mires en los ojos, el cabello, las comisuras de los labios: muéstrame ahí tu burla, tus enojos, oh fina siegavidas, impenitente, sin ventura.

OTRA VEZ LA LUNA

Qué luna, qué perro, qué gato. Asombrosa está la sombra.

La noche frente a mis ojos pasa.

Una copa de ciprés para beber la luna. Como si fuera agua por el túnel de mi garganta baja.

Perro gruñón de punta con la luna.

Gato avieso dueño de su amo. Luna que se repite en todos los poemas, perro que le ladra y gato que se estira en cada verso.

LUCIERNAGA ApAGADA La tarde está colmada de increíble tristeza.

Tú debes estar cerca, salvo que el viento traiga aromas de tu corazón desde lejos.

Se abre la noche. ¿Qué habrá en su concavidad infinita?

(Quizá la libertad se asome por ahí con su luciérnaga apagada, hermana es de mi alma en su aurora que no llega.)

El amor no acudió a la cita por más que en el camino estaban mis señales.

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Pero ¿Qué tiene que ver esto con la increíble ternura de la tarde?

CANTAR LA VIDA

Si me dedicara a morir, sacar mis huesos a la orilla, reírme con un ciprés sin motivo aparente. nadie aguantaría mi cruz ni mi delirio.

Pero no me gusta estar postrado, llenos de lluvia fémures y tibias, mis calladas aristas.

Cantar la vida, sus secretos y visiones, es el camino que tránsito.

ME REpARTO pOR LA CALLE

De manera que salgo y me reparto por la calle. Aquí va mi efigie, mi golpe apresurado y ciego.

Sólo la calle abrieron y el viento me sucede —yo conozco las puertas y el filo de sus rendijas.

En el aire va mi sueño —la calle le da brillo— y en las manos del día es menos mío y menos sueño.

pEQUEñA ODA AL CACAREO

Doña gallina sale del nido atolondrada. Cae del peldaño cacareando y deja un huevo dando vuelta en la hojarasca.

La noticia del suceso, sin embargo, ha sido publicada en los medios convencionales y en los otros llamados plumíferos.

Esta señora ha inventado la cosa más ovalada del mundo: Y blanca, de ganancia, sin mayores sacrificios, según dicen.

Por eso exaltamos el cacareo, lo adoramos por radio, cine televisión y las esquinas consiguientes. Y después viene la calma, o viene el huevo que danza en su nidal de hierbas.

pEDRO DE NUEVO

La voz oscura y los ojos tampoco: el maíz en el comal parece un héroe muerto.

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Aquí está tu caótica, tu intervenida. tu desplumada palabra.

Te entenderán cuando la luz se escurra por tus huesos, después que tus dedos se hagan sombra en los túneles de la sangre.

Pedro de nuevo: No pagues con tus ojos la claridad del día; no pagues con tus dientes el brillo de la sal; no pagues con tus sueños las inauditas mentiras,

La voz oscura y tus ojos tampoco,

LA SOSEGADA BLANCURA

Por la ventana entra el agridulce aroma de las margaritas

Me asomo a verlas y son tan humildes seres del alba en sosegada blancura

No tengo bienes. Soy el poeta ganapán.

Pero tengo mis margaritas, las que en la noche jadean por llevar su aroma hasta mi ventana.

REpETICIONES pOR LA pAZ

Dónde estoy a finales de esta angustia. Qué hago bajo esta pesada e inasible tristeza. La soledad es una voz harapienta que masculla sobre mi lengua sus unánimes vigilias. El amor cruzó por mi corazón como el clamor de una sirena.

Dónde estoy sin haberme arrepentido. La noche está muy lejos, desenvuelta, y el silencio viene de rodillas, penitente. No debes figurar tu propia muerte: Pasa cada uno con su estruendo, cada quien se ruboriza por su vida.

Dónde voy al principio de este sueño. La paz es un estado de gracia entre dos agujeros sangrientos. Corremos tras de ti, a ciegas, rechinando las manos y las estrellas. y nosotros no podemos rechazarte, aciaga paz, pero dinos qué hacer con estas pústulas.

Dónde estoy sin merecer este poema. Nos acaloramos alrededor de alguna desnudez: ya sea de alguna palabra no escrita o de la discreta tristeza que nos embarga. Es un intento de estar dentro de todo:

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Lo que se desliza bajo las hojas íntimas, o lo que a nuestro paso porfía por ser huella.

Dónde estoy como un pájaro homicida trabajando para una tarde sin flautas. Se quiebra el viejo crepúsculo y aún sigo sin entender estas cenizas cubriendo mis heridas. Pareces estar a mi alcance o flotas sobre tardías auroras y torres que crecen en plena primavera.

Dónde estoy con este puñado de sol y mi vano intento de gaviota. Saco la paz de su gastado arrullo y la grabo para repetirla en organillo. Del cuello la llevo hasta tus pies oh bandera donde se consolida el alba, oh viejos atrios sepulcros de palomas.

Dónde estoy bajo esta apariencia insólita: Una rosa que irrumpe solícita y amarga, desplegado en mies o piedra de lumbre. Aquí están mis pequeños templos soterrados, tres veces repetido en maderas sonoras, tres veces en mis antiguas rogaciones lunares. Me precipito en ave y nadie me perdona, como si mis alas no alcanzaran tu misericordia.

Dónde estoy sin poderme poner a salvo. Si he de forcejear no quiero a nadie inerte. Llamo a todos para que resistamos los derramamientos. Aquí se verificará la paz, piedra sobre piedra, y sobre su piel dibujaremos las nuevas profecías; ocuparemos las plazas y la sonrisa subirá por las astas y los puños y las ventanas.

Dónde estoy bajo este afanoso invierno, al mismo tiempo que los grillos ondulan sus finos perdigones sobre mis sienes. Esta canción corroe mis sentidos hasta que el viento, he lo aquí, hace saltar las raíces del silencio. y no cantarás otra vez, lo he supuesto, porque tu voz ya no se reproduce a lo largo de este cielo que estamos padeciendo.

Dónde estoy sin encontrar mis códices: Ya no mi apacible imagen sospechosa, ya no más mis confiados ensueños. Desde aquí te lanzo mis sosegadas oraciones para poder asirte oh ambigua y amarillenta paz, subo a tus gastadas colinas para proclamar tus pedruscos y hojarascas.

¿QUIéN Ha dE PRoTESTaR?

¿Quién ha de protestar? ¿Quién ha de alzar la voz desde la sangre? Serán los clarineros en la cháchara del alba. Los sanates, pájaros municipales, que guardan la basura del ocaso. Las palomas fotogénicas en el atrio de la iglesia. Los circunspectos zopilotes que todo lo huelen desde su alto vuelo.

¿Quién ha de prestarnos su inútil coraje, las palabras que ha ensayado

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para imprecar en la mitad del cielo?

¿Quién ha de protestar? ¿Quién ha de nombrarlos? ¿Quién levantará las manos para clamar contra tanto plumaje de turbios pajarracos depredadores? Será el nudo en la garganta. Será tragar cada uno sus humillantes mentiras y sus consolaciones.

¿Quién ha de protestar? Que coloque los nombres en las esquinas,

la verdad entre los dientes, tumefacta; los puños escondidos como nudos de espinas en los bolsillos, el día incubando sombras que no le pertenecen, la libertad sonámbula, la justicia taciturna.

¿Quién será el que proteste? ¿Quién abrirá las alas de su ángel, el fuego de su demonio? ¿Quién dará vueltas en su propia rabia, su falaz impotencia, su miedo terrible?

¿Quién será el que proteste? Que no claudique la luz, que no desespere la paz. ¿Quién? ¿En dónde? Mientras el día no duela tanto, mientras la noche no se nos amargue.

CONVOCATORIA

Entonces dispusieron juntarse. Congregaron sus voces. Unieron sus manos. Llegaron de todos los lugares: de la claridad y de la sombra, de la montaña y del pueblo, de la ciudad y los caminos.

Todos fueron convocados. Todos reunidos. Los que derraman la sangre y los que vociferan, los que amenazan y los que lloran, los que escriben en las paredes y los que publican sus palabras en papeles amarillos, los comprometidos y los indiferentes.

Todos acordaron unirse: los que encontraron sus cadáveres y los que perdieron la esperanza, los pobres y los insumisos, los vanidosos y los humildes, los poderosos y los justos.

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Todos dispusieron unir sus voces, unir sus brazos, pedir perdón, pedir permiso para seguir con vida.

NUESTROS SEñORES ADIVINOS

Aparecieron los chimanes y sus largos canutos de resinas. Adivinaron el polvo, los frijoles colorados, descifraron la luz —eso dijeron—, las bendiciones para todos.

Los hombres de copal se reunieron en el círculo que divide en dos el globo del ojo de Dios.

El viento como un gusano medidor, y gracias por el alma que pena en el cielo de la noche, El viento en la sombra es una caverna de murciélagos.

Adivinaron la rosa. Adivinaron el pozo ciego. Un farol rojo en la esquina anuncia el final del día.

Sobre la tierra la peligrosa oreja de los adivinos.

Se negaron. Se rechazaron unos a otros. No quisieron hablar de astros, de vasijas, ni rescoldos ni tunes agoreros.

Aquí fueron destituidos y avergonzados, obligados a cavar en la oscuridad hasta encontrar la luz alrededor de las bendiciones.

De igual manera jugaron con los símbolos y con estas palabras que quedan dichas para el viento.

No sé de otros más infaustos. Por ellos me he comprometido: he jurado en los umbrales, he hablado bajo las rendijas.

En otra época estaremos en el mismo recinto, y veremos los ojos de nuestros señores chimanes bajo tierra.

TODOS SOMOS SOSPECHOSOS Todos estos días merodeamos alrededor de la vigilia —hay un grito en el camino y nadie lo atiende—

Después de tanta sangre, después de tanto río desbastando las tierras marginales, después de tantas manos arrancando la humedad de las piedras como si fueran semillas putrefactas.

El silencio nos ha contaminado a todos. Y todos somos sospechosos hasta la consumación del grito; todos somos la grieta en el camino, todos somos la luz que destrozaron.

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Hemos estado quietos, arrinconados, insensibles, arrumbados entre sustos y artimañas. No chistamos palabra o decimos: “no es el tiempo, no es la hora todavía”. mientras pasan quebrantos, golpes y manotazos.

Y la guadaña cae y se levanta sobre voces imprevistas y oraciones. No hay campanas para llamar a nadie.

Los que se quedan petrificados, abandonaron sus ojos en las calles, en las puertas. Soledades que nunca pudieron compartirse.

No hables del maíz, no hables del pan, no los critiques; no hables del amigo que cruza hacia la izquierda, no hables.

La paz no está en el vuelo de los pájaros. No hables del estómago vacío.

El corazón es esa llama colectiva, anunciando esta voz merodeadora. Ya casi la encuentras porque ahora te convoca, ya casi se aparece por la calle y en los atrios, bajo un árbol de tempisque el día de plaza.

FLOR AMARILLA

No lloro por ti, Manuel Colom, lloro por mi pueblo.

Ah, flor amarilla de olores repelentes, en la dulce tierra penetran tus raíces de muerte. Hay un golpe turbio en tu color abandonado: acerba y renegada flor que explotas en la sangre.

La palabra no vale, abominada. Ominosa es la voz y su mensaje.

Ah, flor amarilla que todo lo abarcas, que todo lo untas con aceites de odio.

Inútil es el aire para tus pétalos sectarios. Todo lo desbordas y detractas.

La palabra es amarga bajo tus sombras homicidas.

Alevosa flor, amarilla y enferma, extendida en territorio sin suerte: infecunda y ociosa, sólo la noche mueve tu tacto repugnante,

DESAGRAVIOS

Soy una llave suelta, el amor junto alodio colindantes, la mano que aúlla

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junto al corazón en el incendio, el primer escalofrío, ave o baldón en pleno vuelo.

No me desagravies, esta no es mi rebelión ni la meta del fulgor.

Mi frente gotea es una puerta nocturna, soy lo que no hubiera sido, humillada saeta, la velocidad de una migaja, la palabra incautada, la luz que han amordazado.

Soy una danza en plena cara, palpo mi raíz que te rastrea, soy un escombro bajo el sol.

Este poema tiene carne de gallina, un vano cacareo.

Este año hay una calle, un despreciable olvido; para qué tantas rosas y claveles, para qué sus frágiles aromas; soy un tejido milenario, ávido cáliz que se estremece, una promesa en el abismo.

Me gustaría ser feliz antes de ahora, soy una frase repetida, soy una condición, un castigo, un duro destino, un silencio a las 6 de la tarde todos los días.

MEMORIA DE LA HUELGA MAGISTERIAL DE 1989 ANTEA

Fueron los duros días de la huelga —el alfabeto era sopa, en el plato del señor ministro —cuando nos dejaron sin piel y la mitad del salario nos birlaron.

Gracias a la bendita hambre los señores de Xibalbá se contorsionaron en nuestra lengua, bailaron poseídos hasta quedar pálidos de odio. ¿Quién no recuerda la vanilocuencia del dueño de la sonrisa y el escarnio?

Los dogmas que a la democracia le colgaron de las orejas, leyes para el bando de la muerte interpretados, la convulsión de la mentira entre los dientes.

Vaciaron su iniquidad en el pan que nos alimentaba. Armaron su vindicta y nos lanzaron al desprecio, para que nos denostaran y escupieran en la frente en lugares públicos y privados.

La podredumbre de su vilipendio echaron en el agua de nuestra sed.

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“Ustedes son la ignominia” —nos dijeron— “profanadores del verbo, del adjetivo y la oración activa, advenedizos, despotricadores… “

“Romperemos el cerco” —advirtieron “—vuelvan a su lobreguez, a sus hambres y sus dolamas, quebraremos sus destellos”.

Eran los días de la huelga y el amor no nos faltaba. Entre la camisa el estandarte para desplegarlo en el momento preciso. En el pecho el quetzal para la victoria, para no renunciar jamás a la justicia.

PoEMa EN TERRaCoTa

A Amílcar Echeverría

Otra vez octubre, baja por el espejo y sigue por la calle, impávido.

Su sombra es delgada, como la de Roberto Paz y Paz después de alborotar el cotarro. —¿Qué barullo es éste? —Risas que deliran y voces colindantes que llegan hasta el patio de la casa.

Aquí es donde la lluvia inventa pequeñas primaveras en las hojas.

Como cuando canta un grillo —¿Chirrido de la puerta del corazón? —a la noche le surgen cuchillos en la lengua.

El futuro te hace un guiño y te quedas ondulando frente al espejo de octubre.

Ya no es ésta aquella patria que perdimos —¿La recuerdas?—

A veces la recobro en los ojos vivaces de Roberto paz y Paz, el único poeta en terracota que tenemos en Guatemala.

HAMBRES Y TUMBAS

Asolaron el bosque. Repudiaron el musgo. No hay sombra bajo el sol. Sobre la sangre edificaron sus voces repugnantes.

Nadie sabe de ayer, caballo brioso, y mañana es el rojo horizonte inalcanzable.

Aquí se estrenan tumbas, fosas colectivas donde las rosas duermen su falaz alternativa.

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El futuro es una palabra ambigua y el aire no alcanza para todos. La tierra vuela polvorienta y el agua es un detritus de sí misma.

El júbilo es hoja sobre el viento, ni cae ni se agota; pero tampoco acontece.

En lo obituarios estamos repetidos: una cruz que enterramos y otra que nos lastima, La violencia no es una flor invicta.Es la rama reseca de la vida. Donde no hay salidas ahí está su mano desastrosa.

Fuera de sí los males y los bienes. Ni la luz que no viene, ni la noche adherida a los ojos del sueño, ni los brazos que buscan el polen del silencio.

Que no midan el miedo ni dolores del hambre, las puertas no se hicieron para buscar entradas solamente, el pan es el camino para aplacar la sangre.

UN pOEMA NO ESCRITO

Hay poemas no escritos, no revelados, por miedo o desidia, El de la política, por ejemplo.

De candidatos y pueblos, Líderes de la arrogancia. Los que ofrecen el camino sin el puente, el pan y la tortilla, los surcos de la tierra.

Un poema para aviesos, para profetas sonrientes, los de la luz que no llega,

Es decir, un poema que deje la rosa en el rosal, la amada en la ventana y el crepúsculo prendido de cipreses.

Más tarde volveremos al sueño. Porque ahora es necesario señalar a estos de la conciencia viperina, expertos en la oferta, especialistas en el engaño.

ALGUNAS VECES

Yo he ordenado voces, algunas voces. He condensado silencios, palabras ordinarias, populares, confusos aleteos, nieblas que se agitan en tomo mío.

He reunido angustias y gozos mancillados, nombres que se olvidan lamentablemente,

Nadie va conmigo

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en estas líneas ciegas. Pero estoy con todos y todos están conmigo. Cada uno su soledad no comprometida, cada uno su miedo, su enajenación.

Es como perder la realidad y caer en tiempos no escogidos: vivir la vida que nos niegan, morir la muerte que no es nuestra.

pOEMA ESpECÍFICO pARA pROTESTAR CONTRA LA CARESTÍA DEL AZÚCAR

El humo mete sus dedos en el pajón del techo pugnando por salir al otro lado del cielo.

Rojos están los leños encendidos del aliso en el fogón de la cocina calentando la jarra de café que despide aromas venturosos,

Hierve la esencia deliciosa y suben sus vapores prendidos al aire de la casa.

Así lo beberemos, sin la insidia del azúcar, amargo sabe a viejas raíces y puños que despliegan banderas nunca osadas,

MADRE TIERRA pATRIA

A Francisco Morales Santos

Hay un solar aquí a la vuelta, por San Antonio Aguascalientes, una lágrima que truena, una luz inocente, una jícara que clareaba, ahí está la música que confieso.

Pedro de Betancourt que se murió tres veces, sin urgencia; ahí mi corazón desempolvado, muro de melancolía, lumbre de esperanzas, hermano que despiertas, Herido de Dios, Pedro, te aseguró el regreso.

Ahí pues, mi esporádico corazón, antaño tambor, pozol de maíces amarillos-negros, hasta la orilla me arrastra, a la resaca.

Tú eres el mito, patria de las primaveras, si apenas fuiste concebida, te reconozco en esta bruma colosal, te convulsionas

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como una mimosa en las manos aleteantes de rufino-orozco-marimbista.

Patria imposible, te rodeo en plegarias de agua y de sal, de granos básicos, de palabra libre y necesaria, de azúcares y leche, risas infantiles, canciones y poemas y comunal abrazo.

¿Qué dije? —San Antonio Aguascalientes. —Pero no Tajumulco, no Quipambe, no Panzós, no San Andrés Itzapa no Santiago Atitlán.

No en la rinconada donde se bifurca el camino, pero no aguas verdosas, no pedernales y obsidianas en la boca de la lluvia.

País de muros -pájaros-banderas-venados -calabazas-agoreros-quetzales- cerros quebradizos, nació en el año mil y mil, grabada en las estelas, antes de tecún umán —el que lleva collar,

bisnieto del cacique—y no tiene papeles.

Aquí te corteja el mar, te halaga la sombra, palmera inopinada tu cálida ceremonia sin oleajes.

Patria en la corola de la sierra madre, alto crepúsculo, menciono que en tus bosques naufragan los dolientes.

Escucho tus aluviones, tus amargos —errantes— líquidos atajos, tus enjambres alzados hasta la empuñadura del cielo, las orugas que transportan los ríos subterráneos, las frías densidades de la noche que sostengo entre los dientes.

Lugar de la delicia, sin distancias, vertiginosa y opulenta, dueña del tiempo, de la serpiente de piedra, te propagan en harapos, en canalones de llanto.

Frente a la plaza mayor me diluyo en burbujas, en tus platos vacíos;

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el temor infecta mi piel y baja por tus calles hacia el fervor de tu destino.

Madre persistente, denodada y fragante, ¿a quién le perteneces?, ¡para quiénes son tus frutos y tus voces y tus niños y tus muertos?

Lugar enaltecido, emanación de la sangre. ¿Qué respondes en el alba repentina? ¿Cuál es tu mandato en la hora precisa, en el indicio del futuro?

Te han cortado los grifos para dejarte sin confines, dispersa y sorda, madre que volverás invicta desde el ciego-inmortal torbellino.

Madre-tierra-patria del asombro y del misterio, donde se congregan los espíritus protectores, conjuro de árboles antiguos, la de las aguas abiertas, lugar donde retoñan los volcanes, sementera del amor,

magia grande de la primavera, no serás vencida ni en lugares amarillos ni en caminos colorados.

Nación de naciones, aquí te convocamos, desde los viejos pinares sin ombligo, desde las gargantas de los cerros, desde los bijagües y canaques, el jicarero de María Ixquic, para la libertad y la justicia, pedro hunajpú, pedro Ixbalanqué, Pedro piloy, pedro betancourt, pedro, pedro.

LA pALABRA QUE NO DIGO

Desaparecen las hojas tras el vaho espeso de la niebla. Y la noche sube de las raíces a prenderse a las estrellas.

Algún olvido va por el camino donde hay sombras y ligeras azucenas.

La noche tiene un rostro alucinado, llega insomne hasta mis manos sin asirla, el corazón es la palabra que no digo.

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pOEMA CON pERROS EN EL ESpACIO

Las estrellas son esos perros que mueven la cola en el espacio; no les da vértigo porque en la noche se les amargan los ojos.

Acumulan silencio entre los dientes y desde lo alto ríen con sus colmillos de hojalata.

Abrázame, mal mío, porque es hora de cosechar lluvias fugaces, esas graves lejanías llamadas insólitas estrellas aullantes.

SI VIENE EL AGUA

Si viene el dueño del agua. Si viene el agua. Si viene. Albricias del barco de papel, regocijo de la ola, el murmullo del mar lo guardó la caracola.

Aquí está el insomnio, la sed que se repite, el mes sin agua, el día sin espejo.

Si viene, abrid la luz,

si viene el agua, si viene el dueño del agua.

CERCA ESTA LA NOCHE

Qué cerca está la noche. Cerca el trigo y el caballo, el redil y la trilla. Cerca la montaña, cerca el bosque, el balido, el horizonte.

Qué cerca el sol, la hoja que relumbra, el día hasta las cejas. Cerca el camino, cerca la casa, la puerta y la ventana.

Qué cerca la mesa y cerca la silla, el mantel cuadriculado, rojo y blanco. Cerca el horno y el pan. Cerca la rosa y la gladiola. Cerca el amor y la palabra.

LUNA DE VIDRIO

La luna vidriada encima del Serchil se acomoda. Se ha inmortalizado sobre viejos alisos, luminosa.

Los clarineros se dedican a disecar los restos de la tarde,

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tal es su algarabía al borde de la noche.

Luego hay brisas selenias que caen sin aliento sobre el temblor del agua y sombras húmedas del camino.

La luna, pues, barnizada, del tamaño de mi uña, reposa sobre la mano vegetal del gran cerro de la lluvia.

ANTICIpACIÓN AL LLANTO

Ah corazón, pequeña campana exhausta, algún día volveré convertido en maíz amarillo, tierra negra o piedra de moler cacao.

Ah corazón, olvidada marimba sencilla, alguna vez acudiré a la luz de tus corolas, seré una mariposa negra detrás de la puerta, mancha de moho en tu ventana.

Ah corazón, cansado lebrel, alguna tarde iré tras de tus pasos, absorbido en tu sombra, impalpable, incesante.

DÍA DIVERSO

Algún día seré sutil aspiradora, tres días trompeta —pálida como una misteriosa pajarita de papel—y después fluiré de la copa de Dios.

Nadie confunda mi estruendo con el tic tac del día que en el jardín parece.

Despleguemos la noche y en la austera luna le sacaremos brillo de los ojos.

VIENDO LA LLUVIA CON UN pERRO EN LAS RODILLAS

El mundo es redondo como un pan de afrecho y si se moja se deplora o se hincha igual que un cementerio.

Caen los cirios en lugares abruptos y tu piel huele, húmeda, a muy lejanas islas.

Mueve la cola como si fuera cayuco

en mitad de proceloso río. Terminaré por hacerle un monumento de bronce,

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sonoro como la lluvia en el tejado de cinc.

pRIMER LLANTO

1976

He llorado frente a ti bajo todas las estrellas —sin castañear los dientes— oh joven ciudad al fondo de los pliegues de la noche.

Veo titilar tus ojos, tus miles de pupilas, saliendo de la niebla, insomne, vigilante, amada mía en el epicentro de la sangre, mientras la noticia desgarra el aire y el recuerdo infausto ya se inicia.

Te recorro impávido, con un nudo de sombra entre las manos, mientras el frío corta en pequeños tajos tus desbordados contornos.

INVENCIÓN DE LAS CIUDADES

A Aura Marina Blas y Rosa Amalia González

No todos saben cómo nacen las ciudades, salvo el día que las efemérides encienden luminarias

y júbilos populares, imprecisas fechas en el socavón del tiempo, imagen de la calle más ancha donde los próceres deambularon su infancia, anécdota de un niño con las manos en gozo, mujeres que dialogan al pie de sus ocasos, banderas que tremolan en los himnos.

Pero a decirlo conforme el espíritu de la historia y los ritos del misterio, las ciudades las inventan los poetas un día antes del sueño y del anhelo, antes de celebrar el inicio de la esperanza.

No antes, cuando quedan señalados los cielos y el camino; no antes, cuando se escogen los árboles y los ríos; no antes, cuando se dan los límites y los mojones, la lluvia y la montaña de su entorno, el sol y los crepúsculos.

Se conmemoran los cimientos, los cantos rodados que sostienen las columnas, los muros homogéneos, los portales para las huellas y las voces que se alzarán en las protestas.

Las ciudades, cuando son agradecidas, abren los brazos, cargados de rocío, para apagar el fuego que los poetas llevan en la sangre. No sólo porque el poeta sea el creador, el inventor, el forjador de ciudades, sino por consideración a los pueblos que esperan su cántico, su formación en el poema, su bautizo en el momento de emprender el vuelo,

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El poeta no queda exhausto después de inventar una ciudad, por mucho que haga uso de luces y de sombras, por mucho que derroche colores y fulgencias. Para entrar en el mito y en la historia causa ciertas angustias, ciertos regocijos. Trabajan arduamente levantando muros, caminos para los pasos que van hacia el futuro; después de trazar plazas y atalayas vienen los blasones y la exaltación de los ciudadanos, el nombre de la ciudad será ilustre, claro el sonido de sus campanas.

Asentar ciudades es trabajo arduo y luminoso, ocurrencia de poetas laboriosos, cuyo oficio es crear pueblos a la medida del hombre, construyen miradores y horizontes citadinos.

Una ciudad se forja en el corazón de la poesía y crece según el ritmo de los versos, según la música interna en la palabra.

No se trata de tomar casas al albedrío, torres, flores de utilería, calles y avenidas, y distribuirlo en un panorama de cartulinas coloreadas. Es labor delicada, tiene sus propias metáforas, se necesita imaginar una geografía, accidentes apropiados: una meseta, un valle, hondonadas y barrancos, algún cerro, si viene al caso, un cielo de azules que maticen apropiadamente, nubes pasajeras, enramadas, pájaros y sonidos peculiares.

Inventar una ciudad es oficio de poetas. Nadie diga lo contrario.

Desde que balbucea, desde su llanto y sus palabras, desde que el sol la divide en sombras tenues, desde el frágil balanceo de sus primeros árboles, cada instante, cada sonido, cada eco de la ciudad está medido en la poesía,

No le pongas ruidos estridentes, bocinas abyectas, no le pongas, no la agredas con gritos y vociferaciones, no le pongas humos enfermizos ni pestilencias, no la contamines con letreros comerciales, déjale crecer sus árboles, ella es nuestra ciudad —madre generosa y amante—y está dedicada a la procreación.

Nadie creería en una ciudad sin poetas. Sería inhóspita sin la voz que suelen alzar los aedas para dignificarla, para loarla, para señalar a los que la injurian, sus cloacas y sus estercoleros. Ella sola no podría dar un paso en el tiempo si careciera de himnos y canciones. El poeta le da su nombre, su identidad para que responda cuando le pregunten de su gracia y de sus hijos y de su historia.

Los poetas están dedicados a la construcción y al renombre de las ciudades.

Celébrala en las esquinas y parques, en su corazón y en sus suburbios, con marimbas y tambores, alábala con pitos y chirimías, eleva su nombre con cantos populares, insufla su ánima con cantos colectivos,

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la ciudad es mía y es de todos, cada uno guarde de ella su mejor recuerdo, cada uno construya para ella su mejor alegría, ensálsala en tu júbilo, respétala en su silencio.

LUNA DE XELAjU

A Juan José Gramajo

Lunatenango, Luna nacional hecha de barro blanco. Luna de alfarería extraterrestre. Ala de fuego transparente. Luna. Lunatenango. La que bota sus cadenas de plata sobre la calle empedrada.

Luna para marimba y coro polifónico. Tersa luna de papel de lustre, sobre el cerro, sobre el volcán, encima de Xelajú caminando de puntillas.

LOS TAMBORES DE LA DANZA DE LIVINGSTON

A Joaquín Quiroa

Birum bum, birum bum, birum bum; turún tun tun, turún tun tun; birim bu m, birim bum, birim bum; turún, tun tun, turún tun tuno

Es la noche sonora de Livingston, el ritmo mágico de la zarabanda, la danza caliente de los tamboreros, la que atruena en el cuero que se estira en la sombra de la noche incandescente, la que hace subir el mar de Las Antillas hasta los dientes del alma.

Resuenan los tambores del Yancunú. Vibra la sangre guerrera de los viejos bailadores, como si el sol repercutiera sobre el atabal de la arena.

Birim bum bum bum, birim bum bum bum, turún tun tun, turún tun tun.

La iguana sorbe la luz sobre la rama más alta,

Del árbol de mazapán cuelga el costal de la luna. Por la palmera de coco sube la sed de los negros. En la rosa del trópico gira el tambor de la noche.

Burum bum bum, burum bum bum, turún tun tun, turún tun tun.

Es el son de La Punta, es el Canto de la Piedra, tumbo del choque del mar y del río, tumbo de estrellas, espumas de luceros,

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semilla que brota en la playa. solitaria, y la dicha y el llanto, ruido feliz de los tambores en la noche que no duerme, eco del cielo derramado en la selva, misterio de la luz intermitente en la copa de la ola, veladoras de sal para alumbrar la danza de San Isidro.

Son los tambores de Patricio Cayetano y de Lino Domínguez; es el río Dulce prendido en las caderas de Irma Estela Leiva; es la bahía de Amatique en la cintura eléctrica de Gloria Gamboa.

Es la chumba y el Sambay —evocación de los franceses— bucaneros de las islas, la picazón del baile de César Franzuá

Es la pompa del Caribe. Extasis de tambores. La cadencia va en el viento y resplandece en la tierra.

Birim bum, birim bum, turún tun, turún tun, birim burn, turún tun.

No es cuero el que percute. Es la piel de los caminos el tamborón del cielo. Es el río que sube sus espejos hasta los muelles de Livingston.

Burum bum en la gran caracola; turún tun en los ojos rojos de la noche; burum bum en la danza ritual de los garífunas.

Resonancias de los pies y de las manos, ritmo candente de caderas y senos.

La sombra no cae ni se levanta, brilla como plata en los cuerpos morenos. Cabriola de la hoja en el viento, esguince del pez sobre la ola,

Canción inalcanzable, monótona y sabrosa, no sé de dónde viene ni voces que la proclaman,

Raíces de los manglares: danzas arborizadas. Al tamboril del aire regresan los sonidos: turún tun tun, turún tun tun, turún tun tun, turún tun tun.

Por aquí navega el tun.

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Por aquí llega el retumbo hasta el tun del corazón.

¡Emoción y cadencia! ¡Gozo de los tambores! ¡Ruido virgen de la selva! Turún tun tun, turún tun; birim bum birim bum; turún tun tun, turún tun tun; burum bum bum, burum bum bum, tun, tun, tun, tun, tun, tun, tun…

1984-1948

La rosa de vidrio, congelada, se asoma desde la ventana a la Calle Real de la ciudad de San Marcos en septiembre de 1984.

Sobre las piedras se pulveriza el sol naciente y un vaho azulino sube al cielo de reciente esplendor.

Vuelvo los ojos ¿el alma? a 1948, y veo sobre la calle sinuosa el mismo relente del atardecer.

Son geranios los del asombro, fríos y enrojecidos, mientras el corazón se inunda de un triste y lejano regocijo.

CALLE REAL

A Carlos Mazariegos

Como si fueras una espiga doblada y torturada por soles y sombras sobre las piedras tratas de erguirte, para alcanzar incandescencias que apenas se vislumbran o extenderte por las esquinas, sin esperanza,

Quieres enderezar el cuerpo pero te quedas tendida, dislocada, escuchando sonidos telúricos o pasos no identificados que transcurren por tu piel apelmazada,

Te inclinas a ver los horizontes o te haces la dormilona sobre el rocío.

Vienes del pasado y vas hacia la cima: desde donde te hacen sahumerios de hojas de eucalipto, hasta donde te transformas en húmeda vereda buscadora de cumbres.

Atraviesas el corazón citadino —con sus alegrías y sus duelos— y si te quedas de punta a punta es porque te gusta la eternidad del pueblo,

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REMOTANZA

Hoy te apareciste en este lado de mi memoria, remota, distante, lejana, abuela Sara, con tu anillo de adivinaciones, en las manos la Biblia y un manojo de cartuchos blanquecinos.

En la mañana amasabas las tortillas de harina para Julián, según San Marcos, en el corredor el cofre de pan dormido, los maceteros oprimidos de geranios, las tranquilas florescencias de prímulas y begonias, pelargonios asomados sobre los ojos de la ruda, y uno que otro gorrión rompiendo el iris de la tarde.

ANTIALABANZA A LOS pRESUMIDOS CORRUpTOS

Miro mi país detenidamente, a lo ancho y a lo largo, corroído de corruptos.

Son miles y dos miles y en lugar de pudrirse detrás de los barrotes alabamos sus nombres y los recomendamos para los altos pedestales.

Son arrogantes y bellacos: mira los lamparones de sus ojos, mira sus afloradas arterias.

¿Qué cocinan los corruptos? ¿Qué pasa que no les pasa el hambre?

Se comen la libertad, se hartan la paz, todo lo erosionan, lo envilecen, todo lo pudren, los alevosos, los presumidos corruptos.

GALLO DE LA TINIEBLA

A tus ojos se asoma ningún dios. Sólo el rostro quemado del olvido.

En el cosmos danza el gallo de la tiniebla, mientras tu cuerpo es una danza deslumbrante.

Quiero esculpir lo más incauto de tu regazo, los pequeños maullidos que profieres al amanecer.

Y te invoco en este momento amargo, en el fulgor de mi quimera de oro

Todo pudo suceder mientras perseveramos, pero fuimos tomados por incautos y fervientes,

LA LUNA EN EL jARRO DE AGUA

Meto la luna en un jarro de agua. No puedo tocarla porque se rompe o se estira como un gusano eléctrico.

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No la nombres, la luna diurna se prende de tus pestañas,

Yo soy ella y ella está conmigo. Es mi raíz terrestre y mi impulso al infinito. Ella es mi patria.

EL pájARO ENSALZADO

La primavera flota sobre ríos procelosos, se incrusta en el aire y en la hora purpúrea del febril crepúsculo se deslíe.

¿Qué trae entre las manos? El pájaro ensalzado y su frájil gorjeo vierte débiles lirios, como si la florescencia se ahogara en el cauce de grotescas lejanías. No la detengas. No nos ha servido para nada. Ella está en las postales y poemas de concurso. Déjala que pase con su rubor apagado, sus ojeras verdes y su paso medroso.

GUATEMALA

Guatemala: la de los volcanes hechos a mano, cielos y lagos de orfebrería, árboles esmaltados en el ocaso.

Todo está delineado para ser montaña. Abajo pasan cien ríos grabados en jadeíta.

Las orquídeas suben por tu talle buscando los ojos de la lluvia. El sol se detiene en la mitad del camino para evitarte toda sombra.

Tu mejor artesano hace canciones de papel de china para el cumpleaños de algún niño.

Guatemala: la del regazo de maíz amarillo y semilla de pito, te llevo en el corazón como otro latido, el del tambor del son de la quema del diablo.

Tus profetas te lanzan al albedrío de una jícara de atol o la fatal melancolía.

Nadie podrá negar tus ojeras ni tus manos nudosas;

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apenas se te aclara el día te sobreviene la noche;

eres el ángel de Chinautla que vuela en un escaparate.

Pero tu voz es como la sonaja que acompaña las serenatas de la feria del pueblo, se alza por el cielo proclamando la esperanza.

pEQUEñO pAÍS INSÓLITO

Pequeño país insólito: tus ríos en estrépito arrastran humus, piedras de lumbre, huesos fosforescentes, peces que suben a la superficie a despejar la sangre que no se olvida.

Un país a veces frío como tallo de pino al alba, rocío que se congela en los dedos del choreque, cálido como la garza inmóvil en la llanura, de mayólica; palmeras ciegas de luz en la última instancia del paisaje, manglares que hunden los dedos en la sal y el azogue de tus tibios litorales.

Voy a tus caminos lentos, tus cielos de ciruela,

los pájaros que guardan el brillo de tus ojos.

Estoy en tu voz —tablilla de hormigo— y vuelo en tus canciones, en la nebulosa roja de tu lengua, las estelas inscritas en la selva, en el pétreo calendario donde el tiempo no pasa.

Tus manos de maíz son estas manos escribidoras de nieblas; la magia de tus ríos incesantes son estos torrentes que recorren mis sienes; tus bosques melodiosos los hago vibrar en las marimbas; soy el furtivo cenzontle que declara tu nombre, Guatemala.

BUENOS DÍAS

Buenos días sonrisa del alba, sol refulgente sobre las hojas.Buenos días volcán de Agua, aromas de café, suaves panecillos, estimado crepúsculo que nace.

Buenos días querida vecina, tan pispireta, tan oronda que camina usted, ¿a dónde va tan presurosa ondulando por la calle?

Buenos días niños sonrosados, profesoras de amable taconeo,

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muy pesados bolsones escolares, buenos días alegría, risas infantiles.

Buenos días calle con nuevos ecos, flores de durazno, buganvillas y geranios, rosas futuras que se asoman a las verjas.

Buenos días marimba “Kaibil Balam” abriendo las ventanas para “El Valle de la Esmeralda”.

Buenos días señor autobusero, que no le amarguen la ruta usuarios de ojos soñolientos.

Buenos días señores policías: ¡Cuánta falta nos hacen en la calle San Juan!

Buenos días amigos, compañeros, periódicos de rojos titulares, relojes, niños durmiendo en los umbrales, secretarias que estrenarán errores ortográficos.

Buenos días cielo azul, bocinas, pordioseros, noticias amarillas en el aire, canciones, faldas, líderes políticos.

Buenos días mi pequeña identidad. Buenos días Guatemala.

ELOGIO DE UN HOMBRE BUENO

Roberto Nocedo Arís toma posesión de la casa donde todos vivimos, con un brazo rodea la primera pilastra,

levanta la mano izquierda hasta la altura de nuestras cabezas, nos mira con sus ojos menudos y brillantes y nos dirije su ejemplo:

Nadie ha dado con mano más abierta, nadie ha entregado su corazón más limpio, nadie ha sido más generoso sin esperar la oferta.

No le pongan medallas ni diplomas en las manos. Pónganle anhelos de niños y de jóvenes, de mujeres y hombres ya maduros. El buscará caminos, les dará puertas y balcones, trazará metas y esperanzas, prenderá ilusiones en todos los pechos; llevará de la mano a quienes lo necesiten; será una estrella en la ruta que tú elijas; no le verás cansancio ni pesimismo hasta que tu luz se ilumine por sí misma. Roberto Noceda Arís no es un santo; tampoco un hombre rico; un demagogo, menos; es un hombre simple y claro, con la sabiduría que todos necesitamos, con la bondad que todos anhelamos; él es pueblo como nosotros. Si lo buscas no dudará de ti, no te pedirá tu camisa ni tus sueños, te dará lo que tiene: su corazón inagotable.

Roberto Noceda Arís es este joven viejo de. muchas edades, las de él y las de los demás: muchacho iluminado, guía de guías, fundador de alegrías y bondades;

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no digas que no conoces su humilde grandeza, su callada filantropía. No cierres la conciencia para este hombre que sólo tiene una bandera. Uno ha sido su país constante: hijo, hermano, padre, amigo, compañero, alumno, maestro, ciudadano, sin ninguna duda todo al mismo tiempo.

Aquí lo condecoro y elogio, aquí le impongo una medalla, aquí lo celebro, aquí levanto un pequeño monumento para Roberto Nocedo Arís.

ELEGÍA pOR UN MANZANO

Las nubes se arrastran al alba por caminos y solares, frotan las hojas del manzano y giran sobre dragones y crisantemosque tiritan sobrecargados de rocío.

El sol desaloja la niebla y el viejo manzano queda desnudo bajo el cielo que brilla sorpresivo.

El añoso tallo, nudoso y cansado, parece haber sido repujado en plata por helechos de silenciosa blancura.

Cierro los ojos y regreso, después de tantos años sin sosiego,

el viejo manzano se eleva “en la niñez alborozada, abrazado al viento que se desliza por sus hojas.

Cuántas veces quebranté las débiles ramas buscando sus redondos aromas, sus jugosos sabores. Aquí liberé mi sed y mis canciones solitarias entoné bajo su sombra tensa.

En agosto de 1984 se quebraron sus alas, el viejo tronco se rindió a los años que subieron por su savia. Cayó bajo leve viento repentino, a reconciliarse con la húmeda tierra en el querido solar, por donde la niebla se arrastra mojando los pétalos de margaritas y begonias.

¿QUIÉN ES EL VIENTO ¿Quién es el viento en el sonido, la mano que zozobra en la última rama de la noche?

¿Quién es el viento en el ocaso de la piedra, la eternidad del viento

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que hace gárgaras en los nuevos rocíos?

¿Quién es el viento en las cúpulas azules, el viento que recala en el cáliz de la sombra?

¿Quién es el viento en las estatuas, el viento por las calles sin una mariposa?

LA ESpERANZA NO ES UNA MARIpOSA

Si le dieras paso a mis anhelos llegaría lejos. La esperanza no es una mariposa sino el rojo incandescente que hace vibrar el sol de la mañana.

Si yo pudiera inventarte le pusiera más fuego a las comisuras de tus labios.

Pero nadie te detiene: como la calle que regresa de sus ruidos, el aroma vuelve de sus nardos.

ESpEjO

Del espejo rescatas tu imagen ya tardía, tu rictus en azogue,

tus ojos que se pulen en el viejo vidrio repetidor de mentiras. Evocas las promesas de tus días mozos, sin comprender que la faz puede menguarse, pero peor será el alma que no recibe amor.

DESpERTAR DEL MOLUSCO

Este poema lo debí escribir a las 6 a.m. hora adelantada, mientras tú te deslizabas hacia las ataduras de mi almohada.

Y es que desperté, inciso, como quizá lo hagan los moluscos en el litoral del océano, con la sensación lozana de tus playas.

Con los ojos cerrados todavía, levanté mi alborozo y puse tu nombre en las arenas, para que el mar lo desbastara, irremisible, oleaje tras oleaje.

CALOR DE MEDIODÍA

Desde que te conozco padezco hambre y un poco de sed de justicia,

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Pasas tremolando tu libre albedrío como si nada te importara mi libertad de palabra.

Embebida en el calor del mediodía tu cintura desaparece bajo el ascua que se quema en lo alto.

Tienes todos los aditamentos para aplacar mi hambre, Aunque la justicia no salga a vemos yo me satisfago de tan suculento platillo.

ANUNCIACIÓN DEL OCASO

Ya ves cómo se alargan las palabras hasta tocar la suavidad de tus muslos. Tus ojos —hoy es lunes y pocos lo han notado— como faroles anuncian el ocaso que tarda en llegar por el camino de San Lucas Sacatepéquez.

Parece como si la voz no pudiera inventar sonidos. Luego vienen las frases que tú retiras del aire para darle paso a tus osados senos.

Eres una delicia comparada con una campana o una rosa que apenas se levanta a conocer el alba.

ERES SONORA, ¿LO SABÍAS?

De igual manera esta noche —las otras quedaron escurriendo en el reloj de la alcaldía—se incorpora a tus axilas y baja por tus vertientes ---eres sonora, ¿lo sabías?— hasta encontrar el vibrátil nacimiento de la vida,

Nada de egoísmos ni presunciones, si algo dignifica las riberas de tu considerable blancura es el tacto que tienes para aclarar el momento del éxtasis.

pARA UNA DAMA MUY AGUDA QUE ODIA LOS NARDOS

No sé de dónde te viene ese aire de florilegio cuando te da por morder el cáliz frágil de los nardos.

Se empantana tu lengua y el idioma castellano se vuelve ripio en los pequeños dientes.

CUANDO VENGAS

Entras. Te sientas, Cruzas las piernas, y los ojos se me caen

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como moneditas falsas, tintineando.

La próxima vez que vengas me quedaré en la puerta, estático, viendo el sol que se desliza por la calle, mientras tú te sientas, cruzas las piernas y lanzas tus dardos a vibrar sobre mis ojos.

ROSA DISEMINADA

Algunas veces tu nombre me avasalla —rosa diseminada— tu nombre que escribo sobre la hoja inerte de los sueños que siguen.

Algunas veces abro mis sumisos anhelos, rehago mi corazón y sustituyo tu huella.

Tu nombre adherido a mí paladar sin olvido ni ausencia —cuando te hablo y estoy en tus lugares renovando tu ausencia —antiguos vidrios empañados —viendo la lluvia en mi pueblo de lluvias —las piedras que brillan y tu nombre que pasa suavemente.

TODOS ESTOS CIELOS

Te recuerdo —todos estos cielos te recuerdo: —no porque tenga todavía tibios los labios por tu nombre

—no porque aún mis manos recorran tu cuerpo de azucena

—no porque mi voz te persiga en el aire

—no por nada que anhele ni por nada que olvide

Pero te recuerdo —todos estos cielos te recuerdo.

NUNCA NADIE

Nunca nadie, en ningún lugar, ninguna estrella, ninguna hoja, ningún sueño, ninguna campana, ningún tiempo enredadera, ningún camino serpenteando, ninguna flor rosa verde y amapola, ninguna voz ida o rediviva, ningún sonido marimba o caracola, ningún silencio musical o rielante, ninguna nube, ninguna línea de la vida, ninguna sien, ningún reloj, ningún río llevadero de azules, ningún horizonte mágico incoloro, ninguna cima colectora de vientos, ningún estambre, ninguna miel, ninguna luz invención de libélulas,

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ninguna orquídea entonación del musgo, ninguna profecía o sortilegio, ninguna puerta rosetón o mirilla, ninguna sombra densidad de la angustia, ninguna fiesta ninguna sonrisa, ninguna muralla de piedras o rodelas, ningún duende, ningua ribera dedicada al ensueño, ningún fruto, ninguna sonaja para perpetuar tu gracia, ninguna mano dadivosa y sedeña, nunca nadie, amada, te amará como yo.

VIDA Y SUEñO

Toda la vida me la paso en un sueño: que si te busco, que si te pierdo, que si regresas, que si te vas.

Todo el sueño me lo paso en la vida: que no te pierdo, que no te busco, que no regresas, que no te vas.

LA VOZ ENTRE LAS MANOS

Ella se asoma, imprescindible, el vacío de la tarde: le derrama nubes,

algún crepúsculo palpable y pájaros que huyen imprecisos.

Apenas el sol se prende de los encinos.

El día cumple uno o diez años de ser el mismo, y en su honor hay un reloj que se pudre en el traspatio.

Me doy lástima, quejido estoy dilapidado, ni una luz sobre la frente, ni una voz entre las manos.

RETAHlLA Un pedazo de niebla bajando la montaña, una flor de durazno sonrosada, un lejano reloj vociferando, dos puertas frente a frente botando sus polillas, un sismo de cuatro grados en la escala del miedo, carmen en el espejo buscando su sonrisa, un niño amarillo en la terraza, un poeta empapelado, una vela encendida

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sobre una calabaza, un sanate para Sanarate, tres veces tus ojos en el horizonte, un autobús condecorado, una rosa sin lástima, una lagartija pidiendo auxilio, un desastre musical en tus caderas, una comezón sin epicentro, una sombra tatuada en la mejilla, un pedazo de niebla bajando la montaña,

TU NOMBRE DE DOS AZUCENAS

Tu nombre de dos azucenas: una para el río, otra para mañana.

Tu nombre de dos caminos: uno que regresa, otro que no encuentro.

Tu nombre de dos claridades: una en tu sonrisa, otra para tus ojos.

Tu nombre de dos silencios: uno de tus labios, otro de tus sueños.

Tu nombre de dos caricias:

una de tus manos, otra de tu frente.

Tu nombre de dos vidas: una que te entrego, otra que me niegas.

REMOTANZA pOR CANDACUCHEX

A Carlos Arango y Carlos Mérida

De conocer la tierra vengo, de desandarla, de disipar los sueños, de buscar tu cielo en otros lares sin lograrlo.

No encontré tu imagen montañosa y diversa, ni el fogón, ni la lumbre o la campana, no el sonido feliz de tus marimbas, no el dócil temblor que hace brillar las flores de tu entorno.

Desde sombras no descritas, de socavar el tiempo vengo, a trasponer tus puertas y murallas.

Por eso estoy aquí, redivivo y amante, en la mitad de tu latido, tierra única y benigna, deliciosa y amable, nada interrumpa esta canción, nadie la divague, estas palabras las grabaré en tu frente.

Te pongo, San Marcos, alto Candacuchex, campánula, floripondia, tablilla musical, gota de agua

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sobre la palma de mi mano, retiro tus neblinas del alba o del ocaso y dejo que el sol, nuestro viejo geranio, deslumbre tus calles empedradas, los musgosos techos de tus casas, mientras las hojas de los cerezos brillan intensas y las flores del durazno tiñen de rosado sus ramas.

Candacuchex, lugar de la luz más próxima, en mis manos están las líneas de tu vida, tus ventanas con balcones de madera, tus aleros y miradores en relieve, el silbo del viento en los pinares tus esquinas románticas y tranquilas y el eminente cerro Serchil que pone sobre tus ojos su sombra verde y dilatada.

En mis manos no eres lugar del frío, cálida y gentil, margarita emotiva, ciudad de los brazos abiertos.

Este es tu ámbito, Candacuchex, tu clima de manzana y de ternura, Aquí donde la calle se sube hasta la nube y donde el cielo se toca con las manos. Tú eres el esplendor de la primavera, el tejido más ligero del aire. Te metes en los repliegues milenarios de la Sierra Madre, como una enredadera que se abraza a las frondas de la barranca.

Desde los ventanales ocres del Ixtájel, del Boquerón,

donde el vértigo baja hasta los azahares cálidos del naranjo; a la evocadora Alameda Cuache donde el amor juvenil vibró en sus regocijos, te retiras a encontrarte con los colores rojos y amarillos del Valle de la Esmeralda.

Es ahí donde la flor de retama cobra su aliento, entra en tu almario y es parte de tu vertiente, de tu estatura de azucena, de tallo de jazmín, de flor de pitahaya en tus corredores y solares.

Estos son tus sonidos, Candacuchex: el cascabeleo tempranero de los caballos leñeros, el dulce balido de las ovejas que van a tus colinas, el colibrí veloz que hace danzar las fucsias, los claveles y las sherveras; el clarinero ágil y deslumbrante, el coronadito que picotea sobre las piedras las hojas de lantén, las chorchas con sus vuelos nerviosos por los soicos y güintes.

O será tu sonido más exacto el de tus marimbas: los Chatos de Chepe Juárez, esa pequeña voz que golpea mis sienes con sonidos celestes; serán las manos nahuales de Eulogio Orozco recorriendo los teclados de hormigo; serán las maderas entrañables de la Lira Marquense y su capitán de armonías Pocho Barrios, Por qué huellas de tus recuerdos están los sonidos telúricos y agrestes de los Tunculines, los Poderosos, los Conejos, que le dieron más encanto a las fiestas patronales

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y casorios y conciertos y cumpleaños. Candacuchex, rosa inmaculada, tus marimbas, cuyas cajas de resonancia son nuestros corazones, parecen abrirse paso entre el humo del incienso, los tunes y chirimías de tus cofradías cantonales: de San Antonio y San Nicolás, de Santo Domingo y Guadalupe, de San Ramón y Santa Rosalía, de Santa Isabel y San Francisco, de tus aldeas prendidas en repisas montañosas, parajes en donde la luz se difunde en trigales y pajonales.

Evoco los fantoches de San Ramón cantando a toda guzla en la ventana más grande de la casa de don Artemio Sosa; las loas de Santa Isabel junto a la pila de San Jorge, las carreras de cintas y el palo encebado, las piñatas de tinajas con flecos de papel de china, el corazón como un barrilete de colores volando y danzando por el cielo de octubre hasta metemos en los ojos el gozo de tu imagen total y deleitosa, los diablos de diciembre y el cordero de Dios en pesebre de palopique entre aromas de manzanillas y ramas de pino.

Ronda de concierto en la noche dominguera. El parque se adorna de sonrisas y voces. Aquí se invocan los sueños provincianos.

La marimba es un retablo que suelta por los cielos sus ángeles vegetales, mientras la banda municipal hace titilar todas las estrellas.

Danza de la noche en los dedos del aire, danza de la sombra en los ecos musicales. Los pasos sobre la piedra repiten melodías de valses, de guarimbas, ritmos que se agitan en litorales de asombro.

Regocijo poblano hasta el fondo del alma: como si la noche, los sueños, la marimba, los cielos, los astros, los ángeles, los sones, formaran la gracia de nuestra ciudad de San Marcos.

No sé por cuántos caminos he regresado a mi pueblo. A veces, por esos tan cercanos al sueño, que más que caminos son escalas de niebla, hojas espadadas en climas de milagro, paisajes con alas, alas y alas, adelgazamiento de la sombra, husos para hilar todos los recuerdos.

Llegar a Candacuchex, nuestro lugar del frío, es volver a los límites azules donde inventamos la esperanza, a la ahora que el viento de la trilla hace volar los desechos dorados de la espiga.

En los ojos de agua de Patzalá, la refracción de todos los colores.Minerales y árboles para entrelazar el sol. Milperíos y trigales hasta el horizonte. Algarabía de clarineros y chocoyos en el cordial deslizamiento de la tarde.

Te recorro, Candacuchex, desde mis sienes hasta el corazón de la tierra,

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desde mi tacto hasta el viento en los alisos, desde la Piedra Grande hasta donde Justo Rufino Barrios señala eternamente las serranías de San Lorenzo; desde la Planada hasta donde se erige gallardo y vigilante el Gallo Rojo de San Pedro Sacatepéquez; desde los corrales de caña de milpa en la salida a la fúlgida Tejutla hasta el bosque de caxaques y cipreses de Bernabé.

Tus calles se prenden a los collados y peñascales, bajan y suben intrépidas como raíces ondulantes, buscan los recodos y las cumbres, saltan sobre copantes exornados de grama, pasan bajo gravileas y madrones, disponen de nuestras huellas, de nuestras voces, calles íntimas, infinitamente nuestras.

Los ecos de nuestros pasos en las calles de Candacuchex son los mismos latidos de nuestros corazones.

Quién no evoca tus lugares más amables: la esquinita de los regocijos donde doña Marty, las hondonadas de Ixquihuila y sus cerezos de pájaro, tus alamedas de eucaliptos y sándalos, el Palacio Maya donde la Serpiente Emplumada abre sus fauces históricas para atrapar el tiempo. La Pila Cuache que se desdibuja entre otros recuerdos; las bajadas y subidas del parque —nuestro mirador de crepúsculos y milagros— los solares que ofrendan manzanas y perotes, ciruelas y rosadas granadillas.

Quién pudiera recordarte desde que eras el Barrio,San Marcos Sacatepéquez,simplemente San Marcos,o como quien lo dobla entre una bandera de milpay se lo pone en el pecho y la llaman Sanmarquitos.

Aunque tengas prestancia de ciudad no dejas de ser provinciana como una marimba de tecornates: la del tío Correa y don Pilo Llanta, la de Cosme, Güicho Cordón y Miguel Cuche, la de Lito Petaca en la quema de Judas, la de todos los apodos y todos los nombres, la del fervoroso Mauricio Cotorra, la de la matraca de Semana Santa, la del que vio el mar y le pareció marota, la que amó con toda su pobreza y más allá de su vida Juan Jetas, nuestro Juan Candacuchex.

Todos los caminos llegan a tu corazón egregio: los que recogen los aromas de la flor del café, de la caña de azúcar y de los quiebracajetes de Ocós, El Tumbador, Malacatán y Pajapita; los que traen los colores inusitados del choreque, las hortensias, las prímulas y los pensamientos, la flora ilustre de Tacaná, Sibinal y Tajumulco.

Todos estos caminos los reúno en tu pecho —flor sedeña, sápida—y los acoges en tu territorio de nardos, donde los sones, los barreños y las tonadas marimberas recorren las callecitas de San Marcos, acariciando el viento como el aroma del pan, subiendo a tus torres, bajando a tu rocío,

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tiritando en tus climas, elevando tu nombre, Candacuchex, San Marcos, Rojacianta Superba.

Y llega abril con su cencerro de primavera, sus colores nuevos y relucientes. Es la hora del retomo, la libación de hallarte: la lluvia, el verdín sobre los muros, el umbral del sueño, la mano amiga, las voces que no hemos olvidado. Vamos a los sonidos que izan tus campanas, las promesas que dejamos al pie de tus silencios.

La claridad está de ronda por tus calles, copa es del frío, crepúsculo en desborde.

Hemos regresado para verte desde todos los recuerdos: los relojes tallados en el viento, los miradores desde donde las calles se pliegan; o se inician airosas y gentiles.

Candacuchex, madre tiritante con helechos en las pestañas, cima tibia de las señales del sueño: siempre he de llegar a ti, porque no cambio todo el tiempo por uno de tus instantes.

El poemillero

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UN pUEBLO NUEVO, HAGáMOSLO

Un pueblo nuevo, oh sí, construyámoslo, las mismas gentes, los mismos habitantes; pero, albricias, un pueblo nuevo, oh sí; un nuevo concepto, otro lenguaje, peregrinos horizontes, gráciles crepúsculos; un pueblo a la medida del espíritu, oh sí; que surja, le daremos nuestro soplo, ciudadanos de su sangre ya tenemos los ríos para sus riberas, los bosques de pino para sus pulmones, calles y avenidas sin tropiezos; oh si, hagamos el pueblo de la ilusión; altares y altares para todos los dioses, púlpitos para sus oradores, medios para sus comunicadores; libertad de luz, libertad de sombra, libertad de palabra para decir la verdad, que la mentira se aplaste por sí misma; un pueblo nuevo, hagámoslo, oh sí, lares de amor serán sus casas, canciones serán sus alabanzas; un pueblo sin amargos vestigios, de raíces hondas en la historia; un pueblo feliz, por fin levantémoslo, que se rompan las sucias telarañas, altares de amor sean sus mujeres puertas del futuro serán sus hombres, un pueblo nuevo, oh si, patria rediviva. Sin verdugos ni tiranos, ni corruptos ni avorazados, ni impunes ni viciosos; que lodos sonrían placenteramente, un pueblo para los niños, bienaventurado, solaz para los ancianos, un pueblo nuevo, oh sí, para la vida;

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y venga la muerte, sin traiciones, un pueblo para vivir, firme democracia, todos dueños de sus voces, la misma rasadora, los frutos de la tierra para todos.

EL ENVOLTORIO

Me levanté al alba, miré mi cielo predilecto, al norte:

“Guamuch oscuro aguacero seguro”.

Puse mi plata en el corazón del pañuelo y bajo la nueva luz hice mis nudos planos.

Todo quedó latente: el lago de Atitlán, el dios-mundo, el cielo tzutuhil, Maximón máscara principal Señor del Envoltorio.

FLOR DE ESTORAQUE

Ya no estás entre los montes, pequeña flor de estoraque; hoy te vas para Xolhuítz, flor, floreada, florecita.

Danzaremos por el viento, donde brille tu blancura;

adiós, aroma y lucero, adiós, pues, mi florecita.

ELOGIO DE LOS pIES

Las cosas más sencillas son los pies, los más humildes son los pies descalzos, los pies que ascienden y descienden los caminos.

—Bajan y suben para conectarnos con la abuela tierra y el dios-mundo, insondables.

¡Oh raíces caminantes! Pulso de los ecos subterráneos, emoción y vértigo de la gran conmoción y los pequeños sismos que recorren la superficie planetaria.

Los pies van de huella en huella, de calle y callejones, de atajos y veredas, trotamundos, trotapueblos, trotacumbres.

No hay valladar para sus horizontes, cruzan valles y montañas y donde se bifurca el silencio los pies hacen la canción de los caminos.

Pies blancos y rojizos, pies negros y morenos, piececillos imberbes, grandes pies rajados de frío en la montaña, sudorosos pies a la orilla del mar. Dar el primer paso y dar todos los pasos, porque los pies llevan la vida, la elevan, y por delante van a la hora de la muerte.

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Hermanos en la aurora y en el sueño, también son hermanos en la hora de las horas.

Pies campesinos duros y callosos, acostumbrados a la tierra seca, expertos en surcos y pedregales, en cuestas resbalosas y lechos de ríos.

Pies urbanos, dignificados pies del pueblo, borran calles y avenidas, caminan por el día y por la noche, agotados y doloridos pies de los obreros,de oficinistas y policías, pies de poetas y soldados, pies escondidos, enzapatados.

Loados sean los pies rurales y urbanos, de hombres y mujeres; hermanos de las manos, pies que nos llevan por el mundo; pies imanes de la tierra, pies musicales, pies atletas, pies para cruzar por la tiniebla y danzar en la luz.

Alados pies de los niños, pies para ir al arco iris y a todas las fantasías.

Pies heridos y friolentos de los niños de la calle, pies sin señales y sin salidas.

Pies equilibristas en los andamios, en la construcción de casas y de puentes;

pies invisibles de los santos de la iglesia, anchos pies andariegos de Maximón, menudos pies descalzos de María Tecún; pies de los desterrados caminando tierra extraña; pies en las entradas y las salidas, pies en los adioses y en las bienvenidas.

pAXAQUE

Tengo un viejo amigo, un árbol añoso que se bebe los aires del altiplano.

Se le suben las xaras a la cabeza y se queda marcado de gorjeos.

Sus familias parecen abanicos disfrazados de telas de arañas.

Por la corteza le hormiguean los helechos y picotazos de pájaros aprendices de carpinteros.

Ha llovido y las cruces de sus ramas brillan como ríos de plata. Paxaque se llama mi alto amigo. Lo visito a 2,500 metros sobre el nivel del mar, y me muestra su plumón de estrellas y las fieles nubes que transitan por sus sienes.

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ALHELÍ

Alhelíbreve señal del mundoarca del aroma,mínimo estandarte—te encuentro en mi tactoy lo mismoen la ventana del cielo—te extraño cuando desaparecesy aun cuando resucitas en el aire—flor del soldulce y amado recuerdo.

CREpÚSCULO DE MI pUEBLO

a Herbert Barragán

Quiero detener el crepúsculoen la calle real de mi pueblo,cuando pasan los chocoyosy la tarde huele a manzanas y geranios.

En el aire destella el vésperoy un poco de oro destella en los tejados.La claridad tarde en disolversey algunos silbos bajan de los árboles.La gente regresda de no sé dónde,iniciando en sus pasos la penumbra.

El crepúsculo no muere, es junioy después de la lloviznaun ramo de flores se enciende en las manosde mi pueblo.

UN DÍA SIN FÍN

a Carlos arango

Un día sin nada en el bolsillo, En Sibinal en cualquiera de sus cimas —acabo de ser descubierto por un azahar emblanquecido —suelto mis palabras de arcilla sin ver el firmamento —de prisa obtengo mi apellido suplicando sermones y homilías —en Malacatán hay un rebrote de optimismo, una muy joven amapola que cruza en la vereda hacia la luna—entro en la primera venta de gusanos y saco un jarro lleno de pañuelos —allí estaba lentamente hablando mi viejo amigo Carlos Tushinga, sosteniendo un paquete de manzanas y la octava parte de un venado. —Nadie salió herido ni apreciado de la gran refriega, y Juana (Juanita de los cuadernos de recuerdos) volvió por fin de sus benditos hormigueros.

CHIMALTENANGO

Chimaltenango, murallas para la muralla, pueblo principal, lugar encantado, tianguesillo.

Me subo a las barbas de tus viejos cipreses,

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al frío de tus escudos, a la nube que cae en tu plaza principal.

Chimaltenango, señor del bosque que brilla, señor de la garganta de agua, del río partido en dos; señor de las piedras musicales, señor de milperíos y trigales, señor de las altas rodelas.

CHICUCAY

Aquí en Chicucay —collar de piedras grises—el paisaje se hace polvo, no sirve. Los buscadores de fuego abren la boca de la tierra y riegan los gusanos —cuñados del agua— para que florezcan los linderos y tiemble la montaña.

Chicucay, ¡Chicucay! Lugar de las luciérnagas.

REGRESAR

Por cientos de años paso para regresar a mi pueblo. Se hacen añicos los días y flotan sus pedazos en el aire.

Vuelvo a ser niño. Me lleno las manos de balidos. Y hay una lágrima de oro al sur de una ciruela.

AñICOS

El pájaro ha cantado entre las ramas. Ha cantado en la rama del sabino. Ha trinado en la rama más alta: una canción como un espejo.

La nube cuelga del azogue —evocación del agua—, la más cuidada flor del aire, donde la bruma se dilata.

Pero el pájaro se hizo añicos en el mar del espejo. No hay más remedio que aceptar la rama sin el trino.

CABAjCHUM

Este es nuestro cerro con agujeros de sal en las mejillas, agujeros negros brillando dócilmente.

Nuestro cerro Cabajchum no es una escalera para llegar a las cimas verdes, más arriba, hasta la cumbre, sobre las humaredas,

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sobre los ziguanes espejantes, arriba de la noche blanca de los búhos, arriba de las provocaciones, donde el pájaro mosca picotea la sal bajo la flor del durazno.

TILApA

Te veo, desde mi luz vencida, en olas intermitentes, en el éxtasis del crepúsculo, donde principia el ocaso, Tilapa, lanzando espuma y breves arco iris.

El viento bate el mar y lo revierte, lo alza hasta las cimas radiantes; le pone guirnaldas y alas de pajarería a sus fulgurantes repliegues.

Mi alma salta sobre el sol, tiembla en las huellas doradas y regresa, marinera, por los caminos del aire hasta tu cálida sonrisa Tilapa.

ASÍ ES TIUCUMBAj

El pajón de cabello blanco despierta tiritando de frío en Tiucumbaj.

Para llegar a Tiucumbaj hay dos garabatos de veredas; pero se te va el habla sólo de ver los cerros que parecen altares, de ver la cabeza del sol en el cruce de los riachuelos.

Las hojas de maxán, como si fueran guacales, conservan humedades, vapores que caen o se levantan.

Así es Tiucumbaj, donde se desliza el tiempo junto a los manojos de algodón, donde las delgadas ramas de morera no aguantan con el paso del tiempo.

BOQUERÓN DE AGUA GRANDE

En Chamac está la boca del agua. La brisa vuela por el camino de Ixgual, y no se sabe si se vuelve niebla o es el nahual de la lluvia.

Aquí están los árboles enroscados en el viento y los rastrojos que celebran el sol.

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Aquí te doy tu cruz chiquita, tu talismán de acote colorado, tu casa de cipreses bañados de helechos, tu boquerón de barro y de ceniza.

ATARDECER CALÓRICO

El azul nacional parece vislumbrarse entre mis brazos en el atardecer calórico de los llanos de Zacapa. Es entonces cuando los pájaros, aún húmedos del ocaso, no dejan escapar el limbo de sus cantos de colores; vuelan transportando sueños, visiones de ceniza, pájaros que se fraguan en papeles de plata, luego apuran el silencio a lo largo de la noche.

EL GONG

La campana, gong, es un espejismo malévolo, se pone a decorar el aire hasta que cae, gong, en la mitad del charco —inmóvil, pues, el gong, está loco en su mazmorra de agua, y aún así, en su follaje, gong. se desmenuza para siempre.

SOMBRAS VERDES Y AZULES

Guatemala, la de las sombras verdes y azules, a la que llegan las nubes en el ocaso a meterse a los rediles. Patria cuyas fronteras son horizontes vegetales y quimeras.

La mirada no alcanza para esta pulsación grandiosa de montañas y volcanes, ríos que bajan de la niebla, crepúsculos que se deslizan de una a otra serranía.

Los caminos se esbozan bajo afanados cipresales.

El cielo está allí, perenne, sobre milagros de orquídeas.

Alzo las manos para que mis pequeñas banderas coloreen de azul tu firmamento. Patria de mis sueños y en mis manos, la de la omnipresente primavera: mi casa, mi troje, mi destino.

DIáLOGO CON EL NIñO DE LA CALLE

—¿Dónde está tu papá? —Está muerto. —¿Y tu mamá? —Tampoco. -¿Tampoco qué…? —Tampoco está muerta.

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TAMBIÉN UN áNGEL

María Angustias sube al bus urbano con su vida rota; canta como un pájaro aterido y le dejan caer moneditas sangrientas en su bolsa de trapo.

María Angustias tiene ojos negros brillantes y pequeños, como estrellas titilantes; tiene, también, una hermana que abre la boca, ocre, como una ventana muerta.

María Angustias puede ser un diablillo, pero también un ángel, una luz encantada que alumbra los corazones y nos deja mal heridos. ¡Adiós, María Angustias!

LUDILIA

Ludilia sale a la esquina del domingo, mengala de floresta, con luz propia. El sol toca sus flautas agudas y Ludilia tiene un pañuelo amarillo para agitarlo bajo el ciclo encantado.

El domingo es un parque arbolado, voces azuzantes, cuchicheos, sombras que prosperan, risas,

miradas de soslayo, leves despedidas, pájaros musicales y parasoles.

Ludilia entra a la casa del domingo con pasos invisibles y alas anhelantes. Ella busca un amor azul por dentro, un fulgor que aprisionen sus manos, a Ludilia le florecen los ojos y la vida.

El domingo es el corazón de Ludilia, el cielo rosa y su esperanza, su libertad que quiere romper; pero el amor pasa de puntillas y Ludilia espera y desespera.

EL BUSCAMUERTOS

Soy el buscamuertos: los veo, los siento, los oigo, los huelo, me acompañan en el día y en la sombra de la noche. Me cuesta sostener el duelo porque no los conozco; pero son míos, entrañables, y los encuentro en la calle a cada instante.

Me acosan y me señalan con sus muertes desgarradas y sus anónimas eternidades.

¿Qué haré con estos muertos y ese olor que se despliega por el antiguo reino de Guatemala?

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EL jOVEN HÉROE

El joven héroe murió entre dos calles, sin abrir los labios; bajo el cielo azulenco se murió sin frío.

Murió sin agonía —salvo la vida que le dio a la Patria—sin convulsiones.

500 años después, de pura ira, sin Colón, sin Alvarado; toda la historia en la cerviz y hasta los puños.

Lo mataron.

Por lo mismo de ayer, el joven héroe se murió para mañana.

MI CASA Y MIS RÍOS

“oh, una casa para siempre, hazla”,

Esta es mi casa de los sacrificios, mi casa blanca de arenilla, donde se bifurcan las aguas, donde se reparte la esperanza, un río velador de los sueños y otro que me trae claridades;

mis ríos padres de los peces, mis ríos cantarales de la lluvia.

Esta es mi casa de las ofrendas, mis ríos hijos de las albas. Aquí están mis barandales, mis piedras hendidas, brillantes, mi casa sin sombras en los ojos, mis ríos despiertos para siempre. Mi casa con encinos en las manos, mis ríos con soplos en las vertientes.

Esta es mi casa de los testimonios, mis ríos huellas de la vida, mi puerta de madera preciosa, mis miradores de obsidiana.

Ventanas para ver los caminos, “rutas de la evasión y del retomo”. Ríos atados a las garzas, mi casa encantada, mis ríos obedientes.

EL MAR AHORA

¿Cómo estará el mar ahora que no lo veo?

Escucho el jadeo de las olas bajo las raíces negras de los manglares, y el júbilo de los fanáticos que deliran simplemente azules.

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Pero tengo mi caracola para escuchar el mar y atisbar sus horizontes.

DANZA DEL VENADO

La luna danza el baile de la caza del venado, se puso su traje de espejos y por la calle reptan sus ojos blancos.

Suaves son sus contorsiones, mágicos sus esguinces. El viento frío hojarascoso mece su cuerpo de vidrio y de hojalata.

El tun sube a las cúpulas del cielo, la lumbre de sus cimas doradas y en la danza se quiebra su corazón de orfebrería

SUEñO DE LOS CABALLOS

El inveterado caballo de mar y el nebuloso caballo del aire ambos duermen como dioses en sus carcomidos altares de hojarasca.

En el estertor del día los buitres recogen las huellas imposibles de viejos corcoveos.

Cada brinco es una hoja muerta; el mar rompe sus cogollos,

el viento suelta sus raíces: Me molesta la felicidad de los caballos.

EL CAVADOR DE LA pAZ

El soldado cava en la noche un túnel para que pase la primavera, un soldado sin fusil ni cartuchera abre las puertas del aire para desliz de las auroras.

Un soldado fiel, sin nervadura, pasa revista en la mañana, se pone firmes junto a su humilde estatura; cava en la primavera sin reposo, hasta encontrar los abismos apacibles, hasta encontrar el dulce brillo de la paz.

MÚSICA A DESHORA

Hay una caja de hacer música, se levanta por el aire-airecillo, sin hormigo, marimba o baquetazo.

Abre las ventanas mortalmente, música que invoca libertades: de oír, de inventar pitos de agua, de ver árboles por el viento, el sol entre los dientes de la tarde.

(Estás hambriento de mentiras. Con las manos exhaustas llamas al hortelano, ni le das ni le quitas.

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Eres la nube gris o cien quebrantahuesos).

Se abre la caja vocinglera y salen los dioses en ardiente coro. Se desliza la música en la voz de la noche más eterna.

pOETA CIUDADANO

Me complace ser poeta ciudadano, con luz propia, vulnerable, mi barato amuleto ojo de venado le saca brillo a las violetas y milagros a la rosa de los vientos.

Nada hay más lírico e inmediato que la luna en su casa de pinares, o la fácil esperanza en su papel de china; nada hay más triste que una mujer contoneándose a las 12 de la noche en la quinta avenida, zona 1.

Este es un poema para hacer sombra —como si tal adminículo sirviera de algo— aquí sale a relucir un gallo en rima, sorprendido en su vana cantinela; una noticia se hace trizas en el aire antes que caiga de su peso la poesía.

MALAS NOTICIAS

El diario matutino trae titulares, entre rojos y amarillos:

Hoy no hay paz. Todos los tejados son de vidrio. Ni paz ni pan. Las voces se han alzado. Los grillos revientan, chirriando, en los troncos viejos de caulotes y guarumos.

No podemos ser más humildes y subir nuestro coraje a los ojos de los árboles.

En fin, no rasguemos el velo, la patria sigue de pie junto a la tétrica esperanza.

EL TRIQUITAC DEL TREN

a Pepe Mejía.

Si no voy en el tren me siento desvalido; y mis manos temblantes y mi corazón culpable corren en pos del triquitrac, triquitrac, triquitrac.

Se va mi ventanilla y al revés mi paisaje, los árboles que corren rápidos a viceversa; si no voy en el tren se me escapa el alma con el triquitrac, triquitrac, triquitrac.

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El pito se mete al cielo y sobre el temblor del sol, en pos de mis olvidos, se va mi tren-trencito,triquitrac, triquitrac, triquitrac, triquitrac.

EL pASADO

¿Qué es el pasado?, preguntas: —Es el olor penetrante de las margaritas muertas.

—Refulge la luna bermeja en noches que se retrasan. —El día compungido que guardé en año azul en un cuaderno de deberes.

—El pasado es lo que nunca se olvida.

—La puerta que no se abrió y al otro lado, sin memoria, quedó el ayer inerte convertido en luz tenue y trasparente.

SEñAL

Aquí pongo mi señal bajo la nube amarga, aquí está mi boca seca detrás de tu palabra.

El camino zumba y sangra mientras el agua clara de las riberas de tus ojos por mis dedos se resbala.

Pongo piedras agudas alrededor de tus manos, para que nunca te vayas de mis últimas señales.

EL DÍA DE CABEZA

Este día la luz anda de cabeza. Para las orejas frente a la sombra y no hay modo que sus antenas busquen por la ventana las bocas que aún se besan.

LILAS

Veo cómo se escapan las lilas por el crepúsculo. ¿De qué huirán insólitas, si la primavera permanece inmóvil entre las rudas manos del bosque?

ESpACIAL

Alguien, en lejana estrella, en el instante

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en que escruto el espacio, se asoma a su increíble ciclo y le dará vuelo a la imaginación.

Pensará en mí —un ser al otro lado del infinito— como yo lo pienso, en el sereno de la noche, a mil años luz de mi aguerrido corazón.

LARALILALá

Qué gozo intrépido, antes de irme a pique con una sirena del brazo florecerá mi alma.

Si en este momento, sobre esta piedra del río, escuchara aquella canción,lánguida e imprecisa, laralilalá, laralilalá.

La marimba sólo estará en el cajón y en el reflejo del pequeño río que claudica, el pequeño río que regresa.

CANCIÓN NÚMERO 15

Ayer encontré una tonada basada en el poema 15 de Pablo Neruda.

Me tomó de sorpresa y se me agotó la mirada cuando al frente de la canción había una muchacha de 15 años.

Esa cercana voz palidecía porque no estaba en mi sangre sino en el saco de maguey donde guardaron la guitarra.

Me parece que el poeta se desligó de estos confines —él, que no se dejó sobornar; él, que nunca fue engañado—y ahora viene de vuelta de su cercana isla negra.

EL SUAVE SILENCIO

La noche ya no está sólo afuera —como debe ser— pálida la veo entrar por la ventana.

¿Qué se hizo la rosa tesonera? La que se desvanece no pasa de ser mi palabra —palabra que es mi palabra—.

A la noche se le va la mano, todo lo palpa con su suave silencio.

Que venga, pues, que se manifieste, que nos agarre de los ojos,

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que nos abra los huesos y se vuelva luz.

EL pOEMA

Existo porque estoy aquí bajo la cruz abierta del poema.

Entro a la casa de la emoción y la desalojo de palabras, las adhiero a mi espíritu y se graban en mi sangre.

Me intriga el éxtasis de hacer vibrar el verso y alabo el inevitable misterio de la poesía.

INICIACIÓN DEL DÍA

Hay otros ríos, ríos, otras palabras licuantes, también están tus ojos y la increíble esperanza.

Tus ojos sin lentitud—cascadas rebullentes—otros ríos gravitando en la tenaz claridad.

La hora comienza —incipiencia del alba—y tus ojos se abren para iniciar el día.

REMOTANZA

Amor mío amado, aún entono tu último beso, es un fulgor que me transita por la sangre.

De eso ya no hay preguntas, ni nubes, ni palabras, ni respuestas; sólo vértigos, a pesar del musgo que cubre los sueños más remotos.

jILGUERO

Los muertos son muñecos mordidos por gusanos disidentes. Me da risa la bolsa de valores y el amor a largo plazo, porque todos nos convertimos en árboles sin raíces. Y no reconocemos los sonidos del cielo bajo la mortal batuta de un jilguero anonadado.

CBIQUIMULA

a Ellas valdez

Chiquimula, hoja de guayacán, es un jilguero perfecto; serrano

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del Merendón su corazón constante.

Que designen a Ismael Cerna y a Mejía GonzáIez para engarzar la perla de su nombre. El río de su trino. Ruiseñora pájaro que no se agota, vuela por la claridad del tiempo.

HISTORIA

Carlos G. Juárez había nacido en San Marcos en 1930, aquel año en que se inicia la dictadura de Ubico; de niño hizo todos los mandados, fue a la escuela pública, se forjó maestro y enseñó a leer y a escribir a cientos de niños campesinos, hasta que le pegó aquella suerte de bohemia y se puso a morir aún siendo joven y risueño.

Lo abrazó la enfermedad taciturna, caprichosa bohemia de impulsos ciegos, hasta quedar helado, cargando los pecados del mundo.

ELEGÍA

Tengo entre las manos una sombra que abruma, una ramita luctuosa impostergable, sólo porque a José Domingo Samayoa se le ocurrió entrar a la eternidad, sin más explicaciones que un ligero dolor de pecho.

Vi su última faz, con los ojos cerrados, finalmente, sin aquella sonrisa que disipaba sus tormentas.

Nos veremos más tarde, camarada, en Chiquimula enmudecen los jilgueros trompetistas, mientras tu voz se abre sobre el cielo que te espera y el tiempo que se desborda.

pARA QUE DUERMA MINGO SAMAYOA

a Mario Estrada W.

Trajeron maní de Chiquimula y antes de doblar el sueño lo comimos con ron negro pestilente.

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Pusimos cerrojo ante los ojos y en lugar de dormir hablamos de barcos y tempestades, lugares que nunca amanecieron. Quise abordar ignota nave y bogar en la memoria rota de José Domingo Samayoa López; esa cercana voz se había ido y su misión es estar con Dios todo el día y toda la noche.

Así pude saber que el mar estaba cerca y el sueño es uno de sus confines, hasta murmurar este arduo silencio, este leve lamento, para que duerma en paz José Domingo Samayoa López.

MI HEMBRA

Vos sos mi quebradero de cabeza, mi único escondrijo, mi aroma de quiebracajete.

Sos un río hembra que corre por mi pecho, sos la cerra a donde suben mis manos tremolantes.

Pongo mis orejas sobre tus labios y escucho tus aves migratorias en su vuelo a mi corazón.

Abundás en mi memoria: sos la entrada del pueblo, el parque, la ceiba pentandra y la fuente donde se refleja la luna.

ANARILIA

No me compare con los que aman una vez y se jubilan.

No vuelo como una mariposa, pero me acuerdo de aquella muchacha que le dio vueltas a mi corazón hasta embriagarme de amor.

Anarilia se llamaba. Llegó como Anarilia, con sus pompas tropicales y su aire pajarero me anuló la vida.

Anarilia, Anarilia, Otra vez nos vemos Anarilia la que amé por primera vez —no habrá segunda— y me dejó sin aliento, Anarilia.

NADA ES TARDE

Treinta años después de una taza de café vino el tiempo y permitió encontrarme.

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Con mi fósil mirada llegué hasta tu sonrisa y me puse a circular alrededor de tus manos. Pero nada es tarde, no temas, oye el tañer de los cipreses, la noche nos acaricia y las golondrinas pasan como guitarras rotas.

¿QUIERE UN CANTO?

Si usted está interesado en un balcón colgado de vieja pared; si quiere un canto para sí mismo; si usted anhela unas hojas de hierba, aquí le presento a un viejo portentoso, hijo de Manhattan, campanero de la democracia, Walt Withman.

SU NOMBRE

La veía todos los días; pasaba triste pegadita a mi alma —sus senos apuntaban las últimas estrellas —daba pasitos de agua

-se metía en mis ojos y me desquiciaba cl corazón —tenía un nombre pequeñito como una luciérnaga —no lo olvido ni lo recuerdo, pero está ahí, su nombre, cerrando y abriendo la luz como ojo de nube —en el aire está impregnado su nombre, lo palpo y la mano me queda vibrando como ramita de geranio.

EL GOZO DE LA ROSA

a Fredy alberto de León

Cómo gozo El rojo sedeño de la rosa, osa desplegarse bajo el sol y se desvive en la luz intensa.

Remonta su brillantez y en el ocaso gualda es de oro su corazón de aroma.

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pRESAGIOS

No sé cuándo vino ni qué vientos rodearon el día de su nombre.

No hubo presagios ni bruma que la anunciaran.

Sólo vi sus manos y el claror de sus ojos.

Sólo vi su voz y la nube de su pelo.

Nunca he vuelto a ver una gema transparente.

Nunca he visto una luz como la suya.

SEñORA

Yo no la olvido, ni sus piadosos senos, sus ojos silenciosos,mis labios arrastrándose sobre su boca.

Todo se ha perdido, ya es demasiado lejos para estos sueños aturdidos.

No hay recuerdo que se salve, aquella melancolía de sus manos,

todo se ha agotado en estos años grises y maltrechos.

¿Recuerda los alevosos días de aquél hiriente mes de julio?

Es demasiado tarde: no caben ventanas ni palabras, imágenes que se quiebran, fue demasiado funesto para nada.

OTRA VEZ MAGALY

Magaly sale ahí donde el coro se alucina canta para el globo de colores.

Ondula de júbilo y como pompa de nube rosada rompe la llama del crepúsculo.

Si la buscan sus alas pían porque Magaly es un pájaro sorbiendo sol en la ventana.

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ANA ELIZABETH

Ana Elizabeth se asoma a la ventana —la blusa quiere escaparse de su pecho, sus ojos recorren la nube que pasa y sus labios rojos lanzan embelesos a las violetas y pájaros fugaces.

Ana Elizabeth baja por la calle empedrada navegando en sus zapatos verdes, rompe el inf1ujo de la tarde y desde sus manos encantadas me dice adiós con su pañuelo blanco.

Adiós Ana Elizabcth, lejana te quedas detrás de estos años sin bonanza; el ciclo sigue llegando lentamente a las cavidades tibias de tus manos y a los albores de mi corazón.

LA MUjER OSCURA

Una mujer loca por fuera por dentro cien hileras de mentiras —si fuera pájaro cantaría la desesperanza o danzaría una historia de alga, rojas y blancas —miente como una abarrotera o como un autobús sonámbulo que no acaba de pasar —esta no es una dama que se transfigura y usted piensa que no hay justicia porque le dieron tan insípido talento y tan desmesurada

lengua —con olor de chimenea abandonada—, porque no tienen por dónde amar ni arpegios hay en sus ojos.

ELLA ME HABLABA

Cuando ella me hablaba ponía mis árboles rituales contra el crepúsculo; había sonidos de guitarras y la lluvia celeste se confesaba en los tejados.

El invierno andaba equivocado metiéndose en los vientos que rodean la casa.

Ella me hablaba de su luz irrevocable; danzaban las palabras y en el rincón del alma se me ahondaba el silencio.

FIDELIDAD

No hemos sido fieles con este país de aguaceros, microsismos y tiranos.

Para extraer la belleza nos valemos de la primavera o cualquier río navegable.

Subimos a la nube como cohetes de vara,

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pero explotamos y caemos sobre cualquier tejado.

Este es un hogar que todos queremos…pero abandonamos y olvidamos en cuanto tenemos edad de hablar mal del gobierno o largarnos a la porra.

LA pATRIA NO SE ACABA

Compañero, la patria es una luz que no se calla, memoria del pasado y del futuro, una estrella para siempre.

La patria es mi conciencia, mi honor, toda la voz, álzala siempre sobre el corazón.

La patria no termina, se inicia cuando naces y no se acaba cuando mueres.

CREAR

Si no estuvieran inventados, yo crearía un ángel

y una nostalgia, un geranio desnudo —¿por qué desnudo?—una ventana para ver tus muslos y una rosa en las manos de Dios.

LO VEROSÍMIL

El viejo verosímil ciego hasta los pelos, va por la calle… ¿Será importante mi puerta?

Cruza hacia la sombra y saca una sonrisa que le ofrece a todos. ¿Será posible mi ventana? —»¿Qué tal mañanita?” parece decir su inasible palabra. La luz. pasa sin detenerse.

pACIENCIA

No hay quien tenga más paciencia para ver salir el sol. Mi ventana dialoga con una rama de durazno y la nube que pasa cabizbaja, hasta que la sombra bala sus despojos bajo las cortinas.

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Paciencia agua fría, paciencia zapatos, calcetines, paciencia camisa blanca, corbatita, paciencia calles, oficinas, hoyes día de sombras que se acaban.

NATURALEZA MUERTA

Huele a manzanas, lentamente huele, a vino viejo y mantel nuevo.

Hay un suave sabor a cerezas en el aire y un jarro de miel sobre la mesa.

Los colores son blandos aunque brillen los vasos de vidrio y las rojas ciruelas desfallezcan de dulzura. En el fondo nada permanece, sólo una bruma añil y un ciclo fugaz sin horizontes.

FUTURO

Me estoy quedando como esos pájaros inanimados del atardecer, puro espíritu.

La luna encorvada, clavada en un palo seco, es una pancarta

en el ángelus.

Todo sea por la nostalgia de un domingo lejano, oyendo los clarineros, cuando partí hacia el futuro donde vivo.

LA MITAD DEL DÍA

A medio día hay un espejo en la mitad del cielo. bruñido; una máquina de hacer luz y un calor que pasa por mis ojos.

Por el pueblo deambula el espejo, aquí va una calle quc se quiebra, luego yace una plan consternada, una penumbra que asusta y dcsajusta.

Nada lo empaña, ni la nubecilla que se atreve a soltar la lengua.

En la mitad del día, girasol, el espejo alumbra y se estremece.

LA HORA pRIMA

El sol toca la puerta y se rompe los nudillos en el ojo de la llave; pero no entra, lanza una mirada y deja esmaltados los dinteles en la hora prima.

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Luego se detiene, echa un vistazo en torno suyo y se pone a tramontar —para eso están las serranías—dejando claridad por los confines.

MI COLMENA

Tengo mi colmena de palabras y las dejo volar —abejas que buscan el sol—mientras la lluvia va cayendo, la tierra abre sus surcos y los muertos callan, —callan.

SEGUIDILLA

La noche persigue al día y al día se va la noche hasta que se acabe el tiempo.

Mi nombre sigue a tu nombre y en tu nombre está mi nombre hasta que se canse la vida.

Todos los nombres no caben en los sueños de la vida, todos los muertos sí entran en el funeral del tiempo.

pIEDRAS

Las piedras viven tan despacio que su sueño es un murciélago tímidamente colgado de la luna.

Así se dice mientras no ha llovido y las piedras están apagadas derramando silencio en tomo suyo.

No importa si crecen o quedan en piedras de camino, contención de ríos, empedrados poblanos. piedras de lumbre, vanidosa pedrería o cimiento de paredes.

LUNA IMpÍA

La luna se mete al guatal y en los ixcanales se espina las manos.

Las hormigas arrieras suben por su cabello y la luna plateada pega un respingo de tres sombras.

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Luna —digo— luna impía, no pises las cruces del viejo cementerio.

Luna, luna, pedazo de espejo, ya viene el espanto a robar tu luminaria.

SOLA LA NOCHE

Sola está, sola la noche, un día antes de ella, un día sin cadenas; mil estrellas después, pero en cuclillas; una ninfa pasa entre la bruma, la luna; sola está, sola está la noche, la noche.

AMANECIÓ LA NOCHE

Amaneció la noche, se fue. En el abrevadero del chiltote —la copa llena de un jazmín—deslumbra el vuelo del sol.

Se estremeció la noche, se fue, y ahora flota la mañana entre ángeles demorados y visibles cenizas de penumbra.

HUELLAS EN LA CENIZA

A veces la ciudad me importa tanto como un grillo muerto. y el silencio no es tan inmenso como se cree. Voy por las calles, entro a los parques, levanto las voces más sensibles, oigo los llantos de los niños parias, mi sangre anda en pos de algún demonio, mis pies dejan huellas de ceniza y mi ciudad está inmóvil. indiferente.

Esta ciudad me mira negligente como si yo fuera un bicho raro; no sé qué le pasa a esta ciudad intensa, a la que odio sus bocinazos, su hediondo humo negro, sus locos veloces, sus gentes vociferantes, sus anuncios alienantes: Esta es la ciudad que me importa menos que un grillo muerto.

CONCLUSIONES

No huelo a inmortalidad como suelen hacerlo las cabecillas de la poesía explícita.

Soy el bedel de la marimba, amo la amistad, las tostadas con frijol, el café calientito y una que otra cerveza.

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Lo cierto es que me paso el tiempo en esta ensordecedora algarabía de hacer poemas a escondidas.

Creo que mi epitafio dirá: —“Aquí yace una larva de poeta, un endeble muchacho que le buscó tres pies al gato”.

SUCESOS DE LA TARDE

Florezca la hierba en el momento ignoto, tentáculo de la noche el sol trajina en el crepúsculo:

—Mi amigo está vació de palabras después de contestar las voces necias,

—Los relojes caen de su inanición, promesas son de tiempos idos.

—En el ocaso se ahondan las heridas, los despiadados heridores se consultan.

—La situación se anuncia disonante, es por su bien que nadie sc amenaza.

—El tren pita en la cercana-lejanía y los que se han ido no regresan.

—Las vírgenes salen esta noche porque se sienten tristes y precoces. —Hablan los guardianes, los mastines, les irritan las canciones en el aire.

-Todo acontece de primera mano: la ley cerrada, el grito restringido.

—Se apagó la bondad en torno nuestro: gritan las sirenas bajo la lluvia.

De las ventanas fluye la tristeza mientras los perros ríen en la calle.

—Baja la noche a los tejados y por la calle se arrastra desafiante.

RECUERDOS Tengo el corazón lleno de recuerdos: las viejas colindancias, los confines, los gallos que drenan la mañana, las nubes que danzan en la tarde.

Un archivo de recuerdos, gavetas y gavetas, días dc lloviznas como colas de gatos, cañas de milpa, inefables; perfumes de duraznos. Abril es puro aroma de geranios.

Ya pasa San Antonio con su antorcha: carreras de cintas, locos barriletes. Ana me espera a las 7 p. m., sus senos que palpitan en mis manos.

La Sierra Madre se pone en jarras. Ríos que bajan en carrera limpia. Marimbas que regresan al hormigo; en fin, la nostalgia danza en cl recuerdo.

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ANTIGUA

Esta ciudad es adicta al silencio. Vagan sus calles de piedra y piedra bajo cielos cuidadosamente claros; cúpulas barrocas ya derruidas, campanas sin fervor, inmóviles; no hablemos de ecos ni oscuros reflejos, mutismo que se resiste en aldabones.

Tres siglos después no quiero irme de tus patios y buganvillas intemporales; alquimia de luz y sombra, tu imagen es un balcón ingrávido en el crepúsculo.

Pura intimidad, puro ayer, embriaguez; que yo sepa, llegar a ti, Antigua, es despertar en la mitad del tiempo.

A HANS pETER MOHR EN HOLANDA

En Saquiyá, junto al agua clara de Patzún, está tu otro ombligo Hans Peter Mohr, pequeño huracán rubio, constructor de casas, inventor de ataujías y poemas de protesta.

Saquiyá es el lugar del encuentro y convoca a los niños del altiplano: Cruz—Tonatiú—Jesusito——María—Gualibaj—Ixmucané—

Tikalito—Ambrosio—Tecún—todos con sus nahuales: que fructifiquen, que se levanten en la cumbre y en el alba, en la casa del corazón del mundo, que hagan su comunión junto a los girasoles silvestres.

Hans Peter Mohr, si no lo ves tú, si no lo escuchas, será el rayo-corazón del cielo el que te lleve a Holanda el tun tun de Saquiyá.

pLAYA

La playa se extiende ondulada, desde los dientes de un garrobo hasta las muecas amarillas de las hojas del naranjo, carcomidas.

La playa es una mujer que se pega el sol en las caderas; arena donde se propagan los árboles de pericos y un arcoiris de jocotes.

Para ser playa se necesita una sensación de arenas, un mar rompiéndose, reventándose en olas, un horizonte imprevisto y un sol canicular.

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MI FIESTA TITULAR

a Lauro Marcial zea C.

La marimba es un árbol de campanas, un árbol que canta realmente. Nada me da más miedo que no escuchar una marimba.

Es mi espíritu de madera, mi esqueleto musical. Si yo no fuera un hombre sería una marimba, doble o sencilla iría por los poblados festoneando el aire.

Bajo los pies del bosque el río de los sonidos pasa, anegado de hojas áureas, aledañas a mi voz, nacidas para vivir entre mis sienes.

Al oír la marimba clares en mi alma, el corazón se pone endeble como pétalo de alhelí, tiemblo más que ramilla de huitzitzil.

La marimba es ala de libertad, ventanal de agua clara, convocatoria para conquistar el viento y hacerlo banderitas rutilantes, sonido de las semillas en la sonaja de todos los árboles. Esta es la voz más cercana que tengo,

es el murmullo más lento y el más vertiginoso, es mi fiesta titular, mi patria vegetal, mi origen y mi única respuesta.

LA FLAUTA ENCENDIDA

a Jenner zea C.

Yo pido un caramillo azul, un cord6n musical para llegar a ti.

Romper el día en dos, en tres, hasta encontrarte; el sol está al revés, ausencia que te busca, estar en ti sin tregua.

Estoy en ti, en mí, en mundos circundantes, con mi flautilla encendida; sonámbulo viajero, lleno de tu mar, tu ámbar, tus voces vigilantes, en ti y en mí, hasta el último sonido.

ONÍRICO

Soy un hombre en mi cepa, en mi urdimbre, en mi raíz, Dios me pasó por alto muchas veces,

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hasta que mis labios orantes conocieron el último camino, la única vida por delante.

Si el mundo se parara en este instante yo volaría humildemente hasta el cielo remoto.

Pero aquí llegué con estos sueños, antes de ser despedido de mi oficio de ángel, dura cabeza que duerme con los ojotes abiertos.

VOCES EN LA CALLE

Me apresuro por la estrecha calle como un flaco e impúdico perro, el cielo tiene círculos amoratados.

El viento sopla en mis oídos: —¿Qué tal, viejo indicado? —¿Cómo anda tu libertad de palabra?

Nos veremos en la brisa, Que no te agreda la mariposilla que extiende sus alas transparentes sobre las únicas begonias.

El que ríe último se lo lleva la tiznada; la calle se estira como un leopardo sin cabeza.

LA NOCHE COMO CUALQUIER GATO

a aramis Bautista.

La noche en la terraza maúlla como cualquier gato; persiste y abre la bocaza, se me pega en la piel y me doy un susto de mil sombras.

La noche no está para claveles y respira hondo arriba del naranjo; es un borbotar de estrellas que caen al suelo y se arrastran ronroneando.

Me quedo absorto en la ventana viendo los ángeles que no creen en la noche, vuelan apacibles de uno a otro confín.

VELADOR DE ESTRELLAS

Hoy te vi enrojecida mi pequeña ciudad, traías una caja de sorpresas y me dijiste: —¿Qué tal, velador de estrellas? Como si yo tuviera las manos ataviadas sobre las hojas deslumbradas del amanecer.

Me puse a girar con mi armazón de torito

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y eché rayos y centellas sobre la faz del mundo.

LARGO FIN DE SEMANA

La ciudad ha sido evacuada, íngrima está, pordiosera, el olvido pudre su silencio, germina la soledad y algo se evoca intensamente.

Alguien canta a flor de labios, roto está su corazón, aniquilado.

Puertas cerradas, ventanas invisibles, ecos que cruzan las esquinas; Antonio Brañas pasa las manos por el tiempo que se queda.

Ahora sí huele a hierbabuena y se lucen las rosas en la verja.

NOTICIAS

Sonó la hora en el reloj y se murió la torre; no tenía soldados el cuartel, sólo un espejo roto y dos bustos muertos en el umbral. —De repente cae el sol frente a los niños que van hacia la escuela; por la colina bajan en alegre trote. —Son las 8 de la noche y el concierto se inicia

en el kiosco chino; en el aire flota la cristalería de una marimba.

—Le pongo una estampilla a la carta de amor que no regresará; esta es mi postrer noticia, ya no sabrás de mí, querida, amada mía.

MADRE

a Eduardo villatoro.

Madre, he visto tu voz deslizándose trabajosamente por tus labios.

Madre, he visto tus ojos como alas vencidas por el tiempo.

Madre, he visto tus manos asombrosamente tranquilas susurrándose mutuamente.

TECHO DE VIDRIO

Mi vecino se levantó de madrugada y lanzó tres piedras sobre mi techo de vidrio

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—hijo de pecadora y un pescador de almejas, muchacho enmohecido —ojalá el telón caiga sobre tus ojos —escojo el peor ensalmo y 10 mancho sobre tu mesa —y te repito lo de la pecadora y todo se hace un sortilegio y no sé si vivir o sentarme a morir tranquilamente.

EL AUTOBÚS Y LA VACA

a Héctor Moncrief

La vaca es un autobús de cuatro cascos, brinca sobre los baches fraternalmente -en invierno se quema la lluvia y el parabrisas lima las cenizas.

El autobús es una vaca trascendente con la barriga llena de protestas —chismes que se calientan sobre las ubres insurgentes.

Tú estás simplemente solariego, llevas tu ventanilla en las rodillas —una mujer bota mis estrellas y las antenas se apagan sin remedio. Ahora me toca bailar como un tordito: —póngale ruedas a sus pensamientos —olvídese de los pobres transeúntes —sólo el rencor es vulnerable.

pOR FIN

Allí lo veo, el cerco de viejos palopiques; después, la milpa que hace relucir sus verdes espadas; luego, el bosque —que ahora se me esfuma—de altísimos pinares enredados de bruma; más acá, la casa, de bahareque, encalada, embebida de luz; y, por fin, en el umbral, tus ojos —pájaros agitando sus alas—sobre la coraza de mi corazón.

pOEMA

Me caigo desde el poema y me quedo mudo como un agujero negro en el espacio. He amado algunas mentiras y algunas verdades me han venido flojas.

Froto insistentemente mis viejos pedernales y la chispa que surge se la regalo al corazón friolento.

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Yo expreso según mi rostro iluminado, lo que la vida me da y lo que me debe.

Soy un ser humano, con sus brincos y sus errores, y me pongo a farfullar con el día y con la noche.

Mi espíritu es más ligero que la danza del maíz, y más sencillo que un vaso de agua sobre la mesa.

EpITAFIO

Aquí yace alguien por quien muchos se oponían a que muriera.

Con modestia compareció ante la vida y ahora tiene raíces que son como aletazos y ningún dolor lo persigue bajo tierra.

Ahí está creciendo su recuerdo, mientras los condolientes celebran su agudeza y su bonito modo de tocar los tamborones.

EL DÍA pERDIDO

El lunes se reniega con su lengua de trapo y sus ojos nublados por la ira.

Se pinta náuseas en los dientes y las manos se le pudren rápidamente bajo el sol.

Oscurece en la boca su nombre disecado y sus labios exangües.

Pero regresa, puntualmente, con su estrella derrotada y su cielo detenido.

ALMUERZO

Hoy almorcé donde me dio la gana -a precio de quemazón una sopa para el hígado y unos ojos divinos en la próxima mesa —crucé la fuente dormida hasta dónde el gallo canta claro —luego vino un leve sueño y lo guardé bajo la lluvia —no me moví hasta que me nombraron acólito de meseros —8:50 — sopa con arvejas —2:50 — gaseosa verdioscura.

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LOS pOETAS

¿Cuántos poetas existen? Uno por día, según el reglamento. Son persistentes y sobreviven hurtando el alma a la desesperanza. Dan su testimonio y se adentran en los socavones del silencio. Viven del ayer y miran el futuro con percepción clarividente.

Hay poetas para todos los gustos: Los críticos los ubican en generaciones, grupos y también soledades; despiertan envidias y odios, indiferencias y admiraciones, pero son poetas irremisiblemente.

pRIMAVERA EN LA CAMpANA

Me gustaría meter la primavera en una campana neumática y que los niños la observen o le saquen el aire si quisieran.

Lo anterior no justifica, desde luego, este oficio de hacer poesía o ganar el pan de cada día -que sería lo más deseable- ni es la excusa de ser audaz robando tiempo a la santa burocracia. Pero si no intento el poema languidezco y me pongo transparente como agua o como el dedo que tapa al sol,

y uno quisiera estar radiante y feliz. Pero la primavera la sacaré de la campana y flores y colores y aromas diversos se los daré a los niños más necesitados.

EVOCACIÓN DE SANTIAGO TUC TUC Impávido estoy frente a estos coloridos óleos sobre tela de Santiago Tuc Tuc, como si Comalapa cupiera en la cofradía de San Juan Apóstol.

Hay un güipil en la esquina izquierda que me deslumbra incontenible; además de la cohetería de la feria patronal que estalla con delirio en el cercano cielo.

La calle húmeda y apelmazada brilla alfombrada de ramillas de pino, y la sombra barroca de la vieja iglesia parroquial se mete en los próximos corredores.

Santiago Tuc Tuc está vivo en estos portadores de palios, pero también en el jarrita de café que se empina el señor principal que nos mira sorprendido desde el segundo plano.

SORDA Y LERDA

La vieja justicia se puso sorda y lerda ante los niños harapientos muertos en la noche más fría,

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mientras la policía increpaba: “¡Pamplinas! estos infelices aspiran pegamento, no sirven para la vida”.

Como si fueran bandadas de pájaros en el ocaso buscaban sus nidos entre rugosos árboles en las plazas. Pero murieron como ratas en el fango, en las sórdidas calles de la gran ciudad los cobardes los uncieron a la sombra.

Nadie les tocó la campanita ni les entonó un himno de iglesia.

Todo un mes se habló de ellos en periódicos impresos y radiales; pero fue como mirar llover o como un tamborcito que pasa por la calle.

La justicia estaba sorda y ciega, además de tener sucio el fiel de la balanza.

MATERNIDAD

Ella no tenía más historia que un día libre el fin de semana, aquel dolor de vientre yesos rezos imposibles el día del alumbramiento. Pudo ser madre ya tarde y tomó posesión de la ternura cuando el dolor se debatía entre sus manos; pero vino aquel niño de 6 libras con su pan bajo el brazo, según las profecías.

La vida volvió a iniciarse, hubo una historia que contar y a dónde llevar el amor los fines de semana.

pERCUSIONES

La esperanza no avanza, el trigo se agota, el círculo se abre, la vigilia no alcanza.

La palabra se inmola, la dicha se oxida, la voz no percute, el hambre tremola.

La huella se pudre, la promesa se apaga, la paz es hoguera, el amor ya no sufre.

La muerte camina, el tiempo es araña, la sangre es tortura, la vida se olvida.

VIENTO DEL ALTIpLANO

a armando Rodríguez.

El viento sin entrañas se va a llevar los trigos, el viejo remolino levanta las espigas.

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El silbo añil del aire inventa clarineros, sus flautas se encendieron entre cielos de arcilla.

Mesetas de San Marcos, cimas de la Sierra Madre, el sol alza sus oros en los dedos del viento.

ECO DE LA LLUVIA

Tomé tu voz del otro lado del olvido, tu dócil palabra holgando sobre mi corazón.

Más dulce que lejano tintineo de begonias.

Vino desde una mañana blanca y dilatada; tu voz es una margarita, una caricia inundante, ángel del agua, eco de la lluvia.

LOS INÚTILES QUEBRANTOS

a Rolando Castellanos.

Nadie se nutre de su tiempo en esta tierra de inútiles quebrantos, si no fuera el horror de haber nacido ser humano,

un demente cansado de sus sueños, la fatídica sombra entre los ojos, una historia de amenazas, memoria de muertos y desaparecidos.

Llevo mi pueblo sobre el hombro, mis pies inventan los caminos, la lluvia y el polvo caen en mis sienes ríos y bosque son estigmas, la muerte se agrieta y se resiste alrededor de mis manos y mis brazos.

Quién es este despojo, este desecho, esta propuesta fatal, este reloj de piedra derretida; no me des tu insidia, no arranques mi raíz, soy un ser extinto bajo las hojas, indigno cadáver, desconocida gleba, ya no puedo con mi fosa ni mi huesa a la orilla del mundo.

Así que si te quedas con la patria entre las uñas; si aguantas el milenio, no la dejes sin presagios, no envenenes su cielo ni su surco, acepta su palabra y sus rogaciones, su hambre hasta la muerte, su paz entre dos sangres, su azul celeste, su pan dilapidado, su dicha que no viene,” su futuro gozo colectivo.

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Anexo

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SIMPLY PEDRO

Pedro, simply Pedro, tributary, two for a nickel, denied yesterday and before the roosters learned their function.

Duck to water, nothing, as you might say, nothing on two plates if you had them; nothing, nothing, if not for this country, oh, country without a name!

Pedro, simply Pedro, political Abel, burro without jawbones, biblical, blowgunner, at once son and father.

Pedro without childhood or Sunday!

Pedro, voiceless, only vow and hunger, meat for sweat and dungpile; brother, friend, my father,

El poema apareció en inglés y en español en la revista trimestral El corno emplumado número 31, México , julio de 1969.

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simply Pedro, don’t cry without food!

Now, today when your wound, I mean your shoulder, meaning your back, your praised nape, ask rest for soon you’ll try on the corpse, I want to kiss the bones of your arm and your knee, the nails of your intranstive feet, the pores of your parchment, your head on the offertory pyre, your fist waved in protest, your voice ordained in scars, your molars and your oxidized teeth.

And I ask your pardon, daily, from the fingertips of my bread and from the shoots of my time, from my house shadowed by marigolds, from my orchard and the leisure of my furrows, from my bed and my shoes, from my unspotted shirt, from the golden button on my lapel, from my diplomas and my books with figures, from my country and my flag, from the silk-cotton tree of my blood. Pedro risen to plant

from the mineral hour of Santiago and Spain.

I come to your breast —where the wind blows the dust of your dappled tears— to your heart, flower of clay, to your glandless eyes, to your hunger and to your thirst —two memories to fatten the history— a day before your death, or two or three —time is pure waiting—

I come before your death—rural and mocked; urban, maybe, but in effigy—be fore the weeping, the owl and the dog that howls at you, before the tapeworm and the boreworm, before the cross and the candle, before you rise from the side of the archangel and the nahual,* before you incarnate as diviner-bird, before they stop the smile in your side with lime; before they repeat your goodness, your loyalty and your stoicism; before the mourner and the oblivious alcohol,

* trans note: the nahual is a legendary guardian animal.

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before the air dies in your yellow lungs, before they put your bones in the country hole;

I come, then, who can do nothing, simple, lucid, terrible, repentant, to ask your pardon worldwide. But if you remain for some forgetfulness, if your hands foretell that you continue dying, or living in shadow next to your skeleton, or beside a PFC guarding the alphabet; if the scythe will not harvest your slowing muscle, if they intimidate you standing on your own two feet if they tell you to ask pardon with your two hands and put a flower in your fly, if they leave you as example or as witness perhaps to guard the folklore, if they tell you to await the milennium and give you a cigarette and a pitchpine to spend the night: take them then,

Pedro simply, son of water.your blowgun and your hardest flints. We shall raise your name in flames, your country-essence; the truth shall be spoken—

not a part of the truth but the entire truth—

whatever is written, whatever they have sworn, whatever they affirmed, their speeches from the high tribunals, whatever they promised, whatever, they signed with their names and for the other names.

We shall form a cry and a statue of corn, without a pedestal to reveal it, that your voice may flourish and your flag wake.

Desperate Pedro, Pedro, simply, don’t cry through my eyes!

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